La situación del país (2001-2010)


Me envió este correo un amigo mexicano que vive en USA cuando le platiqué sobre la situación económica de México y que cada vez estábamos más pobres.

¿Cómo puedes llamarte pobre, cuando eres capaz de pagar por un metro cúbico de agua más del doble de lo que pago yo. Cuando te das el lujo de pagar tarifas de electricidad y/o de teléfono un 60% más caras de lo que me cuestan a mí. Ocuando por un carro que a mi me cuesta U.S. $20,000, tú puedes pagar U.S. $38,000 porque tú sí puedes darte el gusto de regalarle U.S. $ 18,000 dólares al gobierno y nosotros no.

Pepe: !No te entiendo!

Pobres somos nosotros, los habitantes de la Florida, ya que el gobierno estatal, teniendo en cuenta nuestra precaria situación financiera, nos cobra solo el 2% (hay otro 4 que es federal; total: 6%) de impuestos por IVA. Y no 15%, como a ustedes los ricos que viven en México. Además, son ustedes los que tienen "Impuestos de Lujo", como el IEPS (por alcohol, cigarros, puros, cerveza, vinos, etc.), que alcanza hasta el 120% de impuesto, o los otros como el ISAN, Renave, Impuesto al Activo, tenencias, 2% sobre nómina, 2% sobre hospedaje; y dichoso, que todavía te das el lujo de pagar IVA por estos impuestos. Porque si ustedes no fueran ricos, ¿qué sentido tendría tener unos impuestos de ese calibre? ¿Pobre? ¿De dónde?

Un país que es capaz de cobrar el ISR por adelantado, como México, necesariamente tiene que nadar en la abundancia, porque asume que los negocios de la nación y todos sus habitantes siempre tendrán ganancias y, por supuesto, como su nombre lo indica: ricos.

Los pobres somos nosotros, que no pagamos Impuesto sobre la Renta si ganamos menos de U.S. $3,000 al mes por persona. Y allí pagan policía privada, mientras que nosotros nos conformamos con la pública. Y envían a los hijos a colegios privados y mira si seremos pobres aquí en USA, que las escuelas públicas te prestan los libros de estudio previendo que no tengas con qué comprarlos. A veces me pongo verde de envidia, pensando que cuando en México sacan un préstamo cualquiera, son capaces de pagar 38% anual de intereses, como mínimo. !Eso es ser rico! No como aquí, que apenas llegamos al 8 por ciento (generalmente 7.8), justamente porque no estamos en condiciones de pagar más. Supongo que, como todo rico, tienes un carro y que estás pagando un 8 o 10% anual de seguro; si te sirve de información, yo pago sólo U.S. $ 345 por año.

Y como te sobra el dinero, tú sí puedes efectuar pagos anuales de aproximadamente U.S. $1,000 por concepto de eso que ustedes llaman tenencia, mientras que acá, nosotros no podemos darnos esos lujos y cuando mucho pagamos U.S. $15 dólares anuales por el sticker, sin importar qué modelo de auto manejes, pero claro eso es para gente apretada de recursos, que no puede erogar los enormes flujos que ustedes los mexicanos manejan.

Saca la cuenta. ¿Quién es el rico, y quién el pobre?

Por último, más del 20% de la población económicamente activa en México no tiene empleo. Aquí, en cambio, sólo hay un 4% en la misma situación.

¿No te parece que el vivir sin trabajar es un lujo que sólo los ricos se pueden dar? Y en este caso, ¿no habría en México quince veces más ricos que aquí?

Vamos, man; te quedaste porque eres rico. Son los pobres como yo los que nos fuimos...Y por eso no entiendo cómo tu gente se quiere venir a vivir a un país de pobres.

Bueno Pepe, te mando un abrazo y ahí luego me platicas qué otros impuestos tienen el honor de pagar.

Atentamente.

Tu amigo pobre

PD: Salúdame a los chiquillos y las chiquillas, y a los mexicanos y las mexicanas.

El "amigo pobre" omite que vive en un país indiscutiblemente rico, con un gobierno rico y un sistema de cobro de impuestos eficiente.
En México sucede exactamente lo contrario, y muy pocos pagan (pagamos, kimosaby), los impuestos que permiten: pagar la deuda externa y las de todos los beneficiarios de la interna que están en el Barzón y la de los ineptos banqueros y empresarios que transaron en el Fobaproa; iluminar, limpiar y pavimentar las calles; el abasto de gises y borradores en las escuelas; pago a profesores (incluidos los de la CNTE) y todos los demás burócratas; el salario de Vicente Fox, Andrés Manuel López Obrador y todos sus achichincles; las curitas y la quimioterapia en el IMSS; la formación académica de El Mosh; los gastos del Estado Mayor Presidencial; las pistolas de policías y ladrones (dentro de las mismas corporaciones institucionales); compensar lo que nadie contribuye por "derechos de autor"; la manutención y equipamiento de las fuerzas armadas; el desahogo de expedientes en los tribunales y las becas de los legisladores.
De ahí la importancia que cobra la santificación de Juan Diego, quien puede lograr que se desapruebe la propuesta de la reforma hacendaria como está, pero quien debe hacer el milagro de que paguen sus impuestos todos los que hoy los eluden.

E-mail circulante en Internet comentado por Carlos Marín
(v.pág.24 del periódico Público del 20 de diciembre de 2001)


La semana pasada, conduciendo por la carretera rumbo a Tapachula, me encontré de pronto en una inmensa cola de vehículos. Me detuve a investigar qué era lo que sucedía. Bajé de mi auto, caminé algo así como un kilómetro y le pregunté a otro conductor: ¿Qué es lo que sucede? Y éste me respondió que un comando de guerrilleros había secuestrado adelante a un grupo completo de representantes de los partidos políticos, panistas, priistas, perredistas y verde-ecologistas y estaban solicitando un millón de dólares por su liberación. Si esta petición no era cumplida, en dos horas los rociarían con combustible y les prenderían fuego.

¡Qué barbaridad!, comenté. ¿Y que están haciendo?

Estamos haciendo una colecta, contestó.

¿Y cuánto han logrado reunir hasta ahora?

Según lo último que supe, dijo, unos 580 litros de Magna, 320 de Premium, 125 de diesel, 38 cajas de cerillos y 21 encendedores.


Y ahora una en inglés (los que no sepan y les de güeva aprender, sáltenselo).

What are the most important diferences among mexican people and american people?


Nomás por no llorar, hagamos un ejercicio de imaginación: ¿qué hubiera pasado si fuéramos nosotros y no los gringos la potencia invasora "number one"?... ¿qué pasaría si en vez de EU, fuera México el invasor liberador de Iraq?

Y eso sí: si nos decidimos a atacar, el vocero oficial sería, por supuesto, el alcalde tapatío Fernando Garza. A mentiroso nadie le gana.

Paco Navarrete en su sección "Al Tiro"
(v.pág.3B del periódico Mural del 10 de abril de 2003).


Publicado en La Resortera del periódico Mural el 10/abr/03

En el lujoso restaurante caníbal: "Uga Uga".

Menú:
Misionero en su jugo, 50 dólares
Científico en salsa, 60 dólares
Político deshuesado, 500 dólares

El comensal, tras estudiar el menú y los precios,
hace una pregunta al mesero antes de ordenar.

¿Por qué los misioneros y científicos que están
en vías de extinción son más baratos que los
políticos, abundantes como plaga?

Mire usted, por dos razones:
Primero, es muy difícil quitarles el hueso.

Y segundo, cuesta un enorme trabajo
limpiarlos.

Elemental mi querido caníbal.

Nemesio Maisterra en su sección "Toperías"
(v.pág.6A del periódico Mural del 15 de mayo de 2003).


RECUERDO UN JUEGO DE LOS LLAMADOS DE estrado, que se jugaba antes de que la televisión convirtiera el círculo de familia en semicírculo.
Se encendía un cerillo, y se le iba pasando de mano en mano entre los asistentes a la reunión. Aquél en cuya mano se apagaba el cerillo debía cantar, recitar o exponerse a cualquier forma de leve ridículo que divirtiera a la concurrencia.
Perdone usted mi pesimismo, pero he pensado en ese juego al ver la forma en que ha ido pasando este país de manos de un Presidente a otro en estos últimos sexenios, incluído el actual. Tengo la penosa impresión de que el margen de juego es cada vez más reducido, y cada vez más corto el tiempo disponible para arreglar los más graves problemas que tenemos.
Se antoja preguntar en manos de quién se apagará el cerillo, y cuándo.
Sobre todo, inquieta saber qué terrible fuego se encenderá cuando el cerillo del tiempo se apague y llegue a su final.

Armando Fuentes Aguirre "Catón"
(v.pág.7A del periódico Mural del 15 de mayo de 2003).


-A ver, Ricardito, deja de picarte las narices y dime: ¿si cruzamos un burro y una avestruz qué obtenemos?- pregunta la maestra en la clase de biología.
-¿Un ejecutivo federal, maestra?- contesta dubitativo el pupilo.
-No, Ricardito, eso es un absurdo. Otra pregunta: ¡si cruzamos un perico con un burro qué obtenemos?
-¿Un ejecutivo estatal?- responde el niño con voz imperceptible.
-¡No!- responde la profesora contrariada. -Parece que no has entendido. A ver: ¿Si cruzamos un burro con un manzano qué obtenemos?
La cara del infante se ilumina y responde: -Un transgénico.
-¡Bien!- reponde la maestra. -Tienes tres- afirma refiriéndose a la calificación.
-¿Tres qué, maestra?- cuestiona Ricardito.
Del fondo del salón sale una voz que dice: -Tres años que te van a estar tiznando, güey.


A los aztecas lo que les encantaba era repartir macanazos y hacer violentísimas cirugías cardíacas; a los conquistadores el trabajo les parecía propio de villanos y gente baja. Junten estas dos raíces y ya verán que conceptos como laboriosidad, constancia, ahorro, mesura y sobriedad nos suenan como azotes divinos y como brutales castigos que pueden y deben ser evitados. Entre nosotros, sólo los heréticos regiomontanos y nuestros migrantes han superado este prejuicio del trabajo como maldición y han generado la convicción de que el único dinero legítimo es el que proviene del propio trabajo.

Germán Dehesa
(v.pág.1B del periódico Mural del 26 de febrero de 2004).


Basta con salir a la calle para que, a más tardar, en el primer semáforo en rojo se presenten una tanda de prójimos deseosos de quitarme mis centavos sin que medie producto o servicio que desquite la inopinada erogación hormiga. Desde el menesteroso con una receta en la mano hasta el recolector de fondos para el sostenimiento de un albergue de adictos, pasando por el pequeño que mendiga una moneda y la "maría" que hace lo propio y que, francamente, está mucho más nueva que yo. Todos quieren apropiarse del fruto de mi trabajo. Luego, a la hora de estacionarme, el que se ofrece a cuidar el carro o el que se acomide a indicarme cómo hacer lo que ya sé hacer, pretenden adudicarse lo que me quedó, después de pagar eso que poéticamente llaman el "impuesto a la miseria".
Así que, cuando ocurrí al supermercado y la cajera en turno me preguntó si deseaba "redondear" mi cuenta para aplicar esos centavos a quien sabe qué nobilérrima causa, ni empacho tuve en pronunciar el no más rotundo que he soltado en los últimos tiempos. Me siento profundamente agraviada cuando advierto que el fisco me está esquilmando casi la cuarta parte de lo que devengo y que esto se aplica para mantener los excesos de niños y adultos verdes y de todos colores. Y luego resulta que, con lo que me dejan, tengo que asistir a la beneficencia pública, la educación de sabrá Dios quien, la rehabilitación ajena, la despensa para el desposeído y todos esos rubros que, pagando mis impuestos, me permiten transferir la responsabilidad social a quienes los administran. Pos ¿qué me vieron cara de alcancía?

Paty Blue
(v.pág.38 del periódico Público del 2 de marzo de 2004).


Un alemán le dice a un mexicano: "en mi país la medicina está tan adelantada que le trasplantamos medio cerebro a una persona y a los tres días ya estaba buscando empleo". Le contesta el mexicano: "eso no es nada. En México pusimos a un presidente con medio cerebro y todos estamos buscando empleo".


La creencia general anterior era que Zedillo no servía. Actualmente se dice que Fox no sirve y el que venga después de Fox tampoco servirá para nada. Por eso estoy empezando a sospechar que el problema no está en lo ladrón que haya o no sido Salinas o en lo prometedor que fue Fox.
El problema está en nosotros. Nosotros como pueblo. Nosotros como materia prima de un país. Porque pertenezco a un país donde la "viveza" es la moneda que siempre es valorada tanto o más que el dólar. Un país donde hacerse rico de la noche a la mañana es una virtud más apreciada que formar una familia a largo plazo basada en valores y respeto a los demás.
Pertenezco a un país donde, lamentablemente, los periódicos jamás se podrán vender como se venden en otros países, es decir, poniendo unas cajitas en las aceras donde uno paga por un solo periódico Y SACA UN SOLO PERIODICO DEJANDO LOS DEMAS DONDE ESTAN. Pertenezco al país donde las empresas privadas son papelerías particulares de sus empleados deshonestos, que se llevan para su casa, como si tal cosa, hojas de papel, bolígrafos, carpetas, marcadores y todo lo que falta para la tarea de sus hijos.
Pertenezco a un país donde la gente se siente triunfal si consigue volarse el Cablevisión del vecino, o se piratean el Sky. Donde la gente inventa a la hora de llenar sus declaraciones de Hacienda para no pagar o pagar menos impuestos. Pertenezco a un país donde la impuntualidad es un hábito. En donde los directivos de las empresas no generan capital humano. Donde no hay interés por la ecología, donde las personas tiran basura en las calles y luego se reclama al gobierno por no dar mantenimiento al drenaje. Un país donde no existe la cultura por la lectura y no hay conciencia ni memoria política, histórica ni económica. Donde nuestros diputados y senadores trabajan dos días al año (y cobran todos los demás como altos ejecutivos) para aprobar una reforma (miscelánea) fiscal al vapor que lo único que hace es hundir al que no tiene, fregar al que tiene poco y beneficiar sólo a unos cuantos.
Pertenezco a un país donde las licencias de conducir y los certificados médicos se pueden "comprar", sin hacer ningún examen. Un país donde puede subir una persona de edad avanzada, o una mujer con el niño en brazos o algún minusválido a algún autobús y la persona que viene sentada en el asiento especial para estas personas se hace la dormida para no dárselo y si alguien le reclama se levantará pero para dar un golpe o decir una mala palabra. Un país en el cual el derecho de paso es para el automóvil y no para el peatón.
Un país donde su gente está llena de faltas, pero que disfruta criticando a sus gobernantes. Mientras más le digo rata a Salinas, mejor soy yo como persona, a pesar de que apenas ayer me consiguieron todas las preguntas del examen de matemáticas de mañana. Mientras más le digo falso a Fox, mejor soy yo como mexicana o mexicano, a pesar de que apenas esta mañana me fregué a mi cliente a través de un fraude que me ayudó a pagar algunas deudas. ¡No. No. No! ¡Ya basta !
Como materia prima de un país, tenemos muchas cosas buenas pero nos falta mucho para ser los hombres y mujeres que nuestro país necesita. Esos defectos, esa "sagacidad" congénita, esa deshonestidad a pequeña escala que después crece y evoluciona hasta convertirse en casos de escándalo, esa falta de calidad humana, más que Salinas o que Fox, es lo que nos tiene real y francamente mal.
Lo siento. Porque, aunque Fox renunciara hoy mismo, el próximo presidente que lo suceda tendrá que seguir trabajando con la misma materia prima defectuosa que, como pueblo, hemos sido nosotros mismos. Y no podrá hacer nada, No tengo ninguna garantía de que alguien lo pueda hacer mejor, pero mientras nadie señale un camino destinado a erradicar primero los vicios que tenemos como pueblo, nadie servirá. Ni sirvió Salinas, ni sirvió Zedillo, ni sirve Fox, ni servirá el que venga. ¿O qué? ¿Necesitamos traer a un dictador, para que nos haga cumplir la ley con la fuerza y por medio del terror? Aquí hace falta otra cosa. Algo más que cacerolazos, o cohetones. Y mientras esa "otra cosa" no empiece a surgir desde abajo hacia arriba, o desde arriba hacia abajo, o del centro para los lados, o como quieran, seguiremos igualmente condenados, igualmente estancados... ¡igualmente fregados!
Es muy sabroso ser mexicano y "vivir a la mexicana". Pero cuando esa mexicanidad autóctona empieza a hacerle daño a nuestras posibilidades de desarrollo como nación, ahí la cosa cambia... No esperemos encenderle una velita a todos los santos, a ver si nos mandan un mesías. Nosotros tenemos que cambiar, ya que un nuevo presidente con los mismos mexicanos no podrá hacer nada.
Está muy claro... ¿qué no?... Somos nosotros los que tenemos que cambiar.
Yo creo que esto checa muy bien en todo lo que nos pasa: Fiesta nacional por un segundo lugar (medalla de plata). Héroes nacionales a quienes ganan algo, lo que sea, porque nos urge vernos reflejados en alguien ganador (porque nosotros no nos creemos ganadores). Tenemos que reflejarnos en los triunfos de otros porque los nuestros son muy escasos. También sus derrotas las hacemos nuestras.
Disculpamos la mediocridad mediante programas de televisión nefastos y francamente tolerantes con el fracaso.
Es la industria de la disculpa y la estupidez. Ahora, después de este mensaje, francamente he decidido buscar al responsable, no para castigarlo, sino para exigirle (sí, exigirle) que mejore su comportamiento y que no se haga que la virgen le habla.
Sí, he decidido buscar al responsable. ESTOY SEGURO QUE LO ENCONTRARE CUANDO ME VEA EN EL ESPEJO.
¡AHI ESTA! ¡NO NECESITO BUSCARLO EN OTRO LADO!

Anónimo que circula en internet


Se solicitan trabajadores; miles: se ofrece falta de contrato, sueldo poco atractivo y sin prestaciones de ley. Así podría describirse la situación de gran parte del ambiente laboral en México: el problema no es tanto que falte trabajo, sino que el que hay está cada vez en situación más precaria, coincidieron ayer tres expertos en el tema, quienes participaron en la charla "La problemática del empleo en México", desde la perspectiva de la especialista en empleo y desarrollo de la Organización Internacional del Trabajo, Regina Galhardi; el director adjunto de la subsede en México de la la Comisión Económica para América Latina, Jorge Máttar, y el especialista en desarrollo social y ex enlace del Banco Mundial con organizaciones civiles, Jorge Franco.

(V.pág.39 del periódico Público del 18 de marzo de 2005).


Dentro de las grandes cosas que perdemos de vista es el saber qué México queremos, cómo lo vamos a reconstruir y hacia dónde lo queremos llevar; haciéndonos de la vista gorda y echando a un lado nuestros deberes de ciudadano, dejamos que manejen nuestras vidas -los políticos, por supuesto- a su antojo. Nosotros, impotentes en apariencia y acto, sólo vemos su mal accionar, quedándonos con el amargo sabor de la crítica, la frustración y nuestros bolsillos casi vacíos. Es más, nos han metido tanto en su juego que han logrado fabricar, junto con nuestra dejada voluntad, un país totalmente corrupto, ¡hasta la misma médula!
Nos hemos dejado moldear, en esa corrupción, con una indiferencia atroz a nuestro buen accionar y tenemos como salida, además de las ya citadas frustración y crítica, los chistes en los que se resaltan las características de los políticos y de paso y sin quererlo ni sentirlo, hacemos mofa de nuestra grave apatía. Para eso sí somos muy salsas, para burlarnos de nosotros mismos.
No hay un solo día en que los medios de comunicación no resalten, a ocho columnas, dentro de este ambiente de incertidumbre y de mentira política, los resultados de tal o cual equipo, o de los árbitros o de los mismos jugadores, como si de ellos dependiera nuestro futuro o nuestra propia vida, y poco se ocupan de ir disecando poco a poco la verdad que pesa sobre todos los mexicanos que es ese lodazal y cochambre político, junto con una vida económica incierta. Lo peor de todo es que, esas noticias, caen como caldo de cultivo en la sociedad y, ella misma, al abrir un periódico, por ejemplo, están más al tanto de los deportes, de la nota roja o de los vericuetos de tales o cuales asuntos de la vida, pública o privada, de nuestros gobernantes. ¿A poco no cree que la gente está más interesada en los videoescándalos que en el plan escolar de sus hijos?
¡Por supuesto que la gente sabe más de alineaciones de jugadores de x equipo, que de la sana, o insana, mente de los dirigentes de los partidos políticos! De los primeros, ¡vamos! ni siquiera come, y de los segundos... ¡en ellos estamos depositando nuestro presente y futuro!

Lucio Vázquez, médico
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 23 de marzo de 2005).


Son ya más de 50 años los que llevo subiendo y bajando por nuestro país. De Teapa, Tabasco a Mulejé, Baja California. Sé de lo que estoy hablando y sé en qué ámbitos se cumple (o se frustra) verdaderamente el destino y la suerte de nuestro país. He visto mujeres afanadas en su telar de cintura que son explotadas ignominiosamente, he visto hombres a los que no les importa un bledo la politiquería, porque la vida se les va en conseguir un trabajo, o en mantenerlo, o en lograr que su salario alcance a cubrir sus más elementales necesidades; los he visto exigiendo capacitación, enamorándose, teniendo hijos, quedándose solos con el corazón roto, necesitados de ayuda tanto médica como legal; los he visto desesperándose ante un país que, por estar secuestrado por los narcopolíticos y los enanos de alma, han tenido que abandonar el campo y asumir todos los riesgos y las humillaciones que nos infligen los estadounidenses; los he visto resignados, aunque cada vez son menos, airados que son cada vez más y también he atestiguado el milagro de ver en el rostro de estos humillados y ofendidos una inverosímil sonrisa que florece seguramente nutrida por una lágrima. He visto a los niños de la calle, a los desnutridos, a los abusados por el Gran Poder y sus cómplices, los he visto caminando distancias enormes para recibir una pésima educación pues todo lo que les escatiman de conocimiento sirve para mantener a esas bandas de rufianes (y rufianas) llamadas "sindicatos". Me ha tocado también estar cerca de muchísimos jóvenes progresistas que ya están hasta la madre de los estúpidos jueguecitos del poder y de la permanente negativa que reciben cuando exigen tener un México y un gobierno realmente ciudadanos. He visitado muchísimas zonas de violencia, porque negarle trabajo, dignidad, educación, salud y oportunidades a las mexicanas y a los mexicanos es algo tan o más brutal y violento que matar foquitas a palos. A palos nos matan nuestros sueños, nuestras ilusiones, nuestra creciente voluntad de ser respetados y apreciados como solidarios ciudadanos. No alcanza el dinero, nos dicen, no alcanza la energía, no alcanza la ley, así nos dicen y nos piden silencio, porque, según ellos, la patria está en vilo discutiendo lo del desafuero. Si a desafueros vamos y como mejor lo señala Denise Dresser, no hay nada más desaforado que tener los millonarios que tenemos y los millones de pobres que a todos nos producen infarto del alma. De estos desafueros tendríamos que tratar. Es en estos ámbitos donde en verdad la suerte de México (águila o sol) se juega día con día. Lo otro, lo que los noticieros y todos los medios nos han estado inoculando cotidianamente, es, así me lo parece, un litigio menor para el cual es absurdo y hasta ridículo esperar el resultado. El resultado ya está: gana AMLO, pierden el PAN y su gobierno y Madrazo, discretamente ubicado en la sombra, se beneficia tanto de esta victoria, como de esta derrota.

Germán Dehesa
(v.periódico a.m. del 31 de marzo de 2005).


La maestra de 5o.de primaria pidió a sus educandos que dijeran en qué trabajaban sus papás. Uno a uno los niños fueron poniéndose de pie y mencionando la amplia gama de oficios. Mi padre es comerciante, dijo Juanito, y el mío es médico, dijo Pedrito, y así sucesivamente. La maestra notó que Pepito estaba arrinconado, con la cabeza baja y parecía no querer ser notado. ¿Y tú Pepito, a qué se dedica tu papá? "Mi padre es bailarín de "table-dance" en un antro "gay", dijo el niño.
"Se contonea y baila en el tubo, enfrente de otros hombres y se va quitando la ropa poco a poco. A veces, si le llegan al precio, se retira a un apartado con algún cliente y allí tiene sexo por dinero". La maestra arrepentida de haber cuestionado a Pepito se restregaba las manos nerviosamente. Le encargó al resto del grupo una tarea y se llevó aparte a Pepito. -¿Es verdad lo que dijiste de tu papá? le preguntó alarmada. "No" -contestó Pepito. (tiene tres finales diferentes este chiste, según las afiliaciones políticas del lector):

  1. "Mi papá es funcionario del Gobierno del DF y estuvo bajo el mando directo de Andrés Manuel López Obrador, pero me dio vergüenza decirlo frente a toda la clase."
  2. "Mi papá trabaja en el equipo de campaña de Felipe Calderón haciendo spots de campaña, atacando señoras, y me dio pena que supieran mis amiguitos."
  3. "Mi papa es candidato plurinominal por el PRI. ¿Cómo podía yo decir eso en público?"

En un avión de repente Fox dice: -Voy a lanzar un billete de 500 para hacer feliz a una familia.
Calderón le corrige y dice: -Señor presidente, mejor lance 5 billetes de 100 y así hace feliz a cinco familias.
En eso Roberto Madrazo, para no quedarse atrás, dice: -En ese caso, lance 10 billetes de 50 y así hace feliz a 10 familias.
Finalmente López Obrador, populista como él solo: -¡No!, aviente 500 monedas de a peso y serán felices 500 familias.
En eso voltea el piloto y les dice: Y ¿por qué mejor no se lanzan los cuatro y hacen feliz a todo el país?


Por un lado, gobierno y ciertos actores económicos insisten en mostrar datos positivos: no hay inflación, crece la inversión nacional y extranjera, crece, poco pero crece, el ingreso en los hogares (visto en el promedio nacional), se mantienen la estabilidad, el empleo no crece al ritmo necesario pero tampoco decae y los gastos del gobierno se mantienen bajo control. Por otro lado, actores sociales en abrumadora mayoría sostienen y fundamentan datos poco agradables: la pobreza no cede, la educación, aunque crezca en números, decae en calidad; las instituciones de salud están en quiebra económica y moral; el sector financiero está en manos extranjeras y vive de la especulación y no del crédito, en fin, las formas de procesar los conflictos se estrechan y cada día la crispación acompaña a legítimas demandas y sus luchadores.

Miguel Bazdresch Parada
(v.pág.19 del periódico Público del 1o.de octubre de 2005).


Oaxaca es una puerta que se cierra en las narices de un país agotado en su diseño de modernidad, cocinado al calor de las grandes ilusiones de un liberalismo polìtico decimonónico que al intentar crecer con el liberalismo económico cae en la cuenta de que la modernidad y sus poderosas intuiciones ya pasaron y nunca se detuvieron en esta tierra. Oaxaca es la lista de todo lo que ya no aguanta Máxico: enormes burocracias sostenidas por gasto público, gobernantes criollos crepusculares, demandas y necesidades obturadas por los leguleyos, pueblos enteros carentes del nacimiento a la muerte sin solución siquiera en el pensamiento, justicia social sólo discursiva, empresa y empresarios cegados a la realidad por la competencia feroz, sociedades irresponsables y excluyentes; políticos, en fin, obnubilados por su reproducción y sordos (¿impotentes?) ante el reclamo popular.

Miguel Bazdresch Parada
(v.pág.17 del periódico Público del 8 de octubre de 2005).


El país está repleto de obcecación foxista, de signos negativos (Zongolica, Atenco, Pasta de Conchos, ajusticiados-decapitados, dinero público que se llevan a la bolsa los "representantes del pueblo" que porque sobró, Puerto Vallarta, IFE y boletas sin transparencia posible, Fobaproa, Pemex y ex director, Ley del ISSSTE, los hijos de la señora Sahagún, México segundo lugar mundial de peligro para el periodismo libre), lo que hace que la percepción de los ciudadanos comunes sobre la noción de esa realidad que se exhibe y se nos cuenta en la televisión se vea marcada por la incertidumbre y el pesimismo sobre el futuro. Y en esta riada sin fin se envuelve la falta de credibilidad en la justicia que se procesa y se imparte en México.
En medio tales circunstancias, la lucha por el poder y el significado que tiene el control de los medios electrónicos y el conjunto del espectro redioeléctrico, para generar y defender intereses cerrados, llevan sin recato entre la amenaza y el descaro de las negociaciones ocultas, a algunos hombres del poder que se deben a su representación social, popular, a dejar de lado la ética más elemental. Así, no cabe duda, se construyen muros peores que el de la frontera Norte, porque lo hacen los propios hombres de la nación, muros que buscan atizar la ignorancia y la manipulación.

Daniel González Romero
(v.pág.23 del periódico Público del 4 de mayo de 2007).


Vivimos una insatisfacción económica brutal: no hay empleo, los muchachos no tienen acceso a la educación, después de los 35 años ya se es viejo en este país, hay crisis de todo tipo.

José Antonio Lara Peinado, médico y psicólogo
(v.pág.6 del suplemento "la afición" del periódico Público del 4 de mayo de 2007).


Cuando se publicó una lista de los países más corruptos del mundo, México no aparecía en ella. Pero tal honor se debía no a que los mexicanos fuésemos realmente honestos, sino a que les dimos una lana para que nos sacaran de la lista.


Cuando un hombre estaciona su auto al lado del Congreso, se le acerca un policía de tránsito para decirle:
-Disculpe, señor, no puede dejar su automóvil aquí porque en este lugar se estacionan los senadores, congresistas y magistrados.
El hombre le responde muy serio:
-No se preocupe, agente, mi auto tiene alarma contra robo.

(V.pág.46 de la revista Selecciones de noviembre de 2007).


Mientras en el Senado los legisladores de los partidos Acción Nacional y Revolucionario Institucional ya tienen la reforma energética procesada, los senadores del Frente Amplio Progresista no atinan sino a tomar la tribuna de ese recinto y los diputados hacen lo suyo en San Lázaro...
Mientras a nivel nacional el Partido de la Revolución Democrática se destroza por dentro, el PRI no abandona su zona de confort y el PAN, desde el legislativo, consecuenta al ejecutivo...
Mientras en Jalisco el gobernador del estado se burla de las críticas ciudadanas y periodísticas, se dice juarista y afirma, en una declaración inconcebible y manipuladora, que no le importa lo que diga cualquiera, si él cumple su objetivo de generar empleos...
Mientras más de 1,300 ciudadanos se quejan ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos, en una reacción inédita, que Emilio González Márquez seguramente ignorará y desacreditará...
Mientras en Chihuahua el número de ejecutados sigue en aumento y también en otras partes del país por la lucha encarnizada entre narcotraficantes...
Mientras en Michoacán, Oaxaca, Chiapas y la Ciudad de México millones de estudiantes no tienen clases porque sus aulas están tomadas por estudiantes reprobados, trabajadores y profesores...
Mientras el Río Santiago sigue llevando contaminación y muerte en sus aguas...
Mientras esperamos el incremento en los precios del pan y la tortilla y pagamos ya la gasolina más cara y la carne, los huevos, la leche...
Mientras nos acosan con el pago de impuestos para de todas maneras no tener lo que merecemos por eso, lo que corresponde a eso...
Mientras crecen las estadísticas de niños y jóvenes adictos a las drogas; de niños y jóvenes que se quitan la vida; de niños y jóvenes que se matan de hambre; de niños y jóvenes abandonados en las calles; de niños y jóvenes abusados y prostituidos y robados...
Mientras en Estados Unidos avanza el muro fronterizo y cientos de mexicanos no cejan en su empeño de cruzar la línea, aunque mueran en el intento...
Nosotros, los ciudadanos, aquí estamos, sumidos en la impotencia porque nuestras voces, nuestros gritos son desoídos y, en todo caso, descalificados; nuestras quejas archivadas; nuestras denuncias apiladas; preocupados por el día a día, por pagar las cuentas; angustiados por nuestros hijos, por su alimentación, su formación como seres humanos, como ciudadanos de un país maravilloso que se nos va como agua entre los dedos; frustrados porque a veces, muchas veces, pensamos que elegimos mal; decepcionados y con frecuencia culpándonos porque sentimos que no hacemos lo suficiente más allá de trabajar 8 y más horas al día para hacer nuestra vida lo más vivible que se pueda.
Así estamos, aquí estamos y seguimos.

Laura Castro Golarte
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 12 de abril de 2008).


Habíamos logrado una tersa transición hacia la democracia electoral; hubo víctimas en las diferentes luchas ciudadanas de la misma manera como el "sistema" llegó a mostrar su rostro autoritario y su talante antidemocrático. Pero el momento final del cambio, ese día en que un candidato presidencial de la oposición fue declarado ganador de las elecciones, sucedió sin mayores sobresaltos, sin violencias, en plena normalidad. ¿Qué ha pasado, desde entonces? ¿Por qué hemos vuelto a las épocas de la agitación, de la "resistencia civil", de los "bloqueos" y los "cercos", de las algaradas y las acciones espectaculares? ¿Por qué vemos a una turba de legisladores ocupar las tribunas del Congreso de la Unión si, finalmente, esos mismos representantes han obtenido el mayor triunfo desde que la izquierda comenzó a competir oficialmente en las elecciones mexicanas? ¿Por qué se habla de "traidores a la patria"? ¿Por qué se invocan grandes principios como la "soberanía nacional"? ¿Por qué se denuncia que está en riesgo el "patrimonio de los mexicanos"? ¿Qué está pasando?
Nuestra democracia ¿es un espejismo? La modernización de México ¿es una misión imposible? La izquierda ¿es una mera legión de agitadores? Las reformas profundas ¿nunca se podrán llevar a cabo? El pueblo ¿está muy dividido, muy inconforme o muy indignado? El caudillo ¿está dispuesto a incendiar el país? El país ¿se puede realmente incendiar? El gobierno ¿podrá gobernar? La oposición ¿está dispuesta a dialogar de verdad? El PRI ¿a qué juega? Pemex ¿seguirá como siempre? El petróleo ¿será nuestra última oportunidad perdida? El populismo ¿será la ideología nacional triunfante?
En un país así, seguiremos viendo bloqueos, manifestaciones, asaltos a la tribuna, discursos patrioteros, caudillos salvadores e incendiarias advertencias lanzadas sobre un permanente fondo de guerra civil (siempre parecerá estar a la vuelta de la esquina); en un país así siempre habrá oscuras conspiraciones y complots; en un país así nadie podrá cuestionar los supremos dogmas nacionales; en un país así, López Obrador siempre tendrá un lugar prominente como gran agitador.

Román Revueltas Retes
(v.pág.4 del periódico Público del 13 de abril de 2008).


-El país está de la tiznada- sentencia Juan Pérez cargando una bolsa.
-De la tiznada, sí- lo secunda Juan Pérez, caminando junto a él.
-El gobierno no hace nada y el pueblo se muere de hambre.
-De hambre, sí; está de la tiznada.
Ambos Juanes cargan cada uno con dos despensas obtenidas de la asistencia social: se formaron dos veces para obtener doble ración. Los dos trabajan en subempleos, tienen una larga familia, son fuertes y no rebasan los cuarenta años, pero prefieren el exilio fiscal a buscar un trabajo que ingrese de lleno a la legalidad. Además su empleo como expropiadores del espacio público es mejor remunerado que cualquier albur de factoría con dos salarios mínimos. De hecho ganan mejor que algunos profesionistas, pero son más agradables las chelas-del-fin y los festejos de celofán que hacer caso a la administración de sus recursos. Ambos consumen piratería, adoran al comercio ambulante que no paga impuestos, tiran basura en las calles y les encanta que la caguama de Victoria siga costando 17 pesos, 16 en ciertos Modeloramas. A ambos les fascina maldecir en sus ratos libres al gobierno por esta vida mediocra a que los tiene obligados.
-¿Alguien podrá hacer algo por este país?
-¿Alguien?
Los juanes desaparecen detrás de esa vida de mexicano promedio afiliado a la masa. De pronto, en el cielo, hay un alguien que parece haber escuchado el diálogo: una gran nube comienza a cuartearse, como si fuera de piedra, y detrás de una luz cegadora es expulsada una estrella fugaz que a miles de kilómetros por hora desciende hacia la tierra mexicana y cae estrepitosamente a un costado del Periférico.
Una nube de polvo se forma alrededor del sitio del impacto; cuando se disipa se dibuja el contorno del tren olivo, de donde desciende e espíritu del general Lázaro Cárdenas. Su imagen es blanco y negro, ataviada con el uniforme de coronel que se ganó a pulso a los 20 años. El general tose un par de veces y observa el entorno: un predio baldío desde donde se ven pasar los autos que raudos recorren a toda velocidad el Periférico. El tren olivo desaparece en disolvencia; Lázaro se limpia el polvo de las hombreras y da algunos pasos hacia la cinta asfáltica: está ansioso por ver cómo ha cambiado el gran país que dejó hace más de 37 años. Respira hondamente: ingresa por su nariz el aire mexicano a smog y alma surrealista. Suspira, contento y con grandes energías para iniciar su trabajo. Entonces ve un camión público y levanta el brazo, marcialmente, pidiendo la parada.
-Se la damos, con sumo gusto- dice Juan Pérez, con un cigarrillo encendido entre los labios, ocasionando la risa del adolescente que cobra los pasajes sentado a su lado sobre una cubeta de pintura vacía. En el camión a todo volumen suena la Ke Buena mientras más de 60 pasajeros se hacinan entre olores alarifes y sudores preadolescentes propios de la hora pico; Juan conduce sorteando transeúntes, semáforos en ámbar y carriles contrarios, es experto en las finísimas artes camioneras de mentar la madre con el sonido del booster de los frenos; grita improperios, se detiene a media calle, inmutable ante la insistencia de los claxon, para intercambiar albures y tiempos de recorrido con otro chofer, feliz por lo sencillo que resulta conducir sin autoridades competentes ni ciudadanos que alcen la voz.
El camión abre la puerta antes de detenerse del todo: el espíritu del general desde la acera observa las condiciones del camión, el cigarro y la música a todo volumen, y finalmente el terrible hacinamiento del interior; rechina los dientes y mira fijamente a Juan mientras mueve la cabeza en señal de desaprobación. Entonces aquél lo reconoce: abre bien los labios recordando la estampita de la primaria y señala al espíritu del héroe de la patria; el cigarro cae encendido sobre su pantalón y comienza a quemarlo: Juan articula un improperio de ocasión casi inaudible, pero el General ya ha disparado el sueño que reflejan sus ojos.
Juan Pérez, confundido, como salido de un sueño, mira al joven que cobra los pasajes: parece no haberse percatado de lo sucedido; entonces, el milagro sucede: reduce la velocidad. Se quita el cigarro de los labios, lo mira con asco y lo arroja por la ventanilla. Baja el volumen del estéreo a un sonido moderado. Vigila que el velocímetro no rebase los 65, elimina el sobrecupo, circula por un solo carril y trata con cordialidad a los pasajeros. Evita los baches y los frenos abruptos. Se siente bien, muy bien: jamás había sentido el placer de hacer correctamente su trabajo, con eficacia y con gusto.
Tres días después el dueño del camión lo despide por incumplir el tiempo de las rutas y por la baja cantidad del pasaje recaudado. Juan Pérez, derrotado, con una mujer y tres hijos a cuestas, cae en la miseria. Maldice a la conciencia social en un país en que sólo desgracias y malos entendidos puede traer consigo.
Pero el olor de la mezclilla quemándose y el ardor en el muslo hacen a Juan Pérez reaccionar, salir del sueño, y al tiempo de quitarse el cigarro encendido sobre su pantalón mira al espíritu del general Lázaro Cárdenas frente a la puerta del camión. Juan Pérez le arroja el cigarro y tras un decepcionado -...che payaso-, cierra la puerta, hunde el pie en el acelerador y deja que la suena suena la Ke Buena vuelva a hacer vibrar los cristales.
El General, indignado, escupe sobre el cigarro y lo apaga. Cierra los puños y se sienta sobre una roca habilitada como banquito. Tiene los dientes apretados y está a punto de maldecir en jerigonza de inicios de siglo [XX] al país en el que la ha tocado revivir. Pero se detiene. Suspira. Recobra la calma y no se deja amilanar por el mal comienzo. Se da cuenta que no puede simplemente utilizar la magia de la reflexión forzada. Se pone de pie, respira hondo y con un parpadeo de sortilegio cambia su imagen: pantalones de mezclilla y camiseta, una gorra de las Chivas. Silvando Carabina 30-30 enfila hacia el Centro Histórico.

Alejandro Silva
(v.pág.32 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 15 de diciembre de 2007).


El bolero Juan Pérez suelta de pronto la franela que balanceaba con una mano y no puede creer lo que ve: el espíritu del general Lázaro Cárdenas llega a la plaza del centro histórico donde Juan tiene su silla.
-¡General! ¡Mi General!- grita y corre a saludarlo; el espíritu de Lázaro sonríe abiertamente ante el primer recibimiento de uno de los suyos.
-General, véngase pa'ca que trai los cacles bien marranotes; orita le damos su chaineada... Es todo un honor mi General...- El espíritu de Lázaro Cárdenas observa con sonrisa benévola al bolero.
-Siéntese mi General... aquí mesmo, orita le hacemos el arreglito- y el general de sienta en la silla.
-¿Qué anda haciendo por acá don Lázaro? Ya lo extrañábamos... Ya hacía falta un verdadero hombre como usté con espeirencia y garbo, y no toda esa bola de rateros que han dejado al país como sus chanclas... O más bien no, porque andan por ahí muy catrines con sus bototas hasta de charol y pa'l pueblo nada; con perdón, mi General...- Lázaro ríe, alegre, sintiendo de cerca la inmediata confianza mexicana.
-Vine por ustedes, señor bolero, a seguir construyendo este país que no acaba de ser edificado. Y a propósito... ¿Cómo se llama usted?
-Juan Pérez, mi General, pa' servirle, todo lo que ocupe... Nomás me dice... ¿Y cómo le piensa hacer oiga?- Juan ya ha colocado las protecciones en los calcetines del general y ha dado la primera sacudida a sus zapatos. Lázaro lo observa tiernamente, y mira también el entorno, la plaza.
-Pues... la verdad aún no lo sé. El país está muy cambiado.
-Sí mi General, y qué problemas: figúrese usté que hasta dos presidentes tenemos...
-¡Dos presidentes...! Eso ya ha pasado... ¿Y hay posibilidades de rebelión?
-No mi General... Qué cosas dice... Nomás hacen sus convenciones marihuaneras, pero todo tranquilo.
-¿Y abajo, don Juan? ¿Abajo cómo estamos?
-¿Qué pachó mi General...? ¿Ya nos llevamos?
Lázaro ríe. Hay que cuidarse de los albures.
-No Juan; la gente, ¿cómo están los de abajo?
-Disculpe don Lázaro, es la costumbre... Pus muy mal, ora que lo pregunta... ¿Cómo le digo?
-¿Qué no funciona bien en México, Juan?
-Huuuy don Lázaro, pus tocho... Para empezar hay que cuidarse de los cuicos.
-¿Cuicos?
-Simón don Lázaro: la chota, la tira, los puercos, los támaros mordelones: la policía pues, y los de vialidad y tránsito: uno debe traer su amuleto de cincuenta varos p'ahuyentarlos como si fueran mosquitos.
-Otra vez la corrupción. ¿Y qué más?
-Pus los méndigos camioneros, los choferoces que nomás andan matando gente.
-El transporte público.
-Eso. Y luego están los que venden fayuca meidintaiguán, bien malechota. Y no se diga de los tiangueros y los lavacoches que ya se creen dueños de la ciudad. Y si uno les dice algo hasta l'hacen de jamón... Y los niños de la calle... los que venden chicles...
-Criaturas de la desigualdad social.
-Andele, usté lo dice más bonito., pero está rete feo el asunto.
-¿Y la gente, don Juan? ¿Qué hace la gente al respecto?
-¿La gente?
-Sí: los mexicanos; por ejemplo, usted dice que hay que cuidarse de los agentes de tránsito... ¿Por qué es necesario corromperlos?
-Ah, pus es que sale más barato darles pa' sus chescos que ir a pagar la multa.
El espíritu del general Cárdenas mira fijamente a bolero. Siente ese inasible fulgor abstracto que sin embargo no deja de amar.
-¿Y no sería más sencillo recordar los reglamentos de vialidad a tener que pagar las multas?
Juan Pérez detiene la brocha en su primer ir y venir por los zapatos del general, medio incrédulo.
-No, pos sí, pero pus ya ve cómo es uno.
-¿Y los camiones públicos? Yo he visto que en un camión para 40 pasajeros viajan más de 60. ¿Por qué no esperar al próximo camión en lugar de seguir el hacinamiento?
-Pus es que se tardan un friego don Lázaro.
-¿Y los tiangueros? ¿Y los lavacoches? Si no los quieren invadiendo las calles no deberían comprar sus productos o darles dinero.
-Pos...- Juan Pérez se rasca la coronilla. Nunca lo había pensado.
-¿Por qué la gente no hace nada, si parece que cualquiera sabe de esos problemas?
Juan Pérez lo mira a los ojos, pero en seguida baja la vista y coninúa colocando el jabón en os zapatos de Lázaro.
-Pus qué va a hacer la gente, mi General... Si todos nos quejamos pero nunca pasa nada.
El espíritu del general Cárdenas vuelve a apretar los dientes.
-¡Cómo que nunca pasa nada!
Juan Pérez se exalta y tira la pequeña brocha, el botecito de jabón derrama su contenido en el suelo. Lázaro se levanta de la silla, toma el bote y lo regresa a su dueño.
-Gracias, mi General...- responde, trémulo, Juan Pérez.
-No, don Juan- dice Lázaro sin hacer caso al agradecimiento -La gente no puede sólo quejarse, pensando que de todos modos nada va a pasar. La gente tiene que despertar.
-¿Pero cómo mi General?
Lázaro sonríe.
-Es hora de que la gente se organice. Es hora de que hagan el cambio ellos mismos, ustedes, nosotros.
-¿Y cómo le vamos a hacer mi General?- Juan Pérez, conmovido -Digo... Porque yo me sumo a la lucha.
-Vamos a organizarnos Juan: a organizarnos, a expropiar la cultura del conformismo.
Ambos comienza a caminar. Juan Pérez le encarga el changarro al colega que trabaja a unos metros de su puesto. Sonríe con todos los dientes. El general suspira. En su mente va configurando la manera de convertir el sueño de un país mejor en el proyecto de un mejor México.

Alejandro Silva
(v.pág.20 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 26 de enero de 2008).


