Dios no está de mi lado. Ni del tuyo.


Esta es la temporada en que tendemos a pensar en Dios, (si es que pensamos en El alguna vez), y me gustaría dar la opinión de que Dios no está pensando en nosotros. O que si lo hace, no hay manera de saberlo -a menos, claro, que uno sea como Mohamed Atta, con un punto de vista patológico de la fe, o Jerry Falwell, cuya mentalidad es Talibán sin lo sanguinario. Esta semana el líder Talibán, Mohammed Omar, debe estarse preguntando qué tan cerca está de Dios en realidad. En septiembre estaba seguro de que Dios echaba porras a nuestra extinción. Ahora, con la rendición de Kandahar, el mullah debe estar buscando una deidad más competente.

"Un fanático" decía Mr. Dooley de Finley Peter Dunne, "es un hombre que hace lo que piensa que haría El Señor si El conociera todos los hechos de un caso dado". Por otra parte, está la gente como yo con una fanática incertidumbre acerca de los que Dios está pensando. Yo creo en El, de acuerdo. Pero no creo que esté de nuestro lado, ni del de nadie, en las guerras, o que El presida sobre mi juego de boliche.

El acto esencial de fe, me parece, es admiración -una especie de fascinación involuntaria llena de temor. Esto no es la búsqueda que tanto escuchamos en estos días al recordar afectuosamente a George Harrison en My Sweet Lord. No creo en buscar, y no creo en encontrar.

La mayoría de las religiones dificultan el temor de Dios, porque están preocupadas con la ideología, la uniformidad, la lealtad y el favoritismo -que no son las heramientas más útiles para aquellos que escogen vivir en el misterio. Uno dice respetar la religión de los demás, pero es como decir que se piensa que los niños de otro son maravillosos.

Similarmente, si uno reza por dones y protección, uno debe asumir naturalmente que Dios microadministra el universo para ventaja de determinados creyentes. Si uno ve la oración como lo que el teólogo Paul Tillich llamó "un grande y profundo suspiro", la oración se convierte en un acto de adoración inconsciente. La religión se vuelve más generosa y modesta. Aún los Evangelios fueron escritos "según alguien", lo que es una forma de decir "desde un punto de vista".

A uno le gustaría pensar que Dios está de nuestro lado contra los terroristas, porque los terroristas son malos y nosotros buenos, y cualquier deidad que valga debe ser capaz de discernir esta verdad objetiva. Pero esto es simplemente arrogancia bien intencionada con una cubierta de moralidad -la misma clase de pensamiento que hace a la gente decir que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. El Dios al que vale la pena adorar es el que nos hace el cumplido de dejarnos autorregularnos, y podemos regresárselo a través de atender nuestros propios asuntos.

Tan indefinida es mi idea de Dios que ni siquiera lo relaciono con la moralidad. Es agradable creer que Dios quiere que nos portemos bien, y que si lo hacemos, estaremos eligiendo aquello que El esperaba cuando nos dejó solos. Nuevamente, no podemos. ¿Qué tal si Dios es como dijo James Joyce en Retrato del Artista como un Adolescente, alguien que después de la creación se sentó a "limarse las uñas"? La idea es dura de aceptar, es lo que hace a la fe igualmente confusa y estremecedora.

En términos prácticos, puede ser bastante perturbador saber la opinión de Dios sobre temas tales como la clonación humana, el aborto, la oración en las escuelas, la pena de muerte, la ecología, las armas nucleares, la hambruna, la enfermedad y un excesivo número de temas espinosos. ¿Dónde ha estado Dios desde 1973 según los Knicks de Nueva York? Me gustaría saberlo. Si alguien quiere una prueba de que Dios no está del lado de alguien que lo invoca con frecuencia, por favor vea a los deportistas que lo hacen frecuentemente.

Todo este negocio de conocer los mecanismos de Dios es particularmente irritante para los estadounidenses científicos, quienes nos hemos convencido de que somos capaces de conocer todo. Pero siempre es interesante ver como el conocimiento, no importa qué tan fundamental o revolucionario sea, muestra tantos misterios como los que desentraña.

El teólogo Dietrich Bonhoeffer se dirigió hacia los Estados Unidos desde la Alemania Nazi al inicio de la Segunda Guerra mundial, pero luego decidió regresar a su país y unirse a la Resistencia. Participó en un fallido intento de asesinar a Hitler, fue atrapado, encarcelado y ahorcado. Bonhoeffer explicó esta cuestión del conocimiento con el ejemplo de una rosa. Dijo que la ciencia nos permite entender casi todo acerca de la composición de una rosa porque hemos aprendido mucho acerca de la polinización, fotosíntesis y demás. Y aún así, dijo, después de haber hecho todo el análisis nos preguntamos, ¿Qué es una rosa?

Hitler tuvo una pregunta diferente. "¿Quién dice", preguntó, "que yo no estoy bajo la protección especial de Dios?"

Roger Rosenblatt
(v.revista Time del 17 de diciembre de 2001).


Jean Cusset, ateo con excepción de las veces que habla con un ateo, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y prosiguió:

-Hay quienes se sienten agentes de ventas de Dios, y pretenden hablar en nombre suyo. Tal se diría que el Señor les dio una franquicia o concesión como la que reciben los vendedores de hamburguesas. Dios no es una marca registrada. Ninguno lo tiene en monopolio. Nos pertenece a todos, hasta a aquéllos que no lo merecemos. Nadie hay que se atreva a vender el sol, o el aire, o el mar, y sin embargo hay quienes venden a Dios como una mercancía, y convierten su nombre en un producto comercial para sacar dinero. Malditos de Dios serían esos mercaderes si Dios fuera capaz de maldecir. Como yo no soy Dios sí los maldigo. Mi fe me dice que Dios se hará el desentendido mientras acabo de decir mi maldición.

Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.

¡Hasta mañana!...

Armando Fuentes Aguirre, "Catón"
(v.pág.5A del periódico Mural del 8 de julio de 2004).


Si tú le hablas a Dios, eso es una oración. Si Dios te habla a ti en respuesta, eso es esquizofrenia.

Oscar Cruz, obispo filipino
(v."Verbatim" de la edición internacional de Time del 21 de noviembre de 2005).


Cuatro mil millones de gentes dicen que creen en Dios, pero pocos creen verdaderamente. Si la gente creyera en Dios, vivirían cada minuto de sus vidas de acuerdo con esa creencia. La gente rica daría su riqueza a los necesitados. Todo mundo estaría frenético determinando cuál religión es la verdadera. Nadie pordría estar cómodo pensando que pudiera haber escogido la religión equivocada y por este error condenarse eternamente, o tener una mala reencarnación, o alguna otra consecuencia impensable. La gente dedicaría su vida a convertir a otros a sus religiones.

Una creencia en Dios demandaría una devoción obsesiva al cien por ciento, influenciando cada momento en que estamos despiertos durante esta breve vida en la Tierra. Pero cuatro mil millones de los llamados creyentes no viven sus vidas de esa manera, excepto por unos pocos. La mayoría cree en la utilidad de sus creencias -una utilidad terrena y práctica- pero no creen en la realidad subyacente.

Dicen creer porque pretender creer es necesario para conseguir los beneficios de la religión. Declaran a otras gentes que creen y realizan acciones de creyentes, como orar y leer libros sagrados. Pero no hacen las cosas que un verdadero creyente haría, las cosas que un verdadero creyente tendría que hacer.

No es creer decir que Dios existe y continuar pecando y acumulando riqueza mientras gente inocente se muere de hambre. Cuando la creencia no controla tus decisiones más importantes, no estás creyendo en la realidad subyacente, estás creyendo en la utilidad de creer.

La gente alega creer en Dios, pero la mayoría no cree literalmente. Sólo actúan como si creyeran porque existen beneficios terrenales en hacerlo. Crean una ilusión para sí mismos porque ésta los hace felices.

Cuando las ilusiones funcionan bien y el humano suscrito a la ilusión sobrevive, esas ilusiones son pasadas a las nuevas generaciones.

El cerebro humano es un generador de ilusiones. Las ilusiones son alimentadas por la arrogancia -la arrogancia de creer que los humanos son el centro del universo, que sólo nosotros estamos dotados de las mágicas propiedades de alma y moralidad y libre albedrío y amor. Presumimos que un Dios omnipotente tiene un particular interés en nuestro progreso y actividades mientras que pone al resto de la creación como nuestra cancha de juego. Creemos que Dios -porque El piensa igual que nosotros- debe estar más interesado en nuestras vidas que en las rocas y árboles y plantas y aninmales.

La extraña colección de moléculas que conforman a un ser humano permanecerán con ese acomodo por menos tiempo de lo que le toma al universo parpadear. Nuestra arrogancia ocasiona que imaginemos un valor especial a esta colección temporal de moléculas.

Es absurdo definir a Dios como omnipotente y luego cargarle nuestra propia visión miope de la significación de los seres humanos. ¿Qué pudiera ser interesante o importante para Dios que todo lo sabe, todo lo puede crear, todo lo puede destruir? El concepto de 'importancia' es humano, nacido de nuestra necesidad de hacer elecciones para sobrevivir. Un ser omnipotente no tiene necesidad de ordenar cosas. Para Dios nada en el universo sería más interesante, más valioso, más útil, más amenazador o más importante que cualquier otra cosa.

Scott Adams, "God's Debris - A Thought Experiment", Andrews McMeel Publishing, Kansas City, 2001.


Los filósofos enseñan por medio de la razón y los teólogos por medio de la imposición. Como éstos no conocen la duda, se sienten autorizados a comportarse autocráticamente. El pensamiento teológico mantiene al hombre de rodillas, mientras que el pensamiento libre lo sostiene de pie con la cabeza en alto. El peligro de la teología es que se dice dueña de la única verdad, de manera que el hombre arrodillado considera como enemigo a cualquiera que no se postre de rodillas a su lado. El hombre de pensamiento libre, en cambio, aprende las lecciones imprescindibles de la tolerancia mutua. Estas reflexiones las confirman dramáticamente las noticias de todos los días. ¿Cuáles han sido las guerras más cruentas del pasado y de la actualidad? Las religiosas. Siempre lo han sido. A eso nos han llevado las teologías en general y los monoteísmos en particular. No el solo Dios, conste, sino los sacerdotes de sus varias iglesias, los ayatolas, los rabinos, los cruzados y los fundamentalistas de todas las religiones. Por eso se matan con saña exterminadora en Irán e Iraq, en Israel y en los campos de los palestinos (los filisteos del Antiguo Testamento), cuya lucha sin tregua data desde los tiempos bíblicos. Mientras no se practique la tolerancia y el respeto mutuos, la humanidad seguirá condenada en los siglos por venir a pagar con sangre el precio de su intransigencia.

Alguna vez un historiador hará la lista de todos los males que le han venido al hombre por causa de esos que algunos llaman aún "libros sagrados". En esos libros está la semilla de la intolerancia. El creyente está con ellos o contra ellos. Cada libro sagrado parece decir a quien lo lee: "Fuera de mí no hay salvación". Esos libros han dividido a los hombres en bandas inconciliables.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 18 de marzo de 2006).


Lo que más me ha alejado de los devotos de profesión es esa rigidez de costumbres que los hace insensibles a la humanidad. El amor a Dios les sirve de excusa para no amar a nadie. Se diría que sólo se elevan hacia Dios para ejercer su autoridad sobre la Tierra.

Juan Jacobo Rousseau.


Los candidatos que han incorporado a su discurso y a sus estrategias de campaña la ostentación de sus creencias religiosas -lo que tampoco garantiza a los electores que sean modelos de congruencia, ni, mucho menos, que vayan a ser buenos gobernantes si ganan las elecciones-, meten al buen Dios en el mismo predicamento en que lo ponen los boxeadores (o los futbolistas, si se prefiere la analogía) que, en cuanto suena la campana (o el silbato), antes de soltar el primer golpe o el primer puntapié, se santiguan con unción.

¿A cuál de los dos se supone que Dios debe ayudar?... Y si llegara a suceder que uno de ellos no se santiguara -o, al menos, no lo hiciera ostensiblemente- y perdiera el que sí lo hizo, ¿qué pasaría?... ¿Volvería a desgarrarse el velo del templo?... ¿Menguaría la credibilidad de Dios?...

Menos mal que, para esos casos, la literatura, misericordiosa, aporta un argumento en su auxilio: la sarcástica cuarteta anónima que muchos memoriosos almacenan entre sus mejores gemas: "Llegaron los sarracenos / y nos molieron a palos, / que Dios ayuda a los buenos... / cuando son más que los malos".

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 11 de abril de 2006).


Existen quienes creen simplemente que, por definición, Dios no puede ser comprendidos por nuestras limitadas y falibles mentes y almas humanas. Si Dios es definitivamente incomprensible, entonces ¿cómo podemos tener la certeza de cuál es la posición real de Dios en, digamos, el detino de Terri Schiavo? ¿O la moralidad de la anticoncepción? ¿O el papel de las mujeres? ¿O el amor de una pareja homosexual? También la fe para muchos de nosotros está entrelazada con la duda, una duda que puede reforzar la fe dándole perspectiva y sombras. Esa duda significa tener una gran humildad ante el rostro de Dios y una enorme reluctancia a imponer las creencias propias, mediante la ley civil, a alguien más.

Yo estoy en desacuerdo con la polución política de la fe personal sincera. Estoy más fuertemente en desacuerdo con el intento de argüir que un partido representa a Dios y el otro no. Estoy en desacuerdo con tener mi fe cooptada y manejada por gente cuya política no comparto y cuya intolerancia aborrezco. La palabra cristiano no pertenece a ningún partido político. Es tiempo de que la mayoría silenciosa de creyentes la recupere.

Andrew Sullivan
(v.pág.52 de la edición internacional de la revista Time del 15 de mayo de 2006).


¿Microadministra Dios el universo o puso a los humanos en esta tierra con la libertad de cometer errores y la necesidad de vivir con las consecuencias?

Roberta M.Etheredge - Sunnyvale, Cal.
(v."letters" de la edición internacional de la revista Time del 7 de agosto - 14 de agosto de 2006).


El papa Benedicto XVI, quien fue catedrático de dogmática e historia del dogma de 1969 a 1977, se apoyó en un diálogo entre un emperador bizantino del siglo XIV, alimentado por la filosofía griega, y un erudito persa para exponer su razonamiento.

"Para la doctrina musulmana, Dios es absolutamente trascendental. Su voluntad no está ligada a ninguna de nuestras categorías, ni siquiera a la razón".

También citó al teólogo musulmán Ibn Hasn, de los siglos X y XI, según el cual Dios ni siquiera se somete a su palabra "y nada le obliga a revelarnos la verdad".

Según el Sumo Pontífice, quien fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el "encuentro" de la fe bíblica con los interrogantes filosóficos del pensamiento griego, al que se añade "el patrimonio de Roma, creó Europa y sigue siendo el fundamento de lo que se puede llamar Europa". Pero "en el mundo occidental, la opinión de que sólo la razón positivista y las formas de filosofía derivadas de ella son universales domina ampliamente", lamentó el papa.

El problema es que "las culturas profundamente religiosas del mundo consideran justamente que esta exclusión de lo divino constituye un ataque contra sus convicciones más profundas".

(V.pág.17-A del periódico El Informador del 13 de septiembre de 2006).


Para quienes no creen en Dios o no tienen certeza sobre su existencia, o para aquellos que sí ven un papel para la divinidad en el universo pero no la de intervenir directamente en la vida de los humanos, la muerte es un acertijo todavía mayor. Se convierte en una puerta que, muy probablemente, se abre a un abismo insondable de oscuridad y falta de sensaciones. La ausencia de conciencia es lo que más aterra; más que el infierno de los cristianos, la desaparición absoluta de los recuerdos, de los afectos, de los amores: de todo lo que nos hace ser lo que somos.

Dicen los científicos que la energía no se crea ni se destruye sino sólo se transforma. Esta ley de la física les ha dado cierta esperanza en el último siglo a muchos no creyentes de que al final de todo algo puede quedar después de la vida: quizá incluso esa conciencia que nos permitiría mantener nuestra individualidad. Pero la verdad es que, de no aceptarse el concepto religioso, lo más probable es que esa persistencia de la energía se lleve a cabo de maneras que no permitan que se mantengan ni la conciencia ni la individualidad.

Sergio Sarmiento
(v.pág.8 del periódico Mural del 2 de noviembre de 2006).


Hace más de tres siglos, el filósofo francés Blas Pascal sugería a quienes tenían dudas sobre la existencia de Dios que la actitud más racional era apostar por su existencia. El argumento iba más o menos así: si uno cree y dios existe, será recompensado al término de la vida; en tanto que si uno no cree y dios existe, será castigado. Por otro lado, si uno cree y dios no existe, no habrá recompensa alguna; en tanto que si uno no cree y dios no existe, tampoco la habrá. La única forma de asegurar la recompensa y evitar el castigo es, según Pascal, creer en su existencia.

Marco Provencio
(v.pág.20 del periódico Público del 2 de febrero de 2007).


Pocos científicos dudan que encontrarán la conciencia en la actividad del cerebro. Para muchos no científicos, este es un prospecto terrible. No sólo estrangula la esperanza de que sobreviviremos a la muerte de nuestros cuerpos, sino también parece socavar la noción de que somos personas libres responsables de nuestras elecciones -no sólo durante esta vida, sino también en la vida futura. En su ensayo milenario "Sorry, but Your Soul Just Died", Tom Wolfe se preocupa de que cuando la ciencia haya matado al alma, "el espeluznante carnaval que se originará hará que la frase 'el eclipse total de todos los valores' parezca inocua".

Mi punto de vista es que será al revés: la biología de la conciencia ofrece una base más sólida para la moralidad que el improbable dogma de un alma inmortal. No es sólo que el entendimiento de la fisiología de la conciencia vaya a reducir el sufrimiento humano mediante nuevos tratamientos para el dolor y la depresión. Ese entendimiento puede también forzarnos a reconocer los intereses de otros seres: el núcleo de la moralidad.

Como cada estudiante en Filosofía 101 aprende, nada puede obligarme a creer que alguien aparte de mí esté consciente. Este poder para negar que las otras personas tienen sentimientos no es sólo un ejercicio académico sino un vicio muy común, como lo observamos en la larga historia de la crueldad humana. Pero una vez que nos damos cuenta de que nuestra propia conciencia es producto de nuestro cerebro y de que otra gente tiene cerebros como el nuestro, la negación de la sensibilidad de otra gente se vuelve absurda. "¿No tiene ojos un judío?" preguntó Shylock. La pregunta hoy es más exacta: ¿No tiene un judío -o un árabe, o un africano, o un bebé, o un perro- un córtex cerebral y un thalamus? El hecho innegable de que estamos hechos de la misma materia neural hace imposible que neguemos nuestra común capacidad de sufrir.

Y cuando se piensa en ello, la doctrina de una vida futura no es una idea tan edificante después de todo, porque devalúa necesariamente la vida en la tierra. Sólo recuerden la gente más famosa en la memoria reciente que actuó con la esperanza de una recompensa en el más allá: los conspiradores que secuestraron los aviones el 11 de septiembre.

Piensen, también, en por qué algunas veces nos recordamos a nosotros mismos que "la vida es corta". Es un ímpetu para extender un gesto de afecto a alguien que amamos, para enterrar el hacha en una disputa sin sentido, para usar el tiempo productivamente en lugar de malgastarlo. Yo alegaría que nada le da más propósito a la vida que el darnos cuenta de que cada momento de conciencia es un regalo precioso y frágil.

Steven Pinker, profesor Johnstone de psicología en Harvard y autor de The Language Instinct, How the Mind Works y The Blank Slate
(v.pág.45 de la edición internacional de la revista TIME del 12 de febrero de 2007).


En mi carrera como médico, nunca he presenciado una curación milagrosa, y tampoco espero verla. Considero, así mismo, que la oración no es un medio para controlar a Dios y lograr que haga lo que queremos. Para mí, orar es comulgar con Dios. Rezo para tratar de entender lo que debo hacer, en vez de decirle a Dios Todopoderoso lo que El debe hacer. El "Padre Nuestro" es el mejor ejemplo: dice "hágase tu voluntad" y no "Padre nuestro, que estás en el Cielo, por favor, consígueme un lugar donde estacionarme".

Si Dios interviniera milagrosamente cada vez que uno de nosotros decide hacer algo malo, el mundo sería un lugar del todo extraño, caótico e imprevisible. El libre albedrío nos lleva a hacer cosas terribles y, en consecuencia, mueren muchos inocentes. Sin embargo, los únicos culpables son los malhechores, no Dios. Lo que resulta difícil de explicar es por qué hay sufrimiento sin una mala acción humana de por medio: un niño con cáncer, un desastre natural, un tornado o un tsunami. ¿Por qué Dios no impide que ocurran esas cosas?

Francis Collins, líder del Proyecto Genoma Humano y autor del libro The Language of God.

El físico estadunidense Steven Weinberg, quien es ateo, se pregunta por qué seis millones de judíos, -entre los cuales estaban incluidos sus familiares-, tuvieron que morir en el Holocausto para que los nazis ejercieran su libre albedrío.

Algunos filósofos, como Charles Hartshorne, sugieren que quizá Dios no controla plenamente su creación. Annie Dillard, poeta, expresa esta idea en su frase: "Dios, el capaz a medias".

John Horgan, autor especializado en temas científicos, quien en El fin de la ciencia y Rational Mysticism explora los límites entre la ciencia y la espiritualidad, dirige el Centro para Escritos Científicos del Instituto Stevens de Tecnología, en Hoboken, Nueva Jersey
(v."Voces" de la revista National Geographic en Español de febrero de 2007).


Han empezado a resucitar los viejos demonios que creíamos enterrados, o al menos domesticados, como los nacionalismos, los integrismos religiosos, las querellas fronterizas, los conflictos étnicos y raciales y el perfeccionamiento y propagación del terrorismo, que incendian múltiples regiones, desintegran países y siembran calles y campos de cadáveres de inocentes. Ello lleva a preguntarnos si vale la pena seguir luchando por cambiar un mundo que, como expresa Shakespeare: "Parece creado por un siniestro dios del ruido, del furor y el sin sentido".

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 3 de marzo de 2007).


Una reciente investigación publicada en el número de marzo pasado de la revista Psychological Science, podría aclarar la relación entre adoctrinamiento religioso y violencia, tópico que ha ganado creciente notoriedad con la ola de ataques terroristas desde el 11 de septiembre. Investigadores de la Universidad de Míchigan encabezados por Brad Bushman sugieren que cuando la violencia en las Escrituras aparece apoyada por Dios, los niveles de agresión se incrementan, en especial entre creyentes.

Los resultados no deberían sorprender; recordemos que los esclavistas en el no tan viejo sur de Estados Unidos encontraban en la Biblia sostén divino para condenar a los negros a la esclavitud. Ya un sacerdote ilustrado comentó durante un debate televisivo, que "con la Biblia se puede fundamentar lo que sea". Siempre encontraremos un versículo al gusto de la más aberrante opinión.

Los autores del nuevo estudio examinaron esa interacción entre "mandatos divinos" y violencia con una serie de experimentos en los que emplearon estudiantes de universidades con dos diversas actitudes religiosas: la Brigham Young University, donde el 99% de los estudiantes declararon creer en Dios y en la Biblia (como palabra divina), y la Vrije Universiteit de Amsterdam, Holanda, donde sólo un 50% declaró creer en Dios y apenas el 27 aceptó la Biblia como expresión divina.

Luego de reportar su afiliación religiosa y creencias, los participantes leyeron un relato, adaptado de un pasaje oscuro de la Biblia, en el que se describe la brutal tortura y asesinato de una mujer y la subsecuente venganza tomada por su esposo contra los atacantes. (Debe de ser el relato "El levita y su concubina", en Jueces 19 y 20, donde los aliados del levita preguntan a Dios si deben pelear contra hermanos, la tribu de Benjamín, a la que pertenecían los hombres que violan y matan a la concubina porque el anfitrión de éste, como en el caso de Lot en Sodoma, se niega a entregar al levita, como exigen los lujuriosos que rodean su casa: "Saca al hombre que ha entrado en tu casa para que lo conozcamos". Dios responde que deben hacer guerra contra ellos. Derrotados los vengadores varias veces, preguntan de nuevo a Dios y les responde que vuelvan al ataque porque esta vez les entregará a los de Benjamín. 20:35: "Y derrotó Jehová a Benjamín delante de Israel; y mataron los hijos de Israel aquel día a veinticinco mil cien hombres de Benjamín". Luego matan a cuanto hombre encuentran, lo mismo a las bestias "y todo lo que fue hallado; asimismo pusieron fuego a todas las ciudades que hallaban." 20:48.)

A la mitad de los participantes se les dijo que el pasaje provenía del libro de los Jueces en el Antiguo Testamento (donde viene el relato de Sansón y Dalila), mientras que a la otra mitad se le dijo que el relato provenía de un antiguo rollo descubierto en una expedición arqueológica. Además de la diferencia en cuanto al origen del texto, la mitad de los participantes, tanto del grupo Biblia como del grupo rollo antiguo, leyeron una versión arreglada que incluía el versículo: "Y el Señor ordenó a Israel tomar armas contra sus hermanos y castigarlos ante el Señor."

Luego los participantes fueron colocados en pares e instruidos para competir en una tarea sencilla de reacción. El ganador podía agredir a su oponente con un ruido de hasta 105 decibeles, más o menos el volumen de una alarma de incendio. El test medía agresión.

Tal como se esperaba, los alumnos de la Brigham Young, de alta religiosidad, fueron más agresivos, es decir emplearon mayor volumen en sus estampidos, cuando se les había dicho que el pasaje previamente leído procedía de la Biblia y no del rollo. De forma similar, los participantes fueron más agresivos si habían leído el versículo adicional que describe a Dios imponiendo la violencia.

En la más secular, y holandesa, Vrije Universiteit, los resultados fueron sorprendentemente similares. Aunque sus estudiantes resultaron menos inclinados a recibir influencia por la fuente del material, también emplearon volumen más agresivo cuando el pasaje leído incluía el apoyo de Dios a la violencia. Este efecto ocurrió hasta en los no creyentes, aunque en menor medida.

La investigación arroja luz sobre los posibles orígenes del fundamentalismo religioso violento y está en línea con teorías propuestas por estudiosos del terrorismo religioso, quienes plantean la hipótesis de que la exposición a escrituras violentas puede inducir a los extremistas a involucrarse en acciones agresivas. "En la medida en que los extremistas religiosos se involucran en prolongadas lecturas selectivas de las escrituras, y en vez de tomar el mensaje general de aceptación y comprensión se enfocan en los castigos violentos que reciben los no creyentes", escribe Bushman, "uno puede esperar que verá un incremento de la brutalidad."

Referencia: (Association for Psychological Science, "When God sanctions killing, the people listen".)

Luis González de Alba
(v.pág.34 del periódico Público del 8 de abril de 2007).


El mayor conflicto no es entre las religiones como creen algunos ingenuos; el verdadero conflicto es entre quienes quieren la democracia laica y quienes quieren la teocracia. [Entre] quienes aspiran a una democracia donde la religión sea un asunto privado y un derecho de cada cual, pero no un deber colectivo, y los que tienen visiones teocráticas de la comunidad inspiradas en la fe de uno u otro dios y quieren que la religión sea un deber de todos.

Fernando Savater
(v.pág.17 del periódico Público del 13 de abril de 2007).


La primera razón de violencia en el mundo ha sido, desde que tenemos conocimiento histórico, la religión, y la segunda el nacionalismo. Todos los grandes enfrentamientos religiosos han tenido también un inocultable contenido nacionalista. Son las dos fuentes principales del Apocalipsis en la historia. En nuestros días hemos tenido una confirmación trágica y al mismo tiempo grotesca de cómo las pasiones religiosas incendian y envenenan a millones de almas arrastradas en la vorágine de fundamentalismos irreductibles. La pasión nacionalista la hemos visto en los Balcanes, en el corazón de Europa, que se tradujo en un estallido irracional de inhumanidad y salvajismo. Cuando se hurga en el fondo de estas catástrofes, se advierten las raíces envenenadas de ambos fanatismos. ¿Culpables?: quienes asumen la religión de una manera fundamentalista, excluyente, fanática, y quienes han hecho del nacionalismo una religión. En el Siglo de las Luces se llegó a pensar que la cultura sería el gran antídoto contra el fanatismo, la intolerancia, y contra esa forma de irracionalidad que es pretender imponer a nuestros semejantes una verdad única.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 21 de abril de 2007).


Convertir las propias creencias en obligaciones para otros no puede ser otra cosa que fundamentalismo, el mismo que tanto se critica de otras religiones.

Luis Petersen Farah
(v.pág.19 del periódico Público del 22 de abril de 2007).


En los tiempos que corren es urgente aprovechar las ventanas que se presenten para debilitar la teocracia, cualquiera que sea su profesión de fe, y lograr que se aleje cada vez más de nuestra vida pública, para que esta vida sea abierta, incluyente e igualitaria para todos.

Myriam Vidriales
(v.pág.22 del periódico Público del 27 de abril de 2007).


Practicar una religión sin conocer su historia es una resistencia común en los que se consideran religiosos a ciegas. A lo largo de los años hemos sido testigos de la tiranía religiosa, la que sea, del mundo católico o musulmán, especialmente. La religión no te enseña a pensar; más bien dogmatiza el pensamiento. Es una educación trucada en base a sucesos históricos que nadie ha podido aun comprobar. Es la superstición la que crea las iglesias en cualquier religión. Y son los sacerdotes los que dominan a los supersticiosos.

Craso error es confundir a la fe con la religión, con un Dios, el que sea. Porque la fe es una necesidad , un instinto por sobrevivir. Un yo interior. Un confiar en sí mismo. La fe es un rechazo al pesimismo, un estado de optimismo. Para tener fe no hacen falta santos, dioses ni líderes espirituales. La fe no es más que un instinto intelectual de autoconfianza.

Las religiones, en cambio, usan el concepto de la fe para mover conciencias a su favor, en detrimento del desarrollo de los pueblos. Con el uso que las religiones han hecho de la fe han muerto millones de personas y animales, por siglos. Se ha sacrificado el progreso. Se ha vuelto improductiva la naturaleza. Han desaparecido razas y países o tribus. La historia de la religión es una historia de barbarie.

Difícilmente puede hablarse del clero religioso, cualquiera, como un pensamiento que deja a los demás la libertad de elegir su propio razonamiento. En vez de consagrarse al servicio del culto, intervienen en política, manipulan a su grey e influyen en decisiones que solo al estado laico pertenecen. El cielo es de todos: agnósticos o ateístas, creyentes o liberales. Bendecidos o no por cualquier dios, queda el espíritu personal de cada quien para escoger sus creencias.

Finalizo: ningún estado de derecho se puede socavar por pensamientos religiosos. No es sano para ningún pueblo confundir los deberes sociales con los religiosos.

Una certeza: muchos religiosos aprendieron a separar la laicidad de la Iglesia. La fe avanza.

Braulio Peralta
(v.pág.39 del periódico Público del 30 de abril de 2007).


Yo sí creo en Dios, lo que pasa es que es un monstruo, porque cómo siendo todopoderoso, pudiendo hacer todo bien, hizo esta chambonada de mundo. Y nos impuso el dolor, la enfermedad, la muerte y nos llenó de ciclones y de sida y de tuberculosis y del PRI, del PAN y del PRD.

Fernando Vallejo, escritor
(v.pág.45 del periódico Público del 25 de mayo de 2007).


Religión errónea la que trata de persuadirte de que Dios está, invariable y automáticamente, de tu lado.

Rowan Williams, arzobispo de Canterbury
(v.pág.27 de la edición internacional de la revista TIME del 18 de junio de 2007).

Religión errónea.


A los modernos partidarios del "diseño inteligente" les recuerda Francisco J.Ayala (en su libro Darwin y el diseño inteligente) que el "mundo de la vida está lleno de imperfecciones, defectos, sufrimiento, crueldad y aun sadismo. La espina dorsal está mal diseñada, los depredadores devoran cruelmente sus presas, los parásitos sólo pueden vivir si destruyen a sus huéspedes y 20% de todos los embarazos abortan espontáneamente durante los dos primeros meses de la preñez". Si todos estos males fueran el fruto del diseño específico del creador, éste sería un diseñador torpe, cruel y mísero, viene a decir Ayala, para añadir que la teoría de la evolución explica tanta calamidad como consecuencia de la selección natural, proceso torpe y azaroso. A muchos les resultará difícil de entender, sin embargo, como la mera reclasificación de los aludidos males como efectos indirectos o colaterales de la acción divina pueda hacerlos compatibles con un Dios de amor, misericordia y sabiduría.

Concluye que, si admitimos que el universo no tiene por qué tener propósito alguno, que puede ser un ente accidental y sin norte, no hay necesidad de andar enredando con falsas nociones y preguntas.

Francisco García Olmedo
(v.pág 6 de la sección "Visor" del periódico Público del 24 de junio de 2007).


El más grande logro de Occidente fue la separación de los mundos divino y humano: dio al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, como pidió Cristo sin saber que en su nombre se levantaría un imperio con césar y pontífice en uno: poder terreno y espiritual unidos en la Roma papal como en los reyes-sacerdotes mayas. La separación de ciencia y espiritualidad, de conocimiento natural y religión, fue un logro germinal de Occidente porque de allí procede el origen de la ciencia, la filosofía y su más reciente derivado: la revolución tecnológica que ha hecho de los países occidentales la Meca (gulp) de todos los inmigrantes.

Dos son los momentos fundacionales de la ciencia. Uno, la ruptura de los filósofos jonios con las explicaciones espirituales del mundo, ruptura que trajo la poderosa idea de explicar la Naturaleza por la Naturaleza misma y no por fuerzas ajenas a ella, se llamaran Zeus, Jehová, Kukulkán o Quetzalcóatl. Y dos, la recuperación de esa idea maravillosamente sencilla por la Italia del siglo XV, lo cual abrió la puerta al Renacimiento que se extendió por toda Europa.

Para que viéramos el desarrollo científico y tecnológico de los últimos dos siglos, con su carga de bienes y servicios jamás gozados ni por los antiguos príncipes, fue necesario que nunca más hubiera reyes-sacerdotes como en Roma o Chichén Itzá. Mientras el conocimiento estuvo bloqueado por ideas espirituales, no hubo ciencia. La ciencia se deriva de la convicción, surgida en Jonia y sólo en Jonia en el siglo VI antes de Cristo, de que los hechos naturales pueden explicarse en base a procesos regulares y a la vez naturales; de que la naturaleza es comprensible por la razón.

Una grandiosa cultura, la maya, no superó la edad de piedra porque no descubrió los metales duros: cobre, hierro. Quizá por estar atareados en levantar a sus dioses pirámides recubiertas de estuco. Para obtenerlo debían quemar inmensas extensiones de selva, lo cual trajo una catástrofe primero ecológica, luego política con el colapso, en el siglo IX de nuestra era, de la autoridad basada en reyes-sacerdotes.

Ninguna cultura del continente americano urdió el sencillo artefacto que se produce al atravesar una rueda con un eje: la carretilla egipcia, el carro babilonio. De igual forma, ninguna gran cultura del mundo, salvo Jonia del siglo VI a. C., se propuso conocer el mundo sin ayuda de intervenciones espirituales.

Luis González de Alba
(v.pág.33 del periódico Público del 22 de julio de 2007).


Las religiones son amalgamas de creencias inverificables, supersticiones, leyendas, cuentos edificantes, tabúes y profecías, que inspiran la cotidianidad de personas de todas las clases sociales.

Fernando Savater


Dijo Xenófanes en el siglo VI AC: "Si los caballos y los leones tuvieran manos y dibujaran, los caballos dibujarían a los dioses como caballos y los leones como leones...". ¡Genial! Jamás han recibido las religiones, todas, un madrazo parecido.

Luis González de Alba
(v.pág.17 del periódico Público del 13 de agosto de 2007).


Para los fanáticos, la realidad ha sido definida de una vez por todas por un texto sagrado. Para ellos, el texto sagrado, por definición, es un texto terminado y exclusivo. Nada se le puede añadir. El texto sagrado ofrece refugio perfecto a los inseguros, que con la protección del texto dogmático, proceden a excomunicar a aquéllos cuya seguridad consiste en buscar la verdad, no en tenerla.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 25 de agosto de 2007).


Toda religión está llena de doctrinas y creencias que pueden parecerle locas a los extraños. Jesús podría ser visto como un vendedor de aceite de serpiente si uno no es un comprador de aceite de serpiente. Jacob Weisberg, editor de Slate, declara que el mormonismo es diferente por ser tan "reciente", relacionado a eventos milagrosos en el siglo XIX en el estado de Nueva York. Bueno, no sé. La pátina del tiempo pudiera explicar por qué la caminata de Jesús sobre el agua es más fácil de creer que los placas doradas y cristales mágicos de Smith. Pero no llega tan lejos como para justificar la distinción. Para mí, cualquier candidato que crea en la verdad literal del Viejo Testamento, del Nuevo Testamento, del Libro de Mormón o de las novelas de Jane Austen, es probablemente demasiado crédulo como para llegar a presidente.

Michael Kinsley
(v.pág.19 de la edición internacional de la revista Time del 17 de septiembre de 2007).


En un estado laico como lo es (gracias a Dios) el nuestro, las políticas públicas pueden o no coincidir con los principios de una determinada religión, pero en ningún caso un principio religioso como tal se debe convertir en una política de estado.

Si así fuera se estarían imponiendo a todos las creencias de unos, violando su derecho a la libertad de credo.

Por eso no hay otro camino que el laicismo. Quien piense lo contrario, lo que quiere es vivir en una teocracia y no en una democracia.

El lugar para inculcar principios religiosos es en las escuelas e instituciones privadas creadas con tal fin, mas no en las públicas, y los que nos llamemos demócratas debemos asegurarnos que a quien le interese recibir o impartir cualquier tipo de educación religiosa pueda hacerlo libremente y sin impedimento alguno.

Sólo así es como concibo el que existan y asuman puestos de poder demócratas con subtítulo de cristianos, de judíos, de musulmanes o de ateos.

Demócratas que desde su propias convicciones personales nos garanticen que si nuestros hijos asisten a una escuela pública, no regresarán a casa diciéndonos que tal o cual cosa es pecado, pero sí diciéndonos que tal o cual cosa es ilegal.

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(v.pág.6 del periódico Mural del 4 de octubre de 2007).


¡Milagro, milagro! decía el encabezado de la nota que describía el primer triunfo rojinegro en el torneo de apertura 2007. Pero el milagro en este caso no era un mero decir.

Para muchos fue el resultado de una petición divina que unos días antes habían hecho mediante la celebración de una misa en el estadio Jalisco, a la que todos los jugadores asistieron.

Cuando leí que por motivo de los pésimos resultados futbolísticos el equipo Atlas había organizado esa misa para intentar revertir la situación, la verdad me quedé atónito.

Según las declaraciones hechas la finalidad de la ceremonia era "...que el grupo se uniera, se compenetrara y lograr el bien común pues las ocho derrotas habían dañado el ánimo de los jugadores y la obtención del triunfo era ya una obsesión y no una meta sana".

Sin embargo, en la mente del público el objetivo era mucho más simple, mucho más directo y mucho más equivocado: "pedirle a Dios ganar el próximo partido".

Debido a que muchos creen que con sólo rezar se pueden lograr resultados favorables como ganar un partido de futbol, en algún momento de los ruegos surgió la única frase sensata que en estos casos aplica: "a Dios rogando y con el mazo dando".

Sin embargo, sucedió lo que me temía que ocurriera, que después de la misa efectivamente ganaran, porque ahora, más de algún jugador, directivo o seguidor habrá quedado convencido de que sus oraciones tuvieron el efecto deseado: ganar el partido. Que Dios tuvo que ver en el triunfo (¿o en el fracaso del otro?).

¿Qué le pide a Dios un jugador que esta a punto de ejecutar un tiro penal, y qué le pide a Dios el portero que en ese mismo momento intentará pararlo?

Es obvio que el primero le pide meter la pelota a la portería y el segundo, pararla.

Frente a estas dos peticiones simultáneas la pregunta es: ¿que hará Dios? A quien le hará el favor, ¿al tirador o al portero? ¿Al que fue a misa o al que no fue; al honorable o al deshonesto?

La respuesta es que a nadie. Porque independientemente de las cualidades o defectos morales de los involucrados, de su fe o de su falta de fe o de que hayan o no rezado, si la penal es bien tirada será gol. Si no, pos' no.

Y no hay plegaria que pueda cambiar el curso de un tiro desviado, porque Dios no interviene para que las leyes del universo sean anuladas en beneficio de quienes le piden algo. Ni tampoco en perjuicio de quienes no le piden nada, lo desconocen o ni siquiera le hablan.

Y es que la mayoría de la gente reza para pedir cosas. Piden la cura de enfermedades, la cancelación de deudas y favores de toda índole. Piden que sus problemas, cualquiera que estos sean, desaparezcan como por arte de magia.

El peligro de solicitar estas intervenciones divinas es que cuando las cosas resultan favorables al "pedinchi" si éste no tiene la capacidad intelectual o la cultura suficientes para atribuir el buen resultado a su esfuerzo personal, a los errores de otros, a las leyes de la naturaleza o a las condiciones físicas y materiales involucradas en el proceso, el peticionario queda religiosamente atrapado en una falsa ecuación mental: ritual + oración = deseo cumplido.

Esta fórmula, equivocada a más no poder, es utilizada como sustituto del esfuerzo personal, de la planeación y del trabajo. Y quienes creen en ella, cada vez que enfrentan un reto, en lugar de ellos mismos prepararse para vencerlo, repiten la cómoda fórmula, y le piden a Dios que "nuevamente" interceda en su favor.

Confían más en Dios que en ellos mismos, llegando al fanatismo extremo de incluso dejarse morir, por esperar la intervención de Dios en lugar de la del doctor.

Lo importante de casos como éste, de los que hay muchos, es entender que si por ejemplo el Atlas ganó, no fue por alguna intervención divina sino porque simplemente metieron un gol más que sus adversarios. Y la misa y las oraciones realizadas en todo caso sirvieron de motivación para jugar mejor y atinarle a la portería.

Si no se entiende así el resultado del partido, en lugar de haber sido de 3 goles a 2, habrá sido de 3 goles a Dios. Uno por cada distorsión, por cada superstición y por cada falsa ilusión.

El rabino Abraham Joshua Heschel (1907-1972) decía que la oración es acción. Es un punto de vista desde el cual observamos, desde el cual respondemos a los desafíos que enfrentamos.

En lugar de rezar para pedir intervenciones celestiales que modifiquen el curso natural de las cosas, hay que meditar, reflexionar y pensar en lo que uno mismo puede y debe hacer para cambiar el curso de las cosas que nos afectan o nos desagradan y actuar en consecuencia.

La oración (si algo es) es preámbulo a la acción. Es el inicio, no el fin. Y es por sobre todo, un acto privado, un compromiso personal, un acto íntimo y confidencial, que al menos en mi opinión, si se lleva a cabo en un estadio, con fotógrafos y televisión presentes, se convierte en un acto público, se sale del terreno de la intimidad y entra al terreno del espectáculo. Y ése hay que dejárselo al futbol.

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(v.pág.6 del periódico Mural del 11 de octubre de 2007).


Son todos los curas de las 3 religiones monoteístas, judíos, cristianos y musulmanes, quienes han traído al mundo la vergüenza del cuerpo, la repugnancia por el sexo (salvo en la sacristía) y la creencia en un Ser pleno de ira, venganza, mandatos, injustas predilecciones y megalomanía; un Poder Infinito que pone pruebas cuyo resultado conoce por anticipado y aplica la sevicia de torturas eternas, sin Comisión de Derechos Humanos, el llamado Jehová, Dios, God, Alá. ¿Hasta cuándo nos libraremos de sus voceros?

