Tapatíos 100%


"Guadalajara es la hija predilecta del trueno y la tempestad."
Ignacio Manuel Altamirano, escritor del Siglo XIX


Con la intención desinteresada de contribuir al entendimiento de los tapatíos y los "fuereños", se presentan las siguientes reglas que permiten entender e identificar al verdadero tapatío.
No hagas en privado aquello que puede ser público mediante el sano ejercicio del rumor o el chisme (ingeniería social). Frases como: "me contaron que...", "te lo voy a confiar nada más a ti...", "no vayas a decirle a nadie...", forman parte del vocabulario cotidiano del tapatío radical. El truco consiste en narrar la historia sin implicarse.
No hagas público aquello que debiera saberse. Un auténtico tapatío se reconoce por su capacidad para guardar información privilegiada, y más si con ello se protege la reputación de algún pariente o amigo. La fidelidad del tapatío radical está con los de su propia especie, los demás no importan.
Comprométete a todo, pero nunca digas cuándo (no en balde el "Son de la Negra" es una de las piezas de música jaliciense más conocidas mundialmente). El verdadero tapatío jamás le pone fecha a sus compromisos y recurre al "te llamo para confirmar..."; así evita el uso del poco diplomático "no". Sacar la agenda puede ser considerado un signo de mala educación o hacer sospechar al interlocutor en turno de algún interés inconfesable. Entre tapatíos radicales esto no representa problema, ya que se resuelve con un cómodo: "me llamas o te llamo... sí pues".
Conoce los árboles genealógicos de las familias "bien", que es uno de los principales requisitos para moverse con soltura en diferentes ámbitos. Un "pero claro, tú eres la hija de "X", que se casó con "Y", quien es primo de mi cuñado", es capaz de abrir cualquier puerta. Además, cualquiera que no pertenezca a esas familias y haga billetes, es sospechoso de "lavado de dinero" o "narcotráfico".
Al buen tapatío se le reconoce por el beso en la mejilla y el apretón discreto de manos. No se trata en estricto sentido de un beso ni de un apretón, es apenas un roce en la mejilla y un corto y discreto toque de manos, otros aspavientos son costumbres de norteños y mafiosos.
La utilización de diminutivos forma parte de la complicada socialización del tapatío o tapatía radical. Jamás emplea en familia o fuera del círculo de los "de más confianza" palabrotas soeces como usan los norteños.
Fundamental resulta el dominio de ciertos localismos en sus contextos de uso. "Ocupo" (en lugar de necesito), el adverbio "bien" ("bien mucho", "bien bonito", "bien suave", etc.), "ira" (como sinónimo de "mira", "fíjate"), "mijo" o "mija" (para dirigirse a cualquier persona menor en edad), el "pos" en lugar de "pues", y finalmente, el plural en las conjugaciones de la segunda persona del singular ("dijistes", "trajistes", "hicistes").
Los tapatíos pueden ser invisibles. Pueden encontrarse de frente dos amigos y no reconocerse (por así convenir en el momento a uno o ambos de ellos), así que se rozarán sin saludarse. Hay que afinar la lectura del lenguaje corporal para evitar saludar a alguien que en ese momento no lo desea.
El tapatío es "sentido como jarrito de Tonalá". Ello significa que se toma todo a pecho y como afrenta personal.
Los tapatíos radicales tienen varias opciones dominicales: recluirse en la santidad del hogar; recluirse en la santidad del hogar extendido, es decir, en la casa de los papás, los suegros o los abuelos; ir a comer raspados; metersa a las plazas en busca de boletos para la película más solicitada; ir al fut-bol y, si gana su equipo, llevar a comer a la familia a las "Carnes Garibaldi", si pierde, a la birria a Tlaquepaque. Organizar "carnes asadas" no es opción. Esta es costumbre de norteños y "donde empieza la carne asada termina la civilización".
El Tapatío 100% jamás se deja ver en "desfiguros". Eso de salir a la calle vestido como para lavar el aljibe es costumbre de chilangos. No es admisible ni para lavar el carro.
Cuando el auténtico tapatío maneja un automóvil se convierte en propietario del carril por donde circula y no admite que nadie se le atraviese obligándolo a modificar la velocidad o cambiar de carril. Por supuesto que él también trata de no estorbar y solo la desesperación o el error (nunca admitido) lo hacen entrar en forma "imprudente" a un carril. Otra forma de conducir es considerada incivil, "chilanga" o de "gente que aprendió a manejar en una cantina".

Erase el año del Señor de 1540. Guadalajara, ya con título de ciudad y escudo de armas intentaba su fundación definitiva, -obstaculizada por al egoísmo y codicia de Nuño Beltrán de Guzmán- al viento norte del río Santiago.

Los habitantes originarios atacaron a los colonos trashumantes. Las batallas han sido duras. El riesgo de nuevas agresiones era inminente. Las autoridades discutían qué hacer. El tiempo apremiaba, las horas pasaban. Entre el miedo a los oriundos y el miedo a Nuño, no llegaba el acuerdo. Finalmente Doña Beatriz Hernández, mujer de Juan Sánchez de Olea, apersonada en la casa que ocupaba el Cabildo y seguramente haciendo de tripas corazón exige hablar y lo hace invocando la autoridad del Rey Carlos V.

Consigna la historia que merced a su argumentación Cristóbal de Oñate, Miguel de Ibarra, y los principales aceptan trasladarse al Valle de Atemajac.

Desde entonces, 1542, Guadalajara ha sido cuna y tumba de casi 20 generaciones de tapatíos.

Eugenio Ruiz Orozco
(v.pág.14-A del periódico El Informador del 9 de diciembre de 2019).
De Mexicanos de Primera, a Chilangos de Tercera

Y como la maldición se cumplió: Guadalajara cada vez se parece más al DF, volvieron a salir con sus altares de muertos, alegando que son 'tradición', cuando antes de la invasión chilanga no habían sido vistos en esta ciudad.

Me comentaban que habían promovido la instalación del altar de muertos para frenar la costumbre -más exótica- del 'Halloween'. Está bien, pero eso de las calabaza y las chiquillas y chiquillos tocando a las puertas para pedir regalos en esa fecha, es costumbre de hace siglos en la hacienda de El Cabezón, de los Cañedo, aquí en Ameca.

Chiquillas y chiquillos salen en bola, sonando botes y cazuelas, tocan la puerta y cantan: 'No vengo por hambre/ni por necesidad/es por costumbre/que usted me ha de dar'. Les daban calabaza cocida, tamales, dulces o dinero. Hagan de cuenta como ahora 'pedir el jalowin'.

En la zona rural de Ameca había la costumbre de 'Pedir la Calabaza'. Rezaban y luego recitaban a la puerta 'Animas de esta casa, echen fuera la calabaza'. Así que ni calabazas, ni pedidera son tan exóticos en estos rumbos, como lo es la fábula de los altares de muertos.

Gregorio González Cabral
(v.pág. 4A de Ocho Columnas del 4 de noviembre de 2001).


La explicación de por qué estamos y somos así los tapatíos. Si lo llevamos en el tibio clima, el lustroso paisaje, el cielo nimboso, los celajes inolvidables; el 'ahorro' consuetudinario, la afición al chisme, la envidia inclemente, la desconfianza habitual, lo cual no siempre pudieran ser defectos, pues los griegos clásicos eran así y construyeron la cultura madre, del mismo modo como el culto Agustín Yáñez nos dio una Minerva que parece madre con casco.

Francisco Rea González
(v.pág.7/A del periódico El Occidental del 4 de mayo de 2003).


Siempre donde hay 2 tapatíos, encontramos 6 opiniones distintas y 3 pleitos verdaderos. Imposible esperar unanimidad respecto a nada en estos rumbos donde los celos y las envidias son considerados virtudes cívicas.

Gregorio González Cabral
(v.pág.10A del periódico Ocho Columnas del 8 de junio de 2003).


Cucharadas de jarabe tapatío

Pos, si no le parece o no está de acuerdo y si ha de malgastar su vida criticando la forma de ser, hablar, pensar, manejar y convivir que tenemos los tapatíos, me permitiría sugerir a mi rumbosa vecina que se dé una vuelta por la Central Camionera e investigue cuándo hay corridas hacia Durango o Villahermosa, en donde dicen que se vive a todo dar.

No es que no la apreciemos, ni que en la cuadra experimentemos animadversión alguna contra los oriundos de la otrora húmeda laguna de Texcoco. Tampoco se trata de coartarle su inalienable libertad de expresión sino, simplemente, sugerir que ella, al igual que todos esos fuereños que tan a disgusto viven en este pueblo bicicletero a donde llegaron para asentarse, alcance esa paz espiritual que ha perdido a causa de nuestros regionalismos verbales y nuestras provincianas mochilerías.

Tal vez en un destino más distante, no se le altere el ánimo porque alguien ocupa un birote para hacerse un lonche, un balde para trapear el zaguán o un fajo para detenerse el pantalón. En otra ciudad que no sea Guadalajara, quizá nadie ofenda su pudor porque come capirotada con panocha o porque coge un camión en Pedromoreno o Lopezcotilla. Muy posiblemente, en otro terruño geográficamente más cercano a la avanzada capital que dejó hace diez años, no tenga necesidad de vivir enfatizando las desventajosas comparaciones entre su lugar de origen y su actual residencia. Estoy cierta de que en otros lares, su proverbial impuntualidad no será más responsabilidad de esos torpes jalisquillos que manejan y papan moscas al mismo tiempo; que dejará de lamentar la ausencia de quién sabe que menjurje que en su tierra abunda y aquí ni siquiera sabemos con qué se come.

Probablemente me equivoque, pero intuyo que si la susodicha muda sus reales a otras latitudes, dejará de repelar por el modo como hablamos, por lo sentido que somos, por las costumbres que tenemos.

Y más le valdría considerar muy seriamente la posibilidad de encontrar un nuevo sitio para vivir, porque a quienes le rodeamos ya nos caldeó el ánimo y, Dios no lo quiera, cualquier chico rato, no nos detendremos para suministrarle unas cuantas cucharadas de jarabe tapatío, pero con una cuchara de palo, de esas que aquí ocupamos para menear ese menudo aguado y sin chiste que tanto le hace extrañar el potaje grasiento y enchilado que se estila en su terruño. No es que deseemos emprender una campaña de linchamiento contra los capitalinos que encontraron buen asiento geográfico en nuestra hospitalaria y remilgosa ciudad, pero al menos desearíamos que les funcionara un poquito mejor la dinámica neuronal para asumir que, si se trata de criticar o hablar mal de los tapatíos, sólo nosotros podemos hacerlo con impunidad. Faltaba más. Y, para empeorar el asunto y volverlo más pantanoso, la desdichada le va al América.

Paty Blue
(v.pág.38 del periódico Público del 30 de septiembre de 2003).


Publicado en el periódico Mural el 9 de octubre de 2003.


Batalla callejera [del 28 de mayo] mirada en su totalidad por la televisión que produjo un hecho nunca antes visto en la historia de siglos de Guadalajara: la aceptación y el apoyo de los habitantes a sus policías.

Por primera vez los cuicos no sólo recibieron el reconocimiento de los tapatíos, sino que generaron un fuerte sentimiento de apoyo popular. Frente a los políticos radicales y los burócratas de los derechos humanos que 'pretenden calumniarlos', achacándoles violencia innecesaria a unos y prácticas torturadoras a los de la judicial, la voluntad general está por 'las fuerzas de la ley'.

Según sondeos, un rotundo 80% de los ciudadanos están completamente de acuerdo con sus policías. Es más, la gente ya no les huye cuando divisa a los policías. Incluso les ofrece el jarro de agua o la chela.

Pero no sólo eso. Para dejar en claro el 'milagro', los agarrados, ahorrativos, codísimos lugareños ya acordaron darles propina a sus policías. Eso sí es más que prodigioso. Tapatíos reconociendo servicios con dinero y no con diplomas, es también para la historia. No obstante sucedió. En lugar de descontarles a los policías los escudos rotos, las macanas perdidas o las botas maltratadas, les van a dar: cinco mil pesos a cada uno de quienes estuvieron en primera línea, dos mil a quienes hayan estado de apoyo a la hora de los hechos y mil a cada policía o 'policío' que haya estado acuartelado.

¿Cuándo se había visto eso en Guadalajara? Nunca antes. Jamás de los jamases.

La misma gente presiona para evitar la impunidad, por lo menos la de quienes fueron atrapados o atrapadas por la policía la tarde noche de aquel viernes. Aun cuando ahora alegan que no fueron ellos o ellas, que los confundieron, que los encueraron, que les pusieron a hacer sentadillas, que 'libertad a los presos políticos', el clamor popular es que paguen por andar viniendo aquí a golpear pacientes policías y a causar destrozos en los comercios. De plano tienen la aplastante mayoría en contra... e indignada.

Para acabar de complicarles la vida, salieron a defenderlos ¡los del PRD! Ahora sí como si pretendieran hundirlos. Vale aquel dicho: Mejor no me defiendas, compadre. Aquí el PRD, aparte de que no pinta, dejó fama de revoltosos. Y precisamente por eso los traen de encargo, por revoltosos, por enemigos de la ley y el orden, por anacrónicos izquierdistas...

Gregorio González Cabral
(v.pág.9A del periódico Ocho Columnas del 6 de junio de 2004).


Eso que llamamos aquí 'crudo invierno' en otras latitudes sería una agradable semana de otoño.

Los tapatíos (o biroteros-zonametropolitanos, para ser más específicos) somos malagradecidos y más bien chillones respecto al clima que nos tocó: siempre estamos viviendo el mes más frío, el más caliente, el más lluvioso o el más seco del que tenemos memoria. Y ése es el problema: que no tenemos memoria. Queremos que la ciudad se acerque al mito que tenemos de ella, el de 'la ciudad de la casi eterna primavera'... porque sin el 'casi' sería entonces Cuernavaca, que así le dicen, aunque tenga peor tráfico y contaminación que nosotros, gracias a las hordas chilangas que han tenido a bien invadirla.

Y entonces queremos vivir de acuerdo con una falsa idea de lo que es el clima aquí: dizque una sucesión de largas primaveras, refrescadas por un par de meses lluviosos que nos dejan el aroma de tierra mojada y rematadas por templados otoños en los que, si acaso, sacaremos una chamarra o un rebozo, según el gusto y ya no el género.

Pero no es así: arrancamos el año entre azul y buenas noches, con días secos y fríos como bistec sin tapa en el refrigerador, luego tenemos dos o tres meses ventosos y con tolvaneras para pasar a un calor estilo Mexicali light donde hasta las iguanas pujan. Cuando estamos a punto de morir deshidratados, llegan unos tormentones que nos inundan hasta las azoteas, y terminan justo a tiempo de tener, ahora sí, algunas semanas de campeonato, que nos dejan soñar con eso de la 'primavera eterna', que aparte de cursi suena más añejo que un comercial de Novedades Bertha.

Y esta época es lo mismo, la terca realidad termina por encimársenos una y otra vez: en cuanto los meteorólogos predijeron 'el invierno más crudo de los últimos años', empezó un calor como de Cuyutlán en julio, y ahora que nos acercamos a febrero, tómala: fríos, resfriados y pulmonías. Entramos al invierno.

Por lo pronto, yo aprovecharía para sacar del ropero un 'gallito' que algún despistado de apellido Navarrete se agenció justo para salir a cazar focas en el Polo Norte, aunque nunca fue más allá de Sombrerete, y que aquí sólo puede ser utilizado en una madrugada como la de antier. El problema es que dos horas después ya está uno sudando como pasajero de minibús en mayo. Y ni modo de cargarlo: tiene el volumen, la apariencia y la mitad de peso que un auténtico oso grizzly. De hecho, parece que el pariente mío no fue más allá del cañón de Juchipila, les decía, porque lo confundieron con una bestia y otro ídem se lo tumbó con un riflazo 30-30.

El agujerote, cuando menos, ahora sirve de ventlación.

Paco Navarrete
(v.pág.3B del periódico Mural del 20 de enero de 2005).


En nuestro envidioso mundito tapatío, podemos apreciar una tendencia bastante prolija para hablar mal de los demás. La cizaña, los rumores y el chisme se dan con singular alegría, sobre todo cuando se trata de arruinar a quien ha tenido éxito.

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(v.pág.8A del periódico Mural del 3 de febrero de 2005).


Tiene su significado la indiscreción de los botellones de barro de Guadalajara. Así como éstos transpiran el agua que se les confía, así los tapatíos dejan escapar cuanto saben o les cuentan en una continua exudación de rumores.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y ex gobernador de Jalisco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 5 de febrero de 2005).


La apatía que caracterizó durante generaciones a los tapatíos, murió a raíz de las explosiones del ´92, y quedó sepultada bajo los escombros de las calles reventadas y las casas derruidas en el Sector Reforma. Aquella ciudad tibia, apática, indiferente, cuyos habitantes se quedaron al margen de los acontecimientos históricos; que en la guerra de Independencia se inclinó más hacia Calleja que hacia Hidalgo y que festejó con un multitudinario Te-Deum en catedral la victoria realista en la batalla de Puente de Calderón y la huida del libertador y sus huestes, y que en la Revolución vio pasar por sus calles a villistas y carrancistas como quien ve llover y no se moja; aquella ciudad abúlica, incapaz de involucrarse en nada, es cosa del pasado...

Lo que antes era excepcional, si acaso, ahora es sistemático: la actitud de los tapatíos se ha vuelto levantisca por sistema. Ejemplos recientes: la irritación de los comerciantes del Mercado Libertad cuando se habló, hace unos años, de demolerlo; la indignación generalizada ante las recientemente anunciadas alzas en las tarifas del transporte público; ahora mismo, las voces de protesta que ya empiezan a levantarse ante el anuncio del alcalde de Guadalajara, de dar luz verde a la instalación de ductos para el gas natural.

Muchos tapatíos aún no pueden superar 'el síndrome de Guadalajara', como se le llegó a llamar: en todo ven amenazas de explosiones.

Queda claro que la burra no era arisca...

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 9 de marzo de 2005).


Guadalajara es una ciudad bonita, podrida de chiqueada, muy sangrona, y su medio cultural es muy hostil. Hasta ahora están surgiendo los apoyos de gobierno, pero no ha habido un apoyo proporcional a la cantidad tan grande de creación que se hace en la ciudad.

El gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña, se muestra totalmente desinteresado en los temas de la cultura. Tenemos una secretaría pobrísima en recursos, en capacidad y visión y una secretaria que me da un poco de vergüenza.

Karla Sandomingo
(v.pág.16-B del periódico El Informador del 11 de julio de 2005).


Cuando un fuereño despistado pregunta por nuestra cocina regional, es llevado a un local con meseras vestidas como piñatas, o si tiene suerte, a una cenaduría: un local minimalista -a veces consta sólo de una doña, una mesa y un anafre con su palangana de aceite hirviendo- donde se sirve mexicatessen de alto pedorraje: tacos dorados de requesón, flautas de frijoles o carne deshebrada, o el súmum de la comida jalisciense: el pozole, que es una sopa de cerdo con granos de maíz previamente reventados al hervirse con un puñado de cal. Vamos, tíos: un caldo de pop corn con marranito. Aderezado, claro, con hortalizas frescas: col o lechuga ralladas, cebolla, rábanos y un buen chorro de limón verde, muy agrio.

Por cierto, los tapatíos gustamos de echarle limón a todo tipo de alimentos, razgo no muy celebrado por nuestros compatriotas.

Emparedados en caldo picante

"La torta ahogada callejera es, como los misterios eleusinos, un secreto al que sólo se accede después de peregrinar a su meca: Guadalajara, Jalisco.

Parte del problema remite a sus ingredientes. Las carnitas -trozos de cerdo fritos en su propia grasa- requieren una sazón local. Más profundo es el misterio del birote salado: un pan de levadura agria, con migajón consistente y costra dura, crujiente, que sólo es posible elaborar en esta zona metropolitana. Así como se lee: fuera de estas coordenadas territoriales no es posible reproducir la calidad y consistencia de este pan, ni siquiera con expertos panaderos de estos lares. Es por eso que exóticas torterías de la Ciudad de México, por ejemplo, importan a diario un cargamento de birotes por vía aérea.

Por todo lo anterior, la torta ahogada es un manjar desconocido para el resto del mundo. Lástima. Es una obra maestra de depuración en el arte culinario: consta sólo de un birote -en ocasiones con una ligera embarrada de frijoles refritos- sobre el que se tiende un puñado de carnitas. Eso es todo.

O casi todo: el apelativo de ahogada le viene de un singular proceso de inmersión en un cuenco de salsa, ya sea 'dulce' (sin chile) o picante, llamada 'de chile'. El tiempo de inmersión en cualquiera de las salsas (o en ambas sucesivamente, pero siempre primero en la 'dulce'), determina los grados de radioactividad de la torta. Una vez rescatada de su chapuzón salsero, la torta se sirve en el plato y es acompañada por cebolla cruda curada en limón, o 'desflemada'.

Ya después, sin parsimonia, pasa a calcinar lengua y paladar de los comensales, por no hablar del resto de su tracto digestivo.

Paco Navarrete
(v.pág.3B del periódico Mural del 28 de julio de 2005).


No hay entusiasmo tapatío que dure más de 72 horas.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.1-C del periódico El Informador del 23 de agosto de 2005).


¿Dónde termina el folclor y comienza la piedad?... O, planteado a la inversa, ¿dónde termina la piedad y comienza el folclor?...

Los límites entre uno y otra -o una y otro, que 'tanto monta...'- se diluyen por completo.

'La Romería', si se le denomina con su nombre culto, o 'La Llevada', si se prefiere el nombre plebeyo, es, en efecto, parte del folclor (definido por la Real Academia como 'conjunto de creencias, costumbres, artesanías, etc., tradicionales de un pueblo') de Guadalajara y anexas. La costumbre data de los tiempos en que'Las Barranquitas', hacia el norte; el Agua Azul, hacia el sur; el barrio de Oblatos -vecino a San Juan de Dios-, hacia el oriente, y la Colonia Americana, hacia el poniente, constituían los límites de la ciudad. Acompañar a la imagen de 'La Generala' hasta Zapopan, en esas circunstancias, aun atenuadas por el hecho de que desde los orígenes de la tradición ya se contaban por miles los fieles que se aventuraban por veredas y caminos de herradura, era, en toda la extensión de la palabra, una expedición.

Alguna vez, al levantar el acta ministerial de una de las trifulcas que casi nunca faltan, entre grupos de jóvenes alcoholizados, que se resolvió con algunos heridos y unos cuantos detenidos, los testimonios concordaron: de uno de los grupos surgió una exclamación: '¡Viva la Virgen de Guadalupe!'; del otro, la réplica: '¡Cállense, (...) chilangos!'... Y se armó, literalmente, 'la de Dios es Cristo': de los insultos se pasó a las pedradas, y de ahí a los golpes y a todo lo demás.

En Zapopan, la comuna anticipó que, con motivo de la 'Romería', daría 3,700 permisos a comerciantes fijos y ambulantes. Falta la cifra de licencias para expender alimentos y baratijas de toda especie que, con este mismo motivo, extienda el Ayuntamiento de Guadalajara. Lo cierto es que los miles de 'puestos' que se instalan, desde la 'Plaza Guadalajara' hasta la ahora llamada 'Plaza de Las Américas Juan Pablo II', convierten esa ruta, por unas horas, quizá, en el tianguis o 'mercado sobre ruedas' -con predominio del expendio de fritangas- más extenso del mundo.

Por supuesto, ni a irreverencia llega -y ya no digamos a blasfemia-, consignar que, al paso de 'la venerada imagen' -como reza el lugar común-, humos y olores del aceite con que se cocina al aire libre, prevalecen, ampliamente, sobre las aromáticas volutas emanadas por los incensarios, y que los pregones de los comerciantes prevalecen, ampliamente también, sobre aclamaciones, cánticos y rezos.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 10 de octubre de 2005).


La que se supone que es nuestra gran tradición popular es el Día de Muertos. Eso, claro, si no le preguntamos a un niño popis, sino a un antropólogo, de preferencia gringo o europeo. Porque el tapatío promedio, sobre todo si es sincero, nos dirá que aquí, la verdad, eso del Día de Muertos es tan exótico como el Jálogüin. Y con razón: es una festividad que tiene un pie firmemente anclado en la tradición indígena y, por lo tanto, muy arraigada en zonas con mayor población autóctona o mestiza: Michoacán, el Edomex, Puebla, Guerrero...

Y la verdad, en la Guadalajarita criolla, con ínfulas de ciudad güera casi alteña, como que eso de armar tzompantlis con sus tzempasúchitls, prender las velitls con cerillotls y comer tamallis con xocolátl en águatl, como que no cundió. Para decirlo en tapatío vernáculo: 'Sabe qué modo', pues.

Paco Navarrete
(v.pág.3B del periódico Mural del 3 de noviembre de 2005).


Todas las personas que por diversos motivos han venido a radicar a Guadalajara tienen una queja en común: consideran que integrarse a la sociedad tapatía, 'entrar' en ella y ser bienvenido socialmente es sumamente difícil.

Y no me refiero a aquéllos que por el solo hecho de haber nacido o vivido, por ejemplo, en la capital o en la regia ciudad del norte se sienten superiores a los 'provincianos' tapatíos, o a aquéllos a los que su soberbia los hace merecedores del rechazo social, sino a todos los que, a pesar de que brindar un trato amable, de 'iguales', de gente 'normal' y educada, y que han tratado noble y honestamente de hacer nuevos amigos en esta ciudad a la que la vida los trajo son, de una u otra manera, rechazados.

Yo no sé si esto se da en todas partes o es práctica exclusiva de los tapatíos, pero sin duda en Guadalajara existe un concepto de la amistad muy especial y equivocado.

La mayoría de los grupos sociales se consideran a sí mismos como cerrados y difícilmente aceptan que se agregue a ellos una nueva persona o una nueva pareja.

No obstante, las probabilidades de aceptación de un fuereño son revisadas y aumentan exponencialmente si el aspirante a la categoría de 'amigo' cuenta con determinadas características físicas y económicas.

Si el recién llegado y su pareja son ricos, bien parecidos y, preferentemente, de ojo claro, la aceptación se agiliza, como si se tratara de un corrupto trámite burocrático. Pero si el fuereño es de modesta economía y su aspecto físico se asemeja más a la llamada raza de bronce que a la de los suizos tapatíos nacidos en alguna de las nobles colinas de Guadalajara y que, por lo mismo, se sienten con la misma alcurnia de la nobleza europea, las probabilidades de ser rechazado socialmente son prácticamente todas.

De que en Guadalajara la discriminación por debajo de la hipocresía social opera al máximo, no les quepa la menor duda.

Pero los problemas de estos grupos sociales no son únicamente los relativos al rechazo de individuos de cultura y orígenes distintos, sino también otras extrañas reglas y conflictivas condiciones que le ponen a las amistades.

Una de ellas es que los amigos son y vienen en paquete. Esta regla dice, que si por alguna razón alguien llegara a invitar por separado a una persona que regularmente sale con un determinado grupo de amigos, nadie de ese grupo le perdonará jamás que los haya dejado fuera. Si así lo hace, corre el riesgo -si se puede llamar riesgo- de que los que no fueron invitados boicoteen su amistad y le retiren el saludo. Los grupos sociales funcionan como pandillas: o van todos o no va nadie.

La otra regla o condición es el fenómeno de la 'exclusividad de la amistad', que funciona como sigue:

"Si un día se le ocurre salir con alguien distinto y ajeno al círculo de amigos que normalmente frecuenta, habrá un extrañamiento, y el hecho será interpretado como desinterés y el posible deseo de cambiar de amigos. O sale siempre con los mismos o le obligan a escoger, porque la amistad es concebida como una especie de franquicia exclusiva que nadie más puede utilizar, como si se tratase de marcas o patentes de amigos registrados.

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(v.pág.10A del periódico Mural del 10 de noviembre de 2005).


Paisajes tapatíos

La costumbre de fin de año de festejar con fogatas [y quema de llantas], sobre todo en colonias populares, ha hecho durante los dos últimos años nuevos que el 1o.de enero se tengan los perores niveles de contaminación atmosférica de todo el año.

(V.pág.8 del periódico Público del 30 de diciembre de 2005).


Guadalajara fue víctima de su propio encanto. Atrajo ('sedujo', podría ser el vocablo más exacto) a muchos migrantes, no sólo de Jalisco y estados circunvecinos, sino también de entidades relativamente distantes. Fue la tierra de promisión para quienes quisieron compartir la 'aurea mediocritas' (dorada medianía) de los tapatíos... Pero no sólo: el carácter afable de su traza, de su clima y, sobre todo, de sus habitantes -cordiales, hospitalarios...-, conquistó también a parias y delincuentes de cuello blanco: tan malvivientes unos como otros.

El creciente desempleo -resultado de la insuficiente oferta de trabajo para todos los demandantes- generó, por una parte, las manifestaciones típicas del subempleo: el ambulantaje; algunas variantes de la mendicidad: 'franeleros', 'apartalugares', 'limpiaparabrisas'. Por otra, la delincuencia abierta.

Vandalismo. 'Grafiti'. Suciedad. Desorden. Ruido. Proclividad a la anarquía. Inseguridad. Corrupción. Prepotencia de las autoridades. Desprecio del ciudadano por ellas... Esos serían algunos de los rasgos más característicos del horrendo autorretrato que los habitantes de la ciudad trazamos día a día ('golpe a golpe, verso a verso', diría Antonio Machado), a brutales brochazos, en deterioro de la plausible imagen de ciudad amable' que los tapatíos de otros tiempos se esmeraron, amorosamente en trazar.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 15 de febrero de 2006).


Guadalajara ha sido una ciudad asediada por la contaminación del agua que consume. Y tan copada como lo ha sido su territorio desde los sismos aquellos que acometieron a la Ciudad de México en 1985, cuando mucha gente se fue a radicar a la Perla Tapatía.

Cosas de las costumbres. O de las malas educaciones con que suele llegar la gente a lugares donde no estaban.

Mucha gente de aquella Guadalajara recuerda todavía cómo el agua era utilizada con cuidado y las calles barridas desde muy temprano. La madrugada incluso. Conforme llegó más gente a vivir allí, podía mirarse a personas que regaban a manguerazos la banqueta o lavaban el auto a cubetazos.

Vicente Bello
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 15 de abril de 2006).


A la gorra no hay quien corra, y mucho menos un tapatío. Con decirles que la última encuesta de MURAL en cuestión de espectáculos no dice nada nuevo, pero confirma contundentemente lo que ya sabemos: pedimos mucho, pagamos poco. Y eso, si no hay remedio.

El 24 de abril pasado, en la sección Gente apareció esta nota, por si les interesa ahondar en ella. Si no, aquí se la resumo: pedimos a U2, al mamucas de Robbie Williams o la mamita caderona de Shakira. Pero uno de cada tres no pagaría ni 300 pesos por boleto. Menos de 30 dólares. ¿Es poco o mucho? Para lo que cuesta una producción de ese tipo, muy poco. Para nosotros, mucho. Para mí, por ver al nefasto de Arjona, por ejemplo, es un robo descarado.

Peor aún: el 50% de los encuestados, la mitad, no va nunca a conciertos. Nunca. Claro que esa respuesta se presta a varias interpretaciones. Se supone que el margen de error de la misma es de 5%. Pero no sabemos si de pronto la que respondió fue una ruquita que cree que lo único que vale la pena oír en un concierto es música compuesta hace dos siglos, o un chavito reventado que no va a conciertos... porque se la pasa en los 'raventones' a la ponchis ponchis, 24 horas de reventón constante. Vayan ustedes a saber.

Y hablando del poder de los gruperos, ¿quién se acuerda de aquellos gentíos del Río Nilo? Ahora ni los casinos llenan.

Paco Navarrete
(v.pág.10 del periódico Mural del 4 de mayo de 2006).


Hay muchas palabras que los tapatíos usamos incorrectamente, algunas veces sin darnos cuenta, y otras, las más, conscientemente, pues las hemos incorporado a nuestro lenguaje habitual.

Tal vez, la palabra que tiene el primer lugar en este uso incorrecto sea el verbo ocupar, que utilizamos por necesitar, pues campechanamente decimos 'ocupo' un martillo por necesito un martillo.

Mucho se nos ha criticado por esta incorrección, pero nosotros seguimos tan campantes, que hasta podría pensarse que nos agrada esta crítica.

Otra palabra de un uso doble incorrecto es 'ahorita', que la usamos cuando nos retiramos de con un amigo o un grupo de amigos, al expresarles 'ahorita' vuelvo. En primer lugar la palabra ahora no tiene diminutivo, y en segundo lugar, lo correcto es ahora me voy y luego regreso.

También el vocablo ahora lo usamos mal, al confundirlo con el adverbio hoy, ya que ahora es el momento en que lo pronunciamos y no la fecha o el día.

Igualmente, usamos mal la palabra álgido, puesto que a pesar de que significa lo más frío, lo usamos como lo más caliente.

Cuando al estar comiendo le echamos sal a la comida, justificamos esta acción afirmando 'es que soy muy salado', cuando lo justo sería decir 'es que soy muy desabrido'.

Desde pequeños se nos dijo 'límpiate esas narices', cuando sólo tenemos una.

Luis René Navarro
(v.pág.1-B del periódico El Informador del 19 de junio de 2006).


Entre las versiones que conozco acerca de nuestro gentilicio, 'tapatíos', hay una que achaca su origen al supuesto náhuatl 'tapatiotl', que dizque significa 'comerciante'. Otra, más plausible, se refiere a una medida utilizada en el comercio. Como sea, ambas nos otorgan una cierta afinidad y vocación comercial, actividad que en verdad ha predominado, ya fuera a nivel regional, hacia poblaciones relativamente cercanas, como a nivel nacional, pues éramos paso obligado en la ruta Pacífico hacia el norte.

Y tanto talento para la compraventa, el regateo y la trácala... ¿qué se hizo?

Pues si tomamos en cuenta a las grandes firmas del comercio jalisciense, se hizo humo. Al igual que la gran industria en el estado, fue comprado o simplemente orillado a la quiebra por fuereños más hábiles o más eficientes. La fábrica de los Aranguren y Calzado Canadá son ejemplo de ambos extremos. En el comercio, grandes almacenes pasaron a mejor vida, o a manos más hábiles, en tan sólo un par de décadas: Maxi, Hemuda, El Nuevo París o Las Fábricas de Francia, con todo y su barata For-Bec.

El comercio 'informal', de nuevo, prosperó, pero al parecer no con el empuje y la habilidad de otras zonas, en especial el centro de la república. Es cierto, cualquiera capaz de armar y sostener las redes que surtan de contrabando a la segunda ciudad más poblada del continente, será en principio el rey de la fayuca. Tanto por volumen de ventas, como por su capacidad de tener a las 'autoridades' comiendo de su mano (esto, si no es que los mismos funcionarios son los capos mayores).

Paco Navarrete
(v.pág.10 del periódico Mural del 3 de agosto de 2006).


Varias imágenes quedan de lo que fueron y son algunas costumbres de los tapatíos, así como cosas curiosas que pasan en Guadalajara.

En primer lugar, la romería del 12 de octubre, para acompañar a la Virgen de Zapopan en su retorno anual a su basílica.

Los tapatíos participan con el mismo entusiasmo en los festejos patrios.

La Plaza de la Liberación continúa como predilecta de las familias, para pasar en ella una tarde de recreo.

Las tortas ahogadas se multiplicaron, pero con un sabor distante del que tenían las de su creador, "El Güero", que las vendía en Miguel Blanco y 16 de Septiembre, salvo las que se sirven en la esquina de Madero y Huerto, que sí se les parecen bastante.

Se conserva aún el hábito de las tapatías de tener macetas con plantas de ornato en los patios y balcones de sus casas, cuidando de ubicarlas en el lugar correspondiente si son de sombra o de sol.

La cena de antojitos, pozole, tacos, sopes, tortas y tostadas, ya sea comprados y llevados a casa, o comerlos en los mismos puestos y establecimientos.

En algunos barrios todavía se escucha el peculiar silbato del afilador de cuchillos, a cuyo sonido se deben agitar los monederos, para la buena suerte.

Los vendedores de fruta picada, en recipientes o bolsas de plástico, con sal, un poco de picante y limón.

Las personas que conservan la buena costumbre de barrer el frente de sus casas, las que no hay que confundir con aquéllas que sólo avientan la basura a los lados o al centro de la calle, y que luego los vehículos se encargan de regarla por toda la cuadra.

Los que piden ayuda para completar el boleto de camión, para comprar unas medicinas o para enterrar a algún familiar, y que las más de las veces no es cierto.

Los conductores de vehículos que cuando hay corrientes de agua en las calles, disfrutan bañando a los peatones que van por las banquetas.

Los discapacitados, que en sillas de ruedas aprovechan los 'altos' prolongados en algunos cruceros para ofertar dulces, chocolates y chicles a los conductores de vehículos, y que muchos les compran porque su venta es una actividad digna, y no se limitan a extender la mano, como lo hacen, en los mismo cruceros, mujeres jóvenes con niños en brazos.

La venta de los famosos dulces llamados 'borrachitos', tocayos como diría un amigo, en la confluencia de Hospital y Federalismo, pero que la venta la realizan mujeres ancianas y niñas, al ya increíble precio de 10 pesos la caja.

Los huicholes, que en los tianguis andan vendiendo pomada de peyote para dolores musculares, reumas y torceduras.

En algunas colonias de la periferia el reparto de leche se sigue haciendo en caballos y mulas.

Por último, como cosa curiosa, en los negocios de venta de pollo frito, del famoso 'coronel', todos los empleados, hombres y mujeres, llevan pantalones sin bolsas.

Luis René Navarro
(v.pág.1-B del periódico El Informador del 18 de septiembre de 2006).


"¿Qué tanto sabe usted sobre la Revolución Mexicana? (Escoja sólo una opción, no sea burro)."

¿Quién fue Madero?
A) Un aguardiente.
B) Una calle.
C) Un futbolista del Atlas.

¿Qué es lo más destacable de la Revolución?
A) Que le hizo justicia a mi padrino el diputado.
B) ¿La avenida? Que la bloqueó el PRD, según Paulina Rubio.
C) La Revolución de Amor, de Maná.

¿Por qué no hay calles con el nombre de Calles?
A) Porque se pasó de rosca.
B) Porque ni modo de ponerle a una plaza, "Plaza", o a un busto "Busto".
C) Porque ni siquiera debutó en Primera División.

¿Por qué Villa no fue presidente?
A) Por pen... sarlo tanto.
B) Porque se fue a la villa, perdió la silla y lo cosieron a balazos.
C) Porque, a diferencia de Germán Villa, en la única división que militó fue en la del Norte.

¿Quién evacuó Piedras Negras?
A) Una bola de zacatones.
B) Uno que tragó harto y se empanzonó.
C) Los Tecos, con tantos cambios de entrenador.

¿Cuál es la fama de "los Dorados"?
A) Que, como no se bañaban, brillaban a lo lejos.
B) Que inventaron el bronceado sin Coppertone.
C) Que anunciaban una mueblería, "Los Dorados de Villa".

Solución:

Si respondió a la mayoría con la letra...
A) Es usted un cínico. Tal vez no sepa mucho de historia, pero siempre se acercará a la verdad por el puro hecho de pensar lo peor de cada situación. El periodismo puede ser su opción profesional.
B) Es usted un imbécil. Siempre se va por la salida fácil. Dedíquese a la política.
C) Usted es el peor: es un enajenado. Apague el televisor y póngase a trabajar. Ya. En lo que sea.

Paco Navarrete
(v.pág.10 del periódico Mural del 28 de septiembre de 2006).


Pues sí: como en Jalisco ya no hay inseguridad, ni desempleo o subempleo, ni falta de servicios de salud o deficiencia en los de educación, etc., que requieran esfuerzos o desvelos de los representantes populares, éstos, fraternamente colegiados en el Congreso del Estado, encontraron al fin -¡eureka!-, lo único que faltaba: ¡un himno!

Dirán que ahí está la 'Guadalajara', de Pepe Guízar. Empero, por una parte, lo de los 'Colomitos lejanos' es un craso anacronismo, tomando en cuenta que la mancha urbana ya los devoró; la evocación del aroma 'a limpia rosa temprana' en plena inversión térmica, y 'a pura tierra mojada' a cualquier hora y cualquier punto de la ciudad es, hablando en plata, una ironía grosera. Tampoco funcionaba reciclar un mambo -o algo así- que ponderaba las aproximaciones al Olimpo que hace medio siglo, gracias a las "Chivas", una figura del boxeo y el primer mexicano nombrado 'príncipe de la Iglesia', engalanaban a esta 'tierra de Dios': 'Jalisco tiene tres cosas / que hacen la tierra temblar: / su equipo Guadalajara, / Becerra y el cardenal'... Y como el bravío '¡Ay, Jalisco, no te rajes!', en plena invasión del americanismo, 'La Academia' y la música de banda (hay la hipótesis de que Jalisco -¡madre santísima de Talpa!- ya es el estado más sinaloense de la república) ya no motiva a nadie, se promovió un concurso para buscarle letra y música.

El vate Moisés Guerrero López presentó estos vibrantes versos: 'Jaliscienses, la patria nos llama, / tremolando el pendón tricolor, / recordando la casta valiente / que a Jalisco su vida ofrendó'. Etc.

Obviamente, la similitud en la métrica, en el léxico (tremolando, pendón...), la ideología belicista ('la patria nos llama', 'la casta valiente'...) en los ripios incluso, con el Himno Nacional, es mera coincidencia. El maestro Felipe Vázquez, al musicarlo, debió vérselas negras para no fusilarse, impunemente, a Jaime Nunó.

Lo cierto es que el Himno Jalisciense aún no pasa la aduana. Al parecer, se piensa -es un decir- abrir un concurso, para que ningún aspirante a autor se quede afuera. Ni siquiera quien propone otro con dos estribillos. Uno, para antes de los eventos en que el Himno se ejecute: '¡Sí se puede, sí se puede...!'. Otro, para después: '¡No se pudo, no se pudo...!'.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 2 de octubre de 2006).


Gracias a la fermentación de unos granos y unas frutas, los tapatíos han disfrutado de excelentes bebidas, que han sido el deleite de sus paladares por varias generaciones. Luis René Navarro
(v.pág.1-B del periódico El Informador del 2 de octubre de 2006).
Publicado en el periódico Mural el 19 de octubre de 2003.


Muchas organizaciones altruistas y de asistencia social que llevan programas de atención a los más necesitados, se quejan de que los ricos de Jalisco, con sus honrosas excepciones, no saben dar a los demás. Que son verdaderamente tacaños.

Familias que tienen multitud de propiedades, negocios y capitales almacenados en diversos bancos no tienen la capacidad de mantener una actitud altruista hacia los que menos tienen.

Guillermo Dellamary, filósofo y psicólogo
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 24 de octubre de 2006).


Los defensores de las costumbres mexicanas apuestan por conservar el Altar de Muertos y luchan contra la importación del Halloween.

Pero, ¿qué tan tradicional es en Jalisco el hecho de colocar calaveras de azúcar y papel picado para celebrar el Día de Muertos?

A lo mejor no tanto, porque según el investigador del INAH Jalisco, Horacio Hernández, los Altares se empezaron a popularizar a finales del siglo 19 en México y llegaron al estado provenientes, probablemente, de Michoacán.

El investigador, que tiene 20 años trabajando el tema de las ofrendas para los fallecidos, considera que si los altares no tienen una larga tradición en el país, menos aún cuentan con una historia en el estado.

"En el caso de Guadalajara y de Jalisco esta práctica no está arraigada, no es parte de nuestra memoria histórica porque empieza a cobrar vida de manera extraordinaria de unos 20, 25 años para acá. Si nos remontamos al siglo 18 aquí no teníamos la más mínima idea de eso", aseguró.

"(En Jalisco) empieza a cobrar una importancia inusitada en función de que se academizó mucho esta festividad y se academizó en el sentido de que la Universidad de Guadalajara y otras universidades privadas empiezan a elaborar Altares de Muertos en sus espacios".

Incluso el autor del libro Ofrenda a la Vida a Través de la Muerte, editado por la UdeG, "culpa" a la película "Janitzio", de 1934, de la llegada de los altares a Jalisco.

"Si mal no me acuerdo, aquí en la ciudad los primeros altares maravillosos que se empezaron a hacer fueron los de Pepe Hernández en el Museo Regional de Guadalajara, hace aproximadamente unos 25 años", añadió el investigador.

Para Hernández, la Iglesia católica también ha jugado un papel importante en estos intentos por "fabricar" esta costumbre a través de la normativización de los altares incluyendo elementos como los tres niveles para representar a la Santísima Trinidad.

"La propia Iglesia ha estado insistiendo en reapropiarse este tipo de expresiones para hacer más patente la sintomatología del cristianismo, más que el hábito pagano o el hábito indígena", explicó el investigador.

(V.pág.5 de la sección "Gente" del periódico Mural del 2 de noviembre de 2006).


De acuerdo con el arquitecto y rbanista Carlos Mondragón González, el problema de la traza urbana de Guadalajara comienza en la época virreinal, ya que en ese tiempo "se establecía que el ancho de las calles debería de aproximadamente 13 metros de ancho para que se pudieran mover con facilidad, mulas carretas y gente".

Según el estudio de movilidad del ITESO, en los inicios del Siglo XX, Guadalajara ya presentaba las primeras modificaciones en su traza urbana, en ese entonces la ciudad contaba con una población de 101,452 habitantes, que tan sólo en 10 años aumentaría hasta los 120,000 pobladores. Esto se debió fundamentalmente "a la migración de personas del campo que buscaban emplearse en la ciudad".

Para 1940 se acelera el desarrollo urbano de Guadalajara, aparecen "nuevos fraccionamientos, se pavimentan los primeros 80,000 metros cuadrados de calles y nuevas avenidas".

A finales de esa de década el sistema de tranvía eléctrico ya había desaparecido para dar paso a autobuses y los primeros automóviles, además de que la extensión la ciudad casi se había duplicado al pasar de 2,620 a 4,180 hectáreas.

En la década de los 60 el acelerado incremento de la población, el parque vehicular y la mancha urbana continuaban avanzando. La población pasó de 867,035 a un 1'480,472 habitantes, además de que "aparecen 123 nuevas colonias y fraccionamientos, de tal forma que la urbe llega hasta el municipio de Tonalá en 1964, año en que Guadalajara alcanza el rango de metrópoli con un millón de habitantes repartidos en casi 9,000 hectáreas".

Para 1980 la población metropolitana alcanzó 2'245,000 habitantes y los automóviles registrados pasaron de 82,000 a 250,000. En este periodo se elaboran y aprueba el Plan Municipal de Desarrollo Urbano de Guadalajara para posteriormente dar paso al Plan de Ordenamiento de la Zona Conurbada de Guadalajara. Finalmente, en 1989, al Plan Estatal de Desarrollo Urbano. En ese mismo año se inaugura el primer sistema de transporte colectivo: El tren ligero.

Actualmente, según el último Conteo Nacional de Población y Vivienda, realizado por el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática, Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque, Tonalá y Tlajomulco de Zúñiga sirven de asiento para 4'169,463 personas, aproximadamente, que representan 61.8% del total de población jalisciense.

(V.pág.8-B del periódico El Informador del 6 de noviembre de 2006).


Qué se le va a hacer. A los tapatíos nos gustan las vacas, pero para hacerlas bisté. Esa, la explicación más sencilla, es tal vez la más adecuada para entender por qué a pocas semanas de haber iniciado, la exposición callejera CowParade muestra un sinfín de vacas de fibra de vidrio pateadas, raspadas, rotas, rayoneadas y destazadas.

Será que necesitamos inaugurar un rastro estilo TIF en la avenida Vallarta. Se ocupa.

Los enterados de la industria restaurantera recordarán que hasta hace pocos años, cuando alguien intentaba ofrecer algo más que comida típica, se arriesgaba al más rotundo fracaso, a menos que de última hora, con las mesas vacías y ya con los acreedores pateando la puerta, hicieran un ajuste providencial a su menú. Justo al lado de los rollitos Raigón con espejo de jalea de chabacano y salsa de tres berenjenas, aparecía la infaltable lista de cortes de res. Así salvaban el pellejo.

No es que la raza sea ignorante o bárbara. Es que si no siente que comió carne, nomás no considera que valió la pena el gasto. De ahí la frase pa' frijoles, en mi rancho. Nadie va a un restaurante de postín a pedir un plato de frijoles de la olla, aunque sí pague por una fabada asturiana, que son frijoles... con chorizo y varios trozos de carnitas. Lo mismo pasa con la paella. ¿El sushi? Si no incluye pescado, que se los compre sushi.

Así que no es exagerado pensar que, con todos los destrozos, el desfile de vacas es un verdadero éxito. No sé de qué se quejan los organizadores. Han tenido publicidad gratis, ubicación privilegiada y gran popularidad. Nunca antes en esta ciudad se había montado tanto ganado desde que desaparecieron los caballitos de monedas de afuera de las mercerías. ¿Y la moda de los toros mecánicos? No fue más allá de un par de discotecas gruperronas.

Será entonces por pura nostalgia que abundan aquí los lugares de table dance. Sólo que ahí los papeles se invierten: son los clientes los que son jineteados, tal vez no como vacas, pero sí como bueyes. Porque de qué otra manera puede uno explicarse que paguen un buen billete por tres minutos de simulacro, y que además lleguen a pensar que una lindura de 20 años está brincoteando sobre su gran barriga, y a 30 centímetros de su cara con más barros que una brecha en época de lluvias, porque él le cayó bien. O por guapo.

Muuu.

Olvídense de los hula hulas: las vacas del CowParade son un verdadero hito en la plástica tapatía. Que si se rompen las obras de arte, peor para ellas. Quién les manda a los artistas ser tan desechurados, hombre. Qué les costaba hacer más recias sus esculturas. Le hubieran pedido consejo al charlatán ése de Sebastián, el culpable de los Arcos de Milenio. El les hubiera sugerido, claro, hacerlas de puro fierro: así no se las pueden llevar, porque pesan un demonial. No se rompen, si acaso se oxidan. Y con el friyazo que se puede llegar a sentir, a ver quién es el guapo que las monta sin congelarse las sentaderas.

Paco Navarrete
(v.pág.10 del periódico Mural del 14 de diciembre de 2006).


He aquí los pasos para manejar un auto en Guadalajara:
  1. Si tiene un auto súbase en él. Si tiene varios, préstele uno a su esposo, su mujer, su hijo: la familia quedará mejor si cada quien conduce uno. Dispóngase al viaje por Guadalajara. Tome de preferencia las avenidas Federalismo, Enrique Díaz de León, Javier Mina, Revolución, Vallarta, López Mateos, Hidalgo, Las Rosas, Américas. En su defecto tome la avenida que le dé la gana. Váyase al infierno que son las calles hoy en día en la ciudad. Antes, no olvide verificar que su claxon funcione.
  2. Seguro el maldito tráfico lo pondrá furioso. Cálmese: usted no tiene la culpa. Además, ese gusano lento, multicolor y gordo del que su vehículo forma parte es un privilegio: significa que usted subió en la escala social y ahora pertenece a esa cuarta parte de la sociedad que no debe viajar a bordo de un pestilente camión. Recuerde: tres cuartas partes de sus paisanos lo envidian.
  3. Los ciudadanos de a pie lo envidian no importa que sean niños, mujeres bellas o viejitos con bastón. Para que se les quite écheles el carro, invada las líneas de cebra, súbase a las banquetas. Nomás cuide que no lo vea la autoridad o resígnese a ser multado.
  4. Ignore los semáforos. En estos días, usted habrá notado que cuando su semáforo está en verde usted avanza medio metro. Písele cuando su semáforo se ponga en rojo. Una advertencia: si, por ejemplo, usted viaja por Federalismo a la altura de Hidalgo, se quedará a medias de Hidalgo y los que vienen por esa vía le pitarán, ciegos de ira. Hágales una seña obscena. O gríteles: le servirá para bajar la tensión. Si por el contrario, usted viene por Hidalgo y una treintena de automovilistas le impiden avanzar hacia el centro, use el claxon y, no se quede con las ganas, responda la ofensa: "¡Imbécil, muévete!" u otra peor, según su temperamento. Claro, tome en cuenta que también se la podrán regresar.
  5. Para dar una vuelta a la izquierda no es necesario que circule por el carril izquierdo: las filas son inmensas, usted no está como para perder su tiempo y lo hará verse como todo un valiente si usted dobla a la izquierda desde el carril derecho. Anímese. ¿Se dio cuenta de cuántos años le ha pagado al seguro sin usarlo? Puede intentar la operación en Vallarta y Rafael Sanzio, en Federalismo y la Paz o la avenida de su preferencia. Notará que varios siguen su ejemplo. Si por el contrario alguno le mienta la madre, siga las últimas instrucciones del paso anterior.
  6. Quizá encontrará algunas avenidas más desahogadas: llegó el momento de aprovechar todos los caballos de su vehículo. Ni se le ocurra dejar que otro automovilista se pase a su carril. Si usted viene de ese lado su trabajo le costó.
  7. ¿A su pareja se le ocurrió ir de compras al centro de la ciudad? Ni intente ir a un estacionamiento. Los que no están llenos son caros. Muchos tuvieron la misma idea y la zona está abarrotada, al igual que Santa Tere y las plazas comerciales. Mientras su pareja compra, usted espere en la calle, en doble fila. De todos modos otros lo hacen.
  8. Tome en cuenta algunos tiempos de desplazamiento por esta ciudad en las horas pico (descubra usted mismo cuáles son): si va sobre Hidalgo, tardará mínimo quince minutos entre Enrique Díaz de León y Federalismo. Si circula por Américas hará 30 minutos entre Pablo Neruda y los arcos de Zapopan. Para llegar a Plaza del Sol, de donde quiera que venga, hará más de media hora. De la calzada del Ejército a la glorieta del Charro, 25 minutos. No pierda su tiempo: practique los pasos anteriores. Tome en cuenta que todos los carros que usted ve continuarán en Guadalajara después de la Navidad. Tome en cuenta que el próximo año será peor. Y recuerde: en estas fechas las agencias automovilísticas rematan su mercancía: quizá lo que usted necesita es un vehículo más rápido.
Vanesa Robles
(v.pág.8 del periódico Público del 17 de diciembre de 2006).
Entre los tapatíos, existe una expresión reprobatoria que define la estrecha y prejuiciosa idea que muchos habitantes de esta parte del mundo han tenido de su propia ciudad: "¡Estás hasta la calzada!". Esta expresión, con sus variantes que incluyen a otras personas gramaticales, debió acuñarse a fines de la Colonia o en los primeros años de la época de la Independencia, cuando a la rúa que atravesaba Guadalajara de cabo a rabo, desde el Agua Azul hasta el actual parque Morelos (La Alameda se llamó en un principio), comenzó a ser conocida popularmente como "la calzada", tanto por inusual anchura como por estar acotada o "calzada" por cuatro hileras de fresnos, que corrían por ambas aceras y por los bordes del río de San Juan de Dios, que hasta los primeros decenios del siglo XX fluyó, a cielo abierto, por la parte central de la calzada.

Aun antes de ser conocida así (el oficial fue, durante mucho tiempo, paseo: Paseo de la Alameda, Paseo del Agua Azul, Paseo Porfirio Díaz..., pero acabó cediendo ante la denominación popular), la calzada ya era vista por los habitantes del poniente como frontera "hasta un límite natural había: el riachuelo de San Juan de Dios" de la Guadalajara "criolla", "castiza", "decente", entre otras presunciones clasistas y sociales por el estilo. Del otro lado de la calzada vivían los indígenas de Analco (su toponímico no podría ser más significativo: "al otro lado del río") y el populacho, con los "malditos" de San Juan de Dios y de barrios como El Alacrán. Y aun cuando a fines del Porfiriato el gobernador Miguel Ahumada entubó el río, y a la calzada se le impuso el apelativo de "Independencia", con motivo del centenario de la gesta de Hidalgo y de la inauguración del monumento conmemorativo, en 1910, "estar hasta la calzada" siguió significando estar equivocado y muy lejos de lo deseable.

Lo peor del caso es que, en la práctica, este prejuicio es compartido por muchos grupos sociales y hasta por las propias autoridades. ¿Dónde se desarrollan, por ejemplo, las actividades culturales patrocinadas por el Ayuntamiento de Guadalajara y el gobierno del estado? No, por cierto, en el oriente de la ciudad. ¿Cuál es la idea que directivos y patrocinadores del Cowparade tienen de Guadalajara? La de una ciudad literalmente mocha, pues borraron todo el oriente tapatío, al no instalar una sola de sus "artísticas" reses del otro lado de la calzada. ¿Quiénes son los que de veras están hasta la calzada?

Juan José Doñán
(v.pág.3 del periódico Público del 19 de enero de 2007).


Sostener que "esas cosas sólo suceden en Guadalajara", sería, como dijo alguien, "mentir... y, además, faltar a la verdad". Sin embargo, hay que decir, precisamente en honor a la verdad, que es preocupante que "esas cosas" ocurren con tanta frecuencia en Guadalajara y sus alrededores.

El miércoles, la Secretaría de Desarrollo Urbano, mediante un escueto boletín, informaba que el tráfico por un ramal subterráneo del "nodo Colón", se cerraría durante dos semanas, al efecto de instalar "un dispositivo recolector (vulgo ‘tubo’), para evitar que se mojen los pavimentos del nivel menos seis".

Como en las historietas de La Pequeña Lulú, "La Araña ya investigó". Una vez que "el estudio que previamente se había realizado" -reza el boletín- demostró que "el flujo del nivel freático no ha sufrido alteración" (o sea que la naturaleza no aprovechó la coyuntura del paso a desnivel para alterar abruptamente sus leyes, inmutables por definición), se encontró una manera de contener las filtraciones: un palo de escoba -sujeto con alambres, en parte para amacizarlo... y en parte para que no tan fácilmente se lo roben- retacado en el orificio. El sistema parecerá burdo, poco sofisticado, indigno de profesionistas de primer nivel; pero de que funciona, funciona.

La memoria se pierde en todas las historias surrealistas que, en tratándose de obras públicas, desde tiempo inmemorial han ocurrido en estos lares: el soporte y los "cinchos" que en ese mismo paso a desnivel se colocaron debajo de un colector, para evitar que un sismo lo fracture y lo colapse; la barda perimetral que circunda Plaza del Sol, para evitar inundaciones; los parches al Palacio Federal y la "faja" en la "Torre Educación", porque ambas construcciones resultaban inseguras; los reforzamientos que requiere el Mercado Libertad, al advertirse que la carga que soporta su estructura puede ser, en el muy posible caso de un sismo, superior a su resistencia; o el colmo: el túnel de la Avenida Federalismo, que debió corregirse, porque no se calculó que los carros, en la curva que tiene entre Hidalgo e Independencia, simplemente no cabrían.

Menos mal que los urbanistas tapatíos tienen maestrías, doctorados "y de ahí p’arriba", en los que el arquitecto Guillermo Sandoval Madrigal llama "remedios rancheros"...

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 29 de enero de 2007).


Quienes hayan asistido desde hace tiempo a la esquina de los olores que dominan, la Calzada y Javier Mina, incluso antes de la instalación del sifón de triste memoria, recordarán la creación de Taiwán de Dios: cuando los vendedores de fayuca, china en su mayoría, se comenzaron a instalar en lo alto de la noble estructura diseñada por el arqui Alejandro Zohn.

A poco, la venta de grabadoras Panasonex, cassettes Memormex y Sonni y pantalones Lewy's empezaron a hacer competencia a las marcas originales -Panasonic, Memorex, Sony, Levi's- que también ahí se vendían. Pero la explosión nos llegó desde el ciberespacio: primero fueron los quemadores de CD, luego, los de DVD. Y de ahí pa'l real: lo que inició con discretos puestos, a la sombra, es ahora un impresionante despliegue de discos, películas y juegos para computadora o consola de TV. El megachurro "Apocalypto", que recién se estrena en cines, está ahí disponible desde hace un mes "directito del original, amigo". "Babel" y "El Laberinto del Fauno", no se diga.

Pero más apabullante que su nivel de sofisticación para ofrecer mercancía inconseguible aquí de otro modo, es su proliferación: ya son mayoría en el tercer piso, pero también empiezan a propagarse por el área de las joyerías, las rampas centrales ¡y hasta las guaracherías!

Una película en DVD, por ejemplo, vale 20 pesos. 10 veces menos su valor en tiendas. Un juego de XBox, igual. ¿Cómo esperan, de verdad, competir contra eso?

Paco Navarrete
(v.pág.8 del periódico Mural del 1o.de febrero de 2007).


Hace 50 años, para remediar el problema de la falta de cambio, una de las líneas camioneras que entonces había, la de Mezquitán-Mexicaltzingo, los camiones verdes para quienes los recuerden, puso a la venta pequeñas monedas de bronce, con un pequeño hoyo en el centro, para que los usuarios pagaran con ellas su pasaje, con el aliciente de que al comprar cierto número les daban una de más.

A mí me tocó conocer todas esas líneas, y tengo la impresión de que su servicio era mejor y más seguro que el de ahora.

Además de la línea Mezquitán-Mexicaltzingo, estaban:

Centro-Colonias, de color blanco y con rutas del centro a las colonias del poniente.

Oblatos-Colonias, de color rojo, comunicando a colonias del oriente con la zona céntrica.

Norte-Sur, de color verde bajo y con rutas entre el norte y el sur de la ciudad.

Analco-Moderna, de la zona de Analco a varias áreas de los sectores Hidalgo y Juárez.

Tlaquepaque-Guadalajara, enlazando a Tonalá y Tlaquepaque con Guadalajara.

Mezquitán-Mexicaltzingo, con camiones verdes que unían a una zona sur de la ciudad con gran parte del Sector Hidalgo y avenida Américas hasta Zapopan, regresando por Atemajac.

Circunvalación, de color azul, con un recorrido periférico dentro de la ciudad.

Todas tenían camiones de primera y de segunda, estos últimos con un asiento alrededor de la unidad, al igual que un pasamanos para todo el pasaje de pie.

Los boletos en los camiones de primera costaban 20 centavos y sólo se les permitían tres pasajeros de pie; en los camiones de segunda el pasaje era de 15 centavos.

El mejor servicio estaba en la línea Centro-Colonias y el peor en la Analco-Moderna, a cuyos camiones se les llamaba Analco-Panteón o "Fiebre Amarilla".

Luis René Navarro
(v.pág.1-B del periódico El Informador del 12 de febrero de 2007).


Los valores y tradiciones de los tapatíos han cambiado en las últimas décadas, y al referirse a ello, el coordinador de Investigaciones de El Colegio de Jalisco, Jaime Olveda Legaspi, dijo: "Las costumbres tradicionales son desplazadas por las costumbres modernas; algunas celebraciones cívicas han desaparecido o ya no les dan importancia, existe un desgano por conocer la ciudad, por recorrerla, por vivirla. Por ejemplo, mucha gente no conoce el centro de la ciudad".

Por su parte, el investigador del Departamento de Estudios Mesoamericanos y Mexicanos de la Universidad de Guadalajara, Bogart Armando Escobar Hernández, al hablar del orgullo de ser tapatío expresó: "Los antiguos historiadores hablaban de una supuesta identidad tapatía: describían al tapatío como una persona que en donde se paraba, se notaba que era de Guadalajara, desde su presencia física, hasta una gran dignidad; resaltaba la personalidad, pero ese estereotipo cambió con el mosaico diverso de personas, incluso de otros estados que ahora conforman el universo de Guadalajara.

-¿Cómo cambió?

-En los años 80 llegó mucha gente de otros estados, tanto por la numerosa oferta de construcción de vivienda, como por el auge económico de la capital de Jalisco. Se reconfiguraron las prácticas sociales y culturales con los nuevos habitantes, mismas que incluso responden a procesos mundiales.

-¿Cuáles son los valores del tapatío?

-Gente amable pero no de entrada, se pasan años para consolidar aceptación. Es hospitalario pero no desde el principio, el tapatío es muy leal en su amistad cuando la da, ése es un valor del que está orgulloso.

Otro valor es la solidez familiar; uno ve la trayectoria de los grandes personajes que ha dado esta ciudad, como Efraín González Luna y Jorge Matute Remus, es gente que cuando se destacan sus datos biográficos, lo principal es su fuerza, su base familiar, la solidez de su familia y sus creencias, su religiosidad católica y su dedicación al trabajo; la sencillez es otro de los rasgos del tapatío.

Sin embargo, actualmente existen identidades diversas, fragmentadas, con la aparición de corrientes como los "escatos" y los "dark", que lo que evidencian es que no están encontrando ningún referente que les atraiga, ningún tipo de personajes o agrupaciones que los convenzan, por lo que están "volteando hacia sí mismos", intentando crear referentes de identidad, obviamente en el actual contexto de globalización.

Jaime Olveda Legaspi, es una voz autorizada para hablar de la identidad del tapatío a 465 años de la fundación de la ciudad de Guadalajara.

-¿Qué percepción tiene el tapatío de su origen? -La ciudad de Guadalajara ya no es la de antes. Algunos insistimos en que existe toda una identidad, un orgullo subsiste, pero ha cambiado, porque la realidad está cambiando.

La ciudad de Guadalajara no es la misma de hace 70 años, sobre todo por fenómenos como la globalización, ésta hace que los habitantes de cualquier ciudad tengan una percepción distinta de "su" ciudad. Así, la percepción de la Guadalajara tradicional, bonita y todas esas cosas, ya no la tienen todos los habitantes, porque las circunstancias han cambiado, el orgullo provincial, el orgullo de ser tapatío, el orgullo de sentirse habitante de una ciudad bonita, representativa, también se transforma, y junto con ese sentimiento de identidad, el sentido de pertenencia.

La ciudad se ha convertido en un receptáculo de muchos inmigrantes, tanto nacionales como extranjeros, que la convierten en una ciudad cosmopolita, en la que necesariamente la identidad cambia.

-¿Qué aporta la llegada de inmigrantes a la ciudad?

-Ellos traen sus propias costumbres y muchos se agrupan en clubes, se reúnen y recrean sus propias costumbres y todo eso permea, pero también asumen costumbres de los tapatíos, es una mezcla, una combinación, que de alguna manera cambia la identidad típica.

-¿Cómo es el orgullo actual del tapatío?

-No es el mismo de los años 30 y 40, que se empezó a reflejar en el cine mexicano, en las películas de charros; la sociedad se ha urbanizado, el país es otro, está más integrado, el regionalismo se ha debilitado, y también se ha debilitado el orgullo de ser tapatío y jalisciense, solamente se debilita pero no ha desaparecido, todo mundo se siente orgulloso del lugar donde nació, no es cualidad propia de los tapatíos.

(V.pág.8-B del periódico El Informador del 14 de febrero de 2007).

Centro


Mucho ha llovido y el río que se lleva las avenidas hace ya más de un siglo que lo convertimos en un albañal. El otro río, el Grande de Santiago, es otro albañal, que ahora se intenta limpiar. Y regresarlo, junto con su barranca, como parte del gran paisaje que a Guadalajara corresponde y que tanto ha negado. Desde las más altas crestas del bosque de la Primavera hasta los más hondos pliegues de la barranca de Oblatos el suelo que nutre a la ciudad espera su reconocimiento y su vigencia. Las venas que alimentaban la tierra fueron, una tras otra, segadas, aterradas, entubadas. Es tarea de esta generación entender finalmente el suelo que pisamos, comenzar la ardua tarea de restaurar lo agraviado, de recuperar lo perdido.

El valle de Atemajac podría volver a ser el ámbito de armonía que alguna vez nos contaron que fue. La arquitectura que ahora se levante pudiera aspirar a abrigar, con discreción y gracia, la vida de todos, todos los días. El orden extraviado entre la codicia y la insensatez puede ser instaurado. Basta que los habitantes así lo quieran. La historia de las ciudades muestra con largueza la posibilidad de la regeneración y el renuevo.

Mucho tiene Guadalajara que no ha perdido. Subsisten aún las huellas de la original sensatez, los esfuerzos de 30 generaciones por vivir en orden y en paz. Muchas arquitecturas ahí están, aún presentes. Casi olvidadas otras, a duras penas en pie, esperan la oportunidad de volver a ser útiles, de durar bajo el mandato de la racionalidad y la sencillez. Y mucho, nunca hay que olvidarlo, es lo que hemos perdido, a veces sin remedio. La nómina de los daños es extensa y fatigosa. Desde el viejo Colegio de Santo Tomás, el Colegio de San Juan, el Palacio de Medrano y el de Cañedo, medias calles de 16 de Septiembre, Alcalde, Juárez, Corona y varias más; los viejos mercados Corona y de San Juan de Dios, casi todos los conventos del Carmen y de San Francisco, la iglesia de la Soledad, los hoteles Imperial y García, la Escuela de Música, la casa Aguilar de Barragán y aquí seguiría la lista.

Mejor quedar con una estampa indeleble que pintó Ixca Farías hace ya muchos años: una vieja casa de barrio de ese certero color pajizo que en tantas construcciones se usaba. Dos contrafuertes sostienen los humildes muros puntuados por puertas y ventanas. Un árbol fraternal se recarga contra el edificio. Las sombras revelan la tarde que avanza. Podría haber sido ayer, quizá dura hoy todavía, por el rumbo de San Andrés, por ejemplo. Es la Guadalajara que pasa y que queda: la que sin duda durará mañana.

Juan Palomar Verea
(v.pág.9-B del periódico El Informador del 14 de febrero de 2007).


Mientras la mayoría de los ciudadanos tapatíos asegura que respeta el reglamento de tránsito, no compra "piratería" y no ha estado involucrado en accidentes viales, es común observar en la ciudad autos estacionados en sitios prohibidos, personas que no cruzan por las esquinas, autos contaminando, automovilistas arrojando basura y un sin fin de hechos que demuestran que la responsabilidad ciudadana no es una característica de los tapatíos, y para el investigador Adrián Acosta Silva, resulta "preocupante" la situación que se vive, por lo que urge mejorar en cuanto a la cultura de la legalidad, la formación de valores, la cultura democrática y el desarrollo comunitario.

Para el estudioso Adrián Acosta Silva, jefe del Departamento de Políticas Públicas de la Universidad de Guadalajara, la ciudad padece problemas derivados de hábitos y costumbres que tienen muy poco que ver con el "ciudadano ideal", es decir existe un déficit de civismo.

"La falta de responsabilidad ciudadana tiene una deuda cívica que se manifiesta en el incumplimiento de normas, reglamentos, en los comportamientos cotidianos, que trasciende hacia otros esquemas de orden social, como las prácticas de simulación, los arreglos, la transgresión de la ley, los acuerdos ‘en corto’, entre otros, que revelan un orden cívico desdibujado", dice el experto.

Lo anterior revela un estudio realizado por el Departamento de Mercadotecnia de EL INFORMADOR, a 600 personas mayores de 21 años habitantes de la zona conurbada de Guadalajara.

A la pregunta ¿ha estado en riesgo de ser multado por manejar de manera inconveniente?, 57% contestó "sí"; 43% respondió "no".

Las razones por las cuales estuvieron en peligro de ser infraccionados fueron: 41% "por no usar cinturón"; 28% por "estacionarse en lugar prohibido"; 22% por "pasarse un alto", y 9% por "conducir bajo los efectos del alcohol".

Al preguntar ¿cree usted que debe mejorar la cultura en cuanto al nivel de responsabilidad ciudadana? 72% respondió "sí" y 28% "no".

A la interrogante ¿alguna vez ha utilizado un servicio sin pagar? 61% dijo "no" y 39% "sí". Los servicios que no pagan fueron: 52% servicio de cable; 30% agua y 18% luz [energía eléctrica].

Finalmente a la pregunta ¿alguna vez ha comprado un producto "pirata"? los encuestados dijeron: 61% "no" y 39% "sí".

Para Acosta Silva el poco ejercicio de civismo es un problema viejo de la sociedad mexicana, de la tapatía y en general de las sociedades de América Latina. El experto considera que existe un inconveniente en la construcción de ciudadanos y una ciudadanía ligada a la debilidad ante lo que se ha denominado "el imperio de la ley" o el "estado de derecho".

¿Y qué pasa con la cultura?

-La cultura ciudadana tiene que ver más bien con los "hábitos del corazón", los rituales, las costumbres, las creencias, los valores y las prácticas que poseen los ciudadanos, que son construcciones sociales que se trasmiten de generación en generación; es decir, la cultura de "más vale un mal arreglo que un buen pleito", la costumbre de la "mordida", dar dinero para evitar o evadir el cumplimiento de la ley, el no respetar los lugares de estacionamiento, las señales de tránsito, el violar constantemente los límites de velocidad, todo eso tiene que ver con los "hábitos del corazón", que no son buenos en términos democráticos, sino responden a una forma de pensar y de actuar, que se ha edificado sobre la base de eludir compromisos y comportamientos.

-Si se considera que la falta de responsabilidad ciudadana es un problema ¿qué hacer para intentar revertirla?

-Una forma tradicional, histórica y probada de formar ciudadanía tiene que ver con la escuela. Es en los centros escolares y en la familia, donde se van construyendo los valores, las prácticas, las costumbres, los hábitos deseables para la vida en común; y ahí en donde están los problemas, en el ámbito público que nos ofrece la escuela y en el ámbito privado, que es la familia, existen enormes conflictos derivados de la vida cotidiana, que no es que sean "malos hábitos cívicos", ni productos de una sola fuente, pues son resultado de la falta de interacción entre la escuela, la familia, la gente de la colonia, el barrio y la propia ciudad.

-¿Por qué el déficit cívico?

-Los problemas de déficit cívico son en buena medida problemas de confianza social, que simplemente se reflejan en la falta de cumplimiento de normas y de leyes que no revela otro problema que la desconfianza en las instituciones, cuyas leyes son sustituidas por otras formas de comportamiento, redes de confianza y de asociación.

-¿Es alarmante la falta de responsabilidad ciudadana en la ciudad?

-Es preocupante, no es apocalíptico ni dramático; sí existen normas, aún no se llega a la anomia social, todavía no existe un caos, ni se ha llegado a la ley de la selva, en realidad existe un orden, corrupto, oscuro, pero que responde a una necesidad social en la vida de los ciudadanos. En esta medida, comprender el ordenamiento social de los grupos es encontrar formulación de mejores políticas para crear ciudadanía democrática, que se define en el respeto a la ley, a las instituciones y la tolerancia y el acuerdo, para avanzar hacia la construcción de una ciudadanía más responsable.

En Jalisco y en la ZCG se ha logrado avanzar en la cultura de la prevención, sin embargo, aún existe un gran sector de la sociedad tapatía que no escucha las recomendaciones de los distintos organismos encargados de proteger a la ciudadanía.

Así lo expresó el mayor José Trinidad López Rivas, director general de la Unidad Estatal de Protección Civil en la Entidad.

"La gente escucha poco, una parte mínima de la ciudadanía hace caso a las recomendaciones, reglas o reglamentos, un bajo porcentaje de la población tiene idea que existen riesgos y que se pueden eliminar, al tener una mejor seguridad tanto en el hogar como en el vehículo".

"Urge conformar un frente común entre medios de comunicación y autoridades, para informarle a la población cuáles son los riesgos y cómo se pueden evitar, mediante un programa permanente en el que se asegura que las instancias seamos escuchadas".

-¿Qué falta?

Despertar cultura de la autoprotección civil. No se pueden seguir tolerando jóvenes que circulan a 140 kilómetros con sus camionetas; que los camioneros sigan circulando con tanta irresponsabilidad; traileros que le avientan su camión a otros automovilistas. Todas ellas son evidencias de la falta de cultura, pero también de respeto hacia los demás, falta mucho por hacer, se tiene que hacer un frente común por parte del medio oficial, llevando medidas de seguridad a la población, desde Protección Civil, Bomberos, Seguridad Pública, Vialidad, los maestros en la escuela, todos tenemos que hacer lo que nos corresponde.

-¿Es irresponsable la ciudadanía en Jalisco y la ZCG?

-Nunca he sido partidario de la palabra irresponsable, pero la palabra correcta es ésa. Somos irresponsables porque aún conociendo los riesgos, nos hacemos "de la vista gorda", del oído sordo y esa mentalidad que muchos mexicanos tenemos de "a mi no me pasa", "ay se va".

-Es un orgullo tonto de pisar el acelerador del carro para rebasar a dos o tres que van delante de nosotros, cuando debemos de cuidarlos a ellos también y los accidentes disminuirían.

-Existe un gran sector de gente irresponsable entre jóvenes y adultos, entre amas de casa, en algunas zonas de la ciudad existen grupos de niños y niñas de 11 a 13 años inhalando drogas, ¿dónde están los padres?, ésa es una irresponsabilidad por permitirle a los hijos hacer lo que quieran.

-En general, los padres estamos dando una libertad que se ha convertido en libertinaje. Desde 1994 comprobé que los únicos responsables de generar y hacer delincuentes somos los padres de familia, por desobligados, por descuidados. Si todos los padres los vigiláramos, estuviéramos enterados de dónde están, con quién, qué hacen, se disminuirían los accidentes, pero existe la costumbre de muchos padres de familia de "echar" a los niños a la calle para que no los 'molesten'.

Sus autos, marcas de ropa y acento al hablar los identifica. Es "gente bien" que compra productos "piratas" en los tianguis de Santa Tere, Chapalita, Paseos del Sol y otros puntos en donde se expenden copias de ropa de marca y sin fin de artículos de calidad dudosa a mucho menor costo.

Las apariencias engañan. No solamente la clase media y baja son los principales consumidores de la piratería, sino que las altas esferas de la sociedad tapatía son los primeros clientes de los tianguistas y proveedores de artículos apócrifos.

Perfumes, ropa, zapatos, discos, películas, bisutería, programas de cómputo, videojuegos y sombreros son solamente algunos de los productos que se consumen día a día en los mercados ambulantes, por parte de los tapatíos.

"En el tianguis de Paseos del Sol tenemos de todo, desde mercancía original hasta las perfectas copias, mucha gente no tiene para pagar grandes cantidades y por eso prefiere la piratería, es claro que mientras haya gente que compre nosotros vamos a tener un inmenso sector de venta".

"La verdad, aquí viene gente rica, pobre, clase mediera, pero todos buscan ahorrar dinero, todos quieren salir con el mejor artículo a precios baratos, por eso nosotros estamos listos para ofrecer la mercancía".

"Hace unos años la gente no pedía marcas, ni las conocían, pero gracias a la televisión, revistas y anuncios, pues tenemos un margen de ganancia más grande, unos lentes que en un centro comercial cuestan hasta 5,000 pesos, aquí los tenemos en 200 pesos, no es lo mismo, pero dan el 'gatazo' y eso es lo que le importa a la gente, quieren aparentar que traen algo bueno, cuando realmente es bien 'pirata'", dice Sergio Alfredo Villa Martínez, vendedor del tianguis de Paseos del Sol, quien habló de la piratería como un problema "que nunca va a terminar, mientras haya compradores, esto es como en tiempos de Al Capone, además el nivel viene de las altas esferas, ¿quién saca los demos de los discos?, los empresarios de alto nivel, la autoridad simplemente se hace de la vista gorda", dijo el comerciante.

Los compradores van en grupo, buscan las mejores marcas, unos parecen productos originales, tienen la etiqueta, pero hasta la marca está mal hecha.

"A nosotros nos surten desde México, de Tepito, allá pedimos las etiquetas y aquí cuando se maquila el producto, se coloca la marca y la gente que nunca ha tenido una prenda original, pues la compra sin chistar", señala entre risas Sergio Alfredo.

Al ser cuestionado sobre su trabajo explicó: "Desde niño acompañaba a mi papá a trabajar en los tianguis, aquí uno aprende muchas cosas, sabemos que estamos haciendo mal, pero la necesidad es más grande y por eso lo hacemos".

"No tenemos ninguna clase de cultura en ningún aspecto, ni vial, de autoprotección, lo peor es que a diario vemos como los padres de familia impulsan a sus hijos a maltratar las áreas verdes, a no respetar a los adultos mayores, a repetir los modelos establecidos". - Elizabeth Salazar, empleada de oficina.

Las reglas que más se rompen:
Desconocer los reglamentos de tránsito, como la vuelta a la derecha, que es continua, pero se debe esperar a que pasen los peatones y los autos.
Manejar alcoholizado.
Exceder los límites de velocidad.
Estacionarse en sitios prohibidos (minusválidos, cocheras, raya amarilla, hospitales, escuelas y doble fila).
No respetar el balizado para peatones.
Hablar por teléfono celular cuando se conduce.
Hablar por teléfono celular cuando se carga gasolina.
No tener tolerancia con el resto de los automovilistas, ni ayudar a una mejor movilidad.
No ceder el paso cuando se encienden las luces intermitentes de otro automovilista.
Dejar el auto en doble fila y las llaves al "apartalugar" para que lo estacione cuando haya lugar.
Tirar basura por las ventanillas de los automóviles y en la vía pública.
Usar el claxon en la madrugada afectando a los vecinos.
Tener mascotas sin control.
No mantener la distancia establecida entre un vehículo y otro.
Los automovilistas que se "pegan" detrás de las ambulancias para circular a una velocidad mayor.
Observar el semáforo preventivo y cruzarse, ante lo cual se provoca caos vial por quedar a media calle.
No respetar el "uno y uno", es decir usar reglas no escritas que en otras ciudades como Aguascalientes, Zacatecas y San Luis Potosí y algunas de Los Altos de Jalisco se utilizan; en la ZCG todos los automovilistas quieren pasar a la vez.
Circular con infantes en la zona delantera del auto, sin ninguna silla de seguridad.
No cruzar por las esquinas.
No respetar el semáforo para peatones.
Permitir que se dañen esculturas, árboles o monumentos.
Tirar basura en la vía pública, fuentes o camiones.
No dar el asiento a los adultos mayores y discapacitados cuando se viaja en camión.
Al observar el semáforo en preventiva (amarillo) cruzar la calle en lugar de detenerse.
No usar los puentes peatonales.
No usar casco cuando se viaja en motocicleta.
Comprar piratería.
Tala de árboles.
Quema de llantas.
Orinar y defecar en la vía pública.
Colocar grafiti.
Los camiones que circulan con las puertas abiertas.
La gente que habla y que recibe llamadas de su celular en el cine.
Responsabilidades que se dejan para después:
Pago del predial.
Pago de la tenencia.
Afinar el auto.
Fugas de agua que no se arreglan.
Barrer el frente de la casa.
(V.págs.10-B y 11-B del periódico El Informador del 21 de febrero de 2007).
Cuando yo era chica, en mi propio hogar, el probable juicio de algún prójimo, tan anónimo como sus intenciones de juzgarnos, cobraba capital importancia. No se podía llegar tarde a casa porque, con toda seguridad, alguien estaría pendiente de nuestras entradas y salidas para "andar diciendo" sabrá Dios qué cosas de uno. Si se armaba la discusión familiar, no había mejor justificación para acallarla, que "los vecinos que nos oigan van a decir que...".

Y, para que los susodichos, o los parientes, o la gente que pasaba por la calle "no dijeran", no usábamos minifalda, no platicábamos con el novio en la banqueta, no comíamos mucho en público, no nos enfrascábamos en la charla larga y tendida con la tendera, no preguntábamos por el paradero del marido desaparecido de la de enfrente, no gritábamos de una banqueta a otra, ni pedíamos fiado ni prestado.

Que Dios nos guardara de andar dando razón de nuestros presupuestos, hábitos, aficiones y debilidades porque, según mi progenitora, era dar pie a que "anduvieran diciendo". La reticencia llegaba a punto tal que, para que "no fueran a decir", porque de seguro vivían pendientes de la puntualidad de nuestros asuntos internos, no comprábamos toallas sanitarias, ni siquiera pastillas para aliviar los cólicos, si quien atendía en la farmacia era del sexo masculino, porque luego iban a "decir que"...

Luego, existía una variante en esto de la "dicencia", que consistía en contrarrestar el muy posible veredicto de quienes nos tenían en la mira, como bichos en un miscroscopio. Entonces, al son del "pa que no digan", había que realizar otra larga lista de proezas, heroísmos y actos públicos para destacar en la conversación ajena.

Paty Blue
(v.pág.15-B del periódico El Informador del 12 de marzo de 2007).


Un buen amigo dice que los tapatíos vivimos en un estado de depresión permanente. Que siempre buscamos el dato que confirme que los regios o los capitalinos son más diestros, más unidos o aunque sea más suertudos que nosotros. Que los políticos, académicos y empresarios exitosos, son dignos de sospecha, acerca de sus méritos o el origen de sus logros.

Los triunfos de nuestros artistas y deportistas, los consideramos éxitos personales, aunque en muchos casos alguna autoridad, universidad o empresa local, o al menos la familia o los conocidos hayan sido claves en alguna etapa de su desarrollo. Andamos deprimidos y nos empeñamos en alimentar la depresión.

Eduardo Rosales Castellanos
(v.pág.11 del periódico Público del 25 de marzo de 2007).


Juan Palomar define el estado de ánimo de los tapatíos como "melancólico". Pareciera que vivimos en la insatisfacción plena y que el peso del ayer nos aplasta brutalemente. Vivimos en el reino de la pregunta inútil: "si hubiéramos hecho". Sin embargo, esa tendencia kierkegaardiana que súbitamente ensombrece nuestro espíritu es combatida discreta pero eficazmente por miles de tapatíos exitosos.

En Guadalajara, como en el resto del país, el cooperativismo está por los suelos. Si al ver a personajes públicos triunfadores, o bien, a los héroes anónimos que por convicción propia ponen un grano de arena en la construcción de la ciudad que soñamos ser, nos motivamos a ser mejores, iremos de gane. Lo que no debe ocurrir es que se pervierta la iniciativa y se convierta en un activo para un grupo en específico.

Vale la pena que los municipios vean esta campaña, a fin de cuentas Guadalajara es la suma de las ciudades que la rodean. Lo ocurrido con el concepto de Ciudad Zapopan fue una pesadilla. Esos intentos por diferenciarse a lo bruto de lo que somos no contribuyen a pensar en lo que requiere la ciudad: ser una sola.

Las ideas innovadoras, la capacidad de tomar riesgos quiere provocar la desaparición del apatío, del nostálgico del ayer, del melancólico.

Frank Lozano
(v.pág.19 del periódico Público del 25 de junio de 2007).


Los ingresos que la Cruz Roja recauda en Jalisco mediante la aportación extraordinaria en el pago del refrendo vehicular, cayeron este año: apenas 39 de cada 100 personas que pagaron este impuesto aceptaron contribuir con 23 pesos adicionales para la benemérita. En 2006, la cifra fue de 42 por cada 100.

No sólo el refrendo, sino el resto de colectas han ido a la baja. Este año la meta era recabar cinco pesos por jalisciense y obtuvimos 2.20 pesos. Eso es insuficiente para atender la demanda.

(V.pág.11 del periódico Público del 13 de julio de 2007).


Célebres personajes escribieron sobre los aguaceros de Guadalajara. Uno de ellos, el escritor y liberal radical Ignacio Manuel Altamirano, quien estuvo aquí en 1867 y lo que más le impresionó de la ciudad fueron sus mujeres y las tempestades. De esos fenómenos naturales consignó "en pocos lugares de la república puede contemplarse el grandioso espectáculo que en Guadalajara, que pudiera llamarse la hija predilecta del trueno y de la tempestad".

Enrique Ibarra Pedroza
(v.pág.10 del periódico Público del 29 de julio de 2007).


Lo que nos ha ocurrido a los tapatíos en los últimos 30 años es que hemos vivido de generar ideas grandiosas. Nuestro orgullo está sustentado en los que algún día fuimos y en lo que soñamos que podemos ser y no en una realidad concreta. Ese tapatío farolón, de negocios de saliva, vendedor de ilusiones es el que, desde mi punto de vista, tenemos que desterrar de nuestro imaginario.

Parte de la cultura empresarial que tenemos que cambiar en Jalisco es que nuestra capacidad de ejecución sea más cercana a nuestra capacidad de imaginación. El cementerio de las buenas ideas es la industria de mayor expansión en el estado y eso genera incredulidad, dudas y desesperanza. En la medida en que seamos capaces de acercar la capacidad de imaginar a la capacidad de ejecutar entonces podremos decir que hemos comenzado el camino a una nueva cultura empresarial en Jalisco.

Diego Petersen Farah
(v.pág.3 del periódico Público del 10 de agosto de 2007).


Para mi, las mejores tortas del mundo se hacen con birote (pan salado) de Guadalajara, aceite de oliva español y rebanadas de jitomate rabiosamente americano. La otra torta mejor del mundo, o la segunda, es la que se hace con telera de Guadalajara, angulas españolas en aceite de oliva y una guindilla (chile de árbol) picada. El mejor pan blanco que se puede conseguir en este país es el de Guadalajara, sobre todo si se lo llevan hasta las puertas de su hogar, como es mi caso.

Rafael del Barco
(v.pág.38 del periódico Público del 12 de agosto de 2007).


17 de agosto de 2007


Todo empezó en los años 80 con el afán de importar (¿copiar?), desde la Ciudad de México, las soluciones al congestionamiento capitalino resuelto con los "ejes viales", de los cuales quisimos que nos tocara un Par, y así no quedar rezagados del progreso nacional.

Es inconfundible nuestra ciudad intermunicipal, donde abundan los arquitectos y los urbanistas, y paradójicamente escasea ya la arquitectura y el urbanismo (cuando antes era al revés); donde practicamos la amnesia voluntaria haciendo caso omiso del proyecto del Tren Ligero dejándolo a medias y conformándonos con dos líneas truncas y con su intersección semigloriosa, prefiriendo mejor saturarnos de coches inubicuos; donde preferimos aumentar el caudal de la red de distribución del agua en lugar de reparar sus nada insignificantes fugas que socavan el subsuelo; donde bajo cables eléctricos plantamos árboles como si éstos jamás fueran a crecer hacia arriba (o extender sus raíces) y cuando los mutilamos so pretexto de poda, los dejamos desahuciados, listos para caer sobre los mismos autos inubicuos durante la tradicional temporada de chubascos.

Norberto Alvarez Romo, presidente de Ecometrópolis, A.C.
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 11 de septiembre de 2007).


Guadalajara nació dividida. En 1542 los españoles eligen instalarse en definitiva al poniente del río San Juan de Dios. Al oriente del mismo río, en Analco, ya se localizaban asentamientos indígenas. Desde su fundación, un río ha sido nuestra referencia urbana, nuestra diferencia económica y nuestra distancia social. La indiferencia ha sido cómplice de esta división de origen que nos desvalora por igual a los habitantes de ambos lados. Los tapatíos "lo hemos tenido claro": nos molestaba tanto la inmundicia del río San Juan de Dios que, en lugar de sanearlo, lo tapamos, como si enterrándolo nos hiciera olvidar nuestras miserias. Optamos por un efímero "progreso" con la Calzada Independencia, en lugar de haber elegido la rehabilitación de un río con parques, plazas y puentes de concordia, convivencia y unión. El río siempre nos ha podido unir o separar; la opción siempre ha sido nuestra.

Juan Ignacio Castiello Chávez
(v.pág.10 del periódico Público del 21 de septiembre de 2007).


Proyectos de envergadura se desarrollan y planean de forma inconexa, porque no hemos sido capaces de crear una visión conjunta de nuestra ciudad para el futuro; estamos ocupados en resolver los asuntos cotidianos, dejando de lado la altura de miras que nos uniría para trabajar cada uno en su espacio; carecemos de una estrategia abierta al futuro.

Esta actitud tendiente a la inmediatez, que viene de largo tiempo, ha propiciado la superficialidad en la aproximación a los grandes temas de nuestro futuro. Los prejuicios, propios de un conservadurismo cerrado, han dominado la escena, de forma que sólo con grandes esfuerzos es posible crear grandes proyectos, que por supuesto carecen siempre del respaldo general. Hemos creado una fuerza invisible que nos impulsa a la medianía, dado que se castiga lo excepcional por principio.

Viene al caso reflexionar estos temas, porque en muchos casos hemos caído en la resignación de no hacer grandes cosas por la falta de presupuestos. Haremos unos juegos con escenarios menores a lo de Río; no hay forma de crecer el tren eléctrico urbano; una presa con récord en retraso, un macrolibramiento postergado; las iniciativas urbanas de magnitud carecen del respaldo general; Centro Cultural Universitario; Guggenheim; transporte urbano de calidad y muchos otros.

Por eso cabe preguntarnos: ¿Quiénes piensan la ciudad? ¿Serán las autoridades, los técnicos, los académicos, los líderes formales, los políticos, o será que la piensan en presente y no en futuro? Más aún, ¿quiénes hablan del futuro de la ciudad con perspectiva y profundidad?, porque quienes tienen capacidad, que son muchos, parece que piensan pero no hablan, o mejor no dialogan.

Luis Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 10 de octubre de 2007).


En el caso de Guadalajara, realmente han sido pocos los beneficios que el predominio centralista nos ha traído recientemente. Desde el temblor de 1985, hace 20 años que perdimos la brújula y nos dio un caso agudo de Infonavititis; nos derramamos en la jungla del crecimiento urbano desordenado (desatado primero por la migración masiva de capitalinos y luego por la imposición de tontas políticas públicas federales en diseño, construcción y financiamiento de vivienda que poco han tenido que ver con las características locales).

Por contraste, los proyectos de estirpe local, si bien tienen tiempos elásticos propios, rara vez son contundentes. En el caso de los grandes proyectos privados de interés público (cuyos pasos se aletargan según los tiempos de la economía particular y la política local) figuran notablemente los aspiraciones eternamente en camino como son el Desarrollo JVC, la torre Torrena, el Centro Cultural Universitario, el museo Guggenheim, el Santuario de Santos Mártires, la renovación del centro histórico, la Presa Arcediano, el gran proyecto de la Red Metropolitana de Vialidad y Transporte y las Villas Panamericanas, entre otros.

Aquí, la falla sustancial en la planeación de nuestra extensa ciudad urbana está en que todavía parecemos atrapados por el peso de nuestra propia historia que nos limita. Mientras no sea resuelta nuestra dependencia a la capital del país, se ve difícil que se resuelvan bien las oportunidades de nuestro futuro.

Una de las muestras del centralismo que sufrimos en todo el país, es que la prensa y las noticias de lo que ocurre en interés de la Ciudad de México, acapara la atención de todas las provincias restantes, volviéndose así el foco distractor de la vida nacional.

Como si sufriéramos los demás de insuficiencia cardiaca, adiestradamente la Ciudad de México ha sido el "marcapasos" de lo que ocurre en el resto del país.

Norberto Alvarez Romo, presidente de Ecometrópolis, A.C.
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 16 de octubre de 2007).


Un estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad ubicó a la zona conurbada de Guadalajara en el segundo sitio entre 71 ciudades del país, a pesar de que Jalisco como estado se encuentra en el lugar 16 de las 32 entidades.

El hecho que Guadalajara esté en el subliderato y el estado a media tabla habla de las enormes desigualdades y carencias que todavía hay al interior del estado y del país.

Para su información, el primer lugar lo ocupó la zona conurbada de Monterrey.

El estudio "Ciudades, piedra angular del desarrollo del país. Indice de Competitividad Urbana 2007", revisó 10 variables: sistema de derecho, cuidado del medio ambiente, sociedad sana y preparada, estabilidad económica y política, eficiencia gubernamental, sectores precursores de clase mundial, mercados eficientes, estabilidad política, relaciones internacionales benignas y macroeconomía estable.

Y frente a estos sofisticados indicadores, la pregunta que me hago es si el empresario común, el profesionista, funcionario público y trabajador promedio de la ciudad de Guadalajara es realmente competitivo y reúne todas esas maravillosas cualidades con las que conjuntamente terminamos calificados en segundo lugar, o si más bien lo que ocurre es que los tapatíos en general nos estamos "colgando" de la competitividad de unos cuantos, principalmente de la industria electrónica y del software asentada en nuestra ciudad, y que opera con estándares y niveles de exigencia superiores a la media nacional; porque salvo honrosas excepciones, la verdad, así como que los tapatíos nos caractericemos por ser competitivos y eficientes en el ámbito empresarial y profesional, no parece muy creíble.

Ahora, si la competencia se diera en el cuidado del ambiente (el de la chorcha) o en la efectividad para el consumo de aperitivos, tacos y botanas, no tengo duda de que hasta los chistes tapatíos serían biodegradables.

Tampoco veo que la eficiencia gubernamental y la vigencia del sistema de derecho sean característica de los gobiernos municipales involucrados en el estudio.

Creo más bien que, así como a Guadalajara la ubican en el segundo lugar de competitividad y a Jalisco en el 16, de la misma manera, la competitividad atribuida a Guadalajara le corresponde a las grandes empresas nacionales y trasnacionales asentadas en la ciudad, y no a la enorme cantidad de pequeñas y medianas empresas, de changarros, talleres y despachos de profesionistas que trabajan con sistemas y equipos obsoletos, ni a las ineficientes oficinas de gobierno con las que nos topamos todos los días.

Admitámoslo: la realidad general es otra, y el éxito de unos cuantos nos los han adjudicado a todos.

La competitividad de una ciudad debiera medirse no en términos macroeconómicos o con macroindicadores de estabilidad política, sino en términos de la microeconomía y del precario micro estado de derecho que cotidianamente sufrimos la mayoría de los tapatíos y no los grandes corporativos.

Se puede decir que una persona o empresa es competitiva cuando lo que hace es difícil de imitar, único, posible de mantener, netamente superior a la competencia y aplicable a variadas situaciones.

Y la realidad es que el ciudadano y el funcionario público común de la zona conurbada de Guadalajara dista mucho de contar con estas características que definen la competitividad.

La ineficiencia, así como la falta de capacitación y tecnología en las oficinas de gobierno municipales y en la generalidad de los negocios y servicios tapatíos son evidentes y más característicos que la competitividad que ahora se nos atribuye.

Por lo anterior me parece necesaria una precisión a los términos de este segundo lugar de competitividad que nos han otorgado a los tapatíos y a nuestras autoridades:

En lugar de decir que Guadalajara obtuvo el segundo lugar nacional de competitividad, más bien habría que decir que las grandes empresas de Guadalajara obtuvieron el segundo lugar nacional de competitividad, y que para ellas el estado de derecho, y por tanto la administración de justicia, es eficiente, expedito y confiable.

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(v.pág.6 del periódico Mural del 18 de octubre de 2007).


Estrategias de la Tapatiez

En lo que toda a las reglas de cortesía y a las interacciones, siempre debes tomar en cuenta que el tapatío, pese a ser tapatío, es "sentido como jarrito de Tonalá". Ello significa que el tapatío radical se toma a pecho y como afrenta personal, de maneras misteriosas, cualquier tipo de comentario, acción u omisión, cometidas por un conocido-amigo-enemigo y cuya factura será cobrada al "infractor-infractora", ad infinitum y ad nauseam, y también de maneras misteriosas, que el afectado-afectada a veces nunca percibe.

Al buen tapatío se le reconoce por el beso lejano en la mejilla o por el apretón discreto de manos. Son movimientos difíciles de dominar, pero el ejercicio constante hace al maestro. No se trata en estricto sentido de un beso, o de un apretón. Es apenas un roce delicado en la mejilla del amigo-amiga, oponente o amiga del amigo, acompañado de una cierta distancia corporal, que sin práctica puede hacer trastabillar al donante. El chasquido producido por un beso bien dado, o un apretón fuerte de manos, no llama a engaños: inmediatamente revela a los infiltrados. Ah, y a la gente nomás se le saluda de abrazo en los cumpleaños o en Navidad, ¡por Dios!

La utilización de los diminutivos forma parte de la complicada socialización del tapatío o tapatía radical, pero puede ser aprendida siguiendo algunas reglas básicas. El diminutivo no puede faltar cuando se hace referencia a algún atributo o marca de carácter físico o social, que los tapatíos consideren ligeramente incómodo: un negro pasa a ser un "negrito"; un ciego se convierte en "cieguito"; un homosexual se transforma en "rarito" (si es de confianza puede sustituirse por "jotito"); un bebé poco agraciado se llama "curiosito"; un discapacitado puede ser un "tullidito".

(V.pág.3 de la revista "Tapatío" del periódico El Informador del 20 de octubre de 2007).

Pese a su acusado perfil cosmopolita, los auténticos tapatíos mantienen el núcleo de su identidad a través de su relación con la comida y un particular estilo de nombrarla. Por ejemplo, para evitar el albur, "huevos" ha sido sustituido por "blanquillos", aunque se trate de huevos rojos de granja. Error frecuente de un outsider es llamar a todo pan salado "birote" en el afán de congraciarse con los locales, para birotes, los de la (vieja) Central Camionera y que esta forma particular de pan (saladito, crujiente y con poco migajón) no sería nunca confundido con un bolillo o con una telera, por un verdadero, auténtico y radical tapatío.

Conocido crítico español del cine mexicano (q.e.p.d.), autor de la "Historia del Cine Mexicano", pero a quien no viene al caso citar, ha dicho, con agudo sentido del método de observación, que "los domingos tiene serias dudas de que los tapatíos existan". Nada más cierto y más falso, en sentido dialéctico. El despoblamiento de la ciudad es un hecho empíricamente verificable los domingos, pero lo que nuestro observador ignora (todavía) es que los tapatíos radicales tienen 3 opciones dominicales: a) recluirse en la santidad del hogar, propio; b) recluirse en la santidad del hogar, extendido, es decir, en la casa de los papás, de los suegros, de los abuelos, de los compadres, o c) ir a comer raspados o a tomar un agua fresca y en un acto de generoso reconocimiento a la diversidad cultural, comprar "morelianas" del parque Chapalita, que todavía es llamado por los auténticos tapatíos "la glorieta del Padre Cuéllar". Lo que de ninguna manera significa que los tapatíos no existan, sino que su existencia transcurre en plácidos y bien predecibles escenarios.

(V.pág.3 de la revista "Tapatío" del periódico El Informador del 27 de octubre de 2007).

Fundamental resulta el dominio de ciertos localismos en sus contextos de uso. Muchos simuladores se han metido en problemas tratando de copiar sin la debida formación sociolingüística el ya célebre "ocupo", que si bien como sabemos, es sinónimo de "necesitar" y no de llenar un espacio, requiere de un manejo adecuado. Así, decir "ocupo verte para decirte una cosa", puede resultar exagerado, pero decir "ocupo decirte unas cosas" es una frase auténticamente tapatía. Los niños "ocupan un lápiz"; la señora de la casa "ocupa una sirvienta" y el político "ocupa mejorar su imagen". Al "ocupo" le sigue en orden de importancia el prefijo "bien" que antecede, según la situación, a los calificativos "mucho", "bonito" o "suave": "bien mucho", "bien bonito", "bien suave". Sin embargo, al pasar de los años, el "bien mucho" ha perdido popularidad entre las clases medias que consideran a esta formulación "ligeramente naca". En su lugar se recurre al infalible "bien bonito", que se pronuncia con los cachetes un poco inflados y algo flojos. Transclasista es, en cambio, la palabra "ira" (no de los pecados capitales, sino como sinónimo de "mira", "fíjate"): un outsider se declara cuando pone cara de desconcierto al escuchar la formulación de usos múltiples: "esquira", pronunciado sin respirar y sin pausas. La traducción al "no-tapatío" sería: "Es que mira, fíjate", o incluso "observe, permítame explicarle". Finalmente, en lo que toca a los localismos, es importante aprender a introducir el plural en las conjugaciones de segunda persona del singular, ejemplos: "dijistes", "trajistes", "hicistes" (pero no se debe llegarl al "dijites" o "hicites"; eso es más bien del interior del estado).

(V.pág.3 de la revista "Tapatío" del periódico El Informador del 3 de noviembre de 2007).


¿Qué tal cuando no se sabe hasta el último momento si el respetable va a responder a la convocatoria? Eso, todo empresario local lo sabe, es un verdadero albur en esta ciudad donde la gente se espera hasta cinco minutos antes de que algo inicie para ponerse una camisa y lanzarse a ver qué localidades encuentra. Claro, a menos que se trate de una reverenda estupidez inflada por la televisión...

Paco Navarrete
(v.pág.12 del periódico Mural del 1o.de noviembre de 2007).


Después de años de ver manejar a los tapatíos he llegado a una lapidaria conclusión: son los automóviles los que los manejan a ellos. Hasta el más comedido y educado muta en pitecantropus cuando se pone al volante. Dan vuelta como si trajeran trailer, entienden las direccionales en una avenida como indicación de que quien las encendió nunca podrá abordar el carril que seguro alguien facturó a su nombre, entran a las glorietas como si fueran ciegos, tocan el claxon como si sirviera para algo. Son una absoluta calamidad. Lo han sido siempre y seguirán siéndolo. Sin embargo, para quienes pensaban que había fenómenos como éste que no podían empeorar, bueno, recuerden, hablamos de los tapatíos.

En los últimos tiempos pululan otros especímenes que a todo lo anterior agregan nuevas gracias. A algunos les ha dado por encender las luces en pleno día. Es una manera de decirle, imagino, al que está adelante de ellos "quítate, me estorbas". A los que han adoptado esa costumbre absurda una información más que pertinente: nadie va a decir "chin, alguien prendió las luces, voy a quitarme o voy a acelerar". Apaguen sus luces, honestamente no nos importa. Otros, y esto es histórico, se avientan el tiro de abrir el escape de sus autos. Es una ternura escuchar un motor "rugir" y voltear esperando ver un Porsche o un Jaguar y encontrarse con un Tsurito o un Jetta que parece Atlantic. A esos otro mensaje: gente muy inteligente, científicos, han trabajado hasta el cansancio para disminuir el ruido de los motores. Piensen que calificativo merecen los que van a contracorriente de ellos. Y qué tal los que traen el sonidazo atasacdo de bajos que no permiten, entre otras cosas, escuchar la "música". O los que se le pegan a las ambulancias para ganar tiempo. O los que se ponen por encima el cinturón de seguridad sin abrocharlo sólo para evitar la multa. Es una fauna indefendible, por decir lo menos.

Y por último, nuestros heroicos motociclistas. ¿Pueden imaginarse alguien más estúpido que uno de ellos con el casco en la mano? El otro día me topé con uno de estos émulos de Neandertal y le indiqué lo absurdo del hábito. Su respuesta es para enmarcarla: "Lo necesitas más tú que yo". Le respondí que en caso de chocar con él, el accidente le costará la vida, a mí, en cambio, me costaría cuando mucho una multa. Digo, además del más que difícil trance de haberle causado la muerte a alguien con toda la carga psicológica, anímica y legal que conlleva. Pensando bien todo lo anterior, le debo una disculpa al hombre de Neandertal por la injusta comparación. "Yo no era tan bestia", diría.

Antonio Salcedo M.
(v.pág.3 del suplemento "Ocio" del periódico Público del 2 de noviembre de 2007).


El tapatío: (V.pág.3 de la revista "Tapatío" del periódico El Informador del 10 y 17 de noviembre de 2007).
Guadalajara es una ciudad con más tradición que visión, con más pasado que futuro, con más desatinos que destinos. Una ciudad tan clasista, tan llena de murallas, tan encerrada en sus miedos. Lujuriosamente puritana, perversamente católica, con más zonas rojas que verdes. Dormida en sus marchitos laureles. Amable sólo en el slogan. Gigantesca, hipocondríaca, mercantilista, privada de iniciativa, que cambia para no cambiar. Con una sociedad civil que actúa más por berrinche que por conciencia ilustrada, adolescente en contra de todo por sistema, con unos medios críticos hasta el disparate y serviles hasta la deshonra, que confunden chisme con noticia, alarmismo con objetividad.

Una ciudad con tapatíos que bendicen al cambio mientras no se metan con su banqueta, con su calle, con sus rumbos, que son ecologistas hasta que no tienen un árbol enfrente que les tira basura; como si las hojas y las flores fueran comparables a latas y envases desechables.

Tampoco ayuda mucho el tener autoridades que se equivocan hasta cuando aciertan, que no importa lo bondadoso y útil de una idea o una acción, ya que se presentan y explican a la comunidad tarde y mal, que siempre nacen politizadas y por lo mismo endebles. Autoridades que no creen ni en ellas mismas.

(V.pág.14 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 17 de noviembre de 2007).


Este hogar es tapatío.

(V.pág.12 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 8 de diciembre de 2007).


Duele decirlo, pero Guadalajara no era así...

Los tapatíos -oriundos o arrimados, que "tanto monta..."- tenían el defectillo de ser presumidos; excesivamente orgullosos de su ciudad. Sin embargo, ni cuando la ponderaban como "la ciudad de las rosas", ni cuando la calificaban como "ciudad amable", ni cuando se preciaban de que como "ciudad limpia" competía con cualquiera, se les podía tildar de mentirosos. Guadalajara hacía honor a todos y cada uno de esos calificativos. Su gente honraba la fama de educada, atenta y hospitalaria que corría por todo el país. Por las mañanas, en efecto, Guadalajara, olía "a limpia rosa temprana". Y en las tardes lluviosas del verano, era un deleite aspirar su aroma "a pura tierra mojada".

Unos tiempos traen otros, por desgracia. Probablemente sucedió que las brutales costumbres de los inmigrantes -"mea culpa, mea culpa..."- avasallaron a los lugareños con todo y sus virtudes. Lo cierto es que la degradación de Guadalajara, consecuencia de lo que pudiera denominarse "la invasión de los bárbaros", es evidente... Sus habitantes, por desgracia, nos acostumbramos a vivir en medio de la suciedad. Vemos con naturalidad que las calles estén llenas de papeles; las banquetas, tapizadas de chicles; las fuentes, pletóricas de botellas de plástico; fachadas y cortinas metálicas de establecimientos comerciales, tapizadas de "grafitti"; el mobiliario urbano -postes, bancas, arbotantes, paraderos de camiones...-, vandalizados; prados, camellones y jardines, atiborrados de desperdicios de comida; las unidades deportivas, convertidas en catálogos del deterioro y el abandono.

Toda esa inmundicia que la ciudad exhibe impúdicamente, que retrata de cuerpo entero la desidia de los moradores; la incompetencia de las autoridades... La experiencia demuestra que tratar de "concientizar" a los ciudadanos es perder el tiempo; que realizar campañas publicitarias -aquellas de "atínale al bote", "la limpieza va en serio", etc.- es tirar el dinero del pueblo...

La ineficacia de cuantas acciones se han tomado hasta ahora por estas vías, sugiere la conveniencia de que, a la voz de "la tercera va la vencida", se probara una fórmula que hasta ahora se ha tenido en el abandono: aplicar la ley... Para decirlo pronto: como si hubiera autoridad.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 14 de enero de 2008).


Mis tías -tapatías de tooooda la vida-, en un afán de cuidar sus ahorritos de viuda, todo lo regatean, escatiman en todo hasta que no tienen más remedio que pagar. Y aún así, acaban evadiendo la fecha de pago a sus acreedores. Ya saben: si los regiomontanos tienen fama de codos, acá bien nos merecemos la de "poquiteros". Y aquí está uno de sus hijos preclaros para confirmarlo.

Paco Navarrete
(v.pág.10 del periódico Mural del 17 de enero de 2008).


2 de la tarde con 20 minutos. Avenida Federalismo, dirección hacia el norte. Carril derecho. Semáforo en rojo. Me detengo. Soy el primero de la fila. Estoy justo en la esquina de Reforma. Un claxon de tono agudo, similar al de un Volkswagen, se escucha una y otra vez. Sale de una Caribe que conduce una señora. Está detrás de mi Tsuru. Cuando veo el retrovisor, la mujer, de unos 50 años, manotea y saca la cabeza de su auto. "¡Muévete! ¡No ves que es vuelta continua!", claro que sí, pero los coches que circulan por Reforma no dejan que doble con facilidad. Además hay peatones que esperan el paso. "¡Pendejo!", remata la señora, 2 segundos antes del verde. Doy la vuelta. El Caribe azul celeste me rebasa al instante, pasa a mi izquierda y a paso lento la señora sigue con sus reclamos. Increíble. "¡No sabes manejar! ¡Idiota!". No pude decir nada. Me atrapó el silencio y pedí lo mismo. "¡Cállate!", le dije. Nada más. Debió subir la velocidad porque ahora su Caribe interrumpía el tránsito fluido. El claxon salía de una pick-up y su tono era grave. La señora y su Caribe azul se perdieron entre el tráfico. Uno más de los tantos automovilistas que se suben al coche para descargar la ira al subir la velocidad y mentar madres ante el menor contratiempo. ¡Qué cosas!.

Nebur
(v.pág.2 del suplemento "Ocio" del periódico Público del 18 de enero de 2008).


No nos hagamos tarugos, el territorio de limpieza del tapatío, se reduce a su propiedad privada y a su colindancia inmediata, y no siente obligación alguna por cuidar lo que le pertenece a otro, llámese vivienda, local comercial, plaza o avenida.

Cada quien pinta su raya, y solamente barremos y limpiamos el frente que nos corresponde. Ni un centímetro mas. Y cuando nadie nos ve, la basura se la echamos al vecino y así nos "deshacemos" del problema, recorriéndolo hasta llegar a la esquina o a la avenida principal donde, por arte de magia, los desechos que originalmente fueron nuestros, se vuelven ajenos, y por lo tanto responsabilidad municipal.

En la propiedad ajena (y la de todos es considerada ajena), se vale tirar basura, escupir, pintarrajear o destruir. Y si vemos a niños o adultos hacerlo, nos hacemos los desentendidos y guardamos un silencio cómplice a menos, claro está, que la propiedad en cuestión sea la nuestra. Entonces sí que reclamamos al otro su falta de educación y de civismo.

No disculpo a las autoridades por su insuficiencia para mantener limpias las calles y espacios públicos, pero aunque suene trillado, el problema y la solución no es sólo del gobierno, sino de todos.

Debemos reaccionar frente al deterioro de la propiedad pública de la misma manera como reaccionamos para defender la propiedad privada.

Las asociaciones de colonos podrían ayudar mucho en esto, y así como se organizan para exigir enérgicamente a la autoridad que pare las construcciones que no les parecen y castigos para quienes las autorizan, de la misma manera deberían organizarse para exigir la limpieza periódica de las "tierras de nadie", de los pasos a desnivel y de las grandes avenidas que colindan o pasan por sus colonias, porque los basureros públicos tapatíos no son recipientes adecuados y estratégicamente colocados en las calles y avenidas de la ciudad, sino los mismos montones de "basura de nadie" acumulada en las "tierras de nadie" a los que cada transeúnte o automovilista que pasa cerca de ellos les agrega algo de su propia cosecha.

Como que a la "basura de nadie" se vale echarle más encima, al cabo nosotros no fuimos los que empezamos el montón.

Nos podemos desgañitar reclamando atención, pero al final esto no se corrige limpiando todo lo que los ciudadanos irresponsablemente ensuciamos, es un asunto de cultura y educación cívica, particularmente de la autoridad que tiene a su cargo el aseo público (aunque lo subcontrate), porque la basura se tira en las narices de los mismos policías y ni se inmutan. Yo mismo los he visto dejar basura y envases de refrescos en los cajetes secos de las banquetas, pero nunca he visto a uno llamarle la atención a alguien o levantar una infracción por tirar basura en la vía pública.

Y si apareciera por ahí un policía o agente de tránsito educado en Suiza y nos multa por tirar basura, el monto y las consecuencias son de tal manera ridículas que no son freno o escarmiento suficiente como para dejar de hacerlo.

La solución no tiene más que dos lados: el lado ciudadano y el lado de la autoridad.

El lado ciudadano se llama cultura cívica, y esa sólo se va a lograr si desde las escuelas se hace un agresivo y permanente programa de educación cívica que involucre a alumnos, maestros y padres de familia, pues de nada sirve decirle a los niños con dibujitos que la basura hay que ponerla en su lugar, si en el trayecto a la casa, sus padres (que no tienen madre) tiran la bolsa del lonche por la ventana del auto.

Y en el lado de la autoridad, habrá que hacer varias cosas: además de endurecer la ley y ver que se aplique, organizar mejor su trabajo y asegurarse que los policías, los agentes de tránsito y sus familias reciban un curso intensivo de educación cívica.

Solo así podremos cambiar ese arraigado y nefasto modo de ser los hombres y mujeres de esta impune y vapuleada ciudad, que en su fuero interno dicen que: lo mío es mío y lo demás no importa.

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(v.pág.6 del periódico Mural del 24 de enero de 2008).


Los tapatíos destinan cerca de 10% de su salario en comprar cigarros y bebidas alcohólicas: caguamas, tequila y ron.

Investigadores del Departamento de Métodos Cuantitativos de la Universidad de Guadalajara
(v.pág.33 del periódico Público del 25 de enero de 2008).


Hay pequeños detalles que ilustran con claridad los hábitos, la cultura, la personalidad y la educación de la gente que integra una determinada comunidad.

Usted, que es una persona pacífica y educada, podría salir en este momento, abordar su automóvil y seguramente en el tránsito de su trabajo a su casa, o viceversa, tendría sobradas razones para experimentar varios disgustos y escupiría más de una maldición. Allá afuera, en la selva de asfalto, se presentan muchas situaciones que explican tan singular y abrupta transformación en un caballero o una dama de tan fina estampa.

a) Porque no faltarían personas que atravesaran la calle o avenida a mitad de cuadra, sin utilizar la zona peatonal determinada para ellas con las rayas amarillas diagonales o los puentes peatonales construidos para garantizar su seguridad, exponiendo su vida y la de usted, que muy probablemente tendría que frenar precipitadamente, con el riesgo de que el vehículo que venga detrás le alcance y le pegue.

b) Porque algún motociclista suicida, que podría ser un simple vendedor de pizzas, se le podría emparejar para rebasarlo en forma zigzagueante, en su apresurado afán de entregar su mercancía antes de media hora, como le obliga alguna singular promoción. Para eludirlo, quizá tendría que frenar intempestivamente o cambiar de carril en forma apresurada, con el consiguiente riesgo para usted y otros automovilistas, además de los muy naturales insultos a de los que seguramente usted se haría acreedor.

c) Porque podría suceder que detrás de usted apareciera algún piloto suicida, que en su suprema ignorancia e insensatez le vaya impulsando, apresurando e insultando con el claxon de su vehículo, para obligarlo a acelerar, cuando es evidente que usted transita tranquilamente por el carril de baja velocidad. Y en ocasiones podría suceder el absurdo de que el resto de los carriles, por los que podría circular a mayor velocidad o rebasar con facilidad, estarían desocupados.

d) O en todo caso, que al llegar a una esquina, usted atiende la luz preventiva amarilla del semáforo y se detiene con oportunidad, en el mismo momento que quien transita detrás de su auto "e amarra"ruidosamente y le insulta, porque simple y sencillamente usted acató una elemental disposición de tránsito y se detuvo con corrección y prudencia, en lugar de acelerar para tratar de ganarle a la señal de alto, como usualmente reacciona la generalidad de los conductores.

e) También podría tener la desgracia de encontrarse como compañero de viaje a un camión urbano, de tamaño medio o grande, que en forma permanente lo intimidaría, para tratar de arrinconarlo contra la banqueta, o que se mantendría en doble o triple fila simplemente para fastidiarle a usted el día e impedirle el paso, nada más porque se le pega su regalada gana a un grosero e impertinente chofer. Podría suceder inclusive que ese camionero salvaje le raspara alguna parte de su vehículo, le diera un ligero golpe y hasta le insultara, por el simple placer de hacerlo repelar y hacerlo sentir como el más miserable e impotente de los mortales, frente a un energúmeno cavernícola.

Estos hechos son parte del catálogo del absurdo que caracteriza la vida de la comunidad metropolitana. Todos los días los padecemos o somos protagonistas de ellos. Poco reflexionamos en forma madura, inteligente y sensata sobre la imperiosa necesidad corregirlos.

Pedro Mellado
(v.pág.2 de la sección "Comunidad" del periódico Mural del 21 de febrero de 2008).


Decir Semana Santa, en Guadalajara, en tiempos pretéritos, era disponer el ánimo para las celebraciones culminantes de la cuaresma: el Lavatorio de los pies, el Vía Crucis, Las Siete Palabras. Los privilegiados que encontraban un lugar en Catedral para el tradicional sermón del canónigo José Ruiz Medrano, el Domingo de Resurrección, ya tenían tema de conversación para varias semanas... En aspectos más profanos, los altares y las imágenes en las iglesias, borradas de la vista por severos mantos morados; las matracas que sustituían a las campanas hasta que éstas reaparecían, triunfalmente, anunciando la Gloria; las multitudinarias visitas del Jueves Santo a Las Siete Casas, con algunas suculentas -nada penitenciales, pues- escalas gastronómicas, estratégicamente distribuidas en los puestos de empanadas.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 18 de marzo de 2008).


Desde que se anunció la visita de Renée Fleming, programada para el miércoles próximo y suspendida la semana pasada "por razones logísticas" (sería deseable, por cierto, que alguien tradujera al español la frase entrecomillada, pues "logística" significa "parte del arte militar que atiende al movimiento o avituallamiento de las tropas en campaña", y también "lógica que emplea el método y el simbolismo de las matemáticas"), se temía que la promoción se frustrara. En una ciudad del primer mundo de la cultura, un recital con la Fleming sería un acontecimiento. Un mes antes de la fecha programada, ya sólo sería posible encontrar boletos en la reventa, y probablemente a precios prohibitivos. En Guadalajara, al margen de la versión oficial (más abstracta e incomprensible que la otrora clásica "por causas de fuerza mayor"), hubo otra, acaso más creíble: puesto que la preventa, insignificante, hacía vislumbrar la posibilidad de un fiasco tanto en lo artístico -un recital con miserable respuesta de público desmoraliza a cualquiera- como en lo económico, se optó por tomar "las de Villadiego"...

En Guadalajara, gente cuya cultura operística se circunscribe a saber que "la ópera se acaba cuando la gorda se muere", suponía que Renée Fleming formaba parte del elenco de "Los Soprano" porque en los pendones del Auditorio Telmex la anunciaban como "la mejor soprano del mundo".

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 24 de marzo de 2008).


A los tapatíos nos encanta quejarnos del calor, aunque sabemos que cada año en los meses de abril, mayo y junio va a hacer y mucho. Cada año decimos que nunca había hecho tanto calor casi como un reflejo plavloviano y, acto seguido, arranca una plática que comienza con el tema del calentamiento global y termina con la nostalgia de la ciudad que se nos fue.

¿Hace más calor ahora que antes? No. El calor es el mismo. Las temperaturas en estos meses pueden llegar a 38 grados a la sombra; este año se espera que lleguen a 36 (5% menos de la máxima). 2008 no será un año especialmente caliente. Pero no importa: sentimos más calor y nos quejamos más. Sentimos más calor porque ahora pasamos más tiempo expuestos a él. El recorrido de la escuela a la casa o del trabajo al lugar donde comemos es ahora más largo. Si antes de cualquier punto a otro de la ciudad (allá en los gloriosos setenta) no se hacían más de 15 minutos en auto o 30 en camión, hoy un recorrido promedio a mediodía es del doble. Sentimos más calor porque hay menos sombra en la cual resguardarnos y porque la mancha de concreto lo irradia más. Además de lo terrible que es sufrir el calor, el problema de las temperaturas de estos meses es la contaminación. A diferencia de la de invierno, que es una nata evidente, la estival es menos visible y más peligrosa. El ozono es veneno puro, pero por alguna extraña razón nos preocupa menos que el resto de los contaminantes. Lo que nos importa del calor es expulsarlo, para lo cual he aquí algunas recetas tapatías.

Un café expreso volcado en un vaso con hielos. Pocas cosas pueden ser más refrescantes y al mismo tiempo energizantes. Lo único que se le podría comparar es una coca chica tomada de un solo jalón. Mi recomendación es tomarse los dos, aunque cuando yo lo hacía el mesero del Café Azteca me miraba con cara de azoro como si fuera una droga prohibida. El efecto es espectacular y no está prohibido.

Un tejuino con nieve, de preferencia del mercado Centenario (el de la Capilla de Jesús) o de alguno de los de la familia del carrito naranja. El tejuino es un manjar de dioses, y algo saben de eso estos muchachos, pues en el cielo, dicen, hace un calor infernal.

Cuenta la leyenda que el pintor Benito Zamora recomendaba practicar la inmovilidad. Muchos animales, aunque no sean tapatíos, lo hacen. El riesgo es que 99% confundirá el ejercicio de la inmovilidad con la flojera, entre ellos su jefe o su pareja, y podría usted ser injustamente acusado de tirarla impunemente.

Diego Petersen Farah
(v.pág.3 del periódico Público del 4 de abril de 2008).


Jalisco, donde se hacen los hombres.

(V.pág.46 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 19 de abril de 2008).


Esta es una Ciudad, ¿quién lo duda?, destruida y reconstruida en función del automóvil. La aspiración máxima es tener un buen carro. La mínima, un "chocolate" [de contrabando]. No es casualidad que en una ciudad apenas clasemediera abunden tantos carros de lujo, pagados a plazos. O chocolatones, de reciente legalización. En un extremo, la ostentación, la búsqueda de estatus. En el otro, el afán de librarse de la pesadilla que es el transporte colectivo. En medio, una ciudad de vialidades cada vez más congestionadas e imposibles de atravesar por un peatón: ahí están cientos de atropellados cada año, como testimonio inobjetable: más muertes que las de Ciudad Juárez, y sin tanto despliegue en los medios...

Paco Navarrete
(v.pág.8 del periódico Mural del 24 de abril de 2008).


Caminando por las calles del centro, después de asistir a la marcha, tuve la curiosidad de preguntar a los cuerpos de Protección Civil de Guadalajara y Bomberos, si ellos tenían conocimiento del motivo de la acumulación de personas que protestaban, y cuál fue mi sorpresa... casi no lo pude creer, pero es que ¿acaso no tienen acceso a la información? Ninguna de estas personas, encargadas de cuidar a los ciudadanos, sabía de qué trataba la marcha. "Se trata de los del PRD", "Es por lo de la telenovela Las tontas no van al cielo". Ninguno de ellos tenía idea de la verdadera razón por la que los ciudadanos estaban reunidos.

El motivo de la marcha no fue hacer una separación de partidos, qué importa si se trata del PRI, PAN, o PRD. La manifestación del pueblo jalisciense fue en contra de un gobernador que no respeta ni el erario ni a sus gobernados. Al primero lo deja en manos de Dios, y a los segundos se dirige con palabras: "Chinguen a su madre, me vale madre". Quienes se encargan de mantener el orden y cuidado de los ciudadanos nunca se enteraron de nada en concreto. ¿Sigue siendo Guadalajara una ciudad apatía?

(V.pág.7 del periódico Público del 27 de abril de 2008).


Guadalajara está en la lista de espera para ser Capital Mundial del Libro en 2010; Beirut, la capital de Líbano, lo será en 2009. ¿Qué será lo que ofrecerá nuestra distinguida capital de Jalisco al mundo del libro, en caso de ganarle la candidatura a Lisboa (Portugal), Ljubljana (Eslovenia), Riga (Letonia), San Petersburgo (Rusia), Viena (Austria) y Wellington (Nueva Zelanda)? Por lo pronto, se puede presumir que se tiene a la Feria Internacional del Libro, la más importante en lengua española en todo el mundo; sí, suena apantallador, pero ¿se sabe qué índices de lectura arroja la llamada Perla Tapatía? ¿Se sabe que en nuestra ciudad -por no decir que prácticamente en todo el estado- las políticas públicas de promoción al libro y crecimiento de lectores brillan por su ineficacia y mala planeación cuando no por su ausencia? Para poner un ejemplo rapidísimo, que si lo supieran los de la UNESCO quién sabe si se arrepentirían de haber dado tal deferencia a Guadalajara para 2010: la Feria Municipal del Libro, que se llevará a cabo durante los primeros días de mayo, y que es la feria dedicada al libro más antigua del país, destinará la extraordinaria cantidad de ¡200,000 pesos! para poder llevarla a cabo, amén de una considerable reducción en las actividades que regularmente se ofrecían al público. Las autoridades municipales han señalado, por cierto, que sólo si se otorga el nombramiento de Capital Mundial del Libro estarán dispuestos a ofrecer mayores apoyos al fomento de la lectura. No, pos gracias por no ser tan convenencieros.

David "Negro" Guerrero
(v.pág.13-B del periódico El Informador del 30 de abril de 2008).


¡Órale, ándale, híjole, éjele, újule, quihúbole, école, épale, úchale y éijas!

Todas estas expresiones tienen múltiples significados y aplicaciones, según el contexto y el tono en que se usen, y aunque su uso es bastante común, no todas aparecen en el diccionario de la lengua española.

Veamos: ¡Órale! es una interjección que el diccionario dice que sirve para exhortar, pero la realidad es que tiene mas usos: en algunos casos se utiliza para quejarse de la imprudencia o tosquedad de una persona (órale, fíjate por donde andas); también sirve como señal de alarma, sorpresa o peligro, y en otros casos como señal de entendimiento, admiración o reconocimiento a lo que otro hace o es capaz de hacer (órale, qué bien esta eso). Curiosamente también funciona como saludo o despedida. Es una mexicana deformación de la interjección ¡oh!, utilizada para manifestar diversos estados de ánimo, asombro, pena o alegría, y cuando se pronuncia con la "o" más larga (oooórale) se convierte en la versión mexicana del wow! que utilizan los americanos.

¡Ándale! puede ser una orden o una exhortación para que alguien se apresure; un sinónimo de ¡apúrale o pícale!, y en otro tono, un reto, advertencia o amenaza de las graves consecuencias que podría tener una determinada acción (ándale: atrévete a hacerlo y verás lo que te pasa).

El ¡híjole! es la expresión de susto o miedo más popular y se utiliza con frecuencia cuando algo malo ocurre o nosotros provocamos. Esta expresión tiene otra versión más "light": el ¡áijole!.

¡Éjele! es la forma más clara de burlarse descaradamente, de la broma o del engaño.

El ¡újule!, aunque también sirve para la burla, es mucho más preciso cuando se le dice a quien, aparentando ser experto en algo, le salen mal las cosas y decepciona a todos.

¡Quiúbole! es el saludo por excelencia. Sin embargo, si se le cambia el tono y una letra (u por o) denota cierto extrañamiento reto o amenaza (¡quióbole, qué trais!)

El ¡école! es señal inequívoca de aceptación, aprobación, conformidad o permiso.

Un ¡épale! o un ¡éijas! sirven para reclamar los tropezones y atropellos corporales; una manera simpática de decir ¡fíjate!, ¡cuidado!, ¡aguas!

¡Úchale! tiene un significado difícil de explicar. Se utiliza cuando algo está saliendo mal, o cuando la ejecución de algo está resultando más difícil de lo esperado.

Es una especie de decepción profunda, una forma de decir ¡qué mala pata (suerte)!, "ni modo, a ver qué hacemos"; un reclamo más ligero que el ¡no manches (no mam...)!

Nótese (inútilmente) que todas estas expresiones son esdrújulas, incluyendo el mismo nótese, y que si bien muchas de ellas no forman parte oficial del idioma español, son parte real de nuestro mexicano modo de ser y de decir las cosas.

Por esto último y para no olvidar agravios nada más porque sí, coloquialmente al gobierno habrá que decirle: ¡újule! A las mentadas ¡éijas!, y a las exigencias y reclamos legítimos: ¡école!

"¡Híjole, en manos de quién estamos!"

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(v.pág.6 del periódico Mural del 8 de mayo de 2008).


La pitaya es un producto estacional de varias regiones del país, pero orgullo como pocos del sur de Jalisco, por varias razones pero una muy poderosa: escasos orgullos tiene esa tierra tan castigada, aparte de los más grandes escritores, pintores y compositores mexicanos del siglo pasado, verdá de Dios. Así que en la paradójica pitaya -es explosión de colores, pero sutileza en el sabor y de delicado trato- bien podemos encontrar algo de la esencia del "otro" jalisciense: no el criollo soberbio, inflado como pavo real, retratado en el charro cantor del cine nacional -supuestamente alteño, por más señas-, sino el lacónico indio de calzón de manta y sombrero colimote, de frases secas como la cuaresma, filosas como cuchillo de Sayula. La pitaya es además, el fruto más sabroso de toditita la República Mexicana, si no es que del mundo entero. Ajúa.

Las lluvias aquí son un espectáculo tan hermoso, sobrecogedor -y a últimas fechas catastrófico- que en verdad no permiten otra cosa que sentarse en un equipal a admirarlas, con un tequilita en la mano... o salir a desafiarlas, con el Jesús en la boca.

Paco Navarrete
(v.pág.8 del periódico Mural del 8 de mayo de 2008).


Aquí en el terruño estamos acostumbrados a ver y escuchar sandeces todo el tiempo. Que las ciclovías se hacen sobre la banqueta; que el dinero no es para el santuario sino para el turismo; que los camiones no son negocio; que los consejeros electorales no están arreglados sino que fueron electos democráticamente; que mató al perro porque era muy bravo.

Myriam Vidriales
(v.pág.22 del periódico Público del 30 de mayo de 2008).


Cada año aseguramos que el calor es más intenso en Guadalajara.

No es que "la calor" -como dicen por ahí- se haga más intensa. Se trata de un asunto de reniego, inconformidad e incluso identidad generalizada propia de los que vivimos en esta bonita ciudad. ¿Qué sería de nosotros si no nos quejáramos de todo aquello que nos resulta incómodo? Desde los asuntos políticos hasta aquellos que son inherentes a la mano del hombre. Las quejas son el tema predilecto del buen tapatío que se jacta de serlo: que si las macrolimosnas, que si el tráfico, que si los sueldos de risa.

No son pocas las injurias que se escuchan en boca de los jalisquillos a causa del calor, hacia el clima y hacia quien inocente -y frescamente- pregunta "¿qué te sucede?". La temporada tiene la "virtud" de exaltar los ánimos y transformar a los habitantes de esta bonita ciudad en seres extraños que cambian sus hábitos diurnos en nocturnos.

Para darse cuenta de ello, sólo hay que echar un vistazo medianochero a las calles. Sobran quienes busquen en el contexto de la casi madrugada aquello que el día no puede ofrecer: viento fresco y ausencia de multitudes que sólo agravan la situación.

Esto tiene su explicación. La primavera también es un obstáculo para que se desenvuelva plenamente la voluntad somnífera de los que se disponen a pasar una digna jornada en brazos de Morfeo -salvo los casos de los que duermen con ventilador en sus respectivas habitaciones o los que tienen sueño tan pesado que, aún con una banda de pueblo tocándoles a un lado, no despiertan-.

Nucas, cuellos, sábanas, colchones y almohadas empapadas de sudor. Las imposibilidades para pegar el ojo durante las noches primaverales tapatías radican básicamente en una humedad corporal que brota de los sitios más recónditos de la anatomía humana. Y esto, en lugar de agradecerse o disfrutarse, da como resultado a monitos malhumorados.

Oprobio
(v.pág.3 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 7 de junio de 2008).


13 de junio de 2008.


El director del Instituto Astronómico y Meteorológico de la Universidad de Guadalajara, Angel Meulenert, sostiene que una tromba, en su tierra, es una "columna de agua que se levanta en el mar por efecto de un remolino". (A estas horas ya le habrán aclarado que la Real Academia aplica el mismo vocablo a un "chubasco intenso, repentino y muy violento"; es decir, a las lluvias "al estilo Jalisco").

El caso es que las primeras lluvias de la temporada ya dañaron severamente a la infraestructura urbana de la zona metropolitana de Guadalajara, y fastidiaron a un alto porcentaje de sus resignados pobladores... Estos, en consecuencia, han recordado lo que antaño sucedió con el "Palacio Federal", la "Torre Educación" y otras obras públicas perpetradas al "'ai se va"... y llegado a la conclusión de que el tapatío medio vive sentado sobre un barril de pólvora.

(Bien decía el adagio que "en Jalisco puros machos").

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 18 de junio de 2008).


Guadalajara, ¿lectora?

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) recomienda un promedio mínimo de lectura de 4 libros por habitante al año. Lo óptimo, indica el organismo internacional, son 24 volúmenes.

(Fuente: Encuesta Nacional de Lectura 2006 del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura).

(V.pág.45 del periódico Público del 20 de junio de 2008).


Desde los tacos de frijoles hasta los colectores bajo los túneles vehiculares (el de las avenidas López Mateos y Las Rosas, por ejemplo) pasando por los cíclicos remiendos a los pavimentos y la construcción de edificios públicos, etc; hay 2 maneras de hacer las cosas: bien y -da pena tener que decirlo-... "al estilo Jalisco".

Si los acueductos romanos de los que aún se conservan vestigios monumentales como homenaje a la calidad de las construcciones -y, por supuesto, a la inventiva de los constructores- funcionaron a la perfección durante siglos; si alardes de la ingeniería como los canales de Suez y Panamá han operado de manera impecable durante muchos años; si los túneles ferroviarios en las entrañas de los Alpes o- sin ir más lejos- en la Sierra de Chihuahua, han sabido combinar la utilidad de reducir las distancias con el deleite de permitir a los humanos la contemplación de paisajes que antaño eran privilegio exclusivo de las aves y los animales silvestres; si fue posible construir y poner a funcionar un túnel vehicular bajo en canal de La Mancha (por no hablar de los transplantes de órganos y las operaciones de microcirugía, hoy en día absolutamente cotidianos), ¿qué podría tener de extraordinario, sensacional, audaz, temerario, increíble o inaudito el que, si había dinero para absorber la diferencia en el costo, el Gobierno del Estado accediera a construir un túnel (como hay tantos en el mundo, por lo demás) donde los vecinos rechazaron, por considerarla antiestética (muy a su gusto...) y lesiva para su patrimonio (muy a su derecho...), idea inicial de construir un puente?

Precisamente porque las cosas pueden hacerse bien o con las patas, hubo voces- un oficio del Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado, entre las más autorizadas-, en su momento, que lo advirtieron: resultaba "imprescindible aplicar un refuerzo eficaz y de calidad para garantizar que en el futuro inmediato (no) se presenta una falla de graves consecuencias en el interior del túnel" ("Público", VI-30-08).

Menos mal, para los negligentes e ineptos, que también para hacer peritajes, deslindar responsabilidades y penalizar impericias, hay 2 maneras: bien y- como lo dijo el ranchero... "la que dijimos endenantes".

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 1o.de julio de 2008).


En Guadalajara ya vivimos característicamente en una sociedad de alto riesgo; nuestro desarrollo urbano e industrial actual ha creado nuevas formas de riesgo e impone una peligrosidad distinta a la acostumbrada hace poco. Nos encaminamos hacia una nueva modernidad en la que el eje que estructura nuestra ciudad no es ya la distribución de sus bienes, sino de sus males.

No es ya el aprovechamiento de nuestras riquezas, sino la minimización del riesgo y la inseguridad lo que activa hoy a la gente.

Norberto Alvarez Romo, presidente de Ecometrópolis, A.C.
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 1o.de julio de 2008).


Los empresarios tapatíos se caracterizan por ser "todólogos" y carecer de paciencia, 90% de las empresas no sebreviven al segundo año.

(V.pág.11-A del periódico El Informador del 28 de julio de 2008).


En esta semana me desplacé por carretera hacia San Luis Potosí, para asistir a la ceremonia de inauguración de la más reciente fábrica de automóviles de General Motors en México. Como habitante de Guadalajara y "jalisquillo" adoptado y convencido, fue muy difícil no sentirme algo mal al ver que una inversión fuerte como esa, de mil millones de dólares en 14 meses, estaba puesta en otro estado. Lo más duro de todo, fue percibir, simplemente por mirar alrededor, que San Luis Potosí, como casi todo el Bajío mexicano, ofrece condiciones mucho mejores para las inversiones de toda clase, aún más las de esa importancia. Nosotros, desgraciadamente, parece que no tenemos más remedio que resignarnos.

Es merecida la elección de San Luis Potosí como sede de la nueva fábrica de GM en México. El ingreso por carretera desde la Ciudad de México o desde el norte del país, se hace por una espectacular malla vial de 12 carriles, sin un solo semáforo en sus 6 carriles centrales, que llevan el flujo de vehículos hacia el centro, la zona hotelera y la zona industrial, entre otras. Ahí, hay también ferrovías que unen a la ciudad con el sur y el norte del país. Su aeropuerto cobra cada vez más importancia y pasa por una remodelación que estará concluida en 2012. En pocas palabras, van por el camino correcto.

Desafortunadamente, en Jalisco ya ni siquiera figuramos entre las opciones para la industria automotriz. Hoy, que se habla de inversiones futuras de Toyota y Volkswagen, por ejemplo, los estados mencionados como posibles sedes de sus nuevas fábricas son San Luis Potosó, Aguascalientes, Guanajuato, Hidalgo, Nuevo León y, para variar, el Estado de México.

Como sede de Honda de México, Jalisco ya cuenta con una cierta estructura que podría facilitar en mucho la entrada de otras armadoras automotrices, que aprovecharían el parque de proveedores local y lo ampliarían con su arribo.

Sin embargo, el problema es la infraestructura. Las carreteras de Jalisco y las calles de la zona metropolitana de Guadalajara están en un estado similar, es decir, muy malo. La "autopista" entre Guadalajara y Lagos de Moreno está siempre en reparaciones y logra aun así el milagro de nunca estar en perfectas condiciones. Le echan la culpa a las lluvias, pero si se construyera con calidad, ese problema sería infinitamente menor. Aquí ni de lejos llueve como en Europa y Japón, donde las carreteras están siempre en buen estado. Incluso las federales, mucho más las de cuota.

En Lagos de Moreno, las obras de la autopista que uniría esa ciudad -mejor dicho, todo el estado- al centro del país, lo que facilitaría mucho la producción, están abandonadas. Hay un paso a desnivel ya construido, al que le falta sólo poner concreto en sus carriles centrales. Pero el lodo ya lo invadió y la maleza crece a cada día. No tenemos vías de ferrocarril que nos unan eficazmente al corredor que es el centro de la república y algunas empresas tienen que mandar su mercancía en camiones hacia el tren en -ya lo adivinaron- San Luis Potosí, para que desde ahí vaya a Estados Unidos o Canadá.

Nuestro mayor parque industrial, en El Salto, apenas tiene una carretera de doble carril que, para variar, está en mal estado. Además, para llegar y salir de ahí, tienen que enfrentarse al cuello de botella que es la carretera a Chapala, la única vía de acceso al aeropuerto. Incontables negocios se han perdido porque alguien o algún producto, no pudo llegar a tiempo a la terminal aérea por causa de un accidente o manifestación en esa vital arteria. Ni qué decir de los más que rebasados corredores urbanos como el Periférico, Lázaro Cárdenas, López Mateos, Javier Mina-Juárez-Vallarta o la Calzada Independencia. Si a eso sumamos los baches, la violencia, la contaminación y otros, no es difícil ver por qué estamos excluidos de los grandes planes de inversión de la industria automotriz.

Es, pues, una pena ver que la súplica que hizo el autor Ernesto M.Cortázar en su más célebre canción "Ay Jalisco, no te rajes", no está siendo escuchada por algunos jaliscienses. Jalisco, a juzgar por sus fundamentales vías de comunicación -qué triste- parece que sí se está rajando, apartándose del resto del país, para aislarse en el ostracismo.

Sergio Oliveira
(v.pág.2-E del periódico El Informador del 2 de agosto de 2008).


Por lo que se refiere a la infraestructura de transporte que requiere la zona metropolitana de Guadalajara, basta con recordar que cuando la Ciudad de México contaba con una población como la que hoy hay aquí, ya estaban en marcha las obras del Metro, mientras aquí a lo más que se aspira es a contar con unas cuantas avenidas con autobuses articulados, que difícilmente representan una solución integral y profunda al taponamiento que un día sí y otro también padecen los tapatíos.

Editorial
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 13 de agosto de 2008).


Quiso ser un segundo himno regional de Guadalajara; quedó en pieza de museo. Se pretendió que fuese la réplica tapatía a las coplas de Guadalupe Trigo ("Mi ciudad es chinampa en un lago escondido...") dedicadas al Distrito Federal; de la buena intención no pasó. Convencieron a Marco Antonio Muñiz de que la suya era la voz perfecta para entonar aquellos versos; lo hicieron creer que su personalísima versión se volvería, al paso de los años, tan clásica como "Las Mañanitas" con Pedro Infante, o tan universal como el "Nessun Dorma" con Luciano Pavarotti. Y no...

La canción de marras comenzaba con una pregunta que más bien parecía reconvención por una obviedad mayúscula: "¿Que por qué soy feliz en ti, Guadalajara?"...

Por supuesto, la respuesta enlistaba todas las bondades que el Supremo Hacedor, dentro de su sabiduría infinita, decidió concentrar, precisamente, en la popularmente llamada "Perla de Occidente" e internacionalmente afamada "Atenas de las Américas": las bondades de su clima, la inconmensurable belleza de sus mujeres, la hermosura de sus fuentes, la calidad de sus equipos de futbol, el talento y la honradez de sus gobernantes, etc., etc.

Hubiera sido la canción perfecta para paladearla, a bordo del automóvil, con el motor apagado, a la mitad del camino entre la casa y el trabajo -o la escuela-, después de calibrar, con la paciencia de Job, las gigantescas dimensiones y los alcances del mega-colapso vial de la mañana de ayer, en las muchas "vialidades" que se convirtieron, virtualmente, en estacionamientos de automóviles durante cuatro horas.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 10 de septiembre de 2008).


Ahora que estuve en Guadalajara, entendí como nunca el carácter y la personalidad de los tapatíos: hombres y mujeres -ellas, guapas como siempre- que viven con austeridad, pero que saben disfrutar de las cosas sencillas de la vida...

Martín Casillas de Alba
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 23 de septiembre de 2008).


Cosas que han cambiado y que desorientan sobremanera son los nombres de las calles: antes Las Torres, ahora Lázaro Cárdenas; antes Tepic, ahora Luis Pérez Verdía; antes Tolsa, ahora Enrique Díaz de León; antes Bosque, ahora Zuno; antes Del Sur, ahora Efraín González Luna. ¿Por qué el empeño en hacernos bolas? ¿Por qué no conservar la tradición, qué necesidad de enaltecer nombres que pocos reconocen?

Otro ejemplo: antes, en el cruce de López Mateos y Niños Héroes-Guadalupe estaba la glorieta de las jícamas (cabe aclarar, para los no iniciados, que no era porque vendieran fruta en ese sitio preciso, sino por la forma geométrica de las fuentes, que asemejaba la manera tan peculiar en que se cortaba la jícama, para que el limón no resbalara y permaneciera dentro de la fruta). En fin, ahora se la conoce como la glorieta de los caballos, por la escultura que ahí se ha colocado y que sirve como escaparate fotográfico para muchos recién casados y quinceañeras.

Laura Zohn
(v.pág.18 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 27 de septiembre de 2008).


La ciudad ha crecido de manera exponencial en las últimas décadas. Recordemos que el tapatío un millón llegó con la década de los 70s, más de 400 años después de que doña Bety Hernández cantara aquella de "El rey es mi gallo". Y apenas 3 décadas después ya habíamos triplicado esa cifra. Así que no es sólo la combinación del mediocre desempeño de nuestros futbolistas, la soporífera televisión local y los llamados de la cofradía de la vela gorda por evitar el uso de anticonceptivos lo que ha logrado que nos multipliquemos como chiquilllos en primera comunión, esperando el bolo. Es también por la dichosa inmigración.

Como buen punto comercial, esta ciudad siempre ha sido un imán de población.

Paco Navarrete
(v.pág.8 del periódico Mural del 2 de octubre de 2008).


Ser tapatío de cualquier edad nos obliga a hablar en tapatío, por lo que los nacidos en Guadalajara ocupamos ir a la tienda a comprar virote, tenemos que alzar la ropa en los cajones. Podemos poner cualquier cantidad de pretextos, pero algo que me queda muy claro es que tenemos que manejar más despacio porque si le damos muy recio podemos machucar a alguien...

Ricardo Santos
(v.pág.4 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 4 de octubre de 2008).


Guadalajara es una ciudad huraña y desconfiada. Lo dicen los mercadólogos, quienes deben pasar la prueba tapatía para decidir si gastan o no enormes cantidades de dinero en el resto del país para la introducción al mercado de cualquier producto.

Martín Almádez
(v.pág.16-B del periódico El Informador del 6 de octubre de 2008).


"Limpiar Guadalajara"... ¿Dónde hemos oído eso?

Se lo han propuesto, en recientes administraciones municipales, varios alcaldes. Uno de ellos, que luego sería gobernador del estado (Francisco Ramírez Acuña), salió una mañana, escoba en ristre y escoltado por una nube de reporteros y fotógrafos, a barrer alguna de las plazas públicas del centro. Otro (Fernando Garza Martínez) mandó colgar de los arbotantes del primer cuadro unos pendones gigantescos, con el rostro patibulario de un cómico, una leyenda ("Atínale") y un slogan: "En Guadalajara, la limpieza va en serio". (Pocos entendieron se trataba de un chiste)... Con la anuencia expresa de los ciudadanos, ordenó detectar, detener y multar a quienes tiraran basura en la vía pública. El dispositivo hizo famoso, por unos días, a un ciudadano que debió pagar mil pesos de multa por arrojar una colilla de cigarrillo al piso, frente a Catedral. Después, como ha sucedido con tantas "acciones" que quedan en la consabida llamarada de petate, la campaña sólo sirvió para dar la razón a quienes aseveran que "No hay entusiasmo tapatío que dure 72 horas".

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 15 de octubre de 2008).


Pues resulta, señor, una de tres: o el respetable y culto público tapatío reprobó el examen al que se le pretendió someter el pasado fin de semana, en la primera edición del "Festival de la Cerveza"; o el festival en cuestión fue estropeado por saboteadores profesionales, contratados por enemigos embozados, envidiosos del prestigio internacional de Guadalajara (y anexas)..., o alguna bruja convocó a los espíritus chocarreros para reeditar, en estas tierras dizque de Dios y de María Santísima, el proverbial "Rosario de Amozoc".

Los testigos del "Festival de la Cerveza" dan dos versiones. Unos aseveran que la promoción, a pesar de que no fue muy publicitada, convocó a demasiados rufianes, incapaces de entender que se trataba de un ejercicio cultural. Otros dicen que el evento fue víctima de su propio éxito. En todo caso, fue necesario cancelarlo abruptamente, porque la multitud sedienta se salió de control.

La nota, casualmente, coincide con otras en que se refiere que la flamante sección de sanitarios en las Fiestas de Octubre fue vandalizada ("grafitti", saqueo, destrozos por parte de las turbas...), y que otro tanto sucede ya en los cementerios (robo de flores, floreros, cristos... y hasta osamentas), según el inventario previo a las celebraciones del inminente Día de Muertos.

Colofón: ¿Y todas estas cosas suceden en la que se preciaba de ser, por encima de cuantas aspiraran a ese título, "Ciudad amable"...?

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 28 de octubre de 2008).


Si uno pone un poco de atención, descubrirá que cotidianamente nos hacen preguntas que sólo por ser tapatíos podemos responder.

"¿Ya llegaste?", es una pregunta que muchas veces nos han hecho cuando arribamos a algún lugar; si uno lo piensa, no tiene lógica, porque si nos están viendo llegar, ¿qué caso tiene preguntar?... "¿A ver cuándo nos vemos?", típica frase tapatía cuya respuesta lógica sería afirmar que nos estamos viendo en ese preciso momento, sin embargo uno contesta: "El día que quieras", para al final, como parte del ritual, no quedar absolutamente en nada o simplemente decir: "Bueno, mañana nos hablamos" -algo que por supuesto ambos sabemos que no va a suceder, pero parece ser una respuesta muy educada-. También es bastante común que nos pregunten "¿No te has ido?". Uno podría contestar: "Si me estás viendo aquí es obvio que no me he ido", pero esa respuesta sería considerada una falta de delicadeza y el argot tapatío es de una cortesía extrema, de hecho, además de pedir todas las cosas "por favor", hay una necesidad de pedirlas en diminutivo. Parece ser más cortés pedir que nos pasen una tortillita, el salerito o un vasito de agua fresca a la hora de la comida, que simplemente una tortilla, la sal o un vaso con agua, que también es común pedir como un "vaso de agua"... No importa, tengan la seguridad de que el mesero nos lo va a servir de "todas maneras".

"Sa qué mo tiene la ñora", me dijo un taxista el otro día. Tapatío de hueso colorado que soy, entendí que me quería decir "sabe qué modo tiene la señora", que sigue siendo igual de indescifrable pero perfectamente entendible si hemos vivido lo suficiente en "Guadalarranch".

Ya se nos "acabó el veinte", lo que significa que no nos queda más espacio.

Ricardo Santos
(v.pág.4 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 8 de noviembre de 2008).


Hablábamos de lo difícil que puede resultar para aquellos procedentes de "extranjia" -es decir, los extranjeros- poderse comunicar con nosotros los tapatíos, que aunque en teoría hablamos castellano, a ellos les resulta bastante complicado comprender algunas de nuestras acepciones, a pesar de que la mayoría de las palabras que utilizamos las pueden encontrar fácilmente en el diccionario.

"Andele pues" expresado después de hacer una reverente genuflexión, es una manera por demás educada de aceptar una propuesta; "está bien papita", es bastante común para referirnos a algo que tiene un grado de dificultad por demás elemental. Además somos tan entusiastas que de repente no nos asustan los calificativos, por ello, algo puede resultar "mucho muy" agradable o también nos puede dar "bien mucho" calor... Hacer una cita puede resultar más complicado de lo que imaginan, porque podemos quedar de vernos "entre ocho y ocho y media" o "pasaditas las diez", que en términos generales, puede ser cualquier hora después de las diez... Sin embargo es una hora en la que todo tapatío puede agendar un evento sin problema. "Nos echamos un grito" la semana entrante, también es bastante usual para ponernos en contacto con cualquier conciudadano la próxima semana. "¿Qué horas traes?" o "¿Qué horas tienes?", como si cada quien trajera o tuviera una hora distinta en su reloj...

Ayer llamé por teléfono a una empresa que tiene adeudos conmigo, me contestan "¿Bueno?". Pregunto por el ingeniero, el ingeniero "no se encuentra" me responden -se habrá perdido y no se encuentra a sí mismo, me quedé pensando...-. "Salió fuera", escupe la secretaria al teléfono para explicarme la ausencia del profesionista de su oficina, además me informa que mi cheque "no salió esta semana"... ¿Cómo explicarles a estas damicelas que no hay posibilidades de "salir dentro" y que los cheques no "salen", alguien simple y sencillamente debe firmarlos y entonces uno puede pasar a recogerlos? Sin embargo, estas respuestas nos dejan bastante tranquilos, por lo tanto, la siguiente semana llamaré nuevamente, sólo que esta vez diré amablemente: "Señorita, le hablo para preguntarle si ya 'salió' mi cheque".

"Es como todo", una respuesta que recibimos con frecuencia después de hacer todo un discurso sobre política, religión o deportes; si uno lo piensa detenidamente, se pregunta ¿cómo como todo? Es decir, ¿es como la física nuclear o como el birote de la Central? Sin embargo es una magnífica respuesta que a "todo el mundo" deja satisfecho, es decir: a los chinos, a los rusos y, hasta donde tengo noticia, a los vietnamitas también.

Si nacimos en esta noble y leal ciudad, no importa que nos enfrentemos a las preguntas o respuestas más extrañas, siempre estaremos en calidad de entender lo que nos qieren decir.

Ricardo Santos
(v.pág.4 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 15 de noviembre de 2008).


Que si los tapatíos son cómplices de una doble moral y que los chilangos son unos gandallas colmilludos, son tan sólo meras especulaciones a las que llegó el "chilanquillo" en Un Chilango en Jalisco. Cualquier parecido con la realidad, será mera coincidencia.

Sin ánimo de ofender a la "realeza jalisciense", Alberto Martínez Vara evidencia en ese primer texto suyo, publicado por Almuzara, con mucho humor las incongruencias en las que se va tejiendo día a día la realidad contemporánea de este lugar, vistas desde la mirada de un tapatío que ha vivido en el DF, y que desde hace 20 reside en Guadalajara.

