Cachorritos en venta


Perro

"Un perro es un hijo."
Emiliano Pacheco, adiestrador de perros argentino

"Los perros son nuestro enlace con el paraíso. No conocen la maldad, los celos o el descontento. Sentarse con un perro en una colina durante una gloriosa puesta de sol es estar de vuelta en el Edén, donde no hacer nada no es aburrimiento, sino paz."
Milán Kundera

"Alguien me dijo una vez que hay algo especial acerca de un perro que saca lo mejor de sus propietarios. La compañía de una bestia rebosante de amor incondicional hace bien al cuerpo... especialmente cuando llegan tiempos duros."
David DiSalvo en la revista Forbes en línea del 2 de agosto de 2012

"Los perros tienen un sólo defecto: ellos creen en los hombres."
Elian Finbert

"Ningún ser humano vale lo que un buen perro. Cuando desaparece un perro noble y valiente, el mundo se torna más oscuro. Más triste y más sucio."
Arturo Pérez-Reverte

"He perdido el respeto por muchos seres humanos, pero jamás por los perros."
Arturo Pérez-Reverte

"El vínculo con un perro es tan duradero como los lazos de esta tierra pueden ser."
Konrad Lorenz

Recibido por e-mail el 13/sep/11

Recibido por e-mail el 13/sep/11

Jamás recibirás un beso tan sincero.

Un perro te dará su corazón.

Voy a amarte el resto de mi vida.


El dueño de una tienda estaba colocando un anuncio en la puerta que decía: "Cachorritos en venta".

Esa clase de anuncios siempre atraen a los niños, y pronto un niñito apareció en la tienda preguntando: -¿Cuál es el precio de los perritos?

El dueño contestó: -Entre 300 y 500 pesos.

El niñito metió la mano en su bolsillo y sacó unas monedas: -Sólo tengo 25 pesos... ¿puedo verlos?

El hombre sonrió y silbó. De la trastienda salió corriendo su perra seguida de cinco perritos. Uno de los perritos estaba quedándose considerablemente atrás. El niñito inmediatamente señaló al perrito rezagado que cojeaba. -¿Qué le pasa a ese perrito?-, preguntó.

El hombre le explicó que cuando el perrito nació, el veterinario le dijo que tenía una cadera defectuosa y que cojearía por el resto de su vida.

El niñito se emocionó mucho y exclamó: -¡Ese es el perrito que yo quiero comprar!

Y el hombre replicó: -No, tú no vas a comprar ese cachorro. Si tú realmente lo quieres, yo te lo regalo.

El niñito se molestó, y mirando directamente a los ojos al dueño de la tienda le dijo: -Yo no quiero que usted me lo regale. El vale tanto como los otros perritos y yo le pagaré el precio completo. De hecho, le voy a dar mis 25 pesos ahora y 5 pesos cada mes hasta que lo haya pagado completo.

El hombre contestó: -Tú en verdad no querrás comprar ese perrito, hijo... El nunca será capaz de correr, saltar y jugar como los otros perritos.

El niño se agachó y se levantó la pernera de su pantalón para mostrar su pierna izquierda, cruelmente retorcida e inutilizada, soportada por un gran aparato de metal. Miró de nuevo al hombre y le dijo: -Bueno, yo no puedo correr muy bien tampoco, y el perrito necesitará de alguien que lo entienda.

El hombre estaba ahora mordiéndose el labio, y su ojos se llenaron de lágrimas... sonrió y dijo: -Hijo, sólo espero y rezo para que cada uno de estos cachorritos tenga un dueño como tú.

En la vida no importa quién eres, sino que alguien te aprecie por lo que eres, y te acepte y te ame incondicionalmente.

Un verdadero amigo es aquel que llega cuando el resto del mundo se ha ido.

Recibido por e-mail el 13/sep/11
La vida es frágil.

Hace poco, un mal día, perdí a mi perro. Quizás es un equívoco llamarlo mío, porque él nunca fue de nadie. Según dicen los expertos son los perros quienes nos consideran suyos, por eso los entristece nuestra ausencia, son ellos quienes nos pierden a nosotros. Sin embargo, el mío había conseguido engañarme con su amor delirante y su ciega lealtad al ir y desandar de mis pasos.

Lo quisieron mis hijos hace nueve años. Por entonces uno tenía doce y la otra diez. Cuando me resistí a aceptarlo me entregaron todas las promesas del caso: ellos se encargarían de recoger el diario testimonio de su buena digestión, de dormir con él, llamar al veterinario si se enfermaba, rascarle la panza y hablarle al oído como sólo se les habla a los bienaventurados.

Pero mis hijos estaban en la edad de las promesas incumplidas y al poco tiempo yo quedé a cargo del cachorro. Empezó a ir conmigo a la caminata de las mañanas y a dormir largas siestas en mi estudio, acompañando la lentitud y el desorden en que escribo con el compás de su sueño armonioso y tibio. Nos hicimos de tal manera cómplices que una de las veces en que se enamoró, leí a Quevedo cerca de su oído durante toda la semana que tardaron sus penas. Ni entonces conseguí imaginar que podría perderlo por causa de una hembra que lo malencausara. Pero ahora no se me ocurre otra cosa para encontrar consuelo que imaginármelo lleno de amores cumplidos reproduciendo su alegría en casa de alguien que se lo robó para usarlo como un apasionado semental. Porque en eso sí era de la familia, le daba por los amores con tal intensidad que perdía cualquier otro interés por el mundo si quedaba a la deriva de su fantasía y su fervor. Yo lo había acostumbrado a ir conmigo al bosque porque se le daba la gana, pero sin correa ni más obligación que la de mostrarse dichoso y libre como debería ser todo el mundo.

Durante años hicimos el mismo camino casi todos los días. Mis amigos se acostumbraron a oírme llamándolo cuando se atrasaba y a verlo aparecer y desaparecer a su antojo sin extraviarse más que a ratos. Por eso es que la mañana en que lo perdí de vista y el mes que tardé en aceptar que lo perdí del todo, se me hicieron tan largos e inauditos. Durante semanas lo busqué hasta colmar a los demás, lamenté su ausencia hasta que de tanto nombrarlo quienes me quieren empezaron a levantarse de la mesa cuando la evocación se prolongaba. Y dado que uno puede aceptar todo antes que hacerse al ánimo de perder todos sus cariños al mismo tiempo, evité las remembranzas en voz alta y me propuse mandar al perro de Quevedo al arcón en que se guarda la nostalgia de las cosas y los seres prohibidos al recuerdo público.

No es asunto de todos reconocer una pena en todas nuestras penas. Lo que para unos es trivial a otros les resulta entrañable y no hay mejor manera de echar a correr al prójimo que añorar en voz alta la huella de lo que hemos perdido.

Llegada cierta edad a la que por cierto he llegado hace rato, uno empieza a estar hecho de lo que ha ido ganándole a la vida y de lo que ha ido perdiendo en el camino. Y tanto pesa uno como lo otro, y así como la suma de lo que tenemos está hecha con una mezcla de nimiedades y tesoros, la suma de las pérdidas también se trama con las mermas mayores y las de apariencia insignificante. Y se trama de tal modo que a veces nos estremece la evocación de cualquier nimiedad a cambio de las mil y dos noches que nos hemos prohibido llorar lo crucial.

Angeles Mastretta
(V.pág.4-D del periódico El Informador del 19 de noviembre de 2003).

Perro

La Kika era una perra que adopté, como todos los animalitos que forman parte de mi familia. Era una perra adulta, como de 5 años (35 años humanos, más o menos), nunca había sido madre, sin embargo, un día mi hija recogió un gatito de la calle. Era tan pequeño que no podía comer, así que la Kika lo amamantó. Fue maravilloso observar cómo floreció su instinto, y de sus chichitas brotó leche a fuerzas de tanto que le chupó el gato. Ella lo limpiaba y dormía con él, eran madre e hijo.

Esta mañana la atropellaron, no podía creerlo. Para las personas que amamos a los animales, lo más difícil es enfrentar la crueldad humana hacia otros seres de la creación. Yo estaba barriendo la banqueta y ella estaba oliendo el suelo, sábado en la mañana, la calle es empedrada, la camioneta venía a muy baja velocidad, hasta traía personas atrás, yo no podía imaginar que el conductor no se fuera a detener. Quizás en una vía pavimentada, a mayor velocidad.... Pero lo hizo. Pude ver que hasta gozó, disfrutó del poder y pasó el vehículo por el pequeño cuerpo de mi perra, quien quedó retorciéndose en la calle, y yo sólo me paralicé ante ese acto de crueldad, me costó mucho asimilarlo.

Ella no murió. La recogí, la acompañé, y entonces me decidí. Pero en ese momento olvidé cómo se usaba la pistola ¿ustedes creen?, era tanta mi parálisis que no me acordaba cómo se usaba la 22 que acabo de comprar. Me encontré con el arma en la mano sin saber accionarla. Rafa llegó en pocos minutos, con mucha ternura y cuidados (él es paramédico) levantamos a la Kika y la llevamos. Lo hizo por mí, en un acto de compasión infinita mi amigo alivió el sufrimiento de mi perra. Fue instantáneo, un sólo balazo en la cabeza, en medio de las orejas, y la kika se fue al Arcoiris de los perros. Rafa, hombre rudo, ex judicial y ahora paramédico, sólo me abrazó. Le pedí que me dejara a solas, pues no quería quitarle más su precioso tiempo, y ahí, en el campo, rodee el cadáver con rocas y lo cubrí con ramas y palos secos que recogí.

Lo más increíble de todo esto es que analizando mis sentimientos, sólo puedo sentir pena por la persona que la atropelló y por las personas que conviven con él. Pobre mujer, pobres hijos. Estoy llorando porque me hace falta la Kika y por ese pobre hombre, aunque eso no me va a impedir ponerle una demanda, ya veré qué invento, aunque sé que no va a pasar nada, por lo menos un pedo sí le voy a sacar. No puede andar así por el mundo. Ni siquiera es por venganza, sólo debe de quedar un antecedente de esto.

María
(Recibida por correo electrónico el día 7 de febrero de 2004).


Dejan su huella.
Las mascotas nos ayudan a mejorar la Calidad de Vida.

¿Nos hemos planteado qué sería de nosotros sin la compañía de los animales? Amar a los animales nos humaniza y mejora nuestro estado de ánimo y salud.

¿Acaso no es emocionante llegar al hogar después de una intensa jornada laboral y ser recibido por nuestra mascota con un festejo?. La convivencia con animales nos mejora el humor y como nuestro estado de ánimo repercute en otras áreas, científicos de todo el mundo han probado que es posible mejorar la salud con una mascota.

Algunos animales ayudan a aliviar enfermedades en las personas. De hecho, existen agrupaciones o instituciones que recorren hospitales y asilos de ancianos para que los enfermos se sientan mejor y, en el caso de las personas mayores en asilos, reciban visitas de 4 patas que les alegren el día. A esta actividad se la conoce como terapia de mascota.

Diversas investigaciones señalan que el fenómeno de la recuperación es un hecho real, ya que el contacto y la interacción con un animal provee beneficios terapéuticos. Desde alargar la expectativa de una vida hasta la reducción del estrés y presión sanguínea. Es que el animal es una fuente de salud y equilibrio para las personas.

En los últimos años a nivel mundial se han intensificado los programas con participación de animales de compañía en las terapias tradicionales. Los efectos positivos de este tipo de terapias ayudan a los pacientes a recuperarse de estados depresivos. Existen numerosas historias sumamente conmovedoras sobre este tipo de tratamientos. Adoptar a un animal estimula el cariño y nos ayuda a hacer más llevaderas las rutinas cotidianas. Entre otras ventajas, llevar a pasear a nuestro perro puede incentivarnos a hacer ejercicio y tomar contacto con otra gente, ya que se ha constatado que, en el caso de las personas solas, el poseer una mascota favorece el diálogo y ayuda a establecer nuevas relaciones.

Se habla de beneficios de tipo fisiológico, psicológico y social. Quienes han adoptado perros callejeros saben del valor de un animal fiel, incondicional y que nos agradecerá durante toda su vida el darle un hogar. No importa si llevamos a nuestra casa un perro o un gato, tampoco es relevante si el animal es de raza pura o mestizo.

Tu mascota puede ser la alegría del hogar, puede ser quien se eche junto a tu cama cuando tengas fiebre, puede ser un perro de rescate en un accidente o quien reemplace tus ojos.

La relación con un animal nos favorecerá, nos enriquecerá cada día como personas y podremos enfrentar los días más complicados con la compañía de una mascota que nos los alegrarán.

Fuente: Mascotanet
(Recibida por correo electrónico el día 20 de mayo de 2004).

Mascota

Una vida es una vida

Tal vez para algunos suene muy simple, sin embargo así es, y como tal, cada vida merece ser respetada y aquilatada por igual, sea un ser humano o un perro: a quien quita una vida se le debe de castigar en su debida proporción, pues aunque se quiera, ya no puede resarcir el daño hecho, reparar el dolor de quienes sufren por la ausencia de esa vida de quien amaron, que a propósito o accidentalmente se quita o se borra de este mundo.

Ese ser querido ya no estará más con nosotros, aquél al que vimos crecer, al que vimos jugar, al que le dimos de comer, por el que nos preocupamos, y tal vez en más de una ocasión, lloramos, aquél que fue nuestro amigo, compañero y guardián, me refiero a los perros, sí ¡a los perros! quienes son los más fieles amigos, compañeros incansables de juego, en la alegría o en la tristeza, en la enfermedad o en la salud, con dinero o sin él, jamás nos dejan, sino hasta que uno de los dos se va, o se lo llevan.

La Sociedad Protectora de Animales [¿Existe en México más allá de un membrete sin ninguna autoridad? - pregunta el webmaster] debería hacer algo al respecto, pues si bien no se trata de un ser humano y que muchos no consideran importante, ¡es una vida! Además, se trata no nada más de algo visto desde el punto de vista material, sino más que nada en lo sentimental, y como tal, a quien lo dañe o atente en contra de él, debiera recibir un castigo por ello.

Menciono lo anterior, pues el domingo pasado nos mataron a Luca, nuestro perro. Lo atropelló afuera de nuestra casa un inconsciente troglodita que circulaba con excesiva velocidad por una colonia empedrada (Ciudad Granja). Que Dios lo perdone por el dolor causado a quienes amamos a Luca y que gracias a Dios fue él y no una persona, pues ahí sí este tarugo se las estaría viendo negras; pero no fue así, fue una vida de un perro y no pasa nada. Y ojalá en el futuro sí ocurra... una vida es una vida, ¿o no?

Que en paz descanse Luca.

Conrado Trapero Alessio en "Correo"
(V.pág.4 del periódico Público del 22 de octubre de 2004).


El escritor británico Lord Byron se embarcó una vez con su inseparable perro y saliendo del puerto el animal saltó al agua. Entonces Byron le gritó al capitán: ¡Pare el barco! ¡Salve a mi perro!

El capitán dijo que no podía para un barco tan inmenso por un perro y que eso sólo se hacía por una persona.

¿Por un hombre sí? dijo el escritor, y se echó al agua, nadó hacia el perro, arriesgando la vida. El barco tuvo que detenerse y recogerlos a los dos.

Se sabe que después, cuando ese perro murió, le puso una lápida con este epitafio: "Aquí llace una criatura bella sin vanidad, fuerte sin insolencia, valiente sin ferocidad y que tuvo todas las virtudes de los hombres sin tener ninguno de sus defectos".

Cachorritos

Cuando la despedida es inevitable

La parte más difícil de tener una mascota enferma debe ser verse obligado a sacrificarla. Pero si el animal está sufriendo mucho y usted carece de dinero para pagar un tratamiento largo, entonces no podrá evitar afrontar ese trance.

Dependiendo de la gravedad del mal que aqueje a su mascota, el veterinario puede determinar el momento adecuado para hacerle la eutanasia, pero, como la decisión es de usted, pídale que le explique todo lo que no entienda.

Sea sincero con sus hijos y deje que participen en la decisión. Piénselo bien antes de adquirir una nueva mascota, no sea que, involuntariamente, vaya a lastimar a algún miembro de la familia que aún no se recupere de la pérdida del otro animalito.

No subestime el impacto que la muerte de la mascota puede tener en usted o en sus familiares. Es normal sentir enojo, tristeza e incluso remordimientos.

(V.pág.174 de la revista Selecciones del mes de febrero de 2005).

Perder parte de nosotros mismos.

El llamado de la selva

Nació un frío 14 de febrero y fue el único macho de siete cachorros. Antes de que naciera, su madre, Chelsea, pelirroja como la hija de Clinton, preparó su madriguera como buena perra cazadora Springer Spaniel para que nacieran sus hijos justo en la madrugada del día de la amistad. Ramón, el padre, fue el que le avisó a su amo que ya habían llegado. La mañana estaba helada, sin embargo, los cachorros no sufrieron la baja temperatura; se encontraban muy bien protegidos gracias a los cuidados de su mamá, quien los había cubierto con varas, hojas y muchos trapos.

Rigo ya sabía que iba a ser bautizado con el nombre de Rigoberto y quién sería su dueña. Cuando el perrito se encontraba en el vientre de su madre, Lolita le suplicaba que le regalara a un Rigobertito para que la protegiera de una ciudad cada vez más incierta. Yo voy a ser muy buen ama. Te prometo pasearlo y voy a cuidarlo mucho..., le decía esta joven tan canófila. Por eso cuando Rigo llegó al mundo, se puso feliz. Al cabo de tres meses, Lolita descubrió que la mancha que llevaba en un costado tenía forma de corazón, sin duda esto era un buen augurio... sería la marca del amor entre ambos.

A partir de entonces, Rigo se convirtió en la sombra de su ama. A donde ésta iba, él la seguía fuera donde fuera. Cuántas veces no la esperó en su coche, con las ventanas abiertas, mientras iba a la universidad; cuántas veces no la acompañó al súper, esperando pacientemente afuera mientras Lolita hacía sus compras; cuántas veces no salían juntos a correr en la barranca de las calles de Alpes; y cuántas veces no le avisaba con un aullido muy especial de la inminente llegada de su novio. La misma intuición y ansiedad lo embargaban cuando estaba a punto de llegar el repartidor de Domino's Pizza. A Rigo le encantaban las sobras de la de pepperoni.

Un día Rigo desapareció. Lolita estaba desolada. En la casa, se sentía un vacío insoportable. Todos, todos extrañábamos al gran Rigo, a nuestro vigilante y guardián. Se pusieron anuncios en todos y cada uno de los árboles de la barranca y en cada poste: se busca perro Springer Spaniel, blanco con manchas cafés. De mirada soñadora y cola expresiva. Abundante y ondulado pelaje. Cuerpo robusto y musculoso. nariz aristocrática y orejas elegantes. Sus patas son blancas, su lengua, negra, y su cabeza, marrón. Es alegre, sencillo y muy bien educado. Una de sus características es que al aullar parece que canta. esto siempre lo hace cuando ve pasar a los helicópteros, de allí que también responda al nombre de Rigo Tovar. Durante todo un fin de semana estuvimos con el alma en un hilo. Rigo no regresaba. Temíamos que hubiera sido secuestrado, que se hubiera ido de "mojado" por la influencia de un perro callejero, o bien, que se hubiera enamorado de una cualquiera como ésas que suelen reunirse a las afueras del mercado de Prado Sur, después de todo Rigo era aún muy ingenuo. Pero Lolita no se resignaba. Sabía que su perro regresaría en cualquier momento. Y así sucedió. El lunes, recibimos una llamada telefónica. Acabo de ver a su perrito. Anda rondando por Sanborns de Palmas. Fuimos a buscarlo y, en efecto, se encontraba en un rincón del estacionamiento. Algo en su mirada había cambiado. Nunca supimos qué le sucedió ese fin de semana...

Andando el tiempo Rigo se convirtió en el verdadero chaperón de los novios Carlos y Lolita. Todos los domingos lo llevaban a La Marquesa; algunas vacaciones fueron a Acapulco y junto con ellos siguió muy de cerca la construcción de la que sería su casa en Valle de Bravo, por eso conservan tantas y tantas fotografías en donde aparecen los tres juntos en diferentes circunstancias. Un mes antes de que Lolita se casara, al subir a un árbol para buscar a Mozart, su gato, se cayó. En ese preciso instante, el gran Rigo, se colocó justo en el lugar donde azotaría su ama, amortiguando de esa manera el golpe. Mamá, Rigo me salvó la vida. ¡es un héroe!, me decía con los ojos llenos de lágrimas. Ese día a Rigo se le ordenó, nada más para él, una pizza gigante de pepperoni. Rigoberto tenía una extraña relación con los gatos, los adoraba. Por increíble que parezca nuestra mascota tenía su mascota, era Mozart el gato rubio, con quien se acostaba todas las noches acurrucadito. También era muy cercano a Lucrecia (la mamá de Mozart), una gatita persa de ojos verdes. Al parecer Rigo era virgen, pero tememos que también le daba por la zoofilia, es decir, disfrutaba de la compañía de otras especies de animales...

A lo largo de su vida, Rigo aprendió muchas cosas: a abrir él la puerta del refrigerador, a subirse por todo tipo de escaleras, a detectar malas vibraciones de algunas personas, a llamar por las mañanas a su ama, para que no llegara tarde a la universidad y a escuchar la música de su tocayo. Pero por esas cosas de la existencia perruna, también tuvo que aprender a caminar dos veces, una cuando nació y otra después de un accidente que sufrió. Una tarde, el chofer de la tía de Lolita arrancó el coche, sin percatarse de que el joven Rigo se encontraba enfrente. Afortunadamente frenó en ese momento, sin embargo, la defensa alcanzó a golpearlo, fracturándole un hueso de pata trasera derecha. Hubo que llevarlo de emergencia al veterinario, quien lo enyesó. A pesar de que el hueso sí llegó a consolidar, Rigo cojeaba, especialmente en el invierno. No obstante, ese caminar tan característico le daba todavía más personalidad. Había tardes en que, al verlo llegar con su ama, me recordaba a Long John Silver, el personaje de Robert Louis Stevenson, de La isla del Tesoro.

Finalmente llegó el llamado de la selva. Sus amos, ya casados, se fueron a vivir al campo, a algunos kilómetros de Valle de Bravo. Cuando llegó a aquel enorme terreno inexplorado, Rigo se enfrentó a un gran dilema, volteó a ver a sus amos... ya no sabía de dónde era, si de la gran Ciudad de México o de la selva. Sin embargo se adaptó muy bien. Por las mañanas acompañaba a los lugareños a ordeñar vacas, le encantaba su leche espumosa y tibia. Luego regresaba a almorzar, en seguida hacía una larga siesta, para después ir a saludar a los vecinos. Le gustaba corretear mariposas, lagartijas y culebras. Le gustaba pasar horas con su ama en el invernadero; le gustaba jugar con los hijos de los campesinos; le gustaba que le regalaran tortillas y restos de mole; le gustaba pescar truchas; perseguir a las gallinas pero lo que más disfrutaba en la vida era zambullirse en el río. Sin darse cuenta, Rigo se había transformado en un verdadero perro pastor de la campiña. Ya no extrañaba Las Lomas, ni las pizzas Domino's, ni tampoco el mercado de Prado Sur. Ahora, era el perro más feliz del mundo. Había regresado a sus orígenes de pastor, de cazador. Incluso su aspecto físico había cambiado notablemente. Su pelaje era mucho más largo e hirsuto. Su mirada se había hecho más vivaz y retadora. Su caminar, a pesar de su pata lesionada, era más seguro y varonil. Ya no era el típico perro-bien, mimado, ahora Rigo era un perro-hippie, un perro revolucionario y un perro salvaje que tuvo la oportunidad de conocer otro mundo... Así se veía, sobre todo, cuando su ama le ataba un paliacate alrededor del cuello.

Quién le iba a decir a Rigo que el lugar en el que fue más feliz, sería el mismo en donde hallaría la muerte. Ayer por la mañana, fue encontrado ahogado en el río. Seguramente su patita le falló al último momento. Ahora las vacas, las gallinas, los niños y los vecinos de Santa María Pipioltepec, lo van a extrañar, pero los que seguramente jamás lo olvidarán serán Carlos y Lolita, sus verdaderos padres.

Cuando escuchen un helicóptero pasar, probablemente, a lo lejos, oigan el aullido de Rigo, aquel perro que respondió al llamado de la selva.

Guadalupe Loaeza
(V.pág.7A del periódico Mural del 21 de julio de 2005).


Orando
No es ocioso pensar en Dios, creador del universo y de quienes en El creemos, que al momento de terminar esta vida, lleguemos ante su presencia en la mansión celestial de todas las religiones, renunciando conscientemente a un posible encuentro con nuestros más profundos afectos, acaso por una separación absurda de lo terrenal y lo divino. Por un acto de elemental congruencia de Dios con los seres que El mismo creó, no puedo pensar que pueda despojarse a los seres humanos de sus más entrañables afectos, de sus amores más profundos, de sus identificaciones sentimentales más arraigadas. Y no solamente hablo de personas (esposa, hijos, amigos), sino también de animales, a los que en ocasiones se llega a querer entrañablemente, aun más que a los humanos. No puedo imaginar la morada celestial sin animales. En la casa de Dios Padre deben estar todas las criaturas que El mismo formó. Ellos también merecen la bienaventuranza.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(V.pág.4-A del periódico El Informador del 1o.de octubre de 2005).


Yo tuve una vez una perra
redonda como el mundo,
amplia como las amapolas,
que giraba en el viento
de la primavera
y se bamboleaba toda
como una bandera.

El mismo mar
guardaba silencio
si la llevaba yo
a brincar en las olas.

Y si las nubes
por escasos minutos
la espantaban
con sus gotas
mi perra ladraba al cielo
y le exigía
un poco de temblor
al sol,
un poco de su cólera.

Mi perra
era un volcán encendido
si cruzaba
un gato
su camino.

A veces,
se creía un topo
en lo hondo de la tierra,
que en un rodar
del mundo
buscaba su hueso
de todos los días.

Mi perra
para mí
era a veces la silla,
la mesa,
la cama profunda
donde miraba las nubes
y soñaba que la tierra
era húmeda
y mía.

Mi perra
un día se fue
a buscar el secreto
de las flores
adentro de la tierra,
en las raíces
de un árbol.

y yo a veces
la escucho
cuando siento
que el mundo
rueda y rueda
con aire
de la primavera.

María Baranda
("Digo de noche un gato y otros poemas". - Ed. El Naranjo).

Los perros

"Los perros han estado y están ahí. Siempre fieles a pesar de las traiciones humanas a su confianza. Si todavía somos capaces de mirar por un instante a nuestro alrededor, con la mirada libre de tanta contaminación cosmopolita, ahí los descubriremos esperándonos para brindarnos con su presencia el maravilloso regalo de su ternura devota, de su respeto, de su ayuda, de su amor insobornable."

"El lugar que se nos ha asignado en la mesa servida por la Naturaleza no es el de amo y señor, sino el de un socio igualitario, lleno de amor y de respeto. Los perros tienen mucho para enseñarnos al respecto y sólo tenemos que acercarnos y permitirles que lo hagan."

Torrent Bione
(V.El Informador en línea del 4 de abril de 2007).


El técnico del Chelsea, José Mourinho, fue detenido por la policía británica por una disputa que involucró a su perro.

Al parecer el técnico portugués se resistió a que los agentes se llevaran a su yorkshire terrier para ponerlo en cuarentena, bajo el argumento de que el animal había sido sacado de Inglaterra y traído de nuevo sin haber cumplido con las estrictas leyes que rigen en el país para el ingreso de animales.

Según se publicó en medios ingleses, Mourinho se enfrentó verbalmente con los oficiales por el asunto. A continuación fue llevado a una comisaría londinense y recibió una advertencia por resistir la autoridad de los agentes. No se presentaron cargos en su contra.

La policía acudió el martes al hogar de Mourinho, en el centro de Londres, con un funcionario del Servicio para el Bienestar y Salud de los Animales.

Scotland Yard informó que el ingreso del perro al país violaba algunos artículos de la Ley de Animales de 1981 y la Ley de Rabia de 1974.

Mourinho se encontraba en la entrega anual de premios al jugador del año del Chelsea cuando su esposa Tami lo llamó para decirle que se estaban llevando al perro. El técnico se fue a su casa y le quitó el perro a la policía, que se marchó sin el perro, pero que está con paradero desconocido.

(V.pág.12 del suplemento "Cancha" del periódico Mural del 17 de mayo de 2007).


La muerte de ciertos seres humanos me tiene a veces sin cuidado; pero la de un perro no me deja nunca indiferente. Siempre sostuve que esos animales son mejores que las personas, y que cuando uno de nosotros desaparece del mapa, el mundo no pierde gran cosa; a veces, incluso, se libera de un verdugo o de un imbécil. Pero cada vez que muere un buen perro, todo se vuelve más desleal y sombrío. Lo de buenos o malos perros también es relativo. La mayor parte de las veces, lo que separa a uno heroico y bondadoso de otro majara, o asesino, no es más que la confusa y compleja línea que separa a un amo normal de un hijo de la gran puta. Porque los perros son, casi siempre, como los humanos los hacemos.

Arturo Pérez-Reverte
(v.pág.38 del periódico Público del 3 de junio de 2007).


"Se ha encontrado que en todos los cementerios, siempre, entre los entierros humanos, hay otro dedicado a los perros", comentó Sonia Guillén, arqueóloga peruana que ha encontrado perros momificados cerca de cementerios de la cultura prehispánica Chiribaya.

(V.pág.38 del periódico Público del 9 de julio de 2007).


El amor es...

Cuando dudes del verdadero amor y te preguntes por qué debes ser feliz... busca los ojos de tus perros, ellos te van a decir que Dios hizo muchas maravillas para ti... Te van a ejercitar el don de dar. Se pierde mucho en la vida si no eres blanco de su lealtad y enseñanzas.

Marco Aldaco
(v.pág.13 del sumplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 24 de noviembre de2007).


Ustedes no están para saberlo (más bien, ustedes no están y los que están traen tal sobredosis de ponche fiestero a cuestas que no dan señales de vida), pero en el agitado paraje de mis convicciones íntimas hay una que no ha cambiado en una década (y eso que las creencias me duran lo que un cono de nieve en mayo), y esa es que las almas de los hombres buenos reencarnan en perros Labradores. Así es: su servilleta está convencida que no hay alma más noble en esta Tierra que la de un chucho Labrador y por ello, en el modesto altarcito de su santoral, no falta nunca el can a quien dirigir sus plegarias.

En mi caso, y dado que en el 2007 perdí a mi mejor amigo, el Mahatma (alma grande) Sócrates I (santo súbito de mi iglesia personal), en adelante puedo -al estilo de Erasmo de Rotterdam- finiquitar mis comunicaciones espirituales con un séntido "Sancte Sócrates, ora pro nobis" (Santo Sócrates, ruega por nosotros). De hecho, y esperando no herir los castos ojos de algún creyente trasnochado que ose posarlos en estas letras, estoy convencida que Dios es un perro o algo muy parecido (razón de peso para dudar del Islam: según los hadiths, el Profeta odiaba a los canes).