Pensemos en nosotros y en los terrores que la religión produce en muchos niños, en las lesiones psicológicas dejadas por un aprendizaje espeluznante que pinta un dios pícaro que mete zancadilla para vernos caer y luego, a diferencia del pícaro, que sólo se ríe de nosotros, nos manda al fuego eterno, siendo que no le pedimos ni la vida ni las pruebas. Es el Dios de católicos, protestantes, testigos de Jehová y cuanto hongo crece a esa sombra. Es el Creador cuya sublime maldad nos hizo de tal forma que debemos comernos unos a otros para sobrevivir: el conejo mata verduras, el lobo, conejos. Una avispa paraliza orugas para dar alimento vivo a sus larvas que devoran por dentro la oruga. ¿Bondad del Creador?

Nada produce más severos y permanentes daños que aterrar a los niños con imágenes de un Ser que exige sufrimientos y sacrificios, condena a la humanidad a padecer en esta vida y más en la eterna por el pecado de desobediencia más bobo imaginable: una mordida a lo que había prohibido y hace pasar la pena de padres a hijos y a nietos por los siglos de los siglos... hasta que no lo calma sino la sangre ¡de su propio hijo!; exige que Abraham lance al desierto a la esclava que le había dado un hijo porque ahora ya tiene otro, nacido de su legítima esposa.

Ahogó en un Diluvio Universal no sólo a niños inocentes, sino miles de animales y plantas que no tienen ni concepto de bien y de mal. Se cuidó de salvar una pareja de cada especie... aunque nunca nos explica esa infantil narración cómo hizo Noé para llegar a Australia y conseguir sus canguros, cómo llegó al Polo Norte por osos polares y al corazón de la Amazonia por sus boas constrictor. ¿Y por qué razón los peces, las almejas y otros seres marinos se salvaron del castigo? Historia ridícula escrita por pastores imaginativos.

Con citas de la Biblia los judíos apedreaban a muerte a la mujer encontrada en adulterio (pero no al hombre), y con citas de la Biblia los nazis llevaron a los hornos a seis millones de judíos, homosexuales y gitanos. Los esclavistas sureños en Estados Unidos probaban con la Biblia que Dios había hecho a los negros para servir a los blancos.

Y así seguiremos mientras no evitemos el nudo que nos atan en la infancia. Por eso las diversas iglesias nos quieren imponer la educación religiosa desde los primeros grados: saben que después, cuando la persona ya piensa, es demasiado tarde: la clientela no llega.

Luis González de Alba
(v.pág.19 del periódico Público del 15 de octubre de 2007).


La religión es mejor cuanto más lejos está del poder político (...) A veces, la gente piensa que si algo está hecho en nombre de la fe o la religión, debe de ser bueno. Por desgracia, eso no es cierto.

No sé si existe Dios o no. Nadie lo sabe, digan lo que digan (...) Si se mantiene invisible, es porque está avergonzado de sus seguidores y la crueldad e ignorancia de las que hacen uso en su nombre. Si fuera él, yo no querría tener nada que ver con ellos.

Philip Pullman, escritor d ela trilogía "La materia oscura"
(v.pág.6-E del periódico El Informador del 4 de diciembre de 2007).


Si Dios nos creó a su imagen y semejanza como expresa el texto bíblico, ¿por qué no salimos así?

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 15 de diciembre de 2007).


No podemos volver al Estado Teocrático Medieval. Los calabozos de la Inquisición no son respuestas a los campos de "Gulag" (campos de castigo en Siberia). No vale la pena "sustituir el Estado-Partido por el Estado-Iglesia", una ortodoxia por otra. La única arma eficaz contra las ortodoxias, es el ejercicio de la crítica; para defendernos de la intolerancia y los fanatismos, no tenemos más recurso que ejercer, con firmeza, pero con lucidez, las virtudes opuestas: la tolerancia y la libertad de espíritu.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 22 de diciembre de 2007).


Desde que se inventaron las religiones, o aparecieron, sus mandos, gobiernos o poderes son afines, parientes, cómplices o socios de quienes dominan políticamente; es más que sabido, aunque omitido. Y de aquí antes de la conquista europea, las teocracias no han tenido cabal solución de continuidad. Si se ha de admitir lo que ponderada y escrupulosamente propone Gonzalo Puente Ojea ("Fe Cristiana, Iglesia, Poder", S. XXI, España, 1991) "En un país de tradición cristiana, la disposición mental favorable a comportamientos fideistas es inculcada desde la infancia" lo que conlleva incapacidad o imposibilidad, según razona Puente, un "superego que condiciona drásticamente toda la economía afectiva de la personalidad". Si se aplican estas aserciones a los estados de la república, y a más de un área metropolitana, se reconocerá la facilidad de suscitar simpatías o empatías para un ávido de votos o cargos civiles, con faramallas seudo religiosas.

Francisco Martín Moreno, en su novela histórica "México ante Dios" (Alfaguara, México, 2006) previene y recuerda en su prólogo inevitable: "...sin olvidar a Victoriano Huerta porque el asesino tuvo la osadía de invocar en la Cámara de Diputados el nombre de Dios, ni a la 'dictadura Perfecta' y a sus otros 70 años de imposición corporativa priista que culminaron con notable éxito el desquiciamiento del país. ¿Cuándo vimos predicar a la iglesia desde los púlpitos el amor a la democracia?".

Y otra vez, no obstante, se señala y requiere: "La tan extendida insatisfacción espiritual es debida a la neurosis de vacío que está desgarrando al mundo, no sólo en política, sino emocionalmente. Somos hijos de nuestro tiempo, escépticos, incrédulos nihilistas... Todas las fes hoy vivas ansiosamente buscan sobrevivir y se están readaptando a las nuevas condiciones de la vida. El Hinduismo y el Budismo revisan su actitud social mientras preservan sus valores permanentes..." (S. Radhakrishnan, "La Religión y el Futuro del Hombre", Guadarrama, 1969). Más les vale, fe y poder se anulan, finalmente. Revísese la historia en todos los tiempos y continentes.

Froylán M. López Narváez
(v.pág.10 del periódico Mural del 27 de diciembre de 2007).


Lo que es irracional lo puede entender cualquiera. Es por eso que la religión apareció en el mundo tan temprano y se extendió tanto, mientras que la ciencia apareció muy tarde y no se ha extendido casi nada.

G.K.Chesterton


Algunas lectoras se inconformaron por mi comparación de Dios con un perro. Comprendo que mi aserto puede ofender ciertas sensibilidades religiosas, pero desafortunadamente no puedo autocensurarme en lo futuro para complacerlas, toda vez que tengo sobrados argumentos para escribir lo que escribí:

  1. Al menos desde Ockham (siglo 13) sabemos que los adjetivos Todopoderoso, Omnipresente, Omnisciente, Alpha y Omega no contribuye en nada a nuestra comprensión de Dios, pues son realidades metafísicas inaccesibles a la experiencia humana concreta.
  2. De ahí que no sea mala idea partir -como hace Tomás de Aquino en su "vía de los grados de perfección"- de una experiencia común (como la nobleza de un animal) y exagerarla a su máxima expresión para forjarnos una mejor idea de Dios.
  3. Suponer que comparar a Dios con un animal es denigrarlo es un prejuicio exclusivo de los monoteísmos occidentales, ya que tanto en el mundo griego como en las religiones orientales (budismo, jainismo e hinduismo), todos los seres vivos tienen idéntica dignidad.
  4. Si comparar a Dios a un animal es ofensivo, habría que preguntarse por qué el arte cristiano, a lo largo de 20 siglos, no ha tenido objeción en presentar al Espíritu Santo como un pájaro.
  5. Puesto que Dios es Omnipotente nada le impide manifestarse como perro, toda vez que en otras ocasiones lo ha hecho como zarza ardiente (Exodo 3:2), paloma (Marcos 1:10), lenguas de fuego (Hechos 2:3), libro (Corán) y, en el capítulo 11 del Bhagavad Gita como todo lo existente.
  6. Finalmente, según la Cábala judía el acto de amor más propio de Dios (tzimtzum) es manifestarse de tal manera que pueda ser captado por todos -a través de un perro, un amanecer, un hijo- y en este misterioso roce, transformar nuestra existencia.
  7. Como decían los antiguos gnósticos: no encojamos el Misterio de Dios para que quepa en los estrechos moldes que nos han creado los teólogos, mejor ensanchemos el alma para poder ver en todos lados -inclusive en la nobleza de un perro- Su Misterio.

Dra.Claudia Ruiz Arriola
(v.pág.10 "Cartas del lector" del periódico Mural del 17 de enero de 2008).


Un libro ateo para niños del autor, Michael Schmidt-Salomon, ha desatado una polémica en Alemania. El libro, titulado ¿Cuál es el camino hacia Dios?, preguntó el cerdito, ha sido criticado también por reducir las 3 religiones monoteístas a sus corrientes fundamentalistas.

Los personajes centrales son un cerdito y un erizo, que intentan iniciar una conversación sobre Dios en la que salen malparados un rabino ultraortodoxo, un imán musulmán y un obispo.

Schmidt-Salomon, presidente de la Fundación Giordano Bruno, que tiene como objeto propagar el pensamiento laico en Alemania, ha respondido a esas críticas sugiriendo que la religiosidad auténtica es siempre fundamentalista.

"No debemos cometer el error de confundir la religión light con la auténtica religión. El que la mayoría de la gente en este país no padezca una obsesión religiosa o que sólo la sufra en dosis homeopáticas no quiere decir que ésta no sea socialmente significativa en el mundo", dijo Schmidt-Salomon.

Para Schmid-Salomon, la obsesión religiosa avanza como una epidemia y para él su libro es una alternativa para los padres ateos o agnósticos que trata de compensar un poco los muchos libros para niños que existen con contenidos religiosos.

De momento, los defensores del libro de Schmidt-Salomon lo llaman el "Dawkins para niños" -en alusión a Richard Dawkins, por su bestseller contra la religiosidad- y han iniciado una campaña en contra del intento del Ministerio de Familia de incluir el libro entre los peligrosos para la juventud.

El ministerio está convencido de que el libro, con su ridiculización de las 3 religiones, incita al odio y que por lo tanto puede considerarse peligroso para la juventud.

Schmidt-Salomon se define como ateo, pero sostiene que la argumentación de su libro no es atea sino agnóstica y recuerda que al final el cerdo saca la conclusión de que o Dios no existe o, si existe, en todo caso no vive en esos "castillos de tinieblas" a los que se refiere la iglesia, la sinagoga y la mezquita.

(V.pág.44 del periódico Público del 4 de febrero de 2008).


Adán le preguntó al Señor: -¿Quiénes serán los mejores teólogos del mundo?

-Te diré- respondió el Creador: -Los mejores teólogos del mundo se llamarán Copérnico, Galileo, Paracelso, Sevet, Newton, Pasteur, Darwin, Einstein, Freud...

-Señor-, dudó Adán, -entiendo que esos señores habrán de ser científicos.

-Y teólogos también- dijo el Creador. -Son ellos los que mejor explicarán mi creación, y por lo tanto, los que mejor me explicarán a Mí.

El problema de las religiones es que establecen una radical separación entre el mundo de lo natural y el mundo de lo sobrenatural. en eso se basan todas las religiones: En la división entre el mundo que vemos, y el que sólo podemos conocer a través de lo que nos dicen los profesionales de cada creencia.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 9 de febrero de 2008).


El amor del género humano es inimaginable, ininteligible y completamente imposible si no va acompañado por la fe en la inmortalidad del alma del hombre.

Fedor Dostoievski


Benedicto XVI advirtió ayer que existe en la actualidad el riesgo, para todo creyente, de practicar una "religiosidad no auténtica" que pretende "usar a Dios" como una especie de amuleto mágico.

"En cuántas ocasiones nuestra fe se manifesta frágil, nuestra confianza débil, nuestra religiosidad contaminada por elementos mágicos y meramente terrenos", apuntó el líder católico en la homilía de una misa que presidió en una parroquia, en Roma.

Según el Sumo Pontífice "muy a menudo" ocurre también que los cristianos de hoy buscan la respuestas más íntimas del corazón no en Dios sino que pretenden utilizarlo como si El estuviera al servicio de nuestros deseos y proyectos.

(V.pág.20-A del periódico El Informador del 25 de febrero de 2008).


La religión, sempiterna adversaria de la libertad humana, se ha opuesto siempre a una misericordiosa eutanasia a los seres que doloridamente la reclaman. El doctor Jack Kavorkian que ayudó a bien morir a 130 desdichados en los Estados Unidos, purga hoy una condena de por vida por haber tenido compasión de sus sufrimientos.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 8 de marzo de 2008).


Soberbia... Envidia... Gula... Avaricia... Pereza... Ira... Lujuria... Tales son los 7 pecados capitales que en su olvidado catecismo enumeró el buen padre Ripalda. (Puse primero a la soberbia porque de ella nacen todos los demás pecados. Y al final puse a la pobrecita lujuria porque es culpa tan efímera y tan frágil que con los años se termina. Para matar a los otros pecados debe uno combatir contra ellos, pero la lujuria muere de muerte natural. Y, sin embargo, pese a ser una culpa tan humilde como ese borriquito que nuestro cuerpo es, la lujuria es la falta más temida y condenada por los clérigos, pues en ella va envuelta la mujer, a quien algunas religiones ven con ojos de sospecha y de temor, y por tanto la marginan todavía y la ponen por abajo del varón). Pues bien: a los pecados que el padre Ripalda mencionaba la Iglesia añade ahora algunos más, entre ellos la acumulación de riqueza. Ciertamente el dinero ha sido visto siempre con recelo por la religión católica. La frase aquella del camello y el ojo de la aguja puso en los ricos un estigma o sambenito: se les juzga de salvación difícil y de fácil acceso a los infiernos. Eso no obsta, claro, para que algunos obispos coqueteen de día con los pobres y de noche se acuesten con los ricos; pero en lo general se sigue considerando que el dinero es el estiércol del diablo, y se condena la riqueza en sí. Muy diferente es la actitud asumida por el protestantismo. Ahí la riqueza no es cosa del diablo, sino de Dios. En países de tradición católica -México, entre ellos- ser rico es una culpa, y ser pobre es un mérito que lleva al cielo. En las naciones de raíz luterana o calvinista la riqueza es el premio que el Señor concede a quien trabaja, y la pobreza es motivo de vergüenza para la comunidad. Es justo, entonces, condenar a la avaricia, insana acumulación de riqueza por la riqueza misma -la clásica imagen del avaro contando sus monedas a la luz de una vela en un zaquizamí-; pero esa execración no debe incluir a la riqueza cuando ésta es fruto del trabajo y el talento honrados, y cuando sirve para que otros puedan trabajar también y allegarse los bienes necesarios para una vida digna, y se aplica a obras de beneficio a los demás. La exaltación de la pobreza interior -"Bienaventurados los pobres de espíritu"- es cosa buena, pero proponer la pobreza en sí como virtud que conduce a la salvación eterna, y en ese contexto ver a los ricos como réprobos, es algo que propicia el atraso de los pueblos, ese atraso, precisamente, en que vive -o sobrevive- el pueblo mexicano. En fin, como decía el inolvidable Chaparro Tijerina: "El dinero no compra la felicidad; sobre todo si es poco"...

Armando Fuentes Aguirre, "Catón"
(v.pág.7 del periódico Mural del 13 de marzo de 2008).


Los argumentos racionales, no importa cuán sólidos y aplastantes sean, se hacen siempre añicos, si se les refuta con el úcase temible de la divinidad. Si Dios mismo ha decidido que el hombre y la mujer "sólo" pueden hacer el amor para procrear hijos y que, por lo tanto, la razón de ser última del cuerpo femenino sea la trascendente y sagrada de la procreación, ¿de qué puede valer ante ello, mil estadísticas miserablemente pedestres, convertida en una práctica generalizada, aquella decisión condena a cientos de millones de mujeres a una vida de servidumbre animal, puebla el planeta de niños miserables y eterniza a las naciones del Tercer Mundo, aquejadas de demografías galopantes, en el subdesarrollo y la pobreza? ¿Cómo podría hacer mella, en una ineluctable decisión fraguada desde el principio del tiempo por el Ser Supremo, la comprobación científica de que si no se pone en práctica lo antes posible a escala mundial una efectiva política de control de la natalidad, los sufrimientos y tragedias sociales de hoy se habrán multiplicado, generando indecibles holocaustos y Apocalipsis para los pobres de este mundo, que serán la gran mayoría de los seres humanos?

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 15 de marzo de 2008).


Si nos propusiéramos rendir testimonio sobre el nefando influjo de las religiones en las vidas de los hombres y las mujeres, ejemplos no nos faltarían. La historia de las religiones, en particular la de los monoteísmos, es la historia de un crimen continuo y versátil contra la humanidad. El espectro de ultrajes cometidos en nombre de Dios es espectacular: va desde la misma petición de fe hasta el genocidio, pasando por todo tipo de engaños, abusos, persecuciones, intolerancia, extorsiones, xenofobias, violaciones, supercherías, martirios, complicidades con otras tiranías, campañas de desdoro contra el cuerpo, el placer, el humor y la diferencia.

Romeo Tello A.
(v.pág.6 del suplemento "Visor" del periódico Público del 16 de marzo de 2008).


Lucrecio o Cicerón creían en el alma, pero como una fuerza vital que se disipaba con la muerte. Y eran ateos del segundo caso platónico: hay dioses, pero les importa un cuerno la vida humana y la de los caracoles.

Incluso como mero recurso de la inteligencia, la existencia de Dios me permite varios procedimientos. En primer lugar, ni la verdad ni el sentido dependen de que yo los comprenda. (Lo mismo se puede decir respecto del sufrimiento: si no hubiera Dios carece de sentido). Puedo andar por el mundo con dudas y confusiones porque Alguien, que no soy yo, y que tampoco es tan falible como yo, sostiene y garantiza el sentido. Si no fuera de ese modo me declaro loco y ya.

Julio Hubard
(v.pág.7 del suplemento "Visor" del periódico Público del 16 de marzo de 2008).


El filósofo judío Martin Buber -citado por el teólogo Juan José Tamayo en sus "reflexiones sobre laicismo, política y religión"- afirma que "los hombres dibujan un monigote y escriben debajo la palabra 'Dios'. Se asesinan unos a otros, y dicen: 'Lo hacemos en nombre de Dios'..."

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 19 de marzo de 2008).


Aunque en lo personal soy agnóstico, estoy firmemente convencido de que la religión cumple una función social de primer orden y que es insustituible para garantizar una vida espiritual y una guía moral a la inmensa mayoría de los seres humanos, a quienes una cultura exclusivamente laica sume en la confusión y en un peligroso anonimato moral. A condición de que exista una nítida separación entre la iglesia y el estado, que permita a éste frenar a aquélla cuando tienda a transgredir los límites de lo espiritual y pretenda constituirse como poder temporal, la religión es un ingrediente básico de la civilización.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 22 de marzo de 2008).


Los 7 pecados capitales según Mahatma Gandhi:
  1. Riqueza sin trabajo,
  2. Placer sin conciencia,
  3. Conocimiento sin carácter,
  4. Negocios sin ética,
  5. Ciencia sin humanidad,
  6. Religiosidad sin sacrificio,
  7. Política sin principios.

La peor ebriedad, la más nociva y peligrosa, es la ebriedad de un Dios. Quien sufre esa embriaguez, se siente por encima de los hombres y cree que Dios habla por él. ¡Cuidado con los embriagados de lo sagrado, son capaces de profanarlo todo!

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 12 de abril de 2008).


Las religiones proveen de reglas bajo las cuales vivir; ofrecen solaz en tiempos de problemas y un sentimiento de comunidad. Algunos estudios económicos sugieren que esto puede promover niveles más altos de educación e ingresos, más matrimonios y menos divorcios.

Un club así necesita de reglas fuertes y creíbles. Como en el matrimonio, la membresía será más valiosa de acuerdo con el compromiso que los participantes tengan con la causa común. Las reglas exigentes -como el celibato o no comer carne durante la Vigilia- ayudan a elevar el nivel de compromiso.

Las reglas estrictas, dice el economista ganador del premio Nobel Gary Becker alejan a los oportunistas que desean disfrutar de los beneficios de la membresía, pero que no están dispuestos a invertir el fervor suficiente en la empresa.

También las reglas proveen de dispositivos de compromiso -como los planes de 10 puntos para dejar de beber. Y unen más cercanamente a los miembros al sustituir tabúes -como beber y bailar- con actividades aceptables, como la plegaria o la escuela dominical.

Larry Iannaccone, un economista de la Universidad George Mason, quien ha estudiado la historia y el comportamiento de las religiones, observa que algunas de las más exitosas en cuanto al reclutamiento inmediato de nuevos feligreses, como los Testigos de Jehová o los Cristianos Pentecostales, que cuentan con congregaciones muy fervientes, tienen requisitos estrictos. Las religiones relajan las reglas bajo su propio riesgo. Para Iannaccone, "cuando las iglesias suavizan las exigencias que les hacen a sus miembros debilitan su credibilidad".

El Vaticano está particularmente atento a estas constricciones. El catolicismo ha perdido atracción en muchas partes del mundo. Sólo 24% de los estadunidenses adultos se identifican con la Iglesia católica, aunque más de 31% dice que fueron criados en esa fe. En Italia, sólo 1 de cada 4 individuos que respondieron a una encuesta en el año 2002 dijo que la religión era muy importante.

Muchos tradicionalistas atribuyen el declive de la Iglesia Católica al debilitamiento de sus constricciones. Piensan que fue dañada por el Concilio Vaticano II a mediados de 1960, que intentó que la Iglesia católica estuviese más cerca de la gente, proclamó la libertad religiosa, acogió a miembros de otras creencias cristianas y aceptó la verdad en otras religiones.

Por lo tanto, tal vez no sea sorprendente que la Iglesia de Roma haya estado avanzando en la dirección contraria. El papa Benedicto XVI ha traído de regreso ritos abandonados después del Vaticano II y reafirmó la posesión que tiene su Iglesia sobre la verdad.

En este contexto, sería peligroso actualizar los pecados de una manera que pueda quitarle el énfasis a las violaciones individuales y cambiar el enfoque a los crímenes sociales que conllevan una culpa colectiva y, por lo mismo, diluyen la personal. Los pecados nuevos podrían ajustarse mejor al mundo moderno, pero se arriesgan a enajenar a sus miembros.

Juan Porter
(v.pág.29 del periódico Público del 13 de abril de 2008).


Los hombres más peligrosos que hay son los que dicen hablar en nombre de Dios. Alejémonos de los profetas vociferantes, de los predicadores estentóreos; huyamos de quienes creen tener una franquicia otorgada por la divinidad. En nombre de Dios sólo pueden hablar sus creaturas: las estrellas, las flores, el diminuto insecto, las aves, el mar... En ellos está la palabra divina.

Malbene, teólogo


¿Qué intereses protege el cardenal Sandoval cuando acepta el donativo gubernamental? La respuesta la proporciona Joseph Ratzinger, por escrito. Dice: "En el curso de los siglos, bajo distintas formas, ha existido esta tentación de asegurar la fe a través del poder, y la fe ha corrido siempre el riesgo de ser sofocada precisamente por el abrazo del poder. La lucha por la libertad de la Iglesia, la lucha para que el reino de Jesús no pueda ser identificado con ninguna estructura política hay que librarla en todos los siglos. En efecto, la fusión entre fe y poder político siempre tiene un precio: la fe se pone al servicio del poder y debe doblegarse a sus criterios." (Ver Ratzinger, J. Jesús de Nazaret. Ed.Planeta, Pág.65 México 2007). La Iglesia jerárquica mexicana no puede hacerse la sorda. Más claro imposible.

Miguel Bazdresch Parada
(v.pág.17 del periódico Público del 20 de abril de 2008).


En el miedo a la muerte se fincan todas las religiones.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 3 de mayo de 2008).


Lo más inspirador que alguna vez me dijo el Dalai Lama fue que ignorara todas las religiones organizadas y me mantuviera en el camino hacia una conciencia más alta. "Sin apoyarnos en la religión, acudimos al sentido común, a la experiencia común y a los descubrimientos de la ciencia para el entedimiento", me dijo.

Deepak Chopra
(v.pág.33 de la edición internacional de la revista Time del 12 de mayo de 2008).


El biólogo inglés Richard Dawkins ha hablado de una epidemia de ignorancia voluntaria y virtuosa. Se trata de una enfermedad que infecta la mente. Quienes padecen este malestar sienten la necesidad de creer en algo sin base en prueba o razón que fundamente su credo (dogma). Creen que el carácter misterioso de una convicción es, en sí mismo, algo bueno; la certificación de su altísimo significado. Los católicos -dice el intelectual inglés- creen que llamar a algo "misterio" lo resuelve todo.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 10 de mayo de 2008).


Einstein, quien ayudó a desenredar los misterios del universo con su teoría de la relatividad, expresó puntos de vista complejos y probablemente contradictorios sobre la fe, percibiendo un universo empapado de espiritualidad a la vez que rechazando la religión organizada.

Einstein escribió que "la palabra Dios no es para mí sino la expresión y el producto de la debilidad humana, la Biblia una colección de honorables pero primitivas leyendas las cuales son, de cualquier forma, muy infantiles".

"Para mí", agregó, "la religión judía, como todas las demás, es la encarnación de las más infantiles supersticiones".

John Brooke, profesor emérito de ciencia y religión en la Universidad de Oxford, comentó que el escrito de Einstein reforzaba la noción de que "no era un teísta convencional" - aunque tampoco era un ateo.

"Como muchos grandes científicos del pasado, era bastante peculiar acerca de la religión, y no siempre consistente de un periodo a otro", explicó Brooke.

Nacido en una familia judía en Alemania en 1879, Einstein declaró que tuvo una fase devota cuando era niño, antes de comenzar a cuestionar la religión convencional a los 12 años.

Posteriormente en su vida, expresó un sentimiento de admiración ante el universo y sus misterios -lo que él llamó un "sentimiento religioso cósmico"- y es famoso por haber dicho: "La ciencia sin la religión está coja, la religión sin la ciencia está ciega".

Pero también dijo: "No creo en el Dios de la Teología que recompensa el bien y castiga el mal. Mi Dios creó leyes que se encargan de eso. Su universo no es gobernado por ilusiones, sino por leyes inmutables".

Brooke concluyó que Einstein creía que "existe algún tipo de inteligencia trabajando a través de la naturaleza. Pero ciertamente no es una visión religiosa cristiana o judía convencional".

(V.Associated Press del 13 de mayo de 2008).


Preferiría que nuestros líderes se apoyaran en la ciencia y en la lógica en vez de en la fe, es menos peligroso.

Rosamund Hubley - Londres, Inglaterra
(v."Ibox" de la edición internacional de la revista Time del 30 de junio / 7 de julio de 2008).


¿Es realmente cierto que todas las religiones tienen esta virtud adormecedora? José Saramago es de una opinión completamente diferente y en muchas ocasiones se lanzó contra las religiones, pues las considera fuente de conflicto: "Todas las religiones, sin excepción, nunca servirán para acercar y reconciliar a los hombres, al contrario, son y siguen siendo causa de sufrimientos indescriptibles, de tragedias, de violencias monstruosas, físicas y espirituales, y constituyen uno de los más tenebrosos capítulos de la miserable historia humana". (La Repubblica, 20 de septiembre 2001.)

Sobre las banderas nazis estaba escrito "Gott mit uns" (que significa "Dios está con nosotros"); que masas de capellanes militares bendecían los gallardetes fascistas, que católicos y protestantes se han masacrado encantadoramente durante muchos años, que tanto los cruzados como sus enemigos estaban empujados por motivos religiosos, que para defender la religión romana se permitía que los cristianos fueran devorados por leones, que por razones religiosas fueron encendidas muchas hogueras, que son muy religiosos los fundamentalistas musulmanes, los que realizaron los atentados de las Torres Gemelas, Osama y los talibanes que bombardeaban a los Budas, que por razones religiosas hay luchas entre India y Pakistán, y que, finalmente, invocando el "God bless America" Bush invadió Irak.

Umberto Eco
(v.pág.5 del suplemento "Visor" del periódico Público del 6 de julio de 2008).


La educación de las conciencias libres, críticas y responsables, constituye la meta que distingue a la enseñanza de la indoctrinación. La indoctrinación inculca las certidumbres del dogma que nos aherroja al primitivismo intelectual, mientras que la educación nos induce a pensar por cuenta propia como vía única para el conocimiento positivo de la realidad.

Flavio Romero de Velasco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 12 de julio de 2008).


Como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Joseph Ratzinger había mostrado sus reservas ante las visiones y milagros, denunciando con frecuencia sus abusos.

(V.pág.16-A del periódico El Informador del 15 de septiembre de 2008).


No hay que ser religioso para darse cuenta de que sin las religiones la vida sería infinitamente más pobre y miserable para los pobres y los miserables, y, también, de que los pueblos tienen las religiones que les hacen falta.

Aunque no soy católico (creyente sí), estoy convencido de que una sociedad no puede alcanzar una elevada cultura democrática, si no está profundamente impregnada de esa vida espiritual y moral que, para la inmensa mayoría de los seres humanos, es indisociable de la religión.

Flavio Romero de Velasco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 4 de octubre de 2008).


El teólogo Malbene, en la revista de la Universidad de Leyden, escribió: "Dios es amor, pero las religiones no. En vez de unir, separan, y al reclamar cada una la verdad, todas contienen en sí mismas la semilla de la discordia, y aun del odio. Un ateo bien educado es menos peligroso que un creyente fanático. Es imposible suprimir la idea de Dios, pero si hemos de creer en Dios, creamos en El razonablemente".

Flavio Romero de Velasco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 18 de octubre de 2008).


Es pura vanidad creer que los dioses se ocupan de nosotros. Los dioses no son temibles porque nosotros, efímeros, mal hechos, no merecemos nada más que su indiferencia.

Epicuro


Llaman ahora "diseño inteligente" a la viejísima idea de que el cosmos y los seres humanos fueron creados por una divinidad que hizo tonterías tan grandes y diseño tan poco inteligente como pasar la uretra de los hombres por la próstata y con ello conseguir muertes horrorosas, entre dolores tremebundos, cuando esa glándula productora de líquido seminal se inflama e impide el vaciado de la vejiga. Por eso en otros tiempos era tan frecuente que los hombres de edad mediana murieran "de un dolor".

En fin, argumentos contra el diseño inteligente sobran. Otro, contra la bondad de esa divinidad, es que nos haya creado para comernos los unos a los otros, porque hasta el vegetariano más estricto devora una pobre lechuga e inermes zanahorias, tan vivas como una vaca.

Luis González de Alba
(v.pág.32 del periódico Público del 21 de diciembre de 2008).


Probablemente Dios no existe.

Entiendo que a veces a uno le dé flojera que lo pongan a pensar. Pero que alguien se enoje porque lo inviten a hacerlo, eso ya habla de patologías. Es lo que sucedió, primero en Londres y luego en otras ciudades, al comenzar una campaña de publicidad provocadora en los autobuses: Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta la vida.

Según el diario El País, esa frase circulante ha generado molestias entre los grupos religiosos de España, quienes la consideraron una falta de respeto a los creyentes. El arzobispado de Barcelona salió pronto a la defensa de la fe, argumentando que ésta no es incompatible con "gozar honestamente". Otros, evangélicos, ya lanzaron su contraofensiva: Dios sí existe. Disfruta de la vida en Cristo, y la traen rodando en un autobús por la Comunidad de Madrid.

La campaña, es cierto, resulta tan polémica como pretenciosa. Para sus organizadores, de lo que se trata es de hacer pensar y sostienen que pensar es contrario a la religión. En realidad la frase que utilizan supone que la vida es más disfrutable sin fe religiosa, lo cual es ya un prejuicio qua habría que revisar: como si las preocupaciones básicas desaparecieran si desapareciera la fe. A fin de cuentas manejan un "ateísmo salvador", bastante caricaturizado, que no los libra de proponer una militancia a cambio de otra. Y si ya tenemos suficiente con la militancia religiosa, para qué queremos cambiarla por una igual pero de signo de contrario.

De cualquier manera, y como yo soy de los que van a morir de curiosidad, me parece francamente divertido que alguien se interese públicamente en asuntos de creencias religiosas y se atreva a lanzar el desafío de ponerlas en duda. Si esos líderes religiosos españoles estuvieran más seguros de lo que creen, no se enojarían tanto: ellos mismos caen en el error de creer que pensar es contrario a su fe. Otros más listos se han ido por vías distintas y han dicho que la campaña alienta el interés en Dios, o que puede lograr que algunos se interesen en las preguntas más fundamentales de la vida; han afirmado que el cristianismo es para gente que no tiene miedo de pensar en la vida y su significado.

Ojalá que esta campaña llegue a México, pero que no la escriban en los autobuses. Porque disfrutar la vida en nuestros camiones, eso sí que está camión. La conclusión de nuestros defensores de la fe sería que el ateísmo es tan peligroso como el transporte público.

Diego Petersen Farah
(v.pág.12 del periódico Público del 11 de enero de 2009).


De manera peculiar, en Estados Unidos hubo grupos que pelearon para que el sistema de educación pública introdujera el concepto de "Diseño Inteligente" como una alternativa a la teoría de evolución. "Diseño Inteligente", es básicamente creacionismo con cambios semánticos para que se escuche más amigable y menos pues, raro -en un contexto científico.

En 2005, el consejo educativo del estado de Kansas sorprendentemente votó que deberían de enseñarse las 2 posturas. En vista que el fundamento de "Diseño Inteligente" dejaba ambiguo a un "Creador Inteligente", un gringo bastante abusado aprovechó el hueco para reclamarle al consejo que también se enseñara su religión. La misma parte de un monstruo de espagueti volador y plantea que existe una correlación entre el número de piratas activos y el calentamiento global -mi parte favorita.

Si Dios existe, me gustaría pensar que se rió. De hecho, pienso que en general se le han de hacer un tanto raras las cosas que debatimos en su entorno -y los uniformes de cada religión caray. Como se ha dicho ya, el razonamiento nos lo dio por algo.

Rodrigo Espinosa Marván
(v.pág.19 del periódico Público del 13 de febrero de 2009).


"Divinizar a la humanidad". La idea no es nueva: es la base del cristianismo (el hombre creado a semejanza de Dios), reivindicada después por el humanismo de la Ilustración (el hombre totalmente diferente de los animales porque es dueño de su destino). Pero somos animales. Es la lección de Darwin, que debemos recordar en su bicentenario: los humanos no somos divinos, somos animales que evolucionamos ante los cambios de la naturaleza, la cual nos puede llevar a la extinción. Pues somos mortales.

Carlos Tello Díaz
(v.periódico Público en línea del 20 de febrero de 2009).


No se sabe qué haga más daño, si no tener una religión o tener demasiada religión. Entre un ateo pacífico y equilibrado, o un creyente a ultranza dispuesto a matar en nombre de su Dios, prefiero mil veces al ateo. La relación con Dios es peligrosa, si no nos lleva a tener una buena relación con los hombres, con todos los hombres y con todas las criaturas. Es malo estar cerca de Dios, si su cercanía fanática nos hace estar lejos del prójimo.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador el 21 de febrero de 2009).


Yo soy un ateo que, para serle sincero, se siente profundamente ofendido por las prácticas y creencias de la religión organizada. No necesito de los sermones de moralistas profesionales para saber cómo debo comportarme. Y tampoco necesito de un dios que me lo señale. Soy muy capaz de llevar una existencia moral sin necesidad de dar crédito a creencias imposibles de demostrar, que se encuentran más allá de la credulidad, y que, en mi opinión, no son más que cuentos de hadas para niños inventados por adultos, con el mismo fundamento en los hechos que la creencia en Santa Claus. Supongo que está al tanto de los escritos de Bertrand Russell. Bertrand Rusell, el distinguido matemático y filósofo británico que ganó el Premio Nobel de Literatura. Una de las obras literarias por las que se le otorgó el premio Nobel es un famoso ensayo, que primero dictó en una conferencia en 1927, "Por qué no soy cristiano".

Yo lo conozco porque me aprendí de memoria muchas de sus páginas. No se me han olvidado, y me prometí nunca hacerlo. Este ensayo y otros por el estilo contienen los argumentos de Russell no sólo contra la concepción cristiana de un dios sino también contra el concepto de dios que sostienen las grandes religiones del mundo, que a Russell le parecen, todas ellas, falsas y nocivas a la vez.

Philip Roth, "Indignación"


El problema religioso mayor con la evolución por selección natural no es que no deje lugar a la acción divina, pues ya desde Pierre Teilhard de Chardin hay religiosos que la proponen, y desde Pío XII la Iglesia católica la acepta como el posible método elegido por Dios para la diversidad de la creación. No, el problema es que no deja lugar para la bondad divina: la naturaleza no es siquiera cruel, es impasible. No la conmueve el piar del gorrioncito caído del nido, ni la estéril defensa del cachorrito de león ante el león adulto enemigo, tampoco los gritos de una madre humana a la que un hijo pequeño se le ha caído a un pozo profundo. Sólo elige: ciertos niños de ciertos padres mueren más que otros. Punto. Los escandinavos recurren a una fórmula: el silencio de Dios, para explicar esta impasibilidad ante el dolor.

Luis González de Alba
(v.pág.27 del periódico Público del 22 de febrero de 2009).


En un muy discutido estudio de 1988 el cardiólogo Randolph Byrd, del Hospital General de San Francisco, encontró que a los pacientes cardiacos por quienes se oraba les iba mejor que a aquellos por quienes no se oraba. Pero un estudio mayor en 2005, por el cardiólogo de la Universidad de Harvard Herbert Benson, contradijo los resultados del anterior, reportando que ocurrieron complicaciones en el 52% de los pacientes a los que se les praticó un bypass cardiaco y por quienes se intercedió con oraciones. En los que no recibieron intercesiones ocurrieron complicaciones en el 51%. El profesor de medicina del comportamiento de la Universidad de Columbia, Richard Sloan, comenta que la simple intención de encontrar una base científica para una relación entre la oración y la salud es una tontería, por la más básica razón metodológica: "Es imposible saber qué tanta oración se recibe", dice, "y dado que no se sabe eso, no se puede determinar una dosis".

Jeffrey Kluger
(v.pág.37 de la edición internacional de la revista Time del 23 de febrero de 2009).


El sacrificio voluntario, dependiente de un esfuerzo continuo y prolongado para alcanzar una meta, conlleva libertad y promesa; el forzoso gesta ansiedad, angustia, depresión. Es muy distinto el sacrificio de una madre para dar a sus hijos lo que necesitan, al de la esposa que aguanta la violencia de un esposo.

Pero el fanatismo religioso convoca al pensamiento mágico e invita a obedecer, a no pensar, a repetir sin reflexionar lo que se espera supuestamente de los cristianos. Las consecuencias son fatales. La clínica psiquiátrica, la psicológica, dan cuenta de innumerables víctimas con problemas emocionales y mentales. También la Procuraduría de Justicia comparte estadísticas de casos de violencia hasta la muerte, porque las mujeres se sacrificaron por creencias religiosas. "Es mi cruz", suelen decir mujeres cuando narran la historia de maltrato severo que les propinan sus maridos.

Algunos sacerdotes sensibles al poder de sus palabras han ayudado a liberar a sus fieles del sufrimiento estéril y enfermizo, el que, lejos de redimir, hace escuela en las familias.

El mismo Benedicto XVI, en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, con motivo del aniversario de la Declaración de los Derechos Universales, manifestó que "la presencia de Dios, tanto en la conciencia de cada hombre como en el ámbito público, es un apoyo firme para el respeto de los derechos fundamentales de la persona y la edificación de una sociedad cimentada en ellos". Agregó que el único objetivo de la Iglesia es servir al hombre, inspirándose, como norma suprema de conducta, en las palabras y en el ejemplo de Jesucristo, que "pasó haciendo el bien y curando a todos", como dice el libro de Hechos de los Apóstoles.

Pero también dentro de la jerarquía de la Iglesia persisten ideas oscurantistas y bajo sus mantos se difunden en sus homilías mensajes convocando al autosacrificio y flagelación como requisito para la salvación. No existe mucha diferencia entre esta creencia y la de los musulmanes que se inmolan. En ambos casos, son sacrificios enfermizos a la luz de la psicología.

Vividas así las religiones, son un factor de riesgo para la salud mental de la gente y un peligro para la sociedad.

Josefina Leroux
(v.periódico Mural en línea del 9 de abril de 2009).


En sus discusiones a favor de aumentar el gasto para la investigación científica y la educación superior en Estados Unidos, Steven Weinberg acepta haber "logrado un récord perfecto: no haber cambiado nunca el parecer de nadie". Sabiendo que no se trata de convencer, se propuso ofrecer sus ideas sobre cómo es posible vivir sin Dios.

¿Cómo es posible vivir sin Dios? Después de analizar las fuentes de tensión entre religión y ciencia, Weinberg advierte: ante todo, cuidado con los sustitutos: sería mejor adorar a Dios que adorarnos los unos a los otros. En realidad hay que aprender a vivir sin adorar: muchos de los horrores del siglo XX fueron obra de regímenes que rechazaban enseñanzas religiosas pero copiaban las peores características de la religión misma.

Quizá la más atractiva de las opiniones de Weinberg es la necesidad de recurrir al humor. Un poco de risa autoburlona no hace que la tragedia de vivir disminuya, pero la pone en perspectiva: "podemos sentir una jovialidad empática hacia nosotros mismos cuando nos vemos intentando vivir en equilibrio sobre el filo de la navaja".

Además, ahí están los placeres cotidianos de la vida, tan mal calificados por los fanáticos religiosos. "Y no desdeñemos los placeres de la carne: quienes no somos fanáticos podemos regocijarnos, porque cuando el pan y el vino dejan de ser sacramentos siguen siendo pan y vino". Weinberg tiene claro que el abandono de la religión no nos llevará a ninguna decadencia moral.

"Hay muchas personas que no profesan una religión y viven vidas moralmente ejemplares, y aun cuando la religión ha inspirado en ocasiones estándares éticos admirables, también ha fomentado con frecuencia los crímenes más odiosos." Sin embargo, lo que más extrañarán quienes han perdido sus creencias religiosas es la promesa de que nuestras vidas continuarán después de la muerte y de que allá encontraremos a quienes hemos querido. "Vivir sin Dios no es fácil. Pero la dificultad misma que conlleva ofrece otra consolación: que hay un cierto honor, quizá tan sólo una adusta satisfacción, en enfrentar nuestra condición sin desesperanza y sin ilusión, con buen humor, pero sin Dios". Alabado sea.

Luis Petersen Farah
(v.pág.14 del periódico Público del 12 de abril de 2009).


Desde el punto de vista de los orígenes, la doctrina y la tradición, no hay religiones modernas y primitivas, flexibles o inflexibles, democráticas y autoritarias. Todas, incluido el benigno budismo, son dogmáticas y autosuficientes, convencidas de poseer una verdad absoluta y la autoridad moral necesaria para imponerla a los demás, aun con derramamiento de sangre... Si la religión católica ha dejado de mandar herejes a la hoguera, y las tenazas y parrillas del Santo Oficio se han enmohecido, en tanto que, en cierta forma, el fundamentalismo islámico mantiene vivas dichas prácticas y se jacta de ellas sin rubor como pueden atestiguar Salman Rushdie y Taslima Nasrim, ello se debe a que, a diferencia de las sociedades musulmanas que siguen siendo entrañablemente religiosas, las cristianas han experimentado un proceso de separación de la religión del poder político que ata de pies y manos a la Iglesia y la obliga a actuar dentro de los confines de una legalidad en la que la Iglesia puede influir, pero que no dicta ni controla. Gracias a este largo proceso que comenzó con la Reforma Protestante y que alcanzó una suerte de vértice con la Revolución Francesa, existe el sistema democrático y podemos hablar de una cultura de la libertad.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador el 18 de abril de 2009).


Frases incluidas en La Biblia del Ateo, libro que puso a circular la editorial Seix Barral:

La religión es lo que impide a los pobres asesinar a los ricos. Napoleón Bonaparte.

