La cualidad más valiosa es la sensatez para saber lo que no se debe creer.
Eurípides


País de mentiras.

Sara Sefchovich, investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y columnista del periódico El Universal (Editorial Oceano, México 2008).

País de mentiras.


Este libro es una cuidadosa y documentada investigación sobre el discurso público en nuestro país, en la cual se demuestra que el poder miente y que la mentira ha sido siempre y es hoy más que nunca el método que usa para gobernar. Nos dicen que somos una economía solida, que la familia, la educación, la impartición de justicia y la justicia social son lo más importante, pero no hacen nada para que eso sea una realidad. Nos mienten sobre la seguridad, sobre los conflictos sociales, sobre la dimensión de la pobreza. Se llenan la boca con plabras como democracia, identidad, nación. Promulgan leyes incompletas, crean instancias burocráticas que no cumplen con su cometido, inventan resultados, manipulan cifras, tergiversan y silencian los hechos, porque quieren hacernos creer que las cosas son de otro modo que como realmente son.

Las mentiras son también para afuera, para que el mundo crea que somos respetuosos de los derechos humanos, del medio ambiente, de la diversidad étnica, religiosa, sexual y cultural, aunque no sea cierto.

Las consecuencias de tanta mentira están a la vista: somos una sociedad desconfiada y desinteresada, que no respeta la ley ni cree en las instituciones ni en los gobernantes y que vive con miedo y desesperanza.

¿Por qué mienten? ¿Cómo es que han podido hacerlo durante tantos años? ¿Por qué lo hemos permitido y soportado?, ¿será porque también mentimos?


En México se miente. Todos los días y sobre todos los asuntos. La forma de gobernar en nuestro país consiste en mentir. Tendremos las mejores leyes e instituciones, habremos firmado todos los convenios del mundo, nos habrán hecho las promesas y ofrecimientos mas excelsos, incluso los informes de resultados más alentadores, pero nada de eso es cierto, porque las instituciones no cumplen con su cometido, a las leyes no se les respeta, se promete lo que no se va a cumplir y se asegura que se hace lo que no se hace. Aunque pasen los años y las modas ideológicas, aunque cambien los partidos en el poder y los funcionarios en el gobierno, a los ciudadanos nos mienten una y otra vez. Este es un texto amargo y políticamente incorrecto. Leerlo nos permitirá esclarecer las raíces del coraje y la impotencia que sentimos como ciudadanos.

Sara Sefchovich


Temas

Libro primero: Existencia de la mentira

La mentira nuestra de cada día

Las supuestas panaceas
Crear burocracia
Promulgar leyes
Las mil y una formas de mentir
Prometer
Usar números
Alardear
Pretender
Minimizar
Descalificar
Hablar demasiado
Enredar
Tergiversar
No dar información
Decir verdades a medias
Dar versiones diferentes
No llamar a las cosas por su nombre
Cambiar el significado de las palabras
Ponerle nombres nuevos a lo viejo
Abusar de las palabras
Soltar chismes y rumores
Usar un doble discurso
Guardar silencio
No ver ni oír
Negar
Diluir la responsabilidad
Echarle la culpa a otros
Defender a los propios
Apelar a un nosotros
Apostar al olvido
Apurarse
No apurarse
La mentira abierta
El cinismo
Transar
Manipular las imágenes
Más de lo mismo
Las grandes mentiras
Ficciones para exportación
Los derechos humanos: ¿lo más respetable?
El medio ambiente: ¿la importancia de cuidarlo?
El multiculturalismo: ¿una realidad afortunada?
La diversidad: ¿necesaria y agradecible?
Los extranjeros: ¿nuestros amigos?
La democracia: ¿lo que tenemos? y ¿lo que queremos tener?
Engaños para consumo interno
La familia: ¿un lugar de amor?
La justicia social: ¿un compromiso ineludible?
La educación y la cultura: ¿las prioridades?
Los indios: ¿nuestros iguales?
La economía: ¿sana y sólida?
La nación y la identidad: ¿existen?
Las mentiras graves
Simulaciones para todos
La seguridad nacional: ¿sólo una idea?
Los conflictos sociales: ¿algo que decir?
La mentira mayor
La impartición de justicia: ¿algo que decir?

Libro segundo: Explicación de la mentira

El piso de la mentira
No definir
No evaluar
No actuar
Irse por lo superficial
No prever
Improvisar
No capacitarse
Apostar al azar
No reconocer errores
No tener coherencia
La doblez
La negligencia
Depender de la aprobación de afuera
La mentira como código
Una estructura colectiva
Razones históricas
Razones lingüístitcas
Las dos funciones de la palabra
Razones culturales
Dos modelos en uno
Inevitabilidad y necesidad
Sin perspectivas de cambio
Consecuencias de la mentira
La desconfianza
La falta de respeto
La desmemoria
El desinterés
La doble moral
La corrupción
Esperar todo del gobierno
Carecer de liderazgo
La desesperanza
Cada día nuestra mentira

La única verdad es la mentira


Extractos de "País de mentiras"

Tantas y tan magníficas leyes nos sirven de muy poco. Por eso el empresario Carlos Slim se pregunta "¿Cómo hacer para que el ordenamiento jurídico se apegue a la realidad?". Y el periodista Andrén Oppenheimer responde: "No se puede, porque en esta parte del mundo, nada de leyes, nada de justicia, nada de democracia: aquí lo que cuenta es el poder y punto".

Y esto lo sabemos bien los ciudadanos, que hemos recibido el mensaje: en México las leyes no se cumplen.

(Pág.42)

De nada sirve que esté terminantemente prohibido colocar a parientes en puestos gubernamentales si cuando el funcionario Felipe Calderón, hoy presidente de la república, pudo hacerlo, le dio a su cuñado los contratos más jugosos y cuando el legislador presidente de la Comisión de Energía y luego funcionario de la secretaría del ramo Juan Camilo Mouriño pudo hacerlo, le dio a su familia los contratos más jugosos y cuando el gobernados de Nayarit pudo hacerlo, colocó a sus amigos y compadres en puestos públicos y cínicamente dijo que "ninguno de los señalados era familiar directo" y agregó "tengo entendido que los compadres de un gobernador no tienen impedimentos para desempeñar un cargo público".

(Pág.43)

Un ejemplo espléndido de la inutilidad de todas estas leyes es la existencia de normas contra el ruido. En ellas se establece claramente cuántos decibeles se permiten tanto en el día como en la noche. Son reglamentaciones que se han discutido, mejorado y actualizado en varias ocasiones y la capital del país se ufana de que las suyas "son mejores que las de los demás estados de la federación porque son más estrictas", pues "producir ruidos que atenten contra la tranquilidad o la salud es sancionado con multa de 11 a 20 días de salario mínimo o 13 a 24 horas de arresto". Lo cual no obsta, por supuesto, para que el ruido esté siempre allí. En una carta que se publicó en la sección de correspondencia de un diario de circulación nacional, el director médico del turno vespertino de un clínica del Seguro Social se quegaba de que: "La intensidad del ruido proveniente de los equipos de sonido de alta potencia frente a la unidad médica del IMSS nos dificulta atender adecuadamente a los casi 400 pacientes que tenemos en el turno vespertino [...] Tenemos años de soportar esta situación [...] el volumen del sonido es insultante". Y no hay quien contravenga más esa ley que las propias autoridades que un día sí y otro también organizan espectáculos públicos y escandalosos conciertos en calles y plazas.

[...]

Como afirman Sergio Aguayo y Carmen Feijoó [...] el nuestro es un país en el que el respeto a las personas no forma parte del modo de pensar. No es ya solamente una cuestión de leyes sino de "cambiar las formas de reaccionar y de actuar de las personas" y esto no es fácil, dado que "éstas no sólo perviven sino que se reproducen. [...] Requiere de años de confrontaciones después de las leyes".

(Págs.43 y 119)

El presidente Fox había prometido un 7% de crecimiento en 2000, pero durante su mandato el crecimiento alcanzó apenas una media anual del 1.6 y el crecimiento per cápita real fue casi inapreciable según afirma un especialista. Y había prometido que resolvería el conflicto de Chiapas en 15 minutos, pero cuando terminó su gobierno allí seguían los indios sublevados. Ni siquiera pudo entregar una carretera a una comunidad de Guerrero a la que se la prometió cuando estaba en campaña. El caso emblemático fue el de un grupo de niños de la calle a los que invitó a desayunar el día que tomó posesión de su cargo y les hizo montón de promesas, pero 6 años después, no había ni preguntado por ellos.

[...]

El sexenio de Fox fue en el que se prometió más y se logró menos.

[...]

No sé si ese mandatario se lo creyó o fue cínico, pero le encantaba hablar del país "en el que uno se siente tranquilo, seguro, confiado de que va a ser el mejor del mundo". Y ese país del que hablaba se suponía que es México. Un México en el que mientras su presidente afirmaba que ya todos ganaban 6,000 dólares anuales, salían a la luz estudios como el del Instituto de Desarrollo Sustentable y Equidad Social de la Universidad Iberoamericana, según el cual el número de pobres había crecido en más del 18%, y como la Encuesta de Comunidades de Estados Unidos según la cual la migración de mexicanos al país del norte había aumentado durante el sexenio foxista en cerca de 4 millones de individuos, y como los análisis de la empresa Consultores Internacionales según los cuales la deuda interna había crecido hasta ocupar 12.5% del producto interno bruto, pasando de 606,000 millones de pesos en diciembre de 2000 a más de un billón de pesos en 2005, 105% de aumento.

Era como de locos escuchar al secretario de Trabajo asegurar que en los primeros 8 meses de 2006 se habían creado 700,000 empleos, mientras datos del diario El Universal afirmaban que se habían perdido casi 200,000 tan solo en el último año del sexenio, y sumando el déficit acumulado durante toda la administración, la cifra llegaba a más de 4.5 millones de empleos y mientras Raúl Feliz, economista del Centro de Investigación y Docencia Económica afirmaba "que es uno de los peores sexenios en materia de generación de empleo formal" y Arturo Coutiño, economista de una empresa estadounidense, decía que 85% de las plazas que se habían creado "han sido temporales, lo que significa que van a desaparecer en el corto plazo y son de muy baja calidad".

[...]

Cuando el presidente Fox inició su mandato decía que "bienvenida la crítica" porque "de ella aprendo y me ayuda", pero muy pronto ya no quisieron saber. A partir de entonces se dedicaron a descalificar a los críticos, a acusarlos de estar motivados por razones ridículas ("pura vocación criticona", dijo el vocero del PAN), aviesas (envidias, resentimiento, servicio a los partidos de oposición e incluso corrupción) o pasadas de moda ("quieren que sigamos siendo floreros, figuras decorativas"). A veces el presidente se enojaba tanto, que amenazaba a sus críticos "con hacerlos beber sopa [sic] de su propio chocolate". Y un día, anunció que no leería más los periódicos ni oiría más lo que se opinaba sobre su quehacer, y no contento con eso, invitó a los ciudadanos a hacer lo mismo, llegando hasta el punto de felicitar a una campesina ¡porque no sabía leer!

(Págs.48, 49, 59 y 170)

La fachada, entre nosotros, lo es todo. En función de ella se hace lo que sea.

[...]

Por nuestra afición a las fachadas se hace en la evanida Insurgentes de la capital un flamante sistema de transporte colectivo llamado Metrobús que circula sin obstáculos de norte a sur y de sur a norte de la ciudad, pero para lograr eso, las calles de todos los alrededores son un desastre de tráfico del que nadie se ocupa. O se construyen los preciosos puentes del llamado segundo piso que vuelan sobre la ciudad de México para supuestamente agilizar el tráfico, pero terminan de repente, en seco, en un embudo que nadie se preocupó por resolver.

(Pág.60)

En México el poder sólo lo es de verdad cuando se ha conseguido apoderarse de la palabra. La palabra es tan importante en nuestra cultura, que por eso todos la usan y mucho, muchísimo. Hablan los políticos y hablan los empresarios, hablan los eclesiásticos y hablan los intelectuales, habla todo aquel que puede: "Palabras, palabras, palabras", decía hace cien años Justo Sierra, y la escritora Elena Poniatowska afirma que "la política es no hacer nada, es sólo hablar".

(Pág.62)

Nuestros poderosos terminan por enredarse, cambiar por completo lo que supuestamente quieren decir y muchas veces no decir nada aunque parezca que dicen mucho.

Esto tiene entre nosotros un nombre: se llama cantinflismo.

[...]

Y ninguno como esta respuesta de Andrés Manuel López Obrador a los reporteros que le reclamaban porque dosificaba la información: "Espérense. En vez de decirles vamos a ver, ¿sí?, y no soy categórico porque yo no tengo todos los elementos. Y les digo no. Y resulta que sí. Ahí, ayer, no, pues imgínense, no digo nada, ya, retiro lo dicho, imagínense. ¡Miren, dijo que no, y miren! Entonces, yo no tengo que actuar".

(Págs.63 y 64)

Cuando sucedió el desfalco del Fondo Bancario de Protección al Ahorro, se mandó a hacer una investigación. Un comité legislativo contrató a un auditor extranjero para revisar los documentos. Aparentemente, lo que se esperaba de él era un informe que sacara a la luz la verdad de este caso. Se suponía que al traer a alguien de fuera se conseguiría imparcialidad, porque esa persona y su equipo no tenían nada que ver con los enjuagues del asunto que se les estaba encomendando revisar y porque además, eran especialistas con una bien cimentada fama por haber hecho trabajos similares en otros países.

Así que los ciudadanos esperamos medio año, 6 largos meses, cada minuto de los cuales nos costaba muchísimo dinero (20 millones de dólares cobró el dicho auditor) pero convencidos de que valía la pena porque por fin sabríamos la verdad y quizá con ello hasta se podría castigar a los responsables del gran desfalco que fue el llamado "rescate bancario".

Pero he aquí que cuando entregaron el informe, resultó que no era la auditoría que prometieron sino apenas, en palabras del propio auditor, "una revisión basada en preguntas previamente convenidas". Y entonces nos enteramos de que se contrató a un especialista y se le pagó una fortuna pero no se le entregaron todos los datos que pidió ni se le permitió hurgar en todos los documentos necesarios ni preguntar libremente. "Las restricciones en el acceso a la información fueron más graves de lo que inicialmente creímos", dijo el auditor Michael Mackey.

¿Para qué entonces lo contrataron? La respuesta es obvia: lo que querían era darnos una verdad a medias, que sirviera para taparle el ojo al macho como se dice popularmente, pretendiendo que se hacía una investigación a fondo cuando en realidad lo que se hacía era lo contrario: tapar el fondo del asunto.

[...]

También los banqueros saben de cinismo, pues ¿de qué otro modo se puede calificar cuando se pusieron furiosos porque el Congreso de la Unión tardaba mucho debatiendo sobre qué medidas tomar en relación con el Fondo Nacional para la Protección del Ahorro Bancario y en su opinión "el tiempo que se están tomando le costaba mucho dinero al país"? ¡Resultaba entonces que no era el monumental fraude del Fobaproa lo que le había costado mucho dinero a México sino el tiempo que se tomaban los legisladores para decidir sobre cómo resolver el problema!

(Pág.66 y 101)

O se imparte justicia como yo creo que debe ser o no se la puede considerar justa. ¡Qué mejor ejemplo de esta manera de pensar que Andrés Manuel López Obrador, para quien la Suprema Corte de Justicia de la Nación, como no lo dio por ganador de las elecciones de 2006, "no son más que encubridores de políticos corruptos y de delincuentes de cuello blanco"!

Y vimos a Andrés Manuel López Obrador cuando era jefe de Gobierno del DF dictar el Bando número 13 que prohibía "bloquear avenidas o vialidades primarias que desquicien el tráfico o afecten el libre tránsito de terceros" y luego ser él mismo quien encabezó el bloqueo de las avenidas Reforma, Juárez y Madero así como del Zócalo capitalino en un plantón que se mantuvo durante casi 2 meses.

(Págs.67 y 75)

Entre nosotros, a los inválidos se les llama "con capacidades diferentes", a los viejos "adultos en plenitud" (me escribe un lector: "¿En plenitud de qué? Será de enfermedades, de incapacidades, de problemas"), a las cárceles "centros de readaptación social", a las guarderías "centros de desarrollo integral", a la lucha contra la corrupción "renovación moral", a la prostitución "sexoservicio", a los niños que no tienen casa donde vivir, "en situación de calle". Entre nosotros, los arraigos se "conceden", las órdenes de aprehensión se "obsequian" y las investigaciones se "atraen". [...] Como afirma un escritor: "todo es cosa de atribuirle un nombre diferente a las cosas y ya por eso creemos que las podemos mejorar".

[...]

Entre nosotros las palabras, como decían los cabalistas, no son un medio para representar al mundo sino su fundamento mismo.

[...]

Las palabras parecerían no reflejar significados sino construirlos, dice Carlos Monsiváis.

[...]

El uso de las palabras dándoles el significado que convenga es algo tan común, que los empresarios no tienen empacho en exigir la libertad de empresa pero luego se oponen a la concesión de un muelle o a la apertura de un nuevo canal de televisión porque eso les compite y afecta y la Iglesia no tiene empacho en exigir la libertad religiosa pero hacer todo para impedir la existencia de otras religiosidades.

(Págs.69, 70, 71 y 72)

¿Qué quiere decir democracia? Es una palabra que todos los grupos invocan, cada cual para afirmar que él sí la está consiguiendo mientras que el otro la está poniendo en riesgo. Allí está la esposa de un gobernador que quería heredar el cargo de su marido y decía que lo hacía porque "lo que yo quiero es la verdadera democracia", o los líderes de los sindicatos corporativos que no permiten ningún cambio en las dirigencias pero afirman que están defendiendo "la democracia sindical". [...] El concepto está tan manoseado que ya nadie sabe bien a bien lo que significa, pero como afirma un lector, se lo entiende como: "Lo que yo quiero eso es democracia. Si no me cumplen mi capricho, entonces no es democracia".

[...]

"Por democracia suelen entenderse muchas cosas -escribe Luis Aguilar- desde una regla procedural de elección de legisladores y gobernantes hasta un gran proyecto imperativo de sociedad igualitaria". Se trata entonces de 2 concepciones, una que se refiere a "la participación en la formación y funcionamiento del orden político y jurídico", la cual "se debe expresar con el voto" como quería Norberto Bobbio, y otra que se refiere a una condición de la sociedad en general, como querían Rousseau y Tocqueville, "a una manera de funcionar de la sociedad y un espíritu que la penetra en todos los aspectos de la vida organizada", dice Alain Touraine, en la cual el poder "se encuentra ampliamente distribuido entre los miembros de la sociedad".

En México, sólo concebimos a la democracia en su primera acepción, la electoralista.

[...]

Al principio [de la "transición a la democracia"] todo parecía muy bonito y fácil.

Pero poco después de eso, todo cambió. Se trataba de tener el poder a toda costa y no de preocuparse por la democracia. Pleitos brutales, alianzas insólitas, cambios de filiaciones políticas, ilegalidades y corrupción son la marca de la así llamada lucha electoral entre nosotros, que es una verdadera guerra cuyos métodos son muy poco democráticos.

Pero de todos modos, se sigue pensando que el voto es el instrumento del cambio y el signo inequívoco de la democracia.

En función de esa creencia, se construyó un sistema electoralista enorme y complejo, y para que funcione, ha sido necesario (no podía ser de otra manera) gastar millones de pesos en crear leyes, instituciones y toda clase de organismos destinados a organizar y supervisar los procesos electorales. Cada una de estas instancias requiere una burocracia cuyos sueldos son de los más elevados que oficialmente se pagan en el país. ¡Cada voto nos cuesta una verdadera fortuna!

[...]

La participación electoral del ciudadano, por el modo como está concebido el juego político, se limita a poner una marca sobre el logotipo de un partido, como si la democracia no fuera sino una gran encuesta de opinión pública, en la que nada tienen que ver con la configuración de las candidaturas ni con la conformación de las reglas. El voto entonces es solamente una convalidación (y legitimación) de lo que otros decidieron de una manera que no los incluye.

Tal vez por eso es que millones de ciudadanos se abstienen de votar. En las elecciones de 2003 58% de los ciudadanos se abstuvieron. Además, 2 millones anularon su voto premeditadamente. A nivel de elecciones presidenciales, nadie ha ganado con más de 60% de votos y ha habido casos en que esa cifra no ha sido mayor de 30%.

El abstencionismo es un aviso de desinterés o desilusión, pero también una forma de protesta activa, la única de que disponen los ciudadanos frente a lo que más que una democracia es una lucha de partidos e intereses en los que nada tienen que ver. ¿Qué otro modo hay de decirles que no les creemos sus promesas o que nos parece equivocado su modo de hacer política?

Hoy día es una realidad que, a pesar de todo el esfuerzo de los millones de pesos invertidos y energías enfocadas en lo electoral, el abstencionismo es el partido triunfador.

[...]

Entre nosotros no fueron transformaciones mentales y sociales profundas las que llevaron a la democracia. Fue solamente "una apertura controlada y restringida de la arena electoral con fines pragmáticos, los de recobrar para el régimen alguna legitimidad", y para que la elite política se alternara en el poder. Por eso conservaron el viejo entramado institucional y normativo heredado del régimen anterior, pensando que era posible alterar una parte de la ecuación sin tener que cambiar el todo.

La democracia no es entre nosotros una cultura, no proviene del conjunto de la sociedad no se encuentra ampliamente distribuida entre sus miembros. Más bien al contrario, "la nuestra es una sociedad sin vocación democrática y con una poderosa cultura autoritaria".

Por eso no pasamos la prueba de las elecciones de 2006 y el país entró en guerra. Lo que vimos en México durante varios meses fue a jóvenes agrediendo a jóvenes porque apoyaban a otro partido, o comensales insultándose en los restoranes por distintas filiaciones políticas, o grupos del partido perdedor impidiendo al nuevo presidente colocar una ofrenda en un monumento, tomando carreteras y edificios públicos.

No hemos entendido que la democracia no puede existir mientras exista la separación entre los valores democráticos y el funcionamiento real de la vida democrática.

Por eso, aunque la palabra democracia se usa mucho y la usan todos a diestra y siniestra, no hay tal. Eso sí: según la publicidad, no solamente sí existe sino que ¡tenemos al Trife como su garante!

(Págs.71, 160, 161, 162 y 172)

El ejemplo que más me gusta es el del horario de verano, que se presentó como la gran novedad para ahorrar energía ¡siendo que en México ya había sido aceptado desde los años 20 del siglo pasado!

(Pág.72)

Guardar silencio es una manera de ignorar lo que sucede, pero también un deseo de evitarse problemas. Un ejemplo es el caso sucedido en un hospital público en el que murieron 12 bebés recién nacidos: "El 26 de agosto una doctora se percató del asunto y dio aviso pero nadie le hizo caso. El 8 de septiembre se descubrió el primer caso, pero aun así se guardó silencio. Los padres de familia se dieron cuenta y lo comunicaron a los médicos, pero nadie les hizo caso. Así permanecieron las cosas hasta el día 22 en que ya no se las pudo ocultar porque para entonces 'ya se me había infectado todo el cunero', según dijo el médico encargado".

[...]

A veces eso de echarle la culpa a otros llega a extremos dolorosos, como cuando una mujer en Baja California Sur dio a luz, pero seguía teniendo contracciones y los médicos, en lugar de revisarla, le dijeron que "era psicológico". Cuando horas después resultó que había otro bebé pugnando por nacer, ya era demasiado tarde y el pequeño tuvo problemas respiratorios que le causaron la muerte. La explicación no tiene desperdicio: los médicos del Hospital General que la habían atendido afirmaron que "no detectaron la presencia del segundo bebé" (y uno se pregunta: ¿cómo es posible no detectar esto? ¿No acaso son médicos?) pero afirmaron que de todos modos habría muerto porque "estaba muy chiquito".

[...]

El ejemplo más aterrador es el ya relatado del hospital público al que se infiltró una bacteria que provocó la inflamación en los órganos vitales de los recién nacidos y les produjo la muerte a 12 bebés. La explicación del subdirector del nosocomio fue que "a lo mejor entró un paciente con el zapato sucio y así entró la pseudomona". Y es que en efecto, en dicho hospital cualquier persona entraba sin problema y cualquiera podía introducir alimentos a las instalaciones, que médicos y enfermeras compraban sus alimentos en los puestos ambulantes que hay en los alrededores. A ello se agregaba que, como tuvo que reconocer el médico en jefe, la limpieza y desinfección eran siempre insuficientes, "porque no había jabón, ni papel higiénico, ni desinfectantes y ya entrado en verdades, de una vez agregó que ni equipo para esterilizar, ni batas, guantes y tapabocas para las enfermeras que manipulaban a los bebés, todo lo cual, dijo, se debía al insuficiente presupuesto que les habían asignado.

El resultado fue un enredo, un montón de gente que entraba y salía del nosocomio estorbando, interrumpiendo, preguntando una y otra vez y "recogiendo evidencias". La peor parte fueron los agentes que con todo y sus trajes de calle, sus zapatos enlodados y sus alimentos comprados en los puestos ambulantes de los alrededores, iban y venían haciendo lo que llamaban "inspecciones físicas" ¡nada menos que en el cunero y en la Unidad de Cuidados Intensivos!

[...]

¡A una embarazada de 5 meses le dieron la [cita] suya para hacer un ultrasonido en el Seguro Social 6 meses después, porque todas las máquinas estaban ocupadas hasta entonces! ¡Y a un hombre de 85 años, paralítico, lo obligaron a presentarse frente al funcionario encargado de firmar su pensión, y como no podían subir la silla de ruedas, lo pusieron en la calle y el burócrata le hizo el favor de asomarse por la ventana para ver si era cierto que existía!

[...]

Mentira abierta es cuando un director del IMSS afirma que se están llevando a cabo programas de construcción, equipamiento, conservación y mantenimiento de centros hospitalarios y clínicas y que se han mejorado los procesos de atención, disminuyendo los tiempos de espera de consulta, haciendo más eficiente el servicio de urgencias y los de mantenimiento y limpieza de las instalaciones así como las acciones de dotación oportuna de ropa hospitalaria y de suficiencia en el surtimiento de recetas, pero los derechohabientes, cada vez que tienen oportunidad de hacerlo en las muy escasas tribunas públicas de que disponen, que son algunos programas de radio y cartas enviadas a los periódicos, desmienten las afirmaciones del funcionario y se quejan de las condiciones de las instalaciones, de las largas colas y las muchas horas de espera para que se les atienda, del mal trato por parte de secretarias, médicos y enfermeras, de los diagnósticos emitidos por facultativos sobrecargados de trabajo y con deficiente preparación y sobre todo del desabasto de medicamentos.

Cuestionado sobre estas afirmaciones, el secretario y sus colaboradores aseguraron que nada de eso era cierto y que se trataba de "propaganda partidista malintencionada". Pero de todos modos y por si las dudas, presionaron a los medios de comunicación que hacían públicas las quejas, amenazándolos con retirarles la publicidad pagada si lo seguían haciendo.

[...]

En un caso que resultó muy sonado, varias enfermeras y médicos del Hospital General de Mexicali en Baja California se negaron a practicar un aborto a una niña que había quedado embarazada por una violación, a pesar de que existe una ley que lo hace legal en esos casos y a pesar de que el Ministerio Público había girado la orden, que éstos dijeron haber desobedecido precisamente "por razones de conciencia".

[...]

Sucede que en el Hospital de Neurología de la ciudad de México, uno de los centros de especialidades de los que nos enorgullecemos, se muera un paciente que estaba en sala de recuperación porque la luz se fue durante 45 minutos y no había planta [de emergencia].

(Págs.78, 86, 95, 97, 98, 149 y 286)

Se guarda silencio para que nadie se entere de errores, como el que sucedió en la ampliación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, cuando el andador para unir 2 módulos resultó con una falla de 72cm, lo cual impidió empatar los niveles de las infraestructuras metálicas entre el corredor y el nuevo inmueble de 5 pisos que estaba en construcción y ¡obligó a demoler la obra completa! O lo que pasó con la Autopista del Sol que une a la ciudad de México con el puerto de Acapulco, a la que hubo que invertirle más de 1,200 millones de pesos para "corregirle" taludes inestables, sub-bases y columpios, ya que "estuvo mal construida" según tuvo que reconocer el secretario de Comunicaciones.

Se guarda silencio para no responder a los ciudadanos que presentan quejas frente a las cuales a la autoridad no le da la gana actuar y ni siquiera responder.

(Pág.79)

Se guarda riguroso silencio cada vez que los ciudadanos preguntamos sobre los sueldos reales de los funcionarios (no los nominales: ésta es otra de nuestras mentiras).

[...]

Sólo se conocen los salarios 'base' o 'nominales' de los funcionarios públicos, pero no sus prestaciones, bonos y compensaciones que duplican y hasta triplican a aquéllos.

(Págs.80 y 169)

Y les da tamién por la sordera: no oyen pasar a los camiones cargados hasta el tope de los troncos talados en los bosques de todo el país y no oyen cuando hay fiestas que no dejan dormir a los vecinos en un radio de muchas cuadras a la redonda y no oyen cuando en la esquina de dos de las más importantes avenidas de la capital fueron podados hasta dejarlos sin ramas los viejos árboles porque tapaban con su follaje los espectaculares y no oyen cuando las personas se quejan de que no les dan sus medicamentos en los centros de salud.

[...]

La consulta que se hizo sobre el llamado segundo piso en la ciudad de México, en la cual aunque de un padrón electoral de 5.5 millones solamente votaron poco más de 80,000 ciudadanos, de todos modos se nos dijo que "los capitalinos están mayoritariamente a favor de la obra". En cambio, otras consultas en las que participó mucha más gente, como el caso de las elecciones para consejeros ciudadanos del DF en 1995, aunque votó el 21% de los empadronados, se consideró que no tenían validez por "insuficiente participación". Es evidente que la valoración tiene siempre tintes políticos.

Por lo que al gobierno se refiere, ni le interesa ni le conviene ese "empoderamiento" como se dice hoy, de los ciudadanos, que sólo genera conflictos y más trabajo. Por eso, a pesar del discurso que reiteradamente hacen de que la sociedad tiene que ayudar a enfrentar y resolver los problemas, se la pasan tratando de echar a andar leyes para limitar y controlar su participación, porque "ella es vista como enemiga". Con razón según los resultados de la Encuesta Nacional de Cultura Política de 2003, "el 55% de los entrevistados considera que los ciudadanos influyen poco o nada en las decisiones del gobierno.

A las autoridades les interesa boicotear cualquier cosa que tenga que ver con la participación ciudadana en el aspecto político.

Y es que ellos quisieran que el término participación ciudadana significara que les demos nuestro voto y después regresemos a la casa donde como dice el dicho, "calladitos nos vemos más bonitos", y que no volvamos a aparecer hasta la siguiente elección. Para nada está entre sus planes "que los ciudadanos se involucren en los actos de gobierno" ni que quieran "transmitirle al poder su parecer" y participar de las acciones que se emprenden, ni "en la formación y funcionamiento del orden jurídico y político" como dice Fernández Santillán.

[...]

Tampoco a López Obrador le gustaba la crítica y durante su gestión la ignoró reiteradas veces, pero de plano durante el conflicto postelectoral, los que se atrevieron a hacerla tuvieron que pedir perdón público, como en los tiempos del estalinismo, cuando cada vez que alguien decía algo ajeno a los lineamientos en turno tenía que retractarse.

En general la actitud de los perredistas fue de acusar de complot en contra del partido o de sus jefes a cualquiera que se atreviera a manifestar una opinión adversa o una queja.

[...]

Solamente se quiere invertir en lo nuevo y no en lo que ya existe. Los ejemplos emblemáticos son la infraestructura carretera y los transportes.

[...]

En nuestro sistema político sólo hay que cumplirle al superior, que es de quien depende el presente y el futuro. Los ciudadanos, los derechohabientes, los electores, los contribuyentes, somos conceptos abstractos que en realidad no contamos para nada.

[...]

Si a alguno de esos funcionarios se le reprocha que no haga honor a sus promesas y ofrecimientos o que haya hecho mal su trabajo, existen algunas frases a las que se acostumbra recurrir como respuesta: "Hicimos todo lo que pudimos" (así, en plural mayestático), "Tengo la conciencia tranquila", "La historia me juzgará", "Dios sabe la verdad", y con eso ya estuvo, el emplazado no se siente obligado a explicar más y seguirá por la vida como si nada.

[...]

A nuestros gobernantes les gusta pretender que analizan, estudian y piensan antes de decidir, de organizar, de actuar. Pero eso es falso: las respuestas a los problemas se improvisan al calor del momento y dependiendo principalmente de razones políticas.

[...]

Nuestros funcionarios apuestan a la suerte para resolver los problemas, esperan que algo mágico los solucione o al menos que para cuando revienten ellos ya no estarán allí.

Muchas veces así sucede y la fortuna los favorece.

Nuestras autoridades son tan omnipotentes y se sienten tan infalibles que un presidente del Instituto Nacional de Ecología decidió que los autos son lo que más contamina en el Valle de México (y no la industria, como aseguran los especialistas) y obligó a la mitad de los vehículos de la ciudad a no circular durante 3 días. Y cuando le dieron los resultados de los estudios que mandó hacer y se percató de que apenas si habían bajado los índices de los contaminantes... de todos modos siguió necio defendiendo su propuesta y le echó la culpa de que su medida fallara nada menos que a los vientos. Y son tan infalibles, que el presidente Calderón manda al ejército a combatir al narco y meses después, cuando el negocio de la droga sigue tan campante y las ejecuciones están a la orden del día, de todos modos asegura que son un éxito las operaciones emprendidas.

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Constantemente vemos que los políticos cambian de camiseta como si nada y que pasan del partido perdedor al ganador, o que atacan sin piedad a un personaje y después se vuelven sus asesores, o que juran que jamás y por ningún motivo harían cierta cosa que ya han hecho, o que renuncian a la oficina que les cobijó durante años y entonces se ponen a denunciar lo que allí sucede.

También vemos que un partido acepta que entre a formar parte de él alguien que militó en el grupo político más detestado y que se cambió porque quería un puesto, lo que no consiguió con el otro. O acepta elegir candidatos cuyo pasado político es cuetionable y en ocasiones hasta vergonzoso. O con tal de ganar la elección, hace alianzas con cualquier fuerza política. O con tal de obtener el poder, hace lo que sea y actúa usando métodos que según su propio discurso se consideran reprobables porque "reproducen grotescamente los viejos vicios del régimen".

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Como escribió José María Ruiz Soroa: "Asistimos al proceso de invocar al estado de derecho, la vigencia de las instituciones, la firma de acuerdos y convenios y la formación de comisiones y comités como si fuera real y no solamente un uso discursivo con el que los actores políticos hacen creer a la sociedad que curarán todos sus males. Todos estos procesos burocráticos y parlamentarios se han convertido en una operación de imagen, una actuación, para convencer a la ciudadanía de que la incansable actividad y la omnipotente capacidad de los gobernantes resolverá cualquier género de problemas, mediante la producción incesante de nuevas leyes, instituciones, acuerdos y convenios, comisiones y comités. Se trata de un mecanismo que se autoalimenta indefinidamente y que sólo les sirve a los políticos, empresarios, eclesiásticos, medios de comunicación para aplacar a la opinión pública".

Creadora de realidad y discurso vacío, eso es la palabra entre nosotros. Las 2 son formas de mentir, una es para dar esperanzas y para invocar que se cumplan las cosas deseadas y la otra para tapar que no se cumplió con lo prometido y ofrecido.

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Los dirigentes no están dispuestos a pasar de lo personal y lo inmediato. Por eso vemos que un gobernador deja el cargo antes de terminarlo, para dirigir la campaña política de un candidato o para irse de embajador y asegurarse chamba por los próximos años así le haga daño a su estado por dejar los proyectos sin consluir. Y vemos que uno tras otro los gobernadores no incrementan algún impuesto o no obligan a cumplir cierta ley a fin de asegurarse votos para su partido o para su persona en la próxima elección, así no cuenten con recursos para cumplir con sus obligaciones.

(Págs.81, 166, 167, 168, 171, 231, 281, 283, 289, 294, 295, 304 y 327)

Cada vez que las secretarías del Medio Ambiente y de Salud afirman que las playas y el mar de algún centro turístico están gravemente contaminados, las autoridades de esos lugares se retratan dándose un chapuzón para demostrar que no es cierto y quitan los anuncios de alerta y las banderolas rojas incluso en zonas declaradas de "alto riesgo" o de plano mienten haciendo públicos informes viejos para que parezca que las cosas están dentro del rango aceptado o tolerable.

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Hay casos que son de risa, como cuando se demostró que el mar en Acapulco estaba contaminado y el funcionario municipal en turno responsabilizó a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente y ésta a su vez a la Comisión Nacional del Agua, la cual por su parte responsabilizó al municipio, de modo que estábamos otra vez en el principio.

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Sucedió cuando en 2003 se le pidió su renuncia al secretario del Medio Ambiente, porque sus afirmaciones sobre la gravedad de la contaminación en las playas y mares de Guerrero ofendieron e indignaron a las autoridades de ese estado. Pero cuando un mes después hubo 2 olas de mortandad de peces en la laguna de Pie de la Cuesta, dichas autoridades lo único que acertaron a hacer fue "ordenar una investigación inmediata". Pasaron los días y las semanas y los meses y nunca se llevó a cabo la tal indagación. Y cuando alguien se atrevió a recordárselos, el delegado estatal de la Secretaría del Medio Ambiente respondió que "de todos modos no tiene caso hacer muestreos después de las lluvias porque nadie se mete a nadar en esos días". Una joya de respuesta.

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Los destinos turísticos más concurridos del país, como Acapulco y Veracruz, presentan altos grados de contaminación, pero se oculta la información, ya sea dando una falsa (como se hace en la página de Internet de la Secretaría del Medio Ambiente), dando la atrasada (como se hace con los monitoreos del Sistema Nacional de Información sobre la Calidad del Agua en Playas Mexicanas que tiene hasta 3 meses de retraso) o simplemente no dando nada. Cuando el número de bacterias llega a 16 veces la norma inernacional, los laboratorios dejan de contar, así de sencillo. Lo mismo hacen los prestadores de servicios turísticos que no quieren ver afectado su negocio: simplemente quitan las banderolas de advertencia sobre la contaminación y amenazan a los representantes de las instituciones que pretenden realizar las mediciones y monitoreos: "La Semarnat declaró zona de alto riesgo por contaminación fecal la playa de Caletilla, pero allí hay 32 restaurantes y de ellos dependen económicamente unas mil familias, de modo que no dejamos que el delegado estatal de la dependencia colocara bandera roja", dijo el dirigente de los restauranteros.

Las empresas industriales, turísticas e inmobiliarias, sean del gobierno o privadas, no cumplen con las leyes y reglamentos en la materia y descargan sus deshechos sin tratar.

(Págs.82, 85, 93 y 124)

El caso del secretario de Gobernación de Vicente Fox quien ante los medios aseguró que "no se habían dado ni se darían permisos para abrir casinos" en el momento preciso en que su oficina los estaba expidiendo por instrucciones directas suyas.

Lo primero que hizo ese secretario cuando se le acusó de autorizar los dichos negocios que están prohibidos por ley, fue negarlo rotundamente y decir que "no sabe de qué le hablan, no está enterado". Pero como poco después salieron a la luz documentos que le impedían seguir aferrado a la negativa, su respuesta empezó a cambiar, siguiendo una ruta de transformación así:

En el lapso de poco más de una semana, el hombre que había jurado que nunca permitiría la apertura de casinos, no sólo los había autorizado sino que además había pasado, por obra y gracia de su propio discurso, de negar el hecho a convertirse a sí mismo en un héroe con una misión: "Seguiré pisando callos, ésta es la manera de combatir los negocios ilegales".

El proceso seguido por Santiago Creel es un esquema que se repite y reitera entre nuestros funcionarios, con pequeñísimas variaciones.

(Pág.82)

En marzo de 2002 se reunieron 2 procuradores estatales y una subprocuradora federal para pensar 'qué hacer' frente al grave problema de los secuestros en el país y llegaron a la conclusión de que el verdadero problema radicaba en que los familiares de las víctimas negociaban con los delincuentes y les pagaban rescates. Entonces su propuesta fue nada más y nada menos que prohibir esas negociaciones y esos pagos y no sólo eso, sino convertirlos en delito. En palabras de uno de ellos: '5 o 6 muertos y el asunto se resuelve porque a los secuestradores ya no les va a convenir, secuestrar dejará de ser negocio'. ¡Esa sí que es la manera suprema de quitarse de encima la responsabilidad y pasársela a otros, aunque esos otros sean las víctimas!

(Pág.86)

Hay ocasiones en que las acusaciones recaen en unas misteriosas "fuerzas oscuras" con "aviesas intenciones" y "macabros intereses". El presidente Echeverría acostumbraba acusar de "conjuras" cuando surgían protestas en el país y López Obrador usaba la palabra "compló".

Cuando los problemas son en la economía, se culpa siempre a los acontecimientos del exterior, "como si no hubiera instrumentos y políticas públicas que pudieran compensar los vaivenes de las coyunturas internacionales", dice el economista Víctor Godínez. Cuando se trata del medio ambiente los funcionarios simple y sencillamente nunca reconocen que haya problemas y afirman que quienes los encuentran son "acarreados que se benefician de la industria de la reclamación". Si se trata de instituciones que no funcionan adecuadamente se dice que es "propaganda partidista malintencionada".

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En 1997, la organización ecologista mundial Greenpeace acusó a la empresa paraestatal Petróleos Mexicanos de abandonar las plataformas petroleras ya inservibles en lugar de limpiarlas y desmontarlas según se había comprometido nuestro país frente a la comunidad internacional. Ello redundaba en gran contaminación porque se derramaban constantemente hidrocarburos y se generaban óxidos. La respuesta fue increíble: las autoridades acusaron a los denunciantes de meterse sin permiso en aguas mexicanas "para hacer propaganda alarmista y desestabilizar el sureste" y los periódicos de Tabasco lanzaron diatribas contra la organización.

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La peor es la paraestatal Petróleos Mexicanos, "la empresa más contaminante del país" según afirma Iván Restrepo, por sus descargas residuales, porque derrama petróleo por tuberías en mal estado y contamina con plataformas abandonadas, todo lo cual según la organización ecologista Greenpeace, ha convertido al Coatzacoalcos en el río más contaminado de América Latina y a las costas de Tamaulipas, Veracruz y Tabasco en "la zona petrolera más contaminada del planeta". Restrepo afirma que los peces y crustáceos de esa zona muestran residuos carcinógenos y que las sustancias tóxicas encontradas en el agua, aire y tierra son de gran peligrosidad para la salud de las personas. Tan solo entre enero y abril de 2001 registraron 31 emergencias ambientales relacionadas con la paraestatal, 27 por ductos en mal estado, 3 por volcaduras de autotanques y una en un almacén. Y eso para no hablar de accidentes como el ocurrido en el segundo semestre de 2007 que requirió de 3 meses de trabajos para controlar el problema.

(Págs.88 y 124)

En 1998, varios policías de la delegación de Tláhuac secuestraron durante varios días a 3 adolescentes a quienes obligaron a preparales la comida y lavarles la ropa y luego abusaron de ellas sexualmente. Sin embargo, cuando detuvieron a los culpables, en pleno juzgado y frente a las autoridades que aplicaban la ley que protege a los menores de la violencia sexual, los familiares de estos sujetos no sólo los defendieron sino que incluso amenazaron a las víctimas: "Mira -le decía una señora a su hijo de 6 años- conoce a quienes fregaron a tu padre para que cuando crezcas vayas a vengarte en nuestro nombre". ¡El "fregado" era el violador y no la violada! Y en el caso de una maestra de la Universidad Autónoma Metropolitana asesinada ¡hasta un ritual de santería se hizo en pleno juzgado para amedentrar a los testigos!

Este modo de funcionar es característico de la policía que siempre defiende a los suyos, aun si las evidencias son claras sobre su culpabilidad. En 1999 una patrulla se le fue encima a personas que hacían cola para comprar leche, matando a 2 señoras y dejando heridas a varias, entre ellas una niña. No sólo nunca reconocieron su culpabilidad sino que ayudaron a huir a los culpables. Y cuando agentes de tránsito mataron a un piloto aviador que se había pasado un alto y al que persiguieron hasta las puertas de su hogar donde le dispararon a quemarropa, la corporación les ayudó y evitó su detención, pero además atosigaron y amenazaron a la familia que exigía castigo a los culpables

Pero no sólo la policía actúa de ese modo. En el caso del bebé que murió dentro de una guardería de Pemex, tanto los encargados como los funcionarios de la empresa defendieron a capa y espada a los trabajadores del lugar. Lo mismo sucedió cuando en un hospital público murieron 12 bebés en el cunero y lo primero que hizo el subdirector fue decir: "No creo que mis amigos médicos sean culpables".

¿Qué hacen las autoridades frente al encubrimiento de los culpables o el acoso y los insultos y amenazas a las víctimas?

Nada, absolutamente nada. ¡Y eso que desde 1985 el gobierno mexicano firmó una Declaración sobre los Principios Fundamentales de Justicia para las Víctimas de Delitos y del Abuso del Poder!

(Pág.90)

Andrés Manuel López Obrador simplemente acostumbraba sacar de formar parte del pueblo a quienes no estaban de acuerdo con sus acciones.

(Pág.91)

Uno de los sitios en que más tortuguismo hay es en las oficinas o ventanillas en las que se cobra alguna mercancía ya entregada o algún servicio ya prestado a cualquier instancia gubernamental, pues en ese caso no sólo hay que llevar hasta el papel higiénico para demostrar esto y aquello, sino que además hay que dar vueltas y más vueltas para que paguen, hay que "untar", "obsequiar" o "invitar" a los encargados de sacar los cheques y en ocasiones, hasta hay que conformarse con recibir menos del monto acordado con tal de recuperar por lo menos algo. Empresas medianas y pequeñas han tenido que cerrar porque no pueden sostenerse si deben esperar meses a que les cubran los adeudos; y empresas enormes (como Condumex nada menos y nada más) prefieren de plano dejar de venderles a algunos gobiernos locales para evitarse esto.

La medalla al tortuguismo se la llevan sin duda los juzgados, que detienen durante meses y años las resoluciones generando enormes problemas. Porque si algo funciona lento y mal en México es la así llamada "procuración de justicia". Los ejemplos abundan: testamentos no adjudicados durante años, liberación carcelaria no terminada, propiedades no entregadas, etc.

Cuando el señor Ricardo Salinas Pliego metió una demanda por difamación contra el señor Marco Rascón por un artículo publicado por este último que a aquél le pareció que lo agraviaba y que le casaba daño moral, tardó ¡once años! en salir el fallo judicial. Y eso que estamos hablando de un pez gordo, dueño de medios de comunicación y otras empresas, que tiene abogados trabajando de tiempo completo para él.

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Todos los días en México, en distintos rincones del país, personas y grupos plantean demandas y exigen soluciones a sus problemas y lo hacen como afirma Charles Tilly, "en los foros públicos".

Se trata de acciones colectivas, que emprenden los actores sociales cuando se sienten agraviados, por razones que tienen que ver con la escasez de recursos, sean materiales, simbólicos, espirituales o de trascendencia, de oportunidades, derechos, participación y pertenencia, por la divergencia de intereses o incompatibilidad de metas. Carlos Monsiváis resume así las motivaciones: "Por la existencia de autoridades sordas, ciegas y mudas, de una burocracia pasmada o sobrepasada, de sindicatos corruptos, sueldos de hambre, transas y mentiras, de miseria, de la falta de alternativas, el despojo, la negligencia y la voracidad, la corrupción y el autoritarismo" y Francisco Pérez Arce así: "Por las promesas incumplidas, las limitaciones de la vía institucional y el tortugismo burocrático".

[...]

Dice el artículo 17 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: "Toda persona tiene derecho a que se le administre justicia por tribunales que estarán expeditos para impartirla en los plazos y términos que fijan las leyes, emitiendo sus resoluciones de manera pronta, completa e imparcial. Su servicio será gratuiro, quedando en consecuencia, prohibidas las costas judiciales".

¿Es posible imaginar una mentira más grande?

Porque en México ni toda persona tiene derecho a que se le administre justicia, ni esto sucede de manera pronta y expedita, imparcial y completa ni mucho menos gratuita.

Escribe Jorge Zepeda Patterson: "No vivimos en un estado de derecho. Todos los días miles de mexicanos humildes son víctimas de tribunales y autoridades que operan a favor del poderoso o del que ofrece más".

Por eso Miguel Carbonell y Enrique Ochoa Rizo afirman: "Cualquier análisis del sistema de justicia criminal en México, debe partir de una certeza: es tan defectuoso que podemos decir, sin temor a exagerar, que es completamente fallido. Se trata de un proceso que hace agua por todas partes: a) no sirve para atrapar a los criminales más peligrosos; b) da lugar a un muy alto nivel de impunidad y corrupción; c) no garantiza los derechos fundamentales ni de las víctimas ni de los acusados; d) no establece incentivos para la investigación profesional de los casos y e) considerando su muy pobre desempeño, resulta extremadamente costoso".

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La poca o nula confianza que se tienen en las autoridades lleva en ocasiones a situaciones muy graves. Por ejemplo, la decisión de las personas de resolver sus problemas haciendo justicia por la propia mano, pues la policía nunca llega a tiempo cuando se la necesita. Todos hemos visto en la televisión las imágenes de linchamientos colectivos, sin que la autoridad aparezca y cuando lo hace, horas después, lleva en la boca toda suerte de pretextos, "que esta zona no nos toca a nosotros", "que el tráfico nos detuvo", sin que puedan explicar por qué los medios de comunicación y los curiosos sí consiguen llegar y ponerse en primera fila aunque vengan desde el otro extremo de la ciudad y aunque llueva, truene, sea domingo o media noche.

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Los ciudadanos no se sienten con la obligación ni con el deseo de respetar ni a la ley, ni a las instituciones, ni a las investiduras, ni a las autoridades, ni a las personas.

Una encuesta hecha por un investigador de la UNAM en 2006, muestra que a gran cantidad de personas les parece que "violar la ley no es grave", que lo grave "es ser sorprendido" y datos de una encuesta hecha por una empresa privada en agosto del 2007, muestran que sólo al 2% de la población le parece problemático que no se cumpla la ley. Por eso una estudiosa afirma que "nuestra cultura es contraria al respeto y observancia de la ley".

¡Ni siquiera las autoridades están dispuestas a respetarla!

La debilidad fundamental del sistema político mexicano es la inefectividad de las instituciones formales, donde se toman las decisiones gubernamentales cotidianas. No hay reglas ni respeto a ellas por parte de los actores.

Y es que no existe en los ciudadanos "un sentido de pertenencia y apropiación de las instituciones del Estado", afirma Héctor Tejera Gaona.

Me escribe un lector:"La falta de respeto a la autoridad se está volviendo un hábito. La gente se está acostumbrando a tomar palos y machetes y considera eso normal. Ya no son hechos aislados sino parte de una costumbre que se va generalizando".

[...]

Ésta es una carta enviada a una revista: "En el fraccionamiento donde vivo en el puerto de Veracruz hay 140 casas que fueron invadidas por familias que anteriormente ya habían hecho lo mismo, pues todas tienen ya una casa dentro de este fraccionamiento. En ninguno de los 2 casos han pagado un solo peso por la compra del inmueble, no pagan predial, no pagan agua, no pagan luz y ¿acaso las autoridades han hecho algo? Claro que no, son intocables y más ahora que habrá elecciones el próximo año".

(Págs.97, 260, 277, 315, 316 y 325)

¿De qué forma se puede considerar cuando el director de la CFE califica a la empresa como 'de clase mundial' siendo que esa paraestatal y la otra que imparte el servicio, Luz y Fuerza del Centro, son tan ineficientes y sus patrones de productividad y competitividad no se acercan siquiera a los indicadores internacionales mínimamente aceptados según una nota publicada en un diario de circulación nacional: "En los últimos 7 años elevaron sus ineficiencias y aumentaron los costos de operación (¡47% más que en 2000! la primera de ellas), pierden por robos y fallas de equipos (11% la CFE y 33% la LFC) y registran mayor número de inconformidades por parte de los usuarios por lo que cobran y porque a veces la luz se va hasta 24 horas sin que nadie se presente a arreglar el problema".

(Pág.100)

Nuestras autoridades, funcionarios y legisladores nos quieren hacer creer que todo lo que hacen es para beneficiarnos, para servirnos, para protegernos.

(Pág.101)

El periodista Miguel Angel Granados Chapa se preguntó en abril de 2008 ¿cómo podía ser que una y otra vez dejen libre al hijo de un famoso narcotraficante porque el juez del caso no considera que las pruebas son suficientes o contundentes? En su opinión, no lo son porque la autoridad encargada de integrar el expediente no lo hace correctamente. Y eso podría ser perfectamente intencional.

(Pág.102)

"El sistema penitenciario mexicano se caracteriza por una sobrepoblación masiva, el deterioro físico de las instalaciones, condiciones insalubres, recursos insuficientes, un personal de vigilancia y administración mal capacitado y peor pagado, una cultura generalizada de corrupción [...] y una violación persistente a la dignidad de los internos", dice la organización Human Rights Watch.

(Pág.115)

Como afirma Miguel Sarre: "El sistema de justicia está estructuralmente diseñado para ser violatorio de los derechos humanos, propicio a la detención arbitraria, a la fabricación de culpables y a la tortura: por ejemplo, se le da valor a la primera confesión del detenido y las policías tienen cuotas de detenidos para mostrar luego estadísticas de combate al crimen".

(Pág.118)

La contaminación de nuestro aire, agua y tierra no tiene parangón: "Acuerdos y compromisos se hacen muchos pero todo queda en palabras", dice Felipe Vázquez, investigador de la UNAM. Tal vez sólo los expaíses comunistas como Rusia, China o Rumania han descuidado y destruido así su medio ambiente. Somos una sociedad depredadora y despilfarradora que no ha cuidado sus recursos naturales ni su entorno ecológico."

Investigadores de la Universidad Autónoma de Chapingo, aseguran que en el país han desaparecido 40 millones de hectáreas de bosques en los últimos 50 años, lo cual representa 20% de la superficie nacional. Casi 8 millones de esas hectáreas perdidas lo fueron entre 1993 y 2000 y casi 4 millones solamente en los últimos 6 años, señal inequívoca de que el deterioro crece y se multiplica a gran velocidad.

[...]

En abril de 2000, soldados del 40 Batallón de Infantería con sede en Ciudad Altamirano, en el estado de Guerrero, arrestaron a Rodolfo Montiel, conocido como el Burro, un hombre de cuarenta y tantos años, hijo de campesinos, muy pobre, que apenas si sabe leer y escribir y quien como modo de vida iba, ayudado por su esposa, de ranchería en ranchería vendiendo mercancías.

Durante varios días lo mantuvieron incomunicado, lo golpearon y tortutaron junto con un compañero, que era el dueño de la casa en la cual estaba de visita cuando se lo llevaron. Lo hicieron así hasta obligarlos a ambos a confesar lo que ellos querían oír: que eran contrabandistas de armas para un grupo guerrillero y narcotraficantes.

Lo que en realidad querían era tener un pretexto para meter en la cárcel a quien había organizado a los campesinos (los había "despertado" como dicen ellos) convenciéndolos de que era necesario frenar la tala inmoderada de árboles en su región, la sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán.

La lógica de Montiel es simple pero impecable: sin árboles es imposible vivir. Se secan los ríos y se termina el agua, el sol se hace más fuerte porque ya no hay sombra, las cosechas no se dan, el bosque calvo se convierte en desierto. Por eso fundó la Organización de Campesinos Ecologistas que se dedicó a combatir a los taladores, boicoteando sus labores, impidiendo el paso a sus camiones, haciendo paros, colgando mantas.

Pero resultó que dichos taladores eran la empresa norteamericana Boise Cascade, que se había tenido que ir de Estados Unidos y de otros países desarrollados en los cuales sí funcionan las leyes de protección a los recursos naturales, la empresa española Tableros y Chapas de Guerrero y varias empresas propiedad de caciques locales. Entre ellos y con la autorización del gobierno del estado, cargaban día y noche camiones y trailers con troncos hasta el tope.

A este grupo de campesinos les sucedió lo mismo que a los defensores de la Amazonía brasileña: les dieron a elegir entre recibir dinero y callarse la boca o recibir un tiro para terminar con su oposición.

El caso de Montiel está lejos de ser el único. Y tampoco lo es la respuesta de las autoridades. Porque el cuidado del medio ambiente no es una preocupación ya que por encima de él están los intereses económicos y los compromisos con las transnacionales, como se puede ver en la siguiente respuesta de un funcionario al que se le cuestionó sobre el tema: "hay que tener cuidado con no sobrerregular, no hay que ir a los radicalismos, cualquier obra que haga el ser humano va a tener impacto ambiental".

La lucha por conservar algunos espacios verdes está cada vez más perdida. Una mañana los habitantes de la colonia Polanco en el DF se enteran de que se van a tirar los árboles de un viejo parque para construir un estacionamiento subterráneo. Otro día los habitantes de la zona de Coapa ven desaparecer el único espacio donde podían pasear y jugar porque lo ha comprado una cadena comercial y va a levantar una tienda. En el Zócalo de Cuernavaca, Morelos, un presidente municipal arrasa con los árboles centenarios para poner un uevo pavimento. En Cancún, el director de Fonatur decide regalarle al ayuntamiento el lugar llamado Ombligo Verde, 8.5 hectáreas que albergan más de 200 especies de flora y fauna y que era el lugar favorito de esparcimiento de la población y el único pulmón que queda en la ciudad, y la presidencia municipal a su vez dona la mitad a la prelatura para que construya la catedral con todo y anexos y palacio para el obispo. Y cuando los habitantes del lugar protestan, éste les espeta: "hijos de las tinieblas que se oponen a que Dios tenga una casa digna". Seguramente también son hijos de las tinieblas quienes exigen que se cuiden los manglares. Eso piensan los empresarios que los acusan de "exagerar" con sus medidas de protección que sólo sirven, dice Mauricio Flores, "para impedir inversiones que serían muy beneficiosas". Y por lo visto lograron su objetivo pues en 2007 el Congreso de la Unión aprobó una ley que permitiría a varios emporios turísticos levantar sus construcciones sin preocuparse por los manglares.

(Págs.122 y 127)

Vemos que se depredan las especies, no importa si están en peligro de extinción (por ejemplo las tortugas cuyos huevos son manjar apreciado o ciertos tipos de pájaros que a las personas les gusta enjaular y poner como adorno, o algunos lagartos que les resultan molestos), hasta el maltrato que se les da, por igual, a los que nos comemos (las formas de matanza son espantosas) que a los domésticos. ¿No vimos los ciudadanos como destazaron a una pobre vaca frente a la Secretaría de Gobernación para defender quién sabe cuál causa? ¿No vimos al secretario general del Partido Acción Nacional retratarse muy divertido con un pobre lagarto en las manos, que es una especie en extinción y supuestamente protegida? ¿No vemos todos los días a perros maltratados por sus dueños y a las perreras del gobierno que los recogen y matan de maneras salvajes?

(Pág.129)

La sobreexplotación y el descuido de tierras, aguas, árboles, aire, fauna, es tan fuerte que va más allá incluso de la degradación normal del ambiente que produce la propia actividad humana. Aquí se ha arrasado con todo, por la urgencia de obtener utilidades económicas a corto plazo y sin la menor atención a nada que tenga que ver con conservar o regenerar.

Por igual los gobiernos que las empresas privadas transnacionales y nacionales se han caracterizado por un actitud de desdén hacia la política ambiental. Es el caso de las empresas madereras, de los grandes grupos de hoteleros y en general del sector turístico (especialmente en Yucatán y Quintana Roo), de las empresas productoras de alimentos (los lecheros en Cuatrociénegas) y de empresas muy contaminantes desde la paraestatal Pemex hasta otras como Cromatos de México (el tercer mayor contaminador del país) y la metalúrgica Met Mex Peñoles. Y son innumerables casos donde los intereses políticos predominan sobre cualquier otro (por ejemplo la actitud del PRD frente a los invasores de terrenos o para hacer pública la realidad sobre la contaminación atmosférica).

A decir verdad, tampoco los ciudadanos muestran interés en esta cuestión ni parecen estar dispuestos a cambiar sus hábitos y costumbres para cuidar el medio ambiente: los campesinos que siguen quemando sus campos y con ello no sólo contaminan la atmósfera, degradan los suelos y permiten la entrada de especies invasoras, como dicen varios autores en una revista científica, sino que desatan incendios muchas veces imposibles de controlar; los criadores de camarón que devastan los ecosistemas; los pescadores que usan ¡dinamita! para obtener más fácilmente su pesca; los pepenadores que han hecho de todo para impedir que se separe la basura; las amas de casa que usan detergentes y aerosoles que contaminan; y todos los que desperdiciamos agua, pues pocos se preocupan por arreglar las llaves que gotean o los excusados que tienen fugas.

[...]

Si hay una zona de verdadero desastre en México es la de la educación. Se trata sin duda de una tragedia, de una "catástrofe silenciosa" como le llamó Gilberto Guevara Niebla.

Según Eduardo Andere, en términos educativos, el país sólo puede compararse con los más pobres de América Latina como Bolivia y a nivel mundial con algunos africanos. Y no solamente el rezago es cada vez mayor y la brecha cada vez más difícil de cerrar, sino que deambulamos como barco sin rumbo, sin proyecto ni objetivos y no hay evidencias de que se vaya a rectificar el camino.

Con todo y los discursos, con todo y la cauda de propuestas pedagógicas, didácticas y evaluativas, con todo y los anuncios de reformas, con todo y los nuevos programas de estudio y los cambios en los contenidos y en los libros de texto, con todo y las muy cacareadas innovaciones tecnológicas, una y otra vez se hace evidente que estamos muy atrasados en el terreno de la instrucción formal, que ella es insuficiente y de baja calidad. Entonces ¿de qué nos están hablando cuando dicen que la educación es un asunto prioritario?

Quizá nada más del deseo de que las cosas fueran mejores o de la suposición de que lo son porque se lo dice. Y porque se crean leyes y se firman convenios.

[...]

[Educación] de baja calidad, porque ella no ha estado encaminada a desarrollar la capacidad de aprender y de entender sino sólo a la de repetir, por lo cual no ha propiciado la abstracción y la síntesis sino en el mejor de los casos el aprendizaje de memoria y a decir verdad, ni eso.

