Algunas de mis favoritas


Ejemplo de las propiedades del dinero

Juan Ruiz, Arcipreste de Hita (1283-1350 aproximadamente)

Hace mucho el dinero, y mucho es de desear:
al torpe lo hace bueno y hombre de respetar,
hace correr al cojo y al mudo lo hace hablar,
y el que no tiene manos, también lo quiere tomar.

Aunque el hombre sea necio y rudo labrador,
dineros lo convierten en hidalgo o doctor,
cuanto más rico es uno, más grande es su valor;
quien no tiene dinero, no es de sí señor.

Si tú tienes dinero, tendrás consolación,
placeres y alegrías y del papa ración,
comprarás el paraíso, ganarás la salvación,
donde hay mucho dinero, hay mucha bendición.

Yo vi allá en Roma, donde está la santidad,
a todos al dinero tratar con humildad,
grandes honras le hacían con gran solemnidad,
ante él todos se humillan como ante la majestad.

Él hace muchos priores, obispos y abades,
arzobispos, doctores, patriarcas, potestades,
a los clérigos necios da muchas dignidades.
De verdades hace mentiras, de mentiras hace verdades.

Él hace muchos clérigos y muchos ordenados,
muchos monjes y monjas, religiosos sagrados:
el dinero los da por bien examinados,
a los pobres les dice que no son ilustrados.

Él hace muchos juicios, muchas malas sentencias
con malos abogados tiene sus mantenencias,
en tener malos pleitos y malas avenencias;
al cabo por dinero se quitan penitencias.

El dinero quebranta las cadenas dañosas,
quita cepos y grilletes, prisiones peligrosas,
al que no da dinero, le ponen las esposas:
por todo el mundo hace cosas maravillosas.

Lo vi hacer maravillas donde mucho se usaba;
muchos merecían muerte que la vida les daba,
otros no tenían culpa, pero él los mataba:
muchas almas perdía y a otras muchas él salvaba.

Hace perder al pobre su casa y su viña;
sus muebles y raíces, todo lo desaliña,
por todo el mundo cunde su sarna y su tiña,
donde el dinero juzga, allí el ojo se guiña.

Él hace caballeros de los necios aldeanos,
condes y ricos hombres de algunos villanos;
con el dinero andan todos hombres lozanos,
cuantos hay en el mundo, le besan hoy las manos.

Vi tener al dinero las mayores moradas,
altas y muy costosas, hermosas y pintadas,
castillos, heredades y villas almenadas,
al dinero servían y por él eran compradas.

Comía muchos manjares de diversas facturas,
usaba nobles paños y doradas vestiduras,
traía joyas preciosas en vicios y en holguras,
adornos muy extraños, nobles cabalgaduras.

He visto a muchos monjes en sus predicaciones
despreciar al dinero, también sus tentaciones;
y al cabo por dinero otorgan los perdones,
absuelven los ayunos y ofrecen oraciones.

Aunque lo desprecian los monjes en las plazas,
lo guardan en conventos, en vasos o en las tazas:
con el dinero cubren sus menguas y sus faltas:
tienen más escondrijos que tordos y que urracas.

Monjes, clérigos y frailes, aman a Dios servir,
mas si calculan que el rico está para morir,
escuchan que su dinero comineza a retiñir,
y por quién ha de tomarlo, empiezan a reñir.

Y cuando los frailes no toman los dineros,
pronto guiñan el ojo quienes son sus parcioneros;
en seguida lo toman sus criados despenseros,
pues si se dicen pobres, ¿para qué quieren tesoreros?

Allí están esperando por el más rico tuero:
no ha muerto y ya le rezan ¡lo que es de mal agüero!
como cuervos al asno, cuando le sacan el cuero:
"ya nos lo llevaremos, que nuestro es por fuero".

Toda mujer del mundo es dueña con alteza
apegada al dinero y a la mucha riqueza:
yo nunca vi una hermosa querer a la pobreza:
donde hay mucho dinero, allí hay mucha nobleza.