Y es que verdad sea dicha, no hay en el mundo quien mejor cumpla la función de un amigo del alma que un perro (y en especial un Labrador). Todo lo que le pedimos al verdadero amigo -nobleza, inteligencia, paciencia, consuelo, bondad, diversión, ayuda, amor- nos lo provee un Labrador sin pedir nada a cambio. Un Labrador nunca estará demasiado ocupado para atendernos, ni nos quiere a condición de que le cumplamos sus caprichitos; jamás nos echa en cara nuestros defectos, ni nos ataca o muerde por muy rabioso que esté...

A un Labrador nunca hay que decirle: me siento triste. Lo intuye y viene a lamernos la mano en ese gesto de apoyo que no remedia nada pero nos hace saber que no estamos solos. Siempre está feliz de vernos y le da lo mismo si lo llevamos a un lugar caro o al más chafa de los parajes: lo importante es estar a nuestro lado. Quizá de mayor importancia para los tiempos que corren: un Labrador jamás nos defrauda, ni nos usa para sus fines personales, ni se acerca a nosotros bajo las formas de esa "hipocresía amistosa que haciéndose pasar por amistad, se regocija a nuestras espaldas hablando y escuchando perversidades que los demás dicen de nosotros" (Alberoni: "La Amistad", Gedisa). Un Labrador, en definitiva, sabe ser amigo y sabe la importancia de serlo cabalmente 24/7.

Escribo esto no sólo porque tenía ganas de hacerle una elegía a mi difunto amigo Sócrates (que me enseñó a pensar a ras de suelo y a regocijarme en los juegos vespertinos de las golondrinas en vuelo), sino porque las virtudes terapéuticas de los Labradores son tan reales que el Ejército norteamericano acaba de enviar a Irak a 2 de estos canes para combatir el estrés de la batalla que sufren los soldados desplegados en el frente. A partir de enero, los sargentos primeros Boe y Budge -pues tal es el rango militar que les han otorgado a esta pareja de Labradores negros de dos años para evitar sean maltratados por sus pacientes (en su mayoría soldados rasos)-, serán parte de los equipos de Asistencia Médica del Ejército basados en Tikrit y Mosul.

Su misión no será ninguna de las que tradicionalmente se asignan a otras razas caninas entre policías y militares, tales como operaciones de búsqueda y rescate, o ataque y defensa. No, los sensibles Labradores tendrán una misión del todo terapéutica: coadyuvar el tratamiento de desórdenes del sueño, trauma post-batalla y estrés asociado a las prolongadas estancias de los soldados en zonas de guerra. Y es que según un reporte militar, los altos mandos castrenses del vecino país del norte están muy preocupados por el número de suicidios entre los soldados gringos que se incrementó de 11.9 por 100,000 en 1995-2002 a 17.3 por 100,000 en el último año (nytimes.com, 19 de diciembre) y, no pudiendo deshacerse de esa lacra ambulante que es George Walker Bush, han tenido que echar mano del plan B de emergencia: enviarles a los odiados soldados del imperio un ser con una capacidad de amar a prueba de balas, y una amistad que no se pandea en las buenas ni en las malas.

De ahí la decisión de mandar Labradores pues, a diferencia de los humanos (capellanes y psicoterapeutas incluidos), estos animales tienen unas virtudes cruciales para la terapéutica del alma: saben escuchar atentamente sin juzgar a los demás y no escatiman sus afectos según la raza, credo, color, religión, preferencias políticas y/o apariencia física de quien tengan enfrente (http://www.usatoday.com/). Al fin de cuentas, no deja de ser paradójico que tras mucho estudio y experimento, la psicología moderna se vaya desayunando con algo que los amantes de los Labradores hemos sabido siempre: que en un mundo plagado de odios y de gente tan injusta como mezquina, no hay mejor terapia para el alma que contar con un amigo fiel que nos quiera de veras y no sólo lo aparente de colmillos para afuera.

Claudia Ruiz Arriola
(v.periódico Mural del 6 de enero de 2008).


Three Dogs Bakery

La panadería Three Dogs Bakery ve grandes posibilidades de éxito, ya que su mercado potencial son unos 200,000 perros registrados. Esta franquicia, que surgió en EU, abre su segunda tienda en Hong Kong con una oferta de panes, galletas y pasteles horneados por un chef para sus clientes caninos.

(V.pág.6 del periódico Mural del 24 de enero de 2008).


Déjenme si estoy llorando

El título de este texto corresponde a una vieja canción, y al legítimo e inalienable deseo de una vieja chillona (ora, yo) que en el llanto a moco tendido encontró la única manera de sobrellevar el dolor por la reciente ausencia de un amadísimo ser que resolvió desprenderse de la vida terrenal, aunque quienes le rodeábamos quedáramos sumidos en la desolación y el desconsuelo.

Sin más motivo que los achaques de la ancianidad, que se le desataron todos juntos a sus 16 años cumplidos, Pecas, mi fiel y cariñosa cocker color miel pasó a mejor vida y yo a uno de los momentos más amargos que recuerdo en mi hasta entonces plácida existencia que no volverá a ser la misma, sencillamente, porque ya no sentiré que un molote de pelos me persigue por toda la casa, ni se acercará buscando mi mano para que le haga cariñitos, ni aullará reclamando su ración en cuanto escuche el ruido del celofán que envuelve unas galletas. No habrá ya quién me reciba meneando frenéticamente el cabuz en cuanto llego a casa, ni quien se tire a mis pies para languidecer al alimón cuajadas frente al televisor. Se me acabó el pendiente de dejar la puerta abierta, las bolsas de basura sobre el piso, la botana sobre una mesa baja y los papeles de cualquier índole en el interior de un bote abierto, porque la canija peluda se los devoraba con fruición.

En lo sucesivo, no me veré en la necesidad de cubrir el rincón favorito de la susodicha sobre un mueble, de disponer de una amplia hemeroteca (la hemeropecas, decía mi marido) para subsanar sus eventuales desahogos fisiológicos en el rincón del interior que eligió para hacerlo cuando no la sacábamos al jardín, de buscarle asiento temporal durante mis viajecillos ni de subir pesados costales de croquetas hasta el tercer piso. Nunca más ofreceré disculpas en su nombre a las visitas que les urgaba su bolsa cuando olfateaba el olor a chicle, ni pediré su comprención hacia el deambular de una mascota que reconocía como su territorio la casa entera y gustaba de colocarse en primera fila, invocando la buena voluntad de quien le quisiera sobar el lomo.

Llegó el día, por todos tan temido, en que abreviarle la agonía se volvió un imperativo convertido en un acto de piedad y amor hacia quien tanto gozo nos dio por tantos años de leal compañía. Mi estoico marido se ocupó del operativo y yo me reservé el privilegio de darme a la lloradera en grande que, de paso, me liberó de cuanto conflicto existencia traía atorado. Hasta esa benéfica catarsis tengo que agradecerle a mi amadísima peluda.

Así que, en peor momento no me pudo haber caído la inopinada visita de una vecina con la que casi ni migas hago y hasta ahora ando entendiendo por qué. No es que sea yo una arpía intolerante y descortés, pero hay personas a las que les concedemos el poder de sacarnos el tapón y hacer que desparramemos la impaciencia, y ésta es una de ésas que, además, ni se va a enterar que estoy haciendo público mi entripado, porque cree que los periódicos nomás sirven para limpiar los vidrios. ¿Llorastes?, me preguntó en su palurdo lenguaje ante la evidencia de mis ojos hinchados, un tambache de pañuelos en la mano y evidente indisposición a recibir visitas. Sorprendida por su preclara sagacidad no me restó más que asentir, pero ganas me dieron de restregarle los pañuelos con todo y mocos cuando osó burlarse del motivo de mi llanto y expresó la ridiculez que, según ella, consiste llorar por un perro ido.

Más, mi Pecas no era un perro, sino el más caro sujeto de mi afecto y la inseparable compañera de ese hueco de soledad que dejan los hijos cuando han hecho su vida aparte. Sé que quien ha sufrido una pérdida canina de este tipo me entiende y no se burlará de esas lágrimas que ruedan por un fútil motivo, pero que obedecen a un dolor real. Por lo pronto, estoy decidida a no volver a abrir mi puerta a una nueva mascota, ni a esa vecina burlona a quien el honroso apelativo de perra le queda grande.

Paty Blue
(v.pág.15-B del periódico El Informador del 10 de marzo de2008).


En la casa de mis padres vivíamos una familia numerosa. Eramos 5 hermanos, mi abuela, la yaya Mila que venía los fines de semana con su canario; la chica de servicio y una pléyade de amigos, vecinos y familiares arrogados por la personalidad y, bonhomía de mi padre y el sacrificio altruista de mi madre.

Pero además, no había casa de aquel entonces que no tuviera alguna mascota. Por la nuestra, como en la mayoría de aquellos años, convivimos con todo tipo de animales domésticos y por domesticar. Tuvimos perros, gatos, patos, conejos, el canario de la yaya que vivió tanto como ella; también hamsters -el Vedrines fue un valiente. Procreó en reiteradas ocasiones-. Y tortugas y peces. Creo que no me dejo más animales en el tintero.

Pero de entre toda aquella fauna, Cancún -así se llamaba el perro en honor de nuestro amor a México- nos dejó su impronta particular. Era un Braco de Auvernia, con un estilo impropio de un perro. Porque Cancún debió haberse reencarnado en un dandy hedonista y no en un can. Caminaba con elegancia de bailarina, casi de puntillas. Nunca ladraba por no menoscabar su porte. Se sentaba como un ser humano meneando la cola y también sonreía.

Quisimos mucho a aquel perro imantado, como todos, por la categoría de mi padre y cuando murió el animal le llegamos a llorar muchas veces. Se murió, no una prolongación pero sí un apéndice.

Alberto Peláez
(v.pág.25 del periódico Público del 20 de abril de 2008).


Como en los cómics, apareció la antítesis del mataperros Javier Guízar, el presidente del PRI Jalisco que la agarró a balazos contra un Schnauzer. El Guízar bizarro se llama Andrés, tiene 76 años, está casi ciego y su única familia son 2 perros, Pirata y Pelucha, a los que defendió ayer con pistola en mano. Andrés sacó su calibre .22 y amenazó al personal del Centro Antirrábico de Guadalajara que pretendía llevarse a sus chuchos, acusados de agresivos por vecinos de la colonia El Mirador.

La tremenda corte
(v.pág.3 del periódico Público del 30 de mayo de 2008).


Mis perros son mis niños. No están causando daño a nadie. Me mudaría a otro vecindario antes que renunciar a ellos.

María Solano, de 70 años, residente del barrio limeño de Jesús María, donde acaba de aprobarse un bando según el cual los residentes de departamentos deben tener sólo un perro y los de casa habitación un máximo de dos
(v.pág.32 del periódico Público del 31 de agosto de 2008).

Mi niño.


Bow Wow Deli

Alrededor de 100 perros de todas las razas disfrutan cada mes del sushi, los sándwiches y los pasteles especiales de una cafetería diseñada para esos clientes de 4 patas, en el centro de la capital mexicana, un lujo asiático en una urbe donde hay alrededor de 3 millones de canes callejeros.

Tan sólo 2 años después de su inauguración, la cafetería Bow Wow Deli se ha convertido en el punto de reunión de los amantes de los perros de clase media y alta en la concurrida colonia Roma de la Ciudad de México.

"En ningún lugar te aceptan con perro, aquí sí. Creo que es una gran idea. Yo he viajado a muchos países y existen lugares como éste, así que por qué aquí no", dice Alejandro, de 31 años, que acude al local con un galgo hembra llamada Alejandra, que devora unas porciones de sushi.

El Bow Wow Deli tiene el aspecto de una cafetería normal, con mesas y asientos para humanos, así como esculturas y cuadros dedicados a los canes, pero cuando uno de los clientes aparece con su mascota al perro le sacan una pequeña mesa a nivel del suelo con huecos para la comida y la bebida.

Los platos que se sirven en el establecimiento -elaborados de acuerdo con una dieta fijada por una veterinaria- son a partir de carne de avestruz, cordero y pollo, con todos los elementos nutricionales que requiere el organismo de los cánidos.

Entre esas delicias, las más populares son los pasteles, que se suelen comprar para celebrar el cumpleaños de la mascota.

El Bow Wow nació por iniciativa de una japonesa llamada Niki Makai que, acostumbrada a vivir en Japón y Nueva York, echaba de menos un restaurante para poder llevar a comer a sus mascotas.

(V.pág.28 del periódico Público del 14 de septiembre de 2008).


Hoy estoy muy, muy triste: tenía yo, hasta la mañana de hoy, una gatita hermosísima, de colores blanco, café y negro, que se llamaba Ambar. Dormía en mi cama, me despetaba todas las mañanas, con su patita rozaba con suavidad mi mejilla, maullaba para solicitar agua o comida. Nunca me sentía sola en las noches porque Ambar estaba ahí, a mi lado. Era respetuosa con los muebles, con las telas, era parte de mi familia: era una gatita ejemplar, cariñosa, inteligente... y hoy que llegué a la casa, después del trabajo, la encontré muerta en la banqueta, con un golpe evidente y rotundo en la cabeza, por un estúpido automóvil que pasó por mi calle y no se detuvo. Así se le acabó la vida y a mí se me acabó un poquito también. La quería muchísimo y la voy a extrañar cada día y cada noche a partir de hoy. Ya la enterré en el jardín, puse un par de flores y le dije adiós.

Laura Zohn
(v.pág.18 del suplemento "Tapatío" del periódico El Informador del 27 de septiembre de 2008).


Greg LeNoir, dueño de un perro terrier arriesgó la vida para salvar a su mejor amigo cuando éste fue atacado... ¡por un tiburón!

El incidente ocurrió en las costas de Florida cuando "Jake" nadaba y de repente se le apareció un tiburón de casi 2 metros que lo agarró casi por completo en su boca.

LeNoir gritó impactado y se arrojó al agua, donde golpeó al tiburón en el lomo para que soltara a "Jake".

Al final el escualo soltó al canino que ayer se recuperaba de sus heridas, ninguna de ellas grave.

(V.pág.6-A del periódico El Informador del 1o.de octubre de 2008).


Los animales son muy importantes para las personas, pero también para Dios... (Por ello) se bendecirá la alianza y el amor entre humanos y animales.

Tjeerd Visser, pastor holandés al anunciar que el sábado, Día Mundial del Animal, se invita a los feligreses a ir al tiempo junto con sus mascotas a un servicio especial
(V.pág.42 del periódico Público del 3 de octubre de 2008).


Insistir, a estas alturas, en que aprecio en general más a los perros que a los hombres es una obviedad que no remacharé demasiado. He dicho alguna vez que si la raza humana desapareciera de la faz de la tierra, ésta ganaría mucho en el cambio; mientras que sin perros sería un lugar más oscuro e insoportable. Cuestión de lealtad, supongo.

Todo esto viene a cuento porque acabo de darle un repaso a El Valle de la Muerte, un ensayo de Terry Brighton sobre la carga de la Brigada Ligera durante la guerra de Crimea.

La historia es conocida: 5 regimientos de caballería británicos cargaron de frente contra una batería rusa, a través de un valle de kilómetro y medio de largo, batido a la ida y a la vuelta por fusileros y artillería. De 666 hombres volvieron a sus líneas heridos o ilesos, muchos a pie y todos bajo fuego enemigo, 395. Hasta la suerte de sus caballos se conoce: de los pobres animales que montaron los ingleses, galopando entre el estallido de las granadas o sueltos luego por el valle enloquecidos y sin jinete, murieron 375.

Pero de lo que quiero hablar hoy es de perros. Porque lo que pocos saben es que, ese día, dos perros cargaron también contra los cañones rusos. Se llamaban Jemmy y Boxer, y eran, respectivamente, las mascotas del 11º y del 8º regimientos de húsares. Los dos canes habían acompañado a sus amos desde sus cuarteles de Inglaterra, y estaban en el campamento británico cuando se ordenó a la Brigada Ligera formar para la carga. Así que, como tantas otras veces en desfiles y maniobras, los dos fieles animales acudieron a colocarse junto a las patas de los caballos de los oficiales, dispuestos a marchar al mismo paso, sin obedecer las voces de los soldados que les ordenaban apartarse de allí. Después sonó la corneta, empezó la marcha al paso, luego al trote, y cuando, bajo intenso fuego de artillería, se pasó al galope y sonó el toque de carga, con las granadas reventando, hombres cayendo por todas partes, estruendo de bombazos y caballos destripados o sin jinete, Jemmy y Boxer siguieron corriendo imperturbables, junto a sus amos, en línea recta hacia los cañones rusos.

Parecerá increíble para quien no conozca a los perros. Esos chuchos cruzaron todo el valle de Balaclava entre un diluvio de fuego -"Hasta las fauces negras de la Muerte, / hasta la boca misma del Infierno"- y permanecieron junto a los húsares, o lo que quedaba de ellos, mientras éstos acuchillaban a los artilleros enemigos y morían entre los cañones. Después regresaron despacio, al paso de los caballos maltrechos que traían a los supervivientes, junto a hombres desmontados o heridos que caminaban y caían exhaustos, entre el tiroteo ruso y los disparos de quienes remataban a sus caballos moribundos antes de seguir a pie. Tres largos kilómetros de ida y vuelta. Jemmy y Boxer hicieron la carga junto a los primeros caballos de la brigada y regresaron a las líneas inglesas con el primer hombre montado de sus respectivos regimientos que volvió a éstas: Ileso Boxer, sin un rasguño; herido Jemmy por una esquirla de metralla en el cuello. Y ambos, acabada la campaña, regresaron a Inglaterra y murieron viejos, honrados y veteranos, en su cuartel.

Ni Tennyson ni poeta alguno hablaron nunca de ellos, ni en el poema famoso ni en ningún otro maldito verso. Por eso he contado hoy su historia. Para decirles que por el Valle de la Muerte, cargando contra los cañones con la Brigada Ligera, también corrieron 2 buenos perros valientes.

Arturo Pérez-Reverte
(v.pág.34 del periódico Público del 5 de octubre de 2008).


Marley y yo.

Para Jennifer Aniston, la cinta Marley y yo no es un filme más de perros, sino una cinta que muestra cómo una mascota se convierte en parte de la familia y echa a andar el motor de las emociones positivas.

Jennifer explica que, al contrario de muchos otros animales, los caninos pueden ser la mejor compañía contra la depresión.

"La verdad que sí. El amor que ellos dan, a diferencia de otros tipos de amor como el de los hijos, es una conexión incondicional".

Si le dieran a escoger entre un canino o un felino, sin pensarlo la artista optaría por el primero.

"Son más leales y están contigo por cariño, no por comida. Hay una conexión inmediata con el amor, la compresión y la lealtad".

"Me pone mucho a pensar cómo una mascota se hace parte de tu vida, y cómo debes también aprender a liberar ese amor cuando ya es demasiado sufrimiento. Esa parte, la verdad, me marcó mucho porque no sé qué voy a hacer cuando me toque a mí tener que despedirme de mi propia mascota, eso sí me asusta".

(V.pág.42 del periódico Público del 16 de enero de 2009).


El episodio que quiero contarles hoy no está en los libros de Historia. Es humilde. Doméstico. Pero trata de un combate perdido y de la melancolía singular que deja, como rastro, cualquier aventura lúcida. Empieza en el césped de un jardín, cuando el protagonista de esta historia encuentra, junto a su casa, un polluelo de gorrión. Ya tiene plumas pero aún no puede volar. Lo intenta desesperadamente, dando saltos en el suelo. Observándolo, Jesús -lo llamaremos Jesús, por llamarlo de alguna forma- se esfuerza en recordar lo poquísimo que conoce de pájaros: si los padres tienen alguna posibilidad de salvar al polluelo y si éste acabará por remontar el vuelo, de regreso al nido. La Naturaleza es sabia, se dice, pero también cruel. Cualquiera sabe que muchos pajarillos jóvenes y torpes caen de los nidos y mueren.

Un detalle importante: a Jesús lo acompaña su perro. El fiel cánido está allí, mirando al polluelo con las orejas tiesas, la cabeza ladeada y una mirada de intensa curiosidad. Como todos los que tienen perro y saben tenerlo, Jesús no puede permanecer impasible ante la suerte de un animal desvalido. Tampoco puede irse por las buenas, dejando a aquella diminuta criatura saltando desesperada de un lado a otro. No, desde luego, después de haber visto crecer al perro, de leer en su mirada tanta lealtad e inteligencia. No después de haber comprendido, gracias a esos ojos oscuros y esa trufa húmeda, que cada ser vivo ama, sufre y llora a su manera. Así que Jesús busca entre los árboles, mirando hacia arriba por si encuentra el nido y puede subir hasta él con el polluelo. Pronto comprende que no hay nada que hacer. Pero la idea de dejarlo allí, a merced de un gato hambriento, no le gusta. Así que lo coge, al fin, arropándolo en el bolsillo del chaquetón. Y se lo lleva.

En casa, lo mejor que puede, con una caja de cartón y retales de manta vieja, Jesús le hace al polluelo un nido en la terraza que da al jardín. Y al poco rato, de una forma que parece milagrosa, los padres del pajarito revolotean por allí, haciendo viajes para darle de comer. Todo parece resuelto; pero otros pájaros más grandes, negros, siniestros, con intenciones distintas, empiezan también a merodear cerca. No hay más remedio que cubrir el nido con una rejilla protectora, pero eso impide a los padres alimentar al gorrioncito. Jesús sale a la calle, va a una tienda de mascotas, compra una papilla especial para polluelos e intenta alimentarlo por su cuenta; pero el animalillo asustado, temblando, trata de huir y pía para llamar a los suyos, rechazando el alimento. Eso parte el alma.

Jesús, impotente, comprende que de esa manera el polluelo está condenado. Al fin decide buscar en internet, y para su sorpresa descubre que hay foros específicos con cientos de consejos de personas enfrentadas a situaciones semejantes. Siguiéndolos, Jesús da calor al polluelo entre las manos mientras le administra la papilla gota a gota, con una jeringuilla; hasta que, extenuado por el miedo y la debilidad, el gorrioncito se queda dormido entre los retales de manta. Quizás al día siguiente ya pueda volar. De vez en cuando, tal como ha leído que debe hacer, Jesús se acerca con cautela y silba bajito y suave, para que el animalito se familiarice con él. Hasta que al fin, a la cuarta o quinta vez, éste pía y abre los ojillos, con una mirada que pone un nudo en la garganta. Una mirada que traspasa. Jesús no sabe qué grado de conciencia real puede tener un pajarito diminuto; sin embargo, lo que lee en esa mirada -tristeza, miedo, indefensión- le recuerda a su perro cuando era un cachorrillo, las noches de lloriqueo asustado, buscado el abrazo y el calor del amo. También le trae recuerdos vagos de sí mismo. Del niño que fue alguna vez, en otro tiempo. De las manos que le dieron calor y de las aves negras que siempre rondan cerca, listas para devorar.

Por la mañana, el gorrioncito ha muerto. Jesús contempla el cuerpecillo mientras se pregunta en qué se equivocó, y también para qué diablos sirven3,000 años de supuesta civilización que no lo prepara a uno, de forma adecuada, para una situación sencilla como ésta. Tan común y natural. Para la rutinaria desgracia, agonía y muerte de un humilde polluelo de gorrión, en un mundo donde las reglas implacables de la Naturaleza arrasan ciudades, barren orillas, hunden barcos, derriban aviones, trituran cada día, indiferentes, a miles de seres humanos. Entonces Jesús se pone a llorar sin consuelo, como una criatura. A sus años. Llora por el pajarillo, por el perro, por sí mismo. Por el polluelo de gorrión que alguna vez fue. O que todos fuimos. Por el lugar frío y peligroso donde, tarde o temprano, quedamos desamparados al caer del nido.

Arturo Pérez-Reverte
(v.pág.31 del periódico Público del 15 de febrero de 2009).


Un día del año 1986, como era mi costumbre, leía los periódicos locales entre 8 y 9 de la mañana. Al voltear una página, pasé a la sección roja y me impactó una nota en relación a una familia entera que había sido ejecutada en su domicilio cuando veía televisión. Siete miembros en total, más un pequeño gatito cuya imagen fotográfica me entristeció aun más. Todos los periódicos resaltaban lo mismo, era la noticia más horrible que yo había visto.

Me levanté del cubículo donde me soleaba y me dirigí hacia la cochera donde se encontraba mi automóvil, al pasar por la cocina mi mujer me dijo: "¿Miguel, vas a desayunar?", le di los periódicos quedándome sólo con uno en mano y le respondí señalándole la nota en cuestión : "¿Quién puede desayunar con esto?, voy a resolver este asunto", y me salí de la casa.

Llegué al lugar que me servía de oficina y llamé a Manuel y a los jefes policiacos que acudieron de inmediato. Ya reunidos dije "Miren esto", mostrando el periódico. "La sociedad mazatleca no merece esto", y luego les dije: "Quiero a los responsables de esta masacre, sean quienes sean, y los quiero vivos y en la cárcel en 72 horas. Mi gente colaborará y yo cubro todos los gastos, no me importa qué tan poderoso sea el responsable, enfrentaré al mismo diablo si es necesario. Todos a trabajar, revisen sanatorios, clínicas medicas, curanderos, quizás haya algún matón herido y por ahí podemos empezar".

Fueron llamados a colaborar todos los cholos y pandilleros de todas las colonias, taxis, meseros, peluqueros, músicos, mecánicos. Yo mismo revise algunos lugares sospechosos. Por fin se detuvo a un malhechor herido cerca de Concordia y se le investigó, confesó ser miembro de La Magia Negra al igual que su padre quien lo mandó matar a su tío de La Magia Blanca, a su abuela y hasta un electricista que estaba en aquella casa haciendo unos arreglos y también al pobre gatito.

El móvil del pleito era una herencia entre el padre del asesino y el tío, el papá fue detenido después en Veracruz, todos los responsables fueron consignados, pero antes el asesino tuvo que responder una de mis preguntas: ¿Por qué mataste al gatito? a lo que respondió, "Porque podía ser un testigo en el mas allá".

Miguel Angel Félix Gallardo, narcotraficante
(v.pág.17 del periódico Público del 29 de marzo de 2009).


Todos los días, al menos 2 veces cada jornada, una por la mañana y otra por la tarde, Lulio sale a caminar. A lo largo de su recorrido se encuentra con varios de sus congéneres. Algunos le miran con alegría. Son los menos. La mayoría le observa con envidia. Otros, con coraje, e incluso le ladran su rabia. Al parecer les molesta verle tan dichoso, pero, sobre todo, no poder compartir su suerte.

A Lulio no le incomodan estas muestras de descortesía. El marcha orondo como si nada pasara. Es feliz de poder salir a ver el mundo, de descubrir nuevas cosas cada vez que camina por una calle, así pase por ella un día sí y otro también. El ejercicio le hace bien y se nota. Además de mantenerle en forma, le permite espabilarse, quemar el exceso de energía y conocer gente. Bueno, más bien que lo conozcan. Suele convertirse en una especie de imán, que atrae miradas y despierta sonrisas. Es un "dador de felicidad". Así lo define Gaby, mi mujer. Estoy de acuerdo. En más de una ocasión le ha cambiado el semblante a una persona que malhumorada camina hacia su trabajo u hogar. Se nota que se contagia su alegría.

A mí también me sirve mucho salir a caminar con él. Además del ejercicio, es una especie de terapia. Me ayuda a relajarme y apreciar el entorno en donde vivo.

Lo que no deja de sorprenderme es observar que, pudiendo hacerlo, muy poca gente sigue nuestro ejemplo. Por las distintas zonas por donde deambulamos, es común ver a muchos primos de Lulio, pero casi todos están encerrados. Se nota que el virtual encarcelamiento en que se encuentran los pone tristes y hoscos. Lógico para alguien que se pasa todo el día en un patio, en una azotea o, en el mejor de los casos, en el interior de una casa.

La solución se llama correa y se apellida tiempo. Ojalá, para su beneficio y el de sus mascotas, lo descubran y, como Lulio, Gaby y yo, cada día compartan un pedazo de felicidad, que, a todos, buena falta nos hace.

Jorge Valdivia G.
(v.pág.12 del periódico Público del 12 de abril de 2009).


Este es "Faith"

Este perro nació en la víspera de Navidad del año 2002. Nació con 3 piernas: las 2 traseras saludables y una delantera anormal que tuvo que serle amputada. Por supuesto que no podía caminar cuando nació. Ni siquiera su mamá lo quiso.

Este es Faith.

Su primer dueño tampoco pensó que pudiera sobrevivir y estuvo pensando en "dormirlo". Pero entonces su actual dueña, Jude Stringfellow, lo conoció y se ofreció a hacerse cargo de él. Ella estaba decidida a enseñar y entrenar a este perrito para que caminara por sí mismo. Lo nombró "Faith" (Fe).

Faith y su dueña.

Al principio, puso a Faith sobre una tabla de surf para que sintiera el movimiento. Después utilizó mantequilla de cacahuate en una cuchara como tentación y recompensa para él por ponerse de pie y saltar alrededor. Incluso los otros perros de la casa lo animaban a caminar. Impresionantemente, en sólo 6 meses, como un milagro, Faith aprendió a equilibrarse sobre sus patas traseras y a saltar para avanzar. Con entrenamiento adicional en la nieve, él puede caminar ahora como un ser humano.

Faith caminando.

A faith le encanta caminar ahora. No importa a dónde vaya, llama la atención de la gente. Se está volviendo famoso rápidamente en la escena internacional y ha aparecido en varios periódicos y programas de TV. Se va a publicar un libro sobre él: With a Little Faith. Incluso se está considerando que aparezca en una película de Harry Potter.

Faith entre la gente.

Su dueña ha dejado su puesto como maestra y planea llevarlo por todo el mundo para comunicar que aun sin un cuerpo perfecto, se puede tener un alma perfecta.

Faith

Faith

Faith

Faith

Faith

Faith

Faith

En la vida siempre hay cosas indeseables, sólo hay que mirarla desde un punto de vista diferente.

Faith es la demostración continua de la fuerza y de las maravillas de la vida.

(Recibido por e-mail el 28 de mayo de 2009).


Puede uno imaginarse al perro Argos durante los cerca de 20 años de ausencia de Ulises: primero, el desconcierto y frustración del joven can al perder a su amo y mentor de juegos; luego, la tristeza e impotencia del viejo y desdentado guardián, incapaz de custodiar el hogar y la mujer de su dueño, condenado a recibir migajas y golpes de los pretendientes. Cuando, tras su larga errancia, Ulises regresa a Ítaca disfrazado de mendigo ninguno de sus enemigos o allegados lo reconocen. Solamente su viejo compañero de juventud, Argos, ciego e inválido, yaciente en la inmundicia, mueve la cola e intenta levantarse para saludar a su amo, quien, por primera vez en sus largos años de aventuras y desventuras, derrama una lágrima ante el afecto perruno. (Ulises no sólo era atípico por su astucia, sino por su frialdad, y del elenco de superdotados y semidioses llorones de que consta la épica griega es el único que siempre parece dominar sus emociones.) Pero es entendible la conmoción del héroe ante el gesto de su perro: en su hermoso libro El alma de los animales, Gary Kowalski describe la amistad espontánea entre el hombre y las bestias.