Esta afirmación la hago a partir de los resultados de la encuesta PISA que realiza la Organización para la Cooperación y Desarrollo Ecionómico para evaluar el panorama de la educación en el mundo y que en el 2006 colocó a México en el lugar número 38 de 40 países medidos y un año más tarde ya lo había puesto en el último sitio. La razón de esta bajísima clasificación fue porque los alumnos que terminan la primaria no saben ni el álgebra más elemental ni copiar un párrafo sin errores y "dos terceras partes no pueden más que seguir instrucciones simples". Una encuesta de la Unesco aplicada a 8 millones de educandos mexicanos, comprobó que aunque todos sabían leer, muy pocos comprendían lo que leían. [...] ¡No sorprende entonces que a la hora del conteo de votos en las casillas durante las elecciones de julio del 2006 se hayan cometido errores básicos como sumar mal, lo que se consideró por los perdedores un "fraude hormiga" cuando probablemente no era sino resultado de la pésima enseñanza escolar! ¡Y no sorprende tampoco que los ciudadanos tengamos tantos problemas con nuestros papeles oficiales, pues las secretarias son incapaces de copiar correctamente un dato, de modo que luego resulta que no somos esa persona que decimos ser o que no vivimos en esa dirección en la que aseguramos vivir!

[...]

La negligencia es uno de los más graves males del país. El "ai se va", "luego lo reviso", "me vale", "mañana sin falta" son respuestas que dan por igual los burócratas que los ministerios públicos, los ingenieros que los albañiles, los políticos que los ciudadanos. Todos dejamos para mañana el arreglo de la fuga de agua, el cable pelón, el vidrio flojo, el freno descompuesto.

(Págs.131, 196, 198 y 297)

Antonio Roqueñí cree que "una de las cosas que estamos descubriendo y que es verdaderamente interesantísima es que México es muy plural en sus manifestaciones religiosas. No es necesariamente un país católico, pero es un país muy religioso y que está abierto a cualquier oferta. Aquí cualquier oferta prende rapidísimamente".

(Pág.143)

En una ocasión en que los habitantes de Coyoacán se reunieron con el delegado, fue tanto lo que se pidió y exigió, tanto lo que se le reclamó y criticó, que el hombre no podía tomar ninguna decisión sin afectar a algún grupo: unos pedían sí a la apertura de nuevos negocios mientras que otros se negaban a ello; unos querían quitar a los ambulantes mientras que otros insistían en permitirlos; había quien quería hacer espectáculos públicos y quien se negaba porque se genera mucho tráfico y ruido, y así. Entonces, el dicho funcionario terminó haciendo nada, excepto algunas esculturas de héroes de la mitología oficial ¡y ni así la gente estuvo contenta y los vecinos de una colonia protestaron por la que les tocó a ellos, que no les gustó!

(Pág.166)

El de Zedillo fue un gobierno de neoliberales ortodoxos en materia económica, a quienes no les interesaba el rubro de las acciones sociales y por eso no sólo disminuyeron considerablemente los recursos destinados al gasto en esa materia, sino que cambiaron incluso su forma de asignarlos. Por ejemplo, se crearon programas que repartían directamente a los beneficiarios apoyos monetarios, como fue el Progresa, que según cifras oficiales atendió a poco más de 2.5 millones de familias de los 23 millones que según el Consejo Nacional de Población vivían en pobreza extrema en el país. Pero las instituciones tradicionales sufrieron recortes tan severos, que los ciudadanos se quejaron repetidamente de la falta de atención y hasta de medicinas y la asistencia social se redujo al mínimo, es decir, a dar apenas lo suficiente para mantener a flote a las instituciones que quedaron debilitadas al punto que rayó en su desmantelamiento.

[...]

La crisis estaba de regreso. En diciembre de 1994 la deuda en Tesobonos pasó de 20,000 millones de dólares a 28,000 y el flujo de dólares al exterior superó los mil millones semanales. El día 20, el secretario de Hacienda del nuevo gobierno anunció 'el desplazamiento de la banda de flotación'. La respuesta no se hizo esperar: 6 horas más tarde se habían fugado del país 6,000 millones de dólares. A los 2 días la devaluación ya era de 50% y a los 3 meses había caído casi a 100.

Para evitar la hecatombe, el gobierno solicitó un préstamo a Estados Unidos, que el Congreso de ese país le negó pero que el presidente Clinton dio, aunque el dinero vino acompañado de un duro programa de ajuste de los que imponía el Fondo Monetario Internacional y que consistía en recortes al gasto público, elevación del IVA de 10 a 15% y restricciones al crédito.

Un año y medio más tarde, se habían perdido 2 millones de empleos, los bancos tenían problemas porque poca gente podía pagar los créditos que habían obtenido con tasas artificialmente bajas y con un peso sobrevaluado y la inversión, el producto interno bruto y el consumo habían caído estrepitosamente.

Pero las medidas funcionaron, la economía se estabilizó e incluso volvió el crecimiento. Hacia el final del sexenio, por primera vez no hubo crisis, pero la situación tampoco era Jauja: "Ya se vendió lo que se podía vender. Se abusa del petróleo para sobrevivir. El sistema fiscal es deplorable y la recaudación total es menor al 10% del PIB, lo cual no alcanza para los gastos de un gobierno como el que tenemos. La industria que florece es la maquila, que no es inversión sino empleo de mano de obra a salarios muy bajos. Por lo demás, México no es el cuerno de la abundancia. Ni tenemos mucha tierra para sembrar, ni es de gran calidad y el agua no sobra".

(Págs.188 y 225)

¿Y por qué no se ha podido combatir a la pobreza si aparentemente existe tanta voluntad de hacerlo y de lograr la justicia social?

Los estudiosos dan distintas respuestas a esta pregunta. La más común consiste en echarle la culpa a que se destina poco dinero para ello. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Social, México nada más pone 8% de su PIB para el gasto social, cifra que nos coloca en el lugar número 20 de los países que la conforman y que destinan un promedio de 20% a ese rubro. Jim Wolfensohn, del Banco Mundial, dice que los países ricos no aportan suficiente presupuesto al combate contra la pobreza en los países pobres. En su opinión, debería duplicarse el monto de este dinero, para que no sólo alcanzara para atender situaciones de emergencia como hambrunas provocadas por guerras y fenómenos naturales, sino para que además se pudieran financiar proyectos de desarrollo. "Si me dieran 100 billones de dólares -dijo en la cumbre mundial en Johannesburgo- lograría en el lapso de una década reducir la pobreza a la mitad, la mortalidad infantil en dos terceras partes y asegurar la educación primaria universal.

No todo el mundo está de acuerdo con esta manera de ver las cosas. El exsecretario norteamericano del Tesoro, por ejemplo, dice que los trillones de dólares que se han dado hasta ahora a los países pobres no han servido de nada y que ha sido dinero desperdiciado. Algunos han llegado más lejos asegurando que incluso lograron lo contrario de lo que se proponían "porque en lugar de usarse para el desarrollo, han dado oportunidad al enriquecimiento de malos gobernantes".

Lo que no dice el funcionario, es que muchos de los fracasos han tenido que ver con que los que dan el dinero han insistido en que se lo use para aquellos rubros que a ellos les parecen importantes, por ejemplo, una mina o una presa, y hasta han pretendido que pueden decidir qué se debe producir y cómo se lo debe producir y comercializar, en función de criterios y valores que no necesariamente son los mejores para ciertas regiones o grupos de personas o a los que la gente quiere y puede adoptar. Esto ha sido particularmente evidente cuando se obliga a los campesinos a sembrar algo distinto a lo que están acostumbrados o a hacerlo con otros métodos.

De los estudiosos mexicanos, la respuesta más interesante es la de Rodolfo de la Torre García, para quien el problema es que "la política social no ha tenido hasta el momento grandes innovaciones". Y en efecto, pasan los años y cambian los gobiernos y se transforman los paradigmas de la acción social, pero entre nosotros las políticas públicas en esta materia siguen siendo las mismas.

El resultado es que no hemos podido pasar de las prácticas remediales, desde las de caridad o beneficencia que hacen personas, grupos o instituciones particulares hasta las asistencialistas que hace el gobierno. Y aun éstas dejan mucho que desear. Y por si fuera poco, hoy hasta la seguridad social está en franca crisis.

Si se hubiera cumplido lo que nos prometieron, o lo que nos han dicho que se hizo, a estas horas ya todos los ciudadanos mexicanos habrían salido de la "situación de pobreza" como se dice en la jerga del día. Pero resulta que no es así. Con todo y que desde hace un siglo nuestro discurso público se sostiene sobre la afirmación de que el objetivo principal del desarrollo y la misión central de nuestros gobiernos consiste en conseguir la justicia social.

Lo cual no obsta para que pasado un año y medio de su gobierno el presidente Felipe Calderón repitiera el mismo y eterno discurso de que "en adelante la política social sería la prioridad de su gobierno", pero ahora con otro nombre: Estrategia Vivir Mejor.

Y es que el problema central no se ha resuelto, pues lo que importa como dice Antonio Gazol, "no es la cantidad de pobres que dejan de serlo, sino el fracaso de las acciones para evitar que se sigan produciendo pobres".

Este es el tema. Pero en ese terreno, el panorama es poco alentador, pues como afirma Susan George, no importan las medidas que se tomen, la pobreza no se podrá "componer" dado que es la consecuencia inevitable de un sistema. No se trata de una cuestión técnica, de un conjunto de acciones mejores o peores, ni siquiera de recursos destinados a ello, sino de una cuestión estructural.

(Pág.193)

Por lo que se refiere a los salarios, el investigador Eduardo Andere considera que aunque el lugar común afirma que los maestros en México están mal pagados, esto no es cierto si se comparan sus sueldos con los de otros trabajadores. Macario Schettino incluso sostiene que "los profesores de educación básica en México son los segundos mejor pagados en el mundo. Sólo Corea del Sur paga más [...] Un profesor de secundaria gana en México 2.2 veces el ingreso promedio nacional, mucho más que el 1.1 que gana un profesor en cualquier país de Europa Occidental o Norteamérica.

El problema, desde el punto de vista de estos especialistas, no es entonces la cantidad de dinero asignado sino que no se aprovecha para hacer algo sustantivo, pues países como Japón que gastan mucho menos, tienen mayor cobertura y calidad educativa. Schettino hace la siguiente operación: los niños y jóvenes mexicanos están muy mal preparados en comparación con los de países de Europa y Norteamérica "que pagan a sus profesores, en términos relativos, la mitad".

¿Por qué el gasto no se traduce en resultado?

La clave está en que aunque se asigne mucho y se gaste mucho, se usan mal los dineros.

[...]

En el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y en el de Petróleos Mexicanos, las plazas se heredan o venden. En el del Seguro Social el contrato colectivo incluye la entrega de más de 200 millones de pesos para promoción de la cultura y el deporte y la organización de festivales y regalos de día de Reyes para los hijos de los trabajadores, dinero sobre el que no se piden cuentas a los líderes. En el de Mineros y Metalúrgicos, el dirigente Napoleón Gómez Urrutia nunca aclaró dónde estaban millones de pesos que "desaparecieron" así nada más y en el de Trabajadores Azucareros el líder fue acusado de "no ingresar a las arcas del gremio 13 millones de dólares producto de la venta del edificio del hospital de los trabajadores a un grupo privado".

(Págs.199 y 325)

Según la Encuesta Nacional de Lectura del 2006, los mexicanos 'leen 2.9 libros al año en promedio', 'la tercera parte de la población no lee ni un libro al año', poco más de 43% 'no ha leído jamás en su vida un libro', '1 de cada 4 admite no tener libros en su casa ni haber visitado una librería' y '33% jamás ha pisado una biblioteca'. Carlos Monsiváis asegura que 'el tiraje promedio de los libros es de 1,500 ejemplares'. No sorprende entonces que según la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, entre 1991 y 2003 hubiera una reducción de 19% en el número de títulos publicados y una disminución en el número de editores de 230 a 186, ni sorprende que existan menos de 500 librerías en todo el país (una para cada 90,000 habitantes) y apenas 6,610 bibliotecas (una para cada 15,000 habitantes, aunque este promedio es engañoso porque no están distribuidas de manera homogénea y mientras que la Ciudad de México cuenta con el doble que Jalisco, muchos municipios no cuentan con ninguna). Pero como además el Estado produce 60% de los libros y de ellos los de texto constituyen poco más de la mitad de la producción total en el sector, pues resulta que de la capacidad instalada para la producción sólo se usa 7%."

(Pág.206)

Somos un pueblo con un pésimo sistema educativo, con desconocimiento profundo de la historia (incluida la propia) y de los productos culturales nuestros y de otros países. Ello se debe en buena medida a que en los tiempos coloniales la Corona y la Iglesia prohibieron leer y lo castigaron, pero sobre todo lograron hacer creer que era una pérdida de tiempo "gastarlo en la lectura de filósofos y poetas" y en general que el conocimiento sólo servía para crear problemas.

[...]

Emilio Uranga escribió que en el mexicano "todo es arbitrario y al revés, nada es sustancial y permanente y eso se manifiesta en actitudes como la improvisación, el relajo y hasta la exaltación y burla de la muerte", y para Octavio Paz, se trata de un ser hostil, oscuro y vengativo, fascinado con la violencia y con la muerte, que desconfía de sus propias capacidades y no tiene formas de expresión propias sino que todas son prestadas, son máscaras que le sirven para disimular: "El mexicano excede en el disimulo de sus pasiones y de sí mismo [...] no camina, se desliza, no propone, insinúa, no replica, rezonga, no se queja, sonríe".

[...]

Más que sobre los hechos concretos, se trata de mentiras que tienen en su base concepciones con las cuales nos hemos engañado, como la idea de que los perdedores son mejores que los triunfadores o que los violentos son mejores que los conciliadores, o que los débiles son por definición los justos y que es más noble trabajar desde la debilidad que desde la fuerza, ideas todas que nos han llevado, como diría Néstor Braunstein, a pretender que somos lo que no somos.

[...]

En nuestra cultura política resulta preferible levantar estatuas en cada esquina que barrer los parques públicos, organizar espectáculos en las plazas que poner luz en los faroles, estrenar una fuente que desazolvar las coladeras, construir una clínica nueva que darle mantenimiento a una que ya existe (algunas se han abandonado al punto que ya no se las puede ni componer y hasta resulta más barato de plano derruirlas, como sucede con el hospital del Seguro Social de León, Guanajuato). Porque los funcionarios quieren hacer solamente lo "visible", que luce a la hora de presumir.

Aquí nos parece mejor hacer una ceremonia para honrar la "Grandeza de la Patria" que atender el problema de la falta de medicamentos en el Seguro Social, levantar un monumento a un héroe de la historia oficial que construir un pozo para agua que llevaría el líquido a varias colonias, asignar mil millones de pesos más al Instituto Federal Electoral para que organice elecciones que al Fondo Nacional de Desastres al que nunca le alcanza para atender los problemas derivados de ciclones, inundaciones o sequías, gastar en publicidad sobre los avances de la lucha contra la pobreza en lugar de llevarle cobijas a quienes soportan rudos inviernos en las zonas marginadas del país.

Como dice el escritor Gabriel Zaid, no es nuestra la filosofía de las cosas pequeñas, sino que más bien al contrario, lo que se cotiza son las obras enormes, lo espectacular. Por eso en México no se hace un auditorio para conciertos sino un Centro Nacional de las Artes, no se hace una biblioteca sino una Megabiblioteca.

[...]

En México no hemos entendido que no basta con desear las cosas, ni siquiera basta con promulgar una ley o crear una institución o hacer un discurso. No hemos entendido tampoco que un cambio no viene solo...

Aquí sólo existe el hoy, el ahorita mismo.

[...]

Como dice Néstor Braunstein, para nosotros la realidad se configura por los discursos que sobre ella se vierten y como diría el marxista, entre nosotros se considera que se crean las condiciones de posibilidad para la realidad si antes se la dice.

En esa lógica, el gobernante se levanta una mañana y crea la Comisión Nacional de Derechos Humanos y el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública y la Secretaría de Protección al Medio Ambiente y firma los tratados internacionales para la defensa de las ballenas y forma una Comisión contra la Discriminación y una subsecretaría de Asuntos Religiosos y propone leyes contra la violencia intrafamiliar y por la igualdad de todos los que viven en el territorio y por el respeto a sus culturas y prohíbe el terrorismo y ya está: da por hecho que ha creado esas realidades.

Y en esa misma lógica también, sucede lo contrario: que los encargados de la seguridad pública pueden echarle la culpa de la existencia de la delincuencia a "horas y horas de transmisión en los medios de comunicación advirtiendo sobre el clima de inseguridad que existe en el país que han terminado por hacer de ese ambiente una realidad", porque desde su punto de vista es la palabra la que provoca la inseguridad y no las acciones de los delincuentes o las deficiencias en las políticas públicas y en el quehacer de funcionaris, burócratas y policías. O los legisladores le echan la culpa a los medios de comunicación de "la pésima imagen" que hay de ellos entre la opinión pública, porque desde su punto de vista, la crítica es lo que les da mala fama y no la realidad de sus acciones e inacciones. O el procurador general de la República puede decir que "no es cierto que hayan incrementado el número de secuestros sino que lo que creció fue la idea de que hay más secuestros", como si no hubiera un número real de personas que están en esa situación. O un funcionario de alto nivel puede afirmar que la crítica es lo que "genera desconfianza e intranquilidad" en el país como si eso no se creara por la realidad del mal gobierno y la inseguridad.

[...]

Fuimos el único país que en noviembre del 2001 se atrevió a afirmar que los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos no le habían afectado a su turismo, aunque las agencias de viajes, líneas aéreas, hoteles y restoranes se quejaban amargamente por las pérdidas, el único país que en 2007 afirmó que la caída de la bolsa de Shangai no le había afectado a su economía, aunque se había registrado una caída de 5.8% en la bolsa de valores, "lo que significó perder en una sola sesión el avance acumulado durante el año" y el único que en el 2008 ha dicho que la crisis alimentaria mundial se va a detener en sus fronteras.

[...]

La fantasía del país que somos, de la nación que hemos creado en el imaginario, hicieron de la simulación una necesidad y hoy requieren de la mentira para seguir existiendo.

[...]

En México no queremos recordar. Hay una cómoda desmemoria colectiva que permite que vuelvan a suceder cosas que ya sucedieron, que se hagan propuestas que ya se hicieron, que se repitan formas de acción y de reacción, que quienes proponen hoy alguna cosa sean los mismos que ayer la impidieron y que quienes la impugnan hoy sean mañana quienes la promueven.

¿No criticaron los partidos de oposición al PRI por sus métodos de hacer política, pero apenas llegaron al poder funcionaron exactamente igual que aquél: de manera clientelar, haciendo promesas que no cumplen, cobrando facturas por los favores, gastando el dinero populistamente y sin transparencia ni rendición de cuentas?

Hoy como nunca, es claro que no importa lo que se dijo o hizo antes y que se vale apropiarse del discurso del otro y convertirlo en propio.

Me escribe un lector: "De manera repetitiva se reproducen las mismas quejas y se llevan a cabo los mismos errores que conllevan otra vez al fracaso". Y otro: "¿Por qué el empeño nuestro en no recordar? ¿es porque nos da vergüenza? ¿es porque preferimos cada vez empezar desde cero para no aceptar cómo somos y cómo actuamos? ¿o es simplemente por ignorancia y desconocimiento de nuestro pasado? ¿o quizá porque nos conviene que las cosas sean así?".

(Págs.213, 243, 247, 286, 289, 303, 311, 312 y 320)

El crecimiento ha sido a tasas mucho más bajas que las potenciales afirma José I.Casar y según José Luis Calva: "Durante los 23 años cumplidos de experimentación neoliberal, la tasa media del crecimiento del PIB ha sido de apenas 2.4% anual". Hay quien sostiene que los promedios de crecimiento han sido de apenas 1% anual en las últimas 2 generaciones, con un importante retroceso en el ingreso por adulto: "El crecimiento per cápita fue casi inapreciable".

[...]

El 60% de nuestro producto interno bruto es por servicios, cifra que evidencia un brutal desequilibrio en el sector productivo y una enorme dependencia del capital transnacional. Y buena parte de esos servicios son financieros lo que, como afirman los economistas, significa que cuando a éstos les va bien es porque a los ciudadanos les va mal.

[...]

Una y otra vez los informes mundiales que elaboran organismos como el Foro Económico Mundial y algunas consultorías privadas, muestran que México se ha quedado muy abajo y "con la tendencia a seguirse deslizando en la competitividad a nivel internacional", afirma Raúl Rodríguez Barocio. Si en el año 2000 el país ocupaba el número 14 en la lista, en el 2003 el número 24 y en el 2005 ya había caído hasta el 56. En 2008 según el Foro Económico Mundial estaba en el 60.
La razón principal de esta situación es la debilidad estructural en cuanto a eficiencia institucional -tanto del gobierno como de las empresas- aunada a otros elementos como la inexistencia de un estao de derecho, la baja modernización e innovación, no solamente por la falta de inversión sino por otras razones que van desde la poca inversión en investigación -por cada peso que México gasta per cápita Estados Unidos invierte 31, Canadá 15 y Corea 16 y el gasto en este rubro es de 0.41% del PIB, mucho menos que lo que invierten países como Brasil y Turquía- y la poca disposición para cambiar, aceptar y absorver la innovación, sea de nuevas tecnologías, sea de nuevos modos de producir, sea de nuevas relaciones laborales, sea de nuevos criterios de investigación y ¡hasta nuevas formas de pensar!, pues se sigue funcionando, tanto en el gobierno como en la empresa, en las iglesias como en las universidades, en el legislativo como en los tribunales de procuración de justicia, en la educación como en la cultura y hasta en la vida ciudadana, con esquemas viejos que repetimos sin ponernos al día, aunque parezca que sí porque se introdujeron las computadoras.

[...]

El caso de Pemex pone de relieve todos los vicios del sistema político: arrancarle hasta el último centavo a la gallina de los huevos de oro y dilapidar los enormes flujos de dinero sin aprovechar la oportunidad para convertirlos en motores del desarrollo. Parece de ficción, pero México ahora importa petroquímicos y productos refinados: medio millón de barriles de gasolina al día y se ha quedado atrás inclusive de países que no tienen petróleo, como España.

(Págs.226, 227, 229 y 231)

Hay quienes culpan a factores exógenos como son la baja generalizada en el turismo a causa del miedo al terrorismo y las restricciones que se han puesto para viajar (principalmente en Estados Unidos que es para nosotros el surtidor más fuerte de turistas) así como a factores nacionales como la inseguridad y la delincuencia, la falta de organización y los malos servicios (reservaciones no respetadas, tarifas cambiadas, descuido en los sitios e instalaciones turísticas y la eterna e infaltable corrupción). Todo ello ha redundado, según un estudio de la Universidad Ryerson de Canadá, en una muy baja tasa de retorno, una de las más bajas del mundo. Los turistas vienen una vez a México y no vuelven jamás.

(Pág.229)

Está también el problema de la cantidad de mercancía que entra sin pagar aranceles (sólo 10% de las mercancías que ingresan al país se revisan) y el del enorme contrabando (sólo en el rubro textil 60% del mercado se encuentra en el poder de los contrabandistas, 6 de cada 10 prendas de vestir que se comercializan en México son ilegales según la Cámara de la Industria Textil y del Vestido).

[...]

El estado de Illinois en Estados Unidos invitó a los casinos a instalarse en su territorio para así resolver el grave problema económico que les había dejado la crisis en la industria del acero, pero unos años depués, se encontró con que la recuperación económica no se dio pero en cambio sí se produjo el deterioro social que siempre e inevitablemente acompaña a esos negocios. Según un estudio de la Universidad de Nueva Orleáns, en todas partes donde se han abierto casinos se genera tráfico, ruido, basura, contaminación ambiental, aumento del costo de la vida, prostitución, tráfico de drogas, drogadicción y delincuencia. En un promedio de 20 años, todas las ciudades con casinos aumentaron sus índices delictivos en 44%. Y de eso no se han salvado ni en Estados Unidos ni en el Caribe ni en la República Checa ni en Tailandia, ni aunque tengan mejores marcos regulatorios que nosotros (lo que no es difícil dado que los de México son inexistentes, "el marco regulatorio en México es realmente uno de los peores", dijo José Luis Daza, jefe de estrategia para mercados emergentes del Deutsche Bank), ni aunque juren que van a imponer durísimos castigos a quienes no cumplan con la ley, porque México es un país en el que la ley no se cumple y en el que impera la corrupción, éste es el único código que funciona, la única moneda que circula, que rompe cualquier barrera, que abre cualquier puerta y por supuesto, que inutiliza cualquier ley.

Por eso hasta la Secretaría de Seguridad Pública de México, después de hacer un estudio sobre la viabilidad de los casinos, llegó a la conclusión de que "el país no tiene la capacidad para hacer frente a las consecuencias del juego".

Y por lo que se refiere al impulso que supuestamente le dan estos negocios al sector turístico, también se ha demostrado que esto es falso.

(Págs.231 y 235)

El tráfico de drogas representa inyecciones permanentes de millones de billetes verdes que entran a la economía nacional, sea por el negocio mismo (pueblos enteros consiguen sobrevivir), por lo que se gasta aquí, por el lavado de dinero a través de la compra de bienes raíces y prestación de servicios y por la corrupción que lo acompaña y que salpica a muchísima gente, desde funcionarios de alto nivel hasta policías, pues como afirma el investigador Luis Astorga, el narcotráfico no es una estructura paralela a la política y la policiaca sino que son una y la misma. Pero esto por supuesto no se dice ni se reconoce sino al contrario, existe el discuro de que se le combate.

[...]

Hasta hoy, la realidad es que el gobierno no puede contra el narco y la violencia relacionada con él. Y en lo que respecta al terrorismo internacional en su relación con el país, aunque un secretario de Gobernación afirmó que "México está preparado para enfrentar el terrorismo" y que tenía "mecanismos de prevención contra el terrorismo", no parece que tengan idea clara de lo que sucede.

Según los especialistas, las razones por las cuales las cosas son de este modo serían las siguientes:

Pero la razón principal por la cual el gobierno no está en condiciones de garantizar eso que se llama "la seguridad nacional", es porque con todo y lo que se diga en el discurso, no le interesa hacerlo: 'La mayor mentira es pensar que a nuestras autoridades de verdad les interesa resolver el asunto de la seguridad' dice Luis Herrera Lasso. La falta de voluntad se hace patente en: Los narcotraficantes, los guerrilleros y cualquier otro grupo que decida usar tácticas subversivas para conseguir sus objetivos, presentan grandes desafíos al Estado porque éste no tiene capacidad ni voluntad para evitarlo: "Las estructuras de seguridad y justicia del país no están en condiciones de enfrentar la dimensión del monstruo delictivo y del narcotráfico". Esos grupos hacen evidente que el monopolio de la violencia ya no lo ejercen más las instituciones que legítima y legalmente la puden ostentar como afirmaron los teóricos del Estado y como afirma Nelson Arteaga Botello, se han convertido "en un verdadero contrapoder que enfrenta peligrosamente la legitimidad del Estado".

A pesar de los discursos triunfalistas y tranquilizadores que nos endilgan, la realidad es que "hay fallas graves en el sistema de seguridad nacional". Y lo que es peor, las medidas que se hacen para mostrar decisión y fortaleza, en la medida en que fracasan, están incluso logrando lo contrario de lo que se proponen.

(Págs.237 y 257)

Como afirma José Luis Calva: "El desempeño de la economía mexicana es miserable": con todo y TLC, "a 2 décadas del cambio de rumbo los resultados son decepcionantes", con todo y la aplicación de recetas (el decálogo de "reformas estructurales" y "diciplinas macroeconómicas" -que se conoce como el Consenso de Washington), con todo y ajuste estructural impuesto por el Banco Mundial, el FMI y otras agencias internacionales, México, "uno de los países más grandes del planeta, con recursos, con 3,000 kilómetros de frontera con el mayor mercado del mundo -dice Macario Schettino- no ha logrado convertirse ni en medianamente desarrollado".

Entonces ¿en qué se sustentan las afirmaciones sobre la supuesta solidez de la economía mexicana? En mentiras: "Resulta increíble la cantidad de falsedades que una y otra vez nos repiten", dice Arturo Damm Arnal.

Países que eran más pobres que el nuestro, hoy van delante de nosotros de manera importante, por ejemplo Chile, Irlanda o España. Este último, dice Raúl Rodríguez Barocio, tiene el doble de PIB que México, cuando hace apenas unos años lo tenía similar.

"México es la tragedia más grande en Latioamérica -consideró hace poco José Luis Daza- y debería ser hoy la economía con más rápido crecimiento en el mundo, creciendo más rápido que China, pero sin embargo, ha alcanzado muy modestas tasas de crecimiento". Hace varios años el banquero Agustín Legorreta fue tajante cuando dijo: "Da mucha lástima, pero estamos estancados, yo me imaginaba que a estas alturas México estaría ya entre los países desarrollados, pero no se ha logrado, estamos viviendo en el estancamiento". Eso mismo afirman los datos del Banco Mundial. Según el representante de ese organismo en el país, "no se observa ningún progreso en México en los últimos 15 años: no ha crecido la productividad, tampoco los ingresos por habitante y hay una gran fragilidad en sus patrones de crecimiento".

Y sin embargo, a pesar de esas realidades, a pesar de los señalamientos de los expertos, de todos modos seguimos con una política económica basada en la idea de que el crecimiento requiere más inversión y no una estrategia de desarrollo. Por eso, dice León Bendesky, los ajustes que se hagan periódicamente serán "frágiles y volátiles" y una vez más, no se podrán enfrentar cuestiones como el empleo y los ingresos de las familias, con lo cual se harán más graves la informalidad, subocupación y emigración.

[...]

Para la economía, por paradójico que parezca, lo fundamental son las decisiones políticas. Ello rompe el mito que le atribuye todo lo que nos sucede a los avatares de la economía norteamericana y pone el acento en que existen "instrumentos y políticas públicas que pueden compensar los vaivenes de las coyunturas internacionales" como han mostrado en su desempeño los países asiáticos.

Pero es en este terreno donde nuestra caballada es más flaca, pues nuestros tecnócratas piensan en números pero no en todo lo que debe rodear, arropar y apoyar a esos números, y que va desde la educación hasta la infraestructura, desde el marco jurídico hasta las instituciones, desde el estado de derecho hasta la lucha contra la corrupción y la inseguridad. Por eso lo importante no es el porcentaje tal o cual de crecimiento o de inflación sino eso que Roberto Salinas llama "el clima de estabilidad" y podríamos agregar el de "confianza".

Pero vistos los datos anteriores, no queda sino aceptar que las cosas en México no son como dicen que son. Y que ni estamos a punto de dar el salto ni México es ya una economía emergente con un desempeño ya no se diga brillante, sino mínimamente adecuado (aunque por supuesto el secretario de Hacienda, cualquiera que ocupe el cargo, opinará lo contrario y asegurará que es la economía emergente más exitosa) y que así como pasamos en unos años de ser la novena economía mundial a ser la número 15, nos seguiremos deslizando sin parar.

(Págs.238 y 239)

La idea de reconocer "una misma historia" (o como se dice hoy un mismo "relato" o una misma "narrativa" sobre el pasado) fue fundamental para el proyecto de nación. De allí la importancia que se dio a su creación, así como a la obligación de inculcarla a todos los mexicanos a través de la educación ("fomentar la religión cívica del patriotismo a través de la educación" decía Justo Sierra).

Dicha historia está conformada por una colección de hechos ejemplares ("ínclitos" como quería Francisco Sosa) y situaciones paradigmáticas, llevados a cabo por individuos portentosos, dechados de virtudes y de valentía, "glorias nacionales" como apuntaba el folleto de la celebración de las fiestas del centenario en tiempos de Porfirio Díaz, que están allí "para merecer loor", como quería Genaro García. Una histora en la que todo son momentos fundacionales y efemérides que se celebran con frases hechas: "La grandeza de las culturas prehispánicas", "El cura Hidalgo, el padre de la Patria", "Juárez, benemérito de las Américas", "La Revolución nos creó", "El 68 fue un parteaguas", "El 85 vio nacer a la sociedad civil".

Una historia en fin, en la cual se incluyeron y excluyeron, recordaron y olvidaron, acomodaron y cambiaron, acentuaron, mutilaron, o de plano borraron acontecimientos, personajes, situaciones. Y a la que se le dio un determinado sentido, se privilegiaron ciertas cuestiones y se pasaron por alto las contradicciones. El resultado ha sido una versión (demasiado definitiva decía Henríquez Ureña) en la que parecía no existir ninguna "disgregación ni ruptura del orden" como quiere Jesús Martín Barbero.

Con ese discurso se hicieron las arengas y los panegíricos, se construyeron las mitologías, se levantaron las estatuas y los monumentos, se hicieron las rotondas de los hombres ilustres, se cantaron los himnos, se decretaron las fiestas a celebrar, se escribieron los libros de texto y se creó toda una estética y simbología. Ésta es la historia que se nos inculcó, con su panteón de héroes y su calendario cívico-laico, con su idea de Patria con mayúscula, "augusta y querida" como escribió Díaz Mirón, a la que se saluda "con el alma en los labios".

Claro que después de 200 años de uso y repetición, esta construcción se ha reificado hasta quedar convertida en un discurso de piedra, tan sólida, que todavía en los años 80 del siglo XX, el secretario de Educación Pública, Jesús Reyes Heroles, se negaba a que se mencionara la existencia de cualquier personaje ajeno a ese panteón y censuraba a quienes pretendían convertir a los "héroes" en seres de carne y hueso (nada de sacar a la luz la vida familiar de los abogados que hicieron la Reforma o las parrandas de los generales borrachos y matones que hicieron la Revolución y a los que la historia oficial refinaba a golpe de palabras pretendiendo que no tenían más vida que la de servir a la patria).

Hoy, en pleno siglo XXI, se siguen haciendo ofrendas, guardias, monumentos, discursos patrióticos y elogios a los héroes y es hora que no existe todavía ninguna otra manera de concebir el pasado. Incluso se sigue el modelo en el caso de los que quieren darle la vuelta a las cosas, cambiando los libros de texto gratuito que hicieron los gobiernos piístas, por unos en los cuales los héroes no son laicos sino religiosos y los próceres son de derecha en lugar de liberales. Porque no se concibe otra manera de pensar el pasado, en la cual figuraran otros personajes o colectividades políticas, ideológicas, étnicas o culturales.

[...]

Fue una narrativa construida con muchas mentiras. Por ejemplo: afirmar que nuestro territorio es un cuerno de la abundancia, o construir "leyendas patrióticas de nuestro heroísmo en las guerras internacionales" y crear toda una "bisutería de pípilas inexistentes y de dudosos niños héroes". Se trata de "un inquietante proceso mediante el cual algunas de nuestras creencias colectivas fundamentales tienen por origen comprobables falsificaciones históricas. Mentiras fundadoras rigen algunas de las certezas más íntimas de nuestra conciencia colectiva".

(Págs.240 y 246)

Si bien el narcotráfico llevaba muchos años operando en México, pues por su lugar geográficamente privilegiado, servía como puente entre los países productores de América del Sur y el país consumidor de América del Norte, el cambio de partido en el poder que se produjo en el año 2000, desestructuró y alteró las formas de funcionamiento de la relación entre narcotráfico y poderes.

La vida nacional se había visto afectada por este comercio, pues frente a las mafias poderosas y enormes cantidades de dinero que movían, el gobierno no disponía de nada que no fueran discursos amenazantes: ni armas, ni capacitación, ni tecnología, ni voluntad política.

Y entonces empezó la mentira, que ha ido creciendo con el tiempo. Mientras un secretario de Gobernación aseguraba que "hemos avanzado en la recuperación de espacios que estaban en manos de la delincuencia organizada", los estudiosos afirmaban que los resultados estaban siendo magros.

Y no sólo eso, sino que muchas veces son resultados incluso contraproducentes, porque "las actividades del crimen organizado aumentaron en estados ya contaminados y se extendieron a otras entidades" y porque con los golpes los cárteles "se reorganizan pero cada vez con más violencia".

(Pág.251)

En nuestra cultura política siempre ha sido mejor y sigue siendo mejor no hacer las cosas y no moverse, que agitar el agua. Aquí lo que se castiga es actuar, lo que se premia es quedarse quieto, la inmovilidad es siempre mejor que cualquier acción. Tratar de resolver problemas sólo complica la vida y no reditúa, así que mejor dejar que las cosas se queden como están.

¿Qué gana el pagador si se apura a sacar el cheque de un proveedor? ¿qué gana un juez si resuelve con prontitud un caso? ¿qué ganan los policías si detienen a un delincuente, los médicos si atienden a un enfermo? Nada. Y a veces al contrario, hasta pierden, pues ¿a cuántos policías de les acusa de atentar contra los derechos humanos por cumplir con su deber? ¿o a cuántos médicos de negligencia si un paciente no se alivia? ¡En septiembre del 2008 se fugó de un hospital un criminal que estaba detenido y se acusó al radiólogo por haberlo dejado solo durante la toma de radiografías!

Por eso vemos que las autoridads se hacen ciegas, mudas y sordas ante los problemas y las demandas de los ciudadanos y los dejan que se arreglen como puedan.

Y por eso vemos que las personas desesperadas mandan cartas a los diarios o lo cuentan en el [la] radio: una madre de familia que se queja de que las otrora tranquilas calles de la colonia Copilco Universidad están convertidas en centros de venta de alcohol y los parques en hoteles de paso al aire libre, un médico de un hospital del Seguro Social que no puede pasar a la zona de emergencias porque le estorban los puestos ambulantes, grupos de vecinos que no soportan más a las bandas que se han apoderado de las calles. Pero en ningún caso hay autoridad que intervenga.

¿Quién va a encontrar a los dueños de una escuela particular que cerraron a mitad del año escolar sin previo aviso y con las colegiaturas ya pagadas? ¿quién va a tomar en sus manos el caso de la empresa a la que el gobierno del Estado de Guerrero le adelantó millones de pesos para la construcción de un hospital en la ciudad de Taxco y que simplemente desapareció del mapa sin llevar a cabo la obra? ¿quién va a solucionar el problema de los que firman un contrato por un local o una vivienda y luego durante años no pagan la renta o la usan para otros fines que los acordados?

El siguiente es un caso que ocurrió en el DF: "Los vecinos del Tlalpuente habían cerrado una calle con lo cual fuimos afectados toda una colonia. Ahora para entrar en nuestra casa tenemos que dar una vuelta de 5 kilómetros y entrar por un camino de 2 metros de ancho el cual es de doble sentido y es imposible transitar por él. Esta calle que cerraron ha sido utilizada toda la vida. El agua también la bloquearon, hemos estado meses sin agua, comprando pipas, esperando a que nos abran la llave". Como corresponde, los afectados acudieron a quejarse a su delegación, pero la respuesta que recibieron de las autoridades fue: "El asunto fue atendido sin llegar a un acuerdo, dando como resultado que el procedimiento conciliatorio quedara agotado conforme a la normatividad vigente. (Se puede) conciliar conflictos entre particulares siempre y cuando sean de carácter voluntario y con concurrencia de partes". ¡Esto es lo que les dijeron a los vecinos nada más y nada menos que las autoridades delegacionales! ¿Quién entonces podrá resolver el problema? ¿se quedará para siempre así la situación de las personas afectadas? Pero eso sí, las autoridades de Tlalpan terminaron la misiva con un discurso sobre "el compromiso del gobierno delegacional para atender las solicitudes de los vecinos". ¡Vaya cinismo!

Incluso la policía prefiere no meterse en problemas. Ésta es una carta que apareció en un diario de la capital: "Comenzaron la fiesta a las 19 horas. A las 21:30 llamamos a una patrulla porque el volumen era tan alto que se escuchaba a más de una cuadra. Al llegar la patrulla, ambas partes acordamos de manera cordial qué sonido sería el adecuado. Pero a media noche el inmueble se cimbraba de manera alarmante. De nuevo recurrimos a la patrulla porque el festejado estaba en un grado de intoxicación grave y nos había amenazado cuando le recordamos su compromiso de mantener un volumen menos agresivo. Los oficiales tampoco tuvieron éxito. A la una de la madrugada el escándalo era intolerable. Para entonces se habían sumado decenas de muchachos que deambulaban intoxicados en la vía pública. Golpeaban mi puerta y mi ventana sin cesar, tocaban el timbre, gritaban, escupían y arrojaban objetos dentro de mi domicilio, destrozaron mis plantas, estacionaron los autos en triple fila bloqueando las entradas de los carros. Llamé 14 veces a auxilio, a Protección Civil, 3 al 060, 2 más a la central de la delegación, pero la autoridad nunca se presentó. La respuesta era siempre la misma: entendemos su desesperación pero son demasiados muchachos intoxicados, la patrulla no puede con todos. La pesadilla terminó a las 4 de la madrugada, en pleno corazón de Coyoacán y los infractores gozaron de impunidad insultante".

¿Para qué desazolvar coladeras, cambiar tubos o darle mantenimiento a los drenajes si ni se nota? ¿para qué mojarse en la lluvia dirigiendo el tráfico? ¿para qué arriesgarse a quitar a los vendedores ambulantes y tener que enfrentarse al enojo de esa gente? ¿para qué perder votos por querer legalizar a los taxis pirata? ¿para qué molestarse en dedicar largas horas a negociar con los que cierran una carretera si de todos modos los automovilistas, aunque se queden atorados durante toda la noche, no tienen manera efectiva de presionar o de tirar a un funcionario?

¿Para qué pelear con los trailers que ingresan a las ciudades en pleno día impidiendo la circulación? ¿para qué obligar a los dueños de los camiones a verificar sus motores a fin de que no contaminen, pará qué exigirles a los empleados de la delegación que barran las calles, para qué multar a los empresarios que no cumplen con las normas ambientales, a los constructores que no cumplen con las normas de construcción, a los dueños de antros que no cumplen con las normas de seguridad, a los hospitales que no cumplen con las normas de higiene?

Como nadie quiere tener problemas, entonces nadie hace nada y cada cual puede hacer lo que le venga en gana: abrir un taller mecánico, una herrería o una carpintería en cualquier parte, montar una feria o instalar un puesto donde se le ocurra, poner música a todo volumen las 24 horas del día sin ninguna consideración por los demás, no pagar nunca las cuotas de mantenimiento de su condominio aunque use los servicios, dejar su auto estacionado donde le parezca así estorbe el paso a 10 vecinos, ¡hasta defecar en las puertas de las casas alrededor de los antros!

Ese no meterse, no hacer, no resolver ha llevado a situaciones trágicas como la siguiente: en julio del 2002 un mecánico a quien se impedía trabajar porque la directora de un kinder cerró la calle para ampliar el espacio de juegos de los pequeños, que durante meses suplicó y rogó, a las maestras, a los padres de familia, a las autoridades delegacionales y policiacas, sin que nadie le hiciera caso, lanzó su coche contra los niños y las maestras matando e hiriendo a varios.

Y es que cada vez se llega más lejos porque nadie atiende a los problemas.

(Pág.283)

Con Vicente Fox dejó de existir el largo plazo, la idea del país al que se quiere llegar. Ya no se apunta a algo mayor (y real, que no sea ese absurdo de proponerse que "todos los mexicanos sean felices") que nos impulse, estimule, oriente, encamine. Carlos Fernández lo pone así: "hay una falta de visión de lo que queremos como país". Escribe Germán Dehesa: "¿Cuál proyecto? ¿a ese amasijo de buenas intenciones, titubeos, debilidades, inmovilidades, rectificaciones a las rectificaciones, ingenuidades, inexperiencias, complicidades con el pasado, viajes sin ton ni son, logros aislados, tartamudeos ideológicos, venias al clero, botas de charol y lo que se acumule, le llaman proyecto? ¿a estas mediocridades y tonterías disfrazadas de 'estilo de gobierno'? ¿a este vendavan sin rumbo?" y Carlos Martínez García: "¿A cuál proyecto se refieren? Porque de existir éste, a la fecha no sabemos cuál es y en qué consiste. Parece ser que sólo el matrimonio que vive en Los Pinos sabe de qué se trata el proyecto, los demás ni nos hemos enterado porque no se ve aplicado por ningún lado". Y agrega: "Si el de Fox es el proyecto del cambio entonces sí lo está cumpliendo porque un día cambia de idea y al día siguiente sale con otra propuesta que contradice a la anterior. El ir y venir, la oscilación constante es el proyecto".

Algo similar sucede con el gobierno de Felipe Calderón que un día dice que va a caminar por acá y otro que por allá y que realiza una serie de acciones desconectadas entre sí. En abril del 2008, 17 meses después de tomar posesión de su cargo, anunció que en adelante el eje de su gobierno sería la política social. ¡Menos mal que ya había encontrado uno!

[...]

Seguimos creando oficinas burocráticas: subsecretarías, direcciones, comisiones, fiscalías, consejos. Y firmando acuerdos y convenios porque ya sabemos que crear "instrumentos" es la forma favorita de nuestros gobernantes para hacernos creer que gobiernan. En junio del 2007 la Cámara de Diputados pidió permiso para crear nuevas comisiones además de las 73 ya existentes y en septiembre del 2007 el senador Santiago Creel propuso, en un discurso de apenas 20 minutos, crear nada menos que 20 instancias burocráticas que según él, servirían para resolver el problema de la seguridad.

Una y otra vez volvemos a escuchar que se van a hacer cosas maravillosas y que se tuvo éxito en las que ya se hicieron. Una y otra vez nos lanzan las advertencias: que no se tolerará y que se va a investigar y que se llegará hasta el fondo del asunto y que caiga quien caiga.

No hay pues, ninguna diferencia discursiva entre el sexenio de Felipe Calderón y los anteriores que revisamos en este libro. Hoy, igual que ayer y que antier nos aseguran que "hemos avanzado en la recuperación de espacios que estaban en manos de la delincuencia organizada", nos dicen que se va (ahora sí) a ayudar a los pobres: "El presidente anunció su proyecto de combate eficaz a la marginación"; que se va (otra vez) a gastar menos en cosas superfluas: "El presidente firmó un decreto de austeridad según el cual reduciría 10% su salario y el de su gabinete y recortaría gastos de operación, representación, servicios personales, telefonía móvil y otros", que se va (una vez más) a mejorar la educación: "Se va a emprender una reforma educativa para consolidar la vida democrática del país y construir una nueva etapa de desarrollo con crecimiento económico, bienestar, seguridad y justicia para todas y todos los mexicanos"; que se van (esta vez en serio) a respetar los derechos humanos: "Se delinearon los últimos detalles del acuerdo del convenio de colaboración entre el gobierno de México y la Organización de las Naciones Unidas para impulsar el respeto a las garantías básicas. El texto será firmado en Los Pinos".

Hoy, lo mismo que desde hace una década, y 2 y 3, siguen insistiendo en que "tuvimos un excelente año agropecuario, crecimos más que otros sectores de la economía, exportamos lo que nunca, logramos un crecimiento de empleo e inversión, somos uno de los países en el mundo que menor impacto tuvieron a consecuencia de los precios de los alimentos en su canasta básica y en la inflación".

(Págs.287 y 329)

Aquí se puede tener cualquier empleo, sin importar si quien lo tiene está preparado o no, interesado o no, capacitado o no para desempeñarlo. Por eso resulta que hoy se puede ser encargado de una oficina de licencias y mañana de un despacho de asuntos religiosos, hoy delegado político y mañana secretario de Economía. Hay quien pasa sin más de ser artista de cine a senador, de gobernador a secretario de Agricultura y luego a secretario de Gobernación. ¿No vimos durante el gobierno de López Obrador en la capital que una misma persona se hizo cargo de asuntos tan disímiles como la construcción del segundo piso y la ley de protección a los derechos de los animales y todavía unos años después la volvimos a ver, explicando con argumentos de alta matemática, el fraude cometido en las elecciones del año 2006?

El problema de este modo de funcionar es que aunque no sepan del asunto tienen que hacer algo que se note y entonces pasa como con aquel señor que había sido gobernador de su estado y fue reciclado como secretario de la Contraloría de la Federación, donde a fuerza tenía que actuar y no tenía ni idea de por dónde, entonces decidió lo siguiente: "Estamos buscando en una empresa en la que tengo la convicción de que hubo cosas irregulares. No tengo hasta el momento los elementos para probarlo pero sí el convencimiento de que actuaron mal". ¿De dónde le viene dicho convencimiento? se le preguntó, "De un tufo", respondió.

Esto mismo sucede con los burócratas respecto a los requisitos que se deben cumplir y que como desconocen, entonces los inventan. El resultado son absurdos como éstos: para obtener la Clave Única del Registro de Población se exigen 2 documentos oficiales, los cuales a su vez, para poderse obtener, requieren de la CURP. O la Secretaría de Hacienda decide que ya no entrega tarjetas para hacer el pago de impuestos en los bancos, pero los que están en las ventanillas de éstos no aceptan recibir el pago sin la tarjeta. O el Instituto Nacinal de la Senectud entrega credenciales provisionales porque desde hace meses está descompuesta la máquina que hace las definitivas, pero ninguna oficina las acepta. Y cuando el afectado se queja, la respuesta es: "Dígales que se la tienen que aceptar". ¡¡!!

Pero el ejemplo extremo de esta afirmación de que para las chambas no es necesario tener preparación son los legisladores.

Entre nosotros basta con tener el nombramiento de "legislador", "secretario", "director", "encargado", "jefe", para que ya se considere que se sabe y se pueden hacer las cosas. Es el nombramiento lo que da la capacidad, no la preparación.

Los ciudadanos también somos así. Por eso cualquiera se pone a decirles a los responsables de la justicia por dónde deben ir sus indagaciones y cualquiera califica los resultados: "el procurador tiene una actitud facciosa", "es falso lo que dice la PGR", "ese gobernador no conoce la ley". Entre nosotros todo mundo sabe quiénes son los culpables y cómo se les debe atrapar y cuál es el castigo que hay que aplicarles. Somos un país de juristas.

Y de médicos. Y de economistas. Y de educadores. Y de historiadores. Y de ecologistas. Y de promotores culturales. En México todos sabemos lo que hay que saber en todas las materias. Todos menos por supuesto, los funcionarios encargados de cada uno de esos ramos.

La falta de preparación es particularmente notable en los medios de comunicación, en donde locutores y reporteros hablan de situaciones y personas sobre las que no tienen la menor idea.

Armados con esa ignorancia cubren las guerras y los conflictos sociales, económicos y políticos y por eso no hay ninguna diferencia si el reportaje se hace desde Afganistán, Irak, Líbano o cualquier país: siempre nos dirán qué horas son en aquel lugar, qué desoladas se ven las calles, cuántos niños pobres hay por allí y qué duras se escuchan las batallas.

Nadie considera que necesita asesoría. Y además, porque ello significaría darles a otros la palabra. Y como la palabra en nuestra cultura tiene tanto peso ("las palabras son armas" dice el subcomandante Marcos) y confiere tanto poder, pues por eso el que la tiene no la suelta, no la cede ni la presta. El ejemplo contundente son los entrevistadores de radio y televisión que aunque esté hablando con especialistas, los interrumpen para dar ellos su punto de vista y su explicación del tema en cuestión.

(Pág.290)

¿Cómo se explica que hoy México no solamente siga estando entre los llamados "países emergentes" sino que ni siquiera está entre los considerados brillantes en su desempeño pues nos hemos quedado detrás de Vietnam, Nigeria, Egipto, Bangladesh (¡Bangladesh! que hace unos años era el ejemplo más patético de que se disponía para hablar de pobreza y que ahora tiene un crecimiento promedio del PIB de 5.4% mientras que el nuestro es de 2.6%)?

Hay culturas en las que se valora más que en otras la educación escolarizada, la eficiencia y la productividad y otras donde no es así, unas que apuntan más la frugalidad y otras el derroche, unas que son más proclives al desarrollo tecnológico mientras que otras lo son al pensamiento filosófico, unas más afines a la democracia y otras al autoritarismo, las que funcionan con el respeto a la ley y las instituciones o las que se sostienen sobre relaciones de tipo personalista.

(Pág.305)

Del doble discurso a la doble moral el brinco es casi imperceptible. ¿O será que es al revés y que aquél existe porque ésta existe y lo sustenta?

Lo dieron por ejemplo los dueños de gasolinerías que un buen día denunciaron a la empresa Pemex de fraude porque las pipas que compran y pagan completas a la paraestatal llegan con menos cantidad de combustible, siendo que desde hace años ellos han hechos sus negocios en complicidad con estas prácticas. Lo dio Andrés Manuel López Obrador que denunció al presidente Fox por apoyar abiertamente al candidato panista a la Presidencia de la República y por usar recursos del gobierno para ese fin, siendo que él hizo lo mismo como jefe de gobierno de la capital, tanto en su propia campaña para ocupar el cargo de primer mandatario como en las campañas de otros perredistas.

Un ejemplo sin desperdicio es el que se vio durante el plantón posterior en la ciudad de México en el 2006: en un desplegado publicado por varias organizaciones, se acusaba al presidente de la república por "suspender la libertad al libre tránsito de los vecinos y comerciantes que vivimos y ejercemos nuestra actividad diaria en las colonias aledañas a la H.Cámara de Diputados, provocando pérdidas económicas". La razón de esta suspensión de "la libertad de tránsito de vehículos y personas", era que la Policía Federal Preventiva estaba instalada en los alrededores del recinto del Congreso de la Unión. "Se trata de un bloqueo ilegal y sin fundamento" decía el texto citado. ¡Lo increíble es que esas organizaciones firmantes habían intentado hacer un plantón precisamente frente a la sede del poder legislativo días antes y lo más increíble es que cuando hicieron pública su queja el PRD, partido del que formaban parte, llevaba más de 2 semanas con plantones instalados en el centro histórico y algunas de las más importantes arterias de la capital, que impedía "el libre tránsito de personas y vehículos y el ejercicio de las actividades diarias para el sustento de las familias".

¿Qué sino doble moral es cuando los que hablan de la importancia de la vida humana y se oponen a las legislaciones que despenalizan el aborto o la voluntad anticipada, callan cuando hay linchamientos y asesinatos contra quienes profesan otras religiones? ¿Y cuando los medios de comunicación festinan durante años el libre mercado y la competencia y el fin del proteccionismo estatal y luego los vemos emprender campañas sucias para evitar que se conceda permiso para abrir una tercera opción en la televisión? ¿Y cuando los padres de familia discursean sobre la necesidad de proteger el medio ambiente pero tiran la basura en cualquier parte y sacan a sus perros a pasear sin recoger los excrementos?

Doble discurso, doble patrón para medir, doble moral: ¿Hay algún líder obrero que sea obrero? Pienso en Fidel Velázquez o en Napoleón Gómez Urrutia y lo dudo. ¿Tienen un elevado nivel de moral los que se la exigen a los demás? Pienso en el padre Maciel de los Legionarios de Cristo, acusado de asaltar sexualmente a varios niños cuya educación le confiaron los padres y lo dudo. ¿Viven pobremente quienes dicen estar con los pobres? Veo a los obispos con sus vestimentas principescas, que juegan golf y se festejan sus cumpleaños con grandes banquetes y dudo que les interese ese mundo de miserables a los que dicen amar y que desprecien a los ricos como dicen despreciar.

Pero no hay ejemplo mejor de la doble moral que impera en nuestro discurso público que lo que sucede con los migrantes. Cuando se trata de mexicanos que van a Estados Unidos, criticamos duramente a los norteamericanos por el pésimo trato que les dan a los connacionales. Pero cuando se trata de centroamericanos que cruzan a México, se les maltrata sin piedad, igual o peor que eso de que tan amargamente nos quejamos. Y para muestra, un botón: en abril del 2005, en el estado de Coahuila, elementos de seguridad de la empresa Transportación Ferroviaria Mexicana golpearon y tiraron desde un tren en marcha a una joven indocumentada originaria de Guatemala, que viajaba con otros migrantes en un tren de carga que se dirigía a la frontera con Texas. Gabriela Maritza Barrios, de 20 años de edad y madre de un niño de 4, sufrió tantas fracturas que los médicos del Hospital Universitario le tuvieron que amputar una pierna.

[...]

Tanto los ricos como los pobres, en la vida cotidiana como en las excepciones, esperan que el gobierno se encargue de componer las cosas, con el convencimiento de que todo lo puede y todo lo debe dar. Un ejemplo sin desperdicio es lo que está sucediendo en todo el país con la luz: nadie la quiere pagar porque "es obligación del gobierno dar este servicio" o "darlo más barato". ¿No es por pensar así que las mujeres que viven en un predio invadido en Iztapalapa atacaron a los agentes que querían quitar los diablitos y en Chihuahua los productores agrícolas detuvieron y raparon a los empleados de la Comisión Federal de Electricidad que fueron a cortar el servicio que no pagan? ¡Y hay quien considera que esto es incorrecto y le llama "acciones defensivas" contra "la miope ofensiva de la CFE"!

Del gobierno se espera que cobre pocos impuestos pero haga muchas obras de beneficio colectivo; que dé los servicios muy baratos y si se puede, mejor gratis; que no cambie las reglas del juego a que estamos acostumbrados pero que se modernice, se haga eficiente y ágil; que fomente el empleo pero no la inflación; que se haga responsable tanto del crecimiento económico como de la estabilidad social; que garantice la libertad de expresión pero impida la crítica, que garantice la seguridad pero también el respeto a los derechos humanos, que respete la democracia participativa pero también tome decisiones, lleve las riendas y no pierda el control.

(Págs.322 y 326)

La incongruencia entre el discurso del poder y la realidad es enorme. Nos habían dicho que la nuestra era una economía sólida, que vivíamos en una democracia y que habíamos avanzado en la lucha por los objetivos que hoy día se consideran los adecuados: la justicia social, la educación, el respeto a los derechos humanos, a la diversidad, al medio ambiente. Pero nada de eso resultó cierto: nuestra democracia no solamente es puramente electoral sino que ni siquiera pasó la prueba de los acuerdos ni las negociaciones ni nos permitió, como se pensaba a mediados de los años 90 "asegurar la paz social y la concordia entre los mexicanos"; la economía no pasó la prueba de la competitividad internacional, el Tratado de Libre Comercio con América del Norte no se convirtió en ese motor del desarrollo que supuestamente iba a ser y a pesar del discurso gubernamental de que llegaremos a ser una de las grandes economías del planeta, "el tema del crecimiento económico no es la prioridad nacional", más de la mitad de la población vive en pobreza hoy igual que hace medio, 1, 2 siglos y esa justicia social de la que tanto se alardea no pasa de ser un "tomar de los vencedores una cierta cantidad de despojos para distribuirla entre los perdedores" como dice con crudeza Agnes Heller; la educación escolarizada es un desastre y generaciones enteras se han perdido y se siguen perdiendo por eso; la obediencia de la ley es una ficción; el respeto a la diversidad (religiosa, ideológica, sexual, étnica) inexistente; la transparencia sólo un invento para publicidad; las instituciones están incapacitadas para cumplir con sus objetivos, atoradas entre la falta de recursos, la ineficiencia y la corrupción; el medio ambiente está devastado y a nadie le interesa cuidarlo; la impartición de justicia no se ha enterado que debe hacer honor a su nombre. Entre nosotros no hay respeto a los derechos humanos, el racismo hacia los indios es brutal y fuerte la desconfianza hacia los extranjeros, los narcotraficantes hacen y deshacen a su santo gusto, millones emigran para poder ganarse el pan, la inseguridad y el miedo dominan nuestra vida cotidiana y hasta la sacrosanta institución de la familia lleva en su seno la violencia.

Ya ni siquiera sabemos si somos una nación, si tenemos una identidad y cuál sería ésa y no tenemos un proyecto a futuro, cuestiones de las que hace apenas unos años nadie dudaba.

Nuestros poderosos se la han pasado envolviendo en palabras y más palabras la promesa incumplida, el proyecto no realizado, la trampa, la corrupción y el fracaso. ¿Cómo pudo Vicente Fox decir que México es un país "en el que uno se siente tranquilo, seguro, confiado de que va a ser el mejor del mundo" cuando lo que experimentamos los ciudadanos es inseguridad, miedo, desconfianza? ¿cómo puede un secretario de Economía afirmar que México "está blindado" frente a los problemas económicos mundiales cuando lo que vemos es de otro modo, muy de otro? ¿cómo puede un secretario de Gobernación decir que México está y ha estado preparado para enfrentar cualquier tipo de reto siendo que no tenemos ningún control sobre lo que sucede con el narcotráfico y en las fronteras? ¿Y uno de Seguridad Pública asegurar que disminuyeron los delitos y uno de Trabajo que se crean empleos y uno de Agricultura que se producen los alimentos que nos comemos y uno de Medio Ambiente que se protege la ecología y se hacen acciones contra el cambio climático?

Pero lo dicen. Sin empacho alguno hablan de fronteras seguras, economía invulnerable, tranquilidad social, seguridad nacional, ¡ah qué país maravilloso el del discurso!

Ese del que hablan es un país inventado, los discursos de logros y avances, de respeto y cuidado, de apoyo y solidaridad, de gestión y acción, no son una práctica sino como diría Elizabeth Jelin, pura palabra vacía.

La mentira es la esencia de nuestra vida política. Y lo que le permite seguir funcionando.

Justo Sierra afirmó que por culpa de "nuestra aversión radical a la verdad, producto de nuestra educación y nuestro temperamento" la nación mexicana era uno de los "organismos sociales más débiles, más inermes de los que viven dentro de la órbita de la civilización".

(Pág.333)


¿Quién está diciendo mentiras? Entre discursos de triunfo y no aceptación de derrotas, los mexicanos estamos en una encrucijada. Más, si seguimos abrazando la postura de que en el fondo la verdad no importa tanto.

Nos pesca desprevenidos todo esto. Peor: desprevenidos de nuevo. Nos sigue fallando la crítica. Optamos por no creer a nadie, o creer a unos sí y a otros no, solo "por ser vos quien sois". No va más allá nuestro método. Y no es que no se pueda. Es que no queremos, o no tenemos ese hábito, o no lo consideramos algo vital. Tal vez pensamos que nuestra intuición histórica es penetrante y eso basta, o que a nosotros la Guadalupana nos protege del error, o que nuestra sabiduría del "piensa mal y acertarás" no tiene parangón y no la tumban ni siquiera las pruebas PISA de la OCDE.

¿Verificar? ¿Preguntarse si algo es realmente así? No manito, la verdad es que la verdad no está de moda. Resultado, nadie se siente obligado a aceptar nada, ni a probar nada. Solo a decirlo mucho y a decirlo fuerte. A fin de cuentas es igual el IFE, el Trife y el matarife. El tribunal va a dar su veredicto de la elección impugnada, el que sea, y de cualquier manera va a ser creíble para unos, increíble para otros y todo por el mismo argumentazo nacional: porque viene de quien viene.

Los ejemplos abundan y a todos niveles. Va uno: el PRI, ganador de la elección presidencial y defensor de su triunfo, está por poner una queja por la decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, por haber declarado elegible para diputado federal al ex alcalde panista de Monterrey Fernando Larrazábal, acusado de chapulineo y de defender su derecho a chapulinear. La única razón es que el tribunal no puede tener la razón cuando no les da la razón. Entiéndale...

