Corazón asadoAlgebra de parejasCorazón asado


Corazón Hombre inteligente + Mujer inteligente = Romance

Corazón Hombre inteligente + Mujer zonza = Affaire.

Corazón Hombre zonzo + Mujer inteligente = Matrimonio.

Corazón Hombre zonzo + Mujer zonza = Embarazo.


Compendio de demagogia amorosa

Aunque muchos enamorados piensan que son los más originales del mundo, deberían saber que desde hace siglos se utilizan las mismas frases para iniciar o terminar una relación. Y si no lo creen, a las pruebas nos remitimos:

Al momento del ligue

En los meses del romance Declaración de guerra Frases para el rechazo Consejos de ayer, hoy y siempre El momento patético de los aferrados Juan Alberto Vázquez y Rafael Tonatiuh
(v.pág.2 del periódico Público del 14 de febrero de 2003).

Frases útiles para terminar con alguien

Sutiles: Directas: Duro y a la cabeza: (v.pág.2 del suplemento "Ocio" del periódico Público del 4 de febrero de 2005).

Frases con que han cortado a algunos insistentes

(v.pág.114 de la revista Selecciones de julio de 2007).
Somos diferentes

El diario de ella:
El sábado por la noche lo encontré raro. Habíamos quedado de encontrarnos en un bar para tomar una copa. Estuve toda la tarde de compras con unas amigas y pensé que era culpa mía porque llegué con un poco de retraso a mi cita, pero él no hizo ningún comentario.
La conversación no era muy animada, así que le propuse ir a un lugar más íntimo para poder charlar más tranquilamente. Fuimos a un restaurante y él se seguía portando de forma extraña. Estaba como ausente. Intenté que se animara, empecé a pensar si sería por culpa mía o por cualquier otra cosa.
Le pregunté y me dijo que no tenía que ver conmigo. Pero no me quedé muy convencida. En el camino para casa, en el coche, le dije que lo quería mucho y él se limitó a pasarme el brazo por los hombros, sin contestarme.
No sé cómo explicar su actitud, porque no me dijo que él también me quería, no dijo nada y yo estaba cada vez más preocupada.
Llegamos por fin a casa y en ese momento pensé que quería dejarme. Por eso intenté hacerle hablar, pero encendió la tele y se puso a mirarla con aire distante como haciéndome ver que todo había terminado entre nosotros. Por fin desistí y le dije que me iba a la cama. Más o menos diez minutos más tarde, él vino también y, para mi sorpresa, correspondió a mis caricias e hicimos el amor. Pero seguía teniendo un aire distraído.
Después quise afrontar la situación, hablar con él cuanto antes, pero se quedó dormido.
Empecé a llorar y lloré hasta quedarme adormecida. Ya no sé qué hacer.
Estoy casi segura de que sus pensamientos están con otra. Mi vida es un auténtico desastre.
El diario de él:
El Madrid perdió. Al menos eché un polvo.

Romeo y Julieta murieron muy jóvenes, no tuvieron tiempo ni de pensar qué vendría después del arrebato amoroso.
Tenemos que imaginarlos vivos y morando en un hogar con todas sus peculiaridades. Problemas económicos no tendrían, pues ambos pertenecían a ricas familias. Pero en la vida de casados hay dificultades de toda clase.
Pongamos a Romeo y Julieta en el día de hoy con varios años de casados y tres o cuatro hijos. No dudo de que actualmente haya adolescentes que, al primer golpe de vista, se enamoren apasionadamente, creyendo que este fenómeno durará hasta la eternidad.
Lo interesante es que don Romeo y doña Julieta llevan en nuestro relato años de convivencia con la calentura de los niños, sus toses, sus llantos. Pasan muchas noches en vela y don Romeo, aun siendo rico, tiene que madrugar para atender sus negocios.
No creo que a esa hora doña Julieta le hable de la alondra cantarina ni de los bellos colores que siguen al alba. Don Romeo está de mal humor. Doña Julieta lo soporta, añorando los días lejanos en que ni pájaros ni violines entraban en su vida. Vuelven a ser Montescos y Capuletos, antipáticos, insoportables.
Aunque doña Julieta tiene empleadas domésticas, ella es la responsable de la marcha de la casa y ese día don Romeo encuentra la sopa fría y salada, y la carne durísima. Protesta. Los niños lloran. Doña Julieta se encierra en su cuarto. ¿Qué hacer? Ya no es la muchacha cursi de ayer. Romeo le parece otro. "¿Es posible que me enamorara de él?" Pero no quiere un desastre en su vida. Sin embargo, él no soporta la bobería de ella ni ella la soberbia de él. Romeo y Julieta, los de Verona, vivieron enamorados hasta el fin de sus cortas vidas.
Doña Julieta y don Romeo, hoy con vida larga y con prole, no saben qué hacer. Ella quiere refugiarse en el hogar paterno, él que se vaya. Y los niños llorando se aferran a las faldas de ella y al pantalón de él. Creo que recapacitarán, harán las paces y, sin cursilerías, llevarán una vida más o menos gris, sin alondras ni amaneceres, sin gritos ni llantos, y los niños volarán en cuanto puedan. Esta es la historia completa y sensata de don Romeo y doña Julieta en el día de hoy.

Gabriel Paz, escritora
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 31 de julio de 2007).


Cortejo
En algunas especies de animales, cuando llega la hora del apareamiento, el macho se acerca a la hembra y se produce de inmediato un acoplamiento. En los humanos y en muchas otras especies de fauna, hay un periodo de cortejo, el noviazgo, que puede llegar a ser muy largo y cuya duración era hasta cierto punto un misterio.
Una explicación posible acaba de ser publicada en el Journal of Theoretical Biology, y está basada en la teoría de juegos. La respuesta a por qué existen los cortejos prolongados es simple: le conviene más a la hembra.
¿Matemáticas para describir al noviazgo? Por raro que parezca, Robert Seymour, del University College, y Peter Sozou, de la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres, crearon un modelo matemático que ofrece dicha respuesta.
Detrás de todo está la estrategia: la hembra quiere entablar una relación con quien le ofrezca un mejor futuro, y el macho quiere acoplarse. A los dos les conviene que el cortejo dure. ¿Por qué? Porque así el macho puede exhibir sus aptitudes ante la hembra, en tanto que ésta puede calibrar si el macho es apropiado para aceptarlo como pareja.
El modelo creado por Seymour y Sozou pone a jugar a un macho y una hembra en un encuentro de cortejo sin límite de tiempo; el juego termina cuando una de las partes deja el juego o cuando la hembra acepta al macho por pareja.
Las condiciones de la simulación podrían parecer simplistas u obvias, pero el resultado es intrigante. En el modelo, necesariamente simplista y esquemático, los machos existen en 2 "sabores": "bueno" y "malo". Este no es un juicio moral: significa bueno o malo desde la perspectiva de la hembra: un macho será bueno si tiene disposición a cuidar de las crías después del apareamiento; malo, si no está dispuesto a hacerlo.
En el esquema, se considera que la hembra gana si se acopla con un macho "bueno", y que pierde si se acopla con un macho "malo". Así las cosas, le conviene tener más información para tratar de averiguar si el macho probablemente será bueno ya aceptada la relación.
Parte del dilema, dijo Sozou, es que la hembra nunca podrá estar seguro de elegir al macho apropiado. "Ella no puede eliminar este riesgo por completo a menos que decida nunca aparearse".
En el modelo, el macho gana si se aparea, y punto. Pero su resultado es más positivo si se trata de un macho "bueno" y no de uno "malo".
Cuando se ejecuta el modelo, lo que se busca es condiciones de equilibrio estable en términos evolutivos. En otras palabras, los expertos buscaban conductas en las que se cumplieran 2 condiciones: las hembras estarían funcionando lo mejor posible de cara a la conducta de los machos; los machos estarían funcionando lo mejor posible de cada a la conducta de las hembras.
Seymour explicó la situación recordando que en las personas los noviazgos pueden durar largo tiempo. El cortejo humano, dijo, "puede involucrar una secuencia de cenas, idas al teatro y otras salidas que duran meses e incluso años".
En el cortejo, una de las partes paga la mayor parte del costo financiero, pero para los dos hay una importante inversión en tiempo.
La pregunta que se quería responder, dijo Seymour, es por qué no se acelera la situación para reducir el costo del cortejo. "La respuesta parece ser que un cortejo más largo es el modo en que la hembra puede adquirir información sobre el macho".
Según el modelo, los machos "buenos" están dispuestos a extender más tiempo el cortejo que los machos "malos", de modo que para las hembras, ganar tiempo equivale a reducir sus probabilidades de acoplarse con un "malo".
"Los cortejos largos son un precio que se paga por aumentar la probabilidad de que el acoplamiento, si ocurre, será un empate armonioso que beneficie a los dos sexos", señaló Seymour.
Tal es la razón detrás del viejo consejo de que la mujer no debe dormir con el hombre en la primera cita. Pero también debe sopesar con cuidado cuánto tiempo esperar para aceptar al hombre como pareja: si lleva las cosas demasiado lejos, incluso el hombre "bueno" acabará renunciando al cortejo.

(V.pág.24 del periódico Público del 18 de enero de 2009).


Pretextos típicos para terminar una relación

Seguramente todos hemos tenido y terminado algún tipo de relación con el sexo opuesto, llámese noviazgo, amistad o free. Por lo general los hombres iniciamos la relación y ellas la terminan (aunque no existe un estudio estadístico que lo demuestre) pero insisto, esto es sólo una generalidad.
A continuación presentamos algunos de los pretextos favoritos para terminar con la relación en turno sin lastimar demasiado.
COMO ESTOS PRETEXTOS ESTÁN MUY TRILLADOS, TE PRESENTAMOS UNA LISTA CON NUEVAS Y CREATIVAS FORMAS DE TERMINAR UNA RELACIÓN DE MANERA SIMPLE, DIVERTIDA Y SIN LASTIMAR A NADIE Mac
(v.pág.8-B del periódico El Informador del 2 de mayo de 2009).
Leí en The New York Times un interesante artículo de Laura A.Munson sobre una mujer que se negó a comprar la crisis de la mediana edad de su pareja. Después de 20 años de matrimonio, 2 hijos y perro, un buen día el marido le salió con que había decidido que ya no la amaba y que se marchaba de casa. Dijo que necesitaba ser feliz y que sus hijos comprenderían. Ella no lloró ni suplicó que se quedara. Detectó que había un problema, y que su marido estaba pasando por una crisis, pero comprendió que ella no podía resolverlo porque simple y sencillamente no era su crisis. ¿Qué era lo que sí podía hacer? Entender que ella no era culpable ni responsable de la crisis. Por ello se limitó a decirle: "No te lo compro".
Sensata mujer, decidió compararlo con un berrinche de los que hacen los niños pequeños. Ya sabe, patalean, lloran y gritan cuando algo no les parece. Es parte de crecer. Sus padres lo saben, así que en medio de la pataleta, jamás considerarían reaccionar con otra pataleta, gritando y llorando igual que los pequeños. Sería absurdo. Por eso tratan de calmarlos y esperan a que pase el berrinche. Por supuesto que, por grande que sea el berrinche, saben que no tiene nada que ver con su actuación paterna, no lo toman personal y desde luego que no cambia el cariño que sienten por el berrinchudo.
Es imposible que a todos nos caigan los veintes al mismo tiempo. La señora del artículo había aprendido que si bien es cierto que las cosas externas nos dan satisfacciones, la verdadera felicidad no puede venir más que de uno mismo, pero su marido todavía no llegaba a esas conclusiones. Cual niño berrinchudo que le dice a su mamá "que mala eres" en el momento del berrinche, él culpaba a la relación y a ella de su insatisfacción personal. Así que al igual que una madre sensata, ella dejó que se le pasara el berrinche. Le dijo tranquila y calmadamente que le daría el tiempo y la distancia necesarios, pero que no quería tomar decisiones en un momento así; ella quería una separación responsable.
Tuvo la inteligencia necesaria para darse cuenta que su marido estaba sufriendo y que lo único que podía hacer era darle el espacio necesario para resolver sus problemas. Finalmente su sensatez rindió frutos, ya que después de unos meses él salió de su bache personal y regresó a casa. Claro que no fue fácil; fueron meses difíciles, pero sin duda haberse negado a asumir alguna responsabilidad por problemas que no le correspondían fue lo mejor que pudo hacer. No le compró sus problemas, no lo tomó personal y le dio el espacio que necesitaba para que él pudiera hacerse cargo de su crisis.
El artículo me dejó pensando cuántas veces no compramos problemas ajenos. A lo largo de nuestra vida tendremos varias crisis, igual que las personas a quienes amamos. No sabemos cuándo ni por qué, pero es seguro que llegarán. Pero a menudo, cuando llegan, en vez de dejarlas pasar y tomar una sana distancia, permitimos que la confusión que viven quienes queremos nos enrede y lastime.
Cuando nos toca estar en crisis, resulta mucho más fácil repartir culpas que aceptar la responsabilidad por nuestras acciones. Cuando nos toca estar cerca de alguien que está pasando por una crisis y reacciona con un gran berrinche, lo sensato sería dejar que pasara y ceder algo de espacio. Sin embargo, perdemos el foco y nos compramos los problemas de otros. Acabamos pensando que sí somos culpables de lo que se nos acusa, o nos sentimos lastimados por los reproches.
No sólo eso: muchas veces compramos los juicios y descalificaciones de otras personas que ni siquiera son tan cercanas, acerca de nuestra manera de ser o de pensar. Nos enganchamos en discusiones interminables tratando de defender nuestro punto o de justificar nuestra existencia, lo cual acaba siendo una total pérdida de tiempo. Ante la intolerancia de otros, lo mejor que podemos hacer es no aceptar sus ideas y no permitir que sus opiniones nos afecten.
Tal vez uno de los aprendizajes más importantes que podemos hacer y uno de los mejores veintes que nos pueden caer es ése. No comprar problemas ajenos. En teoría suena fácil pero en la práctica se complica. En lo personal, el ejemplo del berrinche de Laura Munson me ayudo a ver las cosas de otra manera.
Cada quien sus berrinches. Cada quien sus problemas. Es asunto mío no comprar el cuento de problemas ajenos; es asunto mío no permitir que esos problemas ajenos me afecten. No tiene caso perder el tiempo tratando de resolver problemas que en realidad son imposibles de resolver, porque no somos quienes debemos resolverlos.
Igual que nosotros, muchas veces nuestros amigos, familiares, parejas o colegas están en fase berrinchuda lo mejor es alejarnos, tomar distancia, aguardar el tiempo que necesiten para resolverlo. Salvo contadas excepciones, las crisis personales no son eternas, y tarde o temprano las aguas vuelven a su curso. No es fácil alejarse, pero si nos quedamos cerca o si compramos el problema, tenemos muchas probabilidades de que la relación sí se dañe, tal vez irreparablemente.

Fernanda de la Torre
(v.pág.30 del periódico Público del 13 de septiembre de 2009).


Se dice que los hombres somos cazadores por naturaleza y que conquistar es nuestro deporte favorito. Todos lo hemos hecho alguna vez y lo más curioso es que seguramente utilizamos las mismas frases según la ocasión. Quizá por eso muchas veces la conquista no prosperó...
A continuación algunas frases típicas:

Ligue (primer acercamiento)

- ¡Hola! ¿te han dicho que te pareces a Salma Hayek?
- Nunca había conocido una chava tan linda como tú.
- No eres de aquí ¿verdad?
- No todos los hombres somos iguales.
- ¡No puedo creer que no tengas novio!
- ¿Por qué no vives el momento? hay que fluir con la noche.
- Claro que mañana te voy a llamar.

Cuando estás quedando...

- Soñé contigo anoche.
- Quiero saber todo de ti.
- No creas nada de lo que te dicen de mí.
- Creo que me estoy enamorando.
- Soy muy maduro para mi edad.
- Qué bien me caen tus amigas.
- ¿Celoso yo? ¡para nada!

Cuando quieres cortar...

- Estoy confundido.
- Necesito tiempo para pensar bien las cosas.
- Tengo muchos problemas en la casa.
- Es que se me está juntando todo con la chamba.
- ¡Claro que vamos a ser amigos!
- No eres tú, soy yo.
- No hay nadie más... simplemente quiero estar solo.