"Cuando yo me vine a vivir a Guadalajara, hace 20 años, era una ciudad hermosísima para vivir, verde, limpia, la gente amable, sin agresividad, sin tanta contaminación y en un de repente la ciudad se ha transformado en otro DF chiquito", dijo el escritor, mientras degustaba una tortita ahogada en un puesto entre las calles Venezuela y Lázaro Cárdenas.

Este libro que habla sobre la identidad no es un estudio antropológico, pero sí un registro de situaciones que regularmente pasan por alto ante los ojos de los ciudadanos, principalmente los de quienes integran las cúpulas empresariales, gubernamentales y eclesiásticas.

"Es un reclamo a todos los que tienen que ver con esto, las autoridades, las cúpulas que han permitido que Guadalajara se haya contaminado así, y no hablo sólo de la contaminación de gases, sino de contaminación moral, de corrupción, de mafias. Hemos importado del Distrito Federal todas las malas mañas y permitido que se queden aquí", dijo.

"Siempre en tono humorístico, hablo de la doble moral de los tapatíos, del yugo católico que es impresionante aquí, de los corruptos líderes sindicales, de lo fatuos que se vuelven las personas que llegan al gobierno, los que lideran la iniciativa privada, y cambian por falta de seguridad. Abordo el odio hacia los gringos, hacia los extranjeros y hacia los chilangos, que son puros complejos, el libro quiere reflejar eso para ver si entre todos reflexionamos lo que nos está pasando".

(V.pág.7 de la sección "gente!" del periódico Mural del 20 de noviembre de 2008).


Vivir más de 40 años en una misma ciudad nos permite entender cuando una calle "sube" o "baja" a pesar de que la susodicha carezca de desnivel.

En algún momento el río de San Juan de Dios era el punto más bajo de la incipiente ciudad, por ello, ir hacia el río significaba bajar; ir en sentido inverso significaba subir, es así de simple.

Ricardo Santos
(v.pág.4 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 22 de noviembre de 2008).


12 de diciembre de 2008.

Este 25 de diciembre, Guadalajara amaneció en algunas zonas de los sectores Reforma y Libertad con 100 imecas o más de contaminación, cortesía de sus propios habitantes. "Sí hubo bastantes fogatas, la verdad es que no nos dimos abasto ni nosotros ni [los] bomberos para extinguirlas todas", declaró Martín Maldonado, supervisor operativo de la Policía de Guadalajara.

Como se anunció, desde la noche del 24 las unidades pick up de la policía tapatía colaboraron con Bomberos y Protección Civil en la detección y sofocamiento de fogatas, pero aún con las advertencias sobre no encenderlas y el esfuerzo oficial, los ciudadanos se salieron con la suya: "Aquí es también falta de conciencia de las personas, la verdad es imposible cuidar a cada una de las casas".

En cuanto a los choques, dijo que hubo muchos, la mayoría causados por conductores en estado de ebriedad. "Afortunadamente no tenemos ningún reporte de herido por una bala perdida", indicó Martín Maldonado, aunque reconoció que sí hubo muchos reportes, pero la mayoría falsos, pues se trataba de detonaciones de juegos pirotécnicos.

(V.pág.7 del periódico Público del 26 de diciembre de 2008).


Comer y morir en Guanatos

En la búsqueda de nuevos horizontes culinarios, Guadalajara puede dar sorpresas. Pero no sólo me refiero a la birria y al tequila, sino a múltiples y notables platillos que permanecen inéditos fuera de tales fronteras.

Encima, también puede cambiar la percepción de sobria resignación y deleite ante los infortunios de la vida, pues en Guadalajara, como en el Guanajuato de José Alfredo, la vida no vale nada, pero de otros modos a los esperados.

Si uno pasa el tiempo suficiente ante las noticias locales, no tardará en ver suicidas ahorcados; no siempre se saben las causas. Y no sólo pueden ser debido a las declaraciones del precioso góber limosnero (dícese de quien gusta de dar limosnas) y a sus "indoloras" mentadas de madre. Todos los residentes de Guadalajara con los que hablé, me dieron nota de los camioneros asesinos, también llamados matabucerdos, a los que se teme por su costumbre de rematar a los heridos atropellados por ellos, que al fin que "vale menos un muertito que un tullido". Quizá los ahorcados de la tele son choferes con conciencia social. Quizá los ahorcados son usuarios del Museo Regional de Guadalajara, frente a la Rotonda de los Jalisciences Ilustres, que se cansaron de esperar a que abrieran la librería del museo.

Por hambre, seguro no habrá quien se ahorque. Las famosas tortas ahogadas, hechas con birote (bolillos de mayor consistencia, para aguantar el remojo en salsa de tomate) y la birria abundan por todo Guadalajara, pero no son lo mejor para el turista comilón. Bastan los alrededores de Guadalajara para comer como pelón de hospicio.

En Zapopan, al lado del mercado del centro, dan un menudo (panza) blanca que podría competir con cualquier platillo de alta cocina, nomás con unas mosquitas y un poco de cebolla. Hasta lo venden en combo, con chesco y jericalla. Ver para creer: en Zapopan, toda la lengua de res es importada, quesque porque así sale más barata.

En Tequila, propiedad de las tequileras de exportación, hay unos preparados de atole de maza, con piloncillo, hielo, limón y sal de grano: el tejuino. Uno de esos basta para aplacar al más urgido. ¿Insuficiente? Pues échese un agua de ovo (así se llama, no crean que estoy haciendo un homenaje a Chaf y Kely), hecha con frutas de ovo (una suerte de ciruela amarilla). También las preparan en raspado. En casi cualquier restorán puede conseguirse chicharrón de pescado: pedazos de pescado bien fritos, con todo y piel, que saben mejor que esos feos chicharrones de puerco llenos de harto colesterol del malo y feo que a todos espanta.

En Chapala venden caviar mexicano (hueva de pescado) que suele prepararse con algunas hierbas finas (todo sacado del lago de Chapala) para darle un delicioso toque radiactivo. En El Guayabo Sabroso, propiedad de El Guayabo, cuya foto aparece a la entrada del restorán, 1939-2005, y un epígrafe "Sácate las manos chacho" (haga sus conclusiones sobre lo que se estaba agarrando el mentado guayabo), los molcajetes de mariscos son buenos, buenos. Si Chapala le parece que ha dejado de ser lo in para los guadalajareños con dinero, se puede pasar a Ajijic. Nomás en la carretera hay restoranes que van de la comida europea, especializada en comida alemana, china, italiana, hasta las mixturas de su preferencia. Y es que la población flotante extranjera es mucha. Casi todos los servicios inmobiliarios se ofertan en inglés y español.

Hasta cines hay en Ajijic. En Tlaquepaque, famoso por la birria y el tequila, hay otras cositas para degustar. No sólo se ha gastado en infraestructura para hacer agradable el lugar a la bola de gringos que van a ponerse briagos como placa de trailero (hasta atrás y hecho un asco), sino que entre las muchas artesanías made in China que ahí se venden, se ofrecen unas deliciosas guasanas (garbanzos verdes en su cáscara) que se venden con limón, chile y sal. Deliciosas y sanas horas de diversión pelando las cáscaras que dejan los dedos del comensal bien verdes (Hulk, los que vamos a comer te saludamos).

Además, como en casi todo el Estado, las nieves de garrafa son notables. Si después de eso insiste en comer birria en el Parián, pues allá usted y su mala cabeza.

Si el recorrido no lo ha dejado satisfecho y tiene estómago para seguir comiendo y aguantar a los choferes de camiones y vehículos en general que avientan la lámina como hijos putativos de ex presichente, éntrele a las comilonas guadalajareñas.

En enero me tocó la muestra internacional de cine en la Universidad de Guadalajara, atrás del siempre notable templo expiatorio (iglesia gótica con vitrales y toda la cosa, casi como estar en Estrasburgo o Colonia). Eso sirvió para ir a hacer la digestión de los productos de croissants Alfredo, ubicados al ladito de la iglesia (la tienda tiene más de 70 años, según la vendedora que tenía tipo de haber nacido y casi muerto en la tiendita), y donde venden unos inauditos cuernitos rellenos de cajeta, o chocolate, o mermeladas que bien valen el coma diabético al que uno se expone por andar de tragón con esas viandas salidas del cielo inventado por Rabelais en Gargantúa y Pantagruel. Bueno, por otro lado, uno puede entrarle a la carne en su jugo en los muchos restoranes especializados en los cárnicos y sus derivados. Como normalmente esos platazos los sirven con frijoles revueltos con granos de elote, ya se puede suponer que está haciendo una comida balanceada (en triglicéridos, colesterol y amibas, es verdad) pero que en apariencia no engorda mucho.

Sobran las opciones para ejercitar la mandíbula en Guadalajara. Desde iniciar el día con unos chilaquiles o con unas enchiladas. Si no teme pagar cuentas insultantemente caras por unos pedazos de tortilla y pollo o carne, se puede lanzar al restorán Los Chilaquiles, en la calle de Lázaro Cárdenas. Los dan desde "poco picosos" hasta "sólo para políticos", preparados con salsa de chiles habaneros y pólvora usada de narco. Una delicia para los que gustan de sudar a tempranas horas, sin temer los sudores nocturnos de la digestión. En todo caso, puede recurrir a cualquier área pública para comer salchitacos (salchichas envueltas en tortillas fritas quesque parecen tacos) o salchipulpos (esas mismas salchichas quesque parecen pulpos por los cortes tipo falda que les ponen) con una pasta de chile rojo, que también es muy recomendable para provocar úlceras o gastritis al yerno de su preferencia. Y tenga cuidado con las tostadas o quesadillas que pida en cualquier cenaduría o puercoboutique local: siempre les ponen caldo de tomate y harta col o lechuga (algunas las lavan con el agua estancada por las inundaciones homicidas que se dan cada año en la temporada de lluvias en la ciudad: ahí sería mejor poner el dinero de las limosnas en construir el drenaje profundo).

Y todo eso es para empezar el viaje, sin haber comido una sola birria ni haberse echado un solo alipús de tequila. Quizá algunos colgados de Guadalajara mueren de indigestión, cómo saberlo.

El Juez Borgues
(v.pág.39 del periódico Público del 25 de enero de 2009).


30 de enero de 2009.


Inicio del Gran Diccionario Tapatío

Alza tu piezaOrdena tu habitación
¡Arrebáselo, apá!¡Pase a ese auto, padre!
CarcanchaCarro destartalado
FajoCinturón
Ira, qué le hace...Mira, no importa
Me trais el vuelto, mijoMe regresas el dinero que te sobre, hijo
No lo hagas desatinarNo lo molestes
No me ajustaNo me es suficiente
OcupoNecesito
Papi, ¿me canchas?Papá, ¿me llevas de caballito?
Tienes un regueroTienes un desorden

Basado en el publicado por Mac
(v.pág.40 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 17 de enero de 2009).


Guadalajara es una de las ciudades del país con menor índice de lectura, pese a ser la sede de la Feria Internacional del Libro. Las estadísticas hablan de poco más de un libro al año por tapatío.

Ana Guerrero Santos
(v.pág.3 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 14 de febrero de 2009).


Las principales virtudes del tapatío al volante.

Manejando por la ciudad - Primera lección.

Mac
(v.pág.40 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 14 de febrero de 2009).
El cumpleaños de nuestra ciudad da motivo para numerosos recuentos históricos y celebraciones populares, pero también para que la memoria de algunos tapatíos que la han conocido en diversas edades reviva gozosas andanzas, anécdotas o vivencias relacionadas con sus calles y sus personajes, mismas que hoy comparten en este espacio.

Aunque cualquiera podría pensar que la remembranza es cosa de "viejitos", las palabras de tapatíos de todas las edades nos permiten advertir que el espacio del recuerdo es tan vasto y atemporal, que la recuperación de momentos y vivencias, así como las emociones que ésta desata no tiene edad y que, en este caso, todos refieren a una ciudad en la que han crecido y han visto cambiar a pasos precipitados. "Lo que un día fue no será", reza el estribillo de una popular canción entonada por José José, pero sirve también para enunciar lo que, en diversas épocas, no tan lejanas, los moradores de la Perla rememoran como algo que el progreso urbano dejó atrás.

"Si un recuerdo imborrable tengo de mi ciudad, es la etapa de infancia que viví por la calle Juan Manuel, en una casa en la que hoy se podrían construir cuatro departamentos del tamaño del que vivo. Como si pasara por mi mente una película, rescato las tardes en que mi mamá nos llevaba, a mi hermano y a mí, a jugar a donde los del rumbo conocíamos como la Buzeta, que hoy es la plaza de la República y el viejo obelisco quedó aislado en una pequeña glorieta, en donde confluyen la avenida México y la calle Pedro Buzeta. Había ahí bancas de cemento en las que mi mamá se sentaba a tejer, mientras correteábamos por un jardín con matorrales que se cuajaban de unas bolitas rojas, como pingüicas, que recolectábamos y comíamos por montones. Ahí mismo, estaba Novedades Bertha, ‘donde termina Lafayette y empieza su economía’, a donde acudíamos en cuanto juntábamos 10 ó 20 pesos de nuestros domingos, para comprar libros de colorear o algún otro juguetillo. Cuando el paseo se prolongaba, caminábamos por Lafayette, que era mucho más angosta que hoy, para llegar hasta el monumento de los Niños Héroes cuya rampa se nos convirtió en una delirante pista de carreras", relata Beatriz Contreras, de 56 años, sin esconder las lágrimas que le brotan espontáneas al recordar a ese compañero de aventuras fallecido hace poco más de un mes.

El abogado Juan Enrique Zuloaga, quien apenas sobrepasa los 5 decenios de edad, relata: "Recuerdo en particular 2 cosas que ya desaparecieron; primero, no sé si ocurría todo el año o sólo durante la Cuaresma, pero era muy común el pregón de ‘pescado bagre, pescado fresco’, que el vendedor cargaba en unos carritos como los que se usan para las frutas, en los que ponían barras de hielo cubiertas con alfalfa y sobre ella, grandes filetes de pescado extraordinariamente bueno, sólo que con muchas espinas. Luego, me acuerdo que los sábados por la tarde, pasaban por la calle Colonias (la de la esquina de mi casa), arrieros con grupos de toros y vacas que, según yo, llevaban al rastro que nunca supe exactamente dónde quedaba".

"Viví por el barrio del padre Galván, en una calle que antes se llamaba Venecia, de donde datan la mayoría de mis recuerdos de infancia: el grito de ‘turrón jóvenes’ que lanzaba un vendedor que cargaba sobre el hombro derecho una tabla con el producto, y sobre el izquierdo unas patas de tijera sobre las que la colocaba para despachar a quienes le pedían un trozo de aquel dulce duro y chicloso que ponía sobre un papelito de estraza y escurriendo un chorro de limón. Al igual que el que gritaba ‘paletas pa la calor’, recuerdo al de las ‘varits, varits’, que expendía manzanas o varitas con tejocotes cubiertos de caramelo rojo que me encantaban, pero que mi mamá nos prohibía comprar porque decía que estaban todas mosqueadas y cubiertas de polvo. Ahí me tocó atestiguar la extraña pasada de una plaga de chapulines que de pronto oscurecieron el cielo, la gran inauguración de Maxi Calzada y la emocionante llegada de la temporada navideña, cuando ocurríamos al parque Morelos a que me compraran una mona de cartón". Carolina Gómez Sánchez, 62 años.

¿Una experiencia memorable? "¡El Mundial del 70!", responde sin titubear Roberto Álvarez, quien a sus 49 años recuerda emocionado la fiebre brasileña que vivió la ciudad, y los desfiles que se armaban por los triunfos de la selección carioca, a los que llegó a incorporarse en compañía de su padre. "Ya no recuerdo si México ganó entonces algún partido, porque yo tenía entonces como 10 años, pero en mi memoria guardo intacta la emoción de verme sentado sobre la ventanilla del carro de mi papá, con una banderita de Brasil y pegando de gritos, recorriendo la avenida Tolsá y llegando hasta López Mateos, en donde estaba el hotel al que llegaron los brasileños. Me acuerdo con cierta nostalgia de la nevería Valencia y su famosa changa, del autocinema Ritz, al que mis papás nos llevaban por las noches, con pijama y cobija; de la glorieta Chapalita, que entonces estaba cercada y en su interior había juegos, incluido el resbaladero más alto que he conocido en mi vida".

"Siempre que volteo hacia atrás, con intención de recordar mis experiencias amables, me veo en Plaza del Sol; acompañando a mi mamá al super, comiendo tacos al pastor, comprando una nieve de Bing o un globo de gas que muy pronto se me iba al cielo, pasando un buen rato en Diversiones Maravillosas o simplemente sentada en una banquita viendo la fuente. Era lo más cercano que tenía a mis pocos años de vida y el lugar al que pedíamos ir, cada domingo. Ahora hay ya muchas plazas, pero ésa me sigue resultando entrañable, a pesar de que ya no es como la recuerdo y con facilidad me pierdo entre tantos pasillos que ahora tiene. También recuerdo con tristeza el club Guadalajara de Colomos, porque ya no existe y ahí pasé prácticamente 10 años de mi vida, entrenando natación y sirviendo como instructora a los más pequeños", relata Adriana Martín Leos, de 33 años.

"Las matinés del cine Reforma, los dulces agritos y elotes asados que vendían afuera del Expiatorio, la panadería de la esquina en donde me compraban merengues de colores", enlista José Antonio Retana, de 51 años, como las delicias de la juventud que no podría recuperar en la actual Guadalajara.

No se necesita ser un anciano para dar cuenta de los múltiples y sustantivos cambios que la modernidad y sobrepoblación de fuereños han impuesto a una urbe que, a los 440 de edad, todavía podía presumir su espíritu provinciano. "Cuento a mis hijos que la avenida Mariano Otero no existía, sino la Calzada de la Victoria que llegaba adelantito de las vías del tren, y se les figura que les estoy hablando de la era cuaternaria o que, a los 50, ya soy un viejito narrando aventuras de la Revolución. Cuando les hablo de que Chapalita llegaba hasta Niño Obrero, que prolongación Américas era el viejo, empedrado y angosto camino a Zapopan, que en media Plaza Tapatía estaba la plaza de toros y que en los cines pasaban 2 y hasta 3 películas por función, se ríen pensando que les hablo de tiempos de don Porfirio, y no de la ciudad que me tocó vivir y disfrutar en plena juventud. De aquella Guadalajara extraño el pozole y las tortas de don Tomasito, las buenas jericallas que vendían en unas tazas gordas y desorejadas en los mercados, la facilidad y rapidez con que viajábamos al Centro para comprar cualquier cosa y la ‘vallarteada’ de los sábados por la noche", narra José Juan Becerra Padilla.

Asunción Uribe recién cumplió 55 de edad y 53 de haberse mudado a vivir a una ciudad que considera la propia y muy distante de la tierra oaxaqueña que "por puro accidente" la vio nacer. "Lo que más vívidamente recuerdo de mi infancia eran las tardes que la tía Lola me pedía que la acompañara de compras al centro, porque siempre salía yo con algo de ganancia. Mi tía compraba pocas prendas de vestir, pero nunca baratas, así que me llevaba a Las Fábricas de Francia o El Nuevo París, que desde la entrada olían muy bonito. También compraba telas en El Vapor y algunos blancos en Franco, porque el dueño era su amigo y le daba crédito que siempre liquidaba con extrema puntualidad. Pero mi máximo era que termináramos los encargos y mi tía me comprara una bolsa de donitas que vendían en los portales y me dejara un buen rato observando los aparadores de Woolworth, aquella tienda ubicada en el cruce de Juárez y 16 de septiembre, donde vendían todo lo que una chiquilla como yo podía soñar, desde juguetes hasta un montón de vistosas chucherías".

Aunque la mayoría de los opinantes vertió más de un comentario sobre lo que les entristece de la Guadalajara actual, aceptaron que, por hoy, lo que toca es hablar bien de la del cumpleaños y seguirle agradeciendo las buenas vivencias que sólo en una ciudad como ésta es posible vivir.

Patricia del Castillo
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 18 de febrero de 2009).


Porque de momento no están el horno para bollos ni La Magdalena para tafetanes, ayer que, por alguna misteriosa razón, el tema saltó a la palestra, no hubo más remedio que decirlo con (casi) todas sus letras: el proyecto de agregar a Guadalajara a la lista de las ciudades que pueden presumir entre sus atractivos -para turistas y lugareños- con un Museo Guggenheim, ni se abandona ni se aborta; simplemente se archiva en la lista de pendientes.

(La lista en cuestión, por cierto, se va haciendo laaaarga, laaaarga... Pero ésa es harina de otro costal).

Cinco años han transcurrido desde que comenzó a cacarearse, con la enjundia que caracteriza a los tapatíos, el buen deseo de materializar ese proyecto.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 24 de febrero de 2009).


Aquí en Guadalajara, en 2 distintas ocasiones y sin real justificación yo he sido amenazada con armas de fuego con diversos pretextos al paso de mis perritos -2 cocker de raza pequeña.

Martha González Escobar, divulgadora científica de la Universidad de Guadalajara
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 14 de marzo de 2009).


Yo esperaba encontrar en Guadalajara opiniones encontradas, sentimientos contenidos, añoranzas calladas. Esperaba encontrar una cierta preocupación de los ciudadanos acerca del futuro de su ciudad, de la transformación de su Centro Histórico, de las posibles mejoras, de su necesario embellecimiento o, simplemente, de su crecimiento y desarrollo.

Salvo honrosas excepciones, he sido testigo de la ausencia de interés por la ciudad. He visto cómo se le reprocha a las autoridades, y a la clase política, en general, las intervenciones que han propuesto, pero de ninguna manera he visto proponer alternativas. Mi impresión es que no es común entre los ciudadanos tomar parte activa en la creación de propuestas de intervención en su ciudad. Es evidente que no existe siempre una aceptación popular en todo aquello que supone transformar la ciudad, pero siento que los ciudadanos dejan estas decisiones en manos de los políticos, como si nadie más que ellos pudieran opinar de manera previa antes de cualquier decisión. Ser testigo de la aceptación con resignación de la demolición del antiguo edificio de Fábricas de Francia o la antigua entrada del Parque Agua Azul, como si hubiese sido algo inevitable, me ha conmocionado.

Muchas han sido las personas que, cuando les he preguntado, me han hablado del Centro Histórico de Guadalajara con desidia. Otras con desprecio. Las más con indiferencia. Mi experiencia es que una gran parte de la población cree tener un Centro Histórico poco valioso, incómodo y obsoleto. Para un europeo, esto es poco menos que un atentado cultural. Muchas ciudades europeas que tienen centros históricos más pequeños, o de menor valor histórico-artístico, los cuidan como un tesoro, presumen de él, lo disfrutan y lo exhiben con orgullo. El Centro Histórico de Guadalajara tiene, pese a que ha perdido gran parte de su patrimonio, un valor incalculable. En todas las ciudades europeas, el Centro es el lugar más buscado. Quien no tiene capacidad adquisitiva para comprar una vivienda en el centro, tiene que conformarse con vivir en la periferia. En Guadalajara, las capas sociales de mayor poder económico huyen del Centro y se construyen su casa, a la europea, o a la norteamericana, en suntuosos fraccionamientos, aislándose de la ciudad.

Los cotos representan la mayor involución urbana de la ciudad. Muestra inequívoca del deterioro social, dan la espalda a la ciudad, negándola. Manifiestan de manera rotunda su decisión de no participar de ella, de aislarse de todos sus males. Como si de un fortín amurallado se tratase, retrata la mayor paradoja de la actualidad. Mientras la ciudad trata de ser abierta, integradora, hilo conductor de todo tipo de actividades socializadoras, grupos de ciudadanos se apiñan unos contra otros, encerrándose y restringiendo cualquier contacto con el exterior. El coto es un síntoma de una sociedad urbana enferma. Es la peor manera de dar respuesta al miedo y la inseguridad. Antaño los vecinos se ayudaban, se protegían, confíabas en ellos. Hoy el recelo y la desconfianza en tu prójimo está produciendo reacciones urbanas nada aconsejables. Es una solución improvisada, fácil, un remedio superficial. El verdadero reto es conseguir una ciudad segura, amable, sin fronteras.

Esto es otra de las consecuencias del desinterés de la población por su ciudad. Una sociedad que se siente preocupada por el devenir de su ciudad, por su mejora, por su evolución hacia un modelo de calidad, jamás se plantearía vivir en un "cocoon" que le hace impermeable a los acontecimientos diarios, que la separa del resto del organismo complejo, integral, diverso, estructurado, que es la ciudad.

Me embarga una profunda tristeza cuando me dan pruebas de que los tapatíos no aman suficientemente a su ciudad.

Juan Cano
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 1o.de abril de 2009).


Recuerdan aquella frase atribuida a Carlos Salinas que dice que los jaliscienses no plantean grandes proyectos, sino buscan sólo pequeños privilegios.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 8 de abril de 2009).


Si bien la siesta es lo mejor para combatir los calores, los tapatíos hemos encontrado otra forma de atajar este fenómeno que en nuestra ciudad dura de 8 a 10 semanas: la práctica de la inmovilidad. No moverse es un reflejo animal ante las temperaturas excesivas, es una forma de almacenar energía y de no producir calor. La inmovilidad se practica normalmente después de la siesta y antes de caer la noche. Hay varias formas de estar inmóviles, algunas de ellas incluso "productivas" pero de lo que se trata realmente es de evitar cualquier movimiento capaz de generar energía calorífica, lo demás es lo de menos.

El ejemplo prototípico de la inmovilidad es esa maravillosa costumbre (que desgraciadamente se va perdiendo) de sacar una silla a la banqueta, buscar una sombrita y dedicarse literalmente a matar la tarde. Matar es un eufemismo, porque ante todo es un verbo que implica acción, cosa que se trata justamente de evitar, y porque además la tarde se muere sola, y sin ayuda de nadie, todos los días. Pero matar la tarde es para los tapatíos una actividad, una actividad inmóvil; es el arte de hacer nada. Es lo más parecido al dolce fare niente de los romanos, que también eran buenos para la práctica de la inmovilidad.

Otra forma de inmovilidad muy arraigada en estas tierras, sobre todo entre mujeres mayorcitas, es rezar el rosario. Durante años me pareció algo extraño, horroroso y una forma muy retorcida de perder el tiempo para ganar eternidad. Pero en abril o mayo, cuando el calor está a plomo, meterse en una iglesia fresca, de grandes bóvedas, relativamente vacía y escuchar el sonsonete del rosario repetitivo, somnoliento y musical puede llegar a ser una experiencia mística de inmovilidad. El movimiento más brusco durante el rezo de la tarde es el desplazamiento del pulgar derecho sobre el índice para pasar un cuenta del rosario cada 30 segundos. Difícilmente uno se puede encontrar una actividad tan esencial como ésta, y encima se ganan indulgencias.

La tercera forma de práctica de la inmovilidad es el café. Una tarde entera sentado en una terraza sombreada, con vista a la calle tomando café helado o en su defecto una cerveza (ni modo, hay sacrificios que hay que estar dispuestos a hacer en el no tránsito por este valle de lágrimas) es una buena forma de hacer nada. Ya caerá la noche y podremos desplazarnos otra vez. En tanto, le cae al que se mueva.

Más de algún pragmático estará pensando el mejor antídoto frente al calor y la práctica de la inmovilidad es un aire acondicionado, lo cual es muy cierto, pero qué afán de atentar contra los usos y costumbres, es decir contra la cultura, de esta noble y leal ciudad.

Diego Petersen Farah
(v.pág.3 del periódico Público del 10 de abril de 2009).


Desde luego que durante la cuaresma, "época de penitencias y mortificación", como me decían, era cuando mejor se comía: las tortitas de camarón, la sopa de habas, la capirotada, las aguas frescas. El jueves santo, junto con el 12 de diciembre, era cuando mi mamá, experta y refinada en la alta cocina jalisciense, más se lucía: el lomo mechado era uno de sus platillos de presumir. Lo recuerdo adornado con pasas, no sé si también nueces y piñones, cocido muy jugoso y servido con una salsa dulce de naranja, jitomate y cilantro. No tengo memoria del agua fresca para la ocasión, como que recuerdo que era algo así como de hierbabuena y limón, pero no estoy seguro.

En Guadalajara, el jueves santo, era obligatoria la visita a "las 7 casas", con su muy importante aspecto gastronómico de las empanadas, sobre todo las de camote y las de crema, con las aguas frescas de horchata y de chía.

Recuerdo también, ya en mis años en Guadalajara, que durante la cuaresma las familias procuraban que los hijos se abstuvieran de toda diversión: por supuesto que las familias decentes no iban al cine durante esos cuarenta días y procuraban que no se escuchara música en la casa. Tengo presente, allá por 1943, que los directivos del Instituto de Ciencias tuvieron problemas con varios padres de familia: resulta que el 19 de marzo festejaban a su patrono San José; parte de los festejos la hacía la novillada en la plaza de El Progreso: los papás no se explicaban cómo un colegio católico se permitía tener una gran fiesta en plena cuaresma...

El viernes anterior a la Semana Santa, Viernes de Dolores, se colocaba el altar lleno de veladoras, llamado "incendio": era el día en que se festejaba a las Lolas, nombre muy popular, y se invitaba a los vecinos para que vieran "llorar a la Virgen", que lloraba agua de jamaica. El jueves y el viernes santo, los cines, el Alameda y el Avenida, el Variedades y el Cuauhtémoc, proyectaban películas "religiosas". El viernes santo, los tapatíos, sobre todo las tapatías, se vestían de negro; y. en algunas familias, ese día no se podían bañar.

Pero, desde los tiempos coloniales, la costumbre más memorable era la quema de los judas el Sábado de Gloria. Antes del Concilio Vaticano Segundo, a mitad de los años sesenta, el sábado siguiente al Viernes Santo, durante la mañana se celebraba un oficio religioso en el que "se abría la Gloria": volvían a tocarse las campanas, silenciadas desde el jueves, y se tocaba música. Al terminar lo religioso, en la calle venía la fiesta profana de la quema de los Judas. Eran muñecos de paja o cartón.

"Aquí, en la ciudad de Guadalajara y en especial en los barrios de Mezquitán, Analco y Mexicaltzingo, los pequeños recibían una tunda de palos para que crecieran... Los judas representaban esqueletos, demonios, personajes populares, charros y en muchas ocasiones algún vecino del barrio, pero siempre con autorización de la persona; desde luego antes de morir el judas se leía su testamento, en el que siempre dejaba herencia o encargos a los vecinos, y después se continuaba con algún convivio..." (Juan Gil Flores, en Capítulos de historia de la ciudad de Guadalajara, tomo segundo, pp.156, 157).

Jesús Gómez Fregoso, historiador y catedrático de la Universidad de Guadalajara
(v.pág.14 del periódico Público del 10 de abril de 2009).


Crecí en la Guadalajara del tejuino de Don Marcelino, las tortas ahogadas del Profesor Jiménez y los mayates dorados en la Plaza de Armas. Por eso no entiendo la penetración de la cultura del narco en la ciudad. Queda poco de la que algún día fue llamada la ciudad de las rosas, ciertamente no es la misma ciudad de hace 10 años. El encanto de provincia y el clima idílico han desaparecido, la Guadalajara en la que todos se conocen parece un cuento exagerado y ya no podemos decir: "Aquí no pasa eso...".

No voy a colgarle el calentamiento global al narcotráfico, pero vaya que van deslustrando a la Perla Tapatía. Estaciones de radio como "La Zeta", "La Ke Buena" o "La Nueva" siendo las más escuchadas en muchas otras ciudades, no se establecían porque aquí no se oía música banda; hoy son las más escuchadas en nuestros radios. Las familias de abolengo eran admiradas por vivir bajo el prestigio de dinero viejo; casas, carros y estilos de vida cómodos; pero modestos. Ahora somos deslumbrados por Hummers y Lincolns, residencias valuadas en millones de dólares, atuendos machometrosexuales y el despilfarre ¿Dónde hubiera vivido un narco en Guadalajara antes de las Puertas y los Valles Dorados, Plateados y Reales?

No tengo nada en contra de la música banda, tengo un par de vaqueras, mi papá se pone sombrero cada que puede, tengo la misma fascinación por carros de lujo que todos los hombres y he disfrutado todas las novedades que han llegado a la ciudad. Lo que me molesta de la cultura del narco es la violencia, las amenazas, los tenebrosos rumores, la afiliación que claman a la Iglesia Católica (ni Jesucristo, ni la Virgen María querían estar en la cacha de un arma) y la idolatría que reciben. Delincuentes tratados como héroes...

Me dicen, que estamos en la segunda generación, que antes ya había pasado, en los tiempos de los Caro Quintero o "Don Neto". Esta vez, empezaron a ponerles casa a sus familias, legítimas e ilegítimas, en Guadalajara (irónicamente para mantenerlas a salvo) y pronto descubrieron lo que los tapatíos hemos sabido por mucho tiempo, la vida aquí es buena.

Ha sido una invasión eficiente y exitosa. Inscribieron a sus hijos en colegios privados, de ahí, naturalmente, se hicieron de amigos y novias; pero a diferencia de los locales no tenían papás que ponían las reglas, tenían carros nuevos y fueron formados bajo una serie de anti-valores, con pobres, si escasos, modelos a seguir. La señora del narco vino a presumirle a la tapatía su vida de lujo, cirugías plásticas rebuscadas, joyería y ropa fanfarrona, desinterés en sus hijos y una costumbre de vagancia que resulta en dejar la casa en manos de la servidumbre. Realmente los jefes de familia no se presentaron hasta que los hijos se empezaron a matar y para entonces ya habían hecho de Guadalajara su lugar de residencia y operación.

Un titipuchal de viviendas ostentosas de donde escoger, una variedad extensa de "antros que tocan banda" y un público que hasta canta sus glorias. Les hemos abierto las puertas de par en par y le han llegado con primo y suegra de paso. Lo peor es el impacto que hemos dejado que causen en nuestra cultura. Las consecuencias las vemos cuando los muchachos anhelan lo que ven como una vida fácil y majestuosa, romantizada por el folklor del narcocorrido y condecorada por el pueblo; cuando las muchachas se creen la falacia y persiguen un estilo de vida que las margina a una vida sola y desdichada; y cuando un día despertamos en una ciudad insegura y desconocida.

Juan María Naveja Diebold
(v.pág.18 del periódico Público del 24 de abril de 2009).


Durante décadas se ha dicho que Guadalajara es una de la Calzada para acá y otra de la Calzada para allá (para los de allá, el acá, es allá y para los de acá, el allá es allá). Se dice también que la gente pobre suele vivir en el lado donde las calles no tienen nombre, sino número y los ricos del lado donde las calles tienen nombres rimbombantes.

Más allá de que eso sea cierto, la verdad es que hay muy poco diálogo entre las clases sociales en la ciudad. Fuera de los trabajos, donde unos son los jefes y otros la mano de obra, no hay diálogo sobre los problemas comunes que enfrentan los unos y los otros. De paso, los tapatíos solemos ser muy sectarios, así que nomás les hablamos a los que son iguales que nosotros, pero de nuestro grupo, porque a los que son iguales, pero son de otro grupo les hacemos el feo.

Ricardo Salazar
(v.pág.16 del periódico Público del 7 de agosto de 2009).


A continuación un breve listado de ejemplos para que identifique por qué nuestra Perla Tapatía continúa siendo tan pueblerina. Mac
(v.pág.11-B del periódico El Informador del 22 de agosto de 2009).
Desde hace muchos años, los tapatíos nos hemos podido poner de acuerdo en muy pocas cosas. La mayor parte de las coincidencias han sido para rechazar, para resistir, para destruir, y puede ser que esto se deba en buena medida a 2 cosas: primero, que hemos encontrado vías de expresión eficaces que le dan sentido a la manifestación ciudadana, siempre válida y respetable; y segundo, que muy probablemente los rechazos obedecen a malas decisiones (autoritarias, oscuras o interesadas, o todo eso y más) de gobernantes con poca sensibilidad y mucha ambición política.

Víctor E. Wario Romo
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 14 de septiembre de 2009).


Con aire contaminado, sin tratamiento de sus aguas residuales y una generación imparable de residuos sólidos, se está condenando a los futuros habitantes de la ciudad.

Editorial
/v.pág.4-A del periódico El Informador del 26 de septiembre de 2009).


Cada año, en vísperas del 12 de octubre, es lo mismo: mientras unos -los más- hacen los preparativos para "La Llevada", otros -los menos- alimentan una polémica tan tímida como añeja: ¿Es, la Romería a Zapopan, un acto de fe propiamente dicho? ¿Se limita a ser una festiva y variopinta estampa del folklore casero que cada año se reedita de manera rutinaria?... "Those are the questions", diría Hamlet.

Al margen de las opiniones -respetables todas- en uno u otro sentido, la edición en puerta del acontecimiento profano-religioso multitudinario por excelencia en estos pagos, trae de la mano, esta vez, implicaciones de carácter sanitario. A las acostumbradas preocupaciones de las autoridades por disponer algunas medidas que den una cierta confianza en que la precaria convivencia de la muchedumbre con las estufas y fogones, ollas y sartenes en que se cocinan y se exhiben los antojitos que permiten suministrar, como indica el adagio, "al cuerpo lo que pida", no deje secuelas lamentables (el resto se deja en las manos de Dios... y de "La Generala", obviamente), para la ya muy próxima celebración se anuncian "medidas especiales", dispuestas en función de las contingencias sanitarias que ahora rondan por estos rumbos.

La Secretaría de Salud, a través de uno de sus funcionarios, sin embargo, salvo prueba en contrario, se excede.

Recomienda, por ejemplo, "no pernoctar en la calle la noche anterior"; sugiere no llevar niños, "si no es necesario"; desaconseja asimismo la presencia de enfermos y personas de edad avanzada... Habría que explicarle, tal vez, que en la romería del 12 de octubre no "se pernocta": simplemente, se está; que llevar a los niños siempre es necesario: ¿cómo, si no, se les inculcaría la tradición que se ha mantenido a lo largo de generaciones?; que los enfermos participan en "La Llevada", precisamente en esperanzada demanda del milagro que les reintegre la salud; que las personas de edad avanzada -algunas, incluso, en silla de ruedas- acuden porque hay un compromiso vitalicio de acompañar a la imagen de la Virgen de Zapopan, de regreso a su santuario.

Por lo demás, si así no fuera, no se refrendaría -ni se explicaría, siquiera- el patronato jurado de "La Generala" para tantas cosas (sismos, epidemias, etc.), sin el cual posiblemente de Guadalajara y sus pintorescos lugareños ya sólo quedarían -como de la Atlántida- distantes, nebulosas, vagas referencias.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 29 de septiembre de 2009).


Con la emigración que provocó el gran temblor de 1985 en la Ciudad de México, el crecimiento en Guadalajara se salió de aquel carril tradicional cuyo logro la llevó a ser una de las modestas joyas urbanas del mundo. Ese éxodo en hordas no sólo trajo a más personas, sino las acompañó de políticas públicas y capitales desvinculados de los valores propios locales. El estilo de vida se rompió. El amor, cariño, respeto y cuidado que se tenían aquí fueron arrollados por los asustados, a más bien dejar la capital que llegar a la provincia. Nuestra estructura local de liderazgo se vio rebasada, tal que la caótica realidad literalmente explotó algunos años después. Ya lleva rato que la Perla de Occidente está "chafeando" en el progreso.

La reciente trifulca que vivimos aquí alrededor del tema de los Juegos Panamericanos, es una muestra más de la condición que vivimos como ciudad. Por un lado, los sueños fantasiosos; por el otro, los arrebatos mezquinos.

Norberto Alvarez Romo
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 6 de octubre de 2009).


Durante el Porfiriato fuimos dependientes del centro y a partir del proceso revolucionario se nos bautizó por los bárbaros del norte como el gallinero y seguimos sin entender, hemos abrazado al caudillo en turno o al tlatoani impuesto sin menor recato y hasta nos mandan analfabetos y no chistamos; si bien es cierto que sí hubo gobernantes y políticos que se han opuesto al centro, también lo es que no encontraron eco social ni apoyo de la sociedad jalisciense. En concreto: no existe un peso político de nuestro ente a nivel estatal, no digamos en la esfera regional o en el contexto nacional, a la altura de nuestra tierra. Y no es por falta de talentos, sino por individualistas, carentes de mística y de solidaridad, principalmente.

José de Jesús Covarrubias Dueñas
(v.pág.11-A del periódico El Informador del 12 de octubre de 2009).


Al cabo de 5 años de acariciar el sueño de que la otrora "Perla Tapatía" agregara a la extensa lista de sus orgullos (la belleza de sus mujeres, la virilidad de sus mancebos, la variedad de su gastronomía, el apego de los lugareños a las tradiciones, la primacía de sus equipos en el concierto futbolístico nacional, etc.) la distinción de ser la primera ciudad latinoamericana sede de un Museo Guggenheim, acaba de colarse, sigilosamente, por la puerta de atrás, la noticia de que "Dijo mi mamá que siempre no".

Al anunciar en Bilbao, el último fin de semana, que "el proyecto que había para Guadalajara está muerto", el director de Estrategia Global de la Fundación Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte, atribuyó a un intangible, "la crisis económica", el aborto de dicho proyecto.

Al margen de las dudas que surgieron, desde el principio, acerca del beneficio que pudiera dejar o del impulso que la construcción pudiera significar para aproximar a Guadalajara al Primer Mundo -o, al menos, para reducir la distancia que lo separa de él-, el aborto en cuestión se agrega a una lista de "ideotas" (aumentativo de "ideas") que se malogran por angas o por mangas... y que ya va resultando demasiado extensa: los Arcos del Milenio, el Teatro de la Ciudad, el "Ave" (tren rápido México-Guadalajara), etc.

A los tapatíos -sus autoridades, sus empresarios...- les da por competir. Cualquier pretexto es bueno para tratar de meter a Guadalajara, a martillazos, al Libro de Récords Guinness: desde parejas que se besan en la plaza pública, hasta mariacheros que entonan (eso dicen...) "El Son de la Negra" de manera simultánea.

Al paso que vamos, bien pudiera ser (mejor dicho: "mal pudiera ser...") que Guadalajara entrara al susodicho Libro Guinness como la ciudad que más proyectos fallidos ha coleccionado en su historia reciente.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 27 de octubre de 2009).


Difícil imaginar una semana más negativa para la ciudad y el ánimo ciudadano: se muere el Guggenheim, se muere Arcediano y hay una nueva bronca en la Villa Panamericana. Pero, ¿No son los mismo que criticaban la Guggenheim y a Arcediano los que ahora se azotan porque no se van a hacer? Sí, y eso habla con toda claridad del problema de los tapatíos. Hacemos todo para que nada se haga y luego nos azotamos porque fracasamos. Carne de diván, diría el psicoanalista. Hace unos años, Fernando González Gortázar proponía, medio en broma medio en serio, que deberíamos organizar en una exposición con todos los proyectos fallidos de Guadalajara, y hasta le pusimos nombre: La ciudad soñada.

No hay duda de que los tapatíos somos mejores para soñar que para hacer. En la exposición, también soñada, deberían estar estadios de beisbol, torres de 80 pisos, trenes de cercanías, un metro, un monorriel en la zona de Plaza del Sol, un funicular en la barranca, una torre de telecomunicaciones, el JVC y los sueños guajiros de Vergara (que tanto se enojó cuando escribí que el proyecto era inviable y muy por encima de su capacidad económica), Arcediano, el Periférico con sus 8 trazos, etc. Eso por no mencionar la Disneylandia en Chapala o las islas de los japoneses en el mismo lago que eran invenciones puras pero que circulaban como proyectos aunque nunca hubo un croquis.

Arcediano estaba muerta desde hace años. Si Ramírez Acuña no la hizo, fue simplemente porque era inviable, pero no tuvo la valentía de matarla, la dejó en coma para que el asunto reventara después. Desde el momento en que el gobierno decide subir la cortina del Zapotillo, con la consecuente inundación de Temacapulín, el mensaje era clarísimo. No hay sorpresa. Lo mismo sucede con el Guggenheim: hace más de un año, con el cambio de director de la Fundación Solomon R.Guggenheim, sabíamos que ese museo en Guadalajara estaba descartado, lo cual no significa que no se puede hacer algo incluso mejor y menos caro. En el caso de la Villa Panamericana, desde el momento en que la Odepa cancela el proyecto en el centro y acepta sólo tres propuestas, dos de los cuales eran absolutamente inviables (el Cerro del Cuatro y El Disparate) estaba claro que la opción era el Bajío en Zapopan. Los regidores le están haciendo al tonto, y la verdad, les sale bastante bien.

Diego Petersen Farah
(v.pág.3 del periódico Público del 30 de octubre de 2009).


Orwell retrataría a la Guadalajara del año 2090: la ciudad que debería ser, de conformidad con las estupendas directrices de sus gobernantes... Será una Guadalajara reconciliada con sus añejas etiquetas de "Ciudad Amable" y "La Perla de Occidente". Tendrá excelentes -cómodos, eficientes, rápidos- sistemas de transporte colectivo: metro, tren eléctrico, macrobús. Unos cuantos automóviles particulares -eléctricos o solares- circularán por sus estupendas calles y avenidas, libres por completo de baches. Un "Tren Bala" la unirá con la Ciudad de México. Las lluvias torrenciales -en eso no habrá cambios- ocasionarán leves y momentáneos contratiempos: en cuestión de minutos, una parte del agua se habrá filtrado a los depósitos subterráneos de las que se abastecerá a los lugareños; el resto se enviará al Lago de Chapala mediante un ingenioso sistema de canales. Los Arcos del Milenio estarán concluidos; es más: competirán con la Estatua de la Libertad y la Torre Eiffel -bicentenarias ambas para entonces- como los monumentos más visitados del mundo. Habrá un Museo Guggenheim y las primeras franquicias latinoamericanas del Louvre y el Hermitage. La ciudad habrá sido sede de unos Juegos Olímpicos aclamados -ejem, ejem...- como "los mejores de la historia". No habrá grafiti. Habrá gobernantes competentes y honestos. Varios tapatíos habrán ganado diversos premios Nobel.

Una docena de tapatías habrán ganado sendas ediciones de "Miss Universo". El Atlas estará a punto de ganar su segundo título de Liga...

"Guadalajara 2090" será, en suma, la concreción puntual de todas las promesas que sus gobernantes han hecho a lo largo de la historia.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 2 de noviembre de 2009).


La aportación anual que los habitantes de la zona metropolitana de Guadalajara hacen a la Cruz Roja es de 98 centavos en promedio, cuando en el interior del estado hay delegaciones que recaudan hasta 11 pesos por habitante, señaló Miguel Angel Domínguez Morales, vicepresidente nacional de la Cruz Roja Mexicana, durante la inauguración de la colecta que se llevará a cabo en las instalaciones de la Universidad de Guadalajara.

También reveló que la zona metropolitana de Guadalajara es el área con menor recaudación vía refrendo vehicular, pues sólo 38 de cada 100 personas que efectúan dicho pago, aceptan el cargo extra de 30 pesos destinado a la Cruz Roja.

(V.pág.2-B del periódico El Informador del 11 de noviembre de 2009).


Hay imágenes que se quedan grabadas o esculpidas en las escasas neuronas de nuestro cerebro. Tengo guardadas algunas en el cajón de mis recuerdos de la Guadalajara que conocí cuando apenas llegué a su suelo cálido para comenzar la experiencia de estudiar mi carrera profesional. Ese suelo me apresó como a las raíces de los árboles que viven en sus calles y hasta la fecha no me he podido desprender de sus fauces. Guadalajara ha cambiado, yo también, pero hay cosas que permanecen como símbolo (en mi cabeza) de la ciudad donde alguna vez deliré en realizar los sueños más trasnochados y poco austeros.

De una pequeña ciudad norteña, poblada por gente trabajadora, gritona, nada tibia y acostumbrada a decir las cosas "como van", al chile pues, (allá sí es sí y no es no, no existen los sí que significan nos). Eso de los sí que significan no me costó años identificarlos, he de confesar que incluso me sorprendo a mí misma usándolos.

Pues sí, la pequeña llegaba con sus maletas y sus sueños de grandeza. La segunda ciudad más grande de México la recibió como se dice: "con los brazos abiertos y con una sonrisa helada en la cara que pretendía ser calurosa" Déjeme desdoblar la primer impresión.

Su aroma: la ciudad olía en aquel 2001 a la cebada de las fábricas de cerveza, todavía cuando ando por Mariano Otero y me llega el aroma, los recuerdos empiezan a centellear en mi cabeza.

Su voz: disculpen si los ofendo, para mí el sonido de Guadalajara es y será siempre: "Zeta, zeta, zeta gas" cada mañana me despertaba la cancioncita esa que me parecía tan molesta, años después cuando regresé y la escuché de vuelta mi corazoncillo se puso feliz.

Su forma: recuerdo, cómo olvidarlo, cuando me subí al camión para dirigirme a la universidad. Parada frente a todos los pasajeros, atareada sacando las monedas para pagar el pasaje, me percaté que había mucho asientos desocupados, pero todos del lado de la ventanilla. Tan bonito que es ir del lado de ella, vas observando el paisaje urbano, pero parecía que la gente al sentarse del lado del pasillo marcaba un territorio que no deseaba fuera invadido por algún desconocido. Al momento tuve que molestar al pasajero y decirle, "disculpe", mientras intentaba cruzar rozándole las rodillas.

Su sabor: parecería cliché, pero uno de los sabores que más me impresionó fue el de la torta ahogada. Al principio la imagen me taladró la cabeza, ver el bolillo nadando en una salsa que parecía lo estaba desangrando, me hizo dar un paso atrás. Hoy día es uno de los platillos que más disfruto.

La palabra: "ocupo". Yo ocupo un espacio en el mundo, pero "ocupar" un lápiz era una frase completamente descabellada en mi estructura mental. Cuando mi compañero de clase me pidió un lápiz, lo miré extrañada y pregunté: "¿de qué hablas?".

Fantasmagórica
(v.pág.2 del suplemento "Ocio" del periódico Público del 13 de noviembre de 2009).


La "ciudad amable" de antaño se ha ido a las antípodas: hoy es una ciudad grosera, sucia, insegura y hostil; sus habitantes, con mala fama de apacibles en grado superlativo -de apáticos incluso- en el pasado, de un tiempo a esta parte se han vuelto levantiscos; los "agachones" de antes, ahora son anarquistas: nada los convence; de todo se inconforman...

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 23 de noviembre de 2009).


¿Por qué cada vez que en Jalisco se quiere hacer una obra pública más o menos importante o significativa, siempre hay problemas (más allá de los normales que todo emprendimiento tiene), dudas en cuanto a su transparencia y legalidad, y dudas en cuanto a su viabilidad técnica y financiera?

La lista de ejemplos de proyectos y obras de alguna manera emproblemadas o que han sido objeto de críticas y rechazo social es grande: Teatro de la Ciudad, Arcos del Milenio, Túnel de las Rosas, Nodo de Colón, Ciudad Judicial, Villa Panamericana, Estadio de Atletismo, Macrobús, etc. Vaya, hasta la obra de unas simples banquetas como las de Vallarta está en aprietos.

Y ahora el mal llamado "Nuevo Cancún" apenas se anuncia y surgen toda clase de cuestionamientos y reclamos que ponen en duda no sólo su factibilidad sino también su pulcritud.

¿Qué clase de maleficio tenemos los jaliscienses que es imposible llevar a cabo una obra pública de manera transparente, expedita y exitosa?

El gobernador anuncia este mega desarrollo con un razonable aire de orgullo, ya que una obra supuestamente de la magnitud de Cancún no es para menos. Pero en cuanto aparecen las dificultades, el gobierno se deslinda y dice que es un asunto entre los inversionistas y el consejo de administración de Pensiones del Estado que aprobó la inversión, y del cual curiosamente el propio gobierno estatal forma parte.

Los problemas que hasta ahora se han mencionado relativos a la tenencia de la tierra y asuntos ambientales, me parecen de alguna manera podrían tener solución. Los primeros mediante procesos jurídicos ya utilizados en otros casos similares, y los segundos con un proyecto de desarrollo responsable que considere y solucione adecuadamente la sustentabilidad ecológica de la zona, bajo el criterio de buscar cómo sí se pueden hacer destinos turísticos de esta magnitud, en lugar de simplemente oponerse a todo para que no se haga nada.

Pero el problema que veo en este caso como más delicado de todos, es el de utilizar los fondos de retiro de los trabajadores del Estado para invertirlos como capital de riesgo en un proyecto inmobiliario privado.

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(v.pág.6 del periódico Mural del 11 de febrero de 2010).


El consejero nacional de la Asociación de Profesionales Inmobiliarios, Sergio Dueñas, destacó el caso de Guadalajara, en donde los precios se han mantenido estables pese a que ahora la colocación del inmueble tarda mucho más. Este comportamiento de estabilidad en los precios es nuevo para el sector, confiesa el experto.

Y es que al haber demasiada oferta, los precios tienden a bajar, y en la capital del estado no es así, ello se debe a cuestiones culturales: "Tenemos una idea muy comercial en nuestra entidad. Aquí decían los antiguos habitantes, los de Los Altos: bien vendido o bien podrido, y así piensa la gente de Guadalajara, no están dispuestos a ceder gran cosa".

El costo de los inmuebles debería ajustarse, pero además del factor cultural que es determinante, los valores catastrales tampoco están apegados a la realidad. En muchísimos casos son superiores al valor real del mercado.

"Los municipios lo que hacen es que, por una idea recaudatoria, aumentan los valores catastrales".

Por otro lado, los valuadores también juegan un papel trascendental en la tarea de fijar precios: "No es posible que pregunten para qué necesitan la valuación: si es para vender, para comprar o para el banco, el valor es uno y ya".

(V.pág.7-B del periódico El Informador del 15 de febrero de 2010).


Nuestros bisabuelos tapatíos tenían más imaginación y sentido de la vida que nosotros y eso se puede ver en los nombres que les ponían a las calles: la calle de Abasolo antes era Esteros; Aldama, antes Cuerno; Andrés Terán, antes Algodonal; Antonio Rosales, antes Oso; Antonio Bravo, antes la Joya; Libertad, antes Tequesquite; Belisario Domínguez, antes Camino a Oblatos. Con los Ayuntamientos emanados de la Revolución, los nombres modernos borraron nombres sugestivos: Riva Palacio, antes El Sapo; Camarena, antes el Sol; Coronel Calderón, antes Galápago; Clemente Aguirre, antes Agua Fría; Churubusco, antes La Aurora; Dionisio Rodríguez, antes La Borrasca; Gerardo Suárez, antes La Ahorcada; Gregorio Dávila, antes El Puentecito; Ghilardi, antes Mala Hora; Guillermo Prieto, antes Retoño; Guadalupe Victoria, antes Avispero. Había nombres más divertidos, como Granaditas, La Barranquita, Pata de Cabra, Molinito, El Cometa, Caja del Agua, La Colmena, en lugar de los nombres actuales: Jazmín, Jesús García, José Antonio Torres, José Palomar, Juan Díaz Covarrubias, Juan N. Cumplido y Licenciado Verdad. Algunos nombres son claro reflejo de la historia oficial, como la calle Dos de Abril, en honor de Porfirio Díaz, que cambió a Veinte de Noviembre. Mi mamá siempre lamentó que a su calle de San Andrés le hayan cambiado el nombre por el del matón y prepotente Álvaro Obregón y que a la calle preferida de las tapatías casaderas, "San Cristóbal", la cambiaran por Ocho de Julio. Por supuesto que muchas calles con nombre de santos o alusión religiosa también se cambiaron: San José por Reforma; Loreto por Pedro Moreno; San Antonio por Lázaro Pérez; La Merced por Hidalgo; San Diego por Garibaldi; Zaragoza por Seminario Mayor; Miguel Blanco por Aranzazú; Cuauhtémoc por San Sebastián de Analco; Contreras Medellín por Capuchinas; Dieciséis de Septiembre por San Francisco.

Jesús Gómez Fregoso, historiador y catedrático de la Universidad de Guadalajara
(v.pág.22 del periódico Público del 26 de febrero de 2010).


A raíz del temblor de 1985 en la Ciudad de México, el crecimiento en Guadalajara salió de su carril acostumbrado, que realmente la había llevado a ser una de las joyas urbanas del mundo, si bien modesta comparativamente. Ese evento trajo no sólo a personas, sino que las acompañó de políticas públicas desvinculadas con los valores locales. El amor, cariño, respeto y cuidado que se tenía fue apabulladamente arrollado por las ondas (hordas) secuenciales del gran sismo. La estructura de liderazgo social y político se vio rebasado y la caótica realidad acumulada literalmente explotó algunos años después.

Es un sentimiento ampliamente compartido que la calidad de la vida en Guadalajara está afectada en forma negativa por su crecimiento urbano desordenado y caótico que ha rebasado la capacidad y voluntad de la ciudad. Sin embargo, en lugar de atender el asunto de frente, nos perdemos en las grandes declaraciones de los nuevos soñados proyectos que nos salvarán poniéndonos en los reflectores internacionales.

El dilema que vivimos está en que mientras queremos imaginar sentirnos importantes en el escenario global, estamos descuidando la calidad de nuestras banquetas, calles, parques, jardines, del aire, agua, los ruidos, los olores; en fin, la calidad de la vida. Nuestros sueños andan desubicados.

Norberto Alvarez Romo, presidente de Ecometrópolis, A.C.
(v.pág.8-B del periódico El Informador del 2 de marzo de 2010).


Si disponer de autobuses exclusivos para damas y reservar para el uso exclusivo de las mismas la tercera parte de los asientos en el Macrobús y el Tren Ligero hubiera sido el resultado del afán de hacer más amables sus traslados, el resto de la humanidad hablaría muy bien de la hidalguía y la nobleza de los tapatíos. Los vería, quizá, como los sobrevivientes de una especie zoológica en vías de extinción...

Sin embargo, como la medida se dispuso a resultas de quejas, inicialmente aisladas, luego repetitivas, y finalmente a raíz de una encuesta que reveló que las damas son objeto no sólo de descortesías (lo que es lamentable) sino de ofensas y vejaciones (lo que es muy grave), la conclusión sólo puede ser una: que en Guadalajara y anexas hay necesidad de tomar providencias drásticas, antipáticas, por obra y gracia del deterioro, en la práctica, del clásico concepto de caballerosidad: el respeto a la femineidad como un valor moral (de "mor-moris": costumbre) social de primer orden.

Es una pena que de medidas como las que empiezan a aplicarse, se concluya que si antes se decía que "en Jalisco, puros machos", ahora pueda decirse que "en Jalisco... puros patanes".

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 3 de marzo de 2010).


En mi infancia y mucho más en los días en que mi madre era una niña, es decir en marzo de 1910, los tapatíos saboreaban cada mañana riquísimas piezas de pan: los terrones, chamucos, cuernos, corbatas, enredos, chilindrinas, conchas, revolcadas, calzones, besos, trenzas, polvorones, puerquitos de carbonato, clavadas, chorreadas, ojos de buey, cocoles de ajonjolí. En marzo de 1910 se recomendaban los picones de "La Central", y las trompadas, cáscaras y campechanas de "La Luz"; las cemitas de "La Tapatía", situada más allá de la avenida Porfirio Díaz, la actual Calzada Independencia. Por supuesto que nuestros abuelos, amantes de la buena vida ignoraban las preocupaciones de la dietética y por lo tanto desconocían el absurdo pan integral, puesto que el salvado era comida para los becerros, las vacas y los bueyes, no para los humanos. De modo que mi indignación cuando en Guadalajara no son capaces de ofrecerme un sabroso pan dulce es algo muy fundado en las tradiciones tapatías.

En marzo de 1910, vísperas de la Revolución, tampoco existían en Guadalajara las nutriólogas y dietólogas. Las tapatías con muy ganada fama de mujeres bonitas, no se preocupaban por saber si ingerían carbohidratos, grasas y calorías, y al levantarse tomaban su desayuno: un café con leche o una taza de chocolate espumante por el molinillo, y una sabrosa pieza de pan. Ya entrada la mañana almorzaban: chilaquiles, huevos rancheros o algún otro platillo de la cocina regional como carne de cerdo en salsa roja o chicharrones en salsa verde o roja, además de otras posibles delicias. Nuestras abuelas y bisabuelas eran más bien llenitas; las mamás decían a las niñas: "lo bonito les entra a las niñas por la boquita".

Jesús Gómez Fregoso, historiador y catedrático de la Universidad de Guadalajara
(v.pág.20 del periódico Público del 19 de marzo de 2010).


Cuando a los tapatíos aún les calaba en el orgullo que a su ciudad, nada menos que "La Perla Tapatía", se le colgara la ominosa etiqueta de "pueblo bicicletero" y se le llamara despectivamente "Guanatos", una de sus muchas medallas era la de ser una ciudad sin arrabales. Alguna vez que se le tocaba el punto, al que fuera alcalde de Guadalajara y gobernador de Jalisco, Francisco Medina Ascencio, se le humedecieron los ojos...

"Es verdad- dijo, con una mezcla de orgullo por lo tenido y remordimiento por lo perdido. Había pobres en Guadalajara, pero teníamos una pobreza digna: hasta en la casa más pobre había macetas con flores, y la calle se barría todas las mañanas.

Sin embargo, ya es una de las dos manchas urbanas mexicanas y de las 21 latinoamericanas que aparecen en la "lista roja" de la ONU, por el hacinamiento, la contaminación, la insalubridad, el ruido, la creciente inseguridad, la insuficiencia de los servicios públicos... y mil penurias y carencias más, hasta llegar al más dramático: el hambre.

(En Guadalajara -la "ciudad amable" de antaño- es cada vez más frecuente el espectáculo de gente que come lo que encuentra en los botes de la basura... Y lo peor: ya no nos sorprende, ni nos indigna, ni nos duele que así sea).

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 23 de marzo de 2010).


Independientemente de lo que muchas crónicas de la época -Dávila Garibi, Yáñez, etc.- consignan, aún hay sobrevivientes de los tiempos en que, por estas fechas de Semana Santa, se honraban ciertas tradiciones tapatías. No sólo las estrictamente mundanas, vinculadas con la gastronomía (las empanadas, la suculenta comida "penitencial" de los viernes de Cuaresma, en que la carne desaparecía de la mesa familiar, en beneficio de viandas y potajes dignos de una moderna reedición del Festín de Baltazar...), sino, principalmente, las relacionadas con los dramáticos sucesos históricos que se conmemoran... Por ese camino, más allá de las tradiciones profanas, generosas en elementos plásticos, a las que se incorporaba un mínimo barniz de religiosidad -las "judeas", las "visitas a las 7 casas"...-, eran verdaderos sucesos, por su impacto inmediato y por su trascendencia social, verbigracia, todavía hasta la década de los 70, los excelentes sermones (gemas de la oratoria sagrada: "Pensamiento claro y expresión correcta", como él mismo enseñaba con el ejemplo) de monseñor José Ruiz Medrano en Catedral.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 30 de marzo de 2010).


Los turistas que, todavía hasta ayer, pasearon en "calandria", en los modernos autobuses de dos pisos y aun en los impropiamente llamados "tranvías" por lo que aún le queda más o menos digno de presumir a la otrora "Perla de Occidente", debieron haberse llevado una gratísima impresión de cómo vivían, cuando aún eran niños, los tapatíos que ya son abuelos.

Para darse una idea de cómo viven los tapatíos de hoy, habría necesidad de promover algunas "extensiones" de la ruta turística archisabida (Catedral, Palacio de Gobierno, el Teatro Degollado, la "Cruz de Plazas" del centro, la avenida Vallarta, el Templo Expiatorio, los Arcos, la Minerva, Plaza del Sol, la "Colonia Americana"... y "tan-tan"), lo mismo hacia "Royal Country" y "Santa Anita" que hacia "La Duraznera", "Arenales Tapatíos", "Las Pintitas de Abajo" o "Mesa Colorada" -por mencionar los primeros botones de muestra que saltan espontáneamente del arcón de la memoria-, o hacia colonias cuyos pioneros decidieron rendir homenaje perenne a compatriotas tan esclarecidos como José López Portillo y Heliodoro Hernández Loza.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 12 de abril de 2010).


Una y otra vez compruebo que los tapatíos cuando viajan a la Ciudad de México, lo único que desean es regresar lo más pronto posible a su casa para levantarse el sábado y mantener a raya la rutina.

En cambio, cuando los chilangos van a Guadalajara, lo que desean es prolongar su estancia: desayunar los chilaquiles del Hotel Isabel, volver a ver el Hombre en Llamas en el Hospicio Cabañas, almorzar las tortas ahogadas que apaciguan los demonios y si se puede comer la carne en su jugo de la calle Garibaldi o irse por la laguna de Chapala para tomar la birria de Jocotepec.

Martín Casillas de Alba
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 1o.de mayo de 2010).


Cada año es lo mismo. Llega mayo y con él sus famosos calores. Y los tapatíos, raudos y presurosos, no tardamos nada en decir que, definitivamente, hace más calor que nunca. Todos y cada uno rascamos dentro de nuestra memoria y, después de mucho hurgar, afirmamos convencidos que no, que no ha habido año más caluroso que éste. Y de nada sirve que luego vengan las instituciones meteorológicas a decirnos que, por ejemplo, a principio del siglo XX hubo un día que el termómetro llegó a los 39 grados. Tampoco nos interesa mucho que en Santa Rosa, Amatitán, el mercurio haya subido hasta los 43.5 grados. No, eso no nos importa. Lo que importa es que aquí, en la zona metropolitana, está dura la calor.

Y lo que también sigue siendo lo mismo desde hace varios años -demasiados ya- es la falta de una política pública que sirva para revertir esta situación. La ciudad está construida -¿pensada? ¿planeada?- como un monumento al automóvil. Y los autos, ya se sabe, necesitan calles. Y las calles necesitan concreto o, si los presupuestos no lo permiten, harto chapopote. El problema es que el concreto y el chapopote son calientes y no limpian el aire. Y entonces ese calor, que posiblemente no sea tanto, cala más en los ánimos.

Y cala porque uno busca resguardo en una sombra. Sombra que dan los árboles. Árboles que están... no, ya casi no están. En muchas y distintas ocasiones otros grupos también han alzado la voz para evidenciar la deforestación que hoy día padece la otrora llamada "ciudad de las rosas". Y en muchas ocasiones los gobiernos municipales han presumido la siembra de uno que otro arbolitos que, en realidad, sirven de poco o nada -¿se acuerdan, por ejemplo, de las palmeras "anti nevadas" que mandó plantar Cornelio Ramírez Acuña en avenida Patria? ¿O de los palitos que sembraron no hace mucho en el camellón de Federalismo y que ya están siendo sustituidos por flores?

La mayoría de los camellones están para llorar, y no se digan los accesos a la ciudad. ¿Han pasado, amables y pacientes lectores, por Lázaro Cárdenas, allá por el Álamo? Y aquí sería necesario poner un espacio para que cada uno de ustedes lo llene con el ejemplo que le quede más próximo, que abundan. No hay una estrategia gubernamental que fomente el cuidado de lo verde. Por el contrario: si a usted le molesta que ese ficus gigante tire tantas hojas, sólo llame a Parques y Jardines para que se lo dejen más pelón que Salinas de Gortari. O, si tiene recursos, hágalo usted mismo. Nada más considere lo siguiente: la próxima vez que el Sol caiga de lleno y le requeme los brazos al punto de ponerlo en riesgo si viaja a Arizona, recordará la plácida sombra que antes echaba ese ficus del demonio.

Edgar Velasco
(v.pág.18 del periódico Público del 14 de mayo de 2010).


El 70% de los habitantes de Jalisco prefiere dejar de escuchar, ignorar o simplemente no hablar cuando algún presente en un café, un bar o en una casa comienza a platicar de política, según se desprende de la Encuesta Nacional Sobre Cultura Política y Prácticas Democráticas de 2009.

En términos generales, los habitantes de Jalisco presentan porcentajes de actuación política muy similares a otras entidades constituidas por grandes manchas urbanas, en las cuales la mayoría de la población habita en una ciudad. 15 de cada 100 tapatíos dicen no estar nada satisfechos con los logros en materia de democracia, mientras que 1 de cada 4 niega que México sea una democracia, en contra del 30% que sí lo cree. Más del 20% de los jaliscienses estaría dispuesto a ser gobernado por una dictadura si a cambio su economía familiar mejora. Todos estos datos rondan la media nacional.

El 83% de los jaliscienses se informa exclusivamente por la televisión, sólo 2 de cada 10 acuden a los periódicos con el propósito de extraer información. Sólo 4 de cada 10 jaliscienses afirman que la política está relacionada con la mejora de las condiciones de vida y el restante cree que una cosa no tiene nada que ver con la otra. En relación a la ley y al seguimiento de las normas, una parte de los jaliscienses considera que si una ley es injusta no hay que seguirla, siendo Jalisco, con 9%, el segundo detrás de Nuevo León que encabeza la lista con 12% en este indicador.

Para terminar, es interesante que a una parte importante de los habitantes del estado, no les interese participar en las decisiones políticas ni en los casos que son catalogados como los más importantes. Más del 30% de los jaliscienses sostiene que no es necesario consultar a la ciudadanía ni en situaciones muy relevantes, esta cifra duplica a los pobladores de Nuevo León o del Distrito Federal que se sitúan en 17% y 14% respectivamente.

En la última elección, 5 de cada 10 tapatíos no acudieron a votar para elegir al presidente municipal de Guadalajara. En Zapopan y Tlaquepaque, la abstención llegó a 52.3% y en Tonalá fue ligeramente mayor, alcanzando el 54%.

La media estatal de abstención, en la misma elección de 2009, fue de 47.9%

(V.pág.5-B del periódico El Informador del 31 de mayo de 2010).


Es fiel a su identidad y no se cierra al progreso, es sentido, es observador, pero también mitotero, es expansivo en cuanto a emociones, así como gritón, y a veces, no sabe enfrentar situaciones cara a cara como lo haría alguien del norte del país.

Así describe al tapatío el presidente del Consejo de Crónica de Guadalajara, Armando González, quien hace una radiografía de la personalidad del oriundo, explora sus modismos, sus fiestas y costumbres, así como la historia de la urbe con trazo cuadricular que se deformó.

Todo esto está reunido y compactado en su libro Guadalajara. La Casa Tapatía, su Gente y su Tiempo.

"Los muchachos suelen ser generosos, dóciles a sus familias aunque a simple vista no parezca", comenta González.

"También hago crítica sobre la actitud de vivir conectados a tecnologías de la información que los desconectan, y que se degraden al entrar a antros, sujetándose a que no sé quién decida quién pasa y quién no".

El año tapatío, que tiene sus fechas propias y no coinciden con el calendario nacional.

Ejemplificó el 12 de octubre, Día de la Raza, que a nivel nacional no es fiesta cívica y no se suspenden labores y sólo en Guadalajara sí; otro evento que rompe el calendario cotidiano es la Feria Internacional del Libro, que se volvió un espectáculo que atrae a miles de personas y no un lugar para estimular la lectura.

"Es un espectáculo de libros, a lo mejor van y no van a leer nada, pero les gusta porque son muy mitoteros también", expresó el historiador.

(V.pág.5 de la sección "gente!" del periódico Mural del 8 de julio de 2010).


A mí me asombra, por ejemplo, que no haya cada tercer día un caballo arrollado por cualquier cretino que crea que Juárez es una versión tapatía de Daytona. Y es que los tapatíos acaso "sintamos" que debe seguir habiendo calandrias, y que se perdería una parte muy significativa de nuestra identidad si desaparecieran. A mí me dejan perplejo siempre que me las topo: las veo como pruebas vivientes de que Guadalajara no sabe qué hacer consigo misma, y sospecho que eso resulta evidente para quien termina de dar esos paseos peligrosos por rutas en las que no sé qué hay que ver.

José Israel Carranza
(v.pág.5 de la sección "gente!" del periódico Mural del 8 de julio de 2010).


Las aportaciones a la colecta anual de la Cruz Roja, dentro de la zona metropolitana de Guadalajara, no llegan ni a un peso por persona en promedio, lamenta el delegado de la institución en Jalisco, Miguel Ángel Domínguez Morales.

Asegura que el promedio de aportación por tapatío es de 98 centavos, mientras que en la zona de Los Altos los habitantes donan más de 10 pesos.

Advierte que las alcancías que se colocan en bancos, tiendas de autoservicio y farmacias, entre otros comercios, llegan a acumular alrededor de 232 pesos cada una, sólo con monedas de 1 a 5 pesos.

(V.pág.3-B del periódico El Informador del 3 de agosto de 2010).


Los directivos de la Cruz Roja deploran la tacañería (no se suscriben abiertamente al vocablo; prefieren un conato de eufemismo: "La colaboración de la ciudadanía es escasa") de los tapatíos. La contrastan con la generosidad de los alteños: éstos aportan, en promedio, hasta 13 pesos anuales a la institución; en Guadalajara y anexas, el promedio -dicen-... no llega a un peso.

El lugar común, para efecto de los chascarrillos, colocaba a los regiomontanos como modelo de cicatería.

En la práctica, Guadalajara, genéricamente, se llevaba las palmas. Botón de muestra: las aportaciones más exiguas, en las colectas de dinero a beneficio de damnificados por desastres naturales, procedían de Guadalajara. (La única excepción se daba cuando se pedía "ropa usada en buen estado" para los "hermanos en desgracia"; había la malévola hipótesis de que los tapatíos aprovechaban esa coyuntura, no tanto para ejercer la solidaridad o la generosidad cristiana, sino para desentilichar el guardarropa... y, de paso, ponerle una estrellita en la frente, aunque fuera de oropel, a la conciencia).

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 4 de agosto de 2010).


En un mundo mediático, los ciudadanos destacados ya no son los intelectuales, ni los científicos, son los que por su trabajo tienen gran exposición mediática y por lo mismo, le dan nombre a la ciudad. En Guadalajara no son muchos estos ciudadanos, pero sí bastantes más de los que teníamos. Durante años los de exportación fueron los artistas y escritores. Clemente Orozco, el doctor Atl, Juan Rulfo, Luis Barragán, "Chucho" Reyes Ferreira, Juan José Arreola. Fue una generación de tapatíos de exportación que le dieron nombre y fama a Guadalajara. Hoy son también un puñado de personajes que brillan internacionalmente, pero la buena noticia es que se siguen agregando. A Guillermo del Toro, el grupo Maná, Lorena Ochoa, "Rafa" Márquez y Alejandro Fernández, se le han sumado recientemente los jóvenes Hernández en ballet, "Checo" Perez en automovilismo, el "Chicharito" en el Manchester U y ahora Jimena Navarrete. Se dice fácil, pero ninguna otra ciudad del país y muy pocas de Latinoamérica los tienen.

Jimena Navarrete. La Joya de Jalisco - Mural del 7 de julio de 2011. Informador del 10 de septiembre de 2011.

Diego Petersen Farah
(v.pág.1-B del periódico El Informador del 25 de agosto de 2010).


Desde mucho antes de que el tema de la movilidad urbana se convirtiera en la pesadilla que es actualmente -a ratos, al menos- en Guadalajara y sus cada vez más inabarcables orillas, los tapatíos ya ejercitaban, con singular entusiasmo, el deporte de alimentar sueños de color de rosa en ese capítulo...

La ciudad contaba con un sistema de transporte público, si no ejemplar, sí, al menos, eficiente y digno (al margen de la leyenda negra de "La Fiebre Amarilla", como se designaba en las notas de policía a los autobuses de la línea Analco-Moderna), en los tiempos -¡se vale suspirar, Señor Don Simón...!- de los Centro-Colonias, Mexicaltzingo-Mezquitán, Oblatos-Colonias, Circunvalación, etc. A raíz de la inauguración de la primera línea del Metro de la Ciudad de México, el entonces gobernador de Jalisco, Francisco Medina Ascencio, convenció al presidente Gustavo Díaz Ordaz, de aplicar el mismo modelo en Guadalajara. Medina Ascencio murió con la frustración de que el proyecto abortara... y con la convicción de que los tristemente célebres "conflictos estudiantiles" de 1968 tuvieron la culpa.

Al paso de los años, la zona metropolitana de Guadalajara ha experimentado con una serie de sistemas que han ido desde las "combis" o "decapeseras" hasta el más o menos flamante "Macrobús", pasando por las 2 líneas del Tren Eléctrico Urbano y los efímeros "taxis económicos", amén de trolebuses, "choribuses", etc.

El siguiente capítulo de esa historia está por empezar a escribirse este viernes que el gobernador, Emilio González Márquez, y el alcalde tapatío, Jorge Aristóteles Sandoval, viajen a Atlanta, para observar el funcionamiento y, sobre todo, ponderar la pertinencia de instalar en Guadalajara y anexas un sistema de trenes de levitación magnética como el que ya tienen en algunas ciudades de Japón y China.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 8 de septiembre de 2010).


En Jalisco no surgió un solo insurgente político que haya planteado proyectos o ideas. Lo que hubo fueron guerrilleros e insurrectos rústicos. En general la ciudad era realista, porque los comerciantes no querían perder sus negocios en el puerto de San Blas.

Jaime Olveda Legaspi, doctor en Historia por la UNAM e investigador de El Colegio de Jalisco
(v.pág.6 del suplemento "Bicentenario y Centenario" del periódico El Informador del 15 de septiembre de 2010).


O los tapatíos estamos locos o a las autoridades no les ha caído el veinte de que gobernar no significa inventar proyectos, sino gestionar la energía social para construir una mejor ciudad. No es un tema de colores ni de ideologías: el mismo problema, en dimensiones distintas trae el PAN con la Vía Express y el PRI con el túnel de La Minerva. En los 2 casos parecen más interesados lo gobernantes en hacer una obra que en solucionar un problema y en ambos traen un pésimo ambiente con los ciudadanos.

Y a lo mejor sí, los tapatíos estamos un poco locos, somos raros, especiales y anti todo. Pero ese es un dato que las autoridades, tapatías también, deberían saber de memoria.

Diego Petersen Farah
(v.pág.1-B del periódico El Informador del 18 de octubre de 2010).


Guadalajara es una típica madrecita mexicana que aún conserva bien delineadas sus curvas y ha decidido no usar sostén y así se las da de liberal y cosmopolita pero sin olvidar ningún domingo de ningún mes acudir bien tempranito a la iglesia con el rebozo ajustado y el escapulario sudoroso entre los senos: es por la tensión que le causa morderse los labios para pasar por recatada y no caer en la tentación de renunciar verdaderamente a su vocación conservadora y sinarquista de jefecita complaciente y aleccionadoramente machista pero con un botón menos en el escote o un tímidamente atrevido tatuaje (digamos) de una flor o una mariposa o dos leones junto a un árbol en el tobillo para parecer europea y liberada del yugo de las centenarias tradiciones coloniales, de la epístola de casamiento sumiso y de la mujer cargada y en el rincón, como las escopetas. Incluso se somete a costosas cirugías con tratamientos atirantados, proyectos de elevaciones magnéticas, levantamiento y endurecimiento de los asfaltos que ya se le hunden por la edad, rehabilitación de las vías alternas. Puede hasta darse el negligente lujo de cerrar las piernas de su acceso principal, la deliciosa glorieta que todos conocemos, para discriminar a quien vive con ella y mejor pasar una noche loca en orgías plenipotenciarias de comensales internacionales que miran absortos la infidelidad rampante con la madrecita abnegada lamiendo desde la punta la larga promoción que ingenuamente piensa que le dará su affaire organizado por propagandistas idiotas, hijos de un matrimonio sin amor que nacieron por condones blanco con azul rotos con los dientes de su población más ultra.

Alejandro Silva
(v.pág.45 del periódico Público del 5 de noviembre de 2010).


Las 3 cuadras que camino hacia ahí, tengo que recorrerlas casi todo el tiempo bajo la banqueta, gracias a que cada vez son más los autos que se estacionan sobre ellas. Como van las cosas, uno de estos días será noticia ver alguna cuadra por aquí sin autos sobre las banquetas. El cruce con la avenida Vallarta me sorprende entre los conductores cada vez más vivos que no sólo se pasan la luz amarilla, que ya la ven como verde, sino también ahora entre los que no esperan a que el semáforo se ponga en verde para arrancar, sino que checan el semáforo del cruce contrario y cuando este se pone en amarillo, están ya metiendo el acelerador, ganando segundos que seguramente ellos sienten les serán recompensados con sabrá Dios qué grandes cosas. Los minutos que uno tiene, como peatón, para "invadir" una vialidad por el sólo hecho de tener que cruzar son cada vez menos y menos; en cambio, los autos se apropian sin ningún llenadero de los espacios que se supone son sólo para peatones.

David Izazaga
(v.pág.10-B del periódico El Informador del 20 de noviembre de 2010).


A diferencia del resto del espacio público, que tiene claramente al Estado como responsable, en la banqueta el ciudadano, el que habita la casa, es el encargado de mantener el espacio público.

La primera función que cumple una banqueta tapatía es el del tránsito de los vehículos hacia en interior de la casa. Es por donde pasa el coche en su camino a pernoctar en la cochera. La rampa para los autos es más importante que el paso de los peatones. Si para que el coche suba bien hay que hacer un desnivel en la banqueta, se hace, pues su majestad el automóvil no tiene porque tener obstáculo alguno.

La segunda gran función de nuestras banquetas es la de soporte de los servicios públicos. Si hay que poner un poste de teléfonos va en la banqueta; si hay que poner botes de basura, van en la banqueta; si hay que poner luminarias para iluminar la calle, no las banquetas, van en las banquetas. Bueno, el colmo es que hasta los anuncios ahora los ponemos en las banquetas. Si sobra espacio para el peatón qué bueno, y si no cabe, pues que se baje a la calle o se cambie de acera.

La tercera función es la de estacionamiento alternativo. Como los coches ya no caben en las calles ahora se autoriza con mucha facilidad hacer estacionamientos en las banquetas. No solo interrumpen como si nada el flujo de los peatones, sino que les dejan, cuando bien les va, el peor lado de la acera, la rampa de acceso al estacionamiento.

Finalmente, la última función de las banquetas tapatías es, ahora sí, la de la circulación no motorizada. Pero como alguien inventó que los peatones, a pesar de tener sólo dos piernas, son 4X4, a nadie le preocupa que la banqueta pase de una casa a otra de piedra laja, a cemento, a ladrillo de cuadritos, a interceramic (ideal para matar cristianos en tiempo de aguas) a piedra bola o a cantera, a elección del habitante en turno.

Si hubiera que definir a los tapatíos por sus banquetas no habría duda: somos unos nacos, irresponsables que cuidamos más a nuestros carros que a nuestros hijos.

Diego Petersen Farah
(v.pág.1-B del periódico El Informador del 14 de diciembre de 2010).


Ser peatón equivale cada vez más a ser un ciudadano de segunda o de tercera en Jalisco, incluso en las zonas que supuestamente son para peatones, entiéndase en las banquetas y en las líneas amarillas que se pintan sobre la calle para marcarle un límite a los autos y dejar que los peatones crucen.

Los autos ya invaden con cotidiana naturalidad muchas de las banquetas, sin importarles que los peatones deberán desviar su camino y bajar a la calle donde los esperan autos en marcha, por lo que el invadir la banqueta con un auto equivale también a poner en peligro a terceros. Y qué decir de la invasión de la zona "peatonal" en plena calle, al parecer muchos automovilistas no tienen la menor idea de para qué sirven "esas rayitas amarillas" y sin más adelantan su auto para "ganar" más espacio.

Es indignante ver sufrir esto incluso a mamás con varios niños de la mano, a ancianos y a ciudadanos en general, jugándonos la vida y asumiéndonos como una suerte de "casta" inferior para los demás y para las autoridades. Sería genial que se aplicara una campaña con todo y rigurosa multa a todos los automovilistas que invadan las banquetas y zonas peatonales. Y además, habría una muy buena fuente de ingresos con base en estas multas.

Leopoldo Mora
(v.pág.16 "correo" del periódico Público del 17 de diciembre de 2010).


Unidad José Boy Padilla.

Mientras los tapatíos no adquieran una cultura de convivencia, las autoridades de Guadalajara toparán con pared con todo y sus buenas intenciones si no implementan mayor seguridad en el ínter para mantener agradables los espacios públicos, como lo demuestran dos ejemplos de intervenciones en la colonia Santa Cecilia -una de las más conflictivas de la ciudad- el mes pasado. La primera, un campo en donde se adecuó una cancha de fútbol, juegos infantiles y un módulo de salud como parte del plan llamado Intervención por Objetivos; la segunda, la unidad deportiva José Boy Padilla, que a pocas semanas de haber sido remozada se encuentra prácticamente igual que antes, pero pintada de rojo.

(V.pág.10 del periódico Público del 2 de enero de 2011).


En la comarca jalisciense donde abunda la clase que pretende poseer lo público, no se ve tanto ese apego por los libros. Y me atrevo a decir que tampoco por su lectura. Ya ni siquiera son socorridos los clásicos de todo tapatío, como El manual de Carreño para los buenos modales, ni el libro de catecismo del padre Jerónimo Ripalda. A decir verdad, en éste último tengo mis dudas. Me temo que en los hombres de poder de acá, Ripalda sigue "rifando".

Martín Almádez
(v.pág.14-B del periódico El Informador del 10 de enero de 2011).


Los tapatíos conocemos los problemas de Guadalajara mejor que nadie. Somos una sociedad bastante crítica con la ciudad, aunque poco autocríticos como ciudadanos.

Como dice un buen amigo, "los oigo que todo el día se quejan de Guadalajara pero no he visto a ninguno que se vaya". Sin duda es porque este sigue siendo, según los quejumbrosos tapatíos, un buen lugar para vivir.

Diego Petersen Farah
(v.pág.1-B del periódico El Informador del 12 de enero de 2011).


Se levanta horizontalmente el brazo formando un ángulo recto con el torso y el índice alargado al aire en la esquina de la calle pidiendo la parada y "se la damos, con sumo gusto" dice el chófer con acento aplicando los frenos del transporte público y causando algunos golpes en los labios de los pasajeros con los tubos de los asientos, y comienza el viaje.

Se aborda y enseguida llega el tufo de axilas alarifes y sudores preadolescentes mientras se desembolsan las monedas que recibe el compa sentado en una cubeta vacía entregando a cambio el boletito que invariablemente va a parar, arrugado y hecho bolita, al fondo de los bolsillos, en tanto el chófer, apurado, mienta la madre con el booster de los frenos a los automovilistas perniciosos.

Momento perfecto para admirar con barbilla en mano el interesante ornamento del camión de transporte público, que comienza con los estambres colgados como marco flotante de un espejo que algún decorador surrealista colocó en el cielo raso, espejo que tiene pegada con diurex una estampa de alguna virgen con cara de estoico desamparo junto a una de esas tarjetas de presentación de chicas de la calle con cara de te amparo el estoico, que cobran a dos por 500 el servicio a parejas, mujer a hombre, mujer a mujer; luego hay que seguir por la caja de clínex con cubierta de terciopelo, muy cerca de la ventana del chófer, especie de museógrafo kitsch que ha tenido el genio de instalar cerca de las puertas del camión letreros que igual se utilizan en el estampado de tangas que se venden en tianguis sobre ruedas, tipo: "La bajada es por detrás", o "Las puertas no se abrirán hasta que la unidad esté totalmente parada".

Se busca algún modo de asirse ante el movimiento de casita de los espantos pero el sobrecupo dificulta las maniobras y queda como remedio posicionarse detrás de la nenorra que toma sugestivamente el tubo con ambos puños, o dejar que algún oportunista haga lo propio detrás de nuestras dignidades. Mejor la primera opción, y ya la chica pone cara de desgraciado cerdo atrevido cuando al primer tope se arrima uno como con ánimos de repoblar el planeta pero nada puede hacerse y a la larga -no tan larga joven- se vuelve rico y uno agarra concha, pero al segundo afrenón la cosa se pone dura y a la doncella agraviada no le queda otro remedio que la bofetada certera y la mirada vengadora.

Y uno, adolorido, y feliz, se va sobando la mejilla mientras transita al fondo del camión, donde se reúnen los alegres gañanes que abordan con una Modelo de lata envuelta en bolsa de papel cartón a dar lata a las nenas que sin ser modelos son perfectos receptores de las más delicadas invitaciones al vicio, al estilo

-Tss, tss; hasta luego chula...

Alejandro Silva
(v.pág.45 del periódico Público del 21 de enero de 2011).


Ayuntamiento jalisciense solicita director municipal de Seguridad.

Requerimos:

1. Masculino de 25 a 45 años, con educación máxima de sexto de primaria (los muy léidos y escribidos, no son entrones).
2. Bigotón y de patilla ancha (eso es básico para infundir respeto).
3. De preferencia chaparrito (los grandotes siempre son medio pen...).
4. Sin antecedentes penales. Bueno, no muchos antecedentes penales.
5. Que sea un Rambo experto en manejo de armas, explosivos, lucha a mano limpia, con cuchillo o con navaja de botoncito.
6. Que sea medio prepotente.
7. Y también medio panzón.
8. Con palillo en la boca (obvio).
9. Que sea bien honrado y chambeador, pero que sea muy malo, más malo que los malos.
10. Cinta negra en karate, tae-kwan-do, jiu-jitsu y pilates.
11. Que no le den miedo las balas ni los agujerotes que hacen.
12. Que no tenga familiares (pa'que no los secuestren).
13. Que sea un soñador y se crea la historia de que puede ganar una guerra sin dinero y con armas de la Segunda Guerra Mundial... y poquitas.
14. Que hable enfrente de las cámaras como si leyera un acta del Ministerio Público (susodicho, presunto, occiso, etc.)
15. Que lea las revistas de socialités tapatíos pa'que no vaya a arrestar al hijo de un influyente.
16. Que tampoco se le ocurra apresar a un graffitero, porque eso es ataque a la "cultura urbana".
17. Y que ni piense que puede maltratar o golpear a tianguistas, sindicalistas, manifestantes, estudiantes, sexoservidores o diputados beodos prepotentes.
18. Resistente a "cañonazos" de a millón.
19. Que los malhechores le tengan miedo y sus subordinados, más miedo.
20. Experto en labores de inteligencia, contrainteligencia y contra-contrainteligencia.
21. Con plan de gastos funerarios pagado.
22. Guapo y con personalidad que imponga (eso es básico).
23. ¡Ah!, y que no se frustre si a los malvados que atrapa los dejan libres los jueces (Chihuahua style).

Ofrecemos:

1. El doble del sueldo mínimo, más prestaciones de ley y propinas.
2. Uniforme bien chidísimo, a escoger: o lleno de medallitas en el pecho, (como de dictador de república bananera), o camuflado y con muchas bolsas, (como de soldado gringo en Iraq), o de perdis, paliacate negro pa'la cabeza (como 'El Zorrou').
3. Lentes Ray Ban (piratas, pero dan el gatazo).
4. Botas con estoperoles en punta y tacón (para hacer ruido marcial al caminar).
5. Cinturón con 16 fundas de varios tamaños y formas.
6. Pistolota de uso exclusivo del Ejército (las balas van por su cuenta).
7. Cananas tipo Emiliano Zapata (obviamente sin balas).
8. Pick-up semi nueva con muchos letreritos, micrófono con bocinas (oríllese a la orilla...), sirena de varios sonidos, torreta estroboscópica con espectaculares luces de colores y equipada con llantotas todo terreno (pa' poderse estacionar en las banquetas y brincar camellones).
9. Casita del Infonavit (con hipoteca a 25 años).
10. Quince días de aguinaldo más IVA o sin factura, a escoger.
11. Nombramiento chido (Águila 1, Cóndor 1 ó Pantera 1).
12. Microfonito en su casco (igual que el de los pilotos de Top Gun).
13. "Charola" de identificación (podrá entrar al futbol, cine, y teatro gratis).

Si usted llena los requisitos, favor de enviar su solicitud por quintuplicado al H.Ayuntamiento. Adjunte oferta de posible mochada mensual al C.Presidente Municipal y a la Comisión Edilicia de Seguridad.

Alberto Martínez Vara
(v.pág.6 del periódico Mural del 3 de febrero de 2011).


Hace ya varios meses en esta misma columna se hablaba de Guadalajara como ciudad sitiada. Las bandas delictivas en efecto se apostaban en Lagos de Moreno, en Tequila, en Jilotlán, e incluso se decía que una de ellas tenía su campamento en las inmediaciones de San Cristóbal de la Barranca, observaciones orientadas a la prevención por parte de ciudadanos y autoridades a fin de que dicho sitio no lograra su objetivo. Luego de un año Guadalajara amanece como ciudad tomada.

En el entre tanto ¿Qué sucedió? En realidad, nada tan significativo como para evitar esta incursión de la violencia en cascada, ubicua, sincronizada, expansiva, bien acordada, sin escrúpulos, dispuesta a todo. En esta noble ciudad entonces sitiada, cada quién siguió su propia agenda, la policía correteando malandrines de tercera, el congreso exhibiendo su sainete cotidiano, el poder judicial dedicado a la corrección de estilo, la universidad pública organizando marchas para obtener más dinero, tandas de títeres a lo grande para distraer a la ciudadanía, los medios de comunicación aprovechando la contingencia informática, y funcionarios del más diverso nivel dedicados a proseguir su campaña con miras al 2012, desde luego usando tiempo y recursos que la ciudadanía les paga para que sean lo que deben ser hasta que concluya su mandato. Es muy probable que ahora estas personas estén pensando en serio cómo le van a hacer para continuar con sus proyectos personales sin que los distraiga de ellos este primer embate brutal de la delincuencia. Siempre alguien tiene que echar a perder la fiesta.

Armando González Escoto
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 6 de febrero de 2011).


El silbato del tren en la noche. La súbita irradiación de las primaveras por La Paz. El local de Helados Bing frente a la Fuente Olímpica. Las morelianas en el Agua Azul, cuando se celebraban ahí las Fiestas de Octubre. Los Colomos. Franco. El silencio que va estrechándose por la Calle Zaragoza, desde Reforma y hasta Manuel Acuña. El pasaje a la Luna al cruzar las vías en la Colonia Morelos. El olor a alcanfor en la Antigua Farmacia Jalisciense, por Pedro Moreno. El cielo vertido en la alberca del Club Guadalajara. La Puerta Amarilla. Mayco. Circundar en patines la fuente al centro de la arcada, junto al templo de San Francisco. Los pasadizos que serpentean sobre los ríos de coches en Los Cubos. Un restaurante campestre que había en Obregón y ¿la 60? (existe todavía, parece, pero ya no existe). El cerro detrás de la Barranca. Maxi. Las fuentes del Parque de la Revolución. El olor del café tostándose en la esquina de Santa Mónica e Independencia. Plaza del Sol. El circo en La Normal. El apogeo inesperado de las jacarandas. La birria de pollo del Batán. El cielo vertido en las albercas del Deportivo Morelos. Los paseos a caballo en el camellón de Lázaro Cárdenas. Las torres vecinas a Plaza Patria. Las eles amarillas del Parque González Gallo. Chalita. Las Nueve Esquinas. Más parques: Ciudad de Guatemala, Italia, Walt Disney. Las serenatas en la Plaza de Armas. Las bolsitas de cañas en el Santuario. La altura insuperable del Condominio Guadalajara. Tío Carmelo. El Sanborn's de Tepic (es decir: de Francisco Javier Gamboa y Vallarta). Las nieves de San Antonio. El zoológico de arbustos en la Plaza de la Bandera. Más parques: Liberación (¿un lago?), Alcalde (el invernadero, el reloj floral, las lanchas), el zoológico de concreto en el Parque Morelos (también ahí: un faquir enterrado vivo, que se podía ver por un cristal). El tianguis del Mercado Alcalde. La Calle Parque Juan Diego. La Muñeca. El olor de las especias por Santa Mónica. Cafés que ya no existen, pero de algún modo: Brasilia, Treve, Málaga. El Nuevo París. El Cine Latino (y el Tonallan, y el Colón, y el Gran Vía, y...). La certeza de que el Baratillo es infinito. La vieja central camionera. El Bolerama de Washington. La fuente en Circunvalación y Plan de San Luis. El minigolf en Circunvalación y Prolongación Alcalde. Camarauz. La torre de San Felipe. El trolebús bajo tierra. La certeza de que el Panteón Guadalajara es infinito. Los cines de Plaza México (y el Versalles, y el Cinematógrafo, y el Greta Garbo, y...). Un billar en Javier Mina. Cafés que todavía: San Remo, Madrid, Madoka, el VIP's de la Glorieta Colón. La casa china en Guadalupe Zuno. El templo de Huentitán. El jardín de Analco, el otro jardín de Analco, el de Aranzazú, el del Expiatorio, con la estatua de Cuauhtémoc. La estación del ferrocarril. El Parque Mirador. Las Sombrillas. Un parque con cisnes o patos en la Calzada Independencia. Las rutas de camiones organizadas por colores. Los subterráneos de Juárez y 16 de Septiembre. Etc.

José Israel Carranza
(v.pág.6 de la sección "gente!" del periódico ural del 10 de febrero de 2011).


El catálogo de los abortos monumentales en la historia reciente de Guadalajara es demasiado extenso. Como si se tratara de demostrar que los sociólogos aciertan al decir de los tapatíos que son, en general, mucho mejores para concebir "ideotas" (aumentativo de idea) que para hacerlas realidad, los botones de muestra abundan. Váyale sumando, señor...
  1. El "Museo Guggenheim", en que tanto el gobierno como algunos empresarios "audaces" y "visionarios" invirtieron varios millones de pesos en estudios de factibilidad que, al final de la película, se volvieron humo.
  2. Las presas de Arcediano y Temacapulín, en que asimismo se invirtieron respetables sumas de dinero público, con los resultados que constan en actas: cero absoluto.
  3. El Macrobús como proyecto magno de movilidad urbana para la zona metropolitana de Guadalajara, que no pasó de la Línea 1.
  4. El "Tren Bala" -versión totonaca del AVE que ya une a Madrid con Barcelona y Sevilla- que conectaría a México y Guadalajara.
  5. El complejo urbanístico "Puerta Guadalajara", en Periférico y la Calzada Independencia Norte, a inmediaciones del zoológico.
  6. El núcleo habitacional, vecino al Parque Morelos, que sería Villa Panamericana para los inminentes Juegos, y a continuación sería el impulso que revertiría gradualmente ("según San Lucas") el despoblamiento, la degradación y la ruina del centro de la ciudad.
  7. La "Torrena", al lado de Plaza del Sol.
  8. La Vía Exprés. Etc.
(Suma total, en concreto, de todo lo anterior: cero).

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 2 de marzo de 2011).


La idea generalizada es que Guadalajara es una ciudad predominantemente conservadora y excluyente, y que la Ciudad de México es una zona cosmopolita que acepta todas las formas de ser. Pero los paradigmas van a empezar a cambiar, porque estas ciudades hace rato que lo hicieron.

La Encuesta Nacional sobre Discriminación en México, presentada por el Conapred, muestra un extraordinario parecido en las actitudes de discriminación que tienen los habitantes del Distrito Federal y los de Guadalajara. Estas 2 ciudades se parecen más entre sí de lo que a algunos les gustaría reconocer. Para empezar, los resultados las ponen en el mismo sitio cuando de maltratar al migrante se trata. Según ellos mismos, es en estas 2 ciudades en donde peor se trata al migrante (¡regrésate a tu país! gritan por ahí).

A las minorías religiosas les va un poco mejor que a los que no están en su nación, pero no hay diferencias grandes en las 2 metrópolis. Con una ligerísima diferencia positiva hacia el Distrito Federal, 3 de cada 10 integrantes de una minoría religiosa se quejan de discriminación, lo que pone a los chilangos y a los tapatíos a media tabla en el pizarrón de los discriminadores. León lidera en intolerancia, pues 5 de cada 10 miembros de una religión no dominante se sienten maltratados, mientras que Querétaro, por otro lado, parece ser la ciudad más tranquila: sólo 1 de cada 10 habla de discriminación religiosa.

Las razones por las que el Distrito Federal y Guadalajara arrojan números parecidos en discriminación no vienen en la encuesta, pero es posible atisbar una respuesta: la intolerancia no es una característica de la derecha o de los grupos conservadores, sino que es, lamentablemente, una tara que poseen muchos mexicanos en todo el espectro ideológico. Es probable que la intolerancia religiosa en el Distrito Federal no se dirija a los mismos grupos que en Guadalajara. Puede haber más rechazo, por ejemplo, a la Luz del Mundo o a los católicos dogmáticos, mientras que en la capital de Jalisco la discriminación quizá se dirige a evangelistas y ateos. La actitud, sin embargo, es la misma: la otredad no se permite, la diferencia es mal vista, los derechos no son para todos y sólo hay una forma correcta de hacer las cosas.

Ahora resulta que no hay nadie más parecido a un chilango que un tapatío de verdad.

Ivabelle Arroyo
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 20 de abril de 2011).


Aquí, es casi imposible mantener una velocidad constante, la que permite el menor consumo [de combustible] posible. Esto lo debemos al exceso de semáforos, a los criminosos topes, a los inevitables baches, pero también a nosotros mismos, que no sabemos conducir como deberíamos. ¿Por qué no lo sabemos? Porque nadie nos enseñó. Casi todos aprendimos a manejar con nuestro padre, hermano, un tío o un amigo.

Por esto es tan difícil la tarea de la Secretaría de Vialidad, por intentar reeducar. Si fuéramos, desde el principio, educados para conducir con propiedad, prudencia, consciencia, todo sería diferente.

Si vamos por la avenida López Mateos a 60 km/h, que es la velocidad máxima permitida en el lugar, veremos como nos rebasan todos. Algunos, visiblemente irritados, nos voltean a ver con cara de que les estamos ofendiendo, o al menos estorbando de manera clara. Ahora con la "foto multa", quisiera pensar que esto se dará sólo hasta que las primeras infracciones lleguen a las casas de los más rápidos al volante.

Sergio Oliveira
(v.pág.4-E del periódico El Informador del 14 de mayo de 2011).


Mocho, según el Diccionario de Mexicanismos, significa "falso devoto, excesivamente religioso". Los tapatíos han cargado sobre sus espaldas, desde tiempo inmemorial, el sambenito de proclives a la mochería. Y no precisamente porque sean modelos de congruencia con los preceptos de la religión mayoritaria -la católica, obviamente-, sino por llevar la religiosidad al fanatismo... y, sobre todo, por incurrir en actitudes farisaicas. (Los fariseos, antiguamente, eran una secta cuyos miembros aparentaban rigor y austeridad, pero en la práctica tendían a la disipación y a los vicios). La mochería, por tanto, es, sin más, sinónimo de hipocresía o fingimiento.

Unos tiempos traen otros, dicen. Así, aun en la hipótesis de que el hecho de nacer o vivir en Guadalajara imprima carácter y condicione la manera de ser de los tapatíos, es indudable que los vientos de la secularización también soplan por estas latitudes.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 14 de junio de 2011).


Una de esas prácticas negativas que se han hecho costumbre, es la asumir que no podemos tener una mejor ciudad. Dar por sentado por ejemplo, que los autos no disminuirán y el poder detrás de esa industria nos llevará seguir construyéndoles puentes y reparándoles las calles, que nuestro transporte público seguirá siendo un desorden por estar en manos de mafias intocables, o que los espacios públicos están destinados al abandono y al graffiti, son algunos de los males que seguramente una gran mayoría quisiéramos superar, pero que ante la costumbre, poco hacemos. Entre esos males también está el de la obra pública. Este rubro que constituye una da las partidas más importante de los gobiernos municipales y estatal, se ha convertido en un obscuro concepto de uso discreto y autoritario, que tiende a ser una fuente de obras de baja calidad y enriquecimiento ilícito. Repartiendo a discreción contratos millonarios, se dejan a la ciudad puras obras apresuradas. Mientras grandes sumas de recursos públicos son almacenados a través de proyectos sin rumbo en mudos archiveros, otros son destinados a la edificación de inmuebles que se sumaran al inventario de malas construcciones con muerte anunciada. Metrópolis como Guadalajara deberían asumir que cada obra pública que se construye debe convertirse en un patrimonio, de esa manera vamos edificando una mejor ciudad, más interesante y más competitiva. Destinar millones de pesos a la construcción de un edificio público, debe ser un acto de la mayor responsabilidad de la autoridad, ya que tiene el triple reto de responder a una necesidad, usar adecuadamente los recursos y ofrecer un producto de calidad, los ciudadanos lo merecen. Si cuesta lo mismo hacer un edificio bueno que uno malo, ¿por qué tenemos que tolerar resultados mediocres con recursos públicos? La calidad de la arquitectura no es un problema de dinero, es un problema de administración de los recursos y de competencia de las autoridades y profesionales involucrados.

Alfredo Hidalgo Rasmussen
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 19 de junio de 2011).


Sobre nuestra ciudad pesa el bien ganado mote de ciudad moralina. Para muchos tapatíos es incluso una cuestión de orgullo e identidad el hecho de ser ésta la Guadalajara en la que prevalece uno de los más intensos arraigos de tradiciones sustentadas en valores morales que aunque en fechas recientes han cambiado en forma, no necesariamente lo han hecho en fondo.

Promueve el respeto entre ciudadanos y las más civilizadas normas de convivencia urbana. No se puede juzgar diferente a las exitosas "multas de la vergüenza" o "wiki-multas" que en el contexto del próximo congreso internacional "Hacia ciudades libres de autos" se reparten para que el ciudadano de a pie pueda multar simbólicamente, es decir "moralmente", al auto mal estacionado que bloquea rampas para discapacitados, pasos cebra o áreas peatonales. Estas multas golpean directamente al ego moralino de quien las recibe más allá de lo que indique la ley o de la falta de capacidad de la autoridad para hacerla valer.

Lo mismo aplica en la exigencia ciudadana para la cancelación de la Vía Exprés, que habría dividido comunidades e implantado un modelo de ciudad pro-automóvil favoreciendo la dispersión urbana y creando más problemas que soluciones o para la cada vez más urgente salida del auditor Godoy Pelayo, que ha colocado a nuestros supuestos representantes en el congreso entre la espada y la pared, vamos, entre los intereses de sus respectivos grupos y su propia condición moral. Ambas causas han sido promovidas por grupos de ciudadanos organizados de los más diversos orígenes ideológicos, unidos por un argumento profundamente moral.

Felipe Reyes
(v.pág.46 del periódico Milenio Jalisco del 8 de julio de 2011).


Creemos que la ciudad va de mal en peor. Las mujeres son aún más pesimistas, pero son pocos a los que les entra la idea de irse de aquí. A 6 de cada 10 ni les pasa por la cabeza eso de cambiar de ciudad y creen fervientemente que Guadalajara está mejor que el resto de las ciudades del país. 8 de cada 10 están orgullosos de los Juegos Panamericanos, dicen que Guadalajara es una ciudad en la que se puede ser feliz y, más aún, dicen ser felices o muy felices aquí. Y eso que vamos mal.

7 de cada 10 consideran que su situación económica está igual o peor que el año pasado, pero la mitad de los tapatíos está convencida que el próximo año será mejor. 7 de cada 10 se dicen satisfechos con su ingreso y 6 de cada 10 viven con temor de perder su trabajo. 7 de cada 10 dicen que con lo que ganan les alcanza para vivir o, incluso, a pocos (15%) para ahorrar. 3 de cada 4 tapatíos tienen casa propia o la están pagando, son o fueron sujetos de crédito; sin embargo, tenemos una percepción de una sociedad muy desigual. Somos la ciudad con más autos per cápita, pero según la encuesta queremos, ya, inversión en transporte público. Nos quejamos de los servicios públicos, no estamos satisfechos con el servicio de agua, pero estamos conscientes que la única forma de cuidarla es con multas y aumento en las tarifas.

Estos son, entre otros muchos, algunos datos de la primera encuesta sobre calidad de vida que presentó el observatorio ciudadano Jalisco Cómo Vamos.

Los tapatíos somos, de acuerdo con este espejo, contradictorios y paradójicos. Felices y optimistas, pero exigentes y críticos. No estamos conformes con el rumbo de la ciudad, pero para efectos prácticos es nuestro Duvalín: no la cambiamos por nada.

Diego Petersen Farah
(v.pág.1-B del periódico El Informador del 12 de julio de 2011).


Esa lluvia y los estragos que ésta nos provoca. Aunque se sabe que en Guadalajara cada año en esta temporada siempre se caen los árboles y se inundan las calles dejando destrozos, no deja de asombrar y acaparar las noticias. Como si nunca se hubiera visto algo parecido aquí.

El tema de las inundaciones que siempre sufre nuestra metrópoli es recurrente cada año. La noticia sólo tiene vigencia mientras duran las molestias; una vez pasadas éstas, se van al olvido anual. Mientras tanto, en la sequía continuamos provocando las mismas causas que en la siguiente temporada contribuirán a más inundaciones. Tomando prestado de Sor Juan Inés de la Cruz podríamos decir: Hombres necios que acusáis a la Naturaleza sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que la culpáis.

Curiosa relación que en esta ciudad tenemos con el agua: a veces nos falta, otras nos sobra. Nosotros mismos inducimos los daños que causan sus torrentes y nos lamentamos ingenuamente de éstos. Construimos justo donde luego se agrieta el suelo y donde el agua socavará derrumbando nuestras casas. La distribuimos con grandes ineficiencias y la descuidamos como si no nos costara. Al agua limpia le echamos la sucia, convirtiéndola toda insalubre. Siempre responsabilizamos a otros por nuestras desgracias; en el mal de muchos, uno se consuela con no ser el culpable.

El tema del agua siempre nos aviva quejas, ilusiones, ambiciones y pleitos públicos sobre la importancia de posibles escenarios futuros. Según el tema de moda, las discusiones abarcan desde drenajes, presas, tuberías ineficientes, colectores, bajos precios, altos costos, usos, obras y créditos.

¿Cómo no se van a inundar nuestras calles, si los antiguos arroyos fueron rellenados y pavimentados para poder fraccionar y vender lotes y terrenos? ¿Y cómo no se va a inundar lo construido sobre sus lechos? Algunas calles hasta llevan cínicamente los nombres originales de esos arroyos.

¿Y cómo no se van a caer los árboles, si no se les da espacio suficiente para enraizarse bien y se les mutila las ramas (provocándoles podredumbre) para que no se enreden entre los cables eléctricos, bajo los cuales los plantaron a sabiendas de que crecen para arriba y a los lados?

Norberto Alvarez Romo, presidente de Ecometrópolis, A.C.
(v.pág.8-B del periódico El Informador del 12 de julio de 2011).


Por la suma de mi indiferencia y mis antipatías, veo que debo contarme entre la minoría de tapatíos que se sienten poco o nada orgullosos del Chicharito, de la miss y de los juegos cebitos, tapatíos también los 3, razón por la cual se preguntó acerca de ellos en la Encuesta de Percepción Ciudadana de Calidad de Vida, levantada por el Observatorio Ciudadano de Calidad de Vida y cuyos resultados se dieron a conocer el lunes pasado. A la pregunta de qué tan orgulloso se siente uno de vivir en Guadalajara, el 77% respondió "muy" o "algo", y de nuevo: yo me acomodaría en la franja de los que contestarían que nada -e incluso, de existir, marcaría la casilla que dijera: "Más bien me da penita".

Abundan los datos sorprendentes en esta encuesta, y las ocasiones para la perplejidad más inesperada. "¿Cree que esta ciudad es propicia para que usted sea feliz?". ¡El 81% respondió que sí cree! Pero más adelante encontramos que, entre quienes se sienten "algo" y "muy" inseguros en la ciudad, suman un 45%; 21% de los encuestados fueron víctimas de algún delito en el último año, y 56 de cada 100 juzgan como "grave" la violencia callejera en la colonia donde viven. ¿De dónde aquel optimismo, entonces? Los tapatíos no nomás percibimos que las autoridades hacen poco o nada por resolver problemas como la inseguridad y el narcotráfico, el desempleo, la pobreza y la desigualdad social y la corrupción y la ineficiencia del gobierno, sino que además nos tenemos mucha desconfianza entre todos: el 64% recela de los transeúntes con los que comparte la calle, y el 71% de los "jóvenes reunidos".

Por lo que respecta al rubro de "Cultura y recreación", las cifras son poco dignas de ningún orgullo: lo que más se nos da es ver la tele, y no hacemos mucho más (ir a museos, al teatro, a conciertos) por falta de tiempo, principalmente.

Con todo, entre quienes se dicen "algo" y "muy" felices, suman un pasmoso 90%. Pero más de la mitad aprecia que, en general, Guadalajara va "por mal camino". ¿Entonces? Pues que así somos, una sociedad esquizofrénica: mientras no nos falten motivos para esa cosa absolutamente inservible que es el orgullo tapatío...

José Israel Carranza
(v.pág.5 de la sección "gente!" del periódico Mural del 14 de julio de 2011).


Hoy como todos los días me dirigí al trabajo, de casa al trabajo hago un aproximado de 15 minutos cuando hay tráfico "normal". Estos días hice aproximadamente una hora y no es tanto por la cantidad de vehículos, sino es por la falta de educación vial que tenemos. Me encontré en el camino gente de todo tipo, unos se te "meten" y ni la lengua saca. Es bien sabido que no usamos las direccionales casi para nada, de hecho debe de haber gente que no sabe ni usarlas, si las usáramos menos accidentes habría.

Otros automovilistas se pasan los altos, otros bloquean los cruces de calles, porque hay mucho tráfico y no alcanzaron a cruzar. No hablemos de la calidad de los choferes del transporte público, hasta algunos peatones se cruzan en verde. No falta quien se frena para tomar el periódico de edición gratuita, es decir, te encuentras todo tipo de quebrantos hacia las reglas básicas de vialidad, aunado al tedioso el flujo vehicular.

Diego Bustos Morfín
(v.pág.20 "Los correos del público" del periódico Milenio Jalisco del 15 de julio de 2011).


La sociedad de Jalisco tiene una estructura muy distinta a la del promedio nacional. Es una sociedad "rica" y pobre al mismo tiempo. Rica en potencialidad y pobre por su falta de enfoque. Un estudio publicado en días recientes por la firma de estudios de opinión de Roy Campos muestra que Jalisco tiene 10% de familias que se clasifican en el socioeconómico más alto, sólo por debajo del Distrito Federal que tiene 12% y muy por encima de Nuevo León que tiene 7%. Pero además tiene también el tercer segmento más grande de clase media por detrás de Baja California, y el Distrito Federal.

Jalisco es una sociedad emergente, formada por familias que aspiran a ascender siguiendo el modelo de éxito de esa capa de 10% que se hace presente con sus autos, hábitos de compra y forma de vida cada vez más cercana a los modelos del sur de los Estados Unidos. La explicación a este hecho está en la composición del tejido social formado por una amplia cantidad de inmigrantes de las regiones cercanas y paradójicamente por la también extensa expulsión de migrantes hacia nuestro vecino del norte.

Llegaron aquí las clases medias emergentes a prepararse provenientes de la costa del Pacífico y se fueron los más necesitados de las regiones rurales. Con los años se concentró riqueza proveniente de las regiones cercanas y se incrementó el monto de las remesas. El resultado fue la composición de esta clase media capaz de consumir más de 45,000 viviendas por año y adquirir casi 200 autos nuevos cada día en la entidad.

Viene al caso la reflexión de estos aspectos materiales para contrastarlos con los aspectos culturales. Sin duda los tradicionales valores familiares, religiosos y de convivencia que imperaron en de la sociedad de la primera mitad del siglo XX, ahora se han mezclado con la enorme pluralidad que supone el acceso a la información y el conocimiento. Como a la enorme variedad de opciones para formarse, consumir y viajar real o virtualmente.

Jalisco está integrado por una sociedad conservadora en su forma de verse a sí misma, pero liberal en su comportamiento económico y su aproximación al conocimiento. También es tierra de injustos contrastes por la concentración de poder y riqueza en la zona metropolitana de Guadalajara y la miseria de municipios de entre los más pobres de México, como Mezquitic y la lacerante realidad de más de 400,000 personas en pobreza extrema en la entidad.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 24 de julio de 2011).


Hay cosas que de tan feas adquieren personalidad. La Minerva es una de ellas. Pocos monumentos son tan poco agraciados como la famosa mole de la glorieta, y vaya que tiene competencia.

La Madre Patria de Avenida México y Pedro Buzeta es de sacarle un susto al miedo. Está inspirada en la famosa patria del mural de Camarena (la de los libros de texto) y ésta es todavía más imponente. Paradojas del destino, a 10 cuadras hay otro monumento igualmente horroroso y del mismo personaje: "la mona". A mí me costó muchos años entender que esa monja de piedra (que siempre imaginé bigotona, aunque no lo pueda probar porque nunca la he visto de frente) adusta, seca y con cuerpo de pepino era la misma homenajeada que la del otro lado de Chapultepec. Dos visiones distintas de una misma madre en una patria esquizofrénica.

El Monumento a la Madre en la Plaza 10 de mayo, sobre la Calzada Independencia, es quizá la más fea de todas la esculturas urbanas.

La lista podría seguir, pero todo esto era sólo para decir que, en eso de la fealdad, La Minerva no está sola.

Originalmente, en el lugar de La Minerva, entonces el cruce de la carretera a Tequila con la incipiente Avenida Ingenieros, se pensó colocar una escultura de San Miguel Arcángel, uno de los 3 patronos de Guadalajara junto con Santo Santiago y la Virgen de Guadalupe (aunque hay que dejar claro que podrá haber 3 patronos pero sólo una es la que manda: la Virgen de Zapopan). El entonces gobernador, entendedor del laicismo, decidió mejor buscar una figura mítica y escogió por puro gusto a Minerva, o lo que es lo mismo, Atenea la diosa griega. La escultura la hizo el hidrocálido Pedro Medina con una modelo zacatecana, pero le salió tan fea que el rumor de la época es que se trataba de un político inmortalizado en esa figura femenina (cada quien le veía parecido con el político que le caía más mal).

Diego Petersen Farah
(v.pág.1-B del periódico El Informador del 10 de agosto de 2011).


Cuando los turistas panamericanos se hayan ido, volveremos al cochinero en que los tapatíos -por nacimiento o por adopción-, por desgracia, ya nos acostumbramos a vivir.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 10 de agosto de 2011).


Cuando uno entra a Guadalajara por el aeropuerto lo que más se ve son anuncios de table dance y religiosos, lo que muestra con una nitidez involuntaria la doble moral de la sociedad tapatía.

Diego Petersen Farah
(v.pág.1-B del periódico El Informador del 15 de agosto de 2011).


En esta ciudad el transporte colectivo, además de ser insuficiente y de operar en condiciones denigrantes para sus usuarios, es criminal, y sus conductores enfurecidos ven sólo obstáculos que pueden suprimir en los vehículos, los ciclistas y los peatones que osen atravesárseles; evidentemente, son incontable mayoría los automovilistas y los motociclistas que hacen lo que les viene en gana: la señora estúpida que maneja con el bebé en las piernas, el cretino pasmoso que se atranca en la avenida, el otro que se cierra y bufa nomás para llegar más rápido al semáforo, las ráfagas de idiotas sin casco que hacen retumbar sus máquinas. Evidentemente, también hay peatones y ciclistas muy brutos, que terminan volando por los aires cuando no se fijaron por dónde iban (o quizás sí se fijaron, pero les dio igual). Evidentemente, la autoridad es inepta y corrupta, cuando no inexistente e inservible. Evidentemente, nada de esto debería ser así.

La realidad visible de la movilidad en una ciudad como ésta es la animadversión generalizada que nos tenemos entre todos cuando andamos en la calle: la consigna es "Yo voy primero".

José Israel Carranza
(v.pág.5 de la sección "gente!" del periódico Mural del 8 de septiembre de 2011).


¡Qué experiencia tan más hermosa la ceremonia de inauguración de los 16 Juegos Panamericanos Guadalajara 2011.

¡Qué éxito para Jalisco! ¡Qué bendición para México! ¡Qué maravilla para el deporte!

Eso era exactamente lo que necesitábamos, que alguien viniera y nos demostrara con hechos que lo podemos hacer bien, que somos grandes, que tenemos cultura, que tenemos talento, que tenemos deporte, que tenemos estrellas, que tenemos clase, que tenemos futuro.

Fue hermoso. Aquí todavía pasan cosas hermosas. Y lo tenemos que decir, y lo tenemos que reconocer, lo tenemos que celebrar y, sobre todo, lo tenemos que reflexionar.

¿Qué fue lo que pasó aquí? ¿Por qué tanta emoción? ¿Por qué tanta alabanza?

Por desesperación. Miles de personas estábamos tan hartas de nuestra pavorosa realidad que necesitábamos una fuga, encontrar algo bonito, experimentar, aunque fuera sólo por un rato, algo parecido a la felicidad, a la dignidad y al orgullo.

Y la noche del viernes 14 de octubre fue como un regalo del destino, un milagro, una válvula de escape.

Además, digámoslo con todas sus letras, nadie se lo esperaba.

Después de experiencias tan patéticas como las fiestas del Bicentenario, de balaceras como la que todos vimos por televisión en el estadio de Torreón.

De todo lo que se dijo de las obras que se estaban construyendo en Jalisco y del paso del huracán Jova, aquello pintaba para ser la desgracia más grande del siglo XXI.

No sé usted, pero yo, entre que me daba flojera, entre que no esperaba nada y entre que me puse a grabar todo lo que pude pensando que iba a haber bombazos, quemados y heridos.

Pero no, el comité organizador, las autoridades y el pueblo de Jalisco sacaron la casta y nos dejaron a todos con la boca abierta. Fue precioso.

Nunca en la historia de los Juegos Panamericanos se había visto una ceremonia inaugural tan emotiva, tan completa ni tan espectacular. ¡Nunca!

Es más, no nos hagamos tontos, hasta antes del viernes pasado, por lo mismo, a muchas personas no les importaban ni los juegos, ni las fiestas, ni los Panamericanos, ni Guadalajara ni nada.

Y estoy convencido de que esto fue parte del éxito de la ceremonia de inauguración.

Como esto se hizo lejos de la complicadísima y atoradísima capital del país y como casi nadie alcanzó a dimensionar la importancia económica, política y social de este evento, fueron pocas, muy pocas, las instancias que se metieron.

Los partidos políticos no ensuciaron, los intereses de los empresarios no distorsionaron y las televisoras no nos atascaron de mujeres encueradas, de comediantes de mala muerte ni de su tradicional basura audiovisual.

¿Resultado? Los Juegos Panamericanos entraron limpios, fueron una verdadera oportunidad para crear, fueron como tendrían que ser muchas otras cosas en este bendito país.

Por si esto no fuera suficiente para festejar, como los Panamericanos son un evento joven, las personas que diseñaron el show del viernes no tuvieron las presiones que normalmente se tienen en un mundial de futbol o en unos Juegos Olímpicos.

Guadalajara no tenía la obligación, por ejemplo, de gastar más o menos dinero que el que se gastó en Sudáfrica 2010, el comité organizador no tenía el compromiso moral de superar una ceremonia inaugural como la de Beijig 2008.

Y los ejecutivos que diseñaron el evento no se tuvieron que romper la cabeza imaginando, entre otras cosas, nuevas formas para encender el fuego panamericano.

Se dieron el lujo de innovar, de proponer, de hacer bien su trabajo. ¡Qué maravilla!

Tenemos mucho qué aprender de lo que sucedió la noche del 14 de octubre en Guadalajara.

¿Cuántas cosas buenas no se podrían hacer en este país si los políticos, los empresarios y los medios no metieran tanto su cuchara?

¿Cuántas cosas buenas no podríamos disfrutar si por un momento nos alejáramos de presiones e intereses?

¡De todo lo que nos estamos perdiendo, caray!

Gracias, Guadalajara, por este regalo. Gracias por la esperanza, por el espectáculo, por la reflexión. ¡Gracias!

Álvaro Cueva
(v.periódico Milenio Jalisco en línea del 16 de octubre de 2011).


¿Por qué se ve a tantas mujeres guapas solas en Guadalajara? Muy sencillo, ¡hay pocos hombres!, me explicó, tomándome la mano y señalando mis dedos cada vez que decía un número.

-De cada 10 hombres solteros tapatíos, la estadística es la siguiente: 2 ya tienen novia; 3 se fueron pa'l otro lado; 2 son solterones empedernidos con mamitis; y 2 son gays. Entonces sólo te queda 1, y ése normalmente es un megaidiota que se siente galán, debido a que tiene 10 chavas rogándole todo el tiempo sin importar si es feo, viejo, pobre o miopen... Y por eso de repente ves a un tipo insignificante y vulgar, que trae colgada de su brazo a un cuero de niña. Simplemente porque no tiene competencia.

Alberto Martínez Vara
(v.pág.6 del periódico Mural del 20 de octubre de 2011).


A cualquiera que ponga un poco de atención al ir por calles tapatías tendría que quedarle claro cómo la experiencia de lo cotidiano desmiente la publicidad fraguada sobre unas cuantas nociones de folclor: aunque haya quien sí, no todo mundo va cantando con una botella de tequila en la mano (ni todos adoramos a Maná, o a Vicente Fernández, o al Chicharito, o a cualquier otro emblema de tapatiez). Pero tal vez no sabemos de otra, y es que seguramente otras tradiciones y famitas con las que se podría identificarnos son más impresentables -la de quejarse por todo (como porque Chente siga pujando rancheras, por ejemplo), y sin hacer gran cosa por impedirlo; o la de operar según el «orgullo» injustificable de haber nacido o vivir aquí.

José Israel Carranza
(v.pág.5 de la sección "gente!" del periódico Mural del 20 de octubre de 2011).


No soy nueva en esta ciudad, he estado en contacto con ella desde que nací. Y aunque a veces de lejos, siempre que vuelvo a Guadalajara me enamora. ¿Por qué? Exactamente no lo sé. Sin embargo, no me ciego y percibo como cualquiera detallitos que a la larga disgustan más de lo normal, como basura en las calles, la contaminación, el tráfico, la inseguridad, lo caro de la vida...

Una mañana cualquiera salí temprano de casa para dirigirme al trabajo. Como siempre, acostumbro saludar y no faltó quien frunciera el ceño o callara en vez de contestar. Tomé un primer camión urbano (porque necesito trasladarme en 2), pagué mi boleto al chofer y con la novedad de que la mayoría de los asientos estaban ocupados por hombres. ¿Y las mujeres? Había muchas de edades variadas y todas de pie. Ninguna alcanzamos ni por cortesía un lugar. Tomé el segundo y entonces sí. Pero a mi lado viajaba un joven que gustaba de compartir su música con los demás a muy alto volumen. Llegué a mi destino y crucé una avenida principal, despreocupada desde luego, porque el semáforo en rojo señaló mi turno, a pesar de ello, un automovilista me recordó en tono altisonante que el peatón no va primero. La tarde fue lluviosa y las calles se volvieron ríos. Esperé mi turno para cruzar, mientras me dije a mí misma: "Qué suerte la mía no haberme mijado", y justo en ese momento... "¡ras!". Una ola de agua sucia originada por la fuerte velocidad de un auto llega hacia mí...

Los veo casi a diario y me asombra bastante cómo rápidamente se expande esa falta de buenas costumbres como la cortesía y el respeto hacia los demás. Entiendo perfectamente que estos tiempos propician una vida más acelerada y modernizada pero no por ello debe volverse egoísta ni desconsiderada. Soy fiel a los principios de equidad de género y creo también que la caballerosidad en nada se relaciona con el machismo.

(V.pág.48 del suplemento "Ocio" del periódico Milenio Jalisco del 21 de octubre de 2009).


Guadalajara, Jalisco. Cuando por meses se habló de la incapacidad de esta ciudad para organizar los decimosextos Juegos Panamericanos, parecía que esto iba a ser un fracaso continental.

Sólo se sabía de problemas y conflictos.

Para la Villa Olímpica se compraron 2 manzanas del centro, se derrumbaron las construcciones, y ahí quedaron, en el corazón de esta Perla de Occidente, 2 terrenos baldíos y abandonados. La Villa se tuvo que construir en otra zona.

El estadio de atletismo se cambió 3 veces de lugar mientras afloraba la crisis PAN-PRI entre el gobernador Emilio González y el alcalde Aristóteles Sandoval, que hizo a los juegos rehén de la pugna partidista, como si lo que estuviera en riesgo no fuera el prestigio de Guadalajara y los tapatíos.

Pasaron los años sin conocer bien a bien cómo iba la organización, silenciosa, de los juegos, lo que estalló con la deslumbrante inauguración. Nunca en unos juegos continentales, nunca en un evento en México, ni siquiera en las fiestas del Bicentenario, habíamos visto un espectáculo de esa magnitud y de esa calidad.

Luego fui testigo de 3 vertientes admirables: la organización perfecta de los juegos, los escenarios de los eventos deportivos y el agregado humano, excepcional, de los anfitriones.

Joaquín López-Dóriga V.
(v.pág.2 del periódico Milenio Jalisco del 28 de octubre de 2009).


Mucho ha cambiado la Perla Tapatía desde mis mozos años pero sólo ella, tan enhiesta y majestuosa, sigue ahí, mirando hacia el horizonte, erguida sobre la inmundicia urbana que la rodea, deslumbrada por el sol poniente o cobijada por la obscuridad nocturna, sirviendo de anfitriona para los más disímbolos propósitos y ocurrencias de los ediles en turno. Y yo la sigo queriendo como la primera vez que la vi y me impresionaron sus ojos sin pupilas; como las sucesivas ocasiones en que, divisando a lo lejos su figura, me anunció que había yo llegado a casa, después de pasar algunos días fuera de la leal ciudad custodiada por la justicia, sabiduría y fortaleza que ella encarna, con su lanza al aire y un escudo que le flanquea la mitad de sus 20 metros de estatura.

Decían (y siguen diciendo) que está bien fea, que el escultor Arias reprodujo en ella su propio rostro, que tiene una pierna más larga que otra, que está desproporcionadamente cabezona, que sus manotas no son femeninas... pero con todo y su pétrea malhechura, y para decirlo en tapatío, la quiero "bien mucho", por todo los recuerdos amables de infancia y juventud que me recrea cada vez que la veo.

Paty Blue
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 13 de noviembre de 2011).


En Guadalajara -reza la frase, y ya el tiempo se encargará de decir si queda para los bronces o pasa a ser, como tantas, intrascendente versión de "lo que el viento se llevó"- llegan más autos que bebés.

La legítima maternidad de la frase corresponde a Rocío Corona Nakamura, diputada local, crítica sistemática de los vicios que parecen haberse arraigado en el Congreso del Estado. La soltó al anunciar que esta misma semana presentará a los dizque "representantes populares" una iniciativa para crear el Instituto de Movilidad Sustentable: una entidad que -se infiere- establecería los criterios orientados a revertir la cada día más caótica situación que en materia de movilidad se vive -mejor dicho: se sufre- en la zona metropolitana de Guadalajara, sin ir más lejos.

(A reserva de corroborarlo, en Guadalajara, a despecho de los programas -oficiales o clandestinos- de control de la natalidad, paternidad responsable o como se prefiera denominarlos, se registra un promedio de 222 nacimientos diarios... y se incorporan a la circulación, en el mismo lapso, 380 automóviles).

Con todo y el riesgo de que el propuesto Instituto se sume a la extensa lista de los abortos legislativos, o, peor aún, de que prospere, sí, pero degenere en una más de las instancias burocráticas que sólo sirven para repartir entre un número creciente de zánganos el casi inagotable dinero del Presupuesto, hay, también, la esperanza -remota, si se quiere, pero esperanza al fin- de que su creación sirva para frenar la vertiginosa marcha hacia el caos, y se posponga, al menos, el día en que en que el afortunado propietario del "automóvil un millón" (o el número que se decida) descubra, con pavor, que ya no hay, en las supuestas vialidades de ésta que llegó a ser ciudad idílica, espacio para él.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 23 de noviembre de 2011).


Con un trabajo ensayístico ameno, fluido y rebosante de realidades innegables el crítico cultural Juan José Doñán publica su nuevo libro intitulado Ai pinchemente, con el cual traza los rasgos más significativos que definen al tapatío.

El título, explica el autor, es una frase que -dicha por un popular jugador de futbol local: José Villegas "el Jamaicón"- resume toda "una forma sincera de ser modestamente ególatra".

Juan José Doñán escudriña sobre la conducta social del nacido en Guadalajara, con atención en sus actos de orgullo y fama involuntaria que lo desmarcan del perfil nacional.

Con un lenguaje directo, apoyado en anécdotas las que son referidas con cierta escrupulosidad documental, el autor, originario de Tizapán el Alto, Jalisco, dibuja con fluidez y sana distancia, las vicisitudes y cualidades que enmarcan una "teoría del tapatío".

"El tapatío no es tanto lo que parece ser ni tampoco lo que cree ser, sino lo que oculta en cada uno de los dobleces de su también oblicua, ladina, alfilesca, sesgada, diagonalista, asimétrica, paradójica, dispareja, contradictoria, pinche... personalidad. Este libro trata de varios de esos pliegues y dobleces, semejantes a los de un pañuelo facial económico; de algunas de las facetas más características de los hijos e hijas de la Guadalajara mexicana".

Y así es como nos adentramos en la lectura que desvela el porqué se identifica como tapatíos a los que habitan esta ciudad; se describe con puntualidad las máscaras más caras del tapatío como son la buena crianza y la extrema modestia: "el tapatío es muy afecto a "tirarse al suelo" para que otros lo levanten, hablando de los méritos y aptitudes que el dueño de éstos calla o niega intencional y también calculadamente".

El amor a la patria chica queda expuesto en esa frase común y dicha con orgullo por viejos y jóvenes, generaciones anteriores y actuales que dice: vivir fuera de Guadalajara es vivir en el error y que por estos días, retoma en su "face" un diputado federal, agradecido del confort que le brinda la Guadalajara que tanto ama.

Los grandes personajes, las acciones más simbólicas, las famas que distorsionan la realidad o la reafirman, las anécdotas "agradecibles" por inéditas, que en conjunto configuran a una Guadalajara como esencia de México son abordadas desde una perspectiva que si bien informa y renueva la percepción sobre las distinciones del tapatío, también las cuestiona y las envuelve de una duda necesaria para reflexionar sobre la verdadera y actual conducta del que vive Guadalajara.

Martín Almádez
(v.pág.7-B del periódico El Informador del 4 de enero de 2012).


Como niño tapatío, lo que me tocaba era creer en el Niño Dios. O mejor: en el Niñito Dios, que era como había que referirse a Él, particularmente en lo tocante a Su singular papel como cumpleañero que hace regalos en lugar de recibirlos. Pero esa creencia implicaba graves dificultades de índole práctica, tanto así que resulta asombroso que la aceptara tan dócilmente -o tan convenencieramente: después de todo, podía prescindir de explicaciones siempre que no terminara prescindiendo de lo que hubiera pedido-: siendo un bebé recién nacido, ¿cómo podía el Niñito Dios arreglárselas para cargar y repartir bultos? Bueno, pues era Dios, y supongo que me bastaba con acomodar ahí algún barrunto acerca de Su omnipotencia para conformarme... porque, encima, no nomás era a mí que me traía juguetes: también habría millones de niños en el mundo esperando, y el reparto tenía que ser puntual y preciso: ¿y si no alcanzaba? ¿Y cómo hacía para saber qué era lo que anhelábamos todos esos millones? ¿Y dónde Se surtía? Por si esta angustia no fuera suficiente, mi papá la aderezaba conforme se acercaba el 24 de diciembre: interrumpía su lectura del periódico para informarme con toda seriedad: «¡Al Niñito Dios lo metieron a la cárcel! Lo agarraron en la frontera porque venía con mucha fayuca. Yo creo que este año no va a llegar».

De ahí que, alguna vez, yo tratara de componer las cosas imaginando que Santa Clos estaba a las órdenes del Niñito Dios y que se encargaba de la logística. Pero lo cierto es que el barrigón siempre me pareció sospechoso: me resultaban antipáticas sus carcajadas infundadas, hallaba odioso el restallido de su látigo, me parecía que nomás servía para anunciar Coca-Cola. En todo caso, habría preferido que me correspondiera esperar a los Reyes Magos -aunque tardaran tanto en llegar. Eran inobjetables: ricos y poderosos, con los cargadores que hiciera falta, con medios de transporte, y además sabios y por si fuera poco magos: ¿qué no iban a poder? Lo malo es que en Guadalajara no se los tenía en cuenta, y la única vez que me animé a pedirles algo fue, tímidamente, un diccionario (que me trajeron, en efecto: Mi Primer Diccionario, de la editorial Novaro: todavía lo tengo como un emblema de la perplejidad: ¿por qué les pedí eso?).

José Israel Carranza
(v.pág.5 de la sección "gente!" del periódico Mural del 5 de enero de 2012).


Puede decirse que hasta fines de los años 60s del siglo pasado, si algo caracterizaba a Jalisco era el indiscutible liderazgo que en múltiples aspectos tenía en el concierto nacional. Su aportación en el campo de las letras y de las artes, antaño y hogaño, siempre ha sido determinante. De esa época data la frase que pronunciara el presidente Adolfo López Mateos, cuando inauguró la Biblioteca Pública del Estado y que está grabada en la parte trasera de ese edificio, que dice: "Creo interpretar el sentir nacional cuando declaro que México debe mucho de lo que ha sido su cultura a los hombres nacidos y formados en esta hermosa ciudad".

Si bien Jalisco sigue destacando en las letras, las artes (y ahora en el deporte) en otros aspectos o áreas de actividad ha venido a menos, siendo en múltiples indicadores un estado de media tabla, colocado en un sitio que no le corresponde y del que no acierta cómo salir. Para ilustrar un poco lo anterior, baste tan sólo lo siguiente:

En competitividad, desde hace 10 años nos ubicamos entre el lugar 14 al 17; en Índice de Desarrollo Humano, entre 2000 y 2008 Jalisco ha pasado del lugar número 14 al 13; en porcentaje de incremento al empleo en 2011 Jalisco se ubicó en el lugar número 20, con 5.01%; en inversión extranjera directa estamos en el sexto lugar al captar 2.9% del total que recibe nuestro país, cuando el DF se lleva 56% y Nuevo León 11%.

Ciertamente, nuestro estado tiene un indiscutible liderazgo o destacado papel en producción de huevo y leche; y es el segundo productor de alimentos para animales, azúcar, y de carne en canal de pollo res y porcino en el país.

Sin embargo, los datos anteriores y el hecho de que de los 300 líderes que en 2011 identificó la revista Líderes Mexicanos sólo 14 sean oriundos de Jalisco y tan sólo 9 vivan en nuestro estado, nos debe llevar a preguntarnos a qué se debe eso.

Puede afirmarse que los principales factores que tratan de sumir o mantener a Jalisco en la mediocridad son los mismos que nos dan identidad:

  1. La "cultura del cangrejo" que cuando alguien destaca o va subiendo, los demás lo jalan hacia abajo para que todos se queden igual;
  2. la desunión o división que desde principios de los setentas ha caracterizado a los jaliscienses y que ha provocado que nunca en nada se puedan poner de acuerdo;
  3. el parroquialismo político con sus múltiples lidercillos que reclaman autarquía en sus espacios de poder;
  4. la débil cultura de la disciplina y lealtad institucional que prevalece entre la clase política del estado y que ha traído como consecuencia el grupismo y el faccionalismo en los partidos y en los gobiernos;
  5. el desinterés de nuestro estado para invertir en educación y cultura;
  6. el centralismo que ha provocado lacerantes asimetrías entre municipios y regiones de nuestro estado.
Pese a lo anterior, si en algo destaca Jalisco es por su gente y no por los apoyos gubernamentales.

Javier Hurtado
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 7 de enero de 2012).


Los cuatro mitos del tapatiísmo:

(V.pág.12-B del periódico El Informador del 13 de febrero de 2012).


En el presente, Guadalajara es un monstruo con un espíritu -ethos, diría Max Weber- de ciudad que mantiene su ambiente pueblerino. Es recatada y gracias a la Calzada Independencia, y a sus múltiples fronteras psíquicas, mantiene hasta el presente su doble moral: decente al poniente y viciada al oriente, buena de día y perversa de noche. Este aire pueblerino le permite continuar siendo amble y mantener las formas básicas de cortesía. Pero sobre todo sigue siendo muy mocha y persignada. Pero también es Guanatos: la ciudad caótica. Desparramada. Sin proyección. Ruidosa. Tumultuosa y con harto tráfico. Pero sobre todo, como me lo hizo ver un amigo extranjero, es en todos sentidos una ciudad a medio terminar. De ello hablan sus intentos de periféricos inconclusos, los castillos que sobresalen de la mayoría de las construcciones, la avenida Federalismo que parece ruinas de bombardeos, y los miles de planes y proyectos que nunca se realizaron. Por último, a pesar de todo, Guadalajara es muy cosmopolita. Aquí tienen lugar la Feria Internacional del Libro, y la del Cine. El centro comercial de Andares concentra las firmas y tiendas presentes en las principales avenidas de las grandes capitales del mundo. Fue sede, y de manera exitosa, de los Juegos Panamericanos. Y realmente se lució. Y por ello se siente capaz de competir por la sede de las olimpiadas. Presume tener una Miss Universo, y un goleador en el Manchester. Se ha hablado de grandes planes que convocan a los más famosos arquitectos del mundo para diseñar un museo Guggenheim, o un Centro JVC, o el proyecto de centro cultural de la Universidad de Guadalajara. Muchos de estos proyectos se quedaron en bocetos, pero dieron vuelo a la imaginación de estar a la par de cualquiera las principales ciudades del mundo. Guadalajara se proyecta hacia el futuro con aires de grandeza y, aunque no pierde de vista sus raíces tequileras y mariacheras, se ve como capital cultural en la nueva geografía global del mundo cosmopolita. Hoy se habla de habilitar una parte del centro para construir la Ciudad Creativa Digital... Quién sabe si logremos salir del rancho grande, pero, mientras que lo intentamos, durante el trayecto entre una ciudad y otra, caemos en el bache de una calle mal asfaltada, o nos tropezamos con las lozas sueltas de una banqueta, y con ello recordamos que, para echar a volar nuestros sueños cosmopolitas, hacen falta pistas de despegue y aterrizaje dignas.

Renée de la Torre
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 14 de febrero de 2012).


Aun con el riesgo de caer en los extremos y en las generalidades, mi visión de la ciudad se parte en 2: soy quien ama y soy quien odia a la ciudad. Soy quien limpia y soy quien ensucia la ciudad. Imposible mirarla de una sola manera: pienso bien y mal de ella simultáneamente.

Guadalajara tuvo una clara identidad durante cientos de años y, década tras década, la ha perdido o, mejor dicho, la ha confundido, porque ya no es una, sino varias identidades las que definen a esta ciudad compleja y contradictoria. Es imposible entender a Guadalajara como un todo, hay que intentar abrazarla (sin que se desparrame) como una serie de subciudades que pretenden, absurdamente, ser sólo una. Hace mucho que dejamos de ser la Ciudad de las Rosas, si acaso por las espinas y ser medio cursis, pero ya no por su imagen cálida ni por su amabilidad.

Conforme crecen los problemas de toda índole, las soluciones parecen llegar tarde, a medias o nunca. La movilidad se diversifica pero el tráfico no cesa. Se construyen puentes y túneles pero el trayecto nos estresa igual que antes. Todo nos queda cada vez más lejos.

Acabamos de ser sede panamericana y estuvimos en vivo a escala internacional. Demostramos que sabemos trabajar en equipo. Luces, desfiles, música y muchas medallas. ¡Hemos saltado a la fama por 17 días! Mucho más de lo que Warhol pronosticó. ¿Y ahora? ¿Qué hacemos con el resto de la ciudad que no fue embellecida, porque no salió en la televisión? ¿Por qué tuvimos que esperar tan magno evento para remozar calles, monumentos y camellones?

Guadalajara, que tanto renegó ser un pueblo bicicletero y veía urgente la modernidad, ahora lo que quiere es andar en bici (sin el sustantivo de pueblo) y recuperar la grandeza de su antigüedad. La ciudad del mariachi, del tequila y la torta ahogada también quiere ser tecno-house-lounge, tomar martinis y saborear sushis de salmón. Paseamos en familia por los agringados centros comerciales, pero también desayunamos menudo en el mercado. Mientras unos se aferran en preservar el patrimonio arquitectónico, otros se ensañan en destruirlo. Unos plantan, reciclan y crean conciencia ecológica, mientras otros crean basura y mutilan árboles añejos para que los anuncios sean admirados.

Los tapatíos no hemos evolucionado de manera uniforme. Nos sentimos high-tech pero nuestra mentalidad no ha cambiado. Nos debatimos entre la mochez y la desvergüenza, entre la decencia y la corrupción, pasamos del exceso a la mesura con suma facilidad. Un día alguien comete un acto delictivo y al día siguiente se persigna frente al altar. Somos malinchistas cuando vamos de shopping pero también nos sentimos orgullosos de lo Hecho en México. Somos rebeldes y radicales, pero también conservadores y de mucha tradición.

Hay días en que me abruma esta ciudad. Se me escapa de las manos. No quiero rajarme, como buena jalisquilla, pero tampoco sé cuál camino debo tomar sin cansarme. Cómo actuar de manera responsable sin salir perdiendo... cómo contagiar amor por la ciudad si cada vez lo siento menos...

Laura Zohn
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 14 de febrero de 2012).


En un sondeo aplicado por este diario, a través de su sitio web, 851 personas respondieron a diversas preguntas referentes a las cualidades más características de Guadalajara y los símbolos más representativos en su actividad gastronómica, cultural y arquitectónica:

76% considera que el platillo más típico es la torta ahogada por encima de la birria.

72% asume que la jericalla es el postre más popular que una nieve raspada del Parque Morelos.

49% asegura que la Glorieta Minerva es la arquitectura más representativa de la ciudad, en lugar del Instituto Cultural Cabañas (20%), el Teatro Degollado (18%) y los Arcos de Guadalajara (13%).

63% destaca que costumbre más arraigada es el asistir a la Romería de Zapopan, en tanto que 19% opta por pasear en el centro histórico de Guadalajara.

Tanto el mariachi como el tequila, son considerados como los símbolos más representativos con 48% cada elemento, por encima de las calandrias (4%).

48% subraya que el "tapatiísmo" más usado es ocupo (de necesitar), en vez de "edá" (de verdad) con 27%, "bien mucho" (de muy) con 22% y alzar (de acomodar) con 3%.

(V.pág.9-B del periódico El Informador del 14 de febrero de 2012).


Por generaciones los tapatíos hemos probado ser capaces de acostumbrarnos a todo, lo bueno y lo malo, de la floración de las jacarandas a las tormentas que regularmente vuelven lacustre la ciudad, de los domingos de Vía RecreActiva al transporte colectivo desastroso y criminal, de nuestras variadas famas (fundamentadas o no) a los gobernantes cretinos. Desde mis perplejidades como habitante de Guadalajara, cada vez sospecho más que es una ciudad que sólo puede existir en la imaginación, y que el gentilicio sirve apenas como una convención que en realidad no alcanza a precisar gran cosa, si por "tapatío" nos referimos lo mismo a un vecino de la Federacha que a uno de Jardines del Bosque, uno de Santa Tere, uno de San Juan Bosco, uno de Miravalle, uno de Providencia-... También tenemos, decía, una costumbre peculiar, fundada por una extrañeza quizás excesiva para nuestros modos, y que, por así decirlo, nos tomó desprevenidos y con la que ya no supimos nunca qué hacer: la Plaza Tapatía. Estamos acostumbrados a no poder acostumbrarnos a ella.

José Israel Carranza
(v.pág.5 de la sección "gente!" del periódico Mural del 23 de febrero de 2012).


Dicen que un chilango toma decisiones esperando que avance el tráfico, un norteño decide mientras disfruta su chela, un sureño decide meciéndose en su hamaca y un tapatío decide... después.

Veamos esta escena en casa de un tapatío que acaba de comprar un aparato electrónico: observa la caja por todos lados; no la abre, la rompe; quita todos los libritos que vienen y los tira al suelo; rasga los protectores de estireno; saca el cordón de conexión a la electricidad y lo enchufa; prende el dichoso aparato y espera... no pasa nada; le da un golpecito arriba... no pasa nada; le da un trancazo de lado... nada; aprieta un botón... otros botones... todos los botones... ninguna señal de vida. De repente, al aparato nuevo ¡le empieza a salir humito!

Como reacción típica, al ver el nefasto humo, el tapatío enfurece y profiere maldiciones contra las mamás de los asiáticos inútiles y chafas. Después de eso se deprime, baja la cabeza y ve en el suelo, junto al instructivo, un papelito escandalosamente amarillo que dice en 7 idiomas: ¡Ojo! No conecte el aparato sin retirar las gomas de protección, que se pueden quemar. Y usted perderá la garantía. Sorry.

Una decisión tomada después es una de esas decisiones que casi siempre se les sale el humito. Por eso aquí se vende tanto la píldora anticonceptiva...del día siguiente.

Casi todas las decisiones que tomamos son así, esa es la razón por la cual vivimos en total desorden, el ejemplo típico es nuestra ciudad, Guadalajara. La lógica urbanística nos dice que debe haber zonas de vivienda, industriales, comerciales y de trabajo, pero aquí muchísimas casas tienen convertida la cochera en "negocito", las escuelas se instalan en casas viejas, las fabricas en edificios, las oficinas en casas "adaptadas", las Villas Panamericanas en una zona unifamiliar. Todo hecho sin respetar la lógica ni los "planes de desarrollo". Por eso todo se colapsa; el tráfico, el drenaje, los servicios.

En los negocios el problema se agudiza. Se nos ocurre una idea y sin más le metemos todo nuestro capital y nos aventamos como el Borras (andando y meando pa'no hacer hoyo). A los 6 meses de no vender ni un cacahuate y perder todo nuestro dinero, nos damos cuenta que lo que vendemos a 100, los chinos lo producen en 15 y lo venden a 30. ¡Háigalo yo sabido antes!

La política no es la excepción; ningún candidato tapatío tiene planes de trabajo, simplemente porque no conoce los problemas del pueblo. Sólo hay que ver sus sosas campañas, no ofrecen ni planes ni soluciones. Dicen que ¡ora sí van a resolver todo!, pero no dicen cómo. ¡Y así los escogemos!

Para eso existen los instructivos, los planes de gobierno, de negocio, de desarrollo urbano, de factibilidad, de crecimiento, de riesgo y un sinfín de procedimientos que enfocan los esfuerzos futuros y las capacidades.

Debemos aprender a planear, a pensar antes de actuar, so pena de seguir construyendo mamotretos en Los Colomos y en La Primavera, eligiendo gobernantes ineptos, perdiendo tiempo en el tráfico, trayendo al mundo hijos no deseados y recibiendo mentadas de los poderosos.

O sea que... viendo a los candidatos y conociendo a mi gente, lo más seguro es que se nos va a seguir saliendo el humito.

Alberto Martínez Vara
(v.pág.8 del periódico Mural del 1o.de marzo de 2012).


Guadalajara es una ciudad de contrastes, hay gente muy moderna y de vanguardia y hay otra muy tradicionalista y sin ánimo de experimentar algo diferente.

Por eso dicen los expertos en mercadotecnia que aquí hay que probar los nuevos productos y servicios, si algo pega aquí es casi seguro que pegará en cualquier otra parte de la República Mexicana, incluso hay quien afirma que también en el extranjero.

Los inversionistas en restaurantes saben que si tu negocio triunfa en los primeros meses, es probable que ya la hiciste por algunos años más, pero si no, necesitas de mucho dinero para soportar las pérdidas hasta que la gente, poco a poco, valore lo que ofreces.

¿Qué tenemos que somos así? En vedad no lo sabemos a ciencia cierta, pero es una extraña combinación entre ser caseros, vivir de modas y preferir las recomendaciones a experimentar lo nuevo por sí mismos. Dicen que los tapatíos se guían mucho de lo que la gente dice, sea para bien o para mal. Si hablan bien de un médico o un abogado, todos los consultan, ah pero si hablan mal de él, tache para siempre.

Guillermo Dellamary
(v.pág.10-B del periódico El Informador del 4 de marzo de 2012).


Jalisco tiene fama de ser cuna de grandes sacerdotes y religiosos, personas de fe y de carácter firme para servir a la Iglesia.

También existe la otra cara de la moneda, ateos, detractores y sobre todo gente con doble moral, comúnmente conocidos como hipócritas. Se persignan en el templo y explotan y patean al prójimo, sin ninguna carga de conciencia.

Hay gente muy buena y realmente generosa, pero abundan los "codos" y avaros. Personas muy adineradas que difícilmente cooperan con tiempo y dinero, para la ayuda a los más jodidos.

Nuestro estado es un claro oscuro de pasiones y valores, de frivolidad y golpes de pecho, de antros, casinos, parroquias y círculos de Biblia.

Guillermo Dellamary
(v.pág.9-B del periódico El Informador del 25 de marzo de 2012).


De acuerdo con el libro Jalisco en cifras, recientemente publicado por la Secretaría de Planeación y el Consejo Estatal de Población de Jalisco, el porcentaje de fieles católicos pasó de 96.5% en 1990 a 93.1% en 2010, una disminución de 3.1%. En tanto el número de fieles protestantes y evangélicos aumentó de 2% a 3.2% en el mismo lapso. En el censo de 2010, 114,000 personas se declararon sin religión, 2.3 veces más que 10 años atrás.

Aunado al lento descenso de fieles, los católicos se comportan de modo más pragmático: sigues siendo fieles a la Iglesia, pero cumplen los preceptos que les interesan y no todos los que ordena la tradición.

Rubén Martín
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 7 de abril de 2012).


O es el hambre, o las ganas de llegar, el cansancio acumulado, el ansia o sabrá Dios qué, pero muchos automovilistas quisieran pasarse el alto. Al menos tienen ya el pie en el acelerador (si es que su auto es automático) o el clutch metido y la intención de sacarlo ya (si se trata de autos estándar).

Y entonces avanzan. Y comienzan los problemas. Uno supondría que el auto que va por el carril de la extrema derecha va a dar vuelta, para tomar López Mateos. Al menos eso pensó el carro que venía a la izquierda de éste y que sí quería dar vuelta, suponiendo que no habría problema, porque era obvio que el de la derecha estaba ahí porque daría vuelta. En sólo cinco segundos luego de que cambió a siga, este tramo ha empezado a entrar en caos, pues hay un auto que debería dar vuelta y no lo hace y uno que insiste en tomar su derecha, aún cuando circula por un carril central. Cláxones, mentadas y uno que otro frenón aquí.

Mientras tanto, del otro lado las cosas no están color de rosa: el auto que circula por el extremo izquierdo ha decidido comenzar a "brincarse" carriles a la brava, pues quiere continuar por Vallarta, pero intuye que de seguir ahí, la marea de autos lo llevará hacia López Mateos Sur. En esos pocos metros que van desde donde arrancaron al nuevo alto que los detiene en plena Glorieta de La Minerva, se han formado una serie de nudos, de invasiones de carriles, de movimientos en falso. Nadie respeta los carriles y ahora sí, la ley de la selva, del más hábil, del que logre arrancar más rápido, del que traiga camionetota con llantas amenazantes o del que se cuele por donde nadie lo esperaba, es la que saldrá victoriosa.

El semáforo sigue en rojo. El calor parece haber aumentado. No hay ningún agente de tránsito a la vista y se han unido al contingente varios minibuses, aunque se supone que ya no debían circular por aquí. Si tuviéramos una cámara en las alturas podríamos fácilmente creer que, con la trayectoria que cada auto tomará en unos segundos -como autos chocones de la feria-, todos irán contra todos.