Parafraseando a Kowalsky, cuando se establece una amistad cercana con el hombre, los perros dejan la biología y adquieren biografía. Su vida tiende a identificarse con su familia humana: es posible que se avengan al ocio y las costumbres patricias, o que acompañen al amo a partirse el alma vendiendo periódico o recogiendo basura; sus actos parecen escaparse a la programación biológica y es fácil atribuirle a sus expresiones un dejo mimético de todas las pasiones y emociones humanas. Pero más allá de esta tentación a humanizar los actos de los perros, hay momentos de comunión (en el juego, en la contemplación, en la agonía del animal o en ciertos intercambios casuales de miradas) en los que tiende a desaparecer la jerarquía zoológica y en los que es posible la identificación y el aprendizaje más profundo. El aprendizaje en una espiritualidad arraigada, como dice Kowalsky, más que en la esfera humana, en el orden biológico, y que implica, entre otras lecciones, saber estar en el mundo, gozar el momento y enfrentar con serenidad las grandes desgracias y misterios.

Armando González Torres
(v.pág.3 del suplemento "Visor" del periódico Público del 9 de agosto de 2009).

Cachorro viejito.


Llegando a casa.

Un tercio de los estadounidenses admitieron que extrañan a sus canes más que a sus parejas cuando salen de viaje. Pero tal vez esto se debe a que 9 de cada 10 personas sienten que su mascota está más contenta de verlos cuando llegan a casa y existe una mayor probabilidad de que noten cuando tuvieron un mal día.

Cerca de uno de cada 7 dueños de perros dice que ha "compartido una mirada" con sus perros al menos una vez y un número mayor dijo que tiene la capacidad de leer las expresiones faciales de su mascota.

Muchos estadounidenses acuden a sus compañeros de cuatro patas en busca de consuelo antes de recurrir a sus amigos y familia.

Casi 2 tercios creen que sus perros son de más confianza que sus camaradas más cercanos y más del 70% preferiría salir a caminar con su perro cuando se sienten tensos que juntarse con su mejor amigo.

Estos son los resultados de una encuesta encargada por el fabricante de alimento para mascotas Pup-Peroni que consultó a más de 1,000 estadounidenses dueños de perros sobre los sentimientos que experimentan en su vida con su mascota.

Más de 2 tercios de ellos dicen que sienten más culpa al abandonar a sus perros cuando viajan que al dejar a sus amigos o seres amados. La mayoría dijo que sus mascotas los hacen sentir felices, amados y relajados.

(V.Reuters del 15 de marzo de 2010).


Argos es el nombre de una ciudad griega de hace unos 4,000 años. Pervive literariamente el nombre por llamarse así el perro de Odiseo, héroe de la Guerra de Troya, que tras mil y una vicisitudes pudo después de 10 años regresar a su isla de Ítaca. Lo hizo con el disfraz de un menesteroso para no ser reconocido por sus enemigos que acosaban a su fiel esposa Penélope para apoderarse de su trono. Nadie se percató de su presencia, salvo un viejo amigo que ya no podía ladrar y apenas se podía mover. Argos yacía en un rincón abandonado esperando la muerte, y cuando vio o quizás olió a aquel mendigo que se acercaba, alzó la cabeza y sacudió el rabo... Cuando Dios hizo al hombre no quedó del todo satisfecho; por eso, por su lealtad, creó también al perro.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(V.pág.2-A del periódico El Informador del 29 de mayo de 2010).


Mi mejor amigo.

Dedicado a todos los que comparten su vida con un perro.

(Recibido por e-mail el 2 de junio de 2010).

Un error.

Gran porcentaje de las personas que decidieron no tener hijos a menudo tienen un perro o un gato, que llena sus vidas y que es como un hijo para ellas, por eso no ahorran en cuidados.

Valter Yoshio Hato, dueño del hospital para mascotas más lujoso del mundo, en Brasil
(v.pág.29 del periódico Público del 15 de agosto de 2010).


Fernando Vallejo. Colombiano de nacimiento (Medellín 1942), mexicano por decisión (avecindado desde 1971 y nacionalizado en 2007). Escritor. Dijo, "la mayoría de los perros para mí son buenos, aunque hay perros malos; la mayoría de las personas para mí son malas, aunque hay gentes buenas". Eso explica un poco por qué de los 2 recientes premios literarios que ha recibido, el Rómulo Gallegos hace 10 años y ahora el premio FIL, ha decidido donar el dinero a asociaciones protectoras de animales.

Diego Petersen Farah
(v.pág.1-B del periódico El Informador del 30 de agosto de 2011).


Un terrier llamado Greyfriars Bobby pasó 14 años de luto encima de la tumba de su propietario, John Gray de Edinburgo, Escocia, hasta su ropia muerte en 1872.

¡Aunque Ud. No Lo Crea! de Ripley
(v.pág.6-D del periódico El Informador del 30 de agosto de 2011).


Habituado a ostentar los récords de longevidad humana, Japón anunció esta semana el fallecimiento de otro tipo de decano: el perro más viejo del mundo falleció a los 26 años y 9 meses.

El perro Pusuke, de raza indefinida, murió el lunes pasado por la tarde. Su edad correspondería al equivalente de 120 años para un ser humano, informaron este jueves los diarios nipones.

Repentinamente, el animal se negó a alimentarse y mostró dificultades para respirar, contó su dueña Yumiko Shinohara, que cuidó de Pusuke hasta el final.

"Estaba a mi lado desde hace 26 años, era como un hijo", explicó Shinohara, que tiene 42 años. "Le estoy agradecida de haber vivido tanto tiempo", agregó.

(V.Agence France-Presse del 8 de diciembre de 2011).


Flaco y sin abrigo.

Iba un señor caminando por la calle. Llovía mucho y hacía frío cuando vio en el cordón de la vereda a un perrito, sin abrigo, empapado, flaco... y mirando al cielo preguntó indignado: -¿Dios cómo es posible que este animal tenga que pasar por este sufrimiento y Vos no hagas nada por él? A lo que Dios respondió -Te equivocás. Estoy haciendo algo por él. Te puse a vos en su camino para que lo ayudes.

(Defensores Animales
(16 de febrero de 2012).


20 razones para amar a un perro.

  1. Nadie te seguirá incondicionalmente adonde quiera que vayas. El sí.
  2. Te querrá igual si eres rico o pobre, guapo o feo.
  3. Nunca te guardará rencor, aunque lo reprendas.
  4. Siempre que te vea será féliz, por el simple hecho de saber que eres "tú" el que llegas a casa.
  5. No te pedirá más que una caricia, o que le tires la pelota.
  6. Si lloras, lo entiende perfectamente.
  7. Si enfermas no se moverá de tu lado.
  8. Ha nacido para ser compañero del ser humano.
  9. Se conformará siempre con la comida que le dés, sin protestar como hacemos nosotros.
  10. Harás ejercicio para pasearle.
  11. Siempre te hará compañía.
  12. Si tienes hijos, aprenderán a querer y respetar a los animales.
  13. Te será fiel hasta la muerte.
  14. Es capaz de dar mucho más de lo que recibe.
  15. Si no has tenido nunca un animal, aprenderás lo que es quererlo.
  16. Te hará reir, aunque de cachorrito haga alguna travesura.
  17. No le importa que le hayas puesto un nombre ridículo, se conforma con todo. El te amará igual.
  18. Si le das un pequeño regalo, lo agradece siempre.
  19. Sólo con la mirada aprenderás a entenderle.
  20. El resto lo sabrás cuando se haya ido para siempre.

Nariceseditor Guadalajara
(28 de mayo de 2012).

Hacen tu vida completa.


-¿Cuál es su posesión más preciada?

-Mis perros.

-¿Cuándo y dónde es feliz?

-En mi casa con mis perros.

-¿Qué o quién es el amor de su vida?

-No quiero sonar misántropo, pero en serio, mis perros son el amor de mi vida. Estoy con ellos todo el día, vivo en la cama porque estoy enfermo, por lo menos paso 4 días en cama y mis perros han estado conmigo todo el tiempo. Son el amor de mi vida, mis perros.

-¿Qué le hace llorar?

-La última vez que lloré fue cuando nos atropellaron a un perro, a la Pequitas.

Entrevista al dramaturgo Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 22 de julio de 2012).


Solito en acción.

Llovía mucho en el rancho donde la suerte me mandó a vivir... cuando una perra extraña y grande, de ojos verde-amarillos, se metió arrastrastrándose por debajo de las púas del potrero que da a la carretera.

A la perra, que al principio salía a traer lo que encontrara para darle leche a sus hijitos, y que más tarde les traía lo que a su juicio consideraba que los alimentaría, le pusimos el nombre de Heroica. Cuando sus cachorros fueron creciendo... en su afán de protección se los fue llevando, a los lugares que ella conocía. Pero... uno de ellos; no sé si por temor o por sabiduría, nunca quiso acompañarla, y se quedó... solito. Y solito siguió resistiendo lluvias y fríos en su madriguera.

Cuando pasábamos cerca de su escondrijo... aquella minucia de animal, con sus orejitas gachas, nos saludaba con unos simpáticos meneos de su patita derecha y... ¡nos conquistó!

Llovía y llovía cuando, hace años escribí esta historia. Ahora, las lágrimas llueven por igual al ver a Solito perderse entre las sombras que le dicen sus ojos casi ciegos.

Una terrible enfermedad (uveítis) le hace distorsionar las imágenes; perdiéndose, temeroso, entre figuras desconocidas contra las que, al chocar con ellas, el pánico le invade encontrando guía y consuelo tan sólo en el sonido de mi voz. Y ahora... como hace tantos años, siento que la lluvia que caía cuando llegó, sigue cayendo cariñosa sobre sus ojos buscando espantar las sombras para darle una nueva luz. Ojalá dice la lluvia.

Pedro Fernández Somellera
(v.pág.3-D del periódico El Informador del 29 de julio de 2012).


De los miles de casos de animales sin hogar en Israel que un grupo de rescate llamado Let the Animals Live rescata, el más notable parece ser el de un perro llamado Tomy. El fue descubierto viviendo en unos matorrales al lado de un camino en el desierto del Negev por un grupo de niños beduinos.

Durante semanas le llevaron agua y comida, pero no pudieron convencer al asustado y lastimado perro de que se les acercara. Se presume que fue atropellado y se arrastró buscando seguridad; se estima que pasó 60 días allí. Eventualmente, LAL fue llamada para que rescatara a Tomy. Ellos descubrieron que tenía las patas traseras paralizadas.

Fue llevado a un veterinario, pasó semanas en terapia intensiva sanando de sus heridas y de sus traumas físicos y emocionales. Se determinó que requería de una silla de ruedas para tener cierta movilidad propia.

Un niño llamado Jamie decidió hacer de Tomy y sus necesidades su proyecto personal de Bar Mitzvah. LAL y Jamie juntaron suficiente dinero para comprarle a Tomy una silla de ruedas hecha en EUA. Tomy, quien se calcula que tendrá unos 10 años de edad, continúa trabajando para fortalecer sus músculos y poder utilizar vada vez más su silla de ruedas.

Hadar Gutman se enamoró de Tomy durante su larga estancia en cuidados intensivos. Se volvió la madre adoptiva de Tomy. Además de montones de amor, le proporciona acupuntura, aromaterapia y otros tratamientos alternativos suaves para fomentar su curación.

Hadar y Tomy.

Megan Drake
(v.care2 causes & news del 1o. de julio de 2012).


Sheena, mi perra collie escocesa, hoy de 12 años, es muy calmada y seria, pero no siempre fue así. Alquilaba yo una casa con un pequeño jardín, y a ella le encantaba comerse mis rosas, sin que le importara un bledo el tiempo que había dedicado yo a cultivarlas. También le gustaba cavar hoyos. Probé todo para enseñarle a no hacerlo. No le gustaba meterse en problemas, así que hacía las cosas más ingeniosas y divertidas para evitar mis reprimendas.

Para saber si Sheena había excavado en la tierra mientras estaba yo fuera de casa, la obligaba a mostrarme las patas, una por una. Un día, al regresar, la llamé, y ella, muy obediente, me mostró una pata y luego la otra. Las 2 estaban limpias, pero un anillo de lodo seco que tenía en la nariz me hizo sospechar. Miré a mi alrededor y, en efecto, descubrí un agujero nuevo.

Más tarde, cuando revisé su plato, vi que estaba lleno de agua lodosa. ¡Se había lavado antes de la inspección! ¿Cómo podía enojarme después de eso?

Rob Harrop
(v.pág.133 de la revista Selecciones del mes de agosto de 2012).


Schoep descansando con su padre.

La imagen fue publicada por la fotógrafa Hannah Stonehouse, quien escribió: "Un perro de 19 años acunado en los brazos de su padre anoche en el Lago Superior. Schoep se duerme cada noche cuando lo sumergen en el lago. La suavidad del agua alivia sus huesos artríticos. El Lago Superior está muy caliente ahora mismo, así que la temperatura del agua es perfecta. Estoy muy feliz de haber capturado ese momento para John [Unger]. Por cierto, John rescató a Schoep cuando era un cachorrito de 8 meses, y él ha estado a su lado en muchas aventuras :)".

(V.Yahoo! Noticias del 10 de agosto de 2012).


Despedida de un perro abandonado

Hola amigo. ¿Cómo estás?. Deseo de todo corazón que te encuentres bien.

Si recibes este mensaje, espero que me perdones si rompe tu paz de espíritu o si te incomodan los recuerdos que mis palabras te puedan traer. Por la amistad que pienso un día tuvimos, es por lo que no podía desaprovechar la oportunidad que me han dado para poder despedirme de ti.

Han pasado ya muchas lunas desde que te vi por última vez. Desde entonces han ocurrido muchas cosas. Durante todo este tiempo, he podido repasar muchas vivencias que pasamos juntos. Aún recuerdo la primera vez que nos vimos. Tú eras un macho humano, joven, alegre y lleno de vitalidad y yo un cachorro de unas pocas lunas. Recuerdo que me cogiste entre tus brazos y mientras yo lamía tu cara llena de alegría y emoción, tú me acariciabas la cabeza. Al principio me costó aprender tu lenguaje y tú también tuviste problemas para comprender el mío, pero poco a poco nos fuimos entendiendo. A pesar de los primeros destrozos, nunca te enfadaste y siempre tenías una caricia para ofrecerme.

Pacientemente aprendí a sentarme y a tumbarme cuando tú me lo ordenabas, o mientras te esperaba en la calle cuando entrabas en algún sitio a buscar cosas. Corrimos muchas veces los dos juntos por el campo. Dormía contigo y yo era el que trataba de animarte cuando estabas triste o cansado.

Con el tiempo vinieron algunas hembras de tu especie a casa. A unas les gustaba y me sacabais los dos de paseo. A otras no les gustaba tanto y durante algunas lunas parecías olvidarte de mí, pero eso no me importaba porque te veía feliz y eso me hacía feliz a mí.

Un día llegó una hembra que ya no se marchó nunca mas. Yo te había confiado mi vida y todo mi futuro dependía de ti y ahora también de tu compañera. No le gustaban mucho los de mi especie, pero aún así intenté con todas mis fuerzas agradarle y obedecerle en todo momento, al igual que hacía contigo.

Poco a poco me fuiste apartando. Pasabas menos tiempo en casa y más en ese sitio que tú llamabas trabajo. Tu compañera tampoco tenía mucho tiempo para dedicarme porque también estaba siempre ocupada. Tan solo alguna salida rápida para que hiciera mis necesidades y una carrerita yo solo. Ya no teníais ganas de jugar conmigo. Así pasaron muchas salidas y puestas de sol. Cuando te veía triste o abatido me acercaba a ti para intentar consolarte, pero tú me apartabas con un pequeño empujón y me decías "Ahora no chico. Estoy cansado". Yo me separaba obediente y me acostaba en mi rincón pensando qué podía hacer para que estuvieras más contento. Me dolía el alma al verte tan triste.

Después llegó tu primer cachorro. Otro miembro más en la familia al que yo me propuse proteger y cuidar como si fuera mi cachorro. Desde el primer día quise estar pendiente de él para que no le pasara nada, pero a tu compañera parecía no gustarle mucho que estuviera tan cerca. Tenía miedo que le hiciera daño. Se ve que no me conocía ni siquiera un poquito.

Yo, que hubiera dado mi vida por defender la de tu pequeño cachorro o la de tu compañera y por supuesto la tuya, fui poco a poco arrinconado en un cuarto donde pasaba la mayor parte del día, solo, sin poder disfrutar de vuestra compañía que era lo único que deseaba. Tú, que para mí eras mi guía y mi dios, no hacías nada para que la cosa cambiara. Me ignorabas. Ya no era tu "mejor amigo". Ahora parecía que sólo era un estorbo para ti. Desde mi cuarto, a veces, podía oír como discutías por mi culpa con tu compañera. Oía palabras que no comprendía muy bien lo que significaban. "¿...hacer con él?" "No podemos..." "...no puedo, está conmigo desde que era pequeñito...".

Un día, cuando el sol estaba durante muchas horas en el cielo, pusiste un montón de cosas en tu máquina de viajar, hiciste subir a tu compañera y a tu cachorro que ya sabía andar solo y también sabia hablar, y a mí me montaste en la parte de atrás, en medio de todos los cacharros. Parecía que nos íbamos de viaje todos juntos. ¡¡Que bien!! ¡¡ Otra vez volvíais a contar ¡conmigo!. ¡Por fin toda la familia saliendo a pasear toda junta!

Después de algunas horas de viaje, paraste en un sitio para dar de beber a tu máquina de viajar. Tu compañera y tu cachorro entraron en el edificio lleno de gente. Tú me abriste la puerta trasera para que pudiera salir a correr un poquito y así estirar mis patas, como habíamos hecho siempre que salíamos en un viaje largo. Me llevaste a la parte de atrás del edificio, donde había un pequeño campo. Me sacaste la correa y me animaste para que echara unas carreras y hacer un pis. ¡Era estupendo!. ¡Otra vez volvías a preocuparte de mí! Al rato, después de desfogarme un poco, levanté la cabeza esperando encontrarte en el lugar donde te habías quedado parado cuando me soltaste, pero no estabas. Salí corriendo en dirección donde se había quedado bebiendo tu máquina de viajar. Era extraño, porque tú siempre me llamabas cuando querías marcharte y yo acudía veloz a tu llamada. Pero esta vez no me habías llamado. Seguramente porque ya confiabas mucho en mí y sabías que en cuanto no te viese, saldría a buscarte.

Iba corriendo y pensando en lo que estaba pasando, cuando al dar la vuelta a la esquina del edificio pude ver como se alejaba tu maquina de viajar. Empecé a llamarte al mismo tiempo que apuraba mi carrera. "¡ Eh, amigo, que te olvidas de mí!" gritaba una y otra vez mientras que seguía corriendo con más fuerza. A través del cristal trasero de tu maquina pude ver como tu cachorro me hacía señales con la mano a la vez que de sus ojos salía ese líquido que vosotros llamabais lágrimas y que le ocurría siempre que hacía una cosa que vosotros llamáis llorar. No entendía nada. ¿Por qué estaba llorando tu cachorro, por qué te habías olvidado de llamarme como hacías siempre? ¿Por qué? ¿Por qué?

Seguí gritando y corriendo un rato más con la esperanza de que te dieras cuenta de que faltaba yo, pero pasaban muchas máquinas de viajar como la tuya a toda velocidad y tuve miedo de que me hicieran daño, así que pensé que lo mejor era regresar al sitio donde nos habíamos parado y esperar allí a que volvieras a recogerme. Me situé un poco apartado, debajo de un árbol para protegerme del sol que calentaba mucho. Desde allí podía ver perfectamente como llegaron un montón más de máquinas, todas cargadas de maletas y con muchos humanos. Llego la noche y tu no aparecías. Yo estaba un poco nervioso porque allí no conocía a nadie.

Así pasaron varias noches más. Yo no podía explicarme como podías tardar tanto en volver. Sería que no sabías regresar a buscarme porque no tenías ese papel que llamáis mapa y que tú siempre mirabas cuando salíamos de casa para ir al campo.

Mientras seguía esperando por ti, los señores que atendían a los que paraban allí, me dieron agua para beber e intentaron sobornarme con comida, pero yo me alejaba de ellos. No tenía hambre y además no quería que me cogieran y me apartaran de aquel lugar. ¡Y si regresabas y yo no estaba allí! ¡Qué ibas a pensar de mí!

Tenía que esperar el tiempo que hiciese falta. Todas las noches le pedía a gritos al Gran Espíritu del Norte que guiara tus pasos de regreso en mi búsqueda. Pasaron otras cuantas noches más y un amanecer cuando aún estaba medio dormido unos señores con un lazo me sorprendieron y me apresaron. Me introdujeron en una máquina de viajar más grande que la tuya y me llevaron a un sitio apartado. Al entrar pude ver un cartel que ponía algo así como "perrera municipal".

Aquel sitio estaba abarrotado de otros como yo. Me llevaron a una habitación donde estaban esperando un macho y una hembra jóvenes de tu especie, vestidos con unas batas verdes. Me miraron, escucharon mi respiración y mi corazón con un aparato y me tocaron por todas partes. ""Está un poco asustado y flaco" dijo la hembra. "No es de extrañar si lleva casi 2 semanas sin comer, abandonado a su suerte en la gasolinera" dijo después el macho. "Parece un animal fuerte, seguro que en unos pocos días estará recuperado" añadió.

¡Abandonado!. Que significaba aquella palabra. Nunca la había escuchado anteriormente. A los pocos días, la perrita con la que compartía la habitación en la que nos habían encerrado, me lo explicó. Todos los que estaban allí les había pasado lo mismo. Sus amos los habían abandonado. "¡Pero eso no puede ser!" , les repetía yo una y otra vez, "el humano con el que yo vivía era mi amigo y nunca me haría eso" les decía yo. "Lo que pasa es que está un poco cansado del trabajo y se olvidó de mí en aquel sitio y ahora seguro que está tratando de encontrarme para llevarme con él" les repetía yo un día tras otro, tratando de convencerme a mí mismo de que eso era lo que de verdad había pasado. No quería creer otra cosa.

Seguía sin comer mucho. La pena por estar encerrado en aquel lugar me hacía perder el apetito. Mis compañeros de encierro me decían que tenía que reponerme, que si no comía no tendría buen aspecto y nadie me querría adoptar. "¡Es que yo no quiero que nadie me adopte. Yo ya tengo una familia y no quiero otra!" les respondía. Pasaron muchas más noches. Alguna vez venía alguna familia y se llevaba a alguno de mis compañeros. Yo seguía esperando ilusionado a que un día aparecieras tú con tu compañera y tu cachorro a buscarme.

Un día que estábamos como siempre varios en el patio, se acercó a mí un tipo que ya llevaba varios días provocándome. Era un macho más joven y fuerte que yo y le gustaba presumir de su fuerza delante de las hembras. Siempre se metía conmigo diciéndome que tú nunca vendrías a buscarme, que eras igual que todos los otros humanos que habían abandonado a sus mejores amigos en aquel terrible lugar porque les estorbaban. Yo no podía consentir que aquel individuo ignorante y provocador pusiera en duda tu buen corazón. Después de un rato en el que me estuvo machacando con su voz histérica, no pude aguantar más y me abalancé sobre él. Lo cierto es que yo no estaba en mi mejor forma física pero intenté defender tu honor con todas mis fuerzas, pero aquel joven macho estaba más fuerte y me dio una buena paliza. A continuación todo pasó muy deprisa.

Salieron los humanos que nos cuidaban, me cogieron en brazos y me tumbaron encima de una mesa de metal frió que tenían dentro de la casa. Yo casi no podía moverme. No tenia fuerzas. Tenía mordiscos por casi todas partes que sangraban bastante, pero no sentía dolor. Estaba muy cansado.

Seguía esperándote pero las horas se me acababan.

Los dos humanos parecían nerviosos. No paraban hablar y de abrir y cerrar cajones, cogiendo todo tipo de cosas.

Se acercaron a la mesa donde estaba tumbado y comenzaron a limpiarme las heridas. Sus caras tenían una expresión extraña. Seguían discutiendo. "No podemos hacer nada por él" decía el macho. "Sí que podemos. Tenemos que intentarlo" decía la hembra. "No vale la pena" volvía a repetir el macho. "No creo que pueda recuperarse de estas heridas. Y aunque lo haga, se acabará muriendo de tristeza" continuó diciendo. "Desde que llegó, prácticamente no ha comido, se pasa el día tumbado en la esquina de la entrada como si estuviera esperando por alguien, que tú y yo sabemos que no vendrá". "Sabes que estamos desbordados, no podemos atenderlo como realmente se merece, así que no vale la pena seguir haciéndolo sufrir. Lo mejor para él es dormirlo", acabó diciendo mientras que la hembra me miraba con cara de tristeza y parecía asentir con la cabeza.

Al cabo de un momento, la hembra se acercó y empezó a hablarme con una gran ternura mientras me inyectaba un liquido frió en una de mis patas. "Tranquilo, no te dolerá" me decía en voz bajita. Al poco tiempo empecé a sentir como me invadía un gran sueño. Ella seguía a mi lado, con su cabeza pegada a la mía. "Lo siento chico" fue lo ultimo que me dijo, al tiempo que unas enormes gotas de agua le salían de sus lindos ojos. "¡Lo siento!" había dicho. hacía tiempo que no escuchaba aquella frase. Alguna vez, tú también me lo habías dicho. No sé muy bien porque me lo decía, pero sonaba bien, así que haciendo un pequeño esfuerzo, moví ligeramente la cola en señal de agradecimiento.

Mi corazón empezó a latir con menos fuerza, los ojos se me cerraban y la boca se me secaba. Sospechaba que la cara mojada de aquella joven hembra que tan amablemente me estaba tratando era lo último que vería, así que con el último aliento que me quedaba, pasé mi lengua por su cara tratando de secarle las lagrimas. Era mi forma de darle las gracias. Ya que no pude despedirme de ti, al menos lo haría de ella, aunque hubiera preferido que fueras tú el que me acompañaras en aquel trascendental momento. Cerré los ojos y sentí como una profunda sensación de bienestar invadía todo mi cuerpo.

Hace 2 días que llegué a este lugar. Ayer, el Consejo de los Espíritus de las Razas con el Gran Espíritu del Norte al frente, me felicitó por haber sido un modelo a seguir por todos los otros miembros de mi especie. Había cumplido a la perfección con todos mis deberes y obligaciones durante mi vida con los humanos. Por ello, me concedieron la posibilidad de pedir un último deseo. Podía pedir casi cualquier cosa. Una compañera, la mejor de las comidas, una morada en las montañas o en la playa... Yo les pedí que me dejaran regresar a tu lado, pero me dijeron que eso ya no era posible. Entonces les pedí que hicieran todo lo posible para que recibieras este mensaje. Con él quiero despedirme. Espero que si lo recibes, reflexiones un poco sobre todo lo que te he contado. Sobre el valor de la amistad, la lealtad y el amor hacía los que dependen de ti.

Espero que la luz vuelva a entrar en tu corazón, te despierte la conciencia y tengas la posibilidad de rectificar tus errores y evitar que otros los cometan también.

Lo que hiciste conmigo no es el mejor ejemplo para educar a tu cachorro. Tal vez un día, cuando tú seas viejecito, también te conviertas en un estorbo para él y entonces un día decida dejarte abandonado en una gasolinera. Sin embargo, sabes que nosotros nunca lo haríamos.

También quiero que sepas que a pesar de todo no te guardo odio ni rencor. Esos sentimientos no caben en nuestro corazón. Creo que sólo vosotros los humanos podéis sentirlos.

Te echaré mucho de menos. Espero que tú también te acuerdes algo de mí.

Hasta siempre querido "amo", amigo y compañero. Te quiero. Siempre estarás en mi corazón.

Tu fiel y leal amigo,

PERRO

Manuel Rodríguez
Manejo humanitario de fauna callejera.

Perro abandonado.


Sólo un perro

De vez en cuando la gente me dice "relájate, es sólo un perro" o "es un montón de dinero sólo por un perro". Ellos no comprenden la distancia recorrida, el tiempo invertido o los costos incurridos por "sólo un perro".

Algunos de mis momentos de mayor orgullo han ocurrido con "sólo un perro". Muchas horas han pasado siendo mi única compañía "sólo un perro", pero ni por un sólo instante me sentí despreciado.

Algunos de mis momentos más tristes han sido por "sólo un perro", y en esos días grises, el suave toque de "sólo un perro" me dio el confort y la razón para superar el día.

Si tú también piensas "es sólo un perro", entonces probablemente entenderás frases como "sólo un amigo", "sólo un amanecer" o "sólo una promesa". "Sólo un perro" trae a mi vida la esencia misma de la amistad, la confianza y la alegría pura y desenfrenada. "Sólo un perro" saca a relucir la compasión y paciencia que hacen de mí una mejor persona.

Por "sólo un perro" me levantaré temprano, haré largas caminatas y miraré con ansias el futuro. Así que para mí y para gente como yo, no es "sólo un perro", sino una encarnación de todas las esperanzas y los sueños del futuro, los recuerdos del pasado, y la absoluta alegría del momento.

"Sólo un perro" saca lo bueno en mi y desvía mis pensamientos lejos de mí mismo y de las preocupaciones diarias.

Espero que algún día puedan entender que no es "sólo un perro", sino aquello que me da humanidad y evita que yo sea "sólo un humano".

Así que la próxima vez que escuches la frase "sólo un perro", simplemente sonríe porque ellos "simplemente no comprenden".

Richard A.Biby
(Manejo humanitario de fauna callejera del 26 de octubre de 2012).


De acuerdo a la mitología de la civilización Azteca, las personas cuando fallecían iban a diferentes lugares según la manera en que habían muerto.

Los niños, por ejemplo, tenían ganado el cielo más alto, por ser seres inocentes de mente y corazón. Las mujeres que morían durante el parto iban a la casa del maíz, un bello paraíso donde las almas descansaban en paz. Los guerreros que perdían la vida durante una batalla también tenían el cielo ganado, se decía que ellos iban a la casa del sol, que acompañaban a este astro desde el medio día hasta el atardecer. Los ahogados o los que fallecían por un rayo o por alguna enfermedad relacionada con el agua se ganaban el paraíso de Tlaloc, el dios del agua. Todas esas almas tenían garantizado el cielo y la paz, no así las demás personas que morían de muerte natural, ellas iban al Mictlán.

El Mictlán está conformado por 9 dimensiones, la última llamada Chicunamictlán, es un lugar muy hermoso donde las almas que llegan ahí logran el descanso eterno, el problema era cómo llegar, ya que previamente los muertos tienen que pasar por las 8 dimensiones anteriores donde hay ríos, montañas, fuertes vientos, fieras que comen sus corazones, niebla, en fin, una serie de peligros y obstáculos para esas almas.

