La situación del país (2018-2019)


Lo cierto, lo comprobado, lo realmente experimentado, es: tenemos más de una década con una violencia irrefrenada y una inseguridad cotidiana que no nos deja vivir en paz. Y no veo respuestas serias a ello. Una que otra puntada de algún candidato, pero ningún plan serio, reflexionado y que signifique realmente un cambio en esa materia. No veo tampoco una propuesta que nos encamine hacia una economía sólida, no dependiente de acuerdos comerciales o de presiones a nuestra política exterior. Más bien observo candidatos (o precandidatos para ser más preciso) preocupados en mostrar los defectos de los otros. Lo cual se vale, pero no puede constituir el centro de un mensaje de un futuro gobernante. Y eso es lo que reamente veo: futuros gobernantes; cero estadistas, que sean capaces no solo de ganar el voto, sino de animar a la población respecto a un proyecto de nación para el futuro inmediato.

Roberto Blancarte
(v.pág.4 del periódico Milenio Jalisco del 2 de enero de 2018).

Toda persona que en una democracia subdesarrollada o decadente opta por denunciar las tropelías, las incongruencias, los abusos, las corruptelas, la ineptitud crónica y la demagogia corre el peligro de cansarse, porque los sistemas políticos construidos para perpetuar en el gobierno todo este tipo de anomalías suelen ser bastante sólidos, y sus beneficiarios ni ven, ni leen, ni oyen, ni se inmutan, ni mucho menos se sienten aludidos, a ellos solamente les importa seguir lucrando pase lo que pase.

No obstante, la sociedad, que es la única que puede poner fin a este estado de cosas, se halla inmersa en otro colosal bloque del más poderoso concreto; tampoco ve, ni oye, ni lee, ni se inmuta, ni se siente aludida por todo lo que ocurre en la esfera política, solamente le importa seguir sobreviviendo para comer y divertirse, paga por todo y eso incluye pagar los impuestos que se le impongan, y una vez lo hace, se olvida del asunto. Evidentemente esta condición de la gente ha sido provocada, promovida por aquellos que sacan provecho de un pueblo enajenado, manipulable, al que se le puede seguir embobando con las nuevas formas de prometer ideadas por la mercadotecnia política.

¿Qué precandidato o candidato puede en este país criticar lo que han hecho o dejado de hacer otros gobiernos o partidos, si todos están cortados por la misma tijera?

Armando González Escoto
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 7 de enero de 2018).

Lo que preocupa es lo que pasa en nuestras calles y en los muros de Facebook, entre nosotros, no en el cuarto de guerra de Enrique Alfaro o Miguel Castro. Los políticos están peleando por una curul, un gabinete completo, el poder estatal. Pero los ciudadanos, ¿por qué pelean? ¿Por el futuro del país? ¡Eso no lo pelean ni los candidatos! Fíjense cómo lo frasean: van por la gubernatura, por la presidencia, por una senaduría, por la alcaldía de Guadalajara. No he escuchado a ninguno, nunca, decir que va por el mando único, el salario mínimo, el socialismo, el neoliberalismo o los animales. No. Van por el cargo y luego ya verán con este qué hacen.

Pero en nuestras mesas pasa otra cosa: parece como si los lopezobradoristas que comen con nosotros fueran a crear la guardia nacional, como si los meadebelievers jaliscienses fueran mafiosos con relojes de 5 millones y como si los jóvenes que creen en Anaya tuvieran departamento en Atlanta.

¡Y no! Son mexicanos normalísimos. No vivirán en Los Pinos ni despacharán en Casa Jalisco. Cada uno de los interlocutores con los que el debate se pone caliente en redes, en cafés, pondrá en una urna un voto. Eso es todo. Es muchísimo, pero es sólo un voto. ¡Vean a los políticos! Mientras nosotros arrastramos pérdidas de cariños desde el 2006, ellos se juntan, cambian de adversarios, se invitan a sus bodas y se hacen visitas en la cárcel.

La política es caliente y hay que discutir. Discutamos. Pero no olvidemos que ese amigo con el que discutimos no es el corrupto, el mesías o el gandalla por el que nosotros no queremos votar.

Ivabelle Arroyo
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 10 de enero de 2018).

Vamos a tener muchos muertos por un largo rato más. Sea quien sea el ganador de la próxima contienda electoral, sea cual sea la política que adopte. Es mejor asumirlo desde ahora y no aspirar a lo imposible.

Alejandro Hope
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 11 de enero de 2018).

El lavado de dinero no es una práctica privativa de la delincuencia organizada, también es utilizada por funcionarios públicos corruptos y por evasores de impuestos.

México es un país particularmente expuesto para que los delincuentes lo utilicen para el lavado de dinero debido a la deficiente identificación de los beneficiarios finales que son los operadores de empresas y cuentas bancarias; a los pobres resultados del sistema de justicia penal; los altos niveles de corrupción y a la colindancia con el país más consumidor de drogas del mundo.

Luis Jorge Cárdenas Díaz
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 11 de enero de 2018).

Nuestro país se encuentra inmerso en un año electoral, lo cual implica un descenso en el nivel público de moralidad humana, y como dijera el ilustre florentino, algo así como "quienes aquí llegaron pierdan toda humana esperanza" la que en estos días parece ser una conducta ausente -simplemente, invito a mi solitario lector a librarse de la agobiante publicidad oficial- la que si no es totalmente falsa es cuando menos intrascendente, dado que no fue planeada para comunicar nada sino para gozar de los dineros planeados para el sistema electoral, calificado por muchos como el sistema electoral más costoso -y yo agregaría inútil- del mundo, y eso no es un asunto menor.

Pero dentro de este horrendo panorama y conforme a las más avanzadas técnicas de la felizología oficial, he pensado en hacer del problema, una oportunidad y es que este año se repartirán miles de jugosos huesos en las elecciones -puestos que, con ellos, sin ellos o a pesar de ellos no promete mejorar nada- eso sí. Los que accedan a los referidos huesos, estarán económicamente muy calientitos, pero no nos equivoquemos, será muy difícil, dificilísimo que el infelizaje vaya a recibir de la inmensa mayoría de aspirantes algo bueno, vamos, no podemos decir que ninguno sirva para nada, alguno por excepción será laborioso y hasta trabajador, lo que no sé es en beneficio de quién lo hace.

Carlos Enrigue
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 14 de enero de 2018).

¿Cómo arranca Veracruz el 2018? El 1er. día del año se reportó el crimen de un taxista en Córdoba y encontraron en Xico a un hombre baleado. 2 días después degollaron a un hombre en la carretera Catemaco-Coyame y asesinaron a 2 personas en Coatzacoalcos. El 5 de enero en Sayula fue asesinada Elizabeth Zepeda Osorio (la mujer había sido amenazada para que dejara de buscar a su hija) y encontraron 5 cabezas humanas sobre un taxi abandonado en una carretera. El 7, ejecutaron a 4 personas en Minatitlán y Coatzacoalcos.

El 8 de enero un grupo armado mató a 3 en Tihuatlán. El 9, 5 hombres murieron en Río Blanco y hallaron una cabeza en Cosoleacaque. El 10 de enero, el cadáver del expresidente municipal de Colipa. El 11, en Tuxpan, ejecutaron a un joven que trató de impedir que violaran a su hermana adolescente. El 12, 4 cabezas humanas abandonadas en el cofre de un taxi en Sayula. Antier, 9 cuerpos de hombres desmembrados al interior de una minivan en Xalapa.

En Chihuahua, una historia similar: del 5 al 8 de enero se registró el asesinato de 52 personas en Chihuahua capital y Ciudad Juárez. Notablemente, los 21 muertos del 5 de enero. El 7, un ex regidor, su hijo, su tesorero y un comandante de la policía. El martes pasado, 6 homicidios en Chihuahua. Ese mismo día en el Fraccionamiento Arquitectos acribillaron a 3 personas más. Sin contar que se publicaron grabaciones que apuntan a que el homicidio de la periodista Miroslava Breach fue orquestado y encubierto por el PAN estatal, partido en el gobierno.

Carlos Loret de Mola A.
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 15 de enero de 2018).

En la recta final de su gobierno, el Presidente Enrique Peña Nieto aparece cada vez más ocurrente y descuidado en sus declaraciones, como si estuviera pensando ya en entregar el changarro antes que terminar de modo mesurado su periodo.

Ayer criticó el "enojo social extendido" que hay entre algunos mexicanos que los lleva "a la angustia y a la preocupación", lo que les impide ver que "México ha venido creciendo" y les nubla la vista para apreciar "los avances y desarrollo que estamos teniendo".

En materia de juicio sobre la realidad del país, cada opinión es subjetiva y depende desde dónde se diga.

Esto es lo que dice la mayoría de los mexicanos en una encuesta del Centro de Estudios Sociales y de Opinión de la Cámara de Diputados. En el estudio, "Empleo y salario mínimo", 72.1% consideró que en los últimos 3 años la situación de los trabajadores ha empeorado algo o mucho, 16% opinó que ha mejorado algo o mucho, 9.1% sostuvo que se ha mantenido igual. 7 de cada 10 entrevistados dijeron que el salario que se percibe en el país es insuficiente o no le alcanza el ingreso que recibe; para 24% es suficiente para cubrir las necesidades, y únicamente 5% de los encuestados considera que es suficiente y le permite ahorrar.

El tema del ingreso es apenas uno de los diversos rubros en los que de puede afirmar que hay motivos suficientes para el "enojo social extendido" del que se queja Peña Nieto. Pero lo principal es el aumento significativo de la violencia y la inseguridad. El 5o. año de Peña Nieto pasó a la historia como el más violento en 2 décadas y por los recurrentes casos de irregularidades denunciadas, se puede sostener que este gobierno pasará a la historia como uno de los más corruptos, lo que ya es mucho decir. De tal manera que hay más que motivos suficientes para el "enojo social extendido".

Rubén Martín
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 17 de enero de 2018).

Los estados de Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Sinaloa, Sonora y Tamaulipas, representan el 21% del listado nominal del INE. Son 8 estados del México moderno, exportador, competitivo, pero también, con altos índices de corrupción, violencia e inseguridad. Son los estados donde se disputa el monopolio y principal renta del narcotráfico: cruzar la frontera. ¿Qué pesará más en su elección, pertenecer a una economía moderna o el hartazgo con el sistema político?

En el 2006, Andrés Manuel López Obrador obtuvo el 25% del voto de esas 8 entidades y en 2012 el 23%. López Obrador sabe, tras 2 derrotas, que para ganar la Presidencia de la República, no le alcanza con los votos del sur y centro de México, donde ya está en su tope electoral. Difícilmente podrá crecer en Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Ciudad de México y en el Estado de México. Es probable que gane estos estados, pero que no le sea suficiente para llegar a Palacio Nacional.

Luego entonces, ¿por qué nombrar a Tatiana Clouthier como coordinadora nacional de campaña? ¿De dónde podría sacar más votos la campaña de Morena? La respuesta es muy sencilla, del norte. Si López Obrador obtiene 28% del voto en esas entidades, podría ganar la elección. En cambio, si cae al 22% lo más probable es que no gane. De ahí la relevancia de una coordinadora con apellido, trayectoria y arraigo norteño.

Julio Madrazo
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 24 de enero de 2018).

A veces, en el país tendemos -explicablemente- a magnificar los problemas y los defectos de nuestra economía, de nuestro sistema político y del Estado de Derecho, y por lo mismo, opacamos las ventajas que existen y los méritos que tenemos.

Quienes tienen el privilegio de una perspectiva más amplia ven menos los detalles y las coyunturas, y más el fondo.

Los análisis hechos por diversos grupos financieros y expertos muestran que echar atrás los contratos derivados de la reforma energética es legalmente muy complejo por no decir imposible.

La no retroactividad de las leyes protege a quienes firmen contratos hoy, independientemente de lo que pase en el futuro.

Este hecho tiene 2 lecturas contradictorias en términos electorales. Por un lado, reivindica al régimen que se lanzó a la realización de las reformas, pero, por otro, da tranquilidad a los empresarios, independientemente de que AMLO fuera el ganador de la elección.

Ni el país es una ruina, pese a la corrupción o la inseguridad, ni será un desastre en el futuro, independientemente del resultado electoral.

Enrique Quintana
(v.periódico El Financiero en línea del 24 de enero de 2018).

La desconfianza y la falta de credibilidad en las instituciones son los daños colaterales de la corrupción. No se trata solo de un problema de imagen, ojalá fuera tan sencillo como eso, la desconfianza tiene costos directos e impactos en la economía que terminamos pagando todos. Si nuestras elecciones son de las más caras del mundo, 18 dólares por voto en promedio según cálculos del año pasado, es porque tenemos un aparato gigante creado por los partidos para vigilar a los partidos que no confían ni en sí mismos.

Cuando hablamos de castigar la corrupción normalmente pensamos en el regreso del dinero desviado, cosa que, por lo demás nunca sucede, pero nunca contabilizamos el costo que genera la desconfianza. Lo que se robaron los Duarte en Veracruz y Chihuahua, o Borge en Quintana Roo, por poner los casos más sonados, es mínimo con lo que estos estados gastarán ahora en esquemas de vigilancia que se traducen invariablemente en burocracias y costos indirectos para las empresas y ciudadanos.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 2 de febrero de 2018).

Prácticamente ausente en las precampañas el tema del combate a la corrupción. Ningún precandidato por disruptivo que quisiera ser pudo hilvanar un discurso sobre cómo enfrentar al verdadero "coco" de los mexicanos que es la corrupción, y por supuesto su amasia a la impunidad.

Por ahí Ricardo Anaya insistiría en sacar al PRI de Los Pinos, pero más como una afrenta personal contra quien en algún momento también sacó al PAN de la Presidencia, pero hasta ahí.

Y es que la corrupción es el estilo de la clase política mexicana. Sin distingo de partido.

Y es un gran negocio porque fomenta la impunidad (no se castiga a los corruptos), aunque con ello también se promueva "impunidad pareja", lo que significa que tampoco se castiguen la infinidad de delitos que se cometen en nuestro país.

La corrupción tiene un impacto vertical en los servidores públicos.

Hay los corruptos de arriba, y los corruptos de abajo. Pero al final todos son corruptos.

Los de arriba por supuesto son los que están en el poder: en este caso el gobierno federal, los gobiernos estatales y los congresos que participan en casos multimillonarios de desvíos y comisiones en casos como la casa blanca, Odebrecht, la Gran Estafa, los Trenes Relámpago, por mencionar algunos, pero a los que se suman los "moches" de los diputados, y la reserva de información de los grandes proyectos urbanos.

Son funcionarios de 1er. nivel que se encargan de acomodar proyectos y gastos de tal forma que en el camino quede en sus cuentas personales, y en las de sus afines, una buena rodaja del pastel.

Son los privilegiados.

Los de abajo son los corruptos de ventanilla, el funcionario a veces muy menor, que encuentra la forma de sacar un dinerito a partir de trámites que serían tan elementales como obtener una licencia de conducir o una verificación vehicular. Pero aquí están todos los que cobran una comisión por licencias de uso del suelo, de construcción, trámites funerarios, atención en ventanillas hospitalarias, y un sinfín de pretextos para hacer que el ciudadano común tenga que desembolsar extra para conseguir algo.

No se castiga a los de arriba, tampoco se castiga a los de abajo.

Es una complicidad tácita.

La filosofía es: si el de arriba roba, ¿por qué yo no?

Entonces todo aquel que está cerca de la función pública tiene la gran oportunidad de hacerse de recursos públicos.

Y aplica a todos los partidos políticos, en mayor o menor medida, por lo que difícilmente les interesará combatirla. El famoso capital de votos de un partido tiene mucho que ver con el negocio que deja para sus militantes.

Afortunadamente existen las redes sociales, y medios de comunicación cada vez más abiertos, en los que por lo menos exhiben a los corruptos; siguen libres, es cierto, pero viviendo con la mancha de haber sido señalados.

De ahí la importancia de no parar en ese exhibir la corrupción, claro, mientras llega el Sistema Anticorrupción, que parece tardará todavía algún tiempo.

Pablo Latapí
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 15 de febrero de 2018).

Nos hemos acostumbrado a la violencia criminal. Ya nadie se sorprende de lo terrible de la violencia en nuestro país. Ya nadie se sorprende de que se mate a alguien en la calle y nunca se dé con el paradero de los responsables. Nos hemos acostumbrado a ser insensibles.

No encuentro la manera de describir lo que vivimos. Estamos sumidos en la atonía.

No en balde encuentro que cada vez hay más personas pensando en vivir en otro país; no en balde se construyen fraccionamientos-fortalezas que reducen al mínimo la posibilidad de ser víctimas de la violencia. No en balde hay miedo en las calles.

Culpo a todas las autoridades, y no culpo a ninguna en particular. Pareciera que nadie puede hacer algo al respecto. El cáncer de la violencia nos ha invadido. ¿Tenemos remedio para ello? Quisiera pensar que sí, pero no veo dónde ni cómo hacerlo.

Manuel Baeza
(v.pág.6 del periódico Milenio Jalisco del 16 de febrero de 2018).

A 10 meses de terminar su administración, el presidente necesita desesperadamente la aprobación de la ciudadanía; qué lástima que no la buscó con actos contra la impunidad durante estos 6 años. Sin embargo, tiene razón, no se puede negar que en muchas áreas se hizo un trabajo sólido fortaleciendo varias extremidades del cuerpo macroeconómico nacional, pero, al mismo tiempo dejó las piernas sociales débiles, aún amputadas.

Porque se reconoce que a pesar de que el panorama económico internacional ha sido sumamente complejo, la economía mexicana no ha decrecido. Es por ello que la OCDE expresó: "La macroeconomía de México es sólida y está bien administrada, la política monetaria es adecuada y autónoma y se conduce de manera responsable. México está mejorando su capacidad de crecimiento desde adentro".

Sin embargo, aun en esta porra de la OCDE, Estudio Económico 2017, su titular también habló de los faltantes: "Pero hay mucho que hacer para transformar las reformas en crecimiento incluyente. Hay que hacer mucho más para terminar con la pobreza. Hoy más que nunca, la política económica de México tiene que estar enfocada en la redistribución del ingreso, de las oportunidades".

Otro logro reconocido es que se está por alcanzar la meta 4 millones de plazas de trabajo, una cifra mayor a la obtenida en otros sexenios. Sin embargo, de acuerdo con Alfonso Bourzas, abogado laboral de la UNAM, en el Senado de la República se está discutiendo una ley en materia laboral que busca flexibilizar más el "outsourcing", generando incertidumbre laboral. Y a esto se suma que muchos de los empleos creados son de muy bajos ingresos.

Así, junto con los logros, está el otro lado de la moneda, y un tema vital no solucionado: la galopante inseguridad y la exacerbada violencia que en este sexenio han escalado a cifras sin precedente.

Porque de poco les vale a los mexicanos lo logrado, cuando saben que su vida está en peligro cada día. Miedo a ser parte del "daño colateral" o de un levantón, realidad que no se mitiga con los publicitados logros sexenales. Porque esta administración perdió 5 años para trabajar la seguridad de los mexicanos, dejando a la población a merced del crimen organizado.

Y para rematar el descontento, está el endeudamiento, uno de los mayores tenidos en el país, porque de acuerdo con la Auditoría Superior de la Federación, en los últimos años la deuda creció con un ritmo que "plantea riesgos para su sostenibilidad". Y este enorme endeudamiento fue para "fomentar e impulsar la actividad económica, evitar que la contracción se profundice y financiar los déficit presupuestarios en que ha incurrido el gobierno". "El crecimiento económico y los ingresos públicos no han sido suficientes para compensar el crecimiento de la deuda pública, que en 2014 y 2015 se encontraron fuera del rango de sostenibilidad", señaló su estudio. Otro rubro donde se hizo un mal trabajo.

Entonces, poniendo lo hecho y lo deshecho en la balanza, aunque el presidente quiera reconocimiento, la población le reclama lo incumplido; saldo negativo que no obtendrá aplausos.

Lourdes Bueno, investigadora de la Universidad de Guadalajara
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 17 de febrero de 2018).

Ya para el año 2008 era común para toda la ciudadanía de este golpeado país la violencia encarnizada de la delincuencia, que entre otros recursos intimidatorios había dado en decapitar a sus víctimas. De pronto por aquí y por allá arrojar cabezas dentro de bolsas o sin ellas comenzó a ser una trágica y escabrosa noticia. Eco de esta lamentable realidad se hará la película titulada "El infierno", que de alguna manera reprodujo lo que en el imaginario social era ya un repertorio de escenas bien conocido.

La nota roja ha tenido durante todo este tiempo abundante material, tanto que aún si lo pretendiese no alcanzaría a publicarlo todo. Ni falta que hace, la comunidad mexicana de estos primeros años del siglo XXI reacciona ya en automático ante cualquier bulto extraño que vea, sean bolsas de plástico negras o amasijos encobijados tirados en baldíos, fuera de tales o cuales casas, dentro de camionetas o autos abandonados en calles solitarias o en avenidas importantes, o aún peor, cuerpos colgando desde puentes peatonales o vehiculares.

No va a ser tarea fácil sanar la memoria.

Armando González Escoto
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 18 de febrero de 2018).

Una de las tragedias que tiene México es su "clase política". No ha estado a la altura de sus retos y en esta coyuntura, pareciera que el país le queda grande.

Pero, hay que hacer un poco de historia para entender la circunstancia actual.

El sistema político mexicano se configuró de manera más clara durante la década de los 40 y 50 del siglo pasado. Estaba basado en un partido hegemónico -virtualmente único, refirió alguna vez Carlos Salinas- y en una burocracia que requería ascender en el escalafón de ese partido para aspirar al poder.

El sistema económico mexicano también se fundó en la relación de privilegios y conveniencia que estableció con los políticos la comunidad empresarial.

El partido hegemónico tenía 3 pilares: el sector obrero, el campesino y el sector popular.

Por los cambios en la estructura económica y social del país, fue crecientemente el sector popular el que alimentó casi todos los altos mandos del gobierno.

En paralelo, dentro del gobierno fueron surgiendo diversas tecnocracias. Una de las más importantes e influyentes, mas no la única, fue la asociada al Banco de México y a la Secretaría de Hacienda, desde los tiempos de Rodrigo Gómez y Antonio Ortiz Mena.

Esa tecnocracia creció en influencia en los 80 y sus más brillantes cuadros llegaron al poder, comenzando en el sexenio de Miguel de la Madrid.

Pero toda la vieja estructura política, con los tradicionales sectores del PRI, siguió vigente y actuante.

La tecnocracia modernizadora percibió la necesidad de oxigenar el sistema político, lo que abrió posibilidades a los partidos opositores tradicionales, como al PAN o las diversas fuerzas de izquierda, como el PCM o el PMT.

Desde hace 30 a 40 años, por lo mismo, las fuerzas que constituyen la clase política cambiaron.

La división del PRI en 1988 condujo a que el PRD, el partido que agrupó a las izquierdas, tuviera una participación predominante de expriistas.

El PAN también cambió.

La llegada de nuevos personajes, provenientes sobre todo del sector empresarial, cambió completamente la configuración del partido de Manuel Gómez Morín.

Los triunfos electorales lo convirtieron -como lo fue el PRI por décadas- en una plataforma para acceder al poder, lo que se consolidó con el triunfo de Fox en las elecciones presidenciales del año 2000.

El camino al poder tuvo varias opciones, pues la izquierda -principalmente a través de expriistas- también ganó gobiernos estatales y fue otra plataforma para ganar el poder real.

Morena, al constituirse desde hace algunos años, se convierte en una fractura de la izquierda, pero con la peculiaridad de que el partido completo se explica básicamente por su líder, López Obrador, y se configura en función de las opiniones de quien lo funda y lo encabeza.

Esa clase política, que en su mayor parte carece de solidez ideológica, y está sobrada de ambición, es la que domina, no sólo entre todas las fuerzas políticas formales, sino también entre muchos de los que se han declarado independientes.

Hay "garbanzos de a libra" por aquí y por allá, entre todos los partidos y movimientos, pero no se trata del común denominador, sino de la excepción.

Cuando se hace ese recuento, no sorprende que tengamos la impresión de que los retos del país le queden grandes a nuestros políticos.

¿O será que también nos quedan grandes a quienes hemos procreado esa clase política?

Enrique Quintana
(v.periódico El Financiero en línea del 22 de febrero de 2018).

Pese a los 12 gobernadores encarcelados o procesados, que sin duda es un incipiente avance en el combate a la impunidad, el estado mexicano está lejos de dar muestras contundentes de tener la convicción auténtica de querer combatir la corrupción. Esto se refleja también en el índice de Transparencia Internacional, donde países como Brasil y Perú han subido en el ranking porque sus gobiernos han asumido el compromiso de castigar la corrupción y detenido y acusado hasta a presidentes. Un botón de muestra es que en esos países las corruptelas a las que se prestó la trasnacional Odebrecht tumbaron a mandatarios y encarcelaron a altos funcionarios. En México no ha pasado absolutamente nada pese a las múltiples evidencias de irregularidades por ese caso.

Jaime Barrera
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 23 de febrero de 2018).

Por 1a. vez escuché que alguien públicamente afirmó que la sociedad mexicana ha hecho su tarea y que es el gobierno el que no se esfuerza por combatir la corrupción con medidas de fondo y no paliativos o remedios demagógicos y efímeros, insustanciales en verdad, desde aquellos tiempos de la "renovación moral" y de "la corrupción somos todos" hasta la muy reciente de que es una cuestión cultural.

Eduardo Bohórquez, director ejecutivo de Transparencia Mexicana es a quien me refiero y lo hizo al hablar en una entrevista sobre el Índice de Percepción de la Corrupción 2017 que ese organismo acaba de publicar junto con Transparencia Internacional. Más allá de los datos duros que son demoledores, me llamó la atención que manifestara una postura opuesta a la del presidente de México, por ejemplo, quien minimiza la corrupción en el país y se lava las manos al echarnos la culpa a todos.

Al aludir a las declaraciones de Peña Nieto, Bohórquez dijo que si es un asunto cultural, entonces otros países de la región deberían estar en la misma situación como Uruguay, Chile o Costa Rica, los países mejor evaluados de América Latina; y a la pregunta de si la sociedad en México no había hechos su tarea al respecto, él respondió que sí la ha hecho y habló de los ejemplos de sociedad civil organizada o no que se manifiesta y lucha desde diversos frentes para denunciarla y combatirla. No es culpa de la sociedad, es más bien el gobierno en sus diferentes órdenes y niveles el que no está haciendo lo suficiente para atenuarla primero y luego para erradicarla con todo y que hay una clara conciencia de que no hay naciones 100% "limpias".

Es fácil echarle la culpa de todo a la sociedad, a una masa informe e impredecible, diversa y desigual, a cualquiera le puede quedar el saco o no. Qué fácil decir que la gente no participa; qué fácil asegurar que las masas son las responsables cuando desde el gobierno se mantiene pobreza e ignorancia deliberadamente para garantizar la compra/venta de votos; qué fácil decir que la sociedad es parte de la corrupción cuando las instituciones del Estado no funcionan y orillan a eso para que las cosas, muchas cosas caminen, qué fácil.

Nosotros no tenemos la culpa. México requiere con urgencia una purga de su sistema de gobierno, de la burocracia, del sistema electoral y de partidos, incluso de algunas cúpulas empresariales; y necesita líderes que pongan el ejemplo y conduzcan a esta sociedad a otros niveles de convivencia.

Laura Castro Golarte
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 24 de febrero de 2018).

México está enfrentando un vendaval económico en el cual necesitamos con urgencia abonar a la seguridad jurídica. Tenemos la inflación más alta de los años recientes, el dólar está por las nubes, hay incertidumbre por el resultado de la renegociación del Tratado de Libre Comercio y, por si todo lo anterior fuera poco, la reforma fiscal en Estados Unidos nos resta puntos en la competencia por atraer inversiones extranjeras.

Miguel Carbonell, investigador del IIJ-UNAM
(v.periódico El Universal en línea del 27 de febrero de 2018).

Los síntomas existen en México, la polarización, la difamación, la discordia, el encono. La evidencia es que lo que pasó en Estados Unidos, salió de una granja de troles creada en San Petersburgo, desde donde lanzaron una guerra cibernética contra varios países que también tiene huellas en México. ¿Qué tanto es real? ¿Qué tanto manipulado? No lo sabemos aún. Pero quien niegue los riesgos y los costos de esta división nacional, no ha entendido nada.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 28 de febrero de 2018).

Todos estamos hartos de la corrupción, y su combate es parte fundamental del discurso de todos los partidos políticos y candidatos que aspiran a gobernarnos.

Debido a que el PRI ha sido el partido que durante más años ha gobernado México y que el presidente actual de ahí emana, pareciera que la corrupción es una práctica exclusiva de ese partido, y que cualquier otro sería mejor o al menos algo más honesto, como si se pudiera ser honesto a medias.

El hartazgo de la sociedad se encuentra en niveles máximos, y en asuntos de corrupción, ningún partido político que haya gobernando el país, o algún estado o municipio se salva. Y aquí es donde nuevos partidos como Morena encuentran su oportunidad, pues al no tener historial previo de corrupción, se presentan a sí mismos como una esperanza de cambio verdadera, con un discurso en el que todos, menos ellos, son culpables de la situación, y que captura tanto a personas que viven en situaciones apremiantes como a personas crédulas y de buena fe que están hartas de la corrupción, de la inseguridad y la impunidad.

Pero los partidos políticos no son las declaraciones de principios y estatutos fundacionales archivados en algún cajón del INE, sino las personas que los integran y dirigen.

Así que lo que debemos aquilatar no son los ideales y discursos populistas de Morena o de cualquier otro partido -que si de discursos se trata, todos son un dechado de virtudes-, lo que debemos evaluar es la trayectoria y antecedentes de sus candidatos y de quienes los rodean, y que en el caso de Morena se trata del ex priista y ex perredista López Obrador, y sus colaboradores más cercanos y las recientes adhesiones y nominaciones que ha hecho incluyen delincuentes de todo tipo, desde ex líderes sindicales y ex funcionarios públicos corruptos hasta secuestradores, que lo único que buscan obtener a cambio de acarrear votos es un refugio para la obtención de fueros que indebidamente garantizarían su impunidad, o para recibir la protección política, directa y personal del "futuro" Presidente de la República.

AMLO está haciendo lo que sea para ganar votos, sin importar de dónde vengan. Para él, el fin justifica los medios, lo cual incluye el perdón a delincuentes y criminales.

Es tal el tamaño de la delincuencia y corrupción en México, que ahora y por increíble que parezca, AMLO ve al sector criminal del país como un importante generador de votos a su favor.

Podríamos decir que si llegara a ganar la Presidencia, las castas y huestes más corruptas de México tendrán un clima propicio para el desarrollo y la operación impune de negocios ilícitos y corruptelas.

Es inconcebible lo que está pasando. Es inconcebible la completa ausencia de escrúpulos por parte de este personaje, y más inconcebible aún, el que tenga seguidores de todos los niveles culturales y socioeconómicos, que no ven nada de esto, o si lo ven creen que es mejor que lo que hasta ahora hemos tenido. No se dan cuenta que podemos estar peor.

A los que creen en las promesas de honestidad y combate a la corrupción de AMLO y piensan votar por él; a los que estamos hartos del PRI, del PAN o del PRD, les pido que en las próximas elecciones no se dejen llevar por sus sentimientos antipriistas, antipanistas, o antiperredistas, que por más corruptos y falsos que han resultado ser todos estos partidos, no somos (todavía) Venezuela ni Cuba, y de alguna manera tenemos instituciones democráticas y separación de poderes que funcionan, aunque sea a medias (recuerden que AMLO elogia las dictaduras chavistas y castristas).

El voto de castigo al PRI, o al sistema político tradicional de los últimos tiempos, nos puede llevar a situaciones mucho peores que las actuales, y no obstante que la corrupción es algo que todos sin excepción queremos erradicar, combatirla eligiendo a un Presidente que promete honestidad rodeado de delincuentes es un camino autodestructivo equivalente a "darse un balazo en el pie" o hacerse un "harakiri a la mexicana".

Si votar por el PRI representado hoy por Meade, si votar por la coalición Por México al Frente encabezada por Anaya, nos molesta mucho, sólo recordemos que podemos estar peor y que para mejorar no es necesario darnos balazos en el pie y mucho menos suicidarnos.

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(2 de marzo de 2018).

Desde las elecciones del año 1994, cuando comenzó la alternancia, los porcentajes con los que han ganado los vencedores de las elecciones presidenciales se han quedado por abajo de 50%.

Zedillo ganó con 48.7%, Fox lo hizo con 42.6%, Felipe Calderón con 35.9% y Enrique Peña con 38.2% de los votos.

Y, en las elecciones de este año, lo más probable es que el porcentaje con el que gane algún candidato sea inferior a 40%.

¿Qué implicaciones tiene este hecho? La 1a. es evidente y clara: cualquiera que gobierne lo hará con un electorado que mayoritariamente votó por otro candidato presidencial.

Puede variar esa proporción según el resultado; las minorías podrán ser de diferente tamaño, pero el ganador tendrá quizá sólo poco más de la tercera parte del electorado.

La 2a. implicación es que lo más probable es que el ganador no tenga mayoría en el congreso y por lo mismo, podría incurrir en el riesgo de perder gobernabilidad si no tiene la capacidad de establecer alianzas.

Hay regímenes presidencialistas que han solucionado este riesgo, estableciendo la 2a. vuelta y obligando a los electores a definirse por alguna de 2 opciones.

En los regímenes parlamentarios, usualmente la regla es que se obligue a la formación de coaliciones para alcanzar la mayoría y poder formar gobierno.

En México no tenemos, en el terreno práctico, ninguno de los dos esquemas. Aunque se legisló sobre los gobiernos de coalición, el tema no se ha reglamentado.

Uno podrá estar en contra o a favor de las reformas realizadas por el gobierno de Peña, pero los cambios constitucionales que operó no hubieran sido posibles sin una virtual coalición o coaliciones (porque fueron varias) que duraron alrededor de 2 años, cuando se firmó el Pacto por México.

Enrique Quintana
(v.periódico El Financiero en línea del 2 de marzo de 2018).

Fue hermoso ver la alegoría de lo mexicano y del tradicional Día de Muertos que se desencadenó en el escenario como pretexto de la película estadounidense Coco, que obtuvo el Óscar a Mejor Película Animada y a Mejor Canción.

Una fiesta de color, música y alegría, que nos evoca mucho de la naturaleza, el ADN, de los mexicanos.

La mala noticia es que México no es así, y si en algún momento lo fue, hace rato que dejó de serlo.

Hoy a México no lo gobiernan la fiesta, el color, la música y la alegría; hoy es el territorio del miedo y de la desconfianza, gobernado por la inseguridad, la impunidad, la transa y la corrupción.

¿En qué momento nos perdimos?

No hace mucho nuestro país era el territorio que se podía recorrer por carretera sin mayor empacho; se podía "pueblear" en todo el Bajío, caminar por sus bosques y sus montañas, nadar en sus playas semivírgenes y en sus lagunas, recorrer las calles céntricas de sus principales pueblos y ciudades, y era rarísimo que hubiera incidentes desafortunados.

No nos podemos explicar en qué momento el país quedo incondicionalmente en manos de una clase política que ha contaminado (para mal) las funciones básicas del Estado, seguridad y protección, en su afán de manejar las responsabilidades como cuotas de grupo y que ha dejado los órganos encargados de garantizarlas y procurar justicia en manos de personajes políticos que sólo han ido de paso, y han excluido a los perfiles de carácter técnico que hubieran por lo menos saber dónde estaban parados.

Una clase que en su afán de no ser castigada por sus groseros actos de corrupción ha promovido y provocado la impunidad, convirtiendo el delinquir en una actividad no sólo lucrativa sino exenta de castigos o condenas.

Cuántas responsabilidades para una clase disfrazada de distintos partidos que se ha servido, y se sigue sirviendo, a costa de un país que debió haber sido, si no mejor, sí bueno en algún momento.

Mucho que agradecer pues a la entrega de los Oscares, pero también mucho por lo que hay que sentarse a reflexionar.

Pablo Latapí
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 8 de marzo de 2018).

3 íes atraviesan a México: La inseguridad, la inequidad y la ilegalidad. Desde estos 3 ejes podemos pensar prácticamente todos los problemas del país. La violencia, el mediocre crecimiento económico, la corrupción, la desigualdad, la falta de oportunidades, casi todo lo que nos agobia y nos preocupa a los mexicanos está cruzado por las 3 íes.

La inseguridad no es solo un problema policiaco, ni siquiera de presupuesto. Más aún, seguir viendo a la inseguridad como un tema de armas y policías es condenarnos a no resolverlo. Pasado un umbral, que en muchas ciudades y entidades del país ya se ha rebasado con creces, cada peso extra invertido en equipamiento, armamento o gasto policiaco tiene un rendimiento menor, porque las 3 íes están totalmente interrelacionadas. Si no atacamos la inequidad y la ilegalidad el gasto en seguridad es una falsa ilusión.

La inequidad es quizá el problema más profundo y difícil de resolver. Aunque a los neoliberales no les guste el término, la inequidad es, además del principal motor de la violencia una de las causas del bajo crecimiento de nuestra economía. Tener trabajo y ser pobre, como sucede con muchos de los asalariados de este país, es una contradicción en sí misma, una tara del sistema económico, y madre de muchísimos de los problemas a los que nos enfrentamos y de los que nos quejamos todos los días.

La ilegalidad o falta de Estado de Derecho, es otro eje que atraviesa prácticamente todos los frentes, desde la corrupción hasta la seguridad pública, pasando por la falta de garantía a la inversión privada, la falta de atención médica o la destrucción del medio ambiente, por citar solo algunos de los problemas cotidianos. Mientras no reconstruyamos un Estado de Derecho donde la ley sea una y para todos, la inseguridad seguirá rampante y la inequidad la marca de la casa en México.

Como todo problema complejo el de las 3 íes no tiene soluciones fáciles ni mágicas, por el contrario, requieren soluciones sistemáticas, de largo plazo, pero sobre todo simultáneas: las íes son como 3 palillos chinos montados uno sobre otro; no se puede mover una sin alterar las otras 2. Conceptualizarlas juntas es quizás el gran aporte de Méxicos Posibles.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 22 de marzo de 2018).

Esta sociedad está inmersa en un país explotado y atrasado por obra y gracia de su propia clase política cínica, egoísta, corrupta y sin escrúpulos.

Desde que tengo uso de razón hay crisis en México; desde que me acuerdo, mis papás se quejaban de la situación y de los políticos; están en mi memoria y en la de muchos, frases como: "el que no transa no avanza", "gánale al PRI", "vivir fuera del presupuesto es vivir en el error" y, más recientemente "el PRI roba y deja robar".

¿Quién las pronunció primero y las soltó para que se regaran y arraigaran en la inconsciencia colectiva, pobre y hambrienta? ¿Y en la no tan pobre pero advenediza y oportunista? ¿A quién le convenía... le conviene? ¿En qué momento los poderosos cancelaron aquella tímida pero clara idea de superación, de transcendencia, de desarrollo, de evolución? ¿En qué momento optaron por vender ideas e ideales? ¿Cuándo prefirieron el enriquecimiento propio inconmensurable y nauseabundo al servicio público? ¿Cuándo dejaron de amar a México? ¿Cuándo dejamos de importarles? ¿Cuándo le abrieron las puertas anchas y sin obstáculos a la corrupción y al contubernio con el crimen organizado? ¿Cuándo cerraron los ojos? ¿Cuándo se conformaron con "gobernar" a una masa de sólo votantes y contribuyentes? ¿En qué momento se endurecieron y envilecieron?

Ha empeorado, la descomposición avanza como un cáncer incurable y agresivo y la realidad la constatamos y sufrimos día a día. Hay que romper con esto; hay que cambiar y modificar patrones; desterrar esas frases del inconsciente colectivo y pensar de otra manera, sin miedo, con esperanza, con nuestros hijos en mente, con este país que amamos, del que debemos volvernos a enamorar y sentirnos orgullosos. Hay que romper patrones y ahora, más que nunca, exigir una purga profunda en el sistema político mexicano que incluye al legislativo y al judicial.

Laura Castro Golarte
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 24 de marzo de 2018).

El pánico establece dominio en muchas poblaciones donde las fuerzas de seguridad obtienen el refuerzo de las armadas con respuesta violenta atribuida al crimen provocador de daños a la vialidad, establecimientos empresariales y comerciales, bloqueos y expresiones productoras del pánico en la población civil.

Todo principio tiene final. El sexenio de José López Portillo (1976-1982) lo ejemplifica al llegar a la presidencia sin contrincante, como un mero designio de reinado plagado de frivolidad extendida a su pareja viajando por el mundo con el piano de su predilección y más, a costo del erario. López Portillo acuñó la frase: La corrupción somos todos, marcó la apertura de los diputado plurinominales y al terminar de su mandato nacionalizó la banca.

El transcurso de más de 40 años ha dado espacio a cambios, como como los precedentes 2 sexenios del Partido Acción Nacional, carentes de certidumbre en la lucha contra la miseria y el crimen organizado dando acceso a jóvenes encauzados a sus filas con las consecuencias criminales, de que dan amplia cuenta los medios de comunicación.

En tales condiciones, la transparencia es una mera ilusión. Múltiples acusaciones no llegan al terreno real de la justicia y sólo son motivo de escándalo pasajero. Cumplir con el mandato con la honestidad de acuerdo a la Constitución, es una promesa sin alcanzar cumplimiento del propósito de coadyuvar a mejorar las condiciones de vida y lograr la prosperidad.

La incógnita señala término a menos de 100 días para las elecciones del presidente, senadores, diputados y gobernadores, entre los que figura el de Jalisco. Prevalece la incertidumbre envolviendo ataques estériles sin propuestas efectivas con el sustento para convencer y vencer en las urnas, para el cumplimiento del supremo compromiso de gobierno con capacidad, honestidad y transparencia.

Carlos Cortés Vázquez
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 25 de marzo de 2018).

México vive una tragedia por sus miles y miles de desaparecidos. 34,265 mexicanos que no pueden ser localizados por sus familias y amigos. 65% tienen entre 15 y 39 años. La mayoría son hombres (3 de cada 4). Y en Jalisco, de acuerdo con los últimos datos consultables en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas, 3,060 ciudadanos que están ilocalizables. El número de desaparecidos en México es comparable e incluso supera a países acechados por prolongados conflictos bélicos, guerras civiles o cruentas dictaduras. Las desapariciones afectan a todos: jóvenes pobres y ricos, estudiantes universitarios y jefas de familia, profesionistas y obreros, políticos, delincuentes y extranjeros. Y uno se pregunta, ¿por qué los desaparecidos no indignan lo que indigna el gasolinazo? ¿Por qué más de 34,000 mexicanos en esa situación no suponen una movilización social clamorosa que exija respuestas contundentes a las autoridades?

Hay varias explicaciones. En este texto abordo una: el discurso político. Desde que Felipe Calderón, de forma irresponsable, decretó que no había otra salida al problema de la violencia en México más que comenzar una guerra abierta y frontal contra el narcotráfico, las autoridades responsables de explicar el desastre provocado tuvieron que buscar toda clase de estratagemas para contar la realidad. En un plazo de 3 años, la tasa de homicidios se triplicó, aparecieron fosas comunes por todo el país y las personas desaparecidas se multiplicaron. Al principio, fueron tratados como daños colaterales -hasta normales- de la "valiente" apuesta del Presidente por combatir a los criminales.

Así, el calderonismo comenzó a tejer su historia. Las muertes son un indicador de nuestro avance. Pero, rezaba el discurso: no te preocupes, los únicos que mueren asesinados son los malos en la historia. Los "lumpen": narcotraficantes, policías infiltrados, jóvenes con adicciones, narcomenudistas, secuestradores, extorsionadores, políticos corruptos. Dicho relato, que nunca tuvo base empírica ni sustento en los datos -como probaron académicos como José Merino-, se interiorizó en amplios segmentos de nuestra sociedad. Se universalizó esa temible frase que se repite como mantra: ¿lo mataron? Pues seguro que andaba en malos pasos. El relato es a la vez perverso y eficaz por 2 razones: le quita presión al gobierno para realmente investigar los homicidios. A las fiscalías y procuradurías no les interesaba resolver los casos, sino que el tribunal de la opinión pública diera su veredicto: eran criminales y, por eso, murieron. Como lo ha demostrado el doctor Guillermo Zepeda Lecuona, la capacidad de investigación de homicidios en México no supera un tope máximo en el tiempo, sin importar si son 15, 20 o 30,000 por año. Esto habla de que el estado mexicano y los gobiernos locales nunca se interesaron en construir la infraestructura mínima para esclarecer los casos de asesinatos.

Y la 2a.: el relato brinda una falsa paz social. Es como si viviéramos en 2 mundos separados. En 2 Méxicos distintos. Uno, el salvaje, compuesto por criminales, policías corruptos y autoridades infiltradas, en donde los homicidios son moneda corriente. Los 30,000 homicidios que ocurrieron en el país durante 2017 ocurren en ese México bárbaro e infernal. Sin embargo, hay otro México, el de las familias buenas, trabajadoras y responsables que está blindado frente a la violencia. Un país maravilloso en donde un estudiante no puede desaparecer, una mujer no puede ser levantada y en donde no corres ni el más mínimo riesgo de morir asesinado. Mientras te mantengas lejos de la criminalidad, ¡A ti no te va a tocar!

Como sociedad nos creímos ese relato como proveedor de paz. Nos tranquiliza. No importa si los datos dicen otra cosa. El discurso de "se matan entre ellos" o "sólo te desaparecen si te metiste con ellos", sirve como una especie de mecanismo de protección. Nos permite levantarnos todos los días con la seguridad de que no le pasará nada a mi hija de camino a la escuela o que mi hijo adolescente no corre ningún riesgo si se junta con "niños bien". Es un mecanismo de protección porque muy dentro de nosotros sabemos que nos estamos mintiendo.

Sin embargo, lentamente, dicha narrativa comienza a perder eficacia. Lo vimos en Jalisco durante estos días: la desaparición de cinco estudiantes sacudió las entrañas mismas de esa dosis de falsa paz que nos recetamos todos los días. Más de algún chavo o más de alguna familia entendió que en un contexto como el que vivimos, la violencia nos puede tocar en cualquier momento. Que no podemos seguir mintiéndonos con aquello de que estamos a salvo, porque sólo los delincuentes se matan o se desaparecen entre ellos. Lo 1o. es reventar esa burbuja de falsa paz tan rentable para los políticos y tan mentirosa para las ciudadanos.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 25 de marzo de 2018).

El tema ecológico, bien, gracias. En México ni los políticos ni los empresarios escuchan a la sociedad civil o a los expertos, solo a los políticos y a los empresarios. Por eso, el riesgo al medio ambiente es ignorado, porque ni a López Obrador ni al resto de los involucrados les pasa por la cabeza.

Nos preocupamos por la corrupción, con razón, pero no por las consecuencias ambientales, cuyos efectos son irreversibles.

Esteban Illades
(v.pág.3 del periódico Milenio Jalisco del 30 de marzo de 2018).

Quien sea que resulte ganador en las próximas elecciones tiene básicamente 2 caminos: cortar de cuajo los lastres y lacras del sistema político que nos impiden avanzar, o simplemente navegar sin pena ni gloria por las cómodas aguas del continuismo.

Cada sexenio que pasa sin resolver los problemas de fondo del país, principalmente los relacionados con mala calidad de la educación pública y la corrupción, aniquila las esperanzas de millones de familias mexicanas y de jóvenes que llegan a la edad productiva sin posibilidad alguna de salir adelante y lograr una vida digna.

La verdad es que de seguir igual, el futuro de la gran mayoría de los mexicanos no es prometedor. (En México lo único prometedor que tenemos son los candidatos políticos, pero no por capaces y confiables, sino porque prometen lo que sea con tal de ganar votos).

La realidad es que la mayoría de los mexicanos viven en niveles de pobreza, y salvo los pocos a los que les sobra todo, el resto de la población, llámense empleados, burócratas (honrados), profesionales, prestadores de servicios, pequeños y medianos empresarios, etc., sobrevive de trabajos mal pagados, de chambas esporádicas, o en la economía informal.

La fortaleza de un país como Estados Unidos no radica en sus grandes empresas y millonarios, sino en el hecho de que dos terceras partes de sus hogares son de clase media, y son parte de la economía formal que paga impuestos y respeta las leyes.

Mas importante de [que] quién será el próximo presidente o gobernador debería ser la existencia de un proyecto de país único y transexenal acordado por todos los partidos y gobiernos. Un proyecto común en el que quepamos todos y que incluya políticas públicas obligatorias encaminadas a lograr en el mediano y largo plazo una gran clase media mexicana, insertada en la economía formal, y capaz de vivir y desarrollarse en esa "honrada medianía" a la que Benito Juárez alguna vez hizo referencia.

Así como hay candidatos de unidad, por el bien de todos, debería haber un proyecto de país de unidad, el cual tendría que ver sin duda, con mejoras significativas en la calidad de la educación pública, y con cambios en los usos y costumbres mexicanas relacionadas con las tranzas, la impunidad y la corrupción.

De seguir por el camino que hasta ahora llevamos, la de por sí escasa clase media mexicana, pasará a ser una "especie en peligro de extinción" y un sueño inalcanzable para millones de mexicanos.

Prueba de ello son la cantidad de familias que hace algunos años podían adquirir ciertos bienes fuera de la canasta básica, y ahora han comenzado a sacrificar sus proyectos, su calidad de vida, y comenzado a vivir "al día".

Algunos dicen que no hay que preocuparse por el futuro, y que solo debemos ocuparnos del presente. Pero ese modo de pensar, en un líder, me parece irresponsable.

El futuro por mas abstracto que sea, depende de lo que hagamos ahora.

Woody Allen decía al respecto: "Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida".

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(31 de marzo de 2018).

Peña Nieto, Meade, Anaya y Margarita Zavala, la candidata independiente, apoyan la globalización, mientras López Obrador el nacionalismo. Los primeros promueven la apertura del mercado; el otro, su cierre. Para unos, la interdependencia es vital para el desarrollo y la integración al mundo; para el otro, es dependencia. El choque es entre un proyecto de control presupuestal y fiscal, contra uno de gasto público; el gobierno como regulador de la economía contra el gobierno como rector de la economía. Enfrenta también los andamiajes institucionales a los actos de fe, el eterno forcejeo entre los técnicos y los inspirados. Pero también es una confrontación de las libertades conquistadas, contra las libertades tuteladas.

Son 2 modelos de nación, en efecto. Uno anclado en el modelo económico de la posguerra que hizo crisis en 1971, cuando el presidente Richard Nixon canceló unilateralmente los acuerdos de Bretton Woods y dejó de usar el patrón oro como referente del dólar. 6 años después comenzó la reconversión industrial, llamado "neoliberalismo", que produjo bonanza para unos y desigualdad para muchos. La crisis financiera de 2008 y 2009 regresó la teoría de John Maynard Keynes, pero no duró mucho por lo inviable de aplicarla como se había hecho en la posguerra.

La discusión sobre el proyecto de nación, por más importante que sea, no importa a la mayoría. En 5 años la molestia por la corrupción, la impunidad y la incompetencia generaron un consenso en contra de Peña Nieto, que arrastra a su candidato. La desaprobación a su gestión, de casi 8 mexicanos de cada 10, se acerca a la preferencia de votos sumadas de López Obrador y Anaya. La elección no está en la díada por el modelo, sino en los gritos de cambio. El gran hito de esta elección está borrado por el ánimo reivindicativo que los mexicanos están viendo en las urnas, este julio.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 2 de abril de 2018).

Debido al enojo colectivo contra la clase política del país por la corrupción y abusos que durante tantos años han cometido, las próximas elecciones en México serán un asunto emocional más que racional, por lo que el análisis de los distintos candidatos y de sus probabilidades para ganar, hay que hacerlos desde perspectivas psicológicas y no desde la realidad de la información y los conocimientos.

La capacidad, trayectoria y experiencia de los candidatos poco o nada tendrá que ver en una elección que será resuelta más por la bilis que por la cabeza, pero tendrá que ver y mucho, después, al ejercer el cargo.

Salvo los expertos y los informados, nadie votará en función a los proyectos de gobierno que cada candidato ofrece -los cuales hasta ahora son meras generalidades, buenos deseos o utopías-, sino con base en las frases incendiarias que pronuncian, a la ferocidad de sus ataques y, muy especialmente, al coraje y determinación que muestran para combatir la descomunal corrupción de los últimos años y la impunidad detrás de ella.

Por ello precisamente es que López Obrador va a la cabeza en las encuestas, seguido de Anaya y Meade, pero no por sus ideas, sino porque lleva años manipulando a su favor la bilis de los que menos tienen y menos saben, y que desgraciadamente son suficientes para darle el triunfo.

El orden de preferencias de las encuestas corresponde al nivel de subversión de sus propuestas y declaraciones, sin importar si son ciertas y factibles, falsas o utópicas. La verdad y la realidad no importan. Sólo hay oídos para aquello que linche al sistema.

Prueba de ello es lo absurdo que resulta el que López Obrador proponga por un lado combatir la corrupción -de todos menos la suya y la de sus nuevos aliados y colaboradores cercanos- y por otro ofrecer amnistía a criminales y corruptos, incluyendo a los de la "mafia del poder" como les llama a sus acérrimos rivales políticos. Y sólo veo una inmoral y corrupta razón para ello: hacerse de votos hoy "maiceando" con promesas de impunidad y poder a una "nueva mafia", la suya, que le allegará recursos y lo protegerá de lo que pueda hacer u ocurrir mañana (una vez instalado en la Presidencia).

Para la mayoría de los mexicanos, los planes de gobierno y el rumbo del país en este momento son lo de menos, cuando debieran ser lo de más.

Esta elección será ganada por quien le hable y responda mejor al coraje y hartazgo de los mexicanos.

El problema que tenemos los que votamos con la cabeza es cómo convencer a los que votarán con el estómago que su bilis nos puede llevar a todos al precipicio.

Si yo fuese asesor de campaña de alguno de los candidatos más preparados y más capaces para gobernar este país, como en mi opinión lo son hoy Meade o Anaya, les diría que cambien sus discursos ecuánimes y racionales por discursos estridentes y rebeldes, porque la situación del país y los niveles de corrupción ameritan estridencia y rebeldía, y porque en esta elección en la que el enojo es la principal motivación para votar por otros caminos, la mayoría de votos serán a favor de quien sin tapujos y con contundencia se manifieste y se muestre realmente dispuesto a romper con el sistema de corrupción que impera en la clase política tradicional.

El nivel de subversión discursiva que cada candidato utilice en los próximos meses será clave en los resultados. No importa si lo que diga sea totalmente cierto o no, o si lo que prometa sea factible o no. Y no importa porque el próximo presidente de México será electo con la bilis y no con la cabeza, y al final será juzgado favorablemente si en 6 años logra sólo 2 cosas: abatir significativamente la corrupción y los niveles de pobreza.

Sólo espero, para bien de todos, que los discursos populistas, subversivos o incendiarios utilizados durante la campaña de quien resulte ganador hayan sido con el único fin de ganar votos, y que una vez instalado en la Presidencia haga honor a las palabras que pronunciará al asumir el cargo de presidente: "Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen (...) mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión; y si así no lo hiciere que la nación me lo demande".

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(6 de abril de 2018).

Poco o nada hemos sabido de las propuestas de los candidatos a cargos de elección popular sobre lo que harían en caso de llegar al poder. Los especialistas en manejar campañas electorales señalan que los ataques logran un mayor impacto en la población que las propuestas de políticas públicas. Esto no solo ocurre en México, pero los daños en nuestro país han sido particularmente significativos.

Los ataques entre las campañas de Ricardo Anaya y José Antonio Meade han sido particularmente virulentos. Los equipos han intercambiado desde un principio acusaciones de corrupción y descalificaciones. Anaya logró la candidatura del PAN y de la alianza Por México al Frente, que incluye al PRD y a Movimiento Ciudadano, precisamente por sus ataques contra el PRI. Los priistas y sus aliados en la alianza Todos por México han respondido con acusaciones en contra de Anaya e incluso a una investigación de la PGR por supuestas operaciones con recursos de procedencia ilícita, la cual Anaya ha descalificado como un simple caso de hostigamiento político.

Las acusaciones mutuas ayudan a ratificar la idea popular de que todos los políticos son corruptos. Han ayudado también a Andrés Manuel López Obrador, que se ha dado el lujo de pedir a los otros 2 que se tranquilicen, pero ha dañado la reputación y la popularidad tanto de Anaya como de Meade.

Supongo que el afán de ganar la elección es la mayor preocupación de estos 2 candidatos, Todos recuerdan que el éxito de Felipe Calderón en 2006 se basó en una campaña que señalaba a López Obrador como un peligro para México. Los candidatos que van en 2o. y 3er. lugar quieren repetir la experiencia en este 2018. El triunfo vale más que cualquier cosa.

Las campañas sucias, sin embargo, hacen daño al país. Una de las razones es que envenenan el ambiente. Provocan un descenso de la civilidad y convierten la política en un campo fértil para las agresiones, que pueden pasar de lo verbal a lo físico con gran facilidad. Las campañas sucias impiden no solamente los acuerdos políticos después de la elección, los cuales son indispensables para un país que casi por diseño tiene un sistema sin mayorías absolutas, sino que promueven una perversa judicialización de la política.

Lo más curioso es que las acusaciones que estamos viendo en esta temporada electoral las están lanzando dos partidos, el PAN y el PRI, que han gobernado el país en las últimas décadas y que han tenido agendas muy similares. Puede más la ambición por el poder que las coincidencias políticas.

Preocupa, por supuesto, lo que pueda ocurrir a partir del próximo 1º de diciembre. Los partidos políticos tendrán que buscar acuerdos para ratificar nombramientos y presupuestos. La realización de nuevas reformas, que siguen siendo necesarias, requerirán mayorías de 2 terceras partes en el congreso.

A veces los políticos olvidan cuál es la razón de ser de su trabajo. La política es el arte de llegar a acuerdos. Los seres humanos tenemos ideas distintas de cómo hacer las cosas, pero necesitamos llegar a acuerdos para tomar decisiones conjuntas en nuestras comunidades. La política permite lograr esos acuerdos.

Cuando el acceso a los cargos de elección popular se decide no sobre la base de propuestas sino de descalificaciones se cierran las puertas a los acuerdos. Ésta es una de las razones por las que la política en nuestro país tiene resultados tan decepcionantes. Las campañas sucias tienen un costo enorme para la sociedad.

Sergio Sarmiento
(7 de abril de 2018).

A todos los que nacieron desde el año de 1980 les ha tocado vivir bajo regímenes de los gobiernos más malos que hemos padecido, los más ineptos, los más voraces, los más corruptos. A ustedes les tocó nacer, crecer y vivir la proliferación del narcotráfico, la corrupción y la delincuencia, México no siempre fue así, hubo épocas de bonanza, de utilidad financiera, de lenta pero segura prosperidad. Ahora se ha acelerado el crecimiento económico, hay más ricos que hace 40 años, pero también hay más pobres, la brecha entre riqueza y pobreza se ha ensanchado.

A ustedes les ha tocado vivir las pantomimas electorales, la transformación del partido único en el pluripartidismo y son testigos de su fracaso. Les ha tocado ver cómo se malgasta el dinero de sus impuestos en los subsidios a los partidos políticos; cómo los candidatos no cumplen con sus promesas de campaña, cómo se malgasta el dinero en suntuosos edificios para el Senado y monumentos absurdos para justificar el gasto.

A ustedes y sus descendientes les va a tocar pagar la deuda de más de 5 billones de pesos que es de alrededor de 50% del PIB. Les va a tocar seguir luchando por que se reduzcan el número de diputados y senadores; para que se suprima el subsidio a los partidos políticos, para que se aplique el Sistema Anticorrupción.

Ahora se aproximan las elecciones para cambiar a más de 3,400 puestos de elección popular, tendrán que votar por candidatos que no terminaron sus periodos porque pidieron licencia para separase, contender por un puesto mejor y continuar su carrera política financiados por nosotros. ¿En qué empresa privada le permiten a un empleado separarse mientras encuentra un puesto mejor y regresar si no lo consiguió?

Tendrán que votar por candidatos escogidos por sus partidos políticos y si bien nos va por algún candidato independiente, que no todos son buenos, como Margarita Zavala, que yo votaría por ella si no estuviera bajo la sombra de un ex presidente que inició una guerra que aún no termina, o votar por un joven brillante y ambicioso que no sabemos el origen de su fortuna; o votar por un candidato que tiene toda su vida dedicado a la política y nos dejó mal sabor cuando fue gobernador del D. F. y salió sin rendir cuentas, bloqueando la información por 20 años, que cambia su discurso según las circunstancias y la clase de auditorio, a veces amenazante, a veces amoroso, ¿quién le cree?

¿Y qué decir del abanderado del PRI, que tiene la ventaja de que no obstante que lo apoya el partido en el poder?, nos da la impresión de no haberse enriquecido ni cuando trabajó con el gobierno del PAN ni del PRI, además de no estar afiliado a ningún partido.

Luis Jorge Cárdenas Díaz
(v.pág.11-A del periódico El Informador del 12 de abril de 2018).

México ha realizado en los últimos 30 años importantes reformas que han ayudado a ir cambiando nuestra economía. Pasamos de tener una economía estatizada y con crisis sexenales a una economía más abierta, con la creación de un sistema financiero y la apertura que ha dado el TLC.

Aunque todavía falta mucho camino por recorrer, en especial en el tema de la corrupción y la falta del Estado de Derecho, es importante reconocer que tenemos 2 países: uno que ha crecido a niveles de cualquier economía de Asia y otro que sigue en un profundo retraso.

En México hay un grupo de entidades que ha tenido un buen nivel crecimiento del PIB, menores niveles de pobreza, niveles razonables de desarrollo humano y son más competitivas. Por otra parte, tenemos los estados del sureste que han tenido un bajo nivel de crecimiento del PIB, altos niveles de pobreza y bajo desarrollo humano, además de poca competitividad.

Los contrastes entre los estados de México se pueden ver con Nuevo León, el cual solo tiene el 14% de su población en pobreza, tiene una mayor inclusión financiera, el ahorro representa el 28% del PIB y tiene un 17% del PIB en crédito a empresas. La cultura empresarial y de desarrollo que ha tenido por muchos años se ha visto reflejada en mejores niveles de vida.

Por otra parte, Chiapas con el 78% de pobreza va a tener como consecuencia menor inclusión financiera, un 14% del PIB en ahorro y con un 2.4% del PIB en crédito a empresas. Es lógico porque no se puede prestar a quien no tiene ingresos y la economía de Chiapas todavía representa altos niveles de informalidad. Es decir, le falta una cultura empresarial importante.

Se capta más ahorro en los estados que tienen mayor desarrollo económico como Nuevo León, Ciudad de México, Jalisco y Guanajuato. Los estados con menor desarrollo económico captan menos ahorro, como son Guerrero, Chiapas y Tabasco.

Jorge Sánchez Tello, investigador asociado de la Fundación de Estudios Financieros-FUNDEF A.C.
(v.Expansión del 16 de abril de 2018).

A lo largo de poco más de 100 años, la Constitución Mexicana ha sido reformada más de 700 veces. Más allá de esos cambios, la estructura del Estado mexicano se ha mantenido. Sin embargo, hoy está vigente la discusión [de] si es necesario o no renovar la Constitución.

Se han cambiado paradigmas en el Estado de Derecho, en especial en la procuración e impartición de justicia en materia penal y de reconocimiento de derechos humanos. No obstante, el nuevo sistema de justicia penal presenta graves deficiencias y la inseguridad en el país continúa siendo una de las mayores preocupaciones ciudadanas.

La violencia tiene una multiplicidad de factores que la causan. La estrategia que se ha seguido es combatir la violencia criminal con violencia del Estado. En ocasiones, esta política ha propiciado que se confunda la persecución de delitos con represión.

La corrupción es el fenómeno que más lastima a la sociedad y es causa de gran rritación. Se ha perdido el esfuerzo para combatirla con eficacia, los órganos responsables están burocratizados, se han construido sistemas muy complejos y que exigen el acuerdo entre fuerzas políticas para su funcionamiento, su imparcialidad está cuestionada y sus resultados son muy limitados.

El modelo económico se ha orientado fundamentalmente a alentar las exportaciones y el mercado interno se encuentra en una ruta de crecimiento inercial. El gasto gubernamental se dedica a solventar de manera preponderante el gasto corriente, pero se ha disminuido el gasto de inversión, al tiempo de que se han reducido los instrumentos de fomento y promoción económica, junto al aumento de la deuda pública y nuevos retos internacionales.

La economía mundial tiene signos de estar dinamizándose, aunque requiere crecer más y más rápido sobre todo en los países emergentes como México, la volatilidad de los mercados financieros genera incertidumbre que afecta la estabilidad de las monedas y los precios de las mercancías con efectos inflacionarios, además del resurgimiento de prácticas comerciales proteccionistas.

El crecimiento económico en al menos los últimos 25 años, ha sido insuficiente para alentar la inversión, la generación de empleos y disminuir la desigualdad.

La desigualdad social mexicana cruza todo el espacio social, profundiza la marginación, la exclusión, la discriminación y la pobreza, incidiendo en el nivel de desarrollo de las regiones del país. Se trata del problema estructural más agudo de México.

Los programas sociales que se han implementado desde hace 20 años se han caracterizado por ser paternalistas, y muchos de ellos han sido atrapados por el clientelismo político.

La atención de la salud y la educación pública son los pilares de la política social del Estado mexicano. Estas políticas han sido reformadas y se han creado nuevos programas, pero su cobertura es limitada y desigual.

(V.págs.6-A y 7-A del periódico El Informador del 17 de abril de 2018).

Me preocupa y me alarma: no parece existir un acuerdo acerca de las cosas que se han logrado en materia de edificación democrática.

Me preocupa y me alarma que consideremos eternas las piedras de esa edificación. No es así: el autoritarismo puede regresar en cualquier momento, la libertad de expresión extinguirse, las elecciones ciudadanas desaparecer, el congreso trabarse, las libertades individuales evaporarse y la sociedad civil declinar.

No hemos entendido que en el incendio de la contienda, la controversia, la rivalidad, la indignación, podemos perder cosas que parecen puestas en su lugar hasta el fin de los tiempos. Colaboran a todo vapor los partidos políticos y sus actores principales, incluso instituciones creadas por los aires democráticos, como el Trife. Nada es para siempre.

Rafael Pérez Gay
(v.pág.3 del periódico Milenio Jalisco del 18 de abril de 2018).

Desde el punto de vista de las emociones subyacentes, las elecciones de julio, dice muy bien Luis Rubio, son un combate entre el enojo y el miedo.

Enojo por el presente, por los saldos de mal gobierno, inseguridad y corrupción, en que se disuelve el sexenio. Miedo por el cambio que puede traer ese enojo, la sospecha de que el remedio puede ser más caro que la enfermedad.

El enojo, dice Rubio, carga las tintas sobre los males: "La evidencia de corrupción, un sistema de gobierno ensimismado y una total desconexión entre la ciudadanía y sus gobernantes".

El miedo hace las cuentas de lo alcanzado en las últimas décadas: "Una plataforma de oportunidades inconcebibles hace algunos años. El tener una casa propia, acceso a una enorme diversidad de productos de consumo de cada vez mejor calidad y un entramado institucional que, con todas sus imperfecciones, permite elegir a quienes nos gobiernan".

Las encuestas recientes demuestran que, en esta carreta, el enojo va derrotando fácilmente al miedo.

Termina Luis Rubio: "La ciudadanía tiene razón en estar enojada con un sistema que no solo no favorece el desarrollo del país, sino que lo impide con sus estructuras de privilegios... De igual manera, el miedo a perder lo que se ha logrado debería asustar al más pintado, porque no es algo menor: basta ver a otras naciones a nuestro derredor para reconocer que podríamos estar infinitamente peor".

Héctor Aguilar Camín
(v.pág.3 del periódico Milenio Jalisco del 20 de abril de 2018).

Cierto, la ciudadanía está crispada. La elección del próximo julio todavía no está terminada pero la sociedad actúa como si así fuera.

Por un lado, los triunfadores -que, a su vez, se sientes triunfadores desde hace 12 años, defraudados por el sistema solapado por más de la mitad de la población-. Esos afilan cuchillos con mayor velocidad que su candidato que, enfrente, ve una proeza casi imposible: sacar adelante a un país truncado por la violencia, la pobreza, la corrupción y la desigualdad.

Los triunfadores pasan de largo esas condicionantes -que sacarían por completo al triunfador y a su equipo de no tener mejoras claras en el lapso de un año- para, desde ya, buscar culpables y modernas Marías Antonietas que, en los últimos 2 sexenios, comieron pasteles de más.

El problema viene de cómo su candidato ha razonado el trato: perdón pero no olvido. Habrá responsables sin castigo. Hillarys a quienes sacar, una y otra vez, cuando el barco haga agua.

Así, las contradicciones de uno y otro lado servirán como armamento no solo para el enfrentamiento del domingo, sino para lo que pase tras julio 1o.

Creer que los insultos y amenazas de una red no saltarán al campo es pecar de ignorante y corto de visión. Esa historia ya la vivimos y el resultado costó sangre, no solo de un candidato.

Gonzalo Oliveros
(v.pág.17 del periódico Milenio Jalisco del 20 de abril de 2018).

Analistas y politólogos están preocupados. Tienen razón. La campaña por la presidencia del país y algunas instituciones, está teniendo una serie de malos mensajes que en nada favorecen ni el hacer democrático, tampoco la consolidación de las instituciones electorales, a lo que se agregan las pocas propuestas y sí muchos enconos en los discursos de los candidatos, los que deberían tener el objetivo de motivar al voto, no dividir al país.

Con instituciones socavadas, la ciudadanía puesta contra la pared y arengada, y los candidatos sin considerar que el objetivo fundamental debiera ser el país, este domingo será el 1er. debate por la Presidencia de la República Mexicana. Y las expectativas ciudadanas están abiertas. Porque la población quisiera escuchar propuestas sólidas, especialmente en materia de seguridad, que le de alguna esperanza, que la motive a votar, y que le ofrezca la confianza de que luego de las elecciones, gane quien gane, este país no quedará irremediablemente agraviado y dividido.

Lourdes Bueno, investigadora de la Universidad de Guadalajara
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 21 de abril de 2018).

Nunca como ahora había tenido México tanta riqueza en movimiento. Nunca había sido tan grande y numerosa su población distribuida en una geografía cada vez más integrada, ni había tenido un exilio de más de 20 millones de compatriotas.

Tampoco había probado la ruta hacia la democracia integrada al mundo con tantas muestras de capacidad social y política como ahora. Al mismo tiempo, nunca la violencia fratricida de la delincuencia había socavado las instituciones y cortado tantas vidas como sucede hoy. El progreso es tan evidente como lacerante lo es la violencia. Pareciera que nos asomamos al mismo tiempo a la primavera de la esperanza, y al invierno de la desesperación.

La ilusión del bienestar pasa ahora por la exigencia contra las enormes diferencias sociales y los privilegios heredados de siglos que parecen no terminar. Signos del florecimiento material aparecen en la geografía y en la economía que a pesar de todo crece. Muestras de la fría penumbra también aparecen envueltos en bolsas mortuorias, ráfagas interminables y ríos de sangre inocente que fluyen en los mismos sitios en donde trata de surgir la luz de la primavera.

Quizá la irritación social ha surgido de la inconformidad que nace al vernos en esta contradicción que deja en evidencia que aunque mucho se ha hecho, no ha sido suficiente ni para la esperanza ni para las expectativas. La violencia es el motor de la rabia expresa o contenida. La esperanza de mejorar alimenta la ilusión del progreso y el bienestar.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 22 de abril de 2018).

Una buena parte de la opinión pública vive angustiada por lo que va a pasar si gana ya sabes quién, o si por el contrario gana quién sabe quién. Entre los dimes y diretes de los candidatos, la escandalosa y corrupta actuación del Tribunal Electoral, cuyos fallos son dictatoriales, y el universo cenagoso de los memes celulares, lo que ocurra en Jalisco o en sus municipios es peligrosamente ignorado.

Los habitantes de este estado y sus municipios han sobrellevado ya por bastante tiempo las graves lacras de los gobiernos anteriores, el pago de la sociedad ha sido desmesurado en crímenes, chantajes, secuestros, ejecuciones, desaparecidos, asaltos, pagos de piso, impunidad, corrupción, imposiciones, obras públicas eternas e inconclusas, abandono de la gente a su suerte, colusión, prepotencia, autoritarismo. ¿Podremos reaccionar?

Armando González Escoto
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 22 de abril de 2018).

La violencia en México ha rebasado cualquier límite. Los gobiernos que se han enfrentado a ella han fracasado, no solo eso, la han multiplicado. Doble fracaso.

Gil Gamés
(v.pág.20 del periódico Milenio Jalisco del 27 de abril de 2018).

Atónitos e inmóviles volteamos la mirada a la autoridad en busca de una respuesta que resulta siempre insuficiente. Lo es, porque se vive rodeado del enemigo que se ha vuelto invisible, encubierto, infiltrado. Es una especie de fantasma aparecido como el espejismo de la salida fácil. Con la tentación del lucro inmediato recluta ejércitos de personas dispuestas a saltarse los límites de todo. Y de ahí comienza a esparcirse el miedo que se convierte en terror al revelarse la imagen de la violencia y la muerte esparcida por regiones y ciudades. Con el enemigo dentro la lucha es más dolorosa y produce de vez en vez espasmos que nos indignan de tal forma que queremos decir ya basta.