El dinero es alcalde y juez muy alabado,
también es consejero y sutil abogado,
alguacil y merino, intrépido, esforzado:
de todos los oficios ya está apoderado.

En suma te lo digo, tómalo tú mejor:
el dinero del mundo es el gran revolvedor,
señor hace del siervo y del siervo hace señor,
toda cosa del mundo se hace por su amor.

Por dinero se cambia el mundo y su manera,
toda mujer deseosa se vuelve salamera.
Por joyas y dineros saldrá a la carrera:
el dinero quiebra peñas y hiende la madera.

Derrumba el fuerte muro y derriba la gran torre,
a congojas y aprietos el dinero ocurre,
no hay esclavo cautivo que el dinero no libere:
cuándo no hay para dar, ni tu caballo corre.

A todo asunto grave lo convierte en ligero:
por ello con tu vieja se franco y llenadero,
sea poco o sea mucho, no la mandes sin dinero:
no hay pago de juguetes donde no hay monedero.

Nota: el lenguaje ha sido actualizado por el webmaster, quien reconoce que no es poeta, ni mucho menos. Además, se trató de darle un ritmo similar al que le dio el cantante español Paco Ibáñez, quien actualizó y musicalizó muchos de estos versos.


Coplas por la muerte de su padre

Jorge Manrique (1440-1479)

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.

Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera,
más que duró lo que vio
porque todo ha de pasar
por tal manera.

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.

Invocación:

Dejo las invocaciones
de los famosos poetas
y oradores;
no curo de sus ficciones,
que traen yerbas secretas
sus sabores;
A aquél sólo me encomiendo,
aquél sólo invoco yo
de verdad,
que en este mundo viviendo
el mundo no conoció
su deidad.

Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos.

Este mundo bueno fue
si bien usáramos de él
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquél
que atendemos.
Aun aquel hijo de Dios,
para subirnos al cielo
descendió
a nacer acá entre nos,
y a vivir en este suelo
do murió.

Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdamos:
de ellas deshace la edad,
de ellas casos desastrados
que acaecen,
de ellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallecen.

Decidme: la hermosura,
la gentil frescura y tez
de la cara,
el color y la blancura,
cuando viene la vejez,
¿cuál se para?
Las mañas y ligereza
y la fuerza corporal
de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega al arrabal
de senectud.

Pues la sangre de los godos,
y el linaje y la nobleza
tan crecida,
¡por cuántas vías y modos
se pierde su gran alteza
en esta vida!
Unos, por poco valer,
¡por cuán bajos y abatidos
que los tienen!
otros que, por no tener,
con oficios no debidos
se mantienen.

Los estados y riqueza
que nos dejan a deshora,
¿quién lo duda?
no les pidamos firmeza,
pues son de una señora
que se muda.
Que bienes son de Fortuna
que revuelven con su rueda
presurosa,
la cual no puede ser una
ni estar estable ni queda
en una cosa.

Pero digo que acompañen
y lleguen hasta la huesa
con su dueño:
por eso nos engañen,
pues se va la vida apriesa
como sueño;
y los deleites de acá
son, en que nos deleitamos,
temporales,
y los tormentos de allá,
que por ellos esperamos,
eternales.

Los placeres y dulzores
de esta vida trabajada
que tenemos,
no son sino corredores,
y la muerte, la celada
en que caemos.
No mirando nuestro daño,
corremos a rienda suelta
sin parar;
desque vemos el engaño
y queremos dar la vuelta,
no hay lugar.

Si fuese en nuestro poder
hacer la cara hermosa
corporal,
como podemos hacer
el alma tan glorïosa,
angelical,
¡qué diligencia tan viva
tuviéramos toda hora,
y tan presta,
en componer la cativa,
dejándonos la señora
descompuesta!

Esos reyes poderosos
que vemos por escrituras
ya pasadas,
por casos tristes, llorosos,
fueron sus buenas venturas
trastornadas;
así que no hay cosa fuerte,
que a papas y emperadores
y prelados,
así los trata la muerte
como a los pobres pastores
de ganados.