O hacemos un esfuerzo de crítica y autocrítica nacional o permitimos que las mentiras, a fin de cuentas de igual valor que las verdades, nos lleven al descrédito general y a un imprevisible derrumbe. A lo que no podemos renunciar es a la voluntad de verdad: a reconocer y sopesar las las razones. Entiendo que no es cómodo, es casi siempre ponerse en pleito con lo que uno inicialmente cree; supone la chamba, ardua como todas las chambas, de poner en duda y verificar datos y conclusiones que de momento sonaban bien. Pero es algo práctico en el fondo: no hacerlo es darle campo a libre datos gelatinosos, a percepciones y prejuicios divulgados abrumadoramente, y convertidos en la base sobre las cuales tomamos las decisiones.

Es cierto que nunca ha sido tan fácil montar escenarios y tratar de convertirlos en realidades compartidas, en verdades. Hay tecnologías para eso. Pero también es perfectamente posible, también como nunca antes, exigir y vigilar la verificación dato por dato y descubrir al mentiroso. Uno o muchos.

Luis Petersen Farah
(v.periódico Milenio Jalisco en línea del 15 de julio de 2012).


Ya viene Navidad y hay que comprar a fuerza. Porque si no compras no eres feliz. Y si no regalas eres un miserable Grinch.Pero ya no sé a donde comprar porque en todos los comercios me quieren ver la cara d'sope (de so pen... es lo mismo, pero en francés). Díganme si no les pasa lo mismo.

Por ejemplo, esa vacilada de los 9.95. ¿De veras los sesudos mercadólogos piensan que si vemos 49.95 creemos que son 40 y no 50? ¿Pa'qué le siguen con ese engaño tan infantil? Ya en todo el primer mundo hay un movimiento anti "precios fraccionados" y ya están quitando el nefasto 9.95 del siglo pasado.

Otra vacilada mayor es el famoso "Buen Fin". Triste y tramposa imitación del Black Friday gringo. Pero allá los descuentos sí son verdaderos, no porque los comerciantes sean muy decentes, sino porque deben registrar sus precios en sus Cámaras de Comercio, que son quienes constatan que los descuentos sean reales. Aquí el Buen Fin es una farsa sin control de nadie, sin descuentos reales y con intereses ocultos (¿a poco se creen lo de "sin intereses"?).

Y qué me dicen de los precios de los boletos de avión por internet. Al principio te anuncian un viaje baratísimo, pero a la hora de reservar resulta que era "sin impuestos" o era "sólo de ida" ¡Y cómo carambas me regreso!

Las galletas vienen en una cajota que trae más empaque que galletas, el agua cuesta más que la gasolina y las tarjetas de crédito cobran 36% de interés anual. Y no se diga de las ofertas que nos llegan por correo o por volantes. Cuando llega uno a la tienda, ¿qué creen? "Era tan buena oferta que la mercancía rebajada sólo duró una hora".

O como cuando tiene uno la osadía de ir a comprar un coche, el anuncio decía que valía 200, era un carro precioso, con quemacocos, llantotas, automático, todo eléctrico y bonito. ¡Ah! pero ése, con todo el equipo especial, vale 400. El de 200 es ese horrible, verde clorofila, sin radio y llantitas anoréxicas.

Otra cosa que he pensado cuando veo "Remate, todo al 60%". ¿Eso quiere decir que este desgraciado se gana más de la mitad de lo que le pago? Porque si le puede bajar ese porcentaje, es que un momento dado se lo subió al precio.

¿Alguna vez han ido a comprar un terreno en un fraccionamiento que acaban de abrir ayer? Pues resulta que en el plano ya todos los lotes buenos tienen una banderita que dice "vendido" sólo los lotes chafas siguen "disponibles".

Los logos nos salen carísimos: una playera sin logo vale 100, con logo 400, y es la misma. Una pintura de labios color rosa sin marca vale 20, la misma porquería con marca que suene a francesa o italiana vale 200, pero es color "fucsia". Una botella de vino mexicano que trae jugo de uva fermentado vale 80, si es vino del Rhin o del Duero vale 350. ¿Y que creen? Adentro trae lo mismo, jugo de uva fermentado. Y me puedo seguir con mil ejemplos de los engaños que los comerciantes utilizan.

¿Ustedes no están cansados de los engaños de los comerciantes? ¡Hay que defendernos todos! La próxima vez que vaya a buscar una oferta anunciada, lleven el periódico o el volante donde lo vieron y exijan que les respeten el precio publicitado.

Cuando pregunte el precio y le digan "Es 49.95" sólo diga "¡Ah!, usted quiere decir 50". Que se den cuenta que ya se nos está quitando lo tarugo. En el próximo Buen Fin no caiga en la trampa. Vaya dos semanas antes a ver cuanto cuesta lo que quiere comprar y anótelo.

Si no nos defendemos nosotros, los comerciantes seguirán viéndonos la cara d'sope. Igualito que los políticos.

Alberto Martínez Vara
(v.pág.8 del periódico Mural del 13 de diciembre de 2012).


¿Se acuerda el lector del manejo informativo cuando los sismos de 1985? ¿O del relativo en las explosiones del 22 de abril de 1992? ¿Y de todos los demás tratándose de inundaciones y otras catástrofes, San Juanico, antes? ¿Pasta de Conchos y otras? Siempre, siempre, invariablemente, nos quedamos con dudas, desconfiamos de la información que desde la autoridad se hace pública y luego, como reguero de pólvora corren versiones de posibles atentados, de ataques terroristas, sabotajes, fallas estructurales, contratos irregulares y de más muertos, muchos más muertos de los que se reconocen oficialmente.

Cuando se trata de negligencia criminal no hay culpables y si las catástrofes naturales dejan en evidencia corrupción y deficiencias, pocas veces o nunca, se llegan a conocer de manera detallada mucho menos se fincan responsabilidades; se va echando tierrita a los asuntos, se traspapelan expedientes y con el tiempo se van olvidando los muertos y las tragedias. A eso se ha atenido siempre la clase política (sin distingos partidistas) y por eso la información se proporciona a cuentagotas y por lo general, ambigua.

Laura Castro Golarte
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 2 de febrero de 2013).


En la actualidad es muy difícil, sobre todo si usted participa en las redes, enterarse de si alguna noticia es real o no.

Tendrá que distinguir la publicidad oficial, lo que no es difícil ya que es la más agobiante -personalmente considero que es la única política pública sujeta a un gasto extraordinario- aunque en relación gasto resultado puede verse que es un fracaso ya que nadie o si usted quiere poquísima gente la cree. Usted puede distinguirla porque casi nunca usa los verbos en futuro o en condicional, así si la promesa es que bajará en costo de la electricidad, (lo que personalmente dudo que suceda mientras los administradores sean los pillos de clase mundial de la Comisión Federal de Electicidad (a mi juicio la peor entidad delictiva de la delincuencia hiper organizada) la publicidad afirmará que ya bajó el costo, nunca que se intenta que baje en el futuro, lo dan como un hecho que nunca sucederá, si usted no me cree le recomiendo que vea el subsidio que nuestros padres conscriptos fijaron en el presupuesto de egresos.

Si se trata de los repartos de fondos de SEDESOL y entidades subsidiarias ya no hay hambre en el país, se acabaron quienes la padecían. A este respecto le sugiero compare usted en el mismo presupuesto el dinero que reparten como beneficios sociales y lo que cuesta la entidad que los reparte, pero vea usted en la publicidad como las personas se arremolinan para agradecer las bondades del estado. Desde luego las calificaciones internacionales descalifican la felizología del tema.

En lo local el exitoso plan de Salvando Vidas, lleva su publicidad oficial casi al extremo de sugerir que los muertos resucitan para ser salvados y desde el principio ya estaban siendo salvados. Un mínimo análisis de los números le resultará que no está tan gorda Pancha.

Por ello considero que es una mala inversión sobre todo si la comparamos con la popularidad del primer mandatario y lo que se invierte en la publicidad.

Tampoco parecen estar en su mejor momento las grandes cadenas de medios, especialmente los grupos televisivos Televisa y Azteca, que según los grupos activistas son participantes de la corrupción nacional por lo que según ellos no podemos creer sus noticieros y frecuentemente aparece sobre todo en las redes fotos de cheques que supuestamente reciben los principales comunicadores del gobierno por tanto no parecen criterios a seguir y si usted lo hace se convierte en cómplice de la corrupción.

En 3er. lugar están los periodistas considerados valientes, como Proceso y La Jornada, sin embargo si ustedes checan sus publicaciones la mayoría de sus anunciantes pagan sus publicaciones con dinero público, que por otra parte constituyen los ingresos que los hacen subsistir, de tal manera que cuando menos hacen dudar.

Carlos Enrigue
(v.pág.10-B del periódico El Informador del 7 de diciembre de 2014).

No hay una crisis de credibilidad como algunos analistas se han permitido diagnosticar. Habría una crisis si se advirtiera un derrumbe en la credibilidad ciudadana sobre los actos, versiones, interpretaciones, historias, verdades oficiales, etc. Pero en México no existe derrumbe alguno, sencillamente la gente nunca ha creído en lo que dicen las instituciones y sus medios de comunicación ni les ha tenido confianza.

Éste es un fenómeno que abarca casi todo el tiempo de vida de las generaciones vivas: durante todo ese lapso, sin interrupciones, así ha sido. Son 75 años. Mas no se trata solamente de una serie ininterrumpida de mentiras oficiales (medias verdades son lo mismo), sino también de su calca a través de los principales medios, en especial el monopolio de la televisión. Tampoco sólo es lo que se dice, sino también lo que se calla. Ningún escándalo de corrupción o de responsabilidad política ha terminado en cuentas claras durante ya muchas décadas y todo mundo tiene la convicción de que es más lo que no se ha conocido.

El Estado corrupto ha sido históricamente incorporado a la forma de gobernar, un método con el cual se reparten bienes públicos y se pueden generar ingresos a partir de mordidas y toda clase de tráfico de influencias. El síndrome va incluso mucho más lejos, hasta la convicción popular de que el respeto a la ley no es atributo de personas inteligentes, sino de estúpidos por deficiencia propia o circunstancia adversa. Sabemos que esto no es exactamente así en la realidad, pero forma parte de la conciencia dominante que se puede advertir dentro de todas las clases sociales.

Ya vemos a la alta burguesía implorando un programa contra la corrupción de la cual se ha beneficiado ampliamente, pidiendo a gritos que se haga algo para frenar lo que llama crisis y que en realidad es una racha de revelaciones.

Pablo Gómez
(v.pág.4 del periódico Milenio Jalisco del 13 de febrero de 2015).

Vivimos en una costa sobre la que revientan las olas infinitas de la farsa cotidiana. El "dígale que no estoy" telefónico, que es un clásico en todas las oficinas y hasta en algunas casas. El "perdona pero no recibí tu correo" (o mensaje, o WhatsApp) con que se justifican toda clase de negligencias conyugales, fraternales y laborales. El "híjole, se me terminó" del comerciante que en realidad todavía no recibe el producto solicitado. El "no traigo taxímetro, se me descompuso hace 5 minutos". El "este viernes sin falta le entregamos". En fin. La lista de lo que se dice a sabiendas de que no es verdad resulta potencialmente interminable.

Antonio Ortuño
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 9 de agosto de 2015).

La desconfianza en los gobiernos es un incentivo para la aparición de una sociedad civil no conformista y un periodismo crítico, fundamentales para la democracia. Sin embargo, la desconfianza excesiva también puede resultar nociva. Rompe cualquier esbozo de colaboración entre ciudadanía y gobierno, nos impide construir sociedades con mayores niveles de cooperación y, como en el caso de México, dificulta la posibilidad de alcanzar una narrativa común sobre los hechos. Ni los datos o indicadores nacionales, aplaudidos por su solidez en el plano internacional, son avalados por la mayoría de los mexicanos.

Sin embargo, como todo rasgo de la cultura política de una sociedad, la historia es un valioso baúl de explicaciones. En México, nos hemos acostumbrado a que los gobiernos nos mientan. Y más aún, durante los años del autoritarismo en pleno, sólo las versiones que nacían de la fantasía, de la imaginación y de la valiente pluma de algún periodista insubordinado, nos daban pistas sobre la realidad. No lo podemos negar, la opacidad es la motivación de la imaginación; eso que está prohibido, escondido por las autoridades, es objeto de deseo público. Nuestra historia política es también un largo recorrido sobre el ocultamiento, la tragedia y las medias verdades -o a veces mentiras completas- de los funcionarios públicos. Por ello, en México, la ciudadanía no compra ninguna versión; es más, creer en lo que dicen las autoridades el acto más irresponsable de ingenuidad.

Enrique Toussaint
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 17 de enero de 2016).

José Luis Guzmán Miyagi hablaba sobre su más reciente libro, México engañado, que versa sobre la serie de mentiras, disparates y jaladas que contienen los libros de texto gratuitos de la SEP en lo que a historia de México se refiere. Señalaba tal cantidad de inconsistencias y absurdos, amén de la escritura de una historia nacional a modo según los intereses del régimen sexenal en turno.

Así, el texto de Martín Moreno está hecho para abrir un debate a ese respecto y generar proyectos para que la historia de México no esté ni condenada a la oficialidad ni a las biopics por encargo.

Jairo Calixto Albarrán
(v.pág.4 del periódico Milenio Jalisco del 22 de enero de 2016).

La Huerta, Jalisco, 2006, los ganaderos estaban felices porque Estados Unidos permitió la entrada de bovinos carne de las regiones libres de brúcela y tuberculosis, la compra era por jaulas (tráiler) con 100 becerros.

Hasta que un día, la demanda superó a la oferta y la zona se despobló, de tal manera que en una ocasión sólo un becerro faltaba para llenar la jaula, y un par de ganaderos decidieron que sería muy fácil enviar un becerro holstein, de ganado lechero, "que al cabo, con pintura negra sobre el animal, pasaría desapercibido entre otros 99". Por supuesto en los corrales de Laredo, Texas, inmediatamente observaron raro al espécimen, lo separaron y Jalisco obtuvo un vergonzoso castigo por tan torpe intento de engaño.

En 1958 por decreto presidencial se creó el Instituto Mexicano del Café, con la finalidad de promover y difundir los mejores sistemas de siembra, beneficio y comercialización, con resultados aceptables. Tan es así que en 1962 nació la Organización Internacional del Café con sede en Londres y 4 mexicanos ocuparon la presidencia en 5 periodos. Para finales de los 60s especialistas del INMECAFE mostraban y defendían el grano nacional al mercado europeo, y lograron no solamente buenos precios y ventas, sino ubicar la calidad del aromático azteca entre los mejores del mundo, al superar a Colombia y Brasil.

Las condiciones no podían ser mejores, los contratos comenzaron a fluir y el Instituto hacía su labor organizando a los productores de Veracruz, Oaxaca, Chipas, Puebla, y las Huastecas. La consigna era conjuntar millones de sacos, con frescura, tamaño y proceso igual al de los lotes de muestra. Sin embargo, cuando estos sacos llegaron por barco al puerto de Hamburgo y fueron revisados, los inspectores se encontraron con la terrible sorpresa, así como en el caso de la ganadería de Jalisco, que un porcentaje significativo de esos quintales, contenían granos de 3a. calidad, manchados y avinagrados, rotos y espumillas, prácticamente basura. El engaño era inconcebible, un puñado de cafeticultores de voracidad desmedida y poco cerebro dieron al traste con años de trabajo y esfuerzo. Aún las culpas se reparten entre los agricultores y el desaparecido instituto.

Óscar Riveroll
(v.pág.31 del periódico Milenio Jalisco del 27 de mayo de 2016).

Hoy existe una amplia zona gris entre la verdad y la mentira. La nítida frontera ha cedido. Y ahí cabe la posverdad que estimula las emociones por encima de la realidad. La frontera entre lo correcto y lo incorrecto, lo real y lo ficticio se difumina mediante afirmaciones que son falsas pero emocionalmente atractivas. La difusión de mentiras deliberadas se ha convertido en una práctica común, no solamente en el ámbito de las comunicaciones personales y privadas, sino que ha irrumpido en la información institucional.

La difusión de estas mentiras deliberadas plantea enormes desafíos para los medios de comunicación porque muchos de los actores de la vida pública están utilizando este mecanismo para intentar manipular la comunicación masiva.

Si los mensajes provienen de personas públicamente expuestas o de minorías estridentes, los medios las reproducen porque constituyen noticias atractivas. En muchos casos se sabe claramente que hay una mentira en el mensaje pero se difunde dejando a la supuesta responsabilidad del emisor su contenido.

Desde que se publicó el libro de Ralph Keyes La Era de la Posverdad en 2004, el término se ha convertido en referencia; al grado que el Diccionario Oxford lo ha designado el término internacional del año. Ahora la posverdad se ha convertido en una realidad en la comunicación cotidiana con enormes efectos políticos y sociales. La sensación de que han caído las fronteras entre la verdad y la mentira ha creado la sensación de una degradación de la moralidad y de un fortalecimiento de una cierta autonomía o incluso impunidad en cuanto a la difusión de mensajes deliberadamente falsos.

Estos mecanismos son una amenaza para la libertad y la dignidad de la persona. La acción para señalar lo que es real, verdadero y correcto es necesaria en el juego de la comunicación en la democracia. Ceder a la tentación de lo atractivo emocionalmente, dejando de lado la objetividad representa una renuncia a la responsabilidad en defensa de la libertad de expresarse y del derecho del público a estar informado.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 4 de diciembre de 2016).

En medio del furor de los novatos en redes sociales a quienes les urge tanto soltar una noticia que les resulta innecesario confirmar su veracidad; frente a un gobierno poderoso que lanza mentiras que ahora reciben los eufemísticos nombres de "hechos alternativos", "noticias fingidas" y "posverdades"; ante gobiernos que de manera usual buscan ajustar a su conveniencia los hechos, el periodismo de raíz, el buen reporteo, debe gozar uno de sus mejores momentos.

¿Qué tienen que hacer los medios? Investigar, fomentar la discusión con especialistas, alimentar con información. En el fondo, nada nuevo, nada distinto. Estimular la información en vez de contenerla dizque para no afectar los intereses del país. Sencillamente hay que hacerlo mejor que nunca porque el desafío lo amerita y porque la oportunidad histórica para reivindicar a un oficio que ha sido tan golpeado por los tantos intereses a los que toca y amenaza.

Carlos Loret de Mola A.
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 9 de febrero de 2017).

Para muchos es nuevo el fenómeno de "la verdad alternativa" o la llamada "posverdad". Es decir, la verdad sustituida por mentiras flagrantes, propias de políticos cuyo objetivo es engañar a los ciudadanos.

Lo cierto, sin embargo, es que en México no son nuevos los fenómenos de "la verdad alternativa" o la "posverdad". Tampoco es nuevo que políticos de todos los partidos pretenden engañar a ciudadanos y potenciales votantes, en tiempos electorales.

Más aún, las campañas electorales son -en México y el mundo- una diligente competencia de mentiras. Y, en no pocos casos, la victoria electoral es de aquel cuyas mentiras son mayores. Incluso, autores como Savater dicen que si los políticos dijeran la verdad, nadie votaría por ellos.

Hoy asistimos a un ejemplo extremo del político mexicano mentiroso, para quien los límites ya no existen, para el que no hay freno y al que le importa un pito que los ciudadanos descubran sus mentiras.

Nos referimos al mentiroso que, además de plasmar en letra de molde sus mentiras, las organiza en un libro, paga un tiraje considerable y hasta una costosa presentación de su colección de mentiras; engañifa convertida en libro de texto para la legión de mentirosos.

El mentiroso patológico se llama Andrés Manuel López Obrador, autor del compendio de mentiras titulado 2018: La salida, decadencia y renacimiento de México. Mentiras presentadas como promesas de campaña para 2018. Y tal el tamaño de las mentiras que, según muchos especialistas, una aventura como esa podría llevar a México a una situación como la de Venezuela.

¿Y cuáles son las mentiras de AMLO, salidas de su puño y letra?

1. No aumentar impuestos y bajar el precio de la gasolina. 2. Producir en México toda la gasolina requerida. 3. Construir 2 refinerías: Campeche y Tabasco, a un costo de 420,000 millones de pesos. 4. Lograr crecimiento económico entre 4 y 6% anual al finalizar 2024. 5. Reconfigurar las refinerías de Tula, Salina Cruz y Salamanca, con inversión superior a 50,000 millones de pesos.

6. Mejorar el nivel de bienestar y cambiar el estado de ánimo de los mexicanos. 7. Erradicar hambre y pobreza extrema en México. 8. Becas, apoyos a la población y obras con costo de 550,000 millones de pesos. 9. Que la compra del voto sea solo un mal recuerdo. 10. Hacer que la delincuencia organizada esté acotada y en retirada.

Según el diario El Financiero, el costo del decálogo de AMLO es de $1"020,400'000,000.00. Es decir, no existe economía del mundo que lo resista. Más aún, según los economistas vinculados a AMLO, ese decálogo es totalmente inviable, tanto en su aspecto financiero como económico, social y político.

Es decir, se trata del decálogo de la mentira, escrito y firmado del puño y la letra de AMLO, quien además lo presume como la panacea: la fórmula mágica para salvar a México y al mundo.

¡Idiotas políticos, economistas y gobernantes del mundo...! ¿Cómo nunca se les ocurrió que todos los males de la humanidad se resuelven con decretos, con buena voluntad, con el deseo y la firma del iluminado que ordena hágase... y se hace?

Ya el columnista Pablo Hiriart, de El Financiero, demostró que es una idea descabellada -digna de un idiota- construir refinerías cuando en el mundo se han dejado de construir, además de que el costo-beneficio ya es obsoleto. ¡Pero es digno de un demente bajar impuestos y prometer que por ese decreto bajarán el cielo, la luna y las estrellas...!

Es copia de los decretos de Trump prometer que en México -también por decreto- la delincuencia y el crimen bajarán. ¿Recuerdan que la mayor manifestación contra la violencia se llevó a cabo en el gobierno de AMLO, en el DF? ¿Recuerdan que AMLO dijo que era "una manifestación de pirrurris"? ¿Llegará a Los Pinos un mentiroso patológico que exhibe sus mentiras, de puño y letra, en un libro?

El problema no es que un mentiroso se aviente la puntada de hacer un libro de sus mentiras. ¡El problema es que abundan los idiotas que creen esas mentiras!

Ricardo Alemán
(v.pág.21 del periódico Milenio Jalisco del 10 de febrero de 2017).

La palabra del año en 2016 fue la "Posverdad". Así la catalogó el diccionario Oxford. El neologismo apela a esa tendencia de las sociedades contemporáneas a privilegiar aquella información que agita la indignación, promueve la ira y enciende las emociones, subvalorando los hechos objetivos como tales. La opinión pública y publicada que se mueve aceleradamente entre escándalos, sin importar si podemos hacer una comprobación fáctica del suceso en cuestión. O como dijera John Locke, "Si la realidad no coincide con mis palabras, peor para la realidad".

La deriva hacia la consolidación del discurso político de la Posverdad tiene al menos 3 riesgos notables, que ameritan ser destacados. El 1o., injusticias colectivas. Las emociones como guía de acercamiento a la realidad nos condenan a creer lo que es verosímil, como un vídeo, sin indagar a fondo en el asunto. La sociedad como un tribunal sumario que condena a quien parece que es culpable. No importa si es verdad o no, lo que dice es injustificable. Culpable. Una deriva así atenta contra el Estado de Derecho, clarísimamente.

2o., mala información que produce malas decisiones. La baja credibilidad de los medios permite que el político se auxilie de aquello que una portavoz de la Casa Blanca llamó los "hechos alternativos", para mentir y dotar de veracidad a información radicalmente falsa.

Y 3o., una sociedad del escándalo permanente. Desde la definición del diccionario de Oxford, la Posverdad se entiende en estrecha comunicación con las emociones. La Posverdad agita al justiciero que hay en cada uno de nosotros. Agita la indignación con las instituciones y lo establecido. El escándalo, vieja táctica política pero que toma mayor relevancia con las redes sociales, se convierte en el gran objetivo del debate público. Fotos alteradas, vídeos editados, declaraciones fuera de contexto, todo se pone sobre la mesa. La discusión se estructura sobre la base de una mentira.

La 1a. acción para combatir lo que significa la Posverdad para la sociedad, es condenar el uso mismo del concepto. La Posverdad, como regla general, es una mentira envuelta con una palabra políticamente correcta y la apuesta intencional de confundir el debate público. La Posverdad es la transgresión del eufemismo, para situarse en la mentira encubierta. El mejor escondite para el impostor y el cobarde.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 12 de marzo de 2017).

No comprendo a qué viene acuñar ese tonto palabro de la posverdad, cuando en realidad queremos referirnos a las mentiras cochinas de toda la vida. No hace falta inventar términos: es una actividad inmunda con una vieja tradición en la historia de la humanidad. La mentira como crimen social y político.

Rosa Montero
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 2 de abril de 2017).

Octavio Paz escribió que "la simulación" forma parte de nuestra identidad nacional. Simulación como mentira, como abrigo del intruso, como máscara. El sistema político mexicano tiene su génesis misma en la simulación. Durante décadas se simularon elecciones, división de poderes, reformas, leyes, derechos humanos, transparencia. El viejo régimen se construyó en la simulación perpetua, ésa que servía para decir que México era una democracia o que la justicia era igual para todos.

La transición a la democracia no pudo desmontar la simulación como eje vertebrador del sistema político mexicano. Su naturaleza provocó que se enraizara en las instituciones un juego perverso de máscaras. Una conjunción entre gatopardismo, que todo cambie para que todo quede igual, y efectismo que nos tiene en un callejón de descrédito de la política y los políticos. Una auténtica simulocracia, cimentada en privilegiar el efecto mediático de una medida por encima de su eficacia, y una tendencia de nuestra clase política a instalarse en el cortoplacismo.

La simulocracia se auxilia de arreglos burocráticos complejos, pero que son desvirtuados en la práctica. De grandes intenciones que buscan ganar titulares en los periódicos, pero que no tienen ningún efecto en la vida diaria de los ciudadanos. Ejemplos hay muchos, pero hay que destacar algunos recientes. El Sistema Nacional Anticorrupción, ese entramado institucional que se encargará de combatir la corrupción en nuestro país. Toda una construcción complejísima, pero que evade los puntos neurálgicos que le darían eficacia. Fiscal anticorrupción sin autonomía. Declaración 3 de 3 sin máxima publicidad. Al Presidente de la República no se le puede juzgar por actos de corrupción. Conclusión, un bonito ejercicio de simulación.

O, tomando ejemplos locales, los ejercicios de ratificación de mandato en la zona metropolitana de Guadalajara o la alerta de violencia contra las mujeres del Gobierno del Estado. En el 1er. caso, un proceso de ratificación organizado, comandado, estructurado y calificado por la propia autoridad municipal. No hay contrapesos institucionales y tampoco autonomía del árbitro. El ciudadano puede ratificar o revocar, por supuesto. Pero también los mexicanos podíamos votar en el priato cuando las elecciones las organizaba y regulaba la Secretaría de Gobernación. La credibilidad y la legitimidad de un proceso de participación ciudadana, sea una elección o una ratificación, es la independencia entre los jugadores y el árbitro. Aquí no lo vemos por ningún lado.

Qué decir de la alerta de violencia contra las mujeres. Más del 40% de las mujeres sufren violencia de género y el Gobierno del Estado decide invertir 25 millones de pesos en la defensa de las mujeres. Y ni siquiera son recursos adicionales, sino simplemente reorganizar el gasto y etiquetar bolsas, ya existentes, a los objetivos decretados por la alerta. Y luego nos preguntamos, ¿Por qué no funciona la alerta? Simple: fue todo producto de una respuesta coyuntural de un gobierno que intentó salir al paso de las críticas, pero sin la menor intención de atacar el problema de fondo.

Podemos enumerar casos hasta la saciedad. La simulación es una respuesta de la clase política ante los desafíos del presente, que evita meterse a lo profundo de los problemas políticos. Sucede con los escándalos de corrupción. La personalización de problemas que son sistémicos. ¿Qué pasó con Vega Pámanes? ¿Con descuartizarlo mediáticamente tuvimos? ¿Por qué no hay un planteamiento de reforma estructural al poder judicial o sólo era quitarlo a él porque ya no era funcional? ¿O con el auditor? ¿Por qué no hay ninguna investigación abierta por los casos de presunta corrupción de los que se le acusa? O el TAE, ¿todo se reduce a la presunta corrupción del magistrado Alberto Barba? Vega Pámanes, Godoy o Barba deben responder ante los jueces y ante el Congreso, pero lo que nos importan de estos 3 íconos de la descomposición institucional no son sus casos aislados, sino ser la punta del iceberg de una trama que posiblemente involucra a la clase política, a los tribunales, a los ayuntamientos y a la iniciativa privada.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 2 de abril de 2017).

La información disponible respalda la tesis de que los normalistas, que habían robado varios autobuses, fueron detenidos en Iguala por policías municipales y entregados a policías de Cocula, quienes los transfirieron a sicarios del grupo Guerreros Unidos. Éstos los ejecutaron por considerarlos miembros de una banda rival, Los Rojos. Por lo menos algunos de los normalistas, vivos o muertos, fueron quemados en un basurero en Cocula.

Los líderes de Ayotzinapa, un movimiento político, se han negado a aceptar esta versión. Sus razones son ideológicas. Para ellos sólo hay una explicación posible: "fue el Estado". Ésta es la versión que favorece su lucha para acabar con el sistema político y económico de nuestro país.

Innumerables testimonios, registros telefónicos y pruebas periciales avalan, sin embargo, la llamada verdad histórica. Los líderes de Ayotzinapa afirman que todos los testimonios son producto de la tortura y todas las pruebas falsas. Proponen explicaciones alternativas, como la de un 5o. autobús que supuestamente transportaba heroína a Estados Unidos, pero hasta ahora son simple especulación. Nunca se ha encontrado la droga de ese 5o. autobús, el cual sólo daba servicio regional, no a la Unión Americana, mientras que todos los normalistas que iban en ese autobús sobrevivieron.

La versión de que los normalistas fueron asesinados y quemados la dio a conocer originalmente el padre Alejandro Solalinde, un feroz crítico del gobierno a quien los líderes de Ayotzinapa públicamente ordenaron callar. Las bolsas con restos humanos, entre ellos de 2 normalistas, fueron encontradas en el río San Juan porque uno de los sicarios de Guerreros Unidos, Agustín García Reyes, El Chereje, llevó a los investigadores. Los líderes de Ayotzinapa dicen que no era posible quemar en el basurero a los 43 estudiantes y afirman que las bolsas con restos humanos fueron plantadas, pero especialistas reconocidos, como el estadounidense John De Haan, han señalado que los cuerpos sí pudieron ser quemados en el basurero, mientras que el traslado y trabajo en el río San Juan está documentado en video.

Una vez más, no es cuestión de dogma. Es importante saber qué pasó en Iguala y Cocula para castigar a los responsables. Lo merecen los propios normalistas. Mentir por razones políticas es moralmente inaceptable.

Sergio Sarmiento
(v.periódico Mural en línea del 7 de abril de 2017).

Aunque habrá quién me diga, que el INE y demás centros de negocios electorales todavía no dan el silbatazo inicial, que solo ellos creen importa, en la vida real nos encontramos en plena temporada electoral, donde el nivel de ruindad humana se incrementa a simas insospechadas haciendo que dudemos de si en ese estado sea posible mantener un mínimo de humanidad.

No gusto de las encuestas, no las descalifico pero en mis decisiones no las tomo en cuenta, ahora que son tantas y tan variadas que alguna tendrá el resultado correcto, por mi parte, gane quien gane, tengo la absoluta certeza de que seguramente hay un perdedor: el pueblo.

Pero esta temporada crea en la raza pelona un estado de incertidumbre ya que no pueden creerse muchas de las noticias que leeremos, porque llevarán determinado interés falso o parcialmente verdadero, que es otra forma de mentir y eso es incómodo en la medida que en muchos grupos y en algunos colectivos y hasta en familias, que formalmente no están interesados ni en las acciones de gobierno ni menos en elecciones a tener conflictos entre si, no por interés sino porque el enojo social producirá que no busquemos quién nos la hizo sino quien nos la pague, lo que es cuando menos incomodo.

Cada quien tendrá sus razones para actuar, todas respetables, para mí es que casi todas las acciones gubernamentales deben verse como un negocio, mire usted, prácticamente todos los programas y acciones de gobierno, o cuando menos la mayoría de estas, pueden verse como tales y o no son necesarios ni indispensables cuando menos para la mayoría de los ciudadanos y esto debido a que los presupuestos gubernamentales, en sus tres niveles escapan al entendimiento de las cantidades que las forman, cientos, miles y millones de millones son dilapidados y se sospecha, por ser imposible comprobar que hay malos manejos o que hay mucho dinero por debajo de la mesa; esto a pesar de la agobiante publicidad oficial exaltando las obras y acciones.

Algunos creen que la solución puede ser una mayor acción de la sociedad civil y pueden tener parte de razón pero tampoco podemos ignorar que la tentación y el contagio del poder pueden tentar a muchos miembros de estos colectivos a ingresar al goce de los dineros públicos y así hemos visto como muchos miembros de dicho sector que después de luchar por causas legítimas los vemos transformados en funcionarios gozosos de los dineros oficiales y con acciones idénticas a las que antes criticaban.

De esa forma prepárese para aguantar un alud de declaraciones que convertirán a nuestra patria en un reino de mentiras.

Carlos Enrigue
(v.pág.5-B del periódico En Informador del 2 de julio de 2017).

Antes, aunque usted no lo crea, las autoridades nos mentían y ya. En la modernidad ya no nos mienten, simplemente nos comunican verdades parciales, lo que según muchos es simplemente otra forma de mentir.

Carlos Enrigue
(v.pág.3-B del periódico En Informador del 9 de julio de 2017).

2 organizaciones, Horizontal, que es un colectivo multidisciplinario dirigido por 2 periodistas, y Bicitekas, que además de organizar paseos en bicicleta por la capital busca influir en las políticas públicas sobre movilidad y medio ambiente, lanzaron en las redes sociales #Verificado19S, mediante el cual intentan contrarrestar con información real la falsa y los rumores que corren con impunidad por el mundo virtual, generando desinformación y contrainformación. Los rumores, aquellos de personas bien intencionadas que responden a emociones sin corroborar la veracidad de lo que difunden, y de los que impulsan intereses políticos o incuban rencores, desestabilizan, desvían la atención, agotan y obstaculizan la respuesta rápida en momentos de crisis. La mezcla de verdades y mentiras, desatadas por la acción del gobierno de Graco Ramírez en Morelos, inyectó combustible a una sociedad empapada de ansiedad y temor frente a lo incierto de la naturaleza y a su certidumbre de que todo lo oficial apesta, es corrupto y, por definición, hay que rechazarlo.

La realidad no es maniquea. La vida no se mueve únicamente entre extremos, donde uno es bueno y el otro es malo, o blanco o negro. "La polarización de la sociedad con medios que la alimentan, sólo crea más polarización", dijo Sudeep Reddy, director editorial del respetado portal estadounidense Politico, en una conferencia en el Texas Tribune Festival en Austin. "Estar bajo el ataque de los extremistas es muy difícil de enfrentar. Son ataques retóricos por la batalla de los políticos". Los ataques superan a la información verificada y aplastan al debate informado. "Hay mucho ruido en las redes", secundó Peter Hamby, director de noticias de Snapchat, y conductor de su popular programa Good Luck America.

Los 140 caracteres de Twitter, la poderosa y rápida plataforma de información, desinformación, rumores, pasiones, sensaciones y odios, no crean información ni desenmarañan las complejidades de la realidad. No dan contexto ni explicaciones. "Gritan", abundó Reddy. Las redes sociales han reducido los periodos de atención en las plataformas digitales, y son fáciles de hacerlos explotar. Al cruzarse con tragedias, todo se complica, como sucedió con los miles afectados por los sismos, donde hubo actitudes que sin pretenderlo se volvieron letales, y aquellos que escondidos en el anonimato, trataron de tensionar y romper el tejido social.

Lo que sucedió el viernes y sábado con las víctimas del sismo es un ejemplo. Parar la ayuda en la Ciudad de México en rechazo a las instituciones, no debía pasar y pasó. La gente reaccionó ante la sandez de las autoridades morelenses y cobraron facturas a quienes menos debían. Es cierto que la autoridad ha abusado por años de los gobernados, pero no deja de haber responsabilidad en aquellos incapaces de discernir o que, entre tanto alboroto, buscan sacar raja política bajo la máscara de la ciudadanía.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.5-A del periódico En Informador del 26 de septiembre de 2017).

Noticias falsas, tramposas, engañosas, arregladas, inventadas, calumniosas, mal intencionadas y en fin, todo lo que signifique alejarse de la verdad y de la objetividad.

Ésta es la nueva realidad virtual que tenemos que enfrentar.

La tecnología nos ha traído también este pernicioso arte de editar y montar una mentira.

Un video, una grabación de voz o una fotografía ya no es un testimonio de la objetividad, pues se pueden crear todo tipo de opciones y con ellas levantar falsos a quien sea.

Los recursos que tienen los expertos, y con las herramientas adecuadas casi cualquier persona, se pueden hacer unas excelentes ediciones y montajes de tal manera de que lo artificial se puede hacer parecer a algo natural. De igual manera algo que ni sucedió ni se dijo, se puede lograr adjudicar a una persona, incluso sin que esta persona esté presente.

O simplemente lo que aconteció en otro escenario plantarlo en otro al capricho del inventor y distribuirlo como si se tratara de algo que sí pasó.

Estamos atrapados entre la realidad y lo virtual, entre la verdad y el engaño, entre los hechos y la fantasía.

El problema se agrava si con esa manipulación hacemos campañas políticas de prestigio o desprestigio de un candidato, o si con esa mercadotecnia queremos inducir el voto en favor o en contra de un partido.

Además todo circula libremente y fluye de una manera exponencial en los aparatos de millones de personas, que regularmente se alimentan de toda la chatarra virtual que existe, sin reflexión ni juicio alguno. Es decir, fácilmente se lo creen.

Las campañas políticas se ganan hoy en este mundo virtual y de redes sociales, en donde resulta que en vez de acarreados, despensas y falsas promesas, tenemos las "fake news".

Una trampa noticiosa que igual sirve para asustarnos con algún complot, una guerra nuclear o un asesinato que no tienen nada de cierto y verdadero. Pero que llegan a circular viralmente sin la censura de la verdad ni de ninguna autoridad.

El poder de manipular la percepción y la mente humana han transformado los hechos en ilusiones, en apariencias, en un espejismo que hace de lo imaginario una realidad que reduce la manera de distinguir entre lo verdadero y lo falso.

Estamos entrando en un lío intelectual, pues la lógica ahora se enfrenta con su enemigo principal... la fantasía. Así las personas consumen más las novelas que los hechos y la confunden con la realidad misma.

Mientras se descubre el antídoto contra esta tremenda manipulación, en favor de lo falso, estamos a merced de lo que nos ofrecen los falsificadores de la realidad y la verdad.

Son tiempos de reflexión, de promover la conciencia para detenernos a pensar antes de reenviar una noticia falsa y ser un cómplice más de la mentira y de la manipulación.

Guillermo Dellamary
(v.pág.8-A del periódico En Informador del 15 de febrero de 2018).

¿De verdad existen ciudadanos sensatos que puedan creer en la palabra de [López] Obrador? Muchos dirán que es congruente entre las locuras que pregona y su quehacer político. Otros creen que, en efecto, hará realidad la destrucción del país.

Sin embargo, la historia confirma que López Orador miente y engaña todos los días y ante todos los auditorios que se presenta, sobre todo miente en temas clave para su ambición de poder. ¿Lo dudan?

1. AMLO faltó a la verdad cuando dijo que cumplía el requisito de residencia en el entonces DF. Consiguió la candidatura a jefe de Gobierno gracias a una negociación política con Ernesto Zedillo. Mintió.

2. Ya como jefe de Gobierno siempre dijo "denme por muerto" para la aspiración presidencial. Mintió.

3. En los previos a la elección presidencial de 2012 pregonó por todo el país que, de perder la elección, se retiraría a su rancho, "La Chingada". Mintió.

4. Durante décadas pregonó un "juarismo" a toda prueba. Cuando era jefe de Gobierno estableció una vergonzosa alianza político económica con Norberto Rivera, arzopisbo primado de México, y hoy estableció otra alianza con el ultraderechista PES. Juarista de sotana. Mintió.

5. Se dice "maderista", pero todo indica que AMLO terminará en favor de la reelección. La suya, claro.

Ricardo Alemán
(v.pág.20 del periódico Milenio Jalisco del 9 de marzo de 2018).

Desafortunadamente, la mentira y las noticias falsas, tienen cada vez más presencia en la red y en las declaraciones de los políticos, y claramente pueden influir en la decisión de los ciudadanos el próximo 1º de julio.

Julio Madrazo
(v.pág.5-A del periódico En Informador del 14 de marzo de 2018).

Si usted no tiene nada que ver con los medios ni las redes sociales, déjeme empezar por confirmarle que sí, efectivamente, sí existe un negocio de las noticias falsas, que se disfrazan y se mimetizan, tan, pero tan bien, que pasan por verdaderas.

¿Qué si es algo nuevo? No. Definitivamente no. Inventar noticias que parezcan informaciones verdaderas es un tema que quizá venga desde tiempos ancestrales, pero que nunca antes había tenido tal potencia destructora como la que hoy les proporcionan las redes sociales.

Y mucho menos con una memoria tan gigante que mantiene vivas y latentes las mentiras, al alcance tan sólo de un buscador, que parece no dar ni calma ni olvido a quien llega a padecerlas.

Que haya gente ruin, lacra, que busque lucrar con la difusión de noticias falsas, aderezándolas con datos que las hagan parecer como ciertas, tampoco es nuevo. Ese tipo de personas siempre han existido. Y seguramente seguirán existiendo y hasta multiplicándose en los próximos años.

Porque si antes eran pocos los que tenían acceso a los medios convencionales para posicionar mentiras de mayor alcance, ahora todo mundo tiene acceso a las redes sociales. Y con ellas, a la construcción masiva de mentiras disfrazadas de noticias y hasta de trabajos periodísticos. Pero que ahí están, contaminando el ambiente del periodismo serio, profesional.

Porque nunca antes quienes engañan habían tenido tan a su alcance herramientas (que usan como armas) tan bondadosas o maléficas, como se le quiera ver, que les permiten hacer tanto daño y tan rápido.

Y con una ventaja enorme: el anonimato. O el escondite perfecto entre las masas que navegan por la gigantesca nube.

Porque en estos tiempos, como diría hace poco más de 3 siglos Jonathan Swift, en 1710, conforme a una nota de la BBC en 2016, "la falsedad vuela y la verdad viene cojeando tras ella". Y no siempre la alcanza, agregaría yo.

Menos en este tiempo, en el que mentir en las redes, inventar falsedades desde el anonimato, crear portales disfrazados de espacios periodísticos, se vuelve tan sencillo como las complicidades con las que se enlazan.

Sí. Es un negocio contante y sonante. Pero no sólo monetario.

Ciertamente el dinero es lo que más los mueve. Lo que los sustenta. Lo que los origina. Y para obtenerlo extorsionan, medran, publican falsedades, por iniciativa propia o por encargo.

Pero no, no son la única motivación de este negocio. Porque el negocio de las noticias falsas no sólo alimenta los bolsillos de gente sin ética ni escrúpulos, también alimenta y se nutre al mismo tiempo de odios, venganzas, frustraciones y envidias, laborales o personales.

Y estas últimas, a veces, muchas veces, pueden ser las más peligrosas. Las más denigrantes. Y hasta cierto punto, también, las más comunes. Porque son las que nacen, como dirían los clásicos no tan clásicos, de las pasiones humanas.

Y todas, todas estas mentiras disfrazadas de noticias han venido caminando por una carreta digital sin freno.

Hasta hace poco en que diversos proyectos (verificado.mx el más reciente y seguramente muy exitoso en el ámbito político) han buscado ponerles ese freno que se ocupa, ese alto en el camino que se requiere para, primero, evitar que se propaguen, que se compartan, que circulen en cadena; y segundo, para identificarlas y denunciarlas con todas sus letras como una mentira, como una falsedad.

En hora buena, por todo ello, por los proyectos que buscan desenmascarar esas noticias falsas que tienen su origen en el negocio de la mentira disfrazada de periodismo. Ojalá y logren su cometido.

Carlos Avilés Allende, director general de Comunicación y Vinculación Social en la SCJN
(v.pág.5-A del periódico En Informador del 17 de marzo de 2018).

Ayer se llevó a cabo una más de las manifestaciones que mensualmente, cada día 26, realiza un grupo de padres y militantes del movimiento de Ayotzinapa. Una vez más se exigió que la PGR no dé carpetazo al caso, pero también que descarte las declaraciones de los presuntos responsables que afirman haber sufrido tortura.

La privación ilegal de la libertad y presunto homicidio de los 43 normalistas de Ayotzinapa es un crimen terrible; pero los líderes del movimiento, que no son necesariamente los padres de los normalistas, han estado más interesados en utilizar la tragedia para propósitos políticos que en establecer la verdad sobre lo sucedido la noche del 26 al 27 de septiembre de 2014. Para ellos lo importante es comprobar que el crimen fue una desaparición forzada ordenada por el Estado, lo cual permitiría juzgar por crímenes de lesa humanidad a los responsables, incluyendo quizá al presidente Enrique Peña Nieto. El problema es que la información disponible no avala esta versión de los hechos.

La investigación oficial sugiere que los estudiantes, que habían robado autobuses en Chilpancingo e Iguala, fueron detenidos con violencia por policías de Iguala y remitidos a Cocula. Ahí, policías locales los entregaron a integrantes del grupo criminal Guerreros Unidos, quienes los mataron, los quemaron en el basurero municipal y tiraron los restos a un río. La versión es inaceptable para el movimiento de Ayotzinapa porque no es una desaparición forzada ordenada por el Estado.

Los líderes, apoyados por el llamado Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), cuestionaron la posibilidad de un incendio en el basurero de Cocula. Uno de sus miembros, José Torero, peruano, afirmó que era imposible la quema de los 43 cuerpos. Un nuevo estudio con 3 expertos propuestos por la PGR y 3 por el GIEI, incluyendo nuevamente a Torero, determinó que el fuego sí pudo haber quemado a cuando menos 17 cuerpos, de los cuales se encontraron restos, y quizá a los 43. Torero fue el único en desacuerdo con la conclusión.

La Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas presentó el 15 de marzo un informe titulado "Doble injusticia", que dice que encontró "fuertes elementos de convicción sobre la comisión de tortura, detenciones arbitrarias y otras violaciones de derechos humanos" en 34 de los 129 detenidos. Los líderes del movimiento han pedido que se anulen las declaraciones de estos 34, lo cual podría dejar en libertad a presuntos asesinos de los normalistas. La PGR ha respondido que, si acaso hubo torturas, éstas fueron excepcionales y que las acusaciones aún están siendo investigadas. De los 50 casos analizados, dice un funcionario mexicano, sólo se han encontrado 2 aparentes casos de tortura física, pero los involucrados se han negado a someterse a los exámenes psicológicos. Los acusados se quejan de tortura porque éste es un camino fácil para lograr su liberación.

La versión oficial de lo sucedido, sin embargo, se basa más que en declaraciones de los detenidos. Hay pruebas periciales, registros telefónicos y un cúmulo de información técnica. Por eso los jueces han iniciado proceso en 129 casos y han emitido 20 condenas. Sólo hay 6 órdenes de aprehensión por cumplimentar.

Uno debería suponer que los padres de los normalistas estarían más interesados en determinar qué sucedió con sus hijos que en apoyar un movimiento político. Muchos, efectivamente, se han distanciado de la causa. Para los líderes, sin embargo, la única verdad aceptable es: "Fue el Estado".

Sergio Sarmiento
(v.periódico Mural en línea del 27 de marzo de 2018).

Pareciera que cada día muchos políticos pretenden -y desafortunadamente en no pocas ocasiones lo logran- alcanzar el poder o ciertas posiciones de influencia. Algunas veces mintiendo una y otra vez sobre los muy diversos temas que atraen o molestan a la gente. En ocasiones con verdades a medias, en otras aprovechando cierta ignorancia de la gente y, en algunas más aprovechando de manera perversa la necesidad de los que menos tienen y/o de los que quieren más.

En lo personal considero desmoralizante el que cada vez haya más jóvenes que recurren a la mentira con tal de salirse con la suya. Gente con muy buena preparación académica, que metidos a "políticos" no tienen la más mínima ética, ni moral, y engañan a esos segmentos de mercado antes mencionados, que por comodidad prefieren dejar en manos de otros -o hasta de la Divina Providencia- la resolución de todos sus problemas.

Joseph Goebbels, asesor en materia de propaganda de Adolfo Hitler, estableció en sus estrategias mediáticas para convencer a la población, que sus objetivos tenían que ver con alcanzar una mejor calidad de vida de la raza aria, y para los cuales no existía diferencia alguna entre mentir o difamar, siempre y cuando se haga de manera permanente y metódica.

Incluso, por momentos pareciera que la competencia de hoy tiene que ver más con determinar quién dice más y mejores mentiras (mismas que son reproducidas incesantemente a través de las redes sociales y sus infaltables trolls) que con quienes van a dirigir el destino del país en sus 3 ámbitos de gobierno.

Cuauhtémoc Cisneros Madrid
(v.pág.11-A del periódico El Informador del 7 de mayo de 2018).

No es extraño que en los últimos tiempos fallen las predicciones de las encuestas, si cada vez son menos quienes responden con la verdad. Miente uno por sistema, y así también condena la mentira; opina con frecuencia para el consumo ajeno, dice lo que supone que le toca decir y evita las verdades y asperezas igual que en otros tiempos las palabrotas. Luego, puertas adentro, se desquita de tanta hipocresía haciendo justamente lo contrario de cuanto cacareó.

La coexistencia múltiple de verdades postizas, contradictorias y, el colmo, equivalentes, da a la calumnia rango de hecho histórico y abre tantas rendijas a la vida privada que la hace parecer un lujo desechable. Si las viejas verdades, con sus anquilosadas evidencias, están desprestigiadas por inconvenientes, hay que ver la apestosa conveniencia de relativizar y hacer valer las mentiras más obvias, en razón nada más que del confort, cual si aquella promesa de la aldea global desembocara al fin en un pueblo de mierda donde no hay más verdad que la mentira ni mejor evidencia que el recelo.

Xavier Velasco
(v.pág.3 del periódico Milenio Jalisco del 19 de mayo de 2018).

Un aforismo muy aceptado entre los criminólogos sostiene que "cada día que pasa nos aleja de la verdad". Pretender que la "Comisión de la Verdad" creada por el presidente López Obrador para retomar las investigaciones del "Caso Ayotzinapa", 4 años después, subsane las posibles omisiones e imperfecciones en que se hubiera incurrido, y llegue a conclusiones sustancialmente diferentes a las que hasta ahora se han planteado con respeto a ese episodio, es ilusorio.

De entrada, por más que quienes han explotado en dolor y la indignación -legítimos ambos- de familiares, allegados y compañeros de los 43 estudiantes desaparecidos a finales de septiembre de 2014, han convertido el Caso Ayotzinapa en bandera política, la verdad, en lo esencial, chocante y todo, se conoció a las pocas semanas de los hechos. La "conclusión" de que, "puesto que no se ha demostrado que estén muertos, los 43 jóvenes están vivos", es -para decirlo amablemente- simplemente fantasiosa.

Varios estudios serios, independientes, corroboran el informe del entonces procurador, Jesús Murillo Karam. Jorge Fernández Menéndez, en "La Noche de Iguala" (Ed. Cal y Arena, 2018), refiere: "Los jóvenes (...) fueron secuestrados por policías municipales, entregados por éstos a sicarios del cártel Guerreros Unidos. Fueron asesinados y la mayoría de ellos (entre 17 y 19 seguramente) incinerados en el basurero de Cocula. Las cenizas, arrojadas al río San Juan".

Después, las versiones de que "el Estado" (entiéndase "el gobierno") decidió y perpetró la masacre, carecen de sustento... aunque hubiera indicios de que el entonces gobernador, Ángel Aguirre, el círculo político del presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca, y su esposa, María de los Ángeles Pineda, tenían vínculos de complicidad con los narcotraficantes. Éstos (op.cit.) "pensaban que los jóvenes eran parte de un ataque del cártel de Los Rojos contra su plaza (...). La gran mayoría de los jóvenes (...) fueron sacrificados sin siquiera saber por qué perdían la vida".

Las imperfecciones procesales que derivaron, hace pocas semanas, en la liberación de 3 de los presuntos asesinos, no desmienten, en lo esencial, sus declaraciones. Es probable que los estudios de laboratorio de los restos óseos calcinados, encontrados en el basurero de Cocula, recomendados por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, refuercen los indicios de que las cosas sucedieron como se ha informado... aunque los oportunistas que encontraron un filón en el dolor de los deudos de los 43 estudiantes, se empecinen en mantener viva, más que una ilusión colectiva, una mentira.

Jaime García Elías
(v.pág.11-A del periódico El Informador del 5 de diciembre de 2018).

Mucho se habla de la corrupción en México, pero poco se habla de sus raíces. En la mayoría de los casos surgen desde temprana edad en la familia, por ejemplo, cuando los niños se habitúan a escuchar aquella frase cotidiana de "dígale que no estoy". Las mentiras piadosas con el tiempo se hacen costumbre y crecen en dimensión. Esta deshonestidad cotidiana es el origen de la corrupción, contrario a la opinión de que ésta se debe únicamente a la impunidad.

El hábito de la mentira está impregnado en nuestras interacciones diarias. Sin embargo, nosotros mismos no lo vemos así. Esto es uno de los hallazgos de un notable estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México, "Los mexicanos vistos por sí mismos" (2017) que en 26 tomos aborda un amplio espectro de temáticas sobre México y los mexicanos. Uno de los temas más relevantes del estudio son las opiniones sobre la corrupción y la honestidad, un cúmulo de contradicciones que evidencian la ardua tarea por delante para mejorar los niveles de corrupción en el país.

92% de los mexicanos opina que hay corrupción y 70% piensa que es uno de los principales problemas del país. Una mayoría (64.7%) no considera que en 3 años las cosas mejoren y opinan que es responsabilidad del gobierno acabar con ella (86.9%).

Aun cuando se asocia la corrupción con servidores públicos, es interesante que más de 70% cataloga como actos de corrupción asuntos que no tienen nada que ver con el gobierno como: comprar exámenes, alterar los medidores de luz, alterar las básculas en los mercados, fingir una discapacidad para pedir limosna, vender una tarea, vender un automóvil sin mencionar sus fallas, copiarse en un examen, llevarse material escolar o pertenencias de otros alumnos, cobrar por dejar estacionarse en la vía pública, presentar justificantes médicos falsos, alterar los relojes checadores, usar sin autorización la red inalámbrica del vecino, ausencia de maestros sin justificación, tomar el periódico del vecino, decir a otra persona que no se encuentra cuando lo buscan, impresión de documentos no laborales en la oficina, llamadas personales a larga distancia desde la oficina, entre otros. La lista es interminable.

Extrañamente estas mismas personas que asocian estas actividades de carácter privado con corrupción, son las mismas que mayoritariamente asocian la palabra corrupción con "función de gobierno y malos políticos" (52.6%) y supone que hay más corrupción en el sector público que en cualquier otro espacio (un 73.8%). Todavía más sorpresivo ante la pregunta de dónde considera usted que se realizan los primeros actos de corrupción, un 47.6% dice que en el gobierno y un 11.5% en los partidos políticos. En niveles muchos más bajos lo ven suceder en la colonia, el trabajo, el sector privado (3.3%) y en la familia.

Esta misma sociedad, que en 77.4% valora que es muy importante que se respeten las leyes, 43.3% reconoce pagar por agilizar un trámite. Esto evidencia, como he venido diciendo desde hace varios años, que la corrupción es trabajo de todos y un tema que se debe abordar desde la perspectiva cultural y social. No podemos calificarnos en honestidad en rangos de 8 y 10 cuando somos parte de un engranaje social que nosotros mismos aceptamos, no es honesto. Según el Dr. Daniel Ariely un respetado experto en neurociencia y comportamiento humano, en su libro "La (honesta) verdad sobre la deshonestidad" argumenta que engañar es contagioso y que una sociedad será tan deshonesta como le sea posible, siempre y cuando para los demás esa deshonestidad no sea tan grave.

Se logrará muy poco con leyes y mecanismos anticorrupción institucionales cuando no somos capaces de analizarnos a nosotros mismos y asumir la responsabilidad como sociedad de ser honestos, empezando por nuestros hábitos familiares.

Jacques Rogozinski
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 25 de febrero de 2019).

Hay una especie de dispensa general de toda argumentación como si lo racional fuere consumido por la magia. Basta afirmar para demostrar la validez de cualquier cosa. Lo importante es generar el aplauso. Así se digan mentiras mayúsculas.

La realidad a la cual nos vemos expuestos es muy complicada. Pero negar la problemática para creer en cuentos de hadas, es un efecto contraproducente. La técnica ya es imparable y por más que intentemos negarla seguirá avanzando. La sociedad del conocimiento ha sido bloqueada (entre más temporalmente mejor) por la política. Y creo obedece al miedo a la pérdida de control y de ejercicio de la libertad. La política puede ser sustituida en buena parte por algoritmos. Están amenazado su ámbito del poder. Eso es una realidad. El poder contra el conocimiento.

Sergio Aguirre
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 8 de marzo de 2019).

La selección de palabras del presidente Andrés Manuel López Obrador para explicar lo que no existe y construir una realidad en el imaginario colectivo es un prodigio. No porque mentir lo sea, sino porque refuerza su narrativa de cómo la 4a. transformación avanza pese a las adversidades, desafía los molinos de viento que esparcen la corrupción y pretenden impedir la metamorfosis del régimen a través del newspeak, la neolengua que inventó George Orwell en su novela "1984" para el control de las masas. Su palabra no ha perdido poder, está aumentada, por lo que la explicación de su realidad se incuba, al menos por ahora, en la realidad de la mayoría.

Los mensajes relacionados con la evaluación de los primeros 100 días de su gobierno aportan pruebas. El lunes en Palacio Nacional, dijo: "La economía afortunadamente está en marcha, aún crece poco, pero no hay ni asomo de recesión como quisieran nuestros adversarios conservadores o como pronostican de mala fe sus analistas". La frase contiene 2 ideas fuerza. "Conservadores", que es como identifica a todos, en la derecha, la izquierda y el centro que sean críticos o discrepen de lo que plantea, que es parte del discurso ideológico que ha utilizado desde la campaña presidencial, recreando la lucha de los conservadores contra liberales en el Siglo XIX, y "recesión", sobre lo cual ningún analista o institución ha hablado.

La recesión es diagnosticada una vez que se dieran 3 periodos (trimestres) consecutivos con un crecimiento negativo. Lo que han señalado analistas e instituciones es una desaceleración económica en México que, por cierto, están experimentando prácticamente todos los países en el mundo. Esta desaceleración tiene preocupados a todos, e incluso en Estados Unidos hay voces que están anticipando el arribo de una recesión, con diferentes impactos: ligera, dicen unos, o fuerte, con el estallido de una crisis mundial similar o peor a la que se vivió en 2009.

La forma como lo plantea López Obrador es conspiracionista. Hay razones internas, producidas por su administración, que ayudan a explicar la desaceleración que existe: la inexperiencia de su equipo, que provocó un subejercicio de 24% en el gasto programado durante los primeros 30 días de gobierno, y que no parece haber sido subsanado; acciones como la cancelación del nuevo aeropuerto y la suspensión de las rondas energéticas, que frenaron las inversiones y por tanto las posibilidades de crecimiento; la purga burocrática y la política de austeridad que tiraron el empleo y el consumo, que se vio afectado también por el desabasto de combustible, y por un factor externo, las condiciones climatológicas que afectaron las cosechas. Por su visión de que todo el pasado fue peor y el futuro será mejor, que es el motor para impulsar el cambio, él litiga permanentemente con todo aquello que no les es incondicional y lo enmarca en la lucha política. De ahí el remate desafiante a la frase sobre la recesión: "Se van a quedar con las ganas".

En otro campo, el martes en la conferencia de prensa matutina en Palacio Nacional respondió a una pregunta sobre la inseguridad y la violencia, y dijo que aún no la vencen, pero que la estaban conteniendo. "Contención" fue la palabra que utilizó para explicar que la violencia se ha detenido o frenado, agregando que los índices delictivos se mantienen similares a los que les dejó el gobierno de Enrique Peña Nieto. La idea de que si bien aún no hay éxito en la búsqueda por la pacificación del país que prometió tampoco hay retroceso, queda sembrada en el 80% de los mexicanos que lo apoyan en prácticamente todo, pese a que esta afirmación no se sostiene.

Pero según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la incidencia delictiva se incrementó 9.03% en los 32 estados del país en enero, un mes después de asumir la Presidencia López Obrador. En cuanto a homicidios dolosos, se abrieron 11.5% más carpetas de investigación que un año antes, y el número de víctimas se elevó 10%. En la Ciudad de México, su bastión, donde controla absolutamente todo a través de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, el homicidio doloso se elevó 80% en enero, en comparación con el mismo periodo del año pasado. Los secuestros, que venían a la baja, se dispararon. De acuerdo con la organización Alto al Secuestro, de diciembre pasado a enero de este año, se elevaron 50%, y el número de víctimas se incrementó 51%. Estos datos no reflejan contención, sino desbordamiento.

El discurso de López Obrador esconde en la retórica la realidad, y fabrica la suya para consumo del alto número de mexicanos que lo escucha y sin mayor proceso analítico, le cree. Newspeak es como le llamó Orwell a la construcción de ese lenguaje que en su novela suprimía el libre pensamiento y el individualismo. El lenguaje de Orwell es un estudio de cómo coinciden la lingüística y la sicología, de acuerdo con los expertos. Teóricamente se podría argumentar el mismo efecto en el caso de López Obrador, aunque su enfoque es completamente político.

El presidente gana tiempo y hace un control de daños. La contención de la delincuencia es para abrir el espacio para que empiece a funcionar la Guardia Nacional, de la que está aparentemente convencido que será la solución al fenómeno, mientras que hablar de recesión le permite clamar victoria a finales de año cuando, ante el altamente probable crecimiento mediocre, afirme que lo que evitó fue el decrecimiento. Él no pierde. Hasta ahora, y mientras millones de mexicanos sigan atrapados en su newspeak.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 13 de marzo de 2019).

Todos los políticos mienten. Esa es la visión popular, la imagen que hemos creado de la política. Para no pocos mexicanos mentir es sinónimo de hacer política y los políticos se quejan amargamente de que en automático se les aplique el calificativo, que la gente no les crea. Pero ni modo, se lo han ganado a pulso, quizá no en lo individual pero sí como gremio; son los reyes del eufemismo que raya en la falsedad. Todos los políticos llegan al poder diciendo que ellos no mentirán. De hecho, López Obrador basó su campaña en el compromiso de no mentir y no engañar al pueblo. Pero ¿dónde está el límite entre la mentira y las hoy mal llamadas verdades alternativas?