En la Iglesia, la música sagrada nos hace a todos creyentes, pero los predicadores se encargan de restablecer el equilibrio. Mignon McLaughlin.

Los hombres nunca cometen maldades tan grandes y con tanto entusiasmo como cuando las hacen por su convicciones religiosas. Blaise Pascal.

Hubo un tiempo en que la religión gobernaba el mundo. A esa época se le conoce como los Años Oscuros. Ruth Hurmenge Green.

El pensamiento religioso es un intento de encontrar una salida allí donde no hay puerta. Albert Einstein.

Debemos casi todo lo que sabemos, no a aquellos que estaban conformes, sino a los que discreparon. Charles Caleb Colton.

El hecho de que un creyente es más feliz que un escéptico no apunta nada más que el hecho de que un borracho es más feliz que un sobrio. George Bernard Shaw.

Recuerdo la historia del filósofo y el teólogo. Ambos se enzarzaron en una disputa y el teólogo recurrió a la vieja frase de que un filósofo es como un ciego en una habitación a oscuras, buscando un gato negro que no está allí. "Puede ser -dijo el filósofo-, pero un teólogo lo habría encontrado". Julian Huxley.

En cierta forma, terrible, extraña y paradójica, los ateos tienden a tomarse la religión más en serio que los creyentes. Jonathan Miller.

Cuando estaba en Irlanda interpretando mi espectáculo de monólogos... le dije al público que yo era ateo, y una mujer se levantó y dijo: "vale, pero ¿en qué Dios no cree ? ¿En el de los católicos o en el de los protestantes?" Quentin Crisp.

Sólo piense en la tragedia que es enseñar a los niños a no dudar. Clarence Darrow.

La gente común ve la religión como si fuera algo cierto; los filósofos como algo falso y los gobernantes como algo útil. Séneca.

En cada pueblo un hombre enciende una llama, el maestro. Y otro la apaga soplando, el cura. Víctor Hugo.

Se cuenta una historia... bastante conocida, de cuando los misioneros vinieron a Africa. Ellos tenían la Biblia y nosotros, los nativos, la tierra. Y entonces ellos dijeron: "vamos a rezar" y nosotros, obedientemente, cerramos los ojos. Y cuando volvimos a abrirlos ellos tenían la tierra y nosotros la Biblia. Desmond Tutu.

La civilización no alcanzará su perfección hasta que la última piedra de la última iglesia caiga sobre el último sacerdote. Emile Zolá.

El relato bíblico del Arca de Noé y el Diluvio es tal vez la más inverosímil historia que pueden defender los integristas. Por ejemplo, al llenar el arca, ¿en qué parte de Palestina encontró Noé pingüinos y osos polares? Judith Hayes

(V.pág.13 del periódico Público del 3 de mayo de 2009).


Yo creo en Dios, pero no con la fe del carbonero que no razona. Creo en El con toda la debilidad de mi fe y con toda la fuerza de mis dudas.

Yo no puedo aceptar la autoridad de ninguna iglesia en mi vida espiritual, ni de sus dogmas en mi vida intelectual.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador el 11 de julio de 2009).


Ocurren cosas terribles en este mundo. La tragedia humana parece la prueba de que Dios no puede ser todopoderoso y bienintencionado al mismo tiempo. Si nos ama y cuenta con el poder de cambiar nuestra situación, podría ahorrarnos el dolor, ¿verdad?

Dan Brown
("Angeles y Demonios" / Ediciones Urano / 2009).


Fui educado episcopaliano, leí la Biblia y fui muy religioso. Cuando comencé a estudiar ciencia aprendí sobre el Big Bang y fui con un sacerdote. Le dije que no entendía, que había leído que la Tierra se había creado en 7 días, pero que en otros libros había aprendido que se había formado de una manera muy distinta y buscaba saber cuál era correcta.

El me dijo 'los niños buenos no hacen preguntas', eso marcó mi vida, en ese momento me moví fuertemente hacia el mundo de la ciencia.

Dan Brown, novelista
(v.pág.7 de la sección "gente!" del periódico Mural del 29 de octubre de 2009).


Nadie que haya pasado su infancia sin oír hablar de dioses podría imaginar uno tan berrinchudo, vengativo y ruin que por castigar a los humanos destruyera a todos los animales terrestres del planeta inundando todas las tierras, leyenda torpe e infantil.

Ese Espantajo que condena sus hijos, porque probaron de un fruto prohibido -arbitrariamente prohibido como prueba de obediencia ciega-, a tortura eterna y sufrimiento en este mundo, no lo imaginaría nadie que no fuera un pastor ignorante aterrorizado por los rayos y ajeno a las grandes culturas de su época, florecientes en Egipto y Mesopotamia.

Y ese mismo Espantajo es el que, según la moral judeo-cristiana-musulmana, nos arroja a las llamas eternas por hacernos una puñeta o usar lo que nos da sin pasar por la bendición (y pago) de Sus representantes terráqueos, a los que debemos mantener para que nos permitan usar el cuerpo. Nadie que no viviera en el casi desierto, al borde cotidiano de la muerte, pudo inventar un Creador que hizo a sus criaturas de forma tal que debamos comernos los unos a los otros: la vaca se come la pradera, nosotros a la vaca, el lobo a la oveja, el pez grande al chico, el león a la gacela que aún no muere y ya ve sus tripas devoradas por los encantadores cachorritos: un Ser monstruoso.

La Iglesia católica y las protestantes perdieron las culturas occidentales con la Ilustración, la Revolución Francesa, la separación de iglesias y estados, con el fin de la persecución del pecado por la policía. Con las hogueras apagadas, los representantes del Monstruo de Ira tienen poco para amenazar y seguirse dando vida de reyes. Pero no pierden la esperanza de recuperar el reino de este mundo. Y el camino pasa por recuperar la infancia: allí está el meollo de las furias cardenalicias.

Cuando somos niños estamos en pleno moldeamiento cerebral. Los niños, como los changuitos, deben tener una gran plasticidad en el aprendizaje para que el idioma y las normas comprobadas que les permitirán sobrevivir en un mundo plagado de carnívoros se moldeen y ajusten. Por eso en la infancia nos tragamos cuentos como el de un viejo panzón vestido de colorado que lleva, en una sola noche, juguetes a todos los niños del planeta, excepto a los pobres que de seguro se portan mal. Creemos todo.

También nos tragamos, de niños, que el creador del tiempo y del espacio se preocupa por encontrarnos las llaves extraviadas, o nos salva al hijo enfermo si le rezamos, pero no lo salva -monstruo de soberbia- a quien no se le hinca. Y Su crueldad es tal que ni la burla perdona cuando hace desbarrancar el autobús repleto de peregrinos que van entre cánticos a un santuario a entregar limosnas.

Eso es lo que está en juego cuando el cardenal y todos los dirigentes de iglesias, que de eso y nada más de eso viven, vociferan ante sus feligreses: las limosnas y el negocio de la Eternidad.

Luis González de Alba
(v.pág.30 del periódico Público del 1o.de noviembre de 2009).


Hemos inventado a Dios a nuestra imagen y semejanza. Por eso es tan cruel.

José Saramago


Dijo el clérigo Fulánez:

-Yo represento a Dios. El habla por mi boca. Lo que yo digo es como si lo dijera El.

Aquéllos a quienes yo condene serán condenados por El, y sólo aquéllos a quienes yo ofrezca salvación estarán salvos. En nombre del Señor ataré y desataré.

Mi voluntad será la suya. Interpretaré su palabra, y mi interpretación será la única que valga. Fuera de mí no podrá haber salvación.

Un día le llegó el día, y murió el clérigo Fulánez.

Le dijeron a Dios:

-Está aquí el clérigo Fulánez.

Y preguntó el Señor:

-¿Quién es el clérigo Fulánez?

Armando Fuentes Aguirre "Catón"
(v.periódico El Siglo de Durango del 12 de noviembre de 2009).


La mejor carta de presentación de cualquier religión es el miedo. Ya se sabe, el miedo más primitivo a lo que no se entiende del mundo natural; miedo al castigo divino que puedan merecer nuestras faltas en el más allá o en el más acá (algunas veces las deidades actúan diligentemente); miedo a sabernos solos, perecederos y desamparados. Miedo y más miedo: un mercado muy grande para todas las religiones.

¿Cómo llegamos a las nuevas guerras religiosas, donde todos los dioses (incluido el mercado, por supuesto) fomentan la intolerancia y el terror? En algún punto los diversos teísmos encuentran o, más exactamente, vuelven a sus fuentes más irracionales, de verdades absolutas y arcanos insondables. Llegados a esa zona distante de la razón no es difícil que aparezcan los fanáticos con discursos flamígeros y odios renovados.

Quién lo dijera, atrás de los mensajes celestiales, el suave rumor de las oraciones y el perfume de flores o inciensos, se han preparado a lo largo de la historia las más espantosas embestidas de la violencia. Como últimos remates de este círculo infernal tenemos el 11-S y los bombazos de Madrid o de Londres, pero mal haríamos (y no con fines justificatorios o buscando equivalencias absurdas) en no ver los horrores que sirvieron de cimiento para tanta sed de sangre, venganza y destrucción. En el comienzo de muchas de estas y otras barbaridades -y tengo ganas de jurarlo hasta por el Dios más abstracto y universal- está la estupidez religiosa.

El filósofo francés Michel Onfray ha honrado nuevamente su talante provocador y heterodoxo (demostrado, por ejemplo, en la suculenta revisión que hace unos años emprendió con El vientre de los filósofos) en su Tratado de ateología, llamado a combatir los monoteísmos y a desmontar todas las modalidades de la teocracia.

De religiones y sus seguidores está poblado mayoritariamente el mundo. La condición masiva del teísmo de todo signo abruma a los defensores de la razón ateológica que, más allá (o antes, si se quiere) de la filosofía, siempre han existido. La ontología materialista, el gran desafío que se plantea Onfray, tiene otros antecedentes más cotidianos y próximos: la necesidad de ser libre, de pensar y sentir por cuenta propia, lo que muchas veces permite descubrir una necesidad más compleja, la de no creer en dioses ni iglesias.

Ariel González
("Breviario de correrías").


Alguna vez, alguien remarcó que no tenía nada en contra de Dios, era más bien a su club de fans al que no aguantaba.

Rodrigo Espinosa Marván
(v.pág.23 del periódico Público del 27 de noviembre de 2009).


Yo, Iosl Rakover, jasid de Gur, escribo estas líneas mientras el ghetto de Varsovia está en llamas.

Siempre recordaré el terrible día cuando una lluvia de bombas alemanas cayó sobre los refugiados en Varsovia y Grodno. Durante aquel o ataque perdí a mi esposa y al bebé que tenía en brazos. El mismo día dos de mis niños desaparecieron y otros tres perecieron en el ghetto.

No puedo decir que mi relación con Dios no haya cambiado. Siento que Él me debe algo. Dios ha ocultado su rostro del mundo. Por eso los seres humanos son entregados en manos de criaturas inhumanas.

No espero milagros ni pido a Dios que tenga piedad de mí. No trataré de huir. Ahora tengo una oportunidad rara vez otorgada al hombre antes de morir: puedo ver una diferencia fundamental entre nuestro Dios y el de ellos.

Sólo me quedan tres botellas de gasolina. Después de vaciar una sobre mí mismo, meteré en ella estas líneas que escribo. La ocultare en algún sitio profundo de la ventana. Si alguien alguna vez la encuentra y la lee, probablemente comprenda los sentimientos de uno de los judíos que pereció abandonado por el Dios en quien tanto cree. Con las dos botellas restantes mataré a los malvados alemanes.

Pero, Dios, te hago una pregunta que me consume: ¿qué más ha de sucederle a los hijos de Israel para que Tú te aparezcas ante nosotros nuevamente?

¿Tenemos, nosotros, que ahora somos pisoteados como gusanos, sepultados y quemados vivos, degradados, humillados y destruidos, el derecho de saber cuánto tiempo puedes ser tan paciente?

No tires demasiado de las cuerdas, podrían romperse. La prueba a la que nos has sometido es tan difícil, tan dura y amarga, que te pido que perdones a aquellos de los nuestros que se han vuelto en contra de ti.

Te cuento esto porque creo en ti más que nunca. Sé ahora que tú eres mi Dios. Tú no puedes ser su Dios porque sus espantosos actos son la expresión de una viciosa ausencia de Divinidad. Pero si tú no te apareces a mí como mi Dios, entonces ¿de quién eres Dios?¿De los asesinos?

Tengo que terminar de escribir. La Varsovia judía está muriendo. El sol se pone y yo agradezco a Dios que no lo veré nuevamente. Muero en paz pero no contento, golpeado pero no en la desesperación. Muero creyendo en Dios.

Zvi Kolitz
("Iosl Rákover habla a Dios", Fondo de Cultura Económica, 1998).


Cierto evangelista de Estados Unidos (de América) -alguno de esos sunday preachers de la televisión que tanto abundan allá- dio cuenta de su escandalosa imbecilidad al bramar que el pueblo de Haití se había ganado a pulso su desgracia, una especie de castigo divino enteramente apropiado, por practicar el vudú, una creencia que le viene a ellos de sus raíces africanas y que, por lo visto, no te garantiza las reconfortantes seguridades que te brinda el cristianismo. Al contrario, te endilga la ira de Dios.

Ese cretino portavoz autonombrado de un Altísimo que se olvidó de inocularle las mínimas dosis de compasión exhibe, en toda su dimensión, el referido mecanismo de culpabilización que utilizamos ante el sinsentido del dolor injusto. Es una más de las muchas manifestaciones del cuento del pecado original, es decir, la historia de una acusación primigenia que serviría para justificar los castigos más tremendos. Ahora bien, según otras interpretaciones (o sea, creencias), la falta pudo haber sido también cometida en vidas pasadas. Y así, el bebé que muere aplastado ya llevaba sobre los hombros el peso de un karma o algo así. Finalmente, en el caso de que a la víctima no se le pueda realmente comprobar infracción alguna, entonces nos queda, a todos, el consuelo de que tiene acceso directo al Paraíso. Estamos hablando, pues, de un sistema de compensaciones y equilibrios muy sabiamente dispuesto para que el horror de lo injusto no nos quiebre el alma y que la cabeza no se nos llene de perturbadoras incertidumbres. Requerimos, para funcionar, de inmutables certezas y explicaciones. De otra manera, no podríamos ni salir a la calle.

Es entendible, entonces, la acusación de Pat Robertson -el cristiano fundamentalista que culpa a los haitianos de su propio infortunio por no adorar al dios oficial.

Román Revueltas Retes
(v.pág.4 del periódico Público del 7 de febrero de 2010).


Sin duda la religión es una incomodidad para el ser humano, y no precisamente por las Iglesias que se cobijan o nacen alrededor de una religión: esas son instituciones creadas por seres humanos concretos por intereses y propósitos, cuya dinámica y veleidades se explica por lo veleidosos o sensatos que sean los responsables de dirigirla. La religión no viene de intereses o propósitos concretos y no es un asunto de instituciones. En su sentido más elemental es la respuesta, en la esfera personal, íntima, a la pregunta: ¿a qué o a quién estoy ligado existencialmente? La religión es una pregunta que forma parte de lo que la filosofía moderna llama el "cuestionario existencial" de los seres humanos. La respuesta en la historia de la humanidad ha sido de dos clases solamente: estoy ligado a nada o estoy ligado a la trascendencia. Ambas respuestas se concretan en diversas formulaciones con las cuales se definen un conjunto, muy pequeño la mayor parte de las veces, de creencias indemostrables para la mera razón pero movilizadoras de los dinamismos humanos de los creyentes.

En el asunto del poder público los seres humanos también nos atoramos y nos incomodamos. Y por eso, durante muchos siglos resolvimos el problema del poder con base en las creencias de alguna religión. Así como hacemos una ética personal con base en la religión, hicimos una ética pública con base en creencias religiosas. Funcionó el invento hasta que, entre otros, Maquiavelo dejó clara, mediante un poderoso edificio intelectual, la incompatibilidad de la ética religiosa y la política. No por nada la Iglesia Católica prohibió a sus fieles leerlo.

La humanidad aún no dispone de una ética laica aceptable por todos. Hay quien la califica de imposible.

Miguel Bazdresch Parada
(v.pág.15 del periódico Público del 14 de febrero de 2010).


Siempre será preferible que los hombres tratemos de entendernos a partir de la razón, que pretender lograrlo a partir de la fe.

Fernando Savater, en "La Vida Eterna", sostiene que "ciertas conquistas de la dignidad humana se hicieron remando contra el Cielo... o, al menos, contra sus representantes más distinguidos"... A algunos podrá dolerles. Pero es verdad.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 15 de febrero de 2010).


A Krishnan le parece difícil imaginar que el universo saliera de la nada: "Si el universo es espacio-tiempo entonces antes de la creación del universo debió haber algo por fuera del espacio-tiempo", si está fuera del espacio es individido, si está fuera del tiempo es eterno y sin cambio. El universo debió venir de algo individido, eterno y sin cambio. "Ninguna cantidad de experimentación física puede detectar eso".

Responde J.L.Cirne-de-Castro: "Krishnan: antes del Big Bang, o antes de la creación del Universo, como tú dices, nadie sabe si hubo algo. Es difícil aceptar que no hubo nada. Pero es aún más difícil entender qué hubo. Probablemente Dios. Pero ¿no piensas que también es difícil entender a Dios? Estoy seguro de que no llegaremos allí por medio de la ciencia. Así que entendamos primero cómo fue el Big Bang".

Sección de comentarios de ScienceNow.

Luis González de Alba
(v.pág.30 del periódico Público del 18 de abril de 2010).


No creo en ningún dios... las religiones son sectas. Usan y manipulan a la gente.

Darina al Joundi, actriz libanesa, residente en Francia
(v.pág.37 del periódico Público del 30 de abril de 2010).


Paralelamente, junto a unos pocos no creyentes que tienen un sentimiento profundo de lo sagrado, deambulan millones de católicos con un aterrador vacío del pensamiento. Ninguna relación se establece entre su fe y su vida.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.2-A del periódico El Informador el 29 de mayo de 2010).


A Dios lo han secuestrado los hombres. Han creado unas religiones disparatadas, que no entiendo como han sobrevivido durante siglos y siguen expandiéndose. Son implacables, predican amor, justicia y caridad, y para imponerlas cometen atrocidades. Los señores muy principales que propagan estas religiones juzgan castigan fruncen el ceño ante la alegría, el placer, la curiosidad y la imaginación. Muchas mujeres de mi generación hemos tenido que inventar una espiritualidad que nos calce, porque los dioses del patriarcado definitivamente no nos convienen: nos hacen pagar por las tentaciones y pecados de los hombres. ¿Por qué nos temen tanto?

Isabel Allende
("La suma de los días". Ed.Random House Mondadori, S.A.de C.V. México 2010).


Triste cosa, muy triste, es el martirio. No prueba absolutamente nada, a no ser la voluntad del mártir de morir por una causa. Pero el martirio no es evidencia de la justicia de esa causa, de su verdad o su razón. Todas las religiones han tenido mártires, lo mismo el cristianismo que el judaísmo o el Islam, y su martirologio no demuestra que alguna de ellas sea la única verdadera religión. El catolicismo, que ofrece el catálogo más numeroso, más variado y colorido de los mártires, contribuyó con generosidad a aportar mártires a los credos que se le oponían.

Armando Fuentes Aguirre "Catón"
(v.periódico El Siglo de Durango del 22 de julio de 2010).


Si algún día me lo encontrara (a Dios) le pediría unas cuantas explicaciones, no la va a tener fácil.

Fernando Trueba, cineasta
(v.pág.8 del suplemento "Visor" del periódico Público del 1o.de agosto de 2010).


No tengo idea de quién o qué es Dios, pero si creo en algún gran poder espiritual. No sé cómo llamarlo. Lo siento sobre todo cuando estoy afuera, en la naturaleza. Es sencillamente algo más grande y fuerte que yo, o que cualquier persona. Lo siento, y eso me basta.

Jane Goodall, primatóloga
(v.pág.114 de la revista Selecciones de septiembre de 2010).


La Biblia no es el único libro del que se afirme que es parte de la Revelación (la otra parte es la tradición... siempre y cuando haya sido certificada por la Iglesia Católica... y no haya cambiado de opinión, como con el Purgatorio o las torturas del Infierno). También el Corán fue revelado al profeta Mahoma por el arcángel Gabriel y obliga a las mujeres a salir de su casa siempre acompañadas por un hombre familiar cercano, y disfrazadas de lechugas. Hacia el 610 recibió Mahoma sus primeras revelaciones. Es, para el Islam, el último de los profetas y la última revelación del Altísimo.

Pero Dios no lo pensó así porque en 1870-79 hizo nuevas revelaciones, entonces a un gringo de Pensilvania, Charles Taze Russell, y con tanta fuerza, que hoy ese nuevo mensaje se predica, de casa en casa, en más de 500 idiomas, unos 250 países, y aparece en unos 8 millones de revistas que los conversos reparten, casi siempre gratis. El mensaje divino es: "Restaurad mi Iglesia", la iglesia cristiana del siglo I. Son los Testigos de Jehová.

Pero Dios nunca acaba de completar sus mensajes y olvida algún detalle, así que el 6 de abril de 1926, y en Guadalajara, Jalisco, Dios habló al hermano Eusebio Joaquín González para que fundara, siguiendo un versículo de la Biblia (1 Timoteo 3:15) La Iglesia del Dios Vivo, Columna y Apoyo de la Verdad, restauración de la primitiva iglesia cristiana oootra vez. Más breve: la Luz del Mundo.

Los mensajes divinos se parecen en algunos aspectos, como el de hacer a las mujeres fuente del pecado de los hombres y darles condición sometida. Pero es muy diversa la opinión de Dios en materias tan importantes como la divinidad de Cristo, discutida por los cristianos durante los 4 primeros siglos. Triunfó la postura divinizadora y fueron declarados herejes los obispos y teólogos que la negaban, entre ellos Arrio, quien tuvo entre sus discípulos nada menos que a san Agustín, luego arrepentido.

No hay forma de dilucidar el bueno entre los mensajes. Y acaba uno por responder como el gallego a los Testigos de Jehová: Mirad, que si no creo en la única religión verdadera, menos voy a creer en otras...

Así crea uno en Dios o no crea: Dios, si es, es eterno y perfecto, no puede cambiar de opinión, no puede enojarse sin perder su perfecta perfección, ni alegrarse pues ya es infinitamente feliz. Por lo mismo no puede enviar castigos ni diluvios ni fuegos sobre los pecadores porque implica un cambio temporal en un Ser inmutable en su infinita perfección. Tampoco se puede condoler y enviar por eso salvadores.

Luis González de Alba
(v.pág.30 del periódico Público del 12 de septiembre de 2010).


El Diablo:

-¿Crees que la exigencia de tu razón es la que hace la ley de las cosas? Sin duda el mal es indiferente a Dios, puesto que la Tierra está llena e él.

¿Es por impotencia por lo que él lo soporta, o es por crueldad que lo conserva?

¿Acaso piensas que él deba ocuparse continuamente de reacomodar el mundo como si fuera una obra imperfecta y vigilar todos los movimientos de todos los seres, desde el vuelo de una mariposa hasta el pensamiento de un hombre?

Si él ha creado el universo, su providencia es superflua. Si la Providencia existe, la creación es defectuosa.

Pero el mal y el bien no te conciernen sino a ti, como el día y la noche, el placer y el dolor, la muerte y el nacimiento, que son relativos a un rincón de la inmensidad, a un medio especial, a un interés particular. Porque sólo el infinito es permanente, existe el infinito. ¡Eso es todo!

Gustave Flaubert
(La tentación de San Antonio)


Va de nuevo el Dios de Baruch (Benedicto o Benito) Spinoza (1632-1677): "Por Dios entiendo un ente absolutamente infinito, esto es, una sustancia que consta de infinitos atributos de los que cada uno expresa una esencia eterna e infinita." No es un Dios personal, no cumple deseos, no cuida hijos de sus devotos, no encuentra llaves perdidas.

¿Existe ese ente descrito por Spinoza? No es asunto de la ciencia: ésta lo que ha hecho es explicar la Naturaleza sin recurrir a dioses, espíritus ni Dios único. Ha ido iluminando territorios que fueron posesión de la religión. Pero nunca negará, para el creyente, que Dios exista (y cada quien le pone características a su gusto y lo llama fe). La ciencia no niega tampoco la existencia de sirenas: se limita a no mencionarlas entre las especies conocidas. Probar una negación es tarea lógicamente inabordable: ni la revisión milímetro a milímetro de los fondos y fosas marinas sin hallar sirenas sería prueba. Busque los artículos deducción e inducción en su enciclopedia favorita.

De ahí que los científicos hayan podido creer en Dios, sin hacerlo parte de sus teorías. La necesidad de Dios es un tema filosófico muy entretenido. Busque el "argumento ontológico".

En 1613 escribió Kepler lleno de angustia: "No hay nada que quisiera resolver hace más tiempo y con mayor urgencia que esto: ¿Puedo encontrar a Dios, a quien casi puedo asir con mis propias manos al mirar el universo y también en mí mismo?", cita Owen Gingerich en The Great Books de la Britannica. Pero las leyes de Kepler para las órbitas planetarias no recurren a Dios. Einstein lo llamaba "El Viejo" y era el definido por Spinoza. Son científicos para los que Dios es una hipótesis que no necesitan para llegar a sus conclusiones, como dijo Laplace a Napoleón. Mejor aún: es una hipótesis que se prohíben emplear porque dejarían el terreno de la ciencia.

Siempre podemos intentar lirismos: una prueba de la existencia de Dios es Mozart, dice una amiga. Y escuchando el Agnus Dei de la Misa de la Coronación, el Rex del Réquiem, le doy razón. Pero no es el Dios personal del Diluvio que manda un hijo a redimir quién sabe qué pecados.

Luis González de Alba
(v.pág.30 del periódico Público del 26 de septiembre de 2010).


Un Dios, entendido según la religión, estaría más allá del espacio y del tiempo que forman la base de las ecuaciones humanas.

David Jou, catedrático de Física de la Materia Condensada de la Universidad Autónoma de Barcelona
(v.pág.29 del periódico Público del 14 de noviembre de 2010).


Hemos lanzado telescopios al espacio exterior para explorar los confines del universo, hemos mirado hacia atrás en el tiempo para conocer lo que sucedió en el origen de todo. Es seguro afirmar que muchos de nosotros no estaríamos aquí si no se hubieran desarrollado los antibióticos y las vacunas.

Ésta debería ser una era que haga palidecer a todas las que nos antecedieron. Y, sin embargo, por todo el mundo muchos siguen manteniendo su obediencia en creencias primitivas que apenas han cambiado desde la época medieval, como la religión.

Las cosas pueden estar mejor en México, pero las encuestas muestran que más de 40% de los estadounidenses creen que el planeta tiene sólo 6,000 años de antigüedad, aunque sabemos que tiene 4.5 miles de millones de años.

¿Cómo podemos saber qué es verdad? La tradición es una mala razón para creer en algo, la autoridad también, la revelación es peor y la fe puede que sea la peor de todas. La única buena razón para creer en algo es la evidencia científica.

La gente mala hará cosas malas y la gente buena hará cosas buenas, pero los buenos sólo harán cosas malas a causa de la religión.

Richard Dawkins, biólogo evolucionista británico
(v.pág.17-A del periódico El Informador del 15 de noviembre de 2010).


Más de mil millones de personas por medio mundo son musulmanes. Trazando una línea recta desde Mauritania a Filipinas, casi todos los países pertenecen al islam. Geográficamente, tres cuartas partes del planeta está islamizado. Pero esto no es malo. Todo lo contrario. La riqueza cultural, religiosa, étnica, lingüística no hace sino magnificar al ser humano. Lo malo es la mala utilización de algunos o todos estos rubros que acabo de mencionar.

Lo digo porque lamentablemente la mayoría de las guerras han sido religiosas. Se ha matado en nombre de Dios, en nombre de Alá. La Guerra Santa se llevó por delante a decenas de miles de personas. Los cruzados y los sarracenos tenían luchas encarnizadas por sendas religiones. La utilización de la religión para un mal uso personal o colectivo es lo que la manosea y la cosifica. Le da un carácter banal que no le corresponde. Así está pasando con el cristianismo y el islam, que por cierto, quiere decir "paz".

Estoy seguro de que 99% de los musulmanes son gente de bien; que buscan la solidaridad y la ayuda y la caridad hacia el resto. Lo mismo que el resto de los creyentes de otras religiones. Pero hay fanáticos en todos lados.

En el islam hace mucho que un grupo muy menor esta queriendo imponer sus dogmas a base de golpes. Osama bin Laden y Al Qaeda no son más que eso: la golpiza permanente hacia el mundo occidental para romper aquello que consideran suyo. Quieren comenzar por Al Andalus, es decir la España actual, para poder "recuperar" el resto de Europa. Y de alguna u otra manera lo están consiguiendo. En el Viejo Continente la población musulmana ha crecido en los últimos años lo suficiente como para cambiar el mapa etnográfico.

En Alemania existe una población musulmana de 7% -la mayoría de ellos son ciudadanos turcos-. En Reino Unido, 2.5%, muchos de los cuales son paquistaníes. En Francia se ha incrementado en 14.6%, la mayoría procedente de Argelia. Finalmente en España ha habido una subida de 1.20%, más un millón y medio de musulmanes, casi todos marroquíes.

En alguna ocasión, ya he escrito que el antiguo presidente de Argelia, Bumedian, tenía la esperanza primero y, la certeza después de que el islam abduciría a Europa; "Conquistaremos Europa a través del vientre de nuestras mujeres" y "os venceremos con vuestras leyes y os gobernaremos con las nuestras", y así está siendo -de una manera relativa- según lo pronosticó hace más de 6 lustros.

Pero no es negativo. Lo que sí, es que alguno de ellos -pocos pero potentes- quieren hacerse con Occidente. Sólo hay que recordar los atentados de Madrid o Londres o los frustrados de la capital británica, Barcelona y Alemania. Todos los terroristas eran integristas, fundamentalistas, fanáticos que piensan que no tenían nada que perder, salvo la vida. Y eso sí representa un peligro real y serio porque lo tenemos dentro de nosotros.

Alberto Peláez
(v.pág.26 del periódico Público del 21 de noviembre de 2010).


En "Hablemos de Dios", Victoria Camps y Amelia Valcárcel demuestran cómo las mujeres pueden abordar el tema religioso, y aun hacerlo igual -o mejor- que los hombres.

Unos cuantos botones de muestra: "Lucrecio escribió que el miedo creó a los dioses (...); una cosa es lo que hace que pervivan las religiones, y otra (...) lo que mantiene funcionando a las iglesias"; "La crítica filosófica abierta a la religión (...) consistió en asimilarla a la superstición pura y simple, aunque la religión fuera una superstición de mayor nivel y mejor organizada"; "Las actuales formas religiosas, ni pueden ni quieren comprometerse con la explicación del mundo; saben que tienen poco que contar, y se limitan a administrar nuestros ritos, nuestros miedos..."; "El dios al que invocamos no sirve ya para curar enfermedades ni para propiciar que llueva"; "Ya no necesitamos la hipótesis divina ni para el mundo físico ni para la política, y ahora se está agotando también para la moral"; "Argumentar desde la voluntad divina es bastante fácil, mientras que hacerlo desde la prudencia y la razón es trabajoso y muchas veces complicado". Etc.

San Pablo exigía que las mujeres callaran. ¡Peor para él...!

Jaime García Elías
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 29 de noviembre de 2010).


Benedicto XVI comenzó el año gastando, innecesariamente, parte de su capital -el ascendiente que en el aspecto espiritual tiene sobre buena parte de la especie humana-, incorporando la hipótesis (indemostrable, para su desgracia) de la presencia de un creador detrás de la teoría del "Big Bang" que aspira a responder, en nombre de la ciencia, a la incógnita más remota que el hombre, en todos los tiempos, se ha planteado acerca de sí mismo. Siguió, ya encarrerado, en su tradicional discurso de principio de año ante el cuerpo diplomático acreditado en el Vaticano, con una filípica contra la educación laica, interpretándola como "otra amenaza -no la primera, pues...- a la libertad religiosa de las familias".

El laicismo, en Europa y -como dijo el Papa- "en algunos estados de América Latina" (entre los cuales México), gana terreno a pasos agigantados, reduciendo el ámbito de la religión al sacrosanto, íntimo, inviolable terreno de la familia y la conciencia de las personas... en detrimento del que fue, durante siglos, latifundio de la Iglesia. Días vendrán en que ésta acabará por entender que precisamente el laicismo es la mejor garantía del pleno respeto de los estados y de la sociedad en su conjunto, al inalienable derecho de las personas a profesar las creencias (o increencias) que prefieran. Días vendrán en que se entenderá que los defensores de la plena libertad religiosa no son, en absoluto, como pretenden los modernos inquisidores, "enemigos de la fe". Sería la fe, en todo caso, la que, al anteponer los dogmas -atentados a la razón-, la obediencia ciega y la actitud acrítica a la probabilidad y aun a la certeza científica y a la honestidad intelectual, parecería empecinarse en ser, en muchos aspectos, enemiga declarada y contumaz de la inteligencia.

Cada quien es libre de tener las creencias que prefiera, pero no tiene ningún derecho de imponérselas a nadie. Los sistemas educativos públicos, así, deben circunscribirse a enseñar lo verificable... aunque no concuerde con las "verdades absolutas" de quienes, en nombre de su fe, sustentan lo contrario. La educación religiosa es un derecho de las personas y las familias, sí... pero no una obligación del Estado.

Como dice Fernando Sabater en "La Vida Eterna", cada cual puede tener las creencias que prefiera... sin dejar de reconocer que, como la historia se ha encargado de demostrarlo reiterativamente, "las creencias (...) siempre guardan una ferocidad latente contra quienes no las comparten".

Jaime García Elías
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 12 de enero de 2011).


Los "valores universales" que monseñor Christophe Pierre quisiera ver incluidos con urgencia en los sistemas educativos -y que lo están, de hecho-, pueden condensarse, como el espectro cromático, en 3 básicos: verdad, bondad y belleza. El laicismo, que el Nuncio Apostólico en México identifica con hipocresía ("fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan", según la Academia), respeta lo mismo el derecho de algunos a creer en la eficacia de los talismanes, la astrología y el tarot, que el de los creyentes a dar la vida por defender los dogmas que el agnóstico se resiste a aceptar: desde la filiación divina de Jesús hasta la santidad de la Iglesia; rechaza, en cambio, que alguien quiera imponer tales aseveraciones, absolutamente improbables (imposibles de probar), como verdades absolutas... Vaya: saltando al terreno de la belleza -otro de los "valores universales"-, todos somos libres de elegir entre Johan Sebastian Bach y Joan Sebastian a secas, o entre Anna Netrebko y Cruz Lizárraga, digamos por ejemplos... pero no tenemos ningún derecho a imponer nuestro gusto a nadie. Así: a nadie.

Si de valores vamos a seguir hablando, las enseñanzas de Jesús son, seguramente, respetabilísimas, irreprochables normas de conducta y modelos de vida: la solidaridad, el perdón, el amor al prójimo... Sin embargo, monseñor Pierre, de la misma manera como cualquiera capta que "cristiano" (imitador de Cristo) o "creyente" no son sinónimos de "sincero", ni éste y aquéllos son necesariamente vocablos incluyentes (y usted, Su Ilustrísima, debe conocer, con nombres y apellidos, unos cuantos ejemplos de ello...), un mínimo de honradez intelectual, asociada, de preferencia, con los ejemplos de respeto al prójimo que Jesús dio a sus discípulos -caridad cristiana, la llaman algunos-, lo llevará a la conclusión de que "laico" e "hipócrita" tampoco lo son.

Jaime García Elías
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 9 de febrero de 2011).


O Dios no existe, o es cruel de una forma inimaginable.

Si crees en la eternidad, entonces la vida es irrelevante.

Dr.Gregory House, de la serie televisiva Dr.House,


A falta de conocer la Naturaleza y de coraje para aceptar sus leyes, el hombre renunció a la experiencia a cambio de sistemas imaginarios, inventando dioses, sacerdotes y reyes ungidos por éstos. Sometiéndose sin reservas a seres iguales a él, que aprovecharon para convertirlo en esclavo desprovisto de razón y ajeno al hecho clave: todo está en el orden natural, e incluso el desorden es tan corriente como su apuesto.

[...]

Prefiere las ilusiones falsas a la realidad que desmiente por sí misma la idea del Ser bondadoso, supremo, inteligente y justiciero. Sería una aberración que un padre armara la mano de un hijo irascible y lo condenase luego por haber matado con ella.

Arturo Pérez-Reverte
(págs.268 y 388 de "El Asedio". Ed.Alfaguara. México 2010).


No sería insensato afirmar que hemos inventado a Dios en el momento en que nos hicimos conscientes de que no podíamos hallar una explicación lógica de nada; entonces resumimos todo lo ilógico que nos angustiaba en una genial palabra: Dios. Lo que equivale a decir que nombrando a Dios no es que se nos aclararan todos los misterios, sólo los almacenamos en un cómodo clóset al que nos permitimos dar su nombre.

Reconozco mi agnosticismo en materia de religión, pero tengo inquietud en razonarla lo máximo posible. Pienso continuamente en mi ignorancia, pero es como la hidra: mientras más cabezas le corto, más se multiplica. Qué cómoda es la posición de tantos creyentes de las más variadas religiones que no necesitan pensar, porque ya todo lo pensaron por ellos. Ni se angustian ni se acongojan.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.2-A del periódico El Informador el 5 de marzo de 2011).


La casi totalidad de los estados modernos se han decantado por la saludable separación de Iglesia y Estado. Y los que no, lamentan hasta la fecha las funestas consecuencias sociales del dogmatismo y el fundamentalismo (es decir, la convicción de que se tiene la posesión absoluta de la verdad, especialmente en asuntos de moral, usos y costumbres) institucionalizados.

Jaime García Elías
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 8 de marzo de 2011).


Alguna religiones se basan en el temor que inspira a los humanos la idea del fin del mundo, y esgrimen abundantes profecías para demostrar que ya está cerca. Hasta ahora, tales profecías no se han cumplido. Su sistemático incumplimiento es una invitación a nuestro optimismo.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.6-A del periódico El Informador el 20 de marzo de 2011).


¿Qué es este mundo sino la ausencia de Dios, su retiro, su distancia (que llamamos espacio), su espera (que llamamos tiempo), su huella (que llamamos belleza)? Dios sólo pudo crear el mundo retirándose (de no ser así sólo habría Dios) o manteniéndose bajo la forma de la ausencia, del secreto, del retiro, cual una huella que dejó en la arena durante la bajamar un caminante desaparecido, único testimonio, a un tiempo, de su existencia y desaparición.

Simone Weil


En el prólogo a El último Cuaderno, de José Saramago, Umberto Eco dice no estar seguro de que, como dice Saramago, "si todos fuéramos ateos, viviríamos en una sociedad más pacífica".

Comparto la duda. Es verdad que en la historia del hombre hay pocos espectáculos más homicidas que las guerras de religión. Es verdad que los hombres se valen de los dioses para dar rienda suelta a su intolerancia, quizás a su necesidad de odio.

Hay también el otro lado del problema. Creer en Dios inflama y apacigua. La religión es el opio del pueblo en el doble sentido de que nubla el entendimiento pero conforta la vida.

La creencia de Dios ofrece el consuelo de algo inconmensurablemente mayor que nosotros, más sabio, más bello y más justo que sin embargo nos ama, nos protege, nos explica, y nos espera en su reino.

Un verdadero creyente no puede entender al verdadero no creyente. Lo mira con extrañeza y compasión, acaso con escándalo. Pero la intolerancia del creyente es menor ante el descreído que ante la competencia del que cree en otra cosa, aquel que porta en sí la propagación de dioses extraños que niegan el propio.

El creyente puede convivir con el descreído, si el descreído no se empeña en imponerle su falta de fe, su ateísmo, como una religión sustituta.

Los dioses combaten pero también generan orden. Son fuentes de guerras y de reglas. Reglas de culto, reglas de convivencia, reglas de conducta, reglas de lo bueno y lo malo, de lo que nos enaltece y lo que nos degrada.

Las reglas pueden ser absurdas y hasta dañinas para la salud, la dicha o la libertad, pero son ordenadoras: legislan, reprimen, contienen.

Porque ordenan y contienen, porque son autoridad en materia de costumbres, los dioses y sus clérigos pueden después llamar a la guerra, abusar hasta el crimen de la fe.

¿Son gobernables los pueblos sin religión? No lo sabemos porque no hay pueblo sin religión, esa necesidad abrumadoramente mayoritaria de una cura espiritual para el sentimiento de orfandad y pequeñez con que somos echados al mundo.

Si Dios no existe, dice Iván Karamazov, todo está permitido. Y ese todo es el animal sin acabar que es el hombre, a quien el primero en domar y reprimir fue la religión.

Después vino el estado y al final vendrá quizá la civilización que sueña Saramago, esa humanidad sin dioses, sin ídolos ni ilusiones ultra terrenas que puede vivir en paz, y hasta ser feliz, con lo poco de tiempo y de vida que le toca.

Héctor Aguilar Camín
(v.pág.2 del periódico Público del 22 de abril de 2011).


La conciencia de la muerte, que a su vez es una consecuencia de la conciencia del propio yo, predispone a los hombres hacia las creencias religiosas. Como consecuencia de tener conciencia del carácter transitorio de su existencia individual, los hombres ven con ansiedad el hecho de la muerte; y tal ansiedad o angustia es aliviada, al menos en parte, por medio de las creencias religiosas que dan significado trascendental a la vida individal.

Francisco J.Ayala
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 24 de abril de 2011).


Benedicto XVI dijo que si el hombre fuese solamente un producto casual de la evolución, "su vida no tendría sentido o sería incluso una molestia de la naturaleza".

(V.primera plana del periódico El Informador del 24 de abril de 2011).


Es imposible probar la inexistencia de Dios. Pero también es tarea inútil e injusta: debe probar quien afirma. Si niego la existencia de sirenas, el creyente en ellas me podrá demostrar que no he revisado cada metro cuadrado de los fondos oceánicos. Es una discusión tonta y por evitar. Dios ha venido siendo, con los avances de la ciencia, cada vez más la "hipótesis no necesaria", como la llamó Laplace ante Napoleón. Para la existencia del universo, tenemos el Big Bang; para la del sistema solar tenemos a Laplace y su nube de polvo y gases, para la de los elefantes, las lechugas y nosotros tenemos la evolución.

Pero siempre un Dios pudo haber detonado el principio de todo y puesto las variables que los físicos encuentran tan notablemente ajustadas que resultan demasiadas casualidades en cadena. Para eso repito un ejemplo sencillo: si tengo un millón de boletos para la rifa de un millón de pesos y los vendo todos (digo todos), la probabilidad de que una persona particular se lo saque es un millonésimo. Pero la de que una persona cualquiera (digo cual-quie-ra) se la saque es 1: es imposible que no se lo saque nadie.

Así podemos explicar nuestro particular Bang: como uno de los infinitos bangs que crean universos que duran instantes y decaen, otros con leyes que no permiten la formación de materia, etcétera. Como quien se sacó el millón: en uno de tantos bangs, de entre millones de millones, era imposible que no se dieran las condiciones que condujeron a que la materia cobrara conciencia y se estudiara a sí misma.

Un creyente puede llamar a esa infinita y eterna espuma de universos "Dios". Pero al menos una de sus características no existe: es todo menos bondadoso. La vida, desde que surgió en seres unicelulares, estuvo diseñada para que un ser se comiera al otro.