Cuando quieres que te den "aquellito"

- Vamos a un lugar donde podamos platicar "agusto"...
- ¿No confías en mí? ¿qué te puede pasar?
- No voy a hacer nada que tú no quieras.
- Vamos a ponernos bien borrachos tu y yo ¿sale?
- Qué tanto es ¿tantito?
- Déjate llevar... lo espontáneo es lo mejor...
- Es que ¡¿no me quieres?!
- Es que yo soy hombre ¡no soy de piedra!
- ¿Quieres que vaya a buscar a otra?
- ¡Claro que no te voy a dejar nunca!
- Es que nomás prendes el boiler ¡y no te metes a bañar!

Mac
(v.pág.11-B del periódico El Informador del 28 de noviembre de 2009).


Parece ser qué los hombres tienen más claro que tipo de relación quieren establecer con una mujer y menos problemas para expresarlo, que nosotras. Saben perfectamente que hay algunas que serán sólo para salir una noche de jueves (o varias), otras están en la categoría de "presentar a sus papás". Unas pocas, se llevan el calificativo de "la quiero para madre de mis hijos". Cada una está en un "cajón mental", explica claramente qué tipo de relación quieren con cada una de esas mujeres, sin engañarse. Definitivamente no le van a presentar a sus papás a la chica que sólo quieren para salir los jueves en la noche. Probablemente, tampoco la van a tratar igual que como tratarían a la que quieren para madre sus hijos.
A nosotras se nos complica más el asunto. Son pocas las mujeres que admiten que a uno lo quieren únicamente para los jueves en la noche y a otro para marido o padre de sus hijos. Por lo general se nos complica separar las cosas y ponemos todo en el mismo cajón mental, lo que nos ha ocasionado dolores de cabeza más de una vez. Las mujeres solemos buscar cualidades de marido o de padre de nuestros hijos en el chavo con el que estamos saliendo, sin ver que no todos pueden (o quieren) estar en esa clasificación. Nuestra tendencia a idealizar, nos dificulta aceptar que hay relaciones que no van a llegar a alguna parte fuera de ese jueves por la noche.
Pregunté a varios hombres si era posible cambiar de categoría. Es decir, si la mujer que en un inicio tenía cara de "sólo para el jueves en la noche" podía pasar (después de varios jueves) a categoría "madre de mis hijos". Negación categórica. Hay mujeres con las que sólo quieren tener sexo y por bueno que sea, no quieren que la relación vaya más allá. Saben que terminará algún día, que simplemente es algo pasajero, sin formalidades.
Algunas veces la atracción es recíproca, otras no. Toma poco tiempo saber si hay interés romántico con alguien. Después de una o dos citas sabes si queda en el cajón mental de "sólo cuates" o "es un tipazo pero no es para mí" o si quieres seguir saliendo con él y puede haber algo más. El reconocer la atracción no representa mayor problema, el saber qué tipo de relación podemos tener con esa persona que nos atrae es más complicado y toma más tiempo.
El problema, como siempre, es la falta de claridad. Si los dos están de acuerdo con que es una relación casual, aunque duela cuando termine, nadie sale lastimado porque no hay engaños. Cuando no somos claros, ya sea porque hay una gran confusión o porque nos parece más cómodo no definir la situación es cuando lastimamos innecesariamente a los otros.
Por dolorosa que sea la verdad, lo es menos que las mentiras. No es fácil ni agradable escuchar que la persona con la quieres entablar una relación tiene otro compromiso o sólo quiere algo pasajero; tampoco es fácil decirlo. Por incómodo que sea, es siempre mejor conocer el terreno que pisas para tener opciones y decidir si a pesar de la situación quieres algo con esa persona o prefieres seguir tu camino.

Fernanda de la Torre
(v.pág.31 del periódico Público en línea del 29 de noviembre de 2009).


Hay sacerdotes católicos que, asumiendo de antemano su responsabilidad "ante Dios", promueven el preservativo, tanto para prevenir el contagio de enfermedades de transmisión sexual, como para evitar embarazos no deseados. Su planteamiento -un tanto heterodoxo, obviamente- cabe en esta admonición (a los jóvenes, especialmente): "Todo lo relacionado con el sexo fuera del matrimonio, es, para la Iglesia, materia grave de pecado; ahora bien: si ya tomaste la decisión de pecar, toma la precaución, al menos, de no cometer un segundo error...". Ítem más: "La contrición y el sacramento de la Penitencia, te libran del pecado; del sida o de un embarazo indeseable -puntualizan-..., no".

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 23 de noviembre de 2010).


Bluetooth vs WiFi.

Las pasiones más felices son las que siempre se postergan, las que conservan toda la vida la ilusión de su eventual consumación; consumación que desde siempre ha sido destino trivial de todos los romances y encuentros amorosos. Por eso Shakespeare, a la intensa pasión de Romeo y Julieta, la congeló oportunamente con la muerte para preservarla al margen del destino y fin de las pasiones comunes.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 17 de marzo de 2012).


¿Valió la pena avanzar en consolidar el derecho de toda mujer a ser tratada como igual por los hombres, sin importar el voluntario o involuntario descuido en que han tenido que dejar a nuestros hijos, para poder obtener un ingreso más para la familia?
Las recurrentes crisis económicas que hemos tenido que vivir en nuestro país -desde que tengo uso de razón- pueden ser consideradas como una "justificación" para que las mujeres salieran de casa en busca del sustento diario. Unas por ser madres solteras, otras por haber sido abandonadas por sus maridos o parejas, y otras más, porque el ingreso del jefe de familia resulta insuficiente para poder suplir las muchas necesidades que se dan en torno de la misma.
El caso es que, a partir de entonces nuestros hijos -y hasta nietos- han tenido que ser abandonados o semi abandonados, provocando un cúmulo de problemas sociales que tienen que ver con la formación o mejor dicho, mal formación de los hijos (que casi por ley natural recae en la madre).
La situación en el ámbito escolar se ha visto rezagada, entre otras causas debido a que la madre de familia no puede estar al pendiente de tareas, comportamiento y seguimiento de todo tipo -muchas de estas madres de familia son profesoras, pero a ellas les ocurre lo mismo-. La delincuencia infantil, juvenil y de los adultos se ha incrementado notablemente, al grado de que muchos niños y jóvenes manifiestan aspiraciones de llegar a ser parte de la delincuencia organizada.
El incremento en el consumo de alcohol y todo tipo de drogas ha crecido enormemente, y ello se debe también -entre otras causas- a la falta de atención y disciplina que solamente la familia puede propiciar.
En tanto, las pugnas por alcanzar la igualdad de parte de las mujeres continúa a todo vapor, pues aunque se reconoce que han tenido avances importantes -voto ciudadano, empleos de primer nivel, participación y representación política, entre muchos otros-, aún es insuficiente y la igualdad de género está lejos de ser alcanzada en su cabalidad.
Para más, y producto de lo mismo, el número de divorcios y de parejas que deciden no casarse, ha aumentado de manera considerable, sin importar las creencias religiosas que dicen profesar, pues la pugna entre unos y otros es permanente.
Luego entonces, la pregunta inicial retumba en el consciente e inconsciente de miles de personas -si no es que millones-. Por ello, considero que tenemos que llegar a un acuerdo al respecto y decidir cuál es el papel de la mujer, pero eso sí, sin que el quedar en casa sea menospreciado, sino al contrario, valorado en su justa dimensión.

Cuauhtémoc Cisneros Madrid
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 15 de abril de 2012).


Hay uno para cada quien.

Las mujeres que más se añoran a la hora de los balances postreros, son quizás aquellas que no se decidieron a amarnos y nos libraron de las terribles cargas y consecuencias de todo amor.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 7 de julio de 2012).


Las peticiones de divorcio en aquellos casos que la ciudadanía requiere el apoyo de la Procuraduría Social del Estado de Jalisco han aumentado significativamente. En la actualidad se otorgan más de 600 atenciones al mes, lo cuádruple de hace 5 años, cuando se recibían 150 casos en promedio.
"Hace 5 años había 7 divorcios necesarios en promedio mensual y por mutuo consentimiento 139, y ahora tenemos más de 300 de cada uno", informó la titular de la dependencia, Beatriz Eugenia Martínez Sánchez.
La funcionaria enumeró las principales causas por las que se demanda el divorcio y encabeza la lista la falta de pago para la manutención de los hijos: "La más frecuente es la no ministración de los alimentos [...] que no aporta [el hombre] a la casa. Otro de los puntos más comunes es la incompatibilidad de carácter, y otro tema es la infidelidad [...]. Y la violencia es un tema importante".

(V.pág.12 del periódico Milenio Jalisco del 16 de noviembre de 2012).


Está la suerte de haber encontrado a alguien capaz de acompañarte a través de los años y la fortuna de que no se haya muerto. Pero fuera de esto, no creo que ninguna historia les haya salido regalada. Es decir: seguro que se han peleado mil veces, se han gritado y han tenido momentos en los que han querido mandar al cónyuge a la Conchinchina. Quizá incluso se hayan separado de forma temporal. Tal vez tuvieron amantes. Las relaciones de pareja nunca son fáciles. A decir verdad, son dificilísimas. Para perdurar de esa manera y seguir queriéndose (hay matrimonios ancianos que se odian y se infligen mutuamente una vejez de infierno) hace falta pelear mucho por la relación, ser generoso, tener la perseverancia de una estalactita.
No seré yo quien diga que hay que aguantar en pareja contra viento y marea. Eternizarse con la persona inadecuada puede arruinarte la vida, y es una maravilla que el divorcio exista. Pero también creo que vivimos en una sociedad que mitifica la gratificación instantánea y no valora el esfuerzo. Creemos que nuestra vida tiene que tener esa alegría constante que nos muestran los melosos anuncios publicitarios, pero la realidad no es en absoluto así. Para construir un futuro a dos hay que trabajar muchísimo y tragar más de un sapo. Es una maldita batalla, en fin, pero merece la pena. Aunque también creo que cada uno debe llegar a su punto de equilibrio entre la tenacidad y el número de sapos que está dispuesto a engullir.

Rosa Montero
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 14 de mayo de 2017).


Hay una lista enorme de conductas, actitudes y emociones que propician un malestar frecuente entre las parejas, lo que conlleva a una tensión y discordia en el matrimonio.
Veamos algunas de ellas:
  1. La falta de respeto. Tratar de imponer, manipular, confundir, engañar e impedir que el otro ejerza su libertad, su opinión y forma de ser. Ofender, insultar, denigrar, rechazar, devaluar y agredir. Cualquiera de las anteriores es capaz de desatar un malestar, lo que es motivo de inicio de un pleito.
  2. La interpretación incorrecta de lo que dijo o hace el otro. Suponer y tener una lectura equivocada del lenguaje y además darlo como un hecho verdadero, y llegar al colmo de querer defenderlo a toda costa. Como el clásico "tú sí lo dijiste"; "o no fue así".
  3. No aceptar los problemas personales y echarle la culpa al otro. Los conflictos psicológicos de la propia historia y estárselos adjudicando. Involucrarlo en algo que no le corresponde. Como por ejemplo: "lo que haces me aleja de ti", "no me satisfaces", "es que tú no tienes tiempo para mi", etc.
  4. Hablar emocionalmente con el orgullo en la mano. Sentir que se tiene la razón y discutir las cosas en forma defensiva. Como si fuera una competencia que se tiene que ganar a toda costa. Las personas orgullosas son un dolor de cabeza en todas las discusiones. Se les cierra la mente y sólo buscan argumentos para defender su postura, no tratan de entender la del otro.
  5. Poner el género por encima de la persona. Todos los hombres piensan así y son mentirosos. O las mujeres son sensibles. Generalizar y poner etiquetas acorde al género, y querer a fuerzas que el otro las tenga.

Guillermo Dellamary
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 29 de octubre de 2017).


No sé exactamente por qué pasa, pero el hecho es de que muchas parejas viven enojadas, algunas con justificada razón y otras porque simplemente no saben convivir de otra manera.
El enojo es una emoción muy fuerte y destructiva, produce muchas reacciones de agresividad y hasta de violencia, tanto sentimental como física.
Lo peor del asunto, es que el que suele enojarse, tiende a encontrarle explicaciones que suelen recaer en el otro. Es decir le echa la culpa a su pareja: "Estoy enojado por lo que dijiste", "me enoja que no me hagas caso", "me irrita que me hables así" y en fin la lista puede estar llena de motivos para estar enojado.
El problema es que el enojo altera la calidad de la comunicación y la espontaneidad de la relación, porque la persona enojada no está bien hasta que deje de estarlo. Y desgraciadamente los "enojones" esperan que sea la pareja el que los contente y no se quieren hacer responsables de sí mismos.
El modo de tratar a la pareja cuando se está enojado, no es nada grato, se necesita de mucha paciencia y tolerancia para aguantarla. Y aun así es difícil lograr darles gusto. Y lo que muchas veces acaba por suceder es que logran hacer enojar al otro y acaban los dos de muy mal humor.
Los reclamos y malos tratos son parte de las manifestaciones que tiene un cónyuge enojón para mantenerse en su egoísta posición. Finalmente no les importa lo que ellos le hacen a los demás, están enojados y punto, y sobre todo por lo que a ellos les hicieron. Llegan a creer que su enojo se justifica.
Decimos que es indispensable repensar el matrimonio, debido a que hay muchos conflictos en la pareja de diversa índole. Pues uno de ellos es este sensible sentimiento-emoción que trae como locos a muchos esposos.
Aunque los valores tradicionales, como la paciencia, el respeto, la tolerancia, la prudencia son efectivos para cortarle las alas a una pareja que parece vivir enojad@. No es suficiente, se necesitan recursos psicoemocionales más contundentes para frenar este importante y dañino virus. Si usted es de los que se enoja fácilmente o vive enojad@, atiéndase y no haga enojar también a su pareja.

Guillermo Dellamary
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 5 de noviembre de 2017).


Me parece que cuando estamos enamorados y decididos a casarnos con una persona que amamos, no logramos tomar conciencia de la promesa que hacemos, de ser fieles en lo prospero y en lo adverso por todos los días de nuestra vida. Lo podemos decir muy fácilmente, y nadie va a negar que sabía a lo que se estaba comprometiendo, pero no se tiene plena conciencia de lo que implica prometer semejante fidelidad.
Ser fiel es cumplir lo que uno promete, es dar firmeza a las palabras con los actos y demostrar que lo que se ha prometido se lleva a cabo en la práctica.
Pero al pasar los años, el enamoramiento tiende a disminuir, por supuesto que no en todos los casos, pero sí baja de intensidad, y al mismo tiempo se topa uno con la realidad oscura de la otra persona. La que ya no nos gusta y atrae tanto. Entonces ya comienza a ser un poco más difícil mantenerse en lo dicho, y las palabras pronunciadas el día del matrimonio, ya no tienen la misma fuerza.
Llega el momento en que el desinterés, la disminución en la atracción, las discusiones, los pleitos, las ofensas y sobre todo la falta de amor, hacen muy fácil que un buen día se te haga muy fácil romper tu promesa. Y hacer lo que se supone nunca debiste haber hecho.
Nos falta firmeza para sostener lo que prometimos el día de nuestra boda.
Le vamos restando importancia a nuestro compromiso.

Guillermo Dellamary
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 19 de noviembre de 2017).


Está previsto que no habrá pareja que no se meta en el lío de discutir las diferencias de opinión que existen entre marido y mujer. Desde luego que hay exepciones que confirman la regla.
Es indispensable comprender que los hombres, ciertamente, pensamos muy distinto que las mujeres. Y no es que uno u otro tengan mayormente la razón, sino que el enfoque, la percepción, la manera de entender y de vivir la vida es realmente diversa y por ello puede ser complementaria.
Resulta inadmisible que una pareja venga con el planteamiento de que tienen problemas entre sí, debido a que piensan diferente. Y es tan evidente, que parece que no se han dado cuenta de que es eso precisamente de lo que se trata. De pensar en forma diversa, pues obliga a que para hacer las cosas se requieren de acuerdos y todo tipo de negociaciones. De lo contrario, habrá dificultades y distanciamiento.

Guillermo Dellamary
(v.pág.10-B del periódico El Informador del 3 de diciembre de 2017).


