¿Por qué se casa la gente?



-¿Te has fijado que las mejores viejas andan en los mejores carros?- le pregunté al ver pasar a una bien bonita en un "Mustang" rojo.

-Es la selección natural.

-¿Cómo la selección natural?- le pregunté con curiosidad.

-Pues sí, lo mismo pasa con los batos. Suponte que tú fueras un cuate muy carita... que te aclaro que no lo eres, para que no te vayas a creer que es cierto, pero igual de fregado económicamente que como sí lo estás. Siempre cabría la oportunidad de que una muchacha menos fregada que tú, como en el caso real de Lorena podría suceder, te hiciera jalón porque le gustases. En el caso de las muchachas es más fácil de explicar y entender. Una muchachita güerita y bonita podría llamar la atención de un fulano feo, pero de mucho dinero, que lo más probable es que fuera un nuevo rico (los ricos de abolengo, por este mismo proceso, aunque hayan tenido antepasados feos, en dos o tres generaciones se han vuelto bonitos). A ella le parecería un buen partido y su oportunidad de salir de fregada y hasta de tratar de ayudar a que su familia saliera también, si es que el cuate tiene suficiente dinero. El bato sabe que no puede pretender a una muchacha de similar físico al de la pobre de este ejemplo, pero del medio económico que él tiene; y si no lo sabe ya lo aprenderá cuando lo intente, ya que ésta pretendería a cambio de sus cualidades mejorar también en la escala social. Recuerda que en cuestión de billetes siempre va a haber alguien que tenga mas que tú. Entonces, pues termina casándose con la "Cenicienta", y para tenerla contenta le compra, entre otras cosas y porque puede hacerlo, buenos carros y buena ropa, además de tenerle sirvienta para que no trabaje mucho o nada y no se le maltraten las manitas... como en el cuento de La Bella y la Bestia, sólo que en este caso la bestia nunca se compone. Con el tiempo tienen hijos y éstos, si no salen tan bonitos como su mamá, cuando menos no salen tan feos y timbones como su papá. Y así es como va funcionando esto, y ya para los nietos hasta parecen familia de gringos.

Pedro J.Mazariegos
"Ella no te ama... y no te amará jamás". Obra inédita. 1993.


Si el matrimonio se ha convertido en una verdadera calamidad en los tiempos modernos, es porque la gente se casa por las razones equivocadas y con la gente equivocada. Muchas personas se casan porque dicen estar enamoradas, cuando solamente quieren estar enamoradas. El estado del amor es posible dentro del matrimonio, pero se ha vuelto cada vez más raro e infrecuente. La mejor definición que se puede ofrecer del amor es la que nos ofrece el eminente pensador Harry Stack Sullivan: "Cuando la satisfacción o la seguridad de otra persona se vuelven tan significativas para uno como la seguridad y la satisfacción propias, entonces existe el estado del amor."

La gente que se casa en realidad puede amarse, pero muy poca está preparada para hacerlo. La observación hecha por antropólogos y sociólogos durante décadas ha demostrado sin lugar a dudas que muy pocas parejas llegan a experimentar el amor verdadero. De hecho, Abraham Maslow, el padre de la psicología humanista, concluyó que solamente una pequeña fracción del uno por ciento de los miles de parejas que estudió por años estaban realmente enamoradas. La emoción que interpretan como amor es en realidad otra emoción, como un fuerte impulso sexual o un apetito de reconocimiento y aprobación.

Si la gente no se casa por amor, ¿entonces por qué lo hace? Durante el período de cortejo, por lo general los individuos pierden la mayor parte de su capacidad de juicio crítico. Cuando un cortejo emocional comienza, tanto el hombre como la mujer parecen abandonar cualquier equilibrio de la percepción de la realidad que poseen.

El período de cortejo es una manifestación poderosa de excitación sexual. La gente se atrae maravillosamente la una a la otra, por lo que es fácil confundir la atracción sexual con el amor. Los individuos que se sienten embelesados durante el cortejo, se vuelven aventurados. Los posibles problemas del matrimonio no son notados ni reconocidos. Luego, y casi inmediatamente de efectuado el matrimonio, las realidades se imponen y el desencanto sobreviene. Cualquier cosa era lo que había empujado a los cónyuges a la unión, pero no el amor.

La gente también con frecuencia se casa por lo que la sociedad espera de ella. Una mujer soltera que haya llegado a determinada edad es considerada un fracaso; de la misma forma, un hombre que no se haya casado en determinada época levantará sospechas sobre sus inclinaciones sexuales.

Muchas veces los mismos padres maniobran y manipulan para embarcar a sus hijos en el matrimonio, en ocasiones por razones particulares, y por lo general porque actúan como agentes de la sociedad para hacerlos que cumplan sus deberes, o, al menos lo que perciben como sus deberes. Así las cosas, los padres con frecuencia empujan a sus mismos hijos al desastre, aun cuando siempre dicen que las maniobras las llevan a cabo por su beneficio.

Luego, la sociedad estimula el matrimonio por razones económicas. El matrimonio es buen negocio. Emplea mucha gente y en cuanto alguien se va a casar, las máquinas registradoras de muchos negocios empiezan a funcionar.

Un matrimonio es una buena derrama de dinero, aunque los cónyuges no estén posibilitados para gastar. Los gastos que se llevan a cabo en una boda, son una señal de prestigio para el matrimonio que comienza. Esta actitud irracional todavía persiste en nuestros tiempos modernos. Por ejemplo, la mujer se manda confeccionar un vestido de bodas que solamente va a emplear ese día y a costos estratosféricos.

La literatura romántica, las tradiciones y la historia social también han dado al matrimonio valores falsos, que han impulsado tanto al hombre como a la mujer a aceptar como verdaderos. Tanto hombres como mujeres entran al matrimonio esperando que el gozo va a ser ininterrumpido. Juran amarse en toda la vida, incluyendo la adversidad, aunque nunca piensan que la adversidad va a llegar de hecho. Ilusamente, los cónyuges piensan que su amor (que ni siquiera pueden definir adecuadamente) les va a resolver todos sus problemas.

La soledad comunmente empuja a la gente al matrimonio. Muchos individuos simplemente no pueden tolerar estar solos. Se fastidian, y luego concluyen que una persona del sexo opuesto en el hogar hará su vida menos miserable. Se casan por desesperación, pero no por amor. Y no puede haber una mejor receta para el desastre que llevar a cabo el matrimonio porque la gente se siente sola y sin esperanza. La única razón que debe de unir a dos personas es porque quieren estar juntas más allá de toda consideración.

Mucha gente se casa por su futuro económico. Los hombres creen que adquiriendo la responsabilidad de sostener económicamente una familia, los puede estimular y hacer más responsables. Y muchas mujeres, particularmente en nuestra sociedad, se casan para obtener una seguridad financiera y dedicarse a ser agentes reproductivos y pasivos sin iniciativa alguna. Otra gente se casa porque cree que la condición del matrimonio los va a mejorar psicológicamente y les va a provocar maduración. Muy pronto, estas personas descubren lo falaz de sus creencias.

En resumen, se puede decir que la gente generalmente entra al matrimonio pensando que está enamorada y que el matrimonio les va a llevar una felicidad instantánea, que les resolverá todos sus problemas. Y, de hecho, en la mayoría de los casos, el romance dura poco, y el desencanto surge casi de inmediato. Entonces, los cónyuges de una forma u otra se percatan que no entran en la definición tan brillante que del amor nos ha brindado Sullivan. Casi todo mundo se casa creyendo que es por amor. No puede haber mito más peligroso.

Guillermo F. Batarse
publicado en la pág.5-A del periódico El Informador del 2 de octubre de 2002.


Recientemente me encontré un artículo con las seis preguntas más importantes que debían hacerse las personas al escoger una pareja con fines matrimoniales. Siguiendo con mi opinión de que una sociedad en un negocio es muy similar a un matrimonio voy a matar dos pájaros de un tiro: Les voy a plantear esas seis preguntas para las parejitas que andan en esas circunstancias (o ya se casaron) y luego voy a hacer un ejercicio para adaptarlas a los miembros de una sociedad de negocios a ver qué resulta de todo esto. Estas son:
  1. ¿Estoy listo(a) para una relación monógama?
    El caso es que los socios estén de acuerdo que la sociedad a formar es un proyecto único, con múltiples retos y riesgos al cual están dispuestos a dedicarle la mayor parte de su energía y esfuerzo, no distrayéndose en otras cosas. Formar una empresa en sociedad es complicado por todas las cuestiones de organización, financiamiento, estudio del mercado y el entorno por lo que entrar "a medias" o jugando con otros asuntos puede echarlo todo a perder.
  2. ¿Están ambos contrayentes listos para formar una familia independiente de las de sus padres?
    En las sociedades pasa algo similar. Los socios potenciales en muchos casos establecen un compromiso financiero, de atención al desarrollo y de trabajo en la empresa y no están sujetos a ningún empleo. Su independencia ante terceros es importante ya que para que el negocio prospere se debe valer por sí mismo. Si dependen de "banqueros o subsidios" familiares y no salen avante después de un cierto tiempo, el negocio no está bien cimentado.
  3. ¿Son ambos personas que se pueden mantener a sí mismas económicamente y tienen la capacidad de apoyarse mutuamente y mantener a los hijos(as) que resulten?
    Cada socio debe medir sus fuerzas tanto económicas como de capacidad de trabajo para poder así aportar su parte al negocio ya que al nacer el "hijo-empresa" uno no sabe cuántos recursos se deberán meter y luego empiezan a haber problemas ya que no todos los socios pueden (o quieren) aportar y ponen en peligro lo que sería un negocio exitoso. La situación económica de un socio con respecto a el otro(s) debe evaluarse previamente a hacer la sociedad.
  4. ¿Son similares las filosofías de cada cónyuge en cuanto a la educación y disciplina de los hijos?
    Este concepto es vital en una sociedad ya que diferentes estilos de gobernar o administrar e incluso en la ética de trabajo de cada socio pueden ser nefastos. Imagínense a un socio muy cauteloso y conservador en los negocios asociado con un emprendedor impulsivo que toma riesgos muy grandes sin medir las consecuencias y posibles efectos o, un socio muy detallista mientras que el otro no se fija más que en vender sin tomar en cuenta costos, márgenes, etc. Está bien que haya complementariedad en las parejas y entre socios pero hay asuntos que requieren una actitud y planteamiento similares.
  5. ¿Son compatibles sus objetivos de carrera y trabajo?
    Una pareja que, durante el romance no platicaron lo que deseaban individualmente lograr en su trabajo, al casarse se encuentran con que tienen planes contrarios y hay grandes problemas. Lo mismo en el caso de los socios potenciales ya que a la mejor alguno de ellos desea crear un emporio y hacer múltiples empresas con esta sociedad mientras que el otro tiene una visión más limitada y objetivos más modestos. Tarde o temprano habrá conflicto de personalidades por no hablar previamente.
  6. ¿Piensan ambos de forma similar en cuanto a política, sexo y religión?
    No creo que se incluya la discusión sobre sexo entre los socios, pero definitivamente sí el respeto en cuanto a ideas políticas de cada socio y sus creencias religiosas. No deben ni tienen por qué pensar igual pero sí separar esos temas de la misma sociedad por si llegaran a representar una fuente de fricción y como en todo lo humano, todo extremo es malo.
Salo Grabinsky
publicado en la pág.5-A del periódico El Informador del 11 de octubre de 2003.


El deseo no es amor. Es simplemente una reacción generada por sustancias químicas del cerebro. Pero acostarse con alguien sólo por el sexo es un juego peligroso porque aumenta la secreción de las hormonas oxitocina y vasopresina. Estas poderosas sustancias producen sentimientos de apego, y uno corre el riesgo de comprometerse emocionalmente con la persona menos apropiada.

El apasionamiento tiene que ver con otras sustancias cerebrales, entre ellas la dopamina, neurotransmisor que genera sentimientos obsesivos hacia el compañero sexual. Desde el punto de vista evolutivo, esta adicción natural asegura que la pareja se mantenga unida y se prepare para criar en caso de que ocurra un embarazo. El apasionamiento se distingue también por una persistente y excesiva "tendencia a pensar" en el ser amado. Las personas apasionadas aseguran que piensan en su pareja al menos el 90% del tiempo. Así pues, no sorprende que la gente muy enamorada se sienta hecha un desastre.

Aunque los amantes están literalmente intoxicados por la pasión, este sentimiento tiende a disminuir. Es posible que las terminaciones nerviosas del cerebro se habitúen a la elevada concentración de estimulantes naturales, o que la secreción de éstos empiece a reducirse.Al cabo de un lapso de entre dos y tres años el sentimiento disminuye.

Pienso que el sentimiento amoroso existe en tres modalidades básicas: deseo sexual, enamoramiento y apego. El amor duradero puede tener un poco de las tres. El apasionamiento es un placer efímero, una intensa experiencia fisiológica y psicológica que puede obnubilar el pensamiento racional. Es maravilloso cuando uno es correspondido, pero insoportablemente doloroso cuando es rechazado.