Si por las hormigas fuera, acabarían con todos y cada uno de los árboles sobre la Tierra, pero la evolución ha creado también sus balances: hay aves, murciélagos y otros animales que comen hormigas, árboles que lanzan señales al aire ante un ataque para que otros árboles desprendan resina pegajosa y se defiendan. Las bacterias más feroces, las que matan al organismo invadido, se suicidan porque mueren con el portador. Sobreviven las que, de linaje más benigno, no matan pronto y así permiten que el portador siga dispersándolas. Eso se llama selección natural y alguien puede decir que es obra de Dios... Quizá, pero de un Dios muy cruel y, sobre todo, impasible: no hay llanto de niño que lo conmueva ni injusticia que impida.

En los terremotos se caen iglesias con más frecuencia que burdeles porque son más frágiles en su afán de ser altas. A menudo leemos que los peregrinos que iban a un santuario perecieron al caer su autobús a un barranco; la madre soltera que sale a trabajar para el sustento de sus tres hijos puede volver y encontrar que la veladora encendida a un santo dio inicio a un incendio donde los tres niños murieron carbonizados... ¿Y la Virgen o el santo dónde carajos estaban? José Emilio Pacheco tiene un bello poema donde dice que los santos lo son precisamente porque son insobornables (cito de memoria).

La inmensa mayoría de los ateos no hemos matado a nadie, no robamos, no secuestramos, ayudamos a nuestros padres hasta sin saber que un mandamiento lo exige. Es un producto de la evolución: especie que se mata en exceso entre sí, no se va al infierno, se va a la nada, desaparece. De ahí nos viene la ética laica: sin Dios ni paraíso ni infierno.

Luis González de Alba
(v.periódico Público en línea del 24 de abril de 2011).


Es más difícil defender la causa correcta cuando no se pertenece a ninguna iglesia. Si a la hora de actuar sobreviene la duda, el creyente siempre puede refugiarse en los dogmas de su fe. En cambio, para llevar una vida buena los ateos sólo cuentan con su razonamiento moral.

En una memorable conversación sostenida con el abate Pierre, hace 15 años, así defendió Bernard Kouchner, el fundador de Médicos Sin Fronteras, la ausencia de sus convicciones metafísicas.

Ricardo Raphael
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 25 de abril de 2011).


Stephen Hawking al abordar la cuestión "¿Por qué estamos aquí?", afirma que pequeñas fluctuaciones cuánticas en un universo recién creado plantaron las semillas de la vida humana.

Su libro de 2010 "The Grand Design" provocó la reacción de líderes religiosos por argumentar que no era necesaria una fuerza divina para explicar la creación del universo.

(V.Reuters del 16 de mayo de 2011).


Grupos religiosos se ofendieron de los dichos del científico británico Stephen Hawking acerca de que la idea del paraíso y de la vida después de la muerte es un "cuento de hadas" de gente que le tiene miedo a la muerte.

Hawking, director de investigación del Centro de Cosmología Teórica de la Universidad de Cambridge, dijo en una entrevista publicada el lunes en el diario británico The Guardian:

"Yo veo al cerebro como una computadora que deja de funcionar cuando sus componentes fallan. No hay cielo ni vida después de la muerte para las computadoras rotas. Ése es un cuento de hadas para la gente que le teme a la oscuridad", dijo.

(V.periódico El Universal en línea del 18 de mayo de 2011).


Se ha dicho repetidamente que el terreno está plagado de fanatismos. De un lado están los fundamentalistas católicos queriendo imponer sus verdades absolutas sobre todo el que se deja, y de otro lado, muchas sectas cristianas, todas pugnando abiertamente por la creación de regímenes moralistas que persigan y sometan a sus disidentes. Ni católicos ni protestantes, ni budistas ni ateos, ni islámicos y fundamentalistas de todo signo deben intentar posicionarse social o políticamente para presionar a nadie a obedecer los mandatos de sus creencias.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.2-A del periódico El Informador el 21 de mayo de 2011).


De la lapidación verbal al linchamiento físico azuzado por quien o quienes, se suponen ser emisarios y representantes de Dios, no hay mas que un espacio muy reducido. En todas las religiones sobran fanatizados que se sienten ungidos y mandatarios de un Dios severo, castigador e intolerante, capaces de los mas absurdos despropósitos. Demos la espalda a tales emisarios y presuntos representantes.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.Razón y Acción del 29 de mayo de 2011).


¿Quién no ha cantado -o tarareado, al menos- los más conocidos versos de John Lennon?: "Imagine there’s no countries, it isn’t hard to do; nothing to kill or die for, and no religion too..." ¿Quién, mientras los canta, no piensa en los principios de solidaridad, respeto y tolerancia al prójimo que esos versos proclaman?: "Imagina que no hay países: no es difícil; nada por qué matar o morir, ni religiones tampoco".

Habría que pensar si no estamos cavando, quizá, paciente, continua, metódicamente, aquí y ahora, las trincheras para una guerra fratricida cada vez que por divergencias políticas, deportivas y hasta religiosas (espantosa paradoja, puesto que todas las religiones preconizan el amor al semejante como norma suprema... aunque, llevadas al extremo del fundamentalismo, fomentan y aun practican el desprecio e incluso el odio a quienes piensan diferente), se descalifica a quienes honestamente sustentan ideologías diversas... y -por congruencia con sus convicciones, precisamente- deciden, respetando la nuestra, vivir "a su manera".

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 27 de julio de 2011).


El laicismo, lejos de atacar a una religión, las protege a todas, y protege por igual a todos los creyentes y los no creyentes, incluyendo a los propios jefes de estado que, en una república laica, tienen la libertad de ejercer su propio credo privado.

Fernando del Paso
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 30 de julio de 2011).


Contra el prejuicio -subproducto de la discusión que generó, en su momento, la insistencia de las leyes mexicanas (a partir de Juárez, sobre todo) en la laicidad del Estado y de la educación en México- de que laico significa enemigo de la religión, la Real Academia puntualiza: por laicismo debe entenderse la doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, de toda influencia eclesiástica o religiosa.

En la medida en que el concepto, en la llamada "cultura occidental cristiana", intenta romper una tradición de siglos de sometimiento del Estado a la Iglesia, conviene distinguir, como propone Fernando Savater: una cosa es el religioso, entendido como el hombre que encuentra en la religión el sentido de la vida, y otra muy diferente el fanático. "Para el fanático -señala Savater-, la religión no es un derecho sino un deber para él y para todos los demás. Y, además, él considera que tiene el deber de hacer que los demás cumplan con ese deber". La religión tiene pleno derecho a decir qué es pecado y a imponer a sus fieles la obligatoriedad de aceptarlo así… pero no puede hacer extensivo a toda la sociedad el criterio de que lo que para ella es pecado, también es delito.

La religión, como derecho de cada individuo, debe ser respetada; como deber que imponga dogmas, preceptos y lineamientos de conducta a toda la sociedad, en cambio, no puede serlo. La tolerancia religiosa, pues, entendida como el respeto a las creencias o increencias de cada persona, sólo puede darse, precisamente, dentro del laicismo.

Voltaire -citado por Savater-, asombrado por la tolerancia de los ingleses, decía que "los ingleses van al cielo o al infierno, cada cual por el camino que quiere".

Eso, sin más, es laicismo.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 2 de agosto de 2011).


Los no creyentes suelen ser más educados, más tolerantes y conocen más sobre Dios que aquellos que se declaran devotos, según revela un nuevo estudio.

Cada año de educación que se alcanza aumenta en 15% las probabilidades de que una personas piense que "hay algo de verdad en más de una religión", publica el profesor Philip Schwadel de la Universidad de Nebraska-Lincoln en un artículo para la revista "Review of Religious Research".

Para llevar a cabo su estudio, el catedrático en sociología entrevistó a 1,800 adultos en los Estados Unidos que dijeron tener creencias y prácticas religiosas.

"La gente cambia su perspectiva sobre la religión debido a que, conforme avanzan por la preparatoria y la universidad, se hacen de amigos con otros criterios, incluidas personas con distintas creencias a las suyas", asegura Schwadel.

Según el reporte, por cada año adicional de educación después de la secundaria es más probable que las personas digan que creen en un "poder superior" en lugar de "en un Dios".

Además la probabilidad de que vean a la Biblia como la "palabra de Dios" disminuye en 13%, al tiempo que sube la probabilidad de buscar una religión menos estricta.

Por su parte el psicólogo Phil Zuckerman, quien busca dirigir un plan de estudios seculares en una universidad de California, asegura que los no creyentes suelen ser más éticos, se oponen a la pena de muerte, a la guerra y a la discriminación, a diferencias de los religiosos que apoyan causas más radicales.

(V.periódico El Universal en línea del 12 de agosto de 2011).


Occidente creyó que Dios había muerto y estaba enterrado, o por lo menos expulsado del espacio público. "En el estruendo de las bombas, a la luz de los incendios, las procesiones desbordando de odio y las imprecaciones de sus portavoces proclamados, uno descubre, con azoro, que Él vuelve con fuerza. ¿Quién mejor que Él para juntar tales multitudes, atizar tales pasiones, levantar tales murallas, transformar mujeres en fantasmas y muchachos en antorchas vivas? ¿Dios? Es una manera de hablar. Porque de Dios no se sabe nada. Es la religión". Palabras del historiador Elie Barnevi en su valioso librito "Religiones mortíferas".

Jean Meyer
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 3 de septiembre de 2011).


La religión sirve para muchas cosas. Ha sido, a lo largo de la historia, por ejemplo -y lo sigue siendo hasta la fecha-, uno de los principales motivos para las guerras. Como a innumerables contiendas se les denomina "santas", cuando se llega a ellas "en nombre de Dios", al cabo de las mismas queda la sensación de que el Quinto Mandamiento del decálogo ("No matarás") admite perfectamente una excepción cuando se matan "infieles": es decir personas "equivocadas" porque no comparten nuestros dogmas (verdades "absolutas" aunque indemostrables) ni comulgan con las mismas ruedas de molino que nosotros. Con un "plus": que a los muertos que en esas pugnas aportamos -modestia aparte- "los buenos", se les puede denominar "mártires" y hacer objeto de veneración y culto público "per omnia saecula saeculorum".

Por supuesto, la religión tiene también usos más amables. El mejor de todos, por supuesto -y seguramente el único punto de plena coincidencia entre creyentes y agnósticos-, sería, como dice la definición clásica, el "conjunto de normas morales para la conducta individual y social", y cuyo común denominador sería el pleno respeto a los demás.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 12 de octubre de 2011).


La religión no podría sobrevivir sin la superstición.

¿Estaban los dioses más allá de su comprensión, como el sol está más allá de la comprensión de un escarabajo? ¿O es que, sencillamente, no había nada? ¿Sólo un vacío, un silencio, un túnel de oscuridad? "Y todas nuestras religiones, nuestros rituales complicados, nuestros sacerdotes y templos, no nos han enseñado nada. ¿Es porque sabemos instintivamente que todo es una farsa, un esfuerzo mezquino por llenar a nuestro gusto ese negro vacío? ¿Es porque comprendemos que la religión es simplemente una fantasía creada por el hombre, que sublima su temor corrosivo a la aniquilación total? Si creemos lo que deseamos creer, ¿será entonces la religión únicamente el resultado de nuestro deseo de que la muerte no sea el fin de todo?"

La religión es una expresión más del notable e insolente ego del hombre.

Taylor Caldwell y Jess Stearn
(v.págs.112, 143 y 217 de "La leyenda de Atlántida". Ed.Grijalbo, México, 1983).


A los 13 años Steve Jobs dejó de ir a la iglesia luterana. El pastor no supo qué contestar a por qué Dios permitía que en Biafra los niños murieran de hambre. No quiso tener "nada que ver con una adoración de un Dios así".

(V.pág.8-B del periódico El Informador del 30 de octubre de 2011).


Los profesionales de todas las religiones han tomado el nombre de Dios que es vida, para inspirar en sus hijos el miedo de morir. Por muchos siglos han sembrado en ellos el temor al juicio que vendría tras la muerte, inculcándoles la amenaza de la condenación eterna. ¿Cómo no iban a temblar ante la presencia de la muerte?... El oficio de las religiones ha sido dominar por el terror, y eso no es obra de Dios sino de los hombres que niegan la bondad divina.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 19 de noviembre de 2011).


El hombre de los principios religiosos puso dolor en la vida de muchos hombres y mujeres: los divorciados, los eclesiásticos o las madres solteras. Olvidados del amor y el perdón, los eclesiásticos sembraron en la gente fanatismos y prejuicios, que condenaban a esos que llamaban "pecadores" al desprecio de la sociedad. Alguna vez la Iglesia tendrá que pedir perdón a las víctimas de su intolerancia, por las angustias y aflicciones que les causó al olvidar el supremo mandamiento del Señor: "Amaos los unos a los otros".

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 3 de diciembre de 2011).


Ya en el siglo XIX el filósofo alemán Schiller había establecido 2 tipos de religión: la superior, donde la creatura humana se sujeta a la voluntad de Dios, y la inferior, donde la creatura humana quiere poner a Dios a su servicio. Desde este punto de vista, el cristianismo sería la máxima expresión de una religión superior, por lo mismo llama mucho la atención el que toda una estructura que se presenta como "cristiana" llegue a banalizar de tal modo la fe, promocionándola como se hace con los detergentes, armando espectáculos a la Taurus do Brasil.

"Venga por su milagro" sonó entonces como un eco del "buen fin", una imagen burda de un dios baratero que se pone al alcance de cuanta necesidad pueda uno tener y la otorga por un mínimo precio, aunque luego vengan las mensualidades con muchos intereses que cobrarán los organizadores de la feria de los milagros. Los predicadores de las noches de gloria, todos de corte norteamericano, harán lo propio, con oratorias copiadas de los promocionales de compras telefónicas, los de "llame ya mismo", "y si usted llama en los próximos 30 minutos llévese 3, oyó usted bien, llévese 3 por el mismo precio..." todo dicho con su peculiar acento portorriqueño. Aplicar una mercadotecnia capitalista a la predicación del cristianismo no es una simple audacia o una ocurrencia, sino una total contradicción con la esencia de este noble y trascendental mensaje. Pero la tentación del espectáculo y de las emociones baratas no se detiene ante nada.

Desde luego que su mercado nicho son los jóvenes, ilusionados porque el buen Dios les aparece un peso para el camión si se lo piden con fe; no sabemos si el mismo método funciona si le piden un millón de dólares, o si para una tal suma se requiera de una fe equivalente.

Armando González Escoto
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 4 de diciembre de 2011).


Hay un riesgo en abrir los espacios públicos a la intervención del clero. El fundamentalismo religioso es un virus para la salud de la conversación pública. La regresión social y democrática que hoy padecen las sociedades islámicas tiene mucho que ver con la irrupción de este fundamentalismo en los espacios políticos. Tendríamos que encontrar mecanismos para evitar ese riesgo en última instancia.

Jorge Zepeda Patterrson
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 18 de diciembre de 2011).


Christopher Hitchens acaba de morir. Fue sobre todo un polemista ilustrado, heterodoxo, soberbio. Difícil de catalogar, revisó famas y creencias, trayectorias y acontecimientos y arremetió contra lo que pensó erróneo, inmoral, injusto.

Sólo un botón de muestra: su "alegato contra la religión". Escribió: "sigue habiendo cuatro objeciones irreductibles a la fe religiosa: que representa de forma absolutamente incorrecta los orígenes del ser humano y del cosmos; que debido a este error inicial consigue aunar el máximo de servilismo con el máximo de solipsismo; que es causa y consecuencia al mismo tiempo de una peligrosa represión sexual y que, en última instancia, se basa en ilusiones".

Su crítica conjugaba la contraposición entre conocimiento y fe y las derivaciones prácticas de la segunda. Asumía que sus afirmaciones en esa materia no eran originales ni sofisticadas, pero que representaban las premisas que no sólo lo alejaban de la fe, sino que promovían su combate. "Nuestra creencia no es una fe. Nuestros principios no son una fe. No confiamos exclusivamente en la ciencia y la razón, ya que estos son elementos necesarios en lugar de suficientes, pero desconfiamos de todo aquello que contradiga a la ciencia o atente contra la razón".

Como parte de una añeja tradición laica, atea y/o agnóstica, Hitchens reiteraba que "Dios no creó al ser humano a su imagen y semejanza. Evidentemente fue al revés, lo cual constituye la sencilla explicación para toda esa profusión de dioses y religiones y para la lucha fratricida". Esa inversión de la causa y el efecto, nada original pero fundamental, le permitía no sólo desmontar las premisas del discurso religioso, sino sondear las fuentes de tantas disputas, tensiones y guerras "que tanto han retrasado el progreso de la civilización". "La crítica más suave de la religión es la más radical y la más demoledora. La religión es una creación del ser humano".

A diferencia de los creyentes que lo saben todo -sobre todo creen que saben que Dios existe y además saben lo que él quiere de nosotros, "desde lo que tenemos que comer hasta nuestros ritos o nuestra moral sexual"-, Hitchens asumía que "algunas contradicciones seguirán siendo contradictorias (y) que algunos problemas no se podrán resolver jamás con el equipamiento de un mamífero con el córtex cerebral humano y que algunas cosas son incognoscibles indefinidamente".

Pero Hitchens que combatía las ideas y representaciones religiosas, a diferencia de muchos creyentes, se abstenía de incendiar su propio discurso por el temor a desatar espirales de intolerancia y violencia. "En una ocasión escribí un libro sobre George Orwell, quien podría haber sido mi héroe si yo tuviera héroes, y me irritó su indiferencia ante la quema de iglesias en Cataluña en 1936. Mucho antes de la aparición del monoteísmo, Sófocles nos enseñó que cuando Antígona se oponía a la profanación hablaba en nombre de la humanidad. Dejo para los creyentes lo de quemar las iglesias, mezquitas y sinagogas de los demás, cosa que siempre se puede estar seguro que acabarán haciendo. Cuando acudo a la mezquita, me descalzo. Cuando voy a la sinagoga, me cubro la cabeza".

No creía que se pudiera ni debiera erradicar la religión. Lo desconocido, la muerte, la perpetua incertidumbre, nuestra fragilidad, alimentan a las religiones y la necesidad de creer. "Por esa razón, no la prohibiría, ni siquiera en el caso que pudiera hacerlo". Pero como solía hacer, terminaba con un duro vuelco de tuerca: "Pero ¿serán los creyentes igual de indulgentes conmigo?".

José Woldenberg
(v.pág.9 del periódico Mural del 22 de diciembre de 2011).


El mal recordado George Bush, ha sido el primer presidente agresivamente religioso en la historia norteamericana. Ni George Washington (protestante episcopálico) , ni Thomas Jefferson (deísta anticlerical), ni John F.Kennedy (católico), ni Richard Nixon (cuáquero), ni siquiera Jimmy Carter (bautista) manipularon la fe con propósitos políticos. George W.Bush, en cambio, actúa, según su propia confesión, guiado por la mano de Dios. "Mi misión", declaró a la prensa, "es parte del plan maestro de Dios". A su asesor Karl Rove, le dijo: "Estoy aquí por una razón: yo no consulto a mi padre; sería el padre equivocado; yo apelo a un padre más alto". La situación creada por el presidente Bush, expuso a su país a ser temido y odiado como nunca antes por toda la Humanidad. La situación que creó con sus cohortes de cristianos renacidos, neo-conservadores estrábicos, nacionalistas militantes y militaristas, pudo conducir a una conflagración mayor en el Medio Oriente... Un hombre público poseído de la ebriedad de un Dios, es capaz de profanarlo todo.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 24 de diciembre de 2011).


Hay hombres que pretenden hablar en nombre de Dios. Tal pretensión los lleva a hablar luego por Dios, y acabar finalmente hablando como si fueran Dios. De esos hombres hay que huir como de la peste, dado que ellos son la encarnación de la soberbia, y la soberbia es la fuente de todos los pecados. Nadie puede hablar en nombre de Dios. Únicamente la Naturaleza puede arrogarse su representación.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 11 de febrero de 2012).


Las religiones han sido, junto con las ambiciones expansionistas de los países, uno de los pretextos más socorridos para las guerras. Las "guerras santas", perpetradas en nombre del concepto de Dios, acuñado a imagen y semejanza de sus supuestas criaturas, desde el relato bíblico que atribuye el primer crimen de la historia -un fratricidio, por cierto- a la envidia de Caín porque sus ofrendas no eran gratas a Dios, como sí lo eran las de Abel, hasta los atentados del 11 de septiembre de 2001 y sus reacciones, han existido siempre.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.8-B del periódico El Informador del 13 de febrero de 2012).


Religión habrá mientras los hombres tengan 2 sentimientos que -parece- habrán de acompañarlos siempre: el miedo y la esperanza.

Armando Fuentes Aguirre "Catón"
(v.periódico El Siglo de Durango en línea del 23 de febrero de 2012).


Me opongo a toda superstición, sea musulmana, cristiana, judía o budista.

Bertrand Russell, filósofo y matemático inglés, premio Nobel en 1950.


Que haya seres humanos que deciden no creer en Dios no es una novedad, los ha habido siempre, la misma Biblia testifica este hecho (Sal.14,1). Que muchos de esos hombres han sido profundamente honestos en su decisión, que no la han tomado a la ligera ni como un escape, que no fue por arranques emocionales o rencores circunstanciales, también es verdad. Que para otros tantos la opción por el ateísmo fuese consecuencia de un drama desgarrador de su inteligencia llevada al límite, también es verdad, y uno de los ejemplos más célebres a este respecto fue Federico Nietzche.

Sin embargo en nuestro tiempo más que verdaderos ateos, respetables por la sinceridad de su proceso, lo que abundan son personas frívolas que creen o dejan de creer a tenor de sus veleidosas emociones, de su ausencia de pensamiento, de su flojera mental.

(V.pág.13-A del periódico El Informador del 15 de abril de 2012).


A pesar de cardenales y teólogos, niego que si hubiera un dios infinitamente poderoso y bueno lance castigos contra los humanos desobedientes, como un diluvio que los ahoga, pero también a perros, caballos, toros, tigres, ardillas sin pecado. Al fin todopoderoso, en menos de un microsegundo habría desaparecido de la faz de la tierra a los malos.

El peor pecado de Lutero, lo crea usted o no, fue traducir la Biblia del latín común al alemán, pues el pueblo no estaba preparado para leer sin guía esa colección de fábulas risibles y pataletas divinas. No sé si lo diga Weber, pero es claro que aprender a leer para leer la Biblia en alemán tuvo consecuencias indeseables para la religión: además del cuento divertido que narra el Génesis, leyeron a Galileo, a Kepler y otros, lo cual produjo, un par de siglos después, la Revolución Industrial en países de lectores, todos protestantes.

¿Leo hebreo bíblico? No. Pero la historia de Noé y el Arca me parece, en términos técnicos y con todo respeto, idiota, infantil, risible. Y desde niño me pregunto cómo consiguió Noé su pareja de canguros australianos, la de osos polares y la de pingüinos. Y por qué salvó ese dios a los delfines, peces y pelícanos, que no se ahogaron. Ni para qué perder el tiempo: es el escrito de un pueblo de pastores de la edad de bronce, aterrados por una inundación que bien pudo ocurrir muy cerca, pues la relatan pueblos vecinos. Quizás fue la ruptura del estrecho puente de tierra que separaba el Mediterráneo de una llanura fértil que hoy es el Mar Negro. En los restos está Constantinopla, que los turcos llaman Estambul. ¿Tengo pruebas? No, ni las busco, pero suena sensato...

Luis González de Alba
(v.periódico Milenio Jalico en línea del 15 de abril de 2012).


Una cosa es el interés cultural que puedan tener -y tienen- las religiones y otro hacer propaganda a los prejuicios de los clérigos. El obispo de Alcalá dice cosas propias de su pintoresco cargo: lo raro sería que compartiese los puntos de vista de Pedro Almodóvar. Pero podemos exigir que las diga en su parroquia a quien se las quiera escuchar y no a través de un altavoz mediático que llega a las casas de millones de españoles. Hay otras muchas iglesias y levitas de variado pelaje en nuestro país: como todos ellos coinciden en obedecer a la voz del Altísimo antes que a la del sentido común y la constitución laica, lo más prudente es que los medios de comunicación públicos se nieguen a darles la mínima cancha, aunque muy amablemente, eso sí. Algunos representan creencias y comportamientos tradicionales en nuestro país, pero nada nos obliga a dar por buenas esas venerables reliquias: aceptemos las festividades típicas en lo que tienen de lúdico y estético, pero en cuanto a la ética ya hay cosas mejores.

Para prevenir la intolerancia -en la medida de lo posible, claro- la educación pública y laica es el instrumento indispensable. No podemos dejar la enseñanza de valores cívicos exclusivamente en manos de las familias, porque las consecuencias de la mala educación no son sólo familiares sino sociales. Y tampoco pueden educar únicamente los clérigos, que a veces son sin duda maestros excelentes pero en otros casos perpetúan prejuicios y supersticiones. Por último, no conviene olvidar que los medios de comunicación de masas son también a su modo escuelas, a veces de buenas y a veces de malas costumbres: los financiados con fondos públicos tienen que fomentar el humanismo constitucionalmente establecido y no ponerlo en entredicho con sermones dudosos...

Fernando Savater
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 22 de abril de 2012).


No creo en el antropomorfismo de un creador y diseñador porque ya hace unos 2,500 años, en Grecia (but of course) Xenófanes hizo escarnio de la religiosidad popular con una expresión de fuerza inigualable: "Si los leones y los caballos tuvieran manos, los leones dibujarían a los dioses como leones y los caballos como caballos". Nadie lo ha dicho mejor.

Luis González de Alba
(v.periódico Milenio Jalico en línea del 6 de mayo de 2012).


¿Acaso ustedes no enseñan que la fe es un don? Bien, soy una de las personas que no recibió su parte del premio.

[...]

Habitamos muchos que nunca fuimos condicionados ni fuimos agraciados por las macizas certidumbres de la cristiandad. Tenemos que arreglarnos con lo que se nos da: la luz fugaz, la tormenta pasajera, cierta medida de amor para atemperar el dolor de las cosas, el débil atisbo de razón en un mundo eloquecido.

Morris West
(v.pág.32 y 126 de "Lázaro", Javier Vergara Editor, Argentina, 1990).


Yo quisiera creer como mi mamá que después de la muerte hay todo eso que te imaginas, que vas a estar volando entre nubes. Yo no creo que haya mucho más, espero que sí, pero creo que no hay nada. Lo que hicimos aquí, lo hicimos.

Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio, dramaturgo
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 22 de julio de 2012).


¿Cómo definir una salvación que, si se considera el estado actual del mundo, no parece haber tenido mucho éxito? ¿No es la historia de la salvación una historia malograda? 2,000 años de cristianismo para venir a desembocar en una sociedad enferma no es precisamente un éxito.

¿De qué nos libró entonces Jesucristo?

¿De la muerte? Si la gente sigue muriendo, ¡Y tan frecuentemente en forma atroz! ¿Del pecado? Si por todos partes sigue dominando insolentemente el egoísmo de los individuos y de las naciones; y los estragos de la injusticia, de la guerra, del orgullo, del odio o de la indiferencia que llenan las columnas de nuestros periódicos y las pantallas de nuestros televisores. Siempre el mal dominando con su poder el mundo; siempre el odio fermentado en el corazón de los hombres. Las grandes industrias acaparando la especulación, vertiendo sus desechos tóxicos a los mares. Qué mundo es éste que se dice haberse salvado y los hombres mueren a millares por inanición, mientras nuestros cubos de basura occidentales rebosan de nuestras glotonerías.

Yo nací bajo una férrea educación religiosa, misma que hasta la fecha es parte intrínseca de mi "ser". Las peleas dentro de mí son constantes. Y aunque dicen que dudar es complemento de la fe, creo, que lo que más me "perjudicó" es la imagen que me inculcaron de un Dios con atributos humanos; justo, personal, infalible, todopoderoso y "creacionista absoluto de todo cuanto existe". Y como Borges diría: "Darle atributos a Dios humano es como si un perro dijera, que Dios es eminentemente canino". Y la salvación se ha explicado en términos de "redención" dándole un sentido de un "rescate" meramente comercial y mercantilista. No es ajeno a la imagen de Dios un cierto tipo de masoquismo: habiendo sido infinita la ofensa, el precio que ha de "pagarse" para pagarla ha de ser también infinito. De ahí la intervención de Cristo, Hijo de Dios, el único capaz de pagar tal "rescate" al precio de su propia vida.

Quiero que quede claro que yo sigo en la búsqueda de ese Dios que anhelo llevarlo dentro de mí, y que le podríamos llamar "paz interior". No se confundan; al no preguntarte sobre el Dios del catecismo y la realidad del mundo se le llama "fundamentalismo", o sea, "creo por que así me lo enseñaron y no me cuestiono nada".

Carlos Corvera Gibsone
(v.pág.12-A del periódico El Informador del 26 de agosto de 2012).


Dios tiene muchas casas chicas. Se llaman iglesias.

Recopilación de Héctor Aguilar Camín
(v.pág.4 del periódico Milenio Jalisco del 7 de septiembre de 2012).


La toxina de la religión

Niños en la cama de un cura, suicidios masivos ordenados por un pastor, "profetas" que eligen vírgenes en sueños, padres que impiden la educación o la vida de sus hijos porque su fe se los prohíbe, predicadores de histeria cada que se avecina "otro" Fin del Mundo, fieles que se atan kilos de pólvora para destruir y destruirse; en suma, someter al prójimo: todos en nombre de la fe... definitivamente, la religión no es cosa de juego.

"¿Sirve la religión para que las personas se comporten mejor?", pregunta Christopher Hitchens en Dios no es bueno. Alegato contra la religión y concluye que "cuanto peor es el infractor, más devoto resulta ser". Desde la tentativa parricida de Abraham hasta la caída de las Torres Gemelas, pasando por las Cruzadas, la Inquisición y el Holocausto, la mayoría de los conflictos se disputan no por razones políticas, sino raciales y religiosas. Justificada bajo el nombre de algún dios, cada vertiente religiosa ha patentado su propia -y no pocas veces atroz- marca registrada de la verdad, apartada de la filosofía, la ciencia, el humanismo y la razón.

Pensemos en el Museo Creacionista de Kentucky (Estados Unidos), creado en 2007 por el grupo evangélico Respuestas en el Génesis. Según este museo, en el paraíso convivieron en armonía Adán, Eva y los dinosaurios, que se dejaban montar alegremente; y tiene una explicación bíblica para todo: desde el huracán Katrina, la homosexualidad, la prostitución, el sida, hasta los tsunamis de Asia. Al modo de Ripley advierte a la entrada "Prepárense para creer", como los templos budistas que piden a quienes entran "que pongan a dormir la razón y que se despojen tanto de su mente como de los zapatos".

La ola de violencia que se ha desatado en el mundo árabe durante los últimos días, no tiene otra explicación. Ofendidos por un agravio fílmico (el video "La inocencia de los musulmanes"), reaccionarios islámicos han incendiado embajadas y causado víctimas en defensa del profeta Mahoma. Mientras que en la comunidad Nueva Jerusalén, Michoacán, otro conflicto de raíz religiosa tiene lugar: la secta fundada por Nabor Cárdenas "Papá Nabor", y ahora liderada por Martín de Tours, se opone por "voluntad" de la Virgen del Rosario a la educación laica que el Estado tiene la obligación de impartir.

El escritor Salman Rushdie ha vivido bajo amenaza desde 1989, cuando publicó su novela Los versos satánicos, prohibida en numerosos países no sólo islámicos, a causa de una fatua dictada por el ayatola Ruholla Jomeini, que lo condenó a morir (y a quienes editaran o tradujesen su obra) por blasfemia al profeta Mahoma y el islam; la recompensa por su ejecución: tres millones de dólares (actualmente 3.5 millones). Sin asesinos a sueldo, pero con el mismo fervor, Martin Scorsese sufrió el boicot contra su película La última tentación de Cristo, basada en la novela de Nikos Kazantzakis, que presenta a un Jesucristo más humano que divino. En México pasaron 16 años para que pudiera llegar a las salas de cine, desde 1988 hasta 2004, no sin polémica ni ataques del fanatismo que desata odio e ira contra obras de ficción.

Tras crisis como éstas que reavivan el debate entre la libertad de culto y la negación de derechos humanos básicos, cuando no la vida, uno se pregunta si las iglesias en realidad persiguen la convivencia y el respeto o son, como dice Hitchens, "un elemento de la toxina que nos ha contagiado la religión".

Sísifo y su tragedia

Como escribió Albert Camus, "los dioses condenaron a Sísifo a empujar eternamente una roca hasta lo alto de la montaña, desde donde la piedra volvía a caer por su propio peso. Pensaron, con cierta razón, que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza [...]. Lo trágico de este mito estriba en que su héroe es consciente". Tanto para Sísifo como para Adán o cualquiera de nosotros, el pecado es la conciencia, "la aparición de nuestro pensamiento crítico", dice Hitchens, "el rechazo a creer en un vigilante sobrenatural", reconocer que "la religión y las iglesias son un producto de la invención humana", que "la ética y la moral son bastante independientes de la fe y no se pueden deducir de ella; y dado que la religión apela a una exoneración divina especial por sus prácticas y creencias, no solo es amoral, sino inmoral".

Pero, ¿qué hay donde no hay dioses? El vacío, la libertad de la nada. El prisionero acostumbrado a sus cadenas no sabe qué hacer cuando las abandona, porque su vida había dependido, hasta entonces, de ellas. Alejado de la "continua sumisión, gratitud y temor", promueve "la libre indagación, la actitud abierta", abandona "las doctrinas y permite que su mente, libre de cadenas, piense por sí misma", que se transforme en consciencia.

El arte de vivir sin dios

"Pertenecer a la tendencia o facción escéptica no es, en absoluto, una opción blanda. La defensa de la ciencia y la razón es el gran imperativo de nuestro tiempo. [...] Ser no creyente no sólo significa poseer 'una mente abierta'. Es, más bien, una admisión decisiva de incertidumbre, que está dialécticamente conectada con el repudio del principio totalitario, en la mente y en la política", dice Hitchens en su biografía Hitch-22.

Acepta, como Dostoievski, que "sin Dios, todo es posible", pero rechaza que las posibilidades deban ser únicamente repulsivas: "la honradez humana no se deriva de la religión. La precede". Por tanto, no habría razón alguna para que hacer el bien a los demás deba supeditarse a determinada religión. No necesita subyugarse a ningún culto para justificar su existencia, tiene al arte y al pensamiento como instrumento para ponerla en tela de juicio o reafirmarla: "La superioridad de la literatura sobre la religión como fuente moralidad y ética".

Pocos cultivan el arte de vivir sin dios, pero quienes lo hacen con resolución, como Christopher Hitchens no sólo comunican sino que siembran dudas, ejercicio indispensable, de hecho, para asumir una postura crítica donde "la filosofía es nuestro único consuelo", mientras que el fanatismo de "la religión lo emponzoña todo".

Berenice Castillo
(v.pág.5 del suplemento "O2" de La gaceta de la Universidad de Guadalajara del 24 de septiembre de 2012).


A mi juicio, la asignatura de Religión debería ser un espacio donde a un niño se le dotara de los mecanismos culturales adecuados para comprender el peso y papel de las religiones en el mundo: Islam, budismo, etc. Lo que se trajina. Lo que hay. Y también, naturalmente, el Cristianismo y el peso indudable que la Iglesia Católica, para bien y para mal, ha tenido en 20 siglos de civilización y cultura europea. En las bases de lo que algunos aún llamamos Occidente. Lo mismo que la cultura clásica, el Renacimiento o la Ilustración: somos Homero, Platón y la Enciclopedia tanto como los Evangelios y la Biblia.

Arturo Pérez-Reverte
(v.periódico Milenio Jalisco en línea del 13 de enero de 2013).


Tememos a lo desconocido, a lo que hay o puede haber después de la muerte, y necesitamos conjurar ese temor. Las religiones nos lo disipan con promesas que son fuente de esperanza. Del miedo de los hombres y de aquello que esperan, viven los profesionales de la religión como los magos de la antigüedad que vivían de la mentira.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 19 de enero de 2013).


El ser humano necesita forzosamente tener una religión, un freno, un castigo que traspase la muerte. Si las religiones no existieran, los pobres ya se hubieran comido en pozole a los ricos.

Alberto Martínez Vara
v.blog del 7 de marzo de 2013).


La religión, por definición, es dogmática, establece verdades absolutas, y no quiere coexistir con verdades contradictorias.

Mario Vargas Llosa
(v.pág.2 del periódico Milenio Jalisco del 15 de marzo de 2013).


¿Qué les está pasando a muchos de nuestros políticos que no terminan de comprender que, como dice la Constitución en su Artículo 40: "Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica, federal, compuesta de estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior; pero unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental". El que el Estado sea laico, o sea independiente de cualquier organización o confesión religiosa, que las funciones de la Iglesia y el propio Estado estén claramente separadas por la Constitución y las leyes, no es un capricho o un simple punto de vista.

Tampoco tiene nada que ver con profesar o no una fe religiosa, sino como una forma de afrontar nuestra historia (pletórica de cicatrices dejadas por las distintas luchas religiosas, que tuvieron 3 puntos culminantes, la conquista, las leyes de reforma y la guerra cristera) y como un forma de reafirmar una separación que han impuesto todos los estados modernos, entre la religión (que no es lo mismo que la fe) y el poder político.

Pareciera que más de 5 siglos de historia y una legislación profusa y contundente en la materia no alcanza para que se comprenda claramente esa distancia, esos 2 ámbitos diferentes que son los cargos públicos y la religión.

Dios no es el responsable de sus aciertos o errores y tampoco determina la eficacia o ineficiencia de un gobierno.

Seamos más serios. Y eso involucra a todos los partidos, porque personajes de todos los hay que quieren realizar operaciones políticas escudándose en la fe.

Alguien me ha dicho que en otros países, como en Estados Unidos, los funcionarios juran sus cargos sobre una Biblia e invocando a Dios. Es verdad, de la misma manera que en el billete de un dólar dice muy claro que los fundadores creían en Dios (In God we trust), y también que en cada billete hay múltiples referencias e imágenes masónicas que era la pertenencia que compartían Washington, Franklin, Jefferson. Es parte de su historia, de sus tradiciones y todas son muy respetables pero ¿usted recuerda a algún presidente estadounidense, incluyendo a los más conservadores de las últimas décadas, entregando su país a Dios o a cualquier orden religiosa?

Eso es lo que diferencia, por ejemplo, al integrismo del Tea Party con los políticos republicanos o demócratas que saben que existe una separación entre Estado e iglesias que deben respetar.

Jorge Fernández Menéndez
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 12 de junio de 2013).


Muchas preguntas me hago sobre Dios, entre ellas una muy inquietante: ¿qué hace el buen Señor cuando 2 boxeadores salen a combatir al sonar la campana que llama al 1er. round, y ambos se persignan? Seguramente al final favorece al que boxea mejor, pero por lo pronto los 2 púgiles lo ponen en apuros para decidir. Así las cosas, pienso que Diosito le agradeció su intervención a Yogi Berra, el legendario catcher de los Yanquis de Nueva York, aquella vez que un pelotero latino trazó con su bate una cruz en el home plate para pedir la ayuda divina antes de batear.

Yogi borró el signo con su guante y le dijo al bateador: "Deja que el Señor se limite a ver el juego". Otra interrogación me asalta: ¿qué hará el Augusto con las llaves de los estados y ciudades que en estos días le están entregando en profusión un buen número de gobernadores y alcaldes mexicanos? ¿Dónde pondrá todo ese fierrerío, si me es permitida la expresión?

Uno de los mandamientos del Decálogo prohíbe a los creyentes tomar el nombre de Dios en vano.

Considero que violan esa prescripción -aparte de violar la ley- lo mismo los políticos que usan la religión para congraciarse con la gente que los curas católicos o pastores evangélicos que llevan a los gobernantes a hacer en público pronunciamientos religiosos, ya sea invocando al Sagrado Corazón de Jesús y a la Virgen Santísima o en el nombre de Jesucristo Salvador. Yo soy creyente -lo soy por tradición, por intuición y por instinto de conservación-, pero pienso que la fe es un asunto que pertenece a lo más íntimo de mi persona, y que no debo convertirla en instrumento para favorecer mis intereses particulares o de grupo.

No puedo imponer mis creencias a los demás, y menos aún vulnerar la norma constitucional que hace de México, venturosamente, un país laico. No hagan politiquería los curas y pastores, y los políticos no hagan santurronería.

Armando Fuentes Aguirre "Catón"
(v.periódico Milenio Tamaulipas en línea del 13 de junio de 2013).


La "primavera árabe" sacudió de raíz las satrapías de Túnez, Libia, Egipto y ahora sigue luchando en Siria. Era exaltante ver cómo, por fin, aquellos pueblos decían ¡basta! al anacronismo en que vivían, al despotismo, la corrupción, la miseria, el pisoteo de los derechos humanos, y reclamaban justicia, democracia, modernidad. ¿Iban a entronizarse por fin en el África y en el Medio Oriente sistemas democráticos y liberales a la manera occidental?

Estoy convencido de que muchos de los millones de jóvenes que se volcaron a las calles a reclamar libertad en aquellos países, la querían de veras, aunque no todos tuvieran una idea muy precisa de como materializarla en el ámbito social y político. Pero carecían de líderes, organizaciones, de la experiencia indispensable, y, apenas llegaron al poder, comenzaron los problemas. Y la quinta columna, minoritaria pero animada por la fe ciega de estar en la verdad y convencida de que todos los medios son válidos para imponerla, aun los crímenes más horrendos, comenzó a hacer de las suyas, a ganar terreno, a reinar en la confusión y a imponerse mediante la prepotencia y la violencia. No se puede decir que los islamistas extremistas hayan ganado la partida todavía, felizmente. Pero lo que sí es ya seguro es que la idea de que la gran movilización popular contra las dictaduras de Gadafi, Mubarak, Ben Alí y El Assad iba a desembocar en la instalación de democracias más o menos funcionales, era una ilusión. La quinta columna islamista no ha triunfado en ninguna parte pero sí ha puesto en claro que mientras ella exista ningún régimen de legalidad y libertad será estable y duradero en los países árabes.

El caso de Egipto es particularmente trágico. Las masas que se volcaron a condenar la dictadura castrense de Mubarak triunfaron, después de que centenares de jóvenes ofrendaran su vida en las protestas y otros miles fueran a la cárcel. El país celebró, por primera vez en su historia milenaria, unas elecciones libres. Y la voluntad popular llevó al poder a un movimiento religioso que había sufrido duras persecuciones a lo largo de varias décadas: los Hermanos Musulmanes, bajo la presidencia de Mohamed Morsi. En lugar de construir la democracia, el nuevo mandatario y sus colaboradores se dedicaron a impedirla, siguiendo, de hecho, las consignas de la quinta columna, es decir, del islamismo más intolerante y radical. Los cristianos coptos, el 10% de la población, fueron acosados, perseguidos y algunos asesinados, se dieron leyes y reglamentos que, en lugar de respetar los derechos humanos, los violentaban abiertamente, encaminando el país, inequívocamente, al reinado de la sharía, la imposición del velo, la discriminación de la mujer, la desaparición de la enseñanza laica y mixta, la deformación de la justicia y de la información para acomodarlas a la voluntad de los clérigos. En su año de gobierno, Morsi no sólo acabó de arruinar la economía y sembrar el caos en la administración y el orden público; sobre todo, pese a las protestas en contra del presidente, sirvió de Caballo de Troya a los islamistas fanáticos.

Millones de egipcios salieron de nuevo a protestar y a enfrentarse a los matones y policías y de nuevo corrió la sangre por la plaza Tahrir, las ciudades y los campos. ¿A quién recurrían en pos de ayuda esta vez los rebeldes frustrados y coléricos? ¡Al ejército! Egipto corre de prisa a convertirse de nuevo en una satrapía castrense. El régimen ha prometido llamar a elecciones pero todos los golpistas de estado prometen siempre lo mismo y nunca cumplen. ¿Hay alguna esperanza de que no sea así? Espero que la haya, pero yo confieso, tristemente, que no la veo por ninguna parte. ¿Y si, en la dudosa posibilidad de unas nuevas elecciones libres, ganaran de nuevo los Hermanos Musulmanes? ¿Habría valido la pena ese gigantesco sacrificio para que el país se convierta en una dictadura religiosa?