Llega el verde y con él aceleran los más hábiles y toman rumbos distintos: hacia Vallarta la mayoría, muy pocos hacia Golfo de Cortés. Cláxones que vuelven a sonar por todos lados, insultos que difícilmente saldrán más allá de las cuatro puertas del auto; unos ceden, más a la fuerza que voluntariamente, otros han tomado rumbos que no querían y la mayoría se vuelve a atorar, ahora a la espera de que el alto se ponga en siga y los deje avanzar hacia López Mateos Sur o hacia Washington. Y otro nudo. La escena se repite y se repetirá por toda la glorieta todo el día, agudizándose a las horas "pico". Y el extremo de la agudeza termina en "alcances", que es como eufemísticamente le llama Tránsito a los choques.

David Izazaga
(v.pág.10-B del periódico El Informador del 6 de mayo de 2012).


Nunca me ha entrado en la sesera la razón por la que, en lugar de armarse de paciencia y tolerancia ante lo inevitable, como lo es la escasa o nula fluidez vial en tiempo de aguas, a mis coterráneos les da por convertirse en una especie de basiliscos vociferantes sobre máquinas rugientes, que a bocinazos estentóreos y violentos cambios de luz buscan abrirse paso en el arroyo, urgiendo a quienes le anteceden para que le franqueen el camino.

Con tantos asuntos tan peliagudos en lo político y social por los cuales realmente mortificarse actualmente, de plano no entiendo qué chiste le hallan muchos a empeñar inútilmente su energía y actividad vesicular, hasta que el hígado se les haga moño, con tal de avanzar un metro en una calle anegada, cuando debieran agradecer cada tramo de 10 centímetros que el intrincado flujo les concede. Ya ni la amuelan.

Porque, digo, cuando se llega a la inmovilidad vial extrema, sobre todo al circular por las zonas aledañas a las múltiples y desbarajustadas remodelaciones urbanas que tienen a nuestra ciudad convertida en una auténtica recreación de Kosovo después de los bombardeos, lo mejor es buscarse un quehacercillo temporal, de los muchos que pueden ejecutarse en el interior de un auto, antes que paliar la espera con gritos y manotazos sobre el claxon, dispensando ofensas a diestra y siniestra o contagiando la exasperación a los acompañantes en el mismo carro. Mejor ponerse a escuchar la radio, tararear una melodía, cortarse las uñas, repasarse el peinado, limpiar el tablero con un trapo, echarle un ojo a uno de los periódicos que regalan a la pasada o, ya de perdida, fantasear con el día que podamos comprar lo que se oferta en catálogos de muebles y tecnología, que también los surten gratis.

Lo mejor sería que esos intolerantes sacaran la cabeza por la ventanilla, para que el agua les remojara la tatema y les atemperara el mal genio.

Paty Blue
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 26 de mayo de 2012).


Lo que llama la atención es cómo muchos automovilistas muestran muy poco respeto por los demás: cada quién maneja como le conviene, como quiere y sin pensar en los otros automovilistas; mucho menos en los peatones. Si a un auto le ha tocado quedar parado a mitad del cruce de avenidas y no permite el paso de los demás, "lo siento mucho, no es mi culpa y qué quieren que haga".

En esta ciudad priva la ley del más gandalla.

Federico conduce a vuelta de rueda. Sube el puente y desde ahí observa no sólo el lento tránsito de los autos que van circulando por Avenida Patria, sino la larga fila que está frente a él, hasta llegar a la salida a la lateral. De pronto, una camioneta aparece por la izquierda y se le empareja en velocidad, tratando de presionarlo para que le haga un lugarcito, para que sea buen ciudadano y le dé chance de pasar. Pero Federico no deja de avanzar y no quiere darle oportunidad en la fila por una razón muy sencilla: ha visto cómo el de la camioneta estaba formado atrás en la fila, se salió desesperado y ahora pretende meterse así sin más. Federico quisiera decirle: "oye, ¿qué te parecería que estuvieras formado en la fila para comprar boletos para entrar al estadio o al cine y te dieras cuenta que yo, delante de ti, dejo pasar gente?". Pero no se lo dice, porque no hay tiempo de bajar la ventanilla para hacerlo, pues aunque lenta, la fila avanza y Federico está preocupado por no dejar ningún resquicio que el gandalla pueda aprovechar para colarse. Y el gandalla, desconcertado por la actitud de Federico que no lo ha dejado pasar, le hace una seña con el dedo desde la potestad de su camioneta de alto cilindraje, acelera varios carros adelante y encuentra el modo de colarse.

Mientras Federico ha visto cómo el gandalla tuvo su premio, otros potenciales gandallas que vieron que la maniobra del de la camioneta tuvo éxito, salen de muy atrás de la fila e imitan el hecho: los automovilistas se olvidan de toda civilidad, van hasta la punta y se detienen pidiendo la conmiseración del automovilista con el que se topen, ponen su cara de piedad y quien está en la fila no piensa en el respeto que le merecen quienes atrás esperan, quienes se han formado, sino que se siente muy bien de hacer su buena obra del día, dejando pasar al desvalido gandalla que, otra vez, volvió a ganar.

Federico recuerda que esta muestra de "me vale un comino el otro", sólo ha sido superada por otra: hace un par de meses, cuando circulaba por una calle de un solo carril en Santa Teresita y repentinamente una camioneta que iba delante de él se detuvo sin previo aviso, se bajó la conductora: una señora que parecía luchadora y comenzó a acarrear -¡ahí a media calle!- unas cajas de zapatos de la cajuela de su auto a la banqueta, con toda calma. Federico no atinaba qué hacer frente a la escena. De pronto, ella volteó a verlo y sacando el pecho y abriendo las manos con las palmas hacia arriba le gritó: "¿Qué?".

Ahora cada que observa a algún gandalla pasarse el alto, dar vuelta prohibida o estacionarse donde no se debe, antes de que se lo pregunten, él se responde: "nada, no pasa nada".

David Izazaga
(v.pág.9-B del periódico El Informador del 26 de agosto de 2012).


Se han terminado los espacios para verter desechos, el modelo de rellenos sanitarios está agotado y la tecnología brinda oportunidades mayores cuando se trata de proyectos de mayor escala; el SIAPA atraviesa por una crisis financiera y estructural que hace necesaria medidas muy profundas para reestructurar o mejor, reinventar, el que fue modelo de coordinación intermunicipal hasta que fue presa de una serie de pésimas administraciones y se convirtió en botín político partidista.

El transporte público es tan ineficiente como controversial en la ciudad, formado por un conjunto de empresas y programas requiere que se ponga orden mediante un plan que integre todas las modalidades disponibles y abra la puerta a soluciones no motorizadas y acciones sustentables a largo plazo, haciendo mucho más amigable la movilidad en la ciudad.

Y la seguridad se encuentra en el punto más crítico desde hace décadas, los cuerpos estatales y municipales, influidos o posiblemente infiltrados por grupos de delincuentes, se enfrentan ahora al reto legal para Jalisco de luchar contra la venta de drogas al menudeo y con el desafío de recuperar espacios y aun territorios a la delincuencia.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 26 de agosto de 2012).


De repente se oscurece el cielo, unas nubes negras danzan a ritmo de truenos y rayos.

En el ambiente ya huele a tierra mojada, mientras que hacia el norte [¿noroeste?] resplandece el sol, en espera de la pronta llegada de las tinieblas.

Los nativos, de mente acuosa, comienzan a vivir una profunda ansiedad. El agua diluye sus pensamientos y entorpece su voluntad.

Comienzan a caer enormes gotas, que progresivamente se convierten en andanadas de cubetazos que se precipitan con singular agresividad. El estruendo del agua es una sinfonía de macabros instrumentos. Los rayos aparecen en el escenario y hacen vibrar el entorno con luminosos destellos.

El cielo se ensaña con el Valle de Atemajac y lanza gotas en forma de trozos de hielo con peculiar dolo. Sus perversas acciones, aumentan la hecatombe en un instante. El ruido es estremecedor, cada trozo de gélidas gotas golpea, sin compasión alguna, todo lo que se encuentra a su paso.

El concierto toma la tribuna de las calles y ahora, las persistentes y abundantes gotas, se arremolinan en las calles para crear unos desafiantes ríos, que recogen todas las almas perdidas que se distraen en su huida en busca de un refugio.

Por unos momentos, las avenidas son cascadas e imponentes masas de agua. Arrastran sin piedad todo, todo lo que se encuentran por el camino.

El viento se suma a la contienda y también arremete con tesón, hasta derribar a los árboles más débiles de la comarca.

Los chubascos tapatíos son muy peculiares, son tan tropicales, como dantescos y tan extraños e inesperados como visita de obispo.

Igual muestran su tempestiva presencia, como desaparecen con el encanto, de que aquí no pasó nada, sale el sol y todo vuelve a la normalidad. Eso sí los árboles caídos, los cables tirados y toneladas de basura, quedan como vestigios del concierto que pasó.

Son únicos, espectaculares, dignos de contarse como epopeyas y aventuras inolvidables.

Esto sólo pasa en la Perla Tapatía. ¿O no?

Guillermo Dellamary
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 16 de septiembre de 2012).


Dicen que en la Perla de Occidente abunda la materia gris, que resaltan miles de mentes brillantes que iluminan el andamiaje social.

Desde en las universidades, hasta en el transeúnte común y corriente, los tapatíos poseen gran destreza para conjugar memoria y lógica en forma creativa y sumamente original.

La fama se ha ido ganando poco a poco y el talento es reconocido por propios y extraños.

Se ha logrado impactar, internacionalmente, con la Feria Internacional del Libro, los Juegos Panamericanos, las muestras de cine, las Fiestas de Octubre, el Festival de Mayo, la feria ganadera y en fin, múltiples eventos que hacen patente la destacada mentalidad.

Somos tan capaces que bebemos tequila, festejamos con mariachis e inventamos los clubes para convivir con nuestros amigos y familiares. Hemos llenado nuestra ciudad de joyas, como antros, restaurantes, taquerías, tortas ahogadas, casinos, galerías del zapato, escamochas, puestos de frutas y semáforos bien sincronizados.

Somos dignos creadores, de baches con diseños originales, topes de todo tipo, cruces sofisticados, como el de Ávila Camacho y el inicio de Américas, o el puente de Acueducto y Patria. Hacemos paraísos en donde antes eran basureros, como Puerta de Hierro.

Tenemos magníficos equipos de fútbol, con aficiones de increíble lealtad, que admiración a un equipo que es campeón haga lo que haga, y a otro porque creen que algún día lo será.

Hemos logrado abatir la corrupción, la impunidad, el dispendio y, desde luego, controlamos el crecimiento inteligente de la ciudad, reduciendo el impacto ambiental y la contaminación.

Tenemos una ciudad arbolada, llena de bellos camellones con amplias y floridas glorietas, sabemos poner lo mejor de la Calzada para allá, y lo peor de la Calzada para acá. Nos sabemos ubicar perfecto de oriente a poniente y nuestros letreros indican que la salida de la ciudad es a Nogales o a Puente Grande.

De que somos únicos y originales, ni hablar. Nuestra inteligencia está a prueba de todo cuestionamiento.

Guillermo Dellamary
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 23 de septiembre de 2012).


¿Se puede vivir sin auto en Guadalajara? De hecho la mayoría de los tapatíos lo hace, pero aspira a dejar de hacerlo y a comprarse un auto lo más pronto posible, no importa si es un auto viejo que le va a dar problemas cada jueves y domingo, que trague gasolina como loco y contamine sin piedad. Todo eso es secundario ante la incomodidad que representan las largas distancias en un transporte público ineficiente.

Diego Petersen Farah
(v.pág.1-B del periódico El Informador del 24 de septiembre de 2012).


¿De donde rayos sacan nuestros urbanistas la idea de que Guadalajara tiene que "crecer pa’rriba", igualito que algunas "grandes" ciudades del mundo?

¿Por qué no se van un año sabático a una de esas ciudades y experimentan lo mal que funcionan? Váyanse a Les Banlieues de Paris, al Bronx de Nueva York, a la Costa del Sol española o al Tlatelolco del DF para que vean lo que provoca la proliferación de edificios a lo tarugo. En 15 años sin mantenimiento, todo se deteriora, se convierte en hacinamiento y la gran idea urbanísitica post moderna solo provoca una pésima calidad de vida.

Eso de "crecer pa'rriba" funciona en una ciudad que tiene el dinero suficiente para renovar su infraestructura y dar mantenimiento constante, o demoler lo obsoleto y volver a construir. Pero aquí, que no funciona nada de eso, es un suicidio urbano.

Y esto viene al caso por la voracidad de algunos "poderosos" constructores que, a pesar de que los vecinos se oponen y los Planes Parciales de Desarrollo no lo permiten, a fuerzas quieren construir más torresotas sobornando o pasando por encima de todos.

Porque está bien fácil sacar una licencia para construir 4 pisos y aventarse 20 o construir en zonas ecológicas protegidas y luego muy machos decir: ¡A ver 'ora derrumben! Y ya nadie les hace nada.

¿Ejemplos? El fraccionamiento Las Cumbres, los edificiotes en la Colonia Providencia, los de la entrada de Valle Real o la famosa Villa Panamericana.

Hace poco tiempo acompañé a unos amigos que viven en la calle Pablo Neruda muy cerca de la Autónoma, a una junta con uno de esos poderosos constructores para reclamar porque les están construyendo, pegaditito a su condominio horizontal, una torresota de 13 pisos y les están afectando sus cimentaciones metiéndoles anclas de concreto ¡debajo de sus casas!

En esa junta, los constructores "presumían" su poderío por haber construido varias torres en Andares. Si, esas que están casi vacías por caras y a las que no se puede llegar en coche, porque colapsaron la vialidad de Patria y de Acueducto.

No es que no queramos modernizarnos, el problema es que, cuando se planeó la Guadalajara bonita, se calcularon redes de agua, cargas eléctricas, drenajes, estacionamientos y vialidades para lotes de una sola casa. Pero ahora, en esos mismos lotes, quieren construir edificios de 30 ó 50 departamentos. ¿Se imaginan el tráfico, las inundaciones y los cientos de coches estacionados encima de las banquetas?

Yo felicito y me uno a los vecinos que ya no se quedan callados ni se agachan ante el poder político y financiero de los tiburones de la construcción. En el caso de Pablo Neruda igual que en la Panamericana, ya les clausuraron la obra. A ver cuanto nos dura el gusto. Porque ahora van a entrar "las influencias y las mordidas".

Una ciudad moderna no es una hilera de edificios con antros y billares en la planta baja. Una ciudad moderna tiene arquitectura del paisaje, grandes espacios verdes, zonas comerciales, poco tráfico, red de ciclovías, transporte público no contaminante y convivencia humana.

Esperemos que los nuevos alcaldes honren su puesto y no permitan más torresotas ni levanten los sellos de clausura. ¡Se vería muuuy sospechoso!

Y poderosos señores constructores; yo entiendo que algunos regidores autoricen cambios de uso del suelo porque son gente de nivel intelectual muy mediocre y "comprables"; pero ustedes han viajado, son universitarios y supuestamente de las mejores familias de GDL.

¿O con tal de ganarse una lana, les vale sorbete seguir arruinando la ciudad que alguna vez fue la más bonita del país?

Alberto Martínez Vara
(v.27 de septiembre de 2012).


Santuario, torta del. La torta del Santuario o torta compuesta consiste en una pan de telera (también conocido como pan español y que no es otra cosa que un bolillo aguado, insípido, en forma de concha) untado con frijoles refritos, lomo, pierna, pata o panela, aderezado con lechuga y rábano (algunos le ponen cebolla desflemada y rebanadas de jitomate) y bañado en una salsa de jitomate crudo y con un toque de chile, preferentemente chipotle.

Santuario, buñuelos del. El buñuelo es una pasta frita aderezada con azúcar y canela. Los del Santuario se acompañan con una miel de panocha (piloncillo, para los que no son tapatíos) o de miel de guayaba.

Diego Petersen Farah
(v.pág.1-B del periódico El Informador del 9 de octubre de 2012).


Laura Ibarra, directora de Estudios Europeos de la Universidad de Guadalajara, señala que en México no hay cultuta de la legalidad y que Guadalajara se ha vuelto una ciudad muy permisiva, por lo cual es necesario recordar la política de tolerancia cero de Rudolph Giuliani en Nueva York.

Y añade que en las ciudades educadas no se esperan a que la educación se haya recibido o no, sólo se aplica le ley y se respeta. Lo que hace falta es la determinación de la autoridad y "contundencia".

(V.pág.2-A del periódico El Informador del 21 de octubre de 2012).


La Segunda Encuesta de Percepción Ciudadana sobre Calidad de Vida ¿Cómo nos vemos los tapatíos? 2012 revela que los habitantes de la urbe consideran que su nivel global de calidad de vida fue a la baja en el periodo 2011-2012. En el estudio de opinión mandado a hacer por el observatorio Jalisco Cómo Vamos, los tapatíos califican con 71 sobre 100 su calidad de vida, 3 puntos por debajo de 2011.

Al analizar los datos por dimensión, no es difícil darse cuenta de que los tapatíos están particularmente insatisfechos con el contexto institucional que incluye la actuación del gobierno, los servicios públicos y la seguridad, elementos mal calificados por los ciudadanos en los diversos estudios de opinión pública.

Al contrario de esto, los tapatíos demuestran mayor satisfacción con las capacidades individuales de los ciudadanos para mejorar su calidad de vida: empleo, economía, educación, cultura y recreación. Mientras la satisfacción con el contexto institucional disminuyó de 56 a 54% en el periodo de un año, en el área de capacidades individuales la satisfacción creció de 63 a 71% en el mismo lapso.

Así, el gobierno es la dimensión pública en la que los habitantes de la zona metropolitana de Guadalajara reportan menos satisfacción (44%) y las relaciones interpersonales son la esfera de socialización que brinda más satisfacciones, con 84%.

En el mismo sentido, las expectativas y la visión positiva del futuro siguen imperando en la sociedad tapatía. A la pregunta de si esta ciudad es propicia para ser feliz, 85% de los tapatíos contestó que sí, lo que es 4 puntos porcentuales más que en 2011. Solamente uno de cada ocho considera que esta ciudad no tiene las características necesarias para maximizar los niveles de felicidad.

Siguiendo la misma línea, queda claro en la encuesta que, a pesar de que los tapatíos consideran que su calidad de vida se ha deteriorado en el transcurso del año, se sienten más felices que en 2011: en 2012, 95% de los tapatíos se sienten "felices" o "muy felices", lo que significa 4 puntos porcentuales más que en el estudio de opinión realizado en 2011.

Sin embargo, los habitantes de la urbe no creen que las cosas vayan por buen camino: mientras en 2011 42% creían que la ZMG avanzaba con buen rumbo, un año después ese porcentaje se redujo a 38. No hay ningún municipio metropolitano en que la percepción mejore.

(V.pág.1-B del periódico El Informador del 7 de noviembre de 2012).


Guadalajara es una de las 10 metrópolis más grandes de América Latina, y sin embargo tiene el peor servicio de transporte público de región.

La Ciudad de México, con sus 8.8 millones de habitantes tiene una red de 12 líneas de metro de 201 kilómetros que ofrecen servicio a 1,487 millones de usuarios al año.

La zona metropolitana de Guadalajara, con la mitad de la población del Distrito Federal, apenas tiene 2 líneas de tren ligero con una extensión de 24 kilómetros que transportan 80 millones de pasajeros por año, es decir apenas 5.3% del DF. Desde hace 18 años no se construye ni una kilómetro más de tren ligero en la ciudad.

A diferencia de las metrópolis de su tamaño en América Latina, en Guadalajara la mayoría de la población se traslada en autobuses de pasajeros.

Otro tercio se traslada en automóviles privados, que ha tenido un crecimiento exponencial al pasar de un millón de vehículos hace 20 años a 2.8 millones en 2011.

El sistema de transporte en Guadalajara, si bien es un servicio público, está concesionado a varias empresas, entre ellas la Alianza de Camioneros conocida como "pulpo camionero" por su historia de monopolio y de abuso en el ejercicio de una concesión cedida por el estado.

En Guadalajara se tiene el peor de los mundos en cuanto a transporte público, pues en lugar de ser regulado y organizado por un ente público, se deja a la lógica empresarial. El modelo de negocio que impera, el camión-hombre, se vuelve una salvaje competencia por el pasaje que provoca accidentes, heridos y muertos, mal servicio y un salario raquítico para los choferes. En este esquema pierden los usuarios, los choferes, la ciudad y ganan únicamente los dueños de las unidades.

Desde hace tiempo se ha exigido a la autoridad una reestructuración a fondo del transporte público, lo que no ha ocurrido.

Rubén Martín
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 13 de noviembre de 2012).


Puede que en la decisión de nombrar al Corredor Cultural Lafayette, que tendrá lugar este fin de semana, haya habido un componente de nostalgia por un tiempo ya lejano e irrecuperable para Guadalajara: concretamente, el tiempo en que la Avenida Chapultepec se llamaba así, Lafayette, pero también el que prosiguió mientras hubo tapatíos que siguieron refiriéndose a ella de ese modo (quizás hasta que una generación completa fue incapaz de saber a qué podría aludir aquel eslogan publicitario: «Donde termina Lafayette ¡y empieza su economía!»). En una entrevista publicada por un diario local hace más de un año con el impulsor de la iniciativa, Iván Cordero, se lee que tuvo la idea de denominar así la zona, para manejar dicha denominación en su libro Manual de uso Lafayette, «porque así se conocía el lugar tradicionalmente»: el perímetro que comprende las colonias Reforma, Americana, Francesa, Moderna y West End, además de algunos barrios entre ellas -o bien lo que los tapatíos de antaño llamaban «las Colonias» (¿y si uno se acuerda de eso califica como tal, aunque también pueda tenerse por un tapatío de hogaño?): de ahí aquello de «Oblatos-Colonias», que era una ruta de camión emblemática -sí, los tapatíos les decimos «camiones» a los autobuses-, como lo refrenda Juan José Doñán en el estupendo libro sobre Guadalajara que precisamente tituló así.

El mapa que describe el territorio en que tendrá lugar el Corredor Cultural Lafayette abarca desde López Mateos hasta Federalismo y desde Washington-Santa Eduwiges-Agustín Yáñez hasta Avenida México-Juan Manuel. En él están marcados algunos de los puntos de interés arquitectónico más relevantes, y también -es lo que más me gustó- contiene una guía de árboles: las primaveras de La Paz, claro, entre Enrique Díaz de León (¿cuántos le seguimos diciendo Tolsa, así, sin acento?) y Chapultepec, pero también, el tabachín de Moscú entre Libertad y López Cotilla, o los pirules de Vallarta y Francisco Javier Gamboa (en el mapa dice «Luis Pérez Verdía», pero ahí todavía no se llama así... además: ya que estamos nostálgicos, sigue siendo Tepic, ¿no?).

Es iniciativa ciudadana y no parece que vaya a ser como esas otras presuntas «recuperaciones del espacio público», emprendidas o alentadas o solapadas por las autoridades en turno, que consisten básicamente en cerrar Chapultepec, convertirla en cantina ruidosísima para padecimiento de los vecinos y hacer pachanga sin más. Guadalajara ya no puede regresar a lo que fue en otro tiempo, pero sí puede ser una ciudad distinta de ésta en la que prevalece el desastre, prosperan la ruina y el estropicio y se vuelve más difícil cada día hallarla vivible.

José Israel Carranza
(v.pág.5 de la sección "gente!" del periódico Mural del 6 de diciembre de 2012).


Este año nos recibió con una semana invernal, de cierto que un invierno muy tapatío pero suficiente para sacar nuestros ajuares para cubrirnos de lo que consideramos como gélido temporal. En otros sitios la población con un clima semejante andan en shorts y escuchamos pocas quejas, pero aquí nos forramos y a quejarnos se ha dicho.

Pero nosotros tenemos un alegre gusto por el sentido de imitación, pocas cosas gustan más a los habitantes de esta noble y leal que alguien, refiriéndose a nuestra apariencia física, nos diga que a pesar del nopal que traemos sobre la cabeza no tenemos finta de ser mexicanos, eso sí nos causa alegría; una referencia en contrario puede llegar a causar pleitos que terminen en sangre. Hace tiempo esperaba me entregaran mi pasaporte, porque aunque no tengo con qué viajar siempre trato de que el impedimento para hacerlo no sea la falta de documentos, pues delante de mi iba una señora a la que entregaron el pasaporte de su pequeña hija, procedió a revisarlo y antes de retirarse, lanzó un grito porque al describir a la criatura fruto de sus entrañas el documento había señalado a su hija como morena clara y eso era según el criterio materno una barbaridad. Yo ni el calificativo le habría dejado y me parece intrascendente como se refieran a ti en un pasaporte, pero la madre aludida armó la de Dios es Cristo y detuvo con sus gritos la entrega de documentos, hasta que hubieron reportado el entuerto -y yo creo que le han de haber puesto en el color como blanco pambazo-.

Carlos Enrigue
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 6 de enero de 2013).


Francisco Salinas Paz, filósofo y académico de la Universidad de Guadalajara señala que la sociedad tapatía, en general, es muy conservadora "con una visión muy unitaria, muy monocromática del mundo", por lo que las ideas de las reglas sociales, de urbanidad y "buenas costumbres", aún permanecen arraigadas a un sector social estrecho y discriminatorio.

En la calle se ve de todo. Cada quien hace y se relaciona a su modo. No importa el lugar, lo mismo sucede en la colonia Jalisco, que en Puerta de Hierro. Existen símbolos, acciones y situaciones que reflejan el vivir de la ciudad, el país, el mundo.

Hoy nos fijamos más en quien bota la lata de refresco en la jardinera, pero ya no importa tanto que las mujeres caminen del lado de la pared cuando van acompañadas de un hombre; y un hombre que le abre la puerta dela auto a una chica puede ganarse un insulto y celebrar debut y despedida en la primer cita.

Sally Rangel se presenta como experta en buenos modales, comportamiento y protocolos. Dice que éstos son necesarios e indiscutibles, que sin ellos, la sociedad estaría perdida en un ambiente hostil y grosero. Hay que vestir bien, no ser vulgar y comportarse como toda una dama y un noble caballero.

Igual piensa Claudia Canales, escritora, también experta en buenos modales y todo lo demás. Considera que es necesario retomar el buen comportamiento hacia el prójimo y la sociedad en general. Hay que educar desde el nacimiento hasta la muerte.

Por las calles de la metrópoli la cortesía y los "buenos modos" se entienden de diversas formas: "Buenos días", "¿Cómo estás?", "¿Qué pasó güey?", "¿Qué onda cabrón?".

En mis interrogatorios pregunto sobre el machismo subyacente en los buenos modales y el Manual de Carreño. Las expertas afirman que sí lo hubo, muy poco. Pero ahora las cosas son distintas, la mujer ha propiciado un cambio para bien y ha hecho valer sus derechos y responsabilidades.

"No sabemos a qué le llaman buenas costumbres", asevera la socióloga Dolores Muñoz Cano, al detallar que los buenos modales son aquellas normas más elementales de educación, entre las que destacan el respeto en cualquier espacio, público o familiar.

No obstante, Francisco Salinas dice que la idea de ceder el paso o abrir la puerta al acompañante, es una norma que en ciertos contextos culturales puede considerarse como valiosa o no, pensando en un mundo cosmopolita y globalizado.

"Guadalajara no es una ciudad muy cosmopolita, pero piensa en otras ciudades donde coinciden personas de muchas religiones, culturas, idiomas y conviven en espacios públicos. Seguir y exigir normas, así, para todos, es una injusticia".

Norma Gutiérrez
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 20 de enero de 2013).


Más que sarcástico, Jardiel Poncela fue bastante objetivo cuando propuso la siguiente definición de "estatua": "Figura de bronce o de mármol que sirve para poner en ridículo a un hombre -o a una mujer- ilustre... y a un escultor".

Por ejemplo, "La Minerva".

Que "La Minerva" se haya convertido en un icono de Guadalajara -tan simbólico de la misma como las célebres torres de la Catedral, o punto menos- es una cosa; que estéticamente tenga por donde el Diablo la deseche... otra muy diferente. Desproporcionada -chaparra y cabezona- en función de la altura del pedestal que la sustenta, la estatua ha sido blanco propiciatorio del humor negro de los lugareños. Cuando la hoy emblemática glorieta fue construida y la mirada de la diosa de la sabiduría se perdía entre las milpas, las lenguas rayadas afirmaban que "estaba castigada porque, de todas las tapatías, era la única fea".

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 30 de enero de 2013).


Manue, masoterapeuta de nacionalidad francesa de 40 años de edad, para poder radicar en la ciudad tuvo que cambiar su discurso directo por uno prudente en temas como religión y sexualidad y no hablar de ellos con cualquiera. "O te acostumbras o de plano vete, cambia de región, de ciudad o de país", dice.

Guadalajara le enseñó a ser flexible, ya que la educación que recibió en Bretaña, al noroeste de Francia, fue muy directa, allá le decía a alguien que algo no le gustaba y no había problema, los desacuerdos no generan chispas.

Uno de los detalles que le llaman la atención es que al ser una ciudad amplia y la 2a. con mayor importancia a nivel nacional, Guadalajara tenga sólo 2 líneas del Tren Ligero.

"De plano se me hace completamente loco que en una ciudad tan grande y tan extendida como Guadalajara no haya metro. Hay 2 líneas de Tren Ligero. Somos la 2a. ciudad más importante de México. Me sorprende y no de la buena manera".

Héctor Claudio Farina, periodista y profesor universitario de origen paraguayo -en donde trabajaba como reportero de la sección de Economía del diario La Nación-, dice que los tapatíos son conservadores con visos de rebeldía pero no de revolución, "gente que tiene un pensamiento medio conservador y que por momentos se rebela, pero como decía Octavio Paz, la diferencia entre un rebelde y un revolucionario es que el rebelde es el que se separa de algo, se niega a acatar una orden, se manifiesta en contra y se separa; el revolucionario, además de eso, implanta una idea y logra cambiar un orden establecido de cosas, logra transgredir un sistema, una forma de pensar, una forma de actuar".

(V.pág.7-B del periódico El Informador del 10 de febrero de 2013).


La ciudad que ha privilegiado al automóvil, en la que circulan autos todo el día y sin parar y cuando paran se suben a las banquetas y obstruyen el paso de los peatones. La de las glorietas por todas partes, en las que todos los conductores se atontan y no saben qué carril seguir. La de las señoras que van maquillándose en cada alto, desayunando mientras conducen y escribiendo mensajes en su celular que al cabo ningún tránsito les dice nada. La misma en la que se construyen avenidas más rápidas para que puedan andar más autos; en la que cada día es más complicado encontrar calles para circular sin ir a vuelta de rueda. En la que llegando a un alto un ejército de personas se pone en acción: el que cinco metros antes de llegar a donde estás avienta un chorro de líquido a tu parabrisas, el que sabrá Dios en qué momento se ha puesto a acariciar tu auto con un trapeador manual grasoso y te pide monedas; la que te ofrece muñecas, chicles o mazapanes, el ciego que te quiere vender un boleto para una rifa, el del centro de readaptación juvenil que te pide una cooperación y te da un volante, el hombre de los mil volantes que quiere acabar pronto y te da dos de cada uno, el de las semillas de calabaza de a cinco pesos, el que vende cargadores para teléfonos celulares, el de los periódicos, el de los limpiabrisas, el centroamericano con la cobija a la espalda que te pide lo que sea, el...

La ciudad en la que se apartan los lugares para estacionarse en la calle -que es de todos- con lo que se pueda: cubetas, botes de leche, de refrescos, piedras y hasta con la abuela si se deja; la conquistada recientemente por los llamados "viene-viene", aquellos que con la impunidad de poseer una franela te indican dónde estacionarte y te cobran la tarifa en cuanto bajas del auto, no vaya a ser que cuando vuelvas ya no estén y pues "hay que comer, jefecito".

La de las calles que parecen de mazapán, porque basta una lluviecita para que se abran unos hoyos enormes; la de las plazas comerciales a las que hay que ir como si a un baile por si te encuentras a quien no quieres encontrarte (y te lo encuentras), la de la Avenida Chapultepec, frecuentada e invadida por hípseters, eskatos y trajeados que se sienten muy modernos. La ciudad en la que existen cotos dentro de los cotos; en la que si el termómetro baja a menos de 10 grados la gente se muere de frío y piensa que está a punto de nevar, la misma en la que se sienten morir rostizados con 38 grados. La ciudad de la doble moral por excelencia, aquella en la que proliferan -en las zonas más bonitas y de mayor prosapia- prostíbulos que funcionan como estéticas y que abren los domingos, porque hay quienes antes o después de misa necesitan un buen corte.

La de los carritos de frutas atendidos por oaxaqueños o chiapanecos, la ciudad en la que se roban las baterías de los autos, cables de cobre y alcantarillas. La del Tianguis del Sol, en la que se encuentra de todo, al que van las señoras tapatías a comprar prendas que saben que valen mil pesos y que les duele pagar en 200. La de las tortas ahogadas "hasta que dejen de patalear", la del menudo "desgrasadito" y las nieves y chocomiles ligth en bolsita.

La ciudad a la que han llenado artificialmente de agaves por todas partes, como si crecieran como ficus o buganvilias: Guadalajara.

David Izazaga
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 10 de febrero de 2013).


Las generalizaciones -por manejables- también tienden a establecerse como estereotipos o famas difíciles de erradicar, e incluso terminan por aceptarlas quienes son señalados por ellas. Por ejemplo lo que suele decirse de la sociedad tapatía: que es conservadora, recelosa de los agentes externos que traten de insertarse en ella, jactanciosa de un pasado quizás digno o hasta glorioso, pero dilapidado en una historia de oportunidades desaprovechadas y actitud indolente, de ambiciones infundadas e ínfulas sin sustento; que en ella prevalece un ánimo provinciano -que bien puede se motivo de dudoso elogio: "Qué bonita ciudad: sigue pareciendo pueblito"-, resumible en sus querencias clericalistas o en su comportamiento asustadizo, en su pasividad, su escaso interés por lo que haya más allá de sus límites geográficos o mentales, y también que se sueña aún en pos de un cosmopolitismo (un afrancesamiento, más bien) del que podrá sentirse orgullosa, aunque esté lejos de alcanzarlo. Todo esto además de la convicción de que no hay tapatío que no delire por destrozarse el paladar con una torta ahogada, por dañarse el oído medio con las trompetas del mariachi o por ir al futbol, etc.

Para empezar: ¿dónde queda Guadalajara? Podemos figurárnoslo, pero precisarlo es más complicado de lo que se podría pensar, dada la magnitud de las diferencias de toda índole entre zonas de la mancha urbana cuya colindancia únicamente se puede explicar por la improvisación y la imprevisión. Un recorrido que partiera de la Catedral revelaría qué pronto esas diferencias exceden la convención según la cual nos encontramos siempre en la misma ciudad, y cómo las zonas en que se podría dividirla tienen muy pocas razones para entenderse entre sí. Es posible que ese desencuentro sostenido de Guadalajara consigo misma, desentendida de que partes suyas prosperaran mientras que otras decayeran, de que a unas más las sometiera el marasmo mientras que otras las decidiera la ocurrencia o el capricho, sea causa del presente caótico.

En cuanto a los tapatíos, ¿quién sabe quiénes seremos?: si nos acredita el solo hecho de hallarnos aquí, como una fatalidad indescifrable, o lo único que nos afilia es la incomprensión. Guadalajara cumple años hoy. Creo que yo la quiero más de lo que la detesto. Pero no tengo muy claro por qué, porque no sé muy bien qué sea.

José Israel Carranza
(v.pág.6 de la sección "gente!" del periódico Mural del 14 de febrero de 2013).


El observatorio ciudadano Jalisco Cómo Vamos presentó anoche su 3a. publicación: ¿Cómo nos vemos los tapatíos? Segunda encuesta de percepción ciudadana sobre calidad de vida 2012.

Salvador Camarena, corresponsal del diario español El País, definió a la obra como un retrato en donde los habitantes se pueden dar cuenta de que están "bien amolados", pero que, sin embargo, se dicen felices. Es decir, encontró contradicciones en sus dichos.

(V.primera plana del periódico El Informador del 20 de febrero de 2013).


La organización del transporte en Guadalajara, o "movilidad", como les encanta llamarla ahora, ha estado jodida siempre.

David Izazaga
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 10 de marzo de 2013).


No les cae el veinte.

Se sabe que el cambio climático podría colapsar regiones enteras de Jalisco si no se cambian los patrones de consumo de agua y si no se modifican los dispendios en el uso del recurso. No obstante, la mitad de los tapatíos no se muestran dispuestos a cambiar su estilo de vida, y en su mayoría, exhiben ignorancia en torno al tema de la adaptación, esencial para enfrentar el fenómeno de cambio planetario.

Una encuesta coordinada por investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México, y que aplicaron en Guadalajara en 2011, miembros del Instituto de Medio Ambiente y Comunidades Humanas de la UdeG, deja a Jalisco como la entidad peor calificada en el tema en relación con las capitales de otros estados del país: Baja California, Colima, Ciudad de México, Estado de México, Michoacán, San Luis Potosí, Sonora y Yucatán.

"Los tapatíos piensan que los esquimales tienen más problemas que los jaliscienses, lo que habla de una desviación de la percepción; el tapatío no tiene idea de lo que es adaptación frente al cambio del clima, no tiene la menor idea y comparado con las otras ciudades es el que tiene el rezago más grande: más o menos sabe de qué se trata el tema, más o menos sabe del fenómeno del incremento del calor y las enfermedades, pero de la adaptación no tiene idea", explica el director del instituto, Arturo Curiel Ballesteros.

"Hay un elemento importante: una cosa que hemos identificado del tapatío es que no está dispuesto a modificar sus hábitos alimenticios, no está dispuesto a consumir menos carne, por ejemplo; son cosas que tenemos identificadas como un problema en términos de percepción, que se tiene que ir generando a partir de un proceso de comunicación más efectivo, un capital social que lo modifique, no sólo se trata de voluntad política", subraya.

Mientras en el DF, los encuestados hablan de aspectos reales de adaptación como consumo, reciclaje y ahorro de agua, en Jalisco se habla de calor y frío, animales y enfermedades, es decir, se confunden efectos con medidas de mitigación.

(V.pág.8 del periódico Milenio Jalisco del 22 de marzo de 2013).


El gran tema de ayer en las redes sociales fue una señora, de esas que piensan que caminar es pecado y no se quita, que estacionó su camioneta sobre la banqueta en la Avenida Chapultepec y Mexicaltzingo, afuera del Banorte. Un joven que pasaba por ahí le pidió, aparentemente de buena manera, eso no lo podemos saber, que no obstruyera la banqueta, lo que generó una discusión que ambos grabaron con sus respectivos teléfonos cruzando mutuamente acusaciones de haber lanzado ofensas. Por supuesto que la señora no movió el coche, se metió al banco y obligó a todos lo peatones a bajarse al arroyo de la calle con el riesgo que eso implica. Lo más patético es que este banco es de los pocos que cumple cabalmente la norma y tiene un estacionamiento enorme para sus clientes a media cuadra; menos de 50 metros que la señora vestida muy "spor" de pantalones capri, sudadera y zapato de piso, se negó a caminar.

La señora no iba tomada, no insultó ni agredió a la persona que le pide que se mueva ni a nadie más (un leve "a tu mamá dile lo que quieras", pero nada grave) y tampoco dijo algo que pudiera considerarse prepotente, racista o clasista. En ese sentido puede parecer un poco exagerado equipararla con las "ladies" de Polanco o la "lady" senadora. Lo que sí, el joven tenía toda la razón y todo el derecho de pedirle a esa señora, y a cualquier otro que se estacione en la banqueta, que moviera su auto y que no obstruya el paso de los peatones. Lo más grave del asunto es que 24 horas después la señora seguramente sigue pensando que ella fue la víctima porque, como muchos otros y otras, siempre se ha estacionado en la banqueta, ese lugar extraño que en su cabeza sólo sirve para subir el coche o llevar el perro a hacer pipi, pues para caminar está el gimnasio.

El quemadón que se dio la "lady" Chapultepec en las redes sociales no se lo quita nadie, y merecido lo tiene. El problema es que no es la única. Los tapatíos que creen que su coche es más importante que la vida de cualquier peatón son muchísimos y los que creen que traer coche los hace superiores o merecedores de un trato distinto, más. Es urgente concretar políticas públicas encaminadas a generar un mayor respeto al peatón y al espacio público. No es con campañas de publicidad, hermosos discursos o letreros en los camiones como se protege a los peatones, sino con cosas concretas, como invertir en banquetas y señalización, y acciones punitivas, como multar en serio a quienes, como la señora de "Chapu", todos los días invaden las banquetas.

Diego Petersen Farah
(v.pág.1-B del periódico El Informador del 26 de junio de 2013).


El crimen organizado está metido hasta la médula en la sociedad tapatía. Hemos sido, por miedo, conveniencia, irresponsabilidad, o por lo que sea, muy tolerantes en la convivencia con el narco y sus derivados. Están en las escuelas, en los clubes, en las fiestas y aparentemente no pasa nada, hasta que pasa. En lo individual, aparentemente es muy poco lo que podemos hacer para evitar la convivencia y legitimación social del crimen organizado y por ello, consciente o inconscientemente, les hemos tendido la cama. Cada vez que sociedad y gobierno toleramos un acto de corrupción, una compra ilícita, un negocio que lava dinero, un delincuente en libertad por detalles procesales, un abuso de poder, etcétera, el crimen organizado nos gana terreno.

La gran complejidad de un problema como éste es que el Estado no puede enfrentarlo si la sociedad se convierte en cómplice, y la sociedad no puede resolverlo sin el compromiso claro y decidido del Estado. Las sociedades que han logrado frenar al crimen organizado son aquellas donde la indignación y el hartazgo social han encontrado eco en un político comprometido, como es el caso del de Palermo y su alcalde, Leoluca Orlando.

Diego Petersen Farah
(v.pág.1-B del periódico El Informador del 3 de julio de 2013).


A principios de la década de los 70 se publicó en la colección SepSetentas (una que se desencuadernaba volando) el trabajo de Hélène Rivière d’Arc titulado Guadalajara y su región. La geógrafa francesa describe una ciudad del tercer mundo pero que mostraba un nivel muy aceptable de desarrollo urbano, gracias a un manejo sensato y eficaz. Guadalajara era una ciudad prometedora. Cuando a mediados de los 90 volvió a venir, en una conferencia en El Colegio de Jalisco y para disgusto de muchos, afirmó algo evidente: que la ciudad se las había arreglado para echarse a perder y convertirse en un auténtico desastre. Las causas de tal catástrofe urbana son archiconocidas y se han estudiado desde todos los ángulos posibles, lo cual no ha servido de nada.

María Palomar
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 7 de julio de 2013).


Sin duda que Guadalajara tiene una cantidad de defectos inenarrables, qué baches (uff), hasta programas televisivos y en los medios para criticarlos, que en cuanto llueve (que por lo general son unos tormentones terribles) se inunda, es una verdad innegable, baste decir que somos tan, pero tan sofisticados que construimos el puente atarantado (que algunos, de los que me excluyo, lo consideran un icono que podría traer turismo a la ciudad, cosa que personalmente dudo, pero como decía Bora, yo respeto) pero, guste o no, es un puente que te hace, cuando está lloviendo, que llegues a la inundación que con absoluta seguridad se formará bajo los inconclusos Arcos del Milenio, no queremos que se tarden en llegar. Inundadita la avenida pero muy veloz.

Qué decir de la destrucción de fincas patrimoniales, aunque hay que reconocer que si usted es feliz propietario de una finca que "alguien" consideró como patrimonial no podrá hacer nada con ella. En principio no creo que casi nadie se oponga a conservar las construcciones representativas, eso generará que alguno de nuestros amados padres conscriptos decida crear una ley que las proteja, lo que fuera del exceso de leyes suena bien, donde la puerca tuerce el rabo es cuando se trata de decidir quién o quiénes serán los que determinarán el valor que se señalará como sujeto de protección y en su lugar, es muy común que se contrate a un gran número de amigos y bienhechores de los hombres públicos quienes al tanteo van a determinar cuáles bienes deberán protegerse aunque hay que decir que el criterio de estos últimos se obtiene más que por conocimiento sobre el tema por el grito de a puños, y después contamos y se sienten en la obligación de censar la mayor cantidad de fincas y eso, creo que no resulta.

Todos los días vemos cómo son derribadas construcciones que son consideradas como valiosas por personas que opinan en los medios, no tengo capacidad para determinar si tiene o no valor para conservar una finca, pero sí para percibir que poco a poco se modifica nuestro entorno vital sin que en la mayoría de casos se mejore el entorno y eso daña la convivencia.

Ahora que lo que resulta más difícil es qué puede hacer el dueño de una propiedad valiosa, resulta fácil decirle que la conserve, que invierta; utilizando la clásica de que se haga la voluntad de Dios en la yunta de mi compadre, de tal manera que deberemos buscar formas para no perjudicar a los propietarios.

De no hacerlo así, va a ser muy difícil que la destrucción de la ciudad se detenga.

Carlos Enrigue
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 21 de julio de 2013).


Los habitantes de la zona metropolitana de Guadalajara (y sus "h." autoridades, of course) se pasan 9 meses del año quejándose de lo costoso y lo difícil que resulta abastecer de agua al monstruo de 5 millones de cabezas" y los 3 meses restantes lamentándose a moco tendido de que los torrenciales aguaceros tapatíos les hacen la vida imposible.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 24 de julio de 2013).


Son de fama las lluvias en Guadalajara y al nombrar a la ciudad me refiero a la zona metropolitana. Sin embargo, nunca, ninguna autoridad ha sido capaz de emprender una obra que, por un lado, dé cauce a las precipitaciones y, por otro, permita el aprovechamiento del agua pluvial.

¿No quieren? ¿No se animan? ¿No es popular? ¿Es anti electoral? Porque no estamos para que salgan ahora con que no hay recursos, que no hay presupuesto que alcance, que las condiciones no están dadas y bla, bla, bla... como siempre.

Es un verdadero enigma para mí cómo es que en una ciudad como Guadalajara y su área conurbada no prosperan proyectos como un colector profundo o un sistema de colectores que resuelva los problemas que enfrentamos temporal tras temporal, incluso si no es muy abundante. Este es un ejemplo, otro es el Tren Ligero o el Metro ¿por qué en Guadalajara no? ¿Qué nos detiene?

Y se nos van pasando los años, llegan nuevas generaciones, los problemas son los mismos y los políticos se van pasando la bolita de un trienio a otro, de un sexenio a otro, de un partido a otro y las cosas no cambian, si acaso, para empeorar.

¿Seguirán pasándose la bolita eternamente? ¿Hasta cuándo? Los estragos de las tormentas ahora son resultado de las deficiencias que venimos arrastrando desde siempre; de los cauces invadidos; del desorden en el crecimiento de la ciudad; de la planeación intermitente; de las obras mal hechas como consecuencia de la ineptitud y de la corrupción (hasta podrían ser sinónimos). ¿Qué no merecemos los jaliscienses, con los impuestos que pagamos, una obra bien hecha y de largo alcance? ¿No habrá, entre todos los políticos que nos circundan y que cobran tantísimo, alguno que quiera pasar a la historia por una gran obra? ¿Alguien que quiera ser recordado en el futuro por su inteligencia, su capacidad de gestión, su nivel de convocatoria?

Laura Castro Golarte
(v.pág.2-A del periódico El Informador del 27 de julio de 2013).


Algo muy tapatío es establecer cada temporada marcas insuperables, así acostumbramos decir que ha llovido como nunca, o que ha hecho más calor que nunca o más frio que nunca, el hecho es que es muy de nuestra antes bella y aún cómoda ciudad.

A esto cooperan los del meteorológico, que previendo el temporal no emiten un dictamen único, sino que por ejemplo en materia del temporal habrá un experto que asegurará que las corridas meteorológicas nos dicen hasta donde puede afirmarse que en este temporal se prevé que las lluvias serán muy escasas; otro meteorólogo afirmará que por el contrario esto va a ser un aguadal que casi podemos ir comprando góndolas porque vamos a navegar y un tercero que dirá que lo razonable es que las lluvias sean como el promedio de los últimos 10 años. La ventaja es que yo no conozco a nadie que en su vida diaria tome en cuenta los pronósticos. El tiempo es bastante previsible y tanto el frío como el calor nunca son extremos, digo siempre que no sea comentario hecho por un tapatío en cuyo caso el calor será insoportable "como nunca" tal vez causado por el calentamiento global o estaremos con un frío polar, que por lo general tiene la misma causa que el calor. Pero lo que nunca aceptaremos que es lo mismo de todos los años.

Carlos Enrigue
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 4 de agosto de 2013).


La multiplicación de topes demuestra falta de cultura y control vehicular.

José Manuel Gómez Vázquez Aldana
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 3 de noviembre de 2013).


No deja de ser un poco curioso que en un fin de semana más de 25,000 tapatíos se organicen en redes sociales con el objetivo de eludir la ley, que en menos de 48 horas seamos capaces de organizarnos para ver cómo hacemos para que no nos agarren en curva con el famoso alcoholímetro.

Que 25,000 tapatíos se hayan unido en redes sociales para pasarse tips de cómo evadir la ley, no para no ir a la cárcel sino para seguir manejando alcoholizados, no habla bien de nosotros. El lugar de los jóvenes no es en sus casas encerrados: es en las calles divirtiéndose. Una ciudad con los jóvenes en las calles es más segura. Pero en una sociedad donde se maneja con alcohol, como la nuestra, la 1a. causa de muerte entre jóvenes son los accidentes viales, la forma más torpe de arriesgar el futuro de un país.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 18 de noviembre de 2013).


Cada FIL, la ciudad se llena de extranjeros. No suelen ser, estos fuereños, particularmente elegantes o guapos. Sin embargo sí que son, algunos, lumbreras de la escritura, la edición, la academia. Los leen miles o millones, sus títulos se consultan en escuelas, bibliotecas, sofás y vagones de metro de todo el planeta. Ante esta oportunidad, más o menos única, algunos tapatíos nos apeñuscamos en los salones de la Feria. Pero otros, no lo podemos negar, lo que hacen es afilar los colmillos y las garras.

Raro es el taxista, por ejemplo, que se resiste a cobrar 200 pesos por el trayecyo que va entre avenida Chapultepec y la Expo Guadalajara a cualquiera al que le vea cara de alemán con maleta -durante esos días, incluso los que parecemos güeros de Tepa honorarios pasamos a ser unos alemanes con maleta.

Rara es la mesera que no le toma el pelo a algún escritor -de preferencia joven- y le informa, mientras le sirve el café, que en esa misma mesa, en donde está arranado comiendo unos huevos motuleños, escribió sus obras completas Juan Rulfo -así se trate del Starbucks más reciente de la ciudad. Yo sé de 5 o 6 sudamericanos que han regresado a su tierra pensándose afortunados por haber desayunado donde el autor de Pedro Páramo -que no era de aquí y vivió en Guadalajara apenas estrictamente lo necesario- concibió sus obras maestras.

También hay que reconocer que quizá esos incidentes no son culpa de ninguna velada maldad nuestra, sino parte del complejo de guía nativo que aparece entre nosotros por estas fechas. Porque nunca como durante la FIL se ve a tantos tapatíos afanándose por llevar gente al Cabañas, los Guachimontones, el Parián de Tlaquepaque y Ajijic.

Aunque el resto del año, la verdad, no haya modo de sacarlos de los escaparates de Andares.

Antonio Ortuño
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 30 de noviembre de 2013).


El observatorio ciudadano Jalisco Cómo Vamos presentó resultados de la Tercera Encuesta de Percepción Ciudadana sobre Calidad de Vida. En el apartado de Cultura y recreación hubo oportunidad de indagar en la percepción de los ciudadanos de la zona metropolitana de Guadalajara en relación con algunos elementos culturales gastronómicos o de actividades relacionadas al arte, la cultura y el entretenimiento, la mayoría de las de arrastre masivo entre la comunidad.

Las variables de esta entrega se resumen en 2 tablas. En la 1a. se aborda el grado de identificación con elementos culturales como el Tequila (59%); el Mariachi (74%); la virgen (81%); la comida típica de Jalisco (88%); en la 2a. tuvo que ver con actividades culturales o recreativas como el Festival Internacional de Cine (38%), las Fiestas de Octubre (43%), la Feria Internacional del Libro (48%), o el equipo de futbol favorito del encuestado (53%).

(V.pág.11-B del periódico El Informador del 4 de diciembre de 2013).


Somos TAPATÍOS hasta las "cachas", esta categoría (por así llamarla) no nos excluye de reconocer cómo somos los nativos de la ¿Perla de Occidente? Ya, por cierto, muy pero muy gastada, y como no haya sido de aquellas maravillosas, con que familias como los BARRÓN y FORBES se enriquecieron (entre otros negocios más) en el Mar de Cortés... hacia la segunda y tercera década del siglo XIX... pues nuestra perla, la local, como que le faltó "oriente", o a base de uso y abuso perdió el brillo que alguna vez tuvo... y lo que resta es poco o nada comparado con lo que ciertamente alguna vez fue (eso sí, sin el cursilísimo mote de la "Perla"). Difícil situación para todo aquel nacional o extranjero que por azares del destino llega a vivir a esta metrópoli (claro, en tamaño, más no en modos, usos o costumbres) y ponen cara de "What?" ante la despiadada forma en que nos saludamos, despedimos, concretamos citas, prometemos negocios y compadrazgos, enviamos saludos, invitamos y hasta convidamos a fiestas y ¡viajes! Hacer una especie de diccionario de usos y recursos de los cuales echar mano para ¿ENTENDER?, si es que se pudiera lograr tal cosa, a que atenerse cuando un TAPATÍO invita, saluda, se despide o dizque intenta sacar la cartera para ¡pagar la cuenta! No será asunto fácil el tratar de poner en claro el DICCIONARIO de USOS Y COSTUMBRES TAPATÍAS... pero "grosso modo", bien podríamos ennumerar algunas palabrejas que ayuden a COMPRENDER no sólo a los foráneos... sino a la gente EDUCADA, que aún la hay... que, por ejemplo, si el nativo de esta Guadalajara dice y recalca: "Mañana nos llamamos" = "Ni loco... que me llame él si quiere, que diré que estoy fuera de la ciudad". "Oye, qué gusto, sí claro, sin falta el viernes comemos" = "Sí, tal vez el viernes... pero Viernes Santo del año próximo". "Oye, da por un hecho... el auto ya es mío... no lo ofrezcas" = "Que dice el señor que salió de viaje en un auto nuevo que recién le trajieron". "Ring... Ring... Si los señores me esperan a comer" = "Ay, siñor, pos yo creo que o se equivocó de siñores, pos mis patrones todavía ni se levantan". "Señorita, ¿de casualidad entregó usted al licenciado el presente que envié por Navidad?" = "Uy sí, pero ¿qué cree? Se lo bebieron en una junta y pos a lo mejor no se enteró ni quién se lo mandaba, ¿quién dice que es usted?" (obviamente un mes después de la Navidad). "Oye, sin falta nos vemos en el club" = "En el mentado club, si el interfecto encuentra una mesa que su limitada mentalidad cree de más relumbrón" (hace como que se esconde tras las palmas o vegetación para no ser "descubierto" por aquél al que invitó. "Ay, oye, no sé cómo tienes un mozo y una criada tan, pero tan, chancludos y casi me vacían el té en mi traje nuevo que recién compré en ¡Houston! Tu categoría de anfitriona te obliga a tener un servicio a tu medida" = "Oiga Chole y Juan... aquí está mi tarjeta... llámenme mañana mismo que yo les pagaré más de lo que les paga la ‘desconsiderada de mi amiga... o sea su patrona’". "Oye, pero si te he estado buscando como habiamos quedado" = "Sí, seguramente lo estaba buscando, pero con los ojos cerrados, y como si no hubiese teléfonos y toda clase de artilugios". "Ay oye... eso sí... no me vayas a quedar mal. Ya sabes mi agenda qué apretada está y si organizo esta comida es para que conozcas a mis amigas del bridge" = "La siñora salió de viaje antier y que bridge ni que bridge... a lo más como que veo que juegan con una como baraja como de reyes y espadas". No acabaríamos de citar diálogos como los que señalo.

Guadalajara... que si no es española, al menos cree que es la sucursal más cercana de la "madre patria". Lo CURSI allá, eso sí... tiene mucho en común con lo CURSI aquí... tan CURSI en España el acortar los nombres como lo es aquí... "Ay, voy a casa de Majo", "¿Que no te invitó ‘Gra’ a su ‘cumple’?". Otra característica es anteponer a todo lo que no se encuentra un calificativo inteligente como "DIVERTIDO". "Ay Soffiiii, ya viste que ‘Vaca Más divertida’". ¿Divertida una vaca? ¡No vemos cómo! O que "SUUUUperdivertido" o "hipercool" es Andrés... Sí claro, más sobre todo si es hijo de un banquero importante... aunque el pobre sea un pelmazo. Y para concluir la confusión reinante en este siglo de avances... les parece hasta muy ELEGANTE asisitir a la ópera... pero grabada y en pantallas, que dizque ¡desde Nueva York! Práctico puede ser una función de ópera, pero ni ELEGANTE ni mucho menos comparable a una función en vivo, real y no cibernética... Una obra de teatro con actores de carne y hueso o un buen concierto con una orquesta buena o mala, pero de ¡verdad!

El Duque de Tlaquepaque
(v.pág.7-B del periódico El Informador del 18 de enero de 2014).


En Guadalajara, los mecanismos de discriminación han permanecido por décadas, sutiles, nunca sobreevidenciados y se han arraigado en la cultura local haciendo creer a muchísimas personas que son lo normal. Y no lo son.

Una sociedad que busca constantemente crear espacios de exclusión a donde solo pueda acceder un sector de la población es una sociedad que abiertamente discrimina y limita las posibilidades de desarrollo de su propia gente. Y el elitismo, esa forma de discriminación tan característica de esta ciudad, no puede disimularse en el espacio urbano.

Si bien, a principios del siglo pasado, la elite tapatía se alejó del centro para instalarse en las colonias y comenzar a distinguirse unos de otros, paulatinamente la obsesión ha venido creando los enormes monstruos urbanos que representan las largas bardas en torno a fraccionamientos a los que, a todas luces, se les tolera el ejercicio diario de discriminación.

Estos cotos disgregan la ciudad, generan inseguridad en los alrededores, limitan el libre tránsito de las personas, ya sea a pie, en auto o en bicicleta y provocan los problemas de movilidad correspondientes. Además suelen bloquear grandes porciones de territorio y permitir el acceso solo a aquellos que se identifiquen plenamente y dejen en una caseta identificación en prenda.

Argumentar que dentro de esos guetos vive gente muy poderosa y que por eso se otorgan derechos especiales equivaldría a reconocer una disfuncionalidad del sistema para beneficiar a sus propios gobernados.

Felipe Reyes
(v.pág.18 del periódico Milenio Jalisco del 31 de enero de 2014).


En Guadalajara el gobierno, desde hace varios sexenios, juega a hacerse la guerra a sí mismo, pues por un lado favorece los escenarios para la comisión de delitos: casinos, antros, tugurios, centros botaneros, zonas de compra venta de robado, y luego manda al señor fiscal a atrapar a los maleantes, que luego los jueces sueltan, o rara vez envían al penal para que profesionalicen sus actividades.

Los líderes empresariales de nuestra región, salvo raras excepciones, no tienen una visión que supere sus expectativas de negocio y dinero, su contribución determinante y condicionante para la generación de un estado verdaderamente sustentable, integrado y progresista, sigue ausente.

Armando González Escoto
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 2 de febrero de 2014).


Nuestra vanidosa perla de Occidente. Este sobrenombre por sí solo... ‘perla’, muestra uno de los rasgos de nuestra subcultura: La cursilería... Se vive aquí dentro de una visión romántica del pasado ideal y bello... con la desesperacion ante un presente que se impone a pesar de todos quienes quisieran prolongar la vision idealista de la realidad (el presente entra a Guadalajara en una especie de ‘contrabando’, surgiendo como una serpiente maldita entre nuestras tradiciones). Empiezan así a sentirse agobiados por un pesimismo invencible ante la idea de un futuro en el que no habría ni mariachis, charros, ni balcones con geranios... Lo anterior mencionado, corresponde al trozo de ciudad que yo he vivido: falso... resentido... hipócrita... No creo que haya lugar donde se inventen más chismes, se propaguen mas calumnias, se critique más... y se haga menos... Así, Guadalajara es una trampa... sus innegables atractivos atrapan al menor descuido, y así la ciudad nos impone su ritmo... nos reblandece... nos aniquila...

He tenido claro los motivos que me apartan de tener una relacion plena con Guadalajara; detestando su doble moral, su cerrazón social, la pereza mental autocomplaciente, su vanidad ante lo mediocre y su constante derroche de talentos y oportunidades... Pero a la par, no menos claro he tenido motivos por los que vuelvo... seduciéndolo el clima, la imperiosa necesidad de algunas de sus gentes... su proximidad a zonas cargadas de recuerdos... el peso de su gravedad... los flujos de alimento que vienen desde las raíces...

Fernando González Gortázar
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 8 de febrero de 2014).


Ha surgido una nueva generación de tapatíos que piensa y actúa diferente a los tapatíos tradicionales que durante décadas nos han dejado -a todos los que nacimos o vivimos aquí- la nada buena fama de ser personas difíciles, conservadoras, apáticas y "pichicatas", con las que es prácticamente imposible asociarse y hacer negocios, a menos, claro está, que tengan el control de las cosas y la capacidad para hacer con sus "socios" (siempre minoritarios) lo que les venga en gana.

En términos electrónicos, los viejos tapatíos serían como "tapatíos analógicos" (imprecisos, caprichosos e informales) y los nuevos serían los "tapatíos digitales" (precisos y de alta definición) versión 1.1.

Pertenecer a la generación de "tapatíos digitales" no es un asunto de edad física, sino de actitudes y formas de pensar, de disposición al cambio, de tomar y aceptar riesgos, de esplendidez, de saber compartir y dejar ganar a otros, y sobre todo de un estado de mejora e innovación permanentes en el que las utilidades dependen más del aumento de los ingresos que de la reducción de gastos.

Ser de mentalidad análoga o digital tampoco tiene que ver con el tamaño de las ciudades donde vivimos, como algunos piensan. Tener problemas más grandes, no hace a las personas más capaces, las hace más infelices.

Vivir en una ciudad más chica que la Ciudad de México no nos hace "provincianos" en el sentido peyorativo y discriminante del término.

"Capital" no significa capacidad y progreso, y "provincia" no significa incapacidad y retraso, y menos en esta época de globalización e interdependencia.

Lo que ocurre y hacemos en una ciudad o municipio del interior del país afecta a la capital y viceversa.

(Es curioso que llamen a todas las ciudades de los estados de la república "ciudades del interior" cuando la Ciudad de México, por su ubicación, está más en el interior del país que Guadalajara, por ejemplo. En ese sentido, Mazatlán o Cancún serían ciudades "del exterior").

La calidad de vida obedece a factores que no siempre tienen que ver con el tamaño de las ciudades ni con la concentración de poder ni con el dinero.

¿Qué quiere decir "progreso"? ¿Acaso vivir en la capital del país es vivir en el progreso y vivir en la provincia es vivir en el retraso? Por supuesto que no.

El filósofo norteamericano Will Durant, en su libro "The Pleasures of Philosophy", decía que "no podemos definir el progreso en términos de felicidad porque los "idiotas son más felices que los genios" y todos aquellos a los que más respetamos no buscan la felicidad sino la grandeza. Progreso es la dominación del caos por la mente y los propósitos; la dominación de la materia por la forma y la voluntad".

Para definir quién, cuándo o dónde se vive mejor, no debemos comparar lo peor de una época o de una ciudad con una selección de lo mejor o peor de otras.

La cantidad de dinero, de edificios y automóviles, o el tamaño de los negocios y las empresas de un determinado lugar y en un determinado momento de la historia no son una medida del progreso y bienestar de sus habitantes.

El modelo de vida y crecimiento de las ciudades, sean éstas capitales de países o de estados, ese "pseudoprogreso" y espejismo de bienestar que se nos presenta en forma de grandes centros comerciales y concentraciones humanas, creando necesidades que bien podríamos evitar, no es el modelo de vida al que debemos aspirar. La meta no debe ser otra Ciudad de México, ni siquiera otra Guadalajara. Ni el último grito de la moda, ni el último teléfono celular.

Podemos mejorar inmediatamente nuestras condiciones de vida simplemente convenciéndonos de que el éxito y la felicidad no se miden en términos de dinero, lujos y poder; y que llevar una vida más sencilla, más barata y más tranquila, no significa fracaso o mediocridad.

Regresar a la vida sencilla es posible si nos salimos de las estúpidas competencias económicas y descargamos en nuestro cerebro la nueva aplicación de pensamiento social (V.1.1), que nos convertirá en versiones de ciudadanos del mundo mucho más avanzadas, menos estresadas, con menores costos de mantenimiento y mucho menos problemas operativos.

Ricardo Elías, arquitecto y empresario
(v.pág.6 del periódico Mural del 27 de febrero de 2014).


A pesar de haber crecido como una mancha fuera de control, de tener poco más de cuatro millones de habitantes, de ser la ciudad con más automóviles per cápita de México, de sufrir de los problemas de una gran urbe: falta de planificación y servicios, tráfico, contaminación, inseguridad y miseria, Guadalajara sigue manteniendo y exhibiendo elementos del Rancho Grande del cine mexicano. Contradiciendo a beatos y apocalípticos de la modernidad, sigue conservando el alma más provinciana que aún ahora, cada temporada de lluvia, mantiene el olor a tierra mojada. No obstante, esto no quiere decir que la cultura de esta ciudad no haya experimentado enormes cambios. Hoy los tapatíos no visten de charros, los hay cholos, hippies, emos, hipsters, darketos y punks. Aun así, ataviados con distintos estilos beben tequila y gustan de tortas ahogadas. Pero a pesar de ello los charros siguen existiendo y se dan cita en sus lienzos, y se muestran orgullosos abriendo los desfiles de las Fiestas de Octubre y de la llevada de la Virgen de Zapopan. La charrería, junto con el mariachi y el tequila, son hoy revalorados como patrimonio intangible de un pueblo para la humanidad, y buscan ser preservados en museos, como se tiene planeado dedicar el precioso edificio de la "Quinceava" Zona que se dice albergará el museo de la charrería.

Es cierto que muchas cosas han cambiado, que Guadalajara ya no es la de antes. Ya no tiene pinta de rancho y lejos está de evocar un paisaje rural. Que ya no es la Ciudad de las Rosas, ni la Ciudad Limpia y Amable. Que sus habitantes no son todos alteños: güeros y de ojos azules. Que la gente ya no vive en casas con hermosos patios andaluces, y que también abandonaron las palaciegas casas jardín de la colonia Moderna para irse a vivir a cotos distantes de la ciudad resguardados con puertas de hierro. Que los antiguos hacendados hace mucho tiempo que dejaron de ser su élite. Que ya no todos se quitan el sombrero o se persignan al pasar por el templo a la hora del Ángelus, aunque siga siendo uno de los lugares con más practicantes de rituales católicos en el mundo. Que sus pobladores no son tan persignados, aunque en general lo siguen siendo, con sus asegunes y a sus maneras heterodoxas y cada vez más contaminadas por las prácticas new age y esotéricas. Que las Chivas ya no sea el equipo campeón y que el Atlas tal vez gane en el futuro ahora que Salinas Pliego, el dueño de Televisión Azteca, lo compró. Verdad es que los jóvenes se diviertan distinto que sus abuelos y sus padres, aunque todos se dieran cita en el mismo lugar: los abuelos iban a Lafayette a coquetear mientras patinaban y tomaban helados; los padres iban a Chapultepec donde estaban los bares, las peñas latinoamericanas y cafés cantantes, y hoy los jóvenes van a "Chapu" a oír un toquín, a andar en patineta, a dar el rol o tomarse una chela. Aunque la manera de nombrar y de practicarlo sea diferente, el lugar sigue siendo el mismo, y mantiene una continuidad cultural. Como la Puerta de Alcalá, Lafayette, reconvertida en Chapultepec, y degradada a "Chapu" ve pasar el tiempo y construye una línea de continuidad entre el ayer y el presente. Con todo, esta ciudad conservadora ha sido y continúa siendo el lugar de prácticas y expresiones artísticas-culturales irruptoras, innovadoras, difíciles de comprender por provocativas.

¿La Guadalajara mocha?

Ahora y antes, bajo su aparente mochería, Guadalajara es también un lugar recurrido y famoso por sus centros nocturnos. Sus burdeles siempre han sido reconocidos por locales y foráneos. En mis tiempos se hablaba del cacicazgo de Rosa Murillo propietaria de Las Cascadas y "La Comanche" (Esther Camberos) esta última, que recién murió en 2012, fue propietaria de el Guadalajara de Día y del el Hotel Aztlán. En una entrevista realizada por Felipe Cobián en Proceso, su hijo Adán describe cómo estos sitios eran lugares de encuentro de la élite nacional: presidentes, gobernadores, jueces, capos, comandantes, líderes sindicales y universitarios, visitaban el lugar y regresaban favores, a doña Esther, considerada por muchos como "la patrona". Sin duda su biografía que parece estará publicada pronto, hará comprensible los hilos invisibles del poder caciquil y la cara oscura de la cultura de Guadalajara. En el presente, el giro cambió hacia los table dances, y más sofisticados aún el Candy's Girls (que presume tener un nivel de calidad avalado por el ISO 9000) y el Men’s Club dirigido a hombres ejecutivos como escenario para "negocios de altura"; ambos se anuncian en visibles espectaculares colocados en las carreteras de ingreso a la ciudad, como lugar de destino turístico de Guadalajara. Ello no significa que Guadalajara no sea la sede nacional del catolicismo conservador, ni quiere decir que el ex nuncio del Vaticano Prigione haya exagerado cuando la nombró "la capital moral de México". Pues con ello no desmiente que sea la capital de la doble moral, puritana en su exterior, pero a la vez permisiva en los pliegues de sus calles. Si bien, las torres de catedral son ícono de una sociedad conservadora, mocha, y católica, Guadalajara es a su vez la Guanatos, la que reivindican con acento de libertad los "jotos", cholos y los travestis. Es la disruptiva, la trasgresora. Es La Tapatía de Julio Haro, líder de la banda El Personal, que le compuso la canción en la cual los lugares tradicionales del centro de la ciudad (el mercado San Juan de Dios, la Plaza Tapatía, el Cabañas, el Cine Variedades y Catedral) son los rincones donde se combina y a su vez transgrede la cultura conservadora: donde sus habitantes se adentran para ponerle a "nuestro vicio", cada quien el suyo.

Lo tapatío: una manera de volver al futuro

La Guadalajara de ayer, se mantiene en la Guadalajara de hoy. No es sólo un sentimiento de nostalgia, prevalece siempre alerta para subirse en el tren de la modernidad. A Guadalajara se le descubre en el cine mexicano, se le llora al son del mariachi, se disfruta de un sorbido con un caballito de tequilla con limón y sal, se le zapatea en un jarabe tapatío. Tradición y modernización son a mi manera de ver las dos ruedas que, aunque giran en sentidos opuestos, generan el ensamblaje de una manera de ser propia, pero a la vez una marca de exportación en un mundo cada vez más conectado por la globalización. Lo tradicional se convierte en su boleto de entrada en la postmodernidad. El rezago de ser una ciudad bicicletera es hoy un demanda ciudadana por el derecho a la vialidad. El tequila ya no es una bebida regional, sino que ha sido el boleto para ingresar en las industrias mundiales y a la vez ha sido el objeto para atraer turismo internacional. El mariachi ha sido denominado como patrimonio mundial de la humanidad, convirtiendo a la Perla Tapatía en la "meca" de la música vernácula que es apreciada en el mundo entero. De esta manera Guadalajara a través de sus mariachis, tequila, charros, futbolistas, miss de belleza se coloca como ícono de una mexicanidad que mira hacia adelante. Y en la política, nos regresa a los tiempos de la Ley de Herodes. Lo tapatío es en la actualidad una marca de identidad reconocida a nivel mundial, y debido a ello la gestión cultural de la ciudad tapatía concentra su atención en dichas expresiones. Incluso a mi manera de ver lo hace de manera exagerada exponensiándolo de tal manera que deja en el olvido otras manifestaciones artísticas y culturales de gran valor como ha sido su arquitectura, reconocida como arquitectura tapatía, influenciada por Luis Barragán, Pedro Castellanos, Rafael Urzúa, cuyas obras no son debidamente resguardadas.

Renée de la Torre
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 2 de marzo de 2014).


Tope: montículo hecho de cualquier material cuyo objeto es recordarle al automovilista, motociclista o cualquier otro vehículo de motor que en esa calle manda otro y por tanto el que por ahí pasa debe frenar de manera intempestiva, hacer la caravana de rigor ante el rey de la cuadra, o bien despedazar cárter, mofle y suspensión, cuando se trata de un auto, o partirse la mandarina en gajos cuando se trata del conductor de una motocicleta.

La definición, hay que aclararlo, no es de la Real Academia Española (ellos no tienen idea de lo que es partirse la mandarina en gajos) y sólo es aplicable para los habitantes de la zona metropolitana de Guadalajara, pues si bien hay otras zonas del país donde los topes son venerados, como en Chiapas, la diferencia estriba en que en aquellos lares el tope es una política pública (el candidato que más topes promete gana las elecciones municipales) mientras que en Guadalajara es una acción absolutamente arbitraria y de la que la autoridad hace como que no se entera, pero autoriza a la menor provocación.

En Guadalajara la mayoría de los topes nace por generación espontánea. Aunque las autoridades municipales de los ayuntamientos de la zona metropolitana autorizan casi un tope al día, son muchos más los que se instalan. Los topes no tienen madre, ni padre, ni padrino político, sino un voluntarioso financiador que considera que en ese punto de la ciudad los coches circulan demasiado rápido y hay que ponerles un alto. La falta de un censo de topes es una clara muestra de que a nadie le importan. Tanto para los ayuntamientos como para Movilidad, el tope es un dato geográfico, nunca una preocupación, menos un asunto a atender.

Por lo general, quien pone un tope tiene una razón para ello. Ni los camiones de pasajeros, ni los autos, ni las motos respetan el límite de velocidad y para la Secretaría de Movilidad, fuera de López Mateos, Patria y Periférico, todo es Cuautitlán. Esto es, a nadie le importa los que pasa con el tráfico fuera de las avenidas principales, si la gente se estaciona donde no debe, si va a exceso de velocidad, si se detiene en doble fila, lo que sea. El argumento de Movilidad es que no tienen agentes suficientes, lo cual seguramente es cierto, pero eso no quiere decir que no sea su responsabilidad.

En la ley del tope, como en la ley del monte, cada quien hace lo que quiere.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 18 de marzo de 2014).


Si se trata de ver a Guadalajara -y sus cada vez más distantes orillas- a través del espejo retrovisor, habría que hacer alusión a sus "barrios tradicionales" (Analco, Mexicaltzingo, El Santuario...), a los que posteriormente se agregaron "Las Colonias" propiamente dichas: la Americana, la Moderna, Chapalita... Eso, entre las "aristocráticas"; entre las populares, allende los barrios del oriente (San Felipe de Jesús, la antigua Penal, San Juan Bosco...) surgió "La Hermosa Provincia"; más tarde, la Jalisco...; hacia el sur, la Morelos, la del Fresno y varias etcéteras. Hacia el norte, con la Barranca de Huentitán como límite, por lo consiguiente...

A medida que el crecimiento de la mancha urbana se tornó incontenible, los confines de la misma se extendieron más allá de los municipios vecinos: Zapopan, Tlaquepaque y Tonalá ("más los que se acumulen esta semana") fueron absorbidos -¿devorados...?- por el monstruo en que devino la "Ciudad Amable".

Las "familias bien" continuaron, incontenibles, el éxodo hacia el poniente: "Providencia" pasó a ser la nueva "colonia popis" de Guadalajara... hasta que la alcanzaron la voracidad de los mercachifles y la facilidad con que se hacen "adecuaciones" a los planes parciales del municipio o se emiten "resoluciones" de los tribunales; "adecuaciones" o "resoluciones" agarradas con las uñas -tanto en sentido literal como en sentido figurado- a la ley... pero reñidas con la más estricta noción del derecho. Con el ánimo de privilegiar los criterios comerciales -centaveros, para decirlo en cristiano-, se han sacrificado normas de convivencia y, en consecuencia, estilos de vida de personas y familias.

(Lo que sigue, por supuesto, es que las generaciones actuales, siguiendo el ejemplo de las pretéritas que pasaron de los barrios a las colonias, pasen, como ya se apuntó, de las colonias a los cotos).

El tema no es novedoso. Sí lo es el planteamiento de los vecinos al presidente municipal de Guadalajara, inconformes por la invasión de bares y restaurantes -sobre todo- que operan impunemente... violando ostensiblemente los reglamentos municipales. Sí lo es, también, la tronante aseveración del alcalde, Ramiro Hernández García: "Vamos a meter en orden a quienes han estado rompiendo los lineamientos de la ley".

2 preguntas: una: ¿quién permitió romper dichos lineamientos?; y dos: ¿ahora sí va en serio, o va a pasar como con la promesa de "meter en orden" a los ambulantes del Centro...?

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 21 de marzo de 2014).


El tapatío vive en la idea de que no hay mejor ciudad que la suya. ¿Pero es realmente así? ¿Está ese orgullo cimentado en algo real? ¿O es estrictamente subjetivo y por tanto incuestionablemente similar al que sienten por su terruño los naturales de Pachuca, de Zamora o de Toluca?

Salvador Camarena
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 7 de abril de 2014).


Si de disertar sobre "Ciudades para la Vida" se trata, el primer edil de Guadalajara pudiera hablar de "la percepción de inseguridad" que los habitantes de Guadalajara refieren; no de la seguridad que los organismos correspondientes les aportan; de las víctimas mortales que reporta cada año el calamitoso sistema de transporte público; de los "ajusticiamientos" que casi todos los días se registran en la ciudad y sus alrededores; de la crisis de abasto de agua que probablemente sufran la ciudad (la zona metropolitana, para ser exactos) y sus 5 millones de habitantes en el corto plazo...

(Por supuesto, con una recomendación al canto: "Véanse en el espejo de Guadalajara; tómenla, por piedad, como ejemplo de lo que no debe hacerse").

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 7 de abril de 2014).


El viernes de Dolores indicaba a los coheteros que ya era tiempo de preparar los Judas del sábado de Gloria que, en aquellos tiempos anteriores a las reformas litúrgicas de los años 60, se quemaban a media mañana del sábado, después de los larguísimos oficios de ese día. Los Judas eran ocasión del desahogo popular contra los gobernantes y gentes de la política: por lo común los muñecos representaban claramente a personajes odiados por el populacho: era un desahogo espontáneo en aquellos años en que la clase política era intocable. Ver la imagen del gobernador quemándose entre estallidos de cohetes era un placer en los largos periodos de nuestra vida pública terriblemente cohibida y reprimida.

Jesús Gómez Fregoso, historiador y catedrático de la Universidad de Guadalajara
(v.pág.18 del periódico Milenio Jalisco del 11 de abril de 2014).


Guadalajara es una ciudad encantadora, lo que no la libra de ser un lugar de grandes contrastes, muchos errores causados fundamentalmente por los gobiernos y por la necedad y ambición de muchos de los habitantes de la antes pacífica perla de occidente.

A todos nos parece gustar que la ciudad se desarrolle armónicamente, eso en teoría y siempre que no se afecte nuestro interés económico y así se violan sin ningún recato los planes urbanos de densidad, justificándolos al aducir ocultos intereses en la redacción de éstos y el legítimo derecho de hacer negocio, sabiendo que una vez construida la finca no pasará nada, quizá algunas amenazas gubernamentales que sólo quedan en eso, en amenazas. Por mencionar un ejemplo, las malogradas Villas Panamericanas esperan su destino, grupos que parecen aducir con razón un gran daño ecológico y proponen derruir la construcción, porque de no hacerlo se condenaría a la zona y a la ciudad a daños irreparables porque abriría al comercio una gran reserva. Otros establecen que bastará con cambiar el destino del inmueble para aminorar la pérdida. El tema es debatible pero lo que es seguro es que si se derribara, aún con la pérdida económica, el siguiente violador de los planes parciales se la pensaría mucho para hacerlo.

No olvidemos que el paralelo que pasa por nuestra ciudad es el mismo que pasa por la mitad del desierto del Sahara y nuestros asideros de salvación son la altura, Chapala y los árboles, no lo olvidemos, tomemos conciencia. Accidentalmente me enteré de un caso que ejemplifica nuestro egoísmo e ignorancia acerca de este tema, hay por la calle López Cotilla, casi esquina con Atenas, un hermoso guamúchil; a un vecino no gusta de ese árbol ubicado en la servidumbre de otra casa, pues el sujeto recurrió a la autoridad municipal para lograr ¡derribar un árbol sano! porque no le gusta, imagino lo absurdo del caso que el dueño tendrá que ir a defender a un árbol, como si el quejoso no necesitara oxígeno para vivir como todos. Esperemos por única vez en la vida que la autoridad trate de explicar las ventajas de las frondas y que se salve ese ejemplar.

Carlos Enrigue
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 13 de abril de 2014).


Se ha demostrado a través del tiempo que los tapatíos somos muy propensos, por no decir adictos, a cometer irracionales crímenes urbanos que con visión y con el uso adecuado del cerebro se podían haber evitado.

Al contrario de Europa, aquí demostramos ser buenos para desaparecer ríos existentes en medio de la ciudad, como es el ahora drenaje colector de San Juan de Dios, que fue a principios del siglo pasado un cauce de río con agua corriente, que naturalmente no estaba limpia porque no se tenía el cuidado ni la dedicación, mucho menos la visión para evitarlo. Imagínense ustedes si en lugar de taparlo convirtiéndolo en el gran colector de aguas negras que va por la Calzada, que es parteaguas topográfico, hubieran construido dos colectores en sus márgenes, dándose a la tarea de limpiarlo y aprovecharlo, reviviendo su imagen y su estructura.

En la misma área teníamos el lago del Agua Azul para gozo de la belleza y esparcimiento de los tapatíos, el cual en lugar de reforzarlo lo desaparecimos.

Esas acciones contrastan grandemente con el proceder principalmente en ciudades europeas y hasta en Asia; últimamente Seúl ha dado ejemplo de cómo se puede hacer que resplandezca una ciudad haciéndola más humana y más bella, al recobrar un río que anteriormente habían tapado y tenía viaductos de dos pisos encima de él, ahora es una maravilla lo que lograron, quitaron los viaductos para automóviles, rediseñaron y reestructuraron la movilidad urbana, revivieron el río que había sido condenado a muerte, dejando una ciudad esplendorosa.

Así también la multitud de crímenes urbanos que se han cometido en el patrimonio y la imagen urbana, que producían una mejor calidad de vida y un gran equilibrio entre hombre, naturaleza y desarrollo urbano y en las construcciones patrimoniales, que si ustedes tienen la suerte de analizar un extraordinario libro histórico de Guadalajara, que nos enseña los edificios que armonizaban nuestra ciudad con belleza y escala humana en la primera mitad del siglo pasado, les va a dar tristeza, dolor de estómago al ver reflejados los espacios y la armonía que tenía por ejemplo la Calzada Independencia, aunque ya estaba tapado el Río San Juan de Dios. Este ejemplar escrito por Guillermo Gómez Sustaíta delata toda esa destrucción de la memoria, los grandes crímenes urbanos cometidos y claramente se ve que hubo ligereza en la toma de decisiones y falta de análisis, lo que nos llevó a destruir gran parte del patrimonio urbano y natural de nuestra Guadalajara.

Actualmente estamos conscientes del enorme peligro en que se encuentra el Lago de Chapala (la mayor joya como lago de todo el país por su belleza y magnitud), por la cantidad de presas que se han construido en la cuenca del Río Lerma, que impiden que lo que quede de su caudal sea suficiente para alimentar Chapala como lo diseñó la madre naturaleza. Hay un convenio federal interestatal que se cumple a medias y que es parte de la amenaza para Chapala.

José Manuel Gómez Vázquez Aldana
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 13 de abril de 2014).


Hay 2 Guadalajaras. Como hay 2 Méxicos. Nuestras comunidades viven una tensión en medio del contraste.

En la historia de la ciudad se ha consolidado una idea de división entre el oriente y el poniente de la mancha urbana. Hace algunas décadas se situaba la frontera en el trazo de la Calzada Independencia. Aún quedan rastros de aquella demarcación que parecía formada por 4 cuadritos en los cuarteles Hidalgo, Juárez, Libertad y Reforma. Esas divisiones territoriales no existen más, ni las formales como tampoco las convencionales. Pero existen aún 2 Guadalajaras.

La una, está formada por instituciones eficientes con visión global que son altamente productivas. En ellas trabajan miles de personas que viven a un ritmo acorde con el vértigo y la incertidumbre propia de nuestro tiempo. Están sujetas a mediciones continuas de su desempeño y a la competencia abierta. Se sitúan en los cuatro puntos cardinales de la ciudad desde las fábricas de autos y partes automotrices en El Salto, hasta las empresas que desarrollan software en Zapopan, pasando por las instituciones financieras en Guadalajara; en plantas y edificios también trabajan empresas comerciales altamente eficientes ubicadas prácticamente todos los rincones de la metrópoli.

En los últimos 20 años la ciudad ha visto como estas unidades eficientes se implantan y desarrollan generando una sensación de progreso.

Esa Guadalajara es una ciudad que puede compararse con cualquiera en el mundo. Los más jóvenes viven con la visión bien puesta en esta Guadalajara interconectada y vibrante.

La otra, Guadalajara está formada por miles de personas y unidades económicas que actúan inercialmente. La informalidad, la falta de rigor, como la tendencia a eludir el cumplimiento responsable, los convierte en altamente improductivos.

Esa otra Guadalajara, está también en todas las zonas de la urbe: tienditas, puestos ambulantes, tianguis, talleres, que aparecen para formar un rico contraste económico y social. Esa tensión entre la vida tradicional y la eficiencia enfocada al mérito individual, es una de las características de nuestra sociedad.

La ciudad vive una transformación silenciosa en la que avanza la actualización, la interconexión en una convivencia con ese sector tradicional que ha caído en la trampa de la baja productividad y los bajos salarios.

Luis Ernesto Salomón, doctor en Derecho
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 13 de abril de 2014).


Evidentemente el Estado no es responsable ni puede prever la cantidad de agua puntual que va a caer, pero por supuesto que tenemos estadísticas de muchos años y un sentido común que no dice que en tiempo de aguas lloverá y que en Guadalajara este año va a llover como todos los años, con tormentas puntuales terribles, aunque los tapatíos nos seguiremos haciendo los sorprendidos.

En el origen de toda tragedia, lo sabemos, está la corrupción: un empresario corrupto que se encontró "de casualidad" a un funcionario corrupto y se generó un licencia para urbanizar un cauce de un río, interrumpir un cuenca natural, o simplemente una decisión gubernamental de usar las cuencas de los arroyos para poner calles y luego hacerse los sorprendidos cuando se inunda, como sucedió en la Avenida Patria la semana pasada (Patria no "parece un río" como decían las redes sociales, es un rió).

Estando como estamos y siendo como semos (si ya saben cómo semos para que votan por nosotros, diría el funcionario) ¿hay algo que se pueda hacer para evitar las muertes?

Por supuesto que sí, pero pasa en gran medida porque hagamos lo que nunca hacemos: trabajo en planeación a mediano y largo plazo e inversión pública en cosas que no se ven, nadie agradece y no dan foto de portada en los periódicos. La inversión en colectores en Guadalajara está detenida desde hace años. Seguimos autorizando fraccionamientos sin tomar en cuenta que cada metro cuadrado de tierra al que le ponemos concreto encima es agua que en lugar de infiltrase a la tierra hay que canalizar a los colectores, y no le estamos cobrando a los urbanizadores el precio real de inversión que requiere esa canalización. Peor aún, lo que se cobra entra a las arcas municipales y ahí se pierde en una gran bolsa que termina pagando nóminas y no invirtiéndose en soluciones de canalización del agua.

Pero hay además un montón de pequeñas obras que si los ayuntamientos estuvieran atentos podrían evitar muertes, y que tienen que ver con sistemas de protección de los canales, pequeños puentes para cruzar, que quizá se hicieron una ve, pero que nadie voltea a ver en qué estado están hasta que se ahoga un niño.

Pero la parte más importante de prevención tiene que ver con lo que hagamos los ciudadanos. Las alcantarillas están tapadas porque tiramos basura en la calle. Y por basura hay que entender desde colchones, muebles, pedazos de autos, hasta bolsas de plástico, pañales y todo lo que ya sabemos y que, acumulado, tapan cualquier canal, alcantarilla o colector.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 22 de julio de 2014).
Modernidad tapatía.

(V.pág.4-A del periódico El Informador del 30 de julio de 2014).


Primero un chiste, cortesía de la exdirectora de la FIL Nubia Macías: 2 tapatíos que mueren simultáneamente llegan a las puertas del cielo. Tocan. Les abre San Pedro. "Hola, ¿de dónde vienen?", pregunta el barbado santo. De Guadalajara, contestan los recién llegados. "Hmmmm", responde San Pedro, con evidente hastío. "Pues pasen. A ver si les gusta".

Bromas aparte, los tapatíos están -en efecto- muy orgullosos de su ciudad, pero salvo que a ellos les resulta bonita, entrañable, única, etc., ¿hay algo hoy en Guadalajara que garantice que en el futuro este lugar gozará de prestigio? Y al hablar aquí de Guadalajara me refiero a un factor de identidad que le es propio a la ciudad capital, pero que rebasa los límites metropolitanos de la misma, resumiendo en buena medida la forma en que son, y en que son vistos, los jaliscienses en general.

Para responder a la pregunta aquí planteada se puede comenzar con un ejercicio de memoria. Tan sólo en este año, Jalisco ha sido noticia a nivel nacional por escándalos tan lamentables como el protagonizado por un oportunista senador que hace de una visión conservadora de la familia una moneda para avanzar políticamente, por unos tarados neonazis, y por unas prostitutas en una fiesta panista en Puerto Vallarta.

Es obvio que esta síntesis es reduccionista. Se requeriría de un meticuloso estudio para calibrar en qué medida hoy Guadalajara y Jalisco son identificados por un chato conservadurismo y por escándalos tan lamentables como los protagonizados en un pasado nada lejano por el exgobernador Emilio González Márquez.

Sería injusto decir que a la Guadalajara de 2014 la representan los morenazis panistas o los dolores de cabeza (megadeuda y desarrollos inmobiliarios fallidos) de la cruda de los Panamericanos. Pero a falta de una narrativa que exponga claramente una identidad moderna es legítimo cuestionar qué es lo que sí representa hoy a Guadalajara.

Hace meses, en los días en que el Atlas fue vendido a un empresario de la capital, oí en Guadalajara un lamento: ¡Cómo es posible que un club tradicionalmente tapatío se lo haya quedado un chilango! Nada me parecía más tapatío que escuchar la queja precisamente de quienes forman parte de una clase que no supo administrar exitosamente a ese club. Lo mismo aplica a Chivas, equipo en manos de un empresario que nunca entendió la importancia del símbolo que posee, que nunca supo la relevancia de esa institución. Y estamos hablando de mucho más que futbol.

Mientras otras regiones libran batallas para renovar su identidad, Guadalajara luce, desde mi punto de vista, extraviada en lugares comunes tan trillados como el mariachi y el tequila. Y apostarle sólo a ferias mercantiles, incluida la Internacional del Libro, podría resultar demasiado poco de cara al futuro.

El lugar que presumía un alma de provinciana ha de actualizar sus factores de orgullo. Más cuando Nuevo León, que parece recuperarse de la ola criminal que la azotó, vivirá una pujanza energética. Más cuando el Estado de México se está beneficiando de esa tradición presidencial de consentir a la entidad cuna del primer mandatario. Más cuando el DF, a pesar de Miguel Ángel Mancera, mantiene su carácter vibrante.

A los tapatíos puede que les guste mucho su ciudad. Pero desde el centro del país, lo poco que parece ocurrir ahí son escándalos, malos equipos de futbol y políticos retrógradas. Seguro ocurren ahí muchas más cosas, pero de entrada les urge vender algo más que folclor, tequila, tables y malas noticias.

Salvador Camarena
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 1o.de septiembre de 2014).

La forma en que los tapatíos procesamos los cambios en las políticas públicas: Por un lado ese afán por descalificar cualquier iniciativa aun antes de que nazca y por otro la claridad de que una vez que adoptamos algo como nuestro no hay partido político, grillo, o poder fáctico que pueda contra ello.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 8 de septiembre de 2014).

Cuando algo sale súbitamente mal, los tapatíos solemos decir, absurdamente, "tan bien que íbamos" (la expresión tapatía es realidad tam bien quíbamos, pero la ortodoxia es la ortodoxia). Lo absurdo radica en pensar que todo iba bien hasta que súbitamente algo salió mal y no, como es en realidad, que cuando algo sale mal es porque no se hizo bien desde el principio.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 1o.de octubre de 2014).

¿Cuándo se perdió el amor propio de la ciudad? ¿Cuándo tantos de sus habitantes dejaron de cuidar el decoro de sus calles, casas y negocios? ¿Cuándo la misma autoridad dejó de actuar para remediar o impedir tanto tiradero urbano, tanto desorden? Quienes conocieron la ciudad de hace apenas 40 años podrán corroborar la decadencia.

Quizás, además de la premura o la necesidad que "impide" el aliño urbano, la principal razón para tener una ciudad en tantos ámbitos descuidada sea la instalación de lo que la palabra cuachalotez define con precisión. Esa mezcla de descuido, suciedad y valemadrismo por la propia apariencia, el personal orden. Y que se transmite a todo lo que el cuachalote toca.

La pobreza, históricamente, nunca fue sinónimo de dejadez. Los indios, en su sencillez, solían vestir con dignidad, aún con elegancia; del mismo modo edificaban y mantenían sus casas y sus calles. La gente del pueblo llano, en el campo y las ciudades tenía a orgullo portar vestiduras limpias, usar sombreros inmaculados, camisas, faldas y rebozos impecables. La honrada clase media cuidaba tanto su apariencia física como la de sus habitaciones. Pisos relucientes, banquetas y calles barridas, patios con bien mantenidas plantas, azoteas limpias y cuidadas.

Las fotografías que van de los años 30 a los 50 del siglo pasado muestran una Guadalajara albeante, una fábrica urbana compuesta por patios bien trazados y fachadas enjabelgadas, empedrados de la mejor factura, plazas centrales como tazas de plata. La gente hacía su parte, la autoridad la suya. Así se construyó una tradición regional de decoro, de humilde señorío. Luego vino la pseudomodernidad y nos alevantó. Llegaron contingentes enteros, de gente propia y extraña, que ni entendía ni quería a la ciudad. La piqueta y la corrupción acabaron con buena parte del patrimonio y extendieron así una tácita licencia para el destrozo y la humillación citadina. Mucha gente -de todos los estratos sociales- discurrió que nada importa la manera como uno se manifiesta ante los demás. Para todo hay estilos, claro, y muy libres las personas de vestirse y andar como quieran.

Total, Guadalajara se convirtió en una ciudad descuidada de sí misma, cuachalota. Miles de fachadas podrían pintarse, kilómetros de banquetas arreglarse, arbolarse y limpiarse. Pero mucha gente, a la que muy bien le ajusta para hacerlo, prefiere gastar en otras cosas y ver la televisión comiendo comida chatarra (lo que les luce).

En un radio de una manzana se pueden enumerar patéticas muestras de esta cuachalotez ahora consuetudinaria. Por la misma cuadra, una casa "catrina" e histórica ostenta todo el jardín de su banqueta -que va de calle a calle- hecha un muladar. Enfrente, los encargados de un edificio tienen similar muladar en su banqueta, con el agravante de que impunemente la convirtieron en "estacionamiento". A la vuelta, otra gran casa muestra una larga colección de los más que lamentables grafitis en su barda sin que los propietarios muevan un dedo. Para el otro lado, un kínder (centro de "educación") tiene todas sus banquetas destruidas -incluyendo un árbol caído- y constituyen un peligro para los transeúntes. En la esquina 2 registros de cemento rotos son un peligro total para ciegos y distraídos... y así se puede seguir, casi infinitamente, el muestrario de la cuachalotez tapatía.

Juan Palomar Verea
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 29 de octubre de 2014).

Estamos demasiado acostumbrados a usar la ciudad como una mera herramienta para llevar adelante las ocupaciones cotidianas. Ir y venir a troche y moche, no barrer frente a las propias casas o negocios, contaminar, tirar con frecuencia basura (la cantidad de chicles que ensucian los pisos públicos debe rebasar al número de habitantes urbanos), maltratar banquetas y arbolados, tapar alcantarillas con desperdicios, repartir propaganda impresa que inevitablemente acaba en el suelo de la vía pública, cortar camino a lo bestia por parques y espacios verdes... en fin, otras tantas conductas que menosprecian la dignidad del contexto colectivo y que envilecen y sobajan nuestras propias vidas.

Esta noción utilitarista de la ciudad que muchos habitantes comparten -considerarla un mero obstáculo a salvar para llegar lo antes posible a ver televisión, por ejemplo- ha contribuido en mucho a degradar las condiciones de vida generales.

Hemos olvidado inculcar a niños y jóvenes (y también a la gente grande -a lo mejor todavía es tiempo- el cariño por, como decía Ignacio Díaz Morales, la casa grande de todos. En 1er. lugar desde las familias: enseñarles qué es Guadalajara, por qué es así, cómo funciona este complejo organismo, cuáles son sus principales espacios y monumentos, sus nombres y sus historias; y sus aspiraciones. Y también las particularidades de cada barrio, de cada pequeño contexto: su origen, sus personajes y su carácter, sus virtudes y sus problemas; y sobre todo, cómo poder ayudar a que sea un mejor lugar para vivir. Muchos niños crecen -y han crecido- creyendo que todo funciona en automático y que no cuesta un gran trabajo tener agua y drenaje y luz y que alguien se lleve la basura, alguien asegure el alumbrado, alguien cuide y etc., etc. Además, debería ser obligatorio ver todo esto en las escuelas en las clases que se llaman, precisamente, civismo.

Juan Palomar Verea
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 10 de diciembre de 2014).

Postal 1: Sábado, avenida Mariano Otero a reventar, 3 choques en menos de 8 cuadras, en uno de ellos los conductores pelean a golpes. Postal 2: Jueves, estacionamiento de un banco, pasadas las 9 de la mañana. Camioneta roja golpea a una gris. Involucrados discuten. El conductor del vehículo culpable huye, brinca topes, banqueta y jardinera, casi golpea otro en su fuga. Postal 3: Lunes, minutos después de las 10 de la mañana, coches parados en calle Juan Manuel, automovilista les reprende, mujer con bolsas de dulces en ambas manos se expresa con medio diccionario de mexicanismos.

Esta es la Guadalajara que vivimos los días previos a la Navidad, que tienen de todo, menos sentimientos de fraternidad. En las calles hay prisa, impaciencia, rabia, enojo, angustia, insatisfacción. Como si llegar primero a cualquier lado fuera una victoria sobre el otro, como si salirse con la suya fuera una acción contestataria, como si entorpecer la vida de los demás fuera una revancha contra enemigos imaginarios.

Todas fueron expresiones humanas, instintivas y viscerales donde queda claro que hay un hartazgo generalizado que no se aplaca de acuerdo a la época, aunque sea la muy tradicional de "paz y amor" en diciembre.

Hoy en día todo son quejas, justificadas o no. Es más fácil quejarse que hacer algo, me queda claro. Lo más triste y alarmante es la comodidad con la que exigimos todo y nuestra aportación es mínima, eso queda muy claro cuando circulamos por la calle. El camino no es ese, el enemigo a vencer no es el que va a lado, sino la pereza con la que afrontamos nuestra responsabilidad y la parte que nos toca para que el mundo siga dando vueltas.

Gabriela Aguilar
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 23 de diciembre de 2014).

Nuestra ciudad de Guadalajara peca de "civilizada" cuando no debe, y muy "incivilizada" cuando debiera... así de la noche a la mañana la quisieron volver una urbe "ciclista" y antes de montar decenas de "estaciones de bicicletas en renta" a un altísimo costo al erario, y más que eso a los contribuyentes desde luego claro está... ¿No se les pudo ocurrir con antelación tener el cuidado y el respeto de pavimentar debidamente las calles y avenidas por donde se pretende que los millares de ciclistas supuestamente circularían?

Y anoto "circularían" porque paradójicamente desde que se puso en servicio el servicio de bicis y sus consabidas estaciones, ¡hemos visto menos ciclistas que nunca!... al menos la "estación" cercana a nuestro domicilio ya luce como un auténtico basurero... y nuestra calle por donde ciertamente los miércoles por la noche se desplazaban 2 o 3 cientos de muy avezados ciclistas a los paseos nocturnos, seguramente deberán de antes de ello comprar un seguro de vida y accidentes... pues la Av. Libertad es sin duda alguna una de las más deterioradas en pavimento que yo recuerde... además, peligrosa como la que más... como que bajan de poniente a oriente algo así, como "chorrocientas" decenas de rutas de camiones de servicio público... a altísima velocidad para lograr alcanzar la luz verde de alguno de los semáforos... encima de todo, es el camino obligado de retorno al Centro de las calandrias... lo que ocasiona todo el tiempo (no las calandrias, desde luego) y hasta ciertas horas de la noche un tráfico infernal que, sumado a la cantidad de baches y lo angosto de la calle, hacen una vía peligrosísima para los ciclistas como para los mismos automovilistas... ¿ES TAN DIFÍCIL USAR EL SENTIDO COMÚN...?

El Duque de Tlaquepaque
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 29 de diciembre de 2014).

Pedaleo mi bici sobre la ciclovía de La Paz. En Avenida Alcalde una camioneta se echa abruptamente de reversa y me da la bienvenida. En Guadalajara ni las ciclovías se salvan de los baches. De repente aparecen, amenazantes y musculosos, como recién salidos de la crisálida asfáltica.

En la ciclovía de La Paz hay que tener cuidado con las alcantarillas. Hay que aguantar al Sol perro. De Alcalde a Chapultepec es subida. Se avanza lento, y hay que pedalear mucho.

A la altura de Donato Guerra una camioneta se estaciona en la ciclovía y un auto se pasa el alto. Un motociclista toma un atajo por la ciclovía y rebasa a las bicis. "¡Aguas, luego te los cobran como nuevos!", grita y acelera el renegado: lentes oscuros, pelo en pecho y cola de caballo al estilo Teo González.

Después de Federalismo, sobre Penitenciaría, una moto circula en sentido contrario por la ciclovía. En Escorza, la ciclovía se aleja de la banqueta y se unta a los carriles de los automóviles. "¡Mugroso, muévete!", me grita un conductor peinado pa' atrás, con 3 botones de la camisa abiertos para que se vea su cadena dorada.

Antes de Bélgica hay 3 autos estacionados sobre la ciclovía. También hay basura, hojas secas y heces de perro. Hay hombres trabajando en un edificio y se oyen martillazos. En Moscú se tiene que estar atento a los autos que dan vuelta y se incorporan a La Paz. Es necesario estar pendiente de que no se metan en la ciclovía, porque lo hacen; desde Chapultepec hasta Américas la ciclovía es suya.

Gonzalo Jáuregui
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 20 de enero de 2015).

Los datos del Instituto Municipal de la Vivienda en Guadalajara son rotundos: "En el perímetro (...) del centro histórico existen 1,341 'predios disponibles'". La nota consigna que 383 son "casas en venta" y 323 "casas o departamentos en renta"; no precisa, en cambio, cuántas están así desde hace 3 meses... y cuántas desde hace 10 años, por ejemplo. Los 635 predios restantes son 259 fincas "deshabitadas", 329 "ruinosas", y 47 viles baldíos.

Un recorrido "a vuelo de pájaro" por algunas zonas relativamente céntricas de la otrora "Perla de Occidente", permite constatar el creciente despoblamiento de los que fueron vecindarios tradicionales. La invasión de giros comerciales motivó el éxodo de los descendientes de los propietarios de las casonas degradadas, prostituidas, transformadas en bodegas, "boutiques" y jugueterías, y modificó drásticamente la vocación, antaño habitacional, de los antiguos barrios.

Condenadas, por leyes absurdas, obsoletas, a conservar sus características originales, no obstante su pobreza arquitectónica -en la mayoría de los casos- y su inoperancia funcional, las casas en que transcurrió la infancia de los más ancianos de la comarca, agonizan ostensiblemente. Sólo Dios sabe si llegará algún día el alcalde, el regidor o el diputado visionario, que, aplicando aquello de que "las leyes se hicieron para servir a los hombres, y no los hombres para servir a las leyes", se atreva a promover los cambios en la legislación que permitan volver a la vida a todas las construcciones que hoy son, en el mejor de los casos, insalubres, sórdidos refugios de malvivientes... amén de síntomas indudables de la dejadez de los habitantes y de la incompetencia de los seudogobernantes que esta "noble y leal ciudad" -como reza la leyenda en bronce del pedestal de la Minerva- ha tenido la desgracia de padecer.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 21 de enero de 2015).

Guadalajara, llamada cursi y pomposamente la Perla de Occidente, es una de las peores ciudades de México y del mundo para vivir.

Ahora que se festejaron los 473 años de fundación de la ciudad las autoridades pagan una campaña publicitaria resaltando las bondades de vivir en Guadalajara.

Pero para quienes nacimos o residimos en esta ciudad desde hace décadas, se puede apreciar y confirmar un deterioro acelerado de la calidad de vida en esta urbe. Apenas hace un par de semanas un estudio realizado en 78 grandes ciudades, Guadalajara apareció como una de las 10 ciudades con el peor tránsito del mundo, junto a Yakarta, Estambul, Ciudad de México, Surabaya (Indonesia), San Petersburgo, Moscú, Roma, Bangkok, y Buenos Aires (CNN, 4 febrero de 2015).

Quienes se mueven en transporte público invierten todavía más tiempo para sus trayectos diarios (al trabajo, a la escuela, de compras o de esparcimiento). ¿Qué calidad de vida ofrece una ciudad que obliga a sus habitantes a pasar 2, 3 o más horas para transportarse cotidianamente? No se trata solamente del pésimo tráfico y de uno de los peores sistemas de transporte público del país.

Todos los indicadores muestran que la calidad de vida en Guadalajara se viene deteriorando aceleradamente. Una de las razones principales es que el estado y los gobiernos renunciaron a su capacidad rectora para dejar el crecimiento de la ciudad a los empresarios y especuladores inmobiliarios.

Eso propició que la mancha urbana se cuadruplicara en apenas 30 años, comprando terrenos agrícolas a bajo precio para sembrar miles de viviendas de alto precio y mala calidad, sin servicios garantizados (Tlajomulco es el ejemplo).

Se apostó además por un modelo de ciudad de servicios segregados (al modelo estadounidense de los suburbios y los centros comerciales) en lugar de una ciudad concentrada de usos mixtos como recomiendan los urbanistas más sensatos.

El crecimiento de la ciudad se convirtió en un valor de cambio en lugar de un valor de uso. Con ello ganaron empresarios y gobiernos corruptos pero perdimos todos los tapatíos.

Esas transformaciones han acentuado el deterioro ambiental, la pérdida de áreas verdes y zonas ambientalmente frágiles. La contaminación por vehículos automotores, y procesos industriales enferman y matan a miles de tapatíos.

En resumen, tenemos ahora una de las ciudades con peor calidad de vida. No es un asunto ni divino ni del destino. Incapacidad, negligencia y corrupción de la clase política nos han conducido hasta aquí, pero también una sociedad que en lugar de exigir derechos se contenta con plantear peticiones e influir en las políticas públicas. Si la sociedad no arrebata a la clase política y empresarial el crecimiento y destino de la ciudad, estamos condenados a seguir contemplando la decadencia de Guadalajara.

Rubén Martín
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 18 de febrero de 2015).

La curiosa avaricia de preposiciones y artículos que ha querido deformar nombres entrañables: Bosque de los Colomos (sin el "de"), bosque de La Primavera (igual), Plaza de la Liberación (sin preposición y artículo), Plaza de los Laureles (con el redundante "Guadalajara"), Mercado de San Juan de Dios (sin "de") San Pedro Tlaquepaque (sin el santo patrono), Parque de la Revolución (sin "de" y "la"). ¿Qué sigue?: ¿"Barranca Oblatos"? ¿"Iglesia Paz e iglesia Carmen"? ¿"Catedral Guadalajara"? ¿"San Juan Dios"? ¿"Plaza Mariachis"? Y en el ámbito del estado: "San Juan Lagos", "Lagos Moreno", "Altos Jalisco", "San Miguel Alto"... y un largo, potencial y dañino etcétera.

Andar de tacaños (y telegráficos) o de pretensiosos o demagogos con los nombres de las cosas significa una corrupción que ataca la raíz misma de lo que para todos es el contexto comunitario.

Juan Palomar Verea
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 20 de febrero de 2015).

En 400 años, es decir, de 1542 a 1942 la población tapatía pasó de 240 vecinos a 240,000 habitantes. Y de 1942 a 1992, en 50 años, de 240,000 a 3'306,233 habitantes según estimaciones posteriores al Censo de 1990, realizadas por el Instituto de Urbanismo e Investigación de Asentamientos Humanos de la Universidad de Guadalajara que comandaba el Arq.Jorge Camberos Garibi, de feliz memoria.

¿Y qué hay del caos vehicular? A finales de la década de los 80 entrevisté al Arq.Esteban Wario, quien se encargó de la Planificación Urbana de Jalisco durante varios sexenios, prácticamente hasta su fallecimiento; pues bien, entonces me mostró la proyección del Tren Ligero (1987-1988), un esquema con el mapa de Guadalajara atravesado por 8 rutas que comunicaban hasta el punto más lejano de la zona metropolitana.

Carencias presupuestales, falta de visión, de voluntad, las explosiones del 22 de abril y los costos políticos; la calidad de timoratos de algunos políticos en todo este lapso; las grillas electorales y cuestiones por el estilo, retrasaron los planes, estos ya con casi 30 años de existencia.

Bueno, pues apenas -y ¡qué bueno! aunque sea tarde- se está construyendo la Línea 3 del Tren Ligero. Guadalajara esperó pacientemente durante lustros a que una ruta más fuera, finalmente, una realidad en una ciudad que muy difícilmente llegará a tener metro.

Laura Castro Golarte
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 21 de febrero de 2015).

No hay tapatío de cierta edad que no sepa que, en algún momento de finales del siglo pasado, el clima se echó a perder. Aunque era Cuernavaca la que ostentaba el mote de "la ciudad de la eterna primavera", cualquier nativo de Guadalajara sabía que la descripción le encajaba mejor a su localidad que a ninguna otra y que la fama de Cuernavaca tenía más que ver con su condición de jardín añorado por los capitalinos que con cualquier clase de superioridad evidente. Claro: en toda memoria que se respete hay registros de tormentas, heladas, inundaciones, calorones, que rompen con la línea de serenidad. Pero el caso es que, excepciones aparte, Guadalajara tenía un clima benigno. No más: una de las conversaciones rituales que sostenemos cada día, en taxis, comercios, oficinas y escuelas, borda sobre las puñaladas traperas del clima.

Los 10 días en que el invierno se muestra más o menos riguroso, nos quejamos. Si caen 2 lluvias en febrero, primero nos estrellamos unos contra otros (ni el Checo Pérez es bueno para manejar cuando llueve en esta ciudad) y luego nos quejamos. Apenas despunta el calor (ocurrió esta semana, luego de varias de fresquito) volvemos a quejarnos. Los días templados pasaron de canon a anomalía. Y no hay remedio: la ciudad triplicó (o cuadruplicó) su tamaño, el concreto llega ahora desde Chapala hasta el Bosque de La Primavera y el arbolado ha sido hostilizado o de plano exterminado en vastas áreas.

Resulta curioso, eso sí, que nos quejemos cuando la sensación térmica que nos acecha tiene que ver directamente con nuestras manías urbanizadoras. Guadalajara carece de nada que pueda ser descrito como skyline (si omitimos esa fealdad extrema que se ha dibujado por unos pocos condominios de lujo en la zona de Andares) y se caracteriza por ser casi puramente horizontal. Puede verse casi completa desde una azotea más o menos humilde. Digamos de un 5o. o 6o. piso. No hay edificios que tapen la vista.

Porque lo que todo tapatío desea es una casa de 2 pisos rodeada de otras iguales. Por eso la ciudad se ha extendido sin fin en vez de elevarse, como suele suceder con las urbes de ciertas pretensiones. La Colonia Moderna o la Americana, que ya andan rascando o sobrepasan la condición de centenarias, comenzaron como suburbios. Ese proceso (huir del Centro hacia periferias cada vez más periféricas) se ha ido repitiendo. Por eso Guadalajara es una colección de fraccionamientos chaparros que van de Cajititlán a Tala sin ton ni son, y que, claro, cuentan con una cantidad mínima de espacios públicos -si dejamos de lado a esos Campos Elíseos locales que son las plazas comerciales-. Casa tras casa y calle tras calle, se nos olvidó que las ciudades no pueden funcionar con un corazón único. Nos parece natural que cada que un pelado quiera festejar algo, haya que cerrar Chapultepec o el Centro (decisión en la que no sólo influye la escasez de espacios colectivos sino nuestro inveterado clasismo, que hace que un promotor medio no quiera ni oír hablar del parque González Gallo, el Montenegro o el de la Solidaridad como sitios de reunión masiva). ¿A quién le importa eso si nuestro instinto de lemmings indica que es urgente irnos a vivir tras las bardas de un coto? Es obvio que en una ciudad que se entiende como como una confederación de barrios amurallados, la solidaridad no tiene sitio.

Total: el clima se echó a perder en todo el planeta, a gran escala pero también en pequeña. Y en ese sofoco y horror que sentimos tan a menudo al circular por Guadalajara, sus habitantes tenemos una responsabilidad innegable.

Antonio Ortuño
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 1o.de marzo de 2015).

"No estoy en el comité de la escuela de mis hijos. Tampoco participo en la parroquia ni en la colonia... la verdad es que no me gusta andar en el mitote", responde Guadalupe, la ama de casa de 51 años de edad que se quejaba de que "nadie resuelve los problemas".

En la Encuesta de Percepción Ciudadana, los tapatíos se retratan a sí mismos como ciudadanos "nada propensos a involucrarse con la comunidad, ni siquiera en los organismos de las escuelas donde estudian sus hijos".

El problema es que la gran mayoría no participa en organizaciones de ningún tipo: 8 de cada 10 jaliscienses nunca han participado en algún tipo de organización, como junta vecinal, sindicato, club deportivo, asociación civil u organización política.

La justificación: 3 de cada 10 no participa por la poca capacidad para interactuar en asamblea por los previsibles desacuerdos, y 2 de 10 sólo se interesa por sus asuntos.

"Los resultados que arroja la encuesta reflejan que entre los tapatíos predomina una lógica delegacionista en cuanto a los asuntos públicos, e individualista en cuanto a las cosas comunes", señala Héctor Castañón, especialista en planeación y gestión del desarrollo.

El alto índice de desconfianza en grupos fuera de la familia es lo que provoca poca participación de los jaliscienses en la toma de decisiones comunitarias, revelan los resultados de la encuesta: 4 de cada 10 dijeron confiar poco o nada en las personas con las que se relacionan de manera habitual: vecinos, transeúntes y colegas que no pertenecen a su familia; mientras que 23% no confía nada en las personas en la vía pública, lo que significa que casi un cuarto de la población está en el espacio público con temor de los otros.

Por otra parte, la participación política de los jaliscienses se limita al voto casi de forma exclusiva: 70% estaría dispuesto a hacerlo, aunque tampoco aseguran que votarán en junio próximo.

El otro problema es que a los tapatíos les interesa muy poco la política. A 3 de cada 10 no les interesa casi nada.

(V.pág.3-A del periódico El Informador del 12 de marzo de 2015).

Ya se había notado en ejercicios anteriores de "Jalisco cómo vamos" y no se ha llamado la atención, como se debe, sobre este punto. Los ciudadanos de Jalisco somos bastante mediocres. Ciudadanos de tercera. Los habitantes del área metropolitana califican mal a sus alcaldes, pero no saben quiénes son, no lo consideran importante, y la verdad es que es comprensible: no ven la relación entre ese tonto o prepotente o corrupto que creen que gobierna y su vida en casa. No tienen incentivos para participar en grupos, no ayudan con los espacios públicos y lo peor de todo: desconfían unos de otros. El otro es el enemigo y hay que defenderse o abusar, total, no es de la familia. Sólo la familia vale, lo demás que se pudra, y lo malo es que sí se pudre.

La encuesta de percepción es un indicador poderoso y ha prendido ya la alerta. Es urgente mejorar la calidad de las relaciones interpersonales, participar en espacios colectivos (no tienen que ser gubernamentales) e interesarse por lo que pasa más allá del zaguán. No se trata del voto, olviden el voto. Hay que ver quién vive al lado, enfrente y atrás, barrer la banqueta, juntarse a ver qué se va a hacer con ese hoyo que el gobierno no ha arreglado ni arreglará, hacer colectas para poner un letrero que falta, cuidar al adolescente del vecino que llegó en mal estado en la madrugada. ¿Escucharon a González Iñarritu? Dice que ruega porque encontremos al gobierno que merecemos. ¡El que tenemos es el que merecemos! ¿Por qué? Porque estos ciudadanos son los que somos.

Ivabelle Arroyo
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 18 de marzo de 2015).

Los tapatíos, en general, no sólo no se involucran... sino parecen jactarse de mantenerse al margen de cualquier forma de asociación: ni iglesias, ni sindicatos, ni juntas vecinales, ni ONG, ni clubes..., ni, mucho menos, partidos políticos.

Etiquetados como "religiosos" (la tradicional Romería anual a Zapopan sólo tiene parangón, a nivel nacional, con las de la Basílica de Guadalupe ), una minoría (22%) admite haber pertenecido a -o militado activamente en- asociaciones religiosas; la gran mayoría (78%), en cambio, declara, rotundamente, que "nunca" ha formado parte de ellas. Así y todo, las iglesias serían las asociaciones menos repelentes para los tapatíos.

El último lugar en la lista de sus potenciales aficiones corresponde a los partidos políticos: mientras 8% de los encuestados declara haberse involucrado alguna vez, de alguna manera, en ellos, 92% restante dice repudiarlos abiertamente.

Cualquiera diría, a la vista del desdén que manifiestan por cualquier forma de interacción para compartir creencias, intereses o aficiones, que a los tapatíos, en efecto, no les motiva nada que no sea el ejercicio de contemplación de su propio ombligo, ni les entusiasma ningún deporte como no sea el ejercicio solitario del "yo-yo".

Integrarse de manera activa -por poner un ejemplo- a clubes deportivos, es complicado: hacerlo implica pagar cuotas que a la generalidad de los habitantes de Guadalajara y sus alrededores les resultan prohibitivas. Se trata, por tanto, de un lujo inaccesible para la mayoría de las personas. La relativa indiferencia por la religión pudiera ser, en parte, consecuencia del fenómeno mundial de la secularización, y, en parte, secuela del descrédito generado por los recientes escándalos en que se ha visto inmersa la Iglesia Católica. En cuanto a la fobia por la actividad política, ¿qué otra cosa podía esperarse, si quienes la han convertido en su "modus vivendi" se empecinan en desprestigiarla...?

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 19 de marzo de 2015).

Una de las mayores sorpresas que he recibido en la vida fue que un amigo, argentino trasplantado al DF, me dijera alguna vez que hablaba yo con un acento "inconfundiblemente tapatío". Luego de una larga vida de haber sido tomado por chilango, guanajuatense o regiomontano, aquello fue una suerte de mínimo premio de consolación. Llevo 38 años en la ciudad y si no son más es porque no nací antes. Sin embargo, si exceptuamos mi afición por las Chivas, parece ser que carezco de varias de las principales señas de identidad que debe manifestar un tapatío "de los de antes". Al menos, a decir de una serie de personas que sí pertenecen a tan noble estirpe y que ha estado compuesta, según la época, por compañeros de escuela, profesores, vecinos, parientes políticos y hasta por un destacado notario público.

Lo acepto: mi familia nunca se caracterizó por observar las tradiciones de esta noble y leal ciudad, que la alberga desde 1949. El resultado de esto es que haya yo crecido sin comer capirotada en Cuaresma ni empanadas en Semana Santa y que sea básicamente incapaz de orientarme (o de guiar a nadie) con referencias de templos, como hacen los nativos de pura cepa ("Mira, agarras la calle de Garibaldi, das vuelta a la derecha en San Diego de Alcalá y te sigues hasta que se vea refulgir en el horizonte la torre del Refugio en el camellón de Federalismo", me dijeron una vez y terminé en el Edificio Federal de avenida Alcalde). Nomás conozco la Catedral y el Expiatorio y esto porque es probable que de otro modo tuviera que devolver mi credencial del INE y largarme de la ciudad.

Otra de mis incapacidades es la de recordar los viejos nombres de las calles. He intentado mimetizarme con mis mayores y decir "Tolsá" (eso sí: no he tenido valor para pronunciar "Tolsa" sin acento y contar además la historia de las huertas del señor Tolsa y su confusión con el apellido del gran don Manuel) a Enrique Díaz de León y "Tepic" a Francisco Javier Gamboa/Luis Pérez Verdía para ver si los taxistas me hacen un guiño de complicidad. Pero he sido vencido: ya ni ellos se acuerdan de tales antecedentes, de tan egregios y rancios como son, y acaba uno metido en explicaciones: "Ah, es que fíjese que así se llamaba antes".

Tampoco, debo reconocer, suelo consumir uno de las grandes ases en la manga de la gastronomía local: las tortas ahogadas. No entiendo a los fuereños, ya sean capitalinos o extranjeros, que al hablar con un tapatío se refieren a ellas con reverencia y tacto, como si estuvieran mencionando a la querida tía Conchita. Quizá porque nací en Zapopan, pero la primera vez que probé una ahogada "completa" estuve a un paso de terminar en Urgencias del Hospital Civil.

A esta sarta de confesiones debo agregar una, terrible y final: carezco totalmente de antecesores del sur del estado (o del estado en general, ya que estamos en esas), y que con ello violo el 1er. y único mandamiento de un profesor de literatura, ya fallecido, que decía que escribir se trataba de "recordar las historias de nuestras abuelitas de Talpa y de Sayula". Como mi abuelita no sólo no nació, sino que jamás puso un pie en tan renombrados lugares, el tipo se ponía colorado al leer mis intentos de cuento y los retachaba todos con una anotación: "¿Y la abuela?". Un día, de plano le respondí con otra anotación: "¿Y su madre?". Creo que por mi mano hablaron todos aquellos con familia de otra parte, aquellos que no tenemos parientes con nombre de calle ni nos guiamos por templos. Creo que somos un par de millones de personas.

Antonio Ortuño
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 29 de marzo de 2015).

Durante mi juventud se solía decir que una familia "normal" tapatía estaba compuesta por un padre proveedor, una madre ama de casa, auxiliada en sus faenas por su propia madre o una tía soltera. Luego había una cierta cantidad de hijos, según la "voluntad de Dios" y no faltaba una pieza también muy importante: un primo o un tío en Los Ángeles.

Ahora bien, estas familias normales y pías con frecuencia contaban con aláteres clandestinas permanentes, sobre todo si había recursos, y también la señora echaba mano ocasionalmente de sus detallitos... Pero, eso sí, el domingo iban todos muy juntos a la iglesia...

Con anterioridad, cuando los jóvenes eran nuestros abuelos, la estructura resultaba ser más o menos la misma, pero el número de hijos y de entenados era mayor. Entre éstos contábase con frecuencia un joven recogido de una familia consanguínea en desgracia, que resultaba muy bueno y barato como mozo.

Pero hoy, al menos en Guadalajara, las cosas han cambiado mucho. En 1er. lugar cerca del 60% de las mujeres que pueden hacerlo trabajan fuera de casa y perciben ingresos, a veces iguales o mayores que el marido... Ello está muy bien. Pero hay otra cifra que debería perturbar más a los tradicionalistas: más del 40% de los hogares tapatíos está gobernado por una "jefa". Ello quiere decir, generalmente, que no hay adulto varón a la vista.

En muchos casos ya no es solo el primo quien está en Los Ángeles: también el padre y hasta hermanos mayores. En otros, la causa de dicha "anormalidad" es simple y sencillamente el divorcio.

En tales condiciones, me pregunto ¿en qué tipo de familia piensan los conservadores? ¿En la que realmente es o en la que quisieran que aparentara ser?

La sociedad es otra y, si queremos entenderla, debemos saber bien y aceptar cómo es mayormente la familia de hoy.

José Ma. Murià
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 31 de julio de 2015).

El entorno, regalado por la divinidad y que por fortuna el gobierno, a pesar de sus reiterados intentos, no ha logrado deteriorar. Ya sabemos que en nuestro mundo tapatío el sólo anuncio de que el gobierno atenderá algún tema hace que lo consideremos en peligro de extinción, por tanto reitero que a pesar de las acciones del gobierno, subsisten en aparente supervivencia. La Primavera, la laguna de Chapala y la Barranca, espero que el creador las mantenga fuera de sus presupuestos y de su interés. De no existir estos supuestos estaríamos en las mismas condiciones que el desierto del Sahara, con quien compartimos el mismo paralelo, pero ese entorno tan positivo ha hecho que sobrevivamos a nuestros gobernantes.

A la ciudad, en sí no le ha ido tan bien con las intervenciones del gobierno que prácticamente no recuerdo ningún caso en que la ciudad se haya beneficiado con una intervención del gobierno, que si de verdad amaran a la ciudad lo más sensato sería que la dejaran sola. No deseo ser extremista, por lo que si mi solitario lector recuerda una obra, no más en la que considerara que hubo alguna acción de gobierno que hiciera mejorar el entorno por favor indíquemelo para reconocerlo. Por piedad no se burlen refiriendo como obra positiva la ciclovía de La Paz, que de cierto no me explico cómo no han metido a la cárcel al que diseñó el esperpento.

Beltrami, explorador y naturalista italiano, describió en 1824 nuestra ciudad: "Es verdaderamente una hermosa ciudad. Sus calles son espaciosas y tiradas a cordel; sus plazas numerosas grandes y simétricas; sus fuentes proporcionan agua pura y cristalina llevada por un acueducto que los antiguos envidiarían". Ward, contemporáneo del anterior dijo que nuestras calles "son melancólicas y se ven desiertas" en tanto su mujer más generosa en sus conceptos describió nuestra ciudad al decir que nuestras "calles son espaciosas y aireadas y por el número de plazas, fuentes, conventos, iglesias, portales que la adornan producen una impresión general sumamente agradable". Anoto que a la proto embajadora británica le llamó la atención la belleza de la Alameda, para los más modernos el Parque Morelos y para los que puedan sobrevivir los anuncios que ya lleva casi un lustro que la están anunciando que ahí estará la ciudad digital, cosa que con todo el respeto del mundo me permito dudar.

Carlos Enrigue
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 23 de agosto de 2015).

Una talentosa arquitecta cuenta: "Estaba yo parada en una esquina principal de esta ciudad. Para donde volteara había cosas feas, decadente vulgaridad, tontería, codicia vuelta cosas, edificios, anuncios. Era aplastante. En ese momento decidí largarme de Guadalajara".

Así fue como durante años perdimos a una mujer que podría haber hecho mucho por los tristes trópicos tapatíos. No es para menos. Precisando, la esquina en cuestión es la de Avenida México en su cruce con Las Américas. Examinemos: esquina norponiente: uno de esos supercitos caros y chafas que se rodean de estacionamientos llenos de solazo, aceite de carcanchas y bolsas de papitas tiradas en el piso. Además, para implantar tal joya se demolió una casa funcionalista decente y se destruyeron varios árboles grandes. Resultado: uno de los mejores terrenos de la ciudad destinado a la rápida (?) compra de cigarros, condones y cervezas. Debe ser algo muy rentable, a menos que el juego de las tiendas de conveniencia sea el de acaparar puntos estratégicos urbanos con fines aviesos.

Esquina nororiente: una digna casa de los 40 o tempranos 50 literalmente destazada para sacarle el máximo provecho con rentas. Chipotes, bodegón de lámina sobre lo que fue un jardín, pedazos pintarrajeados sin ningún orden, letreros anárquicos y vulgares. Todo esto, coronado por un anuncio "espectacular". Los árboles que había, tanto en las banquetas como en la casa fueron también destruidos.

Esquina surponiente: un figón de tacos con un ducto de lámina que se las arregla para echar a perder a un razonable edificio funcionalista de los 50, ahora muy mal pintado. Los árboles de la banqueta (destruida y obstaculizada por coches) también fueron eliminados, siendo el último una terca jacaranda que resistió bravamente hasta que pudo. Un puesto abollado de periódicos completa la escena.

Esquina suroriente: un muy limpio edificio funcionalista, también de los 50, del arquitecto Enrique Nafarrate. Totalmente echado a perder, como si fuera un resumen de lo que esta ciudad ha hecho de las mejores arquitecturas del siglo XX. Lleno de letreros, pintarrajeado, maltratado, achipotado. Y, por supuesto, coronado con otro "espectacular". No hay casi árboles y la banqueta de Américas es una perfecta majadería para el peatón.

Las calles mismas: llenas de cables, árboles mutilados, parches, la fuente no funciona casi nunca, perspectivas hacia las 4 direcciones feas y echadas más a perder por más "espectaculares". Conclusión de la arquitecta: este lugar es peor que las afueras de Falfurrias, Tejas. Aquí -en esta ciudad- no hay nada que hacer. Y de estas esquinas hay centenares. ¿Cuántas gentes más se han rendido -y hemos perdido- ante la horrible decadencia de una ciudad que, como la esquina de Américas y avenida México, alguna vez fue razonablemente armoniosa?

Lo más dramático del asunto es que todas estas pérdidas hubieran sido fácilmente evitables y son igual de fácilmente reparables. ¿Cómo? Con conciencia y energía. De las autoridades ahora omisas, de los propietarios de inmuebles que debieran cuidarlos, de la ciudadanía que se deja bocabajear mansamente y no exige que no le conviertan su ciudad en una porquería. No es tan difícil: pero lo malo es estar tan acostumbrados y resignados a la mediocridad y a la humillación que tanta vulgaridad supone. Por eso, dan ganas de irse.

Pero, por cierto, la arquitecta ya regresó y ha comenzado a hacer cosas por la ciudad...

Juan Palomar Verea
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 26 de agosto de 2015).
La ciudad de los Guinness.

(V.pág.4-A del periódico El Informador del 8 de septiembre de 2015).


  1. Cuando a Guadalajara se le llamaba -despectivamente, hay que reconocerlo- "pueblo bicicletero", en sus calles, en efecto, había ciclistas en cantidades industriales.
  2. A los ciclistas de aquella Guadalajara no se los tragó la tierra; ni, como los dinosaurios y demás reptiles descomunales que poblaban el planeta hace millones de años, fueron destruidos inopinadamente por la caída de un metrorito gigantesco: se transformaron en usuarios del transporte público, en los años en que ese servicio era digno y eficiente..., o, a medida que sus posibilidades económicas se los permitieron, en automovilistas.
  3. Meter reversa a las ruedas de la historia es imposible. En consecuencia, para que Guadalajara vuelva a ser el emporio de los ciclistas que fue antaño ("La Ámsterdam de América Latina", se diría), se requiere generar las condiciones culturales que vuelvan idóneo o apetecible el uso de la bicicleta como medio alternativo de transporte.

La otrora Perla Tapatía "está lejos de ser una ciudad amigable para el ciclista"; que aunque quizá no llegue a ser imposible circular en bicicleta por arterias importantes como Mina-Juárez-Vallarta, 16 de Septiembre-Alcalde, Hidalgo o la Calzada Independencia, ciertamente es temerario hacerlo por la agresividad sistemática y la falta de respeto de automovilistas y camioneros hacia los ciclistas, "a los que ven como un estorbo", y que el único oasis para el ciclista es la banqueta... en detrimento de la seguridad y los derechos del peatón.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 8 de septiembre de 2015).

Preocupado por la inseguridad, el mal estado de las calles y banquetas, insatisfecho con el servicio de transporte público y sin confiar en partidos políticos, policías municipales, ni en el congreso local, es el perfil que define al ciudadano metropolitano de Guadalajara.

La organización civil Jalisco Cómo Vamos, delineó al tapatío, su nivel de escolaridad, modo de vida, sus preocupaciones y su percepción de la ciudad. Concluyó que el tapatío define a su ciudad con palabras como bonita, tequila, mariachi pero también inseguridad y tráfico.

"Creen que las autoridades deben garantizar la seguridad ciudadana y mejorar el estado de las calles y banquetas. Se sienten amenazados por el crimen y la violencia, aseguran que cerca de sus casas hay venta y consumo de drogas. Mencionan a la discriminación como la principal injusticia", destacó Augusto Chacón Benavides, director ejecutivo de Jalisco Cómo Vamos.

(V.pág.8-A del periódico El Informador del 1o.de octubre de 2015).

Llevamos décadas sin un proyecto de ciudad que ilusione a los tapatíos. Ayuntamientos endeudados, obesos, ineficientes, con servicios de 3er. mundo, concesionados hasta la médula y sin proyecto de futuro.

La renuncia de los ayuntamientos a la gestión participativa de lo común ha sido tal, que en la actualidad los municipios han concesionado o privatizado todo lo que han podido. Las alcaldías, como la tapatía, han llegado al ridículo de concesionar la irrenunciable función de multar a los autos. El atentado contra lo público es una deriva de las autoridades municipales desde inicios de siglo.

Enrique Toussaint
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 11 de octubre de 2015).

Un amigo de origen brasileño avecindado en Guadalajara, y que a estas alturas es ya más mexicano que un chile serrano, me hizo notar que para los tapatíos el auto es algo más que un medio de transporte. No hay mayor aspiración para un tapatío que un auto, y si ya lo tiene siempre aspira a tener uno mejor. El auto, dice Sergio, es el espacio donde los tapatíos y tapatías no sólo pasan la mayor parte del día, sino que es el lugar donde pueden estar a solas con ellos mismos, donde guardan muchas de sus pertenencias, oyen su música, cantan a placer, hablan con quien quieran (aunque esté prohibido) y por el tiempo que quieran. Ahí no hay jefe, ni marido ni mujer. No comparto plenamente esta visión, creo que hay muchos que podrían dejar su coche si tuvieran un alternativa más barata y eficiente.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 20 de octubre de 2015).

Cuando vemos los problemas de Guadalajara cuesta trabajo ser optimistas sobre el futuro de la ciudad. Todos los problemas, desde el tráfico hasta la violencia, pasando por la basura y contaminación parecen rebasarnos. La buena noticia es que a mediano plazo todas estas cosas pueden mejorar, si ciudadanos y autoridades hacemos lo que tenemos que hacer y, por supuesto, si dejamos de hacer las burradas que nos tienen donde estamos, desde la corrupción, de autoridades y particulares, hasta la evasión, no sólo de impuestos sino de responsabilidades civiles mínimas como mantener nuestra banqueta.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 10 de noviembre de 2015).
En Guadalajara se registra el mayor porcentaje de personas a las que no les gusta leer. 3 de cada 10 contestó que no les gusta o les gusta poco, de acuerdo con los resultados de la última Encuesta Nacional de Lectura y Escritura del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

Los tapatíos que sí leen se perfilan especialmente al rubro de la información, como en ninguna otra ciudad. Hasta 41.6 de cada 100 encuestados afirmaron que prefieren leer información.

Este perfil se concentra en la población de entre 31 y 45 años de edad, que reporta interés en la lectura de periódicos y en el contenido digital, incluso como publicaciones en las redes sociales. Este tipo de personas relegan a los libros, ya que leen en promedio 1.4 al año 'por obligación', cuando el promedio nacional es de 5.3 ejemplares.

Juan Carlos Silas Casillas, miembro del Departamento de Psicología, Educación y Salud del ITESO, comenta que es congruente el dato porque los tapatíos son pragmáticos: "Si me sirve lo uso. Si no sirve para qué le invierto tiempo. Me suena lógico que leen para informarse o resolver un problema, para salir de alguna circunstancia o una urgencia".

Alicia Peredo Merlo, académica de la Universidad de Guadalajara, coincide en que los jaliscienses leen conforme a sus necesidades, además las familias y escuelas promueven entre los jóvenes la lectura moralizante que se dirige a formar ciertos valores que consideran importantes:

"Quizá, en Guadalajara, siguen apegados todavía a una moral católica y se promueven libros que fomentan estos comportamientos".

Juan Toscano García, historiador y cronista, explica que tras la reforma educativa de la década de los 70 se perdió la costumbre de leer por entretenimiento, ya que desaparecieron los talleres y clases de lectura en el nivel medio superior: Por ello, los actuales adultos leen para informarse, "fueron acostumbrados a leer para informarse, no leen por entretenimiento porque no quieran hacerlo sino porque no lo saben hacer".

Otro estudio revela que los tapatíos duran diariamente 2.4 horas para trasladarse a sus trabajos o escuela. En ese sentido, el escritor Benito Taibo dice que precisamente ese tiempo que se pasa en el transporte puede utilizarse para leer.

Silas Casillas asegura que ve a más personas leyendo en el transporte público. Y contrapone que las condiciones económicas y laborales de los ciudadanos limita la capacidad de leer.

(V.pág.2-A del periódico El Informador del 18 de noviembre de 2015).

Si honrar la tradición de asistir a la FIL nos hiciera más cultos, los tapatíos -nativos o por adopción- ya estaríamos en el "top ten" del gusto por el cultivo de la inteligencia en todas sus posibles manifestaciones: arte, ciencia, filosofía, tecnología...

Justamente reputada como "la más grande de su género, en el mundo, del idioma español", la Feria Internacional del Libro apoya su prestigio en la contundencia de las cifras: los cientos de miles de asistentes; centenares de editores de varias decenas de países; homenajes y conferencias en que participan prestigiosos escritores procedentes de todo el mundo; eventos colaterales, y muy particularmente los que aporta el país designado como "invitado de honor"...

Hasta ahora no se ha incorporado el dato del promedio de libros adquiridos por cada uno de los asistentes a la Feria. Cuando la "numeralia" del evento se enriquezca -es un decir...- con ese elemento, faltaría complementarlo con un par de detalles: el 1o., si, al margen del género (novela, ensayo, ciencia, tecnología...), los libros que se adquieren merecen que se les califique como alimento, o si sería más apropiado designarlos como "comida chatarra" para el intelecto; el 2o., qué porcentaje de los libros que se adquieren, en efecto, se lee.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 30 de noviembre de 2015).

Pues esta semana, como todo mundo sabe, se celebra la FIL, que agradezco al licenciado se le haya ocurrido y la siga desarrollando, sin importar si la misma produce o no lectores, no se trata de eso. En este país (y la Feria es prueba de ello), lo importante no es que las cosas pasen, sino que parezca que pasen.

Por fortuna, el señor licenciado tuvo piedad de nosotros y ya a los niños de la 1a. infancia (léase de 0 a 10 años), les puso un lugar para irse a vacunar contra la lectura y ya no los tenemos enfadándonos en la sede principal.

Ahora tenemos que lidiar con los de la 2a. infancia, los pubertos, que con toda la crueldad del mundo son llevados a ver un tema que no les interesa y que en su gran mayoría tampoco les va a interesar (pero que es necesario para la numerología con que el licenciado presume el evento). Por fortuna para ellos, es un magnífico sitio para ligar, para que ellos y los más viejanos veamos bonitas minifaldas y chuladas de niñas. Por tanto, deseo proponer al licenciado que haga una FIL ligue, en coordinación con los hoteles de alterne de la zona, lo que será un rotundo éxito.

Por lo general la FIL es el mejor lugar para comprar libros, que no sé quién dijo que hay que leerlos, yo creo que con tenerlos es suficiente; pero comprarlos es una delicia, hasta donde le ajuste a usted el dinero, que por desgracia el mío se agota rápido. Pero sin duda se trata de un sitio muy interesante para mostrar la fauna local; de los notables, pueden ustedes eliminar a la casi mayoría de políticos que se lucen y estorban muchísimo con la cantidad de guaruras que llevan, por fortuna eso sólo pasa el día de la inauguración y en menor grado el resto de días, y si hiciéramos algún examen sobre el tema, resultaría que la inmensa mayoría no recordarían ni 3 libros de los 5 que dice el INEGI que leyeron este año (anuncio que todavía es catalogado como la humorada del año).

Una cosa que me dio mucho gusto, es que se vendió un ejemplar del libro de mi autoría, Crónicas de familia, editada por Salto Mortal, sin importar que el comprador haya sido yo mismo.

Carlos Enrigue
(v.pág.12-B del periódico El Informador del 6 de diciembre de 2015).

En Guadalajara no hay fiesta mariana más importante que "la llevada" de la virgen de Zapopan a su basílica. En mi infancia, para el 12 de diciembre no cerraban sino una cuadra para poner una rueda de la fortuna y puestos de buñuelos. ¿Qué ocurrió?

Que Televisa se dio a crear una tradición guadalupana que no existía: las mañanitas a la virgen, con el gran atractivo de las estrellas de tv que cantan. La gente sintonizaba las mañanitas para ver a Vicente Fernández y a Flor Silvestre y un ramillete de estrellas. Eso creó una tradición guadalupana novedosa.

Luis González de Alba
(v.periódico Milenio Jalisco en línea del 20 de diciembre de 2015).

Los santacloses, por lo visto, para bien o para mal, llegaron para quedarse...

Se trata, obviamente, de las versiones autóctonas de Santa Claus: ciudadanos que se agarran al "espíritu navideño" como náufragos a un tablón ardiendo; acondicionan una estramancia portátil que hace las veces de escenografía: básicamente, el portal de una casita de madera, con profusión de esferas de colores y "escarcha" de utilería de festival de Primaria; instalan una mecedora o un sillón, y se arrellanan en él, caracterizados con barba postiza y lentes minúsculos, provistos de almohadones que les hacen protuberante la barriga, enfundados en un traje rojo con vivos blancos (que en algunas mentes evoca reminiscencias un tanto pecaminosas de la Gradisca, de Amarcord, de Fellini), botas a tono, y, provistos de una campana, emiten el característico "¡Jo-Jo-Jo...!" para atraer la atención, primero, y la presencia, después, de los padres de los niños que los convencen de que se sienten en su regazo, les digan qué regalos quieren en la Navidad, y les toman -o les compran- las fotografías.

El caso es que los santacloses, incorporados a la extensa lista de las "tradiciones tapatías" -las empanadas del Viernes Santo en "la visita de las 7 casas"; las tortas ahogadas o las guasanas en el Estadio Jalisco...- de cuño relativamente reciente (¿qué llevarán ahí: unos 30 años...?), libraron la guadaña de la autoridad municipal. La "limpia" que erradicó la cizaña de los vendedores ambulantes, respetó el trigo de las dichosas "tradiciones"; de ahí la decisión de permitir que se instalen algunos vendedores de golosinas típicas, artesanías, flores, etc., de los que ya se verá si, en efecto, impactan positivamente en la imagen del centro histórico de Guadalajara, primero, y si se convierten, después, en el modus vivendi de algunos ciudadanos que sólo se enteran de la bonanza de la economía mexicana cuando desbaratan el cucurucho de papel periódico en que les envolvieron las lentejas en el mercado, y leen las declaraciones, exultantes de optimismo, de los funcionarios públicos... Y ahora, como "artistas urbanos", los santacloses.

Colofón: podrá resultar chocante incorporar a los santacloses, sin más trámite, a la lista de las "tradiciones tapatías". Pero habría sido más chocante que por ese mundo ancho y ajeno se corriera la voz de que las autoridades municipales de Guadalajara expulsaron de la ciudad a Santa Claus.

Jaime García Elías, periodista y conductor radiofónico
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 22 de diciembre de 2015).

Luego de la frenética destrucción de Guadalajara durante los años de 1950 a 1980 vino una reconsideración que hizo restoranes y notarías en bellas casas que así salvaron la existencia. Ya estaban derrumbadas 3 esquinas de Vallarta y Chapultepec, pero aún alcancé a ver en la restante una hermosa villa donde ahora está un banco. Habría merecido estar frente al lago de Como. Las otras esquinas siguen siendo adefesios de plástico.

Y los buitres han regresado sin que ninguna protesta vecinal pueda pararlos.

En esa edad de la piqueta se afirmaba, como asunto natural, que lo viejo debía dejar paso a lo nuevo.

Fue una actitud en los hombres (en sentido estricto, pues nada más señores tomaban las decisiones en casa, ciudad o país) nacidos en la 2a. y 3a. década del siglo XX.

Es una mentalidad producida por ignorancia, falta de viajes salvo de compras a San Antonio. Así que la meta de las ciudades debería ser muchos malls conectados por viaductos de varios niveles. Ninguno de aquellos señores de traje, corbata y sombrero había paseado por Florencia, Roma, París, Madrid o Lisboa. No habían visto el amor de los andaluces por Granada y Sevilla o el de los catalanes por Barcelona. Conocían El Paso, Texas.

Nuestras hoy más bellas ciudades se salvaron porque los estados eran pobres o por milagro. Guadalajara quedó arrasada. No he visto en el mundo nada más feo que la avenida Federalismo: un paso de bulldozer con 2 manzanas de ancho y kilómetros de largo, bajo donde corre una de 2 líneas del tren ligero. Aún hay ruinas que muestran lo que fue la pared interior de la última recámara en una casa tapatía de patio y arcos. Es que Jalisco ha sido siempre un estado rico. A Guadalajara no la salvaron ni Yáñez, Arreola, Rulfo y Orozco.

Luis González de Alba
(v.periódico Milenio Jalisco en línea del 28 de diciembre de 2015).

Para una buena cantidad de tapatíos las fiestas comienzan en la FIL, prosiguen con preposadas y posadas, alcanzan un 1er. apogeo en Navidad y anexas y el 31 de diciembre los encuentra convertidos en momias que caminan.

Un adulto promedio a estas alturas ya se terminó 3 cajas de sales de uva, 2 de mezcla de bicarbonato y aspirina, una de antiinflamatorios y otra de pañuelos desechables y eso si no le pegó una de esas gripas fulminantes de la época y duró 15 días a base de jarabitos, antibióticos y caramelitos de miel.

Así, pues, el Año Nuevo es la fiesta en la que uno echa el resto de la carne al asador antes de derrumbarse. Pocos son los que llegan enteros al Día de Reyes que además, como se sabe, no es fiesta demasiado popular en estos lares, al contrario de lo que ocurre en la capital.

La cena de Año Nuevo suele ser espantosa. Predomina el guajolote, que es el animal más soso del planeta, y que suele ser cocinado según recetas llegadas de culturas ajenas a nuestra idiosincrasia (por hablar como diputado de la vieja escuela). ¿Pavo relleno de ciruelas? Cualquier torta ahogada de la calle sabe mejor.

Otra costumbre es la de destapar vinos espumosos pero como a casi nadie nos alcanza para el champán o para un cava decoroso, termina uno tragando brebajes a medio camino entre el refresco de lima y el líquido para frenos. Si cree usted que la cruda de 8 cervezas es cosa seria, pruebe a beberse 2 botellas de sidra gasificada (y falsificada, porque lo que se expende en la mayoría de nuestras tiendas no merece ser llamado sidra y es una ofensa a la bebida tradicional asturiana): amanecerá tan lúcido como si le hubieran inyectado cemento en el lóbulo frontal.

Caso aparte es el de las uvas, que en muchas familias se insiste en engullir justo mientras suenan las campanadas de la medianoche. Aunque la prudencia indica consumir uvas verdes, pequeñas y dulces, la tradición señala que deben ser moradas, inmensas y llenas de semillitas, para facilitar que el tío Mariano se atragante y haya que darle respiración asistida o volcarle al buche medio litro de aguardiente para que se recobre.

Por si fuera poco, los comerciantes aprovechan el momento para vender uvas que llevan un mes en la bodega y saben a desinfectante como si fueran diamantes. "¿90 pesos el kilo? Mejor como aceitunas". Eso solía decir una vecina muy ahorradora a la que siempre nos topábamos en el mercado durante las compras de la cena. "Para el día 1o., Dios mediante, van a estar a 5 pesos kilo". Y era verdad.

Paradójicamente, la vecina no perdonaba la compra de unos calzones rojos y cada año, apenas pasadas las campanadas, se salía a la calle a enseñarlos, entre risotadas, mientras arrastraba una maleta. Ya se mudó pero todavía la llamamos La Loca de los Calzones.

Antonio Ortuño
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 3 de enero de 2016).

La cultura de la donación es nula entre los jaliscienses, por lo menos en lo que a la Cruz Roja se refiere. El monto de la colecta anual durante 2015 en la entidad fue de 8'145,289.20 pesos por parte de los 7'350,682 habitantes, según datos de población de INEGI. La cifra contrasta con lo recolectado en el Estado de Sinaloa en el mismo periodo y fue quien más logró captar al conseguir 35'272,241 pesos. Dicha entidad cuenta con 2'767,761 pobladores.

Además los jaliscienses aportaron 1'900,000 pesos por concepto de donación telefónica al *6565 de líneas residenciales de Telmex.

La Cruz Roja Jalisco toca puertas de empresarios, empleados de los ayuntamientos, Gobierno del Estado, las tiendas de conveniencia para los redondeos, pero no logran concientizar a la población de la importancia de las donaciones.

"Con 5 pesos que se donara por habitante, la Cruz Roja estaría sin problemas económicos", afirmó Eduardo Díaz Pérez, coordinador general administrativo de la institución.

En otros estados como Sinaloa, Baja California, Chihuahua entre otros es obligatoria la aportación para la Cruz Roja durante el refrendo vehicular. En Jalisco, los diputados no han modificado la ley. Legislaturas pasan, algunos diputados repiten en el cargo y no logran que el pago sea con carácter de obligatorio.

(V.pág.7-A del periódico El Informador del 9 de enero de 2016).
Termómetro tapatío.

No fui a Zacatecas porque me dijeran que allí vivía mi padre (en realidad vive acá, a unas 4 cuadras, y tengo entendido que nunca anduvo por esos rumbos) sino por motivos de trabajo. Pasé 4 días, pues, en aquella ciudad, enfrentado a un frío delirante, uno de esos que hacen que los tapatíos (y los zapopanos, que venimos a ser los mismos) nos preocupemos, porque acá no alcanzamos estas temperaturas y sentimos que vamos a morir. Somos raros con el frío. Hay alguna suerte de gen privativo nuestro que provoca un efecto rarísimo. El frío nos hace los mandados si estamos, por ejemplo, en Estados Unidos, ya sea por trabajo o shopping, pero nos aniquila mientras más cerca nos encontremos de Plaza del Sol. Es verdad. No hay tapatío que se resista a subir a las redes su foto enfundado en un anorak peludo y con la nieve hasta los cornetes si visita a sus parientes en Wichita Falls, pero el mismo tapatío agoniza y se estremece de fiebre y tos si la temperatura urbana baja a menos de 15 grados o si el aire sopló con demasiada fuerza por la zona de la Barranca.

Supongo que soy así también. Detesto el frío desde que tengo memoria. Antes de poner un pie en EU, me aseguro de que la marmota haya vaticinado ya el inicio inminente de la primavera.

[Lo que] queda claro es que el único frío capaz de tumbarnos es el de aquí, aunque sea poquito y ridículo, porque es el que nos sabe el modo.

Antonio Ortuño
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 7 de febrero de 2016).

Hoy, la ciudad que celebra su aniversario de fundación ha dejado de ser lo que había venido siendo por lo menos hasta la década de los años 70 del siglo XX. A esos años llegó como una ciudad ordenada, planeada, limpia, progresista pero contenida, abierta pero arraigada. La ciudad había estado bajo la guía de buenos líderes en su mayor parte. El partido político dominante le venía ofreciendo a la ciudad administradores capaces, respetuosos, visionarios, muchos de ellos realmente honestos, su autoridad y don de mando les permitía mantener bajos los índices de inseguridad y conflicto, y un manejo cuidado de los recursos mantenía lejano el espectro de la deuda, del despilfarro o el saqueo.

A partir de entonces ese partido político se fue hundiendo cada vez más en el pantano de la corrupción, de las ambiciones de poder y el canibalismo, a tal extremo que comenzó a perder en sucesivos procesos electorales. La facilidad con la que el partido ganador de entonces siguió el mismo camino disoluto, les permitió volver no como un instituto político renovado y transformado, sino con un espíritu de revancha y de agresividad desastroso.

Guadalajara es hoy día una víctima evidente de la guerra entre los partidos, capaces de arruinar la vida de toda una ciudad por asuntos de venganza y previsiones electoreras en el mediano plazo. Que agentes del partido perdedor en las pasadas elecciones municipales, se dedicaran consistentemente a limitar al máximo las posibilidades reales de mejorar la ciudad, para hacer quedar mal al partido ganador, es un crimen que no debe ser olvidado.

Denigrante para Guadalajara observar como muchos de sus habitantes fueron convertidos en vándalos a sueldo para gritar, oponerse, hacer marchas y plantones en defensa de privilegios adquiridos a costa de adhesiones partidistas, ¿cómo un partido político establecido en orden a grandes ideales de libertad y transformación social ha acabado reducido a una cloaca de todas las ambiciones y corruptelas? ¿Cómo un partido que albergó tan distinguidos pensadores se volvió cómplice permanente de los peores enemigos de la ciudad, de su identidad y de su origen? ¿Cómo un partido que en años lejanos dio a Guadalajara verdaderos y visionarios gobernantes, en los últimos años la puso en manos de saqueadores?

Hoy llegamos al 474 aniversario de la fundación de nuestra ciudad con una Guadalajara en ruinas, con obras públicas inacabables porque el dinero no llega, o nomás por molestar, o porque los responsables fallaron en sus cálculos; con una administración municipal maniatada por la deuda heredada, pero también por la impericia de muchos colaboradores y el lastre de burócratas perpetuos.

Una Guadalajara de 474 años de vida, con su identidad y su raíz amenazada por los diseñadores caídos de los cotos residenciales que de Guadalajara apenas si comprenden el nombre, y a todo esto ¿dónde están los tapatíos, los de origen y los de adopción? ¿En qué coto se refugiaron abandonando la ciudad que heredaron?

Armando González Escoto
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 14 de febrero de 2016).

En Jalisco no sabemos entender el papel de la oposición. Pensamos en el opositor, ya sea institucional o social, como un criticón sin argumentos, como alguien que pone piedras en el camino con la única motivación de descolocar a los gobiernos. Nunca nos detenemos a pensar en una máxima irrenunciable de la política: el poder necesita control, tanto al interior de las instituciones como afuera de ellas. De la misma forma en la que requerimos medios de comunicación libres que se atrevan a denunciar la corrupción, una sociedad civil autónoma que cuestione a los gobiernos y un sector académicos crítico y que proponga soluciones, también la democracia necesita de espacios políticos de disenso, de una oposición que no se deje cooptar.

Enrique Toussaint
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 20 de marzo de 2016).

Había una vez una ciudad caótica que se llamaba Guardalacara. Desde que seres extraterrestres dieron con abundancia de agua, aquella apacible ciudad creció al infinito gracias a un equipo de expertos en convertir las tierras fértiles en fraccionamientos, los bosques en cotos residenciales, y las fuentes de agua en industrias de cuanto género fue posible contratar. Todos estos agentes del progreso eran seguidores de una extraña religión basada en el azar, cuyo ritual más común consistía justamente en hacer cientos de planes, aventarlos al cielo y ejecutar solamente aquellos que cayeran boca abajo.

Muy pronto se unieron al equipo planificador los miembros de una secta muy selecta, egresada de las más elevadas universidades, con impresionantes postgrados obtenidos en otras aún más elevadas universidades, de países igualmente mucho más elevados; se presentaban como "expertos" urbanistas, decididos con todo el ímpetu de su edad y títulos a aplicar en Guardalacara sus sabias e incomparables tesis.