¿La verdad alternativa es una mentira disfrazada o solamente una forma distinta de ver las cosas? Ver las cosas desde un punto de vista distinto cambia la interpretación, pero no la realidad. Esto es, podemos discutir el significado del hecho o el dato, pero no el dato o el hecho mismo. Una de las frases favoritas del presidente para evitar el debate ha sido decir "Yo tengo mis datos". Cuando se trataba de encuestas, instrumento favorito de los políticos para mentir, la frase era solo un reflejo. Cuando se trata del gobierno y la toma de decisiones las verdades alternativas son un camino peligroso y sin retorno.

La fe mueve montañas, dicen los creyentes, pero nunca he visto que alguien diga que la fe mueve las perspectivas económicas.

El camino de las verdades alternativas se basa en el descrédito, muchas veces ganado a pulso, de las instituciones generadoras de información, las gubernamentales y los medios. El problema es que esa ruta no nos lleva a construir nuevas fuentes más confiables sino simple y llanamente a la desvalorización de la información, a sociedades que caminan a ciegas por los oscuros caminos de la posverdad.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 5 de abril de 2019).

La neurociencia nos está permitiendo conocer cada vez mejor el previsible y, por consiguiente, manipulable funcionamiento de nuestro cerebro, y las redes sociales están utilizando malévolamente ese conocimiento igual que el fusil utiliza la bala: con la intención criminal de reventarnos la cabeza desde lejos.

Aunque el cerebro humano es un órgano de complejidad maravillosa, los neurocientíficos han descubierto que la función más o menos consciente, aquello que llamamos pomposamente "yo" (¡qué importantes somos para nosotros mismos!), no supone más que una porción minúscula dentro de la actividad general: "El yo es un polizonte en un trasatlántico", dice David Eagleman.

Y esa pizca de "yo" escoge, por economía de funcionamiento, atajos de pensamiento que pueden tener resultados catastróficos. Por ejemplo, está demostrado que escuchar la misma afirmación más de 3 o 4 veces nos hace a todos más proclives a creerla, aunque se trate de la mentira más idiota. O sea: cuanto más repitas una falsedad, más se extiende y se hinca en el pensamiento colectivo, como un virus. La mentira es una especie de gripe mental.

Esa enfermedad viral, esa pandemia, está llegando a niveles jamás alcanzados antes. Hace 3 semanas, la ONG AVAAZ publicó un interesante informe sobre las fake news y la manipulación informativa de la extrema derecha. Antes de las elecciones corrieron por Europa venenosos bulos: que Notre Dame será reconstruida con un minarete musulmán, o que pandillas de emigrantes están atacando a la policía. Todo falso, por supuesto, pero astutamente dirigido al centro de los miedos de la gente, porque nuestro cerebro también está programado para recordar la información negativa antes que la positiva: según AVAAZ, las mentiras basadas en el miedo se propagan hasta 6 veces más rápidamente que las noticias reales. Un horror, porque las noticias falsas difundidas en Facebook pueden llegar a ser vistas por mil millones de personas al día.

La desinformación es una nueva y muy eficaz arma política, y AVAAZ señala expresamente a Rusia y a sus millones de cuentas falsas. RT, el canal de propaganda estatal rusa, tiene más de 2,700 millones de visitas en YouTube.

Y, para peor, nadie es inmune. No te salva la experiencia (hay estudios que demuestran que los mayores de 65 años difunden 7 veces más bulos que los más jóvenes), y tampoco el nivel cultural o la inteligencia. Al contrario: todos somos proclives a creer aquello que confirma nuestros prejuicios, y los más cultos, una vez infectados por una mentira, tienden a estar mucho más seguros de ella y de su propio criterio. Hay un tipo de inteligencia, muy extendida, que desdeña el detalle y se fija, por economía, en el conjunto. En una investigación de la Universidad de Southern California preguntaron a los alumnos: "¿Cuántos animales llevó Moisés en el Arca?", y sólo un 12% contestaron correctamente: ninguno. Era el Arca de Noé, no de Moisés (lo cuenta David Robson en su libro "The Intelligence Trap"). Y este tipo de mente cree con más facilidad en las fake news.

El paroxismo electoral que acabamos de vivir en España nos ha dejado numerosos ejemplos de mentiras. Me pasmaron, por su completa falsedad, los bulos contra el PACMA: dijeron que eran antiabortistas y antifeministas, y hasta, en el colmo del disparate, que iban a votar a VOX, cuando precisamente VOX es su mayor enemigo e intentó que los jueces prohibieran la campaña de PACMA. Los animalistas sacaron un vídeo desmintiendo todo, pero sirvió de poco. ¿Cómo podemos defendernos de estas malignas manipulaciones? Es difícil, muy difícil; en las pasadas elecciones, la empresa de seguridad Protect Global lanzó una campaña para desmentir los bulos contra los emigrantes por medio de datos (como, por ejemplo, que sólo el 16% de los robos en España son cometidos por extranjeros). Una gran iniciativa, pero insuficiente, porque la desinformación es tan contagiosa como el ébola. O tomamos conciencia del peligro, desarrollamos planes nacionales contra la mentira organizada y empezamos a educar a los niños en el pensamiento crítico, o seremos los borregos más tontos de la historia humana, camino del matadero y balando mentiras todos a una.

Rosa Montero
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 9 de junio de 2019).

En lugar de aceptar las noticias falsas como la norma, debemos reconocerlas como un problema mucho más difícil de lo que acostumbramos suponer, y hemos de esforzarnos todavía más para distinguir la realidad de la ficción. No esperemos la perfección. Una de las mayores ficciones de todas es negar la complejidad del mundo, y pensar en términos absolutos de pureza prístina frente al mal satánico. No hay ningún político que cuente toda la verdad y nada más que la verdad, pero aun así algunos políticos son mucho mejores que otros.

Es responsabilidad de todos dedicar tiempo y esfuerzo a descubrir nuestros prejuicios y a verificar nuestras fuentes de información. No podemos investigarlo todo nosotros. Pero precisamente por ello, necesitamos al menos investigar detenidamente nuestras fuentes de información favoritas, ya se trate de un diario, de una página web, de una cadena de televisión o de una persona.

Yuval Noah Harari
("21 lecciones para el siglo XXI". Penguin Random House Grupo Editorial, México, 2018).

No hay peor sufrimiento que la pérdida de un hijo. Cuando este desaparece de manera violenta, como los normalistas de Ayotzinapa, el dolor se multiplica. Entiendo las palabras de Hilda Hernández, madre de uno de los 43 desaparecidos en Iguala, quien ayer señaló en la Cámara de Diputados: "Los llevamos en el corazón y no descansaremos hasta encontrarlos".

Pero el dolor no debe hacernos cerrar los ojos a la manipulación que unos activistas, como Vidulfo Rosales y Felipe de la Cruz, han llevado a cabo. Su intención no es aclarar la desaparición de los normalistas, sino impulsar una causa política.

La propia Hilda Hernández reflejó estar bajo el influjo de esta manipulación cuando cuestionó ayer a quienes "declararon que tenían la versión histórica". El rechazo a esta versión se ha convertido en un dogma de fe de este movimiento. El propio Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, se ha unido al dogma al referirse a la "mentira histórica".

El problema es que, hasta la fecha, ninguna otra versión de los hechos se aproxima siquiera en indicios o verosimilitud a la verdad histórica. Son cientos de testimonios de policías y miembros de Guerreros Unidos, declaraciones de otros testigos, mensajes de texto de los dirigentes de Guerreros Unidos y peritajes. La única otra versión, que los jóvenes fueron secuestrados por militares y encerrados en mazmorras clandestinas, no tiene ningún sustento. Aun así, la Secretaría de la Defensa Nacional abrió las instalaciones del 27o. batallón de infantería para que los representantes del movimiento de Ayotzinapa las revisaran, sin encontrar a ningún normalista oculto.

El dogma se ha centrado en la opinión de José Torero, un ingeniero peruano del University College de Londres, miembro del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), quien afirmó que era imposible que los cuerpos de los normalistas pudieran haber sido quemados en el basurero de Cocula. Muchos otros especialistas, sin embargo, han señalado que la quema no solo era posible sino que hay indicios de que efectivamente tuvo lugar. No hay certeza de si fueron algunos cuerpos o todos, pero todo parece indicar que el padre Alejandro Solalinde tenía razón cuando reportó originalmente esta quema. Pero aun si la disposición de los cadáveres no se hubiera realizado de esta forma y en ese lugar preciso, la versión de que los estudiantes fueron secuestrados por policías de Iguala (hay videos), entregados a criminales y ejecutados tiene un cúmulo de pruebas y testimonios de respaldo.

El dogma se nutre de raíces políticas. Para los líderes de Ayotzinapa era importante declarar que el Estado había secuestrado a los estudiantes porque su propósito último era derrocarlo y establecer un nuevo régimen. El problema es que para eso ha sido necesario mentir de manera sistemática.

Hoy, que tenemos un nuevo régimen que llegó al poder por la vía democrática, los líderes están más empeñados en procesar a Tomás Zerón, quien fue titular de la Agencia de Investigación Criminal, y al exprocurador Jesús Murillo Karam, por haber propuesto la verdad histórica, que a los criminales que secuestraron y mataron a los normalistas. El propio Encinas declaró ayer: "La única verdad es que no hay hasta ahora verdad alguna". Y claro, si se trata de tener una verdad que se adapte a los requerimientos políticos de los líderes de Ayotzinapa, nunca tendremos la verdad. Poco importa cuántos cuarteles militares se revisen.

Sergio Sarmiento
(v.periódico Mural en línea del 27 de septiembre de 2019).

Los mexicanos estamos en todo, desafortunadamente no siempre por las mejores razones. Recientemente leí un artículo en The Economist sobre lo famosos que son los maratones en México. A diferencia de Nueva York, Boston, Berlín o Barcelona, no se debe a lo atractiva que resulta la ciudad para los visitantes ni por su buena comida o la amabilidad de los capitalinos, sino porque se hace trampa. El artículo inicia con una broma, avisa que el metro de la ciudad se llena y no es porque cierren las calles para el maratón sino porque muchos maratonistas toman un "pequeño" atajo en algunos trayectos. Inclusive ya tienen un nombre, se les llama los "corredores chocolates". El año pasado 5,000 de los 28,000 maratonistas que terminaron fueron descalificados. Cientos más fueron expulsados a mitad de carrera.

A lo largo de la carrera los maratonistas portan un chip para ir marcando su trayecto en los puntos de control electrónicos. Además de tomar atajos, también le pagan a lo que llaman una "mula de babero" que corra más rápido que ellos y los sustituya en ciertas partes del trayecto. Los organizadores deben revisar el recorrido de los maratonistas para analizar si un corredor no tiene fluctuaciones sospechosas en las velocidades de su carrera. Según Javier Carvallo, organizador del maratón, para muchos mexicanos pagar la tarifa de entrada de 650 pesos "les da derecho a correr la carrera como quieran". Y esto de hacer trampas en los maratones no solo es en México, un excandidato presidencial mexicano en 2007 fue descalificado del maratón en Berlín por hacer trampa.

Pero los maratones no es lo único en donde se reafirma la deshonestidad mexicana. En un reciente estudio sobre "honestidad cívica" (Junio 2019) científicos sociales hicieron un experimento en 355 ciudades de 40 países para evaluar la honestidad de las personas; dejaron 17,000 billeteras "perdidas" y registraron cuántas de ellas eran devueltas, algunas con dinero y otras vacías. Lo sorprendente del estudio fue que en la mayoría de los países cuando había dinero en la billetera las personas eran más propensas a devolverla: esto fue el caso en todos los países salvo en México y Perú. México acaba al fondo de la tabla.

Forbes también publicó un artículo sobre un reciente estudio de US Foods que develó que muchos repartidores de aplicaciones de comida admitieron (un 28%) haber robado "un bocado o 2" de los pedidos.

Más ejemplos: está en boga el robo de scooters (monopatines en español) en la Ciudad de México. Según cifras a Julio de este año de la Procuraduría General de Justicia, en 8 meses fueron robadas 5,480 unidades de las empresas de monopatines. Lo más inverosímil es que luego se pueden encontrar de venta en Facebook o en otras redes sociales. Una de estas empresas con presencia en más de 20 ciudades en la región anunció que el robo era una de las razones por las que decidía cerrar operaciones en México.

Todos estos ejemplos demuestran que cuando hablamos de corrupción o deshonestidad no hablamos únicamente de políticos y funcionarios públicos, sino de un mal endémico en nuestra sociedad con raíces más profundas y mucho más generalizadas de lo que nos permitimos aceptar y mucho menos discutir. En los medios de comunicación únicamente escuchamos hablar de corrupción e impunidad, de políticos y funcionarios, no escuchamos nada sobre la cultura de la deshonestidad que podría ser la verdadera raíz del problema y eso incumbe a todos.

Jacques Rogozinski
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 7 de octubre de 2019).

Hay "mentirosos profesionales", como la mayoría de los políticos en campaña. Y existen también los "enanos mentales", quienes a pesar de las innumerables promesas incumplidas les siguen creyendo y votándoles sin reserva alguna.

Uriel Eduardo Santana Soltero
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 12 de octubre de 2019).

El presidente Andrés Manuel López Obrador dice, en promedio, 5 mentiras en cada conferencia mañanera.

El dato es de la consultoría SPIN-Taller de Comunicación Política, que se dedica a analizar y contrastar con la realidad lo que dice el primer mandatario en sus conferencias de prensa diarias desde Palacio Nacional.

Una nueva ola de desprecio por la verdad recorre los pasillos del poder en todo el mundo. Se han inventado ya los eufemismos propios: post-verdad, verdad alternativa, fake-news, otros datos. Distintas maneras para evadir el término que aplica: mentira.

La diseminación de mentiras siempre ha estado asociada al poder. Forma parte de las estrategias comunicacionales desde todos los tiempos. Que el presidente mienta no es nuevo en México. Muchos presidentes nos han mentido. Y no pocas veces han sido descubiertos haciéndolo.

Lo que tiene de especial el sexenio actual es que la mentira es abiertamente promovida desde el poder. No sólo en el ajetreo de las mañaneras, sino en voz ni más ni menos que del Jefe de la Oficina de la Presidencia de México, Alfonso Romo.

Encargado de la complicadísima tarea de hacer que los empresarios mexicanos le tengan confianza al presidente López Obrador a pesar de sus dichos y sus políticas, Alfonso Romo tuvo un lance público de sinceridad el viernes, de gira en León, Guanajuato: "Cuando hablen con la gente del Banco de México, por favor hablen de optimismo, que están confiados, que no tienen miedo... échenle mentiras si quieren, pero por favor, que creen un ambiente optimista, es importantísimo, porque eso va relacionado con beneficios a sus negocios, a sus familias y a sus empleados".

A Alfonso Romo le preocupa que en la más reciente encuesta del Banco de México, la confianza de los empresarios sigue cayendo: el retroceso anual fue de aproximadamente 2% en construcción, comercio y manufacturas. El índice sale de lo que pregunta el Banxico a empresarios. Por eso Romo incentiva, entre broma y broma, a que le digan mentiras al Banco de México: que le contesten que todo va bien, que tienen grandes expectativas sobre el futuro, que confían en las medidas de la autoproclamada 4T.

Ese es quizá el principal problema. Lo he abordado en otros momentos. Con la idea de que "hay que vender el camello", esté como esté, muchos empresarios le dicen mentiras al presidente. Se reúnen con él y son puras sonrisas y aplausos para las cámaras, promesas de inversión y cánticos de certidumbre. Pero tan pronto salen de palacio, no temen en expresar en corto sus enormes preocupaciones.

Pienso que si siguen diciéndole mentiras, se les va a revertir: cuando las cosas salgan mal, el presidente tendrá a quién culpar de los malos resultados: a los que le dijeron que todo iba de maravilla.

Carlos Loret de Mola A.
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 15 de octubre de 2019).

Simular y disimular son parientes cercanos, de hecho perfectamente vinculados, tú simulas y yo disimulo que me doy cuenta, y así todos felices. La disimulación como parte del juego de simular nace tanto del interés, como del miedo a mostrar que no se cree en la simulación, en todo caso el que disimula es el que no quiere meterse en problemas.

Con motivo de las afectaciones que las tormentas tropicales dejaron en las costas de Jalisco, concretamente en Tomatlán, varias camionetas cargadas con despensas acudieron al auxilio de los damnificados, recordando a los beneficiarios que dicha ayuda provenía del CJNG (por sus siglas en español), y no del DIF, anuncio que fue desde luego disimulado por los alegres receptores, pues en esa región como en muchas otras del estado el arte de disimular el poder expansivo y contundente del, o de los cárteles, es compartido por todos. Unos simulan no saber, otros disimulan saber que sí saben que los demás están simulando, y así la vida del estado al igual que la del país, se vuelve una farsa en la que todos participamos pero en la que nadie cree, ya que todo es disimular que la democracia, la justicia, el derecho, la separación de poderes y la lucha contra la corrupción y la delincuencia no son sino una simulación.

Y es que el gobierno no podría declarar que se haya en convivencia con los cárteles, en caso de que así fuera, porque eso le traería consecuencias con otros países y aún con la misma sociedad. Esta convivencia mucha gente la sospecha, otra más la afirma le conste o no, pero al final todo mundo la disimula, intuyendo que se trata de una de esas tantas trampas en que la relación entre lo que se es y lo que se dice ser ni puede coincidir ni mucho menos declararse.

Es evidente que el grado de madurez y libertad de una sociedad se mide por el menor grado de simulación y disimulación que en ella se observe.

Armando González Escoto
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 3 de noviembre de 2019).

La internet está invadida de citas y textos falsificados o inexistentes de poetas, escritores y demás destacados intelectuales de la humanidad, lo que pone en peligro el acervo de conocimiento de la humanidad y representa un peligro para la cultura y la democracia.

Sergio López Rivera
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 28 de diciembre de 2019).

El día de ayer se celebró la fiesta de los Santos Inocentes, celebración que con el tiempo hizo de la palabra "inocente", sinónimo de incauto, y claro que para cada incauto habrá siempre un timador, alguien conscientemente decidido a engañar a otra persona abusando de la confianza o la buena fe, o sí, la inocencia del afectado.

Los timadores no son necesariamente personas empeñadas en engañar, en ocasiones se trata de personas tan incautas como sus oyentes, que no hacen sino transmitir acríticamente lo que oyeron, vieron o leyeron sin jamás cuestionarse acerca de la veracidad de lo que dicen. De esta especie tenemos hoy miles y miles de representantes, particularmente los que transitan en las redes sociales o en internet y que propenden a creer a ojos cerrados cuanto por ahí circula. Antes del imperio de estos medios teníamos los libros de texto gratuitos, muy en concreto los de Historia Patria que, con igual inocencia o malevolencia, por años han transmitido una Historia de México permanentemente alterada, mutilada, pero ya no necesariamente por la ignorancia de sus autores, sino por un 2o. actor, la pasionalidad partidista o ideológica que acaba por imponer verdades a medias, ocultar datos y hechos, fabricar documentos falsos, falsear los verdaderos y crear de la nada héroes tan fantasiosos como sería el Pípila, o el mito según el cual Hernán Cortés, yendo de huida, tuvo a bien sentarse un rato para llorar su derrota, acaso para dar oportunidad a sus perseguidores de que lo alcanzaran.

La pasionalidad, más que la pasión, es la enemiga número uno de la verdad en cualquier espacio, si ya de por sí la pasión es sospechosa, cuando ésta enferma y se convierte en pasionalidad, no queda ya posibilidad alguna para el entendimiento.

Esta pasión enfermiza es la que hizo de la conquista sufrida por los aztecas un trauma nacional, la que atribuyó a Hidalgo la Independencia, que apenas si inició, la que inventó la raza mexicana contra toda evidencia, o declaró anacrónicamente que san Felipe de Jesús era mexicano, asunto que, al santo, de haberle interesado, le habría sorprendido enormemente.

Pero la inocencia no es víctima solamente de expositores exaltados y pasionales, basta ver el enorme repertorio de medicinas que lo curan todo, hasta lo que uno no tiene, y la facilidad con que la gente las compra y consume, junto con una infinita gama de artículos para embellecer, rejuvenecer o adquirir nuevas energías, sin entrar en el tema del mercado religioso, donde llevan la primacía los grupos sectarios que surgen aquí y allá una y otra vez, reproduciendo la misma historia de iluminaciones, revelaciones, mensajes, anuncios apocalípticos acerca del inminente fin del mundo, salvoconductos para el más allá, y liderazgos cuasidivinos en los que tantos creen ni más ni menos con los ojos cerrados, como debe ser.

De los inocentes creyentes en los partidos políticos mejor ni hablar, sea porque algunos no son tan inocentes, y otros no son tan timadores, en lo que todos acaban coincidiendo es en la posibilidad de que el timo de éste, sea el personal beneficio del que dice creerle, hay inocentes muy astutos.

Armando González Escoto
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 29 de diciembre de 2019).

Es mi deseo de año nuevo que los mexicanos seamos más atentos en saber reconocer un discurso político verdadero de uno falso, el saber identificar una verdadera democracia de una falsa, el poder identificar a los verdaderos políticos de los ególatras protagonistas. El reconocer a los funcionarios honestos y que se empeñan por servir a la comunidad de los llanos y simples burócratas que no hacen más que hacernos perder el tiempo con su ineficiencia.

La curiosa referencia y relación de que es el año del 2020, es decir que nos van a caer muchos veintes. Como en sus tiempos fueron los teléfonos públicos que funcionaban con una moneda de 20 centavos, y no entraba la llamada, hasta que no caía el veinte.

De esta manera, la conciencia colectiva del mexicano tendrá en este inicio 366 días para que le caiga el veinte de muchas más cosas de las que hasta ahora [no] nos había caído.

Por ello decimos que es una oportunidad de que incremente nuestra capacidad de reconocer lo verdadero de lo falso, y que la ingenuidad político social del mexicano no sea una presa fácil ni de la mercadotecnia política, ni de los manipuladores, los demagogos y los engañadores profesionales. Es hora de despertar y de no seguir a los líderes de pacotilla, ni a los mercaderes de la oratoria. Sino a seguir la verdadera conciencia social, que nos conduzca a una mayor justicia, a combatir la ignorancia, la crueldad, la miseria, el hambre, el despliegue del racismo y la discriminación. Y en fin, todas las aversiones humanas que denigran nuestra dignidad.

Queremos que el velo de la mentira se rasgue y aflore el aroma de la belleza de la bendita verdad.

Guillermo Dellamary
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 2 de enero de 2020).

Al margen de que está considerada dentro de los 10 Mandamientos que ordenan la vida de los católicos y partiendo del supuesto, sin validarlo, de que hay mentiras "chicas, medianas y grandes", se puede considerar que los mexicanos somos en cierta forma adictos al dañino ejercicio de mentir.

Atenido a la más elemental definición, una mentira es una falsedad genuina, o una verdad selectiva, incluso exagerar una verdad es mentir. La vida diaria en nuestro país transcurre entre dudas y angustias, no son pocos aquellos que con independencia de su status social, económico y cultural, debido al mentir de ida y vuelta, no logran acceder a la anhelada meta en la que se alcanza un progreso general del espíritu humano.

Mantener en orden los rectores de conciencia en un país atribulado por el cotidiano cabalgar de más de 7 jinetes del Apocalipsis y decir que no se recurre a la mentira suena a mal chiste.

Tomo el celular y al azar selecciono una página de noticias: "Acusan a gobernadores de mentir con impuestos". "La familia LeBaron: mienten sin escrúpulos", Jiménez Espriú, miente respecto a su postura ante el proyecto de Santa Lucía, Los Legionarios mienten en cuanto al número de abusos, Marta Sahagún, miente en referencia a su relación con Los Legionarios, el ladrón callejero miente al decir que es un "apartalugares", el hijo miente cuando dice que va a estudiar, el padre que llegará tarde porque tiene mucho trabajo y se va con los amigos al dominó y así podríamos continuar hasta convencernos que los mexicanos somos creadores de realidades tramposas.

Seguramente que esta mala cultura no es privativa del mexicano, pero al fin y a la postre qué importa la mentira de un francés, o de un alemán, o de un brasileño, o bien que existan personas que eludan con desinterés conducirse con la verdad.

El recurso frecuente de mentir sumerge la vida en un limbo indefinible, al dudar se hace más difícil sortear los difíciles escollos que son propios de la aventura llamada vida. Está más que comprobado que en la existencia del ser humano si no se eligen opciones morales se corrompe. Estando de acuerdo con dicho postulado analicemos el comportamiento del gobierno y en especial del Presidente de la República: la 4T ofrece alcanzar la meta de vivir en un país justo, de leyes y en consecuencia libre de corrupción, pero resulta que según la opinión de ciertos analistas de diferentes medios de comunicación como El Financiero-Bloomberg, al presidente AMLO, en su mensaje de año nuevo, le contaron nada más y nada menos que 27 mentiras. Mentiras sin excusa ni pretexto. Anhelar vivir en un país sin mentiras será, sin remedio, un fracaso total en el terreno moral. Seguro que entre los propósitos de año nuevo ninguno prometió dejar de mentir... lástima.

José Luis Cuéllar de Dios
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 10 de enero de 2020).

Ahora es como si hubiéramos retrocedido décadas de civilidad para lanzarnos al monte de las mentiras fanáticas. No me sorprendería demasiado que un buen día apareciera un terraplanista entre nuestros políticos (ya hay negacionistas del cambio climático).

El filólogo alemán Victor Klemperer (1881-1960), uno de los poquísimos judíos que consiguió salvar la vida dentro de la Alemania nazi, en 1947 publicó un ensayo que había estado escribiendo mentalmente (los judíos tenían prohibido comprar útiles de escritura, libros, periódicos), LTI. La lengua del Tercer Reich, uno de los textos más maravillosos que he leído jamás, mezcla de memorias y de colosal intento intelectual de entender cómo había podido instalarse el infierno en el mundo tan fácilmente. Que apenas 2 años después de su terrible sufrimiento fuera capaz de escribir un texto tan grandioso, carente de espíritu de venganza y lleno de empatía por los seres vivos, me parece el mayor fracaso del nazismo.

En el libro, Klemperer explica cómo las palabras mentirosas de los totalitarismos envenenan las mentes. Denuncia "la hipocresía afectiva del nazismo, el pecado mortal de la mentira consciente empeñada en trasladar al ámbito de los sentimientos las cosas subordinadas a la razón (...) y arrastrar esas cosas por el fango de la obnubilación sentimental". Es una lúcida definición de los desaforados populismos que medran por el mundo: la trampa consiste en embadurnar las ideas con el engrudo de las emociones baratas, hasta convertirlas en una masa informe incapaz de ser procesada mentalmente. Ese sucio chapoteo sentimental está tanto en los patrioterismos de Casado y Abascal como en los de Puigdemont y Torra. Está en Trump y en Maduro (¿qué decir del Viceministerio para la Suprema Felicidad Social del Pueblo creado por el actual gobierno venezolano?), y está en toda la mala gente que quiere sacar provecho de sus engaños.

Yo antes detestaba mi vehemencia, que me impelía a enzarzarme en discusiones con desconocidos incluso durante un breve trayecto de ascensor. Pues bien, hoy reivindico la palabra que lucha contra la que envenena. No hay que dejar a estos energúmenos ni una sola mentira sin rebatir, aunque sea durante una corta espera en un semáforo.

Rosa Montero
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 19 de enero de 2020).

Es un fenómeno mundial. Los líderes "negacionistas": los otros datos, las fake news, el compló, la cacería de brujas... cualquiera de esas frasecitas hechas. Es lo de hoy. Líderes políticos que con una mano en la cintura niegan las evidencias, desechan los datos duros, se inventan conspiraciones y tachan a los periodistas de mentirosos, deshonestos, corruptos.

Presidentes que un día dicen "negro" y al día siguiente niegan haberlo dicho. Y si se les muestra el video, lo vuelven a negar. Bolsonaro en Brasil, Orban en Hungría, Erdogan en Turquía, Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua, Putin en Rusia, Trump en Estados Unidos. Y podemos seguirle porque hay muchos más.

Y claro, López Obrador en México. Tampoco es que sea tan original el estilo de nuestro presidente.

¿Qué hacen todos ellos? El viejo truco de gritar "al ladrón" para esconder lo que están haciendo ellos. Lo han usado los poderosos desde siempre. Quizá hoy la diferencia es la facilidad con que desde el poder se desecha hasta la evidencia más contundente. El descaro con el que mienten. Mienten como respiran, dicen por ahí.

Y para desatar ataques contra los periodistas, usan a sus legiones en redes sociales, a sus propagandistas y a sus paleros disfrazados de periodistas.

Estos líderes gritan "¡fake news!", pero son ellos y sus aparatos de propaganda los principales productores de fake news. Las producen a raudales, para denostar a sus críticos y para exaltar al gobierno. Esta moda de hablar de "fake news" es una gran coartada para justificar exterminios, como lo señaló recientemente el New York Times en el caso de China. O para normalizar que el crimen organizado mate a familias enteras, como en el caso LeBarón. O para negar el cambio climático. O para hacer como que no están matando a la Amazonia.

La parte oscura de este fenómeno: México es hoy el país más peligroso del mundo para los periodistas. Más que Siria, que era el número 1. No se debe dejar de señalar la irresponsabilidad de que desde la Presidencia de la República, se señale, se ponga un blanco en la espalda de cada periodista que no aplauda al gobierno. Es un crimen propiciar este linchamiento en el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo.

¿Cómo enfrentar este fenómeno desde el periodismo? La respuesta se debate en todo el mundo. Pienso que con más periodismo. Más profundo, documentado, riguroso. Más y más periodismo. Si niegan lo que documentamos, seguir haciendo periodismo. Si hacen como que no existen los datos y los hechos, seguir haciendo periodismo. Si exoneran a los denunciados, ahí seguirán los documentos que los exhiben como encubridores.

Y claro, también toca hacernos cargo de nuestros errores y de que la pérdida de credibilidad de las instituciones democráticas incluye a los medios, a la prensa. Tenemos que ser transparentes, respetar escrupulosamente el derecho de réplica (ojo: el insulto y la descalificación no es réplica a la información), y corregir si dimos por buena información no sustentada o imprecisa. Continuar el proceso de reflexión y discusión de la historia de las relaciones entre el poder y los medios en México, la denuncia del chayote y la extorsión. Prácticas que siguen vigentes aunque cambie el color de los gobiernos. Y reconocer que el fenómeno de las redes sociales vino a reconfigurar las formas de hacer periodismo y mostró que un sector importante de la población siente lejano al periodismo tradicional. Y ofrecer lo único que podemos ofrecer: apegarnos a las reglas básicas del periodismo para no hundirnos en el bombardeo de propaganda.

Si frente a ello lo que se recibe es veneno, sabremos que vamos por buen camino.

Carlos Loret de Mola A.
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 21 de enero de 2020).

El presidente López Obrador presumió en sus redes sociales que gracias a él bajó el precio de la gasolina. Es un engaño.

Él sabe que no es verdad pero aun así lo dijo en un video que distribuyó en sus redes sociales: "A pesar de la caída en el precio del petróleo, que desde luego nos afecta, tomamos la decisión de reducir el precio de la gasolina porque ahora nos está costando menos su importación. Esto es fortalecer la economía popular frente a la adversidad... Decidí que bajara el precio para que nos ayude a atemperar, a que no se sienta tanto la crisis económica".

De hecho es una doble mentira. La 1a. es que "tomamos la decisión de reducir el precio de la gasolina": El precio de la gasolina está integrado, a grandes rasgos, por 3 componentes: el precio internacional del petróleo, el costo de transportar la gasolina hasta las estaciones de servicio y el impuesto (IEPS) que el gobierno usa para recaudar.

Así pues, en realidad, la única incidencia que tiene el gobierno sobre el precio de la gasolina es que puede subir o bajar ese IEPS (Impuesto Especial sobre Producción y Servicios). Y ese no bajó, entre otras cosas, porque con la economía paralizada, uno de los pocos impuestos que le sirven al gobierno para recaudar es este IEPS.

Lo que bajó fue el precio internacional del petróleo. Y en eso, el gobierno de AMLO no tuvo nada que ver. El 1er. desplome fue a causa del desacuerdo entre Rusia y Arabia Saudita, y luego se vino más abajo frente a las tristes expectativas económicas que ha generado el coronavirus.

La 2a. mentira es que bajar el precio de la gasolina fortalece la economía popular. Hay un sinfín de estudios que demuestran que subsidiar las gasolinas beneficia sobre todo a los más ricos (los que tienen coches, los usan más y llenan más veces el tanque).

El presidente actúa como si los mexicanos fuéramos ignorantes y estuviéramos sustraídos del resto del mundo. Se comporta más como el líder de un país aislado de la globalización que como el líder de una economía integrante del G-20 con una frontera de más de 3,000 kilómetros con la nación más poderosa del mundo, con la que tiene un tratado de libre comercio.

Como si los mexicanos viviéramos en un régimen de esos en los que no hay acceso a la información del mundo libre, no supiéramos cómo funcionan las cosas, pudiéramos creernos una mentira de ese tamaño y nadie en el país fuera a darse cuenta.

Cada vez se agudiza más la tendencia del presidente a negar la realidad, manipular los datos o francamente mentir.

Carlos Loret de Mola A.
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 23 de marzo de 2020).

La Secretaría de Gobernación, a través de la Unidad de Normatividad de Medios de Comunicación de la Subsecretaría de Gobierno, inició un procedimiento administrativo sancionatorio contra El Diario de Juárez y El Diario de Chihuahua por información falsa difundida en sus respectivas ediciones del 14 de abril.

De acuerdo con la Segob, el proceder de los citados diarios causa desinformación y contraviene el sentido de ética informativa que debe prevalecer en todo momento, especialmente en el contexto de la emergencia sanitaria decretada por el Consejo General de Salubridad del Gobierno de México.

La Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Segob dará curso al procedimiento para determinar lo que corresponda según la gravedad del hecho y, en su caso, imponer las sanciones a las que haya lugar conforme a lo previsto en el Reglamento de Publicaciones y Revistas Ilustradas y demás disposiciones aplicables.

Aunado a lo anterior, la Segob reiteró el exhorto para que todos los medios de comunicación se conduzcan con ética para informar con veracidad, contribuyendo así al acatamiento de la población de las medidas sanitarias dictadas por las autoridades de Salud, indispensables para proteger el bienestar de la mayoría de la población, sin causar efectos adversos en el ambiente social.

Ambos periódicos publicaron en su primera plana fotografías con un pie de foto en el que se lee "Bolsas mortuorias en el hospital del IMSS".

A través de un video difundido en sus redes sociales, el gobernador del estado, Javier Corral, criticó que la foto se publicó con marca de agua y con logotipo del periódico para dar a entender que se trata de una foto tomada por ellos.

Sin embargo, aseguró, es una fotografía que corresponde a un hospital de Ecuador que ha circulado al menos durante las últimas 2 semanas en redes sociales.

(V.Notimex del 15 de abril de 2020).

Alienta que haya un horizonte, 30 de mayo, para el fin de la cuarentena en el país, salvo 2 consideraciones esenciales: no se le puede creer a un gobierno que ha hecho de la mentira un hábito y del engaño su principal 'virtud política', y cientos de miles de empresas medianas y pequeñas no resisten sin ingresos hasta mediados de junio.

No se puede confiar en el gobierno que no ha tenido estrategia para enfrentar la epidemia de coronavirus, ni tiene estrategia para paliar los efectos de la crisis económica, de desempleo e inseguridad en que nos adentramos, la más grande en casi un siglo.

Sí tienen, y de sobra, mentiras para vender falsas ilusiones y denostar a quienes expresan opiniones críticas.

Ayer una multitud de cuentas electrónicas, organizadas por personajes ligados al gobierno, le cayeron encima a Joaquín López-Dóriga por haber dicho la víspera que este jueves se anunciaría el inicio de la fase 3. Pidieron internar al periodista en un manicomio por decir "una mentira".

Todo estaba preparado para lanzar la fase 3, en la que de hecho ya deberíamos estar según el subsecretario López-Gatell, que no se manda solo: su jefe, el presidente, decide en función de razones políticas, y no de salud pública.

Y si de internar en un manicomio al que miente (en este caso sólo falló un pronóstico, pues no se contaba con la renuencia política de AMLO a aplicar una medida de control indispensable), cuidado con lo que piden, pues los primeros en ser internados serían los gobernantes cuyas mentiras matan gente.

La 1a. gran mentira, criminal sin duda, fue del gobierno cuando distribuyó masivamente un volante con el titular: Coronavirus Covid-19 NO ES UNA SITUACIÓN DE EMERGENCIA. En un 1er. cuadro: No hay necesidad de cancelar eventos masivos, actividades laborales y escolares. Y remata en un dibujo a cuarto de página, que informa lo siguiente a la población del país: "Recuerda, la enfermedad causada por el Coronavirus Covid-19 NO ES GRAVE".

Sencillamente criminal. Con firma y logo: Gobierno de México. El volante se puede consultar en el TL de @Laishawilkins, quien tuvo el cuidado de dejar ese testimonio para los incrédulos de la ignorancia temeraria de un grupo gobernante que nos engañó y sigue mintiendo con la pandemia.

¿Es sólo un volante? ¿El errorcillo de algún acelerado?

Veamos lo que informaba el presidente de la república el 28 de febrero, cuando estaban encendidas las alertas mundiales por la pandemia: El coronavirus "no es algo terrible, fatal, ni siquiera equivale a una influenza", señaló respaldado en sus amplios conocimientos de medicina, por todos conocidos.

Esas mentiras matan. Y decirle a los habitantes del país, el 2 de marzo, cuando ya se comenzaban a sentir los efectos fatídicos de la pandemia en nuestro continente: "Miren, lo del coronavirus, eso de que no se puede uno abrazar, hay que abrazarse, no pasa nada, o sea, y así, o sea, nada de confrontación".

Así es que cuidado con promover que encierren en manicomios a periodistas que se equivocan, o fallan en un elemento imponderable. Eso no mata a nadie. Las mentiras oficiales sí.

"Estamos preparados" para enfrentar el coronavirus ha dicho una y otra vez el presidente, y falta a la verdad.

Ayer el diario Reforma publicó en su nota principal que el 9% de los mexicanos infectados con coronavirus pertenece al personal médico del IMSS.

Los ahorros que se hicieron en el Seguro Social, calificados de "inhumanos" por su anterior director que tuvo el valor de renunciar al cargo, ahora son algo más grave: crímenes.

"Estamos preparados", dice el presidente y se ufana que "vamos muy bien". No es verdad.

Los médicos, enfermeras y paramédicos en distintas zonas del país no tienen el equipo mínimo para protegerse y atender a los contagiados. Y se contagian. Algunos mueren. Un crimen.

El director del IMSS anunció la compra de respiradores artificiales a China. Y resulta que, como publicó Bloomberg, la empresa que los vende no tenía el pedido en sus registros. Otra mentira.

A los estados se le mandó, como apoyo del gobierno federal para que sus médicos y enfermeras hagan frente a la pandemia, indumentaria que no sirve pero etiquetaron como equipo de uso clínico. Otra mentira. Mentiras que matan. ¿A qué manicomio van a mandar a los que ordenan esos ahorros criminales?

El subsecretario de Salud dijo ayer que las batas (inservibles) y cubrebocas (también inservibles) que mandaron a los estados "no son de uso clínico".

Si no son de uso clínico, ¿por qué los compraron? ¿Para qué los mandaron? ¿Por qué son made in China?

Una maraña de mentiras. Una tras otra.

Ayer el presidente anunció que habrá otro paquete de créditos de 25,000 pesos para un millón de beneficiarios que "incluye a empresas familiares del sector formal e informal".

Y añadió: es un nuevo crédito "a otro millón de pequeños empresarios, en este caso, todos los que tienen trabajadores (menos de cierta cantidad) en el Seguro Social".

A ver, si el millón de créditos son para el sector formal e informal, ¿cómo van a ser conforme al padrón del Seguro Social para cerciorarse que no hayan despedido gente? En el IMSS no están los informales.

Y además, ¿qué pasó con el millón de créditos anunciados anteriormente? ¿Ya se entregaron?

Había dicho el presidente que se entregarían una vez pasada la contingencia. ¿Qué empresas los recibieron? ¿Con qué padrón?

En fin, la opacidad es evidente, electorera, pero no mata a nadie. Lo demás sí.

Y por esas mentiras, que no son errores, hay personas contagiadas y tal vez muertas.

Ahí hay responsabilidad oficial. Mentiras que matan. No es el caso de un periodista que, apoyado en una primicia que obtiene de un funcionario, da una fecha para la fase 3 y se pospone por motivos políticos.

Por esa razón, una jauría cibernética operada desde la 4T exige, como en los regímenes comunistas, que manden al periodista a un manicomio.

Cuidado con lo que piden.

No pasa nada, o sea, y así, o sea, nada de confrontación.

Pablo Hiriart
(v.periódico El Financiero en línea del 17 de abril de 2020).

Por increíble que parezca (de hecho, yo misma creí que era una práctica exclusiva de México), las noticias falsas, fake news o bulos como también se les conoce, además de la desinformación, son un fenómeno global. Tanto, que en esta semana el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, António Guterres, emitió un mensaje al mundo para que todos nos apliquemos la "vacuna de la verdad" o "de la confianza" según diversas traducciones, aunque en el fondo significan lo mismo.

Guterres afirmó que mientras el planeta se enfrenta a una de las peores crisis después de la Segunda Guerra Mundial, desatada por la pandemia de la COVID-19, es preciso atajar también "otra peligrosa epidemia: la desinformación".

En calidad de alerta, el secretario general de la ONU dijo: "Proliferan los consejos de salud perjudiciales y las soluciones de aceite de serpiente [...] El odio se está volviendo viral, estigmatizando y vilipendiando a personas y grupos [...] un veneno que está poniendo aún más vidas en peligro". Y después aseveró: la "vacuna es la confianza" en la ciencia, las instituciones y "en cada uno de nosotros".

Diferentes motivaciones están detrás de las noticias falsas. En México, lamentable, incomprensible e indignantemente, el componente político-electoral ha prevalecido, en lugar del interés común por el bien de todos los mexicanos. En contraste y, por fortuna, lo que se dice en redes sociales no llega a la mayor parte de la población, aunque definitivamente hace mucho daño cuando se hace de mala fe, con información sin sustento y genera más incertidumbre y confusión en una sociedad de por sí inmersa en incertidumbre y miedo.

Laura Castro Golarte
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 18 de abril de 2020).
Guía básica para identificar noticias falsas.

Una de las tragedias más evidentes de estos tiempos está precisamente en que las evidencias se han vuelto relativas. Si cada quien es libre de creer lo que le dé la gana y propagar las creencias que mejor le convengan, por más clara que sea su falsedad, poco espacio le queda al conocimiento para llamarse tal en medio de esta ola de ignorancia supina y a menudo perversa cuyo final se antoja catastrófico. Tendría que ser motivo de risa que la gente se tome la molestia de discutir creencias tan idiotas como las que aseguran que el planeta es plano -como su nombre lo indica, dirán- o las vacunas sirven para maldita la cosa, pero el precio a pagar por negar lo evidente resulta mucho menos gracioso que funesto.

Les pasa a los borrachos, que apenas si recuerdan haber bebido todo lo que bebieron y ninguna evidencia parecería bastarles, empezando por su notorio estado. Curiosamente, nunca la humanidad tuvo a la mano tantas pruebas fehacientes de cuando dice y hace: si una seguridad puede tener quien sale hoy a la calle, es que sus movimientos quedarán registrados por incontables cámaras de video. Y si se trata de una persona pública, pocas de sus palabras se librarán de ser grabadas y reproducidas sin el menor control imaginable. Solamente YouTube almacena ya cerca de mil millones de horas y se estima que cada nuevo día se le suma otro medio millón: 57 años en 24 horas. ¿Qué no cabe en tamaño maremágnum?

Si, como dice el dicho, a las palabras se las lleva el viento, al video de ayer lo sepulta el de hoy. Nunca antes las palabras fueron tan ligeras, ni tan cínicos quienes las pronuncian. Está todo grabado, pero eso a quién le importa. O así al menos lo ven quienes se contradicen día tras día y esperan, para colmo con razón, que todo sea olvidado en unas horas. O mejor: suplantado por nuevas "evidencias" que no evidencian más que su propia falsedad, pero ya hemos quedado en que eso es relativo y depende de si nos gusta o no.

Cada día que pasa, en las redes sociales menudean las pruebas de las mentiras y contradicciones en que incurren ciertas personas públicas, sin por ello verse comprometidas a realizar aclaración alguna. Si acaso, hay quienes dicen que les han editado la grabación, o bien han sido malinterpretados, aun y en especial si en su momento fueron claros y categóricos y no queda el menor lugar a dudas. Pues las dudas, ya vemos, caben en cualquier parte que uno quiera insertarlas y nunca falta quien las tome en cuenta, sobre todo si así conviene a sus creencias.

¿No era en el medioevo -y todavía en tiempos de la Inquisición- que la creencia pesaba más que la ciencia? ¿Cómo es que a estas alturas, cuando la gente cruza volando los océanos y la información tarda fracciones de segundo en dar la vuelta al mundo, crece el poder de la superstición y menudea la gente acomplejada para quien sus creencias han de ser sagradas y la ciencia resulta irrelevante? Hoy en día es más fácil cuestionar los fundamentos de la medicina que atreverse a dudar de la palabra de un predicador. Y no es que nos hayamos vuelto respetuosos, sino que en el imperio de la ignorancia nos pesa más el miedo que la duda.

La ignorancia es violenta e irascible, pero también chillona y chantajista. Un día nos golpea y al otro nos denuncia, sin requerir para ello ciencia ni evidencia. ¿Qué más prueba requieren los palurdos de sus dichos, sino sus dichos mismos? ¿Por qué titubearían al decir lo que sea, si son de por sí inmunes a la equivocación? Aun si efectivamente se equivocaran, ¿por qué habían de responsabilizarse, con lo poco que pesa una evidencia? ¿Y quién, cuya ignorancia sea evidente, aceptará una prueba en tal sentido, con lo fácil que es hoy "probar" justo lo opuesto?

Xavier Velasco
(v.periódico Milenio en línea del 31 de mayo de 2020).


7 de cada 10 declaraciones realizadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador y su gabinete de seguridad en las conferencias matutinas no tienen sustento oficial, determinó el estudio "Información oficial sobre seguridad: no hay, no quieren o no entienden", elaborado por la organización Causa en Común.

En video conferencia, la organización dio a conocer el estudio en el que también señala que la información sobre la Guardia Nacional es el tema con mayor desconocimiento por parte de las instituciones encargadas de su funcionamiento, como son la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), la Secretaría de Marina (Semar) y la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

Sobre este punto, José Ramón Cossío, ministro en retiro y miembro de El Colegio Nacional, uno de los ponentes, planteó que, si el gobierno tuviera una estrategia general de seguridad, lo que el presidente haría día a día sería ir comunicando los avances de dicha estrategia: "Al no haber esta información, uno se pregunta: ¿dónde está la estrategia general?" cuestionó.

María Elena Morera, quien preside Causa en Común, expuso que de las solicitudes de información realizadas para verificar lo que se dice, 7 de cada 10 son respuestas evasivas.

Es decir, las instituciones consultadas no dieron información sobre lo que se preguntó o, si lo hicieron, no dieron sustento a las declaraciones sobre seguridad realizadas por el presidente y su gabinete en las ruedas de prensa.

La organización detalló que este informe arroja los resultados de un ejercicio de acceso a la información para conocer el sustento de lo que se dijo en materia de seguridad pública en 252 conferencias matutinas efectuadas entre el 3 de diciembre de 2018 y el 3 de diciembre de 2019.

"El objetivo fue verificar si las declaraciones del presidente y de su equipo de seguridad tienen sustento al momento de contrastarlas con respuestas institucionales", refirió María Elena Morera, presidenta de Causa en Común.

Añadió que, con frecuencia, "las dependencias niegan o entregan información parcial, de modo que en 7 de cada 10 declaraciones realizadas por el gabinete de seguridad en las conferencias matutinas no tienen ningún sustento por parte de las instancias gubernamentales".

Esta falta de transparencia refleja que las instituciones federales de seguridad suelen negar información directamente vinculada con sus responsabilidades establecidas en la ley.

"Esto puedo deberse a que no cuentan con dicha información, no consideran difundirla -aun cuando haya sido manifestada en las conferencias de prensa matutinas-, por deslindarse de alguna postura o declaración, porque no conocen sus responsabilidades o por una combinación de estas razones", se expuso en el estudio.

Para la elaboración del informe se enviaron 648 solicitudes de acceso a la información pública a una veintena de instituciones.

Posteriormente, se analizaron las respuestas de 450 solicitudes correspondientes a la SSPC, Sedena, Semar, Secretaría de Gobernación (Segob) y al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), dependencias federales que tienen atribuciones específicas en materia de seguridad.

El estudio revela que el tema de la Guardia Nacional presenta una mayor opacidad ya que las instituciones relacionadas con su funcionamiento se transfieren entre sí la responsabilidad de información sobre la misma.

(V.revista Proceso en línea del 3 de junio de 2020).

El presidente Andrés Manuel López Obrador rema con datos que le proporcionan que no resisten el más mínimo análisis. Se acentúan sus errores por su gusto por la confrontación, y la enorme exposición pública que produce un desgaste natural, por el número de horas ante al micrófono y el ejercicio de gobernar. Hacerlo es una decisión personal y no hay señales que modificará las mañaneras, que sirven para múltiples propósitos, algunos tan importantes como el de la gobernabilidad.

El problema que tiene no es con el formato, sino los insumos que le proveen, que se añaden a sus prejuicios y a los que en su equipo le siembran en la cabeza. Una de sus convicciones, como lo expresó ayer, es que "nunca se había atacado tanto a un gobierno como ahora en los periódicos, en la radio, en la televisión, (antes) todo era aplaudir y callar, quemarle incienso al presidente, lo cual ahora es un timbre de orgullo, porque hay libertades y la prensa no está subordinada, sometida al poder como antes". Se entienden sus palabras como parte de su narrativa para machacar que todo lo que hubo antes que él, estaba podrido.

Sin embargo, le servirá de manera efímera, porque en el análisis posterior, se podrán apreciar las falsedades de su discurso y se revisarán en función de los resultados. La prensa sometida al poder, como plantea, es una mentira. Ni siquiera en la parte dura del autoritarismo mexicano en los 60 y 70, dejó de haber prensa crítica, que era reprimida -hoy no sucede- y desde los 80, los medios fueron ratificando sus libertades constitucionales. De haber "quemado incienso al presidente, aplaudir y sólo callar", jamás hubiera tenido la proyección nacional cuando el presidente Vicente Fox lo quiso meter a la cárcel, que tuvo que recular por la presión política expresada, precisamente, en la prensa.

Es cierto que es un presidente muy criticado, pero podría plantearse como hipótesis que, proporcionalmente, lo es menos que su antecesor Enrique Peña Nieto. No hay un estudio aún que haga esta comparación, pero para efectos de argumentación, utilizaré un caso personal. Funcionarios del gobierno de Peña Nieto se quejaban de esta columna porque criticaba al ex presidente entre 15 y 17 veces al mes. Si se revisan las 20 columnas de mayo pasado, textos críticos donde López Obrador sea el actor principal, son 12.

López Obrador llevaba hasta el 2 de junio, de acuerdo con el tracking que realiza SPIN Taller de Comunicación Política, 381 mañaneras con una duración promedio de 101 minutos. Peña Nieto tenía un promedio de 5 eventos semanales donde hablaba, en suma, un total de 60 minutos. Las críticas al gobierno peñista, las investigaciones y las denuncias de corrupción, allanaron el camino de López Obrador a la Presidencia. El abordaje crítico de la prensa a gobiernos anteriores, se puede argumentar, también contribuyeron al hastío del electorado con el PRI y el PAN que, como se apreció en un porcentaje significativo de votantes por López Obrador en 2018, optaron por él para no tener más de lo mismo.

Este trabajo profesional es negado por el presidente e, incluso, cuenta una historia ficticia de los medios. Una vez más, se entiende como herramienta política para sus fines, pero sus prejuicios no son acotados por su equipo con información que impida que patine de una manera tan notoria. Por ejemplo, en la mañanera de ayer se volvió a referir negativamente a Reforma -al cual ha mencionado 173 veces, según SPIN- como un diario amarillista con motivaciones ideológicas y políticas. Afirmó que había colocado a México en el 3er. lugar de fallecimientos en el mundo, pero no hay una línea en la edición de ayer de Reforma, que soporte esa imputación.

Quienes le informaron mal, además, lo llevaron a pasar un momento incómodo cuando tras pedir que le proyectaran la primera plana del periódico, no pudo encontrar -porque no existía- el dato que mencionó. Luego alegó que la prensa aborda la pandemia haciendo "creer que sólo es en México que está sucediendo". No es cierto. El Financiero, por ejemplo, incluye en su portal el tracking del coronavirus en el mundo de la Universidad Johns Hopkins, multicitado en los medios mexicanos.

Contra lo que registran los medios, dijo que de 30 países, México está en el lugar 18 de fallecimientos. No está claro de dónde salió ese dato que le proporcionaron, pero también es falso. La Organización Mundial de la Salud ubica a México en el lugar 7 en decesos. López Obrador dijo que las tasas de letalidad -aunque confunde letalidad con número de muertos- en varios países europeos son mayores que en México, pero el tracking de la Johns Hopkins y la base de datos de The New York Times, lo desmienten. La tasa de letalidad en Alemania (8.5), Bélgica (9.5), y Suecia (4.5), por ejemplo, son menores que en México (11.8). En ese continente, sólo Rusia tiene una tasa mayor (26.87).

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 5 de junio de 2020).

El 23 de abril, en una de los circos vespertinos en Palacio Nacional, la directora del Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla, afirmó que para el 15 de mayo tendría listos 700 ventiladores, "ensamblados y listos" para soporte de los enfermos de COVID-19 en situación crítica, con tecnología 100% mexicana. No sucedió, y 15 días después, ante la presión de los medios, tuvo que justificar sus mentiras con más mentiras, al afirmar que no había dicho lo que sí había dicho. Pero desde un principio, sabían los expertos cuál iba a ser el resultado.

La directora del Conacyt engaño a la nación y, a menos que estuviera consciente del timo, al presidente Andrés Manuel López Obrador. Tocó la música del régimen al impulsar la racional del gobierno que apela al nacionalismo, con propaganda y mentiras que, sin embargo, no tiene consecuencia política alguna para ella -y de hecho, para nadie de sus compañeros de gobierno- porque no hay rendición de cuentas en esta administración para embusteros.

Invitada en abril a Palacio Nacional para que hiciera el anuncio, Álvarez-Buylla, dijo que la dependencia a su cargo "asumió la responsabilidad de coordinar el diseño y manufactura de ventiladores 100% mexicanos". Era mentira. El diseño y manufactura, de entrada, se iba a realizar con un diseño gratuito del Tecnológico de Massachusetts, al que se puede acceder fácilmente en internet, y había uno más que estaba preparando un mexicano. No se sabe qué está haciendo el Conacyt con este diseño y patente estadounidense, y del trabajo mexicano se sabe menos.

Pero aun si el diseño mexicano va caminando, no será tampoco 100% de contenido nacional. Otra mentira flagrante. La mayoría de las piezas para este tipo de equipo se fabrican en los principales centros industriales de equipo médico en Alemania, China y Suiza, de donde se importan para su fabricación en México -en las primeras semanas de la pandemia, por minimizarla la Secretaría de Salud, se vendieron los inventarios y no se guardaron equipos, como lo hizo el resto de las naciones- y se ensamblan en plantas de multinacionales, en Zodiac que está en Chihuahua, y en Hitachi, que se localiza en Querétaro.

Una persona que la conoce se asombró cuando escuchó su declaración en abril, donde ofreció en breve ventiladores mecánicos invasivos, de alta calidad y seguridad biomédica a bajo costo, porque sabía que ni siquiera existía un prototipo del ventilador. Un experto en la materia dice que podría ser posible que los primeros prototipos se presenten durante junio, un mes después de la fecha que ofreció Álvarez-Buylla para entregarlos "ensamblados y listos".

"La pregunta obvia es cuál es el contenido de esos ventiladores", dijo el experto, pensando en la justificación que habrá. "Me recordó la historia de los autos Lada soviéticos, orgullo nacional, bautizados localmente como 'Kopek', que fueron una copia calca del Fiat 124. La planta fue construida siguiendo los planos italianos bajo supervisión italiana".

El comentario refleja mucho lo que está sucediendo. La propaganda nacionalista al estilo soviético, divulgada través de sus órganos de difusión -no había libertad de prensa ni se permitía la disidencia- con falsedades tan grandes, que cuando el Kremlin ya no pudo sostener el ritmo del avance económico y tecnológico en el mundo, la Unión Soviética colapsó y se disolvió la federación de repúblicas en medio de la destrucción del modelo de gobierno. Álvarez-Buylla está en esa lógica de chapucerías bañadas de nacionalismo, respaldada siempre, de manera contundente, por López Obrador.

La directora del Conacyt no tiene que rendir cuentas por las mentiras que dijo y las promesas, que de haber sido honesta, nunca debió haber ofrecido. No se sabe si lo que dijo fue por instrucciones de López Obrador, muy proclive a llevar a sus colaboradores a hacer afirmaciones insostenibles o promesas prematuras. Sin embargo, como el presidente nunca se equivoca, alguien tendría que haber pagado por el incumplimiento de lo prometido.

Las palabras en esta crisis sanitaria deberían tener un valor superior y un costo mayor de probarse falsas, porque si engañó al presidente y a los responsables en la Secretaría de Salud sobre la posibilidad de tener rápidamente ventiladores, probablemente tomaron decisiones presupuestales y adquisiciones equivocadas en función de ese ofrecimiento. Si esto fue así, y el tiempo permitirá ir conociendo la verdad de este episodio, existe la posibilidad de que sus mentiras causen muertes. ¿Estará consciente Álvarez-Buylla de la irresponsabilidad incurrida?

Varios altos funcionarios en el gobierno, involucrados en el tema del combate a la COVID-19, probablemente no se han dado cuenta que sus acciones pueden estar blindadas en México, mientras se mantenga la fuerza de López Obrador, pero que el haber tomado decisiones de Estado que afectan a un grupo específico de personas, se abre la puerta para que una vez pasada la emergencia y se empiecen a revisar los resultados de las decisiones y las acciones, podría abrirse la posibilidad de juicios en tribunales internacionales por las políticas que provocaron la muerte de personas.

Esto no tendría nada que ver con el número de decesos ni con los pronósticos confusos que hay sobre la enfermedad, sino sobre acción-decisión-resultado.

Deberían tener en cuenta este horizonte y dejar de mentir y engañar a todos. Si creen que en México pueden salir impunes, por algunos años así podrá ser. Pero nada es para siempre. Además, el camino a tribunales internacionales es una opción que se considerará y eventualmente, en función de lo que resulte al día siguiente del final de la crisis, y habrá quien tome la decisión de la denuncia internacional. Ahí no habrá más blindaje ni impunidad. Tampoco servirá la propaganda y las mentiras. Es mejor que rectifiquen y que vean en ese horizonte un freno para detener la palabrería y la irresponsabilidad.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 12 de junio de 2020).

En nuestro triste contexto político, desde lo más alto, el gobierno siembra una mentira: la existencia del BOA, un frente opositor que reúne a empresarios con intelectuales, periodistas y políticos cuyo propósito -como si esto fuera ilegal- es el de ganar las elecciones legislativas de 2021 y votar contra la permanencia del presidente en la consulta de revocación de mandato de 2022.

¿Por qué el presidente sembró a propósito esa mentira? La lectura de ese documento apócrifo fue irregular. Alguien supuestamente entregó el documento en Palacio y el presidente decidió leerlo. ¿Así nada más dejaremos pasar esta nueva falsedad presidencial? Por la pandemia en Palacio se suspendió temporalmente la Oficialía de Partes: no se recibió ese documento en Palacio. Pero supongamos que lo hubieran metido por cualquier otro lado. Supongamos que ese documento anónimo, a todas luces hechizo, llegó a manos del presidente. Y que éste, con gran prudencia, pese a la misteriosa procedencia y el anonimato del texto, la configuración barata pero sobre todo, que en esencia la formación de un grupo político no es en ningún modo ilegal, decidió leerla frente a todos los medios.

Hago un alto en este punto. ¿Como lo dijo el presidente tenemos que darle crédito a esta patraña? Obviamente se trata de una mentira sembrada desde Presidencia, ¿tenemos que fingir que creemos que inocentemente el presidente ordenó a su vocero la lectura de un texto anónimo que involucra a diversos personajes con nombre y apellido? No tenemos que fingir eso. El texto es falso. La mentira la sembró Presidencia. El documento salió de las oficinas de gobierno. El presidente decidió convertir su conferencia matutina en el centro de su campaña política para el 21-22. Y decidió arrancarla con una sonora falsedad.

Digamos las cosas como son: no existe ningún grupo BOA, se trata de una mentira para darle nombre y forma a los adversarios del presidente, para sembrarlos en el imaginario de la gente como un solo grupo, compacto y corrupto, ilegal y golpista. ¿Por qué se permite que el presidente mienta desde una tribuna oficial para dar forma a su estrategia política? ¿No tiene nada que decir el INE respecto al uso del tiempo oficial para promover la causa del presidente en la consulta por la revocación?

Con esa ficción política -el BOA- Presidencia aglutina a la oposición, la estigmatiza y logra meterla en el terreno tenebroso de la conspiración, que es el favorito del presidente. Lo del BOA, según buscó el presidente transmitir en su conferencia, es secreto, alguien del pueblo lo filtró, se trata por tanto de una conspiración, de un nuevo y vasto complot en contra del primer mandatario. Conocemos de sobra ese recurso de López Obrador. Cualquier grupo político que le haga resistencia es percibido como un grupo de conspiradores. Como la razón no les asiste (y menos la moral, ya que "es moralmente inaceptable" que la derecha tenga razón) se tienen que agrupar para enfrentarlo. Al situarlo así ante la imaginación pública configura ya la imagen que quiere proyectar: el Mal -que es Legión de conspiradores- contra el Bien, que es Uno, el Señor Presidente.

La mentira como método de manipulación política. Vaya, qué descubrimiento. No es el 1er. gobierno que miente y no será el último. En medio de una peligrosa pandemia que ha dejado ya más de 17,000 muertos y decenas de millones de personas sin trabajo, el presidente dedica una parte importante de su tiempo a demonizar a sus adversarios. "Yo hasta me divierto al dar a conocer esto porque se tapan tanto, se ensarapan ahí, piensan que nadie lo va a saber", comentó al día siguiente López Obrador. La falsedad elevada al grado del cinismo.