En la primera dimensión por la que tienen que pasar los muertos hay un río caudaloso, allí se encuentran unos perros que ya murieron y cuando uno de ellos reconoce a su amo va hacia él y lo ayuda a cruzar, es la única forma de que el alma atraviese ese cauce de agua y así acompañarlo por las siguientes dimensiones, es por ello que cuando una persona moría también se sacrificaba un perrito y se enterraban juntos. Se dice que si en vida no se ha tratado bien a algún perro, el alma se queda en ese lugar por toda la eternidad y nunca alcanzará el cielo.

No sabemos a dónde iremos cuando dejemos este mundo, pero si nos toca ir al Mictlán habrá muchos perros en esa rivera que con seguridad nos ayudarán a cruzarlo hasta llegar a Chicunamictlán.

Nariceseditor Guadalajara
(31 de agosto de 2012).


Fiel aunque la muerte nos separe.

Son sonadas las historias sobre perros que siguen siendo fieles a sus dueños aun después de su fallecimiento. Tal vez el caso más escuchado fue el de Hachiko, un Akita inu que iba todas las noches a la estación del tren a recibir a su dueño quien regresaba del trabajo. Un día su dueño de nombre Ueno fallece y nunca más baja del tren; aun así Hachiko va todos los días a la misma hora durante 11 años a la estación de trenes Shibuya a buscar a su amo entre la gente que bajaba de los vagones; este perro se hizo tan famoso que incluso erigieron una estatua en la estación Shibuya en Tokio.

Pero se han documentado muchas historias similares y seguramente hay muchas otras que no se han hecho públicas, hicimos una pequeña búsqueda y aquí les compartimos algunas historias muy interesantes y muy conmovedoras.

Bobby fue el perro de un policía de Edimburgo de nombre John quien muere de tuberculosis en 1858. Bobby estuvo presente en el funeral de su dueño, en el cortejo fúnebre y en el cementerio hasta posarse en su tumba. La gente creía que sólo iba a durar unos días pero Bobby pasó sus 14 años que le quedaban arriba de la tumba de su dueño. Solo se separaba a ratos para ir a comer, la gente que lo admiraba comenzó a alimentarlo y a refugiarlo durante el invierno. Bobby muere arriba de la tumba de John y se construyó una fuente con su estatua con su mirada dirigida hacia la tumba de John.

Otros casos similares se dieron en el cementerio La Piedad en Argentina; Collie, Lobito y Ovejero son 3 perros que llegaron en diferentes tiempos a ese panteón para posarse durante años en la tumba de sus respectivos dueños, los trabajadores del lugar los alimentaban y cuentan cómo esos animales en un acto de lealtad nunca se separaron del lugar donde sus dueños descansaban.

También en Italia hay otra estatua erigida a Fido, un perro que al igual que Hachiko iba a la estación del tren a esperar a su dueño Luigi; a las 5:30 de la tarde Fido estaba listo para recibir a Luigi que bajaba del tren y caminaba entre la gente; Luigi fue reclutado en el ejército y enviado a combatir en la segunda Guerra mundial, nunca regresó a casa. Fido se quedó al cuidado de los papás de Luigi pero todas las tardes regresaba a la estación del tren a buscar a su amo hasta que un día falleció. La historia de fidelidad fue muy sonada en ese pequeño pueblo de Italia pues todos en el lugar lo conocían, de manera que colaboraron para colocar una estatua que dice "Fido ejemplo de fidelidad".

Fido

La historia de Canelo también es conmovedora, él y su dueño vivían juntos en Cádiz; el hombre iba todos los días al hospital para someterse a tratamientos de diálisis y canelo esperaba por él afuera. Un día las cosas se complicaron y su dueño falleció en el hospital; canelo esperó 12 largos años, la gente que vivía por la zona lo alimentaba hasta que en el año 2002 muere atropellado en las afueras del hospital. En reconocimiento a su lealtad se le puso su nombre a una calle y se colocó una placa.

Sin duda la mayor virtud de los perros es su lealtad incondicional, así lo demostraron estos y muchos otros perros, ojalá que en vida todos los dueños les retribuyamos esa fidelidad.

(Publicado en Narices, nov 2011 por NaricesEditor)


Esta carta la escribió la cantante Fiona Apple, explicando el motivo por el que cancela su gira por América Latina:

Son las 6 de la tarde de un viernes, y les escribo a algunos miles de amigos a quienes aún no he conocido.

Les escribo para pedirles que cambiemos nuestros planes y nos encontremos un poco más tarde.

Este es el asunto:

Tengo una perra que se llama Janet, que ha estado enferma por casi 2 años. Tiene un tumor en su pecho, creciendo lentamente. Ella tiene 14 años casi. La adopté cuando tenía 4 meses. En ese momento yo tenía 21, oficialmente era una adulta, y ella era mi bebé.

Es una pitbull, y fue encontrada en Echo Park, con una soga alrededor de su cuello, llena de mordidas en su cara y orejas.

Era una de esas perras usadas para pelear, usada para que los otros perros de pelea la muerdan, para darles más confianza.

Tiene casi 14 años y jamás la vi empezar una pelea, ni morder, ni siquiera gruñir, así que puedo entender por qué la eligieron para ese rol horrible. Ella es una pacifista.

Janet ha sido la relación más constante de mi vida adulta. Y eso es un hecho.

Hemos vivido en muchas casas, y siempre hemos sido nosotras dos.

Ella dormía conmigo en la cama, su cabeza en la almohada, y aceptaba mi cara llorona en su pecho, con sus patitas alrededor mío, cada vez que yo estaba triste, rota, o perdida, mientras los años pasaban, ella me dejaba tomar el rol de su hija, mientras yo me quedaba dormida, con su mandíbula descansando sobre mi cabeza.

Ella estaba bajo mi piano cuando yo escribía canciones, ladraba cada vez que yo trataba de grabar algo, y estaba en el estudio conmigo cada vez que grabábamos un album.

Ella tiene la enfermedad de Addison's, por lo que es peligroso para ella viajar, porque necesita inyecciones regularmente de cortisona, porque reacciona al estrés y a la excitación sin las herramientas que hacen que uno no muera de pánico.

A pesar de esto, ella es feliz y juguetona, y dejó de actuar como un cachorro hace 3 años solamente.

Es mi mejor amiga y mi madre y mi hija, mi benefactora, y la que me enseñó lo que es el amor.

No puedo ir a Sudamérica. No ahora.

Cuando volví de la última parte de la gira por EEUU, ella estaba diferente.

Ya no quiere salir a caminar.

Sé que no está triste por estar envejeciendo o muriendo. Los animales tienen instinto de supervivencia, pero no un sentido de mortalidad. Por eso viven el presente mejor que la gente.

Pero sé que está llegando cerca al momento en el que va a dejar de ser un perro, para pasar a ser parte de todo. Va a estar en el viento, en la tierra, en la nieve y en mí, adonde sea que vaya.

No puedo dejarla ahora, por favor entiendan.

Si me voy de nuevo, tengo miedo de que muera y no tener el honor de cantarle hasta que se duerma, de escoltarla hasta que se vaya.

A veces me toma 20 minutos decidir qué medias ponerme para dormir. Pero esta decisión es instantánea.

Hay decisiones que tomamos, que nos definen.

No voy a ser la mujer que ponga su carrera antes que el amor y la amistad.

Soy la mujer que se queda en casa y cocina para su más vieja y querida amiga.

Y la ayuda a sentirse cómoda, segura e importante.

Muchos de nosotros, tenemos terror a la muerte de un ser querido. Es la verdad horrible de la vida, que nos deja sientiéndonos asustados y solos.

Sé que me voy a sentir sobrepasada en los últimos momentos, por los sentimientos de haberla conocido, y por mi amor por ella.

Necesito estar ahí para eso.

Porque va a ser la experiencia más intensa y enriquecedora de la vida, que jamás he tenido.

Cuando ella muera.

Así que voy a quedarme en casa, a quedarme escuchándola roncar, y dormir, y sentir el aliento más horrible que jamás salió de la boca de un ángel.

Y espero la bendición de ustedes.

Nos vemos.

Fiona

Janet y Fiona.


Hace poco viajé a Edimburgo por cuestiones de trabajo y tuve tiempo para hacer un poco de turismo. En el mismo día, y en menos de 5 horas, me topé por casualidad con 3 curiosidades. La 1a., la tumba de Bobby, un pequeño y peludo skye terrier del siglo XIX.

Fue el perro de un sereno llamado John Gray; vivieron juntos y presumiblemente felices durante 2 años, hasta que el hombre murió. Entonces el perro se instaló sobre la tumba de su amo y no hubo manera de echarlo, aunque los guardianes del cementerio de Greyfriars, hoy en el centro de la ciudad, lo intentaron repetidas veces. Al final, compadecidos ante esa muestra de fidelidad, lo dejaron estar y, con el tiempo, hasta le construyeron un pequeño chamizo y lo alimentaron. Bobby se pasó 14 años sin moverse de la tumba; cuando murió en 1872, a la avanzada edad de 16 años, lo enterraron a la entrada del cementerio y pusieron una lápida todavía visible. Fuera, en la puerta del camposanto, hay una bonita fuente con la efigie del perro en bronce.

La 2a. rareza pintoresca la encontré visitando el castillo de Edimburgo; allí, adosada al baluarte, hay una pequeña y cuidada extensión de césped con diminutas lápidas que es el cementerio de los perros de la guarnición; no pude leer las inscripciones porque el lugar sólo se ve desde arriba, pero el rincón desprendía serenidad y afecto.

Por último, un rato después, visitando la National Gallery of Scotland, me encontré con el retrato de Callum, un genial terrier blanco y lanudo que muestra, todo ufano, una rata muerta como trofeo. Callum fue pintado en 1895 por un tal John Emms, y resulta que había sido la mascota de un tipo acaudalado llamado James Cowan Smith, el cual, al morir en 1919, legó al museo 55,000 libras esterlinas (una suma monumental en aquel entonces), con 2 condiciones: una, que la National Gallery cuidara de su perro Fury, que le sobrevivió; y dos, que el retrato que Emms habría hecho de su anterior perro Callum colgara para siempre jamás de las paredes del museo. Como es natural, Fury murió hace ya mucho. Pero el cuadro de Callum sigue ahí colgado contemplando el paso de los siglos.

Debo confesar que esta apoteosis de perrunidad me dejó impresionada. Y encantada. No soy tan inocente como para pensar que los amantes de los animales tienen que ser necesariamente buenas personas: de todos es sabido que Hitler adoraba a los perros, y, por otra parte, esa sociedad escocesa del XIX que tanto parecía apreciar a sus mascotas era también la misma sociedad dickensiana implacable con los huérfanos, los débiles, los pobres, capaz de condenar a 4 años de trabajos forzados en Australia a una mujer que robara manzanas para sus hijos. Pero viniendo de un país tan bárbaro con los animales como es España, esa sensibilidad, esa naturalidad en el afecto, esa cultura capaz de apreciar la continuidad de los seres humanos con las demás criaturas me pareció un alivio, un lujo cultural y emocional, una muestra indudable de civismo. Porque puede que el amor por los animales no sea prueba infalible del buen corazón, pero la brutalidad que se ejerce contra ellos sí es signo indudable de una brutalidad más amplia, de la falta de empatía con el prójimo, de violencia social y primitivismo.

Hace unos 30 años que tengo perro. Es decir, perros, porque por desgracia ya murieron varios. De modo que llevo la mitad de la vida compartiendo mis días con un animal. Miro para atrás y me parece mentira haber podido vivir antes sin ellos. Miro para atrás y me asombra todo lo que he aprendido. Los humanos somos unos individuos enfermos, como decía Arthur Koestler en su libro Jano; somos criaturas escindidas y desquiciadas entre nuestro ser cultural y nuestro ser animal. Enajenados de la naturaleza, ensimismados y egocéntricos, hemos vivido de espaldas a nuestra realidad orgánica, creyéndonos distintos, especiales, únicos, verdaderos marcianos en la Tierra sin parangón con nada. Qué inmensa, aterradora soledad la del humano que no sabe reconocerse en los demás animales. En los primates, esos parientes tan próximos. En la vasta familia de los mamíferos, vecinos evolutivos. Y hasta en la mosca del vinagre, con la que los recientes estudios han demostrado que compartimos el 61% del material genético, para bochorno de los supuestos amos de la creación.

Mis perros me han enseñado lo que es la alegría pura, la generosidad sin límites, los celos desbocados, el dolor intenso, la furia perfecta. Me han enseñado la integridad de las emociones. Hay algo en ellos mucho más verdadero e intacto que en nosotros, algo que te pone en contacto con lo real. Pero, además, convivir con un animal cura y consuela esa herida de soledad, esa enajenación esencial a la que antes me refería. Esa disociación. Soy mejor persona, entiendo mejor los secretos de la vida desde que estoy con ellos, incluso diría que tengo menos miedo de morir. No sé cómo explicarlo: mis perros me han hecho más humana. Me han puesto en mi lugar entre los seres vivos. Ya lo decía el escritor francés Anatole France: "Hasta que no hayas amado a un animal, parte de tu alma estará dormida". Es cierto: ahora me doy cuenta de que, antes de ellos, siempre estuve un poco sorda, un poco ciega.

Rosa Montero
(v.pág.8-B del periódico El Informador del 25 de noviembre de 2012).


Poema de un perro.

Yo soy el que te espera...
Tu coche tiene un sonido especial y puedo reconocerlo entre mil.
Tus pasos tienen un timbre mágico, son música para mí.
Tu voz es el mayor signo de mi tiempo feliz, y a veces no es necesario oírla: oigo tu tristeza.
Si veo tu alegría, me hace feliz.
No sé lo que es olor bueno o malo, solo sé que tu aroma es el mejor.
Algunas presencias me gustan. Otras, no tanto.
Pero tu presencia es lo que mueve mis sentidos.
Tu despierto, me despiertas.
Tu durmiendo eres mi Dios, reposando en casa y yo cuidando tu sueño.
Tu mirada es un rayo de luz, cuando me doy cuenta de tu despertar...
Tus manos sobre mí, tienen la ligereza de la paz.
Y cuando tú sales, todo está vacío otra vez...
Y vuelvo a esperarte siempre y siempre...
por el sonido de tu coche;
por tus pasos;
por tu voz;
por tu estado siempre inconstante del humor;
por tu olor;
por tu reposo bajo mi vigilia;
por tus ojos;
por tus manos.
Y soy feliz así.
Yo soy el que te espera:
¡Soy tu perro!

Es más, quienes poseen un animal, tiene un "ángel" para guardarlos... Son los ángeles de 4 patas...

Hay personas que no les gustan los perros. Estos por supuesto, nunca tuvieron en su vida un amigo de 4 patas, o si lo tuvieron nunca miraron dentro de sus ojitos para darse cuenta de quién estaba allí. Un perro es un ángel que viene al mundo a enseñarnos el amor.

¿Quién más puede dar amor incondicional... Amistad, sin pedir nada a cambio; cariño, sin esperar regreso; protección, sin ganar nada; fidelidad 24 horas al día?

O nada de nada de que los padres hacen eso. Los padres son humanos y cuando riñen a sus hijos, tienden a enojarse y apartarse... Sin embargo un perro no se va lejos.

Incluso cuando les reprendemos vuelven con la cabecita baja, a pedir disculpas por algo que a lo mejor no ha hecho... Y lamen nuestras manos para pedir perdón.

Algunos ángeles no tienen alas, tienen 4 patas, un cuerpo peludo, nariz de bola, orejas atentas, mirada de angustia y necesidad.

A pesar de este aspecto, son ángeles como muchos otros (como aquéllos con alas) y se dedican a sus amos humanos tanto como cualquier ángel suele dedicarse.

A veces un ser humano lleva el disfraz de ángel y sale a las calles para salvar a algunos ángeles abandonados tirados a la suerte. Curan sus heridas, les dan de comer y a veces los acogen en su vivienda. Sólo para tener la sensación de haber ayudado a un ángel...

Dios cuando nos hizo humanos, ya sabía que necesitaríamos de guardianes materiales que nos quitarían del cuerpo las aflicciones de los sentidos y que nos permitiría sobrevivir cada día con casi nada más allá de la mirada y la lamida de un perro.

¡Qué lindo sería si todos los seres humanos pudieran ver la humanidad perfecta de un perro!

Amo a mi mascota
(28 de diciembre de 2012).


Ciccio

La historia de Ciccio, parte de Italia y está recorriendo el mundo.

Ojalá que luego de haber sido tan leal, consiga un hogar.

Este gigante dulce es Ciccio y tiene 12 años. Desde el fallecimiento de su dueña, Ciccio va a la iglesia en busca de caricias y de una familia que lo ame como se merece.

La historia de Ciccio es similar a la de muchos otros perritos. Su dueña era una señora mayor, cuya vida no había sido muy buena. Los callejeros eran su familia ya que estaba muy sola. Ciccio solía acompañarla en todo momento, incluso cuando iba a la iglesia, y también estuvo presente en su funeral. Ahora, Ciccio tiene una familia enorme. Toda Italia cuida de él y varios niños han encontrado un lugar para que Ciccio pueda pasar las noches hasta que, al fin, pueda encontrar un hogar.

El Campito Refugio
(16 de enero de 2013).


Pues resulta que las autoridades del DF andan tratando de chamaquear a la gente de Iztapalapa, con la vacilada de que unos perros callejeros son "presuntos culpables" del asesinato de 4 ciudadanos. Ante tal estupidez, me acordé de una historia que me gusta mucho, no sé quien es la autora para darle su crédito literario, pero me acuerdo que dice más o menos así:

"Mi padre, quien a sus 77 años vivía con mi marido y conmigo en nuestra pequeña granja, tuvo un ataque al corazón que afortunadamente sobrevivió. Pero su gusto por la vida desapareció. Se volvió hosco y malhumorado, dejó de frecuentar a sus amigos y se quedó solo. Nada de lo que yo hacía le gustaba y me criticaba agriamente; por lo que yo me sentía frustrada y deprimida."

"Un buen día, un amigo me comentó que la depresión crónica en los ancianos se puede curar si se les da la responsabilidad de cuidar una mascota. Fui a la perrera municipal a ver los animales ofrecidos en adopción. Había muchos perros que brincaban alborotados en sus jaulas, pero vi a un viejo golden retriever muy maltratado, que se paró con dificultad, caminó hacia el frente de la jaula y se sentó. Sus ojos atraparon mi atención. Eran calmados y límpidos, me observaban fijamente."

"Apuntando al perro, pregunté, '¿Qué me dice de éste?' El veterinario ladeó un poco la cabeza y me dijo: 'Él es un poco raro, vino solo y se metió a una jaula. Pero su tiempo termina mañana'. '¿Quiere decir que lo van a sacrificar?' 'Si señora', dijo tranquilamente, 'Es el reglamento'. Miré al viejo golden otra vez. Sus calmados ojos marrones esperaban mi decisión. 'Lo tomaré', dije."

"Cuando llegué a casa papá apareció en el porche del frente. '¡Mira lo que te traje, papá!', dije entusiasmada. Papá miró, y puso cara de disgusto. 'Si yo quisiera un perro hubiera elegido uno joven y bonito. Quédate con él, yo no lo quiero.' Y dio media vuelta. El enojo creció dentro de mí. '¡Es mejor que te acostumbres a él, papá, porque se queda con nosotros!' grité. A estas palabras papá se volvió enojado. Estábamos parados mirándonos fijamente como duelistas, cuando de repente el perro se soltó de mi mano, fue cojeando despacio hasta mi padre y se sentó frente a él. Entonces muy despacio, cuidadosamente, levantó la pata delantera."

"La quijada de mi padre tembló mientras se quedó mirando la pata levantada. La confusión reemplazó la ira de sus ojos. El animal esperaba pacientemente. De pronto, papá estaba arrodillado, abrazándolo."

"Fue el principio de una cálida e íntima amistad. Papá lo llamó Solovino. Juntos pasaron largas horas caminando por polvorientos caminos y recuerdo a mi padre sentado en su sillón, acariciando a Solovino echado silencioso a sus pies."

"Fueron inseparables durante 3 años. La amargura de mi padre se desvaneció e hicieron muchos amigos."

"Una noche, muy tarde, me despertó la fría nariz de Solovino en mi mano. Nunca antes había entrado a nuestro dormitorio en la noche. Me levanté apresuradamente y corrí al cuarto de mi padre. Papá estaba en su cama, con una faz serena. Pero su espíritu se había ido silenciosamente en algún momento durante la noche."

"Dos días más tarde, mi dolor se hizo todavía más profundo cuando descubrí a Solovino tendido sin vida junto a la cama de papá. Lo enterré en nuestro pequeño jardín y le agradecí silenciosamente su llegada y su gran ayuda".

Esa es la historia que recuerdo. Y solo para concluir, quiero pedirle a las autoridades del DF que no le echen la culpa a unos perros, de los crímenes que cometen sus cómplices. Los perros son seres que no matan por venganza; como ustedes comprenderán.

Alberto Martínez Vara
(v.blog del 7 de febrero de 2013).


Testamento de un perrito.

  1. Mis pertenencias materiales son pocas y dejo todo para ti.
  2. Un collar mordisqueado en una de las puntas, una cama de perrito desordenada y un recipiente de agua que está con el borde roto...
  3. Te dejo la mitad de una pelota de goma, una muñeca rota que vas a encontrar debajo del refrigerador, un ratoncito de goma que está detrás de la cocina y un montón de huesos enterrados en la maceta de las rosas y bajo del piso de mi casita.
  4. Además de eso te dejo mis recuerdos, que son muchos.
  5. Te dejo el recuerdito de dos enormes y amorosos ojitos café, una colita corta y puntiaguda, un hociquito mojado y una lloradera detrás de la puerta.
  6. Te dejo una mancha en la alfombra de la sala, al lado de la ventana, cuando en las tardes de invierno yo me apropiaba de aquel lugar como si fuera mío y me enrollaba como una bolita a tomar un poco de sol.
  7. Te dejo un tapete todo destartalado frente a tu silla preferida, el que nunca fue zurcido con el tipo de lana correcto... esto es verdad, yo lo masticaba todito cuando tenía 5 meses de edad, ¿Te acuerdas?
  8. Dejo sólo para ti el ruido que hacía al salir corriendo sobre las hojas de otoño, cuando paseábamos por el bosque.
  9. Te dejo también el recuerdo de los momentos en las mañanas, cuando salíamos juntos por la rivera del río y tú me dabas galletas de vainilla.
  10. Te dejo como herencia mi devoción, mi simpatía, mi apoyo cuando las cosas no iban bien, mis ladridos cuando tu levantabas la voz enojado... y mi frustración porque habías peleado conmigo.
  11. Yo nunca fui a la iglesia y nunca escuché un sermón. Sin embargo, aun si haber hablado siquiera una palabra en toda mi vida, te dejo mi ejemplo de amor, paciencia y comprensión.
  12. Tu vida ha sido más alegre... porque yo estuve a tu lado ;)

Manejo Humanitario de Fauna Callejera
(7 de febrero de 2013).


Perro acompaña a su amo muerto.

Durante los últimos 6 años, un pastor alemán llamado Capitán ha dormido junto a la tumba de su dueño cada noche a las 6 pm.

Su dueño, Miguel Guzmán murió en 2006.

Capitán, el perro, desapareció mientras la familia asistía a los servicios funerarios. Una semana después, los familiares de Guzmán estaban de visita en el cementerio cuando fueron sorprendidos al encontrar al perro junto a la tumba de su dueño.

El director del cementerio dice que el perro llega cada noche a las 6 pm, ¡y lo ha hecho durante los últimos 6 años!


Blue

Mi hermana estaba en la secundaria cuando un compañero le preguntó que si le interesaba una pitbull; cuando llegó a casa le dijo a mi mamá pero ella no quiso, pues me tenía en brazos y además los pitbulls son muy agresivos y muy grandes, pero si no se la quedaba, quién sabe que sería de ella, porque la mamá del compañero no la quería, así que mamá decidió quedársela un tiempo pero tarde que temprano la pondría en adopción. El compañero de mi hermana le dijo que el lunes a las 7:00 am estaría ahí.

Un día jueves 10 de junio de 1999, mi mamá estaba viendo Pistas de blue a las 7:00 am y en eso tocan la puerta, mi mamá sale y ve a una bolita en los brazos de Jaime (compañero de mi hermana), ni siquiera tuvo que abrir la puerta, entre los barrotes pasó a la perrita, Jaime la acarició y se fue con lágrimas en los ojos. La perrita no se quedaba quieta, se quería regresar con Jaime, tuvieron que poner reja en el cancel para que la perrita no saliera. ¿Cómo la llamaremos? BLUE es un bonito nombre.

Dos semanas después Blue enfermó de diarrea, se deshidrató y casi ni podía caminar, mis papás la llevaban a diario al veterinario, hasta le pusieron suero, gracias a Dios Blue salió de esa enfermedad. Llegó la navidad y mi mamá arregló la casa, foquitos por todos lados, el árbol lleno de esferas, moños y escarcha en las escaleras; 2 días antes de navidad todos salen y dejan a Blue en casa, y cuando llegan el árbol tirado, los focos y las esferas estaban rotos, las escarchas tiradas, los moños todos babeados y adiós navidad.

Pasaron muchos pero muchos años y Blue nunca se había enfermado, era sana, tragona, juguetona y demás, aun teniendo 9 años, pero un día se le empezó a caer el pelo así como si tuviera sarna, la llevamos con el veterinario y le diagnosticaron cáncer de piel, y la llevamos con otro veterinario y ese doctor nos dijo que le quedaban más o menos 3 meses de vida...Todos lloramos y la chiqueamos, le dio cáncer porque esta raza es muy propensa a esta enfermedad y más si su piel es blanca y se asolea mucho... Entonces no lo podíamos creer y la llevamos a otra veterinaria, ahí es cuando conocimos a Cinthia García que nos ayudó a darle vitaminas y aún mejor, ella dijo que le quedaban mínimo 2 años más de vida, que estaba muy bien cuidada y era sana así que aún le quedaba muuuucho más. Después ya le creció el pelo pero le salieron verruguitas en la pancita y la llevamos con la veterinaria y constantemente se las tenía que quitar. Siempre les damos pollo, porque aparte tenemos una french poodle y un criollito que ya falleció, mi mama decía "denle más pollito, está en fase terminal", ¡pero qué terminal ni que nada, estaba más sana que yo!

En noviembre del 2010 mis papás se fueron a Houston y la doctora venia diario a ver a Blue porque empezó a decaer después de 3 años de cáncer. Ya no comía, no se levantaba, de estar tan gorda se le empezaron a notar las caderitas y sus costillas, teníamos que subirla a una bolsa para arrastrarla y llevarla al patio para hacer pipí y después subirla al sillón. La doctora estaba preocupada y dijo que el cáncer había llegado a su hígado y por eso se le estaba hinchando la pancita. Mis papás llegaron del viaje y fue tan sorprendente, Blue acostumbraba verte comer y babear, pero ya ni eso hacía y esa misma noche Blue se paró a recibirlos y verlos comer hasta babear. Mi mamá nos dijo "¿no que estaba muy mala?" y nosotras dijimos "pues sí pero ya se levantó". Esa noche se sentó afuera de la puerta del patio para darle de comer, es así como nos dábamos cuenta que ya quería cenar, y bien que cenó, lo que no hizo en dos semanas, pero al día siguiente volvió a decaer y el 21 de noviembre la doctora le puso suero aquí en la casa para que se levantara, pero si no lo hacía era cuestión de dormirla si no la queríamos ver así. El día 22 estaba igual pero en la noche que la doctora vino, toda la familia se sentó cerca de Blue y nos pusimos a platicar y a chiquearla y cuando pronunciábamos su nombre movía la cola y nos volteaba a ver, todos tomamos la más difícil decisión, dormirla el 23 de Noviembre en la noche. Claro, todos llorando y acariciándola, la doctora dijo que ahí estaría el martes 23 lista para dormirla. Mi hermana Wendy se quedó a dormir abajo para limpiar la vomitada, porque cada 20 minutos vomitaba. El 23 de noviembre a las 6:00 am yo me desperté para ir a la secundaria y lo primero que hice fue bajar, iba a la mitad de la escalera cuando me voltea a ver, claramente vi su carita sonriéndome y movió la cola, minutos después bajo mi mamá y pasó lo mismo, después mi hermanita y lo mismo y en eso se le empezó a ir la miradita y yo corrí por mi papá y mi hermana la más grande porque empezó a respirar rápido; bajaron, los volteó a ver y movió su colita. Yo me tenía que ir a la secundaria, me acerqué a ella la abracé, la besé y le agradecí por estar todo lo que he vivido conmigo y me despedí dándole el abrazo más fuerte. Ya le habían llamado a la doctora para que la viniera a dormir. Mi mamá se acercó a Blue y empezó a cantarle una canción de cuna para que se durmiera. Cuando llegué a la secundaria le mandé un mensaje a mi mamá que decía dale un fuerte abrazo y un besote de mi parte a Blue cuando la inyecten y mi mamá me contestó: Ya está en el cielo, Dios se la llevó sin necesidad de dormirla, ya está en un mejor lugar donde ya no va a sufrir y estará con Lucky y la Negra. A las 7:12 llegó ese mensaje y no paré de llorar en clases. Cuando llegué a casa, la vi en el sillón, falleció sonriendo y metí al bóxer que en agosto del 2009 lo habíamos recogido de la calle después de la muerte de Lucky. Lo metí y lo acerqué a Blue para que se despidiera, Necky le dio un lengüetazo y asustado salió corriendo. La doctora llegó por ella y la incineramos y aquí tenemos sus cenizas a un lado de las de Lucky. Quiero que sepan que Los pitbull NO son de pelea y NO son agresivos, los hacen así. Once años vivió Blue y nunca, nunca nos gruñó y nunca nos tiró una mordida. Te amo Blue GRACIAS POR TODO.

Alondra Lizeth Lugo F.
(publicado en NARICES de dic/2011).


¿Por qué los perros son tan importantes en escenarios de desastre?

En las áreas de desastre alrededor del mundo suelen verse equipos de auxilio que utilizan los talentos naturales de los perros (después de afinarlos a través de un arduo entrenamiento) para ayudar en las labores de búsqueda y rescate ("SAR", por las siglas en inglés de "search-and-rescue"). Se estima que un sólo perro SAR puede hacer el trabajo de 30 buscadores humanos, gracias a sus habilidades naturales, pero también, se cree, a su inclinación natural para ayudar a las personas en situaciones desesperadas.

El paso del huracán de hace unos días en Moore, Oklahoma, dejó daños materiales considerables y cientos de personas desaparecidas. En estos momentos muchos equipos de SAR caninos están en la escena, buscando sobrevivientes entre los escombros. Pero los SAR no solamente están entrenados para olfatear y distinguir el olor de la piel humana entre miles de otros aromas, así como el olor de los cadáveres: parece que los perros se involucran emocionalmente con su tarea, por lo que pueden servir tanto para dar apoyo emocional a las personas en shock como para acceder a sitios de desastre donde los humanos simplemente tardarían más.