La situación de Siria no es menos trágica ni paradójica. El levantamiento contra el tiranuelo El Assad, que ha demostrado ser todavía más sanguinario que su padre, fue celebrado por todo el mundo democrático. ¿Y si la caída de El Assad significa para los sirios saltar de la sartén al fuego? ¿Y si a la satrapía corrupta y tiránica de ahora la reemplaza un régimen islamista fanático que desaparezca hasta el más mínimo asomo de tolerancia y retroceda a las mujeres sirias a una condición tan bárbara como la que vivieron las afganas cuando la dictadura talibán?

Tengo algunos amigos musulmanes y todos ellos, personas cultas, modernas, tolerantes, genuinamente democráticas, me aseguran que no hay nada en su religión que no sea compatible con un sistema político de corte democrático y liberal, de coexistencia en la diversidad, respetuoso de la igualdad de sexos y de los derechos humanos. Y, por supuesto, yo quiero creerles. Pero, ¿por qué no hay todavía un solo ejemplo que lo demuestre? Turquía parecía serlo, pero, después de los últimos acontecimientos, resulta aventurado creerlo. Con mucha discreción y sabiduría y, lo que es peor, con apoyo de un amplio sector de la población, el gobierno de Erdogan ha ido socavando poquito a poquito la institucionalidad y reemplazándola con medidas inspiradas en la religión, lo que ha movilizado a un vasto sector de la sociedad que de ninguna manera quiere que Turquía regrese a los tiempos anteriores a Kemal Atatürk, que éste con mano muy dura creyó finiquitar para siempre. No ha sido así. La radicalización islamista del gobierno de Erdogan, cuyo partido se jacta de ser de un islamismo moderado y moderno, tiene algo que ver sin duda con la reticencia o el abierto rechazo en Europa que ha encontrado Turquía a su empeño en incorporarse a la Unión Europea. Yo siempre pensé que esas reticencias eran injustas y que hubiera sido bueno para Europa y para todo el Medio Oriente que una democracia musulmana formara parte de la Unión. Pero ahora dudo mucho de que se pueda llamar democracia a aquello en lo que Erdogan y su partido han convertido a Turquía.

Nadie desea tanto como yo que los países musulmanes rompan el círculo vicioso entre dictadura militar o dictadura clerical del que, hace tanto siglos, no consiguen salir. Pero cada vez me convenzo más que ese salto no pasa por la política sino por la religión, por la retracción del islam a un mundo privado, familiar e individual, de manera que la vida social y política puedan ser primordialmente laicas. Mientras ello no ocurra, será sin duda la sinuosa y eficiente quinta columna la que seguirá dirigiendo la función en los desdichados países musulmanes.

Mario Vargas Llosa
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 11 de agosto de 2013).


Dios es un ser separado de las criaturas, una potencia independiente, una función pura.

Johannes Tauler


Si no quieres creer que serás redimido por la sangre de mi redentor, te ahogaré en la tuya propia.

Aldous Huxley
(La Isla).


-Al cabo de un tiempo la gente comenzó a tener conciencia de sí y los antiguos Dioses Oscuros empezaron a parecer poco prestigiosos. Entonces, cambio el escenario. Aparecieron los Dioses de la Luz, los profetas, Pitágoras y Zoroastro, los jainos y los primeros budistas. Entre todos ellos inauguraron la Era de la Riña Cósmica: Ormuz contra Arimán, Jehová contra Satán y los Baal, el Nirvana en oposición al Samsara, la apariencia contra la Realidad Ideal de Platón. Y salvo en el espíritu de unos pocos tankristas y mahayanistas y taoístas y cristianos herejes, la pendencia continuó durante casi dos mil años.

-¿Después de lo cuál?- interrogó él.

-Surgen los comienzos de la biología moderna.

-"Dios dijo: Que surja Darwin", y surgió Nietzche, el imperialismo y Adolf Hitler.

-Todo eso -convino ella-. Pero también la posibilidad de un nuevo tipo de Sabiduría para todos. Darwin tomó el antiguo totemismo y lo elevó al plano de la biología. Reaparecieron los cultos de la fertilidad, en forma de genética y Havelock Ellis.

Aldous Huxley
(La Isla).


Somos los únicos animales que tenemos miedo a morir sin que el peligro esté presente. Los únicos que tenemos conciencia de su existencia y su ferocidad [de la muerte]. Algunos se consuelan pensando en la reencarnación, en la ida al cielo (a los diversos cielos), o incluso al paraíso donde le esperan 70 vírgenes (y en algún momento pensé en volverme musulmán nomás por eso, pero luego me arrepentí ante la posibilidad de que sólo se quisieran entre ellas, en todo su derecho y tú te quedaras con un palmo de narices). Pero los que no creemos en nada tenemos como único consuelo el saber que tenemos el "ahora mismo" para reír, amar, comer, disfrutar, conocer, escribir, y a él le dedicamos nuestro esfuerzo.

Benito Taibo
(v.pág.8-B del periódico El Informador del 18 de septiembre de 2013).


Yo creo en Dios, pero no en un Dios católico... Existe Dios, universal, nuestro Padre.

Papa Francisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 5 de octubre de 2013).


¡Dios mío, un ángel!


Las religiones han glorificado más a los hombres sumisos y complacientes que a los enérgicos y decididos, relegando el bien de la colectividad en la abyección. El mundo seguirá siendo presa fácil de la malevolencia y la perversidad, si los millones de hombres dóciles y contemplativos, con tal de ir al paraíso, prefieren soportar golpizas que vengarlas.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 11 de enero de 2014).


Los monoteísmos históricamente están estrechamente vinculados a la intolerancia. Un solo Dios significa una verdad única, un solo gobernante, llámese faraón, rey, papa u obispo. En la Roma Imperial a nadie se le ocurría adorar un solo Dios, tenían muchos y muy diferentes, y no había problemas religiosos. Cada quién creía lo que quería. Después en el Siglo IV se impuso el monoteísmo; el cristianismo se hizo religión de Estado, y se eliminaba a quién no creyera en ella. La intolerancia sentó sus reales, y desde entonces los que creen en un solo Dios, hasta nuestros días, siguen matando por cientos de miles. Cualquier religión exclusiva y única provoca conflictos. Social e históricamente, el credo que mejor ha servido al Estado es el de Confucio, que no es una religión sino un sistema de enseñanza ética. Hace 2500 años un discípulo le preguntó cuál era la suma de la sabiduría humana, y el respondió: "Haced al prójimo lo que quieras que él haga contigo", sentencia que es una anticipación a las palabras de Cristo en el sermón de la Montaña cuando da su regla de oro: (San Mateo 7:12) "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas", entre los cuales quizá se refería a Confucio.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 25 de enero de 2014).


Es objetable que las religiones institucionales discriminen a los que no creen en Dios, ni en cosa alguna que no sea científicamente comprobable.

Uno de los derechos del individuo, es también el derecho a no creer en Dios.

El hombre sólo intuye, pero nada puede saber de Dios, por lo cual, el concepto mismo de "Teología" (estudio de Dios) suena a blasfemia.

Muchos fundamentalistas resentidos, refugiados en sus prácticas religiosas, piden fervientemente a Dios que reviva el Santo Oficio y ser nombrados grandes inquisidores. Esos seres, permanentemente rencorosos y agraviados, son los que hacen dudar de la religión como norma suprema de vida.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 8 de febrero de 2014).


No creo que el Señor nuestro Dios desee el bien de sus criaturas.

Shmuel Yosef Agnón
(v.Huésped por una noche).


Una declaración hecha por Malbéne a la televisión francesa ha causado revuelo. El controvertido teólogo dijo lo siguiente:

"Los católicos han matado protestantes y los protestantes han matado católicos. Los judíos han matado musulmanes y los musulmanes han matado judíos. Todas esas muertes se han cometido en el nombre de Dios. Nunca he sabido, sin embargo, de un ateo que mate a otro hombre por no ser ateo. Siento entonces la tentación de hacerme teólogo ateo. O ateo teísta. Entonces no hablaría en nombre de Dios, que es gran soberbia. Hablaría en mi propio nombre, y procuraría hacerlo con humildad. No sé si de ese modo sería un teólogo mejor. Sí sé que sería un mejor hombre".

Esas palabras en labios de un religioso han escandalizado a muchos. Pero, según parece, Malbéne piensa que su misión estriba en buena parte en conseguir que los hombres salgan de su indiferencia, aunque sea escandalizándolos.

Armando Fuentes Aguirre "Catón"
(v.pág.9 del periódico Mural del 13 de marzo de 2014).


Los seres humanos nunca hacen el mal de manera tan completa y feliz como cuando lo hacen por una convicción religiosa.

Blas Pascal


Mi padre tampoco sentía ningún afecto por la religión: los sacerdotes de todas las confesiones le parecían algo dudosos, ignorantes, instigadores de antiguos odios, propagadores del miedo, falsificadores de sermones engañosos y derramadores de lágrimas de cocodrilo, mercaderes de falsos objetos sagrados, de aparentes antigüedades, de todo tipo de creencias banales y prejuicios. De alguna manera todos los "hombres santos" que vivían de la religión le hacían sospechar de toda clase de engañosas maquinaciones. Solía citar con satisfacción a Heinrich Heine, que afirmó que tanto el rabino como el cura huelen mal (según la versión suavizada de mi padre: "¡Ninguno de ellos huele bien! ¡Y por supuesto tampoco el gran muftí musulmán Haj Amin, el amigo de los nazis!".).

Amos Oz
("Una historia de amor y oscuridad", pág.403. Random House Mondatori, S.A.de C.V. México 2008).


El patriarca de Moscú ha invocado la protección divina sobre la santa Rusia, rogando a Dios que la libre de sus enemigos. Otro tanto pedía, al mismo Dios, el patriarca de Kiev, sólo que señalando a distinto enemigo.

Armando González Escoto
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 4 de mayo de 2014).

Ninguna religión, excepción hecha de las que se fundamentan en el satanismo, en lo demoniaco, en lo diabólico, predica el mal…

Empero han sido, son y serán, los hombres que las conducen, cayendo en el fanatismo, tanto de unas religiones como de otras, -la historia lo demuestra-, los que llevan a extremos de inhumanidad que a la postre cobran víctimas en aras de la imposición de ideologías sectarias, que terminan desvirtuando la esencia y el fondo de las religiones mismas.

En el hoy, la persecución de las minorías religiosas aumenta año con año, bajo la inspiración de regímenes totalitarios y con visión fundamentalista del Islam que tienen como característica común el temor a la libertad religiosa.

Francisco Baruqui
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 19 de mayo de 2014).

Mi teoría es que la mayoría de las personas tiene una esquizofrenia, pues piensan con un lóbulo que están de acuerdo con lo que dijo Darwin y con el otro, creen que existe Dios, una inteligencia que nos está observando, cuidando y que hay un plan en la vida, que hay bien y mal.

Esa creencia religiosa se les enciende cuando van a misa o se les muere alguien, se encuentra esquinado.

Esta "esquizofrenia" es un tema cultural. El planeta mismo está dividido en 2, aunque en cada parte están infiltrados los ateos y los creyentes.

Sabina Berman, escritora, dramaturga, ensayista y narradora mexicana de origen judío, autora de "El dios de Darwin"
(v.pág.12 de la sección "aviso de ocasión clasificado" del periódico El Informador del 31 de mayo de 2014).

Un doctor amigo mío fallecido accidentalmente hace muchos años, solía en nuestras pláticas habituales de jóvenes hacer reflexiones audaces que no dejaban de inquietarme. Sostenía con su pausada voz habitual, que no se consideraba adorador de Dios, porque "Dios es una abstracción, y a las abstracciones no se les puede amar emocional ni intelectualmente".

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 14 de junio de 2014).

No sé de ningún hombre de religión: cura, pastor, rabino o lama tibetano, que alguna vez, mirándose al espejo, no se haya preguntado: "¿No me estaré engañando? ¿No estaré acaso engañando a los demás?".

Quentin Tarantino

Es asombrosa "la capacidad de la mente humana de imaginar cosas que no existen realmente", nos dice Yuval Noah Harari (1976-), un joven maestro de la Universidad Hebrea de Jerusalén en su libro De animales a dioses (Debate, 2014) o ''Sapiens: A Brief Story of Humankind'' en donde pone los puntos sobre las íes al explicar, sin arrebatos ni pasiones, que el Dios de la Biblia es "ostensiblemente una invención literaria y que no (por eso) desacredita su poder ni reduce su importancia".

"Este Dios del Antiguo Testamento es quizás el personaje más inquietante que ha inventado nunca la literatura, el más desmedido, el más aterrador -dice por su parte Antonio Muñoz Molina en 'Babelia' (27/09/14)-, este Dios bíblico, pertenece al linaje de los grandes varones iracundos, como rey Lear (personaje de Shakespeare) y el capitán Ahab (personaje de 'Moby Dick' de Melville). Igual que ellos es tiránico y celoso de la lealtad de sus súbditos, y su omnipotencia le conduce a provocar catástrofes y a idear castigos mucho más que a proveer de felicidad a sus fieles. La ecuanimidad no es uno de sus atributos... (pero, a pesar de todo esto, resulta que hay) centenares de millones de personas que basan su conducta moral en los mandamientos dictados por ese personaje literario de la Biblia o en el Corán".

Y nos quedamos impávidos al reconocer que, desde hace muchos miles de años, el Homo sapiens del momento creía en algo que realmente no existía y la tribu quedaba convencida -como ahora otras tribus con esos líderes que cuentan historias increíbles de complots y misterios como si fuesen una realidad- entre otras historias de milagros que, para algunas personas resultan creíbles gracias a esa facultad que heredamos desde entonces para aceptar como real lo imaginado y creer como si eso existiese.

Ahora, según entiendo, todo esto es un producto genético injertado desde que el Homo sapiens lo aplicó hace unos 7,000 años, cuando eran capaces de forjar "ficciones, crear seres imaginarios e inventar historias que nunca ocurrieron", como la de ese Dios del Antiguo Testamento que atestigua "la extraordinaria capacidad de la mente humana para inventar historias infundadas que adquieren una importancia decisiva en el funcionamiento de la vida colectiva".

Con estos argumentos, el gremio de los escritores de ficción se ven halagados, porque ellos saben que "la literatura que no se basa en la creencia, sino en la suspensión transitoria de la incredulidad y que nació como antídoto de las abrumadoras ficciones colectivas como recordatorio de la conciencia solitaria y del mundo real que esas ficciones usurpan".

Don Quijote de la Mancha o Hamlet pertenecen a estas historias que la gente cuando las vemos suspendemos la incredulidad para disfrutarlas en su totalidad y no como en aquellos lejanos tiempos cuando el líder de la manada se disfrazaba y aseguraba que el espíritu del león los cuidaba del enemigo, cosa que la tribu aceptaba, el artista grababa una figurita con la cabeza de león (como la que encontraron) y, a partir de ese momento, celebraron sacrificios agradecidos de seguir vivos y coleando.

Los grupos aislados de Homo sapiens se asociaron con estas creencias por sí mismos o impuestas, creando así, lazos de lealtad y cooperación más allá de la cercanía y el parentesco y este es el origen de la realidad imaginaria.

Martín Casillas de Alba
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 11 de octubre de 2014).

Baruch de Spinoza fue el filósofo neerlandés (1632-1677) de origen sefardí-portugués considerado como uno de los 3 grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVIII, junto con el francés Descartes y el alemán Leibniz. Su criticismo religioso le costó persecuciones y segregación de la comunidad judía a la que pertenecía, razón por la que tuvo que huir a Ámsterdam donde se ganaba la vida puliendo cristales para lentes.

Debe haber sido un pensador lúcido y arriesgado para haber escrito sus audaces razones de la época persecutoria y acusante que le tocó vivir.

Vale la pena transcribir algo de su pensamiento crítico, con respeto y consideración a las inevitables disidencias de todas las creencias religiosas.

De entre algunas de sus consideraciones críticas, pueden ser mencionadas sintetizadamente las siguientes.

Así habla Dios.

"Deja de rezar y darte golpes de pecho. Quiero que goces, que cantes, que disfrutes de todo lo que he hecho para ti. Deja de ir a esos templos lúgubres que tú mismo construiste y que dices que son mi casa. Mi casa está en las montañas, en los bosques, en los ríos, los lagos, las playas. Ahí es donde vivo.

Yo nunca te dije que había nada mal en ti, o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo. El sexo es un regalo que te he dado, y con el que me puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.

Deja de estar leyendo escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus hijos, no me encontrarás en ningún libro.

Deja de temerme; yo no te juzgo ni te critico ni te castigo.

No me pidas perdón porque no hay nada que perdonar. Yo te hice y te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias, de libre albedrío. ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que no puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser cómo eres, si yo soy el que te hice? ¡Cómo crees que podría yo crear un infierno para castigar a todos mis hijos que se portaron mal por toda la eternidad? ¿Qué clase de Dios puede hacer eso?

Olvídate de todos los mandamientos y leyes que sólo crean culpa en ti. Respeta a tus semejantes, y no hagas a ellos lo que no deseas para ti.

Esta vida es lo único que hay aquí y ahora; no es preludio ni antesala del paraíso. Te he hecho absolutamente libre; no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes; nadie lleva un marcador ni un registro. Eres responsable para hacer de tu vida lo mismo un cielo que un infierno.

No te puedo afirmar si hay algo después de la vida, pero vive como si no lo hubiera; como si ésta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de existir. Si hubiera algo más después de la vida, ten por seguro que no te estaré esperando para preguntarte si te portaste bien o mal.

Deja de creer en mí; creer es suponer, adivinar, imaginar; no quiero que creas en mí, quiero que me sientas en ti, cuando besas a tu esposa, cuando arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar. Deja de alabarme, ¿qué clase de Dios ególatra crees que soy? Me harta que me alaben y agradezcan. La forma de alabarme es expresando tu alegría. Deja de repetir continuamente lo que te han enseñado acerca de mí. No me pidas milagros, porque este mundo está lleno de ellos; ¿para qué necesitas más milagros?

No me busques afuera porque no me encontrarás. Búscame dentro… ahí estoy, latiendo en ti".

Los anteriores conceptos del filósofo racionalista holandés fueron motivo de alama y rechazo en el siglo XVII. En nuestros días, son convicciones de un gran pensador dignas de reflexión y análisis.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 11 de octubre de 2014).

Un sacerdote con poder, un intermediario arrogante de cualquier Dios verdadero o no, imaginado o por imaginar, siempre será un peligro, use tonsura, turbante o micrófono de telediario. Una cosa es la religión que, en privado y para su conciencia, practique cada cual. ¿Quién puede criticar eso? Pero hablamos de otra cosa: de imposición.

Arturo Pérez-Reverte
(v.Patente de Corso del 27 de octubre de 2014).

En cuestión de asuntos religiosos, como de tantos otros, los terrenos están perfectamente delimitados: quienes concuerdan en su credo con nosotros, son buenos, honestos, virtuosos; quienes piensan diferente, malos, ruines, pérfidos; los de nuestro equipo son unos santos, o punto menos; los de la acera de enfrente, diabólicos... Quienes, a lo largo de la vida, en función de sus experiencias o sus reflexiones modifican sus creencias, también son etiquetados con criterios maniqueos: los conversos (es decir, quienes adoptan la religión que nosotros tenemos por verdadera) "encontraron -se supone- el buen camino"; los apóstatas, herejes o renegados, en cambio, viviendo en el mundo de la luz, "optaron -supuestamente, también- por las tinieblas".

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 17 de noviembre de 2014).

La rigidez del hombre dogmático es al mismo tiempo la característica de su personalidad y la debilidad de su carácter, pues embriagado de su propia incorruptibilidad y apasionado de su dureza dogmática, considera todo parecer opuesto al suyo, no sólo como diferencia, sino como un agravio.

Una persona inmersa en el dogmatismo no tolera contradicción ni opinión opuesta a la suya en las cosas del espíritu. No acepta a nadie a su lado y menos frente a él. Sólo soportan a quienes reflejan como espejo sus propias opiniones. Son sus amigos quienes aceptan ser sus sirvientes espirituales.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 29 de noviembre de 2014).

Los libros sagrados, en todas las religiones, son pródigos en exhortaciones a la violencia. El Corán (el "libro santo" inspirado a Mahoma por Alá), por ejemplo, recomienda: "Cuando encontréis a los infieles, ¡matadlos hasta hacer una gran carnicería!". En la Biblia, Mateo pone estas palabras en la boca de Jesús: "No he venido a traer la paz, sino la espada". Eso, para omitir las incitaciones al genocidio, tan frecuentes en el Antiguo Testamento, que -escribe Fernando Savater en "La Vida Eterna"- "más que escandalizar, aburren".

Decía el Papa Francisco, recientemente, que "matar, en nombre de Dios, es aberrante". La historia reciente registra, empero, abundantes episodios en que ese precepto se viola sistemáticamente. Botones de muestra: la guerra civil entre croatas (católicos), serbios (ortodoxos) y musulmanes en la antigua Yugoslavia; los atentados de "Al Qaeda" contra las Torres Gemelas; las guerras entre cristianos y animistas en Sudán y Nigeria; los conflictos entre hinduistas y musulmanes en la India, entre chiitas y sunitas en Iraq, y entre budistas e hinduistas en Sri Lanka. "Las religiones -escribe Savater, Op.Cit.- funcionan como elementos de cohesión hacia adentro de las sociedades en que son hegemónicas, pero (...) han provocado hostilidad y enfrentamientos hacia afuera, contra comunidades con creencias diferentes".

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 29 de diciembre de 2014).

Baruch Spinoza se convirtió en un apestado y un perseguido a raíz de que escribió, en el Siglo XVII, que los llamados "libros santos" no fueron escritos por los dioses sino por los hombres, de donde saltó a la tesis de que la ética debe basarse en la razón y no en la religión.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 8 de enero de 2015).

De todas las tiranías, la religiosa ha sido siempre la más cruel.

Raúl del Pozo
(v.periódico El Mundo en línea del 8 de enero de 2015).

Todas las religiones (todas, sin excepción) tienen aspectos discutibles. Los dogmas, por ejemplo; absurdos, insostenibles y aun aberrantes para los agnósticos, para los creyentes, en cambio, son absolutos e intocables. Si en el debate entre esas posiciones antagónicas se plantea, por parte del agnóstico, la imposibilidad de sostener ningún dogma religioso a partir de un criterio histórico o científico, el creyente no podrá quejarse de que se le faltó al respeto.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 12 de enero de 2015).

El ataque contra la redacción del semanario Charlie Hebdo y la secuela de actos violentos que le siguieron en Francia han tenido un efecto amalgamador no sólo en la sociedad francesa, sino en buena parte del mundo.

Más allá de religiones, de posturas ideológicas y partidistas, de intereses nacionales o geopolíticos, la gente ha salido masivamente a las calles, se ha volcado en las redes sociales y en los medios tradicionales para denunciar el asesino atentado y a defender la libertad de expresión.

La condena no sólo a los terroristas sino al fanatismo religioso que los motivó es prácticamente unánime. Una visión maniquea de la religión que lleva al asesinato en aras de "defender" creencias o símbolos, por sagrados que estos sean, es necesariamente contraria a la visión moderna del mundo, de las libertades, del respeto a la expresión de las ideas, a la tolerancia mínima que requiere la convivencia humana.

Trátese de Al Qaeda o de ISIS o de cualquiera de los sub grupos que tratan de imitarlos o de apropiarse sus ideas, quienes han inspirado este tipo de actos salvajes tienen tanta culpa como quienes apretaron el gatillo en París. Las bestialidades de ISIS en los territorios que ha capturado en Iraq y Siria, el reino de violencia y terror que ejerce aun el Talibán en Afganistán, las aberraciones de Boko Haram en Nigeria, son claros ejemplos de cómo la religiosidad se vuelve perversa cuando trata de ser absoluta y dominante sin importarle los métodos para lograrlo.

Si bien es cierto que hay en el fundamentalismo islámico una veta particularmente agresiva y sangrienta que busca lo mismo vengar agravios nuevos o viejos, reales o imaginarios, y que no se imagina un mundo en el que exista diversidad de opiniones o de conductas, también lo es que en todas las grandes religiones del mundo sabemos de episodios particularmente sangrientos en que se buscó imponer a toda costa una creencia o una visión de la realidad.

Hay casos, muchos, excepcionales de fanáticos que tergiversaron las ideas guía de su propia religión para utilizarlas a su favor y en contra de sus enemigos. Desde locos y maniáticos solitarios hasta sectas o grupos radicales, un simple repaso por la historia reciente de la humanidad nos llenaría de ejemplos.

Mucho más grave cuando esos actos de fanatismo se vuelven parte del dogma de una iglesia o creencia y se institucionalizan, por así decirlo. Es el caso de la Santa Inquisición o la quema de brujas del cristianismo, pero lo es también de las persecuciones religiosas que vemos hoy, todavía, en estados como Chiapas o Oaxaca, donde cualquier discrepancia es castigada, cuando menos, con el exilio forzoso de la comunidad.

Y no hay una sola de las grandes religiones del mundo, y por supuesto no me refiero sólo a las 3 judeocristianas, que no tenga en su pasado reciente tristes episodios que lamentar. Unos más frescos en el tiempo, unos de mayor magnitud cuantitativa o de mayor crueldad, sería prácticamente imposible hablar de que los creyentes de tal o cual fe tienen un blanco historial. Puede ser la iglesia la que a ello los conduzca, pero también el rechazo por otras creencias, o la ilusa idea de que "sus" valores o "sus" dioses o santos son moralmente superiores al del pueblo de junto.

Lo que sí quiero es enfocarme en lo que creo son las grandes lecciones de los trágicos acontecimientos de Francia:

Todos somos posibles víctimas o victimarios. Comencemos por nuestra propia casa.

Gabriel Guerra
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 12 de enero de 2015).

Las armas ideológicas hacen estragos en los fundamentalismos de cualquier extremo y geometría cultural.

Guillermo Dellamary
(v.pág.11-A del periódico El Informador del 15 de enero de 2015).

Desde estudiante de Filosofía y Letras, había un tema que por su importancia y trascendencia me llamaba poderosamente la atención, y no era otro que el de la preponderancia religiosa a base de la imposición.

De la imposición por las religiones mismas y de épocas tan distantes como contrastantes, que pueden llevarnos a cuando los humanos necesitaban creer en un ser supremo al que reconocen como Dios y al que van definiendo y significando en diferentes personificaciones que dan, en esencia y fondo, símbolo de creencia y religiosidad basada en la fe.

Y es precisamente por la propagación de esa fe religiosa que se ha intentado imponer, la punta de lanza de un sin número de invasiones y guerras que sembrando muerte y dolor, han establecido tal o cual religión a naciones enteras, señalando que quienes no están dentro de ella, deben ser considerados como infieles y enemigos dando soporte a un sentimiento de odio y repulsa que arroja siempre las más funestas consecuencias.

Y es indistinto de donde se originan, teniendo como remembranza sangrienta la guerra de las Cruzadas siglos atrás cuando fue de Europa a tierras del Oriente tomadas como infieles llevando la cristiandad.

Ahora en el presente Siglo XXI, el acendramiento de venganza remarcada en un fanatismo religioso a ultranza ha hecho que enmarcado en el Islam, el Ejército Islámico como brazo ejecutor con la yihad, esté ensangrentando el país galo tras la amenaza fatídicamente cumplida de asesinar escudándose en caricaturizaciones mahometanas que impactaron la sensibilidad fanática musulmana.

Francisco Baruqui
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 19 de enero de 2015).

¿Consiste la blasfemia en insultar a algún dios? Nada menos evidente. Si yo me defeco a gritos en Júpiter o en Quetzalcoatl, nadie me tendrá realmente por blasfemo -todo lo más por desequilibrado- porque ninguno de esos interesantes personajes mitológicos cuenta actualmente con feligreses a los que pueda irritar mi exabrupto. Lo imprescindible para que haya blasfemia no es que se mancille el honor de una divinidad (por cierto, ¿tienen "honor" los dioses también, como los políticos acusados de corrupción?), sino que haya suficiente personal que se considere agredido en nombre del dios por ciertas expresiones, bromas, caricaturas, comportamientos o rasgos indumentarios. De lo que molesta a los dioses sabemos poco, pero en cambio hay gente muy picajosa... Es absurdo suponer que alguien puede "ofender" a divinidades que para él no existen, sea de palabra o de obra. El único blasfemo posible es el creyente que se burla o desafía a aquello en lo que cree, como parece que hizo el padre de Kierkegaard dejando traumatizado para los restos a su pobre hijo. Pero eso es un asunto íntimo y personal, no una transgresión pública: uno sólo puede blasfemar contra sí mismo y por tanto sólo uno mismo puede castigarse por semejante osadía... Unamuno decía que también la blasfemia es una forma de oración, siendo la plegaria airada del piadoso que quiere volverse impío al comprobar los horrores de la vida. Y no olvidemos que el propio Jesucristo fue acusado de blasfemia por los fariseos, aunque ahora la opinión pública le haya absuelto de ese cargo.

Pero todo esto tiene poco que ver con las bromas mas o menos maliciosas que algunos hacen a costa de los feligreses de las iglesias más conspicuas. Porque la verdad es que lo que suelen llamarse "blasfemias" no van contra los dioses sino contra quienes dicen creer en ellos y se convierten en portavoces de dogmas y rituales. ¿Tenemos que someternos todos a sus prejuicios y renunciar al humor, a la sátira o a la crítica porque se tomen demasiado en serio a sí mismos, con el pretexto de que hay que respetar a Dios o al profeta de su preferencia? ¿Habrá que prohibir "La vida de Brian", que tanto nos ha hecho reír y que si la ha visto Jesús le habrá hecho reír como a los demás, porque algunos malasombra penitenciales no soporten la divertida parodia evangélica? No creo -ni me importa, desde luego- que la película en cuestión haya hecho perder a nadie su fe cristiana; me basta con saber que mantiene la fe en la ironía culta y el humor gamberro que son 2 de los ingredientes indispensables para el coctel que llamamos "humanidad", cuya pérdida me preocuparía mucho más que la renuncia a venerar ciegamente tales o cuales símbolos esotéricos.

La ya célebre paparrucha del Papa sobre el puñetazo que se ganaría quien insultase a su madre ejemplifica bien el error de clérigos y asimilados sobre este asunto. Porque una cosa es el insulto directo y personal, que suele incluir menciones denigratorias a los progenitores y ante el que cada cual reacciona de acuerdo con su educación y las circunstancias, y otra la ofensa abstracta a lo que algunos consideran su "familia" sobrenatural. En este 2o. caso, la convivencia democrática exige deportividad o resignación cívica, pero no puñetazos. Cuidado con lo que predicas, Francisco, que donde las dan las toman.

Fernando Savater
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 25 de enero de 2015).

La revolución científica -explicó Yuval Harari-, no ha sido la revolución del conocimiento, sino la revolución de la ignorancia, pues fueron los descubrimientos que hicieron los hombres los que pusieron en marcha esta revolución, cuando por fin los humanos se dieron cuenta que no tenían respuesta para tantas preguntas, "pues en las tradiciones premodernas del conocimiento, como el islamismo, el cristianismo, el budismo y el confucianismo, afirmaban que todo lo que era importante saber acerca del mundo ya era conocido", es decir, que los grandes dioses, o el único Dios todopoderoso, o los sabios del pasado, eran los únicos que poseían la sabiduría de todo lo que se consideraba importante, tal como les habían sido reveladas en las escrituras o gracias a la tradición oral. Pero, si un joven quería saber "¿qué, cómo y por qué las arañas hacían sus 'telarañas'?" -como un día se lo preguntó Hugo Hiriart-, si la respuesta no estaba en los grandes libros, entonces, los sacerdotes le respondían diciendo que si no estaba en los libros sagrados que no se preocuparan porque eso que se preguntaban no tenía la menor importancia.

¡Ah!, pero llegó el siglo de la Ilustración y los que se preguntaban cosas encontraron respuestas aunque fuesen perseguidos por los fundamentalistas como pasó con el profeta Mahoma que "inició su carrera condenando a sus conciudadanos árabes por vivir en la ignorancia" y, luego, cuando él se declara el único conocedor de todas las verdades, dice que no hace falta hacer búsquedas inútiles más allá de las que le habían sido dadas a él.

Darwin nunca dijo algo parecido y no se creía 'el profeta' de los biólogos, ni había resuelto el enigma de la vida pues, después de tantos siglos, los biólogos siguen explorado tantas cosas y siguen teniendo dudas. Así son los científicos: viven envueltos con la duda y tratan, todos los días de librar el mundo de dificultades en el que se encuentran.

Martín Casillas de Alba
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 31 de enero de 2015).

Los "islamistas" enfrentan al mundo secular, desde el momento en que el Corán afirma que puede haber razones para matar a un ser humano, si bien hacerlo sin razón "es matar a la humanidad". Y es que una vez que se admite la posibilidad de "razones", el siguiente paso es preguntarse ¿y quién decide cuando hay o no hay razones? La respuesta es obvia: la libre interpretación de los textos sagrados respaldada por intereses religiosos.

Armando González Escoto
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 1o.de febrero de 2015).

La Francia de todas las libertades; la Francia de Voltaire y de la respuesta directa del "yo acuso" de Emilio Zolá; la Francia de los que no tuvieron miedo del humor irreverente al que temen todos los fanáticos y los sacerdotes de la religión que sea; la Francia que enfrentó a los grandes inquisidores que dictan sentencia de muerte a los hombres libres, es la Francia que hoy día se ha manifestado multitudinariamente al fanatismo musulmán, sólo con su firme presencia con la afirmación "yo soy Charlie", (je suis Charlie) en el idioma francés que volvió a ser lengua universal frente a la estulticia totalitaria y fanática de la religión como instrumento del miedo. Los asesinados en la publicación crítica "Charlie Hebdo", no tuvieron temor ni desasosiego a la condena salvaje, castigo a la herejía, a la blasfemia ni a la libertad de pensamiento... Claro es que los dibujos eran irreverentes, así como las palabras publicadas por quienes laboraban en tal semanario crítico. Las caricaturas y los textos exhiben la pequeñez de las teocracias que ignoran lo que es una república laica.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 7 de febrero de 2015).

¿Habrá posibilidades de paz entre tantas congregaciones religiosas, cuando cada una cree con fervor, aun con fanatismo, que por mandato divino a una sola le corresponde el monopolio absoluto de la verdad de Dios?

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 28 de febrero de 2015).

Suman millones en todo el mundo, creyentes entregados a la decadencia que ha hecho de la religión un simple rito y un asunto de escapularios.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 21 de marzo de 2015).

Los agnósticos reprochan a los "altos dignatarios" religiosos la arrogancia de pasar sobre el sufrimiento de los enfermos incurables y de la libertad de conciencia. Y el filósofo Jesús Mosterín, con sus 90 años cumplidos, tercia (El País, III-24-15) acotando que "la vida es formidable y maravillosa en la medida en que tenga componentes formidables y maravillosos; cuando ya no los tiene, puede convertirse en una farsa sin sentido, cuya única solución es la muerte". Y concluye: "La muerte del organismo es valorativamente neutral: no tiene nada de bueno ni de malo. Y es lo más natural del mundo".

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 25 de marzo de 2015).

Las religiones han tratado de explicar el mal infligido a otros -por enfermedad o crimen- como un designio divino que no es comprensible por los humanos. Sin embargo, la maldad padecida por los seres indefensos es también uno de los argumentos más sólidos contra la existencia de un Dios que permite, por ejemplo, que un niño sea violado y asesinado por alguien que ni siquiera conoce. Claro que este mal que se hace presente de forma tan absurda y cruel también lleva a muchos a buscar un Dios que pueda saber el porqué de tanto dolor sin sentido y tanta maldad sin castigo.

La víctima de un francotirador, el mendigo quemado vivo, el pasajero de un vuelo estrellado por el piloto son manifestaciones del mismo fenómeno: la existencia del mal en la propia naturaleza humana. La voluntad de hacer el mal a otros por placer o por otro designio religioso o político que lo oculta, pero que sólo es posible conviviendo con el placer de matar, puede y suele detectarse en la biografía del asesino más claramente movido por el placer del mal, el que empieza de niño matando animales, continúa abusando y violando y termina como asesino en serie o como asesino en masa. Jueces hay, militantes en el inmenso ejército de los necios, que se niegan a aceptar que este patrón de conducta es individual, atemporal y presente en cualquier sociedad; por eso sueltan los fines de semana a violadores y asesinos que, apenas libres, vuelven a violar o a matar. Emperrados -como tanto periodista- en que el ser humano es bueno por naturaleza y es la sociedad la culpable de que haya asesinos, facilitan mucho la acción del mal. Si no hallan una justificación religiosa o política se la inventan.

F.Jiménez Losantos
(v.periódico El Mundo en línea del 26 de marzo de 2015).

En ningún ambiente la corrupción resulta más detestable que en el ámbito religioso, pues es precisamente en esos espacios donde no se le espera encontrar. Pero la corrupción es semejante a un virus latente que portan todos los seres humanos, y apenas se dan las condiciones, el virus se vuelve activo, sea donde sea.

De ahí la preocupación constante en las grandes estructuras religiosas para detectar, denunciar y combatir la corrupción cuando ésta se presenta. La religión judía ha sido en este punto emblemática, no por la ausencia de corrupción, sino por su capacidad para enfrentarla y eventualmente abatirla, al menos por un tiempo. También las escrituras judaicas nos han dado testimonio de la honestidad y valentía con que han denunciado sin cortapisas los hechos vergonzosos que al menos en su pasado han ocurrido. Las corruptelas de sus célebres monarcas, la lascivia y perversidad de algunos de sus jueces, las intrigas y la capacidad para la calumnia y la difamación de diversos personajes bíblicos, pero sobre todo su capacidad para corregirse o atenerse a las consecuencias.

La corrupción religiosa ocurre independientemente del poder político o económico que pueda adquirir una determinada religión en el marco de la gran sociedad, pues estos poderes se dan ya de por sí hacia dentro de la misma comunidad creyente, pudiéndose generar rivalidades, luchas por el liderazgo, intrigas por el ansia de poder, competencia desleal para ocupar tales o cuales funciones o estar en tales o cuales lugares, sin que se escapen los intereses económicos más o menos relacionados con los cargos devengados, y la pus de toda corrupción, el servilismo.

Esta corrupción puede desde luego afectar a todos aquellos que en el grupo tienen la capacidad para otorgar cargos y promociones, y hacerlo no en orden a las normas sino a los intereses personales del que promueve; en este juego chantajean y se dejan chantajear. Los líderes igualmente pueden caer en la tentación de usar la información privilegiada que poseen para alterarla o manejarla para lograr objetivos perversos, para venganzas, acopio de recursos monetarios o encubrimientos de diversa índole.

Armando González Escoto
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 29 de marzo de 2015).

No soy de los que van por ahí con la barba larga diciendo a todo el mundo lo que debe hacer. No soy ese tipo de creyente. Aunque, como Spinoza, tampoco soy un ateo. Y voy a la sinagoga a menudo. Creo en algún tipo de causa primera. Creo en la integridad de la ética que fue entregada a los judíos, al margen de la mitología alrededor de esa entrega. Y me gusta el lado religioso de las cosas, sin creer cada palabra.

Simon Schama, historiador judío
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 24 de mayo de 2015).

En mi opinión, la gente puede vivir sin religión, pero no sin valores internos, sin ética.

Tenzin Gyatso, 14o. Dalai Lama
(v.pág.29 de la revista Selecciones de julio de 2015).

Aquellos que anuncian que luchan en favor de Dios son siempre los hombres menos pacíficos de la Tierra. Como creen percibir mensajes celestiales, tienen sordos los oídos para toda palabra de humanidad.

Stefan Sweig

La locura de Dios, o sea el fanatismo religioso, es locura absoluta, sin concesión alguna a la razón humana. Rehuir de esta forma de locura, equivale a preservar los equilibrios esenciales del espíritu... Pongamos en las cosas de Dios, esa maravilla que Dios puso en nosotros: la razón.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 22 de agosto de 2015).

Desconfío de la gente que dice tener una línea directa con Dios. Los peores conflictos de la historia, los más sangrientos, los más crueles, han sido siempre los que se libran por supuestas órdenes de Dios. Cuando el dogma y la fe entran en juego no hay manera de convencer.

Kim Davis es una secretaria de condado, una county clerk, en el condado de Rowan, Kentucky, en los Estados Unidos. Si bien es un cargo de elección popular, su función es simplemente emitir los documentos que acreditan los trámites ante el condado. Esto implica autorizar y expedir las licencias de matrimonio.

La funcionaria se hizo famosa cuando se negó a emitir licencias de matrimonio a personas del mismo sexo en desacato a la decisión de la Suprema Corte de reconocer el derecho a estas uniones. La funcionaria fue encarcelada algunos días por su negativa. Pero ¿de dónde obtuvo la certeza de que Dios se opone al matrimonio de las personas del mismo sexo? De la Biblia.

El Ejército Islámico tiene también la certeza de sus convicciones religiosas. Los combatientes de este grupo han recibido el permiso de sus líderes de violar a las niñas y mujeres que capturan en las guerras que pelean en Iraq y en Siria siempre y cuando no sean de religión musulmana. Las mujeres y niñas esclavizadas y violadas son principalmente yazidis, de etnia kurda, que practican una religión que existía en la zona antes de la llegada del Islam.

En una serie de artículos el New York Times describió el caso de un combatiente del Ejército Islámico que rezaba antes y después de violar a una niña yazidi y que explicaba al corresponsal que eso no era un pecado sino una obligación ordenada por Dios. ¿Cómo sabía que efectivamente Dios quería que violara a esa niña? Porque lo dice el Corán.

Creer en Dios es distinto que creer en casi cualquier otra cosa. Yo puedo creerle a un amigo que me dice que ha visitado Estambul, especialmente si me muestra fotografías. Puedo creer también en la teoría de la relatividad, aunque me cueste trabajo entenderla, una vez que leo los argumentos que la respaldan.

El caso de Dios es diferente. No hay pruebas físicas de su existencia y, de hecho, no puede haberlas. Dios es, por naturaleza, incorpóreo, infinito, omnisciente, todo poderoso. Trasciende nuestra inteligencia. No hay forma de saber si un libro sagrado es mejor o peor que otro, o si refleja o no realmente las posiciones de Dios. La fe suele ser ciega. No se basa en el razonamiento. Es un acto de conocimiento que presumiblemente procede directamente de Dios.

Todo el mundo piensa que sus convicciones religiosas son las correctas. La conquista de México, con todas sus crueldades, fue justificada por la necesidad de llevar la religión verdadera a los pueblos paganos.

Kim Davis ha sido presentada como una heroína de la lucha por la libertad de religión en los Estados Unidos ante decisiones que violan la ley de Dios, como el fallo de la Corte que establece que el matrimonio es un derecho para todos. Todo el mundo tiene derecho, por supuesto, a defender sus creencias religiosas, pero ese derecho no puede extenderse a negar los derechos de terceros, como sería el caso de quienes quieran contraer matrimonio con personas del mismo sexo.

Todos estamos convencidos de que nuestras creencias religiosas son las mejores y no pueden tener cuestionamientos. Pero lo mismo piensan quienes tienen otras ideas o principios. No hay manera de saber cuál es la religión correcta y cuáles son las instrucciones que Dios da a los humanos, si es que Dios realmente se preocupa por darnos órdenes. De hecho, debemos preocuparnos siempre de aquellos que afirman tener una línea directa con Dios.

Sergio Sarmiento
(v.periódico El Siglo de Torreón en línea del 11 de septiembre de 2015).