Este gran equipo solía tener por las noches sus sesiones de meditación profunda, tántrica, bajo la guía de un gurú cuyo trabajo consistía en decir a sus adeptos: cierren sus ojos, imaginen la mejor y más hermosa y viable ciudad que hayan conocido, elijan aquellos aspectos que más impresionaron su alma sensible, y ahora juren por todos los dioses que los aplicarán, así, a ojos cerrados, en Guardalacara. Y aquellos feligreses imaginaban Boston, Colonia, Osaka, Ginebra, Ottawa, las ciudades-bosque de Alemania, y cosas por el estilo, elegían lo impactante y al día siguiente ya estaban presentando un nuevo plan urbano para la sufrida Guardalacara, que después de tantos y tantos "implantes" ya parecía la versión empeorada de Frankenstein.

En una hermosa mañana, el trance les llevó a contemplar el espectáculo repulsivo del tráfico vehicular frente a la apacible vialidad del centro histórico de Oslo; en rápida sucesión de iluminaciones relampagueantes apareció en sus mentes la solución final: peatonalizar, desalentar el uso del auto, ciclovías para llegar sudado al lugar de trabajo, a menos que seas jefe y tengas allí tu baño privado, apostar al transporte público que ahora sí te permitirá viajar sentado sin tener que llevar encima cuatro prójimos, serenar el tráfico arruinando vialidades, convertir las avenidas en zonas verdes, ¡qué belleza!

Fieles a sus rituales impusieron sus planes, como siempre a ojos cerrados, ignorando los efectos que ya había producido el macrobús en la Calzada Independencia, que dicho sea de paso, los planeadores jamás utilizaban, pero aconsejaron añadirle primorosos jardines horizontales que nadie usa. No obstante, sus colegas y muy amigos, seguían vendiendo autos al por mayor, a bajos precios, cómodas mensualidades, nuevos, usados y muy usados, en tanto el transporte público seguía triunfando sobre ciudadanos y gobernadores, tratando a sus usuarios como ganado, correteando por calles y avenidas, subiendo y bajando a criterio del chofer.

Guardalacara se vio así sometida al lecho de Procusto, por un lado no tiene la ciudadanía más remedio que acudir al auto, pero los planeadores están empeñados en reducir las vialidades, los demás han de exponerse al uso de camiones tal y como siguen, pero también los camiones con vialidades cada vez peores.

Armando González Escoto
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 8 de mayo de 2016).

Medra entre nosotros una cierta calaña de gente a la que no es posible convencer de nada y que cree, por ejemplo, que los camiones ardiendo de los narcobloqueos fueron alucinaciones colectivas o una argucia de las fuerzas oscuras para distraernos de eventos más importantes pero secretos (la ineluctable "cortina de humo"). Para documentar su negación tajante a aceptar lo que sea, inclusive que el calor ha aumentado y estamos todos cociéndonos en nuestro jugo, estos señores se han leído otra clase de artículos en Internet, esos que tanto le gustan a Donald Trump y en los que se postula que no hay calentamiento global, ya sea porque todo se trata de una mentira urdida por los chairos (sí, todavía queda gente que acusa de planear cosas perversas a grupos hipotéticos así como así, en rama, como si fueran una hermandad del mal) o porque, en realidad, vivimos los albores de una nueva glaciación y la Tierra se prepara recalentándose antes de ponerse en plan de cubito de hielo. ¿Dónde están estos escépticos? Pues en todos lados. Son la vecina de edad avanzada que contradice a los expertos y declara que en su juventud hacía más calor por estas fechas ("había que untarse alcohol para aguantar") y nadie se alborotaba. Son buena parte de los taxistas (y esos hermanos perfumados suyos que son los choferes de Uber), cuando se niegan a ponerle al aire acondicionado bajo el argumento de "uy, joven, la semana pasada sí estaba bueno: ahorita qué". Son ese cuñado o yerno que declara, olímpico, que en Ottawa hacía un frío de miedo la pasada Navidad, un frío que no se le pasó ni siquiera después de echarse al buche media botella de whisky, por lo cual es falso que las temperaturas mundiales estén aumentando.

Cuando la faz de la Tierra sea toda como es hoy el Desierto del Gobi, sólo sobrevivirán las cucarachas y un señor tapatío, en pantuflas, que les asegurará a las dunas y los cactus que no pasa nada, que todo es una cortina de humo.

Antonio Ortuño
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 22 de mayo de 2016).

En promedio, cada tapatío dona 50 centavos a la Cruz Roja. Todos los fondos con los que se mantiene la institución, el pago a su personal, la compra de insumos y el mantenimiento de sus equipos se basa en la bondad o el olvido de los ciudadanos. Hoy se encuentra en el 2o. estatus.

De acuerdo con la delegación estatal, las aportaciones de los habitantes de la metrópoli son menores en comparación con las que dan ciudadanos del interior de Jalisco. La razón de esto es la existencia de servicios de salud prestados por otras autoridades, como la Cruz Verde, incluso por empresas privadas.

En contraste, hay municipios fuera de la metrópoli en los que el ingreso promedio por habitante es de 9 pesos.

Según Nancy García Vázquez, académica de la Universidad de Guadalajara, el que la Cruz Roja Mexicana opere en Jalisco bajo números rojos desde hace años obedece a varios factores.

El 1o. y más importante es la realidad económica actual: la mayoría de los jaliscienses procura sus gastos elementales y su presupuesto está ceñido a ello. Pero al margen de eso, detalla, existe entre los mexicanos una "falta de cultura cívica" que incide en poca solidaridad y nulo interés en participar en las causas comunes.

"Es un porcentaje muy pequeño de la ciudadanía en Jalisco el que se adhiere a alguna causa".

Agrega que el plan de estudios actual "ha demeritado la enseñanza de vivir en comunidad... de tener responsabilidades y ser solidario con el otro".

"Esta ausencia de cultura de la donación es un síntoma de algo más. Hoy le toca a la Cruz Roja y es síntoma de una falta de integración como ciudadanos..."

Expone que todas las instituciones de emergencia están "abandonadas", con instalaciones "deficientes" y, sobre todo, "limitadas" para la demanda que tienen.

Y "si el gobierno no manda el mensaje de que esas instituciones son importantes y que hay que ser solidarias con ellas para que den servicios dignos, a los ciudadanos no nos llega tampoco el mensaje (...) Parece una atención asistencialista o de quinto mundo".

(V.pág.2-A del periódico El Informador del 26 de mayo de 2016).

A fuerza de volverse rutinarias, las noticias sobre crímenes en los municipios de la zona metropolitana de Guadalajara... han dejado de serlo. El ocasional "macabro hallazgo" de un cadáver (¿de qué más podía ser?) en las faldas del Cerro del Cuatro, pongamos por caso, antes de que la mancha urbana lo devorara -literalmente-, era motivo más que suficiente para que fotógrafos y reporteros de policía se desplazaran presurosos a dar cuenta del suceso, que pasaba a ser, durante varios días, motivo de especulaciones y comentarios...

Hoy no. Los crímenes se han vuelto cotidianos; los "hallazgos macabros2, el pan de todos los días. Cualquier callejuela apartada, cualquier vereda, cualquier camino vecinal, a tiro de piedra del chocerío -cada vez más distante- que rodea a la urbe, puede ser el escenario de dicho suceso. Si son 2 o 3 los cadáveres que cada día se encuentran en esas circunstancias, las notas periodísticas ya ni se molestan en ir más allá del sexo y la edad aproximada ("un masculino de unos 30 años", por ejemplo), y, si acaso, la indumentaria que la víctima vestía.

Ocasionalmente, como complemento, se aporta el dato estadístico. Por ejemplo, que sólo en este mes de mayo, en la zona metropolitana de Guadalajara, se han registrado setenta y tantos crímenes.

Si alguien se fastidió el desayuno leyendo que la morgue del Servicio Médico Forense está saturada, porque en sus gavetas permanecen almacenados los restos de varias decenas de personas que ni fueron identificadas ni, mucho menos, reclamadas por sus familiares, es posible que haya llegado, sin darle demasiadas vueltas al asunto, a la conclusión de que la casi totalidad de esos crímenes (setenta y tantos en un mes, varios cientos en un año) quedan impunes.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 31 de mayo de 2016).

Una ciudad limpia no es la que tiene muchos barrenderos sino la que tiene ciudadanos que no ensucian, que no tiran basura en las calles y se hacen cargo de los frentes de sus casas. Muchos dirán que se trata de un tema cultural, que la solución de fondo es la educación y que si comenzamos ahora educando a las nuevas generaciones algún día aspiraremos a ser una ciudad limpia con una sociedad que se haga responsable del espacio público. Ahora sí que como diría mi maestro: Sí; sí, pero no.

En Nuevo León, norteños y pragmáticos a fin de cuentas, suelen decir que educar a un regiomontano cuesta exactamente 279 pesos, que es el precio de un boleto de autobús desde Monterrey hasta San Antonio, Texas, porque cualquier "pelado" llegando a Texas deja de tirar basura y pasarse los altos. La razón es muy sencilla: la multa por tirar basura en la calle (dejar la bolsa debajo del poste, por ejemplo) en algunas ciudades de Texas va de 2,000 a 4,000 dólares. No hay "pelado" que se arriesgue.

Hay una parte de la educación cívica que entra irremediablemente por el bolsillo. Argumentar que 1o. hay que educar y luego multar es un argumento al mismo tiempo populista y paternalista: pensar que exista alguien que no entienda que la basura hay que ponerla en un basurero y no tirarla donde se le antoje es tratar como idiotas a los ciudadanos. Pero si alguien no lo entiende al pagar la multa lo entenderá y lo aprenderá de manera más rápida y profunda que si se lo explican 40 veces en la primaria.

Lo que hay que vigilar del programa es, 1o., que realmente se aplique, y 2o., en dónde se aplica el dinero recaudado. El gobierno de Alfaro no está inventando el hilo negro; son muchos los gobiernos que lo han intentado antes y no ha funcionado. La clave de cualquier programa de este tipo es la continuidad y la capacidad de respuesta. El programa banquetas libres, por ejemplo, es extraordinario, pero los gobiernos de Guadalajara y Zapopan no han tenido la capacidad para hacerlo cumplir. Son muchas las banquetas que siguen invadidas y los ayuntamientos se ven rebasados, lo que a la postre termina enviando un mensaje de incapacidad de la autoridad. Lo 2o. es que el dinero vaya a donde tiene que ir, en este caso a mantenimiento de espacios públicos.

Pero no nos hagamos bolas; nosotros somos los marranos, como cantaba Julio Haro en El Personal; a nosotros nos toca tener a la ciudad limpia. Y si no, que nos multen.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 7 de julio de 2016).

Lo más hondo del verano. Nunca habría que menospreciar la capacidad de la vegetación de la ciudad para esplender con las lluvias. Un cuadro de tierra en una banqueta, lastimera y permanentemente desatendido por algún vecino holgazán, se convierte de repente en un mínimo vergel con una asombrosa variedad de plantas. Los árboles tienen los brillos que el cochinero ambiental opaca durante las secas. En algún momento del pasado reciente la gente extravió el sentido común y la sabiduría para entender los temporales tapatíos. Las tormentas de este valle, a veces, son eventos meteorológicos mayores: basta fijarse un poco en las nubes, leer la escritura del cielo para prevenirse. Y entonces, prudentemente aguardarse. Y así como todo mundo encuentra en sus jornadas el rato para las ahogadas o los camarones de la esquina, es preciso tomarse el tiempo para la muy útil y aleccionadora práctica de ver llover en paz. En lugar de eso, cientos de miles de tapatíos asumen que pueden impunemente desafiar las grandes tormentas y seguir haciendo sus cosas como si nada. El resultado: graves riesgos, gente empapada, automovilistas inundados y atascados, congestionamientos viales sin cuento, quejumbres y necedades. Los mayores lo sabían bien: es necesario, cada temporada de aguas, saber tomar sus pausas. Lo que además puede ser un señalado placer...

Juan Palomar Varea
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 31 de julio de 2016).

Como buenos tapatíos que orgullosamente somos, la vida pasa en un tranquilo transcurrir y así, hace un calor como nunca, hace un frio como nunca, ha llovido como nunca, finales de invierno, hay flores: primaveras rosamoradas, jacarandas, tabachines, magnolias.

Que quiere, a mi me encanta Guadalajara con todo el daño que desde Oñate le han tratado de causar absolutamente todos, pero todos, los alcaldes y sueño con una ciudad en la que sola, sin ayudas exteriores ni de expertos ni mucho menos de autoridades se desarrollaría y hasta ahora cada que pretenden mejorar alguna por lo general lo arruinan. Guadalajara sueña con un gobierno de holgazanes, sin ideas maravillosas, sin "intervenciones" mágicas, soluciones sencillas como recoger la basura, que dejen la ciudad transcurrir en paz.

Lo he dicho hasta el enfado gobiernos buenos no ha habido ni creo posible existan, los hay dañeros, muy dañeros y fatales, pero buenos ni soñados, eso no se da.

Así los gobernantes viajan a traer ideas de otro lado, que no son aplicables a nuestro entorno, le ejemplifico, yo, si seguimos los criterios de la OMS digamos que estoy un poco o si quiere muy excedido de peso, esto es soy gordo, de tal modo si se pone mi saco, no deja de ser saco pero a usted no le queda. Nuestros gobernantes aman Colombia para imitar, desde luego yo creo que dicho país solo tiene de exportación la cocaína y algunas guapísimas concursantes en certámenes de belleza, de ahí en demás en casi todo creo están más fregados que nosotros, vamos, si tienen suerte saldrán de una guerrilla que tenía medio país, ojalá tengan éxito pero no me los den por buenos.

Pero los anuncios de los gobernantes, eso si está bien, porque no tocan la ciudad, y así nuestro archirecontramega alcalde y gallo pal 18 ha declarado que invertirá muchos melones (no se si se ha fijado pero Alfaro siempre anuncia obras de millones) para combatir los baches, aplauso general porque los baches han llegado a ser parte entrañable de los habitantes, es más diferentes medios organizan temas al respecto. Desde luego los baches permanecerán incólumes; antes Ramiro confiaba en que su gobierno sería recordado por lo mucho que pavimentó y no, se recuerdan los baches que dejó; y Paco, durante su interinato anunció combate a bache y estos subsistieron, nuestro actual gober en su época combatió baches y no venció. Como las flores salen el primavera los baches saldrán en las aguas, que quiere, eso es lo que toca.

Casi podríamos señalar los anuncios de temporada, intervenciones en Chapu que todos han hecho y que entre todos casi acaban con la belleza de lo que fue, a pesar del gobierno, la avenida Laffayete , otra muy socorrida es el anuncio de intervención en lo que fue la Alameda y después el Parque Morelos, allá por el tiradero de Petersen, lo hizo Paco, después lo hizo Ramiro y hoy lo hace don Enrique.

La ciudad y las enredaderas crecen solas.

Carlos Enrigue
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 31 de julio de 2016).

Otro aspecto sumamente importante es el que tiene que ver con nuestros malos hábitos, mismos que en un alto porcentaje son los propiciatorios de accidentes, tales como la falta de cuidado al tirar la basura y cacharros viejos que si solamente una persona lo hiciera, no pasaría nada, pero cuando cientos y miles de habitantes de una ciudad incurren en tamaño desacato, es entonces cuando se forman serios obstáculos que no solamente impiden la libre circulación del agua, sino que además forman represas que se tornan mortales.

Cuauhtémoc Cisneros Madrid
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 1o.de agosto de 2016).

Al margen de los vaivenes de la política y del buen deseo de que Guadalajara, entendida como un todo, fuera gobernada por un estadista y no por 2 o 3 políticos ambiciosos y con dotes de liderazgo, más 4 o 5 caciquillos transformados en alcaldes por sus compadres -como pago a favores políticos ocasionalmente inconfesables-, es plausible que se formalice el compromiso de todos por "jalar para el mismo lado", para decirlo en términos coloquiales.

Falta, empero, lo más importante: entender que el 1er. paso para recuperar el orgullo de los tapatíos consiste en hacer amable su ciudad. Amable, en el sentido literal: digna de ser amada. Y para que eso suceda, falta que la ciudad recupere gradualmente, en la medida de lo posible, la dignidad que se fue perdiendo conforme creció hasta tornarse gigantesca, caótica, desordenada y sucia; vandalizada por sus propios habitantes y descuidada por sus gobernantes.

Por buenas intenciones no ha quedado. A partir, sobre todo, de las alternancias políticas que se han vuelto sistemáticas en lo que va del siglo, muchas inquietudes a favor del reordenamiento y la recuperación del decoro de la ciudad se han planteado. Casi todas, sin embargo, se han quedado en el terreno del discurso.

Jaime García Elías
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 3 de agosto de 2016).

Los tapatíos, de los 9 municipios, los nuevos y los viejos, los recién llegados y los de rancia raigambre, tenemos esa relación compleja con la ciudad, pues creemos que una buena parte de la culpa de que las cosas no sean de otra manera (ni siquiera estamos seguros de qué otra manera quisiéramos que fuera pero tenemos claro que así no) tiene que ver con el gobierno en turno, del color que sea, y canalizamos nuestro descontento a los baches, a la inseguridad, a la falta de empleo, a la mala calidad de la educación.

Buena parte de la crítica a la marca ciudad se ha centrado en los costos de hacer una campaña cuando la ciudad está llena de baches.

Todos queremos una ciudad sin baches y una ciudad segura; una ciudad con oportunidades y un espacio público gozable y gozado. Todos queremos una ciudad que nos permita crecer. De hecho por eso estamos aquí; por esos son más los tapatíos que llegan que los que se van.

Hacer ciudad es dejar en ella nuestras críticas, nuestro trabajo, nuestro sudor, pero también nuestros pasos, nuestras ideas, nuestros amores. Hacer ciudad es mentarle la madre al gobierno cada vez que caemos en un bache (por ir viendo una minifalda espectacular, un laurel descomunal o un balcón con malvas en botes de chile) y cantar Guadalajara, Guadalajara.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 8 de agosto de 2016).

Si bien Guadalajara pareció ser impermeable a los cambios anunciados por la secularización del siglo XX que anunciaba disminuir la presencia e influencia de la religión en la sociedad; no parece contener la tendencia a la posmodernidad.

En 1996 realizamos la 1a. encuesta sobre Creencias y prácticas religiosas en la zona metropolitana de Guadalajara. La replicamos en 2006 y de nuevo la aplicamos en 2016. Esto nos permite no solo configurar cuál es el perfil creyente y practicante de los tapatíos, sino también ver si efectivamente tiene o no que ver con una tendencia a un cambio religioso contenido.

A partir de los resultados recientes arrojados por la encuesta lo primero que podemos afirmar es que Guadalajara sigue representando una sociedad hegemónicamente católica, cuya población parece resistirse a mudar de credo para abrazar otras ofertas o bien para abandonar su iglesia. La encuesta mantiene un porcentaje estable en la población católica (86.3% en contraste con la cifra de 86.5% registrado hace una década). Lo que sí cambió es que disminuyó la población sin religión (10% en 2006 y 7.5% 2016) y aumentó ligeramente la población de cristianos evangélicos (de 2.6% a 6.3%).

En el presente, casi la mitad de los encuestados, que como vimos son mayoritariamente católicos, están abiertos a asistir a una ceremonia de otra religión diferente a la suya (44.5% sí vs. 53% que no lo haría). De hecho, durante la aplicación de las encuestas, pudimos atestiguar que esta pregunta no es hipotética, pues 40% ya habían asistido a cultos de otras iglesias, pues la mayoría tiene algún familiar cercano que era converso a otro credo. Esto ha traído un cambio en la percepción hacia los que deciden cambiar de credo, que contrasta con las décadas anteriores. En el presente la mayoría (77.5%) afirma que respetaría la decisión de aquel miembro de su familia que decida convertirse a otra religión, y sólo 13% trataría de convencerlo de que está en un error; y 1% dice que no lo trataría más. Si consideramos que hace 20 años la cifra de la respuesta "respetaría su decisión" era 18 puntos porcentuales menor, y la de considerar que debía convencerlo de estar en un error era 20 puntos porcentuales mayor, constatamos un cambio de mentalidad del tapatío, que demuestra que la diversidad religiosa va abriendo paso a una cultura de apertura y respeto hacia la pluralidad religiosa.

Más de una tercera parte de los católicos se definen como Católicos por tradición (36%). Es decir que se mantienen en el catolicismo como una manera de continuar con lo que sus padres y abuelos les transmitieron. Llama la atención que una tercera parte (31%) se define como "católico a mi manera", y que sólo el 18.5% se identifica como católico practicante. No obstante, es difícil pensar que los tapatíos en realidad sean poco practicantes cuando 43.8% reporta asistir cada semana a servicios religiosos y 8.8% dice asistir diariamente, el resto lo hace ocasionalmente, y sólo 6% dice no hacerlo nunca. Más aún, es difícil considerar que los tapatíos no son practicantes cuando para 62% sigue siendo muy importante la celebración de los bautizos, bodas y entierros mediante un ritual religioso.

No obstante, si nos acercamos a otras preferencias, podemos entender por qué una tercera parte de los encuestados prefieren definirse a sí mismos como Católicos a mi manera. Católico a mi manera expresa que cada cual decide los grados de compromiso con su institución. Pero también significa que cada católico tiene un cierto margen de libertad para decidir cómo creer, para opinar con respecto a situaciones sociales que difieren de los dogmas eclesiales, para hacer ciertas chapuzas entre el dogma y la práctica.

Por ejemplo, cuando les preguntamos si creían a Dios, la mayoría de los tapatíos afirma esta creencia (sólo 1.5% dice no creer, 2% se manifiesta como indiferente y 1.3% no contestó). Poco más de una tercera parte creen en Dios manteniendo la fórmula del dogma católico de la Santísima Trinidad y 20.3% lo hace concibiendo a Dios como un Dios Personal; pero lo que llama la atención es que 29% han incorporado una nueva fórmula para pensar o creer en Dios. Se trata de Dios como una fuerza vital o energía, la cual está siendo muy difundida por la oferta neoesotérica o por las sensibilidades New Age, hoy presentes en la sociedad tapatía. Algo similar ocurre con la creencia que la gente alberga sobre lo que existe después de la muerte. 28.8% cree que habrá resurrección y juicio final; 26.5% creen que existe el Cielo y el Infierno; pero 14.8% creen en la reencarnación (doctrina asociada con las religiones o filosofías orientales) y otro 14% dice no creer en nada, e incluso 8% dice que se logrará una unidad con el cosmos, creencia que está más ligada a entender la trascendencia dentro de una cosmovisión vinculada con las energías y la ley cósmica. Fórmulas "a mi manera" de creer en la trascendencia.

Ser católico a mi manera no implica que el creyente sea menos practicante, ni tampoco significa que no continúe practicando ceremonias tradicionales. Significa que a ello agrega otras experiencias. Lo cual no significa que dichas nuevas tendencias suplan a las tradicionales. Más bien el creyente a mi manera puede asistir a misa, sin por ello dejar de combinar sus tradiciones de peregrinar a santuarios (50%), leer la Biblia (60%) o rezar el rosario (62%), con otras prácticas no necesariamente promovidas por los curas o su parroquia. Mientras que 12% manifiesta participar en algún grupo de oración y 32% reporta apoyar actividades parroquiales; el resto realiza prácticas variadas que no necesariamente son fomentadas por los templos y que ocurren en otros espacios. Algunas de ellas son las heredadas por las tradiciones indígenas que continúan practicándose como parte del sincretismo popular, como son: el altar de muertos (50%), limpias con yerberos o curanderos (5%) pero otras tienen que ver con nuevas prácticas no tradicionales, como son leer horóscopos (22%), practicar yoga y meditación (18%), leer libros de autoayuda (45%); cargarse de energía durante el equinoccio (7%) o practicar un ritual neomexicano (danza ritual o baño de temazcal: 7%); asistir a la alineación de chakras (8%). En conjunto, si bien ninguna de estas prácticas es mayoritaria, si ofrecen una diversidad de formas de vivir la catolicidad de manera subjetiva, y de ir adoptando nuevas experiencias que van siendo incorporadas a sus menús creyentes a la carta.

Pero hay que subrayar que el ámbito donde se evidencia de manera franca la autonomía individual respecto a las directrices de la Iglesia Católica es el de la moral sexual. La aceptación del divorcio se ha incrementado de 35% en 1996, a 50% en 2016.

De manera aún más impresionante, la aceptación de la homosexualidad que hace 2 décadas registraba apenas 12% hoy alcanza casi 41%. No obstante, es también notable que la aceptación abierta del aborto se incrementó muy poco de 8.2% a 9.8% en 20 años, y de hecho disminuyó con respecto a la cifra intermedia en 2006, que era de 19%. Adicionalmente a estas cifras, resulta interesante observar un rasgo común en la opinión que los habitantes de la ciudad tienen frente a los temas de moral sexual, que muestran que su posicionamiento ya no se determina por la convicción dogmática, sino por las circunstancias y sus posibles efectos. Cada vez son más los católicos que antes que definir una postura de acuerdo o desacuerdo con estas prácticas, antepone su consideración personal según se presente el caso, por lo que la cifra de la respuesta "depende" (sin decir de qué) asciende en 2016 a 13.5% con respecto al divorcio, 13% a la homosexualidad y 5.8% al aborto.

Resulta claro que un componente importante de ese ser católico "a mi manera" que parece definir a los tapatíos comprende la creciente independencia de criterio respecto a la autoridad eclesiástica en esta área de la vida. En el mismo sentido podemos interpretar cómo los valores considerados más importantes en la educación de los niños es el de "amor al prójimo" (38%) mientras que la formación religiosa ha disminuido (de 28% en 1996 a 18% en 2016). Y al cuestionarlos sobre la institución que debe enseñar estos valores, la iglesia ocupa un lugar crecientemente secundario frente a la institución más "privada" e "íntima" de los tapatíos: la familia, que pasó en 2 décadas de 71% a 89.5%. Este aumento se ha dado en detrimento de la importancia de la Iglesia, que pasó en el mismo período de ser considerada como la principal institución en la formación de valores por el 16% de los tapatíos, a serlo solamente para el 2%.

El tapatío, se ha distanciado de sus soportes eclesiales y dogmáticos y se ha individualizado para reconocerse, pensar y actuar como católicos a su manera.

Renée de la Torre, investigadora del CIESAS Occidente y Cristina Gutiérrez, investigadora de El Colegio de Jalisco
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 4 de septiembre de 2016).

Es un parque, y como todos los jardines municipales, está en perpetua necesidad de mejor mantenimiento, de arreglos diversos, de limpieza más constante, dado lo cerdo que pueden ser ciertas gentes. Porque los parques son complejos organismos vivientes: todo en ellos evoluciona, experimenta cambios, requiere todo tipo de cuidados. No hay presupuesto que alcance para todo ello.

Los vecinos cercanos, a veces, colaboran con algunas medidas. Pero no ajusta: se sabe la proverbial tacañería tapatía -con honrosas excepciones- para abonar al bien común. Pero más bien el espacio verde depende íntegramente de los magros presupuestos municipales para subsistir. Y se ve que el ayuntamiento hace lo que puede... que nunca ajusta.

Este parque, situado en una zona de gente acomodada, bien podría estar flamante si los principales beneficiados por su existencia, y sus usuarios privilegiados por la cercanía, dieran módicas contribuciones para su sostenimiento. Pero no es así. La mentalidad pequeñoburguesa está muy apegada a aquel dicho: "Que lo mantenga el gobierno".

Las buenas ciudades tienen a sus parques en óptimas condiciones. Punto. Porque son lugares esenciales para la salud urbana, para el bienestar de los ciudadanos. Para su orgullo como habitantes, para la identidad de la urbe.

Juan Palomar Verea
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 14 de septiembre de 2016).

Quienes la disfrutaron cuando se jactaba de ser "La tierra de Dios y de María Santísima" y la sufren ahora que forma parte de los varios núcleos urbanos a los que se da el rango de megalópolis, coincidirán en que la calidad de vida de los habitantes de la Guadalajara de dimensión humana que conservan en el formol de sus recuerdos era, sin punto de comparación, mejor a la actual...

Habrá quien diga que es un consuelo que no estemos al nivel de Ecatepec -el municipio más grande de la entidad más poblada del país-, que ocupa el último lugar. Empero, es inevitable que nos invada un sentimiento de envidia (definida como el dolor por la felicidad ajena) al observar que se otorgan a Mérida, Saltillo, Aguascalientes, Campeche y Colima, de entrada, los diplomas como las ciudades de México en que mejor se vive.

A cambio de que los habitantes de la zona metropolitana de Guadalajara se declaran "medianamente satisfechos" en rubros como centros de diversión y oferta de vivienda, en temas como la seguridad casi la mitad dicen estar "nada satisfechos". En cuanto a vialidades y pavimentos, las calificaciones van, en promedio, de la nota reprobatoria (5.9) a la aprobación "de panzazo": 6.7.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 5 de octubre de 2016).

Cuando yo era niño, se festejaba Todos los Santos en Guadalajara, y la celebración de los muertos era más bien una fiesta de la gran Chilangostlán y el centro de la república; por cierto, ya ahora muy modificada por las Catrinas, que tal vez porque es un personaje muy simpático, vino a apoderarse del festejo, haciendo que se olvide toda esa cultura de la muerte que tenían los aztecas y que ojalá no se pierda, pero entre la Catrina y James Bond, ya cambió la fiesta, y tal vez ahora sea una revoltura con Halloween y lo nuestro, que no critico, sino lo entiendo como una nueva visión de las cosas.

Carlos Enrigue
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 6 de noviembre de 2016).

El Día de Muertos está al alza y en plena fusión multicultural con el Halloween. Porque no me digan que parte de la tradición ancestral que se supone que se honra es disfrazarse de Frida Kahlo esquelética o de pachuco con rostro de calavera. No, señor. Esos modos los trajeron los mismos que decoran calabazas y piden dulces.

Antonio Ortuño
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 6 de noviembre de 2016).

El caos vial del domingo pasado resultó en verdad desconcertante y, en muy buena medida, también humillante. Tuvieran urgencia o no, miles de coches circularon durante toda la mañana, en apariencia sin ton ni son, buscando el modo de llegar a su destino.

Con frecuencia se violaban las leyes de tránsito en un afán siempre desesperado, pero la mayor parte de las veces inútil, de salir del atolladero.

No fueron los hados ni los astros sino los lúcidos promotores deportivos de los principales ayuntamientos del Valle de Atemajac.

De por sí es por demás cuestionable el cierre da calles para que otros se diviertan. Sin embargo, la llamada "Vía Recreactiva" de Guadalajara tiene cierto pedigrí y longevidad de éxito que le concede cierta legitimidad, aunque es evidente que las calles son para circular y el esparcimiento debe hallar otros espacios.

Hace poco, iluminados zapopanos decidieron no quedarse atrás e hicieron su propia vía... con patéticos resultados: se entorpece una arteria de gran importancia y los usuarios, después de un cierto éxito causado por la novedad, no pasan de ser unos cuantos que entorpecen la vida de muchos.

Pero el pasado fin de semana se produjo el "maratón" tapatío anual, pero con una nueva ruta tan bien pensada que resulta imposible creer en un estorbo mayor. Independientemente de un bloqueo de calles principales que duró varias horas porque los miles de impresionantes atletas, siempre vencidos por forasteros, iban y venían por ellas, dejaron prácticamente encerrados en sus casas a muchos ciudadanos que, por no ser corredores, al parecer tienen menos derechos que éstos.

Sólo que no fue todo: en Jardines de Guadalupe, por donde algunos logramos escapar, nos llevamos la sorpresa de que se organizó también una carrera de bicicletas de la que no hubo noticia alguna... a lo mejor ni siquiera las autoridades se enteraron, puesto que era dirigida por sujetos que no aparentaban poseer más autoridad que la proporcionada por unos chalecos amarillos, bastante deteriorados por cierto.

Todo ello ocurrió sin una mínima capacitación ni planeación previa de los agentes de tránsito que estaban mucho más desconcertados y agobiados que la misma ciudadanía, pero a cambio también caía sobre ellos la retahíla de improperios al hacer lo único que se les había indicado: prohibir el paso.

Vale agregar que, el sábado anterior, a manera de aperitivo, la Avenida Niños Héroes se convirtió en un desastre debido a los preparativos de un concierto que hubieron de suportar en la noche las estatuas de los jóvenes aquellos en el sitio del Castillo de Chapultepec.

José M.Murià
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 11 de noviembre de 2016).

Es probable que algún día se entienda que si Guadalajara fue, en efecto, una ciudad que se preciaba de su limpieza, se debió, en efecto, al ingenio de un programa gubernamental vigente en ese tiempo. Consistía, sin más, en que, todas las mañanas, cuadrillas de inspectores salían a constatar que se cumpliera la ordenanza municipal que obligaba a los vecinos a mantener aseado el frente de su domicilio... so pena de pagar una multa de 10 pesos.

Alguna administración municipal -la que encabezó Fernando Garza- hizo un sondeo, del que se desprendió que los vecinos aplaudirían que la autoridad, cumpliendo su papel, reimplantara esa norma. En la práctica, se prefirió realizar una campaña publicitaria -una más...- que arrojó los decepcionantes (por no decir nulos) resultados que puede constatar, casi en cualquier lugar de la ciudad, cualquiera que tenga ojos en la cara...

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 22 de noviembre de 2016).

La 1a. serenata de la que tuve conocimiento ocurrió a finales de los años 80. Mi madre estaba divorciada hacía casi un decenio y un pretendiente (un caballero de edad, muy atildado y cortés) tuvo a bien llevarle un trío al estacionamiento del edificio donde vivíamos. Era casi la una de la mañana. No recuerdo si a mi madre le alegró que le fueran a cantar boleros, pero sí tengo presente que al resto de los vecinos no les pareció ni romántico ni agradable. Claro: vivíamos en el 4o. piso de un edificio multifamiliar y era jueves. Milagro que no nos lincharan.

Años más tarde nos mudamos a lo que entonces era el sur profundo de la ciudad (y que gracias al desarrollo monstruoso de Tlajomulco ya es casi el centro). A la vuelta de casa vivía una chica francamente guapa. Era sinaloense y su novio también. Debían estar muy enamorados porque cada fin de semana, una banda de 15 integrantes bajaba de una camionetita sus tubas, redovas, tarolas y trompetas y le interpretaba a la interfecta las obras completas de destacados compositores de la música norteña. Todo, claro, por cortesía del muchacho, que se aposentaba en el cofre de su camioneta, bajo una texana, y suspiraba. La chica, en un balconcito, suspiraba también. Eran felices. Sufríamos los demás, porque eran capaces de quedarse allí 3 horas, entre trompetazos y besitos.

Debo reconocer que tardé años en conocer la modalidad más humilde de la serenata, que consiste en estacionar el automóvil bajo la ventana de la chica afectada y ponerle a todo volumen ya sea la radio (si uno es, de plano, un buenazo para nada) o una selección de piezas pensada especialmente para halagarla. Nunca he llevado una serenata (tampoco me han llevado una a mí, ahora que lo pienso) y, al menos entre mi grupo de amigos (en donde predomina el elemento académico y progresista), priva la idea de que las serenatas son ritos de tiempos pasados, síntomas de una sociedad patriarcal que convierte el cortejo en un espectáculo deplorable (aquí, en un paréntesis, acepto que mi principal problema con ellas no es ése, sino que quienes las llevan no suelen destacar por ser grandes músicos y por eso, claro, trabajan llevando serenatas).

Es probable que las serenatas sean una bestia en vías de extinción. Pero podrían estar renaciendo de un modo impensable: como shows multimedia. Me explico: el pasado fin de semana me tocó contemplar una neoserenata muy inquietante (de hecho, desde que regresé a Zapopan me he topado con una serie de usos y costumbres que me parecían impensables en Guadalajara, 50 cuadras al oriente, y de los que ya escribiré). Quizá la vecina de aquí a 3 puertas es la reencarnación de Helena de Troya o de perdida María Félix (no la conozco) y su hermosura es tal que invita a los pretendientes al desvarío. Como sea: la seranata que le llevaron incluyó fuegos artificiales, un ballet de 5 acróbatas, un dj y hasta un anfitrión con micrófono que nos explicaba a los vecinos lo que seguía, como si todo se tratara de un programa televisivo. Al final llegaron 2 barbones con guitarras y tocaron unos covers de The Police que estaban como para llamar al Ministerio Público. Contra lo que pudiera pensarse, el único vecino molesto era yo. Los demás salieron a sus ventanas y aplaudieron. El pretendiente consiguió entrar a la casa de Helena de Troya, único resultado triunfal posible en ese contexto.

A mí, qué quieren, me urge que llegue el siguiente paso evolutivo y las serenatas se contraten como especiales de Netflix para el disfrute solitario de sus afectados.

Antonio Ortuño
(v.pág.12-B del periódico El Informador del 27 de noviembre de 2016).

Las célebres "calandrias" de Guadalajara no sólo están en vías de extinción: tienen impresa, a muy corto plazo, la fecha de caducidad. Cuestión de unos cuantos meses para que sus propietarios los sustituyan por unos artefactos mecánicos que las relevarán en su noble función de pasear turistas y de (supuestamente) ilustrarlos -sus conductores- acerca de la historia de la otrora "Perla Tapatía", antes de que la actual administración municipal extienda el certificado de defunción y pasen a ser, como tantas cosas hermosas y románticas que en Guadalajara han sido, historia antigua; cosas del pasado...

Las "calandrias" ya eran, "desde endenantes" -que diría el paisano- rotundos anacronismos (por definición, "incongruencia que resulta de presentar algo como propio de una época a la que no corresponde"). Antiguallas, pues. Su decadencia, su proceso de extinción, fue uno de los precios que han tenido que pagarse a cambio del progreso, supuesta sucesión de portentos y maravillas... En la moderna Guadalajara, con sus "vialidades" cada vez con más frecuencia congestionadas, saturadas, pletóricas hasta el hartazgo de automóviles, los carromatos tirados por caballos burdamente enjaezados con un plumero en la frente y equipados en el otro extremo de su economía corporal con un receptáculo a guisa de pañal, eran más dignos de pena que de admiración.

La metamorfosis de la ciudad las hizo obsoletas. No había para ellas los espacios que, en cambio, sigue habiendo en Roma para las "boticellas", o en Sevilla y otras ciudades de Europa, y hasta en la blanca Mérida, para calesas y carruajes similares. La contemporánea escenografía de Guadalajara pasó a serles agresiva... Los organismos ciudadanos defensores de los animales dieron el siguiente paso: en nombre de la compasión que debe tenerse a los nobles brutos que tiran de ellas, consiguieron que leyes y reglamentos incluyeran apartados que las proscribían. La resistencia de los pocos sobrevivientes entre quienes habían hecho de esa industria vinculada con el turismo un medio de vida, fue mínima. La perspectiva de que las "motocalandrias" que las reemplazarán en el corto plazo sean más atractivas para los visitantes y más rentables para sus propietarios, hizo el resto.

Las "calandrias", así, como los tranvías de mulitas -precursoras de Macrobús, Pretrén y demás prodigios que supuestamente verán las generaciones venideras- están en vías de ser, pues, nostalgia pura: cosas del pasado...

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 29 de noviembre de 2016).

Cualquiera, oyendo algunos de los versos que Pepe Guízar incluyó en la letra de su inmortal "Guadalajara", diría que, una de 2: o el compositor sacó a relucir en su celebrada oda a la "Perla Tapatía" su faceta de humorista -en el ramo del humor negro, para ser exactos-... o dejó constancia de su gusto por la ciencia ficción.

De otra manera -pensaríase- no se explica de cuál fumó, como se dice modernamente, o de qué chistera truculenta se sacó el llamado "Pintor Musical de México" elogios para los aires que se respiran en Guadalajara, como la aseveración de que "hueles a pura tierra mojada" -con las reminiscencias pueblerinas que la referencia evoca-, o la lograda (aunque no muy realista) metáfora de "hueles a limpia rosa temprana".

Quien conozca la historia o, simplemente, haya vivido aquellos tiempos, sabe la verdad: no se trata de meras fantasías ni de licencias poéticas. El retrato que Pepe Guízar hizo de la ciudad a la que regaló con esa canción un 2o. himno nacional, corresponde fielmente a la realidad de su época: 1a. mitad del siglo pasado. Si tuviera que escribirla en los tiempos presentes, su musa tendría que buscar motivos por otra parte... y con suerte los encontraría.

Viene a cuento lo anterior por los afanes de la dependencia pública encargada, entre otras cosas, de procurar una mejor calidad del medio ambiente y de dar a los ciudadanos la información pertinente, al efecto de disminuir riesgos para su salud derivados, precisamente, de la contaminación en todas sus facetas.

Es cuestión de sumar realidades: el crecimiento incontenible -e inevitable, además- del parque vehicular en la zona metropolitana de Guadalajara; los escuálidos resultados prácticos de proyectos y programas orientados a promover los modernamente llamados medios de transporte "sustentables" (bicicleta, transporte colectivo, etc.); las obras públicas que congestionan las vialidades en que se realizan, y acrecientan, en consecuencia, la contaminación; la época del año en que las bajas temperaturas propician las inversiones térmicas.

El resultado, documentado por las autoridades sanitarias con datos acerca de las crecientes morbilidad y mortalidad, es preocupante: a despecho de declaraciones, discursos y buenas intenciones, Guadalajara ya padece uno de los síndromes de las grandes ciudades. Sus habitantes, a cambio de tantas bellezas y portentos que los rodean -¡oh, sí...!-, están condenados a vivir (o morir, si tantito se descuidan) en una cámara de gas... o punto menos.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 1o.de diciembre de 2016).

La Cruz Roja de Guadalajara es una de las que menos recauda en el país, y por razones obvias (el tamaño de la ciudad, el número de automóviles y de accidentes) una de las que más servicios presenta. Al frente del patronato de esta noble institución han estado personajes intachables de la ciudad y, al menos desde que tengo memoria (puede fallar, eso seguro) no ha habido un escándalo sobre el manejo de los recursos. ¿Por qué entonces lo tapatíos no colaboramos con la Cruz Roja?

La respuesta es muy sencilla: porque somos codos y agarrados. Los regiomontanos tienen fama de no soltar un peso y los tapatíos tenemos fama de mochos. Pues bien, resulta que es exactamente al revés: los más codos somos lo tapatíos y los regiomontanos son más mochos que nosotros, aunque muchos crean que eso no es posible. Decía un amigo norteño que en realidad los fundadores de Monterrey eran unos jaliscienses que expulsaron por derrochadores. Si, decía, es cierto, los regios son codos, pero nunca como los tapatíos.

El único lugar, no sé si del mundo pero sí de este país, en el que la gente se mete a los patronatos a ver qué saca y no para ver cuánto aporta y en qué colabora es Guadalajara. He visto asociaciones donde los patronos se pelean como gatos boca arriba por convertirse en proveedores de la institución a la que supuestamente apoyan, que exigen tratos especiales y se gastan la poca lana de sus beneficiados en beneficios personales.

No es el caso de la Cruz Roja de Guadalajara, que es quizá una de las asociaciones mejor manejadas en la ciudad.

Sí a los 20 pesos por automóvil para la Cruz Roja, porque de otra manera a los tapatíos no nos van a sacar lo que se requiere para atendernos con calidad. Espero nunca necesitar los servicios de la Cruz Roja, pero más espero que el día que eso suceda esté en las mejores condiciones, y eso requiere de mis 20 pesos más lo que quiera y pueda aportar después en la colecta anual.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 1o.de diciembre de 2016).

No me cabe duda que en esta noble y leal uno de los sucesos más esperados del año, en mi caso el más aguardado, que es la Feria Internacional del libro gracias a las eficaces gestiones del licenciado Raúl Padilla López y el personal por él elegido; los que por edad hemos asistido a todas recordamos como en las primeras era un puñado de mesas de las que si usted, como es mi caso, no estaba interesado en marxismo (del malo, porque el bueno es el de los hermanos Marx) tenía que espulgar las mesas para conseguir alguno que tuviera un tema diferente, por lo que yo si agradezco al licenciado que nos siga proporcionando el placer de ver libros, porque también hay que decirlo los miembros del infelizaje va a ser muy difícil adquirir más de 3 libros, aunque no leamos, de alguna manera al asistir por una especie de cultura por contagio e incluso ponerse de fachas con ropa que uno cree es la forma de vestir de los intelectuales.

Yo no sé si el licenciado simplemente haga negocio, lea o simplemente le guste la vida social con escritores, artistas y políticos (estos últimos, que en la feria pretenden ser cultos e incluso escriben libros a pesar de no recordar 3 libros leídos o no saber ler -dije ler- y luego, dar conferencias ahí mismo) pero sin importar si lee o le gusta la vida social, crea un mundo en que la gente esté contenta. De esa manera trae figurones literarios a ser vistos y si a usted le agradan los autógrafos puede conseguir alguno o muchos. Se presentan libros con la concurrencia de expertos que exalten las cualidades de esas obras. Hay libros de autoayuda, de ayuda y de antiayuda. El licenciado ha de tener el gusto por la música y en la FIL hay todos los tipos de filarmónicos para complacer a los melómanos. Avances tecnológico, ventas de tecnología. Como dicen que alguna influencia tiene en la universidad, pues nuestra máxima casa de estudios estalla en festivales y eventos, dentro y fuera del local. En fin el licenciado es buenísimo en compartir non nosotros tanta felicidad y no se, puede que hasta gane algo de dinero.

Lo único que personalmente detesto es que el licenciado, hace, para efectos de asistencia que miles de adolecentes (razonablemente más preocupados por la hormona que de la cultura) he sugerido que para ellos se haga una SEXI-FIL. Para ellos sería más atractivo, porque es difícil verlos con un libro.

Uno de los sueños paternos es que los niños lean aunque ellos no lean, a mi me pasó que a un nieto que tendría por aquella época como 7 años lo llevé a la FIL, esperando le gustara. Estuvo parco en su expresión. Al siguiente año le pregunté si quería ir a la FIL y muy serio me respondió "me prometí a mi mismo no volver a ir a la FIL".

Carlos Enrigue
(v.pág.11-B del periódico El Informador del 4 de diciembre de 2016).

La ciudad de Guadalajara ha sido definida a lo largo de su historia de múltiples maneras: "El rancho grande", "la ciudad bicicletera", "la ciudad de las rosas" o "Guanatos". Todos estos motes expresan una mezcla de nostalgia por lo que fue y dejó de ser, pero añoramos que vuelva a ser. Al mismo tiempo, nombrarla así expresa la frustración de lo que aspira a ser pero no ha sido, o no ha llegado a ser aunque sea tan pretenciosa.

El postmodernismo, el neoliberalismo, la globalización o el cosmopolitanismo, además de generar nuevos habitos, ha transformado el paisaje de la ciudad. No me hallo ya en la Ciudad de las rosas. Aunque guardo recuerdos de que antaño los rosales decoraban sus camellones, hoy en su lugar veo agaves tequileros. desperdigados en camellones y glorietas no logran colorear el paisaje, sino dar una imagen raquítica y pobre de la arquitectura de jardín. La colocación de agaves por toda la ciudad se debe a la idea neoliberal de utilizar emblemas como marcas que comercializan la ciudad. Guadalajara la del tequila, se vende como marca de un producto, como la bebida mexicana que ha conquistado las gargantas del mundo. Los agaves nos reciben desde que aterrizamos en el aeropuerto. Fueron sembrados en camellones e incluso en la glorieta Minerva. La ciudad del Tequila transforma nuestro paisaje. La ciudad parece hoy como un significante vaciado de sus antiguos significados y usos para dar paso a una ciudad que desea colocarse como denominación de origen de imaginarios de consumo regional en un extenso mapa global.

Si algo aprecio de mi ciudad son sus mercados. La arquitectura colorida de sus puestos de frutas y verduras. Sus comedores de fritangas. Los saludos de las marchantas que te dan la bienvenida con "pásele, pásele chula". La interacción cotidiana. La música vernácula y en vivo. Los olores mezclados. Los colores encendidos. Si algo detesto de la vida post moderna es tener que ir a un supermercado donde todo es anónimo y efímero. Pero los mercados parecen estar amenazados por el descuido. Y los incendios (casuales y supuestamente no intencionales) acechan con su desaparición. Lo mismo pasa con las tienditas, que son soporte de economías familiares que están siendo suplantadas por los Oxxos y Seven Elevens donde ni siquiera se ve puesto un letrero que anuncie "Hoy no fío, mañana quién sabe".

Las contradicciones son aberrantes. Por un lado, se busca el reconocimiento de nuestras tradiciones como patrimonios intangibles de la humanidad, pero, por otro lado, no se apoya para que el rumbo de la celebración de las costumbres continúe, cuando es la tradición lo que las mantiene vigentes. Podemos encontrar varios ejemplos, que van desde quienes piensan que la Romería tiene un sentido cultural para nominarlo como patrimonio de la humanidad y no ven en ella el sentido devocional religioso; quienes consideran que las peregrinaciones pueden ser transformadas en turismo religioso, para tener algo más que explotar comercialmente.

En 2016 he percibido, como nunca antes, que Guadalajara se abre paso hacia una sociedad de consumo, cuya lógica reconvierte sus símbolos en productos de mercado, "hasta convertirse en meros simulacros de sí mismos".

Renée de la Torre
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 8 de enero de 2017).

Sólo ocasionalmente hay marchas verdaderamente multitudinarias en Guadalajara. La regla es que las expresiones de rechazo social, cualquiera que sea el motivo que las suscite, resulten más bien desairadas. (Una de las pocas excepciones que confirman esa regla sería la protesta que tuvo lugar durante la administración encabezada por Emilio González Márquez, contra la finalmente abortada "macrolimosna" -con dinero del pueblo- para el Santuario de los Mártires)..."

Así, que en la manifestación del sábado pasado contra el "gasolinazo" participaran alrededor de 15,000 personas, en vez de las 3 o 400 que suelen secundar iniciativas de ese tipo, rebasa considerablemente los parámetros ordinarios, desmiente la aseveración de que la sociedad tapatía es apática por naturaleza... y resulta sintomático de que el malestar de la población, esta vez, es legítimo, notorio y generalizado.

Una buena prueba de que los tapatíos suelen pensarlo muy bien antes de participar masivamente en una marcha fue, el sábado, el nivel de civilidad que caracterizó a la manifestación de referencia. Hubo consignas, por supuesto; hubo expresiones cargadas de ironía y aun de rabia, desde luego; hubo gritos y pancartas que rebasaron los niveles de la corrección y llegaron a la ofensa, claro que sí... No hubo, en cambio, a diferencia de lo que sucedió en otras ciudades del país -la propia Ciudad de México incluida-, saqueos de comercios ni enfrentamientos con la autoridad. Ni hubo, hasta donde se sabe, presencia de alborotadores profesionales... aunque sí de oportunistas de la política que vieron en dicha marcha una dorada ocasión para llevar agua a su molino.

Fueron los casos de los partidos políticos de oposición, cuyos dirigentes hicieron acto de presencia para tratar de marcar distancia con respecto al gobierno y al partido gobernante, con vistas a las próximas elecciones...

No lo consiguieron, obviamente, porque el ciudadano común entiende que, en tratándose de los militantes de partidos políticos, todos -salvo honrosísimas excepciones, que por ahora no aparecen- están hechos del mismo despreciable barro. De hecho, el elemento esencial del caldo de cultivo para la irritación social vigente -más allá del "gasolinazo" que ha servido de catalizador- estriba, precisamente, en la inmoralidad y la desfachatez de una clase política que sólo ve por sus intereses y sus privilegios, y que es notoriamente incapaz de hacer causa común con los gobernados y sus penurias.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 9 de enero de 2017).

La cifra de usuarios de MiBici, pasó de los 1,047 con que arrancó a finales de 2014, a 1,460 a principios de este año. El incremento sería, pues, de menos de 50%, en una cifra que, por lo demás, se antoja raquítica para un programa en cuyo equipamiento (bicicletas, "puertos", infraestructura, personal, etc.) invirtió tanto dinero y a cuya promoción dedicó tanto "rollo" la autoridad. Menos de 2,000 usuarios del sistema, más quienes acostumbran desplazarse en su propia bicicleta, en una ciudad de 5 millones de habitantes, no pintan...

Convendría recordar que programas similares han resultado no sólo exitosos sino espectaculares en otras latitudes -abundan los ejemplos- por varias razones:
  1. La topografía amable de la ciudad.
  2. El clima benigno de la misma.
  3. Las distancias adecuadas para que la bicicleta sea una opción interesante o atractiva.
  4. La disposición de una red de ciclovías suficientes, pertinentes en su trazo y adecuadas en su equipamiento.
  5. La promoción sistemática de la cultura vial, entendida como la difusión de una serie de derechos y obligaciones, al efecto de propiciar el respeto mutuo entre automovilistas, ciclistas y peatones, y la vigilancia que supervise el puntual cumplimiento de las mismas.
  6. La seguridad pública.

Es innecesario subrayar que, en Guadalajara, los 3 primeros requisitos, bien que mal, se cumplen. Los 3 restantes, en cambio -y muy particularmente el 5o., que en nuestro medio está en el abandono más absoluto- son asignaturas pendientes...

Jaime García Elías
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 7 de febrero de 2017).

Si bien hay todavía mucha gente digna que cumple con los principios de una banqueta decente, pareciera ser que va siendo una minoría. Paradójicamente esto sucede en medio del imperio de la apariencia. De la pretensión por lucir ropas, tatuajes, adornos, zapatos tenis y de los otros, coches, y fachadas que denoten estatus y merecimientos. Pero basta ver las banquetas de las casas y locales de los pretensiosos -sean estos dueños de las fincas, propietarios, negocios de poca o mayor monta- para darse cuenta de que en la pura y dura realidad son unos patanes.

Pudo verse en días pasados a un señor, gordo y sudoroso, vestido (es un decir) con pants y camiseta, lavando afanosamente su coche en la entrada de su casa. Con la manguera, claro. Minuciosamente, con delicadeza, le quitaba al armatoste los chorretes de la semana. Para lucirlo, claro, en todo su esplendor por las calles tapatías mientras colabora arduamente en envenenar la atmósfera y en saturar las vialidades. De más está decir que la banqueta del gordo era un asco. Un árbol mocho y ya extinto, losas del pavimento rotas, basura, un escalón majadero.

Alguien que guiaba un recorrido arquitectónico por las colonias recientemente se sentía obligado, cada cuadra, a pedir disculpas por el pésimo estado de las banquetas. El grupo incluía varios viejitos extranjeros, que movían la cabeza con incredulidad -y justo enojo. Al lado de ejemplares arquitectónicos de alta valía hay muladares a manera de andadores viales. Al pie de edificios "corporativos" el piso está desmolachado y sucio. Y etcétera: qué vergüenza.

De los llamados "cotos" mejor ni hablar. Tal parece que al interior, en muchos, apenas si existen las banquetas. Y, eso sí, las del exterior, todas, tienen una muralla altamente desagradable, coronada por picos, por un lado, y una calle inhóspita por el otro. Esas banquetas, esa expresión de quienes habitan adentro de esos conjuntos "residenciales", hablan muy poco favorablemente del respeto por sí mismos y por los demás que tales ciudadanos practican.

Lo que debería seguir, por parte de la autoridad, es el refrendo de la obligación de todos los propietarios y ocupantes de las fincas de Guadalajara para tener banquetas integralmente decentes. "Banquetas completas", para utilizar una expresión de moda. Esta era la norma y lo habitual en la ciudad de hace algunas décadas. ¿Por qué no se impulsa, ya, y con todo vigor, la plena dignidad de los principales espacios públicos, las banquetas, y de paso la de los habitantes? Basta un buen albañil, un poco de material, unos árboles adecuados... y una escoba. Y amor propio.

Juan Palomar Verea
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 8 de febrero de 2017).

En la lista de las ciudades ideales para vivir sin automóvil hay muchas de Europa, y cuatro de Estados Unidos: San Francisco, Boston, Washington y Nueva York. La clave, para sus habitantes, consiste en combinar el transporte público con la bicicleta... y caminar.

Para casi la mitad de los tapatíos, vivir sin automóvil sería una pesadilla. Es probable que, para ellos, tener que prescindir del vehículo particular equivalga a condenarlos al inmovilismo... o a depender de los autos de alquiler; la mayoría, muy probablemente, no sabría en qué ruta de camión hacer sus traslados habituales.

En las ciudades en que el automóvil es perfectamente prescindible, el transporte público tiene 2 cualidades básicas: es eficiente... y es digno. Si la tendencia, en Guadalajara, es a bajarse del camión en cuanto se tiene la posibilidad de adquirir un automóvil -una de las 274 células cancerosas que diariamente se agregan al tumor en que se ha convertido la mancha urbana-, el fenómeno tiene una lógica aplastante: las políticas relacionadas con la mejoría del transporte público se han quedado en el discurso... y en el buen deseo de que la Línea 3 del Tren Eléctrico Urbano haga el milagro que no la 1 ni la 2, en su momento, hicieron.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 21 de febrero de 2017).

Queda claro que los conductores están estresados (tanto, que no sueltan el celular porque se acuerdan de inmediato de lo mal que está el mundo). Que las obras eternas en puntos clave de la ciudad, el exceso de automóviles, la defectuosa sincronía de los semáforos o las tristezas de la vida diaria los ponen de nervios. Que algunos de ellos, debajo de esa enorme presión, dejan salir el lado psicópata de sus personalidades y no dudan en insultar, agredir o maldecir a quien se les atraviese.

El problema es que los responsables de ello no somos, mayoritariamente, los peatones (claro que algunos peatones somos torpes o lentos al cruzar las calles pero nunca hemos provocado un embotellamiento). Ni, nos caigan como nos caigan, lo son tampoco los ciclistas, que al menos tienen una propuesta de cómo cambiar la movilidad local (que algunos se expresen como talibanes es otra cosa: las bicicletas no provocan el alud de accidentes diarios).

Mientras tantos tapatíos piensen que comportarse como orates al volante es un derecho fundamental, nada se resolverá.

Antonio Ortuño
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 26 de febrero de 2017).

Me encontraba en la celebración del 125 aniversario del Instituto Colón, una escuela absolutamente singular fundada en Guadalajara en 1892. Su antigüedad es ya un dato notable. Para ponerlo en perspectiva: el Instituto es 30 años más viejo que el PRI, 24 años mayor que las Chivas del Guadalajara y 34 años más antiguo que el Atlas (y del América mejor no hablamos). La escuela se fundó entre velas y candiles, 5 años antes de que hubiese alumbrado público en Guadalajara.

Pero en todo caso la singularidad no procede de la fecha de fundación sino de su naturaleza revolucionaria: fue el 1er. colegio laico y mixto. Se dice rápido, pero no es poca cosa. Debió requerir mucho valor de los docentes de aquella época hacer algo tan revulsivo en la Guadalajara conservadora, cerrada y confesional de finales del siglo antepasado. Sentar niños y niñas en una misma aula entrañaba algo perverso para las conciencias de la época, pues sembraba la semilla de la promiscuidad y el libertinaje.

Yo pasé por esa escuela hace más décadas de las que quiero acordarme, pero me queda claro que la persona que hoy soy saldría peor librada en el balance entre defectos y virtudes si en sus aulas no hubiera aprendido que mis compañeras de pupitre podían ser tanto o más inteligentes o capaces que cualquiera de nosotros. Desde allí supe que las mujeres no eran seres extraños y ajenos, no estaban hechas de porcelana ni podían ser tratadas como seres humanos discapacitados. Imposible pensar tal cosa si nunca pude superar a Gaby en matemáticas, que era mi fuerte, ni vencer en las canicas a Beatriz, una niña de puntería infalible. Hasta el día de hoy algunos de mis mejores amigos son mujeres con quien puedo sostener una relación de iguales.

Tampoco era poca cosa su carácter laico. Todas las escuelas privadas de la época eran religiosas y lo siguieron siendo durante muchos años, salvo este instituto, que ofreció desde el principio una educación universal y científica.

Con el tiempo el Colón se convirtió en un oasis de la tolerancia. Como no era una escuela religiosa, acabó siendo el destino de niños y niñas de hogares protestantes, judíos, masones, librepensadores, o de hijos de padres católicos abiertos y modernos, que consideraban que la religión era un asunto particular y a la escuela venía uno a instruirse.

Eso generó un caldo de cultivo amplio, diverso, heterogéneo. Refractario al dogma y al prejuicio. Y no sólo en la actitud de los maestros sino, más importante, en la de los propios alumnos. Veníamos de extracciones tan diversas que la simple convivencia nos obligaba a asimilar y asimilarnos en la apertura y la tolerancia.

Los que pasamos por esas aulas, supongo, crecimos en la tolerancia y en el respeto a la otredad, primer paso para transitar a la solidaridad o la sensibilidad ante las desgracias ajenas. Y no porque fuéramos mejores que otros, ni mucho menos, sino simplemente porque estuvimos expuestos a un entorno favorable.

Jorge Zepeda Patterson
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 20 de marzo de 2017).

La noticia de que el Parque Alcalde reabrió sus puertas, removió nostalgias; la complementaria, en el sentido de que ahora ofrece a sus visitantes "el mejor acuario de México", debiera ser motivo de celebración adicional... aunque la noticia consigna que los precios de entrada, para esa sección al menos, no sean los que tradicionalmente pueden calificarse de "populares".

Puesto en operación hace más de medio siglo, en parte de la zona que históricamente se denominaba "Las Barranquitas", extramuros de aquella "Ciudad Amable" que tuvo en la Escuela Normal de Jalisco, en la "Carretera Nueva a Zapopan" -hoy Avenida Ávila Camacho- y después en el Estadio Jalisco algunos de sus primeros pasos hacia la modernidad, antes de convertirse en el mazacote urbano que es actualmente, el Parque Alcalde fue, hacia el norte de la ciudad, lo que desde principios de siglo había sido el del Agua Azul hacia el sur. Esa Guadalajara que disfrutó de los primeros años del Parque Alcalde, con el lago, la fuente "monumental" y el trenecito (con "La Mansión de Gumaro" incluida) como sus principales atractivos, fue la que permutó el mote de "pueblo bicicletero" por el de "metrópoli" merced al advenimiento de "El Tapatío un Millón".

El parque en cuestión, como consta en actas, tuvo años de esplendor... y los correspondientes de decadencia. Estos últimos se acentuaron al rebautizarlo como "Rehilete Alcalde" y concesionarlo a particulares, hasta llegar al punto del deterioro extremo, la revocación de la concesión, el cierre y el abandono.

Como la experiencia aporta abundantes pruebas de que cuando al gobierno le da por volverse administrador los resultados suelen fluctuar entre lo malo y lo catastrófico -tómense Pemex, a nivel nacional, y Sistecozome, al local, como botones de muestra-, y como la misma experiencia ofrece el caso del Zoológico Guadalajara como ejemplo de una administración eficiente y exitosa, es muy probable que la decisión de poner un atractivo "de Primer Mundo" como el que ahora ofrece a sus visitantes el renacido Parque Alcalde en manos de particulares, le garantice la continuidad... y, de paso, lo vacune contra el cáncer de la corrupción.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 21 de marzo de 2017).

Hubo un tiempo en el que en esta ciudad el principal enemigo de los peatones y automovilistas eran las unidades del transporte público de pasajeros y sus choferes ("vacunos" los llegó a llamar la sabiduría popular [por no decirles bueyes - el webmaster]). Hoy, a pulso ese lugar se lo han ganado los motociclistas, seguidos por los ciclistas.

Hoy nuestras calles parecen una jungla en la que predomina la ley de la selva, en la que los amos y señores son las motocicletas y sus diestros, presurosos y aguerridos tripulantes, que por su forma bruta de conducir no solo arriesgan su vida, sino que además atentan contra la de los peatones. En ocasiones, por su manera de rebasar, causan daño a los coches, huyendo impunemente entre los embotellamientos, sin que nadie los puede alcanzar. ¿Quién o qué autoridad podrá poner orden en esto y someter a los motociclistas?

En ningún país civilizado del mundo los ciclistas circulan a toda velocidad en sentido contrario al de la circulación de los autos, ni los motociclistas circulan por las líneas que dividen los carriles de los autos, zigzagueando para rebasar cuando no pueden avanzar. Menos aún, en ninguna ciudad en la que se respeten las normas más elementales de la convivencia, los motociclistas y ciclistas circulan por las banquetas obligando a los peatones a bajarse de ellas para cederles el paso, si es que no quieren arriesgar su vida. Esto definitivamente es intolerable.

¿Qué acaso los peatones tenemos que hacernos justicia por nuestra propia mano para obligar a motociclistas y ciclistas a bajarse de las banquetas y respetarlas como un espacio exclusivo para los peatones? Ya nomás falta que se tengan que construir andadores exclusivos para peatones, debido a que de las banquetas se han adueñado ciclistas y motociclistas.

Hemos caído en la moda (digo moda porque es un modo de ser absurdo, ilógico y estúpido) de dar todos los derechos del mundo a las cosas (bicicletas) y sus dueños (ciclistas) -hasta mandándoles construir algunas pistas especiales para sus muy escasos traslados- olvidándonos de las personas, que somos los peatones. Equivocadamente, hemos creído que vamos a ser una ciudad como las europeas por endiosar a las bicicletas (en una conocida cantina hasta le pusieron un altar a una de ellas).

Javier Hurtado
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 25 de marzo de 2017).

Hay un aspecto de la nueva verticalidad que salta a la vista de todo mundo: la ausencia de creatividad y audacia arquitectónica que ha generado por contagio el surgimiento de pesados bloques, cuadrados, chatos, planos, monótonos, como torres de cajas de zapatos cuyas ventanas semejan códigos de barras incontrolados, o sudokus alargados que creen salvar su falta de ingenio pintándolos de distintos colores. Hay que ir a otras latitudes para descubrir todo lo que la arquitectura moderna puede ofrecer en diseño y sustentabilidad, en imaginación y osada ingeniería. Probablemente nuestra pobreza a este respecto traiciona la pobreza de los propios inversores que lo único que quieren es hacer departamentos pronto, para recuperar la inversión, así construyan adefesios monumentales.

Armando González Escoto
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 26 de marzo de 2017).

La semana pasada, en un amable convivio con ingenieros y urbanistas, se evocaban las lamentaciones acerca de la degradación -ostensible e incontenible, salvo prueba en contrario- en la calidad de vida de los habitantes de Guadalajara, avaladas por el argumento de autoridad...

"El jardín del Santuario está pelón; y el de San José, y el de Santa Mónica, y el de Belén; la Plaza de armas perdió sus sombras y la Alameda fue diezmada (...); gobiernos han ido y venido con proyectos, caprichos y realizaciones adversos entre sí (...); es penoso transitar por las calles, y en algunas, imposible (...); construcciones de mal gusto han sido clavadas en parques y jardines; infíltranse modernos estilos de vida...".

Como si aludiera a la Guadalajara actual, de la que aún no se sabe si merced a la obra pública que se realiza -¿o sería más exacto decir "se perpetra"?- por doquier, está en proceso de construcción o de destrucción; como si se refiriera al precio de graves incomodidades y contratiempos cotidianos que en el presente tienen que pagarse a cambio del paraíso que se promete para cuando esas obras estén concluidas y en operación; como si hubiera trazado ese boceto de su ciudad natal, de la que fue alcalde y a la que dedicó algunas de sus mejores páginas como literato, Agustín Yáñez hacía esos apuntes... en 1930: hace más de 80 años: antes de la "modernización" que experimentó la ciudad a mediados del siglo pasado; antes de que se transformara (aún no se aclara si para bien o para mal) en la "Metrópoli" que nació junto con "El Tapatío un Millón", en 1964.

Una nota del día da cuenta de que la metamorfosis de la otrora "Ciudad Amable", por lo visto, es irreversible. Se trata de la declaración del presidente de la Cámara Mexicana de la Construcción en Jalisco, Luis Rafael Méndez Jaled, en el sentido de que las monstruosas torres habitacionales -signo del progreso, según eso...- que se han convertido en una plaga, "evitan la dispersión de la población". En otras palabras, que la ciudad ya no debe desparramarse, como lo hizo durante muchos años, sino crecer hacia arriba.

Puesto que, una de 2, o las ruedas de la historia no giran hacia atrás, o aquí no se ha descubierto cuál es la palanca que lo hace posible, al tapatío sólo le queda suscribirse, de grado o por fuerza, al remedio consabido: "agua... y ajo...".

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 30 de marzo de 2017).

Pareciera un contrasentido, pero la tradición necesita reinventarse cada cierto tiempo para que adquiera sentido. Quizá el caso más claro en nuestra ciudad sea el de los danzantes de la virgen de Zapopan. Se trata de una tradición que nada tiene que ver con nuestra historia, nada hay más ajeno a nuestra tradición que esas "danzas indígenas". Lo más cercano son los matachines de Tuxpan, pero ni los aztecas ni los Dakota son parte de nuestra historia, salvo por el Libro Vaquero que todos leímos de chiquillos. Sin embargo, en la medida en que los peregrinos han ido adoptando las danzas y haciéndolas propias, son parte ya de nuestra cultura, aunque no sean parte de la historia.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 10 de abril de 2017).

Al tapatío promedio se le resiste lo de hacer filas. Lo demuestra cuando maneja: somos una ciudad de gente que invade los acotamientos en calles y carreteras, para reaparecer triunfalmente unos metros adelante y tratar de colárseles a los que siguieron el orden.

Somos, también, una ciudad repleta de gente que se hace la desentendida para ver si consigue meterse antes de turno en las filas de cines, aeropuertos, bancos o tiendas de autoservicio. Con el pretexto de ir a preguntar algo, miles de tapatíos cada día intentan saltarse a sus semejantes. Y en ocasiones sus marrullerías se ven coronadas por el éxito (por eso es que lo siguen haciendo, claro está).

Pero, incluso por encima de ello, somos una sociedad en la que existe una calaña particular de personas que se sienten por encima de sus conciudadanos, y a las que algo tan humilde como formarse parece significarles una deshonra intolerable. Pongo un ejemplo sencillo y doméstico para ilustrarlo. Acudo a una tienda que, a pesar de que para todo efecto práctico es una abarrotera bien surtida, insiste en colocarse el rótulo de "gourmet". Hay fila en la caja. Tomo los artículos que voy a pagar y me formo. De la nada, cuando estoy a punto de que me cobren, aparece una mujer envuelta en abrigo de pieles (a pesar de que el termómetro la desautoriza: estamos a 33 grados) y coloca sus vituallas por delante de las mías. Es una mujer en la que parecen haberse probado todos los cirujanos estéticos de la Zona Metropolitana. Su nariz es del tamaño de un dedal y más afilada que la hoja de una navaja. Los ojos, por lo contrario, son enormes, gatunos, decorados por unas pestañas dignas de la cola de un pavorreal. La dama (seamos corteses) me da un empujón para caber en el mostrador a plenitud y le ordena a la cajera, con voz de plantadora de algodón armada de un látigo: "Niña: cóbrame a mí primero, que traigo prisa".

La pobre cajera, que es jovencita y debe tener pánico de que la corran, me lanza una mirada de súplica, que ya es prácticamente una disculpa. Una mirada que significa: "Lo lamento, pero esta señora me da miedo y grita muy fuerte". Quizá lo sensato habría sido rendirme, pero por alguna causa (las miradas de odio de las tres mujeres detrás de mí), me rehúso. "Perdón, señora, pero aquí todos tenemos prisa y estamos formados".

La mujer ni siquiera responde. Bufa como un toro, arroja los víveres que porta en las manos y abandona el campo murmurando entre dientes cosas como "Nomás falta que un gato [es decir yo] se me ponga al brinco". Me quedo lívido, claro. Al menos, antes de que la ofendida se vaya, una de las mujeres en la fila alcanza a decirle: "Ay, pues qué especialita".

Una ciudad de especialitos. Eso somos.

Antonio Ortuño
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 7 de mayo de 2017).

Enderezar en 25 años, como se pretende hacer en Guadalajara y sus cada vez más distantes arrabales, lo que se ha torcido sistemáticamente desde hace 50, por lo menos, es difícil; transformar a la otrora Perla de Occidente en "la mejor ciudad de América Latina" sólo pasa como muestra jocosa de la petulancia que -según decían los envidiosos- caracterizaba a los tapatíos.

Desde que Guadalajara dejó de ser una ciudad propiamente dicha y a medida que devoró a los municipios -Zapopan, Tlaquepaque, Tonalá, Tlajomulco, El Salto, Juanacatlán, Ixtlahuacán de los Membrillos... más lo que se acumule esta semana- que actualmente conforman la pomposamente denominada "Zona Metropolitana", se convino en que una mancha urbana de esas dimensiones no podía seguir siendo gobernada por media docena de caciques pueblerinos, impreparados para tomar decisiones en beneficio de los ciudadanos, y muy frecuentemente enemistados entre sí. Un monstruo de esa talla sólo podría ser gobernado por estadistas: por políticos con sólida formación -o asesoría- en materia de urbanismo, y con genuina visión de futuro; no por politiquillos incapaces de ver más allá de sus narices y de pensar más allá de su futuro inmediato como saltimbanquis del Presupuesto.

Si surgen ideas plausibles, primero; si hay recursos, después, y se consigue, finalmente, como se pretende, el consenso de los gobernantes de todos los municipios conurbados (apelmazados, hacinados, amontonados) con Guadalajara, algún progreso se hará. Pero transformar al mazacote actual en "la mejor ciudad de América Latina", exigirá un milagro... o lo que sigue.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 24 de mayo de 2017).

La idea progresista e innovadora de las ciclovías, promovida y apoyada por colectivos que fomentan el uso de las bicicletas, se ha topado con la realidad de una ciudad que necesita resolver serios problemas de movilidad antes de pensar en formas de transporte alternativo.

Falta tanto en temas de calidad de calles y avenidas, respeto de señalamientos, educación, aplicación de reglamentos y modernización del transporte público que la instalación de las ciclovías suena a capricho del gobierno para ser precisamente políticamente correcto. Nos da la impresión que tienen que pasar muchas cosas (que no están pasando) para que estas nuevas mini avenidas sean realmente útiles y convivan pacíficamente, sobre todo cuando con mucho aún no hay suficiente número de personas que "de bici" se transporten cotidianamente.

Por la construcción de ciclovías las calles y avenidas se están estrangulando y no se ve que los ciclistas saquen suficiente jugo de la alternativa. De ahí la molestia de quienes por fuerza utilizan automóvil; las ciclovías son cuellos de botella en horas pico. Hoy son contraproducentes.

Pero la ciudad de Guadalajara a su vez y para resolver sus problemas está enviando un mensaje que quizás no estaba en el presupuesto: las motos. Es sorprendente la forma en que este 3er. modelo (ni auto, ni bici) ha emergido, se ha multiplicado y empieza a ser protagonista de la ciudad. Como consecuencia del gasolinazo y gracias al accesible precio de las motos muchas personas han migrado a este modo de transporte. Pero al estilo de lo que suele ocurrir en la ciudad con los temas de movilidad las motos circulan sin control ni planeación y por ello cualquier persona puede empezar a manejar una moto ya sin más requisito que no perder el equilibrio. Y cada vez son más.

Ahí está la trampa para la ciudad. Cientos de motos mucho antes que las bicis, pero circulando en la mayoría de los casos en las calles y avenidas sin pericia con los privilegios de su versatilidad, pero sin asumir las responsabilidades de un vehículo motorizado pero indefenso.

No estaba contemplado y por lo tanto no se sabe qué hacer.

Una ciudad políticamente correcta que se prepara para la bici mientras de manera casi natural responde con las motos. Un gobierno que cree saber qué es lo mejor para la ciudadanía pero sin detenerse a reconocer que la ciudad hoy va en otro sentido, y por su fuerza y naturaleza va a avasallar cualquier otro modelo.

Pablo Latapí
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 25 de mayo de 2017).

Para fines de síntesis, podemos decir que en Guadalajara existen 3 tipos de personas: las que veneran a la glorieta Minerva y la ven como símbolo local ineludible; las que consideran (consideramos) que la Minerva es una de las esculturas más feas sobre la faz de la tierra y estaríamos encantados si su pedestal amaneciera, un día, decorado por una cabeza olmeca (aunque fuera de unicel); y, finalmente, aquellas a las que todo lo que sucede en la ciudad les da lo mismo, ya sea porque su vida es una dramática lucha por la supervivencia o, peor, porque tienen la cabeza llena de humo y nomás piensan en irse a Las Vegas: esas se percatarían de una hipotética desaparición de la mentada glorieta apenas un año después de consumada.

La 1a. calaña, la de los entusiastas, está compuesta por gente muy respetable. Gente que quiere a su ciudad y apoya las medidas destinadas a salvaguardar su patrimonio. Gente que dice que, bueno, es verdad que la Minerva no es precisamente una Venus de Milo y que acepta que la Diana Cazadora del ex DF es muy superior, pero sostiene también que eso no significa que lo nuestro sea una cochinada. Algunos de ellos agregan que, por ejemplo, el David macrocefálico de Monterrey está mucho peor. Viéndolo bien, me atrevería a distinguir, ya entrados en matices, 2 escuelas dentro del bando de los defensores. Una, la moderada, que reconoce las limitaciones de la estatua urbana por excelencia en esta ciudad y cuyo lema podría ser: "Es fea, sí pues, pero es nuestra". Y otra, la de los irredimibles, que proclama como verdad autoevidente que la Minerva no es un monstruo sino que nuestras pupilas la ven así por culpa del neocolonialismo.

También hay moderados y radicales en la esquina de los minervafóbicos. Los serenos, que son la mayoría (que somos, ejem), nos limitamos a gruñir entre dientes y a ensoñar con que algo maravilloso suceda y resuelva la situación de tajo: que un dron vuele la estatua por accidente, pero sin causar daño a nadie, por ejemplo (tampoco somos unos sanguinarios). O que, al festejar un título, la afición de las Chivas convierta la Minerva en un montoncito de pinole (no digo nada de la del Atlas porque se sabe que ellos festejarán, el día que su equipo gane algo, en los Niños Héroes). Los extremistas (que lo son solamente de palabra, hay que aclarar, porque contra la Minerva solamente han atentado sus constructores, por hacerla tan frágil) dicen cosas como: "En vez de la Minerva deberían poner al Tribilín que estaba en la Librería de Cristal de Vallarta". O: "Siempre que me voy de la ciudad, lloro de alegría por dejar de ver la Minerva una temporada. Y lloro al regresar, porque sé que voy a topármela de nuevo".

Mucha gente se sintió perturbada al ver la estatua envuelta por un recubrimiento que parece un sudario. Esto forma parte de los trabajos de restauración que actualmente se realizan en el monumento para evitar que se desmorone como un mazapán. Guadalajara ha perdido tanto de su patrimonio que es de agradecer el intento de preservarlo. Pero algunos no podemos evitar un deseo: que de ese sudario emerja algo menos feo. Aunque sea un poco.

Antonio Ortuño
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 28 de mayo de 2017).
El futbol.

(V.pág.4-A del periódico El Informador del 30 de mayo de 2017).


Según el INEGI, la situación económica del plural de los tapatíos se puede clasificar como "clase media baja". Y, sin embargo, el oeste de la ciudad hierve de grúas y estructuras de acero, que en algún momento serán edificios gigantescos (algunos rodean sus entradas de cines, supermercados, cafeterías, gimnasios y tiendas de mascotas, como para que nadie deba alejarse muchos metros de su departamento para cumplir buena parte de su rutina diaria). No, a sus constructores no les importa que otros proyectos similares hayan resultado un desastre y sus carcasas abandonadas o a medio construir sean visibles, por aquí y por allá, como arcaicos esqueletos de dinosaurio. Lo que quieren es seducir a la capa de población que puede pagar por sus departamentos "de lujo" (y lo entrecomillo porque no es difícil notar que algunos de los que llevan un tiempo ya en funciones lucen tan rotos y decadentes como si los hubiera edificado nuestro amigo el Infonavit).

A la vez, en las orillas de la urbe asoman decenas y decenas de asentamientos precarios, en los que no solo no existen los servicios básicos, sino que tampoco hay esperanza de que lleguen a ser instalados en el corto plazo.

Para todo fin práctico (y el que lo dude, que se asome a una proyección satelital), nuestra ciudad ocupa casi todo el espacio entre la Barranca, La Primavera, y Chapala. Para cuando uno deja de ver casas, hacia el suroeste, ya va llegando al entronque hacia Mazamitla... En ese monstruo incontenible caben millones de personas. Cada cual con su versión de lo que sucede a su alrededor. ¿Qué las une o las separa, más allá de obviedades como el futbol, las historias familiares, etc.? El dinero. Guadalajara es una urbe asombrosamente desigual. Y la brecha no para de crecer. Justo como esta ciudad de edificios flamantes y casuchas de cartón y lata en que vivimos.

Antonio Ortuño
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 11 de junio de 2017).

Desde que los congestionamientos viales pasaron a ser cotidianos para los sufridos habitantes de Guadalajara y sus cada vez más distantes arrabales, dos han sido las alternativas que con más frecuencia se han manejado. Por parte de las autoridades civiles, el transporte público; en ese sentido se han hecho intentonas por instaurar un supuesto "nuevo modelo" a fin de mejorar el servicio; en ese mismo sentido se realizan las obras de la Línea 3 del Tren Eléctrico Urbano. Por parte de organismos alternos -secundados por la misma autoridad civil-, la insistencia de promover el uso de la bicicleta, no obstante los riesgos que ello implica... y no obstante la oposición decidida de los "carrotenientes" que se ven desplazados por los espacios que se le quitan a los miles de automóviles que ya no caben en las calles, para cederlos a las decenas de bicicletas que ocasionalmente se aventuran por las ciclovías que ya operan.

En lo que se promueven las bondades de las opciones señaladas, un número creciente de ciudadanos ha tomado partido por una 3a. vía: la motocicleta. La Secretaría de Planeación, Administración y Finanzas reporta que en 2010 circulaban poco menos de 180,000 motos en la zona metropolitana de Guadalajara; en marzo de este año hay un registro de poco más de 390,000; es decir que en sólo 7 años se duplicó, con creces, el número de vehículos de ese tipo.

El fenómeno se explica: las motos no sólo son más económicas que los automóviles; son, para muchísimas personas, mucho más eficientes; aunque supuestamente está prohibido que lo hagan, en la práctica circulan despreocupadamente entre las filas de automóviles que, sobre todo en las "horas pico", permanecen estacionados con el motor encendido o, en el mejor de los casos, avanzan a paso de tortuga.

La cuestión es esa: que al incrementarse de manera espontánea el número de motocicletas, se incrementan las prácticas de riesgo de quienes, sin más, optan por ellas: circular sin casco; hacerlo por túneles, puentes y carriles en que no deberían hacerlo; exceder los límites de velocidad; transportar a más personas, menores incluidos...

Como decían las abuelas de antes: "Todo eso es tentar a Dios...".

Jaime García Elías
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 21 de junio de 2017).

Sigo encontrando un enorme privilegio el vivir y trabajar en la zona metropolitana, la que me gusta llamar "La Gran Guadalajara" porque es una gran ciudad.

Por cuestiones familiares (mi padre, mis hermanos, mis hijos viven allá) y por cuestiones profesionales (TV Azteca y Grupo Salinas) viajo frecuentemente a la Ciudad de México, y mientras más visito la capital más valoro vivir aquí.

Y la cuestión va más allá del tráfico en CDMX, imposible por cierto nomás de pensar en que hay quien gasta 3 o 4 horas para trasladarse en automóvil (ya no hablamos de quienes utilizan transporte público), o de la corrupción galopante porque hay que reconocer que desde que la CDMX es gobernada por perredistas aquella gran corrupción de los gobiernos priistas (las cúpulas se despachaban con la cuchara grande) hoy se ha "democratizado" y hay corrupción a todos niveles, pero especialmente a nivel de ventanilla y de trámites del día a día. Un saqueo contra todos y a los ojos de todos.

El tema del privilegio de Guadalajara tiene que ver más con la calidad con que viven los habitantes de la CDMX, están más enojados que nunca.

La ciudad, el trafico, el estrés les ha puesto el futuro en las narices (ya no ven más allá) y lo que todavía podrían ser actividades aspiracionales por el disfrute que representan se han vuelto también en empleos que se sufren.

Hace unos días, en un foro de emprendedores, platiqué con una de las responsables en México de la empresa "Best Place to Work", y me compartía una reflexión: En Guadalajara los jóvenes todavía pueden vivir la vida, en la CDMX la vida es la que te vive a ti.

El tema es cómo preservar esa ventaja. Sabemos que con las autoridades no se cuenta, están ocupadas en la grilla, el discurso y la simulación, y su futuro no va más allá de los 3 años de su mandato. El reto para nosotros está en dedicarle unos minutos diarios, sólo unos minutos, a pensar cómo conservar la calidad de vivir en esta ciudad. Quizás el tema tenga que ver con cortesía, sonrisas, o quizás con acciones ciudadanas pequeñas pero contundentes, y comunicarlas alrededor.

Pablo Latapí
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 29 de junio de 2017).

Este año, las administraciones de Guadalajara y Zapopan registraron un incremento en los residuos que las personas tiran en los canales.

Vecinos afirman que la gente tira desde costales hasta llantas, y lo hacen durante la madrugada por lo que es muy difícil darse cuenta para denunciar.

Al respecto, el ayuntamiento tapatío informó que en lo que va del año se han retirado más de 530 metros cúbicos de residuos. Mientras que Zapopan informó que en el 1er. semestre de 2017 retiró 1,535.

Para el Ayuntamiento de Guadalajara, el canal de El Jagüey, en la colonia Lomas del Paraíso, es uno de los que más problemas enfrenta por los residuos que las personas dejan en su interior.

El director de Mantenimiento Urbano, Gabriel Real, afirmó que el constante desecho de muebles, animales muertos, llantas y hasta escombro, provocó 3 inundaciones en la zona durante 2016. Sin embargo, este año el problema se acentuó y obligó a que las autoridades atendieran este punto en 5 ocasiones.

"Apenas terminamos de limpiarlo y ya vinieron a tirar más llantas y escombros. Se les hace fácil. Han de decir: 'Al cabo viene el ayuntamiento a limpiar porque si no luego se les inunda'", agregó Vidal Peña, trabajador del municipio.

Otro que atraviesa una situación similar es el de Balcones del Cuatro, en la colonia Gómez Farías. Real dice que ahí tiran exclusivamente escombro. Este año el ayuntamiento tapatío ha sacado más de 100 toneladas.

El de La Federacha no se queda atrás. A pesar de que ha sido limpiado 3 ocasiones en este año por las autoridades, en sus 600 metros de extensión se observaron llantas viejas y ramas.

(V.primera plana y pág.8-A del periódico El Informador del 10 de julio de 2017).

Tiempos hubo, Señor Don Simón, en que Guadalajara se significó como paradigma de la vida provinciana: rutinaria -en el buen sentido- y apacible. El tópico la identifica como asiento de muchas de las más acendradas tradiciones mexicanas: el mariachi, el tequila, la charrería... Entre sus múltiples timbres de orgullo se cuentan haber sido la cuna del 1er. cardenal mexicano (José Garibi Rivera), del 1er. campeón mundial de boxeo mexicano (José Becerra), de "el portento musical del siglo" (Ernesto Hill Olvera, descubridor de la técnica que dio pie al furor efímero de "el órgano que habla")... y, por supuesto, del 1er. "campeonísmo" desde que se implantó el profesionalismo en el futbol nacional. Modernamente, se le asocia con la Feria Internacional del Libro, la mayor del libro en español en el mundo.

Rutinaria y apacible, pues, como ya quedó apuntado, Guadalajara no ha quedado exenta de notas negativas. Las más notorias, quizá, las explosiones del '92 en el Sector Reforma; el asesinato, un año después, del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, o la fuga, en 2001, del "Chapo" Guzmán de la cárcel ("de máxima seguridad") de Puente Grande.

"Linda y provinciana", como también la llamó uno de sus rapsodas, Guadalajara, excepcionalmente, acaba de ser noticia. Lo fue porque la prensa internacional difundió un par de episodios ocurridos el último fin de semana... Uno, la aparición, en un solo día, en diferentes puntos de la zona metropolitana, de 9 personas -no las 2 o 3 que de ordinario se registran- muertas en circunstancias violentas (3 de las cuales colgadas de un puente peatonal, sobre una de las avenidas más transitadas de la mancha urbana), con indicios -la saña, la espectacularidad...- de haber sido víctimas de la llamada "delincuencia organizada": algo que, de confirmarse, condenaría tales episodios a la regla de la impunidad. Otro, el atraco a una agencia automotriz, de la que los ladrones -muchos, necesariamente-, como si se tratara de inscribirse en el Libro de Récords Guinness, se llevaron entre 27 y 40 automóviles.

Se robustecerá la hipótesis de que Guadalajara -tan apacible otrora- pasó a ser una ciudad sin ley.

Jaime García Elías
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 10 de julio de 2017).

La cultura del agandaye hoy por hoy parece ser -en esta "ciudad amable", según sus panegiristas- la norma suprema.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 11 de julio de 2017).

En uno de sus excelentes discursos, en un congreso internacional, monseñor José Ruiz Medrano -uno de los mejores oradores sagrados mexicanos del Siglo XX- comenzó diciendo (la cita es de memoria): "Perdonadme, los que no sois de Guadalajara, si hablo demasiado bien acerca de Guadalajara; y perdonadme, los que sois de Guadalajara, si hablo demasiado poco acerca de nuestra ciudad".

Eran los tiempos en que se contaba, como chiste, el caso del tapatío que murió y llegó al cielo.

-¿De dónde vienes?- preguntó San Pedro.
-De Guadalajara.
-¿Guadalajara? No la tengo en mi lista.
-¡No es posible...! ¡Guadalajara, la ciudad de las rosas...! ¡La tierra de Dios y de María Santísima...! ¡La de las mujeres más hermosas y los hombres más cabales...! ¡La ciudad de la eterna primavera...!
San Pedro -que, ya se sabe, no se distingue por verborreico-, paró en seco la letanía.
-Pues no la tengo en mi lista. Pero da igual. Pásate al cielo... y ojalá te guste.

Bromas aparte, una prestigiosa revista internacional, especializada en turismo, designó a San Miguel Allende como "la mejor ciudad del mundo" para ser visitada, "por su calidad en el servicio, amabilidad, gastronomía, limpieza, experiencia de compras y movilidad".

Se dirá que el calificativo fue aplicado en función de la actividad eminentemente turística; que se trata de una ciudad relativamente pequeña; que posiblemente varias ciudades mexicanas (Mérida, Oaxaca, Campeche, Puebla, Guanajuato, Morelia...) estén en condiciones de competir por esa designación. Se recordará que, en Guadalajara, las autoridades locales hicieron el compromiso público de devolver a la otrora "Perla de Occidente" su añejo rango de "la mejor ciudad de México" -"¡'ai pinchemente!", con la venia de Juan José Doñán-, para sus habitantes, principalmente, y que, incluso, le pusieron fecha: para el año 2042 (dentro de un cuarto de siglo), cuando se cumpla el 5o. centenario de su fundación.

En lo que se cumple el plazo, convengamos en que merece celebrarse que a nivel internacional, a cambio de tantos horrores, se diga algo bueno de México... aunque no sea -por esta vez- de Guadalajara.

Jaime García Elías
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 13 de julio de 2017).

Como peatón, casi cualquier otro habitante de la ciudad es mi enemigo natural. Los automóviles desean mi mal y los ciclistas otro tanto (creo que las estadísticas dejan fuera de discusión que la poca pericia y las malas artes al volante dejan un sinfín de choques, arrollamientos y percances evitables; de lo que se habla menos es del hecho de que los ciclistas, en general, tampoco es que sean esos Mahatma Gandhi que hablan en los medios; pero, y esto es importante, el impacto de sus acciones es mucho menor). La única diferencia (ya anotada y que no es cualquier cosa) es que si me pega un auto, milagro será que la libre, mientras que de la embestida de una bicicleta es más probable salir incólume. Pero ahí no terminan los problemas, porque hay que contar también a la enorme cantidad de tapatíos que consideran que subir su vehículo a la banqueta es un derecho humano inalienable, así como dejar sus rejas abiertas (y hasta atorarlas, no vaya a ser que alguien quiera pasar y se las cierre). El tapatío es un toro bravo que considera que la calle y la acera son suyas y de nadie más y que lo demuestra con lo que pueda: con un autobús, con una camioneta, con una moto, con una bicla, con un enrejado...

Por otra parte, los sistemas de transporte público en la ciudad son una vergüenza. Son inseguros, su cobertura es insuficiente, su servicio es pésimo. Es lógico que se busquen alternativas. Una de ellas, las ciclovías. El hecho de que estén mal construidas, que no hagan conexiones entre sí en la mayoría de los casos y que resulten, en ocasiones, hasta imprácticas con el resto del entorno (hay una que pasa enfrente de un hospital y convierte la llegada a urgencias en un caos), creo que está fuera de duda que es mejor que las haya a que no.

Pero la cosa no debería quedar allí. Los tapatíos requerimos, de modo urgente, un cambio en la manera en que nos movemos en la ciudad. Nuestro comportamiento vial es atroz.

La ciudadanía y sus bicicletas no van a resolver el problema de fondo, que es el desastre absoluto de nuestro sistema de transporte público.

Antonio Ortuño
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 14 de julio de 2017).

Cuando el Mercado Libertad comenzó a funcionar, hace poco más de medio siglo, era -casi como la Catedral; casi como los rosales, rebosantes de flores, de la Avenida de las Américas; tanto o más que Los Arcos de la Avenida Vallarta- timbre de orgullo de Guadalajara. Era -como los de Oaxaca o Guanajuato- tarjeta postal obligada para los turistas: la variedad de las artesanías y la abundancia y el colorido de las frutas quedaron registrados en miles de fotografías captadas por los visitantes. El olor de los alimentos en proceso de preparación -los chiles rellenos, muy particularmente- y la limpieza resplandeciente en la zona de restaurantes, eran irresistibles...

La noticia de que la autoridad municipal "inauguró" -en la acepción de "abrir solemnemente un establecimiento público"- la 1a. etapa de la enésima "renovación" a la que el inmueble se ha sometido, invita a soñar, en alas de la nostalgia, en que el mercado recupere la dignidad que tuvo y vuelva a ser el lugar de visita obligada para los forasteros que alguna vez fue, y motivo para que los lugareños, parafraseando la frase que el viejo Catecismo de Ripalda dedicaba al sacramento de la penitencia (hoy "reconciliación"), sostuvieran que "comer en el Mercado Libertad es obligación de todos los tapatíos, una vez al año... o antes si se está en peligro de muerte".

La historia de cómo el Mercado Libertad se degradó paulatinamente, es del dominio público. A la avaricia de los potenciales locatarios que surgieron cuando constataron las bondades de la obra y pensaron -es un decir- que "todo cabe en un jarrito, sabiéndolo acomodar" (o, en el caso, "desacomodar") se sumó la falta de visión y eventualmente la corrupción de los gobernantes. La suma de esos factores derivó en la invasión irracional y la consiguiente saturación de los espacios, en detrimento, primero, de la estética del local; y segundo, de la comodidad e incluso la seguridad de los visitantes.

Revertir esos vicios acumulados y consolidados se antoja imposible: por una parte, se aducen "derechos adquiridos" de los comerciantes que han atestado el inmueble; por la otra, la ambición de quienes atiborraron de vendedores el mercado, o permitieron que se atiborrara, en detrimento del confort y la seguridad -reiterémoslo- de los potenciales compradores, va de la mano con la temeridad.

Moraleja de la historia (con música de mariachi): "Ayer maravilla fui, Llorona... y ahora ni sombra soy".

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 20 de julio de 2017).

Viene al caso recordar que el catálogo de "intervenciones" -felizmente realizadas unas, arteramente perpetradas otras- en parques, glorietas, camellones y demás, en esta "Tierra de Dios y de María Santísima" es bastante extenso; inabarcable, quizás...

Entre los obligados botones de muestra, acuden a la memoria, desordenadamente, la escultura del Monumento a la Madre, del que la "vox populi" decía que era "mucha piedra y poca madre"; originalmente colocada en una glorieta de la Calzada Independencia, fue sustituida por la "Fuente Olímpica" -en ocasión de los Juegos de 1968 en México-, que pasó a ser conocida como "el monumento al pollo rostizado". A la gigantesca escultura abstracta denominada "La Inmolación de Quetzalcóatl" (una de las manías del entonces presidente José López Portillo) se le conoce más por el mote familiar de "El Rabito de Porky". A la que se colocó en la Avenida de Las Rosas en sustitución de la de "La Hermana Agua", el mismo ingenio popular que rebautizó al águila pétrea de la Plaza de la Bandera como "El Zopilote Mojado", dio un mote nada encomiástico: "La Hermana Drácula". Los inconclusos (y costosos) "Arcos del Milenio" también han salido bastante raspados -al igual que su autor... y las autoridades que le encomendaron el proyecto- en la inevitable polémica sobre su pertinencia estética.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 26 de julio de 2017).

La culpa no es del agua, ni del cambio climático, ni de este o aquel ciclón con nombre de teibolera, sino de la forma en que diseñamos la ciudad. Nos pareció fácil construir calles donde había arroyos, rellenar cañadas para tener terrenos planos, llenar de pavimento y esconder el agua, tanto el agua contaminada por nosotros mismos, las aguas negras y residuales, como la de la lluvia. La modernidad creyó que todo lo podía.

Pero, no fue así. Acostumbrados a que, gracias a la ciencia y la tecnología, al abrir la llave sale agua y al tirar la cadena del baño desaparece el agua sucia como por arte de magia, hemos olvidado entender el ciclo del agua y cuál es nuestro papel en él.

Si la ciudad se inunda es porque la capacidad de desplazamiento de nuestros colectores es menor a la de la precipitación. Hacer colectores para desalojar esa cantidad de agua en solo unos minutos sería una locura, pues requeriríamos una inversión imposible para utilizarla máximo 10 horas al año, cuando llegan estas tormentas extraordinarias. Los colectores fueron diseñados, como en todas las ciudades del mundo, en función de las precipitaciones medias de esta zona. El problema es que ese sistema, diseñado para una ciudad con una extensión X, tiene ahora que dar servicio a una ciudad mucho más extensa y habitada por ciudadanos, ahí entramos nosotros, que no entendemos que cada bolsa de basura, no digamos colchón, sillón o tele, que tiramos en la calle pone en crisis un sistema de por sí endeble.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 26 de julio de 2017).

Además de las circunstancias "¿excusas?" consabidas, ¿qué ha llevado a Guadalajara a ser una ciudad decadente, que alcanza, y con trabajos, 65% de su potencial en todos los términos? Así sea para, tan sólo, provocar a la reflexión, se puede arriesgar una hipótesis: la decadencia de las elites.

Para los efectos de estas líneas, las elites tapatías son esos grupos de gentes, más o menos determinados y flexibles, que a través de la historia y las generaciones han establecido, con una mezcla de sabiduría y de audacia, los parámetros a los que debía de aspirar una ciudad, los usos y las prácticas culturales, económicas y artísticas que, pragmáticamente, eran la referencia y muchas veces el objetivo de amplios grupos sociales.

Uno de tantos ejemplos: los empresarios que, desde 1840, promovieron la industrialización de la ciudad y la región. Un grupo de personas ilustradas que fundaron las fábricas textiles de Atemajac, la Escoba, el Batán, El Salto y la Experiencia, entre otras factorías. Muy próximos a la revolución industrial comenzada en Inglaterra, pero también a la doctrina social de la Iglesia, formaron complejos industriales que mucho tenían de ejemplares. Salarios justos, prestaciones adecuadas, vivienda digna, educación, recreación y deporte, eran parte integral de esos núcleos fabriles. Falta una historia más detallada del espíritu de esas empresas -y el de sus fundadores- que a la distancia tienen mucho que ver con utopías humanistas como las que preconizaba Fourier.

¿De entonces a esta parte, qué sucedió? ¿Cuáles son las empresas que supieron recoger esas herencias? ¿Cuáles, además del simple lucro, buscaron la formación y el bienestar integrales de los trabajadores y sus familias? Tarea, sin duda, de historiadores. Lo que es factible observar es que, de un liderato nacional en el campo industrial, estamos ahora ante un panorama dependiente en su gran mayoría de capitales y voluntades que, contrariamente a lo que sucedía con la generación de 1840, son muy ajenos a la gente de aquí, a las necesidades, particularidades y retos de esta región.

Tomemos otro ejemplo: la generación de arquitectos de la Escuela Tapatía de Arquitectura y sus sucesores. La nómina es deslumbrante: Luis Barragán, Pedro Castellanos, Juan Palomar y Arias, Rafael Urzúa, Ignacio Díaz Morales, Enrique González Madrid. Después, tres figuras también fundamentales: Julio de la Peña, Salvador de Alba, Alejandro Zohn. Avanzando: Andrés Casillas, Gonzalo Villa Chávez, Marco Aldaco. Jorge Camberos y Esteban Wario en la arquitectura urbana. Y, por supuesto, algunos otros. ¿Y luego? No hace falta más que asomarse a las calles de Guadalajara (y de muchos pueblos) para comprobar cómo, de la espléndida ciudad que dejaron atrás, hemos hecho un triste batidillo.

¿Qué tenían en común el grupo de industriales de 1840 y los arquitectos de 1926-1970? Que eran elites profundamente tapatías, conocedoras y amantes de sus tradiciones y sus cosas, abiertas a las corrientes espirituales de todo el mundo, intensamente comunicadas entre sí, curiosas, socarronas, distanciadas del poder político, refinadas y cultas sin pretensiones.

¿Dónde están ahora estos grupos, esenciales según Barthes, para la estructuración anímica y funcional de una sociedad? Los industriales: ¿En las Taco Towers de San Diego o San Antonio? ¿Al fondo de un "coto" o en camino al centro comercial o al club de su preferencia? ¿Chapurreando pésimo inglés mientras lame los zapatos de un empresario gringo al que le va maquilar cualquier cosa? Por supuesto que no: esas no son elites, son simples ricos. Los arquitectos: ¿proyectando centritos comerciales, "cotos" o casas para "cotos", fachadas rimbombantes de vidrio y plástico? ¿Guardando silencio y acomodándose lo mejor que atinen para ir de simples ganapanes, sin tener nada que ver con la lucha por una mejor ciudad?

Queda pues, un largo pendiente: cómo una ciudad, y una región, puede generar las elites (no confundir con los económicamente pudientes) que sean un fermento de cambio y justicia. Que le vuelvan a dar a Guadalajara y a Occidente mayor cultura y personalidad, mayor hondura humana.

Juan Palomar Verea
(v.periódico El Informador en línea del 4 de agosto de 2017).

Alguien tiene que decirlo. En nombre del respeto a la ciudad en que se vive, y que es deber de todo ciudadano bien nacido y obligación de sus gobernantes, alguien tiene que decir "¡ya basta...!"; que Guadalajara ya ha soportado demasiadas agresiones al paisaje urbano -como lo denominan los entendidos- en nombre de la alianza, por demás ilícita, entre la mediocridad y la petulancia de supuestos artistas, y la complacencia de gobernantes con ínfulas de dejar huella, tan perpetua como sea posible, de su paso por los cargos públicos que desempeñaron; que no hay derecho a seguir destinando fondos públicos que preferentemente deberían aplicarse a resolver carencias básicas de la población -seguridad pública, por ejemplo- para "invertirlos" en estramancias que, lejos de embellecer a la casa común, la afean ostensiblemente.

Es probable que la intención de ornamentar a la ciudad, de devolverle algo de lo mucho que en ese aspecto ha perdido al paso de los años, sea genuina; y plausible, por tanto... En todo caso, alguien, por encima de los gobernantes, debería tener la autoridad moral para ponderar propuestas, alentar las encomiables e impedir que, a la ley de "aquí yo mando", se perpetren más barbaridades de las que ya soporta Guadalajara.

Alguien que pueda decirles, en suma, que "de mi arte a tu arte, yo prefiero mi arte".

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 9 de agosto de 2017).

No sé si alguien recuerda el huracán Patricia, de octubre de 2015, que tuvo los vientos más fuertes registrados en el Hemisterio Occidental y amenazó con mandar a Jalisco a la lona (algunos locutores televisivos, con algo que no era fácil saber si era entusiasmo o pánico, citaban continuamente la catástrofe provocada por el paso del huracán Katrina por Nueva Orleáns, en 2005, como ejemplo de lo que podría esperarnos, pese a que nuestra ciudad se encuentra a cientos de kilómetros del mar). No llegó a suceder nada espantoso, por fortuna, porque el huracán no pegó de lleno en las poblaciones costeras, se estampó en la Sierra Madre y perdió toda su fuerza. Aunque en la costa hubo municipios con daños severos, en la ciudad no sucedió nada más allá de que los tapatíos se pasaron un par de mañanas, grises y ventosas, bajo un tenue manto de lluvia. Eso sí: se evacuaron escuelas y algunas oficinas, se llamó a reforzar ventanas y a acudir a albergues si la cosa empeoraba. Se produjeron escenas de confusión y hasta de pánico. Yo me encontraba en la Ciudad de México y, rodeado de capitalinos, me tocó mirar la cobertura en televisores de bar que generalmente solo transmiten partidos de futbol o peleas de box. "Ya se va a acabar Guanatos", le dijo con cierto pasmo el mesero a un parroquiano recién llegado que atinó a preguntar qué estábamos mirando todos en las pantallas. Yo sentí como si me dieran una cuchillada, la verdad. "Guanatos", por suerte y como todos sabemos, sobrevivió bien. Sin embargo, ese par de días de azoro deberían servir para recordarnos que nuestra infraestructura urbana no está como para soportar nada fuera de lo normal (si lo normal lo soporta muy apenitas).

Antonio Ortuño
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 3 de septiembre de 2017).

¿Sabía usted, o se imaginaba al menos, que Guadalajara es, de cuantas hay en este pícaro mundo, "la ciudad más querida por sus jóvenes"? ¿Más que Guanajuato, Zacatecas o la propia Ciudad de México, entre las mexicanas, o que Coimbra, Barcelona, Praga, Berlín, Hong Kong, Sidney o la que a usted se le ocurra, de cuantas hay en este planeta, por los suyos?... ¿Sabía que los confeccionistas de rankings -para no dejar pasar la ocasión de usar ese neologismo- descubrieron que, por contrapartida, Toluca fue clasificada -también a nivel mundial, habrá que suponer- como "la menos querida" por su población joven?...

En lo que se difunden también -y se ponderan, a la pasada- la metodología de la encuesta y la validez de los parámetros que llevaron a esas conclusiones, los tapatíos podrían hacer el ejercicio de buscar, entre sus experiencias cotidianas, indicios del cariño de los jóvenes, particularmente, por su ciudad...

Puesto que el grafiti es una expresión típicamente juvenil, podrían buscarse, por ejemplo, los argumentos que demuestren que pintarrajear garabatos -para denotar dominio territorial, según eso- en cuanta pared, cortina metálica y hasta edificio público se pone al alcance de los jóvenes provistos con las correspondientes latas de pintura en aerosol, es, precisamente, una manifestación de cariño por la casa común. Puesto que el vandalismo en autobuses urbanos, parques públicos o unidades deportiva es otra conducta que se atribuye asimismo, de manera preponderante, a los jóvenes, convendría tener argumentos para entenderlo precisamente como señal de afecto y de respeto por la ciudad, y no como muestra fehaciente de incultura, falta de civismo y desprecio por la ciudad.

Jaime García Elías
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 8 de septiembre de 2017).

Guadalajara está en una zona sísmica. En sus 475 años de historia ha sido objeto de un sismo de consecuencias mayores al menos cada siglo, el último fue el de 1932 que afectó a Jalisco y Colima. Fue un terremoto de entre 8.1 y 8.4 grados con epicentro a 60 kilómetros de profundidad frente a Cihuatlán. El saldo reportado fue de al menos 300 muertos. La barranca, que limita Guadalajara al oriente y al norte, es una falla sísmica que representa también un riesgo para la ciudad. El año pasado nos sacó un buen susto: fue un temblor ligero pero por la cercanía lo sentimos literalmente como en casa. En 85 años no hemos vuelto a tener un sismo de consecuencias desastrosas en Guadalajara, pero lo más seguro es que lo volveremos a tener.

De acuerdo con datos del Centro Nacional para la Prevención de Desastres (Cenapred), 11 de los 75 sismos mayores a 7 grados o que tuvieron consecuencias de pérdida de vidas humanas en el país sucedieron en las costas de Jalisco, Colima y Nayarit, o su origen fue el volcán de Colima. Dicho de otro modo: 15 de cada 100 sismos devastadores afectan a Jalisco y por supuesto a la zona metropolitana de Guadalajara.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 25 de septiembre de 2017).

Hasta hace unos años solía decirse, a manera de chascarrillo, que "Guadalajara no crece: se desparrama". Con respecto a las añejas limitaciones que, en parte por la costumbre y en parte por los reglamentos municipales que imperaban, había la leyenda de que no se permitía construir edificios más altos que las torres de Catedral. Verdadero o falso, el hecho fue que aún pasaron varios años desde que la ciudad se convirtió en metrópoli -cuando llegó al millón de habitantes, en 1964- hasta que comenzaron a construirse edificios de más de 7 pisos.

Una vez que la antigua Guadalajara se transformó en Zona Metropolitana al devorar a los municipios que antaño la circundaban, el crecimiento vertical es una de sus señales de identidad... sin que el crecimiento horizontal se haya contenido. Lo que significa que la Guadalajara actual crece como antes no lo hacía... y se desparrama como siempre lo ha hecho.

El fenómeno es visto por los inversionistas del ramo inmobiliario como una señal de progreso. Que actualmente estén en construcción alrededor de 100 torres de departamentos u oficinas, se interpreta como un gran paso hacia la modernidad. Que dichos inversionistas decidan, calculadora en mano, que construir una mansión en una colonia residencial es mucho menos rentable que construir una torre de 20 pisos, explica el fenómeno que se vive actualmente: la incontenible tendencia a "redensificar" la ciudad; a hacerla más alta... y, supuestamente, más compacta y eficaz...

Probablemente tenga validez, a beneficio de inventario, la hipótesis de que el crecimiento de Guadalajara, a la usanza tradicional -horizontal, pues- ya era insostenible. Considerando, sin embargo, que los habitantes de las torres de departamentos que por doquier se construyen, demandarán una serie de servicios básicos -agua, drenaje, transporte, seguridad, escuelas, parques y jardines...-; que la infraestructura hidráulica ya es insuficiente y obsoleta; que la movilidad urbana va de mal en peor; que los colapsos viales, antaño excepcionales, se han vuelto cotidianos; que la carrera entre el crecimiento de la ciudad y el del transporte público es similar al de la liebre y la tortuga (sin esperanzas de que aquí, como en la añeja fabulilla, gane la tortuga); que no hay proporción entre los espacios públicos existentes y las demandas de los habitantes, la desoladora realidad es que mientras los promotores inmobiliarios se frotan las manos, la calidad de vida de los tapatíos -envidiable hasta hace unos años- parece estar condenada a un deterioro incontenible.

Jaime García Elías
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 3 de octubre de 2017).
Pronóstico del tiempo.

(V.pág.4-A del periódico El Informador del 27 de octubre de 2017).


Con la llegada de la interminable y super costosa "línea tres" [del Tren Ligero], nuevamente la iglesia de San Francisco fue dañada, precisamente por los trabajos previos destinados a que no se dañara. Lo extraño y paradójico del asunto es que los trabajos en pro de la conservación de este verdadero monumento de nuestra historia parece que solamente interesan y preocupan a los franciscanos, como si sólo ellos comprendieran el valor y significado de esta valiosa herencia de nuestra ciudad.

Armando González Escoto
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 5 de noviembre de 2017).

De acuerdo con las estimaciones del Instituto Estatal de Geografía y Estadística, la zona metropolitana, Guadalajara para ahorrar letras, llegó ya a los 5 millones de habitantes. ¿Lo festejamos o nos lamentamos?

En poco más de 50 años Guadalajara multiplicó por 5 el número de habitantes.

Si la ciudad creció a ese ritmo es porque algo bueno ofrecía. Ni multiplicándonos como conejos lo habríamos logrado solo los oriundos. Ninguna ciudad puede quintuplicar su población en medio siglo si no es porque es atractiva. Prueba de ello es que hoy la mitad de los tapatíos son de 1a. o 2a. generación; ellos o sus padres no nacieron aquí, sino que eligieron esta ciudad. Guadalajara fue capaz de atraer talento, de seducir a habitantes de otros lares, cerca o lejos, que encontraron aquí trabajo, calidez y una calidad de vida mejor a la que tenían en su lugar de origen. Gracias a los migrantes la ciudad pudo también romper su provincianismo: se hizo más plural, más diversa, más fuerte culturalmente. La ciudad de hoy, con todos sus problemas y contradicciones, es sin duda mejor que la de los 60.

El problema es que al tiempo que Guadalajara multiplicó por 5 su población en este medio siglo multiplicó por 10 el número de automóviles y casi por 8 la mancha urbana. Perdimos densidad poblacional, pero no a cambio de un mejor espacio público, sino de una discontinuidad urbana. La ciudad se desparramó y el transporte público fracasó. Eso, y un extraño culto al automóvil importada del modelo americano de vida, provocó que el número de autos por persona se duplicara con las consecuencias de contaminación, tráfico e invasión del espacio que ello implica.

Dentro de 25 años, cuando la ciudad llegue a sus 500 años de vida, la expectativa es que seremos 8 millones de tapatíos desparramados en 9 municipios. Si seguimos la expansión con la misma lógica de urbanización y desarrollo urbano vamos a construir un monstruo inhabitable. Si ocupamos los espacios vacíos y redensificamos moderadamente la ciudad cabremos todos en el mismo espacio. Ese es el reto.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 9 de noviembre de 2017).

Según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, tras responder a la pregunta "En su opinión, ¿cuáles son los problemas más importantes que en Guadalajara se enfrentan hoy en día?", los tapatíos consideran que los baches son la problemática más significativa que aqueja al municipio, incluso por encima de delitos como robos, extorsiones, secuestros y fraudes.

Problemas más importantes en Guadalajara:

El neuropsicólogo Guillermo Vega destaca que los baches causan más insatisfacción a los tapatíos que la inseguridad porque los habitantes son más propensos a identificarse con las acciones que llevan a cabo las autoridades que con la percepción de seguridad que les puedan brindar.

El especialista explica que para las personas que transitan diariamente por las calles de la ciudad es más fácil reconocer que están expuestas a estos hoyos, que aceptar que pueden ser víctimas de la delincuencia.

"La gente prefiere tener la preocupación de los baches en lugar de estar pensando que es vulnerable o está expuesta a la inseguridad".

Vega resalta que el informe del Inegi también demuestra que los ciudadanos buscan distanciarse de los afectados por un ilícito para sentir que a ellos nos les ocurrirá algo similar y de esta forma disminuir el nivel de angustia que les pueda generar.

"Todo ese tipo de cosas se intentan hacer para distanciarse de las víctimas del crimen organizado, para hacernos sentir menos expuestos y menos vulnerables y por lo tanto tratar de pensar menos en la situación", dijo.

(V.primera plana y pág.6-A del periódico El Informador del 27 de noviembre de 2017).

A lo largo de siglos, los tapatíos han debido soportar estropicios y atropellos. El abuso, la impunidad, la falta de transparencia y el beneficio indebido han caracterizado el manejo del espacio público desde que existe el estado libre y soberano de Jalisco. En la memoria viva están los "sabadazos" (entre los más sonados: la demolición de la Escuela de Música y del Ciprés de Catedral) que han infligido a los tapatíos sus autoridades.

Este tipo de decisiones y esas actitudes explican la profunda desconfianza en las autoridades por su falta de transparencia y su uso discrecional de los recursos y los poderes públicos. Es una desdichada tradición que ha infantilizado al ciudadano a fuerza de tratarlo mal y de faltarle al respeto. Ha degradado el debate público y ha rebajado el nivel del pensamiento colectivo.

Lo que está en el fondo de estos temas, más allá de la conveniencia de realizar las obras, más allá de las opiniones estéticas o técnicas de cada caso, es una profunda falta de transparencia y de respeto que agravia al ciudadano que día con día brinca baches, se tropieza en las banquetas, anda en camiones destartalados, es asaltado en las calles, y encima paga impuestos.

María Palomar
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 17 de diciembre de 2017).

"Lo que los tapatíos aman (o detestan) de su ciudad". Ese podría haber sido otro título del libro. Su autora, la doctora Olivia Livier Escamilla Galindo, prefirió dejarle el que tuvo originalmente, como tesis de investigación para el doctorado en Ciudad, Territorio y Sustentabilidad, del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño de la Universidad de Guadalajara: "Objetos Urbanos Simbólicos: una percepción desde la visión del habitante".

Se puede coincidir o discrepar de las conclusiones que la doctora Escamilla plantea. Se puede discutir la metodología de que se valió para llegar a ellas... En todo caso, el trabajo tiene varios méritos indiscutibles: originalidad; agudeza para cuestionar algunos dogmas -permítase denominarlos así- de la tradición... y honradez intelectual para resistirse a comulgar con las ruedas de molino que propone el inconsciente colectivo.

A diferencia de otros afanes editoriales, el de la doctora Escamilla trascendió. Varios medios recogieron y replicaron, así fuera sumariamente, algunas de sus conclusiones. Por ejemplo, que las 3 cosas que los tapatíos más detestan (o deploran, para usar un vocablo menos violento) de su ciudad son: 1) el transporte público; 2) la inseguridad en el centro histórico, y 3) los Arcos del Milenio.

Lo primero confirma, 1o., que el discurso oficial acerca del cacareado "Nuevo Modelo del Transporte Público" no convence a los usuarios de que su percepción de que se les ofrece un servicio indigno e ineficiente, es errónea; 2o., que el proyecto del ahora ex alcalde y virtual precandidato a gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, de que Guadalajara tendría "el mejor centro histórico de México" al cabo de la actual administración -inconclusa, por cierto-, está muy lejos de ser una realidad; y 3o., que no ha sido privativa de la susodicha administración actual la pretensión de dejar, como huella de su paso, costosos y fallidos elementos "artísticos", supuestamente ornamentales, que el ciudadano común repudia en el aspecto estético, e interpreta como expresiones de irresponsabilidad en el manejo de recursos que perfectamente pudieron destinarse a causas de mayor utilidad o beneficio social.

Tangencialmente, convendría cuestionar la inclusión en el libro, al lado de la fuente de la Minerva y la emblemática Catedral, de la torta ahogada como uno de los más significativos timbres de orgullo de los tapatíos...

La gran pregunta es si esa afirmación se sostiene en una ciudad en que es notoria la predilección de sus habitantes por los tacos al pastor, los hot-dogs, los sushis y las pizzas.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 22 de diciembre de 2017).

Lo de "Guadalajara, ciudad de las rosas" era un eslogan un poco cursi. Pero era valioso. Las rosas constituían una manifestación palpable y bonita de bienestar ciudadano, de decoro, de alegría colectiva. Y de orgullo comunitario.

En el camino nos perdimos. El tránsito automotor terminó con la ilusión floral (y ecológica). Esto, junto con la creciente cuachalotez de autoridades y población propiciada por el desbordamiento de tantos problemas acuciantes. Se perdió el ánimo y, en tantas cosas, el rumbo. La desaparición de las rosas no fue más que un claro síntoma de ello.

Faltaría radicalizar las acciones jardinísticas en la urbe. Ordenar a fondo las banquetas y las servidumbres y rescatar allí las obligatorias áreas verdes y la forestación. No restringirse únicamente a espacios públicos fácilmente delimitables, sino meterse de lleno en la exigencia a vecinos e inquilinos para conservar, instaurar o reponer las áreas verdes y el arbolado en las mencionadas servidumbres y banquetas. Una serie de campañas de difusión bien dirigidas, más la coerción legal del ayuntamiento podrían multiplicar los beneficios ambientales de la flora urbana.

Así que cada flor es importante. Representa la comprobación de que toda la comunidad puede vivir en una mejor ciudad, más digna, más bonita.

Juan Palomar Verea
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 22 de diciembre de 2017).

El incremento de la contaminación puede tener muchas causas, pero sin duda una de ellas es el enorme y creciente parque vehicular que sobrepasa los 2'200,000 de vehículos que circulan todos los días en la zona metropolitana de Guadalajara, de los cuales solo fueron verificados apenas el 20%, según datos de la Semadet.

La contaminación es generada por los gases que emiten miles de vehículos que se disputan todos los días las mismas calles y avenidas de la ciudad, que se quedan atorados ante los cortes viales obligados por las obras de la Línea 3 del Tren Ligero y por diversas obras de pavimentación de muchas colonias. Pero no solo eso, también por los baches, miles de topes, invasiones legales e ilegales de carriles de circulación, un sistema obsoleto de semáforos de hace más de 30 años y una Secretaría de Movilidad poco creativa, sin operativos viales, hacen una pesadilla para moverse en nuestra ciudad con las consecuencias en la mala calidad del aire.

Raúl Frías Lucio
(v.pág.12 del periódico Milenio Jalisco del 5 de enero de 2018).

Un estudio reveló que el transporte público, la inseguridad en el centro de Guadalajara y los Arcos del Milenio son algunos de los elementos de la ciudad que los ciudadanos detestan; en contraste, la Minerva, la torta ahogada y la FIL son varios de los emblemas de los cuales están más orgullosos.

La encargada de este trabajo, la investigadora del CUAAD, Livier Olivia Escamilla Galindo, detalló que "los objetos urbanos se clasifican en positivos y negativos, pues la experiencia previa que el habitante tiene incide sobre éstos".

Por ejemplo, en las expresiones culturales positivas estuvieron la torta ahogada y el tequila, además de la Minerva, la FIL y el Paseo Chapultepec, en cuanto a medios de transporte, el favorito es el uso de la bicicleta.

Además, el Lago de Chapala, las Fiestas de Octubre y la gastronomía fueron otros objetos urbanos que se relacionan con algo positivo.

Mientras que el centro histórico fue clasificado como positivo y negativo a la vez, pues los tapatíos lo perciben como un entorno inseguro, con mal olor, además que hay mucha basura y ruido.

"En los negativos encontramos una crítica constante hacia el transporte público, específicamente al camión. En cuanto a monumentos fueron recurrentes los Arcos del Milenio; algunas explicaciones son que se sabe que es una zona de constante inundación durante el temporal de lluvias".

Asimismo, se identificó que la percepción estética de los arcos no es de agrado, principalmente por el color, calificado como amarillo chillante.

La zona de San Juan de Dios y la Expo Ganadera, fueron otros lugares identificados como negativos.

"Es un resultado muy confrontado porque, finalmente, el habitante sí está consciente de todo lo bueno que hay en su ciudad, así como de lo negativo y lo que le hace falta para tener una mejora en su calidad de vida", señaló Escamilla Galindo.

(V.periódico El Informador en línea del 5 de enero de 2018).

Dice un buen amigo que "la música de mariachi es mejor de lejos". Y explica: "Así, no aturde... y la pagan otros" [y no rocían de saliva lo que estás comiendo - agregaría el webmaster].

Jaime García Elías
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 10 de enero de 2018).
Mamut expuesto en Adolf Horn.

Tristemente les comparto está barbarie contra el recién expuesto mamut en Av. Adolf Horn.

Miguel Angel Mendoza Sánchez
(El Grupo de Tlajomulco, 21 de enero de 2018).

Según datos de la Secretaría de Movilidad, hace 20 años había poco más de 40,000 motocicletas en la zona metropolitana de Guadalajara; hace 10, la cifra se triplicó: había más de 130,000; 10 años después, en 2017, se llegó a cerca de 414,000. No hay datos fidedignos, porque las autoridades reconocen un subregistro al respecto, pero se supone que la cifra de siniestros, lesiones y decesos derivados del uso de estos vehículos es considerable.

Jaime García Elías
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 24 de enero de 2018).

La vida tapatía se basa fundamentalmente en un problema alimenticio, después de la Navidad y de diciembre en que la mayoría de locales se enfrenta con los alimentos sin fijarse en si se ingieren alimentos sin beta caroteno y llenos de radicales libres y a pesar de ello iniciamos el año con el recalentado de fin de año, reyes y hasta la Candelaria.

Después de escuchar a los expertos he decidido, para pensarlo mejor, salir a buscar una seño -de esas que sacan cena en las esquinas- y elaboran gorditas de manteca, ultra fritas. Desde luego con un refresco ligth. Ah y espero que el pasado viernes haya gozado, contra la opinión de los expertos, de los tamales de la Candelaria.

Carlos Enrigue
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 4 de febrero de 2018).
Siempre sacamos el cobre.

(V.pág.11 del suplemento O2cultura de La gaceta de la Universidad de Guadalajara del 5 de febrero de 2018).


Es ahora una ciudad de 5 millones de habitantes. Es deficiente, injusta, dispersa, insostenible, y el 14% de su superficie, gracias al miedo, ya consiste en los tumores urbanos conocidos como "cotos": es la séptima parte de "ciudad" privatizada y en cierto sentido fuera del control de las autoridades y de la vida pública y democrática que hace las ciudades de a de veras.

Guadalajara además tiene otro cáncer galopante: el de los coches que crecientemente envenenan la atmósfera y hacen perder millones de horas-hombre, es decir el irrecuperable tiempo de vida de todos, que vale más de billones de pesos que nadie cuenta. La seguridad es absolutamente lamentable. Los servicios no ajustan y cientos de miles de pobladores no tienen agua adecuadamente. Seguimos envenenando criminalmente el Río Santiago y chupándonos a la delicadísima Laguna de Chapala. La disposición de residuos sólidos deja aún mucho que desear. Y así podríamos seguir. Para ser claros y sumarios: la gestión de la ciudad, durante los últimos 40 años ha sido un costosísimo fracaso.

Así llegamos a "festejar" el 476 aniversario de que un grupo de bravíos y valientes peregrinos lograron, al 4o. intento, fundar a esta noble y leal ciudad, gracias -se dice- a la voluntad de una mujer lúcida y decidida, la madre de Guadalajara: doña Beatriz Hernández. Hay que festejarlo, no cabe duda, o al menos -en vista del éxito obtenido- conmemorarlo.

Todo iba razonablemente hasta 1938. Entonces el gobernador Everardo Topete inauguró una siniestra serie de pérdidas patrimoniales y simbólicas: vendió para destruirlo el antiquísimo colegio de Santo Tomás -universidad original fundada por el obispo Alcalde en 1792- adjunto a la iglesia de los jesuitas del mismo nombre, hoy "Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz" (que además se acaba de quemar). Luego 1948: entonces un gobernador bienintencionado, sin duda, destruyó "ampliándolas" las 2 calles principales de la ciudad: Alcalde-16 de Septiembre y Juárez (además de Corona). De allí provino una cascada de destrucciones patrimoniales y de sucesivas y deletéreas ampliaciones de otras calles que condenaron a la ciudad a su falsa y gravísima "vocación" automovilística.

No queda más que aprender, humilde y lúcidamente, de nuestros errores. Reconocer la corrupción, la estupidez, la ineptitud política y urbana, el egoísmo colectivo.

Juan Palomar Verea
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 14 de febrero de 2018).

Así, como no queriendo, como la inevitable piedrita en los frijoles, entre las notas alusivas a la celebración del 476 aniversario de la fundación de Guadalajara, se colaron algunas informaciones sobre hechos que hubiera sido preferible que no hubieran ocurrido. Quizá fueron más, pero dos sobresalieron, como muestras de que si Guadalajara, por años, se colgó la etiqueta de "Ciudad Amable" para tomarse "selfies" y vender "urbi et orbi" esa imagen, en el presente habría que añadirle, en honor a la verdad, una apostilla: "Ma non troppo" (pero no demasiado)...

En la sección policíaca los medios darán el pormenor de los inevitables episodios que alimentan el dato estadístico de que en lo poco que va del año va un promedio diario de 3.5 personas asesinadas en Jalisco, la mayoría de las cuales en la zona metropolitana de la capital. Aunque hubo días en que esas cifras se dispararon (los días 3 y 4 se registraron 20 homicidios en Tonalá, Tlaquepaque y Tlajomulco, y el día 8 hubo 6 crímenes en Tlaquepaque), las mismas concuerdan con el registro global del año pasado: 1,369 asesinatos, para un promedio de 3.75 al día.

Ese es un hecho. El otro: la escultura "Alegoría de la Reforma", en la Plaza Juárez, según reportes de personal de Mantenimiento Urbano del Ayuntamiento, fue arteramente vandalizada.

No se trata, en ningún caso, de hechos aislados. Los crímenes son habituales, cotidianos, sistemáticos. Y lo más grave: impunes en la gran mayoría de los casos. La salida recurrente de la "h." autoridad es que se trata de "ajustes de cuentas entre bandas del crimen organizado", con lo que se sobreentiende que la susodicha se lava las manos.

En cuanto al vandalismo, difícilmente hay en Guadalajara (y anexas) edificio o monumento público que no haya sido dañado deliberadamente. A veces, a manera de pretexto, se esgrimen "razones (?) ideológicas"; verbigracia, el caso de "Sincretismo", la escultura instalada por el ayuntamiento en el camellón de la Avenida Federalismo. La regla, empero, es que los daños se perpetran para robar el metal (uno de los "niños meones" de la Plaza Tapatía)... o simplemente -como dijera el clásico- "nomás por fregar".

La mejor manera de festejar el aniversario de la ciudad sería dejar constancia del aprecio y el respeto que se le tiene... y de que la limpieza y el decoro de la misma son fiel reflejo de la limpieza y el decoro de sus moradores.

Jaime García Elías
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 15 de febrero de 2018).

Ahora que si se fija los tapatíos tenemos genes particulares que nos singularizan y antes de tener características de la raza aria, teníamos un cierto tipo que nos distinguía de las demás regiones del país. Esto, claro, antes de que se pusiera de moda el buchón style y una pléyade de cirujanos -buenos y malos, ya que de todo hay-, ya que entiendo esto es lo que se usa ahora cuando menos en ciertos sectores que por alguna causa se han venido a radicar y nos guste o no, son con nosotros parte de esa Guadalajara ya que el ser tapatío se da no solo por estirpe o nacimiento, sino vecindad.

Por fortuna el creador regaló a nuestra ciudad, entre otras, 4 cosas: la barranca, Chapala, la altura y La Primavera que se han defendido de los principales depredadores (los políticos principalmente). No sé si se haya fijado pero el paralelo que pasa por guanatos es el mismo que pasa por en medio del desierto del Sahara. Lo que no es igual por esos elementos que nos regaló Dios, la naturaleza, el big bang o quien usted decida, pero que ahí están, disminuidos y todo pero ahí están cuidándonos.

Carlos Enrigue
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 18 de febrero de 2018).

En la actualidad, Guadalajara se dirime entre los nostálgicos que todavía piensan en que la única forma de salvar a Guadalajara es volver a lo que algún día fue, ese lugar donde todos se conocían, que se podía jugar futbol en la calle, pasear a altas horas de la noche y que los árboles no eran más grandes que las casas. Una ciudad conservadora, guardiana de las buenas costumbres y celosa de lo foráneo. Hasta había otra clima, nos dicen -a pesar de que los registros históricos niegan tal aseveración.

Y aquellos que quieren la Guadalajara moderna, dinámica, desigual y coche-fílica. Esos que piensan que Guadalajara tiene que ser algo así como Atlanta, infestada de vías de alta de velocidad, con suburbios para dormir y un centro para trabajar o ir de turistas. La discusión sobre las ciclovías en la ciudad es un espejo de ese profundo disenso. Así, esa Guadalajara que se dirime entre el enamoramiento infantil a lo que fue y la obstinación en que se convierta en una ciudad completamente insustentable.

Los sexenios panistas privilegiaron absurdamente el uso del automóvil privado. Pasos a desnivel que sirven como auténticos estacionamientos masivos. Inversiones multimillonarias en los corredores norte-sur y oriente-poniente, que no sirven para nada. El transporte público en el abandono y un imaginario de ciudad que busca seducir a quien se percibe como clasemediero -con toda la precariedad que supone pretender serlo en el siglo XXI- con una "vida maravillosa" en los suburbios. Es un modelo de ciudad que comenzó en los 80 y que hoy demuestra no sólo su insostenibilidad, sino también sus efectos devastadores en la calidad de vida de los tapatíos.

La movilidad y la idea de ciudad provoca discrepancias, pero qué decimos de la urbe desigual e injusta que es hoy Guadalajara. Es increíble que a metros de distancia veas desarrollos como Andares, que serían lujosos incluso en Paris, y cruzando el periférico te topes con las periferias olvidadas, abandonadas por décadas, sin servicios y con una pobreza que lastima. Es imposible construir una Guadalajara con un futuro común, con una identidad compartida, con capital social, cuando los tapatíos coexistimos a diario con dichas asimetrías. Y parece que a nadie le interesa que la urbe de hoy sea tan benévola con los privilegiados y tan cruel con los marginados.

Guadalajara necesita nuevos consensos. No es cierto que los tapatíos queramos la misma ciudad. La nostálgica idea de la Guadalajara de unos contrasta con el modernizador imaginario de otros. Autos y bicis enfrentadas. Peatonalización contra ampliación de vialidades. Una ciudad compacta, multicéntrica o extendida. Y dicho consenso debe surgir desde los vecinos y las comunidades. Se ha cometido el error de pensar que la ciudad es ese cuerpo amorfo sobre el que sólo pueden opinar los especialistas, académicos, políticos, empresarios o algún distinguido urbanita. Guadalajara se ha construido dándole la espalda a la opinión de sus ciudadanos y eso provoca que hoy, en día, nadie tenga la menor idea de que es eso del POT MET o que la participación en los planes parciales sea tan escasa.

Sonará extraño, pero la solución a los problemas que vive Guadalajara reclama un acto previo: que nos pongamos de acuerdo en el tipo de ciudad que queremos.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 18 de febrero de 2018).

Hay que decir que los automovilistas de Guadalajara, en general, son muy majaderos y agresivos, y que manejan mal. Muchísimos tienen prisa a toda hora y van de mal humor. Pitan a la menor provocación y generalmente a lo idiota. Consideran que quien les pide el paso lo hace como una provocación y simplemente lo ignoran. Conducen agresivamente. Piensan que poner las direccionales es inútil. Creen que las luces intermitentes son un permiso para detenerse en donde les da la gana. No tienen mayor consideración con los peatones o los ciclistas. No respetan los pasos cebra. Se pasan los altos a voluntad. Las autoridades de tránsito están totalmente rebasadas.

Juan Palomar Verea
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 23 de febrero de 2018).

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental 2017 (ENCIG), elaborada por el Inegi, la policía, las calles y el alumbrado público son los servicios públicos peor evaluados en la metrópoli tapatía.

Según el estudio, 23% de los tapatíos está satisfecho con el trabajo de las corporaciones, 25% está conforme con el estado de las vialidades y sólo 38% aprueba la iluminación de la vía pública.

En el caso de las calles y avenidas, los habitantes desaprueban la reparación de baches y coladeras. Apenas 12% está satisfecho y se dice complacido con esta prestación.

Apenas 27% de los habitantes de la zona metropolitana de Guadalajara manifiesta estar satisfecho con la seguridad en los parques y jardines de sus municipios.

Por el estado de las unidades, los horarios de las corridas y el trato de los operadores, el transporte público es el servicio bajo demanda peor evaluado en Jalisco. Los usuarios reprueban a los camiones urbanos.

La verificación de rutas, la compra de nuevas unidades y la ruta empresa han tenido poco efecto en la percepción de los pasajeros con respecto a la calidad del servicio, pues prevalece el nivel de insatisfacción: sólo 31% de los habitantes se dice conforme.

(V.primera plana y pág.2-A del periódico El Informador del 25 de marzo de 2018).

"LA GUIA DEFINITIVA DE VIDA NOCTURNA EN GDL"

Qué puedes esperar encontrar en cada establecimiento (en orden alfabético, para su mayor comprensión lectora)

ABOLENGO: niñas bien, básicas de abolengo, fuckboys socialites tapatios.
BAR AMÉRICAS: música chila, vampiros, el elenco completo del señor de los anillos.
BOSSE: morritos mecos de 17 que creen que "The Wolf of Wallstreet" es la mejor película del mundo, morritas que van a ser responsables de que pase de 5 a 10 años en la cárcel según lo determine el fiscal.
BARBA NEGRA: gente que parece que te va a partir tu madre pero en realidad es bien buena onda.
BAREZZITO SUR: señores que fueran a cenar a la gourmeteria y quieren revivir su juventud, chacas de buga.
BAREZZITO PROVI: weyes mamados que se meten chocho, morritas semi buchonas.
BURTON: fresas foráneos.
CABANNA: gold diggers, gente que quiere presumir su carro nuevo.
CAVIAR IZQUIERDA: morras 25+ que se estan quedando y buscan patrocinador.
CHAROLAIS: tu tía que se acaba de divorciar y anda buscando ligue, señoras operadas con cara de gatito, gente que escucha kabah, al "terco" de soñadoras.
CHACAL: buchones de closet.
CERVECERIA CHAPULTEPEC: gente marra, meseros metaleros, godínez, empresarios tomando notas para copiar el concepto.
CLUB SOCIAL: morros emputados porque su compita los hizo salirse del G's para ir a conocer y ahora van a tener que hacer un chingo de fila cuando vuelvan.
CERVECERIA BUENAVIDA: gente que cree que la diabetes es una enfermedad de mentiras.
CERVECERIA (INSERTE NOMBRE GENERICO): chela un peso mas cara o mas barata de Chapultepec, staff que en unos cuantos meses estará desempleado.
COPA DE CHAMPANGE: morros que quieren agarrase una milf, gente que participó en la academia.
DINSMOOR: precios excesivamente altos, hijos de políticos, gente que no sabe que existe dorothy.
DOROTHY: los mismos pendejos que iban a edison, chalet, lagger lounge, etc, tuluminatis, morritas bien chidas.
EL REY: morritas chidas hipsters del Iteso, extranjeros que van a conocer a Dios al día siguiente, chavorrucos que usan Converse.
EVVA: morras que dicen que van a ser vírgenes hasta el matrimonio pero te las coges en la 1a. noche, weyes de gdl que salieron en realitys.
ENVY: gente con muy buen gusto que decidió que no necesitaba el drama de una mujer en su vida y ahora tienen 2 ingresos estables en casa, morritas con la guardia baja.
FUNKY TOWN: godínez celebrando sus cumpleaños.
GALAXY 1985: gente que antes iba al g&q's pero dejaron de ir porque se hizo de cholos y solo tocan música de negros.
G&Q'S: el wey que te acaba de tumbar en chapu, morritos que se creen niggas y se drogan con jarabe para la tos, morras que te piden si les pides un Uber en efectivo, un señor de 30 que se cree drake y ya no es bienvenido en ningún establecimiento de gdl por estar haciendo listas pendejas innecesarias.
GENESIS: tu mamá y tu papá bien pedos pegándose un faje, weyes del Iteso que lo quieren poner de moda, chingo de gays, Charlie Montana.
KIN KIN: morritas que les gusta el molly, futbolistas hasta el culo, Alex de Maná.
LA BOQUITA: tu primita que acaba de cumplir 18, minibuchones.
LOLA LOLITA: señores de 30 en busca de morritas de 18, alemanes hasta el culo, morritas jariosas, extranjeras de países latinos en crisis buscando amarrar a alguien para conseguir papeles.
LA LUPITA: weyes bien mamados sin camisa, morritas jariosas que quieren ver weyes bien mamados sin camisa.
LA REAL LICORERIA: gente que no quizo pagar su cover / no dejaron entrar a la santa.
LA SANTA: gente que cree que es el lugar mas fresa de gdl porque lo vieron en un espectacular, morritos que cooperaron $100 cada uno para el pomo de Bacardí, morritas que ven mariposa de barrio, bloggers y gente de Youtube, Mario Bautista.
MACCA : suggarbabys en su día libre, gente preguntándose: "¡¿No mames, qué pedo?! Aquí antes tocaban música bien chida, ¿por qué están tocando reggaeton?"
MALLET SOCIAL CLUB: lo mismo que Dorothy, pero con música más culera.
MARIA DOLORES: gente que se quiere sentir fresa por estar en Punto Sao Paulo, pero no quiere gastar lo que se gasta en Punto Sao Paulo.
OPEN: lo mismo que Envy, pero mas extremo.
REYES CANTINA: el rey, para gente que tiene un putero dinero.
SALMON: gente que le dio chingo de hueva hacer fila para entrar al REY.
SONIDERO: weyes que parecen que tocan en el gran silencio, weyes que tocan en el gran silencio.
STRANA: buchones fresas, morras operadas.
STONE AGE: rockeros del centro, dedos de queso mas grandes que tu verga, meseras que te van a hacer enojar.
TAPANKO: La Santa si fuera un bule.
TIBURRONZZITO: buchones, pero de los buena onda que no hacen nada y te pichan la peda.
UNPLUGGED: godínez rockeros.

Ay Jalisco No Te Rajes
(16 de abril de 2018).


El deterioro de la calidad de vida de Guadalajara tiene que ver fundamentalmente con el alza continua de los índices de violencia, pero sobre todo con el creciente sentimiento de miedo. Hemos dejado de hacer cosas porque no nos sentimos seguros en la calle y eso afecta de manera directa nuestra forma de estar y vivir en la ciudad.

Las autoridades no pueden, ni deben, darnos como explicación de un crimen que alguien estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Guadalajara no puede ser un lugar equivocado y ninguna hora o momento debe ser distinta al resto del día. A lo que aspiramos los tapatíos es a salir de nuestra casa a la hora que queramos, sea por trabajo o diversión (no le toca al Estado preguntar los motivos) con seguridad, con la certeza de que regresaremos a casa con bien y que la casa seguirá completa cuando lleguemos.

Candidatos, evítense (evítenos) rollos y diagnósticos: el tema es seguridad, díganos qué van a hacer.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 1o.de mayo de 2018).

Guadalajara y los tapatíos formamos una extraña relación de amor odio, quienes la amamos y padecemos, de alguna manera no podemos evitarla; los gobernantes (de todos los partidos -incluidos un par que todavía no gozan del hueso-) creen o cuando menos presumen las grandes obras que según ellos convierten a la ciudad, en una metrópoli "de primer mundo" cuando los que aquí vivimos sabemos con certeza que esto es falso. Somos si, un pueblote bicicletero, cuya gracia es precisamente serlo, y sus gracias son por fortuna ajenas a la conducta de los tlatoanis a los que pacientemente padecemos.

Dios, la naturaleza o el destino colocó a Guadalajara en un triangulo perfecto -al que las autoridades no han podido hasta ahora modificar-, y cuyos vértices son: la laguna de Chapala, la barranca y la primavera, y probablemente la altura, sin ellas nuestro destino sería por estar el el mismo paralelo terrestre que el desierto del Sahara en ser un desierto y el otro drama es que el gobierno que contrariamente a lo que ellos dicen pensar es siempre más dañino que útil.

A cambio de esto nos dio otras bondades, que por más empeño que han puesto las autoridades por evitarlas. Y así anualmente aparecen como regalos de la naturaleza las primaveras, un estallido de floración amarilla que ilumina, primero el follaje y luego cuando caen, una alfombra hermosísima. Digamos que con este fenómeno natural se inicia la temporada de floraciones, después seguirán las jacarandas, las rosamoradas, para seguir entre otras con la brillante aparición, entre otras especies, del fuego de los tabachines. Que yo sepa la aparición de estos elementos no ha causado mayores protestas ni agrede a ninguna persona o grupo y a la mayoría de habitantes nos gusta, a pesar de ser un fenómeno natural, ni haberse dialogado acerca de su floración, sólo la recibimos y gozamos.

Por fortuna esto no es todo, la vida es vivible ya que por el mismo principio comienzan a aparecer, en cuanto se da el calorcito aparecen, a pesar de los ordenamientos, siempre irracionales y arbitrarios, y sí, la intervención de la autoridad puede por su sola acción ponerlas en peligro -recuerden el pescado blanco, un sabor que perdimos- pero todavía se muestran por el rumbo de las nueve esquinas y otros sitios; la sabrosa belleza de las pitayas, regalo del sur de Jalisco ya que a la vista son un gozo y en el gusto un recuerdo que se renueva anualmente. Que el Dios de los tragones nos proteja de la "protección" gubernamental.

De la misma temporada, aunque no tan espectaculares como las pitayas, están los guamúchiles, frutos antes fáciles de conseguir tal solo con extender un brazo, pero hoy todavía pueden conseguirse y es otro sabor que no puede perderse.

Quisiera seguir recordando sabores, pero no quiero que si por alguna extraña situación, muy difícil pero posible, alguna autoridad leyera esto y se le ocurriera proteger ese sabor, con lo que el daño sería terrible.

Carlos Enrigue
(v.periódico El Informador en línea del 13 de mayo de 2018).

Para bien o para mal "aquí -y lo más grave: ahora...- nos tocó vivir".

No se extinguían totalmente aún los ecos de los fastos conmemorativos de la celebración del 450 Aniversario de la Fundación de Guadalajara, en 1992, cuando las explosiones en el Sector Reforma y el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo inspiraron un chascarrillo de humor negro: "Lo bueno es que vienen tiempos mejores para Guadalajara: si ya lleva 4 refundaciones, la próxima será mejor; después de todo, por algo dicen que 'no hay quinto malo'...".

De la Guadalajara Amable que en las generaciones pretéritas tenía fama de ser -con la venia de Luis Spota- "Casi el Paraíso", algo queda: principalmente, el sueño de quienes la conocieron así, "amable", "linda y provinciana", porque se reconcilie con los trazos que en su canción plasmó de ella Pepe Guízar; porque se recuerden, si acaso, como pesadillas condenadas a quedarse en la memoria, pero que no necesariamente dejan cicatrices indelebles en el alma, episodios de violencia como los que se vivieron en sus calles, a plena luz del día, el lunes pasado.

Es válido, por una parte, acatar las indicaciones de la autoridad: desoír los rumores; no contribuir a la inestabilidad emocional de la población difundiendo -o, peor aún, agregándoles de la propia cosecha- versiones irresponsables, infundadas o dudosas. Es válido, considerando que "la experiencia no es lo que a uno le pasa sino lo que uno hace con lo que le pasa" (Arturo Hernández dixit), aprender a vivir con precauciones en un entorno de suyo resbaladizo... pero no resignarse a vivir con miedo.

Sería ilusorio, en cambio, suponer que las cosas van a cambiar, para bien, merced a la voluntad de los habitantes o a la palabra de los gobernantes. Los autores del (fallido, felizmente) atentado contra el ex fiscal Luis Carlos Nájera, de los bloqueos con vehículos incendiados en diversos puntos de la ciudad y de los enfrentamientos que inicialmente dejaron un saldo de 8 heridos de bala, viven entre nosotros; están aquí porque aquí han encontrado las condiciones propicias para desarrollar sus actividades delincuenciales. Sería ilusorio anticipar que el desenlace de las investigaciones que seguramente se emprendieron a partir de esos sucesos, sea el esclarecimiento pleno de los hechos, la identificación y aprehensión de los responsables y la aplicación irrestricta de la ley a cada uno de ellos.

En efecto: el monstruo vive a nuestro lado.

Jaime García Elías
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 23 de mayo de 2018).

De los 287 puntos de riesgo que reporta el municipio de Guadalajara, 176 son inundaciones y 111 encharcamientos. El director de la Unidad de Protección Civil tapatía, Felipe de Jesús López, explicó que se refieren a "inundación" cuando el agua rebasa los 40 centímetros en vía pública.

Aseveró que la basura que tiran los ciudadanos agrava la mayoría de las inundaciones en la metrópoli. Resaltó que incluso han detectado que hay personas que en cuanto comienza a llover sacan su basura a las calles.

"La semana pasada que llovió hicimos un recorrido y los canales estaban limpios, pero los ciudadanos, en menos de 8 días, aventaron 50 llantas en un arroyo, se requiere que la gente ponga de su parte".

Felipe de Jesús López añadió que son toneladas de desechos las que recolectan de canales y arroyos. "La mayoría de los problemas por inundaciones en vía pública es por la basura. Hay que entender también que si la tiran en partes altas va a afectar a otros lugares".

(V.pág.6-A del periódico El Informador del 13 de junio de 2018).

Existe formalmente un atlas de riesgo de inundaciones desde hace al menos 10 años y aunque antes no existiera el documento como tal todos los habitantes de la ciudad conocían, más o menos, los puntos de mayor acumulación de agua después de una tormenta. Tener el atlas de riesgo no sirvió de mucho: la ciudad ha seguido creciendo y con ella los puntos de inundación.

Gracias a la corrupción y a la mala (nula) planeación cada año hay 4 nuevos puntos críticos. Dicho de otra manera: no hemos aprendido nada, seguimos expandiendo la mancha urbana, invadiendo cauces, robando terreno a las represas o simplemente tapizando de asfalto terrenos que antes eran permeables sin pensar en las consecuencias que ello tiene para los que viven aguas abajo.

A la ciudad le ha costado y le seguirá costando un dineral tratar de mitigar estas catástrofes que son producto de la corrupción. Estamos invirtiendo dinero púbico, dinero de todos, para solucionar lo que causaron unos pocos que se enriquecieron urbanizando donde no debían o más de lo debido gracias a que obtuvieron una licencia a base de mordidas o porque cínicamente se robaron un cauce que, por definición, es propiedad federal.

La próxima vez que se inunde la ciudad (es decir la próxima semana, el próximo mes) ojalá que la explicación de las autoridades no sea sobre la intensidad de la lluvia sino sobre el aumento de la corrupción; que no se culpe a "Bud" o como se llame el próximo huracán que nos afecte, sino a los políticos, empresarios, presidentes de ejidos, líderes invasores de terrenos, magistrados que autorizaron urbanizaciones, etc.

No se culpe a la lluvia; es la corrupción.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 13 de junio de 2018).

A nuestros amados gobernantes, candidatos, arrimados y beneficiados por la ubre pública, que tanto se sacrifican por nosotros, se les llena la boca de hablar de recuperar espacios públicos, pero difícilmente lo hacen y no creo que al respecto hagan mucho, cuando menos en mi opinión; por ejemplificar, los últimos 20 años han decidido rescatar "Chapu", sin duda el sitio preferido para rescatar, aunque yo creo que nunca se había perdido. Los últimos 20 años, cuando menos, todos los gobiernos de todos los colores y tendencias le han metido mano y seamos sinceros reconozca usted que no es una mala obra en sí, el otro día decidí recorrerla de lado a lado dos veces y sin ser lo peor, decidí que lo que le falta es trapío y más si la compara con la antigua Lafayette, ahí si, ni comparar.

Recuerde usted hace años cuando intervinieron la calzada para los trolebuses, presentaron unos proyectos arquitectónicos que proponía que aquello quedaría como si fuera los Campos Elíseos, años después la calzada no se ha enterado, los dibujos de los arreglos se han hecho viejos y lo único notable es que los judiciales tienen una vía rápida, que usan libremente, para circular, pero de los arreglos, como en el caso de Camelia, nunca más se supo nada.

Ahora, la esperanza es paseo Alcalde, ya pusieron la cabezota, que como en todos los casos, a unos gusta y a otros no. Esperemos que quede bien pero hasta donde recuerdo no quedan muchas fincas a lucir, pero dejemos a los expertos sacar lo bueno y deseamos que asi sea, aunque hay el problema que algunas de las cantinas tradicionales han cerrado y hay el temor de que quede otro "Chapu- bar".

Carlos Enrigue
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 17 de junio de 2018).

Recordé a una persona singular que dio carácter a nuestra ciudad, se llamó Federico Ochoa, pero en su aparición pública fue conocido como Firuláis y su permanente vestimenta de payaso; pero tras el ajuar encontrábamos a un personaje único, por su pasado y su vida.

Tengo entendido que su familia era familia de linaje en la zona de Tecatitlán y con muchos parientes que aún gozan de preeminencia social y económica en nuestra ciudad; de manera que podemos afirmar que nació en pañales de seda. Realizó estudios en Inglaterra y hablaba un inglés de gran calidad, lo que no era nada común en aquel tiempo y con las relaciones que tenía hubiera sido muy fácil conseguir trabajos ejecutivos, pero no, su vocación era exactamente ser payaso.

Trataba de hacer magia pero era bastante torpe, cualquier niño veía el truco. aunque él solía decir que su primera magia había sido desaparecer 3 herencias y era cierto, muchos tapatíos gozaron las parrandas que en Europa y otros sitios a costa de don Federico, se mencionaba que había cerrado una plaza de toros, se dice que la de Madrid, para una corrida privada; otros más contaban que había tomado la alternativa allá, el hecho es que dilapidó fortunas, lo cual era escándalo para la entonces provinciana sociedad tapatía, escándalo y risas disimuladas.

Era aficionado a fumar el zacate sagrado y alguna vez nos contó que estando en la ciudad de Nueva York y habiéndole quemado las patas al diablo se le aparecieron el espíritu de Firus y Lais, que eran 2 payasos de allá y que penetrado de esos seres nació Firuláis, aunque otras veces contaba otras historias del nombre.

Volvió a nuestra ciudad, que es un imán para todos los tapatíos que tienen que vivir lejos de ella y ya viejo, decidió establecer su cuartel en la esquina de Morelos y 16 de Septiembre, en el portal, justo frente a palacio, la plaza de por medio y contra esquina de la catedral y ahí, en su silla de ruedas, con su ajuar permanente, dispuesto a charlar con sus muchos amigos y al final algunos benefactores que le proporcionaban medios de vida a ese personaje tan singular.

Han pasado algunos años y sin embargo cada que paso por ahí lo busco como parte viva de nuestra ciudad.

Carlos Enrigue
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 24 de junio de 2018).

El padre Jesús ("Chuchín" para sus alumnos, que son legiones... y para sus amigos, que son muchedumbre) Gómez Fregoso, al recibir un reconocimiento -uno más- del Ayuntamiento de Guadalajara por lo que ha aportado a la ciudad -y a los tapatíos, sobre todo- como historiador, cronista, maestro, sacerdote (jesuita, para más señas) y ser humano excepcional, recordaba, el viernes pasado, que su padre le inculcó la idea de que en el mundo había 2 categorías de personas: "los buenos", que solían estar en el bando de la Iglesia, y "los malos", a los que ordinariamente se ubicaba en las huestes del gobierno. Recibir un reconocimiento de manos de un gobernante -el alcalde interino, Enrique Ibarra Pedroza-, en un edificio del gobierno, en presencia de muchos que son o han sido funcionarios gubernamentales, probablemente -dijo el homenajeado- habría incomodado a su padre, si hubiera vivido para verlo... pero seguramente lo habría hecho feliz, viendo que él, "Chuchín", a sus 85 años, también lo es.

El reconocimiento, como suele suceder, honra más a quienes decidieron otorgarlo que a quien fue objeto del mismo. El padre "Chuchín", dentro de su bondad, su educación exquisita y su modestia, seguramente tuvo que disimular varios conatos de rubor al escuchar la glosa de su vida y los discursos -el del rector de la Universidad de Guadalajara, de la que, ya jubilado, sigue siendo catedrático en activo, y el del propio alcalde Ibarra Pedroza- en que se encomió, sumariamente, la huella de su paso por la ciudad de la que, sin ser nativo, es, ya, uno de sus hijos predilectos. Aunque lamenta que la "Guadalajara tapatía -la expresión es suya- hace mucho tiempo desapareció"; aunque probablemente intuye que sus palabras caen en tierra estéril cuando pide "que los jóvenes de hoy amen a Guadalajara", que hagan el esfuerzo por rehacerla "como era antes", seguramente sabe también que de su parte no ha quedado para impedir que la destrucción de la ciudad y el deterioro de los valores que caracterizaron a sus hijos -el respeto y el afán por ser útiles a sus semejantes; el amor cristiano en la más pura de sus expresiones, en una palabra- sean mayores.