A medida que la pasión disminuye, aumenta la secreción de oxitocina y vasopresina, las sustancias que favorecen el apego. A diferencia de la dopamina que nos estimula, aquéllas nos apaciguan. Cuando dos personas están felizmente unidas, experimentan una sensación de paz y seguridad.

Helen Fisher, doctora en Antropología Física
publicado en Selecciones del Reader's Digest del mes de febrero de 2004.


Muchas mujeres profesionistas, no ven la manera de balancear su vida y están un tanto sujetas a presiones familiares para que "se casen, dejen ya de trabajar y se pongan a cuidar hijos". Como si fuera tan fácil desde todos los puntos de vista: Económicamente no es muy factible que sólo haya un ingreso en la familia para mantener un buen nivel de vida, además de que las normas de hace 20 o más años con respecto a las mujeres cambiaron radicalmente.

En el caso de los hombres solteros tampoco es sencillo conseguir una pareja ya seria, puesto que ya pasada la época del "reventón" se empieza a buscar y no saben ni por dónde empezar y en las grandes ciudades hay mucha gente pero muy pocos lugares para conocer gente. A eso hay que aunar la inseguridad imperante y que muchas actividades ya se hacen en casas (videos, pedir comida, ver deportes por televisión, etc.) por lo que la oportunidad de relacionarse se vuelve muy complicada.

En el caso de miembros de empresas familiares hay un elemento más de complejidad ya que muchas decisiones se relacionan al futuro de los negocios desde el punto de vista de los sucesores, sus cónyuges y el proyecto de vida matrimonial que tengan y eso sin llegar a tocar siquiera el tema patrimonial y hereditario.

La globalización, modernidad y grandes cambios que vemos diariamente en nuestra vida, también tienen un gran efecto en la forma de socializar y, como dirían los antropólogos lo es el buscar crear estructuras familiares dentro de un entorno difícil y muy cambiante. Se entiende por eso que haya muchas personas que deciden permanecer solteras y ha habido un incremento notable en las tensiones, separaciones y divorcios.

Salo Grabinsky
publicado en la pág.5-A del periódico El Informador del 31 de mayo de 2005.


Nada de que te enamoras de uno y crees que al casarte con él, ya la hiciste. No, enamórate de quien quieras, pero ten presente que lo tienes perdido, pues es imposible controlar a una segunda persona.

Frida Kahlo


Todo el año anterior a la boda se la pasaron poniéndose de acuerdo con tantas cosas para la fiesta que olvidaron, o no quisieron ponerse de acuerdo con lo que era importante para su vida. No tocaron a fondo el tema del dinero (problema número uno entre las parejas) por lo que jamás quedó bien claro cuáles eran los gasto prioritarios y cómo iban a pagar las cuentas. Siempre estuvieron de acuerdo en que ambos quería hijos, pero nunca hablaron de cuándo, y el año siguiente a ella le pareció muy pronto, quería esperar más tiempo. El trabajo de ella fue un tema que tocaron de pasada, porque con tanto gasto de la boda y la luna de miel, ninguno pensó en dejar de trabajar.

En resumidas cuentas, el meollo del asunto fue que el número de horas-hombre que se inviertieron en planear la boda fueron infinitamente superiores a las pocas horas en que los novios hablaron de su matrimonio.

Tristemente, esta historia no es un caso aislado. Los problemas de comunicación entre las parejas son cada vez más frecuentes. La importancia que se da al día de la boda es desmedida y toma más tiempo planear este evento que discutir los temas estructurales del matrimonio. Parece mentira que nos dediquemos tanto a planear lo que, en el fondo, solamente es la celebración y testimonio de un compromiso; al final del día, sólo una fiesta que dura unas horas. El matrimonio, en cambio, es una decisión de vida, y no profundizar en este asunto es patético.

Para las mujeres todo este asunto de la boda es como ser reina por un día. La boda es importantísima. En plena era de la tecnología y la comunicación, lo que rige a la hora de casarnos son las fantasías y los cuentos de hadas. Para muchas mujeres la boda sigue siendo una meta, y hay mujeres que desde muy temprano empiezan a mortificarse de más si no hay boda en puertas. ¿O no? Abundan las mujeres que casi desde niñas dicen: "Cuando sea grande y me case", o "Cuando me case mi boda va a ser de tal o cual forma". Anhelamos el evento y el estado civil como un fin en sí mismo, al margen de quién sea la persona con quien vamos a compartir la vida. Todavía peor: nunca nos cuestionamos si en verdad queremos casarnos o si más bien es una imposición social. Me pregunto cuántas de tantas novias decidieron casarse sólo para librarse del estigma de la soltería y no por tener un proyecto de vida junto a su pareja, incluyendo la formación de una familia. Por eso hay tantas que acaban con alguien a todas luces inadecuado.

Entre los problemas que hacen ver al matrimonio como una institución caduca (además de la imposibilidad de comunicarnos), están el miedo a la soltería y los sueños irreales del príncipe azul que nos empujan a casarnos literalmente a ciegas.

Para nuestra cultura latina, una negociación de un acuerdo prenupcial, ya no digamos de dinero, sino de división de las tareas, es el clímax del antirromanticismo. ¡Horror de horrores! Nadie habla o comenta cosas de ESAS. La realidad no vende. Es más fácil alimentar nuestras ilusiones con películas en las que el amor vence todos los obstáculos y donde después de una preciosa boda, los novios parten felices y enamorados rumbo a la luna de miel y aparece la palabra "FIN". El problema es que en la vida real es justo al revés. La pareja, después de una preciosa boda y una romántica luna de miel, regresa y se enfrenta brutalmente con la cotidianidad. Ahí es cuando empieza la película de nuestras vidas, en donde hechos tan simples como la manera en que apachurramos la pasta de dientes, o el lavado de los platos pueden dar lugar a peleas campales que hacen imposible la convivencia.

Sin comunicación es imposible ponerse de acuerdo, como imposible es también tratar de hacerlo con la persona equivocada. La comunicación asertiva es la base de cualquier relación sana.

Sería una buena idea que junto con los exámenes prematrimoniales que te piden en el Registro Civil te pidieran como requisito tener un acuerdo prenupcial, no para ver quién se va a quedar con qué en caso de divorcio, sino un acuerdo sobre cómo se resolverán en el matrimonio temas controvertidos como los hijos y su educación, el trabajo, el dinero, la división de las tareas en el hogar y todo eso. Para acabar pronto, creo que sería maravilloso y de lo más sano que dedicáramos más tiempo a planear el matrimonio que la boda.

Fernanda de la Torre
publicado en la pág.35 del periódico Público del 24 de julio de 2005.


Con historias fantásticas de cómo la chica buena se queda con el príncipe con la ayuda de hadas y ratones, la compañía Disney Toys obtuvo más de 2,000 millones de dólares de ganancias en 2004. Lo que les representó un crecimiento de un 32% en un año, con tan solo vender las muñecas encantadas.

Millones de niñas de entre los 3 y los 6 años tienen a las historias fantásticas como su único referente. El problema es que cuando llegan a los 40 pareciera que el príncipe permanece como su referente.

En la realidad, estos príncipes más bien se parecen a Shreck, tienen una panza cervecera y en ocasiones les sale el humor de ogro. Nuestras parejas son seres que por más comprensivos que sean, se enojan, roncan y se quedan pasmados ante el televisor viendo el futbol aunque les estemos contando la tragedia, por no decir el chisme, de lo ocurrido ese día en la oficina.

Y qué decir de nosotras. Como seres de carne y hueso también, somos más parecidas a Fiona que al resto de las estilizadas princesas de Disney. Cuando cantamos desafinamos, y al despertar no tenemos una corona que adorna nuestro cabello, sino un montón de nudos por deshacer. Tampoco somos unas princesas como las que hemos aprendido a admirar en los cuentos y quizá, después hasta en las telenovelas.

Las historias de Disney y ahora Mattel son encantadoras, pero observemos la realidad. Camilla Parker se quedó con el príncipe Carlos y la dulce y bulímica Diana se murió en un accidente con su amante, sin que ninguna madrina de varita lo evitara. Grace Kelly, después de casi vivir un cuento de hadas, se mató en un auto manejado por una de sus hijas y Carolina fue engañada por el plebeyo Phillipe Junot, sin que le importaran ni sus más caras escuelas, ni su refinada conducta.

Es una pena reconocer que aquellas fantasías no sirven en la realidad y que el príncipe azul no existe... pero tampoco el verde o el amarillo. Si asumimos que los hombres son seres humanos con virtudes y defectos, podremos encontrar entre ellos a nuestra pareja real o Real.

Hilda García, directora de programación y contenido de America Online Puerto Rico
publicado en la pág.69 de la revista Tentación del periódico El Informador del 30 de julio de 2005.


¿Compartir la vida? ¡Y todo lo demás!

Los exámenes de laboratorio para verificar nuestra salud y la de nuestra pareja nos dan cierta información confidencial y oportuna. Pero he aquí cosas cruciales que debes considerar antes de tu boda...

  1. Verifica si empatan sus niveles de cuidado personal. Deja claro que tu cara y cuerpo no se tocan con las manos sucias, si tal cosa es de primer orden para ti.
  2. Examina su relación con su madre. Si son unidos hasta la enfermedad y obsesión, vas a padecerlo. Si la odia a muerte te puede llegar a detestar también.
  3. Se vale olvidar algo alguna vez, pero si no puede recordar fechas importantes para su familia o la de tu cumpleaños, no esperes que recuerde llegar a la ceremonia. Bajo advertencia no hay engaño.
  4. Comprueba que no sufra de ataques de ansiedad a la menor provocación. Esto incluye cuando oye llorar a un niño, el tránsito es pesado o se le frustra un negocio.
  5. ¿Qué hace en tu casa mientras te espera? Si lava los trastes, debes conservarlo. Si se te queda viendo mientras tiendes la cama, descártalo ya mismo.
  6. Cuando van a un museo, ¿él va a su paso o se te queda viendo con cara de desesperado y le importa un piñón la exposición temporal de Vermeer?
  7. Asegúrate de que respete tus visitas periódicas al ginecólogo, al dentista y otros médicos de rutina, y más vale que tenga una costumbre igual.
  8. El debe, si no compartir, respetar tus creencias religiosas y políticas. Es fundamental para que la convivencia diaria no se vuelva desgastante.
  9. Cuando queda en pasar por ti o llamarte a cierta hora, ¿cumple o llega entre media y una hora tarde? Quizá indique en dónde te encuentras en la cadena de sus prioridades.
Mariana Roca
publicado en la pág.4 de la revista Tentación del periódico El Informador del 27 de agosto de 2005.


Su ritmo cardiaco se acelera, siente mariposas en su estómago y se pone eufórico y un poco enfermo.

Todo esto es parte de enamorarse apasionadamente, pero los científicos nos aclaran que el sentimiento no durará más de un año.

Las poderosas emociones que invaden a los nuevos amantes son disparadas por una molécula conocida como factor de crecimiento nervioso (FCN), según investigadores de la Universidad de Pavia.

Los científicos italianos encontraron niveles mucho más altos del FCN en la sangre de 58 individuos que recientemente se habían enamorado con locura que en la de solteros o personas con relaciones de largo tiempo.

Pero después de un año con el mismo amante, la cantidad de la "molécula del amor" en su sangre había bajado al mismo nivel que el de los otros grupos.

Los investigadores italianos, que publicaron su estudio en la revista Psychoneuroendocrinology, explicaron que no estaba claro cómo el enamoramiento dispara niveles más altos de FCN, pero es claro que la molécula tiene un rol importante en la "química social" entre gente que inicia una relación.

Reuters, 30 de noviembre de 2005.