Dejemos a los troyanos,
que sus males no los vimos
ni sus glorias;
dejemos a los romanos,
aunque oímos y leímos
sus historias.
No curemos de saber
lo de aquel siglo pasado
qué fue de ello;
vengamos a lo de ayer,
que también es olvidado
como aquello.

¿Qué se hizo el rey don Juan?
Los infantes de Aragón
¿qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué fue de tanta invención
como trajeron?
Las justas y los torneos,
paramentos, bordaduras
y cimeras,
¿fueron sino devaneos?
¿qué fueron sino verduras
de las eras?

¿Qué se hicieron las damas,
sus tocados, sus vestidos,
sus olores?
¿Qué se hicieron las llamas
de los fuegos encendidos
de amadores?
¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas
que tañían?
¿Qué se hizo aquel danzar,
aquellas ropas chapadas
que traían?

Pues el otro, su heredero,
don Enrique, ¡qué poderes
alcanzaba!
¡Cuán blando, cuán halagüeño
el mundo con sus placeres
se le daba!
Mas verás cuán enemigo,
cuán contrario, cuán cruel
se le mostró;
habiéndole sido amigo,
¡cuán poco duró con él
lo que le dio!

Las dádivas desmedidas,
los edificios reales
llenos de oro,
las vajillas tan febridas,
los enriques y reales
del tesoro;
los jaeces, los caballos
de sus gentes y atavíos
tan sobrados,
¿dónde iremos a buscallos?
¿qué fueron sino rocíos
de los prados?

Pues su hermano el inocente,
que en su vida sucesor
se llamó,
¡qué corte tan excelente
tuvo y cuánto gran señor
le siguió!
Mas, como fuese mortal,
metióle la muerte luego
en su fragua.
¡Oh, juïcio divinal,
cuando más ardía el fuego,
echaste agua!

Pues aquel gran Condestable,
maestre que conocimos
tan privado,
no cumple que de él se hable,
sino sólo que lo vimos
degollado.
Sus infinitos tesoros,
sus villas y sus lugares,
su mandar,
¿qué le fueron sino lloros?
¿Qué fueron sino pesares
al dejar?

Y los otros dos hermanos,
maestres tan prosperados
como reyes,
que a los grandes y medianos
trajeron tan sojuzgados
a sus leyes;
aquella prosperidad
que tan alta fue subida
y ensalzada,
¿qué fue sino claridad
que cuando más encendida
fue amatada?

Tantos duques excelentes,
tantos marqueses y condes
y varones
como vimos tan potentes,
di, muerte, ¿dó los escondes
y traspones?
Y las sus claras hazañas
que hicieron en las guerras
y en las paces,
cuando tú, cruda, te ensañas,
con tu fuerza las aterras
y deshaces.

Las huestes innumerables,
los pendones, estandartes
y banderas,
los castillos impugnables,
los muros y baluartes
y barreras,
la cava honda, chapada,
o cualquier otro reparo,
¿qué aprovecha?
que si tú vienes airada,
todo lo pasas de claro
con tu flecha.

Aquél de buenos abrigo,
amado por virtuoso
de la gente,
el maestre don Rodrigo
Manrique, tanto famoso
y tan valiente;
sus hechos grandes y claros
no cumple que los alabe,
pues los vieron,
ni los quiero hacer caros
pues que el mundo todo sabe
cuáles fueron.

Amigo de sus amigos,
¡qué señor para criados
y parientes!
¡Qué enemigo de enemigos!
¡Qué maestro de esforzados
y valientes!
¡Qué seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
¡Qué razón!
¡Cuán benigno a los sujetos!
¡A los bravos y dañosos,
qué león!

En ventura Octaviano;
Julio César en vencer
y batallar;
en la virtud, Africano;
Aníbal en el saber
y trabajar;
en la bondad, un Trajano;
Tito en liberalidad
con alegría;
en su brazo, Aureliano;
Marco Tulio en la verdad
que prometía.

Antonia Pío en clemencia;
Marco Aurelio en igualdad
del semblante;
Adriano en elocuencia;
Teodosio en humanidad
y buen talante;
Aurelio Alejandro fue
en disciplina y rigor
de la guerra;
un Constantino en la fe,
Camilo en el gran amor
de su tierra.

