LOW-TECH BREAKTHROUGH ANNOUNCEMENT!


Announcing the new Built-in Orderly Organized Knowledge device (BOOK).

It's a revolutionary breakthrough in technology: no wires, no electric circuits, no batteries, nothing to be connected or switched on. It's so easy to use even a child can operate it. Just lift its cover.

Compact and portable, it can be used anywhere -even sitting in an armchair by the fire- yet it is powerful enough to hold as much information as a CD-ROM disk.

Here's how it works: Each BOOK is constructed of sequentially numbered sheets of paper (recyclable), each capable of holding thousands of bits of information. These pages are locked together with a custom-fit device called a binder which keeps the sheets in their correct sequence. By using both sides of each sheet, manufacturers are able to cut costs in half.

Each sheet is scanned optically, registering information directly into your brain. A flick of the finger takes you to the next sheet. The BOOK may be taken up at any time and used by merely opening it. The "browse" feature allows you to move instantly to any sheet, and move forward or backward as you wish. Most come with an "index" feature, which pinpoints the exact location of any selected information for instant retrieval.

An optional "BOOKmark" accessory allows you to open the BOOK to the exact place you left it in a previous session -even if the BOOK has been closed. BOOKmarks fit universal design standards; thus a single BOOKmark can be used in BOOKs by various manufacturers.

Portable, durable and affordable, the BOOK is the entertainment wave of the future, and many new titles are expected soon, due to the surge in popularity of its programming tool, the Portable Erasable-Nib Cryptic Intercommunication Language Stylus (referred to by the acronym PENCILS to those in the trade).

Source: Mike Totzke


De todos los instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones del brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y la imaginación.

Jorge Luis Borges
(v.pág.4-B del periódico El Informador del 8 de julio de 2018)

Habrá quien se acuerde de que las publicaciones profusamente ilustradas solían ser los libros y cuentos infantiles, pues la idea era que así sería más fácil que se concentraran y entendieran lo que decían los textos. El inolvidable método onomatopéyico del maestro colimote don Gregorio Torres Quintero para enseñar a leer y escribir tenía, claro, dibujos. Por ejemplo, un tren servía para ilustrar la vocal U (y se leía junto: uuuuuuuuuuuuu). Ya los más avanzados aprenderían en años posteriores que también decía chu-chu-chu (nivel superior que en el gabinete sólo cursó el impoluto y simpático señor Bartlett).

Las revistas ilustradas para la gente grande, como Life o Paris-Match, tenían fotografías de gran calidad, que solían llevar nutridos pies de foto; estaban directa y claramente relacionadas con los artículos y muchas veces constituían auténticos documentos históricos. Ya desde la 2a. mitad del siglo XIX revistas como L'Illustration Française o La Ilustración Española tenían fotografías y sobre todo extraordinarios grabados hechos ex profeso para los artículos. Pero todas esas publicaciones, incluyendo a la campeonísima National Geographic, iban dirigidas a lectores que podían sostener la atención más de 10 segundos y enterarse del contexto de las ilustraciones. Pero definitivamente los libros con muchos monitos eran para los niños, de los cuales, sin embargo, también se esperaba que leyeran, porque no todas las publicaciones infantiles estaban ilustradas, o lo estaban escasamente.

Pero de unos años acá los periódicos y revistas del mundo decidieron por alguna misteriosa razón tratar al público como infantes semianalfabetos, y no sólo muchos de ellos ponen de a mono por nota, sino que hasta se sienten obligados a meter retratitos de los autores de sus columnas, quién sabe con qué fin (¿qué ganamos con ver la cara del mono, y para qué ponerla diario, o semana con semana?).

En internet, la cosa es todavía peor. Entrar a las páginas de ciertos periódicos es arriesgarse a la jaqueca ante una especie de rompecabezas de colorines y monigotes, la mayoría sin rima ni razón. En las redacciones, donde antes había correctores de estilo y editores que cuando menos trataban de evitar las faltas de ortografía, ahora hay un enjambre de "periodistas" que se dedican a buscar afanosamente lo que sea para "ilustrar" lo que sea.

María Palomar
(v.pág.10-A del periódico El Informador del 16 de agosto de 2020)

Me gusta mucho contemplar la banalidad de los programas oficiales que intentan convencernos de leer 20 minutos diarios, es evidente que quien diseñó ese programa ni lee, ni le gusta leer, ni le importa que usted lea; para leer ese tiempo tendríamos que repensar en nuestra vida: si dedicáramos 20 minutos a leer, ¿cuánto tiempo deberíamos dedicar al día para hacer arrumacos a nuestra pareja?, ¿cuánto tiempo a comer chocolates? o ¿cuánto tiempo a tomar tequila? ¿Verdad que es una farsa? Eso me ha llevado a concluir que en este país no leemos porque nunca la escuela nos enseñó ese gozo, así como no hay cursos para que te guste el chocolate, ni para que goces el tequila, ni hay cursos de cómo besar.

Carlos Enrigue
(v.pág.8-A del periódico El Informador del 13 de diciembre de 2020)

Mortificados por la salud mental de don Quijote, el cura y el barbero, con la complicidad del ama, esculcan la biblioteca para dar con "los libros autores del daño" y mandarlos a la hoguera. Porque al bueno de don Alonso le daba por leer novelas por puro gusto, algo que en todos los tiempos ha resultado sospechoso y punible para ciertos gremios autoencargados de la salvación de las almas.

Ese celo de bombero pirómano de Fahrenheit 451 ha reverdecido ahora en versión gansoestalinista según las declaraciones de un oscuro burócrata de la SEP, al que, después de haber prometido en vano renovar todos los libros de texto gratuitos, lo tuvieron que mandar a la subdirección de clips y grapas, pero que no deja de porfiar por salir en el periódico.

Leer por el placer de hacerlo es un ámbito de plena e inalienable libertad individual; nada de extraño tiene que lo aborrezcan las tiranías. La pasión por la lectura se da por contagio. Muchos niños crecen en hogares donde no hay siquiera un libro, pero en algún momento tuvieron la enorme suerte de encontrar un maestro que les abrió ese mundo fantástico, o una humilde biblioteca escolar donde descubrieron su capacidad de convertirse a voluntad en mosqueteros, piratas o exploradores.

María Palomar
(v.pág.9-A del periódico El Informador del 1o.de agosto de 2021)

Para aquel que roba, o pide prestado un libro y a su dueño no lo devuelve, que se le mude en sierpe la mano y lo desgarre. Que quede paralizado y condenados todos sus miembros. Que desfallezca de dolor, suplicando a gritos misericordia, y que nada alivie sus sufrimientos hasta que perezca. Que los gusanos de los libros le roan las entrañas como lo hace el remordimiento que nunca cesa. Y que cuando, finalmente, descienda al castigo eterno, que las llamas del infierno lo consuman para siempre.

(Palabras inscritas en la biblioteca del monasterio de San Pedro de la Puellas de Barcelona).

Inferior technology

(V.Reign of Reads del 22 de agosto de 2022).
Ex Libris

Paco Calderón
(3 de diciembre de 2023).


book

Spider-man gets caught reading

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