Cuando las circunstancias del tiempo enfrentaron a la cristiandad con el supremo mandato de "no matarás", se aplicaron a interpretarlo hasta generar toda una propuesta doctrinal sobre la "guerra justa" y lo que posteriormente se denominará "la legítima defensa".

Armando González Escoto
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 1o.de noviembre de 2015).

Para algunos Dios se escribe con mayúscula. Otros tienen prohibido escribir su nombre. Hay quienes lo imaginan como un viejo serio, fuerte y barbado que despacha desde una nube, pero puede ser un panzoncito sonriente. Existen los que juran que son varios dioses y aquellos que le ven rostro de mujer y muchos brazos. Dios puede ser un ojo atrapado en un triángulo o un círculo negro y blanco.

Para muchos, Dios envió a su hijo. Casi los mismos piensan que a un representante, o a varios. Hay quien sigue esperando que mande a alguien.

Unos deducen que le complace el silencio, otros que le gustan los conciertos de rock. Algunos aseguran que aprecia que se lastimen a sí mismos, otros que no lastimen a los demás.

Unos quieren interpretarlo. Otros lo aprenden de memoria. Todos aceptan que es difícil de entender.

Unos susurran su nombre cuando sienten que van a morir, otros lo gritan cuando están matando. Y hay a quienes advirtieron que sólo decirlo es un pecado.

Unos se cubren la cabeza para siempre tener que bajar la vista ante él. Otros levantan la mirada para exclamarle. Unos lo pintan porque creen que así le veneran, otros no se atreven a dibujarlo para que no se moleste.

Unos interpretan que Dios quiere vernos casi desnudos, otros se cubren de pies a cabeza y hay quienes sostienen que exige estar de traje y corbata.

Muchos, demasiados, programan irlo a visitar, todos, de golpe, el mismo día. Vaya descortesía.

Y hay quien cree que no hay dios, pero que hay destino.

Eso sí. Todos coincidimos en que se nos ponen pruebas. O al menos así le llamamos a las brutales dificultades, los inconmensurables dolores, las inexplicables tragedias a las que nos enfrentamos porque así lo manda Dios o el destino o la simple existencia. Porque en realidad ni siquiera tenemos pruebas de que sean pruebas. De hecho, cuando se trata de dios y el destino no tenemos pruebas de nada o de casi nada. Tenemos fe, o no. Creencias, o no. Aquilatamos indicios.

Carlos Loret de Mola(v.pág.4-A del periódico El Informador del 12 de noviembre de 2015).
Steven Weinberg

Weinberg es el investigador viviente más reconocido en física cuántica, entre su multitud de premios está el Nobel de Física 1979 por su unificación de 2 de las 4 fuerzas conocidas en el universo: la fuerza débil y el electromagnetismo, campo unificado por Maxwell en la segunda mitad del siglo XIX.

Pero no todas las religiones son iguales, hay malas y peores. Weinberg es un judío ateo, parte del asombroso 26% de premios Nobel de Física obtenido por judíos con sólo 0.2% de la población mundial.

La religión menos interesada en hacer adeptos y salvar almas en el Congo es el budismo. No tiene un dios personal, ni estructura ni mandos. El Dalai Lama, cabeza del budismo tibetano, no exige a nadie creer que es la reencarnación de Buda, no tiene las llaves del Paraíso en su escudo personal, no reparte pases de acceso al Cielo como el Sagrado Corazón de Jesús que entrega pase automático a la Gloria por canibalizar el cuerpo de Cristo 9 viernes primeros consecutivos.

Sigue el judaísmo al budismo en su desinterés por salvar almas y convertir herejes. Los rabinos jamás viajan al Amazonas a predicar la fe de Moisés ni a leer a los yanomamo (así se llaman) "El señor es mi pastor..." Los tiene sin cuidado que adoren pirañas o árboles.

El cristianismo es una variante del judaísmo que, durante los primeros decenios de prédica, fue exclusiva para judíos. El apóstol san Pedro y el novato san Pablo encabezaron las posiciones globalifóbica y globalifílica. Reunidos en Jerusalén para destrabar la oposición al libre mercado religioso o seguir con fronteras cerradas, Pablo se impuso. Para diferenciarse del judaísmo, cambiaron el día de descanso del Creador, el shabat o sábado, al siguiente, y lo llamaron Dominus dei: día del señor, domingo, sin fundamento alguno en los Evangelios para esa barbaridad ya que el Creador, sabemos, descansó el día en que descansó, y no otro.

Pero en el siglo VII hubo un arriero de camellos árabe que unificó las tribus errantes y les dio a beber un gazpacho de Moisés, Cristo y las últimas noticias del Paraíso dictadas por el arcángel Gabriel. El hombre se llamaba Mohamed, pero los españoles nunca oyen bien nada y si de Constantinópolis hicieron Constantinopla y del crocodilus cocodrilo, así acabaron diciendo Mahoma.

Cuando el emperador romano Constantino, fundador de Constantinópolis, hizo del cristianismo la religión del Imperio le puso alas a los alacranes. Con la caída de Roma, a fines del siglo V, el obispo de Roma se agandayó el poder en Europa, con el rechazo de la iglesia griega.

El cristianismo avanzó sobre Europa bautizando a los viejos dioses paganos: donde hubo una diosa de la fertilidad puso una Virgen María con el Niño; la fiesta de San Juan ocultó el solsticio de verano, las saturnales pasaron a festejar el nacimiento de Cristo, no avisado en ninguno de los Evangelios. Y así.

En la Edad Media hubo escamochinas de herejes: cátaros y otros criticones del poder temporal de los papas, reyes de los Estados Pontificios, fueron achicharrados y ya. En pleno Renacimiento le tocó fogata a Giordano Bruno, pero Galileo la libró.

Luego, el monje Lutero tradujo la Biblia al alemán vulgaris contra el mandato de Roma. Excomulgado por ése y otros pelillos a la mar, puso a los alemanes a aprender a leer para salvar sus almas... y pronto el norte de Europa, leyendo, recuperó la tradición de Jonia, la ciencia. Europa vivió la Ilustración, el Siglo de las Luces. La guillotina hizo su labor y Descartes, Voltaire, Rousseau ejecutaron una sentencia olvidada de Cristo: Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

El proceso no ha ocurrido, todavía, en tierras musulmanas, y posesos de ojos enloquecidos se infiltran como cáncer, rabiando por mujeres de cara sin velo y hombres disolutos. El islam declara su propósito de no detenerse hasta postrar al mundo ante la Verdad. En 7 puntos de París asesinaron más de 150 infieles este negro viernes 13.

Luis González de Alba
(v.periódico Milenio Jalico en línea del 15 de noviembre de 2015).

No habrá paz...


Religión y política nunca han estado desligados: George W.Bush justificó con Dios su intervención en Iraq. La secularización del mundo no ha evitado que religión, política y violencia, sigan siendo un tridente temible, un triángulo que entorpece cualquier atisbo de entendimiento entre culturas y civilizaciones. Como es también, de la misma forma, la imbricación violenta de la política con el nacionalismo, con el tribalismo y con todas las manifestaciones xenófobas.

Enrique Toussaint
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 22 de noviembre de 2015).

El creyente sostiene que "Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza"; el agnóstico sostiene exactamente lo contrario: que todos los conceptos de Dios existentes sobre la faz de la Tierra, son meras fantasías de los hombres. Mark Twain, en sus "Reflexiones contra la Religión", sostenía que "Nuestra Biblia nos revela la naturaleza de nuestro Dios con exactitud minuciosa y cruel (...); su naturaleza vindicativa, injusta, avarienta, despiadada y vengativa". Más adelante, al hablar de los innumerables, horrendos crímenes que "en el nombre de Dios" se han cometido, concluye que "la historia enseña que, en cuestión de religiones, progresamos hacia atrás, no hacia adelante".

Michel Onfray, en "Tratado de Ateología", señala que "La afirmación de un Dios único, violento, celoso, pleitista, intolerante, belicoso, ha causado más odio, sangre, muertes y brutalidad que paz"; "la (hipótesis de) la existencia de Dios -agrega-, ha generado en su nombre muchas más batallas, masacres, conflictos y guerras en la historia, que paz, serenidad, amor al prójimo, perdón de los pecados o tolerancia". Las autodenominadas "3 grandes religiones", según el mismo autor, sin perjuicio de las manifestaciones de moralidad y amor al prójimo de los genuinos creyentes, también han dejado como sedimento "una serie de odios impuestos con violencia a lo largo de la historia, por los hombres que se pretenden depositarios e intérpretes de la voluntad de Dios".

Christopher Hitchens, en fin, apuntaba que "La religión lo emponzoña todo; además de ser una amenaza para la civilización, ahora se ha convertido en una amenaza para la supervivencia del ser humano", en un "alegato contra la irreligión" al que dio un título por demás elocuente: "Dios no es bueno".

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 23 de noviembre de 2015).

Pienso que no hay religión alguna que predique el mal, pero las interpretaciones humanas, por ignorancia o conveniencias, pueden torcerla, llegándose a convertir el bien en... el mal.

Francisco Baruqui
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 23 de noviembre de 2015).

Suponer que Dios cobra en la historia los agravios que él mismo ha puesto en ella es suponer a un Dios cruel con sus creyentes y vengativo con los no creyentes. Es un Dios equívoco, más que todopoderoso.

Lo cierto es que la historia es un horror indigno de cualquier arquitecto supremo.

Héctor Aguilar Camín
(v.pág.3 del periódico Milenio Jalico del 12 de febrero de 2016).

Los católicos piden respeto, que equiparan a pedir silencio. Si no crees, cállate, dicen. Al respecto haré un planteamiento fuerte: ninguna idea merece respeto tal que no pueda ser cuestionada o incluso caricaturizada. Ninguna. Ni siquiera la idea de dios. El propio Bergoglio, ahora Francisco, ha cuestionado ideas inamovibles sobre el carácter de la Iglesia y sus representantes. Ustedes leen lo que escribo, lo procesan y pueden disentir de 2 formas: en un formato educado para seguir dialogando, o a gritos, insultos y sombrerazos, pero jamás se me ocurriría pedirles respeto a mis ideas para obligarlos a callar. Las ideas son tontas, interesantes, verdaderas, falsas, inteligentes, hasta lindas. Pero respetables no, y mucho menos en el sentido de que sean incuestionables.

Ivabelle Arroyo
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 17 de febrero de 2016).

La teología medieval afirmó que cuando un hombre del pueblo llano preguntaba dónde estaba Dios debía contestársele que muy arriba, en el cielo; cuando la indagación la hiciera un hombre de inteligencia media, la respuesta diría que Dios se encontraba en todas partes; cuando la cuestión proviniera de un sabio solo podría indicarse que Dios no se encontraba en ninguna parte. Muchas tradiciones supusieron que la divinidad era un aciago demiurgo, un intérprete bizarro, un malévolo intermediario entre la voluntad de la verdadera entidad creadora y el mundo de la necesidad creado con los sufrientes seres que lo poblaban. Dios ausente, Dios indiferente, Dios muerto para las tribulaciones, calvarios y perplejidades humanas.

Las corrientes gnósticas insisten hasta nuestros días en que Dios no participa en la historia. Aceptan que está en el Cosmos, en cada ser y en la unidad de los seres, pero no en la historia de los pueblos. De asumirse la existencia de una entidad creadora que sí participa en dicha historia, las terribles circunstancias del mundo contemporáneo (así la posmodernidad celebratoria siga porfiando en la construcción del pensamiento único y repita sin cesar, sobresocialice que la civilización nunca ha estado mejor) solo podrían conducir a una atroz conclusión propia del orden nihilista del nada es cierto y todo está permitido: ese Dios es cruel, sádico, colérico y brutal, es adicto al sufrimiento de sus creaturas, lo provoca y exacerba para obtener un maligno placer.

El teólogo cristiano Raimon Panikkar escribe que la experiencia de Dios no es experiencia de nada, pues no hay un tal objeto para ello: es una experiencia en la que se experimenta que la propia experiencia no agota el fondo de ninguna realidad. Esa vivencia no es especial ni mucho menos especializada. Por eso Dios no está en los templos ni tampoco entre sus supuestos intermediarios. Sin los lazos que nos unen a la realidad no podría vivirse tal encuentro, el cual sucede en lo cotidiano, bien sea sublime o intrascendente, pues ese encuentro coincide con la certeza personal de la contingencia humana, con la precariedad de la persona, de ahí la plegaria como reconocimiento de esa precariedad.

Asúmase entonces que Francisco no representa directamente a Dios sino un mensaje cuya apelación alude a algo -o a alguien, si quiere insistirse en las analogías habituales- que lo abarca todo, que está no estando y al no estar está, como un símbolo que se revela y vela al mismo tiempo. Ambigüedades e imprecisiones, porque el término Dios -un campo semántico inagotable- representa un discurso mediatizado por cualquier creencia, significa un decir que ningún concepto reduce. Sin embargo, desde Juan Pablo II, papa carismático y reaccionario, responsable junto con Ronald Reagan y Margaret Thatcher de la revolución conservadora que impuso el horror económico aun determinante en el valle de lágrimas humano contemporáneo, pasando por Benedicto XVI, mecánico guardián de la ortodoxia dogmática y literalista, de una Iglesia principesca y ritual.

Fernando Solana Olivares
(v.periódico Milenio Jalisco en línea del 19 de febrero de 2016).

"La prueba de una buena religión es si se pueden hacer bromas sobre ella", escribió el gran católico practicante G.K. Chesterton.

Lo que esconde su fantástico aforismo puede plantearse en términos históricos diciendo que la buena religión es aquella que se ejerce sin fanatismo.

Es decir, aquella que ha sido domada en su fuego integrista y no rige, ni quiere regir, sobre todos los órdenes de la vida, empezando por el humor.

Domar el integrismo religioso y sus cismas innegociables le costó a Occidente siglos de carnicerías y guerras santas.

Lo que vemos hoy en el convulso mundo islámico guarda muchas analogías con las guerras de religión de Occidente y quizá no pueda tener una solución cabal, civilizatoria, sino en el curso largo de la historia, mediante la paulatina erosión del integrismo, la separación de la religión y el Estado, de la fe privada y la vida pública, de las creencias religiosas y las leyes seculares.

El World Economic Forum ha emitido un reporte digno de ser observado como un cuadro de secretos o de profecías cifradas. Es el informe de cuánto le importa la religión a los países.

El cuadro puede empezar a verse por sus extremos. Los 5 países a los que la religión le importa más son Etiopía (98%), Senegal (97%), Indonesia (95%), Uganda (95%), Pakistán (93%). Creo que son todos países de linaje islámico.

Los 5 países a los que la religión les importa menos son China (¡3%!), Japón (11%), Francia (14%), Australia (18%) y Corea del Sur (19%).

Entre los países de habla española, el ranking de menos a más va por España (21%), Chile (27%), Argentina (35%), México (37%) y Venezuela (42%).

Los países latinoamericanos con más apego a la religión son Perú (66%) y un sorprendente Brasil (74%).

La gran excepción de alta religiosidad entre los países desarrollados, todos creyentes mediocres, es Estados Unidos, donde la religión ocupa un lugar central para 54% de sus habitantes.

Héctor Aguilar Camín
(v.pág.3 del periódico Milenio Jalisco del 8 de abril de 2016).

Quien cree tener órdenes de Dios, puede matar en su nombre. Es la lógica del fundamentalismo. Díganlo si no la ferocidad de todos los monoteísmos, que en el curso de los siglos han llenado de sangre y luto a la humanidad.

Flavio Romero de Velasco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 9 de abril de 2016).

Nunca fui muy religiosa, ni siquiera en la niñez, y me considero agnóstica desde hace muchísimos años. Y no digo atea, aunque me sienta muy cerca, porque tampoco tenemos pruebas irrefutables de la inexistencia de los dioses (de algún tipo de principio que alguien pueda llamar dios) y la vida es indudablemente un gran misterio. Eso sí, soy bastante anticlerical, aunque sé bien que hay muchos frailes y monjas, lamas e imames, sacerdotes y sacerdotisas que se dejan la piel y a veces la vida por los demás con generosidad admirable. Pero mi anticlericalismo, que es recio y en ocasiones rabioso, tiene que ver con el poder de las instituciones religiosas, con el abuso de ese poder y con las aberraciones a las que pueden llegar los clérigos de los diversos aparatos eclesiales, desde las hogueras de la Inquisición hasta las carnicerías del Isis.

Sin embargo, la historia de las religiones siempre me ha fascinado. Encuentro profundamente conmovedor que los humanos, en nuestro dolor, nuestra indefensión y nuestra infinita pequeñez, nos hayamos inventado todos esos cuentos fundacionales que son las religiones, esas figuras sobrenaturales a las que pedir ayuda y consuelo. Como niños abandonados en la oscuridad, hemos tenido que imaginar que en algún lugar había unos padres capaces de guiarnos, unos padres que conocían todas las respuestas del inmenso, demoledor enigma de la vida. Y esos cuentos que nos hemos ido contando dicen mucho de quiénes somos, de lo que tememos y de lo que queremos.

Por eso me apena la ignorancia absoluta de los mitos religiosos de nuestra cultura por parte de los jóvenes. En tan sólo un par de generaciones perderemos un cúmulo de referencias legendarias, arquetípicas y simbólicas que nuestros antepasados se han ido transmitiendo los unos a los otros durante milenios. Por no hablar de que infinidad de cuadros, poemas, obras dramáticas y narrativas de nuestra tradición resultarán incomprensibles. Yo creo que el laicismo es un logro monumental de la civilización, del progreso y del pensamiento humano; pero el laicismo consiste en la independencia absoluta del Estado de toda influencia religiosa, no en olvidar nuestros mitos o en rechazar tradiciones sincréticas.

Las religiones organizadas han sido demasiadas veces en la historia el origen de las atrocidades más espantosas (y lo siguen siendo, como en el yihadismo); pero en el impulso religioso básico del ser humano hay también un anhelo de bondad, de fraternidad y de belleza.

Rosa Montero
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 10 de abril de 2016).

Se debe velar porque la iglesia -cualquier iglesia- no desborde la esfera que le corresponde, que es la de lo privado, e impedir que se infiltre en el Estado y comience a imponer sus particulares convicciones a la sociedad, lo que sólo se puede hacer atropellando la libertad de los creyentes. La presencia de un crucifijo en una escuela es tan abusiva para quienes no son cristianos, como sería la imposición del velo islámico en una clase donde hay niñas cristianas y budistas además de musulmanas, o la kipah judía en un seminario mormón. Por ello, la política estatal no puede ser otra que la neutralidad.

Flavio Romero de Velasco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 23 de abril de 2016).

Hoy que no es ya la religión la que funda la moral sino la ética la que hace aceptables o detestables a las religiones, creer en una divinidad capaz de imponer sus mandatos por medio de matanzas es una dolencia espiritual que sólo padecen los miembros del ISIS y pocos más.

Sin embargo, hay ocasionales recaídas en esta mentalidad cruel. Cuando comenzó la epidemia del Sida, no faltaron indignos líderes piadosos para declarar que la enfermedad era un castigo impuesto a los libertinos y sodomitas del mundo. En España, las violaciones sufridas por algunas mujeres se han querido explicar invocando la forma de vestir descocada o las costumbres poco edificantes de las víctimas.

Fernando Savater
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 24 de abril de 2016).

Me asustan las personas demasiado buenas. Asustan quienes están tan convencidos de una verdad que no conciben que pueda ser discutida. Quienes desprecian desde su altura moral a esos pobres despistados no iluminados.

Moisés Wasserman
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 30 de abril de 2016).

Que un humano mate a un semejante es el acto más incalificable; pero matarlo por sus creencias religiosas o ideológicas -cualesquiera que éstas sean- es la más inexplicable de las conductas y pasiones del hombre.

Flavio Romero de Velasco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 30 de abril de 2016).

Nuestro Señor Edgar Allan Poe.


La tolerancia es históricamente el producto de la comprensión de la irreconciliabilidad de las fes igualmente dogmáticas, y de la improbabilidad práctica de la total victoria de una sobre la otra. Los que desearon sobrevivir se dieron cuenta de que tenían que tolerar el error. Gradualmente vinieron a ver méritos en la diversidad y así se convirtieron en escépticos acerca de las soluciones definitivas en los asuntos humanos.

Isaiah Berlin

Que a los españoles nunca se nos ha dado muy bien la ciencia es cosa sabida.

Yo creo que sobre todo es una cuestión de historia, de circunstancias. Y, en concreto, de la (mala) influencia de la Iglesia Católica, que controló durante muchos años las universidades españolas. En el siglo XVIII, el pobre padre Feijoo, y digo pobre por su inmensa soledad de ilustrado en mitad de la burricie, se quejaba en sus Cartas eruditas del abandono de los estudios de física, matemáticas y ciencias naturales, cosas que él atribuía a "la preocupación que reina en España contra toda novedad", porque se temía que causaran perjuicio a la religión. Y Gerald Brenan decía en El laberinto español: "En 1773, la Universidad de Salamanca ignoraba aún a Descartes, Gassendi y Newton, y en sus cursos de teología se debatían cuestiones tales como el lenguaje en que hablaban los ángeles y si el cielo estaba hecho de metal de campanas o de una mezcla de vino y agua. En la generación anterior, la misma universidad se había negado a establecer una cátedra de matemáticas propuesta por Felipe V y, uno de sus profesores, el jesuita padre Rivera, declaraba que la ciencia era completamente inútil y que sus libros debían ser mirados como obra del demonio".

O sea que, medio siglo después de la muerte de Newton, mientras Europa se lanzaba al futuro, nosotros nos dedicábamos a cultivar la irracionalidad y el primitivismo.

Rosa Montero
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 3 de julio de 2016).

Mientras que muchos creen que los conflictos estallarían sin la religión y que la fe es una gran promotora de la paz, para otros la guerra y la religión, sencillamente, no se pueden separar.

Redacción de la BBC
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 11 de julio de 2016).

Los escándalos de pedofilia y abusos sexuales de sacerdotes ("el terrible conflicto entre las miserias de la carne y el esplendor de su vocación: la impotencia de salvarse a sí mismos aun estando ofreciendo la salvación a los otros", como escribió Giancarlo Zizola en "La Otra Cara de Wojtyla"), resquebrajaron de manera atroz la autoridad moral que la Iglesia hubiera tenido, en otras circunstancias, para participar en el debate como defensora de una moral que predica mejor de lo que la practica.

Jaime García Elías
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 8 de agosto de 2016).

El cerebro es un afanoso tejedor de la realidad. Los humanos necesitamos que nuestro entorno sea sólido, fiable; que la vida disponga de un sentido. Por eso nuestra cabeza se esfuerza en darle una apariencia de orden a la caótica insensatez de la existencia. Por ejemplo, completamos mentalmente lo que vemos, lo traducimos a algo manejable. Hay dos insidiosas enfermedades de la vista, el glaucoma y la mácula, que suelen diagnosticarse demasiado tarde porque nuestra mente las encubre. Con el glaucoma uno va perdiendo la visión periférica y termina mirando solamente a través de un estrecho túnel. La mácula sería justo al revés: la lesión está en el centro de la retina y lo que se mantiene es la visión del anillo exterior. Pues bien, el enfermo no suele advertir ninguna de las dos dolencias hasta que están muy avanzadas, porque nuestro diligente cerebro rellena los vacíos de la escena.

Esa ansia de coherencia es lo que crea los delirios de las personas aquejadas de enfermedades mentales. El delirio es la defensa de una psique enferma que deja de encontrarle sentido a la realidad y que recurre a inventarse una respuesta. Y, si nos paramos a pensarlo, esta misma necesidad de entendimiento es lo que está en la base de las creencias religiosas. Inventamos a los dioses para completar el dibujo del mundo, para domesticar su incomprensible inmensidad. Es una especie de desvarío colectivo. Y, de hecho, las religiones que no son la nuestra suelen parecernos delirantes.

El mundo es una ilusión de los sentidos producida por nuestras neuronas laboriosas.

Rosa Montero
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 11 de septiembre de 2016).

Entre las interrogantes que comparten casi todas las culturas destacan las señaladas por Emmanuel Kant: ¿quién soy? ¿dónde estoy?, ¿a dónde voy?, ¿qué puedo conocer?, y ¿qué debo hacer? Si optamos por la superación de la ignorancia por la vía de la religión, las grandes interrogantes encuentran una respuesta preestablecida, inamovible y presumiblemente valedera para todos. Pero si por el contrario optamos por el camino de la laicidad, esto es: el de la ciencia y la racionalidad, entonces marchamos siempre con la incertidumbre, con la conciencia de que nos movemos entre saberes incompletos, menesterosos del conocimiento, soportando el peso de la perpetua ignorancia y del "pecado original", dice el mito, por haber probado del "árbol del conocimiento del bien y del mal".

Sin embargo, entre saberse ignorante pero buscando respuestas al margen de algún culto o atenerse a los misterios revelados de la religiosidad, el 1er. camino se presenta como más confiable, porque entre la inmensidad de religiones no se ofrecen respuestas conciliadas y, cuando las religiones postulan a su dios o sus dioses para dar soluciones, pronto salen a la luz las inconsistencias y juicios refutables. Con este criterio, cuando Napoleón le pregunta a Laplace por la ausencia de referencias a su "creador" en su sistema del mundo, el último responde: "nunca he necesitado esa hipótesis".

El saber que procura la ciencia y la filosofía contemporánea sólo se ocupa de los aspectos teológicos como objeto de estudio o para señalar los caminos que debemos evitar en la búsqueda de conocimientos. Si bien en la vida privada cada quién es libre de creer en el ratón de los dientes, en el espíritu de la navidad o los milagros de los santos mártires, en una institución que pretende la superación de la ignorancia de manera científica y racional resulta insostenible considerar la hipótesis de Dios.

Cuauhtémoc Mayorga Madrigal, jefe del departamento de Filosofía en el CUCSH
(v.pág.5 del suplemento "O2" de La gaceta de la Universidad de Guadalajara del 24 de octubre de 2016).

"Y dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y mande en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra". Leo este párrafo del Génesis y me maravilla su pueril bravuconería. A ese hombre que se cree un calco de Dios y que se siente autorizado a reinar sobre todo bicho viviente (incluida la mujer) le quedan por pasar muchas amarguras. Poco a poco la realidad irá imponiendo su ley y bajándole la cresta a trompicones.

Primero aprenderá que el firmamento no sólo no gira en torno a él, sino que la Tierra es un ínfimo grumo de materia que la ciencia ha ido desplazando a un lugar cada vez más insignificante del universo. Luego tendrá que tragar la amarga noticia de que Dios no le creó de golpe y porrazo a imagen de él, sino que venimos de un larguísimo hilo evolutivo que se remonta más allá de la Australopithecus Lucy. Que, además, hemos tenido hermanos de especie, los neandertales y, para colmo, ni siquiera hemos sido maravillosamente superiores a esos homínidos, como nos empeñamos en creer durante años, sino muy semejantes. Tanto que nos hemos cruzado con ellos y los europeos llevamos el 2% de sus genes. Y, por si esto no bastara para deprimir profundamente a ese humano pomposo, luego llegará la secuenciación del genoma y se demostrará que compartimos el 60% de nuestros genes con la mosca del vinagre. Madre mía. Tantísima presunción para llegar a esto.

Y aquí estamos, intentando asumir nuestra continuidad con el resto de los seres vivos. Este es el siglo del animalismo, es decir, de la aceptación de nuestro lugar en el mundo, de nuestra responsabilidad con los otros animales. La defensa de los animales no es una causa exclusiva de un puñado de activistas, sino que es un movimiento social amplísimo, un cambio de nuestro modelo cultural, de nuestra manera de ver el mundo. Forma parte de la evolución de la sociedad, del desarrollo de la civilidad y de los avances del conocimiento.

Rosa Montero
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 30 de octubre de 2016).

¿Tiene sentido la muerte de un solo inocente por una fe que se alimenta exclusivamente de la promesa de un futuro mejor?

Luis Martínez comentando la película Silencio
(v.periódico El Mundo en línea del 23 de diciembre de 2016).

¿Qué tiene la religión que hace tan fácil matar en su nombre? Parte del problema es que surge de dogmas. Si alguien demuestra científicamente que la Tierra tiene una antigüedad de 4,543 millones de años o que gira alrededor del Sol, nadie de mentalidad abierta se molestará... si acaso, querrá conocer las pruebas para refutarlas si son incorrectas. Pero la actitud será distinta si el interlocutor cree que Dios creó la Tierra hace menos de 6,000 años, como dice el Génesis, u ordenó que el Sol detuviera su paso por el firmamento para que un militar pudiera aniquilar a sus enemigos, como apunta el Libro de Josué. Los terroristas islámicos están convencidos también de que Dios les ordena a través del Corán: "Y matadlos dondequiera que los encontréis... Y la falta de fe en Alá es peor que la muerte... Ésa es la recompensa de los que no creen" (2.191).

Steven Pinker sostiene en Better Angels of Our Nature que la violencia entre seres humanos ha bajado de forma importante. Documenta un proceso civilizatorio que ha reducido guerras, homicidios y torturas. El proceso ha estado acompañado del abandono de viejos dogmas. Hoy incluso la religión se ha vuelto humanista. Pero no en todos los casos. Por eso seguimos viendo asesinatos en nombre de Dios.

Sergio Sarmiento
(v.periódico Mural en línea del 14 de abril de 2017).

Prominent scientists are sometimes strident non-believers.

Stephen Hawking and Neil DeGrasse Tyson have declared that there is no God.

But can science offer suggestions as to why they might have made this decision?

New research from the Ulster Institute for Social Research in Northern Ireland and Rotterdam University in the Netherlands examined the "robust negative association between religion and intelligence".

Indeed, a Pew survey last year said that those who have no religion cite science as the reason why.

This latest study, published in Evolutionary Psychological Science, reached some controversial conclusions about where religion comes from and why intelligence undermines it.

The researchers examined different models that had been proposed for explaining why believers are allegedly less intelligent. It selected and revised evolutionary psychologist Satoshi Kanazawa's Savanna-IQ Principle. This suggests that what we do and believe has its foundation in the environment of our ancestors.

The researchers concluded that religion is an evolved instinct, while intelligence "involves rising above our instincts". After all, intelligence and all that comes with it does often involve controlling our instincts in order to allow our minds to reach rational conclusions.

Indeed, as Hawking told Spain's El Mundo last year: "Before we understand science, it is natural to believe that God created the universe. But now science offers a more convincing explanation".

Edward Dutton and Dimitri Van der Linden -authors of this latest study- put it a different way: "Intelligence will involve being attracted to evolutionary mismatch, to that which we would not be instinctively evolved to be attracted to".

It's a charming thought that our evolutionary instincts don't lead us naturally to thinking for ourselves. Perhaps that's why we still make so many fundamentally poor decisions.

Intelligence also has its problems, though. It's not just that intelligent people can tend to think too much. It's also the disturbing pattern -in my experience, at least- of intelligent people often claiming to be unhappy.

Now that's a subject that surely needs more research.

Chris Matyszczyk
(v.c|net News del 17 de mayo de 2017).

"Hay un rincón de estupidez hasta en el cerebro del hombre más sabio", dijo Aristóteles, probablemente tras haberlo experimentado en sus propias carnes. La necedad brilla de manera más aparatosa cuando nuestra mente colisiona contra los dos mayores enemigos de la razón y la convivencia: los prejuicios y los dogmas. Los primeros son esos parásitos del pensamiento, anteriores al juicio y por lo tanto inconscientes, que todos padecemos (bien es verdad que unos más que otros).

En cuanto a los dogmas, son fisuras en el equilibrio emocional que nos pueden llevar directamente al abismo. Un dogmático, un fanático, es alguien con una construcción personal tan frágil, egocéntrica, inmadura o enferma que necesita un armazón de certezas rotundas para tenerse en pie. Voy a citar a Kant: "La inteligencia de un individuo se mide por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar". Muy cierto, si tomamos la palabra inteligencia en su sentido más amplio, es decir, no sólo como una aptitud para el razonamiento abstracto, sino también para la madurez emocional, para la comprensión de uno mismo y de los demás. ¿Se puede ser sabio siendo una mala persona? Este es un viejo e interesantísimo debate aún sin resolver. El filósofo Heidegger fue partidario de los nazis, y el historiador francés Christian Ingrao, en su libro Creer y destruir, los intelectuales en la máquina de guerra de las SS (Acantilado), demuestra cómo los peores criminales del Tercer Reich, los mandos que dirigieron el Holocausto, fueron hombres de alta capacidad intelectual con doctorados universitarios. Personalmente yo creo que no se puede ser sabio si eres un malvado; puedes ser culto, incluso brillante; pero esa debilidad personal, esa enfermedad moral que te impulsa a arrojarte en brazos del fanatismo, crea un rincón ciego en tu cerebro que hace que cometas los errores más espantosos. Sin empatía no hay verdadera sabiduría. En la mente de todo ser humano no sólo hay una dosis de estupidez, sino también la terrible posibilidad de crear un infierno.

Pero además hay quien sostiene que nuestro intelecto no sólo puede estar infestado por la necedad y por el delirio dogmático, sino que ni siquiera rige nuestra vida. El neurocientífico David Eagleman, en su formidable libro Incógnito (Anagrama), dice con inquietante elocuencia que "casi todo lo que hacemos, pensamos y sentimos no está bajo nuestro control consciente (...). La conciencia es como un diminuto polizón en un ­trans­atlántico". Es decir, que creemos que dirigimos nuestras existencias, que tomamos decisiones voluntaria y libremente, que apoyamos estas o aquellas ideas porque así lo queremos, y en realidad, según Eagleman, somos poco más que un cúmulo chisporroteante de células que campan por sí solas sin más sentido que el de seguir siendo.

No comparto con Eagleman una conclusión tan radical (aunque debo decir que sus argumentos son difíciles de rebatir), pero de lo que sí estoy segura es de que los humanos chillamos muchísimo y nos golpeamos el pecho como gorilas para alardear de nuestras opiniones, y en realidad somos pequeños, irresponsables, contradictorios y lerdos (no hay más que asomarse al griterío de las redes para comprobarlo). No somos nada, somos un amasijo paradójico, y el único camino hacia una posible sabiduría es asumirlo.

Rosa Montero
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 9 de julio de 2017).

Les gusta vernos sufrir.


Cuando Voltaire escribió que "Los que pueden hacerte creer absurdidades, también pueden hacerte cometer atrocidades", faltaban casi 300 años para que sucediera el atentado de la semana pasada en Las Ramblas de Barcelona, y los precedentes en Manchester, Niza, Londres o Nueva York. Sin embargo, ya para entonces la humanidad había sido testigo de infinidad de guerras religiosas y de crímenes monstruosos cometidos "en nombre de Dios".

Cuando ocurrió el episodio más reciente -el de Barcelona-; cuando apenas se hacía el recuento preliminar de las víctimas (14 muertos y 120 heridos) y ni siquiera se sabía la identidad del autor de la masacre pero ya se tenía la certeza de que se trataba de un atentado terrorista perpetrado por un fanático islamita, convencido -como escribió ayer Mario Vargas Llosa en varios periódicos del mundo- no sólo de que "tienen derecho a matar a sus semejantes para imponerles sus propias costumbres, creencias y convicciones" sino de que tienen el sagrado deber de hacerlo, algunos recordaron algo que escribió John Lennon y que mucha gente sigue cantando de buena fe: "Imagine there’s no countries, and no religion too", y lo suscribe como válido para la situación presente: "Este mundo sería mejor si no hubiera países, ni religiones tampoco".

Vale distinguir, empero: una cosa es la serie de construcciones con que los seres humanos, desde el principio de la historia y en todas las culturas, sin excepción, han tratado de explicarse los misterios del mundo, de la vida y de la muerte, y otra muy diferente los postulados morales y las normas conductuales en que la casi totalidad de las religiones coinciden (hacer el bien, respetar al prójimo, procurar la justicia, rechazar la violencia, el abuso y la explotación del semejante...); las primeras son discutibles; los segundos no. Tanto en el caso de las llamadas "grandes religiones" -el judaísmo, el cristianismo y el islam- como incluso en el de las sectas, que haya quienes sustenten patrañas como dogmas y lucren con la ignorancia o la ingenuidad de sus seguidores, no es óbice para que éstos encuentren en aquéllas un sustento espiritual y una serie de postulados éticos, sin los cuales la ley suprema de la humanidad sería la prevalencia del más fuerte, del más astuto y del más perverso.

Colofón: el mal no está en el afán -inherente, por lo visto, a la naturaleza humana- de concebir el concepto de un ser creador y articular toda una cosmogonía alrededor del mismo, sino en querer ver enemigos mortales en todos aquellos que no comparten esas convicciones.

Jaime García Elías
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 21 de agosto de 2017).

El mundo está viviendo con horror: un renacimiento de los integrismos, los fundamentalismos demenciales que creíamos borrados de la faz de la tierra desde hace varios siglos. En lugar de estar avanzando hacia una sociedad en la que la pluralidad enriquezca a todos, cada secta (y no sólo religiosa) se está atrincherando en su oscura caverna, esperando a que pase alguien discrepante, o simplemente libre, para echársele encima y hacerlo pedazos.

Hasta ahora, en Guadalajara sólo se ha llegado a la violencia verbal; de allí a la violencia física sólo hay un paso muy corto. Los inquisidores utilizan lo que llaman "el derecho de creencia religiosa" (que nadie les regatea, siempre que sea respetuoso), para negarlo a quienes no piensan como ellos. No saben lo que es la equidad y están jugando con fuego, descomponiendo aún más la armonía social tan degradada, cancelando las posibilidades de convivencia entre distintos. El fanatismo vuelve también imposible la democracia, porque ésta se define en igual medida por el acatamiento del mandato político (no cultural ni artístico) de la mayoría, como por el respeto a los derechos de las minorías. La justicia y la igualdad están cada día más lejos, y hay quienes pretenden que así se queden para siempre.

No sólo los actos: también las palabras pueden causar un terrible daño; los llamados a la intolerancia envenenan el aire que todos respiramos. Tan sólo en los últimos 10 días, hemos visto en Charlottesville y en Barcelona las atrocidades a las que conducen esas proclamas: el "supremacismo racial", en el 1er. caso, y el "supremacismo religioso", tanto en Cataluña como en lo que predican algunos ofuscados y vociferantes tapatíos: crean una sociedad de rispideces, confrontaciones y odio en nombre de un "Dios del amor".

Fernando González Gortázar
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 23 de agosto de 2017).

Una de las señales distintivas del pontificado de Juan Pablo II con motivo del jubileo del año 2000: el reconocimientos de errores y las consiguientes peticiones de perdón, "aun no teniendo responsabilidad personal (...), por una multitud de hechos históricos, en los cuales la Iglesia o grupos particulares de cristianos han estado implicados por diversos motivos (...), como medio para la purificación de la Iglesia".

Entre tales abundantes "errores y pecados" se cuentan las cruzadas -sangrientos atropellos a la libertad de conciencia, que el Concilio Ecuménico Vaticano II reconocería como uno de los derechos esenciales de la persona humana (incluidos los "infieles"), al sostener que "la Iglesia ha enseñado siempre que la fe es asentimiento libre y no puede, por tanto, imponerse a la fuerza"-; las condenas a Lutero y al protestantismo, y, por supuesto, la destrucción de culturas enteras (las prehispánicas que florecían en América, y en México muy particularmente), argumentando que "su paganismo entorpecía el avance de la única religión verdadera". Así, como expresiones de ese paganismo, se destruyeron ídolos, se demolieron pirámides, se borró cuanta memoria fue posible de archivos y documentos que encerraban manifestaciones artísticas y conocimientos científicos que en muchos aspectos superaban a los de los "evangelizadores".

Jaime García Elías
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 28 de agosto de 2017).

A quienes no les gusta la escultura "Sincretismo", sea por razones religiosas, estéticas o por cuestiones administrativas, tienen todo el derecho de manifestar su inconformidad. A lo que no tiene derecho ninguno de ellos, como no lo tenemos ninguno de nosotros, es a imponer una visión única.

Las 3 marchas contra la escultura han convocado 800, 3,000 y 1,500 personas respectivamente. Eso nos dice que si bien hay un grupo a quien no le gusta la obra no es ni de lejos un grupo ya no digamos mayoritario, ni siquiera importante. Aunque las marchas convocan a los católicos alegando que la fe ha sido ofendida, es evidente que no es así, la mayoría lo entiende como lo que es: una obra de arte. Se trata solo de una facción minoritaria del catolicismo, encabezada por el cardenal y arzobispo emérito, Juan Sandoval Iñiguez, pero no por quien hoy es responsable de la arquidiócesis, el arzobispo cardenal Francisco Robles. Lo grave es que, alentado por el discurso violento de el propio cardenal Sandoval, un hombre vandalizó la escultura y luego intentó atacar con un cuchillo a un policía.

Esto no es un hecho aislado. Hace unos años, cuando un grupo también minoritario de católicos se sintió ofendido por un dibujo de Ahumada titulado "La Patrona", expuesto en el Museo del Periodismo, en el que de la tilma de Juan Diego aparecía milagrosamente Marilyn Monroe en lugar de la guadalupana, un fanático destruyó la obra y el mismo Cardenal Sandoval, lejos de reprobar el hecho, se ofreció a pagar la fianza del atacante alentando la intolerancia.

Pero, qué pasaría si un grupo saliera mañana a manifestarse, por ejemplo, contra la romería de la Virgen de Zapopan porque consideran que la peregrinación afecta sus interese personales, o más aún, porque no les gusta la virgen o les parece que es una práctica idólatra, como ha sucedido en Brasil, donde grupos evangélicos empoderados han destruido públicamente imágenes de la Virgen de Aparecida. Estarían en todo su derecho de manifestarse, pero no de imponer su visión y mucho menos de ejercer violencia alguna, sea física o simbólica. Hay quien no cree en la virgen y eso no significa que hay que retirar todas las manifestaciones de devoción que hay en las calles de la ciudad. Sería un absurdo, como absurdo es pretender que se retire una obra de arte.

Cada quien tiene derecho a creer lo que quiera y a pertenecer a la iglesia o grupo que desee, pero nadie tiene derecho a limitar las creencias ni la expresión de otros. La tolerancia no es otra cosa que aceptar que mis creencias son eso, formas de entender el mundo y el sentido que tiene nuestra existencia.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 16 de octubre de 2017).

¿Hay vida después de la muerte? La pregunta es quizá la más importante que nos hemos hecho desde el principio de los tiempos. Los humanos somos los únicos seres con conciencia de la muerte. Pero el conocimiento tiene un precio. Somos seres obsesionados por la muerte, le tenemos miedo.

Muchas religiones han supuesto que la muerte no es más que el paso a una nueva forma de vida. Las religiones son, en efecto, una fuente de esperanza ante el temor a la muerte. Muchas personas religiosas afirman que la idea de la muerte sólo puede soportarse por la esperanza de que en realidad es una puerta a la presencia permanente de Dios.

Pero la ciencia, ¿qué nos dice? La mayoría de los científicos han argumentado que no hay forma de probar o desmentir ni la existencia de Dios ni la de la vida después de la muerte. El tema debe quedar necesariamente en la fe, y la fe por definición está fuera del campo de la razón.

La vida es una extraordinaria combinación de un cuerpo, que nace, crece, se reproduce y muere, con una mente, o un alma, que construye una conciencia. La muerte inicia un proceso de descomposición de la materia orgánica. La gran pregunta es si se mantiene la conciencia aun cuando el cuerpo se descomponga.

La física nos enseñó que la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Esas descargas de energía en nuestras neuronas que nos dan inteligencia, percepción sensorial y conciencia no se destruirán porque las neuronas dejen de operar. Pero ¿se mantendrá la conciencia sin las neuronas?

Sean Carroll, cosmólogo y físico de la Universidad de California, autor del libro The Big Picture: On The Origins of Life, Meaning, and the Universe Itself (Dutton), dice que no, que es imposible. Para que pudiera haber una vida después de la muerte, la conciencia tendría que estar absolutamente separada de nuestro cuerpo, cosa que no ocurre. La conciencia es una forma de interacción de átomos y electrones. Las leyes del universo no permiten que estas partículas operen después de nuestra desaparición física.