En el suplemento femenino del diario chileno La Tercera, publicado el 13 de julio del presente año, se enlistan algunas de las muchas razones por las que se llega al matrimonio, en una cultura donde las creencias acerca del amor tienen tantos mitos y expectativas de solución de problemas. Entre las más significativas, destaca en primera instancia la afirmación de que la gente no se casa realmente por amor, sino inducida por un estado neurológico que produce endorfinas y provoca felicidad. "Pero para que se sigan generando endorfinas, es necesario que el otro las origine con conductas que nos satisfagan, si no es así, nos desenamoramos", asienta el texto. Junto con la idea de que la decisión de casarse trae aparejada la noción de que la pareja conservará ciertas actitudes a largo plazo y casi de manera indefinida, según la citada publicación, es común que se abrace el estado matrimonial de manera errática, por motivos que muy poco o nada aportan a la vida en común. Algunos de estos errores son:
  1. Casarse por llevar la contra a los familiares que no aprueban la relación y demostrar que ya se es adulto.
  2. Casarse para superar un problema de autoestima que busca subsanarse por medio de la alianza con alguien popular que tome en sus manos su bajo aprecio personal, a costa de no construirse una identidad propia.
  3. Casarse jugando al terapeuta, donde uno asume un rol protector y el otro un rol de protegido.
  4. Casarse por temor a la soltería, aprovechando la primera oportunidad para no pertenecer a la categoría de los "no elegidos".
  5. Emparejarse por temor a la independencia, ya que ésta implica crecimiento y madurez y algunos no se sienten preparados para asumir el rol de adultos, pasando de la vida con los padres a la vida con la pareja.
  6. Casarse por despecho, después de terminar una larga relación que no culminó satisfactoriamente.
  7. Casarse por haber tenido relaciones sexuales o embarazo.
  8. Casarse porque se ha sostenido un noviazgo prolongado y la presión social demanda formalizar la relación.
  9. Casarse para escapar de la casa de los padres y convertir el matrimonio en una alternativa de liberación.
La terapeuta Beatriz Holguín estima que, si bien las experiencias traumáticas que se viven en casa son motivo suficiente para que muchos chicos desechen por adelantado la idea de casarse, también cuenta que las generaciones más jóvenes tienden, por un lado, a no seguir el camino tradicional en las relaciones de pareja y, por otro, a concebir el matrimonio como algo pasajero que, eventualmente, se puede disolver. "Parece que tienen una visión muy ligera de lo que es asumir un estado civil; ven el matrimonio como algo desechable y el compromiso como algo totalmente eludible. Tanto las bodas como las separaciones tempranas están al alza y es comprensible, cuando se tiene una idea tan vaga de lo que un matrimonio supone y llegan a él con una noción de temporalidad. Aunque algunos se casan con la misma ilusión de sus ancestros, de que será para toda la vida, los muchachos de hoy viven una realidad diferente, más comodina y orientada a la realización individual. La incorporación de la mujer a la actividad laboral acentúa esta tendencia y la noción de que el matrimonio no es la única manera de alcanzar la felicidad. Las cifras de uniones libres es muy alta y, al parecer, seguirá creciendo porque cada vez es más común que los chicos decidan unirse sin pasar antes por el Registro Civil, con la idea de que la convivencia previa les permitirá conocerse mejor y llegar al matrimonio con más seguridad, pero ésta no es ninguna garantía, porque la solidez de una pareja depende, sobre todo, del nivel de madurez, compromiso y responsabilidad con que manejen su relación".

Si se toman como referencia los datos registrados por el INEGI, en el rubro de estadísticas de nupcialidad, encontraremos que, efectivamente, el matrimonio como institución ha venido perdiendo rating paulatinamente. Mientras en 1970 el índice era de 7.0; en 1980, de 7.1 y en 1990 repuntó hasta 7.8, a partir de 2001 bajó a 6.5 y, de ahí, a 5.7 registrado en 2004.

Pág.11-B del periódico El Informador del 31 de julio de 2006.


El matrimonio no resuelve ninguno de los problemas del noviazgo, sólo agrega otros.
El amor es ciego, pero el matrimonio realmente te hace abrir los ojos.

Paula Deen


El amor se paga siempre con la pérdida de la sensatez, con el autosacrificio y con la menoría de edad resultante. El resultado es, en los casos inofensivos, la ridiculez, en el peor, una catástrofe política mundial.

Patrick Süskind, escritor alemán


Guía para casaderos (que quieran evitarlo)

The New York Times ha puesto entre los diez mejores artículos que publicó en 2006 una increíble, sucinta, bienpensante y aberrante guía para casaderos: "Preguntas que las parejas debieran hacerse (o hubieran querido hacerse) antes de casarse" (publicado el 17 de noviembre de 2006).

Son quince preguntas. La única sensata y conducente es: 7) ¿Habrá televisión en la recámara?

Las demás, recomendadas por expertos en consultorías matrimoniales, son un monumento a la falsa construcción de la pareja:

1) ¿Hemos analizado si queremos tener hijos y, en caso afirmativo, quién de los dos se hará cargo de ellos en lo fundamental?

2) ¿Tenemos una idea clara de las obligaciones y metas financieras de cada uno, y son compatibles nuestras ideas sobre gasto y ahorro?

3) ¿Hemos discutido nuestras expectativas sobre cómo se manejará la casa, y estamos de acuerdo en quién hará la chamba?

4) ¿Nos hemos dicho todo lo que hay que saber sobre la historia de nuestra salud, física y mental?

5) ¿Mi pareja es afectuosa en el grado que espero?

6) ¿Podemos discutir abierta y tranquilamente nuestras necesidades, miedos y preferencias sexuales?

8) ¿De verdad nos escuchamos y ponemos atención a las ideas y quejas del otro?

9) ¿Hemos alcanzado un conocimiento claro de las creencias y necesidades espirituales del otro, y hemos discutido cómo y cuándo serán expuestos nuestros hijos a una educación religiosa y moral?

10) ¿Nos gustan los amigos del otro?

11) ¿Valoramos y respetamos a los padres del otro, y nos preocupa que puedan interferir en nuestra relación?

12) ¿Qué te molesta de mi familia?

13) ¿Hay algo que no estamos dispuestos a dejar luego de casados?

14) ¿Si alguno de los dos recibiera una buena oferta de trabajo lejos del lugar donde vive la familia, nos mudaríamos?

15) ¿Tenemos confianza en el compromiso del otro respecto del matrimonio y creemos que el vínculo sobrevivirá a cualquier cosa?

No sé si esas preguntas, hechas y respondidas adecuadamente, harán matrimonios duraderos. Estoy seguro de que la mayor parte de las parejas que se hagan a conciencia estas preguntas no terminarán casadas.

Casarse es una aventura, un error o un acierto fundamental que hay que cometer a ciegas en la vida e irlo corrigiendo, construyendo o destruyendo al paso de los años, con los materiales siempre sorprendentes, que ofrecen el amor y el tiempo.

Sólo así funciona la cosa o no funciona.

Héctor Aguilar Camín
publicado en la pág.4 del periódico Público del 19 de enero de 2007.


¡Ah, el arrebato del amor! Bueno, más que un arrebato, podría ser una psicosis. Según The Journal of Neurophysiology, el amor naciente puede parecerse a una enfermedad mental (mezcla de manía, locura y obsesión) que genera conductas extrañas: gritos en las azoteas, serenatas, llamadas compulsivas por teléfono, entre otras. Los neurocientíficos que han escaneado el cerebro durante esta actividad febril, señalan que el perfil neural del amor romántico se parece más a impulsos como el hambre, la sed o el efecto de las drogas, que a estados emocionales como el entusiasmo o el afecto. Los exámenes muestran que los cambios no son permanentes.

Publicado en la pág.16 de la revista Selecciones del Reader's Digest del mes de febrero de 2007.


Si los adolescentes Romeo y Julieta hubieran vivido en este Siglo XXI y no en la Italia del Siglo XIV, hubieran evitado la tragedia amorosa que vivieron. En nuestros días sabrían que la primera etapa del enamoramiento tiene un promedio de permanencia no mayor de siete meses y sus síntomas son muy semejantes a los de las adicciones: "Uno quiere estar todo el tiempo al lado de la persona que ama; el cerebro piensa constantemente en ella".

La serenidad hubiera llegado al ánimo de los jóvenes amantes, si se hubieran enterado que las neuronas que se activan con la impresión amorosa inicial son las mismas que reaccionan ante la adicción al juego; cuando se ingieren alimentos para saciar hambre; cuando se utilizan estimulantes como la cocaína o la morfina y cuando se experimenta el placer sexual.

La romántica idea de que al amor nace en el corazón ha sido refutada, al localizar las neuronas generadoras de la emoción que se encuentran en el sistema límbico y en la corteza cerebral en los circuitos llamados de recompensa o de placer, en donde se genera un estado de gran felicidad.

Al terminar la primera etapa del enamoramiento, termina la euforia y viene la disforia, pero sin embargo, los especialistas admiten que en el amor influyen otros estados afectivos, como la alegría, la tristeza, el miedo, la rabia, la ira, la tranquilidad, el odio, la pusilanimidad, la valentía, la vergüenza, la apatía.

Y las investigaciones permiten asegurar que en cuestiones de amor participan estructuras cerebrales interconectadas con mecanismos de aprendizaje y memoria, impresiones visuales, olfativas, gustativas y corporales, y además las estructuras cognoscitivas como el juicio, la abstracción, la creatividad o el lenguaje. Complejo ¿no? Y nosotros creyendo que las miraditas bastan.

Los especialistas desecharon la posibilidad del amor a primera vista y describieron que el amor de pareja es un vínculo de cariño y deseo sexual y su permanencia requiere que el cerebro esté atento, consciente y en actividad normal, porque las estructuras cerebrales valoran lo que el ojo mira, lo que el oído escucha y lo que siente el tacto, sensaciones que tienen un desempeño importante en los recuerdos y experiencias vividas anteriormente.

Martha González Escobar
publicado en la pág.4-A del periódico El Informador del 17 de febrero de 2007.


Todo se puede hacer si se hace bien. Recordad, sin embargo, que -como decía a sus hijas una madre avisada- quien regala la leche no puede ya después vender la vaca. Gozad la grata compañía del hombre, pero si en vuestros planes está el del matrimonio administrad con sapiencia vuestros dones. De la tapia todo, pero de la huerta nada.

Armando Fuentes Aguirre "Catón"
publicado en la pág.7 del periódico Mural del 22 de febrero de 2007.


El amor es muy funcional: un aparato para comprometerse. Te motiva a formar nexos sólidos que, a fin de cuentas, serán útiles para criar hijos vulnerables.

Julie Fitness, psicóloga social de la Universidad de Macquarie, en Australia
publicado en la pág.31 del periódico Público del 21 de marzo de 2008.


¿Por qué a veces no se casa?

Verónica muere de amor por Pedro, pero no es correspondida. Sucede que Pedro suspira por Lorena, una chava de su oficina, quien le aplica la filosofía del "Son de la negra": le dice que sí, pero no le dice cuándo. Lorena está esperando a que su jefe, Manuel, que se la pasa coqueteando con ella, le tire la onda en serio algún día. Entre tanto, le da largas a Pedro para tener "una velita prendida" por aquello de que Manuel no se decida.

La verdad es que en cuestión de amores no resulta nada fácil coincidir. En un mundo ideal, Pedro andaría con Verónica, Manuel con Lorena y todos felices. Pero en asuntos del corazón, cuando no hay química, no hay nada que hacer. ¡¿Cuántas veces hemos esperado la llamada del galán de nuestros sueños sin que llegue?! Muchas. La falta de coincidencia es común; deben conjugarse muchos factores para que una relación florezca.

Además de la necesidad de una franca coincidencia química (cosa que, repito, no está nada fácil) tiene también que haber una coincidencia de tiempos y proyectos de vida. Juan Pablo, un apasionado de su carrera, después de muchos esfuerzos consiguió una beca en una prestigiosa universidad en el extranjero. Meses antes de irse conoció a Beatriz, quien se había divorciado recientemente y tenía tres hijos. Como en los cuentos de hadas, el flechazo fue instantáneo. Desafortunadamente, Juan Pablo no podía mantener a Beatriz con sus hijos, pero tampoco quería desaprovechar la oportunidad de hacer su doctorado. Ella no podía (ni quería) dejar a los niños con su padre. El romance terminó. ¿Qué habría pasado si Juan Pablo no se hubiese ido a estudiar o si Beatriz se hubiera podido ir con él? ¿Habrían sido felices? Imposible saberlo; lo que sí es claro es que, a pesar del amor, sus tiempos no coincidieron.

Si bien es cierto que en algunos casos el estado civil de uno de los tórtolos no es problema para coincidir, también lo es que en muchos otros la existencia de una pareja, novia, esposa o familia sí resulta un gran impedimento. ¿Cuántas veces dos personas no se han sentido profundamente atraídas pero alguno de los dos tiene pareja y las cosas no llegan a más?

Desde que vio entrar a César a un evento, Clara quedó embobada . Le pareció guapísimo y no podía quitarle los ojos de encima. Él ignoró a todos los presentes y se acercó a ella, y de inmediato comenzaron a platicar como si se hubieran conocido de siempre. Se sentían las vibras en el aire. Cuando se despidieron, Clara estaba segura de que él llamaría, le mandaría un correo, señales de humo, algo. No sucedió nada. ¿Acaso Clara estaba loca? ¿Lo imaginó todo? No. La atracción fue mutua, pero sucede que él estaba involucrado en una relación con alguien más y a pesar de que también quedó muy impresionado por ella, no pudo hacer nada.

Los momentos personales también estorban en este asunto de la coincidencia. Antonio estaba recién divorciado, con ganas de reventón y huyendo del compromiso como de la peste cuando conoció a Lucía. Ella llevaba divorciada un rato y estaba buscando una relación estable. A pesar de que se gustaron y tenían mucho en común, Lucía decidió que un free no era lo que quería ni podía darle la estabilidad que buscaba. Fin de la historia. ¿Qué habría pasado si se hubiesen conocido un tiempo después cuando Antonio hubiese salido de esa etapa?

Está probado que para estas cuestiones amorosas la distancia es al amor, como el aire al fuego. Si es mucho lo enciende y si es poco lo apaga. Tenemos sabidas historias de amores apasionados que se han ido apagando con la distancia, y otras que sobreviven a base de cuentas carísimas de celular, SMS, chats, correos electrónicos, Skype y muchos boletos de avión. Mi amiga Caro y su Marcus son prueba viviente de que si se quiere, se puede coincidir y estar cerca, a pesar de vivir a muchos kilómetros de distancia.

Hay muchos factores que nos separan de otros para consolidar una relación. Las clases sociales, la distancia física, la posición económica, los estados civiles, la atracción física, los momentos personales. Nuestro miedo a tener una relación puede acabar con las coincidencias más de una vez o nos hace entrar en relaciones imposibles, para confirmar esa creencia interior de que no nos merecemos el amor. ¡Ja!