No dejó grandes tesoros,
ni alcanzó muchas riquezas
ni vajillas;
mas hizo guerra a los moros,
ganando sus fortalezas
y sus villas;
y en las lides que venció,
muchos moros y caballos
se perdieron;
y en este oficio ganó
las rentas y los vasallos
que le dieron.

Pues por su honra y estado,
en otros tiempos pasados,
¿cómo se hubo?
Quedando desamparado,
con hermanos y criados
se sostuvo.
Después que hechos famosos
hizo en esta misma guerra
que hacía,
hizo tratos tan honrosos
que le dieron aún más tierra
que tenía.

Estas sus viejas historias
que con su brazo pintó
en juventud,
con otras nuevas victorias
ahora las renovó
en senectud.
Por su grande habilidad,
por méritos y ancianía
bien gastada,
alcanzó la dignidad
de la gran Caballería
de la Espada.

Y sus villas y sus tierras
ocupadas de tiranos
las halló;
mas por cercos y por guerras
y por fuerza de sus manos
las cobró.
Pues nuestro rey natural,
si de las obras que obró
fue servido,
dígalo el de Portugal
y en Castilla quien siguió
su partido.

Después de puesta la vida
tantas veces por su ley
al tablero;
después de tan bien servida
la corona de su rey
verdadero:
después de tanta hazaña
a que no puede bastar
cuenta cierta,
en la su villa de Ocaña
vino la muerte a llamar
a su puerta,

diciendo: "Buen caballero,
dejad el mundo engañoso
y su halago;
vuestro corazón de acero,
muestre su esfuerzo famoso
en este trago;
y pues de vida y salud
hicisteis tan poca cuenta
por la fama,
esfuércese la virtud
para sufrir esta afrenta
que os llama.

No se os haga tan amarga
la batalla temerosa
que esperáis,
pues otra vida más larga
de la fama glorïosa
acá dejáis,
¡aunque esta vida de honor
tampoco no es eternal
ni verdadera;
mas, con todo, es muy mejor
que la otra temporal
perecedera.

El vivir que es perdurable
no se gana con estados
mundanales,
ni con vida deleitable
en que moran los pecados
infernales;
mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
y con lloros;
los caballeros famosos,
con trabajos y aflicciones
contra moros.

Y pues vos, claro varón,
tanta sangre derramasteis
de paganos,
esperad el galardón
que en este mundo ganasteis
por las manos;
y con esta confianza
y con la fe tan entera
que tenéis,
partid con buena esperanza,
que esta otra vida tercera
ganaréis."

No tengamos tiempo ya
en esta vida mezquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo;
y consiento en mi morir
con voluntad placentera,
clara y pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera
es locura.

Oración

"Tú, que por nuestra maldad,
tomaste forma servil
y bajo nombre;
tú, que a tu divinidad
juntaste cosa tan vil
como es el hombre;
tú, que tan grandes tormentos
sufriste sin resistencia
en tu persona,
no por mis merecimientos,
mas por tu sola clemencia
me perdona."

Fin

Así, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos y hermanos
y criados,
dio el alma a quien se la dio
¡en cual la dio en el cielo
en su gloria,
que aunque la vida perdió
dejónos harto consuelo
su memoria.


A mis soledades voy

Lope Félix de Vega Carpio (1562-1635)

A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.

¡No sé qué tiene la aldea
donde vivo y donde muero,
que con venir de mí mismo
no puedo venir más lejos!

Ni estoy bien ni mal conmigo;
mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
está cautivo en su cuerpo.

Entiendo lo que me basta,
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio.

De cuantas cosas me cansan,
fácilmente me defiendo;
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio.

El dirá que yo lo soy,
pero con falso argumento,
que humildad y necedad
no caben en un sujeto.

La diferencia conozco,
porque en él y en mí contemplo,
su locura en su arrogancia,
mi humildad en su desprecio.

O sabe naturaleza
más que supo en otro tiempo,
o tantos que nacen sabios
es porque lo dicen ellos.