Sabemos que para llegar al matrimonio se necesitaron de muchos previos acuerdos, de amplios diálogos que concluyeron en decisiones en favor de la cercanía y la unidad.
Sin embargo, en aquellos momentos de glorioso romanticismo, el noviazgo aún no era capaz de visualizar el arduo camino de la discordia.
De las semejanzas encontradas durante el noviazgo, es indiscutible que en algún momento surgirían las diferencias, que en vez de llegar a coincidir, en algún momento llegarían al desacuerdo.
La palabra discordia tiene diversas implicaciones, entre ellas el de alimentar la rivalidad y provocar frecuentes enfrentamientos. En donde las opiniones y los puntos de vista resultan completamente opuestos, lo cual provoca multitud de emociones negativas, entre ellas el enojo, la intolerancia, la desesperación y las ofensas.
El desacuerdo puede llegar al extremo de provocar enemistad y ver al entonces amor de tu vida, como a alguien desconocido y sin ganas de convivir.
La discordia genera una sensación de ruptura, desagrado, ganas de pelear y de ampliar las discusiones hasta extremos de fatiga y alteración de todo tipo de sentimientos y emociones, que acaban por inducir no querer ver a esa persona y sentir graves dificultades de comunicación. Especialmente ver muy lejano el llegar a un acuerdo. Exactamente lo opuesto a lo que llegó a suceder cuando eran novios.

Guillermo Dellamary
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 17 de diciembre de 2017).


La discordia en la pareja se manifiesta con constantes e incómodas discusiones.
Acaban siendo pleitos llenos de sentimientos negativos, de ofensas, malos entendidos, e inútiles y malas interpretaciones de lo que ha dicho el otro.
Peor aún, se convierten en maratónicos y prolongados dimes y diretes, sin que muchas veces se consiga algún acuerdo en concreto. Definitivamente se convierten en una desesperante pérdida de tiempo. Donde los 2 suelen salir heridos.
Si tan siquiera discutir llevara a un buen y felíz acuerdo, bueno... valdría la pena, pero las discusiones no son el óptimo de la comunicación humana. Pues antes que nada está el diálogo. Es decir la capacidad de argumentar y disertar de una manera respetuosa.
Si tan sólo aprendiéramos a dialogar y a no caer en discusiones, estaríamos en un buen camino para dirimir todo tipo de conflictos.
Pero el problema es que la mayoría de las discusiones tienen que ver con el EGO, es decir con el orgullo de no dejarse vencer por los argumentos y las opiniones del otro. Es un tajante no dejarse a que el otro se salga con la suya y resulte que yo soy el que está equivocado.
Eso es insoportable para el EGO, y hay que defenderse a toda costa de quedar uno haciendo el ridículo frente al otro. Uno tiene que demostrar que sí tiene la razón y que el otro es el que se ha equivocado.
En las discusiones, ya invadidas por el tóxico veneno de la discordia, las emociones negativas saltan por doquier y alteran a la persona con todo tipo de enojos y altibajos emocionales, se cae muy fácilmente en sentirse herido, como el de jugar el papel de mártir o de sufrido, como también recurrir al chantaje, la amenaza y los francos insultos, con una voz y un modo francamente altaneros.
De las discusiones no suele salir nada bueno, y cuando una pareja discute mucho es un síntoma muy claro de que ya están invadidos por el virus de la discordia. Hay que buscar remediarlo de inmediato. Y una forma muy sencilla es tomar conciencia de que tu pareja no es tu enemigo, es más, nunca olvidar que es el ser más amado con el que decidiste compartir tu vida.
Aquí es donde el AMOR vence al EGO.

Guillermo Dellamary
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 24 de diciembre de 2017).


Las discusiones se pueden hacer crónicas y convertirse en un verdadero síntoma de gravedad, cuando hay gritos y altercados, cuando se ofende e insulta, cuando se manotea y empuja. Peor aún, cuando se rompe la relación y se da el portazo para irse del lugar, trabado del coraje.
Querer dominar al otro, obligarlo a que acepte la propia versión, recurrir a descalificar su punto de vista o devaluar su memoria con argumentos tan simplistas, como: "yo sí tengo buena memoria y tú no, no te acuerdas ni de lo que dijiste, en cambio yo sí".
Las discusiones estériles, son peores cuando se redunda, una y otra vez, en el mismo punto y no se sale de allí. Sobre todo con la repetición, necia y terca, de las mismas posiciones sin ni si quiera querer escuchar lo que el otro tiene que decir.
Es muy evidente que tener una pareja con la que se discute tanto es agobiante, acaba por ser una pesada y fatigosa relación, que invita a no querer ni ver a una persona con la que se volverá a caer en la misma monserga.
Cuando pasan noches de una relación fría, envuelta en las sábanas de la indiferencia y la cobija de la discordia, la vitalidad de la vida conyugal se desvanece ante el deseo de querer salir corriendo y mejor estar con quien sí te la llevas bien.
De aquí la importancia de atenuar las discusiones, y de ser posible no iniciarlas, para no tener que llegar a pasar noches de almas oscuras y espaldas que no se tocan.
Un riesgo, que de persistir, es que la ruptura es casi inminente aunque puedan pasar más tiempo viviendo en el mismo espacio, pero sin el afecto y el cariño que facilitan la concordia y la convivencia alegre y respetuosa.
Así que el concepto de matrimonio debe incluir, desde sus primeros días de vida, un armario lleno de herramientas y recursos para no discutir y vivir en discordia. Que ya sabemos que van a llegar más temprano que tarde, y para limar asperezas de una manera pronta y eficaz.

Guillermo Dellamary
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 31 de diciembre de 2017).


Es un enfado vivir con alguien que discute frecuentemente, que se le hace fácil sacar un enfrentamiento de cualquier cosa. Desde reclamar lo que le parece en el momento, hasta entrometerse e interrogar lo que encuentra sospechoso.
La fatiga es inevitable, algún día te hartas de vivir así, y cuando quieres romper la relación, te das cuenta de que estás atado a un mundo tortuoso del que no es fácil salir. Es cuando surge un desagradable sabor de amargura, que impide disfrutar y gozar de lo que sí se tiene, por culpa de esa nefasta manera de relacionarse.
Como se puede comprender, es algo que sí pasa, los matrimonios enfermos de discordia se echan a perder su calidad de vida en un proceso crónico y enfermizo.
De aquí la importancia de repensar las relaciones de matrimonio a base de evitar, a toda costa, a caer en semejante manera de convivencia.
Los esposos no tienen por qué pensar de la misma manera, de entrada cada quien tiene su opinión y forma distinta de ver el mundo. El diálogo facilita el llegar a un acuerdo y aprender a ceder respetuosamente, sin querer imponer ni obligar al otro.
Se trata de ayudarse mutuamente, de hacer todo lo posible para que se la pasen bien, no para convencer al otro de cómo se debe de vivir la vida, y para ello tener que enfrentarse y discutir.
En esta época, vemos mucha gente amargada, urgida de nuevas relaciones porque ya no soportan la que tienen, porque en su propio hogar no encuentran ni la paz, ni la armonía para vivir con gozo.
Proponemos un alto a la guerra conyugal, un armisticio, un tratado de no violencia, dejar los pleitos y los malos modos, abandonar las emociones destructivas y tóxicas.
Dedicarse mejor a limpiar la basura emocional de la casa interior y levantar un ambiente de mayor armonía.

Guillermo Dellamary
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 7 de enero de 2018).


Para repensar el compromiso del matrimonio, debe ser un requisito verificar que ninguno de los 2 contrayentes sea celoso y posesivo, pues de seguro sus celos crecerán con el tiempo y harán de su vida conyugal un verdadero infierno.
Vivir al lado de una persona celosa es insoportable, pues además de vivir con miedo y desconfianza, se siente con el derecho de cuestionar, reclamar y sobre todo agredir, dado que en el fondo está convencida de que tiene que controlar y someter al otro, para impedir que la vaya a engañar.

Guillermo Dellamary
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 21 de enero de 2018).


Según las encuestas, uno/una de cada 3 jóvenes españoles entre 15 y 29 años consideran normal o inevitable controlar a su pareja; y un 27.4% del mismo abanico de edad piensan que la violencia de género es normal dentro de una relación sentimental.
La idea de que el amor peligroso, el amor dañino, es mucho más intenso, más puro y fascinante es una vieja creencia que ha causado infinitos sufrimientos. También los hombres caen en estos pozos, desde luego, aunque la tradición machista ha hecho que las mujeres ganemos en este triste terreno por goleada. Yo diría que por cada 10 mujeres puede que haya un hombre. O eso cabría deducir, por ejemplo, de las cifras de la violencia doméstica. De media, al año mueren en España unos 6 o 7 varones a manos de mujeres (sí, también hay hembras criminales), toda una tragedia, desde luego, pero numéricamente muy inferior a las 55 asesinadas en 2017.
Los celos, sean de él o de ella, no son un signo de amor, sino de enfermedad. Llorar por una relación sentimental no es una medida de su intensidad, sino de que algo va muy mal. Y sobre todo nosotras, las mujeres, a quienes el machismo nos ha convertido en víctimas principales de esta engañifa, tengamos claro que los chicos malos son simplemente eso, egoístas, sexistas, groseros, insufribles, quizá incluso peligrosos psicópatas. Y que no les vamos a cambiar, aunque nos creamos sus redentoras. El sapo seguirá siendo toda la vida un sapo por más que lo beses. Yo también tuve a los 24 años un novio que me dijo: "Me dejarás, como todas. No serás capaz de soportarme". Y yo, necia como tantas, pensé que lo salvaría de sí mismo. Al año comprendí que él tenía toda la razón y le dejé, tras haber aprendido para siempre que si un chico viene y te dice: "No soy un ángel", hay que contestar: "Desde luego que no: eres un imbécil", y seguir con tu vida sin él tan ricamente.

Rosa Montero
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 21 de enero de 2018).


Son muchas las parejas en que los 2 padecen de celos, es decir, tal para cual.
Y además sienten que es una forma de cariño e interés por el otro, en pocas palabras, si me celas, entonces te importo y entiendo que así me das muestras de tu amor. En cambio, si no me tienes celos entonces ni te importo ni me amas.
Y así la pareja se la vive nutriendo y fomentando sus celos, entre uno y el otro como si se tratara de una adecuada manera de vivir su intimidad y amor.
Pero, aunque la misma pareja no lo note, ya están inmersos en un sistema de control, suspicacia y desconfianza, que tarde que temprano terminará por asfixiar la libertad de ambos.
Y se supone que la mejor manera de relacionarse, es sin desconfianza, con admiración, respeto y desde luego dejar ser al otro lo que considere conveniente, sabiendo que sus decisiones están sustentadas en la fidelidad y el compromiso, del cual no se debe ni dudar.
El cariño y el afecto no requieren de una supervisión y una vigilancia, ni tampoco vivir con el temor y la preocupación, de que en cualquier momento lo puedes perder, porque hay alguien que te lo quiere arrebatar, o porque tu misma pareja ya deje de dártelo.
Una relación de celos mutuos, es un vínculo atrapado en la necesidad de demostrar que se posee y que se necesita cuidar la pertenencia que se cree propia.
El problema es que se vive en un constante temor de perder el afecto y el cariño, lo que a su vez provoca una extraña sensación de creer tener el derecho a reclamar y a pelear, en ocasiones hasta con violencia o emocional o física, a quien se dice amar tanto.
Cuando se llega a este punto, entonces el estado de ánimo de los 2 ya no es del todo grato, se enturbia la vida cotidiana, y se exponen a que cualquier desliz de una supuesta infidelidad, se desate el monstruo agresor. Y no hay necesidad de narrar lo que puede llegar a suceder si en realidad hay conductas y síntomas de infidelidad. La bomba truena de una manera incontrolable y se justifican todo tipo de insultos y ofensas.
Aunque la pareja esté en el acuerdo mutuo de mantener sus celos intercambiados, lo mejor de todo es confiar, darse la oportunidad de no dudar y de erradicar todo intento por vigilar y querer controlar al otro.
Una pareja sana, no alimenta los celos, incluso trata de disminuir los llamados naturales.
Pues la admiración y el respeto van ligados a la confianza y todos esto es una verdadera manifestación del amor.

Guillermo Dellamary
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 28 de enero de 2018).


¿Hay diferencia entre los celos masculinos y femeninos?
En ambos se encuentra el sentido de territorialidad y la clara tendencia a querer demostrar cuidado y protección a lo que se considera como propio. A estar vigilante y atento a no ser despojado del afecto y cariño que se considera como algo exclusivo. Y sobre todo a desarrollar la inseguridad y el temor de que pueda llegar el momento de perderlo y que sobre todo venga alguien más a ocupar el lugar que se supone es único e insustituible.
También los 2 comparten la vulnerabilidad de fantasear e imaginar historias sobre lo que el otro pueda estar haciendo con otras relaciones y eso nutrir más su inseguridad y angustia.
¿Entonces en dónde pueden estar las sutiles diferencias?
Mientras que los hombres sienten que sólo otro hombre les puede venir a quitar al amor de su vida, las mujeres tienen celos de todo cuanto las haga sentir un "plato de segunda", pues las celosas no soportan el que su amado ponga atención en algo o alguien más, que no sean ellas. Es una cuestión cultural, si ustedes gustan, pero las mujeres pueden tener celos hasta del fútbol o de sus amigotes. En cambio en los varones sus celos se centran en que ellas puedan tener amoríos y relaciones con otros amigos y compañeros, sobre todo a escondidas. Pues quiere sentirse siempre atendido por ella.
Muchos hombres no soportan la presencia y admiración que pueda tener su pareja con otro hombre y de inmediato le provoca agresividad y violencia -a la mujer misma o al que considera su contrincante-. En cambio las mujeres, si se llegan a enterar de alguna infidelidad o si notan que su hombre tiene interés por alguien o algo más, entonces lo que más les da rabia es la falta de sinceridad y la mentira en las respuestas cuando interrogan. Lo que les produce mucho coraje y agresividad.
Los hombres no se dan cuenta fácilmente de los posibles amoríos de sus parejas, aunque cuando se dan cuenta de algo, se despierta de inmediato la fantasía celotípica y la violencia. En cambio las mujeres son supersensibles y notan de inmediato muchos detalles que por intuición descubren muy pronto. Pues además se convierten en expertas detectives.

Guillermo Dellamary
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 4 de febrero de 2018).


Hay que considerar que ha crecido el sentido de posesividad y apego a la pareja, y por lo tanto las personas llegan a creer que es parte de sus pertenencias. Por lo que sienten mucha necesidad de vigilar y controlar lo que hace su pareja. Y en caso de que haga algo que le parece "malo" o inadecuado, de inmediato surge el celo, y junto a ello el enojo, las ganas de reclamar y desde luego la agresividad, que en ocasiones desemboca en violencia, fisica o emocional.
A las mujeres les enoja mucho la mentira y el engaño, y se sienten muy lastimadas y dolidas, lo que les provoca llanto y desilusión. En cambio a los varones, el enojo los hace saltar en cólera y buscar la manera de desquitarse o vengar de quien se ha atrevido a seducir o a mirar a su amor, y si no lo logra, se le deja ir a gritos y agresiones a su propia pareja, por andar con esos comportamientos.
Hay muchas historias y relatos de hombres celosos que matan al que se ha atrevido a mirar o a seducir a su mujer. Y por su misma personalidad insegura y agresiva, también le hacen la vida imposible a su pareja.
Desde luego que los celos provocan muchas tragedias en la vida de la pareja y hacen sufrir a todos los miembros de la familia. Por ello es indispensable ayudar a que los esposos o novios no crean que son una posesión o propiedad, el respeto a la libertad y la capacidad de hacernos el bien, y no causar un daño constante, es lo que sostiene a una relación sana y madura.
En realidad el celoso se da permiso de controlar, reclamar, enojarse, agredir y someter a su pareja, cuando ciertamente no tiene esa autoridad. Debe de comprender que el respeto y la libertad están por encima de su ira y de un enfoque inseguro y posesivo.

Guillermo Dellamary
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 18 de febrero de 2018).