Viéndolo así, la situación suena francamente desesperada y sin mucha esperanza. Por eso el otro día, hablando del tema con mi amigo Nacho Segura, concluimos que cuando finalmente logras coincidir con alguien, casi casi tienes la obligación de poner todo de tu parte para que funcione.

Efectivamente, coincidir no es fácil. Sin embargo, si estamos aquí, en este planeta, es por una serie de coincidencias afortunadas; existimos porque coincidieron nuestros padres, abuelos y una larga lista de ancestros. Así que, en esos días que sientes que verdaderamente es imposible enamorarte de alguien y ser correspondido, ánimo. Recuerda que nosotros mismos somos la prueba de que sí hay, y muchos, que logran coincidir.

Fernanda de la Torre
publicado en la pág.33 del periódico Público del 10 de agosto de 2008.


De haber vivido en el siglo XXI, la Bella Durmiente y Blancanieves ya se habrían divorciado. Pasaron gran parte de su cuento de hadas sumidas en un sueño profundo y, tras despertar al calor del primer beso de amor, se casaron con un completo desconocido, algo que sólo termina bien en la literatura.

Esa es al menos la tesis del germanista Wilhelm Solms, que hoy presentó una ponencia en el congreso internacional de la Sociedad Europea de Cuentos de Hadas, en la localidad bávara de Bad Brückenau, que este año aborda el concepto de "final feliz".

Según explicó, las parejas que inician su andadura común en esas condiciones, tienen pocas probabilidades de perdurar. "No deberíamos leer los cuentos de forma tan poco crítica, ni dejar que los cuentacuentos nos induzcan al error", asegura.

A su juicio, los galanes de esas historias lo único que sabían de los seres deseados es que eran "hijas de reyes y guapas", algo en lo que cree que no puede basarse una relación, y además, al conocerlas "tenían los ojos, que son las ventanas del alma, cerrados". "No saben nada de ellas como individuos", agrega.

Su idea de desmitificar los finales felices proviene de su convicción de que esas bodas de cuentos de hadas quedan grabadas en el subconsciente de los niños -sobre todo de las niñas- que luego se crean unas expectativas "irreales" de sus parejas "reales".

"Se crea la ilusión de que el otro debe hacerme feliz a mí y no de que yo debo hacer feliz al otro", explica el germanista, quien afirma haber observado el "desencanto" posterior al enamoramiento en un sinnúmero de ocasiones.

Además, para Solms, ser príncipe y tener sangre azul en las venas no es garantía de ser un buen marido.

Así se refiere en concreto al enamorado de la Cenicienta, al que define como una suerte de "Casanova barriobajero" pues se rodea de mujeres hermosas para escoger a la más bella y no permite a su pareja bailar con nadie más en toda la noche.

La leyenda del zapato de cristal, el hada madrina y la calabaza convertida en carroza que sigue encandilando corazones en todo el mundo es, para Solms, un reflejo de los "sueños de muchas niñas que anhelan ser salvadas por un príncipe para no tener que abrirse camino en la vida ellas solas".

Aunque admite que el seductor termina "redimiéndose a sí mismo" pues, pese a todo, supera sus prejuicios de clase y en lugar de escoger a una princesa lucha por encontrar a su humilde amada y se casa con ella.

Sin embargo, para la librera y "cuentista" Lindre Knoch, que también participa en el congreso junto a otros 300 expertos, el tradicional "final feliz" no es producto de la casualidad, sino que siempre es consecuencia del trabajo bien hecho por parte del héroe o la heroína.

"Evidentemente, si analizamos esas historias de amor desde una óptica actual, no podemos partir de la base de que vayan a funcionar. Pero en los cuentos también queda claro que se debe trabajar duro para conseguir ese amor", explicó.

A su juicio, el "felices para siempre" no surge espontáneamente del fugaz flechazo inicial sino que se alcanza tras superar las "pruebas difíciles" a las que deben enfrentarse los protagonistas y que incluyen desde "matar a la bruja hasta vencer al dragón".

No obstante, la pragmática teoría de Solms sí contempla alguna excepción en que el clásico "vivieron felices y comieron perdices" resulta creíble como en "Rapunzel", pues su príncipe persevera en su conquista, queda desconsolado cuando la pierde, la busca sin descanso y lucha por rescatarla de la torre donde está cautiva.

Según Solms, ésta es una de las pocas parejas de cuento de hadas "de la que sí podríamos creer que vivieron felices para siempre", pues considera que son "escasas" las posibilidades de que el chico y la chica de los demás cuentos "alcancen una vida matrimonial feliz".

Para la "cuentista", no obstante, pueden extraerse valores "quizá más profundos" de historias que terminan de modo "infeliz" como las del danés Hans Christian Andersen, que han sido "dulcificadas" en su adaptación a la gran pantalla para contentar a un mayor número de espectadores.

Publicado por Agencia Efe el 25 de septiembre de 2008.


¿De verdad es tan mala elección estar soltero? Aunque es imposible negar la importancia de la pareja, vivir una mala relación es cambiar nuestro domicilio al infierno. Por eso nos preguntamos si es mejor conformarse con lo primero que pase para librarnos del estigma de la soltería o hacer oídos sordos a comentarios bien intencionados de amigos y familiares. Salir, andar o casarse con alguien por palomear un requisito o para que suban tus bonos es válido, pero ¿vale la pena? ¿No es un precio demasiado alto? Tal vez entender esto resulta más fácil para los solteros reciclados, que han aprendido lo doloroso que es estar en una mala relación y cuán valiosa es la libertad para sacrificarla por algo que no vale la pena.

Pregunté a Flor Aguilera, que con Alejandra Rodríguez escribió el libro El (estúpido) príncipe azul (Grijalbo 2008), su opinión al respecto. Flor considera que muchas mujeres y hombres han fracasado por tener tantos mitos acerca del amor. Ese amor hiper-romántico, historias rosas totalmente fuera de la realidad. Uno de esos grandes mitos es el horror a la soltería, para muchos un estado del que hay que salir lo antes posible. En el imaginario colectivo, me explica, se percibe a una mujer soltera y treintona como una fracasada, amargada, triste y desesperada. "Nada más lejos de la realidad", me dice Flor, quien trata de romper con su libro este mito. Ella es soltera por elección y se niega, igual que muchas solteras y solteros exitosos, a perder el tiempo con personas no compatibles. Para Flor la soltería es una etapa gozosa de muchos aprendizajes, de exploración personal, de mucha reflexión y sobre todo de libertad y diversión. Flor, igual que Caro, espera que poco a poco la gente se percate de que tiene muchas cosas que contar más allá que si está saliendo con alguien.

Pensar que el único fin de nuestra existencia es encontrar a nuestra media naranja convierte nuestra vida en un compás de espera mientras llega la persona que nos "completa". Esta creencia nos impide ser felices y sentirnos plenos. Estar a la eterna búsqueda del príncipe o princesa azul y ver la soltería como una maldición niega la posibilidad de tener una relación sana con uno mismo, de disfrutar la vida, y nos condena a vivir por siempre en un estado de carencia. ¿Quién en su sano juicio quiere esto? Vivir así sí que es de losers.

Fernanda de la Torre
publicado en la pág.36 del periódico Público del 23 de noviembre de 2008.


Cerebro

"Todo tiene una base biológica. Ya conocemos algunos de los factores más importantes", señaló Larry Young, del centro de investigaciones Yerkes de la Universidad Emory de Atlanta. Young estudia el cerebro de un roedor monógamo para tratar de tener una mejor idea de lo que sucede en el cerebro humano.

En los humanos hay 4 pequeñas áreas del cerebro que, según algunos investigadores, forman el circuito del amor. Acevedo, quien trabaja en el Albert Einstein College of Medicine de New York, es parte de un equipo que ha aislado esas regiones y les ha dado nombres muy poco románticos: área tegmental ventral (ATV), núcleo Acumbes, pálido ventral y núcleo dorsal del rafe.

El elemento clave es la ATV. Cuando se colocó a una persona que acaba de enamorarse en una máquina de imágenes de resonancia magnética y se les mostró fotos de su enamorado, la ATV se iluminó. Lo mismo cuando se observó a personas que siguen profundamente enamoradas luego de 20 años.

La ATV es un componente fundamental del sistema de recompensas del cerebro.

"Son células que producen dopamina (hormona y neurotransmisora) y la distribuye en distintas regiones del cerebro", indicó Helen Fisher, investigadora y profesora de la Universidad de Rutgers. "Esta parte del sistema se activa porque uno trata de conseguir el premio mayor, un compañero".

Una de las revelaciones de la investigación no es tan halagadora: el amor responde a reacciones químicas del cerebro y es como una adicción a una droga.

"El amor romántico puede ser adictivo; es una adicción muy bonita cuando las cosas marchan bien, y horrible cuando van mal", expresó Fisher. "La gente mata por amor, y también muere".

Acevedo dice que el factor adictivo "suena feísimo. Se supone que el amor es algo hermoso, que tiene una función: mantenernos juntos".

A veces, sin embargo, el amor no une a la gente, por lo que los científicos estudiaron los cerebros de personas que acababan de romper con sus parejas y comprobaron que había actividad adicional en el núcleo Acumbes, que está asociado más fuertemente con la adicción.

"En la gente que ha sufrido desengaños hay más indicios de lo que podemos describir como un fuerte deseo", explicó Lucy Brown, de la facultad de medicina Einstein. "Es un deseo parecido al de una adicción a las drogas".

Los investigadores estudiaron asimismo los cerebros de personas que llevan 20 años de casadas y siguen tomándose de la mano y comportándose como si acabasen de conocerse. En los cerebros de estos hombres y mujeres se iluminaron otras dos áreas, junto con la ATV: el pálido ventral y el núcleo dorsal del rafe.

El pálido ventral se asocia con el cariño y las hormonas que disminuyen el estrés, mientras que el núcleo del rafe bombea serotonina, que "estimula una sensación de calma", según Fisher.

Esas áreas generan "la sensación de que todo está bien", dijo Brown.

Los científicos estudiaron al roedor campañol, parecido al ratón de cloacas, para determinar qué es lo que hace posible el vínculo afectivo. Comprobaron que en las mujeres es facilitado por la hormona oxitocina. Cuando bloquearon los receptores de oxitocina, las hembras no desarrollaron sentimientos afectivos.

Entre los machos, la clave es la vasopresina. Cuando suministraron vasopresina a animales que jamás desarrollan lazos afectivos, los desarrollaron".

Los investigadores también hallaron una variante genética en campañoles que no son monógamos, y encontraron la misma variante en los hombres.

Los científicos creen saber cómo mantener fluidos los circuitos amorosos.

Young dijo que, en teoría, se puede estimular el amor romántico mediante sustancias químicas, pero que "si uno quiere realmente revigorizar una relación, debe hacer las cosas que estimulan la producción de estas moléculas y dejarlas que alimenten sus emociones". Se refería a gestos como abrazos, besos y otras formas de contacto íntimo.

Publicado en Periódico Digital Puebla el 13 de febrero de 2009.


Alan Booth, profesor de sociología en Penn State, recomendó "no echarse el lazo" durante el enamoramiento. Una cabeza fría tiende a producir resultados más perdurables, dijo.

"Un matrimonio feliz depende menos de la puntería de la flecha de Cupido, y más de esos elementos mundanos del día a día que nadie considera particularmente románticos".

Publicado en la pág.36 del periódico Público del 20 de febrero de 2009.


"El matrimonio es una alianza entre un hombre que no puede dormir con la ventana cerrada y una mujer que no puede dormir con la ventana abierta."
-George Bernard Shaw

Originalmente una unión política y económica, las coyunturas que han definido el concepto moderno de matrimonio han sido: la costumbre prehelénica de formar unidades familiares, la noción griega de roles ("el valor de un hombre se muestra comandando, el de una mujer obedeciendo" - Aristóteles), la limitación de procreación monogámica y la censura sexual cristiana, y la visión romántica de escoger socios de vida del Renacimiento.

Así fue como llegamos al concepto actual de matrimonio y; a pesar de un incremento monumental en longevidad y una fructífera lucha por igualdad entre sus géneros; la humanidad sigue acechada por esa concepción arcaica.

Lo bueno. Cada día nos atrevemos a vivir más; tanto en tiempo, como en calidad. Nuestras vidas ya no giran alrededor de, ni se terminan con la paternidad; sólo falta decidir qué hacemos con ellas. Las mujeres ya no están "esposadas" a sus maridos y espero que pronto, se quiten sus propias cadenas para asumir un nuevo rol; como personas independientes, en sociedad con sus parejas.

Lo malo. El riesgo de sacrificar la figura familiar, que ha sido la base sobre la que hemos construido nuestra identidad como especie, es inaceptable. Los matrimonios han asumido la función de criar nuestra descendencia. La demora en ajustar la ética matrimonial a las nuevas condiciones, nos impide establecer y acatar principios para formar a las próximas generaciones -la hipocresía con la que ejecutamos nuestras relaciones condena las de nuestros hijos.