Sólo sé que no sé nada,
dijo un filósofo, haciendo
la cuenta con su humildad,
adonde lo más es menos.

No me precio de entendido,
de desdichado me precio,
que los que no son dichosos,
¿cómo pueden ser discretos?

No puede durar el mundo,
porque dicen, y lo creo,
que suena a vidrio quebrado
y que ha de romperse presto.

Señales son del jüicio
ver que todos le perdemos,
unos por carta de más
otros por cartas de menos.

Dijeron que antiguamente
se fue la verdad al cielo;
tal la pusieron los hombres
que desde entonces no ha vuelto.

En dos edades vivimos
los propios y los ajenos:
la de plata los extraños
y la de cobre los nuestros.

¿A quién no dará cuidado,
si es español verdadero,
ver los hombres a lo antiguo
y el valor a lo moderno?

Dijo Dios que comería
su pan el hombre primero
con el sudor de su cara
por quebrar su mandamiento,

y algunos inobedientes
a la vergüenza y al miedo,
con las prendas de su honor
han trocado los efectos.

Virtud y filosofía
peregrina como ciegos;
el uno se lleva al otro,
llorando van y pidiendo.

Dos polos tiene la tierra,
universal movimiento;
la mejor vida el favor,
la mejor sangre el dinero.

Oigo tañer las campanas,
y no me espanto, aunque puedo,
que en lugar de tantas cruces
haya tantos hombres muertos.

Mirando estoy los sepulcros
cuyos mármoles eternos
están diciendo sin lengua
que no lo fueron sus dueños.

¡Oh, bien haya quien los hizo,
porque solamente en ellos
de los poderosos grandes
se vengaron los pequeños!

Fea pintan a la envidia,
yo confieso que la tengo
de unos hombres que no saben
quién vive pared en medio.

Sin libros y sin papeles,
sin tratos, cuentas ni cuentos,
cuando quieren escribir
piden prestado el tintero.

Sin ser pobres ni ser ricos,
tienen chimenea y huerto;
no los despiertan cuidados,
ni pretensiones, ni pleitos.

Ni murmuraron del grande,
ni ofendieron al pequeño;
nunca, como yo, afirmaron
parabién, ni pascua dieron.

Con esta envidia que digo
y lo que paso en silencio,
a mis soledades voy,
de mis soledades vengo.


Poesía de Francisco de Quevedo (1580-1645)

Toda esta vida es hurtar,
no es el ser ladrón afrenta,
que como este mundo es venta,
en él es propio robar.
Nadie verás castigar
porque hurta plata o cobre;
que al que azotan es por pobre
de suerte, favor y trazas.
que sólo el que roba, triunfa y manda.

El escribano recibe
cuanto le dan sin estruendo,
y con hurtar escribiendo,
lo que hurta no se escribe.
El que bien hurta, bien vive;
y es linaje más honrado
el hurtar, que el ser Hurtado;
suple faltas, gana chazas,
que este mundo es juego de bazas,
que sólo el que roba, triunfa y manda.

Mejor es, si se repara,
para ser gran caballero,
el ser ladrón de dinero
que ser Ladrón de Guevara;
el alguacil con su vara,
con sus leyes el letrado,
con su mujer el casado,
hurtan en públicas plazas,
que este mundo es juego de bazas,
que sólo el que roba, triunfa y manda.

El juez en injuntos tratos
cobra de malo opinión,
porque hasta en la pasión
es parecido a Pilatos.
Protector de los gatos,
porque rellenarlos gusta;
sólo la botarga es justa,
que en lo demás hay hilazas.
Este mundo es juego de bazas,
que sólo el que roba, triunfa y manda.

Hay muchos rostros exentos,
hermosos como tiranos,
que viven como escribanos
de fes y conocimientos;
por el que beben los vientos,
es al que la capa comen:
no hay suerte que no la tomen
con embustes y trapazas.
Este mundo es juego de bazas,
que sólo el que roba, triunfa y manda.

Nota: para el webmaster la anterior va con dedicatoria especial "directísima" a políticos y burócratas.