El tener necesidad de poseer, controlar y vigilar al otro es un enfoque centrado en el ego, no en el corazón; está más bien motivado por el miedo a perder al "objeto" amado que a procurar el bien que merece.
Se pueden vivir muchos años atormentándose uno al otro, porque los celos suelen crear una codependencia. Así que viven teniendo miedo a perderse uno del otro, prefieren seguir juntos y esclavizados a sus emociones egoistas que a sufrir de soledad.
Si bien muchas parejas se pueden acostumbrar a vivir con celos, también se adaptan a tener una baja calidad de vida entre ellos, el gozo y la alegría de disfrutar de la confianza y la libertad, se apartan de su vida, de tal manera de que llegan a ser incapaces de identificar la satisfacción de saborear de tan delicioso elixir del alma.
Desde luego que muchas parejas de celosos realmente se quieren, pero al mismo tiempo se habitúan a hacerse la vida más complicada, difícil y tortuosa. Como son posesivos y apegados, no pueden dejar de querer y estar con el otro, así que están dispuestos a pagar la costosa factura de vivir sufriendo.
Los celos son una epidemia para el bienestar de la vida conyugal, y en consecuencia para la familia. Perturban las emociones y generan ira y violencia. A los hijos de padres celosos, los enseñan a ser iguales y justificar su desconfianza, control y posesividad.
Al repensar el matrimonio y proponer nuevas maneras de relacionarnos, tenemos que contemplar una mayor educación prematrimonial en la que se enfatice, que los celos son una patología y no una manera de cuidar la relación. Aunque es justo aceptar que en nuestra condición humana, existen remanentes de celos instintivos que aun impulsan a marcar territorios y a quererlos proteger de invasores.
Los que padecen de celos, desde sus primeras relaciones de noviazgo, necesitan atenderse y aprender a manejar sus ideas fantasiosas, su sistema de desconfianza y su tendencia egoísta y posesiva.
Hay que advertir a las parejas jóvenes que se piensan casar, que los celos son destructivos y progresivamente crecientes, que no disminuyen ni desaparecen.
Que los celos no conducen a la estabilidad y a una vida basada en las virtudes y en el verdadero amor, pues este promueve el bien, el crecimiento, la confianza y la libertad.

Guillermo Dellamary
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 25 de febrero de 2018).


Un hecho que en muchas parejas aun existe con frecuencia, se casan pero siguen atados a mamá y papá. No cortan el cordón umbilical y se sigue un vínculo tan estrecho que a la pareja se le llega a hacer sentir que la familia de origen sigue siendo más importante que la nueva relación que se está construyendo.
No se trata de dejar de amar, querer y atender a los padres y hermanos, mucho menos dejar de convivir con ellos, sino que por encima de todo debe de estar la pareja y darle el lugar mas importante en la vida y hacérselo sentir en todo momento.
En cambio cuando 1 de los 2, o incluso ambos, le siguen dando más importancia a la familia de origen, regularmente se deja sentir un mensaje de que siguen ellos siendo los más importantes personajes en la vida y no la pareja.
Así comienza una de las 5 maneras de ser infiel, pues no se le da el lugar correcto y más importante a la espos@, por seguir atado a los padres.
Por lo que muchas parejas se sienten obligadas a asistir a comidas y a eventos de los padres en los que se da testimonio de que sigues siendo un "plato de 2a.", mami o papi son los más importante en la vida de tu cónyuge y tu eres menos importante que ellos.
Muchas veces al principio esto no resulta trascendente para la vida de la nueva pareja, pero al pasar los años se acaba por convertir en una evidencia de que no se ha cumplido, plenamente con la consigan de dejarlos y de entregarse plenamente al que se supone, debe de ser el ser más importante de tu vida.
El matrimonio exige un amor pleno y total, sin dejar de amar a los demás.

Guillermo Dellamary
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 15 de abril de 2018).


¿Y qué hacemos los humanos cuando nos ponemos a coquetear y queremos llamar la atención de un extraño? Pues no llegamos a orinarnos encima (que yo sepa), pero se diría que nos falta poco. Hace años estaba en una peluquería de mujeres, junto a otras clientas, en esa humillante situación en la que una se suele encontrar en la peluquería: con la cabeza llena de papel de plata o de una plasta de tinte repugnante; o con rulos, con pinzas, con una cofia de plástico, en fin, espantosas todas nosotras a más no poder. Y de pronto entró inesperadamente en el local un macho joven, un amigo de la peluquera que venía a cortarse y que violó la intimidad de nuestro santuario femenino. Pues bien, fue sorprendente ver la vaporosa agitación que nos entró a todas, la incomodidad y el nerviosismo, nuestro modo de enderezarnos en los asientos y sonreír a mansalva con el vano esfuerzo de intentar parecer menos horrendas, y todo ello sin tener ninguna ambición real de ligar con él, sino por puro y ciego instinto. Me chocó tanto que escribí un artículo sobre ello.
No sé si a las lesbianas y a los gais les pasará igual (yo apostaría que sí), pero me consta que los varones heteros sufren el mismo terremoto biológico. He visto a muchachos, adultos y ancianos hacer el más completo de los ridículos en cuanto una mujer apetecible pasa cerca de ellos. La misma especie que se enorgullece (se pavonea) de encontrar el bosón de Higgs o llegar a la Luna no puede evitar menear el trasero al contacto con un tufo de feromonas. Si se piensa bien, resulta conmovedor y explica, en nuestra primariedad, bastantes cosas.

Rosa Montero
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 15 de abril de 2018).


La infidelidad inicia cuando le damos más importancia a alguien más que no sea la pareja. Y eso sucede más frecuentemente de lo que imaginamos, no es sólo con amantes y mujerzuelas, o con amores de otros tiempos. Se trata de los propios parientes, como hemos ya comentado, los papás siguen siendo la prioridad en la vida, y no se corta el "cordón umbilical".
Pero también hay quien le es muy infiel a su cónyuge con los propios hermanos, pues a ellos también se les da un lugar de mayor importancia que a la propia pareja. El cariño, las atenciones y el buen trato se les da a ellos. Y eso parece no afectar, por un tiempo, al matrimonio, pero al pasar los años el sentimiento de desplazamiento se hace sentir más que nada en los momentos importantes de la vida.
Algo que he visto muy frecuentemente en empresas familiares, en donde además se conjuga el trabajo con la familia. Los papás y los hermanos son mucho más importantes que la propia pareja, y eso se siente de una forma muy directa.

Guillermo Dellamary
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 22 de abril de 2018).


Los más dichosos son quienes consideran que su cónyuge es su mejor amigo. John Helliwell, profesor emérito de Economía en la Universidad de Columbia Británica, en Vancouver, es el 1o. en examinar la relación entre matrimonio y amistad, y sus efectos en la felicidad.
"El hecho de que consideres que tu pareja es tu mejor amigo es otra forma de decir 'tengo un matrimonio bastante feliz'", afirma Helliwell.
Tras décadas de matrimonio,muchas parejas se han habituado tanto el uno al otro, que ya no se tratan bien. Esto podría producir tensión y desdicha, y afectar los niveles diarios de felicidad.
"No es justo tratar a tu pareja con tanto rigor como te tratas a ti", dice Helliwell. "Pregúntate si te comportarías así con un amigo".

Lisa Fields
(v.pág.37 de la revista Selecciones de abril de 2018).


Una muy frecuente infidelidad en las parejas es poner a los hijos como lo más importante en la relación familiar, y desde luego se pone al cónyuge en 2o. término.
Ciertamente es comprensible que esto suceda, pues uno de los regalos más grandes y hermosos de la vida son los hijos. Así que se convierten en verdad, en sangre de tu sangre, mientras que la pareja será siempre una elección en un ambiente civil, aunque exista todo el amor del mundo, pero no es igual al que se tiene con los hijos.
De hecho se ha encontrado que muchas de las tentaciones del hombre a ser infiel con la esposa, surgen durante el 1er. embarazo, debido a que es la difícil transición de ser el centro indiscutible de la atención de la esposa, a pasar a un 2o. término con la llegada de la maternidad. Y si la mujer no sabe manejar bien esta situación, se relega al varón a un marcado 2o. plano. Y en muchas ocasiones hasta se rechaza su presencia íntima convirtiéndolo en un prisionero de los achaques, necesidades y caprichos femeninos. Lo cual no le suele agradar y se trata de liberar de ellos, buscando una nueva relación alternativa.
Una vez más se comprende el hecho, pero las emociones y los afectos conyugales se suelen resentir con la llegada de los hijos, especialmente cuando no se dan cuenta de que están poniéndolos por encima de la pareja, un error que conlleva a la infidelidad.
Como quiera que sea, el lugar de los esposos debe ser el primordial, y no descuidar jamás este importante aspecto de la salud y vitalidad del matrimonio.
Las consecuencias son muy costosas cuando en nuestro corazón ya estamos más motivados a hacer las cosas por los hijos primero, en vez de la solidez conyugal y dejamos de incluir a la pareja en acuerdos y decisiones que demuestran que ahora los hijos son la prioridad.
Es maravilloso adorar y entregarse plenamente a los hijos, pero siempre bien unido el matrimonio, pues es la base fundamental del hogar.

Guillermo Dellamary
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 29 de abril de 2018).


Se puede ser infiel con la imaginación. No se necesitan actos impuros y citas secretas para darle la espalda al compromiso conyugal.
¿Cómo es que sucede esto? Es más sencillo de lo que parece, basta llevar en mis recuerdos y en mi corazón mis amores del pasado, antes de casarme, para vivir pensando en el novio de mi juventud y así vivir simulando a veces, que se ama a la pareja presente, pero en realidad se vive más fuerte el recuerdo y el deseo de lo vivido.
Es muy interesante, pues con la imaginación y la memoria se pueden recrear todo tipo de emociones y sentimientos que se han gozado en el pasado y traerlos al presente de una manera muy especial. Y todo de tal manera que la pareja nunca se dé cuenta de nada.
He conocido mujeres que en cada beso que le dan a su esposo, en realidad no están sus labios, sino los de su primer amor.
Suele pasar que los amores juveniles son tan fuertes y determinantes que nunca se olvidan y dejan tal huella que están como una sombra mágica presentes en la imaginación. Se suspira aún por aquellos deliciosos momentos. Y los acontecimientos del momento no le llegan ni tantito a los mentados romances.
Especialmente brotan cuando hay una crisis sexual o conflictos con la pareja y se despiertan las encantadoras relaciones amorosas del pasado, para remplazar a las situaciones desagradables y tortuosas del presente. Una nostalgia de los buenos tiempos.
La infidelidad está presente cuando se nutren y consienten, cuando se invocan y generan excitantes sensaciones que regeneran los amores de otros tiempos.
Es que lo llevo en mi mente, aún están vivas sus palabras, me duele tanto haberlo dejado ir, es que nada de lo que he vivido hasta ahora se acerca a lo que viví con mi primer amor. Las personas de este tipo, están contigo, pero su mente o corazón están en otro lado.
Les cuesta trabajo entregarse plenamente, porque sus amores pasados los persiguen sin tregua y permiso. Las imágenes o situaciones se presentan inesperada e involuntariamente, y en ocasiones resultan muy difíciles de sacudirlas.
Los infieles de imaginación y mente, son discretos y escurridizos, no van a soltar prenda alguna. Saben que están atrapados en el pasado y no quieren lastimar a su pareja actual. A la que realmente le manifiestan amor y cariño. Pero... el pasado no lo dejan atrás.

Guillermo Dellamary
(v.periódico El Informador en línea del 13 de mayo de 2018).


Un matrimonio necesita revisar su capacidad de confiar entre ambos, pues de lo contrario el deterioro puede ser gradual y llegar a un punto que se rompa.
Confiar es no tener miedo a que me lastimes, a que me mientas, a que me falles, a que me traiciones, a que divulgues nuestras intimidades, a que te aproveches de mis debilidades, y en fin la lista puede crecer.
El caso es que la confianza se construye en un instante, porque me la inspiras desde un inicio, pero también se puede perder en un santiamén. Claro que hay relaciones que también tardan tiempo, y en un largo proceso, para edificar una sólida confianza, que de igual manera se puede resquebrajar en cualquier momento.
Una relación sana, cultiva su confianza mutua y procura no ponerla en riesgo con mentiras y fechorías que la puedan dañar. Provocar incertidumbre, miedo y una constante volubilidad pueden afectar gravemente la confianza.
En cambio si te doy certeza, constancia, estabilidad y acabo por proteger y demostrar que estoy siempre del lado del bien. Entonces cualquier error que cometa no se convertirá en una falta de confianza. Seguramente podré recibir un gesto de comprensión y perdón. De lo contrario las pequeñas faltas que se acumulan, acabarán por nutrir la pérdida de la confianza.
Ya hemos visto que la infidelidad y los celos son una fuente inmediata de inseguridad, que provocan una fuerte confusión y malestar. Por lo que se convierte en desconfianza, que suele ser muy difícil recuperar.
Lo he visto en muchas ocasiones, cuando alguien te falla, como es una infidelidad, desde ese momento se pierde la confianza y de no ser por el amor de ambos, es complicado poderla recuperar.
Conocí una pareja, que bastó una sola vez que a ella se le ocurriera ir a cenar con un viejo amigo de la preparatoria, y fuera sorprendida dándole un afectuoso abrazo. Para que su marido, un tanto celoso, ya no volviera a confiar en ella.
Y el problema es que cuando se rompe la confianza, también aparece la falta de respeto y junto con ella se pierde la admiración. Y entonces sí, la relación comienza su peregrinar a un inminente hundimiento.
Por eso es indispensable considerar a la confianza mutua, como la columna vertebral del amor. Para que no se pierda y así se mantenga un esmerado cuidado por mantenerla.

Guillermo Dellamary
(v.pág.3-B periódico El Informador del 1o.de julio de 2018).


Cualquiera de los problemas que se tienen en pareja, no se resuelve con discusiones.

Vamos a aceptar que las dificultades exigen una buena comunicación, pero no a base del desenfreno de las emociones y la lucha de orgullos.

En las discusiones es muy fácil perder la cabeza y caer en la tentación de querer imponer las propias opiniones y descalificar las del otro. Lo cual acaba por caer en la ofensa y en los insultos.

En los casos de infidelidad y celos, es muy difícil tratar el tema con la pareja, porque regularmente se cae en una discusión, y lo peor es que suelen ser intensas y muy sensibles. Es muy probable que se llegue al punto en que ni se entiendan mutuamente, ni se consiga acuerdo alguno. Y sí, propinarse gritos y ofensas.

La mejor comunicación se basa en el diálogo, es decir en compartir los puntos de vista, dejando que cada quien argumente su postura, y tratando de no hacerlo un asunto emocional. El principio rector más importante es el de saber escuchar y permitir que se explayen a fondo, sin cuestionar ni interrumpir.

Las infidelidades producen mucho dolor y coraje, por lo que tratar el tema sin la ayuda profesional, o al menos la intervención de una tercera persona que interceda. Resulta una empresa muy compleja y siempre en riesgo de un fracaso inminente.

Una clave en el diálogo es no hablar de lo que el otro te ha hecho, sino expresar lo que uno siente y sobre todo lo que tu le haz hecho a las demás personas. Es tratar de evitar colocarte como una víctima y querer culpar a los demás de lo que te sucede, sin ni siquiera abrir tu mente a reconocer lo que tu le haz ocasionado.

Si cada uno habla de sí mismo y se da a conocer lo que se piensa y siente, buscando la comprensión mutua, existen muchas más posibilidades de que el diálogo tenga éxito. De lo contrario, se cae muy fácilmente en la discusión y se pone en riesgo la relación.

Así que hay que dejar de discutir y comenzar a dialogar, hablando de ti y de lo que tu le haz hecho a la otra persona. Deja de culpar a los demás y haz un esfuerzo por ser más responsable de tus actos.

Guillermo Dellamary
(v.pág.5-B periódico El Informador del 8 de julio de 2018).

El autoritario piensa que sus razones y argumentos son los correctos y los demás se tienen que someter a ellos.

Así que la esposa se tiene que doblegar, sin cuestionar ni desafiar el mando del esposo. Y el marido, para asegurar su autoridad, tiene el control de la esposa por medio del miedo. Y claro que muchas veces, desde la elección de pareja, se elije a una mujer propensa a ser miedosa e insegura. Para de esta manera asegurar su autoritarismo.

En el fondo muchos matrimonios funcionan así. Él es dominante y ella sumisa o viceversa. Y hasta eso se llevan bastante bien, he escuchado a muchas mujeres justificar el autoritarismo de su marido porque prefieren vivir así que con el miedo a la soledad o al desamparo económico, que suele ser la amenaza más común que siente una mujer que no es autónoma económicamente.

Vivir del miedo al marido dominante y controlador es menos grave que vivir con la soledad, el fracaso y las dificultades económicas. Por eso prefieren aguantarlo. Además hay muchos momentos bellos y ciertas ventajas que compensan la pesada carga de una pareja autoritaria.