"Las afirmaciones de que alguna forma de conciencia persiste después de que nuestros cuerpos mueren y se descomponen en sus átomos constituyentes se enfrentan a un gran e insuperable obstáculo: las leyes de la física que sustentan la vida cotidiana se han comprendido de manera completa y no hay forma en que estas leyes permitan que la información almacenada en nuestro cerebro persista después de la muerte... Si el alma no es nada más que átomos y las fuerzas conocidas, claramente no hay forma de que sobreviva a la muerte".

Hay, por supuesto, otros puntos de vista. La mayoría de las personas en el mundo están convencidas de que hay vida después de la muerte. Lo creen no por algún conocimiento que haya escapado a los científicos sino porque tienen fe. Ciertamente, es más fácil enfrentar la muerte si estamos convencidos de que ésta es un paso a otra vida. También es más fácil superar el dolor de la muerte de un ser querido si pensamos que tarde o temprano lo encontraremos en algún otro lugar.

La visión de la conciencia como una interacción de átomos y energía no nos permite, sin embargo, el consuelo de la creencia en la vida después de la muerte. Las leyes de la física que han construido esa maravillosa combinación de materia y energía que es la conciencia nos dicen que al cesar esa interacción la conciencia desaparecerá.

Sergio Sarmiento
(v.periódico Mural en línea del 3 de noviembre de 2017).

Help for killing people.


Scott Adams


Estatuilla de San Antonio.

(V.Ripley's Believe It or Not! del 25 de enero de 2018).


La reflexión sobre la violencia acontecida y sobrevenida a la postre de la destrucción de las Torres Gemelas es analizada por el filósofo norteamericano Richard Bernstein en El abuso del mal. De esta obra resulta relevante la tesis que sostiene respecto a la mistificación política y religiosa que se hace del bien y del mal como factores detonantes de la violencia. A grandes rasgos, lo que sostiene es que tanto entre los hombres como entre las naciones existe un conjunto de nociones abstractas y absolutas vinculadas con la idea del bien y del mal, donde aquellos individuos o naciones que no comparten dichas cosmovisiones morales y políticas son identificados como los enemigos a los que hay que combatir. Un ejemplo contundente de este fenómeno fue la guerra que siguió al 11/9, donde los combatientes de ambas regiones apelaron a las abstractas nociones del bien, el mal, la verdad, la tradición o dios para justificar sus ataques al oponente.

Cuauhtémoc Mayorga Madrigal, jefe del Departamento de Filosofía del CUCSH
(v.pág.5 del suplemento "O2 cultura" de La gaceta de la Universidad de Guadalajara del 29 de enero de 2018).

"No conozco a ningún fanático que tenga sentido del humor" dice Amos Oz en En contra del fanatismo (Siruela, 2010) y ahora en Queridos fanáticos (Siruela, 2018), tal como lo pudimos comprobar en el 2015 cuando la revista Charlie Hebdo publicó una caricatura del profeta Mahoma y no tardaron en llegar los fanáticos para matar a los artistas gritando: "¡Alá es el más grande!".

Existe el humor grueso e hiperrealista de los que se ríen de los defectos ajenos, pero hay uno que es fino y surrealista como el que se ríe de sí mismo, por eso digo que no hay que confiar en aquellos que no tengan este sentido humor, ni aguanten que se les haga una broma sobre el tema de su fanatismo, pues son cerrados, solemnes, prepotentes, forrados de vanidad con la que desprecian al resto del mundo, sin poder aceptar que cada quien es y piensa como quiera, sin que por eso les demos una rechifla o balazos.

El abanico del fanatismo va desde el futbol, pasando por los partidos políticos (ya saben ustedes cuál) y las religiones y, sin que admitan diferencias, ni pluralidad alguna, tratan de obligar al resto del mundo a que sean como ellos. Su equipo o lo que sea es intocable.

Amos Oz nació en Jerusalén y es experto en este tema. Con mucha gracia nos cuenta cómo su abuela Shlomit le explicaba la diferencia entre los judíos y cristianos: "Los cristianos creen que el Mesías ya estuvo aquí y que algún día volverá a nosotros. Y nosotros, los judíos creemos que el Mesías aún no ha venido. Esta diferencia ha traído al mundo odio e ira, persecución o a la Inquisición, pero, ¿por qué?, ¿por qué no nos ponemos de acuerdo y esperamos con paciencia a ver qué ocurre? Si el Mesías llega un día y dice: 'Me da mucho gusto volver a verlos', entonces, los judíos tendrá que reconocer su error. Pero si dice: 'Encantado de conocerlos', el mundo cristiano tendrá que disculparse con los judíos. Pero, ¿por qué no, hasta la llegada del Mesías, podemos vivir y dejar vivir a los demás?".

La abuela bien conocía el secreto de vivir en un mundo abierto, así como, la magia y el placer que hay en la diversidad y la riqueza que implica vivir con personas con creencias diferentes y costumbres distintas- dice Amos Oz.

El que tiene sentido del humor se puede reír de sí mismo y si esto es posible, entonces se inmunizan al fanatismo. Por eso habría que crear pastillas con píldoras humorísticas para dárselas a los fanáticos, sin importar que con eso, gane el Nobel de Medicina y no el de Literatura- dice Amos Oz, riéndose de sí mismo.

El fanatismo parece que es "el gen del mal" que impide la autocrítica, el intercambio de ideas y de principios, actuando casi siempre, contra víctimas inocentes con cierta alevosía y ventaja.

Martín Casillas de Alba
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 17 de marzo de 2018).

Descubrí por las cifras del censo de 2010 que pertenezco al escaso 3.5 de la población que se declara "sin religión", vale decir: sin adscripción a alguna iglesia, acaso sin fe a secas.

Es posible vivir sin fe religiosa, pero no deja de ser una elección de vida que contradice a la abrumadora mayoría.

El 88% de los mexicanos creía en la religión católica, según el censo de 2010 y un 8.5 más creía en otras religiones.

No sé cuántos que se declaran sin religión creen en algo equivalente a Dios: alguna forma de divinidad cosmológica, alguna fuerza ordenadora del mundo.

La idea de un mundo sin Dios es en cierto modo inhumana. Al empezar el siglo XXI, quienes no creen absolutamente en nada son una abrumadora minoría.

Aún para ellos vale la pregunta formulada por Humberto Eco en su diálogo con un inteligente cardenal italiano: ¿En qué creen los que no creen?

Cuando Bertrand Russell fue llevado a prisión por su actividad pacifista contra la Primera Guerra, al consignar sus datos, el carcelero le preguntó su religión: "Agnóstico", respondió Russell.

El carcelero lo miró un momento, dejando claro que no había oído nunca esa forma de credo. A continuación comentó: "No importa la religión, al final todos creemos en el mismo Dios".

Escribí arriba que no creer es una "elección de vida". Quizá no lo sea, quizá el agnosticismo venga infuso en cada quien, lo mismo que la necesidad de creer.

Según la doctrina católica, en la que fui bautizado y criado sin efecto religioso alguno, la fe es una gracia, un don de Dios.

Quizá el agnosticismo, la falta de religiosidad, la incapacidad de creer, también es algo que les cae del cielo a los descreídos, y que no tiene arreglo.

Los no creyentes tienden a mirar con cierta superioridad jacobina al que cree, pero la fe genuina, la invencible y llana "fe del carbonero", debe ser uno de los grandes consuelos de la vida.

Héctor Aguilar Camín
(v.pág.3 del periódico Milenio Jalisco del 26 de marzo de 2018).

La tendencia a la secularización y el alejamiento de lo eclesiástico están demostrados por las estadísticas y por la experiencia. Desde aquélla, la Encuesta Social Europea señala que la mitad de los jóvenes europeos declara no tener ninguna religión. Desde ésta, el alejamiento social hacia las prácticas religiosas es particularmente acentuado entre los jóvenes. Las referencias a las multitudinarias prácticas devocionales de la Semana Santa (los viacrucis, el Lavatorio, las Siete Palabras, el Pésame, la Gloria...) son historia antigua.

En la época del internet, pocos jóvenes dan crédito a relatos como que el mar se abrió al conjuro del cayado de Moisés para que pasara "el pueblo escogido" en pleno, y luego se cerró para devorar a sus perseguidores egipcios (Éxodo, 14, 19); o que un hombre fue engullido por una ballena y 3 días después salió de su vientre sano y salvo (Jonás, 1: 1-17); o que cuando Jesús expiró, "la tierra tembló, y las rocas se partieron, y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron" (San Mateo, 27, 51-52).

En el fondo del asunto, es probable que tenga validez lo que apuntaba Mons. Carlo María Martini en sus diálogos epistolares con Umberto Eco ("¿En qué creen los que no creen?"): "Existen no pocas personas que actúan de manera recta (...) sin hacer referencia a un fundamento religioso (...), (pero) existen también personas que, a pesar de no creer en un Dios personal, han llegado a dar la vida para no desviarse de sus convicciones morales".

Jaime García Elías
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 2 de abril de 2018).

Vistas desde la perspectiva de las estrellas, qué estúpidas y mínimas parecen las guerras y todas las violencias de que está impregnada la historia de la humanidad.

Pregunto al grupo que me rodea qué porcentaje de astrónomos es creyente y, luego de cambiar pareceres, me dicen que probablemente un 20%; los demás son agnósticos o ateos. Uno de estos amigos se apresura a marcar la diferencia: "Yo soy creyente". Y añade: "Y me siento perfectamente cómodo compatibilizando mi religión con todo lo que descubre o descarta la ciencia".

Es cierto lo que dice, sin duda, y debe serlo también para esa quinta parte de astrónomos cuya fe resiste a ese cotejo cotidiano a que están sometidas sus creencias religiosas con las revelaciones -no sé si llamarlas estupendas o terribles- que les hacen las estrellas. Pero yo entiendo mejor a las otras 4 quintas partes de científicos a los que su diario trabajo sumerge en dudas y vacilaciones respecto a las ideas propagadas por las religiones sobre el ser supremo que habría creado todas aquellas constelaciones y todo lo que existe. Porque qué pequeñitos resultan los dioses que los seres humanos adoran o han adorado enfrentados a este abrumador espectáculo milyunanochesco de billones de billones de estrellas sembradas a lo largo de un espacio sin fronteras, gravitando y sosteniéndose mutuamente, arrojando luz o recibiéndola, y qué pobres las explicaciones de las religiones inventadas para estas inexplicables preguntas: ¿cómo fue posible todo esto? ¿Pudo ser puro azar, conjunciones y constituciones misteriosas como casualidades, las que, de pronto, en ese universo helado hicieron brotar la vida, aquí, en ese planetita sin luz propia que es el nuestro? ¿Es más o menos convincente que fuera no el azar sino un ser superior, dotado de infinita sabiduría, el que, tal vez aburrido de su eterna soledad, creara esta maravilla tenebrosa que es la historia humana? Las mejores respuestas -las más bellas e imaginativas- a estas preguntas, posiblemente no estén en las estrellas ni en la religión, sino en la literatura.

Mario Vargas Llosa
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 1o.de julio de 2018).

Mientras más conozco a los religiosos más ateo me hago, y mientras más conozco a los políticos más quisiera que Dios existiera.

Ricardo Elías
(10 de agosto de 2018).

Late physicist Stephen Hawking's final book was published Tuesday, and he doesn't fail to take on the big issues, including the existence of God.

"Do I have faith?" he writes in Brief Answers to the Big Questions. "We are each free to believe what we want, and it's my view that the simplest explanation is that there is no God. No one created the universe, and no one directs our fate."

Hawking goes on to say that this realization made him decide belief in an afterlife was just "wishful thinking" and that "when we die, we return to dust."

But Hawking, who died in March at age 76, also saw a silver lining in what to some could be a bleak view. Humans live on in their influence, and in their children, he wrote.

Even though Hawking said he didn't believe in a personal God, if there was one, the scientist said, he had a question for Him.

"If there were such a God, I would like to ask, however did he think of anything as complicated as M-theory in 11 dimensions," Hawking wrote.

M-theory is a theory in physics that unifies all consistent versions of superstring theory. It's probably not the question most other people would ask a Supreme Being, but then, Hawking was one of a kind.

In the book, Hawking answers other major questions, such as whether we can predict the future (in principle yes, in practice no), if time travel is possible (he can't rule it out), and if there's other intelligent life in the universe (yes).

Eddie Redmayne, who played Hawking in the 2014 film The Theory of Everything, wrote the book's foreward. He relates that before Hawking saw the movie, he told the actor he would be honest with his review, whether it was "Good. Or otherwise." Spoiler: Hawking liked it, though he could've done with more physics and fewer feelings, and he notes that Redmayne played "a particularly handsome version of me."

Disbelief in God notwithstanding, Hawking's ashes now rest in London's Westminster Abbey, near those of fellow legendary scientists Charles Darwin and Isaac Newton.

Gael Fashingbauer Cooper
(v.c|net News del 16 de octubre de 2018).

Mil estudiosos han intentado explicar la religiosidad del ser humano. Lo han hecho de buena fe: a partir del respeto que las creencias religiosas (todas) de todas las personas, merecen.

Pascal Boyer, en "Y el hombre creó a los dioses" (Ed. Taurus, 2010), señala que "El hombre es el eterno testigo de fenómenos que parecen desafiar la razón (...). Los dioses y los espíritus (...) explican lo que está más allá de nuestro entendimiento". Michel Onfray, en "Tratado de Ateología" (Ed. Anagrama, 2006), establece: "No desprecio a los creyentes; no me parecen ni ridículos ni dignos de lástima, pero me parece desolador que prefieran (...) la fe que calma, a la razón que intranquiliza, aun al precio de un perpetuo infantilismo mental".

Para todos los autores que han abordado el tema, hay una premisa básica: Dios -entendido como el Creador, cuya existencia nadie, nunca, ha probado- no fundó ninguna religión. Ostentarse, por tanto, como su ministro, su representante o su apóstol, es mera fantasía.

Las religiones adquirieron el rango de fenómeno social a medida que creencias y ritos se convirtieron en aglutinante primero de las tribus y más tarde de pueblos y naciones; todas, además, han aportado normas éticas convalidadas por la mayoría de los hombres: no robar, no matar, ayudar al desvalido...

José Antonio Marina, en "Dictamen sobre Dios" (Ed. Anagrama, 2001), lo dice así: "Las religiones han producido las morales..., pero, por el mismo dinamismo que desencadenaron, ahora tienen que someterse a la ética, que es una moral laica de nivel más alto"... Así, más allá de la pretensión de verdad, plasmada en concepciones teológicas diferentes -y aun antagónicas-, las religiones se sustentan en la rectitud de intención..., y pierden crédito en la medida en que sus propios líderes o ministros son cuestionados o exhibidos por dañar la dignidad de otros seres humanos.

Jaime García Elías
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 7 de junio de 2019).

Nuestras reflexiones sobre lo que Edgar Morin propone para una educación a futuro, irremediablemente nos conducen a considerar lo fuerte que acaban siendo para la mente las ideas y creencias. De tal manera que acaban teniendo un cierto poder sobre la conciencia. Y es así como lo plantea el autor: "Debemos ser bien conscientes que desde el comienzo de la humanidad nació la noósfera -esfera de las cosas del espíritu- con el despliegue de los mitos, de los dioses; la formidable sublevación de estos seres espirituales impulsó y arrastró al homo sapiens hacia delirios, masacres, crueldades, adoraciones, éxtasis, sublimidades desconocidas en el mundo animal. Desde entonces, vivimos en medio de una selva de mitos que enriquecen las culturas".

Se han desarrollado muchas ideas, producto de la imaginación, y se han elaborado símbolos que se transforman en verdades y conocimientos que le suelen dar vida a fantasmas. Crean emociones de amor, de odio, promueven intensas pasiones que desatan furor y fanatismo. Hay personas que se llegan a sentir invadidas y hasta poseídas por espíritus buenos o malos y llegan a estar dispuestos a morir o a matar por sus convicciones. Sea por un dios, un ente, un dogma o una visión, se deja al lado cualquier equilibrado y sano argumento con tal de sustentar la propia postura.

"Nuestros demonios nos arrastran, sumergen nuestra conciencia, nos hacen inconscientes dándonos la ilusión de ser hiper conscientes", señala Morin.

Se trata de que nuestra inteligencia, en la cultura y en la sociedad seamos capaces de domesticar y doblegar las ideas y la imaginación y no sucumbir ante ellas. No se trata de ninguna manera de tener como ideal la reducción de las ideas a meros instrumentos y a ser de ellas cosas. Las ideas existen por y para el hombre, pero el hombre existe también por y para las ideas; nos podemos servir de ellas sólo si sabemos también servirles. ¿No sería necesario tomar conciencia de nuestras enajenaciones para poder dialogar con nuestras ideas, controlarlas tanto como ellas nos controlan y aplicarles pruebas de verdad y error? Nos hace reflexionar el filósofo francés.

Tanto las ideas, las creencias como las ideologías tienen la enorme tarea de hacernos pensar y ser más libres y no quedarnos atrapados en su reinado y acabar sumidos en una vida relativizada y subjetiva.

Que las creencias nos conduzcan al sublime ejercicio de las virtudes y del perfeccionamiento, para así liberarnos de la impulsividad y las conductas destructivas que aún muchos seres humanos practican en nombre de sus creencias.

"La racionalidad, un dispositivo esencial para el diálogo entre la idea y lo real; y la racionalización que impide este mismo diálogo".

En pocas palabras que la educación al futuro nos conduzca a que las creencias o ideologías nos lleven a ser mejores personas y a tener muy claro que creencia y realidad no es lo mismo.

Más vale poner en guardia a la mente, ante la esclavitud ideológica que nos someta de nuevo a la barbarie de matar y destruir a los que creen y piensan distinto.

Guillermo Dellamary
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 8 de junio de 2019).

La enfermedad mental (el último bastión de los curanderos religiosos) está pasando poco a poco a manos de los científicos, al sustituir la neurología a la demonología y al suplantar el Prozac al exorcismo.

El triunfo de la ciencia ha sido tan rotundo que nuestra idea misma de la religión ha cambiado. Ya no asociamos la religión a la agricultura y a la medicina. Incluso muchos fanáticos padecen ahora amnesia colectiva y prefieren olvidar que las religiones tradicionales siempre reclamaban para sí estos ámbitos. "¿Y qué pasa si acudimos a los ingenieros y a los médicos? -dicen los fanáticos-. Eso no demuestra nada. Para empezar, ¿qué tiene que ver la religión con la agricultura y la medicina?".

Las religiones tradicionales han perdido mucho terreno porque, para ser francos, simplemente no lo hacían muy bien en agricultura ni en atención sanitaria. La verdadera pericia de sacerdotes y gurús nunca fue atraer la lluvia, curar, profetizar o hacer magia. En cambio siempre ha sido la interpretación. Un sacerdote es alguien que sabe cómo justificar por qué la danza de la lluvia no funcionó y por qué hemos de seguir creyendo en nuestro dios, aunque parezca sordo a nuestras plegarias.

Los científicos aprenden poco a poco a producir mejores cosechas y a elaborar medicamentos mejores, mientras que sacerdotes y gurús solo aprenden a pergeñar excusas mejores. A lo largo de los siglos, incluso los veredaderos creyentes han notado esa diferencia, razón por la que la autoridad religiosa ha estado reduciéndose en cada vez más campos técnicos.

[...]

...todo esto hace en realidad que las religiones tradicionales sean parte del problema de la humanidad, no del remedio. Las religiones ejercen todavía un gran poder político, puesto que pueden cimentar identidades nacionales e incluso desatar la Tercera Guerra Mundial. Pero cuando se trata de resolver los problemas globales del siglo XXI, y no de avivarlos, no parecen aportar mucho. Aunque numerosas religiones tradicionales promueven valores universales y afirman una validez cósmica, en la actualidad se usan sobre todo a modo de sirvienta del nacionalismo moderno, ya sea en Corea del Norte, en Rusia, Irán o Israel. Por tanto, hacen que sea todavía más difícil trascender las diferencias nacionales y encontrar una solución global a las amenazas de la guerra nuclear, el colapso ecológico y la alteración o disrupción tecnológica.

Así, cuando tratan del calentamiento global o de la proliferación nuclear, los clérigos chiíes animan a los iraníes a ver tales problemas desde una perspectiva iraní estricta, los rabinos israelíes inspiran a los israelíes a preocuparse sobre todo de lo que es bueno para Israel, y los sacerdotes ortodoxos instan a los rusos a anteponer los intereses rusos. Al fin y al cabo, somos la nación elegida por Dios, de manera que lo que es bueno para nuestra nación también es satisfactorio para Dios. Sin duda, hay sabios religiosos que rechazan los excesos nacionalistas y adoptan visiones mucho más universales. Lamentablemente, tales sabios no ostentan en la actualidad un gran poder político.

[...]

Desde una perspectiva ética, no hay duda de que el monoteísmo fue una de las peores ideas de la historia humana.

El monoteísmo hizo poco para mejorar las normas morales de los humanos; ¿de verdad piensa el lector que los musulmanes son intrínsecamente más éticos que los hindúes, solo porque los primeros creen en un único dios mientras que los segundos creen en muchos dioses? ¿Eran los conquistadores cristianos más éticos que las tribus nativas americanas paganas? Lo que sin duda hizo el monoteísmo fue conseguir que mucha gente se volviera mucho más intolerante que antes, con lo que contribuyó a la expansión de las persecuciones religiosas y las guerras santas. Los politeístas encontraban perfectamente aceptable que diferentes personas adoraran a dioses distintos y realizaran diversos ritos y rituales. Raramente o nunca luchaban, perseguían o mataban a gente debido solo a sus creencias religiosas. Los monoteístas, en cambio, creían que su Dios era el único y que exigía obediencia universal. En consecuencia, a medida que el cristianismo y el islamismo se extendían por el mundo, también lo hizo la incidencia de cruzadas, yihads, inquisiciones y discriminaciones religiosas.

[...]

A veces, cuando la gente habla de Dios, se refiere a un enigma grandioso e impresionante, acerca del cual no sabemos absolutamente nada. Invocamos a ese Dios misterioso para explicar los enigmas más profundos del cosmos. ¿Por qué hay algo, en lugar de nada? ¿Qué modeló las leyes fundamentales de la física? ¿Qué es la conciencia y de dónde procede? No tenemos respuestas para estas preguntas, y damos a nuestra ignorancia el nombre grandioso de Dios. La característica fundamental de este Dios misterioso es que no podemos decir nada concreto sobre Él. Es el Dios de los filósofos.

En otras ocasiones, la gente ve a Dios como un legislador severo y mundano, acerca del cual sabemos demasiado. Sabemos exactamente qué piensa sobre la moda, la comida, el sexo y la política, e invocamos a ese Hombre Enojado en el Cielo para justificar un millón de normas, decretos y conflictos. [...] Se han escrito bibliotecas enteras para explicar hasta el más mínimo detalle qué es exactamente lo que Él quiere y lo que no le gusta. La característica fundamental de este legislador mundano es que podemos decir cosas muy concretas de Él. Es el Dios de los cruzados y de los yihadistas, de los inquisidores, los misóginos y los homófobos. Es el Dios del que hablamos cuando nos encontramos alrededor de una pira encendida, lanzando piedras e insultos a los herejes que están quemándose en ella.

[...] Los creyentes sustituyen con rapidez el misterio cósmico por el legislador mundano. [...] Cuanto más profundos son los misterios del universo, menos probable es que a quienquiera que sea responsable de ellos le importen un pimiento los códigso de vestimenta femenina o el comportamiento sexual humano.

El eslabón perdido entre el misterio cósmico y el legislador mundano suele proporcionarlo algún libro sagrado. El libro está lleno de las normas más tontas, pero no obstante se atribuye al misterio cósmico. En teoría la compuso el creador del espacio y del tiempo, pero Él se preocupó de iluminarnos sobre todo acerca de algunos arcanos rituales del templo y tabúes alimentarios. [...] Hasta donde llega nuestro conocimiento científico, todos estos libros sagrados fueron escritos por Himo sapiens imaginativos. Sólo son narraciones inventadas por nuestros antepasados con el fin de legitimar normas sociales y estructuras políticas.

[...]

Los líderes religiosos suelen plantear a sus seguidores una elección rigurosa de esto o aquello: o bien eres musulmán, o bien no lo eres. Y si eres musulmán, debes rechazar las demás doctrinas. En cambio, las personas laicas están cómodas con identidades híbridas múltiples.

[...] El compromiso secular más importante es con la VERDAD, que se basa en la observación y la evidencia y no en la simple fe. Los seglares se esfuerzan para no confundir verdad con fe. Si tenemos una gran fe en algún relato, esto puede decirnos muchísimas cosas interesantes sobre nuestra psicología, sobre nuestra infancia y sobre nuestra estructura cerebral, pero no demuestra que el relato sea cierto. (A menudo se necesita una gran fe justo cuando el relato no es cierto).

[...]

Hasta donde llega nuestro conocimiento científico, ninguno de los miles de relatos que las diferentes culturas, religiones y tribus han inventado a lo largo de la historia es cierto. Todos son solo invenciones humanas. Si buscamos el sentido real de la vida y a cambio obtenemos un relato, debemos saber que es la respuesta equivocada. Los detalles exactos en realidad no importan. Cualquier relato es erróneo, simplemente por ser un relato. El universo no funciona como un relato.

Así pues, ¿por qué la gente cree en estas ficciones? Una razón es que su identidad personal se ha construido sobre el relato. A las personas se nos pide que creamos en el relato desde la más tierna infancia. Lo oímos por boca de nuestros padres, nuestros maestros, nuestros vecinos y de la cultura general mucho antes de que desarrollemos la independencia intelectual y emocional necesaria para poner en cuestión dicho relato y verificarlo. Para cuando nuestro intelecto madura, hemos proyectado tanto en el relato que es mucho más probable que usemos nuestro intelecto para racionalizarlo que para dudar de él.

Resulta muy intimidante dudar de este. En muchas sociedades, a quien intenta hacerlo se le condena al ostracismo o se le persigue. Aunque no sea así, hay que tener nervios de acero para cuestionar el tejido mismo de la sociedad. Porque si de verdad el relato es falso, entonces el mundo tal como lo conocemos no tiene sentido. Leyes estatales, normas sociales, instituciones económicas, todas podrían desmoronarse.

[...]

A la mayoría de la gente no le gusta admitir que es tonta. En consecuencia, cuanto más se sacrifica por una determinada creencia, más se fortalece su fe. Esta es la misteriosa alquimia del sacrificio. A fin de situarnos bajo su poder, el sacerdote sacrificador no necesita darnos nada: ni lluvia, ni dinero ni una victoria bélica. Más bien necesita quitarnos algo. En cuanto nos convence de que hagamos un sacrificio doloroso, estamos atrapados.

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El sacrificio personal es muy persuasivo no solo para los propios mártires, sino también para los espectadores. Pocos dioses, naciones o revoluciones pueden sostenerse sin mártires. Si nos atrevemos a poner en cuestión el drama divino, el mito nacionalista o la saga revolucionaria, se nos reprocha de inmediato: "Pero ¡los mártires benditos murieron por esto! ¿Te atreves a decir que murieron por nada? ¿Acaso crees que esos héroes eran estúpidos?".

[...]

Alternativamente, si los mártires escasean y la gente no desea sacrificarse, el sacerdote sacrificador puede hacer que sacrifiquen a algún otro. Podemos sacrificar a un humano a Baal, el dios vengativo, quemar a un hereje en la hoguera para la mayor gloria de Jesucristo, ejecutar a mujeres adúlteras porque Alá así lo dijo, o enviar a los enemigos de clase al gulag. Una vez que lo hacemos, una alquimia del sacrificio ligeramente distinta empieza a operar su magia en nosotros. Cuando nos inflingimos sufrimiento a nosotros mismos en el nombre de algún relato, esto nos plantea una disyuntiva: "O bien el relato es cierto, o yo soy un tonto crédulo". Cuando inflingimos sufrimiento a los demás, también se nos plantea: "O bien el relato es cierto, o yo soy un villano cruel". Y de la misma manera que no queremos admitir que somos tontos, tampoco queremos admitir que somos villanos, de forma que preferimos creer que el relato es cierto.

[...]

El sacrificio no solo fortalece nuestra fe en el relato, sino que a menudo es un sustituto de todas las demás obligaciones para con este. La mayoría de los grandes relatos de la humanidad han establecido ideales que la mayor parte de la gente no puede cumplir.

[...]

A lo largo de la historia, casi todos los humanos han creído en varios relatos al mismo tiempo, y nunca han estado absolutamente convencidos de la verdad de ninguno de ellos. Esta incertidumbre ha inquietado a la mayoría de las religiones, que por ello consideraron que la fe era una virtud cardinal y la duda, uno de los mayores pecados posibles. Como si hubiera algo intrínsecamente bueno en creer en las cosas sin pruebas. Sin embargo, con el auge de la cultura moderna, la situación cambió. La fe se consideró cada vez más una esclavitud mental, mientras que la duda acabó viéndose como una condición previa a la libertad.

Yuval Noah Harari
("21 lecciones para el siglo 21". Penguin Random House Grupo Editorial. México, 2018).

Las grandes religiones no hacen más que establecer una larga lista de prohibiciones. Pero las prohibiciones crean el deseo que pretenden curar. En nuestra Cábala decimos: Cede al deseo, pero refinándolo. Todo lo acogemos a fin de que la plenitud del hombre pueda equipararse a la plenitud del universo; incluso el placer.

[...]

Durante años uno tiene que resignarse al sentimiento de que la gente no se preocupa, lo que en verdad se llama preocuparse, por nuestra persona; un día, alarmados nos damos cuenta de que el que no se preocupa es Dios; no sólo no se preocupa, sino que le somos totalmente indiferentes.

Lawrence Durrell
("Justine", EDHASA, Barcelona, 1970).

Si los judíos quisieran tan sólo asimilarse podrían ayudarnos a destruir el puritanismo en todas partes. ¡Porque son ellos quienes poseen las licencias y patentes del sistema cerrado, la respuesta ética! Hasta nuestras absurdas prohibiciones e inhibiciones están copiadas de su melancólica jerigonza [...] Si algún día lográsemos aflojar, liberarnos de la terrible garra del llamado Reino de los Cielos, que ha convertido la Tierra en un lugar sangriento, podríamos tal vez redescubrir en el sexo la clave de una búsqueda metafísica que es nuestra raison d'être aquí abajo.

[...]

Rescatar a Jesús de Moisés. Por un instante eso parecía posible, pero San Pablo restableció el equilibrio y las férreas esposas de la prisión judaica se cerraron para siempre en torno del alma en pleno florecimiento.

[...]

¿Quién inventó la perversión del Pecado Original, esa sucia obscenidad de Occidente?

Lawrence Durrell
("Clea", EDHASA, Barcelona, 1971).

¡Qué peligrosos son los que dicen actuar en nombre de Dios! Sean de la religión que fueren se vuelven amenaza: creen tener una franquicia divina que los pone por encima de todos y de todo. Mensajeros del Señor por propio nombramiento, su soberbia se vuelve crueldad; en tiempos de confrontación la fe toma en sus manos la forma de un arma mortal en contra de "el otro", de aquel que sólo por ser distinto es enemigo. Cuando los norteamericanos preparaban sus venganzas después de las Torres Gemelas el nombre de Dios se oyó lo mismo en las iglesias que en las bases militares donde se preparaba la vindicta. Por su parte los ayatolas juraban "por Dios Todopoderoso" que los habitantes de Estados Unidos, esa nación satánica, no conocerían la seguridad en tanto los territorios del Islam fueran hostilizados. En uno y otro bando los profesionales de la religión bendecían los instrumentos de la muerte y trazaban signos sagrados sobre las armas que eventualmente quitarían la vida a muchos inocentes y llevarían la destrucción a los pueblos. Y es que la letra de los llamados "libros sagrados" puede interpretarse siempre en modo que justifique los actos propios y condene los ajenos. Invocando los dichos libros se han cometido terribles injusticias y abominables crímenes. Se olvida así la única y verdadera religión, la del amor convertido en respeto a la vida, en búsqueda de la paz.

"Dios les ha devuelto lo que merecen", dijo en Oriente el oscuro intérprete de la voluntad divina cuando tantos inocentes perdieron la vida en lo del 11 de septiembre. Y de este lado los dueños del mundo, de todos los mundos, ejercieron su derecho a la venganza, y en medio de himnos y oraciones se lanzaron -otra vez- a matar. La locura, en fin. La locura sin fin.

Armando Fuentes Aguirre "Catón"
(v.periódico Mural en línea del 8 de enero de 2020).

¿Qué lleva a una mente brillante a petrificarse en el dogmatismo? No sé, yo diría que son como yonquis del absoluto y la pureza. Personas atrapadas en la urgencia infantil de creer en algo perfecto, en una bondad suprema y sin sombras, en paraísos terrenales. Necesitan mantener esa credulidad elemental intacta, y por eso negarán cualquier evidencia. Basta con seguir conservando la fe del "algún día".

Puede que la gente que sucumbe al dogma tenga algo torcido en el cerebro, puede que les falle algún neurotransmisor y que eso les haga más proclives a la adicción. Pero también creo que hay una falta de músculo ético.

Detesto a los puros. Están convencidos de su superioridad y de ser siempre los buenos por el simple hecho de repetir como loros descerebrados una creencia (me alucinaron algunos tuits de los partidarios de Maduro en la pasada crisis de Guaidó). Y, cuanto más puros en su fe, más peligrosos: el inquisidor Torquemada hizo arder a los demás porque él mismo ardía de fanatismo. Los humanos somos contradictorios y paradójicos: por eso la pureza monolítica del dogma es inhumana y falsa. El dogmático, en fin, se siente mejor que los demás, se siente un ángel. Pero recordemos que son los ángeles los que se convierten en demonios.

Rosa Montero
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 9 de febrero de 2020).

No tengo nada contra las iglesias, por el contrario, me parece que tienen un papel muy importante en hacer de este mundo un lugar un poco más hospitalario y menos hostil para millones de personas. Tengo, eso sí, una aversión personal contra las personas que usan las iglesias para delinquir, pues hay en ello además del delito, llámese abuso sexual, lavado de dinero o extorsión, una hipocresía básica que hace que estos delincuentes vayan por la vida con un halo de superioridad moral que los hace doblemente insoportables.

Perseguir los delitos que cometen personas concretas, con nombre y apellido, de las iglesias y congregaciones no es perseguir la fe, por el contrario, se trata de defender a los creyentes, que son los sujetos de este derecho y posibles víctimas de estos abusos. Nos falta mucho por avanzar en el terreno de la justicia frente a los engaños y los abusos de poder.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 5 de marzo de 2020).

Lo que no pasará es el miedo a la muerte, al más allá, que es lo que anida en el corazón de estos terrores colectivos que son el temor a las pestes. La religión aplaca ese miedo pero nunca lo extingue, siempre queda, en el fondo de los creyentes, ese malestar que se agiganta a veces y se convierte en miedo pánico, de qué habrá una vez que se cruce aquel umbral que separa la vida de lo que hay más allá de ella: ¿la extinción total y para siempre?, ¿esa fabulosa división entre el cielo para los buenos y el infierno para los malvados de un dios juguetón que pronostican las religiones?, ¿alguna otra forma de supervivencia que no han sido capaces de advertir los sabios, los filósofos, los teólogos, los científicos? La peste saca de pronto a estas preguntas, que en la vida cotidiana normal están confinadas en las profundidades de la personalidad humana, al momento presente, y hombres y mujeres deben responder a ellas, asumiendo su condición de seres pasajeros. Para todos nosotros es difícil aceptar que todo lo hermoso que tiene la vida, la aventura permanente que ella es o podría ser, es obra exclusiva de la muerte, de saber que en algún momento esta vida tendrá punto final. Que si la muerte no existiera la vida sería infinitamente aburrida, sin aventura ni misterio, una repetición cacofónica de experiencias hasta la saciedad más truculenta y estúpida. Que es gracias a la muerte que existen el amor, el deseo, la fantasía, las artes, la ciencia, los libros, la cultura, es decir, todas aquellas cosas que hacen la vida llevadera, impredecible y excitante. La razón nos lo explica pero la sinrazón que también nos habita nos impide aceptarlo. El terror a la peste es, simplemente, el miedo a la muerte que nos acompañará siempre como una sombra.

Mario Vargas Llosa
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 15 de marzo de 2020).

Algunos rincones de la gigantesca conciencia de Dios se encuentran ocupados en las plegarias de todos y cada uno de los seres humanos que le solicitan sendas excepciones a las leyes que Él mismo estableció desde toda la eternidad.

Richard Dawkins
(El Espejismo de Dios).

Charles Darwin, el autor de la teoría de la evolución de las especies, quería ser sacerdote. Pero en 1831, a los 22 años, le ofrecieron embarcarse en el pequeño Beagle como naturalista y dar la vuelta al mundo, y aceptó. Cuando regresó, 5 años después, había encontrado pruebas científicas que desmentían por completo la versión bíblica de la creación del mundo, que por entonces se creía a pies juntillas. Empezó a desarrollar su teoría tan aterrado por ella que la mantuvo en completo secreto. Darwin era un hombre bueno y le espantaba que sus descubrimientos pudieran hacer tambalear la fe religiosa en la sociedad, porque pensaba, como muchos otros, que sólo la religión, con sus promesas de premios y castigos, podía reprimir el mal en las personas. Y ya había visto suficiente mal en su viaje del Beagle (genocidio de indios, esclavos torturados) como para aumentarlo. Así que guardó su texto en un cajón hasta que, en 1858, un joven científico le mandó el borrador de una teoría igual a la suya. Darwin se vio forzado a publicar "El origen de las especies" en 1859. Se había pasado 22 años ocultándolo.

Pues bien, ¿saben qué? No ocurrió nada. Quiero decir que el mundo no se arrojó a un abismo de perversión a raíz de aquello. Y la lucha entre el bien y el mal continuó su mismo y tortuoso camino de siempre. Si apuramos, incluso ganó algunos puntos el bien: se abolió la esclavitud, triunfó el sufragio universal, la democracia se extendió por el mundo...

Un siglo antes de Darwin, el gran Kant se admiraba de que, en una situación bélica, un soldado fuerte y armado no matara sistemáticamente a todos los ancianos para robarles. Sí, sucedían atrocidades en las guerras, pero por lo general el soldado no los asesinaba, aunque podía y le convenía. De ahí extrajo, en 1785, su imperativo moral categórico, un orden ético que según él todos los individuos poseemos. Yo creo, en efecto, que los humanos tendemos más al bien que al mal. Quizá sea por eficacia genética, porque les sucede a todos los seres vivos. En la naturaleza hay más estrategias de supervivencia basadas en la cooperación que en la depredación. Eso de que el pez grande se come siempre al chico es simplemente mentira; de hecho, hay pececitos que se meten sin riesgo en la boca de los pecezotes para limpiarles los dientes.

Pero es cierto que hay momentos históricos en los que el mal triunfa como una fiebre, como en el clásico ejemplo del nazismo.

Los humanos tendemos al bien, y es cierto, pero no todos. Diversos estudios señalan que al menos un 1% de la población mundial son psicópatas, es decir, unos ególatras peligrosamente carentes de empatía. Gente muy mala, vamos. En España serían un mínimo de 470,000 personas. Y esos son los motores de la maldad.

Rosa Montero
(v.pág.11-A del periódico El Informador del 12 de abril de 2020).

Aunque no soy creyente, estoy convencido de que la mayoría de los seres humanos, que teme a la muerte, necesita la religión para vivir con cierta confianza y sosiego, porque la idea de la extinción definitiva a las personas las aturde y atormenta e impide vivir y trabajar en paz. Por eso, no hay que acabar con la religión, hecho que ya la historia ha declarado un sueño imposible, sino acomodarla de tal manera que no sea incompatible con la libertad y la legalidad del orden democrático, el único que representa, por lo menos como hipótesis, una sociedad justa, diversa y solidaria.

Mario Vargas Llosa
(v.pág.14-A del periódico El Informador del 19 de julio de 2020).

Desde aquella inolvidable declaración auto incriminatoria sobre la mágica purificación del dinero del narco en el cepo de las iglesias del entonces obispo de Aguascalientes, Ramón Godínez, quien dijo que "el dinero se puede purificar cuando la persona tiene una buena intención... No porque el origen del dinero sea malo hay que quemarlo; hay que transformarlo más bien, todo dinero puede ser transformado, como una persona también que está corrompida se puede transformar. Si una persona puede hacerlo, cuánto más lo material" (La Jornada, 19 de septiembre de 2005), quedó claro que había que echar luz a las iglesias sobre el origen de sus recursos y el posible lavado de dinero.

Esta semana, una serie de reportajes coordinados en los que participaron varios periodistas de América Latina, entre ellos Raúl Olmos de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, puso sobre la mesa el enriquecimiento de las iglesias y sus líderes a partir de prácticas, digámoslo suavemente, poco ortodoxas cuando no abiertamente delincuenciales dentro de las iglesias. Los reportajes -muy recomendables- abordan casos específicos de diversas iglesias, lo cual no quiere decir que sean las únicas, sólo las más emblemáticas en su manejo financiero. Cuando hay un líder visible, prácticamente un dueño, que se enriquece tremendamente, como es el caso del brasileño Edir Macedo de la Iglesia Universal del Reino de Dios (que en México conocemos como "Pare de sufrir"), de Samuel Cassio Ferreira de Asamblea de Dios, también en Brasil, o la familia Joaquín en La Luz del Mundo, en México resulta más evidente que en iglesias más institucionalizadas y estructuralmente complejas, como la Católica, pero ello no significa que estén exentas de estas prácticas, como quedó demostrado en la declaración de Godínez.

En cualquier caso, lo que deja en evidencia este trabajo periodístico es la necesidad de que el Estado tenga más control sobre el lado mundano de las iglesias. La Unidad de Inteligencia Financiera ya dio los primeros pasos en marzo pasado al congelar cuentas vinculadas con las acusaciones por las que se le sigue un juicio a Naasón Joaquín, pero es sólo uno de decenas de casos que se han denunciado en los últimos años. No tengo duda de que la mayoría de los sacerdotes, ministros, pastores y líderes de las iglesias es gente de bien, por lo mismo hay que evitar el abuso de esa minoría.

El corpus de dogmas no es materia de fiscalización; la libertad de creencia está consagrada en la Constitución. Lo que tiene que vigilar el Estado es que no se cometan abusos contra los creyentes ni se encubran delitos en nombre de la libertad religiosa. En lo personal me resulta particularmente desagradable que las iglesias y sus pastores se enriquezcan de los más necesitados, que se explote de esa manera la necesidad de creer, pero ahí no hay nada que hacer, es un acuerdo libre de voluntades entre quien da y quien recibe. Pero, cuando quien da lo que aporta es dinero producto del crimen organizado (lavado de dinero) y cuando quien recibe usa los recursos para fines personales, convirtiendo la necesidad de creencia en un negocio personal o familiar (enriquecimiento ilícito), el Estado debe echar luz para evitar que se cometan delitos en nombre de dios.

Diego Petersen Farah
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 21 de agosto de 2020).

Hay una nueva religión llamada religión del Flying Spaghetti Monster (Monstruo de Espagueti Volador) cuyos seguidores se conocen como pastafaris (neologismo de la palabra pasta y el movimiento espiritual jamaicano rastafari).

El pastafarismo es hoy un movimiento social reconocido como religión oficial en algunos países y rechazado como tal en otros, quienes lo consideran una parodia religiosa.

Los principios del pastafarismo fueron redactados por Bobby Henderson, licenciado en Física de la Universidad de Oregon, para protestar por una decisión del Consejo de Educación del estado de Kansas, que obligaba a impartir en clase la teoría del diseño inteligente y la teoría de la evolución en igualdad de condiciones, considerando que el 1o. era una manera encubierta de enseñar el creacionismo en la clase de biología sin mencionar de manera explícita la palabra Dios, con lo cual se burlaba el espíritu de la ley que prohíbe la enseñanza de cualquier religión en los colegios públicos.