Pena compartida

Tanto en Oklahoma como en Ground Zero, durante los eventos del 9/11 en Nueva York, los entrenadores notaron que los perros SAR con los que trabajaban mostraban signos de frustración. Interpretaron este estado emocional como resultado de los constantes hallazgos de muertos.

Para los entrenadores, el hallazgo de más y más cadáveres tiene un efecto negativo en el estado emocional de los perros.

Su entrenamiento se basa en la recompensa, por lo que encontrar cuerpos fallecidos también los hacía acreedores a estas, pero su comportamiento después de días comenzó a mostrar signos de fatiga. Los perros recobraron su energía cuando algunos entrenadores se escondieron entre las ruinas para que los perros encontraran de vez en cuando una persona viva en los escombros.

Los investigadores creen que acarician perros puede ayudar a reducir la ansiedad, regular la respiración y disminuir la presión sanguínea, es decir, ayudar a paliar los síntomas del shock. Un estudio japonés incluso afirma que ver un perro eleva automáticamente los niveles de oxitocina, el químico producido en la glándula pituitaria que se asocia con la capacidad humana para el apego y el afecto.

Esto puede demostrar que no sólo el ser humano ha domesticado a los perros desde tempranos periodos de nuestra historia como especie, sino que los perros también nos han domesticado a nosotros, en una evolución compartida que aún sigue sorprendiéndonos.

Búsqueda y rescate.

(V.Ecoosfera del 27 de mayo de 2013).


Hace algún tiempo, en la ciudad de Xalapa, mis padres, mis hermanos y yo contábamos con la agradable presencia y compañía de 2 canes de la raza chow chow, hembra y macho, nombrados Winnie y Jordan respectivamente. Sintiéndose dueños de la casa de mis padres y sus alrededores, eran fieles guardianes del jardín, evitando no solamente la incursión de cualquier individuo desconocido, sino también limpiando la zona de posibles plagas como ratas y ratones. Además prácticamente inseparables.

Un día, no recuerdo bien la fecha, pero sí que era motivo de celebración por cierto aniversario; se escucharon los primeros cohetes para "aumentar" el júbilo de ese festejo; estos fueron incrementando en número y periodicidad, causando estrés en Jordan. Derivado de esto, este chow chow macho, saltó la pequeña reja del jardín y sorteó la herrería de la puerta principal del consultorio de mis padres, huyendo hacia la calle, esperando así aminorar con la distancia, los embates de los tronidos de los petardos.

Al cabo de un rato, cuando terminó la fiesta de los cohetones, Jordan volvió al porche de la casa y le abrimos la puerta para ingresar de nuevo al jardín. Al siguiente día, por la mañana, notamos un cambio extraño en él, pues no tenía el mismo apetito y la vitalidad tradicional, por lo que llamamos al veterinario, el médico Leoncio, para que lo revisara, pero antes de que lo pudiera hacer, este gran chow chow murió.

A la llegada del veterinario, le solicitamos su intervención para descartar el envenenamiento como posible causa de muerte de Jordan. Los resultados arrojaron que, Jordan, efectivamente había ingerido alguna sustancia tóxica que le causó la muerte. Derivado de esto la atención del doctor veterinario fue monitorear a Winnie y darle tratamiento para evitar contagio por contacto con su pareja cánida. El veredicto del veterinario fue que la perra estaba sana.

Winnie continuó su vida tradicional en las dos semanas siguientes, pero no con el ánimo tradicional, ni con el apetito acostumbrado. Fue revisada en diversas ocasiones por el médico Leoncio, sin encontrar rastros de intoxicación o envenenamiento, y al término de la 2a. semana, esa leal y fiel perra chow chow murió súbitamente. Médicamente no se encontraron rastros de veneno o toxicidad y la conclusión del veterinario, en cuanto a la muerte de Winnie fue vejez, mientras que la de mis padres, de mis hermanos y la mía, fue por extrañar a su pareja: Jordan.

Aunque la idea en relación a la aflicción animal o sufrimiento por la pérdida de un ser querido, de un compañero o pareja de la misma o diferente raza, resulta complicada de corroborar, recientes investigaciones pueden acercarnos a comprender mejor este fenómeno. En el artículo de Barbara J.King, titulado: When animals Mourn y publicado en Scientific American, se habla de algunas situaciones parecidas a la descrita.

El 1e.r ejemplo ofrecido por King se refiere a un delfín hembra en aguas griegas, quien estresada por la pérdida de su recién nacido, se negaba a aceptar la muerte de su criatura al empujarlo y moverlo, como alentándolo a recuperar su motricidad. Además de transportarlo muerto sobre su lomo, auxiliada por su espina dorsal al nadar. Incluso se dice, según observaciones del biólogo marino Joan Gonzalvo, que después de la descomposición natural del cuerpo, la madre removía los pequeños pedazos de piel muerta del cuerpo de su pequeño. Todo esto aunado a que la madre delfín aparentemente afligida estaba dejando de comer como tradicionalmente solía hacerlo.

Otro ejemplo lo ofrece Jane Goodall cuando reporta que en Tanzania, un chimpancé llamado Flint cayó en una especie de depresión, afectándolo físicamente, hasta llevarlo a la muerte y todo ligado a la reciente pérdida de su madre, Flo, en semanas pasadas. También existen recuentos, según King, sobre gorilas hembras que se niegan a soltar a sus recién nacidos muertos y los llevan a donde vayan, hasta que el cuerpo se descompone.

Un caso similar es explicado por Cynthia Moss en Kenia, quien reporta a elefantes atendiendo y estando al pendiente de otros de su especie enfermos y en estado crítico. Esto se acopla a lo descrito por Iain Douglas Hamilton, cuando habla de la muerte de la líder de un matriarcado de elefantes, llamada Eleanor, quien antes de morir se colapsó e inmediatamente la líder de otro matriarcado cercano, llamada Grace, fue en su auxilio empujando a Eleanor para levantarla. Pero cuando volvió a caer y los desesperados intentos para ponerla de pie fracasaron; Grace decidió quedarse con Eleanor durante una hora y seguir intentando. Al final Eleanor murió y en las semanas siguientes, según Douglas Hamilton, las hembras de las otras familias se acercaron al cuerpo de la elefanta sin vida en aparente preocupación y perturbación.

En este sentido Barbara J.King ofrece diversos ejemplos, abarcando a parejas de gatos que se comportan de manera extraña y hacen ruidos por la falta de su compañero o compañera; jirafas que sufren la pérdida de crías; coyotes que se afligen por la partida de su madre; pero uno de los casos más sorprendentes para King, es el de unos patos rescatados después del maltrato sufrido al ofrecerles alimentación forzada para posteriormente ser transformados en "foie gras", y debido a ello presentando lipidosis hepática o hígado graso.

Fueron 3 los patos rescatados, pero especialmente dos llamados Kohl y Harper, eran quienes estaban en las peores condiciones y mostraban un claro miedo hacia los seres humanos. Harper estaba ciego de un ojo y Kohl tenía las piernas deformadas, pero eso no les impidió que durante cuatro años hayan formado una estrecha y fuerte amistad entre ellos, según lo descrito por King. A pesar de que se sabe que las aves son seres muy sociales, King remarca lo inusual de la relación entre esos patos.

Cierto día, prosigue King, el pato Kohl presentó dolores muy fuertes en su pierna, mismos que le impidieron volver a caminar; ante esa situación se tomó la decisión de ponerlo a "dormir" para poner fin a su sufrimiento. Al realizar esa operación, se le permitió a su amigo Harper observar ese amargo procedimiento, así como acercarse a su amigo cuando hubo terminado el mismo. Lo que sucedió a continuación es increíble, pues Harper empezó a empujar el cuerpo de Kohl, como queriendo animarlo y ponerlo de pie. Luego Harper se acostó junto al cuerpo de su amigo, poniéndole su cuello arriba del de Kohl y quedándose así durante varias horas. El resultado final fue la muerte también de Harper, después de 2 meses de estar cabizbajo, quien para los investigadores no pudo soportar la falta de su amigo y compañero Kohl.

Después de diferentes observaciones y estudios, la doctora King ha concluido que los cetáceos, los primates, los elefantes, y diferentes animales domésticos, dependiendo de sus circunstancias y de sus personalidades, sufren y se afligen por la pérdida o muerte de un pariente, familiar o amigo cercano. Aunado a que se cumplan ciertas características como que dos o más animales pasen gran parte de su tiempo juntos, más allá de lo que requieren para su propia supervivencia. Seguido a esto, cuando uno de esos animales muere, el sobreviviente modifica su comportamiento normal de rutina, como lo es el comer, dormir, además de adoptar cierta posición o expresión facial que denota aflicción o dolor por la pérdida y ese mismo comportamiento se prolongue durante un período superior al estrés tradicional que cualquier ser vivo puede experimentar.

En mi caso particular, no tengo duda alguna que los animales, obviamente dependiendo del grado de relación y su personalidad, tienden a afligirse por la pérdida de un ser cercano a ellos, de su especie o no, y derivado de ese sufrimiento también pueden sumirse en una depresión severa que los lleve a la muerte. Estaremos entonces al pendiente de nuevas investigaciones al respecto, y cada uno de ustedes, mediante la relación y experiencias con sus mascotas u otros animales, pueden seguramente ofrecer una mejor explicación.

Rodrigo Soto Moreno
(v.blogs de Milenio del 19 de julio de 2013).


¿Por qué los perros viven menos que las personas?

Aquí la respuesta (por un niño de 6 años):

Siendo un veterinario, fui llamado para examinar a un perro Irlandés de 13 años de edad llamado Belker. La familia del perro, Ron, su esposa Lisa y su pequeño Shane, estaban muy apegados a Belker, y estaban esperando un milagro.

Examiné a Belker y descubrí que estaba muriendo. Le dije a su familia que no podíamos hacer ya nada por Belker, y me ofrecí para llevar cabo el procedimiento de eutanasia en su casa.

Al día siguiente, sentí la familiar sensación en mi garganta cuando Belker fue rodeado por la familia. Shane se veía tranquilo, acariciaba al perro por última vez, y yo me preguntaba si él comprendía lo que estaba pasando. En unos cuantos minutos Belker se quedó dormido pacíficamente para ya no despertar.

El pequeño niño pareció aceptar la transición de Belker sin ninguna dificultad. Nos sentamos todos por un momento preguntándonos el porqué de el lamentable hecho de que la vida de los perros sea mas corta que la de los humanos.

Shane, que había estado escuchando atentamente, dijo: "yo sé por qué".

Lo que dijo a continuación me maravilló, nunca he escuchado una explicación más reconfortante que ésta. Este momento cambió mi forma de ver la vida.

El dijo, "la gente viene al mundo para poder aprender como vivir una buena vida, como amar a los demás todo el tiempo y ser buenas personas, ¿verdad? Bueno, como los perros ya saben cómo hacer todo eso, pues no tienen que quedarse por tanto tiempo como nosotros".

De autor no señalado
(tomado de Facebook el 25 de julio de 2013).


Patagonia, Argentina- Talero es un pastor alemán que se quedó 23 días a lado de su dueño, Bernardo Leónidas Quirós, después de que Quirós murió en una tormenta de nieve en Argentina.

A mediados de julio, Quirós llevo a su perro, a su esposa y 2 hijos en un viaje familiar a visitar a su hermano en el sur de Argentina, pero en el camino su auto se descompuso en la carretera en una zona desolada. Cuando esto sucedió, Quirós decidió salir del auto con su perro Talero en busca de ayuda. Sin embargo, hubo una tormenta de nieve en la zona y los informes dicen que Quirós probablemente se desorientó y se perdió en la tormenta.

El cuerpo de Quirós fue encontrado congelado 23 días más tarde, en Alto Río Senguer, Patagonia, Argentina. El descubrimiento fue hecho por un miembro de la familia que reconoció al pastor alemán el cual estaba parado cerca del cuerpo.

"El cuerpo de Quirós fue encontrado debajo de un arbusto gracias a su fiel perro que permaneció junto a su dueño y cuando la unidad de rescate estaba cerca, el perro se acercó," dijo uno de los rescatistas.

Las autoridades dijeron el cuerpo no tenia ningún signo de violencia. Concluyeron que Quirós murió a causa de la exposición a los elementos fríos y congelación. Había señales de que Talero intentó mantener a su dueño caliente colocándose cerca de sus pies, el torso y la cabeza. La familia de Quirós, que había permanecido en el coche, fue encontrada días después de que el auto se averió. Todos están en buen estado de salud.

(V.Ven Fido del 31 de agosto de 2013).


"¡A medio mundo le gustan los perros, y hasta el día de hoy nadie sabe qué quiere decir guau!". Mafalda (personaje creado por Quino) inmortalizó esta frase y hay quienes no se han quedado con la duda. Patricia Ruiz Zúñiga no esperó a que se inventara un traductor y ella emprendió su propio lenguaje que la conecta con el universo de los canes: el amor.

Suena cursi y lo es. Ella lo sabe y lo presume. No le avergüenza decir que ha llorado, se ha deprimido y rasgado las vestiduras por la muerte de un perro. Incluso, se escondía para llorar tranquilamente. Asegura haber sido duramente criticada y mientras lo recuerda, respira profundamente para conservar el temple y no romper en llanto ante la ausencia de su perro Clavo, que muriera ahogado tras un descuido.

El trabajo de Paty Ruiz, como una de las rescatistas y protectoras de animales más reconocidas de México ha ido más allá de solamente preocuparse y criticar el abandono que miles de perros callejeros padecen en el país y en el mundo. En 2012 se estimó que había 10 millones de perros en situación de calle a nivel nacional, a decir de la Secretaría de Salud federal.

En 2006 fundó lo que hoy es considerado como el primer santuario para perros en América Latina, Milagros Caninos, una asociación independiente que da albergue y una nueva oportunidad de vida a perros que, por diferentes circunstancias, han sido víctimas de la crueldad y el infortunio del destino y sus dueños. Hasta el verano de 2013, el centro localizado en Ciudad de México albergaba a 140 canes.

El trabajo no ha sido fácil -añade- no solamente por los esfuerzos que ella y los colaboradores de Milagros Caninos realizan por conseguir recursos económicos y donaciones para ayudar a perros en situaciones de maltrato y enfermedad, como cáncer, ceguera, sordera, paralíticos.

Esta mujer ha socorrido a perros que cargan con historias sacadas de un crudo cuento maquiavélico. El más conocido es Pay de Limón, un perro al que le fueron amputadas las patas delanteras por parte de un grupo criminal. Se dice que lo tenían como conejillo de indias para practicar las amputaciones que realizaban a personas secuestradas. Al no encontrar ayuda en México, una empresa estadounidense fabricante de prótesis animales, creó unas patas artificiales, mediante fibra de carbono y amortiguadores.

¿Qué tienen en común Paty Ruiz, el cantante Alex Lora (del Tri), el astronauta mexicano José Hernández y el premio Alfaguara 2004, Xavier Velasco? En que todos trabajan junto a sus perros.

También imagine al ex secretario de Gobierno de México (1994) y actual presidente de Fundación Azteca, Esteban Moctezuma Barragán, arrojándose -literalmente- con su mascota en el jardín de la casa después de llegar del más diplomático evento; o vea al jugador de futbol Gerardo Torrado entrenando junto a Ruffo, un bulldog blanco de manchas pardas.

"Uno piensa que las personas más cultas no le dan tanta importancia o no tienen tiempo para cuidar de un perro, pero me sorprendió la historia de Xavier Velasco, en todos sus libros aparece un perro y también siempre que está escribiendo hay uno a su lado. Dice que cuando está escribiendo, todas sus lágrimas caen encima de sus perros, ellos son los primeros en saber de qué tratan sus novelas".

Todo esto es precisamente lo que Paty Ruiz presenta en su más reciente libro: Milagros Caninos. Relatos conmovedores, consejos prácticos para cuidar a las mascotas, ese una recopilación de su trabajo al frente del albergue, historias de perros rescatados, y sobre todo, testimonios de aquellas figuras públicas que consideran a los perros como un integrante más de la familia.

Con más de 700 perros rescatados y tras 2 años de espera, Paty logró publicar el primero de muchos libros que compartirán la faceta "animalera" de algunos famosos que van desde el boxeador Juan Manuel Márquez, el flautista Horacio Franco, hasta los comediantes Eugenio Derbez y Consuelo Duval.

(V.pág.5-B del periódico El Informador del 15 de septiembre de 2013).


Epitafio de lord Byron.

Cuando un perro muere pierdes un amigo, pero ganas un ángel.
No llores por mí.

Me has dado un hogar donde cobijarme, me has proporcionado alimento y sobre todo, me has dado tu amor y tu compañía; lo ultimo que querría es verte sufrir por mí.

Ahora que no estoy contigo, no quiero verte triste. Deseo que cuando pienses en mi sonrías, pues así sabre que mi recuerdo te hace feliz.

Quiero que recuerdes los buenos momentos que compartíamos, nuestras muestras de cariño, nuestros juegos... y si alguna vez te defraudé, o me porte mal, perdóname...

Y, por favor, no tires mis juguetes, ni mi cama, ni mis cosas, porque en este mundo hay muchos otros colegas que viven en soledad, tristes y sin cariño... muchos que darían su vida por compartir la tuya.

No, no lo digas, no digas que no quieres tener más animales, eso me hace pensar que el tiempo que estuve contigo no te hice feliz.

Por favor, que mi muerte no sea en vano, que sirva para que otro tenga la suerte de poder vivir y conocer lo maravillosa que es tu amistad, que conozca la verdadera "vida de perro", que descubra el cariño.

No estés triste... Yo no lo estoy, porque se que guardas ese rinconcito especial para mí en tu corazón.


Naida

La historia de Hachiko, el perro que esperó durante años a su amo en una estación Shibuya, se vuelve a repetir en Rusia con una perra de nombre "Naida", quien esperó a su amo durante 3 semanas soportando bajas temperaturas y hambre, muriendo finalmente de cansancio. Según medios locales, mencionan que Naida quien era de raza Akita Inuse, se aferró a esperar a su dueño en las orillas del río Amur, en la ciudad de Jabárovsk, en el Lejano Oriente ruso a pesar de que vecinos insistieron en mantenerla en un lugar seguro para salvaguardarla del frío.

Sin moverse, Naida esperó durante 3 semanas sin éxito a su amo, sin embargo por su avanzada edad y las condiciones climatológicas del lugar, ella finalmente murió.

Vecinos de la zona dijeron que Naida dejó a una cachorra quien lleva el mismo nombre, por lo que se han comprometido a cuidarla pues la hazaña de su madre conmovió a propios y extraños.

Historias se repiten.

Hace un par de años se dio a conocer la noticia de un perro que se negó a alejarse de la tumba de su amo, un ciudadano chino llamado Lao Pan, que se cree no tenía familia.

En el pueblo ruso de Pesochensky se cuenta la historia de un perro que caminaba con su dueño por la carretera; el hombre se sentó en el borde de la carretera, donde un conductor no lo vio y lo atropelló.

Cuando llegaron la policía y los médicos, el perro ladró y no admitió que nadie se acercara al cadáver. En can comenzó a deambular por el lugar donde vio por última vez a su dueño, para esperarlo y seguir su camino.

(V.pág.11 de la sección "aviso de ocasión clasificado" del periódico El Informador del 7 de diciembre de 2013).


Hay un puente que queda entre el Paraíso y la Tierra, y se llama Puente del Arco Iris.

Cuando un animal que ha sido especialmente amado por alguien aquí en la Tierra muere, entonces va al Puente del Arco Iris.

Allí hay valles y colinas para todos nuestros amigos especiales, para que ellos puedan correr y jugar juntos.

Hay mucha comida, agua y sol, y nuestros amigos se encuentran cómodos y al abrigo.

Todos los animales que han estado enfermos o que eran ancianos, recuperan su salud y vigor; aquellos que fueron heridos o mutilados recuperan lo perdido y son fuertes nuevamente, tal como los recordamos en nuestros sueños de días y tiempos pasados.

Los animales están felices y contentos, excepto por una pequeña cosa: cada uno de ellos extraña a alguien muy especial, alguien a quien tuvo que dejar atrás.

Todos corren y juegan juntos, pero llega un día en que uno de ellos se detiene de repente y mira a la lejanía. Sus brillantes ojos se ponen atentos; su impaciente cuerpo se estremece y vibra. De repente se aleja corriendo del grupo, volando sobre la verde hierba, moviendo sus patas cada vez más y más rápido.

Tú has sido avistado, y cuando tú y tu amigo especial finalmente se encuentran, los dos se abrazan en un maravilloso reencuentro, para nunca separarse de nuevo. Una lluvia de besos cae sobre tu rostro; tus manos acarician nuevamente la cabeza amada, y puedes mirar nuevamente a los confiados ojos de tu mascota, tanto tiempo apartada de tu vida, pero nunca ausente de tu corazón.

Entonces los dos cruzan el Puente del Arco Iris juntos...

Autor desconocido


Lou Terrell, un ex alcalde de Del Mar (California), ha sacrificado su vida para salvar la vida de su perro. El animal se había quedado en mitad de las vías del tren mientras estaban dando un paseo.

Terrell, de 75 años, caminaba junto a su perro en una zona de acantilados cerca de la vía del tren, como habían hecho en infinidad de ocasiones. Un tren de Amtrak pasaba en ese momento por las vías y el ingeniero tocó la bocina para alertar de su presencia.

Parece ser que el fuerte ruido sobresaltó al perro y en vez de huir del sonido corrió hacia las vías. Terrell se apresuró para llegar hasta donde estaba su perro y sacarlo fuera del peligro. Desgraciadamente al sacar al perro de las vías, el hombre fue golpeado por el tren y murió al instante.

El perro no resultó herido y fue llevado por un agente a casa de la familia de Terrell.

"Cualquiera que tenga un perro habría hecho esto y habría intentado salvar a su perro, algo como esto ha salido terriblemente mal", explicó Jeff Jonas, un testigo de lo sucedido.

(V.Schnauzi.com del 6 de enero de 2014).


Huachi

Algunos lo llaman "Hachi", por el famoso perro japonés "Hachiko"; otros le dicen "Huachi" o "Huachito", pero lo cierto es que este can de color café y "raza perro" conmovió con su lealtad a los vecinos y comerciantes de Cochabamba, Bolivia, que cada día le dan de comer. Desde hace 5 años, el animal espera en la esquina de la avenida Papa Paulo y llora a su amo muerto en un accidente de tránsito.

"Deben ser unos 5 años desde que falleció su dueño en un accidente de motocicleta. El perro venía por detrás y se quedó aquí desde entonces", contó Román Bilbao Luján, el propietario de una carnicería ubicada a unos metros del lugar donde "Hachi" perdió a su amo, un estudiante universitario.

Todos los días el joven pasaba por la avenida en motocicleta con el perro como escolta, hasta que un día el muchacho fue embestido por un taxi y falleció cuando era trasladado al hospital, según relató esta semana la vendedora de diarios Aida Miranda.

Desde entonces, "Hachi" hizo de la avenida Papa Paulo su hogar y llora en la esquina donde ocurrió el accidente. "Él camina de esquina a esquina y vuelve a venir donde ha fallecido su dueño. Se va caminando, se para en una esquina y aúlla cuando ve la esquina donde ha muerto su dueño", explicó Elizabeth Martha García, quien ayuda en la venta de diarios a Miranda.

El "Hachiko" original fue un perro de raza Akita que pertenecía a Hidesaburo Ueno, un profesor de ingeniería agrónoma de la Universidad de Tokio que murió en 1925 tras sufrir una hemorragia cerebral mientras impartía una de sus clases. Pese a que su dueño había fallecido, el can acudió todos los días durante nueve años a la estación de Shibuya a la hora en la que llegaba el tren que siempre traía de vuelta a Ueno.

Cuando recién falleció su amo, el "Hachi" boliviano no paraba de llorar en la esquina donde ocurrió el accidente y aullaba y ladraba desesperadamente cada vez que pasaba una motocicleta por el lugar, pensando que se trataba de su amo, señala Román Bilbao.

Así como los usuarios de la estación de Shibuya comenzaron a dar de comer y a atender a diario a "Hachiko", el can boliviano también despertó la compasión y solidaridad en la avenida Papa Paulo, donde la gente le tomó cariño.

"Hachi" sabe que tiene desayuno asegurado con Bilbao, que le da pescuezos de pollo y agua todos los días entre las 6.30 y 7.00 en la puerta de su negocio. El perro se lleva una presa y retorna a su esquina para comerla; después camina un poco y a media mañana se dirige a un pequeño restaurante o al mercado vecino, donde sabe que podrá recibir algo para el almuerzo.

En las noches consigue alimento en una churrasquería donde el perro de mirada melancólica también recibe cobijo ocasional para pasar la noche.

Varias personas intentaron adoptar al can e incluso los familiares de su difunto amo se lo llevaron a su casa, del otro lado de la ciudad. Pero, al parecer, la nostalgia de "Hachi" es mayor, por lo que siempre logra escapar para volver a su esquina a esperar que su dueño vuelva a pasar por allí en motocicleta, como en los viejos tiempos.

(V.TN del 10 de enero de 2014).


Collie

Se hizo famoso cuando fue tapa de La Capital, aunque ya muchos lo conocían. Collie, el perro del cementerio La Piedad, fue protagonista de una historia de fidelidad impresionante. Desde hace nueve años no se movía de allí, donde llegó el día en que sepultaron a su dueño. Sin embargo, el paso del tiempo y el hecho de vivir deambulando, le jugaron una mala pasada: tras ser internado en una veterinaria, falleció ayer a la mañana.

Un día antes, un grupo de proteccionistas pedía ayuda a través de las redes para ocuparse de su salud. Es que había sido encontrado aullando de dolor. Por eso, algunas personas se comunicaron con el Instituto Municipal de Salud Animal (Imusa) para que fueran a retirarlo de la necrópolis. Según se supo, la repartición municipal tenía un inconveniente con los traslados, por lo que se activó la red de contactos de quienes velan por los animales de La Piedad y dieron con el veterinario Federico Bonino. El especialista llegó hasta el lugar y, de inmediato, decidió internarlo.

Cerca del mediodía del lunes, Bonino llegó tras el llamado de Marisa, integrante de una agrupación proteccionista. El perro "estaba en muy mal estado, deshidratado", dijo el veterinario quien, una vez en la clínica, detectó que tenía una insuficiencia renal grave que evidentemente fue avanzando con el tiempo sin ser detectada a tiempo.

Si bien recibió todos los cuidados, Collie hizo 2 convulsiones durane la noche y falleció al día siguiente. "Al menos pudimos hidratarlo y compensarlo, por lo que tuvo una muerte con dignidad", expresó Bonino compungido.

Es posible que los últimos días de calor hayan agravado el estado del perro que tendría entre 12 y 14 años. Al cierre de esta edición, se esperaba que referentes del cementerio fueran al centro de salud animal para llevarlo al mismo lugar donde vivió en los últimos tiempos.

Collie había llegado a La Piedad hace unos 9 años, el mismo día en que enterraron a su amo. Esa noche se quedó junto a la tumba y al día siguiente, cuando los familiares fueron por él, no hubo forma de llevarlo. Hubo unos días de pausa y regresaron, en este caso con una soga. No obstante, eso fue en vano.

Siempre volvía. Dicen que al dueño lo cremaron y que eso lo desorientó, aunque Collie seguía yendo al sector donde comenzó la historia y el resto del tiempo se quedaba cerca de las oficinas de entrada, el mismo sector donde ayer todos lamentaron su partida.

(V.La Capital del 22 de enero de 2014).


Perrito atropellado a las afueras de San Juan Cosalá, Jal.

Veo el bulto a media carretera, justo sobre la raya de en medio. Ojalá sea una bolsa de basura, me digo a mí misma tratando de prevenir el dolor. Pero no, ahí está el perro. La mente toma el mando: síguete, ya está muerto. Mi yo responde "hace 30 min que pasaste no estaba ahí". Miro la hora, si me detengo voy a llegar tarde a trabajar. 80 metros más sobre la carretera y decido orillarme. El de atrás me recuerda a mi mamacita. Tomo los guantes de carnaza, cómo pesan estas botas de seguridad, pero por lo menos haz un esfuerzo: orilla el cadáver, es un cuerpo y merece dignidad. Camino lentamente y con miedo, mirando a ambos lados de la transitada carretera ribereña. Estoy sola, sin nadie que me eche aguas. Los vehículos circulan a toda prisa en ambas direcciones. Tomo aire y valor al mismo tiempo ,me dirijo al centro. ¡No, Dios! ¿por qué? Ojalá hubiera muerto del golpe, sin embargo, el animal está vivo, respira y le duele todo su pequeño cuerpo roto, quebrado, fracturado. No puedo evitar sentir a través de él la angustia de no poder moverse y que los carros pasaran tan peligrosamente cerca. Lo cargo hacia un lado de la carretera y permito a mi parte fría e intelectual tomar el mando. Por eso traigo diario este mochilón, para estos casos. Cargué la jeringa y apliqué el medicamento, poco a poco su respiración se fue haciendo más lenta hasta que dejó de sufrir, mientras yo lo acariciaba y le hablaba como a ningún ser humano le he susurrado en mi vida.

Una vez en la camioneta, manejando de regreso y mientras escribo, no he dejado de llorar.

Mi estimada amiga María Aparicio Cid
(Facebook, 29 de enero de 2014).


¿Qué deja un perro cuando se va?

En vida, mi perro pesaba 7 kilos. Leí esta información hace días, en una mañana en la que saqué todos sus papeles de vacunación. Sus cenizas pesan apenas más que un manojo de plumas. Llegaron la semana pasada, en una pequeña caja de madera rosa. La moví de lado a lado y los contenidos eran tan escasos que se trasladaban de una esquina a otra: lo que queda de mi perro es tan poco que a duras penas ocupa su ataúd. Eso es lo que queda, y casi nada más: el cojín y la sábana azul sobre los que dormía, sus viejos escondites, y algunas canas que, días después de que muriera, aún flotaban por la sala, como hojas de diente de león.

Los seres humanos se van y dejan kilos de ropa (muchos más que 7). Se van y dejan joyas, colecciones de libros, coches y, a veces, casas. Dejan cuentas de tuiter, correos electrónicos, páginas de facebook: corolarios de identidades hechizas, rastros del disfraz. Se van y dejan un trabajo, una cama, dinero en el banco. Los perros se van y aparentemente no dejan nada. Dejan, acaso, lo que nosotros les dimos: las casitas en las que dormían, las pelotas que correteaban, los huesos que mordían. Dejan las impresiones que tomamos de ellos: sus cuerpos cachorros decoran nuestros álbumes, esperan en los vericuetos de nuestros discos duros. Dejan, quizás, recuerdos, pero mientras que una sola persona interviene en la vida de decenas de individuos, la vida de un perro es prácticamente inconsecuente salvo para aquellos que compartimos techo con él.