Además muchas mujeres inteligentes acaban por aprender a llevarse la fiesta en paz con su marido mandón. Y hasta acaban teniendo los recursos emocionales para también ellas dominar en algo a su esposo.

Las que no son tan afortunadas sí acaban viviendo un infierno del cual nunca encuentran la puerta de salida. Y ciertamente sufren mucho. Lloran y lloran en la triste soledad, sin sentirse comprendidas y acompañadas.

Hombres controladores y autoritarios buscan mujeres sumisas y dejadas. Así de sencillo.

Guillermo Dellamary
(v.pág.3-B periódico El Informador del 12 de agosto de 2018).

Debemos de partir de la idea de que todos pensamos muy distinto, y que la comunicación es indispensable para manifestar nuestras opiniones y de esta manera comprendernos, para así llegar a mutuos acuerdos.

Bajo un planteamiento así, resulta ridículo que una pareja concluya que hay que separarse porque piensan distinto. Lo más seguro es que quieran terminar la relación porque ya no logran llegar a unos acuerdos. Y lo más probable es que 1 de los 2 o ambos no están dispuestos a dialogar y a ceder, y poder negociar un acuerdo satisfactorio para los 2. Cuando pasa esto, es que el orgullo y la cerrazón predomina en la relación.

Aquí 5 consejos para reflexionar.

1) Ya vivir en pareja implica haber llegado a acuerdos y tener afinidad, pero en algún momento iban a surgir muchas diferencias que hay que aceptar como parte de la relación.

2) Que las diferencias son muy importantes pues reflejan que cada quien tiene su propia personalidad y manera de pensar. Por lo que es indispensable reconocerlo y respetarlo. Y por ningún motivo rechazar o devaluar sus ideas y modo de pensar.

3) Hay que preguntar y escuchar las percepciones e ideas diferentes que tiene la pareja, el objetivo es entenderlas. Y el mejor ambiente para lograrlo es el diálogo. Y no dejar que se convierten en discusión, eso ya es negativo y conduce a las ofensas y a la terquedad.

4) Se trata de llegar a unos acuerdos y para ello se necesita dialogar y comprender. Nunca imponer ni amenazar. No hay que desesperarse y sobre todo estar dispuesto a ceder. Es un ejercicio de desprendimiento de las propias ideas y de vencer el orgullo.

5) Seguirán existiendo diferencias y aprender a vivir contento con ellas, respetarlas y reconocer que enriquecen la vida en pareja.

Guillermo Dellamary
(v.pág.3-B periódico El Informador del 9 de septiembre de 2018).

Aquí algunas recomendaciones:

a) Cuando formalizamos una relación, debemos de considerar que viene acompañada de su familia. Y que habrá muchos eventos y costumbres que se deberán cumplir, aunque no nos gusten. Acéptalo desde un inicio, porque va a durar por muchos años y no trates de impedirlo.

b) Procura no hacer comentarios negativos ni hacer críticas de ellos, de lo contrario causará serios conflictos y discusiones constantes.

c) No trates de influir ni de soñar que tu pareja deje de asistir y apreciar a su familia. No busques probar que su amor a ti es mayor que el que tiene a los suyos, porque vas a perder.

d) Respetar y dejar ser es una manera muy clara de demostrar el amor y no tratar de imponer u obligar a que el otro haga o rechace lo que le agrada.

e) No se te ocurra a empezar a mentir o a poner pretextos, para dejar de asistir a los eventos de tu familia política. Es una sutil manera de engañar, que irá causando estragos en la relación progresivamente.

f) Hay que asistir de buena gana y comportarse correctamente, aunque no te guste. Es una verdadera prueba de tu amor. Para ti es tu familia política, para tus hijos son los seres más queridos.

g) Si algún evento coincide en el mismo día, como las navidades, no hay que discutirlo. Lo mejor es un año aquí, y el otro allá. Así de sencillo.

h) Es cierto que cuando son comidas o reuniones semanales, se debe de dar más libertad a la pareja de asistir o no, sin que existan sentimientos u ofensas por no querer ir siempre. Obligar o someter al otro, es un acto injusto y muestra de dominación.

Al pasar los años de la vida en pareja, las familias de origen cobran más presencia e importancia. No trates de romper ese lazo, primero se tiende a romper el de ustedes.

Guillermo Dellamary
(v.pág.4-B periódico El Informador del 16 de septiembre de 2018).

Aunque la meta sí es buscar la igualdad y el mutuo respeto, la tendencia es caer en la tentación de querer dominar y controlar al otro.

El asunto nos conduce a detectar que el más inseguro de los 2 teme perder el amor del otro, y de aquí que surja la necesidad de vigilar y controlar al otro. Desatando un plan, la mayoría de las veces inconsciente, de dominar.

De esta manera entendemos mejor que el que manda muestra sus miedos, pero a base de estar sometiendo al otro a sus muy particulares caprichos y visión de las cosas.

El problema surge cuando el que quiere mandar, molesta y hace sufrir al otro, hasta incluso llegar a denigrar su dignidad y pisotear su voluntad con una forma de esclavitud.

El fenómeno resulta muy claro, para conquistar la igualdad y el respeto entre ambos se necesita del amor expresado en dominarse a sí mismo y controlar los propios miedos y no tratar de usar al otro para controlar tus angustias e inseguridades.

Desgraciadamente sí hay una larga historia llena de machismo, o en su caso un matriarcado galopante, que ha llevado a las parejas a tener que soportar a una persona enfadosa e impositiva.

De ese ímpetu tan incómodo en muchas relaciones, nacen los celos, la posesividad y sobre todo el hacer sufrir, muchas veces sin quererlo o saberlo, a las personas que se supone debemos de amar más.

Aunque cueste mucho trabajo, vale la pena reflexionar sobre tu tendencia a dominar, o en su momento someterte pasivamente a una pareja dominadora, y no hacer nada para liberarte de ese yugo.

Amar es respetar la libertad, y si quieres dominar, mejor domínate a ti mismo, y deja en paz a los demás.

Guillermo Dellamary
(v.pág.3-B periódico El Informador del 23 de septiembre de 2018).

En las discusiones, lo más frecuente es enfrascarse en un enfrentamiento de egos y orgullos en donde al final ninguno parece tener la razón.

Las luchas de poder en la pareja se sustentan en tratar de defender lo que cada quien considera como su verdad, y todo se centra en darle vueltas a lo mismo con tal de demostrar que el otro es el que está equivocado.

Veamos algunos puntos a considerar sobre el tipo de discusión que ustedes practican.

-Si la discusión es muy emocional, la forma de hablar y los tonos que usan están exaltados. Por lo que las palabras y los argumentos ya se encuentran contaminados de estados mentales negativos. Se convierte en pleito y no se logrará un buen acuerdo sino más bien se terminarán faltando al respeto y lastimando.

-Cuando la discusión se basa en acusar y culpar al otro, en vez de hablar de sí mismo y de asumir las propias responsabilidades. De seguro generará mucho más enojo y malestar, porque a nadie le gusta que lo culpen y acusen.

-Arrancar las discusiones con el "tu dijiste" y sobre todo insistir en que sí lo dijiste y no es cierto o fue mal interpretado. Genera mucha irritación, principalmente cuando quieren poner en tu boca palabras que nunca dijiste. Especialmente cuando te señalan que tienes mala memoria y el otro se jacta de sí tenerla muy buena.

-Usar el recurso de adjudicarle características de la personalidad que no son ciertas, pero que se dan por hechas, es un golpe bajo. Como por ejemplo: "siempre has sido una mentirosa", "eres un mujeriego", "ofendes a las personas", etc. En fin, juzgar a la pareja y ponerle tus criterios a su personalidad y conducta.

-Utilizar algunas revelaciones confidenciales que se han compartido en conversaciones pasadas, y ahora embarrárselas en la cara, es un acto de clara agresión y falta de respeto de lo más vil. Usar en su contra algo que te confió y ahora tenerlo como parte de tus argumentos para atacarlo, es un acto atroz.

Es evidente que utilizar recursos como los que hemos mencionado, no llevan a tener una sana conversación. Sino más bien terminará en un desastre y dañándose más. Así que de entrada charlemos para llegar a un acuerdo, no para ver quién tiene la razón.

Guillermo Dellamary
(v.pág.5-B periódico El Informador del 4 de noviembre de 2018).

Hay muchas personas que resultan sensibles cuando las cosas no les salen como lo deseaban, y entonces se enojan fácilmente y así justifican un maltrato a los demás.

De plano el enojo lo utilizan como una herramienta para ejercer control y dominio sobre los demás, particularmente si se tratan de empleados y familiares cercanos.

Es cuando la pareja se vuelve la víctima ideal de ese carácter agrio y difícil.

Se supone que se nace con ese carácter, y que hay mucho de genético en ello, pero de cualquier modo crecen con esa tendencia a no poder controlar los impulsos y a darle rienda suelta a sus malos modos.

La frustración e intolerancia a que sus deseos no se cumplan es una causa muy común para estar enojado. Lo peor del caso es que a ellos les afecta mucho más y se desquitan con quien tienen cerca y se deja.

La verdad es que vivir así no es nada agradable y ellos mismos acaban por sufrir con su modo de ser. Suelen echar a perder momentos agradables sólo por explotar de cualquier cosa y hacer ridículas escenas.

Guillermo Dellamary
(v.pág.4-B periódico El Informador del 11 de noviembre de 2018).

Veamos ahora las diversas maneras positivas en que se aprovecha el poder para crecer y transformar la vida en pareja.

-Si el querer es poder, entonces cuando quieres a alguien puedes hacer muchas cosas por el bienestar de ambos.
-La pareja siempre es un fin y no un medio, por lo que sí puedes conseguir lo que el otro necesita, sin que el ego estorbe.
-Puedes sacrificar muchas cosas personales por el bien de ambos, cuando tu lo quieras.
-El cariño y el afecto son un poder que transforma lo negativo en positivo.
-La comprensión y el perdón, son 2 instrumentos del poder infalibles para vencer el orgullo y así resolver muchos problemas.
-En el amor, el poder se convierte en un súbdito del bien, puedes hacer lo que quieras para hacer sentir bien a tu pareja en todo momento.
-Si de verdad amas a tus hijos, tu puedes tratar mejor a su papá o mamá, pues además resulta ser tu pareja.
-Tienes el poder de cambiar las cosas que no te gustan, sólo basta que quieras y comiences a hacer las cosas de distinta manera.
-Cuando crees no poder hacer algo por tu pareja que le agrada, inténtalo hasta que lo logres. Si no puedes, es que tu orgullo te lo impide.
-¿Qué te cuesta abrazar y mostrar afecto por las personas que están a tu lado y han sido importantes en tu vida?
-No dudes, la alegría está en tu interior, qué esperas para mostrarla.
-Puedes culpar a tu pareja, si quieres, pero en realidad el único responsable de tus actos eres tú.
-En vez de querer cambiar a tu pareja, que es realmente difícil, mejor intenta por querer cambiar tú mismo. Hay más probabilidades de un cambio en la relación.
-El auténtico poder que se tiene, es para ayudar a tu pareja a que sea más feliz, no para dominarla y obligar a que haga lo que tú quieres.
-Lo que se siembra, se cosecha y el poder que no se usa para hacer el bien, algún día retorna para hacerte el mal.

Guillermo Dellamary
(v.pág.3-B periódico El Informador del 18 de noviembre de 2018).
Quién ya no puede recuperar el amor con quien lo tuvo, es que nunca amó verdaderamente, sólo deseo a esa persona, porque el verdadero amor permanece aunque sea sin pasión y deseo.
Lo que más bien se acaba es el deseo y la pasión y se confundieron con amor.
Entonces el verdadero amor no se acaba ni caduca. Es nuestra voluntad la que lo termina.

Guillermo Dellamary
(v.pág.5-B periódico El Informador del 9 de diciembre de 2018).


Las relaciones conyugales se construyen día a día, se dice cómo cuidar una planta regándola con dedicación.
Ya sabemos que no es una relación fácil y que requiere de muchas consideraciones y de valores como el respeto, la paciencia y la tolerancia, entre otros muchos, para mantener una sana convivencia. Desde luego que habrá maravillosas parejas que no requieren de este tipo de recomendaciones; pero la mayoría sí necesitamos al menos conocerlas. Aquí algunas de ellas:
A) El saludo cotidiano, además de ser un acto de educación y cortesía, es una muestra de atención y consideración elemental para desear un sincero buen día o un merecido descanso. Así que por más enojados o de malas que te encuentres, supera tu orgullo y le envías un sincero deseo de buenos días, como mínimo gesto de educación.
B) Independientemente del humor en el que te encuentras tus manifestaciones de afecto deben ser estables y constantes, nada de que según como me sienta trato a los demás. Esa volubilidad suele ser una conducta caprichosa y tóxica. Tu pareja no sabe cómo tratarte si vives a cómo te da la gana y sólo pensando en ti y cómo te sientes y no te ocupas de atender a los demás.
C) Cumple con tus obligaciones económicas, sin importar tus estados de ánimo y qué tan molesto estés por algún problema que tengas. Los gastos y las facturas siguen llegando. Y hay que pagar y aportar lo que se necesita. Peor si estás enojado con ella, y la quieres castigar no dando el dinero que corresponde al gasto diario de la familia.
D) Avisar tus planes de ir a comer o de cancelar en caso necesario, pero no salgas con el berrinche de que como estás enojado la dejas plantada y de plano llegas muy tarde o ni a dormir. El mantener bien informada a tu pareja de tu agenda de vida, es una cortesía indispensable, para que además de estar enterada de tus actividades, no la preocupes con tu silencio y ausencia.
E) A pesar de los problemas que se puedan tener, es crucial mantener el trato respetuoso y sin altercados y groserías. Por lo que tratar lo mejor posible a tu esposa, es el ingrediente indispensable que muestra el tipo de educación y cultura que posees.
Es una ética básica en la vida de pareja, y como gente civilizada hay que cumplirla, venciendo al ego y nunca hacer daño a las personas más importantes de tu vida.

Guillermo Dellamary
(v.pág.5-B periódico El Informador del 5 de mayo de 2019).


"La Suprema Corte de Justicia de la Nación prohibió que las parejas o familiares revisen el teléfono celular, correo o cualquier comunicación privada sin la autorización plena, debido a que se protege el derecho fundamental de la inviolabilidad de las comunicaciones privadas" (LA VANGUARDIA. MX).
Ahora sí, ya no hay pretextos ni razones para continuar invadiendo la vida íntima de los seres queridos. Las ciencias humanas, y hoy la ley van a poner un fin necesario a una de las causas fundamentales de conflicto. Esta desbordada tendencia a no respetar la vida íntima de los demás, y peor aún la incomprensible tendencia a estar enviando fotos y relatos de experiencias familiares privadas y hacerlas públicas, como si los demás estuviéramos interesados en semejantes asuntos. Se han convertido en una innovadora sociopatología con efectos negativos en la estabilidad mental de muchas personas y parejas.
Si te gustaba espiar, ahora está ya prohibido, deja a tu pareja en paz.

Guillermo Dellamary
(v.pág.6-B periódico El Informador del 26 de mayo de 2019).


Así como es indispensable no espiar a la pareja y ya no estar entrometiéndose en la vida privada. Ahora es momento de cuidar el respeto a nuestra intimidad. Veámoslo de ésta manera, se trata de no entrometerse en las intimidades y hasta en los secretos del otro.
Cada persona tenemos nuestra vida con experiencias y sucesos que no nos gustan relatar o dar a conocer y, que preferimos que queden guardados en el baúl más profundo de nuestra memoria, e incluso nos puede disgustar que alguien más se entere de ellos.
Tal vez son sucesos desagradables, acontecimientos vergonzosos, temas que no queremos ni recordar, ni mucho menos volver a revivir. Y son a ellos, a los que pedimos que sean respetados por los demás, particularmente a nuestra pareja. Simplemente no queremos que se enteren de ellos.
Guardar un secreto es válido y no hay por qué sentirse obligado a contar esas cosas tan íntimas, aunque el otro crea que tiene todo el derecho de querer saber todo sobre ti.
Puede ser que en algún momento futuro surja el deseo de compartirlo, pero es un acto voluntario y libre, no obligado. Y por lo pronto la pareja debe de respetar siempre esa libertad sin buscar presionar de alguna forma para develar los secretos.
Se recomienda no contar las experiencias con las parejas anteriores, particularmente las sexuales. Aunque en primera instancia parece que no te importa contarlas, pero en futuros conflictos, suelen ser de los primeros factores que salen y causan sentimientos con tintes problemáticos. Como un autor de obras sobre conflictos conyugales decía: relatar intimidades y secretos sexuales son posibles cartuchos para futuras batallas.
Desde luego que cada quien sabrá qué comparte de su libro personal de la propia historia, pero siempre debemos saber que lo que se sepa de ti, podrá ser usado a tu favor o en tu contra. Por eso es indispensable que lo sepas y que si no quieres divulgar tus secretos, que te respeten.
La privacidad es un derecho, y guardar tus intimidades, es una libertad moral que nadie debe de romper.