Sin embargo la medicina para recobrar la confianza es amarga porque implica sanear las partes infectadas por el enemigo seductor que a punta de sensaciones y placeres avanza. Todos sabemos del peligro, pero impávidos queremos que sea la autoridad y los demás quienes se encarguen del tema. El horror desemboca fácilmente en descontento ante la autoridad, que es en principio y al final, la 1a. responsable de la seguridad de los habitantes. Los hechos ponen a prueba a las instituciones de seguridad y justicia que son claramente insuficientes para enfrentar al enemigo encubierto que la misma sociedad ha tolerado. En momentos como este queda claro que el desafío esencial de México es mejorar sus propias instituciones para restaurar el bien preciado de la confianza. En el fondo los mexicanos nos estamos matando por miles sin una causa social, política o religiosa, simplemente por el dominio criminal de los espacios. El mundo nos mira con sorpresa y observa si seremos capaces de combatir el terrible mal de tener un enemigo encubierto que nos hace matarnos los unos a los otros.

Ante la insuficiencia de las instituciones habrá que cerrar los espacios a la tolerancia a la delincuencia, a la infiltración y a la indiferencia que lleva potenciar la impunidad.

La indiferencia tolerante a la infección es tarde o temprano un acto suicida.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 29 de abril de 2018).

George Lakoff es conocido por la teoría de marcos. Aquella que dice que la política se mueve tras las huellas de 2 modelos de paternidad: la del padre estricto y la del padre protector. El 1o. se relaciona con la derecha o el pensamiento conservador. Asume que el gobierno debe castigar, infligir dolor, a quien ha traicionado los principios morales de una sociedad. La ley tiene que ser implacable y sin miramientos. Cualquier concesión a un "malo" es propiciar que la conducta se repita. El Estado debe ser un padre estricto que no se toca el corazón para imponer el orden y corregir a quien se ha desviado del camino. El 2o. modelo, el padre protector, se suele asociar con la izquierda. Es el padre que entiende y perdona. Que quiere educar y corregir en libertad. El ser humano que delinque no es malo por naturaleza, sino que el sistema lo ha llevado a vulnerar los consensos sociales. Los problemas sociales, al igual que aquellos que surgen en la familia, no se resuelven con nalgadas, sino con empatía y comprensión."

El problema de este enfrentamiento entre 2 imaginarios sobre cómo debería ser el gobierno frente a los criminales, frente a aquellos que violan la ley, es que ninguno tiene evidencia para probar que su fórmula sería más eficaz que la de su rival. La visión del "padre estricto", nunca mejor encarnada que en el sexenio de Felipe Calderón, ha dejado un país militarizado, con instituciones severamente cooptadas y con territorios inexpugnables para el Estado. Y peor, una estrategia que ha dejado más de 200,000 homicidios en todo el país y 34,000 desaparecidos. El fracaso del modelo del padre estricto alcanza tal magnitud por los niveles de impunidad y debilidad institucional. ¿Es posible implantar una apuesta de tolerancia cero en un país en donde millones de ciudadanos están relacionados de una u otra manera con el crimen organizado? ¿Hay cárceles suficientes?

Y el modelo del padre protector, estructurada en la propuesta de López Obrador, carece de los cómos y objetivos claramente planteados. De acuerdo con lo que dicen los asesores del tabasqueño, la amnistía sería el perdón a los delitos cometidos por mexicanos que fueron empujados al crimen organizado por necesidad, y que no cometieron crímenes atroces. Es decir, campesinos que siembran drogas o jóvenes halcones que son utilizados por células del crimen organizado. El problema es: ¿cómo trazas la línea entre aquellos susceptibles de la amnistía y los que no lo son? ¿Cómo garantizamos que un proceso de amnistía de los niveles bajos y medios de los cárteles pacifique al país? ¿Cómo operaría un acuerdo de estas características? ¿No es más sensato legalizar y atender el problema de las drogas como un desafío de salud pública? El problema es que el modelo del padre protector también está extraviado en México. Educación pública insuficiente, salud pública precaria, ministerios públicos corrompidos, programas sociales partidizados.

México necesita surcar nuevos caminos en materia de combate a la violencia y al crimen organizado. Hay que estar ciegos para no admitir que la militarización y la estrategia bélica contra el crimen organizado ha sido un rotundo fracaso. Son necesarias nuevas ideas que vean a la inseguridad como un problema de múltiples dimensiones, que tiene que ver con armas, pero también con tejido social y oportunidad.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 29 de abril de 2018).

El gobierno está rebasado, de eso no hay duda. Pero lo que más pesa es que todos, en mayor o menos medida, somos parte de la cultura del narcotráfico. Y la realidad nos ha golpeado lo bastante fuerte como para que nos preguntemos cómo poner un alto.

Gabriela Aguilar
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 1o.de mayo de 2018).

Los mexicanos sabemos que el país tiene muchos problemas que urge atender. Pero también sabemos que nada es más importante en este momento que la violencia.

Sara Sefchovich
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 3 de mayo de 2018).

En lo que dirimimos de qué va la elección capitalina, la Ciudad de México vive sin jefe de Gobierno (si el anterior nos quedó a deber, el actual ni a broma llega), sin Asamblea Legislativa (demasiados en campaña), con inseguridad creciente y manejos discrecionales de parte de los patrones de Donceles: hace días nos enteramos que "de 898 millones de pesos que deberían asignarse 'preferentemente' a reconstruir, los diputados Leonel Luna, Mauricio Toledo y Jorge Romero sólo destinaron 270 millones. En cambio, etiquetaron 2,400 millones para dádivas".

Ayer la diputada local Dunia Ludlow [PRI] anunció su renuncia a una militancia de 14 años.

Qué sugerente que sea precisamente una diputada que no jugará en la elección la que al renunciar a su partido nombra con todas sus letras las aberraciones por las que atraviesa el exDF: la reconstrucción no es prioritaria, el desarrollo urbano está plagado de vicios, hay un esquema de gobierno agotado, al sistema anticorrupción y de transparencia solo lo pelan para tratar de coptarlo... Todos juegan a eso, incluido por supuesto Morena.

Yo no sé si la corrupción se combata como se barren las escaleras, de arriba hacia abajo, según dice ya saben quién.

Pero si no revisamos cómo se hace política abajo será pueril, por no decir más feo, la ilusión de que con la llegada de un nuevo presidente cambiarán las cosas en el país.

Y para muestra está la Ciudad de México.

Salvador Camarena
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 3 de mayo de 2018).

En la sociedad con los ciudadanos, el proceso empieza a dividir a los amigos, los vecinos, hasta las familias, en los chats los grupos que eran de amigos con intereses en común como viajes, comida, series, cervezas, mascotas o familia, se han convertido en chats de polémica política, donde las posturas radicales e intolerantes provocan salidas masivas y hasta enemistades.

Las posturas se están radicalizando y eso nos es bueno en un país que requiere unión, entendimiento, acuerdos. Hoy los políticos están provocando polarización, López Obrador peleándose con los empresarios, con los organismos ciudadanos, porque le rendirá frutos electorales capitalizando el voto antisistema, el voto enojado. Otros, lanzando campañas de miedo advirtiendo el caos y desorden en que podría llevar al país.

No importa que tan buenas o malas sean las propuestas de los candidatos, en general no hay un análisis ni contraste, tampoco habrá un voto razonado.

El próximo 2 de julio, independientemente de quien gane la elección, el país será el mismo, seguiremos los mismos ciudadanos, los niños y jóvenes irán a la escuela, mujeres y hombres al trabajo, mientras los políticos dejarán los ataques y se irán a comer juntos, pero quedará una sociedad dividida, amigos y familias enojadas, cuando lo que necesitamos es un país unido, con fuertes lazos amistad y unión familiar.

Raúl Frías Lucio
(v.pág.20 del periódico Mileno Jalisco del 4 de mayo de 2018).

La constante en esta elección tan hueca de propuestas viables pero llena de anécdotas y prejuicios.

La elección ha sido tan tóxica como la crítica de los últimos años. Crítica, aclaro, de todos lados. Son contadas las ocasiones en donde se reconocen méritos de un adversario, al contrario: la dinámica social mexicana ha consistido en la descalificación en espera de este momento, batalla final para todos.

Aún faltan casi 2 meses, los más agudos y peligrosos de esta elección. La desesperación de las partes -por consolidar el triunfo o descarrilar al puntero- puede ser peligrosa para la convivencia social.

Gonzalo Oliveros
(v.pág.17 del periódico Mileno Jalisco del 4 de mayo de 2018).

A lo largo de su peregrinar por el país, López Obrador ha insistido que el suyo es un movimiento pacífico. De tanto repetir que "...no se ha roto ni un vidrio", parecería que la frase ha hecho calle, como se dice en el argot publicitario. Pero ¿en verdad ha sido así?

Cierto, no hay registro que le muestre con una piedra en la mano frente a un enorme cristal de un edificio público (¿o de una empresa privada u organización de la sociedad civil?). Sin embargo, pese a su liderazgo social, su discurso ha ocasionado que se hayan roto cosas tanto o más importantes.

Se puede comenzar por la pérdida de confianza en las instituciones. Su insistencia, sin pruebas, sobre un supuesto fraude electoral en 2006 fue un primer golpe debajo a la línea de flotación de las instituciones electorales. Y a partir de ahí de muchas otras.

Se puede seguir con un desgarre del entendimiento y tolerancia social a partir de un discurso orientado a restar y dividir, a enfrentar a unos contra otros. Si bien cualquier elección significa confrontación, México viene encubando un peligroso gen de polarización social. La sensación de revancha a raíz del resentimiento generalizado abre una peligrosa fractura colectiva de proporciones inciertas.

Acaso nuestro personaje nunca ha roto un vidrio, pero tampoco se ha manifestado contra que sus seguidores lo practiquen como deporte. Le parecerá, por tanto, justo y necesario que los maestros de Guerrero o de la CNTE apedreen o destruyan edificios públicos, o que otros más tomen casetas de peaje. Si unos cobran derecho de piso -y capaz que son perdonados-, ¿por qué otros no han de cobrar derecho de paso?

Acaso de lo más preocupante es que se ha roto con la viabilidad de que México tenga en el corto plazo una fuerza política de izquierda moderna, que enfatice lo impostergable de lo social dentro de lo irremplazable del mercado; se ha roto con la obligación que tenemos de hacernos responsables de nuestros problemas, en vez de repartir en su lugar culpas a diestra y siniestra, juzgando y sentenciando a quien no piensa como uno; se ha roto con la obligación de dialogar y respetar a todos, comenzando por quienes piensan diferente. El episodio con el Consejo Mexicano de Negocios es un clavo más en el féretro de las oportunidades perdidas.

Nuestro país necesita una sacudida. El ánimo y diversos indicadores sociales así lo indican. Pero seguimos teniendo una enorme tolerancia ante el "delito menor", ante quienes rompen vidrios de todo tipo porque siempre hay causas superiores que los justifican. Y sin embargo, resolver de fondo los graves problemas del país requiere arreglarlos cuando aún son pequeños, cuando se ha vandalizado la primera ventana del edificio y no la última. ¿O el 2 de julio quién va a recoger los vidrios rotos?

Marco Provencio
(v.pág.4 del periódico Mileno Jalisco del 4 de mayo de 2018).

El escritor Enrique Krauze lamentó que la mayoría de los mexicanos "no tienen claro y no lo tendrán antes del 1 de julio", sobre la importancia de tomar la decisión correcta al momento de dar su voto.

"Yo no vengo a hablar del aeropuerto, ni del petróleo, ni de la educación, (pero) si llega un candidato cuyo objetivo es destruir eso, yo no estoy de acuerdo", señaló Krauze, quien destacó que se deben respetar las instituciones, las leyes, la constitución, la democracia y la libertad.

Recordó que el siglo XX tiene suficientes ejemplos de que cuando el poder se concentra en manos de una persona de manera absoluta el daño es absoluto, "no es un teorema es un axioma", ahí está Mussolini, Hitler, Stalin, Castro y Hugo Chávez, por citar a algunos.

"Si el poder se concentra de manera absoluta sin contrapesos esa persona, va a quedarse con el poder legislativo, judicial y la libertad de expresión, y va a instaurar un régimen autoritario, esa es la experiencia histórica, yo presento la evidencia de la historia no es de partidos ni de izquierda, ni la derecha", dijo.

Consideró que en este momento histórico de México no importa la izquierda ni la derecha, lo que es importante es el tipo de dominio que se crea entre el líder y el pueblo de manera mayoritaria, pero con el simple objeto de concentrar todo el poder.

(V.pág.9 del periódico Mileno Jalisco del 4 de mayo de 2018).

La cima del "Estado rector" al que López Obrador quiere regresar es un presidente que sea rector del Estado.

Ese tipo de presidente y de Estado encontraron su techo en 1982, en medio de una crisis mayúscula de legitimidad política y de finanzas públicas, con un déficit fiscal de 16 puntos del PIB, justamente en el año de 1982, que para López Obrador marca el inicio de la "decadencia" de México.

El "Estado rector" de aquellos tiempos y sus presidentes todopoderosos no se disolvieron por una conspiración neoliberal, sino por sus propias cuentas de ilegitimidad, corrupción, estatismo, dispendio y abusos presidencialistas.

Las cuentas fueron saldándose con la derrota progresiva del PRI en las elecciones y el advenimiento de la alternancia democrática en el año 2000.

Todo eso es historia conocida y juzgada para los mexicanos de mi generación, pero no para López Obrador, que se refiere a la época anterior a 1982 como a la última buena época de México.

Aquella historia tampoco está clara para la mayoría de los mexicanos que ven hoy en López Obrador el rostro del cambio deseado y se aprestan a votar por él.

Cambiar es el verbo de la hora en México, porque está todo el mundo harto del gobierno.

En un sentido muy preciso, López Obrador quiere meterle reversa a un coche que va andando. Su proyecto tiene todos los rasgos de una utopía regresiva.

Los riesgos de esa utopía se minimizan hoy porque la mayoría de los votantes cree que las cosas no pueden estar peor. Se equivocan: pueden estar mucho peor.

Ironías de la historia: después de las mayores reformas con potencial de futuro que haya pactado la democracia mexicana, los ciudadanos de esa democracia se aprestan a dejarlas atrás y a saltar al pasado.

Héctor Aguilar Camín
(v.pág.3 del periódico Mileno Jalisco del 4 de mayo de 2018).

A juzgar por lo visto esta semana en que el candidato de Morena de expresó despectivamente de la sociedad organizada calificándola de "fifí" y enfrentándose contra 50 de los mayores empleadores del país, todos ellos miembros del Consejo Mexicano de Negocios, el entorno socio-político del país se está deteriorando a pasos agigantados y no parece haber suficiente sensatez para revertirlo.

Llama la atención que al buscar más información sobre las reacciones que el enfrentamiento contra los empresarios generó, lo que más aparece en las redes sociales sean mensajes en contra de los empresarios, ya sea calificándolos de ladrones, criticándolos por no pagar impuestos -sin saber siquiera qué empresas representan y cuál sea la situación fiscal de cada una- y de traficar influencias.

Obviamente, estas descalificaciones ni son espontáneas ni son gratuitas; si existen es porque quienes así se expresan están convencidos de lo que hacen y tienen el tiempo y los recursos para hacerlo. Esto no se puede explicar si no es por el esfuerzo repetido del candidato de Morena de dividir a la sociedad entre buenos y malos, entre ricos y pobres, entre honestos y corruptos, sin tener la más mínima autoridad moral para hacerlo porque su propia vida económica es un misterio que por estar tan oculta, despierta todo tipo de suspicacias.

No sabemos cuál será el desenlace de tanto encono, pero en ningún caso se ve como algo bueno. Si llega a ganar, se percibe un tufo de venganza, pero si llega a perder, ¿quién va a "amarrar al tigre"?

Pobre México pobre.

Razón y Acción
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 5 de mayo de 2018).

Lo creo nomás porque lo estoy viendo, viviendo y padeciendo por todos los flancos posibles, pero ni con taladro me entra en la sesera que nos hayamos vuelto tan necios e irracionales para acoger y difundir tanto disparate, con tal que abone en detrimento de quien no distinguimos con nuestra simpatía, aunque nos ponga a florear la estulticia y nos deshidrate el propio sentido común.

Si a la popular quinteta de aspirantes no soy capaz de perdonarles su paupérrimo desempeño frente a quienes pretenden gobernar, menos arrestos tengo para condonarles que nos hayan hecho descender a su nivel argumentativo y nos hayan puesto a pelear con sus mismas y deleznables armas, contra parientes, amigos, conocidos y vecinos que no coinciden con nuestras preferencias electorales.

Por mero equilibrio mental, no permitiré que aun mis más caros prójimos agarren mi muro feisbuquero para ventilar sus adhesiones y fobias, ni les concederé el mínimo espacio para que toquen cualquier comentario político. A todos ellos notifico que los desconectaré de mi red privada, al tiempo que me segregaré abruptamente de cualquier reunión social en la que surja el tema de la votadera, en sustitución de la charla insustancial y amena por la que habitualmente nos reunimos.

Finalmente, me segregaré del panorama informativo con tal de evitar la propaganda alevosa, amarillista y mentirosa con la que no solo desorientan al pueblo, sino que abusan de su ignorancia y no cooperan con su educación.

Hoy me pronuncio abiertamente: la resistencia frente a la andanada electorera no me da pa tanto.

Paty Blue
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 6 de mayo de 2018).

La polarización, el discurso de odio y la incitación al linchamiento a quien piensa distinto son siempre indeseables. En México, se han recrudecido en la discusión política y desgraciadamente también en el periodismo, desde hace más de una década.

La violencia verbal está fuera de control y se toma a la ligera, sin medir que se traduce fácilmente en violencia física, desde agresiones hasta asesinatos.

¿Quién empezó la escalada de violencia verbal? ¿Quién le siguió? ¿Quién ha sido más virulento? Cada quien tiene su teoría, pero tratar de esclarecerlo terminaría en nuevas descalificaciones, insultos, amenazas. Lo que hay que hacer es detenerla. Detenerla ya.

Políticos, periodistas, personajes públicos, todos, sin excepción, tendríamos que llamar a la responsabilidad.

Defendamos la discusión abierta de las ideas, los proyectos, las trayectorias y las acciones. Con inteligencia, con dureza, con ironía y sarcasmo... con libertad absoluta. Nadie es intocable para la crítica libre.

Pero rechacemos la incitación a la violencia, venga de donde venga. Tengamos claro que la descalificación moral, la humillación, la generalización del insulto, la acusación criminal a las personas por el solo hecho de estar a favor o en contra de una idea, una plataforma o un candidato impiden el debate democrático.

La violencia, el llamado a las “soluciones” finales, a los rompimientos trágicos, los sambenitos de maldad intrínseca, del futuro inmediato en tanto vida o muerte, no caben en una sociedad que ha querido construir desde hace décadas una vida democrática. La 1a. responsabilidad es para sus líderes visibles.

Que se comprometan a ello, de entrada, los candidatos, y que al hacerlo contengan a sus huestes y condenen inequívocamente a quien ejerza la violencia verbal.

Carlos Loret de Mola A.
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 7 de mayo de 2018).

Una cosa es que Morelos, en septiembre de 1813, en "Los Sentimientos de la Nación", planteara entre las prioridades del país que nacía a la vida independiente, que "las leyes que dicte nuestro Congreso deben ser tales que (...) moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto", y otra muy diferente que ahora, 205 años después, cuando la dolorosa realidad mantiene vigente el buen deseo -¿o habría que decir "el ideal inalcanzable"?- de reducir el abismo entre la extrema riqueza de los pocos y la extrema pobreza de los muchos, el candidato puntero para las próximas elecciones desenfunde la espada verbal y arremeta furibundo contra la clase empresarial en pleno, llamándola "minoría rapaz".

Morelos no planteaba la conveniencia, más allá del deber ético y moral, de que legisladores y patronos procuraran que el jornal del trabajador se tradujera en que él y su familia tuvieran acceso a una vida decorosa y lo alejaran del delito como "modus vivendi", porque tuviera una esfera de cristal. Tenía, simplemente, sentido común... Lo demuestra la realidad: en los países en que la mayoría de sus habitantes perciben salarios decorosos, la civilidad en todas sus formas es mayor, y la criminalidad en todas sus formas es menor.

Quizás el mayor error de López Obrador en la andanada verbal contra la clase empresarial haya sido el de generalizar...

Es incuestionable que entre los dueños de los grandes capitales los ha habido ambiciosos en grado superlativo, incapaces de asumir con sentido social el rol que les corresponde, y, además, proclives a la corrupción alentada por gobernantes igualmente ambiciosos y desprovistos de escrúpulos. Sin embargo, también es cierto que, como señalara Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Consultivo Empresarial en su reacción al exabrupto del candidato puntero en las encuestas, que a la gran mayoría de los empresarios -a muchos por convicción y a los demás, en el peor de los casos, por conveniencia- "les interesa buscar soluciones para el empleo, el crecimiento económico, la seguridad y la confianza".

El comunicado conjunto de los empresarios estableció una premisa básica: "Es preocupante que alguien que aspira a ser Presidente de México, denoste -y, además, amenace- a quienes no comparten sus ideas", y que "no es denigrando ni calumniando como se establece y fortalece una relación constructiva y de confianza" con un sector social que verá pasar al próximo gobierno... como ha visto pasar -con más pena que gloria muchas veces- a todos los anteriores.

Jaime García Elías
(v.pág.16-A del periódico El Informador del 7 de mayo de 2018).

El actual proceso electoral que culmina el 1 de julio próximo está plagado de violencia homicida. De acuerdo con un recuento difundido por la empresa consultora de riesgos "Etellekt", desde el inicio del calendario electoral en septiembre de 2017 han sido asesinados 88 candidatos. Una revisión de las investigaciones permite aventurar que en la mayoría de los casos están involucradas actividades ilícitas o relacionadas con el crimen organizado que efectivamente, no se detiene ante políticos de cualquier nivel o partido político si éstos obstaculizan sus ilegales intereses.

La posibilidad de un atentando contra cualquier candidato, ya sea un aspirante a la Presidencia de la República o a una humilde alcaldía, es mucho más alta que en las elecciones del año 2012 o las de 1994.

Abordar en tono de broma o muy en serio la incitación del odio y la confrontación política hasta el punto de considerar como posible la desaparición física del adversario, es un grado más en la carrera de violencia y mortandad en México.

¿Qué ocurriría si uno de los candidatos a la Presidencia fuera atacado y muerto? Las consecuencias son tan graves como se quiera imaginar. El equilibrio que existe en el país, totalmente agujereado en diferentes espacios del territorio nacional, quedaría tan pulverizado.

Jorge Octavio Navarro
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 8 de mayo de 2018).

La presente campaña electoral nos demuestra con claridad y de manera dramática el peso ominoso del crimen organizado en la vida municipal y de las comunidades.

Los grupos de narcos, huachicoleros, secuestradores, extorsionadores, tratantes y traficantes de personas disputan al Estado el control de los cargos municipales.

De noviembre a la fecha van más de 80 asesinatos políticos. Alcaldes, ex alcaldes, candidatos a presidencias, diputaciones locales y regidurías caen cada semana muertos.

Casi 4 asesinatos políticos en promedio por semana en estos meses en los que, precisamente, se define quién ocupa esos cargos.

A los grupos criminales, lo hemos visto desde el sexenio de Felipe Calderón, les interesa controlar las policías municipales. Pero más que nunca notamos con claridad que también compiten, con balas en lugar de votos, por los espacios de elección popular, para asegurarse el control territorial, de las plazas, como les llaman en el lenguaje policiaco.

Hay estados como Guerrero que concentran el mayor número de casos. Pero es un fenómeno que se presenta en la mayor parte del territorio del país, incluso en la zona conurbada de la capital federal.

Ante tanta tragedia, la reacción del mundo de la política (viven en una realidad aparte) es un "machote", una rutina macabra en la que el partido a cuyo candidato asesinan en algún municipio condena los hechos y exige investigar. Una vez y ya. No pasa nada y no hay problema. Cada quien se solidariza con sus muertos y no con los del partido rival. Y listo. Sanseacabó.

Las campañas nacionales continúan como si fueran ajenas a esta realidad. Y ninguna de ellas ha incorporado el tema como parte central de su diagnóstico y propuesta de seguridad.

La crisis de seguridad es quizá la que más padecen los ciudadanos en el país. Las campañas presidenciales no parecen entenderlo. Quizá porque no saben cómo resolver el problema, porque no presentan propuestas novedosas, porque no tienen buenas cuentas qué presumir.

Carlos Loret de Mola A.
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 8 de mayo de 2018).

Había una vez en donde las casas eran los santuarios en donde las familias se refugiaban de los avatares cotidianos, y nadie repudiaba al prójimo porque pensara diferente a uno. El diálogo se imponía sobre la descalificación y el mundo no se reducía a "ellos" y "nosotros", o los "puros" y los "infieles".

La sociedad empezó a descomponerse. ¿Cuándo?, ¿cómo? No está claro. En las elecciones presidenciales de 1988 hubo coraje en varias partes del país por los resultados, luego de que las calles se habían poblado más de entusiasmo y expectativas que de rencores. Las elecciones intermedias de 1997 oxigenaron al sistema al perder el PRI la hegemonía en el congreso. La persecución gubernamental de Andrés Manuel López Obrador, y la crisis de seguridad en la ciudad que el líder de la izquierda social gobernaba, mostraron los síntomas de una deconstrucción social que, a la vez, anunciaba la transformación de la sociedad.

La 1a. gran llamada llegó en el proceso electoral de 2006, donde todo aquello que daba estabilidad se rompió. Las familias discutieron, pelearon y se dividieron en torno al apoyo o al rechazo a López Obrador, que figuraba como el ejemplo paradigmático de la ruptura, en muchos sentidos, tanto del quiebre con el viejo régimen, como del tejido social amalgamado por generaciones. Los enconos de la calle dejaron de quedarse en la puerta y se metieron a los comedores y las salas, aniquilando los días donde el bien común era aceptado por todos. Convenciones sociales y normas se evaporaron. El pensamiento se volvió tribal y en su evolución quedaron perfectamente marcados los 2 territorios: el de los "buenos" y el de los "malos", que confirmaron el nacimiento de la sociedad binaria mexicana. En aquellas elecciones la polarización se sintió en los correos electrónicos y en los linchamientos en la plaza pública. Quien era crítico sistemático de López Obrador o, simplemente, cuya influyente voz no le era afín, veía su fotografía colgada de los balcones del Zócalo en espera del juicio sumario popular.

La 2a. gran llamada llegó con el proceso electoral de 2012, donde las redes sociales tuvieron su debut en las elecciones presidenciales al frenar el momentum de Enrique Peña Nieto con la aparición del movimiento #YoSoy132, donde el encono y el resentimiento acumulado seis años antes, potenció la indignación y la sed de venganza. La 3a. gran llamada retumba hoy en el proceso electoral de 2018, donde las redes sociales, completamente asentadas, están reproduciendo, o magnificando en ocasiones, los mensajes a la velocidad de la luz. Este fenómeno vino aparejado a lo que Roberto Stefan Foa y Yascha Mounk describieron en un ensayo publicado en julio 2016 en el Journal of Democracy ("La Desconexión Democrática"), donde al mostrar la creciente debilidad de las instituciones -principio de la desinstitucionalización-, registraron cómo los votantes volteaban cada vez más hacia movimientos con una sola causa, a elegir candidatos populistas o apoyar a partidos antisistémicos que se definían así mismos como opositores al status quo.

Esta tendencia, en México y en más de 60 países con fenómenos populistas, la clase política que mantiene el status quo no ha sabido cómo responder política y electoralmente para evitar ser arrollados. En México y otras naciones, este fenómeno sociopolítico ha ido acompañado con la desaparición acelerada de las normas de convivencia.

El discurso de odio se comenzó a anidar cuando los medios de comunicación se olvidaron de su función, inopinada, de contribuir a la educación y la cultura, y aplastaron su responsabilidad social, rompiendo todos los controles de contención.

Las redes sociales son la gran plataforma por donde se desplaza el odio, con remitentes de todos colores y sabores. No son pocos los periodistas que reciben mensajes de muerte cotidianos, o fotografías de decapitados como amenazas ante lo que hablan o escriben. Las palabras de odio no se quedan en la retórica, sino son preludio de la violencia física, que es un paso que muchos ignoran o soslayan. En casi un cuarto de siglo de sistema abierto, muchas cosas han sucedido para avanzar y progresar, pero otras, como el tema de la libertad con tolerancia, ha tenido regresiones sustanciales. Luego, que nadie se diga sorprendido cuando colectivamente lamentemos a dónde llegamos.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 9 de mayo de 2018).

El empresariado mexicano es una entidad bastante compleja y diversa, en principio está constituido por todas aquellas personas que promueven actividades productivas o establecen negocios que benefician a la sociedad por la creación de empleos, de ahí que se les distinga según el tamaño de sus empresas, desde las muy pequeñas hasta las que tienen alcance global, como por ejemplo CEMEX.

Con una frecuencia cada vez mayor un alto número de empresarios del tamaño que sea, han sido víctimas tanto de los sindicatos como de las propias autoridades municipales, estatales o federales. Aquí mismo en nuestra ciudad se han dado casos de negocios que cumpliendo con todos los requisitos para abrir, no pueden sin embargo colocar un letrero que los identifique, pues para ello se requiere otra licencia, misma que se otorga con la agilidad con la que el empresario pague una "propina" que va de 10 a 15,000 pesos. A estas conocidas y clásicas extorciones hay que añadir ahora las provenientes de los cárteles delincuenciales, todo lo cual encarece el costo de la producción y del transporte, póngase usted en el lugar de los empresarios transportistas que deben pagar derecho de paso por cada "territorio" que sus vehículos pasan, además de las "cuotas" a los policías federales.

Por supuesto que también se dan casos de empresarios que viven bastante cómodos con la llamada "cultura" de la corrupción ¿en qué gasolinera de esta ciudad está usted seguro de que le venden litros completos? Los empresarios corruptos dirán que si no roban, entonces no es negocio, y como este ejemplo pueden darse muchos más, hasta llegar a plantearse la hipótesis nada fantasiosa de que entre estos empresarios y no pocos funcionarios públicos se da una evidente colusión, yo te cubro y tú me encubres.

Hasta ahora no hemos podido constatar una reacción del empresariado jalisciense o nacional que enfrente al gobierno y haga causa común con la sociedad en su lucha en pro de la democracia, del abatimiento de la impunidad y el compromiso por erradicar la corrupción; en ocasiones lo que vemos son sólo tibias declaraciones con motivo de algún agravio, pero ninguna acción contundente que pueda realmente marcar un hasta aquí. Lo mismo ocurre en el resto de la comunidad: los estudiantes defienden a "sus" desaparecidos, los periodistas protestan por "sus" muertos, los migrantes se manifiestan por "sus" derechos, los maestros por "sus" prerrogativas, es decir cada quién se preocupa solamente por sus intereses.

La sorpresa es que ahora, a buena parte del empresariado, lo único que lo una y lo mueva sea evitar por cualquier medio el triunfo de ya sabes quién, aunque gane quién sabe quién, pues éste sabrá agradecer, como se acostumbra en este país, semejante apoyo.

Armando González Escoto
(v.periódico El Informador en línea del 13 de mayo de 2018).

Si las bandas de hostigadores que pueblan las redes sociales saltaran a la realidad, ¿qué tendríamos?

Probablemente una batalla violenta, incesante, de pandillas y contingentes enfrentados peleando por la hegemonía física del espacio público, como pelean hoy en Twitter y Facebook.

La violencia verbal convoca la violencia física. De hecho, suele ser su anticipo, como le consta a todo el que haya visto la secuencia de un pleito.

Primero el roce, luego los insultos, luego los golpes.

He dejado de leer los mensajes que dejan los lectores a mi columna en MILENIO porque lo dominan de inmediato lectores -sublectores- que se insultan.

Es claro que son por su mayor parte discutidores instrumentados, que tienen la tarea no de golpearme a mí, sino de insultarse y descalificarse entre ellos.

De las redes sociales instrumentadas, que sirven a una causa política, han venido amenazas grotescas de muerte para periodistas.

Llueven todos los días injurias y descalificaciones sobre quienes tienen alguna preferencia política distinta del infamador.

También contra quienes pretenden mantener el equilibrio en un campo donde cada día más desaparecen los matices y hay solo "conmigo o contra ti".

Quizá el peor de los espectáculos que hay en esas batallas de violencia verbal, es el de la seguridad con que unos hablan de la superioridad de su causa frente a la inferioridad de la de sus rivales.

Esa superioridad moral tiene el tufo del maniqueísmo y se funda en la descalificación del otro, quien es siempre el equivocado, el sospechoso, el indigno de otra consideración que no sea la denuncia y el escarnio.

"Frutos de la temporada", dicen los observadores experimentados: van y vienen, como vienen se van.

Puede ser. Pero puede ser también que no, que todo ese veneno maniqueo -y la peor de sus expresiones, el seudohumor vulgar- acabe un día por saltar a la calle, y convertir nuestro pleito de palabras en un pleito de verdad.

Tenemos cientos de bandas armadas en el país peleando por el control del crimen. Nada peor podemos sembrar que otra proliferación de bandas violentas peleando por la política.

Héctor Aguilar Camín
(v.pág.3 del periódico Milenio Jalisco del 16 de mayo de 2018).

Un sistema político medularmente corrupto y clasista, cuyos cimientos son el tráfico de influencias, opacidad, mogigatería, compadrazgo, frivolidad y el valemadrismo irresponsable de millones de mexicanos. No es un partido político, no son los gobernantes, sino todo un tejido social lo que está podrido.

¿Cuál es el remedio para corregir un cáncer social tan profundo? ¿Cómo recomponer una sociedad enferma desde sus raíces? ¿Es acaso una dama la que podrá acabar con todas las fuerzas del mal? ¿Es un político rudo, rústico y amenazador? ¿Es un joven de voz convincente, ideas claras y cultura universal? ¿Es un técnico experto en finanzas, honradez a prueba y buen respaldo político? ¿O acaso es un demagogo mesiánico lo que México necesita para recobrar la salud social?

Estamos perdidos en un mar de confusión. Los partidos políticos no nos ayudan a resolver nuestros problemas de selección del mejor hombre. La violencia inhibe nuestro pensamiento y la sociedad la utiliza como método de protesta, porque la injusticia y la impunidad violan sistemáticamente la ley.

Vivimos una crisis de confianza, no creemos en nuestras autoridades, no creemos en los partidos políticos, no creemos en los sindicatos, no creemos en quienes nos representan. Tenemos cientos de leyes para regular todo aquello que debe ser controlado, pero no tenemos ni los mecanismos ni el elemento humano para hacerlas cumplir.

Por eso somos los ciudadanos los que tenemos que tomar las acciones necesarias para recomponer la sociedad. Las organizaciones empresariales y profesionales han jugado un discreto papel de observadores, pero este es el momento en que deben actuar. Esas acciones deben encaminarse a formar un frente unido de lucha contra la podredumbre; juntos, sociedad y gobierno, sea quien sea el que encabece a la nación debemos unir fuerzas para restituir la confianza en las leyes y las instituciones, para vivir en armonía.

Tenemos los instrumentos para empezar a corregir los males de nuestra enferma sociedad, se requiere echar a andar la fiscalía anticorrupción para que aquellos servidores públicos a los que se comprueben actos de corrupción, sean separados de su cargo y se les procese. No debe dejarse a discreción el castigo de los delitos leves que son aquellos cuya cuantía sea menor de 160,000 pesos. Un delito es un delito y no importa la cuantía, sin excepciones ni negociaciones políticas partidistas.

En el mes de julio nos enfrentaremos a enormes retos en materia democrática, los tribunales electorales no deberían existir si hubiera honradez de parte de los partidos políticos. Donde hay dinero hay corrupción, por eso debe limitarse el subsidio político a los partidos para que no se formen por interés económico; sino por convicción ideológica. Debemos exhortar al Instituto Nacional Electoral (INE) para que actúe dentro del margen de derecho y obligue a los partidos políticos a obrar con honestidad y alta participación. De su actuación depende el grado de confianza que les debemos prestar en el futuro.

Luis Jorge Cárdenas Díaz
(v.pág.11-A del periódico El Informador del 17 de mayo de 2018).

Más allá de las preferencias electorales, es evidente que la sociedad mexicana no está conforme con el desempeño de las cosas públicas.

En un entorno de estabilidad macroeconómica, con un crecimiento sostenido, vale la pena plantearse cuáles son los verdaderos motores que han impulsado esta irritación colectiva. Más allá de la falta de aciertos políticos y las fallas en la comunicación de la actual administración federal, está el hecho insoslayable del crecimiento de la acción de la delincuencia en prácticamente todo el país.

Desde hace algunos años, podemos decir que vivimos una crisis de los servicios públicos de justicia y seguridad pública. La demanda de estos servicios se ha multiplicado porque la sociedad exige resolver sus conflictos internos de forma expedita y, al mismo tiempo, enfrenta los desafíos de grupos que disputan la vigencia del Estado de Derecho en muchos puntos de la geografía nacional.

Necesitamos muchos más jueces, magistrados y tribunales eficientes. El rezago en la materia es inmenso, sobre todo, a nivel de estados y municipios. Los cambios en las leyes y procedimientos han presionado aún más al sistema que responde de forma tardía, dando muestras evidentes de las fisuras de la ineficacia y la corrupción. Lo mismo podemos decir del servicio de seguridad preventiva que brindan las policías.

A pesar del crecimiento en las inversiones, equipamiento y mejora de procesos, los cuerpos de seguridad del Estado mexicano son insuficientes y son percibidos como poco confiables. Cada día suceden hechos delictivos que suman a la irritación pública, se difunden algunos que se convierten en noticias y muchos otros son ignorados, pero la sensación colectiva los registra y aumenta la percepción del crecimiento de la influencia de los grupos delictivos en las esferas políticas y de la actividad empresarial.

Así un problema en la calidad de los servicios de justicia y seguridad se ha transformado en una crisis de confianza en las instituciones políticas. Ante ese hecho, muchos habitantes de nuestro país enfocan su molestia fustigando el desempeño de los responsables políticos. De forma simultánea la inconformidad se alimenta del crecimiento de las expectativas y la desigualdad social. La percepción de los servicios públicos de salud, y los mecanismos de asistencia social también muestran un deterioro porque las personas exigen mecanismos compensatorios inmediatos y ya no están dispuestos a esperar.

La política social que ha tenido indudables avances en las últimas décadas, tiene aún un saldo que impacienta a quienes necesitan respaldo e irrita a la mayoría. La inequidad social se traduce también en la percepción de injusticia. La gestión política se identifica con la administración de privilegios indebidos y alimenta también el enojo.

Así, la crisis la tenemos en la justicia y la seguridad y el deterioro en la operación política. El resultado es un descontento que opta por creer en los cambios como forma de corregir. La capitalización política del desencanto implica la responsabilidad de resolver estos desafíos.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 20 de mayo de 2018).

La polarización que se fomenta desde los medios de comunicación y las redes sociales está llegando a niveles de enardecimiento que nos hacen olvidar o desdeñar hasta nuestra propia humanidad.

Después de nuestras recurrentes y desoídas quejas contra la guerra sucia de cada elección, ante la persistencia de la clase política en estas formas de construir candidaturas y gobiernos, una buena cantidad de mexicanos ha caído irremediablemente en el juego del poder y los enfrentamientos entre personas de a pie, entre civiles, entre mexicanos dedicados a trabajar y a sacar adelante a sus familias y al país en conjunto, entre familias y amigos, cada vez son, además de más frecuentes, más violentos y divisorios.

Alto, por favor. Encima de tener que sufrir y capotear la crisis económica como se pueda, con 2 y 3 trabajos, lavando autos y vendiendo latas, productos de catálogo y ropa de segunda; encima de tener que aceptar los malos servicios de salud y de educación porque no hay más (si es que se tiene acceso a ellos); de soportar y aguantar la ineficiencia de las oficinas de gobierno a donde vamos a hacer diversos trámites, del nivel que sea; de trabajar a sabiendas de la precariedad del empleo que se puede perder en cualquier momento; más los problemas familiares derivados, muchos de ellos, de una sociedad en franca descomposición y un tejido social más que roto, desgarrado; nos quieren imponer otra vez la división por preferencias político-electorales con actitudes que bordean la obsesión compulsiva y hasta la esquizofrenia; las mentiras y la falta de escrúpulos.

Alto, por favor. Somos ciudadanos integrantes de una democracia imperfecta y con altos índices de simulación. Sin embargo, como parte de ella tenemos responsabilidades que por lo general no asumimos. Ya se ha dicho mucho, pero lo cierto es que lo que ha pasado en los últimos lustros revela que nos hemos concretado a votar; y si quien gana no es el candidato de nuestra preferencia, regresamos a la vorágine de la vida diaria y se acabó, hasta dentro de tres o de seis años, volver a votar si es que quedan ganas, si es que tenemos tiempo.

No es justo que, encima de todo, seamos manipulados y que a la hora de la hora ni siquiera nosotros, cada quien, cada uno en la soledad de la mampara, votemos libremente, sino los que operaron a través de nosotros con información engañosa, filtrada, editada, tergiversada, inventada y demás.

Hay enardecimiento y también confusión: música para los oídos de la clase política. No lo permitamos, ese es nuestro poder.

Alto, por favor, a la intolerancia, a los juicios sumarios, a las ofensas porque no hay coincidencia en preferencias electorales. Al final del día, una vez que pasen las elecciones y se cierre el proceso electoral, quien sea que gane, no debe gobernar solo y esa es otra de las responsabilidades que como ciudadanos miembros de una democracia tenemos; nos toca mejorar esa democracia, aceitarla y echarla a andar; mantenerla activa y dinámica; no permitir que se pervierta ni se viole; trabajar en repararla y perfeccionarla.

Laura Castro Golarte
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 20 de mayo de 2018).

Hoy el país está en vilo y la ingobernabilidad se abre paso; los violentos acontecimientos sucedidos en Guadalajara en días pasados lo confirman: un Estado que se achica, al que le ganan, lo sorprenden, lo rebasan... mientras la población queda en medio de una fallida y cruenta guerra donde ha sido dejada como la única víctima de la incompetencia y la irresponsabilidad del actual sexenio.

Lourdes Bueno, investigadora de la Universidad de Guadalajara
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 26 de mayo de 2018).

El gobierno o administración pública, que debiera buscar la paz y tranquilidad social, está más empeñado en lograr apropiarse del poder por el poder mismo, para servirse de él, que en asumir un auténtico liderazgo de servicio o representación gubernamental.

En nuestra política nacional, contamos con la democracia más cara y concurrida del mundo, a cambio de muy exiguos resultados. Desperdiciamos recursos fiscales que nos pesan en el alma, pues debieran destinarse a nobles e indispensables fines, para mantener partidos políticos vanos, que sólo se confabulan en engañarnos.

Uriel Eduardo Santana Soltero
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 26 de mayo de 2018).

La realidad actual de México encaja bastante bien en el diagnóstico del Centro Católico Multimedial (CCM) difundido este fin de semana, del que esta sería una síntesis:

* 90 candidatos a puestos de elección popular para las próximas elecciones han sido asesinados, y otros tantos han abandonado la contienda bajo amenazas o por miedo legítimo.
* "El poder y la fuerza del Estado parecen empequeñecidos (...) ante las venganzas de los cárteles".
* "En importantes núcleos de la sociedad y en grandes poblaciones, el crimen organizado actúa en plena impunidad".
* En Tamaulipas y Guerrero, "empresas que daban empleo a miles de personas han tenido que cerrar por no tener garantizada la seguridad".
* "Campesinos no tienen mejores posibilidades de vida que el cultivo de drogas". Etc.

Más allá del inventario -necesariamente incompleto pero ciertamente verídico- de calamidades, hay 2 elementos a considerar: por qué hemos llegado hasta ese punto, y qué fundadas esperanzas pueden alimentarse de que el organismo social recupere la salud, y de que esta pesadilla -que ya dura demasiado- finalice...

En el 1o., la tibieza de las autoridades, pero principalmente la colusión de miembros de las mismas con organizaciones criminales, han sido los principales elementos facilitadores del auge -creciente, según todas las evidencias- de las actividades delincuenciales que al parecer han hecho metástasis en la sociedad.

En el 2o., la proximidad de las elecciones aportaría la ilusión de que vienen tiempos mejores. Ahí cabría tanto el buen deseo de algún candidato, de que la pacificación del país podría conseguirse al cabo de 6 años de brega metódica y cotidiana, como la promesa de alguno más, de que su sola virtud, por contagio, hará el milagro de extirpar y sanear todo lo corrupto que hay en este país.

La historia, por desgracia, se empecina en restregarnos en el rostro la experiencia de que, salvo contadas y honrosas excepciones, las elecciones están sobrevaloradas… porque, como sentenció algún pesimista, al fin del cuento "sólo sirven para cambiar el nombre de los tiranos".

Jaime García Elías
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 29 de mayo de 2018).

Según la Coparmex, "el robo de combustible -mediante tomas clandestinas en los ductos- se disparó un 34% durante marzo; en el 1er. trimestre del año ocurrieron 852 atracos en trenes y vías (un incremento del 581%), y hubo 3,357 robos de mercancías". Datos más puntuales: el Grupo Lala cerró su centro de distribución en Ciudad Mante, Tamaulipas, "por la inseguridad de la región, disputada por violentos cárteles"; Femsa, la mayor embotelladora de Coca-Cola del mundo, cerró una planta similar en Ciudad Altamirano, Guerrero, "a fin de preservar la integridad y la seguridad de sus empleados".

La patronal solicita (o recomienda... o exige, como quiera verse): 1.- "profesionalizar y dignificar los cuerpos policiales del país"; 2.- "mejorar la procuración de justicia mediante una fiscalía autónoma que genere confianza en la población"; 3.- "reformar el sistema penitenciario: cárceles menos costosas y más eficientes, que cumplan con castigar y reinsertar a los delincuentes".

Pese al tono apremiante de las demandas, a nadie escapa que se trata de asignaturas pendientes, que necesariamente se endosarán a la siguiente administración: la que el próximo 1º. de julio, por la noche, más que celebrar su triunfo en las urnas, deberá reconocer... que se sacó el tigre en la rifa.

Jaime García Elías
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 30 de mayo de 2018).

El candidato independiente a la Presidencia de la República, Jaime Rodríguez Calderón, "El Bronco", informó que presentará una iniciativa para que se aplique la pena de muerte a delincuentes de alta peligrosidad, reformando los artículos 1 y 22 de la Constitución.

Reiteró que México necesita tener orden porque de nada sirve "tener el diploma de estar en los tratados internacionales si se sigue desangrado en una violencia que no para. De qué nos sirve tener la Constitución si nadie la respeta; necesitamos un presidente que ponga orden y yo quiero ser ese presidente".

Según el aspirante independiente, no importa que sea una iniciativa que esté en contra de la misma Constitución, "la hemos cambiado muchas veces, necesitamos cambiarla cuantas veces sea necesario. La violencia no se detiene, la Constitución tiene que adecuarse y que todo mundo la conozca y respete".

(V.pág.8-A del periódico El Informador del 30 de mayo de 2018).

Surge un nuevo elemento de incertidumbre para el proceso y para la economía: los aranceles que impuso Donald Trump a las exportaciones mexicanas de acero y aluminio, que entraron en vigor en el 1er. minuto de hoy, lo que se suma al anuncio que me hizo ayer Ildefonso Guajardo en el sentido de que ve muy difícil que se pueda firmar un nuevo Tratado de Libre Comercio para América del Norte, TLCAN, antes del 1 de julio, más las turbulencias que ya vivíamos por el disparo en el precio del petróleo, que toca sus niveles más altos de los últimos tres años, la inminente alza en las tasas por parte de la FED, las reformas fiscales en Estados Unidos, la inestabilidad política y el regreso de los populismos en Europa y, ahora, el inicio de una guerra comercial.

Este escenario no ayuda a nadie en nada, ni al mismo Trump, que no entiende de puntos cardinales: apuntó a oriente y disparó al norte, al sur y a occidente.

Pero eso, allá él.

Me quiero referir al impacto que puede tener en México este escenario, muy diferente a los que vivimos en los 70 y los 80 y los 90, crisis de verdad que siempre se traducían en brutales devaluaciones del peso, saqueo de las reservas del Banco de México, intervención y rescate del Fondo Monetario y del propio gobierno de Estados Unidos, véase el caso Clinton-Zedillo, México primavera de 1995.

Pero de eso no hay registro en la memoria porque la mayoría de los votantes son menores de 28 años y no vivieron o no lo recuerdan por su infancia.

Hoy, es cierto, el mundo es otro, México tiene una serie de seguros, montos de reservas impensables, un esquema que impide que la salida de capitales las saquee y candados para que no se tomen muchas de las decisiones que se tomaron entonces y que ahondaron aquellas debacles.

Pero de que se otea la tormenta perfecta, se otea.

Y entonces sí, a ver.

Joaquín López-Dóriga
(v.pág.3 del periódico Milenio Jalisco del 1o.de junio de 2018).

Estoy convencida que ni López Obrador, ni Meade, ni Anaya, ni los independientes van a cambiar a México de un día para otro y que lo que cambia a un país es la moral como principio básico, el orden y la limpieza, la honradez, la puntualidad, la responsabilidad, el deseo de superación, el respeto a la ley y reglamentos, el respeto al derecho de los demás, el amor a su trabajo, el afán por el ahorro y la inversión, eso, eso va a cambiar a nuestro país, el día que entendamos que el cambio está en nosotros como personas y no que el presidente va a cambiar todo.

Yessenia Campos
(v.pág.15 del periódico Milenio Jalisco del 2 de junio de 2018).

La relación de los políticos con los empresarios, de siempre, ha sido compleja. Difícil en el pasado lejano, ambivalente en el reciente. El estatismo que predominó hasta inicios de los 80 dio curso por vía de la necesidad a una postura más empática y de comprensión de la política a la economía. El presidencialismo exacerbado, que ahora amenaza con regresar por la puerta grande del voto democrático, dio lugar a crisis económicas y financieras recurrentes. Los empresarios ganaron la batalla y aparentemente la guerra; la apertura económica, la economía de mercado, la certeza en los derechos y libertades económicas va a la par del desarrollo político del país y a la vigencia de la democracia liberal.

Quizás porque llegó una nueva generación con las desincorporaciones, por la incursión del gran inversionista extranjero o por la combinación de ambos factores, el sentido de cuerpo de los empresarios, que en otro tiempo les permitió enfrentar la embestida estatista hasta doblegarla, se vio minado. Transición democrática y apertura económica en México fueron procesos paralelos, con tiempos y ritmos diferentes, pero con un mismo sentido: acotar el poder presidencial, por la vía de la desconcentración del poder y los equilibrios que el mismo proceso democrático fue generando.

Pero si bien la apertura económica ha sido impulso para mejorar la calidad de vida de la población y para crear las posibilidades de desarrollo que tiene el país, la política no cumplió con su función de legitimar el nuevo orden de cosas, al contrario, los nuevos problemas como la inseguridad pusieron en entredicho a la autoridad; los viejos retos, como la desigualdad y la corrupción, persistieron o se agravaron, cuestionando la tesis de que la democracia traería mejores gobiernos. Pero siendo realistas, si la democracia no pudo empoderar al ciudadano durante todos estos años, la economía hizo también muy poco para distribuir mejor la riqueza y crear consumidores empoderados.

El arribo del populismo como opción dominante en lo electoral no se debe a un tema coyuntural -candidatos, gobiernos, campañas, estrategia-, sino que su origen es de corte estructural. No hay miedo al cambio porque no se justiprecia suficiente lo que existe, a pesar de que el anhelo y esfuerzo de generaciones fue llegar a la democracia liberal y a la economía de mercado. Al candidato López Obrador, insultar y calumniar a los grandes empresarios no le resta apoyo precisamente porque en gran parte de la ciudadanía, especialmente en las clases medias urbanas educadas, existe la falaz idea de que el origen de la riqueza y el éxito económico no es resultado del trabajo, el esfuerzo y el mérito, como lo es, sino de la corrupción. Así llegó el populismo a otras latitudes: a partir de la construcción y difusión de la idea de un sistema injusto, autoritario, excluyente y corrupto que hace triunfar solo a una minoría rapaz.

El populismo es un movimiento político que puede ser de izquierda o de derecha y que descansa en el caudillo, planteando el rechazo al bloque de poder existente, e invocando entidades abstractas como la nación o el pueblo. Como movimiento social, que es, tiene reserva o rechaza a las instituciones, su objetivo no es ganar la elección, sino cambiar al régimen, su motivación es antidemocrática en el sentido de que no acepta a quien piense diferente o se le oponga. Contra la nación o el pueblo, nada ni nadie. Desde luego, el caudillo es quien representa a dichas entidades, nadie más.

Los empresarios tardaron en entender y encarar la amenaza populista. El tema no es la agresión personal de la que han sido objeto, sino el contenido de la política pública que se anticipa. Fue una costosa omisión no ocuparse de legitimar el orden de cosas y, todavía más, creer que el populismo es un simple ardid electoral para ganar votos. López Obrador lo ha dicho con todas sus letras, aunque matiza según el auditorio: a lo que convoca no es a una reforma, sino a un cambio de régimen, paradójicamente, a un presidencialismo sin límites, con poderes metaconstitucionales, lo que ya se conocía, pero con una expresión personalista.

Los empresarios, especialmente quienes han sido nombrados por el candidato, están en su derecho de expresar sus reservas: el desproporcionado y provocador señalamiento de corruptos y autores de la tragedia nacional sería suficiente para no simpatizar con él, o el que el caudillo haya postulado como candidato al Senado, en lugar preferente, a un enemigo de la industria minera y de sus trabajadores, aliado y emisario de los poderosos sindicatos estadunidenses y canadienses. El tema de fondo tiene que ver con la postura y visión del candidato López Obrador sobre la economía, sobre la responsabilidad del Estado y su desprecio sobre el sistema institucional, base para la certeza de derechos y certidumbre económicas.

En la perspectiva ciudadana es inevitable cuestionarse sobre cuántos impuestos ha pagado López Obrador o, desde el punto de vista empresarial, qué ha hecho para generar empleo productivo o ingresar divisas. Su aportación es, en todo caso, política, no económica, pero por lo mismo, hay un estándar aplicable a todo ciudadano que es el pago de impuestos, establecido en el artículo 31 de la Constitución. No es una referencia personal, sino una definición de las responsabilidades a los derechos que se ejercen. Estimo que el candidato no está en condiciones de dar lecciones, y menos de sentenciar o exculpar a los empresarios

A López Obrador no le corresponde prometer que no habría revancha en un eventual gobierno por él encabezado, y tampoco presumir la tolerancia que en su caso siempre ha sido posterior al insulto y la condena. Los empresarios, más que una falsa tolerancia, requieren de la política y del futuro gobierno, dos cosas básicas: respeto y certeza legal para sus inversiones. La realidad del país y el entorno internacional, obligan a la prudencia en todo sentido, particularmente por quienes más influencia o poder tienen. No la ha habido por López Obrador en materia de seguridad al prometer amnistía a criminales, tampoco en lo social al poner en riesgo con su programa las bases de la estabilidad de precios y las oportunidades de empleo, mucho menos en la propuesta económica de gasto público. ¿Por qué habrían, entonces, de quedarse callados los empresarios?

Liébano Sáenz
(v.pág.2 del periódico Milenio Jalisco del 2 de junio de 2018).

El político de hoy pretende adherirse de los símbolos religiosos como si eso fuera permisible. Al hacerlo, corrompe los principios básicos democráticos y laicos que sustentan la convivencia social de los mexicanos, ignorando todo el andamiaje legal e institucional que existe por alguna razón. En el México de hoy, los políticos abanderan causas insospechadas, justifican acciones legalmente prohibidas, enarbolan símbolos religiosos, abusan del hastío social, y nos hacen padecer lo indecible con tal de ganar el voto.

Tan preocupantes como inquietantes son los funestos ataques contra el estado laico, derivados de las alianzas hechas por las izquierdas en este país, pero también por las derechas y aquellos que aún se llaman "neutrales". Uno a uno, cada embate ha ido debilitando esa forma social de convivencia llamada laicidad. Para Pedro Salazar, doctor en derecho y experto en temas de laicidad y derechos humanos, " [...] Este hecho sin precedentes impone desafíos inéditos a los estados, entre otras razones, porque redefine las estrategias de las instituciones religiosas para incidir en la vida social y, al mismo tiempo, altera la lógica con la que los gobiernos y los representantes populares se posicionan frente a estas instituciones. Ello plantea retos para la agenda laica, pero también para los sistemas democráticos en proceso de consolidación".

Estos desafíos parecen redefinirse en función del contexto social e histórico que se vive, provocados por los actores sociales que, incluso, pueden ser los mismos. Al redefinirse los desafíos, la forma de enfrentarlos se hace cada vez más compleja y complicada, y pareciera no encontrar una salida para enfrentar a los políticos y hacerles entender que la laicidad es la única forma existente para que todos sigamos viviendo en un país en el que, al menos en teoría, todos somos iguales ante la ley.

El problema es que los políticos confunden -o ignoran- las definiciones y los alcances del principio de laicidad y, al hacerlo, violan de manera flagrante la ley. Luego, en el ejercicio del quehacer público, las decisiones en lugar de tomarse con base en los principios universales, se toman en función de sus propias convicciones religiosas.

Así, -como dice Pedro Salazar- al final de los primeros 20 años de este milenio, la laicidad en México se encuentra amenazada. Esto es así porque el estado laico enfrenta embates que provienen de la realidad social y política encabezada por quienes, aún hoy en día, no acaban de entender la importancia de la laicidad en nuestro país.

Sara S.Pozos Bravo
(v.pág.17 del periódico Milenio Jalisco del 2 de junio de 2018).

Nuestra historia nos alerta frente a las mayorías. Nos resultan ilegítimas y sospechosas. Por ello, el léxico político en México se apoya tanto en conceptos como el "mayoriteo", la "aplanadora", "el albazo". Todo para referirse al uso espurio de las mayorías.

México atraviesa un momento de marcada debilidad institucional. Los estudios nos revelan que confiamos prácticamente nada en las instituciones de gobierno y las vemos al servicio de los intereses de la clase política y los poderosos. No sólo hay una crisis de ineficiencia institucional, sino también de representatividad. Un caldo de cultivo propicio para la manipulación facciosa de las instituciones. Prueba de ello ha sido el actual sexenio: Enrique Peña Nieto y su gobierno han manoseado indiscriminadamente las instituciones con el objetivo de mantenerse en la silla y ganar las elecciones. Todos los escándalos de corrupción tienen un origen: saqueo de recursos públicos. Y un destino: las campañas.

Por lo tanto, México no es un país con instituciones sólidas y públicamente legitimadas como para contener ansias autoritarias. Como contrapesos eficaces para combatir la concentración de poder queda la Suprema Corte de Justicia de la Nación o el entramado que se ha constituido, todavía incipiente, en torno al Sistema Nacional Anticorrupción. México es un país de instituciones en el discurso, llevadas, traídas y hasta sacralizadas, pero nada nos garantiza en la práctica que no puedan ser cooptadas y desvirtuadas. Vimos el uso faccioso de la Procuraduría General de la República o a la Secretaría de la Función Pública convertida en la abogacía general del presidente. O qué decimos de los congresos, el contrapeso natural del ejecutivo, pero que se convirtió en la oficialía de partes del sexenio que agoniza.

De la misma forma, la debilidad de la oposición partidista es también una agravante. Los buenos gobiernos siempre tienen buenas oposiciones parlamentarias. Sin embargo, la ruptura del sistema de partidos, la cual sólo hemos visto el principio, supone un escenario de mucha incertidumbre. Si gana López Obrador, ¿quién será el principal partido de la oposición? Durante su 1a. legislatura al frente del ejecutivo, Peña Nieto desactivó a la oposición con el Pacto por México que fue eficaz para promover las reformas, pero que supuso un golpe durísimo a la credibilidad del sistema de partidos. El tripartidismo, aquel que concentraba el 90% de los votos, hoy ni siquiera alcanza el apoyo de 4 de cada 10 electores.

Sin embargo, la deriva autoritaria que, ya hemos experimentado en el actual sexenio con un control férreo de algunos medios de comunicación, la Ley de Seguridad Interior o los programas de espionaje dirigido contra comunicadores, empresarios o activistas, no sólo depende de los equilibrios partidistas. El autoritarismo germina frente a una sociedad civil que se vuelve cómplice por acción u omisión. Los fascismos europeos no hubieran podido germinar sin el respaldo de los ciudadanos. Cualquier dictadura requiere de la complicidad de los ciudadanos. En México, fuimos cómplices del autoritarismo priista y eso explica su longevidad y su vigencia casi 9 décadas después.

La sociedad mexicana no es la de los 70. Tampoco es posible que un partido, por más mayorías que tenga, nos transporte a esos años. Falta mayor asociacionismo, participación y compromiso, pero la sociedad mexicana actual cuenta con organizaciones autónomas y con prestigio. Activistas que se mueven en total ausencia de cooptación del poder y del Estado. Agendas que nacen de la ciudadanía y que los partidos políticos empujan en los congresos. Periodistas críticos que desnudaron la corrupción del actual sexenio y la opacidad de los gobernadores. Empresarios que valoran más su aportación a la construcción de ciudadanía que el acceso al palacio. Es ingenuo pensar que un presidente, se apellide López Obrador, Anaya o Meade, puede borrar de un plumazo los contrapesos sociales que hoy existen. Las sociedades que evitan derivas autoritarias son las que plantan cara desde la autonomía y el disenso. No creo que ningún candidato suponga ningún riesgo para la democracia mexicana, pero eso no quita que sea fundamental blindar cualquier espacio de disenso.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 3 de junio de 2018).

Vivimos en un conflicto que cada vez profundiza su división, alimentados por un espíritu vengativo, abundante en intolerancias, donde las pieles son muy suaves y los rencores muy profundos. Ya no hay puntos medios. La polarización dejó de ser polar y tiene múltiples expresiones de discordia y encono. El 1 de julio no será el mejor o el peor día de unos y otros tras el resultado electoral. El día 2, si las cosas siguen por este derrotero, empezaremos a ver el fruto de nuestra furia.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 4 de junio de 2018).

En enero viajó Gabriela Ramos, quien es la directora de gabinete del secretario ejecutivo de la OCDE, José Ángel Gurría, a México junto con Gurría para participar en un foro de la OCDE, donde señaló a la prensa: "Lo que le diríamos a cualquiera de los candidatos que están conteniendo en esta justa democrática, es que miren estas reformas (hablaba en general) y les den oportunidad para que sigan rindiendo frutos, porque están rindiendo fruto, y el problema es que si uno no las sigue avanzando, evidentemente hay posibilidades de que se vayan para atrás".

En aquel foro, Gurría dijo que las reformas habían generado 80,000 millones de dólares en compromisos de inversión, que no podían retroceder. Se pueden reformar las reformas, precisó, pero no cancelarlas. Gurría ha sido uno de los principales promotores de las reformas peñistas, que permitieron que México se fuera alineando con los mecanismos de desarrollo a nivel internacional. En esa misma reunión, el secretario de Educación, Otto Granados, le pidió que la OCDE realizara una evaluación de la Reforma Educativa, que comenzarán a hacer este mes y los resultados serán dados a conocer, se estima, en octubre.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 5 de junio de 2018).

Año con año, Consulta Mitofsky hace una evaluación de la confianza en las instituciones. El Ejército, la Iglesia y las universidades están en el Top Five como las 3 mejores. Y, dentro del Ejército, la Marina es una de las instituciones más respetadas. O era.

Pero los ciudadanos enardecidos ya no confían en esas instituciones. Les tienen miedo y les tienen coraje. Tanto, que incluso les rayan las camionetas con las siglas del enemigo común: el cártel Nueva Generación. Es casi como decirle al Ejército que es preferible el crimen organizado que lo que hacen las fuerzas armadas (entre lo que los ciudadanos incluyen la desaparición de los jóvenes).

Triple tarea tiene entonces el Ejército. 1o. responder con dignidad y sin fuerza. 2o. limpiar su nombre ayudando y transparentando todo lo que se le pida. Y 3o. refrendar el lado del que están porque los obligan a patrullar como policías y terminan perdiendo la confianza de los ciudadanos.

Ivabelle Arroyo
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 6 de junio de 2018).

La antigua idea de divide y vencerás es muy cierta y se aplica al momento que vivimos. El pueblo mexicano se está dividiendo y enfrentando consigo mismo. Hay sentimientos encontrados y francos conflictos de intereses. Ya estamos viendo de nuevo la división en las familias, particularmente con los seguidores de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) que tienen un especial sentido para separarnos al crear un ambiente de fricción y polémica.

El miedo al futuro incierto que produce esta lucha ha generado más incertidumbre y hasta la expectativa de un caos. Ciertamente los seguidores de AMLO lo convierten en un aliciente para mejorar al decaído país en manos de corruptos y "mafiosos".

En algunos sectores se manifiesta un aire de pánico financiero con la llegada de este grupo político, que lleva tocando la puerta de los pinos desde hace 18 años. Muchos consideran que ya es tiempo de que le toque gobernar desde el Palacio Nacional.

Todo parece indicar que el líder unificador aún no ha llegado a conducir a nuestro pueblo hacia el ansiado bienestar que todos queremos. La ruptura sigue siendo el patrón rector que dirige nuestra política.

Tengo un especial desdén por los políticos y ciudadanos que promueven las emociones negativas y echan a caminar los mecanismos del odio y el enfrentamiento entre nosotros mismos.

Guillermo Dellamary
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 7 de junio de 2018).

Pregunta [de El País]. ¿Cómo definiría el momento que atraviesa México?

Respuesta [de Juan Villoro]. México se encuentra en una situación muy compleja, porque por un lado la realidad nos queda a deber, es una realidad muy quebrantada, que deja insatisfecha a muchas personas. Simultáneamente, la esperanza también parece estar en bancarrota. Creo que una de las cosas más difíciles que puede enfrentar un país no es solo que el entorno esté degradado, sino que también lo esté la ilusión. Esta falta de expectativas es la crisis más grande que tenemos. En España se solía decir una frase que acuñó Manuel Vázquez Montalbán: "Contra Franco vivíamos mejor", en el sentido de que se sabía cuál era el enemigo y había una enorme claridad de cuál era la luz al final del túnel cuando cayera Franco. Podríamos decir lo mismo: estábamos mejor contra el viejo PRI, cuando pensábamos que con la alternancia que habría después, estaríamos mejor. Pero hemos experimentado varios gobiernos posteriores a la alternancia y nos han dejado la misma sensación de insuficiencia que antes. El gran problema es que no vemos una luz al final del túnel, estamos metidos en el túnel o, para ajustarnos más a los tiempos que corren, en el socavón.

P. ¿Cómo se puede recuperar la ilusión?

R. Necesitamos una reforma política. Los partidos encontraron que la democracia simulada que tenemos es un enorme negocio. Somos dueños del voto el domingo de elección. Al día siguiente, nuestro voto caduca y se desentienden de nosotros los que son elegidos. Los partidos han encontrado que lo importante con los problemas no es solucionarlos, sino administrarlos, lo que permite seguir haciendo pactos y ampliar recursos para supuestamente arreglarlos. Esta democracia le está costando muchísimo a México. Es una democracia chatarra que le da muchísimo dinero a quienes se benefician de ella. Los partidos han abdicado de sus respectivas ideologías, ya no hay demarcaciones claras de lo que unos u otros defienden, sino que se unen con fines oportunistas y electoreros para tener mayor fuerza, más allá de los principios que decían defender.

P. ¿Qué implica esa falta de ideología?

R. Un pragmatismo total que hace que la mayoría de las opciones tengan que ver con la posibilidad de acceso a la Presidencia. Hemos llegado a la extraña paradoja de que el candidato, para ser viable, tiene que presentarse como confiable, como alguien que no aspira a transformaciones de fondo, cuando todo el mundo sabe que necesitamos transformaciones radicales. Los partidos han dejado existir como organizaciones de propuesta ideológica y se han convertido en agencias de colocación de trabajo.

P. Sin embargo, todo el mundo hablar de la necesidad de cambio. ¿Por dónde tiene que empezar?

R. Todo el mundo habla de la necesidad de cambio, pero la percepción que tienen los ciudadanos es que los partidos quieren una vez más aprovecharse de los recursos y alejarse de los ciudadanos.

P. Se habla de hartazgo, desencanto, enojo... ¿Cuál es el sentimiento para usted que mejor define lo que está pasando?

R. Yo usaría 2 palabras. Una, respecto a lo que sucede en México, que sería despojo. Vivimos un momento en que las comunidades que alguna vez tuvieron propiedad de la tierra están siendo despojadas de ellas. En donde la naturaleza está siendo explotada por mineras canadienses, que en ningún momento podrían hacerlo en su propio país. Estamos viendo la venta de maderas finas, el saqueo de oro y plata por compañías trasnacionales. Buena parte del campo está deshabitado a la espera de que alguien venga a apropiarse de ello. Ahora, respecto a la representación política que tenemos la palabra que lo define es desconfianza. Hay una falta de credibilidad extrema.

P. De hecho, si hay algo que predomina, por encima del apoyo a cualquier partido, es el rechazo al PRI o a Peña Nieto.

R. Hay una situación de desconfianza tan grande que el propio PRI no pudo elegir a un priista como su representante. No pudieron confiar en sus bases. Los propios partidos están tratando de postular personas que en la medida en que no son militantes de viejo cuño pueden tener una credibilidad relativamente superior al de otras personas. La gente sabe que los partidos no están representando alternativas confiables. Uno votará esperanzado de que el candidato que llegue será menos malo que el anterior.

P. ¿Qué cree que marcará esta elección?

R. Esta elección fue la 1a. en que pudo haber candidatos independientes, que era una rehabilitación del sistema político posible. Desgraciadamente, las condiciones de participación fueron muy restrictivas. Las impusieron los partidos políticos para que los únicos que calificaran como independientes fueran personas que ya son como los políticos profesionales. Es decir, lo que se propone es el plan b o el repechaje de quienes no pudieron presentarse por sus partidos. Se está mandando una señal de que ser independiente es pertenecer al club de los profesionales, de la grilla. Además, son gente que están dispuestos a ejercer las triquiñuelas de los políticos que ya están habituados a actuar en la arena política mexicana, que muchas veces se ha definido como la tenebra, porque todo se decide en lo oscurito. Ese es el 1er. impedimento. Tal y como está la situación para los independientes, se puede llegar haciendo trampa o perder siendo honesto. Margarita Zavala logró estar con un 35% de firmas irregulares. Nos recuerda al alcalde de San Blas Nayarit, que escudó su corrupción diciendo que había robado poquito.

P. ¿Está adormecida la sociedad mexicana?

R. Tenemos una sociedad piramidal, que no permite la llegada de advenedizos. La gente tiene mucho miedo de quedar fuera de la pirámide. Una de las cosas que me parecen más paradójicas en la comparación entre España y México es que España es una monarquía, pero la mayoría de los usos sociales en España no son monárquicos. En cambio, México hace mucho que dejó de ser un virreinato pero muchos de los usos sociales son virreinales. En un pequeño negocio tú ves que hay un duque, un paje, un plebeyo, alguien que aspira tener relación con el príncipe, otro que dice haber visto al rey... Esta estructura barroca, jerárquica, cortesana, se da en todas las instancias mexicanas. Hay mucho miedo por romper las formas de conducta a las que estamos acostumbrados. La gente siente que si se involucra en la protesta publica lo único que va a lograr es quedarse fuera de posibles beneficios.

P. ¿México puede ir a peor?

R. Todo puede ir inevitablemente a peor. Pero me parece muy grave asumirnos en un conformismo de este tipo.

(V.periódico El País del 8 de junio de 2018).

No es normal la crisis de autoridad que se vive; no es normal la economía paralela, no es normal el monopolio de la violencia que en ciertas zonas del país se ejerce, no es normal la extorsión y la nulificación institucional que el crimen organizado ha impuesto... Pero es común.

Se vive de nuevo el mismo esquema del feudalismo medieval pero con las armas, la tecnología y el paradigma liberal y de derechos humanos del siglo XXI; pero feudalismo al fin y al cabo. Cacicazgo precolombino, y por tanto, deja en calidad de quimera romántica a la República, al Estado de Derecho. Sí, esto es lo común, pero no es lo normal.

Sin embargo no pasa siempre ni en todos lados. Hay todavía islas de institucionalidad -más o menos grandes- en este mar de beligerancia. Y uno de estos bastiones de institucionalidad son las Fuerzas Armadas. Y tan lo son, que son los que están ahora pagando los platos rotos, haciendo lo que no les toca. ¿Intervención de la federación o esclerosis de los estados? Son las fuerzas armadas hoy por hoy el garante y la encarnación del orden, la disciplina y la vida institucional. Aunque no sean infalibles, aunque sus errores cuesten caro. Sí, cuando hay que reclamarles sus errores, todos los idealistas y románticos levanta la voz, pero bastase que vivieran la realidad del frente de batalla para que se volvieran unos pragmáticos.

En Zapotlán, la Marina, teniendo en cuenta las circunstancias, contaba con la legítima facultad para hacer uso de la fuerza. Los elementos de la Marina, se contuvieron -sí, hicieron disparos al aire, los cuales desde el 1er. momento se supo fueron una acción disuasiva y nunca tuvieron como objetivo a nadie. Se atuvieron a sus órdenes y aplicaron los protocolos del caso. Como muchas otras voces han señalado ya, los provocadores sabían que no iban a responder.