El barco es el adecuado, pero estamos navegando con un mapa viejo. Platón predijo que nuestro rol se limitaría a proveer por nuestros hijos y el rol del padre moderno parecería ser tal, descuidando la disciplina, la socialización, los hábitos, los valores y el bagaje cultural.

Lo feo. Nos ciega una imagen novelesca de la vida, la cual genera expectativas irreales y fantasiosas. Nos hemos vuelto de carácter débil y vanidoso; si de entrada consideramos al divorcio como una opción, la vamos a ejercer. Tenemos un estereotipo perfecto de hombres y mujeres solteros, felices y totalmente realizados después de los cuarenta, pero, por lo menos yo, sigo sin conocer a ninguno.

Sumándole a las complicaciones inherentes y a la demora en adaptarse a estos cambios, toda mujer núbil tiene que lidiar con la presión social de casarse "mejor que su mamá" y todo hombre soltero soportar la carga del precepto de mantener cómodamente a una familia con un solo ingreso, en un mundo con precios ajustados a familias de doble ingreso.

El matrimonio cumple con funciones necesarias, pero es momento de hacerlo trabajar para nosotros, en lugar de esclavizarnos a él. Encontrar la forma puede ser la única salvación para la institución, para todas las doncellas que sienten que se les va el tren y para los solteros que sienten escalofríos y una horca en el pescuezo cada que oyen una campanada de templo.

Juan María Naveja Diebold
publicado en la pág.19 del periódico Público del 4 de septiembre de 2009.


Los psicólogos dicen que la ilusión del enamoramiento no supera los 3 años. Otros menos optimistas ven el final a los 18 meses. En realidad, allí es cuando termina el sueño de ver al otro como lo imaginamos para descubrirlo tal cual es, y para mostrarnos tal cual somos.

Julio Bevione
publicado en la pág.69 de la revista Selecciones del Reader's Digest del mes de febrero de 2010.


El matrimonio... no hay cosa o situación a la que se le haga más propaganda. Cuando una damita pasa de los 20 y varios años la suelen acosar con estas palabras: "¿Todavía no te casas? Se te van los años". Indiscreción. La moza quiere casarse, pero no encuentra pareja de su gusto: alto, guapo, educado, con buena posición económica. No quiere un patán. Y, vaya, tiene suerte y un día encuentra algo muy parecido a su ideal. Se casan. La luna de miel dura... ¿Cuánto dura la luna de miel? A veces toda la vida. A veces muy poco, en cuanto la recién casada se entera de la verdad del matrimonio.

Gabriel Paz, escritora
publicado en la pág.4-A del periódico El Informador del 13 de febrero de 2010.


Dado que el amor es un asunto complicado, resulta difícil atribuirle a una sola hormona todas las sensaciones; sin embargo, sabemos que 2 de ellas están ligadas a estos furores: la oxitocina y la vasopresina.

Ignacio Camacho-Arroyo, académico de la Facultad de Química de la UNAM
publicado en la pág.29 del periódico Público del 14 de febrero de 2010.


La forma en la que los individuos externan sus emociones o establecen relaciones de pareja durante la edad adulta es el resultado de la manera en la que se desarrollaron durante su niñez, afirma el investigador de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México Rolando Díaz Loving.

En dicho proceso de aprendizaje están involucrados diversos factores sociales, ambientales y de personalidad. Otro factor importante es la manera en la que sus familiares denotaban afecto hacia los demás.

"Algunas personas pueden presentar conductas de apoyo, afecto o compañía hacia su pareja. Mientras que en otras se puede encontrar manifestaciones que son vinculadas a conductas de reproducción más que de afecto", explicó.

Otro factor que define la manera en la que las personas definirán sus relaciones es el llamado primer amor, "de la misma manera en que hay una primea familia, un primer amor es muy significativo porque marca la primera experiencia y eso es determinante para definir futuras relaciones", expresó.

La combinación de factores puede hacer que la pareja dure varios años o al contrario sea sólo una relación corta, aseguró el académico.

"Hay diferentes maneras de manifestar el enamoramiento, algunas personas demostrarán tranquilidad y seguridad; y su enamoramiento lo vivirán de una manera similar. En cambio hay otros que son más impulsivos, más celosos u obsesivos".

A pesar de que el amor puede tener deferentes intensidades, se le puede definir como una respuesta afectiva o emocional ante una situación de acercamiento o atracción entre individuos.

"Es similar a lo que sucede en una adicción, hay una atención exagerada hacia la persona que produce esta sensación y una tendencia a mantenerse cerca del estímulo, y en los momentos en que se aleja hay cierta sensación de ansiedad", precisó.

Díaz Loving advirtió que algunas ocasiones puede propiciarse una obsesión en la que los individuos le dedican todo su tiempo, energía y pensamientos a mantener cerca su objeto de deseo, y cuando se aleja se sienten desprotegidos.

"Los griegos clásicos decían que la única cura del amor era el matrimonio, pero una de las maneras de curar una obsesión sería una desensibilización paulatina, en la que se entrena a la persona para que se sienta tranquila ante la ausencia del estímulo", afirmó.

La otra sería mediante la monotonía, la cual definió como la pérdida de sorpresa entre las parejas a causa de la intimidad.

"Cuando eso ocurre, dejan de tener la energía necesaria para crear pasión entre ellos, porque la energía viene de la sorpresa, de no saber que vas a encontrar algo diferente", puntualizó.

Publicado en la pág.29 del periódico Público del 14 de febrero de 2010.


La Universidad de Siracusa, Estados Unidos, se planteó un análisis de estudios ya realizados al respecto, un meta-análisis, conducido por Stephanie Ortigue: La neuroimagen del amor. Suena feo porque tenemos una imagen idílica del amor que tiene su máxima expresión en el mito platónico. Pero el equipo de Siracusa revela que enamorarse desencadena los mismos sentimientos eufóricos que la cocaína, y además activa áreas intelectuales del cerebro, pues, cuando una persona se enamora doce áreas del cerebro trabajan en tándem para expulsar agentes químicos que inducen euforia.

¿No es verdad que nos dan ganas de salir gritando a la calle que estamos perdidamente enamorados? Nos aguantamos por pudor, pero lo decimos urbi et orbi de cuanta forma podemos.

Pues, sí, miren ustedes, resulta que es cocaína (que creía no haber probado nunca). Y el flechazo, lo que los franceses llaman con imagen insuperable le coup de foudre: el relámpago, llega en la quinta parte de un segundo. Ese tiempo basta para que un torrente de dopamina, oxitocina, adrenalina y vasopresina nos sacuda de los pies a la cabeza y nos ponga esa cara de tontos...

¿Es el corazón o el cerebro?, se pregunta la investigadora. "Yo diría que es el cerebro, pero también el corazón está relacionado a causa de que el proceso va tanto de abajo hacia arriba como de arriba hacia abajo, del cerebro al corazón y viceversa. Por ejemplo, la activación de algunas partes del cerebro pueden generar estímulos del corazón, mariposas en el estómago. Algunos síntomas los sentimos en el cerebro y otros en el corazón".

En la revisión de investigaciones se encontró que también hay un incremento de factor de crecimiento nervioso (nerve growth factor: NGF). Estos niveles fueron significativamente más altos en parejas que se acababan de enamorar. La molécula de NGF tiene un importante papel en la química social de los humanos, o en el fenómeno de "amor a primera vista". Por lo cual sostiene Ortigue: "Estos resultados confirman que el amor tiene una base científica".

Al identificar las partes del cerebro estimuladas por el amor, médicos y terapeutas pueden entender mejor el dolor y el síndrome de corazón destrozado.

El estudio también muestra que diversos tipos de amor activan diversas zonas cerebrales. Por ejemplo, en el amor incondicional, como el que hay entre madre e hijo, chisporrotean unas áreas del cerebro y en el amor apasionado chisporrotean las partes del cerebro que responden a recompensas, que son también las activadas por las drogas. En el amor-pasión se activan áreas cerebrales que asocian cognición y funciones de nivel superior, como las correspondientes a la imagen corporal. Supongo que este elemento, la imagen corporal, es el que resulta dañado en el rechazo. De ahí la afrenta al amor propio.

El equipo de Siracusa trabajó con otro de la West Virginia University y con un hospital universitario en Suiza. Los resultados se publicaron en el Journal of Sexual Medicine, también en medios del Reino Unido, Italia, España, México y Bélgica.

Luis González de Alba
publicado en la pág.30 del periódico Público del 14 de noviembre de 2010.


Pregunta: ¿Por qué los seres vivos usan la cópula carnal? Respuesta: Porque es natural en ellos hacer su gusto.

P. ¿Qué es la cópula carnal? R. Es la acción mutua de la hembra y el macho con los instrumentos hechos para el propósito de propagar su especie.

P. ¿Por qué esta acción es buena en quienes la usan regulada y moderadamente? R. Porque aligera el cuerpo, aclara la mente, conforta los sentidos, y dispersa la melancolía.

P. ¿Por qué es dañina la cópula carnal inmoderada? R. Porque daña la vista, drena el cuerpo, lesiona el cerebro, a menudo causa fiebres y también acorta la vida.

P. ¿Por qué la cópula carnal lesiona a los hombres coléricos o melancólicos, especialmente a los flacos? R. Porque seca mucho los huesos que ya lo son por naturaleza. Por el contrario, es buena para el flemático y para el sanguíneo, porque en ellos abunda la sustancia que por naturaleza debe expulsarse.

P. ¿Por qué no debe practicarse con el cuerpo lleno? R. Porque detiene la digestión; y no es buena tampoco para el estómago vacío, porque debilita.

P. ¿Por qué no es buena después del baño? R. Porque entonces los poros están abiertos, y el calor dispersado por el cuerpo: después del baño el cuerpo se enfría mucho.

P. ¿Por qué no es buena luego de vómitos o diarreas? R. Porque es peligroso purgarse 2 veces al día.

P. ¿Por qué hay tanto placer en el acto venéreo? R. Porque este acto es tan despreciable en sí mismo, que todas las criaturas lo repudiarían si no fuera por el placer que da; y la naturaleza lo usa para que los seres vivientes se mantengan vivos.

P. ¿Por qué quienes copulan a menudo tienen menos placer que los que lo hacen poco? R. 1. Porque los canales de paso de la semilla son largos y anchos, y es el paso lo que causa el placer. 2. Si no hay mucha semilla acumulada hay menos paso y menos placer.

Aristóteles
Libro de problemas


Los humanos están programados por los genes para amar, a través de la química cerebral, mientras la cultura, región y grupo étnico marcan diferencias en la forma de manifestarlo, aseguró Gilda Flores Rosales, catedrática de la Universidad Nacional Autónoma de México.

El amor es un fenómeno humano con bases biológicas, incrustado en el material genético, sin relación con el corazón.

La química del amor, dijo la experta, es una expresión acertada, porque en la cascada de reacciones emocionales hay descargas neuronales y hormonales, y otras sustancias que provocan que una pasión amorosa descontrole nuestras vidas y expliquen los signos del enamoramiento.

Flores Rosales recordó que en el siglo XIX, el amor se convirtió en objeto de estudio de psicólogos y psiquiatras, quienes prescribían medicamentos para su curación.

Indicó que los químicos han descubierto que es una emoción compleja, en la que participan diversas moléculas, donde los sentidos son la puerta de acceso a este sentimiento, "y una vez adentro, comienza una guerra química, hormonal y eléctrica, toda una alquimia corporal".

La doctora en Ciencias y especialista en Bioquímica explicó que en lugar de lanzar flechas, el cupido moderno envía feromonas, sustancias que secretamos en axilas y entrepiernas, responsables de ese olor característico que, de manera romántica, se denomina aroma.

"Este proceso originalmente fue conocido como el sexto sentido en las mujeres; sin embargo, ahora se sabe que se basa en lo que los científicos llaman la Fórmula de Cupido".

Publicado en la pág.6-A del periódico El Informador del 2 de mayo de 2011.


Nadie quiere casarse con una persona infeliz.

Publicado por Dilbert el 10 de febrero de 2012.


Las boludeces que hace uno cuando está enamorado.


Cosas de críos.


Tenemos una paradoja. La mayoría de la gente quiere casarse y existen muchas investigaciones que muestran que el matrimonio tiene un amplio rango de beneficios. Pero muy frecuentemente, la alegría que acompaña a la celebración de la boda se vuelve amargura, y casi la mitad de las parejas que se presentan esperanzadas y exitadas frente al altar se encuentran volviendo a empezar después del trauma de un divorcio.

En nuestras entrevistas sobre la sabiduría de la vida de los estadounidenses más viejos. me interesó mucho su consejo acerca de encontrar compañero y permanecer casados. Muchos de los ancianos con los que hablamos en el Legacy Project han estado casados por 30, 40, 50 o más años. Otros experimentaron matrimonios desastrosos, pero ofrecieron consejo para que los jóvenes pudieran evitar esos fiascos.

A continuación las 3 principales (y en cierta forma sorpresivas) lecciones:

Cásate con alguien como tú.