Guillermo Dellamary
(v.pág.5-B periódico El Informador del 2 de junio de 2019).


Parece que es un acto de sinceridad y transparencia el contarle a la pareja, las experiencias vividas con tus relaciones anteriores. Y hasta cierto punto es razonable, pero eso puede ser positivo cuando la relación va viento en popa. Cuando existen esos gloriosos momentos de confianza mutua que hacen crecer a la relación.
Sin embargo, lo que se relata de las relaciones anteriores suele caer en un territorio emocional muy sensible, especialmente cuando los temas tienen que ver con la sexualidad, que para no causar un impacto sentimental negativo se requiere de mucha madurez. Y usualmente las personas no la tenemos, por lo que es muy fácil despertar los celos o algún otro malestar, que posiblemente aumente cuando la relación no se encuentre en un buen momento.
No es lo mismo contarle las experiencias, conflictos y aventuras a los amig@s, que a la propia pareja. Los afectos y sentimientos suelen ser distintos.
Muchas parejas han sufrido de profundas crisis, cuando se asocian las experiencias presentes, con algún relato vivido con l@s ex. Como es el caso de ya haber visitado un restaurante o ciudad, con una relación anterior, y como quiera que sea se remueven sentimientos que pueden provocar ciertas reacciones, que suelen estar en el fondo de los conflictos presentes.
Particularmente es recomendable, aunque cada quien es libre de decidirlo como crea conveniente, el no contar y mucho menos describir con detalles, con quién se perdió la virginidad o la forma de vivir el orgasmo y la manera de lograrlo. Digamos que como quiera que sea, son experiencias íntimas que deben de guardarse en el pasado y no compartirse en el presente. Hay un riesgo mayor de afectar a tu pareja, cuando las cuentas, que cuando las callas. A pesar de que hay quien insiste en que la confianza radica en contar todo con lujo de detalle, lo que me parece delicado y no puedo estar del todo de acuerdo.
Lo mejor de una pareja radica en concentrarse en lo que ambos viven a partir de que se han conocido, y es lo que ellos han vivido juntos lo que más importa. Lo que se ha vivido en otras relaciones, es mejor que se quede en el pasado.

Guillermo Dellamary
(v.pág.6-B periódico El Informador del 9 de junio de 2019).


A veces nos resulta muy difícil aceptar a nuestra pareja tal y como es, y sentimos el constante deseo de estar señalándole aquello que no nos gusta con el deseo de corregirlo.
Pero resulta que el verdadero amor no busca corregir ni perfeccionar al otro, sino comenzar por hacerlo con uno mismo.
Entonces es un desgaste inútil y una persistencia molesta, estar fastidiando con comentarios y señalamientos, que no reflejan que se deja ser a los demás tal y cual son, sin estar insistiendo en expresar que nos disgusta algo que hace nuestra pareja.
Hace algunos años escuché a un padre inteligente, decirle a su hija: "cásate con un hombre no sólo por lo que te atrae y te gusta de él, eso es lo fácil y agradable, más bien fíjate en sus mayores defectos y errores y explora en ti, si el amor que le tienes será suficiente para soportarlos y respetarlos toda la vida, porque las personas no cambian, sólo mejoran o empeoran".
Realmente me parece muy cierto que el amor genuino ayuda a desarrollar una enorme capacidad para poder convivir con los defectos de la pareja, en cambio cuando no lo hay, es precisamente uno de los eslabones más frágiles, en donde se rompe la relación.

Guillermo Dellamary
(v.pág.6-B periódico El Informador del 23 de junio de 2019).


El verdadero amor se manifiesta ante las fallas de nuestra pareja. Es cuando más se requiere el compromiso adquirido de estar en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad.
Cuándo la pareja se equivoca y hace algo incorrecto, sea lo que sea, es cuando el amor exige su rostro más comprensivo y misericordioso. Es en esos momentos cuando más toca recurrir a lo mejor de nosotros y extender nuestro perdón y abrazar con dulzura al que ha caído. De aquí también la profunda enseñanza cristiana de "con la vara que mides, serás medido".
El que no perdona a la pareja sus errores, está invocando a que tampoco se los perdonen cuando los cometan. Y como nadie es perfecto, algún día caerás, y de la manera en que trataste a los demás, también serás tratado así. Por lo que más vale mostrar la caridad y el genuino rostro del amor que dices tener, con la pareja a la que ahora se ha tropezado y ha caído en algún error.
Cómo todos cometemos muchos errores y somos seres que aspiramos a perfeccionarnos. Entonces es un gran privilegio y gusto convivir con alguien que se le olvidan. Y en vez de juzgar y tratar de corregir a los demás con castigos, lo mejor que hace, es empezar por ser más responsable consigo mismo y tratar de la mejor forma posible a los que se equivocan y nos fallan de alguna manera.
Digamos que tu calidad humana se revela, precisamente cuanto tu pareja se equivoca. La manera en que tratas la imperfección, es el nivel del amor en el que estás. El amor perdona y deja atrás los errores, el ego se enfrasca en juzgar y castigar. Y claro, hace daño y lastima con su conducta ante los errores.

Guillermo Dellamary
(v.pág.5-B periódico El Informador del 30 de junio de 2019).


Cualquiera que se haya enamorado reconoce las sensaciones: el corazón palpita fuertemente y a toda velocidad, la respiración se acelera, las palmas de nuestras manos se humedecen.
Si la presencia de alguien te genera esto, seguramente lo atribuyas a la enorme atracción que sientes por esa persona. Incluso es muy posible que lo llames amor.
Sin embargo, podrías estar muy equivocado.
De hecho, quizás lo que realmente estés experimentando es miedo, ansiedad o estrés.
¿Cómo podría confundir emociones tan diferentes?, te preguntarás.
Pues resulta que, como descubrió el psicólogo social Stanley Schachter en la década de 1960, las emociones no son tan espontáneas ni tan claras como uno cree.
Según Schachter, son 2 los factores que las determinan: 1o. hay una excitación psicológica y luego está la etiqueta que le damos a ese sentimiento.
Esto 2o. lo definimos según el contexto en el que estemos. Y a veces, nuestro sistema de etiquetado falla, algo que Schachter llamó "atribución errónea de la excitación".
Entonces, esas sensaciones que tú atribuyes a estar enamorado en realidad podrían tener otro origen muy diferente.
El puente del amor
En 1974 los psicólogos canadienses Donald Dutton y Arthur Aron, de la Universidad de Columbia Británica, ingeniaron un experimento que mostró cómo la atribución errónea de la excitación podía afectar nuestros sentimientos de atracción.
Entrevistaron a diversos hombres que visitaban un parque en Vancouver. La entrevistadora era una bella mujer.
La mitad de los entrevistados estaban cruzando un tambaleante puente colgante cuando la mujer les pidió que participaran en su investigación. La otra mitad atravesaba un sólido puente de poca altura.
A todos los hombres se les pidió que miraran una foto -por ejemplo la imagen de una mujer riéndose mientras se cubría el rostro- y que imaginaran la historia detrás de esa foto. La excusa era investigar los efectos de un bello escenario, como el del parque, sobre la creatividad.
Al finalizar, la mujer les daba su número de teléfono y les decía que la llamaran si tenían preguntas sobre el estudio.
Los investigadores hallaron que la mayoría de quienes llamaron a la mujer habían atravesado el puente colgante (más del doble de quienes habían caminado por el puente seguro).
Además, las historias que escribieron estos hombres tenían más contenido romántico y sexual.
Cuando el experimento se volvió a hacer usando a un entrevistador masculino en lugar de la bella mujer, casi nadie lo llamó.
¿La explicación de los expertos? Que muchos de los hombres que habían cruzado el puente colgante habían confundido las sensaciones que les provocó el miedo inconsciente de caer -el corazón latiendo más rápido, la respiración acelerada- con un sentimiento de atracción.
Titularon su estudio: "Alguna evidencia de mayor atracción sexual en condiciones de alta ansiedad".
Sin embargo, el trabajo pasó a conocerse de forma informal como "El puente del amor".
Por qué los confundimos
Distintas investigaciones a lo largo de los años han mostrado que el fenómeno de la atribución errónea de la excitación no solo afecta nuestros sentimientos de atracción y amor sino a toda una gama de emociones: el enojo, la euforia, el humor, el miedo, la incomodidad y el erotismo.
Existe una explicación biológica detrás de esta confusión.
Y es que si bien estar enamorado o sentir miedo o ansiedad son estados casi opuestos -uno nos puede hacer sentir muy bien y el otro muy mal- paradójicamente los cambios fisiológicos que provocan en nuestro cuerpo son muy similares.
Cuando nos sentimos amenazados o estresados se activa nuestro sistema nervioso simpático, la parte del sistema nervioso encargado de definir si debemos luchar o escapar.
Para preparar al cuerpo para estos posibles escenarios el sistema simpático activa una serie de cambios, que provocan que nuestro ritmo cardíaco y respiración se aceleren.
Las hormonas que se liberan -adrenalina y noradrenalina- también afectan nuestro estómago, haciendo que sintamos "mariposas".
Curiosamente, es el mismo proceso que atravesamos cuando estamos enamorados, llevando a que se puedan confundir las distintas emociones si el contexto no es claro.
Del terror al amor
Este fenómeno podría explicar por qué las películas de terror son tan populares para ir en una cita.
La excitación compartida puede realzar los sentimientos de atracción.
Sin embargo, la atribución errónea de la excitación también explica por qué muchas veces lo que parecía "amor a primera vista" se diluye en poco tiempo y la persona que te deslumbraba tanto a las semanas ya no te mueve ni un pelo.
No obstante, los expertos en relaciones han descubierto que la teoría de los 2 factores de Schachter también puede ayudar a fortalecer un vínculo, ya que muestra que la experiencia emocional es maleable.
Entonces, mientras que la excitación puede crear una sensación falsa de afecto entre 2 personas que realmente no se aman, cuando sí hay amor pero la pareja se ve desgastada por la monotonía y otros factores, es posible revivir esa chispa compartiendo actividades que generan excitación.
En particular se ha hallado que las parejas que comparten experiencias nuevas y desafiantes tienden a sentir niveles de atracción mayores que quienes no se salen de la rutina.
Pero ojo: los psicólogos también advierten que las parejas que solo subsisten a base de experiencias fuertes, la inestabilidad o el peligro, seguramente sean víctimas de la atribución errónea de la excitación y no están realmente enamoradas.

BBC News
(v.periódico El Informador en línea del 7 de julio de 2019).


Es un asunto que tiene que ver con el apoyo mutuo, la cercanía y la ayuda necesaria para resolver los problemas que la vida nos va presentando. En pocas palabras no estás sol@.
El amor de los 2, nutre las ganas de estar juntos y de seguirse acompañando. En cambio cuando las cosas no andan bien, lo que menos se te antoja es que te acompañe, de plano prefieres estar sólo.
Es muy agradable y te sientes contento con alguien que además le agregas el gusto por comentar las cosas que están sucediendo. La convivencia sin fricciones y discusiones acaba siendo muy positiva. En cambio estar con un acompañante que de todo se queja, se la pasa discutiendo y no disfruta de las experiencias como vienen, acaba por ser un acompañante indeseable. Y a lo máximo que se puede aspirar es a que te soporten y tengan paciencia.
Vale la pena remarcar que ser buenos compañeros del viaje de la vida, es mucho más relevante de lo que parece. Por consiguiente los esposos estables son aquellos que por principio, se saben acompañar bien. Y acaban por preferir viajar con su compañer@, que solos.
Vamos entonces subrayando que las parejas que logran madurez y estabilidad son aquellas que efectivamente se acompañan en la vida. Y en vez de estarse molestando y fastidiando, logran la maravilla de enriquecer la vida y hacerla más bella y hermosa.

Guillermo Dellamary
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 14 de julio de 2019).


Veamos algunos aspectos que son deseables vivir en pareja para mantenerse estables.
A) Ya se aceptan tal y como son y han dejado atrás, la necia fantasía, de querer cambiar al otro. Se reconocen sus cualidades y defectos y ya los abrazan y toleran sin problemas de malestar o queja.
B) Han resuelto el tema de los suegros y no andan con críticas, censuras, prohibiciones y ofensas; aceptan bien que son los padres y que no habrá manera de que cambien los afectos y las predilecciones. Aprenden a vivir bien con esa realidad y se adaptan a que las cosas son así. Sin tener mucho conocimiento y conciencia en su momento, también se casaron con la familia política.
C) Se complementan y ayudan, en vez de querer imponer y dominar, ya saben las necesidades y hábitos de su pareja y procuran atenderse mutuamente sin reproches, quejas o exigencias.
D) Se respetan y confían mutuamente, ya se conocen lo suficiente como para estar dudando o diciendo cosas que lastiman. Más bien tratan de hacerse sentir bien todo lo que pueden.
E) Problemas y diferencias, siempre hay; pero ya tienen sus propias fórmulas y métodos para afrontarlos de una manera positiva, para que ni siquiera un día duerman enojados sin haberlos podido resolver.
En fin, una pareja estable ya ha logrado avanzar en la relación sin la amenaza de una ruptura y con la confianza, de ambos, de que pueden resolver los retos de la vida sin ni siquiera tener en la mente la palabra divorcio.
Ciertamente son parejas que han encontrado una forma de ser más positiva y optimista y han dejado atrás los temas oscuros, delicados, difíciles y que muchas veces no tienen una solución fácil.
Simplemente ya son felices con lo que son y tienen, y sólo buscan mejorar.

Guillermo Dellamary
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 28 de julio de 2019).


¿Qué puedo hacer por ti?
Todos los días debemos de hacerle esta pregunta a nuestra pareja. Refleja nuestro sincero deseo de que cada día se encuentre lo mejor posible, y nosotros tener la disposición de colaborar con la obtención de su felicidad.
El matrimonio es un acuerdo de ayuda mutua, en el empeño de lograr hacerse el máximo del bien mutuo al alcance. Y como muchas veces no somos adivinos, resulta muy conveniente preguntarlo.
En la realidad, la vida no es fácil para nadie, entonces contar con alguien que, por amor, está dispuest@ a colaborar de buena gana con tu felicidad, pues la verdad es un privilegio.
La ayuda puede ser con pequeños detalles, o grandes sacrificios, pero es una vocación muy hermosa vivir al lado de alguien que tiene esa bella disposición.
En el fondo le estás preguntando qué necesitas hoy para ser más feliz y qué puedo hacer para que lo consigas. A lo mejor no necesita nada de mí, pero al menos ya sabe que hay alguien, que de buena gana, quiere cooperar.
Una actitud así de positiva es un verdadero antídoto en contra de la maldad, de evitar hacer el mínimo daño inconsciente al ser amado.
Pueden ser palabras de afecto o caricias, como también acciones mayores que realmente ayuden a resolver algún problema importante de ese día.
Finalmente, los hechos concretos son prueba genuina del amor, y no palabras que se las lleva el viento. Hacer algo por la felicidad de tu pareja es, por mucho, una de las tareas más importantes de la vida conyugal.

Guillermo Dellamary
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 1o.de septiembre de 2019).


Los amantes no están nunca bien aparejados. Siempre hay uno que proyecta su sombra sobre el otro, impidiendo su crecimiento, de manera que aquel que queda en la sombra está siempre atormentado por el deseo de escapar, de sentirse libre para crecer.

Lawrence Durrell
("Justine", EDHASA, Barcelona, 1970).


No se puede vivir con una mujer sin enamorarse en alguna medida de ella.

Lawrence Durrell
("Balthazar", EDHASA, Barcelona, 1970).


No se puede escribir más que una docena de cartas de amor sin encontrarse falto de tema.

Lawrence Durrell
("Mountolive", EDHASA, Barcelona, 1970).


El amor más rico es aquél que se somete a los arbitrios del tiempo.