Así, como señala su comunicado oficial: "el personal de la institución, en apego a la doctrina y valores navales, no repelió las agresiones físicas y verbales sufridas por los manifestantes, inclusive cuando fueron agredidos de manera directa, mientras trasladaban a un elemento naval que por la naturaleza de sus heridas, requería primeros auxilios de manera inmediata". Aplaudo y saludo el honor y virtud con los que se condujeron los marinos, pero no deja de ser preocupante el nivel de desprecio por las instituciones por parte de algunos grupos -aunque son los menos- de la sociedad civil. El país vive un momento delicado, y además, durante la última década, esa necesaria y muy sana cultura de derechos humanos que se ha ido implantando, ha traído un dejo de deformación cuando se cae en la vulneración del orden público y por tanto de los demás conciudadanos. Sí, creer que porque alguien tiene derechos humanos como individuo, ese sujeto está por encima de los demás, de la comunidad y del orden institucional, es no entender las responsabilidades ineludibles que también implica un estado de derechos, de derechos humanos.

Cuando no existe en un momento y en un determinado lugar el Orden Público deja de haber la posibilidad para el respeto y promoción de los derecho humanos. Y ese orden incluye el respeto a las instituciones. Es decir, el respeto a los funcionarios competentes para hacer cumplir la ley. No nos equivoquemos, los que pasó en Zapotlán es una vergüenza para los pregoneros de la libertad de expresión -sagrada y bendita-, y que algunos en sus excesos profanaron. Sin embargo, lo que pasó en Zapotlán fue honor y victoria para los marinos que demostraron con hechos que las Fuerzas Armadas y el pueblo son uno y lo mismo.

Las medidas correctivas que tienen que emprender nuestras Fuerzas Armadas son consecuencia de una etiología conocida y compleja: la de la policía marchita y reseca, cuyo hortelano irresponsable dejó llegar a tan triste situación. Se requerirá tiempo, mucho tiempo, compromiso y estrategia para que cada uno desempeñe bien su papel. Pero no es imposible. Sin duda alguna, no hay estrategia que sea buena si no responde a un enfoque dirigido a fortalecer a los cuerpos de policía locales: es decir, municipal y estatal. Para ello habría que lograr el destino eficaz de presupuesto para poder lograr el reclutamiento de personal que pase los controles de confianza. Este es quizá el 1er. problema. Que es de factor humano.

Se requiere invertir en trabajo de inteligencia y por lo delicado que resulta, debe hacerse de una manera lenta y discreta, y en tres años, no sería posible asestar golpes significativos. A veces las estrategias de seguridad no deben seguir los "los tiempos y movimientos" de la democracia.

Inteligencia, tecnología y por tanto mucho presupuesto, se requieren para que según la zona, se cuente con la adaptación, agilidad y fuerza necesaria para prevenir y enfrentar los riesgos y amenazas. De la misma forma, la visión correcta -en mi opinión- es pensar a mediano y largo plazo. En todos los casos -en mi opinión- la estrategia debe tener como ejes 3 elementos: 1) Policía capaz y eficiente; 2) Sistema de justicia efectivo y 3) Atención y consideración de la víctima.

Es momento de empezar a cortar la hierba mala desde la raíz, pero también de remover y fertilizar la tierra, pues la hierba mala ya creció y el jardinero no se da abasto.

Rodrigo Soto Morales, licenciado en Derecho por la UP y Doctor en Filosofía por la Universidad de Navarra
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 10 de junio de 2018).

Ya Diego Petersen escribió sobre la pesadilla de país que le espera en cuanto se siente en la silla presidencial.

Inmediatamente será el responsable de los destinos de una nación dominada por el tráfico de drogas y por distintos grupos del crimen organizado, algunos conviviendo en relativa paz, pero otros violentamente enfrentados por la disputa de mercados y territorios, y dueños y señores de algunas zonas donde incluso han obligado a empresas como Coca Cola, Pepsi y Lala a cerrar instalaciones.

Será el responsable último de la inseguridad que agobia en las calles, las estaciones del metro, carreteras, donde los delitos más comunes se han convertido en parte de la vida cotidiana.

Será el responsable de que en México también impere la impunidad, de que se castigue menos del uno por ciento de los delitos haciendo del delinquir un negocio muy redituable.

Además, será el responsable de cumplir las expectativas y la esperanza de quienes lo llevaron al poder, empezando por disminuir la pobreza, subir los ingresos de los asalariados, combatir y encerrar a los corruptos y derramar millones de pesos en programas sociales para adultos mayores y jóvenes.

Además, de manera instantánea, al ser el jefe de la nación, dejará de ser "lo políticamente correcto", lo revolucionario, lo disruptivo, para representar la máxima institución del país que es el poder ejecutivo.

Y también, y esto es muy interesante, dejará de ser perfecto. Conforme avancen las horas y los días se empezarán a exhibir su flancos débiles (que tiene como todo ser humano), pero con él, por ser la máxima autoridad se vuelven objeto de críticas y burlas, y es entonces cuando los memes (ese instrumento maquiavélico de la digitalización) se dejarán caer sobre él.

Será temporada de memes.

Y vaya que hay motivos para hacer memes de AMLO: sus ambigüedades, algunos de sus aliados, sus silencios, su voz chillona al dirigirse a una multitud, sus limitaciones lógicas y explicables en variedad de temas, su pronunciación de palabras en inglés, su edad, en fin.

Será oficialmente temporada de memes.

Cuando hablamos que de acuerdo a nuestras cuentas tendrá a unas 2 terceras partes del país en contra, y por cierto "intensamente en contra", aquello va a ser muy interesante, por no decir que muy divertido.

Pablo Latapí
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 14 de junio de 2018).

México ha cambiado porque adoptó los valores y principios de la democracia liberal.

En las próximas elecciones del 1 de julio en México votarán por 1a. vez los millennials, cerca de 40 millones de jóvenes menores de 29 años que han dado muestras de su solidaridad social y cívica (fueron heroicos en el pasado terremoto del 19 de septiembre) pero que, por razones obvias, carecen de memoria histórica sobre los tiempos de la presidencia imperial mexicana. Los mayores solo conocieron de niños la crisis del PRI a finales del siglo pasado y todos padecieron los erráticos gobiernos de la transición en este siglo. Hartos de la violencia, la corrupción, la impunidad y la desigualdad social, tienen razones suficientes para reclamar un cambio.

La juventud, por definición, es y debe ser rebelde. Lo último que quiere escuchar son consejos de abuelo. Por ello es difícil predicarles que ese cambio de gobierno puede desembocar en la reedición (corregida y aumentada) del pasado autoritario. Pero eso es justamente lo que he intentado hacer en una gira por universidades del interior del país: ofrecer un panorama comparativo entre los tiempos autoritarios que viví y la era actual, en espera de que esa comparación enriquezca su criterio al instante de votar.

Este es el recuento sintético que les hago. Durante aquel régimen que duró 71 años y que llamé "la presidencia imperial", el presidente tenía el monopolio de la violencia legítima y de la violencia impune. Además de los inmensos poderes (políticos, económicos, militares, diplomáticos) que detentaba constitucionalmente, el presidente imperaba como un sol sobre los planetas que giraban en torno suyo. Los poderes formales (congreso, Suprema Corte, los gobernadores, los presidentes municipales) dependían del presidente. Los burócratas, los obreros sindicalizados y las uniones campesinas congregadas en el PRI se subordinaban al presidente. Los empresarios y la Iglesia seguían las directrices del presidente. Las empresas descentralizadas y paraestatales obedecían los lineamientos del presidente. La Hacienda Pública y el Banco de México se manejaban discrecionalmente desde la casa presidencial de Los Pinos. Los medios de comunicación masiva eran "soldados del presidente". El presidente saliente nombraba al entrante. El gobierno organizaba las elecciones y el PRI (con su complicada "alquimia") obtenía -según expresiones de la época- "carro completo", las ganaba "de todas, todas".

Desde 1939 -les recuerdo-, la única oposición democrática la ejercía el PAN. Después del crimen de 1968, la oposición de izquierda se refugió en las universidades públicas y la revolucionaria se fue a la guerrilla. Solo algunos periódicos, casas editoriales, revistas e intelectuales eran independientes y críticos (Octavio Paz y los escritores de la revista Vuelta, entre ellos). Aunque en los años 80 y 90 el sistema hizo leves concesiones a la oposición de izquierda, que se incorporó paulatinamente a la vida parlamentaria, el orden autoritario perduró, con leves cambios, hasta el fin de siglo.

Desde hace 20 años -continúa mi explicación-, México ha cambiado porque adoptó los valores y principios de la democracia liberal. La presidencia imperial ha desaparecido, como lo prueba el hecho palmario que estamos a punto de atestiguar: al gobierno que no cumple se le castiga con el voto. El presidente solo puede hacer uso (bueno o malo) de sus poderes constitucionales. Hay una genuina división de poderes: en el congreso se confrontan varios partidos y la Suprema Corte de Justicia es autónoma. El federalismo se ha vuelto real: los gobernadores son sus propios dueños y, si hacen un uso corrupto e impune de su poder local, corren el riesgo -que no corrían antes- de que la prensa los denuncie y la justicia los llame a cuentas. Los grandes sindicatos del sector público no son transparentes ni democráticos pero tampoco obedecen ya al presidente. Los grupos empresariales gozan de una autonomía que no tenían entonces, la Iglesia actúa sin ataduras, lo mismo que los medios masivos. Ahora México cuenta con una decena de instituciones públicas autónomas que son un baluarte contra las distorsiones en que incurría el poder público: el Banco de México (la más antigua), el INAI (transparencia), el INEGI (información estadística), Cofetel (competitividad), etc.

El Instituto Nacional Electoral, no el gobierno -concluyo-, se hace cargo de las elecciones. Cerca de 2 millones de ciudadanos intervendrán en el conteo y la supervisión del próximo proceso. La oposición al PRI, partido en el poder, es mayoritaria. La ejercen Morena, el PAN, Movimiento Ciudadano, el PRD y otros partidos diversamente coaligados. Aunque acosada brutalmente por el crimen organizado (aliado muchas veces a políticos locales), en el ámbito federal existe una razonable libertad de expresión y crítica. La ejercen revistas, periódicos, estaciones de radio, comunicadores, académicos, intelectuales, grupos de la sociedad civil y, desde luego, las redes sociales.

Respetuosos, reflexivos y atentos, no encuentran mucha razón en mis palabras. Aunque en días recientes algunos han manifestado su entusiasmo por el joven candidato del Frente Ciudadano Ricardo Anaya, la intención de voto parece estarse canalizando hacia el advenimiento de un líder que con su sola presencia lo resolverá todo de una buena vez y abrirá una nueva era. Ese desenlace -les digo con franqueza- significaría la reaparición puntual del viejo sistema de supeditación política con un nuevo partido hegemónico (Morena) y un agravante mayúsculo: el poder sin contrapesos en manos de un caudillo populista que se ve a sí mismo -y alienta que el pueblo lo vea- como el redentor de México. Podría ser el fin del ensayo democrático mexicano. Y, a riesgo de importunarlos, les insisto: los pueblos que desesperan de la democracia rara vez encuentran el camino para restablecerla.

Por desgracia, los tiempos que corren no son propicios para los matices y las distinciones. Es difícil pedir a los jóvenes que cuiden el frágil edificio de la democracia que construyeron las generaciones anteriores. Es difícil advertirles que la libertad de expresión está en riesgo por la vía de la censura y la autocensura: ¿quién tendrá el valor de enfrentar a los ejércitos mediáticos de la verdad oficial?

Los jóvenes aprenderán por la única vía infalible: la experiencia. Si López Obrador triunfa en las urnas el 1 de julio y restaura una presidencia imperial que, como la antigua, busque eternizarse, estos mismos jóvenes que acaso votarán por él serán los primeros en ponerle diques. Comprenderán que la libertad, como el aire, solo se aprecia cuando se pierde.

Enrique Krauze
(v.periódico El País en línea del 14 de junio de 2018).

Gane quien gane las elecciones, lo único que al final podrá modificar lo que el futuro nos depare, es lo que cada uno de nosotros haga aquí y ahora.

Respetar la ley y el orden aquí y ahora, no mañana; adoptar y conducirnos de acuerdo a códigos morales y éticos universales, aquí y ahora, no mañana.

Hacer lo correcto aquí y ahora es lo único que a mí me apacigua, y creo que es la única garantía que tenemos para asegurar un mejor futuro, porque a pesar de todo y de todos, la vida continúa.

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(15 de junio de 2018).

La calificadora Fitch ha hecho diversos comentarios donde augura mayor volatilidad financiera en caso de que López Obrador gane la Presidencia. Una encuesta hecha por la Caintra de Nuevo León revelaba que más de la mitad de los industriales regiomontanos consideran que una presidencia de López Obrador representa fuertes riesgos para la economía.

Citibanamex publicó en marzo pasado un estudio que reflejaba menos serenidad, ante el eventual triunfo del político tabasqueño. Entonces, en un documento llamado Perspectiva Política y Electoral 2018, decía "(con un gobierno de AMLO) se generarían inconsistencias macroeconómicas en términos de las políticas monetarias, fiscales y comerciales (...) El deterioro del escenario macroeconómico que prevemos se debe al hecho de que realmente no vemos cómo podría aumentar la inversión fija bruta -la inversión pública aumenta, pero no compensa la menor inversión privada-".

Los mercados financieros están pasando por una zona de turbulencia. Del 17 de abril a la fecha, el peso ha perdido casi 16% frente al dólar. En ese mismo periodo han salido 13,000 millones de dólares, como parte de "retiros" de inversiones de extranjeros en bonos del gobierno mexicano. Es imposible saber cuánto se debe al inminente triunfo de AMLO, qué parte es atribuible al deterioro de la negociación del TLCAN o a las alzas de tasas de la Fed y cuánto corresponde a la contaminación derivada de las crisis de otros emergentes como Brasil, Turquía y de algunos desarrollados como Italia.

Luis Miguel González
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 16 de junio de 2018).

Si bien las autoridades electorales, tanto nacionales como locales, aseguran que el clima de inseguridad y violencia no ha trastocado la organización y preparación de los comicios del próximo 1 de julio, es claro que las campañas han transcurrido bajo un estado de tensión por la cifra sin precedente de precandidatos, candidatos y autoridades que han sido víctimas mortales a lo largo y ancho del país.

Pese a que el tema de la crisis de inseguridad que padecemos en el país, en Jalisco y en nuestra ciudad ha sido recurrente, los partidos políticos y sus candidatas y candidatos han preferido evadir el tema y prácticamente ninguno ha expresado lo que están haciendo para enfrentar esta situación.

Ni el debate que abrió en diciembre pasado el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador, al proponer analizar la posibilidad de darle amnistía o perdón a los líderes del narco, para pacificar al país, ni cuando en marzo pasado el obispo de Chilpancingo se reunió en la montaña guerrerense con los capos que controlan esa violenta zona para pactar por unas campañas electorales sin violencia contra los candidatos, hizo que se discutiera con seriedad la ya inocultable injerencia de los grupos de la delincuencia organizada en la vida interna de los partidos y en la postulación de candidatos y candidatas.

El síntoma más claro de la penetración del narco y su abierta pretensión de convertirse en factor en el proceso electoral en marcha es lo que reveló el Cuarto Informa de Violencia Política en México 2018, que reporta cómo, de septiembre de 2017 al 26 de mayo pasado, en el país se habían registrado 102 asesinatos en contra de precandidatos, candidatos y políticos de diferentes Estados. De las 3 semanas que pasó de su publicación hasta hoy esa cifra creció a 114 víctimas.

Con este contexto de violencia, se han registrado 674 sustituciones de candidatos y candidatas en la entidad. En ninguno de los casos, la justificación formal fueron causas de inseguridad, pero en lo privado, la mayoría confía en que el miedo y las amenazas los alejó de la contienda. Es claramente un proceso electoral bajo tensión.

Jaime Barrera
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 16 de junio de 2018).

La situación que impera en el México que vivimos ha llevado a una gran parte de la nación al punto de un hartazgo exagerado y propiciador de toma de decisiones que rayan en la irracionalidad, que sólo puede medio entenderse en función de la corrupción imperante y la impunidad que tiene a la sociedad a punto de un colapso, o incluso de votar el próximo 1 de julio por opciones que no parecen estar fundamentadas.

El deseo de venganza o revancha de ese segmento de la sociedad es tal, que de acuerdo con múltiples encuestas publicadas, están dispuestos a otorgar sus 6 votos a partidos y/o candidat@s con expedientes judiciales abiertos, por considerar que ya no se puede hacer nada positivo por el sistema que nos rige.

El estado de ánimo de buena parte de la sociedad parece haber llegado a la creencia de que el sistema político mexicano ya no tiene remedio, pero en lugar de involucrarse en las posibles soluciones, prefieren optar por el afán de venganza y/o la creencia mesiánica, según las cuales, mediante el voto emitido a los que se dicen antisistema -pero que viven del mismo- las cosas cambiarán "para bien", de un día para otro, y sin el menor esfuerzo, situación fuera de toda racionalidad y posibilidad, pero que sin embargo, tiene a muchas personas entusiasmadas por lo que ellos consideran será un triunfo democrático.

Cuauhtémoc Cisneros Madrid
(v.pág.12-A del periódico El Informador del 18 de junio de 2018).

Si bien México no tiene la robustez financiera, la solidez institucional ni la profundidad de libertades democráticas de Estados Unidos, México no es una república bananera (aunque muchos políticos se comporten como si lo fuera).

Quien llegue a la Presidencia a partir de diciembre puede tener la tentación de ejercer el mando sin contrapesos, ser autoritario y extralimitarse en sus poderes. Y quizá se tope con un México valiente:

Una sociedad civil cada vez mejor organizada y financiada, que le marque fronteras que no puede cruzar. Hay activistas, intelectuales, académicos, ONG en prácticamente todas las especialidades: anticorrupción, educación, evaluación de proyectos, pobreza, seguridad y justicia, economía, etc.

Hay un empresariado que sostiene a la economía nacional. La nuestra no es una economía que dependa tanto del gobierno como otras de Latinoamérica. Apenas ayer el INEGI exhibió cómo la inversión privada es mucho más dinámica que la gubernamental.

Existe una prensa que ha peleado por la libertad de expresión y ha sabido aprovecharla en sus espacios. Escándalos de gobiernos federal, estatales y municipales, abusos de la derecha y abusos de la izquierda, atrocidades cometidas por las fuerzas del orden son del conocimiento público porque el periodismo ha hecho su trabajo.

Tenemos cineastas, músicos, escritores, chefs, bailarines, artistas de talla internacional con una voz propia con la que ejercen presión. La Iglesia Católica se ha renovado y sus nuevos jerarcas hablan cada vez con mayor soltura, hay brochazos de libertad en el poder judicial y políticos -sí los hay- comprometidos con su electorado.

Y así muchos ejemplos. Quizá midiendo estos tamaños, el próximo Presidente no se anime a desafiar libertades y contrapesos. Si lo hace, ya sabremos si la reacción es de valentía o de sumisión.

Carlos Loret de Mola A.
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 21 de junio de 2018).

El ser humano puede llegar a niveles de extrema violencia con el pretexto de defender un ideal considerado como "la verdad absoluta", me remito invariablemente a lo que sucede hoy en día en México con las campañas políticas. Las doctrinas de "o estás conmigo o estás contra mí" o "aquí nomás mis chicharrones truenan" invadieron ya a miles de mexicanos que ofenden a diario a quienes piensan diferente. Entiendo que al calor de las campañas esto puede ser normal, pero debemos de tener un cuidado absoluto de que, gane quien gane, este neofascismo ideológico no sobreviva después del 1o. de julio.

Óscar Riveroll
(v.pág.32 del periódico Milenio Jalisco del 22 de junio de 2018).

En lugar de preocuparnos por la situación de México y el mundo en general, ocupémonos en particular de ser y construir mejores personas y mejores ciudadanos, que nadie fuera de nosotros puede cambiar las cosas (ni AMLO, ni Anaya, ni Meade).

Hay un excelente eslogan relacionado con la responsabilidad personal que tenemos con el mundo que dice: "Recuerda: No hay Planeta B".

Y así como no hay un "Planeta B" para vivir tampoco hay un "México B". Salvo para los que quieran y puedan emigrar, este país es el único que tenemos, y estamos obligados a ponernos de acuerdo, a convivir, a armonizar nuestra existencia y resolver nuestras diferencias.

Si queremos tener una opción mejor, una Opción B de país y sociedad habrá que construirla nosotros mismos, a partir de cambios de actitud, mejoras en la educación, respeto a las leyes y sobretodo con conductas éticas, materia que ha quedado fuera de la vida cotidiana. Los gobernantes no lo harán por nosotros. Lo más que podemos esperar de ellos, para lo que están, es para facilitarnos las cosas, no estorbar.

No mas justicia en los bueyes del compadre ni leyes aplicadas a todos menos a nosotros. No mas exigencias de orden, respeto y civilidad que nosotros mismos no estamos dispuestos a dar. No mas políticos incapaces que lo único que les interesa de nosotros son nuestros votos.

No es necesario, como algunos proponen, dar marcha atrás con programas y políticas de gobierno que nos regresarían a épocas en las que sin duda estábamos mucho peor que ahora.

Reconozcamos lo bueno que se ha logrado, aunque esto haya sido durante gobiernos pasados con Administraciones corruptas que queremos erradicar, y construyamos juntos la Opción B, ese mejor país y mejor sociedad que todos queremos, a partir de donde estamos y conscientes que la calidad de vida de este único México depende sólo de nosotros y de la clase de hijos que le dejaremos.

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(22 de junio de 2018).

Y si gana él (el que gane), deberá poder gobernar. Eso significa que los perdedores deben aceptar su derrota, que construir un movimiento que obstaculice el gobierno no es una opción, que levantar un muro legislativo tampoco se vale y que hacer un gobierno legítimo paralelo no cuenta.

Si gana López Obrador, esa habrá sido decisión de la mayoría y debe estar en condiciones de poner en práctica sus ideas. Malas o buenas, son las que la mayoría eligió. Si gana Anaya, los lopezobradoristas deberán aceptar que fueron más quienes no quisieron a su líder. Y si gana Meade, la oposición deberá reconocer que el status quo es viable para más mexicanos que para los que no.

La 2a. actitud es importantísima: no sólo hay que respetar la decisión de la mayoría, hay que proteger el disenso. No somos una sociedad homogénea. No todos creen que la idea anayista de la renta universal es buena cosa, o que la guardia nacional de AMLO es inocua, o que el priismo aprendió la lección. No todos aprueban la despenalización del aborto, y nadie debe ser callado. Por eso, si gana él (el que gane), será crucial que se proteja la crítica. Nadie quiere que Anaya calle a Morena y desprecie a todos los lopezobradoristas, que AMLO silencie al liberalismo que no es el suyo o que Meade persiga a sus críticos.

Eso es lo que podemos hacer si gana él (el que gane): respetar a la mayoría y proteger el disenso. Defender nuestra discrepancia, pero sobre todo, defender las discrepancias de los demás. Para empezar.

Ivabelle Arroyo
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 27 de junio de 2018).

Estamos cansados del sistema, de lo mismo, de las corruptelas, del pasado, de pasado del pasado, de que no se nos escuche, de la indiferencia, de la violencia, de los desaparecidos, de las niñas desaparecidas, de la corrupción, del desfalco. Por eso el futbol nos pone de buenas, porque luego uno no sabe para dónde ver... porque el ambiente electoral ha generado no sólo entre los candidatos, sino también entre nosotros los civiles, una dinámica boba de agresión a los argumentos o no argumentos del otro.

En otros países las redes sociales sirvieron para organizarse, en México no, en México han servido para atacarnos entre nosotros.

Yo apelo a ese mexicano con "honor" que todos llevamos dentro, ese mexicano que no ataca, que vive desde la empatía, el que calla ante lo que no sabe y respeta la opinión de los otros, ese mexicano que no es reactivo, que no llega y da una opinión que nadie le pidió sobre temas que no conoce. Apelo a nuestros pequeños "honores", en el día a día.

El uso de esta cualidad moral va moldeando el espíritu, nos obliga a callar, a consultar, a investigar, a reflexionar, a aplicar criterio... a respetar.

Dolores Tapia
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 27 de junio de 2018).

Se irá el PRI, no así los priistas.

Desde hace varios años los priistas con toda su formación y todo su estilo, estuvieron abandonando a su partido, migrando, y fortalecieron al partido que precisamente estará en el poder producto de las elecciones. MORENA de López Obrador es un partido conformado en esencia por ex priistas, con las mismas metas y ambiciones, y respetando y viviendo de las prácticas que hicieron a ese partido fuerte y hegemónico: acercarse a las organizaciones populares y sindicales, que hoy más que nunca abandonaron al partido tricolor, y repartir a manera de botín puestos y privilegios susceptibles de jugosos ingresos.

Estaremos amaneciendo en un país profundamente dividido, polarizado. Mientras López Obrador habrá ganado con poco menos de la mitad de los votos participantes, la otra mitad estará en su contra, pero de una forma mucho más vehemente e intolerante, y hasta diríamos agresiva.

El temor que esa mitad sentía por la llegada de López Obrador se irá transformando en intolerancia y enojo cuando se vea que "muchas cosas cambiaron para que al final no cambiara nada", y nuevamente tengamos un grupo hegemónico y privilegiado repartiéndose carteras ministeriales, privilegios y muy pronto presupuestos exactamente del mismo modo que lo hizo el PRI cada vez que estuvo en el poder.

No hay medida que pueda tomar el gobierno morenista que ayude a tranquilizar a esa mitad de la población.

Y el otro 50% de la población, el que llevó al poder a López Obrador con la esperanza de tener una vida mejor con base en cambios y políticas agresivas empezará a moverse de esa esperanza y la euforia a la decepción y la frustración. No sólo no mejorarán las cosas, sino que es probable que incluso empeoren simplemente por el factor de novatez de quienes llegarán a ocupar las carteras fundamentales en temas económicos.

Los pejefans verán que eso de ver al presidente Peña Nieto y a sus gentes cercanas en la cárcel pagando culpas por la corrupción será una mera utopía, algo que no va a ocurrir, y que al contrario se tendrá una nueva aristocracia política ocupada más en servirse que en servir.

Con el paso de los meses en ese país diferente estaremos todos nuevamente hastiados de nuestra clase política y del sistema de partidos que se despacha con cantidades millonarias.

Nos daremos cuenta que al final del día con lo único que contamos es con nuestro esfuerzo propio, con el trabajo cotidiano, y tendremos que seguir dándole duro para sacar adelante nuestros proyectos personales y familiares.

Pablo Latapí
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 28 de junio de 2018).

Nada puede hacerle tanto daño a la convivencia democrática del país como un presidente que insista en el discurso de insultos y descalificaciones que distingue al candidato López Obrador.

Las palabras tajantes dichas por un candidato en campaña son una disonancia pública, una opinión.

Las mismas palabras dichas por un presidente son un ataque político, que sus subordinados y seguidores pueden entender como una orden: un abuso de poder.

Héctor Aguilar Camín
(v.pág.3 del periódico Milenio Jalisco del 29 de junio de 2018).

Damos por sentado que nuestros avances y logros son inexpugnables; que están garantizadas la libertad de prensa y la estabilidad económica, el equilibrio de poderes y la imparcialidad de la justicia, las libertades civiles y la libertad de empresa y el apoyo y respeto a la sociedad civil independiente. En esencia, el mérito individual y la responsabilidad social como catalizadores de progreso, no el compadrazgo ni la ideología.

Y sin embargo, miramos atrás para anticipar qué podremos enfrentar en el futuro. ¿Qué tan atrás? Unos no quieren ver la repetición de lo sucedido en los últimos 6 o 12 años; otros, lo que pasó entre 1970 y 1982. Así, el temor ante quien tiene un plan para hacerse del poder, más no para hacer un gobierno eficiente, significa el riesgo de retroceso, de un salto nacional al vacío.

Marco Provencio
(v.pág.4 del periódico Milenio Jalisco del 29 de junio de 2018).

Gane quien gane la contienda electoral, la vida continuará, y el 2 de julio todos saldremos como siempre a trabajar y a cumplir con nuestras obligaciones, sabedores de que nuestro bienestar cotidiano depende de nosotros y no de quien haya ganado las elecciones.

Y por más buenos que sean los elegidos y mejores intenciones tengan, ninguno será el padre proveedor de nuestras familias; ninguno traerá a casa la comida o medicinas que necesitamos, y ninguno pagará nuestras cuentas. Más bien nosotros, como siempre, pagaremos las de ellos.

Aun si el nuevo Presidente lograra abatir la corrupción, aun si metieran a la cárcel, les "mocharan" las manos o perdonaran a los corruptos, el dinero robado o que dejarán de robar no llegará a nuestras bolsas.

Si algún beneficio tangible traería el abatimiento de la corrupción sería que en el mediano plazo, los niveles de pobreza del País se reducirían, y eso siempre y cuando las políticas educativas y económicas de una nueva Administración no nos hagan retroceder (AMLO propone cancelar la reforma educativa e invertir en refinerías obsoletas), que gracias a una honesta y eficaz administración de recursos, la calidad de obras y servicios públicos mejoren y aumenten, y disfrutar la sensación de justicia que produciría el saber que la ley se aplica sin distingos y se castiga a los corruptos, pero no más.

El resto, es decir, la obtención de ingresos y el bienestar personal, seguirán dependiendo de nosotros mismos.

Entendámoslo, el combate a la corrupción no arreglará nuestros problemas personales ni es solución mágica a todos los problemas del país.

El beneficio de vivir en un país administrado con honestidad es colectivo, y se recibe en forma de obras y servicios públicos de calidad y no en lo personal como muchos creen que ocurriría si AMLO gana.

Para aquellos cuyos ingresos dependen de la corrupción, para todos los demás la eliminación de ésta ni nos beneficia ni nos perjudica directamente "sino todo lo contrario". Lo que sí nos puede perjudicar a todos por igual es que se implementen medidas que afecten el nivel de confianza en el país y se provoquen retrocesos e incertidumbres en materia económica y de seguridad jurídica.

Esto técnicamente se llama índice de confianza, y así como hay personas que por diferentes motivos no son confiables, de la misma manera hay países que son poco o nada confiables y por lo tanto se invierte poco o nada en ellos, lo que significa que las grandes inversiones generadoras de empleos y oportunidades se vayan a países que ofrecen mayor seguridad.

Cada país del mundo tiene un índice de confianza, el cual se basa en parámetros relacionados con la aplicación de la ley, la democracia, la fortaleza de sus instituciones, la independencia de poderes y por supuesto con la corrupción.

Para los que no lo sepan, según la consultora A.T. Kearney, México ocupa hoy el lugar número 17 del mundo en el Índice de Confianza de Inversión Extranjera Directa. Estados Unidos ocupa el 1er. lugar, seguido de Alemania, China, Reino Unido, Canadá, Japón, etc.

Es simple, nadie quiere perder su dinero o tomar riesgos incalculables. Si no hay confianza no hay inversión, y si no hay inversión no hay empleo, punto.

Dado que los empresarios son los principales generadores de empleo (el gobierno sólo contrata burócratas), lo que nos debe preocupar de nuevos gobiernos es que no deterioren el nivel de confianza en el país, para que los empresarios nacionales y extranjeros continúen invirtiendo en México, contraten millones de personas, les vaya bien y de esa manera paguen mejores sueldos y más impuestos.

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(29 de junio de 2018).

Vivimos una epidemia global de coraje. Brexit fue la 1a. sacudida; luego vino Trump y una seguidilla de casos: Cataluña, las Cinco Estrellas en Italia y la deposición del hombre fuerte en Malasia. En México AMLO está tocando la puerta. Para muchos es el candidato de la esperanza. Imposible negar que hay algo más: también representa a los que están enojados.

Brexit, Trump, Cinco Estrellas, Cataluña, Malasia, AMLO. Cada caso es una fogata que se explica por las circunstancias de cada país, pero todos tienen mucho en común: representan una rebelíón contra el orden establecido, un llamado a dar un golpe de timón en la economía y un intento por apelar a valores nacionalistas.

Es la revancha del hígado. El establishment ha cometido el error de querer combatir la bilis con estadísticas. Le pasó a Cameron en Inglaterra; a Hillary Clinton en Estados Unidos. Y le ha pasado a José Antonio Meade en México. Las estadísticas no apasionan a nadie... a menos que se relacionen con la Copa Mundial de Futbol.

Es una erupción. La era de la furia, le llama Pankaj Mishra, un autor indio que describe con lucidez nuestra época y nos invita a considerar que la furia es un fenómeno global y una expresión del malestar que produce un progreso mal repartido.

Hay muchos tipos de furia. En rojo incandescente por los casos de corrupción; hay otra, en gamas de gris a negro, que retrata la impotencia del sufrimiento que nos produce la inseguridad. Está una de color amarillento, como el pasto seco, que pinta la inequidad y el mal reparto de las oportunidades. El suelo no está parejo. Los que pierden son casi siempre los mismos.

Paciencia. Los llamados a la paciencia parecen sensatos porque el proceso de repartir se lleva su tiempo. Lo que pasa es que han pasado muchos años y la desigualdad no ha disminuido. En estos días, apelar a la paciencia es una forma de exacerbar el coraje, nos recuerda Mishra. Se vive con prisa: esperar un año es mucho tiempo. Una década es una eternidad.

La furia no sería problema, si estuviera acotada. Lo que pasa es que ahora se está desbordando. Saliendo de cauce. Los smartphones multiplican los estímulos y están por doquier. En México hay más de 95 millones de teléfonos inteligentes. No existían en el 2006, cuando AMLO compitió por 1a. vez. Son 5 veces más de los que había al comenzar el sexenio. Los smartphones son uno de los símbolos más claros de estatus y avance social, pero también son el instrumento ideal para expresar la molestia.

El orden se ha visto retado por las nuevas tecnologías, pero también por alianzas que eran impensables hasta hace apenas un lustro: aristócratas con pueblo en Inglaterra; un millonario con los sindicatos en el caso de Estados Unidos; la izquierda ecológica radical con los herederos del fascismo en Italia. En México, están los evangelistas del PES junto a intelectuales izquierdistas de cepa, exdirigentes panistas y un coctel de sindicalistas que incluye a millonarios como Napito y anarquistas de la CNTE. Ojo: AMLO no tiene el monopolio de la furia. Escuchen a Anaya y no descarten a Meade. ¿Cómo terminará esta historia? Nada está escrito. Faltan las elecciones, el periodo de transición y los 6 años en el gobierno. Lo que sí, es que los mexicanos estamos enojados.

Luis Miguel González
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 30 de junio de 2018).

Gane la candidatura de Andrés Manuel López Obrador o la de Ricardo Anaya, estamos frente a una especie de 2a. transición. La primera enfatizó la construcción de instituciones electorales y la defensa del voto de los ciudadanos. Tras décadas de fraude y control político de las elecciones, la autonomía de la autoridad electoral era fundamental, la ciudadanización de las elecciones, la competencia entre partidos políticos y la equidad de la contienda eran imperativos ineludibles. Cada uno de esos elementos siguen siendo relevantes, pero hoy lucen a toda luz insuficientes.

La 2a. transición se jugará en un terreno distinto: el de los privilegios, el combate a la corrupción y la impunidad, y el de la desigualdad que nos deja años y años de transición política, pero con un sistema económico que da pocos resultados para las mayorías. Quien arribe a Los Pinos tendrá presión por dar resultados rápidos desde el plano simbólico. Desmantelar privilegios de la clase política, adelgazar la democracia, reducir salarios de la burocracia, detener el despilfarro. Ninguna de esas medidas trastoca las estructuras económicas que tienen como consecuencia que México sea un país altamente desigual y con 53 millones de ciudadanos en la pobreza. Empero, desmantelar la red de privilegios que separa a la clase política del común de la ciudadanía es el 1er. paso para recobrar el vínculo entre gobiernos y ciudadanía.

De la misma forma, el combate a la corrupción y la impunidad marcarán esta nueva transición. El sexenio de Enrique Peña Nieto que políticamente concluye hoy a las 23 horas cuando el INE comunique los resultados del conteo rápido y adelante el ganador de la contienda presidencial, será recordado como el periodo de la corrupción protegida. Aquél en donde las instituciones se pusieron al servicio de la corrupción y los objetivos políticos de la Presidencia y el PRI. El bochorno de la Secretaría de la Función Pública y su indulto a Peña Nieto, antes siquiera de investigar el presunto conflicto de interés detrás de la casa blanca. O la utilización de la PGR para golpear a adversarios y premiar a aliados. Las estafas maestras y la impunidad manifiesta a los gobernadores corruptos. Peña Nieto no es el único responsable del desmoronamiento del sistema de partidos, pero es innegable que su tolerancia a la corrupción pavimentó el camino.

En términos políticos, hoy nacerá un nuevo país. El sistema político que emerge se finca más en las personas que en los partidos; será más fragmentado, a pesar de lo que algunos quieren creer; será más ideológico que el de la transición; dividirá menos al país en norte y sur. Todo camino nuevo sabemos dónde empieza, pero nunca sabemos en donde acaba. Estamos frente a historia viva. Lo que resulta innegable es que ninguna democracia puede funcionar con ciudadanía pasiva y desmovilizada. La fragmentación no es sólo de la representación partidista, sino que vivimos desde mediados del calderonismo, una irrupción de agendas de la sociedad civil que marcaron el sexenio de Peña Nieto y que redactaron su epitafio. La 1a. transición fue esencialmente un pacto entre élites para acordar las reglas del nuevo tiempo y fragmentar el poder. La 2a. será la que catapulte a México hacia una democracia de calidad si la ciudadanía entiende su papel en el nuevo tiempo.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 1o.de julio de 2018).

Ha llegado el día esperado, no más campañas políticas al menos por tres años. Pero ¿cuál es el balance que podemos hacer sobre el proceso?

Primeramente constatar y lamentar que el costo de nuestra democracia lejos de disminuir y adecuarse a nuestras circunstancias, ha aumentado desmedidamente. La agenda del triunfador debe incluir urgentemente una reforma profunda sobre este punto.

Advertir igualmente el impacto que sobre la opinión pública han tenido las encuestas, un impacto extraño que hace que una gran mayoría de personas considere los datos de los encuestadores como resultados electorales ya establecidos, mismos que desalientan el voto o influyen en la decisión del votante en el sentido de que votará de acuerdo a lo que las encuestas dijeron, no con base a su propio y personal discernimiento.

La mercadotecnia por su parte ha sido avasalladora o ha pretendido serlo. Al parecer los mercadólogos no tienen ni los principios ni los valores de una ética universalmente reconocida, por lo mismo diseñan sus videos, anuncios, spots o lo que sea a tenor de la paga que reciben no de la calidad de los productos que promueven, a fin de cuentas aún los precios más exorbitantes que la mercadotecnia exija no los pagan los candidatos ni sus partidos, los paga la ciudadanía.

Considerar, en nuestro caso local, que la coincidencia de procesos electorales federales, estatales y municipales, en los tres niveles de gobierno, si bien ha tenido la ventaja de resolver en un solo periodo la cuestión sucesoria, por otra parte ha producido el que la ciudadanía totalmente inmersa en la campaña federal, ignore, se despreocupe y desatienda lo que es más importante, las campañas locales. Seamos conscientes de que nuestros problemas inmediatos y concretos se resuelven por medio del municipio, no de la presidencia de la república; también en lo que respecta a nuestras oportunidades. De la misma forma, la elección estatal no es como para pasarla a un 3er. plano.

La complejidad del asunto es tan grave que difícilmente podemos encontrar a un ciudadano que sepa quiénes están contendiendo para ocupar los 500 curules de la Cámara de Diputados, o los 39 que compiten por el Congreso de Jalisco, dígase lo mismo del Senado de la República ¿quién va a decidir esos puestos y hasta qué punto la ciudadanía está conforme con los modos que para ello se siguen?

En cierta forma los congresos son siempre una sorpresa para todos, son como los actores inesperados que de pronto descubrimos una vez que se corre el telón y aparecen todos muy felices y contentos ostentando su nuevo cargo, muy bien vestidos y haciendo cuentas de todo el dinero que de pronto van a recibir, independientemente de que tengan la capacidad para desquitarlo, o un historial limpio que los avale para un trabajo de tanta trascendencia. Algunos son actores nuevos, otros son los de siempre pero ahora representando a otro partido o en otra cámara, o fungiendo de independientes, brincando de lo federal a lo estatal y viceversa.

En pocas palabras y pese a los recursos que se quiera citar, todo indica que hemos vuelto a hacer lo mismo, o mejor, que la clase política ha vuelto a hacer de las suyas, mientras que la ciudadanía ha vuelto también a quedarse sólo mirando.

Armando González Escoto
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 1o.de julio de 2018).

"AMLO asumirá la Presidencia en un momento en que la economía del país es estable, con déficits fiscal y de cuenta corriente manejables, baja inflación y una carga moderada de la deuda pública neta general", destacó Joydeep Mukherji, director gerente de calificaciones soberanas en S&P.

Algunos de los principales desafíos que enfrentará la administración del nuevo presidente incluyen enfrentar la corrupción, fortalecer el Estado de Derecho, sostener el crecimiento económico y concluir la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

"La capacidad del nuevo presidente de México para mantener el crecimiento y la estabilidad del PIB mientras se cumplen otros objetivos de política, ayudará a determinar la trayectoria de nuestra calificación crediticia soberana", señaló.

En este caso, los expertos Roberto Sifón, director gerente de análisis e investigación soberana mundial y Sebastián Briozzo, director senior para América Latina y en finanzas públicas, destacaron que por el momento es muy prematuro saber si algunas de las políticas que prometió López Obrador se van a cumplir, aunque existe el riesgo, debido a la gran mayoría que ganó tanto en la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores.

Tanto la agencia, como los inversionistas estarán atentos a los cambios en los proyectos de inversión, tales como el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

Por otra parte, señalaron que la violencia es uno de los mayores problemas a corto plazo, tanto para la economía como para la nueva administración que encabeza López Obrador, pues a raíz de la gran inseguridad que se vive en el país se afectan las oportunidades económicas, y aunque el nuevo presidente ganó amplia mayoría en el congreso, es muy difícil combatirla.

(V.pág.10-A del periódico El Informador del 4 de julio de 2018).

Después de 18 años de campaña, por fin ganó López Obrador y, ahora qué sigue. Si cumple la mitad de las promesas de campaña nos daremos por satisfechos. Muchos se conformarían con que no se distorsionara la economía, que no se siga devaluando el peso, que disminuya el narcotráfico y la delincuencia.

Sólo para recordar lo que ya sabemos, la credibilidad en la seriedad y honorabilidad de su comportamiento es indispensable para recobrar la confianza perdida en nuestras autoridades. No será suficiente con que se enfoque en nuestro principal problema, el combate a la pobreza, ni que intente acabar con la corrupción, ahora tiene la responsabilidad de revisar los contratos de las obras producto de la Reforma Energética, quitar el sobreprecio y obligar a los contratistas a ejecutarlas a precios de mercado, así como de las demás obras en proceso.

Ahora podríamos pedirle lo siguiente: una reforma electoral que aumente el número de afiliados para integrar un partido. Restituirle la credibilidad al INE que tanto nos cuesta. Los subsidios a los partidos políticos en aras de la democracia ya cumplieron su función, ya es tiempo de que cada quien trabaje con sus militantes para costear sus cuantiosos gastos de operación. Hay miles de personas que viven de actividades políticas partidistas improductivas, como los zánganos del panal de abejas. Es indispensable reformar las leyes para precisar requisitos de los candidatos que garanticen que tienen una educación escolar acorde con el cargo que van a desempeñar, además de haber observado buena conducta pública y un coeficiente intelectual aceptable. Urge la cancelación de las diputaciones y senadurías plurinominales y apoyar a las candidaturas independientes; así como la reducción de los tiempos entre la convocatoria a elecciones, y la votación, y el tiempo que media entre la elección y la toma de posesión. Debe continuarse con la supresión del fuero constitucional, esta figura se creó en la época posrevolucionaria y las venganzas políticas estaban a la orden del día. Esta etapa ya la hemos superado.

Otro tema álgido es la reforma agraria, que después de 100 años continúan vigentes añejos problemas de la tenencia de la tierra, es un cáncer que devora la productividad del campo. La Secretaría de la Reforma Agraria, debería convertirse en un simple departamento de solución de problemas del campo.

El IMSS está quebrado y tiene que ser subsidiado, porque sus recursos no le dan para el pago de pensiones del personal jubilado y los asegurados.

La Semarnat poco ha hecho por combatir las causas que provocan la contaminación ambiental, fuera de medir su intensidad (Imecas) y dar avisos preventivos en caso de inversiones térmicas; el hombre persevera en su acción de destruir su hábitat. Las combustiones, vertidos industriales y domésticos, lixiviados, tratamientos agrícolas e industriales y actividades nucleares están fuera de control.

El transporte público sustituye al automóvil en países de primer mundo, en México se ha dado preferencia a obras para mejorar la vialidad del automóvil, que con su lentitud agravan el problema.

Por último, a reserva de continuar con este tema, la cultura de la impunidad es el mejor impulso a la delincuencia, es necesario combatirla con energía en forma permanente.

Esperamos que este nuevo gobierno actúe con honestidad y energía, tal como lo prometió en sus 18 años de campaña que [en buena parte] pagamos los contribuyentes.

Luis Jorge Cárdenas Díaz
(v.pág.13-A del periódico El Informador del 5 de julio de 2018).

Hace 36 años iniciaba un nuevo ciclo en la vida política mexicana que se caracterizó por un ritmo de 3 tiempos sexenales. El 1er. sexenio fue de reconstrucción, el 2o. de éxito asombroso y el 3o. de nueva caída vertiginosa.

Hace 18 años el ciclo se repitió con ese mismo ritmo, un 1er. sexenio de reconstrucción, uno más al menos de estabilidad, y un 3o. de nueva caída. ¿Estamos al inicio de un nuevo ciclo?

Vino el nuevo proceso electoral tan parecido a todos los anteriores pese a las novedades mercadológicas del discurso ¿se tratará simplemente de la repetición del ciclo de los 18 años? Los parecidos son tantos lo mismo a nivel estatal que federal, que puede uno tender a pensar que sí, que en efecto no se trata sino de que ya le hallaron el caminito, el de seguir exprimiendo las riquezas de la nación en ciclos que primero soban, luego relajan para después volver a golpear y, en el entretanto, la clase política sigue asegurada, sigue enriqueciéndose, corrupta, impune, pero eso sí, muy bien organizada.

No lo sabremos sino en la marcha de las nuevas administraciones, y no lo cambiaremos si no hay un verdadero involucramiento de la comunidad.

Armando González Escoto
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 8 de julio de 2018).

"La voz política importa para la democracia por 2 razones", escribió Elisabeth Jacobs en Everywhere and Nowhere: Politics in Capital in C21. "1o., la voz política comunica información a los creadores de políticas públicas. 2o., la voz política provee incentivos a esos funcionarios". En una democracia donde hay voces desiguales, el Estado recibe información e incentivos distorsionados, abunda Jacobs. "El resultado es una democracia disfuncional que perpetúa la desigualdad económica". Por eso los resultados de las políticas públicas suelen estar más cerca a la necesidad de los ricos que de los pobres.

El hartazgo con la corrupción y la violencia importa, pero también importa que los partidos tradicionales ya no sean capaces de canalizar las demandas de la población. Ahora que López Obrador ganó la elección, la premisa queda: o los políticos escuchan la voz de las personas o se quedarán sin su propia voz política.

Jacques Rogozinski
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 9 de julio de 2018).

Algunos pensaban que, tras la elección del 1 de julio y su resultado contundente, habría de disiparse la polarización de la sociedad mexicana, que se expresa, por ejemplo, en las redes sociales.

No ocurrió.

Se ha dicho muchas veces que la gente votó enojada. Y, de hecho, pese al resultado, o en otros casos, por él, mucha gente sigue enojada.

Enrique Quintana
(v.periódico El Financiero en línea del 18 de julio de 2018).

Un país que impone condiciones lamentables. Un país de balaceras, de no poder salir a gusto por las noches, de gente que se hace poderosa porque lleva armas, de gente que perdió a su familia.

Iván González Vega
(v.pág.8-B del periódico El Informador del 21 de julio de 2018).

La traición ha sido una conducta recurrente en políticos de poca monta como Fox, una de las peores equivocaciones del electorado mexicano que no hizo sino votar de buena fe por quien se creyó nos sacaría del atraso y la corrupción que ha construido el PRI y con la que ha contaminado a la clase política gobernante de la denominación política que sea.

Yo creo que los mexicanos ya no aguantamos otra traición de esa magnitud. Las malas decisiones de los presidentes de los últimos años, de los 70 del siglo pasado a la fecha (podría decir, de Echeverría a nuestros días, incluyendo su desempeño como secretario de gobernación con Díaz Ordaz), han llevado al país a los peores momentos de su historia y hemos llegado al máximo de violencia y corrupción. Insostenible ya.

Laura Castro Golarte
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 21 de julio de 2018).

Son muchas y de gran calado las necesidades urgentes que tiene nuestro país. Menciono 5 temas de la agenda nacional que me parecen fundamentales y que deberá acometer de inmediato el nuevo gobierno. 1o.: es urgente trabajar en la construcción de un México más incluyente que erradique la pobreza extrema y combata frontalmente la desigualdad social. 2o.: se requiere poner énfasis en hacer a México más competitivo, para poder crecer sostenidamente y así se puedan generar empleos bien remunerados para sacar a la economía del atolladero en el que está. 3o.: es imperativo implementar políticas de desarrollo sustentable que nos garanticen a todos un medio ambiente sano y la protección de nuestro patrimonio natural. 4o.: la sociedad demanda con sentido de urgencia un México más seguro, en el que el Estado proteja eficazmente la vida, la seguridad personal y la propiedad de las familias. 5o.: deberá de ser prioritario erradicar las prácticas corruptas que tanto han debilitado nuestras instituciones y poner fin a la impunidad que tanto ha lastimado a la sociedad.

José González Morfín
(v.periódico El Universal en línea del 1o.de agosto de 2018).

La ciudadanía terminó anhelando un símbolo de esperanza, acompañado de una recomposición de la élite política que pudiera representar un nuevo camino. Dicho símbolo se encarnó en Andrés Manuel López Obrador.

Un símbolo, sin embargo, no basta para resolver las adversidades nacionales. El triunfo de Morena de ninguna manera nos exime de nuestras responsabilidades. Como ciudadanos, tenemos 3 principales tareas: en 1er. lugar, debemos estar informados de la agenda política del siguiente gobierno. Seguido de esto, debemos cambiar los argumentos políticos viscerales sin sustento por argumentos analíticos que edifiquen. La democracia le otorgó un voto de confianza a Morena el 1 de julio, pero ello no significa que debemos dejar de revisar cada paso que den de una manera crítica. Finalmente, tenemos la tarea de estar más cerca de nuestras leyes que nunca. Debemos estar conscientes de cuáles son nuestros derechos, pero resulta crucial también estar bien informados de nuestros deberes cívicos. La prosperidad que tanto buscamos para el país requiere necesariamente de reciprocidad.

Una concepción errónea es que se requiere estar en algún sector del gobierno para hacer cambios sustanciales por México. A nivel individual podemos comenzar por darnos a la tarea de hacer las cosas más básicas como no sobornar, ceder el paso y tirar la basura en su lugar. Serán los hábitos diarios del conjunto de la ciudadanía los que atenuarán las grandes adversidades del país.

En el periodo 2018-2024 nuestros gobernantes tendrán que honrar su palabra y cumplir sus promesas como nos lo aseguraron firmemente.

Cesáreo Escobedo
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 4 de agosto de 2018).

Hay una tendencia a diferenciar la gran corrupción de la pequeña corrupción. El siempre folclórico Vicente Fox le llamó "los peces gordos" grandes corruptos y grandes corruptores que según él iba a atrapar, pero no pescó ni un popocha. Si bien es cierto que se pescan de distinta manera los peces grades y los chicos, tan grave es que exista la corrupción de gran escala, la de los contratos, compras de gobierno o concesiones, como la pequeña, aquella de los trámites, las multas y los pagos de derechos. Como el pez grande y el chico, la corrupción grande y pequeña como parte del mismo ecosistema de desfalco al erario, existen, conviven y se retroalimentan.

No se cuántos trámites del gobierno aún aceptan dinero en efectivo, pero ese es un sencillo 1er. paso para evitar ese robo hormiga que termina pelando el árbol.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 7 de agosto de 2018).

Elba Esther Gordillo simboliza muchas cosas. Es la representación más fidedigna del animal político que resistió el devenir democrático. Como los bancos globales en el sistema capitalista, Elba Esther se hizo "too big to fail" -demasiado grande como para fracasar. A través de la conducción de un sindicato oficialista, dispuesto a pactar con quien fuere para mantener sus privilegios, Elba Esther se convertía en bisagra. Detrás de ella, controlaba un ejército de maestros que podían cubrir el territorio para asegurar victorias electorales. Una mezcla entre movilización, estabilidad y lealtad, la convertían en una figura política ineludible. Impunidad y lealtad se canjeaban cada sexenio.

Llegó Enrique Peña Nieto al poder de la mano de la poderosa maestra. Y en semanas, la otrora aliada se convertía en enemiga. La PGR se dio a la tarea de comenzar una causa contra ella por delincuencia organizada y lavado de dinero. La motivación detrás de la querella fue siempre eminentemente política. El peñanietismo creía que con Juan Díaz de la Torre garantizaban apoyo sin fisuras a la reforma educativa y una lealtad a prueba de balas. El régimen decidió dinamitar la relación con Elba Esther, quien estuvo en prisión y en arraigo domiciliario durante casi todo el sexenio de Peña Nieto. Sin embargo, lo que la política da, también lo quita. Había que esperar nuevos vientos políticos para que la situación penal de la maestra cambiara. El miércoles pasado, un juez la exoneró de todos los cargos y la lideresa vitalicia del SNTE recuperaba su libertad sin condiciones.

El caso Elba Esther es el espejo de los grandes fracasos que tenemos como país. En un solo expediente, en un nombre propio, se conjugan tantos vicios que impiden la consolidación de la democracia mexicana. Elba Esther no es la causa de nada, más bien es el síntoma de algo más profundo. La maestra existe porque no hemos sido capaces, como nación, de erradicar el autoritarismo, el uso particularista de las instituciones públicas y la corrupción tolerada y administrada por el poder. Analicemos punto por punto.

El uso selectivo y partidista de la justicia. El enriquecimiento de Elba Esther es escandaloso. Su derroche está documentado. Y no sólo eso, todos sus colaboradores cercanos gozan de un nivel de vida muy superior a lo que sus salarios podrían pagar. La propia maestra siempre se ha defendido como "gato boca abajo" diciendo que los recursos del sindicato son privados y las leyes de transparencia deben mantenerse al margen.

Empero, sólo durante el tiempo que Aurelio Nuño encabezó la Secretaría de Educación Pública, el SNTE recibió casi 2,000 millones de pesos de recursos públicos. Sin embargo, el Estado ha sido su cómplice y ha preferido cerrar los ojos frente a sus abusos a cambio de obediencia política.

El peñanietismo buscó ponerla tras las rejas por conveniencia política nunca por un compromiso con la justicia. Por ello, la investigación es tan pobre. El objetivo era apartarla un tiempo, tranquilizarla y pactar su salida de prisión. Para ese propósito, el Presidente no dudó en instrumentalizar a la PGR para tales propósitos. Y se preguntan, ¿por qué exigimos a un fiscal autónomo? La única forma de combatir el uso partidista de la procuración de justicia es removiendo el cordón umbilical que une al ministerio público con el jefe del ejecutivo.

Los jueces también se convierten en comparsas de esta tragicomedia. Es sintomático que en México nadie se preguntó si el juez acertaba en su fallo que le otorgaba libertad a Elba Esther, sino que todo lo interpretamos en clave política: ¿es responsabilidad de Peña Nieto y su uso político de la PGR o será que López Obrador intervino para asegurar la puesta en libertad de su aliada política? Los fiscales y los jueces a las órdenes de los intereses de la clase política. Trágico.

Elba Esther como el símbolo de la pervivencia del sindicalismo charro, oficialista, y la inexistencia del sindicalismo que vela por los intereses de los trabajadores. El sindicalismo que se acomoda al poder y olvida que debe su razón de ser a los trabajadores. Los salarios en México son bajos por muchas decisiones, entre ellas las que obedecen a la más rancia ortodoxia neoliberal, pero nadie le puede quitar culpa a los sindicatos sometidos al presidente de turno. Los sindicatos existen por la asimetría de poder entre el patrón y el empleado, pero en el caso mexicano estos gremios abonan a ampliar aún más la brecha entre unos y otros.

En México, detrás del fracaso de lo público siempre hay un gran interés que impide la transformación. Detrás del pésimo transporte público hay dueños irresponsables y un Estado que no sabe regular -así como defender el interés de todos. Detrás de un sistema de salud colapsado, una velada intención por reducir al mínimo el derecho de todos a la salud. O en economía, detrás de los altísimos precios en telefonía están los monopolistas, o detrás de la inseguridad están las policías infiltradas. Y qué decimos de la educación, mucha responsabilidad tienen los sindicatos charros como al SNTE para entender los problemas educativos de México.

No sé si López Obrador operó para rescatar a su aliada o si Peña Nieto no pudo -o no quiso- sostener el caso. El hecho es que el presidente electo cambió en 12 años su visión sobre la maestra. En 2006 y 2012 se negó a reunirse con ella. López Obrador se negó a pactar. El mandato que recibió López Obrador en las urnas es claro y rotundo: nada de reproducir el viejo modelo clientelar y corporativista que dio larga vida a una mujer como Elba Esther. La ilusión del consenso que suelen vender los políticos -todos son necesarios en los cambios-, es sólo eso: un espejismo. Los cambios exigen sacudir las estructuras de un país. Y el liderazgo de Elba Esther sólo nos remite a lo más amargo del control corporativo de la educación en México. Las alianzas cuestan y la gestión de la educación es una asignatura que López Obrador no podrá eludir.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 12 de agosto de 2018).

Está vacío.

La política del dominio del hashtag y la hegemonía de los relatos que buscan cargar de épica cualquier momento político -sea una reforma en el congreso o la inauguración de una obra-, también nos muestran otra cara de la descomposición del sistema de partidos: la progresiva pérdida de ideología de los principales actores políticos. Las diferencias ideológicas de fondo han sido consumidas por el pragmatismo más feroz, y han sido sustituidas por apelaciones a los grandes cambios y con esa mercadotecnia que siempre nos anuncia que estamos durmiendo con la historia.

Dentro de esta telaraña de ingeniosos postulados, muchas veces olvidamos que las demandas a los gobiernos son más terrenales que celestiales. Dependen más del trabajo arduo diario, a veces no visto, que de la idea de convertir la política en un gran libro de historia. Es más seductor la pasión desbordada de lo histórico que la fría tenacidad del administrador; sin embargo la inseguridad, la violencia, los malos servicios públicos, la corrupción, la desigualdad son cánceres que ameritan un trabajo de acupuntura. No tengo nada contra la publicidad, pero sí con esa obsesión de hacer de los gobiernos una cura milagrosa.

Y es que la expectativa cosecha la semilla de su propia destrucción. Ante esas expectativas incumplibles, la dura realidad siempre se queda corta. Cuando prometes cambios al nivel de la independencia o la revolución, es inevitable que te quedes corto. Cuando prometes refundar un estado, es inevitable que te quedes corto.

Una de las obsesiones del poder político, y de los grandes próceres en la historia de la humanidad, es controlar la historia e imponer su voluntad. Un síntoma de esta confusión es creer que un gobierno puede decretar una batalla épica que la ciudadanía no quiere luchar.

Situados en el presente y despojándonos del saco de la grandilocuencia, lo importante es la innegable crisis del sistema político que tiene como consecuencia la apertura de debates que hasta hace mucho tiempo estaban vedados. Es como si el país, en materia de políticas públicas, fuera una hoja en blanco que permite la apertura de espacios para debatir la seguridad, la economía, la educación, los derechos, las libertades y de todo. La 4a. transformación, ese eslogan que avanza rápidamente hacia la vacuidad, debe ser la oportunidad de discutir de todo y por todos. Una 2a. transición.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 19 de agosto de 2018).

El crimen organizado no es, como quisieran hacernos creer algunos políticos, un asunto ajeno a la sociedad. "Se matan entre ellos", "la violencia es producto del enfrentamiento por el control de la plaza", suelen repetir las autoridades. Ambas cosas son ciertas, pero olvidan la segunda parte de la ecuación. Cuando se matan entre ellos hay víctimas colaterales, algunas directas como Tadeo y Elizabeth, otras indirectas como los lugares que quedan marcados por la violencia como restaurantes, plazas comerciarles, etc. Pero lo más grave es que cuando los políticos nos hablan con espantosa naturalidad del "control de la plaza" se les olvida decir que la plaza somos nosotros, que lo que buscan controlar es una ciudad y una sociedad, lo que más temprano que tarde nos convierte a todos en rehenes de sus lógicas y visiones.

Solemos pensar en el crimen organizado como una mafia que se dedicaba al trasiego de droga y que en algún momento mutó para convertirse en distribuidor local de droga. Eso es ver solo la punta del iceberg, sus tentáculos, la profundidad de sus raíces, van hoy mucho más allá. Están detrás del robo de autos, que asola a la ciudad; están detrás del control de los mercados, no solo protegiendo la piratería sino controlando qué se vende y qué no; están detrás del tráfico de armas que termina generando violencias cada vez mayores; están en el autogobierno de las cárceles y a través de ellos de la justicia; están en el negocio inmobiliario que no solo distorsiona el mercado, sino que impone formas de vida cada vez menos comunitarias y más aisladas.

Toda la ciudad, todos los tapatíos, todos los mexicanos somos víctimas del crimen organizado. Tadeo y Elizabeth son, por la forma cruel con la que la mafia terminó con sus vidas, la parte más dolida y visible de una sociedad atrapada en esta telaraña tejida a base de complicidades y silencios. Cada policía y cada político que pactó con el crimen organizado; cada empresario que se benefició del dinero de la mafia; cada silencio nuestro, es un nudo que sostiene la trama que ha cobrado decenas de víctimas inocentes, miles de vidas de jóvenes y que nubla el futuro de millones de niños.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 23 de agosto de 2018).

Los sectores beneficiados por el TLCAN aplauden el acuerdo. Como "tragedia", describieron la posibilidad de que el tratado desapareciera en medio de los berrinches del presidente norteamericano. Sin embargo, en más de 2 décadas el incremento exponencial en las exportaciones se ha combinado con una entrega literal de los recursos del país a los intereses del capital, al tiempo que el empobrecimiento aumentó, en detrimento de la clase media mexicana y sin que la riqueza derramada haya impactado en educación, salud y trabajo. No hay un mejor nivel de vida en México a pesar de que forma parte del mayor mercado mundial.

La voz del presidente del Consejo Mexicano de Comercio Exterior (COMCE), Miguel Ángel Landeros, es orientadora: debe generarse una auténtica política industrial que concrete la reforma financiera que nunca se dio, en la que sencillamente se obligue a la banca privada a dar créditos más baratos a los emprendedores mexicanos que no prosperan porque simplemente no tienen dinero.

Esa misma política debe generar un círculo virtuoso que permita a jóvenes y trabajadores acceso al conocimiento y la capacitación. Sin esa condición, no pueden competir en el gran mercado; se convierten en mano de obra barata. Y además, debe construirse más infraestructura: carretera, aérea, portuaria, estratégica.

Y por último, debe garantizarse el cumplimiento de la ley. Sólo así pueden establecerse límites a la explotación irracional de los recursos.

Jorge Octavio Navarro
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 28 de agosto de 2018).

La frontera México-Guatemala está tomada por las maras (las famosas y temidas pandillas salvadoreñas) y por el crimen organizado (los famosos y temidos cárteles mexicanos). Ambos son factores de violencia, pero sobre todo de extorsión y violación de derechos de los migrantes. Es una mafia que controla el fenómeno migratorio por encima de (o en complicidad con) los gobiernos de ambos lados de la frontera.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 30 de agosto de 2018).

La imagen no podría ser más macabra: un tráiler congelador lleno de cadáveres dando vueltas por la ciudad. Si alguien lo hubiese descrito en un cuento hace unos años hubiera pasado por un mal escritor, exagerado y falto de verosimilitud. Pero ahí está, producto de la violencia incontenible, el Servicio Médico Forense se vio obligado a contratar no una, sino 2 unidades congelador para disponer de los cadáveres no identificados que recogen todos los días en las calles o que son recuperados de fosas clandestinas que aparecen en todos los rincones del estado.

Esta imagen no es sino el final dramático y grotesco de una fallida política de seguridad pública que rebasó a la administración de Sandoval Díaz. Este fracaso tiene al menos 3 componentes: una superfiscalía que nunca pudo salir de la lógica policiaca; un mal implementado Nuevo Sistema de Justicia Penal y una debilidad institucional de los esquemas de procuración de justicia, particularmente del Servicio Médico Forense.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 19 de septiembre de 2018).

Ahora se anuncia que Jalisco tendrá una cámara refrigerada para 300 cadáveres al menos, pero quedará pendiente una tarea más importante: evitar que el número de asesinatos en el estado se mantenga al mismo ritmo.

Porque es importante mantener en buen estado los cuerpos que no han podido ser sepultados, pero resulta terrible pensar que debemos preparar morgues más grandes, cuando en realidad deberíamos destinar los recursos a temas de prevención. Tener que ampliar el espacio forense es señal de la descomposición social que se vive no solo en Jalisco, sino en todo el país.

Apuesto a que gobernadores de otros estados, como Guanajuato, Colima, Tamaulipas o Baja California Sur, ya vieron remojar las barbas de su vecino jalisciense, y se alistan a adecuar sus instalaciones mortuorias para no ser ellos víctimas de un escándalo similar al que se vive en la tierra del mariachi y el tequila. El alto número de asesinatos en el país es similar al de naciones en guerra, y no se ven señales de que esa situación se resuelva pronto.

300 cadáveres refrigerados siempre serán una mala señal.

Manuel Baeza
(v.pág.4 del periódico Milenio Jalisco del 21 de septiembre de 2018).

Cerca de 200 cuerpos circularon por semanas en camiones por la zona metropolitana de Guadalajara, Jalisco, porque los servicios forenses no tenían capacidad de conservarlos.

Cráneos: 166 en una fosa en Veracruz, que llevaban años apilados ahí. Otros 33 en Nayarit, donde la autoridad no puede ni identificarlos por falta de herramientas.

Cadáveres sin nombre: 117 sin nombre en Tetelcingo, Morelos, en fosas cavadas por el propio gobierno local para deshacerse del problema.

En Iguala, 43 estudiantes desaparecidos hace casi 4 años; al día de hoy no hay certeza de su paradero. Adentro de un casino en Monterrey, Nuevo León, 52 personas calcinadas.

En San Fernando, Tamaulipas, 193 migrantes asesinados a sangre fría. Un número indeterminado de desaparecidos, que oscila entre 50 y 300 en la masacre de Allende, Coahuila.

En Villas de Salvárcar, 16 estudiantes asesinados, tildados de delincuentes por el presidente mismo antes de cualquier investigación. También en Ciudad Juárez, Chihuahua, 18 jóvenes ejecutados en un centro para adicciones.

Ejecuciones extrajudiciales: 42 en Tanhuato, Michoacán; 22 en Tlatlaya, Estado de México; 16 en Apatzingán, también en Michoacán. 6 homicidios en Nochixtlán, Oaxaca, sin aclarar todavía. 2 estudiantes del Tecnológico de Monterrey, Nuevo León, asesinados por el Ejército y después convertidos en culpables tras una fabricación burda, y cuya terrible historia está plasmada en el documental Hasta los dientes.

3 estudiantes de cine en Jalisco, disueltos en ácido por mil pesos cada uno. Acribillados en La Marquesa, Estado de México, 24 albañiles. Frente a un centro comercial en Boca del Río, Veracruz, 35 cuerpos abandonados.

En el servicio médico forense de Chilpancingo, Guerrero, 751 cuerpos sin identificar. Los empleados se fueron a huelga por falta de espacio para guardar los cadáveres.

En Cadereyta, Nuevo León; 49 migrantes mutilados y muertos, al igual que en San Fernando.

Como ellos hay cientos de miles más. Aquí, en México.

Esteban Illades
(v.pág.3 del periódico Milenio Jalisco del 21 de septiembre de 2018).

Yo no puedo saber pero parece que hay una campaña general en los medios y en las redes para asustar al infelizaje y diga usted si no; se nos aterra con un Tanatos Tour de cadáveres circulando por la ciudad, los medios nos informan de balaceras casi a diario y muchas, demasiadas a mi juicio, personas agredidas, entre las víctimas incluso policías cuyos jefes afirman eran buenas personas. Y qué decir del servicio de transporte en labores que muchos consideran de exterminio a la comunidad, simplemente pregunte usted a los usuarios de vales de transporte; luego el terrible maltrato y agresiones contra los menores y hasta la reaparición, real o falsa, de los robachicos, todo eso aterrándonos y horrorizándonos con razón.

Ante lo anterior, parece menor, aunque no lo es, recibir noticias acerca de robos y asaltos callejeros, secuestros, agresiones y actos que nos llevan a cuando menos creen temor en la raza pelona; a la reunión que usted vaya usted escuchará de casos de terror, no creo que nadie puede decirse tranquilo.

A esto agregue usted la posibilidad de padecer fenómenos naturales considerados graves y hasta una simple lluvia, las que ahora son clasificadas como lluvias atípicas cuando los que hemos vivido en esta bella ciudad sabemos con certeza que aquí hay dos temporadas, la se secas y la de aguas y que cuando llueve, el agua cae con furia bíblica y todos estamos conscientes de que nuestra ciudad está hecha de cartón.

Y para acabarla de fregar la credibilidad de nuestras autoridades -no nada más gubernamentales, sino éstas en general está por los suelos, todas ellas se refugian en "datos duros" para declarar que los crímenes han descendido y lo dicen orgullosos aunque la raza pelona no sienta el menos avance al respecto y un gran sector social considera, con o sin fundamento que las policías están conectados o cuando menos se hacen patos con los delincuentes y no nada más de los que llaman "delincuencia organizada" -a mí me preocupa igual la organizada que la desorganizada- en esta semana un presidente municipal de la zona metropolitana, declaró con honestidad que en materia de seguridad él y todas y dijo todas, las autoridades de todos los niveles han fracasado, esta declaración no cambia nada, esto sigue estando del perrazo, pero hay que decir que cuando menos da gusto que alguno, si se quiere por excepción diga en un informe, una verdad, la que de cierto, por extraño que parezca, reconforta.

Por otro lado en el escándalo de la gira de los cadáveres en trailers el señor Gobernador declaró suspender del empleo al procurador y al de ciencias forenses, que no se soluciona el problema de la cantidad de cuerpos insepultos. Pero nos da un dulcecito para entretenernos, si bien muchos tan solo fue la aplicación del artículo 1o. de la ley de hilados y tejidos que dice que la hebra se rompe por lo más delgado. Ojalá se de una solución al problema de fondo.

Carlos Enrigue
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 23 de septiembre de 2018).

Alejandro Puerto puso en su cuenta de Twitter (@ea_puerto) un hilo con su experiencia en el Semefo de Guadalajara. Va el hilo resumido:

"Después de 8 horas de espera, estoy saliendo del Servicio Médico Forense de Jalisco. Acudí con la esperanza de encontrar a mi sobrino entre los cuerpos que estaban amontonados en las cajas de tráiler que se volvieron tan famosas. Esto fue lo que viví al lado de decenas de madres:"

"1) La poca credibilidad del servicio de búsqueda, la realizan prestadoras de servicio social y no personal forense. No cuentan con una base de datos accesibles: la búsqueda se realiza en carpetas de archivo que contienen las fichas de control de los NN."

"2) Las conservan apiladas en una silla y las servidoras sociales que realizan la búsqueda se las turnan. No existe un archivo para realizar búsquedas simultáneas."

"3) El esfuerzo de las servidoras sociales es muy afectuoso, pero la logística es muy limitada: sólo atienden de a 2 familiares por turno. Mi ficha era la 55."

"4) Estuve esperando 8 horas, pero mi cita duró menos de 10 minutos, pues por la tarde ¡sólo revisan los archivos del 2018!"

"5) Es mentira que exista ficha de control de todos los cuerpos encontrados en los tráileres. Si así fuera, ¿por qué tendrían que pedirnos regresar en una semana si se supone que estos cuerpos son del 2015 al 2017?"

"6) el edificio del SEMEFO se encuentra en el abandono y sin recursos tecnológicos. Mientras estaba esperando vi cómo les instalaban el internet y les proveían de máquinas apresuradamente."

Héctor Aguilar Camín
(v.pág.3 del periódico Milenio Jalisco del 26 de septiembre de 2018).

Nuestros últimos presidentes nunca encontraron la forma de gobernar el país para modernizarlo ni pudieron vencer su violencia.

En la elección de 2018, los electores le dijeron adiós a estos gobiernos frágiles y restituyeron, democráticamente, la figura predemocrática de un presidente fuerte, sin contrapesos.

La pregunta es si ese presidente fuerte fracasará, como Juárez y como Lerdo, ante los encanijados dilemas de su tiempo, o si será la solución, como Porfirio Díaz.