Jaime García Elías
(v.pág.13-A del periódico El Informador del 25 de junio de 2018).

Pues sí: queda sobradamente demostrado que los colectores de Guadalajara son tan eficientes como el que más... cuando no llueve.

Llueve, y los organismos responsables de la protección civil se abocan, presurosos, a recordar, primero, que las zonas susceptibles de encharcamientos considerables ya están incluidas en el "atlas" correspondiente, y a levantar, a continuación, el inventario pormenorizado de los daños. Los medios, a su vez, se abocan a difundirlos: túneles inundados, árboles caídos, canales desbordados, casas anegadas... El balance se da por satisfactorio cuando no hay víctimas ni daños de mayor consideración: algo que, por desgracia, no siempre ocurre.

Las notas, ocasionalmente, generan reacciones de las autoridades. Las primeras lluvias torrenciales del presente temporal, por ejemplo, impulsaron a los responsables del SIAPA a realizar obras complementarias para captar las aguas de las subsiguientes lluvias. Incurrieron, empero, en la ligereza de dar por descontado tales esas obras resolverían el problema de una vez y para siempre, con la consecuencia previsible: que el siguiente aguacero dejó en evidencia que las "medidas remediales" -como dicen los expertos- se quedaron cortas, lo que obliga a los declaradores a suscribirse al lugar común: "No hay colector que permita desahogar los caudales de un aguacero atípico"... (como los que aquí son típicos).

Jaime García Elías
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 27 de junio de 2018).
Mural de Gustavo Aranguren.

El 23 de marzo del 2016, el mural de Gustavo Aranguren, ubicado en el exterior del Museo de Arte Raúl Anguiano (MURA), fue vandalizado con grafiti. La silueta del personaje protagonista quedó cubierta por una mancha de cerca de 130 centímetros de alto por 170 de ancho, en el centro de la pieza.

Representantes de la Escuela de Conservación y Restauración de Occidente visitaron el museo para evaluar los daños. Calcularon que la restauración tomaría alrededor de un mes.

Sin embargo, a más de 2 años del incidente, el mural continúa vandalizado sin que se conozca una posible fecha para su arreglo. En la misma situación están la estatua de "El Amo" Torres, 2 figuras en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, la Alegoría a la Reforma y el Colector Intermedio del Poniente-Monumento al Obrero.

El problema es que no hay presupuesto asignado para su restauración. Según el Ayuntamiento de Guadalajara, aún continúan con la evaluación de los daños.

(V.pág.8-A del periódico El Informador del 16 de julio de 2018).

Lo que importa es el servicio en una unidad segura, limpia y a precio justo. Así fue Uber en un principio que llegó a México, y en concreto a Guadalajara.

Recuerdo que mi 1er. viaje hace unos 3 años, fue de mi domicilio a la Central de Autobuses. Pagué un poco más de la mitad de lo que cobraban los taxis tradicionales y mi auto fue una flamante Ford Ecosport que todavía olía a coche nuevo.

En el 1er. año más o menos, habré utilizado el servicio poco, tal vez 4-5 veces. Siempre me ofrecieron agua, cargador para el teléfono y no recuerdo todos los autos, pero sí uno en particular, un Jetta también nuevo que manejaba su propietario a medio tiempo para ayudarse a pagarlo. Ésa, "mai frends", es la esencia de Uber. Autos particulares manejados por sus dueños para ayudarse con un ingreso extra. ¿Pero qué creen? ¡Le dimos en su madre!

Se generó un círculo vicioso terrible. La buena imagen de Uber propició un alto crecimiento, que impactó directamente en los taxis tradicionales. Al subir la demanda de la plataforma, algunos con un poquito de dinero hicieron justo eso que es la antítesis de la idea original: compraron 5 Versas y los rentaron a choferes contratados por una "liquidación" diaria. Idéntico al modelo de los taxistas. Entonces, los taxistas tradicionales dejaron sus Tsurus amarillos, para subirse a los Versas blancos y tirar por la ventana todo lo bueno que había traído Uber al principio.

Los taxistas tradicionales, en un ejemplo digno de admirarse, adoptaron la filosofía de adaptarse o morir, y están sobreviviendo. Con ayuda del Gobierno de Jalisco, que detectó las prácticas chuecas de la plataforma, se tuvo acceso a créditos para comprar autos nuevos; los choferes que trabajaron por liquidación por más de 15 años, recibieron sus permisos propios y el crédito para el auto nuevo. Muchos se equiparon con cargadores, crearon sus propias aplicaciones para cada sitio y adoptaron el pago con tarjeta. En resumen, le reviraron el juego a Uber. Obvio aún quedan muchos Tsurus amarillos que dan pena nomás de verlos pasar, pero la transformación ahí va.

No todo es felicitaciones a los tradicionales, porque justo antes de escribir este texto, pude ver por la calle uno de los nuevos diseños de taxis ecológicos (los verdes), que son únicamente Toyota Prius híbridos, en un Nissan Versa. Carajo, qué necesidad de engañar a la gente con cosas que no son. Un ejemplo más de echar a perder buenas ideas con nuestra tradicional gandayez (del tapatío simple, hacer transas para sacar ventajas en mala onda).

Justo el martes pasado anduve sin auto por la gran Guadalajara, porque lo había dejado en el taller para servicio. Tomé 3 camiones y el Tren Ligero durante el día, y la experiencia fue de regular a mala, porque el transporte público es una porquería. Nada más como ejemplo, al impaciente chofer de una unidad de la Ruta 632 le dio la flojera de la vida esperar la fila para salir a la lateral de Avenida Patria en el cruce con Avenida Vallarta y se metió por calles secundarias, brincó la vía del tren y aún así tardamos 13 minutos en cruzar el semáforo debajo del puente. Y ya ni les platico de los cafres que manejan esos monstruos diabólicos de la Ruta 27.

El punto es que cuando me dirigía a recoger el auto por la tarde pensé en pedir un Uber, pero preferí subirme al mencionado 632. Bueno, con decirles que ni siquiera prenden el aire acondicionado para no "gastar" más gasolina, en un comportamiento ridículo, pero entendible, si además de pagar 300-400 pesos al dueño del auto cada día, se lo debes entregar con tanque lleno al final del turno.

Uber se convirtió en Guadalajara, y me imagino que en todas las ciudades mexicanas donde existe, en un servicio de taxi tradicional, que en lugar de esperar a que pase en una avenida o llamar a la centralita del sitio más cercano de tu casa para tomarlo, ahora lo pides por el celular. Y ya ni eso, porque algunos sitios ofrecen una app o un chat de Whatsapp para solicitarlos.

Una de las mejores ideas de transporte urbano en el mundo de la última década, que funciona de maravilla en tantos países, nosotros nos encargamos de convertirlo en negocio, desvirtuar su filosofía y mandar al cliente al final de la lista de prioridades. La neta, somos bien listos para darle en la madre a algo chingón que beneficia a muchos, para el enriquecimiento de pocos.

Javier González Levy
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 22 de julio de 2018).

Guadalajara existe gracias a la barranca. Los fundadores itinerantes, quizá sea más correcto decir en fuga después de 3 intentos fallidos de establecerse, encontraron en la barranca del Río Grande de Santiago la protección frente a las incursiones indígenas que, por razones obvias, no querían en su territorio un puñado de familias españolas que vinieron con la encomienda de fundar una nueva ciudad. Gracias a la barranca los fundadores de Guadalajara encontraron la paz que buscaban y se asentaron en el Valle de Atemajac.

Sin embargo, la relación de Guadalajara con la barranca ha sido contradictoria, por no decir displicente. El peor pecado de esta ciudad, decía el arquitecto y urbanista Daniel Vázquez, ha sido darle la espalda a la barraca. Las colonias ricas crecieron para el lado contrario y quienes habitaron la impresionante ceja de la falla geológica fueron las colonias irregulares. Usamos el río como cloaca y el tajo de más de 500 metros de profundidad para esconder nuestras vergüenzas o incluso tirar los cadáveres, según cuentan las leyendas de los años de la guerra sucia.

Pero la barranca es mucho más que una barrera física para proteger a la ciudad, es parte fundamental para el equilibrio ecológico del valle, ese que hemos destrozado a lo largo de los años y que sin embargo nos sigue brindando servicios ambientales. La diferencia de altura entre la punta del bosque de la primavera y el fondo de la barranca es de poco más de mil metros y a ello le debemos en gran medida el buen clima de la ciudad.

Recuperar el Río Santiago, hoy por hoy uno de los más contaminados del país, e integrar la barranca al espacio urbano es una de las tareas pendientes de Guadalajara antes de llegar a sus 500 años. Si bien existen ya algunos proyectos que han acercado la barranca a la ciudad, como el zoológico, la rehabilitación de parques y el proyecto de un gran jardín botánico, lo que realmente puede reencontrar a la ciudad con su barranca es primero dejar de contaminarla (para ello se requiere el colector de aguas negras desde Tonalá hasta la planta de tratamiento) y el gran malecón desde Huentitán hasta el Salto que ha planteado el arquitecto Francisco Pérez Arellano, que, por lo demás, dará servicio y vida a muchas de las colonias más pauperizadas y violentas de la ciudad.

Cada nuevo gobierno es una nueva oportunidad para voltear a la barranca, no solo para protegerla ecológicamente sino para integrarla a Guadalajara.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 26 de julio de 2018).

Una buena y una mala: la buena, que una ciudad mexicana fue designada en la edición 2018 de los "World's Best Awards" (mejores premios mundiales) como "la mejor ciudad del mundo"; la mala... que no se trata de Guadalajara.

La distinción de referencia se otorgó a San Miguel de Allende, Guanajuato, por la revista "Travel&Leisure" (viaje y comodidad). "La presea -según el editor en jefe de la publicación, Nathan Lump- rinde homenaje a los mejores destinos y proveedores turísticos del mundo, conforme a las votaciones que hacen sus lectores en un periodo de 6 meses". San Miguel, por cierto, consiguió esa distinción por 2o. año consecutivo: algo que sólo habían logrado anteriormente Kyoto, Japón, y Sidney, Australia.

Apresurémonos a aclarar, a todo esto, que la alusión a Guadalajara, en el 1er. párrafo, está más motivada por amor a la ciudad ("El hombre es de donde quiere", decía Chesterton) que por afán de hacer "carrilla"... De hecho, ayer, aquí, se aludía a los elogios que Agustín Yáñez, en "Genio y Figuras de Guadalajara", y el canónigo José Ruiz Medrano, en un discurso pronunciado en Madrid, en un Congreso Internacional sobre la Hispanidad, dedicaron a la otrora Perla de Occidente.

Yáñez encomiaba como las mayores prendas de la ciudad la bonhomía de sus moradores y el apego a sus tradiciones; Ruiz Medrano inició su pieza oratoria -la referencia es de memoria- pidiendo perdón a los no tapatíos, "por hablar tanto de Guadalajara", y a los tapatíos, "por hablar tan poco" de su ciudad natal.

Yáñez y Ruiz Medrano hicieron el encendido elogio de Guadalajara, uno por los años 30, otro a mediados del siglo pasado; el 1o., cuando las ideas del arquitecto Ignacio Díaz Morales, secundadas por el gobernador Jesús González Gallo, orientadas a la modernización del Centro, aún estaban lejanas; otro, cuando esas reformas no acusaban todavía sus lamentables consecuencias (la degradación, el abandono y la ruina de muchas de sus añejas construcciones; la despersonalización casi total de varios de sus barrios tradicionales); lamentables consecuencias -valga el subrayado-, no porque la modernización hubiera sido intrínsecamente perversa, sino porque faltó visión y energía -gobierno, en una palabra- para evitar que, a la larga, los efectos perniciosos de la iniciativa prevalecieran sobre los plausibles.

Guadalajara nunca recibió un reconocimiento como el que acaba de recibir San Miguel Allende. Pero de que fue, alguna vez, al menos, "la ciudad más vivible (valga el neologismo) de México", ni duda cabe...

Jaime García Elías
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 31 de julio de 2018).

Los ciclistas lo saben: en Guadalajara y anexas, en ciertas zonas y a ciertas horas, es temerario circular en bicicleta, porque los conductores de vehículos motorizados no respetan a los ciclistas. Y los peatones, a su vez, saben que en ciertas zonas de Guadalajara, a ciertas horas, es temerario deambular por la banqueta... porque los ciclistas no los respetan.

Se explican los afanes, tanto de organizaciones no gubernamentales como de las autoridades de todos los municipios conurbados con Guadalajara, por promover la cultura de la movilidad no motorizada. Aunque el clima no siempre es propicio -el calor, la lluvia...-, aunque la edad es un factor a tener en cuenta (para los niños y para los adultos mayores puede ser extremadamente peligrosa), y aunque las distancias entre los puntos de origen y destino pueden desestimular esa práctica (pedalear una hora no espanta a nadie; la perspectiva de tener que pedalear una hora de ida y otra de vuelta, de la casa a la escuela o al trabajo y viceversa, 5 o 6 días a la semana, espanta al más valiente), hay factores propicios para intentar que la gran ciudad que es hoy la zona metropolitana de Guadalajara, se reconcilie, hasta donde sea posible, con su antigua etiqueta -desprovista, ya, de connotaciones peyorativas- de "pueblo bicicletero".

Tanto las quejas de los ciclistas con respecto a la prepotencia de automovilistas y choferes, como la de los peatones con respecto a la prepotencia de los ciclistas, son justas. Los afanes de las autoridades municipales por reducir los atascos viales y facilitar la movilidad urbana, se han limitado a instalar ciclovías -no siempre por las rutas más pertinentes, por cierto- y a impulsar programas (como MiBici) para el uso de bicicletas públicas. Han sugerido propuestas complementarias, como la de emplacar las bicicletas, poco prácticas por lo escurridizo de los ciclistas y porque aunque las transgresiones a las normas del sentido común más elemental son ostensibles de su parte -circular en sentido contrario, hacerlo por las banquetas, no usar casco, no respetar los altos...-, el reglamento de tránsito no contempla infracciones para los ciclistas.

No hay fórmulas para conseguir que las deficiencias en esa materia se subsanen en el corto plazo. Quizá sea un esfuerzo que sólo vaya a dar los frutos apetecidos en la siguiente generación...

Jaime García Elías
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 7 de agosto de 2018).

En esta ciudad, antes tan recadada, el impudor era sancionado cuando se hacía en publico (en privado siempre ha sido superlibre por fortuna). Ahora el cabildo, queriendo controlar las relaciones, ha decretado el derecho humano al libre faje, salvo que algún ciudadano, por la razón que usted quiera, incluso por envidioso, le moleste y pida que sancionen a los amorosos, en cuyo caso les dirán que se cambien de esquina.

Carlos Enrigue
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 19 de agosto de 2018).

Tiempos hubo, Señor Don Simón, en que los tapatíos tenían justa fama de presuntuosos... pero no de mentirosos. Todas sus jactancias con respecto a las maravillas de su terruño tenían sustento: las bondades de su clima, la amabilidad de sus habitantes, la belleza de sus mujeres, la gallardía de sus hombres, y un largo etcétera que incluía la calidad de sus equipos de fútbol. Pero como bien dicen que "cualquiera tiempo pasado fue mejor", de aquella Guadalajara que era motivo tanto de envidias como de chascarrillos por lo farolero de sus habitantes, hablando en plata, poco queda.

Mire usted: el Gabinete de Comunicación Estratégica (integrado, según su página web, por un equipo multidisciplinario, experto en observar, recabar, analizar y entender las actitudes y conductas de las personas, para obtener información clave y estratégica que se transforme en acciones) difundió ayer su informe 2018 acerca de las ciudades más habitables de México. El estudio comprende 5 variables: la evaluación de alcaldes, la satisfacción con los servicios municipales, la calidad de vida, la cohesión social y la probabilidad de que los propios habitantes recomienden su ciudad para vivir.

En calidad de vida, San Pedro Garza García y San Nicolás de los Garza aparecen en los primeros lugares, acompañados de Saltillo, Hermosillo, Guadalupe, La Paz, Mexicali, Monterrey, Mérida y Cajeme. En satisfacción con los servicios municipales, que comprende recolección de basura, servicios de agua y drenaje, bacheo y pavimentos, alumbrado público, mantenimiento de parques y jardines, control de comercio informal y ambulantaje, organización de eventos culturales, fomento al turismo, etc., de nuevo aparecen San Pedro Garza García, Mérida y San Nicolás de los Garza, a los que se suman Mazatlán, Manzanillo, Colima, Chihuahua, Culiacán, León y Aguascalientes. En el rubro de mejor evaluación de los alcaldes, Ciudad Juárez, Reynosa y Torreón se agregan a los municipios mejor evaluados. En el de cohesión social se incorporan Querétaro y 3 delegaciones de la Ciudad de México: Miguel Hidalgo, Benito Juárez y Cuauhtémoc. En el de ciudades con mejores promotores aparecen 3 novedades: Campeche, Guanajuato y (en el modesto 10o. lugar)... Zapopan.

Habría que discutir si esta valoración implica que muchas ciudades mexicanas mejoraron la muestra de Guadalajara, o si Guadalajara descendió en el ranking por haberse dormido en sus laureles. Y habrá que ponderar, en todo caso, en qué medida debe responsabilizarse de su devaluación, decadencia, deterioro o como quiera denominarse, a sus autoridades... y a sus propios pobladores.

Jaime García Elías
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 23 de agosto de 2018).

El centro histórico de Guadalajara es la sala del estado, la sala de la ciudad y de la sociedad tapatía. Por lo común la sala de las casas es el espacio mejor cuidado en todas partes, porque es el sitio donde se reciben las visitas, y la hospitalidad manda que sea un lugar agradable, en el que la gente quiera estar; la calidad de este ambiente refleja la calidad de los habitantes de la casa y su bonhomía.

Si esto es así, nuestro centro histórico está hablando bastante mal de nosotros, pues hemos dejado que se destruya. A buena parte de los habitantes de la ciudad el tema les tiene sin cuidado, ellos van a Andares, a Galerías, y se les olvida que el centro de Guadalajara es herencia y responsabilidad de todos.

Por lo pronto hay que señalar que nuestro Centro exhibe todos los días 3 tipos de paisaje. Uno es el que produce el tráfico vehicular estrangulado por el cierre definitivo de importantes arterias, por la ausencia de semáforos sincronizados, por la conversión de las vías en estacionamientos por ambos lados, por la anarquía de automovilistas, sobre todo camioneros, y también de los peatones, un paisaje altamente contaminado como consecuencia no sólo de la densidad vehicular, sino sobre todo del congestionamiento, todavía más agravado por la ausencia de agentes viales.

El 2o. es el de su infraestructura, con innumerables casas destruidas, otras pintarrajeadas, cableados aéreos como barañas, postes chuecos, semáforos que jamás nadie ha limpiado, banquetas informes, calles tapizadas de baches, tugurios disimulados, suciedad por todos lados, árboles descuidados, unos mochos, otros emplagados, obras todo el tiempo a medias y restos de obras por doquier, jardines de nadie, y un robadero de infraestructura urbana que incluye cables, alcantarillas, placas de monumentos y hasta parte de las mismas bancas a las cuales les arrancan las tiras de metal.

El 3er. paisaje es el humano. La poca gente que aún vive en el Centro lo hace a más no poder, con la experiencia de la constante inseguridad, visitados una y más veces por los ladrones. Empleados atendiendo comercios y negocios, muchos mosqueándose, otros descuidando su deber por atender el celular. De vez en cuando policías en bicicleta, transeúntes a todas horas, clientes, visitantes, apartalugares, lavacoches, vendedores ambulantes, todo mundo atento para no ser asaltado. Pero sobre todo una verdadera invasión de vagabundos, es decir, cientos de ellos.

Bueno, ya no se sabe si son vagabundos o exmigrantes, pero constituyen un serio problema pues tras de muchos de ellos se ocultan bandidos ocasionales y vándalos de todos los días que hacen de la vía pública escusado, porque tal vez tampoco sea ya delito hacerlo en público a menos que medie denuncia. No es asunto de estética, es problema de ausencia de programas sociales que integren a todas estas personas en labores productivas. Por lo pronto han hecho de las calles del Centro su vivienda, ahí cocinan, ahí comen, ahí duermen y todo lo demás. Este es un problema que la claudicante actual administración no sólo no resolvió sino que dejó crecer a niveles alarmantes.

Armando González Escoto
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 26 de agosto de 2018).

El apelativo de "Flatland" para Guadalajara, inventado por la arquitecta Helena Aldana, es muy elocuente. Ciudad plana, sin relieve, boba, fea y aburrida por tantos lados (revísense los "cotos"). Y, hasta los años 40 del siglo pasado, no lo era.

Juan Palomar Verea
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 29 de agosto de 2018).
No sólo fueron envolturas, desechables o botes de plástico, sino bolsas enteras de basura lo que provocó la inundación.

Con la lluvia de este lunes, el paso a desnivel de la Avenida Hidalgo tuvo que ser cerrado debido a inundaciones de medio metro en el punto, por esta causa, 2 carros quedaron varados en las inmediaciones del mismo.

No fueron sólo envolturas, desechables o botes de plástico lo que autoridades sacaron de las alcantarillas del túnel de la Avenida Hidalgo, sino bolsas enteras de basura, 6 metros cúbicos de desechos, que alguien hizo que llegaran hasta este punto, lo que provocó desde el lunes la inundación del paso a desnivel.

Apenas esta mañana Bomberos de Guadalajara y el SIAPA en conjunto terminaron las labores de limpieza en el punto. Hasta las 4:30 de esta madrugada fue reabierto dicho túnel luego de la inundación de este lunes.

(V.periódico El Informador en línea del 11 de septiembre de 2018).

De pronto, la Guadalajara del mariachi, el tequila, las Chivas y las tradiciones mexicanas, se convirtió a los ojos del mundo en la ciudad del terror en que es tal la cantidad de muertos que no sólo no los pueden identificar sino que los pasean por las calles en tráileres refrigerados buscando algún terreno donde puedan tener acomodo sin provocar molestias a los vecinos.

Se exagera, es cierto, pero la noticia de los tráileres con cadáveres (usted lo sabe) tiene mucho de cierto y además es consecuencia de una de las prácticas más recurridas por la clase política mexicana, la simulación, y el enorme desprecio que las administraciones recientes (y eso no sólo en Jalisco) le tienen al sistema de justicia alternativa.

Si la corrupción, como dijo el propio [gobernador] Aristóteles Sandoval, es parte del ADN de nuestra clase política, la simulación no canta mal las rancheras.

Es ya una tradición pretender a través de los discursos que se están resolviendo los problemas de seguridad, pobreza y marginación. Se simula que se hace mucho aunque no se haga nada.

En los discursos están los resultados brillantes mientras que en la realidad están las cifras reales avasalladoras de pobreza e impunidad.

Quizás con algunas cifras maquilladas se pueda simular que no se ha hecho mucho por combatir la pobreza o la impunidad porque no son problemas que vengan y nos exploten en la cara.

Pero en el tema de la inseguridad, la simulación ya no funciona; porque ahí está el dato de la cantidad de personas que mueren todos los días violentamente, y la consecuencia de que ya no hay lugar para almacenar tantos cuerpos.

Y como las actuales administraciones despreciaron el nuevo sistema de justicia alternativa, que obligaba desde un principio a tomarlo en serio, invertir en él y capacitar gente, explotó la ineficiencia con el tráiler, merced también a una serie de decisiones desafortunadas para resolver el problema.

No es de a gratis, pues la crisis de los tráileres es una consecuencia y es una invitación a tomarse en serio eso de gobernar un municipio, un estado o un país.

Pablo Latapí
(v.periódico El Informador en línea del 27 de septiembre de 2018).

Repasar la historia de Guadalajara, desde las 3 intentonas previas de sus fundadores hasta nuestros días, pasando por la trasformación del "pueblo bicicletero" de mediados del siglo pasado en la metrópoli -whatever that means- en que la convirtió el nacimiento del Tapatío un Millón (actualmente un respetable cincuentón), obliga a considerar que la ciudad -y sus alrededores- fue víctima de su propio éxito; como lo fue, de paso, la calidad de vida de sus habitantes.

Lo que invita a decir, parafraseando el antiguo trabalenguas, que "El alcalde de Guadalajara la quiere reguadalajarizar; si consigue reguadalajarizarla, un buen reguadalajarizador será".

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 2 de octubre de 2018).

Se acerca el tradicional festejo del día de muertos, si bien de alguna forma en mi lejana infancia era una fiesta que se celebraba el la Gran Tenochtitlan y en algunos estados del centro de la república, por acá se celebraba el día de "todos santos", pero las comunicaciones y ese deseo de que todos en este país seamos iguales ha hecho que la fiesta se haga nacional y más desde que la serie de James Bond, el famoso 007 del Servicio Secreto de su Majestad, la adicionara de manera tal que ahora el festejo ya tampoco se parezca a lo que era, lo que es inevitable en un mundo cambiante y ahora incluso puede ser un evento promotor del turismo.

Carlos Enrigue
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 21 de octubre de 2018).

Los habitantes -oriundos o no- de la zona metropolitana de Guadalajara nos caracterizamos por tener un cierto dejo de suficiencia, esto es, como si el vivir aquí nos hiciera mejores o superiores a otras personas, lo cual no solamente es evidente en nuestro comportamiento, sino que lo peor es que se lo estamos heredando a nuestros hijos y demás descendientes.

Ya sea que tengamos razones suficientes como para sentirnos privilegiados de poder vivir aquí -con todo y los múltiples problemas que acechan a una metrópoli como ésta-, o estemos soportando una etapa de esas que no se le desean a ninguna parte del planeta, considero que estamos en tiempo de poder darnos cuenta y corregir ciertos tipos de comportamiento, que lejos de abonar al desarrollo de la sociedad, lo único que hacen es dividirla más e incluso impulsar a que unos y otros nos lleguemos a ver como enemigos.

En mis rutas cotidianas paso por la puerta de algunas de las "universidades particulares" que hoy tanto abundan en la metrópoli (las cuales han surgido y se reproducen de manera exponencial, a raíz de que las universidades públicas no tienen la capacidad necesaria para dar albergue a los miles y miles de jóvenes que buscan una oportunidad para continuar con los estudios universitarios). El caso es que afuera de las mismas veo jóvenes -hombres y mujeres- que parecen estar pasando el tiempo, ya sea entre clase y clase o después de las mismas, con cigarros o cerveza en mano, muy quitados de la pena y/o en pleno idilio juvenil.

Pero lo que más me llama la atención, es precisamente esa actitud de suficiencia de quienes al parecer todo lo merecen. Ya sea que porten el uniforme escolar o no, las conversaciones suelen ser de lo más intrascendentes, y se comportan como si fueran "niños ricos" que todo lo tienen, cuando en realidad, los padres de muchos de ellos se tienen que esforzar el doble o triple de lo normal para poder pagar la colegiatura mensual, con tal de que sus "niños" no se rezaguen.

Claro está que si esos jóvenes se distinguieran -como presumen con su actitud- por ser responsables y dedicados, lo más seguro es que sí habrían alcanzado un lugar en las universidades públicas y sus padres no tendrían que sufrir "las de Caín" para tenerlos en una institución privada.

Cuauhtémoc Cisneros Madrid
(v.pág.13-A del periódico El Informador del 22 de octubre de 2018).

De corto tiempo a la fecha les ha dado en esta ciudad por montar los llamados "Altares de Muertos" que nada nos dice a los tapatíos, siendo, en cambio en la otra capital del "otro reino", donde ciertamente estas costumbres pagano-religiosas tuvieron desde épocas precolombinas mucha notoriedad. Para muestra basta darse una vuelta al Museo del Templo Mayor, donde se le rendía un -por cierto- tétrico culto a toda esa transición de una vida a otra (por anotarlo en una forma edulcorada). El día de "Los Fieles Difuntos" en Guadalajara siempre tuvo un rasgo festivo pero no folkloroide y los niños desde épocas inmemoriales esperaban con ansias estas fechas para que se les llevara a la FERIA DE MUÑECOS DE CARTÓN que hasta la fecha se sigue celebrando en la antigua y de tan buenos recuerdos como lo fue la ALAMEDA, hoy conocido como "Parque Morelos". Muchos años atrás esta feria se instalaba por las calles de Pedro Moreno y de manera más o menos idéntica se siguen expendiendo muñecas, caballitos, cascos "romanos" de cartón con ese característico olor a pegamento, así como una variopinta variedad de dulces y golosinas. Las personas mayores acostumbraban a ir a misa y a llevar flores al camposanto en recuerdo de algún ser querido... y basta. Toda esta parafernalia de dizque calaveras con desfile y parque temático incluido no es más que una copia chafa de una tradición del Altiplano... No tenemos por qué adjudicarnos tradiciones que nada tienen que ver con lo nuestro. Caso contrario son los ALTARES DE DOLORES y los NACIMIENTOS en los que Guadalajara se lucía como sucedía con tantas otras tradiciones ya semi olvidadas o de plano extinguidas.

El Duque de Tlaquepaque
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 29 de octubre de 2018).

Si se hiciera una consulta -ahora que están de moda...- acerca del calificativo que mejor definiera a Guadalajara, seguramente una de las opciones menos votadas sería la que le dedicó un ciudadano entrevistado la semana pasada por la prensa: "El infierno".

"El infierno", a todas luces, está justamente en las antípodas de lo que Guadalajara fue, orgullosamente, durante muchos años: "Ciudad amable".

La etiqueta le quedaba a la medida porque la amabilidad era el rasgo que mejor retrataba a sus habitantes. Amable, por definición, es afable, cortés, atento; digno de ser amado. De "la gente sencía (sic) del norti" (re-sic) se elogiaba la franqueza; de los poblanos se difundió la leyenda negra acerca de su "doble cara" -rebatida por el ex presidente Gustavo Díaz Ordaz (poblano), en el chiste suicida de "¿usted cree que si fuera cierto que los poblanos tenemos 2 caras, yo saldría a la calle con esta...?"-; de los tapatíos se elogiaba, en tanto, de manera casi unánime, como ya quedó apuntado, su amabilidad.

La rotunda declaración rotundamente disidente -la 1a. de que se tenga noticia en ese sentido- la emitió, la semana pasada, un indigente identificado por la nota de EL INFORMADOR como "Raúl" a secas. La nota venía al caso por la reciente oleada de crímenes contra las "personas en situación de calle", como las denominan los fanáticos de las que antes eran eufemismos y ahora son "expresiones políticamente correctas"...

"Raúl" y otros vagabundos entrevistados coincidían en los aspectos que los llevaban a expresarse tan desdeñosamente de una ciudad señera por el carácter cordial de la mayoría de sus habitantes, ciertamente..., aunque tuviera, como casi todo en este mundo, uno que otro defectillo.

¿Qué hace, desde la perspectiva de los incontables parias que pululan por sus calles y que viven de los desperdicios que sacan de los botes de la basura -o de la caridad pública, si bien les va-, "el infierno" de la ciudad en que malviven...?

Además del peligro que representa la presencia en las calles del o los asesinos seriales que la han emprendido contra ellos, las agresiones que sufren a diario -en palabras de "Raúl"- por parte de transeúntes, vecinos, autoridades o de sus propios compañeros.

Quizá no haya consenso en ese sentido, pero ese es, por desgracia, el drama cotidiano de muchos.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 29 de octubre de 2018).

El "jálogüin a la tapatía", que se ha vuelto sistemático en los últimos años, consiste en que en algunas colonias del oriente y de Zapopan, principalmente, grupos de mozalbetes, provistos de piedras, huevos y globos o bolsas de plástico llenos de pintura, la emprenden, desde el atardecer, contra los camiones del transporte público... Advertidos de que las unidades podrían ser dañadas -como de hecho sucedió-, muchos conductores, apoyadas por las empresas y aun por las autoridades, suspendieron el servicio, con la consecuencia previsible: que muchos usuarios tuvieron que sacrificar su economía para regresar en taxi a sus hogares después de la jornada laboral, y que muchos más lo hicieran a pie.

Aunque se conocían los puntos específicos en que los rufianes se reúnen a perpetrar sus tropelías, se reportó que más de 150 camiones que circularon, pese a todo, resultaron vandalizados.

¿Qué sigue...? ¿Que conductores y usuarios del transporte público salgan armados para defender su derecho a hacer su vida ordinaria...? ¿Qué haya enfrentamientos...? ¿Qué haya víctimas...?

Jaime García Elías
(v.periódico El Informador en línea del 2 de noviembre de 2018).

Las notas de prensa levantaron el acta acerca de los incidentes ocurridos la tarde y noche del "jálogüin" (miércoles 31 de octubre) en varias colonias de Guadalajara y municipios conurbados...

Hubo, para mantener viva una "tradición" que en mala hora se dio de alta como tal, por parte de grupos de mozalbetes (y algunos ya no tanto...), agresiones con piedras, huevos, pintura y otros proyectiles, contra unidades del transporte público. Hubo, como réplica, por parte de las fuerzas encargadas de mantener el orden, "operativos" que culminaron, en el caso particular de Zapopan, con la detención de un centenar de infractores, a los que supuestamente se aplicaron los correctivos previstos por la ley, por "faltas administrativas". En Tonalá se decidió suspender la operación de la Línea 2 del Sitren "con la idea de proteger a los usuarios", a la vista de los "actos vandálicos" que se suscitaron. En Zapopan y Tlajomulco, decenas de patrullas fueron habilitadas para transportar a las personas que se quedaron varadas una vez que varias rutas del transporte decidieron suspender el servicio respectivo.

Cabe, pues, hacer la salvedad de que las autoridades, al final de cuentas, no fueron del todo omisas. De que la policía "aseguró" a algunos pandilleros. De que probablemente a varios de ellos se les aplicaron las sanciones -punto menos que simbólicas- establecidas en la ley: detenciones breves y multas similares a las del juego de lotería en las tertulias familiares. Difícilmente se les habrá obligado a reparar los estropicios -vidrios rotos, abolladuras, manchas con pintura...- ocasionados a los camiones. Ciertamente nada se habrá hecho para compensar los perjuicios que resintieron los centenares de personas que, al suspenderse el servicio de transporte, tuvieron que regresar a sus casas en taxi o a pie... aunque algunos afortunados lo hicieran a bordo de las patrullas habilitadas para subsanar el problema.

Los críticos de esta -valga la paradoja- "moderna tradición" tapatía, ponen el acento, con sobrada razón, en 2 aspectos: uno, que nada tiene que ver con sus orígenes; que en ninguno de los países -celtas, originalmente; anglosajones, por extensión; latinos, por imitación- en que se celebra el "halloween", hay manifestaciones de vandalismo y alteraciones al orden público; y otro, que ninguna conexión hay entre las creencias religiosas o el afán de dedicar alguna festividad a los muertos, con expresiones de incivilidad y barbarie como las que aquí, por desgracia, con ese pretexto, se han vuelto recurrentes.

Jaime García Elías
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 5 de noviembre de 2018).

Cada mes, el Ayuntamiento de Guadalajara debe reponer un promedio de 15 papeleras de basura en el centro histórico del municipio tapatío por daños que estas sufren, principalmente por vandalismo.

(V.pág.7-A del periódico El Informador del 5 de noviembre de 2018).

Si la inseguridad, la violencia, el vandalismo y el grafiti que campean por doquier, despojaron a Guadalajara del título de "Ciudad Amable"; si la degradación de las costumbres y la contaminación ambiental, incontenibles ambas, desmintieron las poéticas líneas del retrato hablado que Pepe Guízar trazó de su ciudad ("tienes el alma de provinciana...", "hueles a limpia rosa temprana..."), queda un consuelo: Guadalajara, según el ICREA, en 2020 -es decir, dentro de 2 años- será considerada "la primera Smart City de México".

ICREA es, por sus siglas, International Computer Room Experts Association. "Smart City" (ciudad inteligente) es un concepto que "busca conectar (...) a sus habitantes mediante la infraestructura y el uso eficiente de la tecnología, lo que implica la creación de nuevos edificios sostenibles (...) que los hagan entornos agradables para los usuarios".

Entre los avances que, según ICREA, Guadalajara ya tiene en esa materia, estarían el alumbrado público, el control del tráfico "pues los semáforos le dan preferencia a un sentido u otro, de acuerdo al flujo de automóviles"; el suministro de agua que "están empezando a monitorear para hacer una mejor distribución del líquido", y "la seguridad (que) se está automatizando a través de su (escudo urbano) C5".

Que en Guadalajara y anexas ya hay edificios provistos de un "uso eficiente de la tecnología", es evidente; que eso los haga, ipso facto, "entornos agradables para los usuarios", es discutible. La automatización de los semáforos no ha aliviado la circulación vehicular en la medida de lo deseable. El suministro del agua está cada vez más castigado por el envejecimiento de las instalaciones y el crecimiento vertical de la ciudad. Las bondades de las cámaras de video-vigilancia y las alarmas del C5 aún no se traducen en beneficios significativos para los lugareños, como lo demuestran las cifras de asaltos, asesinatos, robos a peatones y automóviles, etc.

Pretender que en 2 años -el plazo que da ICREA para que Guadalajara sea "Smart City"- se revierta el desgarriate que metódicamente, por la miopía de los gobernantes y la tendencia a abusar de los gobernados, se ha construido (es un decir...) durante décadas, es creer en milagros.

Jaime García Elías
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 6 de noviembre de 2018).

Seguramente no es Guadalajara (y anexas) la única ciudad de México en que la proclividad al vandalismo -por definición, "espíritu de destrucción que no respeta nada"- de muchos de sus habitantes, es notoria. Sin embargo, sería necio pretender que se hicieran los estudios de campo comparativos, entre 100 o 200 ciudades del país, para tener, al cabo, el muy discutible consuelo de que -pongamos por caso- Guadalajara y los tapatíos se encuentran apenas en el 10o. o en el 20o. lugar en ese rubro, y de que en México podría haber decenas de ciudades más dañadas por sus habitantes y más descuidadas por sus gobernantes.

Que haya ciudades y ciudadanos peores, como seguramente los hay, en otras latitudes, de ninguna manera justifica que aquí se hayan vuelto cotidianas, situaciones a todas luces reprobables...

Botones de muestra: Entre los relativamente recientes se cuenta el robo de una de las águilas del monumento a Ramón Corona en la Calzada Independencia, el robo de uno de los "niños miones" en una fuente de la Plaza Tapatía, el robo de letras de los pedestales de estatuas, el robo de la espada del "Amo" Torres en la plazoleta del Mercado Corona, el robo de algunos elementos de metal que circundan el monumento a Juárez en la Plaza del mismo nombre, el robo sistemático de tapas de alcantarilla y cables subterráneos del sistema de alumbrado público... y hasta el robo -reiterativo, además- de la cola del elefante emblemático del Centro Magno.

Podrá argumentarse que la gente roba por hambre; que se apodera de objetos metálicos, ornamentales o utilitarios, con la intención de venderlos en las fundidoras y tener algo que llevarse a la boca...

Nada justifica, sin embargo, la negligencia de las autoridades para vigilar con el celo que se requiere, ni la complicidad de las empresas que de manera indiscriminada adquieren piezas ostensiblemente robadas del mobiliario urbano... ni, por supuesto, la falta de civismo de los ladrones al ocasionar daños, no al gobierno, como podrían suponer, sino a sus conciudadanos, y cuya restitución o reparación implicará desviar recursos que perfectamente podrían destinarse a procurar mejores servicios públicos; es decir, condiciones de mayor bienestar para ellos mismos.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 7 de noviembre de 2018).

Guadalajara es ya la ciudad con más motos por habitante en el país... pero también de más proporción de automóviles. Hay una moto por cada 19 habitantes, y un auto por cada 2. Los autos crecen 2 veces más rápido que los habitantes de la ciudad: cada día entran a la circulación cerca de 500 automóviles (490 promedio el año pasado) mientras que la población crece 267 habitantes al día. No es extraño, pues, que moverse en Guadalajara sea cada día más complicado y las motocicletas, en un intento desesperado por ahorrar tiempo y dinero se multipliquen, a pesar de los riesgos.

El crecimiento desproporcionado de autos y motos en circulación tiene que ver con 2 cosas: el fracaso continuado desde hace 30 años de las políticas de transporte público y la poca o nula planeación urbana que nos llevó a perder densidad: Guadalajara creció mucho, pero engordó más. En 3 décadas hicimos 2 líneas de tren eléctrico (damos por hecho que la L3 se terminará y funcionará en algún momento del próximo año) y una de BRT, lo cual es a todas luces insuficiente para una ciudad que duplicó el número de habitantes en el mismo periodo. Estamos en un círculo vicioso. La pérdida de densidad hace incosteable el transporte público y la falta de transporte público eficiente provoca el crecimiento del número de autos y motos circulando con los efectos nocivos en calidad del aire y calidad de vida de quienes habitamos en la zona metropolitana.

¿La moto es una solución? Sin duda. Desde cualquier punto de vista es un vehículo más eficiente en términos del espacio ocupado y las emisiones contaminantes, el problema es que la convivencia se hace cada día más complicada por la falta de cultura vial de los automovilistas, pero sobre todo de motociclistas. Existe una extraña creencia entre los conductores de moto [de] que el hecho de ser un vehículo de 2 ruedas los exime de respetar las normas de tránsito, que pueden comportarse como bicicletas (cada vez es más común verlos en las ciclovías), zigzaguear entre los autos o invadir zonas peatonales.

La moto es por ahora una solución, pero a mediano plazo puede aportan más al caos que al orden, como ha sucedido en varias ciudades asiáticas. La apuesta debe ser transporte público; más y mejor transporte público.

Diego Petersen Farah
(v.pág.11 del periódico El Financiero del 8 de noviembre de 2018).

Con el "plus" -efímero, pero en fin...- del tradicional alumbrado navideño en el Centro y algunas de las principales avenidas de la ciudad, y aunque inconcluso todavía, el "Paseo Alcalde", según las autoridades salientes, ya está en condiciones de ser disfrutado, como tal, por lugareños y turistas.

Se trata -vale recordarlo- de una obra coyuntural. El cierre total obligado de la avenida Alcalde y el parcial de 16 de Septiembre, desde hace 3 años, para construir el túnel y varias estaciones de la Línea 3 del Tren Eléctrico Urbano ("la obra del sexenio" en Guadalajara), dio pie a que la administración municipal, encabezada a la sazón por el hoy gobernador electo de Jalisco, Enrique Alfaro, se propusiera darle otro carácter a esa arteria. De ser una avenida ruidosa, contaminada, hostil, pletórica de automóviles, atiborrada de autobuses urbanos, se convertiría en un "paseo" tranquilizado, "amable" de preferencia, destinado primordialmente a los peatones...

El entonces alcalde pronosticó que sería "la nueva (avenida) Chapultepec", y aventuró que Guadalajara tendría, ipso facto, "el mejor centro histórico de México".

A reserva de comprobar las bondades de la pretendida metamorfosis, entre los tapatíos ha habido consenso: hasta ahora, al cerrar la circulación vehicular, en detrimento de avenidas y calles paralelas, y al desviar las rutas de camiones hacia vialidades estrechas, inadecuadas para desahogarlas, "salimos de Guatemala... y entramos a Guatepeor".

Ante el temor de que "la nueva (avenida) Chapultepec" se convierta en una réplica de la antigua zona residencial, reconvertida en "la cantina más grande de Guadalajara", llena de bares, centros botaneros y similares, algún naciente organismo de la sociedad civil ha sugerido, por una parte, que se promuevan actividades culturales y eventos que propicien el restablecimiento de la vida de barrio, y que, por otra, se tomen medidas para preservar al incipiente "paseo" de la posible (y previsible) degradación a que puede conducir el afán de lucro -legítimo, desde cierta perspectiva- de los propietarios de las antiguas casonas que aún quedan en la zona.

En tanto, en el entendido de que el Centro de Guadalajara -como el de todas las ciudades del mundo que, más que crecer, se desparraman- difícilmente recuperará el talante amable y el sabor provinciano de los tiempos idos, se antoja improbable que Guadalajara llegue a tener, efectivamente, en el corto o mediano plazo, "el mejor centro histórico de México"... aunque se le quiera ver con ojos de madre cuerva.

Jaime García Elías
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 27 de noviembre de 2018).

Tesistán es una importante población de más de 70,000 habitantes, de un municipio vecino a Guadalajara llamado Zapopan, a unos 12 o 15 kilómetros al Noroeste de la capital.

Hipotéticamente, sin acelerar más de lo permitido ir hasta allá no debería de costar más de 20 minutos, pero no es así. Un buen sábado reciente en la tarde, este servidor tardó lo mismo que dura un partido de futbol. ¡Fue un verdadero calvario!

Independientemente de algunas circunstancias eventuales, como el asfalto de la avenida que debe llamarse "Juan Gil Preciado" y los últimos toques de lo que será la Línea 3 del Tren Ligero, constituyen la causa primigenia de ese completo desgarriate, una infeliz combinación con la incivilidad de los conductores, especialmente los de coches caros y de camiones, sumada a la cabal ineficiencia y falta de responsabilidad del personal ahora llamado de "movilidad". De estos casi no se vio ninguno y el que se dejó ver en verdad que contribuyó sobremanera a enredar las cosas.

Es en verdad llamativa la conducta de choferes que, para dizque ganar un par de metros, son capaces de entorpecer el tránsito de decenas de vehículos... el descaro de quienes, en pleno caos, paran su coche en lugar prohibido y sacrificando un carril completo de circulación, además de la visibilidad de montones de automovilistas o negando simplemente la posibilidad de dar vuelta, para esperar a alguien o simplemente bajarse a hacer sus compritas. Parece ser que tienen a desdoro estacionarse a la vuelta.

Aquello del "respeto al derecho ajeno" es letra muerta entre gente que, en su mayoría, ostentan crucifijos, rosarios o efigies de santos o vírgenes en sus automóviles...

Finalmente, el trayecto culminó con la intervención de unos inútiles y prepotentes semovientes que se ostentan como de "Protección Civil" que, ante la ausencia de autoridades de verdad asaltaron las funciones de proteger una peregrinación en las puertas de Tesistán lo que invalidó de plano el acceso al pueblo.

La cereza del pastel es la falta casi absoluta de señalización y, claro está la situación lamentable, por tantos hoyancos de carpetas que alguna vez fueron asfálticas.

José M.Murià
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 7 de diciembre de 2018).

Unos años después de que Guadalajara celebrara el nacimiento de El Tapatío un Millón -el 8 de junio de 1964-, aparecieron los primeros "profetas de desastres" que osaron avizorar las calamidades que sobrevendrían en el corto y mediano plazos...

A contrapelo del optimismo generalizado y del triunfalismo de los discursos oficiales, que auguraban largos años de prosperidad para la ciudad y bienestar para sus habitantes, por haber dado -se decía- el salto cualitativo de "Pueblo Bicicletero" a "Metrópoli" en toda la extensión de la palabra, algunas voces vaticinaron los costos que ese salto implicaría.

Se hablaba de 7 "pecados capitales"; a saber: 1) el crecimiento explosivo y anárquico de la mancha urbana, que absorbería -no necesariamente para bien- a varios municipios vecinos: Zapopan, Tlaquepaque, Tonalá, El Salto, Juanacatlán, Tlajomulco, etc.; 2) la crisis del transporte público, la saturación vehicular y el colapso sistemático de las vialidades; 3) la crisis del suministro de agua y el envejecimiento del sistema hidrosanitario de la metrópoli; 4) los crecientes problemas de recolección y manejo de la basura; 5) la crisis -cualitativa y cuantitativa- del Lago de Chapala, principal abastecedor de agua para la urbe; 6) la degradación, el abandono y la ruina del centro histórico de la ciudad; 7) la desaparición y/o contaminación de los ríos y manantiales (Los Colomos, el Agua Azul...) vecinos.

El vaticinio -"catastrofista", decían algunos- no estaba asociado con maldiciones gitanas o determinismos históricos, sino con la falta de visión (y previsión) de seudo-gobernantes que durante varias administraciones se limitaron a nadar "de muertito", esperanzados en que la Virgen de Zapopan (patrona de la ciudad, supuestamente contra todas las calamidades que pudieran amenazarla) les hiciera la tarea, y no les tronara en las manos ninguna de las bombas de tiempo que estaban activadas.

Lo que en su momento pudo haberse manejado a base de "un poco de gracia (entiéndase voluntad política) y otra cosita" (recursos económicos), ahora demandaría un esfuerzo extraordinario. Un ejemplo sería la Línea 4 del Tren Eléctrico Urbano, que, sin solucionar, aliviaría la atrofiada movilidad urbana; otro, el saneamiento del Río Santiago, "el más contaminado de México", lo que constituye un baldón para Guadalajara, una amenaza permanente para la salud y una agresión continua para la calidad de vida de cientos de miles de sus habitantes.

Lo que no se hizo cuando era difícil, tendrá que hacerse ahora que parece demasiado tarde... y casi imposible.

Jaime García Elías
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 17 de diciembre de 2018).

A los muchos títulos que Guadalajara ha coleccionado a lo largo de la historia, se suma uno más: "La ciudad más motorizada de México". La pregunta sería si debe ser motivo de presunción... o de lamento.

Que en Guadalajara haya un automóvil por cada 2.4 personas -lo que significa que cada familia promedio, de 5 miembros, dispone de 2 vehículos-, no necesariamente denota que el poder adquisitivo de los tapatíos esté por encima del nivel medio en el país, ni que las vialidades de la ciudad, de tan hermosas, inviten a sus habitantes a disfrutarlas con la mayor frecuencia posible.

3 factores explican el fenómeno: 1) el anárquico e incontenible crecimiento urbano; 2) los largos trayectos que la mayoría de los tapatíos deben recorrer desde sus domicilios hasta sus centros laborales o escolares, y 3) la falta de un transporte público suficiente y eficiente.

Las "colas" en las paradas de los camiones urbanos -en el centro de la ciudad, principalmente-, los tumultos en las estaciones de las 2 líneas del Tren Eléctrico Urbano y la demanda de los usuarios subrayan algo que muchos observadores advirtieron desde que dichas líneas comenzaron a operar... y que muchos anticipan para cuando las cacareadas bondades de la Línea 3 (y aun la 4, si, como aseveró el gobernador Enrique Alfaro, se construye "con, sin o a pesar de la federación") sean una realidad: por tardías, esas obras han sido, son y presumiblemente seguirán siendo insuficientes durante varios años.

Jaime García Elías
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 20 de diciembre de 2018).

¿De quiénes ha sido la culpa? Supongo que, unos más unos menos, ninguno de los tapatíos está libre de ella. Pero el caso es que no iba mal el desarrollo de nuestra ciudad hasta que comenzó la década de los años 70 y cada quien "jaló para su santo" con muy poco orden y concierto.

Se han hecho, sí, diversos planes de desarrollo. Podemos suponer que con conocimiento de causa y eficiencia, pero el caso es que en muy diversos particulares, una buena dosis de autoridades y especialmente los mal llamados "desarrolladores" los han convertido en letra muerta.

La voracidad que se alimentó con la plusvalía, el ansia de tener casita propia a costa de irse a vivir "donde el aire da vuelta" y "endrogarse" de por vida, y muy especialmente el deseo de convertir los núcleos habitacionales en una suerte de unidades independientes aisladas del contexto urbano o, más bien, comunicados con él por solamente una o dos vías a efecto de vivir en los llamados "cotos" sin que nos perturbe la circulación, ha hecho estragos en el tejido social y vial, con el consecuente deterioro de las relaciones humanas.

Arterias inconexas, una red ortogonal completamente fallida por obra y gracia de los urbanizadores, el pésimo y voraz transporte público, y muchas cosas más, han dado lugar a que, como se dice, el destino nos haya alcanzado.

Es cierto, que no todos los pecados son locales. Podemos abonar también la política nacional, bien cimentada desde los años setenta, de favorecer la adquisición y el uso de los vehículos con motor de combustión interna y la falta de inversiones en el beneficio colectivo.

Vale reconocer que además el sistema educativo, especialmente el privado, ha contribuido a promover el individualismo que ha hecho del ciudadano el principal enemigo del ciudadano. Los viejos ligados a la enseñanza oficial podemos recordar todavía la insistencia en que los alumnos debían desarrollarse comprometidos con el beneficio colectivo y no esta idea de "forjar líderes" que se impongan sobre los demás.

El buen ciudadano, alimentado por la Iglesia Católica, contrariamente a los principios de su religión, es ahora aquel que logra avasallar a los demás. El respeto al derecho ajeno es alieno a la feligresía tan personalista. No esperemos entonces que haya paz y concordia.

En fin, el tejido social se ha deshilachado gracias a un egoísmo desbocado y no hemos encontrado otra solución que la de encerrarnos lo más posible en los particulares bastiones y habernos olvidado hasta de sonreírle al vecino, cuando de casualidad nos topamos con él, y ni siquiera desearle los buenos días.

Todos tenemos, pues, la culpa, pero mucho más quienes tienen más influencia civil o religiosa en la ciudadanía.

José M.Murià
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 21 de diciembre de 2018).

En esta noble y leal en cada semáforo se encuentran, algunas veces, un agente de transito, pero casi siempre 2 personas con problemas de la vista vendiendo dulces, un vendedor de frutas de temporada, 2 malabaristas y 3 individuos que parecen ser o son migrantes que traen mochila y cobijas, 2 lavavidrios de automóviles y un sujeto de los que a base de gasolina (y a pesar del precio de esta) son conocidos como lanzallamas. Todos piden dinero.

Carlos Enrigue
(v.pág.2-B del periódico El Informador del 23 de diciembre de 2018).

Más vergonzoso que los camiones de la ciudad son las banquetas. Todo sistema alternativo de transporte requiere hacer parte del trayecto a pie y para eso se requiere que existan banquetas transitables. Como nunca ha quedado claro de quién es responsabilidad la banqueta, son del dueño del predio o del municipio, es el espacio más abandonado de todos.

El mayor absurdo de esta ciudad sigue siendo el alumbrado público: poco, mal y mal orientado. Las pocas luminarias que funcionan están destinadas a alumbrar el arroyo vehicular y no las banquetas. Al caminar de noche hay más riesgo de lesionarte que de ser asaltado.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 10 de enero de 2019).

Qué difícil es vivir en una ciudad estresada, tan estresada, y más cuando el genuino sentimiento de enojo y abandono se contamina por las preferencias políticas.

Guadalajara, la gran zona metropolitana que ya es una de las más grandes de América Latina, ha vivido días muy complicados por la falta de gasolina. Imagínese, es una de las ciudades del país con mayor uso de automóviles, y de la noche a la mañana, sin previo aviso, se quedó sin gasolina, en una situación de escasez que no le deseamos a nadie.

En cuanto empezó a faltar combustible, de manera totalmente legítima y explicable se creó la psicosis de la escasez; ante la incertidumbre de cuándo podría acabar la crisis, y la grosera falta de información por parte de Pemex y los responsables, todos los automovilistas empezamos a movernos para tratar de conseguir gasolina a como diera lugar.

Se creó lógicamente una sobredemanda, que aunada a la poca gasolina que ha estado llegando, hizo más crítica la falta de combustible.

Imperdonablemente, cientos de automovilistas optaron por hacer largas filas frente a gasolineras, abiertas o no, con la esperanza de conseguir algo de combustible. Era como un albur; la gasolinera podía abrir en un par de horas, o permanecer varios días seca. Y mientras, el tiempo precioso de los tapatíos (ese recurso no renovable) se dilapidó en las largas filas de la esperanza.

Más allá de preferencias políticas, la materia prima para mover la ciudad es la gasolina. Están obligados a consumirla prácticamente todas las profesiones, todos los niveles de empleados, y ver frustrada la posibilidad de conseguirla genera enojo, mucho enojo; porque no hay ciudad que merezca el desabasto y el desprecio del gobierno federal en un tema tan fundamental como la gasolina.

Pero resulta que enojarse no es políticamente correcto, porque hacerlo equivale a estar en contra de la lucha contra el robo de combustibles y a favor de la corrupción que desde el interior de Pemex sacaba grandes ganancias de la venta de combustible robado por ellos mismos.

Nada más perverso. Son 2 cosas distintas.

Por supuesto que hay un 100% de apoyo a la lucha contra el robo y venta ilegal de combustible, pero también hay un enorme repudio a que sea la sociedad la que lo pague con el desabasto mientras no hay un solo detenido por esta guerra de López Obrador.

Es legítimo, es válido, es explicable estar enojado.

Resulta un castigo vivir sin gasolina y con la psicosis que seguramente durará más que el desabasto.

Por eso es importante dividir el problema real que tenemos quienes nos movemos en automóvil (la gran mayoría) y desmarcarnos de las manipulaciones a favor y en contra de los distintos grupos políticos.

Pablo Latapí
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 17 de enero de 2019).

Cuando el actual gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, anunció "urbi et orbi", en su calidad de presidente municipal de Guadalajara, la decisión de transformar en "Paseo" la antigua Avenida Alcalde, en "la nueva Chapultepec", no quedó claro si lo dijo como promesa... o como amenaza.

Sería lo 1o. si se pensaba en una rúa tranquilizada, peatonalizada, sustancialmente diferente a la especie de autopista por la que circulaban, generando ruido y contaminación a gran escala, la mayoría de las rutas del transporte público de Guadalajara. Y sería lo 2o. si se convertía, a imagen y semejanza de su hipotético modelo conceptual, en una nueva cantina de varios kilómetros de longitud, para beneplácito, sí, de quienes identifican felicidad con ingesta de alcohol, y progreso con negocios florecientes... pero para contrariedad, también, de quienes preferirían un entorno apacible para visitantes y moradores.

Además de que la autoridad municipal debería encauzar afanes a favor de lo segundo, se creó, adicionalmente, un "Comité Dictaminador" integrado por regidores, funcionarios de la comuna, representantes de la iniciativa privada y de la sociedad civil. Dicho comité -dicen- pretende que la zona, en la que hay iglesias, plazas y museos (aunque éstos puedan contarse con los dedos de una mano y el nombre les quede grande), mantenga "una vocación cultural y familiar", y evitar la instalación de "giros negros", entendidos como aquellos en los que se permiten la venta y el consumo de bebidas alcohólicas.

La sociedad civil, a través de algún organismo surgido a raíz de la iniciativa, ha propuesto ya un programa que contempla la creación de un corredor cultural y gastronómico -librerías, fondas y restaurantes familiares en vez de antros, cantinas, centros botaneros, similares y conexos-, y comprende actividades específicas, en consonancia con la intención de que la zona recupere su dignidad pretérita y no se degrade como ocurre donde el consumo de alcohol propicia abusos y desórdenes, primero, y conductas antisociales, cuando no decididamente delictivas, después.

Jaime García Elías
(V.pág.6-A del periódico El Informador del 1o.de febrero de 2019).

Siempre de la mano del partido histórico, en Jalisco hemos logrado dar un nuevo paso hacia atrás, pero muy largo. Pasamos ya de la era de los elefantes blancos, a la era de los dinosaurios grises.

En tiempos no tan lejanos cuando una administración dejaba inconclusa alguna obra, la administración siguiente no la seguía ni mucho menos concluía, porque no era "su obra". Por lo mismo pueblos y sobre todo ciudades se iban convirtiendo en zoológicos de "elefantes blancos", que así dieron en denominar sobre todo a los edificios inconclusos. En Guadalajara fue célebre el "elefante blanco" del barrio de las fresas, un edificio de varios pisos que se quedó en obra negra, hasta que por fin, varios sexenios después, alguien decidió concluirlo para que fuese, como lo es hasta la fecha, hospital, justo a unos pasos de la PGR.

Pero ¿por qué limitarse a elefantes, pudiendo hacer dinosaurios? Y ahí está, el gran y sorprendente dinosaurio gris de la Línea 3 del Tren Ligero, que debió haberse inaugurado hace un año y que ahora, a decir verdad, no se sabe cuándo pueda finalmente funcionar. La compasiva ciudadanía y sus respetables líderes de opinión han guardado un obsequioso silencio frente a este nuevo mega-atractivo turístico, al que nadie puede subir o bajar, pero que se ve si no bonito, por lo menos llamativo, hasta podría convertirse en un acueducto, aprovechando la abundancia de aguas que hallaron en el túnel, y que no hallan como controlar, llevando el ansiado líquido a los extremos pobres de Tonalá y Zapopan, en lugar de verterlo a los drenajes y seguir luchando por sellar el socavón ni más ni menos que contra el poder de las aguas subterráneas. ¿Qué nadie tuvo la caridad de decirles lo que había pasado en el nuevo y flamante mercado Corona?

Llama la atención el que nadie se pregunte ni demande acerca del estatus actual que guarda dicha obra. Los ricos no lo hacen porque no la necesitan ni la usarían, los pobres tampoco porque no tienen costumbre de preguntar o reclamar, pero sobre todo porque al parecer no responde a una necesidad sentida cuya tardanza esté generándoles problemas acuciantes. ¿Y los colegios de profesionistas? No tienen por ahí sus sedes.

Por lo pronto ya lucen los alegres cuanto cándidos paseantes disfrutando de ese largo Paseo Alcalde, ignorando lo que la autoridad hizo con sus recursos justo bajo sus pies, y el modo en que dicha obra comprometió su futuro y el de sus hijos por la deuda contraída, pues aun concluida y precisamente por las muchas posposiciones, su precio se sigue incrementando de manera sustantiva.

Quizás la solución creativa podría ser un tren anfibio, que se convirtiera en lancha al bajar al túnel y recuperara su forma original al salir de él, pero tal vez el verdadero problema no sea tanto la constante filtración de agua, cuanto la estabilidad misma de un túnel que no se hizo con esa previsión, como lo fue por ejemplo el túnel del Eurotren. Lo bueno es que sabemos esperar.

Armando González Escoto
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 3 de febrero de 2019).

A ver: si Guadalajara es sede, desde hace 32 años, de "la feria internacional del libro más importante de habla hispana", también debería ser, en teoría, la ciudad mexicana en que más se lee. Si en la "numeralia" que se difunde, en tono triunfalista, al término de cada edición de la feria susodicha, se pondera la cifra, siempre creciente, de visitantes -verdaderas multitudes-, cualquiera diría que pocas cosas entusiasman tanto a los tapatíos como los libros. Si en ese balance anual los exhibidores dan el dato de los libros que venden, sería razonable inferir que los cientos de miles de visitantes se aprovisionan de alimento para la inteligencia y el espíritu para el resto del año...

La realidad, empero, no es exactamente así. En lo que hace a la afición por la lectura, Guadalajara (y anexas) está al mismo nivel que el resto del país. El promedio de lectura de sus habitantes escasamente pasa de un libro y medio al año.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 4 de febrero de 2019).

Hay de liderazgos a liderazgos. Los hay envidiables -o dignos de imitación, si se prefiere-, como el que tuvo Guadalajara cuando fue considerada como "la ciudad más vivible (sic) de México". Y los hay lamentables, como el que se le asigna actualmente... por tener la mayor cantidad de viviendas deshabitadas en el país.

Las cifras oficiales obligan a hacer bizcos. En la conferencia "mañanera" presidencial del miércoles, el director del Infonavit, Carlos Martínez Velázquez, informó que en Jalisco hay 5,939 casas desocupadas. El presidente municipal de Tlajomulco, Salvador Zamora, refirió que "hay alrededor de 57,000 viviendas deshabitadas" -¡10 veces más que en todo el estado, según el dato del Infonavit!- sólo en ese municipio."

Aclárese o no el dato, el hecho ostensible, fácilmente comprobable, es que tanto en los suburbios como en el llamado "Centro Histórico" y en los famosos "barrios tradicionales" de Guadalajara, hay infinidad de viviendas no sólo deshabitadas, sino en el abandono más absoluto, y que no pocas veces son nidos de fauna nociva... o guaridas de vagabundos o malvivientes.

En el origen del fenómeno está la dispersión ocasionada por el crecimiento demográfico -incontenible y anárquico- de una ciudad cuyos encantos convirtieron a sus habitantes en víctimas involuntarias de sus atractivos. Cuando las dimensiones físicas de la ciudad eran otras, optar por una vivienda "de interés social" ubicada, como solía decirse, "donde da vuelta el aire" o "donde Tarzán perdió el cuchillo", era hablar de colonias, fraccionamientos o desarrollos a los que podía accederse con relativa facilidad y en poco tiempo: bien comunicados y a distancias razonables. Cuando la mancha urbana se convirtió en el monstruo que es actualmente, las viviendas "accesibles" para la capacidad de pago de los trabajadores, fueron, más que el satisfactor de una de las necesidades básicas de todas las personas (a saber: casa, vestido y sustento), un problema más para ellos.

Jaime García Elías
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 8 de febrero de 2019).

Pasear por el centro histórico de Guadalajara puede generar notables aprendizajes sin otro esfuerzo que caminar, detenerse a mirar, ver y oír.

Preguntarle a un tapatío, justo en el centro, que para dónde quedan los "dos templos", es generarle desconcierto ¿cuáles 2? ¿Catedral y el Sagrario? ¿San Agustín y Santa María de Gracia? No, donde salen los camiones que van al Salto. Ah bueno, eso se llama San Francisco y Aránzazu, o por lo menos, el jardín de San Francisco.

Pero mientras los transeúntes tratan de ponerse de acuerdo en las nuevas nomenclaturas, un cabal ciudadano muestra a sus hijos adolescentes la fachada de la catedral, indicándole que arriba, en el centro, están los nichos del "arcángel" san Pablo y del "arcángel" san Pedro. Cierto que todavía en la Edad Media muchos personajes reales o ficticios fueron canonizados por aclamación popular, pero ¿arcangelizados?

Más adelante, en la poblada Rotonda, 2 muchachas observan la recién llegada estatua de fray Antonio Alcalde y se preguntan ¿en qué estará pensando? Porque efectivamente el personaje fue plasmado en actitud reflexiva; tal vez piensa "¡en lo que vine yo a parar!" rodeado como está de tan variopintos personajes, unos echando discursos inaudibles a la clase obrera, otra, desesperada, preguntando que dónde están sus hijos, uno más tratando de ver quién le robó la batuta, otro dejando los libros en el piso para que no se le olviden al salir, don Clemente pintando al aire, Arreola molesto porque le quitaron su capa, María Izquierdo no quiere que su mano siga pintando, a Jacobo Gálvez le agarraron unos fríos que es hora que no se le quitan, al Dr. Atl lo condenaron por toda la eternidad a seguir prescindiendo de la pierna que alguna vez tuvo, cualquiera que haya sido, ¿cómo no va a estar pensando fray Antonio ¡dónde vine yo a parar!?

Justo más delante, un niño, azorado, le pregunta a su mamá ¿y los caballos? frente a una de las novedosas calandrias eléctricas que semejan carretas varadas, la mamá poco avezada en asuntos tan técnicos le dice, andan en su hora de recreo.

Pero no todo son estatuas, jardines, monumentos y turistas, también persiste la conversión del centro en mingitorio público, sea en torno al "cabezón", que ya hiede, que en el largo muro pétreo de la escuela primaria pública de Reforma y Liceo, frente al jardín de San José, donde pernoctan varios vagabundos en bancas-cama al aire libre, con baños públicos disponibles a toda hora.

La tarde cae, frente a la Preparatoria de Jalisco, bajo la pérgola de la plaza, 2 jóvenes ¿estudiantes? se envuelven en nubes de marihuana, mientras otros 2, ahí mismo, esparcen cocaína sobre una libreta y la inhalan con popotes.

Guadalajara está cumpliendo 477 años de existencia, 30 de habitar en el neoliberalismo, como 50 de haber abandonado su centro histórico en aras del destino, 6 de su más reciente bancarrota municipal, y otros 3 en manos de marcianos. Por supuesto que nada de esto debe impedirnos celebrar nuestra identidad como ciudad y como cultura regional, nacida en 1542 y fraguada a lo largo de todo este tiempo.

Armando González Escoto
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 10 de febrero de 2019).

Tópico obligado: el cumpleaños de Guadalajara.

La efeméride da pie a desempolvar la historia de su fundación. Su asiento actual -el que ocupa desde hace 477 años- era, entonces, un valle, a la orilla de un río (ya desaparecido) que corría de sur a norte -de los manantiales del Agua Azul hacia la Barranca de Huentitán- por la actual Calzada Independencia; un valle, además, enclavado entre 2 caseríos de indígenas, Analco y Mezquitán, actuales barrios de la gran ciudad.

Los pobladores originales -los primeros tapatíos, se diría, de no ser porque el vocablo se acuñó posteriormente, aplicado a los 3 pequeños sacos con 10 granos de cacao cada cual, que en el siglo XVII servían de moneda, y más tarde se convirtió en gentilicio- culminaron aquí un éxodo que comenzó en 1530, con Nuño de Guzmán a la cabeza, y tuvo a Nochistlán, Tonalá y Tlacotán como asientos provisionales, hasta que el 14 de febrero -según la versión oficial- de 1542, ya no con Nuño de Guzmán (que fue remitido a España para que pagara con cárcel por la crueldad de sus métodos de conquista) sino con Cristóbal de Oñate como jefe de la expedición, se estableció definitivamente en la margen poniente del río llamado "San Juan de Dios" por sus fundadores.

El nombre del río y el que originalmente se puso a la ciudad itinerante, en honor a la ciudad castellana de la que Nuño de Guzmán era originario, es lo poco que resta de aquella Guadalajara. En la zona fundacional no queda el menor vestigio de la misma. Sí, a espaldas del Teatro Degollado, una espléndida alegoría escultórica, y, a unos pasos de ella, la estatua -seguramente más fantasía que retrato- de Beatriz Hernández (obras, ambas, de Rafael Zamarripa), a la que se atribuye la frase -"El Rey es mi gallo"- que condensa la decisión de establecer ahí el asiento definitivo de la ciudad.

Por su posición geográfica, Guadalajara adquirió una importancia creciente en el aspecto comercial, lo que la convirtió en capital, 19 años después de su fundación, relevando a Compostela, del entonces reino de Nueva Galicia.

Hablar de la transformación de Guadalajara, particularmente desde mediados del Siglo XX (ayer apenas...), es hablar de un fenómeno inevitable, habida cuenta del crecimiento -explosivo y anárquico- que experimentó la ciudad... Un hecho consumado; lamentable, por cuanto empobreció la calidad de vida de sus habitantes; y lo peor (salvo prueba en contrario): quizás irreversible...

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 14 de febrero de 2019).

No es una buena idea cumplir años el Día del Amor y la Amistad. No solo por las confusiones que causa, sino porque el festejo tiende, con toda naturalidad, a lo cursi y lo fastuoso. Pero ni modo, Guadalajara cumple años el mismo día de la fiesta de San Valentín que, ya cristianizada, tiene unos mil años más que la ciudad, así que en todo caso culpemos a los fundadores de esta "noble y leal ciudad" (La Minerva dixit) de no haber previsto la confusión.

El aniversario sirve para salir de fiesta al Centro. También suele ser un momento de nostalgia, el momento propicio para sacar del cajón de los recuerdos, de los archivos fotográficos, las imágenes de la ciudad que fuimos y no volveremos a ver jamás, para decir, solo por decir, que todo pasado fue mejor, que la ciudad de un millón de habitantes en 1964 fue mejor que la de 5 millones de 2018. Otros, los que tienen una relación sadomasoquista con la ciudad, aprovecharán para quejarse de la metrópoli, para hablar de caos, de lo invivible que es hoy una Guadalajara que nunca dejarán. Los románticos seguirán pensando que como Guadalajara no hay 2, que Chivas es el mejor equipo del mundo, y que no hay nada que no se cure con un tequila y un mariachi.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 14 de febrero de 2019).

Guadalajara es una mujer de bandera, no es una belleza perfecta, hay muchas ciudades que tienen construcciones más bonitas, de mejor estilo y a alguien le puede parecer importante eso.

El entorno no lo hacen tan solo las construcciones, también está el clima, el lago, la altura, la barranca y la Primavera que juntos hasta ahora han impedido que nuestro entorno sea como el desierto del Sahara, que no sé si lo habrán notado está en el mismo paralelo que ese desierto, por eso cuando algunas autoridades piensan en "embellecer" nuestra ciudad con construcciones yo creo que se están avocando en una mínima parte del entorno físico, pero a mi juicio se equivocan en el diagnóstico, en aquello que para la gente resulta importante, para la gente, no para complacer a nadie Creo que hablar con la gente ayudaría a tomar decisiones.

Carlos Enrigue
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 24 de febrero de 2019).

Es una noble expresión, ir al Centro. Se solía oír desde la temprana infancia. Era cuando la gente quería ir a hacer un pendiente, o cumplir un mandado, hacer un trámite, comprar algo, oír a la banda en la Plaza de Armas. Vivir plenamente la ciudad.

El Centro siempre ha sido bonito y digno. Ya se oyen lo rezongos de los amargosos de diario: que está feo, peligroso, sucio, contaminado, con tráfico muy complicado. Podrá ser cierto. Lo mismo aplica para muchos rumbos de la ciudad. Nomás que esos rumbos no son, como el Centro, bonitos y dignos.

¿Por qué es bonito el Centro? Porque a pesar de tantas destrucciones desgraciadas aún subsiste la mayor -sí la mayor- parte del patrimonio. Aparte de muchos notables monumentos anteriores del siglo XX, existen numerosas aportaciones artísticas muy valiosas de los siglos XX, e incluso, del XXI. Basta quitarse los anteojos del pesimismo y la flojera tapatía para darse cuenta de ello. Basta darse, con calma, una vuelta sin prejuicios. Basta con ir al Centro.

¿Por qué es digno el Centro? Porque aloja el alma y el sentido de 5 millones de habitantes, más los de los millones que por allí pasaron, dejaron su huella y se murieron. La flama perpetua de la Rotonda es la llamita de ilusión en los ojos de los niños cuando van al Centro y ven por 1a. vez los estupendos alcatraces de Catedral. La inscripción de la Biblia que cruza por la frente de Palacio de Gobierno es la marca indeleble del noble aliento con el que siempre, siempre, se ha levantado esta ciudad.

Basta con agua y jabón. Pintura, resanes, quitar tiliches como tanques de gas o cableríos de las fachadas. Falta poner en orden todos los letreros, obligar a las tiendas a que no pongan músicas que se oigan afuera de sus puertas. Pedirle a la gente cochina que no masque chicle.

Pero los burgueses desde hace años abandonaron el Centro en favor de sus centros comerciales, sus "cotos", sus televisiones, sus miedos y su tontería. Así las nuevas generaciones de burgueses nunca han ido al Centro.

Pero sería muy bueno que todos los tapatíos siguiéramos entendiendo la ciudad y nuestras muy personales esencias yendo al Centro. Siempre. Además el Centro es muy céntrico.

Juan Palomar Verea
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 8 de marzo de 2019).

En la famosa y romántica obra del guerrerense Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893) llamada Clemencia, considerada como la primera novela moderna mexicana por su concepción estética y sus cualidades formales, su autor bautizó a nuestra ciudad de Guadalajara, a la que conoció bastante bien, como la "hija predilecta del trueno y de la tempestad".

Ello se basa en que el hombre tuvo la oportunidad de permanecer aquí durante toda una temporada de aguas y, como es natural, le tocaron varios de esos impresionantes aguaceros que todos hemos visto caer. Por ello, decía también, "los hijos de esta tierra son broncos y están prestos siempre a desenfundar...".

En cambio, Domingo Lázaro de Arregui, el cura de Tepic, quien en 1621 describió con acuciosidad a todo el Reino de la Nueva Galicia, después de recorrerlo casi por completo, afirmó que los tapatíos eran gente "muy cortesana en el lenguaje, traje y modo de proceder, muy socorridos, muy afables...".

El minucioso historiador José López Portillo y Weber (1889-1874), conocido desde 1982 como López Portillo "El Bueno", decía por su parte que el "tapatío bravucón y pendenciero, surgió mucho después...". Esa paz y afabilidad de la que hacían gala quienes vivían en Guadalajara en el siglo XVII (del tiempo de Arregui y aún después) era debida a que "había pocos ricos y menos pobres, a que la enorme mayoría era gente de un mediano pasar".

"Guadalajara es un lugar... de bastimentos muy baratos para el común sustento de todos sus vecinos", escribió el historiador de la orden mercedaria Francisco de Pareja, en 1687, lo que fortalece la opinión lopezportillana.

Vale decir que Altamirano también dijo que los tapatíos saben ser de "temperamento dulce" al igual que su clima lo es durante la mayor parte del año.

Pero entre nosotros nunca estamos contentos. Cada temporada es lo mismo. Nunca falta quien perjure que el clima ya se echó a perder: ahora porque hace mucho calor, otrora porque "nunca había hecho tanto frío". Démonos una vuelta por otras latitudes en pleno invierno o en el momento álgido de los calores y sabremos, según la frase de antiguos pobladores de estas tierras, "lo que es amar a Dios en tierra de indios". Apreciaremos así lo bueno que tenemos en ésta y muchas otras materias, pero, ¡ojo!, la pendencia, la violencia y la pobreza, sí han sido consecuencia trágica de un crecimiento que no hemos sabido afrontar como es debido y de que se haya adelgazado tanto la proporción de clasemedieros que hubo antaño, para dar lugar a que ahora sólo sean unos pocos muy ricos y tantos tan y tan pobres.

José M.Murià
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 9 de marzo de 2019).

Fue en el último cuarto del siglo XIX cuando el número de tapatíos se estiró hasta llegar a más de 100,000. Algunos refuerzos vinieron de fuera, es cierto, pero no podemos menospreciar su capacidad y entusiasmo para multiplicarse.

Recuerdo la época en que echábamos carreras con Monterrey y el júbilo enorme cuando llegamos antes que ellos al primer millón. La gloriosa fecha fue el 8 de junio de 1964. Nadie puso en duda que el vástago nacido ese día, en el seno de la familia postal Gutiérrez-Pérez, era ni más ni menos que el niño que completaba la anhelada cifra y lo pasaron a fastidiar. Aunque lo bautizaron como nuestras autoridades de entonces: Juan, por el gobernador Gil Preciado; José, por el cardenal Garibi Rivera, y Francisco, por el presidente municipal Medina Ascensio, ¿creen ustedes que fue posible evitar que se le conociera como el "Niño Millón"? Me imagino que hoy, cuando Juan José Francisco Gutiérrez Pérez ya puede peinar alguna cana, deberán de llamarle algunos "Señor Don Millón".

De cualquier manera, si López Portillo y Weber decía con gracia que su abuela "viajó por Europa y Estados Unidos solo el tiempo necesario para convencerse de que lo mejor del mundo era Guadalajara", habemos muchos otros que, después de trotar por allá y acullá, nos hemos convencido plenamente de que no hay mejor sitio para vivir que acá, a pesar de todo: congestionamientos, inseguridad, contaminación, carestía, minibuseros y algunos partidarios del América.

Mas no quiero decir con esto que nos resignemos a lo que sucede sin meter las manos siquiera. Aun cuando muchos de los agobios citadinos están involucrados con problemas que trascienden con creces las posibilidades y los límites municipales, aun estatales y nacionales. Lo cierto es que podrían menguar con acciones conjuntas bien orquestadas y regidas por la solidaridad.

La inseguridad, por caso, que ha crecido mucho más de la cuenta, debe ser combatida con la colaboración de todas las órdenes y las instancias. No cabe duda de que se requieren planes de expertos y acciones de quienes son competentes, por lo que yo, aquí, como historiador que pretendo ser, solo quiero recordar que no es ésta la primera vez que los tapatíos han vivido con alto riesgo. Durante los últimos dos siglos se han padecido varias épocas muy difíciles en este sentido y siempre ha sido con base en una eficaz colaboración con las autoridades estatales y federales como se ha logrado recuperar la tranquilidad.

José M.Murià
(v.pág.13-A del periódico El Informador del 15 de marzo de 2019).

Guadalajara, aún algunos años después del arribo a este cacarizo planeta y en particular a estas terregosas llanuras de "El Tapatío un Millón", hace 55 años, era, en materia de movilidad urbana -con la venia de Luis Spota-, "casi el Paraíso". Mediada la década de los 80s, el incremento demográfico, acelerado por la migración de muchos capitalinos tras los sismos de 1985, hizo cada vez más notorios los rezagos de Guadalajara en esa materia. El transporte público se volvió cada día más deficiente e insuficiente. Los automóviles, en consecuencia, se multiplicaron de manera exponencial en poco tiempo. El espectáculo de las vialidades saturadas, inimaginable en estos otrora apacibles pagos, se volvió el pan nuestro de cada día.

El crecimiento de la mancha urbana, con los problemas de seguridad, salud, educación, movilidad y calidad de vida de sus habitantes que ello implica, lleva un ritmo mucho más intenso que el de la capacidad de sus autoridades y la disponibilidad de los recursos económicos necesarios para resolverlos. Después, a medida que esas acciones se concreten, surgirán nuevos problemas: la ciudad seguirá creciendo, inexorablemente, hacia las zonas "beneficiadas" con las nuevas rutas de trenes, camiones, mototaxis, similares, conexos y derivados que se implementen.

En efecto: esa película "ya la vimos"...

Colofón: como el de todas las ciudades que dejan de crecer y comienzan a desparramarse -el caso de La Gran Guadalajara, según todos los indicios-, este es el cuento de nunca acabar...

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 15 de marzo de 2019).

Después de los Spiders, de la Fachada de Piedra y la de Carlos Santana, Maná es la banda más importante que ha dado Jalisco. Así nomás. Lo que pasa es que el conocido fenómeno del balde de los cangrejos ha hecho a Maná invisible y ninguneado por la patética bienpensantía musical del municipio espeso. Vamos, Maná es un supergrupo, que toca buen rock, algo pop si se quiere, pero lo hace muy bien. Recuérdese por un momento que los mismísimos Beatles, en ratos, eran una banda pop. Maná es adictivo. El Muelle de San Blas es una de las mejores canciones -además basada en una leyenda y un hecho real- que se han compuesto en Jalisco. Es bien conocido que Maná es la banda de mayor proyección y éxito internacional que ha producido México. Todo esto, a la patética, le vale un cacahuate. Prefieren seguir oyendo lo mismo: o los portentosos Rolling Stones o la enfadosísima música electrónica. Además Maná hizo y sostiene su muy meritoria fundación Selva Negra. Luego, sus canciones han sido el alimento esencial de los tempranos años de tantos adolescentes, de ciertas muchachas calladas. Maná debiera recibir el Premio Jalisco.

Juan Palomar Verea
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 17 de marzo de 2019).

Y bueno, si de por sí los mexicanos poseemos mala memoria... ¿qué podría yo añadir de los TAPATIOS? Seres volubles donde los haya, encantadores y hasta ¡agradecidos! cuando algo o alguien conviene a su imagen/negocio o matrimonio. La ingratitud de la "gente de la ¿Alta? Sociedad" no tiene cuate en esta Guadalajara y, lo menos que te puede suceder si haces un favor es que te hagan sentir (según ellos) que el favor te lo hicieron a ti. Su supuesto linaje les envalentona para ser maleducados, no agradecen un presente, menos devuelven una llamada telefónica. Pero ¡ah, eso sí! Si alguna amistad es rica, elegante o influyente... entonces obligan a los niños a llamarle "tía" o "tío" a gentes en que con quien no guardan parentesco, pero que a futuro les haga sentir que pertenecen a "puuuuura gente como unoooo", alargando las vocales la encompetada doña y, claro está, en una expresión nada natural posan su mano sobre el torso y tocando ligeramente un par de sartas de perlas en calidad de autoproclamarse que ELLAS ¡sí son gente bien! No acabaríamos nunca, pero sobretodo NO con los jóvenes... sino con el pésimo ejemplo de los padres. La sofisticada y refinada ALTA SOCIEDAD TAPATÍA hace mucho que se convirtió en una caricatura y claro, excepciones las hay y habrá siempre, pero la grosería, la envidia, y las pretensiones casi logran acabar con la única sociedad compacta que ha tenido México en sus distintas épocas como lo fue la nuestra. Las grandes familias de verdad (S. XVI y XVII) se diluyen en el S. XIX con la llegada de los "panameños", comerciantes ricos pero sin clase que provenían muchos de cuna muy humilde pero muy "vivos" por los negocios y que acaban casándose con hijas de auténticas familias que habían poseído enormes haciendas y mayorazgos. Llegado el S. XX, la Revolución desapareció (al menos socialmente) a familias completas, unas se pudieron recuperar... otras nunca.

El Duque de Tlaquepaque
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 25 de marzo de 2019).

La 6a. encuesta de Calidad de Vida de Jalisco Cómo Vamos (al principio era anual; ahora es bianual) presentada ayer, es un magnífico retrato de cómo somos los tapatíos, o al menos de cómo nos vemos a nosotros mismos. Es un retrato de formato grande, a pinceladas gruesas, con detalles extraordinarios. Resalto no lo más importante, sino lo que más me llamó la atención de esta gran obra.

Contra lo que pudiéramos pensar, entre los tapatíos la honradez goza de buena reputación. Una tercera parte de los que habitamos la zona metropolitana de Guadalajara considera que la honradez es el valor más importante para que un joven consiga trabajo y se desarrolle, mientras que el amiguismo va en franca decadencia: 9 de cada 10 consideran que nunca se justifica que alguien acceda a un puesto de trabajo por la amistad con los jefes.

El servicio de agua es el mejor evaluado; la mayoría de los tapatíos abre la llave y sale un agua de calidad aceptable, según dicen. En contraste el alumbrado público, pese a las inversiones que tanto nos han presumido los ayuntamientos está peor evaluado que la recolección de basura, que es mucho decir. Áreas verdes y espacio de recreación son el gran déficit de la ciudad.

Vivir en Tlajomulco es vivir para transportarse. Los habitantes de ese municipio dedican en promedio 118 minutos, 2 horas, al moverse a sus destinos de trabajo y regreso. Eso significa que hay quienes invierten hasta 4 horas en ello. Pero también nos dice que nada hay más democrático que los semáforos: el promedio de horas dedicadas a la movilidad varía muy poco por Nivel Socio Económico (NSE): dedicamos 89 minutos en el nivel medio, 91 el nivel alto y 98 el nivel bajo a movernos en esta ciudad.

Los datos de movilidad de la encuesta tienen algunos hallazgos importantes que deberíamos tomar en cuenta a la hora de hacer políticas públicas. El transporte público sigue siendo el más utilizado. Casi 6 de cada 10 tapatíos se mueven en camión, Macrobús o Tren Ligero, y la bici va al alza en todos los niveles socioeconómicos. Pero si lo vemos por género las mujeres son, con mucho, más usuarias del transporte público y los hombres de auto particular. Pese a ello, 6 de cada 10 se sienten inseguras en el transporte público. El diseño del transporte y las medidas de seguridad deberían además de ser una prioridad estar pensadas en función de las mujeres y con lógica de mujeres.

Finalmente, en materia de seguridad es claro que los tapatíos nos sentimos más cómodos en nuestro barrio que en la ciudad a la que la mitad de sus habitantes percibe como peligrosa o muy peligrosa. Y no es gratuito: 1 de cada 4 dice haber sido víctima de algún delito en los últimos meses y solo 44% de ellos lo denunció.

Para cerrar, un dato espeluznante: 8.3% de los tapatíos dice tener un familiar desaparecido.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 28 de marzo de 2019).

De acuerdo con la Encuesta de Percepción Ciudadana sobre Calidad de Vida 2018, de Jalisco Cómo Vamos, los habitantes de la zona metropolitana de guadalajara (ZMG) perciben mejoras en su situación económica.

En el estudio, que se presentó ayer, se destacó que 1 de cada 3 tapatíos gana suficiente dinero para cubrir sus gastos y poder ahorrar. Esta cifra ha ido en aumento desde la medición que se hizo en 2014.

Además de los gobiernos, los cuerpos de policía y los partidos políticos son las 2 instituciones que menos confianza inspiran a los habitantes de la ZMG.

Según la encuesta, 7 de cada 10 personas no confían en las corporaciones.

Por otra parte, los partidos políticos fueron señalados como "nada confiables" por la mitad de los encuestados.

El titular de Jalisco Cómo Vamos, Augusto Chacón, afirmó que esta calificación ha sido constante a lo largo de las ediciones de la evaluación. Explicó que la población los ve alejados de la realidad.

"Tienen presupuestos altísimos y no hay una relación entre su acción y nuestra vida. Obviamente eso nos produce la más baja de las confianzas", dijo.

La desconexión de los partidos con el grueso de la sociedad también se refleja en el nivel de participación que los ciudadanos tienen al interior de estas instituciones, pues sólo 2.3% pertenece a las filas de una organización de este tipo.

Chacón resaltó que la desconfianza en las instituciones provoca un "círculo vicioso", pues la gente deja de involucrarse en las problemáticas públicas, lo que genera que baje el nivel de desempeño y eso redunda en todavía menos participación ciudadana.

Pese a que 9 de cada 10 ciudadanos opina que es responsabilidad de todos participar en la resolución de los problemas sociales, menos de una tercera parte de la población se ha involucrado en atender algún conflicto que ocurre al interior de su comunidad.

De todos los municipios que integran la metrópoli, El Salto fue el que tuvo les resultados más deficientes.

Se quedó atrás en áreas que van desde la satisfacción generalizada de la población con su vida, o el nivel económico y educativo de sus habitantes.

La situación de El Salto es radicalmente distinta a las que reportan los tapatíos o los zapopanos, pues mientras que casi la mitad de los saltenses está en un nivel socioeconómico bajo, las 2 demarcaciones más grandes de la metrópoli tienen niveles bastante altos.

El Salto también es un territorio en donde los pobladores están más inconformes con los servicios públicos.

Augusto Chacón detalló que esto es reflejo de la centralización que se puede observar en la urbe, donde unas zonas viven realidades prácticamente opuestas a otras.

Opinó que para poder encarar el problema, la toma de decisiones debe hacerse pensando en un nivel metropolitano, de manera que las búsqueda de soluciones no esté concentrada en un solo municipio, ignorando las consecuencias o eventos que puedan surgir en los demás.

(V.pág.7-A del periódico El Informador del 28 de marzo de 2019).

Los paisajes repletos de basura en la zona metropolitana de Guadalajara (ZMG) están incluso en los pasos a desnivel.

Bolsas, plásticos, desechables, autopartes y hasta llantas pueden apreciarse en el interior del paso vehicular de López Mateos, a la altura de Las Rosas.

Los bultos llevan allí el tiempo suficiente para quedar cubiertos por densas capas de polvo y hojarasca.

El ayuntamiento tapatío defendió que limpia este espacio cada 2 semanas. Indicó que en cada intervención extrae de 500 a 700 kilos de desechos.

Sin embargo, se observaron imágenes similares en los túneles de Avenida Vallarta, a la altura de Ciudad Granja (aunque con una menor cantidad de residuos), y López Mateos, desde Circunvalacción.

También son comunes en cientos de esquinas de la ciudad que se han convertido en un muladar.

Una de ellas se encuentra en el cruce de las calles Opochtli y Atemoztli, en la Colonia Nueva España, de Tlaquepaque. A un costado de un tiradero clandestino de escombro y cristales, hay ramas, colchones, muebles, cobijas y otros enseres que invaden un carril y entorpecen la circulación.

Otra se ubica en la intersección de Coronel Calderón y Juan Álvarez, en la Colonia El Retiro, de Guadalajara. Allí los vecinos dejan basura, ropa y hasta muebles.

De acuerdo con Carlos Sánchez, habitante de la zona, el sitio se convierte en un problema para los peatones.

"Por esta cuadra (Coronel Calderón) viven unas personas invidentes. Para ellas es muy complicado porque a veces les tiran muebles y se tienen que bajar; también es un problema para las personas enfermas que visitan el Hospital Civil", expresó.

Zapopan no es la excepción. Entre el Periférico Norte y la calle Santa Martha, en la Colonia Santa Margarita, la esquina es un tiradero de escombro, llantas y ramas.

José Pérez, quien vive en la zona, comentó que esto se ha repetido "por años". Dijo que aunque el ayuntamiento acude a limpiar al menos 3 veces al año, el lugar vuelve a llenarse de desperdicios casi de inmediato.

Durante un recorrido, un hombre llegó a ese lugar con un diablito y arrojó 2 bolsas grandes con escombro. Al verse descubierto, huyó.

(V.primera plana del periódico El Informador del 30 de marzo de 2019).

Los tapatíos, nacidos y agregados somos una bola de quejumbrosos, aquí es tierra de marcas cuya validez es sólo regional, así es que en nuestro crudo cierzo invernal -que en cualquier lugar del mundo sería considerado como muy benigno-, aquí consideramos y gritamos que ha hecho un frío espantoso, que las heladas han estado como nunca, ese "como nunca" es un sistema absolutamente tapatío de medición, válido solamente aquí y pasa lo mismo con las otras estaciones del mundo son lo mismo y así mientras en el norte del país se deshacen de calor nosotros a los 30 grados ya estamos manifestando que está haciendo un calorón, claro, como nunca.

Pero tradicionalmente en esta bella ciudad que soñó doña Beatriz con el rey por gallo, siempre el tiempo se dividía en 2: tiempo de aguas y tiempo de secas.

Las aguas, cuando llueve con furia bíblica y los modernos afirman se trata de "lluvias atípicas" cuando según yo son precisamente las típicas, recuerdo aquellas corrientes de agua que formaban maravillosos ríos donde los niños nos bañábamos en ellas, para después poner tablas para que las señoras pudieran pasar la calle sin mojarse en la corriente y que te dieran en gratitud 5 centavos (moneda desaparecida para los jóvenes lectores que no sabrán de que hablo) que comenzaban por el día de San Antonio y las últimas por ahí de la llevada. Curiosamente verano es cuando no llueve y aquí como somos un planeta diferente es cuando llueve, por los ciclones. Nos gusta ser particulares.

El otro tiempo era el de secas, con calor "como nunca" en ciertos actos como en la tradicional visita a las 7 casas del jueves santo, que actualmente muchos irreverentes designan como la visita de las 7 empanadas. Que por cierto es de los pocos actos tumultuarios que el gobierno, tan gandaya como es, no se ha querido o podido apropiar.

Personalmente me gusta más el sistema tradicional -explicado que dada mi tierna edad- y creo que es porque no entiendo tanta sabiduría con la que nos han tratado de explicar lo infelices que éramos sin tanta modernidad, cuando según ellos vivíamos a lo menso.

Carlos Enrigue
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 31 de marzo de 2019).

He estado recordando algunas costumbres que se daban hace años en nuestra noble, leal y renegona ciudad durante la cuaresma, la cual no veré desde lo substancial, sino de costumbres.

Por aquellos años había la costumbre todos los viernes del año de no comer carne y que yo recuerde no se sentía como sacrificio, así era y había una serie de alimentos sencillos y sabrosos, -no crea usted que eran menús muy sofisticados o alimentos exóticos- simplemente no se vendía carne y los puestos modificaban su tradicional oferta.

Las amas de casa ampliaban sus elecciones y abundaban las tortas de camarón con nopales y los chiles rellenos de queso o de frijoles, que los frijoles usted reconocerá conmigo es un regalo que la vida nos ha dado, en todas las casas los hacen diferentes y en casi todas son buenísimos y más acompañados de queso o de unas quesadillas.

Era un periodo en que se daban muchas costumbres singulares en los templos católicos, que eran mayoría, las figuras de santos se cubrían con unas telas moradas que provocaban un recogimiento, por lo diferente, no se tocaban campanas en las ceremonias, había una especie de matracas de madera; en aquel tiempo muchas ceremonias y ritos se celebraban en latín lo cual lo hacía tener una gran solemnidad; lo que no recuerdo claramente si había música en las ceremonias ordinarias.

Clásicos de esta época eran los ejercicios espirituales, que eran impartidos por muchos sacerdotes y a mi parecer los mejores eran los padres jesuitas cuyo santo fundador los concibió originalmente y tenían fama de ser muy preparados, era espectacular la primera sesión en la que predicaban sobre los novísimos: muerte, juicio, infierno y gloria; varias veces llegué a pensar que calentaban el piso antes de la predica para hacerlo más efectivo.

Posteriormente las autoridades eclesiásticas decretaron una ekpirosis (bajarle al fuego) y se modificó el punto de vista de cómo celebrar esa temporada. También se acostumbraba que durante la cuaresma los fieles prometían no hacer algunos actos usuales como no fumar en esos días, no beber o no ir al cine, se decía entre la raza que las mejores películas llegaban a los cines en esta temporada.

En aquel tiempo no era muy común que la gente saliera de vacaciones, más bien lo hacían pocas familias, ricas por lo general. Pero el común de los mortales se preparaba de alguna forma para celebrar los días de la semana mayor, lo que de diversas formas se sigue conmemorando y si no me cree vaya al centro en la semana mayor.

Carlos Enrigue
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 7 de abril de 2019).

Si Guadalajara se viera en el espejo como una persona de carne y hueso, seguramente tendría con el psicoanalista. O al psiquiatra. No tiene rumbo, perdió su sentido de vida y se siente en soledad. El futuro le genera más ansiedad que certidumbres, y aunque es optimista no deja de temer. Es escéptico de todo lo que lo rodea y sólo se refugia en su familia. No tiene ganas de participar en asuntos públicos, se acostumbró a la violencia y la nostalgia lo invade. Busca su identidad y no la encuentra. La 6a. Encuesta de Percepción sobre Calidad de Vida de Jalisco Cómo Vamos retrata a la Guadalajara de hoy. Muy distinta a la ciudad de ayer y no necesariamente esboza la urbe del mañana.

Destaco algunas características. Lamentablemente, hemos construido una ciudad mayoritariamente individualista. El gen cultural del neoliberalismo es: estás sólo, todo lo que te pasa es tu culpa. Ninguna idea ha arraigado tanto en Guadalajara en frases como: el pobre es pobre porque quiere o que no sentimos la necesidad de unirnos para colectivamente resolver problemas personales. Sólo nos interesa nuestra familia y desconfiamos de casi todo lo que nos rodea. En una ciudad de más de 5 millones de habitantes, sólo una cuarta parte participa en temas públicos, a muy pocos les interesa la política y el mayor asociacionismo depende de fuentes religiosas. Es imposible construir una ciudad con un imaginario común con este individualismo exacerbado.

Creemos más en las soluciones autoritarias que en salidas democráticas o respetables con los derechos humanos y la libertad. La desesperación por los índices de violencia (una cuarta parte ha sido asaltado en el último año y 8% tiene un familiar desaparecido) ha provocado que creamos más en la justicia con propia mano en lugar de los ministerios públicos, o incluso en la portación de armas. No sabemos cuánto tiempo durará la crisis de violencia en Jalisco, pero si valdría la pena preguntarnos: ¿cómo queremos salir? ¿En estado de sitio o en libertad? ¿Con muros altos de nuestros cotos o con barrios que conviven de forma armónica? La desconfianza en las instituciones nos ha llevado a refugiarnos entre 4 paredes y entre muros. De acuerdo a los datos del investigador, Bernd Pfannenstein, actualmente en la ciudad existen 3,600 cotos, un 20% más que en 2016. Cada 30 horas nace un coto nuevo. O citando al académico alemán, en Guadalajara reinan las 4 "C": coches, cotos y centros comerciales.

Nuestro modelo de ciudad y sociedad nos produce ansiedad. Recordemos la crisis por el desabasto de gasolina. Las imágenes valían más que mil palabras. Filas enormes, de conductores ansiosos y enojados. Veíamos el tanque llegar a la mitad y la incertidumbre nos tomaba por asalto. Y es que, de acuerdo a los datos de Jalisco Cómo Vamos: en 6 años, más o menos medio millón más de tapatíos se mueven en automóvil privado. El autobús sigue siendo la forma de transporte hegemónica en la ciudad, pero el auto ya acapara la tercera parte de los desplazamientos en la urbe. Y no sólo eso, un habitante de Tlajomulco pasa hasta 2 horas, un 15% de su tiempo despierto, atorado en el tráfico. Lo vemos en la forma en que nos tratamos en las calles, como no dejamos pasar a quien busca cruzar la calle o como pitamos incluso sin tener prisa, esta ciudad nos acelera y nos pone de malas. Todo lo que rebasa las cuatro paredes de nuestro hogar nos produce ansiedad y tensión.

Es una ciudad que valora la honestidad como principio rector de nuestra vida, pero relativiza aspectos que son fundamentales en una sociedad honesta. Por ejemplo: el pago de impuestos. ¿Cómo es posible que más del 40% de los tapatíos justifiquemos no pagar lo que debemos al fisco? ¿No existe mayor muestra de solidaridad que aportar a la hacienda común? Acarreamos el pensamiento conservador que antepone el altruismo a las obligaciones impositivas (un porcentaje muy mayoritario de los tapatíos cree en la filantropía). Sé que el gobierno ha demostrado su incapacidad o falta de probidad para gastar los impuestos, pero ¿eso justificar no pagarlos? ¿No sabemos que la educación o los hospitales públicos son financiados con esos recursos? Una sociedad en donde pocos mantienen a muchos.

Puedo percibir en los datos un anhelo de superación y una serie de relaciones que, sin duda, nos dan optimismo. Los tapatíos somos más felices si estudiamos más. Está bastante estudiado que la acumulación de diplomas no genera automáticamente mayor solvencia económica. Tampoco podemos decir que saber más lleve consecuentemente a la felicidad. Sin embargo, saber nos hace más libres, y la felicidad y la libertad son 2 valores indisociables. En la encuesta podemos ver que los tapatíos valoramos mucho la educación, aunque después a la hora de emitir nuestro voto no sea un tema que atraiga grandes pasiones.

La encuesta señala que somos felices. Gran paradoja. Siempre me han parecido inútiles los estudios sobre felicidad. En una sociedad que fustiga a quien no expresa felicidad (sólo basta ver las fotos de Instagram para darnos cuenta que todo el mundo debe ser feliz o pretenderlo), los tapatíos también nos sumamos a tan noble sentimiento.

Sin embargo, a pesar de estas tendencias, sí vemos una relación cada vez más cercana entre felicidad y suficiencia material. No estoy hablando del materialismo simplón -acumular más te hace más feliz- o cómo diría Zygmunt Bauman: toda idea de felicidad moderna termina en una tienda. Sino que el bienestar, y la felicidad por lo tanto, tienen una dimensión material. No hay nada más preocupante que esas sociedades que no exigen porque así son las cosas. El conformismo frente a la realidad, que muchas veces permea el discurso religioso. Por supuesto que hay una relación entre felicidad y buenos salarios; entre felicidad y buena educación pública; felicidad y hospitales de calidad; felicidad y más tiempo libre. Es una felicidad secular que se convierte también en una exigencia política.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 14 de abril de 2019).

Hace 25 años, en un vuelo de la desaparecida Mexicana de Aviación me mudé de Guadalajara al Distrito Federal, hoy con escasísima originalidad llamado Ciudad de México. Aunque nunca hay que tentar al destino, y menos hablando del futuro, aquel 30 de abril sí pensé que me iba para no volver a mi ciudad natal. Un cuarto de siglo después, desde el altiplano me pregunto qué ciudad dejé al elegir ser chilango.

Guadalajara era, en 1994, asfixiante. El escenario laboral-mediático era muy rígido, el grupo Universidad constrictivo, las familias pudientes (que no pujantes) se creían aristocráticas, y el poder del clero era mucho y grosero en sus intromisiones en la vida pública. Había sociedad civil, claro está; también espacios de libertad como la Universidad Iteso. Y una bola de tapatíxs entrañables: comprometidxs, locxs, originales, talentosxs y creativxs.

Pero para un periodista joven como era yo entonces, ni el nacimiento del diario Siglo 21, en el que colaboré 3 años, logró, desde mi punto de vista, sacudir un escenario mediático que no respondía debidamente a una sociedad que demandaba cambios al statu quo, que clamaba por un efectivo combate a la inseguridad (desde entonces), por atajar la negligencia y la corrupción gubernamentales (desde entonces también).

Guadalajara es, en 2019, ya no diría asfixiante, aunque sí un tanto desconcertante. No voy a abundar en cosas buenas obvias: su oferta culinaria ha aumentado y mejorado en estos lustros, y han surgido cosas interesantes, a pesar del grupo Universidad, para la vida cultural en ese muladar que antes era conocido como Los Belenes.

Todavía me parece que el clero estorba a una mejor convivencia, pero por mucho creo que la vida en la ciudad ya no gira solo en torno a un par de figuras políticas (ni siquiera la de Raúl Padilla), o a una sola forma, aceptada y promovida, de ser tapatío. Y eso es un gran avance.

En ese sentido es una ciudad de aire renovado, con diversidad asumida. Con enormes retos urbanísticos, pero también una población empoderada que ha sabido dar portazo a las opciones políticas que le han fallado; y un estado que ha visto surgir o consolidarse a múltiples artistas: es decir, que ya no se vive solo de glorias del pasado.

Sin embargo, la nota que más esperanza provoca al enterarse sobre Guadalajara no es que la actividad económica ha mejorado y se ha vuelto más variada. Lo que de verdad me parece notable es que los colectivos de jóvenes, y particularmente los de las mujeres, tienen la voz más contundente.

No minimizo las tragedias. La amenaza de la violencia pone en jaque a Jalisco con robos cotidianos y narco de talla internacional. Pero si algo ha de quedarse del sombrío reto que supone la criminalidad en mi estado, es que las madres y las hijas de Jalisco no se amilanan. Y también, que hoy no pocos periodistas, en plural y desde diversas trincheras, dejan constancia de que entienden el periodismo que la población necesita.

Es reconfortante palpar que algo del patrimonio, de ladrillo y de árboles, ha sobrevivido; es doloroso ver que la avenida Chapultepec, y algunos alrededores, se perderán enfermos de éxito mercantil ruidoso y chafa como están.

En este cuarto de siglo el centralismo ya no es el mismo. La tentación del exDF de solo verse al ombligo persiste, pero muchas otras poblaciones, entre ellas las de Jalisco, hoy no dependen de la capital para consolidar una oferta educativa, una riqueza artística y, ya no se diga, su identidad y supervivencia.

Como nunca en este cuarto de siglo hoy resulta un placer visitar el estado, no solo la ciudad, y ver que los jaliscienses se afirman día a día en la construcción de su alteridad.

Y en temas frívolos creo que lo único que realmente ha empeorado en estos 25 años es el futbol tapatío, pero eso es otro cantar.

Los quiero un chingo paisanos. A veces los extraño igual. Pero supongo que vivo el mejor de los mundos. Queriendo de lejos a Guadalajara. Queriendo de cerca a otra ciudad.

Salvador Camarena
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 30 de abril de 2019).

"Guadalajara es una ciudad sin arrabales"...

Por supuesto, la frase corresponde a tiempos idos. Retrata -en sepia y con camarita "de cajón"- a la ciudad que aspiraba a sacudirse la etiqueta de "pueblo bicicletero"... y a ser metrópoli. Era la ciudad de dimensiones humanas: una ciudad que podía cruzarse de extremo a extremo, de Norte a Sur o de Oriente a Poniente, en camión -aquellos Analco-Moderna, Oblatos-Colonias, Circunvalación, Mexicaltzingo-Mezquitán, Centro-Colonias, Norte y Sur...-, en media hora corridita. Era la ciudad en que los habitantes de la periferia vivían "una pobreza digna -la frase es del ex alcalde y ex gobernador Francisco Medina Ascencio, pero podía haber sido de cualquier compositor de canciones con pretensiones de convertirse en tarjetas postales-, en casas rodeadas de macetas con flores".

Pero como unos tiempos traen otros, el retrato actual -selfie con teléfono celular, obviamente- fue trazado, con crudeza atroz, en la nota de ayer en estas planas: sólo en 5 de los 10 municipios que integran (es inevitable la frase rimbombante) "la gran Guadalajara", hay 458 colonias irregulares. Colonias cuyos habitantes viven -si eso es vida...- en casas construidas "a la buena de Dios", "como se fue pudiendo", en lotes que habían sido terrenos ejidales, y cambiaron de manos y de destino por obra y (des)gracia de la necesidad de unos y el oportunismo de otros.

Guadalajara dejó de crecer y comenzó a desparramarse. Se saltó sus barreras naturales: escaló los cerros ("del Tesoro", "del Cuatro"...) por el sur y resbala por La Barranca (de Huentitán) hacia el norte. Se rodeó de deplorables "ciudades dormitorio". Saturó a los municipios conurbados (Tonalá, Tlajomulco, El Salto...) de "palomeras", muchas de las cuales abandonadas -por inhabitables- por sus propios dueños.

Jaime García Elías
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 2 de mayo de 2019).

Yo creo que ha de ser por los calorones, porque los tapatíos creemos que ha hecho calor como nunca, verdaderamente nos estamos derritiendo, ayer me subí con traje a un taxi y el chofer por poco me exorciza, poco le faltó para sacar un Cristo y pasármelo por todo el cuerpo -lo cierto es que yo no tenía tanto calor- pero el chofer se asaba o acababa de llegar y era originario del círculo polar ártico. De hecho, la próxima vez saldré vestido de gorila y estoy seguro causará menos sorpresa, si bien es cierto que al que se le ocurrió decir que en Guadalajara se usara traje, debió estar mal de la azotea, si se fijan estamos a la altura del paralelo de Mérida, porque creo que lo adecuado sería usar guayabera.

Ser de fuera tiene desventajas evidentes cuando desconoces situaciones singulares de esta Noble y Leal, tales como la existencia de las pitayas que ya llegaron y que te puedes parar debajo de un Laurel de la India o de un Hule y se espanta el calor casi por encanto o tomarte una nieve que hay muchas y muy buenas, muy especialmente y solo por mencionar 2: las de la Violeta o del Polo Norte, cuando a un foráneo o tapatío recién integrado le dices es este temporada que se te antoja una nieve, piensa en las altas serranías, porque aunque en tapatío se les diga nieve la traducción para ellos será helado.

Muchos jóvenes creen que lo que da calor es la ropa y en cuanto lo sienten se ponen el shorts sin camiseta, me puse en short y un día decidí imitarlos y lonjas al aire, por fortuna en mi baño hay espejo y después de llorar al ver celulitis hasta en la celulitis y ver la figurita que reflejaba, procedí a ponerme traje con abrigo en mayo, debemos tomar un curso de cómo envejecer con un cierto grado de dignidad y no andar haciendo desfiguros.

Desde luego que no pretendo que las señoras arriba de la 2a. edad anden vestidas de negro con chongo y zapatos madrecita porque ellas se ven lindas de todas formas pero quienes ya rebasamos la estadística debemos ser discretos.

Me dicen hay cirujanos que practican operaciones y tratamientos sorprendentes de juventud, pero eso no es novedad muchos de los conquistadores que anduvieron por estas tierras, obedeciendo a doña Beatriz Hernández, nuestra madre fundadora de la ciudad y de otras divertidas historias se la pasaron en la búsqueda de la fuente de la eterna juventud, sin hallarla desde luego.

Pero como ésta es plática y no curso aprobatorio, pues recomiendo que como dicho mi bisabuela cuando muy joven enviudó y le preguntaban que qué iba a hacer y ella contestó: "lo puro que me de mi gana", y creo es lo mejor.

Carlos Enrigue
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 5 de mayo de 2019).
En Guadalajara no es tomate, es: jitomate.
En Guadalajara no es cambio, es: vuelto.
En Guadalajara no es talvez, es: igual si.
En Guadalajara no es flaco, es: ñengo.
En Guadalajara no es menso, es: melolengo.
En Guadalajara no es lloviznando, es: chispiando.
En Guadalajara no es te dije, es: saaaaaabe.
En Guadalajara no es creída, es: cremosa.
En Guadalajara no es policía, es: cuico.
En Guadalajara no es travieso, es: vago.
En Guadalajara no son moronas, son: morusas.
En Guadalajara no es tonto, es: melolengo.
En Guadalajara no es torta, es: lonche.
En Guadalajara no es cinturón, es: fajo.
En Guadalajara no es perro, es: chucho.
En Guadalajara no es chile, es: salsa.
En Guadalajara no es salpicar, es: charpear.
En Guadalajara no es demasiado, es: bien mucho.
En Guadalajara no es felicidades, es: ájalas.
En Guadalajara no es si, es: eeeeeeeeey.
En Guadalajara no es no quiero, es: safo.
En Guadalajara no son golosinas, son: gusgueras.
En Guadalajara no son cervezas, son: cheves.
En Guadalajara no es tomar, es: pistiar.
En Guadalajara no es cubeta, es: valde.
En Guadalajara no son mosquitos, son: zancudos.
En Guadalajara no es hola, es: quiubo.
En Guadalajara no es pancita, es: menudo.
En Guadalajara no es adormilado, es: modorro.
En Guadalajara no es levántalo, es: júntalo.
En Guadalajara no es chismosa, es: meche.
En Guadalajara no es desarreglada, es: guandaja.
En Guadalajara no es necesito, es: ocupo.
En Guadalajara no es cargar, es: canchar.
En Guadalajara no son hormigas, son: asquilines.
En Guadalajara no es bicicleta, es: baica.
En Guadalajara no es golpe, es: guamazo.
En Guadalajara no es rápido, es: recio.
En Guadalajara no es coche, es :carro.
En Guadalajara no es pasto, es: zacate.
En Guadalajara no es plomero, es: fontanero.
En Guadalajara no es cisterna, es: algibe.
En Guadalajara no es tienes razón, es: y sí.
En Guadalajara no es te dije, es:saaabe!
En Guadalajara no es bistec, es:asada.
En Guadalajara no es está padre, es: está chido.
En Guadalajara no es chava y chavo, es: morra y vato.
En Guadalajara no es siempre, es: diario.
En Guadalajara no es okey, es: arre!
En Guadalajara no es si voy, es: jalo!
En Guadalajara es otro idioma.

Crédito a Liliana Catalina Gómez Robles
(en Facebook el 7 de mayo de 2019).


El abandono del Centro de Guadalajara por parte de sus pobladores, lento al principio, acelerado después, comenzó por ahí de los años 70 del siglo pasado. No fue "una moda", como planteaba alguno de los comerciantes empeñados en el proyectado "rescate". El éxodo obedeció a que las ciudades tienen dinámicas que obedecen a la lógica: cuando los hijos crecen y deciden hacer su propia vida, emigran en función de que se modifican sus necesidades. Los barrios tradicionales se van despoblando paulatinamente. Se cierran las escuelas, porque ya no hay niños. Las iglesias se vacían porque no hay feligreses a sus alrededores. Los cines (Variedades, Las Américas, Alameda, Avenida, Metropolitan...) y restaurantes cerraron sus puertas...

Las calles del Centro, después de las 10 de la noche, reflejan -como dijo otro comerciante- "una dolorosa imagen urbana de abandono y peligro en muchas calles (...); zonas habitacionales y áreas comerciales antes vivas, hoy están muertas".

Dar vida a los centenares -quizá miles- de viviendas abandonadas, ruinosas, inhabitables muchas de ellas, es, ciertamente, un buen deseo. Repoblar el Centro significa tratar de dar marcha atrás a las ruedas de la historia. Revertir ese proceso se antoja una misión imposible... o punto menos.

La mejor oportunidad que tuvo la ciudad de iniciar ese "rescate" -como ahora vuelve a llamarse-, fue la obtención de la sede de los Juegos Panamericanos de 2011. Hubo consenso -de autoridades, urbanistas, comerciantes y ciudadanos de a pie- en que el proyecto de construir la Villa Panamericana en terrenos aledaños al Parque Morelos, y de dotar de la infraestructura correspondiente -áreas verdes, escuelas, etc.- al que posteriormente sería núcleo habitacional para cientos de familias de clase media, habría sido el 1er. intento serio orientado a la repoblación y consiguiente dignificación del Centro.

El capricho del entonces mandamás de la Organización Deportiva Panamericana, Mario Vázquez Raña, y la tibieza de las autoridades, que agacharon la cabeza ante el mandato referido, se tradujeron en un disparate financiero y una atrocidad urbanística por partida doble: por una parte, la construcción de la Villa -como consta en actas- en terrenos en que jamás debió haberse construido; por la otra, el desperdicio de la oportunidad histórica de "rescatar" el corazón de la ciudad y de la zona metropolitana de Guadalajara en pleno.

El proyecto alternativo de construir una Ciudad Creativa Digital, secundado con tibieza por sus hipotéticos beneficiarios y desarrollado por las autoridades a paso de tortuga, ofrece, todavía hoy, más incógnitas que certezas.

Reconstruir lo ruinoso, repoblar lo abandonado, hacer atractivo nuevamente lo que se ha vuelto repugnante (por definición, "que causa aversión o asco"), parece tan encomiable -o tan necio, desde otra perspectiva... y al final de cuentas tan ocioso- como tratar de revivir a un agonizante.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 28 de mayo de 2019 y pág.11-A del periódico El Informador del 29 de mayo de 2019).
Los ciudadanos arrojan objetos a los canales que nadie esperaría: desde autopartes y televisores, hasta salas completas.

El desazolve que el Ayuntamiento de Guadalajara realiza en canales y vasos reguladores del municipio, de cara al temporal de este año, ha sacado a flote toda clase de objetos que los ciudadanos arrojan en ellos.

"Hemos encontrado televisiones, autopartes, salas completas, animales muertos, infinidad de cosas. La gente puede tirar lo que sea", dijo Óscar Villalobos, coordinador de Servicios Públicos del municipio.

Entre los hallazgos también destacan más de 500 llantas, colchones, comedores y bases de recámaras. El funcionario destacó que en todos los vasos reguladores visitados han detectado acumulación de escombro.

El ayuntamiento recordó a la población que la basura que deja en la vía pública y llega a los canales y vasos reguladores es una de las principales causas de las inundaciones que se ven en la ciudad durante el temporal, por lo que pidió apoyo y conciencia.

El municipio tiene un servicio para recoger residuos voluminosos que la ciudadanía puede pedir sin costo alguno llamando al 3145-3287.

(V.primera plana del periódico El Informador del 2 de junio de 2019).

¿Desde cuándo se puso a Guadalajara la etiqueta de "Ciudad Amable"?; ¿a quién habría que adjudicarle los correspondientes derechos de autor?; ¿en qué medida ese epíteto retrataba la índole de sus habitantes, y en qué medida éstos se esmeraban en parecerse al retrato del que de alguna manera formaban parte?; ¿qué sucedió para que esa etiqueta se fuera deteriorando, sin que nadie hiciera nada por restaurarla?; ¿cuál sería hoy la característica más adecuada para identificar a los tapatíos, incluidos tanto los originarios de esta que se preciaba de ser "tierra de Dios y de María Santísima", como los incontables "arrimados" (nosotros, por ejemplo) que aquí han hecho su vida...?

Se dirá que, bien visto, no hay calificativos capaces de englobar a las ciudades. Ni toda Roma merece el título de "Ciudad Museo", ni Curitiba se salva de tener rincones que no corresponden a su fama pública de "Ciudad Jardín", ni puede ser extensiva a todos los confines de la inabarcable y contradictoria Ciudad de México la denominación de "La Ciudad de los Palacios" que le dedicó el Barón de Humboldt.

Guadalajara llevó con orgullo la reputación de "Ciudad amable" cuando la generalidad de sus habitantes lo eran: atentos, corteses, serviciales... Las notas dominantes en la prensa local, los últimos días de la semana pasada se relacionaron, una, con una balacera, de las que se supone que sólo se ven en las películas, en un coto, de carácter pretendidamente residencial, de Tlajomulco; otra, con el hallazgo de unas bolsas negras, de plástico, abandonadas, como si de basura se tratara, en alguna colonia periférica de Tlaquepaque, y de las que después vendría a saberse que contenían los restos, desmembrados, de 14 personas.

Las pesquisas de las autoridades, en este último episodio, servirán, en el mejor de los casos, para identificar a las víctimas y entregarlas a sus deudos para que éstos les den -tópico obligado- "cristiana sepultura".

Jaime García Elías
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 24 de junio de 2019).

Las inversiones realizadas por todos los ayuntamientos de la zona metropolitana para instalar ciclovías, ha sido irregular en sus resultados, y ha generado reacciones encontradas; mayoritariamente, hasta donde alcanza a percibirse, negativas, reprobatorias o francamente hostiles por parte de los vecinos... y, por supuesto, de los automovilistas.

Habilitar ciclovías, reduciendo los carriles de circulación para los automotores, en vialidades a menudo saturadas, no necesariamente es una invitación a que los automovilistas dejen sus vehículos y opten por la bicicleta. Unos por su edad, otros porque las distancias que deben recorrer son considerables, y todos porque usar la bicicleta como vehículo habitual es una práctica que muchas veces raya en la temeridad -tan común es que los ciclistas no respeten a los peatones, como que los automovilistas no respeten a los ciclistas-, la experiencia ha venido a demostrar que "ni todos los caminos están hechos para todos los caminantes" -Goethe dixit-... ni todos los tapatíos quieren o pueden andar en bicicleta.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 25 de junio de 2019).

Las calles son de todos. Esta obviedad no parece clara para algunas personas. Una calle de cualquier punto de Guadalajara, una vez entregada al ayuntamiento, pertenece por derecho propio a los 5 millones de tapatíos por igual. Y a todos los visitantes. Es éste un principio básico de la convivencia y el funcionamiento de las ciudades. Pero todavía hay gente que no termina de darse por enterada, o piensa que tiene mayores derechos que los demás.

Juan Palomar Verea
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 26 de junio de 2019).

No tiene caso poner en tela de duda el dato que aporta Mario Silva, titular del Instituto Metropolitano de Planeación (Imeplan), en el sentido de que sobre la avenida Niños Héroes, en la zona en que se proyecta habilitar un carril en cada sentido para implementar las correspondientes ciclovías, diariamente circulan 9,340 automovilistas y 564 ciclistas. (16.5 por 1, si Pitágoras no miente).

En todo caso, es obvio que tienen razón los vecinos renuentes a la obra -hasta el punto de haber promovido un amparo, por la vía judicial (a lo cual, por lo demás, están en todo su derecho: para eso se supone que vivimos en un país de leyes), para suspender su construcción-, al argumentar que sacrificar un carril de circulación redundará, en las horas pico particularmente, en un mayor congestionamiento de la arteria y un incremento en los niveles de contaminación ambiental. Es discutible, en cambio, el argumento de quienes aprueban la proyectada ciclovía, en el sentido de que una vez que ésta esté en operación, el número de usuarios se incrementaría gradualmente.

Acrecentar las opciones a favor de medios de transporte diferentes al automóvil particular -el Quinto Jinete del Apocalipsis que San Juan no alcanzó a vislumbrar-, es plausible a todas luces. Imaginar que un porcentaje significativo de automovilistas devendrán ciclistas cuando se disponga de las instalaciones idóneas para ellos, es ilusorio.

Una de las muchas razones -la principal, quizá- para pensárselo 2 veces antes de optar por la bicicleta como medio de transporte, es la escasa cultura vial que hay en Guadalajara.

La falta de respeto, la prepotencia, el desdén por los reglamentos viales por parte de automovilistas, camioneros, motociclistas y aun los propios ciclistas, hacen del uso habitual de la bicicleta una práctica temeraria. La autoridad, en esa materia, ha sido rebasada de manera aplastante por la realidad. Pedir que eduque, ordene, vigile y sancione, al efecto de que el ciudadano acepte que conocer y respetar leyes y reglamentos es una norma básica de convivencia social -que perfectamente cabe, por lo demás, en el consabido apotegma juarista de "El respeto al derecho ajeno es la paz"-... es demasiado pedir.

Jaime García Elías
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 28 de junio de 2019).

La granizada de la madrugada del domingo es la más intensa y dañina de los últimos años, pero no la más fuerte de la historia de Guadalajara. De acuerdo con un trabajo de Virginia García Acosta y Raymundo Padilla, "Historia y memoria de huracanes y otros episodios hidrometeorológicos extremos en México: cinco siglos", aún en prensa, hay un testimonio de que en Guadalajara en 1765 "...hubo granizo de más de 25 libras de peso. Arruinó esta tempestad algunos edificios rústicos y mató cuantos animales había en el campo...". Hay, me dice Virginia García Acosta, otras granizadas en Guadalajara registradas en este libro, pero ninguna con la magnitud de aquella del siglo XVIII.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 2 de julio de 2019).

Tiempos hubo, señor Don Simón, en que Guadalajara se preciaba de ser "una ciudad sin arrabales"...

Aunque ya peinan canas -si algo peinan...-, hay testigos de ello. Cuando la abrupta "modernización" de la ciudad, a mediados del siglo pasado, desplazó a los propietarios de las "alacenas" de los portales del Centro a una colonia nueva, más allá de "Las Barranquitas" que fueron, por siglos, el límite de la mancha urbana hacia el norte, esa nueva colonia fue denominada -con dolor de sus moradores, con cierto desdén de los tapatíos, orgullosos de residir en una de las mejores ciudades de México...- "La Ciudad Perdida".

Por una parte, de poco o nada sirvieron las experiencias acumuladas al paso de los años y las décadas en la Ciudad de México; que ese triste modelo de crecimiento anárquico, desordenado, se siguió al pie de la letra ("dejar hacer, dejar pasar", dirían los clásicos), con los resultados que saltan a la vista; y confirman, por otra, que de poco o nada han servido, igualmente, las medidas que se han tomado para ampliar vialidades, construir pasos a desnivel e implementar "nuevos modelos de transporte público".

"Guadalajara -decía un urbanista- no ha crecido: se ha desparramado". Muchos de sus habitantes -miles, decenas de miles- tienen que hacer, diariamente, largos recorridos (el promedio en tiempo, según los especialistas, es de 85 minutos de ida y otros tantos de vuelta) de casa al trabajo y viceversa... en detrimento de la convivencia familiar y social con el vecindario.

En las "palomeras" de los "fraccionamientos" periféricos, pletóricos de viviendas abandonadas, vandalizadas, grafiteadas, no se vive: se duerme, y gracias.

Colofón: Las "ciudades perdidas" de Guadalajara ahora la rodean por todas partes.

Jaime García Elías
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 3 de julio de 2019).

Al Infonavit se le ocurrió preguntarle a sus acreditados cuánto tiempo gastaban para llegar de su casa al trabajo. La sorpresa fue que, de las 3 metrópolis del país, Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara fue en esta última donde más tiempo se destina al transporte. En principio parece una locura pensar que en Guadalajara hay que destinar más tiempo al traslado que en la Ciudad de México y sí, hay que leer el dato correctamente. No se trata solo de distancia y velocidad promedio en cada una de las ciudades sino donde se construyeron los fraccionamientos de Infonavit.

Guadalajara optó por un absurdo, y me atrevería a decir corrupto, modelo de desarrollo urbano que permitió la construcción de fraccionamientos allá donde el viento daba vuelta, fuera de la ciudad y alejados de todos los servicios. Son fraccionamientos que no solo no tienen un servicio de transporte, no digamos eficiente y barato; tienen el más caro de todos que es el que no existe. De servicios de agua, salud, educación, seguridad, mejor no hablamos.

Un habitante de un fraccionamiento de Infonavit ocupa en promedio 85 minutos para llegar a su trabajo, lo que significa que hay quienes requieren más de 2 horas en cada trayecto, media jornada laboral solo en desplazarse. Para decirlo con palabras ad hoc a los tiempos, dura menos una Mañanera de López Obrador o un mitin-informe como el del Zócalo que el trayecto de un tapatío a su trabajo.

La comparación es odiosa porque en todos los ángulos perdemos. La Ciudad de México es mucho más grande, pero tiene mucho mejor transporte público. Monterrey, con su particular y complicada orografía tiene sin embargo un sistema de vialidades bastante funcional, o si se prefiere menos disfuncional que el nuestro.

El momento que vive Guadalajara es ya, para beneplácito de algunos y coraje de otros, demasiado tarde para hacer una apuesta por vialidades rápidas. Se intentó por muchos años y el fracaso fue rotundo. El único modelo posible para reducir el tiempo de traslados es apostar en serio y consistentemente por el transporte público, más líneas de tren, pero también de BRT y grandes rutas troncales combinadas con bici pública, ciclovías y banquetas. Esto es, transporte masivo combinado con bicicleta y traslados a pie para la última milla.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 3 de julio de 2019).

Recado urgente del pasado

Dice, a la letra: "¿Cómo es posible que en tan sólo 45 años hayan echado, tapatíos, casi todo esto a perder? ¿De 1935 a 1980?" Firmado, probablemente, por muchos otros tapatíos de antes.

Prosigue el recado: "Piensen, tapatíos, que las herencias arquitectónicas son inapreciables para que ustedes entiendan quiénes son y a dónde van. Que tumbar cosas a lo bestia (como el ciprés de Catedral) es asunto de bárbaros y de cretinos. Que poner un edificio mediocre en vez de la Escuela de Música es un gesto de atraso, de corrupción, de gangsterismo politiquero, de torpe pretensión para que ciertos grupos universitarios se den importancia. Piensen que la historia los juzgará".

El mensaje podría proseguir durante muchas páginas, tanto ha sido lo perdido. Sin embargo, los anónimos redactores del recado terminan con un párrafo de valeroso optimismo:

"Piensen, tapatíos, que tanto más es lo que a pesar de todo les queda. Pero se han acomplejado, gringuificado, entelevisionado, embobecido. Ya ni se fijan que Guadalajara bien podría seguir siendo preciosa. Que tienen el Teatro Degollado, por ejemplo, el mejor teatro del país. Que tienen 26 obras de Luis Barragán por cuidar y conservar. Obras modernas de los 50 a los 60 ejemplares. Que tienen barrios extraordinarios que serían el orgullo de cualquier ciudad del mundo: La Capilla de Jesús, Mexicaltzingo, Analco, Mezquitán, Santa Teresita... y colonias ejemplares: Francesa, Reforma, Americana, Obrera, Moderna... Y mil y mil cosas más que con un poco de atención, con agua y jabón y energía podrían regresarles a ustedes, tapatíos, el orgullo de serlo. No sean cobardes, cuiden lo que les dejamos. Sean así mejores".

Juan Palomar Verea
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 5 de julio de 2019).

La madrasta naturaleza que es muy burlesca nos regaló con un tormentón muy de esta tierra pero aderezada con una supergranizada tamaño jumbo que devastó nuestra noble y leal, como no se tiene memoria. Y eso es para pensarlo.

Lo 1o. que se me ocurrió es echarle la culpa a los emisarios del pasado, a nuestros adversarios, los neoliberales, fifís, retardatarios e hijos del 7 de espadas, pero no vi cómo hacerlo de modo que si no encuentro otra razón mejorcita ellos serán los culpables.

Los meteorólogos como es natural se dividieron entre los que afirman fue el calentamiento global y los que dicen que no tiene nada que ver que usando su palabra favorita fue una situación atípica; lo mismo entre los gobiernos, unos dicen que nos estamos tatemando y Trump (que era el pagano de la fiesta) dijo que ahí los dejaba, dejó de pagar y todos se callaron, y todas las reuniones y movimientos anti calentamiento disminuyeron notablemente. Así que habremos de elegir y usted escoja la que usted crea.

Lo 1o. será dejar de contaminar y andar en bici, aunque por las deficiencias que tiene su planeación y construcción yo creo que las están haciendo por negocio -que debe serlo y muy bueno- y no por salud. Siempre he sostenido que el sujeto que diseñó la ciclovía de avenida La Paz debía de estar en la cárcel o ser recibido en la amorosa hospitalidad del manicomio. Me gustan las bicis pero yo no podría subirme a una, más bien me la pondría y me vería como un viejo oso de circo, pero algún bien producirán.

Otra cuestión que sería recomendable sería el disminuir el consumo de gasolina -conste que yo ni coche tengo- pero a eso deberán agregar que escucho a muchos que parecen estar informados que nuestras gasolinas son de lo más contaminantes y que decir de los camiones verdaderos chacuacos que todos, menos el gobierno pueden ver.

Lo que me aterra es comprar un auto eléctrico, que no contaminan, pero lo malo es que me libraría de las garras de PEMEX para caer en las de los pillos de clase mundial de la CFE a los que considero sin duda la mafia más peligrosa, y con mucho del país. Ciégalos Santa Lucia, cúbreme señor San Pedro, me da mucho miedo.

Carlos Enrigue
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 7 de julio de 2019).

Si sólo se tratara de una broma, se podría afirmar que es una pésima ironía, pero la realidad es tan dramática, que es urgente que las autoridades liberen de una vez por todas a la sociedad civil del dilema que implica vivir tras las rejas, incluso sin haber cometido mayor delito que el haber nacido y decidido mantener su residencia en nuestra entidad, particularmente en la zona metropolitana de Guadalajara, en donde cada día las bardas tienen que ser más altas -y además electrificadas-, dizque para proteger a sus moradores.

Casas particulares, sin importar si son grandes residencias; casas de interés social; pequeños o grandes departamentos; tiendas comerciales; bodegas; empresas de todo tipo (incluyendo las tienditas de la esquina), en todas ellas sus propietarios deben de realizar gastos extras con tal de tratar de mantenerse "seguros". Protecciones de herrería, alarmas, contratación de empresas de seguridad privada y demás esfuerzos en un intento por mantener el patrimonio conseguido con esfuerzo y honestidad, pero sobre todo, de salvaguardar la vida propia, de sus familiares y colaboradores.

Sin embargo, todos esos afanes han servido de muy poco para impedir que los amantes de lo ajeno y enemigos del trabajo propio hagan su agosto y continúen robando y asesinando gente inocente y trabajadora, un día sí y otro también.

Para que nos demos una idea del tamaño del problema y de los negocios que propicia, habría que señalar que tan solo en el padrón de empresas prestadoras de servicios de seguridad privada registradas en Jalisco, hasta agosto del año pasado, existen 221 (más las clandestinas; con registro en trámite y hasta amparadas), entre las cuales se encuentran las que tienen personal autorizado para estar armado, desarmado y hasta servicio de canes adiestrados... y sin embargo, los robos y homicidios prevalecen a la orden del día.

Salir de casa o permanecer en la misma (con todo y las precauciones anunciadas), implica ya un riesgo prácticamente de igual dimensión.

En un recorrido realizado por diferentes rumbos de la ex perla tapatía, pude apreciar un sinnúmero de formas e intentos de la gente por salvaguardarse, pero desafortunadamente los resultados no son nada alentadores.

Cuauhtémoc Cisneros Madrid
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 9 de julio de 2019).
Unidad de MiBici vandalizada.

Una bicicleta del sistema MiBici fue vandalizada el pasado viernes en la estación ubicada sobre calle Ghilardi, entre Arista y Diagonal Manuel Cambre.

Al velocípedo se le prendió fuego, lo que provocó que el asiento y la salpicadera trasera se derritieran sobre la llanta.

Al respecto, el gobernador del stado, Enrique Alfaro, mencionó que la acción fue causada por "retrógradas sin tantita vergüenza".

"Esto no se resuelve con policías ni multas en cada esquina, el futuro se empieza a construir desde casa, con enseñanzas tan simples como el hecho de que dañar el patrimonio de los demás ni es chistoso ni es correcto. Hagamos conciencia y pongamos el ejemplo", expresó.

No es extraño que las unidades de MiBici sean afectadas por la delincuencia. El viernes, este medio reportó que una bicicleta pública fue hurtada y pintada con aerosol azul para simular. El vehículo apareció en un taller de bicicletas sobre Calzada del Ejército. El dueño del taller, sorprendido, mencionó que una mujer la llevó a reparar y había mencionado que se la vendieron por 200 pesos.

(V.periódico El Informador en línea del 14 de julio de 2019).

Desde luego usted y todos los habitantes de esta noble y leal nos hemos enterado de que no sé a título de qué, la ciudad ha vuelto a convidar al socavón del tantas veces promovido "Paseo Alcalde". Si no es de cierto aquel donde se cayó una maquina de construcción, es otro, el nuevo espectáculo entre Reforma y San Felipe, a pocas cuadras de la cabezota y frente a la famosa Casa de los Perros convertida en Museo del Periodismo, si bien no es muy grande (4 metros de diámetro por 8 de profundidad), si es suficiente para atraer a los millones de turistas que anuncian vendrán a conocer esa rúa que promete competir con los Campos Elíseos y sitios similares -2 socavones en tan poco espacio y tan seguido no es materia que uno pueda creer fácilmente-.

Nuestras amadas autoridades, que no saben mentir y jamás lo harían, dijeron: la SCT "que el boquete fue provocado por el bombeo de agua para construir una salida de emergencia de la línea 3", yo que no entiendo de construcción desconocía que se puede construir con bombazos de agua.

Por su parte el señor Gobernador para nuestra tranquilidad nos dijo que este incidente no afectará la L3 y que no había peligro y el Presidente Municipal, que prefiere ser llamado Alcalde como si fuéramos gachupines, dijo que al museo vecino no le paso nada; tanta aparición pública me hace pensar que ese hoyo se convertirá en una zona pública recuperada de las manos de la delincuencia y con lo que nos aman y preocupan por nosotros estoy seguro y me atrevo sin bases a anunciar que no le van a cobrar por el espectáculo, nos entregarán nuestro bujerote para gozo de la ciudadanía, faltaba más.

Nadie que viva aquí ignora que en nuestra amada ciudad existe una ciudad subterránea, en toda ella hay hundimientos, miles de hundimientos, hay tantos, sin ser comparable para nada, que frente a la casa que habito también tenemos nuestro socavoncito, humilde pero nuestro, en un registro del Siapa con su respectivo agujero. La semana pasada se reportó al SIAPA y para mi sorpresa el viernes pasado mandaron una cuadrilla, desde luego protegieron la zona con una base de concreto, una lata vacía y los famosos plásticos aislantes, que gustan tanto, el que parecía ser el garganta del grupachón sentenció: es un hoyo. Bueno, lo que sí es que nuestro hundimiento salió en la tele.

Para mi desgracia y la de todos los vecinos de la calle, pues está muy furris como atracción turística; estos van a los grandes hoyos o grandes inundaciones, vamos, sirve como atractivo vecinal, lo que solo mejoraría si algún coche se cae en el hoyo, pero hasta ahora miércoles ni han vuelto los del SIAPA ni ha habido quien quiera caerse al hoyo para crear atractivo.

Carlos Enrigue
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 28 de julio de 2019).

Se cuenta que había un brillante profesor de ingeniería hidráulica en la Universidad de Guadalajara, uno que allá por los años 70 todavía estaba activo. Cada año empezaba su curso -muy afamado, por cierto- con la frase "A l'agua nadie l'hace taruga".

A partir de ahí, no era poco lo que insistía en que, al construir, no se perdieran nunca de vista los cauces de los ríos, por más secos que estuvieran en el momento, pues los ciclos de las lluvias no suelen ser regulares y, por lo tanto, es una tontería suponer que puedan ser previsibles.

Solía repetir también que "dónde hubo agua, la habrá tarde o temprano", a menos de que se haga una portentosa obra de desvío. El agua en el mundo siempre es la misma y sigue su circuito siempre igual, aunque nunca con absoluta regularidad.

Las lluvias tapatías de esta temporada son muy fuertes pero no son nada que no hayamos visto. Vale recordar que el propio Ignacio Manuel Altamirano, al mediar el siglo XIX, declaró que Guadalajara era la "hija predilecta del trueno y de la tempestad". ¿Por qué ahora hay más desgracias y pérdidas? Simple y sencillamente por tantos constructores que estudiaron en escuelitas privadas sin buenos docentes o la voracidad hizo que ignoraran las enseñanzas de su maestro.

Claro ejemplo es el de Plaza Patria, que ya ha sido al menos 3 veces víctima de la criminal estulticia y ambición de ciertos desarrolladores, pero hay muchos más, causantes de daños que, aunque de menor magnitud, no por ello dejan de ser dañinos a la sociedad y a la propia economía pública y privada.

Gustamos de echarle la culpa de las inundaciones a la basura que nos heredan ciudadanos irresponsables (por no usar el calificativo adecuado), pero es mucho más criminal lo que hacen los autores de desvíos e interrupciones de los cauces originales.

José M.Murià
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 2 de agosto de 2019).

Por más que autoridades municipales y estatales quieran hacernos 80% responsables de las inundaciones que se han registrado en el área metropolitana de Guadalajara, debido a la basura que se tira en la calle, los problemas que han causado las precipitaciones no obedecen solamente a la falta de educación y limpieza de las personas.

Expertos en el tema han insistido hasta el cansancio en cada temporal, que las construcciones en zonas de riesgo, en cauces naturales, el crecimiento desordenado de la ciudad y la falta de planeación son otros factores detonantes para entender lo que ocurre. Sin embargo, no está demás que reflexionemos sobre nuestra conducta ante emergencias como las inundaciones.

Hace unas semanas, con las primeras lluvias fuertes en la ciudad, circuló en redes sociales un video en el que se muestra a un automovilista que, arriesgando su vida y la de otras personas, atraviesa una zona inundada pese a las indicaciones de elementos de Protección Civil y Bomberos que le pedían que no lo hiciera.

¿Por qué tiene que ocurrir una tragedia para que comprendamos la importancia de hacer caso a las indicaciones de Protección Civil en emergencias de esta naturaleza? ¿Por qué no somos capaces de razonar sobre los riesgos de nuestro comportamiento?

El hartazgo social que provoca la profunda crisis de inseguridad, la corrupción, las omisiones o negligencias de quienes gobiernan no debe validar nunca la irresponsabilidad de quienes al ignorar las recomendaciones oficiales ponen en riesgo su vida y la de los demás.

Gabriela Aguilar
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 6 de agosto de 2019).

El vaciamiento de Guadalajara es una realidad tangible. La mancha urbana es víctima de una realidad perniciosa. La carestía de la vivienda -en cualquier modalidad-, por una parte, y el deterioro de la calidad de la antigua "vida de barrio" impulsa a sus habitantes hacia la periferia. Congestionada, contaminada, envejecida, insegura, la ciudad expulsa a sus moradores hacia espacios más acordes a sus apetencias... o a sus posibilidades. De ahí el fenómeno de la proliferación de núcleos habitacionales cada vez más distantes, y no necesariamente más amables ni más adecuados para la convivencia familiar y social.

Rehabilitar el casco antiguo de la ciudad o repoblarla es una buena intención. Es, por lo demás, algo que muchas ciudades del primer mundo -europeas, sobre todo- han conseguido.

Sin embargo, no es cuestión de "enchílame otra", ni algo que se consigue por decreto. La ruta crítica para lograrlo tendría que pasar por la renovación de la infraestructura, el reordenamiento de las vialidades, la rehabilitación de los espacios públicos... y, sobre todo, la generación, en lo legal, lo comercial y lo conceptual, de condiciones propicias para destruir las construcciones inservibles y sustituirlas por espacios funcionales y accesibles.

De que se puede, se puede. La cuestión es poner los medios; es decir, pasar de las ideas -que a veces se limitan a ser "ideotas"- a los proyectos... En palabras llanas, a establecer con toda claridad los cómos.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 23 de agosto de 2019).

Seguramente muchos de los habitantes de las colonias periféricas, de los suburbios clasemedieros o populares -por no hablar de las "cartolandias" precaristas que pululan actualmente- que rodean a la mancha urbana, preferirían habitar una casa o un departamento céntrico, digno, decoroso, si los hubiera... y si fueran accesibles para ellos.

Muchas ciudades del mundo -del Primer Mundo- ya lo han logrado, o están en vías de hacerlo: después de que el comercio los expulsó de las zonas céntricas, se han generado las condiciones para revertir el fenómeno.

Falta, sin embargo, lo principal: que el proyecto sea factible.

Si la vivienda de carácter habitacional -perdón por el pleonasmo- es escasa, porque el comercio la ha desplazado, y cara para las familias de clase media o media baja, sería menester, por una parte, remover los mamotretos legales que impiden demoler y reconstruir, en condiciones de habitabilidad, los centenares de construcciones actualmente abandonadas por inhabitables, por obra y (des)gracia de una ley que al conferirles "valor patrimonial" o "histórico" sólo por ser viejas, las vuelve intocables. Y sería menester, por la otra, invertir ingentes cantidades de dinero público para renovar los sistemas de agua y drenaje -las "fugas" en las antiguas colonias de Guadalajara exceden con mucho los límites razonables-, mejorar la seguridad, las vialidades y el equipamiento urbano, reordenar las rutas del transporte público, etc.

Lo 1o. requiere voluntad política: disposición para modificar leyes irracionales, insostenibles, aunque ello implique enfrentar resistencias. Lo 2o., además de un proyecto urbanístico que vaya más allá de los planteamientos teóricos, requiere recursos económicos y disposición de invertirlos en hacer factible lo que por ahora se limita a ser deseable.

Dolorosa conclusión: la experiencia invita a temer que el buen deseo de "rehabilitar la ciudad"... es demasiado bello para ser cierto.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 26 de agosto de 2019).

Visto desde lejos, Guadalajara es incomprensible. No soy original, lo reconozco, pero denme oportunidad de explicar algo singular que pasa en mi ciudad natal.

Empecemos con la aclaración. Al decir Guadalajara uno puede referirse lo mismo a Zapopan que a El Salto, municipios conurbados de esa zona metropolitana. Cuando digo que Guadalajara es incomprensible trato de decir que Jalisco es difícil de entender, y lo que ojalá algunos escuchen es que México entero es una locura.

Desde lejos, uno ve noticias sobre Guadalajara y cualquier chico día se entera de que un arroyo de nombre La Culebra se convirtió en sarcófago de 4 personas. Así: vino el agua, creció la corriente, arrastró varios autos y 3 mujeres y un hombre perdieron la vida. Así.

Luego empieza una discusión. Que si esas personas estaban en el arroyo mientras "jeepeaban", mientras andaban en su vehículo 4X4 en un terreno ad hoc para ese tipo de suspensiones; que no, que si en realidad ese, el arroyo, es el camino de entrada a una zona de Tlajomulco donde el desastre inmobiliario que asfixia a Guadalajara tiene varias expresiones, una de ellas es usar ese afluente como calle.

Pero la tragedia está servida. 4 personas murieron la tarde del domingo en una más de las tormentas veraniegas que anegan la zona metropolitana tapatía cada año. 4 nuevas víctimas fatales de ríos y arroyos que sociedad y autoridades dejaron sin cauce al privilegiar la invasión del cemento y el ladrillo.

Las noticias desde Guadalajara sobre crecidas, desbordamientos y anegaciones se repiten como inevitables imágenes costumbristas de un tiempo pasado, de cuando a los primeros pobladores de aquel valle no les estaba dado calcular con sofisticados aparatos cuánta agua traería un temporal a la comarca.

Pero pasa uno la página y se da cuenta que el otro cúmulo de noticias de estos días provenientes de Guadalajara es por la Villa Panamericana, esa polémica y malograda edificación.

Ocurre que Sonia Serrano, reportera de NTR, desveló durante varios días una trama que huele mal.

La periodista tapatía dio a conocer que el gobierno de Jalisco ha pactado, en condiciones ventajosas, el remate de la Villa Panamericana a exfuncionarios, con una promesa de permisos que vulnera la autonomía del ayuntamiento de Zapopan, y sin decreto de protección o medidas de mitigación que protejan la zona ambiental donde se asienta el conjunto que sirvió para hospedar a los atletas de los juegos panamericanos de 2011.

Es añeja la polémica desde que un gobierno panista decidió la construcción en ese lugar, los linderos del bosque de la Primavera, de la Villa Panamericana. Pero la novedad es que la "solución" que pretende el gobierno de Enrique Alfaro es rechazada por todos los que ven que lo único que propiciará es una densidad poblacional indebida en una zona forestal y de recarga, y más permisividad a quienes violentan las reglas.

Las noticias sobre la Villa Panamericana, y sobre ampliaciones de otros fraccionamientos que con trampas e ilegalidades destruyen el bosque de La Primavera, se dieron a conocer pocos días antes de la muerte de 4 personas arrastradas por un arroyo. Y es precisamente ahí cuando Guadalajara se vuelve incomprensible.

Las muertes y la devastación por lluvias están relacionadas con la Villa Panamericana, con fraccionamientos como El Cielo, es decir, con unas autoridades -de ayer y de hoy- y con una sociedad que no prioriza, por sobre todas las cosas, la protección de las personas, y por tanto del medio ambiente.

Están viendo los muertos y no ven que deben corregir. Allá, y en otras partes. Incomprensible.

Salvador Camarena
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 12 de septiembre de 2019).

¿Queremos vivir en una sociedad que crece sin límites, llenándose de cotos, casetas con policías privadas, muros infranqueables? ¿Una ciudad en donde no conocemos a nuestros vecinos? ¿Queremos una ciudad en donde el único espacio "público" sean los centros comerciales o las tiendas departamentales? ¿Queremos una ciudad integrada por barrios y colonias en donde a las 10 de la noche, las calles se convierten en extendidas oscuridades, inhabitadas y dignas de toques de queda? ¿Queremos vivir en una ciudad en donde Andares (una de las zonas más ricas del país) y la Colonia el Rehilete (sin asfalto, agua, drenaje) nos muestren la cara más descarnada de la desigualdad (a tan sólo 15 minutos de distancia)? ¿Queremos vivir en una ciudad en donde ser mujer es motivo de miedo y ansiedad permanente? ¿Queremos vivir en una ciudad en donde los inmobiliarios deciden qué se hace con ella? ¿Queremos vivir en una ciudad que se asfixia entre autos, bosques que desaparecen y parques metropolitanos que se extinguen? Es posible que ya nos hayamos acostumbrado a malvivir en la zona metropolitana. Y ese hábito suponga que nos sea imposible visualizar imaginarios de ciudad alternativos.

La confusión sobre la ciudad que queremos no es un monopolio de las autoridades. No es un asunto de tal o cual alcalde. Los tapatíos vivimos confundidos. Supimos lo que fuimos. En una comida de domingo, los abuelos te platican de esa Guadalajara (tal vez idealizada), pero que era humana y vivible. Nunca igualitaria, pero tampoco tan dispar como la actual. Una ciudad que se entendía a sí misma: crecimiento ordenado, áreas verdes por doquier, calles anchas y banquetas dignas. Había una ciudad que cuidar y proteger. Una identidad que unía. Los espacios de convergencia urbana han sido sustituidos por tremendas colas para ingresar a un centro comercial o a los gigantescos estacionamientos que aprisionan los supermercados. Toda nostalgia es un instinto conservador, pero creo que no me equivoco cuando digo que en Guadalajara se vivía mejor antes. El tapatío se impresionaba con la modernidad de otras urbes, pero comprendía que su camino podía ser menos caótico.

El modelo municipal de gestión de la ciudad no sirve. Y usted me dirá, ¿cómo no sirve? Hay administraciones mejores que otras. Tal vez, pero la diferencia tiene mucho más que ver con las capacidades económicas. ¿De verdad es posible comparar Guadalajara, municipio, con Tonalá? ¿Uno tiene 10,000 millones de pesos de presupuesto, el primero, y el otro tiene 1,400 millones? La deuda de uno alcanza el 25% del presupuesto, mientras que el otro tiene compromisos financieros por el 130% de sus egresos. Y, paradójicamente, Tonalá tiene muchas más carencias que Guadalajara. Mientras la capital piensa en atracción de inversiones, equipar a las policías, estructurarse a través de gerencias, la administración de Tonalá piensa en cómo llevar a agua a ciertas colonias o cómo hacerle para que la calle esté iluminada.

Es imposible volver a la Guadalajara de los 60. Ni tampoco deseable. Hoy somos más de 5 millones en una urbe que no para de crecer sin control. Los intereses económicos se adueñaron de la planeación y hoy no sabemos a dónde vamos. No nos detenemos a pensar qué ciudad queremos. No nos detenemos a pensar que es posible una vida en donde no pasemos 3 horas al día en transporte público o en el auto. Que es posible una ciudad en donde haya dignidad, sin importar el barrio en donde nazcas. Que es posible una ciudad en donde nos despertemos sin contingencias, caminemos sin miedo y en orden. Los informes de gobierno me importan poco, con sus números, hazañas e indicadores, si no se preguntan cómo vivimos en Guadalajara. Es tiempo de imaginar un hogar mejor.

Enrique Toussaint Orendáin
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 15 de septiembre de 2019).

Pues a pesar de lo que dicen los que se presentan como expertos en clima, la verdad es que respecto del clima yo como viejo tapatío sigo considerando que en esta Noble y Leal, sólo hay 2 temporadas las aguas y secas, la 1a. corre de el día de San Antonio, aunque no llueva y termina el 4 de noviembre, con el cordonazo del día de San Francisco, aunque siga lloviendo, Usted recordará que en ocasiones la "Llevada" se da un poco mojadita. Los antiguos tapatíos tenían mucha fe en el Calendario de Galván, respecto al meridiano capitalino, y el Calendario de Rodríguez, adecuado a estas tierras y predecían en Enero todos los fenómenos meteorológicos y señalaban, ignoro con que tanta exactitud lo hacían, aunque el espíritu burlón que nos posee no perdonara a la ciencia burlándose de uno de los padres de las predicciones: don Severo Díaz ya que decían que cuando este santo señor traía su paraguas era señal que no llovería.

Y respecto de la fuerza de las tormentas por estos rumbos siempre ha llovido con furia bíblica, cuando era niño vivíamos por la calle López Cotilla, que por cierto no estaba pavimentada, cuando llovía se formaban unas corrientes de agua que tapaban hasta las banquetas y así había muchas calles iguales, de ahí que en lenguaje tapatío se diga, cuando menos en la ciudad de entonces que se bajaba, cuando ibas rumbo a la Calzada y subías cuando te alejabas de ella.

Y había muchas zonas en que era un aguadal desde siempre, como el caso de Atemajac, donde ahora la gente mira un canal, pues o no conoció que por ahí había un río y como en Patria, pues que decir el agua es muy necia y por más que nuestras amadas autoridades quisieran que se fuera por otro lado, pues ésta no se va y siempre reconoce.

Los veteranos como el suscrito que después de las tormentas, en los sitios cercanos a los templos, mucha gente tras la tormentas sacaban tablas para que las personas que asistían por la tarde al rosario y la bendición (porque entonces solo se celebrada misa por las mañanas y lo hacían para brincar las corrientes sin mojarse.

Leí por ahí que hay una persona que tiene un libro en que registra el número de tormentones que caen cada año en nuestra ciudad, sería interesante encontrarlo para hacer comparaciones, desgraciadamente no tengo el dato del autor.

Carlos Enrigue
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 6 de octubre de 2019).

De acuerdo con el estudio "El costo de la congestión, vida y recursos perdidos", del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) y la organización Sin Tráfico, los habitantes de Guadalajara pierden, por persona, 98.4 horas al año en el tráfico de la ciudad. Es el 6o. lugar con mayor desperdicio de tiempo per cápita. El tráfico le cuesta a cada tapatío 3,867 pesos anuales.

En promedio, este tiempo representa 4 días al año perdidos en la vida de un tapatío dentro de un embotellamiento.

Guadalajara también figura en el 3er. lugar nacional como una de las ciudades más afectadas por el congestionamiento vial, pues el costo anual que representa es de más de 8,000 millones de pesos.

Este lugar lo ocupa después del Valle de México y Monterrey. En el país, la congestión vial cuesta a los mexicanos 94,000 millones de pesos al año.

El estudio también reveló que durante 2016 Guadalajara fue la ciudad del país que más invirtió en transporte público, mientras que Acapulco fue la que más invirtió en infraestructura para el automóvil.

(V.periódico El Informador en línea del 6 de octubre de 2019).
Michelle Hewitt Zapata Michelle Hewitt Zapata

La nueva generación de participantes de concursos de belleza de Jalisco están retomando su tradición de ganadoras, esta vez la tapatía, Michelle Hewitt Zapata, ganó la corona del certamen Turismo Mundo, realizada el pasado fin de semana en Qingdao, en la provincia de Shandong, en el este de China.

La joven, egresada de la carrera de Diseño Integral, participó el año pasado en Mexicana Universal Jalisco, donde obtuvo el 4o. lugar y el pase para representar al estado en Turismo México 2019.

Hewitt Zapata se quedó por delante de Svetlana Mamaeva, de Canadá, quien ganó el 2o. lugar y Tan Ruoyi, de China, ganó el 3er. lugar.

(V.Unión Jalisco del 10 de octubre de 2019).