A los pocos minutos de que el presidente "destapó" el BOA, las redes sociales se burlaron de la maniobra burda. Todos aquellos que nombró el documento calumnioso se deslindaron. El círculo rojo concluyó: una mentira más del presidente. Pero a los pocos días veo y escucho que se habla del BOA. Algunos anuncian que quisieran unirse a él. Otros que es necesario fundarlo. Para otros, los más bastos, se trata de una verdad revelada. Si BOA no era ya es. La mentira se hizo real. La ficción invadió la realidad cotidiana. Gracias a la propaganda, la mentira está terminando por sustituir a la realidad.

Fernando García Ramírez
(v.periódico El Financiero en línea del 15 de junio de 2020).

Voy a comenzar este texto con lo que para mi es una obviedad, pero que en esta época desconcertada suena a revelación bíblica: el mayor enemigo del periodismo, entendido como oficio, es la clase política. No me referiré a los poderes fácticos como los empresarios, las iglesias o las camarillas de influyentes de todos los sabores; tampoco aludo a la creciente intolerancia a las versiones alternativas a las que quiere imponer la Pax Narca que domina medio país. Hablo de los políticos profesionales, que tienen un proyecto de acceso al poder formal, por lo cual buscan que su versión del cuento -"narrativa", la llaman pomposamente sus costosos asesores, como si se tratase de nuevas versiones de la Ilíada o de Guerra y Paz- sea la que termine predominando en la esfera pública, y por ende, en la imaginación de los gobernados.

Esto me hace estrellarme con una 1a. paradoja: es justamente la competencia del acceso al poder, que consagró la democracia mexicana de forma plena a partir de la creación del Instituto Federal Electoral en 1994, la que ha convertido a una clase política, que antaño no llegaba a los cargos sino por ciertas simulaciones democráticas -contaba más ser obsequiosos y serviles ante el presidente, el verdadero factor de ascensos y descensos en las carreras-. El cambio democrático en que vivimos desde hace 26 años, y que se reflejó con la alternancia por 1a. vez en la dimensión nacional en 1997, con la pérdida de la mayoría del congreso para el PRI, parece haber llegado a un callejón sin salida, pues los populistas que hoy nos gobiernan, en la esfera nacional y en muchas de las estatales, han aprovechado las reglas democráticas para comenzar ahora el proceso de demolición de la democracia, y tal vez regresar a una suerte de nueva modalidad de la vieja regla de que era mejor inclinarse ante el caudillo que trabajar por convencer -frecuentemente engañar- al electorado.

Es una paradoja interesante, porque demuestra que la crisis del periodismo, como dijo la directora del diario El País, Soledad Gallego Díaz, es la crisis de la democracia.

Tienen destinos indisolubles que se expresan en una fórmula de gran simpleza: donde no hay prensa libre no hay democracia.

En la 1a. fase de la transición democrática, los políticos, sobre todo de la oposición, festejaron que la prensa se liberara de las ataduras de la censura nacional-revolucionaria y se convirtiera en un sano actor crítico del poder, como sucede en todas las democracias del mundo. Pero a partir de que "profesionalizaron" sus equipos de trabajo, y comenzaron a escuchar las versiones cínicas de muchos de sus asesores sobre cómo el acceso al poder no tiene que ser una lección de ética sino de eficacia, y por ende, a la prensa se le utiliza cuando se puede, y cuando no, se le desprestigia "preventivamente" (no vayan a contar una historia real sobre mí), esos políticos no han vacilado en alimentar los mitos que hoy legitiman el acoso a los periodistas. Para ello, tuvieron un valioso aliado en la emergencia de las redes sociales, un mundo extraordinario de comunicación global y local que se expresa salvaje y descontrolado, de libertad total, pero prometedor para el que aprende a utilizarlas a su favor.

Para decirlo más claro: a la clase política profesional no le importa un comino el buen ejercicio del periodismo, la libertad de prensa y la libre circulación de opiniones, a menos que le reporte algún beneficio de imagen, fructificable en un proceso electoral o al menos en las encuestas de opinión, otra herramienta que satura nuestras vidas desde los lejanos años 90.

En ese sentido, el trabajo de los periodistas es un reto que afrontan de diversas maneras: uno es ofrecer pan o palo, la vieja receta porfirista refinada durante 7 décadas de priismo, 8 si sumamos los caudillos predecesores, a partir del asesinato de Carranza. Otro es controlar por medio de presupuesto discrecional a los directivos y los empresarios de los grandes medios, que abrumadoramente son cualquier cosa, menos periodistas, y que están empeñados en obtener ganancias. 3, crear la versión eficaz y creíble de que la industria de los medios es todo el periodismo, y sus relaciones frecuentemente interesadas con el poder retrata a toda una profesión. Esta es altamente eficaz porque permite calumniar impunemente a todos los periodistas como si fueran los responsables del modelo de negocios de sus empresas (hay casos, sin duda, pero no tienen que ver con el periodista de la calle, considerando el riesgo creciente de su ejercicio y su baja remuneración, es uno de los profesionales más precarios del país). El acoso en redes ayuda a que muchos cedan por temor. El acoso muchas veces se transforma en licencia para agresiones incluso físicas. Una responsabilidad que líderes como Andrés Manuel López Obrador o Enrique Alfaro Ramírez han tratado de evadir, a pretexto de su "derecho de réplica" (otra genial aportación de los asesores de propaganda que les hablan al oído).

Todo este cuadro preocupante para quienes nos dedicamos a esta profesión, ha sido agravado en los gobiernos que asumieron responsabilidades de 2 años a la fecha. Son gobernantes populistas. Una de las características del populismo es su divorcio con la sobriedad democrática y el conocimiento técnico, el abrazo total a las emociones. Esto se da en un contexto que no puede ser peor para la salud democrática: la apelación a valores religiosos y a místicas simplonas y muy efectivas de la búsqueda de "la salvación nacional", lo que mezclado con valores "eternos" tipo Dios y el bien, fomenta un discurso totalizador que declara a los opositores como los enemigos de la patria, y que se sintetiza muy bien en la reveladora proclama de López Obrador de junio pasado: o están con la 4a. Transformación o están contra ella. No hay medias tintas.

Es, pues, el trazo inquietante de una religión política que tiene muy poco que ver con la democracia. Que los periodistas hagan su trabajo como lo marcan los cánones del oficio, los coloca inevitablemente del lado de los malos. No es novedad histórica. En México se construyó, también durante la transición democrática, el discurso de muchos asesores ex periodistas (impresionante el papel jugado por muchos funcionarios o asesores con pasado en el periodismo, para socavar la imagen del periodismo) de que la prensa es parte del poder político. Sin duda hay ejemplos de excesos de muchos magnates de los medios que pueden darles argumentos. Pero es equivalente a pensar que los gobiernos son ineludiblemente corruptos, los curas inevitablemente pederastas, los abogados fatalmente prevaricadores, los comerciantes siempre especuladores. Y no es por quedar bien con ellos, pero lo que hacen varios, incluso muchos, no lo hacen todos.

Tampoco todos los directivos de medios buscan venderse al gobierno o al poder; tampoco todos los políticos odian a los periodistas (aquí se da un poco la lógica de la mafia, es decir, se actúa por pragmatismo: "perdona, no es personal"), y faltaba más, tampoco todos los periodistas de oficio son santos mártires sacrificados y amorosos de la verdad. Pero hay muchos. El verdadero papel político del periodismo es ser un contrapoder, y si algunos lo tuercen para unirse a proyectos políticos, simplemente demuestra la vigencia de aquella famosa frase de Nietzsche convertida en un libro best seller de filosofía: "Humano, demasiado humano".

El problema es que la calumnia retórica se ha convertido en verdad de axioma: todo periodista es culpable mientras no demuestre lo contrario. Todo periodista arrastra el estigma de su medio o de los proyectos a que este sirve (entonces Ryszard Kapuscinski no es lo que dijo: servía a un gobierno dictatorial, el polaco. Peor aun: mandaba información a las redes de inteligencia de ese país, entonces comunista. No hay espacio para ponderar circunstancias complejas que no impidieron construir una de las obras intelectuales más fascinantes del siglo XX). La sospecha ante el interlocutor se agrega como estigma a otras grandes taras que arrastra una profesión que se trata de reconstruir ante los retos tecnológicos y de mercado, sin perder su esencia ética, tan inherente como "el zumbido al moscardón", como señala una afortunada frase del escritor Gabriel García Márquez (de quién tampoco podemos olvidar su renuncia a la crítica de la dictadura cubana. Lo cual subraya que el periodismo es oficio humano, pero sobre todo, que la perfección y pureza no tiene que ver ni con la democracia... ni con la realidad del Homo sapiens. Pero sí con los relatos religiosos).

Así, llegamos a "los cínicos no sirven para este oficio" (Kapuscinski). ¿O sí? Muchos ex periodistas (obviamente, no todos) en los gabinetes de comunicación y la asesoría de gobernantes podrían demostrar... que efectivamente, mejor había que migrar. Pero también hay un puñado de periodistas que debe explicaciones sobre sus acuerdos con el poder.

Del relato de la prensa sospechosa, salta la pregunta: ¿son entonces las redes sociales la respuesta democrática y de calidad que demanda una sociedad informada? Las redes sociales no tienen per se el rigor que se exige al periodismo para probar y demostrar sus asertos. Las revelaciones cotidianas sobre las granjas de bots de políticos tan dispares como López Obrador, Alfaro en Jalisco, Del Mazo en Estado de México, demuestran que son dúctiles, que son proclives a la manipulación para que los cibernautas actúen a favor de ciertos intereses. Cuando se busca castigar la corrupción, siempre salen parroquianos para defender al corrupto. El caso Bartlett ilustra muy bien el punto. No existe un código de ética en las redes sociales, en el oficio del periodismo sí existe. Habría que agregar que en ese mundo virtual y salvaje, suelen ser trabajos periodísticos bien soportados los que le dan calidad a lo informativo. La red demuestra la necesidad de buen periodismo, un desafío al que los periodistas no debemos rehuir. Twitter, Facebook e Instagram son paraísos de desinformación y de manipulación política o cultural... pero también son espacio de conocimiento si se aprende a buscar en esas plataformas el conocimiento serio.

La exigencia al periodista de probar que es ético y profesional, me dice mi amiga Raquel (una periodista cuyo paso por instituciones públicas no incluyo la venta de su alma, para mi fortuna), es inusualmente mayor a la de cualquier otra profesión en México. Hay ingenieros, abogados, médicos, mercadólogos, administradores, educadores y contadores que pueden ser corruptos, o trabajar para empresas o instituciones cuestionables, y no se les condena a priori.

Más allá de la carga de acoso, con los periodistas se tiene una gran ventaja: sus resultados quedan a la vista. Si una pieza no está bien calibrada y con datos comprobados y comprobables, se cae. Un edificio mal hecho puede durar años hasta que un sismo lo derriba; un ejercicio de evasión fiscal no se descubre si Hacienda no lo rastrea; un litigio fraudulento o corrupto requiere la denuncia y la prueba del oponente. Con el periodismo es más sencillo, pero a condición de que se lea críticamente -es decir, de verdad- el producto ofrecido. Hay oportunidad de identificar fallas e inconsistencias, y sin duda, la ausencia de rigor exhibe un mal trabajo profesional. Así, el lector no está indefenso y su lectura alerta y de buena fe es un filtro indispensable y una ventaja para esta profesión. Por eso los periodistas, obligados a la transparencia, tenemos fuertes incentivos para desempeñar un trabajo a prueba de buenos lectores y con valores profesionales. Esto me lleva afirmar que los grandes consorcios, con sus intereses, también financian periodistas honrados y rigurosos. No les conviene prescindir de estos porque sus negocios perderían credibilidad y sin eso, un medio se muere. Por eso, todas esas empresas condenadas por la religión política que amenaza con apoderarse del espacio público en México, suelen producir periodismo, muchas veces de alta calidad. Debo enfatizar que así como un abogado decide el modo de defender al cliente, o el arquitecto la manera en que diseñará un edificio, el periodista y su equipo (incluido el jefe de información o el editor) determinan la ruta de trabajo y los productos a entregar. Siempre habrá partes de un asunto más periodísticas que otras. Y lo lógico es que se exploten más, el periodismo está para llamar la atención sobre los detalles anómalos de un asunto. Acusar al periodista de "tendencioso" pierde sentido ante esto.

Su trabajo es encontrar los ángulos del interés público: casi siempre, los que irritan al poder.

Tampoco debemos olvidar que los periodistas somos sujetos, y por ende, nuestra mirada al mundo es subjetiva. La "objetividad" es a lo sumo la búsqueda del reino de Dios y su justicia: pero aquí lo que triunfa es la añadidura. La exigencia profesional al periodista debe ser la misma que se hace a otros profesionales: rigor en la comprobación de datos, pertinencia del tema para la opinión pública, cobertura tan amplia y profunda como sea posible y alto sentido de la oportunidad. Por otro lado, el periodista navega entre muchos intereses que tienen derecho a visibilizar su agenda siempre que aporten datos y pruebas. Son fuentes de información. Hay también evidencias documentales que por sí solas pueden ser fuente de alto interés periodístico. Ninguna pieza publicada es la información completa. Hay un sesgo de origen, lo que informa puede ser parcial pero está verificado (idealmente), y permite abrir una historia. No podemos olvidar que el periodismo se mueve en el día a día. ¿Cómo sorteamos el pantano de las historias parciales y los sesgos de origen? Con más reporteo, con nuevas publicaciones, con seguimiento, con autocrítica, con retroalimentación. Como construir un caso policiaco: podrás armar poco a poco un expediente de hechos que confirme o corrija la veta inicial. Eso es periodismo. Exigir en un producto periodístico el tiempo, el reposo y la diversidad de un trabajo académico no solo es absurdo (una fuente primordial del periodismo suelen ser las personas comunes, no los sabios), es muy injusto. El periodismo es la cobertura de una agenda informativa centrada en coyunturas políticas y sociales (ambientales, culturales, económicas) de alto interés para las audiencias. Por eso es tan importante en una democracia. Pero ni es la verdad completa, ni es la verdad última. La ambición totalizadora es cosa de la filosofía.

Agrego: ante las presiones constantes del director o los accionistas, darle voz a los intereses cuestionables te blinda de la censura más vulgar: tu obligación es entrevistar a todos, pero eso no significa darles razón. Por otro lado, no se puede hacer una buena historia sin la versión de los intereses cuestionables y es deber del periodista mantener, en lo posible, canales abiertos. Es el lector, a la larga, quien decide si la historia está más o menos completa.

Los medios están obligados a ser caja de cristal, por eso el periodismo es una profesión no solo riesgosa, sino frágil. Si el lector no aprende a leer con todas estas consideraciones, estamos fritos. Si consideran que contar la historia completa, es decir, incluyendo la voz de los "malos", es "tendencioso", peor. No solo le das voz a estos por mantener frágiles equilibrios útiles para que tu dirección editorial defienda la línea de investigación, sino porque estás cumpliendo con el lector más exigente que busca armar las piezas del rompecabezas. Pero si ese lector nomás se tropezó con una parte de la historia el día que denunciaste la falsificación estadística de seguridad o peor, el día que publicaste la versión oficial, podría solo confirmar sus prejuicios lectores y no dar la oportunidad de que en una sucesión de lecturas se arme la historia. Y esa lectura sesgada no es responsabilidad del periodista o del medio, sino del lector. Tenemos que construir también otro tipo de lectores o audiencias.

Tiene gracia que muchos de los que cuestionan a los periodistas y medios por "no decir la verdad" o "manipularla" formen 1a. línea del ataque a la libertad de prensa, bajo la premisa de que esta dirige una asonada contra el poder. Mi conclusión es que con lectores llenos de tan evidente mala fe, el ejercicio honrado de una profesión se hace más precario. En secreto, abonan a la desconfianza porque es el camino más sencillo para desautorizar la crítica, algo que buscan porque el autoritarismo no quiere testigos notariales de sus tropelías. Obviamente, los compañeros de viaje de esa aventura política, a veces de buena fe, no moverá un dedo, llegado el momento, para salvar un medio o a un periodista. Es el escenario perfecto para que el poder monopolice el relato y se haga dueño de la verdad. ¿Cuántos se levantaban en medio de una quema de brujas a denunciar la corrupción del inquisidor?

Pero la visión populista (decir trumpiana es otro término correcto) de la realidad tiende a simplificar lo complejo. Queda claro, por hablar del caso del presidente López Obrador, que a este le irrita particularmente la comentocracia. Es una visión defectuosa del periodismo que sus asesores le han vendido bien. ¿Qué hay que considerar en el tema de los bienes inexplicables de Manuel Bartlett, la pieza de la reportera Areli Quintero o los decenas de comentarios de comentaristas odiados por el mandatario, como Loret de Mola, Aguilar Camín, Hiriart o Dresser? Es una trampa que se tienden solos. Y hacen poderosa a la "comentocracia", sólo una vertiente de los ricos y diversos géneros periodísticos.

Debo añadir que el tema del derecho de réplica es uno de los que más han pervertido el debate democrático. Los grupos de poder esperan una sola coma mal puesta para lanzar acusaciones delirantes contra el autor y acusarlo de intereses inconfesables. En tiempos menos malquistados, se concedía la buena intención y se llamaba al error y a la imprecisión por su nombre. Hoy es prueba sumaria de conspiración, relato extremo que no es mera histeria, porque buscan proscribir el periodismo de investigación salvo que sea "en los bueyes de mi compadre" (pero en un régimen autoritario, ya no existen yuntas ajenas). Calumnia que mucho quedará.

Así, no me asusta la impopularidad de los periodistas. Ese es un destino más o menos comprensible en una sociedad que no lee, ejerce o admite la crítica de las instituciones, y menos de sus valores. Esa realidad hace más riesgoso este auge populista. El periodismo se convierte en la herejía contra el discurso único, contra la verdad consagrada, contra la suprema sabiduría de las emociones. De ahí la urgencia de al menos someter, no proscribir abiertamente. Es que la destrucción de la democracia formal de los neopopulismos lleva a un tipo de autoritarismo que podemos llamar "democracia simulada". Sí, como en los años de oro del PRI.

Agustín del Castillo
(v.El Respetable del 16 de julio de 2020).

Todos los gobiernos del mundo tratan de controlar a la prensa y librarse de esos voceros que desde ella lo vigilan, denuncian sus desaciertos y reales o inventadas pillerías, y suelen estar en manos de sus opositores y de periodistas honestos, desaparecer a aquellos y a estos últimos callarlos o comprarlos. Lo que ocurre es que en los países de poderosas tradiciones democráticas no puede hacerlo, la sociedad misma se lo impide. Este es el ideal que, con el tiempo, cualquier país puede alcanzar. Toda democracia juvenil o reciente será siempre imperfecta, y, acaso, la perfección en este campo sea imposible de alcanzar. Lo importante es mantener viva una prensa libre, hasta que aquello se vuelva una costumbre a la que la sociedad en su conjunto no quiera renunciar. Esa es ya una gran victoria, sólo posible en los países que, sobreponiéndose a todo lo demás, eligieron ser de veras libres.

Mario Vargas Llosa
(v.pág.14-A del periódico El Informador del 19 de julio de 2020).

Amén de ser saludable por cuanto propicia una catarsis social y aporta elementos para el debate -en el entendido de que "de la discusión nace la luz"-, la crítica es indicio de que se vive en un régimen de libertades, que no reprime al ciudadano por expresar sus discrepancias, ni siquiera en los casos -abundantes en nuestro medio, como puede constatarse mediante un chapuzón en las redes sociales- en que tales discrepancias no se limitan a la exposición comedida de argumentos, sino apelan a recursos ruines como la diatriba, la ofensa y aun la calumnia y la mentira.

Jaime García Elías
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 10 de agosto de 2020).

Joseph Goebbels, el famoso jefe de campaña de Adolf Hitler, reconocido por el impacto de sus estrategias mediáticas, decía que "una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad".

Pero en contra de esta perversa frase, la cual confirma que sí es posible manipular la buena fe de personas confiadas, que no piensan, piensan poco o piensan tarde, está la de Abraham Lincoln que dice: "Se puede engañar a todo el pueblo parte del tiempo, y a parte del pueblo todo el tiempo; pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo" (...te digo, Juan, para que oigas, Andrés).

En la filosofía maquiavélica, la inmoralidad del acto de mentir se justifica por las ventajas que se obtienen y la utilidad que significa el poder influir en la sociedad y modificar la opinión pública.

Y esto es lo que las redes sociales provocan hoy: la formación de una opinión pública basada en datos parciales o datos falsos, o en embustes y mentiras flagrantes, en muchos casos bajo direcciones maquiavélicas que distorsionan la realidad en aras de intereses económicos o políticos.

De la misma manera que los llamados productos "milagro" ofrecen curar o limpiar todo, los políticos maquiavélicos ofertan soluciones para todos los males y que por inviables e ilusas merecen el calificativo de "promesas milagro".

En muchos casos, debido a una buena presentación y estructuración de ideas, así como al uso de estereotipos y frases pegajosas, innumerables argumentos superficiales se toman como verdaderos y se adoptan como opinión propia, sin siquiera conocer a los autores y mucho menos la fuente de información.

Todo el aprendizaje humano, desde la época de las cavernas hasta hoy, está basado en los pensamientos y opiniones de los que nos han precedido. Aunque no es garantía de nada, escuchar y aprender de los demás es bueno, y el cambiar nuestros puntos de vista cuando nos topamos con mejores argumentos que los nuestros, crea sabiduría.

Tener opinión propia respecto de algún tema requiere un mínimo de conocimientos, objetividad y sentido común, y en los casos en los que pretendemos suscribir la opinión de terceros, particularmente si éstas las encontramos en las redes sociales, es obligado poner ciertos filtros intelectuales para no terminar avalando posturas ignorantes, prejuiciadas o de intereses específicos, simplemente porque suenan sensatas o porque quien presenta los argumentos nos parece, o se presenta a sí misma, como una persona seria, educada e inteligente.

De hecho, los más grandes estafadores son los que mienten y plantean sus embustes con mucha seguridad, con palabras elevadas y una personalidad arrolladora.

Lo que las redes sociales están provocando es flojera mental. En lugar de pensar por nosotros mismos, es más fácil adoptar las ideas y opiniones de otros.

No es imperativo tener opinión acerca de todo, como tampoco vale la pena defender a muerte nuestras ideas, pero dejar de pensar por nosotros mismos, y por pereza mental ajustarse siempre a los planteamientos ajenos es volverse un ser insignificante, intrascendente y víctima permanente de las circunstancias.

La única manera de ser relevante para sí mismo y para los demás es teniendo opinión propia. Y para ello lo único que se requiere es pensar, aunque sea un poco.

Veámoslo desde otro ángulo: ¿de qué sirve, o para qué quisiéramos, hablar con alguien que no tiene ideas propias, originales y que todo lo que tiene para decir lo podemos "googlear" o leer en un "pinche" libro?

En ese caso, siempre será mejor comprarnos el libro y olvidarnos o hacer a un lado a las personas que nos lo recitan de memoria.

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(14 de agosto de 2020).

La verdad está en peligro en todo el mundo. Los hechos son relativizados y sobajados a meras opiniones. Cada quien tiene su opinión. Cierto. Pero como dice Héctor Aguilar Camín: todos tenemos derecho a nuestra opinión, pero no tenemos derecho a nuestros propios hechos. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador es un homenaje a la retórica y a la propaganda. Un presidente que machaca una idea, una y otra vez, y hasta mil veces, pensando que la repetición convertirá la mentira en verdad. Hay quien dice que eso es "posverdad", el término de moda. Difiero: se puede vestir y maquillar la mentira como queramos, pero en el fondo sigue siendo una falsedad.

López Obrador abrió fuego con una serie de spots publicitarios que buscan "vender" los éxitos de la 4T a casi 2 años de gobierno. Hay de todo: el avión presidencial, ¡Nunca más los privilegios!; estamos rescatando la economía popular, ¡Nunca más el rescate a los de arriba, a los banqueros!; No soy comunista, hasta el papa Francisco apoya lo que hago; ya no hay corrupción arriba, aunque queda un poquito en medio y abajo. La retórica que conocemos del presidente y que nos repite todos los días en la conferencia de prensa matutina. Nada nuevo bajo el sol.

No obstante, la publicidad en medios de comunicación está repleta de mentiras. El presidente está falseando la realidad con su propaganda. Con frases pensadas y cortas, busca pintar una realidad que no existe. Hagamos un repaso de las joyas narrativas. 1o., "estamos recuperando la economía popular". ¿Qué dato sostiene eso? El consumo de las familias está en niveles de 2009. De acuerdo con CONEVAL, 10 millones de mexicanos caerán a situación de pobreza durante 2020. En el mismo sentido dice el presidente: no rescatamos a los de arriba, sino a los de abajo. Es cierto lo primero, pero es mentira lo segundo. El gobierno de López Obrador prefirió la ortodoxia fiscal y sus megaproyectos como el Tren Maya o Dos Bocas, antes que proteger los empleos y transferir recursos para mantener el consumo de las familias. Ni siquiera se atrevió a discutir un seguro de desempleo o un ingreso mínimo vital. Ahí tiene razón el presidente, de comunista tiene lo que yo de biólogo. A mí me parece bastante neoliberal.

Otra: compra tu cachito, vamos a sortear el avión presidencial. Mentira. El avión no se sortea, simplemente se venden boletos para sacar una lana para el gobierno y que tenga más recursos para invertir en los programas que el presidente juzga prioritarios. Es decir, los contribuyentes pagamos el avión en los corruptos sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, y ahora lo volveremos a pagar con los cachitos de la 4T. Reconozco el compromiso de López Obrador con la medianía republicana, pero se muestra el avión porque tiene pocas cosas que mostrar el presidente luego de 21 meses de llegar al gobierno. La parafernalia en torno al avión es reflejo del fracaso de su administración.

Seguridad: estamos pacificando al país. ¿Qué? Durante 2019, 34,000 mexicanos fueron asesinados. Mil más que el último año de Peña Nieto. El año más violento de la historia moderna del país. Y en 2020, al corte de mitad de año (último día de junio), 17,982 personas asesinadas. De seguir con la tendencia, el gobierno de López Obrador superará su lastimoso récord. Eso no supone ninguna ruta para pacificar al país. No dudo que López Obrador tenga la intención, pero los datos muestran una descomposición superior a los sexenios de Calderón y Peña Nieto.

Y dice López Obrador: es otra la estrategia para combatir a los delincuentes. No hay ningún especialista que sostenga que el actual gobierno está tratando el problema de la violencia de forma distinta a sus antecesores. ¿El ejército está involucrado? Sí, de lleno. ¿Se hacen detenciones de capos? Sí, y se presumen. ¿Se ha utilizado el populismo punitivo para endurecer la prisión preventiva? Sí, desmantelando las reformas que supusieron la entrada en vigor del sistema penal acusatorio. Es la misma gata. Con una diferencia: el presidente simula que se hacen las cosas distinto. Nos dice que vemos mal y que la estrategia busca recomponer el dañado tejido social.

El discurso que le dio la Presidencia a López Obrador fue la condena rotunda de la corrupción. Luego de un sexenio de saqueo institucionalizado, López Obrador apareció como el adalid de la lucha contra los excesos de la clase política. El antídoto contra esa perversa imbricación del poder económico y política. Sin duda, la Fiscalía General de la República está avanzando en la tarea de desmontar la trama que permitió el enriquecimiento de tantos políticos ligados al PRI y al PAN en el sexenio anterior. Sin embargo, ¿y la corrupción de los suyos? ¿Y los casos de los suyos? Nada. Y esa también es corrupción de los de arriba. Bartlett, su hijo, David León, su hermano Pío, Carlos Lomelí, Jaime Bonilla?. De verdad, ¿desapareció la corrupción en la cúspide o cambiaron los favorecidos del perdón presidencial?

"Vamos a producir la vacuna y será gratis". Dice López Obrador. Bueno, ése es un anuncio no verificable. Lo que hay es un acuerdo con el laboratorio Astra-Zéneca y Oxford para producir la vacuna, en el momento en que esté lista. De lo que no rinde cuentas el presidente es de su gestión de la pandemia. De eso sí tendría que hablar y rendir cuentas. Ni siquiera hace alusión. Ni siquiera se defiende. Tal vez porque es imposible. ¿Cómo defiendes que sigues desautorizando a aquellas voces que piden el uso de la mascarilla o cubrebocas? ¿Cómo defiendes que tu mejor antídoto contra la pandemia fue hacer una conferencia de prensa vespertina para contar los muertos? ¿Cómo defiendes que no es aconsejable hacer pruebas PCR? ¿Cómo defiendes una estrategia que tuvo como corolario la muerte de más de 62,000 mexicanos hasta hoy? El COVID es el reto más exigente que han tenido que enfrentar los gobiernos desde las guerras mundiales y López Obrador lo único que quiere es pasar página.

En diciembre de 2018 escribí en estas páginas que nunca espero mucho de los gobiernos. Y no por opiniones simplonas como: todos son iguales. No, espero poco de los gobiernos porque sé que la capacidad de la política para cambiar la realidad es limitada. Existen estructuras económicas, sociales, culturales, que son más potentes que la política. Sin embargo, sí espero una cosa: cambios graduales. Pequeños, pero sostenidos. De López Obrador y su gobierno espero un país menos corrupto, menos desigual, menos pobre, menos inseguro. Casi 2 años después, México está peor. No hay ningún dato que sostenga lo contrario.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 30 de agosto de 2020).

Su narrativa, frente a la inexistente en el paisaje mexicano, le permite navegar plácidamente entre los mexicanos, como mostró la encuesta de aprobación presidencial de El Financiero este martes, que lo tiene en un robusto 59% de respaldo nacional pese al manejo de la pandemia -que le critican-, y de la economía -donde lo reprueban seis de cada 10-. Su retórica construye sofismas y su palabra de predicador, con imágenes binarias y religiosas, se anidan en la mente de millones de mexicanos, que convierten en realidades lo que, en algunos casos, sean escandalosamente mentiras.

Las remesas, por ejemplo, que presumió que crecieron como si fuera un logro de él, cuando el dinero, particularmente de Estados Unidos, fue enviado en esos volúmenes en buena parte gracias a los estímulos fiscales que Donald Trump dio a las empresas, que no hizo aquí López Obrador. Otro, la apreciación del peso, tampoco por él, sino por el diferencial de las tasas de interés entre México y Estados Unidos, que allá generan cero utilidades y aquí al menos 4%, lo que quita presión al tipo de cambio. O el que no suba impuestos a la gasolina, cuando en realidad, de los 560,000 millones de pesos de ahorros que mencionó, alrededor del 90% resultó de los IEPS a las gasolinas.

Tampoco es cierto que sea promotor del medio ambiente como presumió tras cesar al secretario Víctor Manuel Toledo, quien afirmó que López Obrador no tenía el menor interés en temas ecológicos. El presidente se defendió con el programa Sembrando Vidas, aunque hasta julio, la Secretaría del Bienestar, responsable del programa, admitió que sólo el 7% de la meta comprometida, se había cumplido. López Obrador, mostró un reportaje de Bloomberg publicado en julio en El Financiero, está peleado con las energías limpias y, a contracorriente mundial, está volcado en las energías sucias, con su proyecto de refinería en Dos Bocas y la negativa a cerrar Cadereyta, pese a los daños ecológicos que produce.

Habló del "progreso con justicia" que se está logrando con las clases más desprotegidas, y cómo fue el mejor para manejar la Covid-19 atendiendo la actividad económica. La crítica a la errática estrategia de la pandemia es hoy un lugar común, y la afirmación que se ha apoyado a la salud, es falsa. Entre enero y mayo, le quitaron 1,884 millones de pesos al presupuesto de la Secretaría de Salud, incluidos 47 millones a la Subsecretaría de Prevención y Control de Enfermedades que encabeza Hugo López-Gatell, el zar del coronavirus. Nadie sabe cuántos muertos y enfermos hay por el virus, y quizás nunca lo sabremos por el ocultamiento de datos o la manipulación sin control de la estadística. La pandemia y sus efectos económicos resultarán contrario a lo que afirma el presidente. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, estima que para finales de año, el número de pobres se habrá incrementado entre 6 y 10 millones de personas.

No es cierto que haya menos feminicidios en el país, sino un incremento de 7.9%. Su objetivo de reducir la tasa de homicidios dolosos durante los primeros 6 meses de su gobierno, luego en octubre del año pasado y después en los primeros 2 años, no se logró. La pandemia ayudó a bajar de delitos como robo patrimonial o secuestro, pero el crimen asociado a la delincuencia organizada subió 12%.

En agosto hubo un promedio de 100 homicidios diarios, casi 3 veces más de los que llegó a tener en su parte más álgida el gobierno de Felipe Calderón, a quien acusan sus allegados de "asesino". Eso que dijo que "ya no manda la delincuencia organizada como era antes", habrá que contrastarlo con la forma como el Cártel de Sinaloa humilló al gobierno, y la expansión del Cártel Jalisco Nueva Generación gracias a que las fuerzas federales les han ido limpiando el camino de adversarios.

La buena relación que afirmó existe con el sector privado, en realidad ha sido tirante, con amenazas de acciones penales en contra de quienes reclaman que les están cobrando indebidamente impuestos, y de expedientes detallados de empresarios, armados por los servicios de inteligencia del gobierno, para presionarlos. El final de las "persecuciones facciosas" tampoco es cierto. La conferencia mañanera es un claro ejemplo de la mentira, al ser utilizada para denostar, difamar, acusar sin pruebas e intimidar, parte de una política que tiene como método el terror.

López Obrador rindió su 2o. Informe de Gobierno con crisis sanitaria, económica, de seguridad y conflictividad social. Este año, reconoce, será el peor en la historia, con una muy probable 2a. ola del coronavirus mientras celebra que ya domó la pandemia y va de salida. "No es por presumir", dijo López Obrador, "pero en el peor momento contamos con el mejor gobierno". 6 de cada 10 mexicanos le creen. Las estadísticas, los desempleados y las muertes, no son suficientes...

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 2 de septiembre de 2020).

El 2o. Informe de Gobierno del presidente López Obrador, está integrado por los 3 componentes característicos de todo discurso político: algunas verdades y datos sólidos -pocos-, muchas verdades a medias difíciles de precisar, evaluar, constatar con hechos y estadísticas, y una extensa red de mentiras que el presidente gusta de repetir casi a diario.

Revisemos, si le parece bien:

-Enfrentamos el peor momento con el mejor gobierno. Sin duda el escenario mundial es tal vez de los más adversos en casi 100 años: recesión global, decremento económico, crisis de confianza, medidas restrictivas al comercio internacional, todos hechos irrefutables. De ahí a declarar que tenemos al mejor gobierno, es una mera afirmación de propaganda. Los gobiernos eficientes dan resultados, mejora el empleo, la calidad de vida, los servicios de salud -en franco derrumbe en México- o la calidad de la educación, igualmente en debacle. Cierto que van 2 años, pero hasta ahora, el gobierno actual no ha construido prácticamente nada, más que retórica, discurso y muchas promesas.

-Crisis transitoria en "V", como había pronosticado y así ha sucedido. Por ningún lado se ve la recuperación. Sí disminuyó la caída del empleo, pero se han recuperado menos del 10% de los empleos formales que perdimos. Y de los informales, pues ya ni hablamos porque son incontables.

-La caída de la economía ha sido del 10.4%, menos dañina de como se había pronosticado. Otro dato impreciso del presidente, porque todo indica que para diciembre la caída total incluyendo todos los sectores podría rozar el 18%.

-Ya no manda la delincuencia en México. Los niveles de inseguridad, robo, asalto, extorsión, asesinato, secuestro, crimen de género, violencia intrafamiliar, están todos al alza. No forman parte todos ellos del fenómeno del crimen organizado, pero integran una atmósfera altamente violenta y delictiva que se ha disparado ante la inacción de contención o combate del gobierno. Negarlo, es vendarse los ojos.

-Tenemos una buena relación con el sector empresarial. A juzgar por las decisiones tomadas por este gobierno de golpear a la inversión privada, erradicar por completo la confianza de inversión en el país, provocar -a cuentagotas, pero imparable- la salida continua de capitales de México, atizar cada 3er. día a quienes se enriquecieron con favoritismos del pasado sin acusaciones formales ni juicios de por medio, acosar y perseguir fiscalmente a cientos de empresas y, eliminar en 74% los concursos y licitaciones para la adjudicación de contratos y servicios, substituidos en los hechos por asignaciones directas, esta afirmación se ubica más en la fantasía del presidente que en la realidad. En efecto, como dijo Gustavo de Hoyos, presidente de la Coparmex, el presidente tiene amigos empresarios, pero él no es amigo de los empresarios. Transparente y claro como el agua. Igual a los anteriores, cada quien tiene a su "banda" de cuates, que se ven beneficiados con la llegada de un nuevo grupo al poder.

-He cumplido 95 de los 100 compromisos adquiridos. Falso de toda falsedad. Según mediciones por cada promesa, hay 37 cumplidos, 26 en proceso -con mirada optimista como la mejora urbana de colonias fronterizas-, cerca de 30 compromisos imposibles de medir por una vaga formulación o porque no existen elementos y métricas aplicables, como el programa para apoyar a damnificadas por los sismos, con trabajos, vivienda, seguros y demás; y 6 francamente no cumplidos como las estancias infantiles, eliminadas por la administración o las famosas becas para impulsar a la ciencia y la tecnología, cuando el Conacyt borró a una generación entera de becarios con postgrados en el extranjero. Es decir, mucho ruido y pocas nueces. No existen 95 compromisos cumplidos.

-Enfrentamos la crisis de la pandemia con una fórmula única y distinta. Si observamos con objetividad las cifras oficiales de México, señaladas por un abundante subregistro, apuntan a una debacle en materia de salud pública de proporciones épicas; no sólo disputamos el número de muertos a India -un país 10 veces más poblado que México- sino que ostentamos con orgullo el 1er. lugar en tasa de letalidad. Aquí se mueren muchos más que en otras partes del mundo, si lo cruzamos con la cifra de contagiados. La fórmula única y distinta es la de la incompetencia.

Entre las perlas del informe está la muy desafortunada frase que refiere al ministro presidente de la Corte, Arturo Zaldívar y al fiscal pseudoindependiente Alejandro Gertz Manero: "tienen la arrogancia de sentirse libres" al comprobar su ausencia al informe.

Exhibe el tono autoritario que muchos politólogos y analistas le han señalado al presidente. Un desatino digno de un tirano referirse al ministro y al fiscal, ninguno de los 2 subordinado del gobierno en el marco de la ley, como arrogantes independientes que osaron hacerle el desaire de su ausencia. ¡Grave!

En suma, un rosario de imprecisiones, inexactitudes y sí, tristemente, mentiras llanas, primarias y fácilmente comprobables.

Leonardo Kourchenko
(v.periódico El Financiero en línea del 3 de septiembre de 2020).

El advenimiento de los mentirosos -aquí, allá y acullá- ha terminado por instaurar el imperio del cinismo y por envenenar la vida pública. Es muy desalentador, aparte de preocupante, porque esperábamos que el proceso civilizatorio nos hubiera llevado ya a consagrar la razón por encima de la ignorancia, a validar la ciencia como instrumento exclusivo para explicar la realidad de las cosas, a atender las voces de los expertos en lugar de seguir a los propaladores de engañifas y a privilegiar la verdad en vez de creer extravagantes patrañas.

Las vacunas han erradicado enfermedades que antes provocaban millones de muertes, la Tierra es redonda -no plana- y Trump es un tramposo y nada más. Ah y, encima, ni tan rico ni tan exitoso sino viviendo siempre al borde de la bancarrota.

Román Revueltas Retes
(v.periódico Milenio en línea del 29 de septiembre de 2020).


Si alguien quiere conocer o descifrar la retórica y artimañas políticas de AMLO debe saber que existen procedimientos perfectamente definidos para manejar la desinformación y la ignorancia, y que son materia de estudio de la agnotología. Explico.

La agnotología (del griego agnosis = desconocer) es el estudio de la ignorancia o duda culturalmente inducida, especialmente por la publicación de datos erróneos o tendenciosos.

Ignorar la importancia de la ignorancia y la desinformación y su utilidad como arma política nos hace vulnerables a la demagogia.

El profesor de Historia de la Ciencia de la Universidad de Stanford Robert Proctor investigó cómo la ignorancia se genera activamente en la sociedad por medio de políticas deliberadas.

La manufactura de la ignorancia es muy común, como en el caso del calentamiento global o la teoría de la evolución, que siguen poniéndose en duda en algunos colectivos, como si no se tratara de verdades científicas.

Los políticos son, en mi opinión, los principales responsables de la producción de ignorancia y la degradación del lenguaje y el conocimiento, y lo hacen deliberadamente logrando que el debate público gire no en torno a verdades y datos ciertos, sino en torno a promesas para cambiar esos datos y la realidad. El profesor Proctor llama a esto "armas de distracción masiva", las cuales persiguen 2 cosas: negar la credibilidad de las fuentes por muy solventes que sean, y negar los propios hechos.

No hay mejor muestra de ello que la desinformación intencional y distractores de las mañaneras de AMLO, o las refutaciones de Trump en la reciente "debacle", que no debate, de argumentos con Biden.

Para Proctor, la combinación de estas 2 estrategias (descalificar fuentes y negar hechos) tiene un efecto brutal: "La producción intencionada de ignorancia", y que a su vez produce la llamada posverdad, es decir, la distorsión deliberada de una realidad en la que los hechos objetivos son ignorados y por lo tanto tienen menos influencia que las emociones y las creencias personales.

Esto es exactamente lo que los políticos populistas hacen todos los días con su retórica: apelar a la emoción y a los instintos más bajos para lograr votos, sin importar el daño social, la división, el rencor y encono que causan.

La producción deliberada de ignorancia es un sistema con procedimientos que todas las dictaduras, tiranías, autocracias y sectas religiosas siguen al pie de la letra, y la 4T, en mi opinión, cae en más de alguna de estas categorías.

Comienzan por evitar la divulgación del conocimiento, datos, argumentos, y de cualquier opinión, noticia o información desfavorable, atacando a los medios de comunicación que los publican, de la misma manera que iglesias y líderes religiosos prohíben la lectura de ciertos libros y textos considerados "perniciosos".

Mediante el uso y abuso de la retórica, entendida ésta como discursos vacíos, faltos de contenido o llenos de sofismas, logran la manipulación y desinformación deliberada. Si analizamos cada controversia de la sociedad con la 4T y las respuestas que se dan a los argumentos y datos presentados, veremos que todas sin excepción se traducen en andanadas de burlas o descalificaciones; incluyen falacias, presuposiciones, descontextualizaciones, metáforas, generalizaciones y hasta esoterismos que además de evadir por completo la realidad son un insulto a la inteligencia de los interlocutores (¿recuerdan la estampita-amuleto del ¡detente enemigo!?).


Pero el método más efectivo para desinformar, lograr y mantener adeptos es la demonización o satanización de personas, instituciones y organizaciones críticas u opositoras, y consiste en asociar la opinión contraria y los datos adversos con el mal, de forma que la propia opinión quede ennoblecida o glorificada.

De esta manera el dueño del micrófono, a pesar de que no haga ni resuelva nada, no "ate ni desate", como coloquialmente se dice, resultará frente a los ignorantes y creyentes como el mesías que vino a instalar en nuestra tierra un régimen de bondad y felicidad para todos, y los infieles opositores seremos el obstáculo, la fuente de todo mal, el demonio a vencer.

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(4 de octubre de 2020).

Desde niños, los mexicanos vivimos en un ambiente lleno de mentiras. A ver si ustedes reconocen algunas de estas chapuzas dichas por nuestros propios progenitores: "Dile que no estoy". "Si te portas bien el Niño Dios te traerá juguetes". "La inyección no te va a doler". "La cigüeña trae a los niños de Paris".

Entonces, cuando vemos que las mentiras impunes funcionan, inventamos muchas otras: "Yo no fui". "Mañana te pago". "Te hablo para irnos a cenar". "Llegué tarde porque había mucho tráfico". "Nadie me había besado como tú".

Los comerciantes dicen mentiras impunes como: "Su completa satisfacción o la devolución de su dinero". "Garantía por 10 años". "40% de descuento sobre precio de lista" (aumentado 40% del precio normal).

La mentira es una falta que en países pavimentados se castiga con el repudio social. En México, la mentira simplemente es aceptada como el modus operandi normal.

Ojo, no confundamos la mentira con el perjurio, que es una mentira ante una autoridad y es castigada en el Código Penal Federal, en su Capitulo 5o. Aunque nunca he visto que alguien sea castigado por ese delito.

Pero volviendo a nuestro tema principal, tenemos que incentivar un desprecio social e inclusive crear una ley que castigue penalmente la mentira, porque esa es la semilla del perjurio y de la corrupción.

Por eso el presidente y sus esbirros nos pueden mentir descaradamente: "Sólo hay 1,000 muertos de Covid19 en México". "Si se juntan 100,000 renuncio". "Todo el dinero de los fondos y los fideicomisos será para el pueblo, juro no volver a robarme nada"... ¿Les suena conocido?

El problema es que simplemente no existe un repudio para un mentiroso, ni en nuestras casas, ni en las escuelas, ni en los negocios y mucho menos en la política.

Pero la solución a este grave problema sí está en nuestras manos, forcemos a los diputados y senadores a que pasen una Iniciativa de ley sobre los castigos penales por mentir. Y rechacemos socialmente a los mentirosos.

Ese sería el 1er. paso para evitar gobiernos corruptos, políticos corruptos y ciudadanos corruptos.

Y también sería una forma muy efectiva de acabar con los sermones diarios plagados de mentiras.

Para empezar a mejorar nuestra sociedad, tenemos que obligar a los legisladores de la oposición a que trabajen y combatan... la maldita mentira impune.

Alberto Martínez Vara
(9 de octubre de 2020).

Desde antes de que la enfermedad por COVID-19 se declarara formalmente como pandemia -el ya muy lejano 11 de marzo de 2020-, la Organización Mundial de la Salud (OMS) nos alertó que tendríamos que combatir simultáneamente una "infodemia". Es decir, un volumen masivo, desbordado, incontrolado de información, (cierta y falsa a la vez) que se propaga simultáneamente y genera una gran confusión. Impide que las personas puedan distinguir entre la información veraz y la que no lo es. En los tiempos digitales que vivimos, este fenómeno se ha disparado exponencialmente mediante las redes sociales, y se propaga al igual que el virus. El resultado ha sido una suerte de epidemia de desinformación.

La desinformación, lo sabemos bien, puede afectar la salud física y mental de las personas. Tan solo sobre COVID-19, hay más de 400 millones de videos en YouTube. Los tuits que circulan sobre el tema por día, también se cuentan por millones. Súmele usted los blogs, los podcasts, los sitios web, las redes sociales y, al mismo tiempo, la información oficial, lo que dice la ciencia y lo que dicen los políticos, los columnistas que se han vuelto expertos y las personas que se sienten o son influyentes (los llamados influencers). El resultado es que la desinformación sigue escalando, y con ella se han disparado los casos de ansiedad, depresión, alcoholismo, suicidio, violencia intrafamiliar, agobio emocional, hartazgo, divorcio, desempleo, etc.

No hay el menor control en la calidad de la información. Cualquier persona puede escribir o publicar lo que quiera. ¿Alguien en verdad duda en estos tiempos que la libertad de expresión pueda coartarse?

Ni los llamados del secretario general de la ONU, ni los esfuerzos de las diversas agencias y órganos subsidiarios del sistema de las Naciones Unidas, han logrado contener el tsunami cotidiano de desinformación. Resulta casi imposible, aún para las personas más enteradas, discernir entre las fuentes confiables que generan información fidedigna y las que operan en sentido contrario. No hay control de calidad en lo que se publica, ni en la información que se difunde, y que muchas veces se usa para adoptar medidas y tomar decisiones, en lo personal o en lo colectivo.

Facebook, Google, Twitter, TikTok, Instagram y otros, se han convertido en los vectores de la infodemia, los canales de propagación de mensajes equívocos, de aseveraciones sin sustento y de emociones disparatadas, que viajan junto a mensajes puntuales y certeros. Estos últimos, en la vida real, han mostrado tener menos impacto, y las consecuencias de ello no han sido menores. Ninguna epidemia se mitiga sin la participación responsable, debidamente informada de la comunidad. La información distorsionada y el hartazgo social, son precedente frecuente de conductas irresponsables, las cuales, a su vez, constituyen el mayor factor de riesgo de la pandemia.

Muchos medios tradicionales de comunicación también han aportado su cuota de desinformación.

En aras de llevar la exclusiva se adelantan a la evidencia. Se han equivocado una y otra vez al no verificar la fuente de la noticia, o al darle más peso a un testimonio personalísimo que a una institución científica acreditada. La danza de las cifras ha llegado al absurdo. Los márgenes en los que oscilan de un día para otro, los hace ver poco creíbles. Ha faltado, en mi opinión, respaldo científico. Es cierto, la tarea se dificulta porque la ciencia tampoco ha tenido una opinión uniforme.

Pero eso es natural, era de esperarse. Estamos ante un fenómeno que resultó, en buena medida, desconocido. En todo caso, la cautela era más deseable. Pero la cautela no vende, no calma las ansias y no resuelve dudas.

La infodemia que padecemos agravia los derechos humanos, propicia la violencia y afecta la salud mental de las personas. Aún tendremos meses de pandemia por delante. Ojalá seamos todos más cuidadosos. Verifica la información que recibes antes de darla por cierta y propagarla. Te vendrá bien a ti, pero le vendrá mejor aún a quienes te escuchan y te siguen en tus redes.

Juan Ramón de la Fuente, embajador de México ante la ONU
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 3 de noviembre de 2020).

Cuando escribí mi columna no se sabía aún el resultado de la elección en Estados Unidos. Nadie lo conocía a esa hora de ayer, ni Trump ni Biden. Nadie. Espero de todo corazón que haya ganado el demócrata. Eso dejaría colgados de la brocha a todos los populistas del mundo, especialmente al que los mexicanos tenemos más cerca. Desde el pasado siglo el populismo ha causado graves daños a muchos países. La mentira siempre daña, y el engaño es el cimiento de los populistas. Si pierde Trump, esa forma de hacer política se debilitará en el mundo, y sobre todo en México, pues el odioso magnate norteamericano ha tenido en AMLO a su más atento y seguro servidor. Por el contrario, si Trump es declarado ganador, los populistas se verán fortalecidos. Crecerá su absolutismo, se acentuará el ejercicio omnímodo de su poder. Por el bien de México ojalá el triunfo haya sido para Biden. Eso sería un golpe para el populismo. Y, en nuestro caso, también para López Obrador.

Armando Fuentes Aguirre "Catón"
(v.periódico Mural en línea del 4 de noviembre de 2019).

La mejor forma de contrarrestar la epidemia de noticias falsas es tener un sistema educativo proactivo, sólido, que forme a niñas, niños, jóvenes y adultos que sean críticos, con pensamiento reflexivo, que sean capaces de diferenciar lo falso y lo verdadero, para hacer una evaluación para detectar cuál es la información objetiva y cuál es imparcial.

Esa fórmula expresó la miembro del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas y de la Información de la UNAM, doctora Estela Morales Campos.

"Es lo único que nos podría llevar a ser un pueblo participativo y democrático. Mientras el ciudadano no esté capacitado para diferenciar entre lo falso y lo verdadero, entre lo manipulado y lo realmente objetivo, no lograremos un éxito total", anotó.

Agregó que el "uso ético de la información y los principios éticos de la salud deben de caminar de la mano para poder evitar las noticias falsas, para separarnos de ese mundo tan complejo de las fake news, tanto en lo público, lo privado, lo individual y lo colectivo".

(V.pág.14-A del periódico El Informador del 1o.de diciembre de 2020).

Como se temía, los reclamos infundados y la narrativa de fraude electoral que emprendió Donald Trump desde el día después de las elecciones de noviembre pasado en Estados Unidos degeneró en el asalto al Capitolio que exhibió y puso en tela de juicio la tradición democrática del vecino país del norte, y que dejó saldo rojo hasta hoy de 5 muertes al interior y el exterior de la sede del poder legislativo estadounidense.

Lo que sin exagerar podemos decir es que fue una intentona fallida de autogolpe de estado, echando mano de una turba de sus simpatizantes más radicales, quienes tuvieron facilidades extraordinarias para apoderarse del corazón político del vecino país del norte para suspender la sesión del Congreso, donde se validaba el triunfo en los comicios de Joe Biden, arroja muchas lecciones para el mundo y más aún para nuestro país, por la similitud y entendimiento entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y Trump, de fincar su ejercicio de gobierno en el discurso de polarización con la presunción de un apoyo popular casi absoluto.

En contraste con la reacción casi inmediata de expresidentes de Estados Unidos y de muchos otros países del mundo para reprobar el actuar de Donald Trump, López Obrador mantuvo un cauto silencio el miércoles y hasta ayer se pronunció con más cautela aún, al no tocar ni condenar lo sucedido en el Capitolio, con el argumento de la tradición diplomática mexicana de no intervención y respeto a la vida interna de otros países.

El tiempo dirá cómo asumen esta actitud del gobernante mexicano en la nueva administración estadounidense, más aún con la negativa adelantada de asistir a la toma de posesión de Joe Biden, y más importante aún, cómo procesan, desde la regulación del discurso en las ruedas de prensa mañanera, las lecciones del Capitolio.

Jaime Barrera
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 8 de enero de 2021).

Se va Trump, pero todo lo que representa él, el racismo, la intolerancia y las mentiras, se quedan. Un reto enorme para Joe Biden.

Allá en La Fuente
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 8 de enero de 2021).

No va a cancelar el aeropuerto, sería darse un balazo en el pie y mandar una pésima señal a los mercados financieros cuando los necesita para que su gobierno tenga éxito.

No va a pelearse con el empresariado, él sabe que sin inversión privada no habrá 4a. Transformación.

No va a proteger a Bartlett, Bartlett representa todo contra lo que él ha luchado.

No va a permitir que renuncie su secretario de Hacienda, apenas van 6 meses de gobierno, quiere mucho a Urzúa, además Urzúa le da acceso a un mundo que no le gusta y no entiende: es su interlocutor con los mercados. Ya verás, va a convencerlo de que se quede.

Nunca se va a ir Romo. Es su único canal con los que mueven el dinero en el país.

No va a tener buena relación con Trump, ¿qué no viste su libro?

No va a dejar al país sin medicinas, ¿de qué hablas?, pero si es el líder político más cercano a la gente que hayamos tenido.

No va a continuar la violencia, va a bajar y rápido, es su promesa principal. Date cuenta que es su absoluta prioridad: a nada le dedica tanto tiempo como a eso, es lo 1o. que hace al despertarse todos los días: reunirse con su gabinete de Seguridad.

No va a darle una carta de impunidad al PRI ni a Peña Nieto, al contrario, va a meterlos a todos a la cárcel porque necesita alimentar su narrativa de que él sí es diferente y él sí combate a la corrupción.

Nunca va a desdeñar los feminicidios; él mismo es un feminista, fíjate en el gabinete: la mitad son mujeres.

Nunca va a atacar a las redes sociales. A los medios tradicionales, sí, porque han sido su enemigo, pero las redes sociales fueron para él las que le permitieron seguir vivo en el ánimo de la gente.

No va a permitir una sola corruptela, vas a ver, será implacable, está en su naturaleza: a la mínima señal de un contrato chueco, de una lana recibida, será fulminante.

Nunca va a tolerar que ninguno de sus familiares se aproveche de su posición como presidente para hacer negocios con el gobierno. No es como Salinas.

No va a militarizar el país, al contrario, se les va a terminar la impunidad a los militares y los va a regresar a sus cuarteles: ha sido históricamente su posición y su pensamiento.

No va a tener empresarios favoritos, cómo crees, eso es exactamente lo que repudia del viejo régimen.

No van a seguir los contratos sin licitación, va a terminar con las asignaciones directas.

No va a permitir que pegue la crisis económica del COVID-19, va a repartir cantidades de dinero, es su especialidad, y más aún que ahora está bien visto que los gobiernos repartan cheques directamente a su población para aliviar el impacto de la pandemia.

No va a ser indolente ante los muertos, al contrario, él es pueblo, sabe lo que siente el mexicano de a pie.

Nunca va a andar en camionetotas ignorando a la gente, al contrario, él es de los que se baja y platica con los ciudadanos, los escucha.

No va a permitir que Pemex siga cayendo, es como si trajera petróleo en la sangre, piensa que es como el heredero de Lázaro Cárdenas.

No se va a pelear con Estados Unidos, no es tonto, sabe que es indispensable.

Carlos Loret de Mola A.
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 10 de febrero de 2021).

Con una nueva e improcedente iniciativa de ley impulsada por Ricardo Monreal, coordinador de la mayoría de Morena en el Senado, se pretende controlar redes sociales como Facebook y Twitter, multándolas con 89 millones de pesos si deciden cerrar cuentas de usuarios.

El postulado dice que "es menester incluir la protección a la libertad de expresión en las redes sociales para garantizar este derecho y proteger los discursos de los usuarios que se revelan en las mismas, especialmente el discurso político por su estrecha relación con el ejercicio de la democracia".

Obviamente esta iniciativa nace con el objetivo de evitar que las redes sociales pudieran llegar a suspender las cuentas de AMLO de la misma manera que lo hicieron con Trump luego de que éste las usara para incitar a sus seguidores (soltar al tigre) a tomar el Capitolio e impedir la certificación de las elecciones que perdió, lo cual derivó además en la muerte de 4 personas, 14 heridos y más de 50 detenidos.

Todo indica que ni AMLO ni los senadores entienden la razón de ser de la libertad de expresión, ni conocen los límites y restricciones a que está sujeto el ejercicio de este derecho.

Esta es la pregunta a hacerse: ¿Es una violación a la libertad de expresión garantizada en la Constitución que una red social bloquee a un usuario o el contenido de lo que en ella se publica?

La respuesta es no. Y es no porque la libertad de expresión tiene límites.

Este derecho existe principalmente para que un gobierno no pueda impedir o restringir las opiniones de los ciudadanos, aunque éstas le sean adversas.

Las redes sociales no son un brazo o extensión del gobierno, son empresas privadas, y como tales pueden decidir lo que en ellas se puede o no publicar.

Es confusa la diferencia entre gobierno y particulares en cuanto a la garantía del derecho a la libertad de expresión.

Las reglas y normas de una red social, como las de un club o cualquier establecimiento abierto al público, las ponen sus organizadores o dueños, pueden ser tan caprichosas como quieran, y su uso o acceso restringido (derecho de admisión reservado) siempre y cuando no sea por motivos de discriminación, como el origen étnico, religión, preferencias políticas o sexuales, discapacidades, etc.

Pero el gobierno no es una asociación privada con reglas propias o caprichosas. El gobierno es una entidad pública y sus únicas reglas están en la Constitución, en las leyes que de ella emanan y en los acuerdos internacionales suscritos que establecen normas y límites al ejercicio del poder.

Si una persona publica en las redes sociales mensajes críticos al gobierno, éste no puede (legalmente hablando) expulsarlo del país como si fuera un club privado, o condicionar su permanencia al silencio.

Lo que en la práctica hacen las dictaduras o gobiernos autoritarios es que la expulsión, el bloqueo o la censura la llevan a cabo en forma gangsteril, es decir, amenazando en privado a los críticos, y en casos extremos hasta "desaparecerlos".

Si el presidente de un país impide la libertad de expresión o viola él mismo los límites y restricciones establecidos para ejercer su propio derecho a la libertad de expresión, también puede y debe ser sancionado.

Estos límites, establecidos en los artículos de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y cuya aplicación de ninguna manera puede considerarse como censura, nacen del siguiente principio: "nadie puede ser sancionado por decir la verdad". Y en sentido inverso, todos podemos ser sancionados por decir mentiras. Todos también podemos y debemos ser sancionados por incitar al odio, a la violencia o a la comisión de delitos.

Si lo que le preocupa a AMLO es que las redes sociales pudieran llegar a bloquearlo, la solución no es controlarlas, ni siquiera intentar crear una red social propia del gobierno para decir lo que le venga en gana, como lo ha sugerido, sino hablar siempre con la "verdat" (al final con "t", de Tabasco), que es lo que pregona todos los días.

Si diciendo la "verdat" las redes sociales lo bloquearan, entonces sí podríamos hablar de censura y habría algo que reclamar. El problema al que AMLO se enfrenta, y lo que quisiera cambiar es que las redes sociales y todos los medios de comunicación no estén dispuestos a difundir como "verdat" sus mentiras, sus "otros datos".

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(12 de febrero de 2021).

Los autócratas del presente ya no subvierten el orden de las cosas para consolidar su poder. No es como antes. En el pasado, el dictador cerraba los parlamentos, desaparecía el poder judicial y aniquilaba cualquier esbozo de prensa libre. No había ninguna duda cuando teníamos frente a nosotros a un dictador en potencia.

Ahora, el autoritarismo llega con más suavidad. Incluso hablando de derechos humanos, democracia y libertad. Quieren exterminar todo lo anterior, pero endulzan sus intenciones con conceptos queridos por la sociedad. No es extraño que la dictadura cubana siga llamándose a sí democracia popular o que las ultraderechas en Europa pregonen que quieren defender la libertad.

Para ello, para que la seducción autoritaria germine, un elemento central es la construcción de una gran puesta en escena de posverdad. La posverdad es una construcción alternativa de los hechos. O supuestamente alternativa, pero obedece sólo a criterios políticos o ideológicos. Para que la posverdad sea una narrativa que penetre en la sociedad, es fundamental que no existan espacios de libertad que cuestionen con legitimidad y credibilidad las mentiras del oficialismo.

¿Cómo se logra que permeen los "hechos alternativos"? ¿Cómo se logra que la mentira campe a sus anchas? Desprestigiando, persiguiendo, criminalizando a quien opina distinto. En los medios, en las redes o en donde sea. La persecución política se hace a partir del señalamiento y la destrucción del prestigio de los opositores al obradorismo. La mañanera es el pistoletazo de salida. Tras alguna declaración del presidente en donde identifica a los enemigos públicos, el coro de apoyo al gobierno se encarga de operar en Facebook, Twitter y YouTube para instaurar la "verdad oficial". Ha sucedido con todos. Incluso con Carmen Aristegui y Elena Poniatowska, otrora personajes intocables para Morena.

Toda esta articulación busca construir "realidades paralelas". Instaurar la posverdad como un cimiento del régimen. Cito a Anne Applebaum (2020) en el crepúsculo de la democracia: "No es sorpresa que ahora todo esté sujeto a crítica por parte del régimen. Desde los viejos periódicos hasta los jueces. Y es que la (seducción del autoritarismo) busca que se perciba que no hay neutralidad. Qué todo es política. Todo es partidismo".

En un mundo lleno de complejidades, el demagogo "simplifica"; eso le permite destruir todo lo que desee y, al mismo tiempo, tejer un relato que desconfíe de la prensa, la ciencia o las universidades. La posverdad se alimenta de la desconfianza que muchos ciudadanos sienten frente a instituciones que perciben como elitistas o lejanas. El autócrata gana cuando borra del mapa, ya no la explicación política del contrario, sino la legitimidad misma del contrario. El objetivo es destruir la presencia política del otro y mandar su voz a la clandestinidad.