Héctor Aguilar Camín
(v.pág.3 del periódico Milenio Jalisco del 12 de octubre de 2018).

En mi opinión hay una especie de enojo social que provoca un malestar entre los miembros del glorioso infelizaje, aparentemente se deriva del estado de violencia que padecemos, eso a pesar de que nuestras amadas autoridades con base en extrañas estadísticas que solo ellos -pero todos ellos- creen verdaderas (si es que de verdad lo creen) siempre aparece algún delito a la baja pero que quienes formamos la ciudadanía purgante no percibimos. No me haga caso, tome usted cualquier declaración oficial diciendo que bajó algún delito y comuníqueselo al primer sujeto que se encuentre y le aseguro que lo menos que pasará es que le digan palero, que pierda la amistad del sujeto aludido o que le rompan el hocico.

En lo nacional a mi se me hace que el candidato ganador ha dado muy buenas noticias, si bien basado en la poca confianza que me genera la autoridad, no creo que las cumpla en más del 10%, pero divertidas sí son. Quienes dicen oponerse a sus planes es porque calculan -sí, escribí bien calculan- que no le saldrán, pero no hay certidumbre ni de que el ungido las cumpla ni de que no lo haga; hasta ahora todo es plática, y tendremos que esperar para ver el resultado. Y sin tomar posición al respecto me gusta más hacer como que creo que las cumplirá y es agradable oír promesas esperanzadoras aunque muchos no veamos cómo pueda cumplirlas por que históricamente sabemos que los gobiernos, todos, brillan no tanto por lo que cumplen de lo que prometen sino porque frieguen menos a los gobernados. Los presidentes, por lo general, están tan lejos del pueblo que no hay mucha comunicación con éste y hasta llegan a creer como el actual que su gestión es exitosa.

Las autoridades locales estados y municipios padecen los problemas de forma mucho más cercana, nos afectan más, por afectar a personas que conocemos, también sufren del síndrome del ladrillo y casi todos ellos (y digo casi porque no me gusta generalizar y alguno podrá ser diferente) creen que hicieron muy buen trabajo y que el infelizaje no los valora.

En lo local yo veo 2 problemas mayúsculos: la violencia delincuencial en la que confieso que desconozco a ninguna persona que pudiera siquiera disminuir esta locura y lo digo queriendo estar equivocado, esperando que en el futuro algún amigo me diga: ya ves, por hocicón y créame que con gusto reconocería cualquier avance, pero en tanto eso no suceda me permito dudar.

Otro problema fundamental que no veo cómo puedan resolverlo es el del transporte público, fundamentalmente porque la inmensa mayoría de probables funcionarios no usan, cuando menos desde hace mucho tiempo, habitualmente el servicio público y en mi opinión esa sería un requisito indispensable para acercarse a un principio de solución y visto así no sé cuál de estas 2 violencias sería más posible atacar.

Carlos Enrigue
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 14 de octubre de 2018).

Gobiernos van y vienen, y apenas rozan los problemas más urgentes de México. Ahora cuando inicia otro, que plantea una 4a. transformación, a imaginar, ocupa señalar temas que permanecen casi intocados.

El 1o. es el de la dinámica demográfica de México, objeto de esperanza y preocupación. Del bono demográfico, que inició en 1980, cuando el coeficiente de dependencia alcanzó 0.95, comenzará a perderse a partir de 2030, cuando el coeficiente de dependencia aumente. La decisión de política pendiente es en qué grado se "obligará" a las generaciones jóvenes a mantener a las mayores debido a que a estas últimas no se les indujo a ahorrar más (el SAR está quebrado). Específicamente, los cuentahabientes hacen aportaciones a sus cuentas de ahorro de sólo 1.125% que, a pesar de ser complementadas por aportaciones de los patrones, resultan claramente insuficientes para un sistema de ahorro para pensiones "dignas". Este asunto está pendiente, desde que se creó el SAR.

La "precariedad fiscal" encabeza la lista de pendientes: la inversión pública insuficiente, la falta de salud universal, la escasez de escuelas de tiempo completo, la mala calidad de la educación, la insuficiencia, incompetencia y corrupción de los ministerios públicos y de los juzgados, la falta de cuerpos de seguridad entrenados, bien remunerados, bien equipados, y bien organizados que protejan a personas, bienes y derechos, las carencias de agua de calidad y de saneamiento suficiente, las infraestructuras urbanas colapsadas, y más, constituyen el verdadero "déficit social" a enfrentar, que es de naturaleza y gravedad muy superiores al "balance primario", que se ha ensalzado más allá de lo razonable (el gasto total de México equivale a 24.7% del PIB, en comparación con 40.7% en la OCDE).

El Estado de Derecho es una condición indispensable para sustentar el desarrollo económico y, más importante aún, para lograr el bienestar de los ciudadanos, pues gobiernos y ciudadanía están sometidos a la Ley. En ésta, se establecen límites a la acción gubernamental, se reivindican los derechos y libertades de los ciudadanos, y los conflictos se resuelven en los tribunales. Se precluye el ejercicio del poder arbitrario, pues privilegia la igualdad de todas las personas ante la ley, y de la sujeción de gobernados y gobernantes a lo que dicten tribunales. Más que en otros ámbitos de la acción del gobierno, en éste es indispensable la guía y el ejemplo de los gobernantes. Eso es lo que siempre ha faltado en México. Cuando las instituciones gubernamentales incumplen por igual las leyes y demás disposiciones, el resultado es una implosión social hacia la configuración de grupos de interés, gremios, sectores o tribus. Hoy esto es motivo de gran preocupación pues, por ejemplo, se plantea realizar consultas fuera de lo que marca la Constitución, y se avalan candidaturas y nombramientos que no satisfacen los requisitos de ley.

El federalismo mexicano, colapsado y disfuncional, no ha recibido atención integral de los gobiernos desde 1978 (lo fiscal) y 1992 (lo educativo). Salvo contadas excepciones, el sistema convirtió a los gobernadores en gestores "pedinches" de la Federación. Ninguno recauda, y sólo extienden la mano por recursos al gobierno federal. En educación y salud, con el pretexto de "administrar", convirtieron los sectores en botines para la corrupción. En seguridad, rehúyen responsabilidad y la derivan a la Federación. Los municipios están desamparados o, más bien, al amparo del crimen. En los hechos, no hay gobierno. Lo preocupante es que desde la perspectiva de la próxima administración, la solución no es reconfigurar el sistema federal, sino desarticularlo. La visión centralista arrancó con fuerza, a partir de la designación de los "súper delegados" estatales, todos de probada convicción morenista.

Hace 2 días se conoció que México perdió un par de peldaños en el índice de competitividad, debido a sus insuficiencias en seguridad y corrupción. Los 4 aspectos señalados subyacen esas deficiencias. Hace falta que la próxima administración precise sus objetivos y estrategias, en éstos y otros temas, en lo que Lorenzo Meyer en estas mismas páginas definió como la indispensable tarea de elaborar su hoja de ruta.

Jesús Reyes Heroles G.G., presidente de GEA Grupo de Economistas y Asociados / StructurA
(v.periódico El Universal en línea del 18 de octubre de 2018).

Mientras se discute el nuevo aeropuerto, 2 jóvenes son asesinados a quemarropa en una de las entradas a Caleta, quizá la playa más popular de Acapulco. Horas antes, una doctora del Seguro Social fue ejecutada en la misma ciudad.

Mientras se discute el nuevo aeropuerto, aparece el cuerpo de Marbella Ibarra, fundadora de las Xolas de Tijuana, equipo pionero del futbol femenil. Ibarra fue secuestrada hace un mes.

Mientras se discute el nuevo aeropuerto, el diputado federal Cipriano Charrez sigue sin presentarse a declarar ante la Fiscalía de Hidalgo por su posible participación en un choque en el que el conductor de otro automóvil perdió la vida.

Mientras se discute el nuevo aeropuerto se da a conocer la Encuesta Nacional Pública de Seguridad Urbana, en la que se nombra a Ecatepec como el municipio más inseguro del país y 96% de sus habitantes declara vivir con miedo.

Mientras se discute el nuevo aeropuerto, circula en redes sociales un video de policías municipales de Ciudad Juárez torturando a un detenido.

Mientras se discute el nuevo aeropuerto, 56 niños tzotziles son rescatados en Oaxaca después de pasar meses en esclavitud, obligados a mendigar en esquinas. Los niños también son víctimas de abuso sexual.

Mientras se discute el nuevo aeropuerto, la zona metropolitana del Valle de México se prepara para una de sus peores crisis de agua: al menos 72 horas de corte de suministro. La Comisión Nacional de Agua dice que de no hacerlo, en 2019 podría haber un problema severo.

Mientras se discute el nuevo aeropuerto, el presidente Enrique Peña Nieto y miembros de su gabinete se amparan frente a una investigación realizada por el gobierno de Chihuahua, algo que nunca había sucedido.

Solo algunas de las cosas que suceden en el país mientras se discute el nuevo aeropuerto.

Esteban Illades
(v.pág.3 del periódico Milenio Jalisco del 19 de octubre de 2018).

Las elecciones son un método civilizado de resolver nuestras diferencias. Acudimos a un centro de votación y tachamos una boleta. Lo ideal en una democracia es que podamos sufragar por aquél o aquélla que representa los principios y valores que consideramos correctos para una comunidad. Votamos porque sabemos que somos distintos y aceptamos que la mayoría tiene que gobernar sin vulnerar los derechos de la minoría.

La pluralidad social se manifiesta en las instituciones. El conflicto político, marcado por nuestras diferencias en la forma de ver el mundo, es canalizado a través de los órganos representativos de la democracia. Pero, ¿qué pasa cuando esa disputa política no se atempera con las urnas? ¿Qué sucede cuando la polarización rebasa la posibilidad de absorción por parte de las instituciones?

México vive un momento de profunda polarización política. Los matices y los grises están siendo arrasados por una ola frenética de pasión política. Es como si el país estuviera dividido en 2. Dicen que en una guerra lo primero que se destruye son los puentes. Los puentes como símbolo de posible -y necesario- entendimiento.

Chairos y mochos. Pejezombies y derechosos. Una elección que parecía arrojar un mandato popular claro y contundente -López Obrador obtuvo más apoyo que ningún presidente en la historia de México- no resolvió el conflicto político. Por el contrario, la transición luce aún más polarizada que los comicios. Insultos recorren los medios de comunicación y las redes sociales.

Existen muchas dimensiones que explican dicha polarización. Aunque una me parece especialmente grave: el déficit de democracia en la política y la sociedad mexicana.

Muchos de los críticos de Andrés Manuel López Obrador siguen sin procesar el mensaje de los comicios. En sus comentarios se percibe una banalización permanente de las razones que llevaron a López Obrador al triunfo electoral. Es como si consideraran ilegítima su victoria. "Los engañaron" y sobrevive ese constante insulto y degradación al elector que apostó por el ex jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

En muchos críticos feroces de López Obrador existe un hambre de verlo fracasar rápido. No se quieren arriesgar, ni un milímetro, a que exista un hipotético escenario en donde el presidente electo pueda hacer bien las cosas y dar resultados. Ese talante inquisidor, esas ganas de destrucción, no las vi en la transición de 2012. Las críticas son demoledoras, sin haber siquiera comenzado a gobernar, como si tirar todo a la basura adelantara su innegable fracaso.

Y si López Obrador tiene toda la legitimidad para emprender el proyecto que prometió a los ciudadanos, la oposición tiene también la responsabilidad de plantear proyectos alternativos. Sin embargo, ante el desmembramiento de los partidos de oposición, el ataque al proyecto de López Obrador nace de las cúpulas empresariales, los medios de comunicación y la comentocracia. Y aquí entra otro déficit democrático: los simpatizantes de López Obrador le conceden al voto del 1 de julio una especie de aura que aniquila cualquier legitimidad de la crítica. ¿De verdad hay alguien que cree que en la democracia un porcentaje de votación, por más alto que sea, destierra la necesidad de los contrapesos, la crítica y la libertad de expresión? ¿Qué democracia podemos tener si el ganador califica toda la crítica como reaccionaria, conservadora o fifí?

El talante democrático se demuestra en las victorias y las derrotas. Los 1os. que deben entender que los votos no solapan el autoritarismo. Un demócrata tiene que demostrar que lo es con sus acciones cotidianas: admitiendo la crítica, gobernando con los oídos abiertos, respetando la ley, dando su espacio a los otros poderes. Y los 2os., elevando el nivel de oposición y no confundiendo la crítica con la persecución. Una cosa es no compartir un proyecto de origen y otra es desear ávidamente su fracaso a diario.

Muchos países de América Latina se fracturaron en términos políticos y, en estos momentos, son sociedades incomunicadas, polarizadas y en donde no hay otra narrativa más que la de los vencedores y los vencidos. Una democracia apela a todos y el relato de destruir al otro puede dejarnos un país roto por décadas. Venezuela, Brasil, Ecuador, Nicaragua, son naciones en donde la disputa política no llevó a una mejor democracia; por el contrario, la ruptura tuvo como consecuencia la aparición de la seducción autoritaria.

El sexenio de López Obrador comienza en 40 días. La mayoría de los temas que hoy dividen (consultas, aeropuertos, trenes, reformas, amnistías) están en el campo de las declaraciones. No hay hechos, sólo palabras que desatan el aplauso de unos y concitan la condena de otros. México necesita una oposición sólida, pero también leal al mandato de las urnas. Una polarización sexenal desgarraría familias, escuelas, amigos, centros de trabajo. El colapso del régimen político de la transición también supone la apertura de múltiples debates, algunos que estuvieron vedados por décadas, y que hoy se ponen en el centro de la deliberación: austeridad, diseño institucional, modelo económico, democracia, y un larguísimo etcétera. México necesita que nos escuchemos entre distintos.

Una democracia supone deliberación y debate. Nadie pretende que el apasionamiento político sea sustituido por una especie de tardecita de café. Entramos a un momento de extrema polarización de la política mexicana porque la deliberación se torna cada vez más ideológica. Por décadas, la disputa izquierda/derecha en México quedaba oscurecida por la oposición al PRI. Primero democracia y luego pugna ideológica. Dicen los gramscianos que la ideología es el campo de batalla de la política. El control del sentido común de los ciudadanos. La elección del 1o. de julio puso en entredicho conceptos que no discutíamos: sociedad civil, medios de comunicación, la primacía de lo técnico sobre lo político. Es imposible separar política de ideología, pero sí es posible que la deliberación no suponga la ruptura de una comunidad política. Gobierno y oposición deben ser responsables, si no en pocos años nos encontraremos con un país roto.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 21 de octubre de 2018).

Para los extranjeros es difícil comprender cómo y por qué se hacen las cosas en México. Para los mexicanos también es difícil, pero ya nos acostumbramos a que suceda lo más improbable, lo impensable, lo aparentemente ilógico. Por eso es "normal" que un presidente que todavía no es presidente, determine por una votación que organizó con muchas deficiencias una asociación civil y no una institución pública, cancelar uno de los proyectos estructurales más grandes de las últimas décadas.

En México así son las cosas.

De entre las muchas consecuencias analizables de este fenómeno, quiero referirme a una en particular: la disminución del margen de crítica.

Es terrible que el presidente electo haya declarado (y con eso da una especie de permiso público a sus fans para hacer lo mismo), que quienes criticaron la famosa consulta pública, lo hicieron porque tenían intereses no confesados en el proyecto aeroportuario de Texcoco.

Terrible porque prácticamente no se podía cuestionar el método, la desorganización y las omisiones evidentes en la consulta, sin ser catalogado como vendido o entregado al sistema "que todavía se resiste".

¿Es lo que viene para todo el sexenio que arranca el 1 de diciembre? Ese sí que será un futuro tormentoso.

Post Data: Espero que esté arrepentido el presidente del INE, Lorenzo Córdova. Se negó a opinar sobre la consulta pública y con eso selló los labios de todo el personal del instituto. El valor civil es necesario para ejercer la crítica y cobrar como ministro de la Suprema Corte.

Jorge Octavio Navarro
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 30 de octubre de 2018).

Hace 6 años, los priistas echaban campanas al vuelo, Enrique Peña Nieto estaba en la portada del Time y los más diestros tiburones del priismo aún vivo cocinaban el Pacto por México en los espacios legislativos.

El rumbo estaba claro: más apertura a los mercados, cambio de estrategia en combate al crimen, desarticulación de poderes fácticos en educación (el sindicato de maestros), ajuste drástico de visión fiscal y modificación estructural del universo energético, entre otras cosas.

Los detalles del modelo político estaban claros. Se sabía lo que era el priismo, sus formas, sus habilidades y sus perversiones. Medios extranjeros afines al modelo llegaron a hablar pomposamente del "momento mexicano", y los peñistas se regodeaban relamiéndose los bigotes ante la nueva era tricolor.

Los resultados los hemos ya registrado.

Lo que ahora pretendo apuntar es que el cambio de gobierno no trae su propio momento mexicano. Nadie lo ve así, ni los lopezobradoristas ni los morenistas ni los de izquierda, ni los medios más afines a los nuevos gobernantes. ¿Por qué lo afirmo así? Porque no están vendiendo las bondades de sus acciones, no nos dibujan un país feliz y rico en 6 años. Se dedican a defenderse, no a vender un momento. No se va a caer el país, dicen. No se van a venir abajo las finanzas, nos cuentan. No se van a afectar los intereses de los inversionistas del aeropuerto. No es autoritarismo, no es demagogia, no es populismo, no es echeverrismo. No es contratismo de cuates. No es manipulación. No es, sobre todo no es, corrupción como la de antes.

Es una nueva era.

Parece positivo que haya una nueva era, un castigo a la corrupción y un rumbo por explorar. Parece positivo. ¿Pero lo eso? ¡Nadie lo sabe! Nadie conoce con claridad el rumbo (y por favor, no me digan que está en los libros de AMLO, los reto a que lean esos panfletos). Ni de la economía, ni de la seguridad, ni de la educación, ni de las grandes obras, ni de los cambios a las grandes obras. Cómo, con cuánto, con qué riesgos, con qué implicaciones, con qué resultados. Podíamos cuestionar la reforma energética porque, a pesar de su complejidad, nos vendían sus virtudes, sus costos, sus implicaciones y sus pretendidos resultados.

Hoy es difícil cuestionar los rumbos del presidente electo, principalmente porque no se conocen los detalles. De decisión en decisión (mejor dicho, de anuncio vago en anuncio vago), el nuevo equipo gobernante va generando cada vez más incertidumbre.

Hemos pasado del momento mexicano al insomnio mexicano.

Ivabelle Arroyo
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 31 de octubre de 2018).

En México, 4 hombres de negocios concentran el 9% del Producto Interno Bruto (PIB). Las riquezas más grandes del México contemporáneo se forjaron en las privatizaciones de los 90. El neoliberalismo a la mexicana, supuestamente cimentado en la meritocracia y la competencia, se cimentó en el desmantelamiento de lo público. Las grandes fortunas no nacieron de la innovación o la creatividad, sino del capitalismo de cuates y el secuestro del Estado para fines particulares. Andrés Manuel López Obrador tiene razón: en México, el poder político y el poder económico están imbricados. Una Hidra de Lerna, con un cuerpo, pero múltiples cabezas.

La transición a la democracia dejó un Estado débil, cooptado y vulnerado. No sólo es el poder económico o los mercados los que chantajean al Estado, sino también los sindicatos, los intereses partidistas y las distintas corporaciones que reclaman intereses particulares. Organizaciones rentistas que secuestran el gasto público, la estructura fiscal y el Estado de Derecho. El mexicano es un Estado débil por su incapacidad para defender y garantizar el interés público. Sea el combate a la violencia, a la corrupción, a la pobreza o a la desigualdad. Es un Estado capturado por aquellos que defienden agendas particulares y no el interés general.

La captura más palpable es aquella que ejercen los grupos del crimen organizado. En México, la penetración de los criminales en las estructuras de gobiernos locales es profundísima. Como lo sostienen Guillermo Trejo y Sandra Ley (2015), el municipio -como instancia de gobierno- ha sido secuestrado por los narcos: "en las nuevas guerras del narco el municipio se volvió un jugoso botín que da acceso a fuentes alternativas de ingreso para financiar las batallas por el control del narcotráfico. Los grupos criminales extraen recursos del erario municipal y a través de las instituciones locales ejercen la extorsión y el secuestro, y ejecutan o desaparecen a quienes se oponen a su dominio". Ya sea por razones económicas o por anemia institucional, pero la mayoría de los municipios en México están secuestrados.

La política fiscal también refleja los intereses de una minoría. Oxfam, en su estudio Desigualdad Extrema en México, muestra como los impuestos en nuestro país se sostienen exprimiendo a las clases medias, cautivas, y cobrando muy poco a las grandes fortunas. En comparación con el resto de América Latina y con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la presión fiscal a los privilegiados es mínima. También, el 10% más rico del país, tiene acceso a toda clase de deducciones y exenciones que serían impensables en otras latitudes. Es decir, existe una captura del Estado, en materia fiscal, para favorecer a los que más tienen en detrimento de las necesidades de las mayorías.

En el gasto ocurre más o menos lo mismo. El gasto público en México no está sirviendo para construir una sociedad con mayores niveles de igualdad. En México, la desigualdad, antes de cobrar impuestos y después de las transferencias, se mantiene en el mismo nivel. ¿Qué quiere decir esto? El gasto público no corrige desigualdades, sea por corrupción, ineficiencia o insuficiencia. Por ejemplo, Polonia y Portugal son casi tan desiguales como nosotros antes de la intervención del Estado, pero luego de las transferencias, reducen las inequidades económicas a la mitad. El gasto público en México está secuestrado por intereses corporativos que diluyen su función niveladora. El secuestro hace que se invierta en lo que estos grupos organizados quieren, sean obras de infraestructura o programas sociales, pero no en interés de las mayorías.

Los salarios, también. Desde los 80, la competitividad de la economía mexicana no se basa en su capacidad para innovar o en la calidad de la mano o mente de obra. Ha existido en México una política institucionalizada para competir globalmente con la depreciación constante de los salarios. Dice el sector empresarial que es porque hay que atar la mejora salarial a la productividad. De acuerdo a El Financiero, de 2007 a 2014, las remuneraciones en el sector manufacturero crecieron 1.1%, mientras que el incremento en la productividad en ese sector rozó el 10%. Es cierto que el trabajador mexicano no es tan productivo como el chino o el coreano, pero tampoco es cierto que la productividad no haya crecido. Los salarios crecen muy por detrás de la productividad, porque hay un Estado que renunció a sus capacidades institucionales para garantizar sueldos dignos a los trabajadores: desde el salario mínimo hasta la supervisión.

Los países que admiramos por sus incomparables condiciones de vida, en el Norte de Europa -por ejemplo-, son estados de bienestar que lograron crear una red de servicios para beneficiar a las mayorías. Que exigen mayores compromisos a los privilegiados y apuesten por lo público como piso para la igualdad de oportunidades.

Desarticular a ese establishment o la unión entre poder político y económico requiere mucho más que manotazos en la mesa. Es mucho más que consultas o cancelaciones de proyectos aeroportuarios. Esta colusión entre poderes, que simboliza la cúspide máxima de corrupción posible, supone el secuestro del poder judicial por parte de intereses políticos; la cooptación del Congreso como contrapeso; la gestión de empresas estatales con claros objetivos partidistas; la red de financiamiento paralelo de elecciones que luego se pagan en contratos con dinero público. El diagnóstico que hace López Obrador apunta en la vía correcta, pero la medicina repite las viejas formas de la política.

La autonomía de lo político, y del Estado, significa democratizar la relación con los intereses económicos y no ser la mano que mece el ascenso de una nueva élite empresarial que se gana su lugar en el palacio. No es que se vayan los HIGA, OHL, o quien fuere, y lleguen los Riobóo. Es entender que el Estado debe su existencia al interés general y no a ninguno de los intereses particulares que lo acechan. El capitalismo a la mexicana se finca en el influyentismo y la cercanía con el palacio. López Obrador tiene un mandato claro, luego de un sexenio en donde pudimos comprobar a gran escala la colusión entre élites: recuperar el estado para todos. Y eso no se logra con mensajes o bravuconadas, sino tocando los impuestos, el gasto, dando autonomía a los poderes, reafirmando el estado de derecho y combatiendo la corrupción.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 4 de noviembre de 2018).

Si es difícil establecer con precisión cuándo nos empezamos a dividir como sociedad, es claro cómo la división ha escalado a la confrontación y el rencor, cada vez más abierto y violento. El choque en Twitter entre Beatriz Gutiérrez Müller, esposa de Andrés Manuel López Obrador, y el director de la revista Proceso, Rafael Rodríguez Castañeda, por la imputación conspiracionista derivada de publicar una portada donde decían que el presidente electo se estaba quedando solo y se encaminaba al fracaso, tuvo una secuela condenatoria del semanario en las redes sociales que galvanizó la intolerancia ante quien piensa diferente. La intransigencia ha desbordado el campo de la libertad de expresión y se manifiesta de manera dogmática y fanática, en uno y otro sentido, para aniquilar política y moralmente al adversario. El pensamiento único que se quiere acabar, es lo que se está imponiendo como palanca de subordinación.

La división de los mexicanos se desveló como fenómeno en las elecciones presidenciales de 2006, cuyos síntomas que se venían dando desde años antes por razones políticas, económicas y sociales. Hace 12 años el desacuerdo viajó de las calles a las salas de las casas, donde las desavenencias, algunas veces belicosas, separaron familias. Nada aprendimos. La decisión de la cancelación del nuevo aeropuerto en Texcoco avivó el creciente antagonismo social. No estamos en la discusión sobre una política pública, sino que la hemos pintado de conflicto de clases. ¿Nos estamos dando cuenta?

Muchos años han pasado en la indiferencia para neutralizar este fenómeno que nos va a ahogar. En enero de 2010 escribí: "El discurso del odio es abusivo, es insultante, es intimidador y hostiga. Discursos de odio siempre han puesto su marca sobre las sociedades, y suelen subir de intensidad cuando van acompañados por tensiones políticas o asuntos públicos que de sí polarizan. En México, el discurso de odio se desató con la combinación de dos disparadores que coincidieron en tiempo y espacio. El 1o. fue la lucha política donde el gobierno del entonces presidente Vicente Fox se empeñó en que por un delito menor el entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, fuera a la cárcel".

La polarización se revitalizó hace unos días en las redes sociales, escasas 24 horas después de confirmarse la cancelación del nuevo aeropuerto, al aparecer la página en Facebook "Sí al nuevo aeropuerto en Texcoco", donde se hacía un llamado a marchar el próximo domingo sobre Paseo de la Reforma para exigir que López Obrador rectifique. Paralelamente, la plataforma de Change.org tiene 6 peticiones a favor y en contra de cancelarlo. La discusión no ha sido con argumentos técnicos, económicos o inclusive políticos, sino con descalificaciones maniqueas y consideraciones socioeconómicas. Una vez más, la dialéctica de ricos y pobres, los buenos y los malos, los que defienden sus intereses corruptos contra los redentores de la pureza nacional.

No se sabe quiénes están calentando a la sociedad, si son espontáneos como siempre hay, o grupos interesados que están manipulando e incendiando los ánimos. Hay consignas que podrían haber salido de las fábricas de desestabilización que alimentan el rencor y la desunión. Hay otras actitudes estomacales que son comunes en las redes, enajenadas e insatisfechas con el estado de cosas, donde aflora el resentimiento social y la indignación que se ha vivido en este país desde hace varios años contra todo lo que se identifica como el status quo. Si hay manos interesadas detrás, proveen el alimento que están pidiendo los hambrientos para expresarse vitriólicamente. En este sentido, la polarización somos todos.

Lo que se está fomentando y potenciando es el discurso del odio. En junio de 2016 publiqué que la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación había contabilizado entre 15,000 y 20,000 mensajes de odio diarios en las redes sociales por razones de género, racismo y orientación sexual. No han cambiado las cosas, e incluso, hablando empíricamente, parecería que este desacuerdo se ha profundizado.

En todos lados experimentamos la polarización. En 2005 le pregunté a Carlos Slim si no le preocupaba que en algún momento habitantes del oriente de la Ciudad de México fueran a las colonias en el poniente a romper vidrios, como consecuencia de la desigualdad y la inconformidad con el estado de la economía, alimentados por el peligroso discurso clase que se oía en México. Me dijo que era un exagerado. Eso fue hace ya 13 años, prematuro el diagnóstico para ese entonces, pero que en la actualidad, a nivel de actitudes y emociones, ya comenzó. La división y la confrontación pueden haber llegado para quedarse, o como escribió Nancy Gibbs, que fue directora de la revista Time y es profesora en la Escuela "John F. Kennedy" de la Universidad de Harvard, no está en nadie, los políticos menos, salvo en nosotros mismos, que eso no suceda.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 6 de noviembre de 2018).

¿Qué pasa con un país donde los que nos gobiernan representan la mayor amenaza para la prensa? Los casos documentados en la última década por organizaciones como Artículo 19, indican que las agresiones que vienen de funcionarios públicos son hasta 7 de cada 10. Más aún que amenazas del crimen organizado.

El periodista Sergio Aguayo, quien ha sido perseguido judicialmente por Humberto Moreira, explicaba bien cuál ha sido el papel de esta discusión en el ámbito de lo público: "En México han crecido los choques entre 3 derechos: la libertad de expresión, el honor y la información. Una consecuencia perversa es la 'moda' de utilizar tribunales para presentar demandas desproporcionadas que buscan intimidar y desgastar a periodistas y defensores de derechos humanos".

"Proteger a periodistas importa porque, como argumenta Benjamin Smith en su más reciente libro (The Mexican Press and Civil Society), los periodistas han sustituido a la lglesia y a los maestros como intermediarios entre sociedad y Estado. Una función similar juegan los organismos de la sociedad civil de derechos humanos. Ese papel explicaría la ferocidad del acoso contra periodistas y defensores".

La impunidad de estos ataques es tal que ahora los políticos no dudan en llevarla a la esfera pública.

¿Hasta cuándo vamos a entender que la defensa por esta violencia no es la defensa de un periodista, sino de la posibilidad de que quienes no tienen voz siempre tengan garantizado el hacerse oír?

Javier Risco
(v.pág.37 del periódico El Financiero del 8 de noviembre de 2018).

Hay una falsa ilusión de normalidad porque en los barrios de clase alta y media la alta la criminalidad todavía está contenida (aunque cada vez menos). Pero el 80% de la población vive en zonas en donde la desesperación frente a la inseguridad y la impunidad están provocando una rebelión desde abajo.

En Guadalajara se roban kilómetros de cables del alumbrado de las calles y de las escuelas públicas, en Puebla descarrilan trenes para robarse unos kilos de frijol y arroz, los linchamientos en contra de presuntos delincuentes son cada vez más frecuentes, las autopistas son tomadas todos los días por comunidades exasperadas por alguna infamia, los feminicidios de adolescentes van en aumento, las extorsiones a comercios y restaurantes se han generalizado, las fuerzas de autodefensa proliferan. En fin, miles de personas son asaltadas cada día y más de 20,000 son asesinadas al año, una cifra que va en aumento. Muchos mexicanos en amplias zonas del país tienen la sensación de que el Estado ha perdido la batalla y comienzan a actuar en consecuencia.

Para decirlo rápido, se han gestado en México las condiciones de manual que predisponen al arribo de un régimen de mano dura; llamase dictadura, junta militar o democracia de corte fascista como la que parecería abanderar Jair Bolsonaro en Brasil.

Tras la caída del sistema presidencialista de partido único (PRI) que gobernó en México a lo largo del siglo XX, el país exploró la democracia recurriendo a las opciones de derecha con el PAN en 2000 y en 2006, y del centro con el regreso del PRI en 2012. Y si bien se logró una modernización de instituciones y de la economía, fueron gobiernos que se avocaron a la pequeña fracción del México emergido. La tesis durante estos 18 años fue que los sectores punta vinculados a la globalización harían las veces de una locomotora capaz de arrastrar al país y sacarlo de la pobreza y el rezago de manera automática. Lo que ha sucedido es que el enorme convoy de vagones desatendidos y oxidados terminó por afectar a la poderosa locomotora. La pobreza, la desigualdad, los privilegios y la frivolidad de las élites, la corrupción, la ausencia del Estado de Derecho y la inseguridad pública finalmente han pasado factura y amenazan con hacer descarrilar el tren. La globalización hizo posible que cualquier miembro de la clase media pudiera encontrar en un supermercado 20 marcas de agua embotellada, pero no impidió que en los barrios de miseria tuvieran que seguir acarreándola en cubetas desde alguna lejana toma.

No se trata de ofrecer al gobierno de López Obrador un cheque en blanco, desde luego. La crítica puntual y honesta será absolutamente imprescindible para evitar excesos y abusos como en cualquier otro ejercicio del poder. No será fácil porque es un político hipersensible a la crítica.

Los agoreros del fracaso tendrían que estar conscientes de que se nos han agotado las alternativas; después de está solo queda el abismo. A diferencia del Cono Sur, México se salvó de pasar por una dictadura represiva en las últimas décadas.No la invoquemos ahora.

Jorge Zepeda Patterson
(v.periódico El País del 8 de noviembre de 2018).

El 2 de julio pasado, después de conocer el resultado electoral escribí una columna titulada "Se busca oposición". El llamado sigue siendo válido y cada vez más urgente. No, como piensan algunos, para obstaculizar al nuevo gobierno, sino simplemente para equilibrar: los gobiernos sin oposición se equivocan más.

De los partidos que conformaron nuestro espectro político los últimos 25 años podemos esperar poco: están hechos añicos, y lo que viene es todavía peor. Los Calderón, en una declaración que algunos ven como chantaje y otros como promesa, amenazan con salirse del PAN y formar otro partido si no gana su candidato, Manuel Gómez Morín. El PRI se desbarata en los estados para engrosar las filas de Morena y el PRD muere de inanición. De los nuevos partidos ninguno tiene la presencia nacional para hacer contrapeso.

No serán pues los partidos quienes lideren la oposición en este país sino los organismos de sociedad civil, y un 1er. atisbo son los aglutinados en el movimiento 11-11-11. Fifís, fresas, empresarios, como sea, la marcha del domingo es la única manifestación de oposición que se vislumbra en este momento. Independientemente de que estemos o no de acuerdo en sus planteamientos, la marcha 11-11-11 es el 1er. intento por generar un equilibrio frente a un proyecto de nación que, más allá de sus bondades y defectos (tiene mucho de ambos) su peor falla es que es único: no hay diálogo, no hay debate ni contrapesos.

El gran reto de este movimiento, marcadamente pero no solo empresarial, es convertirse en interlocutor en medio de un ambiente de crispación. López Obrador, como buen político tratará de minimizarla: si son muy pocos siendo condescendientemente; si son muchos -más de 50,000- descalificándola; si son muchísimos -arriba de 100,000- polarizando. El reto de los organizadores de la marcha es hacer sentir fuerza sin romper el diálogo y los canales con el próximo gobierno.

Desde los estados solo 2 gobernadores parecen tener la voluntad y la fuerza para ser, si no contrapesos, sí al menos voces disonantes: Javier Corral en Chihuahua y Enrique Alfaro que tomará posesión del Gobierno de Jalisco el 5 de diciembre. Ellos podrían liderar movimientos regionales, el 1o. en el norte, el 2o. en el centro-occidente, pero no tienen apoyo suficiente en las cámaras ni partidos sólidos que les respalden.

El 3o. son los medios, los llamados tradicionales y las "benditas redes". Muchos medios tradicionales van a sufrir con la nueva política de comunicación. Si, como ha prometido, López Obrador reduce al mínimo el presupuesto para medios, no pocos van a desaparecer, pero los que queden serán más libres para ejercer lo que debe ser su papel en una sociedad democrática: un contrapoder.

Por más compleja e incómoda que pueda ser, la pluralidad es siempre mejor que el pensamiento único. Se busca oposición (2a. llamada).

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 9 de noviembre de 2018).

La plaza pública en México está destruida. La arena para debatir temas y confrontar ideas ha sido remplazada por la descalificación, el insulto, la denigración y hostilidad. Las normas de convivencia están trastocadas, y aunque las amenazas retóricas aún no se trasladan a la calle, al paso que vamos, no tardará. ¿Quiénes serán los primeros en ser linchados por la muchedumbre? Cada quien tendrá sus candidatos y la coyuntura la dará posiblemente el espacio y el tiempo. Ante tal posibilidad, habrá división una vez más, entre quienes festejen y animen a la profundización del odio, y quienes lo condenen porque eso lleva a la coartación de las libertades.

Pero no estamos en un momento en que las libertades civiles y de expresión importen a mucho. Vivimos una transición hacia un estadio que sabemos cuándo comenzará, pero no cuándo ni cómo terminará. Los prolegómenos de lo que viene no son alentadores, y evocan los conflictos que se viven en otras naciones donde la corriente antisistémica llevó al poder a políticos que entienden el mandato popular como la orden suprema, por arriba de las instituciones y las leyes.

En esta fragmentación explica la balcanización mexicana, donde prevalece la división. No hay construcción de puentes, sino destrucción. No hay acercamiento para saber cómo nos percibimos, sino alejamiento a partir del juicio a priori que lo diferente es veneno. Las palabras cargan resentimiento, frustración y encono. No hay territorios claros, al mezclarse puntos de vista que nunca buscan coincidir sino excluir a los otros. Los sentimientos y el estómago dominan la razón, aunque habría que preguntarse si a alguien le importa hoy en día la razón. La arena pública se ha convertido en una especia de cuadrilátero de boxeo tailandés.

Javier Lozano, el polémico político fue atacado por los francotiradores anónimos en Twitter cuando criticó la legalidad de la consulta ciudadana sobre el aeropuerto en Texcoco, con epítetos como "analfabeta", "pendejo", "bastardo", "mercenario".

La ignorancia a veces toca los límites de la sandez, como cuando una vez una señorita lanzó una perorata a partir de la información que le había dado su medio de cabecera, el Deforma. Hay muchos que no sólo están desinformados y exudan ignorancia, sino se asumen como portadores de la verdad y pontifican contra quienes piensan de manera diferente. Cada vez más los argumentos que utilizan para lanzar fuego por la boca se parecen a los arrebatos del presidente Donald Trump y sus seguidores de la extrema derecha, al utilizar el mismo método: cuando los cuestionamientos los colocan en contradicción, la salida es decir que todo el pasado era peor, y cuando se difunden opiniones incómodas o difieren de lo que perciben como su realidad, hablan de la posverdad. Sin importar colores, religiones o ideologías, el rencor anima su rechazo contra todo lo que muestra grises. El mundo para ellos es distinto, y reaccionan con virulencia cuando alguien se atreve a desafiarlos.

Esta sociedad está en riesgo de quiebra, aunque haya quien dispute el alegato. Pero para ganarlo tiene que demostrar que la violencia política que se vive, la lucha de clases que se extiende, la división entre el pueblo bueno y el pueblo malo, es una verdad alterna que no existe, porque lo que prevalece es la concordia y el acuerdo. ¿Alguien lo creería? Yo tampoco.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 9 de noviembre de 2018).

El odio parece ser la marca de los tiempos. Un país dividido en chairos contra fifís corre el riego de partirse. Los llamados chairos creen que ganar la elección no solo les dio la Presidencia de la República y las cámaras, sino que es el momento de la venganza: el pueblo contra la mafia del poder; los menos favorecidos frente a consentidos del sistema. No necesitan demostrar nada, ni respetar las formas de la democracia, ni sostener técnicamente sus argumentos: somos más y ahora se aguantan.

López Obrador ganó la Presidencia polarizando. Así son las elecciones, pero eso hay que dejarlo atrás. El principal responsable de que el país no se parta, que el discurso del odio no aflore de uno y otro bando será el Presidente de la República, no por lo que pueda tener de liderazgo frente a sus bases, sino porque su discurso marcará en gran medida la tónica de lo que suceda en espacio público, en medios y redes sociales.

El odio nubla la racionalidad, como ha quedado claro en los mensajes de una y otra parte. Argumentar que los fifís no tienen derecho a marchar porque no son pueblo, o porque no marcharon por otros motivos políticamente correctos es profundamente antidemocrático.

Diego Peresen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 12 de noviembre de 2018).

El 1 de diciembre del 2017, Alejandro Díaz de León se convirtió en gobernador del Banco de México. ¿Podrá con el reto? Era la pregunta que estaba en el aire. A este doctor en Economía se le reconocían cualidades técnicas y una larga experiencia en el propio banco central y en la Secretaría de Hacienda. ¿Será capaz de garantizar la autonomía? Esta cuestión estaba justificada, hasta cierto punto, por su inexperiencia política. Sus antecesores, Guillermo Ortiz y Agustín Carstens, habían dejado el listón muy alto en los periodos inmediatos anteriores al frente del Banxico. Ellos habían sido secretarios de Hacienda antes que banqueros centrales y contaban con una amplia red de relaciones en el gobierno, el legislativo y en el sector privado financiero.

Pocos saben cómo defendieron Ortiz y Carstens la autonomía, pero tenemos retazos de historia. Sabemos que Ortiz no se llevaba bien con el presidente Calderón y que Carstens no tenía la mejor de las relaciones con Luis Videgaray, aunque esto no necesariamente tiene que ver con la autonomía. Lo que es un hecho es que ambos lograron resultados importantes: bajaron la inflación y contribuyeron a una estabilidad relativa del tipo de cambio.

Alejandro Díaz de León lleva 11 meses y 15 días como gobernador del Banco de México. ¿Ha podido con el reto? En este periodo en el que México ha vivido un tsunami político, el gobernador fue capaz de impulsar una política monetaria impermeable al ciclo político. En la materia de autonomía ha logrado un sobresaliente. Este año ha habido 3 alzas de tasas de interés y las minutas del Banxico reflejan plena libertad deliberativa e independencia de criterio. Han sido críticas con el gobierno actual y lanzado advertencias sobre los anuncios del próximo gobierno.

Sobresaliente en autonomía y regular en resultados, los indicadores principales de desempeño del Banxico no lucen mucho en el primer año de Díaz de León: la inflación no cede y el tipo de cambio del peso frente al dólar se está convirtiendo en un dolor de cabeza.

¿Cómo evaluar la tarea del banquero central? Los insiders tienen palabras elogiosas para él. Dicen que ha hecho la chamba, pero cuentan que Carstens dejó suelto el toro de la inflación y uno que otro problema más cubierto que resuelto. Un ejemplo de ello es la desatención relativa a los riesgos de ciberataques. Reventaron en el 2018, pero la responsabilidad principal viene de antes. Corresponde al equipo de Carstens.

¿Díaz de León ha tenido mala suerte? En cierto sentido, así es. Ha gobernado con un cielo tapizado de nubes negras. En 1er. lugar, le tocó el fin de un largo ciclo de bajas tasas de interés en Estados Unidos. En paralelo, ha lidiado con una constelación de problemas que pegan a México, por el simple hecho de que participamos en la globalización: turbulencias en la negociación del TLCAN y amenazas proteccionistas de Estados Unidos; culminación del Brexit; tensión creciente entre Italia y la Unión Europea, además de las crisis en Turquía y Argentina. Cada uno de estos hechos pega en el tipo de cambio y pone presión inflacionaria. Hace más difícil el trabajo de Díaz de León.

¿Podrá el banquero con lo que viene? Al parecer, el karma de este doctor es despejar incógnitas incómodas. La situación internacional no mejorará y quizá se complique; le tocará lidiar con la curva de aprendizaje del gobierno de AMLO y lo hará con nuevos miembros de su junta de gobierno más afines al presidente que al gobernador del banco. Vendrán también ocurrencias del legislativo y riesgos cibernéticos. Le corresponde defender la autonomía y entregar resultados, bajar inflación y ayudar a mantener el valor del peso. ¿Podrá?

Luis Miguel González
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 17 de noviembre de 2018).

Para muchos mexicanos, los que no leen periódicos ni forman parte de la comentocracia, los que carecen de influencia y no pintan en los medios de comunicación (es decir, la mayoría) la situación empeoró durante el sexenio. No necesariamente o no en todos los casos en materia económica, pero sí en inseguridad. El Estado mexicano retrocedió frente al crimen organizado y la ilegalidad se enseñoreó en amplios territorios dejando a los ciudadanos a merced de los poderes salvajes. No solo los narcos, ahora los guachicoleros o los extorsionadores de comercios y los asaltacombis se han vuelto imparables. La corrupción se convirtió en metástasis y los gobernadores involucionaron en verdaderos sátrapas insaciables. Entidades y ayuntamientos endeudaron al fisco de manera irresponsable con cargo a las siguientes generaciones.

Jorge Zepeda Patterson
(v.pág.11-A del periódico El Informador del 26 de noviembre de 2018).

Hoy los protagonistas del día a día son, por un lado, los defensores de la ortodoxia, que aunque de capa caída, poca inventiva y menos proactividad, se dan el lujo de la demasiada sorna: el "se les dijo" como mantra del mal perdedor que hace suyo el privilegio de carecer de autocrítica.

Los impulsores del cambio, por el otro lado, desdeñan todo aquello que no sea su pensamiento único: el cambio es bueno porque es cambio. Punto. Y porque es cambio no necesita demostrar nada a priori porque cuando empiece a ocurrir, el cambio se mostrará virtuoso y entonces acallará todas las dudas. No coman prisas, concedan sin cuestionar, nos piden.

¿Cuánto más puede durar una situación así? O dicho de otra forma, los autocomplacientes de ambos lados qué tanto pueden estirar la liga antes de que cause estragos.

Alberto Escorcia (@AlbertoEscorcia) tuiteaba el 17 de noviembre: "la batalla entre apoyo incondicional por un lado; y el sabotaje por el otro, solo conduce a la inestabilidad del país, no de un gobierno. En el escenario internacional ante una inminente crisis. Y occidente y oriente peleando por la hegemonía, debemos pensar en el bien común".

No sé si a Alberto le hizo falta encontrar un mejor término para "apoyo incondicional". Encuentro casi exacto, me temo, el que utilizó para un bando: sabotaje. Si de un lado vemos eso, y es pregunta, del otro más que "apoyo incondicional" no sería mejor definir a lo que llegamos a apreciar en voces otrora críticas como "sometimiento".

Si unos sabotean y otros al someterse intentan someter, la batalla será de necios, de enojados, de ánimos encendidos por resentimientos que no tienen que ver con el proyecto del próximo presidente, sino con algo más profundo (y que sí ha atizado el próximo mandatario): la histórica división entre mexicanos, las diferencias que nunca han podido superarse.

Es peligroso sabotear. Es irresponsable también. Como tampoco es presumible ni cívico renunciar a la crítica y demandar que otros lo hagan.

Cuando queda menos de una semana para el cambio formal y legal de gobierno, en México no se discute, menos se debate. Cuando mucho se arenga desde la polarización; lo que se ve son emberrinchados desplantes de unos y otros por el resultado del 1 de julio y sus consecuencias prácticas (la renuncia anticipada de un presidente a gobernar, la prisa del otro por ocupar todo espacio).

¿Qué actores, desde qué espacios, ayudarán a los mexicanos a huir de esta bipolaridad que solo alimenta el encono?

Salvador Camarena
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 27 de noviembre de 2018).

Mientras no aceptemos que somos una nación plural y que de lo que se trata no es de construir mayorías (casi siempre con impresentables compañeros de viaje) sino consensos, el país seguirá dando tumbos y las leyes de unos y otros serán borradas más como una revancha que como una verdadera transformación. La modificación de leyes debe ser el resultado final de la creación de grandes consensos nacionales, de un entendimiento mutuo, del reconocimiento del otro en su diferencia, pero sobre todo en su derecho. Somos un país racial, ideológica y territorialmente diverso. Esa es la verdadera riqueza de este país; eso es lo que no entendieron los gobiernos del PAN y del PRI reciente y que al parecer tampoco entiende el Gobierno que está por entrar.

Usemos las cámaras para debatir al país, para entendernos, pero sobre todo para escucharnos los unos a los otros y no para hacer nuevas leyes que no transformaron nada, no para demostrar, en la más pura lógica machista, quién tiene hoy la fuerza, sea la de los votos, la de la coerción o la del dinero.

Si algo nos ha enseñado nuestra aún insipiente vida democrática es que no hay nada más incierto que las mayorías, que las clases medias van de un voto a otro. La correlación de fuerzas cambia; la diversidad y pluralidad del país, no.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 27 de noviembre de 2018).

Son 2 sentimientos. Amor y miedo. Amlove y Amscare, los llama un reporte que Citigroup liberó esta semana. La cancelación del aeropuerto, las consultas, la caída brutal de la Bolsa mexicana y del peso son una oportunidad para que los analistas, los inversionistas y la sociedad revelen sus esperanzas y temores hacia el presidente tabasqueño que lleva 5 meses en la caja de bateo.

Amlove es la etiqueta que agrupa a los optimistas. Ellos creen que en el próximo sexenio predominará el pragmatismo de AMLO, pero también las fortalezas de México frente a sus debilidades.

A Amscare le falta una I al principio y una d al final para decir: I am scared, literalmente: Yo estoy asustado. En este bloque, se encuentran los que piensan que todo lo ocurrido desde la consulta aeroportuaria es el aviso de la debacle que viene. Es el temor frente a lo que ha anunciado AMLO y la forma en que está operando su maquinaria. Quien dice Amscare está en mood fatalista. Piensa que no habrá contrapesos contra los excesos y errores.

Hay gestos que anuncian el estilo personal de gobernar: controlador y desconfiado; conocedor de la lógica política pero indiferente de los mecanismos que mueven a los mercados. Apóstol de una versión de la austeridad que produce titulares pero está peleada con la eficiencia. Perderá tiempo en aeropuertos y dejará ir talento humano por establecer un tabulador que es un insulto a la lógica del mercado laboral.

Optimismo vs. pesimismo. El próximo presidente se mantiene sólido en las encuestas de popularidad, pero prende alertas en los mercados. El índice de confianza de los consumidores registra niveles máximos de 2 décadas, mientras que el índice de volatilidad se encuentra en una situación que recuerda el momento en el que Donald Trump nos tiró el tablero a fines del 2016.

En el equipo del próximo presidente hay una batalla entre radicales y moderados. En su cabeza, se alternan episodios de confrontación y reconciliación.

País de un solo hombre, decían del México de Santa Anna, en el siglo XIX. ¿País de un solo hombre, en el 2018? The Economist se aventura a decir que AMLO será el presidente más poderoso de las últimas 3 décadas. Tuvo 53% de los votos y tendrá mayoría en las 2 cámaras, pero no tendrá un poder parecido al que tuvo Carlos Salinas, entre otras cosas porque México ha cambiado mucho y, además, López Obrador no tiene un equipo de técnicos comparable a los que tuvo Salinas, para imponer una línea de mando.

Más de 30 millones de votos en julio. El ganador deberá responder a las expectativas de una sociedad más demandante y mucho más impaciente. Es más fácil llegar al poder que conservarlo, advierte el intelectual venezolano Moisés Naim.

Luis Miguel González
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 1o.de diciembre de 2018).

He de confesar que yo no vote el pasado 1 de julio. Entre las ocupaciones periodísticas propias de la cobertura de la jornada electoral tanto para radio como pare tele (y he de confesar también que por un poco de desidia por no encontrar ningún candidato a la Presidencia que me hiciera pensar que realmente podría hacer algo diferente para el país), no encontré en ningún momento de ese domingo la circunstancia para ir a votar.

Hoy me siento aliviado de que haya sido así.

Y la razón es sencilla; al final resulta que no estoy ni entre aquellos que "se las metieron doblada a los otros", ni los otros a quienes "se las metieron doblada" [Paco Ignacio Taibo dixit].

Bien me decía hace unos días un buen compañero: "Pasamos de vivir en la cueva de Alí Babá y los 40 (mil) ladrones (donde nos despelucaron) a un circo de 3 pistas donde hay desde malabaristas y maestros del trapecio, hasta auténticos payasos, todos tratando de participar más o menos organizados bajo la tutela del dueño del circo".

Pasamos de un esquema de cinismo y simulación, a una pista de revancha donde los ganadores van con todo contra los perdedores. Un país dividido y polarizado. El desencuentro total.

Es el peor escenario que hubiésemos esperado.

Bien decían los clásicos que el que divide en realidad resta.

La división llevada a su extremo de la polarización fue la estructura de los discursos de López Obrador y sus huestes morenistas. Se dieron a la tarea de satanizar a todo aquel que pensara diferente a ellos (que son ni más ni menos que la mitad del país) incluidos aquellos que no gozaban de las prerrogativas de los regímenes priistas y panistas.

Ganan la elección y es el momento de dejar atrás la polarización y tratar de entendernos como un solo país; pero el circo no lo ve así y por ello se manejan mensajes heredados de la conquista donde están los conquistadores (los que la metieron) y los conquistados (a los que se la metieron).

No ha terminado de entender el circo morenista que el propio dueño del circo ya cambió su discurso, se mesuró, adquirió un tono reconciliador e incluso (ya siendo Presidente) ha demostrado que tiene capacidad de aceptar que se equivocó (aunque no lo diga tan abiertamente) y ha cedido en la superautoridad que le había otorgado a sus superdelegados ante el reclamo de varios gobernadores.

Él está demasiado ocupado para observar en detalle lo que hace toda la banda en su afán de obtener revanchas; tiene un país patas para arriba, y aparentemente lo quiere enderezar.

Por lo tanto seguirá el clima de revancha y polarización, de vencedores y de vencidos.

Y afortunadamente soy mero observador. Como no voté, insisto, ni se la metí a nadie ni nadie me la metió.

Pablo Latapí
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 6 de diciembre de 2018).

Los mexicanos debemos trabajar para abatir la pobreza y cerrar las brechas de desigualdad que nos separan; enfrentamos la necesidad inaplazable de combatir la inseguridad y poner un alto a los niveles récord de violencia en el país; tenemos que garantizar seguridad social, educación y acceso universal a la salud para todos. La estabilidad es la mejor base para alcanzar estos logros.

Sólo una economía sólida puede atraer inversiones, generar empleos bien remunerados y liberar recursos para garantizar una red de atención en materia de salud y educación. En los últimos 36 años, la escolaridad en México se duplicó al pasar de menos de 5 a casi 10 años en promedio (antes la mayoría de los mexicanos no terminaba la primaria; ahora, tiene más que la secundaria completa). La salud también tuvo grandes avances: hoy, la esperanza de vida es casi 10 años mayor: pasó de menos de 68 años en 1983 a más de 77 años en 2017.

La apertura de nuestra economía al resto del mundo, además, nos ha convertido en una potencia manufacturera que genera mejores empleos. Más de uno de cada 5 puestos de trabajo en el país está vinculado al comercio internacional y en las manufacturas de exportación los salarios son en promedio 37% más altos. En los 5 estados que más exportan, la población en pobreza se redujo casi 20% en los últimos 6 años; mientras que, en las 5 entidades que menos exportan, este número creció 5%.

En los últimos años, finanzas públicas sanas y una política monetaria efectiva mantuvieron bajos niveles de inflación que permitieron que el PIB per cápita en el país se elevara en más de 4 veces, al pasar de 2,000 dólares en 1983 a 8,900 dólares en 2017. Si bien debemos acelerar el paso, los mexicanos de hoy tenemos un mayor ingreso que en el pasado.

También la desigualdad -medida con el índice de Gini- se redujo desde el inicio de los años 80. Pero los niveles alcanzados aun son inaceptables, tenemos que abrir nuevas y equitativas oportunidades de desarrollo. Por eso es fundamental que se aliente la competencia en los mercados, que se reduzcan los costos regulatorios y se fomente la libertad de empresa y la incorporación de las pymes a las cadenas globales de valor.

Debemos garantizar que cualquier mexicano, sin importar su condición socioeconómica, pueda construir un mejor futuro sobre la base del esfuerzo. Para lograrlo -como lo ha demostrado la historia en México y el resto del mundo- no hay mejor vía que apostar por la libertad de los individuos y los mercados.

Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 7 de diciembre de 2018).

Los calificativos expresados luego del accidente que derivó en la muerte de Martha Erika Alonso, gobernadora de Puebla, y Rafael Moreno Valle, senador por el mismo estado, evidencian hasta qué punto ha llegado la crispación política a nivel nacional. En redes sociales, hubo una operación bastante evidente para responsabilizar -sin prueba alguna- al presidente de la tragedia ocurrida en las vísperas de Navidad. Luego, el 25 de diciembre, en el último adiós a la pareja, hubo gritos de "asesinos" contra López Obrador y su secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero. De la misma forma, las redes sociales, en lugar de servir como un espacio de debate democrático, están sirviendo como un hervidero que lo único que está consiguiendo es radicalizar más las posiciones de ambos bandos. Incluso, si analizamos las palabras que se vierten por simpatizantes y detractores de López Obrador, nos daremos cuenta que el lenguaje bélico está cada vez más presente. Es como si las posturas fueran irreconciliables.

En el mismo sentido, la retórica del jefe del ejecutivo tampoco ayuda a tranquilizar las aguas. López Obrador llamó neofascistas a los opositores que comenzaron una campaña para responsabilizarlo por el accidente de la tarde del 24 de diciembre. La palabra fascista, lamentablemente, ha ido perdiendo su dimensión explicativa porque se utiliza para todo. Sin embargo, el fascismo está ligado al exterminio, al holocausto, a la persecución y asesinato del disidente. Es la política de estado dirigida a eliminar a quien no piensa como el régimen o no comparte su ideología. Por lo tanto, un mandatario no puede utilizar con tal ligereza expresiones que tienen una dimensión histórica muy profunda. En México, estamos viendo un enfrentamiento entre 2 bandos (los opositores a todo lo que hace López Obrador y los simpatizantes acríticos del mandatario) que empiezan a cruzar la línea que separa el natural conflicto democrático, deseable e inevitable, de la narrativa violenta y anti-pluralista.

Las consecuencias pueden ser demoledoras para el país. Primero, que la tensión se convierta en violencia política. América Latina es un caso palpable, desde Brasil hasta Argentina, pasando por Venezuela o Paraguay, hemos visto como el conflicto político ha desbordado, casi por completo, los canales institucionales. ¿Qué quiere decir esto? Que los partidos políticos, e incluso organizaciones sociales, ya no son capaces de darle cauce constitucional a las diferencias políticas y eso se refleja en ingobernabilidad, crispación y hasta violencia física. El lenguaje no es inofensivo y en un país con baja cultura democrática, eso podría tener sus efectos nocivos.

El conflicto, que desborda los canales institucionales, también despierta las peores tentaciones autoritarias. En México, la democracia ha venido perdiendo credibilidad por muchos años. Una parte de los mexicanos se sienten decepcionados porque la democracia no ha significado mejores condiciones de vida. Y si a esto el añadimos que el pluralismo sea percibido como nocivo para la estabilidad nacional, el fantasma autoritario puede posarse en el horizonte.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 30 de diciembre de 2018).

Concluye un año más en la historia de México. Un año de posibles frustraciones para quienes gobernaron Jalisco, pues a final de cuentas no pudieron tener éxito casi en nada de lo que emprendieron.

Un año en que la violencia se recrudeció como nunca antes desde que inició, ensombreciendo permanentemente a miles de familias, que han debido vivir esta amarga experiencia sin mayores esperanzas.

No obstante la sociedad sobrevive, sigue trabajando, esforzándose por salir adelante, buscando y viviendo la felicidad los momentos que puede, con zozobra, pero sin desalentarse, mientras sus exgobernantes ya disfrutan de vacaciones pagadas de por vida dentro o fuera del país, según sus "ahorros".

Comenzó un nuevo sexenio bajo la carga onerosa de las muchas expectativas, de las muchas promesas, del sinfín de opinadores dispuestos todo el tiempo a sembrar dudas, sospechas, descrédito por un lado, mientras que no pocos de los nuevos funcionarios han dado ocasión más que sobrada para alimentar esta negatividad frente a lo distinto.

Nuestra estrechez mental nos impide escarmentar. Ya los profetas de las catástrofes que ocurrirían apenas ganara el que ganó, se vieron fracasados en sus predicciones, pero ni aun así dejamos de temer los nuevos e inagotables augurios.

Lo que más lastima a la sociedad es que los causantes de sus mayores males, sean los primeros en acusar al nuevo gobierno federal, que no habría llegado al poder si ellos por una vez hubieran hecho las cosas bien.

Terminó el año con la célebre promesa ritual de inicio de sexenio: "Y si así no lo hiciere, que la nación me lo demande". Hermosa frase cuanto inútil e inoperante, ya que la nación acaba siendo un ente ficticio, mientras que la gente de verdad no tiene ni ha tenido jamás un camino verdaderamente efectivo para "demandar" a sus gobernantes cuando no han cumplido con sus obligaciones. ¿No sería ya el momento de restablecer el "juicio de residencia" para todo alto funcionario?

Construir la nación implica construir la ciudadanía, crear las estructuras esenciales para que la gente pueda realmente tener poder para demandar, para lograr y no sólo para manifestarse.

Construir la nación significa desterrar de nuestro estilo de vida la corrupción, esa práctica común a la que todos nos hemos acostumbrado hasta en las cosas más simples y cotidianas.

Esta construcción significa hacer bien las cosas que hacemos, y no al "ai' se va", típico lo mismo de los artesanos, que de los obreros, los profesores o los burócratas, los policías o los gobernantes, los empleados o sus jefes.

Requerimos de nuevas estructuras que reconstruyan el tejido social que tanto han averiado políticas sociales, culturales y educativas desastrosas. Esto no podrá lograrse sin una recuperación de los valores fundamentales que en los antiguos códigos de ética se expresaron en frases lapidarias tales como no robar, no mentir, no matar, no defraudar, mismas que en México se han tomado últimamente al revés.

Armando González Escoto
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 30 de diciembre de 2018).

Durante el año que acaba de terminar las divisiones político-electorales se recrudecieron y se polarizaron básicamente en 2 grandes bandos: anti-AMLO y anti-Anaya con un común denominador: ambos grupos eran (son) anti-PRI. No podría decir que las posiciones eran pro uno u otro porque en términos generales prevaleció la actitud de "estar en contra", de oponerse, castigar y criticar al adversario y a sus seguidores, militantes y simpatizantes; o a un tercero.

Como normalmente sucede después de una elección, me refiero a que más o menos las aguas vuelven a su cauce; no ha sucedido en esta ocasión. El bando contrario al grupo ganador se mantiene en franca confrontación con quienes ahora son Gobierno, pero desde un nivel irracional y contestatario.

Laura Castro Golarte
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 5 de enero de 2019).

El ejecutómetro del periódico Reforma publicado el miércoles pasado mencionaba, sugiriendo actos del crimen organizado, que el número de asesinatos durante el 1er. mes de gobierno de Andrés Manuel López Obrador había sido 65% superior al último mes de gobierno de Enrique Peña Nieto. Quienes antes validaron esa misma no-metodología de Reforma, la criticaron en defensa de la nueva administración, y quienes antes criticaban a los críticos por utilizarla para denostar a quienes ya se fueron, hoy los censuraron por su incongruencia.

Los ejecutómetros han sido por más de una década el instrumento periodístico más engañoso que existe, porque no explicó absolutamente nada del fenómeno de la inseguridad y sí, en cambio, distorsionó la realidad y contribuyó a que México fuera equiparado en términos de violencia a los países asiáticos en guerra. Pero cualquier persona que haya estado en Siria, Irak o Afganistán, sabe que es falso. Puede haber más periodistas muertos en México que en esos países, pero no porque las condiciones de trabajo sean mejores en esas naciones rotas, sino porque la prensa no se mueve por donde quiera, como en este país. La libertad de movimiento en México no existe en esos países en guerra, donde prácticamente ningún periodista que quiera salir vivo, se adentra en la zona de conflicto sin acompañantes de una de las fuerzas beligerantes. Esto, por supuesto, no reduce la gravedad de la violencia que se vive en México.

El 1er. error explícito, como señalaron los neo críticos de Reforma, es que legalmente no existe el delito de ejecución, por lo cual su interpretación es subjetiva. No importa cómo se le disfrace -v.g.: que fuese resultado de un choque entre pandillas-, son llanamente asesinatos. ¿De dónde sale que todos los homicidios dolosos son perpetrados sólo por el crimen organizado? De la imaginación periodística que fuerza una información para hacerla verosímil.

Dedicarle la prensa tanto empeño a esta desinformación, llevó a que varios fenómenos importantes no fueran registrados en su plena dimensión para entender lo que estaba sucediendo. Niños empuñando armas, fueron vistos como una degradación de la violencia, y no como uno de los ejemplos de cómo el Estado mexicano iba ganando la partida a las organizaciones criminales, que tenían que reclutar miembros cada vez más chicos ante la pérdida de sus cuadros. Las fugas en las cárceles de miembros de cárteles se registraron unidimensionalmente, y no como una externalidad de que el reclutamiento de niños y jóvenes tampoco funcionaba y necesitaban a su gente experimentada. Los asesinatos en las cárceles tampoco fueron vistos como otro de los fenómenos de esa lucha, donde los cárteles empezaron a matar a sus rivales en las prisiones para evitar que replicaran otros la estrategia. Todo esto nos pasó de noche y seguimos envueltos en la misma discusión fallida.

El problema de los ejecutómetros es que los medios los han nutrido y la sociedad los ha utilizado para sus fines políticos o existenciales sin ser un instrumento que ayude a entender el fenómeno de la violencia y sí, por el contrario, la distorsiona. La inseguridad es un problema real que afecta al país en su conjunto y su crecimiento está vinculado directamente a la debilidad institucional. No es un tema de este gobierno o del anterior. En 1984, el entonces director de la CIA, William Casey, circuló un informe secreto de 33 páginas que subrayaba la debilidad institucional de los cuerpos de seguridad mexicanos.

Mucho se hizo después, por las presiones de Estados Unidos, para que México atacara a los cárteles de la droga. El gobierno de Vicente Fox abandonó la estrategia y al entregar el mando a Felipe Calderón, casi un centenar de municipios estaban bajo control total del narcotráfico. A pocos les gustó su guerra contra las drogas, aunque logró recuperar los territorios. El de Peña Nieto fue un desastre. Volvieron los cárteles a conquistar territorios, se fortalecieron, nacieron algunos y la violencia se atomizó en cientos de pandillas más violentas que los criminales trasnacionales. Lo que tenemos lo venimos arrastrando hace buen tiempo. Dejemos de discutir sobre ángulos que engañan, como los ejecutómetros, y discutamos cómo vamos a resolver, entre todos, el problema de la debilidad institucional en México.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 7 de enero de 2019).

¿Cuántas estaciones de servicio se han cerrado por falta de gasolina? No sabemos. ¿Cuál es el costo económico del desabasto? No sabemos. ¿Cuál es el tamaño y el costo de los retrasos y el ausentismo laboral? No sabemos. ¿Cuánto pierde la industria del transporte? No sabemos. ¿Cuánto cuesta a Pemex la disrupción del mercado de gasolinas? No sabemos.

Tenemos una danza de cifras y la ilusión de que estamos poniendo orden al caos con números. La realidad es que la mayoría de las cifras no soporta un baño de realidad. Pemex afirma que está surtiendo 108% de la demanda nacional, pero la mancha del desabasto no deja de crecer. Una dirigente empresarial del Estado de México dijo que había 45% de ausentismo. Esto es imposible. ¿Se imaginan que 1 de cada 2 trabajadores no está llegando al lugar de trabajo?

Los problemas con los números se expresan también en los cálculos de los daños. En Jalisco, el miércoles dijeron que el impacto en cinco días de desabasto era de 3,000 millones de pesos. La Coparmex, el jueves en la Ciudad de México, refirió que las pérdidas en 3 entidades del centro del país eran de 1,250 millones de pesos. En cualquiera de los casos, podrían ser mucho más, pero la medición es misión imposible porque el sistema de estadísticas económicas no está diseñado para medir situaciones excepcionales y reportar resultados en plazos tan cortos.

Los números tienen fuente pero no se sostienen porque no hay manera de medir una realidad que es inasible, entre otras cosas, porque es inédita. Nunca habíamos tenido un combate tan frontal al robo de combustible. Tampoco habíamos vivido una situación donde la carga de gasolina fuera tan complicada, para tantas personas, en tantos lugares y por tanto tiempo. Agreguen a la lista de lo imposible la medición de lo intangible, ¿cómo medir la rabia, la decepción o el entusiasmo?

No hay objetividad posible. Estamos alterados y, con frecuencia, hablando de diferentes cosas. Hay una realidad épica a la que apelan el presidente López Obrador y su equipo. Es la 1a. gran batalla contra la corrupción del sexenio. En otro espacio de la realidad está el mundo cotidiano en el que vive la gente. Horas perdidas frente a una gasolinera, hablando de las pipas, como si fueran Godot. Cientos de miles de personas quieren que se acabe la corrupción, pero ahora aspiran a algo más simple: llenar el tanque y recuperar la normalidad.

¿Vamos bien o vamos mal? México puede vivir con la danza de cifras, pero no puede convivir con diagnósticos irreconciliables de un asunto tan relevante. Pemex dice que su estrategia de combate al huachicol está siendo exitosa, mientras que la Coparmex la define como una catástrofe. Yo respeto y apoyo el esfuerzo del Gobierno para combatir el robo y la corrupción, pero no entiendo cómo puede hablar de éxito cuando ni siquiera puede explicar lo que está haciendo. ¿Cuánto tiempo más tardará en restablecerse el abastecimiento de combustibles?

Por el momento, la crisis tiene que ver con gasolinas y es severa, pero el mayor riesgo es que el problema de escasez o desabasto de las gasolinas se extienda al diesel. Con este combustible se mueve el transporte público y la distribución de los productos de consumo, desde la comida hasta los productos de higiene personal, pasando por los insumos industriales.

Hoy fue más difícil que conseguir gasolina, ¿cómo será mañana?

Luis Miguel González
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 12 de enero de 2019).

Si México no tuviera que cargar con Guerrero, Oaxaca y Chiapas, sería un país en desarrollo medio y potencia emergente.

Gabriel Quadri de la Torre, ex candidato presidencial por el Partido Nueva Alianza
(v.periódico El Informador en línea del 12 de enero de 2019).

Como es sabido, el fenómeno y actividad turística representan 2 de las "palancas" de lo más importante social y económicamente en el mundo, aunque en México no siempre se le ha dado la importancia debida. Ante la crisis de la falta de gasolina, el sector turístico de nuestro país es de los que más está padeciendo, pues se trata de una actividad bastante sensible, y con la falta de gasolina, muchos paseantes nacionales e internacionales se quedaron varados (con las molestias e inconvenientes consecuentes), y otros de plano se abstuvieron de viajar por el temor de padecer las consecuencias.

Por lo que hace al principal destino turístico de playa de nuestra entidad, se afirma que los vallartenses no han tenido mayor problema con la gasolina, pero lo que es la falta de gas LP, sí hay escasez. Por lo que hoteles, restaurantes, habitantes e industria en general van para un mes padeciendo el desabasto, y en ninguna de las 4 distribuidoras de Puerto Vallarta se cuenta con el combustible necesario para atender la demanda, sin que autoridad alguna les ofrezca una solución efectiva en el corto plazo.

Cuauhtémoc Cisneros Madrid
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 14 de enero de 2019).

Hay quien se pregunta cuál es la razón por la que un problema toral en la vida cotidiana, acentuado por el claro naufragio de los funcionarios responsables del suministro de combustibles, no haya hecho merma en la imagen ni el respaldo al presidente, sino todo lo contrario.

Si el voto popular fue para combatir la corrupción y López Obrador ha empaquetado el huachicoleo como un problema de corrupción de los gobiernos del PRI y del PAN, contra el que masivamente se votó en contra en las urnas en julio, ¿por qué sorprende tanto el apoyo masivo al presidente en esta cruzada? López Obrador no ha perdido oportunidad en cada mensaje y en cada discurso, para establecer la línea que conecta el robo de combustible con anteriores gobiernos.

Es decir, todos los días a todas horas está diciendo a los mexicanos que esta acción es consecuencia directa del mandato que recibió, y respuesta frontal a su exigencia en las urnas. El pedir de forma permanente el apoyo de los ciudadanos y agradecer de manera reiterada la forma como han respaldado la acción contra los criminales sin que estallaran conflictos -"se han portado bien", es su frase-, es una forma de involucrar a los mexicanos y hacerlos sentir que son parte importante en esta lucha para evitar el saqueo de los recursos nacionales.

El experto en opinión pública Jorge Buendía, director de Buendía&Laredo, dijo que ante la escasa información que hay sobre el combate, el abasto y sus efectos, el combate al huachicol está alineado con el respaldo a López Obrador, como lo muestran todas las encuestas. "Ante la falta de información, para muchos ciudadanos apoyar la lucha contra los huachicoleros se reduce a expresar o negar su apoyo a Andrés Manuel López Obrador", agregó. "El éxito político de la medida dependerá de la rapidez con que se termine el desabasto".

Según funcionarios federales, esta semana se normalizará el abasto en todas menos 2 entidades, Guanajuato y Estado de México, con lo cual el escenario negativo que planteó Buendía podría no llegar a darse. De cualquier forma, López Obrador trazó en su comparecencia pública del martes, una nueva cruzada, que le va a permitir prolongar el tipo de apoyo que ha recibido hasta ahora.