Le pregunté a cientos de ancianos qué es lo más importante para un matrimonio duradero y feliz y su consejo fue casi unánime: los opuestos se atraen, pero no hacen grandes ni duraderos matrimonios. Con base en su larga experiencia tanto en relaciones exitosas como fracasadas, la primera lección es ésta: es más probable que tengas un matrimonio satisfactorio para toda la vida cuando tú y tu pareja son fundamentalmente similares. Y lo más importante es la similaridad en los valores básicos.

Los pleitos aparecen sobre temas aparentemente triviales, nos dijeron los ancianos, porque reflejan los valores subyacentes. Hay que preguntarse: ¿Creemos en que son importantes en la vida las mismas cosas? Si hay problemas en la relación, estos expertos en matrimonios largos comentan que es probable que las diferencias de valores estén en el núcleo de los mismos.

Nunca esperes que tu pareja cambie después del matrimonio.

¿Qué tal dar un salto a ciegas en el matrimonio asumiendo que podrás cambiar a tu pareja después de que se casen? Los ancianos fueron claros acerca de esta posibilidad: ¡Olvídense! Según ellos, casarse con la meta de cambiar a la pareja es una estupidez.

La amistas es tan importante como el amor.

Cuando hice la pregunta: "¿Cuál es el secreto para un matrimonio largo y feliz como el suyo?", una respuesta común de la gente con matrimonios duraderos fue: "Me casé con mi mejor amigo". Al mismo tiempo escuchaba frecuentemente de aquellos que no tuvieron éxito: "Eramos buenos para el amor, pero nunca aprendimos cómo ser amigos".

Los ancianos dicen que las cualidades especiales de la amistad son exactamente lo que se desea en el matrimonio. Usualmente buscamos estar con los amigos, apreciamos su compañía, nos relajamos con ellos, compartimos intereses comunes y hablamos abiertamente. En contraste, todos conocemos a gente que no puede hablar fácilmente con su pareja. Lo que los ancianos sugieren es buscar las cualidades de un amigo en la persona con la que se escoja casarse.

Según lo viejos, todos los matrimonios deben pasar por una transición del inicial amor romántico y emocionante, sobrecargado de deseo sexual, a etapas en que otras cosas se vuelven más significativas. Los viejos advierten que hay que preguntarse "¿Qué sigue?". ¿Te despertarás con la misma persona durante 5 o 6 décadas y todavía encontrarás una persona que te gusta y a la que amas?

Asegúrate de que realmente son buenos amigos. Es lo más importante. Todo el romance, las campanas, los silbatos y demás cosas son muy bonitos... pero no duran. Asegúrate de que realmente son buenos amigos.

Una pregunta que las parejas debieran hacerse es: ¿Si no estuviéramos enamorados, seríamos amigos? Cuando pasemos a algo diferente de la pasión que nos hace latir fuertemente el corazón, ¿qué es lo que nos mantendrá juntos? (Pista: la respuesta no debe ser "los hijos"). La respuesta es la amistad, y si no la tienes, no te cases... así de simple.

Después de lanzar el ramo y de habernos librado del último grano de arroz, el enfoque realista de quienes han experimentado décadas de matrimonio puede ayudarnos a lograr uniones duraderas.

Karl A.Pillemer, Ph.D., profesor de Desarrollo Humano en la Universidad de Cornell
publicado en The Huffington Post el 11 de junio de 2012.


El matrimonio es duro en formas de las que nadie habla en las bodas. Existen 5 puntos acerca del matrimonio que toda persona casada conoce:
  1. EL MATRIMONIO NO ES JUSTO

    No es equitativo. En cualquier momento dado alguien está poniendo más de lo que le toca y alguien está tomando más de lo que le corresponde. Así es la vida, no es algo perfectamente balanceado y nunca lo será.

    Es como un subeybaja en que en un momento se disfruta del ascenso, se anticipa el descenso, y hay que trabajar juntos para que el ciclo se repita.

    Acéptelo. No pierda tiempo hablando de todo lo que está usted poniendo o demandando ser retribuido. Haga su parte empujando y confíe en que su pareja no lo dejará caer cuando esté arriba.

  2. EL MATRIMONIO NO TIENE LINEA DE META

    Se puede tolerar cualquier cosa si se sabe cuándo terminará. El matrimonio no tiene final a menos que uno de ambos muera. Pero no hay que ver al féretro como la meta en la que se puede explotar de alegría.

    El matrimonio es permanente. Los votos dicen que dos se vuelven uno, no que dos de vuelven dos muy cercanos, con un plan para separarse si alguno empieza a apestar.

  3. EL MATRIMONIO NO TIENE DESCANSOS

    Cualquier cosa que se haga para seguir casado, hay que hacerla todos los días y todo el tiempo. No hay vacaciones ni periodos de tiempo por buen comportamiento ni días de descanso. Usted considera las necesidades de su pareja antes que las propias siempre, y lo bello es que tomar un "break" de esto ni siquiera será divertido. Usted no se cansa de ver, o de respirar. El matrimonio no es como la canción favorita que si se repite mucho termina por aburrir. Es como el oxígeno, si se deja de respirar se morirán partes de su cerebro.

  4. EL MATRIMONIO NO TIENE MEDICIONES

    No hay un triunfo en el matrimonio. No hay medallas. No existe ni siquiera una tasa de comparación con otra gente casada, porque no hay estándares ni marcadores. Estar casado es como correr una carrera sin fin, sin poder ver a los otros corredores y sin marcas de distancia; la única razón por la que sabe que todavía está en la carrera es porque no se ha muerto aún.

    Puede comprar su matrimonio con el de otra gente si lo desea. Pero en realidad no puede saber si le va ganando. Quizá bajo todas las peleas de ellos existe un extrañamente apasionado amor, o bajo su tranquilidad se encuentra un frío pez y un pescador insatisfecho.

    Si es afortunado, escuchará algún día a un amigo decirle: "¡Ustedes dos tiene un matrimonio tan fuerte!" Pero usted se preguntará: ¿fuerte comparado con qué? No hay centímetros, metros, kilómetros. Puede automedirse contra lo bueno que pudiera ser o llegar a ser. Pero nunca sabrá completamente si lo logró, y nunca tendrá un trofeo o un premio.

  5. EN EL MATRIMONIO NO HAY REGLAS

    Desafortunadamente para aquellos a los que les gusta ser perfectos, el matrimonio es un gran "su kilometraje puede variar". Existen algunos absolutos, pero empezando con "no matarse uno al otro" no harán un muy buen sermón de bodas.

    Estoy segura de que nadie ha salvado su matrimonio golpeando a su esposo con una tabla en la cabeza y corriendo con el ajustador local de seguros, pero en una muestra suficientemente amplia, muchas rarezas caen dentro del rango de lo normal.

El matrimonio es duro. No tiene final, ni descanso, es injusto y no hay reglas ni recompensas. Pero existen formas de ser lo suficientemente duro para el matrimonio: no se justifique ni se compare con nadie. Vivan el uno para el otro, y no se detengan nunca. Abrace a su pareja con tal fuerza que se convierta en una extensión de su yo, una extensión de la que nunca pueda prescindir. El matrimonio es una oportunidad de separarse uno del resto del mundo. De redefinir la felicidad entre ambos, y vivir a su manera propia. Cuando se encuentra a la persona correcta, todo lo que hace duro al matrimonio lo hará aún más difícil de romper. Endurézcalo. Vale la pena.

Lydia Netzer
publicado en The Huffington Post el 11 de julio de 2012.


El estudio sobre proximidad a mujeres atractivas y niveles de oxitocina se publica este 14 de noviembre en The Journal of Neuroscience. Dirigido por René Hurlemann, de la Universidad de Bonn, Alemania, el equipo descubrió la ya señalada relación entre distancia y nivel de oxitocina. Y un dato aún más interesante: "En contraste, la oxitocina no tuvo efecto en hombres solteros". Son los casados o en relación permanente los que sienten el aviso de peligro y lo evitan.

La oxitocina es una hormona producida por el hipotálamo, parte de nuestro cerebro antiguo que, con la amígdala cerebral y el hipocampo son responsables de nuestras emociones (a menos de que usted crea en el alma). No conocemos nuestras áreas más sombrías, asomarse produce pánico. Es el gran descubrimiento de Freud.

Las funciones de esa hormona comienzan desde el parto, pues dispara el alumbramiento y luego facilita la lactancia. Después pasa a formar parte de nuestra batería de hormonas y pasiones.

"Investigaciones previas en animales conocidos por su fidelidad, como los perritos de la pradera, han identificado la oxitocina como clave importante en esa conducta", dice Hurlemann. Cuando a los fieles animalitos se les administra un bloqueador de la oxitocina, se vuelven donjuanes insaciables de hembra en hembra.

Pues así estamos hechos. "Los investigadores administraron oxitocina o un placebo por medio de un espray nasal a un grupo de hombres saludables y heterosexuales. 45 minutos después se les presentó una mujer a la que describieron como atractiva. Conforme la mujer se movía entre los voluntarios, debieron indicar cuál consideraban una 'distancia ideal' y cuándo la distancia era 'ligeramente inconfortable'".

El equipo había partido de una hipótesis: puesto que la oxitocina incrementa la confianza entre la gente, "esperábamos que los voluntarios admitieran una mayor cercanía, pero ocurrió exactamente lo contrario". Los hombres con relación permanente se sintieron incómodos al quedar a distancia de 10-15 centímetros. Pero no así los solteros".

Es también interesante otro dato: los hombres del grupo experimental (con oxitocina) y los del grupo control (con un placebo) calificaron a la mujer como igualmente atractiva. Eso no varió.

En otro experimento, "los investigadores encontraron que la oxitocina no tenía efecto alguno en la distancia que los hombres admitían respecto de un experimentador atractivo" que paseara entre ellos a diversas distancias. No es ninguna sorpresa: la oxitocina estrecha los lazos sociales. El equipo no hizo el experimento obvio: usar un grupo experimental de hombres homosexuales, unos solteros y otros en relación permanente, y pasear entre ellos a una mujer atractiva y luego a un hombre atractivo.

"En los monógamos perritos de la pradera, sabemos que la oxitocina juega un importante rol en la formación del lazo en la pareja", dice Larry Young, de la Universidad Emory. Así que el estudio de Bonn "sugiere que el rol general de la oxitocina es promover que la conducta monógama se conserve de los roedores al hombre".

Luis González de Alba
publicado en el periódico Milenio Jalisco en línea del 18 de noviembre de 2012.


Me dicen mis amigos científicos que la biología evolutiva explica esa explosión de sentimientos que a veces nos agobia y a veces nos entusiasma. El amor es un recurso de la especie que permite pasar los genes que uno porta a la siguiente generación. La oxitocina y otras hormonas determinan el gusto de la mayoría por personas del sexo opuesto como una forma de generar relaciones sexuales y así permitir la reproducción de la especie.

Mis amigos poetas rechazan esta visión. El amor es una fuerza ciega e incontrolable, incomprensible y abrumadora, que no tiene ni necesita explicación o ponderación. Reducir el amor a un simple coctel de hormonas es un insulto. "Acaso la medida del amor es el amar sin medida" escribía Silvia Ocampo.

La idea romántica del amor tiende a dominar en cada 14 de febrero. Para el comercio es más rentable ver el amor como el flechazo, del enamoramiento. Para muchos adolescentes y jóvenes el amor es, en efecto, sólo eso.

El enamoramiento es una de las sensaciones más poderosas que puede experimentar un ser humano. Cuando Romeo y Julieta se enamoran no hay fuerza humana que los separe. Los amantes descartan incluso el instinto de supervivencia y toman su propia vida antes que considerar la vida sin la persona amada. Es fácil transformar esta idea del amor en la venta de chocolates o peluches.

El amor, sin embargo, tiene muchas otras manifestaciones. Hace 2 milenios y medio la Odisea ya nos hablaba del amor leal, el que le mantenía Penélope a su marido Odiseo a pesar de 2 décadas de ausencia y la presión de sus pretendientes. El amor filial, el que uno siente por un hijo, es quizá mayor que el flechazo del enamoramiento. El que tenemos a los padres es contradictorio: intensísimo en la niñez, se enfría en la búsqueda adolescente por una personalidad propia, pero se acentúa de manera creciente en la madurez.

El amor romántico ha tenido, no sé si una disminución, pero sí una modificación en las últimas décadas. Hoy en día la gente se casa menos. En Europa, por ejemplo, se registraban cerca de 8 matrimonios por cada mil habitante en 1960, pero sólo 3.5 en 2010. No es necesario contraer nupcias para amarse, por supuesto, por lo que el que haya menos matrimonios no significa menos amor. Pero otra tendencia es el aumento en el número de divorcios. En un país como Alemania, la tasa se triplicó entre 1960 y 2010.

En México, si bien somos más dados a casarnos que en los países europeos, también estamos viviendo un aumento del número de divorcios. En 2011, según el INEGI, se registraron en México 4.9 matrimonios por cada mil habitantes. El número de divorcios también se ha triplicado al pasar de 5 por cada 100 matrimonios en 1993 a 16 por cada 100 en 2011.

La reproducción no es la principal razón del amor en todos los casos. Una vez legalizado el matrimonio de personas del mismo sexo en el Distrito Federal, se registraron 1,491 contratos en la capital en 2010 y 2011. Algunos de ellos, sin embargo, ya han terminado en divorcios.