¿Qué decir de la NUEVA GALICIA que se cocía aparte en todos sentidos del otro reino ya mencionado [Nueva España]? Conste que en lo personal nos han tratado millón de veces mejor en la antigua Tenochtitlán que en nuestra Guadalajara donde no hacen... ni dejan hacer nada sin que los celos y la envidia, formas de comportamiento tan pueriles, tan criollas que provocan que el talento -y vaya que abunda- salga despavorido. No hay tema del que no tengan la "verdad absoluta" y no hay mejores jueces de la moral (ajena claro está) que los APATÍOS. Pero esto es tema aparte y lo digo en mi caso... A lo mejor nomás es contra mi "pues'n". Pero no siempre fue así, hubo tiempos en que al TAPATÍO le importaba un carajo lo que se dijese, o se decidiera en aquella capital de aquel reino. Éramos independientes y, si había que consultar asuntos esto se hacía con S.M. el rey en turno y con nadie más. Si de nuestras costas se descubrió el Oriente, se descubrió y civilizó la Alta California y España se convirtió en la máxima potencia mundial ¿cómo por qué Guadalajara se tenía que someter a los designios de la Nueva España? Sigo añorando Cd. de México en muchos aspectos y sobre todo porque aunque también cunden las envidias, el chisme y las intrigas, al menos les queda menos tiempo libre para hacer de estas su principal pasatiempo.

El Duque de Tlaquepaque
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 21 de octubre de 2019).

Para los lamentos, por demás recurrentes, de que Guadalajara seguía fielmente, para mal, el ejemplo de la Ciudad de México, la réplica más común se sintetizaba en 2 palabras:

-Ni modo...

...Como si se tratara de un atavismo o de una maldición de la que fuera imposible liberarse.

Así, el crecimiento anárquico de la ciudad, el entorpecimiento gradual de la movilidad, el despoblamiento del centro histórico, la incontenible contaminación ambiental, los problemas para el suministro de agua potable y la disposición final de la basura; la degradación de los servicios públicos; el deterioro, en fin, de la calidad de vida de los habitantes, se veían -con dolor, ciertamente, pero también con algo parecido a la resignación (hermana carnal de la impotencia)- como consecuencias lógicas de la multiplicación de los pobladores: un proceso natural tan inevitable como el envejecimiento y la muerte de todos los seres vivos.

Bien. El caso es que la Ciudad de México, la más poblada de América Latina (21 millones de habitantes) y la 5a. más poblada del mundo después de Tokio, Nueva Delhi, Shangai y Sao Paulo, puso en marcha un programa denominado "Basura Cero", orientado a reciclar, en el mediano plazo, la totalidad de las 13,000 toneladas de desperdicios sólidos que sus habitantes generan todos los días. En el entendido de que ni Roma ni los grandes proyectos pueden realizarse en un día, el programa contempla llegar a la meta trazada en el año 2030.

Como es del conocimiento público, algunos municipios de la zona metropolitana de Guadalajara han emprendido, ocasionalmente, intentonas similares. Hasta ahora, en general, fallidas casi todas. La recolección clasificada de la basura -un día la orgánica, otra la inorgánica-, planificada en nombre de un modelo sustentable en beneficio de los habitantes de las grandes ciudades, ha fracasado porque no se han implementado las acciones complementarias, que permitan el aprovechamiento sistemático e integral de los residuos reciclables -metales, papel, vidrio...- y la transformación en composta de los orgánicos. El modelo que Guadalajara -¡oh, paradoja...!- implementó exitosamente hace medio siglo, y que fue imitado por otras ciudades de México y del mundo, se abandonó y no se ha conseguido replicar desde entonces, con las consecuencias que están a la vista: la saturación de los tiraderos.

Guadalajara (y anexas) ya ha imitado, para mal, por muchos años, a la Ciudad de México. ¿Sería demasiado pedir que también, al menos en ese aspecto, esta vez la imitara para bien...?

Jaime García Elías
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 29 de octubre de 2019).

Se puede aventurar una fecha: 1970. Desde principios de los años 40 hasta ese año, en términos generales, Guadalajara (y sus habitantes) supieron con claridad quiénes eran, cómo querían vivir. Gracias al recto raciocinio heredado de los antiguos y a las herramientas de la modernidad. A partir de 1970 llegó un quiebre. La migración urbana, la explosión demográfica lo explican parcialmente. Pero basta ver la ciudad que nos rodea, asumir quiénes somos, para entender que el raciocinio se extravió, desapareció en muchos casos. Y que es urgente restablecer su vigencia.

Juan Palomar Verea
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 31 de octubre de 2019).

A mi nunca me han gustado los temas mortuorios (como objeto exótico me gustan los altares de muerto) que son tan exóticos para Guanatos como el Halloween. Son influencia del centro del país, pero siendo bonitos a mi me gustan, me gustan tanto que hoy visité 3 altares de muerto para ver si no me habían puesto en alguno, pero la que era la fiesta local era Todos Santos y se hacia la feria del cartón en el Parque Morelos, los muertos eran en la Gran Chilangostán.

Carlos Enrigue
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 3 de noviembre de 2019).

La ciudad fue pensada, en la época dorada de la planeación urbana, como una ciudad ortogonal, siguiendo la cuadrícula inicial de su fundación, con 2 circuitos internos y uno exterior. La cuadricula fue violentada a principios del siglo XX por 2 colonias, la Americana y la Moderna, que apostaron a que el nuevo eje de referencia sería en adelante la vía del ferrocarril: ambas giraron 45 grados el eje de sus calles. Los circuitos, ninguno de ellos cerrado, son Circunvalación, que cambia de nombre conforme cambia de colonia (Oblatos, Dr. Atl, División del Norte, Álvarez del Castillo, López Mateos, Agustín Yáñez, Washington) y un 2o. anillo, que tampoco se logró cerrar jamás y aparece y desaparece en el sur de la ciudad, llamado Avenida Patria. El 3o. y que en los años 60 se pensó prácticamente como un libramiento, fue el anillo Periférico que, sobra decirlo, tampoco logró la circunferencia completa. 3 anillos que no son, pues.

Por la época en que se construyó, el Periférico tenía características de carretera, por ello en principio no tuvo carriles laterales, mucho menos banquetas. Hubiese sido ideal que el anillo exterior funcionara realmente como una forma de contención de la expansión de la ciudad, para ello de debió haber establecido una reserva territorial que funcionara como cinturón verde, pero no fue así y el crecimiento acelerado y sin más criterios que no fueran el beneficio del desarrollador hicieron que la ciudad engordara, se desparramara más allá del cinturón y perdiera cualquier fisonomía. Hoy el Periférico es una arteria más de la ciudad, la que desplaza a más personas en transporte público, y totalmente desfigurada.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 5 de noviembre de 2019).

Muchos tapatíos recordarán aún a "Firuláis" (1907-1988). Pocos sabían su verdadero nombre (Federico Ochoa). Algunos habían oído decir que se trataba de un antiguo aristócrata venido a menos, y que decidió vivir de la caridad pública, todo lo cual era cierto. Caracterizado como payaso -sin serlo-, sentó sus reales en el portal -"mi oficina", decía-, en la esquina de Morelos y 16 de septiembre. Apoltronado en una silla de ruedas -sin ser discapacitado, ni pretenderlo- ofrecía a los viandantes (niños, principalmente) alguna ocurrencia, alguna carcajada y unas hojitas impresas con "sus versos", "sus pensamientos" o su propia autobiografía, a cambio de alguna moneda.

Jaime García Elías
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 12 de noviembre de 2019).

Por etiquetas no ha quedado. "Rescatar" (por definición, "salvar, sacar de un peligro") es uno de los verbos más utilizados al respecto. "Repoblar" y "Rehabilitar", otros. "Redensificar", uno más...

Todos se han aplicado, en la jerga oficialista, en las promesas de los candidatos, en los buenos deseos de los gobernantes, a la buena intención de revertir el fenómeno del despoblamiento gradual de Guadalajara en beneficio -es un decir, obviamente...- de los municipios conurbados, y devolver a los barrios tradicionales de la ciudad la dignidad y la vitalidad urbana que antaño los caracterizaron.

Al cúmulo de buenas intenciones que en ese sentido han surgido en los últimos años, se suma la iniciativa de Miguel Zárate Hernández, regidor panista de Guadalajara. Se trata, en lo esencial, de quitar del camino las piedras que sistemáticamente atraviesan las dependencias gubernamentales de todos los niveles, a las eventuales inquietudes orientadas a salvar de la ruina total y permitirles ganarse nuevamente la vida, a las fincas que envejecen o a las que sus mismos propietarios aplican la eutanasia -valga la metáfora-, propiciando que la naturaleza (las lluvias, particularmente, que con los bajantes tapados reblandecen las paredes y las condenan al derrumbe) haga sus devastadores efectos.

El Instituto Municipal de la Vivienda ha generado algunas iniciativas al respecto. El actual alcalde, Federico del Toro, planteó recientemente la idea de aprovechar la transformación de la Avenida Alcalde en "Paseo", para repoblar el Centro, propiciando que muchas antiguas casonas, actualmente abandonadas o convertidas -en el mejor de los casos- en tiendas o bodegas, se transformen en viviendas para varias familias. Nada que cualquier arquitecto no pueda hacer... pero que se complica porque los criterios legaloides que les confieren un "valor patrimonial" o "histórico", dificultan las gestiones y desalientan a los potenciales inversionistas.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 26 de noviembre de 2019).

Con todos los pequeños problemas y los desaciertos gubernamentales, es una de las mejores ciudades del país por tamaño, por dinamismo, por espíritu en general de sus habitantes, por clima, por sus eventos, sus equipos de futbol, pero con los peores vecinos que se pudiera uno imaginar. Y vecinos que viven prácticamente entre nosotros, en la misma ciudad.

Nos referimos por supuesto a la que llamamos Gran Guadalajara (esa gigantesca metrópoli que fusiona a por lo menos 11 municipios), y que comparte vecindad con el Cártel Nueva Generación, con sus ramales, derivados, escisiones y conexos.

Más allá de los delitos del orden común (robos, asaltos, cristalazos) son ellos los que protagonizan las historias de terror que vive la ciudad durante la noche. Baleados, ejecutados y golpeados, la mayoría de ellos jóvenes que andaban muy cerca de esos grupos, y que están pagando algún error por ser consumidores o comerciantes de sus drogas, o son víctimas de los mensajes terroríficos que se envían algunos de esos grupos o subgrupos. Las cifras señalan que la mayoría de esos ejecutados y golpeados, según ha informado la Fiscalía de Jalisco, tienen o tenían cuentas pendientes con la justicia.

Y esos son nuestros vecinos, viven en la misma ciudad, y aunque generalmente cometen sus barbaries en colonias, zonas y brechas de la periferia, recientemente también han saldado cuentas en plazas comerciales y lugares de la ciudad donde jamás hubiésemos imaginado que podría ocurrir algo así.

El gobernador ha dicho que "se matan entre ellos", y Diego Petersen vuelve crítico ese comentario al señalar que sí, se matan entre ellos, pero "lo hacen entre nosotros", y habría que agregar que también lo hacen "enfrente de nosotros". Esos vecinos nos ponen cada vez en situación de mayor riesgo, hay algunas de sus ejecuciones y balaceras donde ya se han visto afectadas personas que nada tenían que ver con el conflicto.

Recientemente, alguno de estos grupos está modificando sus códigos de comunicación, y en lugar de enviar mensajes a otros grupos matando personas, lo que hacen es "levantarlas", torturarlas, golpearlas y las liberan vivas, pero les rompen las piernas a golpes, lo que significa un dolor inenarrable. Uno de estos casos fue particularmente conmovedor porque a una mujer que habían levantado la liberaron, pero antes, con un tablón (al que hicieron orificios para evitar la resistencia del aire), la golpearon hasta reventarle las nalgas.

Esos son nuestros vecinos, viven entre nosotros, y no se ve cómo erradicarlos, porque se requiere un esfuerzo monumental que comprometa a las autoridades municipales, estatales y federales, y para como están las prioridades y los niveles de cooperación, se ve muy complicado.

Lo que resta es eso: verlos y asumirlos como vecinos terribles, de quienes nos podemos blindar un poco uniéndonos todos los demás, promoviendo una mejor convivencia, y honrando todos días el privilegio de vivir en una ciudad como esta: la Gran Guadalajara.

Pablo Latapí
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 5 de diciembre de 2019).
Puntos Limpios tapatíos.

Bolsas, cartón y hasta muebles se acumulan afuera de los Puntos Limpios tapatíos. A pesar de que el sistema se implementó para separar los residuos en Guadalajara, vecinos y comerciantes de sitios como el Parque de El Refugio y Chapultepec dejan que la basura se acumule.

El jefe operativo de Aseo Público, Alejandro Guzmán, reconoció que en el 1er. caso se debe a que los locatarios del tianguis navideño, taxistas y habitantes no dejan que el camión recolector se estacione para vaciar la plataforma. Otros lugares con este problema son El Sauz, Lomás del Paraíso y el centro histórico.

(V.primera plana del periódico El Informador del 8 de diciembre de 2019).

A los tapatíos no nos ha ido nada bien con la construcción del sistema de transporte público masivo. Parece que pesara una maldición de pagar por un sistema que ha tardado mucho y que en construcción pagamos retrasos, sobrecostos, favoritismo y presuntos actos de corrupción.

Hace 30 años, en 1989 se inauguró la Línea 1 del Tren Ligero de Guadalajara después de haber modificado el túnel de ese trazo debido a que primero se diseñó para la circulación de trolebuses. Entre la Línea 1 y el inicio de la construcción de la Línea 2 apenas pasaron 2 años. las obras para la Línea 2 duraron 3 años. Se asignaron contratos en 1991 y las obras se inauguraron en 1994.

Pero pagamos (y seguimos pagando) un alto precio por esa obra. Al firmarse los contratos se presupuestaron 291 millones de dólares y al final pagamos 505 millones de dólares, 214 millones más de lo presupuestado con un sobreprecio de 73%.

No sólo hubo sobreprecio. El entonces gobernador Guillermo Cosío Vidaurri entregó el contrato de la obra civil a Constructora Tláloc, del empresario José Manuel Vázquez Arroyo, de manera directa, sin licitación bajo el argumento de que si lo licitaba el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari no alcanzaría a inaugurar esta obra. Vázquez Arroyo era un empresario cercano al gobernador.

Hubo indicios y sospechas, no probadas en su momento, de que el contrato de equipo eléctrico fue entregado a la Siemens AG a cambio de un soborno. Además, la Línea 2 fue entregada por los constructores con distintas fallas técnicas (Alexandra Xanic y Rubén Martín, Siglo 21, 27, 28 y 29 noviembre 1996).

Con la Línea 3 parece que las anomalías y posibles irregularidades se han multiplicado. Esta obra de 21.5 kilómetros y 18 estaciones ha tenido retraso de más de 2 años para su puesta en operación. Además, su precio ha aumentado 92%. Al arranque de las obras en agosto de 2014, se dijo que se pagarían 17,692 millones de pesos y a la fecha se han erogado 33,953 millones de pesos.

En una investigación que realizamos junto con varios colegas ("L3: el tren de los favoritos de Peña Nieto"), encontramos que existieron varias irregularidades en la entrega de contratos, los cuales fueron observados por la Auditoría Superior de la Federación (ASF), que señaló que hubo "evaluaciones deficientes y poco claras" en los procesos de licitaciones.

Los tapatíos deberíamos quitarnos la maldición de construir nuestro sistema de tren ligero con sobrecostos e irregularidades. No es una maldición divina, sino la maldición de gobiernos que entregan a sus favoritas las grandes obras que les dejan grandes beneficios.

Rubén Martín
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 11 de diciembre de 2019).

¿Qué nos lleva a leer CLEMENCIA Y NAVIDAD EN LAS MONTAÑAS [de Ignacio Manuel Altamirno]? Pues precisamente el deleitarnos con la imaginación de lo que debió ser aquella GUADALAJARA decimonónica en épocas navideñas. Y, que todavía hace 15 años algo mantenía de su esplendor nocturno y ese movimiento comercial de nuestro CENTRO... resquicios de aquel título que le impusieron por los años 60's como "La Ciudad Navideña por Excelencia"... Ya pasaron 50 años de que se inaugurara PLAZA DEL SOL, pero entonces el CENTRO seguía siendo la atracción de grandes y chicos en estas temporadas. Como todo lo bueno que se inventa o se produce aquí, los mismos tapatíos lo acabamos echando a perder ¿por pretenciosos?... ¿por pelados?... ¿por engreídos?... ¿gringofilos?... ¿por faltos de sentido común?... Por lo que sea, pero la otra noche paseamos a pie en el Centro en pleno sábado y... la iluminación escueta de por sí y apagada ¡a las 10:30 pm! Pocos escaparates decorados y ninguno encendido. Un ambiente tan gélido y desolado como el centro de Falfurrias, Texas... Somos la imagen de las tradiciones de MÉXICO en el extranjero y también los que nos encargamos de desaparecerlas como si fuésemos el mago Merlín. El famoso PASEO ALCALDE más vacío que una corrida en la "Nuevo Progreso"... y de aquellas POSADAS TAPATÍAS tradicionales que nos tocó organizar por puro gusto lo mismo en Cd. de México como aquí está "Perla" pues no hemos vuelto a ver, a oír, ni a asistir...

El Duque de Tlaquepaque
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 16 de diciembre de 2019).
13 de diciembre de 1997.

Qucho
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 13 de diciembre de 2019).


Año nuevo, taras viejas

La increíble falta de resultados de las instancias de planeación urbana en Jalisco.

La línea 3 del Tren Ligero.

El aumento galopante de lo que llaman "parque vehicular".

El creciente desastre del sistema de transporte colectivo.

Las imparables contaminaciones visual, auditiva, atmosférica.

Los incontrolables espectaculares.

La impresionante proliferación de cableados aéreos sin el menor control. La falta de energía oficial para que Telmex y CFE soterren sus cableados en zonas donde la infraestructura, que además se les regaló, existe.

La expansión de la mancha urbana sobre territorios valiosos e irrecuperables.

El Centro desértico.

Cientos de fincas patrimoniales cayéndose en el 1er. cuadro sin que el INAH, o cualquier otra autoridad, hagan nada.

El retraimiento de la Procuraduría de Desarrollo Urbano, al extremo de que a Gabriel Casillas Moreno, su inventor y fundador, le daría mucha vergüenza y mucho coraje.

9 de cada 10 nuevas construcciones alcanzan cotas insuperables de fealdad.

Los Colegios y Academia se distinguen por su tibieza, particularmente en asuntos patrimoniales.

Las escuelas de Arquitectura siguen vomitando cientos de candidatos seguros al desempleo cada año.

Los muros verdes y conexas. Los murales "buena onda". Los murales, punto. Las esculturas en forma de plumita o de muchachas a caballo, o de cabezotas.

El desperdicio de agua.

La creciente marea de algo a lo que llaman "reguetón" o algo así.

Los muñones de árboles que cultiva el consulado norteamericano.

Pero la Barranca de Oblatos sigue siendo un portento. Ciertos atardeceres son un consuelo frente al desastre. Tenemos todavía algunas casas buenas, y casi ningún edificio. Las parotas de la calle de Moscú siguen su prodigioso trabajo sin que hasta ahora nadie las moleste. 100 parques han sido renovados para el asombro del personal al ver que sí se puede. Eso sí, las ahogadas siguen siendo buenísimas, y las chivas siguen rifando, montadas en su leyenda.

Juan Palomar Verea
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 2 de enero de 2020).

A mes y medio del inicio de la prueba piloto de patines eléctricos en Guadalajara, el proyecto ha perdido parte de su fuerza de arranque luego de que se retiraran 2 de las 5 compañías que, en un principio, formaban parte del periodo de prueba.

"De las 5 empresas que se presentaron para la prueba, 2 se retiraron. Fueron decisiones que tomaron a nivel interno y también decidieron retirarse en Zapopan y en Ciudad de México", dijo Libertad Zavala, directora de Movilidad de Guadalajara.

La funcionaria dijo que otra de las situaciones que se han dado durante la prueba es el hecho de que la gente guarda los patines en sus patios o cocheras, por lo que el personal encargado de recogerlos para su resguardo durante la noche tenía que activar de forma remota una alarma con la que cada unidad cuenta para poder detectarlo y recuperarlo.

La directora de Movilidad dijo que en esos casos, que han sucedido unas 30 veces, no se trata de robos sino que son producto de la confusión de la gente. También han sido 7 los patines vandalizados.

A pesar de esos incidentes, Zavala afirmó que el balance que se tiene de la prueba piloto es positivo y que se espera que poco a poco aumente el uso que los tapatíos le den a esta forma de transporte.

(V.pág.7-A del periódico El Informador del 7 de febrero de 2020).

Javier Hernández Larrañaga es un hombre peculiar. Sacudido a su reencuentro con nuestra ciudad -vivió algunos años fuera de la misma-, ha dedicado parte de su tiempo a recorrer, a la luz de su memoria, los lugares infantiles para recrear calles, edificios, casas y sitios de la ciudad amada con no poco de nostalgia y sí mucho de añoranza.

Producto de ese esfuerzo produjo un magnífico libro que en 3a. edición, corregida y aumentada, se ha incorporado a la bibliografía de Guadalajara, esa a la que tanto ha contribuido nuestro amigo Alfonso Nuño, romántico y quijotesco personaje que sigue apostando a la edición y recuperación de los libros regionales.

La identidad está constituida por una serie de ideas, valores, creencias, símbolos, palabras, nombres propios, tradiciones, actitudes, gustos, preferencias; formas de ser que representan una cultura en un tiempo y lugar determinados.

Cuando decimos "yo soy tapatío", estamos señalando no solo un lugar de pertenencia, Guadalajara (y ahora por extensión el gentilicio comprende a los nacidos o arraigados en la zona metropolitana), al hacerlo nos estamos definiendo como parte de algo, estamos precisando que somos diferentes, en este caso, a los nacidos o asumidos habitantes de otra región de México o el mundo.

Un rancho, un pueblo o una ciudad están hechos de ladrillos, canteras, herrerías, cemento y otros materiales. También lo configura su vegetación, su fauna, clima, sus cuencas hidrológicas y fundamentalmente sus fuentes genéticas y espirituales, sin que este término sea necesariamente religioso.

Ese espíritu, orgullo, distintivo, es subjetivo, inmaterial, intangible físicamente, pero es el que cohesiona al cuerpo social.

Lo grave de lo que nos está sucediendo no es tan solo la destrucción de nuestras referencias materiales, lo realmente grave es que estamos perdiendo nuestras referencias culturales. Estamos dejando de ser, y esa pérdida de identidad afecta nuestra visión de quienes somos y hacia dónde vamos.

Y no se trata de ser excluyentes, finalmente toda cultura es sincrética, lo preocupante es que las instituciones encargadas de vigilar e impedir los abusos han desaparecido o han perdido su eficacia. ¿Dónde la Junta General de Planeación y Urbanización? ¿Dónde el Consejo de Colaboración Municipal? ¿Dónde la Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material? ¿Dónde el Plan Lerma-Chapala-Santiago? ¿A cargo de quién establecer los límites a la codicia e impudicia de los especuladores?

Lo realmente grave es que todo sucede frente a nuestros ojos y no pasa nada.

El libro de Javier Hernández Larrañaga es una llamada desesperada a los jóvenes para que defiendan su entorno, el que lamentablemente no conocen, porque no existen políticas públicas con ese propósito.

¿Cómo van los jóvenes a defender "su" ciudad si no conocen su historia, si no la asumen como propia?

Solo se defiende lo que es entrañable, lo que se ama.

Tendrá que haber nuevas iniciativas del gobierno y de la sociedad, apoyadas en los medios de comunicación modernos, para crear conciencia de que, si los ciudadanos no cuidan su ciudad, en vano Dios la guarda.

El próximo viernes Guadalajara cumple 478 años.

Eugenio Ruiz Orozco
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 10 de febrero de 2020).

La fundación de toda gran ciudad implica una gran búsqueda, como fue el caso de Guadalajara. El sitio adecuado para su establecimiento definitivo no fue fácil de encontrar. Para aquel momento ya se tenía experiencia por lo que fue necesario pecar de precavidos y buscar con lupa el lugar. Así, en el Valle de Atemajac se encontró la mejor opción en la que se asentaron cerca de 61 familias, alrededor de 200 personas procedentes de diversas provincias de España.

No podemos decir que las características del espacio fueran las mejores, la jal y el barro eran los únicos recursos, no había oro, plata ni tierras fértiles, pero sí gente talentosa y emprendedora. El panorama no detuvo el progreso y se hizo del comercio una forma de vida. Algunos años después había "¡casi una tienda por cada 22 habitantes españoles!", según refiere el doctor Arturo Chávez. Además, se hizo del barro y de la piedra volcánica una importante industria que hasta la fecha continúa presente en nuestra región.

Mucho se hablará en estas fechas sobre los datos más relevantes de su fundación, los personajes que en aquel momento participaron, las andanzas de esta clara Ciudad como la llamaba Agustín Yáñez. Sin embargo, quiero acentuar la transformación que hemos vivido a lo largo de 478 años, porque Guadalajara es hoy por hoy una de las mejores ciudades para vivir, invertir y visitar, no solo lo digo yo, lo dicen sus habitantes, sus hijos ausentes y cualquier persona que haya pisado esta ciudad.

Hemos pasado de la ciudad aislada y provinciana, a una urbe internacional, cosmopolita, en la que tienen lugar festivales, exposiciones y convenciones que reúnen a personas de todo el mundo.

Hoy, mientras a nivel nacional la inversión privada está parada, en Guadalajara tenemos repuntes históricos en inversión nacional y extranjera. Mientras a nivel nacional se pierden empleos, en Guadalajara se generan cada vez más. Mientras a nivel nacional se inhibe el desarrollo de la iniciativa privada, aquí hacemos equipo para que, con su inversión, la ciudad prospere.

Ismael del Toro, alcalde de Guadalajara
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 14 de febrero de 2020).

Realmente felices por el aniversario de la fundación de esta noble y leal ciudad de Guadalajara me encuentro con motivos de poca felicidad, como más bien de envidia, porque si a usted y a mí nos da gusto el festejar el aniversario imagine usted la cara de felicidad del dueño de los gocars y de quien sí hubo alguien que cobrara la comisión por tan alegre contratación y resultaría curioso, ya que hay tantos anuncios de transparencia y supongo yo que habrá algún periodista de esos que creen que existe la transparencia que pregunte cuánto nos gastamos en el festejito porque la única gracia de ser gobernante en este planeta son las comisiones, que por desgracia no nos ha correspondido el honor de disponer de los dineros públicos para poder poner una cabezota como la que pusieron en el centro en lo que esperamos todo mundo se convierta un paseo, cuando en realidad va a ser un buen cerve-paseo o sea un sitio donde se alabe a Dionisio luciendo el derecho irreprochable de quedar briago hasta el vómito y la inconsciencia que eso sí va a ser.

Carlos Enrigue
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 16 de febrero de 2020).

La actual crisis de identidad que viven muchos habitantes de Guadalajara no es de origen genético, sino de origen educativo, tiene que ver con la inmigración galopante pero también con la incapacidad de las instituciones para arraigar a los nuevos habitantes, por lo mismo no se resuelve dando por muerta a la ciudad, y refundando otra, porque en 1er. lugar Guadalajara sigue viva y actuante, y no sería justo ni racional desconocer todo lo que Guadalajara ha sido para inventar una nueva ciudad desde el archipiélago de cotos culturales que hoy existen en nuestra área metropolitana.

A veces puede uno pensar que a Guadalajara le sucede lo que a los conejos de la fábula, hallándose éstos en su madriguera se desató una terrible tormenta, razón por la cual un sapo corrió hasta ellos suplicándoles que lo dejaran entrar para guarecerse; no sin cierta aprensión lo dejaron entrar, pero apenas lo hizo comenzó a inflarse a tal punto que los conejos, propietarios de la madriguera tuvieron que salirse, mientras el sapo, muy a sus anchas se adueñaba del lugar, haciendo y disponiendo todo a su antojo.

Los individuos y los grupos que no logran o ni siquiera desean incorporarse al proyecto de la ciudad, a su historia y a su identidad, actúan muchas veces como el sapo de la fábula, se benefician de Guadalajara pero no aprecian la cultura que la hizo existir y acaban queriendo destruirla, mientras que aquellos inmigrantes que logran incorporarse a la ciudad resultan luego no solamente beneficiarios sino grandes benefactores de nuestro proyecto cultural, afortunadamente la lista de éstos es muy amplia.

Lo que a veces ha fallado y sigue fallando es la participación de los tapatíos de origen, en la defensa de Guadalajara, de su identidad y de su cultura.

Armando González Escoto
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 16 de febrero de 2020).

Lo que ha pasado en la zona metropolitana de Guadalajara desde la semana anterior no puede ser visto como un asunto menor.

La ciudad ha sufrido una serie de afectaciones viales que han trastornado la vida urbana.

Se han estado realizando una serie de obras mayores, y cierres por eventos, que han tenido un efecto multiplicador en amplias zonas de la ciudad sin que exista un plan de intervención por parte de las autoridades estatales y municipales para aminorar los efectos.

Por las obras se ha complicado muchísimo la circulación en dos de los principales accesos a la zona central de la ciudad para quienes viven en la periferia: uno es hacia el sur por López Mateos (que conecta todos los desarrollos urbanos en Tlajomulco), y otro por el poniente que taponea Zapopan, también zona de múltiples desarrollos.

Los tiempos de traslado se han multiplicado de manera escandalosa.

Y es notoria la falta de un plan o proyecto para tratar de aminorar las situaciones; se siente una ausencia de policías, ya sea viales, municipales o estatales en un afán de agilizar la circulación.

Y al no haber un plan maestro contemplando la zona de manera integral, lo que puedan hacer algunos uniformados son esfuerzos aislados y prácticamente inútiles.

Desde el gobierno pasado ya teníamos conocimiento que para el tamaño y dimensión de una zona metropolitana como la de Guadalajara el número de agentes era insuficiente. Mientras la ciudad ha crecido día a día, la plantilla de agentes viales seguía siendo casi la misma que hace 25 años. Imagine todo lo que ha crecido la zona urbana en 25 años, y la atención vial no ha corrido en paralelo.

Además, en esta administración, la policía vial pasó a depender de la Fiscalía (ya no de la Secretaría de Transporte o Tránsito), y al no quedar del todo claro cuál es su función, es notoria la ausencia de agentes, empezando por la mismísima directora de la corporación, una mujer que sigue el síndrome del "autismo burocrático", no aparece, e incluso dejó plantados a los diputados.

Buena parte de la marcha de la vialidad de la ciudad también depende de la cultura y capacidad de cortesía de sus habitantes, pero si de por sí no es del todo abundante en la zona metropolitana, los conflictos creados por las obras, aunados a la ausencia de agentes, fomentan que crezcan el gandallismo y la descortesía.

Vemos cómo poco a poco cada vez son más quienes se suman al "no dejar pasar", las vueltas prohibidas o de plano meterse en sentido contrario.

Qué combinación.

Hay un menosprecio de los gobiernos por la economía de la ciudad (que se mueve precisamente rodando por las calles) y se les olvida que la 1a. y legítima reacción como ciudadanos es de enojo y rechazo, y eso pega en el apoyo tan necesario para gobernar.

Pablo Latapí
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 20 de febrero de 2020).

Los TAPATÍOS de hoy sufren demencia senil cuando les conviene y MALA EDUCACIÓN casi siempre, excepto cuando no les conviene. El tan repetitivo pretexto de hoy en día... "ay que horror, no alcanza ya el tiempo en estas épocas... (Y la doña con tremendo celular en las manos)... ¡no sabes ayer te quise hablar pero en el banco ya es que no se permiten llamadas!... (El Don comprándole a su novia o querida en turno un Bolso Kelly en Hermes)... Ay, pero si te he marcado chorrocientas veces y nunca contestas (la chica, imitación de una IT girl californiana tomando una copa con otro prospecto de novio)... Oye, ¿recibiste lo que te mande por Navidad?... Hay sí, que mono millón de gracias pero casi corro al mozo que apenas me lo entregó (y el regalo meses ha en su mesilla de noche...). ¿Así somos en verdad los TAPATÍOS?... Los de hoy probablemente que sí... pero hasta hace pocos años fuimos TODO lo contrario. Hoy que so pretexto de la telefonía celular, la cibernética, NO hay ya tiempo para "nada" curiosamente gracias a estos "adelantos" debía haber más tiempo para todo... comenzando con ser agradecidos, tener buena memoria y ya no digamos poseer desinterés y humildad.

El Duque de Tlaquepaque
(v.pág.6-B del periódico El Informador del 2 de marzo de 2020).

De que en esta noble y leal siempre ha habido casonas hermosas no cabe duda, el problema es ¿por qué no las conservamos?, ¿qué afán destructivo tenemos para hacerlo?, ¿por qué no las defendimos?

En 1er. término la respuesta es casi obvia, no son nuestras. Es en verdad muy raro que el dueño de una casona, la guarde para que el resto de la humanidad las goce, eso se da muy poco, pero piense usted en que a usted le gustaría mirar una casona monumental. Incluso he llegado a pensar que debe haber una cofradía de arquitectos con ánimos destructivos. ¿No me cree usted? Pues veamos las pruebas: en una cuadra por Vallarta estaban la casa de don Xavier G. de Quevedo, conocido por sus cuates como "chorros de oro" y casi frente a esta estaba la casa de los Collignon por Vallarta. Pues les dio por venderlas y pues muy sus casas, lo sorprendente es que consiguieron a un par de arquitectos de lo más acreditados de los puestos destructivos y se dieron el lujo de construir no sé por orden de quién 2 de los edificios más horrendos de la ciudad. Sí señor, estoy hablando de las cuevas de horror que construyeron por encanto para provocar deseos de criminalizar a ellos, que insisto no quiero saber quienes fueron, pero lograron lo perfecto en el horror al construir para Bancomer y para Telmex, pero tenemos que decir que en aquel tiempo otros ricos eran los únicos que compraban, el gobierno niguas.

Pero todo cambia. Así al principio el gobierno que sí tenía con queso pero fingía modestia tenía las oficinas más inmundas del planeta. Frente a la Rotonda estaba Hacienda, feas en serio, pero de pronto llego un gobierno que decidió comprar casas señoriales y compró o adquirió cosas que trascienden tales como la casa de los De la Torre por Vallarta donde con muy buen gusto el gobierno puso una oficina y a 2 cuadras la de los Riebeling donde pusieron una oficina inútil dedicada a transparencia.

Ahora que todo mundo las ve, pero nadie las adquirirá, eso es seguro, diremos que debíamos mantenerlas, pero son ajenas. Luego los diputados, con esa ansia de meterse en lo que no les importa deciden resguardar lo que hay y para eso hacen una ley para resguardo, hasta ahí todo va bien pero luego contratan a una bola de pubertos afines al "Licenciado" pero con cero conocimientos que eligen para resguardar construcciones nuevas y espantosas.

Si usted tiene dudas de la anterior compare el edificio de la UdeG con el que destruyeron para construirlo.

Carlos Enrigue
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 15 de marzo de 2020).

Conmueve que, a cierta hora del día, en muchas ciudades de Italia y España -los países europeos más afectados por la crisis-, la gente, desde los balcones de sus departamentos, salga a manifestar, con un aplauso, su agradecimiento a los profesionales de la salud que exponen continuamente la propia para salvar la ajena.

Contrastan brutalmente esas noticias con una que, por desgracia, se originó... en Guadalajara.

Se trata de las agresiones, ofensas y actitudes discriminatorias de que han sido objeto las enfermeras a las que no se permite subir al camión, a las que otros pasajeros rehuyen o arrojan agua con cloro, por miedo a que los contagien.

Por desgracia -y quizá esa sea la parte más dramática del asunto-, ese miedo que se traduce en actitudes agresivas u hostiles, ha sido alimentado, en gran medida, por las quejas que los propios trabajadores del Sector Salud han hecho públicas, mediante manifestaciones y declaraciones a los medios de comunicación, en el sentido de que en muchas clínicas y hospitales ha habido negligencia al no haberse establecido oportunamente los protocolos ni contarse con herramientas apropiadas y suficientes para enfrentar la fase más aguda de esta contingencia.

Como quiera, ¿puede haber mayor ruindad que tratar a los héroes como basura...?

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 30 de marzo de 2020).

"A toda acción corresponde una reacción de igual magnitud y dirección, pero en sentido opuesto". El enunciado de la 2a. Ley de Newton, que aplica lo mismo para la física que para las conductas sociales, se cumplió en Guadalajara...

La acción, a todas luces reprobable, publicitada en algunos medios el pasado fin de semana, consistió en las actitudes discriminatorias, ofensivas y aun agresivas en contra de enfermeras y enfermeros a los que se negaba el servicio de transporte público, se rehuía a bordo de las unidades o se arrojaba agua mezclada con cloro, por temor a que su cercanía física pudiera contagiarlos del coronavirus que actualmente aterra a toda la humanidad. Felizmente, como se consignó en su oportunidad, sus superiores les recomendaron utilizar ropa de calle fuera de los espacios u horarios de trabajo, por una parte, y, por la otra, difundieron información acerca de los protocolos de asepsia a que se someten los trabajadores del Sector Salud para reducir al mínimo la posibilidad de que contraigan una enfermedad o la transmitan a otras personas.

La reacción, a todas luces plausible, difundida ayer asimismo en diversos medios locales, fue la iniciativa del colectivo de taxistas Código Rojo, consistente en ofrecer, gratuitamente, sus servicios al personal del Sector Salud que se los solicite o lo requiera, en el área metropolitana de Guadalajara, "como una forma de agradecimiento por ayudar a la comunidad" en que la amenaza contra el bien más preciado para todos los seres humanos -la vida- nos permite manifestar sentimientos de solidaridad y gratitud que en circunstancias normales yacen bajo la loza del egoísmo rampante. Inicialmente, serían 200 los taxistas que secundarían esa idea. Seguramente, conforme el tiempo pase, muchos más se sumarán... siempre y cuando -perdón por contaminar esa loable iniciativa con un mal pensamiento- no haya vivales que discurran cómo explotar en su beneficio esa prerrogativa.

Jaime García Elías
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 1o.de abril de 2020).
Ciudadanos que no atendieron el llamado a quedarse en casa agolparon los mercados del mar en la zona metropolitana Guadalagara.

Aunque el Ayuntamiento de Zapopan instaló filtros en el Mercado del Mar para evitar que los clientes se agolparan durante sus compras de alimentos de Semana Santa, en su interior los ciudadanos olvidaron la sana distancia para disminuir los riesgos de contagio de COVID-19.

Desde las 11:00 horas se implementó un operativo en las proximidades del mercado. Se habilitó sólo una entrada por avenida Pino Suárez y se dispuso de inspectores para organizar filas, con separaciones de un metro entre una persona y otra, para permitir ingresos limitados.

Sin embargo, hubo quienes se molestaron y exigieron pasar en grupo. Otros intentaron burlar a la autoridad al fingir que acudían separados, pero adentro volvieron a reunirse.

La mayoría de los locatarios y trabajadores usó cubrebocas y guantes.

En los mercados de mariscos de las colonias Reforma y Miravalle, en Guadalajara, la situación no fue distinta.

Aunque no se montaron filtros como en Zapopan, adicionales a los túneles sanitizantes instalados por comerciantes, personal de Protección Civil acudió a ambos espacios para recordar las medidas de prevención ante el COVID-19 y entregar gel antibacterial a los asistentes.

(V.periódico El Informador en línea del 10 de abril de 2020).
La Unión de Comerciantes del Mercado de Abastos (UCMA) admitió el incumplimiento de las medidas sanitarias.

Al igual que en los mercados del mar de la metrópoli, en el Mercado de Abastos los clientes tampoco guardaron la sana distancia para evitar los riesgos de contagio de COVID-19.

A pesar de que las autoridades pidieron que sólo una persona por vivienda acudiera a comprar víveres, ayer cientos fueron en grupo y se apilaron en los comercios.

(V.primera plana del periódico El Informador del 12 de abril de 2020).

Aunque la mayor parte de la población del estado, y de la zona metropolitana de Guadalajara particularmente, ha acatado la consigna gubernamental de quedarse en casa -y merecido, por tanto, las "estrellitas en la frente" que el gobernador de Jalisco ha repartido mediante sus mensajes en los medios y las redes sociales-, no han faltado, por desgracia, las inevitables piedritas (o piedrotas) en los frijoles...

Muchos tapatíos veían en la televisión, escandalizados, las multitudes que se agolpaban, jueves y viernes "santos", en pescaderías y similares de la Calzada de la Viga, en la Ciudad de México... sin reparar en que aquí, en el Mercado del Mar, de Zapopan, esos mismos días, y en el Mercado de Abastos en las mismas y en subsecuentes fechas, se producían escenas similares.

Participar en aglomeraciones es, en las presentes circunstancias, una temeridad; es practicar un deporte extremo, sin casco ni equipo de protección; (es -decían las abuelas- "buscarle 3 pies al gato")...

Exponerse a contagios, en el caso de las personas que viven "al día", las que si no salen a trabajar simplemente no comen, es comprensible. Hacerlo sólo por honrar una tradición -como si comer pescado y mariscos en esas fechas fuera un imperativo categórico; como si no hubiera alternativas menos apetitosas, quizá, pero más recomendables, ciertamente-, a sabiendas de que se atenta seriamente contra la salud y aun contra la vida, es, por donde quiera verse, una necedad.

Ya se verá, en las próximas semanas, si las temeridades en que miles de personas incurrieron por ignorancia o por desdén -por valemadrismo, para decirlo en mexicano- nos pasan factura... o si, como ha sucedido en otras ocasiones, la Virgencita de Zapopan (patrona de Guadalajara contra terremotos, desastres y calamidades) tiende su manto protector para evitar que caigan sobre nuestra crisma las consecuencias de nuestras propias torpezas y desatinos. Así sea.

Jaime García Elías
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 13 de abril de 2020).

La advertencia para los jaliscienses va en serio. Si no aumenta el aislamiento mínimo al 60% de la población -la UdeG dice que estamos en un 54%-, el gobierno de Jalisco tomará medidas más drásticas.

¿Cuáles podrían ser? Las que se han aplicado en otros países y que consiste en garantizar el confinamiento de la población con el uso de la fuerza pública.

De hecho, Jaime Rodríguez "El Bronco", aseguró que en Nuevo León el 80% de sus ciudadanos está confinado, sin embargo amenazó con usar la fuerza pública si sus gobernados relajan las medidas. En Sonora, por ejemplo, este lunes inicia la fase del #QuédateEnCasa obligatorio y que se encargará de hacer cumplir la policía.

¿A eso queremos llegar?

Allá en La Fuente
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 13 de abril de 2020).

Hasta el sábado han sumado 74 personas las detenidas por casos relacionados con la obligatoriedad del uso del cubrebocas, principalmente por mostrarse agresivos con las autoridades tras negarse a usarlos, según información de las policías de los municipios del área metropolitana de Guadalajara.

El que más ha sumado ha sido Tlaquepaque, quien aportó 68 de esos casos, informó Israel García Mosqueda, supervisor operativo de la Policía Municipal.

El comisario explicó que las detenciones no fueron necesariamente por la falta del uso del cubrebocas, sino por las actitudes de los civiles, que agredieron verbalmente a los oficiales, incluso hubo agresiones físicas tras negarse al uso de dicha protección.

Las colonias donde se llevaron a cabo la mayor parte de los arrestos fueron San Pedrito y San Martín de las Flores, principalmente por hechos ocurridos en unidades deportivas al aire libre, pues encontraron grupos de personas en actividades deportivas y sin protección que se molestaron después de que les pidieron usar cubrebocas.

García aseguró que se aplicó un protocolo para la detención, que consistió en principio en ponerles el cubrebocas y gel antibacterial para trasladarlos a los juzgados municipales. En este lugar fueron atendidos por el médico de la Comisaría, quien tomó la temperatura, y se les ordenó lavarse las manos con agua y jabón.

Los detenidos permanecieron en el patio de maniobras, es decir, ninguno ingresó a las celdas, y se mantuvo sana distancia entre los mismos a la espera de presentarlos al juez municipal.

Éste solamente los amonestó y explicó la importancia del uso del cubrebocas antes de dejarlos en libertad. Ninguno fue mantenido las 36 horas en arresto ni se les aplicó sanción económica, salvo un caso que había sido arrestado por otra falta.

En Tlajomulco fueron detenidas 4 personas desde el 21 de abril. El 1o. fue un sujeto que intentó ingresar a una tienda de conveniencia y se puso violento tras la negativa porque no tenía cubrebocas. El día 23 se detuvo a un hombre y una mujer quienes también se mostraron agresivos tras el exhorto; y el cuarto fue otro sujeto en el fraccionamiento Chulavista, también por actitud agresiva.

En Guadalajara y Tonalá se reportó el arresto de solo una persona, respectivamente, por las mismas causas. Zapopan y El Salto no han detenido a nadie por la falta del uso del cubrebocas.

(V.periódico El Informador en línea del 26 de abril de 2020).
Uso del cubrebocas a la tapatía.

En el cuello, como diadema, al revés o sin taparse la nariz. Esas son algunas formas en las que muchos tapatíos usan el cubrebocas. Este medio constató que en Santa Tere 4 de cada 10 se lo pusieron mal, y en el Centro sólo 1 de cada 3 cubrió su nariz y boca. El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, ha reiterado que además de no lavarse las manos ni guardar "sana distancia", no saber utilizar la mascarilla reduce la efectividad para evitar contagios de COVID-19.

(V.primera plana del periódico El Informador del 2 de mayo de 2020).

De nueva cuenta, este fin de semana miles de habitantes de la zona metropolitana de Guadalajara tomaron las maletas para salir de la ciudad y aprovechar el puente del 1 de Mayo, pese a los llamados de permanecer en sus casas para evitar el aumento de contagios por COVID-19.

Como ocurrió hace un mes, en el inicio de vacaciones de Semana Santa, los viajeros ignoraron otra vez la restricción.

(V.primera plana del periódico El Informador del 3 de mayo de 2020).

Sergio Ramírez, escritor nicaragüense, Premio Cervantes 2017, entrevistado por ABC de Madrid (3-V-20), acuñó una frase que parece una instantánea, tomada con lente gran angular u "ojo de pescado", que retrata, íntegro, al mundo actual: "En un estado de normalidad no hay ninguna justificación para restringir las libertades públicas".

Viene al caso, con la venia del lector amable, para la más reciente ocurrencia de un número minoritario, ciertamente, pero no por ello insignificante -ni, mucho menos, despreciable- de tapatíos: aprovechar (?), en acatamiento de la tradición, el "puente" del pasado 1o. de mayo para hacer maletas, abordar el automóvil y salir disparados a los consabidos "destinos de playa": Manzanillo, Melaque, Puerto Vallarta...

Salvo estados de la república y aun países enteros -que podran contarse con los dedos de una mano- en que la contingencia sanitaria por el coronavirus dio pie a que se decretaran estado de emergencia, toque de queda y medidas restrictivas similares, en México -y en Jalisco, muy particularmente- las disposiciones de la autoridad han tenido el rango de recomendaciones. Ha habido, ciertamente, la atingencia de justificarlas mediante cifras actualizadas sobre contagios y defunciones, experiencias en otros países, consideraciones de los científicos... Sin embargo, salvo disposiciones como el cierre de establecimientos "no esenciales" o el uso "obligatorio" (ma non troppo) del cubrebocas en la vía pública, la pauta, aquí, ha sido de respeto a la libertad como uno de los derechos esenciales de las personas.

"Una vez que la crisis sanitaria sea controlada -dice Sergio Ramírez en otra parte de la entrevista-, las libertades públicas tienen que volver otra vez adonde estaban". Aunque en su país -Nicaragua- el gobierno reaccionó tarde y cuando lo hizo incurrió en la ligereza de promover que la gente saliera, que hiciera vida normal, esa gente -la mayoría de la cual tiene que salir a la calle todos los días a buscar el pan de sus hijos, "en su pobreza y su falta de recursos -dice Ramírez-, no sólo tiene conciencia del riesgo que supone exponerse a la pandemia, sino que toma sus propias medidas -como ocurre en Guadalajara- en la calle, de apoyo, de protección, de auxilio".

Al final de cuentas -y en el entendido de que ¿quién les quita lo bailado? a los viajeros-, es probable que Campoamor estuviera en lo cierto cuando afirmó que "La libertad no consiste en hacer lo que se quiere, sino hacer lo que se debe".

Jaime García Elías
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 4 de mayo de 2020).

El fiscal del estado, Gerardo Octavio Solís, informó este domingo que ya han sido emitidas 25 medidas de protección a personal médico con la finalidad de evitar reincidencias en agresiones hechas en su contra.

Lo anterior, dijo, luego del registro de 24 carpetas de investigación iniciadas por las agencias de ministerio público especializadas en la atención de agresiones al personal médico, relacionadas con la contingencia ocasionada por el COVID-19 en el estado.

Los afectados, puntualizó, son 16 enfermeros, 4 médicos, 2 dentistas, una psicóloga, un empleado administrativo y un cocinero de un hospital, y de ellos, 16 son mujeres y 9 son hombres.

"Hasta este momento hay 3 personas detenidas y 2 más por ser puestas a disposición de los tribunales correspondientes. De las 24 carpetas ya están 10 judicializadas y de esas tenemos 6 vinculaciones a procesos. De las 6 carpetas vinculadas ya se celebraron las audiencias correspondientes. Hay 3 audiencias diferidas, mismas que en los próximos días habrán de reanudarse para lograr la vinculación correspondiente", detalló el fiscal.

El pasado 20 de abril la Fiscalía del Estado puso en operación un área especializada para atender las denuncias por parte del personal sanitario, debido a las agresiones registradas en los últimos días.

El fiscal explicó entonces que dicha área permanecerá vigente mientras dure la contingencia por el COVID-19 y brindará atención al personal con 6 agentes del Ministerio Público y personal de apoyo.

Las disposiciones incluyen que los agresores no podrán acercarse a las víctimas, a quienes se les prestará vigilancia, protección personal y auxilio cuando así lo requieren.

¿Dónde puedo presentar mi denuncia?

Para facilitar el acceso a la denuncia de personal médico que ha sido agredido, la Fiscalía habilitó un centro de atención 24 horas para recibir reportes o denuncias por delitos cometidos en agravio del personal del sector de la salud, en las líneas telefónicas: 332716-9762, 332080-4577 y 331540-7414, así como en el correo electrónico manuel.banuelos@jalisco.gob.mx y las cuentas oficiales de la Fiscalía: en Facebook como Fiscalía del Estado de Jalisco y en Twitter: @fiscaliajal.

(V.primera plana del periódico El Informador del 4 de mayo de 2020).

2 conductores del transporte público fueron vinculados a proceso, por negar el servicio a 2 empleadas del área de la salud, dejando a una de ellas con lesiones, de acuerdo con información de la Fiscalía del Estado.

Uno de los casos, explicó la dependencia, ocurrió la tarde del 24 de abril, cuando una de las afectadas esperaba una unidad de la ruta 380 del transporte público en Periférico Sur y la avenida 8 de Julio, en la colonia San Sebastianito del municipio de Tlaquepaque.

Al intentar abordar la unidad su conductor, Mario Alberto "N", observó que la mujer portaba vestimenta de enfermera, por lo que al intentar subir al vehículo éste le cerró la puerta atrapándola de uno de sus brazos causándole algunas lesiones, refirieron las pruebas del Ministerio Público.

El 2o. de los casos se registró en la avenida López Mateos y Américas, en Zapopan, el pasado 21 de abril, cuando una enfermera de un hospital particular intentó abordar una unidad de transporte público de la ruta 371, pero su conductor, identificado como Oscar "N", le negó el servicio argumentando que podría infectar a los pasajeros, refirió la dependencia.

La fiscalía estatal integró las carpetas de investigación y presentó los casos antes un juez, quien realizó las audiencias de imputación y posterior a ello ordenó la vinculación a proceso, en el 1er. caso por lesiones y en el 2o. por delitos contra la dignidad de las personas.

Para ambos casos se dictaron las medidas cautelares diversas establecidas en el artículo 155 del Código Nacional de Procedimientos Penales, entre las cuales se encuentra la prisión preventiva por un periodo de 6 meses.

Con estas 2 vinculaciones a proceso, la Fiscalía del Estado ha logrado que un juez inicie procesos contra 8 personas que en distintas circunstancias ha agredido de alguna manera a los profesionales de la salud.

Hasta el día hoy se han presentado un total de 28 denuncias en las agencias del Ministerio Público que atiende al personal médico que ha sido objeto de agresiones durante la contingencia sanitaria por el COVID-19.

(V.periódico El Informador en línea del 6 de mayo de 2020).

Es un hecho que Guadalajara se mueve; la zona metropolitana no ha dejado de hacerlo y cada día se mueve más. Paradójicamente, cuando la instrucción gubernamental es el aislamiento porque se viven los días con mayor número de contagios a nivel nacional, es cuando día a día se ve a más personas realizando actividades en las calles y avenidas de la ciudad, llegando a momentos de "casi normalidad" en lo que tiene que ver con tráfico y transporte público.

Y es que la economía de Guadalajara, por sus características de sobrevivencia en el día a día, no se puede dar el lujo de quedarse encerrada. La "mano invisible" de la necesidad echa para adelante todos los días las actividades comerciales y de servicios, sean consideradas esenciales o no.

Los números de contagios en Jalisco, afortunadamente, han ido bien. Y el Gobierno del Estado tiene 2 méritos fundamentales: asesorase (y hacer caso) a los modelos matemáticos de científicos de la Universidad de Guadalajara, e intervenir, con base en estos modelos, a tiempo localizando y acotando los primeros casos para evitar que los contagios saltaran fuera de control a sectores más irresponsables de la población. Fue muy oportuna la suspensión de todo tipo de actividades masivas.

La convocatoria a no salir de casa, si bien funcionó en los primeros días por el "susto" de la llegada del virus al estado, hoy parece un chiste por la cada día mayor actividad que se ve en las calles. Está claro que los mensajes del gobierno invitando al confinamiento hace rato que dejaron de llegar e impactar a la sociedad.

Y viene un momento especialmente crítico: la reactivación.

Hay un interés manifiesto del Gobierno del Estado de hacerlo cuanto antes, ya que así se podría empezar a recuperarse la economía antes de sufrir mayores daños, y le ganaría reflectores a nivel nacional al gobernador en esta competencia con el gobierno federal sobre quién hace bien las cosas y quién no.

Si por el gobernador fuera, a mediados de mayo empezarían a abrir algunas actividades de manera escalonada y observando estrictos protocolos de sanidad para evitar contagios.

Pero sutilmente, la propia UdeG, esa que ha sido referente para explicar los aciertos en el estado, ha sugerido que esa reactivación empiece hasta junio, 15 día más a lo planeado por el gobernador.

De ser así, ya habría otros estados del país que se hubieran adelantado y, aunque no tienen la importancia de Jalisco, sí opacarían ese afán protagónico que busca el gobernador a nivel nacional.

Pablo Latapí
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 7 de mayo de 2020).

Lejos de atenuarse, las agresiones contra personal sanitario en el estado, principalmente en la metrópoli, siguen en aumento.

La Fiscalía ya contabiliza 83 reportes de agresiones a médicos y enfermeras, de los que se desprenden 29 carpetas de investigación. Esto ha permitido que 8 agresores sean vinculados a proceso.

Allá en La Fuente
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 8 de mayo de 2020).

Los comerciantes del tianguis El Baratillo regresaron a sus actividades antes de lo previsto por las autoridades, sin cumplir siquiera con las medidas dispuestas por los 3 niveles de gobierno para evitar contagios de COVID-19.

Pese a que los comercios no esenciales no pueden operar aún debido a la emergencia sanitaria por el coronavirus iniciada desde el 30 de marzo a nivel federal, puestos de películas, ropa, cosméticos, accesorios, zapatos, entre otros tantos que no ofrecían productos básicos se instalaron sin mayores problemas en la zona de Puerto Melaque y sus más de 50 cuadras a la redonda que lo componen.

Durante un recorrido realizado por este medio de comunicación a este tianguis se constató que tanto comerciantes como clientes acudieron como cualquier domingo a pasar el día y hacer sus compras, olvidando tomar su "sana distancia", sin resguardar a grupos vulnerables como niños, adultos mayores y mujeres embarazadas e incluso, la mayoría de los asistentes circulaban sin cubre bocas, aunque este era uno de los artículos más ofrecidos en la mayoría de los puestos.

En la mayoría de los puestos la gente se amontonaba una sobre otra para elegir sus artículos, pero durante el recorrido no se encontró a algún inspector o a policías que llamaran a cumplir con las medidas recomendadas para evitar la propagación del virus, como se observaba en los operativos montados en este tianguis a inicios de abril.

Mediante la estrategia, los funcionarios de la Dirección de Inspección y Vigilancia, acompañados por policías municipales, acudían desde temprana hora para impedir que los comercios de productos no esenciales se instalaran, aunque los vendedores trataran de burlarlos y les respondieran molestos. A los negocios de comida preparada, alimentos y abarrotes, se les unía en un mismo bloque de calles.

Sin embargo, este domingo el resto de comerciantes de El Baratillo de adelantaron a colocarse, aunque apenas este lunes dará inicio la Fase 0 de la reactivación económica del estado, en la cual los negocios establecidos deberán preparar sus protocolos para que las autoridades estatal y municipales permitan su reapertura.

(V.periódico El Informador en línea del 17 de mayo de 2020).

La sana distancia no evitó que un pasajero y un guardia de seguridad se liaran a golpes en la Estación Juárez del Tren Ligero de Guadalajara, la cual quedó registrada en video.

El uniformado y el usuario comenzaron con una discusión y terminaron con un intercambio de golpes hasta que fueron separados por personas que circulaban en la estación subterránea.

A pesar de encontrarse cerca de una puerta de ingreso, el Sistema de Tren Eléctrico Urbano (Siteur) negó que el guardia fuera empleado de este organismo público descentralizado.

"Aclaramos que la persona no estaba asignada a resguardar la seguridad del sistema, se trató de una pelea entre usuarios. La seguridad encargada de las estaciones de Siteur, solicitó apoyo a la Policía del Estado para su intervención", afirmó.

Siteur detalló que el pleito inició cuando los 2 hombres se hicieron de palabras. Testigos afirmaron que el usuario, con la cara cubierta, reclamó al guardia de seguridad privada por no usar cubrebocas.

(V.periódico El Informador en línea del 20 de mayo de 2020).

Para empezar, asumimos que por su formación como ingeniero (gente de números) [el gobernador] desde un principio entendió perfectamente que el tema de la pandemia era una cuestión de modelos estadísticos, de ver el comportamiento de los contagios en otros países, aprovechar las experiencias buenas y las malas, y con base en esos modelos ser puntual y oportuno en determinadas acciones.

Y lo hizo: apoyado por científicos de la Universidad de Guadalajara, tomó medidas determinantes como iniciar la confinación una semana antes que el resto del país, una intervención directa de 5 días intensos de restricciones y un frenón importante a la movilidad de las personas al parar escuelas, antros, bares, conciertos y eventos masivos.

Y le funcionó; tan es así que a pesar de la negligencia y la necedad de un buen número de personas que viven como si nada pasara, en Jalisco la curva de contagios se sigue manteniendo estable, sin disparos, permitiendo hasta ahora manejar la pandemia.

Pablo Latapí
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 21 de mayo de 2020).

Se veía muy difícil que una ciudad como Guadalajara y los municipios que integran la zona metropolitana se pudieran estar quietos.

Es una ciudad que nació para moverse por 2 razones fundamentales: la necesidad y el espíritu emprendedor.

Por naturaleza nos resistimos a las reglas, a las normas, y más si son impuestas por la autoridad. Y había una gran necesidad por salir a trabajar.

En estos días en que eran obligatorias varias medidas novedosas para evitar contagios vimos la rebeldía por no respetarlas rayando en ocasiones en conatos de violencia.

En una de las grandes tiendas de productos para el consumo, donde se permitía el ingreso únicamente de una persona por familia, vimos a un hombre encarar amenazadoramente, y casi golpear al gerente porque le impedía entrar con su esposa.

Y también, por medio de la comunicación que tenemos con choferes del transporte público a través de nuestro programa de radio matutino, supimos de personas que igualmente casi golpean a los choferes cuando les pedían que utilizaran cubrebocas.

Con ese espíritu de rebeldía era ridículo pensar que por una instrucción de gobierno la gente urgida de salir y generar ingresos se iba a quedar en casa a esperar que le dijeran cuándo podía salir.

Y no es un tema de rebeldía contra este gobierno, es algo estructural derivado de tantos y tantos gobiernos que imponen medidas, pero dan muy poco a cambio.

Claro que, si le sumamos la escasa, confusa y en ocasiones cruzada comunicación gubernamental resulta que cada uno entendimos lo que nos convenía.

Y otra de las razones por la que desde hace días esta ciudad se mueve ya casi en la normalidad, y que habla bien del espíritu de sus habitantes, es la vocación emprendedora.

Jalisco se precia de ser la tierra del emprendimiento y lo demostró con la gran cantidad de personas que se pusieron a buscar cómo sobrevivir al apagón económico que ordenaron tanto el gobierno federal como el estatal, y han salido a buscar nuevas oportunidades.

Rebeldes y emprendedoras, sumadas a los indiferentes, son las personas que tienen a la ciudad ya con actividad prácticamente normal. Sólo falta que terminen de reabrir los negocios formales (esos a los que sí están apretando con trámites y permisos), así como escuelas y eventos masivos.

Ciertamente llegó un momento de reflexión o introspección personal para muchas personas donde había que elegir entre salir a buscar el sustento con el riesgo de contagiarse, o quedarse a esperar sin ingresos a que pasara la epidemia.

La mayoría de los tapatíos ya eligió.

Pablo Latapí
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 28 de mayo de 2020).

¿Qué fue lo que pasó? Pues que Jalisco aumentó la movilidad en 22% en comparación con los porcentajes de movilidad de la Ciudad de México, es decir, los capitalinos se portaron muy bien y los jaliscienses no, especialmente los de la zona metropolitana de Guadalajara.

Y por ese incremento de 22% en la movilidad, a Jalisco no le va a quedar de otra más que acatar el semáforo rojo, por lo menos 15 días más, es decir, hasta el 15 de junio se traslada la reactivación de la economía en el estado, siempre y cuando nos portemos bien y hagamos caso omiso, esto es muy importante, de mensajes contradictorios, encontrados y totalmente confundidores.

Ese 22% en el incremento de la movilidad en Jalisco ha repercutido en un crecimiento que pinta para exponencial en los casos de personas contagiadas con COVID-19 y también en el número de fallecimientos, no se diga en la ocupación hospitalaria. Si no volvemos a la disciplina, el escenario para Jalisco es terrible y lo tengo que decir: no es la sociedad la principal responsable sino el mensaje contradictorio del titular del ejecutivo estatal. Así no se puede.

El mensaje reiterado de que "en Jalisco lo hemos hecho muy bien" tiene a mucha gente en la calle, el incremento exponencial se está dando desde el 10 de mayo a la fecha y los datos no son del gobierno federal sino de la Universidad de Guadalajara.

Estaba dicho desde el principio: aplanar la curva alargará el confinamiento, pero será posible volver a la actividad económica en tanto se mantenga control de los porcentajes de movilidad, es decir, de manera gradual y escalonada; también se dijo que el semáforo cambiará dependiendo de la evolución de la pandemia en cada ciudad de cada estado y siempre se ha dicho que las autoridades sanitarias en cada entidad son los gobernadores.

Lo conveniente de acuerdo con la realidad en el estado y a que nos hemos portado muy mal, Jalisco acepta el semáforo rojo de la estrategia sanitaria contra COVID-19 del gobierno federal y entrará en vigor pasado mañana.

Laura Castro Golarte
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 30 de mayo de 2020).

Vengo del futuro para decir a mis paisanos que esta cosa de la pandemia, como dicen que decía el general Villa, más adelante se pone peor.

Por eso, porque hace semanas lo hicieron bien al ralentizar el ritmo de contagios a pesar de las cantaletas alegres de Gatell y compañía, y para que en la medida de lo posible no aflojen el paso, me tomo el atrevimiento de lanzar desde el Valle de México algunas sugerencias a los habitantes del Valle de Atemajac. Que sirven lo mismo, espero, para otros lugares como Nuevo León, Coahuila, etcétera. De nada.

-Tú eres el encierro. El encierro no existe en abstracto. La posibilidad de mitigar un ritmo exponencial de contagios se conjuga en primera persona. Por eso, no caigan en la tentación de razonar que si otros "ya salen" (por ejemplo el presidente), tú puedes salir. Como decían las mamás y ahora los memes, si alguien se tira a un pozo, ¿tú también te vas a tirar? No salgas más que lo indispensable, y con las precauciones a tope, aunque otros ya anden cheleando en Chapultepec. Chelea en casa.

-Consíganse una Sheinbaum y un Clark. Por una vez este país debe hacer que sus gobernadores sean, kilo por kilo, mejores que el gobierno federal. Es lo local, estúpidos, parafraseando a Bill [Clinton]. La jefa de Gobierno es mucho más confiable y creíble que todos los de la novela de las 7. La prueba de fuego apenas comienza para la Ciudad de México, pero si hay algo de esperanza es que estamos en manos de Claudia y no de Hugo. No vean a Gatell, consíganse al símil de la Agencia Digital de Innovación Pública, que en este tema tiene de vocero a Eduardo Clark, un técnico que día a día nos dice la realidad capitalina de la ocupación de las camas -que no luce nada bien-, el ritmo de hospitalizaciones -que luce peor- pero así sabemos a qué atenernos. Nada de dorar la píldora ni domar las curvas: ¿hay camas o no hay camas para atender contagiados del coronavirus? ¿No hay? No sales de paseo ni a la esquina. Lo demás es retórica irresponsable.

-La mascarilla sí sirve. Hasta hoy, lo único realmente raro es que Gatell no haya pedido dejar de usar preservativos en encuentros sexuales con desconocidos. ¿El condón es infalible? No, ¿verdad? Pero ayuda. Y manda muchos mensajes. Así los cubrebocas. No son infalibles. Pero activa un sentido de alerta, es un acto de mínima responsabilidad, es una señal de que estás consciente de los riesgos, y si más se suman quizá se logre más rápido un cambio cultural urgente: ese de no andar contagiando a otras personas -como era costumbre nacional- de influenza o gripe común, ya no digamos de Covid-19. Más mascarillas de aquí al fin del año. Al menos.

-Los mexicanos sí se están muriendo en la calle, como en Guayaquil. ¿Que no son tantos como en Ecuador? No sabemos, porque los mexicanos más pobres siempre se mueren en las calles, siempre se quedan sin ser llorados por muchos, siempre desaparecen inadvertidamente para las clases medias y altas. Los panteones no dan abasto, los crematorios menos, las funerarias en su mejor época que nunca, el registro civil rebosante de miles de actas no reconocidas... ah, pero "aquí no hemos sido rebasados como en NY o Lombardía". ¿De verdad?

-Sí conoces a alguien a quien se le murió alguien de Covid. Erradiquen la tentación de negarse a creer. Todo pasa de una semana a otra. Tanto oír en los medios del Covid-19, pero como no te 'ha tocado' igual y no crees que sea tan mortífero. Pero de repente, 2 muertos en casa de una amiga, colegas que tratas desde hace años y ahora están convalecientes, igual la novia de un amigo, el hermano de otro, la trabajadora del hogar de otros más. Sin avisar, Covid-19 se mete de lleno a tu red cotidiana. Aguas.

-Cuiden la cadena de suministro. Hay grupos muy poderosos que no se dejan someter y gente que paga el precio. Los mercados infectan. Acá no se pudo meter tempranamente en orden a la Central de Abasto (nunca se le ha podido meter en orden, para ser honestos). Así que coman frutas y verduras, pero antes, al comprarlas, manéjense con sumo cuidado. Los tianguis, igual.

-¿Visto lo visto, le confiarías tu salud a AMLO? Bueno, pues entonces busca a tu médico y usa el sentido común. Más no hay. El riesgo mortal estará entre nosotros por meses. En Jalisco, como en otros lugares -donde están igual de cansados que los chilangos, cancunenses o tijuanenses- la vida está en juego. Aguanten. No se rajen a la hora buena.

Salvador Camarena
(v.periódico El Financiero en línea del 4 de junio de 2020).

Lo 1o. que habrá que ver es en qué termina esta nueva confrontación entre el gobernador [Alfaro] y el presidente Andrés Manuel López Obrador, al que el mandatario estatal señaló inicialmente como responsable junto con su partido Morena de lo ocurrido, en un mensaje en redes la noche del jueves.

El viernes temprano el presidente le reprochó haberlo involucrado y le pidió pruebas de sus dichos.

Cuando el gobernador quiso atenuar lo dicho al reconocerle que era un hombre de bien, AMLO le reviró no retractarse. Todavía el fin de semana, Alfaro dijo que la presencia en las marchas de operadores de Morena como el rijoso Jesús Torres, y de Candelaria Ochoa, titular de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres de la SEGOB, demostraban el interés de esos grupos de afectar a Jalisco.

Foto tomada de Facebook.

Jaime Barrera
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 8 de junio de 2020).


Un oasis. Un alivio. Una bocanada de aire fresco. Una de cal por tantas como van de arena... Cualquiera de esas expresiones, o todas juntas, a manera de letanía, aplican a la medida para la noticia de que la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara -la mayor del mundo en lengua castellana-, será galardonada este año (ex aequo con el Hay Festival of Literature & Arts, que desde 1988 se celebra anualmente en Gales) con el prestigioso Premio Princesa de Asturias que otorga la corona española para -en palabras del periodista Graciano García, autor de su iniciativa fundacional en 1980- "el fomento de la cultura, el aliento de la concordia y la cooperación entre los pueblos".

El galardón, prestigioso por la noble intención con que fue creado y por los méritos de quienes se han hecho acreedores al mismo, corresponde, en justicia, más al patronato que la hace posible, y sobre todo a su fundador (y actual presidente del comité organizador), que a la ciudad en que tiene su asiento y aun a la universidad en que tuvo sus orígenes.

Encomiable por muchos conceptos, la FIL, salvo prueba en contrario, pesa más por aspectos cuantitativos (público asistente, editoriales participantes, títulos exhibidos, eventos realizados...) que por su real contribución al predominio de la cultura sobre la barbarie en el entorno social que la circunda, y más por el culto a la personalidad de los escritores que por la difusión de sus obras y, en general, el fomento del hábito de la lectura.

Jaime García Elías
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 11 de junio de 2020).

Aumenta el número de contagiados (y por tanto de entes transmisores del virus que pululan por las ciudades), al tiempo que crece el escepticismo sobre la gravedad del tema y personas de todos los niveles se relajan más y más, abandonan las medidas sanitarias, y día a día conocemos de casos cercanos de amigos o familiares que se han contagiado.

¿Hay responsables?

Por supuesto.

Hay una corresponsabilidad entre la mentalidad de un pueblo que en términos generales le gusta burlarse de la muerte (y vestirse de catrina una vez al año) y autoridades que han simulado tener una estrategia cuando en realidad están totalmente rebasados.

Al parecer los habitantes de una ciudad como Guadalajara ya tomaron su decisión; y han preferido retar a los contagios del virus para seguir su "actividad normal", "trabajo normal" y "socialización normal".

Fingimos demencia.

Esa es la nueva realidad: una sociedad que convive con el virus y que seguirá viendo cómo sus integrantes van cayendo enfermos, en algunos casos de gravedad e incluso morir, mientras todo sigue "igual", extrañando únicamente la ida a clases de los niños, la actividad de los grandes centros comerciales y los eventos masivos tanto deportivos como musicales.

Y por parte de la autoridad, si bien ha tenido algunos aciertos como asesorarse de los científicos de la universidad, llegó un momento en que empezó a dar traspiés, a contradecirse y a crear entre la población una gran confusión que convenientemente ha sido interpretada como un "llegó el fin del problema".

Si en algún momento, por recomendación de los científicos, es necesario echar para atrás y tratar de volver a inhibir la actividad, estará en chino. Podrán quizás las autoridades apretar a los negocios establecidos, esos que pagan impuestos, que están perfectamente ubicados y curiosamente aplican los protocolos, pero jamás podrán frenar todo lo que pasa en calles, mercados y tianguis, y en reuniones formales e informales que se siguen celebrando con música de banda y fiesta.

Esa es nuestra película, sólo resta esperar a quedar entre los sobrevivientes, porque esto va para largo y a diferencia del cine, donde somos espectadores de una catástrofe, aquí todos nosotros somos protagonistas porque a todos nos está afectando.

Pablo Latapí
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 11 de junio de 2020).

"La antes alegre ciudad de Guadalajara es presa de enervante desazón. Penas bien amargas han opacado sus tradicionales encantos provincianos. Los zaguanes de las casas no abren, como antes, sus puertas hospitalarias, que ocultan avaramente la risueña perspectiva de los patios, henchidos de macetas prolíferas y alegres enredaderas. Ni las campanas lanzan a los vientos su metálica plegaria, ni los templos son otra cosa que hogares desiertos que lamentan la ausencia de Dios Hostia. En las calles y plazuelas han enmudecido las melodías vernáculas de los mariachis (...). La noble ciudad padece, como la patria entera, nostalgia y orfandad...".

Transcrito literalmente de "Francisco el Grande" -biografía de Mons. Francisco Orozco y Jiménez, arzobispo de Guadalajara en los años de "La Cristiada"-, ese sombrío retrato hablado de Guadalajara, trazado por la pluma de Vicente Camberos Vizcaíno, corresponde a un contexto muy diferente al actual... en el que, sin embargo, encaja bastante bien. Y viene al caso porque, siendo -pese a todo- la religiosidad una de las particularidades de sus habitantes, las circunstancias han exigido normas extraordinarias, desusadas e inauditas, en detrimento de tradiciones acendradas.

A la decisión, tomada de común acuerdo por las autoridades civiles y religiosas, de cancelar algunos ritos de la Semana Santa, porque coincidían con el inicio de la contingencia sanitaria, se sumaron, recientemente, la de realizar las visitas de la imagen de la Virgen de Zapopan a las iglesias de Guadalajara, aunque sin la presencia de fieles, y, ahora, la de la iglesia de La Luz del Mundo, de cancelar la "Santa Convocación" correspondiente a este año.

Se trata, en todos esos casos, de evitar la congregación de multitudes (aunque, por desgracia, ocasionalmente las ha habido por motivos o pretextos mucho menos piadosos...), para reducir el riesgo de contagios. Considerando que, aun de confirmarse las previsiones más optimistas, para el mes de octubre hubiera cedido la fase más intensa de la pandemia, cabe suponer que, así como ya se anunció que la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara se celebrará este año de manera diferente a la habitual -para evitar tumultos, precisamente-, disposiciones similares se tomen con respecto a la no menos tradicional "Llevada" a Zapopan, del 12 de octubre.

Después de todo, una cosa es que se haya declarado a la Virgen de Zapopan "patrona de Guadalajara contra rayos, tempestades y epidemias"... y otra muy diferente que también deba protegerla de la temeridad o la imprudencia de sus habitantes.

Jaime García Elías
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 12 de junio de 2020).

El uso de cubrebocas hoy debería ser un asunto de máxima prioridad en la zona metropolitana de Guadalajara.

A raíz de los señalamientos del Premio Nobel de Química Mario Molina en el sentido de que la diferencia entre aquellos países que efectivamente han atenuado los contagios, y los que no, ha sido el uso generalizado del cubrebocas, y máxime en una ciudad como esta que tuvo a fuerza que abrirse a la reactivación económica (en pleno auge de los contagios) por un asunto de supervivencia para las miles de personas que viven al día con el ingreso que obtienen trabajando cotidianamente, el cubrebocas debería estar por encima de cualquier otro asunto.

Queda claro que para esas miles de personas que no tienen otra alternativa que jugársela todos los días en el aglomerado transporte público de la ciudad, la herramienta más cercana y económica es el uso del cubrebocas.

Sin embargo, esto no ocurre así: es muy bajo el porcentaje de personas que lo utilizan a conciencia, y son más quienes no lo traen y si lo hacen es abajo de la nariz, en la garganta o en cuanto suben al transporte público se lo quitan.

2 veces ha intentado el Gobierno del Estado decretar la obligatoriedad del cubrebocas, y dos veces ha fallado escandalosamente en que se ejecute la medida.

Alguien no está haciendo la tarea.

Con un tema tan fundamental y delicado como la propagación de contagios del coronavirus, no existe un ejercicio inteligente, profesional y real de comunicación oficial que llegue a todos los sectores de la población. Los mensajes gubernamentales apenas salen de las redes sociales, y a partir de ahí se convierte aquello en un teléfono descompuesto que no llega a todos, y que si llega, lo hace totalmente distorsionado o contaminado.

No es novedad que el gobierno actual no considere la importancia de la comunicación local; ha apostado a las redes sociales, por medio de mensajes largos y tediosos en una sociedad que apenas si tiene acceso a la digitalización, y que lo último que haría sería dedicar tiempo a ver videos de larga duración, y además en un tono de regaño.

En la forma de pretender comunicar hay una tremenda soberbia.

Y no es un tema de gastar a lo loco en campañas en medios locales como lo hicieron gobiernos anteriores facilitando el mal uso de los recursos o la sobrevivencia de medios que no lo merecían.

Es un tema de profesionalización, y de empatía: de hacer las cosas bien.

Estudios serios darían pistas a los responsables de la comunicación oficial donde están los medios efectivos, y con un poquito de humildad un acercamiento a los principales líderes de opinión los podría granjear como cómplices convencidos a la misión de comunicar el uso del cubrebocas.

Pero ni lo uno, ni lo otro; y mientras eso no ocurra la fantasía popular seguirá construyendo historias sobre "lo inútil" del cubrebocas, y con una rebeldía natural a todo lo que suene a orden o imposición.

Seguiremos en una ciudad sin cubrebocas.

Pablo Latapí
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 25 de junio de 2020).

Necesidad, ignorancia y temeridad pueden resultar una combinación de alto riesgo. Es impresionante la cantidad de personas reintegrándose a sus actividades sin atender las indicaciones de los encargados de la salud, pues, si recorremos las calles de nuestra ciudad, notaremos la muy extendida idea de ya haber superado la pandemia: el uso del tapabocas parece ser, más que un elemento preventivo, una moda, y el desenfado con el que actúan nuestros paisanos refleja un estado de ánimo lejano a la gravedad del problema aún vigente.

Es claro, a todos nos ha afectado la cuarentena extendida y necesitamos oxigenarnos, compartir con nuestros seres queridos tiempo y actividades, besarnos, abrazarnos, decir "te quiero"... Pero el problema es que hoy la realidad se ha modificado, aceptémoslo, no volveremos a vivir como antes y el obligado cambio exige un nivel de conciencia individual que condicionan tres factores: necesidad, ignorancia y temeridad.

Somos una sociedad de bajos ingresos, inculta, desinformada, atávica y refractaria al cambio en su mayoría. El nivel de escolaridad predominante y la formación para el trabajo son, por decir lo menos, insatisfactorios. También persisten comportamientos dañinos para la convivencia como el machismo y la temeridad. Los índices de violencia intrafamiliar se han disparado y el valor por la vida reflejado en la autoestima es muy bajo, "yo me muero donde quiera". El reto es enorme, pues se trata de temas estructurales: nuestra cultura, a diferencia de otras, no se distingue por la capacidad para prever y tenemos un gen recesivo que nos hace ciertamente indisciplinados, rebeldes y, en no pocos casos, atrabiliarios. ¿Por qué países como Japón, Alemania, Singapur y Nueva Zelanda, entre otros, han tenido éxito en su lucha contra la pandemia? La respuesta es sencilla: son disciplinados, tienen hábitos de higiene muy arraigados y, sobre todo, confianza en sus autoridades.

Se deben reactivar las actividades económicas, es inevitable; si la rueda de la economía gira, se genera y distribuye riqueza, pero si se detiene, el fantasma de la pobreza se extenderá sobre la población. No hay alternativa, hay que hacerlo con todos los cuidados, y eso exige a cada uno de nosotros asumir nuestra responsabilidad e inculcar a nuestros niños y jóvenes nuevos hábitos. Necesitamos dejar de hacer las cosas "como siempre" y reaprender. Sin duda, es fundamental dejar los atavismos que forman parte de nosotros y modificar nuestros comportamientos para desarrollar una mentalidad adaptativa.

Eugenio Ruiz Ororzco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 29 de junio de 2020).

El cariño que pueda sentirse por Guadalajara; el valor sentimental que pueda concederse a las casonas de los "barrios tradicionales" en que vivieron los abuelos o bisabuelos de las actuales generaciones de tapatíos; las nostalgias -agridulces por definición- y recuerdos que puedan removerse al contemplar aquellas sobrias, nobles fachadas; el dolor de tener que admitir que ya no es posible mantener abiertas, de sol a sol, puertas y ventanas, como antaño, y colgar la llave de la reja a un lado del cancel, porque los tiempos en que toda la gente era decente, amable y respetuosa pertenecen a un pasado cada vez más distante, son conceptos a los que aplasta y aniquila una dolorosa, triste y amarga realidad: según las cifras del más reciente inventario de la Dirección Municipal de Protección Civil, 910 inmuebles del centro histórico de Guadalajara se encuentran en condiciones ruinosas; de ellos, más de 90 "están en peligro inminente y podrían derrumbarse en cualquier momento".

El fenómeno -a todas luces lamentable... y difícilmente reversible- obedece a múltiples factores...

De entrada, las ciudades se adaptan a las necesidades de sus habitantes. Las que fueron zonas habitacionales, en los centros históricos principalmente, pasan a ser comerciales. Las antiguas casonas son ahora tiendas o bodegas. Los 2os. pisos de muchas de aquellas fincas, actualmente están deshabitados. La gente que conformaba la dinámica barrial (el médico, la tienda, la escuela, los amigos y vecinos...), huyó hacia zonas periféricas, supuestamente (aunque no siempre) más confortables.

Por otra parte, las leyes que dan a ciertos inmuebles un "valor patrimonial" incompatible con el valor real o comercial de los mismos, dificulta -y con mucha frecuencia impide- la reconstrucción, con criterios arquitectónicos y comerciales modernos, de fincas que del abandono pasan a la ruina; se les condena a "vivir" en condiciones inoperantes para las necesidades actuales. Muchas, al demolerse, se convierten en estacionamientos de automóviles... pero a pocas se les autoriza su transformación en estacionamientos modernos, cotos habitacionales o edificios de departamentos acordes a los usos y necesidades de las presentes generaciones.

La solución -salvo la mejor opinión de los urbanistas- consistiría en rediseñar la ciudad, primero, y adecuar, a continuación, las leyes para reconstruirla -¡revivirla, en una palabra!-, extirpando lo ruinoso y obsoleto, al margen de sentimentalismos insostenibles.

Jaime García Elías
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 7 de julio de 2020).

Es el tema más comentado. El Botón de Emergencia. "El gobernador Alfaro va a declararlo y vamos a encerrarnos y parar todo 14 días". Es la frase que se repite en las pláticas de casa, en los lugares donde todavía hay trabajo, en los camiones donde apretados todos, esperan llegar a su destino sin contagiarse de COVID-19. Es también la pregunta de los taxistas y de todos los jaliscienses que trabajan y ven cómo el dinero no alcanza: ¿cuándo declara el gobernador el Botón de Emergencia?

¿Es posible que el gobernador Enrique Alfaro Ramírez aplique esta nueva medida extrema como reacción a los contagios y muertes por coronavirus? La respuesta es afirmativa. Primero, porque la figura del temido Botón de Emergencia ya se publicó en el Periódico Oficial del Estado de Jalisco. Es una herramienta legal a la que puede acudir el mandatario.

Además, se trata también de una medida de castigo que quizá funcione. Si muchos jaliscienses han respetado el aislamiento y las medidas sanitarias, incluida la sana distancia y el uso del cubrebocas, muchos otros no lo han hecho, no lo hacen y no tienen disposición de hacerlo... a menos que teman una sanción. Es algo parecido al exceso de velocidad de los automovilistas: muchos dejan de pisar el acelerador por temor a las multas, no porque crean que evitan accidentes fatales.

Pero el asunto no es tan simple. Ojalá lo fuera, porque entonces la solución se aplicaría en un 2 por 3.

El gobernador Alfaro debe responder a la presión que surge desde varios frentes. Los expertos en la Mesa de Salud exhiben estadísticas del alza de contagios y aportan los gráficos en los que se prevén escenarios futuros potencialmente catastróficos: más hospitalizados, más fallecidos y crecimiento rápido de la pandemia, que provoca un colapso generalizado del sistema de salud y de la economía. Una situación así pone en riesgo a amplios sectores de la sociedad sin posibilidad de reacción para contener y revertir.

Por otra parte, quienes participan en la Mesa de Reactivación Económica presentan con preocupación los números de la economía jalisciense: 57,000 empleos formales perdidos en el 1er. semestre (aunque el IMSS dio a conocer una cifra más elevada, de hasta 82,201). Debe subrayarse que se trata sólo del sector económico dado de alta ante la Secretaría de Hacienda, porque si fuese posible sumar las decenas de miles de trabajos informales perdidos, podría observarse el panorama completo del sector laboral, bastante ensombrecido.

El presidente de Coparmex Jalisco, Carlos Villaseñor, asegura que si se activa el Botón de Emergencia se perderán en 14 días otros 11,000 puestos de trabajo; y sostiene que sólo de abril a mayo se dieron de baja de sus registros 831 patrones (empresas cerradas definitivamente) y otros 312 quedarían eliminados de la economía en esas 2 semanas.

¿Qué hacer entonces? En el Sector Salud la premisa soluciona cualquier duda: 1o. está la salud.

Pero el juego de realidades dibuja una serpiente que ya se devora la cola.

En las pláticas mencionadas al iniciar este texto, también se repite la frase: "si no morimos de coronavirus, vamos a morir de hambre". El Gobierno del Estado no la tiene fácil.

Un cambio real puede generarse si se toman medidas reales y generalizadas para obligar a que se cumplan las medidas de salud recomendadas por los especialistas... o nos vamos al Botón de Emergencia.

Jorge Octavio Navarro
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 14 de julio de 2020).

Sin dispararse, pero tampoco disminuir, el número de contagios por COVID-19 continúa creciendo en el estado de Jalisco y particularmente en la zona metropolitana de Guadalajara ante la indiferencia de una buena parte de la población.

Echando un ojo a cómo se han comportado las cifras de movilidad y lo que se ve en las calles calculamos que más o menos un 40% de la población es a la que le vale un reverendo pepino el virus. Son esos a los que vemos recorriendo la ciudad más allá de lo necesario, atiborrando espacios públicos, sin respetar las medidas básicas de cubrebocas, distancia y lavado de las manos, organizando fiestas y reuniones y paseando de una zona a otra de la ciudad con la enorme posibilidad de que si sin saberlo ya están contagiados, sean auténticos entes que están esparciendo el virus.

Es un porcentaje muy importante de población, de todos los niveles socioeconómicos que navega entre la indiferencia hacia el virus y la falta de información sobre los efectos reales de los contagios.

Buena parte de esa indiferencia tiene que ver con el "valepepinismo" (para utilizar un término más decente) de un pueblo acostumbrado a retar a la muerte, aunque en la mayoría de los casos sea pose o simulación porque cuando se ve la muerte realmente cerca, especialmente la propia, aparece un miedo terrorífico.

Y mucho tiene que ver también el deporte nacional de pasarse las disposiciones oficiales por el arco del triunfo porque viniendo de un estilo de gobierno que tradicionalmente ha sido simulador y corrupto, la indiferencia es una forma de reto.

Y mucho ha tenido que ver, y sobre todo en Jalisco, la calidad de la información oficial sobre el tema; gran parte de ese porcentaje al que le vale un pepino el virus es porque no ha sido "contagiada emocionalmente" por el riesgo del COVID-19.

Así como el gobernador Enrique Alfaro ha enfocado sus baterías a contar con la infraestructura hospitalaria para atender a los enfermos, y a realizar el mayor número de pruebas para tratar de cercar los contagios, no ha dado importancia a la comunicación; sobra decir que a una población como la nuestra mensajes como los suyos, en redes sociales, con discursos largos y además en tono regañón, no están llegando.

Pablo Latapí
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 16 de julio de 2020).

Tiempos hubo, Señor Don Simón, en que Jalisco sobresalía, a nivel nacional, por los timbres de orgullo de que los lugareños podían ufanarse: desde la belleza de sus mujeres (los "ojos tapatíos" que a tantos poetas inspiraron) hasta las bondades de su clima ("la eterna primavera"), pasando por la gallardía de sus hombres, lo florido de sus jardines ("La Ciudad de las Rosas"), el talante afable de sus habitantes ("Ciudad Amable") y las hazañas de sus deportistas ("Zapopan" Romero, los José Becerra -el boxeador y el frontenista-, Antonio Palafox, los hermanos Prieto, el Guadalajara "Campeonísimo"...).

Pero como "unos tiempos traen otros", y así como los hay "de lanzar cohetes" también los hay "de recoger varas", Jalisco compensa sus pretéritos timbres de orgullo con algunos de oprobio que lo caracterizan actualmente. Por ejemplo, ser la entidad en que se han encontrado más fosas clandestinas en los últimos años, o estar entre las que registran una mayor cantidad de homicidios violentos -¿hay de otros, por cierto...?- o de personas desaparecidas.

Claro indicio de que este tema -el de las desapariciones- ha alcanzado tintes de fenómeno social, es el hecho de que, más allá de pintoresquismos vernáculos como llamar "del Dos de Copas" a la Plaza de la Liberación, la Glorieta de los Niños Héroes ha sido rebautizada como de L@s Desaparecid@s. Y un claro indicio de que, además de tomar nota de las denuncias, poco han hecho las autoridades para esclarecer esos hechos, es -dato al que poco se alude- que se ha localizado con vida a 104,645 de 177,863 personas (58.83%) reportadas como desaparecidas desde 1964 hasta la fecha (según la titular de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, Karla Quintana).

Hay aspectos que no se puntualizan. Por ejemplo, cuántas de esas personas "desaparecieron" por su propia voluntad; cuántas fueron localizadas por las autoridades; cuántas se reintegraron voluntariamente a su familia; cuántas fueron secuestradas para cobrar rescate o inducirlas a la prostitución; en cuántas desapariciones en que hubo delitos que perseguir, se consiguió identificar, aprehender, procesar y sentenciar a sus autores...

El fenómeno social es preocupante, por supuesto. Pero lo más grave -como en los otros delitos que en Jalisco son el pan nuestro de cada día- es la impunidad que retrata la incapacidad de las autoridades para esclarecerlos y aplicar a los responsables "todo el peso de la ley"... que, en esas circunstancias, no pasa de ser letra muerta.

Jaime García Elías
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 17 de julio de 2020).

Parece que los jaliscienses no entendemos. Este fin de semana, las playas de Puerto Vallarta lucieron abarrotadas.

La solicitud de salir de casa sólo lo indispensable se ha convertido en una llamada a misa y la responsabilidad es compartida entre autoridades y ciudadanos.

La falta de claridad en los mensajes oficiales sobre el estatus de la epidemia, sumado al cansancio, la necesidad económica y la inconsciencia de la gente, nos acerca al borde de una crisis mayor.

Libramos otro domingo en donde los indicadores de ocupación hospitalaria e incidencia de contagios se mantienen por debajo del máximo permitido, pero esto no siempre será así. El "botón de emergencia" puede hacerse realidad.

Allá en La Fuente
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 20 de julio de 2020).
Infografía del geógrafo Pedro Rubalcava.

Existe un cúmulo de argumentos muy sólidos. El convento de San Francisco, el de los mínimos hermanos que están allí ininterrumpidamente desde el siglo XVI, y desde 1531 en el convento de Tetlán, es una parte muy significativa de la historia de Guadalajara, de Jalisco y de México. Desde los puntos de vista histórico, religioso, social, estético, popular, sofisticado, San Francisco -quizá hasta más que Catedral, no comenzada hasta 1571- es el mero corazón de Guadalajara, del barrio de indios de Mexicaltzingo, de una inmensa provincia que llegó desde aquí a la Alta California, Nuevo México, Arizona y hasta Alaska. Y luego, por el Pacífico, hasta las Filipinas y el Japón. De ese tamaño es la significación del Convento de San Francisco de Guadalajara. Mucha honra será ponerle su nombre a la estación que allí desemboca.

Por otro lado, el nombre actualmente sugerido de "Independencia Sur" es no solamente confuso, sino tonto. Existen otras estaciones en la ciudad que llevan ese nombre, y una calle que también se llama Independencia y que además cruza al norte del Museo con el Paseo Alcalde, del cual el remate es San Francisco. Esto, en términos prácticos, debería de ser suficiente para abandonar una verdadera idiotez histórica, cultural y social que significaría imponer arbitrariamente eso de "Independencia Sur" a una estación que está ¡en San Francisco!

Entre los trabajos para hacer el Paseo Alcalde, uno de los principales fue rematarlo al sur haciéndole justicia al convento de San Francisco. Todo mundo sabe ahora los graves daños y peores peligros que causó la excavación para el Tren Ligero, cuyo trazo pasa exactamente por debajo de la torre de la venerable iglesia, que lleva ahora años cerrada al culto de su numerosa feligresía. Nadie ha dado la cara por los destrozos y riesgos que el túnel le ha causado a esta joya nacional de arquitectura. Como "el Baboso" del caricaturista Falcón, aquí seguimos esperando.

Lo que el Paseo Alcalde sí logró fue reunir, después de más o menos 70 años, los 2 pedazos de convento que la continuación de la calle de San Francisco (16 de Septiembre para los del mandilito) cercenó. Ahora, otra vez, el perímetro del convento de San Francisco está consolidado. En él están la iglesia de San Francisco y la capilla de Aranzazú. Además, mediante calas arqueológicas, se logró descubrir los cimientos de las capillas de San Roque y de San Antonio de Padua. Ahora son jardines benditamente sombreados.

El dicho popular, tan potente y soberano él, le dice al espacio público resultante "los 2 templos". Es bonita la denominación, igual que es bonita la plaza del Dos de Copas, la de los Laureles (y no esa bobería de "plaza Guadalajara"), y por estos tiempos, el Parque Rojo, en vez del parque de la Revolución, en la que por cierto menos gente cree ahora. (Además lo del Parque Rojo resuena heroica y trágicamente a la Plaza Roja de Moscú).

En 1938 un grupo más bien anticlerical e ignorante, los "camisas rojas", quemaron casi todo San Francisco. Se perdieron para siempre uno de los mejores retablos de Occidente y muchas cosas más. Años después, como una lapa más bien asquerosa, se le embarró a Aranzazú la "Casa del Estudiante", de muy infausta memoria. Un gobernador con arrestos -ojalá que el actual los tenga- la demolió, después de múltiples horrores y hasta crímenes perpetrados ahí, en 24 horas.

Salvemos a San Francisco. Respetémoslo; honrémosle, cualquiera sea nuestro credo. Guardemos para siempre su nombre y su dignidad. ¿A quién corresponde el disparate de "Independencia Sur"? Aquí esperamos, como "el Baboso" que dibuja Falcón.

Juan Palomar Verea
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 30 de julio de 2020).

Alguien no está haciendo muy bien su chamba en el ayuntamiento (Obras Públicas) y/o en el Gobierno del Estado (Secretaría de Cultura) y/o en el gobierno federal (INAH). Tenemos aproximadamente mil fincas históricas y artísticas literalmente cayéndose en el centro. Mil, mil, mil. Con esos resultados, en cualquier ciudad civilizada se habría ya corrido o consignado a todos los responsables de la conservación patrimonial, a todos.

Quien esto escribe solía hace algunos años, tomar café casi todos los días en un café que era muy bueno: La Estación de Lulio, a media cuadra de Lafayette, por Libertad. Nunca cesó de sorprenderse a diario al ver, leyendo todo el periódico, en horas de oficina, a uno de los arquitectos responsables en el Inah local de evitar que se cayeran las mil casas. Tal vez él pudiera ser uno de los responsables, ante la sociedad tapatía, del actual desastre que se viene cerniendo sobre la ciudad desde hace medio siglo.

Hay una funcionaria ejemplar en la Secretaría de Cultura de Jalisco: la arquitecta Violeta Ponce. Ella sola da todas las batallas por preservar el patrimonio arquitectónico de Jalisco. Y la mayor parte de esas batallas las gana, ella solita, a pesar muchas veces de sus jefes. Habría que felicitarla mucho, que respaldarla frente a quienes dicen que nomás es un estorbo, y la Secretaria de Cultura había de subirle el sueldo.

Pero mientras, ¿qué hacemos con mil casas que con el presente temporal se pueden venir abajo y hasta matar a alguien? Ahí les va lo que se pudiera hacer: Establecer, bajo las órdenes directas del arquitecto Carlos Padilla y de Violeta Ponce, una oficina que se ocupe exclusivamente de esas mil casas. Luego, conseguir el apoyo, pro bono, de mil ingenieros y mil arquitectos y mil licenciados. Luego, conseguir un capital fiscal de mil millones de pesos, un millón por casa. Este esquema puede volar, si es que el señor alcalde y su gente del Patronato del Centro se ponen las pilas y le dan una calculadita a los votos que representa el salvar mil fincas patrimoniales. Y puede que muchas instituciones se animen a dar donativos, en especie o en efectivo. Puede que muchos propietarios inviertan, gracias a estos estímulos, en sus fincas ahora abandonadas y en rápido deterioro. Puede que hasta el ITESO, desde su torre de marfil del Periférico, le entre al quite.

Como siempre, esta es una comedida petición: INAH, Secretaría de Cultura, Ayuntamiento de Guadalajara, por favor respondan en este espacio con sus puntos de vista. Es en serio, porque la vía de Transparencia es mucho más tardada y latosa.

Juan Palomar Verea
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 2 de agosto de 2020).

Es importante tener claro que nuestra ciudad no existía antes de la conquista. Fue fundada por españoles, lleva nombre árabe y fue poblada originalmente por castellanos, extremeños, andaluces, vizcaínos, portugueses (posiblemente judíos conversos), además de algunos habitantes originarios de la zona. El nombre de nuestra patria chica, Guadalajara, está formado por las toponimias árabes: wad al-hidjara, o wad-alhijara, que significa "río que corre entre piedras" o "río entre piedras". Así fue bautizada por Juan de Oñate en honor de Nuño Beltrán de Guzmán, natural de la ciudad castellana donde nació el conquistador de esta región.

Fuimos una ciudad peregrina. Nuestros primeros años fueron como los de una familia pobre que debe mudarse con frecuencia, por aquello de los acosos del arrendador. Fijamos residencia, por 1a. vez, entre 1531 y 1532, en un lugar próximo a Nochistlán, en el vecino estado de Zacatecas, de donde nuestros antepasados salieron corriendo debido a la beligerancia de los habitantes originales: los cazcanes (porque nuestros antepasados de la rama indígena no eran nahuatlacas, tenemos nuestro pedigrí y a Tenamaxtli, nuestro héroe local). Habiéndose trasladado a Tonalá en 1533 y sin poder permanece ahí porque el Sr. Don Nuño, hombre de armas tomar, había decidido reservarse el espacio para sí mismo y, con todo el honor que le representaba el nombre de su ciudad de origen a la incipiente urbanización, mandó, en 1535, a los trashumantes fundadores, con cajas destempladas, a un paraje al lado norte de la barranca llamado Tlacotán. Luego sucedió que los cazcanes asediaron a la naciente ciudad, dejando a nuestra línea sanguínea española al borde de la desaparición. Afortunadamente, entre sus primeros habitantes se encontraba Doña Beatriz Hernández, mujer de pelo en pecho y de Juan Sánchez de Olea, a la que el tal Nuño no asustaba y quien convenció al gobernador Cristóbal de Oñate y a los diezmados y empobrecidos colonos de moverse al lugar definitivo en el Valle de Atemajac, en el año del Señor de 1542. Toda ciudad importante parte de un hecho fundacional, mítico o verdadero: Guadalajara exalta la figura de nuestra primera heroína.

¿Quiénes somos?... Somos mexicanos y, por líneas de sangre, mestizos, originalmente de españoles e indígenas. Nuestros primeros fundadores fueron 64 vecinos que se establecieron, finalmente, en el lugar que ocupa actualmente el Teatro Degollado. A los oriundos de Guadalajara se nos llama Tapatíos, gentilicio derivado de unas bolsitas que contenían cacao y se usaban como moneda en la época prehispánica.

Eugenio Ruiz Orozco
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 3 de agosto de 2020).

Más allá de las 181 clausuras dispuestas y los 3,500 apercibimientos emitidos a comercios, el alcalde de Tlajomulco, Salvador Zamora, señaló que ha habido necesidad de "disolver" -por la buena, supondremos; sin necesidad de recurrir a la fuerza pública- 6,200 grupos reunidos en espacios públicos, "por no acatar las medidas sanitarias"... Y es que la canija experiencia demuestra que el ser humano -incluidos los oriundos o vecinos de Jalisco- acata a regañadientes o hace trampa cuando le imponen restricciones... pero tiende a soltarse el chongo en cuanto le aflojan tantito el mecate.

Jaime García Elías
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 7 de agosto de 2020).

Guadalajara (y anexas), es un muestrario viviente, un catálogo abigarrado de esperpentos (por definición, "persona o cosa notable por su fealdad o mala traza"). Las objeciones que ahora mismo se hacen a los accesos a las terminales de la nunca bien ponderada Línea 3 del Tren Eléctrico Urbano en la Plaza de Armas y el Jardín del Santuario, entre otras, se suman a las que merecieron, en su momento, los muros de la Línea 2 en el Parque de la Revolución, y la infinidad de mamotretos que las precedieron: desde el original Monumento a la Madre ("mucha piedra y poca madre", decía la "vox populi") a Los Arcos del Milenio, pasando por la "Fuente Olímpica" ("el pollo rostizado"), el águila de la Plaza de la Bandera ("El Zopilote Mojado"), las estatuas de Hidalgo en la Plaza de Armas, "La Hermana Drácula" que sustituyó a la fuente de La Hermana Agua en la Glorieta Chapalita, "La Inmolación de Quetzalcóatl" ("El Rabito de Porky") en la Plaza Tapatía, y la cabezota en el Paseo Alcalde.

Jaime García Elías
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 11 de septiembre de 2020).

Guadalajara tiene algunos rasgos que la caracterizan y le dan un perfil único.

Somos poseedores, en el límite norte de nuestra ciudad, de un paisaje extraordinario: la barranca, hermosísimo monumento esculpido por la naturaleza durante miles de años, con su acantilado que, iluminado por el sol poniente, es un espectáculo inigualable. Ahí mismo, en la ceja de este accidente geológico, se encuentra el Zoológico Guadalajara, sin duda el mejor de América Latina, y ésta no es una afirmación temeraria (si no lo conoces vale la pena darse una vueltecita); es una muy bien lograda combinación entre la obra de la naturaleza y la mano del hombre para poner al alcance de la sociedad, en un espacio excepcional, una maravillosa colección de especies animales de todo el mundo.

Luego, las torres de Catedral, descritas en forma magistral por Pepe Guízar, "como alcatraces al revés" se alzan para tocar el cielo azul en medio de la cruz de plazas que abrazan a la sede del Arzobispado. Guadalajara es la única ciudad en el mundo que, vista desde las alturas, muestra a su Catedral rodeada por 4 plazas que configuran una cruz cristiana. Al viento sur, la Plaza de Armas es la 1a. y más antigua de nuestra ciudad, escenario viviente de nuestra historia local, hoy tratada sin respeto por quienes, con motivo de la nueva línea del tren urbano, la intervinieron colocando, como estación, un pegote ajeno a su fisonomía histórica y tradicional. Mi querido y admirado tapatiólogo, el arquitecto Juan Palomar, que de esto sabe mucho, ha ilustrado a los "construdepredadores" sobre el valor de algunos inmuebles y espacios públicos de nuestra vapuleada ciudad y de la forma de reparar el daño. Luego, en el viento norte, la Rotonda, el "Jardín de la Historia", construido, según describe nuestro bien recordado amigo, Guillermo García Oropeza, en el gobierno de Don Jesús González Gallo para honrar a sus hijos esclarecidos; en un acto de justicia, años después, las mujeres también han sido reconocidas. Al oriente se encuentra la Plaza de la Liberación, llamada por el pueblo, de las "Dos Copas"; algún maledicente dijo, hace algunos lustros, que hacía alusión al talle de una hermosa tapatía y, al poniente, frente a la Catedral, se ubica la Plaza del Ayuntamiento o de Los Laureles.

Finalmente, Guadalajara es la única metrópoli del mundo cristiano protegida por una diosa pagana: Minerva, quien, con justicia, sabiduría y fortaleza, custodia a esta noble y leal ciudad.

Eugenio Ruiz Orozco
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 14 de septiembre de 2020).

En la Sala Situacional por COVID-19 de la UdeG hay preocupación por el arranque de operación de la Línea 3 del Tren Ligero, que el pasado sábado trasladó a más de 33,000 pasajeros que acudieron a pasearse para conocerla.

El problema no es que los tapatíos estrenen una obra que esperamos durante 6 años y que ahora es motivo de orgullo. La preocupación es que no se han respetado las medidas de sana distancia, uso de cubrebocas y gel antibacterial. Y eso podría traer en el corto plazo un alza de contagios de COVID-19.

Allá en La Fuente
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 16 de septiembre de 2020).

Este fin de semana Jalisco alcanzó un nuevo pico máximo de casos activos de COVID-19. Se reportaron más de 4,000 personas que han presentado los síntomas de la enfermedad en los últimos 14 días. Aunque ninguna autoridad asume la responsabilidad, el repunte de la enfermedad coincide con la inauguración de la Línea 3, los viajes gratuitos y los festejos patrios.

Con el incremento de contagios suena descabellado que hay quien sigue presionando para permitir la asistencia de público a los estadios de futbol y beisbol. Si el sentido común se impone, también el regreso de estudiantes a las escuelas sería improcedente.

Ya que son tan viajadas, esperemos que las autoridades estatales y federales vean lo que está pasando en España y aún estén a tiempo de no cometer los mismos errores.

Allá en La Fuente
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 5 de octubre de 2020).
Se dispara el Covid-19 en Jalisco.

(V.periódico El Informador en línea del 6 de octubre de 2020).


¿Ha sido bueno el manejo de la pandemia en Jalisco? Hasta ahora podemos decir que sí, pero la evaluación final sólo podrá hacerse con la distancia del tiempo. Hasta ahora los datos de mortalidad por 100,000 habitantes y los datos económicos son mejores que el nacional y que la mayoría de los estados. Sin embargo, esto puede cambiar en cuestión de días. La decisión de abrir indiscriminadamente e invitar a la población a conocer la Línea 3 del Tren Ligero, la falta de aplicación de medidas en el transporte público, la reapertura de bares y la relajación de medidas en general producto del cansancio de 7 meses de anormalidad normalizada han generado alertas de parte de los especialistas.

El esfuerzo colectivo de 7 meses puede venirse abajo en 15 días si no tomamos en serio el riesgo.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 8 de octubre de 2020).
Nuestro monstruo del lago Ness.

(V.periódico El Informador en línea del 16 de octubre de 2020).


Seguimos sin atender
a las recomendaciones
que hacen las autoridades,
actuamos sin precauciones.

Y el resultado está ahí,
contagios siguen al alza
por no usar el cubrebocas
y [no] permanecer en casa.

Anflopo
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 19 de octubre de 2020).
El corredor Chapultepec, en Guadalajara, ayer por la noche.

Sobre la avenida Chapultepec, en Guadalajara, las luces de neón siempre están encendidas. Allí la música retumba y cientos de personas ríen, comen, beben y se toman fotografías. La vida, pese a la pandemia de COVID-19 y los contagios en aumento, transcurre con normalidad en ese corredor comercial.

"Pásele, hay oferta. Elija su 1a. bebida y la 2a. es gratis. Aquí hay mesa para todos", se escucha al caminar por el lugar en un sábado por la noche.

Pese a que sólo entre el viernes y ayer se registraron 1,734 nuevos casos de coronavirus en Jalisco (los 2 días con más contagios desde que la pandemia impactó en la entidad), los clientes de los bares y restaurantes en el corredor Chapultepec simulan que se cuidan, pues usan el cubrebocas en la papada mientras carcajean en grupo.

Jóvenes, adultos y familias enteras se encuentran entre la concurrencia. Lejos de unas cintas amarillas que "prohíben el paso" al camellón, pero muy cerca unos de otros sobre las banquetas y en los establecimientos.

Hasta ayer, el estado registró 87,321 personas que enfermaron por el virus. Y pese a que las cifras de contagios crecen día con día, el centro de Guadalajara también lució abarrotado durante la jornada del sábado.

Como una medida para evitar concentración de personas, las autoridades cerraron las plazas públicas. Pero a falta de esos espacios, los paseantes ahora se congregan en Paseo Alcalde o en los andadores de Pedro Moreno, Morelos, Colón y las banquetas de avenida Juárez.

Aunque la mayoría sí usaba cubrebocas, también había un amplio porcentaje entre esos ciudadanos que no sabía cómo usar la mascarilla.

"No me tomo muy en serio esas cosas, no soy muy creyente de las cosas. No le temo a eso. Si me va a tocar, me va a tocar", compartió Jorge Alberto Zamora Reyes, quien admitió que fue al Centro sólo a divertirse.

(V.primera plana del periódico El Informador del 25 de octubre de 2020).

Sin duda, la escalada de casos en las últimas semanas se ha debido a la evidente relajación de las medidas de confinamiento y sanitarias por parte de la población. La economía está prácticamente activada por completo a excepción de las clases presenciales en los centros escolares, pero en las calles todo parece haber vuelto a la normalidad a pesar de que la pandemia no ha dejado de crecer. El incremento de contagios se debe también a que nunca se cumplió con el escalonamiento de horarios en los centros laborales y en las unidades de transporte público tampoco se evitó la saturación de usuarios.

Muchos jaliscienses, sobre todo la población joven, hacen vida nocturna saturando restaurantes y bares, así como los distintos municipios con atractivos turísticos que se colman de visitantes los fines de semana sin cuidar la sana distancia y sin portar cubrebocas.

Jaime Barrera
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 26 de octubre de 2020).

Negar que la población, en general, ha relajado las normas sugeridas por las autoridades sanitarias y secundadas por las autoridades civiles, es querer engañarnos a nosotros mismos. Además, ahí están las cifras de contagios y defunciones para probarlo...

Se han reducido riesgos al cancelar celebraciones ordinariamente multitudinarias (ritos y tradiciones de Semana Santa, conciertos y eventos deportivos, el Festival de Mayo, el Festival del Mariachi y la Charrería, celebraciones folklórico-religiosas como la romería a Zapopan, la Feria Internacional del Libro, etc.), pero es obvio que no ha sido suficiente. El virus sigue causando estragos no obstante que, aprovechando las bondades de la tecnología, las escuelas continúan cerradas y muchas empresas han optado por el trabajo a distancia.

Sin embargo, el transporte público es un foco de contagio potencialmente alto, y no se han reducido en la medida de lo deseable las reuniones en antros, bares y similares, ni las fiestas o reuniones en que decenas y aun centenares de personas interpretan como una victoria individual y colectiva desafiar los riesgos sanitarios y despreciar las recomendaciones de la autoridad.

Cuando se tomaron las primeras medidas obligadas por la pandemia, el Gobierno del Estado apeló primordialmente a la responsabilidad individual de los ciudadanos. En la medida en que esa responsabilidad se relajó, la autoridad ha tenido que apretar las clavijas. Y en eso estamos...

Jaime García Elías
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 29 de octubre de 2020).

La amenaza de abandonar el pacto federal ha desatado la imaginación y, en más de alguno, una verdadera ilusión. Bienvenidos a la República Independiente de Nueva Jaliscia, rezará el enorme letrero sobre el puente metálico al cruzar el río Lerma entre La Barca y Briseñas y veremos otro más al pasar la barranca de los Coyotes en la carretera de Colima a Guadalajara. Ser una república independiente tiene sus virtudes, he aquí algunas de ellas.

Nueva Jaliscia tendrá su propia liga de futbol (Ortuño dixit en Twitter) en la que jugarán, además de Chivas y Atlas, equipos de gran envergadura como los Leones Negros, Tepatitlán, Cihuatlán e incluso podemos revivir a los Tecos para tener una equipo a quién odiar en la liga. Con esta media, Chivas puede convertirse de nuevo en el campeonísimo y Atlas aspirar a un 2o. campeonato en su vida. El incentivo no es menor.

A partir de la constitución de la Nueva Jaliscia, todo el tequila que se venda de Michoacán para el sur y de Aguascalientes pal norte será contabilizado como exportación con lo que, de un día para otro, creceremos nuestro comercio exterior de Tequila, como lo ha prometido este gobierno.

En un gesto de buena vecindad, México será el país invitado de la FIL 2022 (Emiliano Monge dixit en Twitter). Quisiéramos hacerlo antes, pero el 2021 está ya comprometido con el importantísimo Emirato Árabe de cuyo nombre nadie se acuerda. Pero ya ratificado como presidente del país vecino, Andrés Manuel López Obrador podrá ser el invitado de honor a la inauguración y recibido con toda pompa por el libertador Alfaro. Más aún, podemos acordar desde ahora darle el premio FIL de letras Romances a algún chilango o poblano de buena pluma.

El idioma oficial de Nueva Jaliscia será desde luego el Jalego y tendremos nuestra propia Real Academia de la Lengua, gracias a lo cual finalmente podremos incluir en el diccionario palabras como tiatro en lugar de teatro, tioría en lugar de teoría, ñeve al nombrar el helado, ocupo para decir necesito, pieza por cuarto, y quedará establecido que el refresco oficial será la peisi y que una quesadilla en Jaliscia tiene queso.

Nuestro amadísimo líder y libertador podrá por fin cumplir su promesa de una nueva constitución.

Pero, para no poner a trabajar a nuestros ocupadísimos diputados que tienen su mente trabajando en el reparto del suculento pastel llamado Poder Judicial y cuya técnica legislativa se basa en la tradición anglosajona de Copy and Paste (Cortar y Pegar) usaremos la novedosísima técnica -con patente en curso- de Search ande Replace (Buscar y Reemplazar). Ahí donde diga estado libre y soberano de Jalisco reemplácese por República Independiente de Nueva Jaliscia (hay quien propone que se llame Nueva Jaliscia de Alfaro en honor de nuestro amadísimo líder guía y libertador; en lo personal me parece un poco excesivo). Con la nueva república cada uno de los 125 municipios será un estado independiente (si Colima tiene gobernador, por qué fregados Jalostotitlán no) y cada barrio un ayuntamiento con cabildo y todo. Con ello, aseguraremos que todo neojalego en edad de merecer tendrá un puesto en el gobierno. La moneda por supuesto será el Tapatío y tendrá una paridad 1 a 1 con el dólar, al menos los primeros 3 días, cuando la libre flotación y las leyes del mercado, en las que sí creemos, lo devalúe. Y para no meternos en más complicaciones, la Tapatía de El Personal será en adelante nuestro himno nacional.

¡Vivan los héroes que nos dieron Patria! ¡Viva la Nueva Jaliscia!

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 2 de noviembre de 2020).

La Guadalajara que adquirió la fama de "pueblo bicicletero" que afrentaban sus habitantes, hasta mediados del siglo pasado, llegaba, poco más o menos, de la Colonia Independencia por el norte, hasta la Colonia del Fresno por el Sur, y de San Juan Bosco por el oriente, hasta la Glorieta Minerva por el poniente. Estirando la liga, hacia el oriente podía llegar hasta la Hermosa Provincia... Tlaquepaque estaba a tiro de piedra -literalmente- del Tecnológico o del Club Atlas. Las actuales cabeceras municipales de Tonalá y Zapopan estaban totalmente desvinculadas de la hoy denominada Zona Metropolitana... (Como anécdota, había parejas que se casaban en Zapopan, y como "viaje de bodas" realizaban un "circuito" de ida y vuelta hasta Tonalá, acompañados de sus padrinos y familiares más cercanos -que quizá nunca habían tenido aquella experiencia-, en los camiones "crema" de feliz memoria, pagando "doble pasaje": 70 centavos por piocha, para ser exactos).

En aquella Guadalajara -que se transformó en "metrópoli" a raíz del nacimiento de El Tapatío un Millón, el 8 de junio de 1964-, un recorrido en bicicleta, de orilla a orilla, podía hacerse en alrededor de media hora. La topografía de la ciudad ("Guadalajara en un llano, México en una laguna", decía una canción de los años previos a "Timbiriche"), su clima y, principalmente, las distancias, facilitaban la transportación en bicicleta.

Las modernas intentonas de fomentar el uso de la bicicleta, primero con el proyecto de las "ciclovías" en la administración municipal encabezada por Guillermo Vallarta Plata (1983-85) y posteriormente con la habilitación de los primeros carriles exclusivos para ese medio en tiempos de Fernando Garza Martínez (2000-2003) y más tarde con la implementación del programa MiBici (en 2014), han avanzado a tiros y tirones. El mantenimiento de dichos carriles ha tenido notorias omisiones. La concesión del servicio que suministra y maneja las bicicletas ha sufrido tropiezos. Los avances en esa materia, más allá de los buenos deseos de las autoridades, han sido irregulares. Además, el crecimiento mismo de la mancha urbana (hace muchos años que Guadalajara ya no crece: se desparrama) dificulta esa modalidad como opción para el porcentaje de sus habitantes que sería de desearse.

Colofón: La canija realidad, como suele ocurrir, deja en el terreno de las buenas intenciones -de las que está empedrado el camino del infierno- las posibilidades de que la otrora "Tierra de Dios y de María Santísima" vuelva a ser el "pueblo bicicletero" que alguna vez fue.

Jaime García Elías
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 6 de noviembre de 2020).

Ojalá que lo ganado
por el botón de emergencia
no se pierda en el Buen Fin,
hay que esperar con paciencia.

Es que otra vez regresaron
grandes aglomeraciones
en las plazas comerciales,
aún con recomendaciones.

¡Y lo que está por venir!
Nos esperan dos semanas
en que gente por comprar
no se aguantará las ganas.

Anflopo
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 11 de noviembre de 2020).

A estas alturas, afortunadamente, la bicicleta ya goza del aprecio de sectores cada vez más amplios de la población tapatía. Los esfuerzos oficiales por un lado, y la entereza de muchos grupos e individuos ciclistas por el otro, han dado como resultado una creciente normalización en el uso urbano de este vehículo en muy diversos ámbitos de la ciudad.

En tiempos normales esto es una buena noticia. En estos tiempos extraordinarios de la pandemia es una aún más bienvenida novedad. Se sabe que desde principios del siglo XX Guadalajara tiene una destacada tradición ciclista, y que ciertas almas simples pensaban que eso nos hacía un "pueblo bicicletero". Mentes más bien rústicas que, también tradicionalmente, piensan en la grandeza urbana por el número de coches en circulación.

Las condiciones económicas de parte muy significativa de la población hacen que el coche sea una carga (por costo y funcionamiento general) muy gravosa; una buena bicicleta es siempre accesible.

Dentro de las tantas enseñanzas que estos días complicados y tristes nos pueden dejar está la de la archi reivindicación de la bicicleta, esa noble invención, al servicio de la salud y la razón. Y la economía, la personal y la urbana.

Juan Palomar Verea
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 11 de noviembre de 2020).

Deberá reconocerse que sería un error refugiarse en el trillado argumento de que "el gobierno tuvo la culpa"...

Aunque sea el villano predilecto de la mayoría de los ciudadanos, el gobierno, esta vez, por una parte, fue sensato al dar luz verde a las actividades económicas... Pero también, por la otra, fue claro, enfático e insistente en que la pandemia sigue siendo una seria amenaza; que no hay indicios de que en el corto plazo se den las condiciones propicias para la vuelta a la "normalidad normal" (valga el pleonasmo); que el antídoto más eficaz para enfrentarla es la res-pon-sa-bi-li-dad per-so-nal..., y que debe continuar vigente, por tiempo indefinido, la luz amarilla para la movilidad social.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 17 de noviembre de 2020).

Aunque hay núcleos de la población reacios, desdeñosos o escépticos con respecto tanto a la información como a las reglas de comportamiento dispuestas por la autoridad para aplicarse los próximos 45 días -los últimos del año-, se supone que la mayoría se habrá enterado, aunque sea a grandes rasgos, de las mismas: 1) evitar aglomeraciones; 2) favorecer las actividades al aire libre; 3) evitar concentración de adultos mayores y personas de riesgo; 4) mantener cancelados conciertos, fiestas patronales o reuniones multitudinarias; 5) establecer estrictas reglas de acceso en tianguis, mercados y comercios (uso obligatorio de cubrebocas, manejo sanitario, pasillos y espacios amplios...).

Al anunciar las medidas, el gobernador aseveró que "en Jalisco las disposiciones son para cumplirse; no para que las cumpla quien quiera"... Por supuesto, sería deseable que así fuera; que la sensatez y la disciplina de los ciudadanos fuera la regla generalizada. Por desgracia, está visto que no es así; que "el gobernante propone... pero el ciudadano dispone".

Precisamente porque un porcentaje significativo de la población tiende a la rebeldía, la desobediencia y el desmadre, y porque es mínima -y ocasionalmente nula- la capacidad de las autoridades para hacer cumplir sus disposiciones, es de temerse que se abuse de la reducción de las medidas restrictivas, anunciada en función de las tradicionales compras y celebraciones de fin de año.

Lo ideal sería que la generalidad de los ciudadanos entendiera que acatar las limitaciones a la libertad individual que las disposiciones implican, es lo mejor; lo más sensato... Y si no, en nuestra salud lo hallaremos.

Jaime García Elías
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 18 de noviembre de 2020).
El Informador - 29 de noviembre de 2020.

Vale subrayar que no se trata de una gráfica excepcional, captada porque el fotógrafo hubiera tenido la fortuna de encontrarse -cámara en mano, además- en el lugar en que de improviso ocurre un suceso extraordinario o inaudito. Cualquiera, hoy, mañana o pasado, podría captar una escena similar, con solo tomarse la molestia de intuir el lugar y la hora en que ocurrirá el hecho; un hecho cotidiano, común y corriente por donde se le mire.

A falta de alguna referencia visual, el pie de la foto señala que la misma fue tomada en el cruce de la Calzada Independencia y la avenida Javier Mina. Muestra a varias decenas de peatones que cruzan cualquiera de las arterias señaladas. El texto refiere que "tras la activación del Botón de Emergencia (...), postales de sitios públicos atestados (...) son cosas de todos los días".

La gráfica referida resulta surrealista porque no parece encajar en la "nueva normalidad" en que supuestamente hemos vivido desde que la pandemia del COVID-19 se convirtió en el enemigo público número 1 de la actual generación, y tanto las autoridades sanitarias como las civiles, sin llegar al extremo de implantar el toque de queda o de detener o imponer sanciones a los infractores, han insistido en una serie de recomendaciones: quedarse en casa; salir solo cuando sea absolutamente necesario; evitar las multitudes; utilizar el cubrebocas; mantener la "sana distancia" con respecto a las demás personas...

La gráfica -cotidiana, común y corriente, reiterémoslo- sería, pues, el ejemplo perfecto de las prácticas que, en las actuales circunstancias, habría que evitar.

Jaime García Elías
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 30 de noviembre de 2020).

Muchos años después ese muchacho se habría de acordar del día en que su padre lo llevó a conocer la nieve. Fue, con precisión, el 13 de diciembre de 1997. Fueron primero unos grumos que se adherían a la ventana que solía dar al parque. Mientras la luz se iba tiñendo de un color insólito, el padre meditaba la mejor manera de ver, de entender el prodigio. Al salir, los árboles del parque ya blanqueaban. El coche se dirigió rumbo al bosque de la Primavera. El niño, asombrado, sobrecogido y encantado, abría bien los ojos. Padre e hijo sabían ya muy claramente que ese día se sellaba, de por vida, un pacto de maravillamiento ante el mundo entre ellos dos. Un acuerdo irrompible acerca de la bondad, del misterio de la creación. La nieve era como un mensajero que llevaba al Valle de Atemajac a una efímera reunión con todas las latitudes en donde el blanco prodigio reinaba. Mientras tanto, habiendo dejado el coche a la orilla de una espesura, los dos alucinados caminaron bosque adentro. El padre sabía que ese preciso día, esa visión del hijo conmovido y alborotado, lo iba a acompañar por toda la vida, que aparecería puntual a la vera del lecho de su muerte. El hijo consideraba a su padre, presa de un entusiasmo que era como una llama, como un incendio de belleza y felicidad. Ambos regresaron, horas después, con las noticias de la nevada. Los esperaba la dulce tibieza de la casa que ese día albeaba con los destellos de los pequeños copos adheridos al enjarre. Y ardía la gentil chimenea. Las niñas preguntaban, y la madre sonreía, un poco lejana. Ah, la nieve...

Juan Palomar
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 13 de diciembre de 2020).
Aunque se dispuso de una fila para personas de la tercera edad, hubo quejas de que no avanzaba. Las autoridades disponen de otras formas de pago.

Largas filas se registraron ayer en las principales recaudadoras de la ciudad, pese a la emergencia sanitaria por el COVID-19.

Las personas tardaron hasta 4 horas para poder pagar sus contribuciones, por lo que se amplió el horario de atención.

"Llegué desde las 10 de la mañana y son las 2 de la tarde, vine a pagar el refrendo de los vehículos", dijo Rosalba Chaires, una de las inconformes.

Además, a pesar de que se dispuso de una fila para personas de la tercera edad, hubo quejas de que no avanzaba.

Uso de cobrabocas.

(V.primera plana del periódico El Informador del 5 de enero de 2021).


A 10 días de que entró en vigor, el pasado 16 de enero, el 3er. botonazo de emergencia para tratar de cortar la cadena de contagios de coronavirus en Jalisco, es evidente que las medidas restrictivas tomadas y los llamados a la responsabilidad individual para mantener el distanciamiento y confinamiento social han sido insuficientes para evitar que la pandemia siga escalando.

A 6 días de que termine la vigencia de este 3er. intento, el próximo domingo 31 de enero, Jalisco ya tuvo su pico más alto de contagios con 1,900 en un solo día y un máximo histórico en lo que va de la pandemia de fallecimientos el viernes pasado que se reportaron 157 decesos.

Aunque muchos de estos casos pueden ser contagios anteriores a la aplicación de estas últimas medidas, y a reserva de analizar los indicadores de las primeras semanas de febrero para determinar si ayudó o no el 3er. botonazo para detener la inercia creciente de contagios, las mesas de salud y de desarrollo económico deberán revisar muy bien lo que está pasando para para decidir esta misma semana qué medidas habrá que tomar a partir del lunes y no dejar una semana suelta como ocurrió del 11 al 15 de enero, luego de que concluyó la aplicación del 2o. botón de emergencia, que estuvo vigente del 25 de diciembre al 10 de enero.

La liberación de prácticamente todas las actividades económicas y la relajación de las medidas sanitarias por parte de la población esa 2a. semana de enero fue un factor decisivo para que la crisis sanitaria profundizara su fase crítica, a la que Jalisco empezó a entrar, paradójicamente, luego del 1er. y más estricto botonazo de emergencia que se activó del 30 de octubre al 12 de noviembre.

Fue después de esta fecha que se desató el crecimiento de los índices de positividad, sobre todo a partir de la última semana de noviembre. Esto deja claro que la decisión de haber relajado las medidas restrictivas y haber liberado la actividad comercial las últimas 2 semanas de noviembre para las compras del "Buen Fin" y hasta el 25 de diciembre para las compras navideñas, aunado al incumplimiento de buena parte de la población de las medidas sanitarias y de sana distancia en los festejos de fin de año, disparó los contagios y consecuentemente los fallecimientos.

Los nuevos escenarios en los que ha entrado Jalisco en esta fase crítica de la pandemia, como la saturación hospitalaria, los abusos en la venta de insumos médicos como el oxígeno medicinal, o de servicios crematorios o funerarios, la asistencia a los adultos mayores, en especial a los asilados, así como el tema de las vacunas y el modelo de vacunación ante el espejismo de la compra por cada estado o por empresas autorizada por el gobierno federal, deberán también ser tema en las mesas de salud y de desarrollo económico que deben definir y ajustar ya la estrategia anticovid antes de que se salga de control.

Jaime Barrera
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 26 de enero de 2021).

Por 1a. vez en la historia del municipio de Guadalajara su población no es la más grande del estado de Jalisco. Aparte de ser un dato demográfico, este hito es la ocasión para reflexionar sobre el futuro deseable de Guadalajara.

Según el censo 2020 del Inegi, el municipio de Guadalajara pasó de albergar 1'460,148 pobladores en 2015 a 1'385,629 el año pasado. Una disminución de 74,519 pobladores. Un 5% menos de habitantes.

Por contraste, Zapopan pasó de tener 1'332,272 a un 1'476,491: un incremento poblacional de 144,219. Un 10% más.

Es desde luego fundamental encarar estos hechos numéricos desde una perspectiva amplia. Claramente nuestra metrópoli es una sola ciudad, por origen, por historia, por desarrollo social y cultural, económico, urbano, territorial. La conurbación de los municipios metropolitanos es un hecho que comenzó a suceder en los años 60 del pasado siglo. Las líneas divisorias para la administración municipal tuvieron muy poco que ver con un avance urbanizador que tuvo siempre como foco impulsor a la ciudad originaria.

Centro de Guadalajara.

Tanto Zapopan como San Pedro Tlaquepaque, por hablar de las cabeceras municipales más significativas entonces, eran pueblos de reducidas dimensiones y limitada población. No fue desde allí de donde emanó el crecimiento periférico de la ciudad, sino de la presión urbanizadora generada por la capital del estado. La clave genética de la conurbación se encuentra en la ciudad que este año cumplirá su 479 aniversario.

La tentación de hablar de los municipios conurbados -y más ahora- como de "ciudades" solamente provoca confusión y debilita los esfuerzos requeridos para tener una metrópoli unida, pujante, generosa. Nadie sabe de límites administrativos: se sabe en cambio del arraigo, las tradiciones y el futuro de una sola ciudad capaz de albergarnos a todos con dignidad y justicia. Guadalajara es en muchos sentidos la depositaria de nombradías y arraigos centenarios; que este rico patrimonio lo sea para todos los tapatíos, cualquiera sea el municipio conurbado en el que habiten.

Aun desde el lenguaje usado por los mercadólogos es muy relevante el tema: la "marca ciudad" que ha costado siglos lograr y darse a conocer en muchas partes del mundo es un incalculable patrimonio inmaterial que es necesario cuidar y acrecentar. Pero con la conciencia de que la Zona Metropolitana es una sola gran ciudad: Guadalajara.

Juan Palomar Verea
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 28 de enero de 2021).

Un común orgullo y un deseo renovado de pertenencia: la mejor ruta para tener alrededor de nosotros una ciudad válida, lógica, justa, bella. Lo que va en contra de esta conciencia ciudadana no hace más que lastimar la vida urbana, quebrantar su unidad y su pertinencia. Una de esas dañinas nociones, llevadas a la práctica, es el pensar que Zapopan es una "ciudad" por sí misma, o que Tlajomulco es una ínsula aparte.

Algo esencial en las ciudades es la clara identificación de los entornos y edificaciones que mejor la caracterizan, que afirman a través del tiempo lo que la urbe ha construido, conservado, aprovechado por siglos: catedral y palacio de gobierno, Hospicio Cabañas y Hospital de Belén o Civil, barrios tradicionales y todos los entornos y construcciones de valía. De la identificación por parte de la población de la principal centralidad de la ciudad (y de las centralidades secundarias) como referencia clara, física y simbólica, depende la comprensión de quienes somos, hemos sido, queremos ser. El centro metropolitano, por ello, juega un papel esencial en las vidas de todos los habitantes de la Gran Guadalajara.

Es por lo anterior que la situación inercial que hemos padecido por décadas ya, en la que las centralidades de Guadalajara pierden gradualmente sus habitantes, constituye un reto no solamente para el Ayuntamiento de Guadalajara, sino para todos los que constituyen la zona metropolitana. Por una serie de factores, entre los que destaca la decadencia de la calidad de vida en esos contextos, la miope ambición inmobiliaria y la sensación de inseguridad en que viven incontables familias muchos ciudadanos han optado por irse a vivir a los municipios periféricos. Es un hecho que es necesario encarar y revertir. Urge establecer entre la gente que la fuga aspiracional rumbo a los "cotos" los priva de aprovechar la gran riqueza de la ciudad tradicional.

Porque con las medidas adecuadas, que no son tan costosas, las viejas centralidades pueden recuperar niveles de habitabilidad muy satisfactorios. Y en ellas los habitantes pueden experimentar todos los beneficios funcionales, económicos y estéticos que, como un tesoro ahora dilapidado, encierran a pesar de todo las demarcaciones centrales.

Pero se requieren 2 cosas principalmente: Una, hacer seguros, limpios y funcionales los entornos céntricos. Esto se logra simplemente con una buena administración municipal actuando en armonía y cooperación con los vecinos. El otro aspecto crucial es convocar con gran entusiasmo y facilidades a los desarrolladores más apropiados para que inviertan y hagan sanos negocios reconvirtiendo propiedades para generar vivienda y haciendo vivienda nueva de calidad. Ya hay algunos ejemplos de ellos, por ejemplo en Mexicaltzingo o en ciertos casos de la Colonia Americana.

La ciudad de Guadalajara es una ciudad extraordinaria. Basta con contemplarla y medirla adecuadamente. Basta haber viajado para tener los parámetros adecuados. Es imperioso redescubrirla y saber que podemos aspirar a repoblar con grandes ventajas los entornos centrales para albergar vidas más plenas y solidarias con la ciudad, que es una sola.

Juan Palomar Verea
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 29 de enero de 2021).

Sin duda, el incumplimiento de buena parte de la ciudadanía de su cuota de responsabilidad social al ignorar el uso de cubrebocas, de continuar con reuniones y no evitar las aglomeraciones, acabó de concretar la fase más crítica en lo que va de los 10 meses de la crisis sanitaria en nuestra entidad.

Por la relajación social en el cumplimiento de las medidas, muchos piensan que es momento, incluso, de hacer obligatorio el uso del cubrebocas en la vía pública y hasta sancionar a los que no lo porten correctamente, como me lo propuso el lector Horacio Peña Rojas al sugerir que "quien no lo use o lo traiga mal puesto debe ser ARRESTADO por 5 o 6 horas por ser una amenaza de contagio, un peligro para otras personas así como lo es un conductor cuando maneja ebrio".

Pese a todo lo conflictivo que fue en el 1er. botonazo el recorte de horarios del transporte público, el hecho de que la autoridad no haya podido meter en cintura a los camioneros para no llevar unidades saturadas sí impacta negativamente.

Esta medida debe ser analizada porque los camiones repletos son focos casi seguros de contagios del COVID-19, para lo que también contribuyen muchos empresarios que no han cumplido tampoco con el escalonamientos de horarios, por lo que representan también otro elemento a corregir.

Jaime Barrera
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 29 de enero de 2021).

"Todas las obras humanas están marcadas por la geografía y por el tiempo. Hay ciudades que parecen haber sido directamente engendradas por los flujos de la historia, asentamientos totalmente indispensables como Tánger o Amberes. Otras son el fruto de una decisión humana, de la voluntad de un poder específico... Guadalajara pertenece a este tipo", como lo señala Alfonso Alfaro en la 1a. de una serie de pláticas.

Hace 7 años que fundé Aulabierta, S.C., para imaginar, producir y comercializar cursos, conferencias y pláticas virtuales años antes de la pandemia, y que fuese algo cotidiano, como nos reunimos ahora en Zoom.

Lo 1o. que se me ocurrió entonces fue producir una serie de pláticas sobre el origen, la historia y otras facetas de Guadalajara, deseando, de esta manera, agradecer lo que había recibido durante mi juventud en esa década cuando fui muy feliz desde que llegué de la Ciudad de México en 1952, hasta 1963.

En el 2013, con Román Calápiz, socio fundador de Aulabierta, planeamos esta serie de pláticas sobre Guadalajara. Nos fuimos a la Perla de Occidente para grabar 7 temas con expertos en cada uno de ellos: El origen en el extremo Occidente con Alfonso Alfaro; Guadalajara, arquitectura y ciudad con el arquitecto y poeta Juan Palomar Verea; Los alrededores de Guadalajara con Juan José Doñán; La cerámica de Tonalá y San Pedro Tlaquepaque con Gutierre Aceves, el experto en esa materia; Arte moderno en Guadalajara con Carlos Ashida (QDEP); Historia de la Iglesia en Guadalajara con Tomás de Hijar, Pbro., y, Guadalajara d/escrita: charros, cine y música con María Palomar Verea.

Disfrutamos de los comentarios de María Palomar Verea cuando explica que "a mediados del siglo XX, gracias al cine de la época de oro, Guadalajara y Jalisco se convirtieron, no se sabe si a pesar o en razón de su carácter periférico y su resuelta excentricidad, en espacios icónicos como se definió en las pantallas de la cinematografía nacional como "mexicanidad", una mexicanidad de charros, cantinas, escenas campiranas y serenatas románticas; una mexicanidad entendida como la describe con cierta ironía José Clemente Orozco en sus Memorias, cuando dice que de repente empezó a inundarse México de petates, ollas, huaraches, danzantes de Chalma, rebozos y se iniciaba la exportación en gran escala de todo eso. Comenzaba el auge turístico y un nacionalismo agudo hacía su aparición... Esa mexicanidad decorativa fue, sin embargo, fructífera en el cine que floreció de mediados de la década de 1930 hasta principios de la de 1950".

7 años después, volvemos a poner los 7 temas al alcance del público para los que quieran conocer -o reconocer- de qué está formada esa ciudad, para conocerla desde 7 puntos de vista diferentes, desde su razón de ser y existir, pasando por la belleza de su arquitectura y la escuela que ha trascendido fronteras, así como una breve descripción de sus alrededores: Chapala o Tapalpa, "ese pueblo de altura, tanta, que la aprovechan para volar en parapente planeando en círculos como enormes pájaros".

Vamos a tener la oportunidad de conocer una de las técnicas artesanales de la antigüedad con el maestro Ángel Santos, experto artesano de Tonalá en "cerámica bruñida", y algunas obras de las artes plásticas del siglo XX de fama internacional, sin que falten los charros, modelos de la mexicanidad, con las películas en esa época de oro cuando reproducían sus costumbres tomadas de las viejas haciendas.

Cada una de estas conferencias las podrán ver y disfrutar por 145 pesos en https://cursosaulabierta.com. En realidad, no es otra cosa que una muestra de gratitud a la ciudad, a mis amigos y a su gente, donde pasé la más feliz de las adolescencias.

Martín Casillas de Alba
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 30 de enero de 2021).
Cambio de la población entre 1990 y 2020.

(V.pág.7-A del periódico El Informador del 31 de enero de 2021).


Pese al evidente incumplimiento de buena parte de la ciudadanía de su cuota de responsabilidad social al ignorar el uso de cubrebocas y otras medidas sanitarias, no hubo el anuncio de aplicación de sanciones individuales y el gobierno estatal se limitó a pedir a los ayuntamientos mayor supervisión en los establecimientos y en el cumplimiento de los horarios.

Nada se dijo tampoco del tema del transporte público que sigue siendo uno de los espacios con mayor riesgo de contagio por lo saturadas que van las unidades en las horas pico. Limitar el cupo de usuarios en los camiones e insistir que la iniciativa privada haga efectivo el escalonamiento de horarios siguen siendo 2 factores que en mucho pudieran contribuir a desacelerar el ritmo de los contagios.

Por la gravedad del momento que atraviesa la pandemia, las autoridades de la Universidad de Guadalajara decidieron que no había condiciones para la repetición del examen programada para el 6 de febrero y que implicaba la movilización de miles de estudiantes.

Jaime Barrera
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 1o.de febrero de 2021).

Con sorpresa, pesadumbre y hasta con un poco de histeria han tomado muchos los resultados del Censo de Población y Vivienda 2020 que quitó a Guadalajara el 2o. lugar como municipio más poblado de México, título que ostentó casi todo el siglo XX y todo el comienzo del siglo XXI.

Lo mismo pasó con el anuncio de que la zona metropolitana de Guadalajara fue desplazada por la de Monterrey en el 2o. lugar de las áreas más pobladas de México. Tan no cayeron bien estos datos en ciertos sectores que el director del Instituto Metropolitano de Planeación, Mario Silva, anunció que pedirán al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reconsiderar los datos para que Guadalajara ostente el 2o. lugar como zona metropolitana de México.

Guadalajara también dejó de ser el municipio más poblado de Jalisco para ser desplazado por Zapopan. El descenso de Guadalajara es muy notorio según los datos del Censo de Población y Vivienda, pues bajó hasta el 6o. puesto. Por delante como municipios más poblados del país se encuentran Tijuana, Iztapalapa, León, Ecatepec, Ciudad Juárez y Zapopan.

Más allá de la sorpresa, o cierta histeria, los resultados del censo no deberían sorprender a nadie. Hace años que el municipio de Guadalajara se viene desploblando. Entre el censo de 2010 y el del año pasado la capital del estado pasó de 1'495,189 habitantes a 1'385,629 pobladores, para un pérdida de 109,560 habitantes en una década.

Esto ocurre a pesar de que presidentes municipales anteriores anunciaran políticas urbanas para repoblar el municipio. Pero ocurrió lo contrario y aquí la pista: Guadalajara pierde habitantes porque las políticas de vivienda diseñadas por los gobiernos de los 3 niveles están provocando la gentrificación de la ciudad, es decir, expulsando a los pobladores más pobres debido a desarrollos inmobiliarios, comerciales y turísticos que sólo son accesibles a sectores de ingresos medios altos y muy altos.

A pesar de que alcaldes y gobernadores han ofrecido viviendas accesibles para los sectores de bajos ingresos, en estos momentos eso es imposible para un tapatío que gane menos de 10 salarios mínimos. Los departamentos en zonas céntricas de la ciudad se venden desde 4 millones en adelante. En otros sectores se pueden comprar casas o departamentos de entre 2 y 3 millones de pesos.

Un crédito hipotecario de al menos 2 millones de pesos implica el pago de una hipoteca casi 20,000 pesos mensuales. ¿Qué familia puede darse ese lujo? Muy pocas.

En Guadalajara no se puede comprar un departamento de 300,000 o 400,000 pesos que se volverían accesibles a los sectores de menores ingresos.

El suelo urbano en Guadalajara está acaparado por las grandes empresas inmobiliarias que lo tienen destinado para la construcción de torres de departamentos y comercios a precios inalcanzables para sectores de bajos ingresos.

A los más pobres se les condena a fraccionamientos alejados del centro, con viviendas de calidad dudosa. Los habitantes tienen que pasar de 3 a 4 horas en transporte para salir y regresar, desperdiciando mucho tiempo de su vida diaria en los desplazamientos.

Y eso no es destino, sino el resultado de la política de vivienda más desigual y dañina en términos sociales que hemos tenido en México en toda su historia. La política de vivienda del periodo neoliberal estuvo orientada al mercado, al lucro de las grandes empresas inmobiliarias que acapararon el suelo y el crédito en detrimento de los más pobres. El Estado dejó en manos particulares la política de vivienda, cuando el derecho a un techo debería ser un derecho primordial garantizado por el pacto social.

De modo que la explicación del despoblamiento de Guadalajara se debe a las políticas neoliberales en materia de vivienda que incentivan construir en Tlajomulco, Zapotlanejo, Tala, etc., con el fin de aumentar ganancias-lucro de las inmobiliarias y a la completa inacción de los gobiernos en promover autoconstrucción cooperativa.

Se puede aprender de experiencias de autoconstrucción cooperativa en Guadalajara con el caso de Los Colorines de los años 80 del siglo pasado. Si se replicara esa experiencia de solicitantes de vivienda que de modo cooperativo lograron construir viviendas dignas y de buena calidad a precios muy bajos, Guadalajara se repoblaría en apenas unos años. La clave es no dejar la política de vivienda en manos del mercado.

Rubén Martín
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 3 de febrero de 2021).

Para los tapatíos -oriundos o por adopción- suficientemente viejos, el ciclo comenzó con el festivo -en su momento- advenimiento de "El Tapatío un Millón" (Juan José Francisco Gutiérrez Pérez, el 8 de junio de 1964). A la vuelta de pocos años, la ciudad de Guadalajara devino en "Zona Metropolitana" al expandirse y conurbarse con Zapopan, Tlaquepaque, Tonalá, Tlajomulco, Juanacatlán y El Salto. Los hijos de los nativos de los barrios tradicionales, por necesidad o por conveniencia, cambiaron de residencia, en función de sus posibilidades económicas; emigraron a cualquiera de los municipios aledaños: o a las colonias residenciales de Zapopan, los pudientes, o hacia los "desarrollos habitacionales" de todos los municipios vecinos, los demás.

El resultado fue la transformación de la "Ciudad Amable", con aroma "a limpia rosa temprana" -o, en su defecto, "a pura tierra mojada" (Pepe Guízar dixit)-, en la monstruosa mancha urbana en que residen, como Dios les da a entender, más de 4 millones de personas... aunque las estadísticas muestren, de manera indubitable, que los habitantes del municipio de Guadalajara tienden a disminuir.

El crecimiento de los municipios conurbados es incontenible. Bien visto, tanto los moradores que quedan en los barrios tradicionales como los de la última vivienda de los arrabales de una ciudad que se jactaba de no tenerlos, en Zapopan, en Tlajomulco o en El Salto, viven "en Guadalajara"... con la única diferencia de que unos están a tiro de piedra -literalmente- de El Centro, y otros tienen que hacer recorridos diarios de 2 o 3 horas, en camión, para llegar de su casa a su trabajo, y otros tantos a la inversa.

Jaime García Elías
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 4 de febrero de 2021).

En la Guadalajara de los últimos 50 años hemos visto todo tipo de eventos violentos, desde balaceras entre estudiantes en la universidad en los años 70 hasta el asesinato de un cardenal en el aeropuerto, pasando por una bomba en una fiesta de 15 años, una niña asesinada por policías que dispararon al auto donde iba secuestrada en plena avenida Chapultepec o narcobloqueos en toda la ciudad. La zona metropolitana ha sido escenario víctima de diversos grupos criminales. Más aún, en lo que va de esta administración llevamos 7 tiroteos en lugares públicos.

Diego Petersen Farah
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 10 de febrero de 2021).

También los tópicos caducan. La fuerza de la costumbre los mantiene vigentes durante cierto tiempo, hasta que los hechos los devalúan y terminan por desvanecerlos...

En el caso de los que formaron parte de la identidad de Guadalajara, hay 2, por lo menos, que aún se sostienen, prendidos con alfileres, en la memoria de sus habitantes más ancianos... aunque la maldita realidad está en vías de erradicarlos: uno es la etiqueta que solía colgarse a la ciudad, gracias a una de las virtudes más características de sus habitantes: "Ciudad Amable"; otro, el calificativo que se aplicaba a los sucesos violentos que ocasionalmente ocurrían en esta que se jactaba de ser "tierra de Dios y de María Santísima": "hechos aislados".

Varios episodios acaecidos en lo que va de la semana invitan a reparar en que la violencia ha sentado sus reales y adquirido carta de ciudadanía en Guadalajara y sus alrededores...

Había ya algunos densos nubarrones sobre los otrora límpidos cielos tapatíos: uno, el hallazgo, cada vez más frecuente, de fosas clandestinas utilizadas por delincuentes -obviamente- para confinar, por decenas, descuartizados las más de las veces, los cadáveres de sus víctimas; otro, las estadísticas (oficiales) que daban cuenta de que en la zona metropolitana de Guadalajara ocurrían, en promedio, 4 o 5 homicidios al día.

A esos sucesos, que ya marcaban una tendencia, deben agregarse los más notorios solo en lo que va de la semana: la escandalosa balacera del lunes al mediodía en la zona de Andares, en Zapopan; el miércoles, la irrupción de un comando en una casa particular, en Tlaquepaque, con saldo de 5 personas muertas y una herida; el mismo día, el ataque de 2 sujetos armados en una casa de la Colonia 18 de Marzo, en Guadalajara, contra otras 4 personas, 2 de las cuales fallecieron; ayer jueves, el hallazgo de un cadáver calcinado, aparentemente asesinado con arma de fuego, y el asesinato de una mujer que llegaba al gimnasio, acompañada de su hija, en la colonia Mirador de la Cañada, en Zapopan.

Al volverse repetitivos, esos hechos dejan de ser "aislados"; al volverse recurrentes, casi cotidianos, y al producirse en lugares públicos y aun en la propia casa de las víctimas, dejan muy mal parada la fama de "Ciudad Amable" que, por obra y gracia del talante de sus moradores, en sus mejores tiempos tuvo la "noble y leal" -otro tópico caduco, probablemente- ciudad de Guadalajara.

Jaime García Elías
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 12 de febrero de 2021).

Flexibilización de las medidas dispuestas en función del "botón de emergencia" por la pandemia, anunciada por las autoridades el viernes pasado (en vísperas -¿casualmente...?- del 14 de febrero), y la respuesta, a continuación, de los miles de tapatíos que se agolparon en los bares de la Avenida Chapultepec ("la cantina más grande de Guadalajara") o a las puertas de los mismos, sin guardar la "sana distancia", para intentar ingresar.

Durante el "botón de emergencia" hubo protestas por las restricciones a los adultos mayores en los supermercados, y por el cierre de establecimientos "no esenciales"; de los bares, sobre todo...

-¿Quieren más libertad?- respondió la autoridad: -servidos...

Al no encerrarla en sus casas para impedir que la gente salga, ni comisionar a la policía para evitar que ande en manada o exigir que acate las prescripciones sanitarias para reducir los contagios, cada quién será responsable de las consecuencias del uso (o el abuso) de esa libertad.

Jaime García Elías
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 15 de febrero de 2021).

Tanto los residentes de La Tijera como los de Tesistán, Las Pintas, El Quince o Puerta de Hierro se consideran habitantes de Guadalajara, aunque tengan sus domicilios oficiales en Tlajomulco de Zúñiga, El Salto, Ixtlahuacán de los Membrillos o Zapopan..., y, paradójicamente, ninguno en Guadalajara.

Más allá de tecnicismos o minucias burocráticas, la Guadalajara que el domingo pasado conmemoró -con menos alboroto que de costumbre, por razones obvias- un aniversario más de su fundación, ya no se circunscribe a los barrios ubicados a tiro de piedra -literalmente- del lugar preciso en que unas cuantas familias españolas decidieron asentarse hace 479 años. En la medida en que sus pobladores originales acataron el mandato evangélico de "Creced y multiplicaos" y en que la ciudad se volvió atractiva para los habitantes de otras latitudes, Guadalajara creció primero, se desparramó después, y se transformó en la mancha urbana que, para bien o para mal, es actualmente.

La gran Guadalajara necesita ser gobernada por estadistas en toda la extensión de la palabra: visionarios, preparados, generosos; capaces de entenderla como el hogar común de varios millones de personas que tienen derecho a una vida mejor, y no por media docena de caciques aldeanos empecinados en jalar cada cual para su lado.

Jaime García Elías
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 16 de febrero de 2021).

Es evidente que la historia de Guadalajara, de su zona conurbada, ha sido trabajada por numerosas personas. Al respecto existen miles de páginas difícilmente abarcables. Pero tal vez no tengamos una narración actual, lisa y llana, de lo que la ciudad es. Y si no sabemos esto, no podemos imaginar un mejor futuro.

Primero el agua, raíz de lo que significa estar aquí. De la cuenca tapatía hasta la laguna de Chapala, el Río Santiago que a fuerza de envenenarlo pasó de ser un importante activo hidrológico a constituir una amenaza, las presas existentes o inacabadas o imposibles. El bosque de la Primavera.

De forma paralela la topografía, a la que siempre define lo hidrológico, los sismos y sus destrozos. Luego la urbanización, el casco original y todo su devenir con las graves pérdidas patrimoniales y todo lo que aún resta.

La ecología general, fauna y flora.

Las energías. De dónde llega la corriente eléctrica: un ejercicio que vaya desde los grandes generadores hasta el apagador doméstico. El gas natural y sus trayectos y repartos.

Y el ingente y cotidiano tratamiento de residuos sólidos y líquidos. Su disposición final y sus impactos. Y la economía regional. La seguridad pública, sus principales matrices y causales. Las organizaciones encargadas de este vital rubro.

Puede que lo anterior esté bien estudiado, por universidades y academias. Lo que hace falta es un proyecto sencillo, a la imagen de los que hacía el benemérito profesor Tomás Zepeda Sahagún. La ciudad y el estado presentados en un cuadernillo de 80 páginas. Sería de gran utilidad y serviría para que todos supiéramos en dónde estamos parados y qué podemos esperar. Y más: qué podemos hacer. Vamos intentándolo.

El cuadernillo de referencia sería, obviamente, una síntesis de cada especialista sobre su área de trabajo. Pero luego se requiere una "traducción" al alcance de todos. Así, en 2 o 3 sentadas se podría leer el contenido, apreciar sus sencillas y eficaces ilustraciones. No debería faltar un ejemplar cuando menos en cada casa tapatía.

Así, podremos reconocer los retos del tiempo actual, y los del futuro. No faltaría una sección del cuadernillo que pusiera de manifiesto el patrimonio cultural. En él, en su conservación y su futura creación, se cifra el más precioso de los recursos de una comunidad.

Juan Palomar Verea
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 11 de marzo de 2021).

Los habitantes de esta urbe están ocupados y preocupados por la inseguridad, la reactivación económica, la posibilidad de vacunarse y la falta de agua en casa. ¿Campañas políticas? Ummm... no están en la lista de prioridades.

Jorge Octavio Navarro
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 23 de marzo de 2021).

Tradiciones a la mitad del camino entre lo religioso y lo profano, probablemente más folklóricas que devotas, que prevalecieron. Una de ellas -más difundida y arraigada en Guadalajara y sus alrededores que en otras ciudades del país, por cierto-, "La Visita de las Siete Casas" (o 7 iglesias), principalmente en la Catedral e iglesias vecinas (La Merced, El Carmen, San Agustín, Santa María de Gracia, San Francisco, Aranzazú, San José, San Felipe, etc.)..., con las correspondientes escalas técnicas para cumplir -¡religiosamente, desde luego...!- con el sacrosanto precepto de que en estas fechas "obliga comer empanadas y no se puede trabajar".

Jaime García Elías
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 31 de marzo de 2021).

Este medio verificó que hay tiendas en el Centro de Guadalajara en las que imperan los tapetes secos, la aglomeración de personas (incluyendo a adultos mayores, niños y embarazadas), la falta de termómetros y de gel antibacterial.

"Ya no hay filtros ni gente al pendiente. Deberían tener todo igual que antes porque aún no salimos de la pandemia; nos echaron afuera para contagiarnos. Uno solo se tiene que cuidar, pero lo tienen que ayudar", dijo Hilda, una compradora. "Cada quien hace lo que quiere", agregó Mario, otro paseante.

Los trabajadores de esos establecimientos reconocieron que no implementan las medidas porque "hace mucho que ya no hay obligatoriedad" ni operativos.

"A veces damos gel, pero ya no tenemos sanitizador. Sólo ponemos el tapete, pero ya no se cambia como antes. Además, nos hacían poner una cadena para el paso, pero ya prácticamente todos pasan, ya no hay cupo limitado. Tampoco vienen a checarnos", explicó Karla, empleada de una tienda de ropa.

Por su parte, el Ayuntamiento de Guadalajara aseguró que la supervisión en los establecimientos continúa de manera habitual, como desde hace un año, así como la aplicación de amonestaciones a quien incumpla las medidas.