* * *

Pues amarga la verdad,
quiero echarla de la boca;
y si al alma su hiel toca,
esconderla es necedad.
Sépase, pues libertad
ha engendrado mi pereza,
la pobreza.

¿Quién hace al tuerto galán
y prudente al sin consejo?
¿Quién al avariento viejo
le sirve de río Jordán?
¿Quién hace de piedras pan,
sin ser el Dios verdadero?
El dinero.

¿Quién con su fiereza espanta
el cetro y corona al rey?
¿Quién careciendo de ley
merece el nombre de santa?
¿Quién con la humildad levanta
a los cielos la cabeza?
La pobreza.

¿Quién los jueces con pasión,
sin ser ungüento, hace humanos,
pues untándoles las manos,
les ablanda el corazón?
¿Quién gasta su opilación
con oro y no con acero?
El dinero.

¿Quién procura que se aleje
del suelo la gloria vana?
¿Quién siendo toda cristiana,
tiene la cara de hereje?
¿Qué hace que al hombre aqueje
el desprecio y la tristeza?
La pobreza.

¿Quién la montaña derriba
al valle, la hermosa al feo?
¿Quién podrá cuanto el deseo
aunque imposible, conciba?
¿Y quién lo de abajo arriba
vuelve en el mundo ligero?
El dinero.

* * *

Poderoso caballero
es don Dinero.

Madre, yo al oro me humillo:
él es mi amante y mi amado,
pues de puro enamorado,
de continuo anda amarillo;
que pues, doblón o sencillo,
hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
es don Dinero.

Nace en las Indias honrado,
donde el mundo le acompaña;
viene a morir en España
y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
es hermoso, aunque sea fiero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Es galán, y es como un oro,
tiene quebrado el color,
persona de gran valor,
tan cristiano como moro;
pues que da y quita el decoro
y quebranta cualquier fuero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Son sus padres principales,
y es de nobles descendiente,
porque en las venas de Oriente
todas las sangres son reales:
y pues es quien hace iguales
al duque y al ganadero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Mas, ¿a quién no maravilla
ver en su gloria sin tasa
que es lo menos de su casa
doña Blanca de Castilla?
Pero pues da al bajo silla,
y al cobarde hace guerrero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Sus escudos de armas nobles
son siempre tan principales,
que sin sus escudos reales
no hay escudos de armas dobles;
y pues a los mismos robles
da codicia su minero
poderoso caballero
es don Dinero.

Por importar en los tratos
y dar tan buenos consejos,
en las casas de los viejos
gatos le guardan de gatos.
Y pues él rompe recatos
y ablanda al juez más severo,
poderoso caballero
es don Dinero.

Y es tanta su majestad
(aunque son sus duelos hartos),
que con haberle hecho cuartos,
no pierde su autoridad
pero pues da calidad
al noble y al pordiosero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Nunca vi damas ingratas
a su gusto y afición,
que a las caras de un doblón
hacen sus caras baratas.
Y pues las hace bravatas
desde una bolsa de cuero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Más valen en cualquier tierra,
mirad si es harto sagaz,
sus escudos en la paz,
que rodelas en la guerra.
Y pues el pobre le entierra
y hace propio al foratero,
poderoso caballero
es don Dinero.


El Diablo Mundo (fragmento dedicado a los políticos)

José de Espronceda (1808-1842)

¡Oh cuánto susto y miedos diferentes
cuánto de afán durante algunos años
con vuestras peroratas elocuentes
habéis causado a propios y aun extraños!
Mal anda el mundo, pero ya las gentes
han llegado a palpar los desengaños
y aunque cien tronos caigan en ruina
no menos bien la sociedad camina.

¡Oh imbécil, necia y arraigada en vicios
turba de viejas que ha mandado y manda!
Ruinas soñar os hace y precipicios
vuestra codicia vil que así os demanda.
¿Pensáis tal vez que los robustos quicios
del mundo saltarán si aprisa anda,
porque son torpes vuestros pasos viles,
tropel asustadizo de reptiles?