En este sentido, las redes sociales son espacios de difícil control. Es complejo controlar todo lo que ahí se comparte. Es difícil determinar qué es falso y qué es verdadero. Existen múltiples mecanismos para burlar las regulaciones locales. Y, en consonancia, una regulación excesiva deforma su espíritu originario: la posibilidad de que todos tengamos voz y podamos formar parte de la conversación pública. Regular las redes sociales, más allá de delitos y discursos de odio, es espinoso y pone en riesgo la libertad de expresión.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 14 de febrero de 2021).

El libro de Stephen Greenblatt, Tyrant. Shakespeare on Politics (W.W. Norton & Co., 2018) o Los tiranos. Shakespeare en la política (Alfabeto, 2019), lo escribió el maestro de Harvard pensando en Donald Trump y para intentar contestar estas preguntas: "¿por qué una gran cantidad de individuos aceptan ser engañados a sabiendas? ¿Existe -como se pregunta Shakespeare en sus obras- algún manera de detener la caída hacia un gobierno sin leyes, arbitrario, antes que sea demasiado tarde? ¿Habrá algún medio eficaz de impedir la catástrofe civil que invariablemente provoca una tiranía?".

Greenblatt encuentra huellas en las obras de Shakespeare en nuestro tiempo, entre otras, estas 3 características de los tiranos: egocéntricos, mitómanos y megalómanos que intentan convertir su delirio de grandeza en realidad tal como lo hizo Ricardo III en el siglo XV.

De esta manera podemos entender mejor a esos que han fructificado en una sociedad "enzarzada por una política de partidos fraccionaria, particularmente vulnerable a los fraudes del populismo, en donde siempre ha habido instigadores que suscitan ambiciones tiránicas".

Vimos a Trump derrotado sin darse por vencido. Desesperado, como Ricardo III antes de dar su otro brazo a torcer, gritaba: "A horse, a horse, my kingdom for a horse!", como lo hizo Trump poco antes de abandonar la Casa Blanca, remachando los rumores que había esparcido durante meses, asegurando que las elecciones habían sido fraudulentas y, por eso, provocando a sus huestes para que invadieran el Capitolio.

La historia de los tiranos termina en una guerra civil, como la que ahora creemos que pueden provocar los supremacistas blancos y los Proud Boys entre los 74 millones que votaron por el anaranjado que siguen sin aceptar la falsedad de sus 30,000 mentiras que dijo durante sus años en el poder, tal como las registró el Washington Post.

En la época isabelina, calificar al monarca de tirano era pena de muerte. Cuando Ricardo era duque de Gloucester, después que los York habían derrocado a los Lancaster en la Guerra de las Dos Rosas, el duque, nacido con un brazo seco y retorcido y con una joroba donde habitaba su alma putrefacta, un bulto que no podía descargar, un día le dijo su madre, la Duquesa de York, que "había venido al mundo para convertirlo en infierno. Fuiste una pesada carga desde tu nacimiento, con una infancia malhumorada y caprichosa, unos días de escuela, terribles y salvajes, llenos de furia y de desesperación; una juventud atrevida, temeraria, aventurera; altivo, taimado, artero y sanguinario; ahora aparentas estar tranquilo cuando, en realidad, eres más dañoso, pues fingiéndote amable encubres odios... ¡Malditos días de inquietud y turbulencia que han visto pasar mis ojos! Ahora, has logrado que choquen unos contra otros, hermano contra hermano, sangre contra sangre entre ellos mismos. ¡Oh furia absurda y frenética! Pon fin a tu maldita rabia, o déjame morir, porque estoy harta de tanto contemplar la muerte".

Huellas que coinciden con el perfil de algunos tiranos de nuestro tiempo, expertos creadores de complots y rumores que riegan entre la gente "como una flauta con la que se soplan sospechas, recelos y conjeturas", hasta que descubrimos, boquiabiertos, que "los personajes que más se engañan no son tanto las multitudes, sino los pocos poderosos y los privilegiados", como algunos de los republicanos.

En la época isabelina no había libertad de expresión, por eso, Shakespeare usaba métodos indirectos para evitar la censura. Sus obras suceden en otro tiempo o lugar: siglos antes o en Iliria, Roma o Sicilia, para poder hablar sin tapujos del origen, causa y efecto de los tiranos, pues bien sabemos que "todo el mundo es un teatro y todos los hombres y las mujeres simples actores que tienen sus entradas y salidas", como ese que entraba y salía de la Casa Blanca o del Capitolio.

Impávidos, vemos cómo, a pesar de la contundencia, Trump queda exonerado después de haber sido obviamente el provocador de un acto terrorista. ¿Será el principio de la decadencia de ese imperio?

Martín Casillas de Alba
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 20 de febrero de 2021).

El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) miente o da datos inexactos 80 veces en promedio en cada una de sus conferencias mañaneras, según el informe "El valor de la verdad. A un tercio del sexenio", de la organización Signos Vitales El Pulso de México, dado a conocer hoy.

"Este gobierno se ha caracterizado por la pérdida del valor de la verdad, el uso frecuente y sin recato de mentiras, medias verdades y datos no verificables", dijo Signos Vitales en un comunicado.

De acuerdo con el informe, que fue elaborado con base en el análisis realizado SPIN Taller de comunicación política sobre las conferencias mañaneras, el presidente López Obrador recurre a "medias verdades y datos no verificables" para no tocar temas relacionados con la pandemia, la militarización, la deserción escolar o las energías limpias.

Además, Signos Vitales aseguró que después de más de 2 años de Gobierno (tomó posesión del cargo de presidente el 1 de diciembre de 2018), López Obrador está a punto de duplicar las 23,000 mentiras del expresidente de Estados Unidos Donald Trump durante todo su mandato (2017-2021) que contabilizó The Washington Post.

(V.periódico El Informador en línea del 15 de abril de 2021).

No creo que haya un mexicano que dedique más tiempo de su día a hablar que el presidente López Obrador. Para el presidente gobernar es hablar. Hablar sobre todo de sí mismo, de sus autoproclamadas virtudes, aciertos, cualidades. Y en 2o. lugar, de sus obsesiones: sus adversarios reales o inventados, las incesantes conspiraciones del mundo entero en su contra. Su frase de que tiene "otros datos" es el sello de su discurso: construir su propia realidad a contrapelo de los datos verificados, científicos, técnicos. La mentira, pues. Habla, habla, habla. Y miente, miente, miente.

El desgaste de esa dinámica es brutal. Dice con frecuencia que cuida la investidura presidencial, pero la somete a la erosión diaria de tantas mentiras, tantos datos sin sustento real y tantos ataques, calumnias y descalificaciones morales, que se ha registrado una devaluación de la palabra del presidente: cada vez es más frecuente que no se tome en serio lo que dice o de plano se le tire a loco.

Su conferencia mañanera se ha vuelto una rutina que incluso aburre: autoelogio, lanzamiento de teorías sin fundamento, gestación de conspiraciones de todo tipo, mentiras flagrantes y ataques a personas, desde líderes opositores, intelectuales o periodistas hasta papás de niños con cáncer, trabajadoras de estancias infantiles o mujeres que exigen acciones del gobierno contra la violencia. Ningún presidente había insultado a los ciudadanos directamente. López Obrador lo hace constantemente. Su blanco de moda es la clase media, pero se irá ese y vendrán otros.

La palabra del presidente se ha vuelto la de un merolico que recita un guion conocido, gastado, al que sólo le va cambiando nombres en el apartado de ataques.

Ante tal desgaste, su palabra ya no pesa. Es anécdota, chiste, la barbaridad del día.

El problema es que no deja de ser la palabra de un presidente con todo el poder institucional en sus manos, que ha mostrado saber usarlo contra sus adversarios en forma disfrazada. Tirando la piedra, escondiendo la mano y soltando la boca.

Carlos Loret de Mola A.
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 17 de junio de 2021).

En ninguna profesión se miente tanto como en la política. La razón es muy sencilla: si nos dijeran la verdad, lo que realmente pasa por sus cabezas, nadie votaría ni confiaría en ellos. Los políticos han desarrollado una manera de decirnos las cosas con eufemismos, ocultando una parte de la verdad o en ocasiones toda la verdad. Nos dicen sólo lo que queremos oír y encima les aplaudimos. Brincar de ahí a la mentira, al dato falso, a la promesa que saben imposible de cumplir, hay sólo un paso.

Ante la avalancha de mentiras de los poderosos, el periodismo del siglo XX asumió como parte de su misión informativa revelar y evidenciar las falsedades de los políticos, fiscalizar la veracidad de sus dichos, recordarles sus propias declaraciones para que se hicieran responsables de sus palabras. Una parte del periodismo político está desde hace muchos años dedicada a ello. Cuando este periodismo se hace bien resulta muy molesto para el poder, lo cual, entre otras cosas, significa que funciona. Cuando no se hace bien, cuando los medios sólo repiten lo que dicen los políticos sin cuestionar, los consumidores -sean lectores, televidentes o radioescuchas- se quedan con la sensación de que los medios también les mienten, que están escondiendo la verdad.

Pocos políticos en México mienten con la facilidad con que lo hace el presidente López Obrador. Tiene una compulsión por crear su propia versión de la realidad, siempre con otros datos y otra forma de ver el problema. Tiene una facilidad increíble para sostener lo contrario de lo que dijo hace unos meses, para salir avante con historias que no tienen sustento alguno a partir de confrontar su credibilidad con la de los que él denomina sus adversarios. La fuerza del presidente no está en la veracidad de sus dichos sino el descrédito de los partidos y los medios de comunicación, 2 malas famas ganadas a pulso y de la mano los unos de los otros.

Diego Petersen Farah
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 25 de junio de 2021).

Nada distinto a lo que hemos visto a lo largo del sexenio sucedió este jueves en el informe trimestral del presidente Andrés Manuel López Obrador sobre su gestión de gobierno. El nombre del juego es minimizar, mentir, tergiversar, hablar con medias verdades y esconder la cara oscura de su administración, como lo hizo en cada uno de los rubros que tocó. Mal haría en no difundir sus logros y avances, pero fue poco honesto al hablar de otros temas. Era mejor que no los tocara y que los pasara de largo, pero va contra su naturaleza. Después de todo, su mundo es el de las percepciones y el engaño, donde hasta ahora ha tenido éxito.

Qué importan los datos, porque él tiene sus dichos. Como el autoelogio sobre lo que considera una eficaz gestión en el manejo de la pandemia del coronavirus, donde "hemos hecho todo lo que humanamente es posible para salvar vidas en la pandemia... y respondimos a tiempo. Nuestro país no está colocado en los primeros lugares de mortalidad en el país". Depende de la métrica, por supuesto, pero si tomamos la de la Universidad Johns Hopkins, que ha hecho un rastreo de la COVID-19 en casi 190 países, México ocupa el lugar 4 en muertes y el 15 en casos positivos. El exceso de mortalidad es el 3o. más alto del mundo, y de acuerdo con la Secretaría de Salud, los muertos directos o indirectos por la pandemia, hasta hace 15 días, casi llegaban al medio millón.

Sus datos salen de quién sabe dónde, así como sus interpretaciones, pero son su verdad. Dijo que 19 entidades se encuentran en semáforo verde epidemiológico, pero los datos de la Secretaría de Salud ubican a 17 entidades con un alza en contagios, y sólo en la última semana de junio, con datos aún no consolidados, se tenían registrados 13,700 nuevos casos positivos. El optimismo de López Obrador no empata con las estimaciones del propio gobierno, donde señalan que no más de 5 entidades tendrían que estar en semáforo verde, con una tendencia a incrementar la alerta nacional. No lo va a hacer, porque de promover la ilusión de que vamos bien en la pandemia, construye el consenso para mantener abierta la economía.

Presumió que la crisis del coronavirus no desembocó en una crisis de consumo, lo cual es incorrecto. Desde enero del año pasado ha tenido una contracción el consumo, y en el 1er. trimestre de su sexenio, ya había caído medio punto porcentual con respecto al último trimestre del gobierno de Peña Nieto. Tampoco es cierto que la inflación esté controlada, cuando es todo lo contrario (subió a 6%, casi el doble del rango manejable), que obligó al Banco de México a elevar sus tasas de interés.

Ya sabemos que el presidente es muy proclive a traducir los temas más complejos en forma simple y de acuerdo con sus intereses. El mejor ejemplo es el tipo de cambio, que siempre lo ha llevado a jactarse de ser resultado de la confianza que hay en su gobierno, cuando la realidad es que se debe al diferencial de las tasas de interés, donde las que se tienen en México son más altas que en otros países y dan más rendimientos.

Cada quien juega con las cifras y las estadísticas y le puede dar su propia interpretación. Lo que es más difícil es afirmar lo que no es, aunque en el caso del presidente, hacerlo le sigue saliendo bien. La seguridad, por ejemplo. En su informe dijo que había habido un avance en la seguridad, lo cual no es así. Dijo el presidente que le heredaron el problema de la violencia, lo cual es completamente cierto, pero nunca admitirá que se encuentra peor que antes.

El homicidio doloso, que es en donde han hecho énfasis para mostrar avances, el año pasado, cuando hubo un largo confinamiento, la tasa de víctimas por ese delito a nivel nacional fue de 27.04 por cada 100,000 habitantes, similar a la del año previo que fue de 27.40. Esa tasa fue más alta que cualquier año en el sexenio de Enrique Peña Nieto, de acuerdo a los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Hasta ayer, según la consultora TResearch, el número de homicidios dolosos en el gobierno de López Obrador llegó a 88,493, contra 43,956 durante el mismo periodo en el gobierno de Peña Nieto, y muy por arriba de los 31,972 en el de Felipe Calderón.

López Obrador minimizó la violencia política y dijo que no hubo masacres el día de la elección. Es cierto que no hubo masacres ese día, lo cual, para efectos de accionar de las organizaciones criminales, no tiene sentido ni antecedente. El narcotráfico actuó antes del 6 de junio con intimidación y asesinatos de candidatos que competían contra quienes apoyaban. Después fue otra cosa.

En la prensa se publicó esta semana que se han registrado al menos 10 masacres posteriores a las elecciones, que se explica por los ciclos que se dan después de procesos de esta naturaleza, al reajustarse la correlación de fuerzas criminales en municipios y estados. Según la consultora Etellekt, el último proceso electoral fue el más violento en la historia de México, al extenderse a todas las 32 entidades, abarcó 570 municipios, incluidas 29 capitales estatales, y se registraron más de mil delitos, incluidos 106 homicidios dolosos.

Nadie esperaría que López Obrador se flagelara. Mal haría, porque el objetivo de la comunicación política de los gobernantes es subrayar los logros y hacer de lado aquellas cosas que no resultaron como esperaban. Eso se entiende, a diferencia de rendir cuentas con datos falsos, tergiversados o descontextualizados. Pero esa es la marca de la casa, los discursos mareadores, que no tendría porqué cambiarlos si encuentra en la gradería el aplauso y el apoyo. La realidad, sin embargo, en algún momento se les cruzará.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 2 de julio de 2021).

Para un presidente que dice que no miente, y que tiene una sección en su programa de televisión que se llama "Quién es quién en las mentiras de la semana", ayer AMLO fue flexible con la verdad. Afirmó, por ejemplo, que "el presupuesto de salud se ha incrementado en 70,000 millones de pesos", cuando en 2018 fue de 121,900 millones de pesos, en 2020 de 133,200 millones de pesos y en 2021 de 145,400 millones (Criterios). ¿Un aumento? Sí, pero no de 70,000 millones. Otra pregunta muy distinta es si se ha gastado bien.

[Una cosa es el presupuesto y otra diferente el gasto real. Hubiera sido mejor que hablara del gasto real, después de los "ahorros" que por todos lados presume que hace - el webmaster.]

Declaró que "se logró que ningún enfermo se quedara sin una cama... o sin un equipo de respiración". Yo he recibido varias denuncias de enfermos -de Covid y otras enfermedades- que no pudieron encontrar camas en hospitales públicos. Dijo, asimismo, que México no está en los primeros lugares de mortalidad de Covid en el mundo; pero nuestro país está en 4o. lugar en número total de muertes y en 21o. en fallecimientos por millón de habitantes (Worldometer). Estaría mucho más arriba si se aplicaran tantas pruebas como en otros países.

"La inflación se mantiene estable", afirmó. Es verdad que no hemos llegado a la hiperinflación de los tiempos del viejo PRI, pero el 6% anual es el doble del objetivo del Banco de México. El peso no se ha devaluado, es cierto, en parte por la prudencia fiscal del gobierno, que hay que reconocer, pero el récord de 4,514 millones de dólares en remesas de mayo no es un logro de su gobierno, como declaró.

Sí parece haber un descenso en algunos índices de delincuencia, pero en otros hay estancamiento o incluso incrementos. De cualquier forma, esto no es producto de que el gabinete de seguridad se reúna todos los días de 6 a 7 de la mañana.

López Obrador presentó como éxito propio la organización de las elecciones de este 6 de junio. "No hubo protestas, ninguna manifestación significativa", dijo, sin aclarar que quienes realizaban protestas antes eran sus propios seguidores. No mencionó, por otra parte, el excelente trabajo del INE, que él quiere exterminar. "Por 1a. vez no se llevaron a cabo elecciones de estado", afirmó, pero no las habido desde 1988, cuando Manuel Bartlett era secretario de Gobernación y al mismo tiempo presidente de la Comisión Federal Electoral.

El presidente aprovechó para hacer política partidista. Habló de que se integró un bloque conservador, "un grupo reaccionario", "abiertamente opuesto al régimen que represento... para enfrentarnos, para detener el proceso de transformación que está en marcha". Dijo que los partidos de oposición querían eliminar los programas sociales, cuando ninguno lo ofreció en campaña.

"Los logros están a la vista", afirmó, antes de vanagloriarse de una encuesta telefónica, aplicada por su gobierno, que le da buenas cifras de aprobación.

Sergio Sarmiento
(v.periódico Mural en línea del 2 de julio de 2021).

Un estudio elaborado por el taller de comunicación política SPIN reveló que, en las 943 conferencias mañaneras (al 30 de junio de este año) el presidente López Obrador ha hecho 56,181 afirmaciones falsas, 88 por cada conferencia en promedio.

Pero dejemos los eufemismos de lado y llamemos a las cosas por su nombre: una afirmación falsa es una mentira.

Ahora, para no quedar como mentiroso, o al menos no el único, el presidente inauguró en sus conferencias, un segmento titulado "Quién es quién en las mentiras", como si se tratara de un programa de televisión de entretenimiento.

Nadie escucha al presidente para realmente informarse, sino para ver qué nueva ocurrencia saca, qué nuevo apodo pone, qué nuevo ataque, insulto, burla o referencia hace a los "malquerientes" medios de comunicación y a los críticos, a quienes un día llama adversarios, conservadores o neoliberales, y otro, cuando su resentimiento, rencor y odio -que dice no tener- afloran, los llama hipócritas, farsantes, rapaces, fifís, racistas, etc.

La verdad es que las llamadas "mañaneras", más que conferencias de prensa son homilías falaces y morbosas.

Es lógico pensar que la confianza se gana hablando siempre con la verdad. Pero en el caso de los gobernantes la lógica común no aplica: se ganan la confianza con mentiras, diciendo a los demás lo que quieren escuchar, aunque no sea cierto.

Mienten para salir de situaciones difíciles; mienten, como los niños, para evitar castigos; mienten para tener poder sobre otros; mienten para evitar vergüenzas; mienten para ganar admiración y respeto; mienten para protegerse a ellos mismos, a sus cómplices y allegados; mienten para tapar errores y delitos. Y AMLO en especial, además de las razones anteriores, miente para mostrar lo que quiere que veamos y para esconder lo que no quiere que veamos.

Preguntémonos: ¿por qué la gente vota y apoya a determinados políticos, a pesar de que saben que mienten? ¿Por qué la depreciación de la verdad es cada vez mayor?

Pareciera que, frente a tantos problemas, carencias y angustias, las personas prefieren escuchar una mentira que lidiar con la verdad. Prefieren, como si de una droga alucinógena se tratara, huir de la realidad de la vida pública aunque sea por un momento (o por un sexenio), e insertarse en un mundo de ilusiones y quimeras, para sentirse felices, felices, felices con la falsa esperanza de que las palabras mejorarán su situación.

Mentir es a la política lo que prometer el cielo es a la religión. Votar por un político mentiroso es como confiar en que Dios mejorará nuestros negocios o nos curará una enfermedad. En ese tenor, de la misma manera que los fieles de una iglesia defienden a su sacerdote, quien ofrece el cielo a cambio de observancias, los fieles de un partido político defienden a su líder, quien ofrece bienestar terrenal a cambio de votos.

Pero AMLO va más allá. Además de votos electorales, pide votos de pobreza, y así sin lograr nada, dejarnos a todos satisfechos con menos (no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita, dice el refrán).

Es tal la cantidad de mentiras en la vida pública, que a su alrededor se ha creado una realidad paralela llamada posverdad, término que se refiere a la información o afirmaciones en las que los datos objetivos (datos duros) tienen menos importancia para el público que las opiniones y emociones que suscitan.

Y esto es exactamente lo que el presidente López Obrador ha hecho: crear toda una "posverdad" alrededor de la 4T, distorsionando deliberadamente la realidad y manipulando las creencias y emociones que influyen en la opinión pública y en las actitudes sociales.

Por ello resulta inútil combatir su "posverdad" con datos duros. La única manera de hacerlo es sustituyendo las creencias y emociones basadas en mentiras, datos blandos u "otros datos", con nuevas creencias y nuevas emociones, basadas, esta vez, en verdades y datos duros que den origen a lo que llamaría una "posverdad dura".

Ninguna promesa de bienestar se hará realidad basada en mentiras o distorsiones de la realidad que engañan los sentidos. Y si de moral y ética se trata, a modo de homilía diría que: no hay nada más inmoral y falto de ética, que jugar con las creencias, emociones y esperanzas de un pueblo menesteroso.

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(9 de julio de 2021).

Me gusta mucho ver las películas de juicios que suceden en los países en donde existe la justicia. Y en el momento en que un testigo o un acusado sube al estrado de la corte de justicia, se aparece un chaparrito calvo, con una enorme biblia. Le hace poner la mano encima de ella y le pregunta "¿Jura usted decir la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad?"

Y el testigo, con cara de horror, tiene que decir: !Si, lo juro!

Ahí todos saben que si el susodicho declarante dice una mentira (que se clasifica con el terrible nombre de "Perjurio", se mete en un lío de muy señor mío y le puede caer una multota y varios años de cárcel.

En México, en el Código Penal Federal existe el mismo delito, pero aquí se llama "falsedad en declaraciones" y se castiga con una multa bastante pesada y una pena desde 4 hasta 12 años de prisión, de acuerdo con la mentirota.

Basado en eso, me atrevo a proponer que ese delito se amplíe a promesas de campaña política y sobretodo a conferencias de prensa...

Cada vez que uno de esos mexicanos hable ante una audiencia o un medio masivo de comunicación, aparezca otro chaparrito/calvo y le tome ese mismo juramento.

¡No puede ser que vivamos en un país de mentirosos impunes! Los mexicanos nos mentimos diariamente porque ni está mal visto, ni aplicamos el repudio social y menos un castigo severo.

Pero para ser parejos que también se aplique, sin necesidad de hacer el juramento, a los fabricantes de productos en los beneficios o ingredientes que publican en sus etiquetas, a los vendedores cuando ofrecen sus productos, a los que construyen casas y departamentos que se caen con un temblorcito porque meten materiales de 5a. calidad, a las compañías de seguros que nunca pagan lo que prometen en sus pólizas, a los hospitales y clínicas que te dejan peor que cuanto entraste, a los laboratorios farmacéuticos que aseguran curar hasta lo imposible (como el pie de atleta), a los jugadores de cualquier deporte que hagan trampa, provoquen pleitos o simulen que los lastiman (especialmente los futboleros) y a los blogueros o influencers que recomiendan cualquier cosa con tal de que les paguen ¡Ah! y también a los sacerdotes de todas las religiones que den a sus fieles esperanzas imposibles de cumplir.

¡Pero aguas! Debemos tener mucho cuidado en no caer al extremo de la Inquisición, debemos respetar la libertad de expresión. Pero sin engaños.

Miren, está muy fácil; tan solo se necesita que aparezca ese chaparrito/calvo con un libro gordote llamado Código Penal Federal y el que va a comunicarnos algo ponga su manita encima y a la pregunta "¿Jura usted decir la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad?".

Conteste (sin cara de horror) y con los pantalones bien puestos...

¡Si, lo juro!

Alberto Martínez Vara
(22 de agosto de 2021).

Lo importante es que parezca, que los ciudadanos crean que algo es, aunque no sea realidad.El mejor ejemplo son "los derechos" a los que supuestamente tenemos acceso universal. En México, nos dicen el presidente y la reina Elizabeth de las mentiras de los miércoles, tenemos derecho universal a la salud. En la letra sí, pero en la realidad a raíz de la desaparición del Seguro Popular y la creación del Insabi hubo muchos más ciudadanos que tuvieron que recurrir a la medicina privada.

Esto mismo ha sucedido en México desde hace décadas, donde por alguna extraña razón consideramos que consagrar los derechos en la Constitución soluciona los problemas. El verbo es inmejorable, pues consagrar hace referencia al mito, al reconocimiento y la firmeza del acto más allá de la realidad. Lo que recibimos los ciudadanos son servicios institucionalizados que dicen solucionar problemas pero que en realidad solo los perpetúan, pues su contenido no es lo que parece. Más aún, sabemos que pagamos pocos impuestos por unos servicios que sabemos que no son, pero parecen.

Si nos dicen que en México los servicios de salud ya son gratuitos y universales, como en Dinamarca, es porque hay quien quiere creer que así sea, aunque termine acudiendo al consultorio de la farmacia porque nunca obtendrá el servicio gratuito que le prometieron.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 23 de agosto de 2021).

El ejecutivo de la 4T cada día que pasa agrega más "arrepentidos". Su manifiesta actitud personal lo vuelve prácticamente "indefendible", porque aun sabiendo que sus promesas de campaña quedaron grabadas en entrevistas y discursos propios, se atreve a negarlas con el mayor cinismo; quedando como el infante mentiroso por excelencia, que niega a quien lo regaña por haber tomado algo, siendo que aún "lo trae en la mano".

Razón y Acción
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 29 de agosto de 2021).

Si en algo ha sido consistente y perseverante el presidente Andrés Manuel López Obrador es en mentir; lo hizo desde el 1er. día de su gobierno y este ejercicio lo repite cada día en su conferencia Mañanera; lo ha hecho en sus 3 Informes de Gobierno y cada vez que tiene un micrófono, o una cámara enfrente. Se trata de una patología que quizá aún sin ser diagnosticada, resulta más que evidente a los ojos de los mexicanos ante quienes su credibilidad está en franco descenso. Ya no sorprende su destacada capacidad para disfrazar la verdad, para mentir, para engañar, para pronunciar medias verdades, para ocultar, para falsear información.

"Terminamos el Tren Suburbano [?] de Guadalajara", afirmó el presidente en su informe. Falso, o en el mejor de los casos se trata de una media verdad. Pero de ninguna manera puede adjudicarse algo que comenzó el fenecido gobernador Jorge Aristóteles Sandoval Díaz con el importante impulso de la federación a través del ex presidente Enrique Peña Nieto y luego con la continuidad de Enrique Alfaro Ramírez, pero desde ningún punto de vista López Obrador se puede atribuir la construcción ni la puesta en marcha de la Línea Tres del Tren Eléctrico de Guadalajara que cuando él llegó ya llevaba más del 90% de adelanto e incluso había sido ya inaugurada por Peña y Sandoval.

De la falsedad de esta afirmación damos constancia los tapatíos, pero luego entonces, se ponen en tela de juicio las cuentas alegres reportadas por el presidente.

A reserva de analizar con mayor detenimiento y contrastar cifras y datos, Andrés Manuel no puede engañar a los mexicanos en el tema de seguridad, al que por cierto solamente le dedicó apenas 241 palabras:

"En el tiempo que llevamos en el gobierno se redujo el robo de combustibles, el llamado huachicol, en 95%, los homicidios en 0.5%, el robo de vehículos en 28%, el secuestro en 18% y así en casi todos los delitos del fuero común y federal".

"En suma, de 11 delitos considerados como de mayor impacto, sólo 3 han presentado aumentos: el feminicidio que creció en 13% y que posiblemente, reitero, antes no se clasificaba como ahora; la extorsión, que aumentó en 28%; y el robo en transporte público individual, que creció 12%".

"El 27 de julio de este año, el Inegi dio a conocer el dato de homicidios registrados en 2020 que, como en 2019, refleja que ya se detuvo la tendencia ascendente en este delito e inclusive se ha logrado una pequeña disminución", afirmó el presidente.

En su informe no dedicó siquiera un minuto de su tiempo a los miles de desaparecidos, las fosas, los homicidios dolosos, nada.

López Obrador presumió eficacia frente a la pandemia pese a las más de 600,000 muertes de mexicanos que no alcanzaron a llegar a un hospital, o que cuando llegaron no tuvieron cama, oxígeno, medicinas, atención. Enfermos que siguiendo la indicación del subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, confiaron que el cubrebocas no era necesario y que no había que acudir a un hospital a buscar atención para no saturar.

Ni una palabra del desabasto de medicamentos; de niños y mujeres fallecidos por falta de quimioterapias; de la escasez de vacunas en el esquema básico de vacunación. Y menos aún hablar del fracasado sistema de salud que ofrece el INSABI o el precario servicio del Seguro Social.

En el informe de López todo fueron aciertos, prosperidad, crecimiento, mayor empleo, inversión, buenos pronósticos, etc.

La organización SPIN, que se dedica al análisis en materia de comunicación política, contó 88 afirmaciones falsas, engañosas o no comprobables en 55 minutos del Informe. Esta misma empresa, publicó el pasado miércoles que en lo que va de las conferencias Mañaneras, le ha contabilizado 61,079 afirmaciones falsas.

Una Presidencia llevada de la mano por mentiras es la que encabeza el mandatario tabasqueño, quien el pasado miércoles repitió esta mala costumbre al rendir su 3er. Informe de Gobierno.

Salvador Cosío Gaona
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 4 de septiembre de 2021).

Es un grave error no dar una batalla sistemática en redes y medios para -sin confrontar- informar, difundir datos, irradiar la realidad y desmentir patrañas. No hay pilar más sólido en una democracia que un público informado.

El camino al progreso no pasa por la pureza ideológica y obediencia ciega que este gobierno premia; comienza armando a nuestra gente con la verdad para que se defienda de sesgos ideológicos, demagogia, manipulación y mentira.

Jorge Suárez-Vélez
(v.periódico Reforma en línea del 11 de noviembre de 2021).

Que Andrés Manuel López Obrador mienta en la mañanera es un clásico. Este lunes lo hizo, por ejemplo, al asegurar que hay financiamiento de Estados Unidos a Animal Político y al decir que el INE cuenta con presupuesto suficiente para operar y organizar la revocación de mandato. Sus dichos no se sostienen, incluso han sido desmentidos con anterioridad. La pregunta es por qué puede mentir sin que eso se le revierta.

A manera de hipótesis, aventuro 4 elementos que permiten esa dinámica. El primero de ellos es con respecto a la oposición.

Aunque 3 de los 4 partidos políticos de oposición se presentaron coaligados en las elecciones legislativas y en algunos estados, PAN, PRI y PRD se muestran desarticulados un día sí, y el otro también. La llamada alianza opositora ganó espacios en San Lázaro, pero no tiene tracción.

Los grandes medios -leáse las televisoras, Milenio incluido- no han asumido esa tarea. A diferencia de lo que pasó con Trump en Estados Unidos, la prensa con mayor alcance en audiencias no tiene como agenda evidenciar las mentiras o falsedades del presidente. Lo cubren, digamos, convencionalmente. En cuanto a esto último, incluso valdría la pena evaluar/debatir si se le cubre con la misma vara con que se medía a Calderón o a Peña Nieto.

Las mentiras son tan obvias, y en algunos casos tan claramente perniciosas, que hay que mencionar a otro inexistente dique de contención: el gabinete y los morenistas con cargos. No quedan "buenos" en el gabinete, ni en otros espacios dominados por Morena (gubernaturas, cámaras). Nadie del gobierno federal se avergüenza en público de lo que dice el presidente, nadie de su equipo se siente ni medianamente en la obligación ética de hacerse cargo de lo que expresa su jefe. Si el tabasqueño se carga al INE, ¿dirán todas y todos los de la administración federal, de las gubernaturas, de las cámaras federales y locales que bien merecido porque los consejeros ganaban "el doble que el presidente" (mentira de ayer)?

Finalmente. Ni en lo individual, ni en lo colectivo, hay en México fuera de la política personas con la suficiente visibilidad pública para contrarrestar las mentiras presidenciales. En parte eso se debe a que Andrés Manuel se ha encargo de demonizar o vituperar a académicos, intelectuales y organizaciones de la sociedad civil, e incluso a activistas como Javier Sicilia, o a movimientos enteros como el feminismo. Pero, también habría qué preguntarse -más allá de la tiznada que les ha puesto AMLO- qué otras conductas podrían estar mermando la capacidad de acción de la ciudadanía organizada.

Para quitarse de encima los cuestionamientos sobre el manejo gubernamental de la inundación de Tula, que causó 14 muertos, y para seguir su campaña contra el Instituto Nacional Electoral, López Obrador mintió ayer en la mañanera. Acusó que el periodista pertenecía a un medio financiado por Estados Unidos, y dijo que el INE sí cuenta con fondos suficientes, a pesar del recorte de 5,000 millones de pesos al presupuesto solicitado, para funcionar en 2022.

Y se quedó tan campante porque sabe que al respecto no pagará consecuencias. Y puede que desgraciadamente tenga razón.

Salvador Camarena
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 16 de noviembre de 2021).

De acuerdo con la definición de las palabras, 'mitómano' (mentiroso), es un trastorno psicológicos que trae beneficios inmediatos, como admiración o atención -como 'yo tengo otros datos'-, mientras que 'engañar' -acción y efecto de engañar- dar a la mentira una apariencia de verdad, de producir ilusión -como 'no vamos a ocultar nada'-. La combinación de ambas se llama AMLO.

En 3 años ya nos hemos recetados una veintena de 'machucadas' frases, entre ellas "No vamos a intervenir en asuntos que corresponde resolver, atender, a los estadounidenses, esa es nuestra politica", que dijo el 7 de enero del año, un dia despues de la revuelta en el congreso norteamericano, cuando se le pidió su opinión sobre el conflicto. Misma frase que ha aplicado a otras situaciones como en el caso de Venezuela, Nicaragua, etc.

AMLO ha insistido en reafirmar la postura del Gobierno de México en los que fundamenta los principios de política exterior que están establecidos en la Constitución y que se refieren a la no intervención, respeto a la soberanía y autodeterminación de los pueblos.

Sin embargo, de las palabras a los hechos a una distancia abismal.

El fin de semana al referirse a los migrantes mexicanos que se encuentran en Estados Unidos en calidad de indocumentados -que se calcula llegan a poco mas de 11 millones-, AMLO advirtió que vigilará la propuesta de Reforma Migratoria del presidente Biden enviada al Congreso estadounidenses, que pretende entre otras cosas darle legalidad a quienes viven 'a la sombra' de la legalidad, pero que son parte primordial en la economia del pais vecino. "Nosotros no queremos inmiscuirnos en la política interna de Estados Unidos... pero vamos a estar al pendiente de este proceso de aprobación a la iniciativa... de cómo van a votar los demócratas, cómo van a votar los republicanos, para hacer un señalamiento". ¡Por fin!, ¿en donde quedo aquello de la no intervención, el respeto a la soberanía y autodeterminación de los pueblos?

A pesar de la popularidad que aún tiene, AMLO se ha quedado entre la mentira -como la promesa de regresar a los cuarteles a los militares- y el engaño -como el blindar las obras del gobierno por seguridad nacional- que han sido la constante de la administración. No hay memoria corta y en menos de 3 años a la fecha, las promesas se han convertido en mentira y las propuestas en engaño.

Daniel Rodríguez
(v.periódico El Informador en línea del 15 de diciembre de 2021).

¿En qué creemos? Las fuentes veraces se reducen a una sola: nuestra opinión con un alto grado emocional. Vivimos la Era de la Posverdad: sin una "tierra en común", la verdad siempre posee un hecho alternativo (el alternative fact de Trump o "los otros datos" de AMLO).

Fenómenos como el movimiento en Estados Unidos que niega que la Tierra es redonda (aunque se rían) son producto del fanatismo y del debilitamiento institucional.

Por eso la importancia de contar con medios robustos y autónomos que verifiquen, contrasten y agoten la exposición de puntos de vista como antídoto.

La información contextualizada y verificada está mayormente en la prensa tradicional y en algunos esfuerzos alternativos pequeños. Todos los días, los periodistas se preocupan por buscar y consultar fuentes fidedignas. Eso distingue el trabajo profesional, nada sencillo, del amateur.

Para ponderar la calidad informativa, hay que verificar la fuente. No guiarse por titulares amarillistas. Esa pauta central permite distinguir cuando estamos ante un rumor o ante un hecho.

Jonathan Lomelí
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 15 de diciembre de 2021).

Desde hace 3 años hay en México un medio de comunicación electrónico que funciona sin ningún tipo de reglas ni rigor periodístico. Me refiero a las conferencias mañaneras del presidente.

Todos los días, este medio de comunicación oficial difunde información y noticias sin atender los códigos deontológicos que aplican al periodismo, y que tienen que ver con principios y normas de conducta, con derechos, obligaciones y responsabilidades éticas, y sobre todo con el "respeto a la verdad", lo cual incluye la obligación de rectificar y desmentir la información que resultase falsa.

Lo digo porque, si de mentir se trata, en estas conferencias las mentiras son cosa de todos los días.

De acuerdo con el estudio de la consultora política SPIN, en las 684 conferencias mañaneras que el presidente ha dado durante sus primeros 3 años de gobierno, éste ha emitido 61,079 declaraciones engañosas o afirmaciones falsas (eufemismo utilizado para llamar de otra manera a las mentiras).

Lo anterior quiere decir que cada mañana, el presidente miente o engaña 89 veces en promedio. Seguramente por eso se ha contagiado ya 2 veces del Covid-19, pues en otra de sus "afirmaciones falsas" dijo que "no mentir, no robar y no traicionar, ayuda mucho para que no dé el coronavirus".

Las conferencias mañaneras funcionan como un medio de comunicación electrónico al margen de la ley. Su conductor todos los días difunde información falsa, difama personas y empresas (más bien las lincha) sin que puedan defenderse y sin acceso al derecho de réplica que la ley establece.

Cada profesión tiene sus propios códigos de conducta y ética profesional (deontología) que obligan a quienes la ejercen a responder ante la sociedad con determinados niveles de conocimientos y competencia técnica. Sin embargo, la profesión de político parece no tenerla, o si la tiene, se manipula a conveniencia para evadir las responsabilidades derivadas de todo lo que dicen y hacen.

Si mienten, difaman, dilapidan recursos públicos, destruyen un sistema de salud, si su incompetencia o negligencia causa desabasto de medicinas, la muerte de personas, la destrucción de patrimonios, etc., al final no pasa nada, todo cambia para seguir igual.

En la comunicación oficial, el presidente ejerce lo que llama su derecho a la libertad de expresión sin límite alguno. Su "información" diaria es sólo una fachada ornamental, la escenografía de una obra de teatro llamada 4a. Transformación, cuyo guión está basado en el cinismo de los actores y el engaño o la resignación de un público deliberadamente dividido en 2: los engañados que aplauden la obra hasta de pie y hacen que sea un éxito de taquilla, y los resignados que lo más que pueden hacer es salirse del teatro prometiendo no volver a comprar un boleto de esa compañía.

Pienso que un político que habla y toma decisiones sin códigos éticos y sin escrúpulos, vive y duerme tranquilo por cualquiera de 2 razones: o porque en sus delirios de grandeza está convencido de que el fin justifica los medios, o porque su poder y desvergüenza son tales que le permiten enfrentar su pequeñez moral con sarcasmos, burlas y resentimientos.

Antes (en el periodo neoliberal, como el presidente llama al pasado reciente), el gobierno decía que los medios manipulaban la verdad. Hoy en México las cosas son al revés: el gobierno es el que manipula la verdad y los medios sólo tratan de revelarla, luchando contra el consejo de Maquiavelo que sin duda el presidente sigue a pie juntillas: "Un príncipe que quiera lograr grandes cosas debe aprender a engañar".

Para desgracia de la 4T, vivimos en una democracia, por lo que no es tan fácil que el príncipe que vive en el palacio engañe y haga lo que le plazca.

Pero para desgracia de los mexicanos, vivimos en un país en el que el Estado de Derecho y los contrapesos políticos son débiles y lo que reina es la corrupción y la impunidad, que permite al gobierno y a sus protegidos hacer prácticamente todo lo que se les ocurra, hasta violar la propia Constitución, si lo juzgan política y electoralmente rentable.

Mientras el público engañado que aplaude la obra de teatro sea mayoría, por más razón y argumentos legales que los demás tengamos, nuestras voces no pasarán de ser pequeñas piedras en los zapatos del presidente.

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(14 de enero de 2022).

La agnotología se refiere a lo que considero uno de los principales males de nuestra época, la ignorancia, la cual es explotada sin pudor alguno por muchas personas sin escrúpulos, pero de manera muy especial por la clase política.

Explico: La agnotología (del griego "agnosis", desconocer o desconocido, y "logía", estudio) es el estudio de la ignorancia o duda culturalmente inducida, especialmente en lo que se refiere a la publicación de datos científicos erróneos o tendenciosos, es decir, actos deliberados para sembrar la confusión y el engaño, para vender igual una idea, un producto o un favor.

En los años 60, la industria tabacalera utilizó estas tácticas para contrarrestar los esfuerzos antitabaco, sembrando dudas y confusión acerca de si el fumar causa cáncer.

"La duda es nuestro producto", decían. (La duda) es la mejor manera de competir con el volumen de información que existe en la mente del público en general y para crear controversias.

El término fue acuñado por Robert Proctor, profesor de historia de la ciencia y la tecnología de la Universidad de Stanford, quien investigó cómo la ignorancia se genera activamente en la sociedad, ya sea a través del secretismo militar o judicial, o por medio de políticas deliberadas.

La manufactura de la ignorancia es muy común, decía Proctor.

Esto lo vemos en casos de verdades científicas que se ponen en duda, como la del calentamiento global, la teoría de la evolución o la reciente duda acerca de la eficacia de las vacunas para el Covid-19, que a pesar de contar con datos incuestionables (como que el 98% de los fallecimientos por Covid-19 son de personas no vacunadas), se siguen poniendo en duda en algunos grupos sociales, religiosos y políticos.

En el caso del poder público, la degradación de la verdad es absoluta. La retórica de la desinformación hace que el debate gire no en torno a datos, sino en torno a propuestas para cambiar esos datos y la realidad. Un ejemplo de ello fue la propuesta que hizo el presidente de México para cambiar el índice de crecimiento económico basado en el PIB, y que en 2019 exhibió el nulo crecimiento económico del país (0.1%), por un índice alternativo llamado "Índice de Bienestar" para que el desarrollo se mida no en términos económicos, sino del "bienestar" y la "felicidad del pueblo" (guateverdatmins).

Frente a cualquier información que resulta negativa para un gobierno, una empresa o una persona sin escrúpulos, la degradación de la verdad es la pauta a seguir, y eso se logra utilizando cualquiera de las siguientes artimañas: primero, como siempre, negar los propios hechos. Si alguien vio o filmó algo inconveniente, hay que decir que se confundió o que el video está editado; si los datos duros son negativos, la opción es minar la credibilidad de las fuentes por muy solventes que sean, y si nada de lo anterior funciona, lo que toca es afirmar que se tienen "otros datos" o inventar un escándalo o una ocurrencia lo suficientemente absurda como para distraer la atención de la verdad y los datos irrefutables del momento (¿suena familiar?).

Los estudiosos de la agnotología dicen que el efecto combinado de estas estrategias es brutal: la producción intencionada de ignorancia, con la colaboración de políticos y de las "benditas" redes sociales que manipulan la opinión pública y terminan creando la llamada "posverdad", que no es otra cosa que una distorsión de la realidad en la que priman las emociones y las creencias personales frente a los hechos objetivos.

La agnotología sirve igual para vender productos milagro que para ganar una elección, porque se trata de hacer que las decisiones de comprar o de votar se tomen basadas en creencias y emociones, y no en razones.

En el mito de la Caverna de Platón, el famoso filósofo griego planteaba que la verdad es independiente de nuestras opiniones. Estará siempre ahí, aunque nadie crea en ella.

Al final las mentiras subsisten y acaparan la atención porque "funcionan" en nuestras cabezas. Son lo que queremos que suceda, aunque no sea posible. Y como siempre habrá una mayoría de personas que quisiera que su realidad fuese diferente, es que siempre habrá una persona o un político sin escrúpulos que se aproveche de ello para ganar dinero vendiendo placebos o ganar votos prometiendo paraísos.

"Mientras más sé, menos creo" (Bono).

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(21 de enero de 2022).

La gente consume mentiras -como cualquier otro producto en el mercado- porque le resultan provechosas. Creíamos haber llegado a una época de transparente modernidad, una era luminosa en la que ciertos valores fundamentales -la democracia, las garantías individuales, la soberanía del individuo, la economía de mercado y el Estado de Derecho, entre otros- se habían ya consagrado colectivamente para no ser siquiera cuestionados ni mucho menos impugnados. Le conferíamos a la ciencia, de la misma manera, la veracidad que se deriva de las evidencias y la exactitud que resulta de la investigación minuciosa de hechos tan reales como comprobables. Y nos reconfortábamos, entonces, al imaginar un mundo poblado por personas razonables, abiertas al conocimiento, tolerantes e instruidas gracias al proceso civilizatorio que ha tenido lugar en las sociedades humanas.

Pues no, miren ustedes, nos encontramos rodeados, de pronto, de individuos de nuestra especie que niegan la existencia del SARS-CoV-2, que se arrogan a la torera la criminal facultad de no vacunar a sus hijos (siendo que las inoculaciones han erradicado enfermedades que segaron, durante siglos enteros, las vidas de millones de seres humanos), que se creen a pies juntillas las patrañas propaladas por el populista de turno (por ejemplo, que las elecciones, en una nación tan declaradamente democrática como los Estados Unidos, fueron fraudulentas, o que el otro candidato participante había nacido en África o quién sabe dónde) y que, consecuentemente, están totalmente dispuestos a seguir al mentiroso agitador en su empresa de demolición de instituciones (los que propugnan que la Tierra es plana son mucho más inofensivos, hay que decirlo, pero llama la atención que se sirvan de teléfonos celulares conectados a redes soportadas por satélites geoestacionarios).

Lo interesante del tema, con todo, es que ciertas mentiras parecen conectarse directamente con el resentimiento de la gente y servir entonces, en tanto que difunden pública y abiertamente la especie de que existe siempre un supremo (y maligno) conspirador dedicado a avasallar a sus víctimas, de válvula de escape y de consuelo. Creíamos, decía yo, que la verdad había alcanzado la condición de un valor universal. No, no es así...

Román Revueltas Retes
(v.periódico Milenio en línea del 25 de enero de 2022).

Muchas cosas que nos dicen no son ciertas: no es cierto que la Tierra es plana, tampoco es verdad que las vacunas lleven un chip con el que los amos del universo nos vayan a controlar y, en el apartado de las peroratas políticas, es falso también que haya tenido lugar un fraude en las últimas elecciones presidenciales de los Estados Unidos -Donald Trump no sólo perdió sino que la vez pasada Hilary Clinton le sacó una ventaja de 3 millones de votos, ni más ni menos, en el conteo total de los sufragios- y, ya en lo referente a las fabulaciones que se propalan en estos pagos, los "otros datos" que maneja la gente de la 4T no son tales sino meros subterfugios para negar evidencias del tamaño de una casa, como el número de víctimas mortales por el SARS-CoV-2 o la brutal carencia de medicamentos para atender a los niños con cáncer.

El tema, justamente, es la extraña disposición que tienen millones de ciudadanos, personas reales a las que se les supone una mínima capacidad de entendimiento de las cosas, para acomodarse a la siniestra embestida de los mentirosos. El fenómeno no se entendería cotejando simplemente las supercherías con la simple racionalidad de los individuos sino introduciendo en la ecuación un elemento más, a saber, la necesidad de tanta gente de creer en algo, para empezar y, a partir de ese impulso básico, su posterior propensión a sumar las invenciones a su esfera emocional, o sea, a vincularlas con un mundo de expectativas, sospechas, esperanzas, deseos y resentimientos, algo que funciona como una válvula de escape.

Precisamente por esto es que termina siendo tan eficaz, en tantos casos, el discurso engañoso de los políticos: no apela a la sensatez ni se conecta con los rigores del pensamiento crítico sino que busca movilizar, de forma interesada, los sentimientos de un sujeto que, por ello mismo, se ha trasmutado ya en un seguidor incondicional. Al fanático le viene bien que el líder sea un acusador, un denunciante de las adversidades que él mismo sobrelleva cada día, un emisario vociferante de sus miserias y un supremo heraldo de las injusticias de este mundo.

¿La verdad? La verdad se descarta, porque es menos amable. La mentira funciona más. Mucho más...

Román Revueltas Retes
(v.periódico Milenio en línea del 27 de enero de 2022).

Adueñarse de la percepción de las personas es ahora más importante que la conquista del territorio. La tentación de tener un Ministerio de la Verdad del estilo que lo planteó en su novela George Orwell está presente en la mesa de quienes pretenden acrecentar su poder, y no me refiero solamente al ejemplo de Vladimir Putin que ha establecido una verdadera maquinaria propagandística para generar un discurso unitario sobre lo que sucede en Ucrania, estableciendo penas de prisión de hasta 15 años a quienes difundan otras versiones.

El mismo patrón lo tienen los medios de comunicación de extrema derecha de los Estados Unidos que en el fondo pretenden también controlar un discurso uniforme basado en la descalificación y la desconfianza. Y lo mismo sucedió aquí cuando al inicio de la pandemia se acusaba de que su existencia era un invento de grupos de poder, y que se pretendía implantar un chip a las personas que se vacunaban.

Las estrategias de desinformación no son nuevas, han sido parte de los conflictos sociales, pero lo que ahora es realmente peligroso es el alcance del control tecnológico que puede hacer realidad la pesadilla de la verdad única establecida por el poder.

En nuestro tiempo el derecho a saber y el acceso a la verdad son tan esenciales como la integridad o la alimentación. El hombre libre es un hombre capaz de acceder a la verdad. En un clima de libertad la guerra debe ser inocultable, como los asesinatos y los desaparecidos. Y las distracciones resultan irresponsables ante la dimensión de la tragedia y la importancia de sus consecuencias.

La libertad de expresión se enfrenta a las amenazas del mal uso de las herramientas tecnológicas, y al mismo tiempo a las acciones autocráticas: En las naciones sujetas a las leyes, a las autoridades no les es posible difundir impunemente una falsedad y sostenerla como verdad dados los controles políticos y constitucionales.

Pero en naciones autocráticas las maquinarias de información y propaganda son herramientas esenciales para gobernar sin límites. El control de la información permite encapsular la percepción de la realidad echando mano de potentes herramientas tecnológicas y luchando contra quienes pretenden introducir otras visiones. Las diversas versiones de los hechos y los mecanismos independientes de verificación de la información son fundamentales.

El derecho a saber y el acceso a la verdad son parte fundamental de la dignidad de la persona y los estados están obligados a preservarlos más allá de cuestiones políticas o militares de coyuntura. Callar al otro con la violencia alimenta la tiranía.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 13 de marzo de 2022).

¿Por qué miente un político? Para desembarazarse de la molesta realidad. ¿Cuántas veces miente un político al día? Las necesarias o las suficientes para enmascarar la realidad que le incomoda.

La falta de sinceridad política es una característica de nuestra clase gobernante y causa del desprestigio de los políticos profesionales. Todos los días, en todos los niveles y a todas horas, podemos detectar sus mentiras si ponemos mayor atención a sus declaraciones.

Los más aficionados al micrófono suelen ser los más virtuosos en el arte de engañar. Pongamos 3 ejemplos:

Cuando Vladimir Putin acusa de «montaje» la masacre de civiles en el suburbio de Bucha, en Kiev, pero imágenes satelitales muestran esos cuerpos arrumbados desde hace 2 semanas cuando los rusos controlaban la ciudad.

Cuando AMLO dice que Adán Augusto López no promueve el voto a su favor en la revocación, pero un video muestra a su secretario en pleno acto proselitista.

Cuando Enrique Alfaro sostiene con las volantas -su operativo de despistolización- bajaron los homicidios con arma de fuego, pero no hubo ni detenidos ni armas de fuego decomisadas.

Hannah Arendt, teórica política, escribió un ensayo titulado La mentira en política, en donde explica cómo el mentiroso siente un profundo desdén por la realidad.

A pesar de haberse publicado en la década de los 70, cuando ya dominaba la sociedad de masas y de consumo, sus reflexiones son vigentes.

En el fondo, el político mentiroso concibe a la política como una rama de las relaciones públicas y el arte de hacer creer las apariencias. No le habla a los ciudadanos sino a una «audiencia» por medio de guiones o escenificaciones más propias del mundo del espectáculo.

En otras palabras, esta clase de gobernantes batallan por la conquista de la opinión favorable del pueblo más que por la transformación de la realidad.

Casi al final, Arendt advierte del riesgo que supone cuando el mentiroso traslada a otro nivel su compulsión y aversión por la realidad, a tal grado que llega a creer sus propias mentiras: «En el terreno de la política, donde el secreto y el engaño deliberado desempeñaron siempre un papel significativo, el autoengaño constituye el peligro por excelencia; el engañador engañado pierde todo contacto, no solo con su audiencia, sino con el mundo real que acabará sin embargo por atraparlo, ya que puede apartar su mente de ese mundo pero no su cuerpo».

Jonathan Lomelí
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 6 de abril de 2022).

El tiempo de una persona para informarse es limitado. Se lucha por captar la atención de los ciudadanos para influir en su comportamiento. La publicidad para inducir el consumo, la propaganda para generar sentimientos, el conocimiento para iluminar la obscuridad.

En esa lucha están involucrados los intereses económicos, sociales y políticos; desde esa perspectiva pareciera una competencia leal, hasta que alguien se plantea expandir una mentira y a base de repetirla tratar de convertirla en una verdad aceptada por muchos. En el campo económico existen regulaciones para castigar la mala información, pero en el campo social y político el caso es distinto.

En un encuentro sobre la erosión de la democracia, publicado por la revista The Atlantic, el ex presidente Barack Obama se refería a que durante décadas pensamos que la situación derivada de la 2a. guerra mundial implicaba el nacimiento de un mundo horizontal, más justo que estaba en marcha, y que no hemos hecho lo suficiente para "mantener nuestra capacidad para mantener la dignidad humana, la libertad y el autogobierno".

Y efectivamente los hechos nos han dejado claro que aun en las sociedades más industrializadas, se ha abusado de los mecanismos para implantar narrativas construidas para engañar a otros y que las personas pueden libremente sumarse a ellas.

Hemos visto movimientos anti-vacunas, insurrecciones contra las autoridades y ahora vemos una invasión construida bajo un argumento racial y nacionalista impuesto desde la autoridad autocrática. El imponer una narrativa no es un propósito nuevo de los grupos de poder, lo que resulta revolucionario es el método de difusión, el alcance y los mecanismos de afinidad que será la nueva tecnología digital.

La cuestión esencial es determinar el conjunto de elementos mínimos sobre los cuales todos estamos de acuerdo para considerar que la información es de calidad y señalar los esfuerzos de desinformación como tales. Los errores en la información son parte de lo podemos considerar como normal en el ejercicio de los derechos de expresión y pensamiento. Pero una cosa muy distinta es tratar deliberadamente de difundir un hecho falso con el propósito de obtener una ventaja de cualquier tipo. Una cosa es la información errónea y otra muy distinta la desinformación como un sistema para imponer a las comunidades una narrativa y condicionar su conducta.

Estos esfuerzos de desinformación se han convertido en herramientas que muchos consideran legítimas en la disputa por la atención de las personas y en muchas ocasiones es determinante en procesos sociales y políticos, especialmente en la democracia. Los ejemplos de las campañas de desinformación emprendidas por líderes como Donald Trump, o ahora por Vladimir Putin, son un claro ejemplo de cómo estos procesos llegan a provocar resultados que resultan amenazantes para la democracia y erosionan la libertad. Hay una gran diferencia en el debate social y político que disputa diferentes opiniones, criterios señalando errores y otra muy distinta cuando se intenta imponer un solo criterio con la intención de obtener un beneficio.

Es evidente que podemos reconocer un ejercicio de desinformación deliberada enfocado a ser intolerante y ser impuesto por encima de criterios liberales. Pero no podemos afirmar que alguien no tenga el derecho de decirlo y difundirlo. Lo esencial es la existencia de un debate argumentativo suficiente que permita el ejercicio de la libertad. Pueden existir criterios anti científicos contra las vacunas y el derecho a ser difundidos y aun a que millones de personas los sostengan, a pesar de su aparente falta de sustento. Lo que no resulta admisible es imponer ese criterio como una verdad a los demás. Y el principio de ese talante impositivo pasa por la intolerancia.

Las herramientas digitales actuales nos colocan ante el desafío de revisar los consensos sobre la corrección de la información y los agentes que podrían señalar un proceso de desinformación. Es muy revelador que ahora mismo son las compañías como Meta o Twitter las que han decidido etiquetar ciertos contenidos asumiendo que concitan un consenso de las comunidades de usuarios.

El papel del estado en la regulación informativa está a revisión en el mundo, y los ciudadanos debemos estar muy atentos en identificar las verdaderas amenazas a la democracia, a través de los ejercicios de debate legítimo. La guerra informativa desatada a partir de la invasión a Ucrania nos revela la importancia del tema. Las batallas por establecer una narrativa han llevado en muchos casos al cuestionamiento de la verdad. A la confusión entre la verdad y la propaganda y a pensar en que es la 1a. guerra transmitida por las cámaras de las personas sujetas al horror de la violencia. Tenemos el derecho a saber lo que pasa y a conocer cuando estamos frente a la desinformación deliberada, el desafío es cómo. Y ese es quizá uno de los temas más relevantes que ha puesto de manifiesto el conflicto bélico que vemos en las pantallas todos los días.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 10 de abril de 2022).

Que andan "levantando" mujeres en la ciudad. Que unos audios alertan de eso. Que una madre de familia que trabaja en la Fiscalía lo afirma. Que no dejen salir ahorita a sus mujeres. Que pagan 10,000 pesos por cada una.

Todo estaba atiborrado en los 3 audios de WhatsApp que me envió Fernando. Para bien, un par de horas antes, en uno de mis monitoreos de noticias, me topé con la advertencia de la Fiscalía estatal sobre esos audios falsos que andaban en redes sociales.

Le pasé a Fernando la nota de EL INFORMADOR para su tranquilidad. Con frecuencia amigos y familiares me consultan sobre notas, audios y mensajes alarmistas que muchas veces resultan mentira.

Recuerdo otro caso. El supuesto asesinato del hijo de El Mencho que anticipaba una ola de homicidios por una "limpia" de bandas criminales en Guadalajara.

El asunto no es exclusivo de un país como México. En la campaña presidencial de Estados Unidos en 2016, millones compartieron en Facebook la noticia falsa del apoyo de el Papa a Donald Trump.

Según el Edelman Trust Barometer, 2 tercios de la población tiene dificultades para distinguir una fake news de un contenido verdadero. También un estudio del Parlamento Europeo reveló que 6 de cada 10 noticias compartidas en redes sociales no son leídas por quienes las difunden.

¿Cómo distinguir entre información falsa y verdadera? Creo que hay un descuido en la construcción de nuestra ciudadanía digital. La escuela tiene un papel clave en preparar a los alumnos no sólo para el uso sino también en el consumo de Internet.

Por otro lado, caímos en una crisis de credibilidad de las voces autorizadas. Nos resulta más confiable lo que nos cuenta un compañero de trabajo que un científico o un especialista. Según el estudio citado, los líderes sociales con menos credibilidad son la clase gobernante, los periodistas (auch) y los hombres de negocios.

Esta desconfianza favorece las noticias falsas y rumores que sólo buscan provocar miedo, influir en nuestra conducta, contaminar el discurso político o simplemente aumentar la rentabilidad comercial y audiencia de un sitio.

Al final quedan muchas preguntas: ¿Cuántas noticias falsas consumimos sin enterarnos? ¿Cómo evitar su propagación? ¿Quién debe combatirlas: el usuario, la empresa tecnológica o el gobierno? ¿Cómo fortalecemos a los medios tradicionales que ayudarían a combatir este problema?

Jonathan Lomelí
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 22 de abril de 2022).

Nos mentimos a nosotros mismos para proteger nuestra propia imagen, lo que nos permite actuar de manera inmoral mientras mantenemos la conciencia tranquila. Según las últimas investigaciones, el autoengaño puede incluso haber evolucionado para ayudarnos a persuadir a los demás; si empezamos a creer nuestras propias mentiras, es mucho más fácil hacer que otras personas también las crean.

Estas investigaciones podría explicar el comportamiento cuestionable en muchas áreas de la vida, mucho más allá de las estafas que acaparan los titulares en los últimos años. Al comprender los diferentes factores que contribuyen al autoengaño, podemos tratar de detectar cuándo podría estar influyendo en nuestras propias decisiones y evitar que estos engaños nos lleven por mal camino.

Cualquier psicólogo te dirá que estudiar científicamente el autoengaño es un quebradero de cabeza. No puedes simplemente preguntarle a alguien si se está engañando a sí mismo, ya que sucede inconscientemente. Como resultado, los experimentos suelen ser muy complejos.

Comencemos con la investigación de Zoë Chance, profesora asociada de marketing de la Universidad de Yale, Estados Unidos. En un ingenioso experimento en 2011 demostró que muchas personas emplean inconscientemente el autoengaño para agrandar su ego.

El uso del autoengaño para mejorar la autoimagen se ha observado recientemente en muchos otros contextos. Por ejemplo, Uri Gneezy, profesor de Economía de la Universidad de California en San Diego (EE.UU.) ha demostrado recientemente que puede ayudarnos a justificar posibles conflictos de intereses en nuestro trabajo.

Quizás la consecuencia más sorprendente del autoengaño se refiere a nuestras conversaciones con los demás.

Según esta teoría, el autoengaño nos permite tener más confianza en lo que decimos, lo que nos hace más persuasivos. Si está tratando de vender un producto dudoso, por ejemplo, sustentará un mejor caso si realmente cree que es una ganga de alta calidad, incluso si hay evidencia que sugiere lo contrario.