A pregunta de un periodista, desarrolló una nueva narrativa donde ubicó la palabra "huachicoleo", hasta ahora sólo utilizada como sinónimo de robo de combustible, como el equivalente a robo con alto daño a la nación, cometido o avalado por gobiernos anteriores. Así, estableció la relación directa entre futuras campañas en otros sectores, como parte del mandato de las urnas. El lunes dijo que después del huachicoleo iría a combatir la corrupción en otros campos. El martes identificó indirectamente que será en el rubro de los medicamentos.

El manejo político de López Obrador ha sido impecable. El único límite que habrá entre su éxito y el desgaste que lleve a la derrota, es si los resultados no son como los ha prometido.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 16 de enero de 2019).

La guerra del huachicol, el hundimiento de Pemex, los ruinosos desfiguros de sus directivos en su roadshow ante los financieros de Nueva York, los invasivos sermones matutinos del Tlatoani tonante desde Palacio Nacional y el fastidio de buscar una estación de gasolina y luego esperar horas para cargar unos litros, parecen dejarnos sin aliento para ocuparnos de otros temas menos acuciantes.

Luis Felipe Bravo Mena
(v.periódico El Universal en línea del 17 de enero de 2019).

El viernes pasado sucedió algo insólito. El gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, interrumpió su discurso en Tlapa, en un evento con Andrés Manuel López Obrador, ante los gritos y mentadas de madre que recibía de morenistas, alentados por Pablo Salazar, presidente estatal de Morena y delegado federal, y sobrino de la secretaria de la Función Pública, Irma Sandoval, y le reclamó al presidente. "Yo no vuelvo a ningún recorrido, es ofensivo", le dijo Astudillo a López Obrador. Evaluaría, dijo, a qué evento con el presidente asistiría en el futuro. López Obrador le ofreció disculpas inmediatas y el lunes dijo en su comparecencia mañanera que ese tipo de actitudes no deberían darse. Respeto para todos, pidió, aunque parece tarde.

La polarización llegó para quedarse y difícilmente se va a borrar. El presidente, un gran comunicador, lleva años evangelizando a sus seguidores más fieles y persuadiendo a millones más con un discurso simple, pero persuasivo: los ricos llenos de privilegios y corruptelas, tienen que ser erradicados del país. Es el tiempo de los pobres, que están del lado de los liberales, y hay que luchar contra los conservadores, que se oponen al cambio, son palabras no textuales en la doctrina de López Obrador que han abierto la confrontación nacional. ¿Hasta dónde llegará? Como está la irritación, diariamente alimentada por los propagandistas del régimen en las redes sociales, hasta que la retórica se convierta en agresión física.

La reacción del presidente López Obrador ante lo que sucedió con Astudillo no empata con anteriores comportamientos. Se mostró preocupado desde el mismo momento en que el gobernador interrumpió su discurso y le expresó que sus seguidores de Morena han hecho de sus eventos "torneos de insultos y descalificaciones". El presidente ofreció disculpas inmediatas y ha enviado línea política a sus seguidores para que muestren respeto. No bastará. El humor está ardiendo y los ánimos encendidos. Lo que le pasó a Astudillo, menos intenso, le sucedió el domingo al gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo, aunque López Obrador dijo que no sucedió nada. Antes le pasó al gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, y previamente al de Michoacán, Silvano Aureoles. Los políticos no son sus únicos blancos.

Los militantes de Morena están empoderados por un presidente fuerte y carismático que, en este momento, no tiene oposición que se le plante enfrente. El Congreso [la Cámara de Diputados], un contrapeso, está arrodillado ante él. El Senado también. La prensa es acosada y el poder judicial ha sido agredido. Los órganos autónomos están siendo acosados presupuestalmente como si la intención fuera deshidratarlos y acabarlos. La gradería del presidente siempre aplaude y se anima a profundizar la división. México está enfermo de rencor y resentimiento. La bola de nieve viene por la ladera tomando fuerza y volumen. ¿Hasta dónde llegará? Reiteremos: como está la irritación, diariamente alimentada por los propagandistas del régimen en las redes sociales, hasta que la retórica se convierta en agresión física.

No están solos. Hay que ver el fenómeno en toda su dimensión. El odio mostrado no corre en un solo sentido. A toda acción hay una reacción, y en la esquina de enfrente hay respuestas proporcionalmente violentas. Hay ataques clasistas y discriminadores inaceptables a personas vinculadas a Morena por el color de su piel. ¿Cómo no quieren entonces que se esté gestando una lucha de clases? La forma como se señala visceralmente todo lo que hace el presidente no deja espacio a la razón, mucho menos a la discusión argumentativa. Muchos no abordan críticamente sus acciones y políticas, sino lanzan denuestos personalizados. Abundan las provocaciones, los desafíos y las injurias. El discurso binario no avanza sobre un carril único. Se nutre de todos lados, crecientemente intolerantes y beligerantes.

El gobernador Astudillo le recordó a López Obrador que es presidente de todos los mexicanos, por lo que el respeto debe ser mutuo y recíproco. No fue ociosidad expresarlo, porque se está volviendo una norma de comportamiento en las élites de Morena, particularmente en el congreso, donde las cómodas mayorías que tiene el partido en el poder, ha llevado a varios de sus líderes a actuar con mayor despotismo del que tanto se quejaron, con más prepotencia con la que mucho tiempo los trataron, abiertamente retadores. El poder tiene que ser magnánimo, no vengativo. El Comité de Salud de la Revolución Francesa, que de algo sirva la Historia, llevó a la guillotina a quienes hicieron de ella su instrumento de castigo contra quienes se oponían al cambio de régimen.

Pero todo esto sólo tiene sentido si estamos de acuerdo en vivir bajo un orden democrático real, no retórico. Para quienes la democracia no tiene sentido, esta discusión es irrelevante; querrán otro sistema -no régimen- que la sustituya. Para quienes piensan que la democracia es el menor mal de los males, la satanización de los de enfrente, la polarización política, la fragmentación que se vive en los medios y las actitudes tribales, mal de México y el mundo, tiene que atajarse para evitar que la brecha se siga ensanchando.

Yascha Mounk, director del Centro de Renovación del Instituto "Tony Blair" para el Cambio Global en el Reino Unido y conferencista en la Universidad de Harvard, escribió el año pasado El Pueblo Contra la Democracia (The People vs. Democracy), donde identificó los 3 conductores del descontento: estancamiento en niveles de vida, temor de una democracia multiétnica y el surgimiento de las redes sociales. "Para revertir la tendencia -señala Mounk- los políticos necesitan promulgar reformas que beneficien a muchos, no a unos pocos". Llevado al terreno mexicano, 30 millones de votos ganan elecciones, pero no gobiernan un país.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 17 de enero de 2019).

¿Qué se supone que va a suceder cuando no haya más huachicoleros? ¿A qué se van a dedicar los cientos -o quizá miles- de personas, jefes de familia muchas de ellas, que habían hecho de esa industria -llamémosla así- su modus vivendi? ¿Les permitirán satisfacer sus necesidades básicas, al menos, los programas sociales (empleo, becas a estudiantes, etc.) que se pretende implementar en comunidades en que un porcentaje significativo de sus miembros vivía del huachicoleo? ¿En qué medida cumplirá el sector empresarial el compromiso contraído por sus dirigentes, de inyectar inversión y promover el empleo en esas comunidades? ¿Accederán los exhuachicoleros a renunciar a los beneficios económicos que les aportaba esa actividad, y a vivir, en adelante, en la honesta medianía?

Por otra parte, ¿se llegará, en efecto, hasta las últimas consecuencias en este afán? ¿Se sancionarán el robo y la comercialización de combustibles mal habidos como delitos graves? ¿Se aplicará todo el peso de la ley a los funcionarios de Pemex que propiciaban el saqueo, y a los de otras dependencias, cómplices por acción u omisión en esos delitos? ¿Se desmantelará el gigantesco aparato encargado del robo, el transporte y la comercialización de los descomunales volúmenes de gasolina robada?

Y, ya encarrerados: si va en serio el combate a la corrupción, ¿habrá otras batallas como parte de esta guerra? ¿Se abrirán otros frentes? ¿Se combatirán modalidades menos burdas, más refinadas de la corrupción, como -por ejemplo- las relacionadas con la educación...?

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 17 de enero de 2019).

La cruzada que emprendió Andrés Manuel López Obrador en contra del huachicol tiene consecuencias inmediatas. Una, como dice, es que el robo del combustible se redujo al enfrentar a los huachicoleros. Otra, que tiene plazos distintos, es que si el combate es tan efectivo como lo asegura el presidente, el escenario de una respuesta violenta por parte del crimen organizado debe ser una prioridad. Las pérdidas económicas para quienes roban el combustible son cuantiosas -más de 3,000 millones de pesos en menos de 15 días-, con lo que afecta fuertes intereses. Por ahora, la reacción de los criminales ante la acción gubernamental han sido sabotajes en ductos estratégicos.

Meterse con el crimen organizado en un negocio que es más redituable que el narcotráfico, cambia por completo su entorno y modifica el paradigma de López Obrador que para estar cerca del pueblo se despojó de la seguridad militar que cuidaba a los presidentes mexicanos, y se rodeó de un equipo de civiles, que aunque fueron entrenados en Israel, no tienen el número, alcance, o el trabajo de inteligencia que le permitía al Estado Mayor Presidencial anticipar riesgos, como cuando capturaron una célula del EPR que, escondida entre la maleza del Bosque de Tlalpan, querían capturar al presidente Ernesto Zedillo, que hacía ejercicio en ese lugar casi todas las mañanas.

Enfrentar enemigos tan grandes y escurridizos, sin prisa para tomar venganza, hace que la seguridad del presidente no sea un tema donde la única y última palabra la tiene Andrés Manuel López Obrador. Su seguridad es un tema demasiado serio para que no se le provea como jefe de estado, ni es una discusión donde la necedad se imponga sobre los protocolos que deben de seguirse y reforzarse en torno a su figura. López Obrador es testarudo, pero el responsable de su seguridad, sus principales asesores y quien sea necesario sumar para hablar con él, deben hacerle ver que ya no es el activista, el agitador social o el candidato que puede ser laxo en su seguridad. Como presidente, esta dejadez significa irresponsabilidad. Y para quien está en su entorno y no le hable duro para confrontarlo con la realidad que vive desde que llegó a Palacio Nacional, en cualquier cosa que le suceda, será cómplice por omisión.

López Obrador no puede apelar a la ética y a la buena fe de los mexicanos, para que sean ellos quienes lo cuiden. Eso no existe ni en México, ni en el mundo reales. Hay gente de todo tipo, buena y mala en distintos grados, pero cuando se trata de actividades criminales, los riesgos se elevan sustancialmente en función de la solidez del Estado de Derecho y los niveles de impunidad. Sería un pleonasmo hablar de la falta de lo 1o. y del superávit de lo 2o. en México. Pero embarcarse en la cruzada contra los huachicoleros, no es pelearse con políticos, empresarios, periodistas o cualquier otra institución, donde la respuesta más violenta estará siempre en el entorno de la política.

Luchar frontalmente contra los criminales y afectar intereses económicos, ha llevado a López Obrador a adentrarse a un campo donde nunca estuvo. Haber caminado territorios controlados por el narco, como sucedió en la campaña presidencial, y haber transitado sin mayores problemas por retenes criminales en el norte del país, quedó en el pasado, cuando el enemigo no era él, sino los ex presidentes Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón. En ese momento no representaba ningún riesgo para sus intereses económicos. De hecho, con el ofrecimiento de amnistía a narcotraficantes, se volvía un aliado inopinado para ellos. Eso ha cambiado radicalmente.

Como presidente, cuya 1a. decisión fue confrontarlos militarmente, López Obrador ha pasado a ser su principal enemigo. Más que Peña Nieto en el arranque de su gobierno, cuando dejó de combatirlos, y más que Calderón, que comenzó la guerra contra ellos de manera focalizada y gradual, López Obrador le declaró la guerra y llamó a los mexicanos a combatirlos y a repudiar el mercado ilegal de combustible robado. Su cruzada la hizo nacional.

Las resistencias, como ha dicho el presidente, son fuertes. Pero que no se equivoque, como parece estar haciendo en este momento. No sólo son los delincuentes de cuello blanco a los que está enfrentando; el crimen organizado juega un papel preponderante y central en este negocio. 2 cárteles están profundamente involucrados, Los Zetas y Nueva Generación, que son los más violentos. Debe entender que si los está combatiendo con todo, no les deja puertas de salida. Si se cierra todo, para acabar con esos robos, los criminales responderán como no lo han hecho hasta ahora.

El presidente debe entender la dinámica que modificó de manera abrupta y entender el cambio que ello significa. Ser presidente implica que tiene que ceder libertades individuales, de acción y movimiento, porque tiene que ser responsable con el pueblo cuyo porvenir depende de él. Lo que le suceda al presidente no afecta sólo al entorno de López Obrador, sino a una nación entera. Un atentado generaría caos, zozobra e incertidumbre política, económica y social, nacional e internacional. Ni siquiera estamos constitucionalmente preparados para la ausencia súbita de un presidente. Esta es la externalidad que abrió su cruzada contra el huachicol.

Su seguridad es prioritaria. Pasó el tiempo del folclor y el discurso populachero. El presidente tomó riesgos y lo apoya la nación. Debe estar a la altura de su responsabilidad y asumir que el jefe de estado mexicano requiere de protocolos de seguridad que protejan su vida por encima de todas las cosas.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 18 de enero de 2019).

El problema de fondo es uno mucho más silencioso que tiende a pasar desapercibido. Sin darnos cuenta, nos estamos dividiendo como mexicanos, probablemente más que nunca.

La simbología de López Obrador polarizó no sólo la política, sino al país en sus raíces. Actualmente no hay un punto medio, o eres "chairo" o eres "fifí". Hoy la posición política tiende a marcar el lugar que cada uno mantenemos en la sociedad. Estas distinciones políticas han creado resentimiento y polarización no sólo entre clases sociales, sino que han distorsionado el pilar de cualquier sociedad: la libertad de expresión. Lejos de un espacio de diálogo constructivo, la política es un campo de batalla en el que la tolerancia no tiene cabida.

La pluralidad ideológica es un aspecto fundamental para el correcto funcionamiento de una democracia se debe enaltecer en todo momento. Lo que no se puede ni debe enaltecer es el odio entre una ideología y otra. Más allá de unirnos, nos estamos distanciando de la meta: alcanzar prosperidad como sociedad en todos los aspectos.

Hoy, el cambio debe comenzar por el discurso del presidente. No más exclusiones para ningún grupo, ni siquiera a "la mafia del poder". Habrá que crear puentes entre las ideologías en conflicto para que prevalezca la armonía.

Cesáreo Escobedo
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 19 de enero de 2019).

No hay certeza de que a los llamados huachicoleros los hayan frenado, con todo y la presencia de 5,000 efectivos del Ejército en el resguardo de las instalaciones de Pemex y los ductos por los que debe trasladarse el combustible.

Esta realidad, por otra parte, se observa e interpreta de modo diferente según sea el lugar del país donde se analice.

En Jalisco por ejemplo, la preocupación mayoritaria no es si puede haber un estallido en una toma clandestina, sino más concretamente: ¿cuándo se regulariza el abasto de combustible?

En los 9 municipios de la zona conurbada, tenemos pruebas diarias de las dificultades que tienen los automovilistas para cargar combustible. Las filas de autos son largas y la espera puede ser de unos 30 minutos hasta varias horas. También se han vuelto regulares las hileras de automóviles que se quedan toda la noche, a la espera de que una pipa surta el combustible y la gasolinera venda durante el día.

Pero si eso es la ciudad, deberían también considerarse los muchos municipios en las zonas rurales de Jalisco. Las gasolineras están prácticamente cerradas en zonas de varias decenas de kilómetros. Parece obvio, porque si la mayor parte de la población jalisciense está en la zona conurbada, es aquí donde llegan la mayoría de las pipas. Pero las afectaciones para agricultores, ganaderos y trabajadores son incuantificables.

El problema se agrava cuando el director de Pemex asegura que el ducto de Salamanca ya está operando, aunque se cierre intermitentemente cuando localizan otra toma clandestina, el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez, declara públicamente que a él le informaron que en la refinería de Salamanca, ¡ya no tienen gasolina!

¿A quién creerle? ¿Al director de Pemex? ¿Al gobernador?

Usted puede elegir en quién depositar su confianza. Lo que parece más certero es que aquellos días (o noches) en los que se podía llegar a una gasolinera y surtir en 2 minutos unos pocos litros de gasolina, pasan a formar parte de la historia.

Jorge Octavio Navarro
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 21 de enero de 2019).

Las acciones del expresidente Peña, del PAN, del PRD, del PRI, y de sus candidatos, le pusieron la mesa para que AMLO ganara como ganó.

Y, hoy, con una oposición completamente borrada y sin necesidad de buscar consensos, tiene todos los márgenes de maniobra para hacer su voluntad.

Pareciera a veces que la principal oposición... ¡está en Morena!

Partidos políticos aparte, en la sociedad nos encontramos en un entorno en el que parecieran existir sólo 2 opciones.

Los críticos de AMLO consideran que, si uno no lo ataca y no lo considera el peor presidente de la historia, se convierte en un apologista y aliado de una dictadura en ciernes.

Y los que respaldan a López Obrador piensan que si uno no manifiesta un apoyo abierto y lo critica con mesura, entonces hace el juego a la reacción y a las mafias del poder.

Uno se puede quedar solo, aborrecido por buena parte del espectro político, si intenta mantener un punto de vista alejado del partidismo y tratando de encontrar los puntos buenos y malos del gobierno.

Ese es el tono de la opinión pública. Blancos y negros. No hay grises.

Enrique Quintana
(v.pág.2 del periódico El Financiero del 23 de enero de 2019).

Esto no es binario: opinar no implica boicotear; disentir en algo no significa descalificar al todo. Ésa es la trampa en la que hemos caído, quizá caímos ahí en parte por la virulencia de las redes sociales. Pero el debate existía antes de éstas, era mucho más amplio que lo que vemos hoy en éstas, era útil para todos, tanto que incluso durante los tiempos del partidazo se acuñó una frase clásica al respecto: lo que resiste, apoya.

Hoy, en cambio, vivimos una estampida donde la bufalada empresarial y política hace un silencio estruendoso al huir de su responsabilidad de abrir y nutrir el debate.

Hay excepciones, claro está, y no es menester nombrarlas, son tan pocas que en una de esas sobran dedos de las manos al enumerarlas.

Los demás, ¿dónde se habrán metido?

Hay unos de esos que van por los pasillos argumentando que no han llegado los tiempos de salir, que es muy pronto, que Andrés está muy fuerte... Ya les tumbó el aeropuerto, ya borró la Reforma Educativa, ya suspendió en los hechos la energética, pero ellos creen que es muy pronto para debatir. ¿No será que en realidad no saben, no pueden estar mal con el de arriba, sea quien sea?

En un país de 120 millones apenas se oyen unas cuantas voces que dicen en público "así no, Presidente, negociemos, pactemos".

¿A dónde se habrán ido todos y qué les hará creer que hay retorno digno desde la nada que hoy son?

Salvador Camarena
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 29 de enero de 2019).

El ambiente de división nacional que fomentó López Obrador en campaña, y que siguen alentando varios de sus colaboradores, divide a la opinión pública entre partidarios de AMLO (los chairos) y detractores (los fifís) provocando que cualquier análisis serio de la situación, si considera la posibilidad de señalar errores del actual gobierno, sea descalificado.

Es a tal grado la ceguera de ambas partes, que cuando el presidente o su gente cometen alguna pifia (que las ha habido, y muchas), se les perdonan porque son lo políticamente correcto.

A Peña Nieto ya lo hubieran linchado por decir la décima parte de las imprecisiones que ha dicho AMLO.

Nos estamos quedando sin herramientas de medición.

Aún no se cumplen 3 meses de gobierno, mucho menos 100 días, y seguimos navegando sin entender nada, pero con esa sensación de calma chicha que presagia una tormenta.

Pablo Latapí
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 7 de febrero de 2019).

Dicen por ahí que las encuestas son como los bikinis: muestran mucho, pero esconden lo importante. La alta aceptación no quiere decir que el elector promedio comulgue con todo lo que hace el presidente. Tampoco significa que el respaldo sea inquebrantable o que exista una adhesión ciega a los postulados del presidente. Empero, lo que sí podría simbolizar es que los mexicanos están premiando las intenciones. Luego de un sexenio, como el de Peña Nieto, que se acabó en 20 meses y con un presidente impotente, todo indica que las encuestas están reflejando un estado de ánimo frente al renovado activismo de la Presidencia. Me explico.

López Obrador ha logrado, en 5 meses de transición y 2 meses de gobierno, sacudir profundamente el tablero político y social. Y la sacudida está directamente relacionada con su diagnóstico de país: la corrupción está por doquier. Detrás del huachicoleo, corrupción. Detrás de las estancias infantiles, corrupción. Detrás de los apoyos del gobierno, corrupción. Detrás de las quejas de los gobernadores, corrupción. Detrás de las campañas de los medios de comunicación tradicionales, corrupción. Detrás de la resistencia del poder judicial a subordinarse a la agenda de austeridad, corrupción. Detrás de las quejas de los empresarios por la cancelación del NAIM, corrupción.

López Obrador ha hecho de la corrupción un metarrelato que busca explicar todo lo que nos sucede como país. Dicho marco de pensamiento embona a la perfección con el sentido común del mexicano promedio que considera que la corrupción es la perversión que está en la base de todos nuestros males nacionales. Y no sólo eso: sino que su discurso sobre la corrupción es transversal. Habla de valores perdidos (argumentos que gustan a la derecha) y condiciones sociales de pobreza y exclusión (argumentos que gustan a la izquierda), para explicar los altos niveles de corrupción y violencia.

Ese relato le ha permitido a López Obrador seguirse construyendo como la kryptonita del sistema, pero desde la Presidencia misma. En esta lógica plebiscitaria que baña su narrativa, el jefe del ejecutivo coloca a la oposición permanentemente en la defensa de las posiciones sistémicas. En un momento de desprestigio profundo de las instituciones que fueron cimientos de la transición (INE, SCJN, INAI, órganos reguladores, el tripartidismo, la comentocracia), López Obrador gana el plebiscito y cohesiona, aún más, a su base de simpatizantes. Mientras la oposición no salga de ese marco de discusión, será difícil que la opinión pública los visualice como alternativas al proyecto presidencial.

El simbolismo y la restitución del prestigio presidencial también se encuentran en la explicación de la alta aprobación del ejecutivo. México tiene una cultura política hiper-presidencialista. Luego de algunos sexenios en donde la figura presidencial sufrió desgaste, la intención de López Obrador es revitalizarla. Dotarla de un sentido histórico y atarla a la transformación. El presidente vuelve a ser el centro del sistema político (ya no son los gobernadores o los partidos políticos). Todo nace y muere en su narrativa. La opinión pública está premiando ese esfuerzo de restablecimiento de una institución fundamental para el sistema político mexicano, pero que estaba señalada por presuntos casos de corrupción tan graves como la "casa blanca".

De la misma forma, López Obrador ha sido muy hábil para evitar que las posibles flechas lanzadas contra su gobierno queden en raspones a su equipo y no afecten su imagen personal. Por ejemplo, la corrupción. El presidente siempre ha hecho una diferencia muy clara entre lo que él simboliza y lo que puede afectar a su equipo de trabajo. Los departamentos no reportados por Javier Jiménez Espriú y Olga Sánchez Cordero, ¿afectan la imagen de transparencia presidencial? Uno podría pensar que sí, pero la realidad es que mientras no exista un caso que toque directamente a López Obrador, es difícil que la opinión pública lo involucre. La economía tendrá una ligera desaceleración, pero nada que suponga un golpe al presidente. Frente a estos dos escenarios en donde parece que la imagen del presidente no corre peligro, la inseguridad sí podría golpear la aceptación del mandatario. Por ello, la implementación de proyectos como la Guardia Nacional que buscan generar resultados en corto plazo.

En ese mismo sentido, las conferencias matinales le han permitido al presidente monopolizar el debate público e imponer agenda. La vida de un tema es de 24 a 48 horas. Los escándalos no duran más que un instante y cada mañana es una vuelta más a la página. La oposición todavía no entiende esta nueva lógica y las reacciones de sus máximos dirigentes lucen tardías y poco certeras. Eso le permite al presidente construir una especie de monólogo, en donde él abre el debate y lo cierra. Él propone, corrige y convoca. Esta dinámica no puede ser mantenida durante todo el sexenio, pero en 80 días ha sido efectiva. En la base del discurso lopezobradorista asoma la idea de que estamos frente a un cambio de régimen. Un momento en donde todo está en disputa y no existe tema vedado. La potencia de la narrativa del presidente está directamente relacionada con la credibilidad de los cimientos del cambio de régimen: el fin de los privilegios, el combate a la corrupción, el debilitamiento del neoliberalismo, la recuperación del poder presidencial, la cercanía con el pueblo. No existe popularidad infranqueable ni luna de miel eterna. López Obrador está utilizando su capital político para sacudir el tablero político y la opinión pública está premiando su activismo cotidiano.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 17 de febrero de 2019).

Hay buenas razones para rechazar una fuerza policial militar, cualquiera que sea su nombre. Nuestra Constitución señala en el artículo 129 que "En tiempo de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar". El 20 de diciembre de 2018, por otra parte, la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitió su fallo en el caso Alvarado Espinoza y otros vs. México que determinaba que, "en tareas de seguridad, la participación de las fuerzas armadas debe ser... extraordinaria..., subordinada y complementaria a las labores de las corporaciones civiles..., regulada mediante mecanismos legales y protocolos sobre el uso de la fuerza... [y] fiscalizada por órganos civiles competentes, independientes y técnicamente capaces". Un comunicado señaló: "La Corte reafirmó que, como regla general, el mantenimiento del orden público interno y la seguridad ciudadana deben estar primariamente reservados a los cuerpos policiales civiles".

Solo hay una razón para tener una policía surgida de las fuerzas armadas. Nadie más parece estar preparado para asumir la responsabilidad.

No sorprende que mientras los legisladores del PRI se oponen a la propuesta del gobierno de una Guardia Nacional militarizada, los gobernadores de su propio partido respalden la iniciativa. Tampoco que los panistas, muchos de los cuales hoy rechazan la propuesta de López Obrador, hayan lanzado a las fuerzas armadas a las calles al empezar el sexenio de Felipe Calderón, ni que Calderón lo haya hecho originalmente en Michoacán, su propio estado, a petición del entonces gobernador perredista Lázaro Cárdenas Batel.

Es notable cómo ha cambiado la posición de los morenistas. ¿Recuerda usted cuando culpaban al Ejército por la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa y exigían que se abrieran los cuarteles para buscar a los estudiantes en las mazmorras? ¿Se acuerda usted cuando en marzo de 2017 el entonces senador Manuel Bartlett cuestionaba la Ley de Seguridad Interior del gobierno de Enrique Peña Nieto porque "la seguridad pública es un tema de civiles"? Mejor olvídelo porque hoy el presidente López Obrador afirma que a los soldados "les necesitamos para serenar al país".

No es la 1a. vez que se pide a las fuerzas armadas organizar una corporación policial. Lo hicieron antes con la Policía Federal y la Gendarmería. En ambos casos, me dice un militar de alto rango, ellos organizaron estos cuerpos, pero después se les pidió entregarlos a mandos civiles. No pasó mucho tiempo para que se corrompieran.

No es imposible tener una policía federal civil y honesta. Es falso, por otra parte, que los militares, por el simple hecho de serlo, violen los derechos humanos. La mayoría de los países democráticos del mundo tienen policías civiles capaces y honradas y militares que cumplen con sus funciones de manera impecable. Las policías se hacen cargo de la seguridad interior y las fuerzas armadas de la seguridad nacional. Es lo correcto.

Una Guardia Nacional militar tendría muchos problemas legales. Uno sería que los elementos estarían sometidos al fuero militar. Pero se entiende por qué los gobernadores y los morenistas, que antes rechazaban la actuación de las fuerzas armadas como policía, hoy afirmen que necesitamos a los militares para serenar al país. Los militares han cumplido con esta responsabilidad mejor que las policías.

Sergio Sarmiento
(v.periódico Mural en línea del 21 de febrero de 2019).

Con evidencias empíricas y experiencias exitosas del trabajo corresponsable de los integrantes de las fuerzas armadas con la sociedad y autoridades, buscamos el testimonio de representantes de algunas de las más de 30 Mesas de Seguridad y Justicia (MSJ) que operan actualmente dentro de la Red Nacional de Mesas de Seguridad y Justicia (RNMSJ) que coordina México SOS, para relatar cómo es trabajar y vivir en el día a día con militares:

MSJ de Apatzingán, Michoacán.

Un integrante de la MSJ de Apatzingán, Michoacán, quien pide omitir su nombre por razones de seguridad, menciona que "desde que se inició la MSJ en esta ciudad, los militares fueron de los primeros en sumarse, nos han apoyado con otras fuerzas del orden y eso se reflejó en el estado de ánimo de la sociedad; es una institución muy respetada aquí en la zona caliente de Michoacán y como decimos: 'los soldados le ponen el pecho a las balas', el militar impone orden y eso se nota. Si ellos (los militares) no hubieran venido, tendríamos un problema serio de crimen organizado, una población con muchos problemas de drogas. En cuanto a la Guardia Nacional, puedo decir que es una medida provisional, que subsanará ciertos problemas, habrá que analizar sus facultades, pero por lo que puedo decir del Ejército es que tiene personal sumamente capaz y disciplinado; ya tocará a los gobiernos de los estados también hacer su tarea en materia de seguridad".

MSJ de Ciudad Mante, Tamaulipas.

Por su parte, una integrante de la MSJ de Ciudad Mante, Tamaulipas, mencionó que están muy agradecidos con el personal del Ejército: "Sufrimos cuando ellos se retiraron, crecieron las extorsiones, el número de homicidios dolosos; la policía estatal estaba sobrepasada. En cuanto regresaron, se notó inmediatamente. En lo personal, estoy muy agradecida con el Ejército y el secretario de la Defensa Nacional, porque son gente que abandona su familia y expone su vida por proteger la de nosotros. Sin duda, como institución, son los más capacitados, no tenemos con qué pagarles lo que han hecho por nosotros; sin ellos, nos sentiríamos abandonados"... "Respecto a lo de la Guardia Nacional, debe crearse, pero siempre y cuando exista un marco legal, porque ellos serían el 1er. respondiente, y así, correrían un gran riesgo. Tenemos que luchar para que la Guardia Nacional tenga un respaldo legal".

MSJ de Torreón (comprende la problemática de la zona de La Laguna: Torreón, Coahuila; Gómez Palacio, Durango).

Un miembro de la MSJ de Torreón expresó: "Recuerdo cuando en los años 2007, 2008, hasta 2012, las condiciones de inseguridad en esta zona [La Laguna] nos ponían como una de las más violentas del mundo. Llegamos a tener una media de 70 homicidios por cada 100,000 habitantes. Así que la intervención del Ejército fue más que puntual. Las ciudades de Torreón y Gómez Palacio depuraron a sus policías y los ciudadanos recuperaron la confianza. Las fuerzas armadas, por iniciativa de los sectores privado y social, se coordinaron con otras corporaciones para tener más seguridad en los límites de Coahuila y Durango y, de hecho, el comandante militar de esta zona lo nombra cada año el secretario de la Defensa Nacional".

"Sus elementos son altamente confiables y están capacitados para las funciones que demanda la seguridad pública. De la Guardia Nacional habría que evaluar si ésta va a ser permanente, hay que tomar cuenta también el respeto a la soberanía de los estados y municipios del país".

Como se advierte, las experiencias vividas por la población de zonas que han padecido índices de alta delictividad y violencia, y que han tenido la oportunidad de interactuar y trabajar directamente con las fuerzas federales, dan cuenta de una realidad muy distinta a la considerada por otras personas y colectivos que se oponen a la creación de la Guardia Nacional.

Desde luego, en México SOS no extendemos un cheque en blanco para su aprobación y puesta en marcha, pues somos conscientes de que se deberá recorrer todavía un largo camino para que dicha institución sea aceptada socialmente y alcance los resultados que en materia de seguridad demandamos todos los mexicanos; resaltamos el forzoso y paralelo empeño, estatal y municipal, por profesionalizar y dignificar a sus instituciones policiales. No obstante, confiamos en que el rediseño institucional propuesto bajo esta iniciativa y en apego al Plan Nacional de Paz y Seguridad 2018-2024, plantee alternativas viables que ofrezcan un mejor derrotero para construir un México de paz y justicia para las presentes y futuras generaciones.

México SOS
(febrero de 2019).

México vive una coyuntura política en donde el presidente es altamente popular y las instituciones son muy impopulares. Y Andrés Manuel López Obrador lo sabe: puede despotricar contra cualquier institución y no habrá una gran resistencia popular. Nadie saldrá a manifestarse por el Instituto Nacional Electoral, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el Banco de México o el Comité Regulador de Energía. El aprecio social por las instituciones, esas que cimentaron la transición a la democracia desde los noventa, se encuentra por los suelos. No hay quien las defienda.

Los órganos constitucionalmente autónomos saltaron al centro del ring político. López Obrador cargó contra la Comisión Reguladora de Energía y, de paso, dijo que las instituciones autónomas no han cumplido su función. Es cierto que muchas de ellas son obesas, atravesadas por las cuotas partidistas y que necesitan reformas profundas. No están exentas de corrupción y privilegios tolerados por muchos años. Es cierto que hace tiempo se alejaron de la ciudadanía y comenzaron a responder más a la lógica de reproducción de su propia burocracia.

Sin embargo, es mentira sostener que no han funcionado para nada. Los derechos políticos, las libertades y la estabilidad económica son mucho mayores que en los 90s cuando comenzaron las legislaciones para dotar de autonomía a distintos sectores de la administración pública. La victoria de Andrés Manuel López Obrador en las urnas es también prueba de ello.

Vamos a hacer un contrafactual: ¿qué pasaría si no hubieran existido los órganos autónomos? ¿Hubiera existido alternancia -PAN, PRI, Morena- sin un IFE autónomo? ¿Hubiera sido posible con las elecciones organizadas desde Gobernación? ¿No sería más sencillo hacer un fraude desde SEGOB? Sin instituciones autónomas de transparencia y protección de datos personales, ¿tendríamos el acceso a la información que tenemos hoy? Sin comisiones de derechos humanos, ¿tendríamos la misma observancia de los derechos fundamentales en el país? ¿Hubiera sido posible la reforma de 2011 en materia de derechos humanos? Sin el Banco de México, ¿tendríamos una economía con inflación baja y estabilidad? ¿No tenemos más y mejor información con la autonomía de la que goza el INEGI? ¿No son más confiables sus datos si la información se construye externamente al ejecutivo?

Es innegable que todavía hace falta mucho para garantizar la plenitud de los derechos políticos y las libertades ciudadanas en México, pero decir que no se avanzó nada a través de la autonomía institucional, es caer en un cortoplacismo injustificable. Dichas instituciones, por errores y excesos, están siendo señaladas por una parte de la ciudadanía, pero es un grave error tirar el agua sucia con el niño adentro.

Porque, ¿qué nos garantiza que las instituciones que surjan de la erosión de las previas serán democráticas, plurales y representativas? ¿Debemos confiar ciegamente en la palabra del presidente? Cualquier gobierno tiene la tentación de utilizar sus mayorías para hacer borrón y cuenta nueva con el pasado. Si la oposición se fragmenta, aunque sea de forma menor, la aritmética parlamentaria beneficia ampliamente al presidente. El debate sobre la Guardia Nacional es un indicativo de la influencia que puede tener la oposición si se mantiene cohesionada. Lo que sucedió en el Senado -debate sobre la Guardia Nacional- es espejo de que es posible que la pluralidad, el debate y la normalidad democrática tengan consecuencias positivas. La Guardia Nacional, aprobada por unanimidad, tiene controles democráticos, periodicidad y respeto a los derechos humanos. Eso hubiera sido impensable sin el compromiso de la oposición con una Guardia Nacional civil y sin la disposición a pactar de la coalición gobernante.

El problema de fondo es que los órganos autónomos nacieron por una razón: la desconfianza de la ciudadanía frente a un gobierno incapaz de democratizarse y rendir cuentas. El IFE nació porque el gobierno hacía fraude y el PRI se eternizaba en el poder. El INEGI nació porque el gobierno tiene la tentación de alterar los datos para, así, querer alterar la realidad. El BANXICO por las décadas en donde el gobierno hacía un irresponsable uso de la política monetaria por cálculos políticos. No son ocurrencias los órganos autónomos, sino remedios a inercias históricas que impedían el ejercicio en plenitud de la democracia y sus cimientos.

Si la premisa sigue siendo vigente (la autonomía es un buen método para combatir la desconfianza) entonces lo que necesitamos son reformas que profundicen la autonomía y corrijan los excesos de dichas instituciones. El problema es que detrás de la impugnación presidencial a todos los órganos autónomos puede existir la tentación de reformular todo el tejido institucional, pero a imagen y semejanza de lo que quiere López Obrador y su proyecto político. Es decir, utilizar su mayoría para debilitar los contrapesos fundamentales para la democracia y dotar de mayor margen de maniobra política al presidente. Defender la autonomía de los órganos constitucionales que protegen derechos no es estar a favor de los excesos en los que ha caído ni tampoco justificar los vicios institucionales, sino entender que el poder debe tener límites para no caer en abusos.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 24 de febrero de 2019).

Una de las conductas más constantes en el gobierno mexicano ha sido la manía de endeudar al país, al estado, al municipio y a quien se pueda. Ya en 1823 México debía una muy buena cantidad de dólares a Estados Unidos y apenas llevaba 2 años de independencia. A partir de entonces este recurso ha sido la moneda corriente de cuanto gobierno llega, sea del partido que sea y haya hecho las promesas que haya hecho. Bien claro se ve que a la hora de buscar dinero, las ideologías más opuestas se igualan y las expectativas de cambio se estrellan estrepitosamente.

Es cierto que hoy día todos los países del planeta están endeudados y que incluso, pedir prestado se convirtió para muchos en un verdadero negocio, dependiendo del destino que se dé al préstamo obtenido y las condiciones en que éste se adquirió. No ha sido así para México porque el gobierno está marcado por una crónica ausencia de inteligencia y honestidad. Obtienen préstamos y se quedan con su "comisión", toman los cuantiosos recursos recibidos y los dilapidan sin ton ni son, y al final lo único que sobrevive es la crecida deuda que ha de pagarse con los impuestos que da la ciudadanía. Espiral trágica de nuestra vida política: la enorme riqueza que el país genera se va en pagar crecidas nóminas, intereses y manejos de la deuda, de tal modo que para hacer obra pública, tan importante para los políticos porque les da lucimiento, hay que solicitar nuevos préstamos.

Los congresos nacional y estatales están desde luego muy abiertos a aprobar cuanta solicitud presenten los ejecutivos para seguir endeudando a todo mundo, en parte porque piensan que es así que las cosas funcionan; la estrechez mental y la corrupción producen inercias difíciles de abatir. Aprobadas las solicitudes, ya nadie se ocupa en dar seguimiento al dinero obtenido, a no ser de manera formal y siempre a modo de quien tiene el poder. Por lo pronto en los últimos años Jalisco ha triplicado su deuda, y es el 4o. estado más endeudado del país en lo que mira a sus municipios, y todavía no pasa medio año y ya el nuevo gobierno, el del genuino cambio, el de la refundación, está solicitando un nuevo endeudamiento.

Parte de nuestros atavismos mentales es pensar que sin dinero no puede hacerse nada, y es cierto, si a la falta de recursos económicos se une la ausencia de imaginación y creatividad, y la obsesiva preocupación por irse preparando el futuro próximo que aqueja a todos los políticos, razón que los lleva a incrementar la nómina para aumentar también la clientela partidista reestructurando y complicando los organigramas del gobierno.

Es urgente que los congresos establezcan límites bien definidos en torno al tema de la deuda, no es posible que sigan reduciendo su función a la de ser comparsas, bien pagados, de los gobiernos. La ciudadanía no debe seguir permitiendo que sus gobernantes simplemente se dediquen a seguir endeudándola por generaciones, sin su consentimiento, sin su participación constante, sin siquiera tener la información suficiente.

Armando González Escoto
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 3 de marzo de 2019).

En México hay una izquierda intelectual, y hay -llamémosla así- una izquierda callejera. La izquierda intelectiva es racional y razonable; la forman hombres y mujeres cuya cultura y honestidad están más allá de toda duda. La izquierda callejera, en cambio, es cerril, es cerrera y es cerrada. Lo suyo es la violencia y el desorden; la negativa al diálogo; la desatentada pretensión del todo o nada; la intolerancia. También esa izquierda siniestra es diestra en todas las artes de la corrupción. El problema es que en lugar de que la izquierda intelectual mueva a la izquierda callejera, es ésta la que mueve a aquélla. Entonces vemos cómo los intelectuales razonables condonan y aun aplauden las ilegalidades y extremismos de la izquierda dogmática, la acompañan en sus desafueros y justifican todos sus desmanes, pues quienes los cometen son "el pueblo", y el pueblo siempre tiene la razón, aunque sea irracional. Una izquierda verdaderamente honesta no puede autorizar la violencia, el dogmatismo, la intolerancia, el caudillismo autoritario. Antes bien debe imponer sus razones sobre la sinrazón, y su ética sobre la inmoralidad. No se puede ser cómplice de la mentira...

Armando Fuentes Aguirre "Catón"
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 9 de marzo de 2019).

En México hay una clara dicotomía entre estados que crecen y se han integrado a una prosperidad norteamericana, mientras otros se parecen más a nuestros vecinos centroamericanos. ¿Hacia cuál realidad convergiremos?

El problema de México no es la falta de crecimiento. Hay estados que participan en cadenas de abasto globales (San Luis, Nuevo León, Aguascalientes, Querétaro) y otros incapaces de atraer inversión privada (Tabasco, Campeche, Oaxaca) por falta de infraestructura, por un ambiente hostil o por carecer de una población con habilidades mínimas para ser empleable. México no es atractivo por sus bajos salarios. Si eso fuera, Oaxaca sería Nuevo León. Lo atractivo es que tenemos buenos ingenieros y trabajadores que aprenden rápido, pero no en todas partes.

Este gobierno busca normalizar la pobreza y quiere normalizar la mediocridad. Si la brecha entre ricos y pobres se cierra empobreciendo al rico, estamos perdidos. Si la brecha regional se cierra quitándole competitividad al próspero, también lo estamos. En 100 días, el gobierno de López Obrador ha contribuido a que en unos años todo México sea Tabasco. El sur es el gran perdedor por la cancelación del Nuevo Aeropuerto. Por años, no habrá capacidad para conectar desde la capital a ciudades medias que se beneficiarían de una mayor frecuencia de vuelos. Además, perdimos la posibilidad de tener un hub estratégico de carga internacional, cuando las cadenas de valor globales se han acortado.

México pierde la oportunidad de competir con países asiáticos en medio de 2 tendencias importantes, el reshoring, como se le llama a que regresen a Estados Unidos plantas de empresas estadounidenses en el extranjero, buscando que la producción reaccione más rápido a cambios en la demanda; y el near-shoring, que busca al menos producir geográficamente cerca de Estados Unidos, donde México es un destino atractivo.

Se ha promovido una relación sindical más contenciosa, bajo la errada hipótesis de que las amenazas de huelga estimulan aumentos de sueldos. Como acertadamente comentó Carlos Elizondo ("La lucha de clases hoy", Excélsior, marzo 7), Morena pretende construir un nuevo movimiento obrero sobre una legislación laboral que no permite competir en un contexto global. Los paros en Matamoros son, además de ilegales, devastadores. Para industrias como la de autopartes (altamente sensible a entregas a tiempo), que exporta 90,000 millones de dólares al año, nuestra estabilidad laboral era crucial. En México se producen partes que se integran puntualmente a largas cadenas de valor mutinacionales. Un paro provoca que toda la cadena se detenga, imposibilitando la entrega a tiempo de un automóvil terminado.

Los paros provocarán desinversión y cierre de plantas. Miles de trabajadores quedarán desempleados y se incorporarán a la economía informal, en el mejor de los casos; migrarán, o se emplearán con el crimen organizado, en el peor. La brecha entre norte y sur se cerrará restándole competitividad al norte, empobreciéndolo.

México no se desarrollará porque el gobierno incremente gasto social. Lo hará cuando genere las condiciones para que la inversión privada nacional y extranjera prosperen, y para que los jóvenes aprendan a emprender. Como dijera Margaret Thatcher, el problema con el socialismo es que al gobierno eventualmente se le acaba el dinero de los demás. Lo subrayo. Este gobierno, como cualquier otro, sólo "invierte" lo que antes le quitó a individuos o empresas en forma de impuestos. Si además gastan mal, en refinerías por capricho o en trenes absurdos, el daño es doble.

Un sindicalismo moderno debe pugnar porque las empresas capaciten mejor e inviertan en bienes de capital de punta, para que la productividad aumente. Eso está lejos de las prioridades de Gómez Urrutia y Pedro Haces, al frente de las futuras centrales obreras morenistas. Un ambiente laboral contencioso también acelera procesos de automatización e inteligencia artificial que hoy son la mayor amenaza para cualquier trabajador.

El día en que México se parezca más a Monterrey y menos a Macuspana, sabremos que estamos en el camino correcto.

Jorge Suárez-Vélez
(v.periódico Mural en línea del 14 de marzo de 2019).

Aunque a ninguna de las autoridades les gusta aceptarlo, las deudas interna y externa, la inseguridad y la corrupción que se padecen en el país, son el flagelo que más cala en la sociedad mexicana, con independencia de que hay otras tareas que también nos tienen "con el Jesús en la boca", como la impunidad y el aumento en el consumo de drogas.

Paralelamente al abandono de las autoridades, por temor y/o complicidad, el crecimiento y expansión del narcotráfico y consumo de drogas en nuestro país, la inseguridad se empoderó de las calles en todos los rincones del país, sin distingo de clase social alguna, pues en todas ellas se han padecido episodios que lastiman a la sociedad, aunque claro está, son los que menos tienen, los que más recienten la situación y aportan a los muertos (asesinados, torturados, descuartizados, encobijados, embolsados, entre otros múltiples ejemplos de la inseguridad que se padece).

Salir de casa e incluso quedarse en ella, representa todo un reto, pues pareciera que en ninguna parte se puede estar seguro, ya que se han presentado casos en los que incluso personas que cuentan con escolta (pagada por el gobierno o por ellos mismos), han sido asesinados o blanco de atentados.

De la corrupción hay mucho que decir, sobre todo porque esta acción se presenta en prácticamente todos los ámbitos, sin dejar de considerar que para que la corrupción se lleve a cabo, es necesaria la existencia de un corruptor. Así, los índices de corrupción sitúan a nuestro país entre los más corruptos del planeta, empero, no dejo de subrayar que en este problema prácticamente todos estamos involucrados.

Cuauhtémoc Cisneros Madrid
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 18 de marzo de 2019).

La democracia mexicana, nadie puede decir lo contrario, es inmadura, imperfecta. Nuestra sociedad está empeñada en una lucha permanente por la supervivencia, en medio de la desigualdad, la violencia, los altos índices de criminalidad, la debilidad de la justicia y como cualquiera puede comprobar, la tendencia a la concentración del poder y la desaparición de los equilibrios institucionales.

En un escenario como éste un "hombre fuerte", y López Obrador lo es, puede sencillamente convertirse en dictador. Es aquí donde germinan los comparativos con Venezuela y su República Bolivariana.

Sin dudar de la honestidad del presidente, las condiciones están creadas para debilitar el modelo democrático que tantos años nos ha costado, y que al mismo tiempo ha sido permanentemente atacado y erosionado. Mucho antes de que él arribara al poder, eran abundantes los análisis que advertían de las condiciones para que México pasara de la democracia a un gobierno autoritario.

¿Esa posibilidad está descartada? Naturalmente no. Para fortalecer un sistema democrático, lo prueba la experiencia, se requieren instituciones fuertes, y eso es justo lo que estamos perdiendo.

A pesar de la polarización y los conflictos, quedan las instituciones educativas, las asociaciones civiles, los organismos empresariales, las comisiones de derechos humanos y los espacios ciudadanos de manifestación y reclamo. De los partidos políticos, sinceramente, poco puede esperarse. Son los ciudadanos, con actos voluntarios, quienes pueden mantener aún contracorriente, la ruta de la justicia y la democracia.

Jorge Octavio Navarro
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 20 de marzo de 2019).

Todos giramos en torno a la 4a. Transformación: los medios de comunicación, las cúpulas empresariales, las organizaciones de la sociedad civil, los partidos políticos de oposición, los gobernadores y un larguísimo etcétera. Toda política pública se analiza bajo el tamiz de la opinión que tengamos de López Obrador. Es como si creyéramos que él estará en la silla presidencial los próximos 2 siglos.

Como nunca antes, al menos en los tiempos medianamente democráticos, hay una focalización excesiva en la figura presidencial. Vivimos un AMLO-centrismo. Todo gira y muere en torno a las posturas y declaraciones que emite un presidente que lleva menos de 4 meses en el cargo. ¿Es sano para el país esta atención desmedida a cada movimiento del presidente? ¿Cuándo pasamos de la fiscalización continua al mandatario a la obsesión irracional? ¿Qué consecuencias tiene que el debate público sea un permanente plebiscito sobre la figura de López Obrador?

1o., lo estamos viendo: se pierde el mediano y largo plazo. Los lentes con los que miramos la realidad se estructuran en torno a las filias y fobias que desata el personaje. Los debates en México se llenaron de adjetivos y calificativos, que fueron sustituyendo a los argumentos de fondo. Es fácil percatarnos de ellos en las columnas de todos los días en diarios locales y nacionales. La revocación de mandato, por ejemplo, ya no la discutimos sobre la base de la idoneidad del instrumento o sus consecuencias para el sistema político mexicano, sino con la miopía de la rentabilidad electoral. O la reforma educativa: el acento más puesto en los beneficios para el presidente y su coalición de gobierno, que en los derechos de las niñas y los niños. Dejamos de discutir el país y lo sustituimos por una dicotomía eterna entre simpatizantes y críticos del presidente. Un México que se ve en un espejo que parece agotarse en 2021 y no hay más que eso. Para unos, detener al presidente como sea, para otros imponerse sin más.

2o., esta obsesión de la opinión pública con López Obrador, a veces, difumina la línea entre lo relevante y lo accesorio. Entre lo estructural y lo anecdótico. Pasamos días enteros polemizando sobre el "me canso ganso"; sobre fifís y chairos; sobre los lugares favoritos para comer del presidente. O sobre el beisbol. Los grandes debates del país desplazados por una ola de frivolidades que inundan las redes sociales y tienen su eco en los medios de comunicación tradicionales. Las discusiones se vuelven semanales, más pensadas en la disputa por la agenda mediática, que en las soluciones que el país necesita. Más pensadas en la lógica de reiterar la lealtad absoluta al líder, o el odio arrebatado contra él, que en imaginar las instituciones y el país que queremos. Y como López Obrador es un imán, atractivo para medios, opinión y comentarios, el epitafio declarativo del neoliberalismo se devora los debates serios sobre la economía y la fiscalidad, y el amor presidencial por Benito Juárez es más importante que discutir la vigencia de la laicidad. La sociedad del espectáculo, convirtiendo la política en vacuidad y vanidades.

3o., esta dinámica amlocéntrica abona a la fanatización. Para el presidente, con una alta aprobación, forjar un plebiscito cotidiano tiene sentido. Encapsula a sus adversarios en el sistema y le permite ser ése que combate al estatus quo desde la silla presidencial. Sin embargo, estructura las identidades políticas en torno a su proyecto y nada más que eso. Siguiendo la “teoría de marcos”, López Obrador coloca el frame en donde se mueve la opinión pública y se borran las líneas ideológicas y programáticas. A favor o en contra. No hay más. Los matices se erosionan mientras en la opinión pública ganan relevancia posiciones fanáticas -de ambos bandos- que antes estaban condenadas a la insignificancia. Mantener una democracia, con una deliberación sana, es responsabilidad del presidente y la oposición. Cuando uno escucha las posturas de Yeidckol Polevnsky, presidenta de Morena, y el supuesto líder de la oposición, Marko Cortés -presidente del PAN- ve hasta qué nivel se ha degradado el debate público en México. El amor absoluto al presidente o su odio arrebatado dominan. Las posturas moderadas, en muchas ocasiones, lucen pusilánimes o timoratas.

La centralidad absoluta de la figura de López Obrador también tiene consecuencias para la oposición. Siempre he creído que las democracias más sólidas no sólo se deben a que tienen buenos gobernantes, buenas instituciones, leyes y ciudadanía activa, sino también cuentan con buenas oposiciones. Alguien me puede responder: ¿conocemos el proyecto alternativo de la oposición? ¿Qué haría distinto el PAN, PRI o quien sea si vuelven a gobernar? Es cierto que a nivel micro, en lo local, vemos algunas emergencias de proyectos atractivos, pero en el plano nacional vemos una oposición -con contadas excepciones- completamente extraviada. Que grita una y otra vez que nos vamos a convertir en la Venezuela del norte o que López Obrador se va reelegir y que la democracia mexicana -esa que tanto lastimaron- se encuentra en agonía. Se olvidaron de ofrecernos un proyecto de país y mejor decidieron instalarse en la esquizofrenia.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 24 de marzo de 2019).

En la mañanera de ayer la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum afirmó: "La mejor manera de recordar a Zapata es el apoyo que se está dando al campo en la Ciudad de México, además de todos los apoyos que está dando el Gobierno de México...". ¡Qué paradoja! Celebramos a Emiliano Zapata dando caridad a los campesinos empobrecidos.

A Zapata se le atribuye el renacimiento del ejido, esa forma colectiva de tenencia de la tierra que el gobierno colonial otorgaba a las comunidades indígenas. El ejido tenía sus orígenes en España, donde el término se refería a ciertos pastizales y bosques para uso de la colectividad en las afueras de los pueblos, pero también en formas de tenencia colectiva de la tierra en la Mesoamérica prehispánica.

Por el impulso de Zapata se restablecieron las tierras comunales y los ejidos abolidos por la Ley de Desamortización de 1856. Primero con la Ley Agraria de 1915 y después con la Constitución de 1917 se rechazaron las reformas liberales y México regresó a esas viejas formas de tenencia.

Hoy el país es muy distinto, sobre todo en las ciudades. Si solo consideráramos las zonas urbanas, México sería un país sorprendentemente rico. El campo concentra la pobreza: "Aunque solo una cuarta parte de la población mexicana vive en zonas rurales, en estas regiones reside el 60.7% de la población en pobreza extrema y el 46.1% de los moderadamente pobres en el país" ("La pobreza rural en México", Banco Mundial, 2004).

Esto se lo debemos en buena medida al ejido y a las tierras comunales indígenas cuya productividad es muy inferior a las propiedades privadas. Las restricciones a su venta y a las inversiones productivas en su interior han sido obstáculos enormes para su prosperidad. Quienquiera que haya tratado de realizar una inversión productiva en una tierra ejidal sabe el costo enorme que esto puede tener. Algunas veces es necesario comprar o alquilar el mismo predio 5 o 10 veces a distintos ejidatarios. La falta de derechos claros de propiedad ha mantenido a los ejidos y tierras comunales sin inversión y en la pobreza, mientras que el resto de la economía ha avanzado, a ritmo desigual, pero ha avanzado.

No debe culparse completamente a Zapata. Él exigía la restitución de las tierras de los pueblos, pero no proponía una "organización y explotación colectiva de los ejidos y comunidades", como señala la actual versión del Artículo 27 de la Constitución. Tampoco se pronunció por la prohibición de vender o alquilar tierras. Estas fueron ideas de los políticos e ideólogos que se adueñaron del legado zapatista. El propio Zapata era un agricultor próspero, un pequeño propietario, que simplemente quería echar para atrás el hurto de las tierras de su pueblo.

Hoy se utiliza la figura de Zapata para defender lo indefendible: esas formas colectivas de tenencia de la tierra que son el origen de la pobreza de la mayor parte del campo. Es muy doloroso que los políticos nos digan que recuerdan a Zapata dando ayuda a los campesinos empobrecidos. Mejor sería adoptar los derechos de propiedad que a él le permitieron convertirse en un agricultor que, con honrado trabajo, ganaba lo suficiente para mantener desahogadamente a su familia.

Sergio Sarmiento
(v.periódico Mural en línea del 11 de abril de 2019).

Cuando vemos cómo las cifras de ejecuciones violentas crecen, sobre todo en zonas marginadas o periféricas de la ciudad, nos damos cuenta que, por eficientes que sean las policías, no se dan abasto. Se necesitaría prácticamente una patrulla bien parapetada en cada crucero de la ciudad para por lo menos inhibir a los comandos de grupos armados asociados sobre todo al tráfico de drogas que con total impunidad recorren a sus anchas distintas zonas y disparan a sangre fría con quien seguramente tenía alguna cuenta pendiente, o estaba muy cerca de la línea de fuego de lo ilícito. Algo imposible. Nos queda a nosotros hacer las cosas correctas.

En el caso de la movilidad, donde vemos que conforme crece el número de vehículos aumentan los problemas de tráfico y por consecuencia proliferan los "gandallas", que buscan sacar ventaja en perjuicio de quien respeta normas y reglas. Y también crece el número de quienes se manejan con "cero tolerancia" hacia aquellos con menos pericia o menos habilidades para conducir.

Se requeriría, al igual que con la policía, un agente vial en cada esquina conflictiva para por lo menos inhibir a los gandallas. Pero el número de agentes viales ha crecido poquísimo en los últimos años, muy lejos de lo que crece la ciudad día a día con la incorporación de más y más vehículos.

No existen autoridades ni recursos suficientes.

La responsabilidad de manejar la ciudad va quedando en manos de nosotros, los ciudadanos, y es donde sería fantástico aplicar la bondad mínima.

Y al decir bondad nos referimos al pensar un poco en el lugar del otro. Como automovilistas considerar que el que va al lado es alguien como nosotros, que busca moverse en la ciudad, con las mismas ambiciones y sobre todo con el afán de hacerlo en paz.

Nada más sencillo que aplicar el "uno a uno". Medida mínima de cortesía, y que en realidad no nos cuesta nada. Cuando la aplicamos invitamos al que viene atrás de nosotros a hacer lo mismo y quizás provoquemos un efecto espejo.

Eso es bondad mínima.

Además, la ciencia ha demostrado que las buenas acciones son saludables, provocan buen ánimo en el entorno, fortalecen nuestro sistema inmunológico, y fomentan ese contagio por imitarlas, lo que significa que a la larga se rebotarán hacia nosotros de alguna manera.

Y así como el "uno a uno" hay mil cosas más que podemos hacer como prácticas de la bondad y que no significan mayor sacrificio, y que por lo menos a nosotros, que obligadamente nos vemos en una ciudad conflictiva, nos ayudan a sentirnos un poco mejor.

Pablo Latapí
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 2 de abril de 2019).

No importa el cadáver de un niño en un charco de sangre -donde también se ahogaron las vidas de 12 miembros de su familia en Minatitlán-, lo que importa es pelear.

Importa decir no jodan, ustedes tuvieron el poder, pero no pudieron con la violencia. Importa decir éjele, ustedes tienen el poder mas no pueden con los criminales.

Y ya, proferidas las respectivas sandeces, cada bando se retira a su coto enrejado, a comer/beber/dormir/soñar satisfechos, en el autoengaño de que han cumplido con los deberes cívicos.

No importa hacerle un boquete a la Constitución con un decreto infumable. Importa decir ustedes traían a la ley máxima de trapeador y resulta que ahora la quieren de bandera virginal.

Importa aprovechar el papelazo del presidente para activar las cacerolas digitales y soltar la letanía selodijista de autoritario, dictador, golpista, populista.

Es un milagro que no estemos peor. Los nubarrones en el horizonte del país vienen de tiempo atrás. Hablo solo de los problemas propios, autogestionados, pero tampoco es nuevo que un entorno adverso luego nos cobra más de la cuenta. Y a pesar de eso, de que los nuevos y los de antes saben que los males no se crearon ayer, ni en diciembre o en julio, eso a nadie importa. Importa ganar la batalla por nombrar las desgracias, aunque las calamidades no precisan de nombre, porque ya lo tienen, sino de urgentes soluciones.

Así, la realidad no es la realidad. Una masacre no es tal. Niños o adultos, no son personas las que perdieron la vida. Son carne de cañón. Carne de cañón no de los criminales, que deberían tener castigo por lo que hicieron a esas víctimas. Pero quién va a procurar ese castigo si al final la muerte de esos, y de decenas más que son asesinados cada día, hoy no conmueve a nadie porque llevamos rato de que los muertos y desaparecidos se han vuelto cosa utilitaria: sirven a la causa de políticos de uno y otro lado.

Y claro, pasó en un barrio pobre de Minatitlán, no en Las Lomas o en San Pedro Garza García o en San Javier. Porque pasa que los muertos y las pérdidas patrimoniales por robos los ponen casi todos las clases bajas y las medias. Y por eso pasa que la élite, económica y política, no ve ni la corrupción, ni la miseria ni la inoperancia del Estado como una amenaza de vida o muerte.

Mientras el país colapsa en seguridad y justicia, al tiempo que la economía se ralentiza, ambos bandos se dedican no a buscar soluciones, menos a dialogar o a prestarse lo que haga falta para salir de los problemas. Nada. El deporte nacional es sembrar cizaña, que -solo por recordarlo- es una mala hierba cuya harina es venenosa.

Varias de las mejores mentes de diversas generaciones se han perdido en las redes sociales: creen que dar un sablazo digital es construir democracia, creen que su histriónico esgrima no destruye democracia, que solo alimentan la discordia.

Peor: varias de las mejores mentes de esas generaciones construyeron un pedestal de followers para sentir que tienen no solo la razón sino un busto en la historia. Cuando la historia venga preguntará qué hicieron además de trinos de histeria calculada o de mañosa retórica exculpatoria.

Incluidos aquellos que ya ejercieron el poder, que si de verdad tienen conciencia de la gravedad del momento no acatan ni por un día una de las mayores enseñanzas que una posición de responsabilidad eventualmente deja. Será que a esos, que tan enervados se dicen por la situación, su paso por sillas de la república ni siquiera les enseñó a actuar con prudencia.

Por lo visto en estos 5 meses, lo que de verdad importa a los bandos no es lo que pasa, sino ser quienes definen la neta de lo que pasa. Con esas guerritas verbales se pudre la convivencia. Y en esos infiernitos quemamos la pólvora que nos hará falta cuando la barbarie criminal, hija de la corrupción, la miseria y el abuso de los poderosos, nos abrase a todos. Vaya que esa sí será una transformación.

Salvador Camarena
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 22 de abril de 2019).

Un mundo raro.

Paco Calderón
(28 de abril de 2019).


Queda un consuelo: que el presidente López Obrador tiene "otras cifras"...

Cifras que no concuerdan, por ejemplo, con las de los analistas del Banco de México (BdeM) -oficial... aunque, ciertamente, reminiscencia del "Prian" y herencia de los hoy por hoy satanizados regímenes "neoliberalistas"-, en el sentido de que ni siquiera en los próximos 10 años las tasas de crecimiento económico del país podrán alcanzar cifras superiores al 2%. Ni concuerdan, tampoco, con que "la incertidumbre por las políticas inciertas" y la preocupación social generalizada por la inseguridad pública "son obstáculos para la economía".

Es probable que esas "otras cifras" desmientan asimismo las previsiones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), según las cuales las expectativas de crecimiento económico para México serán de 1.6% para este año y de 2% para 2020. Tampoco avalarán las apreciaciones de que "a pesar del aumento del gasto social -las dádivas institucionalizadas por la actual administración-, la pobreza y la desigualdad son grandes en México"; de que no hay "igualdad de oportunidades" para que mujeres -más de la mitad de la población- y pueblos indígenas hagan frente a "la gran disparidad en bienestar", o de que en el país "persiste una gran informalidad, que impide que crezcan la productividad y la capacidad fiscal para proveer servicios públicos mejores (en temas como seguridad, salud y educación, por ejemplo) y una mayor redistribución".

No es que las previsiones del BdeM y la OCDE sean catastrofistas... aunque el contraste con el panorama de color de rosa del discurso presidencial en las consabidas "mañaneras" ("vamos muy bien en la economía, en la política, en lo social: requetebién...") es evidente.

Faltaría que se aclarara si a esos organismos se les considera "adversarios" del régimen; si también ellos "están apostando a que nos vaya mal, un día sí y al otro también"... Y que se aclarara, de paso, por qué un gobernante tilda de adversarios (es decir, contrincantes, antagonistas, rivales, enemigos) a sus críticos, si éstos, en los países civilizados y en las auténticas democracias, son vistos y escuchados con respeto, por cuanto representan a un sector pensante de la sociedad, porque sus apreciaciones son estimables, aunque no siempre sean acertadas -nadie, en este mundo, es dueño de la verdad absoluta-... y porque los hechos, con mucha frecuencia, a despecho de los "otros datos" de quienes toman las decisiones, les dan, al cabo, la razón.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 3 de mayo de 2019).

Miles marchan contra AMLO.

Qucho
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 6 de mayo de 2019).


Que algunos miles de ciudadanos, en varias ciudades del país, participaran, ayer, en marchas de protesta contra el presidente López Obrador, y que algunas consignas verbales "exigieran" su renuncia, difícilmente será interpretado por los millones de mexicanos que se abstuvieron de participar en ellas, o por los muchos más que ni siquiera se enteraron, como indicio de que el gobierno se tambalea.

De entrada, las marchas, en México, históricamente, son intrascendentes. No tienen mayores consecuencias. No resuelven los conflictos sociales que las motivan, ni quitan el sueño a quienes se dirigen reclamaciones o a quienes son objeto de denuncias. Se toma nota de ellas o se dialoga con quienes las encabezan -y no siempre...- por una mera atención... y hasta ahí. Se les interpreta como una muestra de que en este bendito país hay plena libertad de ejercer el derecho al pataleo porque las autoridades respetan -¡no faltaba más...!- las prerrogativas ciudadanas consagradas en la Constitución (Artículo 9º., concretamente).

Sería aventurado asimismo interpretar tales marchas como anticipo de un resultado anticlimático -es decir, adverso a su promotor y favorable a su renuncia- del referéndum revocatorio anunciado por López Obrador para el 3er. año de su gobierno, aunque no autorizado aún por el poder legislativo...

Manifestación en Guadalajara contra AMLO.

En todo caso, las marchas ciudadanas registradas ayer en la Ciudad de México, Guadalajara, Querétaro, San Luis Potosí, León, Monterrey y Mérida, son sintomáticas de que el estilo personal de gobernar-que hubiera dicho Don Daniel Cosío Villegas- de López Obrador, caracterizado por la toma de decisiones unilaterales, caprichosas, autoritarias, por un lado, y el afán de descalificar y ridiculizar a sus críticos, por otro, ha permeado en el ánimo de muchos ciudadanos.

La inmensa mayoría de los mexicanos respetó la decisión expresada democráticamente en las urnas en julio pasado: López Obrador esta vez sí es el Presidente legítimo de México; nada que ver con la mascarada de la 1a. vez que contendió para el cargo. Resulta ofensivo, por tanto, para los ciudadanos que creen tener razones para estar en desacuerdo con sus decisiones (el aeropuerto, la Reforma Educativa, la Guardia Nacional...) o criticar sus actitudes, y que de manera serena y respetuosa exponen sus argumentos, encontrarse con ironías, cuchufletas y descalificaciones ("fifís", "reaccionarios", "conservadores", "neoliberales"...) a manera de respuestas o reacciones.

Solón, uno de los 7 sabios de Grecia, le dedicó, 6 siglos antes de Cristo, una de sus sentencias: "Aprende a gobernarte a ti mismo antes de gobernar a los otros".

Jaime García Elías
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 6 de mayo de 2019).

El dólar y la inflación se mantienen sorprendentemente controlados y las perspectivas económicas no están para fiestas pero tampoco son alarmantes. No tendremos una recesión de -9% en el PIB como sucedió en 2009 con Calderón, ni locuras como la nacionalización de la banca con López Portillo. Por lo demás, está claro que el desempeño de la economía mexicana depende más del entorno internacional y las veleidades de la globalización que de las decisiones de su presidente.

Jorge Zepeda Patterson
(v.pág.15-A del periódico El Informador del 6 de mayo de 2019).

Estimados amigos: Después de vivir estos primeros 6 meses bajo el régimen de nuestro nuevo gobierno, he querido escribirles esta carta para compartir con ustedes ese mismo sentir que tienen en relación al desempeño de este gobierno.

Fíjense que vino a mi memoria varios logros que nuestros expresidentes neoliberales hicieron a favor de la población y compararlos a lo que esta 4ta. transformación está haciendo al respecto.

Todo esto que les voy a platicar son HECHOS no palabras.

Así que... ¿están listos? Ahí les va:

Morena toma el país con el 2% de desempleo. En 6 meses, ya subió a 4.7 %.

Morena tomó al país como el 6to. más visitado en el mundo arriba de Gran Bretaña y Alemania. Hoy, en solamente 6 meses, ya somos el 10o. lugar.

Hace 6 meses, a pesar de que en su campaña electoral el presidente había dicho que le daría la concesión para la terminación y la operación del NAICM al sector privado, el presidente NO HONRÓ SU PALABRA. Y en lugar de tener un aeropuerto de calidad mundial que reciba a 80 millones de pasajeros al año, para el criterio de Morena y amiguitos es mejor tener 3 aeropuertos jodidos.

Y hablando de esto, antes que Morena tomara protesta, hubo grandes secretarios de Comunicaciones y Transportes. Hoy, Morena tiene un burro.

Hace 6 meses, Morena recibió al país con guarderías infantiles. Guarderías que permitían a las madres trabajar sin mayores preocupaciones y a la vez, niños que pudieran convivir entre ellos. Hoy… ya no. En su lugar, prefieren construir un pinche tren y una refinería que al final de la historia ni lo harán ni servirá para nada.

También hace 6 meses, Morena recibió un país muy violento. 6 meses después, la Ciudad de México es 37.8% MÁS VIOLENTA. Y nuestro país, 8% MÁS violento que antes.

Morena recibe un país con la obligación de licitar abiertamente cualquier obra de gobierno. Hoy, esto vale madres. Se asignan a sus cuates y punto y aparte.

Cuando entró Morena al poder, se encontró un MÉXICO UNIDO. Hoy esta unión ya tronó. Los morenistas nos dividieron entre los de la 4ta. Transformación CONTRA los neoliberales, conservadores y fifís.

Morena recibe un país donde el presidente RESPETABA AL CONGRESO. Hoy, este presidente se brinca al Congreso y ordena sus caprichos con memorandos.

Antes de Morena, NO se permitía copiar en la escuela. Hoy con Morena, SÍ.

Antes que Morena tomara protesta, había robo de gasolina con los huachicoleros. Hoy, también.

Antes de Morena, México promovía a nivel mundial su imagen trayendo la Fórmula 1, la NFL, beisbol de las Grandes Ligas, NBA, tenis internacional en Acapulco y Monterrey. Hoy… ni madres… se cancelaron. ADIÓS cerca de 500 MILLONES DE DÓLARES EN PROMOCIÓN GRATIS a nuestro país.

Antes de que Morena llegara, existía una enorme corrupción. Hoy, la sigue habiendo de otra forma. Léase Rioboó, Taibo y todas las empresas que reciben asignaciones directas. Antes de Morena, por salud de los mexicanos se estaba eliminando el uso del carbón. Hoy, todo lo contrario... Se promueve su uso a costa de la salud de los mexicanos.

Y así vamos mis queridos amigos que NO votaron por Morena. No estaban equivocados. El país NO VA BIEN.

Antes, mal o bien, contábamos con presidentes ESTADISTAS. Hoy, ya no.

Lástima, porque México y los Mexicanos somos grandes. ¡Muy grandes!

Carlos Alazraki
(v.periódico El Universal en línea del 9 de mayo de 2019).

Pareciera que a esta nueva opinión pública solo le importan los adjetivos descalificativos, los argumentos intransigentes, la ley del más ingenioso para ridiculizar al adversario.

Hay muchas cosas que me gustan en lo que está proponiendo la 4T, y eso me convierte en un chairo para todos aquellos que la odian. Pero también hay actitudes y dichos de López Obrador con los que no coincido, lo cual me convierte en traidor y en cómplice de los fifís ante los ojos de sus incondicionales.

El mutuo linchamiento está cancelando la posibilidad de construir puentes entre esos 2 polos que ahora dominan el espacio público como si no hubiese nada en medio. Tiene razón López Obrador cuando afirma que durante varios sexenios el país se entregó a un modelo que tendió a centrar su atención en la mitad de arriba. La otra mitad se empobreció, emigró, se metió al crimen organizado y desorganizado o simplemente se echó en brazos de la economía informal, esa que no existe para el Estado. Pero sería absurdo contestar con la misma moneda ahora, con una política que al mirar a la mitad de abajo pretenda ignorar los puntos de vista de la mitad de arriba. Particularmente porque somos eso, 2 mitades inextricablemente unidas.

Súbitamente todos son expertos en construcción de refinerías, sea para defenderlas con pasión masiosare o para descalificarlas como quintaesencia de la estupidez. El presidente mismo parece hipnotizado por este debate de circo, mientras que para sus adversarios todo lo que hace o deje de hacer es una muestra de la inexorable "venezuelanización" que nos espera.

El resto de los mexicanos simplemente quisiéramos que algunas cosas importantes cambiaran, y que en el proceso de definir cuáles y cómo, al que todos tenemos derecho a participar, los 2 polos no nos lleven entre las patas.