¿Qué vasto plan? ¿Qué noble pensamiento
vuestra mente raquítica ha engendrado?
¿Qué altivo y generoso sentimiento
en ese corazón respuesta ha hallado?
¿Cuál de esperanza vigoroso acento
vuestra podrida boca ha pronunciado?
¿Qué noble porvenir promete al mundo
vuestro sistema de gobierno inmundo?

Pasad, pasad como funesta plaga,
gusanos que roéis nuestra semilla,
vuestra letal respiración apaga
la luz del entusiasmo, apenas brilla.
Pasad, huid, que vuestro tacto estraga
cuanto toca y corrompe y lo amancilla.
Sólo nos podéis dar, canalla odiosa,
miseria y hambre y mezquindad y prosa.

Basta, silencio, hipócritas parleros,
turba de charlatanes eruditos,
tan cortos en hazañas y rastreros
como en palabras vanas infinitos;
ministros de escribientes y porteros,
de la nación eternos parasitos;
basta, que el corazón aurado salta,
la lengua calla y la paciencia falta.


Denso, denso

Miguel de Unamuno y Jugo (1864-1936)

Mira amigo, cuando libres
al mundo tu pensamiento,
cuida que sea ante todo
denso, denso.

Y cuando sueltes la espita
que cierra tu sentimiento,
que en tus cantos éste mane
denso, denso.

Y el vaso en que nos escancies
de tu sentir los anhelos
de tu pensar los cuidados,
denso, denso.

Mira que es largo el camino
y corto, muy corto el tiempo,
parar en cada posada
no podemos.

Dinos en pocas palabras
y sin dejar el sendero,
lo más que decir se pueda,
denso, denso.

Con la hebra recia del ritmo
hebrosos queden tus versos,
sin grasa, con carne prieta,
densos, densos.


Los justos

Jorge Luis Borges (1899-1986)

Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire
El que agradece que en la tierra haya música
El que descubre con placer una etimología
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez
El ceramista que premedita un color y una forma
El tipógrafo que compone bien esta página que tal vez no le agrada
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto
El que acaricia a un animal dormido
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho
El que agradece que en la tierra haya Stevenson
El que prefiere que otros tengan la razón
Esas personas que se ignoran, están salvando el mundo.

Nota: para el webmaster la anterior no es una poesía en su forma, pero sí en su contenido.


Llega el día

Elías Nandino (1903-1993)

Llega el día en que el hombre se satura y se cansa
del amor, del placer, del dolor, de la esperanza,
y se vuelve solitario, empedernido, mudo
como soltera piedra varada en el desierto.

Llega el día en que nada, absolutamente nada
le despierta deseo. Lo de ayer apetecido
hoy carece de encanto, de sabor, de alegría,
y no lo insita al beso ni tampoco al orgasmo.

Llega el día en que el hombre, insensible, no ambiciona
ni excitar ni excitarse, ni hacer nido con nadie,
porque cualquier contacto ya le produce náusea
o repulsión a humores muy antes deleitosos.

Llega el día en que el hombre consuela su existencia
con el íntimo invierno de recuerdos y rostros
en que a solas tirita. Esta ilusión helada
es el hada que impide que su carne se hedionde.

Llega el día en que el hombre es su cadáver vivo
que continúa de pie. Y si respira, conversa,
camina a tientas, llora en seco, es tan sólo porque
su mineral corazón aún mueve su sangre.

Llega el día en que el hombre, indigesto de mundo,
detesta los mitos, las religiones, la Biblia,
y quisiera haber nacido sin deidades ni avernos,
libre como las nubes, el aire, el sonido.

Llega el día en que el hombre reniega de su especie
en la que cunde el odio, la crueldad, la ambición,
y más al darse cuenta que hay un ardid latente
con que trata de probarlo aquel que lo creó.

Llega el día en que el día ya no llega, y el hombre
se derrumba en la noche de la eterna tiniebla,
despojado de rostro, sin memoria, exprimido,
como grano de arena que se pierde en la arena.

Nota: para el webmaster la anterior no es una poesía en su forma, pero sí en su contenido.


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