Esta hipótesis se propuso por 1a. vez hace décadas, y un artículo reciente de Peter Schwardmann, profesor asistente de Economía del Comportamiento en la Universidad Carnegie Mellon (EE.UU.) proporciona una fuerte evidencia de esta idea.

Nuestro cerebro puede engañarnos para que creamos cosas que no son ciertas. El autoengaño nos permite inflar nuestra opinión sobre nuestras propias habilidades, de modo que creemos que somos más inteligentes que todos los que nos rodean.

Significa que pasamos por alto las repercusiones de nuestras acciones para otras personas, por lo que creemos que generalmente estamos actuando de manera moral. Y al engañarnos a nosotros mismos sobre la veracidad de nuestras creencias, mostramos una mayor convicción en nuestras opiniones, lo que, a su vez, puede ayudarnos a persuadir a los demás.

De manera reveladora, el deseo de estatus social parece aumentar la tendencia de las personas al autoengaño. Cuando las personas se sienten amenazadas por los demás, por ejemplo, es más probable que inflen la percepción de sus propias habilidades. Puede ser que cuanto mayor sea el riesgo, mayores serán las mentiras que podemos decirnos a nosotros mismos.

La mayoría de las veces, nuestro autoengaño puede ser benigno, permitiéndonos sentir un poco más de confianza en nosotros mismos de lo que es justificable. Pero siempre vale la pena estar al tanto de estas tendencias, especialmente si estamos tomando decisiones que cambian la vida. No quieres engañarte a ti mismo sobre los riesgos de tomar atajos en tu trabajo actual, o la probabilidad de éxito de un cambio de carrera aventurero, por ejemplo.

El primer paso es reconocer el problema. Quizás pienses que el autoengaño solo les pasa a los demás mientras que eres perfectamente honesto contigo mismo. Si es así, ese puede ser tu mayor engaño de todos.

David Robson, autor de The Expectation Effect: How Your Mindset Can Transform Your Life
(v.BBC WorkLife del 25 de mayo de 2022).

Se dice que en las guerras la primera fatalidad es la verdad. Basta con ver cómo Rusia ha convencido a su pueblo de que invadir Ucrania es casi un acto humanitario, para rescatar de una gran conspiración nazi a población de ascendencia rusa.

El hecho de que el presidente de ese país sea judío en nada parece mermar el alcance de esa mentira. Pero incluso en tiempos de paz, la verdad recibe fortísimos embates de componendas que prosperan, particularmente cuando cuentan con el apoyo de medios de comunicación masiva.

En EU, si bien 71% de los votantes cree que Biden ganó la elección de 2020, no lo creen 2 tercios de quienes se identifican como republicanos, en buena parte gracias a que la cadena de televisión Fox News ha avalado "La Gran Mentira".

A lo largo de la historia, la libertad de prensa ha sido la némesis de regímenes autocráticos cuya legitimidad deriva de propaganda efectiva.

Por ello, en Rusia, Cuba, Venezuela o Nicaragua, no ha sobrevivido medio alguno que se atreva a criticar a regímenes que tienen creciente capacidad para reprimir, y para manipular información y sembrar farsas. En el caso de Rusia y Cuba, ésta es una destreza que exportan.

Rusia ha mostrado enorme pericia manipulando redes sociales con tropas de bots que buscan detectar temas que dividen a cada país, para clavar cuñas en las grietas que naturalmente existen en sociedades como las de EU o México.

En algunos casos buscan su propio beneficio, como cuando fortalecieron al Partido Verde alemán sabiendo que éste exigiría el cierre de las plantas nucleares en ese país, dejando a Alemania a merced de la importación de gas ruso. Después de la invasión a Ucrania, el enorme error geopolítico, implícito en esa decisión, se volvió evidente.

El apoyo de Cuba fue esencial para permitir que la dictadura chavista erradicara a opositores y amordazara a disidentes. Chávez dividió el poder, empoderando a militares leales que se han adueñado de las operaciones de narcotráfico regionales (lo cual ahora vuelve intocable a Maduro, pues esos generales corren el riesgo de ser perseguidos internacionalmente como narcos, si éste cae); creando milicias armadas en barrios populares, como antídoto contra un posible golpe militar; y, por último, importando espías cubanos encargados de hacerse de información estratégica para controlar, extorsionar o someter a posibles adversarios.

En todo lo que aquí describo hay elementos que riman con la maniobra que AMLO y la 4T construyen. Sin duda, la narrativa electoral de 2018 tuvo la ayuda de asesores extranjeros y de ejércitos de bots mercenarios.

Jorge Suárez-Vélez
(v.periódico Reforma en línea del 26 de mayo de 2022).

Posverdad: "Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Los demagogos son maestros de la posverdad".

La definición de la RAE sobre la posverdad nos ayuda a entender un poco mejor este juego de espejos en el que estamos atrapados. Por un lado, tenemos la realidad, los hechos en sí mismos, pero por el otro, hay una multiplicación de espejos que operan como filtros: la retórica oficial, el discurso político, el delirio estadístico, la conversación polarizada en redes estancada a veces en los extremos más banales del debate público.

También vivimos una crisis de figuras de autoridad ante la realidad: ¿quién miente y quién dice la verdad? ¿Un video o una imagen son pruebas irrefutables de un hecho?

En la comentocracia, en donde me incluyo, padecemos todo tipo de achaques en la actualidad: una crisis de lugares comunes, un sesgo que personaliza a veces las filias y fobias por ciertos políticos, el exceso de calificativos que, como dijo Huidobro, en vez de dar vida, matan.

Sin una brújula, ¿en quién confía el ciudadano promedio? En este ambiente de zozobra, en este desorden discursivo y de río revuelto de información, la ganancia es para los peces gordos de la política.

Donald Trump, con su reiterada mitomanía, refinó el arte de la posverdad en Estados Unidos. Él se fue, pero no su escuela. El demagogo aprovecha la confusión, rehúye a ahondar en las explicaciones y la justificación. Todo es producto de un ataque de sus adversarios o de intereses políticos contra su gobierno.

La posverdad o realidad alternativa también vive en Jalisco su momento de esplendor.

Jonathan Lomelí
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 29 de junio de 2022).

Las 10 mentiras de la "inauguración" de Dos Bocas:

1.- El viernes, el presidente inauguró una obra inconclusa. Para no decir eso, inventó el eufemismo de que en realidad era la "inauguración de la 1a. etapa constructiva" de la Refinería de Dos Bocas. En la administración de proyectos de construcción, dicho término no existe. Nadie en el mundo lo utiliza. Las obras se construyen, se prueban y se ponen en operación. Aquí simplemente no se vio un solo barril de crudo entrando a la refinería y menos un solo litro gasolina saliendo.

2.- Prometieron que en diciembre de este año, la refinería va a estar operando. De acuerdo con los especialistas, es posible que los primeros barriles procesados -si bien les va- estén en el sistema de refinación hacia el año 2026. Incluso fue posible escuchar de la secretaria de Energía, Rocío Nahle, quejarse de que tiene varados en altamar equipos fundamentales para la operación.

3.- López Obrador afirmó que la gasolina en México es hoy más barata que en Estados Unidos. Lo que no explicó es que esto no se debe a que esté mejorando la oferta de gasolinas de origen nacional sino a que se está subsidiando el precio a un costo de aproximadamente 22,000 millones de pesos al mes. De seguir las condiciones de mercado actuales, el presidente tendrá que optar entre subir la gasolina, subir la deuda o recortar los programas sociales. De aquella promesa de campaña de que el litro de gasolina costaría 10 pesos, sólo queda una fuente inagotable de memes.

4.- El presidente afirmó que México refinará en breve 1.2 millones de barriles a los que se sumarán los 340,000 de Dos Bocas, otros 340,000 de Deer Park, más 2 plantas coquizadoras. Esto es, 2 millones de barriles. Son puras cuentas alegres. Es imposible refinar el petróleo que no tienes: México está produciendo 1.7 millones de barriles de crudo. Y eso no sube de la noche a la mañana. No son galletas. Son cientos de miles de barriles de crudo diario que no se están extrayendo de ningún pozo mexicano. Es mucha producción que no se tiene. ¿O qué, va a importar petróleo crudo?

5.- Para abonar a la confusión, el director general de Pemex enmendó la plana a López Obrador. Afirmó que actualmente se refinan casi 1.1 millones de barriles, considerando lo que procesa Deer Park. Deer Park procesa 340,000 barriles. Deer Park está en Estados Unidos. Entonces, si se procesan 340,000 barriles en EU, esto significa que en México sólo se procesan 760,000 barriles, no los 850,000 que afirmó el presidente. 90,000 barriles de diferencia es un montón. Es una cifra que mueve los mercados. Este gobierno ni siquiera se coordina en tener las mismas cifras en los discursos.

Pero claro, nada de esto es culpa de un gobierno necio e inepto. Todo es culpa de los neoliberales.

6.- El director general de Pemex presumió que la compra de la refinería de Deer Park en Estados Unidos fue una gran decisión porque tan solo en medio año se recuperó más de la mitad de la inversión. Mentira. El costo total no sólo fue lo pagado a Shell (500 millones de dólares), sino también la deuda que se contrajo (1,000 millones de dólares). O sea, el precio real pagado por el gobierno de México fue de 1,500 millones de dólares. ¿Cuánto se recuperó en medio años? 200 millones de dólares. 200 no es la mitad de 1,500. Ni aquí, ni en China, ni en Pemex, ni en Palacio Nacional.

7.- Dicen que Dos Bocas es una gran inversión. Dicen que va a producir exactamente lo mismo que Deer Park: 340,000 barriles. Pero Deer Park costó 1,500 millones de dólares y Dos Bocas va en 12,000 millones... ¡8 veces más! (más lo que se acumule).

8.- El director general de Pemex presumió que el mercado nacional de combustibles ya estaba consumiendo 1'176,000 barriles diarios de gasolinas, diésel y turbosina. Y que eso era extraordinario, porque el año pasado sólo se vendieron 844,000 barriles. Lo que no dijo es que en 2018, cuando entraron al gobierno, ya se vendían 1'180,000 barriles diarios. La caída en las ventas de los últimos años no sólo fue por la pandemia: fue también por la fallida estrategia de comercialización y combate al robo de combustibles.

9.- En su discurso de la "inauguración", la secretaria de Energía, Rocío Nahle, dijo que la obra costó 10,200 millones de dólares. Pero no aclaró si ese era el costo total cuando la refinería pueda ya operar comercialmente, o si era lo que llevan gastado hasta la "inauguración de la 1a. etapa constructiva". El presidente ya dijo que costará 12,000 millones. Hay especialistas que hablan de que tendrá un costo final de entre 14 y 18,000 millones de dólares. No se puede monitorear porque no hay acceso a la información de los contratos y sus modificaciones. Lo cierto es que, cualquiera que sea la cifra final, sin duda será muy superior a los 8,000 millones de dólares que prometió López Obrador que iba a costar.

10.- Los tiempos de entrega no se cumplieron. Al inicio de su sexenio, el presidente dijo que el sábado pasado estaría refinando. Eso no sucedió. Ni va a suceder pronto.

Y como decíamos ayer: pero nada de esto es culpa de un gobierno necio e inepto. Todo es culpa de los neoliberales.

Carlos Loret de Mola A.
(v.periódico El Informador de los días 5 y 6 de julio de 2021).

Quizá uno de los rasgos más significativos de la acción de las redes sociales en relación con la libertad y la democracia es la posibilidad de emitir mensajes de forma anónima, y de reproducirlos simulando que hay personas que los respaldan mediante robots electrónicos. Esta creación de contenidos maliciosos y la formación artificial de corrientes de opinión conducen al menoscabo del valor efectivo de la voluntad personal de los ciudadanos, y trastorna profundamente el ámbito donde las personas se informan. Es más, constituyen una nueva forma de maldad encaminada a crear una suerte de realidad paralela, enfocada a cambiar las cosas en la realidad material.

Los mensajes tendentes a crear miedo mediante la difusión de falsedades constituye una forma de seducir mediante acciones, que sin ser coercitivas, producen como efecto una suerte de obediencia basada en sentimientos pasajeros. La construcción de estas corrientes líquidas que arrastran a la opinión pública se ha vuelto tarea de muchos técnicos que ahora conducen las conversaciones públicas sin considerar los hechos trascendentes o importantes, sino los intereses que representan. Asumiendo deliberadamente una suerte de ceguera moral que prefiere mirar a otra parte cuando hay beneficios económicos de por medio.

Por otra parte, el almacenamiento, procesamiento y análisis de los datos que se generan en la comunicación de las redes sociales se ha convertido en un tema fundamental en el debate respecto a esta ceguera deliberada que se presenta cuando se trata de analizar el poder que tienen las empresas que gestionan información y datos. Muchos de los cuales, por cierto, no son del alcance ni de los gobiernos ni de las instituciones públicas.

En el debate, las empresas han alegado que su labor no constituye una amenaza a la democracia ni a la libertad, sino que por el contrario constituyen nuevos espacios de expresión que enriquecen la comunicación y mejoran la calidad del debate de los temas públicos. Sin embargo hay que considerar que son estas empresas las que ahora dominan el mundo de la publicidad y las que de alguna forma dictan los lineamientos de los contenidos que pueden segmentar puntualmente, adquiriendo una influencia cada vez mayor en el comportamiento de las personas, no solamente en aspectos comerciales sino también en los sociales y políticos.

Hasta ahora son las comisiones internas de las compañías las que determinan cuando se rebasa los límites que por cierto no están claramente delimitados de forma unánime.

Las redes en sí mismas no son un hecho malicioso, pero algunos de sus contenidos si que lo son, y dado que se esparcen de forma fragmentada, pulverizada, aparentemente dispersos buscando bienes precisos, pueden ellos constituir un mengua importante a la democracia. Y una amenaza a la libertad.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 31 de julio de 2022).

Después de ver los hechos que significaron la presidencia de Donald Trump y la amenaza que representa para las instituciones democráticas, muchos se preguntan: ¿Por qué sigue siendo tan poderoso, al grado que puede ganar la presidencia en 2024? La respuesta a esta cuestión no está en los hechos de su gobierno, ni en los resultados de las acciones emprendidas, como tampoco podemos encontrarla en sus atributos personales, sino en un hecho contundente: ha sido capaz de contar historias que muchísima gente cree.

Su narrativa, que linda muchas veces en la fantasía, resulta atractiva, verosímil formando una visión alterna de la realidad social y política de los Estados Unidos.

Su línea principal es que aquella nación está siendo arruinada por las élites corruptas asentadas en las costas, mediante una extensa red de hombres privilegiados a los que denominan "el régimen" formado por políticos de Washington, medios de comunicación liberales, las grandes fundaciones, las universidades de élite, las corporaciones tecnológicamente avanzadas. Han difundido la idea de que estas personas son corruptas, condescendientes e inmorales mirando solamente por ellos mismos.

Y ellos son los que están atacando a Trump que se convierte en la persona que defiende a quienes creen en esa conspiración. En parte es creíble esta historia porque efectivamente hay personajes que pueden encajar individualmente en la descripción, pero lo realmente peligroso es atribuirle un sentido sistémico que justifique la violencia como método para actuar frente a esta supuesta amenaza casi global.

Su narrativa representa el cauce de la rebeldía de muchas personas que sueñan con la grandeza estadounidense que relataban las películas que exaltan los valores del individualismo, y el predominio de un grupo iluminado que conduciría al mundo a una mejor etapa.

Este grupo según las historias compartidas por quienes siguen a Trump se desvió y cambió el rumbo al aceptar políticas que favorecen a las minorías, al aceptar los matrimonios con personas del mismo sexo, al promover el aborto y sobre todo al ser laxos con los valores de la supremacía blanca tan arraigada en muchas zonas del centro del país vecino.

Así que para recuperar el camino perdido y volver a los valores tradicionales hay que apoyar a un hombre que en lo personal pareciera no representarlos por su conducta, pero resulta que son más poderosas sus historias, sus palabras, que su comportamiento.

Es el hombre que desprecia las élites educadas de las universidades. Ahí está la clave de su fortaleza y apalancado en ella puede convertirse en candidato y en presidente, si es que llega a ser propuesto por los republicanos y lo respalda la mayoría, como parecen indicar las encuestas disponibles.

Ni duda cabe que los episodios del 6 de enero que procuraron mantenerlo en el poder, son hechos terribles que parecieran imperdonables, pero la narrativa está en competencia con la realidad jurídica y política que busca llevarlo frente a la justicia.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 14 de agosto de 2022).

A pesar de que el 16 de junio pasado Skytrax -la organización de calificación aérea internacional, con sede en Londres, Inglaterra- dio a conocer los World Airports Awards 2022, donde no aparece ningún aeropuerto mexicano, el presidente de México tiene "otros datos".

En uno de los mensajes grabados recientemente con motivo de su 4o. Informe de Gobierno, López Obrador dijo que el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) "...se construyó en 2 años y medio, nos ahorramos 100,000 millones de pesos, es el mejor aeropuerto de América Latina". ¡Falso esto último!

Skytrax evaluó el servicio y las instalaciones en más de 550 aeropuertos del mundo y la conclusión a la que llegó, es que el aeropuerto internacional de Hamad, en Doha, es el mejor por 2o. año consecutivo, seguido por el Tokio/Haneda en Japón y el Changi de Singapur, mientras que de América Latina los mejores evaluados fueron El Dorado de Bogotá, Colombia -número 35-, el Mariscal Sucre de Quito, Ecuador -39-, y el Jorge Chávez de Lima, Perú (73).

Apenas el jueves de la semana pasada ejecutivos de Qatar Airways, American Airlines, Japan Airlines y FinnAir en México descartaron que tenga planes de aterrizar en el Aeropuerto Felipe Angeles -sin dar más razones-, ante los rumores que surgieron de que algunas aerolíneas estaban considerando hacerlo en un futuro mediato.

La conclusión es que el Felipe Ángeles, ni ningún otro aeropuerto mexicano, aparecen en el selecto grupo de instalaciones y servicios aeroportuarios de 1er. nivel y menos como el "mejor de América Latina", como dijera López Obrador. Pero esto no nos debe de extrañar. El año pasado, antes del 3er. informe de gobierno, la consultora política SPIN -Taller de Comunicación Política- reveló que el presidente llegaba a su 3er. reporte anual con más de 61,000 declaraciones falsas o engañosas en sus conferencias y mensajes. Unas 20,000 mentiras por año en promedio. Lo que significa, que a este 4o. Informe de Gobierno -siguiendo la tendencia- llega con más de 80,000 mentiras. Y la del aeropuerto Felipe Ángeles, es una de ellas.

Daniel Rodríguez
(v.periódico El Informador en línea del 30 de agosto de 2022).

Uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo es establecer los mecanismos para establecer cómo se garantiza el derecho a tener representaciones auténticas de la realidad. Cómo evitar que alguien se tome el derecho de imponer contenidos comunicativos inconexos con los hechos reales, y cómo se establecen al mismo tiempo, garantías para que todos puedan expresarse libremente.

El riesgo de aquella distopía planteada por Orwell en su novela 1984 parece tocar a las puertas, y los ministerios de la verdad parecen también reproducirse en muchas partes del mundo.

En ese sentido cobra especial importancia el acceso a los medios y la tecnología que permita contrastar los hechos y tomar contacto con la realidad externa a nuestra comunidad, a nuestro país y a los bloques a los que pertenecemos es crucial. El derecho a saber es ahora piedra angular de la sociedad realmente libre. Y el derecho a saber pasa por que nadie imponga una narrativa por razonable que parezca.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 18 de septiembre de 2022).

El fenómeno se sigue repitiendo cada vez que se convocan elecciones en cualquier lugar del mundo. La industria de la manipulación política ha invadido el proceso democrático, creando campañas clandestinas en canales de comunicación cifrados para susurrar al oído de millones de personas. A cada uno le cuenta una cosa distinta, dependiendo de lo que cada quien quiere oír.

Marta Peirano
(v.pág.234 de "El Enemigo Conoce el Sistema", Penguin Random House Grupo Editorial, España, 2019).

La credulidad es la inclinación a creer todo lo que se oye, se lee, o se ve, sin siquiera preguntarnos acerca del origen, veracidad e intencionalidad de quienes emiten tales o cuales narrativas. Las redes sociales y la misma internet son un amplio e infinito campo en el que se vierte una increíble cantidad de información sobre una infinita variedad de temas, cuyo común denominador es que a nadie le consta, pero todo mundo se lo cree.

No hace tanto que se anunció la muerte del papa Benedicto XVI, y muchas personas e instituciones ya estaban escribiendo sus condolencias sin antes verificar la verdad de la noticia, que por otra parte era falsa. Y como ésta, miles más, todos los días y sobre cualquier asunto.

Si algo nos enseñó la pandemia del COVID-19 fue a desconfiar por completo de las redes sociales y de sus múltiples canales, hasta llegar al punto de prácticamente no poder ya creer en nada ni en nadie, pues en estos medios todo mundo se dedicó a contradecirse de una forma espectacular.

Muchos de los datos e información que recibimos nos tienen con mucho pendiente, cuando que lo primero que deberíamos de hacer es cuestionar ese alarmante o escandaloso chisme que recibimos, la mayoría de las veces no otra cosa que infundios bien tramados y muy mal intencionados.

Armando González Escoto
(v.pág.2 del periódico El Informador del 16 de octubre de 2022).

Una serie de hechos recientes nos revelan lo vulnerable que somos a la manipulación y lo cerca que estamos de la inestabilidad social provocada por la repetición de falsedades. En un discurso pronunciado hace unos días, Vladimir Putin se identificó con los valores cristianos tradicionales y denunció como sus enemigos a una elite de "neoliberales" que domina naciones y grandes empresas en Occidente. Según su visión, estos grupos imponen un orden injusto en el mundo, que se expresa en la defensa de la democracia y expanden una ideología de género, conspirando contra quienes, como él, defienden la tradición que le da derecho a ejercer el poder autocrático. Con esa narrativa pretende justificar la guerra y conectar con adeptos de la extrema derecha en las naciones occidentales.

Días después, el esposo de Nancy Pelosi, la 3a. en el orden del poder en Estados Unidos, un hombre de 82 años, fue agredido en su casa de San Francisco por una persona, que según versiones de la prensa, era firme creyente de las teorías de la conspiración promovidas por los grupos supremacístas blancos.

Bajo el principio del respeto a la libertad de expresión, y en el marco de la intercomunicación y la explosión de la información, se han esparcido discursos que buscan manipular a la opinión pública para obtener rendimientos políticos, militares y económicos. Quizá el caso más notorio lo constituye la guerra en Ucrania, pero los demás casos merecen atención, como parte de la construcción de mentiras deliberadamente repetidas que amenaza la esencia de la democracia. En México estas teorías se han esparcido también por medio de grupos radicales religiosos y políticos, y aunque no parecen ser dominantes, el clima de agitación crece porque tienen adeptos en todo el espectro social y político.

La cuestión en el fondo es un conflicto entre 2 principios esenciales de nuestro tiempo: el derecho que tiene cada persona de decidir su forma de pensar y de expresar sus opiniones, y por la otra el principio de búsqueda y defensa de la verdad como referencia para tomar decisiones.

Sin duda cada quien puede creer en lo que quiera, pero el organizar corrientes de opinión deliberadamente basadas en mentiras constituye una perversidad. Las teorías de la conspiración han sido creadas para tomar el poder, para golpear a adversarios creando daños irreparables. El discurso de rencor es esencialmente una maldad que debe ser contenida. El odio a los demás, es curiosamente la mayor falta posible en la conducta, según la tradición cristiana a la que algunos radicales apelan para fustigar a las minorías que no piensan como ellos. Quienes usan las teorías de la conspiración en busca de poder y riqueza son realmente la mayor amenaza a las sociedades democráticas.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.3 del periódico El Informador del 30 de octubre de 2022).

Las democracias parecen estar bajo acecho no sólo en México, sino incluso en EU, la democracia más vieja del mundo (234 años). En la era del acceso a comunicación ubicua e instantánea, la mentira y la desinformación las están matando.

El exceso de información instantánea, sin la verificación que antes hacían periódicos serios o medios de comunicación formales, ha contribuido a que muchos se informen en redes sociales que, buscando monetizar clicks, se vuelven cámaras de eco sesgadas y peligrosas que difunden teorías de conspiración y "noticias" falsas y sensacionalistas que nos polarizan a un grado peligroso.

Jorge Suárez-Vélez
(v.periódico Reforma en línea del 3 de noviembre de 2022).

Todos los días leemos y escuchamos en los medios de comunicación el listado de mentiras del día. Trump inventó lo de las "verdades alternativas", López Obrador ha hecho lo propio con su ya famoso "yo tengo otros datos". La pregunta es si decir mentiras afecta la popularidad, aceptación o aprobación de los políticos. Ese no es el caso. Los que apoyan a un candidato, ignoran las mentiras que denuncian del otro lado, y los que no lo apoyan, repiten los argumentos y las estadísticas de las mentiras de la oposición. Aparentemente las mentiras sólo nos molestan cuando el resultado no es favorable para nosotros.

Difícilmente podemos inculcar valores como la honestidad en nuestros hijos si en casa escuchan a sus propios padres decir mentiras; el "dígale que no estoy", entre otras. Estamos entrenados desde pequeños a tolerar, convivir y ser partícipes de las mentiras. Privilegiamos a los que nos dicen lo que queremos oír sobre los que son honestos. ¿Qué tal un político que diga la verdad?: "Si tomamos estas medidas económicas privilegiando la salud y la educación de la población, vamos a ver resultados en los próximos 30 años". "La economía está tan golpeada, el país tan endeudado, el talento tan escaso, que es altamente probable que no crezcamos en todo el sexenio..." y la lista sigue.

Desgraciadamente, en democracia mintiendo aumentan las probabilidades de ganar. ¿No es para ganar elecciones para lo que está diseñada la democracia? Privilegiamos a los que nos mienten, nos prometen imposibles, y nos presentan datos sin sustento.

Y, ¿realmente mienten más ahora los políticos? ¿O será el hecho que las redes sociales amplifican y exacerban lo que ha sido una constante a lo largo de toda nuestra historia? Antes era difícil saber lo que un político decía de pueblo en pueblo, hoy las noticias viajan a la velocidad de la luz. Y también me pregunto, ¿todas las mentiras pesan igual? ¿Es lo mismo mentir diciendo que la economía ha crecido como nunca a inventarse armas de destrucción masiva para justificar iniciar una guerra? ¿Cantidad o calidad?

Todos sabemos que los políticos mienten. Sin embargo, decidimos que a cambio de ciertas prebendas, beneficios o apoyos, estamos dispuestos a tolerarlos. Muchas personas sabían que Trump mentía, pero para ellos su posición frente al aborto y la migración, por ejemplo, era más importante. Igual, muchos saben que AMLO miente, pero los apoyos en efectivo son más importantes, aun sabiendo que esto no tiene mayor impacto en mejorar la economía del país. ¿Quién les garantiza que otro político sí mejoraría finalmente la economía? De hecho, dirían: los otros nos mintieron y no nos dieron nada, este nos miente y nos deja algo a fin de mes. Repito, todos saben que todos mienten. ¿Les importa?

A los políticos y partidos de oposición: si su única técnica es alegar las mentiras del otro, tal vez habría que revisar esa estrategia. El psicólogo cognitivo Dan Ariely afirma que somos deshonestos cotidianos. Desde la niñez descubrimos que mentir nos puede traer más beneficios que decir la verdad, y que, si negamos nuestras travesuras, nos evitaremos el costo del castigo. Esta realidad la vemos amplificada y latente en la política. Celebramos a los políticos mentirosos y cada vez más somos más inmunes a sus mentiras y ellos impunes frente a las sociedades que dicen servir. ¿No es este el juego de la democracia?

Jacques Rogozinski
(v.pág.3 del periódico El Informador del 10 de noviembre de 2022).

Lo inesperado del COVID, las dificultades iniciales para siquiera entender su origen y forma de desarrollo y contagio, la imposibilidad de generar rápidamente una vacuna, y su relativa eficacia dado que no ha bastado una ni 4, el hecho de no contar tampoco con una cura segura y accesible, y las infinitas controversias en que los propios hombres de ciencia cayeron, fue pasto abundante difundido hasta la saciedad por las redes sociales; la ciencia, el último emperador de la humanidad, se estaba desplomando ante nuestros ojos.

Pronto los científicos fueron conscientes de la realidad, la ciencia no era un absoluto ni la panacea frente a todo problema, incluso su discurso se modificó, ahora dirán: "hasta donde sabemos", "podríamos estar equivocados", "no tenemos base suficiente", "creemos, hasta este momento", "las evidencias recabadas no garantizan, pero".

Todo fue ampliamente difundido por las redes sociales generando una confusión global entre lo que afirmaba el presidente de la primera nación del mundo, el secretario de la "OMS", los desplantes de Bolsonaro, y cualquier persona que tuviera acceso a una red, sin otra base que su ocurrencia, su imaginación, lo que dijo alguien de algún país, alguna vidente, un metafísico, un astrólogo, una hechicera, el vecino de la esquina, o el mismo sumo pontífice, las redes sociales situaron toda opinión en el mismo nivel, con el mismo valor.

El efecto no fue solamente disolver el grandioso pedestal donde la ciencia había sido colocada, lo que acabó por disolverse fue el valor de la verdad y de la fundamentación, quedando en su lugar el triunfo de la opinión, ¿Por cuánto tiempo?

Armando González Escoto
(v.pág.2 del periódico El Informador del 13 de noviembre de 2022).

Algunos personajes públicos parecen inducir deliberadamente un caos para concentrar decisiones. Se trata de una estrategia de actuación sustentada en el análisis y no de simples caprichos.

Tradicionalmente se ha considerado que los acontecimientos se relacionan entre sí de forma lineal, y que actuando en un sentido en el presente se determina el curso del futuro; pero la teoría del caos sostiene el deseo de romper los límites de los sistemas clásicos abriéndolos a un nuevo tipo de análisis en el que la información se crea intencionalmente en lugar de simplemente difundirse. Así el caos se considera más fecundo que el orden, la incertidumbre se privilegia por encima de la predictibilidad y la fragmentación se considera como una realidad que las definiciones tradicionales negarían. El caos se induce comunicando hechos o intenciones mediante el lenguaje.

No es un fenómeno nuevo, pero si cada vez más frecuente: Donald Trump, Vladimir Putin, Jair Bolsonaro y ahora de Elon Musk son ejemplos actuales. Ninguno ignora la importancia de las reglas, ni son ajenos a la enorme responsabilidad que han ejercido, sino que han convertido intencionalmente a su entorno en un ámbito sin reglas aparentes en donde todo debe ser decidido por ellos mismos.

En el reino del caos comunicativo lo más importante es mantener la iniciativa de las decisiones a las que la mayoría está atento. Es decir, mantener un control sobre la agenda de la comunicación en el espacio en donde se detenta la influencia. Eso es lo que hacen los personajes que usan esta perspectiva: se adueñan de los temas para concentrar las decisiones. Y para ello crean un debate impredecible.

El peligro de inducir el caos es que, al mismo tiempo, se provocan hechos tan indeseados como imprevistos a los que han de enfrentarse. Trump ha fracasado en su intento de prolongar su gestión, Putin seguramente está considerando sorprendernos un día de estos para inducir incertidumbre que le beneficie, mientras Musk nos tiene atentos a sus decisiones; todos ellos están expuestos al mismo caos que han inducido, en que nos llevan a todos, porque el mundo les pone atención por su poder y por el peligro que representan. Inducir el caos como sistema desafía al humanismo al concentrar el poder con riesgo de rebasar los límites de la dignidad. La tentación de crear caos a base de mentiras es constante.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.2 del periódico El Informador del 13 de noviembre de 2022).

Para mentir, en el sentido estricto y clásico del concepto, hay que saber la verdad y deformarla intencionalmente, dice Jacques Derrida. No es lo mismo mentir deliberadamente que ignorar la verdad por error, prejuicio o simple incapacidad. No todo lo que es falso, abunda el filósofo francés, es imputable a una mentira.

Una clave en este debate es la "buena fe". Sobre la postura de los actores involucrados, siempre quedará la duda, ¿hablan de buena o mala fe? Si hay mala fe, mienten. Si hay buena fe, sólo yerran. Pero si alguno cree en su propia mentira, a sabiendas de que es incorrecta, entonces se autoengaña. Mentir a los demás caracteriza a la política tradicional. Mentirse a sí mismo para mentir a los demás cae en otro terreno, el de la posverdad.

Jonathan Lomelí
(v.pág.2 del periódico El Informador del 22 de noviembre de 2022).

Sin lugar a dudas, las conferencias mañaneras constituyen el mayor escaparate para el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien ha hecho de ellas una plataforma exclusiva e indispensable para su interés de imponer agenda desde temprano cada día. Y dicha actividad no tendría mayor objeción sino fuese porque el espacio es cubierto con un promedio de casi 100 mentiras diarias, según ha dado a conocer recientemente la consultora SPIN, la cual ha contabilizado más de 94,000 mentiras proferidas por el mandatario tabasqueño en las poco más de 1,000 conferencias que van desde que arrancó el actual sexenio.

Para nadie es un secreto que con la ayuda de pseudo periodistas que le hacen preguntas a modo o leen comentarios que les circula el jefe de prensa, Jesús Ramírez, (para que el presidente fije su tema o haga algún posicionamiento), logran en no pocas ocasiones poner el tema en las primeras planas de los periódicos del día posterior.

Sin embargo, las mañaneras y López han perdido ya desde hace tiempo la atención de los mexicanos, según refiere el propio director de la consultora SPIN, Luis Estrada, quien ha destacado que poco después de cumplir 4 años de Mañaneras, se vive el momento más crítico: "El presidente AMLO encuentra en este último año su momento más crítico, no solo en términos de audiencia, puesto que cada vez menos personas se interesan en verlo, sino en el contenido ya que ha incrementado, dramáticamente, los ataques a sus adversarios, reales e imaginarios, en vez de resaltar logros y avances de su gobierno".

"Desde un inicio, el propio presidente AMLO y funcionarios de su gobierno afirmaron que millones de personas veían las conferencias de prensa diarias, aunque a la fecha no han mostrado ratings, share o cualquier otra medición que sustente lo dicho. Es difícil pensar que, en la hora más ocupada de la mañana, de 7 a.m. a 9 a.m., las personas detendrían sus actividades para, tranquilamente, junto a una taza de té o café, observar un programa de política, por definición aburrido, que además es poco noticioso por repetitivo. Al día de hoy, ninguna estación de radio en AM o en FM, incluyendo las de radio pública, transmiten las conferencias de prensa del presidente AMLO en vivo, pues se comprende que las audiencias de radio tiendan a escoger programas que los acompañen de forma más placentera en sus actividades matutinas".

Estrada afirma que el promedio de vistas ha ido ostensiblemente a la baja y pareciere que ya no van dirigidas a su 'base' sino a sus 'adversarios'.

"De hecho, dado el incremento durante el último año de los ataques a sus adversarios, y las múltiples referencias al pasado, utilizadas para justificar el incumplimiento de las altas expectativas autoimpuestas a estas alturas de su gobierno, tal parecería que las conferencias de prensa van dirigidas a sus opositores, a quienes ataca cada mañana, a quienes no están de acuerdo con sus acciones de gobierno, y a quienes lo monitorean de cerca. Las afirmaciones con las que ataca cada mañana a los medios de comunicación serios, con audiencia y patrocinadores, son resultado de una réplica por no controlar la agenda, por ir detrás de las noticias, no delante".

Hay que decir que aunque pareciere que cada acción del actual régimen responde a ocurrencias, es inobjetable que se ciñen a manuales puestos en marcha en otras latitudes. Por ejemplo, se ataca sistemáticamente atendiendo un "librito" que la 4a. Transformación lleva bajo el brazo y ha derivado en un ejercicio para denostar a periodistas y medios de comunicación, quienes han entrado involuntariamente al juego denominado "¿Quién es Quién en las mentiras?" (de la semana); espacio que constituye uno de los más gratos pasatiempos del presidente López Obrador para ridiculizar al Cuarto Poder aún cuando dicho mecanismo resulte altamente cuestionable, sin rigor periodístico, mal dirigido, y carente de pruebas.

Lo irónico es que Andrés Manuel, a quien se le contabilizan más de 94,000 mentiras en sus conferencias mañaneras, pretende catapultarse como dueño de la verdad, algo así como "Pinocho acusando de mentiroso a Pepe Grillo", o "el burro hablando de orejas".

Entre las más recientes mentiras, hay una que Andrés Manuel ha venido repitiendo desde su campaña y que el pasado martes 27 de diciembre volvió a pronunciar: "El año próximo, a más tardar a finales ya tendremos un sistema de salud pública como el de Dinamarca, y puede ser que mejor, donde la atención médica, los medicamentos son gratuitos. En Dinamarca tienen políticas que eran completamente inalcanzables en México, porque no hay corrupción, como lo que había en México", expuso durante su conferencia matutina en Palacio Nacional.

Ya nadie le cree. Sus simpatizantes; obradoristas, amloístas, amlovers, chairos, pejistas, o como quiera que se les llame, cada vez pasan más dificultades para intentar desviar la atención de sus falacias, engaños y falsas verdades.

Todos sabemos que el presidente no tolera la crítica, y los medios y las redes le han reprochado el fracaso frente a la pandemia, los alrededor de 800,000 muertos por su fallida estrategia, la falta de apoyos a la micro y mediana empresa y emprendedores, los millones de empleos perdidos, el decrecimiento económico, la destrucción de instituciones, la militarización en el país, el desabasto de medicamentos, las muertes de niños y mujeres por falta de quimioterapias, los récords históricos en homicidios dolosos, su complacencia al narco, sus obras faraónicas, su apoyo ilimitado al barril sin fondo que es Pemex, los feminicidios, la inseguridad, la violencia, el retroceso en sus políticas públicas, la corrupción dentro de su gabinete, la impunidad y un largo etcétera. Ante ello, ha respondido con furia, con enojo, con sarcasmo y hasta con canciones. Su venganza es exhibir a comunicadores y medios como mentirosos a fin de debilitarlos frente a la opinión pública.

En eso han derivado las mañaneras, quizá por esa razón, es que a través de la plataforma change.org, una ciudadana lanzó una petición denominada "No más mañaneras AMLO, es una constante propaganda de su persona y partido", la cual en 2 semanas acumulaba más de 55,000 firmas.

"El hecho de que el presidente de la república salga diariamente en la televisión únicamente fomenta el culto a su personalidad, su partido, y sus ideas, las cuales están dañando profundamente a la sociedad mexicana, pues arremete contra sectores de la población que no comulgan con su ideología; polarizando a la sociedad mexicana", se lee en los argumentos de la petición.

Casi 100,000 mentiras en apenas mil emisiones; realmente todo un récord. Lástima que sus marcas sigan siendo únicamente en el plano negativo.

Salvador Cosío Gaona
(v.periódico El Informador en línea del 31 de diciembre de 2022).

Hace casi 8 años, el 5 de febrero de 2015 para ser exacto, publiqué una columna intitulada "México, cultura del engaño". En esa ocasión, abordé las raíces de la deshonestidad de los mexicanos y también cuál era la diferencia entre corrupción y deshonestidad, siendo esta última la principal raíz de la corrupción.

El presidente López Obrador asegura que la cultura del pueblo mexicano es la honestidad. El pueblo siempre ha sido honesto. Explica que la corrupción básicamente se da en las élites y que ésta se origina con el conservadurismo del presidente Porfirio Díaz y luego se renueva durante el neoliberalismo. No explica cómo es que hubo corrupción durante las administraciones de, por ejemplo, los presidentes López Mateos, Luis Echeverría y López Portillo, que no eran ni conservadores ni neoliberales. Tampoco explica cómo es que, en los países más neoliberales del mundo, Estados Unidos y el Reino Unido hay mucha menos corrupción que en México.

Antes que AMLO explicara el origen de la corrupción en México, analistas y académicos aseveraban que esta se debía al PRI. Decían que PRI y corrupción eran sinónimos. Que cuando hubiera alternancia el problema se resolvería. Pero la alternancia llegó y la corrupción sobrevivió. De hecho, aumentó.

¿Qué pasó? Los "expertos" encontraron entonces una explicación más: resulta que no sólo era necesaria la alternancia, sino que ahora el problema es la impunidad. Esto es, si a los corruptos se les aplicara la ley y fueran a la cárcel, sería suficiente. O sea, ya no sólo era el PRI el culpable. Pero como explico a continuación, la ley por sí sola no siempre funciona, pues los factores culturales que se niegan a considerar pesan aún más que las consecuencias legales.

Por ejemplo, si fuera por incentivos, hace rato que habría disminuido el consumo de drogas en los Estados Unidos, pero aun con récords históricos de convictos, el consumo de estupefacientes ha venido incrementando. En cambio, el consumo de tabaco se redujo en forma importante. ¿A qué se debió ese cambio? A un cambio cultural. El fumador es considerado cada vez más un criminal social, mientras que, como predije en mi libro Mitos y Mentadas de la Economía Mexicana, publicado en el año 2012, la producción, comercialización y el consumo de mariguana ya es legal en muchos estados de la unión norteamericana.

"La corrupción mexicana tiene varias raíces siendo la principal la deshonestidad generalizada de la población. Corrupción y deshonestidad no son términos intercambiables. La primera es el abuso de una posición pública para obtener ganancias privadas; la segunda, en cambio, es la violación sistemática de las normas, sean públicas o privadas, se esté o no en función de poder, sean o no legales".

Ejemplos de esta raíz abundan: bebidas alcohólicas adulteradas, litros que no son de litro, garantías que no se respetan, sobornos para eludir sanciones, moches entre privados, plagios de tesis (inclusive una red completa de plagiadores). Hasta el famoso "dígale que no estoy". Todo esto y más lo aprendemos desde la niñez. De hecho, AMLO ha reconocido que las mujeres mexicanas son más honestas que los hombres. Que por eso el dinero se los da a ellas, ¿Esto es cultural o genético?

¿Qué pasó con lo que el pueblo, que incluye a los hombres, es honesto? ¿O sólo es la mitad del pueblo? Por cierto, quién tendría la culpa de la internacionalmente conocida y reconocida impuntualidad mexicana: ¿el PRI, la impunidad o el neoliberalismo?

Resumiendo, dado que el problema de México ha sido el PRI, la impunidad y el neoliberalismo, y como al presidente López Obrador le gusta tomar como ejemplo a Dinamarca y asegura que la cultura de los mexicanos es de honestidad, contéstese a usted mismo esta pregunta: ¿siendo usted orgullosamente mexicano, a quién le creería usted más, a un danés o a un mexicano?

Jacques Rogozinski
(v.pág.3 del periódico El Informador del 20 de enero de 2023).

El Chicago Tribune, el 8o. periódico en circulación en Estados Unidos, pero uno de los que más han contribuido a la historia del periodismo norteamericano, publicó ayer un editorial institucional que fue reproducido profusamente en los medios mexicanos y utilizado para criticar al presidente Andrés Manuel López Obrador. El diario lo llamó "delirante" y "mentiroso" por asegurar que en México no se producía ni se consumía fentanilo. En efecto, la mentira no pudo ser mayor; 3 semanas antes, el secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, había anunciado el aseguramiento del laboratorio de fentanilo más grande en el sexenio.

El editorial coincidió con el informe de Artículo 19, "(Des)información oficial y comunicación social", que reveló que de 84 solicitudes de información y 34 declaraciones hechas por López Obrador entre 2019 y 2022, 26.5% eran falsas, el 58% no presentó sustento que permitiera comprobar la veracidad o falsedad de sus dichos, en el 5.9% se presentó información engañosa, 2.9% contenían información verificable pero sin poderla ubicar en su justo contexto, y sólo el 5.6% tuvo pleno respaldo documental.

Durante las primeras mil mañaneras del presidente, alcanzadas el 23 de diciembre, el promedio diario de afirmaciones falsas o no verificables fue de 94, de acuerdo con el seguimiento de SPIN Taller de Comunicación Política, que sumarían 94,000 frente a las 30,000 mentiras de Donald Trump durante su presidencia, según un análisis de The Washington Post, que dio pie al Tribune para decir que "Estados Unidos votó para destituir a su mentiroso presidente en 2020, pero al otro lado de la frontera, México lidia con su propio líder delirante".

Las falsedades o declaraciones que no pueden ser verificadas pueden golpear el sentido común de muchos. Decir que el aeropuerto "Felipe Ángeles" es el mejor del mundo es una afirmación que no pasa la prueba de ácido, mientras que dar datos estadísticos de la época de la colonia se vuelve imposible de verificar. Hay mentiras flagrantes montadas sobre realidades, como el súper peso que, sin embargo, no es resultado de sus políticas económicas. Los críticos sostienen que el presidente dice mentiras o saca cotidianamente temas de la chistera para desviar la atención, y hablar de frivolidades o temas sin contexto ni trascendencia para no mencionar la violencia o los traspiés de su gobierno.

Sin embargo, el ser mentiroso no lo hace ser un mentiroso patológico. Es una estrategia para imponer su conversación e impedir que los medios y los actores políticos sean quienes lo hagan. López Obrador entiende, aunque sea intuitivamente, la teoría del agenda setting, que hasta hace poco tiempo fijaban los medios de comunicación, que a través del procesamiento y filtración de la información, planteaban en la opinión pública aquellos temas que por impacto y trascendencia eran aquellos en los que había qué pensar. La agenda de los medios se imponía de manera regular a la agenda de la clase política o la agenda pública.

Las mañaneras fue la respuesta al agenda setting de los medios. El propio presidente lo admitió el viernes pasado, cuando durante el memorable intercambio que tuvo en Palacio Nacional con Nayeli Roldán, reportera de Animal Político, sobre el espionaje del Ejército a un activista de derechos humanos en Nuevo Laredo, se negó a invitar a ese espacio al director del Centro Nacional de Inteligencia, como planteó la periodista, para que explicara el proceso de inteligencia del gobierno. "No tiene por qué venir", respondió el presidente. "Nosotros informamos, hoy mismo (lo que no sucedió, hasta ahora)". La reportera preguntó por qué no, y el presidente replicó: "Porque no es a partir de lo que a ustedes les conviene, que son contrarios a nosotros... ustedes no van a poner la agenda".

La agenda de los medios, desde hace 3 décadas de manera sistemática, ha sido la rendición de cuentas para acotar y elevar los costos de la corrupción de los poderosos. Pero este proceso, para el presidente, es un ejercicio que hacen sus adversarios políticos. Las mentiras y verdades dudosas, la desinformación y la propaganda, forman parte de la guerra cultural que libra López Obrador, que la caracteriza como una lucha entre el pasado que pretende mantener sus privilegios, y el presente y futuro, que busca acabarlos, y que se inscribe en un fenómeno mundial de acecho y destrucción de las democracias liberales, que promueven países de leyes, transparencia y libertades.

A quienes se enfrentan a las democracias liberales, se les ha definido como populistas, que los hay en la amplia geometría política, pero que, de acuerdo con Harun Güney Akgül, doctorante en la Universidad de Wroclaw, que se ha especializado en la evolución de la esfera pública en Turquía y en Comunicación Política, los líderes políticos han causado una polarización al jugar con los valores sociales, para lo cual la utilización de noticias falsas ha sido fundamental. El declive de los valores democráticos, explicó, fueron victorias de líderes populistas, como Trump, Jair Bolsonaro en Brasil, a los ingleses que llevaron al Reino Unido al Brexit.

Greg Nielsen, de la Universidad Concordia en Montreal, sostiene que "las noticias falsas y los movimientos populistas parecen tener como rehén el destino de la democracia, un fenómeno que se explica en términos de estrategias geopolíticas y de relaciones públicas de oposición, que trasladan las audiencias hacia un régimen de post-verdades, donde la emoción triunfa sobre la razón, la propaganda sobre el sentido común y el poder sobre el conocimiento". Un estudio publicado por 3 profesores del Instituto Tecnológico de Massachusetts en 2018, encontró que las noticias falsas viajan en internet "más lejos, más rápido, más profundamente y más ampliamente que la verdad", y las falsedades tienen 70% de más posibilidades de ser reproducidas en los medios digitales, que las verdades.

Esto es lo que hace López Obrador todos los días. Miente a conciencia, desinforma deliberadamente, ataca, distrae. Pero se equivoca quien lo analice y reaccione bajo esas categorías, porque contribuirá a que su estrategia se fortalezca, su proyecto se consolide, y la democracia, como la conocemos hoy, desaparezca.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.3 del periódico El Informador del 16 de marzo de 2023).

Andrés Manuel López Obrador es un mitómano irredento, un mentiroso empedernido y contumaz. Es obviedad afirmar que mucho de lo que declara López es mentira, como eso de que en México no se produce fentanilo, o que viajar por el país es muy seguro. También mucho de lo que hace el tabasqueño es simulación, como el ridículo montaje para celebrar la llegada de un avión de la DHL al Aeropuerto "Felipe Ángeles". El problema aquí consiste en que los mentirosos acaban por creer sus mentiras, y AMLO ha inventado una realidad irreal. A sus ojos, los mexicanos vivimos en el mejor de los mundos posibles. Eso ya no es tema de política, sino de psiquiatría, lo mismo que su actitud de megalómano al llamar a su obra "La 4a. Transformación" y ponerla en la misma fila como continuadora de las que hicieron Hidalgo, Juárez y Madero. La locura, pues; el delirio de grandeza, para decirlo con terminología amable. Es una pena que millones de mexicanos, especialmente los más pobres y faltos de escolaridad, le crean al caudillo y sigan deslumbrados por su engañosa verbosidad. Si a ello le añadimos las dádivas que a diestra y a siniestra reparte el presidente a su clientela política, ya se verá que el futuro de México aparece oscuro. Quizá peco de pesimista al decir eso, pero ya se ha dicho que un pesimista es un optimista bien informado. Sobre nuestro país se abatió una desgracia con este régimen fincado en la simulación, en la mentira, en la continua práctica de decir una cosa y hacer otra. Pasará tiempo antes de que nos libremos de una transformación que nada ha transformado y que todo lo ha hecho retroceder.

Armando Fuentes Aguirre "Catón"
(v.periódico Mural en línea del 16 de marzo de 2023).

Mentir, engañar, hacer trampa, ocultar información, vituperar, ofender, injuriar, denostar, ultrajar, humillar, acosar, son actitudes cotidianas del ejecutivo de la nación en sus conferencias mañaneras. Así ha sido desde la primera vez que se plantó en ese escenario que copió al dictador Hugo Chávez y que le ha sido fundamental para manipular información a su antojo para comunicar con sus huestes. Desde esa tribuna ha pronunciado más de 100,000 mentiras y un reciente reporte de Artículo 19, develó esta semana que solo 5.9% de sus declaraciones son verdaderas; 2.9 verdaderas pero..., 58.8 no se pueden probar; 26.5 son falsas y 5.9 engañosas.

De acuerdo con el gobierno federal, la existencia de estos espacios se fundamenta en la transparencia y rendición de cuentas del poder ejecutivo. Pero no existe ni la una ni la otra.

Artículo 19 presentó, en los últimos 2 años, 84 solicitudes de información y 22 recursos de revisión sobre 34 declaraciones realizadas por el presidente entre 2019 y 2022.

El informe de la investigación de Artículo 19 concluyó que "el gobierno federal ha desplegado una estrategia de desinformación dentro de su política de comunicación social, la cual se acompaña de la cancelación efectiva de los procesos legales de acceso a la información, así como del ataque a voces críticas, a las que identifica como adversarias".

En la semana que está por concluir, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que en México ni se produce ni se consume fentanilo, y aunque es cierto que los datos muestran un nivel mucho mayor de uso de sustancias y muertes por sobredosis en Estados Unidos, reportes oficiales muestran que el dicho del mandatario es falso y que sí circula esa droga en el país.

Esto, con el contexto de que el presidente reclamó a congresistas republicanos que presentaron un proyecto de ley para designar a los cárteles que trafican con fentanilo como grupos terroristas.

"Ya agarraron lo del fentanilo, que 'es responsabilidad de México'. Aquí nosotros no producimos fentanilo y nosotros no tenemos consumo de fentanilo. Y lamentamos mucho lo que está pasando en Estados Unidos, pero ¿por qué no atienden ellos el problema? ¿Por qué ellos no combaten la distribución del fentanilo en Estados Unidos, los cárteles de Estados Unidos que se encargan de distribuir el fentanilo y más a fondo?", refirió.

Pero su dicho se cae a pedazos frente a reportes de su propio gobierno e inclusive de sus declaraciones de las que existen toda clase de pruebas.

Baste señalar que el pasado 15 de febrero la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) publicó un comunicado informando sobre el aseguramiento "de un centro de manufactura de pastillas de fentanilo y el laboratorio con mayor capacidad de producción de metanfetamina en el municipio de Culiacán, Sinaloa".

4 días después, otro comunicado reportó el aseguramiento de un centro de manufactura de pastillas de fentanilo en Culiacán, donde se decomisaron 530,000 pastillas de posible fentanilo y 30 kilos de probable fentanilo en polvo.

Y en una conferencia matutina el 20 de julio pasado, el titular de la Sedena, Luis Cresencio Sandoval, informó sobre el decomiso de 568.13 kilogramos de fentanilo, lo que era entonces "el mayor aseguramiento que se ha tenido en fentanilo en la administración", en un laboratorio también ubicado en Sinaloa.

En el 4o. informe de gobierno, la propia Sedena informó sobre el aseguramiento de 1'736,000 pastillas de fentanilo, de septiembre de 2021 a julio de 2022.

Según una base de datos de la Secretaría, en respuesta a una solicitud de información, de 2017 a junio de 2022 militares habían asegurado al menos 14 millones de pastillas de fentanilo en el país.

El propio López Obrador en la conferencia del día siguiente mencionó que durante su gobierno "en el tiempo que llevamos es cuando más se ha confiscado fentanilo, 6 toneladas".

La otra gran mentira de la semana pronunciada sin rubor alguno por el presidente, se registró el pasado lunes 13 de marzo, durante la conferencia mañanera, cuando un reportero de un medio estadounidense le inquirió sobre las alertas de viaje que emite la Casa Blanca a sus ciudadanos para que eviten viajar a 29 estados de la república, y en tono retador afirmó:

"Es más seguro México que Estados Unidos y no hay ningún problema para viajar por México con seguridad", comentó e incluso hizo hincapié en el número de norteamericanos que han llegado a vivir al país en épocas recientes.

López Obrador dijo que las advertencias de viaje de Estados Unidos y los informes de violencia en México eran resultado de una conspiración de políticos conservadores y medios de comunicación estadounidenses para desprestigiar su administración.

Pero como en este tema también las estadísticas están por todas partes, el periodista Jorge Ramos, quien es titular del noticiero de Univisión en Estados Unidos desde hace 37 años, no tardó en refutar los dichos al presidente mexicano y exhibir la mentira.

La fama de mentiroso del presidente Andrés Manuel López Obrador trasciende nuestras fronteras. El propio Jefe del ejecutivo se encargó en días pasados de consolidar dicha fama ganándose además un muy duro editorial y un cartón aún más agresivo publicados en el diario Chicago Tribune donde tildan al mandatario mexicano de ser un líder "mentiroso y delirante".

"Las mentiras de AMLO sobre el fentanilo no salvan vidas", fue el titular de la señalada publicación del pasado miércoles.

En tanto, el cartón firmado por Scott Stantis, exhibe una imagen del presidente tabasqueño parado sobre el mapa de la República Mexicana cubierto de pastillas azules mientras pregunta, ¿fentanilo?, ¿cuál fentanilo?

Se podría decir que a Andrés Manuel le tiene sin cuidado lo que se opine o se diga de él más allá de nuestras fronteras. Está claro que no le ruboriza que le contabilicen más de 100,000 mentiras. Que se confirme que sólo 5.9% de sus declaraciones sean verdaderas. No le importa aparecer como el gran mentiroso de este país. A él lo único que le interesa es que sus simpatizantes y votantes le sigan creyendo, se sigan desayunando sus mentiras y sigan reproduciendo sus falsedades.

Salvador Cosío Gaona
(v.pág.2 del periódico El Informador del 18 de marzo de 2023).

Pese a que el objetivo de las ruedas de prensa matutinas que de lunes a viernes encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es que sean un ejercicio de rendición de cuentas para que la sociedad inicie su día informada sobre las acciones del gobierno federal, esto no se ha cumplido a cabalidad.

Luis Estrada, director de Taller de Comunicación Política y autor del libro "El Imperio de los Otros Datos", afirmó que tras los análisis que lleva a cabo su equipo, se concluyó que el mandatario emite una afirmación falsa o engañosa por minuto en las mañaneras.

"(Esto) si quitamos todo lo que hablan los periodistas o integrantes del gabinete. Yo creía que prácticamente todo lo que dice es falso engañoso, pues no se puede probar", compartió el especialista.

Explicó también que en promedio cada rueda de prensa tiene una duración de 116 minutos, lo cual quiere decir que en promedio cada minuto el presidente emitió 1.2 afirmaciones falsas o engañosas.

A esto se agrega el análisis de la organización Artículo 19, que el mes pasado dio a conocer que apenas el 6% de lo que dice López Obrador en sus conferencias es verdadero.

Estrada acentuó que las mañaneras son un acto para promocionar la imagen del Jefe del ejecutivo y para dar a conocer sólo sus discursos a modo, de manera que esto abona a la polarización que se vive actualmente en la sociedad mexicana.

"La estrategia del presidente, al igual que la de otros presidentes populistas en América Latina y en otros países como Estados Unidos, Hungría o Turquía, es que, argumentando que hay contacto con el pueblo o comunicación directa, lo que hacen es propaganda, porque no hay evidencia en trabajo, no hay nada. Y esa propaganda está basada en figuras históricas y en un conflicto de élites", explicó el doctor en Ciencia Política.

Artículo 19 advirtió sobre esta situación, pues dijo, dada la importancia del cargo público que ostenta López Obrador, "el hecho de que se vierta información falsa en un ejercicio como lo son las mañaneras, genera un profundo efecto negativo en la dimensión colectiva".

(V.pág.8 del periódico El Informador del 10 de abril de 2023).

Cada año, la institución que publica el famoso Oxford English Dictionary (OED) elige La Palabra del Año, investigando múltiples palabras y expresiones, y debatiendo para elegir la que consideran que refleja mejor el ánimo, las preocupaciones, el "ethos" de ese año en particular (el espíritu de la época), y que tiene potencial para convertirse en un término con significado cultural duradero.

Para mí, en nuestro momento y contexto, "posverdad", más que ser la Palabra del Año 2016, es La Palabra del Sexenio (2018-2024). Lo digo porque son las posverdades las que sostienen movimientos y liderazgos políticos irracionales como el de la 4T-AMLO, o el de MAGA-Trump en Estados Unidos. En ambos casos, millones de personas apoyan, opinan y deciden su vida personal (y con sus votos la vida colectiva) con base en emociones, prejuicios o mentiras comprobadas, negando la realidad y volviéndose ciegos ante los datos y sordos a las voces de la experiencia.

En la cultura política de la posverdad, la distinción entre cierto y falso, o entre íntegro y deshonesto, tiene un rol fundamental: mantener el poder con rumores, en muchos casos intencionales, con medias verdades y con crudas, flagrantes y cínicas mentiras.

Las posverdades obligaron a Facebook a decidir entre el daño que causan las mentiras y el valor de "la voz" del público. En ese caso ganó "la voz". Hoy en esa red social, si un político quiere mentir puede hacerlo.

Coincido en que "la voz" no debe callarse, pero lo que falta en ese ejercicio de libertad son mecanismos para que, a la postre, los mentirosos puedan ser juzgados y en su caso castigados por el daño (moral y/o económico) causado a los engañados y/o decepcionados.

La filósofa moral Sissela Bok dice al respecto: "Hay una diferencia notable entre las sociedades políticas que honran el principio de la veracidad, y las que no. Los grandes mentirosos de la política mienten porque gozan de la protección de la fuerza física y coercitiva del Estado. Sin embargo es un hecho que las sociedades que permiten a los políticos mentir, al final... colapsan".

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(14 de abril de 2023).

El presidente López Obrador se sintió mal al desayunar el domingo, canceló su gira por Yucatán y pidió abordar el 1er. avión que lo llevara de regreso a la Ciudad de México. Después de que sucedió todo eso, el vocero presidencial, Jesús Ramírez, dijo a El Universal que la gira no se había suspendido y que el mandatario seguía normalmente sus actividades en Mérida.

¿Por qué siempre tienen que mentir cuando se trata de la salud del presidente? No me queda claro si quieren desviar la atención, tratar de presentarlo como un líder indestructible, servir la mesa para la victimización que le dé algún beneficio político y/o intentar aparentar que el presidente es un ciudadano más, un mexicano común y corriente sin privilegios.

México lleva muchos años peleando por transparentar la salud de los presidentes. Lejos de mejorar, el gobierno de López Obrador ha puesto las cosas en el peor de los mundos: ya no sólo se esconde o se miente, sino que abiertamente se manipula.

Enero del 2022 fue un ejemplo perfecto. El presidente dijo que tenía COVID-19. 3 días después tuvo que aceptar que se practicó un cateterismo rutinario. La realidad había sido otra: desde más de una semana antes lo habían tenido que trasladar de emergencia en un avión oficial para recibir atención médica urgente; habían instalado una unidad de terapia intensiva en su oficina-casa de Palacio Nacional y le diagnosticaron varios padecimientos graves. Esto que sucedió en enero, se supo hasta septiembre por una revelación de la plataforma Latinus gracias al hackeo del grupo Guacamaya a los correos electrónicos Ejército. Fue entonces que el gobierno lo aceptó y trató de manipular a la opinión pública con ello.

Lo mismo con el Remdesivir, el medicamento para el COVID-19 que el gobierno sigue sin autorizar para todos los mexicanos pero que el presidente y su hijo José Ramón recibieron de manera privilegiada a inicios del 2021. El tema no son los privilegios -todo jefe de estado los tiene porque su salud importa mucho-. El tema es la hipocresía, la adicción de esta administración a la mentira, la afición incontrolable por la manipulación.

¿Por qué no sencillamente dicen la verdad, y ya? Porque este gobierno lo único que tiene es la saliva. Sin narrativa, se les cae todo. Se gobierna desde la palabra. La repetición de mentiras es el cimiento del liderazgo obradorista y es el pegamento que mantiene unido al movimiento. Por eso las 3 horas de mañanera son -lo sabemos también gracias a Guacamaya- la única actividad que tiene el presidente la inmensa mayoría de los días. Hablar o desvanecerse. Prefiere hablar. Así puede negar cualquier desvanecimiento.

"No mentir, no robar, no traicionar, eso ayuda mucho para que no dé el coronavirus", dijo el que ya le dio 3 veces.

Carlos Loret de Mola A.
(v.pág.2 del periódico El Informador del 25 de abril de 2023).

Esta vez no tuvieron que ser los documentos de Guacamaya Leaks los que exhibieran en sus mentiras al Gobierno de México. No fue una revelación periodística, una solicitud de transparencia ni una declaración de un testigo. Esta vez fue el propio presidente López Obrador el que desmintió a su gobierno: sí se desmayó en Yucatán.