No puedo negar a mis amigos científicos que la oxitocina me impulsa a amar porque mi naturaleza quiere que deje mis genes en el mundo aun después de que yo muera. El gen egoísta, como lo llamó Richard Dawkins, está más interesado en sobrevivir que yo mismo. Pero tampoco puedo desmentir a los poetas cuando me dicen que hay algo en el amor que difícilmente puede explicarse con fórmulas químicas.

Pero independientemente de cuál sea la verdadera naturaleza del amor, de lo que no me cabe duda es que se trata de una fuerza de vida, quizá la más poderosa.

Sergio Sarmiento
publicado en el periódico El Siglo de Durango del 14 de febrero de 2013.


"Lo inesperado es el mejor camino para el descubrimiento", como decía Antonio Muñoz Molina y tal como me ha sucedido con la lectura de La llama doble de Octavio Paz, en donde habla del amor cortés, es decir, de ese motor que nos impulsa y que es un tema recurrente en la literatura en donde cada escritor tiene su propia visión y en cada caso lo cuentan de manera diferente.

Lo que nos mueve es el deseo de la complitud -dice Paz- y tal parece que eso fue lo que motivó a los trovadores del siglo XII que inventaron el amor cortés que, hasta entonces, creían que era un delirio individual, pero son ellos los que transforman el amor y lo hacen un ideal en donde se puede alcanzar una vida superior.

El amor inspira a los poetas líricos y, al mismo tiempo, transforma la vida de las señoras, pues ahora son éstos los que se declaran sus vasallos, sin importar que estuvieran casadas, pues en la Edad Media el matrimonio era considerado un pis aller, un mal necesario en donde ellas eran tratadas como un objeto que mantenían en sus castillos mientras los señores feudales se iban por años a las cruzadas. Es posible que el rey Hamlet tratara de esa manera a su esposa Gertrudis, más como objeto que como sujeto; de igual manera Gianciotto Malatesta trataba a Francesca da Rimini antes de ser admirada por su cuñado, el joven Paolo con quien leía la vida de Lanzarote hasta que un día, no pudiendo más, éste de quien jamás seré apartada la boca me besó todo anhelante... y, desde ese instante, no leímos más.

Gracias a los trovadores ellas fueron tratadas como señoras y dueñas de su corazón y ellos eran sus vasallos que les cantaban y dedicaban poemas para ser idolatradas. Por primera vez tienen una diferente opinión de ellas y así nace el amor cortés: sus señoras son tratadas como nadie antes en su vida lo había hecho y eso fue toda una revolución.

El protocolo incluía varios pasos: el primero tenía que ver con la declaración de amor al cuerpo y al rostro de su señora y si para entonces había reciprocidad, podían pasar al segundo paso y empezar a ofrecer un intercambio de signos, poemas y cantos antes de pasar a la tercer paso o assai, en donde podían asistir al lecho de su amada y contemplarla desnuda, pues sabían que "ellas eran el reflejo de la Naturaleza con todo y sus valles, colinas y una tupida floresta".

Luego seguía el alba y con ella la joi, el goce indecible de acoplarse después haberse acariciado y de haberse contenido al verla desnuda o haber dormido a su lado. Ahora experimentaban esto que "pasa de la extrema tensión, al más completo abandono y, de la concentración fija, al olvido de sí mismo durante un segundo, cuando se da esa reunión de los opuestos en donde está la afirmación del yo y su disolución, la subida y la caída, el allá y el aquí, el tiempo y el no-tiempo", una experiencia tal que ocupa un lugar principal en la vida de los seres humanos.

Martín Casillas de Alba
publicado en la pág.2-A del periódico El Informador del 7 de septiembre de 2013.


El otro día me topé con un artículo en The Philosophers' Mail que hablaba acerca de por qué nos casamos con la persona equivocada (How we end up marrying the wrong people). No hablo de una pequeña equivocación o de lo roces normales. No, aquí estaríamos hablando de agua y aceite. Dos personas perfectamente incompatibles que lejos de complementarse en sus diferencias, hacen corto circuito. Hay quienes son el uno para el otro y otros que, definitivamente, no nacieron para estar juntos. Así como es una tragedia que los primeros no estén juntos, como en el caso de Romeo y Julieta, en los segundos la tragedia es que lo estén.

El artículo mencionaba varias razones por las que nos casamos con la persona equivocada. Por supuesto que éstas son lógicas, como la falta de autoestima, o el que no nos conozcamos lo suficiente y, por ende, no sepamos ni quiénes somos ni qué queremos. Todas muy interesantes y ciertas; sin embargo, hubo una que me llamó mucho la atención: "Porque no vamos a escuelas del amor". Para quien esté pensando en escuelas de cachonderías, le cuento que no va por ahí (aunque tampoco estaría mal).

El artículo explica que hasta hace unos cuantos siglos el matrimonio era un asunto de negocios. Una unión de tierras, poderes e influencias que nada tenían que ver con los sentimientos de los protagonistas. Si estaban enamorados, se detestaban, eran felices o infelices, era lo de menos. Con el tiempo, el romance reemplazó a la conveniencia. Las cosas dieron un giro de 180 grados. Todo lo que dominaba la razón pasó a ser dominado por las emociones. Ya no importaba ninguna consideración racional, sino que sintiéramos mariposas en la panza. El matrimonio romántico se basaba en lo que sentíamos y este sentimiento era suficiente. Había que dejarse gobernar por él; entre más pronto, mejor. No había consideraciones racionales, pura idealización. Creímos fervientemente que amor salvaría todos los obstáculos. Tristemente ya vimos que no es así.

Para quienes piensen que las "locuras románticas" son cosa del pasado, les comento que ayer me enteré que un amigo que hace pocos meses tronó con su novia de años, le propuso matrimonio a otra mujer al mes de conocerla. ¡Y ella aceptó! Está claro que ambos quieren conocerse después del matrimonio, lo cual es una decisión respetable, pero arriesgada.

Pero volvamos al tema. El artículo propone que ya es tiempo de llegar a un 3er. tipo de matrimonio, el de la psicología, donde no te casas únicamente por el sentimiento, sino que te casas después de que ese sentimiento ha sido examinado bajo la luz del entendimiento. Como bien explica el artículo, nos casamos con muy poca información sobre el matrimonio. En muchos casos no nos hemos preguntado qué queremos y qué esperamos. Leemos pocos libros sobre el tema. (Por ahí les recomiendo el mío, Sólo para parejas. Editorial Océano). No nos cuestionamos por qué otros matrimonios fallan, no interrogamos a los casados acerca de qué es el matrimonio; ni pedimos a los divorciados que nos hablen con sinceridad sobre las causas de su divorcio. Así, la mayoría nos casamos sin una idea clara de lo que hace a un matrimonio funcionar o fracasar.

Si en la época de la razón uno se preguntaba quiénes eran sus padres y cuánta tierra y bienes poseían, en la época del romanticismo las señales que buscábamos era el sentimiento, la incapacidad de pensar en otra cosa que no sea la persona amada; ahora, si decidimos entrar a este nuevo modelo de matrimonio, se tiene que ir más allá de la razón y el sentimiento. Tiene que ver con conocernos, aprender a amarnos, preguntarnos si verdaderamente queremos pasar el resto de los días con esa persona, si podremos educar a nuestros hijos juntos. Tratar de conocerlos y honestamente pensar si es la persona con la que podemos crecer y desarrollarnos.

El número de divorcios va en aumento; supongo que es un llamado a buscar otros modelos del matrimonio, ya que el que tenemos no funciona para todos. Hay que tomar el asunto más en serio, dejar de pensar en el matrimonio como un asunto del corazón, sino asunto para el que hay que prepararse, aprender qué es lo que lo hace funcionar y -quizá lo más difícil- conocernos y saber qué esperamos del matrimonio y de la persona que nos acompaña en esa aventura.

Fernande de la Torre
publicado en el periódico Milenio Jalisco en línea del 21 de septiembre de 2014.


De Arturo Fonseca.

En el amor, sistema inmune mata carita.

Investigaciones científicas confirman que en el proceso de enamoramiento principalmente es la mujer la que elige a su compañero a través del olfato y crea una red de vínculos emocionales para evitar que el hombre busque en otra ese torrente de dopamina, neurotransmisor que funciona como droga natural de la felicidad.

Eduardo Calixto González, científico de la Dirección de Investigaciones en Neurociencias del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, explicó que la mujer tiene la capacidad de oler una proteína conocida como complejo mayor de histocompatibilidad, que se produce en el sistema inmunológico.

Compatibilidad

"Cuando una mujer entra en contacto con uno o varios hombres se activan receptores que se encuentran en las fosas nasales y cuando huelen a un hombre (compatible) liberan dopamina" para que se enamore, explicó el jefe del Departamento de Neurobiología del instituto psiquiátrico.

"Su cerebro le dice: 'Éste individuo tiene genes diferentes a los tuyos y la probabilidad de tener hijos inmunológicamente fuertes, que no se van a morir, es altísima'. No importa si es agraciado o poco atractivo", comentó el especialista.

Sin embargo, acotó, la mujer puede rechazar a los hombres cuando al oler esa proteína no hay compatibilidad, un principio similar a lo que sucede con los trasplantes de órganos.

"Sucede lo mismo cuando una mujer huele a sus hermanos, que tiene sus mismos genes y, por lo mismo, no le resultan atractivos para reproducirse. Esa capacidad de oler también explica por qué muchas mujeres se caen mal aunque nunca han cruzado palabra. Todo esto se explica porque cuando los genes son muy iguales se rechazan", abundó.

En los hombres, abundó el miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt, no existe este tipo de receptores para oler el complejo mayor de histocompatiblidad, por eso son más visuales para elegir a la pareja.

"Un hombre hace una evaluación del rostro y casi de inmediato fija la mirada en el escote o las caderas; por eso se enamora más rápido... Ve belleza y fertilidad cuando la mujer, antes de ovular, se le hace más terso el cutis, le brillan los ojos y los labios se vuelven más rojos, indicadores de jovialidad", señaló el experto.

Química y tiempo

En una relación de pareja se activan diversos procesos químicos cerebrales con las sustancias dopamina, oxitocina, factor de crecimiento hormonal, serotonina y neuromelanina, que nos hace sentir felices, tener celos, experimentar ira o ser obsesivos.

La primera descarga es de dopamina que nos hace sentir mucho placer y emoción, nos gusta tanto que se busca repetir el proceso. "Cuando vemos a una persona que nos encanta liberamos ese neurotransmisor y la emoción nos quita todos los aspectos inteligentes", detalló Calixto González.

Entonces, abundó: "hacemos cosas convencionalmente no aceptables y nos quita los frenos sociales, porque la dopamina nos hace sentir deseo, placer y pasión. Pero no puede durar mucho, el cerebro no permite estar tanto tiempo en ese estado similar a un trastorno esquizofrénico, de modo que va disminuyendo de manera gradual, de ahí que los enamoramientos solo duren en promedio 3 años".

El experto explicó que al iniciar esa 2a. etapa neurológica las personas, sobre todo los varones, empiezan a perder interés, se descubre que la persona tiene defectos, pues se le otorgaron a la pareja características proyectivas de lo que uno quiere, y no de lo que es.

Las personas que superan el rango de enamoramiento, incluso llegan a tener matrimonios de más de 30 años, lo hacen porque existe la oxitocina, que es la encargada de dotarnos de orgasmos y tiene como beneficios dar mayor capacidad de memoria y de aprendizaje.

"El enamoramiento se transforma en un amor compasivo, que razona, entiende que hay problemas y defectos. Ya desapareció el amor pero surge esa necesidad de convivir, de establecer un vínculo social y afectivo", detalló el entrevistado.

No obstante, hay casos de personas que buscan compulsivamente el enamoramiento, pues "si no se da ese proceso de maduración, se buscará a una nueva pareja que nos vuelva a dar dopamina, es un ciclo altamente adictivo que se compara con el efecto de la cocaína y el alcohol. Esto también explica la infidelidad", acotó.

Por lo regular, dijo, "pensamos que somos los hombres quienes elegimos a las mujeres, pero en realidad son ellas las que nos eligen, hacen evaluaciones más intensas debido a que su etapa reproductiva es más corta, empieza su menstruación a los 11 años y termina su etapa reproductiva en promedio a los 40; no pueden perder el tiempo, en cambio el varón puede ser padre hasta los 70".

Diferencias fisiológicas

El especialista también explicó que en una relación de pareja hay grandes diferencias fisiológicas que propician conflictos. La mujer, por ejemplo, tiene más grande el hipocampo en 25%, por eso tiene más capacidad de memoria.

Otra gran diferencia es que ellas tienen mayor capacidad de lenguaje, en español pueden hablar hasta 32,000 palabras en un día, mientras que un varón promedia 17,000. "Eso explica los reproches constantes de que los hombres son insensibles y no dicen lo que sienten", argumentó.

Además, la mujer libera más dopamina y oxitocina; su orgasmo dura hasta 15 segundos y todo esto incide para que se enamore con más intensidad y tenga mayor apego, "tienen un cerebro más preparado para retener a los varones, ya que si no crean ese vínculo, se rompería de manera fácil la relación", explicó.