Henderson pidió formalmente que su sarcástica reducción al absurdo de una teoría denominada pastafarismo recibiera el mismo trato, y que se enseñara también como alternativa a la teoría de la evolución.

Así expuso su teoría de que el universo fue creado por una especie de bola gigante voladora de espagueti con albóndigas, a la que llamó Monstruo de Espagueti Volador (Flying Spaghetti Monster), exigiendo que se le dedicara el mismo tiempo lectivo a la enseñanza de las 3 teorías: un tercio del tiempo para el diseño inteligente, un tercio para la teoría de la evolución y un tercio para el Monstruo de Espagueti Volador.

Este debate creacionismo-evolución inicia en el siglo XIX con la teoría de Charles Darwin -El origen de las especies, mediante la selección natural- la cual dejó en una posición difícil la literalidad de las narraciones bíblicas acerca de la creación del mundo. Ejemplo de esto son los cálculos y regresiones realizadas sobre las edades de los personajes bíblicos mencionados en el Génesis y otras partes de la Biblia que concluyen que la Tierra es joven y no tiene más de 6,000 años de antigüedad, frente a la abrumadora cantidad de pruebas y datos científicos que demuestran que la edad de la Tierra es de unos 4,500 millones de años.

Para salvar la autoridad bíblica, los defensores del creacionismo y el llamado diseño inteligente se han visto obligados a plantear argumentos o explicaciones a la incompatibilidad de los "datos" de la fe con los datos de la ciencia.

Unos dicen, por ejemplo, que cada uno de los 6 días en que según el Génesis fue creada la Tierra, eran "días cósmicos" con duración de millones de años cada uno; otros afirman que la vida fue creada en una tierra "preexistente"; otros aceptan en una Tierra joven la evolución de todos los seres vivientes, excepto la evolución de los seres humanos; etc.

Quienes quieran entender mejor la religión, protesta o parodia (como la quieran ver) del pastafarismo, les recomiendo ver el documental I, Pastafari: A Flying Spaghetti Monster Story (Apple TV), en el que podrán ver los argumentos que llevan a preguntarse seriamente: ¿cuál es la diferencia entre la locura de creer en la existencia de un monstruo de espagueti volador, o creer en serpientes que hablan, en apariciones, en personas que caminan sobre agua, resucitan o parten el océano en 2?

Como parte de su manifestación pública, los pastafaris llevan sobre su cabeza un colador de espagueti, con lo cual plantean que tampoco hay diferencia entre este ridículo y el que significa en otras religiones el uso de gorros puntiagudos, sombreros alados, túnicas, velos, penachos, burkas, bucles en las sienes, etc.

Los pastafaris reclaman con razón que sus creencias y parafernalia son igual de irracionales y absurdas que las de los demás y por lo tanto merecen los mismos derechos y el mismo respeto.

La verdad es que es imposible distinguir una "verdadera" religión de una falsa cuando todas sin excepción, incluyendo la del Monstruo de Espagueti Volador, tienen en sus fundamentos elementos fantásticos e irracionales, y todas piden a sus fieles creer en ellos.

Mi opinión es que cada quien puede decidir en qué locura quiere creer.

Termino como los rituales pastafaris, que en lugar de decir Amén dicen: R'amen.

"Los datos se esfuman cuando la fe aparece". Yo

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(4 de septiembre de 2020).

En un partido de beisbol de Grandes Ligas un pelotero latino se dispuso a recibir los lanzamientos del pitcher, pero antes trazó con su bate una cruz en el suelo al lado del home plate. El legendario Yogi Berra, que era el catcher, borró la señal con su mascota -así se llama el guante que los catchers usan- y le dijo al bateador: "Deja que el Señor se limite a ver el juego". Recordé esa anécdota a propósito de lo que comentó López Obrador sobre la negativa del INE a dar el registro al partido de Margarita Zavala. Dijo que ante ese hecho los católicos y evangélicos que apoyan a la 4T opinarán que la tal negativa fue justicia divina. Yo pienso que el buen Dios es por completo ajeno a los tejemanejes de la politiquería, y que ni siquiera se ocupa en ver ese juego, generalmente aburrido y siempre lleno de marrullerías.

Armando Fuentes Aguirre, "Catón"
(v.periódico Mural en línea del 7 de septiembre de 2020).

Desde luego que cada quien es libre de elegir en qué creer o no, y a qué institución afiliarse. Por eso hay una gran variedad de opciones.

El afamado psicólogo y filósofo William James (1842-1910) en su libro sobre la psicología de las diversas experiencias religiosas, nos comparte una serie de reflexiones de lo que pueden aportan las experiencias religiosas a la calidad de vida. Un estudio sobre la naturaleza humana en la que toma a la religión como un objeto de estudio.

Lo interesante de esta aportación es el de analizar cuáles pueden ser las ventajas de tener una experiencia religiosa, a diferencia de aquellos que no la tienen y ni siquiera la buscan.

James presupone que existe una especie de impulso para que poseamos un apetito por el pensamiento religioso, incluso para rechazarlo. Es un sentido común al que cada quien tiene la opción de aceptar y vivirla, o de simplemente hacer lo que quiera.

En general hay un idea dominante entre muchos psicólogos y filósofos, no confesionales, que tienden a considerar a una persona piadosa como alguien que vive una especie de y que son un mero recurso para tranquilizar el miedo colectivo a la muerte y a las calamidades. Como si se tratara de un vestigio de un intento de sobrevivencia, heredado por nuestros ancestros.

Puede ser que muchos sí lo vivan como un apoyo neurótico a sus miedos e inseguridades, a base de construir rituales y mitos que les permitan sortear los conflictos de la vida. Pero muchos otros sí lo llegan a vivir de una manera sana y edificante.

Han sido muchos los literatos y afamados pensadores los que han puesto en la mesa de la reflexión este ineludible tema.

Si retomamos algunos de los puntos importantes sobre la amplia bibliografía que tiene en la vida vivir una religión, frente a no tenerla. Veamos algunas:

- Unifica a los creyentes en una identidad solidaria y facilita que se ayuden, apoyen y reúnan con un mismo fin.

- Las religiones organizadas ya proporcionan una estructura de ideas, explicaciones, principios, razones, motivos que le dan sentido a todas las difíciles preguntas existenciales que tenemos los seres humanos. Como el sentido de la vida, la muerte, el más allá, la paz, la guerra, la enfermedad, la soledad y en fin le da certidumbre al pensamiento.

- Te hacen voltear a ver el mundo interno y explorarlo de una forma más profunda y consciente. De tal manera de que se equilibre la tendencia a vivir apegados al mundo externo-material-consumista. Y te conducen a la meditación, la reflexión, la oración y las ceremonias.

- Te muestran un camino moral para distinguir, con mayor claridad el bien del mal. Y así se establecen códigos de comportamiento que lleven a cumplir con los valores y las virtudes más elevadas.

- Proporcionan una mayor esperanza y capacidad de superar el sufrimiento, el dolor y las complejas experiencias de marginación, abstinencia, miseria y desgracia.

Desde luego que hay muchas ventajas más, pero ahora sí que a cada quien le corresponde elegir verlas o ignorarlas.

Tener una religión te puede ayudar a ser mejor persona, pero también a escudarse en ella y no serlo. Como el no tenerla y ser una gran persona.

Guillermo Dellamary
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 11 de septiembre de 2020).

Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que oyó a Mahalia Jackson cantar el himno Amazing Grace, dio un nuevo sorbo a su martini, con dos aceitunas como siempre, y prosiguió:

-Siento una gran admiración por quienes profesan la religión del ateísmo. Son fuertes; se valen por sí mismos; van al abismo sin asidero alguno. Los creyentes, en cambio, necesitamos alguien a quien gritarle en medio de la oscuridad y a quien darle las gracias en los momentos de la luz.

Siguió diciendo Jean Cusset:

-Por otro motivo admiro a los ateos: no buscan hacer prosélitos. Mientras las religiones van hasta el fin del mundo en busca de clientela los ateos se quedan en su casa quietecitos. Y una virtud más tienen: no aburren al Señor con largos sermones o rezos para pedir, pedir, pedir. Estoy seguro de que en el Cielo hay un departamento especial destinado a los ateos que se han portado bien. Dios es tan bueno que no se hará presente ahí, para no apenar a los ateos por no haber creído en él.

Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini. Con dos aceitunas, como siempre.

Armando Fuentes Aguirre, "Catón"
(v.periódico Mural en línea del 23 de septiembre de 2020).

De todos los errores que hemos cometido los judíos, el más grande fue engañarnos a nosoros mismos, y más tarde a otros pueblos, con la idea de que Dios es misericordioso, ama a sus criaturas y odia a los malhechores, y con todo lo demás que predicaron nuestros santos y profetas, desde Moisés hasta Chofetz Chaim. Los antiguos griegos nunca alimentaron esa ilusión, y esa fue su grandeza. Mientras acusaban de idolatría a otras naciones, ellos mismos servían a un ídolo de justicia. El cristianismo es un resultado de esta falta de realismo.

Isaac Bashevis Singer
(V.pág.187 de "Shosha", Penguin Random House, México, 2019).

Santiago Nieto puso el dedo en la llaga: las iglesias se han convertido en grandes negocios personales de sus líderes. Ministros ricos merced de las limosnas de los pobres. La 1a. denuncia cayó sobre la iglesia La Luz del Mundo y su líder Naasón Joaquín, quien lleva más de un año preso en Estados Unidos en espera de un juicio por abuso sexual y pornografía infantil. Al perro flaco se le cargan las pulgas, reza el refrán, pero la verdad es que la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) llevaba más de un año investigando a esta iglesia.

El nuevo golpe a los líderes de La Luz del Mundo, que nada tiene que ver por supuesto con sus fieles ni con sus creencias, es una llamada de atención no sólo a los dirigentes de dicho credo, tan dado a mostrar su superioridad a través del derroche, sino para todas las iglesias del país, particularmente las que tienen un liderazgo unipersonal o unifamiliar. Pero si bien el dinero se nota más en este tipo de Asociaciones Religiosas (AR), las institucionalizadas como la Iglesia Católica no están por supuesto exentas de estas prácticas y ahora hay que decir, de estos riesgos. La Iglesia Católica, y particularmente el Banco Vaticano, han sido objeto de persecución judicial en más de una ocasión por lavado de dinero y otros negocios ilegales.

La acusación de la Unidad de Inteligencia Financiera es que la iglesia La Luz del Mundo usó dinero recaudado de los fieles para fines distintos a su objeto social, esto es, dinero que debía ser destinado a la promoción de la fe o a la caridad terminó en cuentas personales de la familia Joaquín usando para ello instituciones bancarias en paraísos fiscales. Habrá que esperar el resultado de las investigaciones, pero podríamos apostar que lo mismo sucede en mayor o menor medida en casi todas las iglesias de las diferentes denominaciones. Ahí donde veamos un líder religioso que vive ostensiblemente mejor que sus fieles hay una muy probablemente explotación religiosa y un uso de la figura de las ARs para evadir impuestos y, en el peor de los casos, para lavar dinero.

Falta, por supuesto, que las denuncias de la UIF se conviertan en investigaciones de la Fiscalía General de la República, algo que como hemos visto no sucede con frecuencia, pero sin duda se trata de un gran paso no sólo en la persecución de delitos fiscales sino, sobre todo, para evitar los abusos de quienes, lucrando con el derecho a la creencia, explotan la fe de otros para convertirlo en patrimonio personal o familiar.

Que esta Navidad sirva para que todas las iglesias se pongan al corriente de sus declaraciones fiscales y paren los abusos a los fieles. Amén.

Diego Petersen Farah
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 24 de diciembre de 2020).

Ahora, precisamente en las fechas en que la cristiandad conmemora, de conformidad con sus dogmas, el nacimiento del Hijo de Dios, se difunde la noticia de que una iglesia cristiana -La Luz del Mundo, con sede en Guadalajara y, según ella misma, con más de 5 millones de adeptos en todos los confines-, y particularmente su líder, Nassón Joaquín García, fueron denunciados por la Unidad de Inteligencia Financiera del gobierno federal, ante la Fiscalía General de la República, por delitos fiscales y lavado de dinero.

La acusación se suma a las que promovieron las autoridades estadounidenses contra el propio Nassón Joaquín García -quien desde junio de 2019 se encuentra encarcelado en Los Angeles- por abuso sexual y otros delitos.

Un común denominador de todas las iglesias es un fundamento ideológico-filosófico de validez y aceptación universales: hacer el bien, amar al prójimo y respetar su vida, su integridad personal, sus derechos o sus bienes. Todas las iglesias, sin excepción, proclaman y comparten esos principios...

Otro común denominador de las religiones, empero, es que, paradójicamente, a lo largo de la historia han sido motivos de divergencias, conflictos, crímenes y aun guerras. Abundan los ejemplos: desde Las Cruzadas -por las que el Papa Juan Pablo II pidió perdón al conmemorarse el 2o. milenio del nacimiento de Jesús- hasta los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York, pasando por "La Cristiada" en México y la Guerra de los Balcanes en Europa. Ilustran asimismo las imperfecciones de instituciones que se ostentan como representantes de Dios en la Tierra, escándalos como los abusos sexuales por parte de ministros de la Iglesia Católica, que proliferaron durante el pontificado de Juan Pablo II y casi seguramente motivaron la insólita renuncia de su sucesor, Benedicto XVI.

Gestos como los del actual Papa, Francisco, al elegir como residencia un modesto apartamento y no los "palacios apostólicos" de sus predecesores, son confesiones tácitas de la proclividad de las iglesias a las riquezas mundanas. Procesos como los que en Estados Unidos y ahora en México se han orientado contra La Luz del Mundo y su líder en particular, deberían servir, en teoría, para sancionar conductas ilícitas, cuando no decididamente delictivas..., o, idealmente, para limpiar, mediante sentencias absolutorias, la congruencia, la rectitud y, al cabo, tanto el prestigio de la institución como el buen nombre de sus dirigentes.

Jaime García Elías
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 24 de diciembre de 2020).

La religión surge como un recurso humano para tratar de entender la muerte y paliar el miedo frente a ella. Su función principal a lo largo de la historia ha sido la de hacernos creer que la vida que conocemos no es la única, que hay otra posterior que puede ser placentera o convertirse en castigo eterno. Uno de los argumentos de la gente de fe contra el agnosticismo o el ateísmo es que la incredulidad puede resultar en un castigo divino, como en la famosa apuesta de Pascal por la existencia de Dios. Algunos, como sor Juana, piensan en la muerte como una liberación para alcanzar una vida mejor: "Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero". Uno pensaría, sin embargo, que quienes tienen fe mueren más tranquilos, con mejor ánimo, que quienes carecen de ella, pero no es cierto, como han señalado ateos como Richard Dawkins y Christopher Hitchens.

Yo no soy hombre de fe y no espero una vida después de la muerte. No puedo presumir de un conocimiento especial sobre un viaje del que nadie ha retornado, pero lo poco que sé me permite intuir que la muerte no es más que la disolución de esa maravillosa capacidad cognitiva que llamamos conciencia y que requiere de una conjunción de cuerpo y energía. Incluso los más sabios, empero, han especulado sobre la vida eterna. "Las pruebas de la muerte son estadísticas", escribió Jorge Luis Borges, "y nadie hay que no corra el albur de ser el primer inmortal". No fue él, sin embargo, quien lo lograra. Tampoco lo han sido ni mi padre ni mi madre. Ni lo seré yo.

"Vamos a morir y eso nos hace los afortunados. La mayor parte de la gente nunca va a morir porque nunca va a nacer", escribió Richard Dawkins en Unweaving the Rainbow. "Nosotros los privilegiados, que ganamos la lotería del nacimiento contra todas las probabilidades, ¿cómo podemos quejarnos...?".

Sergio Sarmiento
(v.periódico Mural en línea del 28 de diciembre de 2020).

-Bueno, yo no soy religioso, no rezo. No observo el Sabbath, no creo en Dios, pero reconozco que hay una mano que guía nuestro mundo..., nadie puede negarlo. Una mano perversa, una mano sanguinaria, ocasionalmente misericordiosa.

[...]

Puesto que Dios se mantiene eternamente silencioso, no le debemos nada.

Isaac Bashevis Singer
("Shosha", Penguin Random House Grupo Editorial, México, 2019).

El principal problema del monoteísmo es explicar el origen del mal. Si sólo existe un dios, y éste es bueno, el mal no tiene explicación. Es necesario argumentar la existencia de seres malvados, no tan poderosos como Dios, pero lo suficiente como para amargar la vida de la población.

Macario Schettino
(v.periódico El Financiero en línea del 10 de febrero de 2021).

Malbéne se califica a sí mismo de "teólogo sin teología". Con frecuencia la forma en que se conduce escandaliza a sus colegas. Por ejemplo, tiene pública amistad con Jean Cusset, quien más de una vez ha dicho que los libros de teología deberían ponerse en el estante correspondiente a la literatura de ficción.

En su más reciente artículo para la revista Lumen, el lovaniense afirma que admira mucho a los ateos. "Son tan seguros de sí mismos -dice- que no necesitan asideros para ir por esta vida, quizá porque no creen que haya otra". Añade: "Yo voy por el mundo con mi inseguridad a cuestas. Para que me ayude a cargarla me hace falta creer en alguien superior a mí. La fe viene en mi auxilio, sobre todo en los días oscuros, cuando la enfermedad, cuando los sufrimientos, cuando la soledad... Los ateos, en cambio, se bastan a sí mismos, y no requieren muletas o bastón para el camino".

Los malquerientes de Malbéne reprobarán seguramente las palabras que dedica a los ateos, y más cuando las termina con esta consideración: "Lo de ellos es el pensamiento; lo mío, el sentimiento".

Armando Fuentes Aguirre, "Catón"
(v.periódico Mural en línea del 11 de febrero de 2021).

Tener demasiada religión es peligroso, más peligroso aún que no tener ninguna religión. El exceso de religiosidad suele conducir a la soberbia, pues quien es excesivamente religioso se siente amigo personal de Dios, y mira a los demás como alejados de Él, si no es que como réprobos excluidos de la paternidad divina.

Armando Fuentes Aguirre, "Catón"
(v.periódico Mural en línea del 11 de marzo de 2021).

Cuando parte de la humanidad está siendo atormentada, ¿cómo puedes tú disfrutar con tranquilidad la maravillosa suerte de estar a salvo? No has hecho nada para merecerlo y podrías haber sido uno de ellos. Creo que nos hemos inventado mitos como el cielo y el infierno o la reencarnación para soportar el sinsentido de esta injusticia colosal. Para poder decirnos: sufren porque están pagando por algo que hicieron en otra vida. O bien: ahora sufren pero irán al paraíso.

Rosa Montero
(v.pág.11-A del periódico El Informador del 6 de junio de 2021).

El ser humano siempre gravita en torno a 2 polos: la libertad y la seguridad. Le tenemos miedo a la libertad, porque implica tomar decisiones, enfrentarse a la falta de certezas. Los fanatismos de todo tipo, de derecha, izquierda, religiosos o laicos, dan respuestas de seguridad, en un mundo donde no hay muchas respuestas. La tentación autoritaria es eso: un refugio frente a la incertidumbre que dan los momentos de cambio. No me parece casual que vivamos este resurgimiento. Me parece parte de un patrón que el ser humano vive siempre: buscar la falsa certeza.

Andrés Spokoiny
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 25 de julio de 2021).

Es inconcebible que en pleno siglo XXI todavía exista la idea de que las mujeres no pueden tener exactamente los mismos derechos que los hombres. Y aunque a algunos les moleste, esto tiene que ver con las religiones y sus "normas", que según la religión que se trate, imponen diferentes reglas especiales a las mujeres, como: impedir que sean ministras de culto; prohibir que salgan a la calle sin ser acompañadas por un pariente y sin burka; separarlas de los hombres en ceremonias religiosas, bailes y piscinas; prohibirles usar pantalones, andar en bicicleta, conducir automóviles, estudiar, usar cosméticos, practicar deportes, reír de forma audible, etc. Todo porque las mujeres son consideradas una tentación sexual permanente para los hombres (incapaces de controlar sus instintos).

Y no se diga la salvajada de someter a niñas y mujeres a la mutilación genital femenina (ablación de clítoris) para "alejarlas del libertinaje y la inmoralidad".

No podemos taparnos un ojo con esto. La imagen de la mujer para las principales religiones está asociada a la mujer virgen, madre y esposa devota, subordinada al marido, y la encargada del hogar y la familia, por lo que cualquier mujer que rompa ese molde es condenada.

Como afirma la pensadora feminista Mary Daly: "Si Dios es varón, el varón es Dios", o como digo yo con sarcasmo: "Si Dios fuera mujer, el cielo sería rosa".

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(20 de agosto de 2021).

Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que estuvo ante la catedral de Chartres, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:

-Hay una buena noticia: las religiones nunca desaparecerán. Hay una mala noticia: las religiones nunca desaparecerán. Si la muerte nos mostrara sus estadísticas veríamos quizá que más seres humanos han muerto por motivos de religión que por causa de epidemias o de crímenes. Muchas de las mayores maldades de los hombres se han cometido, y se siguen cometiendo aun en nuestro tiempo, en el nombre de Dios. El más reciente ejemplo es el de Afganistán. Y pese a todas esas muertes la humanidad no puede vivir sin religión. En ella encuentra remedio a sus pesares, consuelo para sus aflicciones, esperanza en su desesperación. Entristezcámonos: las religiones nunca desaparecerán. Alegrémonos: las religiones nunca desaparecerán.

Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.

Armando Fuentes Aguirre, "Catón"
(v.periódico Mural en línea del 3 de septiembre de 2021).

Creo que las religiones y las filosofías se han inventado con el fin de darle un sentido al Mal para que no nos destruya. Porque el Mal destruye, y no sólo directamente, con sus maldades, sino con el desconsuelo de su presencia venenosa.

Rosa Montero
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 3 de octubre de 2021).

Más allá del abuso a menores o el lavado de dinero hay otro elemento que las hermana: el silencio. La protección por parte de las jerarquías y la alta tolerancia a la conducta delictiva al interior de la Iglesia Católica, y que se repite en muchísimas iglesias, es lo que permite que suceda con tanta frecuencia y no pase nada.

La libertad de creencia se ha convertido en un manto protector para ocultar conductas criminales. La transparencia al interior de las iglesias es uno de los temas pendientes de la modernidad y de los estados. No se trata de limitar la libertad de los fieles, que son los sujetos del derecho, sino para protegerlos de abusos de quienes amparados en la fe terminan generando verdaderas organizaciones criminales. Informes internos como el que encargó la Conferencia de Obispos de Francia son sin duda útiles, pero más allá de la voluntad interna de romper el silencio son las instituciones del Estado las que tienen la obligación de fiscalizar lo que en ellas sucede.

Diego Petersen Farah
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 6 de octubre de 2021).

Ninguna religión tiene las llaves del Cielo, ni a nadie se condenará eternamente porque entre a una iglesia con el sombrero puesto en lugar de descalzo. En el Tibet, en las entradas de las lamaserías hay una inscripción que dice: "Cien monjes, cien religiones". Crea lo que creyere Ud., si su creencia incluye "no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti", saldrá ganando cuando llegue el Juicio Final.

T.Lobsang Rampa
(pág.7 de "La Caverna de los Antepasados", Editorial Troquel, Argentina, 1968).

Las religiones de Occidente tienden a ser muy militantes. Las personas no están contentas de creer lo que ELLAS quieren creer, sino que desean matar a otras para hacerles creer lo mismo.

[...]

Envían misioneros que tratan por casi todos los medios de obtener conversiones. Pareciera que estuviesen inseguros de su creencia y necesitaran que otros expresen su aprobación y acuerdo con su religión...

T.Lobsang Rampa
(pág.73 de "La Caverna de los Antepasados", Editorial Troquel, Argentina, 1968).

Sócrates se dedicó siempre a buscar y encontrar la verdad y así fue como manifestó que era difícil encontrar al hacedor de todo y, de encontrarlo, es imposible expresarlo mediante el lenguaje humano.

Sergio López Rivera
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 12 de diciembre de 2021).

En nuestra cultura occidental, la religión ha pasado por diversas etapas que van desde un estatus de privilegio hasta condiciones de persecución radical. La misma idea de Dios ha conocido diversos abordamientos y aún, periodos de ateísmo militante, pasando de ser el principio absoluto de todo, al autor lejano del universo, para luego ser visto como fruto de una ilusión, o como una droga que aliena a los creyentes.

Desde la antropología filosófica alemana desarrollada sobre todo en la 2a. mitad del siglo XX, la religión, independientemente de Dios, fue replanteada como una estructura permanente e integradora del ser humano, ya no fruto de la alienación como dijo Feurbach, ni la etapa transitoria de Comte, la neurosis incurable de Freud, o el opio del pueblo, según Marx.

Pero si la religión es ahora vista como estructura integradora, eso no excluye que pueda ser usada de múltiples maneras equívocas y dañinas, un ejemplo lo tenemos en el fundamentalismo musulmán y los extremos criminales a los que llega, o en aquellas sectas cristianas que han inducido a sus seguidores al suicidio colectivo, precisamente por el manejo alienante que en esos grupos ocurre. Al igual que en el caso de las ideologías y los partidismos políticos, la historia de las religiones está siempre poblada de claroscuros, por la sencilla razón de que las comunidades creyentes están formadas por seres humanos.

Armando González Escoto
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 12 de diciembre de 2021).

Es probable que hayan oído hablar del pastafarismo, que tiene mucha más enjundia de lo que parece. Es una religión paródica inventada en 2005 por Bobby Henderson, un físico de Estados Unidos, como protesta contra una decisión del Consejo de Educación del Estado de Kansas que permitía la enseñanza en las escuelas públicas de la teoría del "diseño inteligente" (que es ni más ni menos que el creacionismo disfrazado) como alternativa a la teoría de la evolución. Henderson escribió al consejo diciendo que él creía en una divinidad sobrenatural que era como una enorme bola de espaguetis con albóndigas, y que exigía que también se enseñara la teoría del "diseño inteligente" pastafariano en las clases de ciencias. La cosa fue creciendo, saltó a los medios, se hizo popular. Un año más tarde el Estado de Kansas retiró la enseñanza creacionista, supongo que entre otras cosas gracias a la ofensiva albondiguera. A partir de entonces los pastafarianos se han ido expandiendo por el mundo. Aquí también hay una rama, la Iglesia Pastafari de España, creada en 2010 y con unos 400 miembros activos; tras intentar registrarse dos veces infructuosamente como entidad religiosa en el Ministerio de Justicia, presentaron un recurso en la Audiencia Nacional que fue rechazado en 2020 y ahora están con un recurso de casación.

El caso del Tribunal Europeo es este: una mujer fue a renovar el carnet de identidad y el de conducir en Países Bajos y para ello llevó unas fotos en las que aparecía con un colador en la cabeza, que es como debe retratarse, como muestra de respeto y obediencia a su fe, un pastafariano de pro. Fotos que las autoridades no admitieron. Debo decir que, por lo visto, hay ciudadanos de Austria y de la República Checa que lograron sacarse los documentos fotografiados de esa guisa, con un colador de pasta calado hasta las cejas. Pero se ve que en Países Bajos no estaban por la labor. Ahora bien, hasta llegar al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (que también ha rechazado que el pastafarismo sea una religión), la tal Wilde ha debido agotar antes todos los recursos legales de su propio país. A mí sólo con pensar en tener que poner un recurso administrativo me dan los 7 males; ahora imaginen a nuestra guerrera pastafariana presentando sus reclamaciones una y otra vez; colando sus fotos delirantes en las tediosas gestiones oficiales; sin poder renovar sus documentos; gastando tiempo y dinero (el recurso a la Audiencia española costó unos miles de euros que se reunieron con micromecenazgo). Habrá quien diga que esta estupidez satura aun más nuestras saturadas administraciones, pero yo creo que en la burocracia mundial ya hay una superabundancia de trámites igual de absurdos, sólo que más aburridos; y esto por lo menos nos obliga a reflexionar sobre qué es lo que decidimos respetar y en qué creemos.

Rosa Montero
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 26 de diciembre de 2021).

La institución católica (...), al creerse firme y constantemente asistida por el Espíritu Santo (...), le resulta casi insoportable aceptar (...) que incluso está muchas veces por debajo de los estándares mínimos que pretende exigirle a los otros.

Fernando M. González
(La Voluntad de no Saber).

Yo no soy religiosa, no voy a misa y si ya me cuesta la vida pedir ayuda, mucho menos me veo pidiéndole un favor a dios, un dios que no conozco, y que ante un país que se desmorona como este me cuesta mucho trabajo pensar que existe en el sentido en el que a muchos se los enseñaron. Me detengo a pensar si acaso hablara con él qué le diría: le diría Dios, no he podido dormir bien porque el asesinato del Gallo y de Morita me tiene con espanto. Le he dado mil vueltas en mi imaginación a la escena que vivieron ellos y cientos de miles de mexicanos ya y me parece brutal, desolador. Le preguntaría, Dios, cuál es el límite que este país debería de pasar para poner un alto a la violencia rampante que gobierna a todo México. Dios esta gente (El Gallo y Morita), que son hermanos de mis hermanos, no daban la vida por el otro, la hicieron con el otro, con los desfavorecidos, con los qué hay que aprender -y es urgente- de resistencia, de dignidad, de comunidad y de cultura de paz. Dios, tu sabes que yo no te pido nada pero me gustaría saber cómo criar a mi hija en un país donde no hay garantías, donde parece que todo está perdido. Dios, será que el único camino entonces sea rendirse...

Argelia García F.
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 26 de junio de 2022).

THE HIGHER ECHELONS OF ALL RELIGIONS DO NOT CONDONE KILLING OF ANY KIND... it is the lowest common denominator driven by fear and ego that have watered down the message... all sentient life has a universal right to life but most on this planet has not yet evolved to recognize this... we are all guilty of killing so many, everyday in every country in all religions except for Jainism... as Leo Tolstoy said, and this is paraphrased, "WE WILL NOT GET RID OF THE BATTLEFIELDS, UNTIL WE CLOSE DOWN ALL SLAUGHTERHOUSES."

Las religiones no condonan la matanza de ningún tipo.

(V.Animal Freedom Fighter del 21 de septiembre de 2022).

Baruch Spinoza (1634-77) argued that God exists yet is abstract and impersonal. He claimed that everything is a derivative of God, interconnected with all of existence. Although humans only experience thought and extension, what happens to one aspect of existence will still affect others. Thus, Spinozism teaches a form of determinism and ecology and supports this as a basis for morality. Spinoza was often considered to be an atheist because he used the word "God" (Deus) to signify a concept that was different from that of traditional Judeo–Christian-Islamic monotheism. Thus, Spinoza's cool, indifferent God is the antithesis to the concept of an anthropomorphic, fatherly deity who cares about humanity. Nowhere in his work does Spinoza argue against the existence of God.

In June 1678 -just over a year after Spinoza's death- the States of Holland banned his entire works, since they "contain very many profane, blasphemous and atheistic propositions". The prohibition included the owning, reading, distribution, copying, and restating of Spinoza's books, and even the reworking of his fundamental ideas. Shortly after (1679/1690) his books were added to the Catholic Church's Index of Forbidden Books.

In 2014 a copy of Spinoza's Tractatus Theologico-Politicus was presented to the Chair of the Dutch Parliament, and shares a shelf with the Bible and the Quran.


La religión es algo muy necesario en verdad. Es absolutamente necesario, absolutamente esencial que haya una religión que pueda imponer la disciplina espiritual a sus adherentes. Sin la religión los seres humanos serían peores que los animales salvajes. Sin la religión no existiría la voz de la conciencia. Te digo que no tiene importancia alguna que uno sea hindú, budista, cristiano o judío; todos los hombres tienen sangre roja y la religión a la que se adhieren es esencialmente la misma.

[...]

Supon que no hay disciplina, que no hay recompensas ni castigos, que cada uno puede hacer lo que quiere sin que le remuerda la conciencia. Pronto se produciría la anarquía, se cometerían homicidios y podría suceder cualquier cosa. Esos hombres se mantienen en orden mediante la disciplina, tanto la disciplina espiritual como la física. Es esencial que todos los habitantes del mundo tengan una religión, pues debe haber una disciplina espiritual así como una disciplina física, porque si sólo hubiera disciplina física la regla sería el triunfo del más fuerte, en tanto que si hay disciplina espiritual la regla que predomina es la del amor. El mundo actual necesita imperiosamente volver a la religión, no a una religión en particular, sino a cualquier religión, la religión que mejos se adapte al temperamento de la persona.

[...]

En la guerra los bandos opuestos ruegan que se les conceda la victoria, los dos bandos dicen que Dios está de su parte y dispuesto a destruir al enemigo. Dios no es una Gran Figura que se sienta a una mesa para escuchar peticiones en la forma de plegarias y conceder todo lo que se le pide.

[...]

Ninguna religión es mejor que el hombre que profesa esa religión.

[...]

Mi opinión personal es que, salvo en circunstancias muy extraordinarias, una persona no debe cambiar de religión. Uno absorbe las creencias religiosas como absorbe los primeros sonidos de su idioma. Con frecuencia sucede que ciertos factores hereditarios, ciertas condiciones innatas tienden a debilitar la aceptación de la nueva religión por uno. Conserva bajo la superficie toda clase de dudas y conflictos no resueltos. El resultado es raras veces satisfactorio. Mi recomendación es que así como nace una persona así acepta una creencia religiosa, y por eso debe mantenerse fiel a esa creencia.

T.Lobsang Rampa
(pág.218 de "El Manto Amarillo", Editorial Troquel, Argentina, 1965).

Nos creemos criaturas semejantes a la divinidad, semejantes a quien nunca ha sido visto antes, ni se verá.

T.Lobsang Rampa
(pág.87 de "La Sabiduría de los Ancianos", Editorial Troquel, Argentina, 1966).

Sé bien que el Mal existe. Me refiero al Mal con mayúsculas, desbocado, feroz e inútil, ese Mal tautológico que se disfruta a sí mismo, que no tiene otro fin que la pura maldad. En una novela escribí que las religiones se han inventado para darle un sentido al Mal para que no nos destruya. Porque puede en efecto destruirnos, puede volvernos locos, puede hacernos perder la capacidad de seguir viviendo. Y esto es así, permitidme que os diga, porque mayoritariamente no estamos hechos para el Mal. Si lo estuviéramos, nos parecería de lo más normal y los horrores no ocuparían la primera página de los periódicos, no abrirían los telediarios, no los comentaríamos una y otra vez, estremecidos y anonadados. El ser humano viene de fábrica orientado en general hacia el bien, o, dicho de otro modo, las estrategias de empatía y colaboración abundan mucho más y son más eficaces para la supervivencia de la especie que las de depredación. A fin de cuentas, somos animales sociales y estamos llenos de neuronas espejo.

Ya sabéis que al gran Kant le sorprendía que, en situación de guerra, un soldado fuerte y necesitado no matara sistemáticamente a todos los ancianos, niños y mujeres con los que se topara para robar sus posesiones. Por supuesto que a veces ocurría, pero no era lo habitual y, además, se consideraba algo condenable. Y, sin embargo, el soldado podía hacerlo, y, además, le convenía. De ahí el filósofo dedujo su teoría del imperativo categórico, que sería un conjunto de valores morales básicos que tendríamos todos los humanos, independientemente de nuestra religión y nuestras creencias. Un imperativo que para mí es una herramienta evolucionista.

De todo esto ya he escrito varias veces, porque el asunto del Mal me preocupa mucho. De hecho, creo que sólo hay 3 temas fundamentales de los que hablar: la muerte, el sentido de la vida (si es que tiene alguno) y el porqué del Mal y del Dolor. Pero en esta ocasión el artícu­lo ha nacido a raíz de haber sido jurado de un bonito concurso de microrrelatos organizado por la farmacéutica Roche. Tenían que ser de tema médico, empezar con la frase “Salí de allí con una sonrisa” y dar cierto espacio a la esperanza. Y el caso es que, en el acto de entrega de los premios, alguien dijo una vez más eso de que "con buenos sentimientos es más difícil hacer buena literatura". Un lugar común que me desespera.

No consigo entender por qué mitificamos de tal modo el Mal. Por qué los malotes nos parecen tan atractivos, mientras que cuando decimos de alguien que es buena persona corremos el riesgo de que la gente piense que es idiota. Y este topicazo estúpido y pedante se multiplica por cien en los ambientes más o menos intelectuales. Por todos los santos, que no piensen que yo valoro la bondad, o que creo en la esperanza, o que me permito la compasión, parecen decirse estos paladines de la maldad, que sostienen que es la-única-realidad-que-puede-tomarse-en-serio. Luego, en sus vidas cotidianas, curiosamente, muchos son buena gente y actúan como si creyeran en la empatía. Pero ¿reconocerlo? Jamás. Y así, se valora como más inteligente y verdadero el retrato de lo malo, y como falso y ñoño todo lo bueno, cuando yo creo, insisto, que hay mucho más de bien que de mal en nuestras vidas. No veo cómo se puede intentar describir con autenticidad y hondura este mundo si, junto al horror del Mal, no hablas también de esa fuerza luminosa que la vida tiene.

Según el psicólogo Iñaki Piñuel, que publicó en 2021 un libro titulado Mi jefe es un psicópata, en la población mundial hay un 2% de psicópatas, una gente muy mala que es incapaz de sentir empatía por el prójimo. Y a este porcentaje habría que añadir entre un 10% y un 13% de psicopatoides y narcisos, personas también terriblemente tóxicas que sólo utilizan al otro para su provecho. En total, pues, un 15% de tipejos horribles. Muchos de ellos, por cierto, en la dirección de las grandes empresas y en la política. Piñuel y otros expertos sostienen, además, que la vida actual fomenta estos caracteres depredadores. El narcisismo vacuo de las redes, por ejemplo, o la falta de resistencia ante la frustración son pésimas influencias. Yo añadiría también esta mitificación del Mal. Este desdén inmaduro e ignorante hacia la gente buena.

Rosa Montero
(v.periódico El País en línea del 2 de julio de 2023).

La irreligión o "no religión" es la ausencia o el rechazo de la religión, o la indiferencia hacia ella.

Entendida así, sobre todo en lo que se refiere a la indiferencia, creo que la cantidad de personas irreligiosas es mucho más grande de lo que imaginamos. Y lo es porque pocos son los que se atreven a manifestar o a admitir públicamente su irreligiosidad debido a las críticas, rechazo y exclusión social que el hacerlo acarrea. La mayoría prefiere navegar en las aguas de lo políticamente correcto y fingir una religiosidad lo suficientemente observante como para no ser considerados una amenaza a los valores de las familias o a la moral de la sociedad.

Seamos sinceros, para la sociedad general, un irreligioso es mal visto.

Y lo es primero porque la irreligiosidad engloba nociones que se apartan de los dogmas y postulados que las religiones institucionalizadas han establecido (como las del humanismo secular, del ateísmo, del agnosticismo, del deísmo, de los espirituales, pero no religiosos; de los no creyentes, de los librepensadores, de los antirreligiosos, etc.) y, segundo, porque los religiosos más observantes se consideran a sí mismos como una especie de garantes o paladines de la moral de la sociedad.

Para darse cuenta del enorme rechazo social que un irreligioso enfrenta, y por lo que muchos prefieren callar lo que realmente piensan, basta saber que el 84.4% de la población mundial está afiliada a alguna religión.

Habrán de disculparme los creyentes, pero a pesar del abrumador porcentaje de la población que representan, sostengo mi dicho: "Mayoría no es sinónimo de sabiduría, como tampoco es sinónimo de verdad".

Y lo mismo aplica en asuntos de política (y no sé si de futbol): el que la mayoría de ciudadanos apoye un determinado partido o candidato no significa que su doctrina, honestidad, programas de gobierno y metodologías sean lo mejor para todos.

No se moleste nadie por el sacrilegio que hablar de irreligión le pueda significar a algunos. Mejor atrévanse a hablar abierta y sinceramente del tema, que mientras no afectemos o coartemos las libertades de otros, cada quien es libre de apoyar, pensar o creer en lo que quiera. Lo importante es aceptar y reconocer que la valía de una persona no radica en sus particulares creencias religiosas o afinidades políticas (o futboleras) sino en el bien que su presencia en este mundo causa a su alrededor.

En mi irreligioso caso, al final de mis días seré o el desgraciado que por incrédulo se privó de gracias divinas, o el condenado que arderá en el infierno por toda la eternidad. Ningún pronóstico sobrenatural me preocupa, además, porque si acaso existiera un ser bondadoso dueño del paraíso, su infinito amor lo hará perdonar, apiadarse de los incrédulos que algún bien hicimos en este mundo y darnos asilo político-religioso en su reino.

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(4 de agosto de 2023).

A fines del siglo XIX, el filósofo alemán, Friedrich Nietzsche, decretó la muerte de Dios. Muchos interpretaron este anuncio cómo el triunfo, al menos en Europa, de la sociedad secular y agnóstica producto de la victoria de la ilustración moderna. Quizás tengan razón, en cuanto a Europa, pues esa es la zona del mundo donde la mayoría de sus habitantes se describe como no creyente. Pero ese no parece ser el caso en otras latitudes del planeta, donde la religión sigue definiendo vidas y destinos.

Los ataques por parte del terrorismo islámico, ocurridos el 11 de septiembre del 2001, contra la torres gemelas en Nueva York y el Pentágono en Washington DC despertaron a muchos del sueño secular. Fue un aviso de que el espíritu religioso, para bien o para mal, continúa siendo una fuerza profunda de la condición humana.

Gustavo de Hoyos Walther
(v.pág.4 del periódico El Informador del 6 de octubre de 2023).


El webmaster sugiere que se haga un estudio con clérigos de todas las religiones en el que se les cuestione sobre sus creencias mientras se encuentran conectados a un polígrafo (detector de mentiras). Los que no acepten se asumirá que no creen en lo que predican... De los que acepten ya se verá el resultado.

Vínculos interesantes

  • Magonia: una ventana crítica al mundo del misterio
  • ¿En qué creen los que no creen? - Umberto Eco y Carlo Maria Martini
  • Why are americans still uncomfortable with Atheism?
  • If God is dead, your time is everything
  • Tragedy led the religion scholar Elaine Pagels to ask: What is Satan?
  • How St. Augustine invented sex


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    El Tesoro de la Jumentud > La página de nuestra vida > Dios no está de mi lado. Ni del tuyo.
    "Dios hace que las cosas se forjen ellas mismas."
    Pierre Teilhard de Chardin SJ
    "Si pensáramos que Dios está al pendiente de la Tierra y sus habitantes, que se preocupa porque se respeten sus leyes y se haga su voluntad, debemos llegar a la conclusión de que Dios ha sido derrotado por los hombres, ya que en la Tierra nadie hace su voluntad ni respeta sus leyes. Creo que el hombre se ha creado un Dios absurdo, es decir, un Dios a su imagen y semejanza."
    Thomas Mann

    "Si fuera posible un estado que habitaran sólo personas inteligentes, la religión no sería necesaria. Pero la muchedumbre es tornadiza, y alberga pasiones injustas, falta de razón e impulsos violentos. La única solución es contenerla con el miedo a cosas desconocidas."
    Polibio

    "Dios no cumple caprichos ni endereza jorobados."
    Refrán popular

    "No quiero alcanzar la inmortalidad a través de mi obra. Quiero alcanzarla no muriéndome."
    Woody Allen

    "God is a Concept by which we measure our pain."
    John Lennon

    "Las religiones, como las luciérnagas, necesitan de oscuridad para brillar."
    Schopenhauer

    "Entre mayor es la ignorancia mayor es el dogmatismo".
    Sir William Osler


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    Cualquiera que sea tu religión, la mayoría del mundo está en desacuerdo contigo.