Mi perro llegó a mi casa dos meses después de que yo cumpliera trece años. Por lo tanto, he vivido más tiempo a su lado que sin él. Era más viejo que todas mis amistades, que casi todos mis objetos: que mi coche, mi computadora, mi teléfono y mi colección de DVD´s. Tengo recuerdos concretos suyos, muchos más de los que tengo con personas a las que conozco por casi el mismo tiempo. A pesar de que era un animalito de siete kilos, su personalidad me quedaba clara. Era un hosco irredimible, un perro de cariños muy particulares; nervioso, digno y leal. No quiso a muchas personas en su vida. Quiso a mi mamá, me quiso a mí y creo -porque se la pasaba mordiendo sus patas traseras- que quería al labrador con el que compartió un jardín por 12 años. Un perro ama porque sí, y a cambio solo recibe cobijo, un plato de croquetas y agua. Te ama, quizás, porque sabe que lo escogiste, que entre todos sus hermanos lo tomaste desde adentro de una caja de cartón para llevarlo a tu casa. Por eso me senté a su lado, un día antes de que lo durmieran, y no supe qué otra cosa decirle más que gracias. Me agaché, besé la diminuta cabeza de ese anciano adolescente y le agradecí que me quisiera así a cambio de prácticamente nada. He sido mucho más atento con personas que me han querido mucho menos, así que ese gracias era, también, una disculpa por no haberlo acariciado más, por haber jugado nintendo en vez de salir al jardín a acompañarlo, por no haberlo querido a él como él me quiso a mí.

Llegó su acta de cremación y su nombre venía mal escrito. Lo tomé con filosofía. Después de todo, ¿a quién después de mí le puede importar mi perro? Y no tendría por qué ser de otra manera: él tampoco quiso a muchos más. Ese pequeño guardián que me vendieron como schnauzer a pesar de que claramente venía de la calle, fue todo mío. Fue el final de mi infancia y toda mi adolescencia. Fue mi bienvenida de la escuela, mi adiós antes de un viaje y el ruido que me arrullaba a la hora de dormir. Se fue y me dejó todo eso: un corazón hinchado de recuerdos impolutos, sin un solo agravio, sin una sola pena. Solo para mí y para los pocos que lo quisimos. Y con eso me basta.

Daniel Krauze(v.laperragorda.net del 5 de febrero de 2014).


Pablo Neruda

Mi perro ha muerto.

Lo enterré en el jardín
junto a una vieja máquina oxidada.

Allí, no más abajo,
ni más arriba,
se juntará conmigo alguna vez.
Ahora él ya se fue con su pelaje,
su mala educación, su nariz fría.
Y yo, materialista que no cree
en el celeste cielo prometido
para ningún humano,
para este perro o para todo perro
creo en el cielo, sí, creo en un cielo
donde yo no entraré, pero él me espera
ondulando su cola de abanico
para que yo al llegar tenga amistades.

Ay no diré la tristeza en la tierra
de no tenerlo más por compañero,
que para mí jamás fue un servidor.

Tuvo hacia mí la amistad de un erizo
que conservaba su soberanía,
la amistad de una estrella independiente
sin más intimidad que la precisa,
sin exageraciones:
no se trepaba sobre mi vestuario
llenándome de pelos o de sarna,
no se frotaba contra mi rodilla
como otros perros obsesos sexuales.
No, mi perro me miraba
dándome la atención que necesito,
la atención necesaria
para hacer comprender a un vanidoso
que siendo perro él,
con esos ojos, más puros que los míos,
perdía el tiempo, pero me miraba
con la mirada que me reservó
toda su dulce, su peluda vida,
su silenciosa vida,
cerca de mí, sin molestarme nunca,
y sin pedirme nada.

Ay cuántas veces quise tener cola
andando junto a él por las orillas
del mar, en el invierno de Isla Negra,
en la gran soledad: arriba el aire
traspasado de pájaros glaciales,
y mi perro brincando, hirsuto, lleno
de voltaje marino en movimiento:
mi perro vagabundo y olfatorio
enarbolando su cola dorada
frente a frente al Océano y su espuma.

Alegre, alegre, alegre
como los perros saben ser felices,
sin nada más, con el absolutismo
de la naturaleza descarada.

No hay adiós a mi perro que se ha muerto.
Y no hay ni hubo mentira entre nosotros.

Ya se fue y lo enterré, y eso era todo.


Te prestaré un perro.

-Te prestaré, por un tiempo un perro- me dijo una voz. -Para que lo ames mientras viva y lo llores cuando muera, tal vez serán 12 o 14 años, incluso puede ser por tan sólo 2 o 3. ¿Lo harías? ¿Lo cuidarás por mí mientras lo llamo de regreso? Tendrá encantos que te maravillarán y si su permanencia contigo es corta, siempre tendrás sus recuerdos para aligerar su pérdida. No puedo prometerte que se quedará, ya que todo lo terrestre debe terminar. Pero hay lecciones que quiero que este perro aprenda. He buscado por todo el mundo tratando de encontrar un maestro verdadero. Y de entre toda la gente que habita la Tierra, te he escogido a ti. Ahora dime, ¿le darás todo tu amor y pensarás que el esfuerzo vale la pena? ¿No odiarás al mundo y a la vida cuando venga de nuevo por él?

Y entonces contesté: -Sí, estoy dispuesto, eso haré. Porque toda la alegría que este perro me traerá vale bien la pena a cambio del dolor de perderlo. Lo resguardare con ternura, lo amaré de todo corazón mientras pueda y por el amor que me dará siempre estaré agradecido. Si vienes por él mucho antes de lo que espero, seré fuerte ante la pena y trataré de entender el por qué. Si, a través de mi amor, logré cumplir tu plan para él, ayúdame a ser fuerte mientras lloro su partida. Y en su recuerdo sé que encontraré que quien más aprendió fui yo...

Autor no mencionado
(Facebook, 10 de febrero de 2014).


La emotiva carta de un hombre a su perro recién fallecido.

Un hombre ha querido dejar por escrito su inmenso amor hacia su mascota, Zoe, un perro recientemente fallecido, en una carta en donde expresa todo su agradecimiento por los años compartidos y en donde rememora el día a día junto al can. Una misiva llena de cariño y nostalgia por la pérdida irreparable de Zoe.

Querido perro:

"Mi querido Zoe:

Tu papá Tim regresó a San Francisco la pasada noche. Esta fue la primera noche en más de un año que ha pasado sólo. Tu cama todavía está en el suelo, junto a la mía. No estoy preparado para hacer frente a la fría madera que hay debajo. En mi camino a la cama tengo que tomar un momento para estar al lado de tu espíritu, para decirte que papá Bob te ama más que a nada en el mundo, lo he hecho cada noche. Echo de menos el calor de tu cuerpo y los golpes en mi mano que me dabas mientras masajeaba la parte lateral de tu hocico. Entonces, como he hecho muchas noches antes, me acuesto en mi cama. Recordando todas esas noches que te levantabas para beber agua, luego volvías y te acercabas a mi cama para asegurarte de que todavía estaba allí antes de regresar a tu propia cama, te susurraré te amo al menos 2 veces más para que sepas que estoy cerca.

He quitado las mantas y golosinas del asiento trasero del coche. Papá Tim cogió la docena de mantas del baño esparcidas por el suelo y las de la sala de estar. Mi cerebro me juega malas pasadas en los últimos días. Si veo por el rabillo del ojo algo tirado en el suelo, la aspiradora o un montón de ropa instintivamente me pongo en modo cauteloso, para tener cuidado y no pisar tu cola.

Cada vez que abro la puerta de mi mente automáticamente busco tu cabeza levantada mirando hacia mí y las orejas en punta. Mis propios oídos buscan excitados el lloriqueo emocionado acompañado de un movimiento de cola. A las 9:30 de la mañana me esperaba verte esperando ansiosamente en la puerta trasera del jardín. 'Es hora para las aventuras de Zoe y Bob', diría yo, mientras tú corres hacia mí y esperas pacientemente al lado del coche hasta que abra la puerta. Como anticipé estos últimos días podía oír el eco de las voces de los que habían estado y se habían ido.

Una a una perdiste tus habilidades para comunicar alegría. Alejaste la cabeza lejos de la comida y tu voz se redujo a un débil gemido. Pero cuando puse mis dedos en tu hocico, recorriendo cada dedo de arriba a abajo entre tus ojos, eras capaz de empujar tu cabeza contra ellos y decir te amo papá Bob. Después de la primera inyección pudiste encontrar rápidamente la paz. Puse mi mano sobre tu torso, ya que se elevó arriba y abajo con cada respiración. Papá Tim se sentó directamente enfrente de mí en el otro lado de su cama. Apenas unos segundos después de la inyección sentí que tu espíritu pasaba a través de mi cuerpo. Incapaz de contener las lágrimas, lloré lágrimas de alegría por liberarte del sufrimiento. Lloré lágrimas de tristeza por la pérdida de tu compañía. Lloré lágrimas de dolor por la cantidad de pena que tenía por delante de mí. Me consuela el hecho de que tu estás aquí conmigo. Voy a tratar de emular tu capacidad estoica para aceptar lo que viene después. Te llevaré en mi corazón hasta el final de los tiempos. Cada vez que me enfrento a un nuevo reto o camino nuevo, voy a recordar el amor incondicional que me llevó a cuidar de tí, para que lo tengas tú también. Me lo voy a aplicar a mí mismo, usando lo que me has enseñado sobre lo que significa ver la vida desde la perspectiva de un perro."

Autor no mencionado
(v.Amigo Animal del 6 de marzo de 2014).


El cantar de los perros

El cantar de los perros.

Hace más o menos 15,000 años que la Humanidad domesticó al primer perro. La fecha en que comenzó a ponerles suéteres y meterlos al cine dentro de bolsos de mano es menos remota. No hay otro animal tan flexible a nuestros deseos. En nuestras sociedades, el perro es mascota, guardia de seguridad, alarma, pastor, acompañante, lazarillo, terapeuta, juguete. También es víctima y paria. Algunos son tratados como hijos y cubiertos de arrumacos y otros, muchos más, sufren vidas miserables, peligrosas, violentas. Su destino está ligado de tal modo al nuestro que sus peripecias, a veces, nos representan como una suerte de sombras chinas.

Nuestra cercanía milenaria los ha transformado de tal modo -alguien dirá que los ha desnaturalizado- que su variedad de aspectos y actitudes es, a estas alturas, tan amplia como la de los propios humanos. Hay perros colosales y diminutos; unos muestran modales de Lord británico mientras que otros, por el contrario, se comportan con la irritante malevolencia de un chamaco mimado; los hay glotones y faquires, expansivos y reservados. Los hay abnegados y los hay buenos para nada. Una tipología precisa de los perros correría quizá el riesgo de convertirse en un estudio de los caracteres de los hombres y mujeres que los han criado.

Los hemos humanizado a tal punto que tendemos a juzgar sus acciones y reacciones con categorías que a pocos se les ocurriría utilizar para otra bestia, digamos un pato, ornitorrinco, guepardo o tapir, animales raramente asociados con palabras tan tremendas como "lealtad" que, sin embargo, al respecto del perro es lugar común. También hay que aceptar que, en ocasiones, les exigimos demasiado. Los perros son, en general, menos sucios que los borregos, cuya lana blanca, sin embargo, solemos asociar triunfalmente con la limpieza (asunto simbólico que nadie que haya tenido la oportunidad de olfatear un corral de granja y atestiguar la mugre que acumulan sus inquilinos se tomará demasiado en serio). Y, aunque los aficionados a los gatos quizá se resistan a creerlo, la tradicional superioridad intelectual de los felinos con respecto a los canes no es, probablemente, nada más que una ficción. Según un estudio publicado en 2009 por la revista británica New Scientist, los perros, como especie, superan en inteligencia a los gatos, al menos por lo que se refiere a su capacidad de comprender a los humanos.

Puede sostenerse que a los enemigos del perro, mejor que a los de cualquier otro bicho, les acomoda aquella reflexión de Chesterton en torno a que cualquiera que odie activamente a los animales es un decidido misántropo que no tardará en volverse contra el humano (a fin de cuentas, otro animal). Eso sí, es más que posible que el viejo Chesterton considerara que tratar a los perros como a muñequitos y sentarlos a la mesa, dormir entre sus patas y hasta orillarlos a hábitos insólitos para los carnívoros, como el vegetarianismo, no es sino otra forma de maltrato, no menos nocivo que la evidente barbaridad de criarlos para que sean gladiadores.

Pero es difícil, a estas alturas, sostener posiciones ortodoxas al respecto de seres a los que nos hemos afanado en modificar y que hemos llevado con nosotros a bordo de barcos, aviones y naves espaciales, a través de migraciones, guerras y conquistas, a quienes hemos confiado, en su momento, nuestros rebaños, nuestras casas, nuestros hijos.

Nos acompañan desde antes de que supiéramos sembrar, escribir o montar a caballo. Fueron nuestros primeros aliados. Y, por concluir también con Chesterton, digamos al fin que se podría comparar a un perro con un almirante salvo porque un perro es, con toda probabilidad, un tema mucho más crucial y atractivo que un almirante.

Antonio Ortuño
(v.pág.5-B del periódico El Informador del 6 de abril de 2014).


Carta de un perro a su amo.

En el estado de Washington un perro no tiene patas traseras, pero puede mantener equilibrio suficiente como para correr solamente con las 2 patas delanteras, como se aprecia en un video en YouTube. Duncan nació con las patas traseras deformadas que le fueron amputadas. El bóxer de 9 meses pertenece a Amanda Giese y Gary Walters, que administran el centro de rescate de animales Panda Paws Rescue, en Felida. La pareja llevó a Duncan a Rockaway Beach, en la costa de Oregón, en marzo y tomó el video del animalito corriendo por la arena. Giese dijo que trataron de acomodarlo primero en una silla de ruedas especial, pero a Duncan le disgustaba y pudo arreglárselas sin ella.

(V.pág.20 del "aviso de ocasión clasificado" del periódico El Informador del 7 de abril de 2014).


Cuando Dios hizo al hombre debe haberse sentido satisfecho, pero no del todo; por eso creó al perro como complemento y lo dotó de algunas virtudes que no todos los hombres manifiestan, como la lealtad.

Flavio Romero de Velasco, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y exgobernador de Jalisco
(V.pág.4-A del periódico El Informador del 10 de mayo de 2014).


Capitán sigue al lado de la tumba de su dueño, en el cementerio de Carlos Paz, Córdoba, después de nada menos que siete años. Está ahí desde el 2007 y llegó tiempo después que su amo, Miguel Guzmán, falleciera.

La familia, allá por el 2007, perdió al canino durante meses y volvió a encontrarlo tiempo después delante de la tumba.

La historia causó tanta conmoción que hasta un grupo de documentalistas franceses fueron a la ciudad cordobesa para grabar a Capitán y lo mostraron en el programa 30 Millones de Amigos.

"El perro está bien, vienen a traerle comida, lo atienden los veterinarios; se lo ve viejito, pero bien", dijo Pablo Castro, uno de los cuidadores del cementerio.

(V.Noticias Ambientales del 17 de junio de 2014).

El último día de la vida del labrador Duke

Si pudieras elegir cómo pasar tu último día de vida, ¿qué harías?. Las despedidas tienen ese sabor agridulce de todas las cosas bonitas que llegan a su fin para no perder su belleza. La historia de Duke es triste y alegre a la vez.

Duke era un perro de una familia de Houston al que le detectaron un tumor en el hueso. Tras muchos tratamientos fallidos el animal comenzó a perder calidad de vida y los propietarios decidieron poner fin a esos días de sufrimiento por lo que concertaron una fecha con el veterinario para suministrale un inyectable letal: el 7 de julio.

Con todo el dolor de su corazón, los dueños de Duke quisieron organizarle una despedida especial y para ello organizaron el día perfecto: Los propietarios invitaron a su mascota a un banquete de hamburguesas para que cogiese fuerzas antes de ir a divertirse al parque acuático o dar un paseo por el parque.

La iniciativa de los 'padres' de Duke ha conmovido a muchos dueños de perros que también han empezado a compartir en la red ese día especial que han organizado para su más fiel amigo antes de dejarlos partir y descansar en paz.

Duke en su festín de hamburguesas. Duke en el parque acuático. Duke en el parque recibiendo su inyección letal. Duke en el parque descansando en paz.

(V.ANTENA3 TV del 15 de julio de 2014).


Un perro sacó del mar a un niño de 5 años que se estaba ahogando en San Benedetto del Tronto, Italia; sin embargo, la mascota tragó tanta agua que murió antes de llegar a la orilla.

El perrito de 7 años, llamado Birillo, era la mascota de Claudio Coppola y su esposa, quienes habían viajado a San Benedetto de vacaciones. Estando el domingo en la playa, un niño de 5 años llamado Lucas entró al mar sin que su abuela se diera cuenta y comenzó a ahogarse.

El perro se dio cuenta y comenzó a ladrar para llamar la atención; después decidió lanzarse al mar para rescatar al niño en peligro. El animal llegó hasta el niño y fue entonces cuando su dueño, Claudio Coppola, se dio cuenta de lo que estaba pasando y nadó también hasta el pequeño para rescatarlo.

Claudio llevó al niño hasta la playa, pero Birillo se ahogó antes de llegar a la orilla, después de tragar demasiada agua en su intento por rescatar al pequeño de 5 años.

Birillo.

La familia del niño rescatado, agradecida por el acto heroico del perrito, pero al mismo entristecida por la muerte del animal, pagó los gastos del funeral de Birillo, que a petición de su dueño, fue cremado y sus cenizas fueron colocadas en una urna.

(V.azteca noticias del 14 de agosto de 2014).

Ma Kettle (Lady).

Una perra labrador caminó casi 50 kilómetros de regreso a casa luego de que se perdiera, en Kansas, sólo para que su antigua familia la rechazara cuando logró volver a su hogar.

Lady, como la llamaba su difunta dueña, se quedó sin la casa a la que alguna vez perteneció. Ma Kettle fue llevada a un refugio de animales del condado de Chautauqua, ahí fue adoptada por una familia aunque más tarde fue regalada porque no lograba llevarse bien con un cachorro de la familia.

Ma Kettle ya había sufrido bastante con la muerte de su dueña, el rechazo de su familia y al ser regalada de nuevo. La perrita escapó de su 3a. casa y al ser encontrada en la calle fue regresada al refugio de animales.

Pero su triste historia termina cuando la famosa escritora Helen Rich la adoptó. Lady, como la llaman de nuevo, subió a un avión privado con destino a Odessa, Florida, en donde vivirá con otros perros rescatados en una casa de más de casi 3,500 metros cuadrados.

(V.Noticias Ambientales del 15 de agosto de 2014).

La Loca de los Perros.

A los 12 años su mamá le dijo que estaba loca. Pero esa locura no brotó de la nada, sino de su misma sangre. Es una herencia que su progenitora también llevaba consigo y se la contagió. Que la niña Carmina Ortega Bernal haya rescatado a un perro callejero -el primero de miles- de una construcción fue consecuencia de que la señora hacía lo mismo, pero hasta con animales de granja.

El perro, de nombre Chibum, no duró mucho tiempo con la niña Carmina, la Loca de los Perros, porque tuvo que regalárselo a un empleado de su abuelo. Sólo con el acuerdo de que cuidara de él. Así fue. Chibum murió 8 años después por causas naturales.

Para seguir con el rescate de perros, la única condición que su madre le impuso fue que mientras viviera bajo su techo sólo metería un can a la vez. Semana tras semana había uno nuevo arrebatado de las manos de la incertidumbre con la que viven en la urbe.

Pasaron 1, 2, 3 y más años hasta que la Loca de los Perros encontró un protocolo para salvaguardar la salud de los caninos. Paso 1: llevarlo al veterinario. Paso 2: un baño medicado que mate toda pulga y garrapata. Paso 3: corte de pelo para eliminar rastas. Paso 4: llevarlo a una pensión o casa puente. Paso 5: publicitar su adopción.

***

Los perros vagabundos tienen la fortuna de tener alguien que vea por ellos. Incluso antes de que la reciente creación de la Ley de Protección y Cuidado de Animales fuera promulgada ya existían asociaciones que velaban por la vida y derechos de los caninos.

La Loca de los Perros junto a otros "locos" crearon una asociación civil llamada Animal Fest que tiene como objetivo "promover la adopción y esterilización animal", organiza conciertos, congrega a miles en las calles para paseos multitudinarios y en Facebook suman más de 10,000 seguidores.

"'Nosotros no publicamos contenidos amarillistas', explica Carmina. 'No queremos colgar videos de perros sufriendo. Queremos ser propositivos y que la gente vea que todo lo que nos donan -croquetas, camisas, paliacates, las vacunas para algún rescatado- es expuesto al público'."

Aunque recientemente esa política se quebrantó. Animal Fest publicó el video que el diputado Gildardo Guerrero expuso en las redes. En el audiovisual se puede mirar a un hombre tirando un pit bull por la ventana, luego rebotar en la reja de la casa y azotar en el piso.

El escándalo llegó a la opinión pública y a las autoridades, quienes detuvieron a Eduardo Vélez -el villano del video- y luego de unos días lo soltaron porque supuestamente no hubo un denunciante. Vélez, ya en libertad, salió con un machete a las calles y amenazó a sus vecinos por delatarlo.

La vecina denunciante es respaldada por Animal Fest y por las autoridades, que después de soltar al asesino, le mandaron una patrulla para su vigilancia y salvaguardia de su integridad.

Ahora Eduardo Vélez es buscado de nueva cuenta por la justicia y dejó 2 perros pit bull huérfanos. La hembra es ciega, el otro la cuida y le sirve de lazarillo. La asociación los rescató y buscan acomodarlos en algún hogar.

***

Luego de 20 años en el negocio, a la Loca de los Perros le ha tocado ver de todo. Hasta perros violados. Pero también existen las historias melosas. Las que acercan más a amantes y no amantes de los caninos con los animales.

Una vez sí me la manché, confiesa. Iba por periférico y vio un perro en medio del chapopote, perdido y sin rumbo. Frenó su carro. Abrió la puerta, lo tomó y se lo llevó. Atrás de su coche: una fila de automovilistas enfurecidos. A un costado: decenas de mentadas de madre pasaban a 60 por hora.

***

Que le llamen locura a lo que ella se dedica. Carmina decidió tomar una causa bien perra en su vida. Pero también entiende que primero están las personas y luego los animales. Antes que la responsabilidad por los caninos que rescata, está su familia y sus seres queridos.

Carmina ha visto enloquecer a otros por rescatistas. Con conocimiento de causa dice que el día que se desequilibre de verdad, que no pueda separar su vida de persona con la de su causa, cuando viva como un perro, ese día estará realmente loca.

Julio González
(v.pág.1-B del periódico El Informador del 24 de agosto de 2014).

Historia de perro abandonado en perrera

Abandonado en una perrera.

A ti, mi querido amo:

Mi entrada en ese lugar fue algo indescriptible. Todos hablaban decidiendo mi suerte. Todos decían que sí; pocos o nadie decía que no. Y, por fin, mi suerte fue echada: fui abandonado en ese lugar que creo que los humanos llaman "perrera".

¡Las puertas se abrieron! Yo sentí un miedo espantoso. No quería entrar y con la cola entre las patas aullaba, tratando de que tú, amo, dieras marcha atrás y que me llevaras a casa. Al parecer tú no entendías, no te dabas cuenta del enorme sufrimiento que me causaba el pensar en no ver a mi familia. Yo pensaba: ¿por qué me hacen esto? No he mordido a nadie, he tratado de no ladrar tanto, siempre te espero hasta la hora en que tú llegas y con meneos de cola y lengüetazos te demuestro el amor que te tengo. Y por más que pensaba y pensaba, sólo llegaba a una conclusión: ¡no entendía por qué me abandonabas!

Poco a poco trataste de tranquilizarme -y lo lograste- mi querido amo, porque tu voz era para mí como un bálsamo capaz de calmar cualquier angustia. Me dijiste que no tuviera miedo, que ibas a regresar por mí y que nuevamente volveríamos a estar juntos. Eso bastó para que mi alma de perro ya no albergara ningún temor, y entonces me dije: "ya ves, Lobo, estás exagerando. Entra, tienes que demostrarle a tu amo que confías en él, y que valientemente esperarás el momento en que regrese por ti". Y así lo hice.

Recuerdo que una vez que estuve dentro, vi a muchos de mis hermanos perros, muy angustiados, y a otros que indiferentes sólo miraba, y entre ellos se decían: "Mira, uno más que vienen a abandonar". "Te equivocas, a mí no me van a abandonar. Mi amo volverá por mí, él así me prometió y nunca me ha fallado, y para que vean que los quiere ayudar, le voy a pedir que saque de aquí también a muchos de ustedes para que vean lo bueno y noble que es mi amo".

Estábamos en eso cuando bruscamente fuimos interrumpidos por una enorme soga que rodeó mi cuello, y con palabras que nunca en tus labios había escuchado, fui arrojado a una jaula en donde yacían cuerpos famélicos que parecían no tener vida. Entonces me dije: "deben haberse equivocado de jaula, porque esta debe corresponder a algunos de mis hermanos que quizás han librado una larga enfermedad y están recuperándose para volver a casa. ¡Sí!, eso debe ser". Y traté amo de buscarte, para que ordenaras que me sacaran de ahí; y te busqué amo, y ¡te busqué!, pero tú ya habías desaparecido...

Pasaron los minutos, las horas, los días, como una lenta agonía que poco a poco me hacía perder la esperanza de volver contigo. Pero necesitaba verte, aunque solamente fuera una vez más, y eso, me mantenía con vida.

En esos días miles de recuerdos se agolparon en mi mente. Me vi desde cachorro cuando tú, mi querido amo, me rescataste de ese lugar frío y sucio en donde por última vez vi a mi madre, a la que casi no recuerdo. Me llevaste a casa; todos me recibieron con mucho cariño, ¡hasta me subían a las camas! Y así fui creciendo rodeado de mi familia, ¡que era todo y lo único que tenía! Y conocí contigo la lealtad y la felicidad de tu compañía.

Recuerdo que después no me permitían ya la entrada a la casa, seguro porque tenían miedo de pisarme. Hasta con eso demostraban el gran amor que me tenían, y que siempre guardaré en mi corazón. Una noche oí que gritaban, y aunque no lograba entender lo que decían, escuché varias veces mi nombre. Después ya no supe lo que paso, sólo recuerdo que tú, con palmadas en mi cabeza me decías: "tranquilo Lobo, todo va a salir bien. Yo no voy a abandonarte, te lo prometo mi querido lobo". Y yo, con meneos de cola, agradecí tus palabras, aunque no lograba comprender que era eso que ustedes los amos llaman "abandono". Y cuando lo supe, amo, sufrí intensamente sin verte, sin percibir tu presencia que me hacía tan feliz, sin sentir tus caricias sobre mi cabeza, ahora tan dolida por tantas mordidas que he recibido de mis hermanos, que al igual que yo, están tan angustiados porque nadie viene por ellos.

De pronto, mis cavilaciones fueron interrumpidas; llegó ese señor a quien todos nosotros le temíamos. Entró a la jaula con un lazo en la mano, y todos nos arrinconamos como si quisiéramos fundirnos en uno solo... pero era inútil, uno a uno eran arrancados de la jaula. Después, todo quedaba en silencio. Todos nos mirábamos atemorizados, sin saber cuál sería el siguiente pero seguros de que a cada uno de nosotros le llegaría el turno. Nunca volvíamos a ver a todos aquellos que salían... ¿qué pasaba con ellos? No lo sabíamos, pero mi instinto me decía que no era nada bueno, y que me aterraba que llegara ese momento.

Y mi turno llegó. Fui arrastrado a un cuarto frío y oscuro. Cuando me metieron, había muchos hermanos míos, y aullando, unos trataban de salir por esa pequeña puerta que fue bruscamente cerrada cuando yo entré. Yo solamente miraba, no sabía lo que nos iban a hacer. De pronto, de mi cuerpo se apoderó un pánico que nunca antes había sentido y comencé a aullar junto con mis hermanos. Me empezó a faltar el aire, mi corazón latía rápidamente, la orina se escurría entre mis piernas sin que yo pudiera evitarlo; empecé a sentir mi cuerpo convulsionándose en dolorosos espasmos; de mi hocico comenzó a brotar mucha espuma que hacia aún más difícil poder respirar... ¡todo era dolor... angustia...! Sin embargo, mi cuerpo se refugiaba en esa pequeña puerta con la esperanza de que tú, amado amo, aparecieras y mitigaras el dolor de mi cuerpo que tanto me hacia sufrir...

¡TU JAMÁS LLEGASTE!

Después, nada... todo quedó en silencio.

Ya no supe más de mí, pero te juro mi querido amo, que mi último pensamiento ¡FUE PARA TI!

"LOBO" se fue al cielo un 24 de diciembre.

Causa de muerte: golpeado y electrocutado ¡por decisión expresa de su AMADO AMO!

"NO ABANDONES A QUIÉN MÁS TE AMA"

(V.Amor Por Los Animales del 29 de septiembre de 2014).

Una carta escrita por el perrito que abandonaste

Cuando era un cachorrito te entretenía con mis travesuras y te hacía reir. Me querías como a un hijo, y a pesar de haberte mordizqueado algunos zapatos me convertí en tu mejor amigo.

Aunque a veces no me portaba bien, me reprendías con tu dedo levantado y me preguntabas "¿Cómo pudiste?", pero después me perdonabas y volvías a jugar conmigo.

Mi entrenamiento dentro de la casa fue más corto de lo que esperaba debido a que siempre muy ocupado.

Recuerdo aquellas noches contigo sobre la cama, me acariciabas la nariz, escuchando tus confidencias, sueños secretos y creía que la vida no podía ser más perfecta.

Hacíamos largas caminatas y corríamos en el parque, paseábamos en carro y parábamos para tomar un helado (sólo me tocaba el cono porque me decías "el helado es malo para los perros"). Tomaba largas siestas bajo el sol esperando tu regreso a casa al final del día.

Gradualmente empezaste a pasar más tiempo en tu trabajo y en tu carrera y buscando una compañera humana. Yo esperaba por ti pacientemente consolando tu corazón roto y tus desplantes. Nunca te reprendí acerca de tus malas decisiones y celebraba con júbilo tu regreso a casa o cuando estabas enamorado.

Ella, ahora tu esposa, no es una persona a la que le agraden los perros, aún así, le daba la bienvenida en nuestra casa al tratar de mostrar afecto y obedecer. Era feliz porque tú eras feliz. Después los bebés humanos llegaron y compartí contigo tu fascinación. Estaba encantado con sus travesuras, con su olor y también quería cuidarlos. Solamente ella y tú se horrorizaban de que pudiera hacerles daño y pasé mucho tiempo desterrado en otra habitación o en mi canasto. ¡Ay! cuánto deseaba amarlos, pero me convertí en un prisionero del amor.

Cuando comenzaron a crecer, fui su amigo, los lamía mientras ellos galopaban sobre mi espalda; con sus dedos hurgaban mis ojos y mis orejas al darme también besos en mi nariz. Amé cada cosa de ellos, sus caricias -porque las tuyas eran poco frecuentes- y los hubiera defendido con mi vida de haber sido necesario.