Lawrence Durrell
("Clea", EDHASA, Barcelona, 1971).


Los problemas cotidianos pueden llegar a ser muy intensos y complejos, y qué mejor que enfrentarlos juntos y ayudarse, en todo momento, para superarlos de la mejor manera posible.

El camino más espinoso que toman muchas parejas es de convertirse en un problema para el otro, en vez de ser siempre una solución, y unidos para enfrentarlos.

Qué maravilla es contar, incondicionalmente, con alguien que además de tenerle afecto y agradecimiento, puedas disponer de su confianza para poder seguir adelante en los momentos más difíciles, debido a que sientes una verdadera unidad irrompible con tu pareja.

Vivir unidos, no se refiere sólo a compartir un mismo espacio en el hogar o en el lecho conyugal, sino que se refiere más bien a estar juntos para sortear las dificultades y seguir adelante, sin ser uno al otro el problema sino la verdadera causa de una óptima solución.

Uno de los graves problemas en los que ha caído la vida en pareja, es el de convertirnos en el problema del otro, en vez de ser la solución. 2 cabezas unidas, que se complementan pueden más que una sola. Pero qué horrible es acabar teniendo a tu lado a tu peor enemigo y ser tu pareja uno de los más grandes problemas que tienes en la vida.

Guillermo Dellamary
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 17 de noviembre de 2019).

La vida en pareja está sometida a una convivencia cotidiana en el hogar, que amerita desarrollar todo tipo de habilidades, para poder tolerar y salir adelante, de buen humor, ante las dificultades.

Aquí unas ideas que pueden ayudar a facilitar el estar en forma más positiva y desarrollar un mejor estilo de vida:

1.- CONTROL DE SÍ MISM@: Los errores que puedan cometer los demás, no deben de afectarte y provocar que reacciones impulsivamente sin tener un filtro. Se trata de aprender a mantener una cierta estabilidad que permita la ecuanimidad y disminuya los sobresaltos. Más que fijarte en lo que hacen o dicen los demás, fíjate en lo que tú haces o dices.

2.- MANTENER TU ALEGRÍA: La fuerza del buen humor reside en la alegría que practicamos todos los días, la podemos manifestar desde con una sonrisa, hasta en nuestro tono de hablar y relatos simpáticos de algo que nos ha sucedido o pensamos. Se sabe que una persona enojada, molesta, inconforme e insensible es mucho más propensa a estar triste, con la cabeza agachada y viviendo un mundo pesimista y negativo. Lo que fácilmente lo puede conducir a estar propenso a explotar y agredir.

3.-PRUDENCIA: Saber decir las cosas muy oportunamente y no decir ni más ni menos que lo que es justo y correcto, saber callar o decir sólo lo necesario y no incurrir en alegatos, sobresaltos y debates innecesarios. Es una forma sabia de practicar la paciencia. No hacer emocional lo que te incomoda o molesta de los demás. Incluye saber posponer tus comentarios y tolerar, bajo la tutela del respeto, los defectos que están aflorando.

Esperamos que éstas ideas, den un poco más de luz a tu capacidad de sobrellevar una relación, que parece difícil, sobre todo cuando ambos están empeñados en continuar con las tensiones, en vez de buscar la manera de romper los círculos viciosos que deterioran la calidad de vida.

Además, ser más paciente te enseña a vivir con el arte de esperar con sabiduría.

Guillermo Dellamary
(v.pág.11-B del periódico El Informador del 8 de diciembre de 2019).

Leo en EL PAÍS que las consultas legales sobre el divorcio se han disparado durante la cuarentena.

Según la Asociación Española de Abogados de Familia (AEAFA), han llegado a duplicar la cifra habitual. La cosa empeora si tenemos en cuenta que, por lo general, sólo se plantean un divorcio aquellos que pueden costeárselo. Y no hablo ya del precio del trámite, que va desde un mínimo de mil euros a 7,000 o más, dependiendo de si es por mutuo acuerdo o contencioso, sino sobre todo de la sangría de dinero que implica pagar otro apartamento, pasar quizá manutención a los hijos, duplicar los gastos. Por eso en las crisis económicas la gente se separa mucho menos. Por ejemplo, en España en 2006 se deshicieron 145,919 parejas, mientras que en 2013 la cifra bajó a 100,437 (datos del INE). Así que en estos momentos quizá haya un tercio de rupturas más sin emerger, lastradas por esta tremenda economía de guerra que la pandemia ha impuesto en muchos hogares.

Miro ahora por la ventana de mi casa, un sábado por la tarde, a una calle repleta de terrazas en fase 1: ese guirigay algo más agudo que lo habitual, esa alegría tumultuosa y un poco histérica, después de tanta oscuridad. Hay muchas parejas que parecen felices y muchos grupos de individuos practicando la caza sentimental: tras los meses de solitario confinamiento, veo a los singles muy desmelenados. Quiero decir que mirando a la calle no se nota esa tristeza, esa amargura profunda que producen las rupturas conyugales. Pero las parejas acabadas están por ahí, en alguna parte, surcando tempestades. De hecho, si se piensa bien, esa contradicción entre la alegría general y el aumento de las separaciones resulta muy lógica. El amor se termina de verdad cuando ya no queremos o no podemos compartir la alegría con nuestra pareja. Cuando nos atraviesa como un rayo la certidumbre de que la felicidad se encuentra en otro lugar, y ha de ser precisamente un lugar en donde no esté él o no esté ella. Qué tremendo ese anhelo de ser lo que no somos. Ya lo decía Oscar Wilde: "Para la mayoría de nosotros, la verdadera vida es la que no vivimos".

Por eso, en la realidad de antes del coronavirus, los divorcios mostraban 2 picos máximos a lo largo del año. El 1o., en verano. La gente se separa más al regresar de vacaciones; según un estudio del psicólogo clínico Antonio Bolinches, septiembre es el mes con más rupturas: un 27% de los casos. Lo cual se entiende por la proximidad en la convivencia, por la pérdida de tu vida individual y el encierro obligado del uno con el otro (¿alguna semejanza con el COVID-19?), pero también, como apunté antes, por ese reconcomio de decirte: mis únicos días de vacaciones al año y, en vez de ser feliz, heme aquí amargada/o con este mostrenco.

El otro pico anual son las Navidades. Leo en La Vanguardia que, según el portal Information is Beautiful, el 11 de diciembre es el día del año con más probabilidad de que se acabe una pareja, curioso dato obtenido tras analizar la pestaña situación sentimental de 2,271 millones de usuarios de Facebook. En cuanto a los trámites legales, por lo visto el 1er. lunes hábil de enero es el peor; el aluvión de demandas es tal que los abogados del Reino Unido lo llaman Día D (por la d de divorcio). Según los expertos, la gente rompe o bien justo antes de las Navidades para no seguir manteniendo el paripé de la fiesta en familia (de ahí lo del 11 de diciembre), o bien inmediatamente después, quizá por el desgarro de verse socialmente obligados a ser dichosos y no poder concebir la felicidad junto a esa pareja.

Ahora pensemos en todos esos ingredientes multiplicados por la trituradora del confinamiento y la pandemia. Porque hay otra poderosa razón para romper, y es cuando sientes que has estado muy necesitado o necesitada y que tu pareja te ha fallado de modo imperdonable. Cosa que a veces será objetivamente cierta y a veces habremos magnificado. Y así, el virus puede ayudarnos a terminar con relaciones tóxicas, pero también puede abrasar convivencias que, en otras circunstancias, hubieran salido adelante. Son los daños colaterales de la epidemia y es esa tremenda paradoja del corazón humano: desear tantísimo querer bien a alguien y luego a menudo acabar odiándolo.

Rosa Montero
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 14 de junio de 2020).

La magia literaria de Mario Benedetti nos lleva a reflexionar profundamente, aún con unas cuantas letras. Síganme y verán lo que he encontrado, en este pensamiento suyo: "Y cuando te dormís, y yo sigo leyendo entre cuatro paredes, algo ocurre: estás ahí dormida y sin embargo, me siento acompañado como nunca".

Dicho en otras palabras: "Con tu existencia me basta". Bástame saber, que al refugiarte en tus sueños, estabas consciente de mi compañía; casi como si me hubieses invitado a acompañarte en ellos. ¿Lo hiciste o no? ¡Qué importa! He entrelazado mis dedos a los tuyos, y deambulamos unidos, por tus sueños o en mi lectura, y más aún, cuando escribo... Sí, cuando estoy plasmando una idea -en el papel o el teclado- hasta te consulto, e imagino tus respuestas -tu sonrisa de conformidad o tu irónica crítica- y, o debo continuar así, suavizar la idea o enfatizar la crítica; pero también cambiar el rumbo, borrar y reemprender con nuevo propósito (no era por allí).

¡Qué grato es saberse o sentirse, acompañado!... Como cuando tú laboras, lees o escribes, te relajas viendo una película o una serie, y yo, en silencio te acompaño, consciente de que disfrutas lo que haces o tomas las mejores decisiones, y si acaso necesitas de mi escucha, comentario o apoyo de algún modo, me lo dirás e iremos juntos, para continuar o concluir; siempre de la mejor manera.

Sigue durmiendo: Tú, tranquila; disfruta de tus sueños... He concluido mi escrito, y en breve, te acompaño; aún en la distancia.

Uriel Eduardo Santana Soltero
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 10 de enero de 2021).

La psicóloga estadounidense Leonor Walker estableció, desde 1978, la teoriìa de que la violencia conyugal es cíclica y sigue 3 grandes fases o momentos. En la 1a. fase se acumulan las tensiones: el agresor está más irritable e intolerante, hay discusiones y suele predominar la violencia psicológica. En una 2a. etapa viene el estallido de violencia, la explosión de ira y se pierde cualquier posibilidad de comunicación con el agresor. Y por último, la 3a. fase, es una aparente calma, la reconciliación, donde el violentador da muestras de cariño y hasta puede decirse arrepentido. Es algo así como una "tregua amorosa" o una pequeña "luna de miel"... después, el ciclo se repite.

Romper ese "Ciclo de la Violencia" no es fácil. Los millones de mujeres que lo han vivido y no lo han denunciado, o que lo denunciaron y volvieron con el agresor, lo saben. Están, literalmente, atrapadas en relaciones de pareja violentas, sin delatar abiertamente al agresor por temor a que la situación empeore, ya sea por represalias o porque dependen de él.

Preguntas como: "¿Por qué no salen de esa relación?", "Pero al rato ahí regresan (con el agresor)"... están de más. Cuestionar y descalificar a la víctima es ponerse del lado del agresor.

El internet ha permitido esas "ventanas virtuales" que visibilizan la violencia y exhiben a los agresores, pero que ésta se haga pública no significa que se tenga el derecho de juzgar la situación y mucho menos enjuiciar a las víctimas.

La asociación civil Código Violeta lo describió en un tuit:
1.- La culpa siempre es del agresor y nunca de las víctimas.
2.- Las víctimas denuncian cuando están listas.
3.- Las víctimas deciden su plan de acción y las personas acompañamos, ayudamos y respetamos su decisión.

Denunciar permite muchas veces salvarlas, para que no haya impunidad y para que la violencia no quede en anécdota. Por fortuna, para estos casos, el internet tiene memoria, y muy buena.

Vania de Dios
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 30 de abril de 2021).

Mariana descubrió que su esposo tenía una novia. Reclamarle la infidelidad le costó una golpiza y que además el tipo la "castigara" quitándole el automóvil y las tarjetas bancarias, más serias amenazas de echarla a la calle.

Janeth trae algunos moretones en los brazos, huellas de la discusión que tuvo con su pareja el fin de semana, que entre gritos e insultos la jaloneó. Me contó asombrada que nadie se metió a defenderla, pese a que ella pedía ayuda. Los nombres en esta columna no son reales, pero ellas y sus historias sí. Las conozco y son parte de los 19.1 millones de mujeres que en México son agredidas por su esposo, pareja o novio, según el análisis "Panorama nacional sobre la situación de la violencia contra las mujeres", que realizó el Inegi.

Como si fuera algo cotidiano y "normal", la violencia sigue incrustrándose en los hogares. El Inegi documentó que a más de 2 millones de mujeres su pareja las ha encerrado o les ha prohibido salir o que las visiten. Carla es una de ellas: cuando quiere salir con sus amigas, primero tantea de qué humor anda su esposo y después le pide permiso, lo que incluye decirle a dónde y quiénes irán, porque algunas amigas de su esposa le caen mal al señor y no le gusta que se junte con ellas.

A las graves cifras de violencia física, que van de empujones y golpes hasta la asfixia, acuchilladas e intentos de asesinato, le siguen los escalofriantes números de violencia emocional. Cifras y números que son historias y vidas de millones de mujeres.

Para su estudio, el Inegi clasificó en 8 los actos violentos, siendo el más común y con mayor incidencia: la indiferencia. A 11.1 millones de mujeres su pareja les aplicó la famosa "ley del hielo", les dejó de hablar. Sí, también es una forma de violencia y no algo "normal". Cada que Paulina se pelea con su marido, este no le dirige la palabra y la bloquea de WhatsApp, de Instagram, de Twitter y corta cualquier canal de comunicación que pudieran tener. Una constante en su matrimonio.

Las relaciones de pareja son un asunto privado, que cada quien lleva como puede y que nadie debe juzgar, pero la violencia NO; la violencia es un asunto público y un grave problema de salud en el mundo. Normalizarla la invisibiliza y hace más difícil poder desterrarla.

El día que Sonia le dijo a su esposo que quería estudiar Derecho como él, el tipo le dijo que estaba loca, que eso no era lo suyo, que no estuviera inventando y se dejara de cosas. Hace años se divorciaron y hoy ella es abogada. Según el estudio del Inegi, a 3.3 millones de mujeres su pareja le ha prohibido trabajar o estudiar.

La severidad y la frecuencia de la violencia en la pareja varía según el contexto y características de cada mujer. Todos estos datos puede encontrarlos en la última Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) que realizó el Inegi, en el 2016 (urge una nueva y actualizada versión), y arroja información valiosísima para los estudios de género en el país y para las políticas públicas que urgen trabajar.

No es un asunto de estrato social ni económico. Hay quienes no denuncian por miedo a ser señaladas o criticadas o empeorar su situación o, más grave aún, porque ni siquiera son conscientes de que son víctimas de violencia. Y si no se ve, no se atiende.

Aprendamos a identificar la agresión en la pareja y generar redes de apoyo, con amigas, familiares, vecinas o asociaciones... Porque la violencia contra la mujeres es inadmisible.

Las agresiones contra cada mujer son agresiones contra todas.

Vania de Dios
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 30 de julio de 2021).

Muchos nos preguntamos qué tanto ha influido el confinamiento familiar y la alteración de hábitos, para afectar la vida de las parejas. Al menos varios coincidimos, en que sí ha generado mucha tensión, y en consecuencia, la manera de vivir que se había establecido.

El simple hecho de vernos obligados a estar encerrados y además ahora tener que aceptar el mentado trabajo y escuela en casa, han sido suficientes variables como para destapar más momentos de intolerancia y propiciar así la mutua falta de respeto.

Si ya de por sí la relación entre los hombres y las mujeres, y más en particular, entre marido y mujer, no han sido fáciles en las últimas décadas. Con mayor razón ahora que el entorno y las circunstancias están presionando a que se dé más convivencia y se reduzca la libertad y la intimidad.

Sobre todo he sido testigo de mucha desesperación y enojo por corroborar que la pareja con la que vives y que tú mismo elegiste, ahora resulta que ya no te atrae ni te hace "feliz".

Del gusto por verte al inicio de la relación, a tenerte que soportar todos los días, ya hace mucho la diferencia. Al conocerte más tal y como eres, en la vida diaria, han facilitado que aflore el lado oscuro de la pareja.

El enojo, la irritabilidad, la sensibilidad, pero sobre todo el ponerse a discutir y a subrayar las diferencias y los desacuerdos; están incitando a estar lo más lejos y apartado de la pareja. Pero como la pandemia ha forzado la convivencia, pues muchas parejas han entrado en crisis y suplican una urgente separación, que finalmente termina en divorcio.

Afortunadamente muchos matrimonios han sobrevivido muy bien, incluso se han redescubierto y reafirmado su amor. Toda crisis es una oportunidad de crecer, para no sucumbir en el intento.

Guillermo Dellamary
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 26 de septiembre de 2021).