Jorge Zepeda Patterson
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 12 de mayo de 2019).

Estamos inmersos en una guerra tribal, discursiva, por lo pronto, pero no trivial; en donde encima no hay cabida a ningún tipo de puente desacreditadas como están la IP, la Iglesia, algunas o demasiadas ONG’s, y ya no digamos los partidos que se han alternado en el poder y las rémoras que viven de estos.

Tenemos frente a nosotros, entonces, la ominosa certidumbre de que por este camino no hay más ruta que seguir cayendo y no se ve el fondo.

Porque mientras la delincuencia arrasa regiones enteras, a la par que el panorama económico se puebla de nubarrones, más que dedicarnos a buscar soluciones comunes nos afanamos en dinamitar la credibilidad de unos y otros: gobierno y opositores, ciudadanos y pueblo bueno; académicos y periodistas; ricos y pobres; empleadores y empleados...

En tal circunstancia, lo único positivo es que México hoy no padece una catástrofe natural o una crisis económica en plenitud. Toquemos madera. Que si no, con el encono al 100 como está, serían incalculables los costos que acarrearía tan cultivada canibalización discursiva si caemos en el hoyo. Podemos estar peor, no les quepa duda de ello.

Salvador Camarena
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 14 de mayo de 2019).

Luego de un arranque que le reconoció los proyectos de reformas estructurales, el nivel de aprobación del presidente Peña se fue al piso.

A principios del 2013, Peña tenía un 50% de aprobación, que ya había caído a menos de 40% al arrancar 2015 y que estuvo en 17% en algunos meses del 2017.

La crítica fue inmisericorde con Peña. Se le cuestionaba todo, desde sus acciones hasta su apariencia o su manera de expresarse.

Y, esa crítica le abrió la puerta a López Obrador.

Ahora, algunos segmentos que fueron duramente críticos con Peña empiezan a serlo también con López Obrador.

La diferencia es que mientras Peña carecía de capacidad de respuesta, López Obrador contesta en lo personal, y adicionalmente, sus partidarios se lanzan furiosos contra los críticos.

Peña no tenía capacidad para responder y fue lapidado por quienes lo cuestionaban.

López Obrador, sigue teniendo el respaldo mayoritario de la población, según cualquier encuesta, y responde, directa e indirectamente.

Eso genera encono.

Los críticos se lanzan contra él y sus apologistas.

En las críticas pueden tener tanto peso desde unos zapatos sucios hasta medidas que pueden ser violatorias de la Constitución.

El asunto es golpearlo.

En el otro lado, para él o para sus apologistas, los críticos son parte de la mafia del poder, fifís, corruptos o conservadores, para no poner una más larga lista de calificativos.

Día tras día la discusión pública se va polarizando.

No es el debate democrático, que implica deliberación pública y confrontación de ideas, sino el choque de adjetivos.

Existe gente inteligente entre críticos y partidarios, pero también hay irracionalidad en los 2 polos.

Y, en la polarización y en la búsqueda de apoyos, las ideas pasan a 2o. término. Lo importante es ridiculizar, insultar, descalificar.

Más allá de los problemas económicos, de los elementos de incertidumbre que nos trae la ratificación del T-MEC; incluso, más allá de la inseguridad y la violencia que padecemos, el problema es que podemos ir perdiendo nuestra capacidad de convivencia en el país.

No habrá medida impulsada por el gobierno a la que no le sea encontrada por los críticos un defecto, el cual será magnificado hasta donde sea posible.

No habrá, según los partidarios de AMLO, un crítico del gobierno que pueda tener un juicio honesto e informado. Todos son conservadores y corruptos, beneficiarios de décadas de neoliberalismo, que ahora cuestionan por haber perdido sus privilegios.

Más nos vale que en el curso de los siguientes años nos vayamos desplazando hacia el centro y abandonemos la polarización.

Enrique Quintana
(v.pág.2 del periódico El Financiero del 15 de mayo de 2019).

El empresario Carlos Slim, dijo que, ante la falta de planeación y visión de los gobiernos, la sociedad está harta de que no mejoren las condiciones de vida en la mayoría de los países.

"La sociedad está harta de que en muchos años no ha pasado nada", dijo el hombre más rico de México en la edición 25 de la reunión plenaria de la Fundación Círculo de Movimiento.

Para Slim, la mayoría de los gobiernos no tiene una visión ni a mediano ni largo plazo, "están pensando a muy corto plazo, no hay una dirección, no hay políticas de Estado y es una falla que tenemos en el occidente en la mayoría de los países", comentó el magnate.

Las palabras del magnate inclusó podrían estar dirigidas al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, ya que desde las campañas electorales del año pasado, la relación con Carlos Slim comenzó a ser como una liga que se tensa en ocasiones y se relaja en otras.

López Obrador tuvo su 1er. desencuentro fuerte con Carlos Slim durante el proceso electoral del año pasado, cuando el ingeniero se pronunció a favor de la continuación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) que se construía en Texcoco, en el cual contaba con contratos.

En el último episodio de esta tensa relación, el presidente amenazó con retirar la concesión a una empresa que no ha podido terminar de construir una autopista en más de 10 años.

Aunque no dijo el nombre de la compañía ni de la obra, funcionarios locales indicaron que se trataba de la autopista Jala,Nayarit-Puerto Vallarta, la cual está a cargo de Grupo Carso, del multimillonario Slim.

Además, las palabras del hombre más rico del país concuerdan con el informe "Bajo presión: la reducción de la clase media" de la OCDE donde dice que a pesar de que la clase media en México representa al 45% de la población, sólo recibe el 29% del presupuesto social del país.

"En países como Australia, Dinamarca, Corea del Sur, Portugal y México, la brecha es más amplia, pues la clase media recibe pocas de las prestaciones sociales", se explica en el documento.

El empresario mexicano sostuvo que entre los retos urgentes que enfrenta América Latina está el eliminar la pobreza, cambiar el actual modelo educativo obsoleto y fortalecer a su clase media, que está "estancada".

En la misma reunión, el presidente honorario de Grupo Carso explicó que la falta de una clase media ascendente limita la demanda de bienes y servicios y reduce la inversión y el empleo.

"Es muy importante no quedarse en el estancamiento de la clase media o inclusive en la disminución de sus ingresos, porque esto repercute en toda la economía".

Acompañado por los ex presidentes de Uruguay, Julio María Sanguinetti; de Chile, Ricardo Lagos; y de España, Felipe González, el empresario mexicano calificó también como urgente combatir la inseguridad, trabajar en la reconversión urbana y cambiar el modelo de atención a la salud ante el aumento de las enfermedades crónicas.

(V.Forbes México del 16 de mayo de 2019).

Era de esperarse que el triunfo de la izquierda en México, cualquiera sea la cosa que por izquierda se entienda en este país, tendría consecuencias de todo tipo.

En 1er. lugar, el candidato vencedor, por tantos años acostumbrado a ser candidato, parece seguir en campaña. Representa a una izquierda de los años 70, respaldada por diversos movimientos de las nuevas izquierdas, más culturales que económicas, con lo cual se crea en su propio ámbito un espacio bastante complejo y jalonado.

En contraparte se da una confrontación múltiple por parte de los vencidos y de todos los damnificados por el cambio de sistema donde se incluyen cientos de empleados de alto nivel y muy altas prestaciones que de pronto se quedaron sin piso, más los afectados colaterales de medidas anti corrupción, como sería el caso de las guarderías, entre otros, todos de algún modo hermanados en la desgracia y en la decisión de boicotear, sabotear, cuestionar y denigrar al nuevo gobierno, aun si con ello se arruina la nación entera.

En 2o. lugar persiste un discurso presidencial ambiguo, que por una parte llama a la unidad, y por la otra promueve la división echando mano de una terminología anacrónica, como eso de "conservadores" y "liberales", o dicharachera, con el asunto de los "fifís" enfrentados con el "pueblo". Es decir, lejos de proponer una plataforma en la que todos puedan participar y contribuir, cae en las provocaciones de la oposición y asume bandos, algo que un presidente no puede permitirse.

Por su parte, los opositores revuelven las aguas a mas no poder, mezclando y confundiendo en una misma causa, todo tipo de resentimientos, agudas reflexiones, críticas infundadas, opiniones certeras, temores catastrofistas, análisis objetivos, todo en perfecta confusión, lo mismo periodistas notables que aprendices, autores a sueldo o riquillos lastimados, todos decididos a confundir la opinión pública del país.

En 3er. lugar, la lucha contra la corrupción de pronto parece una quimera, un combate contra la corrupción del futuro que ignora la del presente y absuelve la del pasado, enviando el peligroso mensaje de que siempre habrá borrón y cuenta nueva, es decir, lo que ha pasado toda la vida, la causa por la cual jamás la corrupción ha podido ser desterrada, la terrible impunidad que desde el más alto nivel de la república fue nuevamente garantizada, el mismo día en que el presidente tomó posesión de su cargo.

Ante estos mensajes es inevitable que la corrupción se mantenga apenas a unos centímetros del incorruptible, porque un vicio tan arraigado como este no se conjura con buenas razones, sino con acciones de justicia inmediata que escarmientan y previenen.

En 4o. lugar, el exceso de declaraciones aumenta la proporción de las contradicciones y los errores, algo muy común en los presidentes declaradores, y así, afirmar que la preocupación por la seguridad es asunto de los conservadores, llevaría a pensar que la delincuencia en cambio es asunto de los liberales ¿o cómo fue que dijo lo que dijo?

La delincuencia por su parte sigue por el ancho camino de la anarquía, al margen de la 4a. transformación y de la refundación, asuntos que les tienen sin cuidado y hasta les ayuda por la distracción que supone.

Armando González Escoto
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 19 de mayo de 2019).

La defección de Germán Martínez abolla en definitiva la esperanza que algunos tenían de que las palomas del gabinete podrían "meter sensatez" a un modelo talibán de supuesta refundación. El presidente no va a cambiar. Antes que atender las advertencias de la renuncia de Martínez, dejó claro que desde su punto de vista el ex panista no aguantó el ritmo y las implicaciones draconianas del cambio que propone.

Al mismo tiempo, con la salida de Martínez del gabinete esa élite tradicional pierde a un interlocutor que no los representaba (el compromiso de Germán con el proyecto de AMLO es genuino, fundado en la posibilidad de igualar a un país salvajemente desigual), pero con quien sí podían dialogar. Y de esos no hay muchos en el gobierno federal.

En el otro frente, López Obrador ha ido endureciendo la retórica de la podredumbre heredada y los personajes e intereses detrás de la misma. Pero no es solo una cuestión de narrativa. La publicación el lunes por parte del SAT del esquema de evasión fiscal, que eso es lo que permitieron Calderón y Peña Nieto al condonar 400,000 millones de pesos de impuestos, marca un punto de difícil retorno.

El presidente entregará los nombres al INAI del medio centenar de empresas y empresarios que, tras haber gozado de multimillonarias condonaciones, se han amparado para que no se publiquen sus identidades, mismas que ayer dio a conocer en su primera plana el periódico Reforma. Sobra decir que al revisar el listado nadie se sorprendió: están casi todos los que durante décadas medraron con un modelo rapaz que en aras de la estabilidad económica esquilmaba al país, triturando a una clase media y sepultando en la miseria a más de 50 millones de personas.

De igual forma, el gobierno ha prometido los nombres de periodistas que hicieron negocios con la administración Peña Nieto. Esta pulsión presidencial, de ventanear parejo a quienes se considera emisarios y beneficiaros de un pasado corrupto, o a quienes se resisten a acatar condiciones unilaterales, ya lo han padecido distribuidoras farmacéuticas, empresas papeleras y, por supuesto, actores del sector energético (compañías ligadas a la electricidad y gasolineras).

El cambio de modelo es radical, excluyente y confrontativo. Así lo ha decidido AMLO. No es una transición de terciopelo, y menos una transformación pactada con otras fuerzas.

La imposición de nuevas formas de administrar el poder ha encendido múltiples alarmas. Las instituciones del Estado, medio funcionales en general y maquilladas en demasía durante ese sexenio de despropósitos que fue el peñismo, han entrado en crisis. En parte porque ese era su ruta natural (ISSSTE, PEMEX, PGR...), en parte porque López Obrador ha decidido cambiar las prioridades del uso de los recursos al costo que sea.

Por desconocimiento o temeridad, el presidente cree que México puede no solo sobrevivir sino mejorar sin inversión en la ciencia, sin dar prioridad a fortalecer los institutos de salud, sin privilegiar la innovación, sin invertir en contactos internacionales, reduciendo el dinero a la justicia, exentando a la educación de controles, dejando a su suerte al turismo, socavando a los árbitros de varios sectores, imponiendo megaproyectos, etc.

Mientras eso ocurre, los empresarios han bajado los brazos. Sonríen al posar junto al presidente pero regatean inversiones. El capital se queda en los bolsillos de la IP a la espera de señales que no llegarán. Lo que nos lleva a una situación paradójica: el caldo de cultivo de una crisis es alimentado tanto por el oficialismo como por los poderes fácticos.

En ese curso de caída libre, las cosas pasarán de un distanciamiento sin remedio de los entes que deberían trabajar de la mano, a un costoso recelo, y de ahí a reclamos que podrían convertirse en persecuciones.

La añeja élite extraña un pasado que no existe más. El nuevo grupo reclama adhesión acrítica, sumisión pues. Y debajo del desacuerdo nacional, se percibe el crujir del suelo.

Salvador Camarena
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 23 de mayo de 2019).

El gobierno federal, si bien admite que hay una crisis nacional forense, a diferencia del gobierno anterior de Enrique Peña Nieto que negaba el problema, no están tomando las acciones adecuadas para resolverla.

Eso es lo que han denunciado las familias organizadas en el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México (MNDM). Yolanda Morán, una de las cabezas visibles del MNDM, ha dicho que está bien que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y los gobiernos estatales admitan deficiencias en los servicios forenses y se planteen medidas para corregirlos. Pero eso no basta. La dimensión de esta crisis es de tal magnitud que el Estado mexicano no puede resolverlo por sí sólo, al menos al corto plazo.

Por eso piden medidas de respuestas extraordinarias como la solicitud de ayuda internacional para que expertos forenses de otras partes del mundo vengan a colaborar con las autoridades mexicanas para poder identificar a los más de 26,000 restos que están sin identificar en las morgues del país. Tenemos una crisis forense extraordinaria, la solución debe ser extraordinaria. El 1er. paso de los gobiernos consiste en dejar de minimizar el problema y buscar salidas extraordinarias a esta crisis.

Rubén Martín
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 25 de mayo de 2019).

Estamos en una de las situaciones económicas potencialmente más críticas de los últimos años, como producto de "herencias malditas", de la impericia e irracionalidad de las decisiones del nuevo gobierno y también como producto del explosivo temperamento y de la desmedida ambición de Trump.

El entorno se nos descompuso en muy pocos días.

Salvo que haya sorpresas, este año no creceremos. Quizás incluso por un par de años vivamos un estancamiento.

Pero eso sería preferible a abrir la puerta a una crisis financiera como las que vivimos en 1982-83; 1994-95; 2000-01, o 2008-09.

Nuestra generación ha pagado con ellas costos muy altos. Ojalá se tenga la sensatez de evitar una más.

Enrique Quintana
(v.pág.2 del periódico El Financiero del 7 de junio de 2019).

En Relaciones Internacionales existen 2 grandes escuelas de pensamiento: la realista y la idealista. La 1a. parte de que el sistema internacional es anárquico y quien tiene más poder, manda. Como dijera Robert Kagan: el multilateralismo (buscar acuerdos, diálogo, reglas conjuntas) es para los débiles. Y tiene razón. Si un país, más la potencia hegemónica, quiere imponer su voluntad, no importan los tratados y demás mecanismos de acuerdo internacional. Los idealistas creen que no. Que es posible construir un mundo que se finque en instituciones comunes, reglas que respetemos y Derechos Humanos que estén por encima de cualquier consideración nacional. Pues, nadie me va a negar que el mundo está entrando en una fase hiperrealista: desglobalización, repliegue del libre comercio, acuerdos ambientales que naufragan, nacionalismo y juego de poder.

Podemos pensar que Trump es un obtuso y un ignorante. Un tipo xenófobo y racista. Sin embargo, es un extraordinario jugador de cartas en la arena internacional. Entiende el poder y lo sabe usar. La guerra comercial abierta contra México es sinónimo de ello. Utilizar las herramientas del comercio internacional para doblegar la voluntad de tu vecino y obligarlo a que te obedezca. Trump quiere que México sea implacable en la frontera sur. Quiere que seamos el refugio de las decenas de miles de centroamericanos que cruzan por nuestro territorio. Quiere que la política migratoria mexicana se defina en Washington. Como buen imperio, la Casa Blanca quiere extender sus tentáculos hasta Tapachula. La jugada es maestra porque todo parece indicar que habremos de obedecer al magnate. Trump gana en todas las combinaciones: si entran los aranceles porque daña la economía mexicana y manda un mensaje de firmeza, y si no entran en vigor, fue porque México cedió ante las exigencias de Washington.

México puede apostar por el diálogo y pedir respeto a la dignidad nacional. En general, el gobierno de López Obrador hace bien apelando a la diplomacia para resolver los conflictos binacionales. Empero, Trump necesita una victoria, como bien lo escribió Fernando Escalante. Y la victoria es someter a México. En la narrativa de Trump, las administraciones que lo precedieron fueron débiles y supeditaron el interés nacional a cambio de migajas. El TLCAN es el ejemplo que más cita Trump. Dice que es el peor acuerdo de la historia y que los mexicanos "robaron una tercera parte de la industria automovilística de Estados Unidos". Obama, Bush, Clinton, todos fueron cobardes. Donald Trump sabe que debe tener activada a su base de simpatizantes, motivarlos luego de cuatro años de caídas, derrotas legislativas y más fracasos que éxitos. Trump es un pésimo jefe de estado, pero es alguien que no tiene miedo de llevar su presión al extremo con tal de obtener rentabilidad electoral. México es y será la piñata de Estados Unidos, ¿tenemos un plan B? ¿Sabemos a dónde vamos?

Tengo la impresión que México cederá en esta 1a. etapa de amenazas. La situación económica del país es delicada y una escalada de aranceles podría hacerle daño al presidente López Obrador y a su proyecto político. Es fácil decir que México tiene que diversificar y apostar más por el mercado interno, pero llevarlo a la práctica es sumamente difícil. Se tiene que hacer con visión de estado y en diálogo con el sector productivo nacional, pero el cambio estructural es lento. Sin embargo, tengo la impresión que México podría jugar un rol importante en la arena internacional a través del poder simbólico. Vivimos un mundo realista y un presidente en Estados Unidos dispuesto a todo con tal de reelegirse, pero eso no debería evitar que México se moviera en busca de alianzas. El desprecio que tiene López Obrador por la arena internacional cercena la posibilidad de construir un espacio en donde México abandere la discusión sobre la migración que está presente en cada rincón del mundo. Decía el presidente en campaña que la mejor política exterior es la política interna; pues no, hay retos que tienen un componente diplomático innegable y México ha renunciado a liderar estas discusiones. Incluso, México debería ser más proactivo en la construcción de aliados internos en Estados Unidos. Gobernadores de estados fronterizos, la mayoría demócrata, los republicanos inconformes. La política internacional es mucho más compleja que un aparente juego de suma cero entre líderes nacionales.

En el mismo sentido, la Cancillería Mexicana tiene que trazar claramente las líneas rojas con Trump. Una cosa es comprometerte a reforzar la seguridad en la frontera sur y a combatir la corrupción, y otra es aceptar que México se convierta en un 3er. país seguro. Lo 1o. tiene sentido incluso para nosotros: no nos podemos permitir tener una frontera tan porosa, indigna y en donde se violan todos los días los Derechos Humanos.

Donald Trump tiene el sartén por el mango. López Obrador dijo durante la campaña, ante las preguntas recurrentes acerca de la inestabilidad política que supone tener a Trump en la Casa Blanca, que él lo iba a convencer de no dar pasos en la ruta incorrecta. Las elecciones en Estados Unidos son en noviembre de 2020, y se avecinan 14-15 meses en donde Trump hará de México, sus "violadores, narcotraficantes y funcionarios corruptos", su discurso para endurecer la frontera y culpar a nuestro país de los peores males. La diplomacia nacional no tiene otra más que negociar, buscar acuerdos, aliados internos y externos, trazar líneas rojas y refrendar el papel constructivo de México en la arena internacional. Trump se estrelló con la idea del Muro y fracasó, México necesita inteligencia y saber que el magnate busca una victoria política.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 9 de junio de 2019).

Aunque a veces duela aceptarlo, México necesita urgentemente mejorar el desempeño de las instituciones de seguridad interior y estas llamadas de atención hay que aprovecharlas para tomar medidas efectivas. El crimen organizado significa una de las mayores amenazas para la estabilidad, la gobernabilidad, la paz y el desarrollo de México. Pero al mismo tiempo se convierte en amenaza para la seguridad de nuestros vecinos.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 9 de junio de 2019).

Es un hecho que hubo errores de cálculo de la política migratoria cometidos por el gobierno de AMLO, y en particular por la Secretaría de Gobernación, que dieron ocasión a la reacción de Trump. Sin embargo, ya hecha la amenaza de imponer aranceles, las consecuencias económicas de la medida sobre México hubieran sido muy graves, sobre todo si se hubieran ido incrementando, como era su propuesta. El haberlo evitado, desde la perspectiva del riesgo inmediato para el país, es un éxito.

Sería absurdo decir que lo acordado no tiene costos para México. Desde luego que los tiene, en términos económicos, políticos y sociales. Pero en una 1a. instancia, la movilización de la Guardia Nacional hacia la frontera sur o la aceptación de la permanencia en México de quienes esperan una resolución a su petición de asilo en Estados Unidos resulta menos onerosa que haber enfrentado la crisis que iban a desatar los aranceles. El escenario de tasas crecientes de aranceles nos hubiera obligado a conceder lo que el gobierno de Trump pedía, pero luego de padecer en México una problemática financiera más grave.

En ese sentido, se logró un éxito. Pero la errática política migratoria mexicana fue la que propició la amenaza de Trump.

Ojalá este gobierno aprenda.

Enrique Quintana
(v.pág.2 del periódico El Financiero del 10 de junio de 2019).

Por lo que se conoce, se puede concluir que México cedió ante las presiones de Trump y entregó más de cómo llegó a Washington, a cambio de evitar la represalia económica. En consideración de algunas voces en México y la opinión generalizada en la prensa internacional, ajena a pasiones y manipulaciones, Trump ganó la partida porque obtuvo lo que deseaba: concesiones absolutas.

El nombre del juego fue el pragmatismo. ¿Se puede criticar a López Obrador por haber claudicado y aceptado lo que exigía Trump? Frente al escenario económico de lo que supondría una guerra comercial, no. Su decisión fue apegada a la realidad. Las asimetrías con Estados Unidos son enormes en todos los sentidos, y los principios hoy en día en esta materia, sólo son para los discursos y las masas, sin cabida en la real politik. Como él mismo lo dijo el sábado en Tijuana, su responsabilidad es como jefe de estado para con todo un país.

La imposición de aranceles habría significado una devaluación del peso, que según los expertos habría alcanzado 21 unidades por dólar. Esto para empezar. La disrupción en las cadenas de valor se habrían afectado, y ante la respuesta mexicana de represalias recíprocas, la respuesta habría sido más aranceles. Eso lo sabe López Obrador. Cuando se reunió con Jared Kushner, yerno y asesor de Trump, en marzo, el ejemplo sobre la forma agresiva de negociar su suegro era China, donde a cada respuesta por imposición arancelaria, respondía con más aranceles. China lo puede enfrentar -aunque perdió 30% de mercado-, pero México no.

En las negociaciones, México fue más allá de lo que acordaron el 17 de marzo entre las secretarias de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y de Seguridad Territorial -ya cesada-, Kirjsten Nielsen, en Miami. Ahí México accedió a que quienes pidieran asilo en Estados Unidos que tuvieran visas humanitarias, fueran regresados no sólo a Tijuana, como acordaron en diciembre, sino también a Mexicali y Ciudad Juárez, y que la cifra crecería hasta llegar a 9,000 por mes a finales de año, para permitir que se fuera preparando México para ese nuevo influjo de personas. La semana pasada se amplió el alcance del Acta 235 para que esperen solución sobre asilo en todos los puertos fronterizos y se aceleró el número de personas en espera; para este mes serán 8,000, casi los 9,000 acordados para dentro de 6 meses.

La reunión de Miami produjo también el entendimiento de que se instrumentarían medidas policiales y financieras para frenar la migración. Aunque el gobierno mexicano incrementó el número de deportaciones, continuó otorgando visas humanitarias y fue omiso en acciones financieras. La amenaza de los aranceles provocó que el fin de semana antepasado el Ejército empezara con redadas en Tapachula en busca de inmigrantes indocumentados y la Unidad de Inteligencia Financiera actuara contra presuntos responsables del tráfico humano. Para reforzar, comprometieron el envío a partir de hoy de 6,000 miembros de la Guardia Nacional a la frontera sur. Esto significa que el 40% de la fuerza que estará en operación este mes, estará dedicada a deportar inmigrantes, y que en el mediano plazo, será el 10% el que se dedicará a esa tarea.

La delegación mexicana fue en desventaja a Washington para cabildear que Estados Unidos no impusiera los aranceles, provocado por la negligencia o incluso omisiones en cumplir con los acuerdos de Miami, lo cual debilitó la posición mexicana y los llevó a aceptar imposiciones que no habían sido antes puestas sobre la mesa, como el incremento de compras agrícolas -de productos que se encuentran en las zonas de mayor apoyo electoral de Trump- a Estados Unidos, cuyos pormenores no ha sido dados a conocer.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 10 de junio de 2019).

Trump ganó... abiertamente y sin matices. Lo hizo con amenazas y rabietas. Pese a no tener la ley de su lado, impuso sus exigencias a México. Nuestro país tendrá que sellar la frontera sur para evitar el ingreso de inmigrantes ilegales, apenas meses después de que López Obrador ofreció a los centroamericanos (aunque no a los venezolanos ni a los cubanos) visas y empleos. Por otra parte, México tendrá que convertirse en "3er. país seguro" en términos prácticos, esto es, tendrá que acoger a quienes pidan asilo en los Estados Unidos en tanto se procesa su petición. Las visas que se estaban concediendo a los centroamericanos simplemente por cruzar la frontera se suspenderán.

A todo esto hay que añadir los acuerdos que no han sido revelados. El presidente Trump señaló este domingo en Twitter: "Importante, algunas cosas no mencionadas en el comunicado [de este 7 de junio], una en particular, fueron acordadas. Eso se dará a conocer en el momento apropiado...". Además, las amenazas no han cesado. "Si por alguna razón desconocida no hay [cooperación de México] -afirmó Trump-, siempre podremos regresar a nuestra anterior, muy rentable, posición de los aranceles".

México podría ganar cediendo. La apertura mexicana de la frontera sur no solo produjo un aumento importante en los cruces de indocumentados a Estados Unidos sino también una crisis migratoria en México. Ciudades como Tijuana han tenido que cargar con la responsabilidad de albergar y alimentar a miles de inmigrantes en espera de una oportunidad de cruzar.

El presidente López Obrador ha buscado poner la mejor cara ante la derrota. "No levantamos el puño cerrado, sino una mano abierta y franca -declaró en su mitin en Tijuana el sábado-. Reiteramos nuestra disposición a la amistad, al diálogo y a la colaboración".

Habrá que ver todavía si el gobierno de México tiene la capacidad de frenar el flujo de migrantes centroamericanos sin violar los derechos humanos, como prometió. La idea de que el programa de desarrollo de la Cepal para El Salvador, Honduras y Guatemala, y para el sur-sureste de México, creará una súbita era de prosperidad y eliminará los incentivos para migrar es no entender la profundidad de los factores que han sumido a esa región en la pobreza desde tiempo inmemorial.

Trump demostró ya que con sus berrinches, y con el poder de los Estados Unidos, puede obtener lo que quiera, aunque sea de forma ilegal. López Obrador demostró, por otra parte, que sabe ceder. No lo ha hecho en México ante quienes se han opuesto a la cancelación del aeropuerto de Texcoco o que hoy cuestionan con argumentos y cifras los proyectos de la refinería de Dos Bocas y del Tren Maya. Pero ante la fuerza de la prepotencia de Trump, López Obrador sí ha encontrado la necesidad de ofrecer "una mano abierta y franca".

Sergio Sarmiento
(v.periódico Mural en línea del 10 de junio de 2019).

La discordia se ha instalado y los debates y discusiones respetuosas, con argumentos y bajo la premisa del respeto a las diferencias, cada vez son más lejanos.

Hemos llevado las quejas, desesperanza y hasta frustraciones personales a nuestra vida cotidiana. Las redes sociales no han bastado para desahogar los sentimientos y/o pensamientos, ahora queremos convertir a la vida misma en campo de batalla. Los buenos contra los malos, los "chairos" contra los "fifís", los jóvenes contra los viejos y así, nos podríamos seguir en una espiral interminable de enfrentamientos.

Necesitamos más mentes libres y abiertas, que respeten los derechos de los demás y ejerzan los propios.

Gabriela Aguilar
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 11 de junio de 2019).

El próximo martes habrá que estar preparados para tragar los sapos más grandes, pues, cuando comience ese día su campaña de reelección va a decir que los aranceles son un arma extraordinaria pues obligaron a México a hacer lo que nunca había aceptado. Y es cierto.

Ni modo, es mejor que asumamos que estamos en una relación claramente desventajosa con el gobierno de Estados Unidos y que en este momento no nos conviene pelearnos.

Pero no hay que perder de vista que nos esperan, al menos, 16 meses con una amenaza latente y debe ser prioridad para el gobierno y las cúpulas del sector privado, aprender la manera más eficaz de lidiar con el personaje y sus desplantes.

Enrique Quintana
(v.pág.2 del periódico El Financiero del 12 de junio de 2019).

Quizás López Obrador no tenía alternativa. Quizás en la negociación con Trump hizo lo mejor para México.

Pero es la maldita confrontación la que contamina y distorsiona cualquier análisis. Ese afán de poner en contra a quienes están a favor y quienes están en contra del régimen.

Ah, y también la falta de honestidad en el hablar del presidente; tan fanático él de mentir.

Y advertencia: cuestionar a López Obrador no significa defender a Peña Nieto, quien por donde se le vea es indefendible.

Quienes esperaban que el presidente, a manera de Niño Héroe, se envolviera en la bandera y se arrojara de lo alto del castillo negándose a evitar las imposiciones de Trump, no miden que a partir del lunes el país se hubiera venido abajo económicamente: se hubieran disparado el dólar y de paso la inflación y las tasas de interés, la timorata incertidumbre que ha acompañado el arranque del sexenio hubiera crecido exponencialmente y la poca confianza que aún hay en el proyecto se hubiera terminado.

Hay que recordar contra quién estaba López Obrador: la economía más poderosa del planeta, y manejada hoy por un orate caprichoso que ya encontró en las amenazas con aranceles la forma de dar manotazos en la mesa y ganar la posición como negociador: ya rindió a México, y busca hacer lo mismo con China y con Europa.

México no tiene fortaleza alguna con la cual enfrentar a Estados Unidos en la negociación; es como pelear con un gorila de 500 kilos... te va a hacer pedazos.

Ceder a las peticiones de Trump fue lo mejor que pudo haber pasado porque como hasta ahora, y en el más puro estilo del "lopezobradorismo", no pasa mayor cosa en el país, ni para bien ni para mal, y al ceder seguiremos así.

La inflación se mantiene baja, el peso sin presiones extraordinarias frente al dólar, el precio de la gasolina sin variaciones y no hay aumento de impuestos. Son las mejores noticias para aquellos que ya están hartos de las fantochadas de políticos y lo que buscan es trabajar. Simplemente que no haya olas.

Ahora, pretender que esa cesión ante Trump es una victoria es una payasada del tamaño del mundo.

De dignidad ni se puede hablar.

Lástima que a López Obrador le gusten la mentiras, y creérselas, porque lo más sano hubiese sido salir públicamente y reconocer que ceder como lo ha hecho no es fácil, que es una derrota, como tantas otras que acompañan a un país cuando es el débil del vecindario, pero que se sacrifica a los menos (en este caso los migrantes) en aras del beneficio de la mayoría, que somos los mexicanos.

Y hubiese hecho bien en reconocer, aunque cueste trabajo, que en tiempos electorales en Estados Unidos, y en función de los caprichos dantescos del señor Trump, vendrán derrotas similares y lo menos que podemos hacer es tratar de enfrentarlas unidos, como país.

Pero no, desde siempre el señor buscó la confrontación entre mexicanos calentando cabezas, unas a favor y otras en contra.

Pablo Latapí
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 13 de junio de 2019).

En el discurso, la Guardia Nacional se convirtió en la solución mágica a la que se han aferrado la administración federal y los gobiernos estatales.

Ya va a venir la Guardia y cambiará todo, se asegura.

Los gobernadores de estados en los que la violencia está fuera de control aún repiten que van a pedir que les ayude la Guardia Nacional.

Se ha vuelto un mito, un anhelo desesperado frente al incremento de la inseguridad.

Las cifras oficiales y de organizaciones civiles coinciden en mostrarlo, las imágenes desgarradoras de cada semana lo acentúan y el miedo de la sociedad, más que fundado por lo que ve y enfrenta a diario, lo sella: la violencia va al alza en el país.

No es una batalla política ni de percepciones. Es simplemente la realidad. Negarla desde la autoridad no la va a desaparecer, pero sí dificultará modificarla para bien.

De los lemas de campaña "abrazos, no balazos", "becarios sí, sicarios no" y el rechazo a la militarización del combate a la delincuencia se pasó al diseño de un modelo que profundizaba la participación castrense, con una fachada civil que está por verse si es creíble.

Al comenzar a construirse, el gobierno federal, acorralado por la amenaza arancelaria de Estados Unidos, decidió que la 1a. y más importante misión de la Guardia Nacional, con la que se estrena y será medida su efectividad, no tiene que ver con su propósito inicial y central de bajar la inseguridad, sino que será desviada a contener el flujo migratorio desde la frontera sur del país, por un compromiso con Estados Unidos.

De los principios de no intervención, no militarización y sí migración que enarboló históricamente el movimiento político que hoy está en el poder, ya no quedan ni las cenizas.

Pero lo cierto es que hoy por hoy la Guardia Nacional no existe. Lo que hay es un despliegue de soldados y marinos, acompañados de elementos de una desmantelada Policía Federal.

Si la promesa era un cambio inmediato, luego en 6 meses y después en 3 años, hoy mejor ya ni ponerle plazo.

El mito se desmorona. La inseguridad crece. Y desde la mañanera se cree que la exigencia de una sociedad con miedo es pura grilla de colores partidistas.

La Ciudad de México dio un 1er. paso que indica el entendimiento de que no es así, al cambiar mandos de su estructura policiaca y de investigación. No es poca paradoja que hayan llamado a un policía estrella del sexenio de Peña Nieto para salvar la causa. Quizá otros gobiernos deben seguir el ejemplo de la capital, pragmática en tratar de dar resultados con sus propios medios frente a la crisis que le estalla.

Porque la Guardia aún no existe. Y si su mando era confuso de origen, hoy lo es más con las nuevas tareas.

Las imágenes de familias acribilladas en una fiesta en Minatitlán, de líderes de comerciantes baleados en la plaza de armas de Cuernavaca o de un bebé agonizante junto a su madre muerta en una calle de Tlalpan no desaparecerán con invocaciones a mitos ni con porras partidistas en un mitin.

Carlos Loret de Mola A.
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 18 de junio de 2019).

Para darnos una idea de los que representa el campo de Jalisco, con datos consolidados de 2017 Jalisco aportó el 12.4% del PIB agropecuario del país, seguido por Estado de México (8.7), Veracruz (7.2), Guanajuato (5.5), Sinaloa (5.5). El valor total de la producción agropecuaria del país superó el billón de pesos, lo que significa que el valor de la producción agropecuaria de Jalisco superó los 140,000 millones. Esa es la buena.

La mala es que en este proceso de desarrollo se ha descuidado profundamente el tema medioambiental. Las barrancas de los cerros y montañas de Jalisco se han convertido en tiraderos de talas clandestinas y de desechos plásticos de los cultivos en invernaderos. Lo que vimos en San Gabriel, toneladas de troncos arrastrados por el río destruyendo lo que encontraba a su paso, es el resultado de las talas clandestinas de la zona para reconvertir bosques en cultivos de aguacate, un proceso en el que, de acuerdo con fuentes de seguridad, cada vez está más presente el crimen organizado. El otro mal que ataca las barrancas de Jalisco son toneladas de desechos plásticos de los invernaderos de los cultivos de alto valor. Esperemos que no suceda, pero en la siguiente inundación podríamos ver ya no troncos sino toneladas de plásticos obstruyendo arroyos o ríos y generando desastres que nada tienen de naturales.

Sea por un paternalismo mal entendido o por falta de capacidades institucionales, lo cierto es que el campo es el ámbito menos regulado de la economía y esto comienza a pasarnos la factura. Por un lado, la presencia cada vez mayor del crimen organizado, control territorial, cambio de usos de suelo, lavado de dinero, y por el otro el desastre ambiental que va desde el uso de fertilizantes y herbicidas altamente contaminantes hasta la tala clandestina y la falta de control de desechos.

Hay que echar luz a lo que pasa en el campo para apreciar sus bondades, pero también para evitar las externalidades cada vez mayores y que a la postre terminaremos pagando todos con salud y calidad de vida.

Diego Petersen Farah
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 20 de junio de 2019).

En un país de tradición presidencialista llevábamos muchos años desconcentrando el poder y el debate.

Tiene razón el presidente López Obrador cuando dice que sucesivos gobiernos crearon muchos organismos, entre ellos los llamados autónomos. Él piensa que son demasiados y ha emprendido una especie de acoso y derribo: les quita presupuesto, los captura (CRE, CNH) y/o los pone contra la pared al denostarlos y anunciar reformas para modificarlos de cuajo.

Sin duda, los cambios emprendidos a partir de la crisis de legitimidad de 1988 pudieron haber incurrido en excesos o gigantismo. Pero también sin duda esas transformaciones obedecieron al intento del Estado por reflejar la pluralidad y el dinamismo de una nación que fue emancipándose del modelo de voluntad única de lo que se conoce como presidencia imperial.

El nacimiento de las comisiones de derechos humanos, de órganos cada vez más autónomos para la organización de elecciones, de una nueva organización del poder judicial, de mecanismos de transparencia, de leyes de representatividad en los congresos, de órganos reguladores y de fiscales independientes, etcétera, se dio por la necesidad de apuntalar una gobernabilidad, toda vez que el modelo donde el ejecutivo era el factótum hizo agua en diversas crisis.

En paralelo, pasamos en esos mismos 30 años del régimen de partido único al multipartidismo, de la certidumbre de que el PRI ganaría porque sí a la incertidumbre de elecciones cada vez más justas en todo sentido.

El resultado de esas transformaciones es que México se convirtió en una democracia incipiente, pero ya digna de ese nombre, donde por supuesto que el humor presidencial podía intentar maniobras autoritarias, más era previsible que incluso en esos momentos la oposición -y en no pocos casos la prensa, académicos, artistas y no pocos empresarios- saldrían a manifestar su opinión al respecto.

Porque en México ya no sólo hablaba el presidente. El debate se nutría desde muchos lados, y los temas del mismo podrían surgir desde diferentes ámbitos. Gobernar, en algunos momentos de esos sexenios, se tradujo en el reto de armonizar las voces de ese coro para tratar de, convocando a los más posibles, imponer un rumbo.

No le falta razón al presidente López Obrador cuando expresa que ha podido establecer un antes y un ahora. En efecto, en muy pocos meses, el tabasqueño logró acallar al coro, primero, e imponer la unilateralidad, después.

Ahí estamos. En medio de una realidad donde la pluralidad -a veces, es cierto, traducida en dinámicas que al no ponerse de acuerdo se anulaban mutuamente- se ha marchitado de fea forma.

En su lugar, desde Palacio Nacional ha surgido una machacona retórica que ha ocupado el espacio donde se había empezado a hacer un hábito que hubiera discusiones.

La paradoja -ya se ha dicho- es que todo lo que se avanzó en un modelo de pluralidad se debió, en parte, a esfuerzos opositores como los del hoy presidente. Porque no es siempre cierto que lo que resiste apoya: muchas veces la resistencia forzó el cambio.

Hoy, un beneficiario de esa lucha colectiva supone que todos habrán de aceptar, porque sí, lo que solo él tiene en mente para el país. Solo él, ni siquiera su gabinete.

Frente a ello los artistas, la prensa crítica, algunos políticos y los ciudadanos que desde tiempos del priato aprendieron que el poder no tiene la capacidad de autocorregirse, deberán encarar la realidad: se quiere reinstalar un monólogo. Frente a ello toca andar de nuevo la ruta plural y crítica que ya una vez hizo que el régimen entendiera que ningún gobierno, por más votos que haya obtenido, es México.

Salvador Camarena
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 20 de junio de 2019).

Las voces de expertos, tan desacreditados en estos días, todavía pueden encontrarse en medio del vociferante mundo virtual. Una de estas voces es la de Alan Bersin, ex zar fronterizo de Estados Unidos durante la administración de Barack Obama.

Su pronóstico es reservado acerca de las posibilidades que tiene México de cumplir el plazo de 45 días para controlar la migración en la frontera sur.

El especialista incluso va más allá y anticipa una realidad que pocos aceptan: México dejará de ser un país de migrantes en tránsito para convertirse en receptor. Y eso implica un nuevo marco legal, infraestructura y políticas públicas distintas.

No basta nada más con mandar 10,000 efectivos de la Guardia Nacional al Sur. ¿Tendrá la 4a. Transformación esa visión de largo plazo?

Allá en La Fuente
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 21 de junio de 2019).

Los negociadores encabezados por Marcelo Ebrard deben prepararse para lo peor. Primero, porque a pesar de los elogios por la reducción de la migración y la felicitación al presidente López Obrador que ha hecho Trump, nadie en su sano juicio puede asegurar que se mantendrá la buena calificación y que se puede bajar la guardia y dar vuelta a la hoja. Hay que recordar que en los acuerdos del 7 de junio no se estableció ningún parámetro determinar si se alcanza una disminución de la inmigración aceptada por Estados Unidos, lo que será determinado por Trump. México deberá prepararse para una 2a. etapa de negociación mucho más dura porque el verdadero objetivo de la Casa Blanca es que nuestro país se haga cargo de los migrantes, mientras esperan la aceptación o negación de su solicitud de asilo que puede durar meses o más de 2 años. Esto se ha impuesto ya como una política unilateral de facto sin que hayamos aceptado este retorno, ni menos aún ser 3er. país de asilo.

México, frontera norte. Aún sin acuerdos, el reingreso a México de solicitantes de asilo en Estados Unidos, muestra lo que se requerirá con una serie de medidas urgentes para sostener en nuestro país a miles de inmigrantes durante lapsos de tiempo no pequeños, hasta de 2 años. Un dato: entre el 29 de enero y el 20 de junio, Estados Unidos envió a México a 14,000 solicitantes de asilo que espera ya acá la resolución positiva o negativa de su asilo. ¿Cuántos más se esperarían? México tendrá que hacerse cargo del alojamiento, alimentación, servicios educativos, sanitarios y médicos de una población creciente reingresada a nuestro país. El gasto será enorme y los desafíos de organización recaerán también sobre estados fronterizos como Sonora, Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo León... Será necesaria la concertación entre el ejecutivo y los gobernadores. ¿En qué forma incidirá esto en la vida de las ciudades y estados a ambos lados de la frontera, es decir en México y en Estados Unidos? ¿Cómo cambiará la dinámica de ciudades como Tijuana y San Diego, que es la frontera que más número de cruces diarios tiene en el mundo. O Ciudad Juárez y El Paso? Son ciudades cuyas dinámicas de vida diaria están entrelazadas y así otras a lo largo de toda la frontera norte. El reto es mayúsculo y el trabajo que habrá de realizarse para evitar el descontento y la xenofobia no es una cuestión menor. Se requerirán muchos recursos económicos pero también políticos y sociales.

La crueldad de la política migratoria de Estados Unidos. Si algo ha caracterizado la fallida política antiinmigrante de Estados Unidos estos 2 años, ha sido la crueldad con que se maneja: la brutal separación de familias, de padres e hijos, los dramáticos y múltiples casos en que no se vuelven a encontrar. Las caravanas que llegan a Estados Unidos están integradas mayoritariamente por familias, son las mujeres y los niños los que llevan la peor parte. Basta asomarse a algunas imágenes y recordar que no se tiene por parte de autoridades de EU la cifra exacta de los niños que perdieron a sus padres y las condiciones que viven menores. Insoslayable la defensa de los derechos humanos de los migrantes.

Enriqueta Cabrera
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 22 de junio de 2019).

Brincar para caer donde mismo puede ser la experiencia de México a más de 6 meses del cambio de gobierno, de donde se podría deducir que por muy alto que hubiese sido el brinco y mucho el esfuerzo implicado, de poco sirve si en realidad no se logra el avance que se esperaba, no sólo del nuevo gobierno, sino de la misma sociedad.

El gobierno es un factor determinante en el proceso del país, pero no es el único, de hecho, pocas veces tantos factores se habían lanzado al campo de juego como los que ahora observamos. El compromiso del ejecutivo federal por frenar la carrera imparable del dispendio salarial en los altos puestos de gobierno arrojó de inmediato a cientos de afectados a la arena de la inconformidad y del encono. La supresión del proyecto del nuevo aeropuerto afectó intereses de muy alto rango, aumentando el número de los inconformes, independientemente de que tal decisión haya sido buena o pésima. El combate a la corrupción sin prever ni atender los muchos daños colaterales ha sido otra fuente de disturbio que se ha visto reflejado en el abasto de gasolina y medicinas, también en el apoyo a las guarderías. La simplificación de estructuras federales con la innovación de superdelegados a muchos gobernadores les ató las manos lo mismo para lo bueno que para lo malo, y les desató igualmente el resentimiento. Grandes proyectos como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, o el aeropuerto de Santa Lucía, enfrentan suspensiones legales y condicionamientos. Todo sumado acaba siendo un caudaloso río revuelto donde se mezcla la verdad con la mentira, el interés personal con el nacional, el resentimiento con la justicia, la simpatía con la antipatía, bajo el manejo de los grandes promotores del terrorismo informático, siempre dispuestos a desacreditar, mal informar, defender o atacar a ultranza, más por pasión que por un análisis objetivo de la realidad.

En contraparte el factor presidencial no parece muy interesado en equilibrar la barca, por el contrario pone de su parte para agravar la incomodidad de varios sectores sociales que no pueden ver con satisfacción el que se estén tomando decisiones importantes por el recurso de levantar la mano en encuentros que ni representan a la comunidad ni tienen carácter de asamblea.

Si al brincar tan alto hemos caído donde mismo se debe en buena parte a que no se trataba de brincar, sino de avanzar, y que no hay avance creíble si no se dan pasos firmes y evidentes en favor de una genuina democracia, asunto que hasta el momento se mantiene en ceros. Tampoco se puede creer en una promesa de abatir la corrupción si vemos todos los días como se mantiene incólume el imperio de la impunidad.

Por si esto no bastara, otros 2 factores dificultan la marcha actual del país: la violencia interna de la nación, imparable y creciente, y la postura francamente delincuencial del gobierno norteamericano que ha usado la cuestión arancelaria como un medio para hacer de México el mayor muro de contención ante la inmigración ilegal.

Armando González Escoto
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 23 de junio de 2019).

Los mexicanos somos solidarios por naturaleza, pero cargar con el peso de todos los centroamericanos son palabras mayores.

Cuauhtémoc Cisneros Madrid
(v.pág.13-A del periódico El Informador del 24 de junio de 2019).

A principios de año, autoridades mexicanas y guatemaltecas se reunieron en la frontera sur.

Los chapines querían saber más de la política de brazos abiertos que el naciente gobierno de Andrés Manuel López Obrador prometía a los migrantes centroamericanos.

Vengan y serán recibidos. Vengan y tendrán permisos. Vengan y hasta un brazalete les pondremos. En pocas palabras, vengan y serán cuidados. Así fueron los mensajes del presidente y de su secretaria de Gobernación hacia los migrantes; todos los oímos, todos incluyendo nuestros vecinos del sur.

"Si esto es verdad", dijeron en la reunión los guatemaltecos, "y es que tenemos que ver si es verdad porque el gobierno de México ha mentido mucho desde antes. Pero si esto es verdad, deben estar preparados".

Los guatemaltecos prosiguieron su advertencia a sus colegas mexicanos: "Ustedes no tienen idea de cómo están las cosas en nuestros países".

La advertencia siguió: si esto es verdad -repitieron la frase hasta 4 veces-, no va a tardar nada en que los primeros migrantes en portar permisos o tener brazalete llamen desde México por teléfono, o envíen un mensaje por WhatsApp o incluso por Facebook, para invitar a sus parientes y amigos a que los sigan. Y la cantidad de gente los va a desbordar.

"Porque si esto es verdad, no les van a llegar medio millón de migrantes. No va a ser un millón o 2. Ni 5 millones. Van a ser más. Es más, hasta nosotros nos vamos, ¿cierto, compañeros?", bromeó la delegación guatemalteca, que concluyó con esta frase: "Que Dios bendiga a México, porque la van a pasar muy mal".

Eso fue enero. 6 meses después no han llegado millones de migrantes, pero hoy México enfrenta el reto de la migración convirtiendo a su ejército en policía fronteriza de Trump: hay que ver las imágenes que circularon este fin de semana de mujeres y niñas detenidas en Ciudad Juárez por soldados mexicanos que les impiden llegar a Estados Unidos.

Pero en días en que ha levantado ámpula el anuncio de que de comprometeremos ayuda a El Salvador hasta por 100 millones de dólares (aproximadamente 2,000 millones de pesos) hace falta hacer otras cuentas.

Porque si a algunos les indigna que ese volumen de recursos se destine a tratar de paliar los orígenes de la migración, qué opinarán de lo que el Gobierno de México gastará en los peticionarios de asilo que esperarán en suelo nacional una resolución de las autoridades migratorias estadounidenses.

Hagamos un cálculo a partir de unos cuantos datos. El viernes, el canciller Marcelo Ebrard calculó que en México hoy hay 14,000 personas en esa condición, gente que a través de Juárez, Mexicali y Tijuana ha sido enviada a suelo mexicano a esperar lo que determina un juez estadounidense.

Cada una de ellas cuesta a México, según estimaciones extraoficiales de un funcionario, alrededor de 600 pesos por día.

Entonces, cada día esas 14,000 personas le cuestan al erario 8'400,000 pesos. Por el momento dejemos fuera que en este mes el ritmo de envío de migrantes desde Estados Unidos a México se ha triplicado. Quedémonos en los 14,000 y tendremos que si esperaran 6 meses para su audiencia costarán 1,512 millones de pesos en ese periodo. Pero si la cifra aumenta a 40,000, entonces cada semestre costarán 4,320 millones de pesos. Todo esto suponiendo que no haya problemas añadidos en los campamentos de estos refugiados.

Una cosa es invertir 2,000 millones de pesos en El Salvador tratando de ver si en el futuro menos salvadoreños tienen la necesidad de migrar. Pero ¿por qué México aceptó la innoble tarea de patrullar el lado mexicano de la frontera norte? ¿Cómo defenderá el presidente López Obrador las imágenes de familias separadas por militares nacionales? Ello al mismo tiempo que el canciller Ebrard aceptó quitarle al gobierno estadounidense el costo económico de los peticionarios de asilo.

Hoy los guatemaltecos asistentes a aquella reunión de principios de año saben que no decíamos la verdad. Y que en vez de trato digno a los migrantes, nuestro país dio a Trump una nueva patrulla fronteriza militarizada y miles de millones de pesos para que hiciera en nuestra frontera norte cárceles particulares para centroamericanos.

Sin duda, el Dios de Morena bendice a Estados Unidos, pero no a México.

Salvador Camarena
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 24 de junio de 2019).

El programa Plan Puebla Panamá, que inclusive contaba con un amplio apoyo de la comunidad internacional y de los propios centroamericanos, se convirtió en un catálogo de buenos deseos que nunca llegaron a buen término. El plan suponía 32 proyectos muy similares a los aquí planteados de interconectividad, comunicación, activación económica, etc. Quedaron en los anales de la historia como una lista de buenos deseos. ¿Se está haciendo algo diferente en esta ocasión? En mi opinión, con la experiencia de los esfuerzos que se realizaron en ocasiones anteriores, no.

El apoyo interregional es positivo, pero debe estar cimentado sobre otras bases, mitigar riesgos, reducir la improvisación y diseñarse de forma conjunta. Cualquier cambio, sobre todo tratándose de estrategias de desarrollo económico y culturales toma tiempo, esto es algo que deberíamos aprender de las culturas asiáticas.

Jacques Rogozinski
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 24 de junio de 2019).

Literalmente de rodillas, la señora María Isela Valdez Chaires le suplicó al presidente Andrés Manuel López Obrador que le ayude a encontrar a su hijo, Roberto Flores Valdez, desaparecido desde el 10 de marzo de 2014. La escena ocurrió el pasado lunes en el salón Tesorería de Palacio Nacional.

Cientos de familiares que tienen desaparecidos fueron convocadas a escuchar un informe de la instalación del Sistema Nacional de Búsqueda.

No fue un acto oficial tradicional. Así como la desaparición de un familiar interrumpió de tajo sus vidas, así las familias interrumpieron constantemente el evento oficial. Madres y hermanas estuvieron mostrando las fotografías y fichas de sus hijos y hermanos desaparecidos; estuvieron gritando y exigiendo en todo momento al presidente que cumpla con los compromisos, que pase de las palabras a los hechos.

Poco antes de tomar la palabra el presidente, la señora María Isela Valdez Chaires llegó hasta el templete donde estaba López Obrador y otros funcionarios, y de pronto se puso de rodillas.

El mandatario escuchó la súplica angustiada de la madre, la tomó de las manos y la levantó. María Isela Valdez dijo que López Obrador se ofreció a apoyarla y a todas las víctimas del país.

Pero las palabras de los gobernantes no bastan ya a las familias organizadas que tienen desaparecidos. Ya han escuchado demasiadas palabras de gobernantes. Quieren resultados, quieren búsquedas exitosas de sus hijos, quieren a los responsables pagando por los crímenes cometidos.

En un pronunciamiento sobre la reunión con López Obrador, la agrupación Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos Nuevo León, asentaron esta desesperación: "El informe no nos sorprende. Mucho de lo dicho es un diagnóstico que desde hace años las familias hemos padecido día a día en la búsqueda de nuestros familiares. Nosotras ya no necesitamos que nos repitan que está mal, eso ya lo sabemos. Necesitamos verlos en el campo, haciendo operativos de búsqueda con vida y sin vida, necesitamos que nos informen a cuantas personas víctimas de un delito han encontrado por sus trabajos de inteligencia, necesitamos que en México ya no sigan desapareciendo y asesinando a más personas con total impunidad".

Posturas semejantes se escucharon el sábado pasado aquí en Guadalajara. A pesar de las palabras del gobernador Enrique Alfaro Ramírez en marzo pasado, las familias no ven avances significativos en la búsqueda de sus hijos. Son las propias madres y padres quienes hacen el trabajo de investigación, muchas veces poniendo en riesgo su vida.

Así como las familias, con razón fundada, interrumpieron el acto oficial de López Obrador, el Estado mexicano debe interrumpir el flujo habitual del gobierno para dar respuesta a las familias que buscan sus desaparecidos.

Rubén Martín
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 26 de junio de 2019).

En estos 12 meses, el país ha tenido cambios por todas partes. Para bien y para mal. Algunos todavía no los calibramos. Otros aún son inciertos y no sabemos a dónde habrán de llevarnos.

El 1o. de ellos fue la forma en que se dio la transición. No pareciera que tuviéramos 7 meses con la nueva administración, sino un año entero, porque de facto empezó a gobernar tras haber ganado y más claramente tras la instalación del congreso en septiembre.

La administración de Peña prácticamente se borró y dejó el espacio a AMLO y su equipo.

Uno de los cambios cuyo desenlace es incierto es el del sistema político mexicano.

Las oposiciones quedaron deshechas. El PRI, partido que estaba en el gobierno hace un año se ha ido perfilando como un partido claramente minoritario, y enfrenta un relevo de su presidencia que ha profundizado su crisis y que probablemente lo acerque más a AMLO.

El PRD, partido histórico de la izquierda, está virtualmente en el camino de la extinción.

El PAN, la oposición más definida, ha logrado sobrevivir, pero pareciera carecer de rumbo y liderazgo.

Otros partidos menores como Movimiento Ciudadano o los aliados de AMLO, tampoco parecieran con capacidad de obtener una presencia nacional.

Pero paradójicamente, Morena no parece con vocación de transitar de movimiento a partido estructurado. Su fuerza sigue derivando fundamentalmente de AMLO.

Y está en ciernes una controversial reforma política cuyo destino es incierto por requerir una mayoría calificada que no tienen hoy Morena y sus aliados en el Senado.

En este año, la gestión de gobierno ha estado caracterizada por los claroscuros.

Las acciones más cuestionables son claramente identificables: la cancelación del aeropuerto de Texcoco; el desarrollo de proyectos de infraestructura muy cuestionados; el giro a una política energética que amenaza las finanzas de Pemex; el debilitamiento de algunos órganos autónomos; la contrarreforma educativa; la lentitud en el ejercicio del gasto, por citar algunas.

Pero no puede perderse de vista, del lado positivo, la estabilidad derivada de la disciplina fiscal y del respeto a la autonomía del Banxico. Ni tampoco la decisión estratégica de culminar la renegociación del nuevo tratado comercial de Norteamérica (T-MEC) y aprobarlo.

A la incertidumbre también abona el próximo proceso electoral en Estados Unidos, que ha generado nuevamente una enorme presión sobre México y que ha propiciado la crisis migratoria que hoy vivimos.

A un año de su triunfo con el 53.2% de los votos válidos, AMLO mantiene un respaldo de las 2 terceras partes de la población.

Veremos si ese apoyo mayoritario persiste al paso de los meses. La clave serán los resultados.

Poco a poco, las esperanzas y las intenciones contarán menos y en cambio, los hechos lo harán cada vez más.

Enrique Quintana
(v.pág.2 del periódico El Financiero del 1o.de julio de 2019).

Se dirá que 2,000 manifestantes en la Ciudad de México (en la que residen 8.9 millones de personas; 21 millones si se considera toda la zona metropolitana del Valle de México) participantes en la marcha dominical en contra del gobierno, "no pintan". Pero también podrá decirse que no todos los inconformes salieron a las calles provistos de pancartas en que tildaban de "mentiroso" y "corrupto" al presidente, ni corearon "¡A mano/alzada,/queremos que se vaya!" y consignas similares. Y que otro tanto sucedió en las marchas realizadas en Guadalajara -la víspera-, Morelia, Uruapan, Nuevo Laredo, Ciudad Victoria, Chihuahua, Acapulco, Cuernavaca y San Luis Potosí.

Lo notable, lo plausible es que, a pesar de las cuchufletas y descalificaciones alentadas sistemáticamente por las cotidianas "mañaneras", en este país aún se pueda disentir abiertamente en temas tan sensibles como el manejo de la salud, la seguridad, la educación, la economía y demás por parte del gobierno... sin llegar a la violencia.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 2 de julio de 2019).

Arrancó formalmente la Guardia Nacional. El gran riesgo que tiene la Guardia, y así lo advirtió el general Bucio, es que se ponga en ella demasiada expectativa. Tener una fuerza organizada de 65,000 elementos es sin duda importante y necesario, pero eso no soluciona por sí solo el problema de las violencias ni cambia las conductas criminales. Si no hay un cambio radical en la administración de justicia y se desincentiva la actividad delictiva -a través principalmente de la incautación de bienes y cuentas de la delincuencia organizada- la sola fuerza militarizada de la Guardia solo provocará un incremento en la violencia, tal como sucedió en la administración de Felipe Calderón.

Todos queremos que la Guardia funcione y dé resultados. Todos queremos recuperar la paz en el país y en el Estado. Pero no es una cuestión de fe ni de esperar el milagro. Construir la paz será un proceso largo y complejo que comienza sí con el uso de la fuerza para contener a los grupos de delincuencia organizada, pero que requiere políticas de reconstrucción de la justicia y de las comunidades.

La violencia ha echado raíces y se ha convertido en cultura, en una forma de vida y, peor aún, en la aspiración de muchos jóvenes. Cambiar una cultura que ha penetrado la sociedad a lo largo de décadas no se va a lograr en un año ni en 2. La Guardia Nacional puede y deberá combatir a los grupos violentos, pero no la cultura de la violencia. Esto último nos toca a todos, desde los medios hasta las escuelas; desde las acciones concretas en los barrios hasta las políticas públicas. La Guardia es un paso importante, pero no es ni el único ni el más importante en este proceso.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 2 de julio de 2019).

Dejando de lado las definiciones eufemísticas de la ley, que distingue por razones jurídicas a los desaparecidos de los no localizados (los primeros, dice son los que presumiblemente cometieron un delito; los segundos no, como si la diferencia moral de los sujetos modificara las obligaciones del Estado) en Jalisco desaparecieron 387 personas entre el momento en que se dio a conocer la estrategia del Gobierno del Estado frente a este problema, el 25 de marzo, y la fecha del último corte, el 31 de mayo. El dato es aterrador: cada día en Jalisco desaparecen en promedio 6 personas. Algunas de ellas son localizadas con vida, la mayoría se sumará a los 10 homicidios diarios que hay en el estado.

Si en algo han empeñado su palabra el presidente López Obrador y el gobernador Enrique Alfaro es en el compromiso de no escatimar recursos en la búsqueda de desaparecidos. Pero evidentemente la voluntad política no basta para acabar con un fenómeno que parece cada día más arraigado en nuestra sociedad.

Son diversas las razones por las que alguien desaparece. Una parte importante tiene que ver con los llamados levantones del crimen organizado que se lleva a alguien, inocente o culpable, da igual, a quien consideran enemigo o que les ha fallado, para después tirarlo o enterrarlo clandestinamente. Otro grupo son las víctimas de levas que el crimen organizado realiza con engaños para llevarlos a campos de entrenamiento y engrosar las filas de su ejército. En Jalisco la prensa ha documentado al menos 3; las autoridades solo han intervenido en uno, en el de Tala hace más de 2 años. Están los que, por la razón que sea, desaparecen por voluntad propia, que los gobiernos quisieran que fueran la mayoría pero que tristemente no es así, pero que muchos de ellos toman la decisión por razones de seguridad. Y finalmente los que desaparecen a manos de las fuerzas del Estado que los gobiernos siempre niegan pero que en el discurso los acaban justificando con la muletilla de "quién sabe en qué andarían metidos".

Si algo ha quedado claro en estos meses de compromiso sin resultados es que la voluntad política no basta. La batalla contra la desaparición forzada de personas requiere que se entienda el fenómeno y asuma la responsabilidad. Aceptar que el crimen organizado tiene sus formas de dirimir sus diferencias es renunciar a la esencia del Estado; no buscar a los desaparecidos que han sido llevados en leva a engrosar los ejércitos del crimen es dispararse en un pie; no aceptar que hay desapariciones forzadas desde las propias instituciones del Estado es una hipocresía.

Hay que salirnos del mundo murmurado, llamarles a las cosas por su nombre, pero sobre todo asumir que no es con discursos y buena voluntad como se resuelve un problema tan complejo y doloroso como la desaparición forzada.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 4 de julio de 2019).

Un ensayo escrito por Antonio Medrano y titulado "La politización de la sociedad y de la vida", describe a la politización como una enfermedad contagiosa de la política que se propaga con gran facilidad infectando todo cuanto toca. Desde una perspectiva individual, la ve como el "vivir obsesivamente pendiente de lo político y de los políticos". Y eso es lo que en mi opinión nos está pasando. Hay un ansioso deseo por enterarnos de lo que pasa en la política, o de estar discutiendo y preocupándonos todo el tiempo por las teorías y acontecimientos políticos antes que por otras cosas, antes que la vida personal o familiar, antes que el crecimiento interior.

La sana política, dice el autor, la política normal y legítima está al servicio de la vida y no la vida al servicio de la política.

La politización de la sociedad está ya en niveles enfermizos, tanto así que el presidente del ejecutivo nos dice cómo tenemos que vivir, cuáles deben ser nuestros ideales, nuestras convicciones y hasta nuestro comportamiento moral, y si no obedecemos con todo respeto somos condenados.

A la pregunta ¿por qué es un mal la politización?, Medrano responde que lo es por el "factor pasional" que domina la política, y en el que tiene un protagonismo especial la propaganda (obscurecedora de la mente y excitadora de las peores pasiones) y los movimientos de masas (la masa es pura pasionalidad, visceral irracionalidad, vehemencia insensata).

Esta pasionalidad e irracionalidad es la que debemos detener y de la que debemos alejarnos, dejando de lado la lucha entre facciones, opiniones o intereses, que son tierra fértil para los excesos emotivos y para el aflore de los peores instintos.

Por la salud mental de los mexicanos y del propio presidente, debería éste cambiar la frecuencia de sus "conferencias mañaneras", para que su presencia en la mente ciudadana no sea cotidiana; para reducir el fanatismo y culto a la persona que se ha creado a su alrededor; para no distraernos y perder el tiempo que debemos dedicar al trabajo y responsabilidades propias, y para dejar de especular acerca de sus declaraciones e "informes" diarios, que en buena parte siguen siendo promesas y deseos, exhortaciones morales o negaciones de la realidad que lo único que generan son preocupaciones y desconfianza que nos orillan a tomar decisiones tal vez equivocadas.

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(26 de julio de 2019).

El miércoles fue en Guadalajara, en Plaza Galerías, adentro de un restaurante de hamburguesas; la semana pasada en Ciudad de México, en Plaza Artz, un centro comercial que en Las Mañaneras se calificaría perfectamente como "fifí". 2 enfrentamientos a tiros en medio de gente inocente que, más allá de los sucesos, de por sí espeluznantes, muestran que el problema de la violencia es mucho más que un tema de policías y ladrones, y que está profundamente enraizado en un sistema podrido y corrupto.

Todos los cadáveres hablan, dice Beto Zaragoza. En ambos casos son los muertos quienes nos han permitido asomarnos y enterarnos de la corrupción del gobierno mexicano. En el caso de Plaza Artz resultó que la víctima era un israelí, Benjamín Sutchi, quien venía de purgar una condena en ese país por asesinato. A México llegó como asesor de seguridad y tuvo visa de trabajo. El muerto en Plaza Galerías, en Guadalajara, Martín Arzola Ortega, apodado "El 53" y señalado como líder de una de las células violentas del cártel Nueva Generación, tenía 2 pasos por la penal; el 1o. por robo a transporte de valores y el 2o. por asesinato. Por este último fue sentenciado a 24 años de prisión en 2015, y 3 años después estaba en la calle ejerciendo como líder de una célula criminal.

El otro asunto que llama la atención es la cantidad de armas que hay ya en nuestras calles. En los 2 casos hubo más de un grupo armado. El enfrentamiento en Guadalajara, al parecer fortuito, de 2 bandas enemigas, terminó de complicarse por la presencia de escoltas armadas de la esposa del gobernador de Nayarit que también dispararon. De acuerdo con las estimaciones más recientes (Small Arms Survey, 2018) en México hay cerca de 17 millones de armas de fuego en manos de civiles. Nada que ver, es cierto, con las cerca de 400 millones que hay en Estados Unidos, con una diferencia: las de nuestro país son ilegales, están en las calles gracias a la corrupción de las aduanas y no están registradas.

Que los criminales se comporten como criminales no sorprende a nadie. Que alguien le dé visa de trabajo en seguridad a un asesino; que un juez libere a un sentenciado a 24 años de prisión por homicidio; que el sistema de aduanas permita la entrada de armas todos los días es doblemente criminal. Podemos verlo de 2 formas. Una es que el crimen organizado tiene cooptado al Estado mexicano; la otra es que el crimen existirá mientras el Estado lo proteja. Esto es, la solución al problema de la violencia no es cuestión de policías y ladrones, pasa fundamentalmente por recuperar el Estado de Derecho. La Guardia Nacional, las nuevas policías, la compra de armamento para las fuerzas armadas sirven, cuando funcionan, para enfrentar y en el mejor de los casos contener el crimen, para ganar batallas puntuales: la guerra hay que librarla y ganarla en la recuperación del Estado.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 2 de agosto de 2019).

La violencia tan diversa en su origen produce efectos muy graves en la percepción social, así la permanente sensación de inseguridad, el miedo no sólo al espacio público sino hasta a la propia casa en que se vive, la desconfianza en relación a toda persona vaya bien o mal vestida, la necesidad de protegerse no por paranoia sino por todo lo que se sabe, que suele ser más de lo que se ve en los medios de comunicación.

Esta realidad tiene además un efecto desalentador para la inversión extranjera, pues si los gobiernos no son capaces de garantizar ni los bienes ni las vidas de sus propios ciudadanos, menos lo harán con los intereses foráneos, eso sin meternos en las políticas de gobierno en el campo de la inversión. Cierto, hasta la fecha la impunidad, paradójicamente, sigue siendo una permanente garantía para propios y extraños, a condición de que se manejen en las grandes ligas del mundo financiero o delincuencial, en este punto nuestro país es pródigo en jueces y en amparos, pero como digo, dependiendo del nivel en que se muevan.

A quien más rebota la violencia desatada que vivimos es desde luego a las autoridades, pues como era de esperarse, todos los actuales gobernantes prometieron hasta el cansancio que abatirían la inseguridad, y a 6 o más meses del inicio de su ejercicio lo único seguro es que no han podido, así lo revela el que Guadalajara sea, con Ecatepec, la ciudad en la que más robos de auto con violencia se cometen.

Tampoco han sabido involucrar a la ciudadanía y a sus diversas instituciones, públicas y privadas, en el combate a la violencia en cualquiera de sus formas, vaya, ni siquiera han podido reformar al poder judicial, una pieza clave a la hora de explicarnos el carnaval grotesco en que está sumergida la impartición de justicia.

Se ha ofrecido "acompañamiento" a los familiares de las víctimas, pero parece sólo un acompañamiento obsequioso, pues la autoridad ni siquiera les apoya a la hora de enfrentar todo el complejo mundo de la tramitología burocrática que deben sufrir colateralmente, y las secuelas sociales de todo tipo que acompañan a estas tragedias.

Armando González Escoto
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 4 de agosto de 2019).

La violencia nos atemoriza a todos aquellos que no sabemos ni de bandas, ni de armas, ni de razones si las hay, la única información es la que nos dan por la prensa en donde según las autoridades han bajado los delitos con base en algo que no conozco, pero la sensación mía y de muchos es que esto parece ser más salvaje, dicen que se están matando entre sí y puede tengan razón porque no tengo más datos, pero no me suena razonable que por ejemplo hayan encontrado no una sino varias casas donde hay personas aparentemente secuestrados o cuando menos amarrados pero ¡están solos, nadie los cuida! Lo que resulta difícil de creer. O muchos cadáveres que no se de dónde salieron o quién los dejó ahí.

Carlos Enrigue
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 4 de agosto de 2019).

Las aterciopeladas declaraciones del gobierno mexicano -"hago como que me indigno por los ataques deliberados contra migrantes mexicanos, provocados por tus discursos hostiles y actitudes decididamente persecutorias"- tras la reciente masacre en El Paso, Texas, podrían equipararse con "la paja en el ojo" ajeno de la consabida sentencia bíblica. El hallazgo, ayer, de una veintena de cadáveres descuartizados, algunos de ellos colgados de un puente en el transitado ingreso desde Morelia, la capital del estado, a la ciudad de Uruapan, Michoacán, otros desparramados a pocos metros de distancia, vendrían a ser, para redondear la cita, "la viga en el propio".

Veamos...

Se justifica plenamente que las autoridades mexicanas se sumen al clamor generalizado porque el gobierno norteamericano tome medidas para reducir el riesgo de que episodios como los de El Paso y Dayton se repitan en cualquier momento. Se justifica igualmente insistir en la necesidad de imponer controles a la casi indiscriminada venta de armas, por una parte, y, por la otra, en evitar que de la percepción de que el fenómeno migratorio en pos de "el sueño americano" daña a la economía y amenaza la tranquilidad de los estadounidenses, se pase a la cacería de migrantes. Cualquier medida que se tome a favor del respeto a la vida humana, sin distinción de razas o clases, como un valor supremo del conglomerado social del que se forma parte, es encomiable.

Si los cadáveres fragmentados, encontrados ayer en Uruapan, se hubieran descubierto en el curso de 4 o 5 días, difícilmente tales hallazgos habrían sido noticia más allá del ámbito local. Como en Guadalajara y anexas -por poner un ejemplo-, si en Uruapan aparecen 4 o 5 cadáveres diarios en callejuelas, baldíos o caminos vecinales, apenas se estará cubriendo la cuota cotidiana de la criminalidad reinante. Una veintena en un solo día y en el mismo lugar, no habla de hechos aislados -que para efectos de su interpretación pudieran minimizarse-, sino de una acción concertada.

Que el suceso ocurra mientras el estudio Hallazgos 2018, de la organización México Evalúa, consigna que la media nacional de impunidad es de 96.1% y en Jalisco de 98.8% -lo que significa que sólo 1.2 de cada 100 delitos se resuelven-, demuestra que la persecución del delito y la administración de justicia son las asignaturas pendientes por excelencia (y la viga en el ojo propio, por tanto) en este (pese a todo...) bendito país.

Jaime García Elías
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 9 de agosto de 2019).

En 2019, México es el país más letal del mundo para los periodistas, con 10 comunicadores asesinados en lo que va del año, muy por encima de naciones con conflictos bélicos que aparecen en la lista. El 2o. lugar es Afganistán, con 3 homicidios.

Carlos Loret de Mola A.
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 12 de agosto de 2019).

"Bienvenidos a Lomas del Sur, donde a diario matamos a alguien como parte del show", decía un adolescente en medio de ambulancias, patrullas y un grupo de gente enardecida por la muerte de un joven de 24 años al que acaban de disparar afuera de su casa. El ambiente era tenso. Vecinos arriba del techo de sus casas lanzaban piedras. Policías intentaban calmar las reacciones. Ocurrió el domingo 4 de agosto.

Hace 2 semanas uno de los hombres muertos en un restaurante de comida rápida en Zapopan fue un menor de 17 años de edad de nombre Bryan Alexander. ¿Qué relación tienen estos hechos? Para entender el contexto de por qué más niños se incorporan a las filas de bandas delictivas hay que conocer cómo se vive en colonias como Lomas del Sur, ubicada en la periferia de Tlajomulco, cercana a las vías del tren y en donde los "buenos y malos" se dividen por unos cuantos metros.

Aquella mañana de domingo no habían transcurrido ni 20 minutos del homicidio, cuando un grupo de por lo menos 10 hombres armados con machetes llegaron a una casa ubicada a unas cuadras del lugar del crimen, aparentemente ahí vivían los responsables del asesinato. Quemaron la vivienda y un carro, al que además voltearon y dejaron en la cochera.

Cuando los elementos de la Fiscalía arribaron al sitio, sólo sabían que "El Barney" y "El Paquete" huyeron, pasaron las vías del tren y se internaron en una amplia zona de matorrales.

Un señor de edad avanzada y con bastón en mano maldecía lo ocurrido, decía que esa colonia era controlada por narcomenudistas que se disputaban la plaza y que no podían ni siquiera salir a la tienda porque les quitaban a golpes lo que llevaran, fuera quien fuera. "Por eso pasa esto, porque estamos hartos, nosotros tenemos que hacer justicia", me decía. ¿Cuál justicia?, pensé.

El local de una cadena de tiendas de conveniencia ubicado en la esquina tiene los refrigeradores con candado, al mes reporta 25,000 pesos de pérdidas por robo hormiga.

En las esquinas de las calles abundan los grupos de menores, niñas y niños jugando a ser adultos, algunos conviviendo como marido y mujer, otros hablando de que salieron de sus casas e interrumpieron la 2a. temporada de Capos de la Droga, en Netflix, cuando escucharon los machetazos, no querían perderse la función del día. Reían y bromeaban sobre el tema. No había diferencia, no existe entre la realidad y la ficción.

Los bebés o niños de la guerra contra el narco -interminable- ya crecieron, quizá huérfanos, familiarizados con el vocabulario de la época en la que les tocó vivir; "levantados", "encobijados" y "cuotas", son parte de su propia realidad.

Ahora que son adolescentes no conocen otra alternativa de vida porque ese es su mundo, son heridos permanentes de la guerra que se libra en las calles.

Gabriela Aguilar
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 13 de agosto de 2019).

Tener como vecino del norte a los Estados Unidos de América es como dormir con el enemigo. Tolerar a un vecino tan poderoso no es difícil cuando su gobierno asume una actitud de buen vecino como en los tiempos del presidente Teodoro Roosevelt. El hecho de que por malas artes y una que otra intervención armada se hayan apropiado de más de la mitad de nuestro territorio y hacer como que ya los perdonamos, aunque no lo olvidamos, es una actitud que tomamos ante la impotencia de hacer una justa reclamación.

Nada nos ganamos con romper relaciones con alguien que por razones geográficas debemos continuar siendo vecinos. Difícil sería la convivencia si asumimos una actitud como la de Corea del Sur con Corea del Norte, con fronteras blindadas y viviendo con el temor de que en cualquier momento pueda estallar un conflicto bélico. No es el caso porque la diferencia en poder armado es incomparable, aunque sea molesto, cada vez que los Estados Unidos nos agreden con la palabra o con la economía, tenemos que hacer como que no nos dimos cuenta. Nuestro presidente AMLO les contesta con el sobado dicho de "amor y paz". Internamente protestamos, nos desahogamos con chismes de internet. Lo malo es que de las ofensas se pase a los hechos y Trump haga efectivas las amenazas que hizo durante su campaña.

Hay grandes cambios y reorientación en las políticas de los Estados Unidos que nunca en el pasado han sido para bien nuestro. Los Estados Unidos desde su origen han aplicado la violencia contra la población no blanca, no es una moda impuesta por Trump, es una constante de su antirracismo histórico, siempre han tenido un enemigo al que combatir, el norteamericano es un pueblo beligerante, desde los Pieles Rojas hasta los musulmanes, pasando por los alemanes, los vietnamitas, los rusos, los comunistas, los coreanos del norte, los japoneses y ahora en la mira los latinos y en particular los mexicanos. EU es un país xenofóbico, representado por la secta Ku Kux Klan que propicia linchamiento como la matanza de mexicanos en Texas en 1854-1857. Ahora tenemos un ejemplo del racismo fomentado por Trump resultando con la matanza de mexicanos en El Paso, Texas, que el asesino sin arrepentimiento alguno declaró que viajó mil kilómetros para venir a matar mexicanos.

En la actualidad las redadas culminan en deportaciones masivas en fábricas, campos agrícolas y colonias de inmigrantes. Los grupos ultraconservadores beligerantes han evolucionado haciéndose más complejos y con más seguidores como la Asociación del Rifle, los White Rough Necks (matones blancos), la Anti-Defamation League y la Southern Poverty Law Centre. Coinciden todas en sus metas: deportar a todos los mexicanos, anularlos, y disminuir la mexicanización y latino americanización de los Estados Unidos a toda costa.

Ante estas agresiones ¿Qué podemos hacer? Sí podemos, algunas medidas les dolerían, como fomentar la repatriación de capitales mexicanos, principalmente cuentas de cheques e inversiones, que son miles de millones de dólares. Desde luego que para hacerlo efectivo deben implementarse medidas fiscales para garantizar la seguridad de ese dinero en nuestro país y despejar el temor de lo que hizo López Portillo con la conversión a mexdólares. Habría que eliminar la desconfianza que por experiencia le tenemos al gobierno, de ahí viene la fuga de capitales. Es necesario unir fuerzas para defendernos del vecino que no por estar colindando es menos distante.

Luis Jorge Cárdenas Díaz
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 15 de agosto de 2019).

Hemos alcanzado tal grado de polarización que nos despedazamos a la menor oportunidad. Cualquier tema es pretexto para intercambiar juicios sumarios y memes atroces. El desencanto y la exasperación se han convertido en campo fértil para el linchamiento y la crucifixión. El que no piensa como yo termina siendo inexorablemente un imbécil, un resentido o un corrupto.

Es cierto que aquí no hay justos de un lado y pecadores del otro. Por omisión o desinterés todos somos cómplices de lo que ha producido la pobreza extrema, la falta de Estado de Derecho, la impunidad en la desaparición de hijas y hermanas de otros mientras cada cual seguíamos con nuestras vidas. A nadie nos gusta quedar atorados en un embotellamiento provocado por un grupo desesperado por la falta de resultados. Pero también podemos imaginarnos haciendo lo que haya que hacer cuando la tragedia se cebe sobre alguno de los nuestros.

No hay respuestas fáciles. Podríamos comenzar por entender que en una sociedad acosada por la violencia y cargada de tantos agravios, lo menos que podemos hacer es escuchar las razones de los otros antes de descargar la guadaña de nuestra propia cerrazón o asumir que nuestra indignación moral es superior a la de otros simplemente por ser nuestra.

Jorge Zepeda Patterson
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 25 de agosto de 2019).

Desde el punto de vista del hombre de a pie, el ciudadano que gusta mantenerse al margen de las grillas de los políticos, el país no va mal, pero tampoco bien, simplemente flota.

Bien visto, la inflación se mantiene controlada, el dólar ha subido de precio pero no se ha disparado, y no ha habido aumento de impuestos.

Para quienes viven en el día a día esas son buenas noticias.

Pero las cosas podrían estar realmente bien, mucho mejor, si el presidente se aplicara a dos cuestiones fundamentales para el ánimo del país: la convocatoria general, y el enamoramiento de los jóvenes. Ahí ha fallado, y feo.

Le ha faltado lo que el director de orquesta británico Benjamin Zander llama el liderazgo sinfónico cuando se refería a lo que hizo Nelson Mandela para sacar adelante su proyecto de gobierno en la muy dividida Sudáfrica. "Sinfonía", dice Zander, viene de "sin" y "fonía", de sonar juntos, y se refiere a la capacidad de hacer sonar y escuchar a todas las voces en una armonía que si no perfecta sí mucho más amigable que la división que hoy vive México.

El propio López Obrador, sus correligionarios y paleros, siguen insistiendo en ver al país como 2 grupos encontrados (chairos y fifís) ¡cuando restan 5 años de gobierno! Que serán muy largos para los detractores, pero breves como un suspiro para los fanáticos.

Y en el tema de los jóvenes, a pesar de su proyecto "Jóvenes Construyendo Futuro", que los apoya con becas mensuales a cambio de estar ocupados (y en teoría capacitándose) al interior de empresas o negocios, no ha sido capaz de pensar en buscar a los jóvenes de una manera diferente, como esa gran masa crítica de optimismo y emociones capaz de transformar para bien, y para mal, un país.

Pablo Latapí
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 29 de agosto de 2019).

La encuesta de Consulta Mitofsky para El Economista deja claro que al mexicano promedio le preocupa más la inseguridad y el combate a la corrupción que la economía, pero eso no quiere decir que la economía pueda seguir sin una afinación mayor: la caída en la inversión nos indica que los empresarios no consideran que las condiciones sean propicias para asumir riesgos y la desaceleración del consumo deja claro que el optimismo posterior al 1 de julio del 2018 es cosa del pasado.

Luis Miguel González
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 31 de agosto de 2019).

Los datos que no cambian hay que buscarlos en la esencia del discurso presidencial que desde el sexenio de Luis Echeverría, salvo ligeros matices, sigue siendo el mismo, construir un nuevo sexenio a partir del desmantelamiento del anterior, o de una vez, de todos los anteriores, lo cual nos da nuevos datos: llevamos 8 sexenios fallidos que además han logrado ser siempre peores que el anterior, por más que el sucesivo afirmó y dijo siempre que sería mejor.

Tampoco ha cambiado el populismo permanente de los gobiernos mexicanos que ayer daban despensas, electrodomésticos, bonos y tarjetas, y hoy ofrecen becas, pensiones y subsidios directos sin que se vea con claridad cómo estas acciones abonan al crecimiento y al desarrollo del país, ambas cosas, porque ambas son necesarias y constituyen el camino efectivo a la superación de la pobreza y el subdesarrollo.

El combate a la corrupción ha sido también una canción repetitiva a la que sólo se le va cambiando la tonada; los arrestos, los procesos, los amparos o las prisiones sexenales son efectos especiales ya bastante vistos con algunas variables en el gobierno actual que todavía no garantizan, quizás porque todavía es muy pronto, una postura seria, confiable, y sobre todo, institucional.

Para desgracia del país, el escenario económico mundial ha empeorado, en parte por la petulancia agresiva y neoimperialista de Estados Unidos e Inglaterra, cuyo primer ministro acaba de dar un golpe a la democracia británica muy acorde a las nuevas tendencias dictatoriales que nublan el cielo de medio mundo. Hasta quienes estaban sacando su dinero de México o pensaban hacerlo ahora se preguntan a qué país habría que mandarlo, dados los índices actuales de la recesión mundial.

Lo que en México sí que se agrava día con día, pese a la 4T, es el tema de la inseguridad ¿Qué sigue? Que el presidente pueda solicitar al congreso facultades especiales, que el congreso se las otorgue, que efectivamente la delincuencia pueda ser si no erradicada, sí sometida, que el impacto social de este éxito otorgue al gobierno tal respaldo que pensar en su remplazo resulte una locura, ¿tiene alguien otros datos?

Armando González Escoto
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 1o.de septiembre de 2019).

Las empresas mexicanas se están enfrentado a un entorno muy complicado en este 2019.

No se trata solamente de la caída de las ventas que han enfrentado en muchos casos sino de un cambio en las reglas del juego que ha propiciado una situación de incertidumbre.

¿Qué es lo que la empresa promedio en México -que es más bien pequeña o mediana- puede hacer para enfrentarse a esta circunstancia?

Lo primero que tiene que asumirse es que no estamos frente a una situación transitoria de cambio que se vaya a "corregir" al paso de los meses, sino que nos encontramos en un entorno en el que algunas cosas van a cambiar de raíz.

Por ejemplo, la austeridad que se aplicó en este año en el gasto público va a ser algo permanente. Tal vez mejoren los procesos de pago del gobierno en la medida que los nuevos funcionarios vayan dominando los procedimientos. Sin embargo, si una empresa tiene una muy elevada dependencia a las compras del sector público, lo más adecuado es que diseñe una estrategia de diversificación si no quiere enfrentar una temporada de vacas flacas que dure mucho tiempo.

En un entorno internacional amenazante, también es de alto riesgo tener una proporción significativa de las deudas en dólares.

Por lo pronto, el tipo de cambio se ha mantenido estable, pero en un ambiente en el que hay muchos riesgos externos, la estabilidad cambiaria no es una situación que pueda asegurarse.

Otra opción es tener una "cobertura natural", es decir, tener compromisos de pago en dólares solo en el caso de tener asegurados ingresos en la misma moneda.

¿Y qué pasa con las deudas en general, aunque sean en pesos?

Uno de los principios en etapas de incertidumbre es tratar de reducir el apalancamiento de la empresa. Si se pueden trazar estrategias para liquidar deudas, estaremos mejor parados en caso de que venga un golpe inesperado del entorno. O si no es posible pagar anticipadamente, buscar renegociar para tener la mayor proporción de pagos fijos, que nos eviten la incertidumbre de un entorno amenazante.

Si las empresas pueden girar a los mercados en los que hay una actividad todavía intensa, como proveedores de los exportadores, por ejemplo. O bien, apostarle a la innovación, pueden enfrentar mejor este entorno global de estancamiento.

Si no es posible eso, las empresas deben concentrarse en lo que hacen mejor, en las actividades de mayor rentabilidad y las que más dominan, y posponer por algún tiempo la incursión en otros ámbitos de mayor riesgo.

Enrique Quintana
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 5 de septiembre de 2019).

Hagamos conciencia de que vivimos en una nación confundida, que no sabe ni qué le pasa... un hogar desordenado donde lo gratuito es caro; donde se acoge al que roba, al que engaña y al que mata; donde los derechos son de izquierda, el crecimiento un engaño; los informes, de mentiras; la corrupción, práctica cotidiana; la seguridad, desconocida, y la impunidad, vil charada.

Uriel Eduardo Santana Soltero
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 14 de septiembre de 2019).

El fin de semana festivo pasé varias veces en Guadalajara junto a postes en los que un cartel anunciaba: Botón de pánico. Lo que me llamó la atención fue que en ningún momento, de las diversas ocasiones que transité por ahí, había gente activando ese mecanismo de alarma.

En las mismas horas en que yo pasaba por esos postes, las autoridades de Jalisco aumentaban de 35 a 44 el número preliminar de cuerpos localizados en un predio de La Primavera. De lo que sustrajeron de una sola fosa los forenses llenaron más de un centenar de bolsas de carne humana hecha pedazos. Frente a ello, la soledad y el silencio del botón de pánico son sintomáticos.

Al menos 44 personas asesinadas y sepultadas clandestinamente, pero no es la población la que sale a gritar su alarma; muy pocos son quienes reclaman a las autoridades para que se investigue, castigue y haga algo que evite sucesos así. En Jalisco, en México.

Creemos que nos escondemos de la realidad en los márgenes de las noticias, que éstas no hablan de nosotros, que no nos atañen 44 muertos localizados a 10 o a 500 kilómetros, qué más da.

El botón de pánico es una entelequia: las autoridades lo ponen a sabiendas de que nadie lo activará si no en el remoto caso de que le afecte directamente, que nadie se movilizará porque los que mueren, ya lo dijo el gobierno de Jalisco a propósito de varios de los encontrados en La Primavera, eran criminales. Ah, qué tranquilidad que mueran los criminales; salvo que ¿por qué habría que creer en esta ocasión a autoridades que nunca han resuelto crimen alguno?

Al mismo tiempo que redacto esto se oyen los aviones del desfile militar. Y por las calles de la capital del país y en la televisión marcha la Guardia Nacional. Otras entelequias: celebrar la independencia en medio de un mar de sangre, con amplios territorios inexpugnables para la autoridad legalmente constituida.

Como la semana pasada, he de citar de nuevo a Sonia Serrano, mi colega tapatía que tuiteó el viernes este mensaje; "escuché a una periodista extranjera decir que debemos pensarnos como un país en guerra. Creámosle. Díganselo a sus hijos. En los últimos días conocí 3 incidentes: el ejército, la policia de Tlajomulco y uno con chicos armados. Deben cuidarse como en un país en guerra".

Lo que plantea Sonia tiene trasfondo. De hecho, especialistas como José Antonio Guevara y Daniela Malpica, cada cual por su lado, han señalado la urgencia de que se discuta y determine si México vive en conflicto armado.

"Solo con esa determinación se podrán ofrecer respuestas humanitarias adecuadas para proteger a la población civil, los bienes civiles (hospitales, iglesias, negocios, propiedad privada y colectiva), así como para minimizar el sufrimiento de las personas que no participan en las hostilidades", señala Guevara en un reporte publicado este año (http://www.cmdpdh.org/publicaciones-pdf/cmdpdh-la-situacion-de-la-violencia-con-las-drogas-2006-a-2017.pdf). También citando organismos internacionales que apuntan a que sí vivimos en conflicto armado, Malpica tiene un texto al respecto disponible aquí: http://revistajusticiasorales.com.mx/wp-content/uploads/2018/08/1_OK_-PENAL_MALPICA_JUSTICIATRANS.pdf.

Activados por muchos, los botones de pánico debieran sonar para los 44 de La Primavera, como debieron sonar desde mucho antes para tantos más. Mejor salir vivos en las noticias, demandando justicia, que creer que la muerte que recorre México no tiene nada qué ver con nosotros.

Salvador Camarena
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 17 de septiembre de 2019).

Lamentablemente, los hechos -la maldita realidad, pues- demuestran que no va por ahí el verso...

Es probable, por una parte, que a los secretarios de Marina y Defensa Nacional -José Rafael Ojeda y Luis Crescencio Sandoval, respectivamente- sean, como dijo ayer el presidente López Obrador, "muy buenos, responsables, profesionales, incorruptibles". Que lo sean, empero, no significa que tengan la varita mágica capaz de hacer el portento de bajar de manera significativa los niveles de violencia y criminalidad imperantes en el país.

Es probable, por la otra, que la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, tenga razón cuando afirma que declarar la Alerta de Género que una autoridad judicial le solicita emitir para su jurisdicción, de poco o nada sirve si no se acompaña de acciones puntuales para inhibir los delitos, y particularmente los que se orientan hacia las mujeres. Los beneficios de las medidas que hasta ahora se han tomado en ese sentido, son intangibles; las campañas encaminadas a reducir la violencia intrafamiliar, la red de mujeres que genera respuestas solidarias en las colonias, la creación de casas de emergencia y centros de atención para mujeres, las medidas de seguridad en el transporte público y en las rutas hacia escuelas y centros de trabajo, etc., han inhibido, probablemente, delitos que sin esas medidas se habrían cometido. De cualquier manera, esas conductas siguen ocurriendo, aunque quizás en menor medida, entre otras cosas porque -por ejemplo- para un ratero es más fácil tratar de arrebatarle el bolso o el celular a una mujer que tratar de quitárselos a un hombre.

Jaime García Elías
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 18 de septiembre de 2019).

No basta, como decía hace no mucho Jesús Silva Herzog, el no adoptar el lenguaje que desde Palacio Nacional se quiere imponer: ni sus símbolos, ni sus banderas insustanciales -promesas de realidades transformadas.

Lo pertinente, además de no mencionar el catecismo de la 4T en vano, es tener conciencia de que el juego es escaparse de esta realidad hecha de refranes, simplismos y molinos de viento tan artificiales como maniqueos.

Qué chiquitos se hacen los expresidentes surgidos del PAN al alimentar al troll. Si así son los herederos de maestros de la pluma como Gómez Morin y Castillo Peraza, qué esperar de otros de ese partido que no llegan ni a bárbaros del norte.

Del otro lado, históricos de la otrora izquierda pasan sus días en la muina perpetua que les brota ante los dichos presidenciales.

En medio, los venezoleados: aquellos que no ven la hora de gritar a todos que cada cosa que expresa el presidente les da la razón a ellos, que nos dieron la primicia de que nos iba a llevar al abismo.

Caímos en la trampa. Andrés Manuel hasta en la sopa. Somos el meme perpetuo de un sexenio de la marmota en donde lo único que cambian son los ringtones de la voz presidencial que define la vacuidad de nuestro debate.

Estamos en donde quería tenernos AMLO. Enervados, en un estado de alteración permanente, sin estrategia salvo la de responder todo a bote pronto. Su terreno favorito.

Fuchi, guácala.

Salvador Camarena
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 19 de septiembre de 2019).

Hace 2 años, tras el fuerte temblor que sacudió al Valle de México y otras entidades, apareció algo que hoy pudiéramos denominar: "espíritu del 19 de septiembre".

Miles de personas se lanzaron a las calles y se organizaron para rescatar a quienes fueron afectados por los daños producidos o se sumaron a las fuerzas armadas o demás autoridades para colaborar en las labores de rescate.

Las imágenes de los voluntarios, de todas las edades, grupos sociales, género, trabajando solidariamente en estas tareas, le dieron la vuelta al mundo.

Las redes sociales, que en aquel entonces se convirtieron en instrumentos esenciales para convocar y articular la solidaridad, hoy son expresión de violencia verbal que ha llevado a desear -así sea en broma- que una bomba detone en el Zócalo cuando una multitud y las autoridades del país se concentran en él.

Hay algunos que opinan que este ambiente social, que es absolutamente lo opuesto a lo que tuvimos hace 2 años, ha sido producido por las actitudes de confrontación del presidente López Obrador.

Si, en esencia, la sociedad mexicana estuviera en disposición de lograr acuerdos solidarios para alcanzar un objetivo que trascendiera grupos y preferencias, otra sería la historia, independientemente del discurso del presidente.

El hecho es que cuando abandonamos la condición de crisis y regresamos a la normalidad, se abandona el espíritu solidario y prevalece el interés particular.

Y, hoy, tenemos una polarización. Aunque el presidente López Obrador tenga una aprobación de 2 a 1 en la población en general, en el círculo de quienes están en redes sociales o entre los opinadores, hay una proporción mucho mayor de rechazo, pero, sobre todo, hay un encono.

El único sector en el que aprecio que hay un intento genuino de llamar a la concordia es el de los empresarios.

Siempre habrá muchas razones para buscar las diferencias y ahondar en ellas. Mientras más cerca estemos de las campañas electorales aún habrá más.

El tema de fondo es: ¿cómo recuperamos el "espíritu del 19 de septiembre"?, ¿cómo logramos que diferentes grupos sociales vean en 1er. lugar el interés general y en 2o. su interés particular?

Si todo lo dejamos a un cambio de ánimo y de narrativa del presidente de la república, podemos quedarnos esperando mucho tiempo.

Enrique Quintana
(v.pág.2 del periódico El Financiero del 20 de septiembre de 2019).

El capital humano es la forma de riqueza más importante que existe y potenciarlo exaltando los talentos y capacidades de los mexicanos, es el único camino para desarrollar desde sus bases a nuestro país. Desafortunadamente, la situación educativa en México es terrorífica. Los alumnos de secundaria y preparatoria tienen un desempeño mediocre a nivel mundial.

Ricardo Salinas Pliego, presidente y fundador de Grupo Salinas
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 22 de septiembre de 2019).

En la elección de 2018, se castigó al gobierno de EPN y al PRI. Los electores votaron en contra de, probablemente, el gobierno más corrupto de nuestra historia, y fue un castigo contundente. Buena parte de los votantes indecisos que le llegaron al final a López Obrador y que explican el inédito resultado del 53% fueron, sin duda, ciudadanos cansados de la corrupción que no vieron en el PAN o en el Frente por México una posibilidad real de sacar al PRI del gobierno.

Hoy en día, intentar pensar quién o quiénes llegarán al 24 es una sandez, una total y absurda pérdida de tiempo, pues sin 21, simplemente no hay 24. Es decir, si las oposiciones no logran reducir la mayoría de Morena en la Cámara de Diputados, su capacidad para competir por la Presidencia en el 24 será francamente baja. Además, súmele que esa elección intermedia es histórica, pues además del congreso estarán en juego 13 gubernaturas -Colima, Guerrero, Michoacán, Querétaro, Sinaloa, San Luis Potosí, Nayarit, Campeche, Sonora, Zacatecas, Baja California Sur, Chihuahua y Tlaxcala- léase el 40% de los estados.

Y si la Suprema Corte invalida la triquiñuela de extender el mandato al gobernador electo, habrá que agregar a Baja California a la lista.

Que Morena es invencible es una afirmación totalmente errónea. Los números son fríos y en las pasadas elecciones donde se eligieron 2 gobernadores, congresos y presidentes municipales en 6 estados, Morena tuvo 3 millones de votos menos de lo que obtuvo en 2018; es decir, cayó en dichos estados: de tener un 52 a un 29%. El PRI se mantuvo con un 14% y el PAN creció de 24 a 34%.

Siendo aún más específica: en Puebla, Barbosa con Andrés en la boleta tuvo 1 millón de votos; sin Andrés, 700,000, y si se llevó el estado fue porque iba en alianza con el Verde, ya que sólo con los votos de Morena hubiera perdido. De hecho, Morena perdió toda la zona urbana de la capital. Lo que no está en tela de juicio es que el presidente es un hombre que usa el poder que asfixia, que deja poco espacio u oxígeno.

Lo que está en juego es la continuidad del régimen democrático que hemos venido construyendo a través de los años, desde los 70 para ser precisa. Ya castigamos a Peña, ahora debemos de valorar si queremos tirar a la basura la estabilidad económica del país, a las instituciones, el sistema de partidos, los órganos electorales, la independencia de la SCJN y la autonomía del propio Banxico. Puesto que, por lo visto y vivido durante estos meses de la 4T, este gobierno quiere destruir todo lo hecho y comenzar de nuevo. Lo que no está claro es qué tipo de régimen político pretenden construir.

Ejemplos sobran, como las iniciativas propuestas por Morena: la Ley de Extinción de Dominio, la cual te quita y después averigua; la fiscal, que nos convierte en parte del crimen organizado si nuestro contador se equivoca al presentar la declaración de impuestos. Bueno, ni cómo no mencionar la ley Bonilla, que viola todo precepto legal. O los cambios a la reforma educativa, un retroceso que nos va a costar toda una generación de mexicanos.

Despreciar a la oposición como lo estamos haciendo no es lo correcto. Nuestros legisladores han estado haciendo su chamba, bueno, salvo Moreira y sus 2 diputados que votaron a favor de la revocación de mandato para hacerle el caldo gordo a Morena, pero se paró en el Senado.

Así pues, en el 21 podemos equilibrar mejor el congreso. Los panistas de la extrema derecha, que en sus sueños guajiros aseguran que si le dan una patada al PRI hoy, se quedarán solos contra Morena para el 24, deberían estar más preocupados por unir al PAN y recuperar a los que se fueron.

Y los propios empresarios, que afortunadamente se empiezan a activar, deben reconocer que los partidos siguen siendo relevantes para la activación y movilización del voto, así como para competir electoralmente con un gobierno que usará el dinero público y los programas sociales para cultivar sus clientelas electorales.

A todos ellos les recuerdo: sin 21 no hay 24, y, ojo, Morena tiene tanto porcentaje que cualquier partido se convierte en su fiel de la balanza.

En resumen: el tema de fondo es que la 4T necesita un referente de comparación y no es el de EPN, sino la larga transición mexicana por la cual lucharon Muñoz Ledo, Cuauhtémoc Cárdenas, Diego Fernández de Cevallos, Luis H. Álvarez, Clouthier, el propio Andrés, Marcelo Ebrard, los Chuchos, Felipe Calderón, etc., y quienes sin sangre de por medio contribuyeron a que el país dejara atrás los 70 años de autoritarismo del PRI.

La pregunta eje es entonces: ¿cuál es el régimen político que la 4T nos ofrece a futuro?

Lourdes Mendoza
(v.pág.39 del periódico El Financiero del 23 de septiembre de 2019).

La fractura define el momento nacional post-2018. Como si la elección, cual sismo, hubiera partido por mitad el territorio, dejando en un lado a los ganadores y del otro a quienes antes habían ganado. Y en medio, una franja de resentimiento y soberbia tan honda que impide puentes o comunicación alguna entre las partes.

Los ganadores creen que no necesitan a nadie, ni a bastantes de los que por ellos votaron; y nunca se les ocurriría buscar a algunos de los perdedores para saber más, para entender más, para poder más.

Los perdedores rumian su rezongo en el reducido terruño que les quedó: los ganadores no debieron ganar, y los votantes ya se arrepentirán de habernos echado. Los perdedores no tienen, tampoco, autocrítica ni por equivocación.

¿Una sola facción puede construir un país como México? Las 2 respuestas obvias: 1) hasta los priistas sabían que lo que resiste apoya, que los contrarios complementan, que las oposiciones ayudan a controlar a los propios, a contenerse (en algo) a sí mismo; 2) los que perdieron en parte perdieron porque llevaban décadas en el error en que ahora incurren los ganadores, décadas en que desdeñaron el discurso y la agenda de los otros.

Cada semana trae nuevos ejemplos de la obcecación de ambas partes.

El gobierno continúa su comportamiento pendenciero: con majadería propia de un mal arriero expulsa de un comité de Conacyt a Antonio Lazcano, uno de los científicos más renombrados de nuestro país.

En medio, un funcionario es forzado a renunciar por haber llamado valientes a quienes participaron en el asesinato de un importante empresario de Monterrey en 1973. Polémico el adjetivo, sin duda, pero muchos de estos ganadores y perdedores, por igual, pretenden que tengamos solo lecturas simples de la realidad presente y pasada. ¿Cuáles? La de cada uno de ellos, que ocurre que encima, casi por definición, anula la alternativa.

El gobierno de López Obrador teme, aunque le cueste trabajo reconocerlo, que su cambio de régimen se frustre. Pero su peor escenario no es fracasar, sino que triunfen los otros. En eso basa su ímpetu demoledor. Si no puedo, si no me alcanza, si se frustra el proyecto, que al menos al regresar no exista lo antes construido, que no puedan retomar la administración en donde la dejaron.

La oposición (es un decir) cree que con sentarse a esperar el cortejo político de sus adversarios es suficiente para ganarse el derecho a regresar al poder. Que nada de lo anterior era mejorable. Que nada pudieron haber hecho diferente en 3 décadas para que fuera menos desigual el país, menos acuciante la pobreza, menos rampante la corrupción y la impunidad, menos incontenible la violencia, menos indolente la élite.

Ahí estamos. En el fuego cruzado de bandos sectarios que no reconocen méritos al otro, que a duras penas toleran a los otros. "El problema fue el PRIAN". "El problema es López". "El problema son los compañeros que defeccionaron"... dicen Morena y PRD por igual.

No. El problema es que hay ciudadanos que no solo no se asumen como bandos, sino que saben que estos solo deberían ser parte de un esquema político de proyecto de nación, no autonombrarse la totalidad del mismo.

No hay futuro por esta vía: porque si para hacer país unos excluyen a otros, entonces ese futuro no es de todos, es de nadie.

Salvador Camarena
(v.pág.38 del periódico El Financiero del 23 de septiembre de 2019).

"Karen es una joven especialista en química, adscrita a la Dirección de Servicios Periciales de la Fiscalía del Estado de Nayarit. Su trabajo es estudiar el ADN de personas asesinadas para, antes que nada, tratar de averiguar sus nombres".

"Sin embargo, desde hace un año no ha podido estudiar una sola muestra de los cadáveres que se han encontrado en Nayarit, porque en su laboratorio el único aparato que aún funciona es un refrigerador doméstico".

"Ahí, la especialista resguarda 'entre 500 y 600 muestras genéticas', con la esperanza de que algún día pueda analizarlas".

"Si el refrigerador se descompone o si se presenta un apagón prolongado, las muestras se perderán, junto con la posibilidad de identificar a las víctimas y -por supuesto- de iniciar una investigación sobre esos crímenes".

Cada muestra, detalla Karen, "debería ser sometida a estudio en el 'secuenciador de ADN', un aparato que hace un año dejó de funcionar por falta de mantenimiento y que permanece a un costado del refrigerador de cocina".

"Pero aun si ese aparato funcionara, el análisis de ADN no necesariamente podría realizarse porque las sustancias químicas con las que el secuenciador operaba caducaron antes de que éste se descompusiera, y nunca se renovaron".

Lo anterior corresponde al reportaje Matar en México (https://www.animalpolitico.com/muertos-mexico-homicidios-impunidad/sin-tecnologia-crimen.php), que el año pasado ilustró cómo lo que pasa en nuestro país en materia pericial es de otra galaxia pericial, una que vive en el medievo.

Me dirán que en la capital tampoco estamos como Nayarit, donde un apagón puede acabar con el banco de muestras. ¿Seguros? ¿O no recuerdan cómo hace unas semanas se perdieron las muestras de una joven que denunció una violación?

Salvador Camarena
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 25 de septiembre de 2019).

Mucha gente anda con las pilas bajas, si usted no pertenece a la ubre pública -que esos mientras les dure la chamba, parecen estar muy contentitos y para ellos no pasa nada y son víctimas inocentes de la incomprensión de la raza pelona-.

El suscrito, o sea yo, no tiene certeza de que el número de desaparecidos sea real, pero de serlo, me parece que a la familia y gente cercana de los desaparecidos se me figura que es lo más espantoso que le puede pasar en esta vida.

Según nuestras amadas autoridades en cuanto a la violencia siempre declaran, basado en "otros datos" que las actividades violentas descienden en número o que las víctimas son delincuentes, lo que seguro les satisface personalmente pero a la gente común no.

Y qué decir del dengue, que lo declaren epidemia o no, como quieren los políticos, lo que importa es tener éxito en su combate, el secretario del ramo, a quien admiro personal y profesionalmente, dirige el combate a la gente, probablemente con razón pero sin éxito y recordé una vez que íbamos en un camión y llovía, los vidrios se empañaban y el chofer solo atinó a gritar: "¡no respiren!".

Carlos Enrigue
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 29 de septiembre de 2019).

Con independencia de partidos, con independencia de ideologías, con independencia de formas de ver la historia, la política y filosofía, no es justo despreciarnos a nosotros mismos. No se vale. Somos a pesar del gobierno actual, una de las 15 economías más importantes del mundo llamada a ser una de las quintas en los próximos años si estos lunáticos gobernantes no acaban con la economía nacional. A pesar también de la invasión gringa del siglo antepasado -ya se les está revirtiendo su movimiento artificial de fronteras con todo y el loquito actual mandón de allá-, somos además unos de los países territorialmente más grandes del mundo. No somos un pueblito en medio de la nada. Casi 2 millones de hectáreas. Somos los reyes de la Hispanoamérica. No por nada nos llamaron la Nueva España, no una colonia, sino un nuevo reino. Novohispano o mexicano, da igual.

El Jefe de estado mexicano tiene una gran investidura. Una historia muy fuerte a las espaldas y una gran responsabilidad. Una de resistencia ante muchos poderes de todos lados y de muchos. Nos han atacado los mejores políticos y ejércitos del mundo y aún seguimos existiendo, con todas nuestras contradicciones y problemas. Esa investidura no se puede hincar. Ni ante sí mismo. Ni ante sí mismo, vuelvo a repetir. Porque a eso se dedica nuestro Jefe de estado actual. Por desgracia y no solo es decepcionante. Pero aún así somos un gran país. Aunque no lo reconozcamos muchas veces por la historia oficial. Al parecer ni conocida por él, pero ya ni caso tiene. La historia de a deveras ya no cuenta un pepino. Si no conoce la historia oficial, mucho menos la intentadora de aproximarse más a la verdad, historiografía la más novedosa. Sino solo la suya inventada y seguida por un montón de personas. Qué horror.

Parece que estamos en manos de gente odiadora de su México. Ya le pegaron a todos y viene más. A los ricos y a los pobres. Y el Jefe del estado no asoma la cabeza sino en su espectáculo mañanero cada vez más intrascendente y rudo. Sin sentido.

Sin sentido. Majadereando a todo mundo. Sin el menor sentido de lo significante de representar a éste gran territorio. Con una bola de colaboradores no de 5a. sino de 6a., 8a. o 10a. o 20a. categoría cuando tenemos el talento de más del 1er. mundo.

Sergio Aguirre
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 5 de octubre de 2019).

En México, más que de análisis, nos hemos llenado de un estado permanente de alarma. Si AMLO propone la revocación, es que ya se quiere reelegir. Si propone un programa social, es que quiere comprar la elección. Si corrige a un secretario, es que es un dictador. Si les pide austeridad a los organismos autónomos, es que los quiere desbaratar. Si remueven al titular de Coneval, es síntoma de que quiere venganza. Si renuncia un ministro, es síntoma de la inminente cooptación de la SCJN. Siempre tenemos que estar atentos ante posibles involuciones, sean de este gobierno o del que sea.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 13 de octubre de 2019).

Hagámonos una pregunta, antes que nada: ¿hay individuos sanguinarios y peligrosísimos en este país? ¿Sí o no? Una vez respondida la cuestión, formulemos otras interrogantes: ¿qué se hace con esa gente? ¿Cómo logramos que no sigan asesinando a otras personas? ¿Cómo conseguimos que dejen de extorsionar a pequeños comerciantes o profesionistas modestos?¿Cómo impedimos que siembren el terror en comunidades enteras?¿Cómo acabamos con la atrocidad de esos cuerpos descuartizados que dejan tirados en las calles de nuestras ciudades para exhibir insolentemente su ferocidad y amedrentar a sus adversarios? Dicho más crudamente, ¿cómo acabamos con tan espeluznante plaga?

Ocurre también que esos sujetos no se quedan quietos en un rinconcito sino que cuando vas a buscarlos te atacan. Sabemos, además, que intentan dominar nuevos territorios y que les interesa en todo momento expandir sus campos de acción, a costa de todo. O sea, que están peleando. Ahora mismo. Están librando una cruenta batalla contra cualquier rival que pueda disputarles su poderío territorial y están desafiando abiertamente a las mismísimas fuerzas de seguridad del Estado mexicano.

Es decir que, en los hechos, son enemigos. Son, más precisamente... el enemigo. Un adversario al que hay que vencer si a lo que aspiramos es a no vivir ya en una nación bárbara y ensangrentada. México, esta patria nuestra, tendría que ser una tierra civilizada y no ese escenario cotidiano de escalofriantes horrores que nos llena a todos de espanto.

El primerísimo responsable de acometer la tarea de brindar seguridad y protección a los ciudadanos es el Estado. Y el gran tema, justamente, es saber cuáles habrán de ser las acciones que habrán de emprender nuestros gobernantes, a todos los niveles, para acabar ya con esta siniestra realidad. Nadie discute, a estas alturas, cuáles puedan ser las causas profundas del problema y al final del camino aparecen siempre la educación, la justicia social y el bienestar como soluciones primigenias al problema. Pero, por lo pronto, hay un enemigo armado y amenazante, lo repito, que ya está ahí, y que sigue causando bajas, todos los días, en las fuerzas que se disponen a hacerle frente. ¿No nos resulta lo suficientemente claro todavía?

Román Revueltas Retes
(v.periódico Milenio en línea del 17 de octubre de 2019).

Las imágenes parecen arrancadas de una historia de terror. Culiacán, la capital de Sinaloa, convertida en un campo de batalla no tan distinto a Siria o Iraq. Columnas de humo, automovilistas atrapados entre el fuego cruzado, familias escondidas en cafés, niños que quieren saber qué está pasando, militares acechados, policías incapaces y una falta de autoridad inexplicable. El sueño obradorista, aquél que sentenciaba que la guerra había concluido por la mera voluntad presidencial, se desmorona en un instante. Una ciudad tomada, en menos de 2 horas, por uno de los cárteles más poderosos del mundo. El Estado rebasado y humillado.

El operativo para capturar a Ovidio Guzmán López, hijo del "Chapo" -sentenciado de por vida en los Estados Unidos-, fue un fracaso monumental. Una mezcla entre irresponsabilidad, ineptitud, falta de diagnóstico y contradicciones. Y no sólo eso, el día siguiente -viernes 18 de octubre-, el presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo la gran oportunidad para asumir una dura autocrítica y la dejó escapar. Una dura autocrítica por autorizar un operativo de captura sin el mínimo análisis necesario, poniendo en peligro la vida de las fuerzas del orden y la seguridad de la población en Culiacán. Y lo peor es que algunos allegados al gobierno de la 4a. Transformación dicen que el presidente "fue responsable al entregar al hijo del 'Chapo' para no poner en riesgo a la población". Qué argumento: el gobierno federal provoca el problema y luego debemos aplaudir que intente remediar su desastre.

Por supuesto que es grave volver a constatar que los cárteles del crimen organizado, que han crecido durante décadas por el prohibicionismo y las erradas estrategias de combate a las drogas, pueden poner "patas arriba" a una ciudad en poco tiempo. Y es que no hay soberanía sin control territorial. López Obrador puede hablar mucho del retorno al soberanismo, a un gobierno que defiende los intereses nacionales, sin embargo en el fiasco de Culiacán está claro que Estados Unidos sigue mandando en la política criminal en México -particularmente aquella que se refiere a las drogas- y que estamos muy lejos de recuperar los territorios que el narcotráfico ha cooptado. La soberanía es preminencia del Estado y la ley, lo contrario a los hechos de Culiacán.

No obstante, lo peor es la credibilidad de un gobierno que todavía no cumple un año y que está severamente señalado por su inexistente estrategia de combate al crimen organizado. En más de 10 meses, todavía no sabemos qué diferencia hay entre este gobierno apoyado en los militares y la Guardia Nacional, y la política de seguridad de sexenios anteriores. Es decir, la credibilidad se difumina cuando no hay claridad en la forma en que se piensa combatir a la delincuencia y, peor, la implementación de los operativos deja mucho que desear. El saldo de la intervención en Culiacán fue de 8 muertos, 16 heridos y 51 reos que decidieron aprovechar la anarquía para fugarse. En la misma semana en que policías fueron emboscados y asesinados en Michoacán y que la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, banalizó lo que sucede a diario con la violencia en México.

En el mismo sentido, esas frases ocurrentes, tan pegadoras, que son columna vertebral del discurso de López Obrador hoy comienzan a revertírsele. Los "fuchi", "guacátela", "hablen con sus hijos, mamás". Todas ellas son frases que, desde mi punto de vista, se sobredimensionaron en su momento. Muchas veces con el ánimo de hacer una oposición a todo lo que haga o diga López Obrador. No obstante, en esta coyuntura se convierten en palabras frívolas ante la compleja realidad que vivimos. En un país, como se demuestra en Culiacán, en donde el narcotráfico está metido hasta las entrañas del tejido social, entre empresarios, políticos, la narrativa presidencial no puede centrarse, a diario, en intentar convencer a los delincuentes de que dejen de lastimar a la sociedad. El voluntarismo tiene sus límites.

Este gobierno, que llegó con tanto apoyo popular, corre un grave riesgo: que sea visto como bien intencionado, pero incapaz. Con el punto de mira bien enfocado, pero con una ineficiencia marcada a la hora de implementar sus decisiones. Peña Nieto que comenzó siendo visto casi como un estadista que le abría las puertas de la modernidad a México con sus reformas estructurales, terminó siendo visto como un corrupto y como un incapaz digno de memes diarios.

En la lógica presidencial, la obradorista, los cómo se pueden obviar. Es una visión moralista que asume que si los fines son los correctos, si el horizonte a dónde se va es el adecuado, la forma de llegar ahí es lo de menos.

En cualquier país, el fiasco del jueves hubiera tenido consecuencias. Alfonso Durazo ha demostrado su incapacidad para transmitir paz a la ciudadanía en estos 10 meses. De entrada, permitió que fuera opacado por el liderazgo de los militares en la política de combate a la violencia. La Secretaría de Seguridad es un ornato, pero el auténtico poder está en SEDENA. Y su gestión de la crisis fue desastrosa: tardía, llena de contradicciones y con vacíos de información inexplicables. Durazo tendría que renunciar, pero como no lo va a hacer, López Obrador debería de dar un golpe de timón y relevar a Durazo con un perfil que resulte confiable en esta coyuntura.

Nadie sensato puede negar que López Obrador se encontró con este problema. El sexenio de Enrique Peña Nieto fue aún más sangriento que el de Felipe Calderón. Y este último debería callarse en lugar de estar politizando una agenda que él mismo pidió despolitizar. Es la pequeñez de nuestra clase política que no es capaz de comportarse congruentemente tanto en el gobierno como en la oposición. Sin embargo, la historia la conocemos todos. Y López Obrador fue electo para encontrar soluciones no para recordarnos a los culpables. La ciudadanía puede aguantar el bajo crecimiento económico y las turbulencias que genera el combate a la corrupción. Pacificar México es el gran desafío de López Obrador y, hoy por hoy, la realidad nos demuestra que su proyecto no tiene ni idea de cómo llegar a ahí. Culiacán tiene que ser un antes y un después.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 20 de octubre de 2019).

El régimen de la 4T parece encontrarse en una incómoda encrucijada. Porque, miren ustedes, el pasado martes los soldados del Ejército Mexicano repelieron una agresión de sicarios de la organización Guerreros Unidos en Iguala y el parte de bajas no pudo ser más disparejo: un militar muerto y 14 delincuentes abatidos. El cabo que disparó la ametralladora del vehículo que encabezaba el convoy fue precisamente quien falleció por sus heridas en combate. Estamos hablando de un acto de supremo heroísmo, señoras y señores, que no puede siquiera ser honrado como corresponde a militares de tan generosa valentía porque la identidad de este hombre debe ser ocultada: los asesinos de la organización podrían tomar venganza contra la familia (así de desamparados estamos en este país y así de poderoso es el enemigo -sí, ahora sí que debemos utilizar la palabra adecuada- de los mexicanos). Pues bien, un suceso así, cuando acontecía en el pasado, desataba la inmediata reacción negativa de los actuales emisarios de la antedicha 4T. ¿Qué dicen ahora? ¿Cómo cuadran las cosas? ¿De qué manera concilian la "masacre" -porque muchos de sus partidarios se llenan la boca con el término para seguir denostando a nuestras fuerzas armadas, aparte de alegar que los soldados llevan a cabo ejecuciones "extrajudiciales" (no figura en nuestras leyes, hasta nuevo aviso, ninguna disposición para ejecutar a nadie, así que sale sobrando el palabro, como bien apuntó mi querido Diego Fernández de Cevallos en uno de sus recientes artículos)-, de qué manera lo concilian, repito, con las proclamas de que ahora todo será diferente o de que a los delincuentes no hará falta "reprimirlos" porque encontrarán las condiciones sociales para renunciar gustosamente, ellos mismos, a su carrera criminal, entre otras oportunas redefiniciones de las estrategias para enfrentar el gravísimo problema de la violencia?

En una guerra no acontecen "masacres" propiamente dichas, salvo que al adversario disminuido y con la declarada voluntad de rendirse se le extermine sin misericordia. Y lo que tenemos en México, en estos días, es un abierto enfrentamiento entre el Estado mexicano y unos grupos criminales cada vez más desafiantes, como acabamos de ver en los acontecimientos de Culiacán.

Pues, miren ustedes, nuestro gobierno democrático es perfectamente legítimo y posee todas las atribuciones para ejercer la fuerza contra cualquier grupo armado. Así de claras las cosas y así de sencillas, con perdón.

Román Revueltas Retes
(v.periódico Milenio en línea del 20 de octubre de 2019).

Lo que sucedió el jueves en la capital de Sinaloa, no fue una acción de bandas criminales, sino un acto de abierta insurrección. Por eso resulta tan notorio e importante. Fue un levantamiento de un conjunto organizado de personas fuertemente armadas, contra la autoridad civil en una oposición abierta y activa a la ejecución de una ley en una de las principales ciudades del noroeste de nuestro país. Constituye un acto más grave que la sedición, que implica la movilización de un grupo menor de personas, y aunque no llega al nivel de una abierta rebelión que intente derrocar a una autoridad, de hecho la han suplantado de forma clara y reconocida.

El hecho marca un hito en la larga evolución de la lucha contra el narcotráfico que nuestro país ha librado por décadas.

Aunque en muchas de nuestras ciudades, grandes o pequeñas, lamentablemente es un hecho común el actuar de los pistoleros como una especie de fantasmas que actúan y luego desaparecen impunemente. Los habitantes sabemos que ahí están y producen un miedo persistente. Pero el jueves los fantasmas de Culiacán salieron de todas partes a pie y en camiones con ametralladoras montadas, bloquearon las calles mostrando sus armas y quemaron camiones desatando columnas de humo como si fuera una escena en Siria. Tomaron el control de los puntos estratégicos, cerraron el aeropuerto, las carreteras y los edificios gubernamentales e intercambiaron disparos con las fuerzas de seguridad durante horas, dejando al menos 8 personas muertas. Produjeron un vació de autoridad que llenaron con creces.

En contraste, todos los demás habitantes tuvieron que actuar como fantasmas, escondiéndose detrás de puertas cerradas con llave, sin atreverse a salir. En esta 1a. batalla de insurrección transmitida por redes sociales el cártel de Sinaloa ganó.

En febrero pasado, el Departamento de Justicia de Estados Unidos anunció que había acusado a Ovidio Guzmán de tráfico de cocaína, mariguana y metanfetaminas. Su detención habría sido la causa eficiente, y aunque al principio las autoridades sostuvieron que se trataba de un hecho casual, luego rectificaron para decir que se trataba de la ejecución de un mandato judicial y reconocieron falta de capacidad en la planeación y ejecución. Las autoridades decidieron dar marcha atrás y liberaron a Ovidio en un hecho sin precedentes.

Para hacer más simbólica la insurrección, fueron liberados 51 reos del penal y se transmitieron en las redes sociales las órdenes de detener el fuego cuando Ovidio fue liberado. Con gran habilidad mostraron en pocas horas, los miembros de la organización insurrecta, quién estaba al mando en la ciudad.

El precedente tiene un gran significado para el Estado mexicano y para la gobernabilidad democrática del país. Por eso la noticia se convirtió en motivo de análisis en muchas partes del mundo: en los círculos que estudian la seguridad nacional se encendieron las alertas al grado que se produjo una llamada desde la Casa Blanca al presidente López Obrador.

La seguridad de la región no puede permitir que se doblegue el Estado de Derecho en una acción de insurrección, al parecer sería el mensaje, además de ofrecer cooperación en inteligencia para actuar conjuntamente.

Nadie puede ser o parecer más fuerte que el Estado y menos convertirse en autoridades de facto que poco a poco obtienen popularidad entre los sectores sociales menos instruidos. Por eso, más allá de la decisión tomada, es importante considerar el impacto que un hecho como este tiene en las fuerzas armadas y en las relaciones internacionales.

Los militares han dejado claro que la responsabilidad operativa era civil y que fueron ellos los únicos que hicieron frente a los fantasmas armados que se convirtieron, en cuestión de minutos, en autoridad de facto. Y que acataron en todo momento las órdenes. Su incomodidad parece muy manifiesta. Lo que en sí mismo es un hecho que debe atenderse.

Ahora, es vital que el Estado mexicano retome el control y someta la insurrección con la ley en la mano. Evitar que la insurrección y la insurgencia se instalen como métodos en las organizaciones criminales debe ser una meta específica para evitar un escalamiento aún mayor de la violencia.

Es deber de todos de preservar y fortalecer las instituciones sometiendo al imperio de la ley a los grupos armados que operan por encima de ella. Lo sucedido no es un hecho más en la agenda que miden las encuestas, es un desafío al Estado que debe responderse con una visión que vaya más allá de la política y la popularidad.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 20 de octubre de 2019).

Por todo el país ando, y mis andanzas me permiten pulsar el pulso de México y sentir el sentimiento de la gente. En dondequiera advierto preocupación, desasosiego, enojo por la forma en que se desarrollaron los acontecimientos de Culiacán, inquietud por el rumbo que está tomando la nación. A muchos ciudadanos les irritan los agravios que continuamente está recibiendo el Ejército, institución que ha sido ejemplo de lealtad y servicio a la República y a la que en este régimen se está tratando en forma indigna hasta el punto de propiciar que se le maltrate y se le humille. El Ejército Nacional ha sido siempre objeto de respeto. Nadie ha de hacer que ese respeto se pierda, pues con eso se propicia el recrudecimiento de la violencia y la instauración de la ilegalidad. Los altos mandos militares, sin faltar a la lealtad que les obliga pero salvaguardando siempre su decoro y dignidad, deben evitar todo aquello que redunde en demérito del instituto de que forman parte, defensor de la paz y las instituciones. Condición indispensable para ser respetado es respetarse.

Armando Fuentes Aguirre "Catón"
(v.periódico Mural en línea del 21 de octubre de 2019).

A 72 horas -cumplidas ayer por la tarde- del más espectacular episodio de violencia ocurrido en México en el curso de una semana de pesadilla en esa materia (comenzó en Aguililla,Michoacán, el lunes; siguió en Iguala, Guerrero, el martes, y en Nuevo Laredo, Tamaulipas, el miércoles, y culminó el jueves en Culiacán, Sinaloa, como para no dejar mentir a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero: "Son cosas que pasan todos los días, en todo el país..."), hay, al parecer, consenso...

1o.: al partir de la premisa de que es más importante la vida de muchas personas inocentes que la captura de un delincuente, la autoridad obró, ciertamente, con prudencia: optó por el mal menor.

2o.: haber evitado la escalada de atropellos y desgracias que eventualmente se habría desatado si hubiese porfiado en su propósito inicial, no la exime de la obligación de cumplir y hacer cumplir la ley -lo que incluye el combate al delito y la persecución de los delincuentes-, como solemnemente "protestan" hacerlo los funcionarios públicos cuando asumen sus cargos.

3o.: haber realizado "de manera precipitada, con deficiente preparación y falta de planeación" -en palabras del secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval- el operativo que las circunstancias obligaron a abortar, no reporta, ni al Gabinete de Seguridad ni al gobierno en pleno, ninguna medalla. Hubo torpeza. Hubo ineptitud.

4o.: traer entre las manos un "chayote caliente" heredado, en efecto, de pasadas administraciones -las que permitieron, por tibieza, o propiciaron, por complicidad, el nacimiento y el desarrollo de un "Coco" (la delincuencia organizada, en todas sus variantes) al que ahora se tiene miedo porque ha alcanzado dimensiones monstruosas-, tampoco exime a la actual del deber de manejarlo con inteligencia, decisión y energía. A los actuales gobernantes nadie les dobló el brazo para que ocuparan los cargos que desempeñan; llegaron a ellos por elección popular; se votó por ellos porque la ciudadanía les compró el discurso de que sabrían revertir inercias perversas y erradicar, al cabo, los tumores cancerosos que aquejan a la sociedad mexicana: la violencia, la inseguridad, la pobreza...

El jueves, en Culiacán, la autoridad claudicó. Reconoció su inferioridad con respecto a los delincuentes. Se rindió... Probadas como están la insuficiencia policíaca, la ineficiencia del aparato judicial, la saturación e inoperancia del sistema penitenciario, y ahora la torpeza de los responsables de la seguridad, dejó a los habitantes del país, por decirlo amablemente, "a la buena de Dios".

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 21 de octubre de 2019).

De piñata.

Paco Calderón
(22 de octubre de 2019).


Esto no se acabó la noche del jueves ni terminó con la liberación de Ovidio Guzmán por parte de la Guardia Nacional. Muy pronto veremos otros episodios provocados por el fallido operativo para detener al hijo del Chapo Guzmán. No puede ser de otra forma: quedaron cabos sueltos en el Ejército, en la Guardia Nacional, en la pax narca de Culiacán y en las organizaciones criminales de esa y otras zonas. Mientras llega el siguiente capítulo, vale la pena aclarar 4 cosas para lo que venga.

1. El enemigo. No, señor presidente, no colegas, no tuiteros lopezobradoristas o anticuatroté: el enemigo no está en el espacio de debate. El enemigo no es el presidente por decir sandeces, pero tampoco los conservadores por desgañitarse ante la incompetencia. El enemigo no es el gobierno ni los críticos del gobierno, el enemigo es el crimen organizado, y el lado correcto es el del Estado de Derecho, garantizado (sí, ni modo) por el gobierno.

2. La liberación. ¿Por qué insisten en hablar de la correcta o incorrecta decisión final del operativo para calificar el episodio? Todo el operativo fue desastroso, cada paso fue un error, incluyendo la falta de comunicación con el presidente de la república (démoslo por cierto) o con el secretario de Seguridad (démoslo también por cierto, para fines argumentales). Es posible que la liberación de Ovidio Guzmán haya sido el elemento decisivo para detener el estado de guerra en el que metieron a Culiacán, y sí, es posible que haya sido una decisión adecuada. Es como gritar retirada o abortar la misión a la mitad del camino porque cambian las circunstancias. Retirarse, abortar la misión o liberar al detenido pueden ser decisiones inteligentes, pero no son el operativo ni la batalla. La batalla se perdió, el operativo fracasó.

3. El estado fallido. Hay más variables a considerar además de una derrota para hablar de un estado fallido y no parece que este sea el caso en Culiacán o México. No, lo que hay es un gobierno con funcionarios incompetentes. La incompetencia no es sólo inexperiencia, es carencia de habilidades para llevar a cabo una función. No las tienen y eso no es un tema estructural. La experiencia ya está, hay protocolos, estrategias de cerco, de elusión inmediata de zonas de protección de criminales, seguimiento a distancia, refuerzos en tierra y aire, tácticas de evasión. No, no hay un estado fallido porque el Ejército ahí está y falta ver el siguiente episodio de este desgraciado incidente provocado por la incompetencia gubernamental. Ojalá ese episodio no traiga sangre.

4. La responsabilidad política. La confusión parece deliberada. No, dar una rueda de prensa no cubre la responsabilidad, ni siquiera reconocer el yerro. La responsabilidad no es, ciertamente, culpabilidad, pero tampoco es esa farsa de montar un espectáculo para dar la cara. La responsabilidad política incluye acciones de castigo o de cambio para modificar el rumbo que condujo al yerro. Sí, una renuncia o un despido bien pueden funcionar para ello.

Ivabelle Arroyo
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 23 de octubre de 2019).

El presidente Andrés Manuel López Obrador requiere que urgentemente alguien en su equipo se arme de valor, se empape de ética institucional y a riesgo de que sea enviado a la congeladora, por contrariarlo, tiene que ayudarlo, ayudar a su gobierno, y ayudar al país. Tiene que pedirle que deje de hablar ya de lo bueno que hizo en Culiacán y alejarse por completo del tema de seguridad, dejando a sus colaboradores el manejo de la crisis en la que se encuentra, y desaparecer de las conferencias de prensa a los secretarios de la Defensa y la Marina, general Luis Cresencio Sandoval, y almirante Rafael Ojeda. En el 1er. caso, si no se sale de la crisis, la crisis lo devorará; en el 2o, va a seguir maltratando su imagen y con ella, la de la institución.

Las fuerzas armadas son lo mejor que tenemos. Gracias al trabajo social desarrollado por décadas, el Ejército se mantiene en lo alto de la buena percepción ciudadana, mientras que la Marina, por el éxito de sus operaciones especiales, es altamente reconocida. Durante varios años, personas con renombre dentro de Morena, algunos muy cercanos al presidente Andrés Manuel López Obrador, se dedicaron a destrozar la institución a partir de los abusos, excesos o corrupciones cometidos por militares de diferentes rangos, sin distinguir entre las personas y la institución. Los intentos de demolición han sido derrotados hasta ahora, cuando por la puerta de atrás, el presidente está reavivando el debate.

Que los 2 jefes militares aparezcan regularmente en los mensajes de la derrota, aunque la retórica pretenda ser de victoria, con discursos que son defensivos y con declaraciones vitriólicas contra gobiernos anteriores, sin asomo de autocrítica real sobre lo que hicieron y dejaron de hacer en este gobierno, automáticamente está asociando al Ejército y la Marina con los yerros cometidos por los civiles, cuando, en el caso de los soldados, obedecieron las órdenes del único que puede dárselas, el comandante supremo de las fuerzas armadas, que es el presidente de la república.

El general Sandoval ha dicho desde el 1er. momento que la estrategia seguida en Culiacán el jueves pasado, no tuvo el consenso del gabinete de seguridad. Se puede argumentar que quienes estuvieron en contra de la estrategia fueron los militares, pero obedecieron lo que mandó el presidente. Este quiebre dentro del gabinete de seguridad, nunca expuesto por uno de los afectados, tuvo como secuela la difusión de 2 videos de la Secretaría de la Defensa, en donde dejan claro que los militares cumplieron su misión. Por tanto, quienes no la completaron -entregar al capturado, Ovidio Guzmán López a la DEA-, fueron los civiles.

La ruptura interna debe preocupar al presidente, quien el lunes reconoció al Ejército, pero se le olvidó hacer lo mismo con la Guardia Nacional, que se supone no es militar sino civil, que oficialmente fue la responsable de la operación de captura de Guzmán López, y tuvo bajas. El general Sandoval debe estar enfrentando las presiones que tuvieron algunos de sus antecesores, que recibían las quejas intramuros de sus generales porque consideraban que el poder civil estaba desacreditando al Ejército. Al obligarlo a participar en las conferencias de prensa, el descrédito y desgaste lo asume directamente él, como sucede con el almirante Ojeda, que, aunque pertenece al gabinete de seguridad, no tuvo un papel en la operación de Culiacán. En su caso, recibe toda la metralla de la opinión pública pese a que tampoco estuvo de acuerdo con lo que hicieron los civiles, lastimando por tanto a la institución.

Si el presidente quiere blindar a las fuerzas armadas, debe dejar de utilizar a sus jefes como voceros que están jugando el inadmisible papel de fusibles. Confunde López Obrador la transparencia de la información, con la persona que debe asumir la tarea de informar. Es un error básico lo que está haciendo. Para problematizar sus consecuencias al extremo, tendría que cesar a los 2 militares por la operación fallida en Culiacán, porque no hacerlo, como sucede con el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, le crecerá como una infección que pudra la pierna. El presidente ha permitido que el fracaso de la operación, por cuanto a los resultados, recaiga directamente en él, y en 2o. lugar en ellos.

Su incontinencia verbal, que tiene salida en las mañaneras, también debe parar. La seguridad es el tema en donde ningún líder debe intervenir porque es una bomba con la mecha prendida. Cualquier avance importante que se haga, el asesinato de un transeúnte que quiso evitar que lo robaran, por ejemplo, oculta lo relevante. El presidente debe estar por encima de todo porque públicamente nunca se equivoca. Para eso están sus subalternos, y los subalternos de estos, que son los fusibles que se queman primero.

Pero si el presidente asume la vocería y la rendición de cuentas de lo malo, él mismo anula los amortiguadores y se entrampa. Abusa de su popularidad y de su empatía con la gente, pero tiene límites. La seguridad es el 1er. punto de inflexión y López Obrador no puede seguir extendiendo la magia cristiana de su palabra. La realidad lo embistió en Culiacán, y no puede seguir negándola y buscando que cambie la realidad porque él no piensa hacerlo.

La necedad no ha sido buena consejera a lo largo de su carrera política, pese a que en 2018 se alineó la realidad del país con la realidad que pregonaba desde hacía 18 años. Él no cambiará de manera natural, por lo que necesita quien, dentro de su entorno, tome la iniciativa y lo rescate, evitando el choque de trenes entre sus creencias y la realidad.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 23 de octubre de 2019).

Los gobiernos mexicanos siempre culpan de la violencia en nuestro país a las armas que llegan de Estados Unidos. Lo han hecho todas las administraciones anteriores, principalmente la de Felipe Calderón. Por eso no sorprende que el canciller Marcelo Ebrard se haya reunido con el embajador estadounidense Christopher Landau para pedirle que detenga el flujo de armas en un plan al que se le está llamando Frozen.

Ya sabemos lo que va a suceder, porque ha pasado antes. El gobierno estadounidense establecerá retenes en los accesos a México, lo cual hará más difícil el ingreso a nuestro país y generará un desplome del turismo y de los cruces fronterizos. La violencia, sin embargo, no se detendrá.

Lo que el gobierno mexicano no quiere entender es que las armas estadounidenses no tienen la culpa de la violencia en México. Nuestro país tiene leyes severísimas que restringen la compra y posesión de armas, pero en 2018 registró 29 homicidios dolosos por cada 100,000 habitantes (Inegi), mientras que Estados Unidos, el país con mayor libertad en materia de armas, tuvo solo 5 homicidios por cada 100,000 personas en 2017 (Banco Mundial).

Solo 12.9 mexicanos de cada 100 tienen armas, una fracción de los 120.5 de Estados Unidos. Los países de Europa tienen también tasas muy superiores a México: Finlandia 32.4, Islandia 31.7, Austria 30.0, Noruega 28.8 y Suiza 27.6 por cada 100 personas (Small Arms Survey, 2017). Todos, sin embargo, registran tasas de homicidios de 1 por cada 100,000 habitantes o menos, 30 veces menores a México.

Parece lógico el argumento de que un país con más armas debe tener más violencia, pero las estadísticas revelan que no hay relación entre unas y la otra. La correlación real es con la impunidad. En México, por otra parte, los gobiernos siempre quieren responsabilizar a Estados Unidos de los males que sufre nuestro país. Es más fácil que aceptar su propia ineptitud.

John R. Lott, Jr. señalaba en el Wall Street Journal de este 21 de octubre que México tuvo hasta 1971 libertad de comercio y posesión de armas, pero Luis Echeverría estableció en 1972 controles muy estrictos. Hoy en día hay solo una tienda legal de armas en el país, de la Sedena en la Ciudad de México, y las restricciones para la compra son enormes. Un arma adquirida legalmente en México no puede ser vendida a otro particular. "Solo un 1% de los mexicanos tiene licencia de posesión de un arma", dice Lott, pero la tasa de homicidios dolosos, en lugar de bajar, es hoy el doble que en 1972.

El gobierno no puede tener otros datos. México, donde es casi imposible poseer un arma legal, registra una tasa de homicidios dolosos casi 6 veces superior a la de Estados Unidos, donde las armas se compran y se venden libremente. Las armas estadounidenses no son la razón de la violencia en México.

El gobierno de México ha decidido tomar el camino fácil que siguieron algunos de sus más odiados predecesores, como Calderón, para sostener que México es violento no por la impunidad sino porque se importan armas estadounidenses. Sin embargo, en México hay un índice de posesión legal de armas 10 veces menor al de Estados Unidos, con una tasa de homicidios dolosos 6 veces superior. El plan Frozen congelará los cruces fronterizos y costará miles de millones de dólares a los mexicanos, pero no acabará con la violencia porque no toca la impunidad.

Sergio Sarmiento
(v.periódico Mural en línea del 23 de octubre de 2019).

La ecuación es sencilla: crimen organizado contra gobierno desorganizado; fuerzas armadas fuertemente contra fuerzas armadas insuficientemente; arrojados delincuentes y sicarios contra soldados y policías aherrojados. Si esto es una guerra de seguro la perderán las fuerzas del orden, que tan en desorden se están viendo. Las redes sociales se han llenado en estos días con abundantes memes, algunos de ellos muy ingeniosos, acerca de la insuficiencia testicular del encargado de cumplir y hacer cumplir la ley. Esto no es cuestión de huevos". Tampoco lo es la lucha contra el crimen, que es cosa de estrategia y táctica, de previsión e inteligencia, de organización; todo, en fin, lo que faltó en el episodio de Culiacán, risible si no hubiera sido trágico. Quiero pensar, irredento optimista como soy, que López Obrador tiene un plan para tratar con la delincuencia, plan consistente en un pacto tácito de no agresión, en una especie de entente cordiale, alianza amistosa, por la cual el gobierno daría a los delincuentes abrazos, no balazos (a lo más acusarlos con sus abuelitas) a cambio de que ellos se comprometieran a no causar daños a la población civil. El problema es que un arreglo así provocaría la irritación de Trump, quien está preocupado por las debilidades de México y exigiría que el gobierno le echara a este asunto lo que le sobra al toro y al torero le falta. Muchas aristas, pues, presenta el tema (palabra muy de moda), y no será fácil hallarle puerta de salida. Quizá sería bueno empezar por poner la seguridad de los mexicanos en manos no de políticos ni de burócratas, sino de quienes tengan conocimientos y experiencia en cosas de seguridad. Eso haría que nos sintiéramos un poco más seguros.

Armando Fuentes Aguirre "Catón"
(v.periódico Mural en línea del 23 de octubre de 2019).

El presidente de la república tomó la decisión correcta al disponer que el comando de las fuerzas armadas que detuvo al hijo del Chapo Guzmán lo dejara libre. La alternativa era simplemente terrorífica: la muerte de decenas de ciudadanos inocentes cercados por los sicarios de una organización criminal. El tema no es ése, sin embargo: lo grave del asunto es la circunstancia misma que lo llevó a él a elegir tal desenlace, a saber, el poder intimidatorio que pudo exhibir un grupo de delincuentes para doblegar a los militares y cuerpos de seguridad del Estado mexicano.

Estamos hablando de la capacidad mostrada por un enemigo que se permite desafiar abiertamente a nuestras Fuerzas Armadas, que impuso a su antojo sus condiciones y que, a punta de estremecedoras amenazas, obtuvo la rendición del Gobierno de México, ni más ni menos.

No sabemos, porque no nos lo dicen ni nos lo aclaran a cabalidad, qué fue lo que realmente ocurrió para que los atacantes del cártel de Sinaloa estuvieran en condiciones de desplegar una inmediata -e intimidante- superioridad numérica e ignoramos igualmente quién organizó tan torpe operativo.

Nuestro Ejército y nuestra Marina suelen ser muy competentes cuando llevan a cabo estas intervenciones. Después de todo, los militares son gente disciplinada, con un supremo sentido del deber, una ejemplar capacidad de sacrificio y una lealtad a toda prueba. Pero, no se mandan solos. Acatan las órdenes directas de las autoridades civiles y están sujetos a la consiguiente rendición de cuentas. No es en lo absoluto el momento, ahora, de cuestionar la entereza de nuestros soldados, señoras y señores, ni mucho menos de suponer que carecen de la experiencia o del entrenamiento necesarios para enfrentarse a los sanguinarios canallas que decapitan y mutilan a sus semejantes.

Lo verdaderamente inquietante de todo esto es el mensaje que se les manda, justamente, a los asesinos. De ahora en adelante, ya saben cómo abrirse paso y tienen en sus manos la receta para doblegar a todas las autoridades de este país: tomarán rehenes, arrinconarán a media docena de policías pobremente armados o se plantarán con explosivos delante de un hospital. Han aprendido muy rápidamente la lección. ¿Dónde nos escondemos?

Román Revueltas Retes
(v.periódico Milenio en línea del 24 de octubre de 2019).

Con Andrés Manuel López Obrador como presidente por lo menos no hay simulación; sus batallas las pierde pública y estrepitosamente. Lo hace a los ojos de todos, incondicionales y adversarios.

El operativo en Culiacán de hace 8 días dejó al descubierto algo que suponíamos hace tiempo, y que cuando hemos tenido la oportunidad de visitar Culiacán (y otras ciudades "calientes" del país) escuchábamos como un secreto a voces: el que gobierna es el crimen organizado, son "narcociudades", y los mega malandros conviven cuidadosamente con autoridades civiles llevando la fiesta en paz para no hacer mayor ruido. Pero están detrás de prácticamente toda la actividad económica, comercial, política y social de las comunidades.

Gracias a la extraordinaria cobertura en tiempo real de las redes sociales hace una semana la mayoría de los mexicanos éramos testigos de la tarde de terror que vivieron los culichis: en un santiamén, y a manera de manotazo en la mesa, los narcos tomaron la ciudad para liberar a uno de los herederos del Chapo Guzmán.

Más claro: imposible.

Se necesita ser muy fanático para ver en el discurso posterior de López Obrador una victoria del humanismo; lo que menos vimos en todo el asunto fue un poquito de humanismo, y de ambas partes.

Y no hubo simulación porque rápidamente nos enteramos de la torpeza al detener a uno de los chapitos, de la abrumadora respuesta de los narcos, y de la retirada escandalosa de las fuerzas del estado.

Quizás en el pasado, en gobiernos anteriores, como existía la consigna de la simulación, no llegamos a enterarnos de las veces que el Estado tuvo que recapitular ante el crimen organizado, de las que prefirieron no tocar a los grandes capos sabedores del riesgo, y manejando siempre la fachada de que había una guerra frontal contra la delincuencia.

Lo mismo ocurre con las grandes derrotas históricas del estado mexicano; perdida la batalla contra la impunidad (no se castiga el 99% de los delitos); perdida la batalla contra la corrupción (sigue llevándose el equivalente al 10% del PIB), y; perdida la batalla contra la pobreza (más de la mitad de los mexicanos sigue viviendo en condiciones de pobreza).

Pero nuestros gobiernos siempre simulando que dan la batalla.

López Obrador es diferente; pierde las batallas a los ojos de todos. Así fue cuando Trump amenazó con imponer aranceles, y así fue cuando los maestros de la CNTE quisieron cambiar la reforma educativa. Rápido y sin esfuerzo.

Culiacán sin embargo tiene una importancia diferente: vimos a mujeres y niños corriendo por las calles. Sociedad civil como nosotros.

Peña Nieto navegaba en las olas de la popularidad hasta que llegó la noche negra de Ayotzinapa.

Quizás Culiacán no sea una derrota más del presidente, quizás entonces sí sea un punto de inflexión, y resulte a la postre el Ayotzinapa de López Obrador.

Pablo Latapí
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 24 de octubre de 2019).

Hoy, este columnista no va a comentar nada de la terrible frustración que cualquier ciudadano de a pie, a lo largo y ancho del país, sintió por el terrible operativo de Culiacán.

Se alejará de todo catastrofismo por la caída en la industria de la construcción reportada por el INEGI, desplome cuyo factor central son las (no) políticas del nuevo gobierno.

Para nada se meterá en el lodazal de las polémicas estériles, pero que drenan harto ánimo, de todos los días, todos, en redes sociales a propósito de lo que dice o no dice el gobierno (es un decir) del Peje.

Mucho menos intentará superar, porque sería además de imposible redundante, la gran definición de René Delgado sobre la oposición en los tiempos de López Obrador: "busca ganancia en la ruina".

[Igual que hacía López Obrador cuando era oposición - el webmaster.]

Esta columna de viernes está convencida de que el país es eso que ocurre en otra parte mientras algunos desesperan y otros se ilusionan con lo que pasa en los 90 minutos de las mañaneras.

En este día no se hablará de ese gerundio que inunda las mesas de postín (le regalaríamos esta palabra al presidente, pero hoy no hablaremos de él), ese continuum de lamentos en el que todas las conversaciones encuentran inexorable que México caiga en una atonía económica en el futuro cercano.

Menos comentaremos aquí la catatonia que se produce al ver al mandatario de la República Mexicana pidiéndole "bules para nadar", dicen en mi tierra, a un presidente de Estados Unidos tan impresentable como Trump. Mira que poner en Palacio Nacional videos de Trump felicitándote es un punto bajo que se había visto poco en un país como el nuestro, que tanto ha visto.

Este texto viernesino desoirá a aquellos que crean que el aeropuerto de Santa Lucía es una pésima idea, que la refinería de Dos Bocas, una multimillonaria locura en manos de una inexperta, que el Tren Maya podría esperar a que concluyan los rieles del México-Toluca o de la 3a. línea del ligero de Guadalajara. No, de eso tampoco versarán estas líneas.

Que migrantes de África son las nuevas víctimas mortales de los operativos de Ebrard, el acomedido favorito de Trump, no serán asunto en este comienzo de fin de semana. Que mujeres y niños están muriendo a niveles récord en la frontera norte al tratar de burlar el cerco de dos gobiernos inhumanos, nada-nada, hoy las chicas y los chicos sólo quieren divertirse, así que para qué amargarles este día, en que toca, y el cuerpo lo sabe.

¿Que usted siente que la chamba ha flaqueado en los últimos meses, que lo han traído con largas y largas a la hora de pagarle uno de los trabajos que tuvo la fortuna de que sí le encargaran sus clientes? ¿Que adiós a cambiar de auto esta Navidad? ¿Que sí habrá vacación, pero que ojalá la Providencia no se olvide ahí por los días de la Candelaria de traernos algo para pagar el tarjetazo decembrino? Bueno, si quiere hablar de eso este no es su espacio hoy. Porque seguro usted querrá culpar al gobierno y este viernes esta columna es Peje-free-zone.

Otro día hablaremos de que la gente siente, según las encuestas, que los criminales salieron empoderados del Durazo-Gate, porque a ver, mugre gente quejica: dónde estaban cuando los operativos fallidos de Calderón y Peña, ¡¿dónde?! Seguro son emisarios del pasado que callaron como momias mientras el crimen se apoderaba de las cabecitas blanc... ok ya. De eso ni una palabra este día en este espacio que es un sepulcro blanqueado.

De beis tampoco vamos a hablar porque luego luego YSQ se mete hasta en eso.

Porque aunque usted no lo crea, hay más país que ese que el presidente de la república define. Voltee a ver a sus amigos, abrace a su familia, pasee todo lo que pueda, y aunque sea sólo por hoy, no hable de ya sabe quién. Como yo mero.

Salvador Camarena
(v.pág.38 del periódico El Financiero del 25 de octubre de 2019).

La violencia callejera, estrepitosa y destructiva se ha dado también en México, pero a diferencia de otros países no la impulsa la demanda de bienestar económico, la lucha contra la carga impositiva, o el disfrute de una mayor democracia, sino más bien el resentimiento con una estructura política sorda, anquilosada, corrupta y corruptora, siempre arropada en la impunidad. Ayotzinapa y "El 2 de octubre no se olvida" se unen a la defensa de las mujeres violentadas, y acaba siendo casi la ocasión para ir contra todo y contra todos. La frustración social prolongada es siempre un polvorín a fuego lento, al final todo estalla.

Es importante advertir que en otros países, los gobiernos buscan efectivamente soluciones y muchas veces acaban retractando sus imprudentes disposiciones. En México el gobierno solamente se doblega frente al crimen organizado, en principio porque éste lo supera en inteligencia, estrategia, capacidad de reacción, armamento, disposición de efectivo, y hasta respaldo social en algunas regiones. En nuestra más reciente semana trágica, los hechos de Aguililla, Iguala y Culiacán, mostraron una vez más quiénes son los que mandan en este país. Al margen de los análisis objetivos que sesudos comentaristas han hecho y seguirán haciendo, una cosa es cierta, la percepción que la misma delincuencia hace de dichos acontecimientos no abona de ninguna manera a la superación del problema, sino a su profundización, en términos coloquiales, la cobardía siempre envalentona al agresor. También la ciudadanía hace sus propias percepciones, sobre todo cuando se trata de identificar a quienes realmente tienen el poder, con las consecuencias que cabe esperar.

Armando González Escoto
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 27 de octubre de 2019).

Desánimo, desdén del gobierno y fuga de inversiones a otros países es la realidad de la minería en México, industria que acumula 11 meses a la baja y de los últimos 65 meses, en 64 ha reportado resultados negativos.

Aun cuando México es foco de atracción de capitales para invertir en exploración minera, la elevada carga tributaria que impacta sus costos operativos, bloqueos a minas, paros ilegales, anuncios sobre posibles cancelaciones de las concesiones, así como la inseguridad, dificultan el desarrollo del sector.

"El tema de seguridad es sensible y hay empresas que estamos en medio de donde operan diferentes grupos criminales. Sabemos cuán sensible es nuestra presencia y sabemos que la derrama económica que generamos influye en el interés de diferentes grupos armados", reconoció el ejecutivo de una empresa minera que solicitó el anonimato por razones de seguridad.

La minería requiere certeza jurídica a las inversiones, Estado de Derecho y mayor seguridad, de acuerdo con una encuesta entre empresarios del ramo realizada por el periódico El Universal.

(V.pág.13-A del periódico El Informador del 28 de octubre de 2019).

Es muy difícil no hablar tan siquiera un poco sobre lo ocurrido en Culiacán. Como antes lo dije, algún día y no muy lejano se conocerá TODO lo ocurrido. No hay razón de creer a ciegas lo hasta hoy dicho por el lopezobradorismo. Desde el día de lo pasado, no han sino mentido. Lo peor: han obligado a las fuerzas armadas del país a echarse la culpa. El presidente de repente dice, todo lo sabe el presidente y luego dice no haber sabido nada, y así su secretario de Seguridad Durazo. Dando información falsa, equivocada. Y luego dizque rectificando.

Lo dicho el pasado 22 por el general Carlos Gaytán Ochoa, con 50 años de servicio y muy reconocido y querido en ejército, es de poner los pelos de punta, sea usted o no sea seguidor de López Obrador:

"Con su permiso mi General Secretario. Señores Generales, compañeros todos: Se me ha concedido la palabra para expresar ante ustedes, algunas preocupaciones que, en virtud de la situación actual, sin duda, compartimos todos los aquí presentes (...). Nos sentimos agraviados como mexicanos y ofendidos como soldados. Pero es imposible olvidar las experiencias del pasado, porque en los eventos donde existió la unidad nacional, el país pudo ver sus aspiraciones satisfechas y se construyeron los objetivos nacionales. En aquellos eventos donde dicho valor estuvo ausente, se perdieron territorio y soberanía, el pueblo resultó lastimado, la economía entró en crisis, y el país tuvo que emprender su recuperación, casi desde cero".

Ese militar tan respetado no se quedó ahí, y siguió con una crítica más dura:

"Actualmente vivimos en una sociedad polarizada políticamente, porque la ideología dominante, que no mayoritaria, se sustenta en corrientes (...) que acumularon durante años un gran resentimiento. Hoy tenemos un gobierno que representa aproximadamente a 30 millones de mexicanos, cuya esperanza es el cambio. (...) Respetando (...) nuestra propia normatividad vigente, no podemos soslayar que el hoy titular del Ejecutivo, ha sido empoderado legal y legítimamente. Sin embargo, es también una verdad inocultable, que los frágiles mecanismos de contrapeso existentes, han permitido un fortalecimiento del Ejecutivo, que viene propiciando decisiones estratégicas que no han convencido a todos, para decirlo con suavidad".

"Ello nos inquieta, nos ofende eventualmente, pero sobre todo nos preocupa, toda vez que cada uno de los aquí presentes, fuimos formados con valores axiológicos sólidos, que chocan con las formas con que hoy se conduce al país".

"En medio de todo esto, se encuentran los soldados, que siguen ofrendando incluso el sacrificio máximo por México. (...) ¿Quién aquí ignora que el alto mando enfrenta, desde lo institucional, a un grupo de 'halcones' que podrían llevar a México al caos y a un verdadero Estado fallido? He hablado cuidando mis palabras. A pesar de los avatares mencionados, he tratado de mantenerme dentro de la disciplina a la que estoy obligado, y reitero mi lealtad irrenunciable a México".

"Para terminar reconozco, que no soy quién para hacerlo, ya que están presentes también mis comandantes, mis maestros y mis antiguos".

Le comentaba a uno de mis amigos más cercanos hace meses. Así como AMLO la regó y perdió sus 2 anteriores elecciones, la va a regar como gobernante y no se va a poder reelegir. Ahí la lleva. La lógica tiene a sus aliados. En 1er. lugar y a su pesar, los militares.

Sergio Aguirre
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 1o.de noviembre de 2019).

Digamos que el modelo económico predominante, que conocemos muy bien en México, lo podríamos denominar la "doctrina del abandono". El abandono se convierte en regla. Estás sólo. No cuentas con nadie. El Estado pone policías, pero no le pidas que tenga escuelas de calidad. Si te quieres jubilar a los 75 años, ahorra toda tu vida para que no te veas obligado a trabajar de "cerillo" en un súper mercado. Sufre para pagar la póliza de un seguro privado porque si mañana se enferma tu hermana, tu hija o tu papá, quedarías en la bancarrota. Esta desaparición de los derechos sociales más básicos está generando una sociedad tensa, ansiosa, violenta, deprimida. Veamos los datos entre los más jóvenes y la conclusión automática es que vivimos frente a una auténtica patología social. No hay futuro más que trabajar en un empleo con malísimos salarios, sin prestaciones, sin vacaciones. Y esto no depende del "hay que echarle ganas", sino de una estructura económica que determina el tipo de empleos y los sueldos que se pagan en México.

Como sociedad debemos parar la política económica del abandono. Durante décadas, frente a nuestras narices, hemos permitido la destrucción de la incipiente red de protección social que existía en México. El Instituto Mexicano del Seguro Social está rebasado; será imposible que los mexicanos que nacimos luego de 1980 nos jubilemos; la educación pública universitaria rechaza a la mitad de los aspirantes; no existe un sistema de cuidados en México; los derechos laborales no se respetan; un egresado de universidad sale de las aulas con la expectativa de cobrar 4,000 pesos. No hay futuro para millones de mexicanos.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 3 de noviembre de 2019).

La historia de horror no solo no termina sino que cada día empeora. La matanza de 3 mujeres y 6 niños de la familia LeBarón de Chihuahua, que dejó también a 6 niños lesionados, es un doloroso recordatorio. Lo peor es que no se ve la manera de revertir la situación. El plan de ofrecer abrazos en vez de balazos no está funcionando.

El secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, afirmó ayer en la mañanera que veía la posibilidad de una "confusión" en este caso. Recuerdo la sorna con que los grupos de izquierda recibían en el pasado todas las versiones de actos de violencia producidos por confusiones, desde el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en Guadalajara en 1993 hasta el secuestro y homicidio de los normalistas de Ayotzinapa en Iguala en 2014. La matanza de los LeBarón se llevó a cabo en 2 ataques separados a camionetas en que viajaban miembros de la familia. No había hombres en los vehículos: solo mujeres y niños. ¿Suena a confusión?

En lo que no hay confusión es en el hecho de que México está imponiendo nuevos récords de violencia. Entre enero y septiembre de 2019 se registraron 25,890 homicidios dolosos, 2.5% más que los 9 primeros meses de 2018, el año más violento desde 1990, cuando arrancaron las actuales series estadísticas.

Independientemente del aumento en el número de homicidios, en las últimas semanas se han registrado varias matanzas que subrayan la debilidad del Estado y el crecimiento del crimen y la violencia. El 14 de octubre, en Aguililla, Michoacán, 13 policías estatales fueron asesinados y 9 quedaron lesionados tras el ataque de un grupo al parecer perteneciente al Cártel Jalisco Nueva Generación. El 16 de octubre, en Tepochica, Iguala, Guerrero, 14 civiles y un soldado perecieron en un aparente enfrentamiento. El 17 de octubre, en Culiacán, Sinaloa, un fallido operativo para la captura de Ovidio Guzmán dejó un saldo de 8 muertos, según la Secretaría de la Defensa, o 13, según la Fiscalía de Sinaloa. Ahora tenemos esta matanza de mujeres y niños de la familia LeBarón.

Las voces de izquierda que cuestionaban la violencia en los gobiernos de Calderón y Peña Nieto han callado. El presidente hoy proviene de sus filas y dice que todo va muy bien. "Ya tenemos resultados -dijo ayer-, ya pudimos detener la escalada de violencia". La sociedad, sin embargo, tiene otros datos.

El secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, dijo ayer en el Senado que la estrategia de represión no funcionó. Tiene razón. El problema es que repartir abrazos tampoco. El presidente dice que no cambiará su estrategia. Es positivo que tengamos un presidente de voluntad firme, pero ¿cuál es la estrategia? ¿La creación de una policía militar, llamada Guardia Nacional, y la entrega de subsidios a ninis y otros grupos de la sociedad? La Guardia Nacional, sin embargo, no hace más que mantener la estrategia de represión que nos dicen ya fracasó, mientras que los subsidios sociales no tienen nada que ver con la violencia porque es falso que los sicarios surjan de los sectores más pobres de la sociedad.

El presidente se equivoca cuando dice que el modelo neoliberal causó la violencia. En 2007 México tuvo el nivel más bajo de homicidios en décadas recientes: 8,867, equivalentes a 8 por cada 100,000 habitantes. En 2018 tuvimos 35,964 homicidios, 29 por cada 100,000. En 2019, el 1er. año de la 4a. Transformación, vamos en camino de romper estos récords. La violencia no tiene lealtades políticas.

El presidente Trump ofreció ayuda a México para combatir a los "monstruos" del crimen organizado. Estados Unidos, dijo, está listo para hacer el trabajo "rápida y eficientemente". No, gracias, respondió AMLO.

Sergio Sarmiento
(v.periódico Mural en línea del 6 de noviembre de 2019).

¿Qué irá a hacer ahora López Obrador? Seguramente el trágico acontecimiento relacionado con la familia LeBarón movió a Trump a decir que ya es hora de que México, con ayuda de Estados Unidos, le declare la guerra al narcotráfico. Desde luego AMLO agradeció el apoyo, pero manifestó que no es necesaria en este caso la intervención de ningún gobierno extranjero. Esa actitud es procedente y está muy puesta en razón, pero cabe preguntar si después de esos infames asesinatos que cobraron víctimas entre niños inocentes puede seguir aplicando el mandatario mexicano su política de abrazos, no balazos, y mantener su táctica de pedirles a las mamacitas y abuelitas de los criminales que platiquen con sus hijos y sus nietos y los convenzan de tomar el buen camino. Quizá el fiasco de Culiacán y estos horribles asesinatos no hayan agotado aún el pacifismo de López Obrador y su fe en la capacidad de regeneración de los sicarios, pero todo indica que la paciencia de Trump ya se acabó. Así las cosas, lo más probable es que el tabasqueño se vea en la necesidad de dar otro rumbo a su trato con los delincuentes, cosa que por lo demás la ciudadanía también está pidiendo. Sucede que los criminales se han engallado por la prédica de amor y paz de López Obrador, por la debilidad que frente al crimen organizado ha mostrado un gobierno desorganizado y por la rampante impunidad de que gozan los hombres violentos. El resultado de esa política, por completo equivocada, no puede estar más a la vista. La recta aplicación de la ley no es represión ni falta de humanidad. El Estado no debe permitir que los transgresores de la ley ejerzan una autoridad que sólo a la autoridad corresponde.

Armando Fuentes Aguirre "Catón"
(v.periódico Mural en línea del 6 de noviembre de 2019).

No podemos seguir cohabitando con el horror. Aspiramos a ser una nación civilizada y no el siniestro escenario de espeluznantes atrocidades. ¿Acaso ésta -la realidad de unos niños carbonizados y de sus madres muertas- es ya una suerte de normalidad mexicana, junto a los cadáveres decapitados, los cuerpos que cuelgan de los puentes y los envoltorios con pedazos de carne humana esparcidos en las aceras? ¿En qué maldito país vivimos entonces y qué futuro podemos esperar? ¿Por qué no nos escandalizamos más? ¿Por qué no salimos a las calles, movidos antes que nada por el espanto, a exhibir nuestro repudio y a exigir que esto se acabe ya de una buena vez?

No debiera haber espacio para nada más mientras acontecen tan terroríficos sucesos porque quien quiera refugiarse en su pequeña burbuja o mirar hacia otro lado comulga con la sangre y el tormento en vez de atender las voces de su conciencia. Justamente, eso es lo que no tienen los canallas que perpetran la infamia de ametrallar a un niño que huye: carecen de la más ínfima percepción del dolor ajeno. No sienten. No comparten ningún rasgo humano con sus semejantes. No confraternizan con nadie salvo, tal vez, con los otros bárbaros que participan en las ejecuciones o con los más sádicos de los torturadores.

Una primerísima pregunta: ¿de dónde salió esa gente? ¿Cómo llegó a estar aquí, entre nosotros, pisando el mismo suelo y respirando el mismo aire? Y, de ahí, otra obligada interrogante: ¿qué hacemos con ellos? ¿Cómo los neutralizamos? ¿De qué manera logramos que dejen de cercenar los cuellos de sus víctimas o de despellejarlas?

El problema es urgentísimo y debería de merecer todos los esfuerzos del aparato público. Por lo pronto, más y mejores agentes policiacos, más y mejores fiscales, más y mejores jueces, más y mejores cárceles, más y mejores investigadores, más y mejores armamentos. Porque mientras no se arregle la maquinaria de la justicia en este país, no tendremos seguridad ni paz ni certezas. Así de simple la ecuación. Y así de evidentes las prioridades.

Hoy mismo, más personas serán asesinadas. Aparecerán, aquí y allá, esos 100 cadáveres diarios que alimentan la negra estadística de la muerte en México. Esperemos que no haya niños quemados, por Dios...

Román Revueltas Retes
(v.periódico Milenio en línea del 7 de noviembe de 2019).

Todavía no cesan los ecos y los efectos del "culiacanazo" del 17 de octubre en el que las milicias del cártel de Sinaloa doblegaron al Estado mexicano, cuando a menos de 3 semanas otros hechos violentos en el país y en Jalisco profundizan la crisis de inseguridad, como clara muestra de lo envalentonadas que están las mafias luego del caso Ovidio.

Pese a la gravedad, el asesinato de 7 individuos cuyos cadáveres fueron abandonados ayer en 3 vehículos en una brecha de Tonalá, así como el hallazgo en Tlaquepaque de una nueva casa del terror, palidecen ante la brutalidad del multihomicidio ocurrido en Sonora, cuando 17 mujeres y menores de edad de la familia LeBarón, mormones méxico-estadounidenses que viajaban en 3 camionetas, fueron emboscados por sicarios, dejando un saldo de 9 muertes: 3 mujeres y 6 menores de edad, entre ellos 2 bebés.

Estos episodios de severa violencia, además de acrecentar la percepción de inseguridad entre la población, empiezan también a agudizar los sentimientos de indefensión de la ciudadanía que todos los días ve rebasadas a las autoridades y a sus cuerpos policiales frente a los grupos delincuenciales.

Más aún, cuando lejos de hacer ajustes en sus estrategias policiales y en la supervisión de sus mandos y elementos, lo único que atinan a decir es que en materia de seguridad "vamos bien" o "por el buen camino" y que los homicidios se deben a las vendettas y disputas por el territorio entre los grupos de la delincuencia organizada, como si no fuera su responsabilidad impedir que el espacio público se convierta en campo de batalla de las mafias, sobre todo porque cada día es mayor el número de víctimas colaterales, entre ellas muchos niños y niñas.

En esta inercia cayó el ya muy vapuleado secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana (SSyPC), Alfonso Durazo, cuando lo 1o. que dijo de la masacre es que, al parecer, los vehículos de la familia LeBarón habían sido confundidos con los de otra banda rival, situación que fue desmentida de inmediato por sus familiares como el activista Julián LeBarón.

Por el perfil binacional de las víctimas, el caso ha sido ampliamente cubierto por los medios internacionales, sobre todo por la prensa estadounidense, en donde destacó el comentario editorial del The Wall Street Journal, de que ante la clara impotencia del gobierno mexicano de hacer frente a las mafias del narcotráfico no se debía descartar la posibilidad de una intervención militar estadounidense.

Esa consideración hizo eco a muchas otras voces de liderazgos de Estados Unidos, empezando por la del presidente Donald Trump, quien el martes le ofreció a su homólogo mexicano tropas norteamericanas para combatir "los ejércitos" de los cárteles.

Es claro, pues, que los acontecimientos violentos de las últimas 3 semanas y la nula respuesta que han tenido el gobierno federal y los locales, muestran que las presiones de Estados Unidos para exigir un cambio en la estrategia contra la inseguridad serán crecientes. Pero lo peor es que, ante esta sensación de indefensión entre la población, cada vez hay más mexicanos que no ven tan descabellada la propuesta de abrir a policías y militares estadounidenses la "guerra contra el narco", al ver cómo la van perdiendo las fuerzas armadas y policías mexicanas. De entrada, ayer el propio Andrés Manuel López Obrador aceptó que se aceptará la cooperación del FBI en la investigación de la masacre de Sonora. Quién lo iba a decir, la indefensión ciudadana está haciendo ya creíble al despreciado Trump.

Jaime Barrera
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 7 de noviembre de 2019).

En Culiacán, la prensa se auxilió del registro de videos y fotos y versiones que muchos ciudadanos pusieron en redes sociales. Pero igualmente, en su papel de discriminadores entre paja y grano, los periodistas supieron advertir que tal o cual material explosivo era falso, tomado de calamidades colombianas o brasileñas. La prensa como faro. La prensa como tableta para registrar lo que sí fue un hecho, de lo que sólo (afortunadamente) fueron rumores.

Sin prensa no habría habido protestas ciudadanas en los 80, por fraudes en Sonora, San Luis Potosí o Chihuahua. No habríamos visto y sentido la huelga de 40 días con sus noches de don Luis H. Álvarez, ni a Bartlett en la plenitud del pinche poder doblando al clero que por una vez se había puesto del lado de la democracia. Sin prensa no habríamos conocido en todo México las protestas de Cárdenas, El Maquío y doña Rosario frente a Bucareli, los zócalos llenos de esperanza neocardenista y la maniobra ratonera del PRI robándose la elección de 1988. De allá, y de más atrás, venimos. Y desde siempre estuvo alguien de la prensa.

Debemos a muchos que ya no están que en materia de libertad de expresión México hoy sea la mejor versión de sí mismo.

Y en algo habrá contribuido esa prensa a que de forma inacabada, imperfecta, injustamente desigual, patéticamente explotado por una cofradía de poco patriotas empresarios... pero a pesar de todo, México nunca haya estado menos peor que hoy.

Como había mucho que mejorar, esta prensa lleva más de 4 décadas dale y dale, unos más que otros, es cierto, pero diciendo todo lo que está mal. En parte gracias a eso, Andrés Manuel López Obrador ganó la Presidencia de México.

Hoy AMLO cree que la prensa es su adversaria. Así lo dijo este miércoles cuando Silvia Chocarro, jefa internacional de Articulo 19, le pidió en la mañanera comprometerse a no denigrar ni atacar verbalmente a periodistas, recordándole que somos el país –sin guerra oficial– más mortífero para los reporteros: 131 han sido asesinados desde el año 2000.

Dice Chocarro que "No se mata la verdad matando periodistas". Así lo tituló la colega (trabajamos juntos en Reforma alguna vez) en un artículo que publicó en El País esta semana junto con Ana Cristina Ruelas, la directora de A19 México.

Si yo hubiera editado ese artículo, les hubiera sugerido cambiar el título.

Porque aunque tenemos siempre la esperanza de que la verdad triunfe, lo cierto es que el acoso y la violencia en contra de los periodistas sí merma las posibilidades de que la gente se entere de lo que pasa en su colonia, en su ciudad, en su estado y en su país. Sí se maltrata a la verdad que es de todos, al tundir al mensajero.

López Obrador está a 3 semanas de cumplir un año en el poder. Su anhelo por servir a su patria se le cumplió. Ojalá escape a la moda denunciada por Chocarro y Ruelas, que advierten que hoy hay "muchos líderes políticos que incitan a la violencia" en contra de la prensa. Pero si no, si Andrés Manuel insiste en atacar a periodistas, algo de la verdad que México necesita batallará más en surgir y dispersarse, pero al final, cuando AMLO esté en el ocaso de su periodo, que no quepa duda de que ahí estará la prensa, para publicar en primera plana el retrato de lo que haya sido su presidencia.

Salvador Camarena
(v.pág.38 del periódico El Financiero del 8 de noviembre de 2019).

Siento que en México estamos inmersos en una vorágine de desencuentros, discusiones vacuas, sin sentidos, orgullos mal entendidos, mezquindad y descalificaciones justificadas e injustificadas, muchas veces irracionales y hasta enfermizas; y todos, los de un bando y los de otros, están terriblemente enganchados mientras el país se nos va como agua entre los dedos... En alguien tiene que caber la cordura. Si fueran todos sería ideal, aunque creo que con que uno empiece será suficiente. Me gustaría que fuera el presidente Andrés Manuel López Obrador, debe ser él (y en Jalisco, el gobernador Enrique Alfaro).

Del lado de la oposición no espero nada, ni siquiera pensaría en exigirles como ciudadana, pero si alguien de ese lado decide "aprudentar" se llevaría todo el reconocimiento y sin duda pasaría a la historia como alguien cuerdo, preocupado por México, capaz de sacrificar algo o mucho por el bien de todos los mexicanos.

En los casos del presidente y del gobernador quisiera que erradicaran de su discurso la palabra "adversarios", para empezar. Están por cumplir un año de gestión y siguen viendo moros con tranchete en todos lados, incluso en la crítica que es auténtica y de buena fe emitida con la única intención de aportar para que las cosas cambien y mejoren.

Se les está yendo el tiempo en pleitos con los medios de comunicación, con los periodistas conservadores y neoliberales según algunos de sus juicios y apreciaciones, y no pasarán a la historia como los mejores gobernantes. Cayeron en el juego de las "malditas" redes sociales y creo que tienen toda la oportunidad, el poder y el liderazgo por su aceptación entre la gente de a pie, de todos los que les otorgaron su voto con grandes esperanzas, de salir de esa espiral sin fin, recomponerse, pararse sin titubeos en tierra firme y comportarse como estadistas, como líderes de gobierno capaces de convocar a todos, sin distinción de colores, sin cálculos electorales, sin divisiones estériles y desgastantes, para sacar adelante a este país y a este estado.

Los niveles de inseguridad y violencia son graves, muy graves; estamos en la mira de Estados Unidos y eso no lo podemos permitir por ningún motivo. Nunca ha dado resultado la intervención del gobierno de ese país en los asuntos internos de otros. Al contrario, hay que echar una ojeada a la historia desde mediados del siglo XX a la fecha.

Urge que en ellos quepa la cordura, deben "aprudentar", asesorarse sin remilgos con los mejores, dejar el amor propio a un lado y enfrentar con todos, una vez que logren el cierre de filas, todos los problemas, particularmente los relativos a la violencia y la operación del crimen organizado.

Ni en ellos ni en ningún actor político con capacidad de decisión e influencia debe prevalecer en estos momentos el cálculo electoral, es bajeza y mezquindad químicamente pura. Lo primero es lo primero y lo están perdiendo de vista.

Sabemos lo que heredaron (heredamos), no somos tan desmemoriados, ya no lo repitan. Y si es preciso reconocer que las cosas están peor de lo que esperaban o imaginaban y que no podrán cumplir con lo prometido porque no se puede, no en los tiempos ni en las formas, y tendrán que ajustar las políticas pensadas y planteadas desde la campaña, es mejor, mucho mejor (seguramente ganarán adeptos y simpatías), que mantenerse caprichosamente en estilos y decisiones que no están dando resultado.

Por favor. Urge poner un alto, romper la espiral de dimes y diretes, reclamos y enfrentamientos, México está en juego, en alguien tiene que caber la cordura... ya.

Laura Castro Golarte
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 9 de noviembre de 2019).

Ganado perdido.

Paco Calderón
(10 de noviembre de 2019).


El gran problema de un país que se divide es que sus habitantes terminan por no compartir valores que son absolutamente esenciales para preservar la estabilidad democrática. Quienes cuestionan de raíz al "sistema", en oposición a aquellos que aceptan consciente y voluntariamente lo que podríamos llamar las reglas del juego, estarían dispuestos a desmantelar ese orden establecido y a sustituirlo por otro modelo, así sea que en el camino se sacrifiquen libertades, derechos y garantías.

El temor al totalitarismo no es algo tan evidente, señoras y señores, aunque a muchos de nosotros nos inquiete grandemente que la deriva populista de algunos países desemboque en regímenes autocráticos marcados por la adoración al caudillo de turno. Hay naciones en las que casi ni te enteras de quién es el sujeto que gobierna y en otras al mandamás no sólo te lo encuentras hasta en la sopa sino que te ves obligado a renunciar a tu soberanía individual para rendirle pleitesía. De paso, cualquier manifestación del pensamiento crítico es vista como un acto de deslealtad a la gran causa que proclaman los heraldos del régimen y los disidentes son perseguidos de oficio en su atribuida condición de traidores.

México está dividido entre los seguidores de Obrador y quienes no simpatizan con el actual presidente de la república pero existe además un profundo descontento de millones de ciudadanos porque se sienten excluidos en una sociedad injusta y desaforadamente desigual. El tema, con todo, no sería la relación entre la riqueza de algunos y la pobreza de los otros. La cuestión es qué tan pobres son los que están abajo en la estructura social y, en ese sentido, la realidad de los millones de mexicanos que sobrellevan las durezas de la miseria es una auténtica vergüenza nacional, por no hablar de que la pobreza extrema es, en sí misma, muy costosa para un país en términos económicos: el Estado debe dirigir ingentes recursos a sectores sociales básicamente improductivos.

El gran tema, sin embargo, es cómo resolver tan morrocotudo problema o, dicho en otras palabras, cómo lograr que millones y millones de individuos tengan acceso a un mayor bienestar. Y ahí es precisamente donde advertimos posiciones muy encontradas y ahí es también donde se manifiesta más evidentemente el rechazo de unas colectividades hacia las otras. Sería el sempiterno enfrentamiento entre "ricos y pobres", desde luego, pero enarbolado de alguna manera por el régimen de Morena y llevado al terreno de las políticas públicas implementadas por la actual administración. Se ha satanizado así oficialmente el "neoliberalismo" que hubieren adoptado como modelo de desarrollo los pasados gobiernos de México y se promueve ahora un modelo de repartición de dineros públicos en beneficio de los grupos más desfavorecidos, los jóvenes desempleados entre ellos. Se impulsan también inversiones para fortalecer un sector petrolífero estatizado cuya naturaleza sería tan estratégica, emblemática y simbólica para la nación mexicana que se proclama abiertamente un mentado "rescate de la soberanía".

En el polo opuesto se encuentran los que argumentan que la riqueza se debe primeramente generar antes de pensar siquiera en repartirla. La mera formulación de esta receta -"generar riqueza"- les resulta sospechosa y hasta repudiable a muchos connacionales porque la reducen a un asunto de que "los ricos van a ser más ricos". Y, a la vez, viene siendo muy difícil hacérsela tragar al empleado que recibe una paga raquítica por laborar, digamos, en una hamburguesería o por entregar pizzas a domicilio. ¿Cuál riqueza? Parecería explotación pura y simple, más bien. Abuso perpetrado, justamente, por "los ricos", gente despiadada y usurera. ¿En una economía de salarios miserables puedes promulgar que el mercado es el que reparte bienestar?

Vivimos en una sociedad descontenta y el resentimiento de millones de mexicanos ha encontrado un eco en el discurso oficial. Por eso no resultó tan costosa políticamente, ni en términos de aprobación ciudadana, la cancelación del proyecto del aeropuerto que se estaba construyendo en Texcoco. Era, en su momento, la obra pública más grande e importante que se estaba haciendo en América Latina. Trabajaban allí miles de operarios, entre albañiles, técnicos, ingenieros y proveedores de servicios. Se iban a generar decenas de miles de nuevos empleos. Se pretextó, sin embargo, que la ubicación no era adecuada, que había mucha corrupción y que era una empresa faraónica. Pero el mensaje subyacente era otro: iba a ser un proyecto para "los privilegiados", o sea, para los que "viajan en avión" siendo que la mayoría de los mexicanos no ha realizado jamás un traslado aéreo.

El problema es que el tiempo ha pasado y que la economía está comenzando a cobrar factura. Más allá del posible dilema entre crear riqueza o repartir la que hay, llegará el momento en que al gobierno no le alcanzará el dinero para distribuirlo ni tampoco para emprender proyectos de dudosa rentabilidad financiera. Ah, pero seguiremos divididos y enfrentados de todas maneras.

Román Revueltas Retes
(v.periódico Milenio en línea del 10 de noviembe de 2019).

El triunfo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en las urnas hace más de un año despertó en muchos la esperanza de tener un país mejor y más justo. Sin embargo, el brutal asesinato de niños y mujeres de la familia LeBarón, que escandalizó a la opinión pública y constituye una expresión más de que la inseguridad y la violencia no disminuyen, podría minar la luna de miel de la que ha gozado el presidente.

Tiene razón López Obrador cuando afirma que las condiciones que provocan esta barbarie son producto de la corrupción en el sistema de justicia, de la falta de oportunidades, de la negligencia y los errores de los gobiernos anteriores. "Dejaron un cochinero" ha dicho con su acostumbrada contundencia. El problema para él es que aun siendo válido su diagnóstico, a medida que pase el tiempo la factura política de la violencia será cobrada a su gobierno. Ahora mismo, alrededor de 60% de la población considera que la estrategia de seguridad pública de la 4T no es la mejor o está equivocada. La aprehensión fallida del hijo de "El Chapo", sucesos como el de la familia LeBarón y la terrible estadística mensual de asesinatos que no hace sino aumentar, van erosionando poco a poco la confianza en el criterio y la capacidad del presidente en esta materia.

El miedo no sabe de razones. Es impecable la lógica de AMLO cuando afirma que 12 años de guerra en contra del narco dejaron en claro que la violencia no solo no resuelve el problema sino lo profundiza. Antes había media docena de grandes cárteles, ahora se estima que existen 200 bandas, muchas de ellas en lucha entre sí con métodos crecientemente brutales. ¿Qué grado de bestialidad y enajenación se requieren para quemar vivos a mujeres y menores de edad dentro de un auto?

Pero saber que tiene razón en el diagnóstico resulta de poco consuelo ante la sensación de que el fuego comienza a llegarnos a los aparejos, que las regiones se siguen perdiendo a manos del narco, que los ciudadanos estamos indefensos ante la violencia impune. Decirle a los delincuentes que lo que hacen está mal y que esto ya cambió, tampoco parece estar funcionando.

Creo, con López Obrador, que resolver el problema de fondo requiere un cambio de valores, la restitución del tejido familiar, la creación de oportunidades. Pero me temo que ninguna de estas verdades alcanzan a germinar en el lapso de un sexenio. Lo cual nos regresa al tema inicial: el miedo y la frustración seguirán creciendo y con él la desesperación y la búsqueda de otras alternativas así sean las más desesperadas. En estos días, incluso, he escuchado a más de un necio decir que la situación es tan agobiante que deberíamos aceptar la ayuda de Estados Unidos y permitir que ellos nos resuelvan el problema. Como si las intervenciones de los marines no hubieran dejado atrás un país hecho trizas allá por donde han pasado. Y por si fuera poco, ¡estamos hablando del Estados Unidos de Donald Trump!, por favor.

Y no obstante estas posiciones extremas comienzan a jalonear la conversación pública; constituyen las versiones más absurdas pero de un sentimiento real que ha empezado a extenderse: una mezcla de miedo, frustración y exasperación.

Por lo mismo, espero que el exacerbado optimismo que caracteriza al presidente no soslaye el problema de la inseguridad y no asuma que habrá de resolverse simplemente porque ya llegó la 4T. El miedo es un motor que lleva a los pueblos a adoptar posiciones límite. La pasión política es un sentimiento poderoso pero palidece frente a la compulsión que nos lleva a proteger a nuestros hijos. Con tantito más que el crimen organizado se exceda (¿qué hacer cuando un sicario te extorsione por estar en tu propia casa?) y otro tantito que los adversarios de AMLO conviertan el temor en oleadas de pánico, podríamos entrar en una crisis de alcances insospechados.

El gobierno tendría que hacer algo más que mañaneras y una narrativa bienintencionada; lo de la familia LeBarón es nada más y nada menos que la realidad haciendo un desmentido de la realidad. Y para nuestra desgracia, no será la última.

Jorge Zepeda Patterson
(v.pág.13-A del periódico El Informador del 11 de noviembre de 2019).

¿Cómo es posible que la defensora de los derechos humanos de este país tome protesta sin respetar la ley que supuestamente va a defender? Una cosa es que la famosa CNDH solo haya servido para proteger a los delincuentes, y otra muy diferente es que la propia cabeza de esa comisión se pase la ley por salva sea la parte y tome protesta en medio de un escándalo en el Senado

¿Como es posible que un presunto dictador sea tratado como jefe de estado, después de que tuvieron que sacarlo de su país como prófugo de la justicia por todas las leyes que quebrantó? Una cosa es recibir a un asilado político, y otra muy diferente es tratarlo como rey y gastarse una fortuna, de nuestros impuestos, en transportarlo 6,133 kilómetros en un jet de lujo, darle una "casa blanca", ponerle 4 camionetas Suburban, 18 guaruras y recibirlo con medallas y aplausos.

¡Dobaben! La señora Piedra es obviamente una persona que no respeta ningún precepto legal ¿y ella va a ser quien nos defienda de la mala aplicación de la ley? Pero como es comunistoide y protegida del patrón, se merece convertirse en juez supremo.

¡Dobaben! El señor Morales es un dictador que se reeligió 3 veces y es odiado por más de la gran mayoría de los bolivianos. Pero como es comunistoide y cuatísimo del patrón, los nefastos-nuevos-políticos mexicanos le dan trato de estadista... y lo van a mantener.

¿Saben ustedes qué imagen de México se está proyectando en el mundo entero?

¿Así de bajo ha caído nuestro país?

¿Así de distorsionada está la mentalidad de nuestros gobernantes?

¿Así va a ser el México de la 4T?

Me pregunto cuando vamos a reaccionar los ciudadanos que no queremos convertirnos en socialistas y mucho menos en comunistas. ¿Vamos a permitir que México se convierta en otro país de chisguete?

Dobaben...

Alberto Martínez Vara
(13 de noviembre de 2019).

Compañías importantes, sobre todo del renglón de servicios, han ido haciendo recortes paulatinos de personal, sacrificando áreas que quizás consideran innecesarias como los avances digitales o la atención al cliente.

Pablo Latapí
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 14 de noviembre de 2019).

En las extensas zonas del país, de las que es un secreto a voces que están controladas por el cada vez más difundido fenómeno de la delincuencia organizada que ha hecho su modus vivendi de la extorsión, el secuestro, el cultivo y el tráfico de drogas, etc., no hay punto de comparación entre el estatus económico y social que consiguen quienes no tienen reparo en integrarse en bandas delincuenciales, y las carencias -o, de plano, la imposibilidad de conseguir un empleo que les dé acceso a una vida digna- de quienes optan por respetarlas [las leyes].

Antes era, simplemente, la incompetencia de la Autoridad; la insuficiencia de sus recursos para enfrentar el delito. Ahora es la declaración expresa de que la Autoridad renuncia virtualmente a su compromiso legal, moral y social de ejercer la fuerza, en la medida adecuada y pertinente, para "cumplir y hacer cumplir las leyes" combatiendo al delito y persiguiendo al delincuente.

Detrás de esa pasividad están las escandalosas cifras de la impunidad, con tasas cercanas al 98%; y, además, la grotesca realidad de los penales: lejos de ser, como se pretende y se pregona, "centros de readaptación social", son universidades del delito y asiento de bandas delictivas, en los que la extorsión forma parte del sistema y el "autogobierno" es la regla.

¿Cómo predicar, en esas circunstancias, que "el delito no paga", si los hechos parecen probar exactamente lo contrario...?

Jaime García Elías
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 18 de noviembre de 2019).

Según el Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (CEPAD), "Desde el 2008 a mayo de este año, suman 27,851 personas denunciadas como desaparecidas en Jalisco". La misma fuente señala que cada día se reportan 14.5 personas desaparecidas en la entidad. Falta saber cuántas han sido localizadas... aunque sea muertas, en una de las tantas fosas clandestinas encontradas en el estado.

Se ha perdido la cuenta de las marchas y manifestaciones realizadas por familiares y allegados de los desaparecidos, antes para "exigir" su localización, después para dejar constancia de que tales "exigencias" han sido prácticamente estériles, por una razón tan dolorosa como elemental: que encontrar a una persona desaparecida es -valga el tópico- como buscar una aguja en un pajar.

Llegan (algunos con dolor, otros con indiferencia) a la conclusión de que se trata -parte por la descomposición social reinante, parte porque el fenómeno les ha quedado grande a las autoridades- de casos, en su gran mayoría por desgracia, irremisiblemente perdidos.

Jaime García Elías
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 21 de noviembre de 2019).

La Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH) estima que al menos 338,405 personas han sido internamente desplazadas de manera forzada en episodios masivos en México desde 2006. La propia comisión calcula que para 2018 "al menos 1,857 de las 11,491 personas que fueron internamente desplazadas por la fuerza en 2018 encontraron una solución parcial o no verificada hasta marzo de 2019, lo que representa aproximadamente el 16.2% del total de víctimas. De esta manera, se calcula que 9,634 personas continúan en situación de desplazamiento".

Información más reciente de la CMDPDH -publicada en el libro "Episodios de Desplazamiento Interno Forzado Masivo en México: Informe 2018"- revela que, de enero a diciembre de 2018: "al menos 11,491 personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares y desplazarse internamente como consecuencia de la situación de violencia en México. Estas personas fueron víctimas de 25 episodios de desplazamiento interno forzado masivo que ocurrieron en Chiapas, Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Sinaloa, siendo las 2 primeras las entidades federativas más afectadas, con casi 90% de las víctimas.

Margarita Camarena Luhrs
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 23 de noviembre de 2019).

Si en algo es idéntica la historia de los últimos sexenios es en que no importa el discurso oficial sobre la violencia, ni los actos gubernamentales para lidiar con ella, el crimen organizado se impone en la agenda por la vía de sus consecuencias.

Desde finales de la administración Fox, México entró en una espiral donde la criminalidad desbordó a las autoridades y éstas nunca han vuelto a tener el marcador a su favor.

Los distintos esfuerzos de las siguientes administraciones encallaron luego de que se presentaran uno o más eventos que iban incluso más allá de una normalidad en la que ya se daban por descontados los asesinatos, las desapariciones y la extorsión.

Casino Royale, San Fernando, Ayotzinapa, Apatzingán son algunas de las apelaciones que remiten a un puñado de los peores momentos de asesinatos masivos. Y si de fosas hablamos, Veracruz, Taxco, La Barca y un largo etcétera tienen enormes panteones clandestinos donde las familias de las víctimas han podido recuperar algunos de los miles de desaparecidos en estos años.

En esa línea, el nuevo gobierno ya tiene su 1er. escollo. El asesinato de 3 mujeres y 6 niños de la comunidad LeBarón, a principios de este mes, regresó la realidad que se ha querido poner fuera del centro del debate.

Encima, esa tragedia está siendo explotada por el presidente de Estados Unidos para su agenda electoral.

La declaración de Trump de que estaría pensando en declarar a los cárteles de México como organizaciones terroristas podrá tener toda la mala intención politiquera, pero su trasfondo es innegable.

México no está en condiciones de demostrar, ni remotamente, que es capaz de lidiar con el reto a las instituciones que representan los grupos criminales. Eso no justifica ninguna intervención extranjera, pero la verdad ahí está, en la muerte de los LeBarón, y en casi un centenar de muertos diarios.

Guerrero, Jalisco, Michoacán, Veracruz, Tabasco, Tamaulipas, Chihuahua, Sinaloa, Nayarit, Zacatecas, Estado de México, Baja California... en todas esas entidades, y en otras, la delincuencia es capaz de imponer condiciones a la población y a las así llamadas autoridades formales.

Ríos de tinta y largos minutos de medios electrónicos se invertirán en la polémica desatada por Trump, en rechazar su intento injerencista, en reclamar que no es una buena política de un vecino que además tiene sus propias ganancias a partir de la criminalidad que aquí nos avasalla. Digámosles hipócritas, convenencieros, populistas, malos amigos o como quieran, pero por desgracia no podemos decirles, en este caso, mentirosos.

México no ha construido capacidades institucionales para esta guerra. La Guardia Nacional se encuentra lejos de estar lista. Y las policías estatales y municipales nunca mejoraron lo que debían para ser el eslabón de 1a. defensa.

De la misma manera, ni la clase política ni la sociedad han logrado un pacto para que se labre un compromiso de largo aliento a fin de que gobiernos y población logren acotar, en el tiempo, a la delincuencia.

Por supuesto que hay que rechazar con puntualidad a Estados Unidos. Pero con igual convicción debería ser atendido el reclamo de justicia de los LeBarón, y de los miles que como ellos han perdido hijas, hermanos, hijos, padres, esposos o madres.

AMLO ha dicho que la mejor política exterior es la interior. En el caso LeBarón debe probar que no habrá impunidad. Porque si no hubiera terror a los criminales, no habría cantaleta trumpista.

Salvador Camarena
(v.pág.39 del periódico El Financiero del 28 de noviembre de 2019).

Tengo casi 32 años escribiendo esta columna. Y estoy curado de espanto. No me asombra la polarización. Desde el sexenio de Miguel de la Madrid, cuando comencé con Coordenadas, había discrepancias, y uno era sujeto de aplausos y mentadas.

Pero, ni en los momentos más intensos, como en la elección de 1988, percibí una polarización como la que hoy tenemos.

Quizás sea el efecto de las redes sociales, que antes no existían. Tal vez sea el comportamiento de una nueva generación, más impaciente e intolerante. No lo sé.

Pero lo que sí es manifiesto es que hoy la mayor parte de las reacciones en torno al presidente se dan con las vísceras y no con el cerebro.

Uno de los problemas más serios que tenemos hoy en México, y que no se ha puesto de manifiesto, es que el debate público es conducido por las emociones y no por las razones.

Y no hablo solo de los apologistas de AMLO, sino también de la mayoría de sus detractores.

Hay grupos que se preocupan por la pérdida de legitimidad de la CNDH. Tienen toda la razón.

Son los mismos, que con toda justicia han levantado luces amarillas respecto a una ofensiva de Morena contra el INE. Que, entre paréntesis, no tiene el menor sustento.

Pero hay pocos que hayan puesto la alerta por la pérdida de calidad de nuestro debate público.

Lo que ahora importa es si se critica o respalda a AMLO. Eso lo afilia y lo estigmatiza a uno.

No se escuchan las razones. Lo que existe es el prejuicio.

Se puede argumentar que esa es la tendencia en el mundo. Las simpatías de los electores se han ido a los extremos en los últimos años.

Quien logra motivar las emociones más elementales de los electores es quien usualmente tiene más éxito electoral.

Pero en una democracia tan frágil y joven como la nuestra, excluir a la razón puede ser fatídico.

El país está lejos de estar en ruinas. Pero ni remotamente está en la gloria.

Hay motivos para una crítica dura y razones para, en algunos ámbitos, defender su acción.

Ni México es hoy un desastre como parecen dibujar los críticos de AMLO, ni es el paraíso terrenal que pretenden "vendernos" sus apologistas.

Enrique Quintana
(v.pág.2 del periódico El Financiero del 29 de noviembre de 2019).

Tachar no es borrar sino garabatear sobre algo escrito, y sin lugar a dudas, hacía muchos inicios de sexenio que no se tachaba tanto sobre la realidad, al punto de volverla confusa e indescifrable.

Los candidatos que triunfan en un proceso electoral, lo hacen con base a un proyecto, a una propuesta, aún si en ese triunfo muchas veces operen otros factores, como sería el desempeño del presidente saliente o del partido que lo patrocinaba, la situación del país, de la sociedad, de la economía, etc.

El actual gobierno federal triunfó en las elecciones y desde hace un año tiene el poder, actuando todo el tiempo en orden a aplicar su proyecto de nación y de administración, y no obstante las cotidianas ruedas de prensa del presidente o en parte a causa de ellas mismas, el conjunto de la población no parece que tengan una visión clara de la realidad nacional a estas fechas.

Y es que esa realidad ha sido constantemente tachada por millones de "memes", reportajes, editoriales, análisis, manejos informativos y todo cuanto conforma la comunicación ofrecida por los amantes apasionados y los enemigos acérrimos del actual gobierno, logrando reunir una increíble montaña de desinformación, donde los pronósticos de futuro van de los más alarmistas a los más venturosos, y esa misma oscilación se da a la hora de exponerse la percepción del presente. En lo que mira al pasado el presidente del país ha exhibido su personal concepto y tal vez sea lo más claro dentro de esta maraña informática, lástima que la verdadera claridad que la gente requiere es la del momento que vive y del mañana que le espera, espacios donde, como digo, todo acaba siendo una perfecta confusión muy bien armada por todos.

Armando González Escoto
(v.pág.8-B del periódico El Informador del 1o.de diciembre de 2019).

Hoy, la polarización todavía está en el terreno del discurso. Eso sí, brutalmente violenta y ruin, empapada de primitivismo en las redes sociales. Aquí no hay buenos y malos. Todos los que participan en esa dinámica destructiva, son miserables. Y no parece que cambiará. ¿Para dónde vamos? Imagine la mañana siguiente a las elecciones presidenciales de 2024, en este clima de linchamiento e irracionalidad. Quien gane enfrentará a un bloque de personas llenas de odio, cultivado por la guerra de clases que la retórica oficial construyó. Un alto número de ellas, según las tendencias electorales, estará no sólo contra el proyecto contrario, sino quizás, fuera de las redes, se opondrá en las calles a la mano, a la victoria enemiga. Este es un escenario realista, dadas las condiciones en que nos vivimos. Si hoy creemos que la polarización nos arrolla, la pesadilla que viene, si no hacemos algo, ni siquiera la imaginamos.

Los síntomas fueron detectados en la última encuesta de aprobación presidencial de El Financiero. Alejandro Moreno, jefe del departamento de demoscopia, explicó el viernes cómo la brecha ideológica, llevada al 1er. plano por el presidente Andrés Manuel López Obrador, se está ensanchando.

"La aprobación de AMLO permanece alta y estable, por lo menos en la superficie", escribió Moreno. "Debajo de las aguas plácidas del 68% de apoyo, las encuestas revelan corrientes que se mueven hacia lados contrarios, de una manera, hay que decirlo, polarizante". El mayor efecto diferenciador se encuentra por grado de escolaridad, donde López Obrador perdió principalmente el apoyo de los universitarios, aunque elevó el respaldo entre aquellos de educación básica, donde se ubican varios de los grupos beneficiarios de los programas sociales. Regionalmente, el país también se partió: la brecha es de 18 puntos. En el sur, al que tanto voltea López Obrador, el apoyo se mantiene leal, pero en el centro-occidente, mayoritariamente zonas urbanas y de clases medias, es donde menos respaldo tiene.

Las tendencias son preocupantes, porque no hay nadie con representatividad que esté alertando sobre los peligros que se están construyendo en la sociedad. La polarización daña la democracia y beneficia a quienes tienen el poder, que pueden administrarla y utilizarla para su beneficio. López Obrador ha sacado provecho de su táctica polarizadora para ir desmantelando al Estado, levantado sobre bases democráticas, e ir construyendo su Estado, aprovechando los avances de la democracia para anularla.

La polarización, evocando la obra del politólogo italiano Giovanni Sartori, genera muchas veces fuerzas centrífugas que borran al centro. Los extremos dominan sin puentes que los conecten, por lo que se aíslan en su etnocentrismo. Los estudios de Sartori que dieron nacimiento a su obra se enmarcaban en un sistema de partidos, que ha ido perdiendo fuerza y relevancia en los últimos años. Pero no es la única forma de polarización, como en México lo experimentamos diariamente. El planteamiento presidencial, repetido miméticamente por sus cercanos y por las estructuras de altoparlantes que tienen esparcidas en la opinión pública, plantea la división irreconciliable entre lo tradicional y lo moderno, lo nacionalista frente a lo globalizado, lo religioso ante lo secular, traducido a las masas como cruzadas contra la corrupción, la reivindicación de los pobres, y el final de los privilegios de un modelo neoliberal.

En algunos países, la polarización rebasó el ámbito político y se incrustó en lo social, donde, como por ejemplo Caracas, muy citada en diversos estudios, hay barrios completos segregados en esa capital donde la identidad política divide a la población. En México ya se ve esa división por identidad y sentido de pertenencia. El oriente y el poniente de la zona metropolitana de la Ciudad de México es un ejemplo; el sur versus el resto del país. En México, a diferencia de Venezuela, donde la apatía de unos benefició a la beligerancia ideológica de los otros, la oposición a López Obrador ha crecido, no mermado, y ha elevado el tono de su discurso, equiparándose a la sonoridad con la que les responden.

Como demostró la encuesta de El Financiero, lejos de detenerse estos 2 trenes, avanzan a toda velocidad rumbo a la colisión. No hay nadie con representatividad, hay que insistir, que esté pensando en el día siguiente y no en el mañana inmediato. Las respuestas, cuando se hacen las preguntas, son infantiles: yo no empecé, fue la otra parte. El encono marca el momento, pero no tiene que definir el futuro. Si permanecemos insensibles y lejanos al fenómeno que alimenta el odio, pagaremos todos por culpa de todos que no frenamos a los pocos que lo estimulan.

Hay tiempo, ciertamente poco al ver los comportamientos mexicanos, para hacer algo. La reconciliación no debe ser un acto de fe ni un discurso fácil, sino un ejercicio de construcción real. No hay en estos momentos actores que puedan construir los puentes necesarios, rotos mucho antes de que llegara López Obrador a la Presidencia. Se necesita un mecanismo, quizás integrado como un consejo que tenga interlocución con las 2 partes, para sentarlas y que se empiecen a tener confianza -generando certidumbre política, no acto de fe-, dialoguen y construyan las condiciones para un rencuentro nacional. No se trata de un modelo de negociación transicional, sino uno que evite que la transición democrática se termine de descarrilar, y tengamos la impronta de un autoritario, que alimentaron todas las partes.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 3 de diciembre de 2019).

En el México de hoy, hablar del cambio climático y la implementación de políticas públicas y medidas empresariales que reduzcan las emisiones de carbono, suena a discurso extraño, ajeno. Lo nuestro es la permanente inseguridad, las cifras de la violencia, los feminicidios, la debilidad de las leyes y las instituciones; las expectativas de una mejora económica y el tema viral del día, impulsado principalmente en "la mañanera" del presidente Andrés Manuel López Obrador.

No es [lo] mejor, cierto, pero es lo que tenemos.

Jorge Octavio Navarro
(v.pág.11-A del periódico El Informador del 10 de diciembre de 2019).

En el acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá, México tuvo que ceder. Mucho en este caso, para que los demócratas y los sindicatos, que son su base electoral, estuvieran de acuerdo en ratificarlo. Los demócratas se han adjudicado una gran victoria política, quitando reflectores a Trump, quien finalmente cumplió su promesa de campaña de acabar con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y remplazarlo con un acuerdo que presume superior. El presidente Andrés Manuel López Obrador podrá sentirse tranquilo, pese a aceptar los chantajes demócratas que llevaron a su gobierno a perder soberanía. A cambio, gana certidumbre ante el mundo, recupera parte de la confianza perdida en su liderazgo y, sobre todo, le da una viabilidad económica a su administración y al país. Aislar a México del mundo, como su retórica machaca, era irreal.

La negociación de este acuerdo comercial duró 2 años, y la comenzó el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto. La continuó el de López Obrador bajo el mismo modelo, que también se usó durante la negociación del TLCAN hace un cuarto de siglo, dejándose acompañar por el sector privado. Pero en la última semana, cuando los negociadores estadounidenses, forzados por los demócratas y con la urgencia de Trump por concluirlo, presionaron a los mexicanos como no lo habían hecho antes, sacaron al sector privado de la negociación y lo mantuvieron en la oscuridad sobre lo que estaban discutiendo. De otra manera, no podrían haber aceptado las condiciones que les planteó el representante comercial de la Casa Blanca, Roberto Lighthizer. La molestia empresarial por la marginación en el último tramo de la negociación, será acicalada cuando terminen de estudiar los adendos que aceptó México.

No habrá intervención dentro de las empresas, pero en realidad sí habrá, utilizando un término diplomático: attaché laboral. Los attachés, en el argot diplomático, son los agregados en las embajadas. En este caso, no estarán dentro de la Embajada de Estados Unidos, pero serán representantes de los sindicatos en México que "proveerán información in situ sobre las prácticas laborales" en este país. Es decir, sí habrá una supervisión indirecta dentro de las empresas, que forma parte de lo que le llamaron "un monitoreo robusto" que hará las veces de un instrumento de certificación estadounidense de que las reformas laborales se están aplicando tal y como lo prometieron. Esta era una de las quejas que tenía el líder de la AFL-CIO, Richard Trumka, quien cuando vino a México en septiembre le dijo a la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, que sólo querían que se aprobara el acuerdo para no hacer nada. No les creemos, espetó.

La presión demócrata se trasladó al gobierno mexicano, que al final aceptó la creación de un comité interagencias que vigilará la reforma laboral, y que estará informando al Congreso de Estados Unidos, así como el establecimiento de metas y objetivos que deben implementar los mexicanos para la reforma laboral. De incumplirlo, se aplicarán las medidas y sanciones que se añadieron al acuerdo, y que contemplan los mecanismos reforzados para resolución de disputas. Una de las grandes innovaciones impuestas, fueron lo que llaman "reglas de evidencia", que le permitirá a Estados Unidos litigar "exitosamente" temas laborales, de medio ambiente y otros temas de alta controversia.

Estos nuevos mecanismos reducen significativamente las capacidades mexicanas para litigar en los paneles de resolución de disputas, que hubieran tenido objeciones y observaciones por parte del sector privado. Junto con ello, en un punto que modifica por completo los equilibrios que se habían logrado, es un cambio de lenguaje en el texto, donde removieron el fraseo que permitía ambigüedades en las garantías de protección de violencia a los trabajadores. Mediante el fortalecimiento de estas reglas, "se crea la presunción de que las violaciones laborales afectan al comercio y la inversión y requerirá que las otras partes prueben lo contrario". Es decir, México sería culpable hasta demostrar lo contrario, y una violación laboral no se restringiría al capítulo laboral, sino que impacta en el conjunto del acuerdo. De esta manera, el costo de una violación laboral lleva a litigio todo el acuerdo comercial.

Los demócratas impusieron a los mexicanos una serie de incisos en el tema de propiedad intelectual que difícilmente el sector privado habría aceptado sin resistencia, particularmente la industria químico farmacéutica. Los demócratas presionaron a Trump para remover las provisiones que contribuían a precios más altos en medicinas, revelado por primera vez la semana pasada en el Financial Times, pero mantenido en secreto al sector privado por parte de los negociadores mexicanos. Esto llevó dentro del acuerdo a la disminución de la exclusividad de las patentes en medicinas y de la información clínica de las medicinas, empleadas por la industria, alegaron los demócratas, para retrasar la competencia y el acceso a medicinas a buen precio. La puntilla fue tender hacia una homologación en los criterios legales entre Estados Unidos en México, para balancear la competencia y los incentivos por innovación, como establece la ley en aquel país, que no se reflejaba en el acuerdo."

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 11 de diciembre de 2019).

El cambio climático se combate con conocimiento, con políticas públicas enfocadas, en Europa lo desprecian y en México también. Hace un par de semanas tuve la oportunidad de hablar con la bióloga investigadora, Julia Carabias. Constructora de políticas ambientales en nuestro país, hace un llamado urgente a recapacitar, a poner en la 1a. fila la agenda ambiental. ¿Cómo? Dejándole de recortar presupuesto, sus palabras son para enmarcar: "Empezaron los recortes presupuestales a partir del año 2015 y vamos en caída libre, ya traemos el 60% menos del presupuesto en materia ambiental, es imposible poder mantener los compromisos, ni siquiera los que se tenían, ya no digamos lo que tenemos que alcanzar, las nuevas metas. No hacemos innovación tecnológica para bajar el impacto y vamos disminuyendo el presupuesto, entonces hay cada vez más broncas y hay menos recursos. Y no es un recorte superfluo, los recursos están quitando gente, quitando expertos, no hay conferencia donde 'nos acaban de correr de la Comisión Nacional Forestal, nos acaban de correr de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente', están corriendo a gente capacitada, gente que llevaba muchos años, entonces están erosionando el conocimiento, la experiencia, los que tienen la habilidad de hacer las cosas. Entonces en México sí tenemos toda la base institucional, jurídica, hay una conciencia que va creciendo, hay un cambio muy importante de nuevas generaciones, los niños y los chavos traen otro rollo, pero la política desde la parte gubernamental ha bajado la prioridad en la materia ambiental, no está en la parte alta de la agenda, sin ninguna duda".

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador es miope en temas ambientales, su principal argumento ha sido el sembrar árboles, cuando la batalla al cambio climático es mucho más compleja. Ha seguido con la tendencia peñanietista de bajar el presupuesto en comisiones que trabajan de forma limitada, y ahora el despido de cientos de especialistas las ha dejado en condiciones tan sólo de sobrevivir. Ojalá escuchen voces como la de la investigadora Carabias, sin sesgos partidistas o intereses políticos, de alguien que ha dedicado al menos 4 décadas ininterrumpidas a recordarnos que, antes que cualquier presidente o partido, debería importarnos más qué respiramos y cómo nos acabamos cada árbol y cada río sin temor alguno.

Javier Risco
(v.pág.38 del periódico El Financiero del 17 de diciembre de 2019).

Cada vez que escucho hablar de corrupción, ese terrible problema que ha conseguido emponzoñar toda la clase política sin límites geográficos, pienso en lo peligroso que es hablar del tema en abstracto. Por ejemplo, cuando escucho comparar la corrupción que hay en México con las experiencias que ha habido en otros países, nunca dejo de pensar que nuestra corrupción -como toda nuestra vida- pasa en medio de una guerra civil encubierta. Vivimos en un país donde es más fácil y barato matar que perseguir a los malos o que comprar en la calle.

A pesar de que hemos llegado al punto en que hemos desgastado el discurso moralizador de que no hay que robar ni corromper, me gustaría decir que echo de menos aquel discurso sobre que también es pecado matar y que tenemos que dejar de matarnos unos a otros. Estamos siendo partícipes de un baile sin música y sin reglas. Un baile marcado por el ritmo de los presidentes y que los pueblos lo siguen a golpe de Twitter, Facebook o Instagram. Los taconazos y los pasos son puramente emocionales y es un baile no de lágrimas, sino de odio, donde cada uno puede volcar el trago, el sentimiento o decidir pagar la cuenta pendiente.

Antonio Navalón
(v.pág.31 del periódico El Financiero del 23 de diciembre de 2019).

Los mexicanos sufrimos la época más violenta desde hace 100 años, vivimos con miedo; miedo a que nos asalten al salir del cajero automático, a no encontrar el automóvil en donde lo dejamos si no es un lugar seguro, miedo a encontrar violada la cerradura de nuestra casa si la dejamos sola unas horas. En las colonias residenciales las casas tienen cercas eléctricas y alarmas, pero el más temible de todos los delitos es el secuestro que implica actos de crueldad y mutilación de las víctimas y en muchos casos la muerte aun cuando se pague el rescate, acción que ha removido los rescoldos de una hoguera cual latente flama permanece viva en las personas que han sufrido en carne propia o muy cerca de su zona de confort el terrible impacto del peor de los delitos que comete la bestia humana.

Lo único que puede frenar este abominable delito es la pena de muerte, solución que tiene profundas raíces, religiosas, morales y humanas. ¿Tenemos derecho a cumplir con el precepto bíblico de "ojo por ojo, diente por diente"? La Iglesia Católica lo prohíbe, la religión musulmana lo aprueba, en algunos países se aplica, en otros no. La conclusión es que la decisión es casuística, sería volver a la Constitución de 1917 en donde se suprimió para evitar venganzas políticas ante la turbulencia revolucionaria de 1911 a 1916.

Habrá que poner en la palestra este problema ingente hasta encontrar una solución que acabe con este cáncer social. Nuestros gobernantes están empeñados en que una política de amor y paz es la solución, a los delincuentes besos, abrazos y protección de derechos humanos y las víctimas que son "fifís", que se aguanten.

Luis Jorge Cárdenas Díaz
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 26 de diciembre de 2019).

El aislacionismo es un mito. Lo que ocurre en unas partes mundo y los puntos de vista adoptados por una comunidad tienen su impacto en otras; un puñado de criminales y delincuentes provoca que millones de personas tengamos que modificar nuestras vidas (gracias a ellos ahora todos viajamos en calidad de presuntos terroristas, y vamos a los bancos en calidad de presuntos lavadores de dinero).

La desconfianza es la norma. El gobierno no confía en los ciudadanos, y los ciudadanos no confiamos en el gobierno. Todos somos sospechosos. Por un lado pedimos identificaciones y por otro nos preocupa dar nuestros nombres.

La advertencia de origen bíblico de que a los períodos de prosperidad material le siguen otros de necesidades y apremios esta mas presente que nunca, pero con una importante variante: los "7 años de vacas gordas y 7 años de vacas flacas", se han reducido a unos cuantos meses, semanas o días.

Ninguna hipótesis, ningún supuesto se sostiene por mucho tiempo, sean éstos relacionados con asuntos políticos, de negocios o familiares; las leyes, las variables económicas (se llaman variables precisamente porque varían) y la tecnología cambian casi a diario, provocando la creación de nuevas empresas y la desaparición de otras. Lo que en un momento fue viable o razonable pronto deja de serlo; los desfalcos e insolvencias de gobiernos provocan devaluaciones, quiebras generalizadas, incremento de riesgos y cancelación de proyectos de inversión.

Antes, hablar del largo plazo era hablar de un período de 10 años y se podía pronosticar con relativa exactitud. Hoy cualquier pronóstico económico mas allá de 12 meses comienza a requerir de una "bola de cristal".

El largo plazo, dependiendo del tema que se trate, es de 3 a 5 años; el mediano de 1 a 2 años, y el corto plazo de unos cuantos meses.

Con esto no pretendo aportar una visión apocalíptica de la vida o del mundo económico, sino la oportunidad de reconocer la verdad de nuestra era: "lo único permanente es el cambio"; que debemos esperar variaciones en todos los supuestos utilizados en nuestras tomas de decisiones; saber que en muy poco tiempo las cosas pueden cambiar para bien o para mal; y que los éxitos y fracasos de la vida no dependen de la ausencia o presencia de problemas, sino de la calidad de soluciones que les encontramos cuanto se presentan.

Como nadie tiene la experiencia necesaria para enfrentar situaciones inéditas, sean éstas sociales, familiares económicas o políticas, será mas fácil salir delante de ellas si en lugar de jugar a los pronósticos con "bolas de cristal" practicamos el llamado "liderazgo adaptativo", para el cual se requieren varias cosas: la humildad y honestidad intelectual suficientes para reconocer que nuestro "expertise" no es ni el mejor, ni necesariamente útil a las circunstancias, y el valor para llegado el momento apretar el botón de "reset" a nuestras vidas y a nuestras organizaciones.

La turbulencia actual que a diario nos pone en circunstancias imprevistas es la oportunidad para cerrar capítulos pasados, clausurar viejas prácticas y costumbres y darle paso a nuevas formas de pensar y hacer las cosas.

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(27 de diciembre de 2019).

Certidumbre. Durante el 1er. año de la administración de Andrés Manuel López Obrador, su gobierno y los empresarios buscaron eso. Ambos le echaron un poco de la culpa por los 3 trimestres sin crecimiento de la economía nacional a la falta de certidumbre generada por una negociación del nuevo tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá que tardó más de lo esperado. Pero ahora que ya está aquí podemos ver el camino delante de nosotros, el detalle es que ese camino es mucho, mucho más difícil que el que hemos tenido desde la firma del tratado anterior en 1994 y vigente a la fecha, porque México -y en buena parte su industria automotriz- sufrirán las consecuencias.

Lo que la mayoría de la gente ve es el tema del acero. Porque a partir de ahora México tendrá 7 años para comprar 70% del acero que consume en la región y no del lugar donde se venda más barato, como se ha hecho hasta ahora. Esto significa que los precios de los productos que lo usan van a subir. Con el aluminio es aún peor. Pese a que en este caso el plazo será de 10 años, también va a ser necesario usar 70% del total hecho en la región. El aluminio es un material más caro y del cual la producción mexicana es inexistente. Peor aún: se usa cada vez más en los autos, debido a su menor peso y resistencia a la corrosión.

Pero si las cosas no pintan bien por el lado de los materiales de producción local, el tema laboral resulta mucho más complicado. Esa complicación viene de la nueva política que permite que exista más de un sindicato en las fábricas, con la inestabilidad que eso produce.

Un departamento específico dentro de una planta puede crear su propio sindicato, siempre y cuando tenga más de 25 miembros. Y este sindicato puede declararse en huelga aunque todos los demás trabajadores no estén de acuerdo. Con que se pare un área del proceso, se detiene toda la producción, obviamente, porque un auto no puede armarse sin pintura, o sin tablero o sin neumáticos.

Aparentemente esa nueva forma de hacer las cosas se logró gracias a presiones, directas e indirectas, del poderoso sindicato de trabajadores de la industria automotriz en Estados Unidos, el UAW (Union Auto Workers).

Hay otro detalle, no tan crucial pero sí importante. Un determinado porcentaje de las partes producidas para armar los autos debe ser producida en una región con sueldo mínimo de 16 dólares por hora, que es el de EUA (en la industria automotriz). México, que paga entre 3 y 4 dólares por hora, necesitará algunas vueltas de parte de los proveedores para que esa se cumpla como puede ser, por ejemplo, enviar la tela de los asientos a Canadá para que en ese país sean armados. Los proveedores necesitarán calcular muy bien el origen de sus partes y el lugar de manufactura. Otros necesitarán contratar a gente de mayor nivel, es decir, ingenieros y directores, para subir su promedio de sueldos, si quieren seguir aquí.

También es posible que más de una marca decida no cumplir la regla de origen y pagar el arancel de 2.5% (para vehículos ligeros, pickups tienen 25% en EUA) que determina la Organización Mundial de Comercio, pero esto, con un voluble Trump en la presidencia, es un riesgo, porque de la noche a la mañana él puede subir esos aranceles.

El camino que tenemos adelante es mucho más complicado. Donald Trump logró lo que quería, quitar los beneficios que tenía México en la época del TLC. El detalle es que con eso no habrá mayor desarrollo regional y nuestro país estará aún más rezagado. Debido a ello, la posibilidad de una oleada futura de inmigrantes en EUA es muy posible, con o sin muro. Y esto es todo lo que él no quiere, pero probablemente no alcance a ver.

Sergio Oliveira
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 28 de diciembre de 2019).

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