Me gustaba meterme en sus camas y escuchar sus temores y sus sueños secretos, y juntos esperábamos el sonido de tu carro en la calle.

Hubo una época, cuando otros te preguntaban si tenías perro, en que sacabas mi foto de la billetera y les contabas historias sobre mí; pero desde hace pocos años respondes sólo sí y cambias de tema. Yo había pasado de ser "tu perro" a ser sólo "un perro", y te quejabas de cada gasto de mi mantenimiento.

Ahora tienes una nueva oportunidad de carrera en otra ciudad y todos ustedes se estarán mudando a un apartamento donde no permiten perros. Has tomado la correcta decisión por tu familia, pero hubo una época en la que yo era tu única familia.

Yo estaba emocionado montado en el carro, hasta que llegamos al albergue para animales. Olía a perros y gatos, a miedo y desesperanza. Llenaste el formulario de entrada y dijiste: "sé que encontrarán un buen hogar para él"; el personal se encogió de hombros con una mirada afligida. Ellos conocían la realidad de los perros o gatos adultos.

Tuviste que separar las manos de tu hijo que sujetaban mi collar cuando él gritó "¡no papá, no permitas que se queden con mi perro!". Me quedé preocupado por él, pero qué lección fue la que le diste a tu hijo acerca de la amistad y la lealtad, acerca del amor y la responsabilidad y del respeto por toda forma de vida. Me dijiste adiós con una palmada en la cabeza, evadiendo mi mirada y amablemente te rehusaste a llevarte mi collar y cadena. Tu tenías un plazo límite y ahora yo también lo tenía.

Después de que me dejaste, 2 lindas señoritas dijeron que probablemente sabías desde hacía algunos meses que te mudarías y no habías hecho el intento de encontrarme un buen hogar; ellas movieron sus cabezas y se preguntaron ¿Cómo pudiste?

En el albergue para perros las personas son atentas con nosotros, siempre y cuando sus horarios lo permitan. Nos dan de comer, pero perdí el apetito hace días. Al principio, cuando alguien pasaba frente a mi jaula, me precipitaba esperanzada de que fueras tú -que habías cambiado de parecer-, que todo esto era una pesadilla... o esperaba que fuera alguien a quien le importara, que pudiera salvarme.

Cuando me di cuenta, no podía competir con los cachorros juguetones, ajenos de su destino, para llamar la atención. Me refugié en un rincón lejano y esperé.

Escuché los pasos de ella cuando vino a recogerme al final del día y caminé tras ella a paso lento por el pasillo hacia una habitación. Una habitación totalmente tranquila. Me colocó en la plancha, acarició mis orejas y me dijo que no me preocupara. Mi corazón latía más rápido de lo acostumbrado, pero también había una atmósfera de alivio. A la prisionera del amor se le acababan los días. Como es mi naturaleza, estaba preocupado por ella. La carga que ella llevaba sobre sí era pesada; y sé que de la misma forma, conocí así todos tus estados de ánimo.

Cuidadosamente ella me colocó un torniquete alrededor de mi pata y lamí su mano de la misma manera que lo hacía para consolarte años atrás. Me aplicó con habilidad una inyección en mi vena, sentí una punzada y un líquido fresco corriendo a través de mi cuerpo, yo caí somnoliente mirando sus lindos ojos, murmurando: ¿Cómo pudiste?

Posiblemente porque entendió mi habla, ella me dijo "lo siento tanto". Me abrazó y rápido me explicó que su trabajo era asegurarse que fuera a un mejor lugar, donde no sería ignorado, maltratado o abandonado y no tendría que ganarme la vida por mí mismo. Un lugar de amor y de luz, muy diferente a este lugar terrenal. Con lo poquito que me quedaba de energía traté de expresarle con la punta de mi cola que mi "¿cómo pudiste?" no estaba dirigido a ella, era para ti. Yo estaré pensando en ti y esperaré por siempre.

Ojalá que alguien más te muestre tanta lealtad en tu vida.

PH: Oliver Ruf

Mariana Rojas
(v.KickWritter del 12 de octubre de 2014).

Masha

Masha, perra mestiza, acompañó hace casi 2 años a su dueño al hospital de la ciudad de Novosibirsk, en Siberia (Rusia). Su amo se empezó a encontrar mal y decidió acudir a pedir ayuda médica acompañado de su mascota. Él fue ingresado y Masha no volvió a saber nada más de él, ya que falleció a las pocas horas.

Desde entonces, la perra siempre está esperando en la recepción a algo que jamás ocurrirá. Solo sale del hospital por las noches, para volver a casa de su dueño. Parece que quiere proteger el hogar al que una vez perteneció, una misión que repite todos los días.

Masha se ha vuelto muy popular entre los trabajadores del centro. Médicos y enfermeras se preocupan de que siempre tenga una cama mullida, un plato con comida y otro con agua. Y por supuesto le acarician y le dan mimos para que su eterna espera sea lo más confortable posible.

Incluso una trabajadora quiso adoptarla. Se la llevó a casa pero a las pocas horas el animal se escapó y volvió al hospital para esperar a su verdadero dueño. Desde entonces, todos los trabajadores saben que van a tener que convivir con Masha hasta que ella quiera.

"Todos podemos ver lo tristes que son sus ojos, no tiene la mirada brillante de los perros que son felices. Ocurre los mismo con los animales que con las personas", explica el jefe médico del centro, Vladimir Bespalov.

El doctor cuenta al mismo medio que "aquí no podemos hacer nada por ella. Sólo esperamos que Masha sea capaz de encontrar otro propietario. Algún día sucederá, tenemos muchas ganas de que Masha confíe en alguien".

Hasta entonces, Masha seguirá esperando.

(V.Yahoo! Noticias del 26 de noviembre de 2014).

Ni la noticia de la inflación del 63% en Venezuela ha causado tanta conmoción como la desaparición de Kamila. En los días de Navidad hubo alarma en el cielo y en la tierra, no porque se secuestrara un avión, sino porque se perdió una perra. Reventaron las redes sociales al saberse que en un vuelo Caracas-Puerto de Ordaz se extravió Kamila, una linda terrier. La dueña, Llamilet Pinto, recurrió al defensor del pueblo. "No estoy en búsqueda de indemnización, busco a Kamila, que es parte de mi vida". Se ha visto a la perra en las pistas del aeropuerto de Maiquetía Simón Bolívar mordiendo a quien intenta agarrarla, desesperadamente, en todos los escondites, a una temperatura de 38º.

Entiendo este escándalo ternurista. A los perros se les quiere contra la gente, bajan la presión arterial, guían a los ciegos, desactivan bombas, hinchan el ego de los cazadores y son los ayudantes de los pastores, ahora rumanos; en la ciudad trabajan de seguratas y como Cipión y Berganza sustituyen a las monjas en el cuidado de los enfermos. "Nos suelen pintar -dice uno de los perros cervantinos- por símbolo de la amistad, y en las sepulturas de alabastro, entre marido y mujer enterrados, ponen entre los dos una figura de perro, como señal de que guardaron en la vida fidelidad inviolable". Por el coloquio sabemos que ya en aquella época los perros se arrojaban a la sepultura de sus amos o esperaban en las tumbas, sin comer, hasta que se les acababa la vida.

Nadie ha mostrado jamás más alegría por mi presencia que Dana, que ni siquiera es mía, sino de mis vecinos. Me cuenta todo con sus preciosos ojos, como si alguien me mirara a través de ellos. Entiendo que haya partidos animalistas, después de siglos condenados al mendrugo y la pedrada. Claro que son tan glotones, mitómanos y egoístas como nosotros. Lo cuenta el Arcipreste de Hita con la parábola del perro alano que llevaba carne en la boca y al pasar el río la vio reflejada en el agua, y al querer cogerla perdió la que llevaba.

Hay que fijarse en los ojos de los perros cuando se va a una perrera. Dijeron que la totalidad de preguntas se encuentra en sus miradas. No son homínidos, pero están más cerca que nadie de los personas. A pesar de eso tienen sus detractores. Los monoteístas los consideran impuros, especialmente los musulmanes, porque un perro mordió al profeta. Hasta los griegos, tan modernos y desvergonzados, creían en la patraña de Cerbero, el can atroz con rabo de serpiente, triple ladrido y 50 cabezas, esperando al otro lado del río para comerse los pasteles con miel que ponían en al ataúd a los difuntos.

Esas supersticiones inquietaron a Georges Bataille que sospechó que hay en cada hombre un animal encerrado en una prisión, y hay una jaula: si la abre el animal se precipita fuera. Es lo que ha hecho Kamila, humanizándose, escapándose por los hangares del aeropuerto de Maiquetía Simón Bolívar y mordiendo a los cazadores de recompensas y a los bomberos que intentan rescatarla.

Raúl del Pozo
(v.periódico El Mundo en línea del 1o.de enero de 2015).

Hace 2 semanas, habitantes de Cuernavaca, Morelos fueron testigos de una historia dificil de creer, varios perros callejeros llegaron al funeral de quien vio por ellos hasta su muerte.

Guardia de callejeritos en fuenar en Cuernavaca.

La mujer se llamaba Rosa Margarita Suárez y su velorio pretendía ser íntimo, sólo con sus familiares y amigos, pero un grupo de perros apareció causando gran asombro.

La hija de la fallecida, Patricia Urrutia, contó al blog Life With Dogs, que los canes fueron llegando solos, con miradas tristes y señaló que fueron amables con quienes se les acercaban.

Paty reveló que su mamá dedicó parte de su vida al cuidado de perros y gatos sin hogar y que a pesar de que no tenía el dinero ni el espacio para recibirlos en su casa, porque era pequeña, siempre compartió su comida con ellos, a la puerta de su hogar.

En sus últimos días, aunque estuvo enferma, ella siguió dándoles de comer, creando así un gran vínculo con ellos, pero reconoció que no se le ocurrió que quisieran estar presentes en el último adiós ni que fueran caminando junto al féretro cuando llevaron los restos hasta la iglesia.

(V.TVnotas del 31 de marzo de 2015).

Se vuelve loco de felicidad.

Es una de las experiencias más queridas por todos los dueños de un perro. En cuanto introduces las llaves de casa, tu mascota viene a recibirte como si estuvieras volviendo de la guerra y llevara años sin verte. Las reacciones pueden variar entre canes: algunos no paran de dar vueltas alrededor tuyo, otros tratan de alcanzarte poniéndose a 2 patas (con la intención, claro está, de chuparte la cara), otros dan vueltas en el suelo... Durante varios minutos tu perro se vuelve loco de felicidad. Y no es una metáfora. Realmente, experimenta una intensa alegría. Pero ¿por qué?

El neurólogo Gregory Berns, catedrático de la Emory University School of Medicine de Atlanta, fue el 1er. científico que logró que los canes se sometieran voluntariamente a los escáneres de resonancia magnética. Los científicos habían realizado estas pruebas con perros, pero tenían que sedarlos para que no escaparan de las máquinas, que hacen un ruido molesto que no toleran. Y, claro, las pruebas que pueden realizarse con canes despiertos ofrecen una información mucho más valiosa.

Sus experimentos fueron la base de How Dogs Love Us (Scribe), el libro en el que Berns traslada al gran público los resultados de sus investigaciones. Una de sus principales conclusiones es que los perros perciben a los humanos como como un grupo separado de ellos pero, aun así, sus dueños son considerados como parte de la familia. Y, de hecho, prefieren buscar su ayuda que la de otros compañeros de especie, algo que podría indicar que los perros son conscientes de que los humanos cuentan con recursos que ellos no tienen.

Al introducir a los perros en el escáner, y darles a oler diferentes fragancias, Berns comprobó que distinguen perfectamente ente los miembros de su especie y los humanos, pero también entre aromas conocidos y desconocidos. En particular, el olor de un humano familiar provoca una recompensa en el cerebro, incomparable con la que generan el resto de estímulos.

"Ningún otro olor hace esto, ni siquiera el de un perro familiar", explica Berns. "Y no es que nos perciban como parte de su manada de lobos, saben que somos algo distinto. Guardan un lugar especial en su cerebro sólo para nosotros".

Una ventaja evolutiva

Para entender el comportamiento de los perros hay que entender su historia. Los lobos empezaron a juntarse con los humanos hace unos 10.000 o 15.000 años, formando una nueva especie cuya principal característica es, precisamente, su relación con el hombre.

"Los perros ancestrales que merodeaban en torno a los humanos debían ser los lobos más sociales", explica Berns. "Se juntaron con los humanos y evolucionaron para convertirse en perros. Lo que quedó de la población de lobos eran los especímenes más antisociales, que no querían saber nada de nosotros".

Pese a esto, los perros de hoy en día comparten numerosas características con los lobos, entre otras cosas su enorme gregarismo. Los lobos viven en manada, y se saludan unos a otros chupándose la cara, un importante rito social que sirve para reforzar los lazos y para obtener información (por ejemplo, saber si tu compañero ha traído comida). Y es algo que los perros siguen haciendo con los miembros de su familia, aunque en este caso se trate de humanos.

"Es importante darse cuenta de que una manada de lobos es una familia, literalmente", explica la experta en perros Jessica Hekman, autora del blog DogZombie. "Normalmente está formada por la madre, el padre, los cachorros y algunos hijos de anteriores camadas que aún no se han independizado. ¿Nos ven los perros como parte de su familia? Eso creo".

El perro ha evolucionado hasta convertirse en un animal mucho más social que el lobo, algo que le ha hecho triunfar como especie. "Date una vuelta por el mundo y mira cuántos perros hay", comenta Hekman. "Para los perros [juntarse con el hombre] ha resultado ser una estrategia evolutiva muy efectiva. Hay alrededor de 10 millones de perros en el mundo, así que, en muchos aspectos, el perro ha superado evolutivamente al lobo".

He aquí el punto en el que pensamos: "Claro, nos quieren porque les damos de comer". Pero no. "Lo que hemos visto trabajando con los escáneres es que los perros aman a sus a humanos, y no sólo por la comida", asegura Berns. "Aman la compañía de los humanos en sí misma".

La felicidad, un sentimiento compartido

Si desconocemos todavía la mayor parte de lo que ocurre en el cerebro humano, aún nos es más difícil saber en qué piensan los animales, pues no tenemos forma de ponernos en su piel. Pese a esto, la mayoría de expertos coinciden en señalar que los perros experimentan algunas emociones de forma muy similar a nosotros. Entre otras, la felicidad.

"En todos los ejercicios que hicimos con los escáneres cerebrales -en los que presentábamos a los perros ciertas cosas y analizábamos sus respuestas- vimos respuestas análogas a las de los humanos", explica Berns. "Cuando ves a un amigo o a alguien que quieres sientes algo muy parecido a lo que experimenta un perro".

Esto no quiere decir que los perros tengan las mismas capacidades comunicativas que los humanos. No son capaces de representar cosas en su memoria como hacemos nosotros, no tienen etiquetas ni nombres que dar a aquello que conocen. Su respuesta es puramente emocional, pero eso no quiere decir que no creen un vínculo con su familia. Un vínculo que es tan fuerte como el que ata a padres e hijos.

En 1965 la psicóloga estadounidense Mary Ainsworth diseño la prueba de la "Situación Extraña", un test que permitía entender el comportamiento de los niños cuando eran separados de sus madres y tenían que relacionarse con extraños. Al realizar esta prueba con perros, los resultados fueron similares.

Como explica el neurocientífico de la Universidad de Trento Giorgo Vallortigara, el perro siente cariño por sus dueños, y es feliz cuando se encuentra con ellos, de la misma forma que un niño se alegra de ver a sus padres. Pero su reacción ante el reencuentro es mucho más intensa. A diferencia de lo que ocurre con nuestros hijos, a un perro no podemos explicarle que vamos a volver.

"Para el perro la separación con su dueño no es voluntaria", explica Vallortigara. "Es siempre antinatural que alguien abandone la manada". Los perros salvajes -como los lobos- pueden separarse de la manada durante un tiempo si están lo suficientemente motivados, pero lo hacen sabiendo que el contacto social puede ser reanudado virtualmente en cualquier momento, algo que no ocurre cuando dejamos a nuestro perro 8 horas solo en casa hasta que volvemos del trabajo.

"Los saludos exagerados que se pueden observar en muchos perros tienen que ver con el hecho de que no han aprendido todavía a aceptar la posibilidad de una separación no voluntaria", asegura el neurocientífico. Pero hay algo más. Los perros cuando están solos se aburren como ostras.

"Tu perro probablemente ha estado todo el día sin nada que hacer y, lo que es peor, puede haber estado solo, lo que es desagradable para un animal social", explica Vallortigara. "Así que, además de alegrarse de vernos, probablemente está sintiendo un alivio pues sabe que ahora va a hacer algo interesante, como salir a la calle y tener a alguien cerca".

El ritual de saludo es además esencial para los perros, pues forma parte de su forma de obtener información. "Cuando saltan hacia ti están tratando de lamerte la cara", explica Berns. "Parte de esto es una forma de saludo, pero además quieren chuparte y olerte para saber dónde has estado y qué has estado haciendo. Tienen curiosidad. Si he estado con otros perros, por ejemplo, los míos lo saben, y empiezan a olisquearme con más intensidad".

Si queremos liberar de estrés a nuestros perros debemos responder a sus saludos, pero no hay necesidad de dejar que nos chupen la cara -aunque, según algunos científicos, es bueno para nuestra salud-. Con entrenamiento podemos enseñar a nuestras mascotas a saludarnos de otra forma. Lo importante es que entendamos que para los perros el ritual de saludo es muy importante. Y no podemos obviarlo.

Miguel Ayuso
(v.El Confidencial del 4 de agosto de 2015).

TRIVIA PERRUNA
  1. Algunos perros callejeros en Rusia, han descubierto la manera de utilizar el sistema de metro con el fin de viajar a zonas más pobladas en busca de alimentos.
  2. Los perros no gozan de los abrazos como los humanos y otros primates. Los caninos interpretan el poner una extremidad sobre otro animal como un signo de dominación.
  3. La canción de los Beatles "A day in the life" tiene un silbido agudo adicional, audible sólo para perros. Fue grabado por Paul McCartney para su perro pastor de Shetland.
  4. En la antigua China, la última línea de la defensa del emperador era un perrito pequinés literalmente escondido bajo la manga.
  5. Puedes bajar tu presión arterial con sólo acariciar a tu perro.
  6. La razón por la cual los perros se acurrucan es debido a un instinto ancestral para mantenerse calientes y proteger sus órganos vitales mientras duermen.
  7. Tu perro tiene la nariz húmeda, que lo ayuda a absorber los productos químicos de olor.
  8. Si le dejas a tu perro algo de tu ropa que huele a ti, el olor suele consolarlos y podría ayudar a frenar su ansiedad por separación.
  9. Cuando los perros defecan, prefieren hacerlo teniendo una alineación con el campo magnético de la Tierra.
  10. El sentido del olfato de un perro es 10,000 veces más potente al de un humano.
  11. En un estudio realizado por investigadores de la Universidad de California, se encontró que los perros pueden sentir celos si ven a sus amos mostrando afecto hacia algo o alguien más.
  12. Los perros no sólo ven en blanco y negro, también pueden ver azul y amarillo.
  13. Los perros pueden ser entrenados para detectar cambios en el cuerpo humano, incluso hay perros de alerta que ayudan a los pacientes antes de una convulsión o para los pacientes diabéticos señalando cuando sus niveles de insulina caen.
  14. Cuando tu perro da vueltas en círculo antes de sentarse o acurrucarse, es porque él se siente en casa.
  15. Si las patas de tu perro huelen como a papas fritas, es porque los perros sólo tienen glándulas sudoríparas en sus pies. Es el olor natural de su cuerpo.

(V.Muy Interesante del 8 de septiembre de 2015).


Paco

Una leal mascota espera en el lugar en el que su dueña fue arrollada en Jacksonville, Florida, la historia ya le dio la vuelta al mundo a través de las redes sociales.

Paco, un perro rescatado luego del huracán Katrina, caminaba con su ama Kelly Black, de 42 años, cerca del estacionamiento de una tienda de conveniencia cuando fueron golpeados por una camioneta, la mujer murió instantáneamente, reporta el canal estadunidense Fox.

Las autoridades llegaron momentos más tarde a retirar el cuerpo de la víctima, sitio en el que el perro se mantuvo durante varias horas después del accidente.

"La mascota de la víctima permaneció en la escena varias horas después del fuerte incidente, esperando por ella en el mismo sitio en el que falleciera", dijo un testigo a la televisora.

Paco sería adoptado por los miembros de la familia de Kelly y al momento de ir a recogerlo se percataron de que el animal se mantenía en el área en la que falleciera su dueña, en medio de la calle.

(V.periódico Excélsior en línea del 29 de octubre de 2015).

Andrés Lajus me recordó un capítulo de la serie Seinfeld donde el comediante dice que si los extraterrestres llegaran a Nueva York regresarían a su planeta con la certeza de que acá mandan los perros, pues ningún otro animal sobre la tierra se pasea por la ciudad con un esclavo que va recogiendo sus detritus y cargando sus juguetes. Pero no sólo eso: los perros en Nueva York han logrado un nivel de sofisticación en su comportamiento y en relación con la sociedad difícil de encontrar en otro lugar. Dice Hugo José Suárez, un brillante sociólogo boliviano avecindado en México como investigador de la UNAM, que la domesticación de los perros en la Gran Manzana tiene un nivel similar al de los propios neoyorquinos, lleno de reglas e indicaciones que todos, perros y dueños, siguen al pie de la letra.

No se puede decir que los perros hayan ganado derechos, sería una exageración, pero para allá van. Los perros no sólo son dueños de los parques, sino que además tienen sus espacios confinados para jugar, tantos o más que los destinados a los niños. Quizá sea sólo una cuestión de oferta y demanda, pues es más fácil ver una pareja (ahora sí que en el sentido más amplio de la palabra) paseando con un perro que con un niño. Como en aquellas escenas de película donde los padres se hacen amigos, y a veces hasta amantes, mientras los hijos juegan en los columpios, hoy los perros no sólo van al parque, sino que tienen otros amigos perros con los que juegan todos los días y hace que los dueños-esclavos terminen interactuando entre ellos. Seguramente la conversación gira 90% en torno a sus mascotas, pero en una de esas hasta se interesan por saber cómo se llama el otro (el otro esclavo, porque el nombre del perro aparece desde la 1a. interacción).

La domesticación de los perros neoyorquinos ha llegado a tal nivel que por momentos se borra la frontera con lo canino. La gente espera que los perros se comporten como humanos, y todo el entrenamiento se basa en anular los instintos del animal para que sea lo más parecido a los deseos del dueño. Dice Hugo José Suárez que quizá el secreto del éxito de los perros radique, como señaló la poetisa Mary Oliver, autora del poemario Canciones para perros, en que "los perros son la perfecta compañía, no hablan". Es cierto, los pobres perros están condenados a escuchar todas las sandeces que les dicen sus dueños que tras hablar solos con el perro sienten que han tenido una profunda conversación sin necesidad de tener respuesta alguna.

Como sea, yo estoy haciendo todos los méritos, cantando mantras y haciendo ofrendas a Buda para que, si logro transcender y superar el mal karma, me conceda ascender en la escala de la vida y reencarnar algún día como perro en Nueva York.

Diego Petersen Farah
(v.pág.4-A del periódico El Informador del 26 de noviembre de 2015).

Ataahua

No se sabe aún qué pasó con Kerry Morgan, un hombre de Nueva Zelanda que desapareció el mes pasado. Nadie, a excepción de su fiel perra Ataahua. Ella se niega a renunciar, a perder la esperanza y espera a su humano en el lugar donde lo vio por última vez.

Kerry fue visto por última vez una tarde mientras caminaba con Ataahuaa en la orilla del río Waikato, cerca de su casa en la ciudad de Hamilton. El sombrero y los zapatos de Kerry fueron encontrados más tarde en la orilla del río, donde él paraba de vez en cuando para refrescarse en las aguas poco profundas. En ese mismo lugar encontraron a su perra Ataahua, esperando a su humano.

Ante el temor de que Kerry se pudiera haber ahogado, las autoridades llevaron a cabo una búsqueda en el río, pero no pudieron encontrar ningún rastro de él. Mientras tanto, la hija de Kerry, Lorraine Cook, se hizo cargo de Ataahua.

Pero la perra fiel no estaba dispuesta a renunciar a su vigilia. En la primera oportunidad, Ataahua escapó y regresó al lugar donde había visto por última vez al hombre que la había tenido desde que era una cachorra.

"Cuando nos dijeron que mi padre había desaparecido, mi hermano y mi hermana estaban aquí en la casa, a la espera de noticias de la policía", dijo Lorraine. "Ellos permitieron que Ataahua saliera de casa para ir al baño. Pero a las 11 pm esa noche, tuvieron que ir en busca de ella. Uno de los policías y mi hermano la encontraron en el río de nuevo en el mismo lugar, allí sentada. Fue como si estuviera esperando a que vuelva", agregó.

A medida que los días han pasado desde que Kerry fue visto por última vez, Lorraine dice que sus esperanzas de encontrar con vida a su padre han disminuido tristemente, pero Ataahua, al parecer nunca perderá las esperanzas.

Ella sigue tratando de escapar para ir a ese lugar y se le ve muy triste. Es un misterio la desaparición de su humano, pero su fiel amiga no pierde las esperanzas.

(V.Notas de Mascotas del 7 de marzo de 2016).

Corre por las pantallas una breve historia de infamia y cobardía. Una cámara tomó la escena. Se detiene un cochecito, uno de los tripulantes echa pie a tierra. Hace descender a un perrito blanco, encantador, contento. Parece prometerse un feliz descanso del trayecto y comienza de inmediato a repartir amabilidad y gusto por la cuadra. De repente algo pasa. El que se bajó del coche cierra apresuradamente la portañuela, el vehículo arranca, desparece. El perro, azorado, voltea para todos lados, se niega a comprender. Pasan instantes insoportables: se sabe entonces el momento exacto en que el can se reconoce traicionado. Ventea el aire, escoge una dirección, emprende su errancia, sale de cuadro, la imagen se congela. Canallas despiadados, traidores a la lealtad, al cariño y a la gracia. Crueles cobardes incapaces de merecer los dones de un perro: y en su interior lo saben. Gentes de corazón podrido, los alcanzará, fatal, el castigo a su aviesa maldad. Mientras trotaba, el perro, en el fondo, supo de inmediato que su existencia era ajena a ese pozo de mezquindad del que ahora se alejaba. Por eso, libre ahora, se busca la vida por los andurriales, y encontrará sin duda algún niño que reciba el inapreciable regalo de su amistad y de su compañía, la casa hospitalaria en la que seguirá su noble destino.

Juan Palomar Verea
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 5 de junio de 2016).

Negao

Este perro llamado Negão perdió a la única persona en el mundo que le importaba. Lamentablemente él no tiene forma de saberlo y desde entonces este perro espera fuera de un hospital a ese humano que nunca volverá a ver.

Durante los últimos 8 meses el perro ha estado fuera del hospital Ruth Cardoso, en Santa Catarina, Brasil.

Todo comenzó a finales del año pasado después de que su humano, un hombre sin hogar, fue llevado allí después de caer enfermo con lo que resultó ser una infección mortal. Negão había corrido detrás de la ambulancia todo el camino al hospital y vio cuando llevaron a su humano al interior en una camilla.

Negão nunca se fue del lugar y aún continúa esperando a su humano, a pesar de que pasaron los días, semanas y meses, él no se movió lejos del lugar donde había visto por última vez a su único amigo vivo.

No pasó mucho tiempo antes de que las personas que trabajan en el hospital se dieran cuenta de Negão. Cada vez que llega una ambulancia con un paciente, él se anima y sigue para ver si por casualidad está llevando a su humano.

El personal del hospital ha hecho que Negão siempre tenga agua y comida, y protección. De hecho, incluso encontraron familias dispuestas a adoptarlo, pero en ambas ocasiones se escapó, sólo para volver de nuevo a los terrenos del hospital.

Ahora el hospital ha tomado un rumbo diferente, ya no piensan persuadir a Negão, ellos han coordinado con una organización benéfica local de animales para asegurarse de que Negão esté siempre saludable, una veterinaria lo chequea cada cierto tiempo para ver que esté bien e incluso fue castrado.

Aunque este capítulo de la vida de Negão comenzó con una pérdida difícil de reemplazar, son muchos los amigos que ha ganado y que quieren lo mejor para él.

"Se quedará con nosotros hasta que decida si se quiere ir o no", dijo un funcionario del hospital. "Mientras él permanzca aquí, vamos a darle toda la atención, la calidez y el amor que necesita".

Pero algo ocurrió hace poco con Negão, resulta que al darse a conocer su historia, una persona llegó en un auto con sus perros y se llevó a Negão. Ahora el hospital pide que lo devuelvan.

"La directora de servicios de asistencia hospitalaria, Giselle Bianchi, dice que la situación la evidenció el familiar de un paciente. Según él, un hombre en un auto plateado llegó a las 10:50, acompañado de 2 perros pequeños, y dejó que Negão se acercara", dice una publicación en Facebook.

"Tomó a los 2 perros en el auto y dio la vuelta en el medio hospitalario. Apareció de nuevo, esta vez solo, tomó a Negão en sus brazos y lo llevó hasta el auto".

"El hombre que vio lo que pasó pudo fotografiar la matrícula y la imagen fue llevada a la policía militar. Los funcionarios del hospital hacen un llamamiento para que Negão sea devuelto".

No sabemos aún que ha ocurrido con Negão, tal vez el hombre quería darle un hogar, si es así, esperamos que pronto sepamos quién es y que tenga paciencia hasta que Negão se acostumbre a tener una familia para siempre.

(V.Notas de Mascotas del 30 de julio de 2016).

Maya

Una perra Akita Inu llamada Maya, de 2 años de edad, lleva más de 5 días haciendo guardia en un hospital día y noche. Su humana, de 22 años, ingresó de urgencias en el Hospital general de Elda en Alicante, España, por una apendicitis y tuvo que ser intervenida de urgencias.

Por mucho que lo intenten, Maya no quiere moverse de allí. A pesar de los esfuerzos realizados por el padre de su humana, Maya se niega a ser llevada a casa o distraída de su deber.

El padre de Sandra, Andrés Iniesta, trató de poner a Maya en el auto, pero fue en vano. "Creo que ella sabe lo que está pasando y ella está mostrando que puede ser paciente", explicó el padre de Sandra.

Según Sandra, que aún se recupera de la operación en el hospital, su perra sólo está haciendo lo que siempre hace en Barcelona. "Cada vez que voy dentro de algún lugar, ella me espera en la puerta".

(V.Notas de Mascotas del 2 de septiembre de 2016).

Loung

En Chanthaburi, Tailandia, un perro fue abandonado por su familia un año atrás, al parecer lo arrojaron de un vehículo. Él espero a su familia durante este último año y nunca regresaron, ahora muere el perro después de tanto esperar.