Según cifras del Censo de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 38% de las personas de 15 años o más está casada y 20% vive en unión libre. El porcentaje de la población casada ha disminuido 11 puntos pasando de 49 a 38%; en tanto, la población que vive en unión libre pasó de 11 a 20%. Debido a esta situación, compartir finanzas entre parejas es una acción muy común con el objetivo de crecer económicamente, pero pueden existir algunos errores a la hora de gestionar los ingresos. Por esa razón, Gerardo Obregón, fundador y director general de Prestadero compartió los 3 errores más comunes que cometen las parejas al compartir sus finanzas y cómo evitarlos.

Uno de los errores más comunes es no conocer las costumbres financieras de la pareja, es decir, gastos, malos manejos de tarjetas o desinteresarse por los gastos del hogar. Por tanto, es importante conocer los hábitos financieros de la pareja y sobre todo los mismos, para llegar a acuerdos y soluciones para mejorar la economía mutua y evitar malos hábitos financieros.

Para diversas parejas, hablar de dinero aún es un tabú, ello puede traer consecuencias negativas a la hora de administrar las finanzas. No tener las cuentas claras puede desencadenar grandes problemas en la economía de ambos, sobre todo, cuando las cosas no están económicamente estables.

Los expertos en Prestadero, aconsejan que es mejor hablar la situación directamente, sin complejos y crear un equipo financiero para encontrar mejores soluciones. Antes de iniciar una vida en pareja, es importante entender los gastos, deudas, créditos, para crear un esquema de pagos y ahorro.

Otro error muy común en pareja es cuando no existe un plan financiero, no contar con una estrategia establecida puede resultar en un desequilibrio fatal de la economía en el hogar. Esto suele pasar con parejas que recién inician una vida juntos y empiezan a vivir bajo el mismo techo y para evitar malentendidos, siempre es bueno dejar claro desde un inicio. Por tal motivo, es importante crear una estrategia con responsabilidades económicas, desde definir límites financieros, hasta apartar los gastos esenciales.

También es recomendable hacer un plan financiero con el fin de ahorrar e invertir o simplemente tener un fondo de emergencia.De acuerdo con Gerardo Obregón, deben existir límites y acuerdos al momento de compartir finanzas, esto podrá generar una estabilidad económica y alcanzar objetivos claros.

Además, hablar las cosas claras al momento de establecer acuerdos, lo importante es coincidir en los puntos esenciales, no absorber gastos innecesarios y evitar deudas.

¡Los mejores trucos para ahorrar en pareja!

Hagan un plan: Si la intención que tienen es conseguir hacer un mejor uso del dinero que gastan para poder disfrutarlo mejor, lo que primero que necesitan es un plan de esta manera los 2 serán conscientes de qué buscan, un aproximado de cuánto les gustaría ahorrar en cada periodo, qué les gustaría hacer, qué cosas se pueden suprimir o cómo pagar una deuda de la mejor forma.

Fusionen sus gastos: Fusionar todas las facturas siempre que sea posible, esta es una de las mejores técnicas que puedes aplicar y te ayudará a ahorrar mucho dinero.

Desháganse de las suscripciones innecesarias: Este es uno de los errores más comunes cuando se trata de gastar dinero.

Muchas veces nos suscribimos en cosas que significan un gasto recurrente (mensual) y a lo que realmente no le sacamos mucho provecho, como: páginas de servicios o el gimnasio; por ello, lo mejor que podemos hacer es una limpieza cada equis número de meses, de manera de que verifiquemos que lo que estamos pagando es justo lo que queremos pagar.

Controlen el uso de sus tarjetas de crédito: La mayoría de personas cae en el error de usar las tarjetas de crédito hasta cuando no las necesita, se acostumbraron a que es cómodo y en realidad están incrementando un montón sus gastos. Ten muy en cuenta cuánto interés estás pagando por tus tarjetas para que las uses sólo cuando te hagan falta.

Organicen sus compras: Primero, hagan una lista de todo lo que consumen al mes, y asegúrense de hacer la compra donde incluyan todo (siempre buscando que los precios sean más económicos). Luego, para las compras que se suelen hacer una vez por semana, asegúrense de hacerlas también de una manera organizada para que no se vean obligados a tener que hacer compras inesperadas en lugares más caros.

(V.periódico El Informador en línea del 9 de febrero de 2022).

El marido que no da y el cuchillo que no corta, que se pierda, nada importa.

Refrán popular.

"¿Cómo elegimos a la persona que nos gusta?, ¿se trata de destino o de un proceso psicológico?", para esto, el campo de estudio de los procesos mentales y el comportamiento del ser humano tiene la respuesta. El doctor Ricardo Trujillo, de la Facultad de Psicología de la UNAM, explica el por qué la elección de una pareja no es una decisión consciente.

Por ejemplo, te has preguntado ¿por qué te gusta el helado de vainilla sobre el de fresa? O ¿por qué te gusta más el sabor de la Coca-Cola que el de la Pepsi? En algún momento hubo una elección construida inconscientemente, y uno no decide qué le gusta y que no, dijo el profesor.

Trujillo señala que en ocasiones buscamos como pareja al "primer objeto de deseo" formado desde nuestra infancia, es decir, relaciones afectivas similares a la figura materna o paterna, ya que ellos son los primeros objetos de deseo y "frente a ellos construimos cómo desear" explicó, a través de un comunicado.

De acuerdo con el especialista, a este proceso se le conoce como Complejo de Edipo.

¿Qué es el Complejo de Edipo?

Diversos portales señalan que se trata de una fase común del desarrollo psicosexual del ser humano, en la que el amor y el deseo de un hijo se dirigen hacia el padre del sexo opuesto, mientras que se presenta hostilidad y rivalidad al progenitor del mismo sexo. Este proceso es presentado de forma común tanto en las niñas como en los niños.

El psicólogo añade que la búsqueda de pareja funciona de esta forma ya que al ser los padres el 1er. modelo de "amor" es así como se nos enseña a amar, así que el "gusto" quedará definido desde una edad muy temprana.

Pero lo anterior no quiere decir que siempre suceda así para todos. De hecho, Trujillo explica que en ocasiones también se busca todo lo contrario a esos objetos de deseo, por la cual, la relación de pareja no es estrictamente una elección libre sino que está determinada por este concepto que también las personas generan de forma muy particular.

Otra de las formas de elección es a través del entorno, ya que de ahí se aprende qué es lo deseable.

El académico explica que en estos entornos observas que una persona está interesada en alguien o en algo particular, y por lo tanto, también quieres formar parte de ese grupo. En ellos aprendes con quiénes relacionarte, cómo comportarse o sentir. Este tipo de enamoramiento es más común de lo que podría pensarse e incluso sucede varias veces en la vida.

Y por último, está la forma narcisista que trata sobre la búsqueda de una pareja con características parecidas a ti, sin embargo, en ninguna de las que se plantea somos conscientes de la elección.

El afamado Sigmund Freud planteaba que el sujeto no tiene un único objeto del deseo, no existe esa "media naranja" que lo satisfaga del todo. A lo largo de la vida habrá muchas "naranjas" y otras tantas frutas en las que buscaremos si no la otra mitad, una geometría que nos sea agradable, al menos en ese instante. De hecho, no dejamos de buscar ese objeto porque se modifica frecuentemente, concluyó Trujillo.

(V.periódico El Informador en línea del 4 de mayo de 2022).

Crecer profesionalmente suele representar éxito, mejores ingresos, más independencia y plenitud, pero si eres mujer también significa que tienes mayores posibilidades de divorciarte. Sí, en pleno siglo 21, que una mujer encabece algún proyecto, ocupe cargos de 1er. nivel o espacios de toma de decisiones puede costarle su matrimonio.

Así lo revela una investigación de Olle Folke y Johanna Rickne, titulada "All the Single Ladies: Job Promotions and the Durability of Marriage" (Todas las damas solteras: promociones laborales y la durabilidad del matrimonio), publicada en la revista American Economic Association, en el 2020. Y aunque esta se realizó en Suecia -donde la mayoría de los divorcios se finiquitan en un mes y las tareas del hogar están equitativamente divididas-, sin duda los hallazgos podrían ser un claro reflejo de lo que también se vive en México.

"Tras estudiar cómo los ascensos a puestos altos afectan a la posibilidad de un divorcio, comparando trayectorias de hombres y mujeres, se llega a la conclusión de que la promoción en las mujeres duplica las probabilidades de romper su matrimonio, algo que no ocurre en los hombres", advierte el estudio. Este se centró en la promoción de mujeres para alcaldesas y diputadas, pero 'también encontramos una brecha de género cada vez mayor en las tasas de divorcio de hombres y mujeres después de ser ascendidos a CEO' (directivos generales o ejecutivos)."

El estudio está por demás interesante. Encontraron, por ejemplo, que la tasa de divorcios era menor en las parejas que crecieron o se desarrollaron de manera más igualitaria. Cuando el esposo es ascendido o promovido, el matrimonio no se desestabiliza. Basta con echar un vistazo alrededor para ver que se trata de un patrón de pareja muy común en nuestro país (aunque hay importantes excepciones), donde la mujer es responsable de la casa, la educación y los cuidados, mientras el marido se concentra en lo laboral y su desarrollo profesional.

En un escenario ideal y equitativo, debería ser posible que cualquier mujer pueda tener un matrimonio o relación funcional y a la vez una carrera exitosa, tener un equilibrio entre su vida personal y familiar con su desarrollo profesional. Se trata de encontrar un equilibrio en la vida. Sin embargo, según la investigación, la mejor elección para la mujer terminó siendo renunciar a la relación, al convertirse en una gran fuente de estrés cuando ellas ascendían en su trabajo.

¿Por qué no comenzar a pensar y aceptar que también haya hogares donde la esposa sea la principal fuente de ingresos y el marido asuma la responsabilidad principal del cuidado de los hijos e hijas? Para ello se necesitan entornos más equitativos entre géneros, donde las oportunidades laborales para las mujeres no signifiquen un quiebre o ruptura en las parejas, donde las tareas del hogar sean compartidas y deje de escucharse esa sonada frase de que "detrás de una gran mujer, siempre hay un sonado divorcio".

Vania de Dios
(v.pág.2 del periódico El Informador del 25 de noviembre de 2022).

Me sentí anciana, anticuada, de otra época, cuando escuché que eran "quedantes". ¿Cómo es eso? Yo sabía de ser pretendientes, ser novios, quizás amigos con derechos, "amigovios" o hasta amantes, pero ese tipo de relación no la conocía, nunca la había oído.

"Ya no es luego luego ser novios", me actualizó un joven que recién había acordado con su compañera de gimnasio ser "quedantes"; me explicó que ya después verían si la relación avanzaba bien como para dar el siguiente paso y, ahora sí, ser novios.

Ser "quedantes" es algo serio y muchísimo más común de lo que uno podría pensar; es un nuevo vínculo afectivo que está de moda entre las y los jóvenes, principalmente menores de 25 años (quizás por eso uno ni enterado). Es algo así como ser novios, sin ser novios.

Sí, pareciera complejo. Lo más lógico, para quienes somos adultos, es pensar que se trata de esa etapa del cortejo y en la que estás quedando bien, ese periodo de conocerse, de conquista, de invitarle a salir... Pero cuando sabes que "los quedantes" salen a citas y la relación también puede incluir el contacto físico, entonces, podría pensarse: "pues, eso en mi época, era ser amigos con derechos o lo que sería lo mismo 'amigovios'". Y no, tampoco es eso y las generaciones de hoy lo tienen bastante claro.

"Mi hija tiene un año con su 'quedante', yo creo que ya no tardan en ser novios", me compartió una señora, "qué bueno que se esperaron todo este tiempo para conocerse mejor".

Y pareciera que las y los jóvenes van prolongando más el tiempo para formalizar las relaciones. Según datos del Inegi, hasta el año 2021 la gran mayoría de la población joven estaba soltera: 72% de las personas entre 15 y 29 años. Cifra que contrasta, por ejemplo, con que 50% de los adultos de entre 30 a 59 años estaban casados y 21% en unión libre.

Ser "quedantes" no significa estar en una relación libre o mucho menos ser "frees" (relación meramente sexual, sin mayor compromiso). No. "Los quedantes" ponen sus propias reglas o tienen sus acuerdos, según sea el caso y lo que mejor les convenga. Por ejemplo, mientras hay quienes dicen que se pueden tener varios o varias "quedantes" a la vez, hay quienes defienden que implica exclusividad.

"Es algo que ya lo hablaste y hay una cierta exclusividad, bueno, toda la exclusividad", me aseguró el joven que se estrenaba como "quedante".

Ser "quedantes" bien podría ser el purgatorio amoroso o de las relaciones, en donde estás a unos pasos de tener el sí, pero sigues sin ser nada... o por lo menos, sin aún ser novios. Al final, se le puede poner el título que sea a las relaciones, siempre que haya respeto, términos claros y acuerdos que ambos cumplan.

Yo me quedo con la época del noviazgo y el romanticismo desde el principio, aunque como diría una amiga: eso era en nuestros tiempos.

Vania de Dios
(v.pág.2 del periódico El Informador del 17 de marzo de 2023).

Conocerse, enamorarse, casarse, vivir juntos y formar una familia... ese solía ser el modelo tradicional o culturalmente ideal de pareja, así había sido históricamente reproducido en los cuentos de amor y las películas románticas. Pero los tiempos han cambiado: social, económica y demográficamente los hogares, las familias y también las parejas están transformándose. Hoy no todas las relaciones aspiran a casarse, tener hijos o siquiera compartir la misma casa.

Monserrat tiene 5 años con David; son adultos con un empleo formal, económicamente estables e independientes, y aunque en algún momento hablaron de irse a vivir juntos, finalmente decidieron que lo mejor era que cada quien siguiera en su propia casa. Es un fenómeno social que se le denomina LAT, por las iniciales en inglés "Living Apart Together".

En español podría traducirse como "vivir separados, estando juntos" o para decirlo más coloquialmente: "viviendo juntos, pero cada quien en su casa". No se trata de simples noviazgos, sino de relaciones serias y estables (incluso, algunos son matrimonios) donde la nueva fórmula -más práctica y no por ello menos amorosa- es no vivir bajo el mismo techo. Pueden verse a diario y pasar algunas noches juntos, existe amor, respeto y tienen proyectos a futuro, pero en sus acuerdos no está el cohabitar.

En países como Suecia y Noruega se tiene plenamente identificado este fenómeno, así como en Estados Unidos y algunos otros países europeos. En España, por ejemplo, hace poco más de una década 8% de las mujeres en pareja vivían en una relación LAT, según el estudio "Living Apart Together en España. ¿Noviazgos o parejas independientes?", publicado en 2012 por la Revista Internacional de Sociología (RIS).

Cuando una o ambas partes de la pareja son personas que vienen de un divorcio y tienen sus propios hijos, la convivencia les resulta más sana si cada quien vive aparte, en su propia casa. En el caso de las mujeres económicamente independientes, el modelo tradicional de pareja hoy puede resultarles poco atractivo. ¿Por qué? Porque en las uniones convencionales aún existe una importante brecha de desigualdad en los roles dentro del hogar, donde las tareas pocas veces son compartidas y el mayor peso sigue recayendo en las mujeres. Entonces, mejor cada quien en su casa.

El estudio que se realizó en España señala que 11% de las mujeres en una relación LAT son cabeza de familia, y que "se identifican como la persona principal del hogar y rechazan el matrimonio; su perfil responde a mujeres de mediana edad, independientes laboralmente y con hijos".

"No quiero perder mi propio espacio, mi estabilidad. Soy autosuficiente y vivir juntos implicaría rentar un espacio más grande, serían más gastos, organizarnos con varios temas y tendría menos tiempo para mis cosas. Mejor cada quien por su lado, así estamos bien", me compartió Monserrat, que prefiere seguir como pareja LAT.

¿Por qué 2 personas que se quieren no viven juntas? Quizás porque para vivir también el amor se adapta; la concepción de pareja va cambiando y los acuerdos se van ajustando con el tiempo. Habrá quienes seguimos creyendo en el romanticismo de despertar juntos todos los días, pero al final lo que puede hacer duradera o no una relación es que esté cimentada sobre los mismos valores: amor, confianza, madurez y compromiso.

Por lo pronto, dirían las parejas LAT: te quiero... pero de lejecitos.

Vania de Dios
(v.pág.2 del periódico El Informador del 16 de febrero de 2024).
Fecha de última actualización: 16 de febrero de 2024.

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