En el obradorato hay una adicción a la mentira. Nace del primer mandatario y baña a funcionarios, militantes y propagandistas. Mentir es la columna vertebral del gobierno: sostener con un ahínco encomiable una narrativa falsa para que la realidad no se imponga. La salud del presidente no tendría por qué ser la excepción.

Desde el domingo en la mañana que el presidente se desvaneció en Mérida -"desmayo transitorio" lo llamó él-, la administración federal acumuló casi 80 horas de estar escondiendo la verdad, mintiendo deliberadamente sobre la salud del mandatario. El secretario de Gobernación y el vocero presidencial fueron más allá. No sólo negaron el desmayo sino que atacaron, descalificaron e insultaron a los periodistas y medios de comunicación que publicaron que López Obrador se había desvanecido y eso había motivado a suspender su gira y trasladarlo de inmediato a la Ciudad de México.

Ayer por la tarde, el presidente emitió un video en el que exhibió a sus colaboradores. Explicó sobre su episodio de salud: "Como que me quede dormido, fue una especie de vaguido, hablando coloquialmente. Llegaron de inmediato los médicos y me atendieron. No perdí el conocimiento. Sí tuve esa situación de desmayo transitorio y por la baja de presión querían llevarme en camilla y en una ambulancia al hospital". Admitió incluso que fue trasladado a la Ciudad de México en ambulancia aérea. Todo eso fue negado y/o escondido por el secretario de Gobernación, el secretario de Salud y el vocero presidencial. Una operación de Estado para mentir sobre la salud del presidente. Esta vez, el video que los exhibió salió de Palacio Nacional y lo protagonizó el propio López Obrador.

En el video de 18 minutos que hizo para hablar de su salud, el presidente se quejó de las lamentables especulaciones que se dieron sobre si le había pasado algo irreparable. Tiene razón en quejarse. También lo pudo haber evitado si hubiera querido: la vez anterior que tuvo COVID-19 sólo dejó pasar medio día entre que anunció el contagio y emitió el 1er. video para decir que estaba bien; esta vez fueron 3 días. Salvo que tener al país distraído especulando en la mar de desinformación sobre su salud hubiera sido parte de una estrategia política: Mientras el presidente convalecía, Morena y sus aliados se despacharon en la Cámara de Diputados: sepultaron al Insabi que ellos mismos crearon, acabaron con Financiera Rural que ellos mismos quebraron, prácticamente deshicieron al Conacyt, y le dieron el Ejército el control del Tren Maya, todo el dinero de los permisos de ingreso al país que pagan los extranjeros y más poder sobre el espacio aéreo.

Carlos Loret de Mola A.
(v.pág.2 del periódico El Informador del 27 de abril de 2023).

La principal víctima de la 4T ha sido la verdad. Dejaron de importar hechos, errores, muertos, niños con cáncer, feminicidios, pobreza, estancamiento, despilfarro, corrupción o ineptitud.

En EU acaba de pasar algo sorprendente. Durante la elección de 2020, Trump introdujo "la gran mentira", como se le ha llamado al mito de que Biden robó la elección.

Entre otras tretas, acusó a los demócratas de manipular las máquinas donde se introducen los votos para que éstas convirtieran votos republicanos en demócratas. Fox News, la cadena noticiosa leal a Trump, hizo eco de esa patraña.

Uno tras otro, sus comentaristas repitieron fantásticas elucubraciones al darles foro a sicofantes del ex presidente. Nunca hubo evidencia pues decenas de investigaciones en estados, con gobiernos republicanos, fueron incapaces de encontrar un caso que pusiera en duda el imparcial funcionamiento de máquinas para votar de 2 proveedores: Dominion Voting Systems y Smartmatic.

La duda plantada por Fox ponía en riesgo la percepción de imparcialidad de estas empresas, por lo que ambas decidieron demandar a la cadena por 1,600 y 2,700 millones de dólares respectivamente. La semana pasada, Fox decidió negociar un acuerdo, pagándole a Dominion 787.5 millones de dólares para evitar un juicio que evidenciaría que habían mentido intencionalmente. Probablemente, viene un pago de más de mil millones para el 2o. proveedor.

El problema no está en que un medio noticioso mienta intencionalmente. Lo preocupante es que, en textos entre los principales comentaristas, que se filtraron, resulta evidente que sabían que mentían. Varios manifestaron detestar a Trump y a su equipo, y resultó claro que la decisión de la cadena fue decirle a su público lo que quería oír.

Sabían que si simplemente admitían que Biden ganó a la buena, corrían el riesgo de perder para siempre a esa audiencia, pues migraría a medios más extremos y sesgados. La verdad dejó de importar.

Con toda proporción guardada, en México pasa lo mismo. Una parte no menor del electorado cree que todos los males de México son culpa de Calderón, que la corrupción se acabó, que la pobreza ha bajado, que el manejo de la pandemia fue adecuado, que el Ejército en las calles nos hace más seguros, que el INE y la Suprema Corte son corruptos, que Pemex es nuestro futuro, que todos los empresarios son abusivos y que el Presidente es víctima del cruel ataque de medios y de quienes temen perder privilegios.

No habrá datos que los convenzan, siempre habrá otros que ellos preferirán creer, por disparatados que sean. No hay evidencia que valga, simplemente no la quieren ver. No habrá un argumento tan inteligente como para que lo quieran escuchar.

Eso importa hacia las elecciones de 2024. La estrategia para ganarlas no pasa por la elocuencia, sino por la capacidad de movilizar al electorado. La oposición necesita, sobre todas las cosas, que la candidatura a la Presidencia sea ocupada por una persona carismática que saque a votar no sólo a los que siempre han estado contra AMLO, sino también a quienes se sienten traicionados -mujeres, artistas, académicos, profesionistas, científicos- y a quienes tradicionalmente no votan: los jóvenes.

La única forma de ganar será con altísima participación.

La baja participación por errar en la candidatura de oposición puede darle a Morena mayorías constitucionales.

En la reciente pasarela de posibles candidatos se expusieron razones, críticas y propuestas. Este no es un momento para apelar a la racionalidad, sino a las emociones. Hoy, más que nunca, se requiere de una candidatura que excite, que rete a la narrativa que AMLO quiere imponer: conservadores vs. transformadores. Midamos con ese tamiz a quienes quieren esa candidatura. Esta será la elección más importante en décadas pues los caminos posibles son hoy más divergentes que nunca.

Jorge Suárez-Vélez
(v.periódico Reforma en línea del 27 de abril de 2023).

Recientemente, el INAI ha sido blanco de una campaña de desinformación. Expondré 10 mentiras construidas para desorientar a la sociedad.

El INAI oculta información. Falso: Las instituciones públicas son las que poseen la información y, por lo tanto, son las responsables de proporcionar lo solicitado. En caso de una negativa, el INAI interviene para garantizar que los datos públicos sean entregados al solicitante.

El INAI es una tapadera de casos de corrupción como Odebrecht. Falso: el INAI hizo pública esa información, incluso cuenta con el micrositio "Ante la Opinión Pública" sobre este tema, "La Estafa Maestra" o los créditos fiscales condonados, por ejemplo.

El INAI nunca abrió información del Fobaproa. Falso: El Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) fue creado en 1990 y disuelto en 1998; el IFAI nació en 2002. Ni el INAI ni los 32 órganos locales de transparencia almacenan la información que se solicita; somos un vínculo entre instituciones y sociedad para conocer lo público. Actualmente en la PNT existen 647 registros relacionados con el tema, incluyendo solicitudes relacionadas con el tema.

El INAI permitió la corrupción en sexenios anteriores: Falso, la labor del INAI ha contribuido a que el periodismo pueda hacer su trabajo; el "Toallagate", "La casa blanca" y las irregularidades en Segalmex son ejemplo de ello.

El INAI es un simulador de combate a la corrupción. Falso: nuestra labor representa una herramienta vital para que la sociedad conozca información útil para decisiones de vida (como la jubilación o la salud) y para que periodistas, académicos y ciudadanos en general conozcan presuntos actos de corrupción.

El INAI no ha metido a la cárcel a funcionarios corruptos. Falso: la Constitución y las leyes no facultan al Instituto para dictar sentencias. Esa atribución le corresponde al Poder Judicial.

El INAI es un gasto innecesario. Falso: de hecho, como siempre, será más costosa la opacidad.

El INAI actúa como facción partidista. Falso: el INAI es un órgano autónomo que tutela los derechos humanos de acceso a la información y de protección de datos personales establecidos en los artículos 6o. y 16o. constitucionales.

Órganos autónomos como el INAI se crearon para defender a grupos de interés. Falso: la autonomía de instituciones -como el INE, la CNDH o el INAI- responde a décadas de luchas sociales por generar equilibrios al poder.

Las funciones del INAI deben ser transferidas a la Secretaría de la Función Pública o a la Auditoría Superior de la Federación. Falso: cada una de estas instituciones tiene atribuciones específicas establecidas en la Constitución.

La desinformación sobre las funciones del INAI es un caldo de cultivo de la manipulación. Las y los comisionados estamos en espera de poder sesionar para votar más de 2,000 recursos de revisión en contra de la opacidad. confiamos en que la Suprema Corte de Justicia de la Nación nos conceda la suspensión (cuando ingresemos recurso de reclamación) y poder sesionar.

Julieta del Río Venegas, comisionada del INAI
(v.Twitter del 1o.de mayo de 2023).

Entre las casas encuestadoras más conocidas, hubo una clara tendencia a sobreestimar a Morena en las elecciones de este año: en el Estado de México el promedio de la inmensa mayoría de ellas era mucho mayor a los 8 puntos con los que ganó Delfina Gómez; prácticamente todas llegaron al fin de semana de la elección con ventaja de 2 dígitos. Y en Coahuila, ninguna anticipó la brutal ventaja con la que ganó Manolo Jiménez, de la alianza PRI-PAN-PRD.

Además, todo apunta a que también en las encuestas, Morena es el nuevo PRI. Cuando el PRI ocupaba la Presidencia era común que las encuestas sobreestimaran al partido en el poder. ¿Por qué? Según me dicen expertos en la medición de opinión pública, cuando les preguntan a los encuestados de dónde creen que es la encuesta que acaban de contestar, la mayoría dice que es del gobierno. Si a esto se le suma que en las campañas uno de los temas centrales es que si pierde Morena se podrían acabar los programas sociales, no es de extrañar que un relevante segmento de la población se sienta obligado a decir que va a votar por Morena cuando en realidad en la privacidad de la urna no lo hace así. El voto oculto es a favor de la oposición. Ah, ¿pero de quién es la culpa? Si el ciudadano no contesta con la verdad porque le tiene miedo al gobierno, la culpa no es del gobierno que amenaza, es del encuestador. Encima, la profusa circulación de encuestas no profesionales, manipuladas para insertarse en la narrativa de una de las campañas, mina la credibilidad del ejercicio en general.

En este contexto, ahora se plantea que la elección del candidato presidencial de Morena sea justo a través de encuestas propuestas por el partido y por los aspirantes, sujetas a ser vetadas si se equivocaron y supervisadas por las propias corcholatas. 1o., cada "corcholata" podrá sugerir 2 casas encuestadoras para que, de todas esas, se seleccionen a 4 por sorteo. Y 2o., junto a cada encuestador podrá ir un representante de cada "corcholata". Imagine usted el escenario: llegará a cada hogar un contingente de 7 personas a preguntar la opinión secreta de un miembro de ese hogar seleccionado estadísticamente para que responda con la verdad. Muy alejado de las buenas prácticas que se recomiendan para este tipo de ejercicios basados en la opinión, si lo que se busca es obtener respuestas reales de la gente. La cosa se pone peor si hay que movilizar a toda esa tropa a algún sitio remoto que haya sido seleccionado en la muestra.

Es un desafío instrumentar algo así. O quizá, es un galimatías diseñado deliberadamente para que las encuestas se contradigan unas a otras, y la decisión final la tome el presidente de la república.

Carlos Loret de Mola A.
(v.pág.2 del periódico El Informador del 14 de junio de 2023).

Aun en el país de la simulación por excelencia, lo que hemos atestiguado en los últimos días por parte de los candidatos presidenciales de Morena es impresionante.

El grado de cinismo de parte de los candidatos, de los dirigentes, y del propio López Obrador, no tiene límite.

En cualquier país normal la descarada violación del espíritu de la normatividad sobre actos anticipados de campaña, gastos no fiscalizados ni tabulados, entrevistas pagadas en medios y reparto de dinero a asistentes a eventos hubiera provocado no sólo un escándalo, sino la cancelación de registro e inhabilitación de aspirantes. En México no.

Los candidatos no son candidatos, los mítines no son mítines, las giras no son giras, los espectaculares no son espectaculares, el proselitismo no es proselitismo, las avanzadas y séquitos no son avanzadas y séquitos, los aviones no son aviones y los acarreados no son acarreados.

Nada es cierto, pero todo es tolerado por el INE renovado y aplastado: en una palabra, castrado.

El problema es la mentira. López Obrador, los dirigentes de Morena y los candidatos mienten repetida e impunemente.

No hay consecuencias, ni mucho menos castigo. Pero peor aún, se aprovechan de un electorado en pañales, democráticamente hablando, aprovechándose de la ignorancia de la gente, de la pasividad de los medios, y de un escrutinio internacional ausente o iluso.

La propensión a la mentira de López Obrador es monumental, en asuntos graves como el proceso de selección de candidatos de Morena, el sistema de salud de Dinamarca o Canadá, o histórico-nostálgicos como la muerte de Salvador Allende.

Menciono lo de la salud porque López Obrador acaba de repetir la misma mentira, engañando a millones de mexicanos que sí le creen.

En los 15 meses que le restan de sexenio, en los 15 años que podría durar la 4T, durante el próximo medio siglo, México no va a tener un sistema de salud socialdemócrata nórdico o anglosajón, de la misma manera que no vamos a ganar el Mundial.

Si acaso, podríamos tener una cobertura universal mediocre, pero real -inexistente hoy, sin el Seguro Popular- dentro de unos 10 años si AMLO se hubiera propuesto hacerlo, como recomendó Santiago Levy desde 2018, o si alguno de sus precandidatos tuviera el valor de comenzar desde ahora a construir el proyecto.

La mentira sobre Allende no reviste la más mínima importancia, salvo para quien dice admirarlo. Cito Reforma, y El Universal dice lo mismo: "Vamos a ir [a Chile], porque se van a cumplir 50 años del asesinato del presidente Allende...".

Miente López Obrador, y deshonra un gesto extremo, valiente, no de cobardes como otros. Salvador Allende se suicidó, no fue asesinado, en la mañana del 11 de septiembre de 1973. Siempre se supo, siempre los acólitos desvergonzados de la izquierda latinoamericana lo negaron, hasta que la investigación de los restos exhumados en 2011 confirmó lo que todos sus familiares y verdaderos amigos sabían: se disparó un balazo en la cabeza.

Entender el suicido en general, y el de un dirigente político derrotado en particular, constituye una tarea titánica, si no imposible.

Seguir con la mentira del asesinato equivale a humillar a Allende, denostarlo, minimizar su martirio, mentir y engañar a sus admiradores, eliminar un acto de enorme coraje y reducirlo a una simple mezquindad.

López Obrador miente siempre. En lo que cuenta, y en lo que no.

La mentira se encuentra en su ADN: es como el alacrán de la ranita.

No lo puede evitar.

Jorge G. Castañeda
(v.revista Nexos en línea del 20 de junio de 2023).

País de mentirosos.

Paco Calderón
(27 de junio de 2023).


El actual gobierno llegó falseando con generalidades: todo lo que venía del pasado era un horror, de ahí los problemas. Pero el tiempo pasa y va desnudando los dichos: no todo lo que se hizo en el pasado fue equívoco, por el contrario, hubo muchos aciertos. También es claro que muchos de los muy graves problemas que hoy vivimos son resultado de las acciones de este gobierno. Llegó la hora de aclarar cuentas.

Es falso que las familias mexicanas hoy vivan mejor. Los niveles de consumo rozan los de 2016. Es falso que el brutal deterioro del sistema de salud venga del pasado. Con deficiencias, pero funcionaba. Es falso que haya avances en la seguridad de la población. La suma de homicidios dolosos y desaparecidos, es un horror. Es falso que los problemas de educación sean herencia. Con muchas carencias, pero desde hace décadas se mostraban avances. Lo que hoy ocurre con los libros de texto gratuitos es una creación de este régimen. Es falso que exista menos corrupción. Está a la vista de todos. Es falso... es falso...

Desde el primer minuto han mentido en muchos frentes, entonces... son perversos.

Federico Reyes Heroles
(v.Xiudadanos Mx del 2 de agosto de 2023).

El problema con los políticos es que mienten. No importa que sean del pasado o de hoy; todos son iguales, incluso los que dicen que "No somos iguales", o los que se comprometen a "No mentir, no robar, no traicionar". No sé si mientan por ignorancia o por perversión, pero mienten.

Un ejemplo lo vemos en un video de campaña de Claudia Sheinbaum emitido el 1o. de agosto en Twitter y otras redes sociales. La candidata defiende las decisiones en materia de salud del presidente López Obrador y afirma: "La derecha quiere que pagues seguros de gastos médicos privados de 70,000 pesos al mes". Se precia de que "Con el inicio de la 4a. Transformación, [hubo] atención y vacunas universales durante la pandemia... Y ahora se fortalece un nuevo sistema de salud que atiende de forma gratuita y con calidad a quien no tiene seguridad social: el IMSS-Bienestar".

Mentir de esta manera es absurdo porque es muy fácil evidenciarlo. No puedo pensar que Sheinbaum no está consciente de las deficiencias en la atención de las instituciones públicas de salud durante la pandemia y después. Con su preparación científica, por otra parte, debe saber que una vacuna como la cubana Abdala, la única disponible en este momento en México, dista ser de "calidad". No solo no es bivalente, es decir, no combate tanto la variante original como la ómicron, sino que ni siquiera tiene pruebas publicadas para verificación por pares.

Por lo menos uno pensaría que la doctora conocería los precios de un seguro médico, y si no, porque se lo pague alguien más o se trate solo en el ISSSTE, podría preguntar. La prima media mensual de un seguro de gastos médicos mayores en Axa México, como ha escrito en Linkedin Daniel Bandle, director general de la empresa, es de 2,300 pesos mensuales. Es cierto que puede haber primas mayores o menores, dependiendo de la suma que se quiera asegurar, y quizá una mujer de la edad de Sheinbaum, con un historial previo de intervenciones quirúrgicas, podría pagar 70,000 pesos... pero no al mes, sino al año.

López Obrador ha sido siempre enemigo de los seguros. Cuando era jefe de Gobierno del Distrito Federal vetó la entrada en vigor de un seguro obligatorio de daños a terceros para autos que habría permitido ofrecerlo a un precio muy bajo. Su argumento fue que las aseguradoras ganarían dinero. El resultado fue afectar a los más pobres al sufrir percances con vehículos sin seguro.

La falta de seguros es una de las razones por las cuales tantas familias en nuestro país pierden su patrimonio cuando sufren alguna contingencia. Los seguros representan 2.6% del Producto Interno Bruto de México, contra 3.4% de Brasil o 10.1% de Francia. "Yo estoy convencido de que hay una correlación positiva entre la penetración de los seguros y el bienestar de una sociedad", me dice Bandle.

El presidente afirma que México va a tener un servicio de salud mejor que el de Dinamarca y será 100% gratuito. Eso no lo tiene... ni Dinamarca. El 84% del gasto de salud en Dinamarca es público y el otro 16% privado. Suiza, en cambio, tiene un sistema financiado por seguros privados obligatorios, el cual es tan bueno o mejor que el danés.

No sé si la doctora Sheinbaum haya acudido alguna vez a recibir atención médica en una clínica del Insabi o del IMSS-Bienestar. Si lo hace, no podrá ya afirmar que ofrecen una atención de calidad. Por otra parte, antes de decir que un seguro de gastos médicos cuesta 70,000 pesos al mes, debería por lo menos preguntar el precio. A menos de que le guste mentir.

Sergio Sarmiento
(v.periódico Mural en línea del 4 de agosto de 2023).

El domingo circuló en redes el reporte de otros 4 jóvenes desaparecidos en Lagos de Moreno.

Esta fue la versión. 4 hermanos, Melissa de 22 años, Ángel (25), Ricardo (23) y Miguel (19), habían desaparecido el sábado después de dejar su domicilio en el poblado.

La noticia inundó rápidamente los portales locales y nacionales. De resultar cierto, el hecho se traducía en un cataclismo político y de seguridad para la región y el país. Muchos periodistas agotamos nuestras vías de verificación con contactos y fuentes en Lagos de Moreno.

Hasta que por la tarde, Tecutli Gómez, alcalde de Lagos de Moreno, informó que tras una búsqueda en 5 comunidades y poblados, entre ellos en donde supuestamente vivían los desaparecidos, nadie los identificó. La Fiscalía del Estado también indicó que carecían de una denuncia o reporte al 911. Para ese momento, varias fuentes en Lagos de Moreno dejaron de tener comunicación con los supuestos familiares de los desaparecidos.

Toda la información surgió de una publicación en Facebook perteneciente a una de las supuestas hermanas de los desaparecidos, en donde pedía ayuda. Hasta ayer por la mañana, la publicación continuaba activa. Sin embargo, al mediodía la borraron.

Este lunes apareció en redes sociales la versión de un ciudadano que identificó la imagen de los supuestos hermanos desaparecidos como miembros de su familia. Aclaró que él aparece en la foto y, junto con el resto de los integrantes, todos están bien, viven en Estados Unidos y no conocen a la denunciante de la falsa desaparición.

Somos una sociedad hiperinformada pero también hiperdesconfiada. La difusión de este caso implicó la movilización de las autoridades, el empleo de tiempo y recursos escasos para atender la crisis de desaparecidos.

Creo que todos hemos dudado de la capacidad de la Fiscalía del Estado o del municipio para atender una desaparición. Las 3 autoridades en quien menos confía el mexicano, según el INEGI, son el policía de tránsito, el juez y la fiscalía local. Esa desconfianza sólo debilita nuestro frágil pacto social, lo cual aprovechan personajes anónimos que a través de la mentira buscan un rédito político, o peor, simple diversión.

La crisis de violencia criminal y personas sin localizar sólo puede empeorar con la diseminación dolosa de desapariciones falsas. Las reales son suficientemente abrumadoras como para convertirnos en rehenes de un grupo de mentirosos que capitalizan la falta de credibilidad de nuestras instituciones. ¿A quién le conviene que se ahonde la fractura entre sociedad y gobierno? Sólo se me ocurre pensar en los propios criminales.

Jonathan Lomelí
(v.pág.2 del periódico El Informador del 22 de agosto de 2023).

Tenemos una generación de políticos cuya única respuesta a la crítica es la descalificación del mensajero. López Obrador es el maestro, pero tiene alumnos destacados, como es el caso del gobernador Enrique Alfaro o la ex jefa de Gobierno y casi candidata de Morena, Claudia Sheinbaum. Tampoco es algo que haya inventado el actual presidente. Ahí está Fox que dijo que la clave de la felicidad era no leer periódicos ni escuchar noticieros. O el inefable Peña Nieto y su declaración de ya sé que no aplauden en un suspiro de tristeza porque los reporteros no se comportaban como el núcleo duro de pseudo periodistas de la mañanera que se arrastran, aplauden y festejan al presidente todos los días.

El problema es, por supuesto, de ida y vuelta. Si Claudia, Alfaro o López Obrador se sienten con la capacidad de confrontar o desoír una crítica es porque los medios tradicionales como sistema de equilibrio de poder han perdido fuerza y los políticos, unos más que otros, creen que confrontar al sistema de medios los fortalece. Es el imperio de los otros datos, basado en viejo adagio del infiel: niégalo todo, aunque te cachen con las manos en la masa.

La pregunta no es quién ganará, el sistema mediático o el imperio de los otros datos, sino cómo las sociedades procesan este conflicto donde lo que está de por medio es el derecho a saber, eso que socialmente hemos construido como el valor de la verdad. Una de las características esenciales de los políticos populistas es que no dudan. Ellos siempre tienen, saben o dicen reconocer, la verdad. El problema más profundo del sistema de medios ha sido la pérdida de credibilidad, que no es un problema nuevo -siempre ha habido, para bien de todos, quién cuestione y ponga en duda la forma en que los medios construyen la información y la opinión- pero se ha agravado a partir de la irrupción de la posverdad, un sistema de pensamiento en el que las emociones y las creencias tienen más valor que los datos.

En la lógica del poderoso, la descalificación moral del mensajero basta para no responder. Es una descalificación que se hace siempre desde el poder y usando recursos públicos. La apuesta del gobernante es que él es más poderoso y tiene más recursos que cualquier medio. ¿Es eso sostenible en el mediano plazo? Mi impresión es que no, pero a los políticos actuales sólo les importa el presente porque hoy la política y la aprobación social se construye de momentos y sensaciones, no de ideas, y eso es responsabilidad de las sociedades que consumimos y aplaudimos información emocional y políticos adictos a los otros datos.

Diego Petersen Farah
(v.pág.2 del periódico El Informador del 29 de agosto de 2023).

El presidente fue atrapado en la misma realidad que ha construido durante su administración, que ha puesto todo su énfasis en la retórica y la simulación, pero que en el epílogo de su sexenio, empieza a descubrirse que sus dichos no tienen sustento. Nada ha impedido, sin embargo, que López Obrador mantenga la óptica como ejercicio de gobierno, y la negación como estrategia para ocultar la realidad. Es un maestro en el engaño, y sigue engatusando a miles de mexicanos.

Inauguró el Tren "El Insurgente", un proyecto original del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto para conectar la Ciudad de México con Toluca. Pero los listones que cortó, al lado del gobernador saliente y la gobernadora entrante, no fueron para la ruta, sino para una 1a. fase, de Zinacantepec -que se encuentra a 11 kilómetros del centro de Toluca- a Lerma, en del Estado de México, faltando por terminar de construirse unos 60 kilómetros para que quede listo, supuestamente en la primavera del próximo año.

El acto dejó en el imaginario colectivo la idea de que todo estaba terminado, como la inspección técnica terrestre que hizo del Tren Maya a principio de septiembre, donde se recorrió una pequeña parte de la construcción, en el norte de la península de Yucatán, que es la única relativamente terminada -faltan algunos detalles-, y que probablemente sea lo único que concluya en el sexenio, porque el resto de la obra o es incipiente, o están en riesgo incluso que nunca se acabe.

Es la historia del sexenio. En julio inauguró la refinería en Dos Bocas, su "sueño convertido en realidad", pero la obra está incompleta y no cumplirá, cuando menos en 2024, la meta anhelada de hacer a México autosuficiente en combustibles. La secretaria de Energía, Rocío Nahle, había dicho en enero que el 1 de julio produciría su primer barril de petróleo, lo cual fue falso. No obstante, ese día fue la "inauguración", otro engaño a la nación.

Igual había pasado con la inauguración del aeropuerto "Felipe Ángeles", donde una empresa de carga aérea le hizo el favor al presidente de fingir un aterrizaje para que el equipo de propaganda y mentiras de Palacio Nacional organizara un dramatización con el avión que había llegado un día antes. El aeropuerto tiene una buena terminal y tecnología de punta para la aeronavegación, pero carece de vías terrestres para facilitar el acceso, que es la principal razón por la que hasta ahora esté resultando un fracaso. El presupuesto para el próximo año es similar al que tendrá el aeropuerto "Benito Juárez" de la Ciudad de

México, que en términos reales, publicó El Universal el martes, significa un incremento de 2% contra uno de 79%, para una terminal que maneja casi 28 millones de pasajeros al año, contra 1.3 millones, respectivamente.

En otro ejercicio de simulación, el miércoles de la semana pasada el presidente y el gobernador de Nuevo León, Samuel García, oprimieron un botón en la Planta de Bombeo Cero, supuestamente para iniciar la operación el Acueducto El Cuchillo 2, que en un máximo de 10 días empezaría a calmar la crisis del desabasto en Monterrey. Fotos y frases para la gradería. El periódico El Norte publicó una investigación aguafiestas. "El botón fue solo para la foto", afirmó. "La obra está inconclusa". Muchos de sus tramos no están unidos y según el diario, faltan unos 6 meses para que concluya la obra.

La palabra del presidente es poderosa y lo mantiene con altos niveles de popularidad. La realidad lo desmiente todos los días, pero su empuje no cesa y su credibilidad con millones de mexicanos tampoco disminuye. Bien por él, pero mal para el país. Como en el caso del presupuesto, que contempla un déficit público de 5.4% del Producto Interno Bruto, el más alto en 30 años. Es decir, se gastará más de lo que ingresará, lo cual lleva a la necesidad, para no ahogarse, de contratar deuda. El presidente dice que sí habrá déficit, pero que no habrá endeudamiento, aunque se estima que a partir de que entre en vigor, cada mexicano, incluso el que nazca ese día, cargará una deuda de 127,000 pesos.

Valeria Moy, directora del Instituto Mexicano de la Competitividad sintetizó el martes las simulaciones, al hablar del presupuesto. "No puedes decir que te interesa el desarrollo social y asignarle cero pesos", escribió. "No puedes decir que te interesa la equidad entre hombres y mujeres mientras eliminas los recursos que le permitían a las mujeres una incorporación ligeramente más sencilla al mercado laboral. No puedes hablar de un interés en el medio ambiente, mientras asignas miles de millones de pesos a los combustibles fósiles".

Y sin embargo, López Obrador sí puede decir mentiras y engañar, como lo demuestra todos los días.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.3 del periódico El Informador del 20 de septiembre de 2023).

Como gobierno, el suyo está reprobado en seguridad pública (67% piensan que está mal), corrupción (47% contra 31%, y sigue subiendo, reprueban su manejo), y economía (52%, un brinco de 8 puntos de la anterior medición, evaluaron mal su trabajo), pero él se mantiene firme.

Su conducción se centra en la comunicación política que despliega todas las mañanas en Palacio Nacional, donde concentra en él la voz del gobierno y traduce los problemas más complejos de una manera simple, para explicarlos con verdades, medias verdades y mentiras, pero acomodando siempre la conclusión a sus intereses.

Esto es lo que se le ha dado en llamar "la verdad alterna" de López Obrador, que sintetiza de forma tramposa con el "yo tengo otros datos", que requiere que enfrente sistemáticamente a quienes presentan una visión e información distinta a la que promueve y provocar en ellos un daño reputacional que incida en su credibilidad. De esta necesidad estratégica para formar consenso en torno a su gobierno, surgió la guerra desde principio de su sexenio contra medios de comunicación y periodistas críticos, sacrificando incluso a viejos aliados, como Carmen Aristegui, quien con su postura indómita ante gobiernos panistas y priistas, fue un piolet en la muralla del viejo régimen fundamental para allanar la llegada de López Obrador al poder.

La mañanera, que comenzó cuando era jefe de Gobierno de la Ciudad de México por una necesidad objetiva de iniciar las actividades de la administración a temprana hora y poder atajar problemas menores -robos de cajeros automáticos o accidentes- y evitar que al ser difundidas masivamente por la radio fueran creando una percepción de inseguridad en la capital, evolucionó de manera espontánea como un micrófono de alcance nacional, a convertirse en la estrategia vital para su administración.

A su voz se le añadieron paleros y comediantes involuntarios que colocó su equipo en la 1a. fila de la mañanera para lisonjearlo y bloquear que periodistas de verdad hicieran preguntas incómodas, pero que se fueron agotando gradualmente. La 2a. oleada de acompañamiento fue el reclutamiento de plumas profesionales -algunas de ellas de renombre-, que también fueron perdiendo credibilidad por tratar de defender a veces cosas indefendibles -como la militarización de la seguridad-, y que dieron paso a nuevas plumas cuya finalidad no era hablar bien del gobierno, sino hablar mal de quien lo criticara.

Pero no fueron ellos quienes lograron contener y neutralizar la crítica, sino López Obrador, quien ha logrado, si bien no esos objetivos a plenitud, desviar muchas veces la corriente de la opinión pública con habilidad, como la de lanzar distractores a la prensa que, muchas veces, picaron el anzuelo. Quizás el más significativo, porque siguen muchos perdidos en una discusión falsa, fue cuando declaró que México tendría un sistema de salud como el de Dinamarca. López Obrador sólo ha mencionado la frase 17 veces en su sexenio, de acuerdo con el registro de SPIN Taller de Comunicación Política, pero su reproducción en medios podría medirse en cientos o miles de veces.

Los distractores son una pieza integral de las mañaneras. El presidente habla de múltiples temas y los medios lo reproducen, sin jerarquizar lo importante, y sin verificar si lo que dice es cierto. No ha sido costumbre en México o en el mundo cuestionar si lo que dice un líder es cierto o no, pero se hizo necesario en Estados Unidos por las mentiras flagrantes del ex presidente Donald Trump, y aunque debiera ser lo mismo en México, los medios no lo hacen con López Obrador.

El toma y daca del presidente no ha sido sólo con los medios. Lo mismo ha hecho con el Poder Judicial, y con los órganos electorales, los organismos autónomos y las organizaciones no gubernamentales, llevando su batalla a un terreno épico, al identificarla como una lucha reciclada del Siglo XIX entre conservadores y liberales.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.3 del periódico El Informador del 3 de octubre de 2023).

Todos los políticos tienen fama de mentirosos. Decir que todos mienten es un lugar común, una mentira. La fama de mentirosos de nuestros políticos tiene más que ver con el lenguaje ambiguo, con la falta de compromiso y por supuesto con promesas incumplidas. Nos dicen y prometen una cosa en campaña, cambian de posición cuando llegan al Gobierno (nos dejaron un cochinero, está peor de lo que pensábamos, es la frase más repetida en la política mexicana) y al final exigen que se valore el esfuerzo y nos quieren vender resultados pírricos que nada tienen que ver con lo prometido sino con la realidad.

Un caso verdaderamente atípico es el del presidente López Obrador. A menos de un año de dejar la Presidencia sigue prometiendo cosas que sabe perfectamente que no van a suceder. 4 veces le ha puesto fecha al desembarco de Dinamarca, a la transformación del sistema de salud para que sea universal, gratuito y de alta calidad. Ayer dijo que ahora sí, en marzo de 2024 México tendrá el mejor sistema de salud del mundo. Lo dijo sin chistar, con absoluta seguridad a sabiendas de que es absolutamente falso, porque lo que no se puede no se puede y además es imposible, como diría el gran "Jamaicón" Villegas. Sí, es cierto, se tocó la cara y se le secó la boca, como cada vez que miente, pero no había la menor duda en su voz.

Los mexicanos sabemos que no es cierto, como sabíamos perfectamente que la promesa de acabar con el problema de inseguridad en 6 meses con la creación de la Guardia Nacional era una quimera. Luego pidió 6 meses más, y otros 6 y finalmente un día decidió decir solamente que vamos mejorando y dejó de prometer. Reconvertir el sistema de salud en México requiere muchos años y muchísimo dinero. En el presupuesto del próximo año no hay un aumento significativo al rubro de salud y en los años anteriores hubo subejercicio presupuestal. Si bien nos va el sistema de salud en marzo de 2024 será igual que el 2023, pero la probabilidad de que sea peor es muy alta.

Sin embargo, para el presidente mentir no tienen costo. La magia de López Obrador está no en cumplir sino en mantener sus promesas. No ceja, no cede, no abandona la idea, aunque no esté haciendo absolutamente nada para que suceda. Los movimientos sociales se alimentan de utopías, no de resultados. Lo que algunos vemos como una mentira flagrante sus seguidores lo ven como una batalla constante.

Dinamarca no es un lugar de llegada, es sólo un punto en el horizonte.

Diego Petersen Farah
(v.pág.2 del periódico El Informador del 5 de octubre de 2023).

La renuncia de Alejandro Encinas como subsecretario de Gobernación y cabeza de la investigación del Caso Ayotzinapa echó tierra a una de las estafas políticas más grandes que se recuerden contra el país, que el presidente Andrés Manuel López Obrador mantiene como propaganda electoral, pero sin ahondar en la causa procesal, alimentando el fraude que nace de la mentira que resolvería el crimen cometido en 2014 y encontraría vivos a los jóvenes estudiantes. López Obrador se deshizo de Encinas, pero el engaño continúa.

El prolegómeno del encubrimiento tuvo su último capítulo a finales de septiembre, cuando un intrépido Encinas dio un golpe para apoyar la tesis que la desaparición de los normalistas había sido un crimen de Estado. Fue la presentación del 2o. informe sobre el Caso Ayotzinapa, donde reiteró que la verdad histórica esgrimida por el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto para "legitimar una falsa verdad de los hechos y estrategias de comunicación que buscaban el cierre de las investigaciones para dar un carpetazo", había sido fraguada en Los Pinos.

No era la 1a. vez que Encinas se refería a ello.

Sin embargo, las minutas con las cuales inculpó a militares y funcionarios de los 3 niveles de gobierno, no dicen lo que afirmó revelaban. Describen lo que en su momento aseguró Omar García Harfuch, a quien vinculó con el crimen: fueron para establecer las líneas de acción a seguir.

Las minutas, obtenidas por este espacio, lo corroboran.

¿Dónde quedó la construcción de la verdad histórica que ha servido para justificar el argumento de crimen de Estado? En un montaje de Encinas, que mintió sobre el contenido de las minutas del 7 y 8 de octubre que nunca quiso dar a conocer, como tampoco hizo público el contenido de las reuniones en Los Pinos. Encinas nos ha mentido a todos y contribuido a enredar el camino a la verdad de lo que sucedió con los normalistas. Pero no lo hizo solo. Llegó hasta donde llegó, porque se lo permitió el presidente.

Raymundo Riva Palacio
(v.pág.4 del periódico El Informador del 23 de octubre de 2023).

En español tenemos una bella palabra poco usada: bulo. La RAE la define como: Noticia falsa propalada con algún fin. El Instituto Cervantes de España explica que probablemente deriva de bul, una palabra de origen gitano que significa "porquería". Tiene otros equivalentes igual de sabrosos: patraña, infundio, paparrucha, camelo, trola, embeleco, filfa...

El Internet cada día está más lleno de todo eso. La tragedia que vive Acapulco ha dado ejemplos escalofriantes. El más sonado, el audio falso de un tal Omar Flores Juárez, "inquilino del 401", quien narraba cómo soldados y elementos de la Guardia Nacional lo habían asaltado en medio de la tragedia cuando iba a buscar [llevar] víveres. Todo era una elaborado montaje que reprodujeron medios y periodistas.

Esta semana Martí Batres, jefe de Gobierno de la Ciudad de México, desmintió un audio atribuido a él y producido con inteligencia artificial en donde expresaba su apoyo a Clara Brugada como candidata.

Ese es otro nivel. Se trata de bulos producidos con inteligencia artificial conocidos como "deepfake" (noticia ultra falsa). El uso de la tecnología convierte a estos embustes en piezas de arte difíciles de detectar y desmontar. Pueden ser audios, videos o imágenes.

Ayer comenzó oficialmente el proceso electoral de 2023-2024. Les adelanto que seremos testigos de una guerra de desinformación sin precedentes.

Estas "deepfake" han probado su éxito en sociedades polarizadas como la nuestra. Sirven para la propaganda y el golpeteo político. Sobre todo porque refuerzan nuestras creencias. No crees que sea verdad, pero dudas que sea mentira. Y eso basta para que logren su cometido.

Jonathan Lomelí
(v.pág.2 del periódico El Informador del 2 de noviembre de 2023).

En esta era de postverdad, gobiernos populistas gastan montañas de recursos promoviendo mentiras y difundiendo propaganda mañosa, y clavan cuñas para dividir a nuestras sociedades como estrategia para que su ineptitud, deshonestidad y fracaso pasen desapercibidos. Generaciones enteras pagaremos por las profundamente erradas políticas públicas del gobierno de López Obrador.

En nuestro caso, confirmamos esa ineptitud cuando nuestro gobierno es incapaz de prevenir o reaccionar a una crisis como la de Acapulco, o cuando despilfarra recursos públicos escasos en Pemex o en obras absurdas como Dos Bocas o el Tren Maya.

Cuando los mismos criterios de división y venganza se arraigan en un país como Israel, como ha ocurrido con el gobierno -también populista- de Netanyahu, ocurren grandes fallas en la inteligencia y en el aparato de seguridad de un país capaz de generar un peligroso conflicto regional.

Pero cuando eso pasa en Estados Unidos, el país más poderoso del mundo, 25% de la economía global y promotor de valores occidentales que han permitido el vertiginoso desarrollo de la humanidad en el último siglo, la secuela para el resto del mundo puede ser impredecible y peligrosa.

Sigo creyendo que el pueblo estadounidense no volverá a cometer el error de elegir a un hombre inmoral, corrupto y absolutamente impresentable. Pero la última vez tampoco lo creí posible. Me equivoqué.

Jorge Suarez-Velez
(v.periódico Reforma en línea del 10 de noviembre de 2023).

La propaganda es uno de los instrumentos más eficaces, que se han descubierto, para someter a las personas y en general al pueblo a la voluntad de los candidatos, o ya en su caso, de los políticos en el poder.

Es un tema en el que interviene la libertad, y dejarla al estar expuestos a una especie de esclavitud mediática que te impide tomar conciencia de que estás siendo bombardeado por mensajes que te impiden pensar por ti mismo.

Los candidatos estudian las necesidades y las esperanzas de sus electores y por medio de la propaganda van a tratar de cumplir tus deseos o expectativas. Por ello prometen cuanto saben que el pueblo desea o necesita.

Te pueden decir lo que sea, llegar a mentir con falsas promesas y hacerte creer que no son lo que en realidad están ocultando.

Lo mejor que podemos hacer es ponernos en guardia ante tanta demagogia y publicidad y desarrollar un pensamiento más crítico.

Esa es la verdadera meta de una buena educación cívica, saber que la propaganda te va a influir y tratar de manipular, si no eres capaz de defenderte de ella por medio de un pensamiento crítico. Que sea capaz de analizar y ver las mentiras, las incongruencias, las contradicciones y en fin la hipocresía de muchos candidatos.

Los expertos en usar la propaganda política han descubierto que asociarla a las emociones la hace más efectiva, por lo que también necesitamos estar atentos a que no nos hagan sentirnos enojados contra alguien (en especial a los de otro partido) o llegar a regalarnos cosas o hacer fiestas con tal de que asociemos a un partido con las emociones positivas. Pero particularmente no caer en la trampa del miedo o el de una sensación amorosa y feliz.

Así que es tiempo de abrir bien los ojos y que no te roben tu consciencia. La libertad y el pensamiento crítico es tu mayor protección.

Guillermo Dellamary
(v.pág.2 del periódico El Informador del 12 de noviembre de 2023).

Vivimos en una era donde la "posverdad" ha tomado un papel protagonista en el ámbito político y social, incluyendo en contextos como el mexicano. Este término, elegido como palabra del año por el Diccionario Oxford en 2016, se refiere a situaciones donde los hechos objetivos son menos influyentes en la formación de la opinión pública que las emociones y creencias personales. La posverdad se ha vuelto un fenómeno tan predominante que incluso ha remodelado la forma en que se conducen las campañas electorales y cómo se perciben los conflictos globales, incluyendo las guerras.

En la política, especialmente evidente durante periodos electorales, se observa una disminución en la importancia de la verdad y los hechos, en todo el mundo. AMLO en México ha demostrado ser hábil en crear "sus propios datos" [embustes, los llama el webmaster] y en marcar la agenda mediática, enfocándose en historias y promesas que resuenan emocionalmente con los votantes, más que en hechos y cifras concretas. Así, nos dice que el Tren Maya es único en el mundo, que la salud en México será como en Dinamarca, y que la educación es de las mejores del mundo. Desde hace mucho comprendió que lo que realmente mueve a la gente son las historias que resuenan con sus emociones y creencias. Así que, en lugar de dar un discurso lleno de hechos y cifras, cuenta una historia y hace promesas que suenen bien, aunque no estén muy basadas en la realidad.

Las redes sociales han jugado un papel crucial en este fenómeno. Según un estudio realizado por el MIT, las noticias falsas tienen un 70% más de probabilidades de ser retuiteadas que las verdaderas. Esto sumado a que aproximadamente el 85% de los adultos a nivel mundial reconocen el problema de las noticias falsas y la desinformación en internet, según Pew Research Center. La desinformación no solo se limita a la presentación de hechos falsos, sino que también incluye la falta de un contexto verídico. Los medios de comunicación, influenciados por la necesidad de tráfico y generación de ingresos, a menudo recurren a técnicas que condicionan al lector a asumir una postura específica, utilizando medias verdades o datos incompletos. Este enfoque en la creación de un contexto específico, permite la construcción de múltiples realidades en el imaginario colectivo.

En Estados Unidos, la mitad del público en el país cree que los medios nacionales pretenden engañar o desinformar (Gallup y Knight Foundation 2023). En México la desconfianza es todavía mayor, solo un 36% de la población indica tener confianza en los medios, y la mayoría prefiere informarse a través de "influencers" y celebridades, a quienes identifica como personas más cercanas a su realidad o a sus aspiraciones (Digital News Report 2023 del Instituto Reuters).

La ética periodística debería ser un valor social primordial que condiciona el consumo de noticias. Como consumidores de información, es crucial un enfoque crítico y verificar la veracidad y el contexto de las noticias que consumimos. Sin embargo, como muchas veces estas noticias falsas, refuerzan creencias y prejuicios que tiene la gente, no hay la mínima preocupación ni intención de verificar si es cierto o es mentira, a pesar que nunca antes había sido tan fácil corroborarlo.

En las elecciones de México esto presenta un reto importante para la contrincante de Morena, Xóchitl Gálvez. Al enfrentarse a Morena debe ser más creativa que sólo decir que algo que ha dicho Claudia Sheinbaum o López Obrador, es falso o verdadero, puesto que esto puede ser irrelevante para el electorado. Tendría que construir narrativas, historias y mensajes alternos que sean más llamativos que los del oficialismo. Al final esta elección, es más una competencia de narrativas en el imaginario colectivo mexicano, que de hechos o capacidades.

Jacques Rogozinski
(v.pág.3 del periódico El Informador del 16 de diciembre de 2023).

Las personas tienden a creer en las fuentes de información antes incluso de formarse una opinión sobre un tema en particular. Los niños creen ciegamente en el contenido que consumen en línea, los ciudadanos pueden sentir que sus identidades culturales están amenazadas y las masas pueden ser fácilmente manipuladas por discursos de odio, teorías conspirativas y calumnias difundidas en línea, tanto por individuos como por bots. Esto ha resultado en tragedias donde menores pierden la vida, minorías enfrentan genocidios y la democracia se ve socavada por el populismo basado en la desinformación.

En todos estos casos, se violan los derechos fundamentales de quienes creen en la veracidad de los contenidos malintencionados difundidos en las redes sociales. Aunque algunos argumenten que las plataformas no son responsables del contenido generado por los usuarios, en muchos casos son el catalizador de un daño grave. La moderación del contenido es crucial para prevenir tragedias, pero surge el debate sobre los criterios "correctos" para llevarla a cabo. Esta no es una cuestión moralizante, sino un dilema ético que enfrenta nuestra civilización, amenazada por el mal uso de los avances tecnológicos que hemos creado.

Las redes sociales se han convertido en la principal fuente de información para la mayoría de las personas en la actualidad. Sin embargo, las empresas que las operan no producen contenido ni información verificada. Estas plataformas están reemplazando gradualmente al modelo de negocio de los medios de comunicación tradicionales, lo que resulta en la pérdida de difusión de información valiosa y verificada. Los nuevos editores son los usuarios que, ocasionalmente, difunden información maliciosa para desinformar y promover la superficialidad en lugar de un debate informado.

Las empresas detrás de las redes sociales deben estar sujetas a un mayor control de contenidos. Aunque muchas de estas empresas tienen códigos de conducta y políticas de moderación, su eficacia ha sido cuestionada. Es hora de debatir un marco general de principios y valores sobre los que estas plataformas deben autoregularse. El consenso sobre la dignidad humana y los derechos fundamentales debe convertirse en la base de la regulación global. Sin embargo, la intervención de las autoridades también plantea desafíos, ya que puede amenazar la libertad de expresión. A pesar de ello, la inacción ya no es una opción. Tanto en Estados Unidos como en Europa, se están tomando medidas para responsabilizar a las empresas que no moderan adecuadamente los contenidos en sus plataformas. Este año, sin duda, veremos una expansión del debate sobre este tema crucial al que debemos prestar atención con suma urgencia. En México es necesario tomar acciones con seriedad.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.2 del periódico El Informador del 4 de febrero de 2024).

El pasado 10 de enero el Foro Económico Mundial publicó su informe "Riesgos Globales 2024", en el cual posicionó en el 1er. lugar a la desinformación y la información errónea, de acuerdo con los datos obtenido a partir de alrededor de 1,500 encuestas hechas a especialistas.

Un riesgo global puede entenderse como el posible punto de quiebre del cual puede derivar un acontecimiento que, de producirse, podría afectar negativamente a al PIB mundial, a la población o a sus recursos naturales.

Por ello, el que se considere a la desinformación como el principal riesgo a nivel global no es menor, pues en caso de que llegue a darse, podría cambiar el rumbo de las condiciones sociales como las conocemos.

Un punto importante a tomar en cuenta es que alrededor de 70 países del mundo elegirán presidente en 2024: entre ellos, por supuesto México, pero también Estados Unidos, El Salvador, Venezuela e India.

Es por ello que cualquier fuga de información falsa o errónea podría poner el riesgo el futuro de las sociedades, pues de circular alguna información de este tipo podrían cambiar las tendencias de votación, y con ello, las decisiones futuras de las naciones.

Uno de los riesgos secundarios del principal es la Inteligencia Artificial, que permite generar imágenes o audios a partir de datos básicos que podrían engañar al humano a primera vista, pero también y sin duda será una herramienta que pueda utilizarse para los fines anteriores.

Por una parte, los partidos podrían generar multimedia con el objetivo de afectar a sus contrarios, pero por otra, al momento de ser descubiertos en malas prácticas las o los candidatos podrían hacerse de esta suposición para librarse de las acusaciones.

No vayamos lejos, lo vimos a inicios de año en nuestra entidad, cuando circuló el audio de Carlos Lomelí diciendo que había condicionado su participación en Morena y el apoyo de su fuerza política por dejarle elegir candidaturas para sus cercanos. El recurso usado antes del boom de la IA era: esa no es mi voz, o la persona que habla no soy yo. Hoy la salida fácil fue decir "fue un audio generado por inteligencia artificial", y el tema no trascendió más.

Hoy no podemos fiarnos a partir de lo que vemos o escuchamos de primera mano, y como en el periodismo, habrá que dudar de todo lo que veamos o escuchamos hasta que lo comprobemos o descartemos.

La tarea será ardua partiendo de la idea de que la gente no se interesa en medios de comunicación, considerando que solo el 36% confía en la información periodística, de acuerdo con el Digital News Report 2023 del Instituto Reuters, y que hoy prefieren creer a influencers, siendo la población joven la que más los prefiere.

Aquí un riesgo adicional, pues dadas las condiciones de brevedad que puede ofrecer un reel o TikTok las personas, principalmente los jóvenes según el estudio, las personas estarían prefiriendo consumir la información a través de estas fuentes, aunque para abrir una cuenta de una red social no necesariamente debas ser una persona especialista en el tema, dejándose llevar por el nivel de popularidad y número de personas seguidoras. Y lo peor: sin corroborar la información.

Hoy el reto, por parte del periodismo, es generar contenidos creativos que puedan atrapar a las audiencias para poder ofrecerle a la población la información que necesitan conocer como clave para la toma de decisiones conscientes e informadas, principal finalidad, precisamente, de la población.

Por su parte, la ciudadanía debe tener conciencia de que no todo lo que ve o escucha por 1a. vez es real, sobre todo si no proviene de fuentes confirmadas, y ante lo cual debe darse a la tarea de poder investigar en segundas fuentes, medios consolidados, preguntar a personas conocidas y, si tiene el posibilidad, preguntar a personas especialistas en la materia a investigar para salir de dudas.

De acuerdo con organismos internacionales aliados contra la desinformación, entre los cuales se encontró la Organización Mundial de la Salud, la desinformación en pandemia impidió durante la pandemia que la población tomara decisiones informadas y basadas en evidencia para proteger su salud, como decidir si se ponían o no el cubrebocas o si se aplicaban o no la vacuna contra el virus, lo cual sin lugar a dudas puso en riesgo su vida.

No permitamos que la desinformación juegue con nuestra decisión de voto, y con ello se ponga en riesgo el futuro del país, el estado o la ciudad donde vivimos. Tomemos decisiones informadas basadas en evidencia y sustento, y no solo sea una práctica durante el periodo de elecciones, sino que podamos generar un hábito de revisión o chequeo de información que se convierta así en una herramienta a aplicar en cualquier ámbito de la vida diaria.

Rubí Bobadilla
(v.periódico El Informador en línea del 8 de febrero de 2024).

Nuestra existencia está impregnada de relatos, algunos, incluso adquieren el carácter de sagrados. Por ende, quienes buscan influir en la sociedad recurren frecuentemente a crear historias como una poderosa herramienta para transmitir mensajes. Desde las historias compactas de los anuncios comerciales hasta los sutiles mensajes subliminales en películas, y, por supuesto, la maquinaria de la mercadotecnia política que produce anuncios, libros y argumentos para persuadir a las personas. No obstante, para no caer en la ingenuidad, es esencial discernir entre las historias ficticias y las reales. La línea que las separa se desdibuja cuando se crea intencionalmente una narrativa falsa con el propósito de engañar y presentarla como verdadera, con la intención de obtener una ventaja. A lo largo de la historia, muchos han intentado controlar comunidades difundiendo relatos con el fin de engañar, aprovechando nuestra fascinación por las historias reales y nuestra propensión a llenar los vacíos de conocimiento con narrativas sobre lo desconocido, cuando nuestra luz racional se apaga.

La pregunta que surge es cuál es el antídoto racional contra estas historias falsas, la desinformación y la saturación de contenidos superficiales que se difunden con profusión en las redes. Los expertos sugieren ser más selectivos en las historias que consumimos, pero esto se vuelve difícil en un mundo donde estamos conectados a narrativas que se entrelazan con nuestras conversaciones y fuentes de información. Algo habrá que hacer, como señala Ross Douthat en un artículo sobre el dilema entre lo cristiano y el espíritu del progreso de Fausto, para dominar la tecnología digital antes de que ella nos domine a nosotros, antes de que desaparezcamos, no fusionados con la tecnología, sino sumergidos fatalmente en el abrazo de las historias malintencionadas de lo virtual. Y si eso es peligroso en un entorno de libertades democráticas, lo es aún más en las autocracias, siempre propensas a imponer la historia desde una sola perspectiva.

Hace siglos, los griegos crearon una mitología maravillosa que cimentó nuestra civilización. Hoy, nos sumergimos en la mitología de la fragmentación superficial, que las mentes aviesas aprovechan para manipularnos. Mientras los antiguos creían que los dioses vivían entre nosotros, las teorías conspirativas contemporáneas buscan imponer realidades alternas y verdades únicas para satisfacer intereses extremistas.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.2 del periódico El Informador del 11 de febrero de 2024).

Los 2 embusteros, Trump y López Obrador, han merecido libros para documentar sus falsedades. El presidente de México hace 2 semanas presumió lo bien que el país va en seguridad: "está en paz, hay tranquilidad, hay gobernabilidad". Ante esta frase, una capa de la población se indigna, se enoja, y otra, la que lo tiene en alta estima, la abraza, sin más. Algunas preguntas son inevitables: ¿La verdad dejó de ser un valor apreciado por la mayoría? ¿No hay consenso sobre los elementos básicos para construirla? ¿Importa más quien declara, porque su narración coincide con nuestras ideas, que la veracidad constatable de lo que dice? Y entonces, si las mentiras que para tantas personas son incontrovertibles, no lo son para otras tantas ¿es porque éstas son mentirosas? Y así, cada grupo cree que los mentirosos son los del otro.

De ahí el fenómeno que llamamos polarización: para unos, los otros no quieren mirar de frente la devastación jurídica, institucional y ética que el actual régimen ha propiciado, y aportan, según ellos, datos que vuelven irrebatible su punto de vista. En tanto que los otros apelan a una explicación -la exhiben como dato- de índole histórica: quien critica al presidente lo hace porque añora los malos gobiernos, y aportan un hecho, ese sí rotundo, es el que les queda más a la mano: subió el salario mínimo, como nunca. Y la discusión se empantana merced al mecanismo anterior, similar al que emplea el presidente: si se habla de la corrupción de sus hijos, de sus allegados, él habla de sus enemigos y del pasado, e inscribe en metafóricas letras de oro: "Yo no soy corrupto" (lo ha dicho decenas de veces durante su gobierno) de lo que se sigue que no miente, o, expresado desde las demostraciones que prueban sus embustes, basta que él lo diga para que se convierta en verdad, y sus seguidores no necesitan más: la verdad es una convención religiosa que mana de la fe en el líder.

El pasado reciente, revisado con pragmatismo, en el sentido de "teoría de la verdad que define a ésta por su utilidad" (Ramón Xirau), aconseja no empeñarse en el que sería un ejercicio estéril; no porque las campañas vayan a desparramar sólo mentiras sobre el yermo político, sino porque las verdades no serán centrales al decidir por quién votar.

Verdad al diagnosticar el estado de cosas; verdad cuando las y los candidatos presuman sus antecedentes; verdad en cuanto a las promesas que hagan; verdad al describir a los oponentes. Difícil que suceda, sobre todo entre quienes buscan la continuidad de un "proyecto", nacional o estatal. Quién espera declaraciones como estas: sí, la regamos al cancelar el aeropuerto de la Ciudad de México; no teníamos, no tenemos estrategia, ni ganas, para combatir a los criminales, reducir la impunidad y la corrupción; el Tren Maya no será lo que ofrecimos; fue un error construir la refinería; tenemos problemas al concebir la función de Pemex y de la CFE. Además, hemos sido omisos con las mujeres, con la salud, con el medio ambiente, con la cultura y, en resumidas cuentas, con la verdad. Verdades como esas, en los 3 órdenes de gobierno, que para muchos, para muchas son contundentes, han costado tirar vagones llenos de dinero y vagones llenos de capital político y social, por eso las meterán debajo del tapete. Pero, del lado de la oposición ¿basta con que señalen las mentiras de los otros? ¿Eso convierte en verdad, una verdad que eventualmente tendrá impactos sociales y políticos positivos, lo que pregonan?

Sería útil que la verdad, las diversas nociones de ella, no girara en torno al juego político, sino alrededor de lo que requerimos para salir de la inseguridad, la desigualdad, la injusticia y para apuntalar derechos y libertades; pero la estridencia de las campañas dificultará el entendimiento horizontal de la sociedad (como lo ha hecho el esquema seguido por el presidente) y capas amplias de aquélla, desde ya optan por tomar partido deportivamente, o sea: con fanatismo echan porras a unos o a otros, a despecho de verdades y mentiras.

Augusto Chacón
(v.pág.2 del periódico El Informador del 3 de marzo de 2024).

A su estilo, lamentable, ridícula y llena de mentiras, así fue la entrevista que López Obrador concedió al programa 60 Minutos de la cadena CBS de Estados Unidos y que se transmitió el domingo pasado. "Tenemos que decir las cosas como son, yo siempre digo lo que siento y digo lo que pienso", comentó en la "exclusiva" a la cadena norteamericana. Pregonó que "No hay impunidad en México", que los asesinatos violentos han disminuido 20% en su administración y que los delitos que se cometen "por supuesto que los procesamos" -México Evalúa señala que solo el 5% de los homicidios son procesados-.

La declaración pasaba al aire en el horario estelar del país vecino, cuando aquí en México -según datos oficiales del mismo gobierno- se contabilizan en el fin de semana 243 asesinatos, para totalizar 182,640 crímenes violentos en lo que va de la administración y se destacaban los 5 ejecutados en Encarnación de Díaz, Jalisco, los 5 cuerpos arrojados frente a la presidencia municipal de Cárdenas, San Luis Potosí, los 2 muertos y un heridos en la balacera en Tuxtla Gutiérrez, los 2 decesos en un tiroteo en Morelos y 2 más en el enfrentamiento en Aguascalientes.

Y ante esa fría y sangrienta realidad, dijo que todo va "muy bien", mientras que a pregunta de la entrevistadora sobre una posible "tregua con los carteles", la descarada y contradictoria respuesta fue: "Lo que hay que hacer con los delincuentes es aplicar la ley". Entonces, en los más de 5 años que lleva sentado en Palacio Nacional, yo me pregunto, ¿por qué no la ha aplicado?

López Obrador dijo que el éxito de su gobierno se debe a "la fórmula de no tener corrupción", a lo que la reportera le dijo: "¿Piensa que no hay corrupción en México?", y la respuesta fue "Sí, en lo fundamental"(?).

El mandatario, muy seguro de sus respuestas dijo que la percepción que muchas personas manifiestan sobre la seguridad no es real y que no hay reclamos a la autoridad, ya que "puedo viajar por todo el país sin problemas. No hay ninguna región a la que no pueda ir a visitar". Solamente hay que recordar que desde el devastador paso del huracán Otis por Guerrero -25 de octubre AMLO ha visitado por lo menos media docena de veces la base naval de Acapulco, pero no ha puesto un pie en las calles del puerto ante el temor de los reclamos ciudadanos.

Abordado sobre sus mañaneras, que hace prácticamente todos los días -con un promedio de verborrea por espacio de 2 horas-, calificó su monólogo como "diálogo circular"(?).

Por otra parte, descartó que los frecuentes asesinatos de candidatos a puestos de elección popular -355 el año pasado, según le preguntó la reportera- representen una amenaza para la democracia mexicana: "No, son solo circunstancias".(?).

Y lo que tanto había defendido públicamente López Obrador, la producción de fentanilo en México -ante los fuertes cuestionamientos de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos el año pasado-, por fin lo reconoció, pero diciendo que "muy poco"(?).

Y para rematar la entrevista, prometió que al final de su mandato se retira y no participará en política. ¿Le creemos?

Daniel Rodríguez
(v.periódico El Informador en línea del 26 de marzo de 2024).

El webmaster sospecha que uno de los pilares de la mentira es que somos un país de bandidos que quieren robar impunemente, y en busca de salirse con la suya, mienten sin ningún remordimiento. Al fin y al cabo "el fin justifica los medios".


No se mienta a usted mismo. El que se miente a sí mismo y escucha sus propias mentiras, acaba no sabiendo distinguir ninguna verdad, ni en sí mismo ni a su alrededor. Y entonces no siente ya ningún respeto, ni hacia sí mismo ni hacia los demás. No respetando ya a nadie, deja de sentir amor. El que se miente a sí mismo es el primero en ofenderse. Porque a veces resulta muy agradable darse por ofendido.

Fedor Dostoyevski (Los Hermanos Karamazov)


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