Durante este último año, el perro al que llamaron Loung, de unos 3 años de edad, había estado esperando a que regresaran por él en ese mismo lugar donde fue abandonado. El animal había recorrido cada día la calle en el pueblo de Ban Nong Khon, en Chanthaburi, en busca de sus dueños, lo que convirtió a este perro en una celebridad.

Loung siempre estaba atento a la carretera, esperando que en algún momento, su familia apareciera y se lo llevara a casa. Las personas que lo conocieron habían comenzado a darle de comer tras ver que su comportamiento se repetía día a día.

Pese a que muchas familias se habían querido hacer cargo del perro, Loung se negaba a ir con otras personas, ya que esperaba a que fuera su dueño quien le llevaría de vuelta a casa.

Lastimosamente la semana pasada, la prensa local ha informado que Loung ha sido encontrado sin vida después de haber sido arrollado por un vehículo.

Loung fue fiel a su familia a pesar de todo, él siempre guardó la esperanza de que algún día regresarían por él, pero algunos humanos tienen amargo el corazón y no pueden ver cuánto amor y fidelidad hay en estos seres.

Descansa en paz Loug.

(V.Notas de Mascotas del 27 de septiembre de 2016).

Zozo

Zozo es un perro que era fiel a su humano, Ismail Öztürk, un hombre turco que falleció en febrero de 2014. La muerte del hombre fue inesperada, y toda la familia estaba devastada por su partida.

El perro fue el más afectado; ya que ha estado deprimido durante los últimos 2 años después de perder a su mejor amigo.

Un día estaban buscando por todos lados a Zozo ya que no estaba en la casa y lo encontraron en la tumba de su humano, ambos eran inseparables.

Desde entonces, cada día, Zozo y Zafer Öztürk, el hijo del difunto, visitan la tumba de Ismail, el cual fue sepultado cerca a la casa de la familia. Y cada día Zozo se acuesta en la parte superior de la tumba completamente inconsolable y muy triste.

Él parece estar muy desesperado por quedarse cerca de su humano, y el corazón de Zafer se rompe cada vez que ve a Zozo echado en la tumba.

(V.Notas de Mascotas del 6 de octubre de 2016).

Sher Polvinale tiene bajo su cuidado a aproximadamente 26 perros. Esta mujer creó un hogar llamado House With a Heart Senior Pet Sanctuary para ayudar a todos los perros ancianos que han sufrido de abandono por parte de sus humanos a causa de su edad. El hogar está ubicado en Gaithersburg, Maryland.

Sher recibe la ayuda de otras mujeres voluntarias que llegan al hogar cada día a las 11 de la mañana y juntas se encargan de atender todas los problemas y necesidades de los perros.

"Muchos de estos perritos vienen a vivir con nosotros hasta el final de su vida, y nos aseguramos que ese final este lleno de amor, cariño, y toda la atención médica que requieran", Afirmó Sher.

Siempre que un perro es recibido en el hogar, permanece ahí hasta que su hora de partir llega, y esta mujer junto con su equipo de trabajo se encargan de brindarles los mejores y últimos años de sus vidas.

Estos perros fueron abandonados en su gran mayoría porque sus humanos no podían "lidiar" con sus problemas de vejez, a algunos de ellos se les dificulta incluso caminar y otros presentan problemas respiratorios, cardíacos, entre otros.

Cada vez que un perro fallece, su fotografía es colgada al lado de las escaleras, por lo que esta parte del asilo fue nombrada "escalera al cielo".

Escalera al cielo.

Sher dedica cada momento de su vida a ayudar a los perros, desde las 6 de la mañana hasta la hora de dormir, pero para ella esto no resulta complejo porque sus ganas de brindarles todo su amor es más grande que cualquier otra cosa.

(V.Notas de Mascotas del 7 de octubre de 2016).

Guillermo Ledesma de 47 años de edad demostró tener una inmensa valentía y sentir un gran amor hacia sus mascotas. Este hombre falleció en medio de las llamas por salvar a sus 3 perros, 2 gatas y 10 gatitos de un terrible incendio en su casa ubicada en Tucumán, Argentina, donde vivía con su amada esposa y sus 2 hijos.

Noemí Saraspe, quien fue la esposa de Guillermo Ledesma, se despertó a las 6 de la mañana aproximadamente debido a un bochornoso calor y a una luz intensa, cuando ella decidió levantarse a averiguar de qué se trataba, vio las inmensas llamas e inmediatamente entró en desespero logrando escapar de la casa con sus 2 hijos.

Infortunadamente, esta mujer perdió en el terrible incendio a su esposo, sus pertenencias y sus mascotas, pues el hombre falleció porque después de escapar del incendió decidió ingresar de nuevo a la casa para rescatar a sus mascotas que lamentablemente también perdieron la vida, excepto un perro y 2 de los gatos.

"Los chicos corrieron a tocarles el timbre a los vecinos para pedir ayuda. Nos cansamos de llamar a los bomberos y no atendían el teléfono. Al final tuvieron que ir los vecinos a buscarlos", relató la mujer. Los bomberos rompieron el techo para lograr apagar las llamas y cuando entraron a la casa, Guillermo ya estaba sin vida.

(V.Notas de Mascotas del 19 de octubre de 2016).

Elton es el perro pastor que busca a Gabriel en Níjar. Lleva 11 años al servicio de la Guardia Civil. Ha participado en 400 casos de desparecidos y fue el que encontró a Diana Quer y el que buscó a Marta del Castillo. Puede rastrear a partir de muestras de sangre seca y es capaz de detectar más olor de una muestra biológica humedeciéndola con su propia respiración. Los perros cumplen con su deber donde se les ponga: guardan los rebaños, guían a los ciegos, acompañan a niños autistas, desactivan bombas, nunca abandonan a los mendigos y respetan a los muertos. Sobrevivieron al hambre, a las pedradas, al cólera, al moquillo, incluso a la artritis desde que son tratados como personas.

En la España dura de la posguerra se les consideraba unos predadores llenos de pulgas que robaban la merienda: los apedreábamos. Luego llegó el prodigio y los perros empezaron a ser tratados como ciudadanos. Los nuevos agitadores piensan que se ganan bien lo que se comen y cumplen una función social. Yo he tenido varios chusqueles; ahora, a Dana, mi perra y la de mis vecinos Beatriz y José Luis, que es un ovillo de algodón con ojos de ser humano que guarda las 2 casas con empaque de leoncita. Ladra ferozmente a los ladrones o a los desconocidos que no le gustan. Me mira como Argos miraba a aquel errabundo y mujeriego navegante pensando que era Ulises; o como aquel Boatswain, bello, sin vanidad, adoraba a George Gordon -la persona- pensando que era Lord Byron -el personaje-.

Pablo Iglesias y Arturo Pérez-Reverte, 2 mundos como representación, se retratan cada día con perros abandonados: en sus cuentas de Twitter auxilian a los chuchos y buscan adopciones. Arturo escribió Perros e hijos de perra, en el que probaba que ningún ser humano vale lo que un buen perro. Pablo recuerda en sus mensajes el poema de Neruda: "Y yo, materialista que no cree/ en el celeste cielo prometido/ para ningún humano,/ para este perro o para todo perro/ creo en el cielo, sí, creo en un cielo/ donde yo no entraré, pero él me espera/ ondulando su cola de abanico/ para que yo al llegar tenga amistades".

Schopenhauer, cuando era un bello anciano de ojos azules, sólo hablaba con su perro y pensaba que la vida sin su acompañante hubiera sido un error. "La vista de cualquier animal me regocija y me ensancha el corazón, sobre todo la de los perros, y luego la de todos los animales en libertad, aves, insectos, etc.". Comparaba la lealtad de su caniche con la falsedad y la hipocresía de los hombres.

Raúl del Pozo
(v.periódico El Mundo del 9 de marzo de 2018).

Apunta Yuval Noah Harari en su brillante ensayo Sapiens que fue la capacidad de crear ficción lo que nos hizo triunfar como especie. Una preciosa explicación aunque, la verdad, no me la creo: me imagino muy bien a mi abuela neandertal contándoles historias a sus nietos en la hoguera. A mí me convence más una profesora norteamericana, Pat Shipman, que hace un par de años expuso una teoría que me deslumbró. Verán, los neandertales eran más robustos que nosotros y necesitaban más cantidad de alimentos.

Cuando se extinguieron estábamos en plena glaciación; no solo escaseaba la comida, sino que de repente habían aparecido unos extranjeros que hacían algo muy raro: se aliaban con los lobos para cazar. Humanos y perros formamos un equipo depredador de formidable eficacia, tanta que la fórmula sigue vigente. Probablemente fuimos una especie de arma letal por carambola: acaparamos la comida y los matamos de hambre. Así que ni más listos, ni más artistas, ni más sofisticados: nos salvaron los perros. Somos poca cosa. Y desagradecidos.

Rosa Montero
(v.pág.3-B del periódico El Informador del 25 de marzo de 2018).

El 95% de los latinoamericanos que tienen perros en su casa los consideran parte de la familia y prácticamente todos hablan regularmente con ellos, indica una encuesta divulgada por la organización World Animal Protection.

"Estos resultados nos confirman que los perros tienen un rol muy importante en la vida de las personas, y que son mucho más que el mejor amigo del hombre", dijo a través de un comunicado la gerente de Programas Veterinarios de esa organización, Melania Gamboa.

El estudio fue aplicado a 10,051 dueños de perros en 6 países, y encontró que 9 de cada 10 de ellos consideran a sus mascotas como hijos o parte de la familia.

Los resultados del estudio también muestran que 99% de los encuestados dice haber sentido angustia cuando su perro se enferma, y 89% los incluye en actividades familiares. Tal es el cariño que se les tiene, que 76% de los perros se sube al sofá o a la cama de sus dueños, 60% duerme con ellos y 56% los acompaña en las vacaciones.

Y pese a que es innegable el vínculo entre los latinoamericanos y sus perros, existen situaciones preocupantes sobre su cuidado. World Animal Protection detectó que "1 de cada 4 dueños adquirió a sus perros sin acondicionar la casa para ellos, sin discutir la responsabilidad que significa tener un perro ni distribuir las tareas de su cuidado entre los miembros de la familia".

Según Melania Gamboa, adquirir un perro de manera impulsiva "lo pone en riesgo de abandono y maltrato".

Para tratar de mejorar la situación actual, la organización lanzó la aplicación "Barkyard", en la cual se encuentran consejos e información sobre el cuidado que requieren los perros con respecto a su salud, nutrición y comportamiento.

El sondeo fue aplicado entre febrero y marzo a dueños de perros de países como México, Colombia, Argentina, Venezuela, Ecuador y Chile.

(V.pág.2-A del periódico El Informador del 6 de mayo de 2018).

Tengo una perra ya mayor a la que recogí de un refugio, ANAA, cuando tenía 2 años. No sé qué horrible vida llevó antes de entrar en la mía, pero estaba muy traumatizada. Durante 6 meses no se dejó tocar por nadie. Durante 4 años no la pude soltar porque se escapaba. Descubrí hace poco que su cuerpo está lleno de perdigones: le pegaron un tiro. Ahora tiene 12 años y es la perra más cariñosa que imaginarse pueda. Se arrima a todo el mundo, pidiendo que la soben. No he visto más hambruna de caricias en ningún animal.

Como solemos hacer los dueños de perros, mantengo con Carlota, que es como se llama, mis rituales. Uno es una sesión de un par de minutos de caricias nada más levantarnos. Se arrima a mi cama, baja la cabeza y yo la mimo y la rasco y le digo lindezas. Es bastante grande y es un gusto abrazarla, y estoy completamente segura de que a ella le encanta. Sin embargo, llega a mi lado nerviosa, envarada. Aunque se aprieta contra mí y, si yo no corto, ella seguiría todo el día, no está nada tranquila. De hecho, al terminar siempre se sacude vigorosamente, que es lo que hacen los perros cuando han pasado un momento de tensión para relajarse. Yo diría que hay una buena parte de angustia en su placer. Probablemente tema que la rechace y que toda su ilusión se quede en nada. Tendrá miedo de que le haga daño porque ya se lo han hecho muchas veces. Le asustará su necesidad, que ella percibirá como situación de debilidad, igual que la gacela que se acerca a beber a la charca africana con un ojo avizor por si aparecen leones. Supongo que Carlota cree ponerse en riesgo al entregarse tanto: está desgarrada entre el deseo de acercarse y el de salir corriendo.

Rosa Montero
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 24 de junio de 2018).

El perro no está más. Lo extrañamos. Cuando suena el timbre, nadie ladra. Cuando volvemos tarde, no hay nadie esperándonos. Todavía encontramos sus pelos blancos aquí y allá por toda la casa y en nuestra ropa. Los recogemos. Deberíamos tirarlos. Pero es lo único que nos queda de él. No los tiramos. Tenemos una esperanza loca: si recogemos suficientes, vamos a poder armar el perro otra vez.

Lydia Davis

Lo que me han enseñado los perros.

Charles Darwin creía que los animales poseen un "poder de autodeterminación", al ser capaces de elegir un curso de acción en vez de otro. Señaló también que en ocasiones un animal podría debatirse internamente entre sus impulsos instintivos. En lo personal, aunque no he hecho un trabajo científico al respecto, he encontrado que muchos animales, sobre todo los perros con quienes me relaciono a diario desde hace 8 años, "toman decisiones" y son capaces de pensar antes de actuar.

Por ejemplo, nuestro pastor briard Obi Wan, se abstiene de robar comida de la mesa, aunque Aranza mi pareja, o yo no estemos presentes. Se le cae la baba, mira la comida y pasa por un proceso interno donde se debate si sigue sus instintos de tomar lo que hay en la mesa o esperar a ver si le ofrecemos un poco. A diferencia de Obi Wan, la pastor blueheeler Ethan, cuando de comida se trata, siempre estará dispuesta a hacer lo que sus impulsos desean. Pese a que Ethan sabe más instrucciones que Obi Wan, ha salido en comerciales, la admiran y aprende mucho más rápido, tiene un modo de actuar más individualista, al grado de que se ha llegado a robar la comida completa de los otros cinco perros de la manada.

¿Por qué Ethan y Obi Wan, ambos de especie canina, con educación similar, de la misma familia, con las mismas reglas, actúan tan diferente? El control de los impulsos es un componente importante de la moralidad. Ethan definitivamente sabe autocontrolarse, ha logrado hacer montones de ejercicios y trucos antes de ir por su comida, entiende las reglas del juego, pero cuando no la están viendo ella toma una decisión distinta a Obi Wan, quien a diferencia de ella, le ha costado más trabajo aprender trucos para ganarse bocadillos. Entonces no se trata de inteligencia realmente, si no de moral; es una decisión que está en cada uno de nuestros códigos el querer participar e incluir el bien común en nuestras decisiones, el querer seguir reglas que sabemos están hechas por algo o que podría traer una consecuencia no seguirlas.

Si la decisión por la que Obi Wan no se come la comida que ve en la mesa, es porque sabe que con paciencia obtendrá un beneficio a su favor y así evitará inclusive que no lo incluyamos en las actividades familiares como ir a un restaurante o dejarlo que esté en la cocina mientras preparamos la comida, o inclusive vernos tristes o molestas porque nos quedamos sin alimentos... Nunca sabré por qué lo hace realmente. En el caso de Ethan que tiene un pensamiento del estilo "más vale pedir perdón que pedir permiso", quien no mide el alcance o las consecuencias de lo que hace y que esto puede afectar a otros, ya sea porque le da igual o porque ni siquiera lo pensó. Sin embargo, ambos han practicado ejercicios en los cuales les enseñamos que está bien esperar echados a una distancia establecida de nuestra mesa cuando comemos y al final siempre recibirán una recompensa. Cuando practicamos este ejercicio, la consecuencia es que si no cooperan no reciben comida o inclusive los sacamos de la dinámica con un time out que para los individuos sociales es el peor castigo, ya que les impide participar en una dinámica social que te da y agrega beneficios a tu vida como individuo. Por eso hoy que promovemos una educación sin violencia a los niños que no cooperan con las reglas de algo, se les excluye de la actividad o hasta se les envía a la oficina del director o a sus casas.

Comparto esto porque en nuestro caso, hoy humanos del 2020 atravesamos una situación difícil y pienso que los perros, otra especie a la que muchos de nosotros apreciamos, pueden ser un ejemplo de cómo muchas veces la moralidad no depende de nuestra clase social, nivel de estudios o IQ.

Puede tener que ver con el grupo al que pertenecemos, la cultura o prácticas que se viven en nuestro entorno, sin embargo, al final esta decisión moral está en cada uno. El querer cooperar y pensar en los demás es una invitación para que más efectivamente logremos propósitos como comunidad.

Esta cuarentena los perros tienen mucho que enseñarnos y también podemos aprender a través de ellos para nuestro beneficio como humanos, pero también para ser una mejor especie para ellos.

Los perros no solo tienen capacidad de ser empáticos, de perdonar, de confiar y ganarse la confianza de otros individuos, también de ser recíprocos o ser leales, así como de enseñarnos lecciones de vida. El aprendizaje no es unilateral, ellos a su vez aprenden de nosotros y es necesaria la relación binomio humano+perro para que este aprendizaje exista, se requiere disposición de parte del alumno como del maestro y cambiar de roles a la par. Pues para que las experiencias sean fértiles y se conviertan en lecciones, es necesario que exista la reflexión en uno de los 2 individuos. El perro no reflexiona, pero sí comunica y es capaz de tener procesos cognitivos y toma de decisiones donde pone a prueba sus impulsos y su interés por seguir comportamientos que vayan de acuerdo a la moralidad de su grupo.

Este rico repertorio de emociones, aprendizajes y hábitos de los perros y humanos, hoy se manifiestan de una forma más notoria porque a diferencia de cuando no hemos estado en la cuarentena, cuando pasamos más tiempo fuera de casa que dentro de ella, se complica el reconocer a los individuos con los que compartimos el hogar. Estos días de tener que estar en casa también nos han dado la oportunidad de conocer más sobre nuestros hijos, padres, el sistema educativo, otros cursos, hobbies que desempolvamos y nuestros perros.

¿A poco no en estos días que has pasado más tiempo en casa te has dado cuenta de que tu perro tiene ciertos comportamientos que antes no veías, o que lo ves "mejor portado" porque estás con él, ha dejado de romper cosas, o inclusive has sentido lo que tu perro vive diariamente cuando lo dejas 8 horas o más en casa solo?

Lina Palafox, autora de "Lo que me han enseñado los perros"
(v.pág.13-A del periódico El Informador del 6 de mayo de 2020).

La llegada de un perrito a nuestras vidas implica compartir un ciclo lleno de fidelidad, amor y diversión. Pero también involucra asumir diversas responsabilidades como inversión en tiempo y dinero.

De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Población (CONAPO), alrededor del 80% de los habitantes en México que viven con mascotas, tienen caninos en su hogar. Aquí se encuentra la importancia de conocer todo lo que ellos requieren y estar dispuesto a cubrir sus necesidades con cariño y tolerancia.

Hay algunos puntos clave que debes tomar en cuenta si quieres compartir el día a día con un compañero de cuatro patas, sus beneficios y responsabilidades:
- Menos propenso a la depresión. Gracias al vínculo afectivo que se forma entre una mascota y su propietario, convivir con tu perrito te ayudará a reducir el estrés, divertirte, aumentar tu sentido de responsabilidad y disminuir el sentimiento de soledad, ¡son un excelente antidepresivo!
- Contribuyen a una mejor salud. Diversos estudios demuestran que los propietarios de un perro tienen tanto la tensión arterial como el colesterol más bajo que las personas que no conviven con uno; además, poseen un sistema inmunitario más fuerte, lo que conlleva a superar de manera más fácil ciertas enfermedades o infecciones.
- Ayudan a mejorar tu estado físico y mental. Una sesión diaria de ejercicio por 30 minutos como mínimo, es uno de los mejores hábitos saludables para ambos. Además, te ofrecerán la valiosa oportunidad de desconectarte de todo y pasar tiempo de calidad con tu fiel compañero.
- Abre las puertas a la amistad. En lugares públicos tu perro juega y se relaciona con otras mascotas, lo cual te permitirá conocer a sus dueños y, ¿por qué no?, entablar buenas amistades.
- Es importante elegir su raza. Toma en cuenta que el tamaño y los cuidados varían de una a otra, no es lo mismo tener un pequeño Chihuahua que un Viejo Pastor Inglés.
- Un cachorro es una responsabilidad. Un cachorro adora morder todo a su paso y explorar a su alrededor, mantenlo alejado de los objetos de valor y proporciónale juguetes que pueda mordisquear y calmar las incomodidades de sus dientes creciendo.
- Mide tu presupuesto. Considera que debes destinar un presupuesto importante para la manutención de tu compañero, por ejemplo: alimento diario, vacunas, accesorios, cama, juguetes, visitas con el médico veterinario y gastos eventuales por padecimientos que tenga. Cifras del Sistema de Información Legislativa de la Secretaría de Gobernación indican que estos gatos pueden demandar en promedio de 10% a 20% de los ingresos fijos de la familia.

(V.pág.16-A del periódico El Informador del 22 de julio de 2020).

El amo muerto.

Si muero antes que mi Perro, quisiera pedir permiso para poder regresar y poder despedirme, para que mi Perro sepa que Dios me ha llamado y que no lo he abandonado.
Quiero que él quede en las mejores manos y decirle que lo estaré esperando.
Quiero darle un último beso, un último abrazo y decirle que es lo mejor que me ha pasado.
Que sin tener mi sangre es lo que más he amado.
Si muero primero, que me den permiso para decirle cuanto lo quiero.
Y cuando al fin volvamos a estar juntos, será para siempre.

Anónimo
(en Facebook el 2 de diciembre de 2020).

La lectura de Señor y Perro (Plaza & Janés, 1979) de Thomas Mann, una novela corta escrita en 1919 a finales de la Primera Guerra Mundial, me ha provocado una gran satisfacción y he disfrutado de los detalles en la vida cotidiana con la mascota.

Sin complicación alguna retrata la relación que tiene con su perro Bauschan desde que el narrador lo compró para sus hijos y él se convirtió en el alfa-patrón, con quien establece lazos que perduran y son notables en su vida.

Thomas Mann demuestra su maestría y dominio de la escritura, pues todo parece que puede escribir de lo que quiera y lo leemos sin perder la atención, esbozando sonrisas de complicidad todo el tiempo, como cuando describe lo que hace su perro desde que oye el chiflido y sabe que van a salir a caminar; entonces, Bauschan corre apresurado, tanto, que casi tira a su patrón, moviendo la cola, girando sobre sí mismo y expresando así, el placer de salir.

Sabemos que ese placer es mutuo y recíproco y, por eso, recordé cuando tuvimos en la otra vida a Tomás, un Skye Terrier que me despertaba para irnos a caminar a los Viveros de Coyoacán, cuando todavía se podía entrar con perros: lo soltaba y se iba corriendo por delante, cosa nada difícil dado el trote de su patrón. Veía cómo iba y regresaba, olía y meaba una y otra vez, como si su vida tuviera sentido con esa salida por la mañana, más que suficiente para aguantar su soledad el resto del día. Se llamaba Tomás, no porque hubiera leído el libro de Mann, sino, porque había un periodista que se llamaba Tomás Perrín y, por eso, usamos el nombre de pila, inspirados en el apellido.

El perro de Thomas Mann se llama Bauschan y es un pointer, un perdiguero alemán de pelo corto que adquiere vida en esta creación literaria producto del genio del escritor, así como, del recogimiento, "humildad y silencio, no tanto del barullo del ágora, ni de los encontronazos de la cambiante política del día", como dice Brachfeld en el Prólogo de esta obra, en donde Mann describe la vida con una mascota "con gran concentración del alma y una minuciosa observación".

Disfruté su lectura como hacía tiempo que no lo hacía. Cubre todos los aspectos de la vida de esa mascota desde que la trajeron a casa. Tal vez por eso, salió a la luz esto que estaba soterrado y que ahora lo pongo sobre la mesa para poder seguir caminando ligero: cuando salí de casa en 1980 descuidé la despedida con Tomás. No lo consideré lo suficiente, ocupado como estaba por otras cosas. Pocos meses después, me enteré que lo habían atropellado frente a la casa. Me atraganté de pena y culpa. Hasta ahora, gracias al libro de Thomas Mann, pude ventilar ese dolor y la culpa correspondiente, para que deje de seguir punzando en esa esquina del corazón.

Compartimos con Bauschan su valemadrismo cuando falla en la cacería de la liebre cuando está a punto de atraparla corriendo, feliz de ejercer su naturaleza como buen pointer, justo cuando la liebre gira 90 grados en plena carrera, al tiempo que Bauschan caía sobre ella sorprendido de no encontrar nada; se le había escapado, muerta de la risa, de las garras del perdiguero alemán.

Nos duele cuando se enferma (el perro, no el narrador) y se queda días en una clínica. Su dueño lo extraña, como extrañamos a Luna cuando viajamos. Luna está con nosotros desde hace años. Se trata de una monísima French Poodle mini-toy que heredamos y que, después de esta lectura, la volteo a ver con otros ojos, apesadumbrado por saber los años que tiene.

Las únicas salidas que he hecho durante el año y pico que llevamos confinados, ha sido con ella para sacarla a pasear por el barrio solitario, seguro que sabe que el placer es mutuo y recíproco.

Martín Casillas de Alba
(v.pág.3-A del periódico El Informador del 8 de mayo de 2021).

Animalhijos

El término "perrhijo" se usó por 1a. vez en México alrededor de 2011. La idea era usar al mismo tiempo las palabras perro e hijo, para hacer evidente una nueva tendencia en la estructura de las familias: Considerar a las mascotas como parte integral de ellas, incluso como si fueran un hijo más o el único. Poco más tarde, el concepto se amplió hacia los gatos, a quienes se le llamó "gathijos".

Actualmente, estos términos no sólo son aceptados, sino que se consideran una forma cariñosa de nombrar a las mascotas, quienes con su amor incondicional y lealtad a prueba de todo, hoy son parte fundamental de la vida.

El mundo cambia y la sociedad ha evolucionado. Hoy en día, una familia no necesariamente tiene que seguir un esquema tradicional, sino que puede estar integrada de muchas formas, y una de ellas es con "perrhijos" o "gathijos". Respetar esta decisión de vida forma parte de la inclusión y la diversidad que debe existir en la actualidad.

Los especialistas han nombrado a esta tendencia como "DINKIA", que por sus siglas en inglés significa: "Dual Income, No Kids, Indoor Animals", es decir, "Dos Ingresos, Sin Hijos, con Animales en el Interior", haciendo hincapié en que los peludos y los 'michis' están dentro de la casa, a lado de las personas, conviviendo con ellas en todo momento, no aisladas en una terraza o azotea.

Esto significa que aunque los 2 integrantes de la pareja trabajen y puedan tener los recursos para procrear hijos, decidieron no hacerlo, y en lugar de ello, optaron por tener una mascota, a la proveen de todos los cuidados y amor.

Este nuevo esquema familiar no se trata de una moda o un capricho, sino que consiste en una decisión responsable y a largo plazo, porque se sabe que las mascotas cuando tienen buenas condiciones pueden rebasar su expectativa de vida, acompañando así por muchos años a la pareja.

La familia "DINKIA" es la respuesta de la sociedad del nuevo milenio a las condiciones de vida actuales, donde el tiempo es muy valioso y se apuesta por hacer lo que realmente haga feliz, sin miedo al qué dirán.

Además, tener un "perrhijo" o "gathijo" tiene muchos beneficios:
- Reducen la depresión generada por la soledad. Ellos siempre serán leales compañeros que estarán contigo cuando los necesites.
- Te hacen feliz. Se sabe que pasar tiempo con tu "perrhijo" o "gathijo" aumenta el nivel de oxitocina, así como de serotonina y dopamina, que son antídotos para la depresión.
- Refuerzan tu autoestima, ayudándote a vencer el miedo y la timidez, además de que te brindan una sensación de protección y mejorar tus relaciones sociales.

(V.periódico El Informador en línea del 7 de enero de 2023).

"Entra, has encontrado tu casa": así llegó Camoens a la vida de José Saramago. En el momento en que Manuel María Carrilho, ministro de Cultura de Portugal, le anunciaba a José Saramago que le había sido concedido el mayor galardón literario de la lengua portuguesa, un perro asustó tanto a una vecina que gritó pidiendo ayuda. Salimos a la calle quienes estábamos en casa y vimos que el fiero animal era un cachorro asustado del susto de la mujer. Por la puerta abierta del jardín entró el animal moviendo torpemente las piernas, un poco desgarbado, feliz de que nadie le maltratara. Cuando Saramago apareció comunicando que había recibido el Premio Camoens, supimos, en ese instante lo supimos, que el perro que había encontrado su casa no iba a tener otro nombre que el del gran poeta portugués. Y así, al menos en Lanzarote, Camoens fue nombrado cientos de veces al día, fue vida y fue homenaje. Y este perro dulce y noble, que nunca aprendió a comer despacio porque hasta llegar a casa había tenido que luchar contra el hambre y el abandono, con su corbata blanca dibujada en el pelo negro, que fue el modelo para el "Encontrado" de La Caverna, un perro que, como todos los perros que Saramago inventa, es la mejor respuesta animal a la mejor conciencia humana, ha muerto con todos sus años y siempre amado.

Cuando Camoens regreso a casa tras la muerte de José Saramago no pudo aceptar la ausencia. Estuvo intranquilo durante el día, pero cuando llegó la noche y no vio al dueño ni en la cama ni en el sillón que habitualmente ocupaba, cuando una y mil veces recorrió el espacio entre las 2 habitaciones, cuando entendió que el dueño ya no estaba ni iba a estar, que eso es la muerte, aulló, gritó, se desgarró en un dolor que describirlo araña el alma. No bastaron abrazos para consolarlo, ni palabras cariñosas: iba y venía de un lugar a otro en una carrera que partía el corazón, gemía con dolor humano. Por eso, un amigo que estaba en casa y vivió la noche, tituló al día siguiente su columna periodística: "Camoens llora por Saramago".

Saramago ya no podrá llorar por Camoens, ahora que ha muerto tan dulcemente como vivió, tan honestamente animal que apetece aprender de su forma de estar en la vida. O tal vez, sin llorar, se encuentren en la sensibilidad creada que nada ni nadie puede destruir porque tanta vida compartida, y en tan amable compañía, no puede perderse. Por ahí están, en libros y memorias, en corazones que no se rinden, José Saramago con sus 3 perros, Pepe, Greta y Camoens, poniendo belleza en el mundo, inmortales en la vivencia personal de quienes saben ver y, además, sentir.

Pilar del Río, viuda del escritor José Saramago
(En Facebook el 13 de diciembre de 2023).

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Hoy morí solo y asustado.


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Quiero ir a donde ellos van.

"Si los perros no van al cielo, cuando muera quiero ir a donde ellos van."
Will Rogers


Cuando te encontré...

Daría todo por que volvieras.

¡Estoy en el cielo!