En Jalisco, más de 11,000 personas han muerto por COVID-19. Además, la Secretaría de Salud ha confirmado que los contagios en la entidad superan los 233,000 casos. La solicitud es no bajar la guardia para evitar una nueva alza en los infectados, como sucedió a inicios de este año.

(V.primera plana del periódico El Informador del 1o.de abril de 2021).

Fue impecable de principio a fin la vacunación de adultos mayores en el CUCEI de la Universidad de Guadalajara el martes 30 de marzo.

Un número impresionante de estudiantes voluntarios, identificables por sus camisetas, asistían al personal médico, de estricta bata blanca; organizaban, revisaban papeles, tomaban nota, todo con orden y celeridad, y también con educación y amabilidad para con los viejos, viejitos, vejetes y demás asistentes en distintas fases de decrepitud. Por supuesto, todos los jóvenes llevaban tapabocas y gafetes de la Universidad. También había personal de la policía del estado.

Sólo a la salida se divisaban un par de ejemplares zotacos de los chalecos pardos de siervos del altiplano (que afortunadamente no hacían absolutamente nada), y un par de soldados con brazalete del Plan DNIII que platicaban muy tranquilos.

Anima y reconforta, en medio de la zozobra y el caos generalizados en el país, constatar que hay aquí una institución poderosa, responsable y eficaz, que pese a las criminales necedades federales puede entrar al quite para defender a los jaliscienses.

María Palomar
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 4 de abril de 2021).

Las maneras en que un ser humano ha torturado a otro son infinitas, pero en las grandes ciudades se acaba de descubrir un método novedoso y efectivo: ciérrale la llave del agua. Debemos advertir que ya se usaba en el medio rural, cuando quien tenía el control de presas, represas, ríos y canales, cerraba el flujo para que los beneficiarios se sometieran a sus condiciones, o para escarmentarlos.

Ya antes nos habían cerrado la llave de la gasolina, pero el agua es otro asunto. En cierto modo sucede aquello de los que se espantan con el mismo fantasma que ellos producen. Desde hace mucho tiempo gobiernos municipales y estatales, haciendo lujo de una total irresponsabilidad otorgaron permisos a diestra y siniestra para la construcción de todo tipo de colonias y fraccionamientos, así como de industrias y empresas, como si el agua fuese un bien inagotable e infinito, hasta convertir la zona metropolitana de Guadalajara en una verdadera mancha urbana y, además, seca. Está claro que el agua nunca formó parte de sus presupuestos, de ahí que los permisos no tuvieran en cuenta si se podría o no abastecer a cuanto nuevo asentamiento humano surgía.

La idea del Acuaférico parte del mismo supuesto erróneo, que Chapala es inagotable, por lo mismo también su ribera se ha dejado poblar de conjuntos y desarrollos horizontales y verticales, dando abundante dinero a los municipios involucrados y, sobre todo, a sus administradores, los cuales, pasado su periodo, se van tranquilos y enriquecidos, dejando tras de sí problemas de proporciones incalculables. Los desarrolladores participan de la misma felicidad, vendiendo a precios exorbitantes departamentos y casas, sin avisar a los incautos compradores que, en una de esas, el agua se va a acabar, y con el agua, el hermoso paisaje por el cual tanto pagaron.

Desde luego la ciudad de León tiene el mismo problema, pero también lo tienen los habitantes de la región Altos, sólo que el estado de Guanajuato, que ya dispone ampliamente de las aguas del río Lerma, principal afluente de Chapala, está empeñado en obtener ahora las del rio Verde, ya conocemos la complicada y tortuosa historia del proyecto Zapotillo. Es igualmente conocida la serie de proyectos bastante bien pensados por ingenieros menos políticos, pero más capaces, los cuales sin embargo han sido ignorados o truncados.

¿Cómo hacer para frenar esta expansión devastadora de la zona urbana que ya alcanza proporciones alarmantes? Pregunta grave, que va unida a otra ¿es posible frenar el tamaño de las ambiciones, de la avidez, de gobiernos, fraccionadores y compradores? ¿Es que ya no hay nadie, una voz con autoridad para hacernos reaccionar, recapacitar, tomar conciencia del presente y del futuro que estamos provocando?

Por lo pronto la ciudadanía sufre ya las consecuencias de su propia imprevisión, de su confianza ingenua, las secuelas de decisiones gubernamentales acaso inevitables, pero de las que medio mundo sospecha. Cómo de costumbre, al fallar una y otra vez los recursos mágicos, tenemos que acudir a los efectivos, y pedirle a Dios que pronto llueva y que llueva en abundancia, aunque a estas alturas todavía no seamos capaces de aprovechar las aguas de lluvia.

Armando González Escoto
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 11 de abril de 2021).

Quienes conocieron a (o, mejor aún, vivieron en) la Guadalajara que ostentaba -"¡'ai pinchemente!", diría Juan José Doñán- el mote de "La Perla de Occidente" o años más tarde aún mereció el calificativo de "Ciudad Amable", desearían, en efecto, que una metamorfosis portentosa le devolviera muchas de las notas distintivas de los tiempos en que la calidad de vida de sus habitantes era mejor, aun sin muchos estimables adelantos de la modernidad. Aprobarían, pues, que la misma fuera objeto de una "transformación" como la que propone alguno de los candidatos a gobernarla tras las elecciones del próximo 6 de junio.

Por supuesto, la "transformación" propuesta no pasa de ser, hasta ahora, mera frase de campaña. Hasta donde se sabe, ni siquiera quienes han tomado ese concepto como bandera, tienen una idea clara ni mucho menos han propuesto a los habitantes de la ciudad o a los potenciales electores un proyecto propiamente dicho en ese sentido.

Se impone subrayar, por lo demás, que Guadalajara, históricamente, ya ha sido objeto -¿o sería más exacto decir "víctima"...?- de varias "transformaciones". Las 3 primeras consistieron en su reubicación geográfica, hasta asentarse, en 1542, en el Valle de Atemajac.

La 4a., significativa porque permitió "modernizar" la traza urbana del centro histórico, a mediados del siglo pasado, consistió en ampliar las avenidas Juárez-Vallarta y Alcalde-16 de Septiembre, e implementar la "cruz de plazas" en torno a la Catedral, según el proyecto del arquitecto Ignacio Díaz Morales y el gobernador Jesús González Gallo. Más tarde, las "carreteras" a Zapopan se transformaron en las avenidas Prolongación Américas (la vieja) y Ávila Camacho (la nueva). Posteriormente se demolieron varias manzanas e incluso la antigua Plaza de Toros "El Progreso" para meter a martillazos la Plaza Tapatía desde el Teatro Degollado hasta el Hospicio Cabañas. Se ampliaron las avenidas Hidalgo y Tolsa-Munguía (rebautizada como Enrique Díaz de León), en beneficio de la vialidad pero en detrimento de la estética. Lo mismo sucedió con las calles Escobedo, Moro y Mezquitán, demoliendo 1,150 fincas para abrir la avenida Federalismo; el Reglamento de Zonificación, Construcción e Imagen Visual que supuestamente aplicaría la Dirección de Obras Públicas Municipales no se cumplió, por lo que -como escribió Laura Zohn (EL INFORMADOR, VII-19-2008- "la imagen urbana se transformó drásticamente, contribuyendo al detrimento de la vida de barrio".

Conclusión: en nombre del progreso, Guadalajara ya ha sido objeto de varias "transformaciones"; bien intencionadas todas, ciertamente..., pero también, en buena medida, fallidas.

Por supuesto, hay muchos aspectos en que sería deseable someter a Guadalajara a una transformación, en beneficio de la calidad de vida de sus habitantes, tan venida a menos de unos años a la fecha...

Entre la ciudad "linda y provinciana" que alcanzó el rango de metrópoli por obra y gracia del nacimiento del Tapatío un Millón (el 8 de junio de 1964) y la actual, hay una diferencia brutal. Pretender -y más aún: prometer- una "transformación" de Guadalajara, como plantea uno de los candidatos a gobernarla tras las próximas elecciones, obliga a partir de la premisa de que la actual Guadalajara es una compleja mancha urbana -o zona metropolitana, para que suene mejor- integrada por 10 municipios (Tlaquepaque, Tonalá, Zapopan, Tlajomulco de Zúñiga, El Salto, Juanacatlán, Ixtlahuacán de los Membrillos, Acatlán de Juárez, Zapotlanejo y la propia Guadalajara) indisolublemente fusionados entre sí.

Entre los aspectos que muchos urbanistas y otros tantos munícipes (o aspirantes a) han contemplado, con la intención de mejorar la calidad de vida de los tapatíos, sobresalen los siguientes:
1.- El repoblamiento del Centro de la ciudad.
2.- La reestructuración del transporte público.
3.- La renovación y modernización de pavimentos y mercados.
4.- La renovación de la envejecida y obsoleta infraestructura hidro-sanitaria (incluida la instalación de un sistema que permita captar y aprovechar las aguas pluviales y reducir las inundaciones).
5.- La protección efectiva de la Barranca de Huentitán y el Bosque de La Primavera.
6.- El saneamiento integral de la Cuenca del Ahogado y la reurbanización del Cerro del Cuatro, calificados ambos como barbaridades urbanísticas y desastres ecológicos.

El diagnóstico que contempla la pertinencia de esas deseables intervenciones ya es añejo. Se trata de asignaturas pendientes desde hace un largo rato, y que no se han resuelto no precisamente por falta de voluntad política ni de visión, sino por elemental falta de recursos; porque todas ellas son asignaturas que demandan inversiones descomunales, inaccesibles para los presupuestos disponibles.

Entiéndase: no es que sea una misión imposible. Es, en cambio, una empresa irrealizable para uno solo de los municipios integrados a la mancha urbana, aunque factible para los órdenes de gobierno estatal o federal... a condición de que acertaran a vislumbrarlos, planificarlos, unificar voluntades y convencer a los gobernantes de los 10 municipios sobre la necesidad imperiosa de resolver, todos juntos, uno a uno, esos pendientes.

Jaime García Elías
(v.periódico El Informador del 13 y 14 de abril de 2021).

Emocionado, con los ojos puestos en el infinito, dijo Santiago: -Y la Avenida López Mateos podría llamarse Avenida Ingeniero De la Torre... el ingeniero hizo más por Jalisco que la suma de todos los ex presidentes...

Se refería al ingeniero Javier de la Torre, quien como director técnico del Club Guadalajara consiguió 5 títulos iniciando la leyenda de El Campeonísimo.

Aquel era el momento climático de una charla con Santiago, un apasionado de Guadalajara a la que ahora llama "La Gran Guadalajara" por el tamaño y dimensión que ha cobrado al considerar la fusión de los 10 municipios que oficialmente conforman la Zona Metropolitana de Guadalajara.

Santiago sostiene que la identidad tapatía en sí misma es muy fuerte: decir Guadalajara dice muchas cosas, algo que difícilmente ocurre con otro nombre de ciudad en todo México y en buena parte del planeta.

Y firme creyente del espíritu innovador y heterodoxo de Jalisco en el contexto nacional considera que es momento de empezar a apostarle a reconocer a los héroes y personajes locales y olvidarse un poco de los "eternos próceres patrios".

Habría que cambiar algunos nombres de avenidas, calles y parques.

Y su lógica empezaba por cambiar el nombre del Aeropuerto Internacional de Guadalajara: ¿Porqué se llama Miguel Hidalgo? Así como el de Nueva Orleans en Estados Unidos se llama Louis Armstrong, por el célebre jazzista, el de aquí podría llamarse José Clemente Orozco, que además sería un pretexto para hacer en sus salas y pasillos un ejercicio innovador de decoración con reproducciones de sus más célebres pinturas empezando por los frescos del Hospicio Cabañas.

Santiago considera que es muy afortunado que en la ciudad existan calles y avenidas que lleven el nombre de personas que han hecho mucho por Jalisco como Fray Antonio Alcalde, Ignacio Vallarta, Mariano Otero, Agustín Yáñez, Pérez Verdía, Enrique Díaz de León, Adolph Horn o R. Michel, pero hay otras que tienen nombres que poco tienen que ver directamente con personajes del estado y que al cambiar reforzarían esa identidad tapatía a que se refería.

Y él mismo hacía un ejercicio muy interesante de algunos ejemplos: Avenida Hidalgo podría llamarse Pistache Torres, Avenida Chapultepec sería el Paseo Huapango de Moncayo, El Parque Morelos sería el Parque Maná, tendría que haber calles y avenidas importantes que llevaran los nombres de Guillermo del Toro, Lorena Ochoa, Rafa Márquez, Consuelito Velázquez, Tubo Gómez, Chicharito, y guardando desde ya una muy especial para Checo Pérez y Canelo Álvarez.

Y ahí es dónde Santiago, como un aficionado eterno de las Chivas, remataba diciendo que la Avenida López Mateos sería Ingeniero de la Torre, y la Cazada Lázaro Cárdenas la Calzada Chava Reyes.

Vaya que tiene imaginación el amigo Santiago, y vaya que es interesante el ejercicio de pensarlo.

Pablo Latapí
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 6 de mayo de 2021).

A golpe de vista, cualquiera capta que Guadalajara, en materia de movilidad, evolucionó: del "pueblo bicicletero" -como se le denominaba despectivamente- de mediados del siglo pasado, a la metrópoli motocicletera (valga el neologismo) actual.

Y evolucionó, obviamente, porque sus habitantes se han adaptado a las circunstancias. Cuando las distancias propiciaban los traslados a pie o en bicicleta, los tapatíos caminaban o pedaleaban. Para recorridos más largos, disponían de un transporte público eficiente, suficiente y decoroso... aunque ocasionalmente hubiera percances ocasionados por los "choferoces" -como se les denominaba en las notas policiacas- de las añoradas líneas Analco-Moderna, Circunvalación, Oblatos-Colonias, Norte y Sur y demás.

Cambiaron los tiempos, se acrecentaron las distancias... y cambiaron las costumbres. Ahora, aunque los afanes gubernamentales por promover el uso de alternativas sustentables como la bicicleta se han traducido en la implementación de ciclovías o programas como Mi-Bici, las mayores distancias de recorrido, lo ineficiente e insuficiente del transporte público y lo costoso e inoperante de los automóviles han favorecido la proliferación de las motocicletas.

Cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI): entre 2010 y 2019, el padrón de motocicletas en Jalisco se triplicó al pasar de 178,453 a 536,595.

El Instituto de Información y Estadística de Jalisco (IIEJ), a su vez, refiere que el área metropolitana de Guadalajara concentra el 64.3% del total del parque vehicular del estado de Jalisco, con 2'514,679 unidades circulando. Zapotlanejo es el municipio con la mayor tasa, con 64.8 vehículos por cada 100 habitantes; le siguen Guadalajara con 63.8, y Juanacatlán con 62.6.

La necesidad de realizar desplazamientos prolongados y el ahorro de tiempo y dinero que representa la motocicleta en comparación con otros medios de transporte, explica tanto la multiplicación de esos vehículos, como el desdén de sus propietarios por cumplir las normas.

Mientras la Comisaría de la Policía Vial y la Secretaría de Seguridad del Estado hacen comedidos "llamados" a acatar lo establecido en la Ley de Movilidad y Transporte del Estado de Jalisco y su reglamento respectivo, la insuficiencia de personal para hacer cumplir dichas disposiciones las dejan en el mismo nivel de las llamadas a misa.

Lo cual nada tendría de lamentable e incluso quedaría como anécdota, si los percances imputables a la temeridad y al desdén de las normas en que con mucha frecuencia se ven involucrados los motociclistas, no se pagaran al costo de graves lesiones... y aun de la propia vida.

Jaime García Elías
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 17 de mayo de 2021).

Plantearnos íntimamente la consulta sobre nuestro ser luce pertinente y hondo, cuando alguien la propone a otro se banaliza, por lo que Jalisco Cómo Vamos hace aproximaciones sucesivas: "En general, ¿qué tan feliz es usted?", 55% de los hombres respondieron muy feliz, 29% algo feliz; las mujeres, en el mismo orden, 53% y 30%. A la felicidad calificada del 1 al 5, de nada feliz a muy feliz, los estratos socioeconómicos altos le dan una nota de 4.4, los medios 4.3 y los bajos 4.2. Es decir, la felicidad corre aceptablemente pareja, a despecho de género o condición socioeconómica.

Otro reactivo que está en la vecindad del quién soy es "En general, ¿qué tan satisfecho está usted con su vida?" 85% de las tapatías y tapatíos se dijeron muy y algo satisfechos, y había una pandemia galopando por todas partes; si aplicamos la lente de aumento en ciertas porciones de la abstracción que es los tapatíos, resulta que el porcentaje de las mujeres contentas con su vida es 2 puntos menos que el promedio, y entre las clases sociales los muy y algo complacidos con su vida son 90% de los que conforman el estrato social alto, en la clase media 85% y en la baja 80%. De donde podemos inferir que, al contrario de la felicidad, la vida con sus satisfactores no es un bien idéntico para todos.

Con apenas 2 de los reactivos que componen el estudio de JCV ya podemos rondar una caracterización aceptable del quién somos, a partir de la mujeres y hombres que generosamente respondieron la encuesta y afirmaron, más o menos, quién son. Usemos otro ángulo de aproximación, uno mundano: "por falta de dinero u otros recursos ¿alguna vez usted se preocupó de que los alimentos se acabaran en su hogar?" 45% contestó sí. En la magnífica Guadalajara prácticamente 1 de cada 2 tenía en mente la posibilidad de quedarse sin comida, el asunto es tan concreto que no nos cuesta imaginar, de uno en uno, de una en una, a los individuos en esa condición; si distinguimos por género, la preocupación abarcó a 42% de los hombres y a 48% de las mujeres, es una brecha amplia, ominosa también. Si distinguimos por capas sociales, 30% de los que componen la de los más desahogados económicamente tuvieron ese pendiente, 43% en la media y 58% en la inferior.

Felices, pasablemente satisfechos, económicamente vulnerables (6 de cada 10 en la tercera parte que integra la muestra de los estratos bajos se mortifican porque la comida llegue a faltarles) y propensos a cargar más en las mujeres los males que acarrean, de esta forma van siendo en la metrópoli Guadalajara.

Augusto Chacón
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 23 de mayo de 2021).

La pregunta obligada es por qué un gobierno estatal que nosotros elegimos nos debe defender de un gobierno federal que también nosotros elegimos, pues no olvidemos que el presidente López Obrador ganó la elección en Jalisco.

Si bien es cierto que es este gobierno ha reducido la inversión federal en Jalisco, más cierto es que no hubo engaño: si algo repitió López Obrador a lo largo de su campaña fue que por el bien de todos el presupuesto debería ir a los estados más pobres, así que cuando los jaliscienses dimos nuestros voto a López Obrador sabíamos de qué iba el futuro. Nos puede caer bien o mal el presidente, ese es otro tema.

Si de alguien hemos de defender a Jalisco es de nosotros mismos, de nuestra incapacidad política para llegar a acuerdos en los temas fundamentales para el desarrollo del estado. El abasto de agua para Guadalajara es solo uno de ellos, el más visible y patético. Nadie en su sano juicio puede acusar a la Federación de no haber "resuelto el problema del agua": hay miles de millones de pesos de presupuesto federal enterrados en proyectos inconclusos, en obras que han sido víctimas de la voracidad económica de unos y la rapiña política de otros. Pero lo mismo sucede cuando volteamos a ver el fracaso del desarrollo de la Costa Alegre, no digamos de la seguridad pública: quien ha cobijado y ahijado al crimen organizado en la sociedad somos los tapatíos, nadie más.

No hay duda de que se requiere un nuevo federalismo fiscal que replantee de fondo la relación entre un gobierno cada vez más centralista y autócrata y los estados. Era urgente hace años y lo sigue siendo ahora. Pero más apremiante e importante es un nuevo pacto social entre los jaliscienses que permita levantar la mirada más allá de los gritos y sombrerazos de cada campaña, de cada slogan publicitario del gobernador en turno. Más dinero, más inversión pública es fundamental para el desarrollo, pero eso no nos hará en automático un mejor estado ni nos va a librar de nosotros mismos.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 24 de mayo de 2021).

De la 7a. encuesta de Jalisco Cómo Vamos (JCV), correspondiente a 2020, se desprende que a 27% de las y los tapatíos le interesan "nada" los asuntos públicos y la política; apenas 5% dijo participar en una junta vecinal, 4% en una organización educativa, 3% en alguna asistencial o de la sociedad civil, 2% en algún partido o asociación política. El trajinar de los políticos -acentuadamente durante las campañas electorales- ha quitado a la gente las ganas de enterarse de las cosas públicas y, en consecuencia, participa muy poco en las materias comunes. Además, cuando creímos haberlo visto todo, cuando sentimos haber tocado fondo, brota, descarado y atemorizante, un hecho de violencia, uno más, que apunta a un horizonte que se torna más negro.

Del 1er. Reporte Trimestral de Incidencia Delictiva de 2021, presentado por el Observatorio Nacional Ciudadano y JCV, en los primeros 3 meses murieron en el estado, por la intervención intencional de uno o más asesinos, 433 personas, 4.8 al día, 75% de ellas en el área metropolitana de Guadalajara; en el mismo lapso quedaron registrados 13 feminicidios y la cuenta oficial de desaparecidos sobrepasa los 12,000, y podemos complementarla con el dato que JCV obtuvo en sus estudio de 2020: 9% de la muestra respondió que tiene algún familiar en esa condición (la 1a. vez que se preguntó, en 2016, 2% contestó lo mismo).

Lo anterior es una tragedia multitudinaria constante, incremental, que tiene caudales tributarios; algunos tenaces, la economía medida en los bolsillos de la mayoría, la atención a la salud, las desigualdades ampliándose, y otros de ocasión, como la sequía.

Si concordamos en que la responsabilidad de las circunstancias teñidas de crisis y de rojo líquido recae en gran medida en los gobernantes (es larga la hilera de señalados) y en las instituciones, con las federales por delante (según la regla: nómina mayor mata nómina menor), el dilema es: plantarnos en la estéril (no ha dado resultados) repartición de culpas o concentrarnos en lo que hemos de acometer para fugarnos de este cuasi estado de guerra.

Nos gravan con la idea de que lo ciudadano ahora significa individuos, mujeres y hombres, atrincherados en el miedo y pertrechados de un yo y los míos que nos deja inermes como sociedad.

Augusto Chacón
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 30 de mayo de 2021).

El caso de la vacunación para mayores de 50 años que comenzó este lunes en el macrocentro de vacunación del Auditorio Benito Juárez.

A pesar de que se generó un sistema de citas para los ciudadanos, muchos llegaron a hacer fila desde el día anterior y otros hasta con varias horas de anticipación.

Eso lo que generó fueron aglomeraciones innecesarias, pues ya hay un orden y una cita con horario establecido. El llamado de las autoridades es a que los beneficiarios lleguen 10 o 15 minutos máximo antes de su cita para evitar que se abarrote el centro de vacunación.

Allá en La Fuente
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 1o.de junio de 2021).

Para llegar a la casilla, se les cita a los funcionarios desde las 7:30 de la mañana para montar y abrir la casilla a las 8:00 a.m. Sin embargo, se le espera hasta las 8:15. Si no llega, se le llama al suplente y, si este tampoco llega 15 minutos después, se piden voluntarios en la fila.

Esto sucedió en 3 de cada 10 casillas en la zona metropolitana de Guadalajara, informó la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) Jalisco, como parte de la observación electoral que realizan de la mano del Instituto Interamericano de Derechos Humanos.

El presidente de Coparmex, Carlos Villaseñor, señaló que hubo "una relación entre esta situación (falta de funcionarios) y el atraso en la operación, sumado al armado logístico de la casilla".

Informó que en el 1er. corte, a las 8:30 de la mañana, de las 122 casillas observadas solo 7% iniciaron operación de forma completa o correcta, es decir, sin incidencias por falta de protocolos sanitarios, de funcionarios, de papelería electoral, entre otras.

Respecto a los protocolos sanitarios por la pandemia de COVID-19, resaltó que en 8 de cada 10 de las casillas se hizo un proceso de desinfección de los lugares en donde votaran las personas. Mientras que en poco menos se informó de manera adecuada el protocolo sanitario.

Sin embargo, estos protocolos, aunados a la falta de funcionarios, causó la acumulación de votantes. Por lo mismo, hubo inconformidad por parte de ellos. Pero también por parte de los representantes de partido, ya que no les permiten estar adentro por cumplimento de protocolos.

(V.periódico El Informador en línea del 6 de junio de 2021).

En los camiones de Guadalajara, en tiempos de María Canica, había chispazos de ingenio. Por ejemplo, junto a los cordones con que se activaba el timbre, los rótulos avisaban: "Es timbre, no trapecio"; o bien, "Es timbre, no tololoche". Otros, a la recomendación de "No fumar" y "No escupir", sumaban un piropo: "Usted no es feo...".

Más allá de esos detalles, que arrancaban una sonrisa a los pasajeros, el de la "Ciudad Amable" de entonces y sus municipios vecinos -Zapopan, Tlaquepaque y Tonalá-, era, en términos generales, un transporte público digno y eficiente.

Por desgracia, el incontenible crecimiento de la mancha urbana ocasionó la degradación de ese servicio.

Jaime García Elías
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 11 de junio de 2021).

Es bien sabido que el público tapatío ha sido uno que asiduamente asiste a espectáculos internacionales que para bien y para mal llegan a Guadalajara. Un tío mío decía que cuando alguien llegaba de gira a la ciudad es que ya no valía mucho la pena ir a tal espectáculo. Y claro, eran otros tiempos, se refería -este tío mío- a qué venían como de paso a la ciudad en aquellos combos en los que casi siempre estaban por retirarse y los hacían más bien por llenarse la cartera de su liquidación. Yo creo que los tiempos y los criterios para girar en Guadalajara han cambiado definitivamente, no así el comportamiento del público.

La selección de parte de gestores, productores ejecutivos y empresarios se ha hecho -para ser justos- muy diversa pues en la ciudad se encontró un punto geográfico y económico. Sin embargo, algo queda de aquellas giras que siguen encontrando en el público tapatío un fiel admirador. Compañías de ballet y orquestas "de hueso" siguen llenado los grandes teatros de la ciudad y los promotores siguen pensando (porque los he oído) que en Guadalajara la gente no está preparada para ver distintas puestas.

Argelia García F.(v.pág.10-A del periódico El Informador del 20 de junio de 2021).

Guadalajara ya tiene un nuevo alcalde, electo. Su triunfo electoral fue precedido de notables aciertos en su encargo anterior, lo cual le permitió contender por Guadalajara, y ganar. Esa trayectoria permite a la ciudadanía tapatía plantearse diversas cuestiones.

¿Se acabará por fin el corrupto negocio de pavimentar y repavimentar calles con asfalto del más corriente, que cobran por el más caro, y que al 1er. aguacero fructifica en incontables baches? ¿Se controlará a los beneficiarios de las infinitas torres de departamentos que se construyen, sin que los desarrolladores asuman compromiso alguno en materia de servicios y vialidades? ¿Resolverá el nuevo ayuntamiento los diversos problemas del subsuelo tapatío, generados por las fugas de agua y productores de socavones y reblandecimientos? ¿Se podrá recuperar el sueño dorado de una sola Guadalajara, en lo que se refiere a la calidad de los servicios?

Los casi 188 kilómetros cuadrados del municipio de Guadalajara están ya por completo cubiertos, pero no necesariamente habitados, tampoco urbanizados de manera uniforme. Guadalajara, como muchas otras ciudades, experimenta desde hace años el fenómeno de la desfocalización, es decir, el abandonó social de los centros históricos, lo cual ha dejado en la Guadalajara originaria más de mil casas abandonadas, sin que a la fecha pueda recuperarse un programa, tan criticado por efectivo, como fue el que renovó el barrio de Mexicaltzingo, y que fue exitoso en muchas otras ciudades de México. Al final, sólo el centro histórico de Guadalajara permanece abandonado, fuera de la cruz de plazas; de cualquier modo, llegar hoy día al centro es igualmente complicado debido al irracional manejo de las vialidades que ahí se impuso.

¿Podrá el nuevo gobierno negociar con los egoísmos inmobiliarios del centro histórico, para lograr su rescate integral? ¿Se podrá igualmente sobreponer a la vanidad política que ha impedido reconocer y, por lo mismo, corregir los errores cometidos en pasadas administraciones?

El paternalismo caciquil de la política mexicana sigue siendo fuente inagotable de fracasos y prolongación de yerros que paga invariablemente la ciudadanía. En el momento actual ninguna autoridad por muy capaz que se crea, puede resolver los problemas de la ciudad sin la ciudad, no se trata de seguir aparentando que se consulta al ciudadano, se trata de involucrarlo realmente en la búsqueda de respuestas y en el sostenimiento de soluciones.

¿Podrá el nuevo alcalde recuperar la Secretaría de Vialidad que, en estos años, en el mejor de los casos, ha estado simplemente ausente de la vida ciudadana? ¿Se instaurarán, como antaño, los programas cotidianos de educación cívica y, sobre todo, vial, que libere poco a poco a nuestra ciudad del incontable número de cafres y barbajanes que por ella conducen todo tipo de vehículos, lo mismo públicos que privados, de modelos atrasados o de autos de súper lujo? ¿Podrá la autoridad comprometer en este urgente asunto a las innumerables universidades que aquí existen?

No nos gustaría oír la excusa de siempre: "nadie puede arreglar problemas de tanto tiempo, en 2 o 3 años", más bien esperamos que por fin se comience a dar solución a estas realidades, por más que el fruto ya maduro deba tardar.

Armando González Escoto
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 27 de junio de 2021).

Antes de ser civilizados en esta tierra bendita, el año no se dividía en 4 estaciones sino en 2: temporada de aguas y temporada de secas. Así, el dicho era que el día de san Antonio, 13 de junio, comenzaban las aguas, aunque no lloviera y se terminaban en san Francisco, el 4 de octubre, aunque siguiera lloviendo. Y aunque nuestras amadas autoridades lo desconocen, aquí siempre ha llovido con furia bíblica. En mi ya lejana infancia, vivíamos por la calle de López Cotilla, que por cierto todavía no estaba pavimentada y era una gran diversión infantil mojarnos en las corrientonas que se hacían en dicha calle y por qué no, ganar algunos centavos poniendo tablas para que las señoras no se mojaran cuando iban al rosario, porque en aquel entonces no se usaban misas en la tarde.

Y gozábamos del aguadal que corría alegremente hacia abajo, esto es, rumbo a san Juan de Dios, situación que sigue sucediendo, solo que las autoridades se muestran sorprendidas de la cantidad de agua, y como todo quieren que suceda igual que en la gran Chilangostlán, pues decretan que las cantidades de agua que caen son extrañamente superiores cuando, discúlpenme, pero yo las veo exactamente iguales. Pero ese sistema novedoso ha hecho que se pierdan maravillosas costumbres y definiciones muy tapatías, como por ejemplo aquel famoso dicho, para demostrar suficiencia, de "yo me subo al chorro por las canales" y si usted quiere saber qué fregados es eso, les recomiendo que en la siguiente tormenta se vaya usted a Palacio de Gobierno y noten cómo caen los chorros por las canales, y vean si se pueden subir por ahí.

En eso Guadalajara no ha cambiado mucho, claro que ya es más grande y ya se nos quiere olvidar que éramos un pueblo bicicletero, aunque gracias a que es un magnífico negocio hacer ciclovías estamos volviendo a nuestro origen, sin importar que las autoridades tengan que inventar un mundo de ciclistas que casi no existe más que en los informes oficiales.

Pero las aguas empezaron y empezaron bien, tanto que la sequía tan anunciada por las autoridades con los propósitos de conseguir dineros de la federación, pues ya no creo que funcionen mucho y esperemos que siga lloviendo para que después nos quejemos de que las presas están llenas y que en los chorromil sitios que se acostumbran las inundaciones en la ciudad se siga practicando tan bonita costumbre, al final dicen que los tapatíos somos quejumbrosos y después de quejarnos del calor, toca quejarnos de la lluvia.

Y puede que esto empeore porque ya hace tiempo el triunfador Lemus y recientemente la superestrella Fumamota dijeron que iban a plantar un millón de árboles, con lo cual yo creo que el siguiente plan estelar del gobierno debería ser ayudarnos a comprar hachas para poder entrar entre la maleza, aunque tengo la esperanza de que ambos, políticos al fin, digan que eran promesas de campaña.

Carlos Enrigue
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 27 de junio de 2021).

La historia de los esfuerzos para abastecer de agua a los habitantes de Guadalajara comienza, cuando menos, desde la 4a. fundación de la ciudad...

Después de las 3 primeras intentonas (en Nochistlán, Tonalá y Tlacotán, sucesivamente), Nuño de Guzmán, Beatriz Hernández, Miguel de Ibarra y demás peregrinos decidieron asentarse, el 14 de febrero de 1542 según refiere la tradición, en la margen poniente de un río (San Juan de Dios) que "nacía" en los manantiales del Agua Azul, Agua Blanca y San Ramón, entre otros. Ese río, poco caudaloso, fue entubado a principios del Siglo XX para dar lugar a la actual Calzada Independencia.

La historia también refiere el sistema de galerías filtrantes, diseñado por Fray Pedro Buzeta, en el siglo XVIII, para traer a Guadalajara las aguas de los entonces "Colomitos lejanos" (inmortalizados así por Pepe Guízar en la letra de su "Guadalajara").

A mediados del siglo pasado el Lago de Chapala -"el más grande de México", aunque alguna de sus crisis lo pusiera, hará unos 25 años, en trance de agonía- pasó a ser, bien que mal, mediante los canales de Atequiza y Las Pintas, la principal fuente de abasto para una mancha urbana que ya abarca Guadalajara, Tlaquepaque, Tonalá, Zapopan, Tlajomulco, El Salto, Juanacatlán, Ixtlahuacán de los Membrillos, Acatlán de Juárez y Zapotlanejo, se sigue desparramando en forma incontenible y de unos años a la fecha crece también hacia arriba de manera espectacular, por no decir que aterradora.

En años recientes se han sucedido diversos proyectos para resolver el problema: el sistema La Zurda-Calderón en Los Altos, el de la presa de Arcediano en la Barranca de Huentitán, el Acuífero de San Marcos y los embalses de El Zapotillo y El Purgatorio, etc. Los que no han abortado, han resultado insuficientes.

Jaime García Elías
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 1o.de julio de 2021).

Dicen los entendidos que las plegarias que con mayor frecuencia y fervor se elevan al cielo desde Guadalajara, van en 2 sentidos; a saber:

-¡Que llueva...! -en los meses de sequía (marzo, abril y mayo, sobre todo), cuando se disparan las temperaturas y tienen que tomarse medidas drásticas para racionar el agua para la población.

-¡Que deje de llover...! -(en los meses de julio y agosto, sobre todo), cuando los proverbiales aguaceros tapatíos provocan severos encharcamientos, derriban decenas de árboles, interrumpen el suministro eléctrico, alteran o derriban semáforos y provocan colapsos viales al por mayor.

También se dice que los fundadores de Guadalajara acertaron cuando decidieron asentarse en las márgenes de un río (el San Juan de Dios, entubado hace más de un siglo y cubierto por la actual Calzada Independencia), porque lo hicieron en febrero...; si hubieran llegado en pleno temporal de lluvia, habrían huído despavoridos.

Más allá de esas cuestiones, que se quedan en el terreno de la anécdota, los estudiosos del tema coinciden en que Guadalajara debería seguir el ejemplo de las muchas ciudades que en el mundo han implementado sistemas para captar, almacenar y aprovechar las aguas de lluvia.

De hecho, EL INFORMADOR recordó ayer que el 14 de abril del 2021, Arturo Gleason, académico de la Universidad de Guadalajara, recomendó que el agua de lluvia debería ser fuente primaria, pues la que cae en Guadalajara en un temporal, equivale a la que se consume en todo el año. El agua que supuestamente sobra cuando llueve, es precisamente la que falta en los meses de sequía. En otras palabras, lo que en julio y agosto es un problema, podría ser, manejado con inteligencia, la solución para las carencias de marzo, abril y mayo.

En concordancia con esa recomendación, el Gobierno de Jalisco puso en marcha -¡aleluya...!- un programa piloto para captar agua de lluvia, instalando tanques de hasta 2,500 litros, alimentados por bajantes colocados en las azoteas, "que pueden llenarse hasta 13 veces al año con agua de calidad apta para todos los usos domésticos, salvo para beber" -dice la nota de "Milenio"-, en 600 viviendas de la Colonia Mesa Colorada Poniente, en Zapopan. En la 2a. etapa, el año próximo, se beneficiará a 7,000 viviendas más. Es de suponerse que dicho programa tendrá continuidad y beneficiará principalmente a las colonias que más problema de abasto tienen ordinariamente.

Jaime García Elías
(v.periódico El Informador en línea del 15 de julio de 2021).

Aun desde antes de que Ignacio Manuel Altamirano, uno de los mexicanos más lúcidos que ha existido, declaró aquello de que Guadalajara era "la hija predilecta del trueno y de la tempestad" era común que nuestros paisanos sacaran recipientes a la calle o a las azoteas para captar agua cuando esta, lo mismo que ahora, caía a raudales del cielo.

No sé cuándo se perdió el hábito que, si bien no es una solución moderna a la dificultad que hemos generado con nuestro irresponsable crecimiento, como quiera que se vea es un paliativo a un problema que ha llegado a un álgido nivel.

Cierto es que nos gustan las soluciones radicales, pero estos "parches" no dejan de tener su utilidad, sobre todo cuando se llega a extremos tan drásticos como los que padecemos en este momento.

Claro está que tampoco puedo prescindir de sacudir el árbol genealógico de quienes en los años 60 se oponían al control natal que podría haber permitido un crecimiento más organizado y no habríamos llegado al extremo de que niños y adultos sufran de tal manera por la falta de agua.

Se hacen críticas a nuestro gobierno por haber caído tan bajo. Seguramente tienen razón, pero no debo de sentirme complacido por el hecho de que, además de perseguir soluciones de gran envergadura, haya decidido promover la recolección en recipientes adecuados de diferentes tipos.

Se han alcanzado ya éxitos concretos alentadores en recipientes de buen tamaño pero fáciles de instalar en la mayor parte de los domicilios, en uno de estos aguaceros "muy tapatíos" que nos han tocado ya, uno de estos recipientes no mucho más pequeños que un tinaco normal, acumuló agua que, sin contar con el baño diario, puede rendir casi una semana.

Ya sé que no es gran cosa, pero no cabe duda que "peor es nada".

Bien claro tenemos que, tal como se ha dicho, infinidad de veces, los tapatíos, desaprovechamos con el mayor desparpajo nuestras azoteas...

Pero recientemente ello ha dejado de ser una verdad absoluta, pues entre los calentadores solares y los módulos cada vez más frecuentes para generar electricidad, el panorama desde el aire de nuestra ciudad empieza a ser diferente. De cualquier manera, estoy seguro de que en casi todas las azoteas cabría un depósito, o tal vez más, para almacenar un poco de agua de lluvia y, aunque haya quienes tienen el privilegio de que en su barrio o colonia no falte el líquido vital, su uso puede permitir que pasen más litros a otros lugares menos favorecidos.

Todo ello para secundar la idea de repartir depósitos para almacenar el agua, siempre y cuando no se olvide buscar la manera de que todos gastemos menos y de que se habiliten nuevas fuentes de abastecimiento sin que ello signifique fastidiar la vida de los demás.

Por otro lado, no olvidemos tampoco la conveniencia de alimentar el agua del subsuelo desde nuestras casas también con pozos.

José Ma.Murià
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 23 de julio de 2021).

Tiempos hubo, Señor Don Simón, en que si algo le sobraba a Jalisco eran timbres de orgullo... "La cuna del mariachi"; "La tierra del tequila"; "La tierra de los hombres más machos" (cuando aún no se inventaba la homofobia, por supuesto); "La tierra de las mujeres más hermosas" (¿quién ignora que "no hay ojos más lindos en la tierra mía / que los negros ojos de una tapatía..."?); la cuna del 1er. cardenal (José Garibi Rivera) y del 1er. campeón mundial de boxeo (José Becerra) orgullosamente mexicanos; el solar natal de Pepe Guízar, Consuelito Velázquez, Ana Bertha Lepe, María Victoria y una lista interminable de figuras de las artes y la ciencia.

Unos tiempos traen otros, por desgracia. Así, actualmente "Jalisco lidera las atrocidades en México, lo que incluye el hallazgo de fosas clandestinas, descuartizamientos y destrucción de cadáveres, masacres, feminicidios y calcinamientos, entre otros delitos" (EL INFORMADOR, VII-24-21, pp. 1 y 2).

"El Museo de los Horrores", que antaño aparecía como novedad de temporada -como el circo-, se esperaba con cierto morbo, sí..., pero también, por la ley de los contrastes, con cierta alegría: como una señal de que aquellas atrocidades ocurrían en otras latitudes; no en la que se jactaba de ser "la tierra de Dios y de María Santísima". Ahora, la organización "Causa en Común" elaboró la Galería del Horror, basada en los crímenes registrados en los medios periodísticos, y ubica un altísimo porcentaje de ellos en Jalisco.

Aun en el entendido del subregistro sistemático en esa materia, porque la mayoría de las notas policíacas se originan en las actas ministeriales y muchas agencias del Ministerio Público se abstienen de registrar o difundir información sobre los homicidios dolosos que ocurren en el país, las cifras, en efecto, son aterradoras: las de esos episodios, que se han vuelto cotidianos, sí..., pero principalmente -como se ha señalado infinidad de veces- los correspondientes a la impunidad; es decir, a la ostensible incapacidad de las autoridades para ir, en el mejor de los casos, más allá de la identificación de las víctimas (y no siempre, como lo demuestra la creciente acumulación de cadáveres anónimos en el Servicio Médico Forense), sin llegar, como no sea excepcionalmente, al esclarecimiento de los delitos y la aplicación de "todo el peso de la ley" a los delincuentes.

Jaime García Elías
(v.pág.11-A del periódico El Informador del 26 de julio de 2021).

Al desbordamiento del Arroyo Seco y la inundación de colonias en Zapopan se les puede llamar de muchas maneras menos fenómeno natural. Por supuesto que lo que lo detona es una tormenta fuerte y puntual, con una cantidad de agua por encima de los promedios, pero no distinta a las que caen en esta zona del país con frecuencia. Sí, así llueve por acá, por eso los arroyos tienen (o tenían) una sección, un cauce tan ancho y sólo los vemos llenarse una vez cada 5 o 10 años durante unas cuantas horas.

El problema se agrava porque los incendios en este estiaje fueron mucho más fuertes que los de un año normal, dejando el suelo erosionado, lo que hace que haya menos infiltración y riesgo de arrastre de materiales. Pero ese dato lo sabíamos, los expertos en incendios nos advirtieron, por lo que era necesario limpiar y liberar los cauces de los arroyos de las cuencas afectadas por el fuego.

Los valles sobre los que se fundó Guadalajara, el de Atemajac, el de Tesistán, el de Tlajomulco, eran un entramado de arroyos. El desarrollo de la ciudad se ha hecho sin respetar sus cauces. Muchos de ellos hoy son calles, como la avenida Patria, Montevideo, Santa Teresa o la avenida La Paz, pero hay muchísimas y todas, por supuesto, se inundan. El Arroyo Seco hubiese podido canalizar, con su sección natural, toda el agua que cayó en La Primavera el fin de semana, pero durante los últimos 25 años ha sido objeto de invasiones y rellenos de escombro (de ahí la cantidad de plásticos que vimos en la imágenes de las colonias inundadas) ante una actitud pasiva de las autoridades municipales.

Cada vez que se da un permiso de urbanización "modificando" el cauce de un arroyo o se permite la invasión de estos para hacer desarrollos irregulares, estamos construyendo la tragedia de mañana. Los habitantes de estas colonias son la mayoría de las veces víctimas y los gobiernos tienen que responder, con los recursos de todos. Los causantes, desarrolladores, formales o informales, vinculados a cámaras empresariales o grupos delincuenciales, nunca son llamados a cuentas.

No culpemos a la lluvia ni al cambio climático: detrás de todas estas tragedias hay responsables por acción u omisión. Proteger los cauces de los arroyos es una obligación del Estado y una responsabilidad de todos. Hacerlo no sólo nos ofrecerá una ciudad más sustentable, sino también más segura y con menos tragedias de esas que año con año nos cuestan a todos, pero terminan pagando más, como siempre, los que menos tienen.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 28 de julio de 2021).

De acuerdo con información que anoche compartió el gobernador de Jalisco, 57% de los que tienen entre 40 y 49 años cuentan con apenas una inyección del fármaco para combatir el nuevo coronavirus.

En esa misma situación se encuentra 57% de los habitantes de 50 a 59 años y 65% de los mayores de 60.

A través de redes sociales, el mandatario estatal lamentó que los jaliscienses desairen los biológicos. Afirmó que quienes no están protegidos son los que han enfrentado las peores dificultades en la actualidad.

"La gran mayoría de quienes hoy están luchando por su vida en un hospital no quisieron vacunarse, esa es la realidad", resaltó en su mensaje e hizo un llamado para que completen su esquema de vacunación.

Por otra parte, el investigador Víctor González Romero indicó que la edad de las víctimas mortales ha bajado durante la 3a. ola en el estado, pues quienes fallecieron recientemente tenían en promedio 59 años y hace un año estaban a la cabeza los de 65.

"El año pasado los menores de 30 años representaron el 0.6% de los fallecimientos, no llegaron ni al 1%, pero este año representan 4%. Hay menos muertes entre adultos mayores y las víctimas mortales ahora son más jóvenes", acentuó.

(V.primera plana del periódico El Informador del 11 de agosto de 2021).

Aunque han tenido oportunidades para recibir la vacuna para prevenir cuadros graves de COVID-19, más de 686,000 jaliscienses mayores de 50 años no se han aplicado el biológico.

De acuerdo con la Secretaría de Salud Jalisco (SSJ), 66% de los 999,185 mayores de 60 años tiene al menos una vacuna, lo que significa que 343,120 no han sido inmunizados.

A la cifra anterior se suman 343,477 personas de entre 50 y 59 años que no tienen ninguna inyección, lo que equivale al 43% de los 801,769 integrantes de este grupo de edad.

En otros rangos de edad, 6 de cada 10 personas de 40 a 49 años ya acudieron a inocularse al menos con la 1a. dosis y continúa aplicándose la 2a.

La respuesta a la vacunación de los jaliscienses entre 30 a 39 años ha sido positiva, ya que en las primeras 2 semanas que se abrieron las citas 412,686 fueron a recibir el biológico. El proceso sigue, pues están pendientes de vacunar 2 terceras partes.

Según el reporte de la Secretaría de Salud federal, Jalisco se ubica en el lugar 27 en la cobertura de la vacunación anticovid, con sólo el 47% de la población mayor de 18 años con al menos una dosis del biológico.

El gobierno federal ha informado que 97% de las personas hospitalizadas actualmente por el virus no están vacunadas.

Ayer se registraron en Jalisco 1,819 contagios más y 47 muertes. Hasta ahora suman 304,080 casos acumulados y 13,556 fallecimientos en el estado por la enfermedad.

(V.primera plana del periódico El Informador del 14 de agosto de 2021).

No veo que los tapatíos de mi generación seamos partícipes de aquella vieja rencilla con los "chilangos" de ésta. Nos veo provincianamente mucho más resueltos al referirnos a la gente que vive en la ahora llamada CDMX así como también veo a los -antes llamados- defeños mucho menos soberbios con nosotros los "de provincia".

Argelia García F.
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 15 de agosto de 2021).

En Guadalajara, llueva, truene o relampaguee (generalmente las 3 cosas juntas), los rosales florean en agosto. Y no sólo los que la gente cuida, sino también, encantadores, los que están en jardines abandonados, en banquetas y camellones: la lluvia los vuelve a la vida, una vida que mantienen latente a lo largo del año gracias al subsuelo de la ciudad que, como todo mundo sabe (salvo los ingenieros del Altiplano), está surcada por innumerables corrientes alimentadas por veneros subterráneos. Ya sólo por eso merece agosto que le canten los poetas.

María Palomar
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 15 de agosto de 2021).

Guadalajara en 1800.

Guadalajara como es bien sabido fue fundada en 3 ocasiones previas a su asentamiento definitivo en el Valle de Atemajac; sin embargo, en dicho valle ya existían 3 poblaciones indígenas: Mezquitán,

Analco y Mexicaltzingo, las 2 últimas consecuencia de la presencia española en tierras mesoamericanas, mientras que la 1a. de ellas contaba con una historia absolutamente ajena a la invasión hispánica.

Mezquitán era un pueblo de indios tecuexes que recibía protección y pagaba tributo al cacicazgo de Tonalá, cacicazgo gobernado por la reina Cihualpilli que era la fuerza hegemónica de la región en el momento previo a la llegada de los españoles. Por su parte, San Sebastián de Analco era un poblado de indios cocas y tecuexes que se habían asentado a los alrededores del 1er. convento franciscano fundado en Tetlán en 1530, y que tras la primera reubicación del convento a las inmediaciones del Río Blanco, hoy Calzada Independencia, se estableció de forma definitiva como un nutrido asentamiento indígena que llegó a tener para 1550 el doble de la población de Guadalajara.

San Juan Bautista de Mexicaltzingo, tuvo un origen aparentemente paradójico, ya que fue el resultado de las campañas militares del Virrey Antonio de Mendoza, quien al verse apremiado por la férrea resistencia de los indios caxcanes liderados por Tenamaztle (para León-Portilla el 1er. guerrillero americano), tuvo que traer indígenas nahuas conversos del centro de México para librar la guerra del Mixtón. Esta población indígena traída para la batalla generó un asentamiento en las cercanías del manantial del Agua Azul, estableciéndose así de forma definitiva en 1540 como un pueblo de indios.

Los 3 asentamientos indígenas, a pesar de existir previamente a la fundación de Guadalajara, nunca lograron ser reconocidos ni integrados a la capital de la Nueva Galicia; por el contrario, su segregación quedó de manifiesto tanto en la cartografía realizada durante la Colonia, ya que fueron omitidos en su representación, como en la misma planeación y concepción de la ciudad, prueba de ello es la realización de edificaciones de control militar para consolidar una frontera con dichos pueblos. Un ejemplo de estas edificaciones es el convento-fortaleza de San Francisco que sirvió como control de acceso y límite de Guadalajara con Analco y Mexicaltzingo.

A pesar de los esfuerzos de la sociedad tapatía por evitar la incorporación de los pueblos de indios a Guadalajara, el crecimiento urbano de la ciudad irremediablemente los alcanzó, y fueron reconocidos como barrios de la ciudad en el inicio del siglo XIX. El encuentro urbano de estos pueblos de indios y la ciudad novohispana ha dejado algunos lugares icónicos de la ciudad como "Las Nueve Esquinas", que es producto del choque entre la retícula ortogonal de Guadalajara y el trazo aleatorio de "plato roto" de Mexicaltzingo, dando como resultado una plaza donde podemos contar 9 aristas o esquinas. La confluencia de estas 2 realidades es una suerte de cicatriz urbana que da testimonio de la memoria mestiza con doble raíz propia de nuestra ciudad.

Hoy en día los pueblos de indios de Guadalajara que representaron por mucho tiempo la periferia han sido absorbidos completamente por la metrópoli, el imaginario urbano incluso los ha situado como parte del centro de la ciudad. Mezquitán, Mexicaltzingo y Analco son piezas claves en el origen y la conformación de Guadalajara, ya que representan esa otra raíz identitaria que históricamente se intentó negar.

Erik Castillo Camacho
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 15 de agosto de 2021).

Hay testigos (aunque ya peinen canas..., si algo peinan), de que el transporte público de Guadalajara, hará cuestión de 5 décadas, tenía 2 virtudes que le permitían mirar de frente, sin envidia, al que pudiera ostentarse como el mejor del país, al menos: era digno y eficiente.

Actualmente, nadie ignora que uno de los "pecados capitales" del antiguo "pueblo bicicletero" y hoy orgullosa metrópoli, es, precisamente, el del transporte; que todas las intentonas por modernizarlo, eficientarlo y dignificarlo han resultado, en lo general, insuficientes; fallidas, pues; que en el área metropolitana de Guadalajara, donde actualmente residen 5'268,000 personas, al 31 de agosto de 2020 circulaban poco más de 2.5 millones de automóviles -el 64.3% del parque vehicular de todo el estado de Jalisco-, para un promedio de poco más de 2 personas por unidad: uno de los más altos del país.

Los lamentables efectos (incomodidad, inseguridad, lentitud, contaminación ambiental, pérdida de miles de horas hombre...) son del dominio público. Las líneas 1 y 2 del TEU, contra las optimistas previsiones oficiales, no han contribuido a reducir el uso del automóvil; la Línea 3, inaugurada en septiembre del año pasado, aporta alrededor de 75 (¿mil?) viajes diarios: mucho menos de los 233,000 presupuestados; el Macrobús, 132,000 viajes diarios. Ahora las esperanzas de las "h." autoridades están puestas, en el corto plazo, en el Peribús que en breve circulará por el Periférico, y en el mediano, en la Línea 4 del TEU a Tlajomulco, cuya construcción supuestamente comenzará en octubre próximo.

Para convencer al automovilista a dejar el coche y subirse, como sus ancestros, al transporte público, es imperativo que éste tenga al menos 3 ventajas: que sea eficiente, digno y seguro.

"Algo -dirían las abuelas de antes- que difícilmente verán nuestros pecadores ojos"...

Jaime García Elías
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 18 de agosto de 2021).

Lo avanzado o atrasado de una ciudad se nota fundamentalmente en 2 cosas: cómo gestiona la basura y cómo trata sus cuerpos de agua. En ambas cosas Guadalajara está reprobada. No es la peor del país, siempre hay quien lo haga más mal, pero está muy lejos de ser un ciudad modelo o al menos con tendencia positiva. Por el contrario, cada administración que pasa estamos más lejos del objetivo, lo que se hace cada 6 años es menos del mínimo necesario para atender los problemas de agua y basura que crecen a una velocidad mayor que la capacidad de gestión.

En la recolección y disposición de desechos sólidos tenemos un atraso de décadas. En lo 90s se creyó que la solución, como todo en aquellos años, era la privatización, pero el enfoque desde entonces ha sido cómo prestar un servicio de recolección pasable para deshacerse del problema burocrático y no cómo gestionar los desechos sólidos de manera que la ciudad sea sustentable. La recolección y disposición de la basura son hoy un gran negocio privado cuyos costos ocultos los pagamos los habitantes de la ciudad en contaminación del aire y del agua. Como en la mayoría de los grandes problemas, los políticos terminan por administrar el tema de la basura sólo para que no les reviente en las manos, pero no se toman decisiones de fondo.

En el caso de los recursos hidráulicos no sólo se trata de la dotación de agua potable sino cómo convive la ciudad con sus cuerpos de agua, sean arroyos, ríos, veneros, lagos o las pequeñas presas que en algún momento tuvieron uso agrícola o industrial. La tendencia en la ciudad ha sido primero contaminarlos y luego entubarlos para convertirlos en calles o, peor, en terrenos urbanizables. El negocio de unos lo pagamos todos, sea por la disfuncionalidad de la ciudad o por esta especie de tómbola en la que cada año un número de ciudadanos paga con su patrimonio los efectos de las inundaciones.

Llevamos 30 años desde que comenzamos a hablar de separar la basura y seguimos sin hacerlo y, peor aún, sin tener una solución para disponer los desechos sólidos de manera segura y sin afectaciones catastróficas al medio ambiente. Hace más de 100 años que entubamos el río San Juan de Dios, que atravesaba la ciudad por donde ahora es la Calzada Independencia, y desde entonces no hemos sino destruido sistemáticamente nuestros cuerpos de agua. Siempre vamos tarde cuando se trata de problemas tan añejos y complejos, pero nunca es tarde para cambiar el rumbo.

Diego Petersen Farah
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 6 de septiembre de 2021).

Tal vez la mayor tragedia de Guadalajara no consista en su despoblamiento, sino en su despersonalización...

Lo primero ya es estadística: si Zapopan es el municipio más poblado de Jalisco y Guadalajara pasó a ser el 2o., el fenómeno tiene lógica: la gente tiende a residir donde encuentra más comodidades o le resulta más económico hacerlo, y es obvio que las colonias de Zapopan, en ambos aspectos, compiten ventajosamente con los barrios tradicionales de Guadalajara. Y en cuanto a la personalidad de los conglomerados urbanos, también es obvio que Guadalajara, conforme ha envejecido, ha perdido la dignidad que alguna vez la caracterizó; que los servicios públicos -aseo, seguridad, espacios de esparcimiento...- han venido a menos, en detrimento de la "vida de barrio" que implicaba interacción social entre los vecinos.

Por supuesto, el fenómeno no es privativo de la otrora "Perla de Occidente": es el precio que pagan todas las ciudades que, merced a su crecimiento, se transforman en metrópolis (Zapopan, de hecho, aunque políticamente sea otro municipio, realmente es parte de la mancha urbana -la pomposamente denominada "Zona Metropolitana"- que rodea a Guadalajara).

Muchas ciudades del mundo han tratado de frenar e idealmente revertir ese proceso de degradación, ruina y abandono, y provocar el repoblamiento de sus centros históricos. En Guadalajara, el afán de atribuir a muchas de sus construcciones un valor "patrimonial" o "histórico", más simbólico que práctico, les impide renovarse, seguir siendo funcionales y -dicho en el mejor de los sentidos- ganarse la vida.

Con el afán de revitalizar el Centro de Guadalajara, se han sucedido 2 proyectos: uno, la supuesta Ciudad Creativa Digital en muchas manzanas abandonadas a raíz del abortado proyecto de las Villas para los Juegos Panamericanos de 2011; otro, el "Paseo Alcalde" que el presidente municipal electo, Pablo Lemus, considera extender hacia el sur hasta la Plaza Juárez y vislumbra con "un enfoque cultural, alentando la apertura de librerías o bibliotecas; bares no, ni micheladas ni antros"; a contracorriente con la historia, pues, considerando que los potenciales clientes que sobran para bares y similares, escasean para bibliotecas o librerías.

Uno de los proyectos -el de la Ciudad Creativa Digital- camina a paso de tortuga; el otro está aún en la etapa de gestación... y puesto que el gusto por la lectura va en franco declive y los libros tienden a desaparecer, para hacerse efectivo tendrá que hacer girar hacia atrás las ruedas de la historia.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 29 de septiembre de 2021).

Tiempos hubo, señor Don Simón, en que Guadalajara fue modelo en el manejo de la basura. De muchas ciudades de México y aun de otros países, llegaban caravanas de técnicos y políticos a observar (e imitar) el funcionamiento de un sistema inteligente, consistente en separar y clasificar los residuos sólidos que generaban sus habitantes. Se separaban, inicialmente, los desechos inorgánicos de los orgánicos; de los primeros se seleccionaban, básicamente, los materiales susceptibles de ser reutilizados o comercializados (metal, vidrio, plásticos, textiles, papel y cartón), y se convertían los segundos en composta: fertilizante para las plantas, pues, que asimismo podía comercializarse o distribuirse entre la población. El resto se confinaba en "rellenos sanitarios", sellando el suelo y tomando medidas para evitar que los caldos lixiviados -los líquidos de la basura- contaminaran los mantos freáticos.

Por razones insuficientemente esclarecidas, aquel modelo "inteligente" se sustituyó, desde hace muchos años, por otro al que podrían aplicarse innumerables calificativos, ninguno de los cuales encomiástico... y ciertamente indigno de ser emulado.

Se calcula que en Guadalajara y los municipios que la circundan, como en casi todo el país, se genera entre un kilo y kilo y medio de basura por habitante al día. Al inicio de la administración que ayer cedió la estafeta a las nuevas autoridades municipales, se informaba que los tapatíos -alrededor de millón y medio- llenaban diariamente 225 camiones recolectores, para un gran total de 1,800 toneladas de basura. El destino de ese mundo de desperdicios era el tiradero de "Picachos", como lo han sido varios más de bastantes años a la fecha. Solo se salvaban los desechos que rescataban, en su beneficio, las cuadrillas de los camiones recolectores y los "pepenadores" que hurgan en los tiraderos. En éstos, ni se procesaban los desechos orgánicos para convertirlos en composta, ni se tomaban medidas para convertir en energía el calor y los gases que genera la basura, ni las adecuadas para hacer rellenos sanitarios -alternando capas de tierra y de basura- que a la vuelta de cierto tiempo pudieran ser jardines o sembradíos..., ni, al menos, las pertinentes para evitar la contaminación del subsuelo.

La "solución", hasta donde se sabe, consistirá en encontrar... otro tiradero (como el célebre alcalde de Lagos, que "expulsó" un bache del centro del pueblo excavando otros... con la diferencia de que los baches se ven feos pero no contaminan, y la basura sí contamina... aunque no se vea).

Jaime García Elías
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 1o.de octubre de 2021).

El crecimiento vertical, un ideal asumido de manera acrítica y absoluta, tiene sus aspectos positivos, pero de momento lo que ha generado son innumerables problemas urbanos, y amplios parques de elefantes blancos, eso sí, muy altos.

Armando González Escoto
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 3 de octubre de 2021).

Para estar a tono con su "pedigrée", Guadalajara -su zona metropolitana- fue distinguida, ex aequo con París, Francia, y la isla de Samso, Dinamarca ("¡'ai pinchemente!", diría Juan José Doñán), con un galardón de talla internacional: el Premio de la Acción Climática Global, en la categoría Líderes Climáticos, a cuenta de la Convención Macro de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC por sus siglas en inglés), "por su Plan de Acción Climática del Área Metropolitana, conocido como PACmetro".

El premio -indica la UNFCCC- "reconoce las iniciativas gubernamentales que permiten transformar y replicar las acciones climáticas". El PACmetro -en palabras del ex alcalde Ismael del Toro- "permite la definición de directrices, objetivos y metas comunes para los 9 municipios" aglutinados en la ZM de Guadalajara.

Es, en palabras llanas, un proyecto para la pomposamente llamada Gran Guadalajara, enfocado a "reinventar nuestra forma de concebir, construir y habitar la ciudad, haciendo de ella un lugar más respetuoso y en armonía con la naturaleza y el medio ambiente", con la intención de que sea realidad... en 2050.

Concebido en 3 etapas (2030, 2040 y 2050), el dichoso PACmetro en 78 páginas incluye "3 objetivos, 8 estrategias, 29 metas, 34 indicadores y 124 acciones". Contempla básicamente mejorar el medio ambiente, contaminar menos el aire y aprovechar mejor el agua; captar y aprovechar el 90% del biogás generado en rellenos sanitarios; tratar el 87% de las aguas residuales; incrementar en un 42% la oferta de ciclovías y andadores peatonales; renovar el 100% de las unidades del transporte público con tecnología de bajas emisiones; sustituir el tiradero de basura de Laureles por "Centros Integrales de Economía Circular" que permitan "la separación, el aprovechamiento, la reintegración de materiales al sector productivo y la transferencia, tratamiento y disposición final adecuada de los residuos no valorizables"; reducir las inundaciones "que colapsan la ciudad" en verano, y en primavera las "olas de calor" que afectan la salud de sus habitantes.

Se pretende, en fin, "promover un crecimiento ordenado y seguro (...) para avanzar hacia una metrópoli más sustentable, resilente, justa y próspera". Guadalajara -sostiene el PACmetro- "seguirá siendo ejemplo de innovación y liderazgo, al ser la primera metrópoli en el mundo que cuenta con una estratégica climática", etc...

Todo lo cual está muy bien... pero estará mejor, sin duda, si pasa de las palabras -los proyectos, los sueños guajiros, las buenas intenciones de que está empedrado el camino del infierno...- a los hechos.

Jaime García Elías
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 8 de octubre de 2021).

Somos jaliscienses. Nos sabemos todo el repertorio del mariachi desde que somos muy jóvenes. El estereotipo nos persigue por todo el mundo: "Guadalajara, Guadalajara" y Tequila nos han vuelto famosos e incluso familiares cuando visitamos algún lugar fuera de México. Recurrimos a él desde siempre en distintos momentos sean de gozo o dolorosos -lease- velorios, rompimientos sentimentales, desazones o simplemente melancólicos y festivos. He oído decir por ahí qué tal o cual canción les recuerda -ya sin dolor- al ex novio, que a su mamá le gustaba tal otra y que cuando sus amigos llevaban serenatas se usaba empezar con aquella otra. He visto, lo juro, reglamentos de condominios marcar horas para hacer ruido y concesiones si es que fuera una serenata con mariachi. Bodas, graduaciones, bautizos y funerales han sido orquestados con él. Se sabe que cuando llega el mariachi o está empezando la fiesta o se está terminando. Se dice también por ahí que el mejor es el que está lejos y lo paga otro. En fin, mitos y leyendas giran alrededor de ellos, de estos uniformados perfectos en trajes ajustados y sombreros tradicionales. Pero ojo, eso no solo sucede en Guadalajara, en Jalisco, el mundo entero ha formado agrupaciones de todo tipo para sonar a lo que a nosotros nos parece una fiesta más común que corriente. El mariachi es pues un ingrediente importante de nuestra cultura popular, forma parte de nuestro inconsciente o consciente colectivo cultural y de alguna o muchas maneras ha acompañado al mexicano a lo largo de su vida.

Argelia García F.
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 10 de octubre de 2021).

En Guadalajara fue. La historia de Zoe, la mujer transexual agredida con ácido por un motociclista, le dio la vuelta al mundo. No se trata de un crimen más, de los cientos que suceden cada semana en el Estado de Jalisco, el ataque llamó la atención por lo que significa y debería de llamarnos la atención a los tapatíos por lo que dice de nosotros.

En todos los crímenes hay odio, dicen quienes se niegan a ver en este tipo de agresiones algo más que la violencia común desbordada. Para algunos se le está dando demasiada importancia a un asunto entre particulares, a una agresión condenable, dicen, pero no distinta a nuestra violencia ya cotidiana y tristemente asimilada.

Lo que hace diferente un crimen de odio es la motivación. Por supuesto que el odio está presente en muchos de los actos de violencia; cuando una persona agrede a otra normalmente hay una carga de visceralidad, de rencor. Muchos otros son crímenes de negocio, tienen que ver con transacciones fuera de la ley; tienen una "racionalidad" -si se puede llamar así a un acto violento- económica. En los crímenes de odio como el cometido contra Zoe en las calles del centro tapatío, la motivación es la generación de un daño por lo que la víctima representa para el agresor. Lo que lo hace distinto no es que la víctima sea trans, sino que su condición de transgénero haya sido el motivo del ataque y que el fin de éste fue las desfiguración de dicha identidad. Con lo que no puede el agresor es con la diferencia. En lo que va del siglo XXI en México ha habido en promedio un ataque con ácido a mujeres o personas de la comunidad LGBT+ al año; la mitad de ellos en los últimos 3 años. 13 de los 20 ataques anteriores al de Zoe siguen impunes, de acuerdo con estadística recabada por Ximena Canseco, investigadora de la UNAM.

Otro elemento común en los crímenes de odio es la revictimización por la falta de atención. Zoe fue primero víctima de su agresor y luego de los sistemas de salud, tanto privado como público. Fue gracias a que el caso llamó la atención en de los medios nacionales e internacionales que los gobiernos estatal y federal reaccionaron, y hasta ahora reaccionaron bien.

Lo que sigue, no sólo por un acto de reparación con la víctima y su familia, sino de todos los que vivimos en esta comunidad y en este país, es que se haga justicia. La Fiscalía tiene mucho, demasiado trabajo, pero tratarlo como un caso más significaría dar un paso hacia adelante en la escalada de violencia.

Cuando los crímenes de odio quedan impunes, sea por cuestiones de género, raciales o de creencia, algo más de nuestra conciencia social, en este caso algo de Guadalajara, muere con ellos.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 25 de octubre de 2021).

Aunque usted no me crea, he estado recordando algunas particularidades de nuestra Guadalajara vieja, de aquella provincianísima Guadalajara que vista desde ahora, que somos una ciudad de grandes centros comerciales, se verá como una curiosidad. En aquel tiempo, si usted pretendía ir de compras, tenía que arreglarse, porque se consideraba medio bárbaro ir al centro sin estar arreglado, esto es, guapeado. Y le estoy hablando de la época en que la ciudad empezaba a desparramarse, pero todavía el centro tenía su mucha categoría.

Sin embargo, ya comenzaban a instalarse algunas tiendas como las Maxi, de la familia Moragrega, de las cuales vívidamente recuerdo una situada en Libertad y Lafayette, que cuando menos es el 1er. supermercado que yo recuerde y que, en su momento, era considerado la máxima modernidad y cuya principal característica era que el consumidor se atendía solo porque no había una relación personal, como en el resto de las tiendas.

Carlos Enrigue Zuloaga
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 31 de octubre de 2021).

Pues ahora, con la federalización de costumbres, el día que se festeja es el día de muertos, lo que es de alguna manera una de las muchas imposiciones capitalinas a las costumbres. Cuando yo era niño, en Guadalajara se celebraba Todos santos, porque el día de muertos se celebraba en el centro de la república y aquí sólo por excepción alguna persona ponía un altar de muertos, pero lo hacía como curiosidad, como algo que le llamaba la atención y no como costumbre propia, y se celebraba Todos santos y era costumbre ir a la antigua alameda, ya entonces conocida como Parque Morelos, a comprar aquellas curiosidades de cartón y alguna espada.

Incluso creo que ahora ya se debe haber modificado mucho la visita a los camposantos (que así les decían antes a los cementerios) y ahora nos enfrentamos con panteones aparentemente alegres por estar en pastizales, pero a mí, sin ser fan particular de ninguno en la ciudad, me siguen gustando más los clásicos, en los que uno espera ver salir a un vampiro o si se quiere al ánima de Sayula, pidiendo alguna necedad, que los ajardinados en los que yo creo que ni siquiera los muertos se han de sentir muertos.

Pues bienvenidas sean las nuevas costumbres y los nuevos arreglos, aunque de hecho haya algunos como Halloween, por ejemplo, que fuera de pedir dulces, no sé en qué consista, pero que supongo que al generalizarse tenderá a hacerse más conocido y aunque extraña aparentemente, pues pronto las veremos como propias.

Y tal vez una muestra, si se quiere un poco extraña de las celebraciones mortuorias, terminaremos por festejar como tal la venta del "Buen fin", en la que a la gente le entra una locura por comprar, sin importar que quede uno endrogado hasta la muerte.

Carlos Enrigue Zuloaga
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 7 de noviembre de 2021).

Por biciclo entiéndase vehículos de 2 ruedas propulsados por energía humana, gasolina o electricidad, en pocas palabras, motos y bicicletas. En Guadalajara esta forma de transporte tiene 2 vertientes, la laboral y la deportiva, la laboral puede entenderse como medio de transportarse al trabajo o como un medio de trabajo en sí misma. Como medio de trabajo hay que diferenciar los trabajos lícitos y los ilícitos, pues en moto se pueden ver policías lo mismo que bandidos o sicarios.

Lo que predomina es el uso laboral, lícito, y el de esparcimiento, éste tiene los domingos su día de mayor expansión a través de las vías recreativas.

Pero lo mismo en domingo que entre semana, es posible ver biciclos por todos lados, cuyos conductores, de todas las edades, y muy frecuentemente, hacen gala y ostentación de privilegios insospechados.

El 1er. privilegio de buen número de usuarios es el poder hacer caso omiso de los semáforos, basta con fijarse bien "que no venga carro" para seguir adelante y airosos en su vehículo. Probablemente para ellos, sobre todo los motociclistas, existe un especial reglamento de tránsito que los exime de respetar la luz roja, para ellos siempre está en verde.

Otro privilegio nada despreciable es conducir ignorando el sentido que las calles tengan, lo importante es el sentido en el cual ellos se dirigen, lo demás es obligación que, de momento, solamente rige para los autos de 4 o más llantas.

Añádase a esta singular concesión la de transitar a todo aire por banquetas, plazas, jardines y vías peatonales, como si la bicicleta o la moto tuviesen el don de atropellar a los transeúntes sin generarles daños, razón por la cual pueden conducirlas a su entera elección. Este hecho permite concluir que, en algún momento, desconocido por la ciudadanía, todo espacio metropolitano fue declarado ciclovía, fecha memorable que ya podría darnos para una nueva fiesta ¿cívica?

Aunque estos hechos los podemos ver todos los días por toda la ciudad, como que se concentran en el rápidamente envejecido "paseo Alcalde", donde las áreas peatonales se comparten amablemente con todo tipo de ciclistas y motociclistas, pese a que éstos tienen no una, sino 2 ciclovías, según el sentido al que vayan.

Los motociclistas por su parte ofrecen a la comunidad el espectáculo cotidiano del deporte extremo que practican, rebasan por todos lados, culebrean entre los autos, los atoran si van "checando" el celular, o se atraviesan raudos y veloces, aunque el semáforo esté en rojo, máxime si son repartidores de alimentos, labor exponencial a partir de la pandemia, y que exige, entre otras cosas, que los pedidos lleguen calientitos y a tiempo, por más que bien batidos.

Pero no nos admiremos, a fin de cuentas no son sino un reflejo de la misma sociedad caótica que hemos construido, una sociedad en la que las normas de convivencia se han deteriorado por el imperio del propio interés por encima del ajeno, de crecer pensando que no existe otra ley que la propia, pero sobre todo, en una sociedad sin cultura cívica y sin autoridad que la haga respetar; en los años recientes, los agentes de tránsito pasaron de ser temidos a no ser vistos por ningún lado, ausencia de autoridad que malamente todos hemos aprovechado con consecuencias lamentables.

Armando González Escoto
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 7 de noviembre de 2021).

Hoy en Jalisco por lo menos tenemos 2 motivos muy importantes para olvidarnos de aquello que es el pan de cada día y mandar 'al diablo' todo lo que venga que tenga que ver con las frustraciones de un día habitual.

Hoy, en Jalisco debemos sentirnos muy orgullosos y voltear nuestra atención a 2 jaliscienses que están en el escenario mundial como 2 estrellas sobresalientes.

Hoy el 'Canelo' y Checo Perez le han dado brillo no solo al deporte de Jalisco y de México, se han colocado por su méritos en la vitrina de los protagonistas deportivos del mundo.

Hoy, como en pocas ocasiones, no tenemos tiempo de postergar o dejar de lado la alegría. Sus logros y sus triunfos nos dan la oportunidad de distraernos de aquello que nos acongoja y disfrutar como pocas ocasiones de los logros de los tapatíos que ponen muy en alto el nombre de nuestro estado en el mundo.

Hoy nos olvidamos de todo y saboreamos el triunfo. Mañana ya hablaremos de de la revocación de mandato, de las mañaneras, de las frustraciones de la iniciativa privada por el rumbo que lleva el país, de los legisladores que andan en Escocia dizque arreglando el calentamiento global y de las posibilidades de que el presidente se vaya a 'La Chingada' en caso de que pierda la revocación. Mañana será otro día. Hoy, Bravo por el 'Canelo' y por 'Checo', orgullosamente jaliscienses.

Daniel Rodríguez
(v.periódico El Informador en línea del 8 de noviembre de 2021).

Que el gobierno británico incluyera a Guadalajara y otras 14 ciudades -7 africanas, 3 asiáticas y 4 latinoamericanas- en su Programa de Acción Climática Urbana (UCAP por sus siglas en inglés), al efecto de orientarlas para que tomen medidas tendientes a revertir el cambio climático que amenaza gravemente al planeta -y, de refilón, a sus habitantes-, podría interpretarse como una distinción... si no fuera, en realidad, un indicio de que a todas ellas se les ve como bombas de tiempo en que urge modificar políticas desacertadas y mejorar comportamientos colectivos desastrosos.

El UCAP incluye "el desarrollo de sistemas de transporte público de bajas emisiones, la generación de energía renovable, la gestión sostenible de residuos, la construcción de edificios inteligentes y la planificación de riesgos climáticos" como algunos fenómenos que en Guadalajara se han vuelto cíclicos desde hace varios años: los incendios forestales en el bosque de La Primavera en los meses de sequía, y las inundaciones en el temporal de lluvias.

Además, hay muchos otros temas que deberían considerarse críticos. A saber:
* la contaminación de aire, agua y suelo -incluida por el Imeplán en el Atlas Metropolitano de Riesgos- sobre todo en el sur y el oriente de la zona metropolitana;
* la contaminación del agua en la Cuenca del Ahogado (Las Pintas y Toluquilla);
* las descargas de aguas residuales en el corredor industrial;
* la polución en el Río Santiago, colindante con la mancha urbana;
* las descargas irregulares en Guadalajara;
* la contaminación de cuerpos de agua por granjas porcícolas en el norte de Zapopan;
* la contaminación en la Laguna de Cajititlán en Tlajomulco, y la Presa Las Cuchillas en Zapotlanejo;
* la contaminación del suelo y los mantos freáticos por los tiraderos de Matatlán y Los Laureles en Tonalá, Picachos en Zapopan y Enerwaste en Zapotlanejo, y la planta de transferencia de Belenes;
* la contaminación que generan ladrilleras y bancos de materiales en Miravalle y Las Pintas;
* la contaminación -por fecalismo y metales pesados, principalmente- detectada por la Conagua en la gran mayoría de sus 35 estaciones de monitoreo en la Laguna de Chapala -la principal fuente de abastecimiento para Guadalajara-, que concluye que sus aguas "no son recomendables para el consumo humano directamente, y requieren someterse a procesos de potabilización como los que realiza el SIAPA".

En efecto: todo un catálogo de barbaridades perpetradas sistemáticamente, y que se pretende revertir -si la Virgen de Zapopan se sirve intervenir como "patrona jurada de Guadalajara contra desastres y calamidades"-... de aquí a 2050.

Jaime García Elías
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 12 de noviembre de 2021).

Partamos de algo simple: Jalisco es la cuna de la mexicanidad. Es el símbolo máximo de cómo se deben hacer las cosas en el país y el epicentro de las buenas prácticas en la función pública. Y quien no esté de acuerdo, simplemente quiere que le vaya mal a nuestro inmaculado estado.

Y por eso, porque está inmaculado, esas versiones de que existe un cártel con el nombre de Jalisco en él son totalmente falsas. La realidad es que se trata de un grupo de emprendedores que ha logrado concretar negocios internacionales en distintos continentes gracias a sus innovadores conocimientos en química, y que cuenta con un robusto dispositivo de seguridad.

Pero, además, que no te engañen: eso ni nos toca. Eso es responsabilidad de la federación.

En serio: Jalisco es una tierra tan mágica que NO registra un adeudo por más de 11,000 millones de pesos, sino la oportunidad de unirnos como hermanos para hacerle frente a la adversidad con un poquito de nuestros ingresos personales... durante las próximas 3 décadas.

Jalisco, y particularmente su zona metropolitana de Guadalajara, es tan grande e importante que existe un Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA) al que, debido a su eficiencia, resultaría un insulto no pagarle más por medio año de agua cristalina e ininterrumpida en 2022.

Tampoco somos ese estado que te quieren hacer creer en donde los delitos quedan impunes. Miles y miles de carpetas de investigación con nombres y fotos pixeladas de presuntos responsables que no han sido detenidos demuestran que si algo se sabe hacer aquí es... tomar fotos pixeladas.

Al estilo Jalisco, los delitos cometidos acá quedan resueltos. Y sí: te lo digo de frente y claro.

¿A poco has escuchado que hay miles de desaparecidos en la tierra del mariachi? ¡Mentira! Se trata de personas pendientes de localizar. Y de los homicidios ni me hables, que si quitas a quienes se matan entre ellos en realidad son bien poquitos y, además, eso también le toca a la federación.

Por eso mejor deja de ver noticias en televisión, escucharlas en radio o comprar periódicos desestabilizadores de proyectos. El año que entra, nuestras empresas de comunicación, esas que sí te informan con dibujitos y frases chuscas, van a tener tanto ingreso y poder que, como yo, por fin te vas a convencer que la magia de la refundación inició, y con mucho éxito, desde el 6 de diciembre de 2018.

Ya después hablamos del poder judicial y esos prietitos en el arroz de los que no hemos dicho nada porque no nos conviene. Por lo pronto nos vamos a disfrutar de esta tierra mágica que es Jalisco. Porque, ya en serio, si ignoras a las miles de personas pendientes de localizar, los 7 homicidios diarios en promedio, los casos "resueltos" sin detenidos pero de los que tenemos fotos extraídas del mismísimo Minecraft, el gasto millonario de fondos públicos para impulsar la imagen de un gobernador con aspiraciones presidenciales, el horrible legado de los diputados de chocolate que hubo en la legislatura pasada (y que esta amenaza con repetir), y que hay al menos un magistrado señalado públicamente por acoso y abuso a menores, la verdad es que aquí sí vivimos a toda máquina.

Isaack de Loza
(v.periódico El Informador en línea del 27 de noviembre de 2021).

Esta semana estoy muy contento porque, por lo general, cuando se me pide narrar éxitos de paisanos, termino describiendo literatos y es que, por mencionar tan sólo a 3, Rulfo, Arreola y Yáñez, tienen la grandeza necesaria para mucho rato. Otro jalisciense de presumir era José Luis Martínez, quien me distinguió con su amistad y que una vez en las Nueve Esquinas, donde le gustaba hacer presencia frente a la birria, me contó, sin darme más detalles, que la misma maestra que lo enseñó a él, fue también maestra de Rulfo, Arreola y Alatorre. Se acaba de publicar un libro sobre la maravillosa biblioteca de don José Luis, que muchos juzgan como la más completa que ha habido por estas tierras.

Otro jalisciense de lujo que tuvo que irse a extranjía para hacer valer su genio, fue Del Toro, quien sigue asombrando a Hollywood con su talento.

Pero en esta ocasión quiero narrar éxitos de gente que por lo general no sigo en sus vidas, pero que hace pocos fines de semana llamaron la atención con sus talentos. El 1o. al que quiero referirme es el campeón mundial de boxeo, Saúl "El Canelo" Álvarez, quien acaba de derrotar por enésima vez a otro campeón. Y se trata de un boxeador serio, que no anda en pachangas y que utiliza sus cualidades para su profesión, entendiendo que si bien es de esta vecindad, su carrera la desarrolla fundamentalmente en Las Vegas, que si el éxito se mide en plata, sin duda que éste es el más exitoso con mucho, valiendo lo que pesa en oro: creo que este cuate vive en gringolandoia pero no pierde del todo la relación con la tierra. Y siendo el boxeo uno de las actividades deportivas más populares, éste es un tapatío de lujo.

Otro que lució hace algunas semanas fue Carlos Ortiz, quien quedó en 2o. lugar en el Torneo de Mayacoba y este golfista es uno de los lujos mejicanos, y siendo tapatío y luciendo como tal hay que presumirlo, de todos creo que éste es el que más podemos presumir como valor local, porque sigue viviendo aquí.

Otro tapatío que desarrolla su actividad en todo el mundo y se trata de otro deporte con menos popularidad que el box, es Checo Pérez, quien en las últimas semanas ha estado luciendo entre los primeros lugares del automovilismo de alta velocidad.

Carlos Enrigue Zuloaga
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 28 de noviembre de 2021).

Tiempos hubo en que Guadalajara -y sus habitantes- fueron víctimas de sus propios atractivos: desde el buen clima de la ciudad hasta la proverbial amabilidad de sus pobladores...

Empero, de "los tiempos de lanzar cohetes" se pasó, fatalmente, a "los de recoger varas". En consecuencia, el proceso se revirtió: del crecimiento demográfico de mediados del siglo pasado, acelerado por la migración, se pasó al despoblamiento de las últimas décadas. Los nativos de los barrios tradicionales, se mudaron a las colonias periféricas cuando formaron sus propias familias. Guadalajara, en consecuencia, desbordó los municipios circundantes (Zapopan, Tlaquepaque y Tonalá) y de manera incontenible se desparramó hacia Tlajomulco, Juanacatlán, El Salto, Ixtlahuacán de los Membrillos, Acatlán de Juárez y Zapotlanejo... más lo que se acumule esta semana.

El coordinador de Proyectos Estratégicos del ayuntamiento, Rafael Orendain Parra, ofreció poner en marcha un "programa integral de repoblamiento" que intentará volver a la vida las 45,000 viviendas deshabitadas, abandonadas, deterioradas y vandalizadas que hay en la ciudad, que requieren mantenimiento... y que no pueden reconstruirse para volverse funcionales (y habitables, en consecuencia) porque una ley, absurda, al declararlas "patrimonio histórico o cultural" las ha condenado al abandono y a la ruina.

Además de las 45,000 fincas abandonadas en Guadalajara, según el Censo de Población y Vivienda 2020, en Zapopan hay otras 53,000, en Tlaquepaque 21,000 más, en Tonalá otras tantas y en Tlajomulco 77,000 (para una suma total de 217,000 en las que podrían habitar más de un millón de personas).

Para "comercializar" -o volver a la vida- esas fincas, habría necesidad de remodelarlas, y para ello, deberían abrogarse o derogarse las leyes que actualmente lo impiden. Pero, además, sería menester dotarlas de los servicios esenciales: infraestructura hidro-sanitaria, transporte público y seguridad, principalmente. Resueltos esos rubros, los correspondientes a comercio, mercados, escuelas, hospitales y espacios para la recreación, el esparcimiento y el deporte vendrían a continuación.

Mucha gente se mudó de los barrios tradicionales a las colonias periféricas por gusto (la que habita actualmente en las zonas residenciales) o por necesidad (la que se refugió en los andurriales "donde Tarzán perdió el cuchillo"). Mucha volverá a los barrios en que vivieron sus abuelos... cuando haya las condiciones de comodidad, seguridad y dignidad mínimas para ello.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 30 de noviembre de 2021).

En medio de la violencia criminal, las disputas de poder entre la clase política y la polarización de nuestra sociedad, muchas cosas funcionan en Jalisco. Van algunos ejemplos.

Los Hospitales Civiles de Guadalajara que en un día atienden 3,000 niños y adultos, realizan 18,000 estudios y practican más de un centenar de cirugías programadas y de urgencias.

La institución trasciende cualquier conflicto político porque ya es un bien público. No pertenece a la UdeG o al Gobierno de Jalisco sino a los tapatíos. En esta obra convergen la academia, el gobierno, más de 160 asociaciones civiles y la clase empresarial donante.

El ranking Mejores Hospitales del Mundo 2021 de Newsweek ubicó al Hospital Civil Nuevo como el 6o. mejor de todo México. Sólo debajo de un Centro Médico ABC Campus Santa Fe o un Ángeles-Lomas, ambos nosocomios privados en CDMX. ¿La única diferencia? Un día en terapia intensiva por COVID-19 cuesta en un hospital privado hasta 200,000 pesos; en el Civil, cero pesos.

Funciona la Vía RecreActiva, un proyecto de rescate del espacio público en donde no necesitamos un instituto para operarlo, ni se firmó un convenio de coordinación intermunicipal, ni se elaboró un proyecto ejecutivo millonario, ni hubo un corte de listón para la foto del político en turno. Su lección de 200,000 paseantes cada domingo nos demuestra que otra ciudad es posible.

Funciona el Sistema de Tren Eléctrico Urbano (Siteur) con sus 3 líneas y rutas alimentadoras. La satisfacción de un tapatío en cualquier vagón del tren queda manifiesta en el cuidado de las unidades. Una ruta ordinaria tarda poco o nada en sufrir vandalismo. Cada vagón de la Línea 3, extrañamente, se mantiene limpio y sin daños. Una muestra de reciprocidad inédita, poco valorada y aprovechada por los ejecutores de políticas públicas.

Jonathan Lomelí
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 30 de noviembre de 2021).

La convocatoria a consultar a los jaliscienses sobre si el Pacto Fiscal para la distribución de los impuestos federales debe revisarse periódicamente nace de la oficina del gobernador Enrique Alfaro y por tanto hay quienes promueven participar como un acto de solidaridad con el gobierno y el partido en turno a la vez que quienes promueven no participar lo manejan como un castigo contra el mandatario.

Pero sería interesante verlo desde la óptica de Jalisco como estado o de gran ciudad.

Es una gran oportunidad para que los jaliscienses levanten la voz a nivel nacional y hagan sentir el peso del que desde distintos puntos de vista es uno de los estados más importantes y cualitativamente mejor calificados a nivel nacional, máxime cuando el actual gobierno federal y la crisis provocada por la pandemia han golpeado a la clase media de todo México.

En ninguna otra parte del país se ha pensado siquiera en convocar a un ejercicio similar, por lo que para empezar podría sentar precedentes y servir de ejemplo a otros estados.

Levantar la voz y hacerla sonar con la mayor participación posible de ciudadanos sería un llamado de atención que si bien difícilmente se escucharía en Palacio Nacional, sí sonaría a nivel nacional y probablemente replicará en la caja de resonancia de los medios y sectores que no son afines al presidente López Obrador: "Jalisco dice...".

Estaría presente un estado que ya suena por ser la capital de la mexicanidad y que también ha figurado recientemente con personajes ilustres de la vida deportiva como "Canelo", Checo Pérez o Paco Ortiz, y desde luego al ganador del Óscar Guillermo del Toro.

Pero lo más importantes es que quienes participemos en la consulta nos sintamos identificados con amplios sectores de la población donde están tanto empresarios de todos los ramos como médicos, hoteleros, transportistas, comerciantes, que constantemente buscan ser tomados en cuenta por autoridades centralistas que suelen ver no más allá de lo que ocurre en los límites de la Ciudad de México.

Es muy probable que después de la consulta no cambien mayormente las cosas, ya se conoce el estilo del presidente, pero quizás se haya fortalecido un ligero sentimiento de unión entre los jaliscienses que abona muy positivamente a la región en un país al que hoy le han apostado a dividir y dividir.

Y la Consulta ya está aquí y hay que sacarle provecho.

Suena complicado participar en la consulta haciendo abstracción de que es promovida por un gobernador y descalificada por sus contrincantes pero valdría la pena tomarla y verla como una oportunidad de que el sentimiento aquí sea diferente.

Pablo Latapí
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 3 de diciembre de 2021).

¿Por qué funciona Mi Bici Pública? Porque su utilidad social y eficiencia nos recuerda que el primer mundo también aquí es posible.

Nadie encendió 7 velas para festejar este mes una de las políticas públicas que transformó a Guadalajara.

Su crecimiento ha sido meteórico: inició en diciembre de 2014 con 86 estaciones y 1,276 bicis. Hoy opera con más del doble de bicicletas y más del triple de estaciones. En Guadalajara, Zapopan y Tlaquepaque, circulan a diario 11,000 ciclistas que pagaron su membresía anual.

Sus beneficios abarcan todos los espectros: ambientales, menos autos en las calles, activación física, ahorro de tiempo y dinero para los usuarios.

En las 2 grandes crisis de este país, el desabasto de gasolina y la pandemia, el sistema de bici pública se convirtió en la alternativa.

Pero Mi Bici Pública también es una proeza: funciona a pesar de nosotros.

Una estampa reconocible para todos resume mi idea: un ciclista circula en sentido contrario por la banqueta. Al mismo tiempo, un automovilista se estaciona sobre la ciclovía. Un agente vial (con suerte hay alguno cerca) voltea hacia cualquier parte, tolera la parada irregular del camión y decide no sancionar a nadie por pereza o hartazgo.

En un mundo paralelo, allá en Avenida Hidalgo 222, los diputados deciden que la solución a esta incultura vial es, adivinaron, elevar las multas que los agentes no aplican, que a su vez nadie cumple porque los agentes no sancionan.

En el área metropolitana de Guadalajara enfrentamos un problema de salud pública por los altos niveles de motorización, la falta de cultura y educación vial, la mezcla del alcohol con el volante, los arrancones clandestinos y la permisividad de la autoridad.

Cada día se suman 11 vehículos a las calles de Jalisco, el doble que hace una década.

Contra todo esto, Mi Bici Pública funciona.

Y también contra los vicios del programa. El año pasado, echaron abajo una licitación para operar el programa y se reasignó por un monto más caro (36 MDP) a BKT Bici Pública, propiedad del hermano del ex vocero estatal.

El programa se ha concentrado en ciertas zonas de la ciudad, comerciales y de clases medias. Hay una deuda innegable de este programa con el oriente de Guadalajara.

Y sin embargo, funciona.

Jonathan Lomelí
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 9 de diciembre de 2021).

OTRA CIUDAD ES POSIBLE

En esta ciudad, los semáforos funcionan sincronizados. En menos de una hora, una cuadrilla reemplaza cualquier foco fundido o repara un cortocircuito.

En el camión, las máquinas de prepago dan el cambio de 50 centavos: 1.5 millones de pesos diarios regresan a los bolsillos del usuario. Sin distracciones, el chofer ya no cobra el pasaje ni almuerza unos tacos de barbacoa al volante, platito de unicel y coca en santo equilibrio.

Ante un choque laminero, en minutos un agente vial salta para agilizar el tráfico. Aunque el parque vehicular se duplicó en la última década, la Policía Vial se fortaleció y ordena con más o menos eficiencia estas calles, tablas de la Ley de Movilidad en mano.

En esta ciudad, los portaplacas son una falta, no pretextos recaudatorios. Ningún conductor se estaciona en doble fila para bajarse a comprar telas en Santa Tere. En la vuelta prohibida de Lázaro Cárdenas y López Mateos, en una hora 422 autos avanzaron 100 metros para dar la vuelta correcta en el retorno. Indigna el gasto inútil en un letrero de Vuelta Prohibida.

En esta ciudad entendimos que en el espacio público ninguna decisión es individual.

El centro, reordenado en 2015 por el alcalde que llegó a gobernador, luce limpio, libre de motoladrones y sin informales.

La Canaco festejó apenas ayer 6 años de que retiraron 637 ambulantes del 1er. cuadro. El entonces jefe de gabinete de la ciudad, quién no lo recuerda, entregó sólo 109 permisos, mobiliario y unos pañuelitos muy monos de Julia y Renata para cada regularizado.

¿Fue antes o después de salvar a los caballos con una disruptiva propuesta de calandrias eléctricas?

En esta ciudad, los magistrados están para defendernos de la voracidad inmobiliaria. Hace una década, impidieron un desarrollo que terminó como un gran Parque Nacional en el Bajío y una Villa Panamericana que transformó los alrededores del Parque Morelos.

Todo esto habría sido imposible sin nuestros activistas como Mario, Patricia, El Negro o Margarita, que llegaron al poder incendiarios y jamás se convirtieron en bomberos. Nadie ha logrado imponerles una mordaza ante una desaparición, el empalme de rutas con la Línea 3 o la gestión infame de la basura. Con humildad y autocrítica, aceptan avances, pero sobre todo pendientes. Y obran bien cada mañana, limpia la conciencia.

Aunque no todo marcha a la perfección, más de 2 terceras partes votamos este 2021. Con trabajo y tropiezos, pero paulatinamente renunciamos al gandallismo mágico en la cola de las tortillas, al individualismo solidario nomás con el compadre, al pos' me salto la ley para sacarle provecho.

Como ciudadanos, entendemos un día sí y otro no que la ciudad la construimos todos. Que otra ciudad es posible.

JonathanLomelí
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 23 de diciembre de 2021).

La nueva estrella de MC, el señor Pablo Lemus Navarro, es de cierto una de las voces que son escuchadas y publicadas con más interés. Y es que es vivo como un zanate y dígame si no, ahora que todos estábamos entusiastas con el asunto del aumento a los dineros del pacto fiscal, él callado y todos los demás en la votación, a la mejor porque no quiso brillar con farol ajeno.

Pero fíjese qué tan listo será que ha logrado que se designe a Guadalajara como capital mundial del libro en 2022, que todo el mundo ambicionaba y lo logró sin que Guadalajara hubiera editado -ni siquiera como coedición- ningún libro, que se sepa, aunque ya sabemos que las publicaciones gubernamentales no circulan y deben estar guardadas en alguna bodega misteriosa, pero el hecho es tan extraordinario como lograr un campeonato deportivo sin que exista cancha para practicarlo.

También ha anunciado la rehabilitación del centro y ahí sí la veo bastante más difícil, ya que se encontrará con que la gente no vive ahí porque no hay nada que hacer y la gente que tiene qué hacer no se pone allí porque no hay clientela que vaya y hemos sido testigos de un puño de cantinas que han cerrado por ahí, que han sido verdaderas pérdidas para la vida social de la entidad.

Y yo buscaría que una de las muchas causas de soledad del rumbo es la tendencia de peatonalización de las calles; un amigo que ha vivido mucho tiempo en París opina que en ninguna parte del mundo hay un comercio de 1er. orden en alguna calle peatonalizada, por lo que es un tema cuando menos a pensarse.

En fin, ante su voz los ciegos oyen, los mudos ven, los sordos hablan y todo se vuelve felicidad y milagro ante ese sonido.

Carlos Enrigue Zuloaga
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 26 de diciembre de 2021).

Hay testigos de que la Guadalajara de las casonas señoriales del Primer Cuadro y de los barrios tradicionales -el Santuario, Mexicaltzingo y el Centro mismo- era una de las ciudades más "vivibles" de México: Ciudad Amable en toda la extensión del concepto. La necesidad de espacios para las nuevas generaciones; la multiplicación exponencial de los vehículos; lo ruidoso, contaminado e insalubre de la zona; el encarecimiento de las rentas; lo costoso de la reparación de las viviendas y la imposibilidad de alterarlas porque una legislación absurda, al declararlas "de valor patrimonial o histórico", las volvió intocables, ocasionaron el vaciamiento de la zona céntrica y propiciaron el crecimiento explosivo, anárquico y monstruoso de la mancha urbana. Una de sus consecuencias fue el dato de que en Guadalajara habría 45,000 viviendas abandonadas -en las que perfectamente podrían vivir 250,000 personas-, 380 de las cuales en el envejecido y en buena medida inhabitable centro histórico.

La anterior y la actual administración municipal comparten la inquietud de devolver la vida a esas viviendas, sin esperar a que la proyectada Ciudad Creativa Digital deje de ser una entelequia químicamente pura, primero, y genere, a continuación -a partir de la hipótesis de que "la función crea el órgano"- el milagro de que la gente quiera volver al Centro para residir cerca de los cientos o miles de fuentes de trabajo que supuestamente se generarían, y que resurgieran escuelas, establecimientos comerciales, sanatorios y demás servicios que desaparecieron gradualmente por falta de potenciales clientes.

Se sabe que autoridades municipales y promotores de vivienda plantean las reglas del juego que hagan factible lo que por ahora se limita a ser deseable. Unas y otros deben sumar dos factores igualmente legítimos: el interés social y la factibilidad financiera. Unas y otros deben trazar, paso a paso, la ruta crítica que permita alcanzar esa meta, en el entendido de que quizás el proceso sea lento, pues así como destruir es más fácil que construir, repoblar lo que hoy está semiabandonado será más difícil de lo que fue, en su momento, simplemente abandonar lo que ya resultaba inhabitable.

Jaime García Elías
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 29 de diciembre de 2021).

Hace unos días el gobernador Enrique Alfaro declaró su diagnóstico de la seguridad pública en el estado, citó el porcentaje de sus habitantes, mayores de edad, que se sienten poco o muy inseguros según la encuesta de Victimización y Percepción sobre Inseguridad Pública del Inegi, con datos de comienzos de 2021, publicados en septiembre del mismo año: 76%; al preguntar a los encuestados por la percepción de inseguridad en su colonia, el porcentaje de quienes se sienten inseguros es mucho menor: 41.8.

A finales de 2020 Jalisco Cómo Vamos (JCV) hizo el levantamiento de su 7a. Encuesta sobre Calidad de Vida, indagación válida para el área metropolitana de Guadalajara respecto a varios aspectos del trance vital de las y los tapatíos. De ellos, 51.7% se sienten poco o muy inseguros en la ciudad, contrasta con el 76% del Inegi en todo el estado; aunque a escala de la colonia la coincidencia es importante, en el estudio de JCV el porcentaje de los inseguros en algún grado es 42, 2 décimas más que la referida investigación del Inegi. La gente se siente menos insegura entre la gente que le es familiar y en los espacios que reconoce; de todos modos, la cantidad es preocupante: casi 1 de cada 2 disfrutan a trompicones, si acaso, el placer de la vida, mientras la sociedad pausa, arrinconada por el temor, la solidaridad y la compasión.

Augusto Chacón
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 16 de enero de 2022).

A lo largo de los muy largos meses de la pandemia, los habitantes de la ciudad han podido apreciar quizá con mayor atención que antes lo que pasa en su entorno inmediato: su cuadra, su manzana, su barrio. Y sin duda también discernir qué cosas y quiénes lo hacen más vivible, quiénes y qué lo dañan y agravian a los vecinos, y también preguntarse acerca de algunos misterios...

Los héroes:

- Los árboles, que resisten hasta donde pueden los embates de algunos de los principales villanos (ver abajo).
- Las mascotas, que no se alteran, ni se quejan, ni les afectan las noticias horrendas de cada día, ni pierden la cordura como muchos de sus amos.
- "El santo olor de la panadería".
- Los repiques de las campanas de las iglesias.
- La UdeG, que merecería un premio por la forma impecable en que mantiene las fincas que ocupa, sean propias o rentadas. Además, su presencia hace que circulen por el rumbo grupos de estudiantes por lo general alegres y amables.
- La admirable persistencia de negocios pequeños y medianos de todo tipo que logran sobrevivir, muchos de ellos encabezados por jóvenes: fondas y fonditas (hay hasta veganas), tienditas, tendejones y boutiques, peluquerías, etc.
- Los heroicos tripulantes del carretón de la basura: en muchas ciudades del mundo han dejado de trabajar por semanas o meses, con desastrosas consecuencias de salubridad. Quizás el único rubro en que el ayuntamiento sale bien parado.
- El afilador con su peculiar silbato, el barrendero con su escoba de popotes (y que ambos sigan cobrando lo mismo que hace 1 o 2 años), la señora de las flores (ésas sí están más caras), los que reparten los garrafones (que también han aumentado; tener que pagar por el agua de beber representa sin duda un injustísimo impuesto), el cartero, el repartidor de periódicos...
- Un anónimo poeta que, al principio de la pandemia, dejó en el suelo de la banqueta una pegatina redonda que decía "por favor, lea poesía". Tristemente, el tiempo de aguas se encargó de borrarla.

Villanos (algunos):

- La CFE, Telmex, las cableras (y otras "empresas de clase mundial" o no) que destazan los árboles de la forma más irracional, sin ningún respeto por nada ni nadie. El ayuntamiento ni siquiera interviene.
- Los dueños de casas o terrenos que tienen sus banquetas hechas pedazos, sin que les importe que los peatones se lastimen o se maten. El ayuntamiento tiene todos los instrumentos para apercibir, multar y hasta expropiar, pero no lo hace.
- Los ladrones que impunemente se roban las placas de metal, las tapas o rejas de las alcantarillas y hasta estatuas enteras. No hay patrullaje, y eso depende también del ayuntamiento (pero bueno, si se roban hasta los letreros de la Rotonda en sus mismísimas narices...).
- Los habitantes de algunas casas a quienes evidentemente les beneficia de alguna manera que se piense que ahí no vive nadie (aunque los vecinos sepan que sí). Por supuesto que las banquetas son un desastre, las ventanas están rotas, nadie barre. Y el ayuntamiento, en babia.
- Las alcantarillas en ciertas esquinas, que permanentemente apestan. El SIAPA no desazolva, el ayuntamiento...
- Campeón de villanos: sin duda el ayuntamiento, que a diario agravia a la ciudadanía por su omisión, inacción, incuria y dejadez.

María Palomar
(v.pág.11-A del periódico El Informador del 23 de enero de 2022).

Junto a los agobiantes males de la pandemia, hay algunos temas preocupantes en nuestra ciudad: la calidad del agua que consumimos, las deficiencias endémicas del transporte concesionado, el crecimiento del ambulantaje, el interminable descubrimiento de fosas clandestinas, la continua desaparición o secuestro de personas, el abuso y la violencia ejercidos contra las mujeres, algunos mercados de los que se ha apropiado la delincuencia (es de conocimiento general que el tercer piso de San Juan de Dios es espacio para todo tipo de tráfico), la ausencia de vigilancia en nuestras calles y ¿qué decir del tema de la salud?-¿de qué sirve una receta sin el medicamento? Es como un billete sin valor-. Le podríamos seguir, no es el caso.

Debe quedar claro: los problemas son de todos y es obligación de la población hacer la parte que nos corresponde para solucionarlos, como lo es que las autoridades administren con transparencia el dinero proveniente de los impuestos y de otras fuentes del financiamiento público, así como crear las condiciones para que vivamos en armonía. Es también nuestro deber señalar todo aquello que funciona deficientemente: los ciudadanos no podemos observar con indiferencia la degradación de nuestra ciudad y sus efectos en la calidad de vida de los tapatíos; después de todo, esta es nuestra casa y los gobiernos son transitorios.

En el tema del vital líquido (que, según nos enseñaron, debe ser inodoro, incoloro e insaboro), las autoridades responsables, al ser cuestionadas al respecto, expresaron primero: "Debido a la pandemia, se omitió el mantenimiento de las redes de agua potable de la ciudad" (sic), luego abundaron, "El problema es la obsolescencia de las redes de distribución". Salidas de pata de banco, entre tanto, agua turbia y, a ojos vista, de insuficiente calidad, sigue llegando a nuestros hogares. Ahora, nos enteramos de que se contrató un crédito para la reposición de las tuberías que se fue por el caño de la burocracia. La falta de transparencia es preocupante.

Con relación al transporte concesionado, parece el cuento de nunca acabar: el abuso hacia los usuarios, la vejación contra las mujeres, la explotación de los choferes, vehículos y calles que corresponden a un sistema de movilidad no solo injusto, sino anacrónico. Por su parte, la incorporación de modelos urbanísticos deseables, pero ajenos a nuestra cultura, ha generado conflictos entre los ciudadanos: los carriles para ciclistas se han vuelto trampas mortales para ellos mismos, así como para viandantes, motociclistas, automovilistas y choferes. Es evidente la insuficiencia de información y de programas de educación vial. De la seguridad, lo menos que se puede decir es que sigue siendo el tema pendiente de mayor importancia.

Es inaceptable que nuestro espacio vital siga deteriorado. Los gobernantes parecen más preocupados por los temas electorales que por atender con diligencia su responsabilidad actual. Quienes aquí habitamos no podemos ser omisos de nuestras obligaciones colectivas: no solo es pagar impuestos; la colaboración y la solidaridad deben seguir siendo máximas en nuestra convivencia. "De poco sirve que Dios guarde la ciudad si los ciudadanos no la cuidan".

Eugenio Ruiz Orozco
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 24 de enero de 2022).

Todas las ciudades tienen zonas perdidas, territorios irreductibles donde la autoridad constitucional no manda, donde hay otros que toman las decisiones y operan acuerdos construidos con base en la impunidad. No es que alguien haya dicho este territorio es de fulano o de mangano, nadie le cedió la Avenida 5 de Febrero a los comercializadores de autopartes robadas, ni las calles del barrio del Santuario a los comerciantes de medicinas ilegales, tampoco alguien escrituró el mercado de San Juan de Dios a los vendedores de piratería y teléfonos robados, o decidió que en un tramo de las vías de ferrocarril, entre Niños Héroes y Mariano Otero, los pobladores de Pueblo Quieto pueden hacer lo que se les antoje. Ningún alcalde de Guadalajara firmó un documento rindiendo la plaza, simplemente, "haiga" sido como "haiga" sido, por miedo, por desidia, por incapacidad institucional, por complicidad, o por una mezcla de todo, a lo largo de los años se fue perdiendo el control sobre esas "pequeñas" zonas de la ciudad.

Desde hace 3 décadas periódicamente se realizan "operativos" policiacos en estos 4 puntos de Guadalajara. En cada ocasión se hizo gran alharaca, hubo un gran despliegue de fuerza, presencia de autoridades estatales y federales, escuchamos tronantes declaraciones de alcaldes, gobernadores y procuradores en turno, y poco a poco, sin que sepamos bien a bien cómo ni cuándo, la piratería y los teléfonos robados regresaron al banquetón de San Juan de Dios, los vendedores de medicina a las calles del Santuario, los vendedores de nuestras propias autopartes robadas la noche anterior a las inmediaciones de 5 de Febrero, los asaltos a Pueblo Quieto.

Los operativos improvisados y reactivos sirven, pues, para 2 cosas: la 2a. es para nada. Desarticular redes criminales que llevan décadas operando y cuyos tentáculos están hundidos en lo más profundo del sistema de poder de la ciudad no es un trabajo de una semana o un mes. Si alguien quiere realmente desmantelar las bandas de crimen organizado que hay detrás de éstas y otras zonas perdidas de la ciudad se requiere un profundo trabajo de investigación policial y una voluntad política que supera con mucho al alcalde en turno.

Pero, suponiendo que a alguna autoridad le interesara dejar el pellejo político en recuperar las zonas perdidas de la ciudad, de poco servirá mientras exista una sociedad dispuesta a comprar medicina ilegal, piratería y teléfonos y autopartes robadas. Mientras eso no suceda el show debe continuar, y tengámoslo por seguro, continuará.

Diego Petersen Farah
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 27 de enero de 2022).

"Pueblo bicicletero" en la 1a. mitad del siglo pasado, lo que resultaba comprensible por el clima generalmente propicio, la topografía amable y la extensión aún humana de una ciudad que podía recorrerse de extremo a extremo en no más de 20 minutos (en bicicleta, subrayémoslo); Zapopan y Tlaquepaque, y no se diga Tonalá, Tlajomulco y demás pueblos que fueron devorados por Guadalajara, en aquellos tiempos "en que amarraban a los perros con longaniza", quedaban "donde Tarzán perdió el cuchillo".

De aquellos remotos tiempos data el "Tranvía de mulitas" que comenzó a operar en 1866, llegó a contar con 34 carruajes, se extendió a Zapopan -vía Atemajac y Zoquipan- en 1889, y cubría una extensión de casi 44 kilómetros. La era del tranvía eléctrico comenzó el 14 de septiembre de 1940 y duró hasta 1945, cuando aparecieron los primeros autobuses, operados por la Alianza de Camioneros de Jalisco ("Ex Tranviarios", rezaba un rótulo en las unidades). A esa era corresponden las míticas líneas Analco-Moderna, Mexicaltzingo-Mezquitán, Oblatos-Colonias, Centro-Colonias, Circunvalación, Norte y Sur, Zapopan-Guadalajara-Tlaquepaque-Tonalá, etc. En 1960, 4 años antes del nacimiento del Tapatío un Millón (8 de junio de 1964) y la correspondiente transformación del "pueblo bicicletero" en orgullosa metrópoli, comenzaron a circular los primeros autobuses chatos, de 2 puertas, en las Secciones 1 y 2.

Quizá los trágicos sucesos del '68 frustraron la promesa del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz al entonces gobernador Francisco Medina Ascencio, de que el gobierno federal dotaría de metro a Guadalajara. En 1974 comenzaron a circular los trolebuses, y el 1o. de septiembre de 1989 fue inaugurada la Línea 1 del Tren Eléctrico en la Avenida Federalismo; el 1o. de julio de 1994 la Línea 2, por las avenidas Javier Mina y Juárez, y el 12 de septiembre de 2020 la Línea 3, de Zapopan a Tlaquepaque.

La 1a. ruta de Macrobús comenzó a operar el 10 de marzo de 2009 por la Calzada Independencia; la 2a., ayer, por el Anillo Periférico.

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 31 de enero de 2022).

El Valle de Atemajac es asiento de algunas de las principales ciudades del estado. Por siglos, la actual conurbación se desarrolló horizontalmente: el edificio de mayor altura fue la catedral de la Arquidiócesis tapatía. Ninguna construcción debía ser superior a sus torres, pues simbolizaba la importancia de la Iglesia Católica en la vida de los habitantes de esta región, en una época nada remota.

Desde hace algunos años, esa horizontalidad, que hacía uniforme a la ciudad y a sus habitantes -social y urbanísticamente-, ha sido vertiginosamente substituida por cotos privados y por edificios multifamiliares, lo cual tiene una enorme importancia: los tapatíos, que antes nos veíamos a los ojos, hoy no podemos hacerlo, o nos vemos de arriba hacia abajo o viceversa. Las torres de nuestra principal iglesia ya no son más el centro, referente y emblema de nuestra ciudad. El horizonte fue interrumpido por las edificaciones que, a diestra y siniestra, aparecen modificando el paisaje urbano, dificultando el tránsito y la convivencia.

El sereno, el policía de barrio y los elementos de a pie han sido sustituidos por los patrulleros, quienes, montados en un vehículo, circulan por la ciudad, y por guardianes privados, los que, desde un cuarto de vigilancia -con todos los adelantos tecnológicos-, cuidan a los habitantes de los condominios horizontales y verticales. Fenómeno similar sucede en nuestras calles, en las que prácticamente han desaparecido los agentes de crucero, propiciando todo tipo de abusos y violaciones por parte de los particulares. Y, ¿qué decir de los émulos de Checo Pérez, que a todas horas del día y de la noche, transforman nuestras avenidas en pistas de carreras?

Eugenio Ruiz Orozco
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 31 de enero de 2022).

Aunque no sabemos en qué día o mes se estableció Guadalajara en donde hoy permanece, sí sabemos el año: 1542. No se trataba de una fundación, la ciudad ya se había fundado desde 1532, se trataba más bien de un traslado, luego de andar de Herodes a Pilatos por 10 años, entre flechazos cascanes y celos castizos.

El valle de Atemajac y los 15 pueblos indígenas que en él había desde fechas inmemoriales, fueron amigables y solidarios con esas 60 y tantas familias descoloridas pero arriesgadas que decidieron venir a vivir tan lejos de su tierra, en busca del naciente sueño americano.

Por paisajes no quedaba, eran amplios y maravillosos en el valle y en la barranca, arroyos y manantiales surgían por todos lados, separando tierras buenas y arenales, aunque de momento no sabían la sorpresa que los tiempos de aguas les reservaban y que los traerían asustados por lo menos doscientos años. Pronto advirtieron que la tierra también se movía, y con estrépito, de cuando en cuando. Pero ya estaban aquí, y aunque buena parte de esas familias fundadoras no perseveró en esta tierra, sí establecieron un lugar para que otros, semejantes a ellos, siguieran en delante viniendo, hasta estabilizarse por fin una población que pronto se llamaría tapatía.

Los pueblos indígenas entablarán de inmediato con Guadalajara una relación laboral y comercial que ha perdurado hasta el presente, pero que siempre, hasta el presente, ha sido desigual, sobre todo a partir de la independencia. Basta asomarse a ver en lo que han acabado muchos de esos hermosos pueblos, a los cuales un funcionario despistado y "extranjero" decidió llamar "colonias".

Si una delegación de indígenas y españoles del siglo XVI viajase en el tiempo para venir a ver la Guadalajara del siglo XXI, se quedarían altamente sorprendidos al contemplar la grandeza, prosperidad y crecimiento alcanzados por aquella pobrísima aldea de los orígenes, pero con título de ciudad desde 1539. No dejarían de hacer preguntas: ¿y dónde quedaron los bosques?, ¿y qué hicieron con los arroyos, manantiales y ríos?, ¿y los extensos y magníficos arenales?, ¿y las infinitas tierras fértiles de cultivo?, ¿y las frescas arboledas que bordeaban ojos de agua y acequias? Pronto notarían otras ausencias, cuando se vieran unos a otros los ojos enrojecidos, con las gargantas secas y las narices irritadas, y que la nave que los trajo del pasado ya no estaba donde la habían dejado estacionada, y que a fulano ya le arrebataron la bolsa, unos pillos que pasaron montados en un infernal, raudo y desconocido vehículo de 2 llantas.

Ya de regreso a su época lo primero que harían sería disfrutar el mayor tiempo posible de los hermosos paisajes naturales que, ahora sabían, estaban destinados a desaparecer, respirarían a bocanadas aquel aire limpio y saludable, y se quejarían menos del lejano rey, del cercano presidente de la Audiencia, de alcaldes y alguaciles, aleccionados de lo que nos deparaba el destino.

No sabemos si con semejante experiencia, estos hipotéticos viajeros del tiempo, hubiesen decidido planear el futuro de Guadalajara de otro modo, pero sí debemos preguntarnos, frente a la ciudad que tenemos, si estamos tomando las medidas adecuadas y eficientes para heredar una mejor ciudad a quienes vendrán después de nosotros.

Armando González Escoto
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 6 de febrero de 2022).

Los monumentos, en todo el país y en Guadalajara muy particularmente, siempre han sido motivo de discusión, por los dudosos merecimientos de los personajes a los que se pretende inmortalizar... y pretexto para chascarrillos. Así por ejemplo, del Monumento a la Madre, instalado originalmente en la Calzada Independencia, se decía que era "mucha piedra... y poca madre"; al águila estilizada de la Plaza de la Bandera llegó a conocérsele como "el zopilote mojado"; de "los hombres (y después, también, mujeres) ilustres" que circundan la Rotonda, en pleno centro de la ciudad, había consenso en que "ni están todos los que son, ni son todos los que están", etc.

Jaime García Elías
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 8 de febrero de 2022).

A los más ancianos de la comarca aún se les hace agua la boca al recordar -y referir, con un legítimo dejo de presunción, a sus descendientes- tanto los manjares que su paladar atesora en la memoria, como los locales en que tuvieron lugar muchas inolvidables aventuras gastronómicas de sus años mozos...

Hay, por supuesto, quien aún recuerda los locales especializados en "horchatas y chufas" de "los subterráneos" que empezaron a funcionar cuando se ampliaron, a mediados del siglo pasado, las avenidas Juárez y 16 de Septiembre: aquel inabarcable catálogo de suculencias elaboradas a base de realizar todas las mezclas imaginables -y unas cuantas inimaginables- de cuantas frutas se dan en esta que se jactaba de ser "La Sucursal del Paraíso", con yogurt, miel y canela. Hay quienes aún suspiran por restaurantes que se volvieron tradicionales, proverbiales y característicos de aquella Guadalajara que era, sin duda, una de las ciudades más "vivibles" (con la venia de Eugenio Ruiz Orozco, posible inventor de ese afortunado neologismo) de la república: las tortas de Emiliano, el pozole de Castorena, el pollo "a la Valentina", el menudo de "El Pingüino", las "coyotas" del "Delicias de Sonora"...

Todos aquellos restaurantes, más los cientos de cenadurías que se esconden en el polvoriento tapanco de la memoria, más allá de los olores y sabores que su sola mención evoca, eran, por sobre todas las cosas, remansos apacibles; oasis de bienestar en que se refugiaban las parejas y aun familias enteras al caer la tarde o a la salida de los cines que abundaban en el Centro: los Variedades, Alameda, Metropolitan, Avenida, De las Américas, Reforma, Diana..., por citar solo a los más "pomadosos".

Jaime García Elías
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 9 de febrero de 2022).

En estas tierras y por aquellos mismos años [siglo XVI] se dieron 2 mujeres cuyas decisiones y firmeza fueron de muy amplias consecuencias. Sabemos poco de ellas, pero advertimos el talante de su visión: Cihualpili y Beatriz Hernández.

Hacia 1530, numerosos pueblos del valle de Atemajac y sus alrededores estaban gobernados desde Tonalá por una mujer no sólo bien informada sino realista, con mente abierta y visión de futuro, audaz y valiente, o como se dirá luego entre nosotros "lebrona", y digo entre nosotros, porque en el español de España, lebrona tiene el significado opuesto. Fue esta mujer la que decidió no hacer guerra a los malolientes y medio salvajes extranjeros que bajo el mando de Nuño de Guzmán vinieron a dar a estas hermosas tierras, con que los bañaran y les diera de comer a llenar podía bastar, pero sucedió que no venían de paseo, sino a quedarse, así que también les dieron tierras, mismas que se "agandayó" el 1er. político arribista de nuestra historia y futuro inmobiliario, llamado "don" Nuño por sus infaltables aduladores.

2 años después se fundó Guadalajara más o menos en el aire, o como una ciudad entre migrante y prófuga, cuyos habitantes desde el principio le habían puesto el ojo al valle de Atemajac, ahí, junto al río, donde ya lleva más agua, para poner molinos, baños públicos de prójimos y caballos y hasta cines. Pero, ¿Qué pensaría el licenciado?, porque Nuño dicen que lo era, muchísimo antes de que existiera un teatro Diana.

Es ahí que entra la 2a, mujer lebrona de nuestros orígenes, Beatriz Hernández, alias la "gallera", que siendo como fue, mujer de esas que no necesitan vejigas para nadar, le importó muy poco lo que pensara el licenciado. Después de vivir y sufrir tantos zafarranchos corridas y humillaciones a manos de grupos indígenas hostiles, poco abiertos a las relaciones internacionales, sobre todo si se maliciaban amañadas, aquellos habitantes de Guadalajara ya no hallaban donde tener sosiego. Para 1542 estaban de vuelta en Tetlán participando en acalorado debate a propósito de si inauguraban o no la hoy tan conocida práctica de invadir predios del tamaño que sea, y desde luego, ajenos, en esta ocasión, los del licenciado. Beatriz se ganó el "doña" por su arenga soberanista, y su amedrentada gente, el anchuroso, fértil, fresco y saludable valle de Atemajac, que de 100 años para acá nos hemos encargado de aniquilar con todo y sus 490 años de identidad. ¿Felicidades, Guadalajara?

Armando González Escoto
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 13 de febrero de 2022).

Mañana se cumplirán 480 años de la fundación de nuestra querida ciudad de Guadalajara, de lo que mi solitario lector se habrá dado cuenta por los festejos que el actual presidente municipal hará como parte de la buena campaña que realiza con rumbo a la gubernatura, y a la historia de doña Beatriz me atengo; sin embargo, deseo hacer algunos comentarios que no son muy usuales y que tuvieron que ver con la fundación.

Lanzado Nuño a la conquista, evadiendo en lo posible a Cortés, con quien siempre tuvo problemas, entró a los terrenos en que Cristóbal de Olid por instrucciones de don Hernando había incursionado en 1530 y quiso crear lo que él deseaba llamar como "la conquista del Espíritu Santo de la mayor España" y que doña Isabel de Portugal, esposa de Carlos V, decidió en Real Cédula, dada en Ocaña el 25 de enero de 1531, se llamara como "Nueva Galicia".

Se fundó Guadalajara la 1a. vez en 1532 por los rumbos de lo que hoy es Nochistlán, habitándola 42 vecinos que sufrieron los ataques de los naturales que por ahí defendían su tierra. Subsistió más o menos un año en ese lugar y estando ahí el padre Tello nos cuenta que doña Beatriz, esposa de Juan Sánchez de Olea, se colocó una armadura y lideró a las colonizadoras, lo que muestra debe haber sido una mujer de gran valor y arrojo.

De allí se fueron a Tonalá, donde se hizo la 2a. fundación por Oñate y duró ahí 2 años hasta que volvió Nuño, a quien no gustó esa ubicación porque curiosamente el dueño de esas tierras era él y prefirió ordenar trasladarse en 1535 a Tlacotán, donde el dueño de esas tierras era Oñate, que tuvo que obedecer no de muy buen grado.

En 1538 se dictó en España la orden para hacer a Nuño Beltrán de Guzmán un juicio de residencia (que era una especie de juicio político actual) y que las órdenes tardaban mucho tiempo en llegar, lo juzgaban en virtud de la cantidad de barbaridades de las que lo acusaban, como las que lo condenaron y murió en 1550, en la miseria, en Torrejón de Velasco; lo anterior es importante porque cuando se da la fundación definitiva de nuestra ciudad, este conquistador ya estaba preso en España.

En la semana en que estaba el 14 de febrero de 1542 (porque no hay certeza del día exacto) se funda nuestra ciudad, pero ya tenían tiempo escogiendo el lugar y así, el 9 de octubre de 1541 hubo en Tetlán un censo para ver quiénes vendrían a habitarla. Hace años en la iglesia de ese lugar había una placa con los censados, los que por el machismo de la época eran puros varones (entre los que se listó estaba el marido de doña Beatriz, pero no ella) pero lo de "el rey es mi gallo", aunque no creo que haya sido cierto, es bonito y lo acepto.

Carlos Enrigue Zuloaga
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 13 de febrero de 2022).

A propósito del aniversario de nuestra ciudad, ¿hay algo que celebrar?: ¿La serie inacabable de hechos delictivos que enlutan a nuestra metrópoli?; ¿o el descubrimiento cotidiano de tumbas clandestinas?; ¿el feminicidio y la violencia ejercidos, un día sí y el otro también, contra seres humanos por el hecho de haber nacido mujeres?; ¿los robos que se perpetran en cada esquina?; ¿la pérdida de valores y la endémica incapacidad de las autoridades para castigar a los infractores de la paz pública? El asesinato del joven Eduardo Salomón Puertos Gaytán y el posterior abandono de su cadáver (da la impresión de que alguien lo sugirió para deshacerse de un problema: "Algo huele mal en Copenhague"), refleja la deshumanización de la sociedad. Parece que hemos extraviado el rumbo. Cuando se pierde la civilidad, es decir, la capacidad de vivir en comunidad, lo que sigue es la barbarie. Cuando el gobierno, en cualquier nivel, se vacía de autoridad política y moral, y quienes recibieron la confianza y responsabilidad de decidir por nosotros escudan sus omisiones e incompetencias en los gobernantes anteriores, algo está mal.

Pensar en el ejercicio del poder público como un privilegio y gobernar a título personal sin rendir cuentas a nadie, priorizando la próxima elección sobre la correcta administración de los bienes públicos, es síntoma de que, irreversiblemente, vamos camino al desastre.

Hace 480 años, cuando los fundadores de Guadalajara lograron por fin un espacio para vivir en paz, jamás imaginaron que la Clara Ciudad dejaría de ser el lugar de sus sueños y se convertiría en escenario de nuestras peores pesadillas.

Eugenio Ruiz Orozco
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 14 de febrero de 2022).

Sin pretender ser aguafiestas: ¿Qué celebrar en Guadalajara? ¿Tradiciones culinarias como la torta ahogada, la birria o los platillos tradicionales? ¿O celebramos el mariachi y el atuendo charro que gracias a la época dorada del cine mexicano consagró a los jaliscienses y a los tapatíos como imagen de la mexicanidad ante el mundo?

¿O la fiesta puede ser deportiva, gracias a los centenarios clubes de futbol que tan relativo éxito han tenido en los últimos años?

¿O amerita festejar y enorgullecerse porque la nuestra sigue siendo la 2a. ciudad más grande del país, después de Ciudad de México, que mantiene viva esa añeja (e inútil) confrontación entre chilangos y tapatíos?

Igual, de plano puede festejarse todo al mismo tiempo. Lo ya mencionado y otros muchos elementos del quehacer cotidiano de quienes vivimos en esta ciudad, componen eso que nos identifica como tapatíos. ¿Pero de verdad es suficiente? Como que vistas así las cosas, la conmemoración queda incompleta.

Mientras todavía quede motivo de celebración, ¿por qué no admitir que la nuestra es una ciudad que a pesar de los proyectos de transporte de los últimos años, aún ofrece una movilidad caótica varios días de la semana?

También debe reflexionarse, necesariamente, en la inseguridad, la delincuencia, la violencia. No bastan las discusiones sobre si los índices de delitos han reducido en el último año. Para todos es muy claro que hay ciertos lugares de la ciudad, y ciertos horarios, que son prohibitivos y muy riesgosos. Como referente obligado, basta consultar la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) publicada por el INEGI, con datos hasta diciembre del año pasado. Ahí, los habitantes de Guadalajara dijeron que la percepción de que viven en una ciudad insegura alcanza hasta al 81.7% del total. Es una cifra altísima, si se considera que en Zapopan sólo el 60.8% de la gente se siente insegura.

Y sin afán de sobreabundar: ¿Cómo es Guadalajara pasadas las primeras 2 décadas de este siglo? Ya no vale comparase con la ciudad provinciana de mediados del siglo pasado.

De entrada, debe adoptarse con seriedad el concepto de metropolización. El aniversario de la ciudad alcanza a los 9 municipios conurbados con todas sus diferencias, con sus contrastes brutales y con sus retos.

La nuestra es una ciudad que no figura en ningún "top ten" de ciudades mexicanas más desarrolladas o atractivas. Basta revisarlo en cualquier motor de búsqueda de internet. Ni Guadalajara ni Ciudad de México aparecen, como sí están, por el contrario, Mérida, Saltillo, San Pedro Garza García, Querétaro y otras.

Demos respuesta a esto: ¿En nuestra ciudad se resolvió ya el abasto de agua potable; manejamos responsablemente la basura; conseguimos mejorar la calidad del aire; vamos en ruta de eliminar la pobreza radical de muchas de sus zonas periféricas?

El festejo es válido. Incluso necesario. Pero no nos engañemos: estamos quedándonos rezagados y celebramos los logros de un tiempo que ya se fue.

Jorge Octavio Navarro
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 15 de febrero de 2022).

Aunque el municipio, políticamente, subsiste, Guadalajara dejó de ser una simple ciudad para transformarse en una zona metropolitana monstruosa, inabarcable, indefinible y despersonalizada. A continuación, la migración procedente de otras poblaciones de Jalisco y aun de otras entidades -algunas vecinas, como Michoacán, Guanajuato, Colima o Zacatecas; otras distantes, como Sinaloa, Sonora o la Ciudad de México-, ha modificado los hábitos y el talante de los lugareños. Si alguna vez fueron características la belleza de las mujeres, la gallardía de los varones y la amabilidad y cortesía de unas y otros, actualmente pocos rasgos de su personalidad resaltan o permiten identificar a golpe de vista a los tapatíos.

Guadalajara -dijo [el presidente municipal Pablo] Lemus- "es referente nacional e internacional por su música, gastronomía y tradiciones...". Empero, lugares que alguna vez fueron emblemáticos de la otrora "Perla de Occidente" -su centro histórico, sus barrios tradicionales, sus mercados (el de San Juan de Dios muy particularmente), la Plaza de los Mariachis...-, se han despersonalizado notoriamente, por no decir que degradado. Las zonas más visitadas actualmente por los tapatíos -cualquier cosa que eso signifique-, son los centros comerciales al estilo gringo en que pizzas, hamburguesas, hot dogs o comida japonesa -por hablar de gastronomía- predominan ostensiblemente sobre las tortas ahogadas o el pozole. En los bares se consumen muchas más cervezas -y no necesariamente artesanales, de manufactura local- que tequila. En materia de música, es obvio que el rap, la música de banda o el rock eclipsan a la música mexicana en cualquiera de sus géneros tradicionales. Juan Rulfo y Agustín Yáñez, por hablar de otras expresiones culturales, son cimas de la literatura; pero, ¿cuántos tapatíos los han leído?; ¿cuántos los consideran héroes de consumo popular como "El Canelo" Álvarez o "Checo" Pérez...?

Jaime García Elías
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 16 de febrero de 2022).

Cuna de la mexicanidad, Ciudad de las Rosas, Perla de Occidente, Silicon Valley mexicano, Ciudad Creativa Digital son apenas algunos de los apelativos como la élite tapatía autonombra a Guadalajara, la capital del Estado de Jalisco.

Regularmente los aniversarios de fundación de Guadalajara se prestan para hacer recuentos de lo que es ahora la capital antes de Nueva Galicia y ahora del estado federado de Jalisco. Varios de los recuentos se quedan atascados en un chauvinismo provinciano que cree que Guadalajara es la mejor ciudad de México o al menos la ciudad y su región de influencia que han dotado de significado al nacionalismo mexicano con la música de mariachi, los trajes charros, el tequila y la charrería.

Tras 3 fundaciones previas, Guadalajara se funda en el Valle de Atemajac y con muchas penurias, las administraciones coloniales de la Nueva Galicia fueron asentando su dominio en una región predominantemente agroganadera mediante las encomiendas y posteriormente un sistema de haciendas que le dio fama y riqueza a la Guadalajara colonial.

A fines del siglo XIX y a comienzos del siglo XX, Guadalajara y su región se encandiló en el industrialismo capitalista pensando que así llegaría el progreso. Lo que llegó fue la explosión demográfica alentada por las migraciones del campo a la ciudad y la consolidación de zonas y corredores industriales que transformó a los campesinos tradicionales en obreros asalariados.

La creciente migración transformó Guadalajara creciendo sus periferias primero hacia el Oriente de la ciudad, y después comiendo las tierras agrícolas de los alrededores que se convirtieron en colonias de autoconstrucción, primero, y posteriormente en colonias y fraccionamientos ofrecidas por el capital inmobiliario que ha sido un agente primordial para entender la crisis que ahora vive la ciudad.

La crisis de la década de 1970 llevó al Estado mexicano y las dirigencias empresariales a rediseñar la base industrial tapatía de productora para el mercado nacional a aceptar inversiones extranjeras especialmente para las maquilas y la industria electrónica que convirtió a la zona metropolitana de Guadalajara en nodo de producción y exportación. Casi en paralelo creció la agroindustria de exportación con sistema de producción extremadamente contaminantes. Al mismo tiempo, Guadalajara se convirtió en sede de los principales cárteles del capitalismo ilegal que operan en México.

Estas últimas dinámicas de acumulación (inmobiliario, industrial, agroexportador y narcotráfico) explican la economía que ahora impera en Guadalajara, una zona metropolitana de 5 millones de personas, de las cuales la mitad está en pobreza o marginación.

Guadalajara es ahora una ciudad convertida en nodo de acumulación del centro-occidente del país y que ofrece pésimas condiciones de vida para la mayoría de los habitantes de esta urbe. Una urbe que los condena a viviendas precarias, hacinadas y alejadas de los centros de trabajo, educación y esparcimiento que los obliga a pasar varias hora de sus días en un transporte público caro y poco eficiente. Estos ritmos de vida terminan por producir cuerpos exhaustos y agotados tanto en el trabajo como en el transporte.

Rubén Martín
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 16 de febrero de 2022).

Ahora que Guadalajara festeja sus 480 años, quiero celebrarla con una recopilación de algunos mitos y una verdad sobre lo tapatío. No hay otro criterio de selección que el mero gusto por compartir.

Este mito urbano sí me sorprendió. Dice Luis (tapatío y dealer de arte) que en Plaza Guadalajara, en la punta de la fuente ubicada frente a Catedral, está representada la Perla Tapatía. Acudí al lugar para verificar la fuente de este mito. Se trata, indudablemente, de una esfera con apariencia de perla, montada sobre un asta y custodiada por la figura de 2 leones. De la fuente, no tengo duda, mide unos 15 metros de diámetro.

Otro mito. Como toda ciudad en su mayoría de edad, la nuestra tiene sus "cicatrices" y una de ellas es la Calzada Independencia, un límite geográfico imaginario que segrega a los tapatíos de la Calzada para allá y de la Calzada para acá.

Desde su fundación, la ciudad creció con 2 poblaciones, una al oriente del Río San Juan de Dios, conformada mayormente por indígenas, y otra al poniente, habitada por familias de origen criollo. Esta división se ha mantenido históricamente en una aplicación desigual de inversión y políticas públicas en ambos lados de la urbe.

No creo que los tapatíos seamos más o menos clasistas que el mexicano promedio. Lo que sí creo es que tenemos una historia y un río para justificarlo.

Este no sé si sea mito, leyenda o milagro tapatío, pero la superioridad moral y crujiente del birote (una vez me lastimé el paladar) sobre la desganada telera chilanga debe ser motivo de orgullo tapatío cuando perdamos los clásicos contra el América.

Reza la leyenda que el birote fue traído de Francia por un cocinero del emperador Maximiliano. En Guadalajara, gracias a su condición climática, el birote alcanzó la perfección. Dicen que el término birote proviene del apellido Birrot, familia de panaderos franceses en Avenida Vallarta. "Vamos por un Birrot", decían nuestros antepasados. Otra versión apunta al militar y orfebre de la masa Camille Pirotte, de las huestes imperiales, que regalaba pan. Cuánta cosa inventamos. Dice una amiga, con razón, que al comer birote salado celebramos la intervención francesa.

Busqué el origen de la palabra Guanatos. Encontré un par de explicaciones míticas. Se trata de la combinación Guadalajara y "nacido en". Otra dice que los músicos de la banda Toncho Pilatos (una novia punk me los presentó en los 90) bautizaron así a la ciudad durante sus conciertos en el oriente en los años 60. Ninguna explicación me convenció.

Después de varios mitos urbanos, pocos aquí pero innumerables, cierro con un servicio social y verdad sobre lo tapatío. Cuando un oriundo de estas tierras te dice: "Hay que vernos, nos ponemos de acuerdo" significa en realidad: "Me gustaría verte, pero eso nunca va a ocurrir". Fuereños, tomen nota.

Jonathan Lomelí
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 18 de febrero de 2022).

Hace más de medio siglo, Guadalajara -aunque ni Ripley lo crea- fue modelo, a nivel nacional y aun internacional, del manejo de la basura. Tras la recolección cotidiana, se clasificaba: orgánica e inorgánica; de esta última, se seleccionaba, limpiaba y procesaba el vidrio, el metal y el cartón; la orgánica se transformaba en composta (fertilizante de plantas) que se aplicaba en parques, jardines y camellones o se obsequiaba a los vecinos.

Era "casi el paraíso". Pero también era "otra Guadalajara": una ciudad que apenas había llegado al millón de habitantes (la quinta parte de los que actualmente residen en toda la mancha urbana). Era, por tanto, mucho más gobernable: más susceptible de regirse por ciertas normas, reglas o ideas para mejorar la calidad de vida de sus habitantes y resolver sus problemas.

Dotarlos de agua, facilitar su movilidad, recolectar y aprovechar sus desechos -no solo llenar barrancos, hacer montañas y contaminar sus aguas subterráneas con ellos- siguen siendo, en gran medida, asignaturas pendientes de quienes cobran por gobernar como si supieran (gobernar; no cobrar).

Jaime García Elías
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 25 de febrero de 2022).

Si usted sabe sobre alguna próxima inauguración de obra pública, dese la oportunidad de acudir, es una experiencia inolvidable, nunca las cosas se ven tan bien como ese día, si ya lo ha hecho, haga memoria, recuerde lo que fue en su momento la serie de obras inauguradas en el área del Agua Azul, recuerde el feliz día en que se pusieron en servicio las primeras calles peatonales de Guadalajara, la gloriosa fecha en que se inauguró la gran Plaza Tapatía, cuyo reloj sigue marcando esa misma hora, o el puente elevado sobre la Calzada Independencia, o el célebre y en su momento bien logrado proyecto de las 100 manzanas en el barrio de las Nueve Esquinas, aunque quedó como en 20, o cuando las ansias nunca satisfechas de redimir el oriente tapatío dieron sitio al gran Parque de la Solidaridad Internacional.

Dado que la tendencia sostenida es que una nueva obra sepulta la anterior, tenemos la oportunidad de estar produciendo zonas arqueológicas citadinas al por mayor, vaya ahora a ver qué fue de la zona del Agua Azul, donde la arqueología y el parque jurásico se disputan el territorio. Visite el Parque de la Solidaridad internacional, de ser posible ya pardeando el día, para que le añada la emoción de lo desconocido, el impacto del turismo de alto riesgo, ahora que, si el sitio le parece muy lejano, asómese al otrora romántico jardín de Francisco Zarco, justo en la esquina de las calles Independencia y Juan Nepomuceno Cumplido, cuya egregia estatua sedente ya perdió la placa, de modo que puede ser cualquier persona, la que usted guste.

Por supuesto que nuestro zoológico de elefantes blancos, sin mencionar el crecido número de rascacielos desocupados, se ubica en la Plaza Tapatía y se anuncia por la devastación urbana que rodea al Parque Morelos, antigua alameda de la ciudad.

Tal vez el origen del problema sea que los presupuestos para obra pública no contemplan partidas permanentes para su conservación y mantenimiento, o que se planean obras que luego no se pueden sostener, heredando a cada nueva administración un número creciente de compromisos que acaban siendo incosteables.

Del modo que sea, nuestra idiosincrasia burocrática sigue siendo la de "juguete nuevo dónde te pondré", así que cada nueva administración quiere hacer sus propias nuevas y fastuosas obras, cuando que una obra excepcional sería dedicarse a mantener lo que ya existe en las mejores condiciones posibles.

Estas mejores condiciones exigen un proyecto de conjunto que haga transitable, amable y seguro el Centro Histórico de la ciudad, carente en su mayor parte de semáforos peatonales, de semáforos secuenciados, de pavimentos por lo menos usables, de arbolado sano y cuidado, de mayor número de sanitarios públicos o de menor número de personas que hacen de parques y banquetas su excusado, un Centro Histórico al que la gente pueda llegar, pues la proliferación no calculada de zonas peatonales lo mantiene básicamente aislado. Claro, esas mismas condiciones se esperan de cualquier parte de la ciudad, pero el Centro es nuestra "sala de recibir", razón por la cual merece una atención más de conjunto, y no esa obsesión por el "juguete nuevo" que prescinde de todo lo demás.

Armando González Escoto
(v.pág.11-A del periódico El Informador del 27 de febrero de 2022).

Hay quien dice que de los grandes episodios nacionales -la Independencia, la Reforma y la Revolución-, en Guadalajara solo quedaron algunas insignificantes huellas anecdóticas: el tedeum con que se recibió en la catedral al general Calleja, comandante del ejército realista, tras su victoria sobre las tropas de Hidalgo en la batalla del Puente de Calderón, el 17 de enero de 1811; la intervención de Guillermo Prieto ("¡Bajen las armas: los valientes no asesinan...!") para evitar que la guardia de Palacio de Gobierno fusilara al presidente Benito Juárez y su gabinete, el 14 de marzo de 1858, y el balazo de Julián Medina -aún visible- a la carátula del reloj de Palacio de Gobierno, el 30 de enero de 1915, "para que los tapatíos nunca olviden a qué hora las tropas de mi general Villa tomaron Guadalajara"...

En cambio, el crecimiento y el progreso -llamémosle así a beneficio de inventario- de la ciudad, así como las malhechuras que han caracterizado algunas obras públicas, han dejado huellas más profundas, notorias y duraderas. Sin ánimo de hacer una cronología o un inventario exhaustivo de las mismas, pueden anotarse las intervenciones en el Palacio Federal (Alcalde y Hospital), la Torre de Educación (en Prolongación Alcalde), la Catedral -afectada por el túnel vehicular de la Avenida Hidalgo-, el desplome del techo del Auditorio Benito Juárez o el reforzamiento del Mercado Libertad. O las cicatrices más recientes: la clausura del Museo del Periodismo (la famosa Casa de los Perros); el cierre obligado de la iglesia de San Francisco, y los soportes colocados en los portales del Edificio Plaza, frente a la Plaza de Armas.

La noticia es que están en vías de retirarse dichos soportes, testigos de los perjuicios ocasionados por la construcción del túnel para la Línea 3 del Tren Eléctrico Urbano: indicios de que el original edificio de oficinas reconvertido en hotel y los establecimientos comerciales -las famosas donitas...- que datan de cuando se ampliaron las avenidas Juárez y Alcalde-16 de Septiembre, a mediados del siglo pasado, estaban, literalmente, "a la buena de Dios".

Se supone que la inyección de polímeros en el subsuelo garantiza la seguridad de inmuebles, ocupantes y peatones. Tanto Protección Civil y Bomberos y Obras Públicas de Guadalajara como el Colegio de Ingenieros de Jalisco avalan la intervención... aunque no estaría de más encomendarla a la Virgen de Zapopan ("patrona jurada de Guadalajara -recuérdese- contra rayos y calamidades")... entre las cuales -¡ojalá!- las construcciones realizadas, también, "a la buena de Dios".

Jaime García Elías
(v.pág.6-A del periódico El Informador del 28 de febrero de 2022).

Guadalajara fue -"cuando se amarraba a los perros con longaniza y no se la comían"- "La Ciudad de las Rosas". Después, "la ciudad de los alamillos". Más tarde, "La Ciudad de los Adoquines". Actualmente -"cuando hacen longaniza de perro y nosotros nos la comemos"-. "La Ciudad de los Bolardos"...

En efecto: son modas; por definición, "usos o costumbres pasajeras que regulan el modo de vivir, vestir, etc.".

Antaño fueron las rosas, porque su aroma y su belleza les ha ganado el título de "la reina de las flores"; porque el clima de Guadalajara, predominantemente soleado y caluroso, las favorece..., y, seguramente, porque los viveristas supieron vender la idea (y las rosas: "el remedio y el trapito", pues) a las autoridades municipales de entonces. Por lo demás, los vecinos, celosos de las galas de la casa común, además de respetarlas, difundían la versión de que eran "las más caras del mundo": se multaba con 50 pesos de entonces (casi una semana de salario mínimo) a quien se sorprendiera arrancando alguna de los camellones en que abundaban.

Siguieron los alamillos, instalados a granel en las banquetas. Se trata de árboles de rápido crecimiento, resistentes al trasplante, tolerantes a heladas ligeras y sequías, y sin raíces invasoras que destruyeran las banquetas... aunque luego se les encontró el defecto de que segregan una cera que mancha la pintura de los automóviles.

Posteriormente, cuando a las autoridades les dio por "peatonalizar" y "tranquilizar" algunas calles del 1er. cuadro, llegaron los adoquines... y la sospecha de que, en el fondo, había más intención de lucrar que de hacer la ciudad más amable para sus moradores.

El siguiente alarido de la moda fueron los bolardos: "postes de metal o piedra, de baja altura, anclados al suelo para impedir el acceso de vehículos a áreas peatonales". Colocados a la buena de Dios, como al parecer ha ocurrido en Guadalajara (según la nota de EL INFORMADOR, en el 1er. cuadro de la ciudad se han instalado, "de forma discrecional, por empresas constructores y con el aval del ayuntamiento", cerca de 5,000 bolardos "de todos los tamaños y diversos materiales") ocasionan accidentes automovilísticos, estorban y ponen en riesgo a personas discapacitadas, lisiadas o invidentes.

Por cada persona que considera que los bolardos, en efecto, protegen al peatón, 2 o más sospechan que se trata, más bien, de "un negocio de autoridades y proveedores".

(Eso dice un sondeo de este medio. Y las abuelas de antes sentenciaban: "Piensa mal y acertarás...").

Jaime García Elías
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 16 de marzo de 2022).

Por tocar en temporada, por designio divino, por elección de doña Ticha, por alinearse los hoyos negros, por gentileza de nuestros amados gobernantes -en especial el ultra mega popular presidente municipal y futuro todo le que usted quiera- o porque la madre naturaleza así lo decidió de forma gratuita, el hecho es que a pesar de que nos hagan sufrir por la notoria incompetencia de nuestros admirados tribunos, pero esta ciudad es de las pocas que la naturaleza -terriblemente veleidosa como es- nos regala unas primaveras como en muy pocos sitios del mundo se viven, hasta donde el gobierno no puede evitarlas.

Y dígame si no le parece una maravilla una caminata por la avenida de La Paz, o lo que de esta ha sobrevivido después de las disposiciones oficiales, entre Federalismo y Tolsa -sí, así, Tolsa, que no Tolsá como muchos quisieran llamarla. Qué esplendor de primaveras floreadas en un glorioso estallido de color, si usted no las ha visto, créame que vale la pena la excursión y más si después usted penetra rumbo al centro para ir a las Nueve Esquinas o a Mexicaltzingo, a mortificar esta carne inmunda y pecadora con la desordenada ingesta de lo que ahí se prepara, muy en especial las enchiladas de este último barrio, lo que recomiendo hacer sin soberbia, sin dar instrucciones al posadero, tan sólo gozando lo que le darán.

Después y por los rumbos de la glorieta a Colón vaya usted a gozar las rosamoradas, también en flor, y si le cae gordo el genovés, pues láncele una mentada de madre, si se quiere de envidia por no compartir la maravillosa vista que tiene desde ahí; en especial desvíese un par de cuadras para ver en Colomos y Colegio Militar, hay una de estas de rechupete, y a un par de cuadras existen bastantes aguajes para beber y comer, discúlpenme que no dé nombres pero una vez escribí de mis cantinas favoritas, de las que ya han cerrado más de 4 y por tanto ya no quiero ser ave de mal agüero para mis propios gustos.

De allí diríjase a Jorge Álvarez del Castillo -de quien hago un afectuoso recuerdo- y encontrarán, empezando a florear, las jacarandas. Antes había más, frente a la casa donde vivo había 4 muy grandes y durante este tiempo cada que entrábamos a la cerrada -porque es una calle cerrada- el suelo estaba tapizado de flores y sentía uno lo que debe sentir la imagen de la zapopana de andar sobre un tapete de flores.

Dirá usted que qué simple soy y tendrá razón, pero entenderá que mis rumbos actuales son muy limitados, lo que no impide que los siga gozando mientras pueda y que, para mi desgracia, ignore un puño de lugares de nuestra querida ciudad en que estallen floraciones parecidas o mejores, las que espero que gocen como yo trato de gozar y compartir las mías.

Carlos Enrigue Zuloaga
(v.pág.7-A del periódico El Informador del 20 de marzo de 2022).

Los tapatíos de antaño -de los que, por fortuna, aún hay sobrevivientes- no solo almacenan estampas en la memoria: también atesoran en ella olores y sabores relacionados con restaurantes, si no "de alta gama", sí, ciertamente, entrañables por su vinculación con paseos vespertinos, citas amistosas o románticas, idas al cine, etc.

Para quienes salían de las funciones vespertinas o nocturnas en los ya desaparecidos cines Variedades, Reforma, De las Américas y aun de los Alameda, Avenida y Metropolitan -estos últimos en la Calzada Independencia-, el complemento obligado solía ser una escala técnica (el inventario no pretende ser exhaustivo, conste) para las tortas de Emiliano, el pozole de Castorena, el Pollo de Valentina, las tostadas o los buñuelos de El Santuario, las nieves de "El Gato", el tejuino de "El Polo Norte" -donde abrió la flamante Casa Dolores-, y, años después, los elotes "espaciales" -eran los tiempos, precisamente, de "la carrera espacial"- y las carnes asadas de Rubén.

Si es cierto que la función crea al órgano, es probable -y deseable, además- que el Paseo Alcalde ofrezca los atractivos gastronómicos y culturales hoy por hoy casi inexistentes: los primeros, para rescatar algunas tradiciones de los tiempos en que pobladores y gobernantes se afanaban en que Guadalajara mereciera el epíteto de "Ciudad Amable"; los segundos, para justificar el de "La Florencia de América".

Nivelar el marcador, en lo gastronómico, ante la notoria hegemonía de hamburguesas, pizzas, sushi, hot dogs y similares, y el cultural ante la fobia de las actuales generaciones hacia los libros, alcanzará dimensiones de proeza homérica.

Jaime García Elías
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 28 de marzo de 2022).

Todos los proyectos de los últimos años, desde las presas de El Zapotillo y El Purgatorio y el "metro" para Guadalajara (gestionado por el entonces gobernador Medina Ascensio, prometido por el entonces presidente Díaz Ordaz y abortado a raíz de los conflictos de 1968 y 1971), han derivado, invariablemente, en acciones tardías y mediocres. Lo demuestran las carencias y racionamientos de agua en los meses más calurosos del año, y las penurias cotidianas de los miles de personas que tienen que resignarse a un transporte público plagado de deficiencias.

Pero, como luego dicen, siempre será mejor poco que nada... y siempre será mejor tarde que nunca.

Jaime García Elías
(v.pág.5-A del periódico El Informador del 30 de marzo de 2022).

En Guadalajara hay sólo 3 edificios declarados por el INBA como Monumento Artístico: la Casa Cristo y la Casa González Luna, ambas de Luis Barragán y localizadas en la Colonia Americana, y el Mercado Libertad.

El decreto federal apunta que elaborado con su tabique de barro vidriado, San Juan "representa una expresión artística de la arquitectura mexicana orientada hacia el servicio público". En otras palabras, el mercado materializa la idea de un tianguis mexicano en un edificio.

Por eso lo que ocurrió ayer fue una tragedia y un milagro. Una tragedia porque se quemó alrededor del 12% de los locales comerciales, pero un milagro porque los bomberos contuvieron un incendio que pudo acabar con el mercado más grande de América Latina.

Salvaron también el ícono más tapatío después de la Catedral -un amigo bromea que Guadalajara está en San Juan de Dios y no al revés-.

Para valorar San Jonhy, tratemos de respondernos: ¿Cuál es la diferencia entre un gran centro comercial de moda cercado por edificios de lujo y San Juan de Dios en el corazón de Guadalajara?

Que en el primero, el aire acondicionado, los restaurantes costosos, las prendas de marca y el oculto lavado de dinero crean la pantalla de un mundo artificiosamente ideal.

En cambio, en San Juan de Dios se mezclan las baratijas y los artículos de primera necesidad, la comida tradicional y la res recién sacrificada, la piratería y los pasillos con pájaros, el placer y el crimen, todo convive expuesto y a la luz del día de una forma más visceral, es decir, más parecida a la realidad.

Jonathan Lomelí
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 1o.de abril de 2022).

El Domingo de Ramos, llamado en latín "domenica in palmis" nace de la representación de la entrada de Jesús en la ciudad de Jerusalén, en vísperas de su crucifixión, y como el texto de la Escritura dice que la gente cortaba ramos de los árboles para aclamarlo, pues vino la costumbre de llevar y agitar ramos para la misa de ese día, que luego se volvieron palmas, y después, verdaderas artesanías hechas de estas hojas, lográndose formas y figuras de lo que se denomina con razón "arte efímero".

Y como se bendecían las palmas, la gente las conservaba en sus casas hasta que se extinguían, o las palmas o las casas. Las palmas tapatías solían extinguirse durante las tempestades, pues se quemaban para atraer la benevolencia divina ante el azote de la lluvia. Colocar cruces hechas con estas palmas detrás de las puertas de egreso, tenía el objetivo de impedir el ingreso de los malandrines. Hoy día no bastarían todos los palmares de Colima.

Armando González Escoto
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 10 de abril de 2022).

En Guadalajara, considerada antaño como una de las mejores ciudades para vivir -por su clima, sus servicios públicos, la amabilidad de sus habitantes, su gastronomía y demás atractivos turísticos y culturales... y, de paso, por su seguridad-, casi 9 de cada 10 habitantes (87.1%, para ser exactos) "considera que vivir es inseguro" (EL INFORMADOR, IV-19-22).

Ante la virtual inexistencia de estrategias preventivas y la probada incapacidad de las autoridades para investigar delitos y aprehender y procesar delincuentes, el ciudadano común reduce el riesgo de ser víctima de un delito reforzando las protecciones de su domicilio y saliendo de casa, en determinados horarios, solo para comprar alimentos y medicinas, o atender asuntos urgentes o verdaderamente importantes.

El abandono en que quedan, a partir del cierre del comercio -las 8 de la noche-, las calles más céntricas de la ciudad; la inexistencia de atractivos adicionales a los bares en horarios nocturnos; el abandono de prácticas familiares otrora comunes como salir a pasear, al cine o a cenar, son prueba fehaciente de una realidad que se respira y flota en el ambiente: la gente tiene miedo.

Por algo será...

Jaime García Elías
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 20 de abril de 2022).

En un kilómetro de la Avenida Chapultepec de Guadalajara conté en total 47 bares, 6 cafés y sólo 2 librerías.

Hice mi recorrido la noche que perdió El Canelo Álvarez. El tramo entre Vallarta y Pedro Moreno sobresale por la música y las largas filas de espera. Alberga terrazas al aire libre con letreros animosos: "Toda la semana destilados al 2 X 1", y otros carteles más directos: "Menú ejecutivo: alitas y cervezas".

Justo en la parte superior de los bares se alza un edificio con el rótulo de una universidad privada consagrada al saber mientras en los pisos inferiores otros se consagran al beber.

En esa cuadra estuvo hasta hace unos años el Copiroyal (quién no escaneó o fotocopió documentos allí) y una óptica que desaparecieron junto con el área de servidumbre que cedió a las mesas de 3 bares.