En contraparte, "los hombres son superficiales, más prácticos y tienen menos apego. Su orgasmo dura 7 segundos, diferencia que les reduce la intensidad de una emoción. Sumado a cuando tienen relaciones sexuales liberan sustancias que les provocan sueño", concluyó Calixto González.

Publicado en el periódico Milenio Jalisco en línea del 13 de febrero de 2015.


A veces me pregunto qué maldito cable suelto tenemos la mayoría de las mujeres para actuar como actuamos.

Ese absurdo impulso regenerador que hace que nos sintamos impelidas a salvar a toda costa a los varones. ¿Y a salvarlos de qué? Bueno, ahí empieza el lío.

A las mujeres se nos ha educado tradicionalmente con un énfasis tan enfermizo en el amor romántico que tendemos a inventarnos a los amados. Y así, a menudo sucede que, en vez de mirar de verdad a un varón e intentar conocerlo, la mujer se lo inventa, lo idealiza, le adorna con todo tipo de virtudes, aunque no resulten visibles para nadie. O sea, a lo mejor el tipo es un grosero y un zafio, pero la mujer se empeña en intuir que, en lo más hondo de su corazón atormentado, ese hombre es un poeta, un ser tierno y sensible. Para peor, la mujer se convence, enardecida, de que va a ser ella quien lo va a salvar de sí mismo. Ella curará sus heridas y liberará al prisionero interior, al dulce amado. Ya lo dice con toda claridad el cuento clásico: las mujeres se pasan la vida besando repugnantes ranas con la loca ilusión de transmutarlas en príncipes.

Hay excepciones, claro, pero se trata de un comportamiento muy extendido (yo misma caí alguna vez en mi juventud en tal demencia). Somos mineras de amor e intentamos extraer paladines perfectos de la morralla de la imperfecta realidad. Y es así porque estamos educadas en el machismo, una ideología profundamente patológica que nos hace a todos muy desgraciados. Porque el síndrome de las redentoras no sólo puede conducir a sangrientas tragedias, sino que hay otros dramas cotidianos que también parten de ahí. Como dice el cómico francés Arthur, "el problema de las parejas es que las mujeres se casan pensando que ellos van a cambiar y los hombres se casan pensando que ellas no van a cambiar". ¡Qué terrible lucidez! Muchas mujeres están empeñadas en mudar al amado para que se convierta en el hermoso príncipe que ellas han inventado. Empiezan la relación creyendo que lo conseguirán, pero cuando transcurre el tiempo y la pobre rana sigue siendo, como es natural, verde y viscosa, hay mujeres que se sienten estafadas, sin advertir que son ellas mismas quienes se han engañado; y comienzan a sentir un rencor desatinado e injusto por el otro, el cual a su vez comprobará, pasmado, el cambio aterrador de su mujer, que ahora ya no sólo no le idolatra como antes, sino que incluso parecería que le odia. De estos sueños rotos nacen en ocasiones dolores muy profundos, convivencias tóxicas. Si queremos jugar a salvadoras, salvémonos en 1er. lugar a nosotras mismas de los espejismos.

Rosa Montero
publicado en la pág.3-B del periódico El Informador del 3 de febrero de 2019.


Aunque el cerebro puede amar a varias personas al mismo tiempo, tanto hombres como mujeres lo hacen por distintas razones, afirmó el especialista en Psicología, Eduardo Calixto González.

El profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) señaló que para los hombres este proceso es egocéntrico y lúdico, y lo hacen con gran facilidad por los niveles de testosterona.

Las mujeres, por su parte, lo hacen por medio del olfato; además, son capaces de detectar a través del aparato vomeronasal (órgano vinculado con la captación de feromonas) a los mejores candidatos desde el punto de vista inmunológico y a los mejores genes.

"Cuando los genes son diferentes a los de ella identifica al hombre sumamente atractivo independientemente del físico", detalló el especialista en entrevista con UNAM Global.

Ellas, agregó, pueden amar a una persona y, a la vez, estar enamoradas de otra. Mientras que en los hombres este proceso es de búsqueda de enamoramiento constante, pero sin la finalidad de encontrar amor real.

El también jefe del Departamento de Neurobiología de la Dirección de Investigaciones de Neurociencias del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente destacó que al amar se libera dopamina en el cerebro, por lo que se trata de una emoción única en la vida que llena de felicidad.

Esta emoción hace que algunas personas traten de repetirla varias veces, aunque no es bien visto en diversas culturas, mencionó.

Publicado en el periódico El Informador en línea del 11 de febrero de 2020).


"¡Ya salió!, ¡ya está aquí!", como gritaban los pregoneros tratando de llamar la atención, así es como me dan ganas de salir a la calle para anunciar que ya salió y ya está aquí mi libro Antes que te cases, mira (bien) lo que haces (BonArt, 2020), para que a los lectores no les pase como le pasó a Nadia cuando ve a su exmarido y no comprende cómo se casó con él, mucho menos, cómo pudo engañarse a sí misma... "hasta el punto de creer que estaba enamorada y de que quería tener un hijo suyo", como lo asegura Antonio Muñoz Molina en El jinete polaco.

"Era tan bella como Afrodita. La recuerdo aquella noche cuando se sentó en una butaca adelante en el concierto de los viernes en el Teatro Ángela Peralta", así empieza "La otra prisionera", uno de los 14 casos en donde damos por hecho que el amor es ciego y sordo, implícito en estas historias de amor y desamor, donde se trata de reconocer las huellas, entre otras situaciones, para saber si la o el que pretendemos, resulta que practica el box casero o es alcohólico o resulta ser un mitómano en potencia o es una acosadora o un impostor, entre otros.

Por fin, está circulando y está a la venta en las librerías Bonilla, El Péndulo, la librería virtual del FCE y en las Librerías Gandhi por Internet y con entrega a domicilio.

Vamos a aprender a descubrir los disimulados engaños antes que sea demasiado tarde, para ver si se puede salvar una que otra vida o, a lo mejor, sale el tiro por la culata y deciden mejor no casarse. Para aquellos que les llega too late podrán reconocer esas viejas huellas en dónde estuvo el meollo del asunto.

Las historias las asocio con una obra de teatro o a una novela para tener otro punto de vista y que los hechos sean contundentes y puedan evitar el desastre y no les pase como le pasó a Nadia cuando se pregunta: "¿cómo es posible que me haya engañado de esa manera?".

En El examen de maridos de Juan Ruiz de Alarcón, el marqués le hereda a su hija el marquesado y un manuscrito que dice: "Antes que te cases, mira lo que haces". Su hija le hace caso, pues sabe que ahora que es marquesa, guapa y rica, los pretendientes van a tratar de atraparla a como dé lugar. Por eso, decide apuntar en un cuaderno todo lo relacionado con ellos a ver si pasan el examen. Uno de sus sirvientes le pregunta: "¿y cómo se va a dar cuenta de las partes interiores pues, en muchas ocasiones, son los disimulados engaños los que causan mayores daños al matrimonio?".

Eso era justo lo que trataba de contar: lo que ocultamos cuando estamos enamorados. Por eso, rescato algunas historias que hemos experimentado en primera persona o que las conocemos por algunos de nuestros amigos que han sufrido de amores.

Los que lean este libro podrán darse cuenta de los beneficios si logran identificar los disimulos a tiempo y, qué mejor, si los proyectan al futuro para imaginar cómo sería la vida con aquel o aquella que tiene tales defectos, para que puedan librar la batalla a tiempo antes que se convierta en hecatombe.

"¿El amor es ciego por naturaleza? Claro, yo evitaba el pensamiento de que Justine me era infiel mientras la poseía -¿quién no procede así?", se preguntaba Darley, en el Cuarteto de Alejandría de Durrell.

Renato Leduc nos cuenta esa historia cuando amó a destiempo y ese amor lo martirizó tanto, tanto tiempo, que no sintió jamás correr el tiempo tan acremente como en ese tiempo. Por eso, descubrir los disimulados engaños a tiempo, podrán evitar que el tiempo les pase tan amargamente por el resto de su vida, aunque bien sabemos que... "cuando son en todo iguales los dos sujetos, no hay, si el amor los conforma, más paraíso en el suelo".

Martín Casillas de Alba
publicado en la pág.3-A del periódico El Informador del 22 de agosto de 2020.


El chisporroteo del enamoramiento primerizo, el embeleso, el deseo generoso de entregarte al otro, el convencimiento de estar empezando algo que será para siempre. Porque la pasión amorosa te saca de ti mismo, y al hacerlo te saca también del tiempo y de tu propia muerte, que te espera enroscada en la barriga. En el 1er. golpe del amor eres eterno.

¿Quién no ha visto cómo se apaga una pasión? Cuanto mayor soy, más extraña me parece esa pulsión sentimental capaz de pasar del todo a la nada en 2 parpadeos. Decía Schopenhauer que el amor no es más que un truco, un espejismo, un engaño febril al que nos someten los genes para lograr reproducirse. De modo que los genes serían unos magos tan formidables que dejarían a David Copperfield en pañales: me parece más fácil hacer desaparecer la estatua de la Libertad que borrar de un plumazo el proyecto completo de tu vida y hacer que quien ayer te parecía tan esencial como el oxígeno hoy te sobre y te zozobre. No todos los amores se terminan, por fortuna; algunos tienen la capacidad de transformarse y convertirse en algo más real, incluso mejor, hasta crecedero. Pero no cabe duda de que en el centro de toda pasión tictaquea el tiempo, y el tiempo es un monstruo de apetito voraz que puede propinar mordiscos letales. La melancolía es saber que la belleza se acaba.

A menudo nos es muy difícil reconciliar el ser enamorado que fuimos con quien somos ahora. Y nos preguntamos, ¿en qué momento nos perdimos, por qué, cómo? Suele haber cierto estupor, como niños que acaban de despertar de un sueño. No estoy hablando de los casos extremos; de mujeres que se descubren emparejadas con un maltratador o de hombres heridos por mujeres tóxicas, por quedarnos sólo en el registro heterosexual (hagan mentalmente las combinaciones que prefieran). No, nada de eso; lo más inquietante e incomprensible es lo normal. Esto es, personas corrientes que, al principio de la relación, están deseando hacer feliz al otro y amarlo y cuidarlo; pero que, con el tiempo, terminan por verlo como un extraño, quizá hasta por odiarlo. Uno de los grandes enigmas de la pasión es cómo ansiando tanto hacer el bien acaba uno a menudo haciendo daño.

Por eso es tan difícil construir una historia sensata y serena de un amor fracasado: no nos reconocemos en quienes fuimos, no nos entendemos. Y esta falta de relato es un problema grave, porque, para vivir, necesitamos narrarnos. Ya he mencionado alguna vez el enorme estudio sobre la depresión que hizo la Organización Mundial de la Salud en 2011 (entrevistaron a 89,037 ciudadanos de 18 países). Descubrieron que estar separado o divorciado aumenta el riesgo de sufrir depresiones agudas en 12 de los países, mientras que ser viudo o viuda tiene menos influencia en todas partes. Un dato alucinante que hizo que me preguntara qué les falta a los separados que no les falta a los viudos. Y la respuesta sólo puede ser un relato consolador, la posibilidad de hacer las paces con tu pasado.

Rosa Montero
publicado en la pág.8-A del periódico El Informador del 28 de marzo de 2021.


La media de edad para casarse en México es de 29 años en el caso de las mujeres y de 31 años en los hombres, según informes de la publicación anual "el libro blanco de las bodas" que en su edición de este año incluye un interesante estudio realizado en su sitio web: bodas.com.mx de la mano de google y ESADE.

Al respecto, la publicación menciona que a pesar de que en el 82% de las bodas el novio suele superar en edad a su futura esposa, la diferencia en promedio no supera los 2 años y de hecho, la diferencia que más se repite entre las parejas es de solamente un año.

Si comparamos esta información con la publicada por el INEGI hace una década en la que la edad promedio para casarse de las mujeres rondaba los 25 años, podemos notar que en México, como sucede ahora en una gran cantidad de países, la edad para casarse ha ido aumentando gradualmente, algo que tiene importantes implicaciones para los novios, ya que al ser mayores, suelen por ejemplo, solventar una parte más grande del costo total de la boda.

La misma publicación afirma incluso, que casarse a los 30 años produce una reducción en la edad media de los invitados, pues como el círculo social ha crecido, los novios tienen opción a invitar a más amigos propios y menos de sus padres.

Publicado en el periódico El Informador en línea del 22 de octubre de 2021.


Ya lo decía Schopenhauer: el amor es un engaño de la naturaleza para conseguir la perpetuación de la especie. A las mantarrayas quizá les baste la emoción sublime de volar y el tranquilizador logro de aparearse, pero en nuestra especie, con las complicadas cabezas que tenemos, habiendo disociado sexo y procreación, enajenados de nuestra parte animal y conscientes de la superpoblación, las cuestiones amorosas nos cortocircuitan la sesera.

Y no hablo sólo del amor pasional y sexual. Hablo de la básica necesidad de que te quieran, algo que no sólo nos sucede a nosotros, sino también a muchos otros animales, como, por ejemplo, los perros.

Rosa Montero
publicado en la pág.7-A del periódico El Informador del 6 de marzo de 2022.


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