"Creo que para algo nací. Para algo he de ser. Vivo siempre fijo en la idea de que he de conquistar la fama. ¿De qué modo? No lo sé. Una noche borrascosa soñaba que andaba por montañas con una numerosa tropa libertando a la patria del yugo que la oprimía. ¿Acaso se realizará eso?"
El espítiru del general Cárdenas camina pensativo, solo, luego que el bolero Juan Pérez solicitó permiso para acudir a un mandado. Se detiene en una esquina y observa a un limpiaparabrisas que presuroso ante la luz roja del semáforo dirige su chorro de agua enjabonada a los cristales de los automóviles. Alcanza a ver el gesto fastidiado de algunos conductores casi rogándole que no ensucie sus parabrisas con el agua. Las luces de los semáforos cambian y el limpiaparabrisas llega a la misma esquina. El General lo observa detenidamente, sin bajar la sonrisa.
-Quihobo- le dice el limpiaparabrisas.
-Quihobo- responde el espíritu del general Cárdenas. -¿Qué tal el trabajo?
-Pus hay dos tres ese, ta' cañón.
-¿Y por qué, oiga?
-Pos ya ve, la friega de todos los días, la gente le avienta a uno el carro como si fuésemos animales...
-Pero ustedes les avientan el agua sin avisarles...
-Pos sí, pero no es cosa... La neta.
-Oiga, ¿y usted tiene familia?
-Simón: 3 chiquillos.
-¿Y con ese trabajo puede mantenerlos?
-Pus hay días que sí, don, y hay días en que nel... Al chile yo me ando llevando unos dos o dos y medio varos al día.
-¿Docientos?
-Simón, pero jalando de 9 a 6, ese.
El General hace cuentas mentales: 1,400 trabajando los 7 días de la semana; con 6,000 pesos al mes no se mantiene una familia de 5 integrantes.
-¿Y no le gustaría ganar más?
El limpiaparabrisas lo mira, desdeñoso.
-¿Qué onda, ese...?- Lázaro sonríe.
-Con el mismo trabajo, señor, haciendo lo mismo.
-Pos... Pus sí... ¿A quién no?
Los otros limpiaparabrisas del crucero se acercan poco a poco.
-Pues veamos. Primero está lo de la gente, que les avienta el carro...
-Simón, ese, y al chilazo pus tienen su razón, porque pus uno ni les pregunta si quieren lavada.
-Hay que idear la manera de convencerlos... ¿Y las autoridades, qué les dice el Ayuntamiento?
-Uuuuy no, jefe- tercia otro limpiaparabrisas; todos comienzan a rodear al espíritu del General, interesados por alguien que parece interesarse por ellos. -Los inches inspectores vienen cada 6 meses, o a veces antes a querernos fregar; dicen que damos mala imagen al turismo.
-Y que vendemos mota- continúa otro más.
-¿Y venden?- pregunta Lázaro.
-Nel, ese, sí parece pero nel; es que la neta sí hay compas que dicen que vienen a jalar y andan tirando yesca... Pero pus ya porque uno mata un perro es el mataperros- los limpiaparabrisas ríen. El General sonríe.
-Pues hay que eliminar esa mala imagen para empezar. ¿Y los niños?- el espítiru del general Cárdenas señala a 2 pequeños que juegan en una pequeña jardinera bajo un árbol, a sólo medio metro de la avenida.
-No hay dónde dejarlos, don... Y a veces hasta le tienen que jalar.
El General observa con ternura a los niños.
-¿Por qué están tragando camote? ¡Ya se les fueron como 3 semáforos!- grita un limpiaparabrisas que recién llega y corta el azoramiento de los otros. Lázaro Cárdenas lo mira a los ojos.
-¿Usted es el líder?- pregunta. El otro lo mira de arriba a abajo.
-Pos no, tanto así nel; qué, ¿usté es inspector y viene a moler, edá?
-No señor. Yo soy Lázaro Cárdenas y quiero ayudarlos.
-¿Ayudarnos a qué? No ma... compa.
El espíritu de Lázaro le sostiene la mirada. Los otros limpiaparabrisas se qudan suspendidos, sin decir palabra. Lázaro camina hasta quedar frente a frente con el líder.
-Ustedes tienen muchos problemas. La gente no los quiere aquí. Sus hijos no van a la escuela. Apenas ganan para vivir al día...
-Ya salió el peine- lo interrumpe el líder de los limpiaparabrisas: -usté viene por acarreados, edá; nosotros no le hacemos a eso compa; jalamos aquí bien duro y no queremos andar en sus 'nches mitins.
Lázaro ni siquiera parpadea.
-Yo quiero ayudarlos.
-¿Y usté qué fregaos va a saber cómo ayudarnos? Cáigale mejor ese, o va a valer...
El espítiru del general Lázaro Cárdenas da un paso y queda a 20 centímetros del rostro del líder de los limpiadores de parabrisas.
-¿Me presta una esponja y uno de sus limpiadores de cristales?
El ceñudo líder no sabe cómo reaccionar. Le tiemblan los labios. Da un paso atrás, se tapa una de las fosas nasales y sopla para arrojar un grave y verde moco sobre el suelo.
-A ver, Juan- le dice a uno de los limpiaparabrisas, -préstale eso que pide el compa, a ver qué hace.
Lázaro toma la cubeta con la esponja y el limpiador de cristales que le ofrece Juan. Da media vuelta. Los limpiaparabrisas lo siguen con la mirada, en medio de un profundo silencio. El General parpadea y cuando abre los ojos cambia su aspecto: aparece un delantal amarillo con la leyenda: "Cooperativa de Limpiaparabrisas".
-Ájala- exclaman los demás al unísono.
El semáforo de la esquina cambia a luz roja. El espíritu del General se acerca a la ventanilla del primer vehículo que se detiene. Una mujer de unos 40 años conduce.
-Señorita, disculpe usted, ¿puedo limpiar su parabrisas?- la señora se sonroja: ¿un limpiaparabrisas limpio y apuesto? ¿Con bigote bien derechito y varonil? Ni en las películas de Pedro Infante.
-Cla... Claro- balbucea a modo de respuesta. El General le sonríe abiertamente y con gran maestría realiza el trabajo sin ensuciarse. Luego, regresa a la ventanilla. La conductora le da 10 pesos.
Cinco horas después el General sudoroso pero con la misma energía lleva poco más de 600 pesos en el bolsillo. Regresa a la esquina con los limpiaparabrisas y llega directamente con el líder, quien se ha quedado sin palabras. Lázaro saca las monedas, le toma la mano se las entrega.
-Divídelo entre todos.- Juan Pérez lo obedece. Los limpiaparabrisas no caben en su sorpresa. El General se dirige a ellos:
-Si ustedes, limpios y uniformados, corteses y rápidos hacen su trabajo van a ganar más.
El líder Juan Pérez se acerca hasta quedar frente a frente con el General.
-Pus... Usté dirá...
Lázaro le extiende la mano; él la toma con ambas y, sin aliento, le agradece.
-¡General! ¡Mi General!- grita el bolero Juan Pérez llegando a la esquina y cargando con un bidón- ¿Onde se había metido, don Lázaro, llevo un buen buscándolo?
El General lo observa.
-¿Ya fuiste a tu mandado, Juan?
-Sí don Lázaro, ire...- El espítiru del General no deja de sonreír cuando el bolero comienza a repartir tepache entre los limpiaparabrisas.
El General, sin tomar, se sienta en la acera junto al íder de los limpiaparabrisas. Le va diciendo su plan para crear la primera cooperativa de limpiadores en las esquinas, pagar impuestos y obtener una guardería-escuela ambulante para los niños.

Alejandro Silva
(v.pág.20 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 1o.de marzo de 2008).


En la esquina contraria dos policías en bicicleta observan al grupo. Se hacen comentarios entre ellos señalando extrañados el sospechoso cónclave y al espíritu blanco y negro que parece dirigir el asunto.
Los policías han seguido cada movimiento y ahora hablan con los tripulantes de una patrulla que se ha detenido cerca.
De pronto el bolero Juan Pérez corre alarmado dando grandes voces llamando a los limpiaparabrisas; el líder, ocupado llenando una cubeta con agua, voltea hacia donde señala el bolero: los dos ciclopolicías han rodeado al espíritu del general Cárdenas.
-¿Y exactamente por qué tendría que detenernos...?- le dice en ese momento el espíritu de Lázaro a uno de los oficiales luego de darle su nombre.
-Es que están provocando desorden público- responde el oficial Juan Pérez, nervioso ante el arribo de los limpiaparabrisas.
-Si nomás estamos chambeando, no manche, jefe...- tercia el líder Juan Pérez.
-¿Y puede decirme que ley estamos violando?- insiste el General viendo a los ojos al policía. La patrulla se estaciona en ese momento junto al grupo y bajan dos oficiales más.
-Lo siento, tenemos que llevarlos a los separos...
-...Por subversivos- sigue un oficial de más alto rango en son de burla y sonriendo abiertamente-. Es más: nomás nos llevamos a usté porque es el bueno, ¿no?
Al líder Juan Pérez le tiemblan los nudillos. Da un paso adelante midiendo la distancia con el policía. El general Cárdenas se percata.
-Tranquilo, Juan. El sólo hace su trabajo. Vamos a donde dice el oficial. El espíritu de Lázaro Cárdenas es subido a la patrulla. Lleva un gesto imperturbable.
Los limpiaparabrisas, indignados, detienen un par de taxis y se van siguiendo a la patrulla.

Alejandro Silva
(v.pág.28 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 5 de abril de 2008).


Con las manos sobre las rodillas, sentado en la banqueta de los separos de la policía, oyendo los gritos y las alegatas de los detenidos en las celdas contiguas, impasible, está el espíritu en blanco y negro del general Lázaro Cárdenas.
Se escucha afuera de allí, quizás en las oficinas, a los limpiaparabrisas que erigidos ya en cooperativa, tratan de rescatarlo de su detención. Pensando en ellos el general sonríe, satisfecho, de un primer triunfo en la interminable carrera que se ha trazado.
Una puerta chirría y pronto se oye una voz que parece agitada, pasional, alegando argumentos que no parecen tener mucho eco pues no hay respuestas. Aparece detrás de los barrotes un joven de unos 20 años vestido con una playera negra del Che Guevara; va esposado, visiblemente enojado, llevado por un policía, quien abre la celda común, luego las esposas, y arroja al joven que va a estrellarse de bruces contra el suelo, cerca del espíritu del General.
-¡Represor...!- gime el muchacho salivando su furia desde el piso y moviendo frenéticamente las manos. Una gota de sangre resbala por sus labios rotos. El celador ríe y sin decir nada desaparece por donde llegó. Lázaro saluda con la mirada y le pregunta el nombre y le ofrece la mano a:
-Juan Pérez, señor, pero me dicen el Hijo del Ahuizote.
El general Cárdenas lo observa.
-¿Y usted por qué cayó?- continúa el joven sin mirarlo, poniéndose de pie y soltando la mano del General, sacudiéndose los pantalones de mezclilla y abriendo y cerrando los puños, limpìándose con fuerza la sangre de los labios, como si quisiera abrir más la herida.
-Por subversivo- reponde el espíritu de Lázaro abriendo una sonrisa y atrayendo en seguida con esa palabra la atención de Juan Pérez.
-Estos hijos de la tiznada nomás saben zaherir, como diría el maese Paz, ¿a poco no?
Juan se ve agitado, camina en círculos como criatura silvestre capturada, voltea hacia todos lados con mirada hiperactiva. Cada tanto se toca el bolsillo pequeño del pantalón, donde sobresale un pequeño bulto de papel periódico.
-¿Y usted por qué está aquí?- le pregunta el General.
-Por luchar por los derechos humanos y la soberanía nacional- responde; -por exigir que se cumplan las garantías, por...
-Por estar mal estacionado -interrumpe el policía caminando por fuera de la celda, llevando a otro detenido y desapareciendo tal y como apareció. El joven se enfurece nuevamente: enrojece, escupe, dice pomposamente:
-Merde alors- y se pasa las manos por el cabello. Continúa:
-Había una manifestación, señor, en el Centro, y me uní porque mi conciencia social me obliga a hacerlo- mientras saca el bulto de papel periódico de su bolsillo y lo desenvuelve: aparece un fragmento de cigarrillo del tamaño de medio meñique y lo enciende: el humo azulpardo cubre rápidamente la celda.
-¿Por qué se manifestaban?- pregunta el General dando dos pasos hacia atrás evitando el humo; saca un pañuelo y se tapa la nariz.
-Contra la represión, don, contra los represores que quieren al pueblo sumido en la ignorancia, en la pereza mental que sólo ayuda a los fanatismos y a sus negocios en lo oscurito,- bocanada larga -a bajar la cabeza como insulsos,- fumada profunda -si todos debemos unirnos contra el gobierno corrupto;- bocanada lenta -el pueblo proletario ya no aguanta más y debe levantarse;- fumada larga -si Juárez viviera, que tizna les pusiera...
Juan Pérez se coloca en cuclillas y apaga el cigarrillo mojándose con saliva las puntas del índice y el pulgar; lo coloca nuevamente en su envoltura de periódico y lo guarda. El espíritu del general Cárdenas tose, molesto por el humo.
-¿Y por eso lo detuvieron?
El joven voltea hacia el General con los ojos entornados y los labios entreabiertos.
-Orale, don. Usted es blanco y negro... qué loco...
-No: lo detuvieron porque para andar en una marcha de grillos bloqueacalles se estacionó en doble fila y ya cuando se iba un agente vial le aplicó una multa que al señorito lo indignó y se puso a alegar con el támaro hasta que llegamos nosotros y mejor nos lo trajimos-, irrumpe respondiendo el policía que había traído a Juan "el hijo del Ahuizote" Pérez mientras abre la celda.
-Y ya llegaron por usté, señor cooperativas de limpiaparabrisas- continúa el uniformado riendo de su invención. -Ya pagaron su fianza.
Va pensando en cuál fue el momento en qué la disidencia se volvió un pintoresco modo de combatir el estrés y la monotonía. Se percata de la mala imagen que tiene en México el pensamiento disidente por ser algo común llevarlo con irresponsabilidad y sin apego a las leyes, y por ello cuando se deja atrás la querella gritona y mejor se intentan experimentos creativos para solucionar problemas económicos y sociales, se ocasiona el inmediato escepticismo y hasta el temor de las autoridades por el pensamiento de autogestión.
El policía lo conduce por el pasillo rumbo a las oficinas de los separos, donde el grupo de limpiaparabrisas y el bolero Juan Pérez lo esperan y comienza una gran algarabía. Entonces el General va considerando que pagar la fianza es injusto pues no había delito que perseguir, y con ese argumento se dirige al policía que atiende detrás de un escritorio en la entrada a las oficinas.
-¿Y usté pa' qué se apura, oiga, si ya la pagaron?- le responde el oficial mostrándole el libro de fianzas.
El espíritu del general Cárdenas se queda serio, estático, congelado observando fijamente la hoja que le ponen enfrente. Los limpiaparabrisas lo rodean, sorprendidos por su repentino cambio de semblante. Lázaro da la media vuelta y sin un semblante definido en el rostro se dirige a la salida de los separos, seguido silenciosamente por la cooperativa de limpiaparabrisas, quienes no se atreven a decir palabra. Sólo el bolero, quien ha leído un par de libros de historia, muestra gran sorpresa y comienza a comentarla con los limpiaparabrisas que caminan a su lado. En el libro de fianzas, en el espacio dedicado a la firma del fiador, hay un nombre: P. Elías Calles.

Alejandro Silva
(v.pág.28 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 3 de mayo de 2008).


"He podido conocer el verdadero fondo moral de muchos servidores públicos al observar en sus semblantes el disgusto que les causa la demanda de auxilio o de justicia de las gentes pobres. Entonces pienso más en la tragedia interminable de nuestro propio pueblo".
-¿Una cooperativa de limpiadores de parabrisas? ¿No le parece, al menos, bizarro? ¿No ve que pueden llevarlo otra vez a la cárcel...?
El espíritu del general Lázaro Cárdenas voltea hacia el crucero, cansado de las mismas preguntas del inspector mandado por el ayuntamiento para verificar la legalidad de lo que pasaba luego del reporte policial; ambos están sentados en una banca del parque.
Unos metros detrás de ellos el bolero Juan Pérez hace reír a los pequeños, los hijos de los limpiaparabrisas, explicándoles cómo fue que un cura de cabello largo y ánimos independistas llegó a las páginas de los libros de texto gratuitos. En el crucero, frente al General y el funcionario, los 12 limpiaparabrisas organizados en 4 equipos, uniformados con delantales y provistos de fotocopias de poemas recitan mientras limpian los cristales.
- ...Y es que están lucrando con el espacio público, es la misma ilegalidad que los cuidacoches, y no me va a decir que pretende institucionalizar algo fuera de la ley...- insiste el inspector.
-Ellos no tienen trabajo y el gobierno no ha sido bueno para ofrecerles uno, ni siquiera para tomarlos en cuenta, ¿por qué no entonces crear algo provisional que les permita tener recursos?- responde el espíritu de Lázaro Cárdenas.
-Pero los impuestos...
-Si d'eso se trata podemos pagar...- irrumpe el líder de los limpiaparabrisas Juan Pérez -...Usté díganos de a cómo va’ser y aquí orita a ver cómo le hacemos pero de que sale, sale.
El inspector municipal observa de arriba abajo a Juan Pérez. Su semblante adquiere tintes de disgusto, de asco. El general Cárdenas se percata.
-Aquí lo que se obtiene de limpiar los parabrisas se reparte equitativamente entre 13 personas, 13 trabajadores; ¿qué le parece que lo que se obtenga se reparta entre 14, y así esa parte adicional le correspondería al ayuntamiento?
El inspector sonríe media sonrisa.
-¿Y si fuera mejor unas 17 partes, digo- sonríe ampliamente -para ya no tener que venir a molestarlos?
El espíritu de Lázaro Cárdenas fijamente mira al inspector. El líder de los limpiaparabrisas rechina los dientes, mueve la cabeza en señal de indignación y escupe ruidosamente hacia un lado. El General piensa que no puede librar 2 batallas al mismo tiempo, que en el fondo el servidor público tiene razón aunque en lugar de proponer soluciones busque lucrar con la pobreza. Pero cubrir 17 partes restaría demasiado al ingreso de los limpiaparabrisas.
En la zona de la escuela ambulante, que no es más que una lona que logró ser amarrada entre 2 ramas cercanas sobre un espacio lleno de césped, el bolero Juan Pérez explica animado porqué la gente grita exaltada cada septiembre; los pequeños ríen. Dos niños ajenos al grupo llegan de pronto y se quedan mirando con curiosidad la escuela improvisada. El bolero los ve y los invita a integrarse al grupo, adivinando por su vestimenta y sus semblantes que requieren por lo menos esa educación improvisada. El líder de los limpiaparabrisas Juan Pérez observa lo que sucede desde su posición junto al General y el inspector. Detrás de los 2 niños nuevos llegan 2 hombres del mismo aspecto. El líder de los limpiaparabrisas achica los ojos y los reconoce, sonríe media sonrisa y camina hacia donde están; el General y el Inspector lo siguen con la mirada.
-¿Qué onda vale?
-Ese Juan, qué ha'bido;
-Ss'aquí, ya ves, chambéandole pus ¿ya qué?
-Nuai diotra edá.
-Nel... Qué, ¿siguen en l'onda de cuidar los coches edá?
-Simón, por allá- el cuidacoches señala una calle cercana.
-Ája... y qué, ¿vienen a tráir los niños a la escuela?
-Pus eso, ¿hay modo?
El líder de los limpiaparabrisas Juan Pérez sonríe ampliamente. El bolero Juan Pérez, maestro improvisado, adivina el reverso de la sonrisa cuando uno de los cuidacoches le da al limpiaparabrisas 2 billetes; pone un gesto de disgusto. Voltea a ver al general Lázaro Cárdenas, quien se levanta de la banca y camina enérgicamente hacia donde están. El inspector sonríe. Los 2 sujetos que llegaron con los niños nuevos se van, dejando a los pequeños en el grupo de estudiantes improvisados; el líder limpiaparabrisas va directo hacia el Inspector. El espíritu de Lázaro Cárdenas y el bolero alcanzan a escuchar las palabras de ambos hablando.
-¿Con eso enton's?- el limpiaparabrisas le da uno de los billetes al inspector.
-Pues para empezar... Pero no se porten tan pichicatos pa'lotra- responde el inspector. Mira sonriendo al General y al bolero; se despide y se va. El General, los dientes apretados, se acerca al líder de los limpiaparabrisas Juan Pérez.
-¿Qué pasó Juan?
Juan Pérez, limpiaparabrisas, lo mira con sonrisa sincera.
-Ya s'arregló jefe: los cuidacoches de aquí de l'otra cuadra quieren que sus morros estudien, y pus como aquí el valedor- señalando al bolero -es buen maistro, pus le dije que yes pero que se pusieran la del Puebla, y,
-¿Les pediste dinero para dejarlos traer a sus hijos a la escuela ambulante?
-Simón mi general, ¿a poco no fue buena idea?- responde el limpiaparabrisas, y tocándole el hombro al bolero, no sin sorna aunque adivinando el enojo de Lázaro, se va hacia el crucero, a seguir limpiando parabrisas.
El bolero Juan Pérez observa al espíritu del general Cárdenas suspirar y bajar la mirada, pensando que corrupción con corrupción no se acaba.

Alejandro Silva
(v.pág.34 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 7 de junio de 2008).


"Si se quiere enaltecer al país debe imperar la moralidad en sus dirigentes".
En medio del problema del soborno que exige el inspector del ayuntamiento para dejar trabajar a la cooperativa de limpiaparabrisas, el espíritu del general Lázaro Cárdenas, devuelto a su país dispuesto a hacer el cambio, piensa en soluciones. Nota que los cuidacoches son parientes de oficio de los limpiaparabisas, por la mexicanísima improvisación. Los cuidacoches le han informado sobre los problemas que enfrentan a diario: la advertencia de que el espacio que ellos utilizan para trabajar es público y no deben lucrar con él.
-Pero la necesidá está cañona jefe, si uno no quiere venir a moler a la gente: quiere trabajar, chambearle, porque si no es aquí pus no sale- le continúa diciendo el cuidacoches Juan Pérez, padre de un niño que toma clases en la escuela ambulante de los limpiaparabrisas.
El general Cárdenas piensa que deben unirse cuidacoches y limpiaparabrisas sin afectar los ingresos de ambos gremios en un movimiento que además satisfaga al ayuntamiento. De pronto su mirada se cruza con la de un anciano sentado a varios metros de su banca. Es un hombre de bastón, ataviado con un traje de los años 40, sombrero stetson y bigote corto, triangular, exactamente del tamaño del labio superior. Alimenta a las palomas mientras mira fijamente a Lázaro no sin sonrisa. El general Cárdenas achica los ojos, pero ve más allá: en la esquina afuera del parque, donde hay un terreno baldío con un letrero anunciando que se trata de una propiedad del municipio. Lázaro Cárdenas gira la cabeza buscando al bolero Juan Pérez, que en ese momento toma un descanso de las clases que imparte en la escuela ambulante; el General lo llama con un movimiento. En la esquina contraria está el líder de los limpiadores Juan Pérez exprimiendo un trapo, llenando cubetas, procurando todo lo que necesitan los demás en el crucero. Observa al General hablando con el cuidacoches y luego con el bolero; rechina los dientes. Nota cómo el bolero Juan Pérez se emociona mientras el general Cárdenas le dice su plan, y cómo el cuidacoches muestra también su entusiasmo y corre hacia donde están los otros cuidadores de autos para llamarlos. Pronto se forma un círculo alrededor de Lázaro Cárdenas y éste da instrucciones precisas a cada uno antes de que se desperdiguen buscando los instrumentos que serán necesarios.
El bolero Juan Pérez, fiel escudero, y el espíritu en blanco y negro de Lázaro Cárdenas caminan entonces hacia el ayuntamiento. El General pide una audiencia con el alcalde. Cerca de 2 horas después Lázaro sale de la oficina junto con el bolero Juan Pérez. El alcalde se rasca la coronilla en el umbral mientras los ve retirarse. El espíritu de Cárdenas lleva en las manos una carpeta con el sello oficial del ayuntamiento y unas llaves.
Mientras, en el parque, donde los cuidacoches han juntado varios machetes, pintura amarilla y una hoja con varias cifras impresas, los policías en bicicleta hablan en clave a través de sus radiofrecuencias, nerviosos por lo que parece una revuelta, una manifestación campesina. Pronto se juntan más policías en las otras esquinas, rodeando el parque y a los cuidacoches. El líder de limpiaparabrisas Juan Pérez parece enojado mientras observa el panorama.
Lázaro Cárdenas y el bolero llegan junto con los cuidacoches y repasan el plan. -Ire don Lázaro- comienza uno de los vienevienes -aquí en el estacionamiento de a la vuelta cobran 35 varos la hora; en el que está más pa'llá- señalando a lontananza -la hora anda en 22 varos.
-¿Y ustedes cuánto suelen cobrar por cuidar un coche?- pregunta Lázaro.
-Pus depende, jefe; si lo lavamos unos 10 o 15 varos, y si nomás lo cuidamos pus lo que sea la voluntá del dueño.
El general Cárdenas hace cuentas mentales. A una señal suya los cuidacoches toman sus machetes y lo siguen hacia el terreno baldío frente al parque. Los ciclopolicías, ya mareados por el asunto de la cooperativa de limpiaparabrisas, se llevan instintivamente las manos a las fundas de sus pistolas y rápidamente siguen a la comitiva. El general se detiene en la puerta del solar y con las llaves con que salió del ayuntamiento abre el candado. Enseguida un policía trata de averiguar qué sucede.
-Tenemos permiso del ayuntamiento- le responde Lázaro mientras le alcanza al gendarme la carpeta con el sello oficial.
-¿Qué van a hacer?- pregunta el policía.
-Una solución- dice Lázaro y sonríe.
Una hora después y gracias al trabajo conjunto de los cuidacoches, el terreno del municipio está completamente desbrozado, y varios cajones de estacionamiento pintados en el suelo. Lázaro Cárdenas asiente con la cabeza hacia el letrero que le muestra uno de los cuidacoches, letrero que enseguida es colocado a la entrada del terreno: "Estacionamiento colectivo de cuidacoches, 10 pesos la hora". Los policías observan con escepticismo el experimento pero poco a poco se van dispersando. Pronto aparece el primer cliente y los cuidacoches no caben en su alegría al notar un empleo más formal de lo que habían venido haciendo.
-¿Qué onda don Lázaro?- pregunta el líder de los limpiaparabrisas Juan Pérez. El bolero rechina los dientes.
-¿Qué ocurre, Juan?- le responde Lázaro.
-¿Qué... de qué se trata o qué...? Yo pensé que nomás nos iba a ayudar a nosotros...
El general mira fijamente al líder de limpiaparabrisas. Le explica:
-El ayuntamiento debe cobrar por utilizar un espacio público. Si se utiliza este terreno del municipio y se cobra por hacerlo, a cambio de limpiarlo y ofrecer una solución de estacionamiento, un porcentaje irá a parar a las arcas municipales, y así ustedes en lugar de pagarle al ayuntamiento van a proveer de agua y trapos a los cuidacoches: ellos se benefician con los insumos y con la escuela ambulante, y ustedes no ven reducidos sus ingresos para pagar impuestos.
El general sonríe pero el líder limparabrisas no.
-Cámara- dice, visiblemente contrariado, y se va.
-Usté no le haga caso don Lázaro- dice el bolero acercándose al espíritu de Lázaro. -¿Qué no se sabe la anécdota de los cangrejos mexicanos en la cubeta, unos bajándolos a los otros cuando están a punto de salir?
Lázaro pasa saliva: observa que en una de las bancas del parque el líder de los limpiaparabrisas se ha sentado junto al anciano con traje de los 40 que alimentaba a las palomas. El semblante del General se pone serio.
El bolero no puede creer lo que ve: toma uno de los libros de texto que utiliza en la escuela ambulante y mira una de las páginas comparando la fotografía en el papel con el anciano en el parque. Deja el libro en una banca y se va con Lázaro.
Al pie de la imagen hay un pie de foto: Plutarco Elías Calles.

Alejandro Silva
(v.pág.28 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del día 5 de julio de 2008).


Ha pasado una semana desde que el espíritu en blanco y negro del general Lázaro Cárdenas regresó a México a seguir la lucha que nunca terminó porque la lucha social nunca se acaba. Observó los flagelos que aquejan al país, la falta de organización. Lázaro logró crear una cooperativa de limpiadores de parabrisas que recitan poemas a los automovilistas, y en su último movimiento logró una alianza, ahora endeble, entre limpiaparabrisas y cuidacoches para crear una suerte de sindicato donde los patrones son los mismos empleados.
Ha surgido un nuevo líder: Plutarco Elías Calles, quien regresó de su exilio forzado después de la muerte, y aliado con los limpiaparabrisas busca crear una cooperativa independiente y con poder político.
-Ahora sí no podrás mandarme a California por subversivo, ¿verdad Lázaro?
El general Cárdenas siente gusto por volver a ver a quien alguna vez fuera su mentor, pero no olvida los problemas que le hizo pasar hace poco más de 70 años.
-Fue por el bien del país, Plutarco- le responde. Ambos están sentados en una pequeña oficina que se hizo con láminas y dos sillas rotas en una esquina del terreno baldío convertido en estacionamiento de los cuidacoches.
- Claro, claro, por el bien del país- revira el espíritu de Calles -el problema es que piensas más en cooperativas que en grandes inversiones.
Lázaro Cárdenas no contesta. Piensa. Calles logró convencer al líder de los limpiaparabrisas Juan Pérez, enojado por la unión con los cuidacoches, de que ellos podrían hacer su propia cooperativa sin depender de los vienevienes, aunque fuera sobornando a los inspectores del ayuntamiento, a lo que Cárdenas se opone.
En ese momento un automóvil último modelo entra al estacionamiento. Desciende un joven de cabello largo y bien peinado, playera con motivos del EZLN y los ojos rojos y achicados. Le pide en tono chiqueado al cuidadoches que se cuide de no rayar la pintura de su vehículo. El general Cárdenas lo reconoce.
-Ssss qué onda mi Lázaro, ¿cómo anda? ¡Qué loco acá su invento del estacionamiento lumpen, ¿no?!
El espíritu de Plutarco Elías Calles sonríe. El también requiere un fiel escudero como ya lo es el bolero Juan Pérez para Lázaro. Se pone de pie y le alarga la mano.
-¿Qué hongo, y usted quién es o qué onda?- pregunta Juan, "El hijo del Ahuizote" Pérez, quien estuvo en los separos con el espíritu de Lázaro Cárdenas cuando a éste lo arrestó la policía al iniciar la cooperativa de limpiaparabrisas.
-Yo soy Plutarco Elías Calles. Y veo que te gusta la lucha social, hijo.
-Pss a hueso mi Pluta, yo soy acá totalmente palacio del pueblo, viva la raza. Y de hecho vengo a ver cómo va su experimento, que ya se conoce en toda la ciudad; eso de los limpiaparabrisas en una cooperativa está bien pacheco...
El espíritu del general Calles le sonríe al joven, disidente de oficio, y guiñándole un ojo a Lázaro Cárdenas toma del brazo al "Hijo del Ahuizote" Pérez y se lo lleva aparte.
El espíritu de Lázaro Cárdenas los observa hablar entre ellos y luego al líder de los limpiaparabrisas Juan Pérez, ya en mancuerna con Calles, uniéndose al cónclave. Adivina el resto. A lo lejos, en el parque frente al estacionamiento comunal, el bolero Juan Pérez observa el semblante pensativo del general Cárdenas y decreta una pausa en las clases de instrucción básica, la escuela ambulante para los hijos de los limpiaparabrisas y los cuidacoches: los deja dibujando una figura de José María Morelos y va a donde Lázaro.
-Qué pasó don Lázaro, ¿ya llegó el PRI?
El espíritu de Cárdenas hace una sonrisa cansina. En ese momento regresan el general Calles, el líder de los limpiaparabrisas y Juan "El hijo del Ahuizote".
-Te tenemos una propuesta Lázaro- le dice Plutarco. El bolero Juan Pérez rechina los dientes y cruza los brazos.
-Necesitamos más páuer, don Lázaro, la neta, para lograr una posición más chida pa’ los necesitados; tenemos que luchar contra el poder- sigue "El Hijo del Ahuizote" Pérez.
-Vamos formando un partido político- culmina el líder de los limpiaparabrisas.
-Tendremos más recursos y seremos más- insiste el general Calles.
Lázaro Cárdenas los observa amargamente a los tres. Sin decir palabra se pone de pie, se acomoda su sombrero y camina hacia fuera del estacionamiento ante la sorpresa de los otros.
- Ya volverás- le reta Calles. Lázaro nada responde. El bolero Juan Pérez camina silenciosamente detrás de él.
En una esquina del parque, ya lejos del estacionamiento, el espíritu del general Cárdenas se detiene y se sienta en una banca. El bolero lo sigue, y después de unos minutos de silencio respetuoso le habla: -Así es esto, don Lázaro, pus es que los líderes como que nomás andan buscando cómo aprovecharse de la raza... acuérdese de lo que pasó con los Ferrocarriles cuando usté le entregó a los trabajadores la empresa... o PEMEX mismo jefe, el sindicato de profes... todo parece con buena intención pero luego salen los que quieren sacarle más jugo a sus puestos...
El general Cárdenas suspira. Reflexiona.
-Además no se me agüite mi general, que fíjese cómo acá los vienevienes sí son valedores y ya me dijeron que ellos se quedan con usté hasta el final... ora sí que hasta donde el cuerpo aguante...
Lázaro piensa. El mexicano tiende a la solidaridad en los momentos más álgidos, pero de inmediato se individualiza cuando hay modo de sacar provecho personal. La unión en torno a un grupo es difícil si no existe antes el compromiso con una idea.
- Hay que chambearle de otro modo, jefe Cárdenas: acuérdese que andamos en el proyecto de un mejor México y no en el sueño, como usté lo dijo bien bonito cuando llegó- sigue el bolero.
El general Cárdenas respira hondo. Sonríe.
-Necesitamos refuerzos Juan- responde. Al bolero Juan Pérez una sonrisa le ilumina el rostro.
-En eso estaba pensando don Lázaro, ire; yo tengo unos cuates, un reportero y un profe de una universidá a los que les limpio los cacles a cada rato, ire, usté nomás espéreme tantito deje los busco aquí de volada y me los traigo, sirve que vamos a mi changarro que lo he tenido muy descuidado esta semana...
El espíritu de Lázaro Cárdenas asiente y el bolero se va corriendo a su búsqueda. Habrá que pensar en nuevos frentes, piensa.

Alejandro Silva
(v.pág.28 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 2 de agosto de 2008).


Esta era una vez que iba un político por la calle y le llega un ladroncito con una navaja y le dice: "Arriba las manos, déme el dinero, déme la cartera". "¿Pero qué no sabes tú que yo soy un político gobernante?". Y dice [el ladrón]: "Ah, perdón, entonces cambio: Arriba las manos, regrésame mi lana".

Emilio González Márquez, gobernador de Jalisco
(v.pág.22 del periódico Público del 22 de agosto de 2008).


¿Se civilizarán alguna vez los diputados? Estaca Brown.
¿Tendremos algún día una izquierda moderna, liberal y democrática? Estaca Brown.
¿Llegará México, siquiera sea en un siglo venidero, a ser un estado de derecho? Estaca Brown

Armando Fuentes Aguirre "Catón"
(v.pág.7 del periódico Mural del 4 de septiembre de 2008).


"Estimular al que cumple con su deber prestigia más que considerarse como únicos capaces de gobernar".
-Usted logró en una semana lo que en décadas a nadie en el poder o fuera de él se le habría ocurrido.
-Y es que a veces a quienes están en el poder se les olvida que son también ciudadanos y que deben recurrir a la creatividad para resolver problemas nacionales, pero están tan imbuidos en sus normas institucionales que se les olvida que el pueblo es quien crea esas instituciones.
-Eso es neta, profe, y aquí mi general dice que no se raja y que le sigue hasta donde sea, pus pa’ eso es acá el chido de la patria- remata el bolero Juan Pérez, sonriendo y limpiando alternativamente los zapatos sucios del profesor universitario Juan P.Pérez, del reportero Juan N.N.Pérez y del espíritu del general Lázaro Cárdenas, sentados en el puesto del bolero, en una plaza del centro histórico, y luego de las necesarias presentaciones y de que aquéllos se documentaron sobre lo que estaba haciendo Lázaro, devuelto en espíritu al país luego de décadas de ausencia. El reportero, experto en entrevistar a toda clase de personajes, no sabe bien cómo dirigirse al espíritu de un héroe de la patria.
Reportero, bolero, profesor y grabadora escuchan atentamente a Lázaro: un proyecto de vida para una nación en desarrollo. El combate a problemas endémicos que desde dentro le impiden vivir al mexicano en una nación sin ambigüedades e injusticias.
-Endémico...- dice el profesor después de un breve silencio -...Esa es la palabra clave: ya se ha dicho que el mexicano es el primer enemigo del mexicano.
-Lobo contra lobo- complementa el reportero.
-...Y que la corrupción, el conformismo, la impuntualidad, el para-qué-me-quejo-si-nada-va-a-resolverse- sigue el profesor, -son realmente el fondo de los problemas en este país.
-Psí, ps cómo ñó, si acá el mexicano se queja bien cañón de toda la bola de corructos del poder pero al mismo tiempo, como ya me lo dijo usté jefe Cárdenas, le da uno su feria al támaro en lugar de seguir las leyes de vialidá, y luego se roba la luz, o compra piratería... como que somos nosotros, pues, como dice usté profe, los del problema...- el bolero, cambiando intermitentemente de posición para limpiar al mismo tiempo los 3 pares de zapatos.
-Se me ocurre una cuestión, General- continúa el profesor acomodándose los lentes. -Usted inició este trabajo que se ha impuesto ayudando a quienes menos tienen; prescindió de las necesidades de empleo formal que políticos ponen en primera línea y recurrió a una idea creativa, pero como dice el rompeteclas aquí presente- el reportero sonríe, -eso no puede durar mucho: los sindicatos, las cooperativas en este país funcionan sólo en honrosas excepciones, y como usted lo dijo hace un rato, si no hay un compromiso con una idea, la solidaridad grupal no funcionará. Considero prudente y deseable recurrir a la creatividad en problemas relativamente, sencillos; ahora, ¿cómo atacar los problemas culturales de México para que los problemas comunes, urbanos, económicos, sociales, se solucionen? Se requiere la creación de un nuevo modo de pensar, bien social, bien civil: un nuevo movimiento.
-Eso- exclama emocionado el bolero que ya casi termina de limpiar los zapatos -pero sin cosas politiqueras, que ya nos quieren atorar en un partido político- aclara.
-No, no: nada de eso; debemos como sociedad prescindir de la iniciativa política que nunca llega. La universidad en la que yo trabajo gustosamente me puede prestar un salón de usos múltiples.
El general Cárdenas sonríe: piensa que debe dejarse guiar por el pensamiento de autogestión ya instalado en el espíritu de algunas gentes de prestigio que muestran sus buenas intenciones para dar la lucha por este país que tanto ama.
Los 3 se dan un fuerte apretón de manos. El profesor se retira luego de fijar al día siguiente como cita en la Universidad, y el reportero se excusa diciendo que debe acudir al periódico a redactar una nota al respecto.

Alejandro Silva
(v.pág.16 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 6 de septiembre de 2008).


Durante la mayor parte de nuestra historia, el ejercicio del poder público en México ha estado directa o indirectamente bajo la influencia de protagonistas preparados en el marco tradicional de las Fuerzas Armadas, hasta que en los años 50 éstos cedieron el relevo a una nueva generación de profesionales civiles: los abogados. Luego, en los ochenta, el timón de la república dejó de estar en el fallido gremio de los legistas y pasó a las profesiones comerciales y económicas.
En términos sencillos, nuestra revolución significó haber pasado de una dictadura personal a una "dictadura de partido", originalmente dominada por militares hasta volverse la "dictadura perfecta" de una democracia simulada. Lo que en un inicio fue el pleito entre caudillos, luego se volvió la tríada confabulante del Partido Oficial-Estado-Gobierno cuyo sustento era la silla del águila que actualmente se está rompiendo.
Ahora se nos dice que el nuestro se trata de un país que ha perdido el rumbo luego de haber conquistado la democracia; o que todavía está construyendo su democracia como una manera de resolver sus profundos desacuerdos sobre el rumbo que debería seguir. Y esto sí que es un problema a considerar, porque revela que no sabemos a dónde ir como nación o, peor aún, que queremos ir a partes distintas sin contar con una cultura política que permita resolver las divergencias.

Norberto Alvarez Romo
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 9 de septiembre de 2008).


La modernidad que México requiere empieza por lo más viejo: un gobierno capaz de cumplir y hacer cumplir la ley, de garantizar las 3 seguridades fundamentales de todo orden político: la seguridad física, la seguridad jurídica, la seguridad patrimonial de sus ciudadanos.
Este sólo propósito asumido y desarrollado a fondo bastaría para dar vida a un gobierno de dimensiones históricas: absoluta y deseablemente proyectado hacia el futuro.
La segunda modernidad que México necesita es una sólida economía de mercado, lo que supone una estructura legal e institucional que privilegie la productividad, levante las restricciones a la competencia y se abra a la innovación y a la inversión global.
La tercera modernidad que México requiere es un estado capaz de regular sus mercados y de reformar a fondo sus sistemas públicos de educación y salud para volverlos palancas de desarrollo personal y de equidad social.
En cuanto uno piensa en las resistencias que la realidad ofrece a cada una de estas cosas, la tarea de siquiera proponerlas se antoja ociosa y descabellada.
¿Aplicar la ley? ¿Abrir la economía? ¿Revolucionar nuestras escuelas, sanear nuestros hospitales? Ja, ja, ja.
¿Quién podrá vencer a los poderes reales que se oponen a todo eso y vencen al Estado y a la sociedad?
¿Quién frenará la delincuencia si es una guerra que no se puede ganar?
¿Quién acabará con los privilegios de los mayores negocios de México si tienen en un puño a las autoridades y a sus competidores?
¿Quién hará de nuestras escuelas y nuestros hospitales la base de los mexicanos productivos y globales del futuro?
La resignación vigente dice que no se puede mucho, que la mejor reforma es la posible. Seré el último en renegar de los cambios graduales o en decir que los cambios pequeños no arreglan nada. Los cambios pequeños son los únicos que arreglan algo. Nada avanza sino paso a paso.
Pero para crear hambre y certidumbre de futuro, los pasos pequeños deben de ir en la dirección correcta y la dirección debe ser clara y deseable.
Sentido de dirección es lo que falta en el ánimo público del país, es el asunto olvidado por nuestros políticos, al igual que por los medios y los líderes de opinión.
¿A dónde vamos, a dónde queremos ir? ¿Lo que sucede hoy nos acerca o nos aleja de donde queremos ir? ¿Debemos celebrarlo o combatirlo?

Héctor Aguilar Camín
(v.pág.4 del periódico Público del 12 de septiembre de 2008).


Mi abuelo me contó que hace 60 años, en 2009, la política era convulsa. Se hablaba del cambio, de la alternancia, de la "guanajuatización" de todo México. Los 3 partidos políticos más influyentes, se atacaban o apoyaban unos a otros a dentelladas. La economía era un desastre, lo mismo que la seguridad (el narcotráfico y la industria del secuestro prosperaron, porque eran los únicos sectores que garantizaban un empleo no sólo bien remunerado sino con buenas prestaciones); la educación y el sistema de salud se hicieron pedazos.
Para abonar este triste panorama, la corrupción encarnaba a la gastritis crónica de las instituciones y de la burocracia en todos sus niveles, aunque algunas voces señalaron que en vez de gastritis, se trataba de un desgarre y una hemorragia semejante a la de un cuerpo sometido a una violación tumultuaria. La impunidad era selectiva, jamás pescaron un pez gordo, y la llamada Secretaría de la Función Pública dejó de funcionar hacia el año 2012, cuando sus encargados se convirtieron en empresarios exitosos.
También estaba el IFE o Instituto Federal Electoral. Un organismo rapaz con el erario y comedido con la oligarquía, que en el 2018, cuando la colonia se estableció formalmente, se convirtió en la FEO o Franquicia Electoral Organizada.
La vida se transformó radicalmente. Los ricos se hicieron mucho más ricos pero disminuyeron vertiginosamente en porcentaje poblacional, la clase media se pulverizó y pasó a las filas de la pobreza moderada y pobreza extrema, términos que los economistas acuñaron para determinar el nuevo esquema social, y los efectos colaterales siguieron su curso.
Lo que antes se conocía como "jubilación" chupó faros. Los ancianos han dejado de existir, pues poca gente mayor de 60 años sobrevive en la miseria, razón por la que nos llaman el país de la eterna juventud.

Iván Ríos Gascón
(v.pág.5 del suplemento "Visor" del periódico Público del 14 de septiembre de 2008).


La lastimada sociedad observa cómo la llaga de la impunidad le carcorme hasta los huesos.
De sobra se sabe, no es una situación surgida en corto tiempo; sin embargo, en esta administración hemos sido testigos de la falta de respeto absoluto de los gobernantes hacia las instituciones y los gobernados, sólo para ejemplificar: un ex secretario de Gobernación que otorgó permisos para casas de apuestas y sigue desempeñándose como senador de la república; un caudillismo lopezobradorista agotado que amenaza con la toma del congreso y de vías de comunicación; líderes sindicales sin ética, desconocedores de los principios universales del bien común, que se han enriquecido con las cuotas de los trabajadores, que no escatiman y se "ofrecen" como candidatos de partidos políticos para ocupar curules; un sistema de educación nacional reprobado; ¡un gobernador que se las mienta a los jalisciences!, que pasa por alto las necesidades primarias del pueblo, que promociona telenovelas y ofrece limosnas; un pseudoguía espiritual que acusa de rateros a los "ricos, ricos, ricos"; un ex presidente municipal acusado de actor intelectual de homicidio; el ex rector de la universidad en total falta de respeto al estado laico ofrece limosna e invita al Góber Precioso y al clero a su informe.

Adán Salcedo Larios
(v.pág.20 "correo" del periódico Público del 19 de septiembre de 2008).


Hace unas semanas, en Tijuana 3 familias me contaron que desde hace unos meses viven en San Diego; se mudaron porque alguno de sus hijos o hijas fue víctima de secuestro. Cruzaron la frontera para la presentación de mi libro. Unos días después en Monterrey escuché historias de terror de jovencitas universitarias que han perdido amigas en manos de secuestradores que levantan muchachas en los antros, ante la inmovilidad de la policía. Sus padres planean enviarlas a estudiar al extranjero por miedo a que las maten o rapten. Miles de familias regiomontanas se están mudando a Texas.
En Ciudad Juárez la mayor parte de la clase media ha emigrado a El Paso. Familias enteras de Matamoros han hallado refugio en Bronwsville; de Saltillo, en Eagle Pass. Hay más personas nacidas en Zacatecas habitando en California y Arizona que en México.
La diáspora crece irremediablemente y nadie en su sano juicio tiene derecho a cuestionar a quienes viven su patria como una pesadilla y no encuentran más salida que la de desterrarse para dormir en paz, para que sus hijas no sean una víctima más de feminicidio. Emigrar no es fácil, hace falta valentía para abandonar el hogar, el vecindario, las amistades y familiares; para buscar un nuevo trabajo, e incluso para hablar un idioma ajeno. Las y los adolescentes se van casi por la fuerza, con la tristeza a cuestas, negándose a dejar a sus amistades, su escuela.
El fenómeno de la migración se transforma paulatinamente. La pobreza extrema y la inhabilidad del gobierno mexicano para revivir el campo ya no será el único motivo para que cientos de miles abandonen la patria. Ahora la diáspora es por miedo a la violencia, a la impunidad y a la desolación.

Lydia Cacho
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 22 de septiembre de 2008).


Ha pasado una semana y no hay una prueba sólida que conecte al narcotráfico con el atentado terrorista en Morelia. Tampoco hay una pista que los desconecte.
A la Policía de Michoacán llegaron llamadas de amenaza de que tirarían granadas durante el desfile del 16 de septiembre, pero advertían que atacarían a los soldados, no a la población civil.
Las narcomantas tienen la credibilidad de un testigo protegido: lo que dicen puede ser o no verdad, según sus intereses.
No se ha detenido a nadie a quien la autoridad acuse de estar detrás, y el retrato hablado del sospechoso se parece al jefe de la Policía de Michoacán, a Carlos Salinas, a su hermano Raúl, al diputado César Duarte o al Dr.Phil de la televisión estadounidense, es decir, hay 2,000 que coinciden.
A una semana, las autoridades municipales, estatales y federales no tienen la más remota idea de quién lo hizo. En estas circunstancias, ¿tiene sentido seguir casados con la hipótesis de que fue el narco?
No se puede descartar esa línea de investigación, que por puro análisis y perspectiva, resulta la más lógica y coherente, si un acto de esta naturaleza puede ser lógico y coherente. ¿Pero no será momento de abrir el abanico? ¿Quién más pudo haber sido?
Existen grupos de ultraderecha que podrían estar interesados en orillar al gobierno al ejercicio de la mano dura. En el pasado han organizado atentados contra obispos y estudiantes de pensamiento comunista. Han matado indígenas con guardias blancas y consideran que sólo medidas extremas al margen de la ley resuelven los problemas de descomposición social.
¿Y si la guerrilla se animó a dar un paso más para adelante? La respuesta inmediata es que no hay antecedentes de la guerrilla atacando a la población civil. Pero tampoco hay antecedentes del narco atacando a la población civil.
¿Otra ultraizquierda? Los interesados en generar más caos en torno a la administración de Calderón que buscan -algunos confesos públicamente- derrocar al presidente.
¿Y si fue un terrorista solitario, alguien que actuó solo, sin otra motivación que el desequilibrio mental?
O claro, el narco, en una guerra contra el gobierno en la que no hay un claro ganador, en la que se meten mutuamente goles mientras -como sucede en el futbol- el partido se calienta y los jugadores se vuelven más rudos, las patadas más arteras y el mensaje más claro: si sigues por ahí, esto es lo que te espera.
Pero, insisto, no hay una sola pista sólida.

Carlos Loret de Mola A.
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 23 de septiembre de 2008).


Hablaba el presidente Calderón. Dice buenas cosas y fueron dos palabras suyas, intercaladas en su discurso, lo que me hizo volver a la realidad: honestidad y corrupción.
Cualquier mexicano que consideremos normal ha de sentir lo mismo al oír dichas palabras: despertará de ese letargo en que nos tienen sumidos: exceso de corrupción y ausencia de honestidad.
De eso de la corrupción lo entienden todos, pero la honestidad ¿qué es? Se ha olvidado. Es la decencia en todas las acciones humanas.
Los que se enriquecieron con la corrupción ricos quedaron. De honestidad no saben nada y es lo que necesitamos.
Se le ha caído un billete al señor que va delante y el que va detrás lo coge y trata de guardárselo. Un hombre honesto le dice: "No, no es tuyo", y contesta el corrupto: "Vamos a medias ¿eh?". No quiere ese trato el hombre honesto y el dueño del billete se da cuenta del lío y recupera su dinero. Así debe ser en todo, que los honestos defiendan la legalidad, sin miedo, porque sí hay miedo en esta defensa.
¿Cuántos honestos hay en el mundo, en México?, porque necesitamos millones, los corruptos son más. ¡Cómo abultan esos montones de dólares que nos muestra la televisión, producto de las malas mañas de los corrompidos!
Y los mexicanos comunes y corrientes ¿qué entienden de esta situación? ¿A merced de qué viento están?

Gabriel Paz, escritora
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 24 de septiembre de 2008).


(México).- Gran expectación está causando la creación de una cooperativa de limpiaparabrisas y cuidacoches, lideradas respectivamente por los espíritus del general Plutarco Elías Calles y el general Lázaro Cárdenas.
Sin embargo, las reacciones ya comenzaron: en el Congreso el diputado Juan de Pérez y Pérez asegura que se trata de una confrontación directa a las instituciones y que el ejercicio no prosperará: "Es una estridencia pensar que los problemas de empleo se solucionarán con cooperativas...". "Lo que hace falta es dotar de más dinero a los partidos políticos para que la democracia se fortalezca y así se logren inversiones que repunten la generación de trabajo", apuntó.
La nota periodística seguía y estaba firmada por el reportero Juan N.N.Pérez.
A la hora exacta fijada se abren las puertas del salón: detrás aparece el espítiru del general Lázaro Cárdenas seguido de su fiel escudero, el bolero Juan Pérez, quien lanza su sonrisa como alfombra roja para el recién llegado. El profesor Juan P.Pérez se levanta de su asiento e invita a Lázaro a sentarse en la cabecera de la mesa, a lo que éste accede no sin antes lanzarles a todos una discreta inclinación de cabeza como saludo.
El profesor se acomoda los lentes y sin sentarse tose un par de veces en ese preludio que tienen algunos oradores que se saben dueños de la situación.
-El general Lázaro Cárdenas aquí presente en espíritu ha venido a acompañarnos...
El espíritu de Lázaro los observa detenidamente. Piensa que ése es un verdadero gabinete: la gente que ama a su país y que por lo tanto se mantiene al margen del poder. Ciudadanos de a pie que realmente buscan un cambio. Sonríe.
-Vamos haciendo de este México un México más mejor- interrumpe el bolero Juan Pérez.
-Yo tengo una pregunta- dice una joven impaciente, interrumpiendo a su vez al bolero y alzando el dedo índice en actitud abiertamente desafiente. -Usted creó una cooperativa donde muy al estilo de una película de Subiela los limpiaparabrisas leen poemas a los automovilistas, bien: así son más simpáticos, pero sigue habiendo un problema: su trabajo es riesgoso, no cuentan con seguridad ni prestaciones, para la ley sus labores están al margen, y por si fuera poco y con todo respeto a su historial por todos conocido de sindicatos y afanes educativos socialistas, esos gremios en este país no fucnionan...
-Una de mis mejores alumnas, don Lázaro... se llama...
-Me lamo Juana y soy Pérez como los demás- le interrume la joven. -He venido este día alegrada por el regreso de quizás el único hombre que ha utilizado un cargo público para hacer cosas de provecho, y anque tengo mis críticas hacia su gestión, sé que no busca estar aquí en vano, pero tengo muchas preguntas.
-El jefe Cárdenas no'stá aquí nomás pa' que lo maltraten: quiere hacer algo bien bueno, además de que los limpiaparabrisas ya no forman parte de la coopertiva, y...
-Juan- lo silencia de inmediato el espíritu de Lázaro Cárdenas. El bolero cierra los labios con fuerza pero no deja de mirar con rabia a la joven. Lázaro habla:
-La señorita tiene razón. Ustedes ya conocen lo que se logró con estas gentes que requerían de alguien que les diera la mano...
Pero el bolero no soporta y:
-Y además los cuidacoches sí siguieron con la banda y seguirá de a'i pa'l real con el jefe, y dijeron que orita llegaban, y...
-Juan- repite, suavemente, Lázaro.
El bolero Juan Pérez baja la cabeza regañado. El general continúa:
-He visto que la formación de grupos que luchan por un bien común muy fácilmente pueden perderse si hay dinero, posibilidades de un liderazgo fanático y poder. Debe existir un compromiso con una idea de fondo que no sea la del trabajo en primera instancia.
-¿Un movimiento ciudadano dice usted?- pregunta la joven. El bolero Juan Pérez rechina los dientes. El profesor interviene:
-Antes de pensar en esas respuestas fáciles de marchas y plantones, de discursos soporíferos, de lo que se trata, si he entendido bien, es de crear una especie de metaideología que cuestione; ya no es un intento de agremiar a los ciudadanos en un movimiento, sino que todos seamos, como tú lo djiste- dirigiéndose a la joven, -Juan Pérez, y cuestionemos esos flagelos que deforman al mexicano: el conformismo, el aquí-no-pasa-nada, la impuntualidad, la corrupción...
-Es que no hay soluciones sociológicas en el discurso: son acciones concretas las que van modificando o creando una ideología que se precie de ser funcional- interrumpe, nuevamente, la joven.
-Es precisamente con acciones que, en el camino, se irán tratando esos problemas, como usted los llama, sociológicos- responde el general Cárdenas.
-Bien: esos problemas sociales, digamos de carácter nacional, proliferan en otros problemas de carácter civil y práctico; va un ejemplo: el transporte público: los dueños no quieren pagar sueldo, lo que crea corretizas; los ciudadanos no pueden esperar al siguiente camión porque no tienen tiempo... las autoridades, ya se sabe, no se cuenta con ellas. Se trata de un problema concretro enraizado en caracteres de la vida ideológica diaria: corrupción, valemadrismo, dejadez.
Lázaro sonríe.
Quien no sonríe, del otro lado de la ciudad y leyendo en el periódico la nota sobre el general Cárdenas y las cooperativas, es el espíritu de Plutarco Elías Calles. Llama a Juan Pérez, el líder de los limpiaparabrisas, quien acaba de poner en la oficina que rentaron en el centro de la ciudad un cuadro de Fidel Velázquez.
-Juan: se nos está adelantando.

Alejandro Silva
(v.pág.10 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 11 de octubre de 2008).


De 25 años para acá el peso mexicano se ha devaluado en 83,750%; inició su caída traumática con Miguel Alemán Valdés (nos costó cara su eterna sonrisa) y siguió en picada con los presidentes calvos, Echeverría, López Portillo y el no menos pelón Carlos Salinas de Gortari, sin olvidar, claro está, la de Miguel de la Madrid Hurtado, agravándose en una forma escandalosa en el periodo de Zedillo con las devaluaciones iniciadas el día 20 de diciembre de 1994 que nos sumieron en la catástrofe económica como nunca se había visto en México, pues más que crisis, ha sido un caos económico que se ha traducido en una verdadera bancarrota; endrogados hasta la coronilla, pero como las focas, "con el agua hasta el cuello, pero todavía aplaudiendo", con el cierre masivo de empresas y comercios, lo que originó más de 10 millones de desempleados y 40 millones de mexicanos en extrema pobreza con otros 2 millones de compatriotas que no les pueden pagar a los usureros bancos, a pesar del programa para ayudar a los de las carteras vencidas, porque dígase lo que se diga, lo cierto es que excepto para el que no quiera ver, la situación va de mal en peor.
Pero como dicen que por desgracia un mal nunca viene solo, siguen los conflictos, los problemas y los rumores, a tal grado que el mercado bursátil y cambiario parece una verdadera montaña rusa, ya que es suficiente que alguien en Wall Street abra la boca para que se inicie un sube y baja en la Bolsa de Valores, en las tasas de interés y en la cotización del peso frente al dólar, y ante esa situación que dura años enteros y la desazón que se vive, motivada por la inseguridad, el caos, la falta de dirección política y la crisis que nos agobia, el pueblo tiene ansia de conocer la verdad, de saber realmente qué es lo que está pasando en México, pues mientras las autoridades nos dicen que todo va bien, que las reservas del país son suficientes para enfrentar cualquier emergencia, que las exportaciones han aumentado en forma notable, que tenemos un superávit en la balanza comercial, en la realidad el pueblo padece hambre, tiene miedo, pues tanta lucha, tanto esfuerzo, y tantas privaciones en más de 20 años para ven ir a acabar en que a Juanito lo bolsearon, que nos volvieron a saquear y que ahora no tenemos ni para las tortillas de mañana.

Adolfo Martínez López
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 8 de noviembre de 2008).


El país está dividido, el estado mexicano está en jaque por el crimen organizado formal e informal (el de los políticos y el de los narcos), hay una crisis económica en ciernes y, por si fuera poco, el partido gobernante se encamina a una fuerte derrota en julio próximo.

Federico Berrueto
(v.pág.2 del periódico Público del 16 de noviembre de 2008).


Sé que hay muchos mexicanos que quisieran matar con sus propias manos a los secuestradores que los privaron de su libertad, que los mutilaron o que les asesinaron a algún familiar.
También sé que hay muchos otros paisanos a los que jamás les han hecho nada pero que, igual, de tanto oír historias de terror, de secuestradores y asesinos, les quisieran meter un lanzallamas por la boca.
En resumen, hay mucho odio en el ambiente. Por un lado, está el genuino odio de las víctimas de secuestro, de sus familiares y de sus amigos. Y por el otro, el odio propagado por quienes le están sacando provecho político, religioso y económico a esta monstruosidad.
El caso es que la estimulación alrededor de los secuestros, las mutilaciones y los asesinatos ha llegado a tal grado que cada vez es más difícil conservar la calma.
Que si el hijo del señor Martí, que si la hija de Nelson Vargas, que si México está como Colombia, que si ya no queda nadie que no conozca a un secuestrado, que si la ciudad en la que vives es la más peligrosa del país, que si la policía no sirve para nada.
Y no, no saludes a nadie que te quiera sacar plática en la calle, no te detengas si se te poncha una llanta, no toques nada que te quieran dar, no contestes lo que te pregunten por teléfono, no bajes los vidrios de tu carro, no te detengas si te para la policía. ¡Te van a matar!
Ante semejante campaña de pánico colectivo, por supuesto que a uno le dicen: "pena de muerte para los secuestradores que asesinen a sus víctimas", y no hay nadie que no conteste: "Sí, que los maten y, de paso, que también maten a los narcos, a los violadores, a los corruptos, a los que no estén de acuerdo conmigo, a los que no compartan mis vicios, a los que tengan otra religión, a los que tengan otra orientación sexual, a los que me caigan mal, a los gordos, a los feos y a los viejos. Que los maten a todos".
El pequeño detalle es que nuestras autoridades han demostrado ser tan incompetentes hasta para la selección de los pilotos de sus aeronaves, que lo más probable es que si autorizan la pena de muerte para los secuestradores que maten a sus víctimas, a los únicos que van a ejecutar va a ser a los que sean inocentes.
Igual, nuestro gobierno tiene tanta fama de corrupto que no es difícil imaginar que los que reciban la inyección letal, los que se sienten en la silla eléctrica o los que pasen a la cámara de gases vayan a ser los que no tengan dinero para sobornar a los jueces.
Aunque uno no quiera, en México no hay manera de recibir esta noticia y de no imaginar errores, venganzas y truculencias, o de no inventar chistes macabros.
Usted nada más póngase a pensar en el calvario burocrático que tendría que pasar para que el congreso apruebe esta ley.
Luego, en todo lo que se tendría que hacer a nivel presupuestos e infraestructura para levantar instalaciones, implementar metodologías y contratar especialistas.
Una vez hecho esto, piense, por favor, en la parte de los juicios, el papeleo, las acusaciones, las defensas y las relaciones públicas con los medios de comunicación.
Y ya después, en las primeras ejecuciones, en lo que pasa antes, durante y después de esos espectáculos, y en el traslado de los cadáveres.
¿Cuánto tiempo le gusta que pase de aquí a entonces? ¿Cuántas personas más van a ser secuestradas y asesinadas hasta que llegue ese instante?
¿Servirá de algo? ¿De qué? ¿En verdad usted cree que los secuestradores se van a orinar de miedo ante este disparate impropio del espíritu que los mexicanos hemos defendido a escala nacional e internacional desde hace décadas?
¿No sería un poquito más rápido, fácil y barato que las autoridades hicieran bien su trabajo?
Digámoslo como se debe de decir: Humberto Moreira, el gobernador a quien se le ocurrió esta idea, se equivocó al hablar de la pena de muerte.
A lo mejor don Humberto ha visto demasiadas series de abogados, pero sus palabras sólo han servido para que medio México se le eche encima, para que los políticos jueguen a la descalificación preelectoral y para que los organizadores de la campaña de pánico en la que vivimos sean mucho más felices de lo que eran antes.

Alvaro Cueva
(v.pág.14 del periódico Público del 7 de diciembre de 2008).


El gobernador Humberto Moreira la montó. El ha puesto a rabiar a los sabios de siempre y el senador Manlio Fabio Beltrones a estudiar a los legos. Y aquí los tiene, a tirios y troyanos, abordando y discutiendo una tendencia dominante recogida en la iniciativa del Congreso del Estado de Coahuila, que es fruto del sentido común de la gente: a quienes le han arrebatado la vida a un semejante con premeditación, alevosía y ventaja, cometiendo contra ella torturas, violación y otros actos de salvajismo, se les debe castigar con la pena de muerte.
Argumentos empíricamente comprobados, como el de que la punibilidad de los delitos no está asociada al incremento de la delincuencia, sino a la impunidad y a la corrupción, en un país donde estas vergüenzas campean en todo el sistema de procuración de justicia, vuelven prácticamente inadecuada y hasta aberrante la propuesta de reforma.
Tal vez usted, muchos (no todos porque lamentablemente la degradación social ha llegado a tal grado que algunos hasta se regodean con la desgracia ajena), compartimos la indignación ante la brutalidad criminal y por ello estamos convencidos de que la redención de estos criminales es impensable, llegamos a pensar, como no lo habíamos hecho antes, en la necesidad de que aplique la pena máxima. Sabiendo, incluso, que no es la solución de fondo. Pero el nivel de barbarie que muestran los asesinos no es de seres humanos. Ya dijo, sincerándose, el secretario de Salud, José Angel Córdova Villalobos, cuando se conocen los horrores que vivieron las víctimas, "dan ganas de que se aplique la pena capital". Así estamos millones, secretario.

Jorge Medina Viedas
(v.pág.17 del periódico Público del 7 de diciembre de 2008).


México se está convirtiendo en un país inviable. La combinación funesta de violencia, corrupción y una sociedad de baja civilidad, mermada en valores, nos está llevando al Medioevo y a la desesperanza.

Jorge Medina Viedas
(v.pág.15 del periódico Público del 14 de diciembre de 2008).


El martes pasado Transparencia Internacional dio a conocer un estudio titulado "Indice de fuentes de soborno", después de examinar la práctica de pagar sobornos en 22 países exportadores. Bélgica y Canadá son los países con compañías menos propensas a sobornar gobiernos o funcionarios, mientras que México, China, India y Rusia tienen las empresas más dadas a esa afición.
Para evitar el campeonato, el presidente Felipe Calderón, que ya la veía venir, contestó al bote pronto esa misma mañana con un "hasta aquí del gobierno y la sociedad contra la corrupción, el influyentismo y el compadrazgo". Exhortó a sus compatriotas a denunciar mordidas, extorsiones y arbitrariedades de servidores públicos, "comisiones" por asignación de servicios o de obras públicas de manera ilegal. Nadie puede estar en contra de tal exhorto o fingir demencia. De acuerdo y punto.
Esa lucha de súbito impulso es contra una corrupción prevista en la ley, tipificada y con su correspondiente penalidad. Pero no se habla de esa otra, la corrupción practicada con cuidadoso esmero sin violar ley alguna, cuidando de no echar a andar los mecanismos de la sanción jurídica. El señor Calderón tiene en ésta un campo inagotable, si en realidad quiere lanzarse a fondo.
Es la corrupción moral. La que ha permitido que en este país con 8 millones de analfabetas, con escuelas sin techo ni pupitres, con maestros mal pagados, se repartan coches caros entre los líderes del magisterio. No se viola ninguna ley.
La corrupción que no impide a los senadores de la república dedicar 2,000 millones de pesos (duplicados ahora por la crisis) a la construcción de su cenotafio (monumento funerario en el cual no está el cadáver del personaje a quien se dedica), como si 60 millones de pobres, de los cuales 20 de miserables, fueran a tener mejores leyes cuando los senadores trabajen entre mármoles y cristales en el pedazo de tierra más caro del país. Pero lo construirán, no violan ninguna ley.
La corrupción autoriza a los banqueros a cobrar a los más necesitados lo que se les pega la gana, a los que emiten cheques por poco dinero, los que retrasan sus pagos, los que descuidan algún plazo, los que se exceden en el uso de su tarjeta o no liquidan su deuda a tiempo. Esos banqueros no violan ninguna ley. Tampoco los legisladores, que llamados a poner cierto orden mínimo a ese abuso, se negaron a limitarlo.
Son sólo ejemplos, tal vez no los más impúdicos ni perniciosos, pero cercanos, presentes, actuales. Está probado que de las grandes crisis surgen los mejores remedios o soluciones. Si el presidente Calderón quiere usar su voluntad política, ejercer liderazgo en una acción de gobierno trascendente, puede ir al fondo, a la causa por lo menos parcial, si no es que total, de la inseguridad, la corrupción, la mortandad infantil y otros males. Ponga en práctica un plan inmediato de combate a la enorme desigualdad económica y social, la que separa a unos cuantos privilegiados y protegidos de una enorme mayoría de parias. El sistema de libre empresa sólo puede sobrevivir, y yo así lo deseo, si es regulado con prudencia y energía por el gobierno. Ahora, ahorita, porque la brecha se ahonda más cada día.

Jacobo Zabludovsky
(v.periódico El Universal del 15 de diciembre de 2008).


En estos momentos de recursos limitados los monopolios nacionales deben actuar civilmente y regresarle a los mexicanos parte de las grandísimas ganancias que han obtenido secuestrando a los ciudadanos.
La familia Slim con Telmex, por 18 años nos ha ordeñando con tarifas exageradas. CFE pretende repercutir la baja del costo de electricidad hasta abril. ¿Qué no se dan cuenta que habrá gente y pymes que no llegan a abril?
Y los bancos, grupo de ladrones de cuello blanco que actúan como agencias de cobro de comisiones, olvidando su objetivo primordial que es prestar dinero.
No se dan cuenta estos señores que están matando la gallina que pone los huevos. ¿Hasta cuando los vamos a tolerar? Todo tiene un límite.

Sergio Malo
(v.pág.12 "Cartas del lector" del periódico Mural del 18 de diciembre de 2008).


No sólo nos alcanzó la crisis económica; la nuestra, la mexicana, también es una crisis moral en el sentido profundo de la expresión. Es una crisis de esperanza, es una crisis de pérdida de confianza propia, en las instituciones y en los líderes nacionales; es la crisis de los momentos que preceden a las rupturas sociales o revoluciones; es aquella que hace pensar a muchos, sobre todo a sus sectores medios, que nada hay que cuidar porque no hay mucho qué perder.
Por ello es urgente que las élites del país -las que tendrían mayor interés en que las cosas no se salgan de cauce (se desmadren)- abandonen su actitud contemplativa y exijan decisiones públicas y políticas a la altura de la circunstancia. Los partidos, legisladores y el gobierno no hacen lo que deben, no sólo por impericia, confusión o deslealtad al régimen democrático, sino porque nada hay que los obligue a actuar con un poco de compromiso y elemental sentido de responsabilidad.

Federico Berrueto
(v.pág.2 del periódico Público del 21 de diciembre de 2008).


Se acentuó en México la desigualdad. Hoy fruto de esa política, de esa manera de administrar el estado, son millones y de pobres más que antes; un régimen que otorga derechos y privilegios para unos cuantos; un crecido, robusto y, por si fuera poco, legal sistema financiero que esquilma millones de cuenta y tarjetahabientes; un gobierno que da soporte, apoyo y cobertura a los grupos minoritarios en el ámbito de las relaciones comerciales, laborales y educativas; un gobierno que respalda fiscal y políticamente a sus allegados, cosa que hace no sólo por mandato político, sino por el convencimiento de que la vida ha sido ordenada así por la fatalidad.

Jorge Medina Viedas
(v.pág.15 del periódico Público del 21 de diciembre de 2008).


Termina 2008, y desafortunadamente no se puede decir otra cosa más que México no va bien, que México está en peligro. El diagnóstico podría seguir con una lista interminable de las injusticias que se viven en el país, de la corrupción, la inseguridad, la pobreza, las mujeres de Juárez, los miles de paisanos que cruzan la frontera cada año. Elba Esther Gordillo y la inmunidad que goza en su vida. Los millones de pobres de México y Carlos Slim. Mario Marín y su carácter de intocable. Emilio González y su "valemadrismo" al usar los recursos de los jalisciences para sus megalimosnas.
Si las cosas no cambian en 2009, México se acercará cada vez más a la idea de un estado fallido. Los recursos petroleros que se acaban. La otrora "riqueza petrolera" hoy no es más que un mito. Las remesas que mandan nuestros paisanos también van en picada. Ante todo ello, ¿qué podemos hacer como ciudadanos?
Dejemos de hacernos tontos, es la simple y poderosa respuesta que propone un grupo de jóvenes mexicanos ante los problemas que enfrenta el país, es el inicio de un movimiento que parte de la premisa de que el cambio empieza por uno mismo. Al salir a la calle y ceder el paso a los peatones, al no tirar basura, al no ofrecer mordidas. Cambios menores que, como reza la declaración de principios de este movimiento, "ayudan a construir un cambio de régimen para México desde el único lugar posible: la conciencia colectiva".
Este movimiento hoy no tiene más que una página web que aún está en construcción, un grupo en Facebook que apenas rebasa los 1,549 miembros y, según sus organizadores, una base de datos de más de 6,000 personas que están dispuestas a cambiar de actitud. Los poco más de 23 millones de usuarios de Internet en el país dan a DHP una fuerte oportunidad para consolidarse como un movimiento, pero al mismo tiempo una enorme limitante.
DHP es un buen inicio para dejar precisamente de tratar hacer de lado la apatía y tratar de cambiar al país cambiando nuestros propios errores y admitiendo nuestras propias fallas. Este naciente movimiento también es un buen pretexto para iniciar 2009 con un poco de confianza en que las nuevas generaciones quieren realmente cambiar al país y también para iniciar el año al menos con el propósito de dejar de hacernos tontos [pendejos], que ya es algo.

Genaro Lozano
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 31 de diciembre de 2008).


Cada graduación de alumnos me causa preocupación en lugar de producirme gusto y alegría: nuestra gente joven, al graduarse, pasa de la condición de estudiante a la de desempleado frustrado y desesperado. El desempleo juvenil es uno de los grandísimos problemas nacionales con muy variadas causas y consecuencias.
No puedo dejar de recordar la impresión que me causó la visita al campus de Colotlán de la Universidad de Guadalajara, hace 2 años, cuando tuve la fortuna de visitarlo, y, debo decirlo, de recibir innumerables y nunca olvidadas muestras de atenciones de alumnos y maestros. Me hicieron magnífica impresión todas las instalaciones, sus redes de cómputo y salones muy bien equipados para educación virtual, por no hablar de directivos y maestros, todos jóvenes entusiastas e inteligentes. Pero me sigue angustiando el futuro de esos muchachos: ¿qué van a hacer en Colotlán los contadores, abogados, ingenieros, no sé si también sociólogos, economistas, literatos, historiadores, licenciados en sistemas, psicólogos y no sé cuántas profesiones más?
Los recursos humanos y técnicos que generosamente facilita la Universidad de Guadalajara en Colotlán, Autlán, Ciudad Guzmán, Tepatitlán, Ocotlán, Lagos, Ameca, Puerto Vallarta ¿en qué aclaran la vida futura de nuestros jóvenes? ¿Dónde van a trabajar? Algunos vendrán a Guadalajara a saturar aún más nuestra más que saturada ciudad con miles de jóvenes desempleados. Los más "afortunados" emigrarán con algún pariente a Estados Unidos.
Obviamente la misma Universidad de Guadalajara, y las demás universidades, no son responsables de que sus ex alumnos no encuentren empleo. El enorme problema es de alcances nacionales y requiere de soluciones muy complejas y más urgentes cada día.

Jesús Gómez Fregoso, historiador y catedrático de la Universidad de Guadalajara
(v.pág.18 del periódico Público del 9 de enero de 2009).


Me asusta ver la falta de liderazgo por parte del gobierno, de los líderes sociales y empresariales ante la crisis de 3 pistas que apenas empezaremos a sentir el impacto: en la primera pista tenemos la problemática de seguridad en donde el crimen organizado está desestabilizando a nuestras instituciones y amedrenta a la población; la segunda pista: la crisis financiera que a nivel mundial está destrozando el patrimonio de millones y está amenazando con índices de desempleo desconocidos en México. Pero como si esto no fuera suficiente, en México, a diferencia de otros países, tenemos que además de preocuparnos por la tercera pista que este circo llamado "La Realidad de la Política Mexicana" nos habrá de presentar en los próximos meses, este nuevo set de problemas y sobresaltos por los procesos electorales de este año, que ya se vislumbran difíciles y violentos.
Y por más que me argumenten con cifras y estadísticas que la situación no está tan catastrófica como la describió Carlos Slim, y que el gobierno está poniendo sobre la mesa estrategias específicas para aminorar el impacto para que el país salga adelante el año que entra, hay un problema fundamental en México que me lleva a anticipar que esta crisis continuará hasta 2010 y tal vez hasta 2012. Los líderes políticos y líderes sociales que deberían llevar la batuta en este proceso de recuperación, no sólo han sido terriblemente negligentes sino también adicionalmente se rehúsan a asumir su responsabilidad compartida, liderar la mitigación de la crisis y la eventual rápida recuperación del país.
En países democráticos que han tenido que enfrentar crisis que amenazan el estado o la calidad de vida de sus ciudadanos, el gobierno y la sociedad civil han desarrollado alianzas y son los líderes políticos y sociales que facilitan estos acuerdos o consensos. En México esto simple y llanamente no está sucediendo. De hecho yo diría que está sucediendo todo lo contrario. Se está profundizando más las diferencia entre el gobierno, los partidos políticos y el resto de los actores sociales que deberían jugar un papel fundamental en el proceso de recuperación. Seamos claros: si el gobierno federal y los gobernadores no crean una alianza responsable con los diferentes actores de la sociedad civil, incluyendo los empresarios y sindicatos, les aseguro que el país va a estar en crisis hasta después de las elecciones de 2012 (asumiendo que no habrá otra crisis electoral como la de 2006).

Ana María Salazar
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 14 de febrero de 2009).


Nada pasa: los mexicanos en la fiesta; los políticos en la grilla; la industria y el campo en el averno; los inversionistas que han sobrevivido, a la especulación, y los bancos mexicanos, un ejemplo de solvencia por una política gubernamental insultantemente favorecedora a costa de consumidores, empresas y del bienestar económico.

Federico Berrueto
(v.pág.2 del periódico Público del 22 de febrero de 2009).


En el cementerio mexicano de las buenas intenciones se acabaron las fosas. En la última fue enterrada la dignidad.
La señora Hillary Clinton estrenó su puesto de secretaria de Estado de los Estados Unidos con un primer informe de derechos humanos donde se asienta que existe "impunidad y corrupción en todos los niveles del gobierno de México". La pudrición en las policías estatales y federal sigue siendo un problema, pues "muchos policías están involucrados en casos de secuestro, extorsión y en algunos casos proveen de protección al crimen organizado y a los narcotraficantes. Las fuerzas de seguridad, actuando dentro y fuera de la ley mataron a muchas personas a lo largo del año. Un buen número de estos incidentes ocurrió en retenes militares... y demostraron un pobre entrenamiento de las fuerzas militares".
Porque la lista de agravios no acaba nunca: "Secuestros por fuerzas de seguridad, abusos físicos, malas condiciones en las cárceles, arrestos y detenciones arbitrarias, corrupción, ineficiencia, falta de transparencia en el sistema judicial, confesiones coaccionadas mediante tortura, intimidación a periodistas, violencia doméstica contra mujeres perpetrada con impunidad, discriminación social y económica contra la población indígena". Se mencionan con fechas, lugares y nombres asesinatos de niños y jóvenes civiles por miembros del Ejército, suicidios en cárceles sobre pobladas, tratos crueles y abuso físico.
Un silencio de mea culpa ha sido la respuesta mexicana a esta denuncia hecha por el nuevo gobierno de Washington. Podrán ser acusados de metiches, no de mentirosos. No hay manera de sustentar un asomo de inconformidad. Ni modo.
Engalanadas coronas mortuorias, las frases se acumulan sobre los sepulcros. Pondremos punto final. No cederemos un centímetro del territorio. Son ellos o nosotros, no hay regreso. Falta una buena limpieza. No somos un Estado fallido. No se ha perdido el control del territorio a manos del crimen organizado. Y así.

Jacobo Zabludovsky
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 2 de marzo de 2009).


Más vale no hacernos tontos: en Estados Unidos crece la percepción de que somos un factor de riesgo. Se trata de unir los puntos, como en esos ejercicios del kínder. Barack Obama estudia el envío de tropas de la Guardia Nacional a la frontera con México. Los legisladores se preparan para suspender el el programa piloto que permite adentrarse a los camiones mexicanos por el territorio de Estados Unidos. La inclusión de El Chapo en la lista de Forbes es la cereza del pastel.
Somos uno de los 10 principales factores de riesgo para Estados Unidos en 2009, de acuerdo con el analista Ian Bremmer. Es difícil saber dónde termina la realidad y comienza la percepción. El hecho es que las percepciones moldean la realidad.
La mayoría de nuestros indicadores principales económicos son sólidos: inflación, balance fiscal, reservas internacionales y provisiones del sector financiero, entre otras. El problema está en las variables no económicas, en primer plano los delitos asociados al crimen organizado. La tasa de muertes violentas es de 10.7 por cada 100,000 habitantes, menor que la de Colombia, Brasil y algunas ciudades de Estados Unidos. Es 10.7 pero va creciendo y en algunas zonas está fuera de control.

Luis Miguel González
(v.pág.32 del periódico Público del 13 de marzo de 2009).


La oposición, cada vez más numerosa, que señala la devastación que han dejado en México las políticas neoliberales. "México está en ruinas" y su pueblo, un "pueblo bueno, noble y trabajador, ha sido condenado a la sobrevivencia o al destierro".
"Ya no hay movilidad social y ahora para salir adelante sólo han dejado el camino de la migración. Millones de familias están padeciendo por falta de empleo o porque sus ingresos no les alcanzan ni siquiera para lo más indispensable".
"A los jóvenes se les ha cancelado el futuro. Son rechazados en las universidades públicas y no tienen para pagar las cuotas de las universidades privadas. Muchos mexicanos viven hacinados, enfermos y sin seguridad social. Las colonias exclusivas, los centros turísticos, las plazas comerciales y un corto etcétera, propiedad de potentados, son islotes en un océano de marginación, de abandono y de pobreza".
Esta visión considera que unos pocos se han apoderado de todo y que la inseguridad y la violencia son el fruto de la "política antipopular y entreguista que se ha venido imponiendo y que nada bueno puede esperarse después de que el dinero sustituyó al poder social", de que lo privado anuló a lo público y de que el Gobierno dejó de atender al pueblo para convertirse en un servidor de una minoría.

Martha González Escobar, divulgadora científica de la Universidad de Guadalajara
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 28 de marzo de 2009).


Nuestro país, desde hace algunos años, no ha resuelto con eficacia el problema de la generación de empleos, lo cual provoca que no exista ahorro ni capacidad de compra.
Estas cuestiones han constituido círculos viciosos, que se reflejan en la estadística social y económica del país; por ejemplo, el empleo, según trabajadores inscritos en el Instituto Mexicano del Seguro Social, no ha rebasado los 14 millones, con el agravante que desde la presente década, México requiere generar 1'200,000 empleos al año.
Así, casi 60% del total de la población de México asegura que sus ingresos han disminuido; casi 40% asevera que en carne propia o algún pariente cercano ha perdido su empleo, y que los productos de la canasta básica son más costosos, y casi 80% considera que la responsabilidad de los problemas sociales y económicos es del gobierno.
Además de lo anterior, la ciudadanía considera que el mayor problema del país es la corrupción del gobierno; enseguida el narcotráfico y la inseguridad e impunidad de los delincuentes; después la pobreza, inflación y la elevación de los costos en alimentos y productos básicos, lo cual va de la mano al desempleo y la altísima contaminación ambiental.
Concluyen los ciudadanos en el sentido de que los servicios públicos en México son deficientes, en especial la salud, la educación, el transporte, y que se evidencia, en lo general, la carencia de una infraestructura adecuada para atender las necesidades sociales.

José de Jesús Covarrubias Dueñas
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 30 de marzo de 2009).


Primer acto. Se ha desatado una epidemia y los Ciudadanos corren en círculos y gritan por el escenario. Uno: "¡Es culpa de los cerdos!". Dos: "¡Enciérrense en casa!". Tres: "¡Es como la película Exterminio!". Al centro, en medio del caos, aparece el Gobernante con su Gabinete. Luz: "Hay un protocolo para esta clase de emergencias; que no haya pánico". Ciudadano Uno lo increpa a Gobernante: "¡Ustedes nos ocultaron datos sobre el dengue!". Ciudadano Dos: "¡Según ustedes, el río Santiago no está contaminado!". Ciudadano Tres: "¿Y la calidad del aire en Miravalle?". Más pánico. Gobernante no sabe qué hacer. Oscuro.
Segundo acto, medio vanguardista (se sugiere teatro-danza o teatro físico): el escenario está cubierto de sillas. Varios Ciudadanos sentados, todos usando cubrebocas. Sobre las piernas de su madre, una niña va a quitarse el suyo pero la señora la tranquiliza de un zape. Un Vendedor, acosado por clientes: "¡Se agotan! ¡Diez pesos su tapabocas importado con bonito diseño!". Ciudadano Cuatro baja su periódico y declara: "¿Saben que el cubrebocas no sirve para nada, si seguimos encontrándonos en lugares públicos y formando multitudes?". Nadie lo pela. Oscuro.
Tercer acto. Algo de teatro de la crueldad: luz: alguien estornuda; su vecino alza la silla y lo amenaza, y el de los estornudos huye moqueando. El agresor escupe con ponzoña: "¡Leproso!". Una Ciudadana dice a otra: "Es mentira. Mi hijo acaba de venir del DF. Pura paranoia". Dos Ciudadanos jóvenes: "Es un invento de las farmacéuticas y Obama y Felipe y el capitalismo". Aparecen Gobernante y Gabinete: "Les recordamos que todas éstas son medidas preventivas". Ciudadanos refunfuñan. "Hay mil enfermos; van 12 muertos". Ciudadanos gritan: "¡Nombres! ¡Lo inventan todo para meternos en casa! ¿Por qué no hemos visto a las familias de los muertos?". Gobernante: "No se automediquen". Ciudadanos se quitan los cubrebocas: abuchean, insultan, ríen. Oscuro.
Cuarto acto. Mismo escenario. Todos los Ciudadanos llevan cubrebocas y, echémosle comedia dell’arte, los adornan con gestos que subrayan sus rasgos de conducta. Contraataca el Ciudadano Cuatro: "Están haciendo mal el cerco sanitario de la Central Camionera. Se hicieron tontos con la desinfección del Tren Ligero y los minibuses. No han salido a desmentir los casos nuevos del Hospital Civil". Varios Ciudadanos, apoyándolo: "¡Criminales! ¡Negligentes!". Ciudadano Cuatro: "Pero están llamando al orden, restringieron los restaurantes cerrados, y los empleados del Seguro y de los hospitales están trabajando...". No lo dejan terminar: "¡Gobiernista! ¡Te tragas lo que dice la televisión!". Lo expulsan a cubrebocazos. Oscuro.
Quinto acto. Gobernante y Gabinete: "Queremos insistir en que es necesario observar medidas preventivas para que el pánico...". Ciudadanos Jóvenes: "¡Es un complot como la gripe aviar de 2005!". Dos Ciudadanas: "¿Cuándo nos van a dar la vacuna?". Otro: "¿Y yo qué hago con mis hijos en casa?". El escenario va llenándose de Ciudadanos que increpan al Gobernante. De repente, se hace el silencio y la atención se enfoca sobre un Ciudadano chiquito, silencioso, discreto y hasta simpaticón que estornuda sin poder detenerse. Pánico. Creyente del orden, se eleva el magullado Ciudadano Cuatro: "¡Eviten las multitudes!". Nadie lo pela. Los Ciudadanos corren en círculos y gritan por el escenario. Uno: "¡Es culpa de los cerdos!". Dos: "¡Enciérrense en casa!". Tres: "¡Es como la película Exterminio!". Y, como en el primer acto, luz sobre Gobernante: "Hay un protocolo para esta clase de emergencias; que no haya pánico...". Ya en la oscuridad, gritos aislados: "¡Ustedes nos ocultaron...!". "¡El dengue...!". "¡El río Santiago...!". Oscuro progresivo.
Vergonzoso telón.

Iván González Vega
(v.pág.42 del periódico Público del 1o.de mayo de 2009).


En México, desde la Conquista y hasta la fecha, no hemos tenido la capacidad en 500 años de proporcionar a nuestra población los elementos básicos para que logren su desarrollo armónico e integral y les proporcione un equilibrio entre mente y cuerpo, entre la salud física y la moral.
Lo más lamentable, no es sólo el hecho de nuestra desorganización e incapacidad social y de las diversas administraciones públicas y de particulares, sino que seguimos sin aprender de la experiencia; al parecer, todavía nos encontramos en el círculo vicioso de la ignorancia y en el que no cobramos conciencia del saber ni del querer ver cómo poder resolver las necesidades y problemas sociales.
Nuestro pueblo está mal alimentado, no existen los hábitos y costumbres de hacer ejercicio; por tanto, somos fáciles presas de los virus, bacterias y demás enfermedades.
Nuestra población sigue enferma en cuerpo y alma; en lo físico, porque está mal alimentada, desnutrida o excedida de peso; en lo mental, porque no está educada y los medios electrónicos la enferman más al venderse "comida chatarra" y demás productos propagandísticos como violencia, drogas, alcohol, sexo, intriga y otras maldades que siguen enfermando el cuerpo y el alma de los mexicanos y demás habitantes del planeta.
Tenemos los virus que nos merecemos.

José de Jesús Covarrubias Dueñas
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 4 de mayo de 2009).


Todos los días en el país se ensancha el ambiente de degradación. La muerte de más de 30 niños en el incendio ocurrido en Hermosillo, Sonora, es la muestra más dramática de la incuria y la corrupción que asedia a todos los niveles de la sociedad mexicana.
Es una vergüenza que nos tengamos que preguntar quién, por qué el Instituto Mexicano del Seguro Social autorizó la concesión de esa guardería, y no tuvo el cuidado de exigir y vigilar el cumplimiento de las reglas de seguridad que exige cualquier sistema de protección civil en instalaciones de esta naturaleza.
Digamos que cada día damos pasos que nos llevan a nuestra propia descomposición. Vamos imparablemente en la trayectoria de convertirnos en un país inviable, torpe y sin futuro de sustentabilidad.
Una serie de incompetencias que tienen que ver con gobiernos que se han ido abandonando a sí mismos. Políticos influyentes, funcionarios de alto nivel, de rango medio, mandos policiacos, en su momento consideraron que el sistema tenía capacidad para tolerar, por la vía del cohecho, una dosis de entendimiento con los grupos criminales. Calcularon mal. Se equivocaron fatalmente. Al mismo tiempo, la población y las demandas crecieron mucho más que las expectativas que pensaron que iban a construir a través de las instituciones.
Hoy sabemos que tampoco fueron eficaces desde el punto de vista técnico económico y provocaron la concentración de la riqueza nacional en unas cuantas manos; además, ignoraban la capacidad de reproducción y de organización de los malevos, y mucho menos fueron capaces de controlar sus propias ambiciones.
El juego macabro de estos políticos socavó al sistema en su conjunto. No sólo eso: en esa inercia de desregulaciones, se dejó que las estructuras y las instituciones de salud, de agricultura, educación, seguridad, las políticas de población, de urbanización, y muchas más, quedaran sujetas al mejor postor.
Hay millones de jóvenes perdidos en la ignorancia, el desempleo, la delincuencia; otros tantos en la superficialidad, el consumismo, convertidos en idólatras de cantantes, futbolistas, artistas, o del jet set nacional e internacional, y hasta de figuras del narcotráfico, cuyos métodos y actitudes fáciles de llegar al éxito, un gran número de esos jóvenes quieren imitar.
México vive una de las peores épocas de su historia. Casi 2 generaciones vivieron el cambio de partido en el ejecutivo, mientras florecía la desigualdad, la violencia y el derrumbe de los valores. Han comprobado que la degradación de la política fragmenta a la sociedad en sus objetivos comunitarios y morales. Han sufrido una crisis tras otra.
Por añadidura, la fragmentación social permite que se entronicen los intereses de individuos ambiciosos, sin escrúpulos y desalmados, esos que en el día a día, además de que imponen sus normas, derrotan o aíslan a muchos ciudadanos que quieren un país (un planeta) menos injusto, más equilibrado, sustentable en todos los órdenes de la vida.
No, no es el debate del voto en blanco lo más importante en estas próximas elecciones y para el 6 de julio. El tema central de nuestra hora es qué se proponen hacer los mexicanos para frenar el inclemente proceso de descomposición social, cuyos efectos perniciosos podrían convertirse en el detonante de una convulsión de mayores proporciones.

Jorge Medina Viedas
(v.pág.15 del periódico Público del 7 de junio de 2009).


Asaltos, asesinatos, secuestros, balaceras, violaciones, discriminación, pederastas, burocracia, crisis, impunidad, ignorancia, impuestos, desempleo, incompetencia, corrupción, fanatismo, campañas políticas, crimen organizado, pobreza, Vive México.
¿Qué haces cuando sientes que nada funciona? ¿Adónde te vas? ¿A quién te encomiendas? ¿Cómo te desahogas? ¿Cómo finges? ¿Qué le dices a tus hijos cuando te preguntan? ¿Qué te dices a ti mismo cuando piensas en el futuro?
Hace 9 años teníamos el pretexto de que como el PRI llevaba más de 7 décadas gobernándonos, entonces el PRI era el culpable de todas nuestras desgracias.
Ahora tenemos otros partidos y es peor. Ya no creemos en el PRI, pero tampoco en el PAN, en el PRD ni en nada ni siquiera en la Selección Nacional de futbol o en las telenovelas.
¿Usted no está decepcionado? Yo sí, porque al igual que muchos mexicanos me parto la espalda todos los días para salir adelante, hago mi parte, me porto bien.
¿Y qué recibo a cambio? Nada. Si quiero seguridad, la tengo que pagar extra. Si quiero salud, también. Educación, ni se diga.
¿Por qué le estoy escribiendo esto? Porque llegué a mi límite. Estoy muy mal. El caso de los niños de Hermosillo acabó conmigo.
No me cabe en la cabeza que sigan pasando los días y que nadie esté recibiendo un castigo ejemplar, que a los padres de las víctimas les pretendan dar una miseria por la vida de sus hijos ni toda la porquería que está saliendo a flote.
Se supone que una guardería es algo chiquito. No me quiero ni imaginar lo que pasaría si le rascáramos a otros negocios, a otros peligros, a otras injusticias.
Y me pongo peor nada más de imaginar que a este caso tan doloroso le vayan a aplicar el viejo truco de "deja que pase el tiempo para que se le olvide a la gente" y que nunca nadie vaya a pagar por la vida de esos angelitos.
¿Por qué el presidente no hace algo más que ofrecer su solidaridad y cumple con su promesa de la mano dura? ¿Qué está esperando? ¿Que la gente de Sonora se levante en armas y se haga justicia con sus propias manos porque hay demasiados intereses metidos en esa desgracia?
El caso del incendio de Hermosillo va más allá de la nota roja, tiene un valor simbólico. Esos niños eran nuestras esperanzas. Ahora están muertas. Nos las mató la corrupción. Nos las mató el sistema.
En este mismo sentido, le pregunto: ¿usted cree que Aviacsa estaría teniendo tantos problemas para operar si entre sus dueños estuviera algún pariente de algún político como en el caso de la guardería de Sonora?
Moraleja: ¿no sería mejor, la próxima vez que uno quiera poner un negocio, invitar a alguno de los miembros de esas familias para garantizar la permanencia en el mercado?
Ante el fracaso de nuestros poderes oficiales en algo tan obvio como el incendio de Hermosillo, ¿a usted no se le ha ocurrido, por ejemplo, acudir a los poderes fácticos para pedir apoyo?
¿Qué pasaría si la Iglesia o las televisoras resolvieran lo que el gobierno no está resolviendo? ¿Cómo reaccionaría la autoridad ante la presión estas instancias? ¿Cómo cambiaría la percepción de la sociedad?
Señores de la autoridad: muévanse porque de lo contrario, alguien más lo podría hacer y ustedes podrían ser castigados con algo menos elegante que los votos en blanco.

Alvaro Cueva
(v.pág.14 del periódico Público del 24 de junio de 2009).


La economía se encuentra mal, la violencia callejera y en casa está grave y la desesperación está presente, los ámbitos se simbolizan por los denominados por Gerardo Fernández Casanova: "tres ejércitos", característicos del momento, que son: el Ejército Nacional que se ha vuelto policía; el de los narcos y criminales con armamento sofisticado que defiende sus posiciones alcanzadas, y el de los desempleados que deambulan por las calles buscando el sustento.

Martha González Escobar, divulgadora científica de la Universidad de Guadalajara
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 24 de junio de 2009).


"Ningún país podrá crear riqueza si el manejo de su economía tiene como fin el enriquecimiento de sus líderes o si la policía puede ser comprada por los narcotraficantes. Ningún empresario querrá invertir en un lugar en donde desde el gobierno le 'descreman' el 20% de sus utilidades o donde el encargado de las aduanas es un corrupto. Ninguna persona desea vivir en una sociedad donde el imperio de la ley es sustituido por el imperio de la brutalidad y del cohecho. Eso no es democracia, eso es tiranía, incluso si de tarde en tarde se tiene una elección. Hoy es el momento de que ese estilo de gobernar llegue a su fin" (The New York Times, 11 de julio).
Esta cita es del discurso pronunciado en Ghana por el presidente norteamericano, Barack Obama. Visto desde nuestro país, Obama no le hubiera tenido que cambiar ni una coma a su alocución si hubiera decidido pronunciarla en México.
Lo relevante es que el diagnóstico para Africa es también válido para nosotros. México tendrá un ingreso per capita superior al del grueso de los países africanos, pero sufre de los mismos problemas de "gobernanza" a los que se refirió el presidente norteamericano; por ejemplo, en materia de corrupción México está peor que Ghana (Transparencia Internacional, 2008 Corruption Perceptions Index). Y ése es el corazón de nuestra tragedia.
La solución que Obama sugirió a los africanos se podrá aplicar también al caso mexicano: "lo que se necesita no son hombres fuertes sino instituciones fuertes". Cierto, pero resulta que una solución tan fácil de formular es muy difícil de poner en práctica sea en Africa o aquí, aunque como Obama señaló: "hoy es el momento" y "sí se puede". Sin embargo, en términos operativos, ¿cómo "mandar al diablo" las pésimas instituciones que tenemos y reemplazarlas por las que necesitamos? ¿Cómo lograr tener una policía que efectivamente proteja a los ciudadanos, unos partidos políticos que sí representen a sus electores, un IMSS que realmente vigile los servicios que subrogó, un Ministerio Público que indudablemente defienda al público y no lo extorsione, un Ejército que no viole los derechos humanos cuando busca sicarios, un magisterio que en verdad dé al alumno la enseñanza a la que tiene derecho o un fisco que sea, a la vez, efectivo, justo y redistributivo? Incluso si empezáramos hoy, que no es el caso, la tarea de rehacer el entramado institucional requiere de una o dos generaciones para lograr el resultado buscado.
En 1946 Daniel Cosío Villegas, tras reflexionar sobre las perspectivas que se abrían para México al concluir la Segunda Guerra Mundial, llegó a la conclusión que nuestra comunidad nacional estaba en medio de una gran crisis, una crisis de futuro y que la razón era básicamente una falla moral de las élites.
Para Cosío, México no debía dejar su destino en manos de los intereses del poderoso vecino del norte, so pena de abdicar no sólo de su soberanía sino de su sentido mismo de comunidad histórica. Tampoco podía ya confiar en su clase política -la priista-, pues examinando al país en 1946, Cosío veía a la clase gobernante como irremediablemente tocada por la corrupción y por un escaso compromiso con el programa social, político y cultural que, se suponía, había sido la razón de ser de la lucha de Madero y sus sucesores. Y por lo que hacía a las alternativas, la situación era igual de desoladora: la izquierda había representado lo mejor de la Revolución pero ya estaba agotada y la derecha, el PAN, los empresarios y la Iglesia, eran incapaces de trascender sus intereses de clase en aras de un proyecto que tuviera sentido para una mayoría que desde siglos había sido encajonada en una cultura de la pobreza.
La crisis de México fue un diagnóstico que se efectuó hace 63 años, pero con unos cuantos cambios pudiera haber sido escrito hoy. El origen del problema, dijo Cosío, "proviene de que las metas de la revolución se han agotado". Hoy no sólo siguen agotadas las metas del viejo régimen, también lo están ya las del supuesto nuevo régimen ¡el que se inició hace apenas nueve años! En menos de dos sexenios, la vitalidad del cambio se consumió.
"La Revolución Mexicana, dijo Cosío, nunca tuvo un programa claro" pero, en la práctica, acometió 3 grandes tareas: ensanchar el espacio de la libertad política, modificar la injusta tenencia de la tierra (acabar con el México de las "cien familias") y dar protección al obrero. Del propio ensayo se desprenden 2 más: hacer que la educación formal llegara a las clases populares y dar contenido al nacionalismo. La Revolución nunca pudo cumplir plenamente esas cinco metas, pero al menos lo intentó. Hoy, el programa del panismo en el poder ha sido, si cabe, menos claro que el de la Revolución y sus logros aún más pobres.

Lorenzo Meyer
(v.periódico Mural en línea del 16 de julio de 2009).


El agua ya se acabó. El petróleo también se acabará sin que hayamos obtenido otro beneficio que la dudosa ventaja de no aprender a crear riqueza por otros medios. De la misma manera, se secarán, final e irremediablemente, las finanzas públicas y no habrá dinero para asegurar siquiera el pago de las pensiones de los trabajadores. En cuanto a la ecología, nos falta todavía constatar la desaparición total de los bosques y las selvas tropicales de este país. Siempre se puede estar peor.
Es verdaderamente asombrosa la vocación suicida de México: ahora mismo, al borde del precipicio económico, no hay plan alguno de salvación nacional. Es más, los priistas ganadores están comenzando ya a cocinar un proyecto para restarle todavía más atribuciones al presidente de la república. Ese futuro presidencialismo superlativamente acotado no sería, en sí mismo, un problema si toda la clase política estuviera a la altura de los retos que afronta la nación. Pero aquí nuestros politicastros viven al día, preocupados exclusivamente por las premuras que les impone su agenda partidista y sin visión alguna del futuro. Han construido así un país enredoso que no funciona, que no avanza y que no crece. Veamos, para mayores señas, la historia de la refinería -the one and only- que se va a construir en Hidalgo: se han cumplido los plazos y no está muy claro, a estas alturas, el tema de los terrenos. Se supone, sin embargo, que es un asunto de interés nacional y, al igual que el malogrado aeropuerto de Fox, el proyecto del sexenio. Pues bien, todos los esfuerzos de una Administración se topan, de pronto, contra una infranqueable barrera de trámites, usos y costumbres, impedimentos, ataduras y obstáculos que nadie puede realmente vencer. Y a ninguno de esos prohombres que ocupan los sillones del Congreso le viene a la cabeza actuar, con un absoluto sentido de urgencia, para cambiar las cosas. Ya no hay tiempo, señoras y señores, los términos se han vencido y la realidad ya nos ha alcanzado. Ya no hay agua.
No hay dinero. No hay crecimiento. No hay empleos. No hay bienestar. No hay seguridad. En una situación tan dramática como la que atravesamos actualmente, se impone una pregunta: ¿cuánto más necesita derrumbarse el país para que se tomen, por fin, decisiones y medidas de verdad?
Por cierto, a México le hacen falta cinco refinerías. Una no basta.

Román Revueltas Retes
(v.pág.4 del periódico Público del 26 de julio de 2009).


Hay países que pueden afrontar más eficazmente las adversidades. El nuestro, desafortunadamente, no es uno de ellos: hemos prestado oídos sordos, durante años enteros, a las advertencias de quienes avisaban, ahí sí, del fatal agotamiento de un sistema incompatible con la modernidad. Pero, nunca pareció preocuparnos la visión de un país en quiebra o, por lo menos, nunca pensamos que una perniciosa mezcla de paternalismo, corrupción, estatismo, corporativismo, ineficiencia, dejadez y demagogia pudiera llevarnos al despeñadero. Y, por lo que parece, seguimos con los ojos cerrados.
Un país expoliado descubre, de pronto, que el tiempo se le ha acabado y que los problemas se le vienen encima sin misericordia alguna. Los responsables políticos, puestos súbitamente entre la espada y la pared, no tienen más remedio que tomar decisiones lógicas.

Román Revueltas Retes
(v.pág.4 del periódico Público del 16 de agosto de 2009).


Quién sabe si haya que alarmarse más cuando se empieza a hablar de la crisis económica usando términos más alarmantes, como «shock», que según el secretario Carstens es lo que México está enfrentando. Quién sabe, porque cualesquiera que sean los modos que los funcionarios tengan de referirse al estado de las cosas («catarrito» o «shock»), éste siempre es malo y tiende siempre a ser pésimo, y el empeoramiento cotidiano del paciente es indiferente a las declaraciones y a las ocurrencias de los ineptos enfermeros en turno. Además, la noción de crisis es consustancial a cualquier idea de lo mexicano: una suerte de fatalidad, una forma de vida ineludible que nos impide enterarnos cuando tiene lugar una crisis de verdad: pasamos de un recrudecimiento al siguiente, y, puestos a hacer memoria, por más que el lugar común diga que los tiempos pasados siempre fueron más venturosos, tenemos sumamente difícil localizar los días en que hemos estado mejor o peor.

José Israel Carranza
(v.pág.5 de la sección "gente!" del periódico Mural del 20 de agosto de 2009).


México necesita un cambio. Es una frase común en nuestros días, desde el presidente hasta el más sencillo ciudadano expresa la necesidad de hacer frente al deterioro que parece no detenerse. Hemos llegado a un punto en el que casi todos estamos de acuerdo en el diagnóstico de la situación, pero las diferencias estriban en las medidas concretas.
El recorte al gasto público y el aumento de impuestos son medidas importantes por su repercusión; sin embargo, las distorsiones estructurales se mantienen intocadas y por ende seguirán siendo el problema mayor. Las más importantes de estas distorsiones están a la vista y parece que nadie quiere enfrentarse a resolverlas de una vez por todas:

Las medidas que se discutirán en el congreso en los próximos días afectarán a todos los mexicanos, y muchos nos preguntamos si hacer frente a estas distorsiones no será el camino más responsable para construir el cambio de rumbo que México reclama.
La discusión de estos meses debe ser aprovechada para introducir en la agenda asuntos realmente estructurales y no solamente reaccionar a lo contingente. Es hora de hacer valer los liderazgos para llegar a acuerdos para cambiar. El futuro nos alcanzó.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 9 de septiembre de 2009).


A mí no me asustan los aumentos que vienen, los nuevos impuestos, lo que está pasando en Iztapalapa, en Valle Dorado o lo que acaba de suceder en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
¿Cuándo han bajado los precios? ¿Cuándo nos han quitado impuestos? ¿Cuándo no ha habido un líder como Juanito? ¿Cuándo no se ha inundado alguna parte del país? ¿Cuándo no han pasado cosas raras en el aeropuerto del Distrito Federal? ¡Cuándo!
¡De qué sirve cumplir con las reglas, estudiar y trabajar si al final de la jornada los que triunfan son los más corruptos, los más ignorantes y los más flojos!
Las Juanitas de San Lázaro van a cobrar lo que la mayoría de los mexicanos jamás cobrarán en su vida. ¿Y cuál es su mérito? ¿Someterse ante el hombre adecuado?
No y ni nos metamos con temas como el de los nuevos impuestos porque va a pasar lo mismo.
¿Para qué pagar si se vive mejor en la informalidad? ¿Para qué comprar lo legal si conviene más lo pirata? ¡Qué caso tiene cumplir si cuando nos toque la inundación o la sequía nos van a dejar solos!

Alvaro Cueva
(v.pág.13 del periódico Público del 13 de septiembre de 2009).


En las 2 últimas semanas, 4 ataques de organizaciones clandestinas fueron perpetrados en la ciudad de México. Tres bombas hicieron explosión, con daños limitados, en una sucursal de BBVA Bancomer en el sur de la capital, en una distribuidora Renault en el oriente, y en una boutique en una exclusiva avenida en el poniente. Una más no estalló, en una sucursal de Banamex, por lo cual el hecho no fue de conocimiento de la opinión pública.
El país se está calentando en paralelo a la agudización de las contradicciones por la crisis económica y las altamente cuestionadas y repudiadas recetas gubernamentales. Sin quererlo, en el gobierno federal están ayudando a las guerrillas a madurar el alzamiento con la exacerbación social. En su favor cuentan con algún tiempo, pues aún no deciden la fecha para el levantamiento. Los bombazos de septiembre no fueron la enfermedad; son los primeros síntomas.

Raymundo Riva Palacio
(v.periódico El Golfo del 16 de septiembre de 2009).


México parece un país que ha perdido el paso, y camina lentamente. Su imagen externa es reflejo puntual de la interna: un país sacudido por la violencia, desprestigiado por la corrupción y fracasado en su lucha contra la pobreza. Luego de un siglo XX de poderosa identidad en el espacio latinoamericano, parece haber llegado al mismo tiempo a la democracia y al desconcierto.
Un país detenido, de instituciones débiles para procesar sus retos, desdibujado en su identidad internacional, al que la consecución de uno de los mayores bienes públicos de su historia, la vida democrática, se le ha vuelto incertidumbre, indefinición, falta de rumbo.
México apareció en nuestras exposiciones como un gigante dormido, amarrado por sí mismo, que se agita sin poderse mover. Su democracia lo ha hechizado con los polvos de la indecisión y poco han hecho sus líderes aparte de perder el piso común.
México ha pasado del nacionalismo revolucionario al nacionalismo futbolero, del autoritarismo irresponsable a la democracia improductiva, de la hegemonía de un partido a la fragmentación partidaria, del estatismo deficitario al neoliberalismo oligárquico, de los poderes no escritos del gobierno al imperio de los poderes fácticos, de la corrupción de antes a la corrupción de ahora.

Héctor Aguilar Camín
(v.pág.4 del periódico Público del 18 de septiembre de 2009).


La Conferencia del Episcopado Mexicano consideró que el país vive una catástrofe que debe ser interpretada como un grito a la solidaridad, como ocurrió por los sismos de 1985, a compartir, a renunciar a lujos para vivir o sobrevivir.
El texto escrito por el presbítero Mateo Calvillo Paz, de la Arquidiócesis de Morelia, Michoacán, aseveró que "en la crisis de presupuesto nadie quiere que lo toquen en sus intereses económicos".
Advirtió que "estamos en un mundo de egoísmo feroz", y que el ser humano "se ha encapsulado en su microcosmos, como en una burbuja compacta y no ve más que sus intereses materialistas, hedonistas, convenencieros".
En este caso, expuso, se encuentran los legisladores que no están dispuestos a suprimir a plurinominales; los partidos que no aceptan recortar su financiamiento; los funcionarios, sobre todo los grandes, que no quieren sacrificar sus sueldos y prestaciones.
En tanto, los empresarios pelean primero sus ganancias y los simples ciudadanos cuidan su bolsillo, abundó.
Sin embargo, agregó, la crisis es real, no hay dinero suficiente para los gastos de la gestión pública y esta situación "pide el sacrificio de todos, pero nadie quiere sacrificar nada de lo suyo".

(V.Notimex del 24 de septiembre de 2009).


Si bien desde el gobierno federal se ha hecho un llamado a reducir el gasto corriente en todos los órdenes de gobierno y hay propuestas para fusionar secretarías y recortar personal, también se contempla como una opción para que el estado disponga de recursos que pueda destinar al gasto social y a infraestructura, la creación e incremento de impuestos.
Expertos en la materia, quienes incluso se han desempeñado en diversos cargos burocráticos, sostienen que gravar más a la sociedad es sólo una salida fácil, cuando es evidente -hay datos precisos al respecto- que las nóminas han crecido exponencialmente tanto en número como en nivel salarial en los últimos años.
Y es claro también el pésimo manejo financiero, por ejemplo, de ayuntamientos que ahora están en quiebra y no supieron o no quisieron (la corrupción es un factor que incide) aplicar con inteligencia los excedentes petroleros.
La situación de crisis económica severa que enfrentamos en México reclama medidas integrales y creativas que no impliquen cargar todavía más el peso del sostenimiento del estado a los contribuyentes.
A la reducción en los gastos por concepto de viáticos, teléfonos celulares, papelería, vehículos, combustible, alimentos y de representación, se deben sumar, necesariamente, el recorte de personal que ya de por sí traería ahorros en materia de sueldos y prestaciones y, por supuesto, una baja considerable en los niveles salariales de una burocracia ineficiente y que, en consecuencia y por si fuera poco, genera costos adicionales a la sociedad en general.
La defensa de los derechos laborales es importante, fundamental en un estado democrático como pretende ser el mexicano; sin embargo, las dirigencias sindicales han incurrido en abusos y excesos que lejos de propiciar el avance del país lo mantienen anclado.

Editorial
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 28 de septiembre de 2009).


-Le hablamos de parte de la Federación.
-Perdón... ¿de dónde?
-Del gobierno federal... es para invitarla a participar en la comunidad para la celebración del Bicentenario de la Independencia, y se le enviará, sin costo alguno, el programa completo de los festejos que se llevarán a cabo... sólo tiene que darme su aprobación.
-Señorita, ¿de verdad usted considera que en la situación que viven hoy los mexicanos estamos para celebrar la Independencia con festejos, cuando más de 60% de los mexicanos padecen pobreza, las clases medias se extinguen y cada vez más personas están sin empleo?
-Somos un "call center" contratado por la Federación para invitarla a los festejos.
-Perdone, le debo una disculpa, pero dígame qué podemos celebrar cuando la misma Federación que hoy invita a "festejar", pone una carga más pesada a toda la población, ya de por si empobrecida, alegando que es para ayudar a los pobres, pero lo que se logrará es dejarlos igual de pobres sólo que de largo plazo, darles asistencia en lugar de trabajo; cuando esa misma Federación quiere deprimir el consumo y no hace nada para potenciar el desarrollo, para generar empleo, para crear fuentes de trabajo, para ofrecer posibilidades a proyectos productivos. ¿Usted cree, señorita, que los mexicanos tenemos algo qué festejar?
-No señora; yo pienso igual que usted, mi papá ya casi no tiene clientes en su taller, mi hermano fue corrido y a mi esposo le bajaron los días de trabajo, éste es el único trabajo que encontré, y me da tanta vergüenza hablar a las casas, decirles algo en lo que no creo... ¿invitarlos? cuando a todos se les escucha un desánimo que cala... ¿invitarlos... a qué?
Al colgar el audífono, un anuncio de la Federación en la radio: ¡Viva la celebración del Bicentenario! Luego, la voz del comentarista dio las noticias para la población: "En el mes de julio la economía mexicana decreció 6.9%, y seguirá bajando..."

Lourdes Bueno, investigadora de la Universidad de Guadalajara
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 29 de septiembre de 2009).


El destino de México no es auspicioso por la falta de acuerdos y de civilidad básica. No son los políticos nada más o los delincuentes, los responsables de que el futuro se vea entre negro y gris, es el empresariado, la iglesia, los ciudadanos mismos, esos que en una gran mayoría incumplen con las normas mínimas de convivencia, pretenden, o pretendemos, que las reformas, los impuestos, la rendición de cuentas se dé en los bueyes de mi vecino.
Claro que hay un factor de suerte en la vida de los individuos y de las naciones, pero la suerte se reparte entre las 6 y las 7 de la mañana cuando uno se despierta a dar "la milla extra", el esfuerzo por aprender el segundo idioma, por acabar la carrera, por platicar con los niños antes de que se vayan a la escuela, por llegar al puesto del mercado o de trabajo antes que el del puesto vecino para tener un poco de ventaja comparativa en un entorno difícil en el que algunos optamos por competir en buena lid y no por aplicar el principio de que no importa a qué horas llegas a la repartición si te sabes colar, si transas para avanzar, si abusas de tu poder.
El cuarto bimestre del año se ve, como dicen los muchachos, "del nabo"; en 2008 la economía ya se había desplomado por lo que, si como se espera, este cierre de 2009 es peor que el del pasado significa que ya literalmente está lloviendo sobre mojado.
El INEGI anunció que hay 2.7 millones de personas sin trabajo y contando. Nada peor para la moral de un individuo que perder el empleo y vivir con la incertidumbre de si podrá conseguir otro o no.
El presidente Felipe Calderón ofreció que sería el "presidente del empleo"; 3 años después es el "presidente de la adversidad".

Rossana Fuentes Berain
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 3 de octubre de 2009).


México, al arribo de su segundo centenario, es un país extremadamente desigual: unos pocos figuran entre los más ricos del mundo y millones, entre los más pobres. De poco ha servido la vecindad con el país más poderoso y las cuantiosas remesas de los migrantes; tampoco la riqueza petrolera; la realidad es dramática por la proporción de los muy pobres.

Federico Berrueto
(v.pág.4 del periódico Público del 4 de octubre de 2009).


Cuando supe que la tercermundista Río de Janeiro le ganó a las avanzadas Chicago, Tokio y Madrid la sede de los Juegos Olímpicos de 2016, me encerré a llorar en mi camioneta.
Lloré de impotencia por vivir en este país y no en Brasil, como algunos de mis más queridos amigos. Lloré de arrepentimiento por no haberme ido con ellos. Lloré porque ya no puedo más. Yo sí quiero progresar.

Alvaro Cueva
(v.pág.13 del periódico Público del 4 de octubre de 2009).


En un barrio de México, un niño regresa de la escuela a su casa, cansado y hambriento, y le pregunta a su mamá:
-Mamá, ¿qué hay de comer?
-Nada, mijo.
El niño mira hacia el loro que tienen y pregunta:
-Mamá, ¿por qué no nos comemos al loro con arroz?
-No hay arroz.
-¿Y loro al horno?
-No hay gas.
-¿Y loro en la parrilla eléctrica?
-No hay electricidad.
-¿Y loro frito?
-No hay aceite.
El loro contentísimo gritó: ¡VIVA CALDERON... CHINGAOOOOOOOOOO!

(Recibido por e-mail el 13 de octubre de 2009).


MEXICANO:
Hoy quiero decirte que estoy hasta la madre de escuchar tus mismas quejas y lloriqueos desde hace 200 años: que si los españoles nos conquistaron, que si los gringos nos invadieron, que si Porfirio Díaz fue un dictador y Salinas un ladrón.
Quiero decirte que estoy hasta la madre de tus inútiles manifestaciones donde no logras nada y sólo perjudicas a los demás, que estoy hasta la madre de que siempre quieras vivir del gobierno y que éste te mantenga, te baje precios, te dé luz, agua y tierra, todo lo quieres en la boca. ¡Ah! Pero eso sí, te encanta colgarte de la luz con tu "diablito" para no pagarla, te encanta robarte el cable de tu vecino, darle mordidas a los policías para no pagar la multa y te encanta evadir impuestos.
Estoy hasta la madre de tu frasesita "la tierra es de quien la trabaja". ¿Para qué? De todas formas acabas emigrando al otro lado donde la tierra no es de quien la trabaja. Allá la tierra le pertenece a quien tiene el capital para trabajarla, pero eso es algo que tú, en tu ignorancia, nunca vas a entender.
Gente como los judíos, los argentinos y los españoles vienen de afuera igual de jodidos que tú, pero se ponen a trabajar juntos, no pisándose unos a otros, vienen a hacer negocios, no a humillarse ellos mismos haciendo el trabajo sucio que tú no quisieras hacer.
Dices que los mexicanos somos chingones porque les hacemos el trabajo pesado a los gringos y que ellos son huevones, yo creo más bien que son demasiado listos.
¿Cuántos mexicanos han llegado a ser empresarios en Estados Unidos? ¿Por qué la gente de otros países tiene fama de comerciantes, de empresarios o hasta de usureros? ¿Y nosotros? Tenemos fama de carpinteros, plomeros, jardineros, personal de limpieza.
¿Te valoras tan poco que no crees ser capaz de tener un empleo de otro nivel? Los árabes y asiáticos llegan a ese país muchas veces igual que tú, sin hablar el idioma ni conocer a nadie y terminan, por lo menos, siendo dueños de sus propios negocios.
Estoy hasta la madre de que te sientas orgulloso de tu PEMEX, que sólo te ha empobrecido haciéndote creer que el petróleo es tuyo; si la gasolina la traen del extranjero. Estoy realmente cansado de ver como te haces la victima para todo y entre mas jodido estés, en vez de pelear para salir del hoyo, mas te haces la víctima, el ofendido.
Trabaja con entusiasmo, deja de hacer las cosas a medias, pero sobre todo ESTUDIA ¡LEE! No te quedes con el contenido digerido que te dan en la televisión, investiga.
Los chinos van para arriba como potencia no porque sean muchos, sino porque ESTUDIAN. 8 de cada 10 profesionistas son ingenieros que desarrollarán tecnología.
Los japoneses no tienen petróleo ni recursos naturales sólo cultivos de arroz, cerezas y mucho mar (menos que México), pero están años más avanzados que nosotros porque importan materias primas que transforman en teléfonos celulares, autos, computadoras, etc. Porque a pesar de estar geográficamente en medio de la nada, están sumamente preparados.
"Cada pueblo tiene el gobierno que se merece". Piénsalo pero no 2 veces, que no es tan difícil, gente chingona hace gobiernos chingones, no al revés.
Empieza a cambiar México hoy, apaga tu telenovela o el mediocre fútbol y lee un libro. ¿Te da hueva? Entonces no te quejes. Ayuda a quien tengas al lado en lugar de meterle el pie, fíjate primero en tus propios actos antes que en los de los demás.
Y ahora ya me voy volando, porque dicen que hay que dar el grito (¿qué en México no lo damos desesperados todos los días?).
Atentamente:
El Aguila de tu Bandera.

(Recibido por e-mail el 13 de octubre de 2009).


Nueva Lotería Mexicana

Nueva Lotería Mexicana.
Nueva Lotería Mexicana.
Nueva Lotería Mexicana.

(Recibida por e-mail el 16 de octubre de 2009).


Aquí tuvimos una muy sustanciosa cuota de colectivismo. La primera condición estaba dada: nos sojuzgaba un régimen de partido único, todopoderoso, omnipresente y vagamente omnisciente. El Estado, de tal manera, se metió a regentar hoteles, cines, líneas aéreas, fábricas, comercios y todo aquello que pudiera significar algún hipotético beneficio económico. Pero, resulta que ese "Estado" no era meramente una entelequia cargada de símbolos y significados sino que en sus entrañas medraban personas de carne y hueso, individuos con apetitos, codicias e intereses particularísimos que, justamente, estaban ahí porque sabían sacar, como nadie más, provechos del "sistema". Y así, en vez de enriquecerse la nación, prosperó colosalmente una casta gobernante asociada a una oligarquía económica en perfecta sintonía con el poder político. El edificio, además, se cimentó en un esquema de astuta manipulación de las clases populares: los líderes sindicales, tan peleones ahora, respondían con absoluta fidelidad a los mandamientos del gobierno. Pero, ni los obreros ni los campesinos ni los ciudadanos en general tuvimos, en aquel entonces, derechos reales.
Pues bien, nos han quedado muchas rémoras de esos tiempos: adviertan ustedes, para mayores señas, la existencia de los sindicatos "únicos". ¿No es el mismísimo concepto de "único" algo absolutamente escandaloso en estos tiempos de alternancia, de apertura democrática y de diversidad? Hemos heredado, también, mastodónticas empresas estatales cuya razón de ser no se puede siquiera debatir porque el más mínimo cuestionamiento significa un agravio a la nación mexicana; tenemos un sector público ineficiente, corrompido y costoso; nos extorsionan mafias de todo tipo -sindicales, laborales, comerciales y criminales- que, promovidas anteriormente por el poder político, se oponen tozudamente a la modernización de este país para no perder sus canonjías; y, finalmente, nos agobia un modelo económico de monopolios que desalienta el crecimiento y la creación de riqueza.
Lo peor, sin embargo, es nuestra condición de ciudadanos avasallados, incapaces de organizarnos para defendernos de los politicastros pero también para reclamar nuestros derechos de consumidores. Para desactivar nuestras exigencias de buenos servicios, nos agitan el espantajo de la "soberanía nacional". No puedo, sin embargo, imaginar a un individuo menos soberano que aquel que es extorsionado, por ejemplo, por un empleado de Luz y Fuerza; y, hacer una cola de media hora para ponerle gasolina al coche no es tampoco la más clamorosa expresión de soberanía individual. ¿O sí?

Román Revueltas Retes
(v.pág.4 del periódico Público del 18 de octubre de 2009).


El gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz Martínez, subrayó que el crecimiento promedio que ha tenido México desde la década de los 80 ha sido insuficiente para elevar la calidad de vida de la mayoría de la población.
Con 20 millones de personas viviendo en la pobreza extrema, México ha registrado un crecimiento -menor a 3%- desde principios de los años 80, "cifra claramente insuficiente para elevar la calidad de vida de la mayoría de la población", dijo Ortiz.
Además "la reciente crisis ha impactado al sector real de nuestro país en mayor medida que en la mayoría de las economías emergentes".
"Es evidente que el crecimiento económico no se obtiene por generación espontánea", expuso. "La experiencia de los países que han logrado tasas elevadas de crecimiento económico durante periodos largos muestra claramente que ese resultado ha tenido como respaldo políticas económicas bien diseñadas e implementadas con paciencia, perseverancia y pragmatismo", concluyó Ortiz.
Ortiz dijo que el banco central de México no planea modificar su meta de inflación anual de mediano plazo de 3%. "No hay ninguna intención de cambiar la meta".
Algunos economistas, incluyendo a Alfredo Coutiño, de Moody’s en Nueva York, aseguran que la economía de México tiene una estructura que no hace razonable la meta de 3%.
Las industrias en México suelen estar dominadas por una o dos compañías, y la falta de competencia da más margen a las empresas para subir precios. Además, algunos son impuestos por el gobierno, lo que no los hace reaccionar a las condiciones de mercado como la oferta y la demanda. "La falta de flexibilidad en el sistema de precios significa que la economía mexicana (...) tendría una tasa de inflación estructural de 4 ó 5%", dijo Coutiño.

(V.pág.10-A del periódico El Informador del 20 de octubre de 2009).


Ya no halla uno qué pensar. De por sí la situación está muy difícil para todos y, con esto... Mi abuelo, que en paz descanse, decía que a estas generaciones les faltan tanates para echarle balazos al gobierno, porque no van a entender de otra manera. Honestamente, yo también así lo pienso, pero no hay líderes que se avienten [...] Yo empecé a trabajar en el 74 a través del Seguro Social: yo ganaba más en el 74 que en el tiempo actual; como salario mínimo, me rendía más. Así de triste está el país.

Luis Ignacio López Hernández, vendedor
(v.pág.7 del periódico Público del 23 de octubre de 2009).


La crisis que afecta a México desde hace 5 lustros va más allá de la economía y la política, es una crisis de la inteligencia, la imaginación y los valores, que ha hecho que en la vida pública el común denominador sea la mediocridad y la pequeñez que han contaminado a todos los grupos y sectores.
La descomposición ha llegado a tal grado que existen signos de regresión y se avizora el paso de ser un país democrático y tolerante a una sociedad autoritaria, en que los derechos y las libertades se ven cada vez más acotados y atacados.
Todo resultado de un proceso de derechización, cuyo eje fundamental ha sido el impulso del desprestigio de lo público frente a lo privado, como una forma de eliminar la crítica y la oposición ante la permanente depredación de los bienes nacionales. El saldo es el derrumbe institucional, económico, político y social.
Y es que la derechización ha traído consigo un monumental atraso. Los tiempos de la gran construcción quedaron atrás, se acabaron con la fundación de la CNDH y el IFE y, en 1994, con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio.
Luego, nada. Se dejó de pensar en grande y, ahora, parece tarea de gigantes para los gobiernos liliputienses construir un aeropuerto, una presa o una refinería.

Néstor Ojeda
(v.pág.2 del periódico Público del 25 de octubre de 2009).


Aquí hay una brecha generacional que resultará insalvable si la clase política mexicana persiste en hacer oídos sordos a lo que las jóvenes generaciones nos están diciendo. México tiene 24 millones de personas con acceso a internet. Casi 80% son menores de 34 años y navegan aproximadamente 22 horas al mes.
Mientras que para un legislador semi-analfacibernético que gana 100,000 pesos mensuales es un simpático lujo para leer el periódico y mandar correos electrónicos, para millones de personas el ciberespacio es una plataforma educativa, un medio de comunicación efectivo, una red social sólida y viva y un espacio de libertad de expresión. Es su vínculo con la cultura y el mundo real.
Mientras Brasil decidió abaratar los servicios de internet para hacerlos masivos, adoptando la plataforma LINUX de software libre para bajar costos y lograr masificar el acceso de jóvenes de clase baja y media a internet, México regresa la pleistoceno. Brasil logró que 70 millones de personas, eminentemente estudiantes, tuvieran acceso al ciberespacio de forma gratuita, gracias al subsidio del Ministerio de Cultura. El gobierno mexicano pretende aumentar 3% de impuesto, lo que implicará hacerlo menos accesible. Sería bueno que las y los legisladores se den una vuelta por la vida real de vez en cuando.
Millones de niños y niñas logran hacer sus tareas y tener acceso a libros que a sus familias les resulta imposible pagar, gracias a internet. Ocho adolescentes de la Sierra de Oaxaca juntan 20 pesos para entrar a un cibercafé e imprimir un ensayo que les permitirá entender las teorías de Carl Sagan y conocer la ciencia. Miles de jóvenes de México entrarán en el transcurso de 24 horas a un sitio para salvar la vida a dos adolescentes, una que moriría dilapidada en Bangladesh y otra que fue encarcelada en Quintana Roo. Sus acciones rápidas son efectivas. Millones de niños y mujeres logran hablar por Skype con familiares que se fueron a buscar trabajo a Estados Unidos, sin pagar los altísimos costos de larga distancia de Telmex. Ante los monopolios televisivos en México, las nuevas generaciones encontraron espacios de ciberlibertad en Youtube, por ello somos el tercer país del mundo que más utiliza ese medio tanto para aprender como para denunciar injusticias. Gracias al acceso a internet, las enciclopedias ya no son sólo para los ricos de este país. Por internet una niña de Sonora conoce a otra de la primaria de Tizimín en Yucatán y hacen una tarea compartida sobre las culturas Maya y Yaqui. La realidad económica las separa, pero el ciberespacio las une.
Hace más de 100 años los países que entendieron que estaban en un nuevo umbral tecnológico, interconectaron su territorio con un buen sistema ferroviario. Las naciones que no lo hicieron retrasaron su progreso por décadas. Hoy estamos frente a una coyuntura similar, las vías no son tangibles y metálicas como las del porfiriato, pero están allí y la juventud mexicana nos está señalando el camino. Encarecer o restringir el ciberespacio no es sólo injusto, sino implica un rezago civilizatorio imperdonable.

Lydia Cacho
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 26 de octubre de 2009).


Se dice que cuando los bárbaros atacaron Constantinopla la ciudad no se pudo defender porque sus habitantes estaban ocupados discutiendo acerca de cuántos ángeles caben en la cabeza de un alfiler. Igual nosotros: una terrible amenaza se cierne sobre nuestras cabezas, y nos entretenemos con naderías. ¿Cuál es esa amenaza? El agotamiento de los mantos de petróleo, recurso no renovable del cual dependemos para nuestra sobrevivencia. Hemos cometido el grave error de poner todos los huevos en una sola canasta. Las remesas económicas que envían nuestros paisanos están sujetas a los avatares de la política migratoria del poderoso vecino. Los recursos que obtenemos del turismo están igualmente sujetos a circunstancias azarosas, según lo vimos con la influenza. Para mantener la nariz fuera del agua necesitamos pues, desesperadamente, los ingresos que derivan del petróleo. Aunque también sujeto a los vaivenes del mercado internacional, ese recurso ha sido siempre salvador. Mas si se agota, entonces ¿qué vamos a hacer? No puedo por ahora responder a esa pregunta. Estoy poseído por el pánico...

Armando Fuentes Aguirre "Catón"
(v.periódico El Siglo de Durango del 29 de octubre de 2008).


En México falta legitimar y capacidad de dirección política donde debería haberla: en el gobierno; falta compromiso y solidaridad en quienes deberían asumirlas: en las fuerzas sociales y económicas; falta humildad, fuerza y visión de futuro en aquellos que deberían proponer los correctivos del caótico rumbo nacional: las fuerzas políticas y los partidos.

Lejos estamos de ser un país de reglas jurídicas y políticas, cuyos objetivos estén claramente definidos y orientados a conseguir una sociedad que mayoritariamente viva más plena y segura, en condiciones mínimas de dignidad y bienestar. Un país con 50 millones de pobres y más por venir, no puede serlo. Es, además, una monstruosidad que haya quienes se aferren a la idea de que se debe mantener este estado de cosas.

Lo nuestro es la pequeñez y la mezquindad, el desmadre y la superficialidad. El acuerdo final del presupuesto de ingresos es inmediatista y conservador: se ratifica sustancialmente la vigencia de la política económica que nos ha llevado a la situación de desequilibrio social. Apenas, insignificantemente, se apoya a los ciudadanos de más bajos ingresos. Se exenta del ISR a los que ganan menos de 10,300 pesos, pero el aumento del IVA a un 16% en la vida real volverá imperceptible la exención. En consecuencia, se repite que las clases medias (pymes, empleados y profesionistas, principalmente) sean las que lleven la peor parte, y se cubre el expediente obligatorio ante la amenaza de las grandes empresas de incurrir en quiebra o de que se retiren sus socios extranjeros. Se da marcha atrás con la consolidación de los adeudos, y como dijo un ex gobernador norteño que los sufrió, "el caso es que siempre encuentran el caminito". Pobre país.

Pobre país que salvó a los bancos de una deuda tan descomunal como inmoral, los entregó al capital extranjero y, sin que nadie los frene, hoy vampirizan criminalmente a los usuarios, y además se burlan del fisco mexicano.

Un país presidencialista como el nuestro empieza a dejar de serlo porque quien ocupa el cargo lo socava: ¿cuál fue la idea de Felipe Calderón de atacar a los empresarios? ¿Por qué y para qué sus bravuconadas si luego les va a cantar otra de sus palinodias, que cuando no lo son por sus dichos lo son por los de sus colegas de partido?

Jorge Medina Viedas
(v.pág.15 del periódico Público del 1o.de noviembre de 2009).


HISTORICA: Nuestro pueblo siempre ha estado dividido, enfrentado, fragmentado y en constantes rivalidades que nos han perjudicado, por ejemplo, en el siglo XIX, casi todo fue de constantes guerras entre nosotros y sufrimos invasiones del extranjero.

POLITICA: Derivado de lo anterior, hemos tenido diferentes normas rectoras y formas de gobierno, producto de imposiciones de quienes han detentado el poder, así, hemos transitado de monarquías a imperios, uno mexicano y otro europeo; de repúblicas centralistas y dictaduras a repúblicas federalistas, lo cual deja muy en claro que no hemos logrado consolidar una clase política en torno a un proyecto común.

ECONOMICA: Somos un pueblo desorganizado en lo político y en lo económico; no contamos con empresarios cuyos intereses sean los de México, cuando podemos hacer recursos que tenemos, al trabajo y al talento de los mexicanos, podemos vivir en muy buenas condiciones sin que tengan que emigrar nuestros hermanos al extranjero. Un pueblo pobre es presa fácil de las hegemonías.

RELIGIOSA: La religión debe ser un medio de perfección y de amor o amistad entre nosotros, no un pretexto para matarnos o dividirnos, entonces, las diferencias religiosas no deben existir ni impedir que avancemos en un proyecto común donde exista la tolerancia y la pluriversidad.

CULTURAL: Los mexicanos no tenemos conciencia colectiva ni identidad como mexicanos, sólo tenemos, y no todos, ciertos rasgos o elementos de un Estado, pero no hemos desarrollado procesos sociales de integración en todos los sentidos de nuestra raza mestiza y de las demás razas autóctonas y de todos los que aquí vivimos, a través de los cuales nos apoderamos de México, de nuestra historia, de nuestro país y tengamos un sentido de pertenencia.

Lo anterior lo demostramos con más de 12,000 encuestas aplicadas por alumnos de la Universidad de Guadalajara, cuyos resultados nos arrojaron que los mexicanos no conocemos la Constitución, por tanto, no la aplicamos y existe la conciencia colectiva de la necesidad de cambiarla.

JURIDICA: Los grandes pensadores y los paradigmas de cómo se debe realizar una Constitución, en México nunca han sido aplicados. Por ejemplo, Aristóteles, señaló que el derecho es una convención y que en la elaboración de una Constitución deben participar todas las clases sociales; Montesquieu, expresó que para elaborar el derecho se deben tomar en cuenta hasta las condiciones del clima; Lassalle, siguiendo a Aristóteles, nos muestra que si una Constitución no se realiza tomando en consideración los poderes de hecho, será una Constitución de papel; todo esto, también lo dijo, hace más de 150 años el gran Mariano Otero, que es necesario tener una clase dirigente y unirnos en torno a un proyecto común.

Así, es claro que en México no hemos tenido normas rectoras conforme a dichos paradigmas, por tanto, no hemos elaborado una Constitución. La ley o la norma rectora es la expresión de la voluntad del pueblo, que en el caso de México, nunca ha participado en la formación y en las reformas de nuestra Constitución.

SOCIAL: Los mexicanos no somos un pueblo unido, la buena fe no existe, sentimos que las normas jurídicas nos han sido impuestas y no siempre las acatamos. Sin embargo, somos seres muy inteligentes, que conformamos parte de la raza del planeta; por ello, necesitamos hermanarnos en torno a un proyecto de destino común.

José de Jesús Covarrubias Dueñas, magistrado del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 8 de noviembre de 2009).


Don Mauricio sembró en el pueblo de México un inmejorable tema para discutir: el "otro" combate al crimen organizado.

Sí, yo sé que suena asqueroso, que a otros países les ha ido muy mal con este asunto y que lo peor es que, una vez que los cuerpos paralelos de "limpieza" comienzan a trabajar, la bronca es detenerlos.

Pero millones de mexicanos están tan desesperados que, en el colmo de la impotencia, podrían preferir esto que las vías que actualmente tenemos para detener y castigar a secuestradores y narcotraficantes.

No es un tema de lógica o de justicia, es un tema de "ya no puedo más y si este alcalde me ofrece lo que la autoridad federal no es capaz de darme, le compro la idea".

Ahí están los debates en internet. Interesantísimos, furiosos, sintomáticos.

Mauricio Fernández le acaba de regalar a los partidos políticos uno de los más atractivos argumentos para subir escalones o, incluso, para ganar las elecciones de 2012.

Si al Partido Verde le funcionó jugar con la pena de muerte en este verano, ¿quién le dice a usted que los escuadrones de "limpieza" no le podrían funcionar a ellos o a otros partidos en su carrera hacia el próximo sexenio?

Ojo, no significa que se vayan a hacer. La pena de muerte a secuestradores, por ejemplo, ya se le olvidó hasta a quienes la propusieron, pero funciona como herramienta para alebrestar a la gente.

Por eso le digo que Mauricio Fernández tuvo éxito con sus declaraciones contra el crimen organizado. Le llegaron más al pueblo que las campañas del gobierno federal y eso duele, duele mucho.

Alvaro Cueva
(v.pág.13 del periódico Público del 9 de noviembre de 2009).


Carlos Slim expresó que el país dejó escapar 4 oportunidades claras de crecimiento económico. Si vemos los últimos 30 años, dijo, México ha tenido 4 oportunidades de salir del subdesarrollo; la primera fue al final de los 70 con el precio del petróleo y la deuda externa; otra en 1989 cuando se reabre el crédito externo a México y llega la inversión de manera intensa. La tercera fue el dinamismo de las economías mundiales después de 1995, y el aumento del precio del petróleo; por último, la actual, las políticas monetarias y fiscal, tasas bajas dependiendo de las alternativas, pero 3 de ellas ya se perdieron.

(V.periódico El Universal del 9 de noviembre de 2009).


Daniel Servitje, director general del Grupo Bimbo, consideró que viejos paradigmas en el país, como la dependencia de los ingresos petroleros, el alto gasto de los 3 niveles de gobierno y la falta de inquietud de los empresarios por exportar sus productos, propiciaron el rezago económico del país.

(V.pág.13-A del periódico El Informador del 9 de noviembre de 2009).


Bastaría colocar en la escenario de la trama nacional el "estado del arte" de la educación del país, analizar las políticas del estado mexicano en la materia, identificar a los actores que determinan las políticas del quehacer educativo y de la ciencia en México, y sumar a todo ello las necesidades planteadas ante la Cámara de Diputados por los diversos actores del sistema educativo en esta coyuntura, para darnos cuenta que la educación es uno de los más graves problemas del país.

Jorge Medina Viedas
(v.pág.15 del periódico Público del 15 de noviembre de 2009).


Los mexicanos están tristes. No creen en la política ni en los políticos y mucho menos en el modelo económico. La desesperanza se escucha en el transporte público, en las pláticas de café y puede leerse en los chats.

Analistas políticos y económicos realizaron un diagnóstico sobre el desánimo nacional. Sus opiniones parecen provenir de un consultorio médico: aseguran que nuestro país agoniza y que sus ciudadanos padecen un cuadro agudo de desencanto, de enojo, de apatía, de desconfianza y de desesperanza.

"(México) es ahora como un paciente que se desangra gota a gota", dice Ana María Magaloni, profesora e investigadora de la División de Estudios Jurídicos del Centro de Investigación y Docencia Económicas.

El remedio, coinciden los estudiosos, es uno solo: o cambia el modelo económico y se replantea el papel del estado o la situación terminará en un fondo de consecuencias inimaginables.

Pero ¿cómo llegamos a esta situación? La mayoría de los analistas considera que el estado y sus instituciones no han respondido a las necesidades y expectativas de la mayor parte de la población y el gobierno se ha centrado en satisfacer los requerimientos de una élite, a la cual también se le agotaron los privilegios, pues el sector empresarial también comienza a hacer sus reclamos.

El enojo se observa incluso en eventos masivos, como cuando el presidente Felipe Calderón Hinojosa asistió a la inauguración del estadio de futbol del equipo Santos, en Torreón, Coahuila. Ese día el mandatario escuchó una rechifla.

Gerardo Esquivel, profesor investigador del Centro de Estudios Económicos de El Colegio de México y doctor en economía por la Universidad de Harvard, dice que la salida de la crisis es aún distante y que los indicios de recuperación son frágiles.

Agrega que en este contexto se desaprovechó un capital social muy importante para el desarrollo del país como lo es la juventud, que se está sumiendo también en el desencanto.

En las familias mexicanas sucede que los padres pierden su empleo y los jóvenes no encuentran dónde colocarse.

Las consecuencias sociales de esos errores políticos son visibles en las estadísticas. La tasa de suicidios aumenta gradualmente desde 1990. En ese año, la tasa de personas que se quitaron la vida fue de 1.6 por cada 100,000 individuos. En 2006, último año con el que se cuenta registro, la tasa fue de 3.2. Según el Instituto Mexicano de la Juventud y el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, hace 30 años, quienes más se suicidaban eran adultos mayores, ahora la situación se revirtió. El 28.6% de los intentos se concrentra en la población de entre 15 y 19 años y 16.6% de los suicidios consumados son de jóvenes de entre 20 y 24 años.

El consumo de drogas también aumentó. La Secretaría de Salud reporta que en los últimos 9 años la drogadicción aumentó 50%.

En 2002 había 158,000 personas adictas en el país y ahora son 307,000.

Otro dato que habla de la violencia detonada por el incipiente nivel de vida, entre otros factores, es la delincuencia, la cual, año tras año, según la Secretaría de Seguridad Pública federal, se incrementa 2% e involucra a cada vez más jóvenes y mujeres.

Miguel Ulises Urusquieta Salgado, coordinador de proyectos de Alianza Cívica, comenta que en la población hay desconfianza y desesperanza generalizadas en contra de las instituciones públicas y del gobierno porque hay corrupción en todas partes y hay incapacidad de su parte para resolver los problemas que vive la población.

Ana María Magaloni, del CIDE, insiste: Este modelo ya está desgastado y cuando hay tanto desencanto es momento de un cambio, el cual debe venir desde la sociedad, no de los políticos... Esta crisis no puede ser infinita, es momento de un reajuste que esperemos que no tarde tanto porque esa apatía hacia lo público no es buena en términos de la construcción del país que queremos.

(V.periódico El Universal en línea del 18 de noviembre de 2009).


Siento que el país va para atrás, siento que estamos retrocediendo en todo, salvo en corrupción, que cada vez estamos más arriba en las encuestas.

Guadalupe Loaeza
(v.pág.10 del periódico Mural del 19 de noviembre de 2009).


Los mexicanos sobrellevamos una especie de gran depresión colectiva que se expresa en casi todos los ámbitos.

Hay fundamento, encima, para este desánimo. Se sustenta no sólo en las frustraciones diarias y las adversidades sino en la constatación, paralela, de que nadie está haciendo nada por detener la caída al precipicio. Cualquier comentarista de la radio puede recitarnos, por la mañana, la aterradora cifra de los muertos en la batalla contra el crimen organizado o el cotidiano rosario de calamidades económicas, pero lo peor es que las malas noticias se enmarcan, siempre, en la inevitable reseña de las rebatiñas que protagoniza una clase política completamente disociada de los ciudadanos.

Cada día que pasa somos más corruptos, más pobres, más ignorantes y más incivilizados. Y, al mismo tiempo, cada día que pasa es una jornada perdida en el camino hacia un cambio que le urge a la nación y del que nadie se quiere responsabilizar realmente. Somos, así, menos competitivos que ayer, menos atractivos para la inversión extranjera, menos soberanos (muy pronto, tendremos que importar petróleo crudo, por no hablar de las gasolinas y los petroquímicos), menos modernos y menos seguros.

Tampoco son escuchados nuestros clamores de gente común cuando expresamos, por ejemplo, que ya no estamos de acuerdo con que en la cámara baja se apoltronen medio millar de diputados, que no queremos que los partidos políticos reciban tanto dinero, ni que las campañas electorales sean tan largas, ni que se gasten los fondos públicos de manera tan irresponsable y estúpida, etc., etc.

¿Nos escuchan, ellos, los que tienen en sus manos el poder de cambiar las cosas? No. Luego entonces ¿qué podemos hacer?

Esta pregunta nos confronta, de manera automática, con la exigencia, dirigida a nosotros los ciudadanos de a pie, de que seamos quienes propiciemos el cambio a través de una mayor participación en los asuntos públicos, una mayor conciencia de nuestros derechos y, desde luego, una mayor responsabilidad personal. Muy bien, me parece un programa muy excitante. La primerísima dificultad, sin embargo, es que estos esfuerzos de individuo virtuoso significan una carga desmedida para una persona particular. No basta, por lo que parece, con llevar una vida de bien sino que se nos exige la condición privilegiada del héroe. Miren ustedes: conozco a ciudadanos absolutamente ejemplares: honrados, cumplidores, respetuosos y trabajadores. ¿Y? Pues, que estas bondades no les sirven para maldita cosa. Al contrario: se someten a las durezas de la burocracia y pierden días enteros en un trámite cuando bastaba con untar la mano del empleado extorsionador; o llega un "inspector" y les clausura arbitrariamente el changarro por no ceder al chantaje. Un sistema podrido no premia a los justos. ¿Dónde están, entonces, los que van a cambiar las cosas "desde la base"? ¿Acaso cada individuo debe tener el temple y la heroica tenacidad de un señor Gallo, ése que llevó, por cuenta propia, a los asesinos de su hija ante la justicia? ¿Todas las mexicanas deben poseer la férrea voluntad y la valentía de la señora Wallace? ¿No hay lugar para que el Estado nos brinde seguridad, justicia y educación a partir de nuestra simple circunstancia de personas comunes y corrientes? Dicho en otras palabras ¿no bastaba con votar para que nos rindieran cuentas y dieran resultados?

Sí, ya votamos. Pero nadie nos escucha. Es perfectamente natural, entonces, que estemos hartos y descontentos.

Román Revueltas Retes
(v.pág.4 del periódico Público del 22 de noviembre de 2009).


Se encuentran Felipe Calderón, Obama y la Reina de Inglaterra en el Infierno.

Obama le contaba a la Reina de Inglaterra que había un teléfono rojo en el infierno y que iba a hablar con el Diablo para pedirle autorización para usarlo. Rápidamente fue y le pidió al diablo permiso para hacer una llamada a los Estados Unidos para saber cómo se quedaba el país después de su partida.

El diablo le concedió la llamada y habló durante 2 minutos.

Al colgar, el diablo le dijo que de la llamada eran 3 millones de dólares; Obama le hizo un cheque y la pagó.

Al enterarse de esto, la Reina de Inglaterra quiso hacer lo mismo y llamó a Inglaterra durante 5 minutos y el diablo le pasó la cuenta de 10 millones de libras y también la pagó.

Felipe Calderón también sintió ganas de llamar a México para ver cómo había dejado el país y habló por 3 horas. Cuando colgó, el diablo le dijo que eran 1.48 pesos más 24 centavos (16%) de IVA y más 4 centavos (3%) de impuesto a las telecomunicaciones. Calderón se quedó atónito, pues había visto el costo de las llamadas de los demás y le preguntó por qué era tan barato llamar a México.

El Diablo le explicó: "Mira cabrón panista: con el desempleo, la guerra contra los narcos, los impuestos, el precio de los energéticos, el miserable salario mínimo, las reformas que aprobaste, tus nuevas políticas, la corrupción, el estado de la infraestructura, el costo de la vida, la suciedad... México se ha convertido en un verdadero infierno... y pues, de infierno a infierno, la llamada es local".

(Recibido por e-mail el 24 de noviembre de 2009).


"México está siendo rehén de sus cárteles. No me refiero a los cárteles de la droga. Los cárteles que están frenando a México son los conglomerados privados, sindicatos, grupos políticos, universidades, las empresas de medios de comunicación y asociaciones de profesionistas que limitan la competencia en sus respectivos sectores. México está repleto de cárteles con privilegios y poderes de veto que inhiben la capacidad de la nación para hacer los cambios que el país necesita para avanzar". Son las palabras de Moisés Naím del pasado lunes 23 en el Financial Times.

No hay que organizar seminarios y encuentros para saber qué nos falta para crecer: leyes a favor de los ciudadanos y los consumidores. Leyes que eliminen privilegios. Todos parecen estar de acuerdo en que éste es el problema central de México. ¿No ha afirmado cientos de veces López Obrador que las mafias tienen paralizado a México? ¿No han criticado muchos empresarios el lastre que representan las empresas del gobierno para la economía mexicana? Sin embargo, cada quien ve sólo el monopolio que le afecta o no le simpatiza ideológicamente. Al cártel propio o del aliado se le perdona o incluso ni se le ve como tal. Más de un universitario se ofenderá por estar en el mismo nivel que los grandes empresarios, pero en un sentido lo están.

No hemos terminado de entender cuál es la lógica de una economía basada en el peso político de sus actores. En ésta, el ingreso no depende de la productividad, sino fundamentalmente de la capacidad de maniobra política. Cuando se les da más dinero a las universidades no es porque presentaron un programa con beneficios sociales claros superiores a otros sectores, sino porque tuvieron capacidad para presionar a la Cámara de Diputados. Si cerca de un millón de burócratas federales sindicalizados a la FSTSE reciben en estos días un bono por 8,000 pesos no tiene que ver con su buen desempeño, sino porque se lo ganaron para toda la vida por su capacidad de movilización en algún momento en el pasado.

En México el talento no se suele usar para inventar un proceso o un producto, lo cual crea riqueza. El talento se suele ir a áreas donde la riqueza se distribuye: abogados para ganar amparos fiscales, analistas que explican cómo tener una ganancia financiera o cómo se distribuyen estas rentas. Muchos con espíritu empresarial se van a la vida pública para usar ahí sus talentos, no para hacer riqueza, sino para capturarla. La mayor parte de nuestros líderes de los sindicatos del sector público son talentosos empresarios, pero su talento se ha ido a arrancarle recursos al gobierno y a sus agremiados, no a construir riqueza. En el mercado de la distribución de rentas se encuentran las oportunidades. Además, en éste no se compite con los extranjeros quienes tienen sus propios inventos y productos, pero que nos dejan a nosotros el mercado de la extracción de rentas locales.

Sin una rectoría del estado fortalecida no se va a poder romper el mundo de los cárteles. Dado que nuestra burocracia y sus empresas son parte del problema, la rectoría no puede ya venir por la vía de un estado propietario, esto sería simplemente alimentar a uno de los principales cárteles, sino a través de un estado capaz de regular para priorizar los derechos de los consumidores y de los ciudadanos frente a los derechos de los grupos organizados, empresariales, sindicales o del tipo que sean.

Termino citando nuevamente a Naím: "...la historia ha mostrado que las cosas pueden cambiar rápidamente. México puede alcanzar la voluntad para romper con el yugo de los cárteles". Sí, basta romper el poder de estos cárteles que nos asfixian para que México crezca y lo haga de una forma más justa.

Carlos Elizondo Mayer-Serra
(v.periódico Mural en línea del 26 de noviembre de 2009).


Arturo González de Aragón, titular de la Auditoría Superior de la Federación, aseguró ayer que para combatir de verdad a la corrupción se necesitan educación y voluntad política.

"El gran problema que tiene el país empieza por la pésima educación, es un problema de origen que nadie se ha atrevido a resolver... si no se resuelve es porque no existe la voluntad política para atacar sus causas", dijo durante la presentación del libro "Corrupción y transparencia", de la investigadora Irma Sandoval.

El gran número de trámites estipulados en el servicio público, dijo, también genera oportunidades para la corrupción.

"Otro problema que nos ahoga es la burocracia, la tramitología y la alta discrecionalidad que existe en el servicio público, estos elementos son detonadores de alta corrupción.

"La Comisión Federal de Mejora Regulatoria señaló en 2000 que existían 1,126 trámites federales, y en 2005 existían 3,034 trámites federales".

"Los trámites han crecido 270%, vamos por el camino inverso por donde debemos de marchar para poder abatir la alta burocracia y la excesiva tramitología", explicó.

Aseguró que la "altísima" impunidad reinante también es factor determinante para la corrupción, y que la culpa la tienen todos los mexicanos al no reclamar los malos manejos de los funcionarios públicos.

A los cuestionamientos respecto de la postura de la ASF frente a funcionarios que han incurrido en corrupción y no han sido sancionados, González de Aragón respondió que no es facultad del organismo encarcelar a quienes incurren en irregularidades.

(V.pág.4 del periódico Mural del 26 de noviembre de 2009).


Para donde voltees, el malestar mexicano llega al límite. Se nos están acabando los culpables y la enfermedad persiste. Otros países entraron al siglo con buen paso. Nosotros no: detrás de los cambios, todo sigue igual. Andamos lentos y perdidos. Estancados. Y ahora hay hasta quien habla de estallido y revolución. ¿Será nuestra clase política, nuestra cultura, nuestra ubicación, nuestra historia?

Se hace tarde para replantear las cosas. Por eso da gusto que alguien ponga las cartas sobre la mesa, como una provocación, como una llamada a pensar y debatir. "Un futuro para México", de Héctor Aguilar Camín y Jorge G. Castañeda, no es sólo un artículo en Nexos, sino un intento por empezar una nueva conversación mexicana, en distintos foros, ciudades y medios. Sobre todo, una conversación basada en otro punto de partida. Casi un experimento.

Se trata de poner nuestros grandes supuestos sobre la mesa: ideas, preferencias, intereses, sentimientos, resistencias, fantasías, costumbres, fobias; y una vez teniéndolos enfrente, observarlos, darles la vuelta, platicarlos y decidir finalmente si los aceptamos como vigentes o los reconocemos como prejuicios que obstaculizan el futuro. Los autores invitan a revisar si somos presas de nuestra propia historia y lo que hemos heredado de ella.

Sobre la mesa hay que poner, por ejemplo, nuestro sentimiento antigringo (mientras que nuestro comercio, nuestros intereses y nuestra población están en Estados Unidos) y la pregunta de si queremos ser o no parte de Norteamérica. Hay que poner nuestra fobia a la competencia y la idea de que la inversión privada es un despojo. La resistencia a romper los monopolios. La imagen de que pagamos muchos impuestos y de que son suficientes para tener un país viable. Hay que preguntarnos si no es el momento de tener un Estado fuerte para resolver con equidad las necesidades de alimento, salud y educación mediante un IVA de a de veras. Poner en cuestión la idea de que el sistema educativo, otro monopolio, enseña lo que necesitamos para la vida y preguntarnos qué deben enseñar los maestros (y aprender ellos primero).

Hay que entrarle ahora. Si no conversamos sobre nuestros grandes prejuicios, 2012 sólo será otra vez un cambio de cara al frente de México. Perderemos otra oportunidad de llegar a un acuerdo sobre el futuro: ¿como cuál país queremos ser? Es hora de decidirlo, porque sí...

Luis Petersen Farah
(v.pág.14 del periódico Público del 29 de noviembre de 2009).


El ministro Genaro Góngora Pimentel, considerado como uno de los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que mayor poder y peso ha tenido en los últimos años, se despidió del alto tribunal con un llamado de alerta por "el alto riesgo social que corre nuestro país".

En medio de aplausos, de elogios a su trayectoria, acompañado de la cúpula del Poder Judicial de la Federación, Góngora Pimentel dijo que es urgente que el gobierno convoque a las instituciones académicas de más alto nivel del país para que participen en la reconstrucción de la vida nacional.

Góngora aclaró que no podía irse sin antes expresar su creciente preocupación "por la situación tan difícil por la que atraviesa nuestro país".

Es preocupante, dijo, saber sobre los altos índices de inseguridad en que vive la población, y la distancia que separa a la sociedad del gobierno.

"Creo que la paz duradera no se logra con confrontaciones o cobro de facturas políticas ni tampoco con falsos triunfalismos. Sino con voluntad sincera y de buena fe para construir consensos con los diversos sectores de la sociedad civil quienes históricamente han sido los más abandonados y los que más necesitan el apoyo del Gobierno y de los que más tienen".

En este escenario, dijo, México requiere con urgencia de un plan nacional, del cual carecemos, que responda verdaderamente a los intereses de las mayorías y rescatar el principio político de que la soberanía reside y seguirá residiendo en el pueblo.

Porque, precisó, el pueblo no puede seguir siendo preso de intereses políticos o de grupo, por ello, si queremos construir una paz duradera, es hora de supeditar el interés privado sobre el interés público.

Para la reconstrucción de la vida nacional, explicó, se necesita convocar a las instituciones del más alto nivel, porque su opinión debe escucharse para encausar lo que verdaderamente importa a todos los mexicanos.

(V.pág.5-A del periódico El Informador del 1o.de diciembre de 2009).


Desde hace tiempo, pero más en fechas recientes, circulan correos electrónicos en donde se exige a los mexicanos que no nos quejemos de las crisis económica y política que vivimos y, en resumidas cuentas (son correos larguísimos), que tenemos el gobierno que merecemos, y que si estamos así es por nuestra negligencia, porque dejamos todo para última hora, somos flojos y estamos de acuerdo con frases como "el que no transa no avanza", o bien "vivir fuera del presupuesto es vivir en el error".

Recuerdo el chiste aquél en el que durante la creación Dios dotó de todo a México, como el cuerno de la abundancia que parece por su geografía, y alguien le reclamó por qué tanto a este país: plata, petróleo, bosques, tierras cultivables, agua, playas, montañas y mucho más. La respuesta de Dios fue "no te preocupes, ahí pondré a los mexicanos".

No estoy de acuerdo, no creo que merezcamos las autoridades que tenemos, en primer lugar, porque los electores votamos, la mayoría, de buena fe y con la idea de elegir al menos peor. Muchos calculamos cuidadosamente quién parece más honesto, quién será capaz de cumplir promesas, de respetar acuerdos, de considerar realmente a la sociedad. No elegimos al peor de manera deliberada y sí al que nos da esperanzas mínimas de que las cosas pueden cambiar, para bien.

Estamos haciendo nuestra tarea: pagamos impuestos, trabajamos como descosidos (basta investigar los periodos vacacionales en España y Argentina, por citar a 2 naciones latinas y muy cercanas), estamos buscando siempre cómo mejorar nuestra situación económica particular, cada vez participamos más, aunque seamos ignorados, y tratamos, en la medida de lo posible y, en general, de cubrir las deficiencias de los servicios que por obligación y gracias a que cumplimos, "presta" el estado en materia educativa, de seguridad y de salud.

No somos responsables de la negligencia, ineficiencia, deshonestidad, timoratez (permítaseme la palabra), estulticia ni corrupción de la clase política mexicana.

Los mexicanos no somos flojos, ni transas por naturaleza. No, los mexicanos no somos eso. Hemos venido arrastrando con mitos y atavismos que nos ubican como una raza inferior, comparándonos siempre con los habitantes de otras naciones para obtener resultados desventajosos.

Sin embargo, a través del sistema educativo, de rumores, ahora de correos electrónicos perniciosos, malos chistes y bromas por el estilo, nos han hecho creer que eso somos y así somos. No, por favor. Urge cambiar la concepción que tenemos de nosotros mismos.

La verdad es que somos un pueblo maravilloso, solidario, humano, ingenioso, hábil, trabajador, inteligente, cada vez más consciente por nuestra propia iniciativa y nuestros propios medios. No merecemos el gobierno que tenemos, de ninguna manera.

Laura Castro Golarte
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 5 de diciembre de 2009).


Ante la crisis económica y de valores que actualmente vive México, nuestro Presidente declaró: "Se terminó la recesión económica en México". Sí, se terminó la crisis para quienes ganan más de 150,000 pesos mensuales, como algunos magistrados y funcionarios de gobierno: me lo dijo quien barre la calle frente a mi casa.

Adolfo Martínez López
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 9 de diciembre de 2009).


TNS Research International informó que el 70% de la población considera que "México va en la dirección equivocada" en materia económica, cuando en enero este porcentaje era de 53%.

La percepción de que México va en la dirección equivocada es más grande en los niveles socioeconómicos altos: A/B con 73%, seguido de los niveles bajos con 71%, y de los niveles medios C+ (66%) y C (67%), informó.

Sobre el empleo, 71% de las personas consideran que hay pocos o muy pocos puestos de trabajo disponibles.

(V.pág.15-A del periódico El Informador del 9 de diciembre de 2009).


México está atorado. A 12 años de que el PRI perdió la mayoría en la cámara, y a 9 de la alternancia, hay un desencanto con nuestra democracia.

Para enfrentar los muchos asuntos que arrastramos desde hace años, es indispensable un sistema más ágil y eficaz. ¿Cómo crecer? ¿Cómo liberar a los trabajadores de líderes corruptos sin dejarlos en la calle o la indefensión? ¿Cómo vivir las diferencias sin la estéril polarización?

Denise Maerker
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 16 de diciembre de 2009).


Para México, los temas importantes se han convertido en urgentes. Primero fue el reto de la inseguridad pública y el combate al narcotráfico que ocupó el primer plano en la primera mitad de este gobierno, cuyos resultados han sido pobres en comparación con la dimensión del problema. Enseguida apareció el desafío energético con la baja de producción de petróleo, la necesidad de incrementar las inversiones para la exploración y refinación, cuyo resultado fue una suerte de mínimo posible, al grado que aún no inician los trabajos de la construcción de la refinería, y los estragos en los ingresos provocaron el surgimiento del tercer punto de urgencia: la crisis de las finanzas públicas.

La frase de Agustín Carsterns en el Senado de la República: "El futuro nos alcanzó", describe la situación de permanente crisis que ha vivido la administración actual. Por si estas circunstancias internas no fueran poca cosa, estalló la crisis financiera internacional, surgió el brote de influenza y se tomaron decisiones que muchos especialistas consideran que agravaron la crisis e impactaron en la economía.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 16 de diciembre de 2009).


Al visitar Suiza, nuestro mandatario orgullosamente presenta a los secretarios de Seguridad Pública, Educación, Desarrollo Social y Economía. Llega el turno del presidente de Suiza, que comienza las presentaciones, el ministro de Economía, el ministro de Justicia, el ministro de Marina. Carcajeándose, nuestro mandatario dice: Disculpe presidente, pero ¿para qué tienen un ministro de Marina, si no delimitan con el mar?

El presidente de Suiza le contestó: Cuando su excelencia me presentó a sus secretarios de Seguridad, Educación, Desarrollo Social y Economía... ¡yo no me reí!


El hijo de unos vecinos acaba de terminar brillantemente la carrera de Actuaría. Tiene apenas 21 años y sus excelentes calificaciones lo eximieron de presentar el examen final. A un chico así, en Estados Unidos (de América), se lo pelearían las corporaciones para tenerlo en sus filas, inocularle los valores de la empresa y trasformarlo en un ejecutivo eficaz y exitoso. Pero ocurre que este chaval -luego de haber cursado el bachillerato en Brasil- terminó sus estudios en Estados Unidos (Mexicanos) y, señoras y señores, en estas tierras simplemente no encuentra trabajo. Es muy joven, le dicen, y no tiene experiencia, esa experiencia que parece ser un defecto cuando has cumplido 35 primaveras y entonces te dejan de contratar justamente por eso.

Los problemas de México son tan evidentes como la circunstancia, por ejemplo, de que un joven al que sus padres la han pagado una colegiatura de 15,000 pesos al mes sale de la universidad y consigue una chamba de 2,000 morlacos quincenales. Estamos hablando de personas privilegiadas de la clase media que pueden solventarle al retoño sus estudios en alguna escuela de relumbrón. Así las cosas, ¿qué le espera al egresado de los institutos públicos? Y, estos salarios de hambre, ¿son parte de algún plan maestro? ¿Tienen que ver con la improductividad de nuestro país? ¿Resultan de la descarnada voracidad de nuestros empresarios? ¿Se deben a la persistente inflexibilidad de un sistema que no propicia la creación de riqueza sino que significa, en lo que tiene de corrupto y enredoso, un auténtico obstáculo para la inversión económica?

Se dice que estamos ya saliendo de la crisis (aunque parezca, en realidad, que seguimos empantanados en el desempleo y la recesión). Pero lo que no va a cambiar, con crisis o sin ella, es un modelo basado, entre otras cosas, en el desmantelamiento universal del estado social. Vivimos, en ese sentido, en el peor de los mundos: México exhibe, en toda su dimensión, las perversas consecuencias de mantener un capitalismo salvaje y monopólico regido, a la vez, por un estado corporativista, clientelar, anticuado, dogmático y, por si fuera poco, incapaz de brindar certezas jurídicas.

El modelo liberal comienza a ser cuestionado luego de que a los grandes financieros del mundo les dejaran sueltas las riendas pero, más allá de los ajustes redistributivos que el estado pueda hacer para compensar las inequidades del mercado, aquí hemos instaurado una curiosa mezcla: no ha ocurrido, de manera paralela al capitalismo de los compadres auspiciado por el estado, una apertura generalizada de oportunidades para todos sino que el ciudadano emprendedor, en cuanto intenta abrir un negocio o establecer un mecanismo de ganancias justas y legales, se topa con una Administración estorbosa y extorsionadora. Al mismo tiempo, ese presunto estado social "emanado" de la Revolución Mexicana (con mayúsculas, desde luego) no ha asegurado siquiera un seguro de desempleo, por no hablar de prestaciones más generosas tales que una buena cobertura sanitaria o un sistema universal de pensiones. Es decir, ni una cosa ni la otra: ni libre mercado ni verdadera política social. Estamos hablando, seguramente, de una receta típicamente mexicana que no es ni la de Brasil ni la de Corea ni la de España pero de la cual podemos asumir, faltaría más, la más absoluta paternidad. Digo, ya han visto ustedes que nuestra clase política no tiene la menor intención de cambiar las cosas. Supongo, entonces, que el hijo de mis vecinos terminará por irse a otro país.

Román Revueltas Retes
(v.pág.4 del periódico Público del 20 de diciembre de 2009).


Podemos decir que la sociedad mexicana es una sociedad que tiene a la mayoría de la población en la pobreza, con graves deficiencias en su educación, con un grado de industrialización ligada a la exportación, con un sector agroalimentario muy ineficiente, que vive en una democracia incipiente. Guiada por una clase dirigente que concentra la riqueza y el poder de tal forma que mantiene uno de los mayores niveles de desigualdad social.

Nuestro México cuenta con casi el 20% de su población emigrada a los Estados Unidos, lo que supone también un grado de intercambio e integración en los grupos familiares con enormes repercusiones culturales.

Mantiene enormes distorsiones concentradoras del ingresos, que no permiten una mejor distribución de la riqueza; en lo político estamos debatiéndonos en la consolidación de nuestra democracia en medio de luchas intestinas de partidos, grupos e intereses muy concentrados, con una guerra contra la delincuencia que ha debilitado a las instituciones y la confianza ciudadana. En lo social, en medio de una enorme dispersión social de la mayoría de la población que carece de servicios de educación, salud y de vivienda digna, por lo que emigra del campo a las ciudades y luego al exterior.

Dadas estas condiciones, es claro el reto de dotar de orden al crecimiento, de fortalecer a las instituciones públicas y dirigir este crecimiento para crear una base social mucho más sólida, es decir para abatir la pobreza y crear un clase media saludable y educada. Éstos debieran ser los propósitos de año nuevo para todos los que toman decisiones en México. Crecer en orden todos para beneficiar primero a los más pobres, parece obvio, pero supone romper con status quo en donde los que impera es el desorden que favorece los privilegios, estimula la desigualdad y produce la debilidad de las instituciones.

Quien quiera poder político debe decir claramente cómo hará para crecer en orden a México, y cómo producirá un sistema que distribuya mejor la riqueza, lo demás es demagogia.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 30 de diciembre de 2009).


¿Qué pediré? ¿Que no me secuestren? ¿Que no me toque una bala perdida? ¿Que no roben mi coche? ¿Que no vayan a asaltar la casa? ¿Que no despidan a Enrique de su trabajo? ¿Que nunca recibamos llamadas amenazantes diciéndonos que han secuestrado a alguien de la familia? ¿Que no me amaguen con pistola en mano en un cajero automático? ¿Que no clonen mi tarjeta de crédito? ¿Que a nadie se le ocurra extraer un cheque de mi chequera? ¿Que no me atropelle un coche que se pase el alto? ¿Que no me enferme de influenza? ¿Que no haya un estallido social?

Guadalupe Loaeza
(v.pág.7 del periódico Mural del 31 de diciembre de 2009).


No es frecuente que se conjuguen, en un mismo año, una crisis económica, una epidemia de influenza y una sequía. Y todo esto en un sangriento entorno de violencia e inseguridad. Tal fue, sin embargo, el signo de 2009. Y no nos hemos recuperado, por más que las alegres cifras de la macroeconomía anuncien tentadores espejismos.

El pesimismo es ya un rasgo nacional, luego de tantas promesas incumplidas y tantas expectativas malogradas: la gente no tenía demasiados ánimos de celebrar las Navidades y ahora, a punto de acometer la cuesta de enero, se encontrará en el peor de los mundos: sin dinero y sin posibilidades de ganarlo.

Hay países que no lograrán transitar hacia la modernidad -ese universo de bienestar, reglas claras y certezas- y el nuestro parece ser uno de ellos. Hemos escuchado hasta la saciedad que México está obligado a emprender varias reformas de fondo para trasformarse y crecer económicamente. Pero, así como son de insistentes las voces que nos llaman para cambiar, así somos de reacios a los cambios. Y pensar, señoras y señores, que alguna gente cree todavía que Barack Obama, luego de conseguir el colosal logro de implementar una reforma sanitaria, es más un tipo de dichos y promesas que de hechos y logros. Pues ¿qué podemos pensar, entonces, de la aplastante inmovilidad de una clase política mexicana que no se pone de acuerdo ni para conformar una Policía Nacional?

Podríamos hablar también de las mafias sindicales, el aberrante sistema de justicia, la tramitología, etc., etc. En estos momentos cuando, por el mero hecho de que ha cambiado el calendario y de que afrontamos el comienzo de un nuevo año, nos preguntamos si todo va a seguir igual.

Pues bien, es muy probable que sí, que, en efecto, los politicastros de la Cámara Bajísima y sus pares en la otra, la Cámara Menos Baja, se sigan dedicando a arañarse y sacarse los ojos en vez de enfrentar, como un cuerpo solidario y bien conciente de las necesidades supremas de la nación, las consecuencias de hacer su trabajo de verdad.

Eso sí, tal vez no habrá sequía en 2010; y el retorno de la influenza no significará la parálisis absoluta del país; y, como dicen, probablemente estamos saliendo de la crisis. Dicho en otras palabras, 2010 no puede ser tan malo como 2009.

Román Revueltas Retes
(v.pág.2 del periódico Público del 3 de enero de 2010).


Estoy verdaderamente asqueado por todo lo que usted y yo vimos en los últimos 10 años.

Para empezar, el final de la esperanza. Hace 2 lustros, todo parecía ser maravilloso para los mexicanos.

No había nadie que no soñara con un futuro mejor, que no pensara que si el PRI se iba de Los Pinos el país se iba a convertir en una próspera nación de primer mundo.

Todos los mexicanos, pobres y ricos, norteños y sureños, hombres y mujeres, amábamos a Vicente Fox. Se nos hacía directo, valiente, simpático.

Era un personajazo. Entre vaquero y superhéroe. Cuando ganó las elecciones hubo fiesta, fiesta de verdad.

Los problemas vinieron después, cuando don Vicente se hizo más famoso por sus frases ingeniosas que por sus acciones, cuando comprobamos que él no era una buena opción.

Como era lógico, nos fuimos a buscar otro discurso, otro personaje que, de preferencia, no fuera del PRI.

¿Y con qué nos encontramos? Con el primer mártir del siglo XXI, con el sobreviviente del desafuero, con Andrés Manuel López Obrador.

Ahí nos fue peor porque esos sueños ni siquiera se alcanzaron a materializar. Algo raro pasó, una suerte de elecciones sospechosas, de mano negra, de complot.

El PRD no llegó a la Presidencia de la República como para demostrarnos si después de las frustraciones que nos dejaron el PAN y el PRI existía una tercera alternativa en nuestra búsqueda de soluciones, y eso terminó de hundir nuestras ilusiones de cambio.

En los últimos 10 años los mexicanos pasamos de la esperanza a la depresión, de la alegría a la tristeza, de las ganas de salir a votar al abstencionismo, al voto en blanco.

Lo tuvimos todo y lo perdimos comenzando por las nociones de educación, cultura, deporte, salud, estabilidad económica y seguridad.

No necesito recordarle que año con año vamos para abajo en los conteos de países educados, competitivos, sanos y dignos de ser tomados en cuenta para las inversiones globales.

Cada vez ganamos menos medallas, cada vez obtenemos menos sedes, cada vez llegamos menos a las nominaciones, cada vez vendemos menos.

Ah, pero eso sí, cada vez nos roban más, cada vez nos secuestran más, cada vez nos asesinan más, cada vez engordamos más, cada vez se nos olvidan más las cosas y cada vez permitimos más irregularidades.

Desde gente que hace con las leyes lo que se le da la gana, hasta la proliferación de personajes como Juanito, pasando por escenas de Felipe Calderón cantando "El rey", de Marcelo Ebrard haciendo galletitas en la tele y de Enrique Peña Nieto posando con Angélica Rivera.

¡Qué década tan espantosa la de los años 2000! Le perdimos la fe a todas la instituciones que pudimos. ¿O qué, usted, el día de hoy, cree en la figura del Presidente de la República como creía en el año 2000?

¿Usted cree en los diputados y en los senadores? ¿Usted cree en los gobernadores y en los alcaldes? ¿Usted cree en los líderes sindicales? ¿En el Ejército? ¿En los partidos? ¿Usted cree en la Iglesia Católica?

¡El colmo! Del año 2000 a la fecha nuestros gobernantes han dicho tantas barbaridades que han tenido que recurrir a voceros para corregir sus palabras.

Eso es no saber hacer la cosas, no saber ser líder, no saber ser cabeza. Si algo caracterizó la década que hoy recordamos fue una penosa sensación de no tener a nadie arriba, de ir a la deriva.

Jamás pensé llegar tan mal a 2010. Jamás pensé en ver un futuro tan negro como el que estoy viendo ahora.

Alvaro Cueva
(v.pág.13 del periódico Público del 3 de enero de 2010).


Una señora le dice con mucho orgullo a otra: "Mi niño tiene 4 años y ya sabe leer y escribir. Además hace sumas y restas". "Pues el mío -replica la otra señora-, tiene apenas 6 meses, y ya sabe cómo andan las cosas en México". "¿Ah, sí? -se amosca la primera-. ¿Por qué dices eso?". Responde la otra: "Porque se la pasa llorando todo el tiempo".

Armando Fuentes Aguirre "Catón"
(v.periódico Vanguardia en línea del 7 de enero de 2010).


Mi hermano Francisco es un tipo afable y trabajador. No acumula millones, pero no le falta nada a aquellos a quienes provee. Tiene 4 hijos, pero uno ya está casado y, digámoslo así, no le cuesta. Tiene, además, una esposa. En complicidad con ella ha criado esos 4 hijos que han resultado ser, hasta el momento, gente de bien. Pasan dificultades como las pasa todo aquel que está vivo, pero para mí son una familia francamente exitosa. Ayer vivieron 20 minutos de terror. Siete individuos entraron en su casa, los encerraron en el baño y procedieron a esculcar cada rincón para robarlos. No detallaré el inventario de lo sustraído. Baste decir que por fortuna no los lastimaron físicamente (no siempre es así). Sin embargo, el vejamen moral, emocional, ahí queda, para mi hermano, mis sobrinos, mi cuñada. Nuestra casa, la casa de cualquiera es, debe ser, la principal zona de confort, un recinto inviolable. No lo es más para ellos, como no lo es más para muchos mexicanos.

Al hablar de México, como país, como sociedad, utilizo mucho la palabra fracaso. Me duele hacerlo, pero estoy seguro de que es el término correcto. Justo el día en el que escribí sobre el fin de año y hablaba sobre el narco, horas antes un comando había entrado a una casa como la de mi hermano y había masacrado a la familia del marino caído en el cumplimiento de su deber durante el tiroteo en el que murió Arturo Beltrán Leyva. La imagen de la señora madre del marino, seria y digna durante el servicio funerario me acompañó durante días. Esa imagen, difundida torpemente por el gobierno, fue su sentencia de muerte. La vi yo como la vieron los sicarios que la acribillaron. Y vuelvo a pensar en los siete que entraron a la casa de mi hermano, en el pelafustán que le apunta con una pistola frente a sus hijos y no puedo dejar de asegurarlo, con tristeza, con coraje, con vergüenza: hemos fracasado.

En año nuevo varias personas me comentaron que nunca habían escuchado tantos balazos, festivos pero peligrosos. Cada vez hay más armas a nuestro alrededor. El narco, la delincuencia común, los criminales de cuello blanco, el gobierno corrupto, el empresario irresponsable. Nos tienen rodeados. ¿Qué se puede hacer? No lo sé. ¿Indignarnos, poner el grito en el cielo, organizar marchas, comprar una pistola y regresar los balazos? En verdad no lo sé. El hecho es que nos hemos acostumbrado a tolerar el cuerpo sin cabeza, al secuestrado sin oreja, al político sin vergüenza, al hogar sin certidumbre, a la mujer de Juárez asesinada, a la impunidad, al cinismo, a la ineptitud. Nos hemos acostumbrado, como país, como sociedad, al horror y, sí, sin lugar a dudas, al fracaso.

Antonio Salcedo Morales
(v.pág.2 del suplemento "Ocio" del periódico Público del 8 de enero de 2010).


Con el peor desempeño económico de los 75 últimos años, México tuvo la tasa negativa más acentuada de Latinoamérica; una de las peores del mundo. Violencia, inseguridad, patología del miedo, crecieron vertiginosamente. Desencanto con el sistema político y de partidos, hundimiento de la legitimidad de la inmensa mayoría de representantes, prepotencia de los llamados poderes fácticos en la vida pública nacional, signaron unas elecciones intermedias que si bien convocaron a casi la mitad de ciudadanos inscritos en el Padrón Electoral, una parte importante de los votantes lanzó un mensaje de alerta sobre las urgencias que agobian al sistema político, a través de la anulación conciente del voto. Cerca de 6% del total de votos emitidos.

Jaime Preciado Coronado
(v.pág.17 del periódico Público del 8 de enero de 2010).


¿Qué pesará más en la conciencia nacional, el poder inflamado de la derecha o las razones liberales de la izquierda? Unos y otros sucumben a la estulticia. El salvaje ritual político busca víctimas propiciatorias, para calmar la ira de todos los dioses. La evolución social está amenazada por anatemas de todo signo. Vaya madurez democrática que nos cargamos.

José Cárdenas
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 12 de enero de 2010).


El año 2009 fue de crisis profunda, tanto en lo material como en lo moral y de principios; los robos y asaltos, los homicidios, los secuestros, los divorcios, los niños abandonados, la lucha sin cuartel que tiene el gobierno con los narcotraficantes, las ejecuciones, los latrocinios y robos que cometen nuestros funcionarios y políticos para fin de hacerse ricos en pocos años provocando la pobreza del pueblo...

(V.pág.4-A del periódico El Informador del 13 de enero de 2010).


El círculo siguiendo la lógica de Castañeda y Aguilar en Un futuro para México es más o menos así. Comienzo por la reforma fiscal por que ésa es aparentemente la que está en puerta, pero podemos comenzar por cualquiera mientras tengamos claro que hay que hacerlas todas.

Necesitamos recaudar lo suficiente para que el estado pueda proveer de manera universal servicios de salud pública y seguridad social que asegure un piso mínimo de bienestar por el simple hecho de ser mexicanos. Si logramos esto podemos eliminar el costo de la seguridad social que hoy pagan patrones y empleados, lo cual abarataría la creación de empleos (que en México es carísima y por lo mismo simulada; ya ni las entidades gubernamentales contratan con seguridad social y las empresas cada vez más recurren al anticonstitucional pero tolerado "outsourcing").La generación de empleos y la reducción de la carga social es fundamental para ampliar la masa salarial que permite reactivar el mercado interno, y generar crecimiento.

Si no crecemos no hay manera de ampliar la clase media. Con políticas sociales similares durante los últimos 20 años en Chile y México, incluso mejor las nuestras, ellos lograron sacar de la pobreza a 30% de su población y convertirlo en clases medias. Nosotros no avanzamos nada. Seguimos con la mitad de los mexicanos sumidos en la pobreza. La diferencia sustancial estriba en que mientras ellos mantuvieron un crecimiento sostenido, nosotros crecemos poco y mal. Para crecer sólo hay una receta válida: inversión. Tenemos que abrir la economía a todo tipo de inversión: pública, privada, nacional y extranjera.

Los principales obstáculos para la inversión son lo poderes fácticos, sean económicos, políticos o sindicales. Estos poderes debilitan al estado y son verdaderos lastres económicos. Esto requiere una reforma política que empodere a la sociedad vías mecanismos de reelección y revocación de mandato; que agilice la toma de decisiones entre poderes ejecutivo y legislativo; que le dé independencia a la Comisión Federal de Competencia y que rompa con los monopolios sindicales eliminando la cláusula de exclusión.

Hay otro montón de temas que el país requiere con urgencia como la eficiencia del poder judicial y la seguridad pública, la calidad de la educación, la definición de nuestra política exterior, etcétera. Todas ellas hay que alinearlas y plantearlas de manera ordenada y sin dejar ninguna fuera. Hay quien propone comenzar por la reforma política, porque en ella reside la posibilidad de lograr acuerdos para las demás.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 23 de enero de 2010).


La agresión contra Salvador Cabañas nos ha aventado a la cara las peores miserias que nuestra sociedad ha arrastrado hasta el siglo XXI.

El incidente en los baños del Bar Bar ha revelado, una vez más, todo eso que somos y que nos negamos a aceptar, y mucho menos a superar. Este suceso ha mostrado cómo la corrupción del gobierno y los ciudadanos sigue arraigada en nuestras entrañas, pues a nadie le es ajeno que la corrupción es el modo de vida del Gobierno del Distrito Federal, y cómo a la vista de todos hay una colecta de recursos que tiene como objetivo enriquecer a los políticos y burócratas y financiar grupos, partidos y campañas políticas; lo que permite a cientos o miles de giros negros funcionar al margen de la ley.

También nos mostró la prepotencia que caracteriza a famosos, influyentes y poderosos que se sienten ajenos a las reglas y que no tienen empacho en brincarse la ley y hasta en sentirse inmunes a las balas; así como a los autoritarios que creen que con toques de queda y por decreto se puede ordenar a una ciudad o un país la hora de irse a dormir.

Además, las investigaciones de la Procuraduría del DF nos han hecho testigos de la facilidad con la que un sujeto como El Modelo o El JJ puede obtener documentos oficiales y asumir múltiples personalidades para dedicarse con absoluta impunidad a cometer cualquier clase de delitos, y sin duda la forma natural en que operadores del crimen organizado se codean en la capital del país con deportistas, actores, actrices, modelos y hasta con los hijos de políticos y funcionarios.

Y, de nueva cuenta, presenciamos cómo miles de mexicanos no pueden ni tienen otra opción para expresar su admiración y compromiso que futbol; vimos a un pueblo que no tiene figuras ejemplares más allá de deportistas y cantantes, porque la sociedad y el estado son incapaces de generar oportunidades de desarrollo, educación, valores y cultura que le permitan a miles o millones contar con otras aficiones y preocupaciones merecedoras de pasión y esfuerzo.

En fin, que el balazo en la cabeza de Salvador Cabañas nos hizo recordar lo jodidos que estamos los mexicanos.

Néstor Ojeda
(v.pág.2 del periódico Público del 31 de enero de 2010).


¿Qué sucede en México? Mientras que Felipe Calderón dice en Japón que nuestro país es el mejor lugar del mundo para invertir, la realidad de un país que se desmorona le da un balde de agua fría en la cara. Las 2 masacres del fin de semana, en Torreón y en Ciudad Juárez, dinamitaron el mensaje de "en México todo va de maravilla" que Calderón trató de vender a los japoneses.

Los asesinatos de los jóvenes masacrados en una fiesta es una tragedia nacional, dijo el secretario de Gobernación. Tragedia nacional porque, ahora sí parecen reconocer, "le puede pasar a cualquiera". No antes, cuando los cuerpos de las mujeres asesinadas en Juárez se han ido apilando en la más absoluta impunidad. Ni tampoco hace unas semanas, cuando la ONU declaró a Juárez como la ciudad más peligrosa del mundo.

Tragedia para México, que con tanto asunto pendiente en materia de procuración de justicia en el país, se pierdan recursos materiales e intelectuales al utilizar a la Procuraduría General de la República para intentar quitarle la dignidad humana a las parejas del mismo sexo. Tragedia para México que el presidente le llame personalmente a la familia de un futbolista notable, pero no tenga la decencia de hacer una escala en Juárez de regreso de Japón para dignificar un poco el dolor de las familias que perdieron a sus hijos. Tragedia nacional el oscurantismo que vive el país y la falta de un verdadero líder a cargo del timón.

Genaro Lozano
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 3 de febrero de 2010).


Las tesis que sostienen que Franz Kafka sería un escritor costumbrista en México, son cada vez más demostradas en la triste realidad mexicana. Por una parte, el (des)gobierno de Calderón habla de recuperación económica, pero todos los días, en las calles de esta ciudad, constato que miles de pequeños negocios están agarrados con las uñas para sobrevivir y no mandar más gente al desempleo.

Las autoridades hablan de "éxitos" en la lucha contra el crimen organizado, pero, nada más en un lapso de 2 semanas, han secuestrado a 2 parientes cercanos y entre mi círculo de conocidos es más común que se hable de que sus casas fueron robadas a plena luz del día. Las autoridades policiacas despliegan toda su fuerza en resolver el atentado contra un conocido futbolista, pero ya se hicieron de la "vista gorda" con el caso de los niños quemados en Hermosillo. Los medios de comunicación, en su sed de atraer la atención del público, dedican horas y horas al futbolista herido, pero dejan de lado los escándalos de corrupción que se van destapando día con día respecto a las anteriores administraciones municipales.

La Iglesia católica condena, con argumentos que les harían reprobar la más elemental lógica, las leyes que permiten las uniones homosexuales, pero se desentienden de los cada vez más conocidos casos de pederastia y además se refugian en la comodidad de sus sacristías, en sus mesas donde no falta comida, en la fuerza simbólica de sus sotanas, se olvidan escandalosamente, dado el evangelio que dicen proclamar, del grito de millones de seres humanos excluidos y que tiene cancelado el futuro, gracias a las reglas de un sistema donde ellos ocupan un lugar de privilegio.

Miguel Ayala Romero
(v.pág.17 "correo" del periódico Público del 5 de febrero de 2010).


Estoy hasta el gorro de vivir en un país que no funciona. Usted lo acaba de ver: inundaciones, apagones, balazos, derrumbes, embotellamientos, epidemias.

Y que no nos salgan con el viejo truco de que estamos viviendo circunstancias atípicas, porque para algo existe la planeación.

Si desde hace 10, 50, 90 o 200 años no llovía así, ése no es nuestro problema. Para eso tenemos autoridad, para eso nos ponemos en manos de un gobierno, para eso pagamos impuestos.

Y parte de ser autoridad, parte de ser gobierno y parte de embolsarse nuestros impuestos consiste en estar preparado para todo, desde el peor de los terremotos hasta la más intensa de las sequías.

¿Dónde estuvo la planeación de nuestras cabezas para enfrentar esta emergencia?

Yo escuché por la radio nacional en uno de los noticiarios más prestigiosos de todo México a un especialista en cuestiones climatológicas anunciar, desde hace varias semanas, que iba a llover como llovió.

Y si lo escuché yo, lo pudo haber escuchado el gobierno que, además, tiene monitores revisando todo lo que se dice en todos los medios de comunicación.

¿Por qué no se tomaron precauciones? ¿Por qué no se alertó a la población? ¡Por qué!

No sé usted, pero yo estoy harto de esto porque atípico o no atípico, todos los años, algún rincón de México se inunda y varios hasta varias veces.

No hay año en que no se inunde la carretera México-Puebla. No hay año en que no se desborden los ríos de aguas negras del Distrito Federal.

Ya, el colmo, no hay lluvia con la que no se inunden las arterias más importantes de la capital de este país, incluyendo su flamante aeropuerto.

¿Por qué nadie hace nada por arreglar eso? ¿Por qué los representantes del gobierno de un partido le avientan la bolita a los de los gobiernos de otros y viceversa en lugar de ponerse a trabajar?

Porque esto no es un fenómeno exclusivo del Distrito Federal. ¿Qué me dice de los estados? No es posible que la República Mexicana, entera, no esté preparada para nada.

Y esto es sólo en cuestión de inundaciones. ¿A usted no se le fue la luz en estos días? A mí sí y no fue la primera vez. En lo que va del año, he estado días enteros sin electricidad y lo más escandaloso es que nadie me puede explicar nada.

Uno llama al número de emergencias y, cuando le contestan, lo único que los operadores hacen es saludar y tomar el reporte.

Es imposible que digan por qué no hay electricidad, dónde estuvo el problema, cuántas horas van a tardar en repararlo o algo medianamente profesional.

Recibir electricidad se ha convertido en una suerte de milagro donde las familias rezan para que la luz no se les vaya como si se tratara de una fuerza divina y no de un servicio carísimo que todos pagamos cada dos meses.

Hablemos de agua. ¿Usted tiene agua las 24 horas del día? Oiga pues qué suerte tiene, porque eso ya no es lo "típico".

Y a ver, ¿quién mueve un dedo para proveer de agua potable a la población? ¿Quién hace algo más que hablar y decir cosas tan payasas como que en Australia las casas están preparadas para almacenar el agua de las lluvias?

A mí qué me importa si en Sydney las casas son ecológicas o de cartón. A mí me importan las casas de aquí y discutir lo que sucede en otros países no me ayuda en nada a lavar mi baño.

No y ni nos metamos con las partes de seguridad o de vialidad, porque entonces sí lloramos. Nuestros diferentes niveles de gobierno siempre tienen un pretexto para justificar lo que estamos sufriendo, pero ninguna solución.

Es como si esperaran que todos no agarráramos a balazos o que nos fuéramos de México para empezar a componer las cosas. Esto ya es insoportable y no va a acabar bien.

Qué bueno que nuestros partidos políticos y que todos los involucrados en gobernar este país estén preocupados por aliarse, por pelearse, por retener el poder o por obtenerlo.

Qué sensacional que luchen por hacer grandes reformas en lo político y en lo económico, pero como que ya va siendo hora de que se bajen de su nube y recuerden que lo que verdaderamente importa está acá abajo.

De nada nos sirve una alianza entre partidos si nos inundamos cada vez que llueve. De nada nos sirve una reforma si no tenemos agua ni luz.

De nada nos sirve un monumento al bicentenario si ni siquiera podemos llegar a tiempo a trabajar.

Alvaro Cueva
(v.pág.13 del periódico Público del 7 de febrero de 2010).


El jurista Jorge Carpizo, decía que detrás de cada palabra de la ley de leyes, está la historia nacional; lo que México es y debe ser; es un gesto de reconciliación. Calderón retoma tal espíritu en un clima de confrontación; ignorancia, sobrepoblación, corrupción, impunidad, inseguridad y desigualdad, son eslabones de una cadena de desgracias; prevalecen el cinismo y la ambición; los adversarios se ven como enemigos y no como compatriotas. Los mexicanos caminamos en círculos.

José Cárdenas
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 9 de febrero de 2010).


Resulta que he vivido una serie de situaciones ajenas a mí, en las que por desgracia mi cartera y mi fe salen muy fastidiadas. Primero tuve que darme de alta en Hacienda para cobrar 2 modestas colaboraciones que se publican en un par de revistas, así que debo declarar cada mes y guardar notas de varias cosas que me ha especificado mi amable contador. Primero buscar gasolineras que acepten pagos con tarjetas de débito y den facturas, si no, no me sirven para las declaraciones (con el susto que clonen mi vieja tarjeta, ahora que está a la orden del día estos fraudes). Por fin debía llegar una devolución de impuestos, que curiosamente no he recibido porque fueron a mi casa en horario de oficina a dejar un papel, y como no estaba porque trabajo todo el día (seguramente al servidor público que fue a casa le debió parecer raro que no estuviera), la cancelaron. Tuve que repetir el trámite e ir de nuevo a las oficinas de Hacienda, me dijeron que en 40 días hábiles se resolvía, creo que ya pasaron más de 50 y nada, pero eso sí, en mi sueldo ya me bajaron el nuevo porcentaje, y también en mi pobre prima vacacional, el 30% menos. Ya pagué la tenencia con mi superdescuento de 100 pesos por llevarlo a afinar y verificarlo. A esto súmenle que estoy haciendo trámites para poder usar mi Infonavit en la pequeña casa que estoy pagando a 30 años, tuve que pagar un poder de 4,000 pesos, gastos de investigación, avaluó, y demás para que el asesor que me atendía en la hipotecaria se fuera despedido de ahí pero no sin antes sacar mi expediente; cuando quise ver en qué iba mi trámite, el gerente me mandaba a otra hipotecaria (la del asesor ladrón), que porque ya no tenían recursos ni sustituciones de deudor. Tuve que realizar de nuevo todo el trámite y la ahora sí honesta y amable asesora que me lleva el caso tuvo que recuperar mi expediente con el anterior transa. Se acerca ya el fin de mi proceso, pero debo pagarle al notario sus honorarios, otro avalúo que porque es obligatorio por ley (aunque ya había pagado uno en la hipotecaria).

Como decía un buen amigo, en este país "hasta el más pelón se hace trenzas". Todos hacen su agosto, los bancos, las hipotecarias, los honorables (¿?) notarios, el ayuntamiento, el gobierno, todos quieren desangrar nuestros patéticos y diminutos suelditos megavacunados por el ISR, por los precios altos de servicios, comida, gasolina, transporte... en fin, es una pesadilla querer ser honesto, pagar nuestros impuestos al día, el predial, el agua anual (que eso sí es un regalo, es muy barata para lo mucho que vale). Y además de los abusos de las instituciones y el gobierno, hay que cuidarse de los transas que nos quieren ver la cara y nos hacen tramitar cosas innecesarias para llevarse una comisión más jugosa, que nos hacen pagar 30 pesos por estacionarnos en la vía pública, del canijo que nos clona la tarjeta, del que se bajó del auto y le robó la bolsa a una amiga que esperaba el camión en la esquina, pero antes la lastimó; del que a fuerza te limpia el parabrisas, del que llena tu tanque de gas a la mitad y te lo cobra completo, del reparador de aparatos domésticos que tiene meses con tu batidora y no sabe decirte qué tiene, pero tampoco te la quiere devolver... en fin es una desgracia. Y como decía un señor que aprecio mucho al ver semejantes barbaridades: ¡Viva México, pelados! Chale.

Canela Fina
(v.pág.4 del suplemento "Ocio" del periódico Público del 12 de febrero de 2010).


Cuando todo falle, consulte el instructivo. Pocas cosas definen tan bien la cultura nacional como este aforismo, seguramente concebido por un sabio de cantina, pero como nunca lo patentó quedó en el anonimato y ahora es propiedad de la nación: la tierra es de quien la trabaja y la frase de quien la repite. En Ciudad Juárez las cosas no podían ir peor, todo estaba saliendo mal y no quedó más que consultar el instructivo, hacer lo que se ha hecho en otros países y está saliendo bien: apostar por estrategias de reconstrucción de tejido social.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 13 de febrero de 2010).


Si la crisis provocada por el llamado "error de diciembre de 1994" castigó a los mexicanos fundamentalmente a través de una acelerada inflación que mermó el patrimonio de la población; en la actual crisis el impacto lo está sufriendo a través del empleo.

La economía nacional ha perdido puestos laborales, pero sobre todo ha deteriorado la calidad del empleo: los salarios se han frenado, además de que han perdido poder adquisitivo, las jornadas laborales se han recortado, y la mayor parte de los trabajos creados en los últimos meses han sido de carácter eventual.

(V.pág.18-A del periódico El Informador del 15 de febrero de 2010).


-¿Y tú crees que se mejore la situación?

-Con este gobierno no se mejorará, quienes lo integran todos son incapaces de ver más allá de sus narices, lo que les importa es no soltar la ubre del presupuesto y perder sus fabulosos e insultantes sueldos, que se asignaron diciendo que son legales...

Adolfo Martínez López
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 17 de febrero de 2010).


Los verdugos del campo son los miles de caciques que arrojó la centenaria Revolución; la imperfecta Reforma Agraria -que hasta repartió tierra en el desierto-; los millones de campesinos que hicieron caso omiso de las bondades del TLCAN; la migración; la falta de tecnología; y hasta las quemas que han hecho los activistas contra los transgénicos.

Es posible que no aguante más, pero ése es problema de todo México, no sólo del campo.

Carlos Mota
(v.pág.2 del periódico Público del 19 de febrero de 2010).


Liébano Sáenz, Gran Maestro Twittero, subió el link a una nota del Financial Times cuyo autor se pregunta por qué México no está entre los países BRIC (acrónimo de Brasil, Rusia, India y China) que han dejado de ser considerados emergentes para ser vistos como potencias mundiales en ascenso.

Su respuesta es básicamente la de El Vasco Javier Aguirre: la inseguridad es demasiado visible y opaca las otras, enormes, ventajas del país.

En efecto, El Vasco dijo que México estaba jodido refiriéndose al tema de la seguridad, razón por la cual sus hijos no viven en México y él se irá a Europa cuando acabe el Mundial.

Héctor Aguilar Camín
(v.pág.4 del periódico Público del 19 de febrero de 2010).


Hace unos meses, los expertos internacionales señalaron a México como uno de los países con peor manejo de políticas públicas para enfrentar la crisis, pero eso -junto con las ridículas argumentaciones de defensa del entonces secretario de Hacienda, Agustín Carstens- fue sólo palabrería para la gente. A lo más, encabezados en los medios de comunicación. Hoy, la realidad es la que lastima y no tiene oídos para los reclamos: seis millones de personas se sumarán a la pobreza. En el año, la cifra de pobres en el país llegará a 53 millones, según prevé el Centro de Investigación en Economía y Negocios del TEC de Monterrey. Es la mitad de México.

Mientras se ocupan y preocupan por lo que puedan conseguir para comer, estos mexicanos que viven en todo el país (incluso en Jalisco, donde el Tercer Informe de Gobierno nos dice que no nos fue tan mal), guardan en su memoria la imagen de alcaldes, gobernadores, diputados, secretarios y funcionarios gubernamentales de toda especie, con sueldos que ellos apenas ambicionan como premio de lotería, y que además gozan de impunidad para mantener un nivel de vida que, razonablemente, no es dable a un ciudadano que se sostiene de un trabajo lícito.

Atinada o equivocada, ésta es la percepción dominante. Pues ocurre que estos funcionarios, odiados y admirados en el imaginario colectivo, son producto de los partidos políticos. Y en este país hundido en crisis económica, hay también una crisis de valores políticos que, obviamente, ocupa un plano inferior en la escala nacional de urgencias. Pero si los hombres y mujeres que viven de y para la política desatienden su particular crisis, las consecuencias serán catastróficas para todos.

Jorge O.Navarro
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 9 de marzo de 2010).


Sabemos de los muchos males que padece México: narcotráfico, corrupción, impunidad... pero lo peor de lo peor es la clase política y los partidos.

Es ridículo que se tenga que llegar al polígrafo para desmentir a los presidentes de 2 partidos que, por acción u omisión, le han hecho muchísimo daño a México, y no es que los demás se salven.

Por eso estamos como estamos.

No pinta nada halagador el futuro si se dedican a desmentirse en vez de trabajar por el futuro de México.

Miguel Moreno
(v.pág.8 "Cartas del lector" del periódico Mural del 11 de marzo de 2010).


Cuando uno vive en un país tan desaseado y enlodado, tan lejos de la justicia y tan cerca de la deshonra, tan violento y deshonesto, tan empobrecido y sometido, cuando uno vive entre el estiércol que emana de las cúpulas de los 3 "poderes de la unión" en los que se sustenta nuestra Carta Magna y descansa nuestra mentada democracia, cuando uno se debe tragar esas obscenas reuniones de diputados, senadores y alimañas por el estilo, en las que estos*, se dedican a ventilar su mierda en directo, con agresiones verbales, mentiras, ataques malnacidos, cinismo vergonzante, en defensa de sus intereses partidarios y personales, con ese ejemplo que nos dan los que, supuestamente, están ahí para encauzar nuestras necesidades, ideas y prioridades, no me queda más que pedirle a Dios un milagro, este México no merece tanta basura y me sentí tentado a mandarles un recadito a esos fariseos de sucia sotana llamados políticos.

Perdón, pero ante tanta mierda política y gubernamental, hoy se me hace mala onda hablar de las barbaridades y suciedad que prevalece en el futbol.

¿Si los gobernantes* y representantes* del pueblo son un asco, qué podemos esperar o cómo podríamos exigirles que mantengan una conducta moral y ética a los dueños del balón?

Ante esos ladrones disfrazados de diputados*, senadores*, jueces*, generales*, gobernadores*, religiosos*, sindicatos*, etc, que a diario violan leyes impunemente, ¿qué importa toda la basura fiscal, económica, ética, deportiva, administrativa, social, etc. que prevalece en el futbol profesional? Nada de esto parecería importante ante la porquería que nos entregan día a día nuestros gobernantes*... perdón, pero ¡ya basta!, o nos ponemos las pilas los ciudadanos o estos raterazos seguirán repartiéndose el país impunemente, tal cual los dueños del balón se reparten el futbol descaradamente.

(*) Salvo raras excepciones.

Carlos Albert
(v.pág.3 del suplemento "La Afición" del periódico Público del 12 de marzo de 2010).


Es posible que el reciente sainete que han escenificado durante los últimos días casi todos los miembros de la Cámara de Diputados, y especialmente los representantes de las fracciones políticas más importantes, tenga como respuesta simple, para algunos, aquello de que el pueblo tiene o padece el gobierno que merece. Sin embargo, habría que revisar si lo que ha llevado al país a su condición actual, a sus habitantes a sufrir sus consecuencias, es realmente resultado de lo que el denominado pueblo, los ciudadanos, ha decidido, o la condición de crisis y atraso por la que atraviesa la nación y el Estado en su conjunto obedece a otras causas más profundas. Causas quizás incrustadas en la falta de verdaderos liderazgos o en la conciencia ética de las clases dirigentes.

Los caminos por recorrer ante los acontecimientos que han llevado a desarticular la relación entre política y la organización que entre los individuos se produce para llevar a cabo la asociación de las visiones particulares, ideológicas, en forma de partidos políticos, se encuentra ante un difícil panorama. Así los intereses y representación de los diferentes grupos que forman la comunidad se encuentra en la necesidad de revisarse, de sustanciar una nueva interpretación. Los cambios que se requieren, desde la reforma del Estado, y todo lo que deviene en lo político, económico y social, implica la creación e impulso a una cultura política, que conlleve desmontar todo aquello en lo que se encuentra entrampada la verdadera construcción democrática de México.

Las deudas acumuladas son muchas, y abarcan tantas realidades que es difícil encontrar una sola vía para expresarlas. Desde lo más general se podría poner énfasis en la educación en manos de un sindicato y un grupo con intereses que parecen no ser los de la nación, las muestras están presentes. Acontecimientos como el asesinato de periodistas, la corrupción de las esferas judiciales, los miles de muertos y ejecutados o los sucesos en donde la aplicación de la justicia parece diluirse entre los poderes fácticos. El problema es que parece que la aspiración de construir una realidad cualitativamente mejor a la que vivimos y en la que todos deberíamos participar se inunda y parece ahogarse entre las debilidades de la condición de la "Política" -con mayúscula- que parece ha perdido sentido y horizonte cuando más se necesita.

Daniel González Romero
(v.pág.21 del periódico Público del 12 de marzo de 2010).


Cuando pensaba que la clase política mexicana había tocado fondo, después de los espectáculos de esta semana no avizoro el final del abismo. La situación es grave y va mucho más allá de la simple anécdota. En otros momentos era fácil decir y escuchar "ya ves cómo son los políticos", "así se las gastan" y frases por el estilo que en realidad encierran una especie de aceptación con respecto a las características de nuestros políticos, a la manera de esos asuntos que no tienen remedio. Ahora no. El modus operandi de los mal llamados gobernantes y representantes populares es insostenible.

Mientras tanto, mientras los legisladores se lucen en la Cámara de Diputados y otros actores políticos y funcionarios fuera de ese recinto también, la situación de violencia y crimen organizado en México trasciende las fronteras a tal grado, que no se reduce a un simple conocimiento de lo que pasa en nuestro país, sino que se están haciendo llamados y recomendaciones desde Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, en este último caso, para que se avance en la reforma judicial. Los diputados peleándose y gritándose insultos y groserías, mientras el país sigue secuestrado por las dirigencias de sindicatos y centrales que se empeñan (y lo logran fácilmente) en impedir una profunda y auténtica reforma laboral. Usan a sus agremiados a su antojo como carne de urna o de cañón.

Los que se supone son representantes de los mexicanos se divierten con piñatas de Pinocho mientras sabemos que se ha incrementado hasta 56 millones de personas el número de pobres en México, la mitad de la población total, y el Sistema Tributario privilegia a cientos de contribuyentes con la suspensión de créditos fiscales por 74,000 millones de pesos que no ingresaron al erario.

Los dirigentes partidistas hacen acuerdos por debajo del agua, a escondidas de sus propios militantes, mientras la reforma política sigue pendiente y seguirá, sin duda alguna, dada la descomposición y deterioro de la relación entre las fuerzas políticas que debería ser civilizada y consciente siempre de lo que los mexicanos necesitamos con urgencia.

Y mientras todo esto pasa, el Presidente de la República se concreta a lamentar el bajo nivel de la discusión y del debate en el seno del poder legislativo, en la Cámara de Diputados, cuando todavía muchos nos preguntamos sobre su intervención o no en el famoso acuerdo entre PAN y PRI con fines electorales.

Laura Castro Golarte
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 13 de marzo de 2010).


No basta con las declaraciones de Felipe Calderón, hay que hacer algo porque, para bien o para mal, esos hombres y esas mujeres nos representan.

Si ellos juegan a acusarse de asesinato, a aventarse monedas y a las piñatas, ¿a qué se supone que vamos a jugar usted y yo?

Nos están autorizando a todo: a calumniar a nuestros vecinos, a practicar el bullying con nuestros compañeros de escuela, a linchar a los delincuentes que encontremos a nuestro paso, a evadir impuestos, a violar la ley.

Cuando nuestras máximas autoridades carecen de nivel, todos perdemos.

¿Con qué cara le podemos exigir a Elba Esther Gordillo que ponga en cintura a sus maestros? ¿Con qué valor le podemos reclamar a Alonso Lujambio que nuestros niños no reciban la educación que merecen?

¿Con qué respaldo le podemos pedir a Ernesto Cordero que nos baje los impuestos? ¿Con qué derecho le podemos pedir ayuda a José Ángel Córdova para combatir los problemas de salud que estamos padeciendo?

Estamos solos porque los diputados son, por definición, el espejo de México, y los partidos políticos, peor tantito, la respuesta a las inquietudes ideológicas de la sociedad.

Y si los diputados reflejan semejante decadencia y si los partidos políticos responden a esas inquietudes tan particulares, ¿usted y yo qué podemos hacer?

Alvaro Cueva
(v.pág.13 del periódico Público del 14 de marzo de 2010).


Aunque sería fácil apuntar como autor de este fracaso de la "guerra en contra del crimen organizado" de 2000 a 2012 a los presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, esto sería un análisis ligero, poco serio. Ya que la historia seguramente señalará que hubo una falla generalizada en todos los actores sociales que deberían haber buscado soluciones al problema, incluyendo el sector empresarial, la Iglesia, la comunidad académica, los medios de comunicación, los sindicatos, las organizaciones civiles, los partidos, los legisladores, gobernadores y presidentes municipales, la rama judicial y, claro, todos nosotros.

Cuando otros países enfrentan grandes crisis, eventos catastróficos que ponen en riesgo la estabilidad, la gobernabilidad o incluso la viabilidad de la nación, esto se vuelve un catalizador que une a los diferentes factores de poder y opinión para buscar soluciones. En el caso de México, esto simple y llanamente no ha sucedido. Al contrario, hoy más que nunca, sorprende la fricción y la falta de diálogo entre todos los actores políticos, además de la falta de participación ciudadana; por lo que no nos debe sorprender la falta de soluciones.

Tal vez lo que va a suceder es que se requiere que la situación se degrade aún más (esto seguramente va a suceder) en donde los índices de asesinatos, secuestros, extorsiones, robo de autos a mano armada y violaciones seguirán incrementándose.

Ana María Salazar
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 27 de marzo de 2010).


Algo huele mal en este país, cuando quien vive tras rejas es la población honrada como protección mínima de su familia y de su patrimonio, y no los criminales que lastiman la integridad de los mexicanos.

Y la famosa frase de Hamlet bien puede ser aplicada a este país cuando, por las acciones de delincuentes y la incapacidad de autoridades en materia de secuestros, quien debe registrar su número de celular es la población que no es delincuente. Porque la molestia de la ciudadanía es evidente: más de 50% de los usuarios no se ha dado de alta y el plazo, consecuentemente, puede ser ampliado. Las razones que la población ofrece para su reticencia son reveladoras: desconfianza en un sistema que les ha fallado; la incapacidad de ese mismo sistema para detectar y apresar a los verdaderos delincuentes, y en cambio requiere, para tener algún control, registrar a la población no criminal; y, lo más grave: porque la población no sabe lo que las autoridades, que debieran protegerlos, harán con la información del registro...

Algo huele mal cuando el gabinete de seguridad de Estados Unidos tiene que venir a México porque el combate al narco, de la forma que se ha elegido, lo está alarmando sobremanera y no sólo en la franja fronteriza.

Algo huele mal cuando el Ejército, institución que durante décadas ha sido orgullo de este país -especialmente con la implementación del programa DN-III, y que hoy ha sido metida en esta lucha sin fin contra el narco-, tiene que salir a la palestra para decir: "No somos asesinos"... y es cierto, pero esta declaración hace evidente la carga de una responsabilidad para la que no están preparados y que, cada vez más, deja al Ejército en extrema fragilidad.

Y, entonces, como en la obra de Shakespeare: lo que huele mal crea un ambiente enrarecido en donde se miran fantasmas, se habla con calaveras y se tienen infernales visiones... Y esto, para una democracia, no es el mejor de los escenarios, porque ni visiones, ni calaveras son interlocutores válidos y, sin embargo, este ambiente es el que mueve mucho de la política de este país... Sí, algo huele mal y ese olor no es precisamente en Dinamarca y tampoco será el fantasma del rey quien vendrá a sanearlo, sino la voluntad ciudadana de pedir cuentas que, al final, es la nación que lo demanda.

Lourdes Bueno, investigadora de la Universidad de Guadalajara
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 27 de marzo de 2010).


No creo que la recomendación presidencial, repetida en varias ocasiones: "Se vale hablar bien de México" tenga más implicaciones que la sensación de frustración que el presidente experimenta porque la imagen del país está teñida de violencia. Me sorprende que intente cambiar de golpe esta percepción cuando es fácil constatar que no hay discurso del jefe del estado en que no se mencione el tema. Esté reunido con empresarios, con sindicatos o con corresponsales extranjeros o con mandatarios de otros países, el tema de la seguridad se hace presente siempre. Cuando de México se habla, ni el discurso presidencial ni el de los medios retoma algo que no sea el narco y sus circunstancias.

Aunque nos pese, el presidente Obama comparó a Calderón con Elliot Ness, no con Thomas Cook, o con el barón Haussman. Tampoco lo comparó con los grandes modernizadores económicos o políticos, lo comparó con un superpolicía. Y para mí esto no denigra al presidente, es a lo que se ha dedicado y, dicho sea de paso, es el combate a las drogas uno de los campos de la acción gubernamental que mayor reconocimiento tiene entre la opinión pública. Es, además, el tema que más preocupa (junto con la economía) a la mayor parte de los habitantes del país. El tema del país es la seguridad y por lo tanto no podemos simplemente, porque nos parece oportuno, decir que somos un jardín de flores que espera a los turistas con los brazos abiertos.

No somos un país que está en paz. En todas las conversaciones el tema de la inseguridad tiene derecho de piso y por eso la imagen del país es la que tenemos, porque no podemos tener otra.

Leonardo Curzio
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 5 de abril de 2010).


No es posible que persista la impunidad por la muerte de niñ@s en una guardería, no es posible que mujeres sean encarceladas por decidir sobre su cuerpo, no es posible que el gobierno mexicano se haga cómplice de los atropellos del régimen cubano contra sus opositores políticos con el silencio, ni es posible que exijamos el respeto a los derechos humanos de nuestros connacionales en EU cuando no se respetan en México los derechos humanos de quienes están en territorio nacional, incluidos los migrantes centroamericanos.

Genaro Lozano
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 10 de abril de 2010).


Lo que está ocurriendo en la prensa mexicana es muy interesante: a excepción del que podríamos llamar el "periódico de la izquierda mexicana", la pluralidad de opiniones y posturas es verdaderamente ejemplar. El caso de la señora Rosario Ibarra es muy ilustrativo porque escribe en el mismo periódico [El Universal] donde publican liberales de cepa pura como Macario Schettino y otros presuntos "derechistas". Las páginas editoriales del diario Reforma son también un intachable muestrario de la diversidad de opiniones. En cuanto a los embates que recibimos en MILENIO Diario por una posible tendencia "oficialista", creo que la presencia de Pablo Gómez, Marcela Gómez Zalce, Epigmenio Ibarra, Rosario Robles y Ricardo Monreal equilibraría bastante las cosas (ah, y por lo que parece, esos enrabietados denunciantes nunca han visto siquiera los irreverentes montajes fotográficos de Jabaz).

Román Revueltas Retes
(v.pág.4 del periódico Público del 11 de abril de 2010).


Uno de los grandes problemas en México es que nunca hemos formado ciudadanos, en términos del artículo tercero constitucional; además, no todas las personas, ciudadanos, empresarios, políticos y personas que de aquí vivimos queremos a México, porque la forma de vida es comprar en el extranjero, no mantener a los hijos que se procrea, evadir impuestos, no acudir a votar, no inscribir a los hijos en la escuela y demás acciones que implican no cumplir con la Constitución y las leyes y que van en contra de la república.

José de Jesús Covarrubias Dueñas
(v.pág.11-A del periódico El Informador del 19 de abril de 2010).


Debido a la crisis económica y de inseguridad provocada por el crimen organizado, el país "se nos está deshaciendo en las manos", reconoció la diputada priista Beatriz Paredes Rangel.

(V.pág.25 del periódico Público del 27 de abril de 2010).


La recuperación económica luego de la crisis internacional viene de la mano con la confiabilidad y capacidad de los liderazgos en cada país. Y en este factor estratégico, los países emergentes del grupo BRIC, Brasil, Rusia, India y China, llevan la delantera.

El Confidence in Leadership Index es realizado trimestralmente mediante una encuesta en línea hecha a 500 adultos con cargos mínimos de niveles gerencial en grandes empresas. La encuesta fue realizada en las naciones más desarrolladas que componen el G7 (Canadá, Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Japón) y las 6 naciones emergentes de mayor empuje: España, Australia, y las 4 que componen el llamado grupo BRIC: Brasil, Rusia, India y China.

El análisis fue realizado por Braun Research para el Korn/Ferry Institute, que produce diagnósticos en temas relacionados con el manejo de talento y liderazgo. El instituto encarga, origina y publica investigaciones en contratación de ejecutivos y desarrollo de talentos, además de mantener una biblioteca especializada en estudios sobre temas de comportamiento.

¿Y por qué no aparece México?

El Korn/Ferry Institute explica que la selección de países de este estudio abarca a las naciones que a nivel planetario tienen más presencia en la economía, por su historia de naciones desarrolladas o por su despegue como naciones emergentes con mayor potencial.

En este contexto, es lamentable que México siga semiparalizado por factores que afectan su competitividad internacional, frente a otros países con diferentes perfiles políticos.

El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado reiteró el domingo que mientras siga la división y la falta de acuerdos entre los diversos actores socioeconómicos, México seguirá perdiendo oportunidades. "Si no se realizan los ajustes necesarios se seguirán observando bajos niveles de bienestar y con pocas expectativas de mejorar en el mediano plazo (...) Hasta ahora, los avances en esta materia han sido insuficientes para lograr un mayor fortalecimiento del país. Sólo basta ver el ritmo de crecimiento anual promedio de las últimas décadas y la mala calificación a nivel internacional en esta materia".

(V.pág.16-A del periódico El Informador del 27 de abril de 2010).


Señor Presidente...

Aprovecho su comentario en sentido que le gustaría que en las páginas de los diarios la mitad fuera para presentar "lo bueno" y la otra mitad para "lo malo"... lo invito respetuosamente a que ocupe parte de este espacio para lo bueno, lo malo déjemelo a mí:

México es un país que se consume en la pobreza extrema, más de 25 millones viven con 10 pesos diarios, con lacerante desigualdad social, inaceptable insalubridad, paupérrimo nivel educativo, inseguridad rampante y peligrosa, clase política deshonesta (con excepciones), milicia y cuerpos afines infiltrados y cómplices de la delincuencia (con excepciones), agricultura en picada, pequeño comercio oprimido, gran comercio carcomido por la piratería, "Petróleos Mexicanos", cada día menos petróleo y menos mexicanos, sindicalismo oficialista en auge, sindicalismo independiente satanizado, entidades religiosas sin respaldo moral (con excepciones), violencia galopante en todo el territorio, autoridades y cuerpos policíacos corruptos e infiltrados (con excepciones) industriales abusivos y desentendidos de la problemática nacional (con excepciones), desempleo terrible, bancos agiotistas, monopolios impunes, el poder ejecutivo no ejecuta, el judicial es una farsa (con excepciones) y el legislativo sólo funciona cuando se trata de jalar agua para su parcela política ahora llamada "partido político", cuando en realidad solo son "marcas autorizadas para robar a la luz del día, aquí sí... sin excepciones, etc.

Ya no sigo para que usted continúe con "lo bueno"...

Carlos Albert
(v.pág.3 del suplemento "La afición" del periódico Público del 30 de abril de 2010).


Por muchos años a los pesimistas la historia terminó dándoles la razón, ahora resulta sencillo ser pesimista: no se requiere ningún análisis para decir que todo saldrá mal, porque siempre ha salido mal.

Diego Petersen Farah
(v.pág.1-B del periódico El Informador del 3 de mayo de 2010).


Vivimos tiempos marcados por la ferocidad de los juicios, la cultura del todo o nada, el oposicionismo a ultranza y el absoluto rechazo a cualquier forma de conciliación. México se ha vuelto el territorio privilegiado de la intolerancia y el agravio. Cualquier toma de posición sobre el asunto más nimio provoca una avalancha de improperios y el mero hecho de asumir una postura despierta la rabia de unos antagonistas aquejados, encima, de quejicoso victimismo.

Este país no conoce la normalidad porque todo es motivo de sospecha y nada es lo que parece. Y así, no puede ocurrir un accidente extraño sin que deba ser un asesinato y tampoco puede tener lugar un simple asesinato porque tiene que resultar obligadamente de una conspiración.

Existe, eso si, un tema sobre el que se puede hablar sin mayores problemas de conciencia y que, a la vez, debiera dominar la agenda de la opinión nacional: la pobreza. Es cierto que representa una gran vergüenza para todos -y, a la vez, supone una gravísima acusación para el sistema político, y económico, que no ha logrado resolverla- pero México no es solamente un país pobre: es también una potencia industrial, un destino turístico importantísimo, un socio comercial privilegiado de la primera economía del mundo...

Perdemos nuestras energías, pues, en pequeñas indisciplinas y desobediencias ciudadanas y, al mismo tiempo, nos acomodamos a los abusos más extremos. ¿Es entendible que nos parezca natural que un obrero no pueda afiliarse libremente al sindicato de su elección -y que corra el riesgo, encima, de ser despedido por órdenes directas del sindicato "único" sin que su patrón pueda hacer nada por defenderlo- y, a la vez, que organicemos "movimientos" de resistencia, huelgas costosísimas para la sociedad entera, si, por ejemplo, las autoridades de la UNAM proponen que paguen colegiaturas los estudiantes que pueden pagarlas? ¿Nos movilizamos cada vez que alguien quiere construir una estación de servicio en el barrio -o un puente o un centro comercial o lo que sea- y no salimos a la calle para votar o para exigir los cambios de fondo que verdaderamente importan?

Hemos canalizado muy mal nuestra inconformidad: la protesta ciudadana es una de las prerrogativas de la democracia pero aquí la hemos reducido a un asunto de bloquear avenidas con los pretextos más espurios; hemos, de la misma manera, confundido el ejercicio de la autoridad con el autoritarismo y dejado de reconocer la legitimidad intrínseca que tienen los actos de gobierno cuando van dirigidos a garantizar cuestiones tan elementales como el mantenimiento del orden público.

Román Revueltas Retes
(v.pág.4 del periódico Público del 9 de mayo de 2010).


Esta respuesta en un examen de química le valió mención honorífica al alumno.

Como docente considero que la nota de 10 para esta respuesta es poco...

En el Examen Final del curso, se hizo esta pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre una solución y una disolución?

Respuesta de un alumno: SI COLOCAMOS A 2 DE NUESTROS DIPUTADOS EN UN TANQUE DE ÁCIDO PARA QUE SE DISUELVAN, ESO ES UNA DISOLUCIÓN. PERO SI LOS COLOCAMOS A TODOS, ¡ESO ES UNA SOLUCIÓN...!

Sí, no hay que andar con pichicaterías.

(Recibido por e-mail el 14 de mayo de 2010).


Atreverse a asaltar, capturar y retener durante varios días, sin dejar pistas, a un "pez gordo" del tonelaje de Diego Fernández de Ceballos, es, por decir lo menos, un alarde de fuerza y un desplante de audacia de quien lo haya perpetrado. Si es, como apuntan algunas de las inevitables especulaciones, un golpe de la delincuencia organizada, con el ánimo de negociar con la autoridad -siempre a favor de quienes han hecho de la contravención sistemática de la ley no sólo un rentable "modus vivendi" sino una industria floreciente- desde una posición de fuerza, señal, quizá, de que al declarar la "guerra al narcotráfico", con bombo y platillos, la autoridad sobrestimó sus propios recursos, lo que es malo... o menospreció los del enemigo, lo que sería peor.

Decía Pedro Ojeda Paullada, procurador general de la República durante el sexenio de Luis Echeverría, a raíz de las exigencias de los secuestradores de algunas figuras públicas -ninguna, por cierto, de la estatura simbólica del personaje de las noticias de los últimos días-, en el contexto de la guerrilla urbana que se convirtió en la piedra por antonomasia en el zapato de la autoridad en ese tiempo, que "el gobierno no pacta con criminales".

En efecto: una frase sonora, impactante, rotunda: digna de los bronces. Una frase a la que habría que incorporar, en un momento dado, una salvedad: "El gobierno no pacta con criminales... a no ser que los criminales demuestren ser ellos quienes tienen la sartén por el mango".

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 18 de mayo de 2010).


México está "contra las cuerdas" por la amenaza del crimen organizado, expresó ayer el ex presidente de México, Ernesto Zedillo, quien pugnó por emprender grandes reformas en los sistemas de seguridad y justicia del país.

El ex mandatario dijo que es triste que el país se envuelva en el patriotismo para defender el monopolio estatal del sector energético, pero no para defender el único monopolio público clave para el desarrollo: la impartición del estado de derecho.

Comentó que la grave crisis de inseguridad que azota al país debe ser una oportunidad para generar consensos y realizar las reformas que garanticen el cumplimiento del estado de derecho.

Dijo que no era relevante si las estadísticas de criminalidad estaban más bajas que antes, o mejores que en otros países.

El ex presidente expresó que en más de medio siglo no había visto una percepción tan generalizada de que el estado mexicano no podía garantizar la seguridad y de la inoperancia del sistema de justicia.

(V.pág.3 del periódico Mural del 20 de mayo de 2010).


Somos testigos de un nuevo México, en el que uno de los hombres del poder está a merced de otro poder fáctico que se impone por la violencia, ante la impotencia del Presidente.

Vemos cómo surge un México en el que los poderosos son débiles también y desaparece el derecho de quienes sólo estaban protegidos por la ley, no por su influencia y su dinero. Éste es el país que deja el secuestro de Diego Fernández de Cevallos.

Jorge O.Navarro
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 25 de mayo de 2010).


¿Por qué no mejor buscas un trabajo allá? ¿Para qué te regresas? "Guey, la situación está re pinche. Las chambas pagan mal, no hay trabajo". "En México secuestran lo mismo a una señora en un taxi por 200 pesos, que a Diego Fernández de Cevallos. Nadie está a salvo". "No seas menso, quédate allá". "Mejor da clases allá". "Busca chamba en la ONU"...

México es un país que no acaba en sus fronteras. Ya lo reconoció Ernesto Zedillo a fines de los noventa y Samuel Huntington gritó. Por diversas razones, México se ha convertido en un país con una de las diásporas más grandes, crecientes y dinámicas del mundo. Falta de trabajo, empleos mal remunerados, corrupción, violencia, cercanía geográfica a la nación más rica del mundo, evasión al fisco, familiares en otros países, estudios, etc., por la razón que sea, miles de mexicanos salen del país cada año para pasar temporadas largas fuera o para no volver.

Soy un ciudadano mexicano, de la llamada generación X. No milito en ningún partido político. No he trabajado en ninguna campaña electoral. Las veces que he votado por presidente lo he hecho por 3 partidos distintos.

La violencia desatada por la "guerra frontal contra el narcotráfico", con sus 22,000 muertos, incluidos civiles, como los niños Bryan y Martin, a quienes han llamado "daños colaterales", desincentivan a muchos estudiantes de posgrado a regresar a México.

Genaro Lozano
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 29 de mayo de 2010).


Les pido que piensen por un momento en las siguientes preguntas: ¿y si ustedes vivieran y mantuvieran a sus familias con $3,000 pesos al mes? ¿Y, si les tomara más de 2 horas y 3 formas diferentes de transporte público llegar a su trabajo? ¿Y si al regresar a casa, después de un largo día, su esposo las golpeara? ¿Y si, aunque ustedes contaran su caso cientos de veces, prevaleciera el silencio? ¿Y si su hija o su madre o su hermana fuera violada en la calle o cerca de un cuartel del Ejército? ¿Y si en el Ministerio Público le dijeran que ella se lo buscó, o que lo ocurrido no es un crimen? ¿Y si resultara embarazada y la despidieran por ello? ¿Y si hubiera complicaciones y no pudiera pagarle al médico? ¿Y si ustedes estuvieran condenadas a la precariedad cotidiana como tantas más?

Para muchas mujeres en México esas preguntas no son hipotéticas sino reales. No representan lo que podría ocurrir sino lo que ocurre. En México, ser mujer entraña tener sólo 7 años de escolaridad promedio. En México ser mujer y trabajar en una maquiladora significa estar en peligro de muerte. En México, ser mujer implica el 30% de probabilidad de tener un hijo antes de los 20 años. En México todavía, entraña luchar por el derecho a serlo. Porque el país cambia pero jamás lo suficiente; porque México se mueve pero no a la velocidad que podría y debería. Algo está mal en nuestro país. Algo no funciona. Tiene que ver con el control y los privilegios. Tiene que ver con 23 millones de personas en este país que viven con 20 pesos al día. Tiene que ver con que 1 de cada 5 mexicanos entre la edad de 25 y 35 años vive y trabaja en Estados Unidos. Tiene que ver con el éxodo de 400,000 migrantes que cruzan la frontera en busca de oportunidades que no encuentran en su propio país. Con que el hijo de un obrero tiene solo el 5% de probabilidades de convertirse en profesionista.

Allí están para quien las quiera ver, señales claras de un statu quo que es insostenible; síntomas de problemas profundos, históricos, estructurales. A lo largo del sur del país y a lo ancho de sus zonas más pobres, en cada institución disfuncional y en cada funcionario insensible que la encabeza, en cada decisión arbitraria por parte de alguien que ejerce el poder y en cada mexicana que padece sus consecuencias. De allí que se vuelva imperativo celebrar a aquellos que están en la lista de quienes mueven a México, y al mismo tiempo reflexionar en lo mucho que falta por hacer. Pensar en un México menos cupular y más ciudadano. Menos elitista y más democrático. Menos interesado en retener las oportunidades insólitas que tienen algunos y más interesado en crearlas para otros. De lo que se trata, en esencia, es de cambiar la forma geométrica del país. Pasar del triángulo al rombo. Crear una amplia clase media poblada por personas con voz, con derechos, con oportunidades para generar riqueza y acumularla.

Crear mexicanos, emprendedores, educados, competitivos, meritocráticos porque el país les permite serlo. Crear un sistema económico que promueva la movilidad social en vez de permitir la perpetuación de obstáculos que la inhiben. Y vivir todos los días con esa lista de lo mejor y lo posible para así pelear contra la lógica enraizada del "por lo menos": "por lo menos hay paz social", "por lo menos la pobreza extrema ha disminuido un poco", "por lo menos no ocupamos el último lugar en las evaluaciones PISA de educación", "por lo menos en el sexenio pasado sólo se robaron un Jeef Rojo y una Hummer". Hoy, la lógica compartida del "por lo menos" equivale a una defensa de la mediocridad. Equivale a una apología del statu quo que beneficia a pocos y perjudica a muchos. México sólo será un país mejor cuando sus habitantes dejen de pensar en términos relativos y empiecen a exigir en términos absolutos. Cuando se conviertan todos en profetas armados con una visión de lo que podría ser. Cuando empuñen lo que Martin Luther King llamó "coraje moral". Cuando vociferen que los bonos sexenales y la rapacidad de los sindicatos y la educación atorada y el desempleo constante y la inseguridad lacerante son realidades que ningún mexicano está dispuesto a aceptar.

Porque si nadie alza la vara, el país seguirá viviendo aplastado debajo de ella. Porque si sólo 50 personas exigen que las cosas cambien, nunca lo harán. Porque si los mexicanos siguen habitando el laberinto de la conformidad, será muy difícil sacudir al país desde allí. Quienes pueblan esta lista saben que hay tanto por hacer, tanto por cambiar, tantos sitios donde amontonar el optimismo. El optimismo de la voluntad frente al pesimismo de la inteligencia. El optimismo perpetuo que se convierte en multiplicador. El optimismo que debe llevar, espero, a hacer una declaración de fe, como la frase que acuñó Rosario Castellanos. Una filosofía personal para ver y andar, vivir y cambiar, participar y no sólo presenciar. La convicción inquebrantable de mejorar a México.

Yo creo en la obligación ciudadana de vivir en la indignación permanente, criticando, denunciando, proponiendo, sacudiendo, porque los buenos gobiernos se construyen a base de buenos ciudadanos y sólo los inconformes lo son. Individuos que pelean por los derechos de quienes ni siquiera saben que los tienen. Otro Alejandro Martí denunciando a los policías cómplices y acorralando a los políticos que los protegen, Carmen Aristegui lidereando la oposición contra la impunidad y concientizando al país sobre sus efectos, Guillermo Ortiz peleando por la competencia y denunciando los costos que el país ha pagado al obstaculizarla, María Elena Morera sacudiendo a una sociedad altergada y ayudándola a discernir el papel que debería desempeñar, Miguel Ángel Granados Chapa defendiendo -con su columna- la humanidad esencial de quienes la han perdido y ayudándolos a recuperarla. Ellos y tantos más, héroes y heroínas de todos los días.

El monólogo de los líderes se convertirá en el coro de la población. La exasperación de los ciudadanos construirá cercos en torno a los políticos. Yo creo que un día -no tan lejano, quizás- habrá un diputado que suba a la tribuna y exija algo a nombre de la gente que lo ha elegido. En lugar de mirar con quién se codea en el poder, mirará a quienes lo llevaron allí. ¡Y México será otro país!

Denise Dresser
(recibido por e-mail el 30 de mayo de 2010).


A los autores intelectuales del secuestro les habría interesado -como primer objetivo- partir por la mitad a Diego Fernández de Cevallos, hacerle sentir en carne propia que las armas que lo construyeron, lo encumbraron y lo hicieron el todopoderoso -el derecho, la política, sus habilidades para la negociación, y el poder infinito y el dinero- no sirven para nada en el "México real", el de la violencia y el crimen.

Ricardo Alemán
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 31 de mayo de 2010).


Es sintomático que vivamos en una sociedad donde el único verdadero castigo pareciera ser la cárcel. Cualquier otro se percibe por las víctimas y por la opinión como insuficiente. Y es que la reputación y el prestigio parece no importarle a nadie. Así no se puede. Nunca habrá cárceles suficientes para todos los que por corrupción, incompetencia, irresponsabilidad, omisión o borrachez, dañan, a veces irremediablemente la vida de otros. Lo que se necesita es generar una cultura de la vergüenza.

Si una guardería se incendia y provoca la muerte de 49 niños y deja a otros 104 lastimados de por vida, no debería hacer falta que algún tribunal se pronunciara para que quienes estaban directa o indirectamente relacionados con su buen funcionamiento contritos presentaran su renuncia, reflejando en su rostro el dolor y la vergüenza que semejante desenlace les provoca. Sabemos que eso no ocurre. Por eso el ministro de la Suprema Corte de Justicia, Arturo Zaldívar, especifica en su dictamen sobre la tragedia de la guardería ABC que, aunque la decisión de la Corte no implique la condena de algún funcionario en el ámbito penal, civil o administrativo, eso no debería restarle impacto e importancia porque: "Las tiene en el terreno de la ética y de la legitimidad democrática. Las tiene como censura de la gravedad de las violaciones a los derechos fundamentales constatadas, como mensaje a todas las autoridades del país para que sucesos de esta índole no vuelvan a acontecer".

Denise Maerker
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 7 de junio de 2010).


Si usted se siente deprimido por la situación del país, si piensa que vivimos en un país injusto y desigual, si piensa que nuestro país no ofrece oportunidades de progresar y se angustia pensando en cómo podrá pagar los estudios de sus hijos y si eso será suficiente para que encuentren un trabajo en el futuro, si se desvela preocupado porque su padre perdió el seguro desde que lo corrieron y anticipa que tendrá que pagarles a él y a su madre un hospital cuando lo necesiten, si siente coraje cuando ve cómo se sale con la suya el vecino ratero y cómo se enriqueció con descaro el compadre que fue síndico, usted tiene toda la razón.

Su enojo y frustración están plenamente justificados. Y seguro cada vez que le hablan de elecciones y de política se irrita y maldice a los políticos por su incompetencia y bribonería.

Finalmente cada día en los medios escucha que no trabajan y que son incapaces de ponerse de acuerdo en lo importante, entretenidos como están en pleitos irrelevantes e interesados en frivolidades y privilegios. Quizá está pensando que después de todo tanta alharaca con eso de las elecciones y la democracia no sirvió de nada, mucha emoción y esperanza con la transición y la alternancia, pero las cosas siguen igual o peor. Costó tanto trabajo sacar a los priistas del poder para descubrir que los panistas y los perredistas no son mejores. Dígame la verdad: ¿En medio del agobio ya está pensando que lo mejor sería que regrese uno de los de antes a poner orden? De esos que no preguntaban pero hacían, de esos que daban miedo pero tenían bien controlados a los malos porque negociaban con ellos.

Para usted y para mi, y para todos a los que la falta de mejoría en el país les ha minado, por momentos o profundamente, la creencia en que la democracia es el mejor método de gobierno, es que un grupo de talentosos mexicanos entre quienes está el ex presidente del IFE José Woldenbeg escribieron "Equidad social y parlamentarismo". Lo que nos dicen Woldenberg y sus amigos es que aunque trágicamente la democracia en México no coincidió en sus primeros años con un periodo de prosperidad y crecimiento que la hubiera consolidado plenamente, no debemos tirarla por la borda. Ellos proponen formas para que se pueda gobernar mejor respetando la pluralidad y no sacrificándola. Y nos recuerdan que la desigualdad y la injusticia no son resultado de la democracia, vienen de mucho antes y sólo un cambio radical en las prioridades de quienes nos gobiernan lo pueden remediar.

Y eso sólo se puede lograr con más participación y presión de nuestra parte, es decir con más democracia, no con menos.

Denise Maerker
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 9 de junio de 2010).


Durante el mes que dura el Mundial de Futbol no nos perdamos del todo. Hay asuntos pendientes que reclaman nuestra vigilancia, por lo menos que estemos enterados para seguir en este trabajo permanente de construcción de conciencia, para hacer los señalamientos precisos en su momento, para exigir lo que tengamos que exigir, para no quitar el dedo del renglón en temas inaplazables y urgentes como la ausencia de un proyecto de nación, la crisis educativa, la decadencia de la clase política; la pobreza extrema, la insuficiencia y deficiencia de las políticas públicas de todo; el desdén que de lo social hacen los dizque servidores públicos; el desempleo; la trata de personas, la prostitución infantil y la pederastia; la corrupción cotidiana en todos los niveles, la falta de justicia, los abusos, el cinismo, la drogadicción, la falta de oportunidades para los jóvenes, el narcotráfico, el crimen organizado, la violencia, tantas muertes...

La vida sigue y los problemas ahí están en espera de ser resueltos, que los esfuerzos manipuladores de la clase política con sus cómplices de siempre sean vanos, que no nos aparten de lo que sí es importante, que no minen los niveles de conciencia que hemos alcanzado. Debemos estar atentos para no permitir abusos de la autoridad de ningún tipo; que no nos receten la medida, la ley, la decisión que sea nada más porque nosotros estamos absortos.

Laura Castro Golarte
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 12 de junio de 2010).


El cúmulo cotidiano de noticias impregnadas de una violencia creciente y exacerbada; la desocupación progresiva de miles de personas que fluctúa entre el subempleo y la mendicidad; el nulo comportamiento ético en el sector público, y la degradación moral a la que no escapa la comunidad religiosa, son, entre otras, causa y razón de agobio, desánimo y abatimiento.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 12 de junio de 2010).


El chillido del dizque "homo sapiens", a veces, sólo alcanza para ocurrencias preñadas, en el mejor de los casos, de las consabidas buenas intenciones de que afirma el proverbio que está pavimentado el camino del infierno. La "Iniciativa México", por ejemplo.

Se pretende que de ahí resulten "proyectos encaminados a combatir flagelos como la corrupción, la pobreza, el daño al medio ambiente y la violencia, y para fortalecer (...) el buen gobierno, la transparencia, el sistema democrático y los derechos humanos". Como siempre, se parte de la premisa -insuficientemente demostrada hasta ahora, por desgracia- de que "México es más grande que sus problemas" e incluso que sus lacras institucionalizadas. Y se trata, en esencia, más que de una "cruzada" a favor de que cada mexicano se decida a poner lo mejor de sí mismo en cada uno de sus actos, simplemente, sino de un concurso de "iniciativas" que tendrá la motivación de los premios: 2 millones de pesos para la mejor -a juicio del público, tras una selección preliminar a cargo de un pomposo "consejo técnico"- y un millón para cada una de las 4 restantes finalistas.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 14 de junio de 2010).


Juan Ramón de la Fuente, ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, no teme hablar de un estado desdibujado en México, un estado que no protege, no convoca, no ilusiona; un estado que perdió la visión sobre sí mismo con la llegada de una concepción empresarial a la política y que hoy, en las propias palabras del ex rector, necesita "la madre de todas las reformas".

"Pasamos de un estado obeso, sobrado, a un estado vulnerable, frágil, sin una concepción clara sobre su papel".

De la Fuente habla de 4 puntos específicos, 4 ejes mínimos: la seguridad, la provisión de servicios básicos, la soberanía nacional y la redistribución del ingreso.

La seguridad y el problema del narcotráfico, dice, deben estar guiados por políticas de salud, en el mismo sentido en el que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha jalado la acción gubernamental: el lado del consumo.

El Gobierno de Estados Unidos invertirá en políticas de prevención y tratamiento para inhibir el consumo de drogas, mientras que en México el énfasis aún está puesto en el combate directo a los narcotraficantes.

Eso debe de cambiar, dice el investigador, como debe cambiar el hecho de que todo esté puesto en el mismo saco: los criminales y los consumidores, las drogas letales y las menos peligrosas.

En el tema de servicios básicos, quien fuera secretario de Salud en la administración de Ernesto Zedillo, se muestra un poco enojado: lo alarma la centralización de la salud, el limitado papel del Seguro Popular, la limitada cobertura de la seguridad social.

No es para menos. El 29% de los mexicanos, 12.5 millones, no tiene seguro social. En Jalisco, la proporción es mayor: 4 de cada 10 según el INEGI y de acuerdo con De la Fuente, el escenario para los próximos años será negro: esa población que hoy es económicamente activa no tendrá un seguro para su vejez.

"Ha llegado el momento de universalizar los servicios de salud", dice mientras refuerza su postura con movimientos de brazo, para convencer. ¿Cómo? Extendiendo el servicio para todos, quitando esa carga a los empresarios y trabajadores formales, juntando el dinero del Seguro Popular y el del ISSSTE y completando con una parte del Impuesto Sobre la Renta . Sí, ya lo había dicho. Pero como nadie escucha, tiene que volverlo a decir.

(V.pág.5-A del periódico El Informador del 16 de junio de 2010).


Cierto: a nadie le beneficia una victoria de México en el Mundial Sudáfrica 2010. No vamos a tener una vida más digna, nuestras deudas bancarias no van a desaparecer, tampoco obtendremos trabajo mejor remunerado. Mucho menos acabará la delincuencia organizada ni se ganará la guerra contra el narco; no bajarán los índices de contaminación en la ciudad ni quedará borrada la corrupción que carcome hasta el tuétano a los políticos de este país. Es más, lo más seguro es que, aprovechando la vieja estrategia del pan y circo, más de un gandaya aproveche la euforia nacional para hacer sus tropelías. Ese es uno de los argumentos que más echan en cara los que detestan el futbol y, lamentablemente, tienen mucho de razón.

Por ejemplo, el mismo día en que México se enfrentó a Sudáfrica en el partido inaugural, el crimen organizado cobró la vida de 77 personas. O al menos ese número fue del que nos enteramos. ¿Cuántos murieron ayer? Seguro pronto nos enteraremos. Y así, mientras el Tri seguía preparándose para su noche gloriosa -noche sudafricana, tarde azteca-, en Nayarit Ney González decidió recortar el ciclo escolar para, dijo, no exponer a los pequeños a la ola de muerte que sacude al país. Oficialmente, las clases en el vecino estado terminan hoy. Y la pregunta es, ¿eso es todo lo que nos pueden ofrecer nuestros gobernantes? ¿Un estado de sitio permanente? ¿Qué sigue: acabar con la vida nocturna, reducir las jornadas laborales, decretar la prohibición de cualquier actividad en la vía pública?

Edgar Velasco
(v.pág.18 del periódico Público del 18 de junio de 2010).


Fernando Gómez Mont afirmó que en México hay una lucha frente a los anhelos exclusivos de rapiña (¿empresarial, política o partidista?) por ganas de enriquecimiento de unos cuantos frente a muchos...

Marcela Gómez Zalce
(v.pág.22 del periódico Público del 18 de junio de 2010).


No podemos equivocarnos, nadie en su sano juicio puede creer que Felipe Calderón entiende o sea capaz de controlar la ira y la violencia que se han desatado en el país; ni sabe a ciencia cierta quién es quien entre los suyos.

Es intolerante, pero no ignorante. Él sabe que nuestro sistema de justicia pende de un hilo. Sabe que la Suprema Corte obedece a las costumbres del poder, que García Luna, Chávez y sus jueces actúan por consigna. Él sabe que se equivocó al creerle al PRI, sabe que negociar con Mario Marín y Ulises Ruiz resultó en unas elecciones que nos llevan de vuelta al pleistoceno antidemocrático.

Porque el presidente hace oídos sordos, pero ciego no es y puede ver que el país se desmorona ante sus ojos, o al menos el país que él se creyó llevaba entre las manos.

Nadie espera de él ni de su debilucho gabinete que sean capaces de darnos la respuesta, de restaurar al país por designio. Es cierto que Calderón es simplemente humano.

Cuando analizamos lo que dice, criticamos lo que hace y rebatimos lo que nos pide, no lo hacemos porque le creamos causante de todas nuestras desgracias, ni porque consideremos que es todo poderoso. Cuando hablamos, además de ejercer nuestro derecho a la libre expresión, exigimos respeto a nuestras vivencias colectivas a lo que sí hacemos quienes no somos criminales, que somos mayoría. Ya Lula da Silva dijo que sin sociedad civil no hay buen gobierno, y por eso escucha.

Está claro que en este momento todas y todos tenemos más preguntas que respuestas, y que la reconstrucción de México pasará necesariamente por una rehabilitación de la ética pública, de la cual es responsable toda la sociedad.

Lo que medio México ha intentado decirle al Presidente, yo me incluyo, es que el país sobrevivió a 70 años del PRI y a la corrupción de Estado, a seis años de un tibio y corrupto foxismo, gracias a una sociedad civil fuerte, solidaria, que no se arredra, que sale a las calles por sus hijos e hijas, que rescata a la infancia de la calle, que protege a las víctimas, que señala a los mafiosos, que recuerda a los desaparecidos, que cuando la Corte le ignora vuelve otra vez con la esperanza de lo posible.

Ya nadie considera que Calderón pueda hacer nada antes de que el PRI y sus mafias nos gobiernen de nuevo. Sería ingenuo. Lo que pedimos es que mire aquí abajo, porque cuando él se vaya, aquí seguiremos, millones cada día reconstruyendo el país, poco a poquito, con amenazas, huérfanas o con hijos muertos. Trabajando, hablando, exigiendo, porque merecemos un país que nos merezca. Ni más ni menos, y en silencio nunca lo tendremos.

Lydia Cacho
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 21 de junio de 2010).


La descompostura de la cotidianeidad mexicana cuestiona lo que entendemos de nuestro pasado y queremos de nuestro futuro. Violencia incontenible, inseguridad creciente, irresponsabilidad de la autoridad, faltas graves escondidas por los leguleyos, veleidades de los poderosos. Lo peor, amagos de miedo por no creer en lo que dicen los medios: No eres mexicano si no crees, proclamas y vives como si de verdad el "sí se puede" o el "ya se pudo" fuera "nuestra" hora obligada.

A los hombres y mujeres comunes nos preocupa el futuro, sí. Queremos un mundo mejor para hijos y nietos. Luchamos por conseguirlo y creemos que los demás hacen lo mismo. Por eso recibimos un golpe al caer en la cuenta de cómo los poderosos (políticos, autoridades y fácticos) se empeñan en hipotecar el futuro y hacerlo nulo con la enorme irresponsabilidad de sus comportamientos presentes.

Miguel Bazdresch Parada
(v.pág.15 del periódico Público del 27 de junio de 2010).


Todo parece indicar que México está divido entre quienes sí entienden que el país se sostiene porque millones de personas han tejido redes sociales grandes y pequeñas para sembrar la tolerancia, la paz, la cultura y la diversidad, y quienes en sus espacios de privilegio, aislamiento o auto refrencia creen que nada está sucediendo porque no lo ven directamente.

Lo cierto es que las organizaciones civiles se sientan con los representantes del gobierno mexicano para demostrar que son actoras activas de la transformación; por desgracia casi siempre terminan siendo descalificadas, utilizadas para la foto, amenazadas o silenciadas. Pero una cosa queda clara: nadie las detiene. Algún día en la mesa se sentarán como iguales.

Lydia Cacho
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 28 de junio de 2010).


La cruda panbolera llega con más asesinatos, esta vez de un candidato a gobernador... sin saber aún del paradero del tal Diego Fernández, en un silencio mediático terriblemente sospechoso la sangre sigue corriendo y los silencios resultan cada vez más difíciles.

Regresamos del sueño africano a un México que se acabó, a un estado derrumbado que finge cada vez más pobremente un control del territorio que claramente se le ha salido de las manos.

Jorge Zul de la Cueva
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 30 de junio de 2010).


No se olviden que México no está enfermo, está gravísimo, por eso lleva tanto tiempo en terapia intensiva.

Guadalupe Loaeza
(v.pág.5 del periódico Mural del 1o.de julio de 2010).


Escuché el término hace varios años, cuando apenas comenzaba a vislumbrarse que iba a acabar sucediendo lo que vivimos ahora: "colombianización". El caos, la reyerta general, el todos contra todos, la violencia enraizada y ubicua. Unos lo veían más posible que otros. Todos lo veíamos más bien lejano. García Márquez dijo de su patria que "pocas cosas valen menos allá que la vida". Así es hoy día en México. El narco, y junto con ellos la delincuencia en su conjunto, reta frontalmente al gobierno, a las instituciones, a la sociedad, al país en su cabalidad. Ahora fue un candidato a gobernador, mañana apuntarán más arriba. No hay mucho que agregar a lo que la nota roja y política ha ventilado en estos días. Sólo agregarnos al sentimiento de indefensión, al vacío en el estómago cuando certificamos, con el ánimo de funeral, que algo falló, que algo muy grande e importante para todos se nos pudrió. Y apesta. Mucho.

Antonio Salcedo Morales
(v.pág.4 del suplemento "Ocio" del periódico Público del 2 de julio de 2010).


Para agregar a las dificultades está el desgaste del Ejército Mexicano, secuela del estrepitoso fracaso de las autoridades civiles de proveer seguridad y el de la Corte, por su incapacidad de hacer justicia y tratar de remediarlo con determinaciones que dan impunidad a delincuentes al amparo de la protesta social.

Federico Berrueto
(v.pág.2 del periódico Público del 4 de julio de 2010).


El negocio en boga en Twitter fue la crianza de pulpos y varios querían llevar unas jaibas a entrenar con el pulpo Paul a fin de que predijeran los resultados electorales en México. Innumerables twitts proponían que fuera el pulpo quien dirimiera los conflictos electorales argumentando que da más confianza que el TEPJF, tiene más nivel y además costaría mucho menos. Otros llegaron mas allá. Pensaron que era mejor ahorrarse todo el proceso electoral y dejar que el pulpo decidiera. Muchos sugirieron que le preguntaran al molusco el paradero del Jefe Diego. Una fotografía del pulpo en su estanque empezó a circular con las caras de Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador en los contenedores en vez de banderas. El pulpo daba por ganador a AMLO y el que realizó la fotografía agregó: El pulpo Paul ya la cagó para el 2012.

Lo interesante del tema, es que Paul, además de develar los resultados de los partidos, ha puesto en evidencia la falta de confianza en las instituciones, en nuestros gobernantes, en las disputas electorales y del gran sentido del humor de los mexicanos y que muchas veces, lo irracional se vuelve real.

Fernanda de la Torre
(v.pág.31 del periódico Público del 11 de julio de 2010).


Las cosas en el país se complican. Veo 2 países. Por un lado la política federal, basada en una serie de mentiras, engaños y el negocio de unos cuantos. La lucha del hampa contra la otra hampa. Ahí no hay nada qué hacer. Por otro lado hay un movimiento de la sociedad civil que se organiza por colectividades.

Ana Francis Mor, actriz

Este gobierno le pegó al avispero, y para empezar las avispas ni dan miel. No hay cabeza, es un soberano desastre, sin salida. Por lo demás, estamos a toda madre pitorreándonos del Bicentenario.

Cecilia Sotres, actriz
(v.pág.38 del periódico Público del 4 de julio de 2010).


¿Cómo suponer que un país puede alcanzar la legítima aspiración social de una mejor distribución de la riqueza si no hay empleo bien remunerado?

Es evidente que bajo el contexto actual la solución no se encuentra en el gobierno, porque no está en capacidad de generar empleo productivo autosustentable, y a que los más de 3 billones de pesos que gasta al año no son direccionados hacia la solución de dicho problema; la mayor parte se consume en servicios personales de los funcionarios, el pago de la deuda y de los llamados pasivos contingentes (deuda, pero con otra etiqueta menos dolorosa para las finanzas públicas), así como en un elevado gasto de operación que mantiene a una estructura, cuya incidencia en el crecimiento es poco significativa.

Por tanto, parece el momento oportuno para que en la política económica se reconozca la necesidad de impulsar la generación de empresas que creen empleo y que resuelvan los problemas que tiene el mexicano promedio, pero sobre todo el más marginado; es decir, la gente pobre de este país.

Evidentemente que uno de los aspectos que se debe tocar es el de fortalecer el autoconsumo de las personas que cuentan con la tierra suficiente para producir parte de las verduras, legumbres y frutas que requieren para vivir. Una situación similar ocurre respecto a la ganadería y avicultura de autoconsumo: apoyar a aquellas personas que pueden producir no para vender, sino para alimentar a su familia es una prioridad.

Lo anterior sólo resuelve parte de la apremiante situación en que viven millones de mexicanos; sin embargo, reconoce algo que las autoridades económicas no quieren hacer: existen personas cuya participación en el mercado interno no es para comprar un automóvil, una casa, una pantalla de alta definición o un teléfono con acceso a internet y sistema de posicionamiento global. En el México de hoy viven millones de personas cuya necesidad es mucho más básica: simplemente comer.

Superar el problema de producción en alimentos tiene que estar asociado en facilitar su distribución, de manera rápida y económica.

Lo previo puede sonar algo trivial, pero cuando se observa que el mayor rezago carretero se da en las zonas más pobres del país es cuando surge la necesidad de insistir en que una de las prioridades de la inversión pública en comunicaciones debe orientarse hacia las zonas marginadas, como por ejemplo el sureste.

Lo descrito anteriormente no implica que se deba olvidar el realizar una creciente inversión en ciencia y tecnología; simplemente trata de plantear que difícilmente se puede alcanzar una verdadera democracia cuando una parte sustancial del país no tiene para comer y no existe una estrategia bajo la cual se vislumbre un horizonte más promisorio.

La increíble cantidad de alianzas que los partidos políticos hicieron en las pasadas elecciones no hace sino recordarnos que su agenda no se encuentra en la misma sintonía que la de los ciudadanos.

Los primeros se encuentran en una lógica de alcanzar y/o conservar el poder, por lo que la de los ciudadanos debe orientarse a resolver los verdaderos problemas: alcanzar la democracia económica, aun sin políticos.

José Luis de la Cruz Gallegos, director del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tec de Monterrey
(v.pág.18-A del periódico El Informador del 12 de julio de 2010).


El más urgente problema en nuestro país, en Jalisco, no está ligado a los esfuerzos para salir de la crisis económica o para mejorar la distribución de la riqueza. Tampoco tiene que ver en este momento con la falta de un mejor sistema educativo, ni con la supresión de nuestros contaminantes esquemas de transporte o explotación irracional del agua. La urgencia está en detener la espiral de violencia que contamina nuestra vida cotidiana y se instala en todos los rincones de la ciudad, en las carreteras y en los pueblos pequeños y grandes.

Si el Gobierno del Estado sostiene una y otra vez que no estamos "tan mal" como en otras entidades (léase Nuevo León, Chihuahua o Baja California), la reacción obvia después de los hechos violentos que consignan hoy las páginas policiacas, es cuestionar cuándo estaremos, ahora sí, en circunstancias iguales.

Un análisis mínimo obliga a replantear, nuevamente, si la estrategia de la "guerra antinarco" lanzada por el Gobierno de la República es la correcta. Si en Guadalajara chocan a balazos los grupos delictivos, es porque combaten por el "mercado de las drogas", explica el secretario general de Gobierno, Fernando Guzmán. Pero se plantea, por simple comparación: ¿Podrá Jalisco sustraerse a una confrontación entre cárteles que eventualmente intenten dominar nuestra "plaza"? Evidentemente no.

Ya estamos acostumbrados: cada fin de semana contamos las ejecuciones por unidades y a veces por decenas, pero nos consolamos con la creencia de que todos los caídos formaron parte de las filas del crimen organizado y "son ajustes de cuentas". Si no se actúa con estrategias correctas, con prevención y coordinación real, cuando se levante totalmente la neblina, posiblemente nos encontremos con una realidad que no habíamos creído posible.

Jorge O.Navarro
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 13 de julio de 2010).


Pienso que nunca como ahora, México necesita una terapia. ¡Le urge! Está quebrado, tiene una barbaridad de deudas y se siente rehén del crimen organizado. Con tantos crímenes, teme que ya huele a muerto y que es precisamente ese tufo lo que ahuyenta a todos los turistas que solían visitarlo y extasiarse con sus mares y ciudades coloniales. Tiene miedo, de allí que se sienta tan inseguro y vulnerable. No sabe qué hacer con tantos desempleados, tantos damnificados por las lluvias y tantos pobres.

¿Qué le duele a México?

"¡A México le duelen tantas cosas!", responde la doctora Yazmín Mendoza Espinosa, psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Mexicana, "la pobreza, la desigualdad, la violencia, el engaño. No hay un solo día que pase que no ocurra algo tenebroso: un nuevo decapitado, un nuevo secuestrado, otro asalto, un político corrupto más. Entonces yo más bien me pregunto: ¿Cómo hacemos los mexicanos para sobrevivir en medio de tanto dolor?".

Para la doctora Tammy Kalach, a México le duele no entender, no poder confiar, no saber lo que le espera. "La angustia de lo impredecible es sumamente dolorosa". La doctora Kalach afirma que también nos duele la mentira y el ocultamiento. "Nos confunde que cualquier crimen se diluya como si nada hubiera sucedido".

Para la doctora Socorro Ramonet, lo que le duele a México es la falta de expectativas. "Son pocos los mexicanos que pueden esperar una vida donde logros y metas se vayan consolidando siguiendo las reglas fijas". En nuestro país, ya no hay expectativas, ya no hay esperanza, ya nadie cree en nada.

Guadalupe Loaeza
(v.pág.5 del periódico Mural del 15 de julio de 2010).


Salir del laberinto en el que se ha metido la República en nuestro país no parece tan fácil. Damos vueltas y vueltas y llegamos al mismo punto. Y cada vez el ánimo va a la baja y los intentos de salida sólo nos hunden más en el laberinto. Hace falta la heroína moderna que nos entregue el ovillo de hilo para resolver el laberinto. ¡Ah! Pero no funciona así, pues no se puede entregar a los que ya están perdidos, adentro del laberinto. El hilo funciona cuando se entrega a la entrada.

Hoy estamos dentro del laberinto, perdidos y clamamos por salir. Entramos sin hilo de oro, damos vueltas y vueltas y... no salimos. Tenemos que fabricar, adentro, un hilo, es decir, una estrategia para salir. Sin embargo, lo que se ve, es que los perdidos quieren salir solos y dejar a los acompañantes de perdición, ahí enterrados. Y así, no vamos a poder.

Una clave: marcar el paso por los lugares para saber si volvemos al mismo lugar, detenerse, revisar el sentido en el cual se camina y decidir la continuación o una nueva dirección. Hasta ahora la dirección escogida no da resultados, y no nos estamos deteniendo, vamos de frente sin revisar el sentido y la decisión de continuar no es fruto de genuino y compartido, sino tozudez.

Miguel Bazdresch Parada
(v.pág.15 del periódico Público del 18 de julio de 2010).


Para la revista "Foreign Policy" y la Organización Fondo para la Paz, México hoy está en un riesgo menor en caer en la ingobernabilidad, si se lo compara con años anteriores.

Sin embargo, la nación se encuentra en la línea entre la estabilidad de los países de primer mundo y el peligro, sobre todo, representado por ciertas características de naciones africanas, asiáticas y latinoamericanas.

El aspecto más preocupante de México sigue siendo el crecimiento económico desigual; es decir, es un país que genera cierta riqueza, pero que queda en manos de unos pocos. En ese sentido, México se ubica entre los países más inequitativos del mundo.

En el contexto de América Latina, ocupa el tercer lugar en este rubro, sólo superado por Brasil y Chile. Sin embargo, estas 2 naciones han hecho avances importantes, en las políticas de reducción de pobreza y desigualdad, aceleradamente en los recientes 10 años.

Mientras México sea un país en donde quepa la posibilidad de que una sola persona, Carlos Slim, pueda tener 7% del Producto Interno Bruto, el descontento popular siempre será un factor de inseguridad.

El segundo punto que más preocupa es el que tiene que ver con el aparato de seguridad. El Estado es incapaz de ofrecer la seguridad que demandan los ciudadanos, por ello, las corporaciones policiacas y demás órganos de administración de justicia, han caído en un proceso lento de degradación e ilegitimidad.

Ante esto, "las reformas pendientes en las cámaras legislativas son fundamentales, México no puede esperar más", señala el análisis del documento.

Otro aspecto que preocupa de México es la intervención extranjera. Para los autores del estudio, al necesitar ayuda para controlar su territorio, el país expresa debilidad. Los ejercicios conjuntos que México ha realizado con Estados Unidos, las labores de inteligencia compartidas y la cooperación en temas fronterizos constituyen (por ejemplo, en el marco de la Iniciativa Mérida) son las variables que más afectan la posición en este índice.

Un punto de gran relevancia en el análisis es la fuga de cerebros de México a países desarrollados que ofrecen mayores oportunidades.

Así, los intelectuales más brillantes del país se enfrentan con un destino incierto producto de la falta de apoyo a la investigación científica, la secundarización de la economía y los problemas económicos recurrentes.

Unas de las propuestas que formulan los investigadores en el análisis, es invertir más en investigación y desarrollo, mientras países europeos alcanzan 5% del PIB en este rubro, México no llega ni a 1%.

Sin embargo, existen aspectos en los que el país luce sólido.

Por ejemplo, México no es un país dividido que resulte ingobernable, los grupos inconformes no han paralizado las actividades regulares del Estado. De la misma manera, a pesar de que el estudio reconoce que en México ha comenzado una degradación acelerada de los servicios públicos básicos, éstos siguen siendo relativamente aceptables.

Asimismo, las violaciones de los derechos humanos no son sistemáticamente ejecutadas por el Estado y, a pesar de que sí existen dichas violaciones, son más esporádicas, que generalizadas.

México no es un país que emita una gran cantidad de refugiados hacia otras naciones. A pesar de que en México existe una gran fuga de población hacia Estados Unidos, el proceso en que la gente tiene que salir no por cuestiones económicas, sino por la más básica seguridad, apenas comienza.

Las migraciones de empresarios y de clases medias de poblaciones fronterizas hacia la Unión Americana es, por ahora, el presagio de una tendencia que de agravarse impactaría en la confiabilidad del país.

(V.periódico El Informador en línea del 20 de julio de 2010).


México es una nación tan contrastante que, por un lado, puede tener características de Alemania o Bielorrusia, países europeos situados en la línea de desarrollo o en vías de desarrollo, y también indicadores de lugares en guerra como Afganistán o de dictaduras como Libia.

IndicadorPaís similar
Presión demográficaBielorrusia
RefugiadosAlemania
Oposición radicalLibia
Fuga de cerebrosNicaragua
Concentración de riquezaAfganistán
Decrecimiento económicoSurinam
Ilegitimidad del EstadoArmenia
Servicios públicosBrasil
Derechos humanosMadagascar
Aparato de seguridadKirguistán
Elites desunidasRumania

(V.pág.3-A del periódico El Informador del 20 de julio de 2010).


Sabemos que la gente está enojada por la inequidad en nuestro país y quieren que los responsables respondan. Pero, por algún motivo, consideran el hecho de que alguien sea conocido como una automática admisión de complicidad con los poderes y las autoridades corruptas. No siempre es así. Muchos de los famosos en México son tan vulnerables como cualquier ciudadano. Otros no. Pero sí vale la pena saber antes de ir por las antorchas para quemar a alguien.

Susana Moscatel
(v.pág.2 del suplemento "¡hey!" del periódico Público del 23 de julio de 2010).


La crisis y errores cometidos por unos cuantos tienen semiparalizado al país y han propiciado que más de la mitad de los mexicanos viva en la pobreza, y otros tantos en la extrema pobreza, es una de las peores que se han vivido en la época contemporánea, ya que antes no se había presentado tan alta tasa de desempleados.

Cuauhtémoc Cisneros Madrid
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 24 de julio de 2010).


Identificado como uno de los historiadores con más producción intelectual sobre Jalisco, José María Muriá cuestiona severamente la forma en la que se están conmemorando el Centenario de la Revolución Mexicana y el Bicentenario de la Independencia.

"En general, si tú comparas el Bicentenario de Felipe Calderón con el Centenario de Porfirio Díaz, nuestra generación queda debiendo. Para el Centenario se publicaron unos libros espléndidos, el famoso libro de Justo Sierra, Bellas Artes, la Columna de la Independencia... un montón de cosas, muy al estilo de esa época sí, pero nosotros, en el contexto de una situación grave, ¿qué?".

El país no se encuentra en un buen momento. Está bien, reconoce, que hagan carreteras y les pongan el nombre del Bicentenario, pero lo importante es que el país se vea a sí mismo y reflexione sobre el futuro.

"Esta era una estupenda oportunidad para reflexionar seriamente qué país tenemos y qué país podemos hacer. Pero no sólo una reflexión de carácter patriótico e histórico, sino un análisis serio, con una convocatoria nacional, con publicaciones, reuniones, documentales. Echar a andar la inteligencia nacional para que reflexione sobre lo que nos ha sucedido", señala el ex presidente del Colegio de Jalisco.

Muriá siempre ha sido crítico de las actitudes centralistas, y esta vez no fue la excepción. Con dureza, criticó la falta de visión de las autoridades federales que consideran nacional lo que sólo involucra al Distrito Federal. Tal ha sido el caso de las convocatorias que se han hecho para conmemorar la Independencia.

(V.pág.5-B del periódico El Informador del 27 de julio de 2010).


Elisa Ayón Hernández aseveró ayer, reiterativamente, que Jalisco recibirá, directamente del Senado de la República, una partida de mil millones de pesos (un mundo de dinero, desde la terrestre perspectiva de cualquiera de sus representados). Esos mil millones no serán trasvasados -valga la expresión- de las arcas federales a las estatales para aplicarse a alguna de las innumerables cuentas pendientes que tienen en esta entidad los gobernantes (del signo político que se quiera: pintos o colorados, que todos han demostrado estar hechos del mismo barro) con los gobernados: ni abastecimiento, ni aprovechamiento, ni saneamiento de agua para la monstruosa zona metropolitana de Guadalajara; ni impulso económico para los proyectos de movilidad urbana (tren eléctrico urbano, Macrobús, metro...); ni apoyo a las necesidades en materia educativa; ni contratación, capacitación y equipamiento de personal para la seguridad pública; ni punto de partida para el fondo que se requiere para repavimentar en serio las calles de la ciudad, en vez de malgastar el dinero en los bacheos de caricatura que deben realizarse al término de cada temporal de lluvias... Sí, en cambio, "para la realización de eventos que conmemoren -¡vengan mayúsculas, que están en barata...!- el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana".

Como representante popular que es, la diputada local Ayón podría tener el mínimo de sensibilidad necesaria para captar que en un país que arrastra tantos rezagos, carencias e injusticias que podrían, si no remediarse, sí, al menos, atenuarse de manera significativa mediante una aplicación honesta (y, sobre todo, ¡res-pon-sa-ble!) de los fondos públicos, ofende al ciudadano notificarle que el dinero que falta -según quienes lo administran- para atender prioridades, sobra para gastarlo en humo de cohetes... y, muy probablemente, para que se lo embolsen quienes decidirán de qué manera va a erogarse.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 28 de julio de 2010).


El país es un desastre. La impunidad es total, desde la ABC, hasta los Zetas, el desorden del gobierno panista lo abarca todo. La sangre llena la patria y la justicia no es ya ni siquiera para quienes puedan pagarla (Diego como ejemplo).

Jorge Zul de la Cueva
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 28 de julio de 2010).


Ahora la palabra Independencia ni siquiera existe. Hoy por hoy dependemoa a ciegas, si no de España, de Estados Unidos. Nuestros gobernantes han abusado tanto o más que Fernando VII y sus virreyes.

¿Acaso hay algo en el gobierno de este país que no roce con la "estulticia"?

Guadalupe Loaeza
(v.pág.5 del periódico Mural del 29 de julio de 2010).


¿Se han dado cuenta de que el narco y la estupidez de nuestros políticos nos están aislando y arrinconando cada vez más hasta que toda la gente de bien languidezca?

Germán Dehesa
(v.pág.7 del periódico Mural del 29 de julio de 2010).


México vive ahora tiempos de dificultad. Necesita un líder. Y no se ve ninguno, ni cerca ni en la lejanía...

Armando Fuentes Aguirre "Catón"
(v.pág.7 del periódico Mural del 29 de julio de 2010).


La situación nacional mexicana es hoy más problemática que hace 4 años. Los avances democráticos han hecho más compleja la gobernabilidad. Enfrentar nuevos contextos con las mismas armas no parece ser la solución. Al contrario. El pacto nacional vigente está deteriorado. Cada vez menos se hace caso de sus supuestos. Por tanto, es hora, aunque suene inútil a corto plazo, de un nuevo pacto nacional incluyente y democrático, de frente a y con el pueblo. No hay más. Somos los que somos y están los que estamos.

Miguel Bazdresch Parada
(v.pág.15 del periódico Público del 1o.de agosto de 2010).


Cada vez somos menos competitivos, menos productivos, menos eficientes; cada vez recibimos menos inversión extranjera; cada vez somos menos instruidos porque la educación nacional es desastrosa; cada vez hay más inseguridad; cada vez hay menos empleo a pesar de las fantasiosas cifras oficiales; en fin, pareciera que nuestra vocación es la derrota.

Hace unos 15 días, Colombia figuraba como un país muy aventajado en las páginas del semanario Newsweek; Turquía apareció luego ni más ni menos que en la portada; Brasil lleva ya no se cuánto tiempo como alumno ejemplar en la lista de las economías emergentes; Perú crece económicamente a un ritmo espectacular y atrae a inversionistas del exterior... ¿Y México?

No he citado los casos de naciones como Corea o España con las que nos podíamos comparar favorablemente hace unos 40 años; hoy, nos llevan una ventaja inalcanzable. Pero, Brasil, Colombia, Turquía y Vietnam ¿acaso dejarán también de ser "economías emergentes" para trasformarse en países prósperos mientras nosotros seguimos discutiendo si Martín Esparza debe merecer la "toma de nota" o si los salitrosos terrenos de San Salvador Atenco deben preservarse a perpetuidad para no violentar los "usos y costumbres" de la comunidad?

El debate sobre el modelo económico y social es importantísimo porque -más allá de lo que se pueda decir de la desigualdad que prevalece, justamente, en Colombia o en Brasil- los logros de esas 2 naciones suramericanas son medibles, comprobables y certificables. Dicho en otras palabras, podemos cuestionar airadamente la esencia misma del neoliberalismo y consignar, machacona y repetidamente, la perversa naturaleza del libre mercado pero, por lo pronto, 3 o 4 puntos más en el índice de crecimiento económico no nos vendrían nada mal; y tampoco estaría de más recibir -aquí, en México- los capitales que en estos momentos están llegando a Brasil.

Porque, señoras y señores, tanto el crecimiento del PIB como la inversión extranjera se traducen en beneficios reales, concretos y palpables: empleos, bienestar, mejoras en los niveles de vida de la gente, etcétera. Y, en este sentido, la existencia misma de las diferencias entre México y esos países debería de llevarnos a un punto de apremiantes reflexiones: preguntémonos, de una buena vez, sobre lo que estamos haciendo mal. Es más que evidente que algo no funciona aquí y, por favor, no es asunto de arremeter nuevamente contra las "políticas neoliberales" (si fueran tan malignas, ni Perú ni Colombia estarían progresando) o de echarle toda la culpa al "espurio" como si no hubiéramos tenido, en el pasado, a presidentes de la república colosalmente nefastos, personajes perfectamente capaces de llevar a todo un país a la ruina (¿hemos olvidado ya las calamitosas devaluaciones, los lloriqueos de López Portillo, el dañino populismo de Echeverría y, sobre todo, el carácter auténticamente autoritario de los antiguos regímenes priistas?).

Nuestra mirada debería de dirigirse, más bien, hacia una clase política que no puede, en su conjunto, tomar decisiones sensatas, arreglar las cuestiones de fondo, resolver los problemas y llevar adelante al país. Estamos hablando de la famosa "generación del no" y de la asombrosa incapacidad que tienen nuestros hombres públicos, de todas las proveniencias, para admitir unas evidencias del tamaño de una casa: si no crecemos y otros sí crecen, si no recibimos inversión extranjera y otros sí la reciben, si no progresamos y otros sí progresan, entonces ¿algo hay que podríamos hacer, o no? Digo, debe de existir algún remedio, forzosamente, puesto que en otros lugares lo han encontrado. Pero no sólo somos tremendamente necios en nuestra ineptitud sino que negamos de un tajo la realidad de las cosas; por ahí, algún funcionario ha dicho que pasar a la Categoría II en la clasificación del espacio aéreo no tenía mayor importancia. De la misma manera, el hecho de que Brasil haya logrado un espectacular crecimiento industrial luego de permitir la inversión privada en el sector petrolífero no hará que nosotros cuestionemos siquiera el manoseado principio de que el "petróleo es de todos los mexicanos". Testarudos e irresponsables, seguimos empantanados mientras los demás se ponen velozmente las pilas.

Román Revueltas Retes
(v.pág.4 del periódico Público del 8 de agosto de 2010).


Del México bronco al México harto. Dos intentos de linchamiento en Milpa Alta, uno en Oaxaca, y el de 100 agentes federales contra sus propios comandantes, en Ciudad Juárez. Ni la Policía cree en la Policía. ¿Usos y costumbres? ¿México impune? ¿México podrido? ¿México apestado? ¿Servirán para algo los Diálogos por la Seguridad?

José Cárdenas
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 10 de agosto de 2010).


Llega el inspector de educación a la escuela y con una sonrisa le pregunta al niño: -¿Me puedes decir quién quemó las puertas de la Alhóndiga?

-Yo no fui, señor, yo no fui-, responde temeroso.

-¿Usted qué opina de esto?-, pregunta, ya sin sonrisa, a la maestra.

-Si él lo dice, le creo, porque no es mentiroso-, asevera la profesora.

Acude el inspector, ya desesperado, con el director que, ante el planteamiento, responde preocupado: -Qué pena, ¿y como cuánto cuesta reparar las puertas?

Llega a la dirección una maestra líder sindical y dice con seguridad: -Yo las pago, o mejor aún, le hablo a Esfarsa para que tome el Zócalo.

-Más fácil-, dijo un maestro del PT -le hablo a Andrés Manuel para que le diga a Marcelo que las pague del presupuesto.

Hoy la escuela estrena y luce unas puertas espléndidas.

Iguales a las de la Alhóndiga.

Nemesio Maisterra
(v.pág.6 del periódico Mural del 12 de agosto de 2010).


Tal vez sea la hora, como en el mito griego, de abrir la Caja de Pandora. De hecho, de volverla a abrir. Quizá al hacerlo, podamos atrapar en ella las calamidades que nos aquejan: la inseguridad y la violencia que se enseñorean en nuestra vida cotidiana; las deficiencias de nuestro estado de derecho; la expulsión de cientos de miles de migrantes por falta de empleo y oportunidades; el debilitamiento de valores y principios que nos deben dar sustento; los delicados trances ambientales y los aprietos hídricos y sanitarios que nos amenazan de forma creciente; la falta de opciones laborales o educativas para nuestros jóvenes, o las políticas que paralizan al país y lo ponen en gran desventaja frente a otras sociedades que han resuelto de mejor manera la ecuación de la democracia, la gobernabilidad y el desarrollo.

José Narro Robles, rector de la UNAM
(v.pág.15 del periódico Público del 15 de agosto de 2010).


CARTA AL PRESIDENTE DE MÉXICO, DE UN MÉDICO REGIO

RIDÍCULA MINORÍA SEÑOR PRESIDENTE:

Efectivamente, el crimen organizado representa una ridícula minoría, que por desgracia afecta a la mayoría de los mexicanos, pero existen desde hace más de 80 años otras minorías que han estrangulado lentamente y sin misericordia a la mayoría de nosotros.

LA RIDÍCULA MINORÍA de diputados y senadores que enfrascados en intereses personales y partidistas han obstruido los cambios legislativos que se requieren con urgencia para nuestro país.

LA RIDÍCULA MINORÍA de quienes forman el poder judicial y quienes no aplican la justicia por igual, generando un estado de anarquía que ha acabado con nuestra confianza.

LA RIDÍCULA MINORÍA de las riquezas mal habidas en nuestro país que concentran de manera inmoral e intolerable los bienes de la nación ante la injusticia de 40 millones de mexicanos en pobreza extrema.

LA RIDÍCULA MINORÍA que dirige el destino de la educación en México, matando antes de nacer una nueva generación de mexicanos destinados desde ahora a la mediocridad intelectual.

LA RIDÍCULA MINORÍA de los monopolios que laceran la economía de los mexicanos.

Señor presidente: Necesita actuar ante éstas y otras RIDÍCULAS MINORÍAS. Si lo hace, la abrumadora mayoría estaremos con usted, pero si no lo hace, despertará pronto el monstruo dormido de las mayorías, y entonces sí, señor presidente, ya nada será igual.

Dr. Alejandro Camelo Schwarz, médico otorrinolaringólogo de 54 años. Monterrey, Nuevo León, México
(recibido por e-mail el 19 de agosto de 2010).


Mientras la mayor parte de los 24 millones de jóvenes en México, entre 15 y 24 años de edad, carecen de oportunidades educativas y laborales; mientras el número de mexicanos en pobreza creció en los últimos años en 6 millones; en un contexto en donde el sistema educativo nacional atraviesa por una de sus peores crisis por el rezago acumulado y la corrupción que campea en la dirigencia del Sindicato de Trabajadores de la Educación tolerada por las autoridades educativas (léase gobierno federal), asistimos a los espectáculos cotidianos -y muy malos- de la clase política.

Laura Castro Golarte
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 21 de agosto de 2010).


Vivimos tiempos muy difíciles: crisis económica, pocos empleos, violencia del narco, inseguridad en las calles. Y sin embargo, la pobreza ha aumentado pero el país ha sido mucho más pobre en otras épocas, la educación es mala pero ha sido mucho peor, la violencia agobia y aterroriza en ciertas regiones y ciudades pero en otras se goza de niveles de seguridad muy aceptables y tampoco ahí se respira ningún ánimo festivo. ¿Qué es lo nuevo? Las razones pueden ser muchas, pero me atrevo a avanzar una hipótesis. No hemos perdido un trabajo, sino la esperanza de encontrar uno; no sólo padecemos la violencia, sino la certeza de que esta situación no se va a resolver en mucho tiempo; quisiéramos imaginar que juntos somos capaces de resolverlo, pero estamos más divididos que nunca. El año 2006 dejó entre nosotros huellas difíciles de borrar. La polarización tenazmente alimentada desde las elites políticas durante el foxiato sigue marcando y determinando nuestra vida pública. Como nunca en esta década se sembró la desconfianza y el rencor entre nosotros.

La desastrosa organización de festejos por parte del gobierno federal no ayuda, sino confirma en muchos en ese ánimo fatalista de que nada nos puede, les puede, salir bien. Cada vez escucho a más mexicanos de diferentes niveles socioeconómicos pensando en salidas individuales. Emigrar con o sin dinero, con o sin la familia, aislarse o buscar refugio en zonas todavía tranquilas.

No hay esperanza y sí mucha decepción: de la clase política, de los empresarios, de los futbolistas, de los periodistas, finalmente de nosotros todos.

Denise Maerker
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 25 de agosto de 2010).


Los jóvenes de hoy ni estudian ni trabajan. Francamente, no veo para qué. Desde mi tatarabuelo, hasta yo, todos nos hemos deslomado trabajando sin llegar a gran cosa. Si no es una crisis, una devaluación o el efecto de la caída de una bolsa de valores, es Godzila apareciendo en Manzanillo por equivocación o la guerra contra el narco. El caso es que al bolsillo del de a pie siempre se lo está cargando pifas.

¿Para qué entonces ayudar a esta economía cruenta que sólo beneficia a los más poderosos? Sospecho que los "ninis", sin saberlo, son la revolución más vanguardista desde Gandhi. Si todos nosotros dijéramos, "bueno, ya pues, nos rendimos, el sistema reventó", y nos dedicamos a "ninis" unos 3 meses, no habría manera de pagar los absurdos sueldos y prestaciones que nuestros altos funcionarios gozan y la casa de cartas del estado se vendría abajo sin necesidad de tanta violencia y necedad.

Veamos un simple argumento: de acuerdo con no se que oscuros designios de los sabios matemáticos en turno, el salario mínimo es de 54 pesos diarios. Quesque nadie gana el salario mínimo y por eso se cotiza así, aunque no ajuste... Según yo, eso no tiene el menor sentido, porque el mínimo debería ser el mínimo para que ajuste, y pos no ajusta. Además, últimamente muchos no llegan ni a los 54 pechereques diarios. Ahora, ¿cómo comparar esos menos de un 1,700 pesos al mes contra los 150,000 pesos que un diputado se avienta a la buchaca al mes, sin contar prestaciones (que son enormes)?, y ¿cómo reaccionar ante estos datos?

La opción uno es indignarse y ver subir la propia presión arterial a niveles tan altos como los sueldos de sus altísimas gracias, y la opción 2 es decir "al nabo", no importa si tengo título de doctor en gayas ciencias por la universidad de la Sorbona, aquí cotizo menos que el organizador de eventos culturales del Ayuntamiento de Sachacalpanita de los Cocoteros, así que mejor me dedico a "nini". Así, por lo menos no gasto mis días en pagarles a estas majestades sus comidas y seguros médicos.

Jorge Zul de la Cueva
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 25 de agosto de 2010).


La verdad es que "en la calle" la gente se encuentra a la expectativa y estupefacta, pues por una parte no sabe qué es lo que se puede esperar, y por la otra, desde hace rato que el dinero no alcanza ni para las mínimas necesidades, sobre todo a aquellos que desde hace meses se quedaron sin empleo.

Cuauhtémoc Cisneros Madrid
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 28 de agosto de 2010).


Si hay algo que celebrar con el Bicentenario, seguramente lo harán los ganones de este asunto, porque los ciudadanos no tenemos nada que celebrar; el país está más jodido que nunca.

Damián Alcázar, actor
(v.pág.4 del suplemento "¡hey!" del periódico Público del 3 de septiembre de 2010).


Con dinero no se generará entusiasmo, no es un asunto que se resuelva como por arte de magia; con dinero no se comprará la alegría, ni la emoción, ni el interés; los discursos oficiales no acabarán con la apatía ni con la indiferencia y las inconformidades que se acumulan día con día en la medida en que simplemente tenemos noticia todos los días de las malas actuaciones de los gobernantes.

Nada de eso fortalecerá nuestra identidad ni despertará nuestro orgullo; y es tal el desaliento, que de pronto cuesta trabajo encontrar, precisamente, los motivos de orgullo; resulta difícil rescatar en lo más profundo de cada mexicano el amor por la patria, ya ni sentimos el dolor -o no le hacemos caso- que causan la pobreza, la ignorancia, las desigualdades, las injusticias, la negligencia oficial y cotidiana, los rezagos en servicios básicos, infraestructura, educación, alimentación, salud, vivienda y empleo.

Laura Castro Golarte
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 4 de septiembre de 2010).


Desde hace una década los mexicanos somos víctimas de una inmoral lucha por el poder, que ha llevado a la sociedad a un proceso de desintegración con saldos catastróficos para esta generación en la cual, es ya de todos sabido, 7 millones de sus jóvenes no encuentran espacios ni en la escuela ni en el empleo.

Pero también porque hace 30 años comenzaron a desmontarse las estructuras de seguridad pública nacional sin que se planeara la construcción de nuevos cuerpos policiacos, honestos y libres de la influencia del crimen, lo que ha traído la infiltración del narcotráfico en casi todos los ámbitos de protección.

Así, sin policías honestas, sin desarrollo económico y cobertura de educación y salud de calidad, México sigue su inexorable camino al precipicio, mientras sus políticos, sean priistas, panistas o perredistas, siguen peleándose como jauría los despojos de un país que se vio hace no mucho como destinado a entrar al Primer Mundo.

Néstor Ojeda
(v.pág.2 del periódico Público del 5 de septiembre de 2010).


Felipe Calderón aprovechó gran parte de su informe de gobierno para hablar sobre la inseguridad: no hace falta decir que el tema es tenebroso de necesidad. Pero es la experiencia de lo cotidiano, sobre todo, la que decide nuestro malestar: escuchamos, a diario y en el entorno inmediato, historias de robos, secuestros, desapariciones y asesinatos. Padecemos en carne propia, además, los golpes de la delincuencia: a mí, para mayores señas, me han atracado tres veces, dos de ellas a punta de pistola; a mi ex mujer la asaltaron para quitarle su reloj, a una hija de ella también, a su hermana le descerrajaron un balazo que le atravesó un pulmón cuando quiso resistirse a un atraco, a un colega lo asesinaron en Tijuana, a muchos compañeros de trabajo les han robado todo lo que tenían en sus casas, etc., etc., etc. Si a todo esto le añades las imágenes de los cuerpos decapitados que cuelgan de los puentes y las noticias de las decenas de ejecuciones que ocurren cada 24 horas entonces no puedes menos que preguntarte, sin alarmismo alguno, si el país no se está cayendo a pedazos.

Y no parece, además, que pueda vislumbrarse una luz al final del túnel: los grandes males requieren de grandes remedios pero nuestra clase política no sólo carece de cualquier residuo de grandeza sino que desperdicia todos sus esfuerzos en mezquinas querellas partidistas: le han dicho a nuestros congresistas, bien alto y bien fuerte, que renuncien si no pueden resolver el problema. Pues, ahí están y ahí siguen, incapaces siquiera de conformar una policía nacional, de promover la autonomía del Ministerio Público, de clasificar debidamente los delitos del fuero federal y de legislar para que se reduzca la escandalosa impunidad que padecemos en este país.

Y, si bien es cierto que la política mexicana deja mucho que desear, debemos reconocer que es imposible que tenga lugar, en nuestro país, una estrategia de acoso como la que están ejecutando los Kirchner en contra del diario El Clarín y su grupo de medios. Tampoco es imaginable que el presidente de la república meta la mano en el banco central ni que manipule los datos de la inflación como sí lo hace Cristina Fernández en la nación austral. No tenemos, aquí, nada comparable a la persecución contra la prensa opositora que llevan a cabo Evo Morales, Hugo Chávez y Daniel Ortega. Y, aunque en ciertos círculos de la izquierda vociferen que un gobierno "fascista" nos avasalla, la realidad es que la solidez de las instituciones de la república nos preserva de cualquier intentona autoritaria como la del presidente-comandante de Venezuela (no he sabido, por cierto, de ningún régimen de corte fascista que tolere ceremonias de consagración de presidentes "legítimos" y la existencia de órganos de prensa tan críticos y agresivos como los de México). Por, último, disfrutamos de una estabilidad económica envidiable que, en un país que se las agenciaba para empantanarse en devaluaciones catastróficas y endeudamientos impagables significa una nueva cultura financiera nacional.

¿Qué pasa, entonces? ¿Por qué predomina una visión tan negativa? Podríamos responder que el asunto de la inseguridad, en tanto que representa una amenaza directa a la persona, termina por emponzoñar todos los espacios. Sin embargo, hay algo más y tiene que ver, precisamente, con el desprestigio de nuestra clase política y la poca confianza que le tenemos: no esperamos, de ellos, ninguna solución. Dicho en otras palabras, vivimos en una situación de permanente desencanto. Y, al mismo tiempo, nos hemos convertido, paradójicamente, en una sociedad exigente, enfurecida y con mucha propensión a la crítica. Esto no es necesariamente una mala noticia. Porque, tarde o temprano, el poder político y la clase gubernamental tendrán que ofrecer resultados. Algún día, los partidos políticos -todos- estarán realmente obligados a celebrar pactos, alianzas y acuerdos. No se puede vivir eternamente en un país de gente enojada.

Román Revueltas Retes
(v.pág.4 del periódico Público del 5 de septiembre de 2010).


La crisis mexicana es grave; de ello en el Informe no se dijo nada. Atañe a la economía estancada y socialmente desequilibrada: crecimiento raquítico (2% promedio), 6 millones más de pobres, desigualdad rampante y oprobiosa, deficit estructural de empleos -pese a la manipulación contumaz de cifras-, debilidad recaudatoria e injusta, dependencia presupuestal patológica de Pemex, con su producción y exportaciones en declive (ya pronto comenzaremos a importar petróleo...).

La inseguridad y la violencia inclemente tienen a la sociedad en estado de sitio. Doblemente atenazada, por el crimen organizado y por instituciones policiales y judiciales corruptas; el Ejército en las calles, los derechos humanos en estado crítico y la imagen exterior de México en un precipicio de desprestigio.

Alán Arias Marín
(v.pág.14 del periódico Público del 5 de septiembre de 2010).


Hoy el panorama pinta bastante gris, parte del territorio está bajo el yugo de la ley del narco, las imágenes son cada vez más sangrientas, los paisajes desolados y los recursos explotados por señores de dinero. Ese y no otro es el México que todos deberíamos de cambiar.

Llevamos ya mucho tiempo sosegados, como simples espectadores de un país al que dirigentes, empresarios y políticos lastiman a cada instante. Partidos que bajo la insignia de nacional, revolucionario y democrático dejan de lado los conceptos de libertad para volverse vendedores y vendidos. Y de este país del que nacieron merman y maman, se distribuyen y comparten. Se alzan el cuello en los discursos pero se bajan los pantalones fuera de ellos.

¡Qué viva México, sí, qué viva! Pero el México de la señora de la tienda de la esquina, y de Alfredo el panadero que todas las mañanas se levantan muy temprano a trabajar. No el México de Manlio Fabio y Elba Ester. No el México que Felipe Calderón pretende vendernos todos los días a través de la pantalla. El México real y no ese Disneylandia en el que vive o finge vivir esta vil clase política.

Gabriel Navarro Dávalos
(v.pág.19 del periódico Público del 10 de septiembre de 2010).


Los mexicanos estamos furiosos, desesperados, hartos, deprimidos, decepcionados.

Si no es por nuestra tradicional lista de conflictos sociales, es por esta guerra tan extraña que jamás nos anunciaron en las campañas electorales, por la ausencia de un proyecto de nación, por el patético estado de nuestra clase política, por la falta de oportunidades.

¿A quién le interesa celebrar 200 años de libertad si nadie tiene la certeza de regresar vivo a su casa después de salir por la mañana?

¿Qué clase de emoción podemos sentir ante el Bicentenario si lo que predomina es el miedo, la decepción, las malas noticias y los intereses particulares?

Ni siquiera hay un monumento que esté listo, una estatua para develar, algo bonito que nos recree la mirada y que sea tan impresionante que haga que el mundo entero se vuelva a verlo como el símbolo de una nación orgullosa y próspera.

Si Porfirio Díaz viviera y viera lo que el gobierno de Felipe Calderón está haciendo para conmemorar el Bicentenario de la Independencia de México, se levantaba en armas y se ponía del lado de los revolucionarios de la desilusión.

La canción del Bicentenario no es mala, es un asco. Cualquier anuncio de pasta de dientes tiene una música más elegante y una letra más digna que ese jingle de mala muerte.

El póster es una burla. ¿A usted no se le quiere caer la cara de la vergüenza ante esa imagen? Ni parece que aquí hubiéramos tenido artistas.

Desde ese logotipo enfermo donde el gobierno quiso combinar Independencia y Revolución como para ahorrarse una fiesta, las cosas están mal.

¿Adónde se nos fue el talento? ¿En dónde dejamos la clase?

El día 15 una multitud frenética va a ir a echar relajo a Paseo de la Reforma en la capital del país mientras otra, todavía mayor, se va a esconder en sus casas, en otras partes de la república, ante el temor de perder la vida a ritmo de ¡Viva México!

Pero después del 16 todo se va a esfumar y ese dinero, que ni sirvió para ayudar a los pobres ni para dejarle algo a la posteridad, se habrá convertido en cenizas.

Con esta clase de autoridades no hay manera ni de festejar algo tan grande como el Bicentenario. Nomás vamos a perder el tiempo. Nomás nos vamos a vaciar más.

Alvaro Cueva
(v.pág.13 del periódico Público del 12 de septiembre de 2010).


Hace muchos sexenios que en el país no se hablaba con tanto denuedo de traición y muerte, como en el actual. Y de la pérdida de la brújula de toda una generación de jóvenes mexicanos, que o no estudian, ni trabajan, y sí en cambio muchos mueren o matan en una guerra de la que sólo hay 2 claros beneficiarios: quienes controlan a la industria de las armas de los Estados Unidos y el gobierno mismo de aquel país, que como nunca antes ahora ha tenido la oportunidad de meterse en la vida de México, sin que necesite -por el momento, todavía- tener que ocupar militarmente suelo mexicano, como ya lo hizo en 1846-47 y en 1914.

Vicente Bello
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 13 de septiembre de 2010).


Si algunas decenas de municipios, a lo largo y ancho de la geografía nacional, han tomado y hecho pública la decisión de suspender los festejos a consecuencia del temor de los pobladores por el clima de inseguridad que priva en varias entidades del país; si las inundaciones derivadas del temporal de lluvias han siniestrado cultivos, arruinado a los agricultores y a sus familias y dejado miles de damnificados en varios estados del sureste; si el derecho a la salud -consagrado en la Constitución- no pasa de ser una quimera para millones de mexicanos que viven (es decir: sobreviven) en condiciones de extrema pobreza; si las deficiencias y limitaciones de la educación alcanzan proporciones escandalosas...; si todo eso es cierto, como parece serlo, habría que preguntarse si no resulta ofensivo que el Gobierno federal haya tenido la ligereza de meter mano a las finanzas públicas -y el cinismo adicional de cacarear el huevo con estridencia digna de mejor causa- para preparar un extenso programa de festejos vanos -ruido y humo, en último análisis-, que se antojarían de una irresponsabilidad mayúscula en un país que está para lanzar cohetes... y con mucha mayor razón en éste en que nos tocó vivir, que está para recoger varas.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 14 de septiembre de 2010).


La idea de hacer del Bicentenario una gran fiesta nacional quedó vapuleada por las coyunturas: desde que el entonces presidente Vicente Fox nombró al perredista Cuauhtémoc Cárdenas como coordinador de la celebración -que luego caería en manos de otras 5 personas-, el gobierno, los partidos y la opinión pública se vieron envueltos en la insaciable rapiña de lo inmediato:

A Fox, el Bicentenario lo atrapó con la crisis en Oaxaca, la guerra por la sucesión presidencial, el conflicto postelectoral y el descrédito por los escándalos de su familia. En 2007, Calderón arrancó sometido por la ilegitimidad de su llegada a Los Pinos y el inicio de la guerra contra el crimen organizado. 2008 fue el comienzo de la crisis económica, el avionazo de Mouriño y la sucia elección interna del PRD. En 2009 se puso peor la crisis, llegó la influenza, cayó la producción petrolera, se colapsó la agricultura por la sequía, la liquidación del SME provocó un conflicto social y se recrudeció la violencia por la inseguridad, mientras partidos y gobiernos estaban ocupados por las elecciones federales. En 2010, mientras la clase política se disputaba 10 gubernaturas, un hombre disolvía ejecutados en ácido, otro los colgaba de puentes, 72 migrantes eran acribillados, matan alcaldes, mataron a un virtual gobernador y el mundo empezó a preguntarse por los civiles inocentes.

Reinó la coyuntura. Ahí se extravió el gobierno federal, que por la manera como se organiza el estado mexicano, debió haber sido el convocante a ese reimpulso nacional que hoy está ausente. Le faltó altura de miras. Y el Bicentenario apunta a ser recordado como un problema vial de una semana y un fiestón de 2 días en el que se gastaron 2,700 millones de pesos... si no pasa algo peor.

Carlos Loret de Mola A.
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 15 de septiembre de 2010).


Entre 1810 y 2010 hay aproximadamente 8 generaciones. En esas 8 generaciones no hemos sabido construir un país. No sabemos elegir a nuestras autoridades ni ejercer nuestros derechos; y es grave que la mayoría de los mexicanos se hayan olvidado del compromiso social que tienen para su país.

Jaime Olveda Legaspi, doctor en Historia por la UNAM e investigador de El Colegio de Jalisco
(v.pág.6 del suplemento "Bicentenario y Centenario" del periódico El Informador del 15 de septiembre de 2010).


¿Qué es lo que debemos ver con el mayor entusiasmo hoy 16 de septiembre y el próximo 20 de noviembre?

Lo primero, lo más importante, lo menos políticamente correcto y lo que más irrita paradójicamente -a tirios y troyanos- es la construcción de una sociedad mexicana mayoritariamente de clase media. En el país de las lamentaciones, donde ningún logro es suficiente ni compartido, y en el que es mucho más rentable hablar de los pobres, del pueblo, de los trabajadores, de los ni ni, de los campesinos o los indígenas, hoy podemos decir con orgullo que más de la mitad de la población sí ha alcanzado un nivel de vida de clase media baja para arriba. Más aún es probable que el porcentaje de la población total que alcance dicho nivel, una vez que se recupere lo perdido el año pasado, llegue a casi 60%.

Si hay 40 millones de pobres, más 8 que estadísticamente pasaron de nuevo a la pobreza entre 2006 y 2008, entonces son casi 50 millones. Por tanto, hay entre 60 y 70 millones de no pobres que van desde el hombre más rico del mundo hasta la obrera en una planta maquiladora.

Como lo explica The Economist esta semana y a propósito de 3 países de América Latina, debido a la estabilidad financiera, el crecimiento mediocre pero sostenido, el bajísimo aumento de población y a la caída de precios de bienes y servicios -en algunos casos espectacular- durante los últimos 15 años: México, Chile y Brasil, hoy; Perú y Colombia, en poco tiempo, son de este club con mayoría clasemediera. A él pertenecían ya Argentina -que entra y sale- y Uruguay -que ya está instalado.

Jorge G.Castañeda
(16 de septiembre de 2010).


Habría producido desgano de asistir la conciencia indignada del derroche practicado por el gobierno federal, que en fuegos fatuos y desfile carnavalesco aplicó millones de pesos dignos de mejor destino. Otras abstenciones quizá fueron generadas por la convicción de que no hay nada qué celebrar, una sensación gemela o causa o efecto de una suerte de desánimo que no es difícil observar en esta hora en círculos diferentes de la sociedad.

Ciertamente, si se cotejan las metas que la revolución de independencia fue forjando a lo largo de su andadura -de las iniciales proclamas de Hidalgo a los intentos institucionalizadotes de Morelos- con la realidad en que vivimos, puede embargarnos una sensación de desesperanza por la futilidad del esfuerzo bicentenario. La desigualdad atroz de la Colonia es comparable con la inequidad prevaleciente hoy. No se han mitigado la miseria y la opulencia.

No obstante la desigualdad expresada en la persistencia de gente que muere de hambre, y a pesar del agobiante desempleo, millones de personas pueden todos los días ganar su pan de manera honrada, con la frente en alto, para dar a los suyos bienes materiales y espirituales, como la esperanza de que podemos mejorar, pues no somos víctimas de una condena social dictada por fuerzas incontrastables.

La energía social de esa muchedumbre laboriosa, que nos rodea, a la que conocemos, de la que somos parte, esa energía que impide la parálisis o la corrupción cabal de la sociedad, esa energía, es digna de celebración.

Miguel Angel Granados Chapa
(v.periódico El Siglo de Durango del 16 de septiembre de 2010).


Hoy 16 de septiembre de 2010, a 200 y 100 años de la Independencia y la Revolución Mexicana respectivamente, ¿cómo debieran izarse las banderas de México: a media asta, en señal de luto, o al revés, que es el protocolo para indicar una petición de ayuda o emergencia internacional?

Yo creo que hoy no hay nada que celebrar, porque siento que el país, más que de fiesta, debiera estar inmerso en un período de reflexión e introspección; de luto por los miles de ciudadanos inocentes asesinados, secuestrados, asaltados, extorsionados, vejados y autoexiliados en todo este tiempo -particularmente en los últimos años-, y porque no hay duda que estamos en un estado de emergencia nacional y de ingobernabilidad que la soberbia y el estúpido orgullo de nuestros políticos no les permite reconocer, cuando la realidad es que el país se les ha salido de las manos.

¿Cómo celebrar a México, cuando los sentimientos son de luto, frustración, tristeza, inseguridad y miedo?

Me dio coraje oír a Lorenzo Zambrano decir hace unas semanas que los que se van de México son cobardes, y a Carlos Slim decir en el mismo sentido, que él y su familia siguen viviendo e invirtiendo en México.

Me dio coraje, porque me pareció una actitud machista pero sin riesgo, que sólo la pueden adoptar quienes como ellos están arriba del bien y el mal, y pueden pagarse un ejército de protección personal y familiar que los hacen prácticamente intocables en sus personas y en sus patrimonios.

Por supuesto que no daría el mismo miedo vivir en México si cada uno de nosotros y nuestros hijos saliéramos a la calle en carros blindados, con escoltas y avanzadas a cada lugar que fuésemos; si viviésemos en una fortaleza autosuficiente como la de Zambrano, si viajásemos en aviones privados, nos transportásemos en helicópteros, o vacacionásemos en yates propios y en lugares apartados del mundo convulsionado.

Quienes viven así no tienen el derecho de llamar cobardes a quienes no pueden hacer lo mismo; a quienes han sufrido un secuestro, el asesinato de un ser querido, o que son extorsionados y tienen que pagar protección para poder seguir trabajando, y en consecuencia han decidido irse a vivir a otro país, dejando atrás, familia, amigos, y rifándose en el proceso todo su patrimonio.

Y si de invertir en México se trata, tampoco es lo mismo que Slim o Zambrano inviertan una pequeña fracción de sus miles de millones en un negocio nuevo, a que un ciudadano mortal arriesgue todo lo que tiene para ver si logra generar alguna utilidad en un país volteado de cabeza y sin ninguna facilidad económica, crediticia o política como las que ellos gozan. No son cobardes los millones de mexicanos que han salido del país en busca de oportunidades o para proteger la integridad física de sus familias.

Obviamente, no todo es negativo en el México de hoy. Hay ciudadanos ejemplares, trabajadores, talentosos, y exitosos, pero sus éxitos no han sido gracias a los gobiernos que hemos tenido en dos siglos de vida "independiente", sino a pesar de ellos.

No creo ser pesimista sino más bien realista cuando digo que no veo los avances que supuestamente debiéramos estar disfrutando a 200 años de una guerra de Independencia y a 100 de una Revolución.

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(v.pág.6 del periódico Mural del 16 de septiembre de 2010).


Aunque ha transcurrido largo tiempo de esas 2 grandes conflagraciones sociales, los mexicanos no tenemos todavía ni plena libertad, ni democracia plena, ni justicia que favorezca al enorme número de pobres que hay. Quedaron incumplidos los anhelos libertarios de "los héroes que nos dieron Patria", y naufragaron los ideales de quienes se lanzaron a la lucha revolucionaria y la plasmaron luego en leyes. Nuestra libertad, que no debería reconocer otra limitación que las libertades de otros, está conculcada o restringida por un estado que favorece a unos cuantos y olvida a los demás. Tampoco tenemos completa democracia, pues los partidos políticos detentan el monopolio de la vida pública de México en perjuicio de los ciudadanos. Y la justicia social falta por completo: el fracaso de la política agraria que dimanó de la Revolución empobreció al campo mexicano, y obligó a millones de campesinos a emigrar a la ciudad, o a buscar en el extranjero la posibilidad de ganar el pan que su país les ha negado. El mismo éxodo provocan ahora la inseguridad y la falta de oportunidades. Ni libertad sin trabas, pues; ni democracia sin estorbos; ni justicia, tenemos hoy los mexicanos en este atraso en que vivimos después de dos siglos de independencia teórica y de 100 años de nacionalismo revolucionario. Pese a todo hemos conseguido avances. Incluso de aquella larga dominación priista derivaron bienes de consideración, y en estos años últimos el poder del estado, antes incontrastable, ha sido objeto de acotaciones significativas. Es creciente la participación de la sociedad civil en los asuntos de la comunidad. La voz de los ciudadanos se oirá cada día con claridad mayor, y el gobierno, los partidos, y la casta que forman ahora los políticos tendrán por fuerza que escucharla.

Armando Fuentes Aguirre "Catón"
(v.pág.7 del periódico Mural del 16 de septiembre de 2010).


¿Usted celebró o conmemoró?, si celebró, ¿me podría decir qué o por qué?, ¿por costumbre?, ¿por amor a este país?, ¿por qué estamos mejor que en 1810?, ¿por qué hoy somos independientes y libres?, ¿por qué ya sólo son 60 millones de mexicanos los que viven en pobreza extrema con 10 pesos al día, y otros 40 millones apenas la libran mes a mes juntando los salarios mínimos de 5 familiares en una "pollita" para "acabalar" el gasto?

¿Celebras porque hoy, como hace 200 años, vivimos bajo el yugo de los poderosos?, ¿porque cada día somos más pobres y mas jodidos?, ¿porque son 100 familias las que se reparten al país como botín?, ¿cuál Independencia celebró usted, la que nos liberó de la monarquía española?, ¿ya es usted libre?, ¿tiene seguridad social?, ¿un sistema de salud digno, empleo, educación (ya no gratuita, educación académica de cualquier nivel)?, ¿se siente seguro en sus posesiones (si es que las tiene), casa propia, auto?

Carlos Albert
(v.pág.3 del suplemento "La afición" del periódico Público del 17 de septiembre de 2010).


México es el país más peligroso para ejercer el periodismo a pesar de no ser un país declarado literalmente en guerra, ahora ya no es sólo el problema de la libertad de expresión sino hasta que punto expresarse y/o comunicar condiciona la vida. México se ha vuelto peligroso para los migrantes, los turistas, para los residentes mexicanos, para todos. 72 migrantes muertos, 28,000 muertos a causa de esta guerra sin sentido. A la sociedad ya sólo le queda decir frases irónicas como "Estaríamos mejor con López Obrador" y los "¿Qué hubiera pasado?". Y con todo esto, el gobierno federal pide que se hable bien de México en el exterior, pero los hechos desmienten las palabras, organismos como el IPI lo hacen notar al declarar a México como un lugar peligroso, la cámara alta concuerda y expone que al menos 71% de los municipios en México tienen alguna influencia del narcotráfico.

Natalia Rocha Díaz
(v.pág.14 "correo" del periódico Público del 17 de septiembre de 2010).


La nación es una caldera al punto de ebullición; la ciudadanía está desequilibrada y en descontento, hay verdaderas incidencias de anarquía violenta y se agravan las necesidades económicas; están todos los ingredientes para estallar otra rebelión, esperemos que esta sea una cruzada; por la educación, la honestidad, el trabajo, el orgullo, la rentabilidad; por nosotros mismos, los ciudadanos.

Juan María Naveja Diebold
(v.pág.17 del periódico Público del 17 de septiembre de 2010).


La única novedad derivada del editorial publicado el viernes por El Diario de Ciudad Juárez, es que hicieron público y ostensible lo que muchos otros llevan años haciendo en silencio. En el editorial ¿Qué quieren de nosotros? el periódico pide abiertamente línea al crimen organizado: "Queremos que nos expliquen qué es lo que quieren de nosotros, qué es lo que pretenden que publiquemos o dejemos de publicar, para saber a qué atenernos". Las autoridades se escandalizaron y los regañaron. Federico Reyes Heroles escribió: "...estamos ante el golpe más duro en contra de la libertad de expresión en muchas décadas [...] Quieren saber cuáles son las condiciones para seguir con su labor. Pero queda claro que hay condiciones y que, de entrada, estarían dispuestos a acatar...". Es cierto. Pero eso es justamente lo que está ocurriendo desde hace tiempo en muchas otras partes del país.

En Michoacán, los amigos de los medios locales saben a qué atenerse. A través de llamadas y mensajes, La Familia Michoacana les ha hecho saber que pueden hablar de lo que quieran, pero sin mencionar nunca los nombres de sus principales líderes, lo que quedó evidenciado cuando las autoridades federales colocaron un espectacular con los rostros y nombres de sus principales cabecillas ofreciendo recompensa por cualquier información sobre ellos, porque localmente reinó un absoluto silencio.

En Ciudad Juárez también hay antecedentes. Un ejemplo: en 2008 en una cobertura por los ataques a tres estaciones de policía, a través de la frecuencia de la policía y llamadas a las redacciones, los delincuentes avisaron que todavía no terminaban con su trabajo y advirtieron que si los medios se acercaban también serían agredidos. La orden fue acatada por todos. En Tamaulipas, integrantes del cártel del Golfo amenazaron a propietarios y directivos ordenándoles no realizar ninguna cobertura en torno al narcotráfico. Los Zetas han hecho lo mismo. Basta con entrar a los portales de los periódicos locales para saber si fueron obedecidos.

El golpe contra la libertad de expresión se dio hace mucho tiempo. Desde aquí hemos visto cómo se han ido apagando, uno a uno, como pequeñas luces, los medios que hacían periodismo dejando en la oscuridad regiones enteras.

Denise Maerker
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 22 de septiembre de 2010).


¿Cómo le explico a Edmundo que en este año bicentenario 2010, el año en que nació, México ya presumía del honor de tener la ciudad más insegura del mundo -Ciudad Juárez-, además de ser los reyes en secuestro? Todas las estadísticas señalan que va en aumento la extorsión, robo de bancos y robo de autos a nivel nacional.

¿Cómo pudo suceder todo esto en México, un país que en un momento dado fue considerado entre las 11 economías más importantes del mundo?

Ana María Salazar
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 25 de septiembre de 2010).


La situación nacional en materia económica, industrial, tecnológica y científica está lejos de los paraísos ficticios que promueven.

Basta observar nuestras casas y oficinas para darnos cuenta de que en México no se hace nada. Nuestros hornos de microondas, televisores, cafeteras y licuadoras son productos generados con tecnología extranjera; las computadoras, automóviles, focos, ferrocarriles, aviones y autobuses son resultado del desarrollo científico y técnico generado afuera.

Eso sí, casi todo tiene mano de obra mexicana, porque los salarios bajos y las malas condiciones laborales hacen del país un paraíso de la maquila, porque no se puede llamar de otra forma la industria nacional.

La situación actual es triste, patética y desalentadora; porque las prioridades de las élites económicas y políticas están puestas en la ganancia rápida. Unos y otros, políticos, gobernantes, empresarios y líderes sociales, tienen puesta la vista en el presente inmediato y no en el futuro necesario. Por eso en México no se hace nada.

Néstor Ojeda
(v.pág.2 del periódico Público del 26 de septiembre de 2010).


Pregunta a Héctor Aguilar Camín: ¿Qué le falta a nuestro estado, a nuestra democracia. Qué le quitarías?

Le quitaría sus cadenas corporativas, sus cadenas de privilegio y poder sectorial, eso que normalmente llamamos poderes fácticos. Le quitaría su debilidad gubernativa, que nace de la práctica imposibilidad de tener un gobierno presidencial con mayoría absoluta (50 más 1) en el congreso. Le quitaría la irresponsabilidad de los poderes locales que ni cobran impuestos ni aplican la ley. Le quitaría los tabús del viejo régimen, empezando con el tabú petrolero. Le quitaría todo lo que traba la creación de riqueza: regulaciones absurdas, prácticas monopólicas estatales y oligopólicas privadas. También leyes laborales ciegas a la realidad y sindicatos no comprometidos con la productividad. Le quitaría la prioridad nacional de combatir la pobreza para poner en su lugar la creación de riqueza.

(V.pág.20 del periódico Público del 26 de septiembre de 2010).


Más tardaron en apagarse luces y ruidos de los cohetes, cuando la tarea de levantar varitas se ha convertido en tragedia nacional.

Lo ocurrido en Oaxaca es la cresta de una ola de desgracias ocasionadas por las lluvias que a nadie sorprenderían en esta época del año en México, si no fuera porque superan en el recuerdo cualquier acontecimiento similar. Ahora resalta el contraste entre el exagerado dispendio de las fiestas patrias y la escasez de recursos para aliviar a los habitantes de medio país en ruinas.

Si el dinero envuelto en nubes misteriosas se hubiera destinado, en un acto de autoridad el día del Grito, a la ayuda de los inundados, cancelando lo superfluo, repicando la campana en el hermoso y desolado Tlacotalpan evacuado por todos sus vecinos, si el presidente se hubiera instalado una noche en medio del desastre, aunque sólo fuera una, alentando con su presencia el ánimo de los desventurados, ordenando en el sitio el rescate de lo salvable, calentándose junto a un anafre, comiendo las tortillas del comal colectivo, su conducta habría sido más eficaz, aunque se alegue que el mando se ejerce mejor en un lugar dotado de todas las comunicaciones, rodeado de asesores y ayudantes con quienes se coordinen los esfuerzos de socorro. Algo así dijo alguien hace un cuarto de siglo, el día del terremoto. La historia no perdona. Nada sustituye al estar ahí.

Sería estúpido pensar que la cancelación habría evitado la catástrofe que sufre media república. No. Pero habría sido una muestra oportuna de sensibilidad humana y política. Además, se dispondría de los miles de millones de pesos del pachangón para obras de protección previa y ayuda posterior a los damnificados.

Al rescate inmediato de quienes perdieron hasta el último jarro se agregará, una vez que bajen las aguas, la reconstrucción material y social de innumerables pueblos arrasados. La secuela de una inundación es siempre peor que la causa: sacar el lodo de las casas en pie, recobrar las tierras de labranza, financiar a los comerciantes arruinados, reparar escuelas y hospitales, reconstruir presas y bordos, comunicar localidades aisladas. Todo está por hacerse de nuevo.

Jacobo Zabludovsky
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 4 de octubre de 2010).


Nueva narcoletanía: San Macario, líbrame del sicario/ San Primitivo, del operativo/ San Timoteo, del tiroteo/ Santa Pascuala, de cualquier bala/ Santa Librada, de la granada/ San Archivo, del cuerno de chivo/ San Adolfo, del cártel del Golfo/ San Andrés, del secuestro exprés/ San Abulón, del levantón/ Santa Chole, del pozole/ San Federico, que no me rompan el hocico/ Santa Amada, que no me cargue la chi... Amén.

José Cárdenas
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 8 de octubre de 2010).


Una vida pública que se ha convertido en un desastre, a la que una gama de políticos y uno que otro personaje funambulesco aportan una buena dosis a este momento de deterioro del país.

El clima nacional de denigración política, en este caso a cargo de políticos no tan jóvenes, no tan viejos, pero unidos por un común denominador: una subcultura heredada de la mediocridad, el oportunismo y la corrupción, un coeficiente intelectual mediocre, ignorantes de concurso de televisión abierta, ambiciosos como frívolos, y sin la tesitura ética que exige el cumplimiento de una responsabilidad política elemental.

Hay en las supuestas conversaciones del político perredista Julio César Godoy expresiones impresionantes de ingenuidad y de maldad que nos indican una forma acabada y extendida de degradación individual, pero que es el resultado del desfondamiento de los valores humanos en la sociedad. En una parte de la perturbadora grabación, recibiendo de varias maneras la bendición de quien parece su mentor, Godoy acusa a un periodista de atacarlo, o sea, pone su cabeza en manos de quien puede cobrarle la afrenta, y que sabemos que puede ser con la vida. El legislador perredista, este babyface michoacano, no quiere que nadie le estorbe, que nadie le impida tener el juguete de la diputación que le abra camino a sus ambiciones políticas. La ingenuidad es una forma de la maldad.

De la misma generación de este tronco común de políticos, son la mayoría de los miembros de la Asamblea de Representantes del Distrito Federal. Un priista que hace minoría, acomplejado por su inferioridad, ataca con violencia todo lo que se le atraviese a su paso y rompe cristales en un espectáculo de brutalidad. Le llaman el dipuhooligan y se llama Christian Vargas, quien además atribuye el relato Crónica de una muerte anunciada a José Emilio Pacheco. En el mismo nivel educativo y cultural de Vargas, Edith Ruiz Mendicuti del PRD, presidenta de la Comisión de Cultura, le asigna al homenajeado Pacheco la autoría de otras obras: Un tranvía llamado deseo y Cuatro cuartetos.

Apestados los Borgia, entre personajes de Moliere y de Rabelais, se desplaza nuestra vida política. Es la época de la generación del declive nacional, formada en los cimientos del foxismo, con la posibilidad cierta de llegar a la Presidencia de la República sin haber leído un libro en su vida, y de ser alcalde o diputado después de nadar entre aplausos en la aguas de la corrupción. Con 2 o 3 celulares en la mano, twittean con faltas de ortografía.

Es el país en que vivimos y los políticos que gobiernan, que mandan, que deciden nuestras vidas.

Jorge Medina Viedas
(v.pág.15 del periódico Público del 17 de octubre de 2010).


Detallitos que llegaron para no irse:

El Blumpi
(v.pág.38 del periódico Público del 17 de octubre de 2010).

El débil sistema democrático de México ha impedido su crecimiento económico y social, pero además ha condenado al país a un profundo rezago político, señaló Anna Lindstedt, embajadora de Suecia.

Durante su ponencia titulada "Suecia, de un país pobre a un estado de bienestar", celebrada en la Universidad Iberoamericana, condenó que la clase política, gobernantes y sociedad civil carezcan de sentido de solidaridad para conseguir una transformación integral.

Calificó a la población como un conjunto pasivo que muchas veces olvida defender sus derechos elementales y movilizarse para exigir un mejor desempeño de sus representantes populares.

Asimismo reiteró que México no invierte en educación e investigación, lo que genera que jóvenes y adolescentes no accedan a la educación superior.

"El crecimiento económico de Suecia radicó en la educación, el acceso es para todos, es una educación de calidad porque no debe haber escuelas buenas para la elite y malas para los pobres", argumentó.

Expuso que, por ejemplo, el sistema tributario mexicano dista mucho del sueco pues sólo un 10% de la población total tiene obligaciones fiscales y encima esta rendición es incongruente con el monto de los ingresos de ciertas elites.

Mencionó que en su país quien tiene salarios más fructíferos es quien paga más impuestos, además de que los servicios de salud y educación mantienen un nivel de calidad estandarizado.

(V.periódico El Universal en línea del 19 de octubre de 2010).


Las mafias, todas, han hecho de este país un triste vertedero ingobernable. La vida es barata y las consecuencias nulas. Creo ahora que no hay chamba, que las vacantes de sicario sonarán cada vez más atractivas para más amplios sectores de la población, y así es como el tejido social se va destruyendo.

La muerte ha llegado al río, a nuestro río, confundiendo la sangre con los tóxicos fluidos que libremente escupen las transnacionales sin ser molestadas por nadie, y que llegarán también a nuestras bocas.

Hace tiempo que el asunto se nos ha salido de las manos, hace mucho que nos robaron nuestro derecho a opinar, nuestro derecho al aire limpio, a la función pública transparente, a la ciudad como espacio orgánico en el que se puede estar.

Hace tiempo que el paraíso se nos convirtió en cloaca, pero hoy, además, esta cloaca está llena de explosivos, de navajas, de armas de fuego y de manos impunes que las empuñan contra usted, contra mí y contra quien les dé la gana.

El gobierno tiene un plan; sin embargo, todo está bajo control. Los señores han acumulado las últimas riquezas, vendido los últimos ladrillos de la patria y se despedirán de nosotros en cuanto la mínima señal de fuego se acerque al polvorín.

Jorge Zul de la Cueva
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 27 de octubre de 2010).


La violencia, los crímenes y, su fiel compañera, la impunidad han puesto en jaque la gobernabilidad y está a punto de quebrarse la estabilidad política y social.

Al baño de sangre joven de la semana -más de medio centenar- se sumaron 4 trabajadores baleados en Chihuahua por un comando y, ya sabe usted, "que huyó en una camioneta y nadie fue detenido". Las víctimas habían encontrado trabajo y el centro se iba a inaugurar ese día.

Ese mismo día, viernes 29 de octubre de 2010, murieron 19 en la entidad norteña. En Sinaloa, 6. En Sonora, 2. Más los que faltan.

La tensión, el miedo, la pérdida de confianza de los ciudadanos, en Monterrey, en Nayarit, no se diga en Ciudad Juárez, en Tijuana, en Culiacán, o sea, en una gran parte de las ciudades de México, no se puede ocultar. Por más que se quiera callar el comentario y la percepción: somos para el mundo una nación insegura, una sociedad salvaje, que no garantiza ni la vida de sus ciudadanos ni de los visitantes, o supongamos, ni la certeza de una inversión económica. No hay dilema para los comunicadores del gobierno federal: son los hechos y la percepción.

Tampoco nos engañemos: las "victorias" del gobierno han sido pírricas. Las detenciones o los "muertos después de muertos", de los que han hecho ostentación, se borran con los asesinatos de políticos y con estas matanzas infames.

Ya se ha dicho de todas las formas que no haber analizado la capacidad de los criminales ni la fuerza propia es uno de los graves errores de quienes tomaron esta ruta contra el crimen organizado.

Es una falla evidente asimismo no haber puesto a discutir una estrategia que urdiera hasta dónde, en el sentimiento social y en qué lugares del país, se encontraba esta "fermentación perpetua" de delincuentes, cuya reproducción irrefrenable debe pensarse que tiene diversas causas. Han muerto miles de ellos y brotan otros tantos; aumentan los escuadrones que van por las calles dejando muertos por todos lados.

Habría que darse tiempo para pensar si, en efecto, aquella frase aparentemente disparatada de Hillary Clinton, de que la actitud de los bandoleros tiene algo de similitud con la de los "insurgentes", tiene algún sentido. ¿Valdrá la pena preguntarse y saber cuál es el origen social de estos grupos de bandoleros? ¿Por qué no detenernos a reflexionar en el hecho de que si los liderazgos políticos institucionales y los insurrectos guerrilleros han perdido fuelle e influencia en la sociedad, que eran una vía de escape legal o ilegal para darle cauce a la inconformidad o al rencor social, éstos no habrían de buscar otras vías para expresarse?

Que estos killers sean más crueles y bárbaros, tiene que ver con la época y con las estructuras sociales y morales rotas, con una cultura que alienta individualismo, la competitividad, la búsqueda de triunfo a como dé lugar; responde al bajo nivel cultural, a la mala educación, a la educación extraviada y mal atendida, mediocremente proyectada y manejada, y a programas de televisión insulsos, violentos y estupidizantes.

Al parecer esto no es importante para el gobierno de Felipe Calderón: convirtió la lucha contra el crimen en su "mensaje", pero lo trivializa en la práctica. Es como parte de la agenda sucia y que lo impulsa al regaño a quienes no comparten su posición. Le merece mayor atención la política partidista y electoral. Su ánimo y su tiempo están en ello.

Jorge Medina Viedas
(v.pág.15 del periódico Público del 31 de octubre de 2010).


Hace un par de décadas, cuando en aquellos años se pensaba en el México del futuro, se veía la "gran oportunidad", el "momento dorado" que tendría nuestro país para crecer y potenciar su desarrollo utilizando el "bono demográfico" que significaría tener una población mayoritariamente joven.

El futuro nos alcanzó y justo en el momento en que nuestros jóvenes debieran estar creando, estudiando, trabajando, investigando e innovando, nos los están matando a balazos.

Una parte importante de esos jóvenes -en un número creciente- opta por la ilegalidad y el crimen como única puerta de salida ante la cerrazón de oportunidades de estudio o de trabajo. No es que sea condición obligada que un joven que no encuentra espacio en los sistemas educativos o en el mundo laboral deba migrar forzosamente a la industria del crimen, pero sí es un hecho que para muchos jóvenes, que además crecieron con desintegración familiar, rupturas sociales y crisis de valores, son muy atractivos el "dinero fácil" y el mundo de oropel que les venden los criminales.

Hace unos días, el escritor Carlos Fuentes advirtió del riesgo de que perdamos y dejemos perder a nuestros jóvenes en esta coyuntura de violencia y anarquía que vive el país. "El gran peligro que veo en México es que los jóvenes mexicanos de menos de 30 años, que son casi la mitad de la población, desvíen su destino y se vayan al crimen". Tememos decirle, maestro Fuentes, que su atinada advertencia llegó ligeramente tarde.

Salvador García Soto
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 1o.de noviembre de 2010).


Hace un año presenté el libro "México: Crisis Social de un Modelo Económico", en el cual abordé lo que hasta en ese momento constituía la evidencia de una fuerte descomposición económica y social por la que atravesaba el país.

Una de las aseveraciones realizadas fue que "la postergación de soluciones a cambio de hipotéticos beneficios futuros ha cobrado su factura, los sectores marginados y pobres de la población han emitido su fallo: el modelo económico y social del país debe cambiar drásticamente. La fragmentación que la elección de 2006 hace referencia, sin lugar a dudas, a un México profundamente postrado en el atraso social, rezagado de crecimiento y desarrollo económico internacional, y aún de aquel progreso que en algunas zonas del propio país se ha generado durante los últimos años".

"La posibilidad de comparar a regiones enteras de estados como Chiapas, Oaxaca, Puebla, Hidalgo, Guanajuato, por mencionar algunos, con países histórica y estructuralmente denostados por el flagelo de la pobreza, como Haití, presentan la prueba viviente de que durante las últimas décadas los sucesivos gobiernos y su clase política han fracasado en su intento, si es que alguna vez lo tuvieron, de atender eficiente y oportunamente las necesidades de los mexicanos marginados y pobres".

Hoy, después de una nueva recesión económica y con la evidencia cada vez más clara de que la violencia va haciendo presa de la sociedad civil, parece oportuno plantear nuevamente la necesidad de modificar sustancialmente la estructura del modelo económico y político, así como de la estructura de poder que los conduce.

En este sentido, es necesario que el mecanismo electoral diseñado para elegir al poder ejecutivo y legislativo sea revisado a fondo, ya que hasta ahora no se traduce en bienestar.

Como mencionó Sócrates: "¿Para qué sirven los votos cuando la mayoría puede equivocarse al ser influida por la demagogia?". Demagogia que hoy es ampliamente representada por las interminables campañas mediáticas enfocadas a la revisión superficial y lineal de la coyuntura histórica, en donde su principal objetivo es la preservación de las condiciones bajo las cuales se desenvuelve la sociedad, sin apenas cuestionar la pertinencia de renovar las instituciones que están mostrado que su ciclo en la historia nacional ha terminado.

Por esa razón, estudiar y analizar hechos concretos como los económicos se vuelve trascendente, es una de las pocas maneras de evaluar si las promesas de campaña y gobierno de los políticos realmente se han cumplido. Deberíamos cuestionarnos: ¿Por qué continuar con modelos que social y económicamente muestran, día a día, su obsolescencia?

José Luis de la Cruz Gallegos, director del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tec de Monterrey
(v.periódico El Informador en línea del 1o.de noviembre de 2010).


La confianza en las instituciones está por los suelos. Asunto nacional, me dirán. Igual que México, Monterrey no cree en órganos de justicia, policía, sindicatos, congreso, funcionarios ni políticos. Sí. Pero hay matices importantes si comparamos con la misma encuesta hecha en la ciudad de México hace 2 años. En Monterrey no se cree en los maestros, que en el DF aparecieron como los más confiables; se cree mucho más en el Ejército, en la Iglesia (a pesar de la cercanía legionaria), en los pastores y en el gobierno federal, y se cree bastante menos en los medios de comunicación.

Hay una disposición significativa a la violencia en Monterrey: 1 de cada 4 justifica portar armas para defenderse. Y no es una cosa de algún nivel social determinado. Por parejo, altos y bajos. Y existe también una tolerancia a la corrupción bastante por encima del promedio latinoamericano.

Y en Monterrey, a diferencia de México, Quito, Bogotá y La Paz, un porcentaje importante de la población no acepta un llamado de atención porque nadie debe decirles qué hacer. Órale.

Luis Petersen Farah
(v.pág.14 del periódico Público del 7 de noviembre de 2010).


¿Cuándo comenzó a gestarse el feroz derrotismo que azota a la sociedad mexicana? ¿En qué momento dejamos de ser una colectividad que se acomodaba, mal que bien, a los duros escenarios de la realidad nacional y nos volvimos un pueblo de criticones desconfiados y crónicos difamadores? ¿Cómo es que la democracia no ha propiciado una mejor apreciación de nosotros mismos como pueblo y como nación? ¿Por qué, si todos los datos señalan que estamos mejor que nunca, los ánimos andan a la baja y una oleada de autodenigración recorre el país? ¿Por qué somos incapaces de reconocer logro alguno en el manejo de la cosa pública?

Hablando de comparaciones ¿se puede establecer, por ejemplo, un paralelo entre la tragedia de Pasta de Conchos y el rescate de los mineros chilenos? El público mexicano, por lo pronto, ya ha dado su veredicto: en nuestro país no nos preocupa la vida humana, somos indiferentes, ineptos, incapaces, etc., etc. No necesitamos siquiera que un especialista nos aclare que en un lugar hubo una explosión de gas mientras que en el otro simplemente ocurrió un derrumbe que dejó libre una amplia caverna con oxígeno. Nuevamente, una muestra de nuestros impulsos de autodenigración. Cualquier suceso nos sirve para compararnos negativamente.

Román Revueltas Retes
(v.pág.4 del periódico Público del 14 de noviembre de 2010).


Nada funciona bien, se violan las reglas de la interacción social, la convivencia resulta defectuosa y degradada. La corrupción carcome prácticamente todo: mundo empresarial, ámbito gubernativo, instituciones estatales (CFE, Pemex, IMSS), vida política, juego electoral, legislación, procuración e impartición de justicia. La interrelación entre Estado débil y una sociedad dejada al juego de los más fuertes y violentos es complementaria y simbiótica; se refuerzan y potencian mutuamente, uno no vive sin la otra.

El sistema político opera en función de las fuerzas y grupos más poderosos, determinantes en el espacio social; la política va perdiendo capacidad de articulación con la mayoría social, mal dotada de recursos económicos, culturales y coercitivos. El desamparo civil es mayúsculo. El alto empresariado, el crimen organizado, la élite de la clase política, así como las jerarquías militares y eclesiásticas adquieren amplio margen de acción, incrementan su capacidad de intervención y decisión.

La riqueza se concentra acentuadamente, las reglas de competencia y mercado son subvertidas y amañadas; el narcotráfico -vanguardia del crimen- resulta exitoso en sus desafíos al Estado, vende protección bajo amenaza, ejerce violencia y la impone como reguladora de la convivencia social en los territorios y ámbitos que domina; el poder político se ejerce -cuando se puede- abruptamente, la institucionalidad y la cultura legal pierden peso, quedan acotadas; la fuerzas armadas expanden sus campos de acción, imponen en la práctica sus comportamientos y la lógica no civil que le es inherente; las jerarquías de las iglesias -preponderantemente la católica- intervienen con impunidad y vulneran irremisiblemente la frágil laicidad de un Estado impotente.

El relato de lo que acontece está en manos de los grandes consorcios de los medios masivos de comunicación, principalmente la televisión. Se han convertido en grandes y decisivos actores políticos, tanto por su función social informativa y productora de significados para el comportamiento social, como al operar como pivote del conjunto de fuerzas y poderes que usufructúan a la nación.

El poder mediático impone sentidos discrecionales y -a menudo- atrabiliarios a los hechos; sus intereses, alianzas y complicidades pergeñan sus narraciones; somete a la clase política a una dependencia radical; los medios se han convertido en pieza vital del sistema e inevitables portadores de degradación social y descomposición política. En el desorden generalizado (yuxtaposición de órdenes de poder de facto y sus pseudolegalidades particulares), el poder mediático asume funciones que le son ajenas: legisla a su aire, licita a su gusto, imparte justicia mediáticamente, induce la ley y sanciona de acuerdo a sus intereses y talante cultural y moral.

Cualquier curso legal queda alterado, la confusión y el prejuicio se impone, la presunción de inocencia reventada.

Sociedad y Estado se descomponen al unísono. El mal absoluto es el que afirma que lo injusto es justo, pues afecta la capacidad de separar el bien del mal (Kant), peor que el rutinario antivalor derivado de malos deseos y debilidades. La degradación ética de los medios es una variable clave de la crisis mexicana.

Alán Arias Marín, FCPyS-UNAM, Cenadeh
(v.pág.14 del periódico Público del 14 de noviembre de 2010).


Son tan pobres hoy la mayoría de los campesinos como lo eran cuando no tenían más opción que irse a "la bola". En las grandes ciudades se acumulan también quienes a pesar de trabajar, no logran resolver sus necesidades básicas.

Jorge O.Navarro
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 16 de noviembre de 2010).


Mejor contemos historias. Que en el norte del país hay un promedio de 2 muertos por hora, desde hace más de 3 años. Que en Tamaulipas casi 500 rancheros, sofocados por la extorsión, abandonaron la tierra. Que periodistas de Nuevo León y Chihuahua se han ido a Estados Unidos acosados por la inseguridad. Que el diario "El Sur de Acapulco" sufrió un ataque. Que nadie juega a enterrarse en la arena; la nota son los entierros clandestinos de michoacanos secuestrados. Que los medios se vuelven sicarios de la información; a río revuelto pescan sin recato. Que la impunidad le salva el pellejo a los asesinos de Hermosillo. Que quienes encerraron a las cajeras muertas de Almacenes Coppel piden trato de intocables. Que el Centenario de la Revolución nos encuentra desunidos. Que los asuntos nacionales se exhiben en las revistas del corazón sin importar que el país está descorazonado. Que los narcos se han metido hasta las sacristías. Que @FelipeCalderon, obstinado en lograr la seguridad a partir de la inseguridad, presume un búnker con avances tecnológicos dignos del CTU de Jack Bauer de la teleserie 24. Que el presupuesto sale a tirones. Que 2010 inicia su declive por la pendiente de la molicie. Que el puente Guadalupe-Reyes comenzó desde septiembre.

José Cárdenas
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 16 de noviembre de 2010).


Estamos ante el retrato puntual y acabado del fracaso del más sentido de los proyectos del siglo XX mexicano: la construcción de la unidad nacional y de la posibilidad de ascenso social individual a través de la educación pública y gratuita. Durante décadas se han invertido millones de pesos en la educación pública para darnos a todos los mexicanos, pero sobre todo a los que menos tienen, la posibilidad de arrancar en condiciones de relativa igualdad y para que los niños no sean víctimas de su condición social original. Fue un rotundo fracaso.

El estudio que presentó ayer la organización "Mexicanos Primero" nos muestra con datos que hoy el sistema educativo no tiene ningún efecto nivelador, y que los resultados de los niños son el resultado de su origen socio-económico. Como lo dicen ellos: "La diferencia la lleva el estudiante a la escuela con el capital cultural de su casa, y la escuela se conforma a esa diferencia", no aporta nada más. Así no hay sorpresas: Chiapas es la entidad con el segundo mayor índice de marginación y en términos de educación es la de mayor rezago, los niños indígenas son los que peores resultados obtienen y los que pagan educación privada logran los mejores. En este escenario, la educación pública repite y reproduce las condiciones económicas de quienes van a la escuela, no las corrige, ni siquiera marginalmente. Es trágico.

La responsabilidad no es de ahora, sino de quienes nos han gobernado los últimos 30 o 40 años. Sin embargo, el gobierno actual carga con la losa de no haber hecho de este tema una de sus prioridades.

No sé cómo podemos dormir todos, pero menos entiendo ¿cómo le hace Elba Esther Gordillo? Porque en estos datos está la mejor explicación de que miles de jóvenes estén optando por la migración, en los lugares en que la pobreza no ha destruido también las estructuras familiares, o de plano por el crimen, ahí donde a la falta de recursos hay que agregar la pérdida de cualquier contención familiar.

Denise Maerker
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 17 de noviembre de 2010).


¿Qué queda de la revolución 100 años después? A bote pronto diríamos que nada. Los principios que guiaron la revolución se fueron perdiendo en el camino. El sufragio efectivo hubo que arrancárselo, casi 90 años después, al partido que se apropió e institucionalizó la revolución. La justicia en el campo y la libertad para los campesinos y los pueblos indígenas ha sido una deuda eterna de los gobiernos revolucionarios, postrevolucionarios, revolucionarios institucionalizados y los que siguieron después de la transición. Las conquistas obreras se convirtieron en sindicatos con dueño, en una ley del trabajo intocable pero inoperante, y en obreros que hoy en su mayoría son contratados con el llamado "outsourcing", sin goce de derechos. Al igual que en el porfiritao, hoy un reducido número de familias tiene el control del país y 10% de la población tiene 40% de la riqueza nacional. Los ricos hacendados del porfiriato, que perdieron sus tierras a manos de los gobiernos revolucionarios, hoy son nuevamente los terratenientes del campo y la ciudad.

Lo que sí creó la revolución fue una clase media importante y un sistema educativo y de salud que durante muchos años fueron los principales motores de la movilidad social de este país. El problema es que ese esquema de educación corporativa, creador del catecismo nacional, es hoy el lastre más importante del país, y el sistema de salud está más enfermo que sus pacientes: obeso, senil y con una arterioesclerosis que le impide moverse y pensar.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 20 de noviembre de 2010).


La cantante Julieta Venegas dijo que la situación de violencia que se vive en México refleja que se trata de "un país corrupto" y políticamente "inmaduro".

(V.pág.6 del suplemento "¡hey!" del periódico Público del 21 de noviembre de 2010).


El toro, hoy convertido en quimera, acecha ya el castillo normalmente infranqueable de los saqueadores constitucionales de corbata. Ellos ahora se dan cuenta que las oxidadas instituciones pueden lo mismo por los pobres que por los poderosos, es decir, nada.

Jorge Zul de la Cueva
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 24 de noviembre de 2010).


En realidad no se requieren muchas palabras para expresar el hartazgo en que se encuentra sumida la mayor parte de nuestra sociedad. Es por ello que cada día más, la gente se incorpora a la búsqueda de soluciones de los problemas que nos embargan.

Sin importar siquiera el tema de que se trate, bastan unos cuantos minutos para que las personas empiecen a enunciar un sinnúmero de situaciones que les resultan cada vez más intolerables.

Si bien en la última década nacieron las llamadas ONG’s como un escape a la presión que ya se había acumulado en la sociedad, razón por la cual los mismos gobiernos -de los 3 niveles- decidieron apoyar e impulsar la multiplicación de las mismas, muchas de las cuales luego pasaron a ser comparsas de sus alimentadores, mientras que otras tantas se transformaron en vividoras del presupuesto, lo que ha dado al traste con los objetivos que se perseguían inicialmente.

Cuauhtémoc Cisneros Madrid
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 27 de noviembre de 2010).


Hoy, nos aterra la posibilidad de ser secuestrados y vivimos, además, en un permanente estado de alerta para no ser robados, atracados o asaltados, sea esto en la calle, en la casa, en el coche, en el autobús, en el Metro, en el restaurante y, faltaría más, en la misa de los domingos.

Ahora bien, con la policía y el pavoroso sistema de justicia que tenemos lo sorprendente no es que debamos sujetar bien la billetera cuando andamos por el parque sino que México siga siendo, después de todo, un lugar bastante habitable en términos generales. Decir esto no es del gusto de los lectores pero no deja de ser una realidad comprobable: si el porcentaje de los delitos que son aclarados, y castigados, es mínimo (estamos hablando de una auténtica vergüenza nacional porque la cifra no pasa de 5 por cada 100, o algo así), entonces deberíamos de estarnos matando y robando todo el tiempo. De veras. La perspectiva de la impunidad debiera incitarnos a cometer delitos a diestra y siniestra. Y, miren ustedes, no lo hacemos o, en todo caso, matamos menos que en Centroamérica y que en Brasil pero nuestra "marca-país" es menos buena.

Deberíamos, de cualquier manera, repetirnos la gran pregunta: ¿cómo es que, a pesar de que las condiciones son escandalosamente propicias para la delincuencia, no todo es delincuencia en este país? Es importante plantearnos esta interrogante porque nos puede llevar, creo yo, a una inesperada constatación en un momento de gran desánimo nacional: los mexicanos -así de corruptos y de rateros como sabemos que somos- mantenemos todavía el barco a flote. La realidad de un país que es una auténtica potencia industrial, que exporta miles de millones de dólares a la primera economía del planeta, que mantiene museos y orquestas sinfónicas de primer nivel, que ha mejorado sustancialmente sus instituciones y que ya no padece las crisis económicas de los tiempos pasados, esa realidad ¿no puede ser también atribuida a los mexicanos en su conjunto y no puede, al mismo tiempo, significar un poco de esperanza? ¿No serán esos mismos mexicanos quienes, habiendo renunciando voluntariamente -y de manera mayoritaria- a la violencia, llevarán al país a buen puerto? ¿No se puede ya creer en un futuro sin sicarios y sin zetas y sin ejecuciones siendo que, encima, la tarea ya se está llevando a cabo? ¿El número de asesinos es acaso infinito?

Estas interrogantes no le sirven de nada a mucha gente: Mario Robles Gil, un oftalmólogo de Colima muy querido en su comunidad, fue asesinado, en su casa, por 3 policías estatales. Alejo Garza ni siquiera pensó en llamar a la policía de Tamaulipas para denunciar a los narcos que lo amenazaban: él mismo, un hombre de 77 años, mató a 4 e hirió a 3 antes de caer. Los jóvenes no encuentran empleos y reciben salarios de miseria. Millones de mexicanos viven en una pobreza indigna e indignante. Y, sí, podría seguir enumerando interminablemente las calamidades de este país. Lo que pasa es que, a veces, quiero pensar que México es algo más que sus desgracias.

Román Revueltas Retes
(v.pág.4 del periódico Público del 28 de noviembre de 2010).


Hablo de los mal llamados maestros que han hecho ya una industria del alboroto y la haraganería, profesionales a sueldo del plantón y de las manifestaciones. Hablo también de los inmorales líderes que medran a costa de la gente, y la convierten en instrumento de manipulación. Entiendo, sí, que hay en Oaxaca gran pobreza. Pero entiendo también que en la anarquía no está la solución a esas carencias. Sólo el trabajo es fuente de bienestar, y no puede haber trabajo ahí donde no hay orden ni paz.

Armando Fuentes Aguirre "Catón"
(v.periódico El Siglo de Durango en línea del 2 de diciembre de 2010).


Gilberto Guevara Niebla fue el primero en medir y hacer pública la enfermedad del enfermo, en 1991, en el contexto de la reflexión para promulgar la Ley General de Educación, vigente desde el año 93.

Gracias a Guevara Niebla supimos entonces por primera vez lo que no ha hecho sino evidenciarse luego, a saber: que, incluso medido en sus propios términos, con arreglo a lo que alumnos y maestros deben aprender y enseñar según los programas escolares vigentes, México es un país que no pasa el examen, un país donde alumnos y maestros por igual tienen un promedio inferior a 5. Y un país donde esa catástrofe de la educación no moviliza a nadie, es silenciosa.

Publicamos los primeros resultados de aquella investigación en la revista Nexos bajo el título provocador, pero no inexacto, de "México: país de reprobados". No menos provocador, ni menos exacto, fue el título que recogió la investigación completa bajo el sello del Fondo de Cultura Económica describiendo el estado de la educación pública de México como una "catástrofe silenciosa".

La catástrofe sigue ahí, corregida y aumentada.

Héctor Aguilar Camín
(v.pág.4 del periódico Público del 3 de diciembr de 2010).


Del 68 para acá todas las generaciones compartimos una gran capacidad para destruir obstáculos y desacralizar instituciones, pero una capacidad nula para construir acuerdos y para crear instituciones (las 3 grandes instituciones de nuestra generación, el IFE, el IFAI y la CNDH, las convertimos muy pronto en Chukies, pequeños monstruos más preocupados por su lógica interna que por cumplir su función). Algunos la han catalogado como la generación del No, otros como la generación del fracaso; como sea, de lo que no hay discusión es que, como generación, fuimos más capaces de destruir que de construir.

Diego Petersen Farah
(v.pág.1-B del periódico El Informador del 6 de diciembre de 2010).


Las evidencias de la descomposición que se vive en el país se acumulan. Organizaciones civiles reclaman la indolencia del congreso y de las autoridades frente al problema de la inseguridad. El gobierno federal enfrenta a los criminales a base de balandronadas, mientras que las autoridades municipales y estatales se muestran impotentes en las zonas de presencia del crimen. La ejecución en Chihuahua de la activista Marisela Escobedo atenta contra lo más elemental, por lo que lleva a la indignación. Preocupante la fuga masiva de reos en Tamaulipas, una más de tantas. Por fin reconoce con alerta Banxico que la violencia pega al crecimiento, pero el gobierno insiste en minimizar la gravedad de la situación y magnificar logros irrelevantes a la vida cotidiana de las personas.

Es admirable el optimismo de los mexicanos respecto al porvenir. En eso sí ha dado resultado la propaganda gubernamental. Muchos han perdido sentido de la gravedad de la crisis social; el statu quo abreva de la indolencia colectiva y de los corifeos oficiosos que hacen sentir que, después de todo, México no está tan mal, que es problema de perspectiva y percepción.

Federico Berrueto
(v.pág.2 del periódico Público del 19 de diciembre de 2010).


El asesinato de Marisela Escobedo en Chihuahua despedaza cualquier ilusión, cualquier argumento que nos quiera persuadir de que la situación del país es mejor que ayer, y se equivoca quien diga que en la lucha contra el crimen y la corrupción el gobierno y la sociedad van ganando.

Y aclaro que, como la mayoría sensata y civilizada, prefiero la normalidad a los incendios.

Sin que exima a nadie del régimen anterior en su trayectoria represiva ni se haga omisión de la violencia criminal, que ya se expresaba a finales de la última década del siglo pasado, es indudable que la degradación de las instituciones y la descomposición de amplios sectores sociales es de ahora, y está más activa que nunca en la historia del país.

En estos días desaparecieron 9 empresarios de Guanajuato, se fugaron 151 reos de un penal de Tamaulipas, se escapó de la procuración de justicia un diputado sospechoso de ser cómplice de narcotraficantes, explotó en Nuevo León un coche bomba, y la señora Escobedo, frente al Palacio de Gobierno del Estado de Chihuahua, fue ejecutada en una acción criminal que debe avergonzarnos como nación.

Contrario a nosotros los mexicanos, que apenas llegamos a un 25%, el 87 de los chinos, el 50 de los brasileños, el 45 de los hindúes consideran que su país va en la dirección correcta.

Jorge Medina Viedas
(v.pág.17 del periódico Público del 19 de diciembre de 2010).


Me permito compartir las ideas principales de los encabezados más importantes publicados a nivel nacional: "Sigue la lucha contra el narcotráfico"; "Siguen las fracciones del congreso divididas por el presupuesto del próximo año"; "Se aprueba desaforar a un diputado federal"; "Señalan los EUA la altísima corrupción en México"; "Nuestros paisanos son extorsionados al regresar a casa, a su patria"; "Matan a civiles, policías y miembros del Ejército en conflictos con el narcotráfico y arrasas pueblos enteros en Michoacán la PFP y la Marina"; "Existe hipertensión y obesidad en gran parte de la población"; "No se respetan en México los derechos constitucionales de las personas"; "Se necesitan mejores maestros, mayor presupuesto a la educación y universidades públicas, porque continúa el deterioro educativo en México"; "Sigue cayendo la productividad en México"; "Abaten a líderes del narcotráfico"; "El ejecutivo federal sigue siendo calificado a la baja y sólo 4 gobernadores de la república son aprobados en su gestión"; "Existe pandemia gripal en el país"; "Hay inconformidad por las licitaciones en telecomunicaciones", son entre otros, los hechos que se ventilan a todas luces.

En el balompié o "futbol", se emplean muchísimos espacios en todos los medios: radio, TV, internet, telefonía y demás para algo que no resuelve ningún problema del país; el balompié en México está en manos de algunos cuantos que lo manejan muy mal y nuestro representativo nacional da vergüenza porque se maneja como negocio y no como algo a través de lo cual se pueda engrandecer a nuestro país y a nuestra gente, porque el talento sí existe, pero no trabajamos en equipo, entonces, queda la idea de que no somos buenos ni para el futbol, aunque todo lo hagamos "con las patas", es un círculo negativo.

José de Jesús Covarrubias Dueñas, magistrado presidente del TEPJF
(v.pág.11-A del periódico El Informador del 20 de diciembre de 2010).


Fue el secuestro de Diego Fernández el que generó desde el primer momento una percepción de vulnerabilidad e impotencia de buena parte de la población, bajo la premisa que quedó asentada de que nadie es intocable.

Pero algo igualmente preocupante fue la reacción de resentimiento y venganza social que el secuestro produjo en un sector de la población con gran activismo en redes sociales, y en los espacios para los lectores de las versiones electrónicas de los medios, donde ha sido frecuente encontrar una suerte de apología colectiva del delito.

José Carreño Carlón
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 22 de diciembre de 2010).


¿Hay algo que funciona en nuestro país? Sí, el narcotráfico.

Ludger Kellner
(v.pág.14 "correo" del periódico Público del 24 de diciembre de 2010).


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