En el extremo sur de la avenida, Ana, una joven de 20 años, me invita a pasar a un antro-bar, "sin cover ni consumo mínimo" (en otros lugares piden que compres botella, me explica). En una buena noche, me cuenta, de 9 a 2 de la mañana mete unas 130 personas. Como ella, en ambos lados de la calle, otras 2 de sus compañeras cumplen la misma misión.

En algunos bares hay lista de espera. Pareciera que tras el confinamiento, impera una urgencia por recuperar el tiempo perdido frente a una cerveza de 21 pesos o un destilado de 45.

La Avenida Chapultepec, antes llamada Lafayette, fue concebida en su trazo moderno por el arquitecto Julio de la Peña en los 60. Las guías de la época la distinguen por sus "bancos, comercios, librerías y galerías de arte".

Está ligada a la Colonia Francesa, la 1a. colonia de Guadalajara. En su concepción afrancesada, este paseo arbolado ha sido referencia del espacio público para los tapatíos desde mediados del siglo pasado.

Ahora que el gobierno tapatío impulsa un loable rescate del centro histórico, vale la pena revisar el significado y la vocación que ha adoptado Avenida Chapultepec, pues allí comenzó la otra Guadalajara que creció hacia el poniente. Su significado histórico, arquitectónico y urbanístico es tan importante como el del centro.

El Paseo Chapultepec, un concepto cultural sobre el camellón inaugurado en 2004, albergó este fin de semana una exposición de destilados.

La economía de la zona después de la pandemia es tan importante como su identidad. Los usos de suelo mixtos pueden convivir de forma ordenada para que tengamos un distrito urbano equilibrado para todos.

Ojalá Pablo Lemus considere entre sus proyectos una revisión al rumbo que ha tomado este emblema de la ciudad porque hasta ahora, más que afrancesada, se ha convertido en una avenida "abaresada".

Jonathan Lomelí
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 9 de mayo de 2022).

El alcalde de Zapopan, Juan José Frangie Saade, informó que se han invertido cerca de 200 millones de pesos en las acciones que se están realizando para prevenir el riesgo de inundaciones.

"Yo le quiero pedir a la ciudadanía que colabore activamente con nosotros, que no tiren basura en las calles, porque nosotros estamos cumpliendo la tarea de desazolvar los canales y a veces en el transcurso de una semana ya se encuentra lleno de desechos, escombro, muebles y hasta equipo de cómputo".

(V.periódico El Informador en línea del 7 de junio de 2022).

Aunque en las entradas del Tren Ligero hay personal de seguridad que pide a los usuarios portar los cubrebocas, en los viajes se observa entre 5 y hasta 14 personas sin la mascarilla por vagón.

En la Línea 1, en las estaciones de Periférico Norte y Sur, así como en Juárez, sí hay cumplimiento de la medida sanitaria, con la que se pretende evitar la propagación del nuevo coronavirus, pero en el resto de estaciones es donde se remarca que los pasajeros se quitan el cubrebocas o se lo colocan mal.

Tras un recorrido, en la estación de Ávila Camacho se alcanzó a escuchar el mensaje grabado de una mujer que pide a los usuarios colocarse bien la mascarilla antes de ingresar al vagón, tras la indicación, 2 jóvenes se la colocaron correctamente luego de traerla bajo la nariz o la barbilla. "¡Qué calor!", dice una mujer al entrar al vagón saturado en hora pico, mientras se baja el cubrebocas.

Esta medida continúa siendo obligatoria en el transporte público y en los hospitales. Así lo determinó la Mesa de Salud para evitar los contagios de COVID-19.

"Todavía está el virus a todo lo que da, pero hay gente irresponsable que no se cuida... y afectan a los que sí nos cuidamos", acentuó Blanca Benítez, usuaria frecuente del Tren Ligero, en el momento de descender en la estación de Plaza Patria.

Gonzalo Flores subrayó al salir de la estación Guadalajara Centro: "Es gente irresponsable que no está a la altura del problema. Alguien puede estar contagiando a más gente. Debemos prevenir y cuidarnos... y más a las personas de la 3a. edad. Yo sí le diría al gobierno que exija más".

(V.primera plana del periódico El Informador del 11 de junio de 2022).

En la Guadalajara provinciana en la que viví mi ya lejana infancia, no recuerdo hubiera estaciones como ahora, en aquel tiempo sólo había temporada de secas y temporada de aguas, que según los rituales de la época comenzaban con San Antonio (el 13 de junio), aunque no lloviera y terminaban en San Francisco (4 de octubre), aunque siguiera lloviendo; y ya los muy puntillosos establecían la temporada de fríos -que por cierto siempre ha sido espectacularmente corta, pero útil para que los tapatíos nos quejemos del clima, siempre extrañando el otro.

Pero las aguas siempre han pegado con furia bíblica, como ejemplo no sé si escucharon la semana pasada una mega tormenta de rayos y siempre ha sido un aguadal terrible que sólo parece asombrar a las autoridades, quienes cada año parecen sorprenderse por lo que llaman tormentas atípicas que, según yo, son las típicas precisamente; estas autoridades que cada año se muestran sorprendidas parecen desconocer esto, así como ignoran que Guadalajara se inunda, pues desconocen esto, al igual que ciertos arquitectos -los que diseñaron unas nuevas estaciones del tren-, con un diseño que cuando haga calor se parecerán más que a estaciones de París, a los hornos de Hitler por el bochorno que se generará bajo esos cristales, pero se lo explica uno porque ellos deben de ser de fuera.

Por aquel tiempo vivíamos por la calle López Cotilla, la que hasta donde recuerdo no estaba pavimentada y al llover se hacía una corrientona de lujo que permitía algo que en la actualidad, con absoluta seguridad, debe de estar condenado por las autoridades de la salud, que tanto se preocupan y desvelan por nosotros. Pero entonces, que éramos bastante más inconscientes, era motivo de gozo que los niños nos pusiéramos a bañarnos en la corriente y si había caído granizo, comernos los granizos e incluso permitía que por las tardes buscáramos alguna propina poniendo tablas para que las personas que iban al rosario no metieran los pedales a los restos de la corriente.

En fin, todo cambia y lo típico de antes es lo atípico de ahora.

Carlos Enrigue Zuloaga
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 19 de junio de 2022).

Recientes investigaciones han demostrado que el tipo de agua que cae en el valle de Atemajac, se ve afectado por diversos factores que lo convierten en una mezcla corrosiva para el pavimento.

De acuerdo con estos sesudos investigadores, las corrientes de aire, la humedad del valle, y hasta el calor de Kentucky, transforman de tal modo la composición de las nubes y de la lluvia consecuente, que apenas a unos días de caer, generan infinidad de baches de todos los tamaños y profundidades. Para provocar este efecto no existe otra lluvia más singular y efectiva en todo el planeta como ésta.

Estos mismos científicos de la lluvia tapatía han viajado a otros países donde incluso llueve mucho más y por más tiempo, y al advertir que los pavimentos de aquellos otros lugares no sufren en lo absoluto de estos daños, sino que se mantienen en perfectas condiciones así diluvie, han concluido con asombrosa precisión que la causa hay que buscarla en el tipo de agua que aquí se precipita. Si esta misma agua cayera allá, ya verían en lo que acabarían sus flamantes pavimentos.

Siempre la ciencia ha aportado valiosos servicios a los gobiernos; en este caso tiene la virtud de erradicar esas malicias propias de mentes ociosas que buscan culpar de todo a las autoridades legítimamente establecidas, y si se puede, también a la 4T.

En delante, cualquiera que afirme que los baches no los provoca la lluvia sino la pésima calidad de los materiales usados para pavimentar o la falta de profesionalismo de los trabajadores, será visto como ignorante o desinformado.

Por supuesto que existe ya desde hace varios trienios, otro interesante y bien fundamentado estudio que puso al descubierto hasta qué punto la específica e incomparable constitución del terreno en este mismo valle, es la causa determinante de hundimientos, volovanes, pegostes, y toboganes que, a poco de pavimentarse una calle, la deforman; esta constatación ha urgido la toma de fotos en el día en que una vialidad se inaugura para que a todos les conste que se hizo bien, perfecta, delineada, sólida y limpia, si a los pocos días aquel dechado de corrección se arruina, búsquese la responsabilidad en la calidad del subsuelo o, por supuesto, en el abuso cometido por el tráfico citadino, pesado, intenso y caótico.

Que numerosas avenidas y calles carezcan de líneas divisorias, algunas de manera crónica como, por ejemplo, el entronque de la avenida R. Michel con la carretera a Chapala, no es ni descuido, ni falta de responsabilidad o de pintura, sino un recurso pedagógico que educa en el responsable uso de la libertad, más allá de esa infantil costumbre de pintar rayas para que los conductores se limiten o conduzcan con semejantes presiones.

Se oyen igualmente voces críticas denunciando que en Guadalajara los follajes compiten con los semáforos hasta ocultarlos, quienes así se expresan son enemigos de la ecología y del respeto a la naturaleza que debe crecer y desarrollarse por encima de la invasión humana destructiva y desoladora.

Este mismo cuidado del planeta impide gastar agua en lavar semáforos, aunque el polvo y la mugre modifiquen sus colores; seamos realistas, más que modificarles el color, lo matizan, para que nadie sufra la intensidad hiriente de una luz en rojo o en verde claro.

Armando González Escoto
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 19 de junio de 2022).

Los contagios por el nuevo coronavirus continúan incrementándose en Jalisco, pero usuarios y choferes del transporte público desacatan portar los cubrebocas en los camiones o en el Tren Ligero, que junto con los hospitales, son los lugares en donde es obligatorio el uso de la mascarilla.

Ayer la Secretaría de Salud reportó que los contagios del COVID-19 se dispararon a 461 casos al día en Jalisco, cuando el promedio era de 70 contagios a principios de mayo. Por su parte, la Secretaría de Transporte de Jalisco (Setran) confirmó que aplicó 3,137 amonestaciones a usuarios y chóferes por no usar el cubrebocas en este año.

La secretaría apunta que el chofer no está obligado a bajar a las personas del camión por no usar el cubrebocas, pero debe hacerles la invitación a que lo utilicen durante su trayecto y para permitirles abordar las unidades.

Cuando inició la pandemia en 2020, las autoridades retenían y multaban a los ciudadanos que no portaban el cubrebocas, pero las medidas se retiraron tras el asesinato de Giovanni López en el municipio de Ixtlahuacán de los Membrillos, como resultado de su arresto por no traer la mascarilla, por parte de policías municipales.

Desde el pasado 9 de mayo el uso del cubrebocas se mantiene como una medida obligatoria en el transporte público y en los hospitales de la entidad.

(V.primera plana del periódico El Informador del 20 de junio de 2022).

Ante las pifias y saturación de los aeropuertos del Valle de México el de Guadalajara se prepara para realizar fuertes inversiones que aunadas a la construcción de una 2a. pista lo convertirán en referente no sólo en México sino en toda América del Norte.

Expo Guadalajara, el recinto más importante de Latinoamérica, se mueve a ritmos muy acelerados recibiendo cada día más exposiciones y detonando buena parte de la industria de la ciudad.

Detrás de todas estas actividades se siente un espíritu de ir hacia adelante que no se percibe igual en el resto del país.

Y eso va más allá de gobiernos estatales o municipales.

Es una emoción construida todos los días por la gran mayoría de los habitantes sobre todo de la ciudad capital.

Son cantidad de esfuerzos que de manera natural empujan en muy distintas actividades.

Pareciera que sin ponerse de acuerdo los jaliscienses están construyendo una gran idea de estado o de ciudad enfocada a la zona metropolitana de Guadalajara.

Siguen cohabitando problemas muy serios como las desapariciones, la inseguridad, la presencia importante del crimen organizado, la desorganización vial, el gandallismo, el descuido ambiental y el retraso de zonas importantes incluso de la propia Guadalajara.

Pero hay la sensación de que la ciudad se mueve.

El reto aquí es buscar coincidencias y encontrar a similares que se muevan en la misma dirección.

Pablo Latapí
(v.pág.11-A del periódico El Informador del 23 de junio de 2022).

Luego de que en mayo pasado el gobernador de Jalisco anunció que el uso de cubrebocas seguiría siendo obligatorio en hospitales y clínicas, entre otros sitios, esto no pasa en algunos espacios de atención de la salud de la metropoli. Este medio observó esto en clínicas del IMSS y otros lugares como el Hospital Civil. Esto ocurre en medio de un alza de contagios de Covid-19 en la entidad. En comparación con la semana pasada, los casos aumentaron 43% de acuerdo con la Secretaría de Salud.

(V.primera plana del periódico El Informador del 29 de junio de 2022).

Mi pequeña amiga Victoria aprendió a manejar el año pasado, a sus 40 años. El otro día, mientras conducía, me compartió su recién inaugurada visión de la movilidad y el espacio público como conductora: "Todo mundo en esta ciudad, peatones, ciclistas, automovilistas, se mueve como si sólo ellos existieran".

Su observación me pareció clara y con un cierto asombro infantil, como cuando un niño le señala a un adulto un aspecto de la realidad que, por reiterativo, éste había dejado de observar. Una sensibilidad difícil de encontrar en cualquiera de los "cafres" que conducen a diario en esta jungla encementada, en donde prevalece la ley del más gandalla.

Seamos autocríticos. Entre los tapatíos (me incluyo) se afianza cada vez más una inconsciencia, no sólo del espacio público, sino de la noción de lo colectivo o de los "otros". Pareciera que nos forjamos una idea de "ciudad individual" en donde el sentido social de la polis se perdió. El ideal de vivienda está en un coto franqueado por bardas electrificadas; a pocos les importa el nombre de su vecino, la gente tira basura en las esquinas y los automovilistas se estacionan en donde les place.

Este individualismo voraz se refleja con más claridad en nuestra cultura vial. Si el inconsciente del conductor promedio hablara, diría algo como: el espacio público existe para mi comodidad sin importar que friegue a los demás.

Por eso hay que ver con un sentido crítico y autocrítico la nueva política de Pablo Lemus para implementar las llamadas "arañas" o inmovilizadores para autos mal estacionados, igual que los usados en CDMX.

De entrada, no se trata de una política pública que resolverá el problema de los autos mal estacionados. Incluso habría que analizar si agravaría el problema y la corrupción.

La idea no es mala en sí misma. Lo malo es que nos la venden como una fórmula: A + B = C, en donde A son los autos mal estacionados, B las "arañas" y C la solución mágica del problema.

Una pobre cultura vial combinada con ineficiencia gubernamental y corrupción garantizan el fracaso de un proyecto como este. Imaginemos un auto en la calle Juan Manuel con una "araña". No sólo entorpece el tráfico, también le da más elementos a la mafia de las grúas para hacer su negocio. Tampoco hemos erradicado el problema de los apartalugares.

Por otro lado, ¿qué ha pasado con los agentes de movilidad del municipio? Se supone que estos elementos, incorporados en 2015, eran la solución para retomar la rectoría del espacio público. El año pasado aplicaron prácticamente la mitad de las multas impuestas el año previo a la pandemia. Estos números que obtuve vía transparencia apuntan a que relajaron la supervisión pues ha aumentado el caos vial en el centro y la anarquía en corredores gastronómicos y comerciales. Los municipios también son responsables de la movilidad. No sólo la Policía Vial.

Si nuestra cultura vial no cambia, si el gobierno continúa ofreciendo fórmulas de relumbrón, si no se pone en orden a gruyeros y apartalugares, ni todo un zoológico de "arañas" funcionará para tener una Guadalajara más ordenada.

Jonathan Lomelí
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 8 de julio de 2022).

A pesar de que previamente se realizó un operativo de saneamiento del cauce del arroyo El Seco, en el municipio de San Pedro Tlaquepaque, ayer se detectaron aproximadamente 50 llantas y basura en este canal pluvial. Para reportar a personas que tiran escombro se puede llamar al teléfono 33-3837-2270.

(V.pág.5-A del periódico El Informador del 27 de agosto de 2022).

En Guadalajara llevamos 15 años impulsando políticas de movilidad no motorizada y transporte público. Del 2007 para acá se han creado decenas de kilómetros de ciclovías, se han restaurado cientos de kilómetros de banquetas y cruces seguros en todos los centros y subcentros de la zona metropolitana; se crearon 2 grandes líneas de BRT, una de tren eléctrico y se modernizó el sistema de transporte público constituyendo rutas empresa en las grandes troncales.

Son esfuerzos no exentos de problemas y corruptelas, pero sostenidos a lo largo de 3 administraciones estatales. Y, sin embargo, el número de automóviles y motocicletas, el transporte privado e individual, sigue creciendo exponencialmente: hoy tenemos 4.1 millones de vehículos particulares en una ciudad de 6 millones de habitantes, cuando en el año 2000 teníamos 1.3 millones de vehículos para 3.7 millones de tapatíos. Esto es, pasamos de una tasa 0.35 vehículos particulares por habitante a principios de siglo a una tasa de 0.68 en 2021, ¿qué hicimos mal?, ¿qué hicimos tan mal?

Seguramente muchas cosas, pero son 2 factores los fundamentales: una política de vivienda que puso el incentivo en el lugar equivocado, y canalizó los subsidios a la construcción y no a la gestión de la ciudad; y 2o., haber dejado en manos de los municipios las decisiones de desarrollo urbano y del Tribunal Administrativo el poder de convalidar o no esos permisos. No sólo es la corrupción de los individuos, sino el sistema que la incentiva y alienta desde el Estado.

El incremento de vehículos particulares está asociado al diseño de la ciudad. Haber roto la continuidad urbana y vinculado el crecimiento a la creación de grandes avenidas-ingreso, generó una ciudad dispersa, en forma de estrella, donde no hay sistema de transporte público o particular que sea, ya no digamos rentable ni sustentable, simplemente eficiente. La pérdida de densidad urbana es el peor de los resultados de estas políticas urbanas.

Los traslados son el indicador de calidad de vida más sensible en una ciudad. El tiempo y el espacio público son los bienes más escasos en la vida urbana. Usarlos para movernos -ampliando calles y construyendo pasos a desnivel, comprando cada vez más autos y motos- en lugar de invertir en una infraestructura que aumente la calidad de vida de todos -parques, banquetas, teatros, bosques urbanos- ha sido condenarnos a una peor ciudad.

Corregir esos errores es posible, pero requieren mucho tiempo, muchos recursos y sobre todo mucha fuerza política para limitar y ordenar el desarrollo urbano y densificar la ciudad. Crecimiento vertical no significa hacer grandes torres que incomoden a los vecinos, sino generar políticas de usos de suelo con límites claros que concentren en un menor espacio el desarrollo urbano.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 5 de septiembre de 2022).

La Vía RecreActiva llegó a la mayoría de edad. La niña nació un domingo de hace 18 años. En su acta de nacimiento dice que es tapatía, que su padre fue el gobierno municipal de Emilio González Márquez y su madre una agrupación de la sociedad civil llamada Guadalajara 2020. Firman como testigos cámaras empresariales, universidades y medios de comunicación. Tuvo muchas madrinas y padrinos que ayudaron a los padres para que la niña creciera y sobreviviera a las más mezquinas grillas, como cuando el entonces rector de la Universidad de Guadalajara, Carlos Briseño, con la intención de boicotearla, retiró de un día para otro a todos los jóvenes de servicio social que apoyaban en la Vía. Aquel domingo los usuarios tomaron en sus manos el control y demostraron que el proyecto es de la ciudad y tenía mucha madre.

La pregunta hoy no es la sobrevivencia de la Vía, que ya tiene carta de ciudadanía y es además cosmopolita, sino qué sigue; cuáles son hoy los proyectos de la sociedad civil; cuáles son las necesidades de la ciudad 18 años después. Difícilmente veremos algo del tamaño y la importancia que ha tenido para la ciudad una idea tan sencilla, pero con un impacto tan transversal en términos sociales y geográficos. El error que podemos cometer -que quizá hemos cometido a lo largo de estos años- es pensar que habrá otra intervención urbana con ese impacto y ese apoyo social.

Los grandes proyectos requieren padre y madre, autoridades con visión más allá de su periodo y una sociedad civil que ame a la ciudad. Y querer a la ciudad implica no sólo dedicar tiempo y esfuerzos para mejorarla sino también entenderla. La riqueza de Guadalajara, la Guadalajara metropolitana, está hoy en su diversidad y sus grandes retos en la integración de una sociedad lacerada por la violencia, fragmentada por un desarrollo urbano disperso fruto de malas -en no pocas ocasiones perversas- decisiones de las autoridades municipales y de la justicia administrativa, y profundamente desigual en el acceso a un transporte digno, a los servicios básicos de salud y educación, al espacio público y a la cultura.

Se requieren gobiernos municipales dispuestos a hacer pequeñas grandes cosas y una sociedad civil organizada donde la causa de unos sea la de todos y que la suma de esas causas conformen un proyecto de ciudad.

Diego Petersen Farah
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 12 de septiembre de 2022).

La zona metropolitana de Guadalajara es un caos, es un sistema urbano en crisis. La mayoría de sus servicios o no funcionan o funcionan inadecuadamente: agua, drenaje, seguridad de las personas, recolección de basura, movilidad y transporte público, alumbrado, bibliotecas y centros culturales. En estiaje falta el agua, en el temporal se generan peligrosas inundaciones, la coordinación de los semáforos brilla por su ausencia, lo que convierte a las calles en un embotellamiento permanente y encontrar protección ante un asalto es una misión imposible.

Pero quizá nada pinta mejor el caos y crisis del sistema urbano de la zona metropolitana de Guadalajara que su sistema de producción y distribución de vivienda. No quiero decir "mercado de la vivienda" porque ese es el meollo del problema: un derecho esencial como tener un techo digno, que el estado ha dejado en manos del mercado, en manos de corporaciones establecidas para obtener beneficios y jugosas ganancias de la inversión de sus capitales y no para satisfacer necesidades y garantizar derechos.

Dejar la satisfacción de la vivienda a las corporaciones, al mercado capitalista especulativo, ha producido una construcción de la ciudad que nos ha traído al caos y a la crisis de vivienda que ahora vivimos en las principales urbes del país, en las que destaca la zona metropolitana de Guadalajara por su pésima calidad de vida.

Para empezar los gobiernos de todos los partidos y todos los colores han renunciado a satisfacer el derecho a la vivienda con los recursos colectivos que produce la sociedad y que se gastan a través de los presupuestos públicos. Se ha creado un mercado inmobiliario que se satisface a través de los créditos bancarios y de las corporaciones inmobiliarias.

La especulación inmobiliaria, la gentrificación y el fenómeno de la financiarización de la vivienda han hecho inaccesibles las construcciones céntricas para 90% de quienes aspiran a una vivienda céntrica. De acuerdo a los profesionales de la vivienda, el costo promedio de una casa o departamento en Guadalajara es de 6 millones de pesos. Quien aspire a un crédito hipotecario para acceder a una vivienda de este precio, debe comprobar ingresos por al menos 154,000 pesos mensuales, es decir un ingreso de 30 salarios mínimos mensuales (SMM) y pagar una hipoteca mensual de 57,000 pesos. Ni un diputado local, con sus altos sueldos, podría acceder a una vivienda de este precio. A menos que tenga negocios al amparo del poder público, como sí lo hacen muchos legisladores.

Una vivienda de mitad de este precio, se puede adquirir en zonas alejadas del Centro, pero no en la periférica. Para acceder a un crédito de 3 millones de pesos se deben comprobar ingresos de al menos 81,000 pesos mensuales (estos sí accesibles a los diputados que no roben) y pagar un hipoteca mensual de 29,500 pesos.

En Jalisco el salario promedio ante el IMSS es de 5,640 pesos al mes, según estadísticas de Data México, lo que revela que la mayoría de la población apenas puede aspirar a una vivienda de las mal llamadas de "interés social", aquellas que más sufrimientos y malestares dejan a sus habitantes.

Este caos inmobiliario que ha producido un sistema urbano en crisis no es un asunto del destino y menos un designio divino, sino responsabilidad de los gobiernos de distintos partidos y colores que han propiciado, permitido y se han beneficiado de este mercado inmobiliario aceitado por la corrupción y que tantos dolores y sufrimientos dejan a la mayoría de la población. Es urgente detener y cambiar esta criminal política de vivienda.

Rubén Martín
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 14 de septiembre de 2022).

Jalisco es una tierra hermosa. Si hacemos a un lado los feminicidios, las tormentas que convierten en lagos las principales avenidas, los 5 asesinatos diarios en promedio, el hecho de que es la sede de una de las organizaciones delictivas más poderosas y temibles del mundo y que está llena de autoridades indolentes y más interesadas en TikTok, Facebook, Instagram y Twitter que en gobernar y legislar, la verdad es que sí estamos a toda madre.

Acá hay un sinnúmero de cosas buenas. Nos jactamos de una gastronomía soberbia, unos paisajes bellísimos, gente cálida y hasta la bebida destilada más querida a escala global. Pero también hay una gran cantidad de hechos horribles que se han registrado en los 125 municipios que conforman a esta tierra del tequila y el mariachi.

Isaack de Loza
(v.periódico El Informador en línea del 23 de septiembre de 2022).

La historia nos dice que en los valles donde está asentada Guadalajara tiembla, y fuerte.

En el trabajo "Sismicidad histórica de Guadalajara" (2001), del ingeniero Salvador Lazcano, podemos encontrar los siguientes datos.

Guadalajara está afectada por 4 fallas o fuentes de sismicidad que han generado temblores sensibles en la ciudad: La placa de Cocos frente a las costas de Guerrero y Michoacán ha generado al menos 8 sismos fuertes, entre ellos el de 1985 que destruyó Ciudad Guzmán; la placa de la Rivera, frente a las costas de Jalisco y Colima, que ha generado 9, entre 2 muy intensos en 1932, devastadores para la ciudad de Colima; las llamadas fosas tectónicas, entre ellas la barranca del Río Santiago, han generado los terremotos de 1568 que dañó la Catedral, el de 1875 que destruyó San Cristóbal de la Barranca y es el más fuerte sentido en Guadalajara, y la serie de temblores de 1912 que tuvieron a los tapatíos durmiendo en la intemperie más de un mes. Y, finalmente, los de origen volcánico, generados por el volcán de Colima, el Ceboruco y el sistema volcánico de Michoacán donde están el Jorullo y el Paricutín, que han provocado más de 10 temblores sensibles en Guadalajara. De los 35 temblores sensibles que generaron estas 4 fuentes sísmicas, 8 fueron de magnitud superior a 7.

A la pregunta de si necesitamos una alarma sísmica la respuesta evidentemente es sí, pero eso no quiere decir que la alarma por sí sola nos va a salvar de todo. La alarma sísmica funciona sobre un principio muy sencillo y es que el terremoto se desplaza a una velocidad aproximada de 3 kilómetros por segundo mientras que la luz lo hace a 300,000 kilómetros por segundo. Un tendido eléctrico nos avisará de inmediato en cuanto comience a temblar, la pregunta es cuánto tiempo tendríamos de que suena la alarma a que se sienta el temblor. Si el origen es la placa de Cocos, más o menos 3 minutos. Si es en la placa de la Rivera, frente a Cihuatlán, el tiempo se reduce a 80 segundos. Si el origen es en cualquiera de los volcanes, menos de un minuto. Si es en la falla del Río Santiago, prácticamente nada.

Si en los casi 500 años de Guadalajara hemos tenido un temblor de magnitud por arriba de 7 cada 50 años en promedio, la lógica simple -habrá que ver qué dicen los expertos- apunta a que invertir en una alarma sísmica podría salvar muchas vidas en caso de un sismo importante que, sabemos, tarde o temprano llegará.

Diego Petersen Farah
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 26 de septiembre de 2022).

La participación en juntas o asociaciones vecinales se ha ido perdiendo. Según Jalisco Cómo Vamos, el 11% de los encuestados se dijo miembro de una asociación vecinal en 2011. Esa cifra se desplomó hasta el 4% para 2020. Esto revela 2 cosas: la desconfianza y apatía, cada día más arraigada, que alza un muro frente a los otros.

De hecho, los ámbitos de cohesión social como la Iglesia, las asociaciones escolares y las organizaciones altruistas reportan grados de participación en descenso.

[...]

¿Se imaginan si por un día todos los conductores de esta ciudad cedemos el paso? Les aseguro que ningún Periférico ni 2o. piso sería más barato y ayudaría tanto.

Ante los problemas que enfrentamos como sociedad, quizá además de exigir una respuesta a la clase gobernante, deberíamos volver a lo básico: la empatía, la comunidad vecinal y la inteligencia colectiva bien organizada.

Jonathan Lomelí
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 27 de septiembre de 2022).

Por ley deberíamos separar la basura en todo el estado, pero desde hace años, ciudadanos, gobierno y empresas, violamos esa disposición.

También enfrentamos una inminente crisis con la basura: carecemos de un acuerdo para un vertedero metropolitano a largo plazo; Matatlán sigue operando según denuncian vecinos que ayer se manifestaron; Laureles carece de un plan claro de remediación, ha empeorado la calidad del servicio de recolección de basura y nuestra cultura del reciclaje está en pañales.

Esa es la realidad que enmascaran expresiones rimbombantes como "resiliencia urbana", "ciudad sostenible", "mitigación de riesgos". De eso hablan nuestros funcionarios de "alto nivel". Pero de las vicisitudes de gente real con problemas de salud real por los lixiviados y los servicios públicos deficientes, eso se trata en reuniones privadas o se esconde debajo del tapete.

Jonathan Lomelí
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 28 de septiembre de 2022).

¿Por qué Guadalajara? Porque en Guadalajara "todavía..." A diferencia de lo que ocurre en la mayoría del resto del país desgastado por la polarización y el desencuentro político y el hartazgo de la clase media hacia cantidad de temas de importancia aquí en la capital del Estado de Jalisco se mueven de manera natural e inercial muchas cosas y todavía se puede aspirar a algo diferente.

Desde siempre quise ser parte de Guadalajara. Hace ya más de 13 años cuando se dio la oportunidad de venir a trabajar aquí a bordo del trasatlántico que en ese entonces era TV Azteca no lo pensé 2 veces y aquí estoy.

Y es que Guadalajara, a pesar de que tiene una gran cantidad de problemas derivados sobre todo por omisiones, burocracia y falta de atención de los distintos gobiernos tanto estatales como municipales tiene una buena cantidad de ventajas cualitativas respecto al resto del país.

Su nombre, sus tradiciones, su clima, su ubicación geográfica y la naturaleza de su gente le dan una posición de privilegio en el mapa nacional.

Tiene condiciones inmejorables.

Su tamaño, a pesar de ser una gran metrópoli, aun la hace manejable y todavía se pueden hacer muchas cosas.

Esa es la palabra clave: todavía.

En Guadalajara todavía.

En el tema de la contaminación me sorprendió escuchar en boca de una experta que si Guadalajara realmente se pone las pilas hoy puede pensar en tener un aire mucho más limpio que en otras ciudades.

La interacción de sus grandes reguladores térmicos El Bosque de la Primavera, El Lago de Chapala y sobre todo la fantástica Barranca de Huentitán genera un entorno muy favorable para la famosa dispersión de los contaminantes.

Pero hay que actuar ya.

Es urgente que cese la impunidad en la generación de humos y contaminantes de tantos pequeños negocios que sumados son una verdadera calamidad.

Es fundamental que todos los vehículos realmente no contaminen y que no haya displicencia en la aplicación de sanciones a aquellos que lo hacen y que con la tolerancia oficial lo seguirán haciendo.

Hace falta compararse con otras ciudades para describir ese "todavía" de Guadalajara.

Y también hace falta que autoridades de todos los niveles y todos los ámbitos aprendan a comunicar eficazmente estas ventajas, cosa que no han sabido hacer.

Invitamos a tener presente ese "todavía" para no tener que cambiarlo en unos años por un "ni modo".

Pablo Latapí
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 30 de septiembre de 2022).

El congestionamiento vehicular no solamente hace perder infinitas horas-hombre, sino que genera además una muy alta contaminación desde el momento en que los autos deben ir frenando y acelerando lentamente y por tiempos prolongados; adicionalmente, la congestión del tráfico incrementa la tensión social y facilita la violencia citadina, de la cual somos testigos todos los días, en ocasiones con resultados trágicos. Todos estos aspectos deberían ser tomados en cuenta, muy seriamente, a la hora de enfrentar con inteligencia y sentido práctico el flujo del tránsito en nuestra ciudad.

Para que los carriles confinados funcionen y solucionen los problemas en lugar de incrementarlos, como de hecho lo están haciendo, se requiere de una verdadera red que lleve a las personas a donde viven y no sólo a donde concluyen dichos carriles. Una red de carriles confinados articulados exige de abundantes unidades de transporte que garanticen un traslado cómodo y seguro, como de hecho lo ofrece un auto particular, si bien, es cierto que estos remedios suponen una ciudadanía convencida y no solamente obligada y oprimida por las decisiones de la autoridad.

En tanto la educación cívica logra persuadir a la ciudadanía de dejar el auto y atenerse al transporte público o a la bicicleta, la autoridad debe comprometerse a mejorar la fluidez actual, lo cual en primer lugar exige la sincronización de los semáforos, algo que medio existe apenas en algunas calles y avenidas tapatías, la medida requiere inversión, pero el resultado mejoraría el medio ambiente y el clima social.

El reto descomunal es el transporte público, pues sigue siendo una empresa privada que le apuesta a ganar gracias al volumen manejado, es decir, retacar las unidades hasta la asfixia en las horas pico porque son las horas en que más se gana. Introducir un número mayor de unidades, y que éstas fueran eléctricas, supone menos ganancia y más inversión, y ni los dueños lo quieren hacer, ni la autoridad tiene piensos de obligarlos. Negocios son negocios.

Y es que ni el transporte no privado escapa a esta lógica, los vagones de los trenes ligeros, las unidades de los trolebuses o de las rutas alimentadoras pasan atestadas de personas, porque hasta en Japón así se hace, contimás en Guadalajara. Esta realidad fomenta más que cualquier otro curso académico o exhortación, el ansia de poder tener un propio auto y escapar a la opresión del transporte público, aunque se caiga en la opresión de los embotellamientos.

Para cerrar el punto, resulta que una ciudad del tamaño de Guadalajara, sigue teniendo en el siglo XXI el mismo número de entradas, aunque más anchas, que las que tenía en el siglo XVIII, cuando en esta otrora amable urbe habitaban 30000 personas; la única novedad fue la autopista que viene de Tepatitlán.

Este hecho permite gozar todos los días y ya casi a todas horas, de colosales estacionamientos que se van moviendo muy lentamente hacia la ciudad, mostrando toda la gama de colores, marcas y condiciones vehiculares, así como una densa nata de contaminantes elevándose a la atmósfera, sin que autoridad alguna, ni municipal, ni estatal tenga a la mano otro proyecto que no sea la línea 4, lo cual ya es ventaja, al menos si vienes o vas a Tlajomulco.

Armando González Escoto
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 2 de octubre de 2022).

Hace años, cuando iniciaba mi participación política, durante una reunión nacional de jóvenes dirigentes, uno de los asistentes me preguntó: "¿De dónde vienes?" "De Jalisco", le contesté, y dijo: "Los jalisquillos para lo único que son buenos es para pelearse entre ustedes, por eso nunca han tenido ni tendrán un presidente". El comentario viene al caso por la confrontación que sostienen, desde hace tiempo, el Gobierno del Estado y la Universidad de Guadalajara.

El presidente de la república tiene una opinión desfavorable, tanto del gobernador, Enrique Alfaro, como del dirigente informal de nuestra casa de estudios, Raúl Padilla, a quienes ha denostado públicamente. El problema es que López Obrador alienta una confrontación que está alterando las relaciones institucionales y la necesaria armonía para el desarrollo de nuestra entidad.

El tema no es quién gane. El tema es que se están perdiendo energías y recursos en un conflicto cuyo pronóstico es predecible. Finalmente, ambos están en la mira del primer mandatario de la nación.

Eugenio Ruiz Orozco
(v.pág.3 del periódico El Informador del 10 de octubre de 2022).

Colonia Americana, el barrio más genial del mundo: Time Out.

Aunque hoy le llamamos Americana a toda la zona de Chapultepec, en realidad la colonia eran poco menos de 20 manzanas comprendidas entre las entonces calles Hidalgo (que pronto cambió su nombre a Prisciliano Sánchez) al norte; la Avenida Juárez (renombrada como Avenida del Bosque y hoy llamada Guadalupe Zuno) al sur, y las calles Robles Gil al oriente y Colonias al poniente.

La Colonia Americana fue motivo de las más acaloradas discusiones en los últimos días porque fue considerada como la colonia más "cool" del mundo por la revista Time Out. Sin duda los reporteros de la revista la pasaron bien en los bares de la colonia que, a pesar de la gran destrucción de la que ha sido objeto, mantiene la esencia de una de las mejores épocas de la ciudad.

Cierto o no, lo mejor que pueden hacer las autoridades tras una publicidad de ese tamaño para la ciudad es honrar la distinción atendiendo los 2 grandes temas de la zona: seguridad y limpieza.

Diego Petersen Farah
(v.pág.2 del periódico El Informador del 13 de octubre de 2022).

En 1893, Luis del Carmen Curiel, gobernador interino de Jalisco, tomó la decisión de comprar los terrenos donde ahora es el Bosque de Los Colomos para hacer obras de abasto de agua a Guadalajara tras el declive de los manantiales del Cerro de El Colli.

Así lo anunció en su Informe de Gobierno respectivo: "El ejecutivo inició el proyecto de proveer a esta capital de agua buena y abundante. Sabido es que desde el tiempo colonial vienen luchando sucesivamente las diversas administraciones políticas que han tenido su asiento en Guadalajara por dotar a esta ciudad del agua que necesita para su consumo, y que, aunque mucho se ha adelantado en el continuo trabajo, hasta hoy no se ha podido conseguir que más empresas acometidas en esta importantísima materia den todo el resultado que se persigue", relató el mandatario en el texto que entregó a los diputados del congreso local (Jalisco, testimonio de sus gobernantes, 1882-1911).

Por eso informó que encomendó al ingeniero Gabriel Castaños perfeccionar las obras hidráulicas de El Colli y hacer las obras necesarias para aprovechar los manantiales de Los Colomos. Las obras fueron continuadas más adelante por los ingenieros Ambrosio Ulloa y Agustín V. Pascal. Gracias a estas obras públicas, a comienzos del siglo XX los manantiales de Los Colomos completaron el abasto de agua a Guadalajara. Pero no sólo se diseñaron esas obras: se pensó en proteger los manantiales.

"El visionario gobernador Curiel, atribuyendo vital importancia a Los Colomos, adquiere de particulares por compraventa varios terrenos, hasta lograr comprar una cantidad aproximada de 248 hectáreas para proteger los manantiales y así asegurar a Guadalajara el abastecimiento de agua para la posteridad", escribió Fernando Estrada Godínez de El Parlamento de Colonias (https://bit.ly/3CS0oKc).

Esa decisión tomada hace 130 años a favor de un bien común, un parque público, ha dejado enormes beneficios a la ciudad y su población durante más de un siglo.

¿Qué hubiera pasado si el gobernador Luis C. Curiel no hubiera comprado esos terrenos para destinarlos a un parque público, a un bosque? Probablemente sería otra colonia como Colinas de San Javier o Providencia. Este ejemplo muestra claramente las consecuencias que tienen las decisiones de los gobernantes para bien o para mal de una sociedad. Por lo regular los gobiernos se convierten en instrumento para capitalización de los privado, pero cuando actúan a favor de lo común los beneficios se multiplican para la mayoría de la sociedad.

Traigo este ejemplo a colación por el debate que ha generado el conflicto social por los terrenos comprados originalmente para el parque público de Huentitán y que sucesivos gobiernos han pretendido desincorporar del patrimonio común para entregarlo al desarrollo inmobiliario privado Distrito Iconia.

El ejemplo de las decisiones que tomó hace 130 años Luis C.Curiel debe servir de ejemplo para las decisiones que se tomen en el presente. ¿Necesitamos otro conjunto de torre de departamentos o dejaría más beneficios a la ciudad, a la colectividad, un parque público? Lo 1o. es servir a una empresa privada, para la realización de un negocio particular; lo 2o. es apostar por el usufructo común y público de ese espacio. Es tiempo de apostar por lo común.

Rubén Martín
(v.pág.3 del periódico El Informador del 18 de enero de 2023).

En la ciudad, según el último dato del DIF tapatío, gravitan alrededor de 600 personas en situación de calle sólo en el centro y las colonias vecinas como la Americana. En todo el municipio habría el doble. Es difícil establecer un censo por la alta movilidad de esta población, pero el dato lo obtuve vía transparencia.

Podemos justificar la mendicidad como una condición ineludible de cualquier gran urbe. Sin embargo, creo que en nuestra época es más onerosa. Pese a la evolución del estado de bienestar, los saltos tecnológicos, los avances de la medicina y la comprensión de la salud mental, Guadalajara ha fracasado en paliar este problema que se agravó tras la pandemia.

La ciudad destina millones de pesos, recursos materiales y humanos, pero el problema continúa. Desde hace años he escuchado la misma justificación: los indigentes rechazan la reinserción en la sociedad pese a las alternativas que les presentan.

Jonathan Lomelí
(v.pág.2 del periódico El Informador del 27 de enero de 2023).

Guadalajara es cada día menos verde y más gris. Zapopan y Tlajomulco fueron los municipios metropolitanos que más perdieron área verde en los últimos 6 años. El 1o. casi 800 hectáreas, 8.5 veces el parque Los Colomos. Tlajomulco 428 hectáreas, el equivalente a 25 parques del tamaño del Agua Azul. En total, la zona metropolitana de Guadalajara perdió 1,500 hectáreas de áreas verdes en este periodo, más o menos el 5% del Área Natural Protegida del Bosque de La Primavera. Todas esas hectáreas de área verde son ahora vivienda nueva, flamantes desarrollos y fraccionamientos en las afueras de la metrópoli.

La dispersión urbana, y por tanto el crecimiento de la mancha gris, es el resultado de la combinación de 2 factores: falta de planeación del territorio y la especulación urbana. Aunque hoy tenemos un Programa de Ordenamiento Territorial de la Metrópoli, el famoso POTMet, los municipios siguen gestionando el territorio más con una lógica de "crecimiento y desarrollo" municipal que de ciudad. Mientras el municipio capital, Guadalajara, se sigue despoblando a un ritmo más o menos de 10,000 habitantes al año, los municipios que la rodean siguen otorgando permisos de construcción en sitios donde no hay continuidad urbana, esto es, donde no se puede dotar de los servicios básicos: agua, transporte, educación y salud.

Este modelo de desarrollo, que inició en los años 90, ha sido costosísimo para la ciudad. La escasa inversión pública se ha destinado a perseguir el desarrollo, a hacer avenidas, pasos a desnivel, buscar agua y ahora una línea de Tren Ligero. La ciudad, cada día más dispersa, es menos sustentable y la calidad de vida más baja.

¿Quién es el responsable de que la ciudad sea cada día más gris y menos verde? Podríamos decir que los alcaldes de todos los municipios conurbados durante los últimos 30 años, pero sería muy reduccionista. La fractura del modelo de desarrollo urbano tiene que ver con muchos factores políticos y económicos, para colmo coludidos, y particularmente con la pérdida de factores de equilibrio de poder ciudadano en las decisiones urbanas: desde la organización barrial hasta el Consejo de Colaboración Municipal, desde el movimiento urbano popular hasta la Cámara de Comercio que en algún momento fueron un verdadero factor de poder.

Si no entendemos que los intereses colectivos deben prevalecer sobre los intereses particulares, que el uso del suelo urbano es un derecho privado, por supuesto, pero antes de ello la expresión de las necesidades colectivas y el derecho a una mejor calidad de vida, la mancha gris seguirá devorando áreas verdes ante la mirada pasiva de los habitantes de la ciudad que veremos deteriorarse día a día nuestra calidad de vida.

Diego Petersen Farah
(v.pág.2 del periódico El Informador del 2 de febrero de 2023).

De que llega, llega, sabiendo de antemano que el mismo trabajo da llegar que salir, dependiendo del día, la hora, de dónde venga o hacia dónde quiera escapar. La manera más efectiva y rápida sería en paracaídas, pero tal solución es complicada, la otra forma sería en helicóptero, lo cual es muy caro y carece de servicios habituales.

Si va o viene por la carretera de Colotlán, una vez que deja la carretera de Tesistán, todo mejora, y cuando la toma, todo empeora. Si viene por la carretera de Ixtlahuacán del Río, ármese de paciencia, precaución y entereza, goce del paisaje cuando pueda y admita que manejar a poca velocidad, aunque resulta muy contaminante, tiene también sus placeres.

Las entradas provenientes de Chapala, Los Altos, Morelia y Nogales son procesionales casi a todas horas, a menos que le guste madrugar.

La explicación proviene de que esta noble metrópoli solamente tiene 7 entradas y un solo Anillo Periférico (La ciudad de Aguascalientes tiene 3). Por lo mismo, el anillo que debería ser un distribuidor eficiente está todo el tiempo con una pavorosa sobrecarga vehicular.

La ilusión según la cual la zona metropolitana de Guadalajara puede crecer al infinito sin que nada ni nadie se lo impida explica en parte esta situación. Cualquier obstáculo que pudiese interponerse entre dicha ilusión y la realidad, ha sido de inmediato superado por el interés inmobiliario, y así, la llamada mancha urbana sigue creciendo para todos lados, excepto hacia la barranca, gracias a que no existen puentes a nivel que la eviten, y dadas las circunstancias, ojalá y jamás vayan a existir.

Tampoco tenemos una infraestructura adecuada para que por lo menos los automovilistas que vienen del sur puedan dejar sus autos y continuar su viaje en el tren ligero de Federalismo, que debería prolongarse al menos hasta Santa Anita, ni tenemos trenes sub urbanos que confluyeran en la antigua estación de ferrocarril, pese a que las vías se hallan en buenas condiciones, solución que don Ildefonso Loza Márquez propuso hace 20 años.

Pero tampoco tenemos una cultura cívica que nos permita dejar el auto, por el contrario, quien lo tiene, lo tiene para usarlo hasta para ir a comprar chicles a la tienda más cercana.

Añádase el hecho evidente y comprobable todos los días, de que la mayor parte de los automovilistas parece que no sabemos manejar, o que pensamos que manejar un auto es un asunto enteramente mecánico: encenderlos y conducirlos, nada más.

Misterio difícil de desentrañar es explicarnos por qué razón el tráfico se estanca aún en avenidas o calzadas que no tienen semáforos, una hipótesis plausible redunda en nuestra torpeza para sabernos conducir en las calles, particularmente el hecho de que en dichas vías cada persona conduce a distinta velocidad, a tenor de sus intereses, de sus dudas o indecisiones, de sus temores o expectativas, de la velocidad que cada quién considera la correcta, sin que haya acuerdo unánime al respecto.

Tampoco tenemos información oportuna sobre vías bloqueadas, encharcadas cuando llueve, en reparación, o de momento cerradas por el motivo que sea, información vital que alguien debería estar ofreciendo continuamente si se trata de solucionar este problema.

Una noticia feliz: si viene a Guadalajara, difícilmente se topará con agentes de tránsito, hace años que la dependencia decidió actuar con extremada discreción y dejar a la población enteramente a su suerte, excepto en lo que mira a incrementar el monto y las causales de las multas.

Armando González Escoto
(v.pág.2 del periódico El Informador del 5 de febrero de 2023).

La zona metropolitana de Guadalajara, la Gran Guadalajara, tiene un problema muy serio de movilidad en la periferia y honestamente se ve en chino que se pueda resolver.

El crecimiento horizontal de la ciudad sobre todo hacia el norte y hacia el sur, sin contar con suficientes vías de comunicación y acceso la zona nuclear, provoca cuellos de botella mayúsculos sobre todo en la mañana, cuando todas esas personas que viven ahí buscan integrarse a la actividad de la ciudad.

El Instituto Metropolitano de Planeación tiene localizados 4 de estos puntos, aunque podrían ser más: está López Mateos, que en este momento es objeto de una consulta para buscar alternativas; y están 3 accesos que nuestros radioescuchas de Zona 3 llaman las zonas de la "sufrición", que son avenidas que no se dan abasto para recibir cantidad de avenidas más pequeñas, carreteras menores e incluso calles por las que automovilistas buscan acercarse al núcleo urbano. Hablamos de Adolf Horn, Juan Gil Preciado y la conexión a Periférico desde Valdepeñas.

No se ve cómo se pueda dar mayor fluidez a estos literales cuellos de botella donde basta un choque laminero o una descompostura para multiplicar el problema.

Desde hace tiempo y a manera personal hemos estado probando al conducir a movernos y dejar mover la ciudad por medio de pequeños gestos de cortesía que sí funcionan y de alguna forma ayudan un poco a mejorar la circulación y sobre todo a no pasarla tan mal en el tráfico.

Uno es el "uno a uno" que tiene la virtud de ser contagioso; cuando usted lo aplica es muy probable que quien viene detrás haga lo mismo.

Pero también funciona el que hemos llamado "car language", o lenguaje de nuestro auto, que también funciona como una señal de cortesía.

Es fijarnos qué mensaje estamos enviando al momento de querer incorporarnos a una avenida mayor.

Hemos observado que cuando usted avienta agresivamente el auto a otro automovilista con la intención de meterse o que le dejen pasar es muy poco probable que le abran paso; usted será considerado un gandalla.

Pero si usted, tranquilamente, envía la señal de que puede esperar a que pase ese automóvil es muy probable que el que venga atrás le ceda el paso.

Haga la prueba.

Son pocos los casos en que no funciona.

También es contagioso.

Está enviando un mensaje de amabilidad de automóvil a automóvil.

Tanto el "uno a uno" como el "car language" son señales de cortesía que, si bien no solucionarán el problema de las zonas de "sufrición", sí promueven un tráfico un poco más ágil, pero sobre todo nos relajan al manejar y la pasaremos menos estresados que la gran mayoría que padece estos enorme cuellos de botella.

Haga la prueba.

Pablo Latapí
(v.pág.3 del periódico El Informador del 9 de febrero de 2023).

Las familias fundadoras eran migrantes, habían dejado su patria de origen para lanzarse a la travesía "de la mar océano", decisión muy audaz que habla no solamente de la necesidad que tenían de nuevos horizontes, sino del temple y carácter de aquellas gentes. Sin duda que el espíritu de aventura y el deseo de prosperidad se aparejaban muy bien en su espíritu, es así que cruzaron Veracruz, el valle de Puebla y el de México, las tierras espléndidas de Michoacán y vinieron a asentarse en la zona de momento más agreste y fronteriza que el imperio español tenía al occidente y norte de esta región.

Con el permiso y protección de los 15 pueblos indígenas que bordeaban el valle de Atemajac, la ciudad se estableció, luego de 10 años de peregrinaje, en dónde hoy se ubica su centro histórico, que todo él podría ser un gran museo de los orígenes y desarrollo de la ciudad, comunidad y urbanismo, tanto por su dimensión física como por el hecho de estar, como los museos, desairado, y desconocido, lleno de objetos, pero sin personas, es decir, una Guadalajara vacía.

¿Cómo hallar pues a Guadalajara? El eco de su espíritu resuena en los sones del mariachi, en su culinaria típica, en su habla regional, pero es difícil ubicar a su gente en medio de este archipiélago de islas culturales en que se ha convertido la zona metropolitana.

La inmigración como fenómeno comenzó a partir de la guerra de Independencia, y se sostuvo con menor intensidad a lo largo del siglo XIX. Las guerras civiles que marcaron la vida del país entre 1911 y 1936 generaron nuevas oleadas de inmigrantes, que sin embargo Guadalajara, la comunidad, tenía la capacidad de integrar a su cultura y a su historia. Años después, la introducción del agua de Chapala a la ciudad detonó, ya de manera incontrolable, su expansión como auténtica mancha urbana, que devoró los antiguos pueblos indígenas y comenzó a atomizar la cultura tapatía.

Plaza del Sol fue nuestro 1er. centro comercial, y el 1er. ejemplo de que estos establecimientos apostarían a parecerse a todo, menos a Guadalajara, ¿qué conserva de lo tapatío Andares, Galerías, Plaza México, Fórum, o la Gran Plaza? A diferencia de otros países y aún regiones de México, aquí los propios y los extraños han buscado de manera consistente los estilos internacionales, anodinos, nada originales, y carentes de identidad propia como forma de ser modernos y actuales, hoy se diría, globales.

Vestirse de charro, contratar un mariachi, comer tortas ahogadas y brindar con tequila es algo que todo mundo puede hacer, pero no todo mundo ha podido generar, nosotros nos hemos quedado con los productos, pero estamos perdiendo el espíritu que fue capaz de hacerlos, en eso radica perder la identidad y desdibujar la cultura, por mucho que celebremos un aniversario más del traslado de Guadalajara al valle de Atemajac.

Armando González Escoto
(v.pág.2 del periódico El Informador del 12 de febrero de 2023).

A Guadalajara la conozco -como decimos aquí- de toda la vida, por lo menos de toda mí vida y de algunos relatos previos. Nací y crecí en esta cuna y gracias a eso le conozco el modo aunque para ser franca por no venir de padres tapatíos, sí me costó trabajo encontrárselo.

A estas alturas, después de 30 y tantos años de vivirla, ya sé como es, ya sé más o menos qué le duele, qué le da vergüenza que sepan otras ciudades de ella, qué temas le molesta que se toquen en público y hasta me ha contado en voz baja qué quiere ser cuando sea grande.

Conozco casi de primera mano a algunos de sus más grandes orgullos vivos, sé que hace algunas décadas fue tan plácida que de pronto, para muchos no nacidos en ella, fue y es una opción para habitar. Haz fama y échate a dormir, dicen.

Guadalajara en ese sentido es una ciudad que a primer vistazo, lo tiene todo para estar: gran infraestructura cultural, gente que hace negocios de escala mundial, un clima envidiable (si se compara con sus pares en el país) y un tamaño "razonable". Es la capital de un enorme y poderoso estado y como fieles a la centralización que somos en este país, casi todo en Jalisco gira pues alrededor de ella.

De lo mejor que tiene la ciudad para nosotros sus habitantes que a diario la vivimos y recorremos -y no me dejará usted mentir- son sus árboles. El casi perfecto clima (exceptuando abril y el infernal mayo) por el que la ciudad transita, hace que camellones y banquetas enteras se vayan coloreando a modo de desfile de modas con los colores más fulgurantes de las atmosféricas, primaveras, jacarandas, rosas moradas, tabachines y luego las lluvias de oro.

Durante casi 8 meses, el mínimo trayecto a pie o en vehículo se convierte en una ofrenda cargada de efímera belleza. Si yo fuera gobernante de la ciudad me dedicaría a resguardar y multiplicar este patrimonio natural, a administrar lo qué hay y casi-casi que lo demás ruede.

Pero no, a Guadalajara ya no se le puede dejar que ruede. En contraparte de sus maravillosos jardines lineales están las nauseabundas telarañas de cable que cortan el paisaje urbano y créame -si usted está leyendo la presente fuera de la ciudad- que es difícil hasta encontrar tras de ellas el cielo azul. No hay esquina que se salve, no hay poste de luz o teléfono que no haya sido invadido y luego abandonado por los hombres que sobre sus escaleras van tejiendo y dejando aquel cable infinito sin que nadie regule ni diga nada.

Aquel mito con el que crecí en mi infancia de que en 15 minutos se estaba si no al otro lado de la ciudad sí con un buen trecho recorrido, es ahora completamente obsoleto. No importa en qué barrio se mueva uno, hay que tener mucha suerte para no hacer un trayecto de por lo menos 35 minutos de punto a punto y en resumen de la jornada pasar medio día en tránsito.

El tráfico es brutal y ya lo dicen los chilangos, verá usted. Guadalajara tiene hoy un problema de salud pública al que hacer frente de manera urgente con extrema sensibilidad sin querer ahorrarme la palabra humanidad y que nos concierne a todos: la gente en situación de calle.

Guadalajara tiene sus puntos limpios, sucios. Sus restaurantes vigilados por cuerpos de seguridad privados porque de los públicos, no se sabe. En Guadalajara gobierna todavía un deber ser y una moral, o una famosa y endémica doble moral.

Guadalajara es esa ciudad donde el machismo sigue siendo un método de educación y la misoginia un modo de ser al que por compromiso en reuniones familiares es todavía mal visto no reírle a los tíos.

Ni hablar de la inseguridad. En fin, le duelen muchas cosas a la cumpleañera y parece que -fiel a su tradición- no se deben de notar.

Soy una tapatía renuente, no sé si escogería vivir o nacer de nuevo en esta ciudad pero sé cómo quiero vivirla en adelante y sé muy bien cómo me gustaría que la vivieran los niños que vienen, mi hija entre ellos. Por supuesto qué hay muchas, muchas más cosas que disfruto además de sus parques lineales pero al vuelo y dentro del caos cotidiano se me ocurren pocas. Cualquier relación que se proponga uno, requiere saber en 1er. lugar quién es el otro, pero sobre todo que puede uno ofrecer en esa relación. El potencial -de esta y que nadie se confunda, maravillosa ciudad-, lo construido, su capital que es inmenso nos compromete a que el resto dependa de la construcción de todos. De todos.

Feliz cumpleaños, querida Guadalajara. Mis mejores deseos, cuentas conmigo.

Argelia García F.
(v.pág.3 del periódico El Informador del 12 de febrero de 2023).

Guadalajara cumple hoy 481 años y muchos habitantes de la ciudad preguntarán cuáles son los motivos para celebrar. Muchos se atreverán a decir incluso que "la perla" nunca había estado tan mal. La ciudad, es cierto, tiene hoy enormes problemas de circulación, de mala calidad del aire, de escasez de agua, de inseguridad, de desigualdad social, de falta de servicios públicos, de disposición de la basura, de indigencia, de consumo de drogas, etc. Si lo medimos en cantidad e intensidad de los problemas, efectivamente, la ciudad de los 5 millones tiene retos mucho más complejos que cuando tenía un millón, allá a mediados de la década de los 60, o aún antes, cuando era el modelo de vida provinciana y se recorría de punta a punta en 15 minutos... a pie.

Todas las ciudades tienen un pasado glorioso, un momento en que su atractivo las hizo crecer. El "punto" de Guadalajara se puede ubicar justamente entre los años 30 y 70 del siglo pasado, cuando todo parecía funcionar mejor. Sin embargo, la ciudad de hoy es en muchos sentidos superior, no sólo como un lugar para trabajar, pues la economía de Guadalajara es enormemente más rica y compleja, sino incluso para el desarrollo personal. Hoy tenemos más y mejores universidades, más y mejores espacios públicos, más y mejor transporte público, más y mejores empresas, pero, sobre todo, mucho mayor diversidad cultural. Hoy Guadalajara es una ciudad compleja y diversa.

Para bien y para mal, la ciudad provinciana del siglo pasado dejó de existir, se hizo anónima y en muchos sentidos inasible. Nos quedó grande a todos y, por lo mismo, en ella cabemos todos. Hoy ninguna institución, grupo o persona tiene control sobre lo que sucede en esta urbe desbordada. La sensación de ingobernabilidad crece, las posibilidades de una planeación urbana se desvanecen y, sin embargo, los encantos de la ciudad del siglo XXI están en otro lado: en su diversidad y su caótica explosión de posibilidades.

Sin dejar de ver los retos, Guadalajara merece ser festejada sí como lo que fue, pero sobre todo como lo que puede ser. Los problemas no son muy distintos a los de las grandes ciudades de México y Latinoamérica; las virtudes son propias, y eso es lo que tenemos que destacar. Celebrar la ciudad a sus casi 5 siglos de existencia, más allá de carruseles y espectáculos de luces, es entender lo que somos y lo que nos hace únicos en el mundo. Contarnos nuestra historia y proyectarnos a futuro es la gran tarea pendiente.

Diego Petersen Farah
(v.pág.2 del periódico El Informador del 14 de febrero de 2023).

El director del Observatorio Ciudadano Jalisco Cómo Vamos, Augusto Chacón, comentó en una charla breve: la ciudad de Guadalajara es una comunidad viva, cambiante.

Cierto también, y punto de partida.

El mismo observatorio realizó una consulta con jóvenes habitantes de esta ciudad. Más del 60% de ellos describen a la ciudad como "bonita". Y cuando se conceptualiza a Guadalajara, ya no se puede "pensar" en términos de municipio. Es una urbe con al menos 9 municipios en un área común con más de 5 millones de habitantes. Todos caben bajo el paraguas de "tapatío"; los puritanismos atentan contra las sociedades urbanas.

Revisemos a la Guadalajara de hoy desde 3 esferas:

Social. Los habitantes de esta ciudad están sujetos al devenir cotidiano. Es difícil evadirse a ello. En un reciente sondeo en la red social Twitter (@JonasJAL) les planteé la pregunta sobre este aniversario: ¿cuál es el problema más grave que está pendiente de resolverse?

La respuesta abrumadoramente mayoritaria indicó: la violencia.

En un viraje interpretativo, propondría: una de las mayores deudas de la sociedad tapatía para con sus habitantes es la justicia. La ley, por más que aspire a ello, no es justa con todos. Es cierto que en nuestra ciudad hay oportunidades de trabajo, de desarrollo, de estudio, de crecimiento; es verdad que se ha convertido en un polo de atracción para habitantes de diferentes lugares de nuestra república y de otras naciones ("Guadalajara es una ciudad de migrantes", asegura Eugenio Ruiz Orozco, ex presidente municipal cuando todavía no llegaba la década de los años 90).

Es verdad todo eso, pero también lo es que hay tapatíos... ¿cómo decirlo? Con más derechos que otros. Para algunos la justicia es inmediata y conveniente, para muchos más, ni siquiera existe. Por eso, la violencia y la inseguridad es el reclamo más inmediato.

Económica. La ciudad es uno de los motores económicos más pujantes del país. Se crean empleos, se generan oportunidades. Y vale preguntar: ¿Hay suficiente para los jóvenes? ¿Ya se consolidaron los sueldos?

¿Y para los que no son jóvenes? Consultemos: ¿Se puede envejecer en Guadalajara con atención médica, con derechos garantizados de acceso a ingresos dignos?

Urbana: ¿A dónde nos conduce el futuro? La gran cuestión es si la ciudad se convertirá en otra mole imposible de transitar, colapsada por sus propios habitantes y sus necesidades.

Y sin embargo, sigue siendo todavía un espacio de oportunidad.

Jorge Octavio Navarro
(v.pág.4 del periódico El Informador del 14 de febrero de 2023).

En su discurso como parte del aniversario de Guadalajara, el presidente municipal tapatío, Pablo Lemus Navarro, consideró que los habitantes pueden poner su granito de arena para tener una mejor ciudad. Dijo que para lograr un mejor futuro, se debe mejorar en la armonía y el respeto. "Los jóvenes estudiantes me preguntan cómo pueden ayudar a tener una mejor Guadalajara. En los pequeños detalles de todos los días: recoger esa basura, pensar en colectividad, cumplir también como ciudadanos, en los deberes diarios. No pensar en 'me estacioné en raya amarilla', pero sólo 3 minutos o en que tapé la rampa para personas con discapacidad porque tenía una urgencia'."

Lemus Navarro enfatizó que hay que ser muy estrictos en el cumplimiento de la normatividad para lograr una sociedad más justa, "de la que nos sintamos orgullosos, en la medida que seamos respetuosos de nuestras normas, reglamentos, leyes, vamos a poder tener esa ciudad que estamos anhelando".

(V.pág.5 del periódico El Informador del 15 de febrero de 2023).

En ninguna gran metrópoli es fácil sobrevivir, particularmente si se está en América Latina, África o en algunos países de Asia. En Guadalajara tampoco, a menos que se viva en un coto residencial y se tenga la posibilidad de tenerlo todo ahí sin necesidad de salir a ninguna parte.

Sí, el problema es cuando hay que salir y enfrentar un tráfico descomunal que ha hecho "hora pico" todo el día, peor aún si se va al Centro, con filas de autos estacionados por ambas aceras, sincronización de semáforos para que siempre le vayan tocando en alto, gente que sale por todos lados como en estampida, ciclistas y sobre todo, motociclistas, para los cuales no hay ni ley ni orden, y una Secretaría de Vialidad que es como Dios, existe, pero nadie la ve.

Para el común de los mortales volver del tráfico agobiante, de los transportes atestados, de la violencia citadina, a la antes llamada paz del hogar es ya una ilusión que los vecinos se encargan de romper de día y de noche, pues en esta Guadalajara alegre y festiva nunca faltan fiestas y agasajos el día que sea, y eso de medir decibeles, amonestar, y hasta multar, es otra ilusión fallida, peor aún si el vecindario entra en competencia con antros, cantinas, centros botaneros, cervecerías y lo que se junte.

En esta Guadalajara tan múltiple y diversa en cada zona se sobrevive de distinta manera y a distintos retos. En Miravalle, la gente sobrevive al aire que respira habitualmente contaminado, sobre todo en esta estación del año, aunque sabe que su esperanza de vida necesariamente se haya acortado por el simple hecho de vivir allí.

Por los rumbos del Periférico Norte se sobrevive al hedor de los canales de aguas negras que siguen corriendo a cielo abierto, sin mencionar la cloaca máxima llamada eufemísticamente "río" Santiago. Al poniente hay que sobreponerse a la invasión incontrolable de la Guadalajara vertical, acostumbrarse a que un mundo nos vigile por todos lados, y ver surgir de la noche a la mañana moles de oficinas o departamentos avisando que el tráfico va a empeorar y los bienes esenciales escasearán.

Al oriente, congestionamientos de tráfico, ausencia de grandes vías, incontable número de calles de terracería, contaminación ambiental, pocos parques y, en suma, urbanismo deficiente si no es que nulo, explican por qué de la Calzada para allá hay una ciudad de tercera, sin que eso signifique que la de la Calzada para acá sea de primera.

En cuanto a inseguridad y violencia ninguna zona se escapa, en este punto hay que reconocer lo solidarios que han sido los malandrines para que nadie se sienta marginado o excluido, y todo mundo, a su modo y como pueda, amuralle, cerque, electrifique, atranque o asegure su vivienda o negocio con 3 chapas y 4 candados, cadenas, alarmas, cámaras de vigilancia, perros bravos, y agrupaciones de vecinos vigilando.

A pesar de todo, y en especial, a pesar de nosotros mismos y nuestra caótica manera de conducirnos, Guadalajara sigue siendo noble, las lluvias siguen llegando con puntualidad y abundancia, la tierra, donde la dejan, sigue dando sus frutos, las arboledas logran existir así sea de manera famélica, y esas majestuosas primaveras siguen estallando en una explosión de color y vida, cubriendo su habitual ropaje verde con esos espléndidos brocados de amarillo intenso que en estos días podemos apreciar por tantos rumbos de la ciudad.

Armando González Escoto
(v.pág.3 del periódico El Informador del 19 de febrero de 2023).

A veces creo que Pablo Lemus gobierna sólo para Paseo Alcalde. No sale de ahí, basta echar un vistazo a su agenda y redes sociales.

De hecho, en su gobierno creó una Superintendencia del Centro Histórico que impulsa el programa "Rescatemos el Centro Histórico".

Pero un momento, ¿rescatarlo de qué?

¿De la delincuencia y los "motoladrones"? El año pasado asaltaron en el Centro a 578 peatones, robaron 165 negocios y 158 vehículos, desvalijaron 150 autos y asaltaron a 5 cuentahabientes, según publicó EL INFORMADOR recientemente. De hecho, el Centro es históricamente la colonia más insegura de Guadalajara.

Por otra parte, basta alejarse unos metros del trazo de Paseo Alcalde para descubrir, entre calles sucias y mal iluminadas, a decenas de personas en situación de calle. En Pino Suárez y San Felipe, a 2 cuadras del carrusel, hay una "colonia" entera de indigentes. Pablo prometió reinsertar y ayudar a esta población vulnerable, pero como todos sus antecesores, una vez en el gobierno se dio cuenta que es más fácil prometer que cumplir.

¿Rescatar al Centro de su despoblamiento? Cuando activistas confrontaron a Lemus sobre su política de vivienda, el alcalde "alfareó": "Si lo que quieren algunas personas es: a mí dame una vivienda de 300,000 pesos de 200 metros cuadrados en el centro histórico, con todos los servicios, no pues no hay dinero que alcance para eso. La gente tiene que trabajar para ello".

¿Qué avance registra el rescate de las 600 fincas abandonadas que diagnosticó al iniciar su gestión? ¿Y la política de vivienda social? En campaña, Lemus prometió que el 20% de la vivienda construida en los 4 polígonos para repoblar el Centro -La Normal, Parque Morelos, Agua Azul y El Palomar- sería asequible de hasta 800,000 pesos.

Pero regreso a mi pregunta original. De qué, entonces, estaríamos rescatando al Centro.

Resulta nocivo el discurso del político-empresario (o empresario-político) acerca de la reactivación económica. Creen que si hay empleo (aunque sea precario), si abren negocios y las inmobiliarias construyen, nada puede ir mal; lo demás pasa a 2o. plano. Cuando una economía sana debe ser producto de un gobierno que garantice derechos sociales básicos.

Pero la clase gobernante trae invertida la ecuación.

Creen que los negocios por sí solos generan paz social e igualdad.

Los picones, las luces, las jericallas, el mariachi, los cielos tejidos, los carruseles, las roscas masivas, el champurrado y las tortas ahogadas gratis en el centro histórico están bien. Pero hay otra Guadalajara fuera del trazo de Paseo Alcalde. Sólo hay que caminar unas cuadras para encontrar la basura, los baches, la delincuencia, los retos de una gran ciudad más allá de un post en Instagram.

Lemus debe cuidar que su imagen, la de un político eficiente y operativo en Zapopan, no se convierta en una versión superficial de sí mismo.

Le puede pasar como a esos futbolistas que por tanto cuidarse desilusionan con un partido mediocre. A Pablo le urge salirse de Paseo Alcalde.

Jonathan Lomelí
(v.pág.2 del periódico El Informador del 23 de febrero de 2023).

Se atribuye al general Álvaro Obregón la frase donde calificó a Jalisco como un estado ajeno al movimiento revolucionario. De acuerdo con una crónica del padre ya fallecido Jesús Gómez Fregoso, el 8 de julio de 1914 Obregón entró a la ciudad de Guadalajara y al ser recibido por el alcalde Luis Castellanos, desde el balcón de la presidencia, el militar dijo: "Por fin me encuentro en el gallinero de la República".

La frase se ha repetido mucho desde entonces, dando por sentado que la sociedad de Jalisco es conservadora. Contribuye a esa apreciación que Jalisco fue el epicentro de la Guerra Cristera y que más adelante organizaciones derivadas de este movimiento, como la Unión Nacional Sinarquista, tuvieron presencia significativa en el estado. Al igual que los partidos Acción Nacional y Demócrata Mexicano.

Pero apenas se escarba un poco en la historiografía del estado y se asoma uno a la historia oral de ciertos pueblos, como el coca de Mezcala, o barrios como San Andrés, se confirma que en Guadalajara y en Jalisco han ocurrido grandes resistencias, revueltas y rebeliones que cuestionan la percepción de que la jalisciense es una sociedad conservadora.

Acaba de ser publicado el libro "Guadalajara rebelde, pasado y presente" (Taller editorial La Casa del Mago, 2022) coordinado por la doctora en Historia Elisa Cárdenas Ayala. En este libro se publican 17 artículos que narran y nos traen a la memoria presente personajes y episodios de rebeldía ocurridos en Guadalajara y su región. El nacimiento mismo del libro da cuenta de estos momentos donde la gente se organiza para resistir injusticias o, en este caso, sucesos represivos desde el poder.

Desde la UdeG se convocó al taller "Historia urgente: Guadalajara, pasados insumisos", donde se revisaron textos de historia, se eligieron sucesos o personajes y se trabajaron los artículos que conforman el volumen, "Guadalajara rebelde", que viene a engrosar una gran bibliografía que recoge la historia de las miles de resistencias, revueltas, rebeliones, insurrecciones y revoluciones que forman parte de la historia insumisa de la población de esta región.

Fue en estos territorios que ocurrieron los grandes episodios de resistencia indígena contra la conquista, como la guerra del Mixtón, o el sitio de la isla de Mezcala, y ya en el México independiente rebeliones como las de Manuel Lozada, el Tigre de Alica. Los paisajes insurgentes ocurrieron en tiempos recientes, como en la década de 1970 con un combativo movimientos estudiantil y juvenil que luego engrosaron los grupos guerrilleros que buscaban un cambio radical de la sociedad.

En tiempos electorales, como los actuales, se satura de la política profesional y tradicional y se piensa que sólo a través de los partidos se hace política y no es así. Hay otra política, la que se hace desde abajo con movimientos que luchan contra el orden establecido. Y esta política está presente en la historia de Jalisco mucho más de lo que se reconoce. Enhorabuena por la Guadalajara rebelde.

Rubén Martín
(v.pág.2 del periódico El Informador del 25 de febrero de 2023).

¿Qué pensar...? Por una parte, a la entrada, con Mahler y Bruckner en el programa para el 4o. concierto de la Primera Temporada 2023 de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), hubo sala casi llena -de jóvenes principalmente- la noche del jueves en el Teatro Degollado. ¿Indicios de que Mahler y Bruckner son imanes de taquilla en Guadalajara?... Por la otra, José Luis Castillo, director artístico del ensamble, se vio obligado a interrumpir y repetir los primeros compases del 4o. movimiento de la Quinta Sinfonía de Bruckner que cerró la velada, por el ruido que hicieron algunos espectadores que en ese momento abandonaron la sala. Además, a la postre menudearon los comentarios, no precisamente amables, en el sentido de que tanto la obra referida como la velada estuvieron "muy largas".

Jaime García Elías
(v.pág.2 del periódico El Informador del 5 de marzo de 2023).

Me indignaron las jericallas y sus absurdos récords, me molesta profundamente la instalación de un desarraigado carrusel, no entiendo cómo no se ha producido ópera en esta administración, me pregunto si es necesario pagar el precio -altísimo por cierto- de poner el nombre de Jalisco en el casco de un corredor de coches, cuestiono mis propios gustos y aficiones y reviso a mi alrededor para ver si es crucial ir a ver al Canelo pelear.

No creo -pero quizá peco de ingenua- que realmente sientan -los que lo dirigen y producen- que Calaverandia, Navidalia o el festival de los foquitos dejen algo al espíritu de la sociedad. Me llama la atención que con el capital que se le ha invertido a la industria cinematográfica se deseche por completo el Festival de Cine, que en teoría sería la principal catapulta para exponer justamente lo que se produce en 1er. lugar en Jalisco.

La ciudad, a mi modo de entender, la están gestionando de tal manera que pareciera una apuesta de estaciones turísticas vanas.

Argelia García F.
(v.pág.2 del periódico El Informador del 5 de marzo de 2023).

La revista Time incluyó a Guadalajara en su lista de mejores lugares para visitar 2023 (World's Greatest Places 2023). Destacó entre otras 49 ciudades del mundo. "La cuna del mariachi y el tequila, la 2a. ciudad más grande de México, está comprometida con su pasado mientras abraza un futuro donde todos son bienvenidos", se lee en el artículo donde la revista describe a la ciudad.

(V.pág,3 del periódico El Informador del 18 de marzo de 2023).

El viernes pasado vimos en un video que se viralizó en redes cómo dos policías de Guadalajara golpearon y electrocutaron a un indigente afuera de la Clínica 89 del IMSS con una pistola taser (habituales entre los agentes tapatíos aunque estén prohibidas por la ley).

Los agentes tapatíos usan ilegalmente paralizadores eléctricos para ahuyentar a indigentes. Por eso la investigación debería ir más allá de los 2 involucrados porque dudo que electrocutar detenidos sea una política de seguridad del gobierno municipal.

El abuso policial que sufrió Daniel, el indigente del video, es producto de un sistema de feroz estratificación social. Lo que importa está en "otra parte". Basta observar a nuestra clase gobernante, cómo vive y dónde se mueve. Luego la clase media, lidiando con la inseguridad, la inflación, la hipoteca. Y luego ese Tercer Espacio, en donde un indigente es reportado al 911 sólo por yacer. El sistema es incapaz de ayudarlo "porque no quiere". Entonces la policía castiga con brutalidad su existencia y su visibilidad a la luz del sol. Para eso no necesita su consentimiento.

Jonathan Lomelí
(v.pág.2 del periódico El Informador del 4 de abril de 2023).

Imaginemos un día en esta ciudad sin el legado de Raúl Padilla López. Borren del mapa la FIL Guadalajara y el Festival Internacional de Cine. Ahora eliminen el Teatro Diana, el Auditorio Telmex y el Conjunto Santander de Artes Escénicas junto con la Biblioteca Juan José Arreola y la Cineteca. Digan adiós a Papirolas.

¿Qué nos queda? El Teatro Degollado con la Filarmónica de Jalisco. Los teatros desactualizados Alarife Martín Casillas y Jaime Torres Bodet (¿alguien supo de su cartelera en el último año?). El Laboratorio de Arte Variedades, un galerón sin identidad ni funcionalidad que ninguna administración tapatía pudo terminar (ni como idea ni como obra). Y el Ex Convento del Carmen ahora cercado. También la Arena VFG, desastre vial y centro de espectáculos, 2 en 1.

El mérito de Raúl, con todo y sus impurezas, fue que le arrebató el monopolio de la cultura al Estado que siempre la ha relegado a un 2o. plano. ¿Se imaginan haber dejado la política cultural de 5 sexenios sólo en manos de funcionarios menores, transitorios y sirvientes del momento? ¿Qué tendríamos ahora?

Porque ese fue otro mérito de esta figura despótica y genial que instauró una "dictadura blanda" para alcanzar su propósito: "El Licenciado" no fue un funcionario trienal o sexenal, por eso pudo impulsar la continuidad de su obra durante 35 años.

Raúl forjó y consolidó en 1995 la autonomía universitaria que garantizó a la UdeG libertad de cátedra y presupuesto propio. Eso le otorgó un gobierno absoluto de la Universidad para ejecutar su obra. Tuvo visión y talento. Como Próspero, ese ambiguo mago shakesperiano, déspota ilustrado y civilizador, la fortuna también fue su bienhechora; un hombre mediocre, en su posición, jamás hubiera descifrado la clave de los tiempos que le tocó vivir y transformar.

Ahora, ¿el fin justifica los medios? ¿Usó recursos para proyectos culturales en lugar de educativos? Eso afirman sus críticos, pero la Universidad creció su matrícula e infraestructura aunque no al ritmo deseado. Se le critica su visión empresarial de la cultura, ¿pero era mejor la visión folclorista y asistencial del Estado?

Como toda obra compleja, esta historia tiene múltiples lecturas en donde la noción de bien y mal, poder y sumisión, cultura y espectáculo, violencia y política, se entrecruzan y tejen. Esa es su riqueza y su pobreza, como todo lo humano.

Freud definió a la cultura como la suma de las producciones e instituciones que distancian nuestra vida de los animales. El arte, generador de belleza y máxima expresión de la cultura, sería una indemnización contra las tribulaciones y sufrimientos que nos impone esta vida consciente.

¿Qué es un libro, un concierto musical o una obra de teatro sino "muletas" para sobrellevar los días y esta realidad? Eso alentó Raúl Padilla López toda su vida. Y en eso fue infatigable.

Jonathan Lomelí
(v.pág.2 del periódico El Informador del 5 de abril de 2023).

En 2015, también en abril, estuve todo un día en la capital de Jalisco con Ricardo Villanueva. En ese entonces el hoy rector de la Universidad de Guadalajara era candidato del PRI al ayuntamiento tapatío. Enfrentaba a Enrique Alfaro. Perdió, mas el destino -¿cómo íbamos a saberlo?- le tenía reservada la Rectoría de la UdeG, y vivir la muerte de Raúl Padilla.

De su contrincante, el hoy gobernador Enrique Alfaro, me dijo: "Creo que es un tipo inteligente, nomás el problema es que a veces se pasa de listo".

Y le pregunté por Padilla López, dado que era un factor de poder en Jalisco y su capital.

"Lo veo como un político que tiene un nivel de influencia fuerte y, claro, que ha sido un hombre que ha tenido un protagonismo importante, creo que es un gestor cultural que nos envidian en todo el país... Fui universitario, lo conozco perfectamente; cuando fui funcionario trabajé en muchos proyectos con él; hicimos gestiones juntos en la Secretaría de Hacienda a favor del Centro Cultural Universitario. Tengo una relación muy sana con él, respeto su trabajo. Mi opinión es que muchos estados quisieran tener a Raúl Padilla, yo creo que sí nos lo pelearían muchos para los proyectos que ha hecho en esta ciudad y le respeto ese valor cultural, como valor cultural universitario. De eso a que tenga un nivel de influencia en el gobierno o en otros poderes... Creo que se le respeta, se le da su lugar, pero tampoco es que juegue un rol más allá de lo que le corresponde en sus actividades donde sí es influyente".

Salvador Camarena
(v.pág.2 del periódico El Informador del 5 de abril de 2023).

Guadalajara ha sufrido 2 severos traumatismos originados en la irresponsabilidad de Petróleos Mexicanos al descargar gasolinas en la red de colectores que recogen las aguas de la ciudad. El 1er. incidente sucedió en la calle Sierra Morena de la Colonia Independencia durante marzo de 1983 y el 2o. afectó una amplia zona del barrio de Analco hasta prácticamente el parque González Gallo en 1992.

La pregunta a que obligan esas tragedias es: ¿los accidentes referidos han dejado en nuestra conciencia, como autoridades y como ciudadanos, una enseñanza para evitar que se repitan o sólo tienen connotaciones anecdóticas? La respuesta anticipada, por desgracia, es la 2a. El ejemplo más ilustrativo lo tenemos en los incendios que sufre, año con año, el Bosque de La Primavera y la permanente cantaleta de las autoridades afirmando que meterán en cintura a los provocadores. Hasta ahora, no sabemos de alguien, salvo "peces pequeños", que hayan sido detenidos, procesados y sentenciados por dañar nuestra ecología y atentar contra la salud de los tapatíos. Somos nosotros, sin embargo, quienes, con nuestra indiferencia y pasividad, fomentamos un ambiente de impunidad que nos está acarreando males que podrían ser evitados.

Es obvio que tenemos un problema cuyas raíces se encuentran en el egoísmo que propicia la falta de autocrítica y en la posición evasiva de que "eso le corresponde al gobierno, a mí no me toca". Ya lo he comentado: somos cada vez más masa y menos ciudadanos. Prevalece una percepción equivocada sobre nuestras responsabilidades sociales. Uno de los más notables ejemplos es que los padres de familia, eslabón inicial en la formación de la ciudadanía, piensan que los maestros tienen la obligación de educar a sus hijos, desestimando que el fenómeno educativo se inicia en casa y se refuerza en la escuela.

Eugenio Ruiz Orozco
(v.pág.3 del periódico El Informador del 24 de abril de 2023).

La insistencia en que Guadalajara tenga apellido es insensata y contraria al espíritu de esta ciudad; cómo no recordar al respecto la razonable opinión de don Enrique Varela, quien, interrogado sobre este asunto, dijo: "Guadalajara nunca ha tenido apellido ni debe tenerlo, Guadalajara es de todos". Desde luego, Guadalajara ha hecho a su gente y su gente ha hecho a Guadalajara, no sólo los nacidos aquí, también quienes, viniendo de otras partes, han contribuido a la grandeza de esta ciudad siglo por siglo, sean gentes de Jalisco, de México, del Líbano, España, Francia, Japón, Estados Unidos, o Alemania, pero esta pléyade de personas se benefició igualmente de la ciudad y lograron sus metas gracias a ella.

Armando González Escoto
(v.pág.2 del periódico El Informador del 14 de mayo de 2023).

Últimamente he estado muy preocupado por los mundos fantasmales, porque nuestra ciudad es en verdad muy poco fantasmal, salvo las historias del ánima de Sayula o del gentil en la costa, hay pocos fantasmas, algunos en los panteones, pero a mí me interesan porque cuando yo era niño mi nana nos contaba muchas historias de aparecidos, a los que sacábamos del purgatorio rezando un padre nuestro por esa pena que los tenía en este mundo.

Pero lo que pasa es que ahora nuestra sociedad cree demasiadas cosas, pero entre éstas no están los fantasmas, aunque a decir verdad tienen creencias más difíciles de sostener. Y dígame si no es mejor creer en un fantasma o en un ánima que ande penando en este mundo, que creer que vamos a tener un sistema de salud como el de Dinamarca, lo cual se explicaría solamente si el zacate sagrado estuviera ya legalizado.

Lo que pasa es que las celebraciones de muertos solo se dan en Jalisco por imitación de costumbres del centro del país o de Michoacán y hemos reducido la presencia de fantasmas a la catrina o a recibir del exterior nuevas costumbres. Por ejemplo, piense usted lo absurdo que sería la celebración de muertos si no fuera por James Bond, no tendría sentido, entonces esta es una exhortación para buscar nuestros propios fantasmas.

Carlos Enrigue Zuloaga
(v.pág.2 del periódico El Informador del 14 de mayo de 2023).

He aquí un pequeño decálogo -de menor a mayor- de cosas que suceden en Guadalajara que no debemos normalizar.

  1. Que los puntos limpios sean un cochinero. Lo que nos ofrecieron como una solución a la separación de basura se convirtió en un problema de acumulación por fallas de operación.
  2. Que el trolebús tarde más de 30 minutos en pasar. El rescate del sistema de trolebuses fue una de las mejoras significativas al transporte público del sexenio pasado cuya eficiencia ha disminuido drásticamente por problemas de operación.
  3. Que se deteriore el sistema de MiBici. Lo que nació como el mejor programa de bicicleta pública del país y quizá de América latina va en caída libre por falta de presupuesto para mantenimiento y reposición.
  4. Que no funcionen las escaleras eléctricas en las estaciones del Tren Ligero. Aunque dicen que todas funcionan, no es así, pero sobre todo no es tolerable para un sistema de transporte público que haya una escalera que deje de funcionar por más de 4 semanas continuas. La falla es en detrimento de los ciudadanos más débiles, los que requieren más cuidados: adultos mayores, mujeres embarazadas o con hijos, trabajadores que deben cargar mercancía, etc.
  5. Que el Palacio de Gobierno esté rodeado de vallas. Lo que comenzó como una excusa para proteger el edificio colonial en día de manifestaciones hoy es una barrera permanente, un símbolo anormal de la distancia del gobierno con la sociedad a la que se debe. Tampoco es normal que se requieran vallas y policías para hacer una obra pública. Es el fracaso de la política.
  6. Que la policía basculee a los chavos. La vieja costumbre de detener a los jóvenes por sus características físicas, por ese terrible delito tipificado como "portación de cara" sigue vigente. No, no es normal, no es deseable, no sirve de nada para la seguridad pública detener jóvenes, pero ya ni la Comisión de Derechos Humanos se inmuta.
  7. Que las autoridades se refieran a los criminales como jefes de plaza. La ciudad no tiene dueños, pero cuando las autoridades o los medios se refieren a un delincuente como "jefe de plaza" estamos normalizando la existencia de una autoridad por encima de los poderes constitucionales.
  8. Que la ciudad se inunde de canciones que hacen apología de la delincuencia y los delincuentes. La cultura del narco va ganando terreno. Cuando normalizamos el contenido violento y la apología del delito en escuelas, plazas públicas y hogares, perdemos todos.
  9. Que la mujeres tengan miedo de salir a la calle. El indicador más claro de inseguridad es el miedo, y particularmente el miedo de las mujeres. No es normal ni debe serlo jamás que los policías y las autoridades recomienden que mejor no salgan.
  10. Que nuestros jóvenes desaparezcan. Esta es la peor de todas las normalizaciones. Una joven desaparecida o un joven desaparecido merece un escándalo. 5 al día en el estado debería ser inaceptable. No lo normalicemos.

Diego Petersen Farah
(v.pág.2 del periódico El Informador del 17 de mayo de 2023).


Empresarios y políticos de la Ciudad de México pensaban que, consumada la Independencia, ellos deberían ejercer sobre la antigua Nueva España el mismo dominio que habían tenido los reyes españoles. Los empresarios y políticos de Guadalajara consideraban que si era temible un rey situado a 10,000 kilómetros de distancia, lo era mucho más un pseudo rey ubicado a 500 kilómetros.

Entre 1821 y 1823, Guadalajara y México entablaron un intenso debate, inicialmente amainado por el efímero imperio de Iturbide, pero reactivado tras su caída. Durante todo el periodo virreinal, la Audiencia de México había obstaculizado constantemente el desarrollo y la prosperidad de la Audiencia de Guadalajara, situación que ahora podría empeorar si los habitantes de estas tierras simplemente se sometían a un nuevo poder central.

Guadalajara se anticipó a los hechos, declarándose primero independiente en junio de 1821, y posteriormente instituyéndose como estado libre en junio de 1823, al margen de lo que pudiera pensar o querer la Ciudad de México. El intento centralista de destituir al jefe político de Guadalajara había fracasado, y la intentona de enviar un ejército de ocupación a Jalisco se matizó por la rápida respuesta de Guadalajara, que envió igualmente un ejército para enfrentarlos. Para evitar una guerra, se llevaron a cabo largas deliberaciones entre los contendientes en la entonces villa de Lagos, frontera oriental de este territorio con el de México. La condición y la clave de los acuerdos fue la aceptación de un sistema político federal que promoviera el progreso de todos en igualdad de condiciones, renunciando México a sus pretensiones centralistas, y Guadalajara a su separatismo. Los líderes del nuevo Estado de Jalisco creyeron que tales acuerdos se cumplirían.

Armando González Escoto
(v.pág.2 del periódico El Informador del 21 de mayo de 2023).

Hace 200 años el apenas establecido estado libre de Jalisco gozaba de una riqueza natural extraordinaria. El lago de Chapala todavía no era cercenado, se podía navegar desde Jocotepec hasta La Barca, en unos enormes lanchones que llevaban tanto pasajeros como abundantes mercancías. Uno de los problemas que enfrentaba era el de las continuas inundaciones que su crecimiento anual provocaba. En el poblado de Chapala, las aguas llegaban hasta las gradas del templo parroquial.

Los bosques de las 3 grandes sierras que nacen o concluyen en las costas del occidente mexicano eran espesos y frondosos, pues su explotación se mantenía bajo cierto control. Además, resultaba difícil sacar su madera por las limitadas comunicaciones.

El poderío agrícola era proverbial y promisorio, ante las novedades que el siglo y la independencia final podían acarrearle, las tierras de cultivo se extendían en 2 amplísimos y fértiles valles, el de Atemajac y el de Zapopan, favorecidos por temporales abundantes y estables, así como las tierras del valle de Toluquilla, las ganaderías alteñas, las tierras productivas de los valles de Ameca, Etzatlán, Tepic y Cocula, de los campos de Autlán y el altiplano de Tecolotlán, si bien con una zona norte aislada y pobre.

Guadalajara era una ciudad muy pequeña y manejable, con aire puro y un clima ideal, no pasaba de los 40,000 habitantes, y los problemas de pobreza estaban siendo resueltos desde una perspectiva visionaria gracias a una institución denominada "Casa de Misericordia" o "Hospicio de pobres", obra fundada por el célebre obispo Juan Cruz Ruíz de Cabañas. Para la asistencia sanitaria se contaba con 2 hospitales, el de San Juan de Dios y el Real de San Miguel, fundado a principios del siglo XVII, y que estaba ya en una nueva sede, en acato a las disposiciones del rey Carlos III que ordenó sacar los nosocomios de las ciudades y ubicarlos extramuros.

El valle sobre el que se asentaba la ciudad era próspero en manantiales de agua, pozos generosos, arroyos permanentes y de temporal, ríos de mayor peso como el de San Juan de Dios o el río Blanco de Zapopan, así como arboledas aisladas y bosques tupidos y cercanos como el de Santa Eduviges. La cercanía del bosque de La Primavera era de vital importancia climática y se conservaba íntegro por todos sus flancos.

Los primeros políticos del Jalisco independiente eran hombres ilustres, sinceramente comprometidos en la búsqueda del mejor sistema social que garantizara el progreso de todos, y por lo mismo, empeñados en la consolidación de una república, pero de tipo federal, y un sistema democrático, si bien algunos de ellos habían creído en el sueño monárquico de Iturbide.

Los hombres de empresa eran muy activos en todo este proceso, salvaguardando sus intereses, pero no sin dejar beneficios a toda la colectividad, ciertamente dentro de marcos laborales ajenos a lo que será muy posteriormente el compromiso social reflejado en una legislación justa para con los trabajadores.

Desde fines del siglo XVIII habían aparecido en Guadalajara las primeras periferias, entendidas como hacinamientos humanos que el obispo Cabañas se empeñó en redimir no con limosnas, sino con educación y capacitación laboral.

¿No sería la ocasión de analizar, revisar y comparar el Jalisco de hoy con el de hace 200 años? ¿Constatar entonces ganancias y pérdidas, elementos por recuperar e identificación de nuevas oportunidades, además, claro, de hacer fiesta?

Armando González Escoto
(v.pág.2 del periódico El Informador del 28 de mayo de 2023).

Jalisco ha tenido 3 presidentes: Valentín Gómez Farías, José Justo Corro y Victoriano Huerta, los 2 primeros en el siglo XIX, el 3o. en 1913. ¿Por qué, en más de 200 años, un estado de la importancia del nuestro ha tenido tan pocos presidentes? Intentaré explicarlo someramente. En nuestra entidad prevaleció, prácticamente desde la Colonia, una cultura feudal; lo importante era lo próximo, lo cercano, lo inmediato. La riqueza estaba en la tierra y sus productos: la agricultura, la ganadería y la intermediación comercial. Además, nuestra lejanía con la Ciudad de México propició una tendencia autonómica que, con los años, entró en conflicto con el proyecto nacional. A partir de una visión idílica de nuestra región -estimulada por un cine de charros y mujeres hermosas-, entramos en una desigual competencia con el centro. Nos aislamos. Hemos vivido lejos y desarticulados de las élites nacionales. La política es una actividad concentradora del poder que excluye a quien no se coordina o subordina. Por lo tanto, resulta conveniente revisar los términos de nuestra relación con los actores nacionales y regionales que influyen en el rumbo político y económico del país.

¿Qué se necesita para que alguien llegue a ocupar la Presidencia? 7 ingredientes (entre otros): proyecto, conocimiento de la realidad nacional, capacidad de representación, equipo, dinero, voluntad y trabajo. En Jalisco disponemos de ellos, ¿por qué, entonces, en poco más de 100 años, ningún jalisciense ha ocupado la silla presidencial? La explicación la encontramos en nuestra incapacidad para procesar nuestros conflictos locales y en nuestra deficiente relación con el centro.

¿Por qué es importante que un jalisciense llegue a la Presidencia de la República? La respuesta es obvia: la cantidad de recursos que se trasladarían a la entidad sería enorme. Además, la inserción de cuadros locales en la administración pública federal abriría oportunidades de desarrollo profesional y económico a jóvenes que, a lo largo del tiempo, construirían una red de relaciones de poder, fundamentales para mejorar la calidad de vida de los habitantes del estado. El poder reproduce al poder.

Eugenio Ruiz Orozco
(v.pág.4 del periódico El Informador del 29 de mayo de 2023).

La capital de Jalisco es hoy en día un archipiélago de clases sociales y universos culturales, con gente de las "colonias" que jamás se ha parado en el centro histórico, y gente de las periferias que en ocasiones solo destruye la ciudad, sin que a nadie parezca importarle.

Por si fuera poco, se nos olvida que Jalisco es también Autlán, Mascota, Etzatlán, Ahualulco, Mezquitic, Bolaños, La Barca, Lagos, Yahualica, Barra de Navidad y hasta Vallarta. Son entidades desiguales, muchas muy mal comunicadas, otras en constante descenso poblacional. Hay 125 municipios y cientos de pueblos con carencias impresionantes, pueblos y rancherías donde el futuro no existe, sólo un presente de marginación y abandono.

¿Y nuestros recursos naturales? Prácticamente todos en manos de depredadores insaciables que ubicaron bien lo que restaba para acabarlo a la mayor prontitud, ya sea la ribera de Chapala, los muchos bosques serranos, los fértiles valles, las pocas reservas acuíferas, las costas, las minas y los valles sobrepoblados. Si a todo esto añadimos la seria problemática social que enfrentamos, el panorama aparece aún más sombrío.

¿Visión pesimista? Bueno, dicen que el pesimista es el realista bien informado, sólo que en este punto no se requiere otro informe que abrir bien los ojos y ver todo cuanto está pasando, y tal vez ese sea el problema, no nos damos cuenta de lo que pasa, nos acostumbramos a vivir en el deterioro, en la inseguridad, en la desconfianza, en el basurero.

Armando González Escoto
(v.pág.2 del periódico El Informador del 11 de junio de 2023).

Fui de los sorprendidos cuando Enrique Alfaro anunció que el Parque Solidaridad ahora se llamará Luis Quintanar.

Al indagar la biografía del general Luis Quintanar, que el actual gobierno resalta como el 1er. gobernador de facto de Jalisco en 1823 e impulsor del federalismo, hallé estos claroscuros.

Nació en Querétaro, no en Jalisco, y su mandato duró 6 meses. Toda su carrera política y militar la forjó en las fuerzas realistas a favor de la Corona Española y luego del emperador Agustín de Iturbide; este último lo nombró "jefe político" de la entonces provincia de Guadalajara. Así llegó a estas tierras.

Tras combatir a los insurgentes toda su vida, en la recta final de su carrera Quintanar abdicó de los realistas para enfrentar el centralismo que cristalizó con la declaración de Jalisco como Estado Libre y Soberano el 16 de junio de 1823.

No obstante, Quintanar fue acusado de iturbidista encubierto y promotor de la reinstalación del emperador en el trono. El periódico capitalino Águila Mexicana publicó que Jalisco era un bastión y refugio de generales que, al amparo de la bandera del federalismo, conspiraban a favor de Iturbide. Estas referencias se encuentran en la revista El Tiempo de Jalisco, Año VII, Número 23, Enero-Marzo 2013.

Durante su mandato Quintanar cedió a la separación de Colima que dejó de ser parte de Jalisco (tampoco es que los queramos de regreso). La pérdida del territorio, si se me permite la analogía, se repite 200 años después con la pérdida de Teocaltiche a manos del crimen organizado en este sexenio.

Finalmente Quintanar lidió también con la inseguridad. La revista antes citada refiere: "Luis Quintanar, jefe político y militar de Jalisco y uno de sus más destacados defensores, intentó organizar un cuerpo de gendarmes formado por vecinos de los distintos cuarteles en los que estaba dividida la ciudad. La iniciativa tuvo un pobre resultado. Los reclutados, cuando no estaban en contubernio con los ladrones, robaban por sí mismos".

"El espectro de la delincuencia, la corrupción y la criminalidad en todas sus variantes amenazaba con vulnerar y arruinar el endeble orden social. Simplemente en Guadalajara imperaba la más completa desorganización policíaca: el facineroso deambulaba impune, los vagos y los menesterosos hacían de los portales del centro tapatío su hogar".

Felices 200 años, ¿Jalisco Libre y Soberano?

Jonathan Lomelí
(v.pág.2 del periódico El Informador del 15 de junio de 2023).

Ahora que se cumplen 2 siglos de la declaración de Jalisco como Estado Libre y Soberano el 16 de junio de 1823, la efeméride coincide con la tragedia colectiva de las desapariciones que se ha visibilizado y nos ha entristecido como nunca por ser nuestra entidad donde más se comete ese que es el más cruel de los delitos.

Por eso, aunque sin duda hay mucho que festejar por los aportes que a lo largo de todos estos años ha dado Jalisco a México y al mundo entero, se percibe una celebración eclipsada por tantas historias de dolor de las familias que muertas en vida andan en busca de sus desaparecidos.

Los festejos están empañados también por tantas y cada vez más grandes fosas clandestinas y cementerios criminales por el creciente poder de las bandas del crimen organizado que se disputan la ciudad y otros territorios de Jalisco, sin que nadie les ponga freno. A los 200 años, Jalisco llega sin que las autoridades hayan podido organizar unas elecciones extraordinarias en Jilotlán de los Dolores, simple y sencillamente, porque el narco no se los permite.

Tanto lamento no empata con la euforia y el ánimo festivo por el cumpleaños 200 de Jalisco de la elite política y gubernamental.

Jaime Barrera
(v.pág.2 del periódico El Informador del 16 de junio de 2023).

La lista de malo, así como de lo bueno, ¿se explica porque Jalisco es Jalisco? La violencia desatada, el miedo que no cesa, la desconfianza acechante, las y los desaparecidos; la metrópoli monstruosa, sus ríos entubados, los arroyos pavimentados, los bosques bajo asedio, el agua a cuentagotas; la vida en cierta paz nomás puertas adentro de la casa de cada cual, lo común como enunciado vacío de experiencia, la historia reducida a curiosidad, el futuro mero juego para ver quién lo describe más ajeno al presente; la desigualdad, seña de identidad... En el rotar azaroso de la moneda puede suceder que de cuando en cuando la otra cara quede visible: mujeres y hombres de alcance nacional, mundial: poetas, novelistas, músicos, artistas plásticos, arquitectos, académicos, científicos, educadores, moneros, editores, periodistas; y paisajes impresionantes, gente estupenda; la emoción popular que Jalisco concita incluso más allá de sus límites de mapa escolar: tequila, comida, futbol; una economía potente, tierras y campesinos y ganaderos y granjeros para alimentar al país y más allá, también para como pocos trabajar fuera de México; personajes históricos con ideales que moldearon la República; una fe guerrera; su capital encantadora, irresistible, y un orgullo intenso por ser de Jalisco o de perdida por estar en él, matizado por una humildad provinciana, a veces consciente (no hay empacho en reconocerse número 2, luego de la Ciudad de México) o inconsciente (dejar el terruño para prosperar, en lo que sea).

Augusto Chacón
(v.pág.2 del periódico El Informador del 18 de junio de 2023).

Jalisco cumple 200 años de historia y tradición desde que la Diputación Provincial de Guadalajara declaró a nuestra entidad como "Estado Soberano federado, con el nombre de 'Estado Libre de Xalisco'".

Desde entonces Jalisco ha crecido política y culturalmente, convirtiéndose en la entidad icono de México, su mariachi, bailes folclóricos, el agave, el tequila, y la charrería, declarada patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, son la representación de lo primero que a una persona se le viene a la mente cuando piensa en nuestro país.

Yo soy de ese Jalisco y reconozco su grandeza, pero sus problemas no desaparecen solo con no mencionarlos, o con el hecho de enfocar todas las miradas en llevar a cabo una celebración histórica.

Cierto es que somos personas orgullosas de ser jaliscienses, de la gastronomía del estado, sus jericallas, de la carne en su jugo, la birria, el tejuino o sus tortas ahogadas.

En Jalisco reconocemos el talento de figuras como Guillermo del Toro, Katia Echazarreta, Vicente Fernández, Checo Pérez, el Canelo Álvarez o Lorena Ochoa.

Celebramos que hoy somos cuna de 12 pueblos mágicos, luego de que esta semana se sumaran a la lista Cocula, Sayula y Temacapulín, y que juntos y gracias a sus atributos, representan la riqueza histórica, cultural, y natural de Jalisco.

Sin embargo, existen desafíos que no pueden dejarse de lado, y que, para poder enfrentarlos deben reconocerse con el objetivo de actuar para erradicarlos, no solo optar por la "estrategias" de "lo que no mencionas u ocultas no existe", jugando con las cifras a modo o señalando que quienes las puntualizan solo quieren que le vaya mal al estado.

Hay desafíos en materia de seguridad, con un promedio de 6 asesinatos al día; somos la entidad con el mayor número de desapariciones, la impunidad es del 100% en desapariciones y secuestros, y del 99.7 en homicidios dolosos.

Jalisco también alberga el claro ejemplo de la desigualdad social. En un solo municipio podemos encontrar la zona con más lujos y plusvalía, y a menos de 15 minutos de distancia una colonia con casas de cartón y plástico con carencias de luz y agua a donde todavía no han llegado los programas de apoyo.

En materia de medio ambiente Jalisco tiene uno de los ríos más contaminados de México: el Río Santiago, que recibe descargas de más de 300 industrias del corredor industrial Ocotlán-El Salto y pone en riesgo la salud de más de 30,000 personas, sin dejar de lado la deforestación.

Es importante celebrar la historia, reconocernos y fortalecer nuestra identidad, porque ello nos llevará a exigir que la grandeza de Jalisco no sea opacada por sus problemáticas, pero no desapareciéndolas, sino trabajando en ellas con transparencia y honestidad.

Porque quien conoce la historia no la repite, pero también quien conoce la historia sabe que los cambios se hicieron luchando y exigiendo por justicia.

Gracias a ello Jalisco es un estado libre y soberano, como libres somos de opinar, de exigir por ser un mejor lugar para todas y todos, un lugar seguro donde podamos salir sin riesgos a disfrutar de todas sus maravillas y riqueza.

Tomemos el ejemplo de las y los jaliscienses que alzaron la voz para defender a Jalisco, de Pedro Moreno, Prisciliano Sánchez y Luis Quintanar, entre muchos otros personajes heroicos que llevaron al estado a tener soberanía y libertad, porque sin duda, todas y todos queremos que le vaya bien a Jalisco.

Rubí Bobadilla
(v.periódico El Informador en línea del 28 de junio de 2023).

¿Habrá algún tipo de norma que regule la proliferación de águilas aztecas que por todas partes aparecen, como si Guadalajara y Jalisco no fueran otra cosa que un satélite de la vieja Tenochtitlán? ¿Qué futuro espera a un 16 de junio todavía tan endeble y tan ajeno a la actual conciencia cívica de los jaliscienses? ¿Ahora sí tendremos éxito en la recuperación de territorio que hemos perdido a manos de estados vecinos? ¿Qué vamos a hacer para que el norte de Jalisco no acabe siendo parte de Zacatecas, por el abandono endémico que sufre esa zona desde el gobierno estatal de sexenios sin fin? ¿Cómo llevar a las 12 regiones de Jalisco los beneficios de la ciudad capital? ¿Y cómo hacer para que la gente de estas regiones ame realmente su capital, Guadalajara?

Armando González Escoto
(v.pág.2 del periódico El Informador del 2 de julio de 2023).

La basura habla por Guadalajara.

Desechos en cada esquina y comercios abusivos que incumplen con pagar un servicio privado de recolección como ordena la norma.

Una ley ignorada desde 2007 que obliga a ciudadanos y gobierno a separar la basura.

Nombres pomposos para las mismas prácticas: "Centro Integral de Economía Circular", "Jalisco Base Cero" y "Jalisco Reduce"...

Un negocio millonario de unos cuantos y vertederos fuera de norma.

Instituciones paralizadas dedicadas a parchar y patear el problema.

En mis apuntes para escribir esta columna anoté esta cita que describe nuestra realidad: "No importa qué tan lejos arrojemos la basura, regresará a nosotros en el agua que bebemos, en el aire que respiramos, nos saldrá al paso en cada esquina".

Jonathan Lomelí
(v.pág.2 del periódico El Informador del 3 de julio de 2023).

Debo reconocer que de las cosas que más trabajo me ha costado aprender en esta vida es que existen 4 estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno. Ya que como buen tapatío que soy, y debo decir que tapatío poco paseado, no conocía en esta ciudad más que 2 tiempos: tiempo de aguas y tiempo de secas.

La modernidad ha hecho que haya expertos que determinen que existen en Guadalajara tormentas atípicas. Yo, desde que me acuerdo, en esta noble y leal ciudad, las tormentas han sido tormentones. Esos que ahora les dicen atípicos para mí son lo más típico que hay. Hay lugares donde los truenos son más fuertes, como por ejemplo en Autlán, donde truena en serio, pero agua.

Ahora se asombran con las inundaciones, pues las llaman atípicas. Una vez, yendo en un camión por los rumbos del Agua Azul, nos agarró un tormentón clásico. Al camión (que estaba mucho más fregado que los actuales) se le empezaron a empañar los vidrios, además de traer un limpiabrisas de lo más fregado. En pocos minutos, los vidrios estaban totalmente empañados y dificultaban la vista del chofer, el cual, desesperado, bajó la velocidad y lo único que se le ocurrió pedirnos fue que no respiráramos.

Y, créame, que si usted considera los actuales camiones como defectuosos, no se imagina aquellos. Con la diferencia de que había de 30 centavos y de 20, porque había de primera y de segunda, cuya única diferencia eran los asientos, ya que los de segunda tenían una banca corrida en las orillas. Pero, mal servicio siempre ha sido, aunque ahora aparentan ser más catrines, pero van más llenos. Por lo que rinden un homenaje a la famosísima ruta 380, mejor conocida como sexochenta, que por el mismo precio daba masaje y transporte.

La verdad es que yo ahora ya no circulo en camiones porque me ando cayendo en lo parejo, y subirme a uno significa un riesgo de muerte. Incluso alguna vez propuse como deporte extremo el busing, consistente en amarrarse al frente de cualquier camión y durar 2 horas ahí. Lo que para los amantes de la adrenalina era mantener la emoción cercana a la muerte todo el tiempo. Pero qué quiere, eran otras épocas cuando se podía fumar en el camión, ir echando humo sin que lo vieran a uno como si trajera una ametralladora, porque hay mucha gente protestona.

Carlos Enrigue Zuloaga
(v.pág.3 del periódico El Informador del 20 de agosto de 2023).

Entre las frases que se han perdido y que eran muy tapatías, además del "¡¿eeeeh?!", nuestra ciudad ha cambiado y así, hay colonias en que se habla como en la gran chilangostlán; en otras, se habla como los del norte, pero son discriminatorios porque a los de la costa del Pacífico les chocan los del golfo cercano y se sienten diferente tipo de norteños. Hay colonias más discretas como las de los zacatecanos y, sobre todo antes, había zonas como las de los alteños, que eran muy celosos en cuanto a juntarse con cualquiera.

Ya poca gente sabe qué quiere decir cuico y el origen de esa expresión: un versículo del salmo 126, escrito en el Palacio de Gobierno, que dice Nisi Dominus custodierit civitatem frustra vigilat qui custodit cam ("si el Señor no vigila la ciudad, en vano trabajan los que la vigilan"). Solía haber un guardia en la esquina suroeste, donde están las palabras (separadas) qui-cus... y la frase continúa a la vuelta, de modo que al genízaro que se encontraba bajo esta leyenda comenzó a llamársele así, de ahí viene el término y actualmente ni los propios cuicos conocen ese vocablo. Otro dicho muy tapatío que ya ha perdido sentido era para demostrar que uno era muy fregón, decir "yo me subo a los chorros por las canales" y se refería a que cuando llueve, las canales de Palacio de Gobierno avientan unos chorrazos de agua.

Los funcionarios gubernamentales no son, en su mayoría, afectos a adoptar las costumbres de la ciudad; antes bien, el actual presidente municipal ultra famoso y popular ha decidido establecer sus propias costumbres, así, trajo unos caballitos y no dio reconocimiento a Juan García Sancho, que fue quien pagó la escultura de El Palomar, a la que la raza ya le puso "el aguacrema".

Una excepción a esa regla fue Eugenio Ruiz Orozco, bajo cuyo régimen se establecieron una serie de pequeñas estatuas con personajes tapatíos y que si no eran tapatíos aquí lucieron como tales, entre ellos, don Ferruco, Polidor, el general Hilachas y nuestro querido amigo Firulais; todavía están en el Ayuntamiento algunas pequeñas estatuas sin que hasta la fecha nadie se las haya carranceado.

Y yo creo que el ultra popular alcalde y -si no lo remedia Dante- futuro gobernador, debería hacer un trabajo sobre muchas personas que abonaron a la cultura tapatía. Guardo en un sitio muy especial a Emmanuel Carballo, a don Arturo Rivas Sáinz, a Navarro Hidalgo, a don Salvador Echavarría, a don Leopoldo Font y a otros muchos que levantaron el nivel cultural de nuestra ciudad. Claro, también terminar de reconocer a Alcalde, sin hacer la barbaridad de ponerle a esta noble Guadalajara de Alcalde, porque de hacerlo, luego seguiría Guadalajara de Lorena Ochoa o de "Checo" Pérez o del "Canelo" Álvarez.

Dejen Guadalajara como la dejó el muy magnífico señor, que ya con las invasiones comerciales está perdiendo sabor, como el cambio de rosas por mezcales en La Minerva, y que conste que yo amo el tequila embotellado, pero me gustaban las rosas que rodeaban a Palas Atenea.

Carlos Enrigue Zuloaga
(v.pág.3 del periódico El Informador del 10 de septiembre de 2023).

He estado considerando que se ha perdido el sentido de integración que proporcionaba la pertenencia a un barrio de la ciudad, que yo creo que el actual gobierno desconoce y que podría servirle incluso para su proyecto de rehabilitar el centro tapatío. Si bien hay que reconocer que han tenido éxito en otros aspectos como la construcción y los eventos tumultuarios, pero es evidente que esta administración no tiene un gusto particular por las letras ni por las costumbres de los habitantes de la ciudad y así su concepto de "centro" incluye barrios tales como Mexicaltzingo, las Nueve esquinas, San Juan de Dios, la Parroquia de Jesús y San Felipe, por mencionar algunos que por sí solos tienen cada uno de ellos costumbres y formas particulares de ser tapatíos.

Por eso me atrevo -con la vana esperanza de que alguien me escuche- a recomendar una publicación hecha por el propio ayuntamiento, cuando era dirigido por Ismael del Toro Castro, en coedición con la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco, muy bien escrita por Guillermo Gómez Sustaita, en la que trata sobre una serie de barrios de Guadalajara; libros que, desgraciadamente, deben estar descansando en alguna bodega municipal, ya que personalmente creo que todas las obras publicadas por los gobiernos transcurren su existencia en alguna bodega, pues, cuando menos para mí, son casi imposibles de conseguir.

Y ahora que se programan tantos reconocimientos al señor Alcalde, podría hacerse una separata del barrio del Santuario, para mí una muestra maravillosa de costumbres propias, tapatías al extremo.

Hace tiempo un amigo de la gran Chilangostlán, que tenía alguna relación con entidades cinematográficas, quería filmar una cantina tapatía y me dieron la oportunidad de elegir a cuál llevarlos, en aquella ocasión me decidí por Los Equipales, a pesar de no ser la más antigua, pero ser muy buena y está en el barrio del Santuario, en el cual el obispo benefactor fundó el hospital, el panteón de Santa Paula -conocido también como de Belén-, el Santuario, las casitas -que era un concepto genial de Alcalde-, templos como San Diego de Alcalá y la Escuela de niñas, además de ser lugar de nacimiento de don Agustín Yáñez, de renombrados comercios como la panadería de "La luz", las tortas del Santuario, y quién no ha ido a comer buñuelos enmielados o cañas, que siempre hay por ahí. Estuvo un tiempo la fonda Valentina, que dio nombre a los famosos receta de los pollos e incluso devociones particulares como los rosarios anteriores a la festividad de la Virgen de Guadalupe; además, en ese barrio fue arrestado y llevado a morir el hoy santo, Anacleto Gonzáles Flores, quien en esos rumbos tuvo su Gironda y forjó con su trabajo esa zona.

Es más, es lugar histórico porque ahí fue herido de muerte Rodolfo Álvarez del Castillo, conocido como El remington y que creara el personaje de "El ametralladora". En fin, creo que estaría bueno publicar una separata de esa obra para repartirla en cada barrio.

Carlos Enrigue Zuloaga
(v.periódico El Informador en línea del 17 de septiembre de 2023).

Cambiar el nombre a las calles es siempre una mala idea.

Nombrar es un acto de poder y nada le gusta tanto a los políticos como sentir que pueden cambiar incluso el nombre de las cosas. Dejemos de lado los cambios recientes que todavía generan confusiones. No le hubiera gustado a usted que la actual calle Industria, que se llamaba Alacrán y que era el barrio bravo de la ciudad desde su fundación, conservara su nombre. O que la calle Federación, un nombre insulso que no dice nada, hubiera conservado el original nombre de Chocolate. José María del Mercado antes se llamaba Amargura; la calle Insurgentes antes llevaba el nombre de Águila, y la pequeña calle Calpulalpan, en el punto en el que el río San Juan de Dios abría un brazo para generar la ensenada ahí donde hoy es el Parque Morelos y ante llamada solamente La Alameda, se llamaba Olas Altas. En todos los casos algún político ocurrente les cambió en nombre y con ello la manera en que vemos y entendemos la ciudad.

Si la calle se llama Niño Obrero no es para celebrar el trabajo infantil sino por la escuela del Niño Obrero que fundó el padre Roberto Cuéllar, jesuita, que es junto con Juan Ruiz de Cabañas, el gran protector de la niñez en esta ciudad. Si había una escuela para niños obreros es justamente porque existía explotación infantil. Gracias a personajes como Roberto Cuéllar, que ofrecieron educación a aquellos a los que el brazo del Estado no alcanzaba a llegar, niños que tenían que trabajar y estudiar, la ciudad es un poco menos cruel y la vida de muchos niños, mucho mejor.

Con los cambios de nombres de calles se va la memoria de la ciudad. Ya no podemos hacer nada para regresar los nombres perdidos, salvo poner, como hacen algunas ciudades, una placa con el nombre antiguo, una especie de lápida que recuerda la ciudad que murió. Lo que sí podemos es abandonar esa mala práctica quitándole a los políticos el poder -y con ello la tentación- de nombrar.

Los nombres de las calles son la traza de nuestra memoria urbana. No permitamos que la sigan destruyendo.

Diego Petersen Farah
(v.pág.2 del periódico El Informador del 25 de septiembre de 2023).

Existe una noche en Guadalajara de verdadero terror. Sí, de miedo para transportistas y para pasajeros. El 31 de octubre, durante la celebración de la fiesta estadounidense de Halloween, muchos camiones son objeto de actos vandálicos de personas que lanzan piedras u otro tipo de objetos con el afán de perjudicar las unidades. Esto, desde luego, provoca 2 cosas: que el transporte público deje de circular temprano, por temor; y que los usuarios vean afectados sus traslados.

Estos hechos se realizan de manera repetida desde hace tiempo en el área metropolitana de Guadalajara durante la noche de Halloween, sobre todo en zonas del oriente de la metrópoli, y a pesar de los esfuerzos de las autoridades por castigarlos y prevenirlos, específicamente a unidades de transporte público.

Ante este suceso delictivo, son muchas las rutas de transporte que dejan de circular por las calles de Guadalajara caída la tarde de cada 31 de octubre, para evitar que la oscuridad ampare a las personas que lanzan proyectiles a las unidades para hacerles daño.

Rutas como la 629, 59A, C32, 645, 368 son algunas de las más dañadas; lo que también colabora a que las pocas que circulen lo hagan repletas de pasajeros que buscan llegar a sus casas luego de sus jornadas laborales o escolares. Otros pasajeros más, deben recurrir a servicio de taxis o caminar para llegar a su destino o utilizar el Tren Ligero.

Incluso, tradicionalmente también las policías municipales han colaborado en brindar apoyo con patrullas para acercar a los ciudadanos a sus destinos, donde los camiones ya no circulan. Una verdadera escena de terror, digna de la "Noche de Brujas".

Colonias como El Bethel, Oblatos, Santa Cecilia, Postes Cuates, Huentitán, Rancho Nuevo, El Zalate y La Nogalera son focos rojos durante Halloween, por lo que las autoridades despliegan operativos especiales de vigilancia durante la noche del 31 de octubre y la madrugada del 1 de noviembre, en estas colonias, como en el transporte público, Macrobús y líneas del Tren Ligero.

(V.periódico El Informador en línea del 27 de octubre de 2023).

A causa del nacionalismo centralista, ideológico y cultural que seguimos padeciendo, hoy se ha impuesto a todo el país la celebración del Día de Muertos, según los rituales y usos del sur, dizque para contrarrestar el Halloween, aunque en la realidad no se haya logrado dicho objetivo y sí uniformar a todos, oficialmente, en la elaboración de altares de muertos, algo que en nuestra latitud jamás se hacía, pero que por otro lado, es apoyado por el comercio, esa divinidad que todo mundo adora. Por cierto, las "catrinas" no tiene nada qué ver con los usos del sur, pero sí con el Día de los Fieles Difuntos del norte.

Armando González Escoto
(v.pág.2 del periódico El Informador del 29 de octubre de 2023).

El objetivo fundamental de la sociedad que ama a Jalisco es impedir que Morena y sus aliados lleguen a desgobernar y a destruir la patria chica.

Cabe recordar que Jalisco es el 4o. padrón electoral del país por su dimensión numérica y con un potencial de hasta 2 millones de votos para aportar a un aspirante presidencial por una alianza de partidos progresistas con la sociedad, y debe ser considerada por los partidos nacionales coaligados en oposición a Morena como una entidad prioritaria, tanto por su potencial de aportación de votos a la causa nacional, como por ser ganable, y no etiquetársele como un territorio del que solo puedan obtenerse plurinominales y se designen candidatos basando decisiones en cuanto a métodos y criterios de género con visión de entidad no prioritaria y se acomode como convenga a los intereses políticos nacionales o de otros estados considerados errónea o convenencieramente más importantes.

Salvador Cosío Gaona
(v.pág.2 del periódico El Informador del 4 de noviembre de 2023).

Cada día se repite la escena. Sobre Montenegro y Enrique Díaz de León, en Guadalajara, hay un Punto Limpio. La basura amontonada a veces iguala o supera la altura de los contenedores. Es una imagen chocante pero cotidiana. Esta escena se repite cada día en muchas de las 240 esquinas en donde hay un Punto Limpio en la ciudad. Hace tiempo que el problema dejó de ser noticia. ¿Significa que los "Puntos Cochinos" ya son "patrimonio" tapatío?

Esta política pública se implementó durante la gestión de Enrique Alfaro como alcalde (2015-2018). El responsable, su entonces jefe de gabinete, Hugo Luna -hoy en el mismo puesto pero en el gobierno estatal-, le impuso su sello personal desde que fue jefe de Proyectos Estratégicos en Tlajomulco: entregó el negocio a la iniciativa privada por medio de una concesión.

Lo que debía ser una solución y un negocio privado -lo segundo sí lo es- se convirtió en un problema que ha crecido. Obedece a un diseño deficiente de un programa. Nada más no tomó en cuenta la inexistencia de una cultura ciudadana y de una política pública para separar y reciclar la basura. Esta es una omisión histórica de autoridades municipales, estatales y ciudadanos. Desde 2007 nuestra Ley Integral de Gestión de los Residuos del Estado de Jalisco nos obliga a separar la basura (sí, hace 16 años que incumplimos la ley todos, todas y todes).

¿En qué momento creímos que una plataforma soterrada con contenedores, como seguramente los conoció Hugo Luna en su amado Edimburgo, era una alternativa eficaz para potenciar una cultura del reciclaje inexistente? Dirán que por algo hay que comenzar. A lo que respondemos: sí, pero qué tal si comenzamos por el principio que es cumplir la ley.

Sumamos ahora el factor político. El alcalde con licencia Pablo Lemus prometió corregir el problema de los Puntos Limpios con videovigilancia e incluso renegoció la concesión. Pero todo siguió igual (con excepción de Lemus que ahora en vez de alcalde es candidato a gobernador).

Recientemente la Semadet licitó la compra de un software que por medio de sensores permita a la concesionaria Sulo monitorear los contenedores en tiempo real. El gasto será de 1.5 millones de pesos. El absurdo: otro gasto para atender un problema que no existía y que originalmente era una solución.

Por cierto, Paulina Cervantes, directora de Medio Ambiente de Guadalajara, es la encargada de supervisar el programa de Puntos Limpios y esposa de Hugo Luna -¿eso explicará por qué la licitación del software salió de la Semadet?-. Ojalá que las gestiones de la funcionaria nos lleven, ahora sí, a un punto realmente limpio.

Jonathan Lomelí
(v.pág.2 del periódico El Informador del 24 de noviembre de 2023).

Vengo a Guadalajara una vez cada año, a un espacio y a un momento en los que la ciudad florece de manera especial y única, los días de la Feria Internacional del Libro.

Son días magníficos, cargados de inteligencia, humor, creatividad, mala leche y buena fiesta, que los asistentes a la FIL disfrutan y multiplican al encontrarse unos con otros, en medio de la promesa de torrentes de jóvenes lectores que atestan salones donde se habla de libros, saludan y se toman selfies con los autores que admiran y se llevan a sus casas muchos libros que probablemente olviden y otros que nunca olvidarán.

La ocasión y la experiencia son magníficos. Tienen lugar en el ámbito de una ciudad que los asistentes a la fiesta en el fondo no conocemos, o conocemos sólo por sus síntomas obvios: congestiones de tráfico dignas del cuento la Autopista del Sur de Julio Cortázar, donde la vida toda puede cambiar durante un embotellamiento, una sucesión de restaurantes memorables, antros insomnes donde se baila hasta el amanecer, y el lujo casi insoportable de los árboles de calles y avenidas que son como el 2o. piso o un primer techo de la ciudad, la sucesión de tabachines, jacarandas, colorines, parotas, y unos emisores increíbles de flores amarillas que aquí llaman primaveras.

La fiesta que describo es cada año, pero este año he visto, preguntado, sabido y pensado cosas que me sacaron de la burbuja de la fiesta de la FIL y me permitieron ver algo de la enorme, exitosa y pujante ciudad que está detrás, creciendo en el sentido correcto, corrigiendo sus males, mejorando su desempeño, volviéndose cada año, desde hace varios años, una ciudad extraordinaria, a la vez envidiablemente autóctona y global.

Para lo global basta la propia FIL, que ha puesto el nombre de la ciudad en el mundo como el acontecimiento libresco de mayor prestigio y visibilidad de Iberoamérica.

Pero aparte del brazo largo de la FIL, la ciudad -y hablo de toda la ciudad conurbada, con sus poderosas piezas municipales: Zapopan, Tlaquepaque, Tonalá, Tlajomulco, Ixtlahuacán, Juanacatlán, El Salto, Zapotlanejo -ha crecido en estos años como anfitriona de industrias de punta, cuyo vigor y calidad pueden medirse por el hecho de que, hace ya algún tiempo, hay en esta ciudad scouts de empresas estadounidenses buscando fichar ingenieros, ejecutivos, administradores y trabajadores especializados, para llevárselos al otro lado, como alguna vez los scouts encontraron a Rafa Márquez para llevarlo a Europa para triunfar en el Barcelona.

La red de instituciones de educación superior de la ciudad, tanto públicas como privadas, es una de las más potentes de la república. Incluye la vitalidad de sus marcas emblemáticas, la Universidad de Guadalajara y el ITESO, que no sólo han mantenido su calidad sino que la han ampliado; la presencia potente, siempre competitiva, del Tec de Monterrey, y opciones más recientes como la Universidad Panamericana, joyas de la corona de una oferta de educación superior que explica en gran medida el aire de espacio joven y en movimiento que respira la ciudad y que se hace presente, concentradamente, en la FIL de cada año.

El tráfico de Guadalajara es una desgracia, pero empezaron a darle soluciones con la construcción de su tren ligero, la mejoría sustantiva de sus grandes avenidas con pisos de concreto, y la promoción de vías alternativas de movilidad, creando exquisitas zonas peatonales en sus enclaves históricos, y canales de circulación por bicicleta.

Las cifras de pobreza y marginación de la ciudad, de Jalisco en general, han caído bastante, en una tercera parte, de 31% a 21%.

Todo lo cual quiere decir sencillamente que Guadalajara es una ciudad al alza, y se le nota.

Sabemos cuál es el hoyo negro, el pecado mayor, tanto de la ciudad como del estado. Es también el hoyo negro de México: la presencia creciente del crimen organizado. Guadalajara y Jalisco han visto nacer y crecer al cártel Nueva Generación, una de las 2 organizaciones criminales de dimensión nacional, que extienden sus metástasis, su violencia y sus guerras por toda la república.

Ni Guadalajara ni Jalisco parecen dispuestos a, ni capaces de, luchar contra eso. Pero menos dispuesto parece el responsable mayor de resolver el problema, el Gobierno de la República, que en esta materia quiere abrazos, no balazos.

Hay partes de Jalisco como Lagos de Moreno, que no sólo conviven con la realidad criminal, sino que son territorios tomados por el crimen: zonas de silencio.

No es el caso de Guadalajara. La vida cotidiana de la ciudad no está regida por el miedo, aunque el crimen esté metido en muchos de sus espacios centrales. Dicen quienes pueden recordar que el ambiente de violencia física que se vive en la ciudad de hoy es menor que el de las épocas de las pugnas estudiantiles armadas de los 70s o de los excesos del narco en los 80s y 90s del siglo pasado.

En Guadalajara, como en la Ciudad de México, se puede vivir libremente y sin temor, con las debidas precauciones del caso, evitando los lugares y las horas que todo mundo sabe que debe cuidar.

Y la ciudad se expande inmobiliariamente a un ritmo de inversión que sería impensable si hubiera una inseguridad crónica y cotidiana, dominada por el crimen.

Por último, y autorizo a los editores a suprimir estas líneas, diré que la ciudad está en paz futbolísticamente, equilibrada en algo que a muchos les parecerá una estupidez pero que aquí es un asunto serio: el

Atlas ganó finalmente 2 campeonatos y aunque las Chivas sigan siendo lo multicampeones que son, a los atlistas les alcanza hoy para decir: "Aquí estamos también nosotros, cab...".

El gran asunto local de quién es mejor en las canchas y en el llano, empezó de nuevo.

Faltan los Leones Negros en la liga mayor de la ciudad, porque esta fue siempre una ciudad de 3 equipos, pero esto ya es metafísica futbolera retrospectiva, especialmente tratándose de un aficionado villamelón, como quien esto escribe.

De la política no hablo. Que la resuelvan quienes la hacen.

El punto para mí es más simple: Guadalajara, va.

Héctor Aguilar Camín
(v.pág.3 del periódico El Informador del 3 de diciembre de 2023).

En Jalisco, 4 de cada 5 llamadas al 911 son falsas o improcedentes, de acuerdo con las estadísticas más recientes del gobierno federal.

Debido a esta situación, el Centro Integral de Comunicaciones del Estado, que opera la línea de emergencia referida, emitió un mensaje a la ciudadanía para que evite llevar a cabo esta práctica, más en el actual periodo vacacional de fin de año en el que adultos y también menores que no van a la escuela pueden hacer estas "bromas".

Explicó que esto afecta la atención de accidentes o hechos de urgencia en los cuales esté en riesgo la vida de las personas.

De acuerdo con los datos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del gobierno federal, hubo llamadas que no se consideraron emergencias y otras que simplemente fueron "mudas".

Jalisco es 4o. lugar nacional en esta materia, pues suma 2'657,000 llamadas improcedentes. Esta cifra supera en 5% lo documentado en 2022.

(V.primera plana del periódico El Informador del 23 de diciembre de 2023).

Una vieja tradición y que hoy ya no está presente en la ciudad, debido a los efectos adversos a la calidad del que trae consigo, es el prendido de fogatas en la ciudad con motivo de la Noche Buena y Navidad.

Aunque las autoridades estatales y municipales estuvieron haciendo diferentes exhortos para que las familias se abstuvieran de prender fogatas dentro de la zona metropolitana de Guadalajara (ZMG), hubo quienes ignoraron las disposiciones y se aventuraron a hacerlo.

Durante los rondines emprendidos por las coordinaciones municipales de Protección Civil y Bomberos de Zapopan y Guadalajara encontraron con casi 40 casos en los cuales las familias tenían encendidas fogatas en plena vía pública, aun sabiendo de su prohibición.

En el municipio de Zapopan, la coordinación municipal informó que se hicieron 28 exhortos para que las familias apagaran las fogatas que habían encendido en la vía pública, de los cuales la mayoría (11 casos) se registraron en la colonia Lomas de la Primavera, otros 5 en Valle de los Molinos y 3 casos más en Miramar.

Otras de las colonias donde se registraron y "apagaron" fogatas mediante estos exhortos fueron Arenales Tapatíos, La Tuzania, Base Aérea, Puertas del Tule, Nuevo México, Auditorio, entre otras.

Para su localización no solo se hicieron recorridos en tierra, sino que también se echó mano del sistema de videovigilancia C5 municipal, mediante el cual se detectaban las fogatas y después se acudía al sitio a hacer el exhorto hasta que las familias las apagaban.

Debido a que todas las familias aceptaron parar con la quema de las fogatas desde la primera petición, no se realizaron multas, indicó la corporación zapopana.

En el caso de Guadalajara, la Coordinación Municipal de Protección Civil y Bomberos indicó que apoyó en el apagado de 8 fogatas en distintos puntos del municipio, de las cuales en su mayoría (5) fueron apagadas en los alrededores de la colonia Belisario Domínguez, y otras 3 en las colonias aledañas a la zona industrial de Guadalajara.

Los elementos de esta corporación informaron que retiraron en total aproximadamente 6.5 metros cuadrados de material con el cual las personas estaban haciendo dichas quemas. No se informó de multas aplicadas.

(V.periódico El Informador en línea del 25 de diciembre de 2023).

Con un estado de fuerza de más de 65 oficiales, la Unidad Estatal de Proteccion Civil y Bomberos de Jalisco (UEPCBJ) logró la detección y apagado de 474 fogatas en el estado.

Del total, la mayoría se detectó en Tonalá, donde se identificaron y apagaron 34 fogatas, seguido del municipio de Tlaquepaque, donde se apagaron 27. Tlajomulco y Zapopan se ubicaron en el 3er. puesto con más fogatas, con un total de 23 cada uno. En Guadalajara por su parte se detectaron y apagaron 16 quemas clandestinas de este tipo.

De acuerdo con la UEPCBJ, al interior del estado el municipio con más detección de fogatas, fue Ciudad Guzmán con 98, seguido Zapotiltic con 41, y Gómez Farias en 3er. lugar con 35 fogatas clandestinas.

(V.periódico El Informador en línea del 25 de diciembre de 2023).

Saldo blanco dejaron los operativos para evitar quemas de fogatas y pirotecnia en municipios del área metropolitana de Guadalajara.

En Guadalajara, fueron un total de 44 fogatas que debieron ser apagadas tras las peticiones de personal de Bomberos, Policía y Reglamentos del municipio.

También hubo reporte de 22 incendios que fueron atendidos durante la noche de este 31 de diciembre y madrugada del 1 de enero.

En Zapopan, personal de bomberos, Comisaría e Inspección y Vigilancia hicieron 25 exhortos por fogatas encendidas en las últimas horas.

También fue atendido un incendio de basura sobre el canal ubicado en el cruce de las avenidas Parres Arias y las Torres en la colonia el Centinela.

En la colonia San Juan de Ocotán, se realizaron 2 exhortos por uso de pirotecnia.

En el área metropolitana de Guadalajara se reportó mala calidad del aire en las primeras horas de este 1o.de enero, por lo que autoridades llamaron a la ciudadanía a evitar el uso de pirotecnia, encendido de fogatas y disparos al aire libre.

(V.periódico El Informador en línea del 1o.de enero de 2024).

¿Qué hiciste el 25 de diciembre a las 10 de la noche? Ese día, a esa hora, en plena Navidad, 199 personas reñían en el área metropolitana de Guadalajara. Lo sabemos porque a esa hora la autoridad recibió ese número de llamadas al 911 para reportar a una persona agresiva.

El Escudo Urbano C5 compartió estadísticas sobre conflictos vecinales en estos días de guardar. Pasaron desapercibidas pero las retomo porque revelan un patrón de nuestra conducta social cada vez más violenta.

Del 1o. al 27 de diciembre de 2023 se atendieron 3,053 llamadas al 911 por personas agresivas que intentaban dañar o lesionar a alguien. En la víspera de Navidad, el domingo 24 de diciembre, se recibieron 531 llamadas por individuos beligerantes, el más alto de esa semana.

Es interesante saber qué colonias concentraron más reportes: Ladrón de Guevara (40), Moderna (33), Del Fresno (32), Oblatos (29), Americana (27), San Juan de Dios y Artesanos Sagrada Familia (25 cada una), Hacienda Santa Fe (21), Villa Fontana Diamante (20) y Villa Fontana Aqua (17).

El Escudo Urbano C5 también compartió datos de hace un año. Del 1 de diciembre de 2022 al 1 enero de 2023 se registraron 3,934 reportes de personas agresivas.

Algunas colonias se repiten: Oblatos (47), Americana (45), Moderna (34), Hacienda Santa Fe (30), Ladrón de Guevara (29), Rancho Nuevo y Villa Fontana Aqua (28 cada una), Miramar y Belisario Domínguez (25 cada una) y San Juan de Dios (23).

Los reportes por ruido excesivo en esos periodos son ligeramente inferiores a las llamadas de auxilio por riñas o personas agresivas. En 2022 se recibieron 2,926 reportes por vecinos escandalosos y en 2023 se elevó a 3,583 reportes.

Es muy significativo porque las 3 principales causas de conflictos vecinales, según el Inegi, son, en ese orden: el ruido excesivo, la basura y el estacionamiento. Me aventuro a suponer que ahora una parte considerable de esas diferencias escalan con más facilidad hacia la violencia física. De ahí que los reportes de agresividad superen al resto.

Sin dejar de lado, claro, que en este periodo navideño el consumo de alcohol aumenta la conflictividad social. No es gratuito que la Colonia Americana registre esta conducta antisocial ante la proliferación de bares. Sin embargo, me pregunto cuántas de esas llamadas fueron para reportar a un familiar, es decir, que la riña se dio en el núcleo básico de nuestra sociedad.

Los desacuerdos siempre existirán. El conflicto es inevitable. Lo que al parecer ha cambiado es nuestra capacidad para resolver, sin violencia física, un desacuerdo vecinal o familiar. Su escalada revela una patología social en donde los conflictos comunitarios son un eco de la macrocriminalidad que vivimos como sociedad. Los primeros como síntomas y la 2a. como enfermedad.

Jalisco tuvo la Navidad más violenta del país con 11 homicidios, todos registrados en el área metropolitana de Guadalajara. No hay que minimizarlo. Un pleito vecinal o familiar también puede ser letal. La violencia homicida no atribuible al crimen organizado ha sido poco estudiada y casi siempre le precede la violencia comunitaria. Hoy hasta un incidente vial te cuesta la vida.

Jonathan Lomelí
(v.pág.2 del periódico El Informador del 3 de enero de 2024).

Lo que más reportan en 2023.

La Línea Única de Emergencia 911 recibió más de 6.2 millones de llamadas de emergencia el año pasado en Jalisco, principalmente por personas agresivas o sospechosas. También destacan por ruido excesivo, violencia familiar, incendios, violencia de pareja y accidentes viales, respectivamente.

De los 12 Centros de Atención de Llamadas de Emergencia que operan en Jalisco, la Región Centro, donde se ubica el área metropolitana de Guadalajara, concentra la mayoría de las llamadas (64%).

El Gobierno de Jalisco reporta que, derivado del mal uso de la línea por parte de usuarios, 81% de las llamadas fueron improcedentes, entre las que se incluyen las "llamadas falsas" y "no emergencias". Éstas consistieron en insultos o llamadas obscenas, jóvenes jugando, bromas de niños y personas "mudas".

"A pesar de que existe un alto porcentaje de llamadas improcedentes, durante 2023 se registró una disminución de 32% en llamadas falsas", indicó la autoridad estatal.

El Escudo Urbano C5 hace un llamado a la población para que haga uso responsable de la línea única de emergencia, a través de la concientización en los círculos cercanos de compañeros de trabajo, amistades y familia, ya que la realización de llamadas improcedentes puede retrasar la atención de las verdaderas emergencias.

(V.primera plana del periódico El Informador del 14 de enero de 2024).

Guasanas

Están en las esquinas, en el kiosco de nuestra colonia, en el puesto de la señora del mercado. En las calles del centro histórico, afuera de los templos. No pueden faltar ahí donde hay elotes y verdura cocida, frituras, dulces e infinidad de antojitos. Están las kermeses y las fiestas del barrio, humeantes dentro de sus bolsas de plástico, emanando su vapor característico desde sus cazos y canastos, siempre en los atardeceres, y hasta que cae la noche.

Son las famosas guasanas, una botana típica de Guadalajara en la que las opiniones son encontradas; algunos son fanáticos de las mismas, otros las rechazan con ganas. No son para todos, pero forman parte de nuestra identidad y gastronomía callejera, de la cultura del barrio y los sabores de cualquier esquina. Son un manjar para la abuela, una rareza para los turistas, una novedad para los niños que salen de la escuela, un disgusto rotundo para quienes su sabor de legumbre tostada no encontró refugio en el paladar.

Las guasanas, a simple vista, parecen enormes frijoles verdes, y pueden encontrarse asadas, tostadas y cocidas. En ciertas partes de nuestro estado, y en Michoacán, se les conoce como garbanzas.

En realidad lo son: las guasanas son garbanzos que aún no han alcanzado su madurez, y son retirados, tiernos, de su vaina todavía verde. Según la Universidad de Guadalajara, "vienen de una planta herbácea de aproximadamente 50 centímetros de altura, con flores blancas que cuando maduran dan una vaina que en su interior contienen de una a 3 semillas comestibles".

La UdeG también indica que, como garbanzos, son una de las legumbres más consumidas en el mundo. En México, ocupa también de los primeros lugares en la alimentación como los frijoles y las lentejas. La guasana es muy popular en Jalisco, ciertas regiones de Guanajuato y Nayarit, y también Michoacán. Es posible encontrarlas en cualquier barrio, calle o templo de Guadalajara, aunque abundan cuando es temporada.

No hay un punto medio; o se es fanático de ellas, o representa un sinsabor, una botana sin chiste.

La guasana se come cruda, al vapor, asada o tostada. Van acompañadas, como muchas otras botanas, de sal, limón y chile. De acuerdo con el Gobierno de México, contienen fibra, potasio, vitamina C y vitamina B-6, lo cual ayuda a la salud del corazón, previene el estreñimiento, además de ser ricas en vitamina K, hierro, fosfato, calcio y magnesio.

(V.periódico El Informador en línea del 15 de enero de 2024).

Todo tipo de desechos acompañan al canal de Patria, que marca uno de los límites entre Guadalajara y Zapopan.

Este afluente tiene varias caras: a la altura de Alcalde destacan las botellas de plástico, cartón, tablas y escombro. Caen los desperdicios que se acumulan en las banquetas cercanas.

Sin embargo, en la zona de Los Colomos hay llantas, hieleras y hasta ropa de personas que viven en su cauce, que se ensancha y se desborda durante la temporada de lluvias, inundando vehículos y poniendo en riesgo a los tripulantes.

Por dejar residuos en este espacio, las autoridades han castigado a ciudadanos. Por ejemplo, el Ayuntamiento de Guadalajara informó que en lo que va de 2024 ha emitido 179 sanciones.

Las faltas administrativas por esta causa han ido al alza desde hace años: en 2022 se documentaron 429 y en 2023 subieron a 1,074.

Ante esta situación, el gobierno tapatío respondió que en breve llevará a cabo labores de limpieza en el canal. Por su parte, el Ayuntamiento de Zapopan se desmarcó del problema y dijo que es responsabilidad de la administración vecina, pues afirmó que la basura está en ese lado.

Édgar acude recurrentemente al parque lineal que flanquea el canal desde Américas. Lo hace por las mañanas para pasear a su perro y hacer un poco de ejercicio. Comparte que incluso esa vía recién construida "se nota sucia" y a menudo observa bolsas de plástico y envolturas en el pasto y los arbustos.

(V.primera plana del periódico El Informador del 9 de febrero de 2024).

Es cierto que el nearshoring representa una oportunidad dorada para Jalisco, pero también un desafío significativo.

Sin embargo, para capitalizar plenamente esta oportunidad, Jalisco debe enfrentar varios desafíos. Los próximos tomadores de decisiones deben enfocarse en mejorar la infraestructura esencial que demanda este proceso, entre esta atender las necesidades relativas al suministro de agua y electricidad, a la logística de mercancías y desarrollar una agresiva política de vivienda que permita atender el crecimiento poblacional esperado. La mejora de la conectividad y movilidad resulta asimismo crucial para asegurar que las inversiones y el talento confluyan y se dinamicen eficientemente dentro del estado.

La retención de talento es un aspecto fundamental para potenciar los alcances de esta oportunidad histórica. Jalisco no sólo necesita generar talento, sino también atraerlo y retenerlo para convertirse en un destino de inversión atractivo. Esto implica no sólo una oferta educativa de calidad, sino también la creación de un ambiente propicio para la innovación y el desarrollo profesional. En este contexto resulta imperativo que la industria existente apueste por la profesionalización y por la implementación de medidas para eficientar sus procesos, además, de manera fundamental, por incorporar procesos para el desarrollo de la innovación en su sector, a fin estar a la altura de los estándares internacionales requeridos por el nearshoring.

Otro aspecto crucial en este proceso es la configuración de un marco regulatorio claro y estable, realizar las acciones necesarias para tenerlo en Jalisco es una prioridad si buscamos competir. Sabemos que las empresas buscan certidumbre jurídica y reglas claras de operación para garantizar la seguridad de sus inversiones, el estado entonces debe trabajar para construir un entorno que sea favorable para los negocios, predecible y fiable.

[Opinión del webmaster: Por lo anteriormente expuesto, que son TODOS los problemas que tenemos sin solución en el estado, difícilmente nos caerá algo relacionado con el nearshoring.]

Ismael del Toro Castro
(v.pág.4 del periódico El Informador del 16 de febrero de 2024).

Cotorra argentina.

Se les ven en todas partes de Guadalajara. Sus gritos resuenan en el viento. Vuelan en parvadas, viven en colonias inaccesibles en lo alto de los árboles. Picotean los pastos en grupos numerosos, y causan la fascinación de los tapatíos porque, acostumbrados a las palomas de todos los días y a los zanates desangelados, no les es común ver aves tan coloridas en los mediodías pétreos de Guadalajara.

Se trata de la cotorra argentina (Myiopsitta monachus), un ave que ha hecho de los árboles y de los parques de la ciudad su hogar, pero que no es originaria de aquí, y que no obstante, ha proliferado al grado de ser considerada por diversos expertos como una especia invasora.

Nido de cotorras argentinas.

Francisco Martín Huerta Martínez, investigador del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA), de la Universidad de Guadalajara, explica que la cotorra argentina fue introducida a nuestro país a mediados de los 2000. Es un pájaro verde, de aspecto inocente, y con el detalle característico de una mancha blanca en su pecho, y ciertas plumas azules en su cola y alas. Puede crecer hasta 30 centímetros, y tienen cierta postura y andar triste por el que también se les conoce como perico monje.

La cotorra argentina hace sus nidos en los árboles altos de Guadalajara, con una exitosa tasa de reproducción, y se han documentado poblaciones en el Parque Metropolitano y el González Gallo, Periférico, López Mateos y la Calzada Independencia, y en los despeñaderos de la Barranca de Huentitán. Debido a que tiene un comportamiento agresivo con otras aves, la cotorra argentina puede desplazar a otros pájaros nativos de la ciudad tales como palomas, zanates, y hasta loros.

Son tan coloridos que a los tapatíos les parece más algo fascinante y es común que los alimenten, sin saber que esto ocasiona un riesgo que desestabiliza la lógica natural de las aves de Guadalajara.

Las cotorras argentinas comenzaron a venderse en el país debido a que la ley -con todas sus lagunas- prohíbe comercializar aves nativas mexicanas, y entonces comenzaron a introducir aves de otros lados del mundo.

Francisco Martín Huerta Martínez también señala que además de que la cotorra argentina provoca daños a Áreas Naturales Protegidas, también podrían acarrear entre sus plumas enfermedades que podrían ser graves para el hombre, tales como la clamidia, (Chlamydia psittaci)."Es una bacteria que causa neumonía en el hombre y que puede llegar a ser muy grave, incluso causar la muerte", asegura el investigador de la UdeG.

En Madrid, España, donde las cotorras argentinas desbordaron la lógica de sus calles, se llegó a la medida drástica de eliminarlas, porque se consideraron un riesgo de salud latente para la población, y cerca de 12,000 aves fueron erradicadas.

No se ha estudiado a detenimiento el impacto que la cotorra argentina ha tenido en Guadalajara, ni es tampoco el único caso de especies de que llegaron de otros lados a quedarse para siempre. El árbol eucalipto, por ejemplo, embellece muchas avenidas de Guadalajara con su altura de titán manso y su olor característico, pero suelen ser un hervidero de muérdago.

Cotorra argentina.

La cotorra argentina seguirá creciendo en Guadalajara hasta que sea tan de aquí como de su lugar de origen. Cada día se les verá en los parques, en sus nidos difíciles sobre las copas de los árboles, cruzando los cielos de la urbe con sus gritos felices y sus vuelos fugaces como un resplandor verde.

(V.periódico El Informador en línea del 27 de febrero de 2024).

En medio del festejo por lo condescendientes que fuimos los tapatíos en la encuesta encargada por el Instituto de Planeación en la que evaluamos con 8.1 al sistema de transporte público en Guadalajara, uno pensaría que es tema superado, que gracias a la gran gestión del gobernador la movilidad, al igual que el tema del agua, está resuelto para los siguientes 50 años. O que, como en seguridad, el problema son los medios que no quieren ver lo bien que vamos. Con tan extraordinaria gestión y con todos los grandes problemas resueltos, nuestra preocupación debería ser a qué se va a dedicar el próximo gobernador. Tristemente no es así.

La movilidad es cada día más el gran problema de la zona metropolitana. Es el resultado de años de abandono de la planeación y de un desarrollo orientado al negocio. La plusvalía de la tierra y el máximo rendimiento inmobiliario han sido los verdaderos ejes rectores de las decisiones urbanas que permitieron que la ciudad se expandiera sin límites y hoy estamos pagando las consecuencias.

Ninguno de los candidatos, a gobernador o presidentes municipales, tienen una visión realmente transformadora en materia de movilidad y transporte público. En todos los casos lo que hay son propuestas al aire, sin estudios y con cálculos estrictamente electorales.

Los candidatos de Morena están embelesados con el modelo de la Ciudad de México implementado por Claudia Sheinbaum y su propuesta se reduce a hacer lo mismo: un trolebús elevado y una cablebús. El primero ni siquiera tienen claro dónde ni por qué elevado, pero como la candidata lo prometió ahora hay que buscar cómo hacerlo. El cablebús en el Cerro del Cuatro, que sin duda puede ser una gran opción, es un proyecto que viene desde hace 20 años y que en su momento se rechazó por el costo. ¿Dónde están los estudios que nos digan que ahora sí es viable, sea por nuevas tecnologías que los hacen más accesible o el aumento del aforo? No hay.

Los naranjas están proponiendo ampliar las líneas de tren eléctrico existente. La 2 a Tonalá y probablemente hacia el poniente. La 3 hacia Tesistán en Zapopan. La 4 hacia la conexión con la línea 1. Igual que las propuestas de los morenos, también estas son hasta ahora sólo ideas, faltan los estudios de aforos que nos digan cómo se modifica el funcionamiento y la economía de todo el sistema con estas ampliaciones.

Dice la sabiduría popular que las ideas son como las sentaderas; todos tenemos un par, pero muy pocos las tienen buenas. Lo que menos necesita la ciudad son ocurrencias. La movilidad está quebrada y requiere mucho más que un par de acciones dispersas.

Diego Petersen Farah
(v.pág.2 del periódico El Informador del 10 de abril de 2024).

Hace días hubo un corte de agua en mi colonia, es decir, un tandeo. Una vecina se quejó en el chat común y asustada nos narró su preocupación. Otros vecinos le recordaron que los tandeos no son un inconveniente si se tiene aljibe. Me acordé entonces de la verdadera escasez del agua en la ciudad.

Guadalajara salvaguardó su fundación a la orilla del río San Juan de Dios. Los pobladores se surtían también del agua de los manantiales aledaños y principalmente del Agua Azul. Las casas empezaron a tener pozos y la gente pronto supo distinguir entre aguas duras y mineralizadas, aguas blandas para beber, y aguas para higiene. En 1597, el agua de algunos pozos y manantiales se integró a un sistema de atarjeas, estas dotaciones se llamaban mercedes de agua. En 1735 Fray Pedro Buzeta, urbanista de origen fue designado por una cédula real para encargarse de las obras de abastecimiento de la Guadalajara de antaño. Sin embargo, en la memoria ambiental de Guadalajara el agua para vivir nunca ha sido suficiente.

En 1750 un terremoto rompió las cañerías y el flujo de agua se interrumpió y volvieron los problemas de escasez. Desde entonces ya existían las peregrinaciones a la Virgen de Zapopan para hacer llover y para controlar las "tormentas de verano". Posteriormente iniciaron las obras de entubamiento y el Sistema Municipal de Abastecimiento y Gestión del Agua comenzó a bombear las aguas subterráneas; pero siempre era insuficiente.

Debates, discusiones, solicitudes de presupuesto para obras, enfermedades, hambre, falta de cultivos e incertidumbre, han sido también parte de la historia ambiental de Guadalajara, una ciudad vulnerable en cada una de sus estaciones del año. El agua siempre ha sido un dolor de cabeza para habitantes y políticos.

Actualmente las colonias de la ZMG reciben agua de diversas microcuencas y con diferentes calidades. Existen colonias que tienen la infraestructura adecuada para abastecerse y almacenar, pero hay muchísimas más que no cuentan con infraestructura y también son las que más sufren de los "cortes". Ya no hay un "Colomitos" para llevar a lavar la ropa o bañarse, ahora el agua está totalmente controlada y distribuida tanto para uso cotidiano como para beber. ¿Quiénes toman agua de la llave sin enfermarse? El agua para beber está privatizada. No hay que olvidar la Cultura del Agua de hoy: según datos del SIAPA, en 2009 se utilizaban hasta 280 litros por persona por día. Permítanme compararlo con los 80 litros por día por persona que se usan en otros países como Alemania en ese mismo año. Este comparativo no significa que la higiene y la limpieza sea diferente. Ahora en 2024 se usan 170 litros por persona por día. Las estrategias gubernamentales son primero pensar de dónde traerla, aunque sea cada vez de lugares más lejanos, recordemos Temacapulín, Acasico y Palmarejo.

Entonces, la pregunta es ¿qué significa escasez en la actualidad? Tenemos varios ríos grandes e importantes, el Santiago y el Verde, un gran lago de Chapala, el más grande del país, y seguimos teniendo agua subterránea. El agua sigue ahí, pero lo que existe es una gran escasez de agua limpia, potable y apta para la vida. La escasez es en parte por la falta de Cultura del Agua en cuanto a su uso responsable, pero no dejemos totalmente la responsabilidad a la ciudadanía. La escasez es en mucho el modelo de desarrollo de "úsese y tírese" en las grandes actividades industriales, comerciales y domésticas. No se trata de disminuir el desarrollo sino de ejercer la tecnología necesaria para recuperar el agua perdida.

La ciudad creció y también la necesidad de abastecimiento, de un saneamiento adecuado y una buena distribución; de lo contrario nunca alcanzará, y seguiremos despojando pueblos de su riqueza acuífera, construyendo edificios encima de zonas de recarga acuífera, destruyendo bosques productores de agua como Parque de San Rafael, La Primavera, El Colli, Toluquilla, Atemajac, Colomos, El Bajío, etc. El agua de hoy enferma y mata, existen poblaciones aledañas y metropolitanas con daño renal crónico; el agua de hoy erradica ecosistemas, ya no hay arroyos o manantiales que den de beber a la fauna silvestre local como las aves, los tlacuaches, las ardillas, etc. Las tempestades ya no encuentran su flujo y su ciclo natural, inundan todo a su paso, derriba muros y casas, ya no alimenta adecuadamente los manantiales ni los arroyos. La escasez siempre ha estado ahí, pero nunca ha sido igual para todos.

Lourdes Sofía Mendoza Bohne
(v.periódico El Informador en línea del 16 de abril de 2024).
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Fecha de última actualización: 16 de